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Brazos Abiertos IV Macabeos

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Con los brazos abiertos (y el puño cerrado)

Tipologías narrativas en IV Macabeos


R oberto J esús S ayak"
Universidad de Buenos Aires - Universidad Nacional de Rosario
sayar.roberto@gnrail.com
Recibido 10.11.2020/Aprobado 20.04.2021

R esumen
La proyección del tiempo mítico ha encontrado un sitio propicio para su desarrollo
en las narrativas bíblicas agrupadas dentro del conjunto de los libros históricos.
Bajo ese esquema, la hospitalidad ocupa un lugar de destacada importancia. Sobre
todo, si se tiene en cuenta el hecho de que el pueblo de Israel ha sido considerado
'extranjero' en los imperios cuyas inmensas extensiones lo subyugaron. A partir
de este contexto serán significativos los momentos en que los hebreos se enfrenten
abiertamente con ellos. En consecuencia, abordaremos en este trabajo el Libro IV
de Macnbeos dada la época histórica que ficcionaliza, de fuerte y extensa confront­
ación. Entendemos que en él se conjugan tanto el procedimiento narrativo de la
circularidad de la historia como el elemento cultural de la hospitalidad para con­
struir con trazos claros e inequívocos a las figuras centrales del tratado. Por ende,
intentaremos hallar en ellos rasgos que puedan ser tipificados en una escala de
oposiciones [positivo/negativo]. Dicha gradación permitirá entender la importan­
cia relativa que la hospitalidad, así entendida, tendrá para clarificar la victoria final
-moral y militar- de las huestes de los hijos de Dios.
Palabras clave: Esquemas narrativos; IV Macabeos; Ficcionalización; Exegética
histórica
With Open Arms (and Fist Closed)
Narrative Typologies in IV Maccabees

■Miembro de la Asociación Cultural Satori, y fundador e Investigador integrante de su Sec­


ción Argentina. Miembro del grupo CELEO (UBA). Miembro del Centro de Estudios en Filosofía
Patrística y Medieval "Studium” (UNR). Integrante del Equipo de Trabajo "Letras Clásicas” (C-
DAC-SEUBE-FFyL UBA), en la órbita del cual dictó tres cursos abiertos a la comunidad.

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ROBERTO JESÚS SAYAR

A bstract
Projection of mythical time has found a favorable way to develop itself by getting
inside the group of the historical books of the Bible. ín that scheme, hospitality
takes a very important place. Specially, if we consider the fact that the people of
Israel has been considered as a foreigner into the empires which immense exten-
sions subjugate it. On the basis of this context, the moments when Hebrews openly
fight with these empires will be significant. Then, we will analyze in this work
the Fourth Book o f Mnccnbees because it fictionalizes a historie period of strong and
hard confrontation. We understand that into it both narrative procedure of histor­
ical circularity and the hospitality as a cultural topic are conjugated, to build with
clear and unambiguous marks the text's central characters. That is why we will try
to find features that can be typificated in an opposition scale [positive/negative],
Such graduation will allow to understand the relative importance that hospitality
will have to clarify the final victory -m oral and military- of the sons of God's army.
K ey w ord s: Narrative schemes; IV Maccabees; Fictionalization; Historical exegesis

Valkyriae et divínete hospitalitate animí sui

1. Introducción

La proyección del tiempo mítico en su multiforme ciclici-


dad ha encontrado un sitio propicio para su desarrollo en varias
producciones literarias que han pasado a formar parte del acervo
cultural universal. En lo que respecta al pueblo de Israel, colecti­
vo particularmente proclive a hacer propia esta visión del deve­
nir histórico, tal cosmovisión se ha visto plasmada en la mayoría
de los libros deuteronómicos.1 Bajo ese esquema se han cobijado
un cierto número de tópicos culturales comunes a los pueblos
antiguos, dentro de los cuales la hospitalidad ocupa un lugar de
destacada importancia. Sobre todo si se tiene en cuenta el hecho
de que los hebreos han sido considerados «extranjeros» en los

1 Esta visión se halla en varios de los libros de la Biblia. Cf. Diana L. Frenkel, «El martirio en la
Septuaginta: II y IVMacabeos». AFC24, 201 1a, 61 -2 quien, en nota ad loe, cita como ejemplos de
la literatura de útero nó mica además del último libro del Pentateuco a los dos libros de los Jueces
(donde es particularmente característico [Diana L. Frenkel, «La institución de la monarquía en el
relato bíblico». Stylos 20, 2011 b, 11 ]), los dos libros de Samuel (o los dos primeros de los cuatro
de los Reyes, según la denominación que se prefiera) y el libro de Josué.

