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Medio Ambiente A

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MEDIO AMBIENTE.

Seguramente has escuchado que el ser humano es una especie más de la naturaleza.
Sin embargo, existe un atributo esencial que lo distingue del resto de las especies: su
gran capacidad para transformar su entorno y aprovechar los recursos naturales
disponibles, con los que satisface sus necesidades más apremiantes.

En efecto, desde que el ser humano apareció en la Tierra, ha venido modificando e


interviniendo el medio ambiente. Desde las primeras armas y herramientas de piedra que
se fabricaron en los albores de la cultura humana hasta los adelantos científicos más
recientes, la evolución de la humanidad se ha desarrollado sobre la base de un conjunto
de conocimientos técnicos ordenados científicamente, que facilitan su adaptación al
medio ambiente. Incluso, hay quien asevera que, en virtud de tal atributo, el ser humano
se define por su capacidad para proceder de manera metódica y sistemática en la reforma
de su entorno.

La principal finalidad de la tecnología es la transformación del ambiente natural y social


con la intención de satisfacer las necesidades y los deseos humanos. En este proceso
se utilizan recursos naturales y energía que se canalizan a diversos fines, algunos de
ellos muy concretos y pragmáticos como la alimentación, el vestido y la vivienda, y otros
que responden más a aspiraciones humanas, como el arte, el conocimiento y el control.
De esta forma el ser humano ha logrado intervenir en múltiples procesos naturales,
controlándolos y orientándolos en un sentido dado.

La mayoría de las veces, la modificación de las condiciones ambientales producida por


la actividad humana posee un elemento de incertidumbre, ya que por lo regular el ser
humano interviene en la naturaleza sin conocerla ni comprenderla del todo. Se sabe, por
ejemplo, que técnicamente se produce cerveza, por lo menos, desde los tiempos de
Babilonia (hace cuatro mil años), aunque fue hasta una época muy reciente -a mediados
del siglo XIX- cuando se supo en qué consistía, en sentido estricto y científico, el proceso
de fermentación. Lo mismo que sucedió con la cerveza ocurre con numerosas
aplicaciones técnicas que utilizamos en nuestra vida diaria.

Actualmente, la comunidad científica debate los efectos del consumo de productos


transgénicos en la salud humana, pese a que este tipo de alimentos forman, desde hace
ya varios años, parte de nuestra dieta cotidiana.

Así, la intervención humana, ya sea por del desarrollo y adopción de nuevas tecnologías
o la modificación del entorno a consecuencia de la explotación irracional de los recursos
naturales, con frecuencia, trae consigo resultados impredecibles que pueden incluir
beneficios, costos y riesgos inesperados, los cuales, a su vez, pueden afectar a diferentes

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grupos sociales en distintos momentos. Por tal motivo, anticipar los efectos negativos de
la tecnología es tan importante como prever sus potencialidades.

Problemas ambientales y la importancia de la sustentabilidad.

Es importante resaltar que, si bien los efectos de la actividad humana sobre el medio
ambiente y las afectaciones derivadas de su alteración han sido una constante a lo largo
de la historia, sólo hasta épocas relativamente recientes se ha comenzado a hablar del
carácter global de estas transformaciones.

Se considera que el impacto de los primeros seres humanos sobre el medio ambiente
debió haber sido mínimo, pues realizaban sus actividades dentro de un ciclo natural de
transformación similar al de cualquier especie dentro del medio ambiente. Sin embargo,
el proceso de evolución cultural que desarrolló el ser humano implicó importantes
descubrimientos que definieron el proceso civilizatorio, como la agricultura, la
domesticación y el pastoreo de animales, la capacidad para controlar y utilizar el fuego,
entre otros. Se estima que el impacto significativo de la actividad humana sobre el
equilibrio de la naturaleza comenzó hace unos 70 000 años, cuando el desarrollo cultural
y técnico se aceleró por razones que todavía no están claras, y se volvió dramático desde
hace 11000 años, cuando los humanos se convirtieron en la primera especie animal en
practicar la agricultura.

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Sin duda, estos descubrimientos dieron lugar a procesos de deforestación y erosión que
no pocas veces pudieron haber derivado en desastres ecológicos. Por ejemplo, hoy
pensamos en Medio Oriente como una región esencialmente árida, pero hace apenas
dos mil años estaba conformada por gigantescos bosques, talados para construir las
grandes flotas que enriquecieron a los fenicios, quizá el primer imperio naval de la
historia. Es decir, mientras las poblaciones humanas fueron pequeñas y su tecnología
modesta, el impacto sobre el medio ambiente fue sólo de carácter local o regional. No
obstante, al aumentar su población y desarrollar técnicas cada vez más avanzadas,
aparecieron problemas significativos y generalizados, con una escala temporal y espacial
más amplia.

