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Salud y Drogas 1578-5319: Issn: Jagr@umh - Es

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Salud y drogas

ISSN: 1578-5319
jagr@umh.es
Instituto de Investigación de
Drogodependencias
España

Cortés, M.T.; Espejo, B.; Giménez, J.A.; Luque, L.; Gómez, R.; Motos, P.
CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES
Salud y drogas, vol. 11, núm. 2, 2011, pp. 179-202
Instituto de Investigación de Drogodependencias
Alicante, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83922546005

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Health and Addictions  © Health and Addictions / Salud y Drogas
www.haaj.org ISSN edición impresa: 1578-5319
 ISSN edición electrónica: 1988-205X

CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO


INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE
ADOLESCENTES

Cortés, M.T.1; Espejo, B.1; Giménez, J.A.1; Luque, L.2; Gómez, R.2;
Motos, P.1
1
Departamento de Psicología Básica. Facultad de Psicología. Universitat de
València.
2
Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).

(Received/Recibido: 10/10/2011 Accepted/Aceptado: 05/12/2011)

RESUMEN

Objetivos y método
En este trabajo se evalúan diferentes determinantes cognitivos que
llevan a 136 estudiantes de enseñanza secundaria (Media=16.6 años;
d.t.=1.17 años) a realizar un consumo intensivo de alcohol (>60 g. varo-
nes y >40 g. mujeres, en 2 horas), utilizando como marco de referencia la
Teoría del Comportamiento Planificado (Ajzen, 1985).
Resultados
En líneas generales, se aprecia una sobreestimación de consecuencias
positivas derivadas de este consumo unido a una infravaloración del de-
terioro psicosocial. También destaca la falsa percepción de control sobre la
conducta, a pesar de llegar a reconocer su incapacidad para manejarla en
situaciones puntuales, y el influjo intermedio que ejerce la presión social.

Correspondencia
Maite Cortés Tomás
Departamento de Psicología Básica
Facultad de Psicología
Avda. Blasco Ibáñez, 21
46010 Valencia
Maria.T.Cortes@uv.es

Health and Addictions / Salud y Drogas 2011, Vol. 11, nº 2, pp. 179-202 179
CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

Discusión
Estos resultados plantean la necesidad de una intervención motiva-
cional centrada en técnicas de aumento de concienciación, reevaluación
ambiental y autoreevaluación, con el objetivo principal de incrementar el
nivel de conciencia sobre los riesgos y consecuencias que pueden derivar
de este patrón de consumo.
Palabras clave: Teoría Comportamiento Planificado; Consumo Intensi-
vo de Alcohol; Binge Drinking; Adolescentes

ABSTRACT

Objectives and method


In this study some different cognitive determinats that lead 136 school
students (Media=16.6 años; d.t.=1.17 años) to perfom intensive alcohol
consumption (>60 g males and >40 g. females, in 2 hours) are held taking
as a model the Theory of Planned Behavior (Ajzen, 1985).
Results
In general, an overestimation of positive consequences arising from
this consumption coupled with an underestimation of psychosocial im-
pairment is registered. It also highlights the false perception of control
over behavior, although come to recognize their inability to handle spe-
cific situations, and the influence exerted through social pressure.
Discussion
These results suggest that focused motivational intervention techniques
to increase awareness, environmental reevaluation, autoreevaluation are
needed. The aim is to increase the level of awareness of the risks and con-
sequences that may arise from the consumption pattern.
Keywords: Planned Behavior Theory, Heavy drinking, Binge Drinking,
Adolescent

INTRODUCCIÓN

En las últimas décadas se está produciendo una homogeneización en


toda Europa en el modo de consumir alcohol por parte de los jóvenes,
siendo cada vez más frecuente la ingesta temprana de cantidades ele-

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CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES

vadas de alcohol, realizada durante pocas horas, principalmente en mo-


mentos de ocio de fin de semana, con algún grado de pérdida de control
y con períodos de abstinencia entre episodios (Anderson y Baumberg,
2006; Bloomfield, Stockwell, Gmel y Rehm, 2003; Calafat, 2007; Cortés,
Espejo y Giménez, 2007, 2008; Espada, Méndez e Hidalgo, 2000; Farke
y Anderson, 2007; Institute of Alcohol Studies, 2007; Kuntsche, Rehm y
Gmel, 2004; OED, 2007). Este patrón de consumo ha sido denominado
en la literatura anglosajona binge drinking y como criterio más aceptado
supone beber, al menos una vez al mes, 5 o más UBEs los varones (en Es-
paña la Unidad de Bebida Estándar = 10gr de alcohol que equivale a una
cerveza o medio whisky) y 4 ó más las mujeres, durante un intervalo de
2 horas (NIAAA, 2004). Concretamente, uno de cada seis adolescentes de
15 a 16 años (18%) afirman haber incurrido en un episodio de consumo
intensivo (CI), atracón o binge drinking tres o más veces durante el último
mes, porcentaje que se incrementa entre jóvenes de 24 años (de ellos un
22% lo realizan una vez por semana) (Anderson y Baumberg, 2006; Hi-
bell, et al., 2007).
Datos similares se obtienen al evaluar a estudiantes españoles de ense-
ñanzas secundarias de 14 a 18 años (OED, 2009). En este caso se observa
una estabilización desde 1994 en el número de consumidores, aunque
estos realizan consumos de mayores cantidades de alcohol, tal como lo
demuestra el incremento del porcentaje de borracheras registradas (un
49.6% manifiesta haberse emborrachado en los últimos 30 días en 2008
frente a un 21.7% en 1994). En cuanto al indicador de consumos en atra-
cón, el 41.4% de los estudiantes que habían consumido bebidas alcohóli-
cas en los últimos 30 días (38.3% chicas y 44.7% chicos) había ingerido al
menos una vez durante ese período 5 ó más consumiciones y el 15.2% lo
había hecho más de 4 veces durante el último mes. Puede concluirse que,
para un considerable sector de la juventud, el beber se ha convertido en
una búsqueda rápida del fin último de la embriaguez.
Son varios los estudios que revelan que el CI de alcohol durante la
adolescencia puede alterar el desarrollo del cerebro en proceso de ma-
duración, repercutiendo tanto a nivel psicológico como comportamen-
tal (Spear, 2002; Tapert, 2007; Winters, 2004). Además, las alteraciones
estructurales producidas en diferentes áreas, como el hipocampo o los
lóbulos frontales permiten entender la presencia frecuente de lagunas de
memoria, el enlentecimiento en el procesamiento de la información o la

