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Leyenda de Nachito 2

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La Leyenda de Nachito

La leyenda de Nachito es una triste historia que muchos


conocen, porque los hechos acontecieron hace más de un siglo.
El relato es muy popular en Jalisco México y sus alrededores. Se
sabe que la tragedia que desencadenó todo, sucedió en
Guadalajara; una ciudad que es cuna de varios sucesos
paranormales. Según los testimonios, la historia de Nachito
habla de un niño muy asustadizo que no soportaba la oscuridad.
Era tanto su pavor a las sombras, que debía dormir con las luces
encendidas; sólo así podía ahuyentar su miedo. En ese tiempo, a
falta de energía eléctrica se alumbraban con veladoras. Sus
padres, la familia Torres Altamirano, presentían que algo
extraño pasaba con aquel pequeño. Pues cuando se sentía entre
las penumbras, el niño comenzaba a llorar de una forma
inexplicable. Como si se sintiera amenazado por algún ente
oscuro, pronto descubrirían que no se equivocaban. Así nació la
siguiente historia:

La Leyenda de Nachito
Fue en 1882, cuando la Leyenda de Nachito empezó a circular
por los barrios de Guadalajara. Se trataba de un aterrador
relato que hablaba de un niño que sufría aversión a la oscuridad.
Algo conocido como nictofobia, trastorno que después se
llevaría de este mundo al protagonista de esta historia. Cuentan
que Ignacio Torres Altamirano, en ese tiempo tendría unos 5
años; sin embargo, algunos no tienen claro este dato. La única
verdad, es que Nachito dejó de existir a temprana edad. Unos
dicen que murió de un infarto, otros aseguran que fue de miedo
y por pánico a la oscuridad. Es una leyenda de Guadalajara
super famosa, que es muy antigua y por eso tiene diversas
versiones. En una de ellas se cuenta, que su cansado corazón no
aguantó; esto hizo que abandonara el plano terrenal pronto. La
más popular menciona, que murió al sentir terror en la
oscuridad. Dicen que todas las noches, sus padres le mantenían
iluminada su habitación para que no se sintiera entre las
tinieblas. Pero un día que su familia tuvo que salir, lo dejaron al
cuidado de la niñera y al regresar encontraron algo que les heló
la sangre; a su hijo muerto. En el rostro de Nachito se veía el
sufrimiento, la desesperación y el dolor. Cómo si algo lo hubiese
atormentado antes de partir. Las ventanas de la alcoba estaban
de par en par y el viento movía las cortinas, aullando de una
manera fantasmal por la habitación. La macabra escena les
rompió el corazón a sus padres y las lágrimas empaparon sus
ojos. Habían perdido a su pequeño y estaban desolados. El
creador se lo llevaba, un angelito ya iba rumbo al cielo. Desde
ese instante vivirían con un gran dolor, tendrían que resignarse
y aceptar la pérdida para sepultarlo.

La Historia de la Tumba de Nachito


Un 24 de mayo de 1882, los padres del niño Nachito lloraron
amargamente, al ver a su hijo sin aliento. Ese día, una leyenda de
Jalisco se haría popular por siempre. Es la terrible historia del
pequeño Ignacio, un infante que vivía asustado y aborrecía los
ambientes umbríos; fobia fatal para él. Una versión de su
muerte dice: que el viento apagó las luces que alumbraban su
cuarto. Se cree que al pasar eso; el niño se sintió solo y atrapado
en la oscuridad. Luego, las garras del miedo lo devorarían y el
hilo de su vida se rompería para siempre.
Cómo todas las historias de terror, la leyenda de Nachito
guarda varios misterios, enigmas que nunca se sabrán a ciencia
cierta. La única certeza de su existencia, es que sus padres
sepultaron al pequeño en el vetusto Panteón de Belén en
Guadalajara; un recinto dueño de más relatos tétricos. Esa
misma noche después del entierro, sucedió algo extraño. A la
mañana siguiente el velador descubriría la tumba de Nachito
abierta. Allí estaba el féretro de aquel inocente a plena luz del
día; algunos pensaron que era obra de profanadores y se volvió
a colocar el ataúd en su lugar. Pero tal evento se siguió
repitiendo durante varias noches más. Entonces el sepulturero
tuvo que informar a las autoridades; pues aquello ya era cosa
del diablo. Los padres al saber qué sucedía con la tumba de
Nachito; solicitaron colocar el ataúd afuera de la cripta, su
petición fue aceptada. Ahora, se puede ver a la tumba de
Nachito de diferente manera. Los restos del niño reposan en un
ataúd que recibe los rayos del sol en el día y en la noche la luna
le regala su luz. Desde ese instante, el pequeño dicen que ha
podido burlar la oscuridad.

El Espíritu de Nachito

Hoy en día, la gente platica que su espíritu todavía deambula en


el Panteón de Belén, y que su vocecita se escucha por doquier.
Hay quienes dicen que pide dulces y chocolatitos; en ocasiones
pueden oírse sus risas siniestras. Quizá, el espectro de esa
criatura aún vaga entre los vivos. En la tumba de Nachito la
gente acostumbra colocar diversidad de juguetes. Los visitantes
creen que su alma aún anda en el cementerio y que de esa
forma podrá divertirse; así alcanzará un poco de paz. Cuentan
que si le regalas algún presente te cuidará y nunca te hará daño.
Por otra parte si te atreves a robarle algún juguete, debes
prepararte para sufrir las consecuencias. Hay supersticiones o
creencias que dicen, que aquellas personas que osan llevarse
sus cosas, los alcanzará una maldición. Su vida empieza a
tornarse oscura y tarde o temprano los salpicará la desgracia.
La leyenda de Nachito es una historia un tanto aterradora,
porque la vida de este niño desde un principio estuvo marcada
por la fatalidad. Hay quienes comentan, que cuando murió sólo
era un bebé de unos 12 meses; otros sostienen que al fallecer
iba a cumplir los cinco años. En ciertos casos, se ha manejado
una versión de que el niño Nachito tenía aptitudes
parapsicológicas. Es decir un sexto sentido, que le permitía ver
más allá de la realidad. Se cree que era capaz de percibir algunas
entidades como fantasmas; apariciones y seres de otra
dimensión que lo acechaban en la oscuridad. Hay otras teorías
que giran sobre la historia de Nachito, también se dice que
sufría porque veía brujas y monstruos entre las penumbras. Lo
cierto, es que este pequeño nació con mala estrella y que su
paso por este mundo fue efímero, desgracia que no se le desea a
nadie.

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