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Casos Clínicos de Psiquiatria. DR Erwin Roner

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QUERIDO DOCTOR:

Myrna Field, mujer de 55 años, era una cajera en la Cafetería de un Hospital desde hacía
3 años cuando de repente desarrolló la creencia que un médico estaba intensamente
enamorada de ella. Myrna se sintió apasionadamente enamorada de él, pero no le decía
nada y empezó a sentirse muy estresada cada vez que lo veía. Hechos casuales
realizados por el doctor, fueron interpretados por ella como una indicación de sus
sentimientos, y creyó que la vigilaba y hacía movimientos sugestivos, pensamientos que
él nunca declaró abiertamente. Ella estaba segura que no le había dicho nada sobre sus
sentimientos porque estaba casado.

Después de más de 2 años de esto, empezó a agitarse tanto que tuvo que dejar su
trabajo; ella se mantenía en la casa pensando acerca del médico incesantemente. Ella
tenía frecuentes sensaciones abdominales intensas, que la asustaban grandemente. Esto
se transformó en sentimientos de índole sexual, sintiendo que no había tenido orgasmos
antes como los que ahora sentía al masturbarse pensando en él. Eventualmente fue
donde su médico familiar, quien la notó muy perturbada cuando la refirió a un
psiquiatra masculino. Ella se mostró muy avergonzada de confiar en este, y solamente
pudo contar su historia cuando fue transferida a una psiquiatra femenina.

Myrna fue una hija ilegítima cuyo padrastro era excesivamente estricta. Era de lento
aprendizaje y siempre tuvo problemas en la casa y en la escuela. Ella creció temerosa y
preocupada, y durante su vida adulta consultó muchos médicos por preocupaciones
hipocondríacas. Siempre fue insegura.

Myrna se casó pero su matrimonio fue asexual, y no tuvieron hijos. Aunque su esposo
sufrió por mucho tiempo, ella lo percibía como muy crítico y demandante. A través de
su vida de casada, periódicamente abusaba de alcohol y durante los 3 años anteriores,
ella estuvo bebiendo tragos más fuertes y más frecuentemente para poder lidiar con su
estrés. Ella no podía confiarle a su esposo sobre su affair.

Cuando fue entrevistada, Myrna estaba muy estresada y hablaba con gran presión. Su
inteligencia era limitada, y sus ideas eran muy simplistas; pero sólo mostraba
claramente la condición anómala e incontrovertible que el médico estaba
apasionadamente enamorada de ella. No pudo ser persuadida de lo contrario.

LA VIUDA RICA.

Una viuda rica de 72 años es referida por sus hijos, en contra de su deseo, por que
pensaban que estaba “senil” desde la muerte de su esposo hace 6 meses atrás. Después
de la aflicción inicial, que no fue severa, ella reactivó una vida activa social y empezó a
trabajar como voluntaria en un Hospital local. Su familia alentó esto, pero pasado los
primeros 3 meses empezaron a preocuparse pues visitaba los bares locales en compañía
de algunos de los compañeros del hospital. La referencia fue precipitada cuando
anunció que se comprometería con un enfermero de 25 años de edad, a quien planeó
dejarle su casa y una gran cantidad de dinero. Los 3 hijos de la paciente, por
intimidación y amenaza, la acompañaron a una evaluación psiquiátrica. Mientras que
uno de los hijos hablaba con el psiquiatra, se escuchaba a la paciente acusando a los
otros dos de tratar de apoderarse de su dinero.
Inicialmente en la entrevista, la paciente estaba extremadamente enojada con los hijos y
el psiquiatra, insistiendo en que no entendían que por primera vez en su vida estaba
haciendo algo por ella misma, no por su padre, su esposo o sus hijos. De súbito se
acostó seductoramente sobre el sofá del consultorio y le preguntó al psiquiatra si ella era
suficientemente atractiva para capturar a un hombre de 25 años. Empezó a elaborar
sobre los atributos físicos y sexuales de su prometido, y describía su vida como
excitante y llena por primera vez. Ella estaba verborreica y repetidamente rechazaba
que el psiquiatra la interrumpiera con preguntas. Refiere que salía con su prometido en
las noches a bares y clubes, y que aunque no bebía, disfrutaba de la atmósfera de estos
lugares. Refería que frecuentemente iba a lugares que cerraban hasta muy tarde y luego
iba a desayunar, luego a acostarse y hacer el amor. Después de 3-4 horas de sueño, se
sentía fresca y se iba de compras, gastando cerca de $ 700.00 semanales en ella y le
daba cerca de $ 500.00 por semana a su prometido, todo lo cual podía abastecer
fácilmente.

