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Micco Amor Por Chile UDD 2023

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Clase Inaugural año académico 2023

Concepción y Santiago

Del amor por Chile y del sentido de la vida

Sergio Micco Aguayo1

Introducción

Cuando don Gonzalo Rioseco Martínez, vuestro Decano, me pidió que dictase la clase
inaugural del año académico 2023, me señaló que quería que hablase del amor por Chile y
del compromiso de las universidades con la patria. La oportunidad del tema parecía
evidente. Estamos, discurrimos con el sr. Decano, en medio de un proceso constituyente en
el que hemos deliberado con pasión desbordada, a ratos con encono escandaloso y rabia
insultante, acerca de qué es Chile, de si somos una sola nación, de si nuestros emblemas
patrios nos unen, de si nuestra historia nos enorgullece, de si podremos alcanzar el
desarrollo. Hoy el debate vuelve. ¿No sería bueno reflexionarlo en las aulas de esta
universidad? Acepté gustoso la invitación, aunque le aclaré que quería específicamente
concentrarme en los jóvenes. Ya veremos por qué.

El amor a la patria es un tema central de la filosofía política republicana y, en particular, del


pensamiento cívico antiguo. Así, los custodios de la democracia ateniense y de la república
de Roma, forjadoras de la política y del Derecho, que nos gobiernan hasta hoy, comprendían
que en una buena medida la partida se jugaba en la entrega devota y apasionada a la patria.
No se trata de ecos de un pasado muerto. En efecto, debiera ser cosa sabida, que el tener
un fuerte sentido de identidad nacional es fundamental para el desarrollo de los Estados
modernos. Miren como se celebran el 4 de julio en Estados Unidos, el 14 de julio en Francia,
o en Berlín, un 3 de octubre, el día de la unidad alemana. Ese orgullo por lo propio, que
incluye la autocrítica (a veces feroz) es consecuencia de su grandeza, pero también es causa
y motor de ella. Estos tres pueblos son hijos de la antigua cultura grecolatina; esa que nos
enseñó a honrar la patria.

1
En la democracia ateniense y en la república de Roma, sus escritores y artistas, gobernantes
y oradores, soldados, marinos y campesinos actuaban como si el destino de sus admirables
ciudades dependiera de ellos, es decir, de servirlas y cuidarlas a tal punto que declararon
que “Dulce y hermoso es morir por la patria” (Horacio) Para todos ellos, las repúblicas eran
fuertes, si y solo sí, contaban con hombres y mujeres justos y valientes dispuestos a expulsar
de su tierra a ejércitos extranjeros tan codiciosos como belicosos, a destronar a déspotas y
tiranos o a destituir a gobernantes corruptos. En suma, si las comunidades quieren ser
independientes y autogobernarse, si aspiran a ser desarrolladas, necesitan patriotas de tal
fortaleza que no tengan otra marca y divisa que el Pugna pro patria libera.

Andrés Bello, el ilustre venezolano y chileno, sí venezolano y chileno de nota, creía que esta
era también la divisa de la universidad. Un 17 de septiembre de 1843, nuestro Rector
expresó ante, así me lo imagino, un auditorio expectante y apretadísimo, lo que sigue:

“el programa de la Universidad es enteramente chileno: si toma prestadas a la


Europa las deducciones de la ciencia, es para aplicarlas a Chile. Todas las sendas en
que se propone dirigir las investigaciones de sus miembros, el estudio de sus
alumnos, convergen a un centro: la patria”.2

Del mismo modo, don Enrique Molina Garmendia, Rector de la Universidad de Concepción
al conmemorarse los treinta años de su fundación el año 1949, expresó que la universidad
debía ser “república ideal”, brega justa y serena de las almas, jamás puesta al servicio de
banderías políticas ni militancias ideológicas. En ella, la juventud sabría con claridad en qué
patria vivía y cuáles eran sus necesidades. Para el ilustre filósofo, esta república ideal,
formaría a “Buenos profesionales” y “hombres cultos” que conformarían la dirección
espiritual de la democracia. Para don Enrique, “el amor a la patria desde el punto de vista
de los deberes del ciudadano, se llama civismo”.3

Así pueden ver fundidos amor por la patria, Chile y la universidad.

Tal vez, los mayores aquí presentes, participen de estos razonamientos; quizás son más
patriotas que cosmopolitas y están menos preocupados por sus derechos y libertades
individuales, que por sus deberes y responsabilidades comunitarias. Los padres y madres,
o más ampliamente, quienes nos hacemos cargo de niños y jóvenes, sabemos bien que, si
no tenemos un agudo sentido de nuestras obligaciones, la fragua de una familia se hace
cosa imposible y de no haber contado con el compromiso de sus mayores, harto más difícil
habría sido para nuestros graduados el experimentar la alegría que hoy los conmueve.

Sin embargo, … siempre hay un, sin embargo,


¿Qué hay de los jóvenes aquí presentes?
¿Comparten estos razonamientos y sentimientos?

2
Les ruego que escuchen atentamente las meditaciones de este profesor que, si Dios así lo
quiere, cumplirá sesenta años, ingresando así a la generación de otro mundo, la de los
“supervivientes”. Pertenezco a una cohorte que se conformó en un Chile de treinta años
atrás, país fenecido, siendo mi deber, sin embargo, hacerlo presente, para que ustedes
puedan saber de dónde viene la realidad de la que son parte, trayendo a este auditorio
otros tiempos que configuran el vuestro. El pasado nunca deja de pasar, siempre se hace
presente, de un modo u otro.

Quiero dividir mis reflexiones de la siguiente manera:

Un primer momento lo usaré para explicar por qué el identificarse fuertemente con una
nación es central para su futuro, particularmente si ella es subdesarrollada;

Una segunda cuestión será explicitarles por qué podrían ustedes encontrar un sentido a sus
vidas, uno muy importante, en el amor por Chile;

El tercer estadio de mis razonamientos los destinaré a explicitar qué podemos entender por
patriotismo y como este se aplica a Chile;4 y

La última consideración discurrirá acerca de por qué me resulta tan fácil el llamarlos a amar
Chile.

