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Cronica Lucia 2

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Ser feliz al menos una vez al año

— ¡Ay, estoy muy cansada! Me duelen los pies y apenas puedo mantenerme despierta — pensé
yo cerrando los ojos.

Como tenía un cansancio increíble, el tiempo se me hacía largo. La espera del autobús número 29 se llenaba a
tiempo paulatino, pero sí, se llenaba. Esto lo pude constatar perfectamente en los toques livianísimos que
encontró mi cuerpo. Impaciente eché un vistazo a mi móvil tocando el botón y la hora se me apareció 01.56.
Seguido de la fecha Mittwoch, 24. Mai. El hecho de que el autobús no saliese me ponía cada vez más nerviosa
porque mí único deseo en ese momento era llegar cuanto antes a casa e irme a dormir.

Esperando desesperadamente, cerré nuevamente los ojos e intenté aguantar mi impaciencia.

— Buaaaargh

— ¡Aj!

De repente abrí los ojos y supe inmediatamente lo que había pasado. Me dirigí hacia el puesto de dónde surgió
este sonido - un chico de un rostro jovencito, solemne y arreglado había vaciado el contenido de su estómago
en el suelo del autobús.

— ¡Génial! — pensé yo

Presencié un vacío sobresaliente entorno al jovencito, me puse una ligera sonrisa en el rostro. Volví con mi
cabeza a mi posición inicial y miré como el hombre a la derecha mía, ocupando el asiento detrás del conductor
con una cara inquietante, tenía vigorosamente tapada la nariz y con la mano libre cogió el tirador y abrió la
ventana. Un gesto extraordinariamente heroico, ya que como todo el mundo compartimos la misma
preocupación del hombre.
Afortunadamente el jovencito no nos apestó con el olor tremendo de vómito. No había comido nada. Por su
desgracia. Mientras tanto, una mujer recurre en su ayuda y le da un paquete de pañuelos cuando, en cambio,
algunos metros lejos de mí, un hombre anciano sentado con su pareja se echan risas atronadoras con el
hombre que estaba junto a ellos en el espacio - supongo surgieron recuerdos juveniles. Pues sí, mi cansancio es
de otro tipo. El jovencito, como todos los que viajaban en el autobús -excepto el conductor- acababan de
volver de la feria. La feria de Córdoba.

La feria de Córdoba es la esencia de la ciudad andaluza. En la última semana de mayo de cada año, Córdoba se
viste de gala para festejar su tradicional feria andaluza. Las calles de la ciudad califal se ocupan de flamencas,
jinetes, como también de muchas casetas y de mucha fiesta. La fiesta tiene su origen en la época medieval,
donde comerciantes locales celebraban mercados de reses por muchos días y atrajeron a ganaderos de
ciudades cercanas. La feria de Córdoba atrae a miles de visitantes por no decir un millón, como en los últimos
años más de un millón de gente visitó la feria de Córdoba y no solo proviniendo de España sino del todo el
mundo. Ese año, en 2023, la feria de Córdoba se celebra desde el 20 hasta el 27 de mayo, en el recinto ferial de
El Arenal.

* *

Es viernes, 19 de mayo, debería ser sobre las 10 por la noche. Hace fresquito. Ha llegado finalmente el gran día
en el que voy a conocer la famosa feria de Córdoba.

Paseando lentamente parecido a una procesión, avanzamos por el pasillo puente del Arenal que nos lleva
directamente al recinto. En el horizonte ya puedo constatar, aunque difuso, una enorme masa humana de
dónde sube una noria blanca.

Del lado izquierdo como derecho se encuentran alineados un montón de puestos que venden varias cosas,
desde churros a libros. Gente nos adelantan. Gente nos salen al encuentro. Está ruidoso. Un caos.
Nos acercamos cada vez más a la impresionante portada que se alumbrará a medianoche para oficializar el
inicio de la feria acompañado de un espectáculo de fuegos artificiales. Con cada acercamiento aumenta mi
admiración por esta construcción deslumbrante y con los ojos grandes, miro los alrededores. La gente puesta
en sus mejores galas entrecruzan la plaza y ya puedo admirar las primeras mujeres con trajes típicos de
flamenca. Fascinante.

Mercedes, una joven Cordobesa vestida con ropa amarilla y pequeños estampados de flores en tejido ligero
que acaba sobre la rodilla, propuso dar un paseo por el recinto para que yo pudiese explorar la fiesta. Yo
estaba de acuerdo. Así que nos pusimos en camino.

