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Arbitraje en El Peru

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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

MEDIOS ALTERNATIVOS DE SOLUCIÓN DE


CONFLICTOS

ARTÍCULO JURÍDICO

“La Ley General del Arbitraje y su legislación en el Perú”

AUTORA:

 Zavala Salazar Esther Stefany


(https://orcid.org/0000-0001-9372-6430)

ASESOR:
Dr. Erik Francesc Obiol Anaya

Líneas de Investigación:
Ciencias jurídicas

PIMENTEL – PERÚ
2023
La Ley General de Arbitraje y su legislación en el Perú

Autora: Esther Stefany Zavala Salazar

Si bien podríamos decir que en el Perú hay una cifra exacta de cuántos procesos
arbitrales se realicen, según los indicios podríamos afirmar que la Ley General de
Arbitraje se está promoviendo considerablemente en la ejecución de arbitraje en nuestro
país, tanto entre empresas públicas y privadas.

Según informes, notamos que los principales ámbitos económicos que participan en
estos arbitrajes, son los centros de servicios, comercial, industrial en esa secuencia.
Fuera de este centro, sobresalen son: el Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio
Americana del Perú, el Centro de Conciliación y Arbitraje del Consejo Departamental
de Lima , Colegio de Ingenieros del Perú y el Centro de Análisis y Resolución de
Conflictos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, etc.

El Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, conocido como


Consucode es una institución pública que se encarga de proteger el adecuado
desenvolvimiento del arbitraje en las contrataciones que tengan entidades del Estado
con agentes privados, amparándose de la Ley de Contrataciones del Estado.

Al hablar de los convenios arbitrales, en la Constitución Política en el artículo 62 se


disponen que las controversias que surgen de relaciones contractuales sólo se podrían
solucionar en la vía arbitral o en la vía judicial, basándose en los dispositivos de
protección señalados en el contrato o que hayan sido reguladas en la ley.

La Ley General Arbitral tiene como misión principal regular un marco normativo a
través del cual se desarrollen las practicas del arbitraje privado en nuestro país, y se ha
visto oportuno trasladar a cada una de las partes las decisiones acerca de someterse a sus
conflictos dentro de un arbitraje. En pocas palabras, las partes involucradas en temas
privados elegirán si ir a un arbitraje o no.

Cuando las partes ya están en un proceso judicial por un definido conflicto privado, se
solicita que las partes declaren su voluntad de arbitrar, poniéndose en la sumisión de sus
actuales o potenciales controversiales al arbitraje. Esto se da al celebrarse un contrato
llamado convenio arbitral, el cual puede ser otorgado antes o después de un conflicto o
dentro de un trámite que lleve a vía judicial.
Cuando estuvo vigente las normativas arbitrales contenidas en el Código Civil de 1984
y en el Código de Procedimientos Civiles de 1912, la ley distinguió dos tipos de
contratos arbitrales: la cláusula compromisoria y el compromiso arbitral. Sin embargo,
por lo general siempre pasaba que las partes solicitaban el arbitraje, pero después se
negaban a suscribirlo y volvían de nuevo a la vía judicial. Estas disposiciones resultaban
ser inoperantes. Con el objetivo de corregir o remediar dicho sistema, la anterior Ley
General de Arbitraje, en el Decreto Ley 25935, recurrió a la figura conocida en la
doctrina y en la legislación comparada del “convenio arbitral”.

No obstante, esta nueva legislación no recogió de manera completa la integra figura


moderna del convenio arbitral, lo cual genera en los hechos prácticamente similares
problemas a propósito de la dualidad condicionaría compromisorio compromiso
arbitral. Este y muchas otras equivocaciones detectadas en la anterior Ley General de
Arbitraje promovieron la obligación de proceder a la reforma integral de la legislación
arbitral, a pocos años de señalada Ley 25935.

