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Cuarto 27

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1

Capítulo 1
I touch on you more and more every time, when you leave I'm begging you not to go.. I touch on you more
and more every time.. Call your name two or three times in a row, such a funny thing for me to try to
explain how I'm feeling and my pride is the one to blame..
Got me lookin' so crazy right now.. Your touchgot me lookin' so crazy right now. Got me hoping' you page
me right now.. Your kiss get me lookin' so crazy right now..

Camila's POV
Una hoja tras otra, revisaba los informes de la paciente en estado crítico. ¿Cómo se podía empeorar tanto en
un par de horas? No había forma de salvarla. Sus pulmones estaban encharcados, tenía hemorragia cerebral
y su cuerpo no respondía a ninguno de los tratamientos que le poníamos. 'Cristine Fawler' ponía en la
casilla de nombre. Bueno, Cristine, ahora sólo puedes luchar tú.
Bebí un sorbo de café saboreando este un poco en la boca, rellenando algunos formularios y devanándome
los sesos para que aquella mujer se salvase, pero no había forma. Odiaba cuando no podía hacer nada,
odiaba cuando simplemente se iban sin intentar siquiera quedarse aquí. Su cuerpo lo rechazaba todo.
-Doctora Cabello. -Levanté la cabeza y era uno de los enfermeros. Rubio de ojos azules, bastante adorable
a decir verdad. -Tiene que hacer una visita a una paciente del doctor Parker. -Asentí mirándolo. -Habitación
72.
Me levanté y me quité las gafas y las puse en el borde de mi camiseta, caminando con el enfermero a lo
largo de todo el pasillo. Las luces parpadeaban y se veían esas caras largas de preocupación en todos ellos,
algunos apunto de llorar o, con los ojos enrojecidos y húmedos indicando que acababan de hacerlo. Cuando
llegamos, el enfermero me dio los informes del doctor Parker y abrió la puerta, dejando que yo entrase. Era
una chica, morena de piel pálida que yacía en la cama.
-Bueno.. Vamos a ver cómo te llamas. -Pasé una de las páginas y leí. -Lauren Michelle Jauregui Morgado. -
Alcé las cejas porque sus dos primeros nombres eran bastante bonitos. -Un nombre precioso. -Seguí
leyendo un poco más. -Estás en coma desde hace tres semanas.. ¿Qué te pasó, cielo? -Pregunté en voz baja,
buscando por el informe de Parker. -Ajá.. Accidente en moto. -Hice una mueca porque aquellas cosas
solían ser bastante peliagudas. Además de doctora, también era pediatra, por lo que la positividad y alegría
a veces me desbordaba. La habitación estaba oscura, sólo con la luz artificial. Estábamos en Los Ángeles, y
el sol primaba aquí. Abrí la ventana y la persiana, dejando que entrase un poco de aire fresco. -Así estarás
mejor, ¿verdad? -Me senté en la cama mirando a la chica.
No era una chica normal, era... Era preciosa. Tenía el mentón fino y recto, casi cincelado. Su nariz no era
totalmente recta, pero eso hacía que fuese natural. Sus labios estaban secos, pero se podía apreciar lo
carnosos que eran cuando estaban húmedos.
Escuché algunos suspiros de sus labios, cosa que era bastante buena
señal. -Te ha gustado sentir el aire fresco, ¿uh? -Sonreí con ternura,
viendo al enfermero aparecer de nuevo por la puerta.
-¿Qué le parece? -Señaló a la chica con la barbilla y yo la miré, ladeando la cabeza.
-Chica joven, accidente en moto... ¿Ha venido alguien a verla en este tiempo? -Cogí de nuevo los informes
frunciendo el ceño, repasando todas las lesiones que Lauren había sufrido.
-Uh.. Sí, sus padres y sus hermanos.
-¿Y ha respondido a ellos con algún tipo de estímulo? Suspiros, quejidos, espasmos en los dedos... -Los
familiares solían alarmarse cuando el paciente en coma hacían esas cosas y avisaban a los enfermeros. -No,
no ha respondido a nada.
-¿Estás seguro? -Volví a preguntar, anotando algunas cosas en el informe.
-Totalmente. He estado curándola durante tres semanas. -Asintió él y me quedé con la carpeta en la mano. -
Bueno, pues acaba de suspirar cuando he llegado. - Sonreí feliz, metiéndome el boli en el bolsillo y me
dirigí hacia la puerta. -Vámonos, debe descansar. Dile al doctor Parker que yo me encargo de esto.
Llegué a la cafetería del hospital y casi me tiré en la silla al lado de Dinah y Ally. Esta última llevaba el
uniforme de enfermera con un estampado bastante divertido, ya que trabajaba en la parte de pediatría.
-Me encanta tu uniforme de hoy, Ally. Es muy tú. -Asentí abriendo la bandeja de comida precocinada del
comedor, escuchando la risa de Ally.

2
-Tú también eres muy tú con ese pin de plátano en la bata. -Señaló con el tenedor, y no pude contener la
risa. Dinah era una de las recepcionistas, que literalmente lo sabía todo en aquél hospital.
-¿Dónde estabas? -Preguntó Dinah con el ceño fruncido. Tenía el uniforme azul de manga corta y cuello de
pico y pantalón largo.
-Me han pasado a una paciente del doctor Parker. Me demoré un poco más, sólo eso. -No le di importancia
y removí la salsa de los macarrones, mientras Ally se bebía un zumo de naranja de la pajita.
-¿Quién era? -Dijo la más mayor.
-Lauren Jauregui. Tres semanas en coma y cuadro clínico que apuntaba a la muerte. Pero ahí sigue, aunque
no daba signos de respuesta, la he escuchado suspirar. Además, es... Preciosa. -Suspiré riendo, y Dinah me
dio un golpe en el brazo con el ceño fruncido.
-Lauren.. Lauren.. Lauren. Oh sí, mierda. Llegó hace tres semanas sí, os juro que no creía que saliese viva.
Cuando llegó aquí parecía que la habían cortado como a los kebabs. Era carne picada. -Fruncí el ceño y
negué mientras comía lentamente. Estaba mucho mejor, sólo tenía varias heridas en los brazos, una en su
pómulo, hematomas y fracturas en la pierna.
-Dinah estamos comiendo. -Le reprochó Ally con una cara de asco
infinito. -Oh, es verdad que tú eres la que trabaja con los niños.
Y las tres nos reímos a la vez. Aunque yo no dejaba de pensar en Lauren. Aquella chica me había dejado
algo impactada. Al igual que Cristine iba a morir en menos de un día, esa chica no se rendía y llevaba tres
semanas luchando por su vida.
Me acerqué de nuevo a la habitación y cerré la puerta, viendo a Lauren
tumbada. -¿Quieres ver la tele? -Pregunté esperando algún estímulo,pero Lauren
no respondía. -La pondré, las tardes aquí son aburridas, ¿sabes? Sólo te tengo a
ti. -Sonreí sentándome en el sillón de al lado, encendiéndola. Puse la FOX y
Lauren no dijo nada, así varias cadenas hasta que en HBO estaban reponiendo
un capítulo de Juego de Tronos. En ese momento Lauren soltó un suspiro que
me hizo reír. -¿Te gusta esto? -Lo dejé puesto. Y Lauren se quedó en silencio
toda la tarde, mientras ponían el capítulo de Juego de Tronos.
Al día siguiente volví, y esa vez simplemente me puse a leer a su lado. Como le dije el día anterior, la
tardes en el hospital eran aburridas, y Lauren de alguna manera me transmitía esa tranquilidad. Leí un trozo
de "El Diario de Noa" en alto, en voz suave para que me escuchase bien.
-"El mejor tipo de amor es el que despierta el alma y hace buscar más, que planta un fuego en el corazón y
trae paz a la mente. Eso es lo que tú me has dado y lo que yo espero darte para siempre."
Lauren soltó un quejido de sus labios y reí, acariciándole con un toque suave la mejilla.
-¿No te gusta? Mira, esto mejor. -Me aclaré un poco la voz. -"Les costaba ponerse de acuerdo. De hecho,
rara vez estaban de acuerdo. Discutían todo el tiempo y se desafiaban todos los días. Pero a pesar de sus
diferencias tenían algo importante en común: estaban locos el uno por el otro."
Y Lauren suspiró en modo de aprobación.
Al día siguiente, las chicas libraban así que decidí comer en la habitación de Lauren sólo por hacerle
compañía. Me comí la pasta mientras veía una reposición de la serie a la que me había enganchado por
culpa de Lauren, que cada vez que pasaba por la HBO suspiraba, y me parecía gracioso a la vez que
rematadamente tierno.
Terminé el plato de verduras y filete dejándolo en la bandeja, sentándome en la cama junto a las piernas de
Lauren. Tomé su mano y puse el pulgar justo donde estaba su pulso, e iba acelerado.
-Eh, ¿qué ocurre? -Acaricié suavemente su mano, pasando la yema de los dedos por la palma de esta. Era
suave y tersa, agradable al tacto. En aquél momento, los dedos de Lauren se aferraron a mi mano y empezó
a toser, abriendo los ojos para mirarme desconcertada. Me levanté y me puse el fonendoscopio en las
orejas, escuchando por primera vez la voz de Lauren.
-Agua.. -Pedía con la voz totalmente ronca, y me hizo sonreír.
-Ahora te doy agua, corazón. -Le abrí la camisa del pijama y comencé a auscultarla con detenimiento. Su
ritmo seguía igual que antes, y estaba totalmente bien. Cogí un vaso de plástico con agua y le puse una
pajita, acercándoselo a la boca para que pudiera beber.
Me fijé en sus ojos, eran totalmente verdes, penetrantes, con las pestañas largas y finas. Sus ojos eran
preciosos. La forma, todo lo que los formaban lo hacían perfectos.

3
-¿Camila? -Lauren habló con la voz ronca y una sonrisa, asentí.
-¿Me recuerdas? -Reí un poco y le peiné el pelo a un lado, ladeando la cabeza para observar a la chica que
estaba debajo de mí.
-Escuchaba tu voz.
***
Pasaron unos meses tras aquello en los que no volví a saber nada de Lauren, aunque me apenaba, seguí con
mi vida. Informes, formularios, pacientes que entran y salen, pero ninguno me llegó tanto como Lauren.
Eran las doce de la mañana y las visitas de niños habían terminado, y como era viernes era totalmente libre.
Me quité la bata y la puse en el perchero de la consulta, escuchando tres toques en la puerta. Suspiré porque
como fuese otra madre preguntando por qué su hijo se mordía las uñas, iba a matar a alguien. Abrí la puerta
y mi rostro cambió por completo.
Pelo ondulado, liso, brillante cayendo por sus hombros. Una americana ajustada a su cuerpo encima de una
camisa blanca que dejaba ver su escote, subida encima de unos tacones negros y unos pantalones de pinza
ajustados del mismo color.
-Lauren.. -Me quedé un poco sin aliento porque era la fantasía sexual de cualquier persona.
-Doctora Cabello. -Esbozó una sonrisa y mis ojos se fijaron directamente en sus labios recubiertos por una
leve capa de gloss. Dios era tan sexy y elegante, y yo con un simple vestido corto gris y blanco.
-Creí que ya me habías olvidado. -Sonreí y ella negó sin borrar aquella sonrisa de su rostro.
-Sólo estaba esperando a recuperarme para verte y agradecerte lo que hiciste por mí. ¿Interrumpo alguna
consulta? -Negué mirándola, cogiendo mi bolso y colgándomelo en el brazo.
-No, de hecho ya he terminado por hoy.
-Bien, porque iba a invitarte a comer.

Lauren conducía un Porsche, pero no sabría decir qué tipo porque de coches sabía poco. Sin querer, me
quedé observándola mientras conducía y no quería eso. Tenía el gesto serio, impasible, concentrada. Su
mirada fija en la carretera y a veces su mano cambiaba de marcha con la palanca. ¿Podía haber algo más
sexy que aquella mujer conduciendo?
-¿Y cuántos años tienes? -Preguntó, y me aclaré la garganta.
-Veintiséis. ¿Y tú? -Me atreví a preguntar. Giró el volante con las manos hasta aparcarlo frente al
restaurante. Giré la cabeza y tenía una gran cristalera desde la que se podía ver un restaurante de alta
cocina, y yo casi ni sabía que era eso, ¡comía bandejas precocinadas!
-Veintisiete. -Arqueó una sonrisa que me hizo sentir cosas que no debía, porque había sido mi paciente.
Pero en teoría ahora no era nada, era una chica que me había sacado a comer.
Entramos en el restaurante y me senté frente a Lauren con las manos en el regazo, intentando no desencajar
allí.
-¿Seguro que puedes permitirte esto? No hice nada para que me lo agradezcas así. -Dije en voz baja, y
Lauren me miró directamente a los ojos de forma penetrante con una suave risa.
-No me conoces, ¿verdad? -Negué lentamente.
-¿Conoces la cadena de hoteles Marriot? -Asentí lentamente. El camarero fue a echarle vino en la copa pero
Lauren puso la mano para que parase, sin dejar de mirarme. -Bueno, ya conoces a su dueña. –Sonrió
girándose al chico, eligiendo vino blanco para aquella ocasión. Abrí los labios y los ojos mirándome las
manos, intentando encajar aquello.
-Yo soy una simple doctora, en comparación.. -Reí porque sonaba absurda diciéndole aquello a la dueña
de los hoteles que se habían extendido por todo el mundo como la pólvora.
-No deberías decir eso. En ese caso, yo soy una simple empresaria. Tú me salvaste la vida. -Lauren puso
las manos encima de la mesa, y enlazándolas entre ellas. -Además, cuando me desperté no esperé que mi
doctora fuera preciosa, ¿sabes? - Tomó un sorbo de vino y la comida llegó. Mis mejillas se pusieron del
color de la carne que había en mi plato.
-Yo no te salvé la vida, estaba allí cuando te despertaste. -Me encogí de hombros dándole un bocado al
carpaccio de ternera que tenía sobre la mesa, pasándome la lengua por el labio.

4
-¿De verdad crees que no escuché nada de lo que me decías? Lo recuerdo todo, recuerdo tu voz, y como me
animabas siempre a seguir intentando despertarme. Podía sentir tus manos, podía... Sentir que estaba allí
contigo, y que podía conversar aunque sólo fuese con suspiros o quejidos. -Sonreí porque, Lauren me
estaban diciendo cosas que jamás me habían dicho. Ni la estúpida de mi ex novia, ni las tías con las que salí
en la universidad.
-Es muy dulce por tu parte. Sólo hice mi trabajo. Tú luchabas por no irte y sólo te di un empujón para que
volvieses. -Bebí un poco de vino dejándolo en la mesa, volviendo a comer algo de aquél carpaccio que me
estaba deleitando el paladar.
-¿Cómo estaría aquí si no hubieses estado tú para darme el empujón? -Me quedé en silencio y seguí
comiendo hasta que tragué, negando.
-No lo sé. -Dije en voz baja, cruzando las manos encima de la mesa.
-Vale, sólo... Déjame recompensarte como yo quiera.

Mi novia está fuera de la ciudad unos días, -eso dolió más que nada en el mundo- y doy una fiesta en mi
casa mañana por la noche. Champán, sushi, canapés de salmón, lo que desees, pero ven.
Me mordí el labio mirando a Lauren, que me cogía las manos encima de la mesa. Tenía novia, tenía una
maldita novia. ¿Cómo no lo había supuesto? Camila, piensa. Es sexy, guapa, lista, amable, provocativa,
RICA. No podía estar soltera de ninguna de las maneras, pero, tenía ganas de salir, además su novia, la
maldita novia no estaba.
-Está bien. -Di como respuesta, Lauren sonrió y se quedó mirando su plato, haciendo una mueca.
-¿Te apetece McDonalds?
Acabamos en un Porsche cerca de Santa Mónica viendo la playa mientras nos comíamos un Big Mac.
Lauren tenía la risa más contagiosa del mundo, y yo no podía parar de reírme. La verdad es que aquél
carpaccio estaba bueno, pero sólo me había dado para empapelar las paredes de mi estómago.
La morena dio un bocado enorme al Big Mac, manchándose las mejillas de salsa. Se había quitado la
americana y llevaba la camisa remangada ajustada a su cuerpo, enseñando el sujetador de color negro.
Mierda. Mi mirada se centraba en su escote y no quería ser tan descarada.
-Así que, dime, ¿tienes novio? -Preguntó en voz muy baja mientras se comía una patata a mordisquitos y
me miraba de soslayo.
-No. -Respondí contundente. -Me gustan las chicas. -Aclaré escuchando toser a Lauren que se había
atragantado con la patata. -Eh, eh, cielo toma. -Le acerqué el vaso con la pajita y reí. Aquella escena me era
familiar a la de hacía unos meses.
-Vuelves a salvarme la vida, ¿eh? -Rio ella, quedándose mirándome a los ojos. Nos quedamos en silencio
un momento, y por fin habló. -¿Puedo decirte algo? -Asentí lentamente. -Eres preciosa. Pero, eres..
Preciosa. Es decir... No necesitas maquillaje para ser preciosa, porque, lo eres sin más.
Me limité a sentir cómo la calidez se instalaba en mis mejillas y por consiguiente debía estar roja como el
sobre de kétchup que estaba justo encima de la bolsa.
-Gracias. -Susurré mordisqueando la patata algo tímida.
-No te lo dicen mucho por lo que veo. -Dio otro mordisco a su hamburguesa y seguía con la boca entera
manchada de salsa.
-Lauren.. Tienes toda la boca manchada de salsa. -La señalé y comencé a reírme porque parecía un payaso.
En cuanto se limpió se giró encima de mí y comenzó a hacerme cosquillas.
-¿¡De qué te ríes tú!? ¿¡Eh!? -Me decía sonriendo mientras yo no podía contenerme más y me retorcía en
mi sitio casi llorando de la risa.
-¡Lauren para! -Soltaba carcajadas apretando sus hombros para que se separase. -¡Lauren! -Seguía
riéndome hasta que paró.
Nos miramos a los ojos agitadas, bastante cerca la una de la otra. Con Lauren encima podía observar cómo
sus labios estaban húmedos y su aliento salía de su boca inestable, al igual que el mío.
-¿Me crees cuando te digo que eres preciosa? -Preguntó con la respiración agitada, quedándose pegada a
mí sin distanciarse un momento.
-Te creo.

5
Capítulo 2

Lauren's POV
El atardecer había tornado en un tono anaranjado el cielo, a la vez que se escondía tras el pacífico
lentamente. El día anterior había sido bastante raro, a decir verdad. Pero no quería pensar en aquello. Tenía
una casa frente a la playa en Malibú, de diseño. Con la piscina rectangular iluminada desde el interior,
algunas hamacas balinesas de color blanco y el suelo de madera, que subían por una escalera hasta una
segunda planta que era una terraza.
Normani se me acercó por detrás, no podía ir más provocativa.
-Dios, Normani que soy lesbiana. -Le dije mirándole los pechos y luego a su cara. Llevaba un vestido
ajustado en el que sus pechos se marcaban perfectamente, no sabía de dónde las había sacado.
-Calma tu instinto depredador. -Me dijo alzando el dedo para callarme. -Los invitados están empezando a
llegar, deberías recibirlos. -Me señaló la puerta y solté un gruñido, odiaba esas cosas de las fiestas.
Me puse en la puerta y fui recibiéndolos uno a uno con una sonrisa, mientras Normani revisaba su móvil
por si tenía algunos mensajes. Normani era mi asistente, que no secretaría. Normani me aconsejaba sobre
qué hacer y cómo hacerlo, aunque yo también tenía alguna idea. Era una especie de amiga-secretaria, lo
que se resume en asistente personal.
Llevaba más de dos horas recibiendo a gente, hasta que llegó todo el mundo, pero no Camila. La estaba
esperando a ella, ¿dónde cojones estaba?
La puerta sonó cuando ya la había cerrado, y me levanté a abrir. Estaba sola en el salón porque todos
estaban en la terraza, y abrí la puerta. Allí estaba ella. Con el pelo liso cayendo por sus hombros, los labios
que vi ayer carnosos humedeciéndose bajo mi mirada y llevando un vestido negro bastante ajustado con el
que me olvidé de que tenía novia.
-¿Lauren? -Preguntó Camila, sacándome rápido de mis pensamientos.
-Camila. -Sonreí, abriendo un poco más la puerta cerrando a nuestras espaldas. -Sígueme. -Le hice un gesto
con la cabeza para que fuese conmigo y ella asintió.
Me colé por distintos sitios de casa hasta llegar a la cocina donde estaba el cáterin. Cogí una bandeja de
canapés, una botella de vino y dos copas, llegando hasta uno de los sitios bajo todo el mundo, donde
llegaba la música pero nadie podía ver.
-No hacía falta esto tampoco.. -Ella sonrió levemente y me encogí de hombros. Estábamos prácticamente
en una mesa frente a la playa, y comencé a echar vino en nuestras copas.
-Te mereces esto, créeme. -Dije bebiendo un poco mientras la miraba. -Sé que es un poco raro para ti esto
pero... Siento que te conozco más que de una simple comida ayer. Estuviste a mi lado día y noche dos
semanas, hablándome de tu vida, y siendo tan amable conmigo.
-Sí.. Es algo raro. -Respondió ella humedeciéndose los labios en vino, dejándolo en la mesa. Me quedé
mirándolos un momento, apreciándolos porque simplemente no había visto unos iguales. -Pero está bien, es
muy bonito esto y tu casa es impresionante.
Ella intentaba ser afable, porque la verdad es que se veía muy incómoda. Cogí un canapé de salmón y se lo
tendí, esbozando media sonrisa.
-Deberías probarlo, está muy bueno. - Asentí. Sus manos rozaron mis dedos al cogerlo y se lo llevó a la
boca. Comía despacio, y yo no paraba de analizar cada gesto que hacía. Tomé un bocado de lo mismo que
ella y bebí un poco más de vino, escudriñando con la mirada cada centímetro de la piel tostada de Camila.
-Lo está. -Respondió ella.
-¿Le ha parecido bien a tu novia que estés aquí? -Pregunté llevándome la copa a la boca para dar un leve
sorbo, mirando de soslayo a Camila. Esta se quedó pensativa un momento y comencé a ponerme nerviosa.
Quería tenerlo todo bajo control, y una no-respuesta de la latina me estaba devorando los nervios.
-No tengo novia. -Respondió finalmente. Tomé aire y me quité una presión de encima, que no sabía por
qué. Yo sí que tenía. El móvil empezó a sonar en mi bolsillo y lo saqué, la cara de mi novia estaba grabada
en él.

6
.-Perdóname un momento. ¿Sí? -Contesté al teléfono mirando al frente.
-¿Qué estás haciendo, cielo? -La voz de Kaylee sonaba a través del teléfono pero yo sólo podía pensar en
Camila.
-En la fiesta para los diseñadores de moda, Kay. - Respondí. Mi tono era seco, porque sólo quería hablar
con Camila y mi novia me estaba molestando. ¿Eso era normal? Con la que tenía que querer hablar era con
Kaylee, no con Camila. Ella era mi novia, pero no. Era más interesante hablar con Camila.
-Hoy he ido a la sesión de fotos para Gucci, ¿sabes? Me han regalado un par de bolsos para que los pruebe,
nada fuera de lo normal, y entonces
-Oye cariño, tengo que hablar con Dolce. Luego te llamo. -Colgué soltando un pesado, largo y profundo
suspiro. Me giré hacia Camila que me miraba moviendo la copa de vino, como si no quisiese meterse en mi
vida.
-Era mi novia, Kaylee. Es... Es modelo de Victoria Secret. Por eso la fiesta para los diseñadores y eso. -
Esbocé una sonrisa muy forzada y ella lo hizo también.
-No me sorprende. -Dijo con una sonrisa pegada al borde de la copa de vino, dejándola en la mesa. Sus
piernas estaban cruzadas y no sabía cómo responder a eso.
-¿Por qué dices eso?
-Mírate. Eres sexy, guapa, rica. ¿Qué menos que una modelo de Victoria Secret? -Ella soltó una suave risa
y cogió otro canapé, esta vez de caviar y se lo llevó a la boca. Tras el primer bocado, volvió a mirarme. -
Aunque no lo queramos, esto está jerarquizado, Lauren. Tú sales con una modelo de fama mundial y, si
rompes con ella, saldrás con una actriz o cantante famosa porque te mereces eso.
-Esto no se rige por el dinero, ¿sabes? -Camila terminó de comerse el canapé de un bocado y se giró hacia
mí, degustándolo lentamente. Ella sonrió, no me creía, pero yo no iba a replicar más. -Por ejemplo, tú eres
más guapa que mi novia.
-Eso no es verdad. -Respondió Camila, frunciendo el ceño sacudiendo la cabeza. -Tú vas a fiestas, conoces
gente. La gente de a pie se conoce en bares, discotecas, cafeterías. Tus bares son restaurantes de lujo al que
sólo se pueden permitir ir la gente más exclusiva, haces fiestas y más de lo mismo.
-¿Y qué si esa persona tiene un accidente y conoce a alguien en un hospital? ¿Qué es eso entonces? -Fruncí
el ceño esperando una respuesta por su parte, pero me gané un suspiro.
-Poco probable. -Respondió pasándose las manos por la tela del vestido, levantando la cabeza para mirarme
luego. -No pretendía discutir contigo.
-Odio que todo el mundo me dé siempre la razón. -Sonreí y ella me devolvió aquella sonrisa, quedándonos
mirando durante un momento.
-Adoro esta canción. -Flightless bird, American mouth comenzó a sonar de fondo y la verdad es que
adoraba aquella canción. Me levanté y cogí las manos de Camila, levantándola del asiento para que bailase
conmigo. -No sé bailar, soy muy torpe. -Las dos reímos mientras Camila negaba.
-Vamos, todo el mundo sabe
bailar. -Perdón si te piso. -Reí.
Cogí una de sus manos y la otra la puse en su cintura, mientras que Camila puso la mano en mi hombro
izquierdo y cogió la otra mano, comenzando a movernos y bailar lentamente. Miré a los ojos de Camila,
que estaban vidriosos y brillantes aunque los apartó un poco.
-¿Qué pasa? -Pregunté en voz baja, apretando la mano que tenía en su cintura.
-Intimidas. -Respondió volviéndome a mirar mordiéndose el labio. Era, realmente, preciosa. No podía ni
siquiera procesar nada en aquél momento porque estaba mirando su boca como si no hubiese nada más en
aquél momento.
-Me lo dicen mucho. -Apreté un poco la mano con la que tenía sujeta la de Camila, y sus ojos oscilaron
entre los míos un par de segundos, hasta que al final los apartó. Mis manos se colocaron las dos sobre las
caderas de Camila, y sus manos rodearon mi cuello, quedando así pegada a mí.
No podía resistirme, no podía ni siquiera separarme de ella en aquél momento aunque quisiera, porque me
sentía totalmente atraída por la morena. Incliné mi cabeza un poco para juntar sus labios con los míos..
Pero Camila se separó.
-Lauren.. Tienes novia.. -Dijo ella, mirándome algo tímida. -Podemos ser amigas.

7
-Claro, claro.. -Carraspeé. Acababa de hacer el idiota delante de Camila, acababa de quedar en ridículo. -La
quieres y no quiero que le hagas daño, por un beso tonto. -Sonrió y le respondí la sonrisa, observando
cómo Camila cogía el bolso de la silla. -Ha sido un placer venir aquí, estar contigo. Es... Eres genial. - Ella
sonrió y no pude más que devolverle aquella sonrisa. -Si necesitas hablar, o necesitas algo llámame. Me
gusta verte... Aunque tengas novia. -Me dio una caricia en la mejilla y Camila desapareció entre el bullicio,
y las luces y sombras de la fiesta.
***
Cuando me levanté, miré el mar por la ventana. Me había dado de golpe en la cara y no estaba de muy buen
humor. Me froté la cara con las manos y bostecé, levantándome. Llevaba puesto un short de pijama azul y
una camiseta de tirantes, porque en Los Ángeles hacía bastante calor. La habitación, con un ropero color
gris combinaba perfectamente con la cama de diseño y un mueble bajo naranja, que sostenía la tele. El
ventanal que daba a una pequeña terraza particular hacía que me sintiese un poco mejor.
Bajé las escaleras y escuché un ruido en el baño. Abrí la puerta y vi a Normani agachada en el suelo,
vomitando.
-Joder, Mani, ¿qué bebiste ayer? -Normani negó levantándose y se recogió el pelo en una coleta. A sus 28
años, era aún más guapa que cuando la conocí en el instituto.
-¿Tú dónde estabas? -Su voz estaba totalmente apagada, y estaba menos... Menos negra que de costumbre,
por decirlo de alguna manera.
-Yo.. Yo estaba.. Mmh..
-Da igual, no quiero saberlo. -Hizo un gesto con la mano y me miró con un suspiro. -Oye, esto es serio,
casi me caigo por las escaleras del mareo.
-¿Quieres ir a un hospital? -Pregunté saliendo con ella del baño, sujetando su cintura para bajar hasta la
cocina del salón con ella. La luz del sol de la playa entraba por los ventanales e iluminaba la cocina y el
salón, decorado con muebles grises y naranjas. La senté en el sofá y ella negó, habiéndoselo pensado
bastante.
-No, pero necesito que me vea alguien. Tengo el número aquí de..
-¡No! -Dije poniendo una mano sobre la suya para que no cogiese el móvil. -Yo.. Ya me encargo
yo. Mientras le preparaba una taza de té o algo, cogí el móvil y marqué el número de Camila.
Su voz sonó tras el teléfono.
-¿Sí? -Sonreí al instante.
-Hey.. Camila, soy Lauren. Ya sabes, mmh..
-Sí, creo que te recuerdo. -Dijo con una risa al final, que no evitó que yo soltase una risa. -Si,
emh, mi amiga Normani está aquí con mareos y vómitos, y necesita que la veas.
-Oh, claro, en diez minutos estoy
allí. -Bien, gracias. -Y colgamos.
Me acerqué con la taza de té en las manos y Normani me apartó de un manotazo.
-¿Qué coño llevas echado? ¿Perfume o un barril de vinagre? -Me quedé mirándola con los labios
entreabiertos porque la única persona que consentía que me hablase así era ella. Ni siquiera Kaylee lo
hacía.
-Dios, estoy intentando ayudarte. -Me recogí el pelo con una gomilla, bastante frustrada porque mi amiga
no paraba de quejarse. Me miró con los ojos de un pequeño cachorro y suspiré, frotándome la cara.
A los diez minutos, llamaron a la puerta. Casi me caigo por el pasillo al ir a abrir, y allí estaba Camila.
Llevaba unos jeans y una camiseta blanca ajustada, con un maletín en la mano.
-Siento venir así, pero me has pillado recién despierta. - Se disculpó. Era adorable con esa camiseta, y sexy
a la vez. Estaba teniendo los pensamientos con quien no debía y realmente me estaba torturando.
-No importa. Ven conmigo. -Dije cerrando la puerta. Caminé con ella al lado, mirándola de reojo a veces
sin que se diera cuenta hasta llegar al salón.
Allí estaba Normani, con la cabeza apoyada en la mano frunciendo el ceño cuando nos vio entrar.
-Mani, esta es Camila. La doctora que me trató cuando estaba en el hospital. -Normani sonrió vagamente y
cerró los ojos.

8
-¿Cómo te encuentras? -Preguntó Camila sentándose a su lado en el sofá.
-Mal. Muy mal. Tengo ganas de vomitar, mareos, y frío. -No levantaba la cabeza pero miraba a
Camila. -¿Qué comiste ayer? -Sacó un pequeño formulario, y Normani comenzó a hablar mientras yo
miraba desde la cocina bebiéndome un vaso de zumo.
-Uh.. Un par de canapés, una copa de vino, tartar de atún, no sé, lo que había en la fiesta, nada raro. -
Camila miró a Normani y se levantó, haciéndole un gesto a la más mayor para que se sentase con ella en la
mesa del salón.
-Está bien, en principio no parece que te haya sentado nada mal. Voy a tomarte la tensión y hacerte unos
análisis, ¿de acuerdo? -Normani asintió.
Camila le colocó como un pequeño brazalete en la muñeca y apretó un botón.
-No te muevas ni hables, es importante. -Advirtió la morena, tomando notas en su carpeta. Cuando pasaron
unos segundos, miró la pequeña pantalla del aparato y siguió apuntando en su lista.
-¿Te dan miedo las agujas? -Preguntó Camila sacando del maletín una goma verde, mirando a
Normani. -Mucho. -Respondió Normani con cara de pánico al ver a Camila.
-Está bien, a veces las personas aunque crezcamos tenemos miedo a cosas que teníamos cuando éramos
pequeños, ¿sabes? -Se rio y Mani sonrió. -¿De qué trabajas, por cierto? -Con cuidado, cogió su brazo y lo
colocó sobre la mesa, atándole la goma en la parte superior de este.
-Soy asistente de Lauren. -Respondió. Camila se ponía los guantes de látex con cuidado y se giró con una
sonrisa hacia mí.
-¿Le pagas bien? -Entreabrí los labios al escuchar su pregunta y terminé por reír. -
No sé, que te lo diga ella. -Respondí, dándole un sorbo al vaso mientras observaba.
Camila palpaba la zona del brazo donde estaban las venas de Normani, sin dejar de hablar con ella.
-Yo cobro unos 2,000 dólares al mes, así que no creo que sea menos que eso. -Normani negó mientras reía
y Camila cogió un algodón, mojándolo en alcohol y lo pasó por la zona donde había tocado a Normani. -
No, es bastante más que eso.
-Vale, necesito que cierres el puño con fuerza. -Normani asintió y apretó el puño, Camila volvió a buscar
su vena y asintió. -Suelta levemente. Entonces lleváis una vida genial, ¿no?
Preguntó Camila. Normani asintió con una sonrisa mordisqueándose el
labio. -Sí, o según como la veas.
-¿Según como la veas? -Camila empezó a sacar sangre del brazo de Normani y esta estaba mirándome a mí,
por lo que no se dio ni cuenta de que Camila estaba haciendo aquello. Metía unos tubitos de sangre en una
jeringuilla que, tenía una abertura por arriba. No hacía succión como las demás, a esta simplemente le
metía los tubitos y estos se llenaban solos. Camila terminó de poner dos tubos en un vasito en la mesa y
quitó la jeringuilla.
Le mantuve la mirada a Normani como si estuviese hablando con ella, pero en realidad simplemente la
entretenía.
-¿Crees que no sé lo que haces? Me entretienes con ese viejo truco de "no darme cuenta", pero nunca
funciona, así que -Normani apartó a Camila que estaba desinfectando la herida con el algodón- deja de
desinfectar eso y acaba con la agonía.
Camila presionó el algodón en su brazo e hizo que doblase el brazo, mirando a
Normani. –Mantén el brazo diez minutos así, cielo. -Le respondió de forma dulce con
una sonrisa, mostrándole el brazo con los dos tubos de sangre. -Y vuelvo en eso de dos
horas.
No podía ser que aquella chica fuese tan sexy en sus labores de doctora. Era imposible. La forma de hablar,
de tratar al paciente, simplemente era enamoradiza. No podía dejar de mirarla.
Camila lo guardó todo en el maletín y se giró hacia mí, acompañándola a la puerta.
-Eh, disculpa a Normani, tiene cambios de humor así. -Sacudí la cabeza y ella rio.
-No importa, se ve buena chica.
Y Camila se fue.

9
Pasaron dos horas en las que, Normani se había quedado dormida. ¿Cómo era eso posible? Tenía hambre
pero no podía desayunar por si llegaba Camila y me pillaba en mitad del desayuno.
Por fin, la puerta sonó y abrí, dejando que Camila entrase en el salón con el maletín.
-¿Qué tal fue todo? ¿Estoy bien? -Normani preguntó, ladeando la cabeza.
-Sí, está todo perfecto. Además tus niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa en sangre, todo está perfecto.
No hay problema. -Sonrió mirando los informes y yo me quedé mirándola. -Y.. Felicidades, estás
embarazada.
Me quedé de piedra, pero a Normani se le puso una sonrisa en la cara que empezó a llorar de la emoción. -
¿Es en serio? ¿¡De verdad!? -Se levantó del sofá limpiándose las lágrimas. Estaba sonriendo hacía un
segundo, joder, cómo no lo había pensado antes.
-De verdad. Hay un bebé en tu tripa, Normani. -Rio Camila, dejando los papeles en la
mesa. -¡No me dijiste que Jesse y tú estabais buscando un hijo! -Me quedé helada de nuevo.
Camila había empezado a salir con Jesse Williams cuando apenas tenía 22 años. Hace
cuatro años que se casaron y ahora van a tener un bebé. Abracé a Normani con una sonrisa,
porque era demasiado adorable Normani con un bebé de ojos verdes.
-Supongo que Jesse es tu marido. -Camila sonrió, y yo asentí.
-Sí, el morenito rapado de ojos verdes de Anatomía de Grey. -Reí pasando las manos por la espalda de
Normani. -¡Me vas a hacer tía! He de ir comprando ya entradas para Disney y malcriarlo mucho.
-Tengo que irme y contárselo, aunque no sé cómo decírselo. ¡Adiós! -Cogió su bolso y salió
volando. Miré a Camila y escuché mi estómago rugir, carraspeando.
-No como desde que cenamos ayer, y son casi las once. -Me encogí de hombros y ella negó.
-No importa, yo estoy igual de hambrienta, a decir verdad. -Su risa era preciosa, ni muy alta ni muy
absurda. Era una risa preciosa.
-Voy a hacer tortitas y bacon, huevo, ya sabes. Me gustaría que te
quedases. -Claro. -Aceptó.
En un rato, los huevos revueltos y el bacon estaban encima de la mesa, y las tortitas salían una a una.
Camila andaba por el salón y cogió uno de los marcos, mirándolo.
-¿Esta es tu novia? -Preguntó pasando los dedos por el borde. Asentí y eché un poco de zumo en el
vaso. -Sí, se llama Kaylee. -Dije sentándome en la mesa, Camila uniéndose a mí.
-Es preciosa, a decir verdad. -Cogió un tenedor y tomó un mordisco de bacon y revuelto de huevos,
humedeciéndose los labios.
-Ya sabes lo que pienso sobre eso. -Le recordé que ella era aún más preciosa que mi propia novia, y ya
estaba sobrepasando los límites de esa amistad. Comí un poco bebiendo del zumo, observando y analizando
cada movimiento de la morena. Apreté la mandíbula y removí el plato, escuchando el suspiro de Camila.
-Eres una mujer estupenda, Lauren. -Dijo Camila, dejando el tenedor en el plato. -Y sería mentira decirte,
que no me atraes o que anoche no quise besarte.

Capítulo 3

Lauren's POV
El último gemido de su boca resonó en mis labios, y mi último jadeo pegó contra los suyos. Me tumbé en
mi lado de la cama frotándome la cara, sintiendo a Kaylee darme un beso en la mejilla y levantarse de mi
lado.
-Voy a darme una ducha. Te quiero. -Me besó de forma lenta y yo lo respondí, separándome de
Kaylee. -Y yo a ti.
Me quedé en silencio con las sábanas por encima, observando a la rubia salir de la habitación. Sí, era
perfecta a decir verdad. Su cuerpo era perfecto, su cara estaba milimetrada, como si la hubiesen esculpido.
Joder, era un ángel de Victoria Secret.
Suspiré cerrando los ojos, escuchando el móvil de Kay vibrar. Estaba mal que en algún momento mientras
tenía sexo con mi novia hubiese pensado en otra, lo sé. Hubiese pensado que era Camila, sólo por un
segundo. Y cuando me imaginé que era Camila gemí, simplemente por tenerla debajo de mí. Pero cuando
abrí los ojos allí estaba Kaylee. Otra vez el sonido de iMessage llegaba a mis oídos.

10
Camila llevaba razón, salía con ella porque era modelo de Victoria Secret y en parte, eso aumentaría las
reservas en mis hoteles cuando las chicas se quedasen para los desfiles. Pero acabé queriendo a Kaylee.
El móvil sonó de nuevo unas tres veces más, y frustrada me levanté cogiendo el móvil para simplemente
quitarle la voz. Pero una cosa tenían los iPhone, podían verse los mensajes en la pantalla sin abrir la
aplicación. ¿Quién coño era Sean? Y sobre todo, ¿por qué le pedía fotos de sus tetas? La respuesta en el
siguiente mensaje, porque él ya le había mandado una de su.. Prefiero no mencionar la palabra.
Kaylee salió de la ducha envuelta en una toalla y me quedé mirándola un momento.
-Kay. -Pregunté ya con la ropa interior puesta, con unos jeans pero sin camiseta. -¿Cuántas veces hemos
tenido sexo?
Ella frunció el ceño poniéndose una de sus camisetas blancas, girándose hacia mí.
-No sé, muchas. -Se encogió de hombros y comenzó a colocarse los pantalones.
-¿Cuántas veces hemos hecho sexo oral? -Ella se quedó mirándome, y negó encogiéndose de
hombros. -No sé, muchas también.
-Sí, el punto es que "muchas veces" son las que mi cabeza ha estado entre tus piernas. Tú sólo me lo hiciste
una vez. Hace un año. Ah, y sí, siempre dejo que te corras en mi boca. -Me acerqué a ella cruzándome de
brazos. -Extraño es que tú apartases la cabeza cuando ni siquiera iba a llegar.
-¿A qué viene todo esto? Creía que te gustaba. -Ella frunció el ceño aturdida.
-Ya, bueno, podrías haberme dicho que eras hetero y que te gustaba Sean, el vicepresidente de Marriot. O,
espera. Podrías haberme dicho que querías dinero y podría habértelo dado. ¿No crees?
Se quedó muda.
-No sé de qué me hablas. -Su rostro se había vuelto tan pálido que parecía un fantasma. -
Oh, bueno, en eso no hay problema, déjame explicarte. -Saqué el móvil y casi pude
escuchar cómo Kaylee tragaba saliva. -Bueno, aquí hay una foto de su pene. Fotos de
Sean, Sean, Sean, oh, una mía, qué detalle. Sean, Sean, el pene de Sean, el torso de
Sean. Vamos a los mensajes, ¿te apetece? -Me metí en iMessage y carraspeé. -¿Es
verdad que le mide eso? Wow, te debe doler cuando te la mete. -Me reí negando,
pasando los mensajes. -Oh santo cielos, ¿de verdad dejas que se te corra en la boca?
Qué buena novia eres, de verdad. Te sienta bien el blanco. -Seguí leyendo los
mensajes. -O sea que cuando estabas fuera estos días, en realidad seguías en Los
Ángeles tirándote a este, genial.
El rostro de Kaylee estaba descompuesto, porque no había nada que explicar. La furia me inundó y apreté
el móvil estampándolo contra la pared de la habitación, girándome hacia ella.
-Fuera de mi casa. -Le señalé.
-Pero Lauren..
-He dicho fuera. - Kay se quedó parada delante de mí, y la empujé fuera de la habitación haciendo que
saliese de mi casa. -¡Fuera!
Di un portazo y me quedé apoyada en la pared. Estaba.. Triste. Enfadada. Me dirigí a la cocina y comencé a
pensar en todo, todo me cuadraba. Las salidas hasta las tantas de las madrugada, las facturas de teléfono
increíblemente altas cuando se suponía que sólo hablaba conmigo.. Y aún me enfurecían más aquellos
"tienes novia" de Camila que yo intenté respetar.
Cogí uno de los vasos y lo estampé contra la pared, volviendo a coger esos restos y tirándolos de nuevo
contra el muro, tirando luego las sillas de la mesa. Cuando me quise dar cuenta, me sangraba la mano.
La envolví en un trapo y me puse una camiseta blanca ajustada, y encima la chaqueta de cuero negra.
Cogí el coche camino al hospital, necesitaba hablar con Camila y que me curase aquél destrozo que tenía en
la mano. Conducía sólo con una mano, y aunque me dolía al apretar la palanca de cambios, llegué al
hospital. Me eché el pelo hacia un lado y me acerqué a una chica rubia de la recepción, con la mano en el
bolsillo.
-Necesito ver a la doctora Cabello. -Dije. La mujer levantó la vista del ordenador y me miró fijamente.
-La doctora Cabello está atendiendo en urgencias. Debe tener alguna urgencia para poder verla, como es
obvio. -Me dijo quitándose las gafas para poder verme. Tenía rasgos polinesios, con ojos marrones intensos
y el pelo rubio.

11
-¿Es suficiente? -Levanté la mano enseñando la mano enrollada en el trapo, que comenzaba a transparentar
la sangre.
-Dígame su nombre por favor.
-Lauren Jauregui. -Dije sujetándome la mano. Antes de ponerse a escribir, se me quedó mirando un
momento y parpadeó, sacudiendo la cabeza. -¿Qué?
-La última vez que te vi ibas a morir. - Respondió. Me dio un papel poniéndolo encima del mostrador. -
Pase al segundo pasillo a la derecha, puesto de enfermería número uno.
-Gracias. -Lo cogí y me dirigí justo donde la chica me había visto. Era algo macabro que me dijera aquello,
pero lo había escuchado bastante aquellos últimos meses.
Al llegar al puesto, la puerta estaba cerrada. Esperé un par de minutos y la puerta se abrió, de la que salió
un chico con el brazo vendado hasta el codo. Tras él, Camila con la carpeta en la mano, observando la lista.
-L.. -Levantó la mirada hacia mí y le enseñé la mano antes de que hablase. -Vamos, entra. -Dijo y me
precipité a entrar en la consulta con ella. -Siéntate aquí. -Puso una mano en la camilla y me senté,
observando cómo Camila se acercaba a mí. Tenía el pelo recogido en una coleta alta, y se humedeció los
labios. -¿Esta es tu forma de venir a verme? -Preguntó en voz baja, mirándome a los ojos. -Tienes mi
número, podrías llamarme e iría a verte.
-No he hecho esto aposta, ¿sabes? -Le dije mientras ella me quitaba el trapo, haciendo una mueca. -De
hecho, he roto con Kaylee.
-¿Qué ha pasado? -Preguntó cogiendo una jeringuilla de uno de los estantes, quitándole el tapón.
-Resulta que en realidad era hetero y me engañaba con un tío de la empresa. Sólo por dinero. -Se me quedó
mirando un momento y yo a ella, que se colocaba entre mis piernas cogiéndome la mano. Tragué algo de
saliva esperando su reacción, pero simplemente bajó la mirada a mi mano.
Se colocó los guantes de látex mirándome a los ojos y luego se dio la vuelta yendo a uno de los armarios de
vidrio.
-No te lo mereces. -Susurró en bajo, dándole unos cuantos golpecitos a la jeruinguilla. -Y esto va a dolerte
un poquito, cielo. -Abrió la palma de mi mano e introdujo la aguja, provocando que apretase los ojos. Unos
segundos más y estaba fuera.
-Todo el mundo cree que soy fría como un témpano, sin sentimientos. -Comenté sintiendo cómo mi mano
iba quedándose dormida poco a poco. Camila trajo algodones y alcohol, mirándome de reojo.
-Yo no pienso eso. -Respondió, mojando el algodón en alcohol y comienza a esparcirlo por el corte,
suavemente, sin presionar. -Es un corte bastante profundo, pero no ha tocado tendones ni nervios, así que
no habrá problemas. -Camila intentaba mantenerse alejada de mí, pero yo simplemente no podía.
-Me gustas. -Le dije mientras sus manos cogían una aguja y metía el hilo negro por esta, agachándose a mi
mano con una sonrisa.
-Bien. Tú también me gustas. -Dijo en voz baja, comenzando a coser la herida lentamente. No sentía dolor,
pero la sensación era algo asqueroso de sentir. Aunque Camila lo hacía con toda la dulzura del mundo.
-Me gustaría besarte ahora. -Dije tras unos diez minutos en los que Camila me había cosido la herida con
cuidado, y ahora estaba pasando un poco de polividona yodada, ese líquido naranja por encima de la
herida. Camila se levantó y me miró, quitándose los guantes de látex con cuidado.
-Y a mí también. -Volvió a decir mirándome a los ojos con una sonrisa leve, tirando los guantes a la
pequeña papelera que había cerca de la camilla y cogió dos paquetes. Uno de vendas y otro de esparadrapo
para sujetar bien el vendaje.
-¿Y por qué no nos besamos? -Pregunté volviendo a ver la sonrisa de Camila, que sacaba el rollo de venda,
comenzando a envolver mi mano con este.
-Por muchas razones. Porque estamos en consulta, porque eres mi paciente, porque acabas de dejar a tu
novia.. -Sigue apretando la venda alrededor de la mano, pero no mucho, lo justo para mantener eso
hermético.
-Me importa una mierda mi ex novia, no sentía nada por ella. -Camila terminó de vendarlo, colocando un
trozo de esparadrapo bastante grande para que eso no se soltase.
Camila me miró, seguía entre mis piernas cerca de mi cara. Acerqué mi rostro al suyo, y ella no se apartó. -
¿Sirve de algo si te digo que mientras hacía el amor con ella esta mañana pensaba en ti? -Susurré en un
tono más bajo, viendo cómo Camila cerraba los ojos con media sonrisa y agachaba un poco la cabeza. -Y
fue el único momento en que gemí.

12
Camila abrió los ojos, y entreabrió los labios para decir algo.
-¿Tan fácil crees que soy? -Respondió, provocando que una sonrisa se esbozase en mis labios, jugaba a lo
mismo que yo.
-Sólo estoy pidiendo un beso. Uno. -Alcé el dedo índice y ella ladeó la cabeza, cerrando los ojos con los
labios entreabiertos.
-¿Crees que después de ese beso iré detrás de ti?
-No. -Respondí negando, porque me lo estaba poniendo demasiado difícil para un solo beso. Ella se quedó
en silencio, observando mis ojos que no apartaban la vista de ella. -Por cierto, verte curarme es algo
excitante.
-¿Te he puesto? -Camila apoyó las manos a cada lado de la camilla, frunciendo el ceño.
-¿Y yo a ti no? -Me levanté de la camilla y caminé hacia Camila, metiendo las manos bajo su pelo hasta
que su espalda dio contra la pared. Incliné la cabeza para juntar nuestros labios y Camila se apartó un poco.
-Tengo un paciente en espera.. -Susurró en bajo, zafándose de mi agarre.
Me estaba desesperando, quería besarla aquí y ahora.
-Camila. -La agarré de la mano antes de que se fuese y ella se giró hacia mí. -¿Aceptarías una primera
cita? Ella se giró hacia mí y asintió con una sonrisa, acercándose un poco más.
-Donde digas, estaré.
***
Camila's POV
Justo cuando iba a arreglarme, recibí un mensaje de Lauren. "Elegante", era lo único que ponía. Me decanté
por un vestido negro, largo pero dejaba ver media pierna, con encaje por la espalda y sólo cogido por los
hombros. Unos tacones negros junto con el bolso lo acompañaban, y cuando fui a coger el coche había un
chófer delante de mi puerta.
-¿Señorita Cabello? -Me quedé algo confusa al principio, pero entendí qué pasaba.
-Sí. -Respondí acercándome hasta él, que abría la puerta trasera del coche. -Lauren la espera en el hotel JW
Marriott.
Me metí en el coche y lo miré todo expectante. No me esperaba aquello para nada, aunque sólo había
conocido a Lauren como paciente y "amiga", esa faceta de ella me ponía algo nerviosa. Quería besarla,
claro que quería besarla, pero tampoco quería ser un juguete de nadie, sexo y nada más. Lauren era perfecta
en todos los sentidos, y era algo difícil que no te gustase desde la primera palabra que decía.
Al llegar al hotel, me quedé mirándolo perpleja. Era rectangular, pero parecía casi fino. Con un diseño azul
y gris de vidrieras, las luces le daban ese toque de lujo que necesitaba.
Me bajé y el chófer me dio una tarjeta donde ponía la planta.
-Disfrute de su velada. -Sonrió amable y entré en el
hotel. Buscando el ascensor, pulsé la última planta.
Tardé unos segundos en subir pero allí estaba, frente a una puerta. La abrí y salí a una gran terraza, con
algunas plantas, una mesa en medio de la terraza, justo al lado de una piscina. Lauren se encontraba de
espaldas con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Iba con una chaqueta negra y el pelo algo
engominado, a un lado, dándose la vuelta al escuchar mis pasos.
-Vaya. -Bajó la mirada por todo mi vestido y la pierna que quedaba a la vista por el corte, esbozando una
sonrisa viperina.
-Lo mismo digo. -Sonreí al ver su traje, que sinceramente daban ganas de arrancar de una vez y desnudarla
delante de mí. Era una tortura intentar mantener la compostura delante de ella.
-¿Qué te parece? -Preguntó Lauren, mirando a su alrededor.
-Precioso, lujoso, perfecto. -Respondí con el bolso sujeto con las manos delante de mí.
-A mí también. - Terminó por sonreír y llamó a uno de los camareros, sentándonos en la mesa. Me tendió
una de las cartas y le di las gracias, repasando lo que había.
-Tomaré magret de pato al horno y... De beber lo que decida Lauren. -Le entregué la carta al chico y
Lauren asintió.
-Para comer tomaré lo mismo, y de beber vino. -Le señaló la botella que quería en la carta y el chico salió
hacia la cocina.
Mis ojos se dirigieron a sus pechos por primera vez en toda la noche, que casi llegan a mi cara cuando los
vi.

