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01 Teotihuacán

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Escuela:

ARQUITECTURA
Materia:
ARQUITECTURA PREHISPÁNICA
Docente:
Arq. IVONNE KURI ROJAS
Alumno:
TITO LEONARDO MUÑIZ MARTÍNEZ
Tema:
TEOTIHUACÁN
Fecha:

14-02-18

1
INDICE:

INTRODUCCIÓN________________________________________________________3

SU ARQUITECTURA_____________________________________________________3
• La ciudad y sus pirámides descripción de la zona arqueológica __________4
• Talud y tablero_____________________________________________________6
• La ciudadela_______________________________________________________7
• Módulos habitacionales_____________________________________________9
• Complejos y edificios principales de la zona arqueológica______________14

CONTEXTO HISTÓRICO________________________________________________16
• Periodo prehispánico______________________________________________16
o Preclásico temprano_________________________________________17
o Preclásico medio____________________________________________17
o Preclásico tardío____________________________________________17
o Clásico temprano____________________________________________18
o Clásico tardío_______________________________________________18
o Posclásico temprano_________________________________________19
o Posclásico tardío____________________________________________19
• Periodo novohispano______________________________________________19
• Periodo moderno_________________________________________________20
o Siglo XIX___________________________________________________20
o Principios del siglo XX_______________________________________21
o Desarrollo del siglo XX_______________________________________22

CONCLUCIÓN_________________________________________________________23

BIBLIOGRAFÍA_________________________________________________________24

2
INTRODUCCIÓN

“Se dice que cuando aún era de noche, cuando aún no había luz, cuando aún no amanecía,
dicen que se juntaron, se llamaron unos a otros los dioses, allá en Teotihuacán” 1

Teotihuacán se pobló por lo menos desde el año 300 a.C., cuando apareció un
núcleo habitacional al noreste de la actual ciudad (la zona se conoce como “ciudad
vieja”) con una extensión aproximada de cuatro kilómetros cuadrados y
constituido por una población cercana a los cinco mil habitantes. Se piensa que
hacia el año 200 a.C., recibió el impacto de un grupo de inmigrantes de la antigua
Cuicuilco (desaparecida bajo la lava del volcán Xitlali), que a parto de esta fecha
coadyuvó a la expansión de la ciudad. Los vestigios arqueológicos que han sido
rescatados dan cuenta de la extensión y complejidad de una metrópoli que hacia el
siglo VII d.C., inicio su declinación motivada por circunstancias que no han
logrado esclarecerse a la fecha. En el momento de su extinción, la ciudad contaba
con una población estimada de cien mil habitantes, veinte kilómetros cuadrados de
extensión urbana y una influencia culturas extendida hacia todos los rincones de
Mesoamérica.

SU ARQUITECTURA

En Teotihuacán (nombre impuesto por el pueblo Mexica) se consolido el


pensamiento religioso que en Cuicuilco y Tlapacoya había dispuesto desde el año
500 a.c., la sacralización del espacio de las aldeas, mediante la construcción de
estructuras que vincularan la plegaria humana con la presencia de las deidades.

En Teotihiacán tiene lugar un proceso de integración de una voluntad de forma


que pervivirá como el ejemplo más acabado de la arquitectura clásica
mesoamericana; de un lado retoma el perfil y la potencia visual de las montañas
circundantes, por otro lleva a su máxima expresión compositiva la relación de la
línea y planos del sistema “Talud y Tablero” llegando con ello a integrar un modo
de expresión artística que se basa en la abstracción, para conseguir impactos
visuales de extraordinaria calidad plástica. La arquitectura teotihuacana de la
etapa de madurez artística de la ciudad, adopta la abstracción formal como

1
Fragmento de la leyenda de la creación del quinto sol, que según la historia del mundo azteca tuvo lugar en
las antiguas ruinas de la ciudad de Teotihuacán (el lugar donde los hombres se convierten en dioses). La
arquitectura en el México prehispánico.

3
cualidad de un medio expresivo que hace convivir al intelecto humano con lo que
es esencialmente divino. 2

Los antiguos teotihuacanos desarrollaron entonces su arquitectura como la


concepción física de los eventos celestiales que ellos observaban. La arquitectura
religiosa surge entonces no sólo como un apoyo para la celebración litúrgica, sino
como la divina transubstanciación que toma peso y lugar en el espacio mediante la
forma rectangular que va más allá de la conciencia humana, estableciéndose en un
nivel de comprensión en el cual la arquitectura ya no “representanta” sino
“significa”, articulando la fuerza propia de la geometría lineal con el concepto de
divinidad.

La ciudad y sus pirámides descripción de la zona arqueológica

La composición de la ciudad consta hoy día de tres áreas fundamentales: el núcleo


religioso integrado por la Calzada de los muertos y la pirámide del Sol y la Luna,
la zona administrativa y le área habitacional.