En la actual Ley General del Arbitraje define y conceptualiza al convenio arbitral en sus
artículos 9 y 98, como un acuerdo por el que las partes someterán a arbitraje las
controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas relacionadas a una
determinada relación jurídica contractual o no contractual. De esta forma, libremente
del momento en que se inscriba el acuerdo de arbitraje, sólo habrá un convenio arbitral.

De esta ley, podemos notar dos requisitos que son esenciales para un convenio arbitral,
la primera que sería la decisión de las partes al pactar un arbitraje y la segunda la
determinación de la relación jurídica respecto de la cual se arbitrarán los actuales o
potenciales conflictos.

Otros componentes que las partes podrán pactar en cualquier tiempo son: el número de
árbitros, la elección de ellos, la definición del asunto controvertido, el lugar o sitio del
arbitraje, el pacto acerca de si el arbitraje es de derecho o de conciencia, las reglas del
proceso arbitral, la renuncia a los recursos impugnatorios, los costos del arbitraje, entre
otros.

En materia arbitrable, notamos que es una tarea difícil la determinación al cual se


someterán a arbitraje, pese a esto, como regla general se puede afirmar que cualquier
controversia se puede llevar a arbitraje refiriéndose a una materia que sea libre de
disposición de las partes y no olvidemos que cuando se trate de cuestiones de orden
público no se puede tomar esta vía. Cuando hablamos de arbitraje no se pueden someter
a arbitraje controversias relacionadas a materias que sean de competencia exclusiva de
los tribunales peruanos o que infringen el orden público internacional.

En la ejecución de un convenio arbitral se considera de forma conjunta dos cosas: si es


que el convenio arbitral se celebró antes o después de que naciera el conflicto, y si el
arbitraje es institucional. Podemos notar:

 Cuando se ha pactado un arbitraje institucional, la parte interesada que quiera


iniciar el arbitraje deberá ir directamente a la institución arbitral requiriendo la
iniciación del arbitraje de conformidad con el reglamento arbitral respectiva.
Esta norma regulará la designación de los árbitros, la determinación de la
materia controvertida y demás disposiciones aplicables al arbitraje.
 Cuando han pactado un arbitraje ad hoc después de que se ha presentado la
controversia, lo recomendable es que se nombre al tribunal arbitral y establezcan
la materia controvertida. En el caso, que no se nombre al tribunal arbitral en ese
momento, será de aplicable el apartado continuo. Una vez establecido el tribunal
arbitral, la materia que está en discusión será dada ante los árbitros, si es que no
fue previamente negociada por las partes en su convenio arbitral.
 Cuando han pactado un arbitraje ad hoc antes de que surja el conflicto, caben
dos opciones: la primera que las partes hayan elegido a una entidad nominadora
de árbitros para que se encargue de nombrar a uno o más árbitros o para que
cumpla con dicha misión en caso alguna de las partes incumpla con hacerlo,
evento que evitará la intervención judicial; o en segundo caso que no hubiera
una entidad nominadora de árbitros, situación en la que las partes tendrán que
nombrar a sus árbitros de conformidad con el proceso acordado o, en su
cuestión, de acuerdo con el trámite supletorio dispuesto por la LGA. En este
supuesto, si todos los árbitros no son designados, en el arbitraje nacional habrá
que acudir al juez, mientras que en el arbitraje internacional corresponderá
solicitar el apoyo correspondiente a cualquiera de las instituciones arbitrales que
operan en el lugar del arbitraje o en la ciudad de Lima, a elección del interesado.
Al completar las partes el Tribunal Arbitral, el procedimiento se regirá por las
disposiciones y normas acordadas por las partes, o las cuales estipulen los árbitros.
Dentro de este proceso se procede a determinar y esclarecer las controversias, si en el
caso no hayan sido definidas en su convenio arbitral.
Al hablar de la autonomía del convenio arbitral y la competencia de los árbitros para
decidir acerca de su propia competencia podríamos mencionar que, el convenio arbitral
se pacta y se celebra como una cláusula más establecida dentro de un contrato. No
obstante, para efectos jurídicos, la Ley General Arbitraje reconoce al convenio arbitral
como un contrato independiente o autónomo en los artículos 14 y 106. Si el convenio
arbitral no se consideraría como autónomo o independiente al contrato principal que lo
contiene, bastaría para vulnerar la validez del contrato principal ante el Poder Judicial
para que las partes tuvieran que esperar el fallo definitivo sobre la validez del contrato
principal para poder dar inicio o continuar el arbitraje. Es pues gracias a esta ficción
legal que cualquier conflicto o desacuerdo referido a la inexistencia, ineficacia,
invalidez u otro vicio del contrato que contiene el convenio arbitral, deberá, en
principio, ser de conocimiento del tribunal arbitral.

