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Alfonso, Libertad Metafísica

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VARIA

Libertad metafísica: los usos del concepto


«libertad» en Karl Popper, Friedrich Von
Hayek y Milton Friedman

Metaphysical freedom: the uses of the concept


«freedom» in Karl Popper, Friedrich Von Hayek and
Milton Friedman

Facundo Guadagno Balmaceda


Universidad Nacional de San Martín
facundo.guadagno@gmail.com

Resumen

En los últimos cuarenta años se produjo una


neoliberalización de los mercados que afectó a la cotidianidad de
nuestras vidas. Esto no fue un proceso espontáneo, más bien,
tuvo sus ideólogos más o menos precisos, con menor o mayor
influencia: Karl Popper, Friedrich Von Hayek y Milton Friedman.
2 Facundo Guadagno Balmaceda

Una de las categorías que se suele utilizar en esta etapa del


capitalismo es la de «libertad»: precisamente, este artículo
pretende explorar los usos que estos autores hacen de este
concepto.
Palabras clave: neoliberalismo, historia cultural, liberalismo,
globalización

Abstract

In the last forty years there has been a neoliberalization of


the markets that affected our daily lives. This was not a
spontaneous process, rather, it had its more or less precise
ideologues, with less or more influence: Karl Popper, Friedrich
Von Hayek and Milton Friedman. One of the categories that is
usually used in this stage of capitalism is «freedom»: precisely,
this article aims to explore the uses that these authors make of
this concept.
Key words: neoliberalism, cultural history, liberalism,
globalization.

Introducción

A partir de los últimos cuarenta y cincuenta años se


produjo la llamada «neoliberalización de los mercados»,
concepto que suele homologarse al de globalización,
aunque es más preciso operacionalizarlo y señalar que las
finanzas, la tecnología, la investigación y el desarrollo, junto
Euphyía 14:27 (2021) 3

a la flexibilización laboral, han marcado la agenda de la


economía mundial 1. Esto no surgió espontáneamente, más
bien, es parte de procesos políticos, pero también de
intercambios de ideas que culminaron siendo adoptadas,
con mayor o menores matices, por todos los gobiernos,
conformando lo que algunos académicos denominaron «la
hegemonía neoliberal» (Plehwe, 2007). Esta etapa del
capitalismo enfatiza el rol del individuo, premiando a la
productividad y la creatividad, sin requerir horarios ni
salarios fijos (Castel, 2010), entre otras características.
Nada de esto fue azaroso, más bien, se pensó mucho
antes de que se implementara; de hecho, fue ampliamente
considerado por tres influyentes intelectuales: Karl Popper,

1
De cualquier manera, es necesaria una definición mínima de
globalización para saber a qué nos estamos refiriendo cuando
utilizamos el concepto, en consecuencia, creo conveniente recuperar la
delimitación que hacen Alonso y Conde (1996) que, si bien es extensa, la
resume en sus términos generales:

El marco económico en el que actualmente nos movemos es un


espacio mercantil/global, un espacio en el que el horizonte no es
ya tanto un capitalismo industrial y material, como un capitalismo
financiero, virtual e inmaterial y en el que los espacios
comerciales se juegan ya no como un intercambio de mercancías
a nivel internacional, sino como un sistema articulado de
empresas-red a nivel transnacional, donde lo que opera ya no es,
por tanto, un comercio entre países, entre economías nacionales,
como una situación integrada de flujos de información […]. A la
vez que un nuevo sistema de ordenación y complementación de
la división internacional del trabajo se establece como un todo
orgánico e interdependiente, cruzando las barreras jurídicas de
las naciones (1996: 94).
4 Facundo Guadagno Balmaceda

Friedrich Von Hayek y Milton Friedman, a partir de sus


definiciones de libertad y la importancia político-económica
que le atribuían, en el proceso histórico que conjugó al New
Deal (1933-1983), el surgimiento del Estado de Bienestar, y
la Guerra Fría (1945-1991).
Sucede que más allá de sus aportes en epistemología,
o específicamente en las disciplinas a las que
profesionalmente se dedicaron, estos tres autores
abordaron ampliamente el concepto de libertad en su obra
y, precisamente, examinar sus usos en los trabajos de estos
intelectuales es el objetivo de esta investigación, la cual, por
otra parte, contemplará los distintos contextos históricos en
los que escribieron.
Si bien el material de estudio consiste en el análisis de
primera mano sobre las obras de estos autores, fue
necesario contemplar al estado del arte sobre cómo estos
tres intelectuales abordan el concepto de libertad.

Karl Popper: la libertad como hecho científico

Las ideas de Karl Popper no fueron escritas en el vacío,


sino que dos de sus libros con más impacto intelectual y
político, La miseria del historicismo (2002) y La sociedad
abierta y sus enemigos (2006), a los que volveremos luego,
tuvieron relación directa con el contexto de Guerra Fría,
donde no solo se libró una batalla, sintéticamente, entre el
liberalismo y los llamados socialismos reales, sino que
Euphyía 14:27 (2021) 5

dentro de las democracias liberales existió un fuerte debate


respecto al rol del Estado en la sociedad y, en consecuencia,
si la mayor intervención de éste tendría un futuro totalitario
(Petersen, 2013). A partir de los 70, comienza a producirse
una oscilación en las democracias occidentales hacia un
liberalismo de libre empresa, contrario al Estado de
Bienestar (Hacohen y Milford, 2002), un síntoma de que las
ideas del liberalismo filosófico habían triunfado.
Cabe precisar los argumentos utilizados por Karl
Popper para poder establecer qué significa la libertad según
el pensador austríaco, un concepto que se relaciona con lo
que él define como sociedad abierta y su aproximación
epistemológica desde el racionalismo crítico. La
operacionalización del concepto se desprende de tres
argumentos centrales para su pensamiento, a saber: (i) el
falsabilismo, (ii) su crítica al historicismo y (iii) su concepción
de una sociedad abierta.
Al aproximarnos a (i) nos concentramos en una de las
mayores obras de Popper, y también de la epistemología, La
lógica de la investigación científica (2004), en la que se
discute con los abordajes inductivistas, como el de Bacon,
en pos de identificar cómo se produce el conocimiento, y las
maneras más eficientes de eliminar el error (Caro, 2007). Las
fuentes de conocimiento deben estar sujetas a refutación
científica. Algunas de las definiciones claves de Popper
(2004) son explicadas en el trabajo mencionado de Cristian
Ortega Caro:
6 Facundo Guadagno Balmaceda

