Cap05 Diagnostico Tcm30-161234
Cap05 Diagnostico Tcm30-161234
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Diagnóstico
5. Diagnóstico
Introducción 5.1
A la hora de abordar cualquier tipo de actuación de gestión en un ecosistema, incluida la res-
tauración, se debe de establecer como primer paso cuál es el estado de conservación/degrada-
ción y cuáles son los factores que lo han llevado a tal situación. Para ello, es necesario realizar
un estudio detallado de los elementos físicos y biológicos que forman dicho ecosistema, así
como de los procesos y relaciones que los mantienen en el espacio y en el tiempo (procesos
geomorfológicos y ecológicos).
En los últimos años se han desarrollado numerosos índices para evaluar la sensibilidad o vul-
nerabilidad de las zonas costeras debida a factores naturales o antrópicos. Se entiende por vul-
nerabilidad la pérdida de capacidad de un ecosistema de retornar al estado original después de
una perturbación. Vulnerabilidad es un antónimo de elasticidad (Orians, 1975) o resiliencia
(Pimm, 1991).
Asimismo, existe un amplio abanico de índices que se han formulado como herramienta de
diagnóstico y gestión en la prevención de riesgos derivados del aumento potencial del nivel
del mar (Gornitz, 1990, 1992; Hughes et al., 1992; Daniels et al., 1992; entre otros), en la iden-
tificación de áreas susceptibles de erosión (Quelennec, 1989; Gornizt y Kanciruk, 1989) y en
la elaboración de sistemas de información costera (Flemming y Townend, 1989; Williams et
al., 1993). Estos índices suelen aplicar factores hidrodinámicos, climáticos y antrópicos. Los
índices específicos para determinar la capacidad de respuesta a la perturbación natural y
humana de sistemas dunares activos europeos son los elaborados por Bodere et al., (1991) en
País de Gales y Bretaña Occidental; Williams et al., (1993), para Inglaterra y Williams et al.,
(1994), para el SW de la Península Ibérica. Estos índices fueron obtenidos a partir de listas
de control.
A pesar de los numerosos índices desarrollados por los diversos investigadores, no existe en la
actualidad uno que esté totalmente aceptado por la comunidad científica. No obstante, al obje-
to de aportar información sobre el conjunto de variables que deben ser analizadas a la hora de
realizar un diagnóstico del estado de un sistema dunar y un posible método de analizar la vul-
nerabilidad de estos ámbitos litorales, se presenta a continuación el índice de vulnerabilidad
desarrollado por García Mora y colaboradores (2001).
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Manual de dunas costeras
El rango de valores que toma cada variable se ha basado en información obtenida a partir de
la bibliografía existente así como del consenso de un grupo multidisciplinar e internacional de
expertos en zonas costeras (Proyecto Dunes-ELOISE, V Programa Marco UE). Considerando
cada grupo de variables independientemente, se obtiene un índice de vulnerabilidad parcial
que permite identificar el tipo de proceso dominante en la pérdida de resiliencia del sistema:
a) características geomorfológicas, b) efecto erosivo marino, c) efecto erosivo eólico, d) carac-
terísticas de la cubierta vegetal o, e) efecto de los impactos humanos. La aplicación de este índi-
ce se ha demostrado útil en un amplio rango de sistemas dunares costeros. Las bases concep-
tuales de este diagnóstico, así como la metodología empleada en su aplicación a los sistemas
dunares costeros se exponen a continuación.
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5. Diagnóstico
Para la realización del estudio de vulnerabilidad, los sistemas dunares deben clasificarse pre-
viamente en tramos con características homogéneas y aplicarse una lista de control a un sec-
tor costero de 100m representativo del mismo.
En el Tabla 5.1., se muestra la lista de control utilizada para el cálculo del índice de vulnerabilidad.
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Manual de dunas costeras
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5. Diagnóstico
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Manual de dunas costeras
(1) Por exposición costera se refiere al ángulo formado por la dirección dominante del oleaje en profundidades indefinidas y el ángulo
del oleaje dominante en rotura.
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5. Diagnóstico
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Manual de dunas costeras
Del mismo modo, la deflación eólica de un volumen determinado de sedimento será más
importante en sistemas de menor tamaño, ya que los efectos de la deflación aumentan con la
fracción de material dunar erosionado. En este sentido, e independientemente de la tipología
del frente costero, la longitud, altura y potencia de las estructuras dunares activas (A1, A2, A3,
A4 y A5), se consideran variables determinantes de la capacidad amortiguadora del sistema
dunar ante los efectos erosivos marinos y eólicos.
El efecto de los procesos ambientales dominantes sobre la dinámica de las dunas costeras
depende del desarrollo potencial del depósito sedimentario. Éste depende, entre otros factores,
de las características de la unidad geomorfológica al que está asociado. Por otro lado, el des-
arrollo y morfología de los frentes costeros depende de forma muy directa de las característi-
cas del sedimento, tales como granulometría, forma, cohesión y densidad del grano de arena.
