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Cusco en La Epoca Inca

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Información Cusco

Historia
Información Cusco. La notoriedad del Cuzco arqueológico va más allá de la Época Inca, ya que la Historia del Cusco se inició por
lo menos 1000 años antes de la era cristiana, cuando estaba vigente la Cultura Marcavalle. De allí surgió Chanapata,
contemporánea de Pucará en Puno y cuya historia se pierde a comienzos de nuestra era, hasta cuando Wari conquista la zona,
incorporándola a su imperio. Después de Wari, la región redimensionó su potencial y creció, primero con la Cultura Killke y con la
Inca después. De la Epoca Wari procede la Ciudad de Pikillacta, y de tiempos Killke la propia Sacsayhuaman y los fundamentos
de la Ciudad del Cuzco.

Cuzco, en el pasado, constituyó el centro de la Civilización Incaica. Fue la capital del estado andino del Tahuantinsuyo; fue
fundada ,según la leyenda, por Manco Capac y Mama Ocllo entre los siglos XI y XII.
Posteriormente, por orden de Francisco Pizarro, los españoles la fundaron nuevamente a la usanza española, el 23 de marzo de
1,534.

Ubicación:
La ciudad del Cusco esta ubicada al Sur este de la ciudad de los Andes del Perú a 13º latitud sur y 72º longitud Oeste a partir del
meridiano Greenwch.Cusco es la actual capital de la provincia y departamento de Cusco. ALTITUD 3360 metros sobre el nivel del
mar.

CLIMA:
No hay mucha diferencia entre las cuatro estaciones, sin emabrgo son dos temporadas específicas del año: La temporada de
lluvias de Noviembre a Marzo y la temporada de secas de Abril Octubre.

TERRITORIO:
El territorio de Cusco tiene una extensión de 76,225 Km y la provincia de Cusco asciende a 523 Km.

TEMPERATURA:
En Cusco la temperatura anual es de 11º a 13º y algunas veces 20º C en un día soleado.

IDIOMA:
El idioma oficial de Perú es el Castellano lo cual es usado en un 73 % de la población; el idioma quechua o runasimi es hablado
por un 24% de los peruanos. Algunos especialistas reconocen a específicas variaciones del quechua en el territorio nacional: el
huaihuash que es muy popular en la parte central de Perú y el huampuy hablado por el resto del país. La mayoría de los quechua
hablantes son bilingues y tiene al quechua como su segundo idioma. Lo mismo ocurre con el aymara, cuyo idioma se extingue
por el altiplano. También están los 55 dialectos hablados en el amazonas por la tribus en la selva peruana tal como:Ashaninca
Aguaruna y los machigengas.

RELIGION:
La religión oficial es la católica cubre un 80% de la población con una profunda devoción. Sin embargo existe una libertad de
culto, en este país nadie es obligado a tener o a creer en algo entre la gente de los andes y la gente de la amazonia practican la
religión católica mixta con algunas viejas tradiciones tal como el culto al pachamama ( la tierra) y los fenómenos naturales.

MONEDA:
La moneda oficial del Perú es el Nuevo Sol y su símbolo es S/. Ello esta dividido en 100 céntimos (cents): con monedas
valorizadas en S/.5, S/.2, S/1, y piezas de 50, 20,10 céntimos, los billetes en circulación son de S/.10, S/.20, S/.50, S/.100,
S/.200, la economía de Perú avanza paso a paso con el dólar americano es por eso que muchos negocios trabajan con ambas
monedas.

Dos son las leyendas míticas más conocidas de donde se hace nacer al imperio Incaico, uno de los más grandes de la tierra, los restos
de cuyas obras perduran hasta ahora sombrando al mundo.

Según la primera leyenda, Manco Cápac, acompañado por su hermana y su esposa, Mama Ocllo, salió del lago Titicaca con el encargo
del dios sol de fundar una ciudad para civilizar a los hombres; portaba un cetro que se hundió en Hauanacaure, y allí decidió fundar la
ciudad del Cuzco.

La otra leyenda dice que Ayar Manco, Ayar Cachi, Ayar Uchu y Ayar Auca, salieron con sus con sus esposas de una cueva de
Tamputoco, y en un accidentado recorrido en el que pasaron muchas aventuras, tres de ellos quedaron convertidos en piedra y el
sobreviviente, Ayar Manco, se convirtió en el jefe único.

Como quiera que se interpreten estas leyendas y otras que se conocen, el hecho real es que llegados de otras regiones los incas
fundaron allí una ciudad que se convirtió en el centro de irradiación de un imperio que con los siglos llegó a ser más extenso que el
imperio romano.

La tradición atribuye a Manco Cápac el trazado de la ciudad, en la que se establecieron varias agrupaciones que con el tiempo se
multiplicaron y dividieron en dos sectores que se denominaron Hurin Cuzco y Hanan Cuzco, de acuerdo con las dos partes en que
fisicamente estba dividida la ciudad, el Cuzco Alto y el Cuzco Bajo, respectivamente, divididoa por el camino de Antisuyo.

Convertido el Cuzco en asiento de una nueva civilización, creció en magnificiencia y esplendor como sede del poder imperial a medida
que l imperio progresaba y se extendía por los 4 puntos cardinales hasta abarcar un territorio tan inmenso como no tuvo antes ningún
otro imperio de la antiguedad.

El Cuzco de los incas fue un Cuzco lleno de palacios en el qu el oro resplandecía haciendo contraste con la severa prescencia de la
piedra.

Los incas establecieron un gobierno teocrático. Todos estaban sujetos al inca. Al nacer cada individuo recibia un topo de tierra, que
tenía que cultivar dando una parte para el sol, otra para el inca, y otra para él.
Grandes depósitos en todo el imperio acumulaban los productos a manera de silos para aprovechar las épocas de abundancia en las
de escasez.

La tierra era la sagrada Pachamama, y se le rendía culto casi diario y se le trabajaba por medio de formidables obras de ingeniería
hidráulica hasta en los más inaccesibles lugares.

Los caminos imperiales, de los que todavía quedan algunos restos, recorrían todo el imperio que abarcaba desde Loja (Ecuador) hasta
el río Maule (Chile) y las pampas de Tucumán (Argentina).

En el imperio incaico no existía la pobreza, pero en cambio existía "una alegría triste" sin libertad, pues nadie podía moverse de su
lugar sin una orden especial.

Etiquetas: historia
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Cuzco
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Para otros usos de este término, véase Cuzco (desambiguación).

Cusco
Qosqo
Cuzco
Bandera Escudo

País Perú

• Departame Cuzco
nto

• Provincia Cuzco

Ubicación

• Latitud 13º 30' S

• Longitud 71º 58' W

• Altitud 3399 msnm

Superficie 70 015.3 km²

Fundación 15 de noviembre de
1533

Población 390.041 hab.

Gentilicio Cuzqueño o
cusqueño

Alcalde C.P.C. Mariano Baca


Anaya

Sitio web www.municusco.gob.


pe

Calles del centro

Iluminación nocturna de esta ciudad

Capilla de la Sagrada Familia, junto a la Catedral. Este edificio perteneció antiguamente a la


Inquisición y delante de él tenían lugar las ejecuciones públicas de los condenados.

La ciudad del Cuzco[1] (quechua: Qusqu, Qosqo )?, o Cusco (grafía oficial en el Perú),
es la capital histórica del Perú y capital de la región homónima.

Está situada en la sierra sur del país, en la cuenca del río Huatanay, cuenta con una
población aproximada de 390.000 habitantes. Es el mayor destino turístico en Perú y
tiene una afluencia de visitantes de casi un millón de personas al año.[2] Fue capital del
Imperio Inca y declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983 por la Unesco.

Contenido
[ocultar]
 1 Toponimia
 2 Historia
o 2.1 Fundación y época incaica
o 2.2 Fundación española y época virreinal
o 2.3 Época republicana
 2.3.1 Condecoraciones
o 2.4 Actualidad
 3 Geografía
 4 Turismo
o 4.1 Barrio de San Blas
o 4.2 Calle Hatun Rumiyuq
o 4.3 Convento e Iglesia de la Merced
o 4.4 Catedral
o 4.5 Plaza de Armas
o 4.6 Iglesia de la Compañía
o 4.7 Coricancha y Convento de Santo Domingo
 5 Organización política
o 5.1 Gobierno local
o 5.2 Gobierno político
o 5.3 Función judicial
 6 Símbolos
 7 Economía
 8 Educación
 9 Población
 10 Centro religioso
 11 Transportes y comunicaciones
o 11.1 Aeropuerto
 11.1.1 Vuelos Nacionales
 11.1.2 Vuelos Internacionales
 12 Cultura
o 12.1 Cine en el Cuzco
o 12.2 Deporte en el Cuzco
 13 Títulos honoríficos
 14 Ciudades hermanas
 15 Referencias
 16 Véase también
 17 Enlaces externos

Toponimia [editar]
Se estima que el topónimo quechua Qusqu con el cual fue encontrado a la época de la
conquista del Imperio Inca tuvo un origen aimaraico, de la frase qusqu wanka ('peñón
de la lechuza') a partir del relato de los Hermanos Ayar,[3] donde Ayar Auca ocupa el
sitio del Cuzco volando con sus propias alas para posarse sobre un peñón de la zona y
convertirse en una marca de ocupación litificándose:

"¡Ve allá volando (porque dicen le habían nascido unas alas), y sentándote allí toma posesión
en el mismo asiento donde parece aquel mojón, porque nosotros iremos luego a poblar y
vivir". Ayar Auca, oídas las palabras de su hermano, levantóse sobre sus alas y fue al dicho
lugar que Mango Capac le mandaba, y sentándose allí se convirtió en piedra y quedó hecho
mojón de posesión, que en la lengua antigua de este valle se llanta cozco, de donde le quedó el
nombre del Cuzco al tal sitio hasta hoy

Juan Diez de Betanzos[4]

Este nombre fue perdiendo su etimología en el conocimiento popular, oscureciéndose,


como Cieza de León también cita:

“...al cual pueblo [de hasta treinta casas pequeñas pajizas y ruines] llamaban los moradores de
él, desde su antigüedad, Cozco, y lo que quiere decir este nombre Cozco no lo saben declarar,
más que ansí se nombraba antiguamente”.

Los primeros cronistas apuntaron el nombre de la ciudad casi invariablemente como


Cuzco o Cozco por algunos pocos, que en la ortografía española del siglo XVI, en pleno
proceso de reajuste de las consonantes sibilantes, mejor se aproximaban al sonido de
Qusqu [ˈqʊs.qo]. Así, podemos encontrar Cuzco en las Reales Cédulas de Carlos I, en
las crónicas de Francisco de Jerez (1534), en distintos documentos de la Gaceta de
Madrid y en los mapas del siglo XIX (desde 1815) y XX (hasta por lo menos 1976). De
esta forma escrita es que pasa a los demás idiomas europeos y por lo que perdura hasta
ahora como la forma más usada en el español fuera del Perú.[1] Cusco puede encontrarse
en los mapas históricos del Perú de los siglos XVI (desde 1597 tal como puede
apreciarse en el mapa que ilustra este artículo), XVII, XVIII y XIX hasta 1814.

Una etimología totalmente diferente es propuesta por el Inca Garcilaso de la Vega,


quien afirma que:

Pusieron por punto o centro [del Tauantinsuyu] la ciudad del Cozco, que en la lengua particular
de los lncas quiere dezir ombligo de la tierra: llamáronla con buena semejança ombligo,
porque todo el Perú es largo y angosto como un cuerpo humano, y aquella ciudad está casi en
medio

Comentarios Reales de los Incas (1609).

Esta versión se ha mitificado en la folclor de la región, sin embargo toma las mismas
ideas del mito del Ónfalos de Delfos, al igual que hiciera el dominico Diego Durán en
Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, esta vez para el
topónimo de México, para el citado autor, "el ombligo y el corazon del mundo.

La forma gráfica de <Cuzco> se mantuvo como predominante hasta mediados del siglo
XX, cuando en la misma ciudad del Cuzco, por propuesta del Instituto Americano de
Arte, con apoyo de la Academia Mayor de la Lengua Quechua, el 12 de marzo de 1971
la Municipalidad cuzqueña emitió una Orenanza donde cambió la forma oficial del
ayuntamiento por el de <Cusco>, proscribiendo la forma anterior. Este cambió produjo
que en los textos oficiales se prefiriera la nueva escritura a la antigua. Posteriormente, el
23 de junio de 1990, el Consejo Municipal del Cusco aprueba un nuevo dispositivo, el
acuerdo municipal n° 078, por el cual se dispuso: "Instituir el uso del nombre Qosqo, en
sustitución del vocablo Cusco, en todos los documentos del Gobierno Municipal del
Cusco."

Historia [editar]

La ciudad denominada "Cusco" en un mapa de 1597

Vista general de la ciudad. Grabado antiguo

Mapa de lo que fue Cuzco en la época incaica. Se puede apreciar la forma de felino que se le
atribuye, tenía en esos tiempos.
Arquitecturas superpuestas del Coricancha, el Convento de Santo Domingo y la época actual

Fundación y época incaica [editar]

Dos leyendas incaicas atribuyen su fundación a su primer jefe de estado, un personaje


legendario llamado Manco Cápac, junto a su hermana y consorte Mama Ocllo. En
ambas se afirma que el lugar fue revelado por el dios sol (Inti) a los fundadores después
de una peregrinación iniciada al sur del Valle Sagrado de los Incas en busca del lugar
exacto.

Por datos arqueológicos y antropológicos se ha ido estudiando el verdadero proceso de


la ocupación del Cuzco. El consenso apunta a que, debido al colapso del reino de
Taypiqala se produjo la migración de su pueblo. Este grupo de cerca de 500 hombres se
habría establecido paulatinamente en el valle del río Huatanay, proceso que culminaría
con la fundación del Cuzco. Se desconoce la fecha aproximada pero gracias a vestigios
se acuerda que el emplazamiento donde se ubica la ciudad ya se encontraba habitada
hace 3000 años. Sin embargo, considerando únicamente su emplazamiento como
capital del Imperio inca (mediados del siglo XIII) el Cuzco aparece como la ciudad
habitada más antigua de toda América.

Fue la capital y sede de gobierno del Reino de los incas y lo siguió siendo al iniciarse la
época imperial, convirtiéndose en la ciudad más importante de los Andes y de América
del Sur. Este centralismo le dio auge y se convirtió en el principal foco cultural y eje del
culto religioso.

Se atribuye al gobernante Pachacútec el haber hecho del Cuzco un centro espiritual y


político. Pachacútec llegó al poder en 1438, y él y su hijo Túpac Yupanqui dedicaron
cinco décadas a la organización y conciliación de los diferentes grupos tribales bajo su
dominio, entre ellos los Lupaca y los Colla. Durante el periodo de Pachacútec y Túpac
Yupanqui, el dominio de Cuzco llegó hasta Quito, al norte, y hasta el río Maule, al sur,
integrado culturalmente a los habitantes de 4.500 km de cadenas montañosas.

También se cree que el diseño original de la ciudad es obra de Pachacútec. El plano del
Cuzco antiguo tiene forma de puma delineado, con la plaza central Haucaypata en la
posición que ocuparía el pecho del animal. La cabeza del felino estaría ubicada en la
colina donde está la fortaleza de Sacsayhuamán.

Los incas organizaron su división administrativa de manera que los límites de los cuatro
regiones del imperio coincidieran en la plaza principal del Cuzco.

Fundación española y época virreinal [editar]

Los conquistadores españoles supieron desde su llegada a lo que es hoy territorio


peruano, que su meta era tomar la ciudad del Cuzco, capital del imperio.

Luego de capturar al inca Atahualpa en Cajamarca, iniciaron su marcha hacia el Cuzco.


En el camino fundaron algunas ciudades como enlace entre la capital del Imperio y la
pionera ciudad de San Miguel de Tangarará. El 15 de noviembre de 1533, Francisco
Pizarro fundó a la usanza española la ciudad del Cuzco, estableciendo como Plaza de
Armas la ubicación que aún mantiene la ciudad moderna y que era también la plaza
principal durante el incanato y que se encontraba rodeada de los palacios de quienes
fueron los soberanos incas. En el solar que da al norte se inició la construcción de la
catedral. Pizarro otorgó al Cuzco la denominación de Cuzco, Ciudad Noble y Grande el
23 de marzo de 1534.

Los sobrevivientes del Imperio incaico mantuvieron una lucha durante los primeros
años de la colonia. En 1536 Manco Inca inició sus enfrentamientos y creó la dinastía de
los Incas de Vilcabamba. Esta dinastía encontró su fin en 1572 cuando el último inca
Túpac Amaru I fue derrotado, capturado y decapitado.

La ciudad se convirtió en un importante centro comercial y cultural de los Andes


centrales ya que se encontraba en las rutas entre Lima y Buenos Aires. Sin embargo, la
administración virreinal prefirió la ubicación de Lima (fundada dos años después que
Cuzco en 1535) y principalmente la cercanía de ésta con el puerto natural de lo que sería
El Callao para establecer la cabecera de sus dominios en Sudamérica. La ciudad ya es
mencionada en el primer mapa conocido sobre el Perú.

Cuzco fue tomada como cabecera de la administración virreinal en el sur del país,
siendo en sus inicios la ubicación de más importancia en detrimento de las ciudades
recientemente fundadas de Arequipa o Moquegua. Su población era principalmente de
indígenas pertenecientes a la aristocracia incaica a quienes se les respetó algunos de sus
fueros y privilegios. También se radicaron un buen número de españoles. En esa época
inició el proceso de mestizaje cultural que hoy marca a la ciudad.

