Tanaquil Hipostasis de Fortuna
Tanaquil Hipostasis de Fortuna
Tanaquil Hipostasis de Fortuna
DOMÍNGUEZ MONEDERO
G. MORA
(EDS.)
ISBN: 978-84-8344-180-0
Depósito legal: M-44823-2010
Jorge Martínez-Pinna
Universidad de Málaga
Resumen:
Tanaquil es la primera mujer con personalidad propia en la historia de Ro-
ma. Su presencia frecuentemente está unida a la concesión del poder, prime-
ro respecto a su esposo, Tarquinio Prisco, y luego a Servio Tulio. Esto ha
llevado a considerarla un “doble humano” de la diosa Fortuna. No obstante,
un análisis de las fuentes muestra que Tanaquil era una figura histórica, so-
metida por la tradición romana a un doble proceso de elaboración legenda-
ria: atribuyéndole elementos característicos de la civilización etrusca y con-
virtiéndola en arquetipo de la matrona romana.
Abstract:
Tanaquil is the first woman with own personality in the history of Rome.
Her presence is usually bound to power granting, firstly for her husband
Tarquinius Priscus, and then for Servius Tullius. That has come her to be
considered a “human double” of goddess Fortuna. But a source analysis
shows Tanaquil as an historical character, who was subjected by Roman
tradition to a legend making through two ways: on the one hand, it’s con-
ferred typical elements of Etruscan civilization, and on the other, she’s con-
verted to a Roman matron archetype.
*
Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación HUM 2005-01590, del Ministerio
de Educación y Ciencia, y en el grupo de investigación HUM-696 de la Junta de Andalucía.
Mi relación con Luis García Iglesias se eleva al curso 1977/78, cuando se incorporó como
profesor agregado al Departamento de Historia Antigua de la Universidad Complutense. Yo
era entonces recién licenciado y alumno de doctorado y al poco tiempo ayudante en ese
mismo Departamento. Durante los años que el prof. García Iglesias permaneció en la Com-
plutense siempre encontré en él un interlocutor paciente y generoso. Vayan pues en su
honor estas páginas amicitiae gratiaeque causa.
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ESTUDIOS EN HOMENAJE AL PROF. DR. D. LUIS GARCÍA IGLESIAS
induce con malas artes, incluyendo el asesinato, a hacerse con el poder. Es-
tos hechos atribuidos por la tradición a ambas mujeres son del todo inve-
rosímiles, por lo que su explicación ha de encaminarse por otros derroteros.
Así, recientemente M. Meulder propone una interpretación conforme al es-
quema trifuncional indoeuropeo, de forma que Tanaquil asumiría la primera
función, Tulia la segunda y Lucrecia, la heroína del paso de la monarquía a
la República, la tercera6. La vía más utilizada es sin embargo la religiosa,
esto es proporcionar a Tanaquil una primitiva naturaleza divina. En esta
línea, ya J.J. Bachofen veía en ella el residuo de un antiguo matriarcado, el
origen femenino del poder real, que asimilaba a una diosa madre de matriz
asiánica7. Años después, L. Euing criticaba con buenos argumentos esta
interpretación de Bachofen, inclinándose finalmente por incluir a Tanaquil
en el círculo de Vesta, pues en definitiva esta diosa representa un papel fun-
damental en el origen de los héroes8. Por su parte, G. De Sanctis miraba
hacia Etruria y consideraba a Tanaquil como una divinidad menor etrusca
vinculada al ámbito matronal9. Pero la línea de interpretación de mayor éxi-
to es sin duda aquélla que hace intervenir a Fortuna.
