Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

CLASIC4

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 9

APOLONIO DE RODAS

Nacido en Alejandría en el añ o 295 y muerto en Rodas en 215 a. C., fue un poeta


griego, autor del poema épico Argonáuticas.
La tradició n duda entre si nació en Alejandría o en Naucratis, pero lo primero es má s
probable, aunque su familia procedía de la segunda. Se le llama de
Rodas pues allí pasó la mayor parte de su vida y, casi con total
seguridad, adoptó la ciudadanía rodia. Realizó estudios en
Alejandría y tuvo como maestro al poeta Calímaco y como
compañ ero de escuela al físico y astró nomo Erató stenes,
destinado a sucederle en la direcció n de la famosa Biblioteca de
Alejandría. Cuando tenía unos treinta añ os, Ptolomeo II Filadelfo lo nombró
bibliotecario para suceder al célebre gramá tico Zenó doto de É feso; al mismo tiempo,
recibió el encargo de educar al hijo de Ptolomeo Filadelfo, el futuro Ptolomeo III
Evergetes.
Durante los veinte añ os que permaneció en el cargo, compuso su famoso poema
épico Argonáuticas o El viaje de los argonautas, que narra el periplo de la nave Argos,
dirigida por el príncipe Jasó n y tripulada por todo tipo de héroes míticos, hacia Colcos,
en busca del vellocino de oro.
También escribió numerosos libros sobre gramá tica. Por entonces, discutió con su
maestro Calímaco, que era un enemigo declarado de los poemas narrativos y extensos;
esto, y la enemistad de la reina Berenice, con la que se había casado su alumno,
Ptolomeo III Evergetes, que había llegado al fin al poder, motivaron su caída en la
corte del rey y su marcha hacia Rodas, donde murió .
Otra tradició n afirma que su primera composició n del poema Argonáuticas provocó
las burlas de sus colegas en Alejandría; por ello se exilió a Rodas, donde reescribió la
obra, con la que alcanzó fama y reconocimiento. Sobre su enemistad con su maestro
Calímaco, los estudiosos no se han puesto de acuerdo.
Argonáuticas es una excepcional muestra de la epopeya griega, no só lo por su
indiscutible calidad literaria, sino también por ser el primer poema épico griego del
que se tiene noticia tras las dos obras de Homero, y el ú nico que se conoce de esa
época; se trata de una epopeya protagonizada por Jasó n y los Argonautas, la
tripulació n del Argo, y la historia de su viaje con su nave hasta los límites del mundo
conocido, el norte de la Có lquide; la obtenció n, con la ayuda de la princesa Medea, del
Vellocino de oro y el regreso a Tesalia por el Danubio, el Po, el Ró dano, el
Mediterrá neo y el norte de Á frica; fue un viaje heroico por espacios ignotos y
pavorosos plagados de extrañ os monstruos (gigantes, dragones) y seres maravillosos
(amazonas, hombres sembrados).
Con el nombre de argonautas se conoce a los héroes que acompañ aron a Jasó n en su
bú squeda del vellocino de oro; sus avatares los relataron en varios poemas épicos de
la Antigü edad; el nombre procede del latín argonauta y éste del griego argonautes,
de argos (nombre de la nave) y nautes/nauta (marinero). Argo era el nombre de la
nave, bautizada en honor a su constructor, Argos.
La historia de los Argonautas es una de las leyendas griegas má s antiguas e incorpora
numerosos elementos comunes en las historias populares, el viaje peligroso de un
héroe, al que se lo envía, para desembarazarse de él, y se le impone una tarea
aparentemente imposible de llevar a cabo, pero de la que sale victorioso gracias a la
ayuda de aliados inesperados.
El nú mero de Argonautas varía, pero las diferentes versiones suelen contar entre 40 a
55 héroes. Las versiones tradicionales fijan su nú mero en 50. En el cuadro, se
incorporan los listados, en cinco fuentes distintas: Las Argonáuticas órficas, las
Argonáuticas, de Valerio Flaco, las Fábulas, de Higinio, las Argonáuticas, de Apolonio
de Rodas, y el listado de héroes en la Biblioteca, de Apolodoro.