El trazo urbano se origina en el núcleo religioso central a partir del cual surge un
poderoso eje rector de la composición, al igual que la mayoría de las ciudades
prehispánicas, la disposición de los elementos urbanos está circunscrita a
posiciones astrales vinculadas con la geografía del lugar, y relaciones calendáricas
entre estrellas y las estaciones de lluvia y cosechas. La elección del sitio obedece en
este caso a razones de índole religiosa, presumiéndose que la gruta sobre la que
está construida la pirámide del Sol, fue el motivo original del peregrinaje. La
calzada de los muertos (Miccaothli, cuyo nombre fue impuesto al igual que los de
las pirámides por los aztecas), es una ancha avenida trazada de sur a norte (con un
eje derivado cerca de 16° hacia el este, respecto al norte geográfico) que desemboca
en la denominada plaza de la luna, elemento urbano que se constituye en
expansión de la avenida, de tal suerte que da lugar a un dilatado vestíbulo abierto
ante el cual se inicia la ascensión de la pirámide de la Luna; seis basamentos
piramidales flanquean los extremos de la plaza, que magistralmente articula el aire
vacío con la presencia de las masas perimetrales dentro de un juego de relaciones
típicamente teotihuacano, orientado a la consolidación de un solo concepto: la
sacralización de la materia mediante la presencia del intelecto humano.

2
La arquitectura del México prehispánico. Enrique de ANDA Alaniz.

4
La pirámide del sol, con su fachada principal hacia el poniente y su resonancia de
contexto en el cerro Patlachique, se levanta en el costado oriente de la Calzada de
los Muertos. Es la estructura monumental más antigua (su construcción se inició
hacia el año 100 a.C.), y la más grande de la ciudad, con sesenta y cinco metros de
altura y una base rectangular de 225 metros por lado, domina el territorio urbano.
La escala dimensional del edificio pone de manifiesto el destino de la construcción
religiosa teotihuacana: asegurar la presencia constante de la divinidad dentro de
un contexto creado para y desde ella, y donde la figura humana ocupa un lugar
totalmente secundario.

El sacerdote-arquitecto teotihuacano no utiliza la verticalidad como vínculo


celestial, el cosmos del Altiplano Central mexicano dista mucho de la concepción
católica occidental que estructural en niveles verticales el camino hacia la gracia
divina. En Teotihuacán la divinidad habita un universo paralelo al de la
humanidad, en donde como dice Eulalia Guzmán: “El concepto del espacio
indefinido, vacío, no existe; el universo se divide en regiones, donde habitan dioses
y alma, conforme una jerarquía determinada”, de tal suerte que Dios no está arriba,
sino coexiste simultáneamente en las cuatro direcciones cardinales; por ello la
pirámide teotihuacana no busca el despliegue vertical como cualidad formal, en su
lugar aparece el vértigo de la línea horizontal que extendida dentro de un margen
matemáticamente determinado, dilata en el paisaje la comunión hombre-deidad. 4

3
Fotografía del frente de la pirámide del Sol en Teotihuacán.
4
La arquitectura del México prehispánico. Enrique de ANDA Alaniz.

5
5

En Teotihuacán la arquitectura no busca la singularidad del monumento aislado,


sino la extensión de la masa sobre la geografía dentro de un propósito de
transformación del paisaje recurriendo al desplazamiento de la línea horizontal en
dos sentidos: primero, sobre la vertical creando planos y segundo, dilatándose
longitudinalmente dando lugar a cuerpos de tres dimensiones. La calzada de los
muertos es un ejemplo notable de esta voluntad de diseño, las fachadas de los
basamentos laterales extienden sus planos horizontales de tal manera que
dinamizan la visual del contexto. En este caso, como en el resto de la arquitectura
de la ciudad, aparece un elemento que obrando como contrapunto contribuye a
acentuar la presencia de los ritmos: la escalinata. Ubicada siempre al centro de la
fachada principal, la escalinata enmarcada por sus dos alfardas y desprendida
hacia el frente, contribuye a elevar el tono plástico de las formas, primero,
segmentando las extremidades horizontales a la vez que mediante un cambio de
proporción las densifica con los escalones, y segundo, dotando el conjunto de la
peculiar movilidad que provoca el sombreado de elementos dispuestos con
inclinación diagonal.

Talud y tablero

Se trata de una combinación de dos planos horizontales en donde el inferior (talud)


reposa hacia el fondo formando un ángulo próximo a los 45° y esl superior
(tablero) enmarcado por una moldura recta, proyecta una sombra sobre el
elemento inferior. El binomio visual de este binomio es variable dependiendo de la
posición del Sol respecto al edificio en cuestión; cuando la iluminación no es

5
Fotografía de la pirámide de la luna Teotihuacán.

6
directa los cuerpos del basamento ganan en solidez óptica, sin dejarse de percibir
las líneas profundas que provoca la moldura perimetral al enmarcar el tablero.
Cuando la luz se proyecta frontalmente, los cuerpos horizontales parecen
desprenderse de la masa tectónica y flotar sobre la fachada sin perder nunca
posición (a pesar de la inclinación de los rayos solares), toda vez que el contexto
obedece a una configuración geométrica pesada.