13
-¿Cómo va esa mano? -Pregunté señalándola, haciendo que ella la levantase. Seguía vendada y yo no podía
quitarme el día anterior en la consulta, que simplemente provocaba que mi cuerpo se encendiese.
-Mejor que yo en mi intento de besarte. -Respondió. El camarero puso los dos platos en la mesa y sirvió el
vino en nuestras copas, y comenzamos a comer.
La verdad es que estaba realmente bueno, y Lauren no dejaba de mirarme mientras comía. Sus labios se
relamían al verme, y yo simplemente dejaba que se deleitase conmigo. Aireé el pelo un poco echándolo a
un lado y Lauren terminó por suspirar, bebiendo de su copa.
-¿Sigues queriendo besarme? -Ella se quedó con la copa camino de su boca y la sonrisa maliciosa de medio
lado volvió a aparecer.
-¿Cuándo no quiero? -Corrigió mi pregunta, y movió el vino en la copa, terminando de beber.
-¿Por qué quieres besarme? -Pregunté comiendo un poco más, y ella rio de forma irónica. -
¿Por qué los leones comen gacelas? -Me removí en la mesa y la miré.
-Por instinto. -Respondí bebiendo de mi copa, pasándome la lengua por el labio.
-No quiero hacerte el amor, Camila. -Me dijo ella negando.
-¿Quieres follarme duro? -Respondí riendo. Ella aguantó la risa y negó, era lo típico que decía Christian
Grey, y por las apariencias, esto parecía una escena de sus libros.
-No quiero hacerte el amor una vez. Ni dos, ni tres. -Negó mirándome, con las manos en lazadas en la
mesa. -Quiero hacerte el amor una, dos, tres, las veces que me dejes. Iremos despacio si quieres, tendremos
mil citas si quieres.
-¿Sólo quieres sexo? -Pregunté entrecerrando los ojos, cruzando los brazos.
-No. -Negó mirándome. -Escuché tu voz durante tres semanas, Camila. Todos los días junto a
mí. -¿Y por qué te fuiste tres meses? -Pregunté sin entender, dejando los cubiertos en el plato.
-Porque quería que volvieses a verme como era antes del accidente. No como alguien que no puede valerse
por sí misma y está llena heridas. -Respondió apretando la mandíbula. Sus nudillos se pusieron blanco al
apretar la mano en un puño, y puse mi mano sobre la de ella y la acaricié suavemente.
-Lauren, me gustas como persona y me parece que eres la mujer más guapa con la que jamás voy a hablar.
Me atraes, y sí, tengo unas ganas terribles de besarte. Y también quiero que me hagas el amor, pero no te
diré cuántas veces porque lo irás averiguando.
-Quiero que entiendas que yo nunca me arrastro por nadie, excepto por ti. -Dijo levantándose, cogiendo mi
mano para que yo también lo hiciese. -No voy a dejar que vuelvas a casa ahora. -Dijo mientras
caminábamos por el pasillo de aquella planta. La moqueta era gris, al igual que las puertas.
Lauren metió una tarjeta en la habitación y la abrió para que entrase. Era una suite que aunque ahorrase
toda mi vida no tendría dinero para pagar una noche aquí.
-Esto es.. Demasiado Lauren. -Ella negó levemente y me entregó la tarjeta de la habitación junto con el
número del servicio de habitaciones.
-Esta es tu suite esta noche. Si marcas este número te traerán lo que te apetezca, yo.. Estaré en la suite del
otro lado del pasillo. -Una de las camareras llegó con una bolsa de viaje blanca, dejándola a mi lado en el
suelo. -Aquí tienes ropa, espero que disfrutes de la estancia.
-No tienes que hablarme como si fuese un cliente. -Le dije con una pequeña risa, y ella sonrió.
-La costumbre. -Se inclinó y besó mi mejilla de forma suave, separándose luego para dar un paso hacia
atrás. -Buenas noches, Camila.
-Buenas noches, Lauren. -Sonreí y la vi desaparecer por el pasillo.
Cerré la puerta y dejé el bolso en el sofá, mirándolo todo. El ventanal de la habitación daba a los edificios
de LA, que por la noche se convertían en un espectáculo de luz y color. Abrí la bolsa y me encontré un par
de shorts de pijama, camisetas básicas ajustadas, un vestido para dormir palabra de honor color blanco,
zapatillas, ropa interior de Victoria Secret, vaya por qué no me sorprende..
Me desvestí y opté por ponerme unos shorts de pijama rosa, una camiseta de tirantes blanca y las zapatillas.
No tenía sueño, pero tampoco tenía nada que hacer allí, simplemente mirar las vistas de la ciudad.
Salí de la habitación y llegué a la puerta de la suite de Lauren, llamando a la puerta. Tras unos segundos,
Lauren abrió. Llevaba la camisa blanca a medio abotonar, y esbozaba una sonrisa.
-¿Qué haces aquí? -Preguntó abriendo la puerta para que yo entrase. Pasé a su habitación y tenía muchos
papeles encima de la mesa, un bolígrafo y dos móviles.
-Me aburría allí sola. -Respondí simplemente, girándome hacia ella.- ¿Qué hacías?
-Contratos. -Respondió, se la notaba tensa. -Es demasiado trabajo, ¿sabes? -Rio y asentí, pero ella seguía
mirando los papeles con un suspiro largo.

14
Tiré de su mano para atraerla hacia mí, rodeando su cuello con las manos. Sus manos fueron directas a mi
cintura, y sus ojos a mis labios.
-¿Puedo besarte? -Preguntó en voz baja, y asentí con una sonrisa.
-Sí.. -Lauren inclinó la cabeza y presionó sus labios con los míos. Atrapó mi labio inferior con los suyos y
me dejé llevar. Besaba lento, suave, algo cálido y dulce. Mis manos se colaron bajo su pelo y el cuello de
su camisa, apretando un poco la piel de su nuca. Lauren trazó una línea con la lengua entre mis labios y abrí
la boca dejando que su lengua se colase entre estos, y tocó la mía. Era húmedo y excitante. Nuestras
lenguas se veían al separarnos del beso y fundirnos en otro aún más pasional, sintiendo las manos de
Lauren apretar mis nalgas contra ella con fuerza, lo que provocó un gemido contra su boca y una sonrisa
satisfactoria en sus labios tras aquél beso.
-Mierda.. -Susurró ella con una sonrisa.
-¿Qué? -Pregunté separándome con el mismo gesto
sonriente. -Que además besas genial.

Capítulo 4

Camila's POV
La semana entera había sido un caos. Miles de operaciones, consultas y un montón de papeles que rellenar.
Todo había pasado lento, tanto que miraba el reloj y cuando creía que habían pasado veinte minutos,
pasaban dos.
Eran las una y media de la tarde y estaba desesperada por llegar a aquella última consulta. Tras despedir al
último paciente, abrí la puerta y me topé con aquellos ojos verdes a los que había estado esperando toda la
mañana. Lauren llevaba la chaqueta del traje en la mano y vestía con una camisa blanca ajustada,
desabrochada por el escote.
-Pasa. -Le hice un gesto con la cabeza, entrando en la consulta con ella. Se sentó en la camilla sin que yo le
dijese nada.
-No me acostumbraré nunca a verte así vestida. Es.. -Se quedó en silencio mientras yo sonreía, cogiendo la
caja de guantes de látex y lo necesario para curar, mirándola de nuevo cuando me puse delante.
-¿Es? -Pregunté para que terminase la frase, quitándole la venda de la mano lentamente.
-Eres sexy. - Respondió ella, y aunque me moría de ganas por responderle que ella aún más, estábamos en
una consulta y ella era mi paciente.
-No sé qué sentido tendrás del atractivo, pero obviamente piensas mal. -Espeté sentándome en la silla,
cogiendo un algodón y mojándolo en agua oxigenada.
-Me da igual lo que tú pienses sobre eso. Me parece rematadamente sexy cuando haces tu trabajo. -La miré
a los ojos pasando el algodón por encima de los puntos, bajando de nuevo la mirada a su mano.
-Tu herida va bien. Aún está muy blanda la cicatriz así que lo dejaremos una semana más. -Cogí un poco de
aquél líquido naranja y lo esparcí, sintiendo cómo su mirada se clavaba en mí. Lauren se quedó en silencio
mientras yo vendaba su mano con una venda limpia, apretándola de forma firme para que no se
deshilachase o se soltara.
Cuando me puse de pie, sus ojos miraban los míos de una forma que casi me hizo sentir cosas que no
debería en una consulta. Lauren se levantó de la camilla pero siguió apoyada en ella, con las piernas un
poco abiertas por lo que yo había quedado entre ellas.
-Yo siempre tengo el control, Camila. -Susurró con la voz más ronca que podía tener. -Tengo el control de
lo que como, tengo el control de lo que hago a cada minuto del día, puedo controlarlo todo... Menos a ti. -
Susurró escuchando cómo sus manos apretaban el acolchado de la camilla. -Y eso me hace pensar en ti,
todo el día. Y pensar en cuándo volveré a besarte.
Me quedé en silencio un momento, acercándome a su rostro de tal forma que no sabía si nuestros labios
iban a rozarse cuando empezase a hablar. Mi mano rozó su mejilla suavemente.
-Te he roto los esquemas. -Susurré con una sonrisa, dándole un suave beso en la comisura de los
labios. -Ven a comer a mi casa. -Ofreció ella, y sonreí.
-Aceptaré siempre que no haya cáterin o platos de alta cocina. -Respondí ladeando la cabeza mientras ella
sonreía de forma leve.

15
-Lo prometo. Ni traje tampoco. -Asintió y me separé dejando que ella se incorporase y cogiese su
chaqueta. -Para esa herida lo mejor es quitártela unas horas al día, y si te duele tómate un ibuprofeno. -Dije
sentándome en la mesa un momento escribiéndolo en una receta, firmándolo y levantándome para dárselo.
Lauren se quedó mirando el papel y soltó una suave risa.
-Es verdad eso de la letra de médico. No puedo esperar a ver qué más sabes hacer con esos dedos. -
Entrecerré los ojos y Lauren se inclinó para besarme pero la aparté con las manos y una sonrisa.
-Te veo luego, impaciente.
***
No sabía qué ponerme realmente, así que me puse un vestido blanco de los que utilizaba para ir a comidas
informales, era fresco pero también adorable. Tenía unas tirantas no muy finas, más bien anchas, y algo de
vuelo. Era de algodón así que no era elegante.
Llamé al timbre de la mansión de Lauren, esperando a que abriese. Unos segundos después la puerta se
abrió y apareció Lauren allí. Llevaba una camiseta de tirantes blanca bajo una camisa de cuadros azul muy
ajustada y remangada por encima de los hombros, y unos shorts anchos de algodón de color azul oscuro.
Lauren me observó de arriba abajo, lo que significaba que había elegido bien. -
¿Lauren? -Pregunté con una risa, poniéndome de puntillas para besar su mejilla.
-Lo siento, es que.. -Abrió la puerta y pasé dentro, estaba segura de que Lauren me estaba mirando el culo
en aquél momento. -No importa. Carraspeó y se puso a mi lado en la casa, llevándome hasta la cocina. -
¿Tienes hambre? -Me preguntó con una sonrisa, a lo que asentí. Me tendió una copa de vino blanco y puso
una mano en mi baja espalda. -Acompáñame.
Su mano me guio hasta el jardín, mostrándome una enorme piscina con el suelo de madera oscuro y unas
hamacas balinesas, pero no nos quedamos ahí. Subimos por una escaleras hasta llegar a la terraza, una
especie de solárium que tenía algunas tumbonas y una mesa con dos sillas. En ella, una copa de vino
blanco y sushi.
-Espero que te guste la comida japonesa, Camila.
-Me encanta. -Sonreí asintiendo, quedándonos de pie frente a la vista que teníamos delante. El mar,
tranquilo y azul y una agradable brisa que hacía más suave aquellas temperaturas en Los Ángeles. -¿Subes
aquí a menudo? -Pregunté cogiendo un trozo de sushi a la vez que Lauren, llevándomelo a la boca para
darle un pequeño mordisco, estaba realmente bueno.
-Sí. Es precioso simplemente para... Desconectar de todo. -Dice encogiéndose de hombros, bebiendo un
poco de su copa a la vez que yo. -Y siento el sushi, no sé cocinar. -Se disculpó con una sonrisa.
Seguimos comiendo, conversando, sorbo y trozo de sushi. Y reíamos, nos quedábamos en silencio algunos
segundos mirando al frente u, observándonos hasta que una de las dos apartaba la mirada o empezaba otra
conversación diferente.
-¿Qué? -Pregunté con una sonrisa algo tímida, porque Lauren se había quedado mirándome con los labios
entreabiertos.
-Eres una persona totalmente distinta cuando estás fuera del hospital. La "doctora Cabello", es sexy hasta
decir basta. Pero Camila... Camila es incluso mejor. -Comentó, provocando que me enrojeciese y agachase
la cabeza. Era cierto. Cuando estaba dentro del hospital era una persona totalmente diferente. Lo tenía todo
controlado, era seria y profesional, adoraba mi trabajo, pero fuera... Fuera era Camila. No tenía una
personalidad compleja, o algo así. No era fría y cortante como podía llegar a ser con los pacientes más
enojantes del hospital. Aquí era simplemente una chica de veintisiete años recién cumplidos.
-Lauren es mejor que la ejecutiva en su despacho, ¿sabes? -Sonreí y me puse de puntillas aunque ella se
inclinó al notar mi mano en la nuca, y comenzamos a besarnos lentamente.
Sus labios atrapaban mi labio inferior, y un beso seguía a otro, y a otro. Su boca buscaba la mía, hasta que
su lengua la encontró. Y no pude hacer nada más que seguir el juego de su lengua contra la mía, porque no
era capaz de tomar el control en aquella situación. Sus manos bajaron por mi espalda hasta mi trasero, y
solté una risa sobre su boca.
-¿De qué te ríes? -Preguntó sonriendo, y negué.
-Porque me coges el culo en la segunda cita. -Lauren alzó las cejas y parpadeó un poco, retirando las
manos. Al ver el gesto, las cogí y las volví a poner donde estaban. -No dije que no me gustase. -Y Lauren
dio un apretó con las dos manos en mi trasero al volverme a besar, provocando que soltase un suave jadeo
contra su boca que la hizo sonreír.

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-Este vestido que llevas es demasiado corto.. -Sus manos apretaron más mi trasero mientras, en mitad de
los besos nuestras lenguas se dejaban ver, y bajó los besos por mi cuello dejándolo totalmente húmedo.
-¿Cómo llevas lo de Kaylee..? -Pregunté y Lauren levantó la cabeza frunciendo el ceño con una risa.
-¿Me hablas de mi ex mientras nos liamos...? -Preguntó y suspiré con una suave risa, sacudiendo la cabeza.
-Perdón, es que no quiero que estés mal mientras estás conmigo. -Le expliqué con una suave mueca. -
Camila, tengo las manos en tu culo y la boca en tu cuello, y si no fuese porque no me dejarías ahora mismo
te f... -Se quedó en silencio.
-¿Me qué? -Alcé la mirada esperando a que terminase la frase.
-Te follaría. -Me dijo en español. Fruncí el ceño ladeando la cabeza, no quería que me enterase de aquello,
pero ella no sabía que yo también lo hablaba.
-Creía que ibas a hacerme el amor. -Fruncí el ceño sonreí, respondiendo en el mismo idioma.
-Es que ahora mismo me pones demasiado como para hacértelo, lo siento. -Se quedó mirándome un
momento, y esbozó una sonrisa.
Le pedí a Lauren que me llevase a la playa, y lo hizo. Me quité las sandalias con cuidado y las dejamos
junto a la puerta que daba a su casa, comenzando a caminar hacia la orilla, y me quedé observando cómo
rompían las olas, y escuchando el sonido del mar. Nunca me paraba a escuchar u observar aquellas cosas
pero.. Aquello era precioso.
No té la mano de Lauren en mi cintura y su voz, tenue al
oído. -¿Puedo abrazarte? -Preguntó y asentí.
-Por supuesto que puedes. -Respondí, sintiendo sus brazos rodear mi cintura por la espalda para pegarme a
ella. Sus brazos rodearon mi cuerpo, me sentía querida aunque era aún pronto para hacerlo.
-Me encantaría salir contigo, ¿sabes? -Susurró contra mi oído, y me hizo reír. Me mordí el labio pero
agaché la cabeza.
-¿Estás segura? -La miré girando la cabeza, viendo cómo sus labios se relamían mirando los míos.
-Demasiado segura.
-No sé si deberías.. -Dije frunciendo el ceño, notando cómo Lauren se apartaba de mí y me daba la
vuelta. -¿Por qué dices eso? -Parecía algo confusa, y yo hice una pequeña mueca, mirándola.
-Quiero casarme, Lauren, y quiero tener hijos. Y no sé si tú también o... -Me encogí de hombros. -Tengo 27
años, Lauren, y todo va a pasar rápido. Y tampoco sé si eres la persona correcta, o...
-Eh. -Puso las manos en mis brazos, provocando que la volviese a mirar a los ojos. -El matrimonio es un
mero trámite. Y no sé, no hay que pensar en eso ahora. Nos estamos conociendo, Camila. Si todo sale mal,
en unos meses serás libre de buscar a otra persona. Si sale bien, lo veremos. Quién sabe, ahora sólo quiero
salir contigo, hacerte el amor todos los días, viajar, ir a Coachella, si sabes cocinar que me hagas algo de
comida caliente, no sé.. Ese tipo de cosas. -Suspiró Lauren y tomé su cara entre sus manos para darle un
beso lento, y ella se separó un poco. -¿Qué significa eso?
-Significa que me gustas, que da igual si salimos o no. No quiero irme a casa esta noche, te cocinaré lo que
quieras. Y sí, podrás besarme cuando quieras también.
Y nos besamos, no sé durante cuánto tiempo. No era simplemente una chica a la que había conocido,
había contactado con ella durante dos semanas enteras. Le había contado mi vida, la había ayudado a que
no se fuera de aquí. Sentía algo por ella, no muy fuerte, no sabía cómo describirlo. Lo único que sabía es
que desde entonces, desde aquellas dos semanas en enero las cosas habían cambiado. No podía estar más de
dos días lejos de Lauren, no podía siquiera no hablarle porque no estaba en mis planes.
Cuando nos separamos, había anochecido y era precioso. El cielo se había teñido de un color rosa
anaranjado, y ya lo veíamos desde el interior de la casa.
-No sé cómo sales de casa teniendo esta auténtica mansión con estas vistas. -Murmuré observándolo
sentada en el sofá del salón, que daba a un ventanal enorme.
-Porque tengo que pagar esta casa. -Lauren se rio, y me levanté. Estaba abriendo una botella de agua y sonó
el timbre. Lauren soltó la botella frunciendo el ceño, acercándose a la entrada. Al abrir, una exuberante
rubia estaba allí. Kaylee, creía.
-Hey. -Dijo la chica, mientras yo estaba en mitad del salón sin saber muy bien qué
hacer. -Qué quieres. -Lauren sonó seca, y la chica me miró.
-Vaya, te ha faltado poco para tener nueva novia. -Dijo la modelo, mirándome con algo de asco y
volviendo a mirar a Lauren.

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-Espero que sea mi novia. -Respondió la morena y yo no sabía dónde meterme porque mis mejillas estaban
completamente rosadas, y no podía más que agachar la cabeza. -¿Qué quieres?
-Te quiero. -Dijo la chica rubia, y me sentí totalmente fuera de
lugar. -Mmh.. ¿Gracias? –Lauren se encogió de hombros sin saber
qué decirle. -Esa no es la respuesta que esperaba...
-¿Muchas gracias? -Volvió a decir Lauren, negando. -No sentía nada por ti ni tú por mí. Así que vuelve con
él porque no tengo nada más que hablar contigo.
Y Lauren cerró la puerta. Se giró hacia mí y cogió mis manos para dar un beso en los nudillos de cada una
de ellas, terminando por coger mi cara entre sus manos y darme un lento beso, provocando que me pegase
un poco más a ella mientras lo respondía lentamente, hasta que se separó.
-¿Te responde eso a la pregunta de antes? -Dice con media sonrisa, mientras yo intentaba despejarme de
aquél beso. La pregunta sobre Kaylee. Asentí con una sonrisa.
Tras aquello, cenamos algo del sushi que había sobrado aquella noche porque Lauren no tenía nada en su
nevera, pero no me importaba.
Estaba sentada en su regazo, mientras ella me daba trozos de sushi y yo no podía aguantar la risa. Movía
las piernas para que yo saltase encima de ella y es que no podía tragar. Tenía las mejillas llenas de sushi y
Lauren disfrutaba haciéndome aquello.
-¿Vas a comer o no? -Paró las piernas y me tragué por fin el último trozo, girando la cabeza hacia Lauren. -
Idiota. -Negué bebiendo un poco de la copa que tenía encima de la mesa, apoyando mi espalda contra el
pecho de Lauren.
-¿Sabes que tenía un crush con tu voz? Y lo tengo, claro. -Confesó ella, levantándose conmigo y
recogiendo la cocina, que no era mucho.
-¿Un crush con mi voz? ¿Cómo es eso? -Me reí viendo cómo Lauren venía hacia mí, señalando las
escaleras.
-¿Alguna vez te ha puesto la voz de alguien? -Susurró sujetándome de la cintura mientras caminábamos
hacia su habitación.
-Sí. La tuya. -Respondí simplemente. Su voz era ronca, suave, pero a la vez profunda y no había manera de
quitármela de la cabeza cuando Lauren se iba. Una sonrisa se formó en su cara hasta que llegamos a las
habitaciones.
-Bueno, Camila, ¿quieres dormir conmigo o prefieres dormir en la habitación de invitados? -Abrió las dos
puertas. -El baño está aquí, tienes una muda de rop.. -Negué cogiendo su cara entre mis manos para darle
otro beso y callarla tirando de su camiseta hasta la habitación.
-No tienes que hablarme como si me quisieras vender la habitación de uno de tus hoteles. -Le dije negando,
dándome la vuelta para que me quitase el vestido. Una vez lo hizo, me giré hacia ella que no paraba de
mirarme los pechos y el cuerpo. -¿Me prestas una camiseta? -Pregunté y ella asintió. Me la puse y me
tumbé en la cama con Lauren, que en principio se quedó tumbada a mi lado, aunque me hizo bastante
gracia porque me miraba de reojo. -Cielo, puedes abrazarme. -Le dije riendo, sintiendo el cuerpo de Lauren
pegarse contra el mío casi instantáneamente, rodeándome con los brazos y apoyando la cabeza sobre mi
hombro.
-Hueles bien. -Susurró en mi oído, poniendo las manos sobre mi abdomen. -Vale, eso ha sonado muy raro,
pero es verdad. -Solté una risa negando, pasando la mano por su brazo suavemente para tranquilizarla.
-Es la primera vez que me lo dicen, pero es agradable. -Me giré hacia ella y puse una pierna por encima de
las suyas, quedándome mirándola a los ojos.
-¿Sabes que no puedo dormir? -Me dijo ella metiendo un mechón de pelo tras mi oreja, observando cada
rasgo de mi rostro.
-¿Por qué? -La miré algo asustada. -Deberías habérmelo dicho en la consulta. -Fruncí el ceño
incorporándome.
-No es eso, Camila. -Hizo que me tumbase en la cama de nuevo.
-Tengo miedo de no despertarme, o de que esto sea algo que estoy soñando mientras estoy en coma. Y si
me duermo, sueño una y otra vez con el accidente. -Cerró los ojos y la abracé contra mi pecho,
acariciándole la espalda.
-Estoy aquí, Lauren

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Capítulo 5

Camila's POV
Al abrir los ojos, Lauren estaba durmiendo como un bebé a mi lado. Llevaba puesta una camiseta de manga
corta blanca con algo escrito en ella, pero no me fijé bien qué era. Eran las ocho de la mañana, y a las
nueve empezaban las consultas.
No podía dejar de observar a Lauren durmiendo a mi lado, pero debía levantarme. Intenté quitarme los
brazos y me senté en la cama, escuchando uno de los quejidos no tan extraños de Lauren.
-¿Camz? -Dijo en voz baja con tono ronco, a decir verdad era sexy y nadie me había llamado así antes. -
¿Dónde vas..? -Preguntó abriendo los ojos, quedándose adormilada de lado en la cama.
-Tengo consulta, cielo. -Susurré inclinándome para darle un beso en los labios que ella casi no respondió, y
le acaricié la mejilla.
-No te vayas... -Me pidió cogiéndome del brazo, y se volvió a adormilar abrazada a mí. Separé un poco el
rostro y vi como volvía a estar dormida, así que la fui soltando poco a poco, para que quedase tumbada en
la cama. Era como una niña pequeña, daban ganas de quedarte con ella y abrazarla para que no tuviese frío,
para que no se sintiese sola pero, debía irme. La tapé hasta la cintura y besé su frente, saliendo de la
habitación hasta el salón donde me vestí rápido.
Salí corriendo hacia el coche, porque era media hora de camino y mientras encontraba aparcamiento, darían
las nueve.
El atasco en Los Ángeles solía ser algo recurrente, y me pasaba los minutos escuchando música hasta que
las carreteras se despejaban y me dejaban llegar al hospital. Tuve suerte y encontré aparcamiento en el
parking del hospital, solía estar siempre saturado. Ya en la cafetería, sólo tuve tiempo de pedir un café y
subir directamente a la consulta, ponerme la bata y beber el café, recogiéndome el pelo en una coleta para
estar un poco más fresca.
Los pacientes entraban y salían, todo rutinario, nada fuera de lo normal. No eran esas estresantes consultas
de urgencias en las que tenías que estar de pie un buen rato para curar heridas o cosas por el estilo. Aquí lo
máximo que hacía era rellenar recetas, y explorar a los pacientes de la forma más superficial posible.
Una consulta tras otra, dieron las una de la tarde, justo para comer. Dejé todo lo que estaba haciendo y me
senté en el comedor del hospital, justo al lado de Ally y Dinah.
-Estás absolutamente perdida. -Soltó Ally nada más que me senté en la mesa, partiendo el cuchillo y el
tenedor de plástico que estaban unidos.
-Lo siento, he estado liada. -Dije excusándome con una sonrisa, mientras la mirada de Dinah estaba posada
en mí con los ojos entrecerrados.
-¿Qué has estado haciendo? -Preguntó la rubia, mientras yo me metía el primer trozo de filete con verduras
en la boca. Tosí un poco ante la pregunta porque, no sabía qué responder.
-Mmh.. -Mastiqué un poco, pasándome la lengua por el labio. -He conocido a alguien, sólo eso. -Me encogí
de hombros y seguí comiendo.
-¿Quién? -Preguntó Ally sonriente. Llevaba esta vez uno de esos uniformes de enfermera típicos azules,
pero el suyo esta vez llevaba un montón de colorines por todas partes.
En ese momento, mi móvil comenzó a vibrar. Fruncí el ceño y lo saqué, viendo que era Lauren.
-Es ella, un segundo. - Ally miró a Dinah y yo me levanté de la mesa, tragando un poco e intentando sonar
lo más normal posible al estar comiendo.
-¿Sí? -Respondí a la salida de la cafetería.
-¿Interrumpo algo?
-Estaba comiendo, pero por lo demás no. -Reí un poco mordiéndome el labio
inferior. -Vaya, lo siento, qué idiota.
-¿Tú no comes? -Fruncí el ceño.
-No, como yo no almuerzo creo que los demás tampoco. -Escuché su risa a través del teléfono y no pude
evitar reírme.
-¿Por qué no comes?

19
-He tenido un montón de reuniones y aún me queda toda la tarde en este despacho, así que como un
sándwich rápido y vuelvo dentro. -Miré al suelo mordiéndome el labio.
-Esta mañana estabas adorable. No quería irme, te lo aseguro. -Suspiré pasándome una mano por el pelo. -
¿Tú crees? Hacía mucho que no dormía así. -Sonreí instintivamente porque era algo de lo que me sentía
orgullosa.
-No me importaría hacer que durmieses así siempre. -Escuché la risa de Lauren al otro lado del teléfono.
-Tengo que irme, Camila. Hablamos esta noche, ¿vale?
-Vale.
Tras la comida, llegué a casa más cansada de lo normal. No era una casa como la de Lauren, era un simple
ático en Los Ángeles, aunque a mi hermana le parecía que era un palacio.
-Sofi. -La llamé suspirando, recogiendo su mochila del sofá. -Te he dicho mil veces que lleves la mochila
a tu habitación cuando llegues de la universidad.
La chica apareció tras la puerta de mi habitación. Era yo pero con 18 años, y a decir verdad era preciosa.
Era calcada a mí.
-Sí, mamá. -Ella rodó los ojos y casi la estampo.
-No, sí mamá no. Puedo mandarte a una residencia para que me dejes tranquila, o mandarte a Miami de
nuevo si quiero. -La reprendí con el dedo, y ella cogió la maleta y la llevó a su habitación. Por lo demás,
Sofi me ayudaba con todo y sacaba bien los exámenes, así que no había por qué preocuparse.
-Esta noche no voy a estar, tienes pizza en el congelador y el número del tailandés en la nevera.
-He quedado con mi novio, no hace falta. -Me dijo acercándose a mí a la cocina, abriendo la nevera para
coger una botella de agua.
-Entonces hay condones en el baño. -Le quité la botella de las manos y bebí, viendo la cara de mi
hermana. -¿Tú nunca los usas? Porque cada vez que voy a coger uno están intactos. -Ella frunció el ceño
-Cielo, cuándo vas a asimilar que me gustan las chicas. -Me acerqué a Sofi y le di un beso en la cabeza,
abrazándola con fuerza.
-Es verdad, joder, siempre se me olvida. -Decía mientras me rodeaba la cintura con los brazos. -¿Sales con
alguna chica hoy?
-Conocí a una. -Ladeé la cabeza y le peiné un poco el pelo, cogiéndole las mejillas como solía hacerle
cuando tenía seis años. -Se llama Lauren, Lauren Jauregui, no sé si te sonará.
-¿Lauren Jauregui? -Ella se separó y entreabrió los labios.- Estás de broma,
¿no? -No. -Negué sin poder descifrar bien la cara de mi hermana.
-¿Te has ligado a una multimillonaria que además está buena y sale con una modelo de Victoria Secret? -
De hecho, quería liarse conmigo mientras estaba con esa modelo, la modelo la engañaba con un tío, la dejó,
vino a rogarme por un beso, me invitó a una cena en la azotea del hotel Marriott en Los Ángeles y nos
besamos en una de sus suites aunque no hicimos nada. Luego intentó tener sexo conmigo en la consulta y
ayer me quedé con ella en su casa.
-O sea que te la has tirado. -Mi hermana y yo salíamos hacia el salón.
-No, no. Aún no. Sólo dormí con ella, nada más.
-Así que, una tía que podría tener a cualquiera, que salía con una modelo y tiene dinero para comprar el
mundo se arrastra por ti.
-Se podría decir así. -Me encogí de hombros quitándome la camiseta entrando al baño, y Sofi se quedó en
la puerta.
-Estoy, no sé, ¿orgullosa? ¿Emocionada? -Se puso la mano en el pecho y reí dándole un empujón para que
saliese del baño.
-Cállate, enana. Que esta noche he quedado con ella y no sé qué ponerme. -Suspiré mirando a mi hermana
en busca de su ayuda.
-¿Cómo es Lauren? -Preguntó apoyándose en la puerta, mientras yo me miraba en el espejo.
-Pues... Es un poco Christian Grey sin su habitación roja, y siendo mujer. Es... Bastante intimidante.
Cuando la ves parece fría, distante, intimidante. Pero cuando la miras a los ojos, te juro que... -Negué
frotándome la cara con las manos. -E intento jugar y hacerme la dura, pero en cuanto me besa yo no puedo,
Sofi.

20
Mi hermana se rio pero mi cara era bastante seria.
-Necesitáis un polvo entonces. Oye, ¿vosotras cómo lo hacéis..? Es una duda que siempre he tenido.. -
Preguntó Sofi y reí echándola del baño.
-Otro día te lo explico, cielo, pero no tengo tiempo. -Mi hermana se dio la vuelta y se metió en la
habitación.
Una de las cosas que adoraba en la relación entre Sofi y yo era la confianza que había entre las dos.
Me duché y me puse un vestido color negro, ajustado, por encima de las rodillas cogido al cuello y unos
tacones del mismo color.
Al salir de la ducha mi hermana ya no estaba, y me dirigí a casa de Lauren en coche. Llegué y, supuse que
en todas las casas tenían una llave de emergencia fuera. Me agaché y busqué bajo la alfombrilla, pero nada.
Por encima del marco de la puerta, y tampoco había nada. Tocaba esperarla allí de pie, hasta que vi uno de
los maceteros que había a los lados de la puerta. Hincada en la tierra estaba la llave y la cogí sonriente por
mi logro, entrando en la casa de Lauren.
Estaba todo a oscuras, y a tientas busqué el interruptor de la luz, que encendió todo el salón y la cocina,
aunque las escaleras que conducían a la habitación seguían a oscuras.
Me acerqué a la cocina viendo el atardecer desde allí, sacando algunas bolsas que había comprado para
hacerle una cena a Lauren. Vino, patatas, aceite, carne, cebollas, zanahorias... Y así, hasta ponerlo todo en
la encimera de la cocina. Busqué por los cajones un delantal que encontré, el vestido era demasiado bonito
como para echarlo a perder en aquél momento.
Puse a hervir las verduras en caldo de pollo, además de algunas especias como clavo, pimienta, laurel, etc.
Mientras hervía, corté las patatas en pequeños gajos, más bien pequeños cuadrados finos de patata. Puse la
sartén a fuego lento con el aceite, y cuando estuvo caliente puse las patatas con cebolla cortada, y aquello
se iba haciendo a fuego lento.
Ya había anochecido, eran las nueve y media y Lauren seguía sin aparecer, lo que me daba el tiempo
necesario para hacer la cena.
Saqué las verduras cuando ya estaban hechas y las puse en otra sartén, echándole un poco de vino mientras
se doraban un poco y así tomaran el sabor del vino e intensificase el sabor de las verduras. Trituré las
verduras que habían tomado el sabor de las especias, el vino y el sabor que le daba el dorado de la sartén y
la colé para que no quedase ningún grumo, quedando una salsa espesa y con sabor. Luego, viendo que las
patatas empezaban a dorarse, puse el trozo de carne de ternera en la sartén, dándole la vuelta cada cierto
tiempo por todos los lados para que quedase bien hecho pero en su punto. Lo saqué de la sartén y corté la
carne en medallones, colocándolos con cuidado uno encima de otro tumbados en el plato con un poco de
salsa por encima. Retiré las patatas y puse un montoncito al lado de la carne con la salsa, justo cuando la
puerta de casa se abrió.
Me asomé para que pudiese verme, aunque la cocina y la entrada de la casa estaban conectadas, pero en el
ángulo en el que yo estaba no.
-¿Camila? -Lauren esbozó una gran sonrisa, cerrando la puerta. Me quité aquél delantal y dejé ver mi
vestido negro que ella simplemente admiró boquiabierta. Me acerqué a ella quitándole el maletín negro que
llevaba en la mano, notando sus manos ponerse en mi cintura, más bien en la parte baja de mi espalda. -
¿Qué haces aquí? -Reí un poco ante su pregunta, y me mordí el labio porque ella no podía parar de sonreír.
-Me dijiste que casi nunca comías comida casera. -Me encogí de hombros bajando las manos por su cuello.
-Así que te preparé esto. Me faltaba ponerlo en la mesa justo cuando..
Y Lauren me interrumpió besándome, con las manos bajo mi pelo atrapando mis labios una y otra vez en
un beso lento, en el que notaba cómo su lengua trazaba mi labio inferior.
-Eres algo así como... Perfecta. -Susurró fundiéndose en un abrazo conmigo, acariciándome la espalda
suavemente.
-No digas esas cosas.. -Dije abrazándola, separándome para quitarle la chaqueta con delicadeza y dejarla en
el perchero de la entrada, dejando ver una camisa blanca que dejaba ver sus pechos, pero que a la vez era
elegante y sexy.
Puse los platos en la mesa y Lauren sacó una botella de vino de una de las estanterías, echándolo en dos
copas. Por la pinta que tenía debía ser bastante caro, pero para ella no costaría más que lo que gastase en
una comida.
-Esto es... Esto es impresionante. -Dijo sentándose en la mesa, mirando el plato y yo cogí una copa con una
sonrisa. Ahora no había luces en la casa. Sólo una vela en mitad de la mesa que iluminaba todo el salón,
nada recargado. -Podría comprar miles de cosas pero... Esto no puedo comprarlo.

21
-No tienes que comprar esto... Sólo quería hacerlo por ti. -Me encogí de hombros viendo cómo Lauren
empezaba a comer y cerraba los ojos con un suspiro. Se remangó la camisa hasta los codos sin dejar de
comer, y sin decir ni una palabra. -Creo que te gusta.
-Está, delicioso. Podría llevarme esto para comer todos los días. -Solté una carcajada pero ella sonreía y
seguía comiendo, y yo comía un poco más lento.
-¿Cómo fue el día? -Lauren se limpió los labios con una servilleta y bebió de su copa, al igual que yo.
-De reunión en reunión. -Ella suspiró, alargando una mano para acariciar la mía y le devolví la caricia. -¿Y
el tuyo?
-Salí del hospital por la tarde y estuve un rato con mi hermana, que luego me dejó tirada por su novio. -Me
reí pasándome la lengua por los labios para dar otro mordisco al plato, que no era por darme mérito pero
estaba realmente bueno.
-¿Tienes una hermana? -Ella frunció el ceño antes de seguir comiendo.
-Ajá. Se llama Sofi y tiene diecinueve años. Está estudiando aquí así que vive conmigo, para ahorrarle
gastos a mi familia. -Me encogí de hombros levemente cortando un poco la carne. Tomé un poco de carne y
patatas llevándomelas a la boca. -De todas formas, le gusta estar en casa.
-¿De dónde eres? -Lauren no paraba de interesarse por mí mientras la cena avanzaba.
-Miami. -Tomé un sorbo de vino sin dejar de mirar a Lauren.
-¿Te da muchos problemas Sofi? -Rio levemente tomando un bocado del plato, con la copa en la
mano. -No.
Lo único que me pide son preservativos, que aún se creía que eran míos. -Lauren abrió los ojos y rompió a
reír, poniéndose la mano en la boca.
-¿Le das preservativos a tu hermana?
-Qué prefieres, ¿hablar de sexo con tu hermana o hermanita embarazada? -Alcé las cejas y ella asintió. -
Hablas de sexo con tu hermana entonces. -Arqueó las cejas y bebió de su copa, cosa que yo también hice. -
Sí. -Reí y ella parecía bastante sorprendida. -Es decir, es mi hermana pequeña. Es como mi mejor amiga,
¿entiendes? Me pregunta por mi vida sexual, es muy pesada con eso. Aún no asimila que me gusten las
chicas y hoy me ha preguntado que por qué nunca uso los preservativos.
Lauren estalló en risa de nuevo, y yo la seguí.
-Y yo, pero Sofi, cielo, me gustan las chicas. -Dije con la copa en la mano mientras Lauren no paraba de
reírse. -Y luego me preguntó que cómo lo hacíamos, y bueno, me metí en la ducha.
-Eso es adorable. -Dijo Lauren comiendo de nuevo.
-No sé... Al parecer te conoce de verte en algunas revistas. Es que me ha hecho todo un cuestionario sobre
con quién salía hoy.
-¿Y qué te ha dicho de mí? -Entrecerró los ojos dejando una copa en la mesa, cuando nuestros platos ya
estaban terminados.
-Que tenías dinero para comprar todo EEUU, que salías con una modelo, y que tenías pinta de dominar en
el sexo. -Fruncí el ceño al decir eso, cuestionándome si eso era verdad.
-¿Tú qué crees sobre lo último? -Tenía una sonrisa pícara en el rostro, y me pasé las manos por el vestido
ajustado.
-Creo que... -Había visto a Lauren aquellos meses, y siempre, siempre me controlaba. Era ella quien
iniciaba casi todos los besos, era ella quien me abrazaba. Era ella quien, por así decirlo, lo controlaba todo.
-Creo que sí. -Crees bien. -Su voz sonaba más ronca de lo normal al decir aquello.
-¿Eres un tipo de Christian Grey? -Pregunté con algo de miedo.

-No me hacen falta aparatos de ninguna clase, porque tengo una lengua maravillosa. -Ladeó la cabeza y
casi me empezaron a temblar las piernas. No quería hacerme la dura, no es anoche.
Sus ojos me miraron de aquella forma seria y penetrante, levantándose para cogerme de las manos.
-Sabes, Camila, no me importa si esta es nuestra segunda, tercera o cuarta cita. -Dijo mirándome a los ojos.
Sus manos subían por mi espalda sin apartar su mirada de la mía, lo que lo hacía todo aún más excitante.
Inclinó la cabeza e hizo el amago de besarme, pero sólo rozó los labios y me dejó con la boca entreabierta,
separándose de mí. Sus manos comenzaron a bajar la cremallera de mi vestido por lo que pude notar, y
acerqué. Acabé quedándome en ropa interior y tacones delante de ella. Se pasó la lengua por los labios,
acercándose de nuevo a los míos.- Pero es que no puedo soportarlo más.

22
Salté encima de ella rodeando su cintura con las piernas y su cuello con las manos, besándola lentamente,
de forma tan lenta que incluso jadeé al hacerlo.
Mientras Lauren me besaba, comencé a desabrochar los botones de su camisa, uno a uno, separándome
para que sus labios recorriesen mi cuello y sus dedos se hundiesen en mi trasero, andando desde el salón
hasta las escaleras. Terminé con los botones de la camisa dejándola con el sujetador al descubierto y su piel
pálida, pasando los dedos entre sus pechos suavemente.
Al llegar arriba, Lauren me dejó en el suelo, y conseguí quitarle la camisa. Mis manos fueron a parar al
botón de sus pantalones, quitándolo y metiendo los dedos por la tira de estos, bajándolos y llevándome con
él su ropa interior. La mano de Lauren acababa de desabrochar mi sujetador, y me di cuenta de que mi
hermana llevaba razón. "Tiene pinta de ser de las que te destrozan en la cama", dios, era verdad. Me
acababa de quitar el sujetador con una mano, y con la otra me apretaba el culo lo más fuerte que podía, cosa
que me hacía jadear en su boca. Hice lo mismo con su sujetador pero ya me había desnudado
completamente. Me bajé de los tacones y quedé más baja que ella, bastante más. Enredé las manos en su
pelo volviéndola a besar, sintiendo la cama tocar mi espalda y a Lauren estar encima de mí. Simplemente
se movía encima de mí lentamente, mientras sus labios hacían un camino trazado por su lengua que
culminaba en mis pechos, pasando la lengua por encima de estos antes de cogerlo con la mano para casi
metérselo en la boca y sentir su lengua jugar con mi pezón, al igual que mi mano no se separaba de su pelo,
soltando suaves jadeos. No había tenido relaciones en bastante tiempo, un año por así decirlo. La mano de
Lauren bajaba lentamente hasta mi sexo, que acariciaba lentamente, haciéndome jadear en su boca.
No sé cómo pasó, pero tenía a Lauren entre las piernas y su lengua, como ella bien decía estaba haciendo
maravillas conmigo. Solté un gemido desde lo más profundo de mi garganta y puse una mano en su cabeza,
moviendo las caderas contra su boca lo que ella me dejaba, porque tenía una mano puesta en mi abdomen.
Notaba cómo su lengua se removía de un lado a otro, y uno de sus dedos entraba en mí, y yo casi le
suplicaba que parase. Notaba como entraba y salía lentamente, mientras su lengua daba puntadas contra mi
clítoris. Apreté un poco la mano en su pelo, intentando aguantar los gemidos, pero no podía. Eran seguidos,
agudos, altos, al ritmo que Lauren movía su segundo dedo en mi interior y sus labios tiraban de mi clítoris
para dejarlo ir un segundo después, pero que hacía que casi me muriese ahí mismo. Su lengua se paseaba a
sus anchas por mi sexo, y sus dedos iban cada vez más rápido en mi interior, sintiendo su mirada en mí.
-Lauren... -Avisé para que parase, y ella se levantó justo para colocarse de tal forma que su sexo chocase
contra el mío. Su lengua se enredó con la mía de forma húmeda, lenta, cálida, profunda, suave, pero no
dulce. Lauren succionó mi lengua, subió y bajó por esta tan lento, chupándola que estaba gimiendo en su
boca a la vez que sus caderas se movían fuertes contra mí. Cuando abrí los ojos Lauren estaba sujeta al
cabecero de la cama para tener fuerza, aunque luego los bajo para quedarse a los lados de mi cabeza y
apretar la almohada, gimiéndome en los labios de forma ronca. No sabía que un gemido pudiese ser tan
excitante, pero los de Lauren lo eran. Pasó el dedo pulgar por mi labio inferior mientras se movía, y
nuestros gemidos eran aún más fuertes que antes. Iba a llegar, apretaba mis manos en la cintura de Lauren
para que se moviese más lento porque si no lo haría demasiado pronto, pero al contrario sus caderas iban
cada vez más rápido, y sus gemidos se mezclaban en nuestras bocas, hasta que yo llegué y me quedé con
los labios entreabiertos, mientras Lauren gemía alto y fuerte quedándose clavada un momento en mí al
llegar, pero luego se movió lentamente para prolongar nuestro orgasmo un poco más.
Mis manos acariciaban la espalda de Lauren que descansaba sobre mí, y Lauren se quedó dormida sin decir
nada, porque el agotamiento de aquél día había podido con ella. Le quité el pelo del hombro y besé este
suavemente, dejándola dormir a mi lado con cuidado o toda la noche con Lauren encima acabaría por
aplastarme y ahogarme.
Lauren abrió los ojos y me cogió de la cintura para abrazarme por la espalda, besando mi cuello
suavemente.
No dijimos nada, no hacía falta hablar, ni dar explicaciones. Simplemente, nos abrazamos hasta quedar
dormidas

23
Capítulo 6

Camila's POV
Me removí un poco en la cama con un bostezo, sintiendo la claridad de la luz colarse por mis párpados y no
quería levantarme. No quería ir a trabajar otro día más, y eso hacía que me hundiese más en la cama.
Cuando abrí los ojos, me sentí desubicada. Pensaba que dormía en mi habitación... Pero no, estaba en la de
Lauren. Lo recordé todo, y no pude evitar sonreír como una idiota pasándome las manos por la cara.
Recordé también que tenía el día libre, y podría pasarlo todo el día en la cama con Lauren...
Que no estaba a mi lado. Fruncí el ceño y vi el lado de su cama deshecho, y no entendía nada, así que
supuse que estaba desayunando.
Me levanté y vi su ropa tirada en el suelo, cogiendo mi ropa interior y su camisa, puesto que mi vestido
estaba abajo y no quería coger ropa limpia sin su permiso. Me quedaba bastante ancha, porque Lauren era
algo más corpulenta que yo, y olía a ella. Olía a esa mezcla de perfume dulce y ácido, un toque que
provocaba un suspiro de mis labios. Era perfecta.
Bajé descalza los escalones lentamente hasta el salón, donde estaba también la cocina. En la mesa de este
estaba Lauren sentada en la mesa con el móvil a la oreja y un montón de papeles sobre la mesa, además del
portátil abierto.
-Sí, mi oferta sería comprar los colchones pero, teniendo en cuenta de que los colchones son para los
hoteles que tenemos en todo el mundo, creo y sería conveniente, que nos hiciera una reducción del precio. -
Escuché a Lauren llegando a la cocina, ella no se había dado ni cuenta. Eché un poco de zumo en dos
vasos, y puse tres tostadas en la tostadora, dos para Lauren y una para mí. Lauren estaba demasiado
ocupada, así que no se enteraba de nada de lo que hacía. Cogí un aguacate y lo partí por la mitad,
extendiéndolo por las tostadas con un poco de tomate, pimienta y aceite. -Tengo a otra compañía dispuesta
a venderme los mismos colchones por la mitad del precio. Podría romper el contrato e irme con ellos.
Me acerqué a la mesa y puse los platos frente a Lauren junto con los vasos, que me miraba con los labios
entreabiertos, y me cogió del brazo para darme un suave beso en los labios, separándose porque tenía que
hablar de nuevo.
-Gracias. Le llamaré mañana para concretar la cantidad. Un saludo. -Colgó y bajé las manos por su pecho al
estar detrás de ella, sintiendo sus manos acariciar mis brazos. Lauren se separó de la mesa y me senté en su
regazo con una pierna a cada lado de las suyas, sintiendo sus manos en mi cintura. -Buenos días. -Me dijo
con una sonrisa, inclinándome para besarla lentamente, buscando un contacto constante con su boca,
separándome.
-Buenos días.. -Rocé su nariz con la mía y sus manos estaban en mi cuello, presionándome para volverme a
besar lentamente, sintiendo cómo su lengua me daba los buenos días, aquella mañana, y no podía empezar
mejor el día.
-Gracias por el desayuno. No sé qué haría sin ti. -Cerró los ojos pegando su frente a la mía y reí, negando.
Me levanté y Lauren cerró el portátil, poniendo todos los documentos encima de este, cogiendo una tostada.
-¿Cómo has dormido? -Preguntó Lauren, aunque esa pregunta la debería hacer más bien yo.
-Genial... -Susurré dándole un mordisco a la tostada, bebiendo un sorbo de la copa de zumo que había en la
mesa. -Y siento cogerte la camisa, es que mi vestido estaba... -Miré por el salón hasta ver el vestido al lado
del sofá. -Justo ahí. -Asentí señalándolo dándole un mordisco a la tostada, sonriendo mirando a Lauren.
-Puedes quedarte todo el día con sólo esa camisa.. -Dijo Lauren, provocando en mí una pequeña risa.
-¿Te gusta? -Me miré y la verdad es que me la había dejado a medio abrochar, así que era una pregunta
algo idiota.
-Mucho... -Asintió Lauren mirando ese mismo hueco entre mis pechos.
-Siento lo de ayer... Ya sabes. -Intenté explicarme echándome el pelo a un lado algo vergonzosa. -¿A qué te
refieres? -Frunció ella el ceño y bebió de su copa, limpiándose los labios con la servilleta.

24
-A que llegue muy, muy pronto. -Suspiré y Lauren esbozó una pequeña sonrisa agachando la cabeza. -Pero
es que fue el primer orgasmo en un año y..
-Por si no te diste cuenta yo también lo hice. Y me parece extraño que no hayas tenido sexo en un año
entero. -Estiró la mano hasta el frutero que estaba detrás de su espalda y cogió un par de uvas,
llevándoselas a la boca.
-No suelo acostarme con la primera que veo. -Me encogí de hombros cogiendo una uva de su mano. -Tengo
que tener una conexión, sentimientos por esa persona.
Lauren se quedó mirándome e inclinó el cuerpo hacia mí.
–Así que, ¿sientes algo por mí? -Jugó con el rabito de la
uva, mientras yo me comía la mía con una sonrisa.
-No sé qué sentir. Sólo sé que quiero estar contigo todo el tiempo, y no separarme de ti. Me atraes, de una
forma y otra encuentro la manera de acabar contigo todo el día. -Confesé jugando con la uva entre mis
dedos.
-Sal conmigo. -Me dijo, y parpadeé un poco porque me pilló por sorpresa. -Sal conmigo, Camila. Quiero
estar contigo, quiero ver qué pasa. Siento cosas por ti y empiezan a ser bastante fuertes, justo como tú. Y se
me hace raro besarte, abrazarte, verte en mi casa sin saber que no eres mi novia. Que no eres mía y no
puedo hacer nada.
Entreabrí los labios para responder pero no podía decir nada, así que me incorporé un poco para besarla
lentamente, apretando los ojos y rodeé su cuello con los brazos.
-¿Eso es un sí? -Asentí con una sonrisa, volviéndola a besar de nuevo.
En ese justo momento, sonó mi móvil y no sabía dónde estaba ya que dejé el bolso por el salón.
-Un momento cielo, ahora vengo. -Me incliné sobre el sofá para coger el bolso y rebusqué en él, cogiendo
el móvil. Cuando miré a Lauren estaba mirándome el culo de forma casi descarada, pero se sonrojó y
volvió a su desayuno. Me reí y descolgué el móvil.
-¿Sí? -Pregunté al teléfono, sentándome delante de Lauren.
-¿Dónde estás? Llevo toda la noche llamando a casa. -Sofi me recriminaba al teléfono.
-Oh, perdona, creía que la hermana mayor era yo. Y, no, no estoy en casa, ya te dije ayer que me iba. ¿Qué
quieres? –Fruncí el ceño quitándole la uva a Lauren.
-Nada, sólo me preocupaba por ti. -Hubo un silencio entre las dos hasta que volvió a hablar. -¿Qué tal fue?
¿Estás con ella? ¿Te la has tirado?
Miré a Lauren que observaba mi rostro totalmente perplejo por lo cotilla que era Sofi.
-Bien, sí y sí.
-OH DIOS MÍO MILA -Se escuchó a mi hermana a través del teléfono y lo separé de la oreja, y aun así se
escuchaba a Sofi gritando, hasta lo escuchó Lauren que se quedó mirándome soltando una carcajada. -
¿Cómo es?
-Te diría cómo es en la cama, pero resulta que la tengo enfrente. -Reí mirando cómo Lauren alzaba las
cejas.
-Por mí puedes hablar, aceptaré las críticas. -Dijo Lauren bebiendo de la copa, cogiendo otra uva para
llevársela a la boca.
-Está bien, te contaré.
-SÍ. -Respondió Sofi tras el teléfono.
-Es sexy. Dominante. Intimidante. Y es muy, muy buena en el sexo, llevabas razón. -Me comí una de las
uvas que estaba probando Lauren y le sonreí, como respuesta a esa sonrisa pícara que estaba mostrando. -Y
sí, estoy llevando una de sus camisas de ejecutiva.
-Qué braguetazo has dado. Y me tienes que explicar el sexo lésbico, ¡no acabo de entenderlo! -Sonó
frustrada tras el teléfono.
-Sofi cielo, busca porno lésbico en google y te saldrá. -La cara de Lauren estaba entre horrorizada y la risa.
-Cielo, tengo que dejarte, en casa hablamos. Te quiero.
Y colgué. Dejé el móvil en la mesa y vi cómo Lauren se apoyaba en la mesa con los brazos
cruzados. -O sea que soy dominante y buena en el sexo. ¿Te molesta que sea dominante? -Preguntó
ladeando la cabeza, y negué. -Así que, te gusta que te dominen. -Me encogí de hombros con una
sonrisa.

25
-Me gusta que tú lo hagas. -Dije volviendo a sentarme encima de ella, besándola de forma lenta, pausada,
húmeda, jugando con su lengua muy muy paulatinamente, casi fundiéndome con ella. Sus manos bajaron
por mi espalda hasta mi trasero, que, justo cuando iba a apretar sonó su teléfono.
-Perdón. -Dijo Lauren, suspirando y cogiendo el móvil a duras penas. -¿Sí? -Me incliné para besar su cuello
mientras hablaba, pasando las yemas de los dedos por este lentamente. Dejé escapar la lengua entre mis
labios para probar unos centímetros de su piel, escuchando el suspiro de Lauren al notar mis besos. -Ya...
Bueno, pídale el presupuesto a mi secretaria o al.. -En aquél momento mordí el cuello de la morena que se
quedó en silencio. -Al director ejecutivo. Muchas gracias por su llamada.
Lauren colgó y tiró el teléfono en la mesa, cogiendo mi cara entre sus manos para hacer un beso más lento,
largo, profundo y mucho más húmedo que los anteriores. Mis caderas comenzaron a moverse lentamente,
rozándola de forma provocativa, mordiéndome el labio al separarme porque a decir verdad, aquellos
movimientos la eran bastante... Sugerentes, por decirlo de alguna manera.
Justo cuando iba a volver a besarla, fue mi teléfono el que sonó.
-Mierda. -Susurré alargando la mano para coger el teléfono. Justo sentí las manos de Lauren apretar mi
trasero contra ella y suspiré mordiéndome el labio, apretando los ojos al descolgar. -¿Sí?
-Camila, soy Scott. -Escuché la voz del enfermero ayudante del doctor Parker. -Tengo una urgencia y sé
que es tu día libre, pero necesito tu ayuda.
-¿Qué ocurre? -Fruncí el ceño mientras la cara de Lauren estaba entre mis pechos, mordiendo la piel que
quedaba entre ellos y provocando que agachase la cabeza soltando un suspiro.
-¿Recuerdas a Cristine Fawler? ¿Tu paciente? -Escuché la voz a través del teléfono y a la vez sentía los
dedos de Lauren rozar mi sexo por encima de la ropa interior.
-Dios mío... -Susurré en bajo por la mano de Lauren, moviendo la cadera contra su mano lentamente. -
Digo.. Sí, sí que la recuerdo..
-Pues ha despertado. ¿Qué hago? ¿Qué tengo que hacer? -Preguntaba el enfermero.
-Tú sólo... Hazle un chequeo para... -Me humedecí los labios y eché la cabeza hacia atrás. -Comprobar que
todo esté bien y ya...
-Pero...
-Scott me pillas en mal momento, llámame luego. -Colgué inclinándome para besar a Lauren mientras mis
caderas se movían cada vez más rápido contra su mano, y pude ver la sonrisa de la morena en el rostro. -La
doctora Cabello está muy solicitada.. -Susurró en bajo, dándome con la lengua en el labio inferior pero sin
dejar de mover los dedos por encima de mi ropa interior.
-La doctora Cabello ahora no está. -Susurré acomodándome encima de ella para poder moverme mejor. -
Ahora está Karla. -Me mordí el labio suavemente y comencé a balancear las caderas contra su mano
soltando un jadeo por la presión que ejercían sus dedos contra mi entrada, y mis manos se aferraban a su
cuello. Su mano se coló por debajo de mi ropa interior y... Sonó su móvil. Lauren estiró el brazo y yo lo
agarré con fuerza. -Te juro que si coges ese móvil te mataré. Lauren me miró un momento y soltó el
teléfono, volviendo a sumergir su mano bajo mi ropa interior, moviéndose de forma lenta, casi
desesperante.
-¿Cómo se siente eso? ¿Uh? -Me daba besos por el cuello al estar inclinada contra uno de sus hombros
mientras mis caderas se movían en busca de más fricción.
-Cállate. -Le dije con un gruñido frustrando, sintiendo cómo Lauren entraba en mí y lo único que pude
hacer es soltar un jadeo de alivio al notarlo.
-¿Y cómo se siente ahora? -Sus dedos iban rápido y tuve que apretar el borde de la silla tras sus hombros,
gimiendo contra su oído.
-Mierda Lauren.. -Mordí su cuello sin dejar de mover las caderas lo más rápido que pude.
Sus manos recorrían mi espalda bajo la camisa, acariciándome a su antojo mientras con la otra mano no
cesaba de embestirme y tenía que controlarme para no gemir y darle ese placer de tenerme muriéndome
cada vez que me tocaba. Eché la cabeza hacia atrás y arqueé la espalda, sin dejar de mover las caderas
contra sus dedos y sintiendo la boca de Lauren atrapar mis pezones a través de la camisa, dejándolas algo
mojadas por su saliva, provocando que mi cuerpo comenzase a tensarse. Lauren buscaba mi boca para
besarla, pero sus besos no eran correspondidos, me quedé con los labios entreabiertos contra los suyos que
sonreían de la misma forma, sabiendo lo que estaba provocando en mí. Apreté la mano en su cuello hasta
que colapsé, soltando un gemido que había estado reteniendo bastante tiempo entre gemidos que parecían
quejidos y jadeos.