Nos acompañará en la parte final de este camino Gabriela Mistral, la que no se puede
detener, quien amó Chile entrañablemente, lo que no le impidió criticarnos, exigiéndonos
siempre más.5

I.- La identidad nacional y los deberes ciudadanos

Para que Chile aspire razonablemente a ser un país desarrollado debe poseer un fuerte
sentido de pertenencia e identidad. ¿Qué es ser un país desarrollado? Pues contar con un
Estado de Derecho que se respete; estar dotado de una democracia de calidad; gozar de
una economía pujante que garantice bienestar material; fomentar la cohesión sociocultural
de tal manera que la libertad se concilie con la igualdad y la fraternidad; y, como si fuera
poco, hacer todo esto en armonía con el medio ambiente, la naturaleza y la geografía no
humanas. Tamaña obra humana exige un amor por lo común que logre motivar a
generaciones enteras, por décadas y décadas, generando lazos, compromisos, ligaciones,
ob-ligaciones.
Entre los deberes políticos incluyo informarse y formarse una opinión política propia,
atreverse a hablar en público, ir a votar, fiscalizar a los gobernantes, quizás militar en un
partido político, presentarse a candidato de representación popular o formar parte de una
sociedad civil densa.

3
¿Basta con eso? Respondo con un rotundo no.
Entre las virtudes sociales la principal es saberse obligado, en una sociedad decente, no digo
justa, a respetar los derechos de los demás, a quienes pedimos que resguarden los nuestros;
son deberes sociales el postergar las gratificaciones, ahorrar e invertir, estudiar, concebir el
trabajo, la salud, la educación, la seguridad social, y el acceso a la vivienda, como un
derecho, pero también como un deber; prestar cuidado a los niños, niñas y a nuestros
mayores, y así.
¿Suficiente? Me temo que aún no.
Pues, además, se deben pagar impuestos, hacer cumplir la Constitución y las leyes,
denunciar al delincuente, demandar al funcionario público venal, en caso de guerra
integrarse a la milicia o, el objetor de conciencia, prestar un servicio civil incluso en el frente
de batalla.
La lista de deberes ciudadanos es interminable y sin su abnegado cumplimiento, el tan
ansiado desarrollo no llegará.
Hay quien señaló que la moralidad trata de los deberes y no de la felicidad. Otros creen que
cumplir con un deber es todo lo contrario de experimentar un placer. Pues no, no estoy de
acuerdo. Siendo responsables es que nuestros derechos serán posibles de ser ejercidos,
pues si no pagamos impuestos, por ejemplo, difícilmente contaremos con un Estado que
nos proteja la vida y la propiedad de rufianes, enajenados o desalmados. Pero, no sólo eso.
Es respetando y cuidando a nuestros seres queridos que tendremos comunidades que nos
quieran y protejan, en salud o en enfermedad, en la pobreza como en la riqueza. Más aún,
y aunque sepa a demencia, haciendo sacrificios hoy, alcanzaremos las bienaventuranzas del
futuro, lo sabe bien el alumno que renuncia a salir de fiestas, quedándose, estudiando en
la casa. Aún mejor, y esto es decisivo, el cumplir los deberes puede ser fuente de profunda
e inmediata alegría, como lo sabe quién aprende mientras estudia para un examen o se
sorprende de la disciplina desarrollada, quien hace una buena clase, el que realiza un buen
alegato forense, sea cual sea el resultado; pues hay actividades que valen por sí mismas, no
por lo que producen, que son satisfactorias y gratificantes en sí, más allá de los beneficios
que pudieran reportar.

Sólo si los chilenos y chilenas, rectifico, sólo si todos los habitantes de nuestro país se
identifican fuertemente con él, podremos aspirar al desarrollo; el que permitirá, a su vez,
que podamos realizar más fácilmente nuestros proyectos de vida personales y familiares.

Dentro de este marco los invito a reflexionar acerca de su relación con la patria a partir de
tres situaciones que de hipotéticas tienen poco.

4
Primera, un tirano se apodera del gobierno que sólo puede ser del pueblo. ¿Lo combatirían?

Segunda, una nación extranjera nos ataca injustamente, y sus tanques enfilan hacia La
Moneda. ¿Qué harían? ¿Resistirían militar o pacíficamente?

Tercera, menos dramáticamente, una profesional, ha terminado un doctorado en una


universidad extranjera, la que le ofrece contratarla para realizar una promisoria carrera
académica. ¿Volverá a Chile o aceptará la tentadora oferta?

¿Qué harían ustedes en estas tres situaciones?

Les ruego que suspendan el juicio y expulsen la opinión, por un largo momento, acerca de
qué harían ustedes en estos tres casos. Sin involucrarse aún en estos dilemas, sostengo que
racionalmente pueden coincidir conmigo que será mucho más difícil que nuestra nación
alcance el desarrollo si no es capaz de retener, a miles y miles de técnicos, profesionales o
artistas de valer, empresarias talentosas o inversionistas y que hoy están emigrando de
Chile en búsqueda de mejores oportunidades que las que ofrece nuestro país, sobre todo
si este vacila y trastabilla, confundido y dividido como hoy lo está. Para conservarlos, el
amor por la patria y la familia pasa a ser fundamental.
¿Acusaremos a quienes emigran o invierten en lejanas naciones de egoístas y los
despediremos con dignísimo desprecio? ¿O agitaremos, en sus mentes y corazones,
razones y sentimientos de agradecimiento por lo que recibieron de su patria y para que
tomen conciencia de lo que perderían si se van? ¿No le haríamos ver que la felicidad
personal se vive mejor con los colores, sabores y recuerdos de las culturas, comunidades y
naturalezas que de niños sintieron propias? ¿No los llamaríamos a practicar la solidaridad
con sus coterráneos menos afortunados? ¿No debiéramos convocarlos a perseverar en el
servicio a su comunidad como los padres y madres cuidan, por toda una vida, a sus hijos e
hijas, esforzándose aún más en el empeño cuando ellos más los necesitan? ¿No les
recordaremos el amor a la patria cuando en su niñez escucharon de una “Copia feliz del
Edén” y de bravos guerreros y sublimes mujeres que juraron que “o la tumba serás de los
libres o el asilo contra la opresión”? ¿No les recordaríamos que estas las estrofas de jóvenes
cantaron a voz en cuello en un estadio de futbol repleto o en la casa frente a un televisor?
¿Tengo alguna oportunidad de convencerlos que hay que amar la patria por sobre el propio
bienestar? ¿Puedo ilusionarme con que ustedes acuerden conmigo que un buen ciudadano
es quien cree que el interés general está por sobre el interés particular por legítimo que
este sea? ¿Coincidiríamos en que la profesional del ejemplo retorna a su patria para
devolver todo lo que ha recibido de ella y que el tirano o el invasor las tendrán difícil
enfrentándose a ustedes?