La ciudadela

Al sur de la Calzada de los Muertos y en su margen oriental, se presenta el


conjunto conocido como La Ciudadela. Cuadrángulo de cuatrocientos metros por
lado y con un sistema de combinaciones que sintetizan en sí mismos toda la
codificación arquitectónica de la ciudad. El dominio del espacio abierto como
recurso básico para acceder a la monumentalidad; el constructor es consciente de la
escala colosal del paisaje, y de una manera que se antoja genial perfila un ámbito a
través de la sucesión de plataformas que, sin intentar segregar, independizan el
sitio y lo dotan de la fortaleza espiritual a que da lugar la regularidad geométrica.

6
Fotografía, detalle de la pirámide de Quetzalcóatl en Teotihuacán.

7
Las plataformas circundantes reciben basamentos que simétricamente ubicados
respecto al eje central, son una resonancia constante de la letanía horizontal que a
lo largo del tiempo sigue entonándose cada vez que la luz del sol vitaliza el
lenguaje de la piedra.

En la región oriente de la explanada interna se levantan dos pirámides, la primera


y más antigua constituye un caso único dentro del estilo teotihuacano al integrar
prodigiosamente esculturas a sus elementos arquitectónicos. Una serie de
mascarones representando unos a Tlaloc, deidad tutelar de la ciudad, y otros a la
hermosa simbiosis de la “serpiente emplumada” (Quetzancóatl), surgen
alternadamente de los tableros del edificio. La cabeza de la serpiente extrañamente
dentada y emergiendo de una corona de plumas, se proyecta con sus formas
curvas hacia el frente del conjunto, mientras el tablero posterior cuerpo y crótalo se
desplazan sensualmente en medio de un ambiente acuático simbolizado con la
presencia de conchas y caracoles.

La segunda pirámide de fase posterior, representa por un lado la antítesis del


barroquismo de la anterior y por otra, el clímax del imperio de la abstracción de la
línea y el plano, la luz y la sombra en Teotihuacán. Si bien la pirámide de la luna
presenta en su fachada principal (ubicada al sur) un rico movimiento de
volúmenes adosados que gradualmente parecen integrar la escala de la masa a la
amplitud de la plaza, al igual que en la pirámide del sol predomina en ella la
regularidad absoluta de los taludes, únicos elementos que se convocan para el
recorte preciso del edificio sobre el horizonte; en el caso de la pirámide a que
hacemos referencia, nos encontramos frente al predominio del tablero con sus
gruesos perfiles, la escalinata central dispuesta junto con sus alfardas dentro de un
marco de proporciones de una grandeza inusual, y la dinámica infatigable del
claroscuro de su cotidiano devenir.

Excavaciones recientes en el edificio principal de la ciudadela, han puesto a la luz


de la arqueología el descubrimiento de por lo menos 126 enterramientos rituales
directamente asociados con la posición geográfica del edificio; la mayoría puede
suponerse hayan sido de prisioneros y que aparecieron con las manos atadas a la
espalda, aunque también han sido hallados infantes y personajes de alta alcurnia a
juzgar por los atributos que le acompañan; interesa destacar de todo esto la
relación entre la sangre tributada, la necesidad de permanencia tectónica del
edificio y el sostén simbólico del mismo, al haberse distribuido los enterramientos
de acuerdo a las posiciones cardinales del mundo antiguo.
8
Módulos habitacionales

78En torno al centro ceremonial se desplegó en Teotihuacán un tejido urbano


sumamente extenso y ortogonalmente trazado. La ciudad se organizó en base a
núcleos de habitación y trabajo, limitados por andadores en porciones que
regularmente medían cincuenta y siete metros por lado, las aguas residuales eran
canalizadas mediante drenajes subterráneos y las potables se almacenaban en
cisternas de generosa dimensión (hubo una por lo menos de , a 200m, al noreste de
la pirámide de la luna); amén de los recintos estrictamente habitacionales (algunos
de ellos con carácter palaciego como Zacuala y Atetelco), la arqueología ha puesto
al descubierto talleres de artesanos, casas de retiro espiritual, baños de vapor, y
todas aquellas estructuras
propias para el servicio de una
colectividad tan nutrida como la
teotihuacana. El esquema
compositivo de las unidades
habitacionales obedece a un
mismo patrón: estructuras de un
solo nivel, azoteas planas, patios
internos rodeados de pasillos
porticados o de crujías de
habitación, muros de carga,
columnas de sección cuadrada
armadas con morrillos de
madera, y sistemas de conexión
entre un ámbito y el otro
generalmente obtusos y poco
claros dentro del esquema de
espacios internos.