Las definiciones conceptuales —señala Popper—


nunca suministran conocimiento fáctico acerca de las
cosas, los hechos o sobre la naturaleza de éstos […].
Los conceptos y su significación son unidades
discursivas, cuyo origen de contenido —y validez
cognoscitiva se asienta en la fuente autorizada, en la
escuela o la tradición; fuentes que en la perspectiva
de Popper no aportan ni a su metodología ni al
desarrollo de las ciencias— (Caro, 2007: 21).

No resulta errado concebir que, bajo la perspectiva de


Popper, los conceptos tendrían un valor metafísico, mientras
que todo lo contrario ocurriría con los sistemas de
enunciados, los cuales se rigen por verificación empírica. En
términos del concepto de verdad, el filósofo austríaco utiliza
el método hipotético-deductivo, es decir, la posibilidad de
formular una hipótesis, o conjetura, cuyo valor de verdad se
desprende de la posibilidad de ser refutada (Popper, 2004:
30). Esto constituye el criterio de demarcación, para Popper,
de qué es ciencia y qué pseudociencia: los postulados
deben poder ser contrastados empíricamente, de lo
contrario, se alejan del ámbito científico.
Si bien esto parece responder a meras contingencias
epistemológicas, el autor es explícito respecto a que tal
manera de concebir al mundo, es decir, bajo conjeturas y
refutaciones, se opone a lo que él denomina como
«esencialismo», es decir, la noción de que distintas teorías
son capaces de proveer explicaciones últimas, donde no sea
Euphyía 14:27 (2021) 7

necesaria, precisamente, ninguna explicación ulterior (2004:


402). En rigor, la discusión para el filósofo austríaco se
dirime contra el marxismo y el psicoanálisis, dos teorías que
ingresan dentro de su categoría «esencialista». En
consecuencia, la sociedad sólo puede avanzar adoptando el
tipo de aproximación que Karl Popper sugiere ya que está
sujeto a refutaciones, huyendo de verdades dadas, como las
del marxismo, que conducirían al totalitarismo. En este
marco, Popper sugiere que la creación científica,
fundamental para que una sociedad se desarrolle, sólo
puede darse en un contexto de libertad, y si el sistema no lo
permite, entonces esta no puede producirse (2004: 260).
Respecto a La miseria del historicismo (2002) y La
sociedad abierta y sus enemigos (2006), las dos obras están
relacionadas, ya que sus argumentos permiten explicar, bajo
el pensamiento político de Popper, las condiciones para la
libertad del individuo: ninguna teoría científica puede
poseer la cualidad determinista sobre el fenómeno que
pretende explicar (Caro, 2007: 28). Bajo estos argumentos, el
determinismo metafísico sólo resulta operativo si puede ser
refutado (Arana, 2001), lo que deriva en una ontología
indeterminista. Precisamente, en Popper (2002) se
argumenta que el proceso de avance científico puede darse
en contextos en los que el investigador sea libre de publicar,
disentir, debatir con colegas y poder ser interrogado sobre
los resultados que produce; lo contrario ocurriría si se
adoptara al historicismo para concebir a la actividad social,
8 Facundo Guadagno Balmaceda

ya que las producciones intelectuales estarían marcadas por


una fuerte predicción a partir de distintas teorías.
La refutación del historicismo por parte de Popper se
basa en los siguientes postulados:

«El curso de la historia está fuertemente influido por


el crecimiento de los conocimientos humanos».

«No se puede predecir, de una forma científica, el


crecimiento futuro de los conocimientos científicos».

Como consecuencia, no puede predecirse el curso


futuro de la historia humana. Lo anterior significa que hay
que rechazar la posibilidad de una historia teórica o historia
generalizadora ya que se serviría de leyes universales, o
hipótesis, que en el caso de la historia no existen. Como
conclusión enuncia que «La meta fundamental de los
métodos historicistas está, por lo tanto, mal concebida; y el
historicismo cae por su base» (Lagoa, 2002: 118).
En rigor, no resulta demasiado difícil discernir qué
significa libertad para Popper, pero sí es más complejo
establecer las condiciones por las que esta sería posible
bajo las premisas del intelectual austríaco. Siguiendo a
Popper (2002), Caro sostiene que, para el epistemólogo,
libertad refiere a: «la capacidad humana de crear e inventar,
esto es, el uso de la imaginación al servicio de la ciencia, en
tanto pilar fundamental para la generación constante de
Euphyía 14:27 (2021) 9

nuevas y más completas teorías» (Caro, 2007: 28). En este


sentido, hay una coincidencia con el señalamiento que
hicimos sobre los postulados de Popper (2004) y la libre
discusión dentro de la ciencia. Una vez que esto es
establecido, se sostiene que ninguna teoría científica,
siguiendo su argumento contra el historicismo, puede
determinar, a priori, los hechos futuros, inclusive algún
grado de predictibilidad teórica (Popper, 2002). Se descarta,
así, la regularidad en el acontecimiento futuro de los
hechos. En consecuencia, los científicos poseen la libertad
de conjeturar, revisar sus hipótesis y, bajo un sistema
político que lo permita, investigar y someterse a la crítica de
sus pares. De esta manera, la libertad política se relaciona
con la libertad de creación.
Sin embargo, es preciso puntualizar la discusión que
establece Popper en La miseria del historicismo, ya que su
texto se caracteriza en buena parte por eludir nombres, y
dialogar con historicistas2, generalmente en conversaciones
imaginadas donde se recuperan argumentos generales del
historicismo, pero que luego derivan, específicamente, en
una discusión con Platón y Marx, ya que, para él, las teorías
de estos dos pensadores se sintetizan en la siguiente
afirmación: «la ciencia social no es nada más que historia;
esta es la tesis […]. Es el estudio de las fuerzas que operan

