Nicolás Steno
Nicolás Steno
Nicolás Steno
Biografía
La caótica situación de Copenhague impidió a Steno obtener un título, por lo que en 1659 consiguió ayuda
económica y una carta de recomendación de Thomas Bartholin, partiendo hacia el norte de Alemania y
Holanda, donde durante varios meses se dedicó a visitar a distintos científicos, hasta recalar en Ámsterdam
donde se hospedó durante tres meses en casa de Gerard Blaes, médico de la ciudad, profesor de anatomía y
amigo de Bartholin.
Una tarde Steno compró una cabeza de cordero y la llevó al laboratorio de Blaes para intentar disecar el
cerebro. Primero se dedicó a investigar los vasos, introduciendo una sonda a través de ellos. De improviso
notó que la punta de la sonda se movía libremente en una cavidad y tintineaba contra los dientes.
Sorprendido, avisó a Blaes, quien no dio importancia al hallazgo, atribuyéndolo a una falsa vía. Steno
buscó referencias en los libros de Blaes, no encontrando ninguna mención de ese fino conducto. Unos días
después Steno se trasladó a la Universidad de Leiden para continuar sus estudios. Allí repitió la disección,
enseñando el conducto a sus profesores, quienes confirmaron que se trataba de un hallazgo nuevo. Hasta
ese momento la función de la glándula parótida era desconocida. La Universidad hizo una presentación
pública del descubrimiento, llamando al conducto ductus Stenonianus.
En Ámsterdam, Blaes acusó a Steno de haberle robado el hallazgo, y lanzó una campaña contra él que
llegó hasta Italia. En otros momentos de su vida, Steno evitará cualquier disputa de este tipo, pero en esta
ocasión decidió luchar por su prestigio. Por suerte para él, a continuación Blaes realizó una publicación de
su hallazgo llena de inexactitudes anatómicas que Steno pudo desenmascarar en la mesa de disección.
Con el fin de zanjar el asunto, durante el año siguiente Steno se dedicó de manera enfebrecida a la
investigación anatómica hasta redactar un manuscrito, que describía en detalle todas las glándulas de la
cabeza, haciendo, por ejemplo, por primera vez la descripción completa del aparato lacrimal. Capitales son
sus trabajos sobre los músculos: función de los intercostales (levatores costarum), condición muscular de la
lengua y del corazón (cor vero musculus est), estructura fibrilar de las masas musculares, etc.
Fundándose en experimentos fisiológicos, su mentalidad cartesiana le lleva a expresar geométricamente los
mecanismos del movimiento muscular voluntario; pero despreció el uso del microscopio, que hubiera
aclarado su teoría.
Vuelve a su patria en 1664, y, al negársele una merecida cátedra, se trasladó a París, hospedándose en casa
del científico Melchisédech Thévenot. En el invierno de 1665 presentó su Discurso sobre la anatomía del
cerebro, que reflejaba, más que una lección de anatomía, un manifiesto sobre su filosofía de la ciencia.
Comenzó su alocución con la siguiente declaración de principios: «En lugar de prometerles satisfacer su
interés sobre la anatomía del cerebro, les confieso aquí, honesta y francamente, que no sé nada sobre ella».
No era falsa modestia, había llegado a la conclusión de que todo lo escrito previamente sobre el cerebro era
tan inexacto y contradictorio que era mejor admitir ignorancia y comenzar poco a poco desde el principio.
Otra de sus polémicas de aquella época fue a propósito de René Descartes. Aunque éste había fallecido
hacía quince años, su libro póstumo Sobre el hombre acababa de ser reimpreso en francés. Siguiendo la
filosofía mecanicista argumentaba que el cuerpo humano era una máquina simple cuyos procesos y
acciones podían explicarse completamente según principios mecánicos, y declaraba que la glándula pineal
era el centro que, bajo la dirección del alma, giraba moviendo las cuerdas que controlaban todo el
organismo. Steno demostró en una disección pública que la glándula pineal era inmóvil, y estaba adherida a
los tejidos periféricos. Los seguidores de Descartes se negaron a aceptar la evidencia. A pesar de esta
discusión, Steno aprobaba la filosofía cartesiana. Sobre este caso dejó escrito: «No reprocho a Descartes
por su método, sino precisamente por ignorarlo él mismo».