En el artículo 106 de la Ley General de Arbitraje se expresa la facultad de los árbitros


para que solucionen acerca de su propia competencia, incluso en oposiciones relativas a
la inexistencia o ineficacia del convenio arbitral. Este principio tiene como objetivo que
se evite paralizar el desarrollo del arbitraje, simplemente para recurrir a la vía judicial
para que se pronuncie de forma previa acerca de la validez del convenio arbitral o sobre
la procedencia de las pretensiones que las partes desean someter a conocimiento.

Según Fernando Canturías (2008) La Ley General Arbitraje accede a que el tribunal
arbitral solucione la contradicción a su competencia como cuestión previa o hasta el
momento de emitir el respectivo laudo arbitral final. Contra la decisión del tribunal
arbitral no cabría impugnación alguna, sin perjuicio del recurso de anulación contra el
laudo arbitral, en caso la oposición a la competencia fuere desestimada.

En la Ley General de Arbitraje en los artículos 16 y 99, menciona que si una de las
partes, con la intención de transgredir el pacto dado, intente con una demanda judicial
relativa a una materia reservada al arbitraje, la otra parte puede solicitar la excepción del
convenio arbitral dentro de los plazos determinados para cada procedimiento en el
Código Procesal Civil, con el fin que el Poder Judicial se aparte de conocer de dicha
materia. Una vez dada la excepción, si el proceso arbitral ya no está en trámite, el juez
declara fundada la excepción.

Al hablar de excepción en un arbitraje que es internacional, el juez debe amparar la


excepción de convenio arbitral, salvo que la materia sea de competencia exclusiva de
los tribunales peruanos o transgreda el orden público internacional. Si el arbitraje
todavía no se hallara en trámite, igual el juez deberá declarar fundada esta excepción, a
menos que verifique que el convenio arbitral es considerable nulo, que la materia es de
competencia exclusiva de los tribunales peruanos o que viola el orden público
internacional.

En el procedimiento arbitral, las partes establecerán el lugar de un arbitraje, esto es


fundamental, puesto que, como señala Mantilla Serrano (2008) el lugar del arbitraje
“obra como un vínculo jurídico que logra conceptualizar el marco jurídico en el que se
desenvolverá el procedimiento arbitral, eligiendo los jueces que serán normalmente
competentes para ciertas funciones de apoyo judicial al arbitraje, y conferirle una
‘nacionalidad’ al laudo que se dicte”.

Por otro lado, la Ley General de Arbitraje, permite y da autorización, previo acuerdo de
las partes, a que el Tribunal Arbitral se pueda reunir en cualquier lugar que se considere
oportuno para celebrar deliberaciones entre sus miembros. Dicha facultad, tiene límites
puesto que el procedimiento arbitral debe ser imparcial y actuar con igualdad hacia las
partes, dándole a cada una de ellas la oportunidad de hacer valer sus derechos, y si
cambian la ubicación donde se desarrollará el procedimiento podría vulnerar y poner en
peligro la veracidad de un laudo arbitral.

En el procedimiento arbitral, las partes tendrán plena libertad para regularizar el


procedimiento arbitral, en ese lapso, pudiendo determinar el tipo de arbitraje y las reglas
que se aplicarán, en relación a lo dictaminado en el convenio arbitral mediante el cual
las partes se han sujeto.