2
En ese sentido, se pueden mencionar sus constantes estrategias
argumentativas donde se suele argumentar «comentaría el historicista,
diría el historicista», entre variantes similares.
10 Facundo Guadagno Balmaceda

sobre el desarrollo social y, sobre todo, el estudio de las


leyes de éste» (2002: 59).
En ningún momento el autor reniega de la historia,
más bien, argumenta que el conocimiento histórico es
necesario, pero no es una condición para establecer leyes
que permitan predecir comportamientos futuros y, en este
sentido, bajo un contexto de Guerra Fría, la discusión con el
marxismo cobra sentido, ya que Popper la interpreta como
una doctrina que permitiría establecer las bases científicas
para una nueva sociedad, en los llamados socialismos reales.
Este sería un camino al totalitarismo y, de aquí, se
desprenden ciertas conexiones con Friedrich Von Hayek.
Las relaciones con el intelectual austríaco, por
momentos, no son tan específicas, pero al examinar algunas
notas al pie, pueden notarse apoyaturas teóricas en Hayek
para criticar a los socialismos reales; se pueden enumerar
algunos ejemplos, como la imposibilidad de cálculo
económico en una economía planificada (2002: 105), las
consecuencias negativas de utilizar a la historia como
herramienta de predictibilidad (121), la intención de
encontrar leyes naturales en el ámbito histórico, cuando la
sociedad se organizaría espontáneamente (125), considerar
a la sociedad como un organismo (128), entre otros. La
conexión con el pensador austríaco es más explícita en un
apartado, titulado Nota histórica, en el que Popper sugiere
que sus ideas eran similares a las que había expresado en
algunos ensayos Friedrich Von Hayek (9).
Euphyía 14:27 (2021) 11

Los argumentos de Karl Popper se caracterizan por su


solidez en la crítica inmanente a los sistemas filosóficos que
él considera nocivos para el desarrollo de una sociedad,
considerando, a priori, que la democracia y la libre empresa
serían las características a tomar en cuenta para que tal
progreso se lleve a cabo. La sociedad abierta y sus
enemigos fue escrita durante el exilio de Karl Popper en
Nueva Zelanda cuando transcurría la Segunda Guerra
Mundial. La caída del socialismo austríaco y el colapso de
las democracias en Europa Central fueron algunos de los
móviles para este libro, que se convertiría, posteriormente,
en un sostén teórico del liberalismo durante la Guerra Fría
(Hacohen, 1998). Su anticomunismo convergía con ideas
cosmopolitas donde, por ejemplo, se eliminaran problemas
de discriminación étnica y la prevalencia del Estado-Nación
cesara (Hacohen, 1999). La obra busca rastrear las raíces del
totalitarismo moderno, que Popper encuentra en Platón,
Hegel y Marx, culpables directos, para el autor, de la
Segunda Guerra Mundial, con especial impacto el año 1943,
fecha en la que fue escrito el libro. Platón sería quien
reemplazó a la democracia por el autoritarismo en Atenas,
mientras que Hegel construyó su filosofía para servir al
nacionalismo del Estado prusiano. Por último, Marx, en
esencia un demócrata progresista, devenía,
indefectiblemente, en un pensador autoritario considerando
su doctrina de inevitabilidad histórica de la revolución
socialista (Hacohen, 1998: 730).
12 Facundo Guadagno Balmaceda

Las reflexiones presentadas en Miseria del historicismo


y La sociedad abierta y sus enemigos convirtieron a Popper,
a partir de la posguerra, en un conservador, que se alió con
el austríaco Friedrich Von Hayek (Hacohen). Karl Popper es
explícito sobre lo que significa una sociedad abierta, la cual
es una sociedad que:

rechace la autoridad absoluta de lo establecido por la


mera fuerza del hábito y de la tradición, tratando, por
el contrario, de preservar, desarrollar y establecer
aquellas tradiciones, viejas o nuevas, que sean
compatibles con las normas de la libertad, del
sentimiento de humanidad y de la crítica racional
(2004: 12).

No obstante, esta definición utiliza al vago concepto


de libertad, que tampoco se define, pero puede inferirse
como oposición a la coerción externa, que generalmente
Popper vincula con lo propuesto por Platón, Hegel y Marx, y
las pocas garantías para el desarrollo individual al concebir
las doctrinas de estos tres pensadores.
Se pueden contar varios problemas en los argumentos
de Popper. Si la libertad de creación científica, considerada
fundamental para el desarrollo en la visión del filósofo, se
realiza con libertad política: ¿bajo qué sistemas puede verse
esto operacionalizado más allá del ideal metafísico
planteado por Popper? Es decir, en un primer período, este
estado ideal puede ocurrir, pero, ¿qué nos garantiza que
Euphyía 14:27 (2021) 13

continúe ocurriendo a lo largo del tiempo? ¿Qué cualidades


deben poseer estas instituciones y cómo podemos
observarlo empíricamente? Como se evidencia, no hay azar,
ni creatividad, baluartes de la sociedad abierta en Popper,
que sirvan para satisfacer estos argumentos, sino, por el
contrario, la necesidad de hechos que contrasten las
proposiciones.

