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TSJ Testimonio Del Menor 2020

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Cod Unívoco

21434

Fecha

03/07/2020

Materia

Penal

Revista

Penal y Proc. Penal

Número

278

Tribunal

T.S.J. Sala Penal

Resolución

Sent. n.º 171

Carátula

“O., J. M. p.s.a. abuso sexual agravado - Recurso de Casación”

Titulo

OBLIGACIÓN DE LOS ESTADOS DE PROTEGER AL NIÑO CONTRA TODAS LAS FORMAS DE


EXPLOTACIÓN Y ABUSO SEXUAL. DELITOS CONTRA LA INTEGRIDAD SEXUAL. Testimonio de la
víctima como prueba dirimente.

Descripción

El caso

Por Sentencia una Cámara en lo Criminal y Correccional de la ciudad de Córdoba, en Sala


Unipersonal, en lo que aquí interesa, resolvió: “…I) Declarar al imputado, ya filiado autor del
delito de abuso sexual doblemente agravado por el vínculo y convivencia preexistente (arts.
119 último párrafo en función del primero del CP), y condenarlo a la pena de tres años y seis
meses de prisión, con accesorias de ley y costas (arts. 9, 12, 40, 41 y 29 inc. 3° del CP; 550 y
551 del CPP)…”. El defensor del imputado, interpuso recurso de casación en su favor, en contra
de la decisión mencionada. Invoca el motivo formal de casación (art. 468 inc. 2 CPP) por
entender que no existió el hecho y la intervención de su asistido no se encuentra acreditada
con grado de certeza. El Superior Tribunal de la Provincia de Córdoba resolvió rechazar el
recurso de casación interpuesto por el defensor del imputado. Con costas (arts. 550 y 551
CPP).
1. Como derivación de la obligación asumida por los Estados de “proteger al niño contra todas
las formas de explotación y abuso sexuales” al suscribir la Convención de los Derechos del Niño
(art. 34), y brindando un marco práctico para el trabajo con niños víctimas y testigos de delitos
dentro del proceso de justicia bajo el prisma de la Declaración sobre los principios
fundamentales de Justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder (ONU), se proclama
que “cada niño tiene derecho a que se le trate como un testigo capaz y a que su testimonio se
presuma válido y creíble, a menos que se demuestre lo contrario y siempre y cuando su edad y
madurez permitan que proporcione testimonio comprensible, con o sin el uso de ayudas de
comunicación u otro tipo de asistencia” (Justicia para los Niños Víctimas y Testigos de Delitos,
apartado B.2.d, Oficina Internacional de los Derechos del Niño, Canadá, 2003, en “Infancia y
Adolescencia. Derechos y Justicia”, Oficina de Derechos Humanos y Justicia, Colección de
Derechos Humanos y Justicia Nº 5, Poder Judicial de Córdoba, pág. 169).

2. Frente a delitos contra la integridad sexual, el testimonio de la víctima aparece como la


prueba dirimente, puesto que esta clase de hechos suele cometerse en ámbitos de intimidad,
ajenos a las miradas de terceros (TSJ, Sala Penal, S. n° 216, 31/8/2007, “Avila”; S. n° 12,
20/2/2008, “Díaz”; S. n° 212, 15/8/2008, “Boretto”; S. n° 333, 17/12/2009, “Aranda”; S. nº 334,
9/11/2011, “Laudin”; S. nº 305; 19/11/2012, “Serrano”; entre muchos otros). En consecuencia,
los elementos de juicio que corroboran el relato de las víctimas constituyen, en su mayoría,
prueba indirecta. Empero, ello no resulta óbice para sostener una conclusión condenatoria, en
la medida en que los indicios meritados sean unívocos y no anfibológicos (TSJ, Sala Penal, S. n°
41, 27/12/1984, “Ramírez”) y a su vez sean valorados en conjunto y no en forma separada o
fragmentaria (TSJ, Sala Penal, “Avila”, S. n° 216, 31/8/2007; “Díaz”, S. n° 12, 20/2/2008;
“Boretto”, S. n° 212, 15/8/2008; “Aranda”, S. n° 333, 17/12/2009; “Risso Patrón”, S. n° 111,
19/5/2008; “Astudillo”, S. nº 311, 8/10/2013; entre muchos otros). Ello ocurre en el caso
desde que los dichos de la víctima se encuentran avalados, más allá de la opinión experta de
las psicólogas acerca de la presencia de indicadores de abuso sexual y la fiabilidad del relato,
por otras pruebas que apuntalan la conclusión asertiva respecto a la condena del imputado.

