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Ministerio Basado en Los Dones

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Diplomados Cursos y Especializaciones – Nuedus / Informes: 968905095

EL MINISTERIO BASADO EN LOS DONES

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EL MINISTERIO BASADO EN LOS DONES

INTRODUCCIÓN:

1. LA IGLESIA TIENE TRES ÁREAS PRIMORDIALES DE ENFOQUE.

A. Exaltación – Adoración – Hacia Arriba


B. Edificación – Discipulado – Hacia Adentro
C. Evangelismo – Proclamación – Hacia Afuera

2. Estamos enfocando nuestros pensamientos en la edificación, o el discipulado


de los creyentes, para propósitos de evangelismo.

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3. Howard Hendricks dice: un discípulo es alguien que enseña a las personas.


Enseñar a las personas a enseñar a otros.
Jesús a Andrés – Andrés a Simón – Simón a otros.

4. Cumplir el mandato de “haced discípulos a todas las naciones”


(Mateo 28:19) es:

- Vivir bajo la sonrisa de Dios.


- Ver el poder de Dios.
- Participar en el propósito redentor de Dios.

I. DIOS HA DADO DONES A LA IGLESIA PARA CUMPLIR SU


LLAMADO.
1. Tenemos lo que necesitamos para hacer el trabajo.

1 Corintios 12:28 “Y a unos puso Dios en la iglesia…”


Efesios 4:11 “Y él mismo constituyó a unos…”

2. Winston Churchill, ante el avance del movimiento Nazi, exclamó: “Dennos


las herramientas y terminaremos la tarea”.

3. A la iglesia que ha hecho eco de esa petición, Dios ha contestado su oración.

II. DIOS HA DADO DONES A LA IGLESIA PARA EQUIPAR A SU


PUEBLO.
1. LA NECESIDAD: Alcanzar y enseñar a las personas.
EL CANAL: Personas capacitadas para servir, atendiendo las necesidades en
todo lugar en el nombre de Jesús, por medio de un esfuerzo dotado,
informado, comprensivo y cooperativo.

Efesios 4:12 “…a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio” (Reina Valera 1960)

Otras Versiones:

“…a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio.”


“Todo ello a fin de que los suyos estén perfectamente capacitados
para conducir la iglesia.”
“Hizo esto para que todos los que formamos la iglesia, que es su
cuerpo, estemos capacitados para servir y dar instrucción a los
creyentes.”
“…a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio.”

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2. Antes de caer en la tentación de provocar sentimientos de culpa en nuestros


laicos, debemos preguntarnos si estamos equipándolos para servir.

III. CADA CREYENTE PUEDE DESCUBRIR Y COMPRENDER


CUÁL ES SU LUGAR (DON) ESPECÍFICO EN LA OBRA DEL
MINISTERIO.
1. Cada creyente ha recibido dones.
Efesios 4:7 “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia” (Reina Valera
1960). (También, “…diferentes dones”; “…capacidades”; “…a la medida
del don de Cristo”; “…que quiso darnos”; “…en la medida en que Cristo ha
repartido”).

2. Cada creyente es adecuado para cumplir una tarea específica.

Romanos 12:6 “Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha


dado.” (Nueva Versión Internacional). (También, “Dios nos ha dado a todos
diferentes capacidades, según lo que él quiso darle a cada uno. Por eso, si
Dios nos autoriza para hablar en su nombre, hagámoslo como corresponde a
un seguidor de Cristo”).

3. Es de suma importancia que los creyentes comprendan (reconozcan,


descubran) aquello para lo cual Dios los ha capacitado. La falta de
reconocimiento, entendimiento e implementación de los dones espirituales
constituye el ingrediente que hace falta para equipar, preparar y motivar a los
laicos para hacer la obra del ministerio.

IV. LOS DONES ESPIRITUALES EN RELACIÓN CON LOS


CREYENTES.
1. Dios da a cada creyente al menos un don espiritual, y ningún creyente posee
todos los dones.

Romanos 12:3 “…conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”


1 Corintios 7:7 “…pero cada uno tiene su propio don de Dios.”
1 Corintios 12:11 “…repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”

2. Dones espirituales – un canal que Dios usa para ministrar al cuerpo.

1 Corintios 12:25 “…para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que


los miembros todos se preocupen los unos por los otros.”

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3. Un don espiritual es una capacidad sobrenatural.


a. Una capacidad para servir – “una habilidad dada por Dios”.
b. Una capacidad para llevar a cabo una tarea. Uno de nuestros problemas es
que creemos que la iglesia es sobrenatural en su origen, pero humana en su
operación.

4. Un don espiritual es un deseo sobrenatural.


Una carga por hacer – un deseo de ver a los perdidos ser salvos, a los niños
alcanzados, las finanzas incrementadas, la propiedad en óptimas condiciones,
la administración funcionando.

5. Un deseo canalizado conduce al éxito.


Las personas son motivadas por el tener que o el querer.
Los dones espirituales son el querer.

6. Un don espiritual es un llamado divino.

Efesios 4:1 “…que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis
llamados.”

Dios te ha llamado a hacer aquello para lo cual te ha dado dones.


Dios te ha dado dones para hacer aquello para lo que Él te ha llamado.

V. ¿CUÁLES SON ESTOS DONES?


1. DONES MILAGROSOS:

A. APÓSTOL. “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,


luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después
los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de
lenguas” (1 Corintios 12:28).

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,


evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4:11).

B. PROFECIA. “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro,


discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro,
interpretación de lenguas” (1 Corintios 12:10).

1 Corintios 12:28 y Efesios 4:11 (citados anteriormente).

“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es
dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe” (Romanos
12.6).

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C. LENGUAS. “¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas?


¿Interpretan todos?” (1 Corintios 12:30).

1 Corintios 12:10, 28 (ya citados).

D. INTERPRETACIÓN. 1 Corintios 12:10, 30.

E. MILAGROS. 1 Corintios 12:10, 28.

F. SANIDAD. “A otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de


sanidades por el mismo Espíritu” (1 Corintios 12:9)

1 Corintios 12:28.

2. DONES DE CAPACITACIÓN:

A. FE. 1 Corintios 12:9.

B. SABIDURÍA. “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de


sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu” (1
Corintios 12:8).

C. DISCERNIMIENTO. 1 Corintios 12:10.

D. CIENCIA. 1 Corintios 12:8.

3. DONES MINISTERIALES:

A. EVANGELISMO. Efesios 4:11.

B. ENSEÑANZA. “O si de servicio, en servir; o el que enseña, en la


enseñanza” (Romanos 12:7)

1 Corintios 12:28.

C. EXHORTACIÓN. “El que exhorta, en la exhortación; el que reparte,


con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia,
con alegría” (Romanos 12:8).

D. PASTOR-MAESTRO. Efesios 4:11.

E. HACER MISERICORDIA. Romanos 12:8.

F. SERVICIO. Romanos 12:7 y 1 Corintios 12:28.

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G. ADMINISTRACIÓN. Romanos 12:8 y 1 Corintios 12:28.

VI. ¿QUIÉNES POSEEN DONES Y DÓNDE LOS UTILIZAN?

1. EL EVANGELISTA. El evangelista tiene el deseo y la capacidad dada por el


Espíritu de servir a Dios llevando personas que se encuentran más allá de su
esfera de influencia natural, al conocimiento salvador de Jesucristo. El
evangelista es una persona determinada a ganar almas que busca los perdidos.
Este don se puede usar:

A. En programas de visitación.
B. En esfuerzos especiales de alcance evangelístico, tales como campañas al
aire libre.
C. En llamados desde el altar que inviten a las personas a venir a Cristo.
D. En la plantación de iglesias.
E. En ministerios itinerantes.
F. En muchos ministerios públicos de predicación.

2. EL PROFETA. El profeta tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu


de servir a Dios mediante la proclamación de la verdad de Dios. El profeta es
el predicador ferviente que denuncia el pecado. Estas cualidades se pueden
usar:

A. En predicaciones de avivamiento.
B. En el pastorado, cuando posee además otros dones adecuados para el
pastorado.
C. En resolución de conflictos dentro de una iglesia con problemas de
pecado.
D. En consejería, para ayudar a identificar el pecado en la vida de una
persona.
E. En predicación, como parte de Equipos de Evangelismo.
F. En ministerios en las cárceles.
G. En ministerios itinerantes.