El rápido avance tecnológico que se generó al terminar la Edad Media (entre los siglos
XV y XVI), y que culminó en la Revolución industrial (durante los siglos XVIII y XIX),
supuso un importante salto en términos de escala e intensidad de los impactos
ambientales. Fue propiamente a partir de la Revolución industrial, con el descubrimiento,
uso y explotación de los combustibles fósiles, que el hombre y la tecnología comenzaron
realmente a cambiar la faz del planeta. Los avances tecnológicos que se han suscitado
a partir de ese periodo han generado grandes cambios sociales, económicos y culturales,
cuyas repercusiones alcanzan hoy en día una escala planetaria. A nivel ambiental, se
generalizaron los procesos de contaminación del aire, el agua y el suelo; aumentó la
generación de residuos, algunos de ellos sumamente tóxicos y dañinos para la vida
humana; se aceleraron los procesos de erosión, deforestación y extracción de agua
potable, y se incrementó el ritmo de explotación de minerales, hidrocarburos y otros
recursos naturales no renovables. Actualmente, la presión sin precedentes a la que ha
sido sometido el medio ambiente a raíz del crecimiento poblacional y el desarrollo
tecnológico ha generado un declive acelerado de su capacidad para sustentar la vida.

El concepto de cambio climático hace referencia, en un sentido genérico, a los procesos


y fenómenos que afectan a la sociedad mundial. De forma más estricta, se utiliza para
referirse a los cambios ambientales de alcance planetario. En la actualidad se considera
que el cambio climático es el principal problema de este tipo at que se enfrenta la
humanidad. El término de cambio climático se utiliza para aludir a los efectos derivados
del incremento de la temperatura media global de la atmósfera terrestre y los océanos.
Este fenómeno tiene su origen en el uso desmesurado y generalizado de tecnologías que
funcionan a partir del consumo de combustibles fósiles, que son, además, recursos no
renovables.

Las repercusiones potenciales del cambio climático podrían ser catastróficas, pues
incluyen la reducción de los glaciares, la elevación del nivel de los mares, la modificación
de la distribución de la fauna y flora del planeta, así como la desaparición de especies
animales y vegetales indispensables para la vida del ser humano. La comunidad científica
considera que el aumento de la temperatura terrestre podría generar importantes

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cambios meteorológicos que afectarían severamente las actividades humanas y
sentarían las bases para el surgimiento de conflictos políticos y sociales de gran
magnitud.

La temperatura media de nuestro planeta ha sufrido diversos procesos de disminución y


aumento, los cuales han ocurrido de manera natural; sin embargo, la tasa (velocidad) del
aumento de la temperatura que se ha observado a partir de la Revolución industrial no
tiene precedentes, y el consenso de la comunidad científica internacional ha concluido,
de manera muy clara, que este fenómeno se deriva de las actividades humanas. La
gravedad de las repercusiones potenciales del calentamiento global exige una respuesta
urgente de la comunidad internacional para tomar las medidas de prevención pertinentes
que garanticen que este fenómeno se mantenga dentro de niveles aceptables, es decir
que no provoque cambios irreversibles en los ecosistemas. Ante esta problemática, han
empezado a generarse esfuerzos de coordinación internacional en ciertas áreas. Tal es
el caso del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (lPCC, por sus siglas en
inglés), establecido en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus
siglas en inglés) y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNER por sus siglas
en inglés), el cual tiene como objetivo analizar la información científica, técnica y
socioeconómica relevante para la comprensión de los fenómenos asociados con el
cambio climático de origen antropogénico, así como sus posibles repercusiones, con el
fin de generar información que permita evaluarlos riesgos y desarrollar protocolos de
atenuación y adaptación al mismo. En este sentido, la convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático pretende reforzar la conciencia pública a escala
mundial de los problemas relacionados con el cambio climático; de ella se derivó el
Protocolo de Kioto, un acuerdo internacional que tiene et propósito de reducir las
emisiones de gases que causan el calentamiento global.

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¿Y ahora qué hacemos?