TSJ Córdoba, Sala Penal, Sent. n.º 171, 03/07/2020, “O., J. M. p.s.a. abuso sexual agravado -
Recurso de Casación”
En la ciudad de Córdoba, a los tres días del mes de julio del año dos mil veinte, siendo las
nueve horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia,
presidida por el señor Vocal doctor Sebastián Cruz López Peña, con asistencia de las señoras
Vocales doctoras Aída Tarditti y María Marta Cáceres de Bollati, a los fines de dictar sentencia
en los autos “O., J. M. p.s.a. abuso sexual agravado -Recurso de Casación-” (SAC 2172850), con
motivo del recurso de casación interpuesto por el doctor Gerardo Damián Morales, defensor
del imputado J. M. O., en contra de la Sentencia número treinta y nueve, del veintinueve de
agosto de dos mil diecinueve, dictada por la Cámara en lo Criminal y Correccional de Quinta
Nominación de esta ciudad.

Abierto el acto por el señor Presidente se informa que las cuestiones a resolver son las
siguientes:

Primera cuestión: ¿Se encuentra indebidamente fundada la sentencia dictada en orden a la


condena impuesta al imputado O.?

Segunda cuestión: ¿Qué solución corresponde dictar?

Los señores Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Doctores Sebastián Cruz López
Peña, Aída Tarditti y María Marta Cáceres de Bollati.

A la primera cuestión:

El señor Vocal doctor Sebastián López Peña dijo:

I. Por Sentencia n° 39, del 29 de agosto de 2019, dictada por la Cámara en lo Criminal y
Correccional de Quinta Nominación de esta ciudad en Sala Unipersonal, en lo que aquí
interesa, resolvió: “…I) Declarar a J. M. O., ya filiado autor del delito de abuso sexual
doblemente agravado por el vínculo y convivencia preexistente (arts. 119 último párrafo en
función del primero del CP), y condenarlo a la pena de tres años y seis meses de prisión, con
accesorias de ley y costas (arts.9, 12, 40, 41 y 29 inc. 3° del CP; 550 y 551 del CPP)…” (f. 852
vta.).
II. El doctor Gerardo Damián Morales, defensor del imputado J. M. O., interpuso recurso de
casación en su favor, en contra de la decisión mencionada (ff. 858/865 vta.). Invoca el motivo
formal de casación (art. 468 inc. 2 CPP) por entender que no existió el hecho y la intervención
de su asistido no se encuentra acreditada con grado de certeza. Comienza por referirse al
testimonio de A.R.L. (madre de la víctima).

En primer lugar dice que, tanto durante la instrucción (ff. 1/7) como en el debate, dejó
planteada la duda acerca del motivo por el cual el día martes el imputado reintegró a la niña al
jardín antes. Sin embargo, su defendido despejó todo manto de sospecha -tanto en la
instrucción como el debate- cuando declaró que dos días antes le avisó que ello ocurriría
debido a que tenía que trabajar.

En segundo lugar señala que su declaración resulta imprecisa y contradictoria en relación a la


circunstancia en la que habría tomado conocimiento del supuesto abuso, ya que en la
denuncia dijo que la niña la llamó desde el baño, le hablaba del “toto” (vagina) y lloraba
desconsoladamente, mientras que durante la tramitación del juicio expuso que escuchó un
grito de la niña desde el baño, pensó que se había quemado con agua caliente, salió cambiada
y allí la habría revisado.