A pesar de su doctorado en Leiden, y de que su fama como anatomista había crecido en toda Europa, Steno
no estaba interesado en practicar la medicina, pues había llegado a la conclusión de que la mayoría de los
tratamientos tradicionales eran peor que inútiles. Después de un año en París, en el otoño de 1665 decidió
unirse al grupo de científicos, que protegidos por el Fernando II de Médici formaban en Florencia la
Accademia del Cimento (Academia de Experimentos), la primera institución académica en el mundo
dedicada a la ciencia experimental. Para Steno era el lugar perfecto: los cuerpos para disección procedentes
de la horca o del hospital estaban a su disposición, así como una gran variedad de animales.
Sin embargo, a los pocos meses de estar en Florencia, cuando Steno se encontraba trabajando en una teoría
de la contracción muscular, ocurrió un hecho que cambió el rumbo de sus intereses científicos. En octubre
de 1666, un tiburón gigante fue capturado por pescadores de la costa toscana, y el duque Fernando II de
Médici eligió a Steno para realizar la disección del animal.
Desde su época de estudiante en Copenhague había estado Steno interesado en la naturaleza de los fósiles.
Su tutor, Bartholin, había realizado un estudio sobre las propiedades curativas de unas piedras abundantes
en las cuencas mediterráneas llamadas glossopetrae ('lenguas de piedra'), y poseía una colección de éstos y
otros fósiles recolectados por él mismo en la isla de Malta. Probablemente Steno había leído el estudio
publicado un siglo antes por un médico de Montpellier llamado Guillaume Rondelet, que decía que los
dientes de los tiburones grandes eran exactamente iguales a las glossopetrae. Así que en el informe que
realizó sobre la disección del tiburón añadió una digresión sobre el origen de las glossopetrae y otros
fósiles, en la cual, de una manera cautelosa, decía que «aquellos que adoptan la posición de que las
glossopetrae son dientes de tiburón petrificados, pueden estar no lejos de la verdad». Además para Steno
esta cuestión era solo una parte del problema general de las conchas marinas fósiles y otros cuerpos marinos
excavados en la tierra en lugares alejados del mar, incluso en las montañas. Para Steno la forma inalterada
de las conchas fósiles demostraba que cuando quedaron enterradas la roca que las contiene todavía no era
sólida. Esas rocas debían haber sido originalmente un sedimento blando dejado por el agua de un mar que
hubiera cubierto antes esa tierra. Los fósiles habrían sido partes duras de criaturas que habían vivido en esas
aguas. Otra vez de manera muy precavida, para no atraerse enemigos, señala en su escrito: «si alguien
pudiera creer que partes del suelo de aquellos lugares en los que dichos fósiles han sido excavados, han
cambiado su situación en algún momento, no se le puede imputar que piense algo contrario a la razón y la
experiencia».
Estas ideas chocaban totalmente con la mayoría de los conceptos admitidos en aquella época. Se pensaba
en ese entonces que la Tierra tenía una antigüedad calculada en unos 6000 años. Este corto periodo no
permitía pensar que hubieran ocurrido grandes cambios, y además la Biblia describe muchos accidentes
geográficos que no han cambiado hasta hoy. La existencia de conchas marinas en las montañas era un
problema difícil de entender. La mayoría seguían la doctrina de Aristóteles, según el cual las conchas
marinas crecían de manera espontánea, tanto en la tierra seca como en el mar. Para otros, las conchas
marinas se habían depositado durante el diluvio universal.
Durante los dos años siguientes a la disección del tiburón, Steno se dedicó fundamentalmente a los estudios
de campo, buscando estratos con fósiles. Sin embargo, no abandonó completamente los estudios
anatómicos, y de hecho, en este tiempo realizó uno de sus más importantes descubrimientos: la existencia
de los óvulos femeninos. Hasta ese momento los anatomistas habían creído que los ovarios eran testes
degenerados.