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

mayor dificultad que muestran estos jóvenes para fijar su atención en ta-
reas concretas (Brown, Tapert, Granholm y Delis, 2000; Cadaveira, 2009;
DeBellis et al., 2000).
Puede decirse que el CI de alcohol interfiere en el desarrollo de ca-
pacidades básicas y esenciales que se adquieren durante esta etapa: el
pensamiento abstracto, la lógica preposicional (capacidad para formar
hipótesis y considerar posibles soluciones) y la metacognición (la capa-
cidad de percibir y analizar los propios procesos de pensamiento). Todas
estas capacidades son esenciales para el logro de objetivos propios de
esta etapa como la planificación del futuro profesional o la consolidación
de un grupo de referencia reforzante a medio y largo plazo (Fernández,
Calafat y Juan, 2004). A todo ello hay que unir la frecuente asociación
que se establece entre este tipo de consumo y accidentes de tráfico, con-
flictos de trabajo, enfermedades de transmisión sexual, actividades de
riesgo, infracciones, problemas con la policía, peleas, urgencias médicas
e ingresos hospitalarios, entre otros (Anderson y Baumberg, 2006; Brown
y D’Amico, 2000; Farke y Anderson, 2007; Navarrete, 2004; OED, 2009;
O’Malley, Johnston, y Bachman, 1998; Rodríguez-Martos, 2007; Room,
Babor y Rehm, 2005; Wechsler, Davenport, Dowdall, Moeykens y Casti-
llo, 1994; WHO, 2007).
Basándose en todos estos conocimientos diferentes organismos inter-
nacionales, entre los que se incluye la OMS, han solicitado que las ad-
ministraciones elaboren, apliquen y evalúen estrategias y programas efi-
caces para reducir las consecuencias sanitarias y sociales negativas del
consumo nocivo de alcohol en atracón que realizan los jóvenes (Comisión
Clínica PNSD, 2007). Pero para poder planificar cualquier intervención
se requiere de un conocimiento detallado y comprehensivo de todos los
aspectos relacionados con la población sobre la que se quiere actuar.
Al revisar lo que se conoce hasta el momento sobre los consumidores
jóvenes que realizan CI se aprecian claras deficiencias. Los estudios se
han centrado en analizar principalmente el patrón de consumo que rea-
lizan (cantidad consumida, tipo de alcohol, frecuencia, borrachera…) de-
jando en un lugar secundario el interés por los determinantes de esta con-
ducta. Al respecto tan sólo se dispone de investigación realizada en otros
países a partir de la cual poder formarse una primera impresión (Collins
y Carey, 2007; Collins, Koutsky, Morsheimer y MacLean, 2001; Courtney
y Polich, 2009; Fillmore, Ostling, Martin y Kelly, 2009), pero que debido a

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CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES

las diferencias culturales y educativas existentes, debe tomarse con mu-


cha cautela. En España, la investigación sobre determinantes del CI de
alcohol en jóvenes, además de ser escasa, se limita a jóvenes que consu-
men de esta manera durante el botellón (Baigorri et al., 2003; Cortés et al.,
2007, 2008; Cortés, Espejo, Martín y Gómez, 2010; Navarrete, 2004). En
estos estudios se concluye que entre los motivos más aludidos para dar
cuenta de esta conducta aparecen principalmente aspectos relacionados
con la facilitación de la socialización (la diversión, el estar con los amigos,
la mejora de las relaciones con otros), destacando entre los adolescentes la
presión de grupo, el no quedarse sólo en casa o el poder hacer cosas que
de otra manera no harían.
En cuanto a los efectos que esperan obtener por realizar un consumo
de este tipo destacan principalmente las sensaciones agradables propias
de un consumo moderado de alcohol, lo que no se corresponde con la
realidad de su ingesta. El efecto más esperado, independientemente de
la edad, es obtener un cambio en la relación con los demás -sentirse más
hablador- y un estado de ánimo más alto -estar eufórico-. Por su parte,
los adolescentes creen en mayor medida que el consumo de alcohol les
permitirá: sentirse mejor; confiar más en sí mismos y asumir más riesgos.
En líneas generales, parece ser que los adolescentes esperan mejorar al-
gunas carencias personales.
Algo similar ocurre al evaluar qué opinan acerca de las consecuencias
psicosociales que pueden derivar de su ingesta. En este caso, destaca su
escasa conciencia sobre la alteración que puede producirse en el rendi-
miento escolar -nivel de concentración, recuerdo, atención...- o la mayor
probabilidad de verse envueltos en altercados sociales -peleas, discusio-
nes…- debido a la merma del proceso de toma de decisiones.
Pero, aunque ya se dispone de algunos resultados relacionados con los
determinantes cognitivos se echa en falta, tal como reconocen algunos in-
vestigadores (Oei y Morawska, 2004), un análisis más riguroso que parta
de una base teórica sólida. En los tres estudios enunciados anteriormente
la evaluación cognitiva se ha centrado en una recopilación de motivos,
efectos esperados y creencias fruto de una revisión bibliográfica exhausti-
va, pero sin tomar en consideración ninguno de los marcos teóricos exis-
tentes.
La Teoría del Comportamiento Planificado (Azjen, 1985, 1987, 1988,
1991) destaca entre los modelos psicológicos que permiten explorar los

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

determinantes cognitivos de la conducta. Además, ha sido ampliamente


probada y utilizada en el área de las conductas adictivas y concretamen-
te en el estudio del consumo de alcohol por parte de jóvenes (Adams,
Evans, Shreffler, y Beam, 2006; Collins y Carey, 2007; Conner, Warren,
Close y Sparks, 1999; Hassan y Shiu, 2007; Norman, Armitage y Quigley,
2007; O›Callaghan, Chant, Callan y Baglioni, 1996; Wall, Hinson, y Mc-
Kee, 1998). Pese a que es escasa la aplicación del planteamiento en su
totalidad (ver gráfico 1), la evaluación que se ha realizado de algunas de
sus variables ha permitido obtener información general sobre las caracte-
rísticas que mejor definen a un CI. Los diferentes estudios realizados (Jo-
hnston y White, 2003; Norman, Bennett y Lewis, 1998; Norman y Conner,
2006; O›Callaghan et al., 1996; Turrisi, 1999), destacan la actitud positiva
que muestran estos jóvenes hacia este patrón conductual, el sentirse más
presionados a nivel social para realizar este tipo de consumo o la relación
inversa que aparece entre su percepción de control y el CI que realizan.
A pesar de ello todavía no se dispone de información sobre las creencias
(conductuales, normativas y de control) que fundamentan la realización
de esta conducta, motivo por el cual se insiste en la necesidad de evaluar
la totalidad de los determinantes propuestos en este marco teórico.

Gráfico 1. Teoría de la Conducta Planificada (Ajzen, 1985, 1991, 2001).

El interés central de este trabajo se focaliza en el análisis de los factores


cognitivos, motivacionales y conductuales que propician que los jóvenes
realicen un consumo de alcohol en forma de CI o atracón basándose para
ello en el planteamiento completo de la Teoría de la Conducta Planifi-

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cada de Ajzen. Tras revisar en la literatura las creencias que subyacen a


este tipo de conducta y siguiendo las recomendaciones de Ajzen para
su evaluación (Ajzen, 2006) se ha elaborado un instrumento que permite
estudiar todas las dimensiones de este planteamiento teórico. En este tra-
bajo, una vez analizadas las propiedades psicométricas del instrumento
diseñado (Espejo et al., en prensa), se realiza una descripción de los prin-
cipales determinantes cognitivos que se encuentran a la base del CI. La
evaluación de todos estos factores, en tanto que determinantes directos
de la intención de ejecutar o no la conducta, supone una información útil
destinada a diseñar actuaciones de intervención/formación dirigidas a
modificar este patrón de ingesta juvenil.

MÉTODO

Participantes
La muestra total la componen 136 estudiantes españoles de enseñan-
za secundaria con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años (Me-
dia=16.6 años; d.t.=1.17 años). El 60.9% varones (n=82) y el 39.7% mujeres
(n=54). El 72.1% (n=98) realiza un consumo intensivo de alcohol, el 21.3%
(n=29) consume alcohol sin llegar a hacerlo en forma de atracón, y el 6.6%
(n=9) no consume alcohol.

Instrumentos
Se ha elaborado una encuesta ad hoc siguiendo las directrices formu-
ladas por Icek Ajzen (2006) para evaluar los determinantes cognitivos
que influyen en la realización de un consumo intensivo de alcohol. Los
análisis realizados sobre los ítems del cuestionario piloto han permitido
concretar el instrumento definitivo (Espejo et al., en prensa), el cual ha
quedado integrado por 25 ítems que evalúan las consecuencias que los
jóvenes esperan encontrar al realizar un consumo de este tipo (ICC), 4
ítems que reflejan lo que el joven cree que opina la gente que le rodea
respecto a que él realice ese tipo de consumo (ICN) y 6 ítems que mues-
tran las habilidades o recursos de los que cree disponer para realizar o no
la conducta de consumo intensivo (ICCT). Todas estas creencias se han
medido a partir de una escala tipo Likert de 7 puntos bipolar (desde -3=
muy en desacuerdo, hasta +3= muy acuerdo).