En el caso que las partes no hayan llegado a ningún tipo de acuerdo, el árbitro o los
árbitros asignados pueden elegir el lugar y las normas del proceso del modo que tomen
las que más consideren conveniente para las partes, debiendo hacerles de conocimiento
dicha decisión mediante una notificación. Dicha determinación debe regirse mediante la
Ley General de Arbitraje, para lo cual, se deberá examinar en primer punto la clase de
arbitraje para después observar si están sujetas a las normas especificadas en el
ordenamiento jurídico.

Dentro de la doctrina se discute si es factible o adecuado la aplicación supletoria del


Código Procesal Civil en presencia de los vacíos que existen en la Ley General de
Arbitraje. Podríamos considerar que, en caso de no haber o no se haya realizado un
pacto entre las partes o una regla especifica por los árbitros, se debe aplicar
supletoriamente lo previsto por la LGA. El arbitraje debe estar en sujeción a tres cosas:
la voluntad de las partes, la Ley General de Arbitraje y la decisión que tomen los
árbitros.

Al hablar de las facultades que poseen los árbitros dentro de un procedimiento arbitral
diríamos que son: el determinar la admisibilidad, pertinencia y valor de las pruebas que
presenten las partes; solicitar las aclaraciones e información a las partes para de esa
manera ordenar la actuación de los medios probatorios que consideren necesarios las
partes; dar por finalizados los plazos de las etapas que ya han sido cumplidas por las
partes.; seguir el proceso aunque presente inactividad las partes; emitir el laudo arbitral
en base a lo actuado; y omitir motivadamente las pruebas no actuadas.

Las partes o el Tribunal Arbitral pueden dentro del procedimiento solicitar auxilio
judicial para la actuación de las pruebas al juez de paz letrado o al juez especializado en
lo civil del lugar del arbitraje o donde se desee ejecutar la resolución. El plazo para que
el juez de cumplimiento a la solicitud no deberá exceder de cinco (5) días, bajo
responsabilidad.

Antes de la emisión del laudo arbitral las partes podrán ceder a sus pretensiones, si pasa
esa situación los árbitros están competentes para fomentar la conciliación en cualquier
momento. Después de eso, los árbitros deben dictar una orden de conclusión de dicho
procedimiento arbitral y lo que se llega acordar se tomará como calidad de cosa
juzgada.

La renuncia o desistimiento puede ser pedidos por las partes de común acuerdo en
cualquier momento antes de ser notificadas con el laudo arbitral. Asimismo, las partes
podrán suspender el procedimiento arbitral por el plazo que consideren conveniente
siempre que haya acuerdo entre ellas.

Los árbitros podrán decidir las excepciones u objeciones con carácter previo o en el
laudo, pero si los árbitros las desestiman como cuestión previa, esta decisión podrá ser
impugnada como recurso de reposición, sin perjuicio del recurso de anulación contra el
laudo final. En cambio, si los árbitros las amparan sólo respecto de determinadas
materias, las actuaciones arbitrales continuarán respecto de las demás y la decisión sólo
podrá ser impugnada mediante recurso de anulación luego de expedirse el laudo final.
El laudo arbitral es el punto donde se finaliza el proceso arbitral y de esa manera
también el rol de los árbitros, puesto que los árbitros declaran sobre una controversia o
desacuerdo sometidos a su competencia.

Dicho laudo arbitral debe darse por escrito, con los votos de cada arbitro de manera
particular o independiente. Si es que se tratara de un arbitraje colegiado, solo se
necesitara la firma de la mayoría de los árbitros.

Según el autor Fernando Vidal (2003) un laudo arbitral es un convenio que permite a los
árbitros dictar sentencia, pero el laudo es completamente independiente del acuerdo, en
la medida que, si el laudo es impugnado, la acción no afecta en nada acuerdo arbitral, el
cual, además, se conserva mediante recurso de nulidad que puede ser demandado contra
la sentencia.”