Finalmente, en 1668, Steno publicó su obra maestra De solido intra solidum naturaliter contento
dissertationis prodromus (Discurso preliminar de una disertación sobre los cuerpos sólidos de manera
natural contenidos en un sólido) por la cual es considerado el padre de la geología. Hasta ese momento la
Tierra no tenía historia. A partir de ese momento la edad de la Tierra comenzó a expandirse (solo se acentuó
desde Cuvier en el siglo XIX): pero se mantuvo aún en unos pocos miles de años. Se produjo lentamente
hasta llegar a los 4600 millones de años considerados actualmente.
De Solido propuso unos principios que hoy son conocidos como los «principios de Steno». El primero es el
de la superposición de los estratos: existen capas de sedimentos de manera que la inferior fue depositada
primero, y la superior la última. Es decir, las capas de la corteza terrestre contienen una narrativa. El
segundo es el de la horizontalidad original: no importa cuál sea la orientación actual de un estrato, fue un
depósito creado por el agua, y por tanto, fue originalmente horizontal. El tercero es el de la continuidad
lateral: el agua deposita sedimentos en una capa continua que termina solamente en el borde de su cuenca.
Por tanto, capas de rocas correspondientes a ambos lados de un valle fueron originalmente una sola capa.
En la parte final de su escrito, Steno se preocupa de que alguien pueda pensar que sus propuestas son
impías y trata de conciliarlas con las Sagradas Escrituras.
En cristalografía también lleva su nombre una ley acerca de la constancia de ángulos interfaciales.
Aunque los enunciados de Steno parecen de sentido común, fueron rechazados por la comunidad científica
de la época. Durante el siglo XVIII el libro De Solido fue reimpreso dos veces en Italia, pero sus principios
fueron ignorados hasta que la Protogæa de Leibniz, vio la luz a mediados de siglo recordando las ideas de
Steno (a quien leyó y conoció en 1678), sobre el origen de los fósiles y de los estratos rocosos. Incluso para
Voltaire, el principio de la generación espontánea de conchas marinas en las montañas, y la inmutabilidad
de la Tierra desde su creación eran principios que no distorsionaban el orden racional del globo. A partir de
finales del XVIII el comienzo de la revolución industrial condujo a un interés por localizar las riquezas
minerales e investigar los estratos rocosos, así que las razones económicas acabaron enterrando las barreras
religiosas o filosóficas. Aunque no fue hasta principios del siglo XIX que el Papa Pío VII permitió a los
católicos «entender los días de la creación como periodos indeterminados de tiempo en lugar de días
literales de 24 horas»[cita requerida], levantando así algunos reparos religiosos a las teorías de la evolución
geológica de la Tierra.[cita requerida]
Últimos años
Cada vez le atraía más la vida espiritual y el afán de contribuir a soldar la escisión de los cristianos. Efectuó
algunos viajes científicos más y pasó dos años en Copenhague como Anatomicus regius, regresando
después a Florencia. Su preocupación religiosa irá in crescendo toda su vida, convirtiéndose en 1667 a la fe
católica, y ordenándose sacerdote en 1675. A partir de esa fecha abandona completamente su actividad
científica y adopta una forma de vida ascética, dedicándose exclusivamente a la oración y a la
evangelización. Dos años después fue consagrado obispo y enviado como vicario apostólico a las ciudades
hanseáticas. Grandes fueron sus sufrimientos en aquel medio totalmente luterano, en el que se hizo valer
por su prestigio científico y por su vida pobre y sacrificada.
Los últimos años de su vida vive en la más absoluta pobreza y autonegación. En esa época conoce a
Leibniz en Hannover, el cual estaba enormemente interesado en el potencial de la nueva ciencia creada por
Steno, pero este rechaza incluso hablar de ciencia.
En 1686 murió Steno en Schwerin. Su cuerpo fue trasladado a Florencia a expensas del Duque de Medici.