El desarrollo urbano se vio interrumpido por varios terremotos que en más de una
ocasión destrozaron la ciudad. En 1650 un terremoto violento destruyó casi todos los
edificios coloniales. Durante este terremoto obtuvo gran importancia la efigie del Señor
de los Temblores que aún hoy es sacado anualmente en procesión.

En 1780 la ciudad del Cuzco se vio convulsionada por el movimiento iniciado por el
cacique José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II que se levantó contra la
administración española. Su levantamiento fue sofocado tras varios meses de lucha en
los que puso en jaque a las autoridades virreinales apostadas en el Cuzco. Túpac Amaru
fue vencido, tomado prisionero y ejecutado junto a toda su familia en la Plaza de Armas
del Cuzco. Aún hoy subsiste, al costado de la Iglesia de la Compañía de Jesús la capilla
que sirvió de prisión al prócer. Este movimiento se expandió rápidamente por todos los
Andes y marcó el inicio del proceso emancipador sudamericano.

En el siglo XIX, otro levantamiento en contra de la administración virreinal tuvo lugar


en el Cuzco. El brigadier Mateo Pumacahua, mestizo cusqueño quien había enfrentado a
las fuerzas de Túpac Amaru II, inició otro movimiento junto con los hermanos Angulo
para lograr la independencia del Perú. Este levantamiento también fue sofocado.

Época republicana [editar]

El Perú declaró su independencia en 1821 y la ciudad del Cuzco mantuvo su


importancia dentro de la organización político administrativa del país. En efecto, se creó
el departamento del Cuzco que abarcaba incluso los territorios amazónicos hasta el
límite con el Brasil. La ciudad fue la capital de dicho departamento y la ciudad más
importante del sur este andino.

A partir del siglo XX, la ciudad inició un desarrollo urbano en un mayor ritmo que el
experimentado hasta ese momento. La ciudad se extendió a los vecinos distritos de
Santiago y Wanchaq.

En 1911, partió de la ciudad la expedición de Hiram Bingham que lo llevó a explorar las
ruinas incaicas de Machu Picchu.

Condecoraciones [editar]

 En 1933 el Congreso de Americanistas realizado en la ciudad de La Plata, Argentina


declaró a la ciudad como "Capital Arqueológica de América".
 Posteriormente, en 1978, la 7ma. Convención de Alcaldes de las Grandes Ciudades
Mundiales, realizada en la ciudad italiana de Milán declaró al Cuzco como la "Herencia
Cultural del Mundo".
 Finalmente, la Unesco en París, Francia declaró a la ciudad y especialmente a su centro
histórico como "Patrimonio Cultural de Humanidad" el 9 de diciembre de 1983.
 El Estado Peruano, en concordancia, declaró a Cuzco el 22 de diciembre de 1983,
mediante Ley Nº 23765 como la "Capital Turística de Perú" y "Patrimonio Cultural de
la Nación".
 Actualmente, la Constitución Política de 1993 declara a Cuzco como la "Capital
Histórica de Perú".
 El 7 de julio de 2007, Machu Picchu fue elegida como una de las 7 nuevas maravillas
del mundo.

Actualidad [editar]

En 1950 otro terremoto sacudió la ciudad causando la destrucción de más de un tercio


de todos sus edificios. La ciudad empezó a constituirse como un foco importante de
turismo y empezó a recibir un mayor número de turistas.

Desde los años 1990s, la actividad turística tomó un especial papel en la economía de la
ciudad con la consiguiente ampliación de actividades hoteleras. Actualmente el Cuzco
es el principal destino turístico del Perú. Por su parte la ciudad mantiene su crecimiento
urbano, extendiéndose actualmente también a los distritos de San Sebastián y San
Jerónimo.

Bajo la alcaldía de Daniel Estrada Pérez, un apoyador de la Academia Mayor de la


Lengua Quechua en Cuzco, entre 1983 y 1995 se introdujo un nuevo nombre oficial de
la ciudad - Qosqo - y se oficializaron los nombres antiguos quechuas de las calles.

Geografía [editar]
Termografía promedio del aire en casilla meteo, 1937 a 2008 (NASA)

Cuzco se expande por en el valle que forma el río Huatanay y por los cerros aledaños.
Su clima es generalmente seco y templado. Tiene dos estaciones definidas: una seca
entre abril y octubre, con días soleados, noches frías y temperatura promedio de 13 °C;
y otra lluviosa, de noviembre a marzo, temperatura promedio 12 °C. En los días
soleados la temperatura alcanza los 20 °C.

Turismo [editar]
Ciudad de Cuzco1
Patrimonio de la
Humanidad — Unesco

Plaza de Armas.
País Perú

Tipo cultural

Criterios iii, iv

N.° 273
identificació
n

Región2 Latinoamé
rica

Año de 1983 (VII


inscripción sesión)

1 Nombre oficial según


Unesco
2 Clasificación según Unesco

Piedra de los doce ángulos en la Calle Hatum Rumiyuq

Calle Mantas, a la derecha se aprecia el campanario de la iglesia y convento de La Merced.

Vista de la ciudad desde Sacsayhuamán. Tejados de arquitectura colonial.


Por su antigüedad y trascendencia, el centro de la ciudad conserva muchos edificios,
plazas y calles de épocas precolombinas así como construcciones coloniales, lo que
motivó a que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983 por la Unesco. Entre
los principales sitios de interés de la ciudad se encuentran:

Barrio de San Blas [editar]

Este barrio donde se concentran los artesanos, talleres y tiendas de artesanía, es uno de
los sitios más pintorescos de la ciudad. Sus calles son empinadas y estrechas con
antiguas casonas construidas por los españoles sobre importantes cimientos incaicos.
Tiene una atractiva plazoleta y la parroquia más antigua del Cuzco edificada en el año
1563, que posee un púlpito de madera tallada considerado como la máxima expresión de
la época colonial cusqueña.

El nombre quechua de este barrio es el de Toq'ocachi que significa el hueco de la Sal.

Calle Hatun Rumiyuq [editar]

Ésta es la más visitada por los turistas. En la calle Hatun Rumiyoq ("De la Roca
Mayor") se encontraba el palacio de Inca Roca, que actualmente pertenece al Palacio
Arzobispal.

En esta calle que va desde la plaza de Armas hasta el barrio de San Blas, se puede
apreciar la enigmática piedra de los doce ángulos.

Convento e Iglesia de la Merced [editar]

Debido a los terremotos habidos en esta ciudad, el Convento e Iglesia de la Merced han
sido reconstruidos más de una vez. Originalmente data del siglo XVI.

Sus claustros de estilo barroco renacentista destacan particularmente así como la sillería
del coro, pinturas coloniales y tallas de madera.

También se puede ver una custodia de oro y piedras preciosas de 22 kilos de peso y de
130 centímetros de altura.

Catedral [editar]

Artículo principal: Catedral del Cuzco

En realidad, la primera catedral del Cuzco es la Iglesia del Triunfo, construida en 1539
sobre la base del palacio de Viracocha Inca. En la actualidad, esta iglesia es una capilla
auxiliar de la Catedral.

Entre los años 1560 y 1664 se construyó la basílica catedral de esta ciudad. Para ello,
los españoles hicieron traer bloques de granito de color rojo desde la fortaleza conocida
como Sacsayhuamán.
Esta catedral, de fachada renacentista e interiores barroco y plateresco, posee una de las
más destacadas muestras de orfebrería colonial. Importantes son igualmente sus altares
de madera tallada.

Dado que en esta ciudad se desarrolló la pintura sobre lienzos en la llamada "Escuela
cusqueña de pintura", precisamente en la catedral se pueden observar importantes
muestras de artistas locales de la época. Es sede de la Arquidiócesis de Cuzco.

Plaza de Armas [editar]

Artículo principal: Plaza de Armas del Cuzco

"Plaza del guerrero" fue llamada en tiempo de los incas. Esta plaza ha sido el escenario
de diversos hechos importantes en la historia de esta ciudad, como la proclamación por
parte de Francisco Pizarro de la conquista del Cuzco.

Igualmente, la Plaza de Armas fue el escenario de la muerte de Túpac Amaru II,


considerado como el caudillo indígena de la resistencia.

Los españoles construyeron en la plaza una arquería de piedra, con mano de obra
cuzqueña, que perdura hasta la fecha. Aquí están la catedral y la iglesia de La
Compañía.

Iglesia de la Compañía [editar]

Esta iglesia cuya construcción la iniciaron los jesuitas en 1576 sobre las bases del
Amarucancha o palacio del Inca Huayna Cápac, es considerada una de las mejores
muestras del estilo barroco colonial del continente americano.

Su fachada es de piedra tallada, como se puede apreciar en la foto, y su altar mayor es


de madera tallada y revestida de pan de oro. Se construyó sobre una capilla subterránea.
Adicionalmente, destacan dos capillas, aquella de Lourdes y el antiguo oratorio de San
Ignacio de Loyola.

Este templo posee una valiosa colección de lienzos coloniales de la Escuela Cusqueña.

Coricancha y Convento de Santo Domingo [editar]

Artículo principal: Coricancha

El Qoricancha fue el santuario más importante dedicado al dios Sol en la época del
Imperio Inca. Este templo fue llamado el sitio de oro ya que todos sus muros habían
sido recubiertos con láminas de oro por los incas.

Teniendo esta estructura como base, aquí se construyó el Convento de Santo Domingo,
de estilo renacentista. La edificación, de una sola torre barroca, sobrepasa en altura las
otras edificaciones de esta ciudad.
En su interior se encuentra una importante colección de pinturas de la Escuela cusqueña
de pintura.

Organización política [editar]


Gobierno local [editar]

La ciudad, como capital de la provincia homónima, se encuentra gobernada por la


Municipalidad Provincial del Cusco que tiene competencia en todo el territorio de la
provincia. No existe una autoridad restringida a la ciudad. En ese sentido, las
municipalidades distritales de Santiago, Wanchaq y San Sebastián también tienen
competencia en temas relativos a sus propios distritos.

Gobierno político [editar]

La ciudad, en su calidad de capital departamental, es sede del Gobierno Regional del


Cusco. Asimismo cuenta con un prefecto con atribuciones políticas en el ámbito
departamental. Finalmente, es sede también de las diferentes Direcciones Regionales de
los ministerios que conforman la Administración Pública.

Función judicial [editar]

Cusco es sede de de la Corte Superior de Justicia del Cusco, ente rector del Distrito
Judicial del Cusco. De acuerdo a la organización judicial del país, en el territorio de la
ciudad del Cuzco funcionan ocho juzgados de paz (cinco pertenecientes al distrito de
Cusco, uno al distrito de Santiago, uno al distrito de Wanchaq y uno al distrito de San
Sebastián). Diecisiete juzgados especializados (dos de familia, cuatro civiles, seis
penales, uno laboral y tres mixtos) y cinco salas superiores (dos penales y dos civiles y
una mixta).

Símbolos [editar]
Al igual que varias ciudades del mundo y peruanas, el Cuzco tiene tres símbolos
establecidos oficialmente, su bandera, el escudo y el himno. El uso de estos símbolos se
da especialmente en el mes de Junio ya que el día 24 de junio, día en que se conmemora
la fiesta incaica del Inti Raymi, se celebra también el día de la ciudad.

Respecto al Escudo, existe en la actualidad una duplicidad de símbolos ya que si bien la


ciudad cuenta con el escudo carlista con más de 450 años de antigüedad, en los últimos
años la Municipalidad Provincial del Cusco ha preferido el uso del Sol de Echenique
como escudo del Cuzco debido a que sus características se refieren más al pasado
incaico de la ciudad que al pasado colonial. Este escudo se utiliza como sello de
seguridad para los billetes de Nuevo Sol que circulan en la actualidad.

Economía [editar]
Fotografía tomada desde la calle del medio. Al fondo, la catedral.

La principal actividad económica de sus habitantes es la recepción del turismo. Es la


única ciudad de este país que tiene y mantiene empleo pleno. Pero sin dejar de lado, el
importante aporte de la agricultura a esta ciudad, en especial, el maíz.

Educación [editar]
Colegios públicos y privados

 Total: 4.302
 Educación inicial: 2.008
 Educación primaria: 1.743
 Educación secundaria: 399

La ciudad del Cuzco cuenta con unas de las instituciones educativas más antiguas del
país como es la escuela nacional San Francisco de Borja, emplazada en una colina a
una cuadra de la Plaza de Armas. Esta escuela fue la primera fundada por los
conquistadores españoles en esta ciudad y fue destinada para la educación de los hijos
de los habitantes ibéricos. Asimismo, en los primeros años de la vida republicana, el
libertador Simón Bolívar fundó el Colegio Nacional de Ciencias que fue durante
muchos una institución paradigmática en la educación cusqueña y nacional.

Actualmente la ciudad cuenta con varias instituciones educativas que cubren los niveles
primarios y secundarios, destacando los colegios religiosos particulares San Francisco
de Asís, Salesiano, La Merced, San José Obrero, Santa Ana y La Salle.

Universidades

 Universidad Nacional San Antonio Abad.


 Universidad Andina del Cusco.
 Universidad Alas Peruanas
 Universidad Tecnologica de los Andes

Institutos Superiores Tecnológicos

 Instituto Superior Tecnológico Público "Tupac Amaru".

Institutos Superiores Pedagógicos


 Instituto Superior Pedagógico Privado "Uriel García".

Población [editar]
Hasta finales del siglo XVIII la ciudad era la más poblada del continente, incluso más
que Lima. Pero con motivo de la gran revolución de Túpac Amaru en 1780, la
población blanca migró hacia Arequipa pues la consideraron más segura y a salvo de un
posible nuevo levantamiento. Así en el pasado siglo XX la población era mayormente
mestiza e indígena, sin embargo actualmente la población blanca ha crecido
notablemente en la ciudad llegando al 30% pues vive un proceso de explosión
demográfica propiciado por el auge del turismo.

La ciudad tiene una población de 390.000 habitantes al año 2008 según el INEI.

Evolución de la población de
1931 35.900
Cuzco Metropolitana*
1940 40.600
Año Población

1614 5.000 1945 45.600

1761 6.600 1951 50.000

1812 6.900 1953 54.000

1820 9.000 1961 80.100

1827 15.000 1969 115.300

1850 16.000 1981 180.227


1861 15.000
1993 250.270
1877 17.000
1997 275.318
1890 18.900
2000 295.530
1896 20.000
2005 320.900
1900 25.000
2006 338.965
1908 33.900
2007 390.000
1920 30.500

1925 32.000

1927 33.000

Población de la ciudad La ciudad de Cusco esta integrada por cinco distritos


continuados :
 Cusco.
 San Jerónimo.
 San Sebastian.
 Santiago.
 Wanchaq.

Municipios Población Vivienda Densidad


Extensión Altitud Distancia
de censo s (hab/km²
km² msnm (km)
La Ciudad 2007(hab) (2007) )

3.399
Cusco 116,22 km² 108.798* 28.476 936,1 0 km
msnm

103,34 3.244
San Jerónimo 28.856* 8.942 279,2
km2 msnm

San 3.244
89,44 km² 85.472* 18.109 955,6
Sebastian msnm

3.400
Santiago 69,72 km² 66.277* 21.168 950,6
msnm

3.366
Wanchaq 6,38 km² 54.524* 14.690 8.546,1
msnm

Total 385,1 km² 358.052* 91.385 929,76 — —

*Datos del censo realizado por el INEI [5]

Población Provincial La Población provincial de Cusco en realidad constituye su área


metropolitana por que los distritos más alejados de la ciudad están cerca del cercado de
Cusco y tiene un área de 617 km2

Población menor a
Municipios Población Vivienda Densidad
Extensión un año Altitud
de censo s (hab/km²
km² natalidad censo msnm
La provincia 2007(hab) (2007) )
2007(hab)

116,22 3.399
Cusco 108.798* 1.539* 28.476 936,1
km² msnm

San 103,34 3.244


28.856* 541* 8.942 279,2
Jerónimo km² msnm
San 3.244
89,44 km² 85.472* 1.194* 18.109 955,6
Sebastian msnm

3.400
Santiago 69,72 km² 66.277* 1.493* 21.168 950,6
msnm

3.366
Wanchaq 6,38 km² 54.524* 828* 14.690 8.546,1
msnm

3.138
Saylla 28,38 km² 2.934* 40* 855 103.38
msnm

3.570
Poroy 14,96 km² 4.462* 83* 1.587 298.26
msnm

188,56 3.635
Ccorca 2.343* 43* 716 12.42
km² msnm

Total 617 km² 367.791* 5.761* 94.543 596,09 —

*Datos censo 2007INEI [6]

Centro religioso [editar]

Coricancha e Iglesia del Convento de Santo Domingo.

El Cuzco fue el centro del culto estatal al Sol, sede del templo principal de la religión
solar, el Coricancha (en castellano) o Qurikancha (quechua: recinto de oro), poseyendo
el principal Aqllawasi o casa de las escogidas del sol, y las sedes de los clanes
funerarios de los distintos emperadores muertos o Panakas, siendo además el lugar de
residencia habitual del Inca gobernante, un dios viviente, y del alto clero estatal,
representado por el Willka umu o sumo sacerdote. El Cuzco acogía las grandes
ceremonias multitudinarias y festividades imperiales, como el Inti Raymi o Fiesta del
Sol que sigue teniendo lugar durante el solsticio de invierno -el año nuevo solar- la cual
se celebra todos los 24 de junio en la explanada de Sacsayhuamán.
Actualmente la mayor parte de la población pertenece a la Iglesia Católica, siendo
Cuzco sede arzobispal.