Se ha considerado que los diámetros de partículas menores aumentarán la fragilidad de la duna
costera, ya que los sedimentos finos son más fácilmente transportados por el viento y, por
tanto, favorecerán las pérdidas por deflación. La proximidad del nivel freático a la superficie
en las depresiones interdunares (A6) aumenta la cohesión entre las partículas y dificulta el
transporte eólico del sedimento, a la vez que favorece una mayor cobertura vegetal, disminu-
yendo la movilidad de las arenas y la pérdida sedimentaria del sistema. En definitiva, la pérdi-
da de superficie ocupada por elementos morfológicos de acumulación de arena así como la
fragmentación del sistema dunar en pequeñas unidades aisladas y dispersas (A7), modifica las
condiciones ecológicas y geomorfológicas y acelera la degradación y eliminación de las estruc-
turas de acumulación eólica.
Los efectos inmediatos del mar sobre la duna costera se centran en el control sobre la disponi-
bilidad de sedimento. Uno de los factores determinantes de la disponibilidad sedimentaria lo
constituye la energía potencial del oleaje, que puede relacionarse directamente con la longitud
de superficie marina sobre la que el viento sopla en una misma dirección (fetch meteorológico)
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5. Diagnóstico
(B1). El desarrollo de la duna primaria se ve favorecido en aquellas costas donde la mayor parte
de la energía del oleaje es disipada antes de llegar a la playa. Estas playas disipativas se carac-
terizan por presentar pendientes suaves (B2), constituidas a partir de sedimentos finos o muy
finos (B10) y, con frecuencia, presentan crecimiento de barras de arena longitudinales (B6).
Las barras longitudinales cumplen una doble función de protección de la playa y de la duna
costera. Esta protección se lleva a cabo al actuar como zona de rompiente del oleaje, llegando
a disipar entre el 80% y el 95% de la energía del oleaje incidente, y al constituir una reserva de
sedimento que garantiza el mantenimiento del equilibrio sedimentario tras los temporales.
Otro factor determinante de la disponibilidad de sedimento en las playas es la anchura de la
zona intermareal (B3) y de la playa seca (B7), ya que al aumentar la superficie expuesta incre-
menta el área fuente de sedimento susceptible de ser transportado por el viento, lo que favore-
ce el desarrollo de la duna costera.
Por el contrario, el desarrollo de los frentes costeros se ve limitado en playas reflejantes con
carreras de marea pequeñas, donde la zona intermareal presenta unas dimensiones reduci-
das. Además, aunque este tipo de playas se asocia, generalmente, a granulometrías gruesas o
muy gruesas, en el caso del litoral suratlántico, por ejemplo, están asociadas a un predomi-
nio de condiciones recesivas. En este tipo de costa la anchura de la playa seca es pequeña,
produciéndose, como consecuencia, cortes en la duna primaria durante los temporales (B8)
y escarpes de erosión en la ladera expuesta de la duna primaria (B9), lo que potencia los efec-
tos erosivos.
El factor eólico es el responsable directo del modelado dunar y su actuación, y al igual que el
factor marino, puede inducir en la costa tanto procesos erosivos como acumulativos o deposi-
cionales. El desarrollo de las estructuras de acumulación eólica va a depender, entre otros fac-
tores, de la disponibilidad de sedimento susceptible de ser transportado por el viento (C1) y de
la textura de la superficie. El tipo de transporte eólico más importante para la formación de los
frentes dunares es el transporte por saltación, con vientos superiores al umbral de inicio de
movimiento. Sin embargo, la presencia de cantos rodados (C6), restos de conchas (C7), detri-
tus (C5) y vegetación (C8) en la playa seca incrementan la rugosidad superficial modificando
el perfil del viento, así como la velocidad umbral a la que el sedimento es susceptible de ser
transportado. Estos factores disminuyen la movilidad de la arena y por tanto, el volumen de
sedimento transportado hacia el sistema dunar. En estas circunstancias, se pueden llegar a for-
mar en la zona alta de la berma dunas embrionarias dispersas y de poca entidad (C2), que, si
se unen, pueden dar lugar a una nueva duna primaria o bien actuar como almacén de sedimen-
to del sistema dunar ya establecido.
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Manual de dunas costeras
Como se ha indicado con anterioridad, numerosos autores han concedido gran importancia a
la cubierta vegetal en el estudio de los frentes dunares. En realidad, el origen de los frentes cos-
teros está íntimamente relacionado con la presencia de estructuras vegetales. Su localización
inicial suele coincidir con la línea de máximo ascenso del oleaje en mareas vivas equinocciales,
donde se produce la acumulación marina de rizomas, semillas y materia orgánica. Estos restos
son cubiertos rápidamente por arena, dando lugar a montículos dunares. Estas formaciones son
fundamentalmente estacionales, siendo, por regla general, destruidas por los temporales. Sin
embargo, si tiene lugar un aporte sedimentario adecuado y si existe una cobertura vegetal ópti-
ma, se produce la evolución de estos montículos aislados hacia un cordón embrionario menos
efímero que puede alcanzar alturas de 1 ó 2 metros. El crecimiento del cordón embrionario ini-
cialmente es lineal, paralelo a la línea de playa, y su morfología va a depender de la cobertura
vegetal. En situaciones caracterizadas por la ausencia de vegetación, el cordón costero desarro-
lla pendientes más suaves en la ladera expuesta a los vientos marinos y más acusadas (34º) en la
ladera de tierra, al contrario de lo que ocurre en caso de existir una cobertura vegetal.
a) Tipo III: representado por especies psammófilas capaces de dispersarse por el agua de mar
y de soportar altas tasas de enterramiento. Plantas perennes con capacidad de reproduc-
ción vegetativa o plantas anuales de verano, con adaptaciones foliares a las condiciones de
salinidad, viento, insolación y temperatura de las zonas costeras. Favorecen la formación y
el desarrollo de las estructuras de acumulación.