3. EL MAESTRO. El maestro tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu


de servir a Dios explicando la verdad de la Palabra de Dios con sencillez y
precisión. El maestro es un estudioso de la Palabra de Dios que comunica con
claridad las doctrinas y enseñanzas de la Biblia. Este don se puede utilizar:

A. Como maestro de maestros.


B. Como escritor y desarrollador de programas de estudio.
C. Como profesor en un Seminario o Universidad Bíblica.
D. Como maestro en un Instituto Bíblico dentro de la iglesia local.

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E. Como maestro-misionero.
F. Como instructor de cursos por correspondencia.

4. EL EXHORTADOR. El exhortador tiene el deseo y la capacidad dada por el


Espíritu de servir a Dios motivando a otros a la acción, instándoles a adoptar
un determinado curso de conducta. El exhortador es un maestro práctico, que
enseña la aplicación de la Palabra de Dios. Este don se puede utilizar:

A. Como capacitador en áreas de liderazgo o metodología.


B. Como consejero, especialmente en un centro de consejería.
C. Como maestro en programas de capacitación de la iglesia.
D. Como orador en seminarios y conferencias.
E. Como obrero en un ministerio telefónico.
F. Como maestro en cursos de preparación para el matrimonio.
G. Como consejero en programas de atención a personas en condición de
pobreza o drogadicción y en misiones de rescate.
H. Dando seguimiento a los nuevos convertidos.
I. Como motivador para aquellos que están desanimados.

5. EL PASTOR-MAESTRO. El pastor-maestro tiene el deseo y la capacidad


dada por el Espíritu de servir a Dios supervisando, capacitando y atendiendo
las necesidades de un grupo de cristianos. Es el pastor que guía y alimenta; el
entrenador del Equipo. Este don se puede usar:

A. Como maestro de Escuela Dominical.


B. Como pastor o pastor asociado.
C. Como capitán o pastor de autobús.
D. Como líder de un ministerio especial (jóvenes, niños, entre otros).
E. Como obrero en un refugio para indigentes, víctimas de abuso o niños que
han huido de casa.
F. Como líder de tropa de exploradores.
G. Como líder de dormitorio en una universidad, orfanato u hogar infantil.
H. Como decano para hombres o mujeres en una universidad.

6. EL QUE HACE MISERICORDIA. Quien posee el don de hacer misericordia


tiene el deseo y la capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios
identificándose con y confortando a las personas que sufren. Esta es la
persona que comprende y conforta a sus hermanos en Cristo. Este don se
puede usar:

A. Como trabajador en un hospital o asilo.


B. Como coordinador de funerales.
C. Como trabajador en un centro de atención a personas en situación de
pobreza (siempre y cuando cuente con la capacitación apropiada).

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D. Como ujier, saludando y dando la bienvenida.


E. En un ministerio hacia personas privadas de libertad.
F. En un ministerio de hospitalidad.
G. Como trabajador en un centro de asistencia telefónica.
H. Como miembro del equipo que da seguimiento a las personas nuevas,
visitando y haciendo llamadas telefónicas.
I. Como miembro del comité de misiones, enviando correspondencia y
brindando asistencia a los misioneros en período de licencia.
J. Como trabajador en ministerios hacia enfermos mentales, personas
ancianas, ciegas o sordas, ministerios entre inmigrantes y entre convictos
puestos en libertad.

7. EL QUE SIRVE. La persona que posee el don de servicio tiene el deseo y la


capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios brindando ayuda práctica en
asuntos físicos y espirituales. Es la clase de persona que atiende las
necesidades prácticas de sus hermanos en Cristo y de la iglesia. Este don se
puede utilizar:

A. Como la persona encargada del mantenimiento de las instalaciones.


B. Como ayudante en servicios de bautismo.
C. Como ayudante de guardería, cocina o coro.
D. Como trabajador de oficina o mensajero.
E. Como operador de recursos audiovisuales.
F. Como la persona que ayuda llevando los registros.
G. Como bibliotecario en la biblioteca de la iglesia o en un ministerio de
recursos audiovisuales.
H. Como ujier, saludando y dando la bienvenida.
I. Como instrumentista o miembro del coro en el departamento de música.
J. Como ayudante de escenario y utilería en una obra de teatro.
K. Como fotógrafo.
L. Como ayudante en ministerios especiales como los ministerios hacia
inmigrantes o hacia personas sordas.
M. Como anfitrión para las visitas y las personas nuevas.

8. EL QUE DA. La persona que posee el don de dar tiene el deseo y la


capacidad dada por el Espíritu de servir a Dios aportando sus recursos
materiales, mucho más allá del diezmo, para el avance de la obra de Dios.
Esta es la persona que atiende la necesidad financiera de sus hermanos en
Cristo y de la iglesia. Este don se puede usar:

A. Dondequiera que se necesite dinero, ya sean sumas grandes o pequeñas.


B. Como miembro del comité de finanzas o presupuesto.
C. Como miembro de un comité de misiones o de construcción.
D. Como administrador de un fondo de beneficencia.

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E. Como miembro de una comisión o junta escolar.


F. Como miembro de un comité de atención a la pobreza, misiones de rescate
o misiones hacia inmigrantes.
G. Como patrocinador para financiar proyectos especiales y ministerios de
radio y televisión.
H. Para atender las necesidades de personas específicas aparte de los
programas ya establecidos.

9. EL ADMINISTRADOR. El administrador tiene el deseo y la capacidad dada


por el Espíritu de servir a Dios organizando, administrando, promoviendo y
liderando los diversos asuntos de la iglesia. El administrador es la persona
que dirige la iglesia y sus ministerios. Este don se puede utilizar:

A. Como líder de proyectos, ministerios o programas.


B. Como presidente de un comité o junta directiva.
C. Como planificador o coordinador de la iglesia.
D. Como pastor o pastor asociado, o como administrador de negocios.
E. Como administrador de oficina o jefe de departamento en organizaciones
con mucho personal.
F. Como superintendente de Escuela Dominical o presidente del equipo de
diáconos.
G. Como director de proyectos de construcción o de recaudación de fondos.
H. Como coordinador del servicio de guardería.
I. Como líder de la red de varones.
J. Como encargado de la biblioteca.
K. Como director de campamentos o coordinador de transporte.
L. Como director de la Escuela Bíblica de Vacaciones.
M. Como líder de la red de mujeres o de la sociedad misionera femenil.
N. Como moderador de la iglesia.

CONCLUSIÓN
1. Nuestra tarea en el ministerio consiste en unir:
Personas que poseen dones dados por Dios, y
Tareas dadas por Dios, para cumplir los
Propósitos establecidos por Dios.

2. Ayudar a nuestros laicos a descubrir su lugar para servir.

a. La frustración y la confusión se desvanecen cuando el Espíritu Santo


expresa Su ministerio a través del creyente. NO ES LO QUE ERES LO
QUE TE DETIENE, SINO LO QUE CREES QUE NO ERES.

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b. El éxito consiste en:

Estar donde Dios te coloca,


haciendo lo que Dios quiere,
con los dones que Él te ha dado.

3. El crecimiento de la iglesia es posible cuando el cuerpo está sano – cuando


cada miembro contribuye y ministra según los dones que el Espíritu Santo la
ha dado.

4. El canal son las personas capacitadas para servir, atendiendo las necesidades
en todo lugar en el nombre de Jesús, por medio de un esfuerzo dotado,
informado, comprensivo y cooperativo, con el fin llevar a los perdidos a los
pies de Cristo.

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EL MINISTERIO DE LA ADMINISTRACIÓN

I. INTRODUCCIÓN

De todas las empresas humanas, la Iglesia siempre ha sido la más dinámica.


Ninguna otra organización social ha hecho afirmaciones semejantes respecto a su origen,
propósitos, autoridad y fuente de verdad. Ninguna ha demandado más los recursos
personales de sus miembros. Ninguna ha existido durante tanto tiempo con la misma
unidad de mandato y misión. Ninguna otra organización social ha contribuido tanto a
moldear el pensamiento de personas y naciones. Ninguna se ha caracterizado de modo
tan particular por una unión entre lo humano y lo divino.