26
Tras un minuto escaso, aparté el rostro del de Lauren permaneciendo abrazada por ella que me miraba con
una sonrisa.
-¿Sabes lo sexy y adorable que eres cuando te corres?
Me levanté con una sonrisa subiéndome la ropa interior delante de ella, de pie entre sus piernas,
abrochándome la camisa lentamente.
-No, no lo sabía. -Sonreí inclinándome para besar sus labios, pero me incorporé de nuevo para coger un
vaso de zumo y darle un sorbo.
-¿Te has dado cuenta del hecho de que eres mi novia? -Me quedé mirándola un momento y asentí
esbozando una sonrisa por fin.
-Nos acostumbraremos a ese término, aunque ahora me suene rarísimo. -Arrugué la nariz y reí, mirando mi
vestido tirado por el salón. -¿De verdad no estuve tan mal anoche? -Fruncí el ceño con una pequeña
sonrisa, viéndola levantarse de la silla negando.
-¿Por qué estás tan obsesionada con eso? Si me quedé dormida después de hacerlo es porque me dejaste
agotada. -Rio ella, y no pude evitar sonreír abrazándola por la espalda, dándole un beso en la nuca. -Karla,
eres adorable.
***
Lauren's POV
Camila estaba liada con unos asuntos y, su coche no estaba porque lo tenía en el hospital, así que me había
pedido que llevase a Sofi a casa de unos amigos en Orange County. Esperaba en el coche a que saliera,
mirando al frente porque no sabía cuánto iba a tardar. En realidad, no conocía ni a su hermana pero estaba
en la puerta de su casa, así que no había problema.
Tras unos minutos, una chica morena, igual que su hermana en el físico pero en el rostro era diferente. Las
dos latinas pero preciosas. Al verme, Sofi se quedó mirándome a través de la ventanilla del coche sin
moverse. Bajé la ventanilla y me asomé un poco.
-¿Sofi? -Pregunté por si no era ella, pero asintió. Sonreí y abrí la puerta. -Tu hermana me ha pedido que te
lleve, ella está trabajando.
Sofi no podía articular palabra, así que dejó su bolso en el asiento trasero y se sentó a mi
lado. -Joder, eres Lauren Jauregui. -Me reí un poco y fruncí el ceño, arrancando el coche.
-¿Por qué lo dices así? Sí, soy Lauren. -Giré el volante mirando por el retrovisor para salir del
aparcamiento, con una mano en la palanca de cambios.
-Lo sé. Pero sales en todas las revistas con Kaylee, o salías. Ahora sales sola, pero sales. -Me señaló y lo
pude ver de soslayo, saliendo del aparcamiento con facilidad para tomar la carretera.
-Esas revistas son una mierda, no las leas. -Le dije negando, con una mano en el volante y la otra en la
palanca. Me había remangado las mangas de la camisa para estar más cómoda.
-De todas formas, ahora eres la novia de mi hermana. Estoy flipando. -Sonrió y yo también lo
hice. -Mi hermana me dijo que eres buena en el sexo. -Me encogí de hombros y giré el volante. -
Exagera.
-Camila nunca ha dicho eso de nadie, créeme. Y me sé todas sus relaciones. -La chica miraba el móvil y
fruncí el ceño con una sonrisa.
-¿No eres un poco cotilla tú?
-Puede. Ella me cuenta sus cosas y yo le cuento las mías. ¿Qué te gusta tanto de
Camila? -¿Por qué lo preguntas? -Seguí conduciendo mirando al frente.
-No pareces el tipo de chica que lo tira todo y se muere por una tía, ¿sabes? Ellas se mueren por ti.
-Ya, pero es que tu hermana es un conjunto de todo lo bueno que puede haber en el mundo. -Respondí
simplemente, mirándola en un semáforo. -¿Por qué te interesa tanto el sexo lésbico?
-No sé... Supongo que mi hermana nunca quiso contarme nada, y no sé nada sobre su condición sexual en
ese aspecto. -Jugó con el móvil mirándome con media sonrisa.
-Bueno, pues... Es algo más húmedo que el sexo con un chico. No sé cómo explicártelo. Es mejor que con
un chico seguro.
-¿Cómo lo sabes, si no has estado con ningún chico?
-¿Y tú que sabes? -Me giré a mirarla, aparcando en la casa de sus amigos. -Pásatelo
bien. -Lo haré, no os preocupéis. Y gracias por traerme, Lauren.
Sonreí y dejé que se fuese

27
Capítulo 7

Camila's POV
Una de las cosas buenas de tener a Sofi en California es que podía salir con ella y así me sentía menos sola.
Además, podía hablar con ella de lo que quisiese a cualquier hora del día. En aquél sábado se podía oler ya
el verano, podía ver cómo la calle estaba repleta de gente y, Santa Mónica no era una excepción. Estaba
todo lleno de gente, chicos musculosos y personas en patines que recorrían la playa desde Malibú al muelle.
Sofi y yo habíamos salido a correr aquella mañana, shorts, camiseta de tirantas y aquellas deportivas nos
acompañaban bajo las palmeras de Santa Mónica.
-Entonces... ¿Vas a dejar la carrera? -Dije con la respiración agitada, escuchando la de Sofi a mi lado
mientras corríamos mirando al frente.
-Sí. No quiero seguir haciendo algo que no me gusta. -Tenía la respiración algo alterada y giró la cabeza
para mirarme.
-¿Qué vas a hacer? -Seguíamos corriendo, moviendo los brazos al ritmo que mis piernas
corrían. -Medicina. -Respondió Sofi. Me paré en seco y abrí los ojos, respirando aún más fuerte.
-¿¡Qué!? -Dije con las manos en la cintura, comenzando a sonreír. Sofi se giró a mirarme y asintió,
acercándose a mí.
-Me gusta. Y quiero ser tan buena como tú en ayudar a la gente. -Suspiró y nos abrazamos en mitad de todo
el mundo, con la gente en patines, bicicletas pero a nadie parecía importarle.
-Vas a ser incluso mejor que yo, cielo. -Le di unos cuantos besos por las mejillas y me separé con una
sonrisa, volviendo a correr con ella.
Nunca había pensado que Sofi iba a hacer medicina, pero la verdad es que me emocionaba haber inspirado
de aquella forma a mi hermana.
-¿Cómo te va con Lauren? -Preguntó ella con la respiración agitada. Sonreí al escuchar la pregunta y me
encogí de hombros como respuesta, aunque ella me miró de nuevo alzando las cejas esperando una
respuesta.
-El otro día me llevó el almuerzo al hospital. -Sonreí mientras corría mirando al frente, y pude ver cómo
Sofi alzaba las cejas. -Es como, no sé.
-Sí sé, es como Christian Grey y tú eres su Anastasia. -Fruncí el ceño negando y reí, sin aminorar la
marcha.
-No es como Christian Grey. -Le dije riendo.
-Oh, venga ya, Mila. -Suspiró negando. -Es extremadamente educada. Es dueña de una cadena de hoteles,
tiene esa mirada que no se aparta de ti hasta que le digas lo que quieres y además es buena en la cama. -Eso
no quiere decir nada. -Le dije negando, corriendo algo más rápido.
-¡Eh! Sólo te estoy diciendo que es como.. Un "caballero"? -Terminó la frase en pregunta y reí al
escucharla.
-Sí, se podría decir que se comporta así. -Asentí corriendo un poco más rápido intentando controlar la
respiración para no perder el ritmo.
-¿Has visto la película, Mila? Él es.. -Respiraba agitada y tomaba aire mientras corríamos. -Atento,
educado, algo distante pero con ella es encantador sin perder ese punto frío. -Los pelos de la nuca se me
erizaron. Sí, Lauren era así. Pero esto no era una simple película, esto era la vida real.
Sentí un roce en el brazo y giré la cabeza viendo pasar a Lauren a mi lado con los cascos puestos
mientras corría. Giró la cabeza un poco y me vio, pero volvió a mirar al frente para reaccionar de nuevo y
pararse en seco quitándose los cascos.
-¿Camila? -Tenía la respiración agitada. Llevaba puesta una camiseta transpirable de color blanco y unos
shorts deportivos negros. El sudor recorría su cuello, que podía verse al llevar el pelo recogido, y su pecho
subía y bajaba al igual que el nuestro. Sonreí en el instante en el que pronunció mi nombre.
-¿Qué haces aquí? -Corrí un poco hacia ella y puse las manos en sus caderas poniéndome de puntillas para
darle un beso suave, que ella respondió con las manos en mis mejillas.
-Hay que cuidarse, ¿no? -Frunció el ceño y sonrió, y yo respondí con una pequeña risa asintiendo. Lauren
levantó la mirada hacia mi hermana y se acercó a ella tendiéndole la mano, cosa que me hizo reír.
-Cielo, no es un cliente. -Puse la mano en su brazo y Sofi se acercó a darle dos besos, cosa que provocó
ciertas risas.

28
-Lo siento, soy demasiado... Educada y correcta algunas veces. -Se disculpó ella con media sonrisa,
quitándose con cuidado el móvil que llevaba en el brazo. Me quedé mirándola un momento y Sofi rio. -
Bueno, yo debería irme. -Dijo Sofi con una sonrisa.
-¿De verdad no quieres quedarte? Iba a invitaros a comer. -Dijo Lauren con el ceño fruncido, poniendo una
mano sobre la parte baja de mi espalda. Sofi negó.
-No, además he quedado con Stephen para comer. Gracias de todas formas, Lauren. -Le agradeció ella
acercándose a mí para besar mi mejilla.
-Ten cuidado, vale. -Le cogí la cara entre las manos esperando que me escuchase. -Come bien, hay dinero
en mi bolso y ponte guapa. -Le quitaba una mancha del desayuno que tenía en la comisura del labio. Sofi
arrugó la nariz y rio, asintiendo a todo.
-Vale, mamá. -La abracé fuerte dándole un beso en la cabeza, sintiendo sus brazos estrecharse alrededor de
mi cuerpo. Tras aquél cálido abrazo la solté, viendo cómo Lauren estaba a mi lado con las manos a la
espalda, sonriendo. -Cuídala, -señaló a Lauren con una sonrisa y le dio un beso en la mejilla.- Y gracias por
la oferta.
-Pásalo bien, Sofi. -Dijo Lauren viendo cómo mi hermana pequeña se alejaba hasta llegar al coche, y yo
miré de nuevo a Lauren.
-A lo que me refería es, ¿qué haces tú en Santa Mónica? -Rodeé su cuello con los brazos y ladeé la cabeza,
dándole suaves besos en los labios que ella respondía y sus manos se posaban sobre mis caderas.
-Te dije que no todos son sitios reservados y fiestas de lujo. -Susurró alzando una ceja, fundiéndonos en
otro beso más suave, más lento, más nuestro. Lauren se separó de mí y me dio un pequeño beso en la nariz,
provocando que cerrase los ojos. -Vamos, te invitaré a comer.
En ese instante, Lauren echó a andar y estiró el brazo hacia a mí con la mano abierta, esperando que yo la
cogiese. Aquellos pequeños gestos, empezaban a consagrar nuestra relación que iba bastante lenta, a
pequeños pasos.
Tomé su mano y enlacé mis dedos con los de Lauren, caminando a su lado y poniendo una mano en su
brazo, como si quisiese abrazarle el brazo.
-¿Cómo te ha ido esta semana? –Preguntó Lauren, acariciando mis dedos con los suyos lentamente
mientras caminábamos.
-Bien, genial. ¿Recuerdas el día que me llamó Scott, el enfermero y estábamos... Ocupadas? -Me sonrojé al
decir aquello, y Lauren rio.
-Sí, lo recuerdo.
-Me llamó porque una de mis pacientes que estaba a punto de morir, despertó. ¿No es increíble? -Me mordí
el labio y Lauren sonrió agachando la cabeza.
-Tienes un don. -Giró la cabeza hacia mí, antes de abrir la puerta del restaurante al que íbamos a entrar,
Lemonade.
-No tengo ningún don... No hice con ella lo que hice contigo. -Respondí soltando su mano para sentarme
frente a ella en la mesa. Sonrió y volvió a negar.
-No hace falta. Estar cerca de ti siempre te hace sentir diferente. Haces mejor a los demás. -Me quedé en
silencio un momento, sin saber muy bien qué decir. Me eché un poco hacia adelante y puse la mano en su
mejilla, besando lentamente a Lauren, separándome para dejar pequeños besos cortos y seguidos en sus
labios.
Pedimos el almuerzo y en poco llegó. Una ensalada variada de gambas y pasta, y dos sándwiches.
-¿De qué es tu sándwich? -Pregunté mirando que iba a darle un bocado justo cuando le hablé. Yo ya tenía
el mío en la boca y lo estaba saboreando con una sonrisa.
-Pollo, pepino, tomate, lechuga, mayonesa y sésamo. ¿Quieres probarlo? -Alzó una ceja sonriendo y bebí
un poco de limonada.
-A ver.. -Me incorporé y le di un mordisquito, saboreándolo porque estaba bastante bueno. -Está
genial. -¿De qué es el tuyo? -Empezó a comer por fin y lo miré.
-De salmón, crema agria, pepino, tomate y pan de centeno. -Le di otro mordisco y le ofrecí un poco. -
¿Quieres? -Lauren cogió mi sándwich y le dio un mordisco, asintiendo mientras se ponía una mano en la
boca. -Tienes buen gusto.

29
.
Reímos mientras comíamos. Lauren me contaba cómo había pasado los últimos días con todo detalle,
porque casi ninguna de las dos teníamos tiempo para explayarnos en nuestras conversaciones de WA, pero
siempre sacábamos tiempo para decirnos algo bonito.
-Debería llevarte conmigo esta noche. -Le dije comiendo un poco más del sándwich, chupándome el dedo
que tenía manchado de crema agria.
-¿A dónde? -Lauren frunció el ceño terminándose el sándwich y bebiendo de aquella limonada que nos
habían puesto en vasos de plástico y pajitas.
-A sitios que no son exclusivos y que a mí me gustan.
***
Cogí mi bolso rápido, porque Lauren acababa de llamar al timbre. Unos jeans ajustados, crop top negro y
unos tacones del mismo color acompañaban el pelo suelto aquella noche. Lauren estaba dentro del coche y
abrí la puerta, entrando con una sonrisa. Ella llevaba una chaqueta de cuero, una camiseta blanca y los jeans
negros.
-Tú y esa cazadora de cuero deberíais ser ilegales. -Dije cogiéndola del cuello de la chaqueta para acercarla
a mí y darle un beso, notando su mano en la piel libre entre el crop top y los jeans.
-Si hablamos de ti no salimos de este coche. -Las dos reímos y arrancó, comenzando a
conducir. Lauren conduciendo era algo demasiado atractivo. Estaba seria concentrada en la
carretera, con una mano en la palanca de cambios y la otra en el volante, mirándome a ratos con
una sonrisa. Mi mano estaba sobre su rodilla y miraba al frente, indicándole por dónde tenía que
ir hasta que encontramos el sitio.
Era pequeño, entre callejuelas de Los Ángeles pero, siempre se comía genial. Salimos del coche y esta vez
fui yo la que cogió de la mano a Lauren, entrando en aquél pequeño bar en el que servían miles de
hamburguesas. Tenía todas las paredes pintadas con rotulador, fechas, nombres, ciudades, frases... Todas
con significado.
-Dos hamburguesas de ternera con chili, por favor. -Pedí en el mostrador y nos fuimos a la mesa, viendo
cómo Lauren miraba a su alrededor.
-Wow. Este lugar es muy curioso. -Dijo ella, bebiendo de la cerveza que le habían puesto delante. -Mucha
gente ha venido aquí y ha dejado su huella, ¿sabes? Es increíble. -Dijo ella mirando la pared, sonriendo.
Justo en ese instante el camarero no puso las dos hamburguesas de chili delante, y Lauren abrió los ojos. -
¿Qué es esto? -No pude evitar soltar una pequeña risa.
-Eso dije yo también la primera vez. Es una hamburguesa de ternera desmenuzada y chili. -No tenía muy
buen aspecto. Era una salsa espesa, marrón con tropezones que eran frijoles y carne, pero merecía la pena
probarlo. Lauren la cogió con cuidado y dio un buen bocado, frunciendo el ceño y me miró. Le había
gustado porque volvió a morder la hamburguesa otra vez más. -¿Te gusta? -Ella asintió con la boca llena y
manchada de salsa. Cogí una servilleta y estiré el brazo para limpiarla, aunque de poco sirvió porque con el
tercer bocado volvió a mancharse.
Y así cenamos. Lauren me contaba cómo también era de Miami, que tenía dos hermanos y le gustaba hacer
deporte. Bocado tras bocado, nuestras cervezas y bocadillos fueron menguando hasta que sólo quedaron
botellines vacíos y servilletas manchadas encima de la mesa.
-Esto estaba realmente bueno, pero, de verdad. -Señaló los restos y las servilletas sucias, riendo.
-Me alegro que te haya gustado. -Dije echándome el pelo a un lado. Lauren cogió un rotulador que había
encima de la mesa y miró la pared un momento. Retiró el servilletero que estaba pegado a esta y encontró
un espacio libre, mirándome.
-¿Qué quieres que ponga? -Me mordí el labio suavemente y me encogí de hombros.
-No sé, lo que quieras.
Lauren se giró y comenzó a escribir en la pared, pero no podía verlo porque su mano estaba encima.
Cuando terminó, me miró y dejó el rotulador en la mesa.
"Heaven is a place on earth with you, C" - L J.

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No dijimos nada, simplemente nos levantamos y su brazo rodeó mis hombros, quedando así pegada a ella.
Mi brazo rodeó su cintura con cuidado y Lauren me miró, lo que hizo que nos volviésemos a besar
lentamente, pero sin dejar de caminar. Sus labios se habían pegado a los míos en un beso bastante lento y
suave, del que nos separamos sólo cuando llegamos a la entrada del club al que quería llegar. La música
sonaba alta y Lauren parecía algo descolocada, no solía ir mucho por allí, pero a mí me parecía algo
adorable.
Nos acercamos a la barra y vi que Lauren aún llevaba puesta la chaqueta, así que, sentada en un taburete y
un poco más alta que ella, que estaba de pie, le quité la chaqueta metiendo la mano por sus hombros y
observé cómo se ajustaba a su cuerpo aquella camiseta blanca. Se recogió el pelo en una coleta, al igual que
yo y tomó el vaso que le habían servido.
-¿Qué es? -Negué a su pregunta porque no iba a decírselo y choqué mi vaso contra el suyo. Tomamos el
primer trago a la misma vez y Lauren se relamió mirándome. -Vaya, está muy bueno. Lo que pasa es que
no acostumbro a beber mucho. -Dijo mirando su vaso, dándole otro sorbo.
Así, entre besos profundos, húmedos y lentos y sorbos de un cóctel tan dulce que no parecía acabarse,
Lauren comenzaba a tener las mejillas rosadas. Sólo bebimos un chupito de tequila, y aunque yo me había
bebido algo más que ella, las únicas consecuencias que tenía era una ligera chispa de risa idiota. Pero
Lauren estaba borracha, muy borracha. Mientras bailábamos se había quedado abrazada encima de mí.
-Es hora de irse a casa, Lauren. -Dije cogiéndola por la cintura mientras ella se apoyaba en mí y llevaba la
chaqueta en la mano con la cabeza en mi cuello. Intentaba sujetarla pero Lauren pesaba mucho para la
fuerza que yo tenía, así que, a tropezones, después de media hora de camino llegamos a mi apartamento.
La tumbé en la cama mientras ella lo miraba todo con el ceño fruncido, y yo intentaba quitarle el
pantalón. -Camz... -Me llamaba, tocándome el brazo.
-Dime, cielo. -Dije sacando el pantalón como podía, porque se removía en la cama para darse la vuelta y
queda boca abajo en el colchón.
-Hagamos el amor. -Susurró con la voz lenta, pesada, sus palabras se arrastraban. Levanté la cabeza cuando
por fin logré quitarle el pantalón y negué con una suave risa.
-No, hoy no hay sexo. A dormir. -Ella se quejó y mientras yo me quitaba el pantalón y los tacones intentó
levantarse, fallando en el intento. -Eh, eh.. -La tumbé de nuevo y me quedé sentada a su lado al borde de la
cama, observando su gesto. Soltó un quejido y logré hacer que me mirase para que estuviese un poco más
centrada, dándole un beso suave en los labios.
-Te quiero.. -Susurró en bajo. Mi corazón dio un vuelco y comenzó a latir tan fuerte que creía que Lauren
lo iba a notar contra su pecho, pero ella había caído dormida.
-Y yo a ti.. -Murmuré separándome un poco, observando cómo Lauren casi no era consciente de lo que
acababa de decir.
Me tumbé a su lado y le acaricié suavemente la mejilla por un momento, hasta que yo también me quedé
dormida.
***
Lauren's POV
Un olor a sopa llegó a mi nariz y abrí los ojos lentamente. Camila estaba sentada a mi lado en la cama con
un libro en las piernas. Al otro lado, un cuenco de sopa humeante con picatostes de pan me esperaba.
El pelo de Camila estaba suelto, aún liso por la noche anterior, dejando su cuello libre y en pijama. -Buenos
días. -Dijo ella con voz suave, bastante agradable. Sonreí levemente y me incorporé, apoyando la cabeza en
su pecho para mirar el libro.
-¿Qué lees? –Fruncí un poco el ceño ya que mi voz era más ronca de lo normal.
-Si decido quedarme. -Me quedé en silencio un momento con los ojos cerrados encima del pecho de
Camila, simplemente relajada, sintiendo a la morena estar allí conmigo.
Tras un rato, me incorporé de la cama y justo cuando iba a salir de la habitación, escuché la voz de
Camila. -¿Recuerdas algo de anoche? -Me giré al escucharla y negué lentamente.
-Sólo... A ti quitarme los pantalones, creo. -Fruncí el ceño y reí, saliendo de la habitación. Era un
apartamento bastante acogedor, grande para lo que era un apartamento pero nada comparado con mi casa.
Justo cuando encaminaba el pasillo al baño, Sofi estaba al final de este. Nos quedamos mirándonos.
-Uh.. Perdón, no sabía que estabas aquí. -No sabía qué hacer así que opté por darme la vuelta.
-No, no importa Lauren. -Dijo ella con una sonrisa al girarme, aunque señaló mis piernas. -¿No tienes
pijama?

31
-Uh.. Eh.. No hicimos nada.
-Lauren, relájate. -Dijo la más pequeña con una risa, pasando a mi lado. -La próxima vez pídele un pijama a
Mila.
Al entrar al baño, me eché un poco de agua en la cara para despejarme, y Camila apareció por la puerta. -Si
no te importa.. -Señaló el lavabo y se puso delante de mí, recogiéndose el pelo en una coleta. Me miró a
través del espejo y me sacó la lengua, mientras mis manos rodeaban su cintura y apoyaba la barbilla en su
cuello.
-Eres adorable. -Susurré dándole un beso en la cabeza, separándome para que ella se diese la vuelta. Con
una mano en mi cuello, comenzamos a besarnos contra el lavabo, y su lengua se coló en mi boca, aunque
iba a llevar yo el control del beso. Acaricié su lengua con la mía todo lo que podía y justo en ese momento
pasó Sofi que iba a entrar al baño pero se dio la vuelta y siguió hasta su habitación.
-Es mucho mejor tu casa. -Entrecerró los ojos rompiendo a reír. La miré un momento mientras nos
quedábamos en silencio, parándome a observar sus labios, sus ojos, cada detalle de ella.
-¿Qué? -Preguntó en un susurro mordiéndose el labio, mirándome algo
tímida. -Te quiero.

Capítulo 8

Camila's POV
Suspiré observando el horario de consulta que tenía, y que me estaba amargando la tarde entera. Estaba en
la zona de urgencias de la parte de maternidad y cada caso era uno nuevo. Miré el papel y abrí la puerta de
la consulta, viendo a Normani con su pequeña tripita de tres meses de embarazo. Al lado, Lauren mirando a
su alrededor con un semblante bastante extraño.
-¿¡Camila!? -Dijo Normani levantándose para ir hacia mí, mientras me abrazaba con una sonrisa. Me tenía
cariño por haberle dado la noticia de su bebé, y pude ver como Lauren aparecía por detrás.
-¿Estás en todos sitios en este hospital? -Preguntó con cierta burla frunciendo el ceño, entrando en la
consulta y cerrando la puerta.
-Hola a ti también. -Entrecerré los ojos y sentí sus manos rodear mi cintura para darme un suave beso en los
labios, seguido de otro aunque me separé. -No más besos, que ni me has saludado. -Lauren rodó los ojos y
miró a Mani.
-¿Tú te crees que yo merezco esto, Mani? -Negó mirándola.
-Sí. Te mereces que te deje sin sexo un año. -Me separé de Lauren y reí, haciendo que se sentasen las dos y
yo tras la mesa.
-¿Por qué estás aquí? ¿Y qué hace Lauren contigo? -Señalé a la morena que parecía algo ofendida por lo
que había dicho.
-Es que es la primera vez que vengo al ginecólogo para saber el sexo del bebé, y Jesse estaba trabajando
aquí que.. Me traje a Lauren. -Asentí ante la explicación.
-Como le toques ahí abajo me desmayo del asco. -Dijo Lauren tapándose la frente con una mano.
–No te da tanto asco cuando tocas tú. -Respondí girándome hacia el ordenador, mirando a
Normani. -¿Me dejas tu DNI? -Lauren abrió los labios al escuchar aquello y me reí un poco al
igual que lo hacía Normani. -Claro. -Me extendió su DNI y comencé a teclear sus datos para
registrarlos en el ordenador, marcando algunas casillas seguidas de algunas preguntas a
Normani. -¿Qué estás pensando? -Le preguntó Normani a Lauren, que tenía la vista perdida de
mí.
-Mmh.. -Ella carraspeó y miró el móvil con el ceño fruncido. -No quieres saberlo. Igual Camila sí, pero tú
no. -Me aguanté la risa agachando la cabeza y me levanté, señalando la camilla.
-Vamos, túmbate. -Le indiqué, cogiendo los guantes de látex y me los puse con cuidado.
-Oh, no, en serio, como vayas a tocarle yo me voy de aquí. -Dijo la morena señalando la puerta.
-Primero, no soy ginecóloga así que no voy a tocar nada aunque tampoco es el momento. -Le lancé una
mirada a Lauren para que se tranquilizase. -Levántate un poco la camiseta, cielo. -Dije sentándome en la
silla al lado de la camilla, mientras Lauren se movía nerviosa.
-¿Qué vas a hacer si algún día Camila se queda embarazada? -Normani se subió la camiseta, dejando ver su
tripa abultada y miré a Lauren soltando una risa.

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-No sé.. Quizás sería diferente. O no, no sé. Dejadme. -Normani y yo rompimos a reír. Cogí el bote de
aquella crema transparente y encendí el monitor.
-Está un poco frío. -Advertí comenzando a echarlo. Pasé el pequeño rulo por su tripa, señalando
la pantalla con la cabeza. -¿Ves eso? Es tu bebé. -Dije sonriendo, parándome en un punto en el que se
podían escuchar los latidos del feto. Normani empezó a llorar y observé cómo Lauren se acercaba para
mirar la pantalla. Moví un poco más el rulo y miré a Normani. -¿Quieres saber el sexo? -Pregunté antes de
decir nada. Ella asintió mientras se secaba las lágrimas.- Es un niño. ¿Qué te parece? -Sonreí mirando a
Normani que aún lloraba más.

Normani y Lauren salieron de la consulta, pero yo corrí tras ellas con el bolso en el hombro antes de llegar
al ascensor.
-¿Doctora Cabello? -Lauren sonrió y metió las manos en sus bolsillos, sonriendo.
-Cállate, ahora soy Camila. -Dije poniéndome de puntillas para tirar de su chaqueta y besarla lentamente,
separándome con una sonrisa.
-Gracias por todo, Camila. -Dijo Normani sujetándome la mano, y negué con media sonrisa.
-Es mi trabajo, además ahora soy sólo una amiga. -Dije sonriente mientras entrábamos en el ascensor. -
¿Dónde vais ahora?
-Yo voy a casa, tengo que hacer reposo. -Hizo una mueca saliendo del ascensor, mientras la mano de
Lauren rodeaba mi cintura y me pegaba a ella. -Os veo otro día, chicas. -Se despidió con la mano y salió
por la puerta del hospital, y yo salí con Lauren.
-Vine con ella en su coche, así que... -Me miró ladeando la cabeza un momento.- ¿Quieres venir a casa?
Tengo sushi, no sé, relajarnos.. -Sonrió Lauren pasándose la lengua por el labio inferior, viperina. Sus
manos bajaron por mi cintura y alzó las cejas esperando una respuesta.
-Pero como es mi coche, conduzco yo. -Asentí entrecerrando los ojos, rodeando su cuello con los brazos
para darle un beso lento, pausado, separándome al segundo dejándola con ganas de más.
Llegamos al coche y, obviamente no era uno de esos Ferrari que tenía Lauren, más pequeño y normalito.
Lauren me miraba con el ceño fruncido mientras yo arrancaba y reí achicando los ojos mirando la carretera.
-¿Qué te pasa? -Dije riéndome, arrancando el coche y girando el volante.
-Nada, sólo me es raro verte conducir. -Dijo la chica riéndose, sin dejar de mirarme.
-Bueno, no es raro, así es como vengo todos los días a trabajar. -Respondí encogiéndome de hombros,
mirando por el retrovisor y estando atenta a todo.
-Ya pero, me es raro porque nunca te he visto. -Dijo acomodándose en el asiento, mientras yo tomaba el
camino hacia la casa de Lauren.
-Me gusta más que conduzcas tú. -Dije parándome en un semáforo.
-¿Por qué? -Lauren frunció el ceño de nuevo.
-Porque así puedo mirarte todo el rato. -Giré la cabeza hacia ella y me incliné para besarla de nuevo.
Cuando llegamos a su casa, Lauren llamó a un japonés para pedir sushi y mientras nos sentamos en el sofá
con alguna que otra copa de vino. Sorbo tras sorbo, Lauren y yo conversábamos, y a la vez, nos robábamos
algún que otro beso que duraba más de un minuto con su lengua buscando la mía. El sushi llegó, y en casi
media hora nos habíamos terminado el sushi de salmón, atún y langostinos.
Lauren se llevó un trozo a la boca y la salsa le goteó encima de la camisa.
-Mierda. -Susurró la morena, dándose con un trapo en la camisa.
Retiré la mesa del sofá y me coloqué encima de Lauren con una pierna a cada lado de su cuerpo, sin apartar
la mirada de sus ojos. Mis manos comenzaron a desabrocharle los botones de la camisa, lentamente,
inclinándome hacia ella para rozar nuestros labios sin llegar aún a besarla, aunque la lengua de Lauren salió
de entre sus labios con esa intención. Me levanté de encima de ella y tiré de su mano, llevándola hasta su
habitación. Lauren se desnudó en un abrir y cerrar de ojos, sentándose en la cama a medida que yo me iba
inclinando sobre ella, dejando besos en sus labios. Sus manos bajaron la cremallera de mi vestido color
salmón, que quedó en el suelo y, me quité los tacones. Con una mano, Lauren me quitó el sujetador y con la
otra me bajó la ropa interior. Aún me sorprendía la habilidad que tenía con eso.
Lauren acabó tumbada y yo encima de ella mirándola mientras me mordía el labio. Las manos de Lauren
recorrían mis muslos y me pegaban contra ella. En realidad, estar encima de Lauren me había dejado
bloqueada. No quería tomar el control de aquello, en realidad no sabía cómo hacerlo con Lauren. Sus
manos habían comenzado a acariciar mis pechos, y un jadeo se escapó de mis labios.

33
-No seas tímida ahora, Camz. -Escuché su voz ronca, y reaccioné. Mis besos bajaron por sus pechos, entre
estos, justo succionando sus pezones y bajando por su estómago dejando un reguero de besos hasta llegar a
su sexo. Mi lengua tocó su clítoris levemente, una, otra y otra vez hasta que mis labios se juntaron con su
sexo y comencé a mover la lengua de forma rápida. Escuchaba los jadeos de Lauren llegar hasta mí, y
cuando levanté la cabeza la vi mirándome con una sonrisa lasciva. Era Lauren la que seguía mandando en
aquello, y aún más al sentir que su mano apretaba mi cabeza para que fuese un poco más rápido, y lo hice.
Mi lengua se removía contra su clítoris de forma rápida y en todas direcciones, apretando los dedos en los
muslos de Lauren. Sus gemidos cada vez eran más roncos, graves y profundos, y su cadera se movía rápido
contra mi boca. Noté cómo sus dedos se enredaban en mi pelo, y pude observar cómo su mano apretaba las
sábanas y tiraba de ellas. La respiración de Lauren comenzó a ser inestable, temblorosa, aguantando los
gemidos mientras uno de mis dedos se coló en su interior lentamente, sacándolo y metiéndolo con cuidado.
Al minuto introduje otro, y Lauren levantó la espalda del colchón para quedar sentada, apretándome la
cabeza contra su sexo y por lo que pude notar contra mis dedos y por el fuerte gemido que soltó, llegó al
orgasmo.
Levanté la cabeza y aún estaba algo traspuesta por el orgasmo, pero sonreí porque me gustaba provocar eso
en ella.
-¿Estás bien? -Me mordí el labio suavemente y la escuché reír, abriendo los ojos.
Me tumbó en la cama y ella se puso de lado con el brazo apoyado en la almohada, acariciándome el pelo.
Sus labios presionaron los míos y nos fundimos en un beso que, en principio fue lento, suave, dulce.
Mientras sus dedos daban pequeñas caricias en mi pelo, el beso se volvió algo más intenso. Su lengua
entraba y salía de mi boca, buscando algo más, buscando no salir de allí. Succionó mi lengua atrapándola
entre sus labios, subiendo y bajando por esta chupándola lentamente lo que provocó que gimiese en su
boca.
Sentí sus dedos acariciar mi clítoris lentamente y de forma casi instantánea, jadeé levemente contra su
boca, sin dejar de lado aquellos besos húmedos que Lauren me estaba dando. Los dedos de Lauren cada vez
iban más rápido, hasta que los separó y casi me quejé, pero al abrir los ojos lo único que pude ver fue a
Lauren chuparse los dedos anular y corazón mirándome a los ojos, por si no fuera lo suficientemente
excitante aún, aunque eso en realidad no hacía nada de falta porque Lauren había hecho su trabajo
demasiado bien. Dos dedos entraron en mi interior lentamente, y un jadeo más alto salió de mis labios para
chocar contra una sonrisa de Lauren. Sus dedos comenzaron a ir rápido, y mis manos se enredaron en su
pelo para poder besarla y ahogar los gemidos en su boca. Su lengua iba rápido, deseosa de buscar más, de
seguir los besos al ritmo que sus dedos entraban y salían de mí. Apreté los ojos y entreabrí los labios
gimiendo bastante más alto, levantando las caderas contra su mano en busca de más fricción. Con la mano
libre, la bajé hasta tenerla encima de la suya contra mi entrada y apreté más fuerte, arqueando la espalda y
apretando la mano en su pelo. Su mano se movía como quería, rápido y fuerte en mi interior hasta donde
sus dedos la dejaban, con el pulgar acariciaba mi clítoris, susurrándome cosas al oído que simplemente
hicieron que llegase al orgasmo y estallase en gemidos contra su boca, abrazándome a ella fuerte para
intentar controlar el placer que estaba sintiendo en aquél momento.
-Te quiero.. -Le dije en un susurro, abriendo los ojos para ver la sonrisa de Lauren. Pasó un mechón de pelo
tras mi oreja y me besó, más dulce que antes, pegando su frente a la mía. Ella simplemente me abrazó,
escondiendo la cara en el hueco de mi cuello. Mis manos acariciaban su espalda suavemente, con leves
caricias dadas por las yemas de los dedos, hasta que las dos nos quedamos dormidas.
***
La luz del ventanal entraba y golpeaba fuerte la habitación. Cada rincón quedaba iluminado por el sol, y yo
no quería levantarme. Estaba entre los brazos de Lauren, sintiendo cómo su cuerpo estaba completamente
pegado al mío, y sus manos estaban en mi abdomen.
-Mmh.. Lauren cierra eso.. -Dije en un susurro, girándome para apoyar la cabeza en su pecho estando de
lado, dándole un suave codazo para que se moviese. A regañadientes y gruñidos, se levantó y echó la
persiana de la habitación, volviendo a tumbarse y yo a acurrucarme contra su pecho, adormilándome de
nuevo, pero sonó mi teléfono. Antes siquiera de que pudiese cogerlo de la mesita de noche, Lauren estiró el
brazo y lo cogió.
-Lo siento mucho, Camila está durmiendo con su novia y ahora mismo las urgencias van al médico de
urgencias. -Colgó y dejó el móvil en la mesita de noche, volviendo a abrazarme de la misma forma. -
Gracias.. -Susurré antes de quedarme dormida de nuevo.

34
Capítulo 9

Camila's POV
No sé cuánto había dormido desde las siete de la mañana, pero cuando giré la cabeza eran la una de la
tarde. A mi lado, Lauren no estaba, y a decir verdad echaba de menos despertarme alguna mañana a su
lado, poder abrazarla y quedarme así un buen rato, entre besos y caricias. Suspiré y me levanté poniéndome
la ropa interior, cogiendo una camiseta que parecía vieja de sus cajones y me la enfundé, sujetándome el
pelo en una coleta. Cuando bajé las escaleras casi no me creo lo que veo.
Una niña de unos tres años, lloraba delante de Lauren que intentaba cogerla pero no sabía ni por donde,
porque la niña daba manotazos si ella se acercaba. No paraba de llorar, y fruncí el ceño entreabriendo los
labios porque no sabía qué estaba pasando. La pequeña no se separaba de la puerta, apretando los puños al
llorar. Al ver la cara de Lauren, me acerqué a la niña.
-Hey.. -No paraba de llorar así que me puse de rodillas delante de ella. -Hey Jude, don't make it bad. Take a
sad song and make it better. Remember to let her into your heart, then you can start and make it better. -
Canté con tono suave, y la pequeña dejó de llorar. Alargué la mano hasta mi bolso y Lauren me lo tendió,
sacando una piruleta. -¿Quieres una piruleta? Pero tienes que dejar de llorar, ¿vale? -Le dije. La niña asintió
entre pucheros y cogió la piruleta abrazándose por el cuello a mí. Me levanté con ella en brazos y miré a
Lauren intentando entender algo, pero estaba con la mandíbula en el suelo. -¿Quién es? -Pregunté en un
susurro.
-Mi sobrina.
-Dijo en voz baja. Puse una mano en la espalda de la pequeña y su respiración volvía a ser normal.
Me acerqué a la encimera de la cocina y senté a la pequeña allí, que nos miraba a Lauren y a mí con los
ojos abiertos.
-Mi hermana me la ha dejado hace media hora y, no paraba de llorar. -Dijo mirándome mientras yo le abría
la piruleta. -Se llama Hayley. -Dijo Lauren, y yo le tendí la piruleta a la niña que la cogió con la mano. -
¿Está buena, Hayley? -Sonreí acariciándole la mejilla mientras probaba el caramelo, y asintió.
-No tengo ni idea de cuidar a niños, de verdad, pero le debía el favor a mi hermana. -Frunció el ceño y miró
a la pequeña que nos miraba a las dos.
-Ita. -Señaló a Lauren y esta la cogió en brazos, colocándole bien la camiseta rosa que llevaba.
-Debería comer, ¿sabes? -Dije dejando el bolso en el sofá, ajustándome la coleta.
-¿Y tú sabes que yo no sé cocinar, verdad? -Dijo Lauren, mientras la pequeña le llenaba la cara de babas y
la ponía pegajosa por el caramelo de la piruleta, lo que me hizo reír.
Mientras yo cocinaba, Lauren estaba en el salón con Hayley. La pequeña corría por el salón con su muñeca
en la mano, y Lauren corría detrás de ella intentando cogerla, hasta que lo consigue y la alza dándole besos
por toda la cara.
Al volverla a dejar en el suelo, Hayley le dio la muñeca a Lauren, y se sentó con ella en el suelo, aunque
tuvo que estirarse algunas veces para volver a coger a su sobrina, que quería salir corriendo con una risa
melódica.
Puse los tres platos en la mesa y Lauren cogió a la pequeña en brazos que no se estaba quieta y la sentó en
una silla, aunque tuvo que ponerle dos cojines para que llegase a la mesa.
-Mira, hamburguesas, como las niñas mayores. -Dijo Lauren, cortándole en trozos la pequeña
hamburguesa.
-Toi mayo. -La pequeña frunció el ceño mirando a su tía, y no pude evitar soltar una carcajada. -No
sé si mi hermana me va a matar por darle hamburguesa a la niña. -Susurró en bajo, y reí.
-En realidad es carne de pavo con zanahoria, cebollas y pimiento dentro. Además de que las "patatas" son
zanahorias. -Dije sentándome en la mesa, hablando en bajo. -¿Te gusta?
Hayley había cogido una zanahoria con la mano y la estaba mordiendo, mirando a Lauren con una sonrisa.
-No sé si estoy saliendo con una chica o con Supergirl. Das miedo. -Susurró dándole un mini tenedor a la
pequeña, que empezó a comer de forma algo torpe.
-¿Tengo que recordarte que soy doctora o aún no me has visto en el hospital lo suficiente? -Me encogí de
hombros riendo, empezando a comer uno de los filetes que a estos sí les había añadido patatas.
Mientras comíamos, no paraba de estar pendiente de la pequeña y acercarle la pajita cuando tenía sed, y lo
cierto es que se lo estaba comiendo todo. Si le hubiese puesto verdura en un principio, me las habría
escupido a la cara, pero así ni se estaba enterando.

35
Justo cuando terminó de comer ya quería bajarse de la mesa y Lauren la cogió del brazo negando.
-No, no. ¿Dónde vas? -Frunció el ceño y la cogió en brazos para sentarla en su regazo.
-Icina -Respondió la pequeña cogiendo una patata del plato de su tía, comenzando a mordisquearla.
-Ahora no puedes ir a la piscina porque acabas de comer, y te pondrás malita.
-Claro que puede ir, cielo. Eso es un falso mito. -Reí un poco y di un último bocado al plato, recogiéndolo
todo.
-Y mi madre haciéndome esperar tres horas para bañarme en la playa. -Dejó a la pequeña en el suelo y le
cogió la mano. -Bueno, subo a cambiarla y bajo.
Terminé de limpiar un poco la cocina y, al poco rato, la pequeña en bañador corriendo por el salón y
Lauren en bikini intentando alcanzarla, mientras yo reía.
Tras unos minutos, bajé yo también con uno de los bikinis que me había dejado Lauren y le estaba echando
crema por la espalda a Hayley. La pequeña cogió el bote y apuntó a la cara de Lauren, echándole un chorro
en la cara.
-Te voy a matar. -Susurró mientras su sobrina reía y salía corriendo justo cuando la cogí en brazos.
-Ven aquí. -Le dije a Lauren que se quitaba la crema con las manos y yo, en vez de eso, extendí la poca que
quedaba por su cara suavemente, escuchando el suspiro resignado de la morena.
Lauren se tiró al agua de cabeza y yo entré más despacio, porque tenía a Hayley con sus manguitos en los
brazos. La solté y comenzó a mover los pies por la piscina, y yo me acerqué a Lauren.
-Ven aquí, bicho, que eres un bicho. -Le decía a su sobrina, cogiéndola y mirándome. -Es un demonio. -
Suspiró mirándola. Negué y me acerqué a ella, dándole un beso en los labios que no había podido darle en
toda la mañana, y sinceramente ya me estaba desquiciando no besarla. Fue un simple beso y la pequeña lo
vio. Frunció el ceño mirándome.
-Mi ita. -Se abrazó al cuello de su tía y las dos rompimos a reír, aunque ahora que la pequeña no miraba,
nos fundimos en un beso más lento que el anterior.
Y así pasamos la tarde, con Hayley poniendo de los nervios a Lauren, Lauren corriendo por la piscina, le
salpicaba agua y yo intentando coger a Hayley que se quedaba más tranquila en mis brazos.
Después de duchar y dar de cenar a la pequeña, subimos a la habitación porque quería ver una película que
había traído su hermana. Eligió la Sirenita. Había visto miles de veces esa película con Sofi cuando era
pequeña, y aún, los días de lluvia (que eran bastante pocos en Los Ángeles) seguíamos viéndola. Pero allí
estábamos, yo en medio de Lauren que estaba a un lado de mí y Hayley, que se bebía un vaso de leche con
cola cao de un vaso por la pajita. Atendía a la película sin problemas y parecía estar embobada con ella.
-Mila -Me llamó, me hizo reír porque todo el mundo me llamaba así casi sin saberlo. Me dio el vaso y lo
puse en la mesita de noche.
Cuando salió Sebastián el cangrejo, Hayley saltó en la cama y Lauren se estiró para volver a sentarla,
porque no había manera de parar a aquella niña.
Cuando me quise dar cuenta, tenía a Lauren con la cabeza apoyada en mi pecho durmiendo, y al otro lado
tenía a Hayley hecha una pequeña bola, buscando el calor de mi cuerpo en la cama.
Sonó el timbre y, con cuidado, me levanté entre las dos y bajé al salón a abrir la
puerta. -¿Está Lauren? -No sabía quién era.
-Mmh.. No, soy su novia. ¿Qué ocurre? -Fruncí el ceño.
-Oh, soy su hermana, Taylor. Venía a por Hayley. -Abrí los ojos y sonreí, dándole dos besos a la chica. -
Pues, encantada. Ahora bajo a Hayley, está dormida. -Taylor frunció el ceño, y subí a la habitación.
Cogí con cuidado a Hayley, que se enganchó a mi cuello con un leve quejido, pero no despertó y pude bajar
las escaleras con ella, hasta llegar a Taylor que la cogió en brazos y le di el bolso con sus cosas.
-Gracias, de verdad. -Susurró la chica y yo negué, encogiéndome de
hombros. -No hay de qué.
Cuando subí arriba, Lauren tenía los labios entreabiertos y no se había movido, seguía dormida con una
simple camiseta de tirantes y unos pantalones cortos. Quité las sábanas de debajo de ella con cuidado y la
tapé, metiéndome en la cama con Lauren. Se removió un poco, soltando un quejido idéntico al de su
sobrina.
-Mmh.. -Se giró hacia mi lado y casi me da un manotazo en la cara, que me hizo reír bastante.
-Sh, cielo.. -La abracé con ternura por la espalda, dándole un beso en el hombro y cerré los ojos,
quedándome dormida con Lauren entre los brazos.

36
***
Cuando abrí los ojos, Lauren estaba boca abajo a mi lado y durmiendo como un lirón. Bostecé con una
sonrisa y me coloqué encima de ella, apartándole el pelo de la nuca y comencé a darle besos por los
hombros hasta el oído.
-Lauren... -Susurré en su oreja, dando besos por su nuca.
-Mmmh... -Lauren se removió y yo no dejé de besar su espalda. Se dio la vuelta de golpe y caí a un lado en
la cama, sintiendo sus brazos envolverme contra ella fuertemente. Pegaba bastante calor, la verdad es que
dormir con Lauren en invierno debía ser genial, pero en verano me abrasaba, era un pequeño horno.
-Oh dios mío, qué calor das. -Susurré apartándola un poco. Ella abrió uno de sus ojos y soltó una risa,
quitándome la camiseta con las dos manos.
-Así estás mejor. -Su voz sonaba ronca, como casi siempre cuando se acababa de despertar. Otra vez quedé
sentada sobre su cintura con sólo los shorts puestos.
-¿No será una excusa sólo para verme desnuda, verdad? -Me incliné hacia ella para besarla lentamente,
metiendo las manos por su camiseta hasta sacarla por su cabeza quedándome a pocos centímetros de sus
labios.
-No, qué va. -Rodé los ojos y reí, levantándome de encima de ella.- ¡Oye! ¿No hay sexo matinal? -Se apoyó
en los codos y negué.
-No, hoy no hay sexo matinal. -Me puse de rodillas al borde de la cama.
-Bueno, entonces.. Ven conmigo. -Estiró los brazos hacia mí y yo me tumbé a su lado, pasando una pierna
por encima de las suyas. -Nunca te digo lo importante que eres. -Susurró mirando mi pelo, pasando un
mechón de este tras mi oreja.
-Si lo haces. -Espeté, mirando los ojos de Lauren.
-No, no lo hago. Debería decirte lo que siento en cada momento del día o, darte las gracias por estar
siempre conmigo. Creo que siempre hablamos de cosas sin importancia, el trabajo, no sé. Pero tengo la
necesidad de que sepas cómo me haces sentir, y cómo no sé. No soy buena hablando de mis sentimientos. -
Sonreí un poco y pasé los dedos por su brazo.
-No tienes que decírmelo. Lo sé por la forma en que me miras, en que me rozas, no sé. La forma en que me
tratas. Y prefiero eso, que me lo demuestres, antes que las palabras.
-Si quieres puedo decirte te quiero, muchas veces. Porque para decirte lo que siento.. -Entrecerró los ojos y
rio, y yo sólo pude abrazarla contra mí, dándole un beso tras la oreja.
-¿Quieres saber lo que pienso yo? -Pregunté con una sonrisa, rozando mi nariz contra la piel de
Lauren. -Sí, aunque me de miedo..
-Nunca entendí cómo pudiste tener un accidente de moto y que nadie sepa quién lo hizo, eso es lo primero
que pensé cuando te vi. -Acaricié su espalda y sentí a Lauren tensarse entre mis brazos, pero seguí. -
Luego, pensé que eras fuerte. Eras muy fuerte. Me partía el corazón verte allí todos los días, ¿sabes? Veo a
mucha gente todos los días pero no tan jóvenes, no de una forma tan drástica. Fuiste mi apoyo en cierto
modo, acababa de romper con mi ex y me distraía cuidarte e intentar traerte conmigo, y en algún punto fue
algo profesional, intentar salvar una vida, pero en realidad era mucho más que eso. Tú podías oírme, tú me
escuchabas y eso nadie lo hacía. -Apreté un poco los ojos y me separé un poco para mirar a Lauren, que
tenía un gesto triste. -Y un día tras tres meses, apareciste. Y no había rastro de tus heridas que tanto daño
me hacían, de tus cortes, de tus lesiones, eras la persona que eras antes del accidente. Y sentí que había
hecho algo bien al cuidarte de aquella forma, no merecías quedarte así. Y luego me invitaste a comer, y me
gustaste al momento. Te mentiría si dijese que no me sentí mal al saber que tenías novia, y no quería
meterme en medio de nada. Pero eras tan encantadora, que me costaba estar lejos de ti. Me atraías, y cada
vez soportaba estar menos estar lejos de ti. Cada vez me costaba más resistirme y no pude contenerme. Y
ahora aquí estoy, sin querer separarme de ti un segundo del día, lo que provoca que estemos haciendo el
amor cada vez que podemos y me encanta. Me encanta sentirte tan cerca. -Sonreí, y Lauren metió su mano
bajo mi pelo para darme un beso más lento que los anteriores, separándose para pegar su frente contra la
mía.

37
-¿Ves? Yo dos frases y tú... -Se rio negando, y me volví a poner encima de ella, enlazando mis manos con
las de Lauren sobre la almohada. -Oye, ¿cómo es que llevabas un año sin sexo si cortaste con ella poco
antes de conocerme?
-Estuvo viviendo en Japón nueve meses. Me engañó con una japonesa. Más los tres meses desde que te
conocí.. Un año. -Me encogí de hombros y ella frunció el ceño.
-Bueno, le doy las gracias a quien sea por dejarte libre.
-Idiota. -Le giré la cara con la mano con una risa, mordiéndome el labio. -
¿Sabes qué? Eres muy inocente y eso me enfada. -Frunció el ceño y me separé.
-¿Qué quieres decir?
-Te pones uno de esos vestidos que se te ven las piernas y esos tacones y eres tan guapa, y tú tan "Hey Lo,
¿vamos a comer?" y yo con cara de idiota. Y me enfado porque no sabes que eres sexy y entonces me
provocas más.
-¿Y eso te molesta? -Fruncí el ceño ladeando la cabeza. La verdad es que nunca me paraba a pensar en si
sería sexy o no para Lauren, simplemente me vestía y salía a la calle.
-No, al contrario. Me pones. Pero me pones en los sitios menos adecuados.
-Deberías decirme eso y lo arreglaríamos en el momento. -Pasé las manos por su pecho suavemente hasta
llegar a sus hombros y la besé lentamente, sonriendo sobre sus labios.
-¿De verdad? -Preguntó Lauren en un susurro
leve. -De verdad.

Capítulo 10

Lauren's POV
Yo no solía beber. De hecho lo único que tomaba eran aquellas copas de vino en las comidas, o quizás, si
estaba estresada un dedo de whisky y quizá un cigarrillo. Y así es como estaba ahora, apoyada en el borde
del escritorio de mi despacho, con un vaso con whisky en la mano y devanándome la cabeza. Moví un poco
el vaso mirando cómo el líquido entre anaranjado, dorado y marrón se pegaba al vaso y volvía a su sitio,
pero yo ni siquiera tenía tiempo para pensar en aquello.
Miré una vez más los papeles encima de la mesa y ladeé la cabeza, dándole un trago al vaso, que bajaba
por mi garganta casi quemándome, pero en aquél momento no me importaba.
-¿Lauren? -Escuché la voz de la nueva secretaria en la puerta y me di la vuelta con una mano apoyada en la
mesa, mirándola de forma seria e impasible. -¿Tienes ya alguna solución?
-No. -Respondí. Apreté la mandíbula viendo cómo volvía a salir y volví a mirar la ciudad por la ventana.
Era de noche, y las luces de los edificios se mezclaban entre las sombras que dejaban estos mismos,
creando así un efecto que provocaba perderse en ellos.
De un trago me acabé el vaso, cogí la botella de cristal y volví a echar otro poco en el vaso. ¿Cómo ahorrar
millones de dólares sin pérdidas? Esa era la pregunta que no podía resolver. Hasta ahora, todo iba bien. Los
ingresos eran abundantes y aún más los beneficios, sin desmerecer a los clientes. Pero habíamos llegado a
un punto que las deudas se estaban comiendo los beneficios y casi no teníamos margen de ganancias.
-¿Puedo entrar? -Una voz me hizo despertar de mis pensamientos. Me giré con el vaso en la mano y sonreí
al ver a Camila, sonreí por primera vez en todo el día.
-Puedes. -Respondí dejando el vaso en la mesa. Me acerqué a ella y nos fundimos en un abrazo. Sus manos
acariciaban mi espalda y mi cara estaba escondida en el hueco de su cuello, buscando algún refugio en ella.
-Hey, ¿estás bien, cielo? -Se separó de mí y me cogió la cara entre las manos y yo asentí con una sonrisa.
-Saturada de trabajo. -Me separé un poco y me senté en el sillón, tirando de su mano para sentarla en mi
regazo. Camila rodeó mi cuello con los brazos y miró los papeles frunciendo el ceño.
-No entiendo nada. -Rio levemente y me miró mordiéndose el labio. -¿Qué tienes que hacer?
-Básicamente son cuentas. Y tengo que hacer que, con un cambio ganemos dinero. Y no sé qué cambio
hacer, porque ya está todo bien hecho. -Me froté la cara con las manos y suspiré, apretando mis sienes con
los dedos.

