Hora Santa - Octubre
Hora Santa - Octubre
Hora Santa - Octubre
HORA SANTA
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:
UN CORAZÓN ABIERTO PARA DAR VIDA AL MUNDO.
Octubre Misionero 2023
MONICIÓN.
Dispongámonos a vivir una hora en la intimidad de la oración y reflexión como comunidad e Iglesia
misionera.
Abrid vuestro corazón a Dios, dejad sorprenderos por el Corazón de Cristo. Dadle el «derecho a
hablaros». Abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías
y vuestras penas a Cristo, dejando que Él ilumine con su luz vuestra mente y acaricie con su gracia
vuestro corazón en esta hora santa.
Jesús venciendo nuestros miedos nos invita a vivir esta noche dándole a Él nuestra vida. Desde la
custodia nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Me doy por ti, por cada una de vosotras,
en ofrenda obediente al Padre. Mi entrega de amor se hace ahora más presente que nunca.
Agradecidas por esa entrega, no queremos dejarle solo, queremos acompañarle para recibir de Él la
fuerza de su gracia.
¡Acojamos su don, su ofrenda, su despojamiento!, acompañémosle en silencio, dejándonos quemar
por el fuego de su Corazón.
ACTO DE PRESENCIA.
Señor, estamos en tu presencia sacrosanta adorando tu cuerpo, tu sangre y tu divinidad. Con una actitud
amorosa de cercanía y encuentro contigo y queremos permanecer junto a Ti, y llenarnos de tu amor
infinito, meditando tu Palabra y experimentando tu amor y ternura.
ACTO DE OFRECIMIENTO.
Dios mío, venimos a ofrecerte esta hora de adoración por los sacerdotes y por todas las personas que
te estamos especialmente consagradas.
Derrama sobre nosotras las gracias que necesitamos para cumplir nuestros sagrados deberes. Danos
fortaleza para que nuestra fe no desfallezca; generosidad para vencer todos los obstáculos; y, sobre
MINISTERIO DE FORMACIÓN PERMANENTE
todo, danos amor, para que inflamadas con él nuestras almas, comuniquemos este sagrado fuego a los
demás y, trasformadas, sepamos cumplir en toda tu santísima voluntad.
Venimos también a ofrecerte esta hora de adoración en expiación por los pecados de todo el mundo,
que hieren tu Sacratísimo Corazón, y por tu infinita misericordia te pedimos el aumento de vocaciones
sacerdotales y religiosas.
También te ofrecemos esta hora de oración por nuestros hermanos misioneros, que
abandonándolo todo, han sido enviados a predicar tu Palabra y compartir la Fe, te pedimos
por todas nosotras para que nos hagas dóciles y generosas y despiertes en cada una el deseo
de ser anunciadores de tu Reino. Y en este mes dedicado a las misiones, permite que nuestro
espíritu misionero universal se vivifique y fortalezca.
Adoración en silencio.
REFLEXIÓN.
“La más grande autoridad de Cristo es el amor por nosotros. Su Corazón es rico en misericordia”.
Jesús, cuando vuelve al cielo, lleva al Padre un regalo. ¿Cuál es el regalo? Sus llagas. Su cuerpo es
bellísimo, sin las señales de los golpes, sin las heridas de la flagelación, pero conserva las llagas.
Cuando vuelve al Padre le muestra las llagas y le dice: «Mira Padre, este es el precio del perdón que
tú das». Cuando el Padre contempla las llagas de Jesús nos perdona siempre, no porque seamos
buenos, sino porque Jesús ha pagado por nosotros. Contemplando las llagas de Jesús, el Padre se hace
más misericordioso. Este es el gran trabajo de Jesús hoy en el cielo: mostrar al Padre el precio del
perdón, sus llagas. Esto es algo hermoso que nos impulsa a no tener miedo de pedir perdón; el Padre
siempre perdona, porque mira las llagas de Jesús, mira nuestro pecado y lo perdona.
Pero Jesús está presente también mediante la Iglesia, a quien Él envió a prolongar su misión. La
última palabra de Jesús a los discípulos es la orden de partir: «Id, pues, y haced discípulos a todos
los pueblos» (Mt 28, 19). Es un mandato preciso, no es facultativo. La comunidad cristiana es una
comunidad «en salida». Es más: la Iglesia nació «en salida». Y vosotros me diréis: ¿y las comunidades
de clausura? Sí, también ellas, porque están siempre «en salida» con la oración, con el corazón abierto
al mundo, a los horizontes de Dios. ¿Y los ancianos, los enfermos? También ellos, con la oración y
la unión a las llagas de Jesús.