En ninguna ciudad del México


antiguo se han encontrado
tantos indicios acerca de la
vivienda de la población como
en Teotihuacán.

7
Grupo de casas de Viking Teotihuacán.
8
Grupo de casas de Xolalpan Teotihuacán.

9
Las paredes estaban hechas de adobe recubiertos de estuco. Como no se conocían
las ventanas, los cuartos estaban abiertos hacia minúsculos patios, hacia los cuales
se inclinaban ligeramente los techos planos, como los del atrio romano, para
permitir que el agua de lluvia fluyera hacia una especie de cisterna en el interior
del patio y fuera luego conducida al exterior por debajo del piso a través de un
extenso sistema de desagüe. Tlamimilolpa el grupo de casas más grande
investigado hasta la fecha, contenía una superficie de 3500 metros cuadrados no
menos de 176 habitaciones comunicadas entres si, 21 pequeños patios, 5 plazas de
dimensiones regulares y numerosas callejuelas.

En el grupo de casas de Xolalpan, la disposición es mucho más clara y regular: 45


habitaciones se agrupan alrededor de un patio rectangular de ciertas dimensiones,
rodeado de plataformas por sus cuatro lados. En el centro del patio había un altar
de mampostería como el de la ciudadela; y las plataformas, que se reconocen ya
por su perfil típicamente teotihuacano como destinadas a fines religiosos, como las
terrazas que bordean la Calcada de los Muertos. Las habitaciones forman cuatro
grandes manzanas, cada una de las cuales estaba provista de una puerta común
que daba al patio y otra al exterior. La disposición central de los edificios sagrados
hace suponer que el conjunto era habitado por sacerdotes, aunque hay ausencia de
cocinas.

El grupo de casas “Viking” (nombrado así en honor a la fundación científica que


sufragó los gastos de la excavación) contenía, como el de Xolalpan, un patio
rodeado de plataformas y habitaciones que permiten reconocer su primitiva

9
Fotografía del conjunto Tepantintla.

10
disposición en cruz. En las plataformas se encontraron también los muros de los
antiguos templos formados de atrio y celda. El grupo Viking es el más antiguo,
Tlamimilolpa el más reciente de los tres conjuntos. Los bordes de los techos del
grupo Viking estaban probablemente adornados con almenas de piedra en forma
del simbolismo del año de los códices mixtecas. Unas placas de barro con el rostro
o los símbolos del dios de la lluvia.

10

Los vestigios analizados han permitido deducir que estos núcleos de vivienda eran
generalmente ocupadas por familias o por artesanos del mismo oficio; la
distribución utilitaria de las áreas de preparación y consumo de alimentos, de

10
Fotografía área de la zona arqueológica de Teotihuacán.

11
estancia y dormitorio, de almacenaje y de desecho, y áreas funerarias. Asimismo,
aparecen zonas de culto colectivo y de desarrollo del trabajo u oficio que
caracterizaba a los habitantes.

11

De entre los palacios se destaca el llamado Qetzalpapalotl, que se localiza en la


esquina poniente de la plaza de la luna, de él se conserva hoy día un patio interno
con tres flancos de habitaciones laterales. La forma del patio hace referencia al
soberbio manejo de las proporciones que caracteriza a la arquitectura de la ciudad;
pilares de generosa sección sostienen los terrados de las techumbres y presentan en
sus cuatro caras, relieves que hacen alusión al binomio quetzal-mariposa (de
donde proviene el nombre del conjunto). El remate vertical de los paramentos lo
constituye un cinturón de cuatro tableros con sus correspondientes molduras,
apareciendo sobre ellos una serie rítmica de elementos que han sido denominados
almenas, por ser ésta imagen la asociativa más próxima.

11
Fotografía del interior del conjunto Quetzalpapalotl. Con detalle de los grabados que decoran el recinto.

12
12

12
Complejos y edificios principales de la zona arqueológica de Teotihuacán.

13
Complejos y edificios principales de la zona arqueológica

A continuación, se enumeran los complejos y principales edificios de la zona


arqueológica de Teotihuacán. Es posible localizar su ubicación en el plano de la
página anterior de norte a sur:
13

1- Pirámide de la luna
2- Conjunto Quetzalpapalotl
3- Mural del puma
4- Calzada de los muertos
5- Pirámide del sol
6- Patios de las Micas
7- Conjunto Tepantitla
8- Conjunto plaza oeste
9- Conjunto plaza este
10- Conjunto nor-oeste (rio San Juan)
11- Templo de Quetzalcóatl
12- Ciudadela

En Teotihuacán el espacio interno se expresó con un concepto que no solamente


admitió el natural alojamiento de actividades sociales dentro de los recintos hechos
por el hombre, sino que además y de acuerdo a la significación que para la cultura
tuvo la arquitectura, los recintos interiores aluden a la integración del hombre a los
ciclos celestes, a la edificación de las estancias a través de la ubicuidad divina, y a
la concepción del volumen, el color, la solidez y el vacío como circunstancias
concatenadas en favor cotidiano devenir de la ciudad. Técnicamente la amplitud
de las habitaciones queda resuelta de acuerdo a la dimensión de los troncos de
madera, los cuales apoyados libremente sobre los muros de mampostería
constituyen la cubierta. Simbólicamente el recinto define sus proporciones en
función de la iluminación solar que recibe a través del vano único que da al patio
interno, creando así un sistema de relaciones espaciales que toman al atrio como
punto de origen y a las habitaciones como únicas destinatarias de la vitalidad solar
que se genera en el patio.

