Exposición de Motivos
Exposición de Motivos
Exposición de Motivos
Exposición de motivos
El derecho es una técnica social con la que se busca obtener de las personas un
comportamiento determinado. Si bien no puede negarse que a lo largo de la historia esta
técnica ha estado en muchas ocasiones al servicio de los grupos socialmente
dominantes, también es cierto que cuando los grupos vulnerabilizados se han podido
organizar, han conseguido incluir sus exigencias en el debate social y han podido
traducir sus intereses en normas jurídicas. Cuando el derecho apoya a los más débiles,
puede convertirse en una herramienta poderosa de transformación social.
Se trata sin duda de un avance fundamental del ordenamiento jurídico mexicano. Con
base en él será posible poner en marcha una variedad de instrumentos jurídicos e
institucionales para prevenir y eliminar las desigualdades más ofensivas que impiden el
desarrollo pleno de muchas mexicanas y mexicanos.
Sin embargo, ese progreso constitucional no estará completo si su mandato no se
materializa mediante una ley secundaria que tenga como objetivo principal prevenir
cualquier forma de discriminación y que busque alcanzar la igualdad de trato y de
oportunidades para todas las personas que se encuentren dentro del territorio mexicano.
La Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación cuenta con ocho capítulos, cincuenta
artículos y cinco artículos transitorios. Se trata de una norma que, como se ha señalado,
guarda una relación estrecha con el texto constitucional. En ella se señala (en su
Artículo 2°) que es reglamentaria del Artículo 1°, párrafo tercero de la Constitución.
Un segundo párrafo incluye como parte de la definición dos de las peores prácticas que
ha padecido la humanidad en materia de discriminación, y que por su particularidad
histórica merecen ser enunciadas de manera diferenciada: el antisemitismo y la
xenofobia.
El último párrafo del Artículo 4° agrega que “Así mismo, será considerada
discriminación toda ley o acto que, siendo de aplicación idéntica para todas las
personas, produzca consecuencias perjudiciales para las personas en situación de
vulnerabilidad.” Se trata, en este caso, de un texto que busca proteger a quienes se
encuentren en situación de mayor vulnerabilidad contra lo que la doctrina ha
denominado “discriminación indirecta”. En el desarrollo de la lucha que desde el
derecho se ha emprendido en contra de las prácticas discriminatorias, se ha señalado el
riesgo de discriminación que se esconde detrás de ciertas leyes que, siendo formalmente
neutras, perjudican a quienes materialmente se encuentran en posiciones de desventaja
social o cultural.
Las prohibiciones que se encuentran en estos artículos enuncian una serie de supuestos
que, entre otros, constituyen una discriminación en contra de las mujeres, las niñas y los
niños, los adultos mayores de sesenta años, las personas con discapacidad, por razón del
origen étnico o nacional, por motivos religiosos, por enfermedad o por preferencias
sexuales. Algunos de estos supuestos aparecen en más de un artículo en virtud de que
existen ciertas conductas discriminatorias que afectan a muchos grupos en situación de
vulnerabilidad. Así, por ejemplo, tanto sufren discriminación en el empleo las mujeres
como las personas con discapacidad o aquellas que no tienen una preferencia sexual que
se considere convencional; tan son discriminados en los servicios de salud las personas
mayores de sesenta años como los indígenas. Evidentemente estos ejemplos no agotan
todos los casos, pues la discriminación puede adoptar miles de formas, imposibles de
plasmar de manera exhaustiva en el texto de una ley. Por ello, la intención del Capítulo
II fue simplemente señalar algunas de esas conductas, a saber, las que son más
recurrentes y que lesionan en forma particularmente grave la dignidad de las personas.
Por su parte, los artículos del Capítulo III están redactados de acuerdo con una
concepción sustancial de la igualdad, la cual se traduce en el derecho a un trato positivo.
Dado que las prohibiciones de discriminación no han sido suficientes para equilibrar las
profundas desigualdades, el derecho ha creado instrumentos jurídicos con los que se
busca producir una igualdad en los hechos y para compensar a las personas y a los
grupos de personas que social e históricamente han sido colocados en una situación de
marginalidad. Este capítulo establece pues medidas de igualación positiva que buscan
combatir activamente las enormes diferencias y desigualdades que son difíciles de
erradicar sólo prohibiendo la discriminación. Se trata de un conjunto de obligaciones
tanto para el Estado como para los particulares.
También es importante señalar que los artículos de este capítulo tratan dos supuestos
generales distintos: en primer término se refieren a las medidas que deben tomar las
autoridades para generar la igualdad de oportunidades en diversos ámbitos de la vida
social (educación, empleo, salud, cultura, etcétera); en segundo lugar, la iniciativa
señala las medidas que podrán tomar los particulares para alcanzar el mismo objetivo.