La iglesia es la sociedad divina-humana a través de la cual Dios realiza Su obra en


el mundo. Con todos sus problemas – muchos de los cuales son comunes a todas las
empresas humanas – la iglesia ha marcado una diferencia en cada entorno social en el
cual ha existido. John Seamand la describe como “una comunidad viva en la que el
Espíritu de Dios está presente y trabajando, no un club en el que los miembros
pagan cuotas y asisten a reuniones”.

Si bien es cierto que la Iglesia es una organización, se puede considerar más


apropiadamente como un organismo altamente complejo. La Iglesia, en su nivel óptimo
de organización, es como el corazón humano – dinámica, vibrante, sustentadora de la
vida, confiable y muy bien ensamblada.

La Iglesia siempre ha dependido del liderazgo humano para llevar a cabo su


misión. Tanto en las ciudades como en el campo misionero Dios trabaja a través de
personalidades clave. Dios siempre trabaja a través de personas con planes.

Liderazgo y Administración – el administrador y sus tareas.

II. LA ADMINISTRACIÓN: EN QUÉ CONSISTE

La organización es la dimensión estructurada de una institución. La organización


es para una institución lo que el esqueleto es para el cuerpo humano. Es el diseño,
muestra cómo las partes se ajustan y se relacionan entre sí.

La administración es el músculo del cuerpo organizacional. Es el aspecto


operativo, de manejo y ejecución. La administración comprende todos los procesos por
los cuales se implementan las políticas de la organización. En breve, la administración es

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la dimensión de acción de una organización. Es el medio por el cual se logra que la


organización funcione. La administración siempre debe ser altamente personalizada.

A. Definición de términos.

1. Organizar. La función administrativa de organizar es el proceso de distribuir,


dividir o agrupar el trabajo en tareas individuales, y establecer las relaciones entre los
individuos que llevan a cabo dichas tareas.

2. Responsabilidad y Rendición de Cuentas. Aunque estos términos a menudo se


utilizan como sinónimos, hay una clara distinción entre ellos. El término responsabilidad
se refiere a la función o el desempeño que se espera de un miembro de la organización.
Por lo general se utiliza para describir un conjunto de funciones por las cuales una
persona debe responder. La rendición de cuentas implica que hay personas en autoridad
ante las cuales un miembro de la organización debe responder por el trabajo que se le ha
asignado.

3. Evaluación. El proceso de evaluar es la tarea administrativa de hacer


preguntas. La evaluación procura responder al menos cuatro preguntas:

(1) ¿Dónde nos encontramos ahora en nuestro programa?

(2) ¿Con cuáles estrategias y actividades logramos llegar a este punto?

(3) ¿A dónde podríamos llegar si continuamos en esta dirección?

(4) ¿Qué se necesita para mejorar?

4. Planificación. Planificar es proyectar el curso de acción. Es el proceso de


decidir con anticipación lo que se va a hacer y cómo hacerlo. La planificación es el
aspecto de definición de estrategias de la administración. Una estrategia no es
simplemente una manera de alcanzar un objetivo, es la mejor manera. Un buen plan es
aquel que ha sido diseñado para alcanzar el objetivo con un gasto mínimo de recursos,
tanto financieros como humanos.

5. Propósito y Objetivos. Antes de que una empresa pueda definir un curso de


acción significativo, primero debe establecer un conjunto de objetivos o metas, los cuales
se convierten en su propósito o misión. Sin una declaración de objetivos no se tiene una
base para hacer planes. Se ha afirmado acertadamente que “una clara declaración de
propósito, universalmente comprendida, es la mayor garantía de una administración
efectiva”. Antes de que una iglesia se lance a un mar de hogares y negocios, debe
responder las siguientes preguntas: ¿Para qué estamos aquí? ¿Estamos aquí para
evangelizar? ¿Para instruir? ¿Para discipular? ¿Para atender las necesidades de la
comunidad? ¿Para atacar los problemas sociales? ¿Para proveer un testimonio de

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santidad? ¿Cuál es nuestra misión? Un objetivo es, entonces, una declaración de la


intención de actuar de la iglesia.

Existe una diferencia entre objetivos y metas. Por lo general, los objetivos son
considerados como propósitos generales de largo plazo. En contraste, las metas son
pasos específicos y mesurables que demuestran el progreso de una iglesia, negocio u
organización en el avance hacia la consecución de sus objetivos. Los términos metas,
objetivos, y propósitos con frecuencia se utilizan como sinónimos.

III. EL LÍDER-ADMINISTRADOR

Las iglesias que están creciendo por lo general se caracterizan por tres cualidades
importantes:

(1) Un claro sentido de misión.

(2) Una alta moral dentro de la organización.

(3) Un líder-administrador alrededor del cual se agrupan suficientes personas para


lograr el éxito en los diversos ministerios.

Jesús habló ampliamente sobre el liderazgo. Contrastó a los líderes religiosos de


Su tiempo con Su propio ejemplo de servicio, cuando dijo: “Mas entre vosotros no será
así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no
vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”
(Mateo 20:26-28). Para que un hombre pueda llevar el manto de liderazgo con humildad,
su carácter debe igualar a sus logros.

Si el siervo-líder ha de seguir el ejemplo de Jesús y entregarse a sí mismo en


servicio a los demás, debe verse a sí mismo simplemente como uno entre aquellos por
quienes Jesús murió. Los líderes no son distintos de las demás personas en la iglesia,
sino que son iguales a ellos en todo, y deben estar profundamente involucrados en la vida
y las experiencias de los individuos.

A. Supervisión como Mayordomía.

Pablo creía que los líderes tienen la responsabilidad de ayudar a los miembros de
la iglesia a capacitarse para llevar a cabo su propia tarea en el ministerio.

Dios da dones a los hombres y da hombres con dones a la iglesia.

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El concepto bíblico de mayordomía consiste en que una persona es responsable


por su liderazgo ante una autoridad superior. Los pastores terrenales deben alimentar la
grey de Dios responsablemente…hasta que regrese el Príncipe de los pastores. Hasta que
Jesús regrese, las responsabilidades del liderazgo han de recaer sobre hombres escogidos.
Si ellos son fieles en su mayordomía, asumirán dichas responsabilidades con humildad.

Supervisión y administración son términos sinónimos. Ambos hacen referencia a


la responsabilidad asignada de supervisar y ambos están involucrados en la tarea de poner
a trabajar las fortalezas de las personas. Las iglesias efectivas se construyen con obreros
activos y responsables que se involucran, no simplemente con personas que asisten y
participan en programas dirigidos por los líderes de la iglesia. El siervo-administrador
desempeña su rol de supervisión bajo la autoridad que le ha sido dada por Cristo. Ese rol
es ratificado por los obreros de la congregación, quienes encuentran en él un liderazgo
santificado para equiparlos para su cumplir su propia tarea en el ministerio.

B. Manteniendo las Líneas de Comunicación.

La comunicación efectiva en la iglesia involucra la transmisión y recepción de


ideas, objetivos, planes y opiniones, tanto de los líderes como de los seguidores. El
propósito es que las metas se alcancen a través de la comprensión, el acuerdo y la
respuesta favorable. La comunicación efectiva:

*Construye un clima de entendimiento en la iglesia.


*Estimula la interacción entre los obreros de la congregación.
*Crea una atmósfera de participación.
*Mejora la coordinación de los ministerios.
*Articula los objetivos y planes para el avance del Reino.

C. Desarrollando la Motivación.

El líder de Dios ha aprendido que asignar directamente una tarea a una persona, y
esperar que ésta trabaje con disposición, es sólo una parte de su rol administrativo. El
líder también debe motivar y elogiar cuando alguien lo merece – y a veces cuando no lo
merece también.

Un líder-administrador sabio se esforzará por ayudar a sus obreros en tres áreas.


Él los mantendrá:

1. Informados. Los obreros necesitan estar informados. La buena comunicación


concerniente a lo que se está haciendo, incluso en áreas que no están necesariamente
relacionadas con sus tareas específicas, mantendrá a todos involucrados en el esfuerzo
total. La información se puede comunicar de manera formal o informal, por medio de
anuncios en las reuniones de equipo o por medio de un boletín.