13
La ciudadela, parte del complejo arqueológico de Teotihuacán.

14
Este modelo de agrupación se repite dentro de un mismo módulo dando imagen
de que la operación de cada uno de ellos, se realizaban dentro de un margen de
total independencia toda vez que las relaciones y comunicaciones entre uno y otro,
se daban por tangencialidad y sin dotar a estos vínculos de una jerarquía
particular. El templete o adoratorio que generalmente aparece al centro del atrio,
contribuye a reforzar la idea de que a partir de este local abierto se propicia la vida
del resto del edificio; el ritmo y el equilibrio como factores que permiten a la vida
del hombre sublimarse al pulso de los dioses.

14La
presencia divina
dentro de las
habitaciones se
manifiesta a través de la
pintura temmatica que
se aplica en los muros
recreando en ellos el
escenario en donde se
celebra la existencia de
los dioses; mediante la
aplicación de un color
base que cubre tod el
muro, se rompe la
limitante física de la
materia y se integra el
espacio que ha creado el hombre con el espacio donde moran las divinidades.
Claro ejemplo de ello se tiene en los murales de los edificios de Atetelco y
Tepantintla; en el primero una lacería sobre fondo rojo da lugar a sub espacios
ocupados por sacerdotes que aparecen ante el espectador como parte de una
sucesión sin límite y que de ningún modo obedece solamente al marco físico del
muro. En Tetitla, las procesiones de jaguares y representaciones frontales de dioses
o sacerdotes relacionados con el culto del agua, se encuentran completamente
alejados del concepto de decoración al modo occidental, para mostrarse con la
vitalidad a la que sólo puede dar lugar la permanencia de un principio religioso
sobre cualquier consideración de orden terrenal. Tepantitla con la representación
del “paraíso acuático” (Tlaocan) al que tienen acceso todas las almas que hayan
dejado la existencia terrestre por medio del agua, expresa a través de la

14
Reconstrucción del conjunto oeste de la zona arqueológica en Teotihuacán.

15
organicidad compositiva (ajena a los trazos axiales característicos de la zona) el
fenómeno de la interrelación de la vida terrestre dentro de los recintos con la vida
celestial (la que se expresa en los muros), amén de ser uno de los pocos casos en los
que el teotihuacano pintó, no el concepto de la existencia, sino la celebración
humana de la misma.

15

CONTEXTO HISTÓRICO

Período Prehispánico

Neolítico (12,000–3000 a.C.)


En la Cuenca de México se han registrado algunas de las ocupaciones más antiguas
del territorio mexicano, tanto como 9000 a 4000 años A. P., ubicando restos aislados
y escasos de ocupaciones de aldeas con asentamientos temporales, sin embargo,
para el Valle de Teotihuacán no se ha reportado evidencia de ocupaciones tan
antiguas. Es importante señalar que en este período de tiempo se dieron grandes
cambios, como el sedentarismo, la domesticación de plantas y animales, y el uso de
la cerámica entre otros, siendo la Cuenca de México una de las regiones en donde
se originaron estos factores del desarrollo cultural.

15
Mural del jaguar en Tetitla Teotihuacán.

16
Preclásico Temprano (2500–1200 a.C.)
La Cuenca de México ya muestra el establecimiento de poblaciones sedentarias
organizadas en aldeas agrícolas, en donde materiales nuevos como la cerámica se
difunden rápidamente. Estos asentamientos se concentran en el sur de los lagos. El
Valle de Teotihuacán seguramente experimentó los mismos cambios, sin embargo,
no se han reportado aquí evidencias de este período histórico.

Preclásico Medio (1200–400 a.C.)


La Cuenca de México muestra un claro aumento de la población, una jerarquía
social y la construcción de algunos edificios de carácter público. Algunos
asentamientos tan grandes como lo fueron Tlatilco, Ticóman y Zacatenco
superaron los 2,000 habitantes en tanto Cuiculco concentró una población
seguramente mayor, y aun cuando no fueron del todo contemporáneos
conformaron una misma tradición cultural. En este período aparece la escritura, la
arquitectura monumental y otros elementos culturales. El Valle de Teotihuacán
registra algunas aldeas aisladas, posiblemente agrícolas (600 - 150 a.C.) En las
laderas bajas del sur del Cerro Gordo al norte del Valle y en las laderas medias de
la sierra del Patlachique al sureste del Valle se establecen algunas aldeas dispersas
y pequeñas, pero en el extremo sur del Valle se ubica el sitio Tezoyuca una aldea
grande ubicada sobre la cima de una elevación media, la cual presenta arquitectura
monumental.

