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Evan. Mateo.

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Antes de orar con el evangelio

Señor Jesucristo, hijo de Dios hecho hombre: cansado de


tantas palabras falsas y de la no verdad, quiero, renovar mi
fe, necesito oírte, necesito escucharte, vivir este encuentro
contigo y conocer mi historia de salvación; vengo buscando
la luz de tu evangelio que me da amor, esperanza, fortaleza,
justicia, alivio y paz.

Sé que eres mi camino, verdad y vida. Ilumíname con tu


gracia para que pueda comprender tu mensaje y ponerlo en
práctica.

Amen
EVANGELIO DE SAN MATEO

El Evangelio de Mateo (Mt) comienza con el origen remoto (La


genealogía) de Jesús y su origen próximo (su concepción por obra
del Espíritu Santo) y narra algunos otros sucesos de su infancia.
La actividad pública de Jesús aparece presentada en secciones en
que alternan los discursos y las acciones se destacan cinco
grandes discursos (el sermón eclesiástico y el sermón sobre el fin
de los tiempos). Las fórmulas que utiliza al comienzo y al final de
ellos revelan el interés por resaltarlos dentro del conjunto del
Evangelio. Teniendo esto en cuenta, puede dividirse el Evangelio
en doce grandes secciones, como se señala en el texto.

Este evangelio da gran importancia al tema del


cumplimiento de las Escrituras en la vida y actividad de Jesús.
Quiere mostrar que, desde el momento de su concepción. Jesús es
el Mesías prometido por Dios a su pueblo.

Da igualmente gran relieve al tema del anuncio del


Reino de Dios (o Reino de los cielos, como aparece más frecuente
en este Evangelio, término corriente en el judaísmo y equivalente
al anterior). Toda la enseñanza de Jesús se centra en la
proclamación de esa intervención definitiva de Dios en la historia
humana que empieza a ser realidad ya con la presencia de Jesús y
con su actuación, aunque tendrá su culminación definitiva al fin
de los tiempos.

Este es el único de los cuatro evangelios en que aparece


utilizada la palabra <<iglesia>> (16:18; 18:17). El nuevo pueblo
de Dios, que Jesús viene a congrega, se continua en la iglesia
fundada por Jesús y en la que los apóstoles han de desempeñar
una misión importante cuando Jesús se ausente de la tierra. Ellos
reciben el encargo de hacer que todos los pueblos sean discípulos
d Jesús y bautizarlos <<en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo>> (28: 19-20).

La comunidad para la que fue escrito este Evangelio sin


duda estaba formada en gran parte por judíos que habían
abrazado la fe cristiana y por paganos para los que las
tradiciones judías eran de permanente actualidad.

El Evangelio de Mt, tal como lo conocemos, no


parece ser el más antiguo. Lo más probable es que dependa
de Mc. Casi toda la materia de Mc, de hecho, se encuentra
reproducida también en Mt, aunque muchas veces en una
redacción abreviada. Tiene también bastante material
común con Lc, sobre todo de palabras de Jesús.
Según una antigua tradición que se remonta hasta Papías,
obispo de Hierápolis, y a Ireneo, obispo de Lión, ambos del
siglo II, este evangelio fue escrito por Mateo en lengua
<<Hebrea>>. Sin embargo, no se conserva ningún
testimonio directo de este evangelio hebreo. Lo único que
siempre se ha conocido en la iglesia es el evangelio griego,
que no parece ser una simple traducción de un documento
hebreo o arameo. Por eso, y por la probable dependencia de
este Evangelio respecto de Mc, la mayoría de los
especialistas piensan hoy día que el evangelio actual de Mt
se entiende mejor como una obra escrita originalmente en
griego, con la utilización de Mc y de otras fuentes orales y
escritas, entre las que se destaca una utilizada también por
Lc para los discursos de Jesús.
Sobre la época de composición de este Evangelio
griego se piensa en general que debió de ser escrito algunos
años después del 70. No hay certeza sobre el lugar en que
fue redactado.
_________________________

EVANGELIO DE MATEO

I.EVANGELIO DE LA INFANCIA (1____2)


Mt quiere mostrar que el carácter mesiánico de Jesús es inherente a su
persona, no lo adquirió solamente en el bautismo. Ya en su concepción y
en diversos sucesos de su infancia se muestra que Jesús es el elegido por
dios para llevar a cabo su obra de salvación a favor de todos los
hombres, a pesar de los obstáculos humanos.
Genealogía de Jesucristo
Esta genealogía, diferente de la que presenta Lc, quiere mostrar
que Jesús, desciende de David, es el Mesías esperado por el pueblo
de Israel. Su aparición en la tierra se realiza cuando llega la
plenitud de los tiempos (simbolismos de los números siete y tres).
En esa historia se muestra una providencia especial de Dios
(mención de varias mujeres, en casos especiales) (cf. Lc 3:23-38).
1 Origen de Jesú s el Mesías, hijo de David, hijo de Abrahá n.
1

2
Abrahá n fue padre de Isaac, Isaac de Jacob, Jacob de
Judá y de sus hermanos. 3Judá fue padre de Fares y de Zerá h,
cuya madre fue Tamar. Fares fue padre de Hesró n de Aram,
4
Aram de Aminabad, Aminadab de Nahasó n de Salmó n de Booz,
cuya madre fue Rahab. Booz fue padre de Obed, cuya madre
fue Rut. Obed fue padre de Jesé, 6y Jesé lo fue del rey David.
David fue padre de Salomó n, cuya madre fue la mujer
de Urías. 7Salomó n fue de Roboam, Roboam de Abiam, Abiam
de Asá , 8asá de Josafat de Joram, Joram de Ozías, 9Ozías de
Joatam de Acaz de Ezequías, 10Ezequías de Manasés, Manasés
de Amó n de Josías, 11Josías de Jeconías y de sus hermanos, en la
época de la deportació n a Babilonia.
12
Después de la deportació n a Babilonia, Jeconías fue
padre de Salatiel, Salatiel de Zorobabel, 13Zorobabel de Abihud,
Abihud de Eliaquim, Eliaquim de Azor, 14Azor de Sadoc, Sadoc
de Aquim, Aquim de Eliud, 15Eliud de Eleazar, Eleazar de Matá n,
Matá n de Jacob, y 16 Jacob fue padre de José, el esposo de María,
de la cual Jesú s, a quien llamamos el Mesías.
17
Así hubo en total desde Abrahá n hasta David catorce
generaciones; Desde David hasta la deportació n a Babilonia,
otras catorce generaciones; y desde la deportació n a Babilonia
hasta el Mesías, también catorce generaciones.
Origen inmediato de Jesús
En la concepción virginal de Jesús se cumple la promesa hecha por Dios
por medio del profeta Isaías. En Jesús se realiza verdaderamente el
significado del nombre de ese niño: <<Dios con nosotros>>. Mt se basa en
la traducción griega de los setenta, que en Is 7:14 habla de <<virgen>>,
aunque en hebreo la palabra tiene un sentido menos preciso (la joven).
La concepción de Jesús se debe a una intervención especial del Espíritu
Santo (cf. Lc 2:1-7). José, al recibir a María como esposa, le transmite al
hijo de ella, la herencia resumida en la anterior genealogía.
18
El origen de Jesucristo fue el siguiente.
María, su madre, estaba comprometida para casarse
con José, pero antes de empezar a vivir juntos, ella quedó en
cinta por obra del Espíritu Santo.
19
Como José, su prometido, era un hombre de bien y no
quería exponerla a la infamia, decidió romper su compromiso
en secreto.
20
Pero apenas tomó esta resolució n, se le apareció en
sus sueñ os un á ngel del Señ or y le dijo: <<José, hijo de David,
no tengas reparo en tomar por esposa a María, porque el hijo
que espera lo concibió por obra del Espíritu Santo. 21Dará a luz
un hijo varó n, y debes ponerle el nombre de Jesú s, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados. >>
22
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había
anunciado el Señ or por medio del profeta: 23<<Miren: la virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará n Emmanuel>> [Is
7:14] que significa <<Dios con nosotros>>
24
Cuando José se despertó , hizo lo que le había
mandado el á ngel del Señ or y tomó a María por esposa. 25Y sin
que antes tuvieran relaciones, ella dio a luz un hijo varó n. Y él le
puso el nombre de Jesú s.
Homenaje de los sabios de Oriente
Los primeros en tener noticia, por medios naturales, del nacimiento del
Mesías son unos sabios (<<magos>>, dedicados al estudio de los astros),
que no pertenecían a Israel. Ellos prefiguran la aceptación de Cristo por
los pueblos paganos, en contraste con los de su propio pueblo, quienes no
lo reconocen, a pesar del testimonio de las Escrituras.
2 Después que nació
1
Jesú s en Belén de Judea, en tiempo del
rey Herodes, llegaron a Jerusalén desde el Oriente unos sabios
2
y preguntaron: << ¿Dó nde está el Rey de los Judíos, que acaba
de nacer? Porque vimos cuando apareció su estrella y venimos
a rendirle homenaje. >>
3
Cuando el rey Herodes oyó esto, se preocupó mucho, y
con él toda Jerusalén. 4entonces reunió a todos los sumos
sacerdotes y a los escribas del pueblo judío, para preguntarles
dó nde debía nacer el Mesías.
5
Ellos le respondieron: <<En Belén de Judea, porque así
está consignado en la Escritura por mano del profeta: 6 ‘Tú ,
Belén tierra de Judá , de ningú n modo eres la menor de las
ciudades de Judá , pues de ti saldrá un gobernante, que será el
pastor de mi pueblo Israel>> [Miq 5:1; 2 S 5:2].
7
Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios y les
pidió que le precisaran la fecha en que había aparecido la
estrella.
8
Luego los mandó a Belén y les dijo: <<Vayan y averigü en con
exactitud lo referente al niñ o. Cuando lo encuentren, vengan a
avisarle, para ir yo también a rendirle homenaje. >>
9
Con este encargo del rey se puso en camino. Y la
estrella que ellos habían visto aparecer, los fue guiando, hasta
que al llegar encima del sitio donde estaba el niñ o, se detuvo.
10
Al ver la estrella, se pusieron muy felices. 11Y una vez en la
casa, vieron al niñ o con María su madre, cayeron de rodillas y
le rindieron homenaje. Luego abrieron sus cofres y le
ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra.
12
Y como Dios les indicó en un sueñ o que no volvieran
a donde Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Huida a Egipto
La persecución contra Jesús comienza temprano. Pero Dios cuida de su
Hijo, y sin recurrir a acciones portentosas lo libra de sus enemigos.
En él se cumple de nuevo la salida a Egipto.
13
Apenas se retiraron los sabios, el á ngel del Señ or se le
apareció en sueñ os a José y le dijo: <<Levá ntate, despierta al
niñ o y a su madre y huye a Egipto, y quédate allí hasta que yo te
avise, porque Herodes va a buscar al niñ o para matarlo. >>
14
É l se levantó , despertó al niñ o y a su madre y esa
misma noche se fue con ellos a Egipto. 15Y allí se detuvo hasta
que murió Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señ or por el
profeta: <<Llamé a mi Hijo sacá ndolo de Egipto>> [Os 11:11]
Matanza de los niños de Belén
Herodes fue siempre implacable con sus enemigos. En la matanza de los
niños de Belén se cumple de nuevo el duelo de Raquel por sus hijos.
Entonces Herodes, al ver que los sabios se habían
16

burlado de él, se enfureció y mandó matar a todos los niñ os de


dos añ os para abajo que había en Belén y en sus alrededores,
calculando la edad por las informaciones que le habían dado los
sabios.
17
Así se cumplió lo que había dicho Dios por medio del
profeta Jeremías: 18<<Un grito se escuchó en Ramá , llanto y
grandes lamentaciones: es Raquel que llora por sus hijos y no
quiere consolarse porque ya no está n>> [Jr 31:15].
Regreso de Egipto
A la muerte de Herodes, el reino se dividió en tres de sus hijos (Arquelao,
Herodes Antipas y Filipo). Jesús se establece en Nazaret, pequeña aldea
de Galilea, territorio de Herodes de Antipas.
19
Apenas murió Herodes, el á ngel del Señ or se volvió a
aparecer en sueñ os a José en Egipto 20y le dijo: <<Levá ntate y
regresa con el niñ o y su madre al país de Israel, porque ya
murieron los que atentaban contra la vida del niñ o. >>
21
É l se levantó y con el niñ o y su madre regresó al país
de Israel. 22Pero al enterarse de que Arquelao había sucedido a
su padre Herodes en el gobierno de Judea, no se atrevió a ir allá .
Y advertido por Dios en un sueñ o, se fue a la regió n de Galilea
23
y allí se estableció en una població n llamada Nazaret. Así se
cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
II. COMIENZO DE LA ACTIVIDAD DE JESÚ S (3:1_____4:25)
La actividad mesiánica de Jesús aparece precedida por la de Juan el
Bautista. Se inicia con el bautismo y con la victoria sobre el tentador, y
ya se caracteriza por la predicación sobre el Reinado de Dios por el
llamamiento de algunos discípulos y por su enseñanza y curaciones.
Predicación de Juan el Bautista
La actividad de Juan se realiza en el desierto de Judea pero va dirigida a
todo Israel. Anuncia la conversión en vista de una intervención de Dios
que está para llegar, e invita a recibir un baño (bautismo), símbolo de
esa conversión, para obtener de Dios el perdón de los pecados. La figura
de Juan recuerda la de Elías (cf. 2R1:-18) (=Mc 1:1-8; Lc 3:1-9,15-17; cf.
Jn 1:19-28)
3 Por aquel tiempo se presentó Juan el Bautista predicando en
1

el desierto de Judea. 2Decía: <<Vuelvan a Dios, porque ya llega


su Reinado. >>
3
En efecto, Juan se refería el profeta Isaías al decir:
<<Una voz grita en el desierto: ¡Preparen el camino del Señ or!
¡Á branle vías rectas!>> [Is 40:3].
4
La capa de Juan estaba hecha de pelo de camello y de
la cintura para abajo llevaba una prenda de cuero, y se
alimentaba de langostas y miel silvestre.
5
Entonces empezó a acudir a él gente de Jerusalén y de
toda Judea y de las regiones vecinas del río Jordá n, 6confesaban
sus pecados, y él los bautizaba en el Jordá n.
7
Al ver, pues, que muchos fariseos y saduceos iban a
recibir el bautismo, les dijo:
<<Camada de víboras, ¿Quién dijo que ustedes iban a
escapar del castigo que está para llegar? 8Muestren con las
obras que su conversió n es sincera. 9No piensen que basta con
decir que tienen por padre a Abrahá n. Porque yo les aseguro
que Dios puede hacer que nazcan hijos de Abrahá n hasta de
estas piedras. 10Ya está tocando el hacha de la cepa de los
á rboles. Todo á rbol que no da buena cosecha se corta y se echa
al fuego. 11Yo los bautizo con agua para que vuelvan a Dios.
Pero el que vienes detrá s de mí es má s poderoso que yo. Yo ni
siquiera merezco llevarle las sandalias. É l los va a bautizar con
Espíritu Santo y fuego. 12Ya está listo para separar la paja del
trigo; el grano lo recogerá en el granero, y la paja la quemará
con fuego inextinguible. >>
Bautismo de Jesús
Jesús reconoce la misión de Juan y, recibiendo el bautismo, se
hace solidario con los pecadores. Pero él no es pecador como los
demás es el Hijo de Dios. La escena presenta a Jesús como el
Mesías, el escogido por Dios. (=Mc 1:9-11; Lc 3:21-22).
13
Jesú s fue desde Galilea hasta el Jordá n, a donde Juan,
para que lo bautizara. 14Pero Juan se oponía diciéndole: <<Soy
yo quien necesito ser bautizado por ti; ¿y tú acudes a mí?>>
15
Jesú s le respondió : <<Déjame ahora, porque así
debemos cumplir todo lo que Dios quiere. >>
Entonces Juan accedió . 16Y apenas fue bautizado, salió
Jesú s del agua; y se abrieron los cielos sobre él, y vio al Espíritu
de Dios descender como una paloma y posarse sobre él.
17
Y una voz desde el cielo dijo: <<Este es mi Hijo muy
querido, en quien tengo mi complacencia. >>
Tentaciones de Jesús
Antes de comenzar su actividad mesiánica, Jesús supera las
tentaciones del diablo, quien quiere desviarlo de su misión
mesiánica quiere que use sus poderes en provecho personal que
ponga a prueba la protección providencial de Dios para el Mesías
y que escoja el poder, la riqueza y la gloria de este mundo, aun
sacrificando los valores supremos. Jesús, confiado en la palabra
de Dios, rechaza las tentaciones (= Lc 4:1-13; cf. Mc 1:12-13).
4 Entonces Jesú s fue conducido por el Espíritu al desierto para
1