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5. Diagnóstico
b) Tipo II: herbáceas o leñosas perennes con un sistema radical bien desarrollado y reproduc-
ción sexual. Presentan adaptaciones en las estructuras foliares a las condiciones de salini-
dad, viento, insolación y temperatura de las zonas costeras. No son susceptibles de ser dis-
persadas por el agua marina y son características de dunas semiestabilizadas. Favorecen la
fijación de las arenas, disminuyendo los efectos de la deflación eólica pero no favorecen el
crecimiento en potencia de las estructuras dunares.
c) Tipo I: pequeñas herbáceas anuales de invierno con crecimiento rastrero o en roseta, sus-
ceptibles de ser enterradas o descalzadas a partir de pequeñas movilizaciones de sedimen-
to. Este tipo de vegetación incrementa su cobertura en condiciones de alta estabilidad del
substrato arenoso debido a una tasa muy baja de deposición/erosión, o por un aumento de
compactación provocado por el pisoteo.
En las distintas unidades del sistema dunar, se ha considerado la proporción relativa de cada
tipo de vegetación, siendo ésta la relación entre la cobertura de un determinado tipo funcional
y la cobertura total de vegetación.
Los impactos humanos producidos sobre la geomorfología y ecología de los cordones litorales
son de dos tipos. Por un lado, los que implican modificación de las características del sistema
y por otro, los que implican eliminación parcial o total del mismo. Se han incluido en esta sec-
ción los impactos antrópicos que afectan directamente al sistema de dunas mediante:
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Manual de dunas costeras
A partir de las listas parciales de control anteriormente expuestas, se obtiene un valor parcial
de vulnerabilidad correspondiente a cada sección o grupo de variables, lo que permite identi-
ficar el tipo de proceso dominante en la pérdida de elasticidad del sistema.
El índice de vulnerabilidad parcial (IVp) se calcula como la fracción entre el sumatorio de los
valores asignados (Vi) y el sumatorio de los valores máximos posibles de cada grupo de varia-
bles (Vpmax):
El valor de los índices parciales y del índice de vulnerabilidad varía entre 0 y 1, representan-
do el valor máximo la menor capacidad de acogida de impactos naturales y humanos. Para
facilitar la interpretación de los resultados, los valores de vulnerabilidad parcial ponderados
se representan gráficamente sobre cinco ejes. Uniendo los valores parciales de vulnerabili-
dad se obtiene un polígono de cinco lados, cuya superficie es función del índice global de
vulnerabilidad.
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5. Diagnóstico
Figura 5.1.Diagrama de los índices parciales de vulnerabilidad. Los valores de los distintos índices parciales de vulnerabilidad
aumentan con la distancia al punto de intersección de los ejes.
Los resultados de la aplicación de la lista de control sobre los tramos seleccionados se deben
estructurar en una matriz de cinco variables (índices parciales de vulnerabilidad) y tantos
casos como tramos costeros se hayan considerado (ver Tabla 5.2), donde se ha asignado coe-
ficientes de ponderación iguales a 1 a cada uno de los índices de vulnerabilidad parciales. Al
índice de vulnerabilidad global se le asocia una tipo o clase: Clase I (0 < IV < 0.30), Clase II
(0.30 < IV < 0.45), Clase III (0.45 < IV < 0.60) y Clase IV (0.60 < IV < 1).
IGD: índice geomorfológico-sedimentario del sistema dunar; IIM: índice de incidencia marina; IIE: índice de incidencia eólica; ICV: índi-
ce de características de la cubierta vegetal; IPU: índice de presión de uso.
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Manual de dunas costeras
En las figuras 5.2 y 5.3, se muestran resultados gráficos de la aplicación de la lista de control
en casos de vulnerabilidad baja y media (Muñoz Vallés et al., 2005). En cada tramo costero
se puede identificar, a partir de la visualización de los valores de cada eje, cuál es el origen
principal de la vulnerabilidad dunar.
Vulnerabilidad baja
Figura 5.2. Tramos costeros con vulnerabilidad baja. En este caso, el origen
de la vulnerabilidad se debe a las características geomorfológicas del siste-
ma dunar.
Vulnerabilidad media
Figura 5.3. Tramos costeros con vulnerabilidad media. En este caso, el origen de la vulnerabilidad se
debe a las características geomorfológicas del sistema dunar y a la dinámica sedimentaria erosiva.
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5. Diagnóstico
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