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Cartera 60-40

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Cartera 60/40

La cartera 60/40 es un tipo de estrategia inversora que consiste en crear


una cartera de inversión con un 60% de renta variable y un 40% de renta fija.

El objetivo es obtener la máxima rentabilidad, a través de la parte variable,


minimizando el riesgo, gracias a la parte fija. Así, aunamos las ventajas de ambas,
aumenta la estabilidad que nos aporta una de ellas (fija) y se reduce la volatilidad
implícita en la otra (variable).

Por ejemplo, imaginemos que queremos invertir 10.000 $ en activos financieros de


EE. UU. y optamos por el índice S&P 500 y por los bonos a 10 años del gobierno
federal. Una cartera como esta implicaría 6.000 $ en el índice y 4.000 $ en bonos.

Rentabilidad y riesgo en la cartera 60/40


Cuando optamos por una cartera 60/40, lo que hacemos es invertir en renta fija
(40%) y variable (60%). La primera es, principalmente, la deuda pública u
obligaciones de grandes empresas, que aportan la seguridad de unos intereses
(cupones) fijos y un capital amortizado (lo que nos devuelven) del 100%.

A su vez, la renta variable son, sobre todo, acciones. Estas ofrecen dividendos y la
posibilidad de ganancias debido a los cambios de precios en los mercados. En
ambos casos, la volatilidad y, por consiguiente, el riesgo, son mayores, ya que
dependen de los resultados obtenidos.

Así, al diversificar la cartera se pretende obtener la máxima rentabilidad posible con


el mínimo riesgo. La primera tendrá que ver con la parte variable y el segundo, con
la fija. Los porcentajes son 60/40 porque han demostrado funcionar mejor que
otros.

Recomendaciones para una cartera 60/40


Una cartera de este tipo debe seguir una serie de recomendaciones, si queremos
que sirva a su propósito:

• No todo vale. La renta variable es la que va a aportar la mayor rentabilidad,


aunque su riesgo sea mayor, pero hay que elegir bien. Lo mejor son
empresas solventes que ofrezcan elevados dividendos y cuyos precios no
fluctúen demasiado.
• Anómalo no es habitual. Es cierto que años como 2022 fueron anómalos,
reduciéndose la rentabilidad en renta fija y variable. Pero lo usual es que en
el largo plazo la rentabilidad de ambas sea positiva. Por tanto, hay que
pensar en el futuro.
• Reconfigurar. El futuro, en gran medida, es impredecible. Por ese motivo,
conviene reconfigurar la cartera una vez al año. Esto es muy importante en
épocas de elevada inflación, ya que las políticas monetarias que la
combaten afectan a la rentabilidad.
• Los dividendos son esenciales. La renta variable permite obtener
rentabilidad de dos formas, una de ellas es la diferencia entre precios de
compra y venta, la otra los dividendos. Estos se pagan sobre los resultados
de la empresa y las más atractivas son las que ofrecen mejores condiciones
a los accionistas.

Inflación y cartera 60/40


La inflación crea un efecto negativo sobre la cartera 60/40. Históricamente, las
acciones han tenido una correlación inversa con la renta fija, si una sube, la otra
baja. Sin embargo, en épocas inflacionarias la correlación se vuelve directa y ambas
pueden bajar.

Así, en el año 2022, posterior al del inicio de la pandemia de la COVID-19 (2020),


se dio esta situación. Las tensiones inflacionistas llevaron a que las rentabilidades
de ambos tipos de activos financieros bajaran.

Esto provocó que la cartera formada por ambos viera como se reducía su
rentabilidad media. Por tanto, el efecto que el inversor busca en esta estrategia, al
final, no se produce. Por eso, la inflación puede hacer que esta opción no sea la
mejor a veces.

Sin embargo, una de las recomendaciones es, precisamente, reconfigurar la cartera


cada año. De esta manera, podemos prever en cierta medida el efecto de la
inflación si aparece y actuar en consecuencia. La otra, como hemos mencionado,
pensar en el largo plazo.

Ejemplo de cartera 60/40


Veamos un ejemplo. Imaginemos que queremos invertir 10.000 € en valores
españoles. Lo que queremos es formar una cartera de este tipo. El primer paso es
averiguar que parte de renta variable y fija tendremos. En este caso, 6.000 € en
variable y 4.000 € en fija.

En una segunda fase, elegiremos aquellos activos que más nos interesen de cada
tipo. Por ejemplo, en renta variable (acciones) escogemos aquellas empresas que
ofrecen mejores datos en el análisis fundamental de sus balances y cuentas de
resultados.

Como tercer paso, elegimos valores de renta fija. En este caso, optaremos por
bonos a 3 y 5 años, imaginemos que su rentabilidad se sitúa en el 2,667%. La razón
es que estamos conformando una cartera 60/40 a largo plazo, por tanto,
prescindimos de activos a corto.

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