ser tentado por el diablo. 2Y después de ayunar cuarenta días y


cuarenta noches, sintió hambre.
3
El tentador se le acercó y le dijo: <<Si de veras eres el
Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes.
>>
4
É l le respondió : <<La escritura dice: ‘No solamente de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios’ [Dt 8:3].
5
Entonces lo llevó el diablo a la Ciudad Santa, lo colocó
en el lugar má s alto del templo 6y le dijo: <<Si de veras el Hijo
de Dios, tírate abajo. Porque la escritura dice: ‘Encargará a sus
á ngeles que te cuiden y también: ‘Te llevará n en las palmas de
las manos, para que no tropieces con las piedras’>> [Sal 91: 11-
12].
7
Jesú s le dijo: <<También dice la Escritura: ‘No exigirá s
pruebas al Señ or tu Dios’ << [Dt 6:16].
8
El diablo lo tomó de nuevo y lo llevó a un monte muy
alto, le mostró todos los reinos del mundo y su gloria 9y le dijo:
<<
Todo esto te lo daré, si te arrodillas y me adoras. >>
10
Entonces le dijo Jesú s: << ¡Lejos de aquí, Sataná s!
Porque la Escritura dice: ‘Al Señ or tu Dios adorará s y só lo a él
lo servirá s’>> [Dt 6:13]
11
Enseguida el diablo lo dejó , y se acercaron unos
á ngeles y se pusieron a servirle.
Comienzo de la actividad pública de Jesús
La actividad de Jesús se centra en la región de Galilea, hecho que
Mt interpreta a la luz de Is 8:23 ___9:1. Su predicación se resume en
la invitación a volverse a Dios y en el anuncio de la proximidad
del Reinado de dios. Ese Reinado no es otra que la misma
presencia salvadora de Dios en medio del pueblo (=Mc 1:1-15; Lc
4:14-15)
12
Al enterarse Jesú s de que Juan el Bautista había sido
encarcelado, se retiró a Galilea. 13Pero salió de Nazaret y fue a
establecerse a Cafarnaú m, junto al lago, en el territorio de
Zabuló n y Neftalí. 14Así debía cumplirse lo dicho por el profeta
Isaías acerca de 15<<Las tierras de Zabuló n y Neftalí, la regió n
que va desde el mar hasta el otro lado del Jordá n, la Galilea
rodeada de gentiles. 16El pueblo que andaba en tinieblas vio la
luz de un gran día; vivían en sombras de muerte, y una luz les
brilló >> [Is 8:23____9:1]
17
Entonces comenzó Jesú s a proclamar este mensaje:
<<Vuelvan a Dios, porque ya llega su Reinado. >>
Llamamiento de los primeros discípulos
Estos dos pares de hermanos, pescadores, son el núcleo de los
colaboradores que Jesús escogerá para continuar y ampliar su
propia actividad (=Mc 1:16-20; cf. Lc 5:1-11).
18
Y caminando por la orilla del lago de Galilea, vio a dos
hermanos, a Simó n, que también se llama Pedro, y a Andrés que
estaban echando la atarraya en el lago, pues eran pescadores.
19
Les dijo: síganme, y los haré pescadores de hombres. >>
20
Ellos inmediatamente dejaron sus redes y lo
siguieron.
21
Má s adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago y a
Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en la barca con su padre
Zebedeo, remendando las redes. Y los llamó . 22Ellos
inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Enseñanzas y curaciones
Resumen de la actividad de Jesús: predicación de la buena noticia
y curaciones. Él viene a hacer presente el poder de dios que
restaura la humanidad caída en todas sus dimensiones (=Lc 6:17-
19).
23
Y recorría toda Galilea, enseñ ando en las sinagogas,
proclamando la buena noticia del Reino de Dios y curando toda
clase de enfermedades y dolencias en el pueblo.
24
Su fama se difundió por toda Siria. Y llevaron todos
los que sufrían de diferentes enfermedades y estaban
aquejados de diversos males, afligidos por el Demonio,
luná ticos y paralíticos, y los curó . 25Lo seguía una gran multitud
venida de Galilea y la Decá polis, de Jerusalen y de Judea, y del
otro lado del Jordá n.
III. SERMON DEL MONTE (5_____7)
En este primer sermón, Mt resume una buena parte de la enseñanza de
Jesús, tomada de tradiciones que no reproduce Mc. Se lo ha llamado la
<<carta magna del Reino de Dios>>. Se delinean las actitudes propias de
los seguidores de Jesús los principios fundamentales del nuevo pueblo de
Dios.
Introducción
Aunque menciona en primer lugar <<Los discípulos>>, estas enseñanzas
son válidas para todos los que quieran aceptar el evangelio.
5 1Al ver la multitud, subió Jesú s a la montañ a, se sentó , y sus
discípulos se le acercaron. 2entonces tomó la palabra y
comenzó a enseñ arles, diciendo:
Bienaventuranzas
Las bienaventuranzas presentan en forma paradójica los valores
del Reino de Dios, totalmente opuestos a las ambiciones naturales
de los hombres (=Lc 6:20-23)
3
<<Dichosos los que tienen espíritu de pobres,
porque el Reino de los cielos es para ellos.
4
Dichosos los que sufren,
porque será n consolados.
5
Dichosos los humildes,
Porque heredaran la tierra.
6
Dichosos los que tienen hambre y sed de Justicia,
porque quedaran satisfechos.
7
Dichosos los misericordiosos
Porque obtendrá n misericordia.
8
Dichosos los limpios de corazó n,
porque verá n a Dios
9
Dichosos los que trabajan por la paz,
Porque se llamaran hijos de Dios.
10
Dichosos los perseguidos por practicar la justicia,
Porque el Reino de los cielos es para ellos.
11
<<Dichosos ustedes cuando los insulten, persigan y
calumnien de cualquier modo por mi causa. 12Alegrense y
regocíjense, porque tendrá n una gran recompensa en el cielo.
Así persiguieron a los profetas anteriores a ustedes. >>
Sal y luz
Estas metá foras describen la acció n transformadora que deben
ejercer los discípulos de Jesú s en el mundo (=Mc 9:50; Lc 14:3-
35)
13<<
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde
su sabor, ¿con que la salaran? Ya no sirve para nada, sino para
tirarla al suelo y que la pise la gente. 14Ustedes son la luz del
mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de
una montañ a. 15Y nadie enciende una lá mpara para meterla
debajo de un cajó n, sino que se pone en la repisa, para que
alumbre a todos los que está n en la casa. 16Así debe brillar su
luz antes los hombres, a fin de que vean el bien que hacen y
glorifiquen a su Padre que está en el cielo. >>
Validez de la ley
La ley era considerada como la expresión de la voluntad de Dios
para Israel. Pero no debe considerarse separada de <<los
profetas>>, del conjunto de la revelación divina. La justicia de los
discípulos, manifestada en el cumplimiento de la voluntad de
Dios, debe superar la de los escribas y fariseos.
17<<
No piensen que yo vine a desvirutar la ley y los profetas.
No vine a desvirutarlos sino a darles todo su valor. 18Les
aseguro: antes dejaran de existir el cielo y la tierra, que deje de
cumplirse una sola letra o coma de la ley. 19Por eso, el que
suprima uno solo de los mandamientos má s pequeñ os y les
enseñ e eso a los demá s, será el má s pequeñ o en el Reino de los
cielos. Pero el que los cumpla y enseñ e será grande en el Reino
de los cielos. >>
Exigencias superiores del Reino
En las siguientes antítesis, se tipifican las exigencias más
radicales de la enseñanza de Jesús, a veces en verdadero
contraste con ley antigua.
20<<
Les digo que si no cumplen la voluntad de Dios mejor
que los escribas y los fariseos, no entraran al Reino de los
cielos.
Odio
No basta con respetar la vida del prójimo; toda persona tiene una
dignidad y un valor que tenemos que respetar. El deber de amar
al prójimo es más urgente que cumplir las obligaciones rituales
del culto.
21<<
Saben que desde antiguo se mandó : ‘No matará s’ [Ex
20:13]. Y el que mate debe ser sometido a juicio. 22Pero yo les
digo: Debe ser sometido a juicio todo el que se enoje con du
hermano. Y al que trate a su hermano de estú pido merece ser
llevado al tribunal; y el que lo trate de imbécil merece el fuego
del infierno. 23Por eso, si al ir a presentar tu ofrenda en el altar,
te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tú
ofrenda, delante del altar, y ve a reconciliarte primero con tu
hermano. Entonces sí vuelve a presentar tu ofrenda. 25Si te
ponen pleito, procura arreglar por las buenas con la otra parte,
antes de llegar al tribunal, no sea que el otro te entregue al juez,
y el juez al guardia, y te metan a la cá rcel. 26Yo te aseguro que
no saldrá s de allí hasta que le pagues el ú ltimo centavo.
Adulterio
Las obligaciones morales, como la de respetar el matrimonio
propio y ajeno, no exigen solamente actos externos, sino también
actitudes internas. Toda persona humana está comprometida en
sus actos.
27<<
Saben que está mandado: ‘No cometerá s adulterio’
[Ex 20-14]. 28Pero yo les digo: Todo el que mira a una mujer con
malos deseos, ya ha cometido adulterio con ella en su corazó n.
29
Y si el que te hace pecar es tu ojo derecho, sá catelo y tíralo,
porque má s vale perder un ó rgano que ir a parar entero al
infierno. 30Y si te hace pecar tu mano derecha, có rtatela y tírala,
porque má s vale perder un miembro que ir a parar de cuerpo
entero al infierno. >>
Divorcio
Jesús se opone a la práctica consagrada en la ley, que permitía el
divorcio en ciertos casos (los rabinos discutían sobre cuáles eran
esos motivos que lo justificaban). Véase ampliamente esta
enseñanza en Mt 19:1-2. Se discute sobre el sentido de las
palabras <<Unión carnal ilegitima>> (¿uniones prohibidas por la
ley? ¿Adulterio?), añadidas por Mt. Las palabras originales de
Jesús no hablaban de excepción ninguna (cf. Mt 19:9; Mc 10:11-
12; Lc 16:18; I Co 7:10-11).
31<<
Está mandado: ‘El que despida a su mujer, debe
darle el acta de divorcio’ [Dt 24:1]. 32pero yo les digo: Todo el
que se divorcia de su mujer, fuera el caso de unió n carnal
ilegitima, induce al adulterio, y el que se casa con una
divorciada, comete adulterio. >>
Juramentos
La palabra humana debe tener tal credibilidad que haga
necesario acudir a poner a Dios por testigo (cf. St 5:12)
33<<
También saben que desde antiguo se mandó : ‘No
jurará s en falso’ [Lv 19:12] y ‘le cumplirá s al Señ or lo que jures’
[Nm 30:3]. 34Per yo les digo: simplemente, no jurar. Ni por cielo,
que es el trono de Dios; 35ni por la tierra, que es el estrado a sus
pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. 36No jures
tampoco por tu cabeza, pues ni siquiera puedes volver blanco o
negro un solo pelo. 37Baste con decir ‘si’ o ‘no’. Ir má s allá de eso
es cosa del maligno. >>

Venganza
El renunciar a la venganza y a la violencia contra el ofensor es
una muestra del clima totalmente diferente y contrario a los
instintos naturales del hombre que debe reinar en el nuevo
pueblo de Dios (=Lc6:29-30)
38<<
Saben que está mandado: ‘Ojo por ojo y diente por
diente’ [Ex 21:24]. 39Pero yo les digo: No opongas resistencia al
que te haga algú n mal. Al contrario, si alguno te pega en la
mejilla derecha, preséntale también la otra; 40al que te quiera
poner pleito para quitarle la tú nica, déjale también la capa; 41y
si alguien te obliga a recorrer un kiló metro, recorre con él dos.
42
Dale al que te pida, y no saques el cuerpo al que te quiera
pedir prestado. >>
Amor al prójimo
Todas las obligaciones para con el prójimo se resumen en el amor
sin restricciones, que va hasta el perdón de las ofensas. Es la
manera de imitar la actitud misma de Dios, que perdón y hace
bien a todos (=Lc 6:27-28, 32-36)
43<<
Saben que está mandado: ‘Amará s a tu pró jimo’ [Lv
19:18]. Sin tener que amar a tu enemigo. 44Pero yo les digo:
Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen; 45así
llegará n a ser hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol
sobre malos y buenos y da la lluvia a justos e injustos. 46Si aman
a los que aman, ¿Qué recompensa tendrá n? ¿no hacen esto
también con los recaudadores? 47si saludan solo a sus
hermanos, ¿Qué hacen de extraordinario? ¿No hacen esto
también los paganos? 48Sean, pues, perfectos como es prefecto
su Padre Celestial. >>
Sobre la limosna
Limosna, oración y ayuno eran tres prácticas de piedad muy
recomendadas, Jesús insiste en que no deben convertirse en
ocasiones de demostrar la propia religiosidad.
6 Cuidado con hacer sus buenas obras en pú blico, para que
1<<

los vean los demá s. Así no recibirá n ningú n premio de su Padre


que está en el cielo.
2<<
Por ejemplo, cuando des limosna, no lo pregones a
toque de trompeta, como lo hacen los hipó critas en las
sinagogas y en las calles, para que los demá s les rindan
honores, les aseguro que ya tienen su premio. 3Cuando tu des
limosna, que ni siquiera la mano izquierda sepa lo que hace la
derecha. 4Quede tu limosna en secreto, y tu Padre, que ve lo que
se hace en secreto te lo premiará . >>
Sobre la oración
Además de reprobar la práctica de la oración como un medio
para llamar la atención, Jesús enseña su propia oración, centrada
en una relación personal con Dios como Padre, en la aceptación
de las exigencias de Dios, en la confianza aun en las necesidades
diarias y en la perdición humilde del perdón y de la liberación del
mal (=Lc 11:2-4).
5<<
Y cuando oren, no sean como los hipó critas: les
encanta rezar muy erguidos en las sinagogas y las esquinas de
las calles, para que todo el mundo los vea. Les aseguro que ya
tienen su premio. 6Tú , cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la
puerta y ora a tu Padre, que está allí en lo escondido. Y tu
Padre, que ve lo que se hace en secreto, te lo premiará .
7<<
Cuando oren, no usen vana palabrería como los paganos,
que se imaginan que por decir muchas palabras Dios los va a
escuchar. 8No hagan como ellos, porque su Padre sabe lo que
les hace falta antes de que se lo pidan.
9<<
Ustedes deben orar de esta manera:
Padre nuestro, que está s en el cielo,
Santificado sea tu nombre;
10
ven a reinar,
Há gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
11
Danos hoy nuestro pan de cada mañ ana,
12
Perdonanos nuestras ofensas,
Que también nosotros hemos perdonado
a los que nos ofenden;
13
y no nos deje caer en la tentació n,
Antes líbranos del maligno.
14<<
Si ustedes perdonan a los demá s sus faltas, también su
Padre celestial les perdonará a ustedes. 15Pero si no perdonan a
los demá s, tampoco su Padre les perdonará sus faltas.>>

Sobre el ayuno
El ayuno era practicado en el AT (cf. Lv 23:26-32; Is 58:1-12) y en
el NT (Mt 4:2; Hch 13:2-3).
16<<
Y cuando ayunen, no pongan cara triste como los
hipó critas, que van con el rostro demudado para que todo el
mundo vea que está n ayunando. Les aseguro que ya tienen su
premio. 17Tú , cuando ayunes, perfú mate la cabeza y lá vate la
cara, 18para que no se entere la gente que estas ayunando sino
tu Padre que está en lo escondido. Y tu Padre, que ve lo que
hace en secreto, te lo premiará .
El verdadero tesoro
Los verdaderos bienes del hombre no son los perecederos sino los
que duran para siempre (=Lc 12:33-34).
19<<
No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde las
cosas se pudren y se acaban y los ladrones se meten a robarlas.
20
Procurense riquezas en el cielo, donde nada se pudre ni se
acaba ni hay ladrones que vayan a robar. 21Porque donde esté
tu riqueza, allí estará tu corazó n. >>

El ojo
(= Lc 11:34-36)
22<<
El ojo es la lá mpara del cuerpo. Si tu ojo es puro,
todo tu cuerpo gozará de la luz, 23pero si tu ojo es malo, todo tu
cuerpo quedará en tinieblas. Si lo que debiera ser luz en ti se
vuelve tinieblas, ¡Que terribles será n las tinieblas!>>
No servir a dos señores
(= Lc 16:13)
24<<
Nadie puede servir a dos señ ores. Pues despreciará
a uno por querer al otro, o al menos atenderá a uno y al otro lo
descuidará . No es posible servir a Dios y al dinero.

Buscar ante todo el Reino de Dios


La primera preocupación del cristiano debe ser el Reino de Dios,
los valores supremos. Lo demás debe estar supeditado a aquello
(=Lc 12:22-34)
33
Busquen primero el Reino de Dios y cumplir sus exigencias,
que todo eso se lo añ adirá él por su cuenta. 34No se preocupen,
pues por el mañ ana, que el mañ ana ya traerá su preocupació n.
A cada día le bastan sus problemas.
No juzgar
Solamente Dios, tiene derecho a condenar a los hombres (= Lc 6:37-
38,41-42)
7 No censuren; para que Dios no los censure. 2Pues con el
1<<

criterio con que censuren, será n censurados, y la misma


medida que usen con los demá s la usaran con ustedes. 3¿Por
qué te fijas en la astillita que hay en el ojo de tu hermano, y no
adviertes la viga que tienes en tu propio ojo?
4
¿Có mo vas a decirle a tu hermano: déjame quitarte la astilla
del ojo, teniendo tu una viga en el ojo? 5Hipocrita, quítate
primero la viga de tu ojo, y entonces veras claro para quitarle a
tu hermano la astillita del ojo.
6
<<No den lo santo a los perros, para que no se vuelvan
contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los
cerdos, para que no las pisoteen. >>
Pedir, buscar, llamar
La confianza en la bondad de Dios ha de ser ilimitada. Pero debe ir
acompañada de la voluntad de tratar a los demás como nosotros
queremos ser tratados (= Lc 11:9-13).
<<Pidan, y recibirá n; busquen, y encontraran; llamen
7

a la puerta, y les abrirá n. 8Porque todo el que pide recibe, el que


busca encuentra, y al que toca la puerta le abren. 9Supongamos
que a alguno de ustedes le pide pan su hijo, ¿le va a dar una
piedra? 10Y si le pide pescado, ¿le va a dar una serpiente?
11
Ustedes, pues, por malos que sean saben regalar cosas buenas
a sus hijos. Con mucha má s razó n su Padre que está en el cielo
concederá sus dones a quienes se los pidan.
12
<<Todo lo que quieran que les hagan los demá s,
há ganselo ustedes a ellos; eso es lo que mandan la Ley y los
Profetas. >>
La puerta estrecha
La dependencia de la gracia de Dios, no excluye el esfuerzo humano
(= Lc 13:24)
13
<<Entren por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta
y fá cil el camino que lleva a la perdició n y son muchos los que
van por él. 14¡Que estrecha es la puerta y difícil el camino el que
lleva a la vida, y qué lleva a la vida, y qué pocos son los que
encuentran!>>
Por las obras se conoce la persona
(=Mt 12:33-35; Lc 6:43-44)
15<<
Cuidado con los falsos profetas, pues vienen a ustedes
vestidos con piel de oveja, pero por debajo son lobos feroces.
16
Por sus obras los conocerá n. ¿Acaso se recogen uvas de los
espinos o higos de las zarzas? 17De igual modo, todo á rbol
bueno da cosecha sana, mientras que el á rbol dañ ado da
cosecha mala. 18Un á rbol bueno no puede dar cosecha mala, ni
un á rbol dañ ado puede dar cosecha sana. 19Al á rbol que no da
cosecha sana lo cortan y lo hechan al fuego. 20Así pues, por sus
obras los conocerá n.>>
Los falsos profetas
La fe que se profesa debe manifestarse en las obras que se hacen (Lc
13:25-27)
No son los que me dicen: ‘Señ or, Señ or’, quienes
21<<

entraran al Reino de los cielos, sino los que cumplen la


voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22Muchos me dirá n en
aquel día: ‘Señ or, Señ or, ¿no recuerdas que en tu nombre
dijimos profecías, en tu nombre expulsamos demonios y en tu
nombre hicimos muchos milagros?’ 23Pero yo les declaré: Jamá s
los conocí. ¡Lejos de aquí, malvados!>>
La casa bien o mal fundada
Conclusión del sermón del monte. No basta con escuchar las palabras de
Jesús; hay que ponerlas en práctica (=Lc 6:47-49).
En resumen: todo el que escucha mis palabras y las
24<<

pone en prá ctica, se parece al hombre sensato que edificó su


casa sobre la roca. 25Cayeron las lluvias, precipitaron los
torrentes y soplaron los vientos con violencia contra la casa;
pero no se derrumbó , porqué tenía los cimientos afianzados en
la roca. 26Al contrario, el que escucha mis palabras y no las
ponen en prá ctica, hace lo del insensato, que edificó su casa
sobre la arena. 27Cayeron las lluvias, se precipitaron los
torrentes, soplaron los vientos con violencia contra la casa, y de
derrumbó , y la destrucció n fue completa. >>
28
Cuando terminó Jesú s su discurso, la multitud se
quedó admirada de su enseñ anza, 29porque les enseñ aba como
quien tiene autoridad y no como los escribas que ellos
conocían.
IV. SECCION NARRATIVA (8:1____9:34)
Después del sermón viene una sección de acciones de Jesús que
demuestran de diversas formas su poder mesiánico.
Curación de un leproso
Los leprosos estaban totalmente marginados de la sociedad (cf. Lv
13_____14). La curación los hacía capaces de participar de nuevo en el
culto y en la vida social (Mc 1:40-45; Lc 5:12-16).
8 1
Cuando bajó Jesú s de la montañ a, lo siguió una gran
multitud. 2Entonces se le acercó un leproso, se postró ante él
diciéndole: Señ or, si quieres, me puedes dejar limpio. >>
3
Jesú s extendió la mano, lo tocó y le dijo: <<Si, quiero que
quede limpio. >>
Y enseguida quedó limpio de su lepra.
Luego le dijo Jesú s: << ¡Cuidado con decírselo a nadie! Vete
4

y preséntate ante el sacerdote, y llévale la ofrenda que ordenó


Moisés de manera que conste ante los sacerdotes. >>
Curación del criado de un centurión
Este centurión (militar pagano) muestra un fe que admira Jesús.
Representa a muchos que vendrán de oriente y occidente a hacer parte
del nuevo pueblo de Dios (= Lc 7:1-10; Jn 4:43-54).
5
Cuando Jesú s regresó a Cafarnaú m, se le acercó un
centurió n para rogarle 6y le dijo: <<Señ or, tengo en casa un
criado que está en cama paralizado y tiene muchos dolores. >>
7
Jesú s le dijo: <<Voy a ir a curarlo. >>
8
Pero el centurió n replicó : <<Señ or, no soy digno de que
entres a mi casa. Basta que lo mandes de palabra y mi criado
quedará sano. 9Porque yo también, con ser un su alterno, tengo
soldados a mis ó rdenes, y si ordeno a alguno que vaya a alguna
parte, él va, y si a otro le ordeno que venga, él viene, y cuando le
ordeno a mi criado que haga algo él lo hace. >>
10
Jesú s, al oírlo, se admiro y dijo a los que lo seguían: <<Yo les
aseguro que en ningú n israelita he encontrado tanta fe. 11Y
ademá s les digo que vendrá n muchos de oriente y occidente y
se sentará n a la mesa con Abrahá n. Isaac y Jacob en el Reino de
los cielos. 12Y los herederos del Reino será n expulsados a las
tinieblas exteriores. Entonces vendrá n el llanto y la
desesperació n. >>
13
Luego le dijo Jesú s al centurió n: <<Vete, que te suceda segú n
la fe que has mostrado. >>
Y en aquel momento quedó sano su criado
Curaciones varias
El evangelista ve las curaciones realizadas por Jesús como una señal de
que él es siervo del Señor de que habla Isaías (Is 53:4) (=Mc 1:29-3; Lc
4:38-41)
14
Despues entro Jesú s a la casa de Pedro y vio que la suegra
de este estaba en cama con fiebre. 15Entonces le tocó la mano. Y
le pasó la fiebre. Y ella se levantó y empezó a servirle.
16
Al atardecer, le trajeron muchos afligidos por el demonio y
él expulsó los demonios dá ndoles una orden, y curó a todos los
enfermos, 17de manera que se cumplió todo lo que dice el
profeta Isaías: <<É l se llevó nuestros sufrimientos y suprimió
nuestros dolores>> [Is 53:4]
Exigencias para seguir a Jesús
El seguimiento de Jesús exige un desprendimiento y una disponibilidad
totales, ante las cuales otras preocupaciones son secundarias (= Lc 9:57-
62).
18
Viendo Jesú s que se había reunido mucha gente a su
alrededor, dio orden de navegar hacia el otro lado del lago.
19
Entonces se le acercó un escriba y le dijo: <<Maestro, te
seguiré a donde vayas. >>
20
Jesú s le respondió : <<Las zorras tienen sus cuevas y los
pá jaros tienen donde dormir, pero el Hijo del hombre no tiene
dó nde recostar la cabeza. >>
21
Otro de sus discípulos le dijo: <<Señ or, permíteme ir
primero a enterrar a mi Padre. >>
22
Jesú s le dijo: <<Sígueme, y deja que los muertos entierren a
sus muertos. >>
La tempestad calmada
El dominio de Jesús sobre el mar y el viento muestran su poder como Hijo
de Dios (= Mc 4:35-41; Lc 8:22-25)
Jesus se embarcó seguido de sus discípulos. 24Y el lago
23

empezó a agitarse terriblemente, tanto que las olas cubrían la


barca. Jesú s entretanto dormía.
25
Entonces se le acercaron los discípulos y le dijeron: <<
¡Señ or, sá lvanos, que nos hundimos!>>
26
É l les respondió : <<Hombres de poca fe, ¿por qué tanto
miedo?
Entonces se levantó y dio una orden a los vientos y al lago, y
sobrevino una gran calma.
27
Ellos se quedaron admirados y exclamaron: <<¿Quién será
este, que hasta los vientos y el lago obedecen?>>
Liberación de los endemoniados gadarenos
Victoria de Jesús sobre los poderes del mal que esclavizan al hombre (=
Mc 5:1-20; Lc 8:26-39)
Al llegar Jesú s a la otra orilla del lago, a la regió n de los
28

gadarenos, le salieron al encuentro dos hombres que habían


salido de un cementerio y estaban poseídos de demonios. Eran
tan peligrosos que nadie podía pasar por ese camino.
29
Entonces le gritaron: <<¡Déjanos en paz, hijo de Dios! ¿
Viniste aquí antes de tiempo a atormentarnos?>>
30
Lejos de ellos había una enorme cantidad de cerdos que
estaban comiendo. 31Los demonios empezaron a pedirle a Jesú s
que si los expulsaba les permitiera entrar en los cerdos. 32Jesú s
les dijo que podían hacerlo. Ellos salieron de los hombres y
entraron en los cerdos. Luego todos los cerdos se precipitaron
al lago de la pendiente abajo y perecieron en el agua.
33
Los que los cuidaban salieron corriendo, fueron al pueblo
y contaron todo y en especial lo referente a los poseídos de los
demonios. 34Entonces toda la gente del pueblo salió al
encuentro de Jesú s y al verlo le pidieron que siguiera su camino
lejos de su tierra.
Perdón y curación de un paralítico