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2. Inspirados. Los obreros bien informados tienen mayor posibilidad de ser


también obreros inspirados. La motivación es el único elemento sin el cual los
ministerios no pueden funcionar a su máxima capacidad.

3. Involucrados. Quizás no sea cierto que todas las personas involucradas en la


iglesia son personas felices, pero sí es cierto que todas las personas felices en la iglesia
han descubierto la importancia de su propia participación en la vida de la iglesia. Los
obreros felizmente involucrados en la iglesia por lo general tienen un alto nivel de
entusiasmo. Generalmente los negocios observan los siguientes principios para mantener
la motivación de sus trabajadores:

* Comprensión de la importancia de la tarea.


* Confianza en el liderazgo, desde el superior inmediato hacia arriba.
* Participación en lo que se está haciendo.
* Reconocimiento como persona, y no solamente como una pieza del
engranaje.
* Aprecio y reconocimiento por el trabajo cumplido.
* Oportunidades para mejorar.
* Buena comunicación desde y hacia el liderazgo.
* Un grupo agradable de personas con las cuales trabajar.

D. Toma de Decisiones.

En la mayoría de las empresas humanas la toma de decisiones es una función


administrativa. Los subordinados pueden tomar decisiones limitadas para la
implementación del trabajo, pero el establecimiento de políticas por lo general está
reservado para los ejecutivos o las juntas directivas. Si bien se respeta el espacio para las
decisiones individuales en asuntos personales, el principio de toma conjunta de
decisiones debe aplicar en los asuntos que afectan toda la iglesia.

Por lo general los líderes de la iglesia enfrentan tres tipos de decisiones: cíclicas,
de confrontación y de innovación.

Las decisiones cíclicas son aquellas que tienen que ver con asuntos de rutina que
ocurren frecuentemente.

Las decisiones de confrontación son aquellas que le son impuestas al


administrador por circunstancias inesperadas.

Las decisiones de innovación son aquellas que no confrontan al administrador,


mas bien él las busca.

Invertimos de forma equivocada la mayoría de nuestro tiempo, esfuerzo, atención


y dinero, al concentrarnos en los problemas y no en las oportunidades. Pasamos al menos

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el 90% de nuestro tiempo tomando decisiones de rutina que sólo contribuyen con el 10%
de los resultados.

Si la toma de decisiones es tan importante, entonces deberíamos considerar las


fases de este proceso:

1. Reconozca, defina y delimite el problema.

2. Analice y evalúe el problema.

3. Establezca criterios o estándares por los cuales se ha de juzgar si la solución


propuesta es aceptable y adecuada a la necesidad.

4. Reúna información necesaria que no se haya provisto.

5. Formule y seleccione la solución preferida.

6. Ponga en marcha la solución preferida.

El líder creativo es aquel que aprecia los imperativos bíblicos concernientes a las
decisiones que afectan a la iglesia. Es suficientemente organizado para manejar las
decisiones cíclicas con agilidad, de modo que puede dedicar suficiente tiempo y esfuerzo
a las decisiones de confrontación e innovación.

IV. LAS FUNCIONES DE LA ADMINISTRACIÓN

La administración se ha definido como “la guía, el liderazgo y el control de los


esfuerzos de un grupo de individuos hacia un objetivo común”. Una manera de analizar
la administración es considerarla en términos de lo que hace un administrador. Nuestro
autor sugiere los siguientes cinco procesos:

1. Planificar – determinar lo que se va a hacer.

2. Organizar – agrupar las actividades en unidades administrativas.

3. Reunir recursos – obtener todo lo necesario para llevar a cabo los planes en
términos de personas, dinero y materiales.

4. Supervisar o dirigir – dar instrucciones.

5. Controlar – vigilar que los resultados se ajusten a los planes.

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Al considerar estos cinco procesos seculares, surgen siete funciones que tienen
gran valor para nuestras iglesias: planificar, calendarizar, organizar, delegar, coordinar,
presupuestar y evaluar.

A. Planificación Efectiva.

La planificación es “la aplicación organizada del razonamiento sistemático a la


solución de problemas prácticos específicos”. Es decidir con anticipación qué se va a
hacer – y en qué orden.

La planificación efectiva es un microcosmos dentro del proceso administrativo


total. Con frecuencia los pasos de este proceso son cíclicos: se inicia con ideas y sueños,
los cuales son filtrados a través de los propósitos e imperativos institucionales; se
establecen objetivos que reflejan dichos propósitos; se escogen los métodos; se
establecen los plazos; se determinan las personas responsables del cumplimiento de las
tareas; se ponen en marcha los planes; y se evalúan los resultados.

1. Examinando los Propósitos. La planificación a menudo se inicia con un líder


que sueña, define objetivos y establece propósitos.

2. Estableciendo Objetivos. Los objetivos son los resultados deseados en pro de


los cuales se asigna el dinero, el liderazgo y el tiempo. Planificar en torno a objetivos
contribuye a una vigilancia constante, necesaria para mantener la empresa libre de
ramificaciones improductivas o que puedan desviar recursos de los objetivos definidos.
Entonces, los objetivos:

* Expresan los resultados deseados.


* Delimitan el rango de esfuerzo.
* Relacionan el esfuerzo al propósito.
* Dan lógica al esfuerzo.
* Proveen mediciones confiables de los efectos y validez de las decisiones.

Con frecuencia los objetivos son considerados en términos de tiempo. A menudo


se expresan como objetivos inmediatos (a un plazo no mayor de tres meses), objetivos de
corto plazo (el próximo año), objetivos de mediano plazo (de 1 a 5 años) y objetivos de
largo plazo (de 5 a 10 años).

3. Escogiendo los Métodos. Los métodos son estrategias de acción. El


administrador debería reunir el máximo número de métodos que podrían ser considerados
como alternativas para la consecución de los objetivos deseados. Una vez que establece
una lista de métodos probables, debe seleccionar los mejores.

4. Estableciendo Plazos. En ocasiones los plazos son considerados como


objetivos; sin embargo, los plazos fluyen naturalmente de los métodos escogidos.

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Constituyen las etapas intermedias en la planificación, necesarias para alcanzar los


objetivos generales. Los plazos son consecutivos; reflejan el cumplimiento parcial del
proyecto en etapas o pasos. Los plazos se pueden ajustar según sea necesario, pero el
administrador debe apuntar consistentemente hacia el cumplimiento de los objetivos
propuestos dentro de los plazos establecidos.

5. Determinando las Personas Responsables. Uno de los mayores potenciales


para el éxito del proceso administrativo depende de la elección de las personas
responsables de las tareas que se han de llevar a cabo.

6. Poniendo los Planes en Marcha. Una vez que las personas aceptan las
responsabilidades, se debe pasar a la acción; y una vez que la acción se inicia, el
administrador debe generar suficientes destrezas de liderazgo para asegurar que todas las
tareas sean llevadas a cabo por completo.

7. Evaluación y Planificación. Un atributo distintivo de un administrador fuerte


es la evaluación regular de los resultados de los esfuerzos grupales e individuales.

La planificación puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso


administrativo. La planificación promueve la acción consistente, integrada y con
propósito. Con una planificación cuidadosa es posible evitar errores y anticipar crisis, y
hay mayor probabilidad de alcanzar los objetivos. Un buen plan deja poco al azar.

B. Estableciendo el Calendario.

Ningún programa puede funcionar eficientemente sin un calendario general de


eventos, planes y actividades. Administrativamente, la preparación del calendario
general se ubica bajo el área de coordinación de actividades. Un calendario general
actualizado cumple los siguientes propósitos:

1. Presenta visualmente la distribución de las actividades durante períodos de un


mes.

2. Relaciona las actividades a desarrollar durante el mes.

3. Ayuda a las familias a planificar sus propios calendarios.

4. Estimula la comunicación entre los diversos grupos de la iglesia.

5. Ayuda a establecer las prioridades de los programas.

6. Estimula la calendarización anticipada de los planes inmediatos y de corto


plazo.