En tercer lugar indica que al efectuar la denuncia dijo que llamó al imputado luego de que la
niña salió del baño y lloraba desconsoladamente, mientras que durante el debate expresó que
luego de llevarla al Hospital Pediátrico, donde la revisó un médico, llamó a O. para consultarle
qué había pasado.

Alega que con dichas contradicciones no trata de negar la existencia del hecho, pero sí la
veracidad, objetividad e imparcialidad del testimonio de quien es la encargada de dar la notitia
criminis, por tener su relato una incidencia directa en la participación de su defendido en el
hecho que se le imputa.

Agrega que para ahondar aun más en su falta de credibilidad, debemos remitirnos al
testimonio de la doctora Bressan, quien fue la primera en ver a la niña y declaró durante el
debate que, según la madre, la lesión era del día anterior, eso le llamó la atención ya que no le
había colocado hipoglós, ello surgía de la revisión ya que esta suele dejar una mancha
blanquecina, aunque al tratarse de un lugar húmedo pudo haber desaparecido. Señala que
esto es contradictorio con lo que manifestó la madre de la víctima relativo a que sí le colocó
hipoglós.

También indicó que la doctora Bressan manifestó en el debate que le llamó la atención que la
madre nunca le preguntó si esto iba a dañar a la nena o dejar alguna secuela. Lo mismo
sucedió en la instrucción, cuando relató que llamó su atención que demostraba más interés en
formular la denuncia que en la salud de su hija, pues no preguntó cómo aliviar el dolor, ni le
preocupó que seguía sin orinar. Ello deja en evidencia hacia dónde quería direccionar la
investigación la madre de la niña, su intención maliciosa y ardidosa, que no es otra que
perjudicar a O., su expareja.

Asimismo, señala que de los dichos de la profesional se desprende que su objetivo era pedir un
certificado para presentarse en la Unidad Judicial a hacer la denuncia, teniendo conocimiento
preciso del lugar al que debía acudir a tal fin. De lo que deriva que tenía un objetivo planteado
de antemano, ubicado por encima del bienestar de su hija, con pleno conocimiento de lo que
debía hacer y adónde dirigirse para lograr su designio.

Entiende que se omitió el comentario espontáneo, sincero y despojado de toda subjetividad


que la niña hace frente a la doctora Bressan al ser examinada cuando gritaba en forma
descontrolada “mamá mala, mamá mala”, como queriendo contar quién o qué le había
sucedido, lo cual incomodó a su madre. Recalca que no apuntó a su padre, sino a su madre.
Destaca que ello viene precedido de cuando la menor, encontrándose en el consultorio de la
médica, toma muñecos y los coloca sobre el escritorio, tres boca arriba y tres boca abajo,
enfrentados, comenzando a chocar sus rostros compulsivamente uno con otro, a la vez que
gritaba “mamá mala, mamá mala”, aclarando la pediatra que la madre quería detenerla,
debiendo la profesional contenerla en varias ocasiones para que dejara que la niña se
expresara.

Finalmente, en relación a ello, destaca que la madre, al formular la denuncia, dijo que la niña
tomó dos muñecos, colocó uno sobre otro, haciendo movimientos que imitan una relación
sexual frotando uno contra otro, y que la médica le dijo que manifestara esto en la Unidad
Judicial, luego la niña hacía que la muñeca golpee al masculino. Sin embargo, la doctora
Bressan lo desvirtuó, tanto en la instrucción como en el debate, pues nunca habló de
movimientos sexuales, ni que la menor golpeaba los muñecos, ni que le dijo a la madre que
comentara esta situación ante la Unidad Judicial; por el contrario, la madre faltó a la verdad al
no comentar que la niña había hecho alusión a ella y que los muñecos eran seis.

A continuación se dedica a las pericias psicológicas practicadas.