Uno de los pilares de la ideología política de Servio Tulio se identi-
fica con Fortuna. El rey es presentado en la tradición como favorecido por
Fortuna, a quien debe el poder y con la cual llega a mantener una relación
erótica: la diosa se introducía en el palacio real a través de una ventana (por-
ta Fenestella) para unirse a Servio 10. La leyenda de los amores entre Servio
y Fortuna es antigua, pues en el fondo no es sino el reflejo literario de un
ritual de tipo hierogámico, en virtud del cual Servio recibe de la diosa la
facultad para poder gobernar, convirtiéndose por tanto en intermediario di-
recto entre los ámbitos divino y humano11. Este hecho no es sino conse-
cuencia de las irregulares condiciones que llevaron a Servio a alcanzar el
trono de Roma, viéndose obligado a justificar su situación de poder invo-
cando sus especiales relaciones con la divinidad. Es muy posible que la hie-
6
MEULDER, M.: “Trois femmes, trois fonctions”, REA 107, 2005, pp. 543-557.
7
BACHOFEN, J.J.: Die Sage von Tanaquil. Eine Untersuchung über den Orientalismus in
Rom und Italien, Heidelberg, 1870 (= Gesammelte Schriften2, Basel, 1951, vol. VI).
8
EUING, L.: Die Sage von Tanquil, Frankfurt, 1933.
9
DE SANCTIS, G.: Storia dei Romani2, Firenze, 1980, vol. I, pp. 365 s. Véase también
SCHACHERMEYR, F.: “Tanaquil”, RE IVA2, 1932, col. 2173.
10
Ovid., Fast., 6.569 ss.; Iuv., Sat., 7.201; Val. Max., 4.3.3; Plut., QRom., 36; Fort. Rom.,
10.
11
VERZAR, M.: “Pyrgi e l’Afrodite di Cipro”, MEFRA 92, 1980, pp. 71 s.; COARELLI,
F.: Il Foro Boario, Roma, 1988, p. 307; BRIQUEL, D.: “Les figures féminines dans la
tradition sur les trois derniers rois de Rome”, Gerión 16, 1998, p. 132.
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rogamia, entendida en un sentido político, no fuese del todo ajena a los ro-
manos del siglo VI, ya que Tarquinio Prisco habría recurrido al mismo me-
canismo en la fundamentación ideológica de su reinado, según se deduce de
la leyenda de Acca Larentia y el santuario de Hércules en el ara maxima12.
La diferencia radica en el hecho de que en el caso de Tarquinio es toda la
comunidad, a través de su legítimo representante, la que se beneficia de los
dones que se desprenden de este ritual, mientras que respecto a Servio es el
propio rey el destinatario principal de los favores de la diosa, e indirecta-
mente el pueblo. La imagen de Fortuna introduciéndose por la ventana en
sus visitas amorosas, se aproxima a aquella otra en la que la reina Tanaquil
comunica al pueblo los deseos de su “moribundo” marido desde una ventana
del palacio 13. La consecuencia al relacionar ambas escenas no es otra que
considerar a Tanaquil una hipóstasis de Fortuna, ya que Servio debe el po-
der bien a la reina, bien a la diosa –según las versiones–, y en uno y otro
caso el motivo de la mujer en la ventana, de clara impronta oriental, repre-
senta un elemento relevante en el relato14. Pero tal opinión conviene ser re-
considerada, contemplando la cuestión en términos menos ambiguos y me-
jor adaptados a la formación de la tradición.
Si se ve en Tanaquil a un “doble humano” de Fortuna, se puede pen-
sar que su personalidad fue creada a partir de un proceso de humanización
de la diosa, lo cual dista mucho de ajustarse a la realidad de todos los datos
disponibles. En parte tiene razón D. Briquel al afirmar que si bien, en rela-
ción a Servio Tulio, “Tanaquil et Tullia peuvent sans doute être interprétées
comme les aspects antithétiques de la même Fortune, tantôt favorable, tantôt
hostile”, otros hechos de Tanaquil no encuentran explicación acudiendo a la
12
MARTÍNEZ-PINNA, J.: Tarquinio Prisco, Madrid, 1996, pp. 195 ss.
13
Liv., 1.41.4; Dion., 4.5.1; Plut., QRom., 36; Auct. vir. ill., 7.4; Zon., 7.9.