La paciente estaba de acuerdo con que su conducta era inusual para alguien de su edad y
posición social, pero que su estatus siempre fue muy convencional y era hora de
cambiar antes que fuera demasiado tarde. Rehusó participar en una Prueba formal,
diciendo que…”Yo no voy a hacer ningún test estúpido para ver si estoy sana”. Ella no
tenía alteraciones evidentes de su memoria y estaba orientada correctamente en todas las
áreas. Según su familia no tenía historia de disturbios emocionales.

HOMBRE DE NEGOCIOS AGITADO.

Este hombre de negocios agitado de 42 años, fue admitido en un servicio psiquiátrico


después de un período de 2 ½ meses en el cual se fue sintiendo muy alterado muy
suspicaz hacia los demás (incluyendo sus compañeros de negocios) El tomaba todo
fuera de contexto y los cambiaba todo en sus propias palabras, haciendo inapropiadas y
hostiles comentarios acusatorios; él había perdido negocios que estaban casi cerrados.
Finalmente, el paciente disparó su pistola hacia su patio trasero cuando oyó ruidos, que
según él eran intrusos que querían irrumpir en su casa y matarlo.

1 ½ años antes había sido diagnosticado con narcolepsia (trast. del sueño con ataques de
sueño y cataplexia), siendo tratado con Metilfenidato. El estuvo asintomático y era
capaz de trabajar efectivamente como gerente de ventas de una pequeña compañía, con
una activa vida social con su familia y un pequeño círculo de amigos. En los 4 meses
antes de la admisión él aumentó la dosis de Metilfenidato para mantenerse alerta en la
noche pues aumentó el período de trabajo y no podía manejarse bien durante el día.

SUPERSTICIONES.

Un universitario de 20 años de edad se quejó con su internista que tenía dificultad para
estudiar pues, en los últimos 6 meses, habían aumentado sus preocupaciones que no
podía disipar. Pasaba horas en cada noche repitiendo lo eventos del día, especialmente
las interacciones con sus amigos y profesores, tratando de corregir en su mente algunas
o todas las situaciones lamentables que se habían presentado. Repetía los procesos
como un videotape de cada evento una y otra vez en su cabeza, cuestionándose si su
conducta había sido la adecuada, y diciéndose a sí mismo que había hecho su mejor
esfuerzo, o que había dicho lo correcto en cada paso del camino. El hacía esto mientras
se encontraba sentado en su escritorio, supuestamente estudiando; no era inusual para él
mirar el reloj en cada período de rumiación y notaba que, para su sorpresa, habían
pasado 2-3 horas sin haber estudiado nada. Su descenso en la producción académica le
preocupaba.

Admitía que pasaba 2 horas en rituales antes de salir con sus amigos, afeitándose,
bañándose, peinándose y vistiéndose…todo a la perfección. Además, por varios años,
él había funcionado en base a supersticiones que cambiaban o dominaban su vida diaria.
Esto incluía evitar ciertos edificios mientras caminaba en el campus, siempre sentándose
en el tercer puesto y en la quinta fila del salón, alineando sus libros y lápices en cierta
configuración sobre su escritorio antes de estudiar.

EL HOMBRE DE CAMPO.

Un hombre de 78 años, retirado como presidente de una Compañía Aserrera, buscó


ayuda luego del inicio de una serie de episodios de ataques en los cuales experimentó
una marcada aprehensión, incapacidad para descansar, y necesidad de estar al aire libre
para recuperarse de su sensación de disconfort. El describió su más reciente evento
ocurrido a las 3:00 AM a inicios de la semana: él se levantó de dormir y sintió que “las
paredes estaban derrumbándose sobre él”. El negó que esto estuviera relacionado al
sueño y decía que estaba completamente despierto en ese momento. Se levantó, se
vistió y salió al aire libre donde había una temperatura bajo cero; una vez afuera notó
una gradual mejoría de sus síntomas (pero no completa). La resolución completa tomó
un día entero.

