Inés Ors - Etimologías Migración
Inés Ors - Etimologías Migración
Inés Ors - Etimologías Migración
0. INTRODUCCIÓN
Un estudio sobre las manifestaciones literarias del fenómeno migratorio1 exige, como
punto de partida, una definición terminológica. ¿Qué se entiende y se ha entendido bajo ese ró-
tulo tan plurivalente de emigración? ¿Qué significan y designan los términos emigrante, in-
migrante, emigrado, transmigrado, etc., y qué connotaciones parecen portar en diferentes
épocas y circunstancias? ¿Qué otros términos se utilizan para designar esas mismas realida-
des? ¿Implica el uso de uno u otro diferencias de matiz y apreciación? ¿De qué tipo son esas
diferencias? El tema es extraordinariamente complejo y habrá de ser objeto de diversos traba-
jos. De momento se tratará de sentar las bases sobre las que estudios posteriores se han de fun-
damentar.
Espero que las consideraciones que siguen arrojen algo de luz sobre la interesante y dis-
continua historia de toda una serie de vocablos, y que ilustren al mismo tiempo la interdepen-
dencia de tradición lingüística e historia política, económica y social.
En relación con la raíz migrar, encontramos una familia de términos —formados siguien-
do pautas clásicas de sustantivación de otros elementos (de modo especial a partir de las for-
mas de participio), o de composición mediante prefijos (e-, in-, trans-) y sufijos (-ción, -to-
rio)— que configuran un paradigma, en el que, atendiendo a las entradas del Diccionario de la
Real Academia Española (DRAE2), parece haber alguna casilla vacía:
1. Este trabajo se inscribe en el marco de un estudio más amplio sobre el tema “La migración en la litera-
tura hispánica contemporánea”. Se trata de un proyecto de investigación, financiado por el Fonds National Suis-
se de la Recherche Scientifique (FNSRS, 1214-061990/1), que se lleva a cabo en el Departamento de Literatu-
ra Española de la Universidad de Neuchâtel.
2. RAE, Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa-Calpe, 199221. La última edición (200122)
del DRAE no modifica sustancialmente lo que en estas páginas se comenta.
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Toda esta familia de términos remite a una raíz común, el verbo latino MIGRO ‘locum mu-
tare, de loco aliquo in alium se conferre, proficisci, ambulare’, cuya acción, ‘cambiar de lu-
gar’, es predicable tanto de personas como de cosas.3 Junto a este sentido general, MIGRO tiene
otros valores específicos, entre ellos los de ‘cambiar de domicilio’ o ‘trasladar el domicilio a
otro lugar’ (‘domicilium mutare, alio se transferre habitationis causa’, ‘finibus, terris exire
sedis mutandae causa’), que, grosso modo, vienen a corresponder al ‘cambiar de estancia, par-
tir’ que aduce Corominas.4 A partir de MIGRO se forman, mediante sufijos, los derivados MI-
GRANTIA ‘mutatio loci’, MIGRATIO ‘actus migrandi, exeundi, peregrinatio, mutatio locorum’ y
5
MIGRATOR; por medio de prefijos se forman diferentes compuestos verbales, entre ellos los tres
que son objeto de este estudio, EMIGRO, IMMIGRO y TRANSMIGRO. Las acepciones que Corominas
da para EMIGRARE6 ‘mudar de casa, expatriarse’ corresponden, aproximadamente, al sentido li-
teral de la voz latina ‘ex edibus, ex urbe migrare’;7 más dudas presenta el caso de IMMIGRARE,8
cuyos valores ‘in domum migrare, in terram migrare’ no parecen comportar el carácter agre-
sivo que, a mi juicio, revisten los términos castellanos ‘penetrar, introducirse’. En todo caso,
hay que tener en cuenta que la voz emigración mantiene el significado más general de ‘Parti-
da de un lugar á otro’ hasta Academia 1783.