Friedrich Von Hayek: la filosofía de la libertad

El Premio Nobel de Economía, Friedrich Von Hayek,


quizá sea más reconocido por sus aportes a la filosofía
política que, precisamente, a las ciencias económicas, en las
que se destacan sus trabajos sobre la teoría del ciclo
económico y la importancia de la información en la
economía3. Sin embargo, una de sus obras más exhaustivas,
Los fundamentos de la libertad (1998), es una disección del
concepto de libertad, su naturaleza, la relación que guarda
con la ley, y, por último, un análisis sobre el Estado de
Bienestar.
Para Hayek la libertad, sintéticamente, implica la
ausencia de coerción, cuestión que lo coloca en la tradición
del liberalismo escocés (Sufrin, 1961), e incluso, con las
bases del pensamiento hobbesiano (Skinner, 2012). No

3
Sobre estos tópicos, ver: Gómez Betancourt (2008), Jürgensen y
Rosende (1993), Von Hayek (1937).
14 Facundo Guadagno Balmaceda

obstante, algunas precisiones sobre el concepto le quitan a


Hayek una relación tan estrecha con lo que él denomina la
«definición pura» de libertad (1998: 41) —ausencia de
coerción—, ya que considera ciertas ocasiones en las que no
existe libertad de elección por el mero hecho de que tal
posibilidad no existe, es decir, no es una de las opciones
reales que el individuo puede tomar o siquiera considerarlas
como posibles.
En Los fundamentos de la libertad, sin embargo, es
bastante restrictivo sobre a qué se refiere con libertad: «esta
obra hace referencia a aquella condición de los hombres en
cuya virtud la coacción que algunos ejercen sobre los demás
queda reducida […] al mínimo» (Hayek, 1998: 40). Desde ya,
esto implica un grado considerable de abstracción para la
lógica del intelectual austríaco, más allá de que incluya la
aceptación de alguna coerción para el bien común, es decir,
el gobierno de la ley. El llamado rule of law aparece en el
núcleo del pensamiento de Hayek, ya que aquí no se habla
de hombres particulares, sino de instituciones impersonales,
las cuales fueron creadas naturalmente (Hayek, 1946).
La definición de libertad en Hayek (1998) se refiere
sustancialmente a la ausencia de coerción de otro u otros;
esto no es fácil de llevar a cabo, sin embargo, es la meta a la
que se debería aspirar como sociedad. La noción «pura» de
libertad contrasta con la libertad política, que referiría a la
independencia de un pueblo de la coerción interna —el
gobierno de un déspota, por ejemplo— y externa —el
ataque de otra comunidad—. La «libertad interior», por otra
Euphyía 14:27 (2021) 15

parte, se remite al control de las emociones y los actos


irracionales. Una última definición sería la «libertad como
poder», la cual se refiere a la potestad de llevar a cabo una
acción: para el autor, esto podría llevar al totalitarismo, ya
que sería un poder sin control alguno. El ejemplo que utiliza
el intelectual austríaco es el de los socialismos reales (1998:
52-53).
Todo esto puede comprenderse bajo el contexto de lo
que, dentro del pensamiento de Friedrich Von Hayek denota
«lo natural» y «lo artificial»: La palabra «natural» se refiere a
lo que él denominó «cataláctica», es decir, la organización
espontánea de los individuos a partir de las señales de
precios del mercado (Hayek, 1982). De esta manera, los
agentes económicos sabrían a la perfección qué es lo deben
realizar para que la sociedad se reproduzca. Ante esto no se
supone que sean racionales, sino que, simplemente, en la
creatividad del mercado el orden social podría perdurar,
siempre y cuando exista una ley superior, una Constitución,
que regule este orden. Como se mencionó, esta es la única
coerción que Hayek acepta.
Sin embargo, existen otras coerciones que Hayek
también considera válidas, como las que surgen al negociar
un contrato de trabajo y, como consecuencia, el trabajador
deba aprender un oficio (Sufrin, 1961). Se vuelve a observar
que los individuos en un mercado libre garantizan, para el
autor, la reproducción social. La interferencia de un político
sería una institución artificial, algo diseñado que se opone a
la creación natural de los individuos, y sólo entorpecería el
16 Facundo Guadagno Balmaceda

desarrollo de la cataláctica. Una aproximación similar se ve,


unos años después, en la escuela de la public choice,
liderada por James Buchanan, en la que los políticos son
vistos como agentes maximizadores de ganancias
(Buchanan, 2003)4.
Camino de servidumbre (2007) es particularmente
importante en la bibliografía de Hayek debido a la
coyuntura: la Segunda Guerra Mundial, durante la que
Estados Unidos e Inglaterra abogaban por el liberalismo
contra los que Hayek denomina como colectivistas, el
fascismo, nazismo y comunismo 5. No es casualidad que el
autor lo catalogara como un libro de índole política
(Rosenof, 1974). Su argumento principal yacía en que
programas como el New Deal llevarían al totalitarismo, ya
que la economía centralmente planificada, en cualquiera de
sus matices, interfiere con el proceso de la cataláctica. El
libro no separa la libertad política de la económica y,
nuevamente, la explotación capitalista, la maximización de la
ganancia, es vista como un acuerdo entre partes. El trabajo
no considera, siquiera, la obligación de alquilar la fuerza de

Robert Higgs, comentando La fatal arrogancia (2010) señaló que


4

Hayek no mencionaba a ningún autor de la escuela de public choice


(Boettke, 1995), sin embargo, más allá de si esta afirmación es verdadera
o falsa, ya observamos cómo en Los fundamentos de la libertad , libro
originalmente editado en 1960, se llegaba a conclusiones similares a las
que luego expondrían en las teorías de la elección pública.
5 Para el análisis de las ideas político-económicas, no es relevante el

papel que haya jugado la Unión Soviética para el bando aliado.