5
Sé muy bien que estoy hablando de sus deberes para con lo colectivo y que estas son
palabras difíciles de digerir y tampoco se me escapa que ustedes bien me podrían reclamar
que lo central es el desarrollo personal y que es moralmente indiferente el ser un buen
ciudadano en un país como en otro.
Teniendo a la vista lo dicho, quiero invitarlos a pensar porqué su felicidad pasa por el amor
por Chile, a pesar de que su forma de ver el mundo es, en muchos de ustedes, enteramente
individual y global.
II.- La teoría de las generaciones y del sentido de la vida6

Miro esta asamblea y constato que en ella bullen a lo menos cuatro generaciones. Recuerdo
a José Ortega y Gasset, quien, ante también un auditorio universitario en 1933, discurrió
acerca de que la generación es el concepto más importante para entender la historia y su
movimiento.7 Para el filósofo español niños, jóvenes, adultos principiantes, mayores
gobernantes y ancianos supervivientes, son contemporáneos, pero no son coetáneos. Viven
en un mismo espacio y tiempo, pero tienen distintas formas de pensar y de actuar en el
mundo. De este modo, constatemos que ahora somos parte de un mismo auditorio, pero
habitamos tiempos distintos. Entre estas experiencias vitales diversas y a veces antagónicas,
en sus diferencias, las generaciones suscitan un anacronismo esencial que hace que la
historia se mueva, cambie, fluya. 8

Para Ortega y Gasset “El conjunto de los que son coetáneos en un círculo de actual
convivencia, es una generación” cuyo concepto “no implica, pues, primariamente más que
estas dos notas: tener la misma edad y tener algún contacto vital”.9 Cada generación se
enfrenta a una determinada coyuntura histórica y sobre esa base se define. Se cree que las
actitudes políticas de los ciudadanos se forman durante la adolescencia y primera juventud.
Se considera como período crucial el que va entre los 17 y los 25 años, aproximadamente.
Es el momento de explorar y definir las metas a alcanzar y los caminos a seguir. Los jóvenes,
en su búsqueda de pareja, de trabajo y de su papel en la vida social, descubren su propia
identidad al definirse frente al mundo y a sus principales desafíos históricos que son
fundamentalmente los mismos para una generación de individuos coetáneos. Cada quince
años surge una nueva generación que debe determinar sus opciones personales y sociales
en una nueva época, distinta a la que la precede.

6
Así, en el occidente del siglo XX, entre 1930 y 1945, se formó una generación que presenció
el embate del fascismo sobre las democracias europeas, y la inaudita y victoriosa alianza
entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Es la generación de la Segunda Guerra Mundial.
La generación que vive su juventud entre 1945 hasta 1960 fue la generación de la Guerra
Fría, del brutal choque inicial entre capitalismo y comunismo. Es la Generación de la bomba
atómica. La cohorte que va desde 1960 hasta 1975 es la del rito revolucionario que explotó
en Sierra Maestra, Cuba, y murió con los quiebres de las democracias en Argentina, Chile o
Uruguay entre 1973 y 1976. Son otros quince años. Le sucedió la generación a la cual
pertenezco, que nace un 11 de septiembre de 1973 y acaba su faena, quince años después,
el cinco de octubre de 1988. Hay otra cohorte nueva que es hija de la redemocratización y
del giro liberal de nuestras sociedades durante la década de los noventa del siglo pasado.
Surgió en 1989 y acabó, con las protestas estudiantiles del 2006 y del 2011, en medio de las
cuales se gestó la generación que actualmente nos gobierna. Ella celebrará el segundo
centenario de la Batalla de Ayacucho, el 2024, y en torno a esa fecha terminará de formarse
y empezará irrumpir otra, a la que pertenecen los jóvenes que hoy se gradúan. No dudo
que será tema central para sus definiciones generacionales la posición que adopten
respecto del 18 de octubre del 2019. De quince en quince años, se forma una generación, y
para Ortega y Gasset, cada sesenta años el cambio es total.

Teniendo esto en mente, enfilo mi vista los más jóvenes, a esta nueva generación, cuya
cultura es enteramente distinta a la de nosotros, ya casi sus ancestros; pues son hijos de la
individuación, de la diversidad cultural y de la globalización. Sus preocupaciones colectivas
giran en torno a tres cambios de época: la irrupción de la mujer en la esfera pública, la
relación de la humanidad con el resto de la naturaleza y el impacto de la ciencia y tecnología,
de tal magnitud que tal vez se esté configurando lo que se ha venido en llamar el post
humanismo, un mundo de ciborgs. Es un universo enteramente distinto a los de las
generaciones anteriores. Definitivamente el amor por la patria podría parecerles, a muchos
de ustedes, algo muy lejano en el tiempo, su tiempo, y demasiado extraño a sus
inquietudes, sus inquietudes, pues dicha devoción trata de la entrega a lo colectivo, no a lo
individual; lo local, no lo global.

Es cierto, esta es una asamblea intergeneracional, pero también contemplo, una asamblea
de muertos. Pues eso es lo que seremos todos los aquí reunidos. Como al finalizar este acto,
al anochecer, empezaremos a retirarnos de esta sala, unos primeros otros después, así
iremos abandonando esta vida, uno por uno, inexorablemente. El filósofo exclamó “¡¡Ay,
hermano mío, todo lo humano ha de morir¡¡” El literato hizo decir a Calígula “¡¡Los hombres
mueren y no son felices¡¡” Memento mori nos urgían a pensar los estoicos. Jóvenes,
acuérdense que van a morir; que la vida no es eterna y que es verdadero el que es un
frenesí; por eso anticipen su muerte, cada día, al anochecer, reflexionando lo que han hecho
con ella, ese día que comienza a morir para siempre.

7
Jóvenes, pregúntense ¿Para qué vinieron al mundo? ¿La vida tiene sentido y la existencia
un propósito? ¿Qué queremos decir cuando nos preguntamos por el sentido? Cuando
Aristóteles se lo explicó a su hijo Nicómaco usó la imagen del arquero. El sentido es la
orientación de la flecha que tensa el arco buscando dar en el blanco. Ese sentido les da
significado a las cosas. El declarar que se tiene un proyecto de vida es reconocerse como un
proyectil lanzado al futuro, el más lejano, cubriendo toda la existencia humana, la propia.

¿Cuándo sabremos si nuestra vida tuvo sentido, si fuimos felices y lo hicimos a quienes
amamos? Respondo: En la hora postrera. Es en la antesala de la muerte en que los humanos
realizamos el balance de nuestras vidas. En ese momento final somos plenamente y para
siempre lo que quisimos y pudimos ser. Sólo en la “hora de nuestra muerte” queda decidido
qué tipo de vida realizamos. La muerte es un emplazamiento ético que nos dice que “el
hombre queda unido para siempre a aquello a lo que estaba abrazado al morir”.10 ¿Qué
quieren contemplar, al final de la vida, volviendo la vista atrás? ¿A qué quieren morir
abrazados? ¿Se irán de esta vida cargados de años y de sabiduría, quizás rodeados de hijos
y nietas o familiares y amigos, como lo hacían los patriarcas y matriarcas del Antiguo
Testamento? ¿Estarán satisfechos con los frutos de vuestro trabajo por cuatro décadas
realizado? ¿En el momento final, se marcharán de un mundo mejor y una naturaleza más
viva y hermosa de las que los vio nacer? ¿Habrán sido fieles a las creencias trascendentes,
ideas religiosas o principios espirituales, que de jóvenes decidieron profesar? Son las cuatro
preguntas esenciales, y en torno a su respuesta sabremos si fuimos felices y si hicimos feliz
a quienes nos rodearon.