Estuvimos en la zona de las atracciones - 66 atracciones - 25 para toda la familia, 41 para los peques. Un nivel
de ruido demasiado alto. Chillidos de gente disparada al aire, Música y variedad de voces por micrófono de los
feriantes - sobre todo de los puestos de la tómbola. Me paré y puse los ojos en blanco. Me quedé con la cara
metida en el pelo de la persona que llevaba delante. No fué muy agradable pararme bruscamente en medio de
una multitud mientras la gente i9ntentaba caminar hacia delante. Menos mal que no estábamos en una
carretera. Así continuaremos nuestro camino caracterizado de múltiples paradas bruscas, pelos y espaldas,
como también de disparos repentinos de latas pisoteadas de Coca Cola tiradas en el suelo. Fue el camino en la
calle del infierno.
De verdad que lo fue.

Sin embargo, a pesar de estar en la calle del infierno, la gente lo veía como si estuviera en el edén. Amplias
sonrisas en los rostros, risas contagiosas, canto y baile al ritmo de la música. La gente aquí presente está
contenta.

Tomé un pequeño sorbito de mi granizado de limón y me dirigí hacia Mercedes. Como quería saber su estado
ánimo actual, le pregunté

— ¿Cómo te sientes?

Y para especificar que quería saber cómo se sentía en la feria, añadí estas últimas dos palabras. La muchacha
morena con un acento marcado cordobés y con hoyuelos me contestó:

— Muy emocionada, contenta y con ganas de verlos todos

Como estaba reflexionando mucho sobre la feria, me pregunté si no podría ser que la feria apagase los
problemas de la gente.

Los problemas existen, tanto personales como sociales - insatisfacción con la propia vida, pérdida del trabajo,
escasez de ingresos, golpes del destino, pérdida de una persona, pena en el amor y la lista podría seguir y
seguir y ni siquiera he pensado en los problemas existentes actualmente a nivel político. Y precisamente por
todos estos problemas existentes - preciso que a parte de la pobreza y la perdida en los paises próperos, hay
problemas más graves y que hay que acentuar en el mundo - por lo que creo que el ser humano es un ser
afligido y siempre insatisfecho.

Casi gritando a causa del ruido, le pregunté abiertamente si en este momento estaba pensando en sus
problemas. Al instante seguió con un

— Nooo — y pensando brevemente a los motivos, continuó

— Ahm cuando estoy aquí me siento contenta ahm y veo a mucha gente y no pienso en nada pienso solo en
divertirme

Le di las gracias y caminando y al mismo tiempo bebiendo mi sorbito de mi granizada le conté mis
pensamientos de lo que he acabado de describir.

* * *

Es jueves. 27 de mayo de 2023 Pasada medianoche y Hace calor. Mucho. Las tablas del suelo tiemblan bajo de
mis pies. De los altavoces truena música muy fuerte, una canción en español que no conozco. A mi alrededor
hay mucha gente aparentemente joven. Con una copa en la mano o un cigarrillo o incluso el imprescindible
móvil, la gente baila y canta o grita al ritmo de la música que suena. Completamente despreocupados, alegres
y llenos de energía. Así la veo a la gente. Me encanta.

El espacio estrecho, el calor, así como la nube de olor conteniendo notas de alcohol, sudoración y perfumes
diferentes - menos.

Estoy en una famosa caseta. En la caseta El cuadro.

Las casetas de la feria son el alma de la fiesta, como está escrito en el diario cordobés. Este año hay 86 casetas.
Me gusta mucho esa idea de las casetas. Tienes ganas de escuchar música reggaeton a todo volumen, te vas a
las casetas donde ponen solo esa música. En cambio, si te apetecen melodías mas tradicionales, te vas a tal
caseta. Por fin, cada uno en sus gustos musicales está en buenas manos aquí. No te apetece gozar de la música,
pues hay también casetas de comida. Las casetas acogen calorosamente a todos - niños, jovenes y adultos y lo
mejor de todo es que son todas gratuitas.

Salimos de la caseta con la intención de entrar en otra. Así se hace. Yo todavía pensando en mis reflexiones.
Necesitaba otras voces. De personas mayores. El primer grupo que me apareció durante mi camino, lo paré.
Preparé mi móvil para grabar.