Tahuantinsuyo [editar]
Artículo principal: Leyendas sobre el origen del Imperio Inca

Sobre el origen de los Incas, poco se sabe;Pero científicos colombianos creen que su
origen fue en la Sierra Nevada de Santa Martha en Colombia ,existen dos leyendas
orales, que tratan de explicar el origen del más grande imperio, que jamás se desarrolló
en la América toda. Uno de ellos es el Mito de los Hermanos Ayar; éste mito, fue
recogido de la tradición oral por Juan de Betanzos (1510 – 1576). En el Cusco, este
cronista español, casó con Añas Colque, hermana de Atahualpa, hija de Huayna Cápac y
ex conviviente de Francisco Pizarro. Betanzos tuvo acceso al mito, porque dominaba el
quechua, idioma oficial del Imperio Inca. Relata este mito y otros aspectos de la vida
Inca, en su obra “Suma y narración de los Incas”.

Leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo [editar]


Se dice que el dios Inti tuvo por hijo a Manco Capac y la Pachamama por hija a Mama
Ocllo ellos se casaron y la Diosa de la Tierra y la fecundidad Pachamama les regalo a
ambos las tierras de su dominio e Inti el Dios Sol les regalo una barra de oro ellos
bajaron a la tierra por órdenes de Inti para que Manco Capac enseñara a los hombres a
labrar mejor la tierra y trabajar la piedra y Mama Ocllo enseñara a las mujeres a cocinar
fabricar prendas de vestir y a domesticar a los animales donde se hundiese la bara de oro
ellos aparecen sobre las orillas del lago titicaca y la bara se hundió en el cusco de allí
nace el majestuoso imperio incaico

Formación del Imperio Inca [editar]

Muro inca en el Cusco. Piedra de los doce ángulos en la Calle Hatum Rumiyoc
Al margen de los mitos y leyendas que hemos descrito, y, ya arqueológicamente, los
incas preservaron su historia a través de la tradición oral. Los quipucamayoc, fueron los
que relataron a los españoles, la historia y vicisitudes del Imperio. Los quipucamayoc
eran los funcionarios encargados de guardar la memoria de los acontecimientos. Esta
versión pudo ser interesada y unipersonal, ya que sólo guardaban las noticias en función
del Cozco (Cusco, Cuzco o Qosqo) y no de otras ciudades del Imperio, salvo que
pudieran servir a sus fines.

Antes de los Incas, el Cuzco, estaba habitado por diversos grupos étnicos. Esta
información ha sido respaldada por los trabajos arqueológicos que han demostrado en la
zona, la existencia de una larga ocupación humana. El cronista Sarmiento de Gamboa,
menciona a los guallas, los sahuassiray, los antasayas, los alcavizas, los copalimaytas,
los culunchimas, los poques y los lares, como los grupos humanos que habitaban el
valle del Cozco antes de los Incas. Asimismo, identifica a los guallas, los sahuasiray y a
los antasayas, como los grupos más antiguos que habitaron el Cozco.

Los guayas, eran los más antiguos pobladores del Cuzco. Vivían en casas agrupadas en
pie de un cerro denominado Huaynapata, al sur de la actual ciudad del Cuzco. Su aldea
principal se llamaba Pachatusán.

Los sahuasiray o sahuaseras, procedían de Sutijtoco de Masca–Paruro, Su pacarina


(lugar de origen) se encontraba en Pacarictambo. Cuando llegaron al Cuzco,
encontraron a los guallas, quienes no les impidieron asentarse en ella. Se ubicaron en el
lugar en donde posteriormente se edificó el Coricancha.

Los antasayas, eran originarios de las pampas de Anta, llegaron al Cuzco guiados por su
jefe Quisco, asentándose en la parte norte de la ciudad actual. La tradición oral, cuenta
que es partir de este momento en que la zona comienza a denominarse Cuzco en honor a
su jefe Quisco. El nombre posteriormente, se extendió a todo el valle.

Los alcavizas vinieron de la región de Masca, específicamente de Pacaritambo.


Llegaron guiados por su jefe Ayarucho, nombre que también tenía el grupo; se
establecieron en Pucamarca. Su pacarina era Capactoco. Los Incas posteriormente les
cambiaron el nombre, por el Alcahuisas. Llegando al Cozco, se aliaron con guallas,
sahuaseras y antasayas.

Los poque y lares llegaron al valle con posterioridad a los otros grupos; no se sabe su
lugar de origen. Se ubican en la parte oriental de la ciudad.

Los ayarmacas, los más conocidos y estudiados pobladores de la zona del Cuzco.
Fabricaron los ayarmacas la cerámica denominada “Killke”. Se trata de una cerámica de
baja calidad artística que predominó en la zona durante el intermedio tardío. Según
Waldemar Espinoza, los ayarmacas formaron un gran reino en las actuales provincias de
Cuzco y Anta. Se subdividían en Ayarmacas y Pinaguas. El territorio ayarmaca, se
extendía desde Quiquijana en el sur, extendiéndose hasta Jaquijahuana, en las pampas
de Anta; Ollantaytambo, en el norte. Los pinaguas dominaron desde Quiquijana hasta
Quispicanchi.

María Rostworowski, señala que los ayarmacas ocuparon la zona denominada


Acamama, que según Murúa y Felipe Guamán Poma de Ayala, sería luego bautizada
como Cozco. Todos los cronistas coinciden que el Cozco de esa época no tenía grandes
construcciones, muy por el contrario eran viviendas de pirca (piedra) y paja. Según
Betanzos, en la zona donde posteriormente se construyó Sacsahuamán, existía un
pantano cubierto de juncos.

Según María Rostworowski, Acamama estaba dividido en cuatro secciones o barrios:


Quinti cancha, barrio del picaflor; Chumbi cancha, barrio de los tejedores; Sairi
cancha, barrio del tabaco; y, Yarambuy cancha, nombre que no es quechua sino aymara
y que significa “mezclarse”, por lo que sugiere que fue un barrio mestizo. Sobre la
organización política, Guaman Poma de Ayala menciona que en un principio eran
gobernados por unos “primeros incas”, llamados Tocay Cápac y Pinahua Cápac. Murúa
identifica a estos como “reyes” que gobernaron antes de los incas. Waldemar Espinoza,
los menciona juntos como los líderes Ayarmaca y Pinahua. Según Espinoza, serían los
jefes de las mitades del Cozco, hanan y urin, siendo Tocay Cápac, el jefe de los
ayarmacas y el de mayor poder. Coinciden los estudiosos María Rostworowski, Murúa
y Waldemar Espinoza, en que fueron los Ayarmacas los de mayor poder en la zona. A la
llegada de los Incas, comienza la expansión del Cozco, Cusco, Cuzco, Qosqo o
Kosko.yse muriron todos y se autooexterminaron hasta la muerte del jefe de la tribu
aburrrida y sepulcrada.

La consolidación del Imperio Inca [editar]


Artículo principal: Expansión del Imperio Inca
Avenida en Machu Picchu.

La mayoría de cronistas coinciden en que fue durante el gobierno de Viracocha que los
incas fueron atacados por los chancas, una confederación de pueblos venidos de la zona
del Apurímac y del río Pampas. Los chancas llegaron a sitiar el Cusco y quien los
derrota es el general Inca Yupanqui, quien no sólo evitó la caída del Cuzco sino que
persigue y captura a los líderes chanca mostrando a los pueblos vecinos, el poderío del
Ejército Inca, a la vez que terminaba con los afanes expansionistas de los chancas.

Esta acción y la pobre participación del Inca Viracocha, le valió a Inca Yupanqui, ser
nombrado Zapa Inca, el mismo que asume en 1438, como Pachacútec Inca Yupanqui,
apenas cien años antes de la conquista española.

Se inicia entonces la época de la expansión territorial incaica y conquistas (ver


Conquistas del Imperio Inca) que dan lugar al apogeo y época de esplendor del
Tawantinsuyo, con un territorio de comprendía más de 4,000 kilómetros de largo y un
ancho variable pero que siempre estuvo comprendido entre el océano Pacífico y la
selva, abarcando un territorio de más de tres millones de kilómetros cuadrados.

La expansión y cohesión del Imperio Inca [editar]

Luego del ataque y la guerra con los Chankas, los Incas del Cuzco, comenzaron a
conquistar cada vez más territorio, que terminó formando la unidad política más grande
de la América pre hispánica. Esta unidad la lograron aplicando principios andinos
milenarios como el de la reciprocidad.

La palabra “Tawantinsuyo”, que significa “las cuatro partes del mundo”, era un
concepto ceremonial o religioso. Cada ciudad conquistada, o cultura en términos más
amplios, mantenían sus gobernantes, sus propias formas de organización y expresiones
culturales, pero se relacionaban con los Incas del Cuzco.

Los Incas representaron la síntesis del desarrollo milenario de la Cordillera de los


Andes. Teniendo expresiones culturales y organizacionales, particulares que lo
diferencian de las culturas antecesoras como los Wari y Tiahuanacos y de los más
lejanos como Chavín.

Los Incas usaron diversas estrategias de anexión territorial, una de ellas era la conquista
militar, pero no la única; la acumulación y distribución de productos diversos, el
prestigio religioso, social y cultural, las alianzas, etc., fueron otros métodos de
conquista. La consolidación de las conquistas, parece ser que se basaron en el justo
equilibrio de los factores que intervenían en la misma. Muchas de las costumbres del
hombre peruano, provienen de esta larga tradición cultural andina.

Para la conquista militar, los Incas mantuvieron un poderoso ejército, que estaba al
mando de gente de confianza del Zapa Inca; en el “Portal Fuenterrebollo”, se puede
leer: “… Los soldados tenían un entrenamiento riguroso. Tenían varios tipos de armas:
jabalinas con propulsor, boleadoras, mazas con cabeza estrellada de bronce o hachas
de filo, lanzas con punta de cuero, hondas para arrojar piedras y arcos y flechas. Para
protegerse usaban escudos y cascos de madera y corazas de algodón acolchadas”
(Portal Fuenterrebollo, Internet, 2004).
La conquista del Tawantinsuyo, se llevó a cabo en un lapso de cien años. Para ello el
Imperio Inca contó con un poderoso ejército organizado y con unidad de mando y
acción, y, evidentemente una organización política bien estructurada, al igual que la
administrativa, que incluía los tributos para sostener al Estado Inca. Sumado a lo
anterior, dieron importancia suprema a la red de caminos para uso militar y para las
comunicaciones, además de un idioma común, y una serie de expresiones religiosas que
terminaron por cohesionar el Imperio.

Vista de Machu Picchu desde el Wayna Picchu

Existió una especie de Servicio Militar Obligatorio, para los hombres en edad militar a
los que se les denominaba “runa” o súbdito del Estado. La edad militar abarcaba desde
los 18 hasta los 50 años. En su época de mayor apogeo, el Imperio Inca contó con un
ejército de línea de 200.000 hombres.

José Tamayo Herrera, explica “que aunque no puede hablarse de un servicio militar
obligatorio en el sentido moderno, el servicio de los runas para el ejército también era
una forma de “mita” o contribución, que el súbdito estaba obligado a retribuir al
Estado en tiempo de trabajo”.

Pablo Macera, opina que “las guerras tenían características religiosas, ya que eran
estacionales, ocurrían en los ciclos entre cosecha y siembra, y rituales. Un principio
estratégico era mantener los enfrentamientos en las fronteras y así sostener la paz en el
interior del territorio”.

Y Liliana Regalado, nos dice, “Al igual que las guerras, la reciprocidad cumplió un rol
fundamental en la expansión y cohesión del tahuantinsuyo. Al inicio de la expansión
Inca, la autoridad no se ejercía directamente, sino a través de la “minka”, palabra que
según el cronista Pérez de Holguín, significa: “rogar a alguno que me ayude
prometiéndole algo”.
Todos los trabajos que el inca necesitaba los tenía que solicitar a los señores vecinos.
Para cumplir con la reciprocidad, el inca debía halagar a estos señores dándoles regalos,
comidas, mujeres, ropa, objetos suntuarios y toda clase de obsequios.

María Rostworoswski explica que "a medida que fue creciendo el Tahuantisuyo creció
también la cantidad de señores por agasajar. Por este motivo el Estado se vio obligado
a incrementar sus ingresos para asegurarse que contaba con las cantidades
necesarias”.

Completando lo anterior, los Incas, construyeron y mantuvieron una red de caminos


denominados en la sierra el Cápac Ñam, muchos de estos caminos fueron heredados de
los Wari. Estos caminos incluían puentes colgantes, flotantes, alojamiento para los
viajeros y tambos, en donde se almacenaba alimentos, para el Ejército en campaña.
Como se ve, fueron previsores.

Existen otras consideraciones de tipo arquitectónico, culturales, sociales, filosóficas,


etc., que contribuyeron a la cohesión del Imperio.

Algunos historiadores han sostenido que el hombre desde que es tal, ha tenido las
mismas virtudes y defectos; siempre existió por ejemplo el afán de poder, de lujos y
riquezas, la necesidad de trabajar y producir, etc.; la única diferencia es la tecnología:
siempre se complotó contra el Estado, antiguamente usando quizá el Cápac Ñam y hoy
los teléfonos móviles y por ejemplo, gran parte de los problemas de un ejército en
campaña, se presentaron en el ejército inca, como por ejemplo las deserciones.

Las conquistas territoriales del Ejército Imperial Inca [editar]

Durante esos cien años de conquistas y consolidación del Imperio Inca, se puede
observar tres partes definidas: la consolidación y primera expansión, la segunda
expansión y la tercera expansión.

La primera expansión corresponde a los Zapa Incas Sinchi Roca y Lloque Yupanqui. La
segunda expansión, se da durante los gobiernos de los Zapa Incas Mayta Cápac, Cápac
Yupanqui, Inca Roca Yahuar Huácac y Viracocha Inca. Finalmente la tercera
expansión, estuvo a cargo de Pachacuti Inca Yupanqui, el más grande conquistador
Inca, Inca Yupanqui, Túpac Inca Yupanqui y Huayna Cápac.

Y según parece, los Zapa Incas Huáscar Inca Yupanqui y Atahualpa Inca, se dedicaron a
guerras intestinas hasta la llegada de los españoles (ver Conquistas del Imperio Inca)
Wenn*!!

Destino Último del Imperio [editar]

Luego de la conquista la destrucción de las estructuras sociopoliticas del imperio fue


progresiva e inexorable, con varias etapas y procesos, de los cuales los más conocidos
son las reducciones virreinales. Descendientes de la realeza Inca histórica, Tupac
Amaru I y siglos después Túpac Amaru II se levantaron en armas contra el gobierno
virreinal sin mayor éxito. De sus movimientos solo quedo su recuerdo como gesta
heroica y "libertaria". Algunos eruditos creen que la debilidad orgánica de sus
movimientos y la falta de una acogida más extensa en su momento, matormente entre
los supuestos benficiarios esto es entre los habitantes locales se debe en parte a que
progrsivamente la transculturación y servidumbre los hicieron olvidadar su pasado
milenario. Estos movimientos no ofrecían una posibilida de éxito real contra uno de los
imperios más poderosos de la historia en su momento. No pudieron convencer ni ofrecer
avances capaces de aglutinar con mejoras en su forma de vida diaria y liberar de su
estado de explotaciona los curacas ni a los habitante locales sino aparentemente solo
ofrecían el reemplazo de la aristocracia hispana europea por una vuelta a la realeza Inca
nativa, no de muy buen recuerdo entre las etnias subyugadas por los Incas. Al final solo
destinados al fracaso, estos movimientos vieron desaparecer los últimos vestigios de
poder Inca. Hoy en día los rezagos de la población multietnica con su cultura y
costumbres de los habitantes nativos, ahora conocidos como cholos, pueden hallarse en
los países andinos.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_Imperio_Inca"

El Cuzco de los Incas

EL MARCO GEOGRÁFICO

Ni la arqueología ni la historia han logrado hasta ahora arrancar a la naturaleza, ni


a los restos materiales o humanos del pasado, el secreto de los orígenes del Cuzco.
Este permanece, todavía, inexcrutablemente adherido a los dominios del mito y de
la leyenda. No se ha determinado aún la circunstancia histórica precisa en que
surgió a la vida histórica "la gran ciudad del Cuzco", el eje de la tierra andina, la
urbe imperial de la América prehistórica meridional, cabeza de todas las ciudades
del Virreinato austral bajo el régimen español y, en el refluir eterno de la grandeza,
capital arqueológica de nuestro creciente panamericanismo científico y democrático.

La explicación del surgimiento y grandeza del Cuzco hay que inducirla de las
permanentes sugestiones del marco geográfico. La vocación imperial del Cuzco
nace, acaso, de su posición intermedia, topográfica y atmosférica, que condiciona
las calidades del paisaje y del hombre y el destino social y urbano de la región. El
Perú es, según Squier, un país de hoyadas próvidas, en medio de mesetas
desoladas, de montañas nevadas, de gargantas profundas, murallas de cerros y de
montes, de bosques y desiertos. En el fondo quieto y tibio de esas hoyadas de la
costa o de la sierra, más templado que el árido terreno circundante, ha nacido la
civilización. El Cuzco está en una de esas hoyadas de la puna en los Andes del Sur
del Perú, entre la Cordillera Occidental y Oriental, más echado a la Oriental, entre
las hoyas del Vilcanota y del Apurímac, en un límite isotérmico, geográfico y
etnográfico que decide su destino nuclear.