Jóvenes, en la hora de su muerte, ¿Merecerían recibir el homenaje de su pueblo agradecido


por sus sacrificios y servicios que le prestaron en vida, especialmente a lo más pobres? Los
seres humanos dedicamos nombres de calles y ciudades, erigimos plazas, museos y
monumentos a los que la historia considera como los más grandes. Insisto y en mi
reiteración sus mayores los interpelan: ¿En el momento final, se marcharán de un mundo
mejor del que los vio nacer? ¿Qué habrán hecho para lograrlo? ¿Lo intentaron siquiera?
Les dije que ustedes son hijos de la individuación que la experimentan de una manera que
sus padres y madres, o sus apoderados, ni se imaginaron. ¿Qué es la individuación? Es el
centrar sus vidas en sus derechos individuales, en sus libertades personales, en su
autonomía soberana, en que sean arquitectos de su propio destino, en el resguardo
absoluto de su intimidad y privacidad, en el deseo de auto perfeccionamiento personal casi
infinito gracias a la educación y a la ciencia que se hace tecnología y biopoder.

8
Todo eso está muy bien, siempre que la individuación no se transforme en individualismo y
este en egoísmo, que son sus perversos hermanos. Proyecto de vida personal y familiar.
Bien, muy bien. ¿Pero eso es todo, acaso suficiente? Cuidarse a sí mismos, crecer, gozar,
quizás reproducirse, y morir dignamente; pero eso lo hacen hasta los seres vivos más
simples. Superior es amar a sus familias, las que los recibió o las que tal vez, si acaso,
decidieron formar, ejercer con esmero gratificante vuestras profesiones y descansar. ¿Pero
no hay personas y comunidades más grandes aún que venerar?

Se los pregunto de otra manera. ¿Qué harán de trascendente en la vida? Les hablo de
trascendencia, que es el complemento y, a veces, cuando se vive con heroísmo, la
alternativa a la individuación. 11 La trascendencia es el creer que hay alguien o algo, que,
siendo externo a ustedes, es superior. Es creer que Dios o vuestras familias, la patria o la
iglesia, la revolución o la naturaleza, los superan a tal punto que están dispuestos a
entregarlo todo por ellos, la propia vida si fuese necesario. Es vivir el amor tan intensamente
que nos da un sentido a la vida y una fuerza de tal naturaleza que somos capaces de
renunciar a todo por él.

El amar a alguien es desear que exista, no admitiendo un universo sin su presencia. Volo ut
si, dice San Agustín, “Quiero que seas”. El amor es la re-unión de lo que, estando separados,
están llamados a estar unidos.12 El amante no soporta estar alejado del objeto de su deseo.
Por ello, los que se aman pueden hacerlo con tal intensidad que funden sus cuerpos y sus
almas.

Por esto, sea dicho de paso a propósito del patriotismo, el exilio es una pena cruelísima. De
ahí que el pueblo de Israel, cautivo en Babilonia, lloraba con Ezequiel:

“Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza,


todo se ha acabado para nosotros”.
(Ez 37.11)

Amen, por lo pronto a ustedes mismos, a sus parejas, familias, amistades, pero también a
comunidades más amplias: la iglesia en la que creen, la patria que los vio nacer, la
humanidad que los acogió y al resto de la coalición de los seres vivos de infinita diversidad
y hermosura.

Eso llenará de sentido a sus vidas, orientándolos con tal poder que, al final de ellas, podrán
decir que fueron felices, amando lo que, de jóvenes, decidieron amar. Mueran abrazados a
lo más alto y trascendente, a un amor que no conoce límites.

9
Déjense llevar por la pasión de Ruth

“Adonde tú vayas, yo iré,


y donde mores, yo moraré;
tu gente será mi gente,
y tu Dios mi Dios.
La tierra que, muerto, te reciba en su seno,
será la tierra donde yo muera
y donde se abrirá mi sepultura.
¡Que el Señor así me lo otorgue y escuche mis votos;
que solo la muerte me separe de ti!”

Biblia, Ruth, cap. I, v. 16-17

III.- Del amor por Chile

En momentos dramáticos de nuestra historia, un 18 de septiembre de 1974, escuchamos la


voz metálica de un hombre de fe, el cardenal Raúl Silva Henríquez, quien describió el alma
de Chile, señalando que:

“La Patria -ninguna Patria y Chile menos que ninguna- no nace del vacío o del acaso.
La Patria se constituye en el momento en que un grupo de hombres que habitan
físicamente un determinado territorio reconocen como suyo un mismo patrimonio
de sangre y cultura, entran en comunión de tarea y destino”. 13

Para el Cardenal la patria es era “Comunión profundamente humana en valores que exigen
deponer innatos egoísmos y merecen el sacrificio de la vida”14. Eso es: común amor por una
historia, geografía, cultura y destino compartidos.

10
Una vez cuando adolescentes nuestra profesora de literatura nos habló del surgimiento de
una nación cantada por un guerrero que se inmortalizó como poeta. Pablo Neruda lo
describió como “el más humano de los dioses”, y que cuando les dio nombre a los hombres,
les dio existencia, y con tal fuerza lo hizo que “El silencio de las razas había terminado”. 15
Claro; estamos hablando de Alonso de Ercilla y Zúñiga. El alucinado cronista describió la
lucha de dos pueblos: uno que nunca había sido derrotado y otro que no sabía perder. Lo
que más le sorprendió es que esa gente:

“tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, no ha sido por rey jamás regida ni a
extranjero dominio sometida”.

Se sorprendió, decía, pues don Alonso de Ercilla sólo conocía reinos e iglesias dirigidos por
monarcas absolutos, elegidos o hereditarios. Él conocía de vastas naciones que no
aceptaban ser “a extranjero dominio sometida”, pero no de extensas comunidades políticas
independientes que además repugnaban de un régimen donde uno mandaba y todo el resto
obedecía. Ni tiranía ni monarquía, sino que el gobierno de los muchos.

