Document 19
Document 19
Document 19
net/publication/346547665
Ejercicios de supervivencia
CITATIONS READS
0 438
2 authors, including:
La Palabra
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
117 PUBLICATIONS 97 CITATIONS
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by La Palabra on 01 December 2020.
En los que iban a ser los últimos años de su vida, después de atrave- Alberto Giordano
sar un período de aflicción y acedia, Roland Barthes entrevió las se-
ñales de una mutación, la posibilidad de un recomienzo. La decisión Universidad Nacional de Rosa-
de inscribir su trabajo, a partir de ese momento, bajo la divisa íncipit rio CONICET. Doctor en Letras
Vita Nova, quedó registrada en la conferencia “«Mucho tiempo he por la Universidad de Buenos
estado acostándome temprano»”, dictada en el Collège de France Aires. Investigador Indepen-
el 19 de octubre de 1978.1 Lo mismo que Proust, con quien no se diente del Consejo Nacional
compara, pero sí se identifica, Barthes liga el deseo de recomenzar, de Investigaciones Científicas
su realización, al descubrimiento de una nueva forma de escritura, y Técnicas, y Profesor de la
que ya no sería la del ensayo crítico, porque siente que agotó sus Universidad Nacional de Ro-
posibilidades, ni la de la novela en su sentido convencional, por- sario. En 1990, fundó el Centro
que sabe con certeza que no podría escribir una. Como el autor de de Estudios de Teoría y Crítica
la Recherche, fantasea con una “tercera forma” capaz de movilizar Literaria de la U.N.R; y, actual-
las potencias literarias que corresponderían al advenimiento de una mente, dirige el Boletín de di-
nueva edad, una forma autobiográfica en la que el egotismo pudiera cho Centro. Dictó seminarios
ser trascendido a fuerza sutileza y fragmentación. En las clases de de posgrado y conferencias en
su último curso, La preparación de la novela, publicadas póstuma- diversas universidades nacio-
mente, Barthes imaginó esta forma híbrida como un engarce aleato- nales y extranjeras. Entre sus
rio de notaciones circunstanciales, capaces de articular la elegancia libros publicados se encuen-
sintáctica con la verdad del instante en el que se insinúa un afecto. tran: Roland Barthes. Literatura
y poder (1995); Razones de la
También por la vía de la identificación, proyectándome en algunos crítica. Sobre literatura, ética y
gestos y afirmaciones del propio Barthes, quisiera esbozar –en la política (1999); Manuel Puig,
primera sección de estos apuntes– una ojeada retrospectiva sobre la conversación infinita (2001);
mi labor como crítico literario, para reconstruir la trama de decisio- Modos del ensayo. De Borges
nes y equívocos que me llevaron a buscar otras formas de escritura, a Piglia (2005); Una posibili-
dad de vida. Escrituras íntimas
1
Recogida en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Trad.:
(2006) y El giro autobiográfico
C. Fernández Medrano. Barcelona: Paidós, 1987; pp. 327-339. de la literatura argentina actual
(2009).
albertogiordano59@gmail.com
Citar: Giordano, A. (enero-junio de 2017). Ejercicios de supervivencia. La
Palabra, (30), 277 – 286. doi: https://doi.org/10.19053/01218530.n30.2017.6205
277 La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286
más allá de los marcos retóricos en mi léxico de crítico litera- fuera de su práctica, tampoco
habituales, con el propósito de rio, una que haya podido atraer es posible reevaluar, en cada
encausar nuevas inclinaciones e impulsar la argumentación coyuntura, las posibilidades
afectivas, las que corresponde- obstinadamente, pero sin ex- actuales del género, sin un re-
rían a una edad en la que ya se tinguir su reserva de incerti- torno estratégico a Montaigne).
aprendió que la supervivencia dumbre, diría que esa palabra Frente al docto, que encomien-
es la forma más intensa de vida. fue “ejercicio”. Algunas de las da a los rigores del tratado sus
El recurso a la teoría, como re- significaciones que le atribuye ilusiones de conocimiento sis-
serva de conceptos que aspiran el diccionario, exponen la plas- temático y objetivo, el ensayis-
a tensionar la exposición, será ticidad semántica que la volvió ta no oculta sus inepcias, ni se
en mi caso el expediente para susceptible a distintas apropia- preocupa ante la posibilidad de
intentar trascender el egotis- ciones: “acción y efecto de ejer- equivocarse o contradecirse, ya
mo, en la dirección de un pen- cer”; “conjunto de movimientos que no pretende dar a conocer
samiento de la crítica abierto al corporales que se realizan para las cosas sino a sí mismo, sus
examen de sus aporías, incluso mantener o mejorar la forma inclinaciones y sus facultades,
de sus imposibilidades. física”; “actividad destinada a con todo lo que la subjetividad
adquirir, desarrollar o conservar tiene de cambiante y equívoco.