La altura del Cuzco es ya la altura de la puna. Está a 3,350 metros rodeado de


cerros nevados, en la parte más elevada del valle y en los declives de tres altas
colinas donde convergen tres ríos –el Tulumayo, el Huatanay y el Chunchulmayo–
como los dedos de una mano abierta. No obstante esta altura el clima es duro y
severo, "fresco pero no frígido". Garcilaso, elogiándole, dice que el temple es más
bien frío que caliente, pero no tan inclemente que obligue a buscar fuego para
calentarse, porque basta entrar a un aposento donde no corra aire para perder el
frío. En cambio, como el aire es frío y seco, no se corrompe la carne ni hay moscas.
Y Sarmiento de Gamboa, haciendo el elogio de la tierra que aposentó a los Incas,
dice que es "de enjutos mantenimientos e incorruptos aires". Y, anticipando
lecciones de geopolítica sobre el marco geográfico del Cuzco, dice: "La tierra es
escombrada, seca, sin lagos, ni ciénagas, ni montañas de arboledas espesas, que
todas esas son causas de sanidad y por esto de larga vida para los habitantes". La
tierra fértil y el aire sano predisponían, pues, antes de la historia, al surgimiento de
un pueblo recio, grave y tenaz. El fondo del valle, que suaviza el clima, estimularía
el desarrollo social.

La geografía regala también al Cuzco con una posición privilegiada para el


mantenimiento de sus habitantes y el disfrute de los diversos dones de la tierra que
pueden favorecer el surgimiento de un centro metropolitano. El Cuzco está rodeado
de fértiles llanuras tributarias y de pastales propicios a la ganadería. En las tierras
altas, donde el hombre vive en chozas con muros de piedra y techos de paja, donde
la nieve condiciona la altura de los cultivos, donde crece la "tola", vegetación alpina
y el hombre se alimenta de patatas, el poblador se dedica al pastoreo y vive aislado
e ignorante de la civilización. En los altos valles secos, en los que alternan una
estación seca y fría y otra caliente y lluviosa, aparece una débil vegetación de
pequeños arbustos, de cactus, de chilcas y de molles, con sus bayas granates y su
fronda sagrada, en tanto que, en el fondo del valle, fecundan el maíz, las papas, la
quinua, la oca o los frijoles y, después de la colonización española, el trigo, la
cebada, los guisantes. El poblador es, en esta región, durante el corto período
agrícola, cuando no emigra a otros trabajos mineros o de la costa, agricultor y
hombre de ciudad. Toda la vida del agricultor de esta zona y sus fiestas y sus
costumbres están regidas por las dificultades del riego y la obtención de la única
cosecha anual. Este hombre será el inventor de los andenes y los canales, la lucana
(pico) y el huizo (azadón para apoyar el pie). La lucha por la civilización, que dará
origen a la organización social y al Imperio, arranca de la sequedad del suelo y de
los planes de cultivo e irrigación. La tierra del Cuzco es árida, sólo en apariencia,
porque sus páramos son salados y el más leve contacto del agua o del estímulo
humano la vuelve fecunda. Al Cuzco le proveen ampliamente de recursos las
llanuras fértiles de Anta, del valle del Urubamba, los valles del Cuzco y de Sicuani y
ahora las plantaciones de azúcar de Abancay. Los valles orientales sub-tropicales,
inmediatos al Cuzco, situado en el borde de los Andes Orientales, le rendirán,
también, como tributo imperial, la divina planta de la coca, que será lujo de la vida
incaica.

Hay algo, sobre todo, que decide, en lo topográfico, la primacía y la calidad


metropolitana del Cuzco y es su posición en un cruce de vías imperiales, por las que
habrán de llegar los tributos de los granos, de la lana, de la coca y del oro. El Cuzco
está no sólo en el límite del cultivo del trigo y la cebada y del frío seco de la sierra
al inhospitalario de la puna, sino que está, también, en un cruce o palca promisorio
de caminos y en un límite étnico entre el hombre de la serranía el puna-runa y el
sacha-runa u hombre de la selva. El Cuzco a la vez que hondón en el camino
yugular de los Andes, de Norte a Sur, es una de las mejores puertas de ingreso a la
selva de la región oriental. Ambas zonas, la selva y la sierra, se hallaron separadas
en la época primitiva como ahora, por una muralla infranqueable de montañas, a la
vez que por vetos étnicos y telúricos. El hombre de la sierra repudió al sacha-runa
u hombre del bosque. Pero del Cuzco parten gargantas profundas que cortan y
atraviesan la cordillera, por las que puede llegarse a la región tropical y que son
puntos de acceso y de defensa. En las laderas y pendientes que bajan de la puna a
la selva surgirán las ciudadelas incaicas de frontera que, como Macchu Picchu,
Paucartambo, Pisac y Ollantaytambo, defenderán el avance de los hombres
selváticos. El hombre de la selva hará de la madera su principal elemento de
expresión en tanto que el de la sierra aprenderá el arte de la piedra. Esta oposición
decidirá uno de los derroteros históricos y geográficos del Incario. El súbdito
incaico, amante de la simetría y del orden, nacido en una tierra de clásica
austeridad y equilibrio, rehuirá el bosque y el pantano, la maleza y el desorden y
será un enemigo declarado del Trópico. La arquitectura incaica –dice el argentino
Angel Guido– reflejará principalmente el ascetismo del paisaje andino, ajeno por
completo al exceso y desequilibrio barrocos del Trópico.

Las fronteras del Imperio cuzqueño se detendrán al Sur, al Norte y al Este, en el


momento en que las huestes incaicas, dominadoras de montes y mesetas, se
enfrenten con la confusa maraña de los árboles y el húmedo y sofocante hálito del
bosque tropical.

Pero el territorio y el clima confabulados le dieron aún al habitante del Cuzco otra
presea de triunfo. Los suelos de la puna Sur –dice el gran geógrafo Troll– son de
gran riqueza nutritiva y de pastos chicos, de los que se alimentan la llama y la
alpaca. Debido a la llama –dice el mexicano Esquivel Obregón– el Perú avanzó un
paso más que todos los países de América en la escala de la civilización, por cuanto
la ganadería le apartó de una serie de formas rudimentarias de vida. El hombre
dejó de ser bestia de carga y con la acémila humana desaparecieron la esclavitud y
la antropofagia y disminuyeron los sacrificios humanos, rescatados en el Perú,
como en otras partes, por la presencia del ganado. El Imperio incaico vencerá los
desiertos y las cumbres al paso ligero de la llama.

A estos desiderata de orden físico habría que agregar los motivos de índole mágica
y estética: el culto de las cumbres y el de la influencia solar. Para el hombre del
altiplano, acostumbrado al rigor del frío y a la inclemencia del viento de la puna,
para el que acaso resultaba demasiado muelle y sedante el fondo cálido de la
quebrada, de las tierras llamadas desdeñosamente yunga, acaso si el sereno y
ecléctico término medio, la áurea tranquilidad buscada cerca del aire frío y
tonificante de la meseta, no estaba en la planicie demasiado abierta, sino en el
corazón hermético de la serranía, en un áspero rincón del valle, sobre las laderas
de las montañas, en las que el espíritu de la raza pudiera otear, como una utopía, a
lo lejos, la perspectiva verde y alegre del valle, pero manteniéndose asido siempre
a las rocas, en un afán de soledad y de ascetismo, como el de los nidos de los
cóndores.

Este destino geográfico ascensional, este amor de las cumbres es consustancial con
el alma del Cuzco y del hombre del Incario, que el forjó a su semejanza, que
diviniza los cerros y otea el alma de las montañas, porque ellas le han dado
lecciones de severidad y de majestad estoicas. Los cerros o las montañas formaron
alrededor del Cuzco como una silenciosa hilera de guardianes a los que el quechua
rendirá diaria y reverente pleitesía. Los nombres de los cerros adquirirán prestigio
mítico y desde el Cuzco se venerará la cumbre nevada del Ausangate y el
Sallcantay, del Pachatusan que sostiene el cielo y el Alperan, el cerro sobre el cual
se pone el sol y donde se sacrificaba diariamente una llama, o el cerro Guanacaure,
ligado a la leyenda sagrada de los Ayar.

Por ello, este afán de agarrarse a las breñas y de radicar en ellas la esencia de su
espíritu, será consustancial con el alma incaica en los días de su mayor apogeo y
cuando, en el auge de su civilización, el Cuzco abarque sierra y costa, subsistirá ese
agreste destino y la costumbre atávica y señera de considerar "por más hidalgos y
nobles" a los de la ciudad de arriba.

El oscuro e inconsciente anhelo de cimas no basta para explicar la decisión inicial.


El Cuzco, como otras ciudades milenarias, debió nacer de los variados impulsos que
deciden la vida del hombre primitivo, acechado por enemigos visibles e invisibles,
defendiéndose y buscando la seguridad en sus armas y en los parapetos naturales
de los riscos, pero atento siempre a las inspiraciones de lo sobrenatural y a las
misteriosas interpretaciones anímicas del cielo y del contorno geográfico. Los
primeros habitantes se cobijarían para defenderse bajo la mole del Sacsayhuaman,
pero luego los atarían a la tierra la revelación sagrada de los mitos del Titicaca y de
Paccarectambo. El Cuzco debió ser fortaleza y santuario, antes que mercado; debió
nacer no de un determinismo rígido de leyes económicas, aún elementales y difusas
–abundancia o escasez del ají o de la quínua– sino, más bien, por un fatum
religioso y político que presidiría su destino con la ineluctabilidad de los grandes
acaeceres históricos y que amarró a la mole del Sacsayhuaman y a la imagen del
Inti o divinidad solar de los quechuas el destino de la América indígena meridional.

El Cuzco es, esencialmente, una ciudad de ladera. Rodeado de cerros por todas
partes, no se sabe si baja del cerro de Sacsayhuaman al valle o si se ha colgado a
la mole de él, en un declive. Partes del Cuzco están prendidas a la montaña y otras
descienden en terraplenes y andenes, en una arquitectura típica y originalísima.
Toda la historia del Cuzco –la del Hanan Cuzco, tortuoso y accidentado, como la del
Hurin Cuzco, llano y rectangular– estará influida por esta posición topográfica. Las
ciudades de ladera han sido establecidas principalmente teniendo en cuenta la luz,
el sol. Los sociólogos apuntan que los pueblos de montaña escogen las laderas
soleadas, las que primero reciben el sol, prefiriéndolas a las laderas sombrías. El
Cuzco fue elegido así, teniendo en cuenta la presencia mágica del sol, el milagro
cotidiano de la luz. Por eso, acaso, el transporte encendido de José María Arguedas:
"Sólo a esa altura de los Andes es posible un valle con ese horizonte y esa luz". Y la
comprobación poética del mismo, cuando habla del "cielo de ilimitada hondura,
escenario de resplandecientes tránsitos de luz, de esos cambios de claridad y
sombra, de fuego dorado y sangriento, con grandes pozos de lobreguez insondable,
propios de las regiones altas: abierto e irrenunciable camino a la meditación y a las
inmortales empresas".

El Cuzco fue, así, predestinado por la naturaleza para servir de nido caliente de una
cultura, de cruce de caminos, crisol de pueblos, acrópolis india y cuadrante de una
historia solar.

EL ENIGMA ARQUEOLÓGICO

Discuten los historiadores el origen y la antigüedad de los primeros pobladores del


Cuzco anteriores a los Incas, a base de los restos arqueológicos, de las huellas
lingüísticas, de la toponimia y de la remota tradición oral recogida por los cronistas
españoles. La investigación arqueológica ha dado, hasta ahora, escasos resultados
por la superposición en el mismo sitio de las poblaciones preincaica, incaica y
española. Para hacer una amplia búsqueda habría que derribar lo incaico
subsistente o lo hispánico acoplado a lo incaico o realizar obras mayores de
apuntalamiento, que no justificarían seguramente los hallazgos. La pala de los
arqueólogos no ha hallado, por lo general, en el recinto del Cuzco y sus lugares
aledaños, sino restos característicos de la cultura incaica. Todo lo monumental y
espectacular de la región del Cuzco hallado por los españoles –las piedras ciclópeas
de Sacsayhuaman, de Ollantay-tambo o de Macchu Picchu– es, según los
arqueólogos más autorizados, de época y estilo incaicos.

Los viajeros del siglo XIX distinguieron en los antiguos monumentos del Cuzco y en
los de la órbita incaica dos estilos: el estilo ciclópeo o de mampostería de piedras
irregulares de gran tamaño, sólidamente encajadas en muros de aspecto imponente
y el estilo de piedras rectangulares de forma acanalada, ligeramente convexa y
cortada en sesgo hacia los bordes, de modo que se produzca una acanaladura entre
los bordes perfectamente ensamblados. Es la mampostería que Humboldt comparó
con el corte de piedra llamado bugnato por los italianos y que ostentan las piedras
del muro de Nerva en Roma y del palacio Pitti en Florencia. Hubo la tendencia a
considerar el estilo ciclópeo, indiscutiblemente más primitivo e incipiente e
indiciario de un escaso desarrollo arquitectónico, como más antiguo que el de las
piedras isógonas. Markham señaló cinco estilos: primitivo, ciclópeo, poligonal,
rectangular almohadillado y pulido isógono. Uhle sugirió que los muros de piedras
irregulares y poligonales señalarían el estilo originario del Cuzco. Muestras de esa
primitiva arquitectura serían los muros de Colcampata, llamado el palacio de Manco
Cápac, los del muro llamado de Hatunrumiyoc o piedra de los doce ángulos, el
templo de Pumapuncu –anterior al del Sol, según Cobo– y los muros y andenes de
Sacsayhuaman, que debieron ser el primitivo Intihuasi. Fuera del Cuzco
corresponderían a este estilo, según Uhle, el templo de Viracocha en Cacha, el
templo del Sol en Huaitará y algunas partes de Ollantaytambo. Pertenecerían a este
arte de aspecto gigantesco y caótico estructuras internas de prestigio sibilino y
esotérico: galerías subterráneas, terrazas superpuestas, escaleras, escondrijos
tallados, capillas e hipogeos. Pero la propia observación del área urbana subsistente
del Cuzco incaico desbarató la clasificación excesivamente rígida, demostrando que
existían construcciones muy antiguas de piedras rectangulares –como el palacio de
Coracora, del tiempo de Inca Roca– y que ambos estilos coexistieron en un mismo
edificio en la época del apogeo incaico. De estas inducciones se desprendía que el
Cuzco era una ciudad fundamentalmente incaica, sin antecedentes en el tiempo
prehistórico. Los hombres, según la tradición imperial recogida por Garcilaso,
habrían vivido, antes de Manco, entre ciénagas y breñales, en pueblos sin calles ni
plazas, "como recogedero de bestias", en el valle del Cuzco, que estaba entonces
"todo él hecho montaña brava".

La arqueología no ha podido despejar aún la niebla mítica que envuelve a piedras y


relatos primitivos. Dos esfuerzos en la investigación han pretendido, sin embargo,
hendir el pasado misterioso del Cuzco: el del doctor Luis E. Valcárcel, con sus
excavaciones en la fortaleza de Sacsayhuaman en 1933 y 1934 y el del arqueólogo
norteamericano John H. Rowe, en 1941, junto al templo del Sol y en Carmenca,
donde halló el estilo preincaico cuzqueño denominado Chanapata.

La excavación de Valcárcel y su equipo arqueológico puso al descubierto gran parte


de los baluartes y torreones de Sacsayhuaman descritos por Garcilaso, terrazas,
galerías, explanadas y, particularmente, un sector de ruinas aledaño de
Sacsayhuaman –la fuente bellísima de Tambomachay, la fortaleza en miniatura de
Pucara, el laberinto de Lanlacúyoc y el grandioso ídolo del adoratorio de Quenco–,
conjunto ciclópeo que constituyó, según Valcárcel, el recinto del antiguo Hanan
Cuzco. En todos ellos sólo se encontró la cerámica inca de formas clásicas –
conopas, queros, aríbalos– y colores opacos, grises, ocres y rojos oscuros. Tan sólo
en la proximidad del antiguo torreón de Mullucmarca, en Sacsayhuaman, se halló
un ceramio de clásica forma de Tiahuanaco, de colores brillantes y dibujos
geométricos, que no basta para establecer un marcado estrato cuzqueño de esta
civilización.

En sus excavaciones científicas Rowe logró romper el invulnerable circuito de lo


preincaico –el Purun pacha de los Incas–, hallando tres clases de cerámica
preincaica, que ha bautizado con los nombres de Chanapata clásico, Chanapata
derivado y estilo Huari. El sitio de Chanapata se halla en las afueras del Cuzco, en
la carretera a Abancay cerca a la parroquia de Santa Ana. Las vasijas extraídas del
pequeño basural en el que subsisten, como restos de una pequeña población,
algunos muros de piedra tosca y empedrados, son de color negro y dibujos
incindidos en el estrato más lejano y se parecen a los estilos más antiguos de la
costa peruana. Rowe les señala la fecha tope de 800 años antes de Cristo. El tercer
estilo preincaico es el semejante al llamado Huari en la región de Ayacucho, con
huellas del difundido estilo tiahuanacoide.
En el estrato netamente incaico Rowe señaló, aguzadamente, tres estilos de
cerámica y de arquitectura, concordantes con las épocas históricas: un primer
período provincial, al que corresponde la cerámica Quilque, el período Inca
Imperial, al que corresponde el estilo Cuzco, y el período Colonial español, al que
pertenecen muchos edificios tenidos por incaicos, como la casa de los seis pumas
en Santa Teresa, en que, conservando el estilo incaico, se han adaptado ciertas
reglas de arquitectura española. Rowe le llama el estilo Cuychipuncu.

EL CUZCO PREINCAICO

La tradición oral de los Incas, celosa de su predominio político y cultural, ahogó


todo recuerdo anterior a la aparición de Manco y toda alusión a las tribus
poseedoras del sitio del Cuzco, lo que descubrieron las investigaciones del virrey
Toledo en la propia ciudad imperial y sus tribus aledañas.