14
RIDLEY, R.T.: “The Enigma of Servius Tullius”, Klio 57, 1975, p. 170; GAGE, J.: “Ta-
naquil et les rites étrusques de la Fortune “oiseleuse”“, en Enquêtes sur les structures so-
ciales et religieuses de la Rome primitive, Bruxelles, 1977, p. 29; VERZAR, M.: “Pyrgi e
l’Afrodite di Cipro”, pp. 73 s.; CHAMPEAUX, J.: Fortuna. Le culte de Fortune à Rome et
dans le monde romain, Roma, 1982, vol. I, p. 295; MARTIN, P.M.: “Tanaquil, la “faiseuse
de rois”“, Latomus 49, 1985, pp. 13 ss.; GROTTANELLI, C.: “Servio Tullio, Fortuna e
l’Oriente”, DdA 5, 1987, pp. 73 ss.; COARELLI, F.: Il Foro Boario, pp. 310 ss.; CAPDE-
VILLE, G.: “Servius Tullius et le mythe du premier roi”, en Mythe et politique, Paris, 1990,
p. 67; VERNOLE, V.E.: Servius Tullius, Roma, 2002, p. 92; BOËLS-JANSSEN, N.: “Les
“faiseuses de rois”. Tanaquil, Fortuna et les autres”, en Signes et destins d’élections dans
l’Antiquité, Besançon, 2006, pp. 50 s.; MINEO, B.: Tite-Live et l’histoire de Rome, Paris,
2006, p. 187.
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15
BRIQUEL, D.: “Les figures féminines dans la tradition sur les trois derniers rois de
Rome”, p. 131.
16
MOMIGLIANO, A.: “Tre figure mitiche: Tanaquilla, Gaia Cecilia, Acca Larenzia”, en
IV contributo, Roma, 1969, pp. 456 ss. (= Roma arcaica, Firenze, 1989, pp. 372 ss.).
17
Cf. ThLE, s.v.
18
La historicidad de Tanaquil era ya sugerida por GARDTHAUSEN, V.: Mastarna oder
Servius Tullius, Leipzig, 1882, pp. 28 s.. Recientemente siguen la misma línea, OGILVIE,
R.M.: A Commentary on Livy. 1-5, Oxford, 1965, p. 143; GANTZ, T.N.: “The Tarquin
Dinasty”, Historia 24, 2975, p. 542; AMANN, P.: Die Etruskerin, Wien, 2000, p. 191.
19
Cf. AMPOLO, C.: “Demarato. Osservazioni sulla mobilità sociale arcaica”, DdA 9-10,
1976-1977, pp. 333-345.
20
EUING, L.: Die Sage von Tanquil, p. 19 (esto fue lo que le llevó a ver en Tanaquil una
figura divina); PFIFFIG, A.J.: Religio Etrusca, Graz, 1975, p. 46; BRIQUEL, D.: “Les
figures féminines dans la tradition sur les trois derniers rois de Rome”, p. 118; MONTERO,
S.: Diosas y adivinas, Madrid, 1994, pp. 48 ss.; MONTERO, S.: “Aruspici contro donne:
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due tecniche adivinatorie a confronto”, en Die Integration der Etrusker, Wien, 1998, p.
371; AMANN, P.: Die Etruskerin, p. 193.
21
Plaut., Mil., 692.
22
CHAMPEAUX, J.: Fortuna, vol. I, pp. 55 ss., 158 ss.; MONTERO, S.: Diosas y adivi-
nas, pp. 28 ss.
23
Val. Max., 1.3.2; cf. ZIOLKOWSKI, A.: “Q. Lutatius Cerco cos. 241 and the sortes For-
tunae primigeniae”, CCC 3, 1987, pp. 319-332.
24
OGILVIE, R.M.: A Commentary on Livy. 1-5, p. 144.
25
Hom., Od., 15.160 ss.