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

Además, se han confeccionado ítems paralelos a cada una de estas


creencias enunciadas para evaluar el nivel de importancia que el joven
asigna a cada una de ellas. Estos ítems de evaluación (ECC, MC, FP, res-
pectivamente) se han medido, tal como propone Ajzen, mediante una
escala tipo Likert de 7 puntos unipolar (1= muy poca importancia a 7=
máxima importancia).
Para analizar la Actitud hacia esta conducta se ha construido un diferencial
semántico de Osgood de 7 ítems. La Norma Subjetiva (NS) se ha evaluado
con 3 ítems con escala de respuesta tipo Likert de 7 puntos, que reflejan la
opinión general que el joven cree que tiene la mayor parte de la gente que le
rodea sobre la realización de este tipo de ingesta (INS) y por un número de
ítems equivalente que dan cuenta de la importancia que tiene para él que se
piense esto sobre su conducta (MNS). La escala de medición de estos ítems
de evaluación ha sido, al igual que en los casos anteriores, de tipo Likert con
7 anclajes (1= muy poca importancia a 7= máxima importancia).
El Control Percibido (CP) que el joven cree tener sobre la realización de
un consumo intensivo se ha evaluado mediante 4 ítems, mientras que la
Intención (I) que muestra sobre la probabilidad de realizar la conducta
en los próximos seis meses se ha medido con 3 ítems. En ambos casos
se ha utilizado una escala tipo Likert de 7 puntos, desde -3 (muy en des-
acuerdo) hasta +3 (muy acuerdo). Tan sólo uno de los ítems de la escala
Intención se evalúa con una escala de 5 anclajes (1=nunca a 5=siempre).
Para facilitar la interpretación de los datos obtenidos, todas las escalas me-
didas desde -3 a +3 se han transformado posteriormente en escalas de 1 a 7.
La cantidad de alcohol consumida se ha medido calculando los gramos de
alcohol ingeridos en una ocasión de consumo, sirviéndose para ello del nú-
mero de consumiciones y de la graduación de la bebida alcohólica ingerida.
A partir de los gramos calculados y siguiendo los criterios del NIAAA
se ha operacionalizado la variable “Consumo Intensivo” clasificando a
los jóvenes en dos grupos: “1. Sí realiza este tipo de consumo” y “2. No
realiza este tipo de consumo”.

Procedimiento
El cuestionario ha sido cumplimentado individualmente, de manera
anónima y voluntaria por cada estudiante en las aulas del centro escolar y
en horario docente, estando presente siempre algún miembro del equipo
investigador.

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Análisis de datos
En el presente trabajo se evalúan posibles diferencias entre los deter-
minantes cognitivos (creencias conductuales, de control y normativas,
actitud, control percibido e intención de realizar consumos intensivos en
el futuro) entre quienes realizan CI y quienes consumen alcohol pero no
llegan a beber de ese modo. Para ello se realizan pruebas de diferencias
de medias (t de Student para muestras independientes). Por otra parte,
se calculan estadísticos descriptivos para los gramos de alcohol consumi-
dos, en función del sexo y de si realizan o no CI. Además, se contrasta si
existen diferencias significativas en los gramos consumidos en función
del sexo, para el grupo de consumidores intensivos.
En todos los casos se utiliza el paquete estadístico SPSS 17.0 para Win-
dows.

RESULTADOS

Seguidamente se detallan los resultados obtenidos agrupándolos en las


dimensiones que la Teoría de la Conducta Planificada de Ajzen (1985,
1987, 1988, 1991) considera como determinantes directos o indirectos de
la conducta evaluada.

Creencias conductuales: intensidad (ICC) y evaluación (ECC)


En la tabla 1 se presentan las medias de los ítems referidos a la inten-
sidad de las creencias conductuales (ICC) y las evaluaciones subjetivas
correspondientes (ECC).

Tabla 1. Creencias conductuales y sus evaluaciones en función del CI de alcohol o no, y pruebas t.

CI de CI de
Media t Media t
alcohol alcohol
SI 4.68 SI 5.35
ICC01- sentirse más confiado 1.29 ECC01 0.85
NO 4.28 NO 5.07
SI 4.15 SI 5.25
ICC02- sentirse más seguro 0.59 ECC02 0.85
NO 3.93 NO 4.97
SI 4.25 SI 4.57
ICC04- olvidarse de miedos 1.18 ECC04 -0.05
NO 3.79 NO 4.59