No es posible fijar cronológicamente el momento en que, sobre el herbazal de la


marca primitiva, se hincó el primer usnu o piedra de la justicia, se trazó el cuadro
inicial del Aucaypata o ágora india y surgió el perfil en talud de la primera pucara o
huaca, fortaleza o templo, que habían de servir de centro a la ciudad futura. La
dubitante tradición oral recogida por Toledo y la nomenclatura confusa de los ayllus
primitivos, conservada por Sarmiento de Gamboa, nos permiten vislumbrar que
fueron los Huallas, alfareros y sacrificadores de llamas, los primeros pobladores de
la urbe sagrada. Junto a ellos y a la "fuente de agua salobre para hacer sal", se
situaron en las tierras más fértiles los Poques y los Lares. Se discute si fueron
quechuas, aymaras o puquinas. Uhle y Latcham, principalmente, sostienen el
origen colla de estas tribus y su lengua aymara, en tanto que Riva Agüero defiende
ardorosamente su quechuismo y Middendorf busca la procedencia colla o puquina.
De cualquier modo que sea, traducidos al quechua, al aymara o al puquina,
aparecen siempre como hombres rudimentarios y desdeñados por los Incas. En
quechua hualla significa depravado o desordenado, poje, primerizo y lares, gente
cimarrona y sin gobierno. En arawak poque es tonto y lari, montubio o cimarrón.
Los Huallas habitaron en la parte de San Blas y la Recoleta. Betanzos nos dice que
el Cuzco preincaico antes de la llegada de Manco estaba ocupado en gran parte por
"un tremedal o ciénaga" y que no había en el valle de Huatanay sino pueblos
pequeños de "hasta treinta casas pajizas y muy ruines".

LOS TAMPUS

La primera onda civilizadora fue, según Riva Agüero, que coordina los datos de
Sarmiento, la de los Maras, la segunda la de los Sutic o Tampus (gente conocida),
descendientes de los Sahuasiray y los Antasayas, y la tercera la de los Ayar. Estos
les quitan las tierras y aguas a los Huallas, que se desplazan, derrotan a
Copalimayta y Sahuasiray y ocupan el área comprendida entre los dos ríos. Diez
ayllus legionarios se reparten el área del Cuzco... Según Valcárcel los Huallas
quedan en la cuesta de San Blas, los Antasayas en las colinas septentrionales, los
Sahuasiray al lado del futuro Coricancha y los Alcavizas hacia Santa Clara. Los
Tampus, indiscutiblemente quechuas, son los que quedan por vencedores. Los
himnos de los Incas dirán, más tarde, en el apogeo imperial: "Dios proteja a los
Incas y a los Tampus, vencedores y despojadores de toda la tierra". Los Tampus
son del más antiguo linaje del mundo después de Dios, dijeron al padre Acosta los
quipucamayos cuzqueños.

La segunda fundación del Cuzco se halla mezclada a los ritos de la fertilidad y del
oro que perduran en las leyendas del Titicaca y de Paccarectampu –la posada del
amanecer– y la llegada de las cuatro parejas simbólicas con sus alabardas
resplandecientes y sus hondas que derriban cerros, para implantar en la tierra
predestinada el maíz y la papa nutricios de la grandeza del Imperio.

El camino seguido por los segundos fundadores del Cuzco, ya sea la pareja
simbólica de Manco Cápac y de Mama Ocllo o las cuatro parejas de los hermanos
Ayar, viene del Sur, del lago sagrado o de las tres ventanas simbólicas de
Tamputocco o Paccarec-tampu y trae un mensaje civilizador. Los etnólogos creen
que los nombres de los Ayar corresponden a productos vegetales introducidos o
preferidos por ellos al entrar al Cuzco: Ayar Cachi representaría la sal, Ayar Uchu el
ají, Ayar Auca el maíz tostado. Betanzos aclara que en el camino hacia el Cuzco los
Ayar implantaron el cultivo de la papa en el valle de Guanacaure y hallaron en un
pueblo pequeño de los Alcavizas el cultivo de la coca y el ají. Eran portadores,
además, del providencial recurso de la llama, pues Molina habla de que usaban
adornos y vajillas de oro y de que llevaban la napa o llama con la gualdrapa o
aparejo rojo con que más tarde la sacrificarían en las fiestas del Imperio, en
recuerdo de los Ayar. Estos pueblos quechuizados –o que hablaban ya la lengua
quechua, que trasciende en todos los nombres de la leyenda– traían, por último,
como procedentes que eran de la región del Titicaca, todo el legado arquitectónico
de la épocas megalíticas de Tiahuanaco, lo que explicaría la similitud que algunos
arqueólogos encuentran entre la parte baja de Sacsayhuaman y las construcciones
del lago.

EL MARCAYOC

Todos los pueblos primitivos del Perú guardaron celosamente la memoria del
marcayoc o fundador, al que rendían culto sacro y votivo. En las relaciones de
idolatrías del Arzobispo Villagómez, se dice que todos los pueblos indios tienen
ídolos de piedra "que eran los fundadores o patronos de pueblos a quien llaman
marcayoc o marcachacra, que ellos suponen que era el primero que pobló aquella
tierra"1 .

En el caso del Cuzco, la ciudad solar y vértice del Imperio, no era posible que se
perdiese el recuerdo del marcayoc progenitor y fundador. Las tradiciones históricas
y los mitos más remotos señalan a Manco Cápac como el fundador del Cuzco y de
la primacía incaica. Algunos historiadores suspicaces le han negado existencia real
y le han considerado como personaje mítico y legendario. Riva Agüero refutó,
contundentemente, a González de la Rosa, que representa la tesis escéptica y
nihilista. No importa que la momia de Manco, como la de Yahuar Huaca, no
apareciese en la pesquisa hecha por Polo de Ondegardo de los mallquis incaicos.
Estaba, en cambio, su bulto o guauqui, como los de los otros Incas, que era
reverenciado como imagen rediviva de su figura humana o de su totem protector y
estaba, sobre todo, la descendencia misma de dicho Inca, la Chima panaca,
conservada y respetada como el ayllu primogénito o la más rancia de las viejas
estirpes imperiales cuzqueñas. Fue Manco Cápac, sin duda, personaje real e
histórico, de magnífica pujanza vital, paradigma heroico de su raza y héroe
civilizador, al que el respeto y la gratitud de su casta revistió luego, por la obra
alucinadora de la tradición oral, de relieves legendarios y míticos, que siempre
cortejan en la historia al personaje arquetípico. Manco aparece, así, en todas las
tradiciones y cantares cuzqueños con los arreos simbólicos de los héroes epónimos.
Cieza le hace surgir en el horizonte de la marca primitiva, teniendo al fondo el cerro
de Guanacaure, levantando los ojos al cielo y siguiendo el vuelo de las aves y las
señales de las estrellas, para hundir en la tierra la barreta civilizadora. Molina
refiere que el dios Sol lo llamó y le dio por insignia y armas el suntur paucar o airón
de plumas y el champi, los supremos y divinizadores atributos de los Incas. En los
cantares quechuas, que recogió Sarmiento de Gamboa, Manco lleva, en una petaca
de paja, el pájaro o halcón totémico llamado indi o inti, reverenciado como símbolo
del Sol, y el yauri o estaca de oro que hiende las tierras fértiles. En su cortejo
marchan su mujer Mama Ocllo y las tres parejas que completan el número mítico
de cuatro, llevando los topacusis o vasos de oro y el napa o llama sagrada. Manco
instituye las danzas y las fiestas rituales el huarachico y el capacraymi, la
ceremonia de horadar las orejas a los donceles nobles y el rito para llorar a los
muertos, "imitando el crocitar de las palomas". El indio Santa Cruz Pachacuti recoge
la misma figura legendaria del Inca que avanza entre prodigios –derribando cerros,
volando con alas de piedra o petrificando enemigos– desde el Collao hacia el
mediodía, portando el topayauri o cetro que le diera el dios Tonapa. Manco y sus
tres compañeros se detienen en el Cuzco cuando surge ante ellos el signo promisor
del arco iris –que sus sucesores llevarían como estandarte– y al darse con el
destino definitivo de su raza entonan el cantar de chamaiguarisca o "cantar de pura
alegría", que podría ser el himno nacional del Imperio.

Ninguna de estas poetizaciones, que también surgieron sobre otros Incas –


principalmente, sobre Pachacútec–, reducen, proviniendo de un pueblo crédulo y
agorero, la personalidad histórica de Manco Cápac y la certeza de sus hazañas
vitales. Manco Cápac existió realmente. Podrá dudarse si fue de raza quechua o
aymara, o de la cronología de su reinado; pero fue héroe de carne y hueso y el jefe
de los ayllus que ocuparon el Cuzco tras de la odisea de Paccarectampu a
Guanacaure y el valle sagrado. Es inútil que los historiadores traten de saber si fue
quechua o aymara, cuando los propios indios, sus descendientes, le hacían hijo del
Sol y de la Luna o declaraban que "no tuvo pueblo, ni chácara, ni casta o antigualla
pacarimoc". El nombre Manco no tiene explicación en quechua, según Garcilaso,
aunque Cápac signifique poderoso o rico, en quechua y en aymara y mallco, según
Uhle, sea "señor de vasallos" en aymara. No cabe, tampoco, aceptar la tesis del
sutil investigador Latcham, quien piensa que los Ayar, nombre que significa
"difunto", habían muerto cuando sus tribus llegaron al Cuzco y que, por lo tanto, ni
Manco ni sus compañeros collas vieron jamás la ciudad del Sol. Para la tradición
secular incaica, Manco Cápac fue el inconfundible fundador o marcayoc del Cuzco
de los Incas.

Entre los signos históricos innegables de la personalidad histórica de Manco Cápac


están los hechos de que en el Cuzco se le señaló siempre unánimemente, como el
fundador de la ciudad e iniciador de la dinastía incaica, y de que se veneró,
además, por una tradición persistente, los sitios donde Manco fundó el templo de
Inticancha, el de Colcampata que fue su morada o el sitio en que dormía su mujer,
Mama Ocllo. Además de estos recuerdos locales se conservó la versión de que fue
Manco quien enseñó la labranza de la tierra y el uso del arado, estableció el culto
del Sol y forjó las leyes y las grandes instituciones y ceremonias rituales del
Imperio. Con tan firmes lauros la figura de Manco vence las nieblas de la leyenda y
adquiere vigor y prestancia reales. Es el fundador del Cuzco y de la estirpe de los
Incas y preside, como desde un pórtico majestuoso y monolítico, toda la primera
historia peruana.

Manco fue, pues, el personaje real e histórico que fundó el Cuzco y aun le dio,
según la tradición, su nombre perdurable. El Cuzco, antes de la llegada de Manco,
estaba ocupado, según el testimonio veraz de Betanzos, en gran parte por "un
tremedal o ciénaga" y no había en el valle del Huatanay sino pueblos pequeños de
"hasta veinte o treinta casas pajizas y muy ruines". Huamán Poma dice que este
caserío antiguo se llamó Acamama.

Manco cumple la función sinoicista, allanando obstáculos y juntando pueblos. De


ahí, acaso, el nombre mismo del Cuzco, sobre el que vacila la ciencia lingüística.
Garcilaso afirmó que "Cozco, en la lengua particular de los Incas, quiere decir
ombligo o centro del mundo". También se ha dicho modernamente, por Escalante,
que proviene de Cejasco, que significa pecho o corazón. Pero González Holguín, uno
de los más ilustres quechuistas, afirmó en los mismos días de Garcilaso, en su
Vocabulario prócer, dictado, según él, por los mismos indios del Cuzco que
cusquini significa "allanar el terreno" y también "allanar dificultades, unir y
establecer una concordia". Todo esto se conjuga con la tarea de Manco, que vino a
enseñar ese arte supremo de los Incas, del que dijo Cornejo que "enseñaron a unir
las piedras para levantar fortalezas y a soldar las tribus para crear imperios". Esto
coincide con la voz de otros cronistas indianistas o indios. Montesinos dice que a
Manco le pareció bien el lugar para fundar una ciudad y señalando un
amontonamiento de piedras dijo que lo hiciesen "en esos Cuzcos" y que hubo que
allanarlos "y este término de allanar se dice por este verbo cozcoani, cozcochanqui
o chanssi y de aquí se llamó Cuzco". Sarmiento de Gamboa dice que el lugar al que
llegaron los Ayar, y donde Ayar Auca se petrificó y convirtió en hito de posesión,
"se llama Cozco" y que "de ahí le quedó el nombre hasta hoy". Ayar Auca Cuzco
huanca –o sea Ayar Auca hito de piedra– fue un proverbio incaico. También se dijo
que el lugar de enterramiento de uno de los Ayar, donde lloraron los Incas, fue este
del Cuzco, "que significa triste y fértil". Y el indio collagua Santa Cruz Pachacuti,
dice que, cuando Manco llegó al sitio del Coricancha, había dos manantiales que los
naturales de allí –Alcahuisas, Culinchimas y Cayaocachis– llamaban Cuzcocassa o
Cuzco rumi y "de alli se vino a llamarse Cuzco pampay y los ingas que después se
intitularon cuzco-capac o cuzco-ynca". El cronista cuzqueño Mogrovejo de la Cerda
apunta que Cuzco quiere decir "pintura de colores" como alusión a los matices del
sitio florido en que se fundó.

Manco vivió y murió, según Sarmiento, en Inticancha o en Cayacachi según


Santillán. Su tarea urbanística fue la de juntar pueblos, trazar la nueva ciudad y
vencer la tierra estéril. Manco fundó la casa del Sol o Coricancha, dividió la vieja
ciudad, por sus cifras mágicas y simbólicas, en cuatro partes, que fueron
Quinticancha, Cumbicancha, Sayricancha y Yarambaycancha. Las razones de la
elección del sitio se hallan indicadas al hablar del marco geográfico. Habría que
agregar a ellas la existencia de "una fuente salobre para hacer sal", que recuerda
Garcilaso.

Así nació entre señales del cielo y prodigios míticos, intuiciones telúricas y faenas
humanas civilizadoras, el Cuzco de Manco, al pie del Sacsayhuaman y junto a la
laguna o tremedal que ocupaba la plaza de Cusipata –hoy día cubierta por los
portales del Poniente y por el Hotel de Turistas– y la gran hazaña urbanística de la
primera dinastía, de los sucesores de Manco, será la de vencer el pantano y, a
través de él, tender los canales y primeras calzadas por donde se expandirá el
Imperio hacia el Contisuyo.

HANAN CUZCO Y HURIN CUZCO

Es un hecho inmemorial, tanto en el Cuzco como en las demás ciudades peruanas,


que una de las primeras normas urbanísticas y políticas de las urbes indianas es la
de su división en dos secciones, parcialidades o bandos: la de los Hurin y la de los
Hanan. Esta concepción, muy característica del concepto dicotómico de la vida del
hombre quechua y de su amor por la paridad y la simetría, se impone a la ciudad
imperial y rige su destino. El Cuzco estuvo dividido, como la Tenochtitlán azteca, en
dos mitades, el Cuzco alto o Hanan Cuzco y el Cuzco bajo o Hurin Cuzco, separados
por el camino de Antisuyo, y las parcialidades humanas que los formaron
rivalizaron en el poder económico, social y político, alternativamente. Todas las
historias hablan de que en el Imperio se sucedieron dos dinastías: los Hurin Cuzco y
los Hanan Cuzco.
La simple enunciación de los términos Hurin y Hanan denuncia una diversidad
topográfica que trascendió luego en división social. Difieren los cronistas en la
interpretación de esta diferenciación urbana y en sus vicisitudes históricas. El
Sochantre Molina dice que los del Cuzco de arriba "se tienen por más hidalgos y
nobles" que los del Cuzco bajo y Garcilaso, que los del Cuzco alto "fueron
respetados y tenidos como primogénitos hermanos mayores y los del bajo como
segundos y, en suma, fueron respetados como el brazo izquierdo y el derecho, en
cualquiera preeminencia de lugar y oficio". El Oidor Matienzo, perspicaz en matices
sociales y jurídicos, declara que el curaca de Anansaya es en todos los poblados
indígenas, en el siglo XVI, "el principal de toda la provincia", que el curaca de
Urinsaya debe obedecerle y que en las ceremonias se sientan, "los de anansaya a
mano derecha y los de urinsaya a la izquierda". Otra es la experiencia del folklorista
Ramos Gavilán en el siglo XVII: "Los de Hurinsaya consideraban a los de
Hanansaya como pobres advenedizos, sin tierra ni patria propia".

Los historiadores y sociólogos, analizando notas de los cronistas y documentos,


interpretan en diversas formas estas oscilaciones demóticas. Sarmiento de Gamboa
cree que la división en dos parcialidades clásicas en todos los pueblos del Incario
servía "para contarse unos a otros". Las Casas cree, también, en una finalidad
estadística, para facilitar empadronamientos. Más tarde se trasformaría en
instrumento de regulación cívica, por la creación de dos fuerzas rivales que se
emularían y vigilarían entre sí, como dos partidos políticos. Este sentido parecen
revelar las noticias de Garcilaso, quien dice que en este ritmo binario los Hanan
agrupaban a los descendientes de Manco y los Hurin a los de Mama Ocllo, y la
afirmación del Sochantre Molina, que habla de dos castas de orejones: los de los
cabellos largos o chilques, que eran los sojuzgados, y los trasquilados, que eran los
Incas o vencedores. Cobo dice que Hanan son los que atrajo Manco y Hurin los que
atrajo Mama Ocllo. Montesinos, por último, considera que la división tendía a
excitar emulaciones e impedir revueltas, porque cada parte vigilaba a la otra. Esta
competencia, según Cobo, se extendía aun a las fiestas y regocijos.

