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De Llamado A Escogido

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De llamado a escogido

Texto Biblico: Mateo 22:2-14 “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de
bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; más éstos no
quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he
preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto;
venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y
otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus
ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las
bodas a la verdad están preparadas; más los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las
salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis… saliendo los siervos por los
caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas
de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba
vestido de boda… le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Más él
enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las
tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos
escogidos”.

Introducción
Muchas veces escuchamos que son muchos los llamados y pocos los escogidos. Creo que el
tomar muy literalmente esto hace que muchos cristianos dejen de preocuparse por avanzar en el
camino del crecimiento. Sobre todo, en lo ministerial. Por qué no pensamos que, si bien hoy nos
encontramos entre los llamados, muy bien nos podemos esforzar para reunir las condiciones de los
escogidos (Santiago 1:5-8).

El gran desafío en la vida de un cristiano


El hecho de que ser llamado por Dios para ser parte de Su pueblo, no significa que vayas a ser
escogido para un ministerio. Pero el gran desafío en la vida de un cristiano es pasar de ser un
llamado a ser un escogido. En otras palabras, desarrollarse ministerialmente para glorificar a Dios
con el trabajo que hacemos en Su obra. Muchos creen que, por ser llamados a los pies de Cristo
para ser parte de Su pueblo, automáticamente van a ser escogidos. Muchos piensan que tienen
que ocupar un cargo en la congregación. Cargo que si no se lo dan lo asumen por sí mismo. Y es
cuando aparecen los apóstoles, profetas, pastores y maestros que nadie sabe por quién fueron
ungidos. Instalan iglesias donde en vez de lograr la salvación, se hacen parte de una estructura de
perdición.
Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos
La realidad es que esto no es así ya que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.
Tomar las cosas muy literalmente hace que muchos cristianos dejen de preocuparse por avanzar
en el camino del crecimiento espiritual. Por lo que necesitamos comprender que no somos
excluidos del ministerio. Sino que nos autoexcluimos por no estar preparados frente a nuestro
llamado, ni prepararnos para el mismo. La sabiduría que viene de lo alto al cristiano se manifiesta
en saber prepararse para el llamamiento que Dios le hace al ministerio, y hacer los cambios
necesarios en todos los órdenes de la vida. Pues el que verdaderamente cree en su llamado lo
asume como tal. Verdaderamente se prepara para desarrollarlo y llevar buenos y abundantes
frutos para la obra del Señor.

Sabiduría de parte de Dios


Y quien así lo hace, en lo espiritual busca sabiduría de parte de Dios. Fortaleciendo así su
personalidad frente a los desafíos y responsabilidades que se nos presenten. Estableciendo
prioridades conforme a nuestro llamado, no que solamente se convence que el Señor debe darle
un lugar en el ministerio aún sin prepararse, o porque en algún momento fue usado por Dios, o
tuvo alguna experiencia mística o espiritual. Ponte a pensar por un instante. ¿Cuántos llamados
estuvieron a tu lado y no fueron escogidos, sino que se quedaron en el camino por no haberse
preparado para el ministerio, o por no haber preparado el plan adecuado para desarrollarse, sino
que apresuraron la obra humanamente para terminar con las manos vacías y nuevamente presos
del pecado? Y piensa también. ¿Cuántas veces vemos a alguien que se destaca en lo que hace y
decimos que ése es un verdadero escogido, cuando en realidad es un llamado como los demás
que decidió prepararse y someterse verdaderamente al taller de Dios para convertirse en un
escogido para Su obra que anhela de corazón servir al Señor ministerialmente? Entonces piensa
que el llamado depende del que llama, pero el ser escogido para el ministerio depende de la
preparación que lleva adelante, bajo la perfecta guía de Dios, de cada uno de esos llamados a ser
parte del pueblo de Dios.

El verdadero logro en la vida del cristiano consiste en alcanzar


aquello para lo cual nosotros también fuimos alcanzados:
“no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello
para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús” Filipenses 3:12-14.
El hecho de que yo haya sido alcanzado por Dios para cumplir un propósito en esta vida, no
significa que ese propósito vendrá a mí automáticamente. Sino que yo soy quien debo prepararme
y emprender, de la mano del Señor, el camino hacia ese propósito o ministerio que el Señor ha
dispuesto para mi vida. Gran parte de las frustraciones de los cristianos se originan en nuestras
propias pretensiones y no en el propósito de Dios para nuestra vida. Ya que al ser las pretensiones
del hombre desmedidas y fuera del propósito, hace que muchos terminen desistiendo. Es por eso
que el Apóstol, en el versículo 13 deja una clave para alejar los tropiezos que más entorpecen
nuestro desarrollo, es cuando Pablo dice: “Yo mismo no pretendo ya haberlo alcanzado”.

Cosas que debemos procurar alcanzar


Necesitamos entender que hay cosas que debemos procurar alcanzar aunque humanamente
parezca que es imposible lograrlo, como es el llegar a la estatura de Cristo. Pero habrá otras que sí
podremos alcanzar con la bendición de Dios y con nuestro sacrificio, sabiendo que nos costará
mucho lograrlo pero que vale la pena el esfuerzo, como sería tener la casa propia, o desarrollar el
ministerio que el Señor nos ha dado. Por eso Pablo nos dice también que se dedica a hacer algo
que esta está compuesta por dos acciones estratégicas a fin de llevar a cabo el ministerio. La
primera es olvidarse del esfuerzo y sacrificio que ha hecho hasta ahora. Es decir, no se queda
pensando en el pasado, se olvida de cuánto le costó llegar hasta acá y cuantas veces le usó el
Señor.
La segunda acción es extenderse hacia adelante, poniendo su mirada hacia el futuro. Es decir,
siguiendo con el esfuerzo y la preparación para aprovechar el tiempo que tiene por delante, y llevar
a cabo el propósito que el Señor a puesto sobre su vida.

Perseverancia
Definitivamente, la clave para una vida de logros y no de frustración, para ser ese escogido que
anhela en su corazón servir el Señor desarrollando el propósito en su vida tal como el Señor lo
desea, no está tanto en alcanzar la meta, sino en perseverar para alcanzarla. Pues cuando dejas
de perseverar te dispones a vivir para Dios como un llamado a ser parte del pueblo, ya que tu
existencia tiene verdadero significado cuando asumes que eres un escogido y te dedicas a
alcanzar aquello para lo cual fuiste alcanzado.

Conclusión
Si en este tiempo te sientes frustrado o desmotivado, lo más probable es que necesites volver a
perseverar para alcanzar aquello para lo cual fuiste alcanzado. Lo más probable es que necesites
intensificar tu preparación. Pero, sobre todo, es necesario que avives la llama del ministerio en tu
corazón reafirmando en tu corazón que eres un escogido por Dios, para tenerte al servicio en Su
obra y que logres alcanzar aquello para lo cual fuiste predestinado.

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