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

CI de CI de
Media t Media t
alcohol alcohol
SI 4.64 SI 4.82
ICC05- sentirse más sociable 1.13 ECC05 0.20
NO 4.21 NO 4.76
SI 4.90 SI 4.66
ICC06- superar la timidez 0.29 ECC06 -0.30
NO 4.79 NO 4.76
SI 4.95 SI 4.58
ICC07- perder la vergüenza 0.16 ECC07 -1.79
NO 4.89 NO 5.17
SI 4.68 SI 5.59
ICC09- sentirse más feliz 1.69 ECC09 1.67
NO 4.18 NO 5.07
SI 4.59 SI 4.47
ICC10- sentir emociones nuevas -0.29 ECC10 1.47
NO 4.68 NO 3.97
SI 4.75 SI 4.54
ICC12- alcanzar el puntillo 1.24 ECC12 1.80
NO 4.36 NO 3.90
SI 5.18 SI 4.33
ICC13- volverse más hablador 0.82 ECC13 0.32
NO 4.93 NO 4.21
SI 3.81 SI 3.26
ICC14- sentirse más poderoso -0.92 ECC14 -0.13
NO 4.14 NO 3.31
ICC15- sentirse más integrado en SI 4.01 SI 4.74
0.45 ECC15 0.57
el grupo de amigos NO 3.86 NO 4.55
ICC16- estar más a gusto con SI 4.56 SI 5.10
0.85 ECC16 0.85
amigos NO 4.34 NO 4.82
SI 4.59 SI 4.67
ICC18- ser más cariñoso 0.93 ECC18 1.12
NO 4.24 NO 4.28
SI 4.00 SI 4.27
ICC19- sentirse más sensual -0.96 ECC19 1.60
NO 4.38 NO 3.66
ICC21- relaciones sexuales más SI 3.75 SI 4.93
-0.45 ECC21 2.30*
fáciles y agradables NO 3.93 NO 3.96
SI 4.36 SI 4.00
ICC23- volverse más creativo 0.38 ECC23 0.67
NO 4.24 NO 3.72
ICC24- para pasarlo bien en una SI 3.52 SI 5.60
1.50 ECC24 1.85
fiesta NO 2.93 NO 5.07
SI 3.73 SI 4.65
ICC33- aguantar toda la fiesta 1.25 ECC33 3.50**
NO 3.24 NO 3.45
SI 4.58 SI 5.15
ICC36- mejorar estado ánimo 2.11* ECC36 2.86**
NO 3.93 NO 4.29

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CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES

CI de CI de
Media t Media t
alcohol alcohol
ICC27- volverse grosero, o des- SI 4.44 SI 3.66
-0.85 ECC27- -1.94**
agradable NO 4.74 NO 4.46
SI 3.24 SI 4.32
ICC29- asumir más riesgos -0.34 ECC29- -0.07
NO 3.36 NO 4.34
ICC31- …verse envuelto en SI 4.58 SI 3.51
-0.41 ECC31- -3.10**
peleas, riñas, etc. NO 4.74 NO 4.92
SI 3.85 SI 5.22
ICC34- generar problemas -0.76 ECC34- -0.89
NO 4.14 NO 5.54
ICC41- generar mala relación con SI 4.07 SI 5.44
-1.01 ECC41- -1.10
los que me rodean NO 4.44 NO 5.88
* p<0.05; ** p<0.01 (Las consecuencias negativas se representan en cursiva)

Se observan claramente dos tipos de creencias. Por una parte las que
hacen referencia a consecuencias positivas derivadas del consumo y por
otra parte las que evidencian consecuencias de carácter negativo. En el
primero de los casos, tan sólo se aprecian diferencias significativas entre
el grupo de jóvenes que realizan CI y el de jóvenes que no llegan a ese
nivel de consumo en una de estas creencias evaluadas, siendo los consu-
midores intensivos los que consideran que es más probable que mejore su
estado de ánimo (ICC36) al realizar este tipo de consumo.
En el resto de creencias conductuales de carácter positivo, aunque no se
aprecien diferencias entre ambos grupos, suelen ser los CI los que presentan
puntuaciones algo más elevadas, destacando entre ellas las que asocian este
patrón de consumo de alcohol con tener mayor facilidad de palabra (ICC13),
perder la vergüenza (ICC07), superar la timidez (ICC06), llegar a alcanzar el
puntillo (ICC12), sentirse más confiado (ICC01) o más feliz (ICC09). Si bien,
al revisar el nivel de importancia que le atribuyen a cada una de estas creen-
cias se observa un mayor peso de aspectos de mejora personal como sentirse
más feliz (ECC09) o más confiado en uno mismo (ECC01).
La mayoría de las evaluaciones que se realizan acerca del nivel de im-
portancia de estas consecuencias (ECC) son superiores a la media pero
sin alcanzar una significación estadística. Los CI únicamente manifiestan
en mayor medida que los consumidores moderados que es más relevante
conseguir mejorar el estado de ánimo (ECC36), poder aguantar toda la
fiesta (ECC33) y poder tener relaciones sexuales con más facilidad y más
agradables (ECC21).

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

Llama la atención que la evaluación más elevada se obtenga en el ítem


que refleja la importancia de pasarlo bien en una fiesta (ECC24), a pesar
de ser el menos valorado entre las consecuencias esperables.
Entre las creencias que presentan consecuencias negativas se invierte
tanto la probabilidad como la importancia que les atribuyen los jóvenes
que realizan CI respecto a aquellos que no lo hacen. En este caso son los
jóvenes que no llegan al CI los que valoran en mayor medida la impor-
tancia que se le atribuye a verse envuelto en peleas riñas (ECC31) o ser
grosero con la gente (ECC27).