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TIPOLOGIAS NARRATIVAS EN IV MACABEOS]

imperios cuyas inmensas extensiones los subyugaron. De hecho,


considerando la estructura intrínseca de la mayoría de estos tra­
tados, la existencia de esta consideración de extranjería por par­
te de la potencia invasora es estrictamente necesaria para que
Dios tome en sus manos nuevamente el destino de su descarria­
do pueblo. En términos narrativos, los hechos que aparecerán en
el conjunto de obras que Piñero denominó Ciclo de los Macabeos
cobrarán una importancia singular dada la particular aparición
de la reconciliación con el Altísimo -encarnada en un mediador
providencial- y la cruda violencia que posteriormente se desen­
cadena.2
En consecuencia, abordaremos en este trabajo el estudio del
Libro IV de Macabeos puesto que entendemos que en él se conjugan
tanto el procedimiento narrativo de la circularidad de la historia
como el elemento cultural de la hospitalidad para construir con tra­
zos claros e inequívocos a las figuras centrales del tratado. Por ende,
intentaremos individualizar los casos anteriores, codificados tanto
en el texto bíblico como en la tradición clásica, para hallar en ellos
rasgos que puedan ser tipificados en una escala de oposiciones [po-
sitivo/negativo]. Dicha gradación permitirá no sólo detectar otro
fructífero elemento compositivo de la multiforme obra pesudoepí-
grafa sino, además, una manera de entender la importancia relativa
que el autor/narrador les otorgó a los eventos en él desplegados. La
hospitalidad, así entendida, sería una de las claves interpretativas
centrales para comprender la victoria final -moral y militar- de las
huestes de los hijos de Dios.

2 Antonio Piñero, Literatura judía de época helenística en lengua griega (Madrid: Síntesis,
2007), 69. Cf. además John J. Collins, Between Athens and Jerusalem. Jewish identity in the Hel-
lenistic Diaspora (Livonia: W. B. Eerdmans Publishing Co, 2000).

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2. El contexto de la literatura de los tiempos de persecución

Evidentemente, la construcción de una obra que busca justi­


ficar el accionar que puede ser considerado justo a los ojos de Dios
deberá no solamente hacer hincapié en los aspectos morales y fi­
losóficos de tal conducta sino, sobre todo, legitimar ese proceder
dentro de la trama de la historia. Es por ello que se apela a la lógica
compositiva deuteronómica3 puesto que, sólo en ella la figura del
Altísimo se hace más cercana a sus fieles. De este modo será posible
comprender de manera más acabada el rol que a la divinidad le
cabe en los avalares de Israel. Dicha cercanía, además, será central
en el desarrollo narrativo d e 4 M dada la extensión y profundidad
de la helenización de su público receptor. Sobre todo ante la posibi­
lidad de que este último aspecto pueda deducirse precisamente del
conocimiento filosófico que el autor despliega, o incluso del desa­
rrollo de su retórica.4Lo que, no obstante, no implica que haya que
olvidar la afirmación de Collins que dice que «el autor era un retó­
rico y no un filósofo, que uso ideas filosóficas eclécticamente para
embellecer su discurso»5.
Por ello, gran parte de su argumentación se sustentará en la
presentación de la acusación y la posterior tortura de sus protagonis­
tas de una manera doble, de acuerdo a estas dos culturas bajo cuya

3 Modo de composición (también denominado «pragmatismo en cuatro tiempos» [Lodz


(apud Alain Boyer y Maurice Rubén Hayoun, La historiografía judía. (México D. F.: FCE, 2008),
10-11)]) según el que se hace avanzar el devenir humano a través de varias etapas. En estas,
cíclicamente (a) los hijos de Israel se alejan de la vía trazada por Dios, (b) para castigarlos, este
los hace caer bajo el dominio de una potencia extranjera (c) cuyos maltratos hacen al pueblo
arrepentirse de sus malas acciones pasadas, (d) Dios, a raíz del arrepentimiento, crea un salvador
para dar fin a sus tormentos. El autor del Eclesiastés, ha logrado resumir este esquema en dos
versículos de su obra: el 1,9 que afirma que «no hay nada nuevo bajo el sol» puesto que «aquello
que fue volverá a ser, lo que se hizo se hará nuevamente» y el 3,1 que dice que «hay un tiempo
para cada cosa, y un momento para hacerla bajo el cielo», puesto que Dios es capaz de «recupe­
rar lo que se ha ido» (Ec 3,15).
4 John M. C. Barclay, Jews in the Mediterranear) Diaspora (Edinburgh: T&T Clark, 2001), 371.
Cf. Florado Lona, «Los apologistas griegos: de la defensa de la fe al discurso de propaganda», en
Hermenéutica de los géneros literarios: De la Antigüedad al Cristianismo, ed. Marta A les so (Buenos
Aires: EFFyL-UBA, 2013), 14-1 5.
5 JohnJ, Collins, Between Athens... 205.

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influencia se hallaba Israel. Así, la ambientación de la escena simula


un proceso judicial claramente heleno, en el que además pueden
evidenciarse rasgos escénicos de corte tanto trágico -de acuerdo a la
crudeza de las escenas que se «muestran» en escena- como cómico
-por la construcción simbólica del par de protagonistas- en razón a
la relación intrínseca que vinculaba ambas esferas de la teatralidad.
Sobre todo, teniendo en cuenta los aportes de Garner, quien analiza
todas las innovaciones que el teatro aportó al desarrollo del proceso
legal y como este último se contaminó lentamente de las conductas
del público dramático.6 Intersección emocional que resulta posible
de acuerdo a los planteos -ya clásicos- que caracterizan al enfren­
tamiento forense como cualquier áycúv, sobre todo aquellos que
son frecuentemente interpelados por el público circundante (e.g. el
filosófico de cuño socrático-platónico, como lo parece proponer el
narrador en 17,l l ) 78.
Por oü'o lado, será preciso remontar la ascendencia de un en­
frentamiento de tal índole hasta los momentos de mayor importancia
en la constitución de la colectividad de Israel. Por ello es que -se­
gún los postulados de Sayar- en la composición de esta obra el autor
se valdrá de los dispositivos retóricos desplegados por el patriarca
Abraham en su negociación con Dios para evitar la destrucción de
Sodoma y Gomorra (Gn 18,17-33).® Sólo a la luz de la argumentación