Así, cada año, un 18 de septiembre, volvíamos a escuchar de esta gesta y nos fuimos
hipnotizando de amor pues, ¿cómo conocer este canto general sin admirarnos de él? 16

He aquí, que Gabriela Mistral, siendo directora del Liceo de Niñas de Temuco, declaró que,
al leer la Araucana, no le gustó nada su métrica y la descripción que se hacía de la mujer.
Asimismo, le sorprendió la ausencia del dibujo y la alabanza de la magnífica naturaleza que
don Alonso de Ercilla conoció, pero no alabó. Y presurosa, la maestra, algunas así lo afirman,
desde 1922 hasta su muerte acaecida en 1957, escribió su Poema de Chile. Fueron 35 años
de entrega devota a la tarea de alabar nuestra flora y la fauna; obra póstuma que es
perfecto complemento de La Araucana publicado exactamente cuatrocientos años antes.
Gabriela, “la ausente, pero jamás ausentista”, amó Chile, como su pueblo la amó con locura
recibiéndola en apoteosis en 1954.17

11
Cuestión esta muy importante pues a Chile no sólo se le ama por su nacimiento e historia
tan reales como mitológicos. He aquí que la profesora de literatura de nuestra primera
juventud fue reemplazada por el de Geografía. Este nos relató que el conquistador de Chile
escribió unas cartas a Carlos V, en que dibujaba para que le hiciera saber a los mercaderes
y gentes que se quisieran avecindar, que “vengan, porque esta tierra es tal, que para poder
vivir en ella y perpetuarse no la hay mejor en el mundo; dígolo porque es muy llana,
sanísima, de mucho contento”.18 Sin un poco de cinismo podríamos pensar que don Pedro
de Valdivia exagera, pues no oculta su objetivo: atraer comerciantes: hoy diríamos
“capitales extranjeros”. Pase, pero enseguida nos enseñaron nuestros profesores que
Gerónimo de Bibar, acompañante como Infante del fiero conquistador, describió
bellamente los valles de Chile y agregó que ellos eran habitados por “gente, dispuesta,
belicosa y ellas de buen parecer”19; que el testigo de la fundación de Santiago, don Alonso
de Góngora y Marmolejo, escribió “Es el reino de Chile y la tierra de la manera de una vaina
de espada, angosta y larga”; que Diego de Rosales definió el alerce como el príncipe de los
árboles por su incorruptibilidad y grandeza; alabó la belleza de los cisnes del río de Valdivia
y al picaflor a quien le atribuyó caracteres divinos como el saber retirarse, sepultarse para
luego despertar y resucitar20; y que Alonso de Ovalle ensalzó la inmensidad del Mar del Sur
y la hermosura de la Cordillera Nevada, que “hace una vista que aun a los que nacemos allí
y que estamos acostumbrados a ella, nos admira y da motivos de alabanza al Creador, que
tal belleza pudo crear”. Cordillera que daba una agua tan cristalina y fresca que el Abate
Molina, mientras agonizaba en el exilio de Bolonia, imploró beber un último sorbo de ella.
¿No serían exageraciones de estos cronistas?

Si dudas teníamos acerca de la belleza de la geografía y naturaleza de Chile, estas se fueron


disipando, conociendo la Cordillera de Los Andes, el Valle Central dividido y acariciado por
la Cordillera de la Costa que no deja de tener encanto, el inmenso Océano Pacífico, los ríos
y lagos del Sur, la Isla Grande de Chiloé, los fiordos australes y la tierra de la Patagonia, la
“super tierra”. ¿Y qué decir del desierto nortino, iluminado por sus estrellas y coronado por
San Pedro de Atacama o de una Isla que se precia de ser el ombligo del mundo llamada
Rapa Nui?

¿Cómo conocer nuestra geografía y no amarla; cómo amarla y no cuidarla?

¿Cómo conocer la cultura de la Patria chilena y no admirarla; admirarla y no servirla? 21

El amor por Chile no se sustenta sólo en el recuerdo agradecido de su historia y la alegría al


conocer su geografía y cultura presentes.

He aquí el último momento del patriotismo, cuando se proyecta al futuro preguntándose:

¿Cuál es el objeto común de amor que nos une como chilenos y chilenas?

12
Hay quienes buscaron el sentido y destino colectivos en un futuro mejor que llamaron
progreso; hay otros que escarbaron en el pasado, en el retorno a la fundación de Roma o
en el mítico Edén. En el caso de Chile, quizás ese proyecto nacional se encuentra en el
nacimiento de nuestra patria. Volvamos a la Araucana.

Alonso de Ercilla describe, creo que, en el Canto Segundo, el primer senado consulto de
nuestra historia escrita. Caupolicán, Tucapel, Rengo y Lientur más los otros grandes
caciques han concurrido prestos a defender la independencia tan trabajosamente ganada
contra, poco tiempo atrás, el inca invasor. Pero no sólo se trata de la libertad común.
También quieren vivir como iguales, entre pares. Colo Colo, el más sabio de todos,
renunciando a su derecho a ser líder supremo, dice:

“Pares sois en valor y fortaleza;


el cielo os igualó en nacimiento;
de linaje, de estado y de riqueza hizo a todos igual repartimiento”.

Dios (el cielo) hizo a los caciques hermanos entre sí, semejantes en virtudes y la justicia los
mantiene iguales en riqueza y poder. Con motivo de la guerra, y sólo porque ella lo imponía,
debía elegirse un capitán primero; sólo por eso se debía romper, parcial y temporalmente,
la igualdad entre los hombres. Aquí tenemos descrito el ideal político republicano:
pertenecer a una comunidad de los igualmente libres que luchan por el bien común. Este
sueño nos ha acompañado desde que nacimos como pueblo, en la fragua de las razas
descrita por “el inventor de Chile”.

Nuestra historia es el relato de la lenta incorporación a la república de las clases medias, los
obreros, las mujeres, los pobladores y los campesinos, hasta llegar a ser el gobierno de los
muchos y muchas. También es la forma como distintas fuerzas políticas van conquistando
sus derechos políticos y libertades civiles pudiendo llegar a gobernar desde los
conservadores, liberales y radicales de la primera hora hasta llegar a los nacionales, los
socialistas, comunistas y falangistas después. ¿Por qué hoy no podríamos aspirar a
incorporar, con plenitud de derechos, a los pueblos originarios y migrantes que quieran ser
parte de nuestra comunidad, edificando una república democrática que puede, si
realmente así lo quiere, aspirar a ser el primer país latinoamericano que alcance el
desarrollo? 22

¿Por qué no podríamos abrigar este anhelo y serle fiel?

Busco razón para mi esperanza y en el pasado la encuentro.