Creencias Normativas: intensidad y motivación para cumplir


Entre los referentes que se considera con mayor peso a la hora de in-
fluir en la decisión que adopta el joven (tabla 2) destacan a favor del CI
principalmente sus amigos (ICN03) y en contra de ese patrón de ingesta
los padres (ICN01). Al observar el peso que le atribuyen a la opinión de
ambos colectivos destaca en mayor medida los padres (MC01) frente a
los amigos (MC03). Es importante mencionar que todos los jóvenes, in-
dependientemente de la intensidad del consumo que realizan, atribuyen
un nivel de importancia similar a todos estos referentes.

Tabla 2. Creencias normativas (ICN) y sus evaluaciones (MC) en función del CI o no, y pruebas t.

CI de CI de
Media t Media t
alcohol alcohol

ICN01- Mis padres piensan que SI 1,84 SI 4,91


-0,53 MC01 -0,59
debo realizar un CI NO 2,00 NO 5,10

ICN03- A mis amigos les parece SI 4,17 SI 4,08


0,21 MC03 1,63
bien que lo haga NO 4,10 NO 3,48

ICN04- Mi mejor amigo piensa SI 3,72 SI 4,67


-0,20 MC04 0,54
que es una buena idea NO 3,79 NO 4,48

ICN05- A mi pareja le parece SI 3,59 SI 4,77


0,18 MC05 1,11
bien NO 3,55 NO 4,31

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CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES

Creencias de Control: intensidad y fuerza


Las dos situaciones en las que se reconoce una mayor pérdida de control
en el consumo de alcohol son las relacionadas con el botellón (ICCT09) y
con cualquier celebración (ICCT10), siendo además estas dos situaciones
las mejor valoradas por estos jóvenes (tabla 3). Además es el colectivo de
CI el que reconoce en mayor medida perder el control en situaciones en
las que en principio no estaba previsto el consumo.

Tabla 3. Creencias de control (ICCT) y sus evaluaciones (FP) en función del CI de alcohol o no, y
pruebas t.

CI de CI de
Media t Media t
alcohol alcohol

ICCT01- Me cuesta evitar un CI SI 4,13 SI 3,72


1,27 FP01 -0,11
cuando salgo de fiesta NO 3,62 NO 3,76
ICCT03- Me resulta fácil beber SI 4,33 SI 3,97
más de 4 consumiciones 1,38 FP03 1,89
seguidas NO 3,82 NO 3,31
ICCT04- Es probable que haga SI 4,63 SI 3,55
CI en situaciones que no tenía 2,09* FP04 -1,59
previstas NO 3,90 NO 4,07

ICCT05- Es fácil evitar situacio- SI 3,35 SI 4,06


1,28 FP05 1,73
nes de CI NO 2,93 NO 3,48

ICCT09- El botellón me facilita SI 5,77 SI 4,35


0,58 FP09 2,54*
hacer un CI NO 5,62 NO 3,48
ICCT10- Cuando estoy celebran- SI 5,36 SI 4,71
do algo me resulta fácil hacer 1,24 FP10 1,07
un CI NO 5,00 NO 4,34
*p<0.05; **p<0.01

Actitud hacia la conducta


Llama la atención que todos los jóvenes consideren que se trata de una
conducta más cercana a lo poco saludable, perjudicial, mala e insegura,
aunque se observa una tendencia menos clara entre los consumidores in-
tensivos (tabla 4). A pesar de ello son estos mismos jóvenes los que califi-
can esta práctica como más agradable y deseable.

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

Tabla 4. Actitudes hacia la conducta en función del CI de alcohol o no, y pruebas t.

CI de alcohol Media t
SI 5,27
Saludable a insalubre -0,78
NO 5,55

Beneficioso a SI 5,14
-0,96
perjudicial NO 5,45
SI 4,99
Bueno a malo -0,03
NO 5,00
SI 4,78
Seguro a inseguro -0,80
NO 5,03

Satisfactorio a SI 3,59
-1,11
insatisfactorio NO 3,93
SI 3,50
Deseable a indeseable -2,91**
NO 4,34

Agradable a poco SI 2,91


-2,70**
agradable NO 3,59
*p<0.05; **p<0.01

Norma Subjetiva
En cuanto al constructo “Norma subjetiva”, los datos que se presentan
en la tabla 5 muestran que no existen diferencias estadísticamente signi-
ficativas entre los CI y los no CI. Esto incluye la creencia se espera de mí
que realice un consumo concentrado (INS05).

Tabla 5. Norma Subjetiva (INS y MNS) en función del CI de alcohol o no, y pruebas t.

CI de CI de
Media t Media t
alcohol alcohol
INS01- La mayoría de las SI 3,37 SI 5,19
personas importantes para mí 0,79 MNS01 1,09
están de acuerdo … NO 3,10 NO 4,82

INS05- Se espera de mí que SI 2,95 SI 3,51


-0,34 MNS05 -0,35
realice… NO 3,07 NO 3,62
INS06- La gente que es SI 1,92 SI 3,51
importante para mí quiere -1,73 MNS05 -0,35
que … NO 2,57 NO 3,62

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CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES

Control Percibido
En cuanto al constructo teórico “Control percibido”, no se encuentran
diferencias estadísticamente significativas, tal como lo indican los resul-
tados de la tabla 6. Ambos colectivos creen disponer de un nivel similar
de control sobre la conducta que realizan, a pesar de que unos realizan
CI y los otros no.

Tabla 6. Actitudes hacia la conducta y control percibido (CP) en función del CI de alcohol o no, y
pruebas t.