38
-¿Dónde compráis las verduras, carnes, frutas...? -Camila frunció el ceño y miró los
papeles. -Una empresa. -Dije enseñándole el papel de alimentos, kilos y precio.
-¿Por qué no se las compras directamente a los agricultores y ganaderos? Cobran muy poco por todo, y
sólo con que les pagues un poco más que las empresas multinacionales te lo venderán a ti directamente.
-Entreabrí los labios y señalé a Camila, sin poder creerme lo que acababa de decir.
-¡Dios! ¡Claro que sí! ¡Eres un genio! -Dije levantándome de la silla, dejando a Camila allí sentada. Cogí el
teléfono y marqué el número. -Hey, soy Lauren. Tenéis que romper el contrato con la empresa que nos
vende la carne y la verdura. -Me movía por el despacho con el móvil en la mano, mientras veía a Camila
jugar con uno de los bolígrafos, que aunque ella no lo sabía podía costar perfectamente unos cien dólares. -
Lo sé. Sí, lo sé. Pero tenemos que hacerlo. -Suspiré girando de nuevo la mirada hacia Camila, que miraba
el despacho que era bastante grande. -Lo haremos, porque soy la dueña de esto. Y se hará porque sé que las
cosas saldrán bien. ¿Tienes jefe? Pues soy la jefa de tu jefe, y del jefe de tu jefe. Y del jefe, del jefe de tu
jefe. Así que anula el puto contrato y paga la cláusula que tengas con la empresa, ahora. -Suspiré mientras
Camila jugaba con sus manos. -Gracias.
Colgué y dejé el móvil en la mesa, acercándome a Camila.
-Tu despacho es muy grande. -Dijo con una pequeña sonrisa, mientras yo me senté de nuevo, y ella se
colocó encima.
-Llegas y solucionas todos mis problemas. -Reí levemente y posé mi mano en su muslo, dándole un suave
y lento beso en los labios.
-No hice nada, lo tenías delante de ti. -Ella rio mientras negaba, dándome varios besos por los labios. -Y, te
mereces descansar.
Tras eso, nos levantamos y salimos del edificio, mientras aún Camila observaba todo con una sonrisa. Era
bastante grande, cristaleras, despachos, salas, gente corriendo de un lado a otro y.. Salimos a la calle.
Una vez en el coche, Camila me indicó que fuésemos a su casa, y no me negué. Miré de un lado a otro en
la calle entrecerrando los ojos, girando el volante para coger una de las calles que llevan a casa de Camila.
Aparcamos y, tras subir en ascensor ella abrió la puerta.
-¿Sofi? -Preguntó dejando el bolso en la entrada, y nadie respondió. Cerré la puerta y pude notar las manos
de Camila quitarme la chaqueta del traje, poniéndola en el perchero de la entrada. -Necesitas descansar.
Estás tensa.. -Sus manos apretaron mi cuello, completamente rígido.
-No.. -Negué lentamente mientras ella me cogía la cara entre las manos dándome un beso lento, profundo,
notando cómo el tacto de su lengua acariciaba la mía lentamente, y se retorcía en el interior de mi boca.
Mis músculos se relajaron por completo a medida que las manos de Camila se paseaban por mis costados,
acariciándome lentamente, hasta llegar a mis mejillas, acariciándola de la misma manera.
Puse las manos en su cintura, caminando con ella a través del acogedor salón, y entrando en el pasillo de
habitaciones y entramos en la suya sin dejar de besarnos.
-¿Nunca llevas pantalones? -Fruncí el ceño metiendo las manos bajo su vestido, apretando su trasero con
las dos manos de forma fuerte, provocando un jadeo de Camila en mi boca, mientras yo bajaba su ropa
interior sin quitarle el vestido.
-No para el trabajo. -Cayó a sus pies la ropa interior, enredándose en sus tacones, y me agaché poniéndome
de rodillas delante de ella. Levanté un poco su vestido, comenzando a dar besos por sus muslos, sintiendo
la mano de Camila acariciarme el pelo lentamente. Mis besos fueron yendo hacia su sexo, hasta quedar
frente a él. Ni siquiera lo toqué, pero mis labios entreabiertos estaban encima de este, a milímetros y podía
notar mi aliento en él. Me separé y terminé de sacar su ropa interior, volviendo a ponerme de pie frente a
ella.
-No hagas eso.. -Se quejó, besándome lentamente mientras mis manos acariciaban la piel desnuda de sus
nalgas, moviéndolas lentamente aunque, no podía evitar agarrarla algo más fuerte.
-¿No quieres que juegue contigo? -Hice un puchero y subí la mano por la cremallera de su vestido,
bajándola lentamente.
-No.. No juegues. No hoy. -Matizó, viéndola prácticamente desnuda a falta del sujetador. Mi mano lo quitó
rápido y lo bajé por sus brazos, siguiendo los besos.
-No voy a jugar hoy. -Camila me quitaba la camisa lentamente, botón a botón hasta hacerla caer al suelo
con el sujetador. -Voy a hacerte el amor muy, muy, muy lento... -Susurré en el oído de Camila a medida
que la tumbaba en la cama, dejando pequeños besos alrededor de su oreja, bajando por su mentón hasta
besar bajo este, levantando la vista hacia Camila. No me paraba a apreciar lo guapa que era Camila en
aquella situación, pero simplemente solté una risa aspirada, acariciándole la mejilla.

39
-¿Qué ocurre? -Preguntó ella con un tono bastante tierno, con las mejillas rosadas.
-Que eres preciosa. -Respondí pegando mis labios a los de ella una vez más,
terminando de fundirnos en un beso lento, sintiendo las manos de Camila
deslizarse por mi espalda hasta llegar a mi nuca, comenzando a acariciarme el
pelo. Las manos de la latina me desabrocharon el pantalón con cuidado y terminó
bajándolo con los dedos junto con mi ropa interior. Y así acabé, encima de
Camila, ambas desnudas otra vez.
Muchas veces pensaba en todas las cosas que podía hacerle a Camila durante el sexo, en cómo hacerla
temblar debajo de mí y que gritase mi nombre. Pero cuando la tenía así.. Sólo quería abrazarla, besarla,
sentirla junto a mí.
Así, mis caderas empezaron a moverse contra las de Camila, escuchando un primer jadeo chocar contra mi
boca. Apoyé los antebrazos a los lados de su cabeza y le acaricié el pelo con lentitud, con dulzura, nada que
ver con el ritmo que llevaban mis caderas más rápidas y fuertes, que provocaban los primeros gemidos de
Camila y míos, y su mano se enredaba en mi pelo atrayéndome a su boca, dándome besos húmedos sin
separarnos unos minutos. Cuando retiré mi boca de la suya, moví las caderas de un modo más lento pero
algo un poco más fuerte, sintiendo la mano de Camila en mi mejilla. Me acercó a ella de nuevo y nos
fundimos en un beso más lento, suave, mientras mis caderas no paraban de moverse.
-Te quiero.. -Susurró, pegando su frente a la mía, comenzando a gemir de nuevo cuando mis caderas
aumentaron el ritmo, y ninguna de las dos podíamos responder. Los gemidos comenzaron a hacerse más
altos, más fuertes, y sus manos apretaban mi espalda y mi pelo al subir por esta.
Nuestras respiraciones empezaron a ser inestables, y podía sentir cómo mi cuerpo se tensaba y provocaba
que mis caderas fueran prácticamente veloces contra Camila, que me abrazaba contra ella mientras sus
gemidos chocaban contra mi oreja, y yo apretaba el labio para no gemir en alto, pero sentí a Camila temblar
entre mis brazos y, yo no podía más. Gemí contra su boca llegando al final, quedándome quieta un
momento pero, moví las caderas un poco para alargar aquella sensación de placer.
Y no sé cómo acabé de nuevo abrazada a ella, sintiendo cómo sus manos me acariciaban el pelo de forma
suave, terminando por quedarme dormida sin decir nada más encima de ella.
A la mañana siguiente, volví a sentir el codo de Camila en mi abdomen, y fruncí el ceño totalmente
dormida, abriendo los ojos para darme con la luz del sol.
-Cierra la ventana.. -Me pidió tapándose con la sábana, y yo gruñí. Siempre hacía lo mismo, aunque no me
importaba y era adorable.
Me levanté y eché la persiana de nuevo, dejando la habitación a oscuras. Volví a tumbarme en la cama y
acomodé la cabeza en el pecho de Camila, que subía y bajaba tranquilo, con una mano en su abdomen.
Y volvimos a dormirnos. No nos costaba nada quedarnos dormidas, y menos después de aquella noche.
Una de las cosas que adoraba de salir con Camila era dormir con ella, y sentir sus manos acariciándome o,
enlazar nuestras piernas y acariciarlas de forma lenta. Además, tenerla cada mañana a mi lado al despertar
era como un regalo.
Unas dos horas más tarde, abrí los ojos lentamente. Camila estaba dormida a mi lado
y, no reparé en mirarla con atención. Pasé los dedos por la mejilla de mi novia suavemente, sonriendo al
verla dormir de forma tan plácida.
-¿Me miras mientras duermo? -Alcé las cejas y me quedé en silencio un momento, observando cómo los
ojos de Camila se abrían con una sonrisa.
-Te miro mientras duermes.. -Dije pasando una mano por su mejilla, dándole un pequeño beso en los
labios. -Buenos días.
-Buenos días, Lo.. -Bostezó hacia otro lado y reí, parecía uno de esos cachorros de labrador recién nacidos.
-Te quiero. -Le respondí a lo que me dijo la noche anterior, y ella me respondió con varios besos en los
labios, sentándose encima de mí, justo en mi cintura. Me levanté y quedé sentada en la cama, rodeando la
cintura de Camila para pegarla a mí.

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-Me estoy acostumbrando a despertar así y si algún día no estás, no me va a gustar. -Enlazó sus manos con
las mías y la miré con una sonrisa, la que nunca se me borraba cuando estaba con ella.
-No te voy a dejar, así que... Tendrás que acostumbrarte. - Me encogí de hombros y ella cogió mi cara entre
sus manos para darme varios besos suaves, mordiendo mi labio inferior.
-Mmmh.. Voy a darme una ducha. -Sonrió y me repartió besos por los labios que traté de responder pero
iban demasiado rápidos, hasta que se separó. -Ahora vengo, cielo. -Me apretó la mano antes de irse y salió
por la puerta totalmente desnuda, lo que me permitió mirarle el trasero al salir.
Me dejé caer en la cama pasándome las manos por la cara y miré al techo. Intenté
pensar en el trabajo, en lo que debía hacer pero... Mi mente volvía a Camila, de una forma u otra. Volvía a
cómo pasar la mayor parte del tiempo con ella, a averiguar cómo me había descolocado todo.
Sonó el teléfono de Camila sacándome de mi mundo, y casi se me encogió el corazón. En la pantalla, un
nombre que no conocía. Estaba poniéndome celosa y nerviosa, cosa que no me había pasado en bastante
tiempo y me descolocaba. Eran las nueve de la mañana, ¿quién podría ser a aquellas horas? Descolgué.
-Teléfono de Camila, ¿quién es? -Pregunté rascándome la comisura del labio.
-Soy su madre, ¿quién eres tú? -Entreabrí los labios y casi me desmayo en la cama. La situación era
bastante bochornosa, acababa de acostarme con su hija.
-Eh... Soy Lauren, su novia. -Respondí mirando al frente, intentando quitarme el estado de shock. La
situación era bastante incómoda, sobre todo por las horas que eran y porque su madre habría supuesto que
había dormido con su hija.
-Oh... -Tragué un poco de saliva y vi a Camila entrar por la puerta con una camiseta puesta, frunciendo el
ceño. Me separé el móvil de la oreja y se lo di, abriendo los ojos un momento.
-¿Mamá? -Camila se sentó a mi lado en la cama y yo me puse la ropa interior, me sentía incómoda hablar
con su madre medio desnuda, por muy estúpido que sonase. -Soy Mila. -Entrecerré los ojos porque todos
llamaban así a Camila, mientras que yo la llamaba Camz. -Sí, mi novia, Lauren. -Pude escuchar cómo la
mujer gritaba en español a través del teléfono. -¡Iba a contártelo! Pero he estado liada, mamá. Sí.. -Camila
rodó los ojos mientras jugaba con mis dedos, y yo la miraba de reojo entrecerrando estos. -Sí, mamá estoy
en casa. -Ella se mordía el labio y yo estaba a punto de caer de nuevo dormida por las caricias de Camila. -
Sí, Lauren está en mi casa. Mamá, ¿tanto te importa que duerma conmigo? -Camila rio y negaba,
acariciándome el pelo con una mano. -Ya, ya sé que después de lo que pasó no te fías de nadie. Pero ella no
va a irse un año y a dejarme. Está aquí. Literalmente, la tengo abrazada a la cintura. -Reí porque era
totalmente cierto, mi cabeza estaba apoyada en su pecho y me acariciaba la espalda. -Además, a Sofi le cae
genial. -Camila se quedó en silencio, simplemente soltando pequeños sonidos para indicar que entendía. -
Ajá.. Mmh.. Vale, se lo diré. Te quiero, dale un beso a papá.
Camila colgó y me miró, mientras yo no apartaba la mirada de ella con una
sonrisa. -¿Todo bien? -Fruncí el ceño ya que, no lo tenía muy claro.
-Dice que quiere conocerte, que vayamos a Miami. -Me incorporé y fruncí el
ceño. -¿Conocerme? -Me tensé un poco y me incorporé.
-Tranquila.. Si le dio el visto bueno a mi ex novia, te lo dará a ti, créeme. -Puso una mano en mi mejilla y
la besé, lentamente, soltando un suspiro en sus labios.
-No sé qué haría sin ti.
-Yo tampoco sé qué harías sin mí.

41
Capítulo 11

Camila's POV
No sé por qué me extrañaba, pero aún no me acostumbraba a las comodidades de Lauren. Su jet privado
era más grande que mi casa, y mientras volábamos hacia Miami, ella y Sofi hablaban de las políticas
estadounidenses en educación, y yo casi no me podía creer que mi hermana supiese de esas cosas, aunque
en realidad, era bastante madura y podía tocar temas como aquél.
Mientras, yo escuchaba una selección de temas de The Smiths en el iPod, cantando en bajo mientras veía
cómo por la ventanilla del avión la bahía de Miami se acercaba.
Lauren acarició la palma de mi mano con los dedos y yo, enlacé mis dedos con los de ella lentamente,
sintiendo el tacto de su piel recorrer cada centímetro de la mía.
Al llegar a Miami, un coche nos esperaba justo al bajar de las escaleras del avión y entramos en el coche,
que nos llevaría primero al hotel para dejar a Lauren y luego a mi hermana y a mí a casa. Notaba a Lauren
tensa, pero me sonreía intentando relajarme.
-Mis padres no muerden, ¿sabes? -Le dije, provocando su risa mientras miraba al frente.
-Pero impone saber que voy a conocer a tus padres, no sé. -Lauren se encogió de hombros, y la voz de Sofi
se alzó.
-Papá puede que si muerda. -Miraba una revista que había en el coche.
-¡Sofi! No digas eso, no es verdad cielo. -Le acaricié el brazo al ver la cara de Lauren, que se quedó aún
más pálida mirando al frente.
-Vale, voy a morir. -Murmuró Lauren, y yo negué riendo, mirándola con una
sonrisa. -Sólo... Quítate el traje, ponte algo.. Normal.
-Entrecerré los ojos y solté una pequeña risa, observando cómo el coche paraba frente al hotel de Lauren. -
Lo tendré en cuenta. Nos vemos luego. -Se inclinó para besarme un momento cerrando los ojos, y se
levantó para salir del coche.
Le dimos la dirección de nuestra casa al chófer, y partimos hacia ella. Sofi no paraba de mirar el móvil, y
yo por la ventana. Había echado mucho de menos la ciudad, sobre todo la temperatura veraniega que hacía
durante todo el año, las palmeras, la gente sin preocupaciones y todo a un ritmo más pausado que Los
Ángeles, donde tenía suerte el día que no había atasco en la carretera, que llegaba a tiempo al trabajo o que
encontraba un hueco libre entre consultas para hablar con Lauren.
Cuando bajamos del taxi, estábamos frente a nuestra casa. Una zona residencial cerca de la playa, no una de
las más famosas pero, era algo.
No nos hizo falta llamar a la puerta porque mi madre abrió la puerta y nos abrazó, dándonos besos por toda
la cara y nosotras no podíamos hacer nada, sólo dejar que nos besase y abrazarla también. Era más pequeña
que nosotras, así que entre las dos no era difícil rodearla para fundirnos en un fuerte abrazo.
-¿Cómo están mis niñas? ¿Bien? ¿Tienen hambre? ¿Han comido? -Una de las cosas graciosas que pasaba
con mi madre es que empezaba a hablar en español cuando se emocionaba, justo como estaba haciendo
ahora.
-Sí, sí, no, sí. -Respondió Sofi, a lo que reímos las tres. En el umbral de la puerta se encontraba mi padre, al
que corrimos las dos y nos abrazamos, casi tan fuerte como podíamos.
-Por vuestro padre sí corréis y conmigo no. -Se quejaba rodando los ojos y los tres reímos.
-¡No nos has dado tiempo ni a llamar al timbre! -Dije negando, entrando en casa.
Añoraba estar allí, añoraba los tiempos en los que mis peores problemas eran no tener los apuntes de
genética.
Miré a mi alrededor hasta que mi madre se acercó a mí.
-¿Dónde está ella? -Me preguntó pasándome una mano por la cintura, caminando junto con mi padre y mi
hermana al salón.
-Está cambiándose, no tardará en llegar. -Sonreí al ver la mesa del salón puesta, y el olor a comida
inundaba la casa.
Y no me equivocaba, en cinco minutos sonó el timbre y me separé de mi madre.
-Debe de ser ella. -Dije corriendo por el pasillo, llegando hasta la puerta. Abrí y sonreí al ver a Lauren.
Llevaba el pelo recogido en una coleta, una blusa color blanco y unos jeans ajustados.
-Hey. -Sonrió y abrí un poco más la puerta para dejarla pasar. Me puse de puntillas para darle un beso en
los labios suave, intentando quitarle los nervios que tuviese.

42
-Hey.. -Respondí acariciándole las mejillas, mientras bajaba las manos por su cuello, bajo su mentón.
Notaba cómo el pulso de Lauren estaba más acelerado de lo normal, y la miré a los ojos. -Todo irá bien,
créeme.
Lauren asintió, y por fin cerré la puerta. Pasamos dentro y, mi padre, mi padre y Sofi se giraron al ver al
Lauren.
-Papá, mamá, esta es Lauren. Lauren, este es mi padre, Alejandro y mi madre, Sinu. -Dije dejando que
viesen a la morena aparecer tras la puerta. Sofi sonrió y se acercó a Lauren para darle un abrazo, que la
morena respondió con gusto. Mi madre se acercó primero sin dejar de mirar a Lauren, bastante más alta
que ella, lo que hacía la situación algo adorable.
-Encantada, señora Cabello. -Dijo Lauren tendiéndole la mano, y tuve que retirar la mirada para no reírme,
porque siempre era rematadamente educada. Mi madre la cogió de las mejillas y le plantó dos besos en la
cara, además de un abrazo.
-Mamá, mamá.. -La aparté riéndome, mientras Lauren se había quedado algo aturdida con una sonrisa.
-No importa. -Sonrió Lauren, dándole la mano a mi padre.
-Así que eres la chica que habló conmigo el otro día. -Se puso las manos en la cintura mi madre y las
mejillas de Lauren se pusieron totalmente rojas.
-Sí, bueno.. -Lauren intentaba explicarse mientras Sofi se reía por detrás.
-Es que me estaba duchando y llamaste, sólo eso. -Me acerqué a Lauren y la cogí del brazo, para sentarnos
todos en la mesa.
-¿A esas horas te duchas tú? -Dijo empezando a repartir algo de verdura en los platos, además de carne y
puré.
-¿Cuándo quieres que me duche? -Fruncí el ceño echando la bebida en los vasos, hasta sentarme al lado de
Lauren.
-No sé, como estaba Lauren allí.. -Se encogió de hombros y negué, cogiendo la mano de la morena debajo
de la mesa para tranquilizarla. Lauren tomó un sorbo de su vaso.
-Mamá, las parejas normales tienen sexo por las noches. Como comprenderás no querrás que Lauren en
mitad de la noche se vaya a su casa en vez de quedarse con Mila. -Lauren se atragantó con el té frío y le
limpié los labios con una servilleta, dándole un poco más de té para que se aclarase la garganta.
-Bien, Sofi, era algo que nadie necesitaba saber. -Reí negando, y mi madre apuntó a mi hermana con el
tenedor.
-Tú, será mejor que nadie te haya tocado todavía porque lo mataré. -Mientras veía la escena casi no podía
aguantarme la risa, y tomé el primer bocado de carne y puré, mirando a mi padre.
-¡Nadie me ha tocado, mamá! No sé qué tonterías dices. -Negó comiendo, y simulé que bebía para que no
se me notase la sonrisa a punto de estallar en carcajadas en mitad de la mesa, mientras Lauren comía y lo
miraba todo con una sonrisa.
-¿Dónde os conocisteis? -Preguntó mi padre cortando carne de su plato, llevándoselo a la boca. Por fin una
pregunta normal.
-Mmh.. Era su paciente. -Comentó Lauren mientras comía, cogiendo el vaso con la mano.
-Me habían contado que eras muy dulce con los pacientes en urgencias, pero no tanto. -Comentó mi padre,
y Lauren bajó la cabeza. Me removí en la silla un poco, porque Lauren no tenía nada que ver con
urgencias. -En realidad estaba en coma, papá. -Una mueca apareció en la cara de mis padres, y Lauren
levantó la cabeza del plato.
-Lo siento. -Se disculpó a Lauren, y ella sonrió con levedad mirándolo.
-No importa. -Se encogió de hombros. -Camila me cuidó durante dos semanas, e hizo que me quedase aquí.
Y sí, fue muy dulce conmigo durante ese tiempo, y los meses que vinieron después. Por eso me
enamoré de ella. -Concluyó Lauren. Mi corazón casi se paró un instante al escuchar aquello último. Era la
primera vez que Lauren había dicho que estaba enamorada de mí en voz alta, y lo único que pude hacer era
mirarla con una sonrisa tan idiota que casi quería enterrar la cara en el plato.
-No pensaba que fueses así de guapa. Es decir... -Lauren sonrió ante las palabras de mi madre y se puso aún
más roja, mirándome luego a mí.
-Te pones más roja cuando te lo dice mi madre que cuando te lo digo yo, aquí hay un problema. -Bromeé
riendo, provocando las risas de mi madre, mi padre y Sofi.
-Porque tú me lo dices todos los días. -Sonreí y ladeé la cabeza, mirándola de forma que casi se me cae la
baba encima del plato.

43
-Oh, Lauren cielo, debería habértelo dicho, tenemos sitio de sobra en casa, puedes quedarte a dormir aquí. -
Añadió mi madre, y Lauren me miró a mí, y yo luego a mi madre.
-Mamá, Lauren ya tiene un hotel donde quedarse. -Dije limpiándome los labios con la servilleta.
-Bueno, si insistes... -Dijo mi madre volviendo a comer.
-¿Y a qué te dedicas? -Mi padre seguía comiendo. Me gustaba aquello, porque se interesaba de verdad por
Lauren.
Al escuchar la pregunta alcé las cejas y miré el plato para seguir comiendo.
-Soy... Tengo una cadena internacional de hoteles. -Mis padres se quedaron en
silencio. -¿Qué cadena? -Entrecerró los ojos mi padre.
-Marriott. -Se quedaron en silencio una vez más. Conocían de sobra esa cadena, porque en Miami
abundaban los hoteles de lujo que dirigía Lauren, y que nosotros en la vida podríamos permitirnos por
mucho que ahorrásemos. -Es rica, papá. Pero rica, súper rica. Multimillonaria, o billonaria. Hemos venido
en su jet privado, y tiene un montón de coches de esos súper caros. -Comentó Sofi terminando de comer
con un bocado, y Lauren reía ante su comentario.
-Sí, algo así. -Lauren asintió bebiendo de su vaso.
-No lo pareces. -Mi madre entrecerró los ojos mirando a Lauren.
-Sí... Eso es porque no estáis en Los Ángeles. Todo el día en traje, sin exagerar. -Comenté mientras Lauren
me acariciaba el muslo por debajo de la mesa.
Tras la cena, subí con Lauren hasta mi habitación. Lo miraba todo con atención, antes de abrazarme por la
espalda, escondiendo la cara en el hueco de mi cuello.
-¿Recuerdas la primera vez que me abrazaste así? -Pregunté con una sonrisa, girando la cabeza para
encontrarme con su mirada. Nunca podría cansarme de sus ojos verdes, ni de lo perfecta que era en todos
los sentidos.
-Sí. Recuerdo que me encantaba cómo olías, aunque siga sonando raro. -Me separé un poco de Lauren y
me di la vuelta, pasando los brazos por su cuello dándole un tierno beso en los labios con una sonrisa. -Y
tampoco querías besarme.
-Estás tan equivocada.. -Reí contra sus labios, apretando los dedos en su nuca. -Quería besarte más que
nada, y no podía porque tenías novia, y luego la dejaste y no sería ético besarte. Y tú estabas encima de mí
siempre y no sé cómo tuve fuerzas para evitarte.
Lauren suspiro con una sonrisa, mientras mis dedos acariciaban sus mejillas, pegando su frente a la mía.
-Te quiero. -Sus manos acariciaron mi cintura, sin separar su frente de la mía.
-Nunca te lo he dicho, pero yo también estoy enamorada de ti.. -Susurré arrugando la nariz.
-Eso es muy muy cursi.. - Susurró Lauren y le tapé la boca con las manos completamente sonrojada. -
Cállate. -Ella me miró a los ojos, y podía notar que estaba sonriendo por cómo se achicaban sus ojos. -Si no
te metes conmigo te suelto. -Dije mordiéndome el labio inferior. Ella asintió y me dio un besito en la palma
de la mano antes de que yo la retirase. Abrió la boca para hablar pero negué, poniéndole el dedo en los
labios.
-Cómo eres tan adorable, Camila.. -Suspiró dándome besos rápidos y cortos en los labios, y yo acabé riendo
en su boca, respondiéndole a los besos que acabaron siendo uno más lento, atrapando mi labio inferior.
Pasé los dedos por el tatuaje de su nuca lentamente, observando la sonrisa de Lauren en mitad del beso. -No
quiero ser tan cursi como tú, pero es que... Qué remedio. No quiero que sea como una película de Nicholas
Sparks..
-Nicholas Sparks escribe libros. -Me reí mordiéndome el labio inferior.
-Bueno, lo que sea que haga ese tipo. No quiero que sea tan empalagoso como eso. Sólo quiero hacerte
saber que... Te quiero, y no sé expresar lo que siento. Pero se me da muy mal confiar en la gente, por eso
sólo tenía a Normani, y mira lo que pasó con Kaylee. Y tú ni siquiera me pides que te lleve en barco, ni
siquiera me dejas que te invite a cenar. Casi te tengo que suplicar para que vinieses conmigo en el jet, y
odias los restaurantes de lujo. Me quieres, y no es esa mierda de relación que he tenido siempre. -Sonreí
mirándola, pasando las manos por su cintura para abrazarla, apoyando la cabeza en el pecho de Lauren.
-En realidad estoy contigo por el sexo, pero no se lo digas a nadie.. -Bromeé riendo, escuchando la risa
adorable de la morena.
-No lo haré. -Levanté la cabeza y justo cuando fui a besar a Lauren mi hermana abrió la puerta. Carraspeé
mirándola y ella levantó las manos.

44
-Mila, tus amigas han venido a buscarte. -Asentí y luego miré a Lauren, que tenía el ceño algo fruncido. -
Vale, ahora bajo. -Respondí viendo cómo Sofi iba escaleras abajo, y me giré hacia Lauren. -Vamos a salir
esta noche... Me preguntaba si querías venir conmigo.
Ella miraba las escaleras al bajar para no caerse, y cuando llegamos abajo
negó. -Tengo trabajo mañana, cielo.
-Está bien.. -Susurré sintiendo su mano colarse por mi pelo, acercándome a ella para darme un beso tierno y
dulce, mientras yo apoyaba la mano en su pecho con una sonrisa en mitad del beso.
-Te echaré de menos. -Me dijo al separarse, besando mi frente mientras nos quedamos abrazadas.
-Y yo a ti, Lo. -Me separé de ella y le di un último beso en los labios, bajo la mirada de mis amigas que
aparecieron al final del pasillo, y que en conjunto exclamaron un "awwww" unísono. Hice un gesto con la
mano para que parasen y Lauren me dio un par de besos más en los labios con las manos bajo mi pelo, en
mi cuello.
-Ya os la dejo. -Dijo al separarse, provocando las risas de mis amigas. -Te quiero, nos vemos mañana.
-Te quiero, hasta mañana cielo. -Me acarició la mejilla con el pulgar y besó mi frente, saliendo por la
puerta de casa.
Me giré hacia mis amigas con un suspiro, porque me era un poco difícil separarme de Lauren, y suspiré,
acabando en un corrillo con mis amigas casi gritando.
-Dios mío, ¡Mila está enamorada! -Dijo una de ellas, a lo que todas rieron.
-Un poco.. -Me sonrojé jugando con mis dedos, riendo.
-Dios, es muy muy guapa. No sabía que era así en persona.
-En las revistas sale guapa, pero aquí.. -Negué saliendo de casa con las chicas. -
Basta, sólo me hacéis echarla más de menos. -Me quejé entrando en el coche.
-Supongo que no tendrá sentido que diga esto, porque para ti siempre será una noche de chicas pero...
¡¡NOCHE DE CHICAS!!
***
Lauren's POV
Miraba el techo de la habitación mientras en la cama se reflejaban las luces de Miami. Una combinación de
edificios que provocaba un juego de colores enamoradizo, pero que al final combinaba con el insomnio que
aquella noche me acompañaba.
Pensaba en qué suerte había tenido en cierto modo con aquél accidente. Podía considerar a Camila como el
amor de mi vida, porque estaba claro que nadie iba a quererme más que ella.
Cerré los ojos de nuevo e intenté dormir, pero no podía. Me faltaba el cuerpo de Camila al lado al que
abrazarme, me faltaban sus caricias. Me faltaba algo así como media vida en aquella habitación, pero
aquello nunca se lo diría a ella, al menos no con esas palabras que tan cursis sonaban.
Mi móvil sonó y me giré en la mesita de noche, encendiendo la luz. Un SMS en la bandeja de entrada,
¿Camila se había vuelto vintage?
Cuando abrí el mensaje, había un vídeo en él, y salía Camila. Seguro que no había cobertura en el antro
donde estaban y me lo mandaba por SMS, pero tampoco cuadraba; no conocía el número que había
mandado el vídeo. Al abrirlo, una chica que sale de espaldas se acerca a Camila y comienza a besarla, y
ella le sigue el beso. No podía creerme lo que estaba viendo. El corazón me hacía daño al bombear, sobre
todo porque hacía unas horas me estaba diciendo que me quería en su casa.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla, probando el sabor salado de esta y apreté los labios, a la vez que el
móvil en mi mano y lo estampé contra la pared sintiendo mis músculos tensos, provocando que mi ira
inundase cada rincón de mi cuerpo, y así el móvil quedó hecho añicos. ¿Cómo podía? ¿Cómo? ¿Por qué?
Nunca había sentido esto antes, las punzadas en el pecho se iban haciendo más profundas a medida que
pasaba el tiempo e iba asimilando lo que había pasado.

45
Capítulo 12

Lauren's POV
Nunca me tomé en serio eso que decían de 'el amor es una mierda'. Nunca me había enamorado antes
tampoco, a decir verdad. Ahora estaba corroborando esa frase que tanta fama tenía, y la estaba verificando
pero bien.
Tras aquella noche, ni siquiera me quedé en el hotel. Un vuelo de vuelta a Los Ángeles y a casa. Odiaba mi
propia casa, lo odiaba todo. Simplemente, todo lo que me rodeaba me recordaba a Camila, porque todo en
cuanto vivía, veía, respiraba, era ella.
No podía estar más de diez segundos sin pensar en Camila, y notar cómo una presión en el pecho aparecía
de nuevo. Me era ya familiar aquellos días.
Por las noches, intentaba dormir pero no podía. Las pesadillas eran el sustento de cada noche, y no tenía a
Camila para que me abrazase, porque ella estaba con otra. El olor de su almohada me dolía, y me daban
ganas de llorar con cada palabra que se pronunciaban en mis pensamientos recordando lo que alguna vez
Camila había dicho. Dijo que nunca me dejaría, dijo que me quería. Dijo que estaba enamorada de mí.
Mis ojos, hinchados de llorar, miraban al techo en busca de algún consuelo, pero no había nada. Dios no
existía, no había un clavo ardiendo al que agarrarse. Mi vida volvía a estar vacía como hacía nueve meses.
¿Tan mal había estado viviendo aquellos años? No sabía que había este vacío en mí, y Camila lo había
ocupado de forma completa. Sus defectos, sus pequeños e insignificantes defectos eran complementos de
los míos.
Me levanté de la cama y bajé las escaleras de casa, pasando por la cocina que ni siquiera quería mirar por
tantos recuerdos que traía. Simplemente, le di mi vida a Camila, y ella la echó por la borda.
Cogí mi vieja guitarra, color negra, con algunas pegatinas de Lana del Rey, The 1975 y Arctic Monkeys.
Hacía años que no tocaba, o que no sacaba aquella guitarra. Quizás desde que era una adolescente, o desde
que no sentía nada.
Me senté en una de las hamacas de la piscina, observando el agua y escuchando aquél relajante sonido que
hacía al entrar y salir por los desagües, y cómo la brisa movía el agua como si soplase a conciencia sobre
ella.
When all of your flaws and all of my flaws
Are laid out one by one
A wonderful part of the mess that we
made We pick ourselves undone
All of your flaws and all of my flaws
They lie there hand in hand
Ones we've inherited, ones that we learned
They pass from man to man
Mis dedos se deslizaban por las cuerdas de la guitarra, apretándolas por arriba para marcar las
notas. There's a hole in my soul
I can't fill it, I can't fill it
There's a hole in my soul
Can you fill it? Can you fill it?
Paré un momento. Miré el agua porque, Camila no estaba allí para poder escucharme, y aquello era lo peor
de todo. Ella no estaba allí, y yo le estaba cantando a ella, que tanto daño me había hecho.
You have always worn your flaws upon your sleeve
And I have always buried them deep beneath the
ground
Dig them up, let's finish what we've
started Dig them up, so nothing's left
untouched All of your flaws and all of my
flaws When they have been exhumed
We'll see that we need them to be who we
are Without them we'd be doomed

46
There's a hole in my soul
I can't fill it, I can't fill it
There's a hole in my soul
Can you fill it? Can you fill it?
Y así, seguí tocando, hasta que las notas de la canción ya no llegaban a más, pero sí mis lágrimas. Enterré
la cara entre mis manos intentando ahogar allí lo que sentía, pero no podía esconderlo. Seguía doliendo,
seguía casi quemando. Era una sensación que casi no creía que podría superar nunca.
Al día siguiente, la botella de whisky era mi mejor amiga.
Me acerqué hasta la mesita del salón, donde antes tenía una foto con Kaylee. Donde Camila cogió la foto y
me preguntó si era mi novia. Cogí el marco y observé mi cara, y la cara de Camila. Y estábamos tan
felices.. O por lo menos yo, a ella probablemente le daba igual yo. Aquellos pensamientos en mi cabeza me
hacían más daño aún, pero no podía evitar pensar eso.
Saqué la foto del marco y la rompí, lentamente, como si fuese doloroso hacerlo todo de una vez.
-Estás muerta. -Susurré en bajo, apretando la parte de su foto haciéndola una pelota que tiré a la piscina con
rabia, inundándome de nuevo en lágrimas y dejándome caer al suelo.
Ni siquiera me hacía falta vaso, bebía directamente de la botella. El líquido quemaba mi garganta, pero era
más agradable que las lágrimas que quemaban mis ojos.
Yo no merecía esto, yo no merecía nada de esto. Un trago tras otro, subiendo a mi cabeza tan rápido como
el ayuno de dos días le permitía a mi cuerpo.
Escuchaba golpes en la puerta pero, ni podía levantarme, ni quería. Seguí bebiendo de la botella, cerrando
los ojos y apoyando la cabeza en la pared.
Mi móvil sonó y vi un mensaje, de Camila. Una punzada en el pecho me dio más fuerte que nunca,
quemándome los ojos a base de lágrimas.
"Lauren, soy Camz. Siento que lo nuestro no funcionase... Espero que encuentres a tu persona y.."
No leí más porque aparté el móvil de un manotazo lanzándolo por el suelo y comencé a llorar de nuevo.
Me dolía la garganta de llorar, un agarrotamiento de los músculos que ya era crónico.
Por el rabillo del ojo, Normani había conseguido entrar en casa, y se agachó a mi lado, quitándome la
botella de la mano.
-¿¡Lauren!? -Exclamó casi horrorizada. No podía agacharse mucho porque estaba ya demasiado
embarazada, pero no quería levantarme. Veía su cara borrosa, y mis manos intentaban buscar de nuevo la
botella, pero la tenía Normani en las manos. -Levanta cielo... Levanta. -Me cogió de las manos e hizo un
poco de fuerza, tampoco mucha, y me puse de pie, tambaleándome. Normani me quitó las lágrimas de los
ojos, negando. -No puedes estar así, no. -Me dijo mirándome de arriba abajo. -Además, hueles a una
mezcla de sudor, whisky y cerveza asquerosa.. -Dijo cogiéndome del brazo, intentando llevarme hasta el
baño. Una vez allí, Normani me quitó la ropa dejándome en ropa interior y me metió en la ducha, abriendo
el grifo del agua fría que impactó contra mí, provocando un estado de shock general en mi cuerpo. Luego,
comenzó el frío y luego, comencé a temblar.
-Hasta que no te enjabones no pongo el agua templada. -Me amenazó. Cogí el champú y comencé a
enjabonarme lentamente todo el cuerpo, de cara a la pared. Quería llorar, y la ducha era el lugar perfecto,
porque nadie te escuchaba, pero Normani estaba allí. Mis ojos empezaron a quemar de nuevo, sollozando
en silencio de cara a la pared, hasta que el agua empezó a salir templada. Poco a poco, mi cuerpo dejó de
temblar.
Normani salió del baño y dejó que me vistiese tranquila, pero me quedé mirando a la pared, como si allí
hubiese algo interesante.
Me cambié de ropa interior como pude, porque estaba completamente borracha a pesar de aquella ducha de
agua fría que lo había calmado todo un poco. Un pantalón corto y una camiseta de tirantes, y salí
arrastrando los pies hasta mi habitación.
Cuando Normani llegó, me tendió una pastilla y la miré, sin saber si tomármela.
-No te voy a matar. Aunque debería. -Dijo seria. Me tomé la pastilla con ayuda de un poco de agua y no
recuerdo nada más. Caí dormida no sé por cuánto tiempo, pero era lo mejor que me había pasado en
aquellos días.
Cuando desperté, era por la mañana, pero no sabía de qué día. Se me había pasado la borrachera,
pero aún tenía una herida abierta en el pecho a la que con cada recuerdo se le añadía un poco de sal. Llegué
a la cocina y allí estaba Normani, preparando algo en la cocina, sopa. Olía bien, y me acerqué a mi amiga
abrazándola.

47
-Laur.. -Susurró ella, abrazándome como podía por su barriga. -Todo estará bien, te lo prometo.
Me senté en la mesa de la cocina con la sopa delante, y no había comido en tres días. Era la primera vez
que parecía tener algo de apetito, así que aproveché y comencé a comer lentamente de aquella sopa, en
silencio, porque no quería hablar.
-Laur, tienes que volver al trabajo. -Me dijo. Yo la miré como si estuviese loca, no podía hacer nada si
estaba así. -En el trabajo no pensarás en ella, y te será más fácil superarlo. -La miré y cerré los ojos. En
parte tenía razón, si mantenía la mente ocupada en otras cosas, probablemente todo pasaría más rápido.
-¿Cómo está tu bebé? -Señalé su barriga, y mi voz era totalmente ronca. Ella se puso una mano en la tripa y
sonrió, asintiendo.
-Bien. Ya da pataditas. -Me dijo cogiendo mi mano. La puso encima de la tripa por un lado y yo puse la
oreja por otro. Noté un pequeño golpecito a través de la tripa de Normani, y me quedé así, abrazada a ella,
como si mi amiga pudiese protegerme de todo aquello que estaba pasando.

***

Dos días más tarde, dejé la botella de whisky a un lado y lo cambié por la guitarra, café, y un bloc de notas.
No iba a ser productivo pero, en vez de romper cosas, canalizaba mis sentimientos mediante canciones.
Hacía años que no componía, y echaba de menos cuando lo hacía. Echaba de menos ser una adolescente
alternativa y creativa, que luego se convirtió en una adulta materialista.
Monday, you sent me flowers
Tuesday, made me for stupid.
Wednesday, the world was
ours. Thursday, you didn't
prove it. Friday, fell back in
love. Saturday, we didn't talk.
Sunday you said you needed space.
Do you miss me?
Am I crazy?
Am I losing hold of your love, baby?
Either you want me, or you don't.
I need to know, I need to know...
Who are you today?
Will you be the sun or the pouring rain?
Who are you tomorrow?
Will you make me smile or just bring me sorrow?
Who are you gonna be when I'm lost and scared?
Who are you gonna be when it's nobody there?
Who are you today? 'Cause I.. I'm still the same.

Justo paré de cantar cuando sonó el timbre de casa. Me levanté y miré por la ventana, estaba lloviendo. El
verano había pasado en Los Ángeles tan rápido que no me había dado tiempo a parpadear, y mi estado de
ánimo era el mismo. Cuando abrí la puerta, mi hermana Taylor venía con mi sobrina Hayley, que se me
enganchó a las piernas al entrar.
-Siento la sorpresa. -Dijo Tay, mientras yo cogía a Hayley en brazos, dándole un beso en la mejilla, y
luego, un abrazo a mi hermana.
-Está bien, me hace falta compañía estos días. -Dije cerrando la puerta con Hayley en brazos, que me
tocaba las mejillas con las manitas abiertas.
Taylor y yo nos sentamos en el sofá, y dejé que Hayley jugase con mis dedos, mientras yo la miraba atenta.
Era increíble como una niña tan pequeña podía alegrarte el día, aunque fuese tan poco.
-¿Cómo estás? -Preguntó Taylor. Levanté la mirada y observé a mi hermana, que en aquél momento se dio
cuenta de la estupidez de pregunta que había hecho.
-He estado mejor, a decir verdad.. -Susurré bajando la mirada a la
pequeña. -Voy al baño un momento. -Pidió mi hermana y asentí.

48
Me quedé con Hayley en el regazo, que levantó la cabeza para mirarme.
-¿Y Mila? -Preguntó la pequeña. Se me paró la respiración un segundo y, por un momento sentí ganas de
llorar, pero me lo tragué, como la pesada bola que se me formó en la garganta y que me era tan difícil
tragar.
-Ella.. No está, monito. -Dije intentando sonreír, pero esa sonrisa no me salía y mi sobrina se me quedó
mirando.
-¿Ta tiste? - Preguntó la niña, y asentí, sonriendo tristemente, sintiendo las lágrimas quemar mis ojos. Puso
su diminuta manita encima de mi mejilla, y comencé a llorar, abrazando a la pequeña contra mí, y sintiendo
que todo en cuanto quería se había ido, y que nunca volvería a ser la misma.

Capítulo 13

Lauren's POV
Al alba, casi parecía no haber problemas. El cielo era una mezcla entre azul oscuro y naranja, una mezcla
de color que simplemente parecía digna de una obra de arte, pero era simplemente naturaleza. El césped,
recién cortado, emanaba aquél olor tan característico que merecía la pena oler y que todo el mundo
adoraba. Todo estaba en calma, incluso parecía que el dolor se pausaba durante unos minutos, disminuía.
Todo estaba en paz. Pasé los dedos por la piedra, fría del rocío que había caído aquella noche, llevándome
el agua de aquella humedad característica de principios del otoño. Cogí el tulipán que llevaba en la mano y
lo puse sobre el césped, casi pegado a la lápida. Sin decir nada, me senté frente a ella.
-Te quiero. -Susurré en bajo, pasándome la cara por las manos mirando el nombre grabado en la lápida. -Lo
siento.
Miré el nombre de mi padre grabado en la piedra, y agaché la cabeza entre mis brazos, sollozando un poco.
-Lo siento.. -Volví a repetir, limpiándome las lágrimas con los dedos, mirando luego al frente, sin poder
evitar sollozar. -Estoy pasando por demasiado, papá. Casi no tengo tiempo para nada, y tampoco para venir
a verte. -Apreté el mentón un poco y miré hacia arriba con un suspiro, que terminó siendo un quejido antes
de volver a llorar. -Te echo de menos todos los días, papá. Y todo lo que hago es porque te sientas
orgulloso de mí, estés donde estés.
Las lágrimas recorrían mis mejillas hasta posarse en mis labios, y ni siquiera pude articular palabra en los
siguientes minutos.
Pasé las manos por mi cuello mirando al suelo, intentando calmar las lágrimas que, no podía retener. Había
pasado una semana desde aquello, y no quería saber nada de Camila. Mi teléfono sonaba y sonaba, pero no
cogía ninguna llamada, aunque no sabía de quiénes eran.
-¿Sabes, papá? -Miré al nombre de mi padre y negué. -Empecé a salir con una chica hace unos meses. Se
llamaba Camila, era perfecta. Estar con ella era como vivir en una canción de amor constante. No me
cansaba de mirarla, de decirle que era preciosa. De decirle que la quería. Camila era como el último día de
instituto, donde nadie hace nada y huele a verano. No puedes hacerte idea de cómo era, papá. Era la chica
más dulce, tierna, amable y encantadora que hayas conocido. -Comencé a llorar de nuevo con una sonrisa
en los labios. -Sus manos olían a coco siempre, y siempre le decía que olía genial aunque sonase raro. Y la
echo de menos, echo de menos sus abrazos, sus besos. Echo de menos su voz levantándome por las
mañanas para que cerrase la persiana porque le daba el sol en la cara. Echo de menos cuando la veía
cocinar. Echo de menos que simplemente me mire, que me acaricie. Echo de menos cuando se volvía
tímida y buscaba mis brazos para intentar refugiarse. Echo de menos cuando la veía trabajar y se me
olvidaba que era mi novia. Echo de menos su voz, sus labios, ese lunar del muslo. La echo de menos. -
Seguí llorando, mordiéndome el labio por si podía retener las lágrimas pero... Era imposible. Estaba con el
corazón roto, contándole a la tumba de mi padre lo maravillosa que
era la chica que me había engañado. -Y la odio. La odio porque era maravillosa y me partió el corazón. La
odio por ser perfecta. La odio por hacerme creer que todo iba bien. Y quizás tuve yo la culpa. -Apreté las
manos en el césped, inundándome de rabia por aquél pensamiento. -Quizás debería haberle dicho todas
aquellas cosas que a mí me parecían cursiladas pero que ella necesitaba saber. Y ahora necesito decírselas,
necesito que sepa que la amo, y que estoy aquí. La quiero papá, la amo y la odio. Y no puedo controlar
esto..

49
Me quedé en silencio apoyando la espalda contra la fría piedra, llorando casi desesperada, intentando que
las lágrimas salieran de mis ojos para desahogarme. Pero quemaban, quemaban más que el whisky que
tomaba y que bajaba por mi garganta. Quemaba más que si pusiese la cara en el fuego.
¿Por qué? ¿Por qué había pasado aquello? Era algo que no llegaba a entender, y era una de las mil razones
por las que no paraba de llorar.
Después de casi una hora, y con el sol resplandeciente en el cielo, paré de llorar. Tenía los ojos hinchados,
los labios secos y la garganta agarrotada.
-Te quiero, papá. -Susurré apretando los ojos intentando no llorar de nuevo, me levanté y salí de allí como
pude, con gafas de sol e intentando recomponer algo que estaba roto.
***
El traje seguía quedándome bien. Elegante, serio, pero no demasiado. Un vaso de whisky adornaba la mesa
del despacho, y le daba algún que otro trago. Saboreé un poco el sorbo y volví a girarme hacia el
ordenador. Tenía que hacerme cargo de demasiadas cosas y estaba yo sola. Era irónico cómo la decisión
que me hizo tomar Camila sobre comprar sin intermediarios había subido drásticamente los beneficios en
menos de un mes, al menos tenía que darle las gracias por eso.
El teléfono del despacho sonó, y descolgué.
-Señora Jauregui, tiene una visita. -Entorné los ojos y suspiré con
asco. -Quién es. -Cogí el vaso de whisky.
-La señorita Kaylee. -Miré el vaso y casi termino por reírme. -¿La dejo
entrar? -Por supuesto que no. -Colgué de nuevo. Las cosas no eran así.
Me separé un poco del sillón y miré al frente, a la puerta, como si esperase que como una de tantas veces
Camila apareciese para calmarme, pero esta vez la razón por la que mi corazón latía a cada minuto era ella.
Me levanté del asiento y salí del despacho, cuando tres de los empleados se me echaron encima.
-Lauren, tenemos que aprobar el nuevo diseño gráfico del hotel, ¿qué te parece? -Me enseñó un gran cartel
con un diseño para los hoteles.
-¿No hay un departamento para eso? ¿O para qué os contrato, para que andéis como pinches de cocina a mi
alrededor? -Escupí subiendo al ascensor, marcando la planta de la azotea.
Cuando llegué, miré los edificios de la ciudad a mis pies. Saqué una cajetilla de tabaco y cogí uno,
poniéndomelo en la boca. Prendí el mechero y lo acerqué a la punta del cigarro, tomando una calada y
haciendo que encendiese por completo. Lo cogí entre dos dedos y solté el aire fuera, pasándome la lengua
por el labio inferior.
-Qué estarás haciendo, Camila.. -Susurré negando, llevándome el cigarrillo a la boca para dar otra calada
más, dejando luego que el humo saliese de mis labios entreabiertos.
Mi móvil vibró en el bolsillo, y por un momento pensé en dejarlo pasar una vez más, pero quería saber
quién era. Cuando lo cogí, fruncí el ceño.
Ally.
Quién coño era Ally. Suspiré y descolgué.
-¿Sí? -Apreté la mandíbula y volví a fumar ahuecando mis mejillas para dar la calada.
-¿Eres Lauren..? -La voz de duda de la chica me hizo confiar.
-Sí, soy yo.
-¿Está Camila contigo? -Solté una risa que fue más dolorosa de lo que creía.
-No. ¿Quién eres?
-Soy Ally, compañera de trabajo de Camila. Es que... Hace dos días que no viene a trabajar, y ella jamás se
pide una baja.
-Estará en Miami pasándolo bien. -Con el dedo pulgar di un golpecito al cigarro para que se le cayese la
ceniza.
-Está bien, llamaré a su casa. Gracias por atenderme.
Y colgamos.
Cuando me di la vuelta mi secretaria estaba allí, mirándome, y yo la miré a ella.
-Qué. -Le dije, andando hacia la chica.
-Tiene usted una llamada en espera. -Caminó conmigo hasta el ascensor, y entramos en él. La chica se
ponía nerviosa cuando la miraba.
-¿Quién es?

50
-No lo sé, viene desde Miami. -Suspiré entrando al despacho y negué.
-No quiero llamadas desde Miami. -Cerré la puerta y me pasé las manos por la cara. Todo esto estaba
siendo una maldita locura.
Diez minutos, bueno, ni eso, cuando mi móvil comenzó a sonar de nuevo.
Cogí el móvil y miré la pantalla, Sofi. ¿Qué
cojones? -¿Sí?
-¿Lauren? Soy Sofi. -Suspiré apretándome las sienes con los
dedos. -Dime, Sofi.
-¿Está Camila contigo?
-No, ¿por qué cojones todos me llamáis preguntándome donde coño está? -Dije frustrada, dándole una
patada a la mesa.
-No la hemos visto en toda esta semana, Lauren. Hemos llamado al hospital, pero nos han dicho que no
estaba. Sus amigas tampoco la vieron salir del club, y sólo nos quedabas tú.
Me quedé en silencio. Las cosas no cuadraban.
-Ahora te llamo. -Colgué rápido y me pasé las manos por la cara. ¿Dónde estaba Camila? Cogí mi móvil y
puse a revistar el mensaje y el vídeo una y otra y otra vez.
"Lauren, soy Camz."
Era extraño. Ella nunca se llamaba a sí misma Camz. Eso era algo mío, ella era mi Camz. No cuadraba, no
cuadraba la forma en que me había dejado. ¿Pero y a qué coño venía ese vídeo? Se me había escapado
aquél detalle, el número era un número desconocido. No era ni un amigo, ni nada.
Miré el móvil un momento y me decidí, marcando el número desconocido. Daba llamada. Descolgó. -
¿Camila? -Pregunté. Pero nadie respondió. Una respiración se escuchaba de fondo, y fue la cosa más
escalofriante que había vivido. Colgaron y me quedé mirando el móvil. Algo no iba bien, nada iba bien.
***
Llegué a Miami en cinco horas, y no me dio tiempo a saltar del coche cuando volví a llamar al número de
Camila. Nadie lo cogía. Una, y otra y otra vez.
-Camila, dónde estás. -Negué. No, no me había dejado. Sabía exactamente qué era esto, era un maldito
chantaje.
Pasaba por las calles, mirando a los edificios antes de llegar a casa de los Cabello. Sinu, lloraba y yo
intentaba no hacerlo por ella. Sofi estaba en una esquina del salón mirando al suelo, y la policía en la puerta
de casa, a la que tuve que contarle todo lo que sabía y darle mi móvil.
Nadie pronunciaba palabra, y yo tampoco.
Cogí a Sofi de la mano y la saqué de la casa, comenzando a andar con ella.
-¿Qué coño haces? Mi familia está mal. -Se soltó de mi agarre y yo me giré, mirándola con rabia y la
mandíbula apretada.
-¿Y cómo te crees que estoy yo? Primero me mandan un vídeo de Camila liándose con una tía y me tiro
toda una semana creyendo que mi novia me ha engañado y es que resulta que por mi culpa no sabemos
dónde cojones está. Así que, ¿prefieres quedarte en casa sin hacer nada o salir a buscarla? -Apreté la
mandíbula y Sofi se quedó mirándome a los ojos, asintiendo después.
Caminábamos por las calles de Miami, intentando encontrar algo, intentando saber dónde estaba Camila.
Nos plantamos en la puerta del club donde estaba aquella noche Camila y rodeamos la calle para ir a la
puerta de detrás. No había nada. Ni en los contenedores.. Nada.
-Sofi, dame tu teléfono. -Ella me lo tendió y yo saqué un papel donde tenía el número desconocido,
marcándolo. No daba llamada, mierda. -Era un puto móvil desechable.
Apreté la mandíbula y reventé el bidón de una patada, tirándolo con la fuerza.
-Lauren, tranquila.. - Me dijo Sofi a punto de llorar, pero no podía aguantarlo más y comenzó a sollozar.
La abracé, y yo también lloré. Y este dolor era más profundo que el que había sentido aquellos últimos
días.