A propósito de la insistencia de una facultad o cualidad psíqui- El ensayista “palpa” o “roza”
la palabra “cuerpo” en sus en- ca”; “prueba que realiza el opo- con la escritura, la consisten-
sayos de los años 70, Barthes sitor o el estudiante para obte- cia de las cosas del mundo para
conjetura: ner un grado académico o pasar saber de qué modo lo afectan
un examen”.3 o podrían afectarlo, cómo se
En el léxico de un autor, le resisten o se le entregan, se-
¿no es preciso que haya La primera vez que recurrí a gún las fuerzas de su estilo. Es
siempre una palabra-maná, “ejercicio” fue para subrayar la cierto que solo se ocupa de sí
una palabra cuya significa- dimensión performática y cor- mismo, pero si lo hace en pro-
ción, ardiente, multiforme, poral de lo que había elegido fundidad, buscando descubrir
inasible y como sagrada, como tema y método de una in- dominios desconocidos, es raro
dé la ilusión de que con vestigación de posgrado: la for- que esas incursiones no resulten
ella se puede responder a ma del ensayo. Sin saberlo, no de utilidad también a otros. Los
todo? Esa palabra no es hacía más que retomar, a través filósofos que han querido alcan-
ni excéntrica ni central; de un rodeo teórico, la denomi- zar algún saber de la vida que
es inmóvil y llevada, a la nación que ya usaba el inventor pudiese transformarla y hacerla
deriva, nunca instalada, del género, Michel de Montaig- más intensa “no se han conten-
siempre atópica (que es- ne, para señalar cómo se impli- tado –escribe Montaigne– con
capa de todo tópico), a la can retórica y ética en los usos aguardar a cubierto y en repo-
vez residuo y suplemento, de una prosa argumentativa sin so los rigores de la fortuna, no
significante que ocupa el pretensiones doctrinarias o di- fuera que ésta les sorprendiese
lugar de todo significado.2 dácticas. (Más tarde, después inexpertos y novatos en la lu-
de leer a Lukács, Adorno y Sta- cha, sino que le han salido al
Si pienso en qué palabra cobró robinsky, iba a aprender que, así encuentro y se han lanzado de-
la fuerza de un concepto-valor como no hay teoría del ensayo liberadamente a la prueba de las
2
En Roland Barthes por Roland Barthes. Trad.: Julieta Sucre. Barcelona: Kairós, 1978; p. 141.
3
Real Academia Española, Diccionario de la lengua española. Buenos Aires: Espasa Calpe, 22ª. Ed., 2001; p. 868.