El perdón y la curación muestran que en Jesús se hace presente el poder


y la bondad de Dios, que libra al hombre del pecado y de toda esclavitud
(=Mc 2:1-12; Lc 5:17-26)
9 1
Jesú s se embarcó , atravesó el lago y regresó a su ciudad.
2
Entonces le llevaron un paralítico tendido en una camilla.
Al ver Jesú s la fe que tenían, le dijo al paralítico: <<Ten
confianza, hijo, tus pecados quedan perdonados. >>
3
Algunos fariseos dijeron para sus adentros: <<Este hombre
dice una blasfemia. >>
4
Jesú s observó en seguida lo que estaban pensando y dijo:
<< ¿por qué tienen malos pensamientos en su interior? 5¿Qú e es
má s fá cil decir: ‘Tus pecados quedan perdonados’ o decir:
‘Levá ntate y camina’? 6Pues ahora verá n có mo el Hijo del
hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados. >>
Y le dijo al paralítico: <<Levá ntate, échate al hombro la
camilla y vete a tu casa. >>
Y él se levantó y se fue a su casa. 8La multitud, al verlo, se
7

llenó de temor y alabó a Dios que había dado tal poder a los
hombres.
Llamamiento de Mateo
Los recaudadores de impuestos eran despreciados. Pero Jesús ha venido
a llamar a todos a formar parte del nuevo pueblo de Dios, y a hacer
patente la voluntad salvadora de Dios para todos (=Mc 2:13-17; Lc 5:27-
32).
9
Al pasar por un lugar, vio Jesú s a un hombre llamado Mateo,
que recaudaba impuestos para los romanos, y le dijo:
<<Sígueme.>>
É l se levantó y lo siguió .
10
Sucedió , pues, que estando Jesú s comiendo en casa de
Mateo, llegaron muchos recaudadores y pecadores y se
sentaron a la mesa con él y sus discípulos. 11Al ver esto los
fariseos, dijeron a los discípulos: << ¿Por qué su maestro come
en compañ ía de recaudadores y pecadores?>>
12
Pero Jesú s los oyó y dijo: <<No son los sanos los que tienen
necesidad de un medico sino los enfermos. 13Vayan mejor a
aprender que significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificios’
[Os 6:6]. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores.>>
Discusión sobre el ayuno
Las actitudes de Jesús rompen los antiguos moldes: es necesario un
corazón nuevo para aceptar esa novedad creadora de Dios (=Mc 2:18-
22; Lc5:33-39).
entonces se acercaron a Jesú s los discípulos de Juan
14

el Bautista y le dijeron: <<Nosotros y los fariseos ayunamos con


frecuencia; ¿Por qué tus discípulos no ayunan?>>
15
Jesú s les respondió : <<Acaso los invitados a una
fiesta de bodas está n de luto mientras el novio está con ellos?
Pero llegará un día en que les quitaran al novio; entonces sí
ayunaran.
16
<<Nadie pone un remiendo de pañ o nuevo en un
vestido viejo. Pues hace encoger el vestido, y se hace roto peor.
17
Igualmente, nadie echa vino en cueros viejos, pues si lo hecha,
se revientan los cueros, y e derrama el vino y se pierden los
cueros. ¡Al contrario, vino nuevo se hecha en cueros nuevos, y
uno y otros se conservan!>>
Curación de una mujer y resurrección de una niña
El poder salvador de Dios se hace presente en Jesús con la liberación de
la enfermedad y de la misma muerte (= Mc 5:21-43; Lc 8:40-56).
18
Mientras estaba hablando Jesú s, llegó un jefe, se
postró ante él y le dijo: <<Mi hija acaba ahora de morir. Pero si
tu vas y le impones las manos, volverá a vivir. >>
19
Jesú s se levantó y se fue con el jefe, en compañ ía de sus
discípulos.
20
Entonces una mujer que tenía hemorragias desde hacía
doce añ os se le acercó por detrá s y le tocó el borde del manto.
21
Pensaba que con solo tocarle el manto quedaría sana.
22
Jesú s, volviéndose, la vio y le dijo: <<Ten confianza, hija: tu
fe te ha devuelto la salud. >>
Y desde aquel momento quedó sana la mujer.
23
Cuando llegó Jesú s a la casa del jefe y vio a los que hacían
lamentaciones y el alboroto de la gente, 24dijo: <<Retírense. La
niñ a no está muerta; está dormida. >>
Y se reían de él. 25Cuando hicieron salir a la gente, entró él, lo
tomó de la mano, y la niñ a se despertó . 26La noticia se difundió
por toda esa regió n.
Curación de dos ciegos
La curación es una respuesta a la fe de estos ciegos
27
Yendo Jesú s de camino, lo siguieron dos ciegos gritando:
<<¡Ten compasió n de nosotros, Hijo de David!>>
28
Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos, y Jesú s les
preguntó : <<¿Creen que puedo hacer esto?>>
Ellos respondieron: <<Sí, Señ or.>>
29
Entonces les tocó los ojos diciendo: <<Que les suceda
conforme a su fe. >>
30
Y se les abrieron los ojos. Jesú s les encargó severamente
que nadie se enterara. 31Pero apenas se alejaron, empezaron
ellos a difundir su fama por toda la regió n.
Curación de un mudo
La victoria sobre el poder del mal es característica de la acción de Jesús.
Sus enemigos, sin embargo, son incapaces de reconocer estos hechos.
Una vez que Jesú s y sus discípulos salían de casa, le
32

llevaron un hombre que por influjo del demonio, estaba mudo.


33
Jesú s expulsó al demonio, y el mudo pudo hablar. Todos se
admiraron y decían: <<Nunca se había visto nada parecido en
Israel.>>
34
Los fariseos, en cambio, decían: <<Tiene pacto con el diablo
para expulsar los demonios. >>

V. SERMON MISIONAL (9:35_______11:1)


La convocación del nuevo pueblo de Dios requiere la colaboración de
otros hombres. Jesús escoge a doce, los envía y les da consignas para su
actividad misionera.
Compasión por la multitud
La actividad de Jesús se dirige a todo el pueblo, por eso requiere
colaboradores.
Recorría Jesú s todas las ciudades y aldeas enseñ ando en las
35

sinagogas de la regió n y proclamando la buena noticia del


Reinado de Dios y curando toda clase de enfermedades y
dolencias. 36Y al ver la multitud, sintió compasió n por ellos,
porque andaban extenuados y abatidos, como ovejas sin pastor.
37
Entonces les dijo a sus discípulos: <<La cosecha es
abundante, pero los obreros pocos. 38Pidan al dueñ o de la
cosecha que mande obreros a recogerla.>>
Llamamiento de los Doce
Los doce apóstoles simbolizan y son el germen del nuevo Israel, el pueblo
de Dios que Jesús viene a congregar. Ellos reciben poder semejante al de
Jesús viene a congregar. Ellos reciben poder semejante al de Jesús (=Mc
3:13-19; Lc 6:12-16)

10 Y llamó a sus doce discípulos y les dio poder para


1

expulsar espíritus malignos y para curar toda clase de


enfermedades y dolencias.
2
Estos son los nombres de los doce apó stoles: el
primero, Simó n, llamado también Pedro, y su hermano Andrés;
Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; 3Felipe y
Bartolomé; Tomá s y Mateo el recaudador; Santiago el hijo de
Alfeo, y Tadeo; 4Simó n el Celoso y Judas el Iscariote, el que lo
traicionó .
Consignas para la misión
Los apóstoles reciben el encargo de anunciar, como Jesús, la venida del
Reinado de Dios y de hacerlo presente. No deben confiar en los medios
terrenos sino en el poder de Dios (=Mc &:7-13; Lc 9:1-6).
5
A estos doce los envió Jesú s en misió n, con las siguientes
instrucciones:
<<No vayan a territorio de paganos ni entren a poblaciones
de samaritanos. 6Vayan má s bien a las ovejas extraviadas del
pueblo de Israel. 7Vayan y proclamen que ya llega el Reino de
los cielos. 8Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, sanen
a los leprosos, expulsen los demonios. Gratis lo recibieron,
denlo también gratis. 9<<No se procuren oro ni plata ni bronce
para tener de qué vivir; 10no lleven provisiones para el camino,
ni ropa de repuesto, ni calzado ni bastó n, porque el que trabaja
merece su sustento. 11Cuando entren a una ciudad o un pueblo,
pregunten por alguna persona de confianza, y hospédense en
su casa hasta que se vayan. 12Cuando entren a una casa, pidan a
Dios que conceda la paz a los que en ella viven. 13Si la casa se lo
merece, su petició n se cumplirá , y si no se lo merece, ustedes
nada perderá n. 14Pero si alguien no los recibe ni escucha su
mensaje, salgan de la casa o de la ciudad aquella y sacudan
hasta el polvo que se les haya pegado a los pies. 15Les aseguro
que en el día del Juicio le irá mejor a Sodoma y a Gomorra que a
esa ciudad. >>
Anuncio de persecuciones
La participación en la misión de Jesús los hace participar también de su
destino: sufrirán persecuciones al igual de Jesús (=Mc 13:9-13;Lc 21:12-
17).
16
<<Miren: yo los envío como corderos en medio de
lobos. Sean pues, prudentes como serpientes pero sencillos
como palomas. 17Cuidado con la gente. Porque los van a
entregar a las autoridades y en las sinagogas los van a azotar.
18
Los llevará n a los gobernadores y los reyes por mi causa, y así
dará n testimonio ante ellos y ante los paganos. 19Y cuando los
entreguen, no se preocupen de có mo o que decir, porque Dios
les inspirará en aquel momento lo que deban decir, 20pues no
son ustedes los que hablan, sino el Espíritu de su Padre el que
habla por ustedes. 21Habrá quien entregue a la muerte a su
propio hermano o a su propio hijo, quienes se levanten contra
sus padres y les den muerte. 22Todos los odiaran por causa mía;
pero el que soporte con valor hasta el fin, se salvará . 23Cuando
los persigan en una ciudad, huyan a otra. Porque les aseguro
que no terminará n las ciudades de Israel antes que venga el
Hijo del Hombre. 24Un discípulo no está sobre maestro ni un
esclavo sobre su señ or. 25Le basta al discípulo llegar a ser como
un maestro y al esclavo como su señ or. Si al señ or de la casa lo
llamaron Beelzebú . Con mayor razó n a los de su casa.>>
Hablar sin temor
Jesús los exhorta a no temer, a tener confianza (=Lc 12:2-9).
26
<<No tengan miedo a los perseguidores, pues nada hay tan
oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no
llegue a saberse. 27Lo que yo les digo en la oscuridad, díganlo a
plena luz; lo que escuchan al oído, pregó nenlo desde las
terrazas. 28No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden
matar el alma. Teman en cambio al que puede condenar alma y
cuerpo al fuego del infierno. 29Un par de gorriones no vale
mayor cosa. Y sin embargo ni uno solo cae al suelo sin que lo
disponga el Padre. 30Pero respecto a ustedes él sabe incluso
cuá ntos pelos tienen en la cabeza. 31No teman, pues. Ustedes
valen má s que todos los gorriones.
32
<<Si uno de declara a favor mío delante de los hombres, yo
me declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el
cielo. 33Pero si uno me niega delante de los hombres, también
yo lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo.

Jesús, causa división


El hecho de que muchos no aceptaran el mensaje de Jesús será motivo de
divisiones en el pueblo (=Lc 12:51-53; 14-26-27).
34
<<No piensen que vine a traer tranquilidad a la tierra, no
viene a traer tranquilidad sino separació n. 35Vine a separan al
hijo de su padre, a la hija de su madre, y a la esposa de su
suegra; 36los de su propia casa será n sus enemigos. 37El que
ama a su padre o a su madre má s que a mí, no es digno de mí. El
que ama a su hijo o a su hija má s que a mí, no es digno de mí.
38
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. 39 El que
quiera conservar su vida, la perderá , y el que la pierda por
causa de mi, la conservará .>>
Los enviados representan a Jesús
Los apóstoles participan de la misión recibida por Jesús de su
Padre y a través de ellos Jesús sigue presente en su iglesia (=Mc
9:41).
40
<<Cuando alguien los recibe a ustedes, me recibe a mí, y al
recibirme a mí, recibe al que me envío. 41El que reciba a un
profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que
reciba a un justo, recibirá recompensa de justo; 42y el que dé de
beber, aunque sea solo un vaso de agua fresca, a uno de esto
pequeñ os, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no
perderá su recompensa. >>
11 Y1
cuando terminó de dar las instrucciones a sus doce
discípulos, se fue Jesú s a enseñ ar y predicar en las ciudades de
la regió n.

VI. SECCION NARRATIVA (11:2______12:50)


Solamente una curación, en contexto polémico, se narra en esta sección.
El enfrentamiento de Jesús con la incredulidad del pueblo y
especialmente de sus dirigentes se hace cada vez más serio.
Delegación del Bautista
A los delegados de Juan el Bautista, las obras mesiánicas que realiza
Jesús deben mostrarles quién es. Jesús a su vez reconoce la misión y la
autencidad de Juan como profeta (=Lc 7:18-35)
2
Estando Juan el Bautista en la cá rcel, oyó hablar de las
obras mesiá nicas realizadas por Jesú s. Entonces mandó a unos
discípulos suyos 3 a preguntarle: <<¿Eres tú el que debía venir,
o tenemos que esperar a otro?>>
4
Jesú s les respondió :
<<Vayan a contar a Juan lo que está n oyendo y viviendo: 5los
ciegos recobran la vista, y los cojos andan; los leprosos quedan
limpios de su enfermedad, y los sordos oyen; resucitan los
muertos, y a los pobres se les anuncia la buena noticia.
6
¡Dichoso quien no se decepciona de mí!>>
7
Cuando ellos se fueron, empezó Jesú s a hablar a la gente
acerca de Juan:
<<¿Qué fueron a ver en el desierto? ¿Una cañ a sacudida por
el viento? 8¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido
delicadamente? No; los que se visten delicadamente está n en
los palacios de los reyes. 9Entonces, ¿Qué fueron a ver? ¿a un
profeta? Sin duda que sí; pero yo les digo: mucho má s que un
profeta. 10Es de él de quien dice la Escritura: ‘Yo envío a mi
mensajero delante de ti para que te prepare el camino’ [Mal
3:1]. 11Les aseguro que no ha nacido de mujer nadie má s grande
que Juan el Bautista. Y sin embargo, el má s pequeñ o en el Reino
de los cielos es má s grande que él. 12<<Desde que a pareció Juan
el Bautista hasta ahora el Reino de los cielos sufre violencia y
los violentos quieren oponérsele. 13Porque todos los Profetas,
como también la ley, profetizaron hasta que vino Juan. 14Si se
quiere, él es Elías, el que estaba por venir. 15El que tenga oídos,
que escuche.
16
<< ¿Con quién comparar esta generació n? Parecen
muchachos que se quedan sentados en la plaza quejá ndose de
sus compañ eros 17porque tocaron mú sica de bodas, y los otros
no quisieron bailar, y cantaron cantos de entierro, y los otros
no quisieron llorar. 18Pues vino Juan, que ni come ni bebe, y
dicen que el demonio lo tiene loco. 19Y vino el Hijo del hombre,
que come y bebe como todos, y dicen que es un comiló n y
borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores.
Pero esa acusació n la desmiente la sabiduría divina con sus
hechos. >>
Amenaza a tres ciudades
Rechazar el evangelio es rechazar la salvación que ofrece Dios por
medio de Jesús (=Lc 10:13-15).
20
Entonces empezó Jesú s a reprochar a las ciudades
donde había realizado la mayor parte de sus milagros el no
haberse vuelto a Dios:
21
<< ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en
Tiro y en Sidó n se hubieran hecho los milagros que hice en
ustedes, hace tiempos que hubieran vuelto a Dios, y hubieran
hecho penitencia. 22Pero yo les digo: el día del juicio les irá
mejor a Tiro y a Sidó n que a ustedes.
23
<<Y tú , Cafarnaú m, ¿crees que te levantará s hasta el
cielo?
¡Te hundirá s hasta el abismo! Si en Sodoma se hubieran hecho
los milagros que hice en ti, existiría hasta el día de hoy. 24Pero
yo les digo: en el día del juicio le irá mejor a Sodoma que a ti.>>