6 Richard Garner, «Law and Drama», en Law and Society in Classical Athens. (New York: Rout-
ledge, 1987), 95-130. Cf. Edith Hall, «Lawcourt Dramas: Acting and Performance in Legal Oratory»,
en The Theatrical Cast o f Athens: Interactions Between Ancient Greek Drama and Society. (Cam­
bridge: Cambridge University Press, 2006), 146-169. Además, para comprender la aplicación de
semejantes categorías a un texto bíblico, cf. Diana L. Frenkel, «El martirio...», 72 y Roberto J. Sayar,
«“No es imitación de hombres [...] sino de la existencia” (Poet. 1450al 6). ¿Dispositivos teatrales en
IV Macabeos?», en Tránsitos, pasajes y cruces en las teatralidades del mundo, eds. Marcela Coria,
María Eugenia Martí, Stella Maris Moro (Rosario: Stella Maris Moro - ATEACOMP, 201 5), 351-361.
7 Jan Wilhelm Van Henten, The Maccabean martyrs as Saviours ofthe Jewish People. A study
o f 2 and 4 Maccabees. JSJSup 57 (Leiden: Brill). Los capítulos y versículos de IV Macabeos son
los únicos que, a lo largo del texto, aparecerán citados sin la abreviatura que les corresponde,
a diferencia de todos los otros tratados bíblicos. La edición desde la que traduciremos será la
de Alfred Rahlfs, ed., Septuaginta, id est Vetus Testamentum graecae iuxta LXX interpretes Vol.
1-2 (Stuttgart: Württembergische Bibelanstalt, 1971). Todas las traducciones del griego, salvo
indicación en contrario, nos pertenecen.
8 Roberto J. Sayar, «He dicho: pueblo salvado. Esquemas narrativos y jurisprudencia en IV Maca­
beos», en Un milenio de contar historias II. Los conceptos de fíccionalización y narración de la Antigüedad al
Medioevo, eds. Andrea Vanina Neyra y Liliana Pégolo (Buenos Aires: EFFyL-UBA, 2020), 227-245.

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ROBERTO JESÚS SAYAR

desplegada en este diálogo cara a cara entre el hombre y su divini­


dad puede determinarse con exactitud la importancia de las exiguas
pero significativas palabras que el anciano parece dedicar al tirano
pero que finalmente tienen al propio Creador como destinatario final
(v.g. 5,16-37; 6,17-23 y sobre todo 6,27-35). En ellas, tanto como en la
gmdatio que el patriarca construye para demostrar su argumento, se
pondrá en juego la hospitalidad previa que entre ambos hayan cons­
truido, puesto que será la base de las concesiones del Cielo hacia cada
uno de ellos. Ahora, en el caso de los tres hombres que se presentan
en la tienda, la concreción del vínculo es mucho más clara al mandar
el dueño de casa «traer un poco de agua para que se laven los pies
y reposen a la sombra» (Gn 18,4) y servir un opíparo banquete que
comparte con sus huéspedes.9 De este modo, el ternero sacrificial, en
tanto signo de la unión del hombre con Dios (cf. l:o 3,1-5), alcanza la
más absoluta literalidad y, como tal, el mayor grado de positividad
en la consideración divina, sólo por delante de Lot.10 De esta manera,
asemejándose a él, Eleazar no dudará en presentarse a sí mismo como
sacrificio de comunión supremo entregando su sangre para rociar el
altar (Lv 4,4 = 6,29) y su propia alma en beneficio de sus hermanos
torturados (cf. Lu 4,10). De ese modo, se cargará a sí mismo de aque­
llos rasgos positivos y podrá transmitirlos a quienes vengan tras él.

3. La importancia del ejemplo: Alejandro

De manera similar, y a pesar de sus múltiples vicios, inclu­


so Alejandro Magno podrá ser vinculado positivamente con Dios
gracias a su demostración de hospitalidad. Este hecho no implica

9 Consistente en pan/tortas, manteca, leche y un ternero gordo y cebado (Gn 18,8). Es pre­
ciso tener en cuenta que como Abraham no vivía en centro urbano alguno, le está ofreciendo lo
más costoso que puede conseguir entre sus posesiones y, por tanto, elevando el grado de hospi­
talidad (Agradecemos a la Mg. Carina Perticone [UNA-UNSAM] la aclaración de este último punto).
10 «La hospitalidad es una de las principales virtudes del orden natural. Significa que todo
hombre, en condición de tal, debe ser respetado. [...] Lot practica esta hospitalidad hasta el he­
roísmo» afirma Jean Daniélou, Los santos paganos del Antiguo Testamento (Buenos Aires: Carlos
Lohlé, 1960), 92-93 y por ello resalta su rescate en tanto santo por los primeros cristianos (Le
1 7,32-33; 2 P 2 .7 ; Ireneo de Lyon, Adv. Haer, 4.31.1 -3; Orígenes Ho. Gen. 5.1-5).