Salvo pacto en contrario o salvo que se permita una prórroga, el laudo en los arbitrajes
domésticos deberán ser anunciados dentro de veinte (20) días siguientes a la expiración
del plazo de prueba o finalización del procedimiento a que se refiere el inciso 1) del
artículo 34 LGA. De no existir hechos que probar y los árbitros lo estiman necesario, se
concederá un plazo adicional, que en ningún caso podrá exceder de quince (15) días.

Los recursos que se utilizan en contra del laudo arbitral están previstos en los artículos
60 y 61 de la LGA: recurso de apelación y recurso de anulación. Si se interpone
cualquiera de estos dos recursos se da por suspendido la ejecución del laudo arbitral.

Cuando se interpone los dos recursos tanto el de apelación y anulación se declara


improcedente, porque ambos resultan ser incompatibles entre sí y no podrán acumularse
alternativa, subsidiaria o sucesivamente.

El recurso de apelación su objetivo es buscar la revisión del laudo arbitral en relación a


la valoración de los argumentos de las partes, y por si fuera la situación, el de la
aplicación e interpretación de la norma. Dicho recurso se interpone ante el Poder
Judicial o ante la segunda instancia arbitral, cuando se haya declarado su admisibilidad
en el convenio arbitral. Es importante precisar que el recurso de apelación puede
confirmar o revocar de manera parcial o total el laudo arbitral.

El recurso de anulación por otro lado, tiene como objetivo la revisión de la validez del
laudo arbitral, sin entrar a examinar el fondo de la controversia. El Poder Judicial sólo
debe limitarse a declarar la nulidad total o parcial del laudo. Dicho recurso se presenta
ante el poder judicial y se puede interponer contra los laudos inapelables o firmes, es
decir, contra laudos de una sola instancia o contra los laudos arbitrales de segunda
instancia. El recurso de anulación debe interponerse dentro del plazo de diez (10) días
contados desde la notificación del laudo o de notificadas las correcciones, integración o
aclaraciones del mismo. Por su parte, el proyecto modificatorio establece que el recurso
de anulación debe interponerse dentro del plazo de quince (15) días contados desde la
notificación del laudo o de notificados las correcciones, integración o aclaraciones del
mismo, o quince (15) días de transcurrido el plazo sin que los árbitros se hayan
pronunciado.

El órgano competente para conocer el recurso de apelación o de anulación del laudo


arbitral es la sala civil de la corte superior del lugar de la sede del arbitraje competente
al momento de presentar la apelación.

Las partes de un arbitraje internacional podrán solicitar ante el tribunal arbitral, con
anterioridad o durante el transcurso del proceso, las medidas cautelares provisionales
que consideren necesarias.

Cuando decimos que un arbitraje es obligatorio contendido en la Ley de Contrataciones


y Adquisiciones del Estado, las controversias que nacen entre las partes, desde la
suscripción del contrato, que versen sobre su ejecución, interpretación, resolución,
inexistencia, ineficacia o invalidez, se resolverán mediante conciliación y/o arbitraje,
según el acuerdo de las partes, debiendo solicitarse el inicio de estos procedimientos en
cualquier momento anterior a la culminación del contrato.

El Reglamento de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado precisa que las


controversias relativas al consentimiento de la liquidación final de los contratos de
consultoría y ejecución de obras o respecto a la conformidad de la recepción en el caso
de bienes y servicios, así como al incumplimiento de los pagos que resulten de las
mismas, también serán resueltas mediante arbitraje (artículo 273).

Se trata pues de un caso de arbitraje obligatorio, el cual difiere del sentido recogido en
la LGA.

El TUO de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado prescribe que la clase


de arbitraje que se desarrollará será de derecho y que el mismo será resuelto por un
tribunal arbitral unipersonal o colegiado. La referida ley precisa que el laudo arbitral
será inapelable, definitivo y obligatorio para las partes, debiendo ser remitido al Consejo
Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado - CONSUCODE dentro del
plazo previsto en el reglamento.