26
BRIQUEL, D.: “Les figures féminines dans la tradition sur les trois derniers rois de
Rome”, pp. 122 ss.
110
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27
Cf. GUARINO, A.: La rivoluzione della plebe, Napoli, 1975, pp. 96 s.; TONDO, S.:
Profilo di storia costituzionale romana, Milano, 1981, p. 120.
28
Fest., 168 L; Lact., Inst., 2.7.8. Sobre la cuestión, VALETON, J.M.J.: “De modis
auspicandi Romanorum”, Mnemosyne 17, 1889, p. 411; CATALANO, P.: Contributo allo
studio del diritto augurale. I, Torino, 1960, pp. 567 s.
29
Así, THULIN, C.O.: Die etruskische Disziplin, Göteborg, vol. III, 1909, p. 106; MAR-
TIN, P.M.: “Les signes de souveraineté échus aux rois étrusques de Rome”, en La divina-
tion dans le monde étrusco-italique. II (Caesarodunum, suppl. 55), Tours, 1986, pp. 17 s.;
D. BRIQUEL, “Art augural et Etrusca disciplina: le débat sur les origines de l’augurat ro-
main”, en La divination dans le monde étrusco-italique. III (Caesarodunum, suppl. 56),
Tours, 1986, p. 79.
30
Cf. GAGE, J.: “Tanaquil et les rites étrusques de la Fortune “oiseleuse”“, p. 16; MEUL-
DER, M.: “Trois femmes, trois fonctions”, pp. 545 ss. Véase asimismo LINDERSKI, J.:
“The Augural Law”, ANRW II.16.3, 1986, pp. 2228 s.
31
Liv., 1.41.6; 46.1; Dion., 4.12.3; Cic., Rep., 2.21.38. Sobre la cuestión, CATALANO, P.:
Contributo allo studio del diritto augurale. I, pp. 412 s.; THOMSEN, R.: King Servius
Tullius, Copenhagen, 1980, pp. 108 ss.; FRASCHETTI, A.: “Servio Tullio e la partizione
del corpo civico”, Metis 9-10, 1994-1995, pp. 134 s.
111
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32
CAPDEVILLE, G.: “Servius Tullius et le mythe du premier roi”, cit.
33
MARTINEZ-PINNA, J.: “El agua y el fuego en los héroes latinos”, en L’eau et le feu
dans les religions antiques, Paris, 2004, pp. 167-188, con bibliografía.
34
MOMIGLIANO, A.: “Tre figure mitiche”, p. 457 (= Roma arcaica, p. 373).
35
HEURGON, J.: Vita quotidiana degli Etruschi (trad. ital.), Milano, 1974, pp. 116 ss.;
BONFANTE WARREN, L.: “The Women of Etruria”, Arethusa 6, 1973, pp. 95 s.;
BONFANTE WARREN, L.: “Etruscan Women”, Archaeology 26, 1973, pp. 246 s.; HUS,
A.: Les Étrusques et leur destin, Paris, 1980, pp. 204 s. Por su parte, GLINESTER, F.:
“Women and power in archaic Rome”, en Gender and ethnicity in ancient Italy, London,
1997, pp. 115-127, defiende que Tanaquil y Tulia, a pesar de los aspectos míticos de sus
respectivas historias, actúan según el comportamiento habitual de una reina.
36
MCDOUGALL, I.: “Livy and Etruscan Women”, AHB 4.2, 1990, pp. 24-30; BRIQUEL,
D.: “Les figures féminines dans la tradition sur les trois derniers rois de Rome”, pp. 116 s.;
AIGNER-FORESTI, L.: Die Etrusker und das frühe Rom, Darmstadt, 2003, p. 132.
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37
AMANN, P.: Die Etruskerin, pp. 209 s. Se sabe que la mujer romana participaba también
en el banquete durante la época arcaica (cf. COLONNA, G.: “Graeco more bibere:
l’iscrizione della tomba 115 dell’Osteria dell’Ossa”, en ArchLaz [QuadAEI 4], Roma, 1980,
pp. 51-55), pero desconocemos si asistía asimismo a los juegos, como sí hacía la etrusca.