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que haya dejado de lado por completo la lucha y la victoria como la


estrategia básica de legitimación del poder del período helenístico
(en tanto que ocupa el lugar de «sumo sacerdote del pueblo mace-
donio»)11 sino que, a ojos hebreos, su práctica particular de la lógica
de intercambio y respeto que implica el saberse «recién llegado» a
un territorio potencialmente hostil con una organización interna su­
ficientemente estandarizada adquiere ribetes claramente elogiables.
Conocer esto último tampoco acarreará que el Magno deje de iden­
tificar características sobrehumanas en sí mismo que lo separarán
del resto de los mortales; pero sí que se retarde el proceso en el que
su imagen se degrade conforme adquiera cada vez más costumbres
despóticas y tiránicas, como las que podían adscribirse a los sobera­
nos persas o a los faraones egipcios, depositarios de la barbarie para
el prejuicio helénico,12
Alejandro, no obstante conocer esa clase de preconcepciones,
no dejará de considerarse el hijo de un dios (VA 1.4), o de equiparar­
se con todo derecho tanto con Heracles (VA 1.15; 1.46a) como con su
descendiente Aquiles (cf. VA 1.42).13 Pero, al mismo tiempo, estará
lo suficientemente preparado como para postrarse ante el Sumo Sa­

1 1 Alessandra André, «A basUeia em construyo: a vitória como símbolo de legitimado po­


lítica no sáculo IV a. C.», en Rodrigo Laham Cohén, ed. Perspectivas interdisciplinarias sobre el
mundo grecolatino. (Buenos Aires: Rhesis), 1 74 es quien afirma esto, puesto que de otro modo
no se comprendería la enajenación que muestra en la persecución de Darío III con el fin de der­
rotarlo en batalla y aplicar sobre sus posesiones el derecho de conquista (Ibid., 173). Según esta
estudiosa, es una táctica que aplicarían incluso los diádocos, vista su poco firme legitimidad en
tanto sucesores de Alejandro (Ibid., 1 79 y Graham Shipley, El mundo griego después de Alejandro
323-30 a.C.. [Barcelona: Crítica, 2001 ], 58). Cf. Terry Buckley, Aspects o f greek history 750-323
BC. A Source-Based Approach. (London-New York: Routledge, 2010), 456, quien asegura que
incluso Filipo apeló a esta estrategia para ser reconocido por los griegos de las póleis del sur
al aplastar a comunidades consideradas «sacrilegas» como la de los Focios «“sacrilegious tem­
ple-robbers” of Delphi»).
12 Gordon Allport, La naturaleza del prejuicio, (Buenos Aires: Eudeba, 1977).
1 3 Con la sigla VA hacemos referencia a Helmut Van Thiel, ed., Leben und Taten Aleksanders
von Makedonien, Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgessellschaft, 1974.

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ROBERTO JESÚS SAYAR

cerdote de Jerusalén y reconocer en él la presencia de Dios.14*Dice a


este respecto Flavio Josefo que el soberano (AJ 11.331-33)15:
«IlQOCTEAOcbv pÓVOC 5TQOa£KÚVr|CT£V TO OVOpa Ka'l TÓV aQXl£(?Éa 5TQCÓTOC
rjcmácraTO. [332] [...] oí pév Tf|c EuQÍac paoiAdc Kaí oí Acuno) toOto noL-
rjoavToc KaTEnAáyqoav Kaí6i£<j}0áq0ai tío (3amA£Í T ijv biávoiav ún£-
Aáqpavov, [333] naQ|a£ví&>voc óé póvou 5tqocteA0óvtoc aÜT¿i Kaí nu0o-
[lévou, TÍ ÓrjíTOTE 5TQOOKUVOÚVTWV «UTOV ÉTtáVTCllV aÜTÓC TTQOOKUVrjaElEV
tó v k io ó ix ú rv aqxtE Q Ú x; 'o u t o ü t o v ', eíttev . n q o a E K Ú v q a a . tóv 5 e 0 eÓv ,

o ú T ijv áQ X ^ Q ^ ’o ú v riv o útoí ; T E T Íp rp a i» .

«[...] se acercó por sí mismo y adoró aquel Nombre y se postró primero ante
el Sumo Sacerdote. (332) [...]. Los reyes de Siria y el resto estaban sorpren­
didos de lo que había hecho y supusieron que el rey había perdido la razón.
(333) Sólo Parmenio se acercó a él y le preguntó cómo, si todos sé postraban
ante él, él se postraba ante el Sumo Sacerdote de los judíos. A lo que respon­
dió: "N o ante él, sino ante el Dios que lo honró con el Sumo Sacerdocio" ».