CI de alcohol Media t
SI 5,96
CP03- La decisión … sólo depende de mí 1,30
NO 5,54
SI 5,55
CP04- Mantenerme o no … está bajo mi control -0,22
NO 5,62

CP05- Si me lo propongo puedo mantenerme SI 5,61


0,29
por debajo…sin ningún problema NO 5,52

CP06- Yo decido si quiero o no … y nada me SI 5,88


1,81
influye en mantener esa decisión NO 5,24

Intención
Finalmente, se compararon las Intenciones conductuales entre los gru-
pos de consumidores que no llegan al CI y quienes realizan CI. En todos
los casos (tabla 7), son los CI los que muestran una intención más clara de
realizar este patrón de consumo en los próximos meses, incluso superan-
do contratiempos que pueden surgir en algún momento.

Tabla 7. Intención hacia la conducta (I) en función del CI de alcohol o no, y pruebas t.

CI de alcohol Media t

I1- Es muy probable que realice CI en los próxi- SI 5,98


2,73**
mos 6 meses NO 5,21
SI 3,19
I2- ¿Con qué regularidad piensas hacer CI? 3,45**
NO 2,62

I3- Aunque surja un contratiempo, es probable SI 5,18


2,22**
que realice CI NO 4,45

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Conducta (gramos de alcohol consumidos)


En la tabla 8 se observa cómo los jóvenes que realizan CI, tanto varones
como mujeres, superan claramente los límites que marcan la realización
de un consumo de este tipo (varones: 6 UBEs o 60 gramos y mujeres: 4
UBEs o 40 gramos), llegando a duplicar la cantidad en el caso de las mu-
jeres. Al comparar el nivel de consumo medio de varones y mujeres no
se obtienen diferencias significativas entre ellos (t63,603= ,511, p=,611), lo
que permite afirmar que realizan un consumo de cantidades similares de
alcohol. Si bien es importante advertir la mayor variabilidad o dispersión
que muestra el consumo en mujeres.

Tabla 8. Estadísticos de los gramos de alcohol consumidos en función del tipo de consumo y sexo
de los entrevistados.

Percen- Media- Percentil Míni- Máxi-


CI N Media d.t. Moda
til 25 na 75 mo mo
SI 57 90,00 28.61 60 80 110 60 60 160
Hombres
NO 22 34,09 11,82 20 40 40 40 20 50
SI 41 85,98 44,22 50 75 110 40 40 180
Mujeres
NO 7 23,57 6,27 20 20 30 20 20 35

Concretamente, al analizar con mayor detalle estos consumos (gráfico


2) se aprecia que en todos los casos hay mayor número de consumidores
varones en los diferentes intervalos establecidos de CI, si bien esta dis-
tribución se invierte cuando se consideran los consumos más extremos.
Mientras que en las mujeres se observa mayor número de CI en el inter-
valo 40-60 y en el intervalo más extremo, entre los varones la tendencia es
al descenso progresivo conforme se incrementa el consumo. A pesar de
todo ello en ambos casos la mayor parte de jóvenes se sitúan en los con-
sumos más reducidos de su categoría (40 g. para ellas y 60 g. para ellos).

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CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES

Gráfico 2: Agrupación de los CI en función del nivel de consumo y sexo.

DISCUSIÓN

Tal como se advierte en diferentes fuentes documentales (Anderson y


Baumberg, 2006; Hibell et al., 2007; IAS, 2007; OED, 2009) en este estudio
nuevamente se constata que el CI constituye el patrón de consumo carac-
terístico entre los jóvenes, superándose con creces los niveles mínimos
que definen lo que se considera un consumo en atracón, intensivo o Binge
Drinking. Además, también se confirma otra de las tendencias destaca-
da en la última encuesta epidemiológica realizada en nuestro país con
jóvenes entre 14 y 18 años (OED, 2009) referida a la equiparación en las
cantidades de alcohol que llegan a consumir chicos y chicas.
Al evaluar los determinantes cognitivos, puede concluirse que en líneas
generales los CI aluden en mayor medida a consecuencias relacionadas
con la mejora social o sociabilidad (más hablador, perder la vergüenza,
ayudar a relacionarse con los demás), el conseguir un estado de ánimo po-
sitivo (sentirse más feliz, mejorar el estado de ánimo) e incrementar el nivel
de autoconfianza (sentirse más confiado, más seguro de sí mismo). En un
segundo plano queda la afectividad interpersonal (llegar a ser más cariño-
so, más sensual o poder entablar relaciones sexuales con mayor facilidad).
Al comparar estos resultados con los obtenidos en otros estudios en los
que el CI se realiza dentro del botellón (Calafat, 2007; Cortés et al., 2007,
2008; GiesyT, 2001; Navarrete, 2004) se puede afirmar que, con indepen-