Preclásico Tardío (400 a.C.–200 d.C.)


La Cuenca de México muestra un cambio notable en los patrones de asentamiento,
ahora hay una clara preferencia por ocupar el norte de la región sin abandonar el
sur. La población sufre un nuevo aumento, las ocupaciones son abundantes y cada
vez menos dispersas; se registran agrupaciones de estas en algunos sectores de la
Cuenca. Al final de la fase se han establecido una gran cantidad de asentamientos
de varios tamaños y estatus sociales, de los cuales algunos casi podrían
considerarse urbanos, como Cuiculco y Teotihuacán.

Se observa un fuerte aumento de población, con sitios pequeños en las laderas


bajas y en la llanura aluvial del río San Juan, dentro del Valle de Teotihuacán. En
este período se alcanza una compleja organización social en toda la Cuenca, ahora
es más clara la jerarquía social entre los sitios. Los centros mayores, Cuicuilco y
Teotihuacán surgen agrupando comunidades asentadas previamente y alcanzan
una extensión de hasta 400 h. y una población de aproximadamente 20 mil
habitantes.
17
La arquitectura pública monumental es más abundante, se incrementa el tamaño
de las aldeas, habiendo cada vez más aldeas grandes y medianas. Sin duda en este
período se desarrolló en la Cuenca el primer Estado, como organización
sociopolítica, y las ciudades, como sucede en Cuicuilco y Teotihuacán. Estos dos
fenómenos son un factor de gran relevancia para la historia cultural de la región y
de toda Mesoamérica. El Valle de Teotihuacán con una gran ciudad en rápido
crecimiento, único en el mundo, adhiere a su asentamiento gran parte de las
comunidades vecinas, alcanzando así los 10 km. de extensión y cuando menos 30
mil habitantes.

Clásico Temprano (200–600 d.C.)


El desarrollo cultural de la Cuenca se concentra en Teotihuacán y ésta se consolida
como el gran centro de una civilización urbana, desde el final del período anterior
y el inicio de este. Para el 100 - 200 d. C. Teotihuacán es la única urbe de la región y
no habrá una ciudad, ni un Estado como este en todo el resto de la historia
prehispánica. La ciudad antigua alcanza los 20 km 2 y posiblemente los 150,000
habitantes.

El resto del Valle muestra varios asentamientos en torno a la gran urbe. Se


desarrollan con este gran fenómeno sociocultural nuevos cambios en la forma de
vida de la región, como la regia organización social, la clara diferenciación entre las
clases sociales, y una fuerte especialización en diferentes labores, como la
administración pública, la construcción, la producción de alimentos, y el comercio
a larga distancia entre otras.

Teotihuacán no es para entonces la única Ciudad-Estado de Mesoamérica, pero sin


duda es la más extensa y una de las más influyentes de América. Su asentamiento
es al parecer una de las pocas del mudo con un proyecto urbano diseñado desde
sus orígenes.

Clásico Tardío (600–900 d.C.)


Durante este período Teotihuacán sufre una desestabilización social tan fuerte que
termina con la destrucción y abandono parcial de la ciudad, reduciendo la
población a 30,000 habitantes. La Cuenca de México presenta fuertes cambios en la
ocupación, se reorganiza el sistema social regional.

18
Posclásico Temprano (900–1200 d.C.)
Con la ciudad casi abandonada se presentan en el Valle varias comunidades rivales
con varios asentamientos menores dispersos en toda la región. La Cuenca, en
general, presenta un aumento de asentamientos en todos los sectores, al parecer el
sistema social fragmentado se divide en varios sectores rivales que pueblan toda la
cuenca. Aunado a esto llegan al centro del país nuevas migraciones del norte, las
cuales se van integrando al sistema sociocultural local. Aparecen en las regiones
vecinas nuevas Ciudades-Estado menores, pero de un marcado carácter militar.

Posclásico Tardío (1200–1521)


Durante todo este período el Valle de Teotihuacán es ocupado por una población
dispersa con escasos sitios centrales, los cuales a su vez eran constantemente
conquistados por fuertes Estados como el Azteca y el Acolhua con cede en
Texcoco, y algunos otros de menor importancia. La región experimento fuertes
migraciones de poblaciones externas y cambios de comunidades enteras dentro de
la misma región.

La dinámica social tan compleja permite un fuerte aumento de la población y la


preocupación de toda la región, no hay entonces un área sin ocupación humana, en
el Valle de Teotihuacán se han registrado cerca de 300 asentamientos de esta fase,
de diferentes tamaños, lo cual es muestra del complicado sistema social.