Latcham cree que los Hurin serían los originarios y los Hanan los forasteros o
usurpadores. Baudin, máxima autoridad incanista, considera el problema muy
oscuro y cree que se trata de una supervivencia de las fratrías de las tribus
primitivas: los Hanan serían originarios del Cuzco y los Hurin inmigrantes. Von
Buschan piensa que fueron grupos exógamos en el interior de las tribus. Means
habla de vencedores y vencidos: los Hurin, los vencidos, ocuparían las tierras
menos buenas. Zurkalowski cree que es una costumbre serrana impuesta a la
costa. Uriel García, gran cuzqueñista, dice que los urai-ccosccos vinieron del Sur y
conquistaron el Cuzco; los hanan-ccosccos representan la reacción de los hombres
del Norte refugiados en torno de la fortaleza.

EL CUZCO DE LOS HURIN

El criterio más divulgado es este de que los Hurin fueron en el Cuzco los ayllus
originarios y los Hanan los advenedizos. La primera dinastía se considera que fue la
de Hurin Cuzco, a pesar de que la casa de Manco Cápac se conserva por la tradición
en el barrio alto de Colcampata. Cieza refiere que Inca Roca trasladó la casa real
"hacia lo alto de la población"; pero la ubicación de la morada de este Inca –
llamada hoy de Hatunrumiyoc– no se halla en la parte alta y escarpada del antiguo
Hanan Cuzco, sino en la parte media entre los dos ríos.

Parece que sólo a partir de la reforma de Pachacútec y su reconstrucción de la


ciudad se llamó Hanan Cuzco a la parte en que se halla el Aucaypata y se quiso
denominar Hurin Cuzco a lo que demoraba al Sur del Coricancha. Desenmarañando
las reformas políticas y sociales promovidas por Pachacútec, podría establecerse
que los primitivos pobladores de Cuzco fueron los Hanan Cuzcos. Coinciden los más
expertos cuzqueñistas –Uriel García, Luis Valcárcel, Luis Pardo– en que el Cuzco
alto (el de los andenes y las calles rampantes) es el más antiguo en estilos
arquitectónicos y traza; en que era mucho más extenso de lo que ahora parece,
comprendiendo todos los aledaños de Sacsayhuaman; y en que la parte alta y la
fortaleza fueron el reducto de las tribus primitivas, las que sólo en una etapa
posterior descendieron, según Pardo, del Sacsayhuaman "al valle codiciado".

El análisis de la historia incaica cuzqueña parece demostrar un flujo y reflujo


constante de las dos parcialidades. Cieza y los cronistas avezados en el origen de la
cultura incaica afirman que los primitivos pobladores se establecían, en todas
partes, en los sitios altos –laderas o riscos– en natural actitud defensiva. Y "que
dejados los pucaraes que primeramente tenían, ordenaron sus pueblos de buena
manera", descendiendo a los valles a trabajar y estimular la tierra. Los auténticos
Hanan Cuzcos de la primera hora fueron, entonces, los Huallas, los Poques, los
Lares, los Antasayas, los Alcavizas. Estos fueron desplazados por las tribus de los
Incas y los Tampus, encabezadas por Manco. Ellas tomarían, por necesidad
estratégica, el cerro y su incipiente pucara y comenzarían a construir sobre ellos la
gran fortaleza de Sacsayhuaman y el palacio o granero fortificado de Manco en
Colcampata; pero, en señal de aproximación a la tierra fértil y de una vocación
agrícola, establecerían el Coricancha en la parte baja, inmediata a la ciénaga,
buscando el verdor y la fecundidad del valle. Hasta ese momento los Huallas y las
tribus primitivas fueron los Hanan, y los Incas, los Hurin. Desalojadas aquellas
tribus, expulsados los Huallas y los Alcavizas, los Incas fueron extendiéndose del
Hurin Cuzco hacia arriba y señorearon poco a poco el Hanan Cuzco. Lloque
Yupanqui, el tercer Inca, llamó a los indios de Zañu, de donde era su madre, y les
dio "la parte occidental de la ciudad", la cual, dice Cieza, "por estar en laderas y
collados se llamó Anan Cuzco y en lo llano mas bajo quedóse el rey con su casa y
vecindad". Los Incas, que vivían en el Inticancha, a la vez templo y palacio,
siguieron siendo, hasta Inca Roca, Hurin Cuzcos. Garcilaso pudo afirmar, por esto,
que las primeras casas y moradas de los Incas se hicieron en la falda y laderas del
Sacsayhuaman.

La dinastía Hurin Cuzco trabaja lenta y metódicamente por levantar el Cuzco de


barro de los Huallas y Alcavizas a la categoría de urbe. Las principales tareas son
las de desecar el pantano –el tremedal que sería plaza, base de la nueva polis–
cubriéndolo de losas y maderas gruesas; estimular la fertilidad del suelo,
transportando de la selva vecina cargas de tierra vegetal; levantar bellos y durables
edificios y, particularmente, dotar de agua a la ciudad, lo que sólo se alcanza al
final de la dinastía cuando Inca Roca, inspirado por la divinidad, pega al suelo el
oído y, al escuchar ruido de agua, descubre los manantiales de Hurinchacan y
Hananchacan que, por canales enlosados, deberían discurrir por la ciudad y regar
las sementeras. Los Incas de esta primera dinastía, de los Hurin, inician también
una política demótica, de atracción de pueblos y allegamiento de nuevas gentes,
para disfrutar del "nuevo orden que tenían", según apunta Cieza. Sus rivales
vecinos, los Contisuyos, los Alcavizas del fiero Tocay Cápac, los Collasuyos de los
poderosos Cari y Zapana, son vencidos o asimilados a la empeñosa y ruda
confederación naciente. Los primeros trofeos de esta concentración urbana son,
como en los pueblos dóricos de Occidente, los edificios que albergan a las
instituciones tutelares. A manera de acrópolis es ya la fortaleza cimera de
Sacsayhuaman, a la que todavía no se cansan de llegar las piedras ciclópeas; el
Aucaypata, extendiéndose sobre el antiguo tremedal del Cusipata, es como el ágora
de las grandes fiestas incaicas; y el Coricancha es falansterio y pritáneo. Manco
Cápac vivió más, seguramente, en el Coricancha o casa del Sol enseñando el culto
del agro, que en el Hanan Cuzco militar. Sinchi Roca agrandó el templo solar y
residió junto a él en el Cuzco. Lloque Yupanqui levantó el primer acllahuasi, instaló
el mercado o catu y fijó su casa entre el Coricancha y el Hanan Cuzco viejo. Llevó
también, según Santa Cruz Pachacuti, los ídolos cautivos de las tribus de Vilcanota,
Puquina y Coropuna para ponerlos de cimientos en el templo del Sol, que comenzó
así su destino sincrético e imperial. Los guerreros Mayta Cápac y Cápac Yupanqui,
de regreso de sus primeras y cortas victorias, hacen escuchar a la ciudad los
primeros estruendos de los triunfos guerreros y las aclamaciones multitudinarias.
En la plaza del Cuzco se yergue ya, aguzada y fatídica, la piedra de la guerra,
manchada de sangre y engastada en oro, que marcará el destino bélico de la
segunda dinastía.

Los Incas de Hurin Cuzco realizaron una obra trascendente en la evolución de la


ciudad. Transformaron a los primitivos pobladores de alfareros y agricultores en
propietarios y políticos. Triunfaron de sus enemigos vecinos y los atrajeron con su
fuerza de concentración, alejándolos de sus riscos y pacarinas y de los sepulcros de
sus antepasados con su seducción tenebrosa. Cieza dice que Cápac Yupanqui,
asumiendo la vocación de los Hurin Cuzco, al conquistar las tierras vecinas al Cuzco
aconsejaba a los naturales que "viviesen ordenadamente, sin tener sus pueblos por
los altos y peñascos de nieve".

Al llegar a la etapa expansiva de los Hanan Cuzcos conquistadores, los Incas de


Hurin Cuzco pudieron haber afirmado que habían cumplido el mandato de su padre
el Sol a Manco: habían sacado a sus súbditos "de aquellos montes y malezas" y
derrocado la behetría o "vida ferina", que dijera Garcilaso, en que predominaban los
más fuertes y atrevidos. Cuando Pachacútec Inca Yupanqui, rey estelar de los
Hanan Cuzcos, reedifique la ciudad de los triunfadores, echará del recinto
privilegiado de los nuevos Hanan Cuzco a los viejos y derrotados originarios Hanan
Cuzcos, los Alcavizas, a quienes enviará a Cayaocachi. El cronista que recogerá el
melancólico cantar de los desposeídos, dirá que "ansi estos de Allcahuiza fueron
echados de la ciudad del Cuzco, e ansí quedaron subjetos e avasallados: los cuales
podrían decir que les vino guesped que los echó de casa". Había comenzado el
esplendor imperial de los Incas Yupanquis, definitivos señores del Hanan Cuzco,
Roma indígena y ombligo del mundo americano.

LA SEGUNDA FUNDACIÓN DEL CUZCO

El destino de la segunda dinastía incaica –que se ha convenido en hacer nacer en el


reinado de Inca Roca, cuando acaso arranque únicamente de Yahuar Huácac o
Viracocha, entre los que cabe un cambio genealógico– es, a todas luces, guerrero,
expansivo y civilizador. Del triunfo sobre los Chancas, que llegaron hasta las alturas
de Carmenca amenazando destruir o sojuzgar a la naciente urbe de los Hurin
Cuzcos, data el nacimiento del Imperio y, por consecuencia, el esplendor urbano del
Cuzco. El segundo fundador o marcayoc imperial del Cuzco es Pachacútec Inca
Yupanqui, el vencedor de los Chancas.

En la confusa y contradictoria historia de las panacas cuzqueñas se señala, con más


o menos intensidad, a Pachacútec como el gran urbanista del Imperio, que dio las
primeras normas suntuarias, transformó el Cuzco de la aldea de casas pajizas y "sin
proporción ni arte de pueblo que calles tuviese" en la ciudad de las grandes canchas
o palacios y del esplendor y señorío de su fortaleza y templo del Sol. Pero son los
cantares recogidos por Betanzos y Sarmiento los que exaltan y describen, con
primor, la epopeya civil de la reconstrucción del Cuzco realizada por Pachacútec.

La transformación y embellecimiento del Cuzco emprendidos por Pachacútec no


pueden entenderse sino como una segunda fundación. El Inca urbanista derribó
todo lo viejo, hizo salir a los habitantes a las provincias vecinas, trazó un nuevo
plano del Cuzco y lo construyó de nuevo desde sus cimientos, convirtiendo una
ciudad de barro y de paja en una ciudad monumental de piedra, rígida, soberbia y
geométrica.

Ritos mágicos y propiciadores rodean la segunda como la primera fundación y la


leyenda convoca, para el surgimiento de la urbe de Pachacútec, los mismos signos
votivos que presidieron e hicieron venturoso el destino de la urbe fundada por los
Ayar, bajo la ubérrima protección del Sol. El número cuatro –o el tres más uno, con
su carga jerárquica, o el doble de cuatro, ocho– vuelve a regir la simétrica
astrología quechua en su radicación sobre la tierra abrupta, como un conjuro de
orden contra el reto de las fuerzas ocultas y disgregadoras de la naturaleza. El mito
de la fundación por Manco cuenta que de la ventana de Tamputocco salieron cuatro
hombres –Ayar Manco, Ayar Cachi, Ayar Uchu y Ayar Auca– y cuatro mujeres –
Mama Ocllo, Mama Guaco, Mama Ipacura y Mama Raua–, los que emprendieron la
marcha hacia el Norte para fundar el Cuzco. Manco es a la vez, por un sino
esotérico, una parte de la pirámide fraterna y cuadrangular y el vértice de ella. Sólo
Manco llega, entre los Ayar, a fundar el Cuzco mientras sus hermanos perecen en la
lucha y una sola de las mujeres –Mama Ocllo– tiene descendencia en este proceso
rítmico y numérico de cooperación armoniosa, sacrificio colectivo y endiosamiento
individual que son, al cabo, la imagen del pueblo quechua y de su Inca, vértice
impar de un edificio implacablemente binario.

El mismo número cuatro –o tres más uno– o de cuatro parejas –o sea ocho–,
decide los grandes acaeceres de la época de Pachacútec: la derrota de los Chancas
y la reconstrucción y población del Cuzco. El cantar del Inca Yupanqui, recogido por
Betanzos, relata que fueron "tres mancebos hijos de señores nobles" –Vicaquirao,
Apo Mayta y Quilliscachi Urco Huaranga– los que secundan al joven héroe Inca
Yupanqui para levantar el ánimo de los cuzqueños, abatido por la deserción de
Viracocha y de Inca Urco, el heredero del Imperio, para forjar la resistencia y abatir
a los Chancas a las puertas del Cuzco. Estos mismos tres mozos salvan a Yupanqui
de las emboscadas de su padre y su hermano. En la batalla contra los Chancas,
Yupanqui nombra como generales a sus "tres buenos amigos", tomando para sí el
mando general. Ganada la guerra, los "tres mancebos" le ayudan a repartir las
tierras, a casar a sus súbditos y asisten a la Capacocha en el templo del Sol, en la
que el sacerdote les hace una raya en el rostro con la sangre de las víctimas, como
al propio Inca y a los ídolos. Por último, al repoblarse la ciudad, no obstante la
valerosa y constante ayuda de los mancebos, por ser éstos "hijos bastardos" de
señores de su misma sangre, Pachacútec recobrando su jerarquía impar decide que
los descendientes de los tres señores sus amigos, se llamen de Hurin Cuzco y vivan
ellos y los de su linaje en el Cuzco bajo, reservando para sí y "los señores más
propincuos deudos suyos y descendientes de su linaje por línea recta" el Hanan
Cuzco. También en el mito de la segunda fundación aparecen cuatro parejas; pero,
en vez de las cuatro mujeres de los Ayar, alejado del ambiente matriarcal primitivo,
son "cuatro criados" de Pachacútec y sus amigos –Patayupanqui, Muruhuanca,
Apoyupanqui y Uxuta Urco Huaranga– los que ayudan a los héroes en todas sus
tareas. Renace, así, plenamente el mito de las cuatro parejas fundadoras y de la
casta divina dominadora.

El cantar de Betanzos, a manera de un Vitrubio indio, nos da todos los preceptos


urbanísticos seguidos por Pachacútec para su reconstrucción. El Inca ordena,
primero, una "traza", dibujo o escultura de la ciudad y de sus barrios. Como Manco,
reconstruye la Casa del Sol en el Hurin Cuzco. Hecha la maquette del templo, el
propio Inca va a las canteras de Saluoma, a cinco leguas de la ciudad, para medir
las piedras del edificio, y regresa al Cuzco y con sus manos, como obrero, porque
era hijo del Sol, mide con un cordel el recinto del culto solar. Manda, enseguida,
traer llamas y cierta suma de niños y de niñas y hacer la ceremonia de la
Capacocha, matando doscientos de éstos en honor del Sol y enterrándolos vivos
bajo los cimientos del Coricancha, como se acostumbraba en los templos de la
América precolombina.

Dos figuras de barro con el trazo de las calles predeterminaron el Cuzco imperial.
Hechas estas figuras, Pachacútec dicta las medidas precautorias de su gran plan
urbanístico, que habría de necesitar de veinte años para realizarse. Ordena
aumentar las tierras de cultivo, señala ciertas chapas y laderas para depósitos de
alimentos, hace canalizar dos arroyos y reparar el canal de agua hasta Mohina,
reparte y amojona tierras en el campo y acumula toda clase de elementos de
construcción: "piedra tosca" para los cimientos, "barro pegajoso" para las mezclas y
para los adobes, madera de alisos, cardones para untar y lustrar las paredes, sogas
gruesas, maromas y nervios de cuero de llama para el transporte de las piedras.
Hecho esto ordena salir a todos los habitantes a los "pueblezuelos" inmediatos y
haciendo traer un cordel mide con éste –como más tarde los conquistadores
españoles– el trazo rectangular de la ciudad que había dibujado, "señalando los
solares e casas de cada linaje".

Cincuenta mil indios, de todas las regiones conquistadas por Pachacútec, trabajaron
en la reconstrucción. Los cimientos los echó hasta donde topaban el agua: de ahí
sacaron caños para todas las casas y canales. Los palacios o canchas de los Incas y
de sus diversos linajes ocupaban el centro de la población. Los muros eran de
"piedra tosca" en la parte baja y cimientos, de piedra pulida y bruñida en la media
y de adobe en la parte alta, y los techos de paja. Tres grandes cercados o canchas,
"de muralla excelentísima" según Cieza, levantaron entonces su área y mole
imponentes: Pucamarca, Hatun Cancha, destinado a las vírgenes del Sol, y
Cassana. El arte supremo de la albañilería incaica se desplegó en los muros lisos y
perfectamente ensamblados de estos palacios, cuyas juntura, dice Cieza, "están tan
apegadas y asentadas que no se divisan".

En la plaza principal del Aucaypata, destinada únicamente a palacios de los Incas,


se levantaron los nuevos y suntuosos edificios de Quishuarcancha, consagrado al
dios Viracocha, de Sunturhuasi, en el emplazamiento actual de la Catedral y la
iglesia del Triunfo, y Condorcancha, posible residencia de Pachacútec, según María
Rostworowski de Diez Canseco.

Conviene también la mayoría de los cronistas en que en este momento es que se


dio su definitiva forma arquitectónica a la fortaleza de Sacsayhuaman,
construyendo en la parte superior de ella los edificios de piedra pulida y rectangular
y los tres torreones que describe el Inca Garcilaso. La antigua fortaleza fue
convertida por Pachacútec, además de peñol defensivo de la ciudad, en templo del
Sol, reloj solar, enterramiento de los Incas y gran depósito de víveres y armas,
ropa y utensilios, como lo vieron Sancho y Pedro Pizarro. El Sacsayhuaman, dice
Garcilaso, se constituyó como casa del Sol de armas y guerra, en tanto que el
Coricancha quedó como templo de paz, de oración y de sacrificio.