En relación a la pericia del imputado, expresa que la licenciada Sandín durante el debate,
aclaró que no advierte rasgos de perversión y no puede decir que presenta rasgos
simulatorios, lo cual fue ratificado por la perito de control licenciada Boer, al decir que el
acusado no tiene personalidad perversa ni psicopática. Destaca que a pregunta de la fiscal, la
licenciada Boer respondió que no todo abusador debe tener características psicopáticas, pese
a lo cual la fiscal alegó que la profesional había reconocido que la personalidad perversa no es
requisito sine qua non para ser abusador, lo cual no es cierto, ya que la perito de parte se
refirió a las características psicopáticas y no las características perversas de la persona.
Expone que por ello, el propio tribunal valoró este elemento de prueba como una debilidad
indiciaria, teniendo en cuenta que no surge del informe psicológico (oficial y de control) ningún
elemento objetivo de prueba que diga que O. tiene una personalidad perversa en su esfera
sexual que lo lleve a cometer el hecho que se le imputa.

A ello agrega que lo expuesto encuentra respaldo en el testimonio de la licenciada Tita,


psicóloga tratante de O. y la madre de la víctima, quien en el debate dijo que no advirtió rasgos
de perversos en el acusado, ya que cuando estas personas los tienen son muy claros y se
hubiera advertido claramente en las pruebas.

Seguidamente, se refiere a la pericia de la niña y señala que el testimonio de la perito oficial


licenciada Barberis resulta diametralmente opuesto con el testimonio de la perito de control
licenciada Vega. Al respecto, manifiesta que la fiscal realiza una valoración segmentada y
parcializada de los argumentos vertidos por la licenciada Vega. Se dirige a la tardanza en
presentar el informe oficial y cuestiona cómo después de nueve meses de las entrevistas, pudo
emitir una opinión clínica basada solo en apuntes de ayuda memorias perdiéndose, por el
transcurso del tiempo, aspectos tan trascendentales como observaciones directas,
percepciones, signos y señales que solo pueden tener sentido a través de la inmediatez, más
aun cuando no hubo posibilidad de debatir antes de emitir el dictamen (art. 240 CPP).

Reitera que el informe de la perito de parte licenciada Vega no ha sido valorado en su plenitud,
ni por la fiscal, ni por el tribunal, y deberá ser objeto de valoración por esta Sala. Retornando al
informe oficial, entiende que la licenciada Barberis solo se basa, como elemento concreto de
indicador de abuso, en los dichos de la menor “papá me cortó el toto con un cuchillo”, sin
explicar científica, ni clínicamente cómo es que la niña llega a realizar esa elocución. Es más, a
pregunta del juez respondió que infiere que ello se relaciona con una sensación de dolor, el
cuchillo no es una representación fálica, sino una referencia al dolor.

Expresa que, además, solo se basa en los dichos de la madre de que la niña habría comenzado
a orinarse, llanto frecuente, tirarse de los pelos, etc., insuficiente para decir que se trata de
indicadores de abuso sexual.

Manifiesta que con respecto a que la menor se ponía irritable, ansiosa, ya sea que el juego se
ponía agresivo, cuando hablaba del papá, la licenciada dijo que ello no era sí, solo expresaba
incomodidad por la insistencia de la perito oficial para que contestara, ya que lo único que
quería era jugar, lo que hacía sin demostrar angustia y sin entender para qué estaba ahí.

Seguidamente, señala que no se puede minimizar lo que la licenciada Vega argumentó en su


informe y fue ratificado por la licenciada Zarazaga, cuando esta le pregunta a la madre de la
menor desde cuándo pasaba esto y le refirió que desde enero o febrero y le explicó que había
realizado una denuncia por abuso sexual y todos los lugares por los que anduvo, por lo que la
niña fue sometida a reiteradas revisiones médicas y relatos sobre el posible origen de su lesión
en diferentes ámbitos de intervención.