Período Novohispano

A principios del período Novohispano, comenzaron a observarse importantes


cambios demográficos en el Valle de Teotihuacán, como consecuencia de las
políticas de población aplicadas por el gobierno español, entre las que sobresalen
la implementación del sistema de congregación de indios, que obligaba a los
habitantes de los distintos pueblos de la región, a formar nuevas villas, bajo la
acción inmediata y directa de las autoridades civiles y religiosas.

Lo anterior tuvo como consecuencia la movilización de importantes masas de


indígenas que de la noche a la mañana perdieron sus tierras, lo que implicó
también la pérdida de su principal medio de subsistencia, ya que el grueso de la
población indígena vivía de la agricultura. La población del Valle era
mayoritariamente indígena, aunque con la presencia de españoles se dio lugar a la
creación de dos nuevos grupos de población: los criollos y los mestizos.

19
Las epidemias traídas por los europeos y la opresión a la que sometieron a los
habitantes, causaron grandes mermas en la población indígena, según consta en los
registros de las epidemias de 1531 y 1545. Las órdenes Franciscana y Agustina se
encargaron de evangelizar la región, dejando constancia de su presencia en la gran
cantidad de templos católicos erigidos en el centro de cada poblado, teniendo
como cabeceras eclesiásticas las feligresías de San Juan Teotihuacán y Acolan,
respectivamente, hasta el siglo XVIII, cuando pasaron a depender del clero secular.

Las actividades económicas del Valle eran la agricultura, la ganadería, la


horticultura, arboricultura (maguey, nopal, nogales, peras, membrillos, cerezas y
ciruelas), la avicultura, el comercio y algunas industrias, artes y oficios. La
existencia de bienes de la comunidad imponía a los tributarios de los pueblos la
obligación de prestar gratuita y periódicamente sus servicios en la conservación,
cultivo y aprovechamiento de esas tierras.

El comercio se efectuaba en los tianguis de San Juan y Acolan, teniendo como


principal mecanismo de intercambio el trueque. Es importante mencionar que una
de las industrias más prósperas de la época fue la pulquera, por lo que se disponía
de grandes extensiones de tierra para el cultivo del maguey, del cual además se
obtenían diversos productos.

Periodo moderno

Siglo XIX
A partir de la consumación de la Independencia de México, la geografía política
del Valle de Teotihuacán no sufrió cambios de consideración ni definitivos, ya que
únicamente se aplicaron cambios en la división política territorial y en la
administración pública.

Durante este siglo la influencia de los grupos sociales de cultura occidental no fue
muy grande, en virtud del escaso contacto que tenían con el Valle, ya que el
comercio era prácticamente local, aún con la presencia del camino real entre
México y Veracruz. En cambio, los ministros del culto católico siguieron
desarrollando de un modo constante su dominio espiritual sobre la población, por
lo que las ideas liberales que en ese momento transformaban otras regiones del
país, no penetraron en la región. Los pueblos del Valle de Teotihuacán, que se
encontraban comprendidos en las municipalidades de Teotihuacán y Acolman,
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contaban con sus Ayuntamientos y estaban sujetos a la autoridad de los
subprefectos de los partidos de Texcoco y Teotihuacán, respectivamente.

Durante el siglo XIX, la escasez de agua se agravó por el reparto desigual de la


misma, pues sólo las grandes haciendas disponían de toda la que necesitaban,
mientras que sólo algunos pueblos podían disponer de agua para riego de sus
tierras, en un entorno en que la agricultura era la principal fuente de riqueza.
Aunado a esto los ejércitos de los diversos partidos que cruzaban el Valle exigían
dinero, ganado, semillas, etc., a todos los propietarios o destruían las siembras, lo
que hacía que la situación económica del grueso de la población (mayoritariamente
indígena) fuera crítica. Las grandes haciendas se encontraban en poder de la Iglesia
desde la época Virreinal; eran curas los inmediatos patrones de los jornaleros y la
mayoría trabajaban resignadamente para la casa de Dios.

Más tarde, cuando las haciendas pasaron a manos de particulares, las dinámicas de
trabajo quedaron iguales, por lo que los indígenas no tuvieron beneficio alguno. La
industria del pulque, exclusiva de las haciendas y ranchos, era la que mayor
número de brazos requería, los jornaleros estaban sujetos al sistema de tiendas de
raya y al horario que los propios hacendados imponían. Las guerras civiles
impidieron el desarrollo de la agricultura, el comercio y otras industrias por el
estado de inseguridad que producían y por el contingente que les restaban,
mientras que en los años de paz mejoraba muy poco el trabajo ya que los
latifundistas aprovecharon el desorden y la inestabilidad administrativa en
detrimento de las pequeñas propiedades.