demostrando en esta identificación que posee una clara no­


ción de la naturaleza de Dios, puesto que inmediatamente después
afirmará que la presencia del Sumo Sacerdote vino a él en un sueño
y que es a Dios a quien debe todos sus éxitos militares (A/11.334-5).
Además, también acepta que tal deidad le ha otorgado la «adminis­
tración» de sus asuntos mundanos al Sumo Sacerdote (cf. Nm 18,1;
Lv 10,10-11; Di 18,5), ante quien, como una suerte de «delegado» del
verdadero dueño de esas tierras, deberá presentar sus respetos y, al
mismo tiempo, demostrar su poderío real para reivindicar su lugar
en la sociedad de los hombres. Semejante equiparación implicará
que la identidad de Israel se validará, por un lado, como una co­
munidad de péxoiKOi dentro de un continuum griego, situación que
se halla históricamente atestiguada, para el caso alejandrino, por
las descripciones de Filón y, en un contexto estrictamente literario,

14 Aunque, evidentemente, debemos desconfiar de la tendenciosa fuente de estos eventos


(AJ 1 1 .333.3 cf. Christiane Saulnier, La crisis macabea [Estelia: Verbo Divino, 1983], 14); enten­
demos que es posible interpretar una parte de la profecía de Daniel (Dn 1 1,3) como una visión
positiva del macedonio, puesto que de otro modo no sería considerado «valeroso» (5uvctTO^
en tanto «poderoso de cuerpo y mente», cf. LSJ [sigla que remite al diccionario de Henry George
Lid del I; Robert Scott; Henry Stuart Jones, A Creek-English Lexicón. Oxford: Oxford University
Press, 1996] 5. v.) a pesar de obrar a su antojo.
1 5 En este caso, apelamos a la sigla AJ para referirnos a Benedikt Niese, ed., Antiquitates
ludaicae. Flavii losephi opera. Berlín: Weidmann, 1955.

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por textos como la Carta de Aristeas a Filócrates.16 Entonces, por otro


lado, la realeza de Alejandro -equiparada con la de Dios- no sola­
pará sus competencias con lo estrictamente hebreo.17 Únicamente
de esta manera podrá entenderse el dominio del macedonio como
algo positivo y plausible de ser admitido de modo similar en sus
sucesores.
El dilema resultante de este conjunto de rasgos será que esa
carga de positividad se resignificará de forma diametralmente
opuesta en la figura del tirano Antíoco IV Epifanes, reinante en el
ámbito intradiegético de 4 Al. Éste, en lugar de reconocerse como
'invitado' extranjero en una tierra que no le pertenece, tomará pose­
sión de su cargo y reconfigurará el ordenamiento interno de Israel
según su propio arbitrio. Una ruptura del esquema cultural repre­
sentado por la reciprocidad que, en este caso, consiste en agradecer
la consecución de la realeza (Sb 6,3) mediante un acto de respeto
semejante al efectuado por Alejandro, será objeto de los más crueles
castigos. Sobre todo dado que semejante reconocimiento había sido
seguido -a su manera- por sus sucesores hasta ese momento (cf.
«hasta los reyes honraban el Lugar Santo y lo enriquecían con mag­
níficos regalos; así, por ejemplo, Seleuco, rey de Asia, pagaba de su
dinero los gastos de los sacrificios» [2 M 3,2-3]).16*

16 Diana L. Frenkel, «Una visión del Egipto Ptolemaico según la Carta de Aristeas a Filócrates».
Circe 10, 2005-2006, 157-175). Cf. para el caso de Filón los análisis de Paola Druille «La situación
cívica de los judíos en los tratados de Filón». Synthesis 22, 201 5, 125-38 y, sobre todo, «Filón y las
inscripciones griegas de los siglos ll-l a.C.: la existencia de la gerousía en Alejandría». Circe 20,
2016, 131-145, donde, para fundamentar esta existencia se basa en testimonios arqueológicos
como SGE 34.1 532 y SB 1.2100.
1 7 Así, Jerusalén podrá ser entendida como una «ciudad griega» con un ordenamiento cívico
particularmente ajeno, pero con yepoucría, asamblea y órganos de gobierno plenamente helenís­
ticos. Cf. Paola Druille «“Nuestro consejo de ancianos”: Filón y la institución administrativa de la
comunidad judía de Alejandría en Contra Flaco». Stylos 27, 2018, 80-91 y Luciana Gallegos, «Las
normas sociales y el vínculo de syngéneia: la legitimación de Alejandría en Argonáuticas», en Ei
nomos transgredido. Afectaciones poéticas de la normatividad en el mundo griego antiguo, eds.
Emiliano Buis, Elsa Rodríguez Cidre y Alicia Atienza (Buenos Aires: EFFyL-UBA, 2006), 41 8.

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ROBERTO JESÚS SAYAR

4. La depravación del ejemplo: Antíoco

Semejante falta de conciencia social y política lo alejarán de


la semejanza con divinidad alguna (y, sobre todo con Zeus, como
puede deducirse de los planteos de Forciniti).18 Además, de forma
inversamente proporcional a esta separación de la esfera de lo sa­
grado, se acercará a sus predecesores humanos en sus facetas ne­
gativas, como será el caso de Alejandro al momento de dejar su
reino en manos de los diádocos. Muchos aspectos más ayudan a
comprender que, entonces, el soberano no está imbuido del espíri­
tu del Alejandro que conquistaba para 'civilizar' sino de aquel ya
enamorado de su propia leyenda que solo continuaba con su labor
de conquista para agigantar su figura (VA 3.33), desde las analogías
animales que eligen hacer sus autores hasta las actitudes para con
sus propios coterráneos, que van desde la plena confianza y la cola­
boración en el Filípida hasta la coerción lisa y llana en el seléucida.19
De este modo, las características que deberían compartir ambos mo­
narcas por el simple hecho de ser el uno el heredero del otro y, por
tanto, símbolo de su persistente presencia en la tierra se resumen no
en las peculiaridades ideales que permitieron la movilización masi­
va del ejército macedonio a través de Asia sino en las veleidades y
arbitrariedades que convencieron a ese mismo ejército que era hora
de regresar a casa. La sumatoria de estas fuerzas de signo opuesto
se verá, además, aumentada gracias a la presencia del inquietante
«enemigo interno» que conforman todos los hebreos que, seducidos
por el aparente «avance cultural» representado por esta clase de po­

