Tema 1 27
Tema 1 27
Tema 1 27
1ª EVALUACIÓN
Apuntes Tema 1
Las innovaciones narrativas de principios de siglo las marcan, entre otros, los
novelistas de la llamada Generación del 98 o Grupo del 98, pero también tenemos
muestras de narrativa modernista.
Los intelectuales del 98 reflejan todo lo anterior de forma muy crítica en sus
escritos, pero sus posturas van evolucionando en el tiempo. En su juventud estos
escritores se adhirieron a planteamientos políticos revolucionarios de la época, como el
marxismo o el anarquismo.
Azorín, Baroja y Ramiro de Maeztu publican en 1901 un Manifiesto en el que
denuncian las lacras que sufre el país (atraso, caciquismo, estancamiento político,
analfabetismo) pero no ven resultados a corto plazo, lo que les conduce al desengaño y
al abandono de las posiciones radicales.
Con el tiempo, persiste en estos autores la preocupación por el país, aunque la
actitud será más contemplativa y filosófica. Es esta fase de sus escritos la más productiva
literariamente y gira en torno a los temas ya apuntados:
1
2. El tema existencial, que abarca la preocupación por el sentido de la vida, los conflictos
psicológicos o los problemas de la religiosidad. Las diferentes actitudes varían desde la
angustia y la obsesión por la inmortalidad de Unamuno, la preocupación por la caducidad
de lo terrenal de Azorín o la incredulidad religiosa de Baroja.
Ante la imposibilidad de encontrar significado a la existencia, el mensaje de los
textos literarios revela frustración y desesperanza.
2
II. INNOVACIONES EN LA NARRATIVA
Los escritores del 98 cultivaron sobre todo el ensayo y la novela. En esta última
presentan innovaciones no solo en el estilo, sino en la forma de narrar.
-La novela se centra en el mundo interior del protagonista. La acción se sustituye por la
percepción y la realidad externa se diluye a favor del retrato interior del personaje.
-El narrador tiende también a diluirse, y cobra importancia el diálogo en el que los
personajes mantienen una dialéctica que sirve como batalla de ideas.
MIGUEL DE UNAMUNO (1864 -1936) cultivó todos los géneros literarios, y con mayor
intensidad el ensayo y la novela. Defiende la novela como cauce para plantear problemas
existenciales, de ahí que ni el argumento ni los caracteres de los personajes importen. Sí
cobra una importancia fundamental el diálogo, que utiliza para tratar de resolver
contradicciones y reflexionar sobre los asuntos que le preocupan: la existencia de Dios,
la inmortalidad o el determinismo.
Entre ellas, destacamos las siguientes: Amor y pedagogía, que mezcla lo trágico
y lo cómico para demostrar que la ciencia no puede salvar al hombre de sus angustias;
Niebla, donde Unamuno despliega todas sus angustias religiosas y existenciales, La tía
Tula, donde la protagonista presenta un anhelo obsesivo de maternidad, tema ya
esbozado en otros relatos de Unamuno; y San Manuel Bueno, mártir, la historia de Don
Manuel, cura de aldea, que se debate entre propagar la mentira consoladora (la fe) o la
verdad amarga (la soledad del hombre).
3
JOSÉ MARTINEZ RUIZ, “AZORÍN” (1873-1967) cultivó el ensayo y la novela, y
prácticamente borra las fronteras entre ambos géneros. Azorín resulta inconfundible por
su peculiar estilo: el uso de la frase corta y la sintaxis simple, la frecuencia de un léxico
castizo...
Las novelas de Azorín en el primer tercio del siglo se pueden dividir en dos tipos:
a) Aquellas en las que predominan los elementos autobiográficos y de impresiones
suscitadas por el paisaje. El protagonista es Antonio Azorín (del cual tomará su
seudónimo), personaje de ficción que se convierte en la conciencia de su creador. A este
grupo pertenecen La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un
pequeño filósofo (1904).
b) En otras, Azorín abandona los elementos autobiográficos, si bien continúa reflejando
sus propias inquietudes a través de personajes míticos de nuestra literatura: la fatalidad,
la obsesión por el tiempo, el destino, etc. Una muestra de ello son Doña Inés (1925) y Don
Juan. (1926).
PÍO BAROJA (1872-1956) cultiva de forma casi exclusiva la narrativa (novela y cuento).
Defiende una novela abierta y “sobre la marcha”: «La novela en general es como la
corriente de la historia: no tiene principio ni fin; empieza y acaba donde se quiera». Así,
Baroja compone sus relatos a través de una serie de episodios dispersos, unidos, muchas
veces, por la presencia de un personaje central.
La mayor parte de los personajes barojianos son seres inadaptados, que se
oponen al ambiente y a la sociedad en la que viven, aunque impotentes, incapaces de
demostrar energía suficiente para llevar lejos su lucha, acaban frustrados, vencidos y
destruidos.
El escepticismo barojiano, su idea de un mundo que carece de sentido, su falta de
fe en el ser humano le llevan a rechazar cualquier posible solución vital, ya sea religiosa,
política o filosófica y, por otro lado, le conducen a un marcado individualismo pesimista.
VALLE-INCLÁN (1866-1936), que cultivó todos los géneros y que será uno de los más
importantes dramaturgos del siglo XX tiene también una producción narrativa que va del
Modernismo al Esperpento. Modernista es su ciclo de las Sonatas (Sonata de primavera,
Sonata de estío, Sonata de otoño y Sonata de invierno), protagonizadas por el Marqués de
Bradomín, una especie de Don Juan decadente que nos narra en primera persona sus
aventuras amorosas en ambientes aristocráticos, exóticos y lejanos.
Su etapa esperpéntica -que inició en el teatro con Luces de bohemia- la lleva a la
novela especialmente en El ruedo ibérico, una trilogía que dejó incompleta y que
constituye un retrato muy ácido de la época de Isabel II que no respeta a nadie: la corte,
la iglesia, el clero, el ejército se someten a una burla despiadada.
4
IV. LA GENERACIÓN DEL 14
A partir de 1910, irrumpen una serie de autores y corrientes artísticas y literarias cuyos
enfoques difieren del Modernismo y de la Generación del 98. Los novecentistas son en su
mayoría autores nacidos en 1880. Desarrollarán su obra en las décadas comprendidas
entre 1910 y 1930 conviviendo con las vanguardias y con los jóvenes del 27.
Los novelistas de la Generación del 14 pueden repartirse en dos líneas: los que
continúan modos narrativos de etapas anteriores; y los que representan intentos de
renovación. Entre las primeras tendencias, destaca el realismo tradicional de Concha
Espina. Entre los autores que, en mayor o menor medida, suponen la renovación de la
novela, destacan Gabriel Miró (Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso), Ramón Pérez
de Ayala, Wenceslao Fernández Flores y Benjamín Jarnés. Los dos primeros representan
las dos cimas de la narrativa novecentista.
AUTORES EXTREMEÑOS
ANTONIO REYES HUERTAS autor del regionalismo con su novela La sangre de la raza.
FELIPE TRIGO, autor cercano al pensamiento del 98 que escribía dentro de la estética
del naturalismo con su obra El médico rural.