Euphyía 14:27 (2021) 17

trabajo para subsistir, en consecuencia, la libertad como


ausencia de coerción, que se presume estatal, carece de
sentido y peca de ingenuidad sobre el sector privado. La
importancia de esta obra yace en su carácter político, ya que
su idealismo hace que sus hipótesis sean difíciles, o
imposibles, de contrastar.
El impacto político de Camino de servidumbre llevó a
reduccionismos absurdos. Henry Hazlitt y Chamberlain
ubicaron a Hayek en la tradición de Locke, Stuart Mill y Lord
Acton, por un lado, oponiéndose a Hitler, Mussolini y Marx,
por el otro (Rosenof, 1974: 151). Ni Estados Unidos e
Inglaterra, como tampoco ningún país durante el apogeo
del Estado de Bienestar, se convirtieron en regímenes
totalitarios, sólo que para Hayek estarían en camino de
serlo.
Camino de servidumbre se editó originalmente en
1944, cuando la Segunda Guerra Mundial aún se estaba
desarrollando, y la intención original de Hayek fue la de
generar un impacto en intelectuales de izquierda 6 para que
desistan en su interés por apoyar un modelo económico
socialista; si bien esto lo logró en un grupo pequeño 7, el
impacto fue en el Partido Conservador, incluso en Churchill,

6 De allí se desprende su dedicatoria: «a los socialistas de todos los


partidos».
7 Entre ellos se cuentan Evan Durbin, Herman Finer, George Orwell y

Barbara Wooton.
18 Facundo Guadagno Balmaceda

quien afirmó que una economía planificada sólo funcionaría


con un Estado operando como la Gestapo (Shearmur, 2006).
Otra de las obras emblemáticas de Hayek es La fatal
arrogancia (2010), que para su fecha de edición se
consideró desactualizada en términos de historia
económica, donde ni siquiera se tomaban en cuenta fallas
de mercado (Boettke, 1995). Aquí se continúa negando
cualquier existencia de procesos sociales en los que el
Estado sea un agente económico, incluso la existencia de la
sociedad como hecho externo al individuo —algo básico
para la sociología— como lo ilustra el siguiente párrafo:

Aun cuando sea tan equívoco el sustantivo


«sociedad», mucho más lo es el adjetivo «social», que
probablemente se ha convertido en la principal fuente
de confusión de nuestro vocabulario moral y político
[...]. La confusión creada en los ámbitos en que más se
usa dicho término es en cierta medida consecuencia
del intento de describir mediante él no sólo
determinados fenómenos consustanciales a diversas
formas de colaboración interpersonal, tales como las
que se dan en una «sociedad», sino también ciertas
modalidades de colaboración que promueven la
aparición y preservación de tal tipo de órdenes
(Hayek, 1997: 335, en Cordero, 2007).

Tal afirmación no contiene ningún rigor científico, pero


sí cobra sentido político, en el sentido de negar cualquier
Euphyía 14:27 (2021) 19

beneficio del Estado de Bienestar. Sin embargo, Hayek es


honesto al afirmar que, a fin de cuentas, su proyecto de
libertad individual se lograría mediante una serie de
«normas abstractas» que el gobierno protegería (Cordero,
2007: 77). Para el intelectual austríaco no existiría perjuicio
alguno en la libertad de mercado, nadie se beneficiaría a
costa de nadie, y la coerción estatal impediría «el correcto
funcionamiento del orden» (Hayek, 1997: 296, en Cordero,
2007).
La fatal arrogancia sería una suerte de síntesis del
pensamiento político de Friedrich Von Hayek. Siguiendo los
lineamientos de su obra, el autor afirma que el comercio es
garante de la libertad humana, y que esto es así desde los
pueblos primitivos, aunque de esto sólo desarrolle una
explicación especulativa (2007: 79). Las distintas
argumentaciones de Hayek sobre la política, prácticamente
sobre la filosofía y epistemología de la misma, están
cargadas de erudición, lo cual no las relaciona,
necesariamente, con verificaciones empíricas. «El hombre se
ha convertido en todo lo que es sin entender qué sucedió»,
argumenta el pensador austríaco, citando a Vico (Hayek,
1981: 63), con el objetivo de argumentar que los filósofos
sociales del siglo XVIII fueron más precisos en señalar el
orden espontáneo de la sociedad, en contraposición al
constructivismo, que abogaba por un diseño consciente de
instituciones, alejado de la espontaneidad. El autor
considera que en el lenguaje contemporáneo no contamos
con categorías precisas para este tipo de fenómenos, por
20 Facundo Guadagno Balmaceda

eso prefiere recurrir a los antiguos griegos para recuperar


dos nociones, cosmos y taxis, la primera hace referencia al
orden espontáneo y la segunda al diseño consciente de los
individuos.
En este sentido, los taxis indican una actividad que,
según Hayek, no es libre, ya que implica coerción:
presupone un fin determinado y los hombres involucrados
en tal organización deben seguirla. No obstante, el autor se
opone concretamente al relativismo moral a partir de la idea
de nomos:

Una regla universal de conducta justa aplicándolo a


un número desconocido de futuros ejemplos e
igualmente a todas las personas en situaciones
objetivas descriptas por la regla, con independencia
de los efectos que la observancia de la regla
producirá en una situación determinada […]. Por
contraste, usaremos tesis para significar cualquier
regla aplicable solamente a personas particulares o al
servicio de los objetivos de los gobernantes (1981:
68).

Al existir una norma general, se evitan los arbitrios de


alguna autoridad. En todo caso, la relación entre gobiernos
y ciudadanos está determinada según el grado de
cumplimiento que se posea de las bases que garanticen el
orden espontáneo. El argumento de Hayek es que el
derecho privado, contrario al público, garantiza la libertad
Euphyía 14:27 (2021) 21

de los ciudadanos, tomando los casos de la Roma antigua y


la moderna Gran Bretaña, donde el derecho era
consuetudinario y no escrito, es decir, estaba en manos de
jueces y juristas y no de legisladores. Estos últimos
representarían al constructivismo. El correlato de esto es
una crítica al Estado de Bienestar, en el que la organización,
o taxis, habría reemplazado al cosmos.
El teórico y epistemólogo británico John Gray, examinó
la obra de Friedrich Von Hayek (1998) desapasionadamente,
mostrando los basamentos intelectuales del pensador
austríaco. Al leer su trabajo sobre Hayek, se puede concluir
que es erróneo considerarlo como meramente un
economista, ya que la amplitud de tópicos que abarca en su
obra recorre la psicología, el derecho, la filosofía, ciencias
políticas, entre otras disciplinas; pero, el rasgo característico
es la filosofía de la ciencia como denominador común para
estas actividades.
La influencia de Kant puede observarse en varios
aspectos analizando la obra de Hayek, pero los puntos
principales se manifiestan en su repudio hacia el empirismo,
ya que considera que los datos no nos son dados, sino que
son construidos por la mente humana; por otra parte,
considera que el orden social provee de la creación
individual, antes que alguna necesidad natural (Gray, 1998:
20). Esto es clave para comprender cómo la noción de
libertad se manifiesta: es excesivamente idealista y, en
términos de Mario Bunge, mentalista (Bunge, 1980). Si bien
el pensamiento de Hayek no es dualista —considerando una
22 Facundo Guadagno Balmaceda