38
Sobre el particular, BONFANTE WARREN, L.: “Etruscan couples and their aristocratic
society”, en Reflections of Women in Antiquity, New York, 1981, pp. 331 ss.; MARTÍNEZ-
PINNA, J.: “In convivio luxuque. Mujer, moralidad y sociedad en el mundo etrusco”, Bro-
car 20, 1996, pp. 46 ss. Sobre la tryphé entre los etruscos, puede verse la reciente obra de
LIÉBERT, Y.: Regards su la truphé étrusque, Limoges, 2006.
39
SORDI, M.: “La donna etrusca”, en Prospettive di storia etrusca, Como, 1995, p. 165.
113
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40
Liv., 1.34.4-8.
41
Dion., 3.47.1-2.
42
Dion., 3.46.2.
43
Pol., 6.11a. Según WALBANK, F.W.: A Historical Commentary on Polybius, Oxford,
1970, vol. I, p. 672, Polibio deriva de Fabio Píctor.
44
ALTHEIM, F.: Epochen der römischen Geschichte, Frankfurt, 1934, vol. I, p. 239;
SORDI, M.: “La donna etrusca”, pp. 163 ss.
45
Enn., fr. 155 V (= Serv., Aen., 6.219): Exin Tarquinium bona femina lavit et unxit.
46
Fab., fr. 11b P = fr. 12b Ch (= Dion., 4.30.2).
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ESTUDIOS EN HOMENAJE AL PROF. DR. D. LUIS GARCÍA IGLESIAS
primera vista un tanto paradójico, pues nada hay más opuesto que la mujer
etrusca y la mujer romana según los esterotipos clásicos, como acabamos de
ver. Sin embargo, esta contradicción en la figura de Tanaquil es quizá más
aparente que real, pues encuentra su justificación en los mecanismos que
guían la formación de la tradición.
La caracterización de Tanaquil como prototipo de matrona romana
surge a partir de su identificación con Gaia Cecilia, que a su vez se apoya en
algunos hechos auténticos. Gaia era una antigua divinidad (quizá del círculo
de Vesta) vinculada por un lado al Tíber y por otro dotada de carácter nup-
cial y matronal, adoptando diversos nomina según sus versiones humanas:
Cecilia, Taracia, Fufetia47. Un conjunto de leyendas, de clara impronta ar-
caica, relaciona estrechamente a Tanaquil, Gaia –en sus facetas Cecilia y
Taracia– y Acca Larentia48. Una de ellas dice que Gaia Taracia era una ves-
tal que regaló al pueblo el campus Tiberinus sive Martius, por lo que le con-
cedieron ciertos privilegios49. La leyenda de Acca Larentia tiene puntos en
común: se trata de una prostituta que tras haber ofrecido sus servicios a
Hércules en el santuario del ara maxima, contrajo matrimonio con un rico
etrusco llamado Tarutius y a su muerte legó sus bienes al pueblo romano50.
Entre estos últimos se encontraba el ager Tarax, que no es otro que aquel
que donó la vestal Gaia, de donde recibe su nombre, y que coincide con el
ager Tarquiniorum51. Por otra parte, Acca está muy vinculada a Tarquinio
Prisco, cuyo nombre se esconde tras el de Tarutius, de forma que la leyenda
refleja una hierogamia cumplida por el rey identificándose a Hércules. A su
vez, el mismo Tarquinio se relaciona con Gaia Cecilia, que en algunas fuen-
47
DEUBNER, L.: “Zur römischen Religionsgeschichte”, MDAI(R) 36-37, 1921-1922, pp.