Exclamación de júbilo
Jesús, por su unión íntima con el Padre, es el revelador por excelencia de
Dios y de sus designios de salvación. Estas palabras recuerdan los temas
y el estilo de los discursos de Jesús en el cuarto evangelio (=Lc 10:21-22)
25
En esa ocasió n dijo Jesú s:
<<Te alabo, Padre, Señ or del cielo y de la tierra, porque si
ocultaste estas cosas a los sabios y los entendidos, las revelaste
a los pequeñ os. 26Si, Padre, porque así tuviste a bien disponerlo.
27
<<Todo me lo entregó mi Padre, y nadie conoce al Hijo
sino al Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28Vengan a mí todos
los que está n rendidos y agobiados, que yo los aliviaré.
29
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy
paciente y humilde de corazó n, y así encontrará n alivio.
30
Porque mi yugo es llevadero y mi carga liviana. >>
Discusión sobre el sábado
Las interpretaciones rabínicas de la ley sobre el sábado (Ex 20:8-11)
habían oscurecido su intención original, imponiendo restricciones
arbitrarias (=Mc 2:23-28; Lc 6:1-5)
12 Un sá bado, por aquel tiempo, atravesaba Jesú s unos
1

sembrados y sus discípulos que tenían hambre, empezaron a


arrancar espigas y comer.
2
Los fariseos, al verlo le dijeron: <<Mira: tus discípulos
hacen lo que está prohibido hacer en sá bado. >>
3
É l les respondió : << ¿No han leído lo que hizo David,
cuando él y los que estaban con él tuvieron hambre? 4Pues
entró en la casa de Dios y se comieron los panes consagrados a
Dios, que ni él ni los que estaban con él podían comer, sino solo
los sacerdotes. 5¿Y no han leído en la ley que en este día los
sacerdotes en el templo quebrantan la ley sobre él sá bado sin
cometer falta alguna?
6
<<Pues yo les digo que aquí está presente alguien má s
grande que el sá bado. 7Si hubieran entendido lo que significan
aquellas palabras: ‘Prefiero la misericordia a los sacrificios’ [Os
6:6], no hubieran condenado a gente inocente. 8Porque el Hijo
del hombre tiene poder sobre el sá bado. >>
Curación en sábado
La intención original del sábado era la de liberar al hombre, no la de
esclavizarlo (=Mc 3:1-6; Lc 6:6-11).
9
Y siguiendo su camino entró a la sinagoga. 10Habia allí
un hombre que tenía un brazo paralizado. Ellos, para tener de
que acusarlo, le preguntaron si estaba permitido curarlo en
sá bado.
11
É l les contestó : <<Si alguno de ustedes no tiene mas
que una oveja y se le cae a una zanja en sá bado, ¿no lo agarra y
la saca de allí? 12Pues una persona vale mucho má s que una
oveja. Por consiguiente, se puede hacer un beneficio en
sá bado.>
13
Entonces le dijo al hombre <<Extiende tu brazo.>>
É l lo extendió , y le quedó tan sano como el otro
Jesús siervo del Señor
Una nueva anotación del evangelista para mostrar que el deseo de Jesús
de no buscar la publicidad cumple lo dicho por el profeta Isaías sobre el
siervo del Señor.
Al salir los fariseos de la sinagoga, tomaron la
14

determinació n de dar muerte a Jesú s. 15É l, al enterarse, se retiró


de aquel lugar. Pero muchos lo siguieron, y el los curo a todos,
16
aunque les ordenó que no hablaran de él en pú blico. 17Así
debía cumplirse lo que dice el profeta Isaías:
18
<<Este es mi siervo, a quien he escogido,
Mi predilecto, en quien tengo mi complacencia.
Pondré en él mi espíritu,
Para que muestre a las naciones có mo hago justicia.
19
No disputará , no levantará la voz,
no irá vociferando por las calles.
20
No quebrará la cañ a ya doblada,
no apagará la mecha que arde débilmente.
Probará que si hago justicia;
21
y en él pondrá n su esperanza las naciones>>
[Is 42:1-4].
Acusación contra Jesús y respuesta
Los fariseos no pueden aceptar que Jesús libere a los hombres del poder
del mal y lo acusan de tener pacto con el diablo. Jesús rebate esas
acusaciones como contradictorias y hace ver a sus acusadores la
gravedad de su actitud (=Mc 3:20-30; Lc 11:14-23; 12:10)
22
Entonces le llevaron uno que, por influjo del demonio era
ciego y mudo y lo curó , de modo que podía hablar y ver.
23
Toda la gente se quedó asombrada y decía: <<¿No será este
el Hijo de David?>>
24
Los fariseos lo oyeron y dijeron: <<Este no puede expulsar
los demonios sino porque tiene pacto con el diablo, con Beelzebú .>>
25
Jesú s, conociendo lo que pensaban, les dijo:
Toda nació n dividida en partidos contrarios, se arruina y
toda cuidad dividida en grupos contrarios se destruye. 26Si Sataná s se
pone a expulsar a Sataná s, se divide. ¿Có mo podrá tenerse en pie su
dominio? 27Si yo tengo pacto con Beelzebú para expulsar los demonios,
¿sus exorcistas con quien tienen pacto? Por eso, ellos mismos será n
jueces de ustedes. 28 Pero si expulso los demonios con el Espíritu de
Dios, es que ha llegado a ustedes el Reinado de Dios. 29¿Có mo podrá
alguien penetrar en la casa de un valiente y robarle sus cosas, si antes
no lo domina. Entonces sí puede desmantelarle la casa. 30 El que no
está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo desparrama.
31
<<Por eso les digo: todo pecado y toda blasfemia tendrá n
perdó n de Dios, pero el que blasfema contra el Espíritu no tendrá no
perdó n. 32Y el que diga algo en contra del Hijo del hombre tendrá
perdó n, pero el que hable contra el Espíritu Santo no tendrá perdó n ni
en este mundo ni el venidero.>>
Por las obras se conoce la persona
(=Mt 7:17-20; Lc 6.43-45)
33
<<Si el á rbol es bueno, también su cosecha será sana. Si el
á rbol está dañ ado, la cosecha será mala. Por la cosecha se conoce el
á rbol.
34
<<Camada de víboras, ¿Có mo pueden hablar cosas buenas,
siendo malos? De lo que rebosa el corazó n, habla la boca. 35El hombre
bueno del bien que tiene guardado saca cosas buenas, y el hombre
malo del mal que tiene guardado saca cosas malas.
36
Yo les digo que toda palabra ociosa que digan los hombres dará n
cuenta en el juicio. 37Por tus palabras será s absuelto, y por tus palabras
condenado. >>
La señal de Jonás
Los escribas y fariseos piden señales espectaculares para creer en Jesús.
Aquí se interpreta <<la señal de Jonás>> en el sentido de la resurrección
de Jesús. Pero también se habla de la predicación del profeta que llevó a
los habitantes de Nínive a la conversión (=Mt 16: 1-4; Mc 8:11-12; Lc
11:29-32)
38
Entonces le dijeron a Jesú s algunos escribas y fariseos:
<<Maestro, queremos ver una señ al que te acredite. >>
39
Pero él les respondió :
<<Esta gente perversa y adú ltera pide una señ al, pero no se
le dará má s señ al que la del profeta Joná s. 40Porque así como estuvo
Joná s tres y tres noches en el estomago de la ballena, así estará el Hijo
del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra. 41La gente de
Nínive se levantará en el día del juicio junto a esta gente y la
condenará , porque ellos se convirtieron al oír la predicació n de Joná s.
42
La reina del país del sur se levantará en el día del juicio junto a esta
generació n y la condenará , porque vino de los confines de la tierra a
escuchar la sabiduría de Salomó n, y aquí está presente alguien má s
grande que Salomó n.>>
El regreso del Espíritu Maligno
Al negarse a aceptar el mensaje de Jesús, el hombre se deja invadir por el
espíritu del mal (= Lc 11:24-26)
43
<<Cuando el espíritu maligno sale de un hombre vaga por
lugares á ridos buscando reposo y no lo encuentra. 44<<Entonces dice:
‘Volveré a la habitació n de donde salí’. Al llegar, la encuentra
desocupada, barrida y arreglada. 45Y va y llama para que lo acompañ en
otros siete espíritus peores que él, y se meten allí. Así, este hombre
viene a quedar en situació n peor que al principio. Lo mismo pasará
con esta gente perversa. >>
Los verdaderos parientes de Jesús
Jesús crea nuevos vínculos de fraternidad, más fuertes que los basados
solamente en la sangre (=Mc 3:31-35; Lc 8-19-21).
46
Estando Jesú s hablá ndole a la multitud, se presentaron
fuera de la casa su madre y sus hermanos que lo buscaban para hablar
con él.47Alguien le dijo que su madre y sus hermanos estaban fuera y lo
buscaban para hablar con él.
48
Y él le contestó : << ¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos. Efectivamente, quien haga la voluntad de mi Padre
50

celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. >>


VII. SERMON EN PARABOLAS (13:1-53)
Mt reúne es este sermón siete parábolas que ilustran el misterio del
Reinado de Dios e invitan al hombre a aceptarlo.
Parábola del sembrador
Lo que sucede con la semilla que cae en diversos tipos de terreno, sirve
para ilustrar lo que pasa con la palabra de Dios en el corazón humano
(=Mc 4:1-9; Lc 8:4-8).

13 Aquel día, salió Jesú s de casa y se sentó a la orilla del


1

lago. Y acudió a él una multitud tan grande, que tuvo que


2

subirse a una barca; se sentó , y toda la gente se quedó de pié en


la playa. 3É l les dijo muchas cosas en pará bolas como esta:
<<Una vez salió un sembrador a sembrar. 4Y al
sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, y
vinieron los pá jaros y se la comieron.
5
<<Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no
tenía tierra suficiente, y como la tierra era poco profunda, las
plantas quedaron expuestas demasiado pronto. 6 Y al salir el
sol, las quemó , y como no tenían raíces, se secaron.
7
<<Otra parte cayó entre zarzas, que crecieron y la
ahogaron.
8
Y otra parte cayó en tierra fértil y fue dando fruto, del
ciento, del sesenta o del treinta por uno. 9¡El que tenga oídos,
que oiga!>>

¿Por qué habla en parábolas?


La incredulidad de gran parte del pueblo fue un misterio para la
iglesia. Se trata de entenderla con la ayuda de los dichos
proféticos como el de Isaías. La intención original de las
parábolas no era la de hacer más difícil la inteligencia del
mensaje. Ellas podían tomarse quizás como pretexto (=Mc 4:10-
12; Lc 8:9-10).
10
Entonces se le acercaron los discípulos y le
preguntaron: << ¿Por qué les hablas en pará bolas?>>
11
É l les respondió :
Porque a ustedes dios les ha concedido conocer los
misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. 12Así, al que
tiene, le dará n má s y tendrá de sobra; pero al que no tiene, le
quitaran hasta lo que tiene. 13Si les hablo en pará bolas, es
porque mirando no ven y escuchando no oyen ni
entienden.14En ellos se cumple la profecía de Isaías que dice:
‘Por má s que escuchen, no entenderá n; por má s que miren, no
verá n. 15Porque la mente de este pueblo está embotada, son
duros de oído, han cerrado los ojos, para no ver con los ojos, ni
oír con los oídos ni entender con la mente. No quien convertirse
y que yo los cure’ [Is 6:9-10]
16
<<Dichosos, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven y
sus oídos, porque oyen. 17Les aseguro que muchos profetas y justos
anhelaron ver lo que ustedes está n mirando, y no lo vieron, y oír lo que
está n oyendo, y no lo oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador

Este texto hace una aplicación en sentido alegórico, explicando


cada detalle de la parábola (=Mc 4:13-20; Lc 8:11-15)
18
<<Escuchen, pues, lo que significa la pará bola del
sembrador: 19Cuando uno escucha el anuncio del Reinado de
Dios y no lo entiende, es porque viene el Maligno y se lleva lo
que ha sido sembrado en su mente. Este es el terreno al borde
del camino.
20
<<El terreno pedregoso es el que escucha esa palabra
y la acepta enseguida con alegría, 21pero no tiene raíces, sino
que es inconstante; y apenas llega una tribulació n o
persecució n a causa de la palabra, sucumbe.
22
<<El terreno lleno de zarzas es el que escucha esa
palabra, pero las preocupaciones de esta vida y la seducció n de
las riquezas ahogan la palabra, y se queda estéril.
23
Por ú ltimo, la tierra fértil es el que escucha la palabra
y la entiende; este sí da fruto: produce el ciento, el sesenta o el
treinta por uno. >>
Parábola del trigo y la mala hierba
Otra parábola tomada de la agricultura. Hay que esperar hasta
el momento de la cosecha.
24
luego les propuso Jesú s otra pará bola:
<<Al reino de los cielos le sucede lo que a la buena semilla que
un hombre sembró en su campo. 25Cuando todos dormían, vino
un enemigo y sembró mala hierba en medio del trigo y se fue.
26
Así que cuando creció el trigo y dio espigas, apareció también
la mala hierba. 27Entonces fueron los trabajadores y le dieron al
patró n: ‘Señ or, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Por
qué hay mala hierba?’ 28É l les respondió : ‘Eso lo hizo algú n
enemigo’. Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancar la
mala hierba?’ 29Pero él les contestó : No, no vaya a ser que al
arrancar la mala hierba arranquen también el trigo.
30
dejenlos crecer juntos hasta la cosecha. Cuando llegue el
momento de la cosecha. Encargaré a los segadores que
arranquen primero la mala hierba, la aten en gavillas y la
quemen, y que el trigo lo guarden en mis silos’. >>
Parábolas de la mostaza y la levadura
Estas pará bolas se refieren a los comienzos humildes del
Reinado de Dios, pero también al crecimiento seguro (=Mc
4:30-32;Lc 13.18-21)
31
Tambien les propuso esta otra pará bola:
<<Con el Reino de los cielos pasa lo mismo que con el
grano de mostaza que uno siembra en su huerta. 32Aunque es la
má s pequeñ a de todas las semillas, cuando crece la planta, es la
mayor de toda la huerta y llega a ser un á rbol, hasta el punto de
que vienen los pá jaros a descansar en sus ramas.>>
33
Tambien les dijo esta otra pará bola:
<<Con el Reino de los cielos pasa lo mismo que con la
levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres artesas de
harina, hasta que toda la masa se fermentó . >>
Sobre el uso de las parábolas
Explicación de tipo alegórico de la parábola.
36
Entonces se retiró de la multitud y regresó a casa. Sus
discípulos se le acercaron y le dijeron. <<Explícanos la pará bola
de la mala hierba en el campo
37
É l les respondió :
<<El que siembra la buena semilla es el Hijo del
hombre. 38El campo es el mundo. La buena semilla son los
ciudadanos del Reino de los cielos. La mala hierba son los
seguidores del Maligno. 39El enemigo que la sembró es el diablo.
La cosecha es el fin de los tiempos, los segadores son los
á ngeles. 40Como se arranca la mala hierba y se quema en el
fuego, así sucederá al fin de los tiempos. 41El hijo del hombre
enviará a sus á ngeles, y ellos recogerá n de su Reino de su
Padre, ¡El que tenga oídos que oiga!>>
Parábolas del tesoro, de las perlas y de la pesca
Las dos primeras parábolas se refieren al valor supremo del reino
de Dios, ante el cual lo demás es secundario. La tercera se refiere
a la consumación del Reino al final de los tiempos.
44
<<Con el Reino de los cielos sucede como un tesoro
escondido bajo tierra, que un hombre encontró , lo volvió a
esconder y de la alegría fue y vendió todo lo que tenía para
comprar aquel terreno.
45
<<También pasa con el Reino de los cielos lo que pasó
con un comerciante que buscaba perlas finas. 46Al encontrar
una de mucho valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró .
47
<<Finalmente, sucede con el Reino de los cielos lo
que sucedió cuando unos pescadores echaron su red al lago y
recogieron toda clase de pescado. 48Cuando estuvo llena, la
sacaron a la playa, se sentaron y reunieron el pescado bueno en
canastos y el malo lo tiraron. 49Así sucederá al fin de los
tiempos. Saldrá n los á ngeles y separan a los malos de los justos
50
y los echará n al horno encendido. Allí será el llanto y la
desesperació n. >>
Cosas nuevas y viejas
La enseñanza de Jesús, siendo nueva, no rompe con las
enseñanzas de los profetas y sabios de Israel.
51
<< ¿entendieron todo esto?
52
Ellos respondieron que sí.
Entonces les dijo Jesú s:
<<Como ven, todo escriba que se ha hecho discípulo
del Reino de los cielos se paree a n dueñ o de casa que va
sacando de sus cofres cosas nuevas y viejas. >>
53
Y cuando terminó Jesú s de decir todas esas pará bolas,
se fue a otro lugar. >>
VII. SECCION NARRATIVA (13:54 _______ 17:27)
Se reú nen aquí diversos hechos de Jesú s. Jesú s es reconocido
como Mesías por sus discípulos, pero al anunciarles la pasió n y
la resurrecció n, corrige las ideas que tenían sobre su misió n
mesiá nica.
Jesús despreciado en Nazaret
Los propios compatriotas de Jesús no creen en él. Por eso,
tampoco participan de las manifestaciones del poder de Dios
(=Mc 6:1-6; cf. Lc 4:16-30).
54
Fue a su patria y se puso a enseñ ar en la sinagoga. La
gente asombrada, decía: <<¿De dó nde habrá sacado este
hombre tanta sabiduría y tal poder? 55¿No es este el hijo del
carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos
Santiago, José, Simó n y Judas? 56¿No está n todas sus hermanas
aquí con nosotros? ¿De dó nde habrá sacado este hombre todo
eso?>>
57
Y no podían creer en él Jesú s, entonces, les dijo:
<<Só lo en su tierra y en su propias casa se queda sin honores
un profeta. >> 58Y no hizo allí muchos milagros por la falta de fe
de aquella gente.
Discusión sobre las tradiciones
Para los fariseos, las tradiciones que se habían formado a lo
largo de los siglos tenían igual importancia que la misma Ley.
Algunas de ellas se habían convertido en ocasión de dejar a un
lado las obligaciones importantes de la ley. En especial, se había
desarrollado las tradiciones sobre la pureza legal. Jesús antepone
a ella la pureza moral (=Mc 7:1-23).
15 1
Entonces se le acercaron a Jesú s algunos fariseos y
escribas de Jerusalén y le dijeron: 2<<¿Por qué tus discípulos
quebrantan la tradició n recibida de los antiguos? Pues no se
lavan las manos antes de comer. >>
3
Jesú s les respondió :
<<Y ustedes, ¿por qué quebrantan el mandamiento de
Dios por seguir sus propias tradiciones? 4Porque Dios dijo:
‘Honra a tu padre y a tu madre’ [Ex 20:12] y también: ‘El que
maldiga a su padre o a su madre, debe ser condenado a muerte’
[Ex 21:17]. 5 Y ustedes dicen que aunque uno tenga bienes con
que socorrer a su padre o a su madre, si les declarara que esas
cosas está n consagradas a Dios, 6ya no puede honrarlos. Así
anulan el mandamiento de Dios por su propia tradició n.
7
<< ¡Hipó critas! ¡Qué bien dijo de ustedes el profeta
Isaías: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazó n
8‘