Finalmente, ataca el testimonio de Laura Teresa Ellese, psicóloga tratante de A.R.L., en torno al
que considera que su relato carece de todo valor científico, al hacer una valoración de su
paciente sin practicar ningún test y basándose en la simple creencia y confianza de lo que
A.R.L. le manifestaba, lo que resulta muy poco serio a los fines del descubrimiento de la verdad
real.

Por ello, solicita que se anule la sentencia y absuelva por duda razonable a su asistido a tenor
del art. 406 del CPP.

III.1. De la lectura del escrito recursivo surge que el impugnante cuestiona la fundamentación
probatoria del hecho y de la autoría del imputado O. en este.

Adelanto mi respuesta negativa al planteo en virtud de que el impetrante no asume el plexo


probatorio de autos en su totalidad, por lo que construye su ataque de modo defectuoso. El a
quo ha realizado un estudio concatenado e integral de todos los elementos recolectados en la
causa, cuyo examen conjunto autoriza a tener por acreditada la existencia del hecho y la
autoría del encartado.

En efecto, el sentenciante ponderó que en autos se cuenta con los dichos de la niña víctima
P.V.O., quien desde el primer momento -previo a acudir a los servicios médicos y judicial- narró
el abuso sexual y señaló claramente a su padre (el imputado) como autor, en un relato firme y
sin contradicciones. Manifestó que la madre grabó aquellas iniciales expresiones, las cuales
fueron escuchadas durante el debate, y la menor las repitió espontáneamente en todas las
instancias ulteriores, así en las entrevistas con la doctora Moyano Garzón, médica forense de
la Unidad Judicial de la Mujer y el Niño, las Lics. Barberis y Vega, peritos psicólogas oficial y de
control respectivamente, y la licenciada Zarazaga, psicóloga tratante de la víctima (ff. 840,
848/vta., 850, 851 vta.).

Valoró que dichas manifestaciones espontáneas son fiables. En tal sentido, indicó que los
psicólogos afirmaron que la menor no tuvo un discurso sembrado por otra persona, sino que
su relato fue espontáneo y sincero, mantenido en las diversas entrevistas. Refirió, también,
que las Lics. Barberis y Zarazaga señalaron que P.V.O. no fabuló y su discurso fue coherente (ff.
839 vta., 840 vta., 848 y vta., 850, 851 vta.).

Asimismo, tampoco puede soslayarse que la licenciada Barberis señaló indicadores de abuso
sexual (ff. 824/826). Así, las reiteradas y espontáneas expresiones de la menor del tipo “papá
cortó con el cuchillo el toto... la colita” y otras similares al tiempo que señalaba la zona de la
cola, refiriendo también que nombra a su zona genital como “toto” e incluso tomando en una
oportunidad un cuchillo de juguete y señalando la zona de la cola; en torno a ello destaca la
profesional que la referencia a un cuchillo podría asociarse a una sensopercepción
posiblemente ligada al dolor y que se trata de un relato sujeto a sus propios conocimientos y
experiencias, siendo un tiempo en que la sexualidad resulta aun un enigma (no hay una
comprensión de sus implicancias).

También se evidenciaron signos de irritabilidad y ansiedad tras referir tales circunstancias


(evasiva, juego agresivo), lo que implicaría una afectividad compatible con lo verbalizado.
Surge una percepción ambivalente en la niña respecto de su progenitor, mostrando
manifestaciones hacia este que resultarían confusas; no obstante, al ser preguntada acerca de
su deseo de verlo, P.V.O. responde negativamente, al tiempo que se infiere percepción
persecutoria respecto de este. Asimismo, presenta comportamientos llamativos, tales como
reticencia a bañarse y ser cambiada, llanto, aislamiento en el jardín, orinarse durante la
madrugada como conducta regresiva, tirarse de los pelos, etc.