En respuesta a este cuestionamiento, el paciente negó disnea, palpitaciones, sensación


de plenitud, parestesias y náuseas. Reportó temblores y sudoración junto con vértigo
intermitente. Imaginó que hubiera podido morir si no salía de la casa (o hubiera perdido
la conciencia). Hablaba de la necesidad de estar activo.

Sobre el cuestionamiento, recordó una serie de ataques similar casi 30 años antes luego
de una cirugía ocular por un accidente. Describió la oclusión de ambos ojos con
parches siendo confinado a una cama por varios días, con su cabeza inmovilizada. Una
vez en casa, experimentó estos ataques por más de un año.

Negó trastornos de sueño recientes, cambio de apetito o de peso, lamentos o


disminución de energía, estuvo tomando Valium de 5 a 10 mgs por cerca de 2 meses por
sentir aumento de la tensión y nerviosismo. Notó ligeros problemas de memoria tardía.

Luego se quejó de problemas con el balance y dolor intermitente en su brazo derecho.


Paró la jardinería el verano pasado por su problema con el balance. Al examen se le
encontró una lengua roja engrosada y dolorosa, dificultad para alternar pasos al caminar
y movimientos rápidos alternantes, con leve temblor intencional. Negó incontinencia
urinaria.

Los laboratorios revelaron anemia macrocítica y deficiencia de Vitamina B 12. El


paciente recibió reemplazo de la Vitamina B12 y sus ataques no recurrieron.
VOCES AMENAZANTES.

Un hombre desempleado de 44 años quien vivió solo en un cuarto sencillo de un hotel


fue llevado al Cuarto de Urgencias por la policía, a la cual llamó buscando ayuda,
quejándose de temor al escuchar voces en la calle que hablaban acerca de él,
amenazándole con hacerle daño. Cuando miró fuera de la ventana, el hombre siempre
desaparecía.

Tenía 20 años de tomar alcohol diariamente, llegando a la ebriedad diariamente,


experimentando sacudidas al despertarse. En los días previos redujo su ingesta a una
pinta de Vodka por ocasionarle un distrés GI. Al examen mental estaba muy alerta y
orientado.

EMILIO.

Emilio es un hombre de 40 años quien parece 10 años más joven. Fue llevado al
hospital (12° hospitalización) por su madre por temerle. El se vistió con un harapiento
sobretodo, unas pantuflas para dormir y una gorra de baseball, y usaba varias medallas
alrededor del cuello. Sus afectos pasaban de enojo hacia su madre (“ella me alimenta
con mierda…que sale del recto de otras personas”) a una risa nerviosa, servil y
seductora hacia el entrevistador. Su lenguaje y manerismos eran pueriles y caminaba
con un paso delicado, y exagerados movimientos de cadera. Su madre reporta que dejó
de tomar su medicación hace un mes, y desde entonces empezó a oír voces, y a mirar y
actuar extrañamente. Cuando se le preguntó qué había estado haciendo…él respondió
“comiendo cables y fuegos artificiales”. Su discurso espontáneo es frecuentemente
incoherente y marcado por frecuentes rimas y asociaciones laxas.

La primera hospitalización de Emilio ocurrió después que dejó la escuela a los 16 años,
y desde ese momento nunca fue capaz de volver a la escuela o mantener un trabajo.
Vive con su madre anciana, pero a veces desaparece por varios meses, y eventualmente
es recogido por la policía por vagar por las calles. No hay historia conocida de abuso de
drogas y alcohol.

SARA.

SARA de 9 años asiste a consulta con su padre, de 45 años y su madre.


El padre informó que SARA se ha observado triste, deprimida y desesperada con
referencia de no querer vivir, aislada, con conducta introvertida no quiere hablar con
nadie, en ocasiones hostil, a perdido el interés hacia las cosa de importancia, no quiere
salir de su cuarto, con mucha dificultad asiste a la escuela ya que últimamente se retira
por molestias físicas (dolor de estomago, dolor de cabeza), se niega a comer, tiene bajo
rendimiento escolar.

El se siente preocupado, la madre de Sara sufre de depresión en control médico. El


nacimiento fue por parto normal, no hay alteraciones en su desarrollo, siempre ha sido
extrovertida con un adecuado desarrollo escolar, motivada en las relaciones con sus
familiares e interesada en sus actividades acorde a su edad.
A medida que avanzaba los días, se encontró más triste, aislada y socialmente apartada,
le era difícil conciliar el sueño, desinteresada ante sus responsabilidades, a veces no
quería salir de su cama, mostraba descuido personal, desaliñada, perdía peso. En sus
visitas a casa de familiares se mostraba irritable aparentaba estar enferma. El fin de
semana anterior se negaba a entrar al coche para ir a la escuela y pataleo durante la
mayor parte del viaje.