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7. Asiste a las personas que sirven en puestos de coordinación.

8. Muestra todo el programa de ministerio de la iglesia.

C. Organizando la Organización. La función de organizar es claramente un rol


administrativo. La organización de los ministerios consiste en (1) dividir y agrupar el
trabajo en tareas individuales, y (2) definir las relaciones establecidas entre los individuos
que desempeñan dichas tareas.

Las Descripciones de Funciones, sean formales o informales, son un ingrediente


importante en el proceso de organización. Todos los obreros en la iglesia merecen saber
cuáles son sus responsabilidades específicas, su límite de autoridad, su relación con los
otros obreros y su lugar en el esfuerzo total de la iglesia. Las descripciones de funciones
cumplen los siguientes propósitos:

1. Evitan muchos malos entendidos con respecto a la tarea asignada.

2. Mejoran la eficiencia del esfuerzo de equipo.

3. Ayudan a la congregación y a los obreros a comprender con mayor claridad sus


ministerios particulares.

4. Orientan a los nuevos obreros de manera más rápida hacia tareas prioritarias.

5. Sirven como lineamientos administrativos, de modo que se requiere menos


supervisión directa.

6. Aclaran los objetivos y reducen la tendencia a culpar a otros.

7. Proveen cierto grado de protección contra la sobrecarga de tareas.

8. Establecen líneas de comunicación formales.

9. Determinan las relaciones de información entre líderes y obreros.

10. Identifican los atributos requeridos para desempeñar la tarea.

El establecimiento de comités de trabajo es también una función importante en la


organización. La formación de comités debe ser considerada a la luz de los siguientes
principios:

Los comités:

1. Involucran un gran número de personas en las decisiones.

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2. Dan espacio para una amplia variedad de opiniones y experiencias.


3. Proveen oportunidades para la capacitación y el crecimiento de los
obreros inexpertos.
4. Proveen una base objetiva amplia para la evaluación de los programas
de la iglesia.
5. Mejoran la coordinación de los programas representados por las
personas que participan en un comité.

Los comités:

1. No siempre operan eficientemente.


2. No aceleran la toma de decisiones.
3. No centralizan la responsabilidad.
4. No maximizan la rendición de cuentas.
5. No garantizan la implementación de los planes.

D. Delegar.

A la distribución del trabajo entre los líderes y los obreros se le llama delegar.
Moisés delegó autoridad cuando dividió el trabajo de juzgar a los hijos de Israel. Cada
persona que ocupaba un puesto de liderazgo tenía autoridad sobre el grupo de personas
que estaban a su cargo. Únicamente los problemas más difíciles debían ser llevados
directamente ante Moisés. El principio que se estableció en ese entonces sigue siendo
relevante hoy en día.

Sin embargo, la mayoría de los administradores aprende por experiencia que las
responsabilidades no pueden ser totalmente delegadas. El administrador debe recordar
que, en última instancia, él es el principal responsable, y necesita mantenerse lo
suficientemente cerca del programa para saber lo que está sucediendo.

E. Coordinar.

La coordinación tiene que ver con la “sincronización y unificación de las acciones


de un grupo de personas”. Aunque la coordinación puede ser considerada como una
actividad particular, forma parte de todas las fases de la administración. La coordinación
se logra cuando las organizaciones trabajan juntas de manera armoniosa para alcanzar los
objetivos establecidos por la iglesia.

La coordinación de la totalidad del programa de una congregación requiere gran


destreza. La coordinación puede verse beneficiada por los siguientes principios:

1. Una estructura simplificada con responsabilidades distribuidas entre comités.

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2. Acuerdo por parte de los obreros con el propósito, las prioridades y los
objetivos generales.

3. Un calendario de actividades actualizado.

4. Métodos de comunicación bien diseñados.

5. Supervisión a través de una figura central de autoridad.

6. Un correcto sentido del tiempo.

7. Consideración de los planes de corto y largo plazo.

F. Presupuestar.

Establecer y mantener un presupuesto es parte de la función administrativa


conocida como control. La mayoría de los cristianos ven el presupuesto como parte de
nuestra mayordomía del dinero que Dios ha dado a la iglesia a través de los diezmos y las
ofrendas. De este modo, somos responsables ante el liderazgo del Espíritu Santo por
nuestro presupuesto y nuestros gastos. Con demasiada frecuencia, la información relativa
a las finanzas de las iglesias locales se mantiene oculta en un halo de misterio y secreto.
Frecuentemente el tema de las finanzas en las iglesias locales se discute en términos
imprecisos y mojigatos. Sin embargo, el presupuesto es el ministerio de la iglesia
expresado en términos monetarios y como tal, debe ser compartido con la congregación.
La información financiera puede ser confiada a los creyentes. Dios siempre usa la
información, no la ignorancia. El correcto manejo de las finanzas y el compartir la
información con la congregación estimulan el dar. Un principio importante para el
compromiso financiero es que las personas apoyan aquellos programas que ellas mismas
ayudan a desarrollar y que entienden completamente.

Si hay desequilibrio o desperdicio en el área financiera de la operación de la


iglesia, esto tiende fuertemente a causar desequilibrios o pérdidas en el uso del tiempo,
talentos y otros recursos. Siete beneficios del control presupuestario son:

1. Estimula el pensar con anticipación.

2. Conduce a una planificación específica.

3. Promueve actividades balanceadas.

4. Estimula el intercambio de información.

5. Revela los desequilibrios a tiempo.

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6. Provee estándares inclusivos.

7. Utiliza los informes de rendimiento disponibles.

G. Evaluar.

La evaluación es una forma de autocrítica. Es la función administrativa de hacer


preguntas. Con mucha frecuencia somos tentados a hacer preguntas a los grupos o
individuos únicamente cuando un programa no alcanza el éxito esperado. “¿Qué hicimos
mal?” es una pregunta común. Cuando un programa funciona bien se plantean pocas
preguntas. Sin embargo, si las empresas seculares le dan tanta importancia a la
evaluación de todos los resultados de los proyectos implementados, nosotros en la iglesia
deberíamos darle aún más importancia.

La evaluación tiene cuatro propósitos principales:

(1) Fomentar la iniciativa.

(2) Estimular la imaginación.

(3) Desarrollar un sentido de responsabilidad.

(4) Intensificar los esfuerzos para alcanzar los objetivos organizacionales.

La evaluación ayuda a los obreros a valorar su desempeño, especialmente si el


procedimiento permite la auto-valoración.

V. LA ADMINISTRACIÓN DE LAS INSTALACIONES

Hay otra función de la administración, diferente de las que ya han sido


mencionadas. Es la de servir como líder-administrador de los edificios y equipo de la
iglesia. Esta función involucra dos temas de importancia – el lugar que ocupan los
edificios y el equipo en el ministerio de la iglesia, y la mayordomía de su uso.

A. Edificios que Ministran.

Es interesante el hecho de que la Iglesia del Nuevo Testamento no poseía


edificios. Los primeros cristianos no tenían santuarios ni instalaciones educativas. Los
primeros edificios identificados como cristianos no aparecieron sino hasta alrededor del
año 200 d. C. Por lo tanto, no hay directrices bíblicas concernientes a los edificios de la
iglesia. Sin embargo, resulta obvio que el uso de las instalaciones de una congregación
debería regirse por los principios generales de mayordomía bíblica.

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Los edificios y el equipo pertenecen a Dios y el uso que se hace de ellos debe ser
una extensión de Su ministerio. Los edificios deberían ser una expresión del compromiso
de una congregación con Cristo y Su obra. En resumen, los edificios deben ser una parte
del ministerio. No son monumentos en honor a un constructor, pastor o contribuyente
importante. La propiedad de la iglesia debería transmitir este mensaje a la comunidad:
“Nos preocupamos por ustedes y por eso construimos estos edificios. Esperamos que
sirvan para evangelizar, nutrir y proveer compañerismo. Deseamos que sean un lugar de
servicio para ustedes y sus familias mientras juntos adoramos y servimos a Dios”.