18 Mariel Forciniti, «Gobernar es persuadir: intentos de rebelión y tácticas para conservar el


poder en la sociedad olímpica», en “¿A quién, otra vez, he de persuadir?" Intercambios discursivos
entre hombres y dioses en la épica y ¡a tragedia griegas, eds. María Inés Crespo y Hernán Martig-
none (Buenos Aires: EFFyL-UBA, 2014), 69.
19 Efectivamente, las animalizaciones de ambos monarcas siguen la misma lógica simbó­
lica, siendo positivas para el macedonio y profundamente negativas para el seleucida. León y
serpiente para Alejandro (VA 2.15; 3.4) por su valentía y astucia; “bestia salvaje” (0£Qioó£crmT£
12.1 3) es el único calificativo animal que merece Antíoco.

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TIPOLOGIAS NARRATIVAS EN IV MACABEOS]

líticas helenizantes, no dudarán en plegarse a ellas y abandonar sin


más todas las normas ancestrales mosaicas.20
De este modo, ambos, en conjunto serán culpables del mayor
acto de impiedad posible en lo que respecta a la hospitalidad: des­
conocer la entidad única del pueblo de Israel (cf. Dt 10,15) en su pro­
pia tierra. Sólo de ese modo es posible comprender que su primer
acto de gobierno, en lugar de seguir la estela de su ilustre prede­
cesor, será «destitu<ir> a Onías del sumo sacerdocio y nombr<ar>
Sumo Sacerdote a su hermano Jasón» (4,16). Efectivamente será este
último quien encare las reformas más radicales en la noAiTeía de
Israel; pero al contar con la autorización del rey para estos actos (cf.
4,18-19) la «justicia divina» (rj Geía bíicq 4,21) entenderá que el cul­
pable de estas acciones será el propio Antíoco. Además, para pro­
fundizar esta crisis invasora, el texto detalla que, con su anuencia,
se «construyó un gimnasio [...<y>] suprimió el culto del Templo»
(4,20). Elementos todos que no precisan estrictamente una perse­
cución religiosa como la que se desatará inmediatamente después
pero que indudablemente explicitan el contexto de violencia en el
que se moverán los locales y los invasores hasta que el desequilibrio
en la reciprocidad se cancele.21
La gravedad de estos hechos se hará más tangible conforme
las torturas avancen, puesto que el soberano no dudará en ofrecer
una argumentación pretendidamente filosófica al principio de su
alocución para que el primero de los torturados, el anciano sacer­
dote Eleazar, entienda que la causa del invasor parece ser justa y
lógica en lo que respecta a las corrientes de pensamiento en boga,
puesto que afirma que «Ciertamente es absurdo no disfrutar de los
placeres no vergonzosos e injusto rechazar los dones de la natu­

20 Cf. Umberto Eco, Construir ai enemigo y otros escritos (Buenos Aires: Sudamericana,
201 3a) para la noción de «enemigo interno».
21 Es Steven Weitzman, «Plotting Antiochus’s persecution» Journal o f Biblical Literature
123/2, 2004, 219-34 quien explicitará las características de esta persecución, su particular viru­
lencia y los intertextos que contribuyen a construirla.

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raleza» (5/8-9).22 Al ser rechazado/ y torturar hasta la muerte al ju­


dío, no dudará en aumentar sus ofrecimientos de manera creciente,
entendiendo en ello una manera particularmente retorcida de «ser
hospitalario» puesto que, salvando a los siguientes condenados de
la muerte -por ende, haciéndoles un bien- y otorgándoles puestos
de poder en su corte (8,7: tjy t uovikuc a o g á o ) -sumando un bien
más valioso al anterior- pretenderá que se apeguen a sus normas,
del todo ilegales para este colectivo. El punto más alto de esta gra­
dado ascendente de sobornos y respuestas que mantienen el tirano
y los condenados se dará al momento de la ejecución del séptimo
hermano, a quien le ofrecerá ya no sólo un cargo en la corte sino un
puesto equivalente al de primer ministro del imperio, puesto que,
literalmente, le promete que «serás amigo mío y estarás al frente de
los asuntos del reino» (12,5: óiAoc caq icai xcbv ¿ t i l xqc [laaAcíac
árfjqyqaq TXQaypáxarv). Ahora bien, es claro que la intención de
Antíoco es agradar a quienes recibirán sus atenciones; pero que no
tiene en cuenta que tales gestos no tienen relación alguna con la
hospitalidad que ha roto, y es por ello que se lo rechaza.23 Es decir,
lo que él, en tanto soberano, entiende como reciprocidad positiva es en
realidad un flagrante ejemplo de reciprocidad negativa. De este modo,
la cadena de favores que el rey busca conformar no llega siquiera a
iniciarse, y a efectos prácticos -al ser reconocida solamente por los
enemigos internos- se considera totalmente nula.24
El contrapeso preciso para remediar esta situación aparece­
rá en la primera figura que se le presenta al tirano al comienzo de
las torturas. Eleazar, en tanto doctor de la ley (cf. 5,4), anciano y,
sobre todo, personaje de influencia en la corte, se alzará frente a él
para recordarle esta norma de civilidad que él, de un modo tan poco

