Solis Durigo María Paz Mesa 68
Solis Durigo María Paz Mesa 68
Solis Durigo María Paz Mesa 68
1En entrevista de ABC Color (2017) a Alba Eiragi: “Escribir para preservar la cultura avá
guaraní” (Alba Eiragi).
2 Este documento nace del vínculo entre los guaraní del Guairá y el investigador paraguayo
León Cadogan, quien transcribe allí dictados de sus anales religiosos (las ayvu porã
tenonde), cantos míticos íntimamente relacionados con su modo de vida (Teko porã: Buen
vivir). Es el resultado de su traslado de la oralidad a la escritura en su lengua original, de
su función espiritual inicial a ser fuente de estudio en un contexto diferente. También,
incluye notas lexicológicas del investigador, y una traducción al castellano-paraguayo que
Cadogan y los chamanes de estas comunidades realizan en conjunto.
La vida es la palabra, la palabra crea vida. Y, en la poesía de Alba, ambas otorgan a la voz
de la ‘mujer florecida’ el rol de la creación.
La voz florecida
Tomando como base su imaginario ancestral, al interiorizarse en la naturaleza como ‘mujer
florecida’, la voz poética de Alba asume las consignas de su Buen Vivir guaraní y, al mismo
tiempo, escribe con la voz de la naturaleza: “un territorio con historia, memoria y
conocimientos, tanto ancestrales como propios” (Gómez Grijalva 2014). Como explica Alba:
“escribir es una forma de desahogarse de los atropellos a los pueblos indígenas y, en lo
personal, una forma de llevar el duelo por la hija que ya no está”3 (Alba 2017).
En este sentido, su escritura es situada, su voz es territorio de r-existencia (Porto-Gonçalves
2006). Explica Porto Gonçalves que mientras que resistir implica una acción refleja, r-existir
es una forma de existir desde un lugar que es tanto geográfico (su tekoa: comunidad) como
epistémico (la espiritualidad de su pueblo). En otras palabras, desde un punto de
enunciación de mujer guaraní tanto natural como cultural.
Alba Eiragi se convierte en voz-tierra, en defensora de su cultura y de la naturaleza: “Yo
soy la diosa de la belleza, nuestra lengua es nuestra vida. / Yo soy la fruta silvestre. / (…)
Las flores y las frutas me fortalecen” (“Mba’eporã Rerekua” - “La diosa de la belleza”).
Lejos del imaginario moderno-colonial, la ‘mujer florecida’ es el acto del ñembo’e, es la que
se hace palabra. Si bien, “la mujer es muy sacrificada y (…) sus voces no son oídas”4 (Eiragi
2021), la poesía le otorga a la escritora el derecho a serlo. En la suya, la figura de la ‘mujer
florecida’ encarna su palabra también florecida y la traslada a un espacio que antes le
estaba vedado (la escritura): “escribir también es una forma de lucha”5 (Eiragi 2021).
“Estos poemas salen de mi Ser misma. Pertenezco a un mundo diferente. (…) Cada color
es parte de la vida, la naturaleza viviente. Valoro la vida de los animales, las flores, las
frutas, el aire, el fuego. El señor Sol (…). La selva, a los ríos, arroyos. El amanecer. La
semilla nativa. Amo a mi familia: son parte de mi vida, (…). Amo a mi cultura, a mi raíz como
mujer indígena”.6 (Eiragi, 2016:13)
Pero, como explicamos, este punto de enunciación nunca es individual, siempre es
comunitario. La poeta extiende este derecho a todas las mujeres guaraní, todas pueden
hacerse palabra en flor. Por lo cual, escribir es también: una “forma de acompañamiento
sororal y político” (Britos-Castro, 2021:52), un tejido entre mujeres que se unen, a través de
su comunidad y desde sus particularidades, por su interés en otros mundos posibles:
“sería imposible que me olvide de ti, mujer floreciente. / Tus blancos cabellos, oh mi amada
abuela. / Imposible olvidarme de tus palabras almas”. (“Ndaikatúi” – “Imposible”)
El cuerpo florecido
Crear al cuerpo-territorio (la ‘kuña yvoty’, la ‘mujer florecida’) como imagen representativa
de esta poesía, la aleja del imaginario cartesiano y propone un lugar de enunciación
atravesado por el contexto: la naturaleza (del Sur Global) -su comunidad-.