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

dencia del modo en el que los jóvenes realizan este consumo -asociado
al botellón o no-, en todos los casos esperan obtener efectos parecidos. El
problema deriva en que estos efectos sólo se obtienen cuando se realizan
consumos de cantidades de alcohol reducidas, nunca cuando se consume
en las cantidades en las que lo hacen estos jóvenes. Es por ello impor-
tante trabajar en este colectivo estas creencias distorsionadas, ya que las
mantienen al mismo nivel que los jóvenes consumidores que no llegan a
un CI, los cuales efectivamente pueden experimentarlas. En este caso, el
que no se muestren diferencias significativas entre los dos colectivos de
jóvenes consumidores refleja precisamente el nivel de distorsión de los CI
entre los efectos esperados y los alcanzados con sus niveles de consumo.
En este sentido, sería adecuado mostrarles los efectos reales de este con-
sumo, tratando de ajustar sus expectativas ante el mismo.
Destaca también la importancia que para los consumidores en atracón
tiene el pasarlo bien en una fiesta o el poder aguantar durante la misma.
Si bien, parece que se trate de consecuencias más ajustadas a la realidad,
ya que aunque es importante para ellos su consecución al mismo tiempo
reconocen que es poco probable que puedan alcanzarlas consumiendo
como lo hacen.
Al evaluar qué opinan los jóvenes que realizan CI acerca de las conse-
cuencias psicosociales llama la atención que no le den una mayor impor-
tancia a verse envueltos en altercados como peleas, discusiones, etc., a
pesar de que este tipo de consecuencias han sido demostradas desde hace
tiempo a nivel empírico (Gmel, Rehm y Kintsche, 2003; Weschler et al.,
1994). Esto evidencia la necesidad de incrementar el nivel de conciencia
de este colectivo sobre este tipo de consecuencias.
Así pues, con los consumidores intensivos tan importante va a resultar
ajustar las creencias distorsionadas sobre consecuencias positivas que es-
peran alcanzar realizando este tipo de consumo, como incrementar el nivel
de conciencia de las consecuencias negativas que tienden a infravalorar.
Al tratar de evaluar hasta qué punto la presión social influye en la rea-
lización de este patrón de consumo se observa cómo las opiniones de
todos los jóvenes, independientemente de su nivel de consumo, se sitúan
en un punto intermedio o neutro (muy cercanas a la media). Esto permite
cuestionar que se trate de uno de los determinantes relevantes en la rea-
lización de esta conducta, no considerándose por este motivo uno de los
objetivos principales en el diseño de cualquier intervención.

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CREENCIAS ASOCIADAS AL CONSUMO INTENSIVO DE ALCOHOL ENTRE ADOLESCENTES

Otro de los aspectos a trabajar con los CI es su falsa percepción de con-


trol, al considerar, al mismo nivel que los consumidores que no llegan a
este nivel de consumo, que pueden detener o manejar su ingesta cuando
quieran. De este modo obvian que están realizando consumos de una
sustancia con propiedades adictivas, lo que va a condicionar su vincu-
lación con la misma. En este caso, sería importante contrarrestar su falsa
percepción de control sirviéndose de algunas de sus respuestas al manejo
de situaciones concretas. Son estos mismos jóvenes CI los que informan
de un incremento de su conducta de consumo en situaciones de botellón
o cuando acuden a una celebración, incluso a pesar de reconocer que esto
no va a facilitarles pasarlo bien o aguantar más. Esto viene a apoyar otra
de las premisas actuales (Collins et al., 2001; Cortés et al., 2010; Courtney
y Polish, 2009; OED, 2009; Rodríguez, 2007) que advierte de una creciente
importancia del consumo por sí mismo, con independencia de las conse-
cuencias que pueda llevar asociadas.
Además, su actitud hacia el CI refleja la ambivalencia y conductas de
riesgo que caracteriza a este colectivo (Arnett, 1992, Ball, 1995; Gardner,
1993; Oliva, 2004; Rich, 2003). Es visible que a pesar de reconocer que
puede llegar a ser poco saludable, perjudicial o inseguro, al mismo tiem-
po la valoran como agradable y deseable.
Respecto de la intención, los jóvenes que realizan CI muestran un claro
propósito de llevar a cabo nuevos consumos en atracón a lo largo de los
próximos meses, incluso teniendo que superar contratiempos para ello.
Este indicador, junto con la escasa valoración que realizan de la presión
por parte de sus iguales para realizar este consumo, señala la necesidad
de focalizar la intervención en aspectos de carácter personal, principal-
mente aquellos relacionados con las creencias conductuales que modulan
su conducta, tanto las distorsionadas como las poco conscientes. Para ello
sería fundamental trabajar procesos motivacionales propios de personas
precontemplativas (Prochaska y DiClemente, 1992), o lo que es lo mismo,
aquellas que no manifiestan una necesidad de cambio de su conducta de
consumo por considerar que la misma se encuentra dentro de lo consi-
derado “normal” y que es imposible que genere problemas ni a corto ni
a largo plazo. En estos casos, es importante utilizar técnicas que incre-
menten el nivel de conciencia, la reevaluación ambiental y la autoreeva-
luación con el objetivo último de incrementar la duda del joven sobre la
conducta de ingesta que realiza.

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CORTÉS, ESPEJO, GIMÉNEZ, LUQUE, GÓMEZ Y MOTOS

NOTAS Y/O AGRADECIMIENTOS.

Esta investigación forma parte de los resultados obtenidos a partir del proyec-
to de investigación (A/023684/09) financiado por la Agencia Española de Co-
operación Internacional para el Desarrollo dentro del Programa de Cooperación
Interuniversitaria e Investigación Científica. BOE, 16 de enero, 2010.

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