Argonáuticas Valerio Flaco, Higinio, Fábulas Apolonio de Apolodoro,


órficas Argonáuticas Rodas, Biblioteca
Argonáuticas
Acasto Acasto Acasto Acasto Acasto
Á ctor Á ctor
Admeto Admeto Admeto Admeto
Etá lides Etá lides Etá lides Etá lides
Anfiarao
Anfidamante Anfidamante Anfidamante Anfidamante
Anfió n Anfió n Anfió n Anfió n
Anceo, hijo de
Anceo Anceo Anceo
Licurgo
Anceo, hijo de
Anceo Anceo
Poseidó n
Argos, hijo de
Pó libo o Dá nao
Argos, hijo de
Frixo
Argos, hijo de
Argos Argos
Arestor
Ario Ario
Ascá lafo
Asclepio
Asterió n Asterió n Asterió n Asterió n
Asterio Asterio Asterio Asterio Asterio
Atalanta
Augías Augías Augías Augías
Autó lico
Butes Butes Butes Butes Butes
Céneo Céneo
Calais Calais Calais Calais Calais
Canto Canto Canto
Cá stor Cá stor Cá stor Cá stor Cá stor
Cefeo Cefeo Cefeo Cefeo Cefeo
Clímeno
Clitio Clitio
Corono Corono Corono
Deucalió n 4
Deucalió n 2
Equió n Equió n Equió n Equió n
Ergino Ergino Ergino Ergino Ergino
Eribotes Eribotes Eribotes
Eufemo Eufemo Eufemo Eufemo Eufemo
Euríalo
Euridamante Euridamante Euridamante
Eurimedonte
Euritió n Euritió n Euritió n Euritió n
É urito É urito É urito É urito É urito
Heracles Heracles Heracles Heracles Heracles
Hipá lcimo
Hilas Hilas Hilas Hilas Hilas
Yá lmeno
Idas Idas Idas Idas
Idmó n Idmó n Idmó n Idmó n
Ificlo 1 Ificlo 1 Ificlo 1 Ificlo 1
Ificlo 2 Ificlo 2 Ificlo 2 Ificlo 2
Ifis
Ífito 1 Ífito 1
Ífito 2 Ífito 2 Ífito 2 Ífito 2 Ífito 2
Jasó n Jasó n Jasó n Jasó n Jasó n
Laocoonte Laocoonte
Laertes
Leito
Leodoco Leodoco Leodoco Leodoco
Linceo Linceo Linceo Linceo
Meleagro Meleagro Meleagro Meleagro Meleagro
Menecio Menecio Menecio Menecio Menecio
Mopso Mopso Mopso Mopso
Nauplio Nauplio Nauplio Nauplio
Neleo
Néstor
Oileo Oileo Oileo Oileo
Orfeo Orfeo Orfeo Orfeo Orfeo
Palemó n Palemó n Palemó n Palemó n
Peleo Peleo Peleo Peleo Peleo
Peneleo
Periclímeno Periclímeno Periclímeno Periclímeno Periclímeno
Falero Falero Falero Falero
Fano
Filoctetes Filoctetes
Fliante Fliante Fliante Fliante
Foco
Pirítoo
Peante
Polideuco Polideuco Polideuco Polideuco Polideuco
Polifemo Polifemo Polifemo Polifemo Polifemo
Príaso
Está filo
Tá lao Tá lao Tá lao
Telamó n Telamó n Telamó n Telamó n Telamó n
Teseo Teseo
Tifis Tifis Tifis Tifis Tifis
Tideo
Zetes Zetes Zetes Zetes Zetes

Ahora un fragmento del comienzo del Canto Primero.


ARGONÁUTICAS

Exposición del tema

Al invocarte, divino Apolo, voy a empezar a celebrar la gloria de esos antiguos héroes
que, por orden del rey Pelias1, hicieron zarpar la nave Argo a través de la boca del
Ponto Euxino y los peñ ascos cianeos2 para conquistar un vellocino de oro.
Tu orá culo le había augurado a Pelias que perecería debido a los consejos de un
hombre al que vería aparecer ante todos só lo con una bota. Poco tiempo había
transcurrido desde tu augurio, cuando Jasó n, al atravesar a pie el Anauro 3, dejó una de
las suyas en el fondo del río. Entonces, iba a un sacrificio que Pelias le ofrecía a
Poseidó n y a otras deidades. Allí só lo no se invocaba a Hera4.
Al ver a Jasó n, Pelias recordó el orá culo; y para sustraerse al peligro que lo
amenazaba, le ordenó al héroe que comenzara una navegació n peligrosa, con la
esperanza de que pereciera en medio de los mares o de pueblos extranjeros.
Argos, si es preciso creerle a la fama que ha llevado su nombre de era en era,
construyó la nave bajo las mismas ó rdenes de Atenea; yo, inspirado por las Musas, voy
a decir el origen y el nombre de los héroes que subieron en ella, los mares que
recorrieron y las proezas con las que se distinguieron en su vagar por diversas playas.