Corominas no menciona los étimos latinos TRANSMIGRO9 y TRANSMIGRATIO, que en cambio sí
registra el Diccionario de Autoridades.10
Los sustantivos castellanos transmigración11 y emigración12 estarían atestiguados, según
Corominas, ya en el s. XV. Estos dos términos precederían así, con antelación de más de tres
siglos, a otros vocablos de esta familia léxica, documentados por primera vez, la mayoría de
ellos, a finales del s. XVIII o principios del XIX.13 Pero, como el propio Corominas apunta, emi-
gración es muy raro antes de 1789.14 Todavía en el primer tercio del s. XVIII, Autoridades con-
sidera que emigración “es voz puramente latina y sin uso”.15 Bien es verdad que, en su edi-
ción de 1783, el DRAE omite ya este comentario.16 En cambio, y aunque pueda parecer para-
dójico, Autoridades no considera latinismo el uso de transmigración, para la que introduce
dos entradas distintas, una con la acepción ‘Mudanza de habitación desde un pais à otro, he-
cha por alguna familia, ó nación entera’ y otra para la transmigración de las almas o me-
tempsichosis.17
Tanto el verbo emigrar como el adjetivo/sustantivo emigrado se recogen por primera
vez en el DRAE en su quinta edición, de 1817.18 Por razones que se me escapan, emigrado
desaparecerá de las ediciones 9 a 1119 —en las que será mencionado bajo el epígrafe emi-
grar: ‘El participio pasivo de este verbo se usa también como sustantivo’— para reaparecer
a partir de la 12 (1884). El término emigrante, que, según Corominas, ya aparece en textos
de Moratín20 a principios del s. XVIII, no es incluido en el diccionario académico hasta 1884
(12a edición).
Inmigración e inmigrar, así como el sustantivo migración, aparecen en la onceava edi-
ción, de 1869,21 mientras que inmigrante se registrará por primera vez en la treceava, de
1899.
Curioso parece el caso de transmigrado, que figura en las ediciones 4 a 622 para desapa-
recer sin dejar rastro.
Migratorio figuraba ya en Autoridades, si bien, a semejanza de lo que ocurría con emi-
gración, anotaba que “Es voz Latina y tiene poco uso”. Aparece en todas las ediciones sucesi-
vas.23 Emigratorio e inmigratorio se registran por primera vez en la décimosexta edición
(1939) y transmigratorio, en la décimoctava (1956).
Finalmente, y como muestra de que es éste un campo léxico vivo, el verbo migrar ha sido
introducido por vez primera en el DRAE en su hasta ahora última edición, en 1992.
En síntesis, éstas son las fechas de aparición de los diferentes vocablos en el DRAE (ver
cuadro en página siguiente).
Se comprueba, una vez más, que en este paradigma parece haber alguna casilla vacía, en
concreto las de los adjetivos/sustantivos inmigrado, migrado y migrante, transmigrante. Es
de esperar además que, en los próximos años, nuestros diccionarios acojan nuevos vocablos
14. Ruiz Morcuende registra una vez el uso de este vocablo en Moratín: “No hemos visto la amnistía: en-
tre tanto la emigración sigue por todos los puntos de la frontera”. Obras póstumas de D. Leandro F. de Mora-
tín, publicadas de orden y a expensas del Gobierno de S. M., Madrid: Manuel Rivadeneyra, 1867, vol. II, 492.
Cfr. Ruiz Morcuende, Federico, Vocabulario de D. Leandro Fernández de Moratín. Madrid, 1945
15. Diccionario de Autoridades, s.v. emigración.
16. Que ya había suprimido igualmente en la edición abreviada, en un tomo, de 1780.
17. Diccionario de Autoridades, s.v.
18. El vocablo es utilizado por Moratín: “Aprendió con un emigrado de Limoges su poco de francés”.
Obras póstumas…, cit., vol. I, 157. Cfr. F. Ruiz Morcuende, op. cit., s.v.
19. Correspondientes a 1843, 1852 y 1869. Probablemente sea esto lo que induce a Corominas a dar la edi-
ción de 1884 como primera inclusión de la voz en el diccionario académico. Cfr. DCECH, s.v. emigrar.
20. Ruiz Morcuende registra dos veces el uso de emigrante: “Por allí cruzan a media luz (…) emigrantes
franceses cotejando gacetas, citando cartas y soñando imposibles”. Obras póstumas…, cit., vol. I, 486; “Todos
hablan de paz menos los emigrantes”, Obras póstumas…, cit., vol, II, 163.