Pachacútec dividió la ciudad en dos barrios aristocráticos: el Hanan Cuzco, de su


linaje; y el Hurin Cuzco, de sus compañeros de guerra, los tres mancebos de las
batallas contra los Chancas. De las casas del Sol para arriba, todo lo que tomaban
los dos arroyos hasta el cerro, era el Hanan; y el Hurin, lo de las casas del Sol para
abajo, hasta Pumapchupan. Dentro de sus ritos mágicos y totémicos, la ciudad
dibujada y realizada por Pachacútec tuvo la forma de un león o puma, cuya cabeza
estaba en la cima altanera del Sacsay-huaman, y fenecía en punta, en la junta de
los dos ríos, abajo del templo del Sol, en el barrio de Pumapchupan, que significa y
tiene figura de cola de león.
Al efectuar la distribución de los barrios del Cuzco, Pachacútec lo hace ya con un
sentido funcional. El espacio que desciende de Sacsayhuaman al Coricancha y sus
calles transversales, cuyo centro era el Aucaypata, fue destinado a barrio señorial
de los Incas o residencia de los ayllus de sangre real. En la parte baja fueron a
vivir, hacia Pumapchupan, los ayllus reales bastardos provenientes de mujeres
alienígenas o de baja suerte, a los que se llamaba Guaccha Cconcha o "provenidos
de pobre gente e baja generación". Gutiérrez de Santa Clara y Las Casas dan datos
precisos, en los que no se ha puesto atención, sobre la división del Cuzco y
ubicación de los ayllus o panacas de los descendientes de cada Inca, hecha por
Pachacútec. Según Las Casas, que trae la versión más explícita, Pachacútec ordenó
que residieran en el Hanan Cuzco los cinco ayllus de sus antepasados a partir de
Inca Roca, o sea los llamados Cápac Ayllu, su propia panaca, Iñaca Panaca, la de su
padre, Cuzco Panaca, la de su abuelo, Aucailli, de su bisabuelo y Vicaquirao, de su
tatarabuelo. En el Hurin Cuzco residían los ayllus Usca Mayta, Apo Mayta,
Hahuayni, Raura Panaca y Chima Panaca, correspondientes a los cinco Incas de la
primera dinastía (Esta ubicación coloca los ayllus en una posición histórica en la que
prevalecen los inmediatos parientes de Pachacútec y decrecen a medida de su
antigüedad los ayllus de los Incas primitivos. O sea que el Hurin Cuzco sería, pese a
las disposiciones imperiales, no el refugio de los bastardos o de sangre mezclada,
sino precisamente de los más rancios linajes incaicos, incluso el del fundador Manco
Cápac).

Alrededor de este núcleo autóctono, surgen en la ciudad imperial de Pachacútec,


formando un cerco a la villa señorial, los barrios correspondientes a los habitantes
de las diversas regiones del Imperio. De la plaza principal del Aucaypata partían los
cuatro caminos hacia el Chinchaysuyo o Norte, el Contisuyo u Oeste, el Collasuyo o
Sur y el Antisuyo o Este selvático. Al margen de estos caminos se agrupaban,
pasada el área señorial y guardando su correspondencia geográfica, los linajes
forasteros del Cuzco. Fueron poblando –dice Garcilaso– conforme a los lugares de
donde venían. Los del Oriente al Oriente y los del Poniente al Poniente y cada uno
guardaba el sitio de su provincia. Revisando sus diversos barrios "se veía y
comprendía todo el Imperio junto, como en un espejo o en una pintura de
cosmografía".

El Cuzco vino a ser, así, la síntesis exacta del Tahuantinsuyo. En su ámbito se


cruzaban las cuatro grandes vías de piedra que venían de los ángulos más lejanos
del Incario. En la plaza principal el suelo estaba cubierto con arenas traídas de la
costa y en sus andenes se había volcado cargas de tierra vegetal de la selva
cercana. Los caciques de los pueblos sojuzgados debían residir cuatro meses del
año en el Cuzco, donde tenían sus palacios particulares, y sus hijos debían
educarse en la ciudad imperial. Lo más de la ciudad, dice Cieza, fue poblado de
mitimaes y estaba tan "lleno de naciones extranjeras y tan peregrinas, pues había
indios de Chile, Pasto, Cañares, Chachapoyas, Guancas, Collas y de los más linajes
que hay en las provincias".

Una multitud extraña y heterogénea, de rostros y expresiones diversas, ambulaba


por sus barrios y llevaba al rumor de la ciudad cosmopolita no sólo sus tributos y
sus frutos, sino sus teogonías y sus mitos, sus dolores, trabajos y alegrías. No
obstante la desemejanza de los diversos tipos indios, poco perceptible al
extranjero, que hiciera decir a Cieza que "son todos de una color y facciones y
aspecto y sin barbas, con un vestido y un solo lenguaje", podía reconocerse a cada
uno y decirse de qué provincia era, por el color del llautu que le ceñía la frente o
por el corte de pelo. Entre los diversos indios que trepaban, en la hora de la
reconstrucción, a la mole de Sacsayhuaman, llevando tierra o piedras en sus
mantos de cabuya liados a la espalda, o entre los cargueros ágiles que circulaban
por los callejones y andenes del Cuzco portando maíz, pescado o carne seca, podía
reconocerse inmediatamente a los fuertes y hermosos Cañares por sus coronas de
pelo entretejidas con sus largos cabellos; a los indios de Huancabamba, por sus
trenzados menudos; a los bravos Conchucos, por sus madejas de lana roja; a los
de Jauja, por sus llautos negros de cuatro dedos; a los de Piura y el Chimú, por sus
diademas de oro y chaquira; a los de Canchis, por sus trenzas negras envueltas en
la cabeza; a los Canas, con sus altos y redondos bonetes; a los Collas, con sus
chucus ceñidos a las cabezas alargadas y chatas y a los Yungas del Chinchaysuyo,
señores de la elegancia indígena y maestros de vestir de los Incas, por sus mantos
bordados y sus rebozos blancos de algodón envolviéndoles la cabeza como alárabes
o como almaizares moriscos.

Toda esta población, continuamente renovada, atraída o devuelta a las zonas


conquistadas, a las extremidades del territorio de Quito o de Tucumán o de Chile, o
a las zonas rebeldes a la unificación, era acogida en el seno de la ciudad imperial y
luego devuelta, en un ritmo alterno de sangre nueva y vieja, de diástole y sístole,
que bien explicaría el dictado de la ciudad "corazón". De las provincias eran
llevados al Cuzco los más eximios obreros: ceramistas, plateros, tejedores,
danzarines, alarifes, honderos, para aprovechar su técnica, pero también para que
ellos asimilaran las costumbres sociales y políticas, la lengua y el culto de los Incas.
El Cuzco, a la vez que imponía sus normas sociales y sus ritos y hasta sus modas a
los pueblos vencidos, respetaba y dejaba subsistir los de éstos y, celoso de su
función totalizadora, llevaba al propio recinto de sus dioses los ídolos venerados por
los pueblos tributarios. El santuario del Cuzco era, por esto, como el Olimpo de
todos los dioses indígenas, presidido por el Sol, como un Júpiter complaciente y
fraterno.

A la vez que la concentración geográfica y la función capitalina, se afirma,


entonces, la distribución de la ciudad en una forma orgánica que correspondía a las
diversas formas de vida y repartición gremial del trabajo, por "cofradías y
compañías" de los diversos artes y oficios. Hubo, así, el barrio de los "plateros de
oro y plata", el de los alarifes, el de los tejedores –del que queda huella en la calle
de Ahuacpinta–, el de los olleros, el de los soldados, el de la cárcel o samcacancha,
el de las escuelas o yachahuasi, aparte del barrio eclesiástico o sagrado del
Coricancha, al que sólo se podía entrar con los pies descalzos.

La transformación radical realizada por Pachacútec es la de convertir la aldea de


paja y el parapeto primitivo de los Huallas y de la primera dinastía, en una ciudad
monumental de piedra, de templos y palacios, con espíritu de capital y de corte.
Aunque predominan aún algunas notas de la ciudad primitiva –como son la
asociación política a base de sangre y vecindad, el sometimiento a ciertos ritos
mágicos y el predominio de la tradición oral–, se ha producido, con la ruptura del
aislamiento, con la campaña guerrera y la aparición de los mercaderes, un
entrecruzamiento de culturas que tiende a recoger la experiencia diversificada de
otros pueblos y, con ellos, el adelanto de la técnica, el gusto por lo suntuario y los
goces de la vida y la preocupación cultural. Junto con el templo a la deidad
unificadora, surgen los palacios de los señores, las escuelas, el museo histórico de
pinturas de Puquin cancha, las casas de recreo de los Incas en los rincones tibios y
floridos –Yucay, Chincheros, Patallacta, Tambomachay–, los jardines de plantas
naturales y de orfebrería áurea y las fuentes de agua con cañerías secretas que
producían el milagro repentino del chorro de plata sobre la piedra áspera y sombría
y sobre los tinajones pardos y ventrudos. El máximo alarde de la villa indígena
fueron, sin embargo, sus grandes canchas o barrios señoriales que comprendían
dentro de su recinto amurallado, con una sola puerta hasta cien casas, como el
Hatuncancha. Estas canchas, con sus cercas de muros lisos, uniformes y sombríos,
de traquita gris de los Andes con reflejos azulados o rojizos, con dinteles
trapezoidales y sin ventanas ni decoración, daban el tono austero a la ciudad. El
prodigio arquitectónico estaba en el sobrio y monótono aparejo de los muros,
inclinados hacia adentro, el perfecto encaje de la piedra o almohadillo, que parece
de tablas encepilladas. La sencillez, la simetría y la solidez, que dijera Humboldt.

El Cuzco de los Hanan, con su aire monumental y su ostentación de poder y de lujo


expresada en su fortaleza de Sacsayhuaman, reedificada y aumentada con sus
soberbios torreones, y el Corican-cha enriquecido con el oro y los tributos del
Imperio, construido dura y despóticamente para la glorificación personal de los
Incas autócratas, tiene, como ha dicho Sharp de las ciudades imperiales, un orgullo
seguro y poderoso que expresa la conciencia del triunfo. El Cuzco de los Hanan,
aunque subsistan las creencias mágicas y los ritos simbólicos, es
predominantemente guerrero y dominador. Los Incas son aclamados por la
multitud bélica en la plaza del Cuzco –en el centro de la cual se yergue la piedra de
la guerra– en la que se representan sus hazañas y se cantan los hayllis triunfales
que piden al Sol la salud y la fuerza, entre el estruendo de los huancares y de los
pututos y los alaridos de la multitud. El Inca avanza en sus andas de oro y
plumerías hacia el templo del sol, para pedirle ayuda de éste o sacar de su recinto
las huacas o dioses que le ayuden en la batalla o, al regreso de las campañas, para
depositar en el santuario los ídolos o huacas vencidos y pisar los cadáveres y las
armas de sus enemigos. En la confusa alegría del taqui, avivada por la bebida de la
chicha y la euforia del éxito, el Aucaypata refulge al Sol con el brillo de las patenas
y pectorales de los guerreros, los brillantes colores de los vencidos de los orejones,
ornados de tocapus ajedrezados y simétricos con el reflejo multicolor de los
plumajes de pájaros selváticos que alfombran el suelo de la plaza o con el
esplendor rutilante del Inca enjoyado, sobre el que flota la irisada plumería del
suntur paucar.

Los síntomas de decadencia se anuncian al lado del esplendor guerrero, si el


cesarismo es, como quiere Toynbee, "un subproducto social peculiar de las épocas
de descomposición". El Cuzco de los últimos Hanan ofrece ya los caracteres de una
relajación. Invaden el Cuzco, según apunta Riva Agüero, mercaderes que negocian
en oro, plata, pedrería, telas finas y plumerías de lujo. Al lado del Aucaypata
guerrero surge el Cusipata, que se convierte en mercado y en que se cambiaba las
cosas por medio del trueque y donde "cada oficio y cada mercadería tenía su lugar
señalado". La ciudad y la propia fortaleza están llenas de almacenes de víveres,
armas y vestidos. Túpac Yupanqui manda incrustar esmeraldas, perlas y turquesas
en los muros del Coricancha, para el que construye un jardín artificial, con plantas,
llamas y pastores de oro. Huayna Cápac rompe la severidad de los muros de su
palacio, decorándolo con conchas marinas rojas y con mármoles polícromos. Para el
nacimiento de Huáscar se manda forjar una cadena de oro que rija la simetría de
las danzas. Hombres y mujeres de la casta incaica visten con el mayor lujo y
ostentación ropas de cumbe finísimo como seda y el estilo de trajes y de joyas se
esparce y es imitado por los habitantes de las ciudades incaicas, que visten a la
moda de los orejones y de las pallas del Cuzco, con mantas de chumbi y tupus de
plata y oro.

La admiración y la reverencia por el Cuzco se vuelven leyes del Imperio. A su


imagen y semejanza se trazan las ciudades de Tomebamba y del Huarcu y otras,
repitiendo su traza y los nombres de sus barrios y cerros tutelares. El esplendor
monumental y la riqueza del Cuzco deslumbran a las tribus indígenas de la América
del Sur, que trasmiten la voz de que en el interior de los Andes hay una ciudad
enchapada de oro y de plata, que dará origen, a la llegada de los españoles, a los
mitos radiales del Sur y del Norte, de la Sierra de la Plata y de El Dorado, que no
son sino el lejano reflejo del esplendor cultural del Cuzco.

ELOGIOS DEL CUZCO


No cabe ya, en la dimensión de este ensayo, desarrollar la descripción del Cuzco
incaico en el momento en que lo hallaron los españoles, con sus grandes
expresiones monumentales de Sacsayhuaman, el Coricancha y los palacios del
Hanan Cuzco, los que aparecen evocados con férvida admiración en los cronistas
españoles desde Sancho hasta Sarmiento, Garcilaso y Cobo, transcritos en esta
Antología. La impresión que se desprende de esos relatos es la de que el Cuzco fue
en la época del Incario y en la América primitiva no sólo la capital de un imperio
sino un inmenso santuario. Podría decirse que el Cuzco fue uno de los grandes
ídolos indígenas y como una ciudad-Dios que ejerció una fascinación misteriosa
sobre el Incario y sobre todos los pueblos y ciudades de América. Garcilaso refiere
que todos los viajeros que llegaban al Cuzco, al acercarse a la ciudad decían:
"Najay, tucuyquin hatun Cossco" o sea "yo te saludo gran ciudad del Cuzco", y
cuando en los caminos del Imperio se cruzaban los viajeros el que venía del Cuzco
debía ser reverenciado por aquél que iba al Cuzco, porque venía de la ciudad solar,
de la ciudad de los dioses. Los cronistas primitivos, cogidos de la grandeza
monumental del Cuzco, prorrumpen en alabanzas que no tienen parangón en las
cosas vistas hasta entonces por los españoles en Indias. Pedro Sancho compara los
edificios del Cuzco con las obras de los romanos, con la murallas de Tarragona y el
acueducto de Segovia y aun con los trabajos de Hércules. El cronista Estete
compara al Cuzco con Burgos y Cieza de León, reconociendo la calidad excelsa del
Cuzco entre todas las ciudades indianas, declara "en ninguna parte de este Reyno
del Perú se halló forma de ciudad de tan noble ornamento, sino fue este Cuzco. El
Cuzco tuvo gran manera y calidad, debió ser fundado por gente de gran ser". El
mismo Cieza dice que sólo en España encuentra dos cosas que se puedan comparar
a la arquitectura del Cuzco y a sus piedras: La Torre de Calahorra cerca de Córdoba
y el Hospital levantado por el Arzobispo Tavera en Toledo. Polo de Ondegardo,
Corregidor del Cuzco, experto en antiguallas, descubridor de las momias de los
Incas y de sus secretos míticos, declara que el Cuzco era "Casa y morada de
dioses" y, así, "No había en ella fuente ni paso, ni pared que no dijesen que no
tenía misterio". Y Ondegardo y Cobo han descrito minuciosamente los ceques o
lugares píos del Cuzco que se hallaban a cargo de las parcialidades o ayllus
cuzqueños y a los que rendían periódicos sacrificios y tributos. Estos ceques
llegaban al número de 350, distribuidos entre los cuatro caminos de los Incas y
recordaban apariciones míticas del halcón o del rayo, propiciaban el buen tiempo o
las cosechas o que el Inca no tuviese ira o venciese a sus enemigos, quitaban el
cansancio o propiciaban el sueño o recordaban el sitio donde nació Inca Yupanqui,
donde se sentaba Mayta Cápac, donde murió Mama Ocllo o donde se apareció el
personaje misterioso que alentó a los Incas para derrotar a los Chancas. Y, junto
con los personajes históricos, recordaban los ceques las tradiciones míticas sobre el
viento y el granizo, el lugar donde se bañaba el trueno, donde se encendía el fuego
o donde brotaron las raíces de la quinua.