La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286 278
Ejercicios de supervivencia ensayo de crítica autobiográfica
Alberto Giordano
dificultades”.4 La escritura del “el elemento irritante y peligro- importa qué tan lejos se le apa-
ensayo sería una ejercitación en so de las cosas [literarias]”6 que rezca, la utopía del “absoluto
el oficio y el arte de saber con- borran o reducen las generaliza- literario” que postularon, a fines
tar con el azar, porque solo se ciones teóricas. Lo consiguen, del siglo XVIII, los románticos
aprende por hallazgos, ponien- si adoptan el punto de vista de alemanes del círculo de Jena,
do a prueba, en cada ocasión, una subjetividad en estado de la creencia en que la auténtica
el vigor y las insuficiencias inquietud e interrogación, pro- teoría literaria es la literatura
del pensamiento y la escritura. blematizada por el deseo de ex- misma en estado de reflexión
“Para cumplir plenamente con plicarse qué le ocurre mientras irónica. A su manera, Barthes lo
la ley del ensayo, el ensayista lee. Esta intrusión en los domi- advirtió en el Prefacio de Ensa-
debe ensayarse a sí mismo.”5 nios teóricos de una subjetivi- yos críticos: como el Narrador
Escribir, no para comunicar lo dad desdoblada por la afirma- proustiano, el crítico literario es
que sabe o siente, sino para ex- ción del carácter intransferible un escritor aplazado, que ocupa
perimentar qué pueden su sensi- de sus experiencias y el deseo la espera con una obra suple-
bilidad y sus destrezas retóricas de comunicarlas conceptual- mentaria; la novela siempre es
cuando responden a las señas mente, definiría, como tentativa el horizonte del crítico.7)
que hace lo inexplorado. improbable, la apuesta al ensa-
yo en contextos académicos. La segunda ocasión en la que
La pretensión de que el ensa- “ejercicio” se convirtió en un
yo fuese no solo el tema, sino Un investigador literario de- término clave, esta vez con un
también el método de mis in- viene ensayista cada vez que espesor conceptual más denso,
vestigaciones literarias (méto- escribe, no para reproducir co- fue en el curso de mis investi-
do irónico, ya que reniega de nocimientos, sino para saber gaciones sobre escrituras del
cualquier noción implicada en qué pasa entre un texto y su yo, sobre cómo se tensionan
la idea de conocimiento repro- lectura, entre ese encuentro in- en la configuración de los ac-
ductible), me instaló en un cam- cierto y las previsiones teóricas. tos autobiográficos lo que van
po problemático, tramado por En esos intervalos de explora- modelando los procesos de au-
tensiones irreductibles, el de “lo ción, cuando los conceptos de- tofiguración y lo que emerge
ensayístico en la crítica acadé- jan de funcionar como garantías como efecto desplazado de una
mica”. Situarse en este campo, de consistencia y legitimidad experiencia íntima. Cuando se
supone el deseo resistir el domi- para transformarse en medios manifiesta –cuando el lector
nio que ejercen, en las carreras de búsqueda, se define el esti- conjetura o imagina su apari-
de humanidades y ciencias so- lo de cada crítico, su modo de ción, con los recursos del ensa-
ciales, las morales del pragma- interrogar la literatura y las for- yo–, la experiencia de algo ínti-
tismo y la eficacia demostrable mas de conocerla, de responder mamente desconocido de quien
sobre los modos de articular in- activamente a las potencias del escribe su vida desdobla el re-
vestigación y escritura. Quienes acontecimiento literario (la idea gistro o el relato de las viven-
lo asumen, intentan restituirle de respuesta activa reinstala en cias autobiográficas, y provoca
a los conceptos el vínculo con el horizonte del ensayista, no un desvío o la suspensión de lo
4
En “La ejercitación”, Los ensayos. Libro II, Capítulo VI. Ed. y Trad.: J. Bayod Brau. Barcelona: Acantilado, 2007; p. 533.
5
Jean Starobinski, “¿Es posible definir el ensayo?”, Trad.: Blas Matamoro, en Cuadernos Hispanoamericanos 575, 1998; p.
36.
6
Theodor W. Adorno, “El ensayo como forma”, en Notas de literatura. Trad.: Manuel Sacristán. Barcelona: Ariel, 1962; p. 14.
7
Ver Roland Barthes, Ensayos críticos. Trad.: Carlos Pujol. Barcelona: Seix Barral, 2003; p. 22.