está lejos de mí. 9el culto que me dan es vacío, las leyes que
enseñ an son invenciones humanas’ [Is 29:13].
10
É l, llamado a la multitud, le dijo:
<< ¡Escuchen y entiendan’! 11No es lo que entra por la
boca lo que lo hace a uno impuro; es lo que sale de la boca lo
que lo hace impuro. >>
12
Entonces se le acercaron los discípulos y le dijeron:
<<¿Sabes que los fariseos, al oír eso, se ofendieron?>>
13
Pero él les respondió :
<<Todo sembrado que no fue plantado por mi Padre
celestial será arrancado de raíz. 14Déjenlos. Son ciegos que
guían a ciegos, y si un ciego guía a otro ciego, ambos caen al
hoyo.>>
15
Pedro tomó la palabra y le dijo: <<Explícanos lo que
acabas de decir. >>
16
É l les dijo:
<< ¿De manera que todavía no son capaces de
entender? 17¿No se dan cuenta de que todo lo que entra por la
boca pasa al estó mago y va a parar a la letrina? 18En cambio, lo
que sale de la boca, sale del corazó n, y eso es lo que lo hace a
uno impuro. Comer sin purificarse las manos no lo hace
impuro. >>
Liberación de la hija de una cananea
Una mujer pagana pide a Jesús un favor para su hija enferma.
Aunque la misión de Jesús está orientada al pueblo de Israel, la fe
de esta mujer logra que él libre a su hija del mal (=Mc 7:24-30)
21
Salío Jesú s y se fue a la regió n de Tiro y Sidó n. 22Y una
mujer cananea, de aquellos lugares, salió al camino y se puso a
gritar: << ¡Ten compasió n de mí, Señ or, Hijo de David! Tengo
una hija atormentada por el demonio. >>
23
Pero Jesú s nada respondió . Entonces se acercaron los
discípulos y empezaron a insistirle: <<Atiéndela, que sigue
gritando detrá s de nosotros. >>
24
Pero él respondió : <<Yo he sido enviado solamente
para las ovejas perdidas del pueblo de Israel. >>
25
Ella los alcanzó y se postró delante de él diciendo: <<
¡Señ or, ayú dame!>>
26
É l le contestó : <<No está bien quitarles el pan a los
hijos y dá rselos a los perros. >>
27
Pero ella replicó : <<Así es, Señ or, pero los perros
también comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
>>
28
Entonces le respondió Jesú s: << ¡Mujer, qué grande es
tu fe! Que se cumpla lo que deseas. >>
Y desde esa misma hora quedó curada su hija.
Numerosas curaciones
29
Y partiendo de allí, se dirigió Jesú s a las orillas del
lago de Galilea, subió a la parte montañ osa y se sentó allí.
30
Entonces acudió a él una gran multitud que llevaba cojos,
ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos y los
dejó a los pies de Jesú s, y él los sanó . 31La multitud quedó
maravillada al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados,
caminar a los cojos y con vista a los ciegos, y alabaron al Dios de
Israel.
Segunda multiplicación de panes
Véase lo dicho a propósito de Mt 14:13-21 (=Mc 8:1-10)
32
Jesú s llamó entonces a sus discípulos y les dijo: <<Me
da lá stima de esta gente, porque hace ya tres días que está n
conmigo y no tienen que comer. No quiero despacharlos en
ayunas, no sea que se desmayen por el camino. >>
33
Los discípulos le respondieron: <<¿Y de dó nde vamos
a sacar pan en este lugar tan despoblado para que coma tanta
gente?>>
34
Jesú s les preguntó cuá ntos panes tenían. Ellos
respondieron que siete y unos pocos pescaditos
35
Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo,
36
Tomó los siete panes y los pescados, dio gracias a Dios, los
partió y se los iba dando a sus discípulos, y ellos a la multitud.
37
Y todos comieron y quedaron satisfechos. Y con los
pedazos que sobraron llenaron siete cestos. 38Los que comieron
eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres ni a los niñ os.
39
Y despidiendo a la gente subió a la barca y pasó a la regió n de
Magadá n.
La señal de Jonás
Véase lo dicho a propósito de Mt 12:38-42 (=Mt 12:38-42; Mc
8:11-13; Lc 12:54-56)
16 1
Se le acercaron los fariseos y a los saduceos para ponerlo
en aprietos y le pidieron que hiciera un prodigio que lo
acreditara como enviado de Dios.
2
Jesú s les respondió :
<<Por la tarde dicen ustedes: ‘Tendremos buen tiempo,
porque hay arreboles’, 3y por la mañ ana: ‘Hoy habrá lluvias,
porque el cielo está rojizo y nublado’. Saben distinguir el
aspecto del cielo, ¿y no pueden distinguir las señ ales del
momento crucial en que estamos? 4Esta gente perversa y
adú ltera pide una señ al, pero no se le dará má s señ al que la de
Joná s.>>. Y dejá ndolos se fue de allí.
La levadura de los fariseos y los saduceos
Los discípulos van comprendiendo poco a poco las palabras de
Jesús. La <<Levadura de los fariseos y los saduceos>> sirve de
metáfora para referirse a su doctrina y manera de vivir (=Mc
8:14-21; Lc 12:1)
5
Cuando llegaron a la otra orilla, vieron los discípulos
que se habían olvidado de llevar provisiones.
6
Jesú s les dijo: << ¡Mucho cuidado con la levadura de
los fariseos y de los saduceos!>>
7
Pero ellos solo pensaban en que se habían olvidado de
las provisiones.
8
Al darse cuenta Jesú s, les dijo: <<Hombres de poca fe,
¿Por qué los preocupa tanto no tener provisiones? 9¿No
entienden? ¿Ya no se acuerdan de los cinco panes que
repartieron a los cinco mil y de cuantos canastos recogieron, 10y
de los siete panes que repartieron a los cuatro mil y de cuantos
canastos recogieron? 11¿Có mo no entienden todavía que no me
refería al pan material? De lo que tienen que cuidarse es de la
levadura de los fariseos y los saduceos. >>
12
Entonces comprendieron que no quería decirles que
se cuidaran de la levadura con que se hace el pan, sino de la
enseñ anza de los fariseos y los saduceos
Profesión de Pedro
Pedro, en nombre de sus compañeros, profesa su fe en la
mesianidad de Jesús. A su vez, Jesús promete a Pedro un lugar
fundamental en la iglesia, que incluye una especial autoridad y
responsabilidad (=Mc 8-27-30; Lc 9:18-21; cf. Jn 6:66-69).
13
Yendo Jesú s de camino a la regió n de Cesá rea de
Filipo, les preguntó a sus discípulos: << ¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?>>
14
Ellos respondieron: <<Unos dicen que Juan el
Bautista, otros dicen que Elías y otros que Jeremías o alguno de
los profetas. >>
15
É l les preguntó : <<Y ustedes, ¿Quién dicen que soy
yo?>>
16
Simó n Pedro le contestó :<<Tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios vivo. >>
17
Jesú s le dijo: << ¡Dichoso tú , Simó n hijo de Joná s!,
porque eso no te lo reveló la naturaleza humana sino mi Padre
que está en el cielo. 18Y yo a mi vez te digo: Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y ni el reino de la muerte
la derrotará . 19Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; lo
que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates
en la tierra, quedará desatado en el cielo. >>
20
Entonces les mandó a los discípulos que no dijeran a
nadie que él era el Mesías.
Primer anuncio de la pasión
Jesús debe realizar su misión mesiánica de manera muy distinta
de cómo la esperaban todos, incluidos sus discípulos: a través de
la muerte y resurrección. Este camino no es solo para él; deben
compartirlo los que quieran seguirlo (=Mc 8:31 _____9:1; Lc 9:22-
27)
21
Desde entonces empezó Jesú s a explicar a sus
discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de
los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas del sanedrín,
padecer la muerte y resucitar al tercer día.
22
Pedro lo llamó aparte y empezó a ponerle reparos. Le
decía: << ¡Jamá s, Señ or! Eso no puede suceder. >>
23
Jesú s se volvió y le dijo: <<Déjame seguir mi camino,
Sataná s! Me estorbas, porque tus ideas no son las de Dios sino
la de los hombres. >>
24
Y luego les dijo a sus discípulos: <<Si alguien quiere
venir conmigo, renuncie a sí mismo, cargue su cruz y sígame.
25
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá ; pero el que la
pierda por mí, la conservará . 26¿De qué le sirve a uno ganar el
mundo entero si pierde la vida? ¿Con qué podrá pagar uno su
vida? 27Porque va a venir el Hijo del hombre con la gloria de su
Padre, rodeado de sus á ngeles, y entonces pagará a cada cual
segú n lo que haya hecho. 28Yo les aseguro que algunos de los
aquí presentes no probaran la muerte antes de ver al Hijo del
hombre venir en su realeza. >>
Transfiguración de Jesús
En Jesús se hace presente la gloria de Dios, la manifestación de su
poder salvador, que ya había empezado a manifestarse en la
primera alianza, representada Por Moisés y Elías. Él es el Hijo, a
quien hay que escuchar (=Mc 9:2-13; Lc 9:28-36).
17 1
Seis días después llamó a Jesú s a Pedro, a Santiago y a
Juan su hermano, y los llevó a un monte alto y apartado. 2Y se
transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el
sol y su vestido se volvió blanco como la luz. 3Y de pronto se les
aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con Jesú s.
4
Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesú s: <<Señ or, ¡Qué
bueno que estemos nosotros aquí! Si quieres, hago aquí tres
enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. >>
5
Todavía estaba él hablando, cuando apareció una
nube luminosa que se posó sobre ellos. Entonces se oyó una voz
que salía de la nube y decía: <<Este es mi Hijo muy querido, en
quien tengo mi complacencia. Escú chenlo .>>
6
Al oír esto los discípulos, se postraron en el suelo,
llenos de temor. 7Jesú s se acercó , los tocó y les dijo:
<<Levá ntense, no tengan miedo.
8
Y al levantar la vista, no vieron a nadie má s que a
Jesú s.
9
Cuando bajaban del monte, les ordenó Jesú s que no
contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del
hombre resucitara de entre los muertos.
10
Los discípulos entonces le preguntaron a Jesú s: <<
¿Por qué dicen que los escribas que primero debe venir Elías?
>>
11
É l les respondió : <<Elías viene para restaurarlo todo.
12
Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que
hicieron con él lo que quisieron. Así también el Hijo del hombre
está a punto de padecer a manos de esa misma gente. >>
13
Entonces comprendieron los discípulos que se refería
a Juan el Bautista.
Liberación de un niño endemoniado
La liberació n del poder del demonio (probablemente, una
enfermedad de tipo epiléptico) solo es posible mediante la fe
(=Mc 9:14-29; Lc 9:37-43ª)
14
Al volver ellos a juntarse con la multitud, se le acercó
un hombre que se puso de rodillas ante él 15y le dijo: <<Señ or,
ten compasió n de mi hijo que es luná tico y sufre mucho. Varias
veces ha caído en el fuego y en el agua. 16Yo se lo traje a tus
discípulos, pero no pudieron curarlo. >>
17
Jesú s respondió : << ¡Ah, gente incrédula y extraviada!
¿Cuá nto tiempo estaré todavía con ustedes? ¿Hasta cuá ndo
tendré que soportarlos? Trá iganmelo aquí. >>
18
Jesú s le dio una orden, y el demonio salió del
muchacho, el cual quedó sano desde aquél momento.
19
Entonces se le acercaron los discípulos a Jesú s y le
dijeron en privado: <<¿Por qué nosotros no pudimos
expulsarlo?>>
20
É l les respondió : <<Por su poca fe. En efecto, yo les
aseguro que si tienen una fe tan grande como un granito de
mostaza le dirá n a este monte que se pase de u lugar a otro, y se
pasará . Nada les resultará imposible. >> <21>
Segundo anuncio de la pasión
Jesús tiene muy claro el camino que ha de seguir, que pasa por la
muerte (=Mc 9:30-32; Lc 9:43b-45)
22
Mientras caminaba Jesú s con sus discípulos por
Galilea, les dijo: <<El Hijo del hombre va a ser entregado en
manos de sus enemigos 23y lo van a matar, pero al tercer día
resucitará . >>
Ellos se pusieron muy tristes.
El pago del impuesto para el templo
Jesús no busca privilegios humanos
24
Al llegar a Cafarnaú m, los que cobraban el impuesto
de dos dracmas para el templo se le acercaron a Pedro y le
preguntaron: <<¿Su maestro no paga el impuesto para el
templo?>>
25
É l respondió que sí.
Cuando entraron a la casa, se le adelantó Jesú s a
preguntarle a Pedro: << ¿Qué piensas tú , Simó n? ¿Los reyes de
este mundo a quiénes les cobran impuestos y contribuciones: a
sus ciudadanos o a los extrañ os?>>
Jesú s añ adió : <<Por consiguiente, los ciudadanos está n
libres. 27Pero para no darles motivo de ofensa, ve al lago, echa el
anzuelo y saca el primer pescado que pique; á brele la boca y
encontrará s una moneda de cuatro dracmas. Tó mala y dá sela a
ellos por mí y por ti. >>
IX. SERMON ECLESIASTICO (18:1______ 19:2)
En este sermón se reúnen diversas enseñanzas de Jesús sobre la
vida de la comunidad.
¿Quién es el más grande en el Reino?
La ambición no cabe en el Reino de Dios. Por eso Jesús pone a sus
discípulos el ejemplo de los niños (=Mc 9:33-37; Lc 9:46-48).
18 1
En esa ocasió n se le acercaron a Jesú s los discípulos
y le preguntaron: << ¿Quién es el má s grande en el Reino
de los cielos? >>
2
Jesú s llamo un niñ o, lo puso en medio de ellos 3y
dijo; <<Yo les aseguro que si no cambian y se hacen como
niñ os, no entraran al Reino de los cielos. 4El que se haga
tan pequeñ o como este niñ o, ese es el má s grande en el
Reino de los cielos. 5Y quien reciba un niñ o así en mi
nombre, me recibe a mí. >>
Sobre incitar al pecado
Con una exageración deliberaba Jesús pondera la gravedad de incitar a
otros a pecar. Y también con imágenes deliberadamente exageradas
inculca la necesidad de renunciar a todo aquello que pude separarnos de
Dios y de nuestro destino eterno (= Mc 9:42-48; Lc 17:1-2).
<<Si alguien hace pecar a uno de estos pequeñ os
6

que creen en mí, má s vale que le colgaran al cuello una de


esas ruedas de piedra que tienen los molinos, y lo
hundirá n en lo profundo del mar. 7¡Ay del mundo a causa
de los que incitan a pecar! Es inevitable que esto suceda,
pero, ¡ay de aquel que incita a otros a pecar! 8Si tu mano
o tu pie te hacen pecar, có rtatelos y tíralos lejos. Má s vale
entrar manco o cojo a la vida que con ambas manos y
ambos pies ir a parar al fuego eterno. 9Y si es tu ojo el que
hace pecar, sá catelo y tíralo lejos. Má s vale entrar tuerto a
la vida que con ambos ojos ser arrojado al fuego del
infierno. >>
Parábola de la oveja perdida
Esta parábola se aplica en Mt a la estima que tiene Dios de todos los
miembros, aun los más pequeños de la comunidad (= Lc 15:3-7)
10
<<Cuidado con despreciar a uno de estos pequeñ os.
Yo les aseguro que sus á ngeles en el cielo está n continuamente
en la presencia de mi Padre celestial. <11>
12
<< ¿Qué creen que hace un hombre que tiene cian
ovejas, y se le pierde una? ¿No es verdad que dejara las noventa
y nueve en la montañ a y se irá en busca de la oveja perdida? 13Y
si la encuentra, yo les aseguro que se alegra má s por ella que
por las noventa y nueve que no se habían perdido. 14De igual
manera, el deseo de su Padre celestial es que no se le pierda ni
un solo, por pequeñ o que sea. >>
Corrección fraterna
La vida eclesial implica el que todos nos hagamos responsables del bien
de los demás. La autoridad dentro de la comunidad es reconocida por
Dios. Él se hace presente en la comunidad de hermanos (= Lc 17:3).
<<Si un hermano tuyo comete algú n pecado contra ti,
15

habla con él a solas y hazles ver su falta. Si te hace caso, ganaste


a tu hermano. 16Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos,
para proceder como dice la Escritura: ‘Todo litigio se arreglará
con el testimonio de dos o tres personas’ [Dt 19:15]. 17Si
tampoco a ellos les hace caso, se lo dirá s a la comunidad, hará s
de cuenta que es un pagano o un pecador pú blico.
<<Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la
18

tierra, quedara atado en el cielo, y todo lo que desaten en la


tierra, quedara desatado en el cielo. 19Ademas les aseguro que
si dos de ustedes, aquí en la tierra, se ponen de acuerdo para
pedirle una gracia, mi Padre que está en el cielo se la concederá .
20
Porque donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos. >>
Parábola de uno que no tuvo compasión
Si Dios nos perdona nuestros pecados, también nosotros debemos
perdonar a nuestros hermanos.
21
Pedro entonces se le acercó y le dijo: <<Señ or, ¿cuá ntas
veces debo perdonar a un hermano que me ofenda? ¿Hasta
siete veces? >>
22
Jesus le respondió :
<<No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete
veces. 23En cuanto al perdó n, el Padre celestial ejerce su poder
como el rey que quiso pedir cuentas a sus funcionarios. 24Para
comenzar le presentaron uno que le debía sesenta millones de
denarios. 25Y como no tenía con que pagarle, mando al rey que
lo vendieran a él, a su mujer y a sus hijos y todo lo que tenía,
para que le pagara. 26Pero el funcionario cayó de rodillas ante
el rey y le dijo: ‘Ten paciencia conmigo, y te lo pagare todo’. 27El
rey se compadeció de él, lo dejo libre y le perdono la deuda.
28<<Pero al salir ese funcionario se encontró con un
compañ ero que le debía cien denarios, y agarrá ndolo del cuello
quería estrangularlo y le decía: ‘Pá game lo que me debes’. 29El
compañ ero cayo a sus pies y empezó a rogarle: ‘Ten paciencia
conmigo, y te lo pagaré’. 30Pero el otro no quiso, si no que fue y
lo hizo meter a la cá rcel hasta que le pagara lo que debía.
31<<Sus demá s compañ eros, al ver lo sucedió , se dolieron
muchísimo, y fueron a contarle a su señ or todo lo ocurrido.
32Entonces el rey lo mandó a llamar y le dijo: ‘Funcionario
despiadado, yo te perdone toda aquella deuda, porque tú me lo
suplicaste. 33¿No era ló gico que tú también tuvieras compasió n
de tu compañ ero, como yo la tuve de ti? 34Y el rey lleno de ira,
se lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
35Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada
uno no perdona a su hermano de todo corazó n. >>
19 Y cuando termino Jesú s su discurso, salió de Galilea y se
1

fue a la regió n cercana a Judea, al otro lado del Jordá n. 2Y lo


seguían grandes multitudes, y él curó allí a los enfermos.
X. SECCION NARRATIVA (19:3—23:39)
Diversos hechos de Jesús, quien llega a Jerusalén; allí tiene varios
enfrentamientos con las autoridades.
Sobre el divorcio
Jesús recurre a la intención original de Dios, manifestaba en el relato de
la creación (Gn 2:24), que habla de un esposo y una esposa, unidos para
siempre, para afirmar la indisolubilidad del matrimonio (véase también
Mt 5:31-32). Por otra parte es posible renunciar al matrimonio por amor
al Reino de Dios (= Mc 10:1-12; Lc 16:18; cf. Mt 5:31-32; 1 Co 7:7-11).
Se acercaron a Jesú s unos fariseos y para ponerlo en
3

aprietos le preguntaron si un hombre podía divorciarse de su


mujer por cualquier motivo.
El les respondió : << ¿No han leído que el Creador, al
4

principio, ‘los hizo hombre y mujer’ [Gn 1:27], 5y luego añ adió :


‘Por eso, el esposo deja a su padre y a su madre y se une a su
esposa, y los dos llegan a ser una sola carne’ [Gn 2:24]? 6De
manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por
consiguiente, lo que Dios unió no debe separarlo el hombre. >>
7
Ellos le preguntaron: <<Entonces, ¿Por qué Moisés mandó
dar el certificado de divorcio y despachar a la mujer? >> [Dt
24:1,3]
8
É l les respondió : <<Moisés, por la dureza de su corazó n, les
permitió divorciarse de sus mujeres, pero no era así desde el
principio. 9Pero yo les digo que el que se divorcia de su mujer –
a no ser en el caso de unió n carnal ilegítima --, y se casa con
otra, comete adulterio. >>
10
Los discípulos le dijeron: <<Si esa es la situació n del
hombre con la mujer, má s vale no casarse. >>
11
Pero él les respondió : <<No todos con capaces de entender
lo que les voy a decir, si no aquellos a quienes Dios se lo
concede. 12Algunos no pueden casarse por incapacidad natural,
a otros se lo impusieron los hombres a la fuerza; pero otros
voluntariamente renuncian a casarse por amor al Reino de los
cielos. Quien pueda entender, que entienda. >>
Jesús bendice a los niños
Jesús no solo acoge a los niños, sino que les pone como ejemplo de
alguien que lo acepta todo como gracia (= Mc 10:13-16; Lc 18:15-17).
Entonces le trajeron a Jesú s unos niñ os para que les
13

impusiera las manos y orara por ellos, pero los discípulos


reprendieron.
14
Jesus entonces les dijo: <<Dejen a los niñ os, no les impidan
que vengan a mí, porque el Reino de los cielos pertenece a los
que son como ellos. >>
15
Y después de imponerles las manos se fue de allí.
El joven rico
El seguimiento de Jesús es la forma de amar a Dios y al prójimo de
manera perfecta. Pero este joven prefiere sus riquezas a seguir a Jesús,
que lo invita a dejarlo todo y dárselo a los pobres. Por otra parte, solo la
gracia de Dios puede transformar los corazones humanos. El que lo deja
todo por Jesús, encuentra en él todas las riquezas (cf. Flp 3:7-9) (= Mc
10:17-31; Lc 18:18-30).
16
En esas se le acerco uno a Jesú s y le preguntó : <<Maestro,
¿Qué cosa buena debo hacer para obtener la vida eterna? >>
17
É l le respondió : << ¿Por qué me preguntas sobre lo bueno?
Bueno no hay sino uno solo. Pero si quieres entrar a la vida,
guarda los mandamientos. >>
18
É l le preguntó : << ¿Cuá les? >>
Jesú s le respondió : <<No mataras. No cometerá s adulterio.
No robaras. No dará s falso testimonio. 19Honra a tu padre y a tu
madre y ama a tu pró jimo como a ti mismo>> [Ex 20:12-16; Lv
19:18].
20
El joven le respondió :<<Todo eso lo he cumplido. ¿Qué
má s me falta? >>
21
Jesú s les dijo: <<Si quieres amar perfectamente, ve y vende
tus bienes y da el dinero a los pobres; así tendrá s un tesoro en
los cielos. Luego ven y sígueme. >>
22
El joven, al oír esto, se fue entristecido, porque tenía
muchas posesiones.
23
Entonces dijo Jesú s a sus discípulos: <<Yo les aseguro:
difícilmente entrara un rico al Reino de los cielos. 24Mas aú n,
les digo que es má s fá cil que un camello pase por el ojo de una
aguja que el que un rico al Reino de Dios. >>
25
Al oír esto los discípulos se llenaron de asombro y dijeron:
<<Entonces, ¿Quién puede salvarse? >>
26J
esú s se quedó mirá ndolos y les dijo: <<Para los hombres
esto es imposible, pero para Dios todo es posible. >>
27
Entonces intervino Pedro y le dijo: <<Mira: nosotros lo
hemos dejado todo por seguirte. ¿Qué recibiremos por esto?>>
28
Jesus les dijo: <<Pues yo les aseguro: cuando todo se
renueve y el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria,
ustedes, los que me han seguido, se sentaran también en doce
tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29Y todo el que
deje casa, hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o
tierras, por mi causa, recibirá cien veces má s y tendrá en
herencia la vida eterna. 30Los primeros quedaran de ú ltimos y
los ú ltimos de primeros. >>
Parábola de los obreros de la viña
La soberanía de Dios se muestra en el carácter gratuito del
llamamiento y del premio. El hombre no puede poner exigencias
a Dios, sino agradecer sus dones.
20 <<Con el Reino de los cielos sucede lo que sucedió con un
1

patró n qué salió muy de mañ ana a contratar obreros para su


viñ a. 2Convino con ellos en pagarles un denario al día y los
mandó a su viñ a. 3 A las nueve de la mañ ana salió a la plaza y
encontró a otros sin hacer nada, 4y les dijo: ‘Vayan también
ustedes a mi viñ a, y yo les daré lo que sea justo’. 5Y ellos fueron.
Salió de nuevo a medio día y a las tres de la tarde e hizo otro
tanto. 6 A eso de las cinco de la tarde salió otra vez y encontró
algunos ahí parados. É l les preguntó : ‘¿Por qué se quedaron
aquí todo el día sin hacer nada?,’ 7Ellos le respondieron:
‘Porque nadie nos contrato?. É l les dijo: ‘Vayan también ustedes
a mi viñ a’.
8
<<Al anochecer, le dijo el patró n a su mayordomo:
‘Llama a los obreros y pá gales el jornal, comenzando por los
ú ltimos y terminando por los primeros’. Vinieron, pues, los que
habían llegado a esos de las cinco de la tarde y recibieron du
denario. 10Y al llegar los primeros pensaron que iban a recibir
má s. Pero cada uno recibió también un denario. 11Al recibirlo,
empezaron a protestar contra el patró n 12y le decían: ‘Estos
ú ltimos solo trabajaron una hora, y los trataste lo mismo que a
nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor’. 13É l le
respondió a uno de ellos. ‘Amigo, no soy injusto contigo. ¿No
habíamos convenido en que te pagaría un denario? 14Toma tu
denario y vete. Pero yo quiero darle a este que llegó de ú ltimo
lo mismo que a ti. 15¿Acaso no soy libre para hacer lo que quiera
en mis asuntos? ¿O tienes envidia de que yo sea generoso?’
16
<<Así los ú ltimos quedará n de primeros y los
primeros de ú ltimos. >>
Tercer anuncio de la pasión
Jesús acepta consiente y libremente el destino que lo espera. Él
sabe que ese es el camino por el que llegará a la nueva vida (=Mc
10.32-34; Lc 18:31-34)
17
Cuando estaba a punto de subir a Jerusalén, llamó
Jesú s a sus doce discípulos aparte, y el Hijo del hombre será
entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo
condenará n a muerte 19y lo entregaran a los paganos para que
se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen. Pero al tercer día
resucitará . >>
Petición para dos apóstoles
Los discípulos de Jesús siguen pensando en privilegios humanos.
Pero la solidaridad con Cristo debe mostrarse antes de aceptar la
humillación y la muerte. El único privilegio que debe existir entre
los discípulos es el de servir a los demás con generosidad como
Jesús (=Mc 10:35-45)
20
Entonces se le acercó la madre de los hijos de
Zebedeo con sus dos hijos, y se postró ante él para hacerle una
petició n. 21Jesú s le preguntó qué quería.
Ella le dijo: <<Haz que, cuando estés en tu reino, se
sienten estos dos hijos míos uno a tu derecha y otro a tu
izquierda >>
22
Pero Jesú s respondió : <<No saben lo que piden. ¿Son
capaces de pasar el trago amargo que yo debo pasar?>>
Ellos contestaron que sí.
23
Jesú s les dijo: <<El trago amargo que yo voy a pasar,
lo pasaran. Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no
me corresponde a mí encenderlo. Mi padre se lo concederá a
aquellos para quienes lo tiene preparado. >>
24
Al oír esto los otros diez, se disgustaron con los dos
hermanos. 25Entonces llamó a Jesú s a los Doce y les dijo:
despó ticamente a sus sú bditos y que los grandes les hacen
sentir su autoridad. 26Pero entre ustedes, debe ser servidor de
los demá s; 27y el que quiera ser el primero entre ustedes, debe
ser su esclavo. 28Como el Hijo del hombre, que no vino a que le
sirvieran sino a servir o entregarse a sí mismo en rescate por
una multitud. >>
Curación de dos ciegos en Jericó
Aquí, como también en 8:28-34, Mt habla de dos personas que
reciben el beneficio de la acción del Señor. El dar vista a los
ciegos (física y espiritualmente) era un don mesiánico esperado
(cf la alusión a Is 29:18 en Mt 11:5) (=Mc 10:46-52; Lc 18:35-43).
29
Y al salir de Jericó , lo seguía una gran multitud. 30Dos
ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que pasaba
Jesú s, gritaron: <<¡Ten compasió n de nosotros, Señ or, Hijo de
David!>>
32
Ellos le dijeron: <<Señ or, que recobremos la vista. >>
Conmovido Jesú s les tocó los ojos, y en seguida
34

recobraron la vista y lo fueron siguiendo.