El estupor de indios y de españoles se condensa en la admiración filial de Garcilaso


por la imperial ciudad del Cuzco, su urbe natal, la que describió amorosamente en
las páginas que aparecen en esta Antología sobre la fortaleza de Sacsayhuaman,
sobre el Coricancha y sobre el Cuzco de los conquistadores cuyas calles describe
casa por casa y en la que transcurrió su infancia "entre armas y caballos". Garcilaso
dice que "El Cossco en su imperio fue otra Roma en el suyo, y así se puede cotejar
la una con la otra porque se asemejan en las cosas más generosas que tuvieron". El
Virrey Toledo que no era muy propicio a los entusiasmos, como hombre frío y
autoritario se emociona ante el prodigio monumental del Cuzco incaico y dice al Rey
que: "Es de tan grandes piedras que parece imposible haberlo hecho fuerza e
industria de hombre". El Padre Acosta, su coetáneo, dice, hablando de la fortaleza
del Cuzco, que está hecha de "Piedras tan grandes que espantan". El cronista
Gutiérrez de Santa Clara dice que para remover las piedras tan grandes de la
fortaleza de Sacsayhuaman sería necesario quince yuntas de bueyes, y Garcilaso,
juntando la visión del paisaje y de la urbe materna, escribe que sus piedras
ciclópeas parecen "pedazos de sierra".

El embrujo milenario del Cuzco trasciende más tarde a los viajeros coloniales y
republicanos y a los arqueólogos contemporáneos y se acrecienta por la
superposición del arte y la cultura española sobre los recios vestigios incaicos. De la
impresión del Cuzco mestizo, incaico y español, quedan huellas en los testimonios
constantes de los viajeros que renuevan durante el siglo XIX el elogio de la
legendaria ciudad incaica y de la gran ciudad del Cuzco español "cabeza de todas
las ciudades del Perú, en cuyo escudo imperial se mandó poner un castillo hispánico
sobre el que se enciende el fulgor imperial de la mascapaicha incaica". No cabe
ahora incidir sobre los prodigios de la arquitectura española, de los templos
barrocos, las casonas solariegas, con sus portadas de piedra, sus ajimeces y sus
escudos, sus patios entoldados de hiedras y jaramagos, que han descrito
admirablemente Riva Agüero, Uriel García o José Sabogal, o sobre los prodigios
ingenuos de la escultura, la orfebrería y la pintura cuzqueñas que ha indagado
Cossío del Pomar. Baste recoger de aquella onda admirativa moderna el asombro
de Humboldt, que no vio el Cuzco pero que lo intuyó a través de los templos y
fortalezas levantados por los Incas en el área de su expansión imperial y quien dijo
que el arte incaico se resumía en tres cualidades: solidez, simetría y sencillez. El
viajero y arqueólogo norteamericano Squier, el más hábil rastreador de los
monumentos incaicos en el siglo XIX dirá categóricamente: "El Cuzco fue la ciudad
más grande de toda América, sólo se puede comparar con las Pirámides, con el
Stone honge y con el Coliseo". El francés Wiener, también arqueólogo y artista
confirmará diciendo: "Es una ciudad ciclópea y tiene en sus ruinas el conjunto que
caracteriza a una ciudad eterna; fue la Roma de la América del Sur". Mackellar dice
que fue la ciudad única por su forma y color; Middendorff: "esta atmósfera donde
parece que mariposean aún los átomos del pasado". Hiram Bingham, el explorador
de Machu Picchu, recuerda, a propósito del Cuzco, el Egipto y dice que "es el
espectáculo más maravilloso y grandioso que ha visto en América del trabajo
manual del hombre". James Bryce, el famoso viajero y político inglés compara el
Cuzco a la imperial Delhi, a las grandes ciudades imperiales del mundo, Aquisgrán,
Bagdad, Upsala, Alejandría, Colonia. Es, dice, uno de los monumentos más
impresionantes de la época prehistórica con que cuenta el mundo y muy pocos son
los sitios en los que cada piedra esté más saturada de historia. El viajero alemán
Schmidt confirma: "la más fantástica ciudad prehistórica que en el mundo exista".
Pero acaso si la palma de la lisonja se la lleva el voluptuoso fraile Murúa, quien en
el arrebato de sus hipérboles sobre las riquezas miliunanochescas del Cuzco, de sus
jardines de oro y sus joyerías de piedras preciosas, exclama que el Cuzco es "la
yema y corazón de este Reyno" y que nadie podrá quitarle al Cuzco el primer lugar
en el Perú o en las Indias porque "sería como quitarle a la historia los ojos".

Época inca (1438-1534) [editar]


Pachacútec, según la crónica de Martín de Murúa (1615).

Hacia 1440, durante su campaña hacia Vilcabamba, la quebrada de Picchu fue


conquistada por Pachacútec,[17] primer emperador inca (1438-1470). El emplazamiento
de Machu Picchu debió impresionar al monarca por sus peculiares características dentro
de la geografía sagrada cusqueña.[18] y por ello habría mandado a construir allí, hacia
1450, un complejo urbano con edificaciones de gran lujo civiles y religiosas.[19]

Se cree que Machu Picchu tuvo una población móvil como la mayoría de las llactas
incas, que oscilaba entre 300 y 1.000 habitantes[20] pertenecientes a una élite
(posiblemente miembros de la panaca de Pachacutec)[21] y acllas. Se ha demostrado que
la fuerza agrícola estuvo compuesta por colonos mitimaes o mitmas (mitmaqkuna)
procedentes de diferentes rincones del imperio.[22]

Machu Picchu no era desde ningún punto de vista un complejo aislado, por lo que el
mito de la "ciudad perdida" y del "refugio secreto" de los emperadores incas carece de
asidero. Los valles que confluían en la quebrada formaban una región densamente
poblada que incrementó espectacularmente su productividad agrícola a partir de la
ocupación inca, en 1440.[23] Los incas construyeron allí muchos centros administrativos,
los más importantes de los cuales fueron Patallacta y Quente Marca,[24] y abundantes
complejos agrícolas formados por terrazas de cultivo. Machu Picchu dependía de estos
complejos para su alimentación, pues los campos del sector agrario de la ciudad habrían
resultado insuficientes para abastecer a la población.[25] La comunicación intrarregional
era posible gracias a las redes de caminos incas: 8 caminos llegaban a Machu Picchu.[26]
La pequeña urbe de Picchu se llegó a diferenciar de las poblaciones vecinas por la
singular calidad de sus principales edificios.
A la muerte de Pachacútec, y de acuerdo con las costumbres reales incas, ésta y el resto
de sus propiedades personales habría pasado a la administración de su panaca, que
debía destinar las rentas producidas al culto de la momia del difunto rey.[27] Se presume
que esta situación se habría mantenido durante los gobiernos de Túpac Yupanqui (1470-
1493) y Huayna Cápac (1493-1529).

Machu Picchu debió perder en parte su importancia al tener que competir en prestigio
con las propiedades personales de los emperadores sucesores. De hecho, la apertura de
un camino más seguro y amplio entre Ollantaytambo y Vilcabamba (el del Valle de
Amaybamba) hizo que la ruta de la quebrada de Picchu fuera menos empleada.[28]

Mapa de la ciudad de Cuzco en la época de los incas. En él se puede distinguir la forma de Puma y los barrios de Hurin
Qosqo y Hanan Qosqo

MAPA DE TODO EL COMPLEJO DE SACSAYHUAMAN


Naturaleza

La Provincia de Urubamba se encuentra ubicada en el


Departamento del Cusco a 2900 m.s.n.m, en el corazón del Valle sagrado de los Incas. Bañado por el río Vilcanota,
es uno de los valles más fértiles del Cusco y nos atreveríamos a decir del Perú.

Su legado histórico se remonta a la época de los Incas, encontrándose rodeada por los conjuntos arqueológicos de
Pisaq, Ollantaytambo, Chinchero y Moray, lo que la ha convertido en una ciudad de gran interés turístico.
Urubamba además es resguardada por los nevados de Chicón, la Verónica, el Pitusiray y el Sawasiray, que en la
época incaica eran considerados Apus poderoso en la religiosidad andina, sentimiento que perdura aún entre los
habitantes oriundos del lugar.

El acceso a la ciudadela de Machu Picchu se hace más cómodo e interesante partiendo de la estación de tren de
Ollantaytambo, el que se encuentra a 15 minutos de nuestras instalaciones. El viaje es de 2 horas
aproximadamente permitiendo que su estadía sea lo más placentera posible.

Del mismo modo nos encontramos rodeados por caminos enclavados en la naturaleza que le permitirán conocer
nuestra cultura y a los habitantes del lugar. Las actividades en el Valle Sagrado de los Incas son variadas de
acuerdo con su preferencia, Rafting, Bicicleta de montaña, Cabalgatas, Caminatas y Turismo vivencial.

DEPARTAMENTO DE CUSCO.

UBICACION
GEOGRAFÍA.
El Cusco está situado en la
zona central y sur oriental del
Perú. Ocupa gran parte del
gran nudo orográfico de
Vilcanota. Su diversidad y los
cambios abruptos de paisaje y
ecosistemas están
principalmente asociados a la
Cordillera de los Andes. Si ésta
no existiera, el Cusco y el Perú
en general, serían lugares
tropicales.

El Cusco limita por el Norte con


las selvas de Junín y Ucayali;
por el Oeste, con la selva de
Ayacucho y la sierra de
Apurímac; por el Sur, con las
zonas altas de Arequipa y Puno; y por el Este con el gran llano amazónico de Madre de Dios.
Clima Los territorios del Cusco se hallan bajo la influencia macro-climática de grandes masas de
aire provenientes de la selva sur oriental, del Altiplano, e incluso de la lejana región de la
Patagonia. Los vientos de la selva sur implican inmensas masas de aire cargadas de humedad,
que son impulsadas por los vientos alisios del oriente.Los vientos que llegan del Altiplano
peruano Boliviano son más bien fríos y secos, al igual que los que provienen de la Patagonia y
que por lo general suponen eventos de mayor escala. Estos ingresan por la zona sur oriental.
Por otro lado, los vientos locales que se generan en los valles y en las llanuras del Cusco
tienen la función de distribuir calor y humedad a lo largo del día.De manera general se
distinguen dos estaciones climáticas: la estación de lluvias, de noviembre a marzo y la estación
de secano, de abril a octubre.la temperatura promedio 12°C. En los días soleados la
temperatura alcanza los 20°C.

ETIMOLOGIA.
El topónimo de la ciudad fue el quechua Qusqu o Qosqo. La tradición afirma que significa
centro, ombligo, esto porque, según la mitología inca, en ella confluían el mundo de abajo (Uku
Pacha) con el mundo visible (Kay Pacha) y el mundo superior (Hanan Pacha). De este modo, la
ciudad fue y es llamada el ombligo del mundo, en referencia al universo. A la llegada de los
conquistadores españoles, su nombre pasa al castellano como Cuzco o Cusco. Ambas
denominaciones son utilizadas indistintamente desde entonces.

FUNDACION EPOCA INCA..


Dos
leyendas

indígenas atribuyen su fundación a su primer jefe de estado, un personaje legendario llamado


Manco Cápac, junto a su hermana y consorte Mama Ocllo. En ambas se afirma que el lugar fue
revelado por el dios Inti o sol. Por datos arqueológicos y antropológicos se ha ido estudiando el
verdadero proceso de la ocupación del Cuzco. El consenso apunta a que, debido al colapso del
reino de Taypiqala se produjo la migración de su pueblo. Este grupo de cerca de 500 hombres
se habría establecido paulatinamente en el valle del río Huatanay, proceso que culminaría con
la fundación del Cuzco. Se desconoce la fecha aproximada pero gracias a vestigios se acuerda
que el emplazamiento donde se ubica la ciudad ya se encontraba habitada hace 3000 años.
Sin embargo, considerando únicamente su emplazamiento como capital del Imperio inca
(mediados del siglo XIII) el Cuzco aparece como la ciudad habitada más antigua de toda
América. Fue la capital y sede de gobierno del Reino de los incas y lo siguió siendo al iniciarse
la época imperial, convirtiéndose en la ciudad más importante de los Andes. Este centralismo le
dio auge y se convirtió en el principal foco cultural y eje del culto religioso.

Se atribuye al gobernante Pachacútec el haber hecho del Cuzco un centro espiritual y político.
Pachacútec llegó al poder en 1438, y él su hijo Túpac Yupanqui y su nieto Huyana Cápac
dedicaron cinco décadas a la organización y conciliación de los diferentes grupos tribales bajo
su dominio, entre ellos los Lupaca y los Colla. Durante el periodo de Pachacútec y Túpac
Yupanqui, el dominio de Cuzco llegó hasta Quito,(Ecuador) al norte, y hasta el río Maule,
( Argentina) al sur, integrado culturalmente a los habitantes de 4.500 km de cadenas
montañosas.

También se cree que el diseño original de la ciudad es obra de Pachacútec. El plano del Cuzco
antiguo tiene forma de puma delineado, con la plaza central Haucaypata en la posición que
ocuparía el pecho del animal. La cabeza del felino estaría ubicada en la colina donde está la
fortaleza de Sacsayhuamán.Los incas organizaron su división administrativa de manera que los
límites de los cuatro regiones del imperio coincidieran en la plaza principal del Cuzco.

FUNDACIÓN ESPAÑOLA Y ÉPOCA VIRREINAL.


Los conquistadores españoles
supieron desde su llegada a lo que
es hoy territorio peruano, que su
meta era tomar la ciudad del
Cuzco.Luego de capturar al inca
Atahualpa en Cajamarca, iniciaron
su marcha hacia el Cuzco. En el
camino fundaron algunas
ciudades, Francisco Pizarro fundó
a la usanza española la ciudad del
Cuzco, estableciendo como Plaza
de Armas la locación que aún
mantiene la ciudad moderna y que
era también la plaza principal
durante el incanato y que se
encontraba rodeada de los
palacios de quienes fueron los
soberanos incas. En el solar que
da al norte se inició la
construcción de la catedral. Pizarro
otorgó al Cuzco la denominación
de Cuzco, Ciudad Noble y Grande el 23 de marzo de 1534.

En 1536 Manco Inca inició sus enfrentamientos y creó la dinastía de los Incas de Vilcabamba.
Esta dinastía encontró su fin en 1572 cuando el último inca Túpac Amaru I fue derrotado,
capturado y decapitado. La ciudad se convirtió en un importante centro comercial y cultural de
los Andes centrales ya que se encontraba en las rutas entre Lima y Buenos Aires. Cuzco fue
tomada como cabecera de la administración virreinal en el sur del país, Su población era
principalmente de indígenas pertenecientes a la aristocracia incaica a quienes se les respetó
algunos de sus fueros y privilegios. También se radicaron un buen número de españoles. En
esa época inició el proceso de mestizaje cultural que hoy marca a la ciudad.

En 1780 la ciudad del Cuzco se vio convulsionada por el movimiento iniciado por el cacique José
Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II que se levantó contra la administración española. Su
levantamiento fue sofocado tras varios meses de lucha en los que puso en jaque a las
autoridades virreinales apostadas en el Cuzco. Túpac Amaru fue vencido, tomado prisionero y
ejecutado junto a toda su familia en la Plaza de Armas del Cuzco. Aún hoy subsiste, al costado
de la Iglesia de la Compañía de Jesús la capilla que sirvió de prisión al prócer. Este movimiento
se expandió rápidamente por todos los Andes y marcó el inicio del proceso emancipador
sudamericano.

Alrededores de Cusco
En la zona cercana a la ciudad del Cusco, se
ubican diversos pueblos de hermosos paisajes y
numerosos yacimientos arqueológicos.

Chincheros:
Llamado también el 'pueblo del arco iris', se
encuentra a 28 Km. al Noroeste del Cusco, en él
sobresalen sus yacimientos arqueológicos de la
época incaica como; palacios, andenes y una
fortaleza en la que se afirma hacia su aparición el
arco iris.
Los domingos se realiza el 'catu', feria en la que
se expenden productos agrícolas y artesanales,
con el sistema de trueque o intercambio de
productos, en el que no es necesario el uso de la
moneda.

Moray:
Situado a 53 Km. al NO del Cusco, en este
pueblo destaca un sistema de andenería incaico,
formado por terrazas superpuestas en forma
concéntrica que da la impresión de ser un gran
anfiteatro. Todo esto demuestra el alto nivel
tecnológico que alcanzaron los incas en el
desarrollo de la agricultura.

Salineras Maras
San Sebastián: Fotografía: PromPerú
Ubicado a 5 Km. del Cusco, en la Plaza Mayor
se encuentra una bella iglesia colonial, con
fachada de estilo barroco, construida en piedra
labrada y con abundante ornamentación. Guarda
en su interior una colección de pinturas con
pasajes de la vida de San Juan Bautista.
Cerca de esta iglesia, está la capilla de San
Lázaro, en la que se enterró a los conquistadores
Hernando Pizarro y Diego de Almagro (1538).

Piquillacta:
Zona arqueológica pre-incaica, a 38 Km. al SE
del Cusco, es considerada como uno de los
monumentos civiles más importantes.
Conocida como 'tierra de las pulgas' está rodeada
geométricamente de terraplenes y murallas de
hasta 7m. de altura, que encierran originales y
altos edificios. Se atribuye a este lugar un
carácter de defensa militar y centro de
abastecimientos, por los grandes depósitos de
granos y productos agrícolas (colcas),
herramientas, vestidos y armas de guerra, que se
hallaron.

Andahuaylillas:
Situado a 45 a km. al SE del Cusco, en el se encuentra la Iglesia de San Pedro de
Andahuaylillas construida en 1631 sobre un templo incaico; de modesto aspecto exterior,
encierra una joya del arte colonial, denominada la 'Capilla Sixtina del Perú', en su interior
se encuentra gran cantidad de hermosas pinturas de la Escuela Cusqueña, bellos altares y
marquetería de pan de oro, precioso techo policromado y abundancia de reliquias y
objetos de estilo barroco.

Paucartambo:
Se encuentra al NE del Cusco, su arquitectura es mestiza colonial española e incaica, considerado
puerta de ingreso a la zona selvática del departamento del Cusco. Es conocido como la 'capital
folklórica' del departamento, por la cantidad de danzas autóctonas de origen incaico que aún se
conservan latentes en los pobladores de esta región.

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