En la entrevista de ingreso, SARA se mostraba cooperadora pero reacia a abrirse. Su


discurso era escaso, poco fluido. Exhibía retraso psicomotor. Su estado de ánimo era
deprimido y disfórico; su afecto era muy restringido. Sus procesos del pensamiento eran
lógico, orientados a los objetivos y coherente. Su pensamiento era abstracto y su
inteligencia por encima de la media. No había ningún signo de psicosis. Sus padres
negaban otra conducta manifiesta con alteración del pensamiento que descartaba
alucinaciones.

CARLOS.

Carlos llegó a nuestra consulta tiene 9 años de edad. La razón que motivó su derivación
a nuestro centro fue por haber presentado una conducta heteroagresiva contra otros
compañeros del centro escolar por pensar que éstos le “miraban mal”.

La madre lo acompaña y refiere que Carlos ha sido un niño introvertido, con dificultad
para relacionarse con otros niños de su edad, callado, con temores a la oscuridad por la
presencia de sombras que lo asustaban. Cuando Carlos tenía 7 años tuvo un periodo
que decía tener un amigo imaginario con el cual hablaba, y se aislaba jugando solo. A
término de los 8 años Carlos dibujaba monstruos y decía que tenía poderes como Jesús
y una vez se perdió encontrándole cerca de un río lejos de la casa, dijo que lo estaban
llamando.
La maestra refirió que en ocasiones se veía a Carlos hablando con los abanicos, ella lo
confrontó y el decía que pensaba en voz alta, situación que le preocupo, ya que
anteriormente se notaba a Carlos aislado, con deterioro de sus calificaciones, en clase se
notaba distraído, distante, la maestra sospecho violencia en el hogar.
La madre dice que últimamente él le refiere que su maestra lo veía mal, que quiere mas
a sus compañeros y ellos se burlan y hablan de él.

A la exploración se evidenció la presencia de extrema angustia con sensación de


perplejidad, ideación delirante de tipo paranoide, seudo alucinaciones auditivas (voces
que lo insultaban y voces que comentaban su actividad), bloqueo del pensamiento,
afecto inadecuado, conductas heteroagresivas físicas en relación a la temática delirante.
Su capacidad de rendimiento escolar se veía por todo ello muy mermada, con
manifestación de temor.. Su higiene personal era muy descuidada.

El inicio de este cuadro clínico había acontecido insidiosamente. La madre no era capaz
de relatar su inicio, pero Carlos refería presentar las pseudos alucinaciones auditivas
desde hacía aproximadamente dos años. No obstante, la abuela materna afirmaba haber
evidenciado “cosas raras” en su nieto desde hacía tres años.
Como antecedentes psiquiátricos familiares es importante destacar la existencia de
esquizofrenia en varios de sus miembros (familia materna): se sospecha en abuelo y dos
tías-abuelas (hermanas del anterior), y se conoce con certeza en su madre.

GLORIA.

La paciente es una atractiva mujer de 43 años, bien vestida, quien tuvo un cuadro
psicótico agudo cerca de 1 mes antes de su admisión al hospital. Antes de esto, ella
estuvo trabajando con su esposo en un negocio de ventas por Internet. Después de
completar el catálogo de navidad bajo una considerable presión pues tenía una fecha
límite para montarlo en la página del negocio, empezó a tener miedos vagos sobre la
posibilidad que su esposo pudiera herirla. Ella sintió una “presencia demoníaca” en el
edificio en el cual ella vivía y corrió lejos a la casa de un amigo. Trató de escribir una
carta a su esposo, pero sintió que su computadora era usada para “llevarse gente” y que
ella pudiera ser la última persona sobre la tierra. En la calle, sentía que las personas no
eran lo que parecían y que le dejaban mensajes haciendo click con sus ojos.
Intermitentemente escuchaba voces que le decían que “Gloria estaba loca” y que no
fumara.

En la admisión, Gloria habló de una manera divagante y tangencial. Estaba un poco


lábil y parecía temer hablar sobre su esposo, llorando frecuentemente, pero de repente
cobraba vida y decía sentirse “maravillosamente” con lo que estaba pasando.