Entrada mesiánica a Jerusalén
Jesús es aclamado por el pueblo como Mesías pacifico, tal como lo
anunciaban los profetas (=Mc 11:1-11; Lc 19-28-38; Jn 12:12-19).
21 1
Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, en
el Monte de los Olivos, mandó Jesú s a dos discípulos
2diciendoles: <<Diríjanse al pueblo que está al frente. En
seguida encontraran un asno amarrado y un burrito. Suéltenla
y trá iganmelos. 3Y si alguien les dice algo, díganle: el Señ or los
necesita y en seguida los va a devolver. >>
4
Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por medio
del profeta: 5<<Díganle a la cuidad de Sió n: Mira a tu rey que
viene a ti, humildemente montado es un asna, y en la cría de un
animal de carga>> [Is 62:11; Zac 9:9].
6
Los discípulos se dirigieron allá e hicieron como Jesú s les
había ordenado: 7llevaron el asno y el burrito, les pusieron
encima las capas, y Jesú s se montó . 8La gran muchedumbre
reunida alfombro el camino con sus capas; mientras que otros
lo alfombraban con ramas cortadas de los á rboles.
9
Y la gente que iba delante y detrá s gritaba: << ¡Hosanna al
hijo de David! ¡Bienvenido en el nombre del Señ or! ¡Hosanna en
el cielo! >>
10
Cuando entró Jesú s a Jerusalén, hubo conmoció n en toda la
cuidad, y decían: << ¿Quién será este? >>
11
Y la muchedumbre decía: <<Este es el profeta Jesú s, de
Nazaret de Galilea. >>
Purificación del Templo
Con autoridad mesiánica, Jesús purifica de los abusos del templo y
defiende la santidad de la casa de oración (=Mc 11:15-19; Lc 19:45-48;
Jn 2:13-17).
12
Jesus fue a la explanada del templo y expulso a todos los
que vendían y compraban ahí; volcó las mesas de los que
cambiaban el dinero y los puestos de los que vendían palomas,
13
y les dijo: <<La Escritura dice: ‘Mi casa será casa de oració n’
[Is 56:7], pero ustedes la convierten en guarida de bandidos.>>
14
Y se le acercaron varios ciegos y cojos que había en ese
sitio, y él los curo. 15Los sumos sacerdotes y los escribas, el ver
los milagros que hacía y oír a los niñ os gritar en el templo:
<< ¡Hosanna al Hijo de David!>>, se indignaron 16y le dijeron:
<< ¿No oyes lo que dicen?>>
Jesú s les respondió : << Sí. ¿Y ustedes no han leído lo
que dice la Escritura: ‘De labios de los niñ os má s pequeñ os
sacaste tu alabanza’ [Sal 8:3]?>>
17
Y dejá ndolos salió de la cuidad y se fue a Betania,
donde paso la noche.
Maldición de la higuera
El efecto de la maldición de la higuera expresa el valor de la fe. Quizás
tenga también un significado simbólico en relación con la falta de
correspondencia (frutos) del pueblo (= Mc 11:12-14,20-24).
A la mañ ana siguiente, al regresar a la cuidad, sintió
18

hambre. 19Y viendo una higuera al borde del camino se acercó a


ella, pero no encontró má s que hojas.
Entonces le dijo: << ¡Que nunca jamá s vuelvas a dar higos!>>
Y al instante se secó la higuera.
20
Al verlo los discípulos, exclamaron admirados: << ¡Que
rá pido se secó la higuera!>>
21
En respuesta les dijo Jesú s: <<Yo les aseguro que si tienen
fe y no dudan, no solo hará n lo de la higuera, sino que aun si le
dicen a este monte ‘Quítate de aquí y échate al mar’, sucederá .
22
Y todo lo que pidan con fe en la oració n, lo recibirá n >>
Discusión sobre la autoridad de Jesús
La pregunta de las autoridades no nace de un sincero deseo de saber
sino de mala fe. Por eso Jesús no responde directamente a su pregunta.
La negación a aceptar la invitación de Juan el Bautista (= Mc 11:27-33;
Lc 20:1-8; Jn 2:18-22)
23
Jesus volvió al templo y empezó a enseñ ar. Entonces se le
acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y le
preguntaron: << ¿Con que autoridad haces estas cosas? ¿Quién
te autorizo a hacer esto? >>
24
Jesus les respondió : <<Yo por mi parte les voy a hacer una
sola pregunta. Si me la responden, les digo con qué autoridad
hago estas cosas. 25¿Quién dio a Juan el Bautista el encargo de
bautizar, Dios o los hombres? >>
Ellos se pusieron a pensar: << Si decimos que Dios, nos va a
preguntar por qué no le creímos. 26Y si decimos que fueron los
hombres, tenemos que cuidarnos de la gente, pues todos creen
que Juan era un profeta. >>
27
Entonces le contestaron a Jesú s: <<No sabemos. >>
Y Jesú s les respondió : << Pues yo tampoco les digo con qué
autoridad hago estas cosas. >>
Parábola de los dos hijos
Con esta parábola denuncia Jesús la actitud de aquellos dirigentes que se
precian de conocer la voluntad de dios expresada en la Ley pero no están
dispuestos a obedecer a dios, en contraste con los que antes habían
estado alejados de Dios pero ahora escuchan su llamado.
28
Y continú o Jesú s:
<< ¿Qué opinan? Un hombre tenía dos hijos. Un día se acercó
al primero y le dijo: ‘Hijo, hoy vas a trabajar en la viñ a’. 29Pero
él le respondió : ‘No quiero’. Sin embargo, después se arrepintió
y fue. 30Se acercó también al segundo y le dijo lo mismo, y él
respondió : ‘Si señ or’. Pero no fue. 31¿Cuá l de los dos hizo la
voluntad del padre? >>
Ellos respondieron: << Pues el primero. >>
Entonces les dijo Jesú s:
<< Les aseguro que antes que ustedes van a entrar al Reino
de Dios los pecadores pú blicos y las prostitutas. 32Porque
cuando vino Juan el bautista para indicarles el camino de la
justicia, no le creyeron, mientras que los pecadores pú blicos y
las prostitutas si se le creyeron. Y ustedes, aun después de ver
esto, no se arrepintieron ni le creyeron.
Parábola de la viña
Desde tiempos antiguos, la viña había sido símbolo del pueblo de Israel
(véase Is 5:1-7; Sal 80:9-14). Aquí se describe simbólicamente la historia
de la actitud de Dios con su pueblo hasta él envió de su Hijo, su muerte y
la entrega del Reino a otros pueblos (=Mc 12:1-12; Lc 20:9-19).
33
<< Escuchen esta otra pará bola. Una vez un patró n planto
una viñ a, la rodeo con una cerca, construyo el lagar para
exprimir las uvas y levanto la torre del guardiá n. Luego la
arrendo a unos que la cultivaran, y se fue. 34Cuando llego el
tiempo de recoger las uvas, envió a sus criados a donde los
cultivadores para cobrarles la parte que les correspondía.
35
Pero los cultivadores agarraron a los criados y apalearon a
uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. 36Todavia envió a
otros criados, má s numerosos que los primeros, pero los
trataron de igual manera. 37Finalmente les envió a su hijo
pensando que por tratarse de su hijo lo respetarían. 38Pero los
cultivadores, al ver al hijo, dijeron: ‘Este es el heredero: vamos
a matarlo y nos quedamos con su herencia’. 39Y efectivamente
lo agarraron, lo sacaron fuera de la viñ a y lo mataron. 40Ahora
pregunto: cuando venga el dueñ o de la viñ a, ¿Qué hará con esos
cultivadores? >>
41
Ellos respondieron: <<Pues les dará una mala muerte
a esos malvados y arrendara la viñ a a otros cultivadores, que le
entreguen puntualmente la parte de la cosecha que le
corresponde. >>
42
Jesus entonces les dijo:
<< ¿No han leído nunca lo que está en las escrituras?: ‘La
piedra que rechazaron los constructores se convirtió en la
piedra principal. Esto es obra del Señ or, ¡es un milagro
patente!’ [Sal 118:22-23]. 43Por eso les dijo: Les van a quitar a
ustedes el Reino de Dios para confiá rselo a un pueblo que
produzca frutos. >> 44Y ademá s el que tropiece con esta piedra
se estrellará , y al que le caiga encima lo hará pedazos. >>
45
Al oír sus pará bolas los sumos sacerdotes y los fariseos, se
dieron cuenta de que se refería a ellos. 46
Y trataron de
apoderarse de él, pero tuvieron miedo a la multitud, que lo
tenía por profeta.
Parábola del banquete de bodas
La primera parte de esta parábola (vv. 2-10) describe la misma realidad
de la parábola anterior. La segunda parte (adición propia de Mt, que no
trae Lc) se fija en la necesidad de responder adecuadamente al
llamamiento gratuito de Dios (= Lc 14:15-24).

22 Jesus volvió a hablar en pará bolas y les dijo:


1

2
<< Con el Reinado de Dios sucede lo que sucedió cuando un
rey hizo un banquete para celebrar la boda de su hijo. 3Mando
a sus criados a llamar a los invitados, pero los invitados no
quisieron ir. 4Volvio a mandar a otros criados con el encargo
de decir a los invitados: ‘Ya tengo preparada la comida; he
mandado matar novillos y reses cebadas: todo está listo.
Vengan al banquete’. 5Pero ellos no le hicieron caso. Uno se fue
a su finca en el campo y otro a sus negocios. 6Los demá s
agarraron a los criados, los maltrataron y los mataron. 7El rey
se enfureció y mando su ejército a acabar con aquellos asesinos
y a incendiarles la cuidad. 8
Luego dijo a sus criados: ‘El
banquete está listo, pero los invitados no se lo merecían.
9
Vayan, pues, a las afueras e inviten al banquete a todos los que
encuentren en los caminos’. 10
Los criados salieron a los
caminos y recogieron a todos los que encontraron, malos y
buenos. Y la sala del banquete se llenó de comensales.
11
<<Al entrar a saludar a los comensales, vio a uno que no
llevaba vestido de fiesta. 12El rey le preguntó : ‘Amigo, ¿Có mo
entraste aquí sin el vestido de fiesta?’ Y el otro se quedo
mudo.13Entonces el rey mando a los servidores: ‘Atenlo de pies
y manos y échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y la
desesperació n’. 14Porque muchos son los llamados, pero pocos
los escogidos. >>
Discusión sobre el pago del impuesto al emperador
Los fariseos quieren comprometer a Jesús, poniéndolo en conflicto con
las autoridades romanas. Jesús no se deja enredar. Su mesianismo no es
un mesianismo político (= Mc 12:13-17; Lc 20:20-26).
15
Entonces se reunieron en Jerusalén los fariseos y tomaron
la decisió n de hacerle a Jesú s una pregunta comprometedora.
16
Mandaran, pues, a algunos de sus seguidores, junto con los
partidarios de Herodes, a preguntarle: <<Maestro, sabemos que
eres sincero y que enseñ as el camino de Dios segú n la verdad y
sin respeto humano, pues no busacas el favor de nadie. 17Dinos
cuá l es tu opinió n. ¿Está permitido pagar impuesto al
emperador o no? >>
18
Jesus, dá ndose cuenta de su mala fe, les dijo: <<
¡Hipó critas! ¿Por qué me ponen trampas? 19Muestrenme la
moneda del impuesto. >>
Ellos le entregaron el denario. 20El entonces les
preguntó : << ¿De quién son esta imagen y esta inscripció n? >>
21
Ellos le contestaron: <<Del emperador. >>
Entonces les replico Jesú s: <<Pues devuélvanle al
emperador lo que es del emperador, pero devuelvan a Dios lo
que es de Dios. >>
22
Al oír esto se quedaron admirados, y dejá ndolo se
fueron.
Discusión sobre la resurrección
Los saduceos negaban la resurrección y habían ideado casos
imaginarios, basados en las mismas prescripciones de la Ley, para
ridiculizar esta doctrina. Jesús les muestra que no han entendido lo que
significa creer en la resurrección: no es la esperanza de un volver a la
vida biológica si no creer que Dios es el Dios de la vida y nos puede hacer
participar de su vida más allá de la muerte (= Mc 12:18-27; Lc 20:27-
40).
23
Ese mismo día se le acercaron unos saduceos, los que
afirman que no hay resurrecció n, y le presentaron el siguiente
caso: 24<< Maestro, Moisés dijo que si un hombre casado se
muere sin dejar hijos, el hermano del difunto debe casarse con
la viuda para procurar descendencia a su hermano [Dt 25:5].
25
Pues resulta que había entre nosotros siete hermanos. El
primero se casó , y como no tuvo descendencia dejo a su esposa
y a su hermano. 26Lo mismo sucedió con el segundo y el tercero,
y así con todos los siete. 27Despues de todos se murió la mujer.
28
Cuando la resuciten, ¿de cuá l de los siete será esposa? Porque
todos estuvieron casados con ella. >>
29
Jesus les contesto: << ¡Que equivocados está n por no
conocer las escrituras ni el poder de Dios! 30En la resurrecció n
no habrá matrimonio, sino que será n como á ngeles en el cielo.
<<Ahora bien, sobre la resurrecció n de los muertos,
31

¿no han leído lo que les afirmo Dios al decir: 32’yo soy el Dios de
Abrahá n, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob’ [Ex 3:6]? No es Dios
de muertos si no de vivos >>.
33
La gente al oírlo se quedaba maravillada de su enseñ anza.
¿Cuál es el mandamiento más importante?
Entre los 613 mandamientos que distinguían algunos rabinos, se
discutía cual era el más importante. Para Jesús no hay duda: el primero
es el amor a Dios. Pero insiste en que hay un segundo, de igual
importancia: el amor al prójimo (Mc 12:28-34; Lc 10:25-28).
Al oír los fariseos que Jesú s había dejado sin palabra
34

a los saduceos, se juntaron en un lugar, 35y uno de ellos, que era


doctor de la Ley, le pregunto a Jesú s para ponerlo a prueba:
36
<< Maestro, ¿Cuá l es el mandamiento má s importante de la
Ley? >>
37
El le respondió :
<<’Amaras al Señ or, tu Dios, con todo tu corazó n, con
toda tu alma y con todo tu espíritu’ [Dt 6:5]. 38Este es el má s
importante y el primero de los mandamientos. 39Pero hay un
segundo mandamiento, que tiene la misma importancia:
‘Amaras a tu pró jimo como a ti mismo’ [Lv 19:18]. 40En estos
dos mandamientos se basan toda la ley y los Profetas. >>
¿De quién es descendiente el Mesías?
Generalmente se esperaba que el mesías fuera descendiente de David.
Pero esto no es suficiente. La persona de Jesús encierra un misterio, que
solo se aclara al reconocerlo como hijo de Dios (= Mc 12:35-37; Lc 20:41-
44).
41
Estando reunidos los fariseos, les pregunto Jesú s:
42
<< ¿Qué piensan ustedes del Mesías? ¿De quién es
descendiente? >>
Ellos le contestaron: << De David. >>
43
El les preguntó : << ¿ Por qué entonces David, inspirado por
el Espíritu, lo llama ‘Señ or’ cuando afirma: 44’E l señ or dijo a mi
Señ or: Siéntate a mi lado, que yo pondré a tus enemigos debajo
de tus pies’ [Sal 110:1]. 45Si el mismo David lo llama ‘Señ or’,
¿Có mo puede ser descendiente de David? >>
46
Nadie podía responderle nada, y desde aquel día ya nadie
se atrevió a hacerle preguntas.
Acusaciones contra los escribas y los fariseos
Denuncia de los defectos de los maestros de la Ley: afán de ostentación,
casuística vana, importancia exagerada concedida a minucias y
descuido de las cosas más importantes, preocupación desmedida por la
pureza ritual, no por la pureza moral, hipocresía (= Mc 12:38-40; Lc
11:37-52; 20:45-47).
23 1
Jesus dijo a la multitud y a sus discípulos:
2
<< Desde la cá tedra de Moisés enseñ an los escribas y
los fariseos. 3Hagan y cumplan todo lo que les digan, pero no
imiten su conducta, pues dicen pero no hacen. 4Inventan cargas
pesadas e insoportables y se las ponen a los demá s sobre los
hombros, pero ellos no está n dispuestos a mover un dedo para
empujar. 5Todo lo que hacen es para llamar la atenció n de la
gente. Se cuelgan ostentosamente las palabras de la Ley y lucen
la religió n alargando los flecos de la capa; 6les encanta el lugar
de honor en los banquetes y el sitio de preferencia en las
sinagogas, 7y que les hagan reverencia en la calle y los llamen
maestros. 8Ustedes, en cambio, no se hagan llamar maestros,
pues uno solo es su maestro, y todos ustedes son hermanos. 9Ni
llamen padre suyo a nadie en la tierra, pues uno solo es su
Padre, el del cielo. 10Ni pretendan ser jefes, pues su ú nico jefe es
el Mesías. 11El superior entre ustedes debe ser servidor de los
demá s. 12El que se enaltece será humillado, y el que se humilla
será enaltecido.
13
<< ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipó critas, que
cierran el Reino de los cielos a todo el mundo, pues ni entran
ustedes ni dejan entrar a los demá s! <14>
15
<< ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipó critas, que
recorren mar y tierra por ganar un adepto, y una vez ganado, lo
hacen dos veces má s merecedor del infierno que ustedes!
16
<< ¡Ay de ustedes, guías ciegos que dicen: ‘Si uno jura por
el templo, queda obligado.’ 17Tontos e insensatos, ¿Qué es má s:
el oro o el templo que santifica el oro? 18Igualmente dicen: ‘Si
uno jura por el altar no vale; pero si jura por la ofrenda que hay
en él, queda obligado.’ 19Ciegos, ¿Qué es má s: la ofrenda o el
altar que santifica la ofrenda? 20El que jura por el altar, jura por
él y por todo lo que hay en él. 21Y el que jura por el templo, jura
por él y por el que vive en él. 22Y el que jura por el cielo, jura
por el trono de Dios y por el que está sentado en el.
23
<< ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipó critas, que
pagan el diezmo de la menta, el eneldo y el comino y descuidan
lo má s importante de la Ley, la justicia en el juicio, la
misericordia y la fidelidad! Esto es lo primero que hay que
hacer, sin descuidar al otro. 24Guias ciegos, que cuelan un
mosquito y se tragan un camello.
25
<< ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipó critas, que
purifican por fuera las copas y bandejas, y por dentro está n
llenas de robos e impurezas. 26Fariseo ciego, purifica primero el
interior de la copa, y su exterior quedara limpio también.
27
<< ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipó critas, que se
parecen a los sepulcros pintados de blanco: por fuera parecen
muy hermosos, pero por dentro está n llenos de huesos y de
otras cosas impuras. 28Asi también ustedes, por fuera parecen
muy santos, y por dentro está n llenos de hipocresía y maldad.
29
<< ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipó critas, que
construyen las tumbas de los profetas y adornan los
monumentos funerarios de los justos, 30y dicen: ‘Si hubiéramos
vivido en esos días, no hubiéramos hecho lo que hicieron
nuestros padres, que dieron muerte a los profetas.’ 31Asi pues,
ustedes mismos admiten que son hijos de los que mataron a los
profetas. 32¡Y a ustedes ya no les queda má s que llenar la
medida de la culpa de sus padres!
33
<< Camada de víboras, ¿Có mo van a escapar de la
condenació n del infierno? 34Miren: yo les envió profetas, sabios
y escribas; a unos los van a matar y crucificar, a otros los van a
azotar en sus sinagogas y a perseguir de cuidad en cuidad, 35de
manera que recaiga sobre ustedes la responsabilidad de toda la
sangre justa derramada en la tierra, desde la sangre del justo
Abel hasta la de Zacarías hijo de Barquías, a quien mataron
entre el santuario y el altar. 36Yo les aseguro que todo esto va a
venir sobre la gente de este tiempo. >>
Lamentación por Jerusalén
Palabras proféticas de Jesús sobre la ruina de Jerusalén, que rechazó el
amor de su Señor (= Lc 13:34-35).
<< Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y
37

apedreas a los que Dios te envía: ¡cuá ntas veces quise reunir a
tus hijos, como reú ne la gallina sus pollitos debajo de sus alas, y
tú no quisiste! 38Miren: su casa va a quedar abandonada,
39
porque yo les aseguro que de ahora en adelante ya no me
volverá n a ver hasta que digan: ‘Bienvenido en el nombre del
Señ or’. >>
XI. SERMON SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS (24:1-25:46)
Ultimo sermó n de Jesú s en Mt, que parte de la profecía sobre la
destrucció n del templo. Este hecho sirve de signo y anticipo del
juicio definitivo de Dios sobre la humanidad y ocasió n para
invitar a todos a vivir preparados.