Los riesgos ambientales de índole global, así como las grandes desigualdades sociales
que amenazan al planeta plantean nuevos retos a científicos y tecnólogos. Hoy más que
nunca es necesario generar tecnología que beneficie a la humanidad en su conjunto, en
vez de privilegiar el desarrollo de unos cuantos. Se debe procurar, además, que dicha
tecnología sea amigable con el ambiente, que esté disponible para la mayor parte de la
población y que privilegie el uso de energías renovables de bajo costo. Por supuesto que
no todo depende de la innovación y del desarrollo tecnológico. A nivel individual es
necesario que cambiemos nuestras actitudes y desarrollemos pautas de conducta que
reduzcan nuestro impacto sobre el planeta.

La frase "pensar globalmente, actuar localmente" describe a la perfección el tipo de


pensamiento que debemos promover en nuestros respectivos ámbitos de socialización:
la familia, la escuela, el trabajo, los amigos, etcétera. Podemos empezar por desarrollar
acciones enfocadas en reducir el volumen de los residuos que generamos no adquiriendo
productos con empaques innecesarios, reutilizando aquellos objetos que, una vez
usados, aún pueden servir, o reciclándolos para transformarlos en materias primas.

La reutilización y el reciclaje de residuos son métodos muy valiosos para economizar


insumos y energía, además de que repercuten en la disminución de vertederos. Junto
con el uso racional de las materias primas de las que nos abastecemos, es importante
revisar nuestras pautas de consumo y pensar en la energía que utilizamos en la vida
cotidiana y en nuestras industrias. La suma de nuestras acciones individuales puede
generar cambios colectivos a favor del medio y, por tanto, de nuestra propia supervivencia
como especie.

Sustentabilidad
Como vimos en los apartados anteriores, la capacidad humana para transformar el medio
ambiente y satisfacer sus necesidades vitales a través del desarrollo científico y
tecnológico ha generado, a lo largo del tiempo, problemas de índole ambiental y social,
algunos de los cuales han puesto en riesgo su propia subsistencia. Lo anterior ha
suscitado diversas aproximaciones teóricas para explicar la relación que hay entre
desarrollo y medio ambiente, con la idea de definir principios que permitan conciliar
ambas nociones. El desarrollo sustentable es un paradigma que nace a partir de esta
preocupación. Durante muchos años, el crecimiento económico -definido como el
aumento continuo de la producción agregada a través del tiempo- se equiparó al
desarrollo. Los países que tenían un mayor ingreso por habitante eran considerados los
más desarrollados, y todos los esfuerzos de las naciones se encaminaban a lograr
aumentos en el Producto lnterno Bruto (PlB).

La idea que prevalecía entre los economistas era que el crecimiento de una economía
podía darse de dos formas: se podía crecer de manera "extensiva", utilizando más

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recursos (como el capital físico, humano o natural) o bien de manera "intensiva", usando
la misma cantidad de recursos, pero con mayor eficiencia. En el primer caso, el
crecimiento económico no necesariamente derivaba en un aumento del ingreso o del
bienestar de los habitantes de un país; mientras que el segundo traía aparejado un
incremento del ingreso por habitante y la mejora del nivel de vida, como promedio, de la
población.

Durante las décadas de los sesenta y setenta, esta concepción comenzó a ser
severamente cuestionada. Algunos economistas llamaron la atención sobre el problema
de la pobreza, el desempleo y la desigualdad que existían en países que registraban
aumentos constantes en el ingreso por habitante.

En efecto, después del gran esfuerzo económico que se llevó a cabo después de la
Segunda Guerra Mundial para estimular el crecimiento, el concepto de desarrollo se
orientó en la búsqueda de crecimiento con equidad. En los países más desarrollados
surgió una preocupación creciente por el uso irracional de los recursos naturales y la
contaminación ambiental provocada por su proceso de crecimiento e industrialización.

En 1972, el informe del Club de Roma concluyó que el capital natural escaseaba y que
la acumulación del capital físico y financiero podría deteriorar aún más el capital natural
existente. A pesar de que algunas predicciones catastrofistas incluidas en este informe
no se cumplieron, su publicación contribuyó a iniciar el debate teórico y político acerca
de las estrategias de desarrollo y a la inclusión del tema ambiental en la conciencia
colectiva de la humanidad.

Por aquel entonces apareció la noción del ecodesarrollo, entendida como el estilo de
desarrollo fundado en las condiciones y potencialidades de los ecosistemas y el manejo
prudente de los recursos económicos.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano celebrada en


Estocolmo en 1972 abordó aspectos normativos fundamentales para los países en
desarrollo. Uno de los principales planteamientos surgidos de esta conferencia fue la
clara advertencia de que, si bien el crecimiento económico era necesario, éste no
garantizaba por sí mismo el aumento en los niveles de bienestar de la población en
general, y que para lograr esto último primero se debían cumplir otras metas sociales.