51
***

Camila's POV
Todo estaba borroso, y sabía lo que estaba pasando. Estaba totalmente colocada y no podía moverme
mucho porque me mareaba, pero tampoco podía andar mucho en aquella habitación. Iba dando tumbos
apoyándome en las paredes, y cuando me quería dar cuenta volvía a estar dolorida por todas partes. Me
dolía todo... No sabía qué había pasado. Tenía hambre, mucha hambre y además sed. Si mi mente estaba
totalmente clara sin ser afectada por las drogas, podría durar unos dos o tres días sin agua. Sin comida
unas... Dos o tres semanas.
Me asomé a la ventana de la habitación y apoyé las manos en ella, aunque me dolía hacerlo, debía tener
una luxación de segundo grado en las falanges de los dedos índice y corazón. Lo bueno que tenía estar
medio drogada es que el dolor se sentía menos.
Entrecerré los ojos al mirar por la ventana dando pequeños golpes con la mano.
-¿Lo..? -Susurré casi más bajo que el sonido de mi respiración. Estaba viendo a Lauren y a Sofi caminar
por la calle, y yo sólo optaba a dar pequeños golpes en el cristal con los dedos. -Sofi.. Lauren.. - Apreté los
ojos y sonreí, porque estaban allí y estaban cerca, pero mi sonrisa duró hasta que se volvió a abrir la puerta.

Capítulo 14

Lauren's POV
Sofi y yo acabamos en una cafetería cercana, porque ninguna de las dos habíamos comido en días. Pedimos
una ración de patatas para las dos y un refresco, aunque cuando llegó, las dos nos quedamos mirando el
plato sin mucho apetito.
-Sofi, tienes que comer. -Le decía señalando el plato, y ella intentaba no llorar de nuevo delante de mí. -
¿Sabes que las probabilidades de encontrar a una persona viva después de 48 horas son casi nulas, Lauren?
-Susurró en bajo, y cerré los ojos porque no podía soportar otra puñalada más en el pecho como esa. Asentí
lentamente sin abrir los ojos y miré de nuevo el plato.
-Vamos a encontrarla. -Susurré en bajo, apretando las manos en el plástico del sillón en el que estábamos
sentadas. -Te lo prometo.
-Era la mejor hermana del mundo. -Susurró cogiendo una patata, mojándola en kétchup y manteniéndola
ahí, sin llevársela a la boca.
-Es la mejor hermana del mundo. -Sofi sonrió amargamente, y yo cogí una patata para llevármela a la boca,
mirando el plato.
-Ella.. Muchas veces no le decía todo lo que sentía, porque siempre me mandaba, porque era como mi
madre en Los Ángeles. -La cara de Sofi era pálida. Su tez, como la de la pared, y ella era como su hermana,
totalmente morena.
-Se lo decías, créeme. Y ella te quería, me contaba cómo os llevabais y tiene devoción por ti. -Jugueteé con
una patata en las manos y humedecí mis labios, que volvían a estar mojados por las lágrimas que caían por
mis mejillas. -Ella era como mi otra mitad. Yo..

Antes de Camila era como, no sé. Como se me ve en las revistas. Fiestas, modelos, dinero, lujo.. Y un día,
apareció. Y no sabía si estaba preparada para aquello, para sentar la cabeza, tener una pareja estable, una
pareja normal. Y me lo dijo cuándo nos conocimos, que no quería algo pasajero. Ella... Ella quería una
persona que se quedase el resto de su vida con ella. Le dije, "tranquila, si no funciona estarás libre". ¿Sabes
lo gracioso? Que funcionó, y ahora estoy aquí, contigo. Y me arrepiento de no haberle dicho lo que sentía
tal y como lo sentía, Sofi. Y me estoy culpando por todo esto, y no puedo más.
Sofi me miraba y yo no podía seguir con aquello.

52
Cuando volvimos a casa de los Cabello, había pasado un día entero desde que habíamos salido de casa. Nos
pasamos la noche entera caminando por la ciudad, intentando ver algo que nos ayudase, pero Miami era
demasiado grande y nosotras no sabíamos dónde buscar.
Subí a la habitación de Camila y lo vi todo ordenado. Y pude recordar cómo me abrazaba contra ella, y
cómo me besaba. Pude recordar cómo era su sonrisa al besarme, y lo que nos costó separarnos. También,
recordé ese "hasta mañana", que se quedó en la nada.
Miré su maleta, su ropa en el armario como si allí no hubiese pasado el tiempo desde que se fue a Los
Ángeles.
-¿Dónde estás, Camz? -Susurré en voz baja, enterrando la cara en mis manos. Hacía dos días que no
dormía, y los surcos de las ojeras probablemente llegarían hasta mis mejillas, pero es que no podía dormir.
Sinu entró por la puerta de la habitación y apreté los ojos, levantándome para abrazarla.
-Lo siento.. -Susurré, como si fuera mi culpa, porque lo era. No podía llorar, no me quedaban ya lágrimas
que echar, pero más que nada porque tenía que ser fuerte por su madre. Nos quedamos así, abrazadas, hasta
que ella se separó.
-Tú no tienes la culpa. -Le limpié las lágrimas y negué ante su comentario, quedándome abrazándola, sin
más, porque no tenía fuerzas.
***
Camila's POV
La primera regla de un rehén y que yo no sabía era: no intentes escapar.
Tuve un momento, entre dosis, que podía pensar con más claridad. Aunque tenía vómitos y mareos, pude
divisar que el pasillo estaba libre. La habitación estaba llena de mugre, y sólo había una cama con muelles
y todo estaba sucio. Sabía que Lauren me estaba buscando, y mi hermana Sofi con ella.
Tenía el cuerpo hecho añicos, me dolía moverme. Hoy me habían dado un vaso de agua, y había decidido
racionarlo tomando pequeños sorbos, además de un plato con arroz cocido. Todos los días a esa hora,
salían a comer. No tenía mucho tiempo. Una de las cosas que se aprende en las calles de Cuba es que
ninguna puerta está cerrada. Con uno de los muelles del colchón, que conseguí partir doblándolo sin cesar,
hice un pequeño pincho. Me acerqué algo mareada a la puerta y me puse de rodillas, poniendo la oreja en la
cerradura.
-¿H-Hola? -Susurré en bajo. Si había alguien, probablemente me darían una patada y me tirarían al suelo,
pero nadie contestó. No era fuerte, no era corpulenta, pero era bastante lista. En realidad, simplemente era
ingenio. Metí el hierro por la cerradura y hundí parte del engranaje, provocando que la puerta se soltase. La
paré en seco para que no sonase y asomé la cabeza.
Mis pasos eran cortos, nada seguros porque estaba segura de que en cualquier momento podría caerme de
boca.
Unas voces venían del final del pasillo, y yo quería salir de allí, pero no sabía por dónde. Comencé a abrir
puertas y el sonido de esta los llamó. Más bien, era una mujer a la que no pude ver porque estaba
comenzando a marearme de nuevo.
-EH -Comenzó a correr hacia mí, y el peso de mi cuerpo me hacía no poder correr. Mis piernas me ardían,
y sólo podía rezar por mi vida en aquellos momentos porque simplemente me estaba alcanzando hasta que
salí a un callejón, pero no me dio tiempo. La mano de la mujer me tapó la boca y sentí la hoja del cuchillo
entrar en mí, sin salir, y más voces a mi alrededor, pero yo me quedé tirada en el suelo con un cuchillo en el
costado.
"No saquéis el cuchillo", pensaba. Y eso fue lo último que escuché hasta que la pérdida de sangre fue a
más, cuando la gente que intentaba ayudarme, me sacó el cuchillo.

Lauren's POV
En el hotel, intentaba pasar las horas. No quería pensar en nada, no. Incluso me puse en recepción a atender
a los clientes que venían, porque mi estado de ánimo no era para estar en una habitación. Probablemente
lloraría, lloraría aún más y ya no me quedaban lágrimas que echar en aquellas dos semanas. Llevaba una en
Miami, y dos sin saber nada de Camila. El dolor, las ojeras, el malestar general eran patentes.
Todo el mundo a mi alrededor daba el cien por cien en su trabajo, y no era coincidencia. Estaba allí,
observándolo todo con cautela, aunque eso creían ellos. Mi mente estaba más en casa de los Cabello.
Mi móvil vibró, y era un número desconocido. "Otra vez no", pensé. Pero tenía que cogerlo.
-¿Sí? -Dejé a la encargada de recepción y salí del mostrador, yendo a la entrada del hotel. -
¿Es usted Lauren Jauregui?

53
-Sí, ¿qué ocurre? -Los nervios aumentaban cada vez más.
-Le llamamos del Hospital Universitario de Miami, Camila Cabello está aquí. -No me dio tiempo a
responder porque ya iba por las escaleras y entré en el coche lo más rápido que pude.
Me saltaba semáforos en rojo, pero es que me daba exactamente igual. Camila estaba en el hospital, no me
tranquilizaba del todo pero, estaba, y eso hacía que condujese aún más rápido.
Cuando llegué al hospital, Sinu, Alejandro y Sofi estaban saliendo y ni siquiera me paré a saludarlos,
simplemente me dijeron el nombre de la habitación cuando pregunté "dónde está" como una posesa,
subiendo en el ascensor.
El pasillo se me hizo eterno, hasta que me di cuenta del número de habitación que era: el 72. Llegué
agitada, y al abrir la puerta, Camila estaba allí. Con una sonrisa, mirándome a los ojos, y yo no creía poder
ser más feliz en aquél momento.
Corrí hacia ella y me tiré a sus brazos, escondiendo la cara en el hueco de su cuello.

No podía creerme aquello, sinceramente no podía. Estaba entre los brazos de Camila, y sentía su mano
acariciarme el pelo. La tensión estalló, y me relajé entre sus brazos mientras lloraba, rodeando su cuello
con los brazos.
-Mi amor.. -Escuché que me decía. En aquél momento, las dudas sobre el vídeo desaparecieron. No podía
separarme de Camila, no quería. Ella me separó un poco con las manos y, puso una mano en mi mejilla
quitándome las lágrimas con un dedo, para después besarme de esa forma tan dulce y lenta que tenía
Camila de besar. Me separó de ella y sollocé un poco más, porque estaba ahí, delante de mí, y la acababa de
besar. Me abracé de nuevo e ella, sin poder dejar de llorar durante un rato. -Está bien, mi vida.. -Me separó
de nuevo y limpió mis lágrimas, aunque ella también estaba llorando, pero de una forma más calmada.
-Pensé que me habías engañado, y luego, ya no estabas y yo.. -Negué tapándome la cara con las manos, y
ella me las quitó, volviendo a limpiarme las lágrimas. -Lo siento, Camz..
-No, no sientas nada.. -Negó mirándome, y con la muñeca me limpié las lágrimas.
-Sí, estás así por mí.. Y si no estuviésemos juntas, no te habría pasado nada. -Susurré negando, apretando
los labios.
-Entonces yo tengo la culpa de haberme enamorado de ti. -Dijo ella en voz baja, y yo sonreí entre las
lágrimas, sintiendo la mano en su mejilla. -Eres la mejor novia del mundo, Lauren.
-No lo soy. Nunca sabes que es la última vez hasta que es la última. Y debería decirte lo que siento por
mucho que me cueste, y si quieres tener una película de Nicholas Sparks la
tendremos.. -Libros.. -Camila soltó una suave risa.
-Libros.. Lo que sea, lo tendremos. Si quieres tendremos una saga completa de libros. Si quieres.. Y, lo
peor de todo es que.. Tú estuviste ahí cuando yo estaba en el hospital, y yo no. No estaba aquí. -Camila
negó y tiró de mí para besarme, acariciándome el pelo de la nuca suavemente.
-Estuviste buscándome una semana entera durmiendo apenas una hora escasa. -Mis ojos comenzaban a
humedecerse de nuevo y apreté la mandíbula intentando no hacerlo.
-Pensé que me habías dejado, y yo.. -Negué lentamente. -¿Cómo estás?
-Dolorida.. No puedo moverme mucho porque tengo una herida en el costado y podrían saltarse los puntos
provocando así una hemorragia. -Me quedé mirándola y reí mordiéndome el labio.
-Echaba de menos cuando te ponías en plan doctora, ¿sabes? -Me limpié las ojeras de lágrimas, mirándola
a los ojos. -¿Qué te pasó..? -Señalé su costado tragando saliva.
-Me hincaron un cuchillo... Una puñalada. -Cogió mi mano y enlazó sus dedos con los de ella. Tenía una
mano vendada, y verla así me partía el alma.
-¿Recuerdas algo? -Ella negó lentamente, y lo dejé estar. -¿Quieres algo? -Pregunté mirándola, acariciando
su mejilla con el dedo.
-Un poco de agua.. -Arrugó la nariz de aquella manera tan adorable, aunque la tenía un poco morada. -
Está bien. -Me levanté y cogí una de sus manos, dándole un beso dónde no tenía la vía, y otro en la
frente.
Salí de la habitación y justo me choqué con una chica, a la que miré con cara de perro y volví a mirar al
frente. Al final del pasillo, una máquina de refrescos. Escogí una botella de agua y la saqué, viendo cómo
una doctora se paraba en el pasillo.
-Perdone. -Me acerqué a ella en el pasillo. Ella me miró. -¿Es usted la doctora de
Camila? -Sí. ¿Algún problema con Camila? -Frunció el ceño y yo negué.

54
-Sólo quería saber qué ha pasado esta semana, cómo está. -Me crucé de brazos algo nerviosa, esperando su
respuesta.
-Ha estado sedada hasta hoy, que la hemos despertado. La encontraron con una puñalada abdominal que
había afectado a su hígado, provocando una hemorragia interna. Pero, lo pudimos controlar. También
encontramos escopolamina en su sangre. -Ella me miró.
-¿Qué significa? -Fruncí el ceño, comenzando a ponerme nerviosa.
-Se llama la droga de los violadores. Normalmente las echan en las copas de la gente en las discotecas,
marean, atontan a las víctimas. A la mañana siguiente no recuerdan nada, sólo tienen mareos y vómitos. -
Parpadeé mirándola, esperando su explicación.
-¿Qué le hicieron? -La doctora comenzó a ponerse incómoda.
-Tiene signos de violación. La tuvieron atada por las marcas del cuello, los tobillos y las muñecas. -Y yo no
podía creerme lo que estaba escuchando. -Camila no recuerda nada. Ella sabe todo lo que le hicieron,
porque nos lo dijo ella misma.
-Es.. Es doctora, es muy lista, sí. -Entrecerré los ojos frotándome la frente con los dedos.
-Y cuando despertó hoy, fuera de peligro, nos dijo quién era y cómo se llamaba. -Asentí dándole vueltas a
la botella entre mis manos.
-Gracias... -Dije asintiendo, entrando de nuevo en la habitación cerrando la puerta.
Camila seguía incorporada en la cama, mirándome con una sonrisa.
-¿Por qué has tardado tanto? -Preguntó y yo abrí la botella con cuidado, poniéndole una pajita que tenía en
la mesita de noche.
-Porque estaba hablando con tu doctora. -Dije sentándome a su lado, y ella se puso de morros, bebiendo un
poco de la botella a través de la pajita. Decidí quedarme en silencio, porque Camila parecía estar bien. -
¿Cuándo podrás irte?
-Unos días. -Dijo ella, pasando la mano por mi mejilla para tranquilizarme.
-Camila, tú... Ven a vivir conmigo. -Le dije y ella me miró sonriendo. No sabía cómo era capaz de nunca
perder la sonrisa, aun estando en aquella situación.
-¿Y Sofi? -No había pensado en ella, pero no importaba.
-Si quieres puede vivir en tu apartamento. -Ella se quedó mirándome un momento, y asintió, llevando una
mano a mi mejilla para volver a besarme de forma lenta.
-Te quiero. Sólo quiero que hagas algo por mí.. -Dijo entrecerrando los ojos, y yo asentí
lentamente. -Lo que sea. -Me levanté dándole un beso en la mejilla, que provocó su sonrisa.
-Vete al hotel, date una ducha, duerme, por favor. Y come. -Sonreí con ternura ante lo que me pedía, pero
negué.
-No puedo.. -Iba a sonar cursi lo que iba a decir, por eso me paré, pero le prometí que iba a decir las cosas
sin importar. -No puedo dormir sin ti. -Susurré agachando la cabeza.
Camila se movió un poco en la camilla y tiró de mi brazo, sentándome allí. Tiró un poco más de mí para
que me tumbase, y así lo hice. En cuanto mi cabeza tocó la almohada, podía dormir allí. Pasé una mano por
las caderas de Camila y ella me abrazó con cuidado. Mi cuerpo entero se relajó después de aquellas
infernales semanas, y me dormí, me dormí por completo entre los brazos de Camila.
Cuando me desperté, abrí los ojos y Camila seguía allí. Su mirada se encontró con la mía y me acarició la
mejilla, mientras yo intentaba no moverme mucho.
-Estás despierta. -La voz de su madre me alertó y rápido me incorporé, carraspeando bajo las risas de
Camila, que controlaba la fuerza con la que reía.
-Oh dios, los siento señora Cabello. -Me puse de pie y casi no sabía dónde me ponía porque aún veía algo
borroso, y me disculpé frotándome un ojo.
-Lauren, sólo estabas durmiendo cielo.. -Camila alargó la mano y la pasó por mi brazo, haciendo que me
sentase en la silla más cercana a la cama.
-Te hemos traído ropa limpia, Lauren. Mila nos dijo que la necesitabas. -Sofi señaló una bolsa a los pies de
la cama, y sonreí.
-Muchas gracias, de verdad. -Me acerqué a la bolsa y la cogí, dirigiéndome al baño. -Voy a entrar sólo no..
-Me quede mirándolas.
-No nos vamos a mover, mi amor. -Camila rio y yo entré en el baño.
No me podía creer que ahora todo estuviese bien, más o menos. Sólo quería llegar a casa
con Camila, cuidarla y... No sé, volver a ser felices.

55
Tras una ducha que duró no más de diez minutos, me vestí con unos vaqueros negros ajustados, unos
botines del mismo color y una camiseta de Bob Marley bastante ancha. Me sequé el pelo y lo dejé suelto,
saliendo y encontrándome con la enfermera poniéndole el almuerzo a Camila. ¿Cuánto había dormido?
Sinu y Sofi ya no estaban, y la enfermera le ponía el plato a Camila con cuidado, y esta lo
probaba. -Perdone... Está un poco frío. -Le dijo con el tono más dulce que pudo.
-Lo siento, yo no soy cocinera y esto no es un hotel. -Le respondió. Fruncí el ceño y la llamé dándole
golpecitos con el dedo.
-Le dice usted a mi novia que no es cocinera y que no es un hotel. ¿Sabe? Tengo como miles de hoteles
alrededor del mundo y cuando un cliente le dice al camarero, "perdone, está frío", el camarero no le
responde "lo siento, es que no soy cocinero". Esto es un servicio al igual que la comida en un hotel, y
pagamos miles de dólares por este servicio, mucho más que por un hotel. Así que ahora mismo, usted, si
me permite, se lleva el plato de su paciente y lo calienta. ¿Entendido? -Sonreí de forma irónica, señalándole
la puerta a la señora que salió sin decir nada.
-No deberías haber hecho eso. -Me recriminó Camila y yo fruncí el ceño.
-Oh, claro que sí. Esto no es como en España, donde la sanidad es gratuita. Si tú pagas por algo, debes
recibir un buen trato, no el.. -Y volvió a besarme con la cara entre sus manos, siguiéndole el beso. Apoyé
una mano a un lado de su cuerpo, y cuando me separé del beso, pegué su frente a la de ella. -¿Cómo puedes
tener esa sonrisa de oreja a oreja después de todo lo que ha pasado?
-Porque no recuerdo nada. -Se encogió de hombros simplemente y pasó los brazos por mi cuello con
cuidado. -Y te tengo a ti, Lauren.
-No quiero ver un hospital más en mi vida. -Solté un bufido separándome, cogiéndola de la mano. -En todo
caso, si.. -Miré a Camila y ella alzó las cejas.
-Si tenemos un bebé. -Dijo ella acariciándome el brazo.
-Exacto. Si tenemos un bebé vendré al hospital. Pero.. Yo no voy a tenerlo. -Fruncí el ceño levantándome
para abrir la puerta. Miré a la enfermera con el semblante serio y cogí la bandeja, cerrando la puerta. -Aquí
tienes cielo, un delicioso... -Miré el plato y la pinta no era muy buena. Pescado con verduras al vapor y
sopa. -Bueno, comida.
-Ya sé que no lo vas a tener tú. Quiero tenerlo yo... Además, no tienes paciencia, por lo que te harías una
cesárea a ti misma con un bolígrafo. Y yo.. No sé, quiero sentir... A mi bebé, por decirlo de alguna manera.
-Dijo mientras comía su sopa, y yo la miraba con una sonrisa, acariciándole la pierna con cuidado, mirando
si le dolía algo, pero parecía que había tocado en el sitio correcto.
-Eso es.. Eso es perfecto. -Asentí lentamente, sonriendo con ternura. -Serías adorable embarazada. -
¿De verdad? -Camila se sonrojó un poco y le limpié los labios con la servilleta, asintiendo.
-De verdad. Aunque no quiero ni pensar, si me despiertas ahora para que cierre la ventana, cuando estés
embarazada... -Fruncí el ceño retirándole el plato de sopa cuando se lo terminó, observando cómo
empezaba a comerse el pescado.
-Me enfadaré en español. -Asintió chupándose un dedo, y yo entreabrí los ojos.
-No, no, por favor no te enfades en español. -Hice un pequeño puchero y ella me acercó el tenedor con un
poco de pescado.
-Pues come si no quieres que me enfade en español. -Miré el pescado y me
alejé. -¿Pretendes que me coma eso? -Señalé el pescado, negando.
-Te quedas sin comida caliente un mes mija sin frijoles.
-Eso ha dolido. -Me comí el pescado arrugando la nariz porque no me gustaba nada, y ella sonrió, dándome
suave besos en los labios.
-Gracias por todo. -Acaricié su mejilla lentamente, esbozando una sonrisa para pegar mi nariz con la
suya. -Por nada.

56
Capítulo 15

Camila's POV
No podía moverme mucho, así que eso dificultaba la situación un poco más. Iba en silla de ruedas, no
porque no pudiese andar o algo así, sino porque si lo hacía corría el riesgo de desangrarme. Así que, no
rechisté cuando Lauren me llevó al jet. Tampoco cuando estaba recibiendo todas sus atenciones y más,
porque nunca me había sentido así.
No era una persona que solía quejarse de lo que le duele o no, así que tampoco me quejaba del dolor
general que sentía.
-¿En serio? ¿En serio me estás llamando por esto? -Decía Lauren caminando de un lado a otro en el jet,
pasándose una mano por el pelo. -No, escucha, no. Llámame si se están quemando los cincuenta hoteles
que tenemos en el estado de Florida, por ejemplo. ¿Me estás llamando para preguntarme si quiero
servilletas blancas o rojas? ¿Me estás jodiendo? ¿Para qué contrato yo a gente y a un grupo creativo de
decoración? Dímelo, porque yo sinceramente no lo entiendo.
Era divertido ver a Lauren enfadada con los empleados, no era cruel, sólo me gustaba cuando la ponían de
los nervios y la situación se ponía graciosa.
Cogí la taza que tenía delante y le di un pequeño sorbo, degustando el té con limón que una de las azafatas
me había puesto después de que Lauren le preguntase unas tres veces si el té estaba lo suficientemente
caliente para mí.
Cuando llegamos a Los Ángeles, no podía andar mucho sola. Me agarré al cuello de Lauren que me
sujetaba por la cintura hasta meterme en el coche con cuidado, y de ahí partimos hacia casa. Sofi y Taylor
se habían encargado de llevar mis efectos personales a casa de Lauren el día anterior, así que, sólo faltaba
colocar mi ropa en el armario de Lauren y todo estaría listo.
Me senté en la silla al salir del coche y Lauren cruzó el jardín, caminando hasta la puerta. Sacó las llaves de
su bolsillo y abrió la puerta. Se puso detrás de la silla de nuevo y entramos en casa, instantáneamente
sobresaltándome, porque las luces se encendieron y había un montón de gente allí, gritando sorpresa. Mi
corazón no estaba para aquellos sustos en esos momentos, pero tras el impacto inicial, comencé a sollozar
levemente, porque estaban allí básicamente las personas que quería.
Ally, su marido Troy y su hijo Josh, Dinah y su novio, mi hermana Sofi, Taylor con la pequeña Hayley
entre sus brazos que ya quería saltar para ir con su tía, e incluso Normani y su marido, que no lo conocía
pero, suponía que estaba allí para acompañarla.
Sollocé un poco riendo, limpiándome las lágrimas con el pulgar, mientras sentía la mano de Lauren
acariciar mi hombro suavemente.
-Esto no es una celebración. -Dijo Normani, negando.
-Cuando tú estabas.. Bueno, cuando no estabas, Lauren me contó cómo la habías ayudado. Y hablé con
Normani y... Has hecho cosas por gente que ni siquiera conocías, y nunca has puesto mala cara ante nadie.
-Tengo que darte las gracias por todo lo del bebé, y que no me cobrases las ecografías ni las consultas. Pero
hay una cosa que siempre recordaré, y es que antes de saber que estaba embarazada, te traté muy mal. Te
hablé fatal, y tú simplemente me miraste con una sonrisa y me dijiste que mantuviese el brazo doblado
porque iba a salirme un moratón. -Yo no sé cuántas veces Camila me ha cubierto el turno, y no es fácil
trabajar con niños. -Comentó Ally riendo, encogiéndose de hombros. -¡Josh! -Cogió al pequeño en brazos,
frunciendo el ceño y comenzamos a reírnos todos, aunque yo llevaba ya un rato llorando.
-Lauren me contó que calmaste a Hayley cuando os la dejé, porque la inepta de mi hermana no sabe cómo
hacer que una niña deje de LLORAR. -Miró por último a Lauren con los ojos abiertos.
-¡Oye! Los niños me odian, ¿qué quieres que le haga? -Me reí una vez más porque, Lauren era demasiado
graciosa en esas situaciones. -Obviamente diría muchas cosas sobre ti pero.. -Lauren se puso delante de mí
y comenzó a ponerme de pie con cuidado, sujetándome por la cintura. -Me haces feliz y me parece razón
suficiente para hacerte mi homenaje personal todos los días.
-Aww.. -Abracé a Lauren dándole un beso en los labios, aunque me separé un poco. -Eso es muy cursi.. -
Me burlé de ella y reí, mientras ella sonreía y se encogía de hombros a la vez.
-Yo... No sé qué decir. -Susurré en bajo, apoyando la mano en el hombro de Lauren. -Sólo... No quiero dar
un discurso inspirador sobre cómo cambiar el mundo, ONGs que salvan a los manatíes en el pacífico o
cosas así. Soy así, y me gusta ser así con la gente.

57
-Habla en serio, tuve que casi matar a la enfermera del hospital porque Camila es demasiado dulce como
para decirle que le calentase el plato. –Todos se reían y yo negué, apoyando el peso de mi cuerpo sobre
Lauren, pasándome una mano por la cara.
-Creo que en parte por eso soy doctora, porque me gusta ayudar a la gente sin recibir nada a cambio. -
Comenté apretando la mano en el hombro de Lauren.
-Sí, excepto el suelo de cada mes. -Comentó Dinah mirándome, riéndose conmigo aunque yo en menos
medida.
-Pero lo haría gratis incluso. -Dije señalándola con el dedo y una
risa. -¿En serio? -Normani frunció un poco el ceño.
-Claro que sí, tengo a Lauren. Pf. -Bromeé y Lauren se reía, negando.
-Luego no me dejas ni que te pague un taxi. Eso es mentira. -Entrecerró los ojos y me encogí de hombros.
Tras aquél momento, comenzamos una especie de.. Reunión entre amigos, aunque por ejemplo al marido
de Normani ni lo conocía.
Lauren fue absorbida por Josh y Hayley, que tiraban de ella hasta el salón y la miraba con ternura. No se le
daban bien los niños en cuanto a darles de comer, calmarlos, cosas por el estilo, pero la relación que tenía
con ellos era adorable. Al menos, a mí me lo parecía. Lauren estaba harta de la vida, con dos niños a su
alrededor subidos encima de ella y manchándole la cara de babas y caramelo.
Normani había contratado una cena de cáterin, pero yo no tenía muchas ganas de andar de fiesta. Todos
comieron, pero yo lo que de verdad quería era irme a la cama, aunque no iba a hacerlo porque todos habían
sido muy amables conmigo.
Llegados a un punto de la noche, todos se fueron y Lauren se acercó hasta mí. Sus manos rodearon mi
cintura, y me llevaron con cuidado hacia la habitación. Bostecé un poco y me tapé la boca, riendo
levemente.
-Perdón.. -Me disculpé sonrojada, mientras Lauren me tumbaba en la cama con cuidado, y yo la ayudaba a
quitarme la camiseta y el pantalón con cuidado. Luego, se desvistió bajo mi mirada. Había echado de
menos aquello, echaba de menos a Lauren en definitiva.
Se acercó a mí de rodillas en la cama y me miró.
-No quiero hacerte daño, Camz.. -Me acarició la mejilla con los dedos, y pude ver la preocupación en sus
ojos.
-Ven aquí, no vas a hacerme daño. -Le dije tirando de su mano, y ella se tumbó a mi lado, rodeando mi
cintura con un brazo, aunque no de la forma que lo hacía normalmente.
La miré a los ojos y ella bajó la mirada, provocando que me acercase un poco más a ella.
-¿Cómo sabes lo que te pasó, si no recuerdas nada? -Preguntó mirando mi mano vendada, y yo levanté la
cabeza hacia Lauren.
-Porque soy médico, Lauren. -Susurré simplemente. -Sé qué me ha pasado, sé qué me han hecho, no
recuerdo cómo pero.. -Suspiré pegando su frente a la de ella. -No me siento bien.. Hay algo mal en mí, me
siento... Sucia. - Lauren tenía la cabeza gacha y los ojos apretados. -Te necesito.. Necesito que me arregles.
-Apreté los ojos y pegué su frente a la de ella, acariciando su cuello con dulzura.
Era una sensación extraña. Sabía que con mi cuerpo habían hecho cosas que... Con ninguna persona se
debería hacer. Y necesitaba que Lauren me abrazase, me besara, me hiciese el amor o lo que ella quisiera
para olvidar todo aquello, para sentirme una persona de verdad.
A la mañana siguiente, abrí los ojos lentamente y la ventana estaba cerrada. Sentí un dolor general
inundarme, provocando un quejido proveniente de mi garganta y apreté los ojos, llevándome una mano a
una de las piernas.
Eso era un problema bastante recurrente, el cuerpo se relajaba y a la hora de volver a poner el cuerpo en
marcha, todos los músculos dolían a rabiar. Y no sólo después de todo lo que pasé en aquél antro, también
suele pasar cuando tienes agujetas.
Lauren dio dos toques a la puerta y tras un silencio, escuché su voz.
-¿Puedo pasar? -Sonreí, era tan idiota y adorable.
-Mi amor, es tu casa.

58
La puerta se abrió y apareció con una bandeja en las manos ampliando la sonrisa al verme.
-Error, es nuestra casa. -Intenté incorporarme y me apoyé en las almohadas que tenía en la espalda. -
¿Sabes? He intentado hacer eso del aguacate como mil veces, pero no sé cómo sacarle el hueso ni cómo lo
pones tú en la tostada y.. -Frunció el ceño sentándose a mi lado, poniendo la bandeja en mitad de la cama, y
volvió a mirarme. -Así que he tenido que comprar el desayuno, lo siento cielo.
-Aw.. -Sonreí poniendo una mano en su mejilla, dándole un beso suave seguido de otros más mirando la
bandeja. -Eres adorable.
-Mira, hay.. Fruta, plátanos más que nada. Pero llevan un poco de chocolate, luego... Tostadas con aguacate
y tomate, creo que eso te gusta también. Mmh.. -Señaló otro plato. -Revuelto de huevo y bacon de pavo. -Y
también perfecta. -Sonreí cogiendo un tenedor, dándole el otro a Lauren. No sabía cocinar, de hecho, no
controlaba bien la tostadora y se le quemaba el pan, así qué que se esforzase en ir a comprar el desayuno
era algo de tener en cuenta.
Me comí la tostada entre besos de Lauren, que también desayunaba conmigo. No llegaba a entender cómo
Lauren sabía que mi fruta favorita era el plátano, tuve una época enfermiza en la adolescencia pero me
controlé. Y así, hasta terminar entre las dos con aquél desayuno que había comprado Lauren.
-Tengo una sorpresa. -Lauren se levantó de la cama y yo ya quería salir de allí, pero sólo miré por encima
de su hombro.
-¿Qué tienes? -Apoyé las manos en la cama y vi cómo Lauren salía de la habitación. -No me gustan las
sorpresas Lauren. Nada de sobresaltos, no.
Tras unos minutos, Lauren apareció en la habitación. En sus brazos, un pequeño cachorro color chocolate,
que apoyaba la cabeza en su pecho.
-Este es Jack. Es ciego, según me ha dicho Ally. Me llamó porque lo había encontrado en el jardín trasero
de su casa, y le dijiste que querías uno. Y él.. Bueno, te necesita. -Sonrió y abrí los ojos con una sonrisa,
extendiendo los brazos hacia él.
-¿En serio? ¿En serio es nuestro? ¿Nos lo vamos a quedar? -Lauren lo puso en mis brazos y lo cogí con
cuidado, dándole un beso en el morro y acaricié tras sus orejas, y el cachorro comenzó a sollozar con
suaves quejidos lo que provocó un puchero de mi parte. -No, no llores.. -Lo sostuve entre mis brazos, casi
escondiéndolo en mi cuello.
-En serio, es nuestro. -Lauren se sentó a mi lado, acariciando el lomo del perro que dejaba de temblar así. -
Sé que no es un bebé, pero pensé que quizás necesitaba una familia. Se me partió el alma al verlo así.
-Es un bebé, un bebé perrito. -Le di besos al perro en la cabeza y miré a Lauren. -¿Quieres ir a pasear con
mami? ¿Sí? - Mi tono de voz era como si le hablase a un bebé, y Lauren me miraba con una sonrisa. -
¿Qué? -Me mordí el labio poniendo al cachorro en mi regazo, que tanteaba mis piernas con las patitas.
-Sólo.. Me alegra demasiado hacerte feliz.
No me separaba del cachorro, ni siquiera para bajar las escaleras aunque era algo delicado, pero tenía a
Lauren sujetándome de la cintura apretando su mano ahí. Me senté en el sofá y dejé al cachorro que se
perdía, oliendo el sofá y sin saber dónde ir. Mientras, Lauren daba vueltas por el salón y yo observaba.
-No, no. Escucha, no puedes vender esas acciones. No. -Lauren suspiró echando la cabeza hacia atrás, y yo
la miraba algo preocupaba mientras el cachorro me chupaba la mano. -Lo sé, vamos a perder dinero a corto
plazo. A corto plazo. Eso es un elemento puntual, porque haya un terrorista en París no significa que en tres
meses siga la gente asustada. Sí. Subirán, créeme. Si fuese algo como la guerra de ucrania, pues te diría que
vendiésemos todas y cada una de ellas, pero no.
-Mamá está ocupada.. -Susurré en la oreja del cachorro cuando hizo un intento de ladrido, que se quedó en
nada porque era tan pequeño que no sabía ni ladrar.
Lauren suspiró pasándose la mano por la frente, mirándome a
mí. -Sí, lo sé. Está bien, hasta ahora. -Lauren dejó el móvil en la
mesa y me miró con un suspiro, asumiendo que algo no iba bien.
-¿Ocurre algo? -Pregunté mordiéndome el labio, levantándome con cuidado del sofá y me acerqué a ella. -
No, sólo... Tengo que irme y no quiero dejarte sola. Me siento irresponsable, te dije que te cuidaría. -Fruncí
el ceño y negué, poniéndole el móvil en el pecho.
-Irresponsable sería no ir a trabajar. -Dije mirándola, negando. -Llamaré a Sofi para que se quede conmigo,
y tú vas a irte ya.

59
Y así fue, Lauren se puso de nuevo uno de aquellos trajes que le encajaba perfectamente, y partió hasta la
oficina, mientras yo esperaba impaciente a que llegase mi hermana.
Unos veinte minutos después, llamaron a la puerta. Me levanté como pude, dejando al cachorro entre
cojines para que no se cayese.
-Ya voy, ya voy. Herida de guerra va a abrir la puerta, tenga paciencia por favor. -Dije en voz alta,
caminando despacio hasta la puerta. Al abrir, la imagen de Sofi totalmente descompuesta hizo que se me
cayese el alma al suelo. Me abrazó, no me dio tiempo a reaccionar porque la tenía llorando en mi pecho. -
Sofi, cielo, ¿qué ocurre?
-Me ha dejado.. -Dijo entre hipidos y sollozos, mientras yo cerraba la puerta. La abracé contra mí, y besé su
cabeza con cuidado. Era la primera vez que le rompían el corazón de aquella manera, y yo no podía hacer
nada. Sólo abrazarla.
Por muy mal que Sofi estuviese, me ayudó a sentarme en el sofá, y yo la abracé, intentando consolarla.
Había pasado por aquello antes, y lo mejor que alguien podía hacer era que se desahogase, llorar hasta que
no pudieses más y así te quitabas eso de encima.
Y dejé que Sofi lo hiciera, simplemente le acariciaba el pelo, y podía sentir el dolor de mi hermana, porque
yo también lo había sentido así.
Tras media hora, Sofi levantó la cabeza y le sequé las lágrimas con los dedos, negando.
-No merece que llores por él. -Susurré mirando a Sofi, que asentía con los ojos cerrados. Sentí cómo el
cachorro olisqueaba mi regazo y mi hermana desvió la mirada.
-¿De quién es? -Se limpió las lágrimas con las mangas del jersey y cogí al perrito, poniéndolo en mis
brazos.
-Me lo ha regalado Lauren esta mañana. -Le di un besito en la cabeza, escuchando los leves quejidos del
cachorro intentando oler a Sofi. -Es.. Es ciego. Se llama Jack. -Sofi esbozó una débil sonrisa, pasando una
mano por su cabeza.
-Tiene suerte de teneros. -Dijo Sofi asintiendo, quitándose las lágrimas de los ojos.
-¿Sabes, Sofi? Hace casi un año yo estaba exactamente igual que tú. Mi novia, la que creía que era la
persona definitiva, me había engañado con otra. Tú estabas ahí, tú podías verme todos los días ir a trabajar
sin ganas de nada. Cuando pasan estas cosas es porque la vida tiene alguien mejor para ti, cielo. Alguien
que te cuide, que estéis tan enamorados que la idea de romper parezca absurda.
-Alguien como Lauren. -Dijo ella. Asentí lentamente, dándole un beso en la frente a
Sofi. -Alguien como ella. -Asentí acariciando su mejilla de nuevo, porque no podía dejar
a mi hermana así. -Sé que ahora mismo no lo entiendes, y que duele sólo de pensar en lo
que tenías y se ha ido pero.. Encontrarás a esa persona.
El timbre sonó y fruncí el ceño.
-Ya voy yo. -Dijo Sofi, mientras yo me acomodaba un poco mejor en el sofá, dándole todas mis atenciones
al cachorro que se ponía boca arriba con la tripita y las patitas en la misma posición, buscando que yo lo
acariciase.
-¿Está Lauren? -Una voz masculina provenía de la puerta, y me giré un poco.
-No, está trabajando. ¿Tú eres..? -Sofi preguntaba y yo quería verle la cara al chico.
-Soy Chris. Chris Jauregui. -Sofi abrió los ojos y se apartó un poco para dejar pasar al chico. Era alto,
bastante alto. Con el pelo moreno, facciones caucásicas y bastante guapo a decir verdad, aunque no tenía
nada de parecido a Lauren. -Adelante, pasa.
-Hey, debes de ser Camila. -Dijo Chris acercándose a mí, y asentí con una sonrisa. No sabía que tenía un
hermano, pero él si sabía de mi existencia, cosa que me extrañaba. Intenté levantarme pero Chris me paró,
inclinándose para darme dos besos.
-Sí, me extraña que tu hermana te haya hablado de mí. -Reí un momento y miré a mi hermana. -Esta es mi
hermana, Sofi. -Chris levantó la cabeza y miró a Sofi, acercándose para darle dos besos, pero se paró. -
¿Has... Estado llorando? -La señaló y Sofi agachó la cabeza con una leve sonrisa triste, asintiendo.
-Oh.. Oh. -Chris la miró y frunció el ceño. -Lo siento, pero seguro que era
idiota.
-Sí, lo era. Me caía bastante mal a decir verdad. -Me levanté sujetándome al
brazo de Chris, mirando a Sofi. -Y no te podía decir nada porque eres libre de
salir con quien quieras pero... Era idiota. Me veía en mi propia casa y se
quedaba mirándome con una cara de pánfilo que, honestamente, si Lauren lo
hubiese conocido seguro que le habría soltado alguna bordería.

60
-Eso es verdad. -Chris asintió al comentario de su hermana, y reí ante aquello. -¿Has leído alguna vez 'Las
Ventajas de ser un Marginado'? -Preguntó Chris, mientras me agarraba a Sofi para ir a la cocina. Ella negó,
y Chris siguió explicando. -Hay una frase que dice 'aceptamos el amor que creemos merecer'. Igual estás
así no porque estuvieses enamorada de él, sino porque piensas que nadie más va a quererte. -Miré a Chris y
entonces sí encontré el parecido a su hermana. ¿De dónde se sacaban esas frases estilo dios bendiga
América?
-No creo que haya nadie más. -Susurró Sofi, y me senté a su lado en la mesa.
-Cuando le hablo le entra por un oído y le sale por el otro. -Dije resignada, dándome la vuelta para coger
una botella de agua de la nevera.
-Yo no creo eso, eres preciosa. -En aquél momento se me atragantó el agua y me puse la mano en la boca. -
Sofi, mi vida, acompáñame al baño un momento.
Sofi me cogió por la cintura y me acompañó al baño de arriba, cerré la puerta y la miré. -Tú
vas a salir con Chris. -La señalé y la puse delante del espejo, poniéndome detrás de ella.
-¿Qué? ¿Qué dices? Me acaba de dejar mi novio hace media hora. -Ella frunció el ceño intentando zafarse
de mí.
-¿Y qué? Yo también estaba así y me tiré a Lauren. -Mi hermana soltó una carcajada, pero era la verdad. -
En serio, necesitas olvidarte de ese capullo. Ya sea por una noche, por unos días o... -Negué cogiendo mi
gloss de labios y echándole un poco. Le ahuequé el pelo con las manos echándoselo a un lado, y le quité el
rímel corrido de las ojeras para que quedase sólo en una línea negra. -O lo que surja, Sofi.
-No, estás loca. -Negó en rotundo.
-Sofía, te mando a Miami de una patada. -La señalé con el dedo, amenazante. -¿Qué daño te va a
hacer? -Ninguno.. -Suspiró y cerró los ojos. -Es mono..
-Lo es, es muy mono.. -Me reí en bajo, abriendo la puerta.
-Te odio, Mila. -Terminé de reírme y la vi bajar por las escaleras de nuevo hasta la
cocina. Cogí el móvil y marqué el número de Lauren y esperé a que lo cogiese.
-¿Sí? -Sonreí instantáneamente al escuchar el sonido de su voz.
-Hola Lo.. ¿Te pillo en mal momento? -Alcé las cejas caminando lento hasta la
habitación. -No, acabo de salir, ¿qué ocurre?
-Es que ha venido tu hermano, y está aquí Sofi porque la acaba de dejar su novio y... Compra pizza, por fi.
-Me senté en la cama lentamente, riendo un poco por lo caprichoso que había sonado eso.
-Mmh.. Vale, está bien.
-Te quiero, ah, y tu hermana y mi hermano se han
besado. -QUÉ.
-Que te quiero.

61
Capítulo 16

Camila's POV
Habían pasado casi dos semanas desde que llegué a casa, y ya por fin podía moverme con algo más de
normalidad aunque no me habían quitado los puntos, y aún tardaría una semana más. El pasillo del hospital
era largo, y frente a una puerta nos agolpábamos un grupo de gente, aunque Lauren venía desde el final del
pasillo con un vaso de café, dándole un sorbo.
-No me gustan los hospitales. -Bufó ella dándole un sorbo al café, poniendo mala cara. Chris y Sofi
hablaban pegados a la pared y podía ver aquella sonrisa idiota de mi hermana al hablar con él.
-Siento trabajar en un hospital. -Dije riendo, pasando una mano por su espalda.
-Estoy cansada, no quiero estar aquí. Quiero irme a casa. -Resopló cual niña pequeña y le di un guantazo en
la cara de forma suave.
-¿Quieres dejar de tener cinco años? Tu sobrino va a nacer. -Le di repetidas veces con el dedo en el pecho.
-Me estoy replanteando tener hijos contigo, de verdad. -Rodé los ojos.
-¿Mi sobrino va a nacer? -Ella frunció el ceño y se separó de mí, acariciándose la mejilla del guantazo. -Me
han llamado pero no me han dicho para qué.. De todas formas, sigo estando cansada y me siguen sin gustar
los hospitales.
Lauren venía directamente del trabajo, así que lo que quería básicamente era llegar a casa y estar conmigo,
relajarse, cualquier cosa menos ir a un hospital.
Me senté en su regazo pasando una mano por su cuello, se había puesto aún más nerviosa aunque no lo
quisiese decir, y me parecía adorable.
-Vale, cielo, vas a tener que tranquilizarte porque estoy sentada encima de ti y no paras de mover las
piernas. -Dije bajándome de su regazo, pero ella paró y volví a sentarme.
-No estoy nerviosa. -Frunció el ceño indignada, algo que me hizo mucha gracia. Tenía la mano en su cuello
y su pulso iba a mil por hora, y alcé las cejas. - Es que.. Es Normani la que está ahí, y no sé si estará bien y
va a nacer mi sobrino de chocolate. -Susurró en bajo agachando la cabeza, y yo me reí acariciando su
mejilla y la pegué a mí, dándole un beso en la cabeza.
-Aw.. Mi vida eso es adorable.. -Susurré en bajo, levantando un poco la cabeza luego. Sofi y Chris seguían
hablando, y por lo que veía a él también le gustaba Sofi.
-¿Cuánto tarda un parto? Me aburro. -Dijo Lauren echando la cabeza hacia atrás.
-Entre dos y veinticuatro horas.. -Achiqué los ojos al ver su reacción, que fue abrir los ojos.
-¿Qué? -En ese momento en el que Lauren entró en pánico, Ally apareció por la puerta. Llevaba su traje de
distintos colores y una sonrisa en la cara, acercándose a nosotras. -¿Qué hace ella aquí? -Lauren miró a
Ally y ella se acercó casi ofendida.
-Trabajo aquí. -Se rio luego, y Lauren casi se atraganta con su propia saliva levantándose y estuvo a punto
de tirarme.
-¿Has estado con Normani? -Preguntó y yo apreté su brazo dándole una suave caricia hasta bajar a su
mano, intentando tranquilizarla.
-Sí, sí. Ha tenido un bebé precioso. -Lauren suspiró aliviada, y acaricié su espalda con una mano
lentamente.
-¿Cuándo podemos pasar a verla? -Preguntó

Lauren, que tomó mi mano y enlazó sus dedos con los míos.
-En una hora o así, tiene que descansar un poco. -Ally se giró hacia mí y me abrazó, respondiéndole al
abrazo con los ojos cerrados. -Es muy extraño verte por aquí sin la bata. -Dijo Ally, provocando mi risa. -
Echo de menos el trabajo, a veces. -Arrugué la nariz y Ally se echó a reír.
-¿Cómo va tu herida? -Preguntó señalando el costado y yo me encogí de hombros.
-Bien, va bien. Ya puedo andar sin miedo a desangrarme, eso es algo. -Me encogí de hombros con una
sonrisa. Ally se giró hacia Lauren señalándola con el dedo.
-Espero que me la estés cuidando bien. -Amenazó entrecerrando los ojos.

62
-¡Oye! Hago lo que puedo.. -Se encogió de hombros poniendo una mano en la parte baja de mi espalda,
apretando un poco los dedos.
-Me cuida bastante bien, de verdad. -Asentí mirando a Ally, que nos miraba con una gran sonrisa.
Ally se despidió de mí, y volví a quedarme frente a Lauren, cogiendo sus manos suavemente.
-¿De verdad crees que te cuido bien? -Preguntó metiendo con una mano un mechón de pelo tras mi oreja, y
asentí.
-Me gusta sobre todo cuando me duele el costado y no haya dormido en toda la noche, me levante por las
mañanas con ojeras y sin ganas de nada y aun así me sigas diciendo que soy preciosa. -Ladeé la cabeza con
una sonrisa tierna, llevando las manos a sus mejillas para acariciarlas.
-Porque siempre eres preciosa, Camila. -Se encogió de hombros con simpleza y me giré un momento. Sofi
y Chris se estaban besando. Cuando me gire hacia

Lauren rápido le tapé la boca y negué, cogiendo sus manos con una de las mías para llevármela de allí
hasta una zona más apartada del pasillo.
Tras aquella larga hora en la que Lauren no dejaba de jugar con mis manos y hacerme cosquillas pero,
pedirme que me callase porque hacía ruido, y la iba a matar.
Cuando entramos en la habitación, Normani estaba allí sentada en la cama, y su marido había salido a la
cafetería. A decir verdad, estaba guapísima, es decir, guapísima y acababa de dar a luz. Sinceramente, iba a
renunciar del mundo en aquél momento.
-Oh dios mío. -Dijo Lauren acercándose a ella. -Has expulsado un melón de tres kilos por tu vagina, ¿cómo
te sientes? -Normani intentó reírse de forma moderada y le di un golpe en el hombro a Lauren que se
abrazaba a su amiga.
-¡Lauren! -Dije en tono de voz bajo, inclinándome para darle dos besos a Normani. -Me
siento bastante dolorida y.. -Lauren puso una mueca de asco y se tapó los oídos.
-Ew, no quiero saber cómo te sientes. -Normani abrió los ojos y se echó a reír, dándole con el dedo en el
abdomen a Lauren.
-Es normal.. -Dije intentando aportar algo de normalidad a la conversación. -En unos días estarás
totalmente recuperada y podrás volver a casa. -Sonreí de forma afable, observando al pequeño que estaba
en la cuna. Lauren se acercó un poco para mirarlo, entreabriendo los labios.
-Es.. Es muy pequeño. -Dijo Lauren, que miraba al bebé en los brazos de su madre. -
Es un bebé, cariño. -Dije con una suave risa, observando la cara embobada de Lauren
mirando a su sobrino.
-¿Quieres cogerlo? -Lauren miró a Normani y negó, pasándose la lengua por el
labio. -No sé coger bebés.
-¿Puedo cogerlo yo? -Pregunté, ante el asentimiento de la chica. Cogí al pequeño entre mis brazos y lo miré
un momento. Movía los dedos sobre los mechones de pelo que tenía en el pecho y reí, sujetándolo algo
mejor entre mis brazos. Pasé la yema de los dedos por sus mejillas y el pequeño sonrió, siendo la cosa más
adorable que había visto en el mundo.
-Lauren, cógelo. -Ella negó mirando al pequeño. -Vamos, es algo natural, sabes hacerlo. -Le acerqué al
bebé y ella lo cogió, un poco torpe al principio, pero le coloqué un poco mejor los brazos para que supiese
hacerlo y se quedó mirándolo embobada. -Se parece a ti, Mani. -Dije mirándola a ella.
-¿Tú crees? -Asentí, volviendo a mirar al pequeño.
-¿Cómo sabéis cuándo un bebé se parece a los padres? -El pequeño alzaba las manitas para tocar la barbilla
de Lauren, que se inclinó para darle un beso en la mejilla al bebé, que volvió a sonreír, esta vez a ella.
Lauren observó al pequeño embobada, que sonreía por el beso de su tía.
-Se llama instinto maternal. -Dijo Normani, lo que hizo reír a Lauren.
-Yo no tengo de eso. -Negó levantando la cabeza mirándome a mí. Le devolvió el pequeño con cuidado a
su madre, que empezó a llorar en aquél momento y Lauren se separó. -Pero, pero si no hice nada.
-Sólo tiene hambre. -Dijo Normani, y Lauren abrió los ojos. La chica se echó hacia abajo el camisón y
Lauren se levantó dándose la vuelta.
-Oh dios mío Normani, no quiero verte las tetas mientras le das de comer a tu hijo. -No pude reprimir la
risa ante Lauren, y cogí su mano suavemente.
-Ahora ya veo dónde está tu instinto maternal.. -Solté una pequeña risa negando.

63
***
Lauren's POV
Tras la visita a Normani, Camila se quedó visitando a algunos pacientes por el hospital y yo bajé a la
cafetería, a ver si conseguía mantenerme despierta un poco más. Pedí otro café, y vi cómo Dinah se sentaba
a mi lado, mirándome. Me giré observándola un momento, dejando la taza de café en la barra de la
cafetería.
-¿Cómo fue todo? -Preguntó ella cogiendo el café que también había pedido, y me encogí de
hombros. -Genial, fui tía. -Sonreí levemente y le di otro sorbo al café, quedándome mirando a la
chica. -Felicidades, Lauren. -Asintió, pagando a la camarera lo que le debía. -¿Cómo está Camila?
-Bastante bien, diría yo. -Nos quedamos en silencio y miramos de nuevo al frente.
-Oye, esto es una duda que siempre he tenido.. ¿Cómo folla Camila? -Miré al frente un momento y luego
giré mi cuello lentamente hacia Dinah. Parpadeé un momento ante su pregunta, sin llegarme a creer que de
verdad la hubiese hecho. Me quedé en silencio durante unos largos treinta segundos, sin apartar la mirada
de ella. Tenía la cabeza apoyada sobre dos dedos y el codo en la barra, intentando explicarme aquello. -
¿Tienes una habitación roja o algo así? ¿Látigos, vibradores multicolor, arneses? -Parpadeé
un poco más sin ninguna expresión en la cara, intentando confirmar que esto estaba pasando.
-¿De verdad me estás preguntando esto? -Dije mirándola, y ella asintió. Camila apareció por detrás y
señaló a Dinah.
-No, no tiene habitaciones rojas ni ningún aparato, Dinah. Es Lauren no Christian Grey. -Dijo suspirando,
tirando de mi brazo para levantarme del taburete.
-Ya, pero la veo con así y.. -Dinah se encogió de hombros, y Camila negó.
-Se siente bastante incómoda con esos temas, cielo. Y más hablarlo así. -Abrazó a su amiga y se separó,
cogiendo mi mano. -Nos vemos, Di. -Sonrió y casi arrastró de mí hacia la puerta del hospital, saliendo. -
Siento eso, suele ser así de espontánea. -Dijo riendo, y yo abrí los ojos entrando con Camila en el coche.
Me abroché el cinturón y arranqué con una mano en el volante y la otra en la palanca de cambios.
-Sí.. Esas cosas me.. Noquean un poco. -Dije terminando por soltar una risa, saliendo del parking del
hospital en dirección a casa.
Nos quedamos en silencio, en mitad del tráfico de Los Ángeles a las diez de la noche. Las luces blancas y
rojas de los coches alumbraban la escena, y me giré un poco hacia Camila tras aquellos minutos.
-¿De verdad te has replanteado tener hijos conmigo? -Susurré en bajo, un poco triste por lo que había dicho
Camila.
-Claro que no. -Negó ella en el mismo tono, y yo me pasé la lengua por el labio inferior con una sonrisa
leve. -El caso es.. ¿Quieres tú tenerlo conmigo? -Camila se quedó en silencio.
-Que no tenga instinto maternal no significa que no quiera tener niños. -Dije mirándola encogiéndome
levemente de hombros. -Simplemente no... No soy cómo tú. Yo no podría quedarme embarazada, ni darle
el pecho, ni ser "madre" en ese sentido. -Apreté un poco el acelerador para ir avanzando. -Pero me
encantaría tener un bebé contigo, y cuidarte embarazada, y que me enseñes todas esas cosas que yo no sé
sobre los niños, lo cual es bastante. Quiero conducir hasta In-N-Out a las tres de la mañana porque tienes
un antojo, que me arrastres a comprar ropita de bebé y sentirme incómoda porque no sé qué hago allí. Y
cuando el bebé llore, quiero levantarme para dormirlo de nuevo porque tú estarás demasiado cansada, ¿y
sabes qué pasará? Que me tumbaré en la cama con él porque me muero de sueño y acabará durmiendo entre
nosotras. Y quizás no seré buena con los niños, porque no sé cambiar pañales, no sé hacer un biberón, no sé
lo que es un saca leche, ni tampoco sé cómo se baña a un bebé. Pero quiero ser ese tipo de madre, contigo. -
Camila me cogió de la mejilla y me besó, acariciando esta lentamente al mismo ritmo que seguía el beso.
-¿Nueve meses de relación y no me dices esas cosas, y yo pensando que iba a quedarme sin hijos? -Me dio
un golpe en el hombro y reí, arrancando un poco mirando la carretera.
-Tengo la sensación de que tú vas a ser la que le regañe y yo la que le compre chuches.. -Entrecerré los ojos
girando el volante, y ella rio.
-¿Me vas a decir que estoy delgada cuando en realidad esté como una ballena? -Dijo, y yo abrí
los ojos para soltar una risa.
-No. Te diré que estás preciosa, porque lo estarás. -Sonreí parando en la verja de casa, apretando el botón
del mando a distancia para que se abriese el garaje, y al fin llegamos a casa.