Profecía sobre la destrucción del templo


Esta profecía se cumplió el año 70, cuando los ejércitos romanos
destruyeron y el templo (= Mc 13:1-2; Lc 21:5-6)
24 1
Y saliendo Jesú s del templo siguió su camino. Entonces se
le acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del
templo.
2
El les respondió : << ¿No ven todo esto? Pues yo les
aseguro que no quedara aquí piedra sobre piedra que no sea
destruida. >>
Señales anunciadoras
Todas las guerras y calamidades de la humanidad se ven como
señales que anuncian el juicio final de Dios (= MC 13:3-13, Lc
21:7-19).
3
Y estando sentado en el Monte de los Olivos, se le acercaron
en privado los discípulos y le dijeron: <<Dinos cuando va a
suceder esto y cuá les son las señ ales de tu venida y del fin de
los tiempos. >>
4
Jesus les respondió :
<< ¡Cuidado con que nadie los engañ e! 5Porque muchos se
presentaran usurpando mi nombre, y diciendo que son el
Mesías, y engañ aran a muchos. 6Van a presenciar batallas y a
oír rumores de guerra. Cuidado, no se angustien. Esto tiene que
suceder, pero todavía no será el final. 7Se alzaran naciones
contra naciones, reinos contra reinos; habrá epidemias y
terremotos en diversos lugares. 8todo esto será el comienzo de
los dolores del parto. 9entonces les ocasionaran grandes
tribulaciones y los mataran, y todas las naciones los odiaran
por causa mía. 10Muchos tropezaran es su fe, se traicionaran y
se odiaran unos a otros. 11Apareceran muchos falsos profetas y
engañ aran a muchos. 12Y por el aumento de la maldad se
enfriara el amor de muchos. 13Pero el que soporte con valor
hasta el final, se salvara. 14Y este evangelio del Reinado de Dios
se predicara en toda la tierra para que lo conozcan todas las
naciones. Entonces vendrá el fin. >>
La gran tribulación
Se utiliza el lenguaje propio de la literatura apocalíptica para describir
el fin, sin distinguir muy claramente entre las señales precursores y la
situación final (= Mc 14:14-23; Lc 21:20-24).
15
<< Y cuando vean la terrible profanació n predicha por el
profeta Daniel, en el lugar má s sagrado – el lector debe
entender-, 16los que estén en Judea, huyan a las montañ as, 17el
que este en la terraza, no saque lo que tenga en su casa, 18el que
este en el campo, no regrese a buscar la ropa. 19¡Pobres las
embarazadas y las que tengan niñ os de pecho en esos días!
20
Pidan a Dios que su fuga no suceda en invierno o en sá bado,
21
porque habrá tal tribulació n, como no ha habido desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá después. 22Y si no
se acortaran esos días, nadie se salvaría. Pero en favor de los
elegidos se acortaran esos días. 23Entonces, si alguien dice:
Miren aquí al Mesías, o: Mírenlo allá , no crean. 24Porque
aparecerá n falsos mesías y falsos profetas, hará n grandes
milagros y prodigios, hasta engañ ar, si fuera posible, a los
elegidos. 25Fijense bien: se lo he dicho de antemano. 26Si les
dicen: Esta en el desierto, no salgan allá . O: Esta escondido en
una casa, no les crean. 27Porque así como el relá mpago sale del
oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del hijo del
hombre. 28Donde está el cadá ver, se reú nen los buitres. >>
La venida del Hijo del hombre
El Hijo del hombre será quien ponga término a la historia humana con
su venida. Este fin no se presenta como algo muy lejano, sino cercano.
Pero nadie sabe el día ni la hora. En realidad, para cada ser humano esa
cercanía es algo innegable (= Mc 13:24-32; Lc 21:25-33).
29
<< En seguida que pase la tribulació n de aquellos
días, se oscurecerá el sol, la luna dejara de brillar, las estrellas
caerá n del cielo y el ejército de los astros del cielo se
tambaleara. 30Entonces aparecerá en el cielo la señ al del Hijo
del hombre: el pá nico se apoderara de todas las razas de la
tierra y verá n al Hijo del hombre venir entre las nubes del cielo
con gran poder y gloria. 31Y mandara a sus á ngeles con una
gran trompeta para que reú nan a sus escogidos de los cuatro
puntos cardinales del cielo.
32
<< Aprendan la enseñ anza de la higuera. Cuando las
ramas se han llenado ya de savia y brotan las hojas, se sabe que
está cerca la época de calor. 33Igual ustedes: cuando vean todas
estas cosas, sepan que el Hijo del hombre ya está cerca, a las
puertas. 34Yo les aseguro: Todo aquello sucederá antes que
pase esta generació n. 35El cielo y la tierra dejaran de existir, mis
palabras no dejaran de cumplirse. 36Cuando será n ese día y esa
hora, nadie lo sabe; ni los á ngeles del cielo ni el Hijo. Solamente
el Padre lo sabe. >>
Estar siempre preparados
Lo importante es la actitud que deben tener todos: hay que estar siempre
preparados (= Mc 13:33-37; Lc 17:26-30; 34-36).
37
<< Lo que paso en tiempo de Noé, pasara cuando
venga el Hijo del hombre. 38Porque en los días anteriores al
diluvio la gente no pensaba sino en comer y beber y en casarse,
hasta que entro Noé al arca. 39Y cuando menos pensaron, vino
el diluvio y se los llevo a todos. Lo mismo sucederá cuando
venga el Hijo del hombre. 40Entonces, de dos que estén
trabajando en un mismo campo, se llevaran a uno y dejaran al
otro; 41de dos mujeres que estén moliendo juntas, se llevaran
una y dejaran a la otra. 42Permanezcan, pues, en vela, porque
no saben cuá ndo va a venir su Señ or. 43Recuerdenque si el
dueñ o de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el
ladró n, se quedaría en vela y no lo dejaría meterse en su casa.
44
Por eso, estén también ustedes preparados, porque a la hora
menos pensada vendrá el Hijo del hombre. >>
Ser como el administrador fiel
La actitud de espera constante se ilustra con varias parábolas (= Lc
12:41-48).
45
<< Hay que ser como el administrador fiel y solícito a
quien su señ or puso al frente de la servidumbre para que
oportunamente dé a cada uno su comida. 46¡Dichoso ese
servidor, si al volver el señ or a la casa, lo encuentra cumpliendo
su deber! 47Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todos sus
bienes. 48Pero si el servidor es malo y se pone a pensar: ‘El
señ or se demora en llegar’ 49y empieza a pegarles a sus
compañ eros, y a comer y beber con los borrachos, 50 volverá el
señ or el día menos esperado y a la hora menos pensada, 51le
quitara su cargo y lo condenara a recibir el castigo de los
mentirosos. Entonces vendrá n el llanto y la desesperació n. >>
Parábola de las amigas de la novia
En una fiesta de bodas, durante la noche, las amigas de la novia esperan
la llegada del novio con lámparas de aceite. Unas, precavidas, llevan
aceite y las otras no.

25 << Con el Reino de los cielos va a suceder lo que sucedió


1

con diez amigas de una novia que fueron con sus lá mparas a
recibir al novio. 2Cinco de ellas no fueron precavidas y las
otras cinco sí. 3Las que no fueron precavidas tomaron sus
lá mparas, pero no llevaron aceite, 4
mientras que las
precavidas llevaron aceite en sus vasijas, junto con las
lá mparas. 5Como el novio se demoraba, a todas les dio sueñ o y
se quedaron dormidas. 6A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya
viene el esposo, salgan a recibirlo!’ 7Entonces se despertaron
las amigas de la novia y prepararon sus lá mparas. 8Las que no
habían sido precavidas dijeron a las otras: ‘Ya se nos está n
apagando las lá mparas; ¿no pueden darnos un poco de aceite?’
9
Las precavidas no nos va a alcanzar para todas. Es mejor que
vayan a la tienda a comprarlo’. 10Y mientras iban a comprarlo,
llego el novio: las que estaban preparadas entraron con él al
banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11Despues llegaron las
otras y dijeron: ‘¡Señ or, señ or, á brenos!’ 12Pero él respondió :
‘Les aseguro que no las conozco’. 13Permanezcan, pues, en vela,
porque no saben el día ni la hora. >>
Parábola de los tres servidores
Esta parábola recalca la necesidad de responder activamente a los
dones de Dios. Él nos pide cuentas de lo que nos ha confiado (= Lc 19:11-
27).
14
<< Va a suceder lo que sucedió cuando un señ or se
fue de viaje y llamo a sus servidores y los dejo encargados de
sus bienes. 15ª uno le dejo quinientas libras de plata, a otro
doscientas y a otros cien, a cada uno segú n sus habilidades y se
fue. 16El que había recibido quinientas libras fue enseguida y
empezó a negociar con ellas y gano otras quinientas. 17De igual
manera el que había recibido doscientas, gano otras doscientas.
18
Pero el que había recibido cien, fue, hizo un hoyo en la tierra y
enterró la plata de su señ or.
19
<< Al cabo de mucho tiempo regreso el señ or y les pidió
cuentas a sus servidores. 20Se acerco el que había recibido
quinientas libras de plata y le presento otras quinientas y le
dijo señ or: ‘Señ or, quinientas libras me dejaste; mira, gane
otras quinientas’. 21El señ or le dijo: ‘Muy bien, servidor bueno y
fiel. Como fuiste fiel en lo poco, te confiare lo mucho. Siéntate a
la mesa con tu señ or’. 22Luego se acercó el que había recibido
doscientas libras y le dijo: ‘Señ or, doscientas libras me dejaste;
mira: gane otras doscientas’. 23El señ or le dijo: ‘Muy bien,
servidor bueno y fiel. Como fuiste fiel en lo poco, te confiare lo
mucho. Siéntate a la mesa con tu señ or’. 24Finalmente se acercó
el que había recibido cien libras y dijo: ‘Señ or, supe que eres
exigente, que cosechas donde no sembraste y cobras donde no
invertiste; 25tuve miedo y me fui y escondí la plata bajo tierra.
Aquí está tu plata’. 26El señ or le respondió : ‘Servidor malo y
perezoso, ¿sabías que cosecho donde no sembré y cobro donde
no invertí? 27Pues debías haber puesto mi plata en el banco,
para que al regresar me la devolvieras con los intereses.
28
Quitenle, pues, las cien libras y dénselas al que tiene mil.
29
Porque al que tiene, le dará n má s y tendrá de sobra; pero al
que no tiene, le quitaran hasta lo que tiene. 30Y a ese servidor
inú til échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y la
desesperació n. >>
El juicio universal
El juicio de todas las naciones se realiza según la actitud de los hombres
frente a sus hermanos. Jesús se identifica especialmente con el
necesitado y juzga según lo que se haga con él.
<< Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria
31

rodeado de todos sus á ngeles, se sentará en su trono glorioso.


32
Todas las naciones se reunirá n en su presencia, y el separará a
unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras,
33
y pone las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
34
Entonces dirá el Rey a los que tenga a su derecha. ‘Vengan,
benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que está
preparado para ustedes desde el comienzo del mundo, 35porque
tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me
dieron de beber; estuve fuera de mi patria, y me alojaron;
36
desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; preso
vinieron a verme’. 37Entonces los justos le preguntaran: ‘Señ or,
¿Cuá ndo te vimos con hambre, y te dimos de comer; con sed, y
te dimos de beber? 38¿Cuá ndo te vimos fuera de tu patria, y te
alojamos; desnudo, y te vestimos? 39¿Cuá ndo te vimos enfermo
o preso, y fuimos a verte?’ 40Y el Rey les responderá : ‘Yo les
aseguro que cada vez que lo hicieron con el má s pequeñ o de
mis hermanos lo hicieron conmigo’.
41
<< Luego dirá a los de su izquierda. ‘¡Lejos de mí,
malditos; vayan al fuego eterno preparado para el demonio y
sus á ngeles!, 42porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de
comer; tuve sed, y no me dieron de beber; 43estuve fuera de mi
patria, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron, enfermo y
preso, y no me visitaron’. 44Y también ellos le preguntaron:
Señ or, ¿Cuá ndo te vimos con hambre o con sed, fuera de tu
patria o desnudo, o enfermo o preso, y no te servimos?’ 45Y él
les responderá : ‘Yo les aseguro que cada vez que dejaron de
hacerlo con el má s pequeñ o, dejaron de hacerlo conmigo’. 46Y
estos irá n al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. >>
XII. PASION, MUERTE Y RESURRECCION DE JESUS (26-------28)
Desenlace de la historia de Jesús: su condena a muerte, su crucifixión, su
resurrección y envió de los discípulos.
Planes contra Jesús
Las autoridades judías deciden matar a Jesús pero quieren evitar que el
pueblo se amotine (= Mc 14:1-2; Lc 22:1-2; Jn 11:45-53).
26 Cuando
1
termino Jesú s de pronunciar todas sus
enseñ anzas, les dijo a sus discípulos: 2<< Ya saben que dentro
de dos días es la fiesta de Pascua y van a entregar al Hijo del
hombre para que lo crucifiquen. >>
3
Entonces se reunieron los sumos sacerdotes y los
ancianos del sanedrín en el palacio del sumo sacerdote, que se
llamaba Caifá s, 4y tomaron la decisió n de apoderarse de Jesú s a
traició n y matarlo, 5pero decían: <<No puede ser en la fiesta,
para que el pueblo no vaya a armar un tumulto. >>
Unción en Betania
Jesús es consciente de la cercanía de su muerte e interpreta la unción con
perfume como un anticipo de su sepultura (= Mc 14:3-9; Jn 12:1-8)
6
Estando Jesú s en Betania, en casa de Simó n el leproso, 7se le
acerco una mujer con un frasco de alabastro lleno de perfume
muy precioso y lo derramo en la cabeza de Jesú s, que estaba
sentado en la mesa.
8
Al verlo los discípulos se disgustaron y dijeron: << ¿Para
qué ese desperdicio? 9Se podía haber vendido muy caro y dar
el dinero a los pobres. >>
10
Al darse cuenta Jesú s les dijo: << ¿Por qué molestan a esa
mujer? Ella ha hecho una obra buena conmigo. 11Pues a los
pobres siempre los tendrá n con ustedes, pero a mí no siempre
me tendrá n. 12
Al derramar este perfume sobre mí, quiso
embalsamar mi cuerpo para la sepultura. 13Yo les aseguro: en
cualquier parte del mundo donde se predique este evangelio, se
contara también, en recuerdo de ella, lo que hizo. >>
Judas promete entregar a Jesús
Judas quizás desilusionado en sus expectativas mesiánicas, se ofrece a
entregar a Jesús, es decir, a indicarles a las autoridades como y donde lo
pueden poner preso sin causar tumulto entre la gente (= Mc 14:10-11; Lc
22:3-6).
Uno de los doce, llamados Judas Iscariote, se fue a
14