22 Robert Renehan, «The greek philosophic background of Fourth Maccabees», RhM 1 1 5/3,
1972, 227 ha explicitado y aclarado el entramado metafísico de este texto como partes de una
koiné filosófica permeada particularmente de estoicismo, lectura que siguieron en su mayoría los
demás estudiosos (Ínter alia John J. Collins, Between Athens... 205; Antonio Piñero, Literatura
Judía... 70 y Diana L. Frenkel, «El martirio...» 67 y nota ad ioc).
2 3 Serge Kolm Reciprocity. An economics o f social relations (Cambridge: CUP, 2008), 1 18.
24 Christopher Gilí; Norman Postlethwaite; Richard Seaford eds., Reciprocity in Ancient
Creece. (Oxford: Oxford University Press, 1998).

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TIPOLOGIAS NARRATIVAS EN IV MACABEOS]

helénico, dejó de lado. Para lograrlo, evocará punto por punto las
virtudes de la Ley de Moisés (5,23-24) aclarándole que es por propia
convicción que la saben venida de lo Alto (5,16) y, por lo tanto, nor­
ma insoslayable en el ordenamiento cívico-jurídico de Palestina. Y
si bien no se le exige estrictamente que la cumpla ni que se apegue
a los dictados que ella tiene con respecto a los extranjeros (cf. Nm
15,16; Dt 24,22), sí se le recuerda que su aplicación corresponde a
todo el Pueblo de Dios, cuyo santuario ha profanado con sus ídolos
(4,20; cf. 2 M 6,2; 1 M 1,54) y las normas que a estos les caben.25
Por ello, las palabras que pronunciará antes de su muerte, además
de un llamado a la misericordia divina, son un modo insustituible
de mostrarse hospitalario con quien es, como dijimos, el verdadero
y último dueño de la tierra y de todas sus criaturas (l:o 25,23) en
tanto Israel es extranjero aún en su propia tierra, como claramente
afirma el salmista cuando escribe «soy forastero en tu casa y, como
mis padres, peregrino» (Sal 39,13). Por todo ello es que el anciano
sacerdote afirmará, en sus momentos finales que (6,27-29):
«o ú o io G a , G e é , n a q ó v p o i otúqEcrGai |3acrávo ic K a u c m K a ic á7TO0víjcrK&i
&ia tó v v ó p o v . 'I A eo c y e v o ü rey e Gv e l crou ü q k e o G e I c t í) rjpgTÉQqt v t íe q
íyutcov hÍK.1). K a G á p c n o v a Ü T ¿iv TCOÍqcrov tó c u ó v c a p a K m a v T Íp u x o v
a Ü T ¿iv A a p é t i) v É p q v p u x fjv »

«Tú sabes, Dios, que, pudiendo salvarme, muero por causa de la ley con
torturas cáusticas. Sé misericordioso con la nación de tu pueblo, nuestra
condena acepta en lugar de la de ellos. Mi sangre haz su purificación y toma
mi alma en lugar de la de ellos».

De esta forma, la sangre pasa a ser un elemento de intercam­


bio que Eleazar, en tanto «visitante en la Casa de Dios» le ofrecerá
a su divino anfitrión para intentar recuperar ese equilibrio perdido
en manos de aquellos renegados por cuya causa el rey permanece

2 5 BóéAuypa épqpcdaecdi;, dice el texto, referencia que retoma Daniel en su profecía (Dn
9,27). De qué constaba tal cosa es algo discutido. Lo más plausible es que se tratara de una
estatua de Zeus considerando por un lado los datos aportados por 2Ma. 6.2 (en que se habla de
un altar de Zeus Olímpico en el Templo de Jerusalén y otro de Zeus Xénios en el templo del Monte
Garizim) y por otro las numerosas aristas comunes entre la construcción discursiva de este dios
con la del propio Yahvé de acuerdo con lo planteado por Bernardo Perea Morales, «Ciertas conno­
taciones entre Yavé y Zeus», EClás 35/103 (1993): 7-26.

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en su trono. Y no sólo por el hecho de que «la sangre ofrecida vale


por la vida del que ofrece» (Lv 17,11) sino porque de esa forma se
cumplimenta de manera acabada uno de los principios de la ley del
tabón, según la que -como es sabido- la proporción del perjuicio
sufrido establece la gravedad de la pena. Así entonces, si lo que se
ofrece es algo considerado positivo; positiva ha de ser la devolución
al oferente. Tal y como lo establece la hospitalidad en la lógica grie­
ga clásica, que el soberano ha dejado alevosamente de lado. Pero
además, en este caso particular, al ser un sacerdote, que al mismo
tiempo es Doctor de la Ley, el que ofrece su vida por sus conciuda­
danos descarriados, la positividad vinculada con su entrega en pos
del perdón divino sobrepasará ampliamente la negatividad de los
rasgos demostrados por Antíoco, de forma que finalmente el pue­
blo podrá ser perdonado de sus ofensas y, a la postre, liberado de
tan cruel yugo.