La categoría cuerpo-territorio sirve como herramienta de lucha contra el avance de las
políticas extractivistas. Y, al mismo tiempo, es una forma de visibilizar las cosmologías
ancestrales de las comunidades indígenas. En este caso, del Dios guaraní que se abre en
flor creando su propio cuerpo y la palabra, y desde allí, el vínculo amoroso con la vida
vegetal.
En esta línea, la poesía de Alba se opone a aquella concepción antropocéntrica y patriarcal
canónica de la tierra como patrimonio del Estado, como propiedad de los hombres. Frente
a la imaginación capitalista neocolonial actual que tiene una idea de progreso individualista,
privatista y extractivista de los cuerpos y los territorios, propone visiones comunitarias,
biocéntricas, feministas -de tejido- (Rivera Cusicanqui 2010). No se trata de división o de
pertenencias, ni tampoco de una penetración del cuerpo de la mujer en el de la naturaleza,
lo cual continuaría una lógica patriarcal. Por el contrario, es una interiorización mutua, un
estar el uno en el otro (Medo 2004).
En su poesía, Alba hace visible su modo de vida -solidario- (Brand, Wissen 2021) que
equipara a los hombres, a las mujeres y a todos los seres de la naturaleza a través de una
convivencia en equilibrio y en jopói (reciprocidad) en su tekoa (comunidad) hacia el aguyje
(Gómez Centurión 2021), el estado de gracia que les permite entrar en la morada de los
dioses y que se alcanza siguiendo las consignas del Buen Vivir: “Qué luego del invierno
llegue la llovizna suave. / Qué los árboles rebroten, florezcan y den sus / frutos, vayamos al
bosque a cosechar los frutos maduros”. (“Ko’ë porãite” – “El bello amanecer”)
Aquí, la ‘mujer florecida’ tiene un papel central: crea, da vida. El vientre femenino y el
espíritu del jardín son un solo cuerpo-territorio del que nacen los hombres y las mujeres.
Asimismo, los animales poseen cualidades que para el pensamiento occidental son
exclusivamente humanas (pueden hablar y, además, se igualan a la voz poética): “Las aves
vuelan en el viento, / se acercan y pasan, / -eres igual a mí-, me dijo una de ellas”. (“Yvytu
Piro’y” – “La brisa suave”).
Del mismo modo, la mujer cuida a la tierra (la cosecha) y, a la par, la naturaleza la provee
de medicina y alimentos. Se presentan escenas circulares de un riego que va desde el
cuerpo de la mujer al de la tierra construyendo un solo cuerpo-territorio. Uno que, al mismo
tiempo, es el riego de la flor de la palabra: “sorbo el tereré, / cebo el recipiente, / absorbo la
bombilla / y riego el suelo”. (“Yro’ysã” – “El agua fresca”)
Además de mostrar este vínculo armonioso de su Buen Vivir (su Teko porã), Ñe’ë yvoty.
Ñe’ë poty también denuncia. Propone una defensa de la vida de las mujeres y de la
naturaleza como una unidad, como sujeto de derecho. El poemario se abre con esta
declaración ética: “¡Basta de destruir nuestra naturaleza! La madre tierra es nuestro
recurso”. (P.5)
La noción cuerpo-tierra (Lorena Cabnal 2010) también permite ahondar en el padecimiento
de los territorios desde la invasión colonial hasta hoy: el saqueo de las tierras, los recursos
y los saberes va de la mano con el abuso de los cuerpos de las mujeres. Esta invasión
origina una penetración colonial que instala “una condición para la perpetuidad de las
desventajas múltiples de las mujeres indígenas” (Cabnal, 2010:15).