Recuento de los Argonautas

Orfeo va a ser el primer objeto de mis cantos, Orfeo, fruto de los amores de Eagro 5 y de
Calíope, quien lo dio a luz cerca del monte Pimpleo 6. Los peñ ascos y los ríos son
sensibles a los acentos de su voz, y los robles de la Pieria, atraídos por los dulces sones
de su lira, lo siguen en multitud sobre la costa de la Tracia, donde muestran todavía el
poder de su arte encantador7. Por seguir los consejos de Quiró n, el hijo de Esó n recibió
en el nú mero de sus compañ eros al divino cantor que reinaba sobre los bistonios8.

1
Rey de Yolcos, en Tesalia.
22
Situados en la entrada del Ponto Euxino.
33
Río de Tesalia que corría cerca de Yolcos.
44
Antes Pelias había profanado el templo de Hera, y desde entonces decía despreciar a esta diosa.
Apolodoro, liv. I. De ahí el odio de Hera contra Pelias, uno de los principales motivos de este poema.
55
Rey deTracia.
66
Montañ a de Macedonia situada en la comarca llamada Pieria, cerca del río Helicó n. También había un
poblado y una fuente del mismo nombre. Estrabó n, lib. X. Tzetzes sobre Licofrón, V. 275.
Unde vocalem temere insecutae / Orphea sylvae, / Arte materna rapidos morantem / Fluminum lapsus
celeresque / ventos, / Blandum et auritas fidibus canoris / Ducere quercus. Hor., Od. XII, liv. I.
77
Esta costa, llamada Cinto, junto a la desembocadura del Hebro, estaba cubierta de á rboles que los
poetas fingían que los había atraído hasta allí la lira de Orfeo. Saumaise, Plin. exer., p. 113. Pomponio
Mela, lib. II, cap. 2.
88
Pueblo de Tracia.
Uno de los primeros que corrió a compartir la gloria de la expedició n fue Asterió n.
Cometes, su padre, moraba en Piresia 9, cerca del monte Fileo, donde el Apidano y el
Enipeo juntan sus aguas.
Animado por el mismo fervor, Polifemo dejó la estancia de Larisa; Polifemo, que antes
se había destacado en el combate de los lapitas y los centauros 1010. Entonces era el
má s joven de los lapitas; ahora a su cuerpo lo agobian los añ os, pero también su valor
siempre es decidido.
Íficlo no tardó en dejar a Filace, hermano de Alcímeda, madre de Jasó n, pues los lazos
de sangre lo azuzaban para volar en ayuda de su sobrino.
El rey de Feras, el bravo Admeto, no quiso seguir a la sombra del monte Calcodó n, que
se alza junto a la opulenta ciudad.
Dos hijos de Hermes, Erito y Equió n, distinguidos por sus riquezas y prudentes en el
arte de utilizar con habilidad el ardid, dejaron pronto Á lope. Etalides, otro hijo del
mismo dios, se unió a ellos. Eupolemia, hija de Mirmidó n, lo había traído al mundo a
orillas del Anfriso1111. Los otros dos tenían como madre a Antianira, hija de Méneto.
Corono, morador de Girtone, era el hijo de Ceneo. Tan valeroso como era, no superaba
a su padre, que había hecho huir a los centauros y los perseguía con fervor hasta
cuando, al verlo solo y alejado de sus compañ eros, se reunieron y se lanzaron sobre él.
A pesar de sus esfuerzos, no pudieron ni herirlo ni abatirlo; sino siempre firme e
invulnerable, se hundió vivo en las entrañ as de la tierra, al ceder a los golpes de los
enormes abetos con que estaban armados1212.
Mopso, morador de las orillas del Titareso, instruido por el mismo Apolo en la ciencia
de los augurios; Euridamas, hijo de Ctimeno, morador de la ciudad de Ctimene, junto
al lago Xinias; Menelio, llevado de Oponte 1313 por su padre Á ctor, todos ellos también
quisieron compartir la gloria y los peligros de este empeñ o.
Euritió n, el vigoroso Eribotes, éste hijo de Teleó n, el otro de Iro, hijo de Á ctor,
siguieron su ejemplo. Con ellos iba Oileo, tan célebre por su bravura como há bil en
perseguir a un enemigo al que había puesto en fuga.
La Eubea vio salir de su seno a sus má s ilustres moradores. Canto seguía con gozo las
ó rdenes de su padre Caneto, hijo de Abas. Ignoraba, ¡el infortunado!, que nunca
volvería a ver a Cerinto, su tierra, y que perecería con el divino Mopso en los confines
de Libia. ¡Débiles seres humanos, luego no hay desdicha tan inesperada que no pueda
llegarnos! A estos dos guerreros los enterraron en Libia, y Libia está tan lejos de
Colcos, como el oriente lo está del occidente. Clitio e Ífito, que reinaban en Ecalia, eran
hijos del cruel Eurito, ese Eurito a quien llegó a serle fatal el arco que había recibido
de Apolo, luego de que tuvo la audacia de contender en habilidad con su benefactor.
Telamó n y Peleo, los dos hijos de Eaco, sin embargo no llegaron juntos. Obligados a
salir de Egina debido al asesinato involuntario de su hermano Foco, habían