No había cambios en el sueño, en el apetito, aunque en las últimas semanas había estado
algo preocupada con la necesidad de comer comida “sana”.

Gloria tuvo su primer tratamiento psiquiátrico a los 9 años. Invirtió su último año de
escuela secundaria en una comunidad residencial por los conflictos con su abuela (quien
la crió). Alos 27 años de edad tuvo un episodio psicótico durante la cual estuvo confusa
y autoreferencial, siendo hospitalizada por 9 meses. Entre los 33 y 43 años experimentó
2 episodios psicóticos breves que fueron tratados con Tioridazina y con psicoterapia
ambulatoria. Después de cada episodio ella parecía recuperarse completamente, sin
síntomas residuales. Trabajó exitosamente como secretaria, viajando con su esposo
para seleccionar ítems para su negocio, llevando los libros para la compañía y teniendo
una vida social activa.

CANTANTE DE OPERA HUNGARA

Eva, una cantante de ópera Húngara de 39 años, es readmitida a un Hospital Psiquiátrico


después de mantener a su familia despierta por varias noches, con rezos y una maratón
de canciones. Ella se vestía extravagantemente con una falda roja larga y una blusa
rústica, adornada con aretes pesados, numerosos collares y brazaletes, y con pines
metálicos en su pecho. Habla muy rápidamente y es difícil interrumpirla cuando hace
referencia de su íntima relación con Dios. Frecuentemente empieza a cantar, explicando
que su bella voz cantora es un regalo especial de Dios dado para compensar su
insanidad. Usa esto para compartir la alegría que siente con otros menos afortunados.
Eva ha tenido al menos 10 admisiones hospitalarias en sus últimos 20 años, algunas por
serios intentos de suicidio realizados cuando estaba en depresión, algunas por estar
maníaca, y otras por (como ella dice) “sólo por haber estado loca”. Aunque tiene una
voz hermosa, no ha sido capaz de organizarse para trabajar profesionalmente durante los
15 años anteriores, y ha pasado mucho tiempo en Centros Comunitarios de Salud
Mental. Ella ha estado con la misma terapeuta semanalmente por muchos años, y cree
comunicarse con ésta a través de una estación de radio local, desde donde le da
instrucciones de cómo conducir su vida entre las sesiones terapéuticas. También recibe
iluminación de Kahlil Gibrán y Adele Davis cuya conversación es capaz de oír.

EL REACIO COMPRADOR DE CASA.

Un Contador de 30 años de edad fue referido por su internista a una consulta


psiquiátrica con historia de 6 meses de evolución con ataques recurrentes de extremo
miedo de inicio súbito, acompañado por sudoración, dificultad respiratoria,
palpitaciones, dolor de pecho, vértigos, entumecimiento de dedos de manos y pies, y
pensaba que moriría. El internista le realizó un examen físico completo, un EKG, una
prueba de tolerancia a la glucosa y otros test de sangre, sin encontrar anormalidades.

El paciente estuvo cansado por 5 años; sin hijos. Fue a una escuela nocturna mientras
trabajaba, para conseguir un grado de master en administración de negocios, siendo
exitoso y muy querido en su firma. El y su esposa, una maestra, se relacionaban bien y
disfrutaban compartir con varias parejas de amigos.

A raíz de sus ataques, que ocurrieron inesperadamente y en una variedad de situaciones


( y varias veces por semana), empezó a evitar el manejar su carro y el ir a las tiendas por
departamento por temor a tener ataques en esas situaciones. Empezó a coaccionar a su
esposa para que lo acompañara a hacer diligencias; y durante el último mes sólo se
sintió confortable al estar en casa con su esposa. Finalmente, no podía encarar la
posibilidad de dejar la casa para ir a trabajar, consiguiendo Certificados de Incapacidad.
En la casa experimentaba sólo punzadas dolorosas en el pecho y ligero entumecimiento
de los dedos, pero no los ataques completos.

Cuando se le preguntó sobre las circunstancias del inicio de los ataques, dijo que él y su
esposa había discutido sobre comprar una casa y mudarse de su apartamento. Admitió
que la responsabilidad de ser dueño de casa lo intimidaba, y relacionaba el significado
de mudarse a preocupaciones similares que su madre tenía, y que evitaba que sus padres
compraran alguna casa.

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