5. A modo de conclusión

«Las reciprocidades tienen una función a través de la que se


asegura la empatia, la equidad, la igualdad y a veces la dignidad
y el estatus social» afirma Kolm y nada mejor que el sacrificio de
Eleazar para atestiguarlo, puesto que, sólo a través de su muerte
violenta, las negatividades asociadas con las acciones de Antíoco
únicamente afectarán al propio Antíoco.20 Eleazar, con su sacrificio,
se ha asegurado la empatia divina y, al mismo tiempo, ha destacado
la marginalidad de las actitudes del tirano. Es decir que, por si fuera
poco, ha recuperado a los ojos de Dios el rango social que le era in­
trínseco en la misma proporción en la que Antíoco lo ha perdido. La
simbología del personaje, en este caso, no estibará en su capacidad
de convertirse en código o parábola religiosa sino en su capacidad
de resignificar a los personajes que se ubican a su alrededor.27 No

26 Serge Kolm Reciprocity. An economics o f social reiations (Cambridge: CUP, 2008), 193.
2 7 Tal y como la explícita Umberto Eco «Sobre el símbolo», en Sobre literatura (Buenos Aires:
Sudamericana, 201 3b), 1 58 y ss.

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TIPOLOGIAS NARRATIVAS EN IV MACABEOS]

hay que perder de vista que, si bien hebrea, la audiencia original


de este texto poseía un grado de helenización suficiente como para
comprender las implicaturas de un comportamiento semejante.
Evidentemente ellas atestiguarán la poca o nula pqxiq del sobera­
no. Carencia que, además, no se correspondería con el resto de sus
preocupaciones, que parecen centrarse en la visión que sus súbditos
(4.22) y los pobladores de los imperios limítrofes pudieran tener de
él (cf. 17.23-24). De este modo, al plantear esta serie de dicotomías,
el autor parece buscar (y encontrar) una manera de jusbficar la su­
perioridad del culto a Yavéh por fuera de los elementos intrínseca­
mente hebreos.
Es cierto que la hospitalidad dista de ser un valor plenamente
heleno y que su observancia está atestiguada en múltiples espacios
a lo largo del mundo antiguo, pero su centralidad en la civilización
de la Hélade la convertirá en algo a tener en cuenta sobremanera.
Especialmente cuando a uno de los sucesores de Alejandro Mag­
no, quien -como aclaramos- se consideraba una suerte de 'segundo
Aquí les', se lo presenta como alguien que desprecia tan abiertamen­
te un concepto elevado a las más excelsas sacralidades.28 Parbendo
de ese punto, Eleazar adquirirá una valoración positiva para ambas
colectividades gracias a la aplicación que hace de este rasgo, reco­
nociendo con él -a la vez- la autoridad de Dios sobre el mundo y la
capacidad que este posee de devolver el bien por bien y el mal por
mal, tal y como se esperaba que suceda en las sociedades arcaicas.
De este modo, además, se verá enaltecido hasta la contemplación
de Dios tras la muerte en un grado equivalente tanto al de Abra-
ham como al de Lot. Sólo alguien con semejante ascendiente puede
permitirse hablar de igual a igual con el Altísimo y lograr de él, pre­
via puesta a prueba de sus cualidades hospitalarias, una salvación

28 Cabe destacar a este respecto las descripciones homéricas del fenómeno, que no solo
afectan a los hombres (con el conocido caso de Glauco y Diomedes de 6.1 19-236 [v. Pablo Cava-
llero, Leer a Homero. Ufada, Odisea y la mitología griega (Buenos Aires: Quadrata, 201 4), 89-90
y notas ad loe y Ángel Hoces de la Guardia «La hospitalidad en Homero» Gerión 5, 1987, 43-56),
sino también a los dioses (puesto que, de hecho, es una deuda de hospitalidad la que pone en
marcha la |3oüAq de Zeus, cf. Mariel Forciniti «Gobernar...» 73).

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casi tan milagrosa como el escape de Sodoma. La única diferencia


que hará de Eleazar un personaje central en la comprensión de los
eventos inmediatamente anteriores a la Revuelta Macabea consis­
tirá en la utilización de la negatividad de su enemigo en beneficio
propio. Él será tan hospitalario como Antíoco se negó a serlo; tan
generoso como el tirano no lo será hasta que no sea inevitable y,
por último, tan beneficiado por Dios tras la muerte como el tirano
castigado. Así entonces, la hospitalidad se revela como un dispo­
sitivo extremadamente poderoso que puede extender sus efectos
incluso a la otra vida, debido a que su transgresión es sumamente
desaprobada por los dioses (ya que conlleva una notoria üpQiq) y
por Dios. Aquellos estarán capacitados para hundir al infractor en
lo profundo del Tártaro y éste podrá hacer que el culpable padezca
la más ignominiosa de las muertes: estar marcado por su soberbia
para toda la eternidad.29

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