B. El Uso de los Edificios de Dios.

Las personas responsables de la administración de estos edificios deben plantearse


preguntas claras sobre su uso. Si una persona necesita ver al pastor, ¿podría encontrar
fácilmente las oficinas de la iglesia? De ser así, ¿habría alguien allí para atenderla?
¿Cuánto tiempo antes del servicio debemos abrir las puertas? ¿Cuán preocupados
estamos por el desgaste de nuestros edificios? ¿Nos preocupamos por mantenerlos
limpios y ordenados? ¿Nos preocupamos por hacer las reparaciones necesarias?

Las respuestas a estas preguntas revelan lo que la junta directiva de una iglesia
piensa sobre el ministerio de sus edificios, terreno y equipo. El líder-administrador debe
desarrollar cuidadosamente una filosofía para el uso de las instalaciones y el equipo.
Entonces debe, con el mismo cuidado, guiar a su junta directiva y su congregación a
comprender las posibilidades de lo que Dios puede hacer con Sus posesiones – edificios y
equipo – cuando hombres y mujeres consagrados le dan la oportunidad.

La administración incluye planificar, organizar, seleccionar el personal, iniciar,


delegar, dirigir, supervisar, coordinar, motivar, evaluar, guiar, controlar, reunir recursos,
presupuestar, calendarizar – todos estos aspectos.

La administración es la iglesia en acción.

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EL DON DE ADMINISTRACIÓN

Cuando consideramos el don personal de administración, también debemos


prestar atención al oficio de la administración. En la esfera del liderazgo hay una
importante distinción entre ambos. En ninguna parte es más evidente esta distinción que
en las Sagradas Escrituras. Probablemente el primer pasaje que nos viene a la mente a
este respecto es aquél en el que los apóstoles en Jerusalén necesitaban asistentes
especiales para cuidar mejor de la iglesia. Estos asistentes fueron seleccionados para
convertirse en obreros al servicio de la iglesia de Cristo; aquel día su rol se convirtió en
un oficio, el cual ha perdurado en la iglesia por casi dos mil años – el oficio de diácono.

Es importante señalar quiénes fueron seleccionados para llenar esos puestos. No


se escogió a cualquier santo que estuviera disponible, que tuviera un corazón dispuesto
para servir a Dios y algún tiempo libre. Ciertamente un corazón dispuesto y tiempo
disponible habrían sido de gran ayuda; sin embargo, lo que los apóstoles querían, y en lo
que el pueblo estuvo de acuerdo, eran hombres dotados que (1) estuvieran capacitados
espiritualmente y (2) tuvieran la sabiduría y el juicio para manejar la tarea que se les
estaba encomendando. Esto se observa claramente en Hechos 6:2-6.

“Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es


justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues,
hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo
y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la
oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y
eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a
Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales
presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos”.

Fue una combinación ideal tener hombres dotados que asumieran el oficio.

También es importante notar que la tarea no era nueva y las personas


seleccionadas tampoco eran nuevas. Los apóstoles habían estado haciendo el trabajo y su
autoridad venía del Señor, quien los había llamado y les había otorgado dones por medio
del Espíritu Santo bajo la supervisión de Su Padre Celestial.

Este nuevo acuerdo tuvo mucho éxito, según fue registrado en Hechos 6:7. “Y
crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente
en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”.

La acción de apartar a Saulo y a Bernabé para una obra específica, según la


indicación del Espíritu Santo, es otro ejemplo clásico de obreros que asumen un oficio.
En Hechos 13:2-3 dice: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo:
Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo
ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”.

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Sin embargo, este no fue el inicio de su trabajo. Saulo y Bernabé ya habían


trabajado juntos en Antioquía durante todo un año: “Después fue Bernabé a Tarso para
buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. Y se congregaron allí todo un año
con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por
primera vez en Antioquía” (Hechos 11:25-26).

Después estuvieron a cargo de la misión de ayuda en Judea y finalmente


regresaron a Antioquía desde Jerusalén: “Entonces los discípulos, cada uno conforme a
lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea”
(Hechos 11:29).

No fue sino hasta que este ministerio probado tuvo lugar, que Pablo y Bernabé
fueron apartados oficialmente en Antioquía para iniciar el primero de los que hoy
conocemos como los tres viajes misioneros del apóstol Pablo. Nuevamente hombres
dotados asumieron un oficio.

Esta distinción entre don y oficio se observa aún con mayor frecuencia en el
Antiguo Testamento. Cuando Dios llamó a Moisés para dirigir a la nación de Israel en su
salida de Egipto, también escogió a un asistente capaz, Aarón. Observe el uso dramático
del don y el oficio cuando Dios establece una relación de autoridad entre estos dos
hermanos: “Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca
y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablará por ti al pueblo; él te
será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios” (Éxodo 4:15-16).

En Números 11:17 leemos la promesa que Dios le dio a Moisés cuando éste
necesitó ayuda para dirigir al pueblo de Israel en el desierto y Dios le dio la orden de
seleccionar setenta ancianos para ayudarle: “Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y
tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del
pueblo, y no la llevarás tú solo”.

A esto se puede agregar la designación de administradores en el Antiguo


Testamento, tales como Josué, Gedeón, David y Samuel; y la tradición del liderazgo tanto
personal como de oficio se torna aún más clara. Así, ante este trasfondo, todo el tema de
los dones espirituales asume un significado aún más rico.

En Romanos 12:4-6 la manera en que los dones se relacionan con los oficios se
muestra con especial claridad: “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos
miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función. Así nosotros, siendo
muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera
que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe”.

Estos dones de gracia son especiales para quienes los reciben y son dones
especiales dados por Dios. Nuestro entendimiento de Romanos 12:4-6 es que cada
persona posee al menos un don y que los dones de Dios operan en relación con la
personalidad de cada cristiano – la cual también le ha sido dada por Dios. En este pasaje

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se mencionan siete dones personales – profecía, servicio, enseñanza, exhortación, dar,


presidir y misericordia. Nuestro enfoque en este estudio se concentra en el don de “el
que preside”. Este es el don personal que indica una habilidad administrativa y se conoce
como “don de administración”.

Como creyentes cristianos tenemos a nuestra disposición, por medio de Cristo y


del Espíritu Santo que habita en nosotros, los atributos personales de Dios Padre. Estas
características se mencionan en Gálatas 5:22-23 y son llamadas “el fruto del Espíritu”.

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Esto no es algo que Dios nos
da por completo de una sola vez y en forma terminada. Por el contrario, cuando nos
unimos a Cristo, Él nos da la semilla de cada parte de este conjunto para que la
cultivemos y pueda crecer. Estudiaremos esto más adelante, cuando hablemos sobre el
desarrollo del don de administración a la luz del fruto del Espíritu, para una
administración más efectiva.

El Don de Administración

¿Qué es el don de administración? ¿Debemos poseer este don para poder


funcionar como administradores?

Romanos 12:8 dice: “el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con
liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.

Esto no se refiere a un puesto u oficio administrativo, sino a un don


administrativo o motivación administrativa. En otras palabras, quien posee este don tiene
un enfoque administrativo de las situaciones. Algunos administradores, debido a su
propia personalidad, no funcionan bien cuando hay desorden. Están hechos para saber
cómo van las cosas, a quién deben reportar, de quiénes son responsables y hacia donde se
dirigen. Deben tener un continuo sentido de dirección – esto es lo que significa operar en
“modo administrativo” en un sentido personal. Sin embargo, esto no significa que todo el
mundo debería aspirar al mismo grado de orden, sensibilidad y planificación a largo
plazo. Aprendemos unos de otros y nos complementamos unos a otros en el Cuerpo de
Cristo. Por ejemplo, además de los “modelos administrativos”, tenemos lo que se conoce
como los “modelos proféticos”, que piensan, predican y sirven de manera diferente. No
obstante, los profetas ciertamente necesitan de los administradores, pues son los
administradores los que ayudan a los profetas a mantenerse enfocados, ordenados y
apegados al calendario, de modo que su creatividad no se torne en confusión.