21. Corominas da como primer registro para ambos la edición de 1884. Cfr. DCECH, s.v. emigrar.
22. De 1803, 1817 y 1822.
23. Incomprensiblemente, Corominas anota: “migratorio está en uso, pero falta aún Acad. 1939”. Cfr.
DCECH, s.v. emigrar. La definición inicial general ‘Lo que se muda de una parte a otra’ pasa posteriormente
(ed. 11 a 19) a referirse exclusivamente al ámbito de las aves; sólo en las dos últimas ediciones se hace referen-
cia explícita a la mudanza de humanos.
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de esta familia léxica. De hecho, el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, Olim-
pia Andrés y Gabino Ramos,24 incluye los adjetivos migrante y migrador, -ra, si bien su uso
se circunscribe al ámbito de la zoología.
2. HISTORIA SEMÁNTICA
Desde el punto de vista del significado, serían innumerables los comentarios que la histo-
ria de estas palabras suscita. Para evitar que las ideas centrales que me interesa destacar se
vean ahogadas por una especie de fárrago de datos, intentaré centrarme en aquellos aspectos
que considero más relevantes. Otros serán tratados enseguida, al hablar de los aspectos lin-
güísticos. De entrada anuncio que no tendré en cuenta las acepciones de estos vocablos que se
refieren exclusivamente a no humanos (aves u otros animales).
2.1. Emigración/emigrar
que del matiz más general de ‘mudar de domicilio’ llegamos al significado actual más es-
pecífico de ‘abandonar la propia patria’.25 Autoridades todavía definía el término emigra-
ción como “Partida de un Lugar à otro, ù de una parte à otra”; será a partir de la tercera edi-
ción,26 justo después de la Revolución francesa, cuando se introduce en el diccionario la
idea de ‘dejar el propio país’.27
Es interesante observar, por otra parte, la falta de paralelismo entre estos dos vocablos.
Además de la diferencia cronológica mencionada,28 a lo largo del tiempo parece darse una
cierta disociación. En un primer periodo,29 emigrar se transcribe como ‘Dejar o abandonar su
propio pais con ánimo de domiciliarse o establecerse en otro extrangero’.30 Paralelamente,
emigración queda definido31 como ‘El abandono que hace una familia, pueblo ó nacion de su
país para establecerse en otro’. Ambos términos ostentan un rasgo común, el ‘abandono del
propio país’, y otro diferencial: emigración parece implicar colectividad,32 rasgo que no pre-
senta en cambio la definición correspondiente a emigrar.
A partir de la novena edición (1843) se produce un cambio en lo que respecta a estos tér-
minos. Emigración parece quedar desatendido, representado por un simple ‘Acto y efecto de
emigrar’.33 Éste será el estado de cosas hasta 1939,34 en que, como enseguida veremos, tiene
lugar otra modificación. Pero se ve que las pérdidas del uno son ganancias para el otro: emi-
grar se enriquece ahora con nuevos matices. La definición se hace mucho más explícita por lo
que concierne al sujeto: ‘Una familia o nación’. Poco después,35 se introduce otra pequeña
pero importante novedad: ‘persona, familia o nación’.36 Se diría que los expertos han tomado
conciencia de las incoherencias que las definiciones de estos términos presentaban. Además,
se añade un comentario: ‘Hoy se aplica más bien al que toma este partido obligado por cir-
cunstancias políticas’.37 Es muy comprensible la adición de esta rúbrica en ese periodo histó-
rico tan agitado de la historia española, así como su desaparición a partir de 1899.38
Como acabo de apuntar, 1939 supone un nuevo giro en la historia semántica de estos vo-
cablos. La voz emigración adquiere nuevas acepciones, consolidándose la fórmula que, con li-
geras modificaciones,39 se mantendrá hasta nuestros días: ‘Del lat. emigratio, onis. Acción de
25. Entendiendo patria también como ‘patria chica’, es decir, región o pueblo natal.
26. De 1791.
27. El término castellano no parece haber tenido en ningún momento de su historia una bella acepción po-
ética, ‘animo languere’, que en cambio sí posee su equivalente catalán en construcción pronominal, migrar-se:
‘consumir-se d’enyorança o de tristor’, ‘tornar-se neulit o mesquí’. Corominas anota: “sembla ser el mateix mot,
per la tristesa causada per l’allunyament de les coses acostumades i de la gent estimada, i per tota mena d’emi-
gració”. Cfr. J. Coromines, DECat. Barcelona: Curial Edicions Catalanes/ La Caixa, 1985, s. v. migrar.