23 ss.; MOMIGLIANO, A.: “Thybris pater”, en III contributo, Roma, 1966, pp. 626 ss. (=
Roma arcaica, pp. 626 ss.); MOMIGLIANO, A.: “Tre figure mitiche”, pp. 464 ss. (= Roma
arcaica, pp. 377 ss.); SCULLARD, H.H.: Festivals and Ceremonies of the Roman Repu-
blic, London, 1981, p. 202.
48
Sobre la cuestión, con bibliografía previa, MASTROCINQUE, A.: Romolo, Trento,
1993, pp. 114 ss.; MARTÍNEZ-PINNA, J.: Tarquinio Prisco, pp. 195 ss.; COARELLI, F.:
Il Campo Marzio, Roma, 1997, pp. 136 ss.
49
Plin., Nat. hist., 34.25; Gell., Noct. At., 7.7.1-4.
50
Verrio, en Fast. Praen. Ad 23 dec.; Plut., Rom., 5; QRom., 35; Tert., Nat., 2.10; Gell.,
Noct. At., 7.7.5-7; Lact., Inst., 1.20.4-5; Macr., Sat., 1.10.12-17; Aug., Civ. Dei, 6.7.
51
Plutarco (Popl., 8.7-8) narra una variante en la que la vestal significativamente es llama-
da con el nombre de Tarquinia.
115
DOCTRINA A MAGISTRO DISCIPVLIS TRADITA
52
Fest., 276 L; Auct. praen., 7. Al decir de Plutarco (QRom., 30), Gaia era la esposa de un
hijo de Tarquinio.
53
Plin., Nat. hist., 8.194 (quien remite a Varrón); Paul. Diac., 85 L.
54
Permítaseme remitir a MARTÍNEZ-PINNA, J.: Tarquinio Prisco, pp. 150 ss.
55
Macr., Sat., 1.6.8-11; véanse también Plin., Nat. hist., 33.10; Plut., QRom., 101; Serv.,
Aen., 9.587; Auct. vir. ill., 6.9. Los 14 años era la edad que en la época arcaica posiblemen-
te capacitaba en las ciudades etruscas para el desempeño de las magistraturas, según parece
deducirse de una inscripción de Vulci: MARTÍNEZ-PINNA, J.: “La inscripción de Vel
Zimarus y la edad del magistrado etrusco”, en ΑΕΙΜΝΗΣΤΟΣ. Miscellanea M. Cristofani,
Firenze, 2005, vol. II, pp. 684-688.
56
Plin., Nat. hist., 8,194.
57
Cf. GAGE, J.: Matronalia, Bruxelles, 1963, pp. 31 s.; CHAMPEAUX, J.: Fortuna, vol. I,
p. 445; CANTARELLA, E.: “Tanaquilla tra diritto materno e diritto paterno”, en La mujer
en el mundo mediterráneo antiguo, Granada, 1990, pp. 92 ss.; BOËLS-JANSSEN, N.: “La
déese au fuseau et la sacralisation du lanificum matronal”, en Aere perennius. Hommage H.
Zehnacker, Paris, 2006, pp. 64 ss.
58
Auct. praen., 7; Paul. Diac., 85 L.
59
Plin., Nat. hist., 8.194; Plut., QRom., 30. Según GAGÉ, J.: “Tanaquil et les rites étrus-
ques de la Fortune “oiseleuse”“, pp. 20 ss., y COARELLI, F.: Il Foro Boario, p. 314, la
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ESTUDIOS EN HOMENAJE AL PROF. DR. D. LUIS GARCÍA IGLESIAS
imagen con la rueca representaría una especie de Parca, que maneja los hilos del futuro, o
de Fortuna caracterizada como diosa del destino, pero no me parece que sea ésta una inter-
pretación adecuada. Al decir de Festo (276 L), de la cintura de la estatua colgaban unos
amuletos llamados praebia, cuyo paralelo quizá haya que verlo en la bulla que utilizaban
los hombres, que poseía asimismo la virtud del talismán.
60
Cf. Auson., Parent., 30.5.
61
Liv., 1.46.3: Tulit enim et Romana regia sceleris tragici exemplum.