Tal vez te preguntes si eres o no del “tipo administrativo”. Es importante


reconocer nuestras fortalezas – y debilidades – y comenzar a trabajar para desarrollar esas
áreas positivas, eliminando las negativas, con el fin de mejorar nuestra administración.
Los administradores no nacen, se hacen. Sin embargo, debemos admitir que algunos
tipos de personalidad son más adecuados que otros para las tareas administrativas. Por

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ejemplo, los rasgos de carácter y de personalidad de los administradores talentosos


indican que éstos tienden a permanecer firmes y determinados, a pesar de la oposición,
una vez que han comprobado que un objetivo particular está dentro de la voluntad de
Dios. Esto puede ser más fácil para algunos tipos de personalidad que para otros.
Aunque todos reconocemos que si cierta decisión es la voluntad de Dios, estamos
comprometidos para llevarla a cabo, algunas personas prefieren retroceder, retrasar o
postergar la decisión para evitar que la opinión adversa critique su metodología. Se ha
dicho que “es solitario en el frente”, donde los líderes deben guiar.

Una Variedad de Servicio

Ciertamente no todos los que administran lo hacen de la misma manera. Y no


todos los que son líderes deben poseer específicamente el don de administración. Otros
dones también pueden ser efectivos en un puesto administrativo. Una persona puede
asumir sus tareas diarias desde la base de su don personal de exhortación. En contraste,
otra persona puede insistir en la planificación detallada y la organización paso por paso
de cualquier proyecto antes de proceder. Administrativamente, una vez que el proyecto
se ha puesto en marcha, hay personas que han de proseguir hacia adelante a pesar de los
obstáculos que amenacen con impedir el logro de los objetivos propuestos, tratando de
apaciguar las tensiones que surgen en el camino. Mientras que otras personas tienen una
fuerte aversión a presionar para cumplir con los plazos y los objetivos establecidos si ello
repercute en el orgullo y los sentimientos de sus compañeros de trabajo, por lo que
tienden a detener el proyecto hasta que las personas con las que trabajan tengan la
motivación para continuar.

Ambos son administradores efectivos, pero hacen las cosas de manera distinta y
con una perspectiva diferente de la importancia de los objetivos establecidos, los plazos
definidos y el avance o falta de avance del Reino de Dios si los proyectos se realizan o no
en su totalidad.

A menudo tenemos roces bajo el liderazgo de otros, pero al revisar las cuarenta
características de un administrador talentoso, nos damos cuenta de que algunas de estas
cualidades, por su misma naturaleza, tienden a causan fricción. Podemos llegar a ser más
comprensivos y tolerantes con otros, a la vez que desarrollamos nuestro propio estilo
administrativo. Todas las personas involucradas en la administración activa pueden
identificar áreas en las que necesitan trabajar y mejorar mientras continúan sirviendo en
esta área.

Sea cual sea nuestra capacidad actual para el servicio, constantemente estamos
tratando de aprender más y comprender mejor nuestro don personal, con el fin de conocer
y comprender lo que Dios quiere que hagamos y cuál es nuestro lugar en el cuerpo de
Cristo. Hay un rol u oficio específico que Dios ha preparado para nosotros y para el cual,
a su vez, nos ha preparado.

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El Cuerpo de Cristo

Continuamente nos sentimos asombrados ante la complejidad de nuestro cuerpo.


Cada órgano es milagroso en sí mismo. Hemos sido diseñados por Dios, el Arquitecto y
Constructor por excelencia. Quizás el hecho más fascinante en relación con el cuerpo
humano es la interrelación y la acción cooperativa entre todos los órganos que lo
conforman. Porque cuando nuestro cuerpo físico está operando correctamente, no hay
conflicto ni competencia entre los órganos. Todos operan armoniosamente como una
sola unidad.

El plan de Dios para Su Cuerpo, el cuerpo de creyentes, es el mismo que Él


diseñó para nuestro cuerpo físico – la misma clase de balance, la misma unidad
armoniosa de pensamiento y acción, la misma coordinación mano-ojo. Dios planificó
que no hubiese rupturas en Su Cuerpo, así como planificó que no hubiese fallas en
nuestro cuerpo físico.

Dios diseñó Su Cuerpo con la misma precisión con que diseñó el nuestro. De
modo que, a la vez que Dios equipa a cada creyente con un don personal, también le
provee a cada individuo un lugar donde puede funcionar dentro del Cuerpo con ese don.

Estos “lugares” se llaman oficios o funciones. Con el fin de aclarar de qué


manera cada uno de nosotros calza dentro de la estructura del Cuerpo de Cristo, vamos a
considerar varios de estos oficios. Vamos a estudiarlos desde la perspectiva de una
persona que posee el don personal de administración, para ver cómo dicha persona puede
abordar esta variedad de oficios. Vamos a tomarlos como “modelos” y, aunque nosotros
u otras personas que conocemos no poseemos todos estos dones, vamos a considerarlos
como algo a lo cual aspirar.

Pastor

¿Cómo funcionaría una persona con el don de administración como pastor? ¿Qué
clase de organización establecería para la iglesia? ¿Dónde estaría su énfasis principal?

Tal pastor probablemente se enfocaría en establecer una organización bien


estructurada y capaz de funcionar armoniosamente, cuidando que cada fase y cada
departamento sean implementados y funcionen con decencia y orden.

Su enfoque administrativo se haría evidente en todo lo que hace, desde presidir las
reuniones oficiales de su junta directiva hasta la forma precisa y ordenada en la que
planifica y conduce el servicio de adoración. Si este pastor altamente organizado que
posee el don personal de administración no cuenta con las finanzas o el personal
necesarios para asegurar que la propiedad de la iglesia esté bien cuidada, y que los
edificios y equipos estén en buenas condiciones, y no cuenta con ayuda para cumplir con
algunas de las responsabilidades que implica el manejo de una organización de forma tan
ordenada, entonces dicho pastor tiene varias opciones:

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(1) Puede experimentar mucha frustración si las cosas no se hacen de manera


apropiada y optar por hacerlas él mismo, invirtiendo grandes cantidades de
tiempo y energía.
(2) Puede encontrar la manera de delegar algunas de las tareas, logrando así
cumplir con todo lo que se necesita hacer.
(3) Puede ser incapaz de manejar el problema por un período de tiempo muy
prolongado y eventualmente renunciar a su cargo.

Misionero

En nuestra iglesia moderna, la persona que más se acerca a la descripción bíblica


de un apóstol – uno “enviado por el Espíritu Santo” – es el misionero. “Ellos, entonces,
enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre”
(Hechos 13:4).

Consideremos a esta persona que sirve en el oficio de uno que es enviado, al


misionero cuyo don personal es el de administración.

¿Qué clase de organización establecería y administraría esta persona? ¿Dónde


enfocaría su atención principalmente? ¿Qué tan bueno sería como apóstol?

¿Qué clase de organización…? En realidad, esta persona primero determinaría la


amplitud y el alcance del trabajo a realizar y luego diseñaría un plan eficiente para
abarcarlo todo de la manera más efectiva.

Por ejemplo, si la organización misionera se ha propuesto llevar a cabo los


proyectos de establecer y dirigir una escuela de capacitación bíblica, alcanzar nuevas
áreas con el mensaje del evangelio, y traducir el Nuevo Testamento al lenguaje nativo,
entonces este misionero probablemente definirá un calendario, designará obreros,
maestros y demás personal necesario para cumplir con todos estos proyectos en el menor
tiempo posible.

Con el tiempo la escuela se habrá construido, se habrá ministrado en las nuevas


áreas, se habrá aprendido el lenguaje y el Nuevo Testamento habrá sido traducido y
publicado. Y, según dice el número 40 de nuestros rasgos de carácter: “Recibe gran
satisfacción al ver que todas las piezas de un proyecto encajan y al ver a otros disfrutando
el producto terminado”.

Los Que Ayudan

La tercera función que investigaremos es la de los que ayudan. Este oficio poco
entendido es de vital necesidad para el cuerpo como un todo. Frecuentemente
escuchamos frases como “Hay demasiados caciques y muy pocos indios” o “Hay
demasiados generales y muy pocos cabos”.

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El clamor general en todas las organizaciones es: “Necesitamos más personas


dispuestas a ayudar… ayudar a hacer cualquier cosa que sea necesaria”. Así son las
personas que sirven en la función de ayudar.

Si un “ayudante” tuviese el don personal de administración, ¿qué haría y cómo lo


haría?