28. Emigración consta ya desde Autoridades, mientras que emigrar se registra por primera vez en Acade-
mia 1817.
29. En concreto desde la quinta edición (1817) —en que hace su aparición el vocablo— hasta la octava (1837).
30. Naturalmente, transcrito en cada caso con las variantes ortográficas correspondientes.
31. En las ediciones tercera (1791) a octava (1837)
32. A juzgar por los ejemplos que he podido cotejar, en el uso latino se daba también con un sujeto singular.
33. En otras ediciones ‘Acción y efecto de emigrar’.
34. Es la décimosexta edición.
35. En la undécima edición, de 1869. Esta fórmula se mantiene hasta hoy.
36. A partir de 1956 (18a ed.) ‘nación’ se sustituye por ‘pueblo’. Creo que podría ser interesante seguirle
la pista a esta modificación, aparentemente en discordancia con los vientos políticos del momento.
37. En este uso, los términos entran en competencia con otra familia: exilio, exiliarse, exiliado (o exilado),
pero esto será tema de otro trabajo.
38. 13a. ed.
39. Ed. 20 y 21: ‘(…) o, en ocasiones, temporalmente’. Ed. 21: ‘(…) el emigrante no va a establecerse en
otro país (…), y después vuelve a su patria’. Negrita mía.
96 INÉS D’ORS
emigrar. 2. Conjunto de habitantes de un país que trasladan su domicilio a otro por tiempo ili-
mitado, o en ocasiones temporalmente // golondrina. Aquella en que el emigrante va, no a es-
tablecerse en el país, sino a realizar en él ciertos trabajos, y después volverse a su patria’. La
segunda acepción parece ser la heredera de la antigua acepción básica, es decir, aquella que
presentaba el rasgo de colectividad. Al hablar de emigración golondrina —cuyo rasgo defini-
torio sería el carácter temporal— se habla, en cambio, del emigrante en singular; este uso re-
mitiría más bien a la acepción 1, la “acción de emigrar”, que, a su vez, reconduce a la entrada
verbal. Dicha entrada verbal presenta igualmente novedades respecto a ediciones anteriores
del diccionario, en concreto una segunda acepción: ‘2. Ausentarse temporalmente del propio
país para hacer en otro determinadas faenas’. Esta segunda acepción parece corresponder a la
emigración golondrina. Una vez más, la falta de simetría parece ser el destino de nuestro dic-
cionario académico.
Para terminar con este aspecto, desde su vigésima edición el DRAE añade una tercera
acepción: ‘P. ext., abandonar la residencia habitual, trasladándose a otra, dentro del propio
país, en busca de mejores medios de vida’. Esta adición refleja las circunstancias que vive el
país, e introduce de modo explícito el factor económico como causa de la emigración. Lo que
resulta llamativo es que sea precisamente la acepción que indica un desplazamiento dentro del
propio país la que aparezca hoy como un significado “por extensión”.*
2.2. Emigración/inmigración
En segundo lugar, hay que subrayar otra disimetría importante, la de los verbos EMIGRARE e
IMMIGRARE derivados ambos de la misma raíz por medio de la adición de un prefijo. Desde su
primer registro, el segundo aparece especialmente connotado: se habla siempre de un sujeto co-
lectivo y además se alude a la integración en colonias. Evidentemente, de aquí a definir el tér-
mino como ‘penetrar, introducirse’40 no hay más que un paso. Es decir que, frente al significa-
do no marcado del primero, el segundo conllevaría, como ya he mencionado, un cierto matiz de
injerencia. Quizás la diferente percepción de estas realidades no dependa tanto de los signos de
los tiempos sino “del cristal con que se mira”, del papel que en cada caso corresponda. No en-
tro ahora en esta cuestión, que podría llevarnos muy lejos del hilo central de este trabajo. Sólo
recordaré, a modo de anécdota, que el primer capítulo de la Historia de la Lengua Española de
Rafael Lapesa41 lleva por subtítulo “Pueblos aborígenes, inmigraciones y colonias”.
2.3. Emigrado/emigrante
En relación con esta pareja de términos sólo quiero subrayar la precedencia del primero y
la distribución de sus campos semánticos en función de los motivos que mantienen al sujeto
alejado de su país.42 Ambos conservan residuos de sus respectivos orígenes verbales, subra-
yándose el carácter pasivo de emigrado en ‘el que reside fuera de su patria’ frente al activo de
emigrante, ‘el que abandona su propio país’.
