Medio Ambiente A
Medio Ambiente A
Medio Ambiente A
Seguramente has escuchado que el ser humano es una especie más de la naturaleza.
Sin embargo, existe un atributo esencial que lo distingue del resto de las especies: su
gran capacidad para transformar su entorno y aprovechar los recursos naturales
disponibles, con los que satisface sus necesidades más apremiantes.
Así, la intervención humana, ya sea por del desarrollo y adopción de nuevas tecnologías
o la modificación del entorno a consecuencia de la explotación irracional de los recursos
naturales, con frecuencia, trae consigo resultados impredecibles que pueden incluir
beneficios, costos y riesgos inesperados, los cuales, a su vez, pueden afectar a diferentes
Es importante resaltar que, si bien los efectos de la actividad humana sobre el medio
ambiente y las afectaciones derivadas de su alteración han sido una constante a lo largo
de la historia, sólo hasta épocas relativamente recientes se ha comenzado a hablar del
carácter global de estas transformaciones.
Se considera que el impacto de los primeros seres humanos sobre el medio ambiente
debió haber sido mínimo, pues realizaban sus actividades dentro de un ciclo natural de
transformación similar al de cualquier especie dentro del medio ambiente. Sin embargo,
el proceso de evolución cultural que desarrolló el ser humano implicó importantes
descubrimientos que definieron el proceso civilizatorio, como la agricultura, la
domesticación y el pastoreo de animales, la capacidad para controlar y utilizar el fuego,
entre otros. Se estima que el impacto significativo de la actividad humana sobre el
equilibrio de la naturaleza comenzó hace unos 70 000 años, cuando el desarrollo cultural
y técnico se aceleró por razones que todavía no están claras, y se volvió dramático desde
hace 11000 años, cuando los humanos se convirtieron en la primera especie animal en
practicar la agricultura.
El rápido avance tecnológico que se generó al terminar la Edad Media (entre los siglos
XV y XVI), y que culminó en la Revolución industrial (durante los siglos XVIII y XIX),
supuso un importante salto en términos de escala e intensidad de los impactos
ambientales. Fue propiamente a partir de la Revolución industrial, con el descubrimiento,
uso y explotación de los combustibles fósiles, que el hombre y la tecnología comenzaron
realmente a cambiar la faz del planeta. Los avances tecnológicos que se han suscitado
a partir de ese periodo han generado grandes cambios sociales, económicos y culturales,
cuyas repercusiones alcanzan hoy en día una escala planetaria. A nivel ambiental, se
generalizaron los procesos de contaminación del aire, el agua y el suelo; aumentó la
generación de residuos, algunos de ellos sumamente tóxicos y dañinos para la vida
humana; se aceleraron los procesos de erosión, deforestación y extracción de agua
potable, y se incrementó el ritmo de explotación de minerales, hidrocarburos y otros
recursos naturales no renovables. Actualmente, la presión sin precedentes a la que ha
sido sometido el medio ambiente a raíz del crecimiento poblacional y el desarrollo
tecnológico ha generado un declive acelerado de su capacidad para sustentar la vida.
Las repercusiones potenciales del cambio climático podrían ser catastróficas, pues
incluyen la reducción de los glaciares, la elevación del nivel de los mares, la modificación
de la distribución de la fauna y flora del planeta, así como la desaparición de especies
animales y vegetales indispensables para la vida del ser humano. La comunidad científica
considera que el aumento de la temperatura terrestre podría generar importantes
Los riesgos ambientales de índole global, así como las grandes desigualdades sociales
que amenazan al planeta plantean nuevos retos a científicos y tecnólogos. Hoy más que
nunca es necesario generar tecnología que beneficie a la humanidad en su conjunto, en
vez de privilegiar el desarrollo de unos cuantos. Se debe procurar, además, que dicha
tecnología sea amigable con el ambiente, que esté disponible para la mayor parte de la
población y que privilegie el uso de energías renovables de bajo costo. Por supuesto que
no todo depende de la innovación y del desarrollo tecnológico. A nivel individual es
necesario que cambiemos nuestras actitudes y desarrollemos pautas de conducta que
reduzcan nuestro impacto sobre el planeta.