279 La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286
que las autofiguraciones buscan cial denegado, como lector de tencia/desvío): una cuestión de
cristalizar en términos de carác- las tensiones que inquietan los ritmo. Lo que más me interesa
ter o identidades estables.8 actos autobiográficos, fui ela- de los géneros autobiográficos
borando, de ensayo en ensayo, es la posibilidad que tienen, no
En diarios personales, cartas, una estrategia de intervenciones solo de documentar lo común y
memorias o autobiografías, los críticas que consiste en señalar lo irrepetible de una vida, sino
escritores figuran, a través de la emergencia de algunos ges- también de intensificar los rit-
distintas estrategias retóricas, tos enunciativos indetermina- mos vitales. Por eso, suscribo
imágenes públicas y privadas dos, que muestran más o menos con entusiasmo la sentencia de
de sí mismos por las que espe- de lo que la escritura compone Robert Filliou que Nicolás Bou-
ran ser reconocidos. Los proce- en términos de imaginarios de rriaud escogió como epígrafe
sos de autofiguración son, a la autor. Cuando persevero en la para Formas de vida. El arte
vez, inter y transubjetivos: los lectura de estos desdoblamien- moderno y la invención de sí:
escritores se representan para tos, no hago otra cosa que per- “El arte no es más que un medio
otros, desde Otros, según las seguir las formas en que las es- para hacer la vida más intere-
posibilidades que ofrecen los crituras del yo intentan articular sante que el arte”.9
imaginarios sociales que defi- literatura y vida. Al hablar de
nen, en cada momento, lo que es “vida” (otra “palabra-maná”), Aunque me ocupé también de
aceptable o deseable en térmi- pienso, menos en el desarro- algunas memorias y autobio-
nos de intersubjetividad. Pero a llo de una historia personal, grafías, fueron los diarios de
veces, bajo la presión de incli- que en un proceso, o devenir, escritor los que atrajeron con
naciones íntimas, desconocidas íntimamente extraño. Algo que más fuerza mi interés crítico,
u olvidadas, que solo el lector Virgina Woolf registró con so- después de haberme aficiona-
advierte, las autofiguraciones se briedad y precisión en su diario, do a su lectura, por dos razones
enrarecen o toman direcciones al referirse a las oscilaciones complementarias. Al presentar
imprevistas: las imágenes que anímicas como movimientos la vida como un proceso in me-
debían servir de señuelo al re- aleatorios de “pleamar y baja- dias res, pautado por la diná-
conocimiento y la admiración, mar”, o como el misterioso ir y mica del recomienzo (la insis-
se impregnan de una inquietan- venir de la niebla. La vida sería tencia de lo que no tiene causa
te ambigüedad. un acontecimiento impersonal ni fin), la forma discontinua
que se define por lo que puede, del diario es la que produce el
A la manera de un psicoanalista por la plasticidad de lo vivien- efecto de autenticidad biográfi-
dispuesto a escuchar los inter- te para recrearse a través de la ca más potente. Por otro lado,
valos que se abren entre el decir multiplicación de sus conexio- están los misterios que rodean
y lo dicho, a imaginar, en las re- nes, según la alternancia en- a la figura del diarista-escritor
sonancias de ese vacío, la posi- tre movimientos heterogéneos (¿cuáles son las razones por las
bilidad de un recorrido existen- (expansión/contracción, insis- que vuelve a decidir, cada día,
8
Para los alcances del concepto de “autofiguración” en la lectura crítica de textos autobiográficos, ver Sylvia Molloy, Acto
de presencia. La escritura autobiográfica en Hispanoamerica. México: Fondo de Cultura Económica, 1996. El concepto de
“experiencia íntima” es una derivación de lo que José Luis Pardo propone en La intimidad (Valencia: Pre-Textos, 1996). Para
el filósofo español, lo íntimo no es una gradación de lo privado, sino una dimensión irrepresentable de la subjetividad, una
reserva de indeterminación que escapa a la dialéctica en la que lo privado y lo público se oponen para poder complemen-
tarse. Concebido como un efecto de escritura, lo íntimo remite a la manifestación de una distancia que impide identificarse,
apropiarse sin restos de uno mismo, y ser identificado. Esa distancia íntima solo aparece en las escrituras del yo como algo
que no pueden (sino que quieren) decir.
9
Nicolás Bourriaud, Formas de vida. El arte moderno y la invención de sí. Trad.: Carmen Rivera Parra. Murcia: CENDEAC,
2009; p. 7.
La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286 280
Ejercicios de supervivencia ensayo de crítica autobiográfica
Alberto Giordano
10
Michel Foucault, La hermeneútica del sujeto. Curso en el Collège de France (1981-1982). Trad.:Horacio Pons. Buenos Aires;
Fondo de Cultura Económica, 2006; p. 33.
11
Para la convergencia de la “espiritualidad” foucaultiana con la ética del psicoanálisis, ver Jean Allouch, El psicoanálisis, ¿es
un ejercicio espiritual? Respuesta a Michel Foucault. Buenos Aires: El cuenco de plata, 2007.
12
Rosa Chacel, Diarios. Obra completa. Volumen IX. Valladolid: Fundación Jorge Guillén, 2004; p. 283.