2.4. Emigrar/transmigrar43
3. ASPECTOS LINGÜÍSTICOS
La última edición del DRAE contiene entradas principales para los cuatro verbos (emigrar,
inmigrar, migrar y transmigrar); dos para los sustantivos abstractos (emigración y migración), y
dos para los sustantivos verbales (emigrado y emigrante). En los demás casos se limita a una de-
finición referencial. Transcribo estas entradas, para pasar seguidamente a un breve comentario.
Emigrar
1. Dejar o abandonar una persona, familia o pueblo su propio país con ánimo de estable-
cerse en otro extranjero.
2. Ausentarse temporalmente del propio país para hacer en otro determinadas faenas.
3. P. ext., abandonar la residencia habitual dentro del propio país, en busca de mejores me-
dios de vida.
Emigración
1. Acción y efecto de emigrar.
2. Conjunto de habitantes de un país que trasladan su domicilio a otro por tiempo ilimita-
do o, en ocasiones, temporalmente.
golondrina. Aquella en que el emigrante no va a establecerse en otro país, sino a realizar
en él ciertos trabajos, y después vuelve a su patria.
Emigrante
1. Que emigra.
2. El que se traslada de su propio país a otro, generalmente con el fin de trabajar en él de
manera estable o temporal.
43. Los términos de la familia trans- presentan, según las épocas, las variantes gráficas tras- o trans-.
44. El ThLL todavía no ha llegado a la letra “t”.
45. Diccionario de Autoridades, s.v., negrita mía.
46. Diccionario de Autoridades, s.v., negrita mía. Hay además una entrada independiente para transmi-
gración en su acepción filosófico-religiosa (voz que remite a la de metempsichosis).
47. Curiosamente, ya que en el uso latino era posible un sujeto singular, incluso no animado. Cfr. K. E.
Georges, Ausführliches lateinisch-deutsches Handwörterbuch. Hannover/Leipzig, 1913.
98 INÉS D’ORS
Emigrado
Dícese de la persona que reside fuera de su patria, sobre todo de la obligada a ello gene-
ralmente por circunstancias políticas.
En síntesis, se puede hablar de dos rasgos comunes a esta subfamilia con prefijo e-, que
serían: 1) la salida del propio país (o lugar de residencia); y 2) el establecimiento temporal o
ilimitado en otro país (o lugar).
Otros rasgos parecen caracterizar sólo a algunos de sus miembros, aunque, por lo menos en
algún caso, puedan resultar algo incoherentes, cuando no contradictorios: el factor económico,
por ejemplo, se menciona expresamente sólo cuando se trata de emigración interna, es decir,
dentro del propio país. Resulta así que uno se desplazaría al extranjero ‘para realizar determi-
nadas faenas’, pero lo haría dentro del propio país ‘en busca de mejores medios de vida’; como
ya apunté, las circunstancias políticas parecen afectar a emigrados pero no a emigrantes.
La acepción 2 de emigración apunta a una nueva dimensión en el uso de este término:
emigración no designa ya una realidad abstracta (acción o efecto), sino algo concreto, el co-
lectivo de los emigrantes. Este podría ser el origen de un uso del término que, como veremos,
reflejan algunos textos literarios.
Inmigrar
1. Llegar a un país para establecerse en él los naturales de otro. Se usa especialmente ha-
blando de los que forman nuevas colonias o se domicilian en las ya formadas.
2. Por ext., instalarse en un territorio los animales procedentes de otro.
Migración
1. Emigración.
2. Acción y efecto de pasar de un país a otro para establecerse en él. Se usa hablando de
las históricas que hicieron las razas o los pueblos enteros.
3. Viaje periódico de las aves, peces u otros animales migratorios.
4. Desplazamiento geográfico de individuos o grupos, generalmente por causas económi-
cas o sociales.
Migrar
1. Emigrar, cambiar el lugar de residencia.
2. Inmigrar, llegar a un país para establecerse en él.
Transmigrar
Pasar a otro país para vivir en él, especialmente una nación entera o parte considerable de ella.