Las partes pueden someterse a un arbitraje institucional siempre y cuando así lo hayan
estipulado en el convenio arbitral. De no hacerlo, se entiende que se someten a un
arbitraje ad-hoc o personalizado.

Es importante destacar que, si las partes no pactan un convenio arbitral en sus contratos,
éste se considerará incorporado de pleno derecho, conforme lo prevé la norma
imperativa contenida en el artículo 274 del Reglamento de la Ley de Contrataciones y
Adquisiciones del Estado.

En sus contratos, las partes pueden incorporar la cláusula arbitral tipo del sistema
nacional de conciliación y arbitraje del Consejo Superior de Contrataciones y
Adquisiciones del Estado (SNCA – CONSUCODE), en cuyo caso, se someten a los
reglamentos de dicha institución arbitral.

Respecto de los árbitros, el reglamento señala que el arbitraje podrá ser resuelto por uno
o tres árbitros, es decir, se mantiene en la línea de lo señalado por la LGA en el sentido
de que el tribunal arbitral deberá estar compuesto por un número impar de miembros.
Sin embargo, se establece que, de no mediar acuerdo entre las partes, la controversia
será resuelta por un solo árbitro. En este punto se diferencia de la LGA que establece
que, a falta de acuerdo o en caso de duda sobre el número de árbitros, el tribunal arbitral
estará integrado por tres árbitros.

También se señala que el árbitro único o el presidente del tribunal arbitral –según fuera
el caso–, deberá ser necesariamente abogado y estará sujeto a la responsabilidad civil y
penal correspondiente, con lo cual permite que los otros miembros del tribunal
designados, puedan ser personas no letradas, como hemos visto ocurre hoy en día
cuando se designan ingenieros, arquitectos, economistas, etc.

Contra el laudo arbitral se puede interponer el recurso de anulación, para lo cual la parte
impugnante deberá acreditar la constitución de una fianza bancaria, en favor de la parte
vencedora y por la cantidad que el laudo determine pagar.
Las sentencias que resuelven de manera definitiva el recurso de anulación, serán
remitidas al CONSUCODE por la parte interesada en el plazo de cinco (5) días hábiles
de notificadas, para que pueda ejecutarse el laudo en la vía correspondiente.

El Arbitraje Internacional

Según la doctrina imperante, el arbitraje es internacional cuando las partes se someten a


más de un ordenamiento jurídico en razón del domicilio de una de las partes, del lugar
en el que se debe de dar cumplimiento a lo laudado o del lugar en el que se establecerá
la sede del tribunal arbitral, sin que ello implique la aplicación de las normas de
conexión que establece el derecho internacional privado, pues son las partes las que
pueden decidir la legislación aplicable a la solución del fondo de la controversia.

De acuerdo con nuestra LGA, un arbitraje es internacional:

a) Si las partes de un convenio arbitral tienen, al momento de la celebración del


convenio, sus domicilios en estados diferentes.

b) Si uno de los lugares siguientes está situado fuera del estado en el que las partes
tienen sus domicilios:

- El lugar del arbitraje, si éste se ha determinado en el convenio arbitral o con


arreglo al convenio arbitral.

- El lugar del cumplimiento de una parte sustancial de las obligaciones de la


relación jurídica o el lugar con el cual el objeto del litigio tenga una relación más
estrecha.

Para la aplicación de esta norma, si alguna de las partes tiene más de un domicilio, será
considerado como tal el que guarde una relación más estrecha con el convenio arbitral.
Si una parte no tuviera ninguno, entonces se tomará en cuenta su residencia habitual.

Las controversias originadas a raíz de los contratos del estado peruano u otras entidades
de derecho público con nacionales o extranjeros no domiciliados, así como las que se
refieren a sus bienes podrán ser sometidas a arbitraje internacional dentro o fuera del
país, libremente y sin previa autorización.
El arbitraje internacional deberá realizarse ante una institución arbitral de reconocido
prestigio o ante árbitros designados en procedimientos contemplados en tratados que
formen parte del derecho nacional.