Se cuenta la historia de un hombre de negocios retirado que hizo una lista de las
cosas que había que hacer en la propiedad de la iglesia. Reunió a algunos jóvenes de la
iglesia dispuestos a ayudar y les delegó algunas tareas. El pasatiempo de este hombre era
la jardinería. Él notó que las zonas verdes necesitaban mantenimiento, había que podar
los arbustos y varias herramientas necesitaban reparación. Así que, sin presionar, reclutó
la ayuda de algunos otros, compró los materiales necesarios y se encargó de todo.

Maestro

Las personas con el don de administración que sirven en el oficio de maestros sin
duda producirán estudios y materiales de enseñanza lógicos, bien planificados y
organizados. Cada grupo sabría de antemano lo que sigue y esperaría ansiosamente la
siguiente lección entusiasta y bien planificada.

Administrador

¿Cómo administra la persona que posee el don de administración? Esta persona


procura abogar por, diseñar y establecer una organización que funcione bien. Está muy
interesado en los planes, programas, objetivos y logros. Los objetivos y los planes son
emocionantes. Los logros son emocionantes. Sin embargo, este administrador no trabaja
solo, sino que busca reclutar la ayuda de otros. Se reúne con su equipo para estudiar los
proyectos generales que deben realizar – “el panorama general”. Luego planifican la
mejor manera de llevar a cabo los proyectos hasta su culminación.

Posibles Desacuerdos

¿Cómo puede un administrador – en la esfera cristiana o secular – anticipar


posibles desacuerdos y manejarlos de manera efectiva cuando surgen los problemas?
Hay cuatro áreas en las que a menudo se presentan desacuerdos y seis sugerencias de
cómo manejarlos.

Dónde Ocurren los Desacuerdos

1. La habilidad de delegar responsabilidades puede ser interpretada como una


intención de evadir el trabajo. Con la capacidad de ver “el panorama general” y analizar
el alcance de un programa completo, una persona con el don de administración tratará de
encontrar manos dispuestas para ayudar con la tarea. Cada líder tiene sólo dos manos,
una mente, y un gran número de tareas en las cuales ponerlas a trabajar, y la habilidad de
analizar una situación, proyectar objetivos y plazos, y organizar un grupo de personas

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2. Al considerar a las personas como recursos, el administrador puede ser acusado


de valorar los proyectos como más importantes que las personas. En principio esto no es
cierto con respecto a las personas, pues los individuos son altamente valorados. Existe un
respeto mutuo. Sin embargo – y esto es importante de entender – una vez que se han
establecido los objetivos y se han fijado los plazos, dichos objetivos deben ser
alcanzados, a menos que ocurra una emergencia. En ocasiones hay que pasar por alto a la
gente más talentosa en un grupo, organización o congregación, y recurrir a una persona
con menos habilidades. La clave es confiabilidad. Un administrador orientado hacia las
tareas busca individuos capaces de cumplir sus responsabilidades y llevarlas a buen
término a pesar de cualquier obstáculo.

3. El impulso de ejecutar las tareas con rapidez y prontitud a pesar de los


obstáculos puede ser interpretado como falta de sensibilidad hacia las prioridades
personales y el agotamiento de los compañeros de trabajo. Esta situación es parecida a la
que se menciona en el punto 2. La palabra clave es “rapidez”. Cuando los objetivos han
sido establecidos y los proyectos marchan según lo planeado, y de pronto el ritmo
empieza a bajar y no se cumplen las tareas en los plazos definidos, en ocasiones se hace
necesario que el líder “presione” un poco más de lo que quisiera. Todos debemos tener
presente que estamos hablando del programa de Dios, el tiempo de Dios y el avance del
Reino de Dios.

En ocasiones los administradores deben tomar decisiones que parecen duras e


insensibles, cuando en realidad no tienen tal intención.

4. La habilidad de soportar las reacciones de los demás puede ser interpretada


como falta de sensibilidad. En cualquier esfuerzo que se emprenda siempre habrá
personas a las que no les guste lo que se está haciendo y la manera como se está
haciendo. Si bien es cierto el administrador debe ser sensible a las necesidades y
sentimientos de los demás, no debe permitir que el negativismo afecte la tarea que ha sido
encomendada por Dios. Siempre habrá personas que critican desde la banca, pero no
están dispuestas a ofrecer mejores sugerencias, o a involucrarse y ayudar con las tareas.
Simplemente critican. Un administrador capaz anticipa el conflicto y, aunque no lo
ignora, no permite que el conflicto y la crítica causen desánimo o impidan el logro de los
objetivos.

Cómo Manejar los Conflictos

El conocimiento general en cuanto al manejo de conflictos nos dice:

1. Espérelos. Algunos líderes piensan que lidiar con las diferencias entre las
personas no es parte de su trabajo. Sin embargo, tratar con el conflicto y la tensión entre
las personas es una de las fases más importantes del ministerio.

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2. Aprécielos. Las diferencias son normales y constituyen un indicador de una


iglesia saludable. El conflicto da lugar a la aclaración de propósitos, al intercambio de
ideas y a la exposición a una variedad de alternativas para la resolución de conflictos.

3. Entiéndalos. El conflicto puede surgir a raíz de hechos, objetivos, métodos y


valores. El área de conflicto debe ser definida antes de que se pueda lograr un
entendimiento. Por lo tanto, se debe identificar la causa y el tipo de conflicto. Hay que
entender que los conflictos pasan por un proceso de desarrollo que se inicia con la
anticipación, pasado luego al conflicto abierto.

4. Anticípelos. Anticipe las diferencias y planifique formas de reconciliar a la


gente. Contar con un manual de políticas y procedimientos por escrito puede ser una
manera de anticipar diferencias. También es útil establecer con claridad las asignaciones
de los distintos comités y definir la responsabilidad y la autoridad de cada comité. Las
descripciones de funciones también puede minimizar el conflicto entre los miembros del
personal.

5. Admítalos. No ignore el conflicto ni actúe como si no existiera. Tratar de


reprimirlo sólo conduce a una manifestación del conflicto en lugares y formas
inesperados. Una buena regla a seguir es: Mientras más se reprima el conflicto mayor
será la exigencia para el líder, quien finalmente deberá enfrentarlo. Trate de resolver el
conflicto lo más pronto posible, empezando por admitir su existencia e implementando
inmediatamente las medidas necesarias para lograr una solución.

6. Enfréntelos. Siga el modelo bíblico que se encuentra en Mateo 5:23-24 –


“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Si alguien tiene algo contra usted, vaya
y reconcíliese con esa persona. Tome la iniciativa y ofrezca sus disculpas si ha cometido
un error. Anime a las personas a expresar sus diferencias, a orar, a actuar de forma
redentora y a entregar el conflicto a Dios.

Continuamente debemos recordar que no somos responsables por las actitudes y


las acciones que otros puedan adoptar con respecto a nuestro trabajo, pero sí somos
responsables por nuestra propia mayordomía y productividad. Si permitimos que las
opiniones de otros nos paralicen y nos empujen hacia la inactividad, entonces no seremos
mejores mayordomos que aquel que enterró su talento porque tenía temor (Mateo 25:25).

Todas estas situaciones potenciales de conflicto representan áreas en las que


debemos tener mucho cuidado, de modo que no nos volvamos insensibles a los derechos
y necesidades de los demás. Estamos agradecidos por la promesa de Dios de que el
Espíritu Santo nos guiará (a todos los administradores cristianos) “a toda verdad” (Juan
16:13) si permanecemos en Él (Juan 15:7). Con esta certeza, podemos confiar
plenamente en Su habilidad para capacitarnos para guiar y trabajar con sensibilidad con
aquellos por cuya administración somos responsables.

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EXAMEN DEL MODULO

1. ¿Cuáles son las dos distintas esferas en la administración?

2. ¿Cuáles eran los dos requisitos que los apóstoles y el pueblo buscaban en los
ayudantes especiales?

3. ¿Cuál es la obra que Pablo y Bernabé habían estado haciendo antes de ser apartados
como misioneros?

4. ¿Cuál fue la promesa de Dios para Moisés cuando necesitó ayuda para dirigir al
pueblo de Israel en el desierto?

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