281 La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286
distraerme y limitar el desborde ironizando, llamé “intimismo el requerimiento de escribir so-
de la angustia hacia la deses- espectacular”, después. Entre bre uno mismo sin la prótesis de
peración. No pude hacerlo, ni octubre de 2014 y diciembre de los gestos críticos, para registrar
siquiera lo intenté. Tuve que 2015, llevé el diario de un críti- y explicarse las rarezas de lo tri-
esperar a lo que más tarde lla- co y un profesor, el de un padre vial. Hay que aprender a no re-
mé “el tiempo de la convalecen- y un huérfano, el de un moralis- troceder frente a la propia estu-
cia”, para recuperar las ganas de ta improvisado, y el de alguien pidez, cuidar también de ella sin
escribir. Volvieron, nunca lo hu- que se reconocía como sobrevi- cortejarla, sin abandonarse por
biese imaginado, renovadas, en viente de una depresión. El cua- completo a las seducciones del
fuerza y orientación. Eran ganas derno virtual de ejercicios lite- sentimentalismo y la autocele-
de otra cosa. rarios fue también un cuaderno bración. Diría que pocas veces
de ejercicios espirituales des- se logra.
En el Prefacio a la segunda edi- tinado al cuidado de la “salud
ción de la Gaya ciencia, Nietzs- mental” del diarista, la bitácora La auténtica teoría de la litera-
che habla del “agradecimiento” de un proceso de convalecencia tura es, según los románticos
del convaleciente después de re- que acaso no hubiese podido alemanes, la literatura misma
cuperar la salud en forma ines- apreciar en sus diferentes mati- en estado de reflexión irónica.
perada, de la “voluptuosidad de ces, en la heterogeneidad de sus Un día, en mi diario de escri-
un agradecimiento triunfante”, movimientos, de no haber ad- tor en Facebook, para bromear
en el que se afirma, como nunca quirido el hábito de anotar algo entre amigos y poner a prueba
antes, el amor a la vida.13 Como –impresiones, recuerdos, ocu- una convicción, anoté esta de-
nunca antes, por la diferencia de rrencias– para componer cada rivación de aquel postulado: la
intensidad (la que corresponde jornada con los recursos de lo auténtica teoría de las escrituras
a los placeres del recomienzo, imaginario.14 de sí mismo es su práctica, re-
después de un tiempo de priva- flexiva e irónica, en cualquier
ción) y porque se ama de otro Para alguien acostumbrado a la soporte, incluidas las abruma-
modo, con sereno entusiasmo, y retórica de la argumentación, los doras redes sociales. Con los
la certeza de que casi nada de ejercicios sintácticos de un dia- tonos de una nueva edad, metó-
uno mismo debe tomarse dema- rista plantean exigencias ascéti- dicamente irresponsable, quise
siado en serio. cas a las que no siempre podrá aludir a mi propia búsqueda de
responder. Las que se derivan una “tercera forma”, la que co-
Apenas comenzado el tiempo de la necesidad de radicalizar la rrespondería a los deseos de un
de la convalecencia, empecé a pauta interrupción/recomienzo, ensayista dispuesto a sobrevivir
llevar un cuaderno de apuntes y de la conveniencia de apostar al eclipse de sus pasiones críti-
en Facebook, que enseguida a la elipsis en todos los nive- cas.
tomó la apariencia y cumplió les (suprimir las conjunciones,
las funciones de un diario per- las transiciones; suspender sin Transcribo algunas entradas de
sonal, para ejercitarme en regis- concluir; sugerir sin presentar; ese diario, como documentos
tros y retóricas ajenos a mi ofi- afirmar y no ofrecer pruebas), frágiles de lo expuesto en las
cio de crítico literario, primero, arriesgándose al equívoco o el páginas precedentes.
para aventurarme en algo que, malentendido. Más peligroso es
13
Friedrich Nietzsche, La ciencia jovial (La gaya scienza). Introducción, traducción y notas de Germán Cano. Madrid: Bibliote-
ca Nueva, 2001; p. 63.
14
Bajo el título El tiempo de la convalecencia, el sello Ivan Rosado (Rosario, Argentina) publicará próximamente la edición en
libro del diario que llevé en Facebook.