99
Ciudad de Tesalia, así como Larisa, Filace, Feras, Alope, Girtone, Etimene, Ftía, que se van a nombrar
luego.
1010
Antiguos pueblos de Tesalia.
1111
Et te memorande canemus / Pastor ab Amphyso. Virg. Georg. III. V. 1º.
1212
Manet imperfossus ab omni, / Inque cruentatus Caeneus Elateius, ictu. / . . . . . . / Obrutus immani
cumulo, sub / pondere Caeneus / Aestuat arboreo ……………………………….. Alii sub inania corpus /Tartara
detrususm silvarum mole ferebant. Ovid., Metam, lib. XII, v. 490 y sigs.
1313
Capital de los locrios opontianos que moraban al oriente de la Fó cide.
establecido su estancia en distintos lugares. Telamó n moraba en la isla de Salamina, y
Peleo en la ciudad de Ftía.
El valeroso Butes, hijo del bravo Teleó n y el belicoso Falero habían dejado la tierra
donde reinó Cécrope. Aunque Falero fue el ú nico retoñ o de Alcó n, el fruto de su vejez
y sostén de sus días, su mismo padre le había ordenado que partiera para que se
destacara entre tantos héroes.
¡Tú no pudiste acompañ arlos, ilustre descendiente de Erecteo, generoso Teseo!
Entonces, un vínculo fatal te retenía en las celdas subterrá neas del Ténaro, hasta
donde habías seguido a tu amigo Pirítoo. ¡Sin duda, para los Argonautas, su valor
hubiera sido una ayuda poderosa!
Tifis, hijo de Agnias, há bil en prever las tempestades y para dirigir una nave, al
observar ora el sol y ora la estrella del norte, partió de Sifa 1414, ciudad de los
tespianos, para unirse a los héroes que deseaban tenerlo como compañ ero. La misma
Atenea le había inspirado el designio; Atenea, cuyas divinas manos construyeron, con
Argos, esa renombrada nave, superior a todas las que hasta ahora hendieron el seno
de las olas.
Flias, rico con los dones de Dionisos, su padre, moraba en la ciudad de Aretiria 1515,
junto a las fuentes del Asopo.
Talao, Areio, el bravo Leó doco, todos moradores de Argos, eran hijos de Bias y de
Pero, que Melampo obtuvo para su hermano, después de haber soportado muchos
males en los establos de Íficlo1616.
Heracles, el invencible Heracles, el mismo que no desdeñ ó plegarse a los deseos de
Jasó n. Entonces retornaba de Arcadia, desde donde había llevado sobre sus anchas
espaldas el renombrado jabalí de Erimanto, que había mostrado vivo y cargado de
cuerdas a las miradas de los moradores de Micenas. Por sí mismo y sin orden de
Euristeo iba en esta expedició n. Su fiel Hilas lo acompañ aba, Hilas, en el que brillaba la
flor de la primera juventud, que llevaba el arco y las flechas del héroe.
Con ellos llegó Nauplio, vá stago de un héroe del mismo nombre, célebre por su
habilidad en el arte de la navegació n, fruto de los amores de Poseidó n y de la bella
Amimona, hija del divino Dá nao.
Idmó n fue el ú ltimo de los que llegaron desde Argos. La ciencia de los augures le había
dicho que marchaba hacia una muerte segura. Sin embargo, partió para no manchar su
nombre. Aunque se lo estimaba hijo de Abas y vá stago de Eolo, tenía como padre a
Apolo, quien le enseñ ó el arte de augurar el porvenir al observar el vuelo de las aves y
las entrañ as de las víctimas.
Al vigoroso Pó lux y a Cá stor, há bil en la doma de corceles, los dos frutos de un solo y
penoso parto, su misma madre, hija de un rey de Etolia, los envió desde Esparta. Digna
mujer de Zeus, Leda no temía separarse de sus queridos hijos.