Principios del siglo XX


A principios del siglo XX la población del Valle de Teotihuacán se distribuía en
pueblos rurales, pequeñas rancherías y haciendas, situados generalmente a corta
distancia unos de otros y formando políticamente municipalidades bajo la
dependencia de sus respectivas cabeceras. En general el medio económico era
pobre, frágil, ya que la inmensa mayoría de los pobladores se dedicaba a la
agricultura y en menor número a la alfarería. Sólo en el poblado de San Juan el
comercio y los oficios eran actividades en las que se ocupaba un mayor número de
personas.

El sistema hacendario y latifundista del siglo XIX persistía, siendo las haciendas los
grandes centros de producción agrícola; a ellas pertenecían las mejores tierras del
Valle y la propiedad de las aguas permanentes que lo regaban. La gran propiedad
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estaba en manos de 7 hacendados en tanto que la pequeña propiedad correspondía
a 416 individuos, por lo que la inmensa mayoría de los habitantes del Valle carecía
de tierras. Una de las características de todos los pueblos del Valle era la gran
extensión que ocupaban con relación al número de sus habitantes, lo que se debía a
que las casas estaban situadas en grandes terrenos de dimensiones variadas.

Los servicios urbanos eran nulos, ya que la dotación de agua potable se hacía a
través de pozos artesianos, de jagüeyes y manantiales, mientras que las aguas
residuales provenientes de las actividades domésticas en el mejor de los casos iban
a dar a fosas. En general las condiciones económicas de la mayor parte de los
pobladores del Valle eran miserables, de gran ignorancia y carente de
oportunidades para mejorar las condiciones de vida.

Desarrollo del siglo XX


Después de la Revolución Mexicana, y con los trabajos de investigación y estímulo
al desarrollo regional implementados por el equipo que dirigió Manuel Gamio, se
llevó a cabo un censo de población en el que registraron 5,657 habitantes entre los
pueblos de San Juan Teotihuacán y San Martín de las pirámides. Los barrios
existentes conformaban pequeños núcleos urbanos en un paisaje rural y la
actividad económica predominante era la agricultura de temporal. Para finales de
la década de los años 50s del siglo XX, la población del Valle de Teotihuacán
aumentó casi tres veces su número llegando a los 17,560 habitantes, en esta época
las actividades productivas eran mixtas, con la agricultura como actividad
primaria, las formas principales de tenencia de la tierra en el municipio eran: la
posesión individual, la propiedad, el ejido, el arrendamiento y los pegujales.

A finales del siglo la población se triplicó llegando a 70 mil habitantes y la tasa de


crecimiento registró un 3.3% anual, por lo cual se estima que si esas condiciones
persisten la población llegará a los 200 mil habitantes en el año 2020, situación que
podría ejercer una fuerte presión al sitio arqueológico en un futuro inmediato.
Actualmente la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán integra
nueve poblaciones contemporáneas, asentadas sobre los vestigios arqueológicos de
la antigua ciudad en una extensión de más de 20 km2, dichas poblaciones son: San
Martín de las Pirámides, San Francisco Mazapa, Santa María Coatlán, San
Sebastián Xolalpan, San Lorenzo Tlamimilolpa, San Juan Evangelista, San Juan
Teotihuacán, Puxtla y el Barrio de Maquixco; todas ellas tienen su origen en el
período virreinal.

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Al paso del tiempo han desarrollado un sólido equipamiento urbano,
convirtiéndolas en zonas atractivas para el desarrollo poblacional tanto local como
regional. Esta situación genera a su vez nuevas necesidades de servicios y atrae a
más población, en un desarrollo cíclico que en los últimos 40 años se ha
incrementado vertiginosamente.

CONLCUCIÓN

Sin lugar a dudas Teotihuacán fue una de las ciudades mesoamericanas más
importantes durante su apogeo, y actualmente es unos de los sitios arqueológicos
turísticos más visitados en México, ya sea por los enigmas de su historia, o por su
impresionante belleza.

Los teotihuacanos fueron una de las culturas medulares en Mesoamérica,


influyendo en muchas de ellas posteriores, como fueron los Mexicas, quienes
intentaron replicar la majestuosidad de su arquitectura en un intento por
materializar el mundo espiritual, que en Mesoamérica significaba más que solo un
culto religioso, se podría decir que la espiritualidad era el punto medular en todas
sus actividades y formaba parte en cada aspecto de su forma de vida.

Es imposible pasar desapercibida la enorme espiritualidad que transmiten hasta


hoy día los vestigios de esta enigmática cultura. Una historia y un pasado del cual
es posible sentirse orgullosos, vestigios que deben ser resguardados y protegido el
mayor tiempo posible y de los cuales debemos aprender y aplicar el respeto hacia
la naturaleza y su aprovechamiento responsable.

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BIBLIOGRAFÍA

 HISTORIA DE LA ARQUITECTURA MEXICANA_LA ARQUITECTURA


EN EL MÉXICO PEHISPÁNICO_ENRIQUE DE ANDA ALANIZ.G.G.
 LAS CULTURAS TEOCRATICAS DE MESOAMÉRICA.
 http://www.teotihuacan.inah.gob.mx/index.php

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