La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286 282
Ejercicios de supervivencia ensayo de crítica autobiográfica
Alberto Giordano
283 La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286
con el tono– quedó asociada al durado” –si es que cabe hablar compasión. Deleuze, en plan
descubrimiento de que la expe- de aprendizaje para referirse a estoico, diría que alcanza con
riencia del sinsentido, algo de episodios de angustia severa– querer el acontecimiento de la
lo que siempre creyó que debía era a vivir sin la orientación de angustia o el temor, con plegar-
protegerse, además de provocar ciertos ideales, como el de la se a su acontecer para descubrir
inquietud y angustia, puede ser adultez responsable, cuyo va- los puntos de incisión, en lugar
ocasión de entusiasmo, incluso lor había sostenido sin reservas de inmovilizarlo cuanto antes
de tranquilidad (la tranquilidad hasta ese momento, aún a costa bajo el peso de una consigna
de no tener que ser). Lo saluda- de prolongados sufrimientos. (“deberías ponerte bien, si so-
ble, agrega, y pide que lo anote, Sé que hay un ensayo de Freud bran razones”). Yo diría que
es haber podido incorporar ese que trata sobre esto, la tentación alcanza con querer entrar en
descubrimiento al horizonte de del fracaso disfrazada de con- intimidad con la intimidad del
lo posible. dena, pero todavía no lo leí. En sufriente: aproximarse, desde
lo que no podía identificarme la identificación, a la extrañeza
6 de julio entonces, era en el orgullo que radical de lo que le ocurre, a ver
Ribeyro siente la mayor parte si se puede algo.
Corrijo un ensayo sobre La del tiempo cuando verifica la
tentación del fracaso, el diario condición de inadaptado, la pre- 9 de agosto
de Julio Ramón Ribeyro, que sunción de que algunas cosas
escribí mientras estaba mal. Si suceden solo si no se cumplen Como este habrá sido el diario
uno no cede por completo a las expectativas razonables: la ver- del tiempo de la convalecen-
demandas académicas, se es- güenza y la culpa no me dejaban cia, anoto que el último martes
cribe sobre la intimidad de otro siquiera flotar en alguna forma quedamos con Norberto Díaz
para entrar en intimidad con lo de aceptación. Me hundía. en que el próximo, es decir,
que aparece como un misterio a pasado mañana, interrumpire-
plena luz del día (esa vida como No hay semana en la que no mos el análisis. Coincidimos en
proceso errático) y el diálogo piense, por lo menos una vez, que parece más preciso hablar
comienza con el descubrimien- qué apropiado sería que nos de “interrupción” que de “fin”,
to de puntos de identificación. enseñaran, desde chicos, cómo aunque la idea es que el trabajo
“Mayo [de 1973]. Lo que no hay que hacer para intentar que veníamos haciendo, de al-
he aprendido en mis cuarenta y tranquilizar a quienes sienten guna forma, acaso provisoria,
cuatro años de vida ni aprende- inquietud o miedo (advirtién- concluyó. Puedo arreglármelas
ré nunca es a vivir. Saber vivir: donos que solo es posible in- solo. ¿Qué querrá decir esto?
frase banal, hecho capital.” Con tentarlo y que no es raro que el Tendrá que ver con lo que con-
casi diez años más que el dia- desesperado se resista a aban- versábamos en las últimas se-
rista, pude suscribir el autodiag- donar su condición). No hace siones, haber recuperado la con-
nóstico, que en mi caso tomaba falta convertirse en psicoana- fianza en mí mismo, o mejor,
una inflexión acaso más banal: lista. Alcanza con no rechazar haberme desprendido de los im-
lo que no había aprendido, y el espectáculo del sufrimiento, pulsos que me hacían destruirla.