64
Colgué la chaqueta en el perchero de la entrada y Camila puso su chaqueta color crema al lado de la mía. -
Creo que.. Voy a darme una ducha. -Dijo ella con una sonrisa. A pesar de esa sonrisa, yo sabía que no
estaba del todo bien. Se duchaba, se duchaba bastante a menudo, y conocía bien esa sensación. Además, me
lo había dicho, me había pedido que la arreglase. Sabía lo que le habían hecho y se daba asco a ella misma.
Subí las escaleras y paré en la puerta del baño, metiéndome las manos en los bolsillos y observando cómo
Camila se duchaba. Se frotaba los brazos y la cabeza, para luego aclararse el pelo echando la cabeza hacia
atrás. Cuando abrió los ojos y me vio, abrió la mampara de la ducha y cogió una toalla, enrollándosela en el
pecho.
-¿Estás bien? -Dije apoyada en el marco de la puerta, incorporándome para acercarme a ella un poco.
-Sí, genial. -Sonrió y me acerqué a ella, metiendo las manos bajo su pelo y la besé lentamente, sintiendo sus
manos sobre las mías separándome para mirarla.
-Ven aquí. - Susurré abrazándola, aunque estuviese mojada me daba igual. Besé su frente y su pelo,
dejando que ella me abrazase de la misma forma que yo lo hacía. -Voy a hacerte sentir la mujer más
afortunada del mundo. -Dije dándole un beso en la nariz, separándome con una sonrisa.
-Ya lo soy, te tengo a ti. No hace falta que hagas nada especial.. -Fruncí el ceño y me separé negando.
-No, voy a pedir pizza. -Pasé las manos por sus costados escuchando su melódica risa, apoyando a su vez la
cabeza en mi pecho.
-Eso me hace verdaderamente afortunada. -Asintió ella con una sonrisa, mientras mis manos acariciaban
sus mejillas.
Mientras Camila terminaba de secarse el pelo y ponerse el pijama, la pizza llegó. Y nos la comimos en la
cama porque sinceramente yo ya no tenía fuerzas para mantenerme en pie, ni para comerme una simple
pizza en la mesa. Cogí un trozo y le di un suave mordisco, mirando cómo Camila se chupaba los dedos para
limpiar el aceite que había manchado estos.
-Debería aprender a cocinar. - Dije suspirando, comiendo con más ganas porque me estaba muriendo de
hambre. Ella rio y se sentó con cuidado.
-Me gusta cocinar para ti.. Me gusta cocinar en realidad. -Dijo comiendo un poco más.
Y terminamos de cenar. Bajé a dejar la caja de pizza y volví a subir a la habitación con los ojos casi
cerrados, ni siquiera me puse pijama ni me quité el sujetador, porque ni siquiera recuerdo a Camila
abrazarme y decirme que me quería.
***
Camila's POV
A eso de las tres de la mañana, apreté un poco los ojos y sentí algo removerse a mi lado. Cuando abrí los
ojos, Lauren tenía una mano en la frente y estaba apoyada en el cabecero de la cama.
-Cielo.. - Susurré con los ojos cerrados, poniendo una mano en su brazo para intentar calmarla. Estaba
sudando, y estábamos a principios de noviembre. Abrí los ojos y Lauren me miró, tragando un poco de
saliva. -¿Pesadilla? -Ella asintió levemente y tiré de su brazo para tumbarla en mi pecho, acariciando su
pelo suavemente. -Todo está bien, ¿vale? -Ella asintió contra mi pecho, y mi mano acarició su mejilla lo
más tiernamente posible. Tenía la respiración algo agitada, y se me hacía extraño porque nunca había visto
a Lauren tener pesadillas, pero debía tranquilizarla. Acaricié su pelo lentamente sintiendo cómo Lauren
volvía a respirar normal, mientras daba pequeños besos en su frente. Y se quedó dormida.
A la mañana siguiente al abrir los ojos, Lauren estaba sentada contra el cabecero de la cama a mi lado,
mirando al frente.
-Cielo.. -Dije con voz ronca, viendo cómo ella giraba la mirada hacia mí. -No puedes seguir con esas
pesadillas. -Le dije mientras ella se echaba encima de mí a abrazarme, y yo acariciaba su espalda.
-No puedo controlarlo, Camila. -Susurró ella, y acaricié su nuca suavemente con los dedos.
-Haré que pare. -Susurré en su oído, y ella no se movió. -Te lo prometo, pero tienes que ayudarme.
Nos levantamos de la cama y Lauren parecía cansada, había dormido muy poco aquella noche y suponía
que así debería haber estado antes de conocerme, cuando no tenía pesadillas. Tenía que parar por un
momento y dejar de lamentarme por Lauren, tenía que dejar de ser su novia en aquél instante y ser su
doctora.
Bajamos al salón y se echó una taza de café que había hecho yo, sólo que era descafeinado. No quería que
Lauren fuese como un zombie, así que nada de cafeína.
-Lauren.. –Me acerqué a ella en la cocina, que estaba de pie mirando la taza en la mano. -¿Cuánto hacía que
no te ocurría esto? -Pregunté pasando la mano por su espalda.
-Desde que te conocí. -Respondió dándole un sorbo a la taza, y yo asentí levemente.

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-¿Cuánto haces que no coges la moto? -A Lauren se le cambió el semblante a un pálido casi gris y negó
agachando la cabeza, retirándose de mi lado.
-¿Por qué me preguntas esto? ¿Por qué? -Preguntaba frotándose la sien con la mano y los ojos cerrados. -
No puedo tratarte como mi novia ahora mismo. Quiero saber qué te pasa, quiero que estés bien. Y para eso
soy médico, Lauren. -Ella me miró de nuevo, había dado la vuelta a la encimera de la cocina. -¿Cuánto
hace que no coges la moto? -Volví a preguntar con un tono más autoritario, y ahora sí que no estaba siendo
su novia. Ella negó girando la mirada.
-Desde el accidente. -Respondió en bajo, dejando la taza de café en la mesa.
-¿Desde cuándo empezaste a tener de nuevo pesadillas? -Pregunté de nuevo, y Lauren agachó la cabeza, y
yo daba la vuelta por la encimera.
-Desde que.. Creí que me dejaste. -Desencajé un poco la mandíbula y me acerqué a ella. Sabía que lo que le
iba a pedir ahora a Lauren era más parecido a una tortura que a intentar curarla, pero tenía que hacerlo. -
Lauren.. Necesito que veas la moto, o la toques. -Lauren levantó la cabeza y negó, mientras yo intentaba
coger sus manos que retiró rápidamente.
-No, no. -Negó mirándome casi con lágrimas en los ojos. -No, Camila. No puedo, no puedo bajar ahí. -
Caminé hacia ella intentando cogerla del brazo para acercarla a mí pero se retiraba. -No, por favor.
-Sólo serán dos minutos, ni eso, cielo. De verdad. -Dije cuando ella me permitió que la cogiese de la mano.
Bajamos al garaje y Lauren me apretaba el brazo, mirando al frente para no caerse por las escaleras, incluso
podía sentir su pulso de sus dedos en mi brazo. Me giré hacia Lauren y la miré un momento, antes de
encender la luz y dejar ver la moto que estaba aparcada en mitad de la sala. Cogí su mano y, la llevé hasta
la moto aunque se resistía, pero no podía hacer una cosa. Sus manos tocaron el manillar y me alejé un poco
para ver su reacción. Aquello me estaba partiendo el alma. Lauren se separó de la moto rápido con la
respiración agitada, negando y sin saber para dónde ir porque estaba desorientada. Apagué la luz y la
abracé contra mí, negando.
-Lo siento, lo siento.. -Susurré en bajo contra su oído, y apreté los ojos intentando no llorar al notar el
cuerpo tembloroso de Lauren entre mis brazos.
Al llegar arriba no me separé de ella. Seguía temblando y miraba alrededor intentando
ubicarse. -Lauren, Lauren cielo estoy aquí, estoy aquí.
Tras unos diez minutos en los que Lauren dejó de temblar y estuvo más o menos normal, la senté en el sofá
dándole un vaso de agua. Obviamente, había visto a Lauren durante nueve meses y ahora todo me
cuadraba. Cuando estaba en el coche nunca miraba por la ventanilla, y cada vez que lo hacía y pasaba un
coche se tensaba y miraba al frente.
-Cielo.. –Susurré cogiendo sus manos, acariciando estas entre las mías. Estaba casi devastada, y casi a
punto de llorar. -Sé lo que te pasa. -Ella levantó la cabeza hacia mí tenía el semblante desencajado. -Tienes
trastorno por estrés postraumático.
-¿Me voy a morir? -Susurró ella haciendo surcos con los dedos en el sofá.
-No, no, corazón. Es un trastorno psicológico. Has vivido una experiencia traumática que te ha dejado
secuelas que no has superado. -Lauren se quedó en silencio mirándose las manos. -¿Qué has visto ahí
abajo? -Susurré tomando sus manos entre las mías.
-La carretera. La moto estaba tirada en el suelo, olía a carne quemada y había humo por todas partes.. Y ya
no sabía distinguir si era real o no.. -Susurró apretando los ojos.
-En unos meses estarás bien, te lo prometo Lauren. -Asentí cogiendo su cara entre mis manos, dándole un
beso algo más lento que apenas respondió, lo suficiente como para que fuese un beso. -Túmbate y ve un
poco la tele, cielo. -Dije asintiendo, acariciando su mejilla. Ella me obedeció y se tumbó en el sofá, y le
encendí la tele. Eran dibujos animados porque el día anterior Hayley había estado en casa, y cuando intenté
cambiar Lauren negó. No tardó ni dos minutos en caer dormida en el sofá. La tapé con una manta dándole
un beso en la frente y justo después, escuché el timbre de la puerta. Me apresuré a abrir y lo único que me
podía sacar una sonrisa en aquél momento era Sofi. La abracé y besé su frente sin siquiera decir nada,
aunque al separarse frunció el ceño.
-¿Dibujos? -Rio, y yo suspiré encogiéndome de hombros.
-Baja la voz, Lauren está durmiendo. -Dije en un susurro bajo. Caminamos en la cocina, que no estaba
separada del salón y seguíamos viendo perfectamente la tele y el sofá en el que ella dormía.
-¿Qué le pasa? -Miré a Sofi y me di la vuelta, echando un poco de zumo en dos vasos.

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-Trastorno por estrés postraumático. -Susurré dándome la vuelta para poner los vasos en la mesa, mientras
que Sofi, de la bolsa que traía sacaba lo que había comprado para desayunar.
-¿Estás hablando en serio? -Sofi me miró y asentí en silencio, cogiendo un trozo de plátano para juguetear
con él entre los dedos. -Joder.. ¿Qué vais a hacer?
-Sólo.. Tratamiento, algo de medicación y en unos meses estará bien. -Dije asintiendo. Sofi suspiró,
quedándose algo más tranquila. -No sé cómo funcionamos. Yo necesito que me cuiden, que me arreglen, y
Lauren está hecha una mierda y no sé cómo ayudarla. Somos como dos piezas de un puzle que no encaja. -
Susurré frotándome la sien con dos dedos, bajando la cabeza.
-Creo que lo enfocas mal. -Dijo Sofi, tragándose el trozo de sus huevos revueltos que había tomado. -Sois
dos puzles. Tú eres la pieza que completa el de Lauren, y ella completa el tuyo. ¿Qué haría Lauren si no
hubieses estado allí para ella? ¿O qué harías tú, si Lauren no te hubiese estado buscando día y noche?
Lauren es fría, y tú haces que sea cariñosa con la gente. Tú eres lo más dulce del mundo y Lauren hace que
tengas ese punto de carácter. -Se encogió de hombros bebiendo un poco de zumo. -¿Te imaginas lo
aburrido que sería tener los mismos gustos y características que tu pareja? -Ladeó la cabeza entrecerrando
los ojos.
-O si Lauren quisiese tener también un bebé..
-¿No quiere tener hijos? -Sofi frunció el ceño.
-Sí, sí. Pero no quedarse embarazada. Tienes razón. Si Lauren quisiese quedarse embarazada yo lo tendría
más difícil.. -Me encogí de hombros y sonreí, llenándole la cara de besos a mi hermana. -¿Cuándo te has
vuelto tú tan lista?
-Desde que estudio medicina.
***
Sofi se fue, y mientras Lauren dormía opté por preparar algo de arroz con frijoles y pollo. Sabía que era
uno de sus platos favoritos así que, ¿por qué no? Me gustaba cocinar, sobre todo porque era una de las
maneras en que podía enamorar a Lauren más aún.
Justo cuando dejé que todo comenzase a hervir, sentí las manos de Lauren rodear mi cintura de una manera
tan reconfortante que hacía tiempo que no me sentía así. Cogí un trapo y me limpié las manos, apoyando
estas luego sobre las de Lauren.
-Eso huele demasiado bien.. -Susurró en voz baja, dándome un beso en la parte de abajo del mentón,
provocando que soltase una risa.
-Ay, haces cosquillas.. -Dije arrugando la nariz y encogiendo el cuello. Al escuchar esto Lauren, siguió
dándome besos más rápidos por esa zona, y me giré riendo intentando que parase. -¡Lauren! -Dije entre
carcajadas, quedando frente a ella con las manos en su pecho. Se inclinó y me besó lentamente, mientras
mi mano se ponía en su cuello y ella me abrazaba contra su cuerpo, quedando casi pegada a Lauren.
-Confío en ti, ¿vale? -Enlazó sus manos con las mías y me dio un beso en los nudillos sin apartar la mirada.
-Y si me dices que todo va a estar bien, todo estará bien. Iba a decir que me salvaste una vez pero.. -Suspiró
agachando la cabeza, negando. -¿Sabes cómo es verte sonreír? -Ella rio levemente y negué con una sonrisa.
-Es algo parecido a lo que sentí cuando desperté y te vi por primera vez.
-Eso es..
-Cursi, lo sé. -Entrecerró los ojos mirándome yo negué.
-Es precioso, Lauren. - Sonreí y me puse de puntillas para besarla y en ese justo momento sonó la puerta.
Ella soltó un suspiro y yo me quité el delantal que llevaba para no manchar aquél conjunto. Me lo había
regalado Lauren y era un pijama, pero costaba como la mitad de mi sueldo.
Lauren se separó de mí y fue hacia la puerta, abriendo. Después de nueve meses, me parecía imposible que
aquello estuviese pasando otra vez.
-Oh, Jesús, ¿cuántas veces te he dicho que no quiero hablar contigo? -Y un hombre apareció por detrás, lo
justo para que Lauren se diese la vuelta y me mirase.
-Lauren, mírame. -Dijo Kaylee. Ella se giró, y la rubia extendió una placa del FBI. -Estoy cansada de ser
buena contigo durante tantos meses y dejarlo pasar, pero tienes que saberlo. -A Lauren y a mí se nos cayó
la cara al suelo, más a ella que a mí.
-¿Qué coño es esto? ¿Me pusieron una policía de paisano como novia para ver si cometía
fraudes? -Primero, no soy policía. Soy agente del FBI. Segundo, este es mi marido que trabaja en
tu empresa al que echaste por cierto.

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-No, si te parece creyendo que eras mi novia lo dejo. -Lauren parecía no entender nada. -¿Qué coño está
pasando?
Kaylee y su marido, entraron en la casa y Lauren cerró la puerta, mirándome para buscar alguna respuesta
pero es que no tenía ninguna.
-La empresa contactó con nosotros porque alguien estaba intentando meter las narices en tu vida. En tu
empresa. En tu dinero, más bien. No me llamo Kaylee, soy Verónica. -No sabíamos qué decir porque
simplemente no había palabras. -Yo estaba a tu lado todo el tiempo, y veía con quién te relacionabas, con
quién no, y tus personas de confianza. Y sí, esos fines de semana estaba con mi marido, Sean. -Señaló al
hombre que permanecía con los brazos cruzados.
-Lauren, alguien quería robarte. Y casi lo hace. -Dijo el chico.
-¿Cómo es que no había coche que impactó contigo en tu accidente? Encontramos unas huellas, pero no
concordaba con nadie en la base de datos. Durante meses, creímos que era una coincidencia que estaba allí.
Pero entonces pasaste tú, Camila. -Me miró Kaylee, o Verónica a mí. - Desapareciste. Nadie te vio en
semanas y cuando volviste, registramos donde estuviste pero no había nada, Camila. El plato donde
comiste lo habían cogido con guantes de látex, y lo habían limpiado todo con lejía. Sólo estaba el rastro de
tu sangre, pero se olvidaron de limpiar el club donde tú habías estado. Lo primero que encontramos fue la
bolsa de droga que te echaron en la bebida, y ahí las huellas. Tampoco coincidían con nadie. ¿Sabes por
qué, Camila? -Negué levemente y ella se acercó a mí. -Porque estaba en la base de datos de Japón.
¿Conoces a esta chica? -La foto de mi ex novia apareció en la pantalla y entreabrí los labios. No sabía qué
decir porque simplemente no me salía la voz.
-Es.. Es.. Es mi ex novia. -La voz me salió cortada, y Lauren apretó mi cintura con la mano.
-Lauren tuvo que enviar gente fuera de Estados Unidos porque necesitaba personal en Asia, y Jess, tu ex, lo
odió. Lo tenía todo planeado aquí, y eso justo echó sus planes a la mierda. Y cuando vio que su ex novia
comenzó a salir con la tía a la que quiso matar, le entró un ataque de celos. 'Conmigo o con nadie', que se
suele decir.
-Ella era.. Bastante.. Posesiva. -Dije jugando con mis manos, mirando al suelo. Esto me afectaba claro que
me afectaba. Me estaban diciendo que mi ex novia casi me asesina, mi ex novia con la que había
compartido dos años de mi vida.
-Eso da en el perfil. -Dijo Verónica, y Sean se acercó a Lauren.
-Siento cómo rompiste con ella. -Le dijo el chico a Lauren y esta frunció el ceño.
-Me importa poco eso ahora mismo. -Contestó, bajando la cabeza y me miró a
mí. -¿Está en la cárcel? -Pregunté con voz débil, la chica asintió.
Sean y Verónica se fueron, y Lauren y yo nos quedamos sin saber qué decirnos la una a la otra.
-Así que.. Tu ex novia quiso matarme para robarme la empresa y luego quiso matarte a ti porque eras sólo
suya pero te puso los cuernos.. -Lauren parecía no entender nada, y yo menos aún. Me abrazó contra ella y
besó mi cabeza, mientras mis manos se aferraban a su cuerpo con fuerza, sintiendo cómo todo se estaba
viniendo abajo. -Todo está bien, Camila. Todo está bien.

Capítulo 17

... Un año después.


Lauren's POV
La última sesión. Había pasado por mucho para llegar allí, pero ahí estaba. Saliendo de la consulta de la
psicóloga y todo estaba correcto. Todo estaba bien, todo volvía a estar en calma. Había dejado el trabajo
aquél año en manos de Sean, que al menos no intentaría robarme porque formaba parte de ese... 'Círculo de
protección' que había creado para mí, además su propia mujer trabajaba en el FBI, o sea que era de
confianza.
Cambié por completo mi estilo de vida, radicalmente. Al dejar el trabajo, vivía totalmente relajada. Hacía
ejercicio y comía... No sano, pero sí equilibrado. Es decir, lo que Camila preparaba yo me lo comía,
básicamente.

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Tras aquella última sesión, debía pasar un chequeo médico y obtener el alta definitiva, aunque convencer a
la doctora de que estaba bien no iba a ser tan fácil. Me senté en la sala de espera con los brazos cruzados,
moviendo el pie de arriba abajo con nerviosismo. Odiaba esperar, y más aún cuando quería ver a Camila de
un momento a otro. Chris apareció por el pasillo y me miró, y yo lo miré. Llevaba puesto uno de esos trajes
de color azul, con la camiseta del traje de manga corta.
-Pero bueno, qué guapo estás. -Ladeé la cabeza y él se echó a reír.
-Gracias. En realidad vengo a buscarte. -Se acercó a mí. -¿Tienes los documentos de la cita? -Asentí y los
saqué, poniéndoselos en la mano.
-¿De verdad hace falta esto? Eres mi hermano. -Él se encogió de hombros revisando los
papeles. -No es por mí, Lauren. -Dijo él apuntando algunas cosas en una hoja. -Es el
procedimiento normal, no podemos dar trato de favor a nadie. -Él se encogió de hombros y me
devolvió el papel. -Cuando la doctora salga le das el papel de la cita y te atenderá.
-Claro. -Asentí cogiendo de nuevo el papel, suspirando.
A los pocos minutos Camila abrió la puerta y miré a las demás personas que estaban en la sala de espera,
volviendo la vista a Camila. Llevaba un traje igual que el de Chris, sólo que en ella quedaba mucho mejor,
quedaba sexy.
-¿Lauren Jauregui? -Me miró directamente y abrió un poco más la puerta, mientras yo me levanté para
acercarme a ella. Saqué el papel y se lo di, mientras ella lo observaba con detenimiento. -Pasa. -Sonrió y
cerró la puerta a nuestras espaldas.
-Wow, ese uniforme te queda demasiado sexy. -Dije mirándola con una sonrisa. Ella intentaba no sonreír,
por lo que agachaba la cabeza a los papeles y volvía a mirarme.
-¿Qué tal todo hoy? -Me encogí de hombros sentándome en la silla frente a su escritorio.
-Es el último día de terapia. Así que, genial. -Crucé las piernas y ella se puso frente al ordenador,
mirándome de reojo.
-Muy bien.. Tengo que rellenar un formulario así que me tienes que contestar algunas preguntas, ¿vale? -
Asentí mirando mis manos.
-Creo que podrías contestarlo tú sola también. -Me encantaba intentar que Camila saliese de su rol de
doctora. En realidad, si la pillaban interactuando de una forma 'familiar' con algún paciente podrían cesarla
del trabajo.
-Vale.. Vamos a empezar. -Ella se giró hacia mí cogiendo el papel que salía de la impresora, cogiendo un
bolígrafo de la mesa. -¿Has padecido antes alguna enfermedad mental?
-Mmh.. No. -Negué pasándome los dedos por las propias manos mientras los miraba, y observaba cómo
Camila apuntaba en el papel.
-¿Has contraído alguna vez alguna enfermedad venérea? -Levanté la cabeza y entrecerré los ojos mirando a
Camila.
-Pues no lo sé, pero creo que no. -Ella alzó las cejas y volvió a escribir en el papel.
-¿Haces ejercicio de forma asidua? -Miré los ojos de Camila con una sonrisa, y ella también
sonreía. -Ajá. -Asentí de nuevo, acomodándome mejor en la silla.
-¿Cuándo tuviste tu última relación sexual? -Camila levantó la cabeza con una sonrisa y yo alcé las cejas.
Podía contestar ella misma la pregunta, pero sería algo demasiado obvio.
-Ayer sobre las tres y media de la mañana hasta las cinco, más o menos. Oh, espere, doctora.. Y luego.. A
eso de las siete, mi novia se despertó y yo estaba cariñosa y.. -Me encogí de hombros bajo la mirada de
Camila, que se mordía el labio inferior mientras me observaba con una sonrisa. Agachó la cabeza y
comenzó a escribir, carraspeando.
-¿Fumas?
-No. -
¿Bebes?
-En ocasiones contadas.
-¿Tomas drogas?
-Obviamente no.
Camila terminó de rellenar el formulario y se puso el bolígrafo en el bolsillo de la camiseta del traje con
cuello de pico azul, levantándose.
-Muy bien.. Vamos a hacerte unos análisis para ver cómo estás y podrás irte. -Me levanté quitándome la
chaqueta yendo tras Camila.

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-No me gusta ser como una paciente más.. -Susurré sentándome en una silla, viendo cómo Camila se ponía
los guantes de látex ajustados mientras sonreía.
-Es mi trabajo. Intento salvar personas sean quienes sean. -Se sentó frente a mí con una sonrisa, y me
contagió esta. Me levantó la manga de la camiseta y cogió una goma de color verde, atándola fuerte
alrededor del brazo. - Necesito que aprietes el puño fuerte y luego vayas soltando poco a poco, cielo. -Me
dijo en un tono dulce. Hice lo que me dijo, y sus dedos comenzaron a palpar mis venas.
-¿Me va a doler? -Camila sonreía palpando mi piel, mientras yo apretaba y soltaba la mano como ella me
decía, y negó.
-No sentirás nada. -Dijo ella, cogiendo un algodón al encontrar la vena y lo pasó por mi piel para
esterilizarla con alcohol. Miré cómo Camila cogía la aguja y la destapaba, aunque era una de esas sin
succión, sólo les ponías unos tubitos y estos se llenaban solos de sangre. Introdujo la aguja lentamente, y lo
que noté no fue más que los dedos de Camila sobre mi brazo y un suave pellizco que casi no noté. Camila
puso los tubos, y estos se llenaban solos de sangre. Tras tres tubos, puso un algodón encima de la aguja y la
sacó, dejando el algodón en el brazo y lo dobló. -Quédate así diez minutos, cielo.
Chris entró y Camila se giró, dándole el tarro con los
tubos. -Llévalo al laboratorio. -Y Chris me miró riéndose.
-¿Te ha dolido? -Hizo un gesto con la cabeza señalando mi brazo y me encogí de
hombros. -Casi no siento el brazo. -Camila rodó los ojos y Chris se fue, y ella me miró.
-¿Cómo te fue la última sesión? -Preguntó quitándose los guantes, echándolos a una papelera.
-Bien. La psicóloga es guapísima, de verdad. -Noté que Camila apretó el mentón.
-No deberías jugar porque vas a acabar mal. -Alzó las cejas y abrió la puerta de la consulta señalando fuera.
-Espera ahí unos minutos anda, que tengo pacientes.
-Pero Cam.. -Negó señalando fuera, y siguió llamando pacientes.
Pasada media hora, Chris apareció con el informe de mis resultados y llamó a la puerta, dándoselos a
Camila.
-Gracias, puedes irte a casa si quieres. -Ella asintió y me llamó con la cabeza para que entrase de nuevo.
Me senté frente a ella y se relamió el labio inferior. Odiaba que estuviese tan distante conmigo en la
consulta, pero a la vez me hacía desearla aún más.
-Todo está bien. Todo está en orden. Estás perfecta. -Sonrió firmándome el papel y me lo dio, y yo me alcé
de la silla levantando los brazos.
-Síiiiiiiiiiiiiiiii, claro que sí. -Asentí y me incliné para besar a Camila pero se apartó mirando mis
labios. -Nos vemos en casa. -Se mordió el labio y suspiré, apartándome de ella.
Cuando llegué a casa Jack estaba tumbado contra la pared, y en cuanto me escuchó, con las patitas empezó
a palpar el suelo y a caminar lento, sin saber bien dónde ir. Ladró un poco y me acerqué, cogiéndolo en
brazos y dándole un beso en la cabeza. Era como un pequeño bebé, y al no ver era incluso más tranquilo
que un perro normal. Apoyó la cabeza en mi pecho y reí, porque siempre hacía lo mismo.
-Estoy segura de que aún no has comido. -Dije poniendo al perro en el suelo de la cocina, acercándole su
comedero mientras le acariciaba la espalda. Empezó a comer con hambre, y tras un año, aún le costaba
encontrar dónde estaba la comida.
La puerta de casa se escuchó y Jack levantó la cabeza andando hacia la puerta aunque, se topó primero con
el sofá pero ladró a duras penas y comenzó a ronronear entre las piernas de Camila.
-Con ella sí y conmigo no, ¿no? -Rodé los ojos mientras Camila se agachaba y acariciaba a Jack detrás de
las orejas, sonriendo con los ojos cerrados.
-Sí, mamá está aquí, estoy en casa. -Le hablaba como si le hablase a un bebé de unos meses, y aquello me
parecía lo más tierno del mundo. Una vez a Jack se le pasó la euforia Camila soltó el bolso y corrió hacia
mí, saltando encima de mí y la sujeté por los muslos sintiendo sus manos en la cara para besarme
lentamente, sonriendo al separarse. -¡Estás bien! ¡Lauren! ¡Estás bien! -Se abrazó a mí más fuerte, y no la
quería soltar. Escondí la cara en su cuello apretando las manos con las que agarraba sus muslos. -Lo hiciste,
Lauren. Y no puedo estar más orgullosa de ti. -Sonrió cogiéndome de las mejillas, dándome un beso más
casto.
-Lo hice porque mi novia es mi doctora, entonces me quedaría sin sexo, sin comida, sin mimos.. -Me
encogí de hombros riéndome y ella me dio un golpe en el hombro. -Por cierto, te deberían de dar un Oscar
por casi parecer que no me conoces.
-Me cuesta ser doctora contigo.. -Suspiró poniéndome bien la camiseta, que se había bajado por mi hombro
al abrazarla. -Y siento si soy borde a veces.

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-Qué va, eres muuuuy dulce. Sobre todo porque aunque sea un paciente agobiante como yo no dejas de
sonreírle. Debe dolerte la cara. -Le di un beso en la mejilla y ella rio, bajándose de mis brazos.
-Me gusta mi trabajo, incluso si es contigo provocándome a cada segundo. -Se encogió de hombros y abrió
la nevera, bebiendo un poco de agua. -Mmh.. Tenemos que hacer las maletas para ir a Miami. Mi madre
está de los nervios, y yo también.
-Es Acción de Gracias, no va a ir a cenar Obama a casa. -Me encogí de hombros sentándome en la mesa,
mirándola.
-Lo sé, pero ella siempre es perfeccionista. Y además, esta será nuestro primer Acción de Gracias juntos.
Tu madre, tus hermanos, tu sobrina. Tú hermano saliendo con mi hermana, eso es otro buen punto. -
Camila ladeó la cabeza y dejó la botella de nuevo en la nevera, girándose hacia mí. -Se estará devanando la
cabeza por si a tu madre le gustará la comida cubana o..
-Teniendo en cuenta que es cubana.. -Reí y cogí el plato de uvas de la nevera, dándole un mordisco a una
bajo la mirada de Camila.
-¿Vas a hacer tu maleta o no? -Preguntó con las manos en la cintura con un tono
mandón. -No, tengo mi ropa en el hotel. -Me encogí de hombros y ella abrió los ojos.
-A veces olvido que podrías comprar Estados Unidos si quisieras.. -Reí ante el comentario y me encogí de
hombros.
-¿Sabes qué? Después de Acción de Gracias, vamos a coger el jet y vamos a ir a donde tú quieras. -Me
acerqué a ella saltando de la encimera, poniendo las manos alrededor de su cintura.
-No quiero aprovecharme de ti.. -Ella negó y yo hice un pequeño puchero.
-Nunca pago nada por ti, nunca me dejas hacer nada por ti. ¿Y sabes qué? No me gusta. Quiero gastarme
mi dinero en ti, porque sinceramente es en lo único que quiero invertirlo. -Dije acariciando sus manos, y
ella sonrió levemente. -Vamos.. Casi dos años de relación y nada.. Tengo pruebas más que suficientes para
saber que no me quieres por mi dinero. Las tuve desde que te conocí. -Ella se quedó en silencio,
mirándome con recelo y una sonrisa desde abajo. -Así que.. Vamos a coger el jet, vamos a ir a Miami y voy
a comprarte ropa. Sin maletas. Y vas a pedir lo que te apetezca en el servicio de habitaciones, porque para
eso es mío. Luego, les regalaré a tus padres lo mejor de lo mejor, y no te vas a negar porque entonces me
enfadaré. ¿Entendido?
-Per..
-Ts, ts, ts, ts, -le puse el dedo en la boca negando.- ¿entendido? -Ella rodó los ojos y asintió, y la abracé
como 'recompensa'.
En media hora estábamos en el jet. Camila y yo detrás y Chris y Sofi delante. Mi hermano estaba dormido
encima del hombro de Sofi, que lo miraba constantemente.
-Así que.. ¿Dónde quieres ir? -Pregunté a Camila, y ella se giró hacia mí con una sonrisa, encogiéndose de
hombros.
-¿Sabes dónde están las Islas Phi-Phi? -Preguntó Camila jugando con mis dedos.
-Claro que sé dónde están cielo. Recuerda que tengo hoteles allí. -Ella cerró los ojos con una sonrisa,
riendo.
-Es verdad. -Reímos a la vez y su mano acariciaba la mía. -Pues ahí quiero ir. Nunca he podido, porque
sinceramente tendría que vender un riñón en el mercado negro, literalmente.
-Bueno pues vamos a Tailandia. -Sonreí apoyando la cabeza en el respaldo del asiento.
-Aun así.. Tengo la sensación de que me aprovecho de ti. -Solté un suspiro más largo que las cinco horas
de vuelo de Los Ángeles a Miami.
-Vale, Camila.. -Me froté las sienes con los dedos. -Tú no has pedido nada. Yo te lo he pedido a ti, ¿vale? -
Ella asintió lentamente. -Porque quiero pasar un tiempo con mi novia en una playa paradisíaca sin tener
que mover un dedo y relajadas y alejadas de todo. -Suspiré y giré la cabeza hacia el frente, cerrando los
ojos unos segundos, hasta que la voz de Camila rompió ese silencio.
-¿Estás enfadada? -Dijo en voz baja y abrí los ojos negando, dándole varios besos en los labios.
-No, no, no, no. -Negué abrazándola contra mí, acariciándole la espalda. -Es sólo que tengo poca paciencia
y nada más.
Al llegar al hotel, eran ya las siete de la tarde y llevábamos un minuto en la habitación, por lo que me tiré
en la cama con un suspiro, mientras Camila miraba por la ventana apretando un poco los dedos en su brazo.
-¿Fue duro? -Preguntó Camila dándose la vuelta, mientras que yo me apoyaba en el cabecero de la cama.
-¿El qué?

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-Buscarme durante tantos días. -Ella se encogió de hombros apartándose de la ventana, mirándome a
mí. -Fue más que duro, ni te lo imaginas. -Dije levantándome de la cama para ir con ella.
-Os vi a ti y a Sofi por una ventana, ¿sabes? Y quería llamarte, pero ya sabes, no podía ni sostenerme en
pie. -Soltó una risa débil y se encogió de hombros, bajando la mirada. Rodeé su cuerpo con los brazos y
besé su cabeza, acariciando su espalda.
-Ha pasado un año. Todo está bien, todo está genial. Pero.. -Acaricié sus mejillas con los pulgares. -Creo
que necesitas parar de trabajar. -Ella asintió bajando la cabeza, y me sorprendió que no se negara por
completo, porque Camila estaba entregada a su trabajo. -Yo empezaré a trabajar, poco a poco, no te dejaré
sola.
Las épocas en las que Camila se duchaba unas cinco veces al día y yo casi no dormía, habían pasado.
Aunque parezca algo increíble y aprovechado por mi parte, una de las formas en las que habíamos
empezado a sustituir las duchas era el sexo. Había ocasiones en las que simplemente besaba todo su cuerpo,
y le hacía sentir que era mía. Que nada de aquello había pasado, que estaba limpia de aquellas manos que la
habían tocado. Y así, yo me cansaba y entre sus brazos podía dormir mejor.
Camila llevaba un vestido de tirantes con una falda con vuelo de color salmón que me había dejado sentada
en el sitio, además de los tacones blancos. Quería decir cosas pero simplemente no me salían. Yo llevaba
un vestido negro más ajustado, pero es que el de Camila, con el pelo liso me había matado. Tras llamar al
timbre, Sinu apareció por la puerta y abrazó a Camila, dándole mil besos en la cara. Y cuando me vio a mí,
me cogió de las mejillas y comenzó a besarme y yo arrugué la nariz y cerré los ojos, viendo cómo Camila
separaba a su madre de mí.
-Mamá, mamá.. -Yo reía al igual que Camila, y Sinu se
separó. -Ay ya lo siento mija. -Nos hizo pasar. Yo no era muy
partidaria de esas muestras de afecto, pero me parecían bien si
venían de la madre de mi novia.
-No importa, señora Cabello. -Sonreí cogiendo mis manos delante de mi cuerpo, y la señora frunció el
ceño.
-¿Cuándo dejarás de llamarme señora Cabello? -Ella rio, y yo me sonrojé un poco encogiéndome de
hombros.
-No lo sé. -Dije en voz baja con una pequeña sonrisa, entrando en casa cuando la mujer me hace pasar. -
TÍA MILAAAAAAAA -La voz de Hayley se escuchó al final del pasillo y Camila corrió hacia ella. La
latina se agachó y abrazó a Hayley que se enganchaba a su cuello.
-¿Cómo estás pequeña? -Dijo Camila dándole besos por las mejillas, provocando las risas de Hayley. -¿Y
qué pasa conmigo? -La pequeña giró rápido la cabeza al oír mi voz y la estiró los brazos hacia mí.
-TÍA LAUREN -La cogí en brazos y le di dos besos sonoros en las mejillas, sintiendo sus bracitos rodear
mi cuello.
-Dios mío, estás enorme. -Reí un poco y Camila nos miraba con una sonrisa. -¿Cómo está la tía Mila? -Dije
mirando a Camila, que sonreía ampliamente mirándonos a los dos.
-Está muy guapa. -Apoyó la cabeza en mi hombro y Camila se acercó a Hayley.
-¿Pero y tú? Eres la niña más guapa del mundo con ese vestido. -Le dijo Camila, y Hayley rio asintiendo,
estirando los brazos para que la bajase.

La puse en el suelo y cogió la mano de Camila para ir al salón. Ya estaban allí Chris y Sofi, y los dos se
acercaron a nosotros. Sofi abrazó a su hermana y Chris pasó un brazo por mis hombros.

Luego, Sofi me abrazo y yo le devolví el abrazo.


-Es increíble que mi cuñada me salude mejor que mi hermano. -Chris entrecerró los ojos y miró luego a
Camila.
-Oye, Camila, el otro día tenía que darte unos informes y te los dejé en la mesa, no sé si los viste. Espero
que sí porque no quiero que me despidas por no avisarte y.. -Fruncí el ceño al escuchar a Chris y Camila
puso una mano en su hombro echándose hacia atrás.
-Chris, cielo, soy Camila, no tu jefa ahora. -Ella rio y él también, un poco avergonzado. -Sí, los vi, y
aunque no los hubiese visto no te habría despedido. -Rio Camila dándole un beso en la mejilla a Chris. -
Aprenderás a diferenciar a la doctora Cabello y a Camila. Es como Yo, yo mismo e Irene. -Negué con los
ojos entrecerrados, provocando las risas de mi hermano.

72
-Y tú eres idiota. -Me señaló con el dedo saliendo pero la cogí del brazo para besar su
cabeza. -No te estreses.. -Dije dándole un beso en la frente, y ella gruñó.
-Tú, tú me estresas. -Dijo de mala gana, y la rodeé con los brazos pegándola a mí. -Eres idiota, te quiero. -
Eres el ejemplo perfecto de bipolaridad. -Ella me dio un golpe en el abdomen y yo reí más, porque me
hacía gracia enfadarla. -Te quiero.. -Ella se separó negando.
-Ah ah, no me ganas así. Estoy enfadada. -Negó con el dedo y reí, acercándome a ella para poder abrazarla.
-Camila.. -Me acerqué a su oído y sonreí antes de hablar. -Si te portas bien hoy, tendrás una sorpresa
bastante agradable esta noche. Agradable, mojada, dura, según cómo lo quieras, ¿huh? -Susurré contra
su oído, rozando su piel al hacerlo. Cuando separé mi boca, Camila se quedó mirándome con los labios
entreabiertos y juraría que por esa cara lo de 'mojada' había empezado ya. -Te quiero. -Sonreí metiendo mi
mano bajo su pelo, inclinándome para besarla hasta que la figura de mi madre apareció al final del pasillo. -
Oh, por dios mamá. -Reí separándome de Camila, y ella se dio la vuelta carraspeando totalmente roja.
-¿Esta es Camila? -Mi madre sonrió acercándose y asentí. Cogió la mano de la latina y se inclinó para darle
dos besos. -Encantada, soy Clara.
-Un placer. -Dijo Camila con una sonrisa.
-Lauren Michelle, ¿por qué no me la habías presentado antes? -Mi madre me miró enfadada y me quedé
mirando a un punto en blanco, con los labios entreabiertos.
-Eso, 'Lauren Michelle'. -Dijo Camila dándose la vuelta hacia mí con los brazos cruzados.
-Esto.. -Parpadeé un poco y me quedé en silencio. -Os prometo que yo quería que os conocierais. -Dije
alejándome un poco.
Tras todo aquello y saludar a Alejandro, salimos al jardín. Había luces de navidad alrededor de este, y a
pesar de aquellos 23 grados en pleno noviembre, le daba aquél ambiente festivo. Sinu y mi madre repartían
algo de pavo con patatas, y se servían las copas.
Empezamos a comer, y la pequeña Hayley se comía los trozos de pavo de forma torpe, mientras que yo a la
vez comía algo de arroz y frijoles que habían preparado mi madre y Sinu. Estaba demasiado bueno todo, y
Camila se relamía al probarlo.
-Así que, tú estás saliendo con el hermano de Lauren. -El padre de
Camila hablaba con Sofi, y yo observaba la escena sin parar de comer. Era gracioso porque los únicos
hombres que habían era su padre, el marido de Taylor que daba de comer a Hayley y Chris.
-Sí, papá. -Asintió Sofi. La cara de mi hermano era un poema, y yo casi no podía aguantarme la risa, de no
ser porque la comida estaba demasiado buena.
-¿Trabajas con Camila? -Preguntó él, y la mesa entera estaba en
silencio. -Sí, señor. -Dijo Chris.
-Es un buen chico, papá. Es todo lo contrario a mi ex novio, al que por cierto odiabas. -Toda la mesa rio,
porque hasta yo odiaba a ese tipo.
Seguimos comiendo, la comida de la madre de Camila era algo así como placer hecho comida, y aún más
cuando mi madre contribuía a ello. Tras acabar el pavo, seguí con mi ración de comida Cubana, y juro por
dios que el vestido iba a estallarme.
Hayley corría por el jardín y se acercó a mí, y yo la senté en mi regazo, teniendo toda la atención mía y de
Camila.
-¿Qué es eso? -Preguntó señalando el plato.
-Es arroz, frijoles y pollo. ¿Quieres probar? -Ella me miró y asintió. Cogí un poco con la cuchara de todo y
se lo acerqué a los labios. La pequeña tomó un bocado, bajo la atenta mirada de Camila y mía. Pude ver
cómo sonreía y se relamía los labios, abriendo la boca para comer un poco más.
-¿Te gusta? -Preguntó Camila, poniéndole bien el vestido a la pequeña. Hayley asintió y abrió la boca de
nuevo para comer, llenándose las mejillas. -Mira, sois iguales. -Cogió una servilleta y le limpió los labios
manchados de salsa y Hayley sonreía al sentir a su tía.
-Vamos, dile a tu madre que te de un plato de esto. -Dije besando su
mejilla. -No, quiero quedarme aquí. -Frunció el ceño y yo asentí.

73
-Vale, está bien. ¿Quieres sentarte entre la tía Mila y yo? ¿Mmh? -Hayley asintió con entusiasmo, y
pusimos una pequeña silla entre las dos. Camila le puso un plato más pequeño que el mío, y empezó a
comer lentamente, cogiendo un frijol y quedándose mirándolo antes de metérselo en la boca.
Mientras, nosotros seguimos comiendo, y miré a Camila con una sonrisa. Me incliné un poco y la besé
suavemente, sintiendo las manitas de Hayley apartarnos con un gruñido.
-Quiero beso. -Gruñó cruzándose de brazos y Camila, yo, y toda la mesa estallamos en risas ante la
reacción de la pequeña. Comenzamos a darle besos en las mejillas y nos agarró del cuello, riendo por las
cosquillas que le hacíamos.
Empezamos a hablar entre nosotros tras la cena, cosa que era típica de las familias latinas. Normalmente los
americanos terminaban de cenar, recogían y se iban, pero los latinos teníamos esa llamada sobremesa. -
Odio tener que volver a trabajar después de estos días de vacaciones. -Dijo Chris, mientras Camila tenía
encima a Hayley, sentada en su regazo y apoyada en su pecho, que al ser 'tarde' comenzaba a quedarse
dormida.
-Es bueno saberlo.. -Susurró Camila acariciando el costado de la pequeña, y Chris entró en pánico.
-Es decir, no quería decir eso. A ver.. Que.. -Camila y yo nos reíamos, y Sofi abrazaba a mi hermano contra
ella dándole un beso en la mejilla.
-Es broma, Chris.-Camila negó, moviéndose un poco para mecer a Hayley que estaba completamente
dormida. -Nosotras no volvemos al trabajo. -Dije bebiendo un poco de mi vaso, cruzando las piernas. -
¿Qué vais a hacer? -Preguntó Sinu, y yo miré a Camila.
-Nos vamos a Tailandia un tiempo. Necesitamos desconectar. -Dijo ella, y yo cogí mi bolso un momento. -
Antes de nada, quería daros una cosa. -Fruncí el ceño mirando a los padres de Camila, sacando unas llaves
del bolso, dándoselas en la mano.
-¿Qué es eso? -Miré a sus padres y guardé de nuevo el bolso.
-Son las llaves de una casa en Los Ángeles. -Camila no dijo nada, sólo puso la mano sobre mi pierna bajo
la mesa. -Está pagada al contado. Ni gastos de luz ni agua. Podréis vivir allí unos días o una temporada, lo
que haga falta. A veces es duro no poder ver a Camila o Sofi todas las veces que quieran. Y las dos en
muchas ocasiones necesitan a sus padres, así que... -Los dos se quedaron de piedra, mirándome negando.
-Lauren eso es.. Eso es un gesto precioso, pero no podemos aceptar una casa. -Suspiré frotándome la frente
con una mano.
-De tal palo tal astilla. -Reí mirando a Camila y a sus padres. -Quiero que entendáis una cosa... Tengo
dinero, demasiado dinero y cada segundo que pasa gano más y más. ¿En quién me lo voy a gastar? ¿En mí?
-Reí un poco negando. -¿Qué voy a comprarme que no vaya a compartir? Nada. Me sobra dinero por todas
partes. Probablemente el millón que cuesta esa casa lo habré ganado ya, así que... Es vuestra. -Me encogí
de hombros y se quedaron con la boca entreabierta.
-No sabemos qué decir.. -Alejandro miró a Sinu y yo a Camila, que ladeó la cabeza. 'Gracias', me dijo
vocalizándolo y yo me encogí de hombros. -¿Un millón de dólares? -Dijo su padre y asentí riendo. -Lauren
lleva razón. -Dijo Camila, y me sorprendí de esa respuesta.
Tras la cena, no vi a Camila. Miré por el jardín, y salí a buscarla por el camino que daba al pequeño paseo
marítimo de aquella playa escondida en el barrio residencial donde vivía Camila. Vi su figura al final del
muelle, y caminé despacio por las tablas de madera que crujían bajo mis tacones llegando hasta donde
estaba Camila. Ella se dio la vuelta con una sonrisa, y escuché el relajante sonido del agua de la bahía bajo
nosotras.
-¿Qué haces aquí? -Pregunté frunciendo el ceño.
-Sólo.. Echaba de menos esto. -Ella se encogió de hombros y yo acaricié sus mejillas, dándole un tierno
beso en los labios. Nos separamos y rocé mi nariz con la suya suavemente. -¿Y tú qué haces aquí..?
-Uhm.. Sólo venía a darte las gracias.
-¿Las gracias por qué? -Ella sujetó las manos que tenía en sus mejillas y las bajó, acariciando mis dedos
con cuidado.

74
-No sé, por dejarme entrar así en tu vida. Y dejarme conocer a Sofi, a tus padres. Por hacerme de comer
todos los días durante casi dos años. Por dormir desnuda a mi lado después de hacer el amor, por cuidarme
y curarme cuando peor estaba, por todos los desayunos en la cama. Aunque no te debería dar las gracias
porque todas las mañanas me mandes a cerrar la persiana, pero eres adorable. No sé, te
podría dar las gracias por tantas cosas que ahora mismo no se me ocurren todas. Me gusta cuando te enfado
y luego intento abrazarte pero no quieres porque estás enfadada, pero con cuatro besos se te pasa. Y sé que
te lo digo mil veces al día, pero me encanta llegar a casa y saber que estás allí porque huele a tu perfume.
Me gusta también el lunar de tu muslo, y el de debajo de tu ombligo, tú los odias y yo no pararía de
besarlos hasta que se gastasen. Y desde que volviste yo.. He intentado hacerte ver, y saber que te amo y
estoy siento rematadamente cursi pero me da igual, porque te prometí que iba a serlo y... No sería nada sin
ti. Es decir. No era nada, tenía dinero y ya. Y luego apareciste tú y me diste una razón por la que seguir. Y
verte todas las mañanas a mi lado, o el simple hecho de besarte tengo claro que es lo que quiero hacer toda
mi vida. -Camila sonreía sonrojada, y agachó la cabeza, pero yo hice que la levantase. -Así que.. -Abrí la
mano y dejé ver una cajita de color azul, que abrí y contenía un anillo de Tiffany's con un pequeño
diamante, no muy exagerado encima. -¿Quieres casarte conmigo?
Camila se llevó las manos a la boca de forma casi instantánea, y yo sonreí viendo cómo empezaba a llorar
mientras asentía, y era lo más precioso que había visto en la vida.
-Claro que sí. -Respondió ella abrazándome y rodeé su cintura para abrazarla apretando los ojos, sintiendo
sus manos presionar mi espalda y sus sollozos en mi oído.
Me separé de ella y saqué el anillo de la cajita. Tomé su mano y le coloqué lentamente el anillo en el
dedo anular, y cogí su cara entre mis manos dándole repetidos besos en sus labios hasta terminar de
fundirnos en uno más lento, y me abrazó, sin dejar de sollozar con una sonrisa.
-Mi vida, cielo.. -Reí limpiándole las lágrimas, pegando mi frente a la de
ella. -Vamos a casarnos, Lauren..
***
No me dio tiempo a entrar en la habitación cuando sus manos estaban quitándome el vestido, y el suyo ya
estaba en el suelo cuando cerramos la puerta. Mi vestido salió volando también a la otra punta de la
habitación, y en cuestión de segundos acabamos sin ropa interior y desnudas una encima de la otra en la
cama. Mi boca succionaba sus pechos, jugaba con ellos con la lengua mientras Camila levantó la pierna y
mi sexo rozó su muslo. Comencé a moverme lentamente sobre este, soltando suaves jadeos sobre su piel,
yendo cada vez más rápido mientras Camila apretaba mi pelo, pero paré de moverme. Bajé la boca hasta su
sexo y lo lamí de abajo arriba, hasta acabar con su clítoris entre los labios, moviéndolo con la lengua y
lamiéndolo como si fuese la boca de Camila. Sus gemidos llegaron a mis oídos, e introduje un dedo
lentamente, que metí y saqué de forma que tampoco hiciese que Camila gimiese en alto.
Volví a subir con ella y me coloqué entre sus piernas, provocando que nuestros sexos chocasen uno con el
otro. Enlacé mis manos con las de Camila y me incliné para robarle uno de esos besos húmedos que tanto
me excitaban. Su lengua buscaba la mía, se dejaban ver entre los besos mientras que mis caderas
aumentaban el ritmo. Cuando solté sus manos, estas fueron directas a mi trasero para que me moviese más
rápido, y lo hice. En aquél punto Camila comenzó a gemir de forma agitada, y eso provocaba que yo
también lo hiciese algo más fuerte debido al tono grave de mi voz. Las manos de Camila no soltaban mi
trasero y hundían los dedos en este, y yo no podía más. Mi boca estaba entreabierta sobre la de Camila, y
sus gemidos en aquél momento inundaban la habitación, mientras que yo aguantaba un poco, lo justo para
poder llegar con ella, gimiendo sobre su boca.
Me acomodé en su pecho cerrando los ojos, haciendo pequeños círculos en su abdomen.
-Así que ahora soy tu prometida.. -Susurró Camila, acariciándome el pelo lentamente. -
Suena igual de extraño que la primera vez que dije que eras mi novia.