Cabe reparar, que invariablemente se ha sostenido que cuando existe una pericia psicológica
que se expide sobre la fiabilidad del relato de un niño víctima de delitos contra la integridad
sexual, la lectura de este último debe ir necesariamente acompañada -cual sombra al cuerpo-
de la explicación experta, en tanto aquel extremo se encuentra dentro del ámbito de
conocimientos especiales de los que carece el juzgador (o que, disponiendo de ellos, no
pueden motivar su decisión por no ser controlables a las partes) y que por ende no pueden
motivar su decisión.

Las consideraciones que preceden, resta agregar, lo son en plena sintonía con las directrices
que emanan de documentos internacionales. Como derivación de la obligación asumida por
los Estados de “proteger al niño contra todas las formas de explotación y abuso sexuales” al
suscribir la Convención de los Derechos del Niño (art. 34), y brindando un marco práctico para
el trabajo con niños víctimas y testigos de delitos dentro del proceso de justicia bajo el prisma
de la Declaración sobre los principios fundamentales de Justicia para las víctimas de delitos y
del abuso de poder (ONU), se proclama que “cada niño tiene derecho a que se le trate como
un testigo capaz y a que su testimonio se presuma válido y creíble, a menos que se demuestre
lo contrario y siempre y cuando su edad y madurez permitan que proporcione testimonio
comprensible, con o sin el uso de ayudas de comunicación u otro tipo de asistencia” (Justicia
para los Niños Víctimas y Testigos de Delitos, apartado B.2.d, Oficina Internacional de los
Derechos del Niño, Canadá, 2003, en “Infancia y Adolescencia. Derechos y Justicia”, Oficina de
Derechos Humanos y Justicia, Colección de Derechos Humanos y Justicia Nº 5, Poder Judicial
de Córdoba, pág. 169).

Además, es necesario recordar que esta Sala tiene dicho que frente a delitos contra la
integridad sexual, el testimonio de la víctima aparece como la prueba dirimente, puesto que
esta clase de hechos suele cometerse en ámbitos de intimidad, ajenos a las miradas de
terceros (TSJ, Sala Penal, S. n° 216, 31/8/2007, “Avila”; S. n° 12, 20/2/2008, “Díaz”; S. n° 212,
15/8/2008, “Boretto”; S. n° 333, 17/12/2009, “Aranda”; S. nº 334, 9/11/2011, “Laudin”; S. nº
305; 19/11/2012, “Serrano”; entre muchos otros). En consecuencia, los elementos de juicio
que corroboran el relato de las víctimas constituyen, en su mayoría, prueba indirecta. Empero,
ello no resulta óbice para sostener una conclusión condenatoria, en la medida en que los
indicios meritados sean unívocos y no anfibológicos (TSJ, Sala Penal, S. n° 41, 27/12/1984,
“Ramírez”) y a su vez sean valorados en conjunto y no en forma separada o fragmentaria (TSJ,
Sala Penal, “Avila”, S. n° 216, 31/8/2007; “Díaz”, S. n° 12, 20/2/2008; “Boretto”, S. n° 212,
15/8/2008; “Aranda”, S. n° 333, 17/12/2009; “Risso Patrón”, S. n° 111, 19/5/2008; “Astudillo”,
S. nº 311, 8/10/2013; entre muchos otros).

Ello ocurre en el caso desde que los dichos de la víctima se encuentran avalados, más allá de la
opinión experta de las psicólogas acerca de la presencia de indicadores de abuso sexual y la
fiabilidad del relato, por otras pruebas que apuntalan la conclusión asertiva respecto a la
condena del imputado.

En tal sentido, el a quo tuvo en cuenta la opinión especializada de los médicos que revelaron la
existencia de lesiones en la menor, cuyas características singulares científicamente indican
como probable que fueran producto de abuso sexual (doctora Bressan –médica pediatra-, los
médicos de la Casa Cuna, la doctora Moyano Garzón –médica forense de la Unidad Judicial de
la Mujer y el Niño- y el doctor Lazzuri -presidente del Comité de Maltrato Infantil-, f. 849), por
fricción, roce o frotamiento con elemento romo (Dres. Bressan, Moyano Garzón y Lazzuri y
Dres. Uriarte y Fabre –peritos-, f. 849 vta.).