1414
Ciudad de Beocia, en el golfo de Corinto, lo mismo que Tifa.
1515
El nombre de una ciudad y de una comarca de Sicionia, luego llamadas Flionte y Fliasia.
1616
Neleo había prometido a su hija Pero a aquel que le llevara los bueyes de Íficlo. Bias, que la quería, le
rogó a su hermano Melampo, há bil augur, que le hiciera tener esos bueyes. Melampo los obtuvo,
después de inú tilmente intentar hurtarlos, y haber permanecido un añ o en casa de Íficlo.
Vates Turpia perpessus es vincla Melampo, /Cognitus Iphicli subripuisse Boves: / Quem no lucrativo, magis
Pero / coegit formosa, / Mox Amythaonia nupta futura domo. Propercio, 11, 3, 51.
Los hijos de Afareo, Linceo y el fiero Idas, llenos de confianza en sus inusuales fuerzas,
habían salido de Arena1717. Linceo, si se le cree a la fama, llevaba sus penetrantes
miradas hasta las entrañ as de la tierra.
Periclímeno, el mayor de los hijos que tuvo Neleo en la ciudad de Pilos, iba con ellos.
Poseidó n le había dado una invencible fuerza y el poder de tomar, cuando combatía,
toda clase de formas1818.
A los dos hijos de Aleo, Anfidamas y Cefeo, moradores de la ciudad de Tegea y de esta
parte de la Arcadia, que le correspondió en el reparto con Afidas 1919, los acompañ aba
Anceo, hijo de Licurgo, su hermano mayor. Obligado él mismo a permanecer junto al
viejo Aleo para cuidar de ese querido padre, Licurgo había enviado a su hijo con ellos.
En vano, para retenerlo, Aleo había hecho que ocultaran sus armas. Con el brazo
izquierdo cubierto con la piel de un oso del Monte Ménalo, agitaba con su mano
derecha una enorme segur de doble filo.
Augias, que la celebridad decía vá stago de Helios, reinaba sobre los moradores de la
É lide. Orgulloso de sus riquezas, deseaba con vehemencia ver la Có lquida y al rey
Eetes.
Empujados por el mismo deseo, Asterio y Anfió n, hijos de Hiperasio, salieron de
Pelene, construida por su abuelo Peles a orillas del mar que bordea la Acaya.
Eufemo dejó el promontorio Ténaro2020; Eufemo, vá stago de Poseidó n y de Europa,
hija del gigante Ticio, que podía correr sobre las ondas mojando só lo las plantas de sus
pies2121.
Otros dos hijos del mismo dios, Ergino y el fiero Anceo, há biles en el arte de combatir
y de dirigir una nave, habían salido uno de la ilustre Mileto y el otro de Samos, morada
de Hera imbrasiana2222.
El hijo de Eneo, Meleagro, apenas salido de la infancia, también estuvo entre estos
héroes. Si se hubiera quedado un añ o má s en Calidó n, só lo Heracles hubiera podido
superarlo. El cuidado de su proceder se confiaba a Laocoonte, ya de edad avanzada,
nacido del mismo padre que Eneo, pero de una madre esclava. Todavía lo acompañ aba
Íficlo, su tío materno, también há bil en arrojar una lanza como en combatir de cerca al
enemigo.
Entre ellos, se veía que avanzaba con pasos desiguales, a Palemonio, hijo de Lerno, o
mejor del dios Hefesto. Aunque era muy cojo, lo admitieron entre los héroes armados
para la gloria de Jasó n, y su valor lo ponía por encima de cualquier insulto.
El vínculo sagrado de la hospitalidad unía con Jasó n a Ífito, hijo de Ná ubolo y nieto de
Ornito. Iba a Delfos para consultar al orá culo sobre su expedició n, cuando al hijo de
Esó n lo habían recibido en casa de este generoso morador de la Fó cide.