Era un grupo de tres personas, dos mujeres, un hombre quizá de unos 55 años, quizá no, pero en cualquier
caso eran adultos. Me acerqué a la mujer que estaba más cerca de mí e interrumpí su conversación. Me
presenté brevemente y les pedí permiso para hacerles las preguntas. Sonriendo, accedieron. La mujer llevaba
un vestido negro cortado hasta el tobillo y ceñido a la cintura. La falda y las mangas estaban adornadas con
volantes de color blanco con lunares negros. Su look se completaba con una capa de color rojo fuego con
flecos. Llevaba el pelo recogido gris hasta los hombros, con una flor de los tres colores en el centro de la
cabeza y unos pendientes grandes. La mujer llevaba un traje de flamenca.

Casi avergonzada le puse la misma pregunta muy banal de por qué había venido a la feria. Sus labios pintados
de rojo fuego para completar su traje repiten mis palabras y luego respondí alegremente

— Hombre que vine a la feria yo soy catalana y vengo precisamente de Cataluña a Córdoba a la feria eyya es
muy bonita la gente es maravillosa se come muy bien vamos yo invito a todo el mundo que quiere venir a la
feria.

A la pregunta como se sentía, enseguida, contestó


— Yo me siento estupendamente, vamos, emocionada ahora mismo me voy a montar en un cacharrito, este
que sube y baja — riéndose acompañada de dos personas al lado.

A la última pregunta su respuesta fue curiosa y selo pregunté abiertamente y me contestó sin pensar un
segundo

— Los problemas hay que dejarlos en casa, la feria es una vez al año aquí en Córdoba, entonces estos días,
pues intentamos ser felices porque durante el año tenemos muchas penas y aquí con la música y con la gente
se te van las penas, viene la alegría. Y mañana es otro día con otro ánimo.

Con una amplia sonrisa, agradecí a la mujer su respuesta valiosa, que me mantendrá ocupado más tarde. Con
una sonrisa en el rostro y con un ´gracias a tí guapa´, Antonia y sus acompañantes se marcharon. Supongo que
van a los cacharritos ahora.

* * * *

¡Ay, estoy muy cansada! No sé, pero se me viene a la mente la letra de una canción “bailar hasta que duelen los
pies” de Iglesias, de verdad que nunca me dolieron así mucho los pies a causa del baile. Estoy sola y me dirigio
hacia la parada de los autobuses. Como siempre tengo que ir a la parada del autobus número 29. Estoy sumida
en mis pensamientos. El ruido del alrededor pasa por alto. Se me esboza una sonrisa en el rostro.

— ¡Gocemos el momento y no pensamos en nada! Estamos con la familia, los amigos y los demás, bailamos,
cantamos y comemos. Nunca se sabe lo que pasa mañana — me dije yo como se hablase a alguien en frente y
crucé el patio para salir del recinto de la feria.
La catalana lleva razón. Definitivamente. Claro, al principio mi naturaleza tímida veía la feria críticamente por
ignorancia, pero principalmente porque me dijeron voces que al principio la feria se concentraba en beber y
emborracharse. Falso. Según mi observación. Naturalmente se bebe, y mucho.

En la Feria de Sevilla hace tres años se consumió más de un millón de litros de cerveza y millón y medio de
manzanilla. ¿Este año, se habrá consumido en Córdoba menos? ¿Quizas a causa de la inflación? No se sabe.
Como también hay casos de intoxicaciones. ¿Pero, se puede limitar a esto? .

Los peques esperan ansiosamente la siguiente vuelta en el carrusel, los jóvenes olvidan sus primeras penas con
la adrenalina de la montaña rusa, los catalanes esperan viajar a Córdoba con meses de antelación para
presentarse con el precioso traje de flamenca, los jubilados consiguen más vida en su vida cotidiana, los
feriantes esperan ansiosos estos días, porque le pone pan en su mesa y la lista podría seguir.

La gente disfruta el momento y está feliz. Eso es lo que cuenta. Aquí las personas se pueden desfogar. No hay
espacio para los problemas. Afortunadamente, una vez al año se presenta esta oportunidad única, al menos
aquí en la maravillosa ciudad andaluza que es Córdoba. Así que disfrutemos del momento con placer y
conciencia, y digamos ¡carpe diem! Mañana es otro día como nos dijo Antonia.

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