A sus discípulos misioneros Jesús dice: «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
final de los tiempos» (v. 20). Solos, sin Jesús, no podemos hacer nada. En la obra apostólica no bastan
nuestras fuerzas, nuestros recursos, nuestras estructuras, incluso siendo necesarias. Sin la presencia
del Señor y la fuerza de su Espíritu nuestro trabajo, incluso bien organizado, resulta ineficaz. Y así
vamos a decir a la gente quién es Jesús.
MINISTERIO DE FORMACIÓN PERMANENTE
Y junto con Jesús nos acompaña María nuestra Madre. Ella ya está en la casa del Padre, es Reina del
cielo y así la invocamos en este tiempo; pero como Jesús está con nosotros, camina con nosotros, es
la Madre de nuestra esperanza. (Papa Francisco).
Canto.
Adoración en silencio.
Adoración en silencio.
Coro 2: Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a la conversión,
vigorizándonos para dejar todo e ir tras de Ti, cambiando nuestra forma de pensar y de vivir, aceptando
la cruz de cada día, que es tu misma cruz; en la conciencia de que morir es alcanzar la vida eterna.
Coro 1: Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a compartir con
otros, la alegría de ser enviados, gracias porque compartiendo tu misma misión nos haces constructores
del Reino.
Coro: 2: Jesús Eucaristía, Pan partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a vivir en
comunidad, participando de la vida de la Iglesia, en el encuentro con los hermanos, en una vida fraterna
y solidaria.
Adoración en silencio
MINISTERIO DE FORMACIÓN PERMANENTE
PLEGARIA UNIVERSAL
Como comunidad llevada por el Espíritu te presentamos Corazón de Jesús, las necesidades de nuestros
hermanos con esta súplica.
1.-Oh Jesús sacramentado, en tu divino corazón ponemos el continente africano: su gente, sus
problemas, su realidad, sus creencias, sus anhelos, sus temores y sobre todo el ferviente deseo de
búsqueda que tienen para encontrarte, aunque sea reconociéndote con otro nombre.
Todas: Jesús Sacramentado en tu corazón divino guarda al continente africano.
2.-Oh divino Jesús que estás presente en los sagrarios de todo el mundo, depositamos en tu Corazón
misericordioso a todos los hombres y mujeres del continente americano. ¿Quién como Tú, para conocer
sus inquietudes, sus esperanzas, sus proyectos, sus luchas, sus angustias, pero también sus deseos de
conocerte, amarte y servirte?
Todas: Jesús sacramentado, escucha nuestra plegaria y manda abundantes frutos sobre el continente
americano.
3.-Santísimo Sacramento del altar, que de día y de noche estás oculto esperando nuestra llegada, te
pedimos por el continente de Europa. Contempla a sus habitantes, mira a sus familias, ve el rostro de
cada uno de estos hermanos nuestros que aún conservan la fe y tienen su mirada puesta en Ti.
Todas: Jesús, en tu amantísimo corazón sostén a cada uno de nuestros hermanos europeos, para que
todos juntos un día podamos contemplar tu rostro en la patria celestial.
4.-Cristo Eucaristía, que por amor a nosotros haz querido quedarte en las especies del pan y del vino
para ser nuestro alimento en el camino, mueve el corazón de los misioneros y misioneras y haz que
surjan nuevos discípulos que lleven la Buena Nueva a nuestros hermanos de Oceanía, para que
conociendo tu palabra y los valores del Reino aprendan a caminar por tus sendas.
Todas: Jesús hostia santa, banquete eucarístico, fuente de vida y salvación, nos unimos al continente de
Oceanía pidiéndote aquello que ellos anhelan y no saben pedirte.
5.-Cristo pan de vida y de resurrección, sostén al continente de Asia. Tú que velas por todos los hombres
sedientos de tu amor, mitiga el hambre y la sed de estos hermanos nuestros que sin conocerte te buscan,
sin saber tu nombre te proclaman como Rey y Señor del universo, a través de sus acciones y expresiones.
Todas: Corazón de Jesús que diste la vida por todos nosotros para llevarnos al cielo, haz que nuestros
hermanos de Asia experimenten tu amor y tu ternura, y a quienes te conocen, haz que te busquen como
el pan bajado del cielo
Soy pecador, Jesús, y, a pesar de todo, me llamas para ayudarte a salvar al mundo. Te he fallado tantas
veces, y todavía confías en mí. Dame un corazón puro, dame un corazón como el tuyo, dame un corazón
misionero, quiero dar a los demás: mi tiempo, mi alegría. Quiero tomar parte en las penas y carencias
de mis hermanos. Quiero fortificar a tu Iglesia construyendo con ella a las personas en convivencia.
Ilumina mi fe, para que dé frutos de justicia. Tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo. Te lo pido por tu
Madre Inmaculada. Amén.
Canto.