Desde entonces descansa en la basílica de San Lorenzo, en una capilla cercana a los famosos púlpitos de
Donatello, la escalinata de Miguel Ángel y la sacristía de Brunelleschi.7 Una lápida, entre otras, colocada
allí por los participantes en el Congreso Internacional de Geología de 1883, dice:
Nicolai Stenonis / Episcopi Titiopolitani / Viro Deo pleni / Quidquid mortale fuit, hic situm
est./ Dania genuit Heterodoxum / Hetruria Orthodoxum / Roma / Virtute probatum sacris
infulis insignivit / Saxonio inferior / Fortem Evangelii assertorem agnovit / Demum / Diuturnis
pro Christo laboribus aerumnisque confectum / Suerinum desideravit / Ecclesia deflevit /
Florentia sibi restitui / Saltem in cineribus voluit. / A. D. MDCLXXXVII8
Obra
Discours sur L'Anatomie du Cerveau (http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k106685b.r=stenon.
langEN) (1669) – Sobre la base de las conferencias dadas en París 1665. Facsímil (http://vi
sualiseur.bnf.fr/Visualiseur?O=NUMM-106685&M=notice)
Udgivet på dansk ved Troels Kardel som Foredrag om Hjernens Anatomi (1669/1997), Nyt
Nordisk Forlag Arnold Busck, ISBN 87-17-06706-5. El libro contiene, además de la
conferencia, comentarios del rector Kjeld Møllgård, el médico Margrethe Herning y Troels
Kardel
De solido intra solidum naturaliter contento dissertationis prodromus ("Foreløbigt udkast til
en afhandling om et fast legeme naturligt indesluttet i et fast legeme") (1669/1671)
Reconocimientos
Zoología
Astronomía
Véase también
Accademia del Cimento
James Hutton
Referencias
1. Nicolás Steno (1638-1686), Dialnet (http://dialnet.unirioja.e
s/servlet/autor?codigo=2417694).
2. Niels Steensen: forord første Niels Steensen Forelaesning,
1932 (http://books.google.es/books?id=ViMZkgAACAAJ&d
q=%22Niels+Steensen%22&hl=es&sa=X&ei=6PYNT6OE
MYm1hAeen9HIBA&ved=0CDQQ6AEwAA) y Niels
Steensen (Nicolaus Steno) (1638-1686), 1988 (http://books.
google.es/books?id=uDx4AAAACAAJ&dq=%22Niels+Stee
nsen%22&hl=es&sa=X&ei=6PYNT6OEMYm1hAeen9HIBA
&ved=0CEcQ6AEwAw) (en danés).
3. Portada de su célebre libro de 1669 De solido... (http://www.
christies.com/lotfinderimages/d20691/d2069129x.jpg)
Archivado (https://web.archive.org/web/20141011225047/ht
tp://www.christies.com/lotfinderimages/d20691/d2069129x.j
pg) el 11 de octubre de 2014 en Wayback Machine.; en ella
el nombre del autor aparece en caso genitivo: Nicolai
Stenonis, lo que prueba que el apellido latinizado era
Facsímil del frontispicio de De
Steno, aunque a veces se le cita en latín como Stenonius.
solido intra solidum naturaliter
4. «Steno, Nicolaus». Encyclopaedia Britannica 2013. contento dissertationis prodromus
Ultimate edition (DVD-ROM, en línea: (1669)
https://www.britannica.com/biography/Nicolaus-Steno) (en
inglés). 2012. OCLC 833300891 (https://www.worldcat.org/oclc/83330
0891).
5. A los peregrinos presentes en Roma para la beatificación de Niels Stensen (http://www.vatic
an.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1988/october/documents/hf_jp-ii_spe_19881022_b
eatificazione-stensen_en.html) Juan Pablo II (22 de octubre de 1988)
6. Hansen, 2009, p. 161
7. Sobitech, Frank (2015)). «The "Capella Stenoniana" in Florence: The tomb of blessed Niels
Stensen (1638-1686)» (http://www.archivoscardiologia.com/previos/(2015)%20ACM%20Vo
l%2085.%201%20ENERO-MARZO/ACMX_2015_85_1_073-076.pdf). Archivos de
Cardiología de México 85 (1): 73-76. ISSN 1665-1731 (https://portal.issn.org/resource/issn/1665-1731).
doi:10.1016/j.acmx.2014.11.003 (https://dx.doi.org/10.1016%2Fj.acmx.2014.11.003).