75
Capítulo 18

Lauren's POV
-¡Lauren arriba, arriba! -Sentí a Camila dar botecitos encima de mi trasero, y no quería levantarme, estaba
absolutamente dormida y apreté los ojos, girando la cabeza hacia ella con un suave suspiro.
-Camz.. Déjame dormir.. -Noté cómo se inclinaba sobre mi espalda, y sentí sus pechos pegar contra mi
piel. -Vamos Lo.. -Susurró en mi oído, moviéndose lentamente encima de mí y abrí los ojos finalmente,
porque con su movimiento mi sexo estaba rozando las sábanas y el colchón.
-Para.. -Susurré sintiendo sus besos por mi columna, comenzando a sonreír un poco por sus besos. -Shh..
No hagas eso.. -Ella se tumbó encima de mí, y me dio besos por el cuello hasta apoyar la cabeza sobre la
mía. Sus manos se enlazaron con las mías encima de la almohada, y sonreí al sentir su aliento contra mi
mejilla.
-Feliz cumpleaños. -Susurró contra mi oído, y no pude evitar sonreír, girándome para tenerla a ella encima
de mí con sólo un pantalón corto puesto.
-Gracias.. Si este es mi regalo, me gusta. -Dije observando a Camila semidesnuda encima de mí, soltando
una risa. Ella negó mordiéndose el labio inferior.
-Es muy difícil regalarte algo. -Ella arrugó la nariz y cogió una camiseta, poniéndosela encima.
-¿Por qué? -Me apoyé en los codos ladeando la cabeza para observarla un poco mejor. El sol que entraba
por la ventana hacía que la piel aceitunada de Camila se viese aún más morena, debido a los días que ya
llevábamos allí en Tailandia.
-Porque puedes comprártelo todo. -Ella se encogió de hombros y se levantó de encima de mí, para salir por
el pasillo de la habitación. Con sus brazos, arrastraba una caja enorme hasta llegar frente a la cama. Yo me
quedé mirando la caja con la boca abierta, porque nunca me habían regalado nada para mi cumpleaños. No
así. -Vamos, ¡ábrela! -Dijo señalando la caja.
Casi salté de la cama poniéndome una camiseta de tirantes, que completaba el pijama. -
¿En serio? ¿Esto es para mí? -Dije tocando la caja, y ella asintió enérgicamente.
Destapé las solapas de la caja y había una guitarra acústica negra, al lado, viejos discos del grupo The
1975, algunos de Lana del Rey en vinilo, camisetas de Bob Marley, un lienzo y pinturas y un cuaderno.
Levanté la cabeza hacia Camila y la cogí de las mejillas para besarla con ganas dándole cortos y rápidos
besos en sus labios escuchando su melódica risa acariciando mi nuca suavemente.
-¿Entonces te gusta? -Ella reía y yo asentía algo aturdida aún.
-¿Cómo sabías que me gustan esas cosas..? -Pregunté señalando la caja.
-¿En serio me preguntas eso cuando voy a ser tu mujer? -Camila frunció el ceño y yo dejé de sonreír,
porque Camila enfadada era realmente el mal encarnado en una pequeña cubana.
-Vale.. Eres genial. -Dije abrazándola.
-Pero.. Tengo un regalo más. Aunque este no es exactamente mío. -Se apartó un poco con las manos en la
espalda y yo esperé impaciente. -El matrimonio igualitario se ha aprobado en todo Estados Unidos. -Abrí
los ojos y parpadeé un poco.
-¿En serio? -Camila asintió y me abracé a ella, sintiendo sus manos rodear mi cintura. -¿Dónde quieres
casarte?
-Hawaii. Piénsalo. En la playa, todos de blanco y.. -La besé poniendo las manos en sus mejillas, y me
separé de ella para mirarla.
-A Hawaii entonces.
Salimos de la habitación notando los dedos de Camila jugar con los míos mientras andábamos y ella puso
la toalla en una hamaca de la piscina, y la mía al lado. Nos acercamos al borde de la piscina y Camila me
miró con una sonrisa.
-Así que por esto es por lo que trabajas tanto. -Dijo señalando la piscina, y yo me lancé de cabeza a la
piscina, nadando unos metros hasta sacar la cabeza en mitad de la piscina. Ella rodeó el borde de la piscina
andando hasta llegar a mi altura. Se sentó y movió las piernas en el agua mirándome con una sonrisa. Me
acerqué a ella colocándome entre sus piernas y me alcé un poco con los brazos para besarla lentamente,
sintiendo su mano acariciar mi mejilla.

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-Y sí.. Esto es por lo que me ves frustrada y estresada todo el tiempo. -Me encogí de hombros y volví a
meterme en el agua, viendo cómo Camila se bajaba del borde sin querer meter los brazos en el agua por la
temperatura, hasta que al final termina por meterse y se acercó a mí. Rodeó mi cuello con sus brazos y sus
piernas lo hicieron con mi cintura, y me dio cortos y húmedos besos en los labios.
-Mmh.. No creo que necesites que te lo diga pero.. Estoy muy muy orgullosa de ti. Aunque cuando te
conocí ya eras multimillonaria, billonaria, lo que seas. -Arrugó la nariz y escondió la cabeza en el hueco de
mi cuello. -Lo..
-Dime.. -Besé su hombro lentamente y Camila suspiró en mis labios, pasando las manos por mi cuello. -
Quiero casarme ya. -Me separé un poco de ella y fruncí el ceño.
-¿Ya? Pero en Tailandia no es legal.. -Musité confundida.
-No, no. En un mes o dos. O no sé. -Ella se encogió de hombros y miré sus ojos algo angustiados. -Si algo
hemos aprendido tú y yo, es que la vida puede cambiar de un momento a otro. Y lo mismo hoy estamos
aquí, besándonos, y mañana me secuestran. O te pegan un tiro en el costado. O igual nos peleamos. Sólo..
Quiero casarme. -La miré un momento, al principio pensaba que estaba loca. ¿Cómo íbamos a preparar una
boda en menos de un mes? Pero luego lo pensé. Tenía un hotel en Hawaii. Tenía lugar, restaurante, y a
Camila deseando casarse. Tenía dinero, y por mucho que la gente dijese, resolvía bastantes problemas.
-Vale.. Cielo, como muy pronto.. Después de Navidad. -Ella hizo un puchero y cerré los ojos sólo para no
derretirme con aquél gesto. -Tengo mucho trabajo acumulado, y ahora aún más que Normani ha vuelto y
me va a patear el culo. -Puse la mano en su cabeza y besé su frente mientras que ella me miraba triste. -No
me mires así, por favor..
-Tengo miedo.. Este año ha sido tranquilo, pero entre tu recuperación, la mía, mi trabajo.. -Negó
acariciando mi nuca en el agua.
-Yo.. No sé si esto es una mala noticia. -Camila me miró, esperando a que yo hablase. -Tengo que pasar
tres semanas en Rusia.. -Ella cerró los ojos y agachó la cabeza.
-¿A qué vas a Rusia? -Su voz sonaba apagada, y no pude evitar pegar a Camila un poco más a mí.
-Negocios para abrir allí un nuevo hotel. -Nos quedamos en silencio, mientras Camila fruncía el ceño y
pegó su frente a la mía, apretando los ojos.
-Ahora estoy aquí, ¿vale? -Susurré en su oído, dándole suaves besos bajo su oreja.
-Pero no estarás..
Y no estuve.
***
Camila's POV
A mitad de noviembre, la lluvia y el frío eran lo más recurrente en Los Ángeles. Las gotas golpeaban el
cristal, y apenas podía conciliar bien el sueño. Jack se removía contra mi pecho buscando algo de calor, y
yo se lo daba, buscando algo de su compañía. La cama era enorme, y con Lauren allí era fantástico
disfrutarla. Pero ahora, me parecía gigantesca y se me antojaba vacía y eso me asustaba. Mi móvil se
iluminó, era Lauren y acepté su llamada en FaceTime. 6:44 de la mañana, en Rusia, casi las 7:44 de la
tarde.
-Hey.. -Escuché la voz de Lauren y sólo pude sonreír, aunque estaba amenazando con echarme a llorar en
aquél momento. -Siento las horas, siento despertarte.. -Me froté un poco los ojos, intentando estar menos
dormida y negué.
-Te echo de menos.. -Dije casi en un susurro, con el perro pegado a mi pecho totalmente dormido.
-Y yo, Camz.. Ahora iba a cenar, y tú aún duermes.. -Tenía el pelo ondulado hacia un lado, y las mangas de
la camisa remangadas hasta los codos.
-¿Cómo te está yendo todo? -Pregunté observando la sonrisa de Lauren, que ladeó la cabeza.
-Bien, todo va bien. Después de todo el día de reuniones.. He llegado al hotel, y sólo quería hablar contigo.
-Susurró Lauren, y cerré los ojos porque en aquél momento sólo quería que me abrazase.
-La cama es muy grande, ahora que me doy cuenta.. -Susurré mirando la pantalla, y ella sonrió agachando
la cabeza. -Jack duerme conmigo, pero..
-Camz, cuando vuelva te prometo que no me separaré de ti un segundo. Planearemos la boda, haremos lo
que tú quieras. Sólo quedan dos semanas, y en dos semanas estaré contigo. -Pude notar cómo los ojos de

77
Lauren se humedecieron un poco, y yo nada más ver aquello empecé a llorar. -Camila, mi vida, no.. -
Escuché su voz pero era aún peor. -Camila, no llores por favor.. -Y simplemente no podía parar de llorar, y
ni siquiera Lauren podía calmarme. -Escúchame, no me hagas sentirme mal por no poder estar ahí, por
favor.. -Me puse un brazo en la cabeza e intenté calmarme, y cuando conseguí mantener mi respiración
algo calmada, alcé la mirada a la pantalla del móvil. Tenía gesto preocupado, y no podía hacer nada más. -
Quiero romper el móvil porque parece que así partiré la pantalla y estarás delante de mí, pero no.. -Suspiró
y se pasó una mano por el pelo.
-Lo siento.. -Susurré con la voz algo temblorosa, limpiándome las lágrimas con el pulgar. -Lauren no voy a
dejar el trabajo. -Dije negando, y ella asintió mirando la pantalla.
-Si así estás mejor, no lo dejes. -Aprobó ella, sonriendo, y haciéndome sonreír a mí. -Deberías dormir.. -Sí..
-Asentí y acaricié la cabeza de Jack que dormía a mi lado, y soltaba ladridos al ver que estaba llorando.

-Buenas noches.. O buenos días. Te quiero. -Vi su sonrisa y no pude evitar sonreír también. -Te quiero.
Dormí un par de horas más, tampoco muchas, porque aunque era sábado no tenía ganas de seguir en la
cama. Me puse una camiseta de Lauren, que inevitablemente olía a ella, y aunque la echase de menos no
podía evitar sonreír. El móvil sonó y en la pantalla el número de Chris estaba reflejado.
-¿Sí? -Eché un poco de café en la taza.
-¿Doctora Cabello? -Reí un poco y removí el azúcar en el café con
cuidado. -Soy Camila.
-Camila.. Te necesitamos. Ha habido un accidente múltiple y estamos completos.
-¿Es un accidente múltiple o una masacre nuclear, Chris? -Dije dejando la taza en la mesa, subiendo las
escaleras lo más rápido que podía para terminar de vestirme.
-Nos queda un solo paciente al que hay que
operar. -Estoy allí.
Y allí estuve en menos de diez minutos, incluso con el tráfico de Los Ángeles y la lluvia cayendo, llegué al
hospital. Me cambié por ese traje verde de manga corta y entré en la habitación. No le habían ni quitado la
ropa.
-Chico, de unos treinta años. Se llama Aiden Smith, rasgos caucásicos, ninguna patología que sepamos y
cuadro clínico crítico. -Chris venía detrás de mí y puse los dedos en el pulso de su cuello, iba demasiado
lento.
-Llevadlo al quirófano. -Dije viendo cómo perdía sangre por uno de los costados, y me quité los guantes de
látex caminando rápido hacia la sala. Tras lavarme las manos unas tres veces, entré en el quirófano. Chris y
los demás enfermeros le quitaron la ropa y yo me acerqué mientras me ponían la mascarilla en la cara.
-¿Estás lista? -Me dijo Chris. Asentí levemente y le dieron la vuelta a aquél chico, que estaba perdiendo
sangre por aquél costado. Abrí la herida con unas pinzas, y tenía el riñón derecho bastante afectado, era la
causa de que se estuviera muriendo delante de mí. Busqué la causa por la que simplemente no paraba de
sangrar ni un momento.
-¿Tienes algo? -Preguntó una de las enfermeras, pero ni siquiera me molesté en levantar la cabeza para
decirle que sí. Con gasas limpié la sangre que salía hasta que encontré la causa.
-Tiene un trozo de metal clavado en el riñón. -Dije cogiendo las pinzas. Lo saqué lentamente, provocando
que soltara un borbotón de sangre y volví a coger las pinzas, esta vez unas más pequeñas con aguja e hilo.
Comencé a coser con cuidado, sin prisa porque era algo demasiado delicado.
-¿Ya está?
-Como alguien me vuelva a decir algo más sin relevancia, juro que sale por esa puerta y no vuelve a entrar.
-Dije en tono autoritario, apretando la mandíbula. Terminé de coser y la sangre dejó de salir.
-Vuelve a estar estable. -Dijo Chris, y yo me separé.
-Cose eso, Chris. -Dije para que terminase de coser la herida y yo me fui a la pierna del chico. Estaba hecha
pedazos, y además tenía el fémur partido. -Vosotros dos, -señalé a una enfermera y a otro enfermero. -
Curadle la cabeza.
Incluso mi hermana en un solo año de carrera sabía más que aquellos dos.
Aunque suene asqueroso, coloqué el fémur en su sitio y le apliqué tornillos que evitarían que el hueso se
moviese. Y ya no pude hacer más.
-Chris, ponle una transfusión de sangre. Vosotros dos le ponéis la férula y luego lo lleváis a la unidad de
cuidados intensivos. -Ellos asintieron y salí del quirófano. No mucho más tarde salió Chris mientras yo me
quitaba los guantes, el gorro y la mascarilla.

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-Eres increíble. -Dijo Chris lavándose las manos a mi lado, y yo negué.
-¿Por qué dices eso? -Pregunté frunciendo el ceño secándome las manos con papel. Salimos al pasillo y vi
cómo se llevaban a aquél chico. Caminé con él hacia los ascensores y me apoyé en la pared.
-No sé. Eres una doctora genial, y no te importa decirle a esos dos que son idiotas aunque sean unos
enchufados. -Él se encogió de hombros y yo sonreí, saliendo del ascensor hacia la cafetería.
-Gracias, Chris. -Dije caminando por la cafetería, cuando vi un grupo de cirujanos sentados y riéndose
mientras almorzaban. Me acerqué a ellos y Chris miró desde atrás. -Qué. ¿Echando unas risas? ¿Sabéis que
ha habido un accidente y vosotros estabais aquí de charla? -Sonreí irónicamente, cruzándome de brazos. -
Wow. Y he tenido que venir yo en mi día libre a ayudar. -Asentí mirándolos a todos.
-No sabíamos nada. -Dijo uno.
-Oh, ¿de verdad? ¿Intentas que me crea que tú no te enteras de nada en un hospital en el que los doctores
tienen que estar enterados de todo y para que no haya confusiones llaman por megafonía? -Sonreí
asintiendo. -¿De verdad me lo dices? No entiendo cómo seguís aquí, ni cómo seguís siendo médicos
tampoco. Si queréis no hacer nada, idos a una oficina a rellenar informes, pero no ocupéis el sitio de gente
que de verdad quiere hacer esto. -Per..
-Cállate. Ibais a dejar que una persona muriese. -Reí negando. -¿Sabéis cómo se llama eso? Asesinato. Y es
curioso porque estáis aquí para que la gente no muera. Así que si no os importa, idos a tomar por culo. -
Señalé la puerta con las dos manos y me giré caminando hacia una parte reservada de la cafetería mientras
Chris corría detrás de mí.
-Eso ha sido.. -Abrió los ojos y me senté junto a Dinah y Ally en la mesa, con Chris
enfrente. -¿Qué ha pasado? -Ally preguntó girándose hacia mí, y Dinah bebió de su café.
-Nada. Estoy un poco irritada.
-Acabamos de salir de una operación de cuatro horas, eso es todo. -Dijo Chris cogiendo su café, y se quedó
mirando hacia el lado sin llegar a beber. Tenía cara de idiota. Giré la cabeza y vi a Sofi pasar tras el cristal
y entrar en la cafetería. Llevaba puesto un traje blanco, con cuello de pico y camiseta de manga corta.
Como el que solía llevar Chris pero, en blanco.
-¡Sofi! -Dije poniéndome de pie abrazando a mi hermana, y en aquél momento no podía estar más
orgullosa de aquello. -¿Qué haces aquí?
-Prácticas. -Sofi se abrazó a Chris y en ese momento retiré la mirada porque se estaban besando y era algo
bastante raro.
-La pequeña Sofi se hace mayor. -Dijo Dinah mientras Chris y Sofi se sentaban.
-Sí, esta mañana he sacado sangre. -Dijo orgullosa, y yo cogí un trozo de empanada que había encima de la
mesa.
-Yo he dormido unas tres horas y he tenido una operación de cuatro. -Dije mientras comía, y Sofi se quedó
mirándome en silencio.
-¿Qué has hecho hasta tan tarde? -Ally comía y yo bebí un poco de
refresco. -Lauren está en Rusia. -Dije cruzándome de piernas.
-De ahí la mala hostia. -Comentó Dinah, y me encogí de hombros.
-Oh, por cierto... Vamos a casarnos en Hawaii. -Todos abrieron los ojos y Ally me abrazó, menos Dinah
que sonrió agachando la cabeza.
-Eh, ¿qué ocurre? -Dije mirando a Dinah. Normalmente se hubiese alegrado, y más sabiendo que es en
Hawaii.
-Mi novio me dejó hace un mes o así, nada más. -Se encogió de hombros. Nos quedamos en silencio hasta
que Ally y yo la abrazamos, y ella sonrió un poco más.
-Lo siento, Dinah.
-No, no quiero lamentarme de él. Es un gilipollas. -Frunció el ceño y nosotras la miramos sin entender
nada.
-Exacto, es un gilipollas. Así que vámonos a comprar tu vestido de novia. -La voz de Normani vino desde
atrás y la volví a ver como siempre. Con el traje de ejecutiva y la chaqueta además del móvil en la mano. -
¿Normani? ¿Qué haces aquí? -Me giré y ella se puso una mano en la cintura.
-Vuelta al trabajo. Lauren me pidió que estuviese contigo, y la verdad, creo que te necesito yo más a ti. -
Todos nos quedamos mirando a Normani y ella nos miró a nosotros. -Levantad el culo y subid al coche, no
tengo todo el día.

79
Y así fue, en cinco minutos hasta Chris estaba en el coche de Sofi y yo conducía el mío para llevar a
Normani a la tienda de vestidos.
-¿Cómo te va la vida en familia? -Reí al decir aquello, mirando de reojo a
Normani. -Genial.
Y me aburro porque acabo de terminar de trabajar, Jesse está rodando y Jason está con su abuela. -Se
encogió de hombros y yo me mordí el labio inferior.
-¿Cómo es? -Pregunté parando en un semáforo. Se me hacía raro conducir porque prácticamente Lauren
me llevaba en coche a todas partes.
-¿El qué?
-Estar casada, tener un hijo.. -Me encogí de hombros con las manos en el volante.
-Oh.. Es.. Es maravilloso. -Me miró y alcé las cejas. -Probablemente todo el mundo te diga que están
hartos, que no tengas hijos pero.. Esa gente simplemente no quería tener hijos, ¿sabes? No puedes comparar
con nada cuando tu hijo te sonríe, o quiere que lo cojas en brazos. O ver a tu pareja cogerlo y no sé, Camila,
es perfecto.
Sonreí ante lo que decía, porque yo ni siquiera podía imaginarme eso con Lauren.
Cuando llegamos a la tienda, comencé a probarme vestidos. Ninguno encajaba. Ni corte de sirena, ni tul, ni
largos.. Hasta que salí con uno. Se quedaron en silencio un momento y me cogí las manos delante del
vestido. Miré a Sofi esperando su aprobación, pero no decían nada. Era simple, con escote que realzaba mis
pechos un poco, y de ahí nacía el vestido que caía hacia abajo. (http://elclarinweb.com/wp-
content/uploads/2013/08/megan-fox-vestido-boda-brian-austrin-1.jpg).
-Eres preciosa. -Susurró Normani y Sofi asintió, junto con Ally y Dinah.
-Dios mío Mila. -Sofi susurró mirándome y mis mejillas tomaron un color rojo.
-No te pruebes ninguno más, es ese. No cabe duda. -Dijo Ally, mientras todas
asentían. -¿Creéis que a Lauren le gustará? -Dinah entreabrió los labios.
-Soy muy lesbiana ahora mismo. -Dijo sin dejar de mirar el vestido. Me mordí el labio y ladeé la cabeza.
-No sé si podré permitírmelo.. -Todas fruncieron el ceño.
-¿Por qué? -Dijo Ally.
-Porque cuesta 3.000 dólares y yo cobro 2.000 al mes. -Suspiré agachando la cabeza.
-Espera, ¿tu novia se limpia el culo con billetes y a ti lo que te preocupa es que no te va a llegar para
comprártelo? -Dinah soltó ese comentario y Normani y ella chocaron las manos.
-No sé por qué no te conocí antes. -Le dijo Mani a Dinah.
-No quiero depender de Lauren. Es decir.. No quiero que tenga que gastar su dinero en mí. -Ally suspiró
negando.
-Escucha, Camila, está bien eso que dices. Pero sólo para cosas pequeñas. Para poder ser independiente.
Pero si hay algo que tú no puedes permitirte y que es necesario, entonces acude a Lauren. -Comentó Ally, y
yo suspiré asintiendo lentamente.
-Visto desde ese punto de vista... -Suspiré y me miré en el espejo, mordiéndome el labio. -De todas formas
tenía que hablarlo con Lauren.
Sofi sacó el teléfono de mi bolso y marcó el número de Lauren, poniéndolo de forma que se vieran todas en
la pantalla.
-¿Sí? -La voz de Lauren parecía algo ronca. -Wow, ¿qué hacéis con el móvil de Camila?
-Queríamos preguntarte algo. Estamos comprando el vestido de novia de Mila y esta mujer es idiota y no
quiere comprárselo porque dice que con su sueldo no le llega. -Suspiré dándome la vuelta y rodé los ojos. -
Y está preciosa, créeme. Te enamorarías mil veces más si la vieses.
-Sois idiotas, todas. -Dije en voz alta y escuché la risa de Lauren.
-¿Está ahí? -Preguntó Lauren y me di la vuelta.
-Sí, cariño, estoy aquí. -Dije en voz alta para que me escuchase, acercándome un poco pero sin que llegase
a verme.
-¿Por qué no te compras el vestido? -Preguntó, y yo me froté la frente con una mano. -Tienes una tarjeta de
crédito preciosa en tu cartera. -Me crucé de brazos al escuchar a Lauren, sonriendo un poco.
-Está bien.. Te quiero mucho. -Dije casi detrás del teléfono, cerrando los
ojos. -Yo también te quiero. Y es raro estar diciéndoselo a Normani.
-Oye, ¿qué tiene de malo decirme que me quieres, maldita desgraciada? ¿Mmh? -Normani miró a la
pantalla y Lauren se rio.
-¡Que no eres mi prometida!

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Capítulo 19

Camila's POV
Entré en la habitación de aquél chico, Aiden, al que habíamos operado hacía unas semanas. Estaba
despierto y miraba al techo, aunque giró la cabeza cuando entré con él.
-Hey, Aiden. ¿Cómo estás? -Dije acercándome a la cama, colocando mejor el gotero que tenía justo al lado
de la cama y conectaba con uno de sus brazos, suministrándole calmantes para el dolor.
-Mejor. -Su voz era ronca, y yo me quedé delante de él.
-¿Has tenido vómitos? ¿Has notado algo raro, aparte del dolor? - Dije levantándole la camiseta con el ceño
fruncido, observando cómo los golpes y moratones iban tomando ese color amarillo verdoso.
-No sé si es normal mear sangre.. -Dijo él, yo solté una pequeña risa.
-Tuviste una hemorragia en un riñón porque tenías un trozo de metal dentro, así que, créeme que es normal.
-Saqué la carpeta con informes y comencé a hacer apuntes.
-Eres guapa. -Me dijo, y alcé las cejas.
-Gracias. -Respondí sin dejar de tomar notas observando los monitores que tenía al lado de la cama. -Sabes,
estaba pensando.. Si cuando salga de aquí puedo llevarte a cenar. -Levanté la mirada y reí, alzando las
cejas. Normalmente los pacientes me decían lo guapa que era, pero nunca se lanzaban así.
-No creo que a mi prometida le guste eso. -Reí un poco antes de seguir escribiendo. Él entreabrió los labios
y retiró la mirada.
-Así que.. Te gustan las chicas. -Dejé la carpeta encima de la silla y toqué por debajo de su abdomen. -Ah. -
Dijo como quejido.
-Sí, me gustan las chicas. -Respondí frunciendo el ceño mientras me colocaba los guantes para examinarlo.
-¿Por qué? -Él frunció el ceño cuando seguí tocando su abdomen para comprobar si estaba aquella zona
afectada. El chico tenía abdominales para aburrir, y sinceramente no estaba mal.
-No lo sé, nací así. -Dije separando la mano.
-He hecho el idiota, ¿verdad? -Preguntó entrecerrando los ojos intentando no reír.
-Un poco. -Me encogí de hombros riendo. -Pero si te consuela, si fuera hetero saldría contigo.
-Sí, eso ayuda. Espero que tengas una buena noche con tu primetida. -Me dijo sonriendo y yo negué.
-Está de viaje de negocios. -El me miró y yo cogí la carpeta de nuevo. -Si tienes alguna molestia o algo sólo
pulsa ese botón. Si no vengo yo, vendrá Chris.
-Buenas noches. -Sonreí al escucharle y asentí.
-Igualmente.
Al salir de la habitación Lauren estaba allí y no sabía ni cómo reaccionar. No me dio tiempo ni a cerrar la
puerta porque salté encima de ella, comenzando a sollozar y a besar sus labios que esbozaban una sonrisa.
Casi había olvidado cómo olía, cómo era besarla o cómo era sentir sus manos alrededor de mi cintura, y
casi me estaba derritiendo entre los brazos de Lauren. Me dejó en el suelo y me abrazó, y creo que no podía
haber mejor sentimiento que aquél, sintiendo los brazos de Lauren alrededor de mi cintura, y yo apreté la
mano en su cabeza.
-Estás aquí.. -Susurré entre sollozos, sintiendo las manos de Lauren apoyarse en mis mejillas e intentar
quitar las lágrimas que caían de mis ojos, para luego darme varios besos sonoros en los labios.
-Nunca creí que ibas a besarme o abrazarme en el hospital, Camz. -Me dijo con una risa, y en ese momento
me daba igual dónde estuviese.
-Doctora Cabello, tenemos un problema. -Me limpié las lágrimas y como pude me di la vuelta con el rostro
serio. -No le encontramos la vena a un paciente. -Parpadeé mirándolos. Eso ya era el colmo de la inutilidad.
Los dos hermanos hijos de no sé quién, que estaban conmigo sólo por ser 'hijos de'.
-Estáis despedidos. Los dos. -Dije sin más, mientras ellos se miraban. -Podéis recoger vuestras cosas de la
sala de descanso, ahora. -No sabía ni dónde iba a encontrar dos enfermeros para recomponer el equipo
pero, lo haría. Los vi desfilar por el pasillo y suspiré, girándome hacia Lauren. -Siento que hayas tenido
que ver eso.
-Estoy cachonda. -Susurró mirándome y le di un golpe en el hombro rodando los ojos, pero la abracé por la
cintura porque había echado de menos aquellas idioteces que siempre decía.
-¿Ves al chico de la habitación? -Lauren levantó la mirada un poco y asintió, volviendo a mirarme a mí. -
Me ha pedido que salga con él a cenar.
-¿Y qué le has dicho? -Ella frunció el ceño y ladeó la cabeza, acariciando mi mejilla.

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-Que a mi prometida no le gustaría. -Una sonrisa se formó en sus labios y se inclinó para volver a
besarme. -Sí.. Y no le gustó. -Negó riendo.
-Tengo que buscar dos enfermeros más. -Suspiré y en ese momento Dinah pasaba por el pasillo. Me quedé
mirándola y la cogí del brazo. -Eh, eh, Dinah.
-Qué. -Ella frunció el ceño mirándome y sonrió al ver a Lauren. -Hey Lauren, Mila te echaba de
menos. -Olvida a Lauren. Sé que hiciste la carrera de enfermería, y, te necesito.
-¿Quéeeee? -Se alejó un poco de mí para mirarme.
-Dinah, por favor. Cobrarás más, Dinah. Y dejarás de ser la recepcionista. Y y.. Trabajarás conmigo. -Ella
entrecerró los ojos mirándome.
-Hecho. Pero quiero dos días libres a la semana. -Se cruzó de brazos delante de mí.
-Dinah, nosotros libramos los fines de semana. -Ella entreabrió los labios y me abrazó, provocando que yo
soltase una risa.
-Soy tuya, soy toda tuya.
Y desapareció por el pasillo. La mano de Lauren se puso en mi cintura y me apoyé en ella, y no sabíamos
quién de las dos estaba más cansada.
Tras cambiarme, -que era básicamente quitarme la bata de color blanco- me subí al coche con Lauren, y sin
duda la había echado de menos. Hacía demasiado frío aquella noche, tanto, que los cristales del Porsche
estaban empañados hasta que Lauren puso la calefacción que me hizo entrar en calor.
-¿Cómo salió todo? -Pregunté con una sonrisa, la misma que se le dibujó a Lauren en la cara.
-Muy bien. Al final construiremos un nuevo hotel en Moscú. -Giró el volante y dejó que este se deslizase
entre sus dedos.
-Felicidades, cielo. -Acaricié su nuca con los dedos y ella seguía conduciendo, bajo mi
mirada. -¿Te compraste el vestido? -Lauren puso una de sus manos en mi muslo, y se giró a
mirarme. -Sí..-Dije bajito, acariciando sus dedos suavemente.
-¿Es bonito? -Preguntó arrancando mirando al frente, sin soltar mi mano un segundo.
-Es precioso, Lauren. No puedo esperar a que lo veas. -Dije con una sonrisa, y ella cogió mi mano para
besarla antes de llegar a casa.
Al entrar, Lauren soltó un suspiro y vi que ya había estado aquí para dejar la maleta. Cerró los ojos y yo me
acerqué para acariciar su cuello, bajo la atenta mirada de sus ojos verdes. Los tenía algo rojos, y a pesar de
eso, seguía sonriendo.
-Date una ducha y duerme. -Le dije sonriendo, y ella asintió.
Mientras yo me desnudaba en el baño, Lauren colocaba las cosas en su habitación y empecé a ducharme
enjabonándome el pelo para luego aclararlo. Cuando salí del baño con una toalla en el pecho, vi a Lauren
dormir con medio cuerpo en la cama y las piernas fuera. Me acerqué a ella y como pude la tumbé en la
cama, quitándole los pantalones y la camisa. Le puse un jersey de algodón azul y la tapé con el edredón.
Yo, cuando terminé de secarme el pelo, me puse un jersey gris y me tumbé con ella, abrazándola fuerte.

Había echado de menos sus brazos rodearme incluso cuando estaba dormida, o el olor de su cuello. Echaba
de menos cuando una de sus manos buscaba mis pechos en mitad de la noche, y yo no podía hacer nada
excepto dejarla. Estaba tan agotada como Lauren, así que, me quedé dormida entre sus brazos y por
primera vez en tres semanas, conseguí dormir de una vez.
Noté a Lauren removerse contra mí, y no quería despertarme. La tenía abrazada a mi cintura con
la cabeza en mi abdomen. Se había duchado por cómo olía al champú que usábamos, y la camiseta blanca
que llevaba puesta. Era gracioso porque se había vuelto a acostar conmigo.
-Hace frío.. -Susurró con voz ronca, y pasé el edredón por encima de nosotras, aunque la opción de Lauren
fue abrazarse más a mí. Acaricié su mejilla suavemente, besando su frente con la mayor dulzura que podía.
-¿Has dormido bien? -Pregunté alzando las cejas, y ella asintió levemente sobre mi pecho. -¿Tienes
hambre? -Pregunté acariciando la parte de su oreja, y volvió a asentir. Justo cuando fui a levantarme, no
pude. Tenía a Lauren enganchada a mí. -Mi vida, si no te sueltas no sé cómo voy a hacer el desayuno..
Al final me soltó, y mientras bajaba las escaleras me recogí el pelo en una coleta para que me molestase
menos. El cielo estaba oscuro, y estaba volviendo a amenazar con lluvia. Preparé algo de café, zumo,
tortitas y fruta. Subí de nuevo con la bandeja en brazos y Lauren estaba recostada en el cabecero de la cama
con Jack en el abdomen, que jugaba con su mano y la olisqueaba a la vez.

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-Él también te ha echado de menos. -Dije riendo, poniendo la bandeja a un lado en la cama.
Jack se tumbó a nuestro lado a ver la tele, y yo me coloqué entre las piernas de Lauren con la espalda
apoyada en su pecho. Lauren cogió una tortita y se la llevó a la boca, y así desayunamos mientras veíamos
la tele. Yo descansaba en su pecho mientras comía poco a poco, y decidí mandarle un mensaje a Dinah
para que se ocupase de Aiden.
-Lo, ¿alguna vez has decorado esta casa por Navidad? -Ella se quedó en silencio un momento, estaba
bebiendo. -No. -Respondió poniendo las manos en mis caderas.
-Mmh... -Relamí la fresa que tenía en la boca con una sonrisa.
-Eso es que vamos a ir a comprar cosas de Navidad, ¿verdad? -Asentí girando la cabeza con una sonrisa.
Y así fue. A Lauren le compré mil jerséis de lana rojos y verdes, un abeto natural y miles de adornos para
casa. Cuando nos quisimos dar cuenta, aquella noche, nuestra casa había pasado de ser arquitectura de
diseño, a ser una acogedora casa navideña. Lo miraba todo desde la esquina del salón mientras que Lauren
me miraba con esa cara de seta que tenía normalmente cuando hacíamos cosas que no le gustaban, como ir
a comprar de aquella forma.
***
Lauren's POV
Y antes de que llegase las cenas familiares de Navidad, nosotros hicimos la nuestra particular, esta vez en
un restaurante en el centro de Los Ángeles, justo al lado del hotel. Y aquél día, el vestido que llevaba
Camila simplemente incitaba al sexo contra una pared sin más. Corto, ajustado, negro ajustado que dejaba
caer la manga a un lado y dejaba ver su hombro. Estábamos Normani, Dinah, Ally, Sofi, Chris, Camila y
yo. Pedimos los entrantes y yo no podía dejar de mirar a Camila mientras todos hablaban. Me acerqué a su
oído y puse la mano como si fuese a decirle algo, pero en realidad iba a lamerle la oreja lentamente,
sintiendo su mano apretar mi rodilla.
-¿Qué pasa, Camila? -Susurré quitando la mano contra su oído, y obviamente ella no podía hablar porque
se darían cuenta. -No deberías haberte puesto ese vestido. Porque.. Me dan ganas de hacerte muchas cosas
aquí mismo, pero no puedo. -Ella se giró hacia mí y me miró a los ojos, entreabriendo los labios y negó. -
Te follaré en mitad de la noche con mi lengua mientras duermes. Y cuando te despiertes estarás apunto de
correrte, pero pararé. Y suplicarás que siga, ya lo creo que lo harás. Y quizás sea buena y lo haga, o quizás
no, pero si lo hago ten por seguro que te correrás a lo grande. -Ella se humedeció los labios y yo me separé,
observando el color rojizo que había tomado su cara, y no podía estar más satisfecha de la reacción de
Camila, que me estaba apretando la pierna.
Camila cogió su copa de vino y le dio un trago y yo cogí la mía, mirando a Sofi que tenía a Chris a la
misma distancia que yo estaba con Camila y sostenía la copa de la misma forma que su hermana. La
comida llegó y entre risas, empezamos a comer.
-¿Qué le has dicho antes a Camila? -Preguntó Dinah, y yo alcé las cejas.
-Eso, ¿qué me has dicho? -La sonrisa pícara de Camila salió y reí cogiendo la copa en la mano.
-¿De verdad quieres que lo diga? -Giré la cabeza hacia ella mirándola seria. Ella asintió lentamente. - Que
tienes unos ojos preciosos para follarte esta noche.
-Wooooooooooooooooooooooooooooooo. -Dinah alzó las manos y todos rieron pero yo bebí de mi copa
viendo a Camila sonrojada por completo.
-¿Cuándo has aprendido a decir esas cosas? -Esbocé una sonrisa lasciva y me encogí de
hombros. –Desde que te has puesto ese vestido, fíjate. -Sonreí irónica y ella también lo hizo.
Terminamos de cenar y llegamos al local que había justo al lado del restaurante. La música sonaba alta, y
dejamos los abrigos y los bolsos en el guarda ropa. Comenzamos a dispersarnos cada uno con su pareja y
Camila me cogió de la mano guiándome a través de la gente. Llegamos a la barra y pedimos dos copas,
aunque yo no sabía qué era cada una. Cogí el vaso y le di un trago, sintiendo cómo Camila tiraba de mi
mano para llevarme a la pista de nuevo. Su espalda pegaba con mi pecho y mi abdomen, y sus caderas se
movían bajando por mí, rozándome, y no pude más que poner una mano en su cintura para ayudarla a
moverse contra mí. Aquello debería ser totalmente ilegal. Camila se dio la vuelta y sus caderas comenzaron
a moverse contra las mías, con una pierna entre las suyas y juraba que si bajaba la cadera un poco más
comenzaría a rozarse contra ella. No pude contenerme y uní mi boca con la suya, dándole un beso húmedo
que buscaba su lengua y mi mano apretaba su trasero fuertemente contra mí. Entre copa y copa, nuestras
lenguas se enlazaban y ella no dejaba de frotarse contra mí.

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-Lauren.. -Tenía la respiración agitada, y aquello me estaba poniendo demasiado. -¿Voy a tener que
suplicarte que me folles? -Susurró e instintivamente clavé los dedos en su trasero, cerrando los ojos. Tiré
de su mano a través de la gente, y con las copas que nos habíamos bebido todo se veía borroso y estaba
mareada.
Mientras ella me besaba, no perdí tiempo y le bajé la ropa interior subiendo su vestido e hice que se sentase
al borde de la taza del váter, poniéndome de rodillas entre sus piernas. Mi lengua comenzó a jugar con su
clítoris y los suspiros y jadeos comenzaron a salir de la boca de Camila, que retiraron parte del pelo de mi
cabeza y movía la lengua en distintas direcciones, aunque en ocasiones presionaba con esa para así darle
algo más de placer. Hundí dos de mis dedos lentamente en su interior y comencé a moverlos dentro y fuera
de ella a la vez que mi lengua no paraba de jugar con ju clítoris, haciéndola gemir y levantar las caderas
contra mi boca, apretándome el pelo. Ante eso, lo único que pude hacer es mover más rápido y fuerte la
mano, hasta que mi mano chocaba contra su piel y los gemidos de Camila eran cada vez más altos. Me
separé un poco para tomar aire pero Camila alargó la mano hacia mi barbilla y me volvió a pegar contra
ella apretando mi cabeza, sin ninguna intención de dejar que me apartase de allí, y yo no me iría. Sus
gemidos comenzaron a ser más altos, envolventes, agudos, y sentí la presión en mis dedos seguida de esos
gemidos guturales que salían de lo más profundo de su garganta, y que eran música para mis oídos. Tiré de
su clítoris con los labios al separarme y me miró, poniéndose de pie y subiéndose la ropa interior, aunque
no tardó mucho en bajar la mía y subir el vestido, colocándose de rodillas delante de mí.
Noté cómo la punta de su lengua me rozaba y bajé la mirada hacia Camila. Aparté un poco el pelo de su
hombro y puse una mano en su cabeza notando cómo su lengua se movía más rápido sobre mí, y levanté la
cabeza para apoyar la mano en el lavabo y mirarme al espejo.
-Vamos Camila.. -Susurré en bajo, apretando su pelo suavemente en un puño sin dejar de mover las caderas
contra su boca. No sé qué hizo con la lengua pero tuve que apoyarme de nuevo en el lavabo porque lo
seguía haciendo, y yo me estaba muriendo allí mismo comenzando a gemir, agarrando su pelo y sintiendo
que después de tanto tiempo sin sexo iba a terminar justo como Camila quería. Solté un fuerte gemido
llegando al orgasmo, porque Camila no paraba de hacer aquello y una de mis piernas temblaba, sintiendo el
calor inundar mi cuerpo y no quería que parase, así que apreté su pelo y me incliné hacia adelante, soltando
un gemido final de placer.
A la mañana siguiente abrí los ojos como pude y estábamos en la habitación del hotel. Miré hacia un lado y
estábamos desnudas, aunque tampoco era una novedad.
-¿Camz? -Susurré con la voz ronca y ella giró la cabeza, abriendo los ojos para mirarme.
-Me gusta cuando me miras sin decir nada.. -Dijo apoyando la cabeza en mi pecho, y acaricié su pelo
suavemente.
-Lo tendré en cuenta.. ¿Qué pasó anoche? -Susurré frunciendo el ceño.
-Parece que terminamos la fiesta aquí.. -Susurró riendo, y reí también acariciándole la espalda con la mano.

-¿Qué hiciste ayer con la lengua? -Ella frunció el ceño mirándome. -


¿Qué hice? -Ladeó la cabeza mirándome con una suave risa.
-No sé.. Pero.. Fue increíble.
-Lo tendré en cuenta.

Capítulo 20

Lauren's POV
Las fiestas llegaron, y esta vez estábamos en Los Ángeles bajo una tormenta descomunal el 24 de
diciembre. En casa de mi madre, ella, los padres de Camila, Sofi y Chris, Camila, y yo preparábamos la
cena de Navidad. Bueno, en realidad yo me dedicaba a entretener a Hayley jugando con ella mientras Sinu,
Sofi, mi madre, Camila y Taylor preparaban la cena. Los demás, no teníamos ni pajolera idea sobre cocina.
-Vamos a salir aquí en barca. -Dijo Chris, provocando que Alejandro y yo nos riésemos.
-¿De verdad, tito? -Hayley hizo un puchero y Chris negó, cogiendo a Hayley en brazos dándole un beso en
la frente.
-No, no, claro que no. -Me senté en el sofá y Camila pasó al salón, poniéndose las manos en la cintura.
-Lauren, ¿qué es esto? -Sacó una revista señalando una parte de la portada y entrecerré los ojos.
-'Lauren Jauregui y su prometida cenan en un restaurante céntrico de Los Ángeles'.. Creo que te lo dice ahí.
-Señalé la foto en la que Camila iba agarrada a mi brazo mientras entrábamos en aquél restaurante.

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-¿Y ya está? ¿No te alarmas? ¿No piensas hacer nada? -Se indignó poniéndose las manos en la cintura, y yo
parpadeé un poco.
-¿Qué quieres que haga? Sólo es una foto. -Me encogí de hombros y Camila enrolló la revista y comenzó a
darme golpes con esta en el brazo. -AH, AH, AH. -Dije intentando apartarme de ella. -¡Pero Camz! ¿Qué le
hago? En cierto modo soy un personaje público y es normal que salgan esas cosas. -Ella se puso las manos
en la cintura con el ceño fruncido.
-No quiero que mi madre me vea en una revista. -Se cruzó de brazos y Sinu pasaba por detrás.
-¿Por qué no? Estás muy guapa, así te veo cuando esté en Miami. -Camila negó girándose para mirar a su
madre.
-¿Ves? -Señalé a Sinu y ella ladeó la cabeza. -Vale.. Creo que necesitas calmarte. A cualquier chica le
gustaría salir en revistas y tener dinero, y a ti no. -Susurré cogiéndola por la cintura para llevármela del
salón hacia el pasillo. -Y está bien, me gusta eso de ti. Pero salgo cada dos meses en una revista, en las
últimas páginas para una sola foto. Además sólo salgo por el tema de 'Kaylee', ya sabes.. No soy una
celebrity ni nada de eso. -Fruncí el ceño y ella me abrazó, y yo a ella con fuerza.
-He dramatizado, ¿verdad? -Susurró contra mi pecho y asentí acariciando su
espalda. -Un poco.. -Reí antes de que mi madre señalase la puerta del salón.
-Lauren Michelle, a cenar. -Alzó las cejas y daba realmente miedo cuando se ponía así. Incluso sabiendo
que yo ya tenía 29 años, me seguía dando respeto.
Nos sentamos a la mesa y sinceramente, si hubiese comido más hubiera explotado allí en medio. Cogí un
trozo de pan y me lo llevé a la boca, para así hacer compañía al pavo relleno, al puré de patatas y a las
verduras. No sabía cómo algo así podía estar tan bueno, pero si se juntaban dos madres y Camila, cualquier
cosa era posible.
Estaba bebiendo un poco del vaso cuando me sonó el móvil, metí la mano en el bolsillo de mi pantalón para
cogerlo y sentí la mirada de Camila sobre mí.
-No lo cojas.. -Negó, y colgué, dejando el móvil en el bolsillo apagado. Había estado alejada de Camila
durante aquellas semanas, y ni siquiera teníamos tiempo para estar juntas. En cuanto empezaba a besarla,
sonaba el móvil. Si nos acostábamos, sonaba el móvil. Si teníamos sexo, sonaba el móvil y además tenía
que salir corriendo en cinco minutos.
Seguimos cenando, y el móvil de Camila sonó. Cuando lo cogió giró la mirada y me enseñó la pantalla del
móvil, era la terminación de la oficina. Me humedecí los labios y terminé de coger el móvil.
-Disculpad. -Me levanté de la mesa y cogí el móvil, saliendo al pasillo para hablar. -
¿Sí? -Lauren, deberías venir a la oficina. Hay un...
-¿Puedes dejarlo ya, Amy? -Le dije a mi secretaria. -Ve a tu casa, cena con tu familia, sal de esa oficina. No
me llaméis más, porque al próximo que llame lo voy a despedir.
-Está bien.. -Dijo con voz débil. -
Feliz Navidad, disfruta de las fiestas.
-Igualmente, Lauren. -Colgué y cuando giré la mirada, Camila estaba al final del pasillo frotándose los
brazos lentamente, mirándome algo triste. Se acercó a mí lentamente y yo suspiré, pasándome las manos
por la cara.
-¿Te tienes que ir? -Preguntó caminando hacia mí, y negué con los ojos
cerrados. -No. -Respondí volviéndola a mirar, que estaba frente a mí.
-¿Cuándo tomarás un descanso, Lauren? -Susurró alzando la vista hacia mí. -Estoy.. Cansada de esperarte
hasta las tantas de la madrugada todas las noches, y muchas quedarme dormida.Estoy harta de verte una
hora al día, si es que llega a eso. Sé que es tu trabajo, pero no puedes dejar que ese trabajo te consuma hasta
tal punto que llegue a ser tu vida. -Ella suspiró cerrando los ojos. -Dejé mi trabajo porque tú me lo pediste.
-Lo siento.. -Dije agachando la cabeza con un suspiro, frotándome los ojos con dos dedos. Ella me abrazó
apoyando la cabeza en mi pecho.
-No es tu culpa.. -Negó y yo me quedé en silencio.
-No puedo, Camila. -Me humedecí los labios y negué. -Pero después de casarnos, si tú quieres.. Me iré un
tiempo. Un mes.
-Lo único que quiero es que llegues a casa en un horario normal y no sentirme como si te estuviese
perdiendo todos los días. -Dijo bajando los brazos, quedándose con estos cruzados. -No quiero una tarjeta
de crédito con ochenta mil dólares, Lauren. Ni salir en revistas. Quiero estar contigo, es tan simple como
eso.

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Miré a Camila un momento y ella me sostuvo la mirada, tan triste como estaba en aquél
momento. -Lo haré. -Asentí y la abracé con fuerza, dejando un beso en su pelo.
Volvimos al salón y yo no tenía muchos ánimos, así que me senté en el sillón al lado de la ventana,
observando la lluvia caer en el jardín mientras dentro se recogía la mesa. La peor parte de todo esto era
cómo había hecho sentir a Camila sin siquiera darme cuenta, y que si no me lo hubiese dicho la habría
perdido. Sentí a Camila sentarse en mi regazo, pero ni siquiera me moví porque no estaba con ánimos para
hablar, ni para llorar, ni para nada. Sólo miraba la ventana.
-¿Estás bien? -Su voz era dulce y casi me dolía más el ser idiota. Levanté la mirada hacia ella y negué,
recostándome de nuevo en el sillón. -¿Qué ocurre?
-Te he hecho sentir mal durante mucho tiempo y yo ni siquiera me di cuenta. Y creo que no me mereces, y
te mereces alguien mejor que no te haga sentir así. Que te cuide todos los días, que al menos pueda llevarte
el desayuno a la cama y no sea tan inútil, alguien que no te meta en líos.
-¿Estás rompiendo conmigo..? -Susurró ella, y apreté los ojos, negando.
-Me siento como una mierda ahora mismo, Camila. Soy una mierda de novia. -Abrí los ojos para mirarla y
ella negó poniendo una mano en mi mejilla.
-No.. No lo eres. -Solté una risa irónica y miré hacia otro lado. -Pudiste elegir entre miles de chicas que
matarían por ti y me escogiste a mí.
-Eso no tiene nada que ver. -Dije mirando por la ventana, apretando las manos en el sillón.
-No te importó que te rechazase varias veces, seguiste intentándolo. -Me quedé en silencio mirando a otro
lado. -Estuviste buscándome sin dormir una semana entera cuando nadie sabía dónde estaba y era
prácticamente imposible encontrarme. Y estuviste durmiendo en un sillón durante cuatro días, porque no
querías irte a casa para no dejarme sola. Y me cuidaste esos días, me traías la comida y a cada segundo me
preguntabas si quería algo. Cuando volvimos a casa, pocas veces te apartabas de mí. Me curabas la herida
cuando te lo pedía a pesar de que no sabías cómo hacerlo, pero lo hacías bien porque intentabas no hacerme
daño.
No sabes hacer el desayuno pero te molestas en coger el coche y hacer un par de kilómetros a Los Ángeles
para comprarlo y traérmelo a la cama. Valoras cosas que para mí son una chorrada, como la comida casera
o que pueda ver a mis padres. ¿Quién hace eso, Lauren? -Me quedé en silencio al escucharla y me encogí
de hombros, sintiendo su mano ponerse en mi mejilla de nuevo. -Mírame.. -Levanté la mirada hacia Camila
y se inclinó para darme un suave beso en los labios, que respondí con levedad.
Aquella casa tenía como diez habitaciones sin contar los baños, por lo que Camila me guio hasta una de
ellas y cerró la puerta. Nos íbamos a quedar a dormir allí, sólo por abrir los regalos a la mañana siguiente,
petición expresa de Alejandro.

Camila me abrazó y yo le respondí al abrazo, quizás, el más necesitado desde hacía bastante
tiempo. -¿Qué quieres para Navidad? -Preguntó separándose, quitándose la camiseta delante de mí.
-A ti. -Respondí frente a ella.
-¿A mí? -Se señaló quitándose el sujetador, y yo asentí levemente. -Ya me tienes, cielo. -Dijo mientras se
ponía un jersey azul, y me encogí de hombros levemente. No llevaba pantalones, sólo unos shorts de
pijama.
-¿Por qué no usas pantalón largo en invierno? -Dije señalándolo, quitándome la camiseta también.
-Porque por las noches das mucho calor. -Dijo ella, metiéndose en la cama y esperando a que yo entrase a
su lado. Me puse una camiseta de manga corta y un pantalón de pijama, colándome en la cama mirando al
techo. Sus brazos rodearon mi cintura, y sentí cómo el sentimiento de culpabilidad me inundaba más y me
giré hacia Camila sollozando, negando. -Lo siento.. -Apoyé la cabeza en su pecho y rodeé su cintura con
los brazos, sollozando en silencio. -Lauren no llores.. No, por favor.. -Me apretó fuerte contra ella, y poco a
poco, me fui calmando, entre besos que Camila daba cerca de mi oído. -Ven aquí, voy a abrazarte aunque
me muera de calor.
Y así me dormí, entre los brazos de Camila, sin separarme de ella un segundo.
Cuando me desperté, ella no estaba a mi lado, pero en el salón se escuchaba a todo el mundo hablar. Bajé
las escaleras y bajo el árbol de navidad, estaban todos los regalos, pero no paraba de llover. Camila estaba
de espaldas y yo rodeé su cintura con los brazos, apoyando la barbilla sobre su cabeza, observando cómo
Taylor le daba los regalos que le habíamos comprado a Hayley, que rompía los envoltorios casi chillando, y
también Alejandro y Sinu, que recibían su regalo de nuestra parte. Camila puso sus manos sobre mis brazos
y besé su mejilla, quedándome abrazada a ella porque sinceramente, aquello de los regalos era bastante
secundario.

86
Todos estaban en el salón abriendo regalos, incluso Sofi y Chris, que recibió un móvil nuevo por mi parte.
-Sofi. -Llamó Camila a su hermana, esta levantó la cabeza y Camila le hizo un gesto para que se acercase a
nosotras. Camila le tendió un sobre y solté su cintura, mirando cómo Sofi fruncía el ceño ante eso. -Ábrela,
vamos. -Le dijo ella, y su hermana bajó la mirada al sobre, abriéndolo con cuidado. Leyó un poco y luego
miró a Camila casi sin parpadear.
-¿De verdad? -Dijo volviendo a releer la carta, y Camila asintió. Sofi se echó encima de su hermana para
abrazarla bajo la mirada de todos. -¿De verdad voy a trabajar contigo? -Dijo casi saltando entre los brazos
de Camila, y Chris y yo mirábamos desde un lado.
Hayley corrió hacia mí y la cogí en brazos, traía con ella una muñeca nueva y la apretaba fuerte, y me la
puso casi en la cara.
-Gracias tía Lauren. -Se enganchó a mi cuello y medio un beso en la mejilla.
-¿Te ha gustado? -Le dije acercándome con ella a los demás regalos que tenía, que eran una montaña al
lado del árbol.
-Un montón. -Dijo ella, y la dejé de nuevo en el suelo para que siguiese chillando y abriendo sus regalos,
mientras que los demás, después de haber abierto los suyos observaban a la pequeña. Giré la cabeza y miré
a Camila, que me sonreía de brazos cruzados junto a Sofi y Taylor, que veía cómo su hija revoloteaba el
papel de regalo por el salón.
-Lauren. -Me llamó mi madre, y me levanté del suelo y Sinu me tendió una bolsa. No sabía lo que era, yo
no quería regalos porque podía comprármelo yo perfectamente.
-No teníais por qué. -Dije negando, cogiendo la bolsa. La abrí y lo primero que vi fue un álbum de fotos.
Entreabrí los labios y me senté en el sofá, con Camila al lado. Abrí la primera página y una foto mía de
bebé apareció allí. Reí un poco, mirando las fotos con una sonrisa. Fotos de pequeña, Chris, Taylor, los tres
juntos en un sofá. Me quedé una foto en la que estaba abrazada a mi padre y pasé los dedos por encima de
esta, notando cómo comenzaba a llorar con una sonrisa.
-¿Ese es tu padre? -Preguntó en voz baja Camila, y asentí lentamente. Lo echaba de menos, y más en
aquellas fechas todos los años desde que se fue. -Y eras adorable de pequeña.. -Dijo Camila, mientras
miraba a la pequeña de ojos verdes de la foto. Fotos en la playa, fotos con mi padre, fotos en las que
estábamos los cinco juntos. Fotos en Navidad, fotos en mi graduación con Normani, y en todas salía mi
padre. Mis abuelas, Cuba.. Todo estaba allí. Luego, algunas en el nacimiento de Hayley, era un bebé
diminuto que no cogí porque me daba miedo hacerlo, así que simplemente la miraba en aquella cuna. Pero
mi padre la sostenía, y era diminuta entre sus enormes brazos. No era feliz en las siguientes fotos. Estaba
apagada, y apenas veía a mi familia porque no quería recordar lo que había perdido y decidí refugiarme en
el trabajo. Y yo seguía sollozando, porque en la última parte empezaba a salir Camila. Y todo lo que fue
gris o parcialmente negro en esos años en los que mi padre ya no estaba, ahora se traducía en esa sonrisa de
las fotos que salía cuando estaba su lado. Y volvieron Taylor y Chris, se añadió Sofi, apareció el pequeño
Jason y Normani, Dinah y Ally que a pesar de todo me ayudaron muchísimo, y la pequeña Hayley ahora no
era un bebé. Terminé de mirar las fotos y todavía quedaba medio álbum por completar, y me quité las
lágrimas con los dedos. Nunca lloraba delante de la gente por cosas así, pero Camila había ido destruyendo
aquél muro de frialdad poco a poco, hasta que acabé valorando más unas simples fotos que cualquier cosa.
-Gracias.. -Susurré cerrando el álbum, levantando la mirada hacia mi madre y Sinu.
-Fue idea de Camila. -Dijo mi madre, y giré la cabeza para mirarla. Ella se encogió de hombros y reí. Era
simplemente increíble lo que podía hacer, y cómo no podía parar de sorprenderme.
-Y esto es para que decores un poco ese despacho tan frío que tienes. -Cogí el marco con la foto y sonreí al
verla. En Acción de Gracias, Hayley estaba entre Camila y yo, rodeándonos el cuello con los bracitos y
nosotras le besábamos las mejillas, mientras que la pequeña arrugaba la nariz riéndose al sentirnos.
-Yo no quería regalos y.. -Vi a Hayley apartar a todos y meterse entre las piernas.
-¡Ay! ¡Dejadme pasar! -Se enfurruñó hasta que consiguió plantarse delante de mí. Tenía las manos y la
cara llena de pintura, y mientras todos estaban a mi alrededor observándome, ella se había dedicado a
pintar con las pinturas que yo le había regalado. -Mira, esta eres tú. -Señaló un muñeco con el pelo largo y
una especie de traje negro. -Y esta es la tía Mila. -Señaló a una chica con vestido y reí, cogiendo a la
pequeña aunque estuviese manchada de pintura y besé su cabeza.
-¿Es para mí? -Pregunté riendo y ella negó.
-Tú ya tienes muchos regalos. -Se lo dio a Camila y se fue con ella sentándose entre sus piernas. -Oh dios
mío, ¡es precioso! -Dijo Camila cogiendo el dibujo, dándole besos en las mejillas a Hayley.