temía no poder aprender, era a incluso si se advierte la puesta Ni siquiera los psicoanalistas
vivir la existencia de un adul- en escena, declarándolo innece- saben por qué uno se empeña en
to responsable. Hoy diría, con sario, ilusorio o irresponsable. lastimarse, durante un tiempo, y
alguna convicción, que lo que Los juicios morales solo sirven después deja de hacerlo, y hasta
acaso estaba aprendiendo mien- para establecer relaciones de parece que adquiere otros refle-
tras sufría por no haber “ma- sometimiento, lo mismo que la jos, más saludables. En mi caso,
La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286 284
Ejercicios de supervivencia ensayo de crítica autobiográfica
Alberto Giordano
285 La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286
que me decía mamá, durante cada siste, con elocuencia sobrecoge- incluso dañino. Es como querer
depresión suya, después de la pri- dora, sobre la cualidad física del apagar un incendio rociándolo
mera mía, la de los veinte años: dolor depresivo, semejante al de con nafta. Algunos lo hacen por
“vos me entendés, porque viviste un cuerpo que se asfixia. Se tra- impotencia, por desesperación.
lo mismo.” Tenía razón, solo en ta, para decirlo de una vez, de un Otros, porque ni siquiera en ta-
parte, porque ninguna depresión dolor insoportable, que no hay les circunstancias son capaces de
es semejante a otra. modo de no vivir como infinito, renunciar al goce de sentirse mo-
ya que nadie puede anticipar el fi- ralmente superiores (a estos se
27 de octubre nal. ¿Por qué una vida se debilita los reconoce por la indignación
y ensombrece de tal forma; por que les provoca ver que la nafta
Como es escritor, y sabe de la qué la aflicción puede durar me- no ahoga el incendio). “La pérdi-
distancia entre los nombres y lo ses pero también años; por qué da en todas sus manifestaciones
que señalan, Styron advierte que es tan común que la enfermedad constituye la piedra de toque de
“depresión” es una palabra de- se repita, más de una vez? Hay la depresión”, comenzando por
masiado blanda para transmitir quienes sobreviven y hasta pare- la pérdida de la autoestima y la
la violencia, “la espantosa fan- ce que mejoran, como si hubie- confianza en uno mismo. “Esta
tasmagoría de la mente que se sen aprendido algo, y hay quie- pérdida puede degenerar ense-
ahoga”. Tal vez “melancolía” se nes naufragan definitivamente. A guida en dependencia, y la de-
ajuste mejor. Esa visible oscuri- Styron lo ofende el menosprecio pendencia en miedo infantil.” Por
dad es una confesión con valor moral en que se tiene el suicidio eso hay que cuidarse de sancionar
de testimonio porque el relato de quienes padecen depresiones el “egoísmo” o las “debilidades”
autobiográfico desenvuelve una severas, cuando se lo juzga como de quienes sufren depresiones,
fenomenología de la enferme- una especie de debilidad. La ana- en caso de que no querer agravar
dad con matices que no siem- logía con el enfermo de cáncer sus padecimientos: ellos ya es-
pre advierten los saberes que terminal sitúa la reflexión en un tán convencidos de que no valen
intentan explicarla. Acaso no plano justo: “la tortura de la de- nada.
haya otro libro del que se pueda presión grave, totalmente inima-
aprender tanto –aunque no sea ginable para quienes no la hayan 3 de diciembre
mucho– sobre esta misteriosa sufrido, en muchos casos mata
aflicción, no sobre sus causas – porque la angustia que produce A veces me dan ganas de vol-
siempre conjeturales–, ni sobre no puede soportarse un momento ver a análisis, por un día, para
su cura –la única certidumbre es más.” Pedirle más a quien no so- conversar sobre algo puntual.
que no hay remedio inmediato–, porta un día más el tormento que Después me acuerdo de lo que
sino sobre qué convendría hacer lo demuele es razonable; censu- le decía Marguerite Duras a su
mientras dura. El que no la pa- rarlo por no haber respondido es amante, Yann Andréa, supongo
deció no puede saber de qué se una jactancia digna del mayor que para sacárselo de encima, y
trata, y el que la sufre no cuen- desprecio. Si en casi cualquier sigo con lo que estaba haciendo.
ta con recursos para ofrecer una circunstancia someter el examen “No intente comprender, no lo
representación clara. Este es el de un problema a juicios mora- conseguirá, nadie en el mundo
punto de partida, del que Styron les resulta pernicioso, cuando se lo consigue. No hay nada que
consigue apartarse cuando in- trata de un trance depresivo es comprender. Ni yo misma lo
absolutamente contraproducente, entiendo.”
La Palabra No. 30 Tunja, enero - junio de 2017, ISSN 0121-8530 pp. 277-286 286