La Imposicion de Manos
La Imposicion de Manos
La Imposicion de Manos
INTRODUCCION:
Los profetas imponían manos sobre quienes les iban a suceder. Moisés
consagró a Josué como su sucesor imponiéndole las manos NUM 27:18-23.
Hay quienes creen que esta doctrina era una costumbre judía, pero al estudiar al
Nuevo Pacto no se puede evitar la imposición de manos. Queremos dejar claro
que imponer manos no debe ser un rito más.
Lo curioso es que hoy día casi a nadie le llama la atención imponer manos, en
aquel tiempo, era todo lo contrario, la razón, los efectos que eso producía.
Que alivio cuando sentimos las manos de un hermano o hermana que con
unción establece contacto. Nuestro espíritu recibe y como consecuencia nuestra
alma y cuerpo se vuelven blandos. El peso de la carga desaparece, recibimos
nuevas fuerzas como quien carga batería. Pero ¿por qué no suceden milagros,
se recibe el Espíritu, sanan enfermos, salen fuera los demonios, etc. por la
imposición de manos?
Sin duda porque hemos dejado de creer, no somos sensibles al mover del
Espíritu, en nuestro interior razonamos y nos oponemos, creando una barrera
que detiene la visitación.
GLORIFICAR A DIOS Y NO ASI MISMO.
(y había allí una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad
causada por un espíritu; estaba encorvada, y de ninguna manera se podía
enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, has quedado libre de
tu enfermedad. 13 Y puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y
glorificaba a Dios. Lucas 13:11-13).
La imposición de manos se avala hoy día según Marcos 16:18, sin embargo, es
un don no de todos sino de los ungidos solamente, no especialmente de los
ministros, sino de los que creen. Esta hermosa verdad va a ser restaurada en la
medida que se de un crecimiento del don de discernimiento de espíritus.
Este don dará la guianza para imponer manos. Esto no implica necesariamente
que debe haber una voz audible pero si una indicación certera para que haya
efectos. Cuando uno impone manos sin guianza, puede estar bendiciendo lo que
Dios no quiere bendecir, compartiendo con pecados ajenos.
Ningún demonio puede atacarnos a menos que haya una puerta abierta para
hacerla. No debemos dar ninguna atención a las amenazas de los demonios
porque todos son mentirosos y acusadores (El que practica el pecado es del
diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se
manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. 1 Jn. 3:8b).