13
IV.- Chile como tentativa contra lo imposible

La semana pasada, en Concepción, ante vuestra comunidad universitaria regional,


rememoramos a Gabriela Mistral quien, con el alma embargada por el dolor, desde un
pueblo de la Florida, San Agustín de Ponce de León, relató el terremoto de Chillán, el del 24
de enero de 1939. En una carta dirigida al continente pidió ayuda sosteniendo
fulminantemente “La naturaleza chilena es heroico-trágica” y llamó a reconstruir Chillán y
Concepción. Así se hizo capitaneada la obra monumental por un amigo de la poeta: un gran
chileno llamado Pedro Aguirre Cerda.

A propósito de esto, en el aula magna de la universidad del Desarrollo, les relaté que
Fernando Campos Harriet, en su Historia de Concepción, cuenta que “Cada cien años, la
ciudad fue borrada de la faz de la tierra. Mientras París ha tenido una sola catedral en 800
años, Concepción, en la mitad de ese tiempo, ha construido siete”.23 Pienso en el horror de
los terremotos de 1570, 1667, 1751, 1835, 1939 o 1960. Cataclismos, incendios y guerras la
destruyeron, pero cada vez, los penquistas la reconstruimos.

Por eso Gabriela Mistral ha dicho que:

“La desventura no ha logrado un colapso en el país de las pruebas,


que siempre las vio llegar y les dio la cara”.24

Ella nos definió como: Chile, o de la voluntad de ser. Somos la tentativa contra lo imposible.
La naturaleza, hermosa y feraz, nos pone constantemente a pruebas, como a pocos pueblos
del mundo.25

Chile se ha construido a golpes de la naturaleza.

He aquí otra razón para amar la patria.

La historia cuenta que la más pobre y lejana de las capitanías españolas, levantó una
república como no la tuvo ningún otro país hispanoamericano. En 1815, desde Jamaica,
desterrado por derrotado, otro gran venezolano, Simón Bolívar escribió aquello de:

“El reino de Chile está llamado por la naturaleza de su situación, por las costumbres
inocentes y virtuosas de sus moradores, por el ejemplo de sus vecinos los fieros
republicanos del Arauco, a gozar de las bendiciones que derraman las justas y dulces leyes
de una república. Si alguna permanece largo tiempo en América, me inclino a pensar que
será la chilena (…)
En una palabra, Chile puede ser libre”.26

14
Fuimos libres en la república decimonónica, lo somos en la república que se hizo
democrática y lo seguiremos siendo, mañana más justa, si así lo queremos y por ello, juntos,
nos afanamos. Digámoslo sin falso pudor: Chile tuvo una república estable antes que
Alemania, Francia, España o Italia. A partir de 1839 la oposición se organizó en el Congreso
para fiscalizar a un presidente que era elegido por mandato fijo. El voto secreto se instituyó
poco después de Gran Bretaña, Suecia y Alemania. El senado se eligió en forma directa a
partir de 1870. La competencia política parlamentaria se consolidó antes que Bélgica,
Países Bajos, Suecia, Italia, Francia, Alemania, pero después de Gran Bretaña y Noruega.27

“Sí profesor - me dirán - pero esa república se desplomó vergonzosa tras una guerra civil
atroz: la de 1891”. 28 29 30 Así fue. En los fratricidas campos de batalla, chilenos mataron a
chilenos. En Concón y Placilla cuerpos de generales victoriosos de la Guerra del Pacífico
terminaron destrozados y en Santiago el General Manuel Baquedano no pudo impedir los
saqueos a manos de vencedores exaltados o delincuentes desalmados. José Manuel
Balmaceda, el visionario, pero orgulloso Presidente de la República de Chile, se suicidó en
la Legación diplomática argentina.

La estrella solitaria de Chile pareció apagarse.

Pero, no fue así. Jóvenes, no fue así.

Nos levantamos y volvimos a empezar. Chile voluntad de ser. Desde los escombros, nos
costó muchísimo reencontrarnos y avanzar, pero, setenta años después de la tragedia, Chile
estaba entre las tres democracias más desarrolladas del mundo. En 1965, de acuerdo con
los índices democráticos de la época figurábamos con un puntaje superior al de los Estados
Unidos, Francia, Alemania Federal e Italia. El puntaje en 1960 era superior al de Gran
Bretaña.31 Sorprendente Patria. Mis alumnos, los más idealistas e inquisidores, me
advertirán que ese Chile no era el Edén. Cierto, pues pocos años después de tamaños
reconocimientos, la pobreza, las desigualdades y una flaca economía, en un mundo de
Guerra Fría, hicieron que la polarización social agudizara las diferencias ideológicas que
justificaron y alentaron la violencia,- ¡¡maldita ella sea ¡¡ - que terminó haciendo colapsar
nuestra valiente democracia. Eso ocurrió hace cincuenta años atrás.

¿Qué hicimos como pueblo?

15
Lo de siempre.

Nos levantamos y volvimos a empezar. Chile, voluntad de ser. En el atardecer del 5 de


octubre de 1988, resolvimos pacíficamente nuestra diferencia política fundamental. Se
acababa una dictadura y se iniciaba una democracia. Esa noche, no hubo un disparo, ni uno
solo. A partir de ese momento emprendimos de nuevo la tarea republicana y democrática
con tal entereza que, doscientos años después de la batalla de Maipú, un cinco de abril de
2017 éramos la democracia más estable, el país más probo y de ingreso por habitante más
alto de toda América Latina. Sin embargo, una sucesión de gobiernos de diverso signo no
fue capaz de resolver grandes cuestiones que se venían arrastrando por más de una década,
comprometiendo gravemente la confianza en las instituciones democráticas. Mis alumnos,
en masa, volvieron a salir a protestar. La ira, la violencia y las violaciones a los derechos
humanos estallaron en las calles. Entre el 18 de octubre y el 15 de noviembre del 2019
estuvimos de nuevo al borde del abismo, de sufrir la peor enfermedad que puede
experimentar el cuerpo político: el enfrentamiento fratricida.

Volvámonos a preguntar:

¿Qué hicimos como pueblo?

Lo de siempre.

Nos levantamos y volvimos a empezar. Chile, voluntad de ser. Vino la tregua cívica y nos
pusimos a conversar para acordar un nuevo pacto político. En eso estamos hoy.

A pesar de todo y contra todo, este país, el de Gabriela Mistral, siempre ha salido adelante.

Chile se ha construido a golpes de naturaleza y de espada.

Jóvenes, me parecería locura que alguien afirmara que tamaña obra humana no es más que
faena inútil, drama sin sentido, tragedia sin designio. Locura.

Chile de naturaleza heroico-trágica.