Desde esta nueva perspectiva, el desarrollo estaba ligado a la mejora en el nivel de


bienestar de las personas. Elevar los niveles de vida y mejorar la educación, la salud y la
igualdad de oportunidades se consideraron componentes esenciales del desarrollo
económico. Aunque el crecimiento económico era una condición fundamental para que
pudiera generarse el desarrollo, en sí mismo constituía un indicador sumamente
imperfecto del progreso. A partir de 1968, el Banco Mundial financió préstamos para
megaproyectos energéticos, con el objetivo de conectar los mercados a nivel mundial.

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Sin embargo, una década después, la crisis de la deuda sorprendió a los países del
Tercer Mundo, y en particular a los de América Latina, y arrastró a sus economías a una
severa crisis caracterizada por procesos inflacionarios y recesivos, los cuales orientaron
el interés y las políticas gubernamentales hacia la estabilización y el crecimiento
económico.

La adopción de políticas de corte neoliberal durante los años ochenta acentuó los
problemas de desigualdad en los países tercermundistas, dejando una amplia estela de
pobreza, inequidad en la distribución del ingreso y devastación del entorno ecológico
global.

En este contexto, por solicitud del secretario general de la ONU se constituyó la Comisión
Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo para evaluar los avances de los procesos de
degradación ambiental y la eficacia de las políticas instrumentadas para enfrentarlos.

En 1987, la comisión presidida por la primera ministra noruega, Gro Brundtland, publicó
et célebre informe titulado "Nuestro futuro común", también conocido como informe
Brundtland. En éste aparece por primera vez el término de desarrollo sustentable,
definido como aquel que satisface las necesidades de la generación presente, sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades.

El informe de la comisión exhortó a los diferentes países a iniciar una era de desarrollo
económico racional sobre la base de un crecimiento económico sostenido, pero subrayó
la necesidad de preservar y salvaguardar los recursos naturales, otorgando prioridad a la
protección del medio ambiente y a la resolución de los problemas derivados de la pobreza
y el subdesarrollo. La incorporación de la pobreza y la distribución del ingreso (justicia
intratemporal) y de la equidad intergeneracional (justicia inter-temporal) como pitares de
[a nueva propuesta de desarrollo, fue una de las grandes aportaciones del lnforme
Brundtland.

El concepto de desarrollo sustentable que se formuló en "Nuestro futuro común"


pretendía reconciliar las nociones de desarrollo y crecimiento, elevando a este último al
grado de prerrequisito para la satisfacción plena de las necesidades en las naciones más
pobres.

EI informe hacía un llamado a la cooperación internacional para que, a través de los


organismos de desarrollo, las instituciones financieras internacionales y las naciones más
favorecidas, se destinaran recursos a los países del Tercer Mundo para financiar
proyectos que asegurasen el crecimiento económico bajo criterios sustentables.

Años más tarde, con base en las preocupaciones y conceptualizaciones planteadas en


el informe Brundtland, se convocó a todos los jefes de Estado del planeta a la Conferencia

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de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro
en junio de 1992, donde fue elaborado un amplio programa global (conocido como
Agenda 21) para normar el proceso de desarrollo con base en [os principios de
sostenibilidad. De esta forma, el concepto de desarrollo sustentable fue adoptado por
diversos organismos multilaterales y de cooperación internacional, con la intención de
prefigurar una política para el cambio global que fuera capaz de disolver [as
contradicciones entre medio ambiente y desarrollo.

La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar en Johannesburgo,


Sudáfrica, en 2002, retomó muchos de los aspectos anteriores, actualizando tos
diagnósticos y focalizando la preocupación en los temas del desarrollo local y la
necesidad de indicadores ambientales para medir los avances en materia de
sustentabilidad.

En 2015, la ONU definió 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a partir de los


cuales se pretende incidir en las causas estructurales de la pobreza, el combate a la
desigualdad y la generación de oportunidades para mejorar la calidad de vida de la
población. Los objetivos incluyen aspectos que van desde la eliminación de la pobreza
hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de la mujer, la defensa
del medio ambiente, el diseño urbano, entre otros. A partir de esta agenda, suscrita por
el gobierno mexicano, se pretenden desarrollar políticas públicas e intervenciones que
aborden, de manera integral, los tres elementos interconectados del desarrollo
sostenible: crecimiento económico, inclusión social y sostenibilidad ambiental.

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