división mente/cuerpo—, el orden espontáneo al que hace


referencia se basa en la mente y sus representaciones: el ser
humano crea una serie de tradiciones, a las cuales se adapta
mentalmente y, progresivamente, las percibe como
impersonales. Hayek, al ser metodológicamente
individualista, no menciona a la sociedad, pero sí una serie
de representaciones, evidenciadas en la tradición de una
comunidad, que se le imponen al individuo. Esto es, por lo
menos, contradictorio.
Hayek, sin embargo, no estaba solo, ya que desde
1947 contaba con el apoyo del grupo que había formado, la
Mont Pelerin Society, que en su primera reunión contó con
economistas, historiadores y periodistas que buscaban, con
sus matices, que el liberalismo clásico vuelva al centro de la
escena, en pleno auge del Estado de Bienestar (Guillén
Romo, 2018). En esta nueva sociedad se contaban Karl
Popper y Milton Friedman.
Curiosamente, Hayek establece que el orden
espontáneo, la cataláctica, sólo puede concebirse bajo la
acción de emprendedores (Gray, 1980: 36) y cualquier
acción estatal estorbaría en este orden. Sucede que los
argumentos para apoyar este tipo de organización se basan
en las fallas de los llamados socialismos reales, una herencia
de uno de sus mentores, Ludwig Von Mises 8. Pero esta es
una construcción ideal de Hayek, como si el mundo se

8Ver Mises, L. V. (1961). El socialismo: análisis económico y sociológico (No.


335/M67gE).
Euphyía 14:27 (2021) 23

dividiera entre órdenes espontáneos capitalistas y


planeamiento central soviético. Lo mismo puede decirse de
sus premisas sobre el orden legal, establecido para asegurar
la creatividad de los individuos, la cual se reduciría,
parcialmente, ante una Constitución. Los límites de esta
coerción son inciertos. Tal abstracción fue resumida
elocuentemente por Mario Bunge (1998):

Supongo que la indiferencia de Hayek por los


problemas sociales se debía a que vivía en su
biblioteca y solo leía libros y artículos de colegas,
nunca las estadísticas ni, menos aún, la crónica diaria
de la pobreza. Nunca estuvo al frente de una empresa
que no fuese académica (1998: 75).

Los problemas con la lógica de Hayek son varios, y


considerablemente graves. El mero hecho de considerar a la
libertad como «ausencia de coerción», y que su condición
de posibilidad sea brindar algo de esa libertad a una
Constitución, no tiene validez empírica. Más aún, no existe
caso alguno de desarrollo económico en el que el Estado no
haya jugado un papel central, ya sea en Estados Unidos y en
la necesidad de créditos a la agricultura en etapas críticas de
su desarrollo (Stiglitz, 2010). En el proceso de formación del
Estado argentino también existió una alianza entre los
sectores público y privado (Oszlak, 1999). La lista de
ejemplos se tornaría redundante.
24 Facundo Guadagno Balmaceda

Respecto a la educación, el Estado no debería


entrometerse ya que implicaría otra forma de coerción y un
ataque a la libertad, en consecuencia, Hayek aboga por un
sistema de vouchers a los consumidores, es decir, a las
familias. Tal experimento puede verse en Chile como un
auténtico fracaso: la competencia entre las escuelas privadas
y públicas lleva a que los establecimientos orienten sus
inversiones a mejorar su infraestructura y no
necesariamente la calidad del servicio que prestan, ya que el
subsidio prepondera más la tasa de asistencia en relación
con la matrícula que el desempeño académico (Cox, 2003).
De esta manera, sólo el segmento de la sociedad que
mayores ingresos dispone puede acceder a
establecimientos con ambas características (Hsieh &
Urquiola, 2006).
Finalmente, Hayek no considera a los actores reales de
la economía (Sufrin, 1961), como sindicatos o grupos de
presión, en consecuencia, su concepción de libertad es
metafísica y no puede verificarse empíricamente.

Milton Friedman: ¿libre para elegir?

Milton Friedman es uno de los economistas


fundamentales para comprender la historia de la disciplina,
pero, en simultáneo, comprenderlo implica entender cómo
se desarrolló, en gran medida, la segunda mitad del siglo
XX. Si bien Friedman empezó su actividad profesional en los
Euphyía 14:27 (2021) 25

años 30 y siempre mantuvo una postura neoclásica, es


conocido por llevar al pensamiento neoclásico nuevamente
al mainstream entre los años 70 y 80, lo que la convirtió en
la nueva hegemonía económica. Los aportes de Friedman
sobre la racionalidad de los individuos, el refinamiento de la
teoría cuantitativa del dinero, y la relación entre inflación y
desempleo, no son discutidos en este espacio; sólo se
abordará su concepción sobre la libertad.
El carácter semántico de libertad en Friedman suele ser
muy vago y, generalmente, relacionado con alguna
intención política coyuntural. Tuvo un libro titulado Free to
choose (1980) —Libre para elegir (1983)—, un programa —
con emisión en habla hispana— y un think tank con ese
mismo nombre; por otra parte, free o freedom aparecen en
varias de sus conferencias, que sirvieron como divulgación
de las ideas neoclásicas en pleno gobierno de Ronald
Reagan. Dentro de su obra, la noción de libertad no
abandona su vaguedad.
Friedman comenzó su carrera como divulgador incluso
antes de que existiera la sociedad Mont Pelerin, ya que en
1946 lanzó, junto a George Stigler —otro economista que
sería Premio Nobel—, el trabajo Roofs or Ceilings? The
Current Housing Problem, un panfleto difundido por una
organización libertaria, la Foundation of Economic
Education (Krugman, 2007). Sin mucho éxito pululó por
algunos programas de televisión criticando al Estado de
Bienestar, pero la fortuna cambiaría cuando sus aportes
26 Facundo Guadagno Balmaceda