8. F. J. Lutz, "Nicholas Steno", Medical Library and Historical Journal 2(3), jul. 1904, 166–182
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9. «Cráter lunar Steno» (https://planetarynames.wr.usgs.gov/Feature/5696). Gazetteer of
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OCLC 44396779 (https://www.worldcat.org/oclc/44396779).
Bibliografía
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N. Steno, Nicolai Stenonis Observationes anatomicae,
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observationum specimen. Cum epistolis duabus
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d/medica/cote?36381), Ámsterdam, 1664
N. Steno, Nicolai Stenonis Elementorum Myologiae
specimen seu musculi descriptio geometrica. Cui
accedunt canis carchariae dissectum caput, et dissectus
piscis ex canum genere (http://www.biusante.parisdesca
rtes.fr/histmed/medica/cote?05530), Florencia, 1667
N. Steno, Nicolai Stenonis De solido intra solidum
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1669 (http://books.google.es/books?id=xz28AAAAIAAJ&
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N. Steno, via Google Books (http://books.google.es/book
s?id=xz28AAAAIAAJ&hl=es&pg=PP5#v=onepage&q&f
=false) Nicolai Stenonis Prodromus (http://www.archive. Elementorum myologiae specimen,
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Relación de todas sus obras científicas y teológicas (S.
Miniati, 2009, pp. 14) (http://books.google.es/books?hl=e
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tific%20works&f=false)
Niels Stensen (1638-1686) (larga lista de artículos científicos sobre él, en el repositorio
Mendeley) (http://www.mendeley.com/research-papers/?rec=niels-stensen-16381686)
Más bibliografía secundaria sobre Steno en el Dictionary of Scientific Biography (CHLT) (htt
p://www.chlt.org/sandbox/lhl/dsb/page.66.a.php?size=240x320)
A. Faller, "Niels Stensen, Anatomicus regius-Episcopus Titiopolitanus (1638-1686)",
Gesnerus XIV, 1957, 40-50
A. Faller, "Die philosophischen Voraussetzungen des Anatomen und Biologen Niels
Stensen" en Arzt and Christ, Salzburgo, 1962
G. Scherz, Niels Stensen, Wurzburgo, 1962
A. Cutler, The Seashell on the Mountaintop: How Nicolaus Steno (1638-1686) solved an
ancient mystery and created a science of the Earth, ed. Plume, Londres, 2004 (http://books.g
oogle.es/books/about/The_seashell_on_the_mountaintop.html?id=FCKgXiomACAC&redir_
esc=y). Tr.: Una Nueva Historia de la Tierra.Un relato sobre la ciencia y Nicolaus Steno, el
genio que descubrió la geología, Barcelona, RBA, 2007
L. Sequeiros, "Leer las rocas con Nicolás Steno", Córdoba, 2011.
L. Sequeiros, F. Pelayo López, "Nicolás Steno, los estratos y el Diluvio universal", Madrid,
2011.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Nicolás Steno.
Catholic hierarchy (http://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bstensen.html) (en inglés)
Nicholas Steno (http://www.ucmp.berkeley.edu/history/steno.html) (en inglés)
Niels Stensen (http://www.strangescience.net/stensen.htm) (en inglés)
Vidas Contadas (http://www.rtve.es/alacarta/audios/vidas-contadas/1622-vidas-contadas-
310112-nicolas-steno-2012-01-24t14-44-19047/1308563/) en RNE.
Niels Stensen Chapel in San Lorenzo (http://himetop.wikidot.com/niels-stensen-chapel-in-s
an-lorenzo) Fotos de la sepultura y lápidas (cop. Luca Borghi, 2008). Obsérvese en la foto
nº 4 que, sobre el sarcófago romano original dentro del cual están sus restos, los visitantes
acostumbran dejar notas y cartas.
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