Chile: el país de las pruebas.

Chile: voluntad de ser.

Chile: tentativa contra lo imposible.

Ahora pueden entender por qué me resulta tan fácil llamarlos a amarlo.

16
Palabras finales:

Jóvenes que hoy se gradúan:

¿Quieren darles un sentido trascendente a sus vidas?

Encuéntrenlo en el amor de la familia.

Descúbranlo en la entrega a una profesión noble.

Sorpréndalo en la construcción de un mundo mejor y en el cuidado de una naturaleza más


viva, diversa y hermosa.

Hállenlo tomando el cielo por asalto.

Vuestros mayores les ofrecen este suplemento de alma que dice así:

Amen a Chile,

su país por nacimiento o por adopción.

Mejor aún.

Amen a Chile,

su país por opción,

la de todos los días.

Que Dios siga bendiciendo a la patria chilena.

Muchas gracias.

17
1 Sergio Micco Aguayo. Abogado de la Universidad de Concepción. Máster en Ciencia Política
de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Doctor en Filosofía Política. Profesor asociado
de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile. Síntesis de las clases Inaugurales del
Año Académico 2023 realizadas en la Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo,
efectuadas los días 5 y 13 de abril en sus sedes de Concepción y Santiago.

2 Andrés Bello en el Discurso Inaugural de la Universidad de Chile pronunciado el 17 de


septiembre de 1843. https://tantaku.cl/andres-bello-discurso-instalacion-universidad-de-
bello/

3 Acerca de la visión de Don Enrique Molina Garmendia en torno a los nacionalismos, buenos
y malos, ver: Molina, E. (1994) El nacionalismo y la solidaridad. En: Molina, E. Obras
Completas. Volumen II. Concepción: Ediciones de la Universidad de Concepción. pp. 381-
384.

4 En Concepción traté, la cuestión de los excesos del patriotismo cuando degenerada en


nacionalismo cerril que discrimina y oprime a culturas y minorías internas y se muestra
belicoso con los países vecinos. Gabriela Mistral enfrentó buena parte de las dos objeciones.
Ella era una ´patriota, pero no una patriotera. Ver: Mistral, G. (2004) El patriotismo de
nuestra hora (1919) En: Pensando a Chile: Una tentativa contra la imposible. Santiago de
Chile: Cuadernos del Bicentenario. Andros Impresores. p.313-317. Para un análisis del
patriotismo republicano, contrapuesto al nacionalismo, ver: Virolli, M. (1997) Por amor a la
patria. Madrid: Acento Editorial. pp. 15-33.

5 Germán Arciniegas cuenta que nuestra poeta era muy mal hablada. Hablaba mal de Chile,
de México o de España, de las tierras que más quería, de “las gentes que estaban más cerca
de su corazón. Hablar mal de Arabia o de la China hubiese sido una cosa sin sentido. Hablar
mal de Chile era todo lo contrario. Era quejarse del amado. Agrandar fabulosamente los
incidentes menudos y fastidiosos de un pueblo que querría lleno de virtudes, de
perfecciones. En esto era muy mujer. Terriblemente mujer”. Arciniegas, G. (1986) Gabriela
Mistral. En: Arciniegas, G. Las mujeres y las horas. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
p.217

6 Acerca del amor y el sentido trascendente de la vida fundado sin referencia a lo divino y
religioso ver: Ferry, L. (2013) Sobre el amor. Una filosofía para el siglo XXI. Barcelona: Paidós.

7 Ortega y Gasset, J. (1959) En torno a Galileo. Madrid: Revista de Occidente. Capítulos III al
V.

8 Ibidem. p. 40.

18
9 Ibidem. pp.39-40.

10 Aranguren, J. L. (1993) Ética. Madrid: Alianza Editorial. pp. 307-308.

11 Me baso, Ferry, L. (2008) Familia y amor. Un alegato a favor de la vida privada. Madrid:
Taurus. pp. 22 y 39 y 109.

12 Tillich, P. (1970) Amor, Poder y Justicia. España: Ariel. pp. 42-43

13 https://www.cardenalsilva.cl/pdf/43_iglesia.pdf .p.1.

14 Ibidem. p.1.

15 Neruda, P. (1970) El mensajero. En: Neruda, P., Eyzaguirre, J. y otros. Don Alonso de Ercilla
inventor de Chile. Santiago de Chile: Editorial Pomaire. p.12

16 Se puede amar Chile y su historia, sabiendo muy bien que hay partes de ella que deben
avergonzarnos. Vicente Huidobro, en su “Balance patriótico” de 1925, nos acusó de ser un
país de sifilíticos y alcohólicos, pero agrega que eso no lo hacía un antipatriota, por el
contrario: “Decir la verdad significa amar a su pueblo y creer que aún puede levantársele y
yo adoro a Chile, amo a mi patria desesperadamente, como se ama a una madre que
agoniza”. Huidobro, V. (2011) Balance patriótico. Revista Anales Séptima Serie, N.º 2,
noviembre 2011. p.205

17 Así se definió, improvisando desde los balcones de La Moneda. Ver: Mistral, G. (2005)
Pueblo de mi Chile. En: Mistral. 50 prosas en El Mercurio. 1921-1956. Santiago de Chile: El
Mercurio-Aguilar. pp. 242 – 243.

18 Carta al Emperador Carlos V. La Serena del 4 de septiembre de 1545. En: Las Cartas de
Don Pedro de Valdivia (1998). Santiago de Chile: Impresos Universitaria S.A. p.54

19 Las citas de Gerónimo del Bibar, Alonso de Góngora y Marmolejo, las he tomado de
Peralta, A. (1993) Idea de Chile. Santiago: Ediciones de la Universidad de Concepción.
Editorial Ñielol. pp.31 - 40 y pp. 49-54.

20 Rosales, P. Diego (1969) Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano. Editorial
Universitaria. pp. 35, 61 y 65.

19
21 En Chile hay una cultura nacional (por ejemplo, las expresadas en la poesía de Gabriela
Mistral y Pablo Neruda y en el amor popular a la bandera y canción nacionales) que es capaz
de albergar la diversidad. Se puede ser gente del Sur, chileno, latinoamericano y ciudadano
del mundo (aunque, el momento supremo de la decisión sobreviene cuando estas
identidades entran en colisión unas contra las otras) Pero, lo cotidiano es que ellas vivan en
armonía o se activen en contextos separados y distintos. Como lo señaló Luis Emilio
Recabarren, en Iquique en 1914, tras haber sido acusado de antipatriota, el amor a la patria
es compatible con los amores a la humanidad o a la familia, del mismo como se adora a la
vez a la madre, a la esposa y a la hija. ¿Cuál amor es superior al otro?, se preguntó. Ninguno.
Ver: Recabarren, L.E. (1971) Patria y patriotismo. En: Recabarren, L.E. El pensamiento de Luis
Emilio Recabarren. Tomo I. Santiago de Chile: Austral. pp. 209-218. Hablo de Luis Emilio
Recabarren, pues sé bien que ciertas versiones de la izquierda radical, política y social son
muy críticas, francamente antagónicas, con el amor a la patria. Mucho se equivocan.