académicos comenzaron a ser reconocidos y, finalmente, le


merecieron un premio Nobel en 1976 (Krugman, 2007).
El libro de divulgación Capitalismo y libertad (2002)
tuvo un considerable impacto en el público general, para el
que el camino ya estaba allanado en parte con trabajos
divulgativos como los de Hayek, ya mencionados en este
artículo. Se trataba del conservadurismo que ataca al Estado
de Bienestar. La tesis principal del libro de Milton Friedman
es que el capitalismo de libre mercado es una condición
esencial para la libertad política, ya que en el intercambio de
bienes siempre existiría una acción voluntaria, no coercitiva,
algo que es propiedad del Estado. Sin embargo, lo que
Friedman pretende señalar como libertad parece guardar
relación con que el individuo «sea responsable de su propio
destino» (2002: 1), o más bien, leyes que resguarden
«libertades civiles» (2002: 5) o la no agresión entre los
ciudadanos (2002: 26).
Milton Friedman se refiere en reiteradas ocasiones al
«hombre libre» —free man—, pero no aclara a qué se
refiere con esto. En cambio, se entiende que la libertad se
pierde con la intervención gubernamental, la cual sólo debe
enfocarse en «proteger la libertad de los enemigos internos
y extranjeros; preservar la ley y el orden, reforzar contratos
privados y proteger los contratos privados» (2002: 4). Dado
que libertad no es operacionalizado, se puede entender,
indirectamente, por el legado filosófico que Friedman
retoma: Dicey, Mises, Hayek y Simons (2002: 11), entre
otros. Precisamente, el pensamiento de Friedrich Von Hayek
Euphyía 14:27 (2021) 27

en torno a la libertad fue abordado, en consecuencia, puede


rastrearse cierta conexión respecto a concebir a la libertad
como ausencia de coerción estatal o civil basándose en los
postulados de una Constitución, a las que el autor se refiere
como «reglas de juego» (2002: 25). Explícitamente,
Friedman se refiere a la libertad, de manera relacional, como
ausencia de coerción: «la libertad política implica la ausencia
de coerción de los demás ciudadanos» (2002: 15).
Milton Friedman vuelve a referirse al rol del Estado,
pero nuevamente lo hace de manera relacional en un
apartado llamado El papel del Estado en una sociedad libre,
en el que se afirma que el aparato estatal debe «proveer los
medios necesarios para modificar las reglas, se garantiza la
discusión ciudadana de esas normas, y facilitar el
acatamiento por parte de quienes, de una manera u otra, no
participan de ese debate» (2002: 25).
El problema surge en que el concepto nunca se
operacionaliza, sino que se lo relaciona con un mercado
donde el Estado no intervenga, los agentes se guíen por las
señales de precios o, en todo caso, el vocablo libertad se
relaciona con adjetivos como libertad política o libertad
económica, pero no se aclara a qué se está refiriendo en
cada caso.
Milton Friedman establece que la libertad es el fin
último al que una sociedad debe aspirar, y el Estado, o el
pensamiento colectivista —socialismo, comunismo o Estado
de Bienestar— serían los obstáculos para que esto se
realice. De esta manera, si bien el autor no contempla que
28 Facundo Guadagno Balmaceda

los autores sean racionales, ya que deben existir acuerdos


legales mínimos para la coexistencia entre los individuos,
estos se guían por el mercado y la libre empresa, es decir, el
egoísmo. En este sentido, el concepto de libertad en
Friedman parece estar cargado de economicismo, por
ejemplo, al situar los casos de los niños y los insanos en
términos de que no sería beneficioso para el individuo que
estos elijan por su propia cuenta (2002: 33). Esto justificaría
la intervención estatal en el caso de quienes se vean
psicológicamente inhabilitados para tomar decisiones,
mientras que los niños serían «potenciales consumidores»,
con libertades para sí mismos y no meras extensiones de
sus padres (2002: 33).
Si se toma el modelo de Friedman, en el que los
individuos se guían por las señales de precio para ejercer
una libertad voluntarista y se amparan en la ley para evitar
conflictos entre sí, y se sigue a Ashford (2010), luego de
arduas jornadas laborales, con su respectivo descanso, ¿qué
hace pensar que el ciudadano puede ejercer plenamente su
ciudadanía? Un mínimo ejemplo, el del votante promedio,
que no tiene suficiente información y sus ingresos no le
permiten tener el tiempo suficiente para evaluar alternativas
políticas (Bishop, 1991), es lo necesariamente ilustrativo para
ver lo ilusorio de la propuesta de Friedman.
Por otra parte, el modelo de Milton Friedman es
demasiado ingenuo al no considerar fallas de mercado: no
aborda la concentración de la riqueza, la desigualdad
distributiva o la explotación. Parecería que no existiría
Euphyía 14:27 (2021) 29

coerción alguna en el sector privado. Esto queda reflejado


en cómo el economista considera al empresario: como un
agente que debe maximizar su ganancia, de hecho, ese es
su deber social (Friedman, 1970). Se supone que para
Friedman la libertad económica y política son fines en sí
mismos, de ahí la relación entre capitalismo y libertad
(Vorster, 2010), pero la libertad de elección en un libre
mercado, propuesta por el intelectual neoyorquino, se
caracteriza por su pobreza teórica.
En otro libro de divulgación, Libre para elegir (1983),
Friedman recopila lo que luego serían los episodios de la
serie homónima. Es notable cómo en el comienzo del texto,
precisamente en el capítulo «El poder del mercado», éste
aparece como neutral, sin valores o, en rigor, con el
egoísmo o el interés propio como meta. Quizá el mejor
ejemplo sobre esta concepción lo da cómo presenta el
cuento Yo, el lápiz:

Nadie que ocupase una oficina central dio órdenes a


esos millares de personas. Ninguna policía militar hizo
cumplir unas órdenes, porque no fueron dadas.
Quienes intervinieron en el proceso viven en varios
países, hablan distintas lenguas, practican religiones
diferentes, pueden, incluso, odiarse entre sí, pero ni
siquiera estas diferencias impidieron su cooperación
para fabricar un lápiz. ¿Cómo llegó, entonces, a
producirse? Adam Smith nos dio la respuesta hace
doscientos años (Friedman, 1983:27).
30 Facundo Guadagno Balmaceda

La respuesta sería «la mano invisible», pero, incluso


suponiendo que ninguna policía militar hizo cumplir
órdenes —en clara alusión al régimen soviético—, ¿no existe
explotación, condiciones de vida paupérrimas que obligan a
los individuos a trabajar o, simplemente, el hecho de tener
un trabajo para que se reproduzca la vida social? Al igual
que Hayek, Friedman parece olvidar que existen hechos
sociales. No obstante, el economista deja en claro dónde el
mercado no puede aparecer y, en consecuencia, el Estado
tomaría un rol protagónico:

A government which maintained law and order,


defined property rights, served as a means whereby
we could modify property rights and other rules of
the economic game, adjudicated disputes about the
interpretation of the rules, enforced contracts,
promoted competition, provided a monetary
framework, engaged in activities to counter technical
monopolies and to overcome neighborhood effects
widely regarded as sufficiently important to justify
government intervention, and which supplemented
private charity and the private family in protecting the
irresponsible, whether madman or child —such a
government would clearly have important functions
to perform. The consistent liberal is not an anarchist
(en Macpherson, 1968: 34).

La propuesta es demasiado abstracta, y sólo se puede


verificar empíricamente en The role of monetary policy
Euphyía 14:27 (2021) 31

(1968) —en relación a un marco de política monetaria—;


por otra parte, no se define qué actividades evitarían la
concentración monopólica y, conformando un absurdo, se
supone que el Estado debería fomentar la iniciativa privada
para proteger a los enfermos psiquiátricos. La teoría política
de Milton Friedman se asemeja al laissez-faire del siglo XIX,
y de aplicarse, sóo llevaría a la explotación, concentración
de la riqueza, desigualdad de ingresos, desprotección de
enfermos, huérfanos, y apertura de mercados con pocas
barreras a la entrada. Esto no implica igualdad de
condiciones en el mercado, no existe ningún tipo de libertad
de elección si, por ejemplo, existen asimetrías de
información.
Al analizar los trabajos de Milton Friedman en los que
desarrolla su teoría política, podemos concluir que el
concepto de libertad, en sí, no es operacionalizado; se
infiere que su referencia es la libertad del individuo para
realizar alguna acción que no infrinja las leyes establecidas
en determinada comunidad y que el Estado no se le
interponga. En todo caso, el concepto se relaciona, en gran
medida, con libertades políticas —vagamente definidas— y
libertad económica, entendiendo por esto la menor
interferencia posible de la burocracia estatal en el ámbito
económico.

Conclusiones
32 Facundo Guadagno Balmaceda

Tras haber analizado una selección de trabajos de Karl


Popper, Friedrich Von Hayek y Milton Friedman, es posible
arribar a una serie de conclusiones respecto a cómo estos
autores emplean el término libertad. En Popper
encontramos una fuerte relación entre el concepto de
libertad, el método hipotético-deductivo y lo que él
denomina sociedades abiertas. Mediante un procedimiento
de conjeturas y refutaciones, los individuos podrían
garantizar un orden social que pueda ser superado, donde
las verdades no están dadas, sino sujetas a interrogación. Lo
contrario ocurre, para el epistemólogo, en sistemas
totalitarios, guiados por el historicismo y su concepción
teleológica de la historia.
Al analizar el caso de Friedrich Von Hayek, hallamos
similitudes con Popper respecto a la concepción de
sociedades abiertas como condición necesaria para el
desarrollo de un sistema social, sin embargo, el intelectual
austríaco relaciona a la libertad con la ausencia de coerción,
la cual, en términos generales, proviene de la burocracia
estatal, ya que se compondría de agentes que crean
instituciones artificiales, las cuales devienen en un
impedimento para la clave por la cual se reproduce la vida
social según Hayek: el descubrimiento y la creatividad en un
mercado libre, mediante el sistema de precios, la cataláctica.
En última instancia, la única coerción que Hayek admite
como legítima es la de una Constitución que permita el
desarrollo armónico de un proceso de mercado.
Euphyía 14:27 (2021) 33

Si bien los dos primeros autores distinguen claramente


sus conceptos de libertad, Milton Friedman no lo hace, y
más bien se infiere que el lector ya sabe a lo que se está
refiriendo. De cualquier manera, el contenido del vocablo
libertad, en este caso, suele relacionarse con libertad política
y económica, aunque estos terrenos tampoco son
operacionalizados, más allá de alguna mención a la validez
de las leyes y su discusión. En rigor, Friedman parece abogar
por una libertad de mercado donde el Estado solo se
involucre para garantizar que las transacciones puedan
llevarse a cabo sin que se incurra en violencia entre los
agentes involucrados. Es en estos términos donde se puede
concebir a una sociedad como libre, es decir, mínima
intervención del Estado y un sistema de libre empresa.
Encontramos que los tres autores abogan por
sociedades abiertas, libertad de comercio y poca
intervención estatal en la vida cívica, a no ser por un marco
institucional que permita que los individuos puedan
desarrollarse. No obstante, el sentido que se le otorga al
concepto de libertad parece cobrar una veta política
considerando que los intelectuales en cuestión compartían
la agenda de la sociedad Mont Pelerin, se oponían a lo que
denominaron colectivismos en pleno contexto de Guerra
Fría y auge del Estado de Bienestar. Considerando la
influencia que han tenido en regímenes que dieron paso a
la hegemonía neoliberal, como los de Ronald Reagan y
Margaret Thatcher, los usos de libertad en estos autores se
34 Facundo Guadagno Balmaceda

relacionan con procesos políticos más que meras disputas


filosóficas.

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