Sustentabilidad
Como vimos en los apartados anteriores, la capacidad humana para transformar el medio
ambiente y satisfacer sus necesidades vitales a través del desarrollo científico y
tecnológico ha generado, a lo largo del tiempo, problemas de índole ambiental y social,
algunos de los cuales han puesto en riesgo su propia subsistencia. Lo anterior ha
suscitado diversas aproximaciones teóricas para explicar la relación que hay entre
desarrollo y medio ambiente, con la idea de definir principios que permitan conciliar
ambas nociones. El desarrollo sustentable es un paradigma que nace a partir de esta
preocupación. Durante muchos años, el crecimiento económico -definido como el
aumento continuo de la producción agregada a través del tiempo- se equiparó al
desarrollo. Los países que tenían un mayor ingreso por habitante eran considerados los
más desarrollados, y todos los esfuerzos de las naciones se encaminaban a lograr
aumentos en el Producto lnterno Bruto (PlB).
La idea que prevalecía entre los economistas era que el crecimiento de una economía
podía darse de dos formas: se podía crecer de manera "extensiva", utilizando más
Durante las décadas de los sesenta y setenta, esta concepción comenzó a ser
severamente cuestionada. Algunos economistas llamaron la atención sobre el problema
de la pobreza, el desempleo y la desigualdad que existían en países que registraban
aumentos constantes en el ingreso por habitante.
En efecto, después del gran esfuerzo económico que se llevó a cabo después de la
Segunda Guerra Mundial para estimular el crecimiento, el concepto de desarrollo se
orientó en la búsqueda de crecimiento con equidad. En los países más desarrollados
surgió una preocupación creciente por el uso irracional de los recursos naturales y la
contaminación ambiental provocada por su proceso de crecimiento e industrialización.
En 1972, el informe del Club de Roma concluyó que el capital natural escaseaba y que
la acumulación del capital físico y financiero podría deteriorar aún más el capital natural
existente. A pesar de que algunas predicciones catastrofistas incluidas en este informe
no se cumplieron, su publicación contribuyó a iniciar el debate teórico y político acerca
de las estrategias de desarrollo y a la inclusión del tema ambiental en la conciencia
colectiva de la humanidad.
Por aquel entonces apareció la noción del ecodesarrollo, entendida como el estilo de
desarrollo fundado en las condiciones y potencialidades de los ecosistemas y el manejo
prudente de los recursos económicos.
La adopción de políticas de corte neoliberal durante los años ochenta acentuó los
problemas de desigualdad en los países tercermundistas, dejando una amplia estela de
pobreza, inequidad en la distribución del ingreso y devastación del entorno ecológico
global.
En este contexto, por solicitud del secretario general de la ONU se constituyó la Comisión
Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo para evaluar los avances de los procesos de
degradación ambiental y la eficacia de las políticas instrumentadas para enfrentarlos.
En 1987, la comisión presidida por la primera ministra noruega, Gro Brundtland, publicó
et célebre informe titulado "Nuestro futuro común", también conocido como informe
Brundtland. En éste aparece por primera vez el término de desarrollo sustentable,
definido como aquel que satisface las necesidades de la generación presente, sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades.
El informe de la comisión exhortó a los diferentes países a iniciar una era de desarrollo
económico racional sobre la base de un crecimiento económico sostenido, pero subrayó
la necesidad de preservar y salvaguardar los recursos naturales, otorgando prioridad a la
protección del medio ambiente y a la resolución de los problemas derivados de la pobreza
y el subdesarrollo. La incorporación de la pobreza y la distribución del ingreso (justicia
intratemporal) y de la equidad intergeneracional (justicia inter-temporal) como pitares de
[a nueva propuesta de desarrollo, fue una de las grandes aportaciones del lnforme
Brundtland.