En este sentido, el poemario exhibe el modo de vida imperial (Brand, Wissen 2021) actual
que genera dominio colonial, patriarcal, racista y clasista. Un modo que implica que unos
cuerpos valgan más que otros. Contra esta lógica neo-extractivista, la poeta hace hincapié
en la discriminación que sufren las mujeres indígenas. Particularmente, se detiene en un
hecho personal (la muerte de su hija por negligencia médica) que da cuenta de este
problema social más amplio:
“pregunto al sol, a la luna, a las estrellas / (…) si la han visto / (…) hija mía de mi vida”
(“Pore’ÿ” - “La ausencia”)
“tu vida es una brisa suave / y con su abrazo me consuela. / Suspiro hondamente en tu
recuerdo” (“Techaga’u” – “Añoranza”)
Bajo esta imaginación, señalar el racismo y la explotación hacia los pueblos (principalmente
hacia sus mujeres), es también denunciar el desmonte, la deforestación, las grandes
plantaciones forestales en monocultivos, etc.: “se retuercen tus raíces, tus troncos se talan.
/ En tu aflicción clamas a Nuestro Gran Tupã” (“Ka’aguy” - “La Selva”)
Alba construye imágenes en que todos los seres de la naturaleza sienten: las raíces de los
árboles sufren, y están unidas a sus propias raíces. Imágenes que nos enseñan que la
deforestación no sólo termina con la vida de las plantas. A la par, pone en peligro de
extinción esta vida espiritual guaraní: su territorio, sus cuerpos. Sus cuerpos-territorios. Y
también los nuestros.
Cuerpos-voces en flor
La imagen de la ‘kuña yvoty’ (la ‘mujer florecida’), puede analizarse desde una lectura
decolonial feminista. Como explica Verónica Gago (2019), en el contexto actual de crisis de
la futuridad (Pratt 2017, Marc Augé 2013), son los feminismos indígenas y comunitarios
quienes, al hablar de cuerpo-territorio, exigen una descolonización inseparable de una
despatriarcalización. Habilitan el análisis del lugar que ocupan los cuerpos de las mujeres
en los territorios: son ellas las que asumen un lugar de enunciación situado (en el Sur
Global, en su tekoa) de defensa de la vida (en todas sus formas), o de denuncia:
“de una ontología -patriarcal-7 terrena/territorial, vinculada a la herencia de un modelo
capitalista extractivista, moderno-colonial de devastación y genocidio que, hasta hoy, pone
en jaque la existencia de los grupos subalternos”. (Haesbaert 2020)
No obstante, la noción de cuerpo-territorio es insuficiente para analizar la poesía guaraní,
en cuyo diálogo con su memoria ancestral la palabra florecida ocupa un lugar central. En la
poesía de Alba, ser ‘mujer florecida’ no sólo es la interiorización mutua del cuerpo de la
mujer y de la naturaleza. Es abrirse en flor: que la mujer pueda tomar la palabra -desde el
deseo- en un territorio de r-existencia geográfico y epistémico, y llevarla a la escritura. No
sólo su cuerpo de mujer guaraní, también su voz, es su primer territorio de defensa.
Esta voz floreciente reescribe la historia y expande este derecho a todas las mujeres
guaraní. Así, estas interpelan a las lógicas coloniales-modernas hacia prácticas
descolonizadoras, feministas y comunitarias. Desde esta doble línea, esta poesía
representa a estas mujeres como guardianas de la tierra y de la lengua: “un indígena si no
habla en su propia lengua es un indígena vacío”8 (Alba 2019). Esto supone poner el centro
no en lo individual, sino en lo comunitario.
Desde el imaginario colonial, los cuerpos de estas mujeres no tienen voz. Por el contrario,
junto a sus territorios, ocupan el rol de las explotadas, asesinadas, violadas o exhibidas en
los museos. Por ello, es fundamental subrayar la importancia de esta otra dimensión
esencial que los y las guaraní abren en flor, y que estas publicaciones y auto traducciones
hacen visible. Allí, ahora se representan desde sus propias palabras.
Para leer esta poesía avá guaraní desde una mirada decolonial debemos poner el foco
también en la palabra-alma escrita, leer las voces que fueron borradas de sus cuerpos y
que ellas mismas se devuelven. La palabra-alma en flor da vida. Es necesario ampliar la
noción decolonial feminista de cuerpo-territorio para acercarnos a una que intente abarcar
y señalar también esta dimensión fundamental de la poesía de Alba Eiragi, que tiene origen
en la cosmología de su pueblo y que ella reformula para las mujeres. A partir de todo lo
desarrollado en este trabajo, aquí ensayo esta posibilidad: cuerpos-voces-territorios (de
r-existencia descolonizadora).