La separación es pertinente en razón de que, como es obvio, las obligaciones derivadas
de la cláusula constitucional de no discriminación no son idénticas para las autoridades
y para los particulares.
En los artículos que se refieren a las medidas que deberán aplicar las autoridades existen
obligaciones que, consideradas en su conjunto, dan lugar a una verdadera “política de
Estado” en materia de discriminación. Son acciones y medidas que permitirían a las
personas y a los grupos de personas en situación de vulnerabilidad ejercer plenamente
sus derechos y libertades. En diversas fracciones de esos preceptos se encuentran
recogidos o desarrollados varios derechos fundamentales (educación, salud, derechos
reproductivos, atención a menores, seguridad jurídica, etcétera) cuya conculcación da
lugar a fenómenos discriminatorios y supone una vulneración de la igualdad de
oportunidades que todos debemos tener en una sociedad democrática.
Por su parte, los preceptos que señalan las medidas que pueden y deben tomar los
particulares contienen disposiciones que tienden a estimular su cumplimiento por medio
de incentivos. Consideramos que, en una materia como la que nos ocupa, las técnicas
jurídicas sancionadoras o represivas no resultan del todo efectivas y pueden incluso
generar problemas más graves que los que se busca solucionar. Es por ello que
decidimos otorgar incentivos a los particulares para que cumplan con la ley y fomenten
(en su propio ámbito de intereses y de actividades) la igualdad de oportunidades. Por
ello, los artículos dirigidos a los particulares contienen medidas promotoras y estímulos
fiscales que se otorgarán a los particulares que puedan probar que están llevando a cabo
acciones para prevenir y eliminar la discriminación. En este sentido, puede decirse que
esta norma tiene un carácter generoso. Consideramos inconveniente introducir en la
sociedad más elementos persecutorios, con los que sólo se suele incrementar el nivel
general de violencia.
El Capítulo IV versa sobre el desarrollo orgánico del Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación. Como es obvio, cualquier innovación en materia de prevención y
eliminación de los fenómenos discriminatorios tendría muy poca fuerza si no se crea
paralelamente una infraestructura organizativa que haga posible su cabal aplicación, que
sirva como órgano rector de las políticas públicas en materia de combate a la
discriminación y que pueda realizar tareas educativas y de difusión para cambiar, en
coordinación con la sociedad civil, las concepciones culturales tradicionales que hacen
invisibles las prácticas discriminatorias.
Es importante añadir que la iniciativa termina con cinco disposiciones transitorias que
tienen que ver con la instalación del Consejo y con la consabida fórmula de derogación
tácita. Es necesario señalar que la derogación tácita no exime al legislador ni a las
autoridades administrativas de la obligación de llevar a cabo de forma expresa y clara
todas las adecuaciones legales y reglamentarias necesarias para eliminar del
ordenamiento jurídico nacional todo tipo de normas discriminatorias. Aunque dichas
normas hayan sido derogadas ya desde la entrada en vigor del nuevo párrafo tercero del
Artículo 1° de la carta magna, la tarea legislativa de adecuación es necesaria para
proteger el valor de la seguridad jurídica y despejar posibles dudas en torno al alcance
de la cláusula constitucional de no discriminación.
Por todo lo anterior, es lícito afirmar que la iniciativa de ley que presentamos contiene
todos los elementos para servir como marco jurídico en la tarea de prevenir y eliminar la
discriminación. Se trata de un instrumento jurídico novedoso en la forma y en el fondo.
Es una norma redactada con sencillez y claridad, pero a la vez es contundente. Una
preocupación permanente durante su creación fue que cada uno de sus enunciados
contuviera una norma jurídica aplicable, alejada de expresiones retóricas. Se trata de un
esfuerzo ciudadano sin precedentes en la historia de la defensa de los derechos humanos
en México. Incorpora una serie de elementos novedosos en el sistema jurídico mexicano
(como las cláusulas interpretativas, las técnicas promotoras, los procedimientos de
investigación no sancionatorios y las disposiciones sobre el derecho a la información)
que pueden servir como pautas para la renovación de otros sectores del ordenamiento
jurídico nacional. Sin embargo, como ya se ha señalado, su mayor valor y su fortaleza
se encuentran en la lucha por convertir las demandas y aspiraciones de quienes han sido
injustamente colocados en situación de desigualdad en prescripciones jurídicas. Ello no
sólo beneficiará a los más desprotegidos: esta iniciativa de ley abre nuevas vías para que
todos podamos aspirar a vivir en una verdadera sociedad de iguales.