62
MICHELS, A.K.: “The Drama of the Tarquins”, Latomus 10, 1951, pp. 13-24; BEL-
LANDI, A.: “Scellus Tulliae. Storiografia e tipologia tragica in Dionigi, Livio, Ovidio”,
PdP 31, 1976, pp. 148-168; JOHNER, A.: “Mythe et théâtre: le motif de la dame au char
dans la légende royale de Rome”, Ktema 17, 1992, pp. 35 ss.; BRIQUEL, D.: “Tarquins de
Rome et idéologie indo-européenne (II)”, RHR 215, 1998, pp. 435 ss.; SEITA, M.: “Una
tragedia senza palcoscenico: Tarquinio il Superbo e i suoi familiari secondo Tito-Livio”,
BStudLat 30, 2000, pp. 485-513.
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DOCTRINA A MAGISTRO DISCIPVLIS TRADITA
más allá, prácticamente desaparece del relato una vez su esposo llega al tro-
no. Livio la muestra huyendo de Roma en los momentos finales del reinado
de Tarquinio, perseguida por las maldiciones e invocaciones a las furias
vengadoras, al más puro estilo de la tragedia63; en realidad sólo es recordada
en las fuentes por sus horrendos crímenes. Pero Tanaquil tiene su propia
historia, que engarza además con la misma historia de Roma, de la cual ella
forma parte. Su papel no se limita al episodio donde se profetiza la soberan-
ía de Tarquinio, sino que sigue un desarrollo propio, ciertamente más litera-
rio que histórico, pero que en última instancia le lleva a convertirse en
ejemplo de reina y de matrona romana, sin perder por ello su originario
carácter etrusco.
El único momento en que se observa una proximidad entre Tanaquil
y Fortuna es a propósito de la proclamación como rey de Servio Tulio. No
se puede negar que la imagen de Tanaquil asomada a una ventana del pala-
cio para transmitir al pueblo los deseos de su marido acerca de Servio, sólo
se puede explicar en referencia al motivo de la “mujer en la ventana” y en
definitiva a la disposición de Fortuna cuando acude a sus encuentros amoro-
sos con Servio64. Pero ello no implica necesariamente que en esta escena
Tanaquil haga suya la función de Fortuna. Entre los autores que tansmiten la
noticia hay una diferencia de no escaso interés: Livio, Dionisio y Plutarco
mencionan expresamente la ventana65, pero el pseudo-Aurelio Víctor y Zo-
naras dicen que Tanaquil se asomó desde lo alto del edificio, es decir desde
la azotea66. Si los tres primeros se hubiesen inclinado por este segundo es-
cenario, el tema de la identificación entre Fortuna y Tanaquil perdería su
principal apoyo. La explicación tiene que venir entonces por otra vía. Me
parece indudable que la fundamental intervención de Tanaquil a favor de
Servio formaba parte de las fases más antiguas en la formación de la tradi-
ción analística. Pero este hecho no se explica a través de Fortuna, sino que,
como señalaba con anterioridad, refleja un aspecto destacado del papel que
desempeña la mujer etrusca, aunque adaptado a los criterios romanos. En
unos momentos de profunda crisis doméstica tras el asesinato de Tarquinio,
Tanaquil actúa con firmeza y decisión, y si se inclina por Servio en vez de
favorecer a sus propios hijos (aunque no hay que olvidar que la tradición
63
Liv., 1.59.13.
64
GROTTANELLI, C.: “Servio Tullio, Fortuna e l’Oriente”, pp. 73 ss.; COARELLI, F.: Il
Foro Boario, pp. 305 ss.; BRIQUEL, D.: “Les figures féminines dans la tradition sur les
trois derniers rois de Rome”, pp. 132 s.
65
Liv., 1.41.4; Dion., 4.5.1; Plut., QRom., 30.
66
Auct. vir. ill., 7.4: ex altiore loco; Zon., 7.9: tôn hyperóon.
118
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