Bibliografía
• ABC Color (2017). “Escribir para preservar la cultura avá guaraní” (Alba Eiragi).
https://www.youtube.com/watch?v=9tvf8M4YKQY
• Augé, Marc. Futuro. Rosario, Adriana Hidalgo, 2013
● Brand, Ulrich; Wissen, Markus (2021). Modo de vida imperial. Vida cotidiana y crisis
ecológica del capitalismo. Buenos Aires, Tinta Limón.
● Britos-Castro, Ana; Zurbriggen, Sofía (2022). “Narrar(nos) desde el cuerpo territorio.
Nuevos apuntes para un pensamiento situado y metodologías en contexto”. Revista
Ánfora, 29(52), 43-70.
7 Ampliación mía.
8 En entrevista a Alba: “Historia de la primera poeta indígena del Paraguay”.
● Cabnal, Lorena (2010). “Acercamiento a la construcción de la propuesta de
pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya
Yala”. Feminismos diversos: el feminismo comunitario (pp. 10-25). Acsur.
● Cadogan, León (1992). Ayvu Rapyta. Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del
Guairá. Asunción, CEADUC / CEPAG.
● Duarte Portillo, Alba Eiragi (2016). Ñe’ë yvoty. Ñe’ë poty. Asunción, Arandurä.
● Espinosa-Miñoso, Y. (2019). Hacer genealogía de la experiencia: el método hacia
una crítica a la colonialidad de la Razón feminista desde la experiencia histórica en
América Latina. Direito Práx 10(3), 2007-2032.
● Fall, Yoro (2003). “Historiografía, sociedades y conciencia histórica de África”.
Djogbénou, F (comp.), Estudios africanos: Hacia el universo negroafricano. México,
UNAM.
● Gago, M. V. (2019). La potencia feminista: o el deseo de cambiarlo todo. Tinta Limón.
● Gómez Grijalva, Dorotea (2014). “Mi cuerpo es un territorio de derecho”. Espinosa
Miñoso (ed.), Tejiendo de otro modo. Feminismo, epistemología y apuestas
descoloniales en Abya Yala (P.263-272). Popayán, Editorial Universidad del Cauca,
2014.
● Guaraní reko (2021). Cosmovisión Guaraní: El Aguyje y el Jopói (Gregorio Gómez
Centurión). https://www.youtube.com/watch?v=2b7cjHbdJv8
● Haesbaert, Rogério (2020). “Del cuerpo-territorio al territorio-cuerpo (De la tierra):
contribuciones Decoloniales”. Revista Cultura y representaciones sociales, N°29,
267-301.
● Medo, Maurizio (2005). “La constelación de otredades”. Revista Ómnibus nº 4.
● Melià, Bartomeu (2017). “El buen vivir se aprende”. Revista Sinéctica, Tlaquepaque,
N° 45, 1-12.
● Percia, Violeta (2019). “Poesía contemporánea en lenguas indígenas: la experiencia
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● Porto Gonçalves, Carlos Walter (2009). Territorialidades y lucha por el territorio en
América Latina: geografía de los movimientos sociales en América Latina. Caracas,
IVIC.
● Pratt, Mary Louise. Los imaginarios planetarios. Buenos Aires, Aluvión, 2017.
● Riveiro, Luciara (2021). “Entrevista com Alba Eiragi Duarte Portillo”. Revista Puñado.
Brasil.
● Rivera Cusicanqui, Silvia (2010). “Ch’ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas
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discursos descolonizadores. Buenos Aires, Tinta Limón.
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Paraguay”. https://www.youtube.com/watch?v=GfykxlbFCBA
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● Taber, Elisa. “Women in amerindian literature” (2019). Women in translation:
https://womenintranslation.tumblr.com/post/189745049222/women-in-amerindian-
literature-an-essay-by-elisa