donde los sumos sacerdotes 15y les dijo: << ¿Qué quieren
darme?, y yo les entrego a Jesú s. >>
Ellos le entregaron treinta monedas de plata. 16
Y
desde ese momento empezó él a buscar una ocasió n propicia
para entregarlo.
Preparación de la cena pascual
La cena pascual era el principal rito de la fiesta de Pascua. Se reunían
por familias y después de haber sacrificado en el templo un cordero o
cabrito lo comían al atardecer según las prescripciones de Ex 12 (= Mc
14:12-16; Lc 22:7-13).
17
El primer día de la fiesta del Pan Á zimo, se acercaron Jesú s
los discípulos y le preguntaron: << ¿Dó nde quieres que te
preparemos la cena pascual?>>
18
El les dijo: <<Vayan a la cuidad, a donde fulano, y díganle:
El Maestro manda a decir: ‘Ya se acerca mi hora. Quiero
celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos’. >>
19
Los discípulos hicieron como Jesú s les había mandado y
prepararon la cena pascual.
En la cena, predicción de la traición
Jesús conoce su destino y lo acepta como una disposición divina (= Mc
14:17-21; Lc 22:14,21-23; Jn 13:21-30).
20
Al atardecer se sentó a la mesa con los Doce. 21Y cuando
estaban comiendo les dijo: <<Yo les aseguro: uno de ustedes me
va a traicionar. >>
21
Ellos, muy tristes, empezaron uno por uno a replicarle: <<
¡No seré yo, Señ or!>>
23
Pero el respondió : <<Uno que ha comido del mismo plato
conmigo, es el que me va a traicionar. 24El Hijo del hombre
sigue su camino, como está consignado acerca de él en la
Escritura. Pero, ¡ay de aquel que va a traicionar al Hijo del
hombre! Má s le valiera no haber nacido. >>
25
Judas, el que lo estaba traicionando, le replicó : << ¡No seré
yo, Rabí! >>
Jesú s le respondió : <<Tu mismo lo has dicho. >>
Jesús reparte su cuerpo y su sangre
Con esta acción Jesús, realizada en el contexto de la cena pascual, Jesús
interpreta su muerte como un sacrificio para el perdón de los pecados,
con el que sella la nueva alianza entre Dios y los hombres, del que todos
deben participar comiendo y bebiendo su cuerpo y su sangre (= Mc
14:22-26; Lc 22:19-20; 1 Co 11:23-25).
26
Cuando estaban comiendo, tomo Jesú s el pan, pronuncio
sobre él la bendició n, lo partió , y repartiéndoselo a los
discípulos dijo. <<Tomen y coman: esto es mi cuerpo. >>
27
Tomo luego una copa, dio gracias a Dios y se la pasó ,
diciéndoles: <<Beban todos de ella. 28Porque esto es mi sangre,
la sangre de la alianza, que será derramada por la multitud,
para el perdó n de los pecados. 29Yo les aseguro que de ahora en
adelante no volveré a beber del fruto de la vida hasta el día en
que beba con ustedes un vino nuevo en el Reino de mi Padre.
>>
30
Y terminando el canto de los salmos, salieron para el
Monte de los Olivos.
Anuncio de la negación de Pedro
El anuncio del abandono de los discípulos y de la negación de Pedro
acentúa que Jesús conoce bien lo que va a suceder y lo acepta libremente
(= Mc 14:27-31; Lc 22:31-34; Jn 13:36-38).
31
Entonces les dijo Jesú s: << Esta noche todos me van a
fallar. Pues dice la Escritura: ‘Heriré al pastor y se dispersaran
las ovejas del rebañ o’ [Zac 13:7]. 32Pero después que resucite,
me adelantaré a ustedes para reunirlos en Galilea. >>
33
Pedro tomo la palabra y le dijo: << ¡Aunque todos te fallen,
yo jamá s fallare! >>
34
Jesus le contestó : <<Yo te aseguro que esta misma noche,
antes que cante el gallo, me negaras tres veces. >>
35
Pedro insistió : << ¡Aunque tenga que morir contigo, no te
negare! >>
Y otro tanto decían los demá s discípulos.
Oración en Getsemaní
Jesús presiente en toda su intensidad lo que va a suceder, pero lo acepta
como voluntad divina (= Mc 14:32-42; Lc 22:39-6).
36
Entonces se fue Jesú s con los discípulos a un lugar en el
campo, que se llama Getsemaní, y les dijo: <<Siéntense aquí
mientras voy allí a hacer oració n. >>
37
Y se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y empezó a
sentir tristeza y angustia.
38
Entonces les dijo: << Mi alma esta triste hasta morir.
Quédense aquí y permanezcan en vela conmigo. >>
39
Y adelantá ndose un poco se postro e hizo esta oració n: <<
Padre mío, si es posible, ojala no tenga yo que pasar este trago
amargo. Sin embargo, que sea no como yo quiero sino como
quieres tú . >>
40
Luego volvió a donde estaban los discípulos y los encontró
durmiendo, y le dijo a Pedro: << ¿Así que no pudieron
permanecer en vela conmigo ni siquiera una hora? 41Velen y
oren para no exponerse a la tentació n. Aunque haya buena
voluntad, la naturaleza es débil. >>
42
Y por segunda vez se retiró a orar. Decía: <<Padre mío, si
no es posible que deje pasar este trago amargo, há gase tu
voluntad. >>
43
Y al volver, otra vez los encontró durmiendo, pues se caían
de sueñ o. 44Y dejá ndolos, se retiró a orar todavía por tercera
vez, repitiendo las mismas palabras.
45
Entonces volvió a donde estaban los discípulos y les dijo:
<< ¿Todavía durmiendo y descansando? Miren: ya llega la hora
en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
pecadores. 46¡Levantense, vá monos! Ya llega el traidor. >>
Arresto de Jesús
El arresto se realiza de noche y en un sitio solitario, según lo previsto por
las autoridades (= Mc 14:43-50; Lc 22:47-53; Jn 18:3-12).
47
Todavia estaba hablando, cuando llego Judas, uno de los
Doce, acompañ ado de un gran tropel de gente armada de
espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los
ancianos del sanedrín. 48El traidor les había dado esta señ al:
<<El hombre a quien yo bese, ese es. Agá rrenlo. >>
49
Y acercá ndose en seguida Jesú s, le dijo: <<Buenas noches,
Rabí. >>
Y lo besó . 50Jesus le respondió : << ¡Amigo, adelante con tus
planes!>>
Entonces se le acercaron, se abalanzaron sobre Jesú s y lo
pusieron preso.
51
Uno de los que estaban con Jesú s echó , mano de su espada,
la sacó y de un golpe le cortó la oreja al sirviente del sumo
sacerdote.
52
Pero Jesú s le dijo: <<Vuelve la espada a su sitio. Porque el
que a hierro mata, a hierro muere. 53¿Piensas que si se lo
pidiera a mi Padre, el no pondría a mi disposició n ahora mismo
má s de doce ejércitos de á ngeles? 54Pero entonces, ¿Có mo se
cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?
>>
55
Luego le dijo a Jesú s a la gente: << ¿Vinieron con espadas y
palos a ponerme preso, como si fuera bandido? Diariamente me
sentaba en el templo a enseñ ar, y no me arrestaron. >>
56
Todo esto sucedió para que se cumplieran las Escrituras de
los profetas. Entonces los discípulos huyeron dejá ndolo solo.
Proceso ante el sanedrín
El proceso se realiza primero ante las autoridades judías (el sanedrín) y
se refiere sobre todo a asuntos religiosos. El sumo sacerdote exige una
declaración de Jesús sobre su mesianidad. Jesús contesta
afirmativamente pero corrige al mismo tiempo las implicaciones: no es
el Mesías político que se esperaba, sino el Hijo del hombre con autoridad
divina (= Mc 14:53-65; Lc 22:54-55,63-71; Jn 18:13-14,19-24)
57
Los que pusieron preso a Jesú s, lo llevaron a casa del sumo
sacerdote Caifá s, donde estaban reunidos los escribas y los
ancianos. 58Pedro lo seguía desde lejos hasta el patio del
palacio del sumo sacerdote, y entrando se sentó con los
sirvientes para ver en qué paraba aquello.
59
Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín buscaban algú n
falso testimonio contra Jesú s para condenarlo a muerte, 60pero
a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos, no lo
encontraron.
Finalmente se presentaron dos 61que dijeron: <<Este
hombre afirmó : ‘Soy capaz de destruir el santuario de Dios y
reconstruirlo en tres días’. >>
62
Entonces se puso de pie el sumo sacerdote y le preguntó :
<< ¿Nada respondes? ¿Qué hay de cierto en lo que dicen los
testigos contra ti? >>
63
Pero Jesú s seguía callado.
El sumo sacerdote le dijo: <<En nombre del Dios vivo te
exijo que nos declares si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. >>
64
Jesus le respondió : <<Tu mismo lo has dicho. Yo por mi
parte les digo: en adelante van a ver al Hijo del hombre sentado
a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo.
>>
65
Entonces el sumo sacerdote se desgarró las vestiduras
diciendo: << ¡Blasfemia! ¿Qué necesidad tenemos ya de
testigos? ¡Ahí está ! ¡Ustedes mismos acaban de oír la blasfemia!
66
¿Qué les parece? >>
Ellos respondieron: << ¡Merece la pena de muerte!>>
67
Entonces lo escupieron en la cara y le dieron golpes, y
otros le pegaron con varas, 68mientras le decían: << ¡Mesías, si
eres profeta, adivina quién fue el que te golpeo! >>
Negación de Pedro
Se cumple lo que Jesús le había dicho a Pedro (= Mc 14:66-72; Lc 22:56-
62; Jn 18:15-18,25-27).
69
Pedro estaba sentado fuera, en el patio. Y se le acercó una
sirvienta y le dijo: <<Tu también andabas con Jesú s el Galileo.
>>
70
Pedro lo negó delante de todos diciendo: <<No sé de qué
está s hablando. >>
71
Y al salir él hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los
que estaban allí: <<Este andaba con Jesú s el de Nazaret. >>
72
Pero el volvió a negarlo y aun juro diciendo: << ¡No
conozco a ese hombre! >>
73
Poco después se acercaron los que estaban allí y le dijeron
a Pedro: <<Claro que tú también eres de esa gente, pues tu
manera de hablar traiciona. >>
74
Entonces empezó a jurar y renegar: << ¡Ni siquiera
conozco a ese hombre! >>
Y en seguida cantó un gallo. 75Pedro se acordó de lo que le
había dicho Jesú s: que antes que cantara el gallo, lo negaría tres
veces. Y salió de allí y lloro amargamente.
Entrega a Pilato
Las autoridades judías no tenían poder para ejecutar sentencias de
muerte reservadas a las autoridad romana. Por eso Jesús es entregado a
Pilato, prefecto romano (=Mc 15:1; Lc 23:1-2; Jn 18:28-32).
27 Cuando amaneció , reunidos todos los sumos sacerdotes
1

y los ancianos del sanedrín, tomaron la decisió n de condenar a


muerte a Jesú s. 2Lo ataron, se lo llevaron y lo entregaron a
Pilato, el gobernador.
Muerte de Judas
Mt es el único evangelio que habla de esta muerte, de la que hay una
versión algo diferente en Hch 1:18-19.
Entonces Judas, el traidor, al ver que Jesú s había sido
3

condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta


monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos
4
diciendoles: << ¡Cometí un pecado entregando a la muerte un
inocente! >>
Ellos le respondieron: << ¿Que nos interesa a nosotros? ¡Eso
es cosa tuya!
5
Judas tiro las monedas de plata en el santuario, salió de allí,
fue y se ahorco. 6Los sumos sacerdotes recogieron la plata y
dijeron: <<No podemos echar esta plata en el arca de las
ofrendas, pues es dinero pagado por la muerte de un hombre.
>>
7
Tomaron, pues, la decisió n de comprar con ella el campo
del alfarero para enterrar a los forasteros. 8Por eso a ese
campo le dieron el nombre de Campo de Sangre, que tiene
hasta el día de hoy. 9Se cumplió entonces lo que había dicho
Dios por medio del profeta Jeremías: <<Recogieron las treinta
monedas de plata, el precio que los israelitas le habían puesto,
10
y con ellas pagaron el campo del alfarero, segú n me lo había
ordenado el Señ or >> [Zac 11:12-13; Jr 18:1-7; 32:6-15]
Proceso ante Pilato
El proceso ante Pilato toma un aspecto político. El pretender ser Mesías
podía interpretarse como una rebelión contra el emperador (= Mc 15:2-
5; Lc 23:3-5; Jn 18:33-38).
11
Jesus compareció ante el gobernador, y el gobernador le
pregunto << ¿Eres tú el rey de los judíos? >>
É l dijo: << Tu mismo lo dices. >>
12
Y mientras los sumos sacerdotes y los ancianos lo
estuvieron acusando, el nada respondió .
13
Entonces le dijo Pilato: << ¿No oyes de cuantas cosas te
acusan? >>
14
Pero Jesú s no le respondió ni una sola palabra, de modo
que el gobernador estaba muy extrañ ado.
Condena a muerte
La condena a muerte de Jesús aparece más como una manera de salir
fácilmente de un problema que como la comprobación de las
acusaciones (= Mc 15:6-15; Lc 23:13-25; Jn 18:39--19:16).
15
Era de costumbre que en cada Pascua el gobernador dejara
libre un preso, el que la gente quisiera. 16Tenian preso entonces
a un famoso hombre llamado Jesú s Barrabá s.
17
Pilato reunió a la gente y le preguntó : << ¿A quién quieren
que les deje libre: a Jesú s Barrabá s, o a Jesú s al que llaman ‘el
Mesías’? >>
18
El sabía que se lo habían entregado por envidia.
19
Cuando estaba Pilato en el tribunal, su mujer le mandó
avisar: <<Deja en paz a ese hombre inocente. Pues anoche tuve
muchas pesadillas por causa de él. >>
20
Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la
gente de que pidiera la libertad de Barrabá s y la condena de
Jesú s.
21
El gobernador les respondió : << ¿A cuá l de los dos quieren
que les deje libre? >>
Ellos respondieron: << ¡A Barrabá s! >>
22
Pilato les preguntó : << ¿Y qué hago con Jesú s al que llaman
‘el Mesías’? >>
Todos dijeron: << ¡Que lo crucifiquen! >>
23
El les preguntó : << ¿Y qué crimen ha cometido? >>
Pero ellos gritaban con má s fuerza: << ¿Qué lo crucifiquen?
>>
24
Viendo Pilato que eso de nada servía y que má s bien se
estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos
delante del pueblo diciendo: << Yo no soy culpable de la muerte
de este hombre. Allá verá n ustedes. >>
25
Todo el pueblo respondió : << ¡Nosotros y nuestros hijos
nos hacemos responsables de su muerte! >>
26
Entonces les dejo libre a Barrabá s, y mando que después de
azotar a Jesú s se lo llevaran a crucificarlo.
Burlas de los soldados
Los soldados (no judíos) en son de burla le rinden a Jesús los honores de
rey (= Mc 15:16-20; Jn 19:2-3).
Los soldados del gobernador llevaron a Jesú s al pretorio y
27

reunieron allí a toda la tropa. 28Y después de desvestirlo, le


pusieron un manto rojo, 29trenzaron una corona de espinas y se
la pusieron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una
cañ a. Y arrodillá ndose delante de él le hicieron burla. Le decían:
<< ¡Viva el rey de los judíos! >>
30
Y después de escupirlo, tomaron la cañ a y se pusieron a
pegarle en la cabeza. 31Terminada la burla, le quitaron el manto,
le pusieron su ropa y se lo llevaron para crucificarlo.
Crucifixión
La crucifixión era la clase de muerte acostumbrada por los romanos
para los criminales que no eran ciudadanos romanos. Simón de Cirene
debía de ser un judío originario de la diáspora. El lugar de la crucifixión
es una pequeña colina, en las afueras de Jerusalén, que por forma
llevaba el nombre de Calavera (en arameo Gólgota) (= Mc 15:21-32; Lc
23:26-43; Jn 19:17-27).
32
Al salir se encontraron con un hombre de Cirene, llamado
Simó n, y lo obligaron a cargar la cruz de Jesú s. 33Cuando
llegaron a un lugar llamado Gó lgota, es decir, Lugar de la
Calavera, 34le dieron para beber vino mezclado con hiel. É l lo
probó pero no quiso tomá rselo.
35
Despues de crucificarlo, se repartieron su ropa echá ndola a
suerte, 36y se sentaron allí para hacer guardia. 37Sobrela cabeza
de Jesú s pusieron por escrito la causa de su condena: << Este es
Jesú s, el rey de los judíos. >>
38
Con él crucificaron a dos bandidos, uno a la derecha y otro
a la izquierda.
39
Los que pasaban lo injuriaban; sacudían la cabeza 40y
decían: << ¿No ibas a destruir el santuario y a reconstruirlo en
tres días? ¡Sá lvate a ti mismo, si eres el hijo de Dios, y bá jate de
la cruz! >>
41
Tambien los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos
decían en son de burla: 42<< A otro salvó , pero él mismo no
puede salvarse. ¿No es el rey de Israel? Que se baje ahora de la
cruz, y creeremos en él. 43Puso su confianza en Dios, pues que lo
libre ahora si tanto lo quiere. ¿No decía que era el Hijo de Dios?
>>
44
De igual manera lo injuriaban los bandidos que estaban
crucificados con él.
Muerte de Jesús
Jesús repite las palabras del Salmo 22, que en el fondo es un grito de
confianza en Dios. El rasgarse el velo del templo y las otras tradiciones
propias que Mt añade (abrirse las tumbas, resurrección de justos) ponen
de relieve el sentido teológico de la muerte de Jesús: es el fin de una era y
el comienzo de otra (= Mc 15:33-41; Lc 23:44-49: Jn 19:28-30).
45
Desde el mediodía se oscureció toda la tierra hasta las tres
de la tarde; 46y hacia las tres de la tarde Jesú s exclamo con voz
potente: <<Elí, Elí, lemá sabactani>>. Es decir <<Dios mío, Dios
mío, ¿Por qué me abandonaste? >> [Sal 22:2]
47
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron.
<<Este está llamado a Elías. >>
48
Y en seguida uno de ellos fue corriendo y tomó una
esponja, la empapo en vino acido, y poniéndola en la punta de
una cañ a, quería darle de beber. 49Pero los otros le dijeron:
<<Espera a ver si viene Elías a salvarlo. >>
50
Entonces Jesú s gritó de nuevo con voz potente y exhalo el
espíritu.
51
En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de
arriba abajo, la tierra tembló , las peñ as se resquebrajaron, 52se
abrieron las tumbas y muchos cuerpos de santos que habían
muerto resucitaron. 53Y salidos de sus tumbas, después de la
resurrecció n de Jesú s entraron a la Cuidad Santa y se
aparecieron a muchos.
54
El centurió n, entonces, y los que estaban con el haciendo
guardia a Jesú s, al ver el terremoto y todo lo que estaba
sucediendo, dijeron aterrados: << ¡Verdaderamente, este era
Hijo de Dios! >>
55
Habia también allí, mirando de lejos, muchas mujeres que
habían acompañ ado a Jesú s desde Galilea para servirle. 56Entre
ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de
José, y la madre de los dos hijos de Zebedeo.
Sepultura
La sepultura de Jesús tiene interés para el evangelista en relación con su
resurrección. De testigos sirven José de Arimatea y las mujeres (= Mc
15:2-47; Lc 23:50-56; Jn 19:38-42).
Al atardecer, un hombre rico, llamado José, originario de
57

Arimatea, que también se había hecho discípulo de Jesú s, 58fue a


ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesú s. Entonces Pilato
mando que se lo entregaran. 59Jose tomo el cuerpo, lo envolvió
en una sá bana limpia 60y lo coloco en su propio sepulcro, un
sepulcro nuevo que había mandado cavar en la roca. Después
hizo rodar una enorme piedra a la entrada del sepulcro y se fue.
61
Y allí estaban María magdalena y la otra María, sentadas
delante del sepulcro.
La guarda del sepulcro
De nuevo, una tradición propia de Mt, para desacreditar la explicación
dada por algunos de la resurrección como producto de un engaño de los
discípulos.
Al día siguiente, ya terminada la preparació n para el
62

sá bado, se reunieron los sumos sacerdotes y los fariseos con


Pilato 63y le dijeron: <<Señ or Gobernador, nos hemos acordado
de que aquel embustero dijo estando todavía vivo que a los tres
días resucitara. 64Ordena, pues, que aseguren bien la tumba
hasta el tercer día, no vaya a ser que vengan los discípulos de
ese hombre, se roben el cuerpo y digan al pueblo que resucito
de entre los muertos. Así el ú ltimo engañ o sería peor que el
primero. >>
65
Pilato les respondió : <<Ahí tienen la guardia. Vayan y
aseguren la tumba como saben. >>
66
Ellos fueron y aseguraron bien la tumba, poniendo un sello
sobre la piedra y dejando unos soldados de guardia.
Anuncio de la resurrección
El anuncio de la resurrección de Jesús lo reciben en primer lugar las
mujeres, testigos de su muerte y de su sepultura. Se trata de un mensaje
de parte de Dios (= Mc 16:1-8; Lc 24:1-11; cf. Jn 20:1-10).
28 Terminando el sá bado, al brillar la luz que anunciaba el
1

comienzo del primer día de la semana, fueron María Magdalena


y la otra María a visitar el sepulcro, 2cuando de repente se
produjo un gran terremoto: un á ngel del Señ or había bajado del
cielo, se había acercado, había corrido la piedra y estaba allí
sentado. 3Susemblante tenía el brillo del relá mpago, y su
vestido era blanco como la nieve. 4Los soldados que estaban de
guardia temblaron de miedo y estaban como muertos.
5
Pero el á ngel se dirigió a las mujeres y les dijo: <<No
tengan miedo; sé que andan buscando a Jesú s el crucificado.
6
No está aquí; resucito, como lo había anunciado. Acérquense a
ver el lugar donde lo habían puesto. 7Vayan corriendo a decir a
sus discípulos que resucito de entre los muertos y que se
adelantara a ellos para reunirlos en Galilea. Allá lo verá n. Esto
es lo que tenía que decirles a ustedes. >>
Aparición de Jesús a las mujeres
En prueba de que Jesús está vivo, con una nueva vida, se les aparece y les
da un menaje para los discípulos. La comunidad debe reconstituirle de
nuevo (= Mc 16:9-11; Jn 20:1-18).
Las mujeres salieron a toda prisa del sepulcro, llenas
8

de temor y de gran alegría, y se fueron corriendo a anunciarlo a


los discípulos de Jesú s. 9Pero de pronto Jesú s les salió al
encuentro y las saludó . Ellas se acercaron, y postradas ante él le
abrazaron los pies.
10
Entonces les dijo Jesú s: <<No tengo miedo. Vayan a avisar
a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verá n. >>
Soborno de los soldados
Origen de una leyenda esparcida entre los que no creen en la
resurrección de Jesús.
11
Mientras iban de camino las mujeres, algunos
soldados de la guardia fueron a la cuidad y contaron a los
sumos sacerdotes todo lo que había pasado. 12Estos se
reunieron con los ancianos del sanedrín y se pusieron de
acuerdo para dar a los soldados una buena suma de dinero
junto con esta orden: 13<<Digan que mientras ustedes estaban
dormidos fueron los discípulos de Jesú s y se robaron el
cadá ver. 14Y si llega esto a oídos del gobernador, nosotros lo
aplacaremos para que no tengan ustedes ningú n problema. >>
15
Ellos recibieron el dinero y cumplieron las instrucciones
dadas. Así se divulgo esta versió n entre los judíos hasta el día
de hoy.
Aparición de Jesús a los discípulos
Finalmente se aparece Jesús a los discípulos y les renueva la misión, esta
vez para todos los pueblos, de los que se debe constituir el nuevo pueblo
de Dios, santificado por el bautismo, y en el que Jesús estará presente
hasta el fin de los tiempos (= Mc 16:14-18; Lc 24:36-49; Jn 20:19-23; cf.
Hch 1:6-8).
16
Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que él les
había indicado. 17Al verlo se postraron ante él, pero algunos
dudaron. 18Entonces se acercó Jesú s y les dijo:
<<Dios me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. 19
Por tanto, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos, bautizá ndolos en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, 20y enseñ á ndoles a guardar todo lo que yo
les he mandado. Yo estoy siempre con ustedes hasta el fin de
los tiempos. >>
Después de orar con el evangelio
Gracias Señor, por el mensaje que me has dado, por este momento
de dialogo contigo y la oportunidad de crecer en mi fe y orar con tu
evangelio.
Ahora te pido que me des el valor para afrontar la vida
comunicando la buena nueva a mis hermanos, para que podamos
construir unidos la civilización del amor, la verdad, la justicia y la
paz.
Amen.
PADRE NUESTRO…

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