También tuvo presente las circunstancias de tiempo y lugar que ubican a O. y a la víctima
juntos al momento en que se produjeron las lesiones. Ponderó que de la prueba surge que la
madre entregó a P.V.O. al acusado el día 19 de enero a las 12:00 hs. aproximadamente y la
niña estaba sana, tal como dijo el imputado al declarar que cuando bañó a la pequeña, le echó
agua sin notar lesión alguna. Sin embargo, unas 46 horas después -durante la mañana del día
20 de enero-, la doctora Bressan revisó a la niña y constató la existencia de lesiones recientes
de no más de 72 horas de evolución. Ello llevó al sentenciante a sostener que la niña sufrió
esas lesiones en el lapso de tiempo en que permaneció al cuidado de O. (f. 850 vta.).

Finalmente, valoró las pericias psicológicas practicadas a la menor P.V.O. y al acusado, en


cuanto aquella muestra una percepción ambivalente en la niña respecto a la relación paterna,
mientras que la del imputado revela indicadores tanto de conflictos en el área de la sexualidad
que lo muestran proclive a realizar conductas transgresoras a nivel sexual, como de
impulsividad, a la vez que detectó inmadurez, personalidad de tipo maníaca, un mecanismo
defensivo esquizoide (alejado de lo afectivo) por el que hace un acto bueno o incluso heroico
para borrar los malos actos, y escasa capacidad de autocrítica, tratando de evadir las
situaciones conflictivas. La Licenciada Boer, perito de parte, admitió este tipo de personalidad
(ff. 840 vta., 841, 851 vta.).
En cuanto al informe pericial presentado por la licenciada Vega, perito psicóloga de la defensa,
su contenido se encuentra en franca contraposición con el cuadro probatorio analizado,
distinto al informe de la licenciada Barberis, perito oficial, el cual se dirige en el mismo sentido
que el resto de la prueba de autos.

Dichas razones privan de contenido eficaz a la queja de la recurrente en tanto sus críticas
aparecen como aisladas frente al cúmulo de prueba que en su conjunto, nos llevan a la única
conclusión asertiva sobre la existencia del hecho y la autoría del encartado.

En consecuencia, la ponderación conjunta de las constancias probatorias realizada por el


tribunal de mérito resulta adecuada a las exigencias de las reglas de la sana crítica racional y
brinda un sustento convictivo suficiente para concluir con certeza la autoría de J. M. O. en el
delito de abuso sexual doblemente agravado por el vínculo y convivencia preexistente en
perjuicio de P.V.O., no desarrollando el recurso argumentos hábiles en procura de demostrar
lo contrario. Por estas razones, el planteo efectuado debe ser rechazado. Voto pues, por la
negativa.

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

El señor Vocal preopinante da, a mi juicio las razones necesarias que deciden correctamente la
presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da el señor Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la
misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

A la segunda cuestión:

El señor Vocal doctor Sebastián López Peña dijo:


Como resultado del acuerdo precedente, corresponde rechazar el recurso de casación
interpuesto por el doctor Gerardo Damián Morales en favor del imputado J. M. O. Con costas
(arts. 550 y 551 CPP).

Así voto.

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

El señor Vocal que me precede, da a mi juicio, las razones necesarias que deciden
correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da el señor Vocal del primer voto, por lo que, adhiero a la
misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Penal; RESUELVE:

Rechazar el recurso de casación interpuesto por el doctor Gerardo Damián Morales en favor
del imputado J. M. O. Con costas (arts. 550 y 551 CPP).

Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación que se dio por el señor Presidente
en la Sala de Audiencias, firman este y las señoras Vocales de la Sala Penal del Tribunal
Superior de Justicia, todo por ante mí de lo que doy fe.
FDO.: TARDITTI - CÁCERES DE BOLLATI - LÓPEZ PEÑA.

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