Inmigrar, migración y transmigrar parecen tener en común el rasgo [+colectivo]; las cau-
sas económicas se invocan exclusivamente para la migración; inmigrar y migración, por otra
parte, comparten la posibilidad de aplicarse a los desplazamientos de animales.
Merece comentario la asimetría que se puede observar en las entradas correspondientes a
migrar y migración: ésta se reescribe como emigración, pero no como inmigración; aquélla se
relaciona tanto con emigrar como con inmigrar, pero lo primero se asocia a ‘cambiar el lugar
de residencia’, mientras que lo segundo, a ‘llegar a un país para establecerse en él’. La discre-
pancia resulta más llamativa aún teniendo en cuenta que el mismo diccionario ha definido emi-
grar como ‘abandonar (…) su propio país con ánimo de establecerse en otro’.48
Del estudio de las definiciones de esta serie de términos resulta un esquema general no del
todo coherente, pero que permite distinguir algunos criterios ordenadores. Sin ánimo de polé-
mica ni de crítica, sino con la mera intención de acotar una serie de términos, he querido su-
brayar algunas incoherencias que parecen reflejar las definiciones del DRAE. Esta visión de
conjunto puede darnos una imagen de la tarea lexicográfica aún pendiente.
Para completar el cuadro semántico de estos vocablos, ilustrando de este modo su com-
pleja red de significaciones y usos, pueden combinarse los datos que aportan diferentes dic-
cionarios.49 El elenco así establecido (se trata de palabras en un sentido amplio sinónimas, o,
en algún caso, antónimas), pone de relieve diversos matices significativos que los términos-
base encierran y, según los contextos, activan. La mayoría de ellos designan realidades estre-
chamente relacionadas con la emigración/inmigración: vivencias, modalidades, etapas, causas
y efectos, etc. de esta experiencia vital.
49. Diccionario de Sinónimos y Antónimos. Madrid: Espasa-Calpe, 1994; Julio Casares, Diccionario ide-
ológico de la Lengua Española. Barcelona: Gustavo Gili, 1989; María Moliner, Diccionario de uso del español.
Madrid: Gredos, 1989.
100 INÉS D’ORS
aunque no sólo, cuando el asentamiento se produce en una zona despoblada hasta ese mo-
mento. Como contrapartida, se produciría la despoblación del lugar de proveniencia. Ostra-
cismo, extrañamiento50 o ausencia aluden a posibles consecuencias de la emigración: exclu-
sión política, social o personal. Ciudadanía o extranjería constituirían las alternativas
fundamentales que, desde el punto de vista del estatuto legal, se presentan al que emigra en el
lugar de destino. El término indigenismo, que incluye Casares, guarda una relación sólo indi-
recta con la emigración. Más bien parece una contraposición a colonialismo. Me parece que
sería ir demasiado lejos entender esta dualidad como imposición de una cultura o asimilación
a la cultura existente, aspectos que, aunque parezca paradójico, no quedan reflejados por nin-
guno de los vocablos asociados, en los diccionarios estudiados, con la voz emigración.
Los términos que se relacionan con inmigración son, como decía, muchos menos. Tal es-
tado de cosas se explica, a mi juicio, atendiendo a dos circunstancias —que en realidad ven-
drían a converger en una única razón.
En primer lugar, me parece que, por lo general, emigración suele percibirse como un tér-
mino primario, mientras que inmigración recibe el tratamiento típico de un derivado. Esta dis-
paridad de tratamiento no obedece, naturalmente, a razones etimológicas, sino a una mayor fa-
miliaridad derivada de un uso más frecuente y constante a lo largo de los siglos. Enlazamos así
con el segundo argumento: el uso habitual de los vocablos de la subfamilia in- es mucho más
reciente en el ámbito hispano. Y ello no tanto porque no hubiera existido el fenómeno como
tal (América ha acogido a emigrantes españoles durante siglos), sino probablemente debido a
la diferente percepción que de él se tenía. Conviene recordar que, como he anotado más arri-
ba, la voz inmigrante se registra por vez primera en el DRAE en 1899. España ha perdido sus
últimas colonias y las grandes olas migratorias hacia el continente americano van remitiendo
progresivamente. Los españoles establecidos en aquellas tierras siguieron siendo emigrantes.