De manera distinta a lo previsto en los arbitrajes nacionales, en los arbitrajes


internacionales las partes pueden determinar libremente el número de árbitros, sin
necesidad de que tal designación recaiga en un número impar. Sin embargo, en caso las
partes no puedan llegar a un acuerdo sobre el número de los árbitros, éste será de tres
(artículo 101 de la LGA).

En el arbitraje internacional no hay disposición alguna que impida la designación de


determinadas personas como árbitros, hecho que sí sucede en el arbitraje nacional. En
este sentido, el artículo 101 de la LGA sólo señala que, salvo pacto en contrario de las
partes, la nacionalidad de una persona no será obstáculo para que actúe como árbitro.

De acuerdo al artículo 123 de la LGA, el recurso de anulación es el único recurso que


procede interponer ante un laudo arbitral internacional dictado dentro del territorio
peruano y se formula ante la corte superior del lugar de la sede del arbitraje competente
al momento de presentar el recurso. Este recurso procede cuando se compruebe que:

a. Una de las partes en el convenio arbitral estaba afectada por alguna incapacidad,
o que dicho convenio no es válido en virtud de la ley a que las partes lo han
sometido o, si nada se hubiera indicado a este respecto, en virtud de las leyes de
la república.
b. La parte no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de
las actuaciones arbitrales, o no ha podido, por cualquier razón, hacer valer sus
derechos.
c. El laudo se refiere a una controversia no prevista en el convenio arbitral o
contiene decisiones que exceden los términos del convenio arbitral. No obstante,
si las disposiciones del laudo que se refieren a las cuestiones sometidas al
arbitraje pueden separase de las que no lo están, sólo se podrá anular estas
últimas.
d. La composición del tribunal arbitral o del procedimiento arbitral no se ha
ajustado al convenio entre las partes, salvo que dicho convenio estuviera en
conflicto con una disposición legal de que las partes no pudieran apartarse. El
Perú ratificó la Convención de Panamá el 2 de mayo de 1989, pero ésta no le fue
vinculante hasta la fecha de depósito del instrumento, hecho que ocurrió el 22 de
mayo del mismo año. o, a falta de convenio, que no se han ajustado a dicha
disposición.
e. La autoridad judicial compruebe:
• Que, según leyes de la república, el objeto de la controversia no es susceptible
de arbitraje.
• Que el laudo es contrario al orden público internacional.

El artículo 126 de la LGA otorga la posibilidad a las partes de acordar expresamente en


el convenio arbitral la renuncia a interponer el recurso de anulación o la limitación de
dicho recurso a una o más de las causales anteriormente señaladas (artículo 123 de la
LGA), siempre y cuando ninguna de las partes en el arbitraje sea de nacionalidad
peruana o tenga su domicilio o residencia habitual en el Perú.

Para la ejecución del laudo en el Perú será de aplicación las reglas sobre reconocimiento
y ejecución de laudos arbitrales extranjeros contenidas en los artículos 127, 128, 129,
130 y 131 de la LGA.

El laudo arbitral internacional será reconocido como vinculante, así se hubiese dictado
fuera del país, a la sola petición por escrito ante la sala civil de la corte superior
competente a la fecha de la presentación de la solicitud del domicilio del demandado, si
se diera el caso que el demandado no reside en la república del lugar donde éste tenga
sus bienes.

La convención interamericana sobre arbitraje comercial internacional (convención de


panamá de 1975) y la convención sobre reconocimiento y ejecución de las sentencias
arbitrales extranjeras (convención de Nueva York de 1958) o cualquier otro tratado
sobre reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales de los cuales el Perú sea parte,
también serán de aplicación para efectos del reconocimiento y la ejecución de los laudos
arbitrales dictados fuera del territorio nacional.

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