1717
Ciudad de Mesenia, así como Pilos, nombrada después.
1818
Cui posse figuras / Sumere quas vellet, rursusque reponere sumptas / Neptunus dederat, Nelei
sanguinis auctor. Ovid., Métam, X11, 556.
1919
Hijo de Arcas, antiguo rey de Arcadia, cuyo reino se repartió entre sus hijos. Apolodoro, lib. III,
Pausanias, lib. VIII, cap. 4.
2020
En la Laconia.
2121
Vel mare per medium, fluctu suspensa tumenti, / Ferret iter, celeres nec tingeret aequore plantas.
Virg., En., V. 810.
2222
Hera tenía un magnífico templo en Samos. El sobrenombre de imbrasiana se deriva del río Imbrasos,
que corre en la isla.
Dos hijos de Bó reas, Calas y Zetes, atrajeron sobre sí las sorprendidas miradas. Su
madre Oricia disfrutaba a orillas del Iliso 2323, cuando de pronto Bó reas la raptó y la
llevó hasta los confines de Tracia y, al envolverla en espesas nubes, le robó su
doncellez junto al peñ asco de Sarpedó n y del río Ergino. Los frutos de esta unió n, que
tocaban ligeramente el suelo con sus pies, agitaban amplias alas salpicadas de á ureas
estrellas. Una abundante cabellera ondeaba al agrado del viento sobre sus hombros.
El mismo Acasto, hijo del rey Pelias, no pudo decidirse a permanecer ocioso en el
palacio de su padre. Pronto debía unirse a los Argonautas, así como Argos, que había
construido la nave bajo las ó rdenes de Atenea.
Estos eran los compañ eros de Jasó n, a los que, como él, la mayoría estirpe de las hijas
de Minias2424, llamaron príncipes minios.

Lamentos de Alcímeda, madre de Jasón

Ya todo se había preparado para la partida, y atravesaban la ciudad de Yolcos para