22 Como se ve, amar Chile es parte de una invitación a la grandeza de Latinoamérica. Amar
Chile y sus países hermanos no es algo contrapuesto. Creo que nuestra patria es el mejor
lugar para vivir, pero eso no significa que quiera imponerla a otros pueblos. Se puede ser
patriota, valorar otras naciones (especialmente las de nuestros países vecinos) y estar
orgulloso de la diversidad cultural de nuestra nación. Don Bernardo amó Chile como el que
más, lo que no le impidió organizar una Escuadra para liberar el Perú, reconocerlo, en el
exilio, como su segunda patria, reclamar por los derechos de los “araucanos” y morir
suspirando por Magallanes. En 1938, Gabriela Mistral se dirigió a un grupo de estudiantes
peruanos, honrando al Libertador diciéndoles: “Así quedaremos, la gente peruana y la
chilena, sosteniendo con las manos conjugadas esta sangre de O´Higgins que nos pertenece,
yo diría que por partes iguales”. En efecto, don Bernardo, exiliado, “caminó veinte años,
soñando a Chile y amando al Perú”. Ver: Mistral, G. (2004) O´Higgins, Símbolo en la gesta de
la emancipación y de la Amistad del Perú y Chile (1938) En: Pensando a Chile: Una tentativa
contra la imposible. Opcit. pp. 259 - 261.

23 Campos Harriet, F. (1979) Historia de Chile. 1550-1970. Santiago de Chile: Editorial


Universitaria. Segunda edición corregida y comentada. p. 9.

24 Mistral, G. (2004) La tragedia andina: Recado para los amigos de la América. En: Pensando
a Chile: Una tentativa contra la imposible. Opcit. p.344.

25 En la edición del Reporte Mundial de Riesgo por Desastres Naturales del año 2019, se
ubicó a Chile en el puesto número 27 entre 180 países, siendo catalogado como uno de los
países más peligrosos del planeta (BEH-IFHV, 2019 como se citó en SINIA, 2020)
https://sinia.mma.gob.cl/wp-content/uploads/2021/04/17-eventos-extremos-y-
desastres.pdf.
20
26 Simón Bolívar había dicho antes que: “El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas,
están lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo, pero en vano, porque los que
antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos
y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles que el pueblo que ama su
independencia por fin la logra” Bolívar, S. (2021) Carta de Jamaica. México: Clásicos de la
Independencia. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
p.104 y pp. 121 y 122.

27 Nos basamos en: Valenzuela, A. y Valenzuela, S. (1983) Los orígenes de la democracia en


Chile. En: Revista de Estudios Públicos, Santiago de Chile: Centro de Estudios Públicos. Pp.
12-14. Además, apreciamos la visión de dos grandes extranjeros que nos estudiaron a fondo
y no temieron expresarnos su cariño: Collier, S. (2005) Chile la construcción de una república
1830-1865. Política e Ideas. Santiago: Universidad Católica de Chile. Pp. 87-117. Collier, S. y
Satter, W. (1999) Historia de Chile 1808-1994. Madrid: Cambridge University Press. pp.56-
72.

28 Imposible que se nos escape una historiografía que destaca cómo militares y empresarios
aliados han sofocado violentamente los intentos populares en orden a tener una constitución
democrática, un país justo y un Estado desarrollado. Una historia social muy crítica del legado
del “panteón de la patria” de políticos y militares, es la de Gabriel Salazar. Ver: Salazar, G.
(2006) Construcción de Estado en Chile, 1800 – 1837. Santiago de Chile: Sudamericana. Pp.
7-40. Respecto de su negativa visión de los empresarios chilenos, ver: Salazar, G. (2009)
Mercaderes, empresarios y capitalistas (Chile, siglo XXI) Para mantener la idea de un
patriotismo que suponga una lectura de la historia nacional de fuentes plurales, se puede
analizar el debate que tuvo Rolf Lüders, Alfredo Jocelyn Holt y Gabriel Salazar en:
https://www.cepchile.cl/cep-40-aniversario/seminario-sobre-el-libro-mercaderes-
empresarios-y-capitalistas-chile-siglo-xix-de-gabriel-salazar/ Solo puedo decir que la
ciudadanía, especialmente la juvenil, debe conocer todos los hechos de la historia de Chile,
sin desfigurarlos, tantos los que les gusten y como los que les desagraden, interpretándolos
con rigor y formándose un juicio sereno acerca de lo que ella nos enseña y de cómo, a partir
del devenir del pueblo chileno en el tiempo, podemos caminar juntos.

29 A favor del aporte de políticos, militares y empresarios en la historia de Chile ver: Collier,
S. (2003) Cuatro hombres de armas en la formación y la consolidación de la república y De
Ramón, A. Exploradores y empresarios del desierto. Ensayo biográfico sobre cinco chilenos.
En: Patriotas y ciudadanos (2003). Santiago de Chile: Centro de Estudios para el Desarrollo.

21
30 Virolli recuerda que “Si los padres son crueles, fríos y parciales, el niño puede que sea
obediente, pero no los querrá. Lo mismo ocurre con el amor a la patria; para ser querido, el
país debe merecer el amor”. Virolli, M. (1997) Por amor a la patria. Madrid: Acento Editorial.
p. 129. Lo mismo ocurre con el amor a la patria que puede ser injusta con sus hijos. A ello se
enfrentó Gabriela Mistral. De esta realidad ella sacó fuerzas de flaqueza y nos enseñó que,
por eso mismo, debido a esa dura y mezquina realidad, el amor por su patria la invitaba a
luchar por la justicia. Y, a pesar de ello “la patria es impecable y diamantina”. ¿Por qué?
Porque la patria “no tiene compadrazgo con la matanza, con el robo, con el incendio
cotidiano …” Mistral, G. (1999) Recados para hoy y mañana; Textos inéditos compilados por
Luis Vargas Saavedra. Tomo II. Santiago de Chile: Editorial Sudamericana. pp. 219-220.

31 Valenzuela, A. y Valenzuela, S. (1983) Los orígenes de la democracia en Chile. En: Revista


de Estudios Públicos, Santiago de Chile: Centro de Estudios Públicos.p.8.

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