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0102 Leer Con Niños

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Leer con los niños

¿Se puede hablar de prelectura en el hogar?

Indudablemente sí. Los niños desde el año y medio vuelven sus ojos persisten-
temente hacia los mayores para repetir sus acciones y hacia las cosas para descubrir
su sentido: miran, buscan, observan, se interesan, preguntan... Y aunque sea inge-
nuo sospechar que ya su mente se configura con intereses prioritarios y que sus ac -
tos se rigen por sus afectos subconscientes, comienzan a engendrar actitudes prio-
ritarias. No cabe duda de que desde los dos años ya surgen curiosidades, preferen-
cias, intereses, simpatías y antipatías. Ahí surge la posibilidad de despertar su inte-
rés por los libros.

Uno de los recuerdos más interesantes de la infancia, anteriores a los tres años,
suele estar vinculado, además de los juguetes preferidos, a algún obsequio recorda-
do, como puede ser un libro con sonido incorporado o alguna luminosidad, que le ha-
ce al niño sentirse importante. Decirle al niño: “Este libro es tuyo... tuyo… tuyo…” es
importante. Responde a su egocentrismo, a su afán de tener cosas, de dominar. Se
puede hacer con vestidos, con juguetes, con diversos objetos… con libros… Se pue-
de generar unas primerizas actitudes y adhesiones que luego tendrán su importancia
posterior.

No son los contenidos, las letras impresas, lo que surte ese efecto despertador
en los primeros años. Es el libro en su mismo. Su forma, sus gráficos, su proceden-
cia, su materialidad. Incluso los dibujos y los gráficos estimulan la mente y despier-
tan el afecto. Por eso en algunos ambientes tiene tanto éxito el libro de la prelectu-
ra… y las Editoriales saben explotar esos intereses en los ambientes más desarrolla-
dos.

Pero el libro se convierte, antes de que el niño pueda aprender a leer, en elemen-
to de referencia. La madre leyendo cuentos al niño antes o después de llevarlo a la
cama, los hermanos mayores o el padre leyendo algo ante los ojos de los pequeños,
suscitan la tendencia imitativa de los niños, que imitan gestos, posturas, ejercicios.
Son frecuentes esas actividades en el hogar y son fuentes de influencias positivas
para el porvenir.

Por eso bueno aconsejar en los hogares que los niños se alejen un poco de la te-
levisión, aunque sea alimentada con dibujos animados, y se acerque a libros policro-
mados y adaptados para que aprender a mirar, observar, discernir, comentar y tratar
de explicar, en espera de que llegue el momento de la madurez nerviosa para comen-
zar a descifrar las letras.

El recuerdo de los libros familiares en el hogar, libro de fotografías, libro de la fa-


milia, la Biblia o el Evangelio, y sobre todo los libros del niño pequeño en el que
aprender a pasar páginas sin romperlas ni arrugarlas o a escribir en un papel sin que
el lápiz se pase al libro (“niño, en el libro eso de escribir no se hace”) es el primer im-
pulso educativo lector.

El que la madre o el padre lea un cuento cada noche al niño de dos, tres y cuatro
años es un excelente regalo familiar para el pequeño de la casa, por la relación afecti-
va que genera y por las actitudes subconscientes que suscitan. Ese hábito da sereni -
dad, confianza, sentido de protección, alegría, paz, en definitiva apoyo moral, afectivo
y mental.
Incluso el niño llega a declarar algunos de los libros sus favoritos y sabe elegir
los mejores cuentos por los gráficos que los ilustran o los mejores temas, por los re-
cuerdos que de lecturas anteriores les quedan

Después, cuando se crece un poco y se inicia el deletreo y la primera lectura, los


libros se convierten en ayuda imprescindible y crecientemente influyente. Los libros
desde entonces se presentan como compañeros de viaje. Le abren al niño pequeño
las puertas del mundo, alimentan su imaginación y nutren su afectividad. Incremen-
tan su vocabulario y originan sus estructuras verbales con frases y con formas que
luego pasan a su lenguaje natural. Y es él mismo el que interpreta los mensajes es -
critos y se pone en disposición de buscar y de crecer en cultura con los suportes es-
critos

Pero incluso antes de llegar a esa lectura autónoma, los libros tienen una misión
primordial. Escuchando al que sabe leer aprende el niño a diferenciar un tiburón de
una ballena o un lobo, que es feroz, de un cordero, que es manso. Gracias a la lectura
escuchada sabe describir un pirata y un aviador y sabe entender que la cueva es os -
cura y la montaña luminosa porque en ella brilla el sol. Más que por sus contenidos,
por sus historias o diálogos, los libros ayudan a que los niños comprendan mejor
sus propias ideas y sentimientos. A menudo son la mejor forma de entretener al niño
que está nervioso o de encauzar la relación con el adulto, sobre todo si se sabe hilva-
nar los ojos con los oídos y el lector sabe simular sonidos, gestos y posturas.

Todos conocen la influencia en los niños del ejemplo y su tendencia mimética.


Por eso todos han visto a los pequeños "representar" los relatos que han oído y las
actitudes que han escuchado. En esa etapa de la fabulación y del animismo los rela-
tos fantásticos de los muñecos, de los animales y de las figuras móviles se convier-
ten en la mejor fuente de alimentación para su lenguaje y para su imaginación

Por eso leer con los niños y para los niños es uno de los deberes maravillosos
para los adultos, para los padres, para los abuelos, para quienes estén un tiempo co-
mo cuidadores de los mismos. Por supuesto es un tiempo hermoso para los parvulis-
tas y educadores infantiles. Y desde luego es mucho más que un entretenimiento. Es
la principal asignatura escolar. Los pequeños necesitan tiempo para mirar sus libros
a solas, para repasar Esto les hace posible volver a ver las ilustraciones y desarro-
llar el primer hábito lector de la vida.

Por eso en la casa de un niño pequeño nunca debería faltar una biblioteca infantil
de iniciación. Desde ese momento el libro será el mejor amigo del hombre, el mejor
instrumento de desarrollo y de estimulación intelectual y cultural. Cada libro encerra-
rá para el niño el mundo que está más allá de lo que le rodea, pues le llevará a la sel -
va o al desierto, le hará volar y bajar al fondo de la tierra. Leer cosas y hechos al niño
se convertirá así en la más cómoda y fácil actividad para entretenerle instructivamen-
te. Solo hará falta un poco de tiempo y algunas monedas, tanto tiempo y tantas mo -
nedas como uno quiera y pueda emplear.

Y lo más hermoso de ella es que hasta podrá servir para un grupo de niños, co-
mo hace la profesora que lee un cuento y luego comenta ante el grupo de su aula. Y
si lo hace con gestos y con tonalidad vida, será el primer teatro de la vida y por lo
tanto el primer espectáculo cultural al que los pequeños asisten y en donde adquie-
ren los deseos de crecer para luego hacer como hacen los mayores, es decir para
leer el periódico, para leer una carta, para leer los indicadores y los carteles que pue -
blan las calles.

Pedro Chico González

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