llegar hasta el puerto de Pagasas, en la costa de Magnesia. El pueblo corría en multitud
a su paso. Cubiertos con sus armas, avanzaban a grandes pasos en medio de esta
muchedumbre, semejantes a estrellas, cuyo resplandor atraviesa las nubes: «Gran
Zeus,» decían, en torno a ellos, «¿cuá l es el designio de Pelias?, y ¿por qué enviar lejos
de Grecia a tantos héroes? Sin duda, el mismo día cuando Eetes se rehú se a
entregarles el brillante Vellocino, objeto de sus deseos, verá có mo su palacio va a
llegar a ser presa de las llamas. Pero, ¡ay!, ¡cuá nto camino por recorrer, cuá ntos
peligros que soportar!»
Entretanto así hablaban los hombres, las mujeres, al levantar sus manos al cielo,
rogaban a los dioses que les concedieran a los Argonautas un feliz retorno y se decían
la una a la otra, mientras lloraban:
«¡Madre infortunada, pobre Alcímeda, la fortuna, que te había protegido tanto tiempo,
ahora te hace sentir sus rigores y no pudiste saborear la dicha hasta el fin de tus días!
Y tú , desdichado Esó n, ¡no sería mejor que ya hubieras bajado a la tumba! ¡Pluguiera a
los dioses que el oleaje que hizo que Hele pereciera también hubiera precipitado a
Frixo y su carnero en la mar! Pero no, por un espantoso prodigio, el animal hizo que se
oyera una voz humana para que fuese un día la causa de la desdicha de Alcímeda2525.»
Sin embargo, la madre de Jasó n, rodeada por una tropa de esclavos y de mujeres
desconsoladas, tenía a su hijo abrazado, mientras Esó n, agobiado bajo el peso de los
añ os y confinado en su lecho, ocultaba el rostro y ahogaba sus sollozos. El héroe, tras
haber tratado de consolarlos, al fin pide sus armas. Unos esclavos consternados se las
presentan en medio de un taciturno silencio. Entonces, Alcímeda siente que redobla su
dolor y, manteniendo siempre abrazado a su hijo, vierte torrentes de lá grimas. Tal
como una muchacha a la que un hado cruel, tras haberle arrebatado todos sus
parientes, redujo a vivir bajo el imperio de una madrastra que hace que todos los días
soportase ultrajes nuevos, cuando está a solas con su fiel nodriza, se lanza entre sus
brazos, deja que estalle su dolor y le da libre curso a sus lá grimas: «¡Cuá n desdichada
2323
Río que corre cerca de Atenas.
2424
Rey de Orcó meno, en Beocia; Alcímeda, madre de Jasó n, era hija de Climena, hija de Minias.
2525
Al haber Hele caído al mar, el carnero tranquilizó a Frixo y le prometió que lo llevaría hasta la
Có lquide.
soy,» exclamaba Alcímeda, «pluguiera a los dioses que hubiera dado el ú ltimo suspiro
el mismo día en que oí que Pelias dio esa fatal orden! ¡Tú mismo me hubieras
enterrado con tus manos, oh querido hijo! Ese es el ú nico deber que todavía tenía que
esperar de ti, puesto que ya recibí, en todo lo demá s, la recompensa de los cuidados
que me ha costado tu infancia. Pero ahora, abandonada como una esclava, yo, a la que
antes todas las mujeres tesalias le envidiaban su dicha, voy a curar el dolor en un
palacio desierto, privada de un hijo que era toda mi gloria, el ú nico por el que desaté
mi ceñ idor e imploré la ayuda de Ilitía. Pues la diosa, para otorgarme este má s caro
favor, no quiso que lo siguiera ningú n otro. ¡Hado cruel, alguna vez hubiera podido
creer que la huida de Frixo sería la fuente de mi desdicha!»
Mientras que así Alcímeda se quejaba con voz entrecortada por los sollozos, sus
mujeres, enternecidas, gemían en torno a ella: «Madre,» le respondió Jasó n con
ternura, «cesa de destrozarme con este exceso de dolor. Sus lá grimas, en lugar de
remediar mis males, no hacen sino enconarlos. Los dioses dispensan a su gusto las
desdichas a los débiles mortales. Soporten con valor los que les envían, aunque sean
crueles. Confíen en la protecció n de Atenea, en los orá culos de Apolo, en fin en la
ayuda de tantos héroes. Sobre todo, quédense en el palacio con las mujeres que las
rodean y no traigan con sus lloros un siniestro presagio en la partida de la nave hacia
la que mis amigos y mis esclavos van a acompañ arme.»
Dijo él y abandonó a grandes pasos el palacio. Tal como se ve a Apolo en la isla de
Delos, en Delfos, en Claros, o en las llanuras de Licia, a orillas del Janto, cuando al salir
de su templo, perfumado con incienso, aparece ante las miradas de los mortales, así
Jasó n iba a través de la multitud del pueblo, que hacía resonar el aire con sus
aclamaciones2626. La vieja Ifias, sacerdotisa de Artemisa, diosa tutelar de la ciudad, al
encontrarse a su paso, le besó la mano derecha. También ella hubiera querido
hablarle, pero la multitud má s dispuesta la rechaza, y Jasó n ya se le aleja.*

2626
Qualis ubi hibernam Lyciarn, Xantique fluenta / Deserit, ac Delum maternam inrisit Apollo, /
Instauratque choros: mixtique altaria circum / Cretesque Dryopesque fremunt. Virg., En., IV, 148.
**
Apolonio de Rodas. Argonautiques, trad. al francés: J.-J. A. Caussin. Disponible en: http://remacle.org/
index2.htm (Versió n del francés: G. Jiménez M.)

También podría gustarte