Quizás nuestros hermanos de América, situándose en una óptica más solidaria, adoptaron la
perspectiva del emigrante español y no sintieron la necesidad de recurrir, como es el caso en
la actualidad, a un vocablo distanciador.51
Puede ser explicable, por tanto, la desproporción numérica entre los términos conectados
a emigración y aquellos que remiten a inmigración. Lo que resulta algo más curioso es que de
seis vocablos sólo dos sean comunes a ambos: desplazamiento y éxodo.
Como decía más arriba, al analizar los correspondientes verbos y adjetivos asombra la fal-
ta de equivalencias. Aunque no siempre es lícito atribuirlo a falta de rigor u objetividad por
parte de quienes elaboran los diccionarios. Así, por ejemplo, encontramos que el adjetivo des-
plazado, que guarda simetría con el sustantivo y verbo correspondientes, posee una connota-
ción negativa52 que éstos no tienen. Por otra parte, aparecen exiliado y exiliarse, sin término
correspondiente bajo el epígrafe emigración. En realidad parece estar produciéndose un rea-
juste en el paradigma, de modo que el adjetivo/sustantivo exiliado asume las funciones del ad-
jetivo procedente del participio pasivo emigrado, hoy cada vez más en desuso, quizás por la
proximidad y las consiguientes interferencias con emigrante. En este contexto, extraña la au-
sencia de un término como refugiado, término que engloba a emigrantes, emigrados, inmi-
grantes y exiliados.53
Junto a desplazado o exiliado —que acabo de comentar—, para emigrante contamos con
los términos expatriado o inmigrado; otros, como pasajero, de paso, peregrino y anádromo,
subrayarían el momento de tránsito; colono, colonizador o poblador, la fase de estableci-
miento en otro lugar. Más interés reviste el comentario de repatriado, indiano o perulero: son
algunos de los que vuelven. Ilustran un momento clave del proceso migratorio, el retorno. Un
hito que, aunque no siempre llega a realizarse materialmente, nunca parece estar ausente como
de configuración mítica. Sin embargo, no hallamos equivalentes entre los términos relaciona-
dos con emigración.
Por último, en el campo verbal aparecen nuevos componentes: en un extremo se sitúa una
expresión coloquial como largarse, que elimina de su carga semántica todo asomo de drama-
tismo; en el otro extremo, trasplantarse o desarraigarse, dos verbos cuyo carácter metafóri-
co54 parece reforzar la expresión de una experiencia traumática.
Me he ocupado en estas páginas del análisis de un material extraído de diversos dicciona-
rios. Esto constituye únicamente una mínima parte. En los últimos años, la emigración se ha
convertido en uno de los temas más importantes de la actualidad diaria. Se han introducido en
nuestro vocabulario de todos los días una serie de términos y expresiones que designan los di-
ferentes aspectos de esta compleja realidad. El material que he recogido al respecto, que es
abundantísimo, será objeto de un trabajo posterior.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
bero, mientras los mexicanos que nos malquerían preferían y proferían la palabra-caricatura: refugachos”. As
Time goes by: la palabra exilio. Letras Libres, año I, núm. 8 (agosto 1999), p. 76-77.
54. El emigrante queda asociado a árboles o plantas que son arrancadas al suelo en el que hunden sus raí-
ces y plantadas en otro lugar. A esto probablemente haya que asociar también hoy las connotaciones que recibe
trasplantar debido a su empleo en el ámbito de la medicina, que no hacen sino intensificar la idea de experien-
cia traumática.
102 INÉS D’ORS
RESUMEN
Este trabajo intenta un análisis de la familia de términos relacionados con la raíz latina MI-
GRARE. La primera parte se dedica al comentario de los étimos respectivos. En la segunda, la
autora trata de establecer la cronología e historia semántica de dichos vocablos. Para ello exa-
mina las definiciones que presentan las distintas ediciones del Diccionario de la Real Acade-
mia Española, haciendo notar algunas incoherencias observadas. Por último, analiza breve-
mente los matices semánticos que parecen diferenciar a los miembros de esta familia léxica.
ABSTRACT
This paper intends an analysis of the terms related to the Latin stem MIGRARE. The first part
consists of a commentary of the respective etymologies. In the second part the author tries to es-
tablish the cronology and semantic history of these words. The work ends with a brief analysis
of the semantic nuances that seem to mark differences among the members of this lexic family.