87
-Mira, lo puedes poner en la consulta. -Dije con una risa, y Camila asintió. -Voy a ponerlo para que todo
el mundo lo vea.
-¡Hayley! -Mi hermana apareció y vio a la pequeña con las manos y parte de la cara manchada de pintura. -
¡Pero qué has hecho! -La cogió de una mano y la retiró.
-¡Pero la tía Lauren me dijo que podía pintar cuando quisiera! -Me miró y luego observé a mi hermana
enfadada.
-Hayley, no puedes hacer eso. -Negué, y cuando Taylor retiró la mirada le guiñé un ojo haciéndole un gesto
para que no dijese nada.
Y a pesar de todo, fueron las mejores navidades de mi vida.
***
El olor a sal llegaba hasta mi nariz y, miraba al frente esperando que algo me relajase. La gente estaba
sentada, y Chris a mi lado, con las manos delante de él.
Era todo perfecto, la apuesta de sol, la playa, el vestido, todo decorado con pequeñas luces que bordeaban
las sillas y el pequeño arco donde estaba el juez, y mis nervios a flor de piel. Taylor, en primera fila junto a
mi madre, intentaba sujetar a Hayley que no había cambiado en aquellos años. Le gustaba demasiado su
vestido, decía que era una princesa, y de verdad lo era. Sinu llevaba llorando un buen rato, y Sofi sólo
podía mirar a mi hermano, aunque a mí me dedicaba alguna que otra sonrisa. Ally y Dinah, estaban
esperando a Camila en el lado contrario, mientras que Normani estaba a mi lado. Miraba a su pequeño que
amenazaba con llorar y le hacía gestos para que no lo hiciese, lo cual era gracioso.
-¿Estás nerviosa? - Preguntó mi hermano en un
susurro. -Demasiado. -Dije como respuesta. Me
sudaban las manos, y en aquél momento sólo quería
ver aparecer a Camila, y ver el precioso vestido que se
había comprado mientras estuve en Rusia.
Pasados unos minutos, la figura de Camila apareció del brazo de su padre, caminando por el pasillo de
arena que dejaban las filas de sillas y, directamente no sabía qué decir. Empecé a llorar, sin saberlo, y una
lágrima caía por mi mejilla mientras sonreía. La limpié rápido con el pulgar observando el pelo recogido de
la latina, con algunos mechones sueltos, y unos pendientes pequeños en color blanco, que simplemente la
hacían más adorable y... Preciosa. Cuando llegó a mi lado, ni siquiera sabía qué decir. Entreabrí los labios y
ella sonreía, algo vergonzosa agachando la cabeza, pero ni siquiera se me pasó por la cabeza mirar al frente
hasta que aquél juez carraspeó.
Y las palabras de aquél hombre me entraban por un oído y me salían por otro, porque yo sólo podía mirar
de reojo a Camila, y pensar que me estaba casando con aquella chica que era prácticamente perfecta era una
utopía. Y era idiota o quizás no, pero no podía evitar que las lágrimas me cayeran por las mejillas, porque
por muy fuerte que pareciese aquello estaba pudiendo conmigo. Ella me estaba dando el resto de su vida y
yo a ella la mía. Y sólo de pensar que llamaría a Camila 'mi mujer' después de tanto tiempo, provocaba
aquello que estaba pasando, y era que con una sonrisa no podía controlar que me cayesen lágrimas de
emoción.
-Así que.. ¿Tú, Lauren Michelle Jauregui Morgado, aceptas a Karla Camila Cabello Estrabao como esposa,
en la salud y en la enfermedad en la..?
-Oh por dios, claro que sí. -No di ni tiempo a terminar y todo el mundo rio. Me giré un poco y cogí el anillo
que me tendió Normani. Tomé la mano de Camila con cuidado y le puse el anillo en el dedo anular, cuando
ella empezó a llorar también.
-¿Y tú, Karla Camila Cabello Estrabao, aceptas a Lauren Michelle Jauregui Morgado como esposa, en la
salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte os separe? -Miré a Camila que
asentía y se quitaba las lágrimas.
-Sí. -Dijo, y Ally le tendió el anillo, que colocó con cuidado en mi dedo.
-Por el poder que me ha concedido el Estado de Hawaii, os declaro mujer y mujer. Podéis besaros. -Y no
pude esperar, porque en cuanto dijo eso, estaba besando a Camila cogiéndola de las mejillas, y ella seguía
el beso de una forma suave y cálida, casi como si nadie estuviese gritando, ni aplaudiendo, y me separé
abriendo los ojos para verla. Era preciosa, y nos fundimos en un abrazo, porque ahora era mi mujer y todo
iba a estar bien.
-Dios mío, estás preciosa. -Dije tras saludar a todo el mundo, y sentarnos en las mesas donde se realizaba la
cena.

88
-Te dije que el vestido era precioso. -Dijo dándome suaves besos en los labios mientras yo cerraba los ojos,
y negué.
-Tú eres preciosa. -Sonreí y Hayley corría de un lado a otro con su padre intentando cogerla en brazos, cosa
que me recordaba a la primera vez que Camila y Hayley se conocieron.
La cena, fue genial. Incluso Chris que no solía gustarle el pescado pidió otro plato más, y mi madre llevó a
su nueva pareja. No era mi padre, pero la hacía feliz después de tanto tiempo, y Hayley tenía alguien a
quien llamar abuelo. No podía soltar la mano de Camila, excepto cuando se levantó para cambiarse de
vestido por uno más corto, blanco, al igual que yo hice después sólo que yo elegí uno negro, no muy
sorprendente.
Tras la cena, cerca de la piscina había montado un escenario decorado con aquellas luces pequeñas que se
veían en mitad de la noche, y la luz verdosa de la piscina lo iluminaba todo. El escenario se encendió y Sofi
estaba en medio de éste, que se asustó un poco cuando encendieron las luces de golpe.
-¿Qué hace Sofi ahí? -Preguntó Camila, mientras yo la tenía rodeada por la cintura de espaldas.
-Podríais avisar antes de encender esto, majos. -Dijo con desgana, provocando nuestras risas, y la suya
propia. -Muy bien.. Pues mi hermana se ha casado. -Dijo con una risa, y nosotros también soltamos alguna
que otra carcajada. Un "estás buena" sonó de fondo, y Sofi entreabrió los labios. -Chris, te quiero. -Le
mandó un beso y no podía dar más con la hermana de Camila. -El caso es que... Se ha casado. Es raro, que
la persona a la que conoces desde hace 22 años se case, a la que has estado viendo desde que era una niña
de 13 años, ¿sabéis? Es raro ver a mi hermana, que me leía cuentos y veía conmigo todas las tardes 'La
Sirenita', ahora esté casada. Camila me cuidaba, me enseñó a bañarme, me cantaba por las noches cuando
no podía dormir, y... No sé. Se ha casado con una mujer. Cuando era pequeña, con unos seis años, veía a
mi hermana salir con chicas al cine, o besarse en el patio trasero de casa. Y yo pensaba "está bien, ¿no?", lo
veía como algo normal, no pensaba que la gente no lo viese así. No eran como mis padres, un chico y una
chica, eran dos chicas. Y yo lo único que pensaba era, "wow, mi hermana tiene novia", tiene alguien que la
quiere y yo quiero tener eso. Y crecí con esa idea en mi cabeza, puedes querer a cualquiera que te quiera a
ti. Y aunque, ella saliese con chicas, también le rompieron el corazón varias veces. –Camila estaba llorando
entre mis brazos, y yo estaba enternecida con aquél discurso inesperado de Sofi. –En ocasiones se me
olvidaba que le gustaban las chicas, pero porque me parecía algo de tan poca relevancia que no merecía la
pena darle tanta importancia. En el instituto me decían 'a tu hermana le gustan las chicas', y yo los miraba
sin decir nada, porque no lo tomaba como algo malo. '¿Y qué?', les decía. Lo que yo no sabía es que era un
buen mecanismo de defensa, porque pensaban que me iba a molestar. Camila me dio un lugar donde vivir
en Los Ángeles, me apoyó cuando quise cambiar el rumbo de mi vida, y me ha dado trabajo. Es mi
hermana, es mi amiga. Puedo contarle todo lo que me pase, puedo contarle si me acuesto con mi novio, -
miró a Sinu en el público- lo siento mamá, puedo contarle si tengo algún problema. Y siempre está ahí. Y
si no fuese por ella ahora no tendría un novio maravilloso. Y, no sé si es de agradecer o no, pero quiero dar
las gracias a la ex de Camila por mandar a Lauren al hospital. Esa puta loca hizo que os conocieseis,
queráis o no. Y ahora tengo una cuñada perfecta, que hace feliz a mi hermana. Y sin duda, eres increíble.
Puedes tener dinero, mil barcos, ocho mil casas, doscientos coches y aun así te sobra dinero para empapelar
Estados Unidos de costa a costa que cuando la gente te conoce, eres mucho más que eso. Al principio
pareces dura, fría, pero luego eres el corazón más grande que he visto. Si no puedes hacer algo de una
manera, buscas otra para hacer feliz a la gente que está a tu lado. No sé cuántas veces te he llamado para
que me recogieses de una fiesta para que Camila no se enfadase, y tú estabas allí. O cuántas veces estuve
mal después de romper con Stephen y tú eras mi hombro en el que llorar. Hiciste una pequeña fiesta para
Camila cuando volvió a casa de Miami, pero nadie se preocupó por ti, ni por cómo habías estado aquella
semana. Yo sí, nadie se enteró de que la buscaste todos los días a mi lado. Me diste esperanza cuando nadie
más lo hacía, ¿y sabes qué? Estoy más feliz que vosotras por esta boda. -Estábamos sin palabras, porque yo
también había empezado a llorar y no preveía parar en toda la noche. - Y probablemente deberíamos poner
una canción de igualdad y matrimonios igualitarios y esas cosas, pero, no sé, para mí eso no sirve de nada
porque una boda para todo tipo de amor es lo mismo. Así que, yo me voy. -Aunque, Ally, Dinah y
Normani subieron al escenario y Sofi se bajó.
-¿Qué están haciendo..? -Pregunté y Camila negó debajo de mí, limpiándose los ojos.
Los primeros acordes de la canción empezaron a sonar, y yo me separé de Camila para abrazarla por la
cintura, dándole un beso suave en los labios y le quité las lágrimas de las mejillas. Sus brazos terminaron
por rodear mi cuello, y no pude hacer más que esconder la cara en su cuello, y bailar All Of Me cantada por
Ally, Normani y Dinah, sin separarme de ella hasta que todo acabó.

89
Capítulo 21

Lauren's POV
Salí del despacho y crucé el pasillo echándome el pelo a un lado. Me humedecí algo los labios hasta llegar
a la máquina de café que había al final y estaba Amy, tomando un café. En cuanto llegué ella se giró
dejando el café de golpe.
-Yo.. Lo siento, vuelvo al trabajo. -Dijo algo nerviosa y negué frunciendo el ceño.
-Puedes tomarte un café tranquila, Amy. -Ella sonrió un poco más relajada, volviendo a coger su vaso
mientras yo metía unas monedas en la ranura de la máquina, y seleccioné el café que quería. -¿Todo bien? -
Dije cogiendo el vaso, echándole un poco de azúcar y removiéndolo con el pequeño palito de madera.
-Sí, los informes están hechos, reuniones concertadas, todo... En orden. -Sonrió ella, y tomé un sorbo de mi
café.
-Me refería a ti, pero eso está bien saberlo. -Sonreí moviendo el vaso y ella se quedó algo parada.
-Estoy.. Bien. -Asintió. No sabía mucho de aquella chica en todo el tiempo que llevaba allí, y siempre
trabajaba al cien por cien.
-¿Tienes novio? -Pregunté y ella abrió los ojos, asintiendo lentamente. -Bien. ¿Sabes? Tu horario se reduce
al mío. Entras más temprano pero sales antes del almuerzo. -Parpadeó un poco y me giré al frente bebiendo
algo más del café.
-Vaya... Gracias. - Su sonrisa se amplió más y me encogí de hombros. Nos quedamos en silencio frente a la
máquina de café, y su voz rompió el silencio.- ¿Cómo está tu mujer? -Preguntó ella, y miré el reloj que
había en la pared, entrecerrando los ojos.
-Bien, genial.-Respondí dándole otro sorbo al café.
-¿Ella también es empresaria? -Preguntó y negué con una mano en el bolsillo.
-Doctora. Y por la hora que es diría que está a punto de terminar de trabajar. -Tiré el vaso de plástico a la
basura y me giré. -Dejó el trabajo un tiempo, pero no puede dejarlo por completo. -Me encogí de hombros
y cogí la chaqueta en la mano, mirando a Amy.
-¿Me puedo ir ya? -Preguntó ella y yo asentí con una sonrisa.
-Claro.
Entré en el coche y arranqué, saliendo del aparcamiento y justo dirigirme a casa. En ese momento, sonó el
móvil y descolgué para poner el manos libres.
-¿Sí?
-Cielo.. Necesito que compres algo de almorzar porque acabo de llegar a casa y no me da tiempo. -Dijo
ella, y yo giré el volante para salir de la calle.
-Claro, ¿qué te apetece? -Pregunté acelerando un poco.
-Lo que tú quieras, ya sabes que me gusta todo. -Fruncí el ceño riendo, y
asentí. -Está bien, lo que yo quiera. Te quiero.
-Y yo a ti. -Colgué y conduje unas calles más adelante.
Compré algo de comida tailandesa y tras unos diez minutos en coche, llegué a casa. Cuando abrí la puerta,
Camila había puesto la mesa y le había dado tiempo a recogerlo todo y limpiar.. En minutos.
-¿Esos son súper poderes o algo? -Reí cerrando la puerta y ella se giró a mirarme, acercándose a mí para
darme un beso en los labios con una amplia sonrisa.
-¿El qué? -Cogió las bolsas y las puso encima de la mesa abriendo las cajas con cuidado y tomé asiento
frente a ella
-Eso de limpiar en segundos. -Cogí un tenedor y sonreí, reparando en que Camila llevaba aquél traje color
azul, camiseta de manga corta de pico. -¿No te has cambiado?
-Te dije que no me daba tiempo a nada. -Reía ella, y me quedé mirándola tomando un bocado algo después
que ella.
-Ese traje de doctora me gusta, no sé ni por qué te lo quitas. -Rodé los ojos comiendo los tallarines,
aguantándome la risa.
-Para que no tengamos sexo en público. -Parpadeé un poco, quedándome con los labios entreabiertos.
Camila soltó una risa y negó, estirando la mano hacia mí para cerrarme la boca, terminando por darme una
caricia en la mejilla.
-Pensé que habías dejado el trabajo. -Dije dándole un beso en la mano antes de que la retirase, y ella bajó la
mirada encogiéndose de hombros.

90
-Después de cuatro meses parada, sin hacer nada por las mañanas, tenía que volver.
Camila había dejado el hospital justo después de la boda, y así, hasta ahora, cuando el invierno volvía a Los
Ángeles. Me gustaba que descansase, pero aún más me gustaba verla así de feliz.
Seguimos comiendo, y me contaba cómo le había ido el día. Las operaciones, consultas, y demás cosas
mientras yo la observaba mientras comía, con la misma mirada idiota de siempre.
Al terminar, me remangué la camisa y comencé a fregar los platos con ella, y al ser sólo dos, terminé en
poco tiempo. Me sequé las manos y al girar tenía a Camila a mi lado, mirando al frente.
-¿Cielo? ¿Estás bien? -Pregunté, dándole un beso suave en la mejilla. Ella sacudió
la cabeza y volvió a limpiar la encimera de la cocina.
-Nada, nada. -Respondió, pero yo no me lo creía, así que no me separé de ella y le sostuve la mirada
mientras me secaba las manos.
-Vas a contármelo. -Me puse las manos en la cintura y suspiré, comenzando a preocuparme.
-Es.. Es una chorrada, Lauren. -Negó y volvió a limpiar, pero yo sujeté su brazo parándola, escuchando su
suspiro.
-Vamos, cuéntamelo. -Ella se pasó las manos por la cara y abrió los ojos luego para mirarme, y yo me tensé
un poco ante la espera.
-Quiero ser madre, Lauren. -Asentí, ya sabía aquello desde hace bastante tiempo, incluso antes de salir me
lo dijo. -Pero no como algo en un futuro. Quiero ser madre ahora, y tener a nuestro hijo y... No sé. -Abrí los
ojos cuando dijo aquello, y ella se mordió el labio inferior. -El futuro es ya, pero no sé si tú estás preparada
para cambiar tu vida, si quieres tanto como yo. He estado viendo cómo Ally criaba a su hijo, luego Hayley,
y el bebé de Normani. Tengo el instinto maternal tan a flor de piel que casi te beso la frente en vez de en
los labios, Lauren. -Soltó una pequeña risa y se humedeció los labios al hablar. -Yo quiero... Pero no sé si
tú también. -La miré un momento, dejándola sin respuesta, y suspiré acercándome a ella.
-¿Has pensado en lo adorable que vas a ser embarazada? -La abracé por la cintura dándole un beso en la
mejilla.
-¿Eso es que quieres? -Preguntó con la voz más baja de lo normal. -
Claro que quiero. -Camila se enganchó a mí apretando las manos en
mi camisa, y me hizo reír y a la vez, el saber que iba a tener un
hijo con Camila, me hizo sentir diferente. Comenzó a darme
besos rápidos en los labios, y me abrazó con más fuerza aún. -Si
fuera un chico te lo hacía ahora mismo si quisieras, pero.. -Reí
levemente y ella me abrazó aún más, quedándose enganchada a
mí como un koala. Escuché un sollozo salir de sus labios y me
separé, pero estaba sonriendo. -Hey.. Si ni siquiera estás
embarazada aún. -Ella me dio un golpe en el brazo y ella se
limpiaba las lágrimas.
-Lo sé, es la emoción.

***
La consulta era bastante extraña. Había un gráfico sobre una vagina y eso me intimidaba bastante, porque...
Era una vagina, no sé, daba repelús. Miré la mesa y había una barrita giratoria con algunas tarjetas de visita,
así que me dediqué a darle vueltas intentando distraerme un poco porque no me enteraba de nada de lo que
estaba hablando Camila con la ginecóloga. Seguí dándole vueltas hasta que Camila me paró cogiéndome
las manos, carraspeando.
-Lo siento. -Dije poniéndome bien, y Camila volvió a mirar al frente.
-Entonces, vamos a hacerte algunas pruebas. -Dijo la doctora, y Camila asintió. Me dejó su bolso en el
regazo y se despidió con un beso, entrando con la doctora en una habitación. Miré a mi alrededor, y todo
era bastante extraño. Sólo de pensar que Camila algún día se subiría a aquella camilla y.. Sacudí la cabeza y
decidí mirar a otra parte. Los minutos pasaban, y yo me aburría en aquella habitación hasta que Camila
salió y se sentó a mi lado, cogiendo el bolso.
-¿Qué tal? -Pregunté poniendo una mano en su muslo, y ella me sonrió dándome un beso en la mejilla. -
Genial. Sólo tenemos que esperar aquí unos minutos. -Se encogió de hombros y cruzó las piernas, mientras
yo me quedé mirándola.

91
-¿Puedes cruzar las piernas? -Fruncí el ceño y ella se me quedó mirando.
-Cariño, no me han dado con un martillo ahí. -Me dejó callada y sólo reí, porque no podía hacer más.
A los pocos minutos, la doctora salió, y se sentó frente a nosotras, mientras Camila jugaba con mi mano y
la mujer se quitó las gafas para mirarnos.
-Esto no me gusta nada de hacer.. -Suspiró dejando las gafas en la mesa. Rápidamente me tensé, y Camila
dejó de jugar con mi mano.
-¿Qué? -Dijo ella, y yo temía más por Camila que por otra cosa.
-Hemos encontrado desórdenes y deficiencias en las mitocondrias de tus células. -Camila soltó mi mano y
yo no sabía qué estaba pasando.
-¿Qué pasa? -Dije totalmente desconcertada.
-Tengo una enfermedad genética que hace que el niño tenga daños en el cerebro, el corazón o.. Cualquier
parte del cuerpo.. -Su voz se apagó y yo agaché la cabeza.
-Pero tú no estás enferma. -Dije y ella se giró llorando, con los ojos enrojecidos y las mejillas totalmente
húmedas.
-Porque no es hereditaria, Lauren. -Camila se levantó y se dio la vuelta para comenzar a llorar más fuerte, y
me levanté abrazándola contra mí. La doctora salió, dejándonos un momento de intimidad. Aquello
acababa de dejarme totalmente, derrumbada. Y me estaba aguantando las ganas de llorar, pero el llanto de
Camila rompía contra mi pecho. Durante diez minutos, Camila lloraba y yo simplemente dejaba que mis
lágrimas cayesen por mis mejillas sin hacer ruido, porque tenía que ser fuerte por Camila. Quería ser madre
más que nadie en el mundo, y su sueño había quedado destrozado en añicos.
-Camz, Camz.. -Susurré cogiéndola por las mejillas, pero ella no paraba de llorar casi con el corazón
encogido, y no me molesté en hacer que me mirase.
A los diez minutos, la doctora salió y me limpié un poco las lágrimas de las mejillas, aunque Camila no
quería ni mirar a la doctora.
-Tengo buenas noticias, muy buenas, quizás. -Camila se separó de mí y se sentó de nuevo en la silla. Me
senté justo pegada a ella, cogiendo su mano y dándole un beso en esta. -Tus células están bastante
afectadas. -Su mano temblaba, y la verdad es que aquello no ayudaba a que dejase de llorar. -Pero..
Podemos sustituir la parte enferma de ese óvulo, por la parte sana de otro. -Se humedeció los labios y miró
a Camila.
-¿Qué quiere decir? -Camila se limpiaba las lágrimas con el puño, y yo no seguía nada de lo que estaba
pasando.
-Podemos utilizar la mitad de un óvulo de Lauren, si está sano, e implantarlo en el tuyo. De ese modo, el
bebé estará sano y ambas seréis madres biológicas. Sólo si ella está dispuesta. -No sabía qué hacer en ese
momento. Tenía ganas de gritarle a todo, primero, porque Camila tendría el hijo que tanto esperaba, y luego
porque yo también sería su madre, y se diga lo que se diga, eso influye más en cuanto a tener un hijo.
-¿Harías eso por mí? -Preguntó Camila sin dejar de llorar.
-¿En serio lo preguntas? -Sonreí, cogiendo sus mejillas para besarla más intenso de lo que lo había hecho
nunca, terminando por abrazarla. Sus brazos apretaron mi cuello, y creo que ese fue el mejor momento de
mi vida hasta el momento.

***
Tras algunas pruebas que me hicieron a mí, pasaron unos días. Y me costó un poco comprender que, ese
bebé iba a ser mío, y aunque había pasado un mes desde aquella consulta, aún me resultaba extraño.
Estábamos en la cafetería del hospital y Sofi me puso un café en la cara, que me hizo bastante gracia
porque ni siquiera se lo pedí. Chris estaba frente a mí y Ally y Dinah también.
-Gracias, Sofi. -Dije cogiendo el vaso, dándole un pequeño sorbo.
-¿Cómo es eso de que vayas a ser mamá? -Me dijo, y yo reí un poco dejando el vaso en la mesa.
-Mmh... Extraño. -Reí un poco y ladeé la cabeza. -Es diferente.
-¿Por qué? -Preguntó Ally, removiendo la cucharilla en el café.
-Es diferente que sea de tu mujer y un estúpido extraño, a que sea tuyo y de tu mujer. De forma biológica,
me refiero. -Me encogí de hombros y eché mi pelo a un lado. -Es como, sí, pero ese bebé no es mío. Es de
un tío. -Todas hicieron una mueca quedándose en silencio.
-¿Cómo está Camila? -Preguntó Dinah, y yo la vi venir por el pasillo con el chaquetón y el bolso en la
mano.

92
-Embarazada, creo. -Reí levantándome y Camila al escucharme
negó.
-No, aún no, las primeras veces no suelen salir bien. -Apoyó la
cabeza en mi pecho y rodeé su cintura con un brazo. -¿Cómo fue
todo? -Le di suaves besos en los labios y ella arrugó la nariz.
-Bien, estuve como cinco minutos con las piernas hacia arriba, excepto eso todo bien. -Sofi arrugó la nariz.
-Innecesario. -Todos reímos, porque la verdad es que era bastante raro.
-Pero... ¿Acabas de salir de inseminarte? -Dinah tan directa como siempre.
-Si lo dices así suena como si fuese una vaca, pero sí, Dinah. -Respondió Camila, y todos se echaron a reír.
-Y, tenemos que irnos. Tenemos que hacer la compra, la cena, y el regalo para el cumpleaños de Hayley. -
La miré entrecerrando los ojos.
-La esclavitud acabó hace tiempo, ¿lo sabías? -Ella tiró de mi camisa y se despidió de las chicas con un
beso, sacándome del hospital. -¿Cómo es que no estás llorando y gritando de alegría? -Dije arrancando,
poniendo rumbo hacia Walmart.
-La doctora me ha dicho que no me haga muchas ilusiones... Casi nunca hay embarazo a la primera. -Se
encogió de hombros y yo giré el volante, mirándola de reojo.
-Pues yo creo que va a ser a la primera. -Asentí mirando al frente.
-¿Y eso por qué?
-Oh, ¡vamos! Lleva los genes Jauregui. -Me encogí de hombros y ella comenzó a reírse conmigo, aunque
en realidad no lo había dicho de broma.
-Yo me llamo Camila Jauregui y aún no tengo súper poderes o algo así, ¿sabes? -Salió del coche conmigo
cuando llegamos a Walmart, y besé su cabeza.
-Porque no llevas mis genes.-Dije cogiendo un carrito de la compra, y seguí a Camila por los pasillos,
ayudándola a hacer la compra y a elegir el regalo para Hayley, que cumplía seis años.
Aquella noche, caí en la cama casi sin darme cuenta ni de que Camila dormía a mi lado, solía pasarme a
menudo.
Y así, pasaron unos días. No podía sostenerme en pie porque Camila me llevaba a todos lados a rastras, y la
quería y me encantaba ir con ella, pero por las noches estaba para el arrastre. Me levanté frotándome la
cabeza, y Camila se dio la vuelta para acabar tumbada encima de mí, con una pierna entre las mías. Hacía
demasiado tiempo que Camila y yo no... No teníamos sexo, básicamente, y cada vez que se me acercaba me
ponía como una perra en celo, casi literalmente porque estaba deseando que se moviese un poco más, pero
eso estaba mal, estaba dormida.
-Camz.. Camz. -Dije en su oído, y ella abrió los ojos un poco. Sus labios se juntaron contra los míos y se
quedó sonriendo sobre estos, con los ojos cerrados.
-Buenos días.. -Dijo en voz baja, apoyando la cara en mi cuello. Comenzó a dar besos suaves en el cuello y
sonreí, dejando que hiciese eso porque sinceramente me hacía bastante falta. Me di la vuelta y coloqué mi
cuerpo sobre el de Camila, besándola lentamente y sentí sus manos colarse por debajo de mi camiseta. Mis
caderas, al estar entre sus piernas, comenzaron a moverse lentamente, provocando un leve roce con ella.
Bajé los besos por su cuello lentamente, y Camila empezó a gemir apretando las manos en mi espalda,
llevándose entre sus dedos mi camiseta. Arqueó la espalda en la cama y sus gemidos no podían estar
saliendo de su boca de aquella manera, no con lo que estaba haciendo. Moví mis caderas algo más fuerte y
Camila soltó un gemido más fuerte, quedándose en tensión apretando sus uñas en mi espalda, y el silencio
se hizo en la habitación después de aquél gemido. Camila había llegado al orgasmo sin siquiera tocarla. Me
separé y entreabrí los labios, observando el rostro rosado y algo sudoroso de Camila recuperar la
respiración.
-¿Acabas de c..
-Cállate. -Me tiró del cuello de la camiseta y la volví a besar.
E hicimos el amor. Aunque ella, mientras que yo tuve un orgasmo, ella tuvo tres. Seguidos. Sus manos me
habían desgarrado la espalda y el trasero, y aquella vez había sido, sin duda una bestialidad. Camila movía
las caderas contra mí de tal forma que provocaba un gemido más alto de lo normal, y su lengua volvió a
hacer aquella diablura entre los dientes, los labios y su lengua.
Acabé tirada en la cama mirando al techo intentando recuperar la respiración, y me toqué el labio con los
dedos, notando que me había cortado.

93
-Me has hecho sangre.. -Dije riendo, girando la cabeza hacia ella que intentaba controlar su respiración
pero no podía. -Y has tenido cuatro orgasmos. -Abrí los ojos un poco y me incorporé, aunque el escozor de
la espalda iba a tardar en quitarse.
-Lo siento.. -Susurró ella, tapándose con las sábanas.
-¿Qué lo sientes? -Me levanté de la cama al ver la hora, negando. -Joder, no sientas nada. -Reí saliendo de
la habitación. -Voy a darme una ducha.
Tras aquella relajante ducha, salí, vistiéndome para ir a trabajar. Traje, chaqueta, algo de perfume y el pelo
a un lado. Me asomé a la habitación y Camila estaba allí medio dormida, así que me acerqué y besé su
mejilla para despedirme.
-Oh por dios qué llevas echado.. -Se retiró dándome un empujón, y salió corriendo de la cama hacia el
baño.
Camila se había fumado algo la noche anterior, de eso no había duda. Pero yo no llegaba al trabajo así que
como pude, y sin despedirme de Camila salí disparada hacia la oficina.
La mañana se resumía en informes, reuniones y otras cosas tan 'entretenidas' para variar, pero estaba de
buen humor.
-¿Y esa cara? -Me preguntó Amy, poniéndome unos informes encima de la mesa, y yo me encogí de
hombros con una sonrisa. -Esa es la cara de mi novio después de hacerlo.
-El sexo para desayunar siempre es mejor.
Cuando llegué a casa, todo estaba intacto. Aunque, Camila siempre solía salir a correr en sus días libres,
sobre todo porque teníamos la playa justo en la casa.
-¿Camz? -Pregunté, y ella bajó las escaleras. Me encantaba que llevase esos vestidos, me suicidaría si
alguna vez dejase de llevarlos.
-Lauren. -Sonrió llegando hasta mí, abrazándome con fuerza. Besé su pelo y solté la chaqueta en el
perchero de la entrada. -Mmh..
-¿Mmh..? -Alcé las cejas, poniendo las manos en sus mejillas para besarla. Ella respondió los besos con una
sonrisa, separándose para mirarme a los ojos.
-Estoy embarazada. -Y esas fueron las dos palabras que terminaron por completar el día. La abracé más
fuerte que ella a mí, y comencé a darle más besos por los labios, por las mejillas, por toda la cara.
-¡Estás embarazada! ¡Te lo dije! -Y esa vez sí, dejé que Camila llorase mientras reía, porque aquello, sí que
era de felicidad.

94
Capítulo 22

Camila's POV
Había pasado un mes exacto desde que me quedé embarazada, y ahora nos pasábamos el día entre
California y Florida. En pleno noviembre, Miami seguía con temperaturas de 30 grados, así que a mi madre
no se le ocurrió mejor idea que ir a la playa todos juntos. Y por todos juntos, incluía a la familia de Lauren
y al novio de su madre. Lauren estaba sentada en una de las sillas de playa, mientras miraba cómo mi
madre y la suya iban a la playa con Taylor y Hayley y Alejandro y el novio de su madre preparaban una
barbacoa.
-No me puedo creer que hayamos acabado como todas las familias latinas. -Dijo negando con los dedos
apoyados en la cabeza y yo tiré de su brazo.
-Vaaamos, eres latina por mucho que quieras. -Ella se levantó con un suspiro, mientras yo tiraba de su
brazo.
-¡Ya lo sé! Pero sólo falta que... -Reggaeton empezó a sonar de fondo y me miró, abriendo los ojos. -Sólo
faltaba eso.
-Ya sé que tus gustos musicales son.. Más sofisticados, pero vamos, no me hagas suplicarte. -Dije mientras
ella venía detrás de mí cogida de la mano.
-Está bien.. -Suspiró, y nos acercamos a la orilla. Hayley pasó corriendo a su lado mojándola, y miré a
Lauren que justo iba a salir corriendo hacia su sobrina y la paré, poniéndome delante de ella y miré sus
ojos, que además de más verdes por el sol, estaban enfadados.
-Vale, mírame. -La cogí de las mejillas con una mano e hice que me mirase a los ojos. -Vamos a pasar un
buen día de playa con nuestra familia, ¿vale? -Ella asintió lentamente, y me puse de puntillas para llegar a
su rostro y darle un beso bastante húmedo y lento, poniendo las manos en sus mejillas. Lauren soltó un
suspiro más largo con una sonrisa, abriendo los ojos luego.
-Tienes que dejar de hacer eso para convencerme de todo.. -Dijo negando, y yo me separé de ella para
entrar en el agua donde estaba mi madre, Clara y Taylor. Lauren se quedó en la orilla, con Hayley tirando
de su mano para hacer un castillo en la arena. Mientras avanzaba en el agua, me recogía el pelo en un
moño, llegando hasta ellas.
-Camilita. -Mi madre me cogió de las mejillas y me dio besos por toda la cara, provocando que la
abrazase. -Ya, mamá. -Dije logrando separarme de ella.
-¿Cómo estás? -Preguntó Taylor, hundiéndonos las cuatro en el agua para que nos llegase a la altura del
suelo.
-Bien, genial. -Respondí, encogiéndome de hombros.
-¿Y qué tal el embarazo? -Me humedecí los labios un momento mirándola.
-Pues igual que yo, bien. Aún sólo son dos meses, así que no noto mucho cambio. Pero Lauren se pone
histérica cuando vomito por las mañanas. -Las tres rieron y yo desvié la vista hacia ella que estaba cubierta
de arena por Hayley.
-¿Te cuida bien? -Preguntó Clara, y yo me giré hacia Lauren.
-¡Lauren, cariño! -Dije en voz algo más alta, y Lauren se levantó casi de un salto y casi corría dentro del
agua hasta llegar hasta mí.
-¿Qué? ¿Qué pasa? -Preguntó mirándome con el ceño fruncido, con una mano en mi cintura por debajo del
agua.
-Quiero un zumo.. -Arrugué la nariz levemente y ella asintió, dándome un beso en la frente.
-Claro, ahora vengo. -Vimos cómo Lauren salía del agua y me giré hacia las tres mujeres,
humedeciéndome los labios.
-Wow, qué envidia. -Dijo Taylor, y reí negando.
-Normalmente no hago esto, pero es para que veáis a qué nivel llega. -Lauren volvía con un vaso de zumo
en la mano, y me lo tendía dándome un beso en la cabeza.
-Toma, Camz. -Cogí el vaso y le di un beso en la mejilla con una sonrisa. -
Gracias, cielo. -Bebí un poco por la pajita y Lauren se quedó abrazada a mí.

95
-Nunca creí que te iba a ver así, Lauren. -Dijo su madre, mientras yo bebía del zumo que me había traído
ella.
-¿Así cómo?
-Casada y esperando un hijo. -Su madre rio, y ella también lo hizo.
-Sí... Es raro. -Sus manos apretaban mi cintura y yo mientras bebía del zumo.
Mi madre, Clara y Taylor salieron del agua, pero yo me quedé con Lauren en el agua. Rodeé su cintura con
las piernas y le di varios besos en los labios, aunque de lejos se escuchaba a Hayley llamar a su tía. Lauren
suspiró sobre mi boca y yo me reí.
-Eso es lo que te espera cuando nazca tu hijo, así que.. -Giré la cabeza y Taylor había cogido a Hayley para
que comiese algo de lo que estaban preparando mi padre y el novio de Clara.
-Ya pero.. No es lo mismo. -Lauren se giró para que yo quedase de espaldas a la orilla, y alcé una ceja al
ver lo que había hecho, y más aún al notar sus manos deslizarse entre mis piernas por detrás, y negué. -No..
Lauren no. –Apreté su mano, pero ella ni se inmutó. -Lauren por favor..
-¿Qué? Nadie se va a dar cuenta, además tengo que aprovechar ahora que no tienes tripa y estás ultra
sensible. -Yo ya no podía hablar, sólo apretar la mano en su nuca por ese simple roce de dedos contra mí, y
jadeé levemente, aunque apretó un poco más y tuve que besarla para evitar un gemido fuerte.
-Lauren para.. -Gemí levemente, pero no paró, y sus dedos comenzaron a hundirse poco a poco dentro de
mí, y arqueé las caderas contra ella. En poco más de un minuto, estaba intentando no gemirle en la boca
llegando al orgasmo a pesar de que le dije a Lauren que no, pero allí estaba, apretando las manos en su
cuello y ella, me besaba y me abrazaba entre sus brazos. Me relajé y me separé de ella para mirarla a los
ojos una sonrisa.
-Mira.. Estás preciosa.. -Le di un golpe en el hombro riendo.
-Idiota.. -Pasé los dedos por sus mejillas y le di un beso suave, arrugando la nariz. -Si nuestro hijo no tiene
tus ojos, voy a llorar. Te lo digo en serio.. -Lauren comenzó a reírse y le di un beso en la mejilla, con una
pequeña mordida.
-Seguro que tendrá los ojos verdes. -Fruncí el ceño notando cómo Lauren empezaba a salir del agua
conmigo en brazos.
-¿Y cómo sabes eso? -Apoyé los pies en el suelo y salí del agua con ella.
-Genes Jauregui. Y ya acerté una vez. -Asintió, y yo rodé los ojos con un suspiro, dándole un golpe en el
hombro.
-¡Kaki! -La voz de mi padre me llamó, y dejé a Lauren para acercarme a él. El olor a chorizo a la brasa
llegó a mi nariz, y no pude más que taparme la boca y salir corriendo hacia los baños que había al final de
la playa, comenzando a vomitar. Aquél embarazo me estaba matando en aquél aspecto, en el que Lauren ni
siquiera podía acercarse a mí por las mañanas después de echarse perfume porque me parecía un olor
nauseabundo. Volví caminando hacia donde estaba nuestra familia, y mi padre y Lauren se giraron hacia
mí con el ceño fruncido.
-¿Estás bien? -Me preguntó el, mientras Lauren tenía en la boca un trozo de aquél vomitivo chorizo y se
acercó a mí.
-Ew, por favor aparta. -Le di un empujó y ella parpadeó mirándome, dejando el trozo en la mesa. -
¿Ya? -Preguntó alzando las manos, y yo asentí acercándome a ella para abrazarla por la cintura.
-Lo siento.. -Mi padre me acercó un plato con marisco y directamente solté a Lauren para abrazarlo a él,
dándole besos por la cara. -Gracias, papá. -Me senté en el regazo de Lauren, mientras pelaba el marisco que
habían hecho expresamente para mí. Ella me observaba atenta mientras yo comía, y giré un poco el torso
hacia Lauren. -¿Quieres? -Ella negó, y le di un poco aunque se negaba. Seguí comiendo un poco más hasta
que terminé, y me recosté contra su pecho sintiendo que el cansancio iba a poder conmigo.
Y así fue, me quedé dormida sentada encima de Lauren, con la cabeza en su cuello y ella me sostuvo entre
sus brazos mientras yo me quedaba totalmente absorbida por el sueño en mitad de la playa.

Cuando me desperté, intenté moverme pero algo me lo impedía. Abrí los ojos lentamente y Hayley
dormía a mi lado. Estábamos tumbadas en un colchón hinchable con una sábana en este, y no sabía cuánto
había dormido pero debía de haberle hecho daño en las piernas a Lauren. Pasé un brazo por el cuerpo de
Hayley que se apretaba contra mí, y terminé por abrir los ojos. Todos estaban sentados en sus sillas
mirando al mar, incluso Lauren, pero hablaba por teléfono y se levantaba pasándose las manos por el pelo.
Me levanté del colchón como pude, y dejé a Hayley dormir en la colchoneta un rato más, aunque yo estaba
algo confusa y mareada.

96
-No, te digo que no. - Lauren suspiró y se frotaba la cabeza con una mano levantándose de la silla. -¿Por
qué eres tan inútil? Te lo estoy diciendo y es simple. Reformas en todas las piscinas y así subirá el caché
del maldito hotel. ¿Qué cojones no entiendes? Es de principiante. -Se dio la vuelta y andaba por la orilla
mientras mi padre me llamaba para que me sentase en su regazo. Después de todo, seguía siendo su niña.
-¿Cómo dormiste, flaca? -Puso una mano en mi cintura y me volví a recostar con él, como hacía cuando era
pequeña y él me sostenía en sus brazos entre las toallas que mi madre me ponía para secarme tras salir del
agua.
-Bien... Aunque no sé qué hora es. -Reí frotándome un ojo y lo miré alzando la cabeza. -Pronto dejaré de
ser tu flaca, papá. -Hablaba con él en español, y me llevé una mano al vientre con una mueca.
-Tú siempre serás mi flaca. -Sonreí dándole un abrazo, observando cómo Sofi se subía a la espalda de Chris
y corrían hacia el agua.
Lauren volvió de la orilla y tenía el semblante desencajado, mirándome a mí al llegar. Me levanté del
regazo de mi padre y la miré frunciendo el ceño.
-¿Por qué trabajas hoy? -Pregunté cruzándome de brazos con el ceño fruncido.
-Porque hoy trabajo, cariño, pero querías venir a la playa así que, aquí estoy. -Suspiró. Tenía la culpa de
que Lauren ahora estuviese estresada, triste, enfadada y tuviese esa cara desencajada y desanimada que
ahora estaba frente a mí. Comencé a llorar mirándola con un puchero, negando.
-Lo siento, es mi culpa.. -Dije llorando y ella abrió los ojos abrazándome fuerte, acariciando mi espalda. -
No, no, no llores, Camz. Por favor, no llores. -La abracé apretando las manos en su espalda, calmándome
un poco y me separé, limpiándome las lágrimas. -No es tu culpa, no llores. -Me dio suaves besos en los
labios y los respondí, dejando de llorar pero haciendo pucheros.
-Lo siento, las hormonas. -Susurré limpiándome los surcos bajo los ojos, y la cara de Lauren era
simplemente de no saber qué decir o cómo reaccionar. -Pero que no me mires así. -Le di un golpe en el
hombro casi enfadada y ella se quedó más confusa aún.
Cuando llegamos al hotel en Miami, tras ducharnos, no pude hacer más que dejarme caer en la cama sin
saber muy bien dónde estaba Lauren. Mientras ella venía, yo estaba en una habitación que era
prácticamente un palacio, y la cama era demasiado grande para mí sola, por lo que, acabé quedándome
dormida esperando a Lauren.
***
Lauren's POV

La mejor parte de estar trabajando aquél mes en Miami era que tenía a toda la familia cerca y Camila no
pasaría tanto tiempo sola por las mañanas, que ya estaba de unos tres meses. Además, iba a mi antigua casa.
Taylor estaba comprando con Camila, y mi madre se había quedado en casa con Hayley. Cuando llegué, mi
madre intentaba parar a la pequeña que corría por la casa hasta que se topó conmigo. La cogí en brazos
riendo, y mi madre se puso las manos en la cintura.
-No tengo tanta fuerza para cogerla. -Lo dio por perdido e hizo un gesto con la mano, sintiendo a la niña
abrazarse a mi cuello.
-Hola a ti también, mamá. -Le di un beso en la mejilla y ella me dio unos quince más.
-¿Qué tal el trabajo? -Preguntó ella volviendo a la cocina y dejé a Hayley en el suelo, cogiéndola de la
mano.
-Genial, trabajar con 30 grados todo el día es genial. -Dije ironizando, dejándome llevar por Hayley hasta el
salón, y me senté en el sofá algo agotada. Sus manos se pusieron en mis mejillas e intentaron dibujar una
sonrisa en mi rostro, y no podía haber cosa más adorable que ella. Sonreí finalmente y ella aplaudió,
dándome un beso en la mejilla.
-Así estás más guapa. -Dijo sentándose entre mis piernas para ver los dibujos. Casi parecía ayer cuando
veíamos la Sirenita con Camila y quería lanzarse hacia la pantalla aunque tenía sólo tres años recién
cumplidos y le costaba pronunciar las palabras.
-Hay.. -La senté en una de mis piernas y ella frunció el ceño, mirando de nuevo los dibujos. -Tengo que
contarte algo. -Ella no sabía nada del embarazo de Camila, así que debía decírselo yo.
-¿Qué cosa? -Ella jugaba con una muñeca entre sus manos.
-¿Has notado la barriga de la tía Mila? -Pregunté entrecerrando los ojos, y ella asintió sin dejar de mirar la
muñeca.

97
-Sí, es raro. Debería dejar de comer. -Hayley frunció el ceño y solté una risa, negando.
-No, no es de comer. -Mi sobrina se apoyó en mi pecho y nos recostamos un poco en el sofá, ella no dejaba
de jugar con su muñeca. -Vamos a tener un bebé, Hay. -Ella se llevó la mano a la boca y levantó la mirada
hacia mí lentamente. -Y lo que lleva en la tripa pues, es el bebé. -Parpadeó un poco mirándome.
-¿De verdad? -Preguntó soltando la muñeca, con una sonrisa. Asentí y Hayley sonrió aún más. -¿Y podré
cogerlo?
-Claro, deberás cuidarlo mucho.
Hayley se quedó en silencio un rato, tumbada sobre mi pecho justo como solía hacer Camila, con las
piernas sobre las mías, sentada y recostada sobre mí.
-¿Ya no me querrás cuando nazca el bebé? -Esa pregunta hizo que abrazase a Hayley un poco, y negué. -
Siempre te querré, peque. -Dije dándole un beso en la cabeza, y sus bracitos rodearon mi cuello. -Me he
pasado cuidándote mucho tiempo, ¿cómo no voy a quererte?
-¿De verdad?
-De verdad.
En ese momento, la puerta de casa se abrió y Camila y Taylor aparecieron por la puerta. Hayley saltó de mi
regazo y corrió hacia su madre, que la cogió en brazos abrazándola. De pequeña no podía estar sin su
madre, y ahora un poco más mayor tampoco.
Me levanté y Camila caminó hacia mí, dándome suaves besos en los labios y me acarició las mejillas con
las dos manos, dejándome completamente idiota delante de ella porque la sonrisa que me salió era de
adolescente de instituto. -¿Cómo estás? -Pregunté colocando una mano en su tripa, que comenzaba a
notarse debajo de la camiseta y aunque no era muy grande, sí que se veía con claridad que estaba
embarazada.
-Bien, bien.. -Ella reía y me arrastró hasta el sofá sentándose en él, y tomé sitio a su lado. -Fuimos a
comprar para la cena, pero hace demasiado calor.
-Lo sé.. -Suspiré, terminando por sonreír ante la mirada alegre de la chica. Me incliné un poco sobre ella y
le di un beso en la tripa, con una mano en uno de los laterales que la acariciaba con el pulgar. No quería
separarme en aquél momento, y aún menos cuando la mano de Camila comenzó a acariciarme el pelo
suavemente.
-Eres lo más adorable que he visto en mi vida.. -Susurró en bajo, y reí un poco, subiendo hacia ella para
darle un beso más lento.
-Mmh.. -Me separé del beso aunque al instante volví a besarla. -Tú eres adorable embarazada.
-Oh, sí, sí. -Dijo irónica cerrando los ojos y no pude evitar reírme.
Hayley pasó de nuevo por el salón y nos enseñó una pequeña cajita de plástico con caramelos dentro
mientras se comía uno. Camila estiró los brazos hacia la pequeña y esta fue con su tía, sentándose en su
regazo.
-¿Ahí está el bebé? -Preguntó Hayley con un dedo en la tripa de Camila. La latina levantó la cabeza hacia
mí y asentí para hacerle saber que lo sabía.
-Sí... Justo aquí dentro. -Camila se lo explicaba a nuestra sobrina, que miraba algo fascinada la tripa de su
tía.
-¿Y cómo entró ahí? -Alcé las cejas y miré a otro lado, sintiendo un golpe de Camila en el brazo para que
no me escaquease. Camila se humedeció los labios y pasó una mano por el pelo de Hayley para peinarla
mejor.
-Mmh... Cuando dos personas se quieren mucho mucho, tienen un bebé. -Reí un poco ante la explicación
de Camila que me apretó el brazo para que no riese.
-¿Y quién lo puso ahí? -Vuelve a preguntar, y yo me froté la frente con la mano.
-Dios mío, Hayley, basta de preguntas por hoy. -Dije negando, y ella frunció el ceño mirándome.
-Lo que tu tía quiere decir es que nos queremos mucho y nace de dentro, nadie lo pone ahí. -Si las miradas
matasen yo habría muerto hace un rato.
-¿Me vas a seguir queriendo cuando nazca? -Preguntó mirando la tripa, y Camila le dio un beso en la
frente.
-Por supuesto

98
Capítulo 23

Lauren's POV
Cuatro meses habían pasado y la tripa de Camila estaba un poquito más grande. Era una niña, y cuando
Camila se enteró, se pasó el día entero llorando como una magdalena. No seguido, claro. Lloraba primero,
por la alegría. Luego porque no quedaba limón, después porque un cocodrilo había cazado una cebra en
esos documentales de la tele. Aun así, era bastante adorable vivir con Camila.
Eran las cuatro de la mañana, y en aquél momento no podría despertarme nada. Comencé a notar que algo
se movía a mi lado, y encogí el cuello porque me estaba haciendo cosquillas, pero la voz de Camila se
escuchaba de fondo hasta que sentí su mano impactar contra mi mejilla. Me había dado un guantazo. Abrí
los ojos lentamente enfocando su rostro.
-¿Tu manera de despertarme ahora es pegarme? -Fruncí el ceño y bostecé, acariciándome la mejilla con
cuidado.
-Lo siento... Es que llevo media hora llamándote. -Apoyó la barbilla en mi hombro y cerré los ojos un
momento, lo suficiente para sentir que me daba un golpe en los dos hombros. -PERO QUE NO TE
DUERMAS. -Volví casi a saltar en la cama como un gato al que le dan con el pie para despertarlo, y la
miré.
-QUE NO ESTOY DORMIDA. -Dije agitada, provocando su risa y mi desconcierto. Volví a tumbarme en
la cama y ella se acercó a mi oído.
-Lolo.. -Quería algo. No me llamaba Lolo excepto que quisiera algo y lo quisiera ya. -Cómprame una
hamburguesa.. -Apreté los ojos y me giré en la cama. -Vamos Lo..
-Son las cuatro de la mañana, Camila.. -Me movió el brazo con las dos manos.
-Lauren, tu hija tiene hambre.. -Esa frase conseguía derretirme el corazón cada vez que la decía, y aún más
con aquella voz tan tierna que tenía Camila. Giré la cabeza hacia ella y abrí los ojos para mirarla. Suspiré. -
Está bien... -Dije sintiendo sus labios besar los míos, con besos rápidos y cortos, pero no era capaz de
responderlos porque estaba demasiado dormida.
-Eres la mejor mujer del mundo. -Asentí dándole la razón incorporándome un poco.
En pocos minutos, estábamos en el coche, y mi cara llegaba al suelo entre el sueño y el malhumor que
tenía, aunque en el lado opuesto estaba Camila, que desbordaba felicidad a las cuatro y media de la
mañana.
-Lauren, ¿tú me ves gorda? -Preguntó con las manos en la tripa. Ya se notaba con diferencia, no cabía duda
de que estaba embarazada, y era adorable.
-No, mi amor, no estás gorda. -Dije con las manos en el volante y negué, sin dejar de conducir.
-¿De verdad o lo dices por contentarme? -Preguntó mientras yo conducía intentando no caerme del sueño. -
De verdad. -Me besó la mejilla un par de veces mientras conducía, hasta que llegamos a In-N-Out, que
estaba abierto las veinticuatro horas del día.
-Quería una doble cheeseburger, con patatas con queso, palitos de mozzarella y coca cola. -La chica lo
apuntó y me miró a mí, que negué lentamente.
-Sólo la acompaño. -Y sabía de sobras que Camila no era capaz de comerse todo eso.
Y volvimos a casa. Camila se sentó en la cama con todo a su alrededor, y en un atisbo de espacio en la
cama me abracé a su tripa mientras ella comía y veía la tele.
-Dios, eres igual que Megan Fox. -Al escuchar eso, no pude evitar soltar una risa aunque estuviese medio
dormida. Me comí una patata, antes de acomodarme con la cabeza en la parte entre su pecho y su vientre,
aunque, mi mano quedó sobre su tripa, quedándome dormida mientras ella pasaba la noche.
Lo siguiente que sentí fueron las manos de Camila acariciarme la cara, y luego, suaves besos en mis labios
que no respondí porque estaba totalmente dormida. Abrí los ojos lentamente y me sonreía mordiéndose el
labio, viendo que por fin había conseguido despertarme.
-Buenos días. -Me dijo dándome un beso en los labios, y volví a cerrar los ojos.
-Buenos días, princesa, he soñado toda la noche contigo.. -La abracé contra mí dándole un beso en la
sien. -¿De verdad? -Hablaba en voz baja, con ese tono alegre que tenía siempre.
-No, es una frase de 'La vida es bella', pero la mayoría de las noches suelo soñar contigo. -Carraspeé para
quitarme esa ronquera matutina de la voz, apoyándome en la almohada.
-¿Qué sueñas? -La miré girando la cabeza hacia ella.

99
-¿De verdad quieres saberlo? -Alcé una ceja y ella enlazó su mano con la mía, asintiendo. -No, porque son
cosas sucias que no te puedo contar. -Besé la mano que tenía entrelazada con la mía y la dejó apoyada en
mi mejilla. -¿Estás bien?
-Bueno.. Tu hija me ha despertado para vomitar. -Cerré los ojos porque me estaba empezando a quedar
dormida con Camila abrazada a mí. -Lolo.. -Me giré un poco porque no quería despertarme, y ya sabía qué
significaba eso.
-No.. Lauren no está, está dormida.. -Sentí su vientre chocar con mi espalda y me dio un beso en la
mejilla. -Lauren, por favor...
Acabé en el coche veinte minutos más tarde conduciendo hasta un centro comercial, y de nuevo, con cara
de perro.
-¿No es genial que vayamos a comprar ropita para nuestra hija? -Se giró para mirarme con una sonrisa, con
las manos en el vientre. Creía que Camila tenía una especie de instinto protector, porque sus manos no se
separaban un segundo de su tripa, y no paraba de acariciarla, lo que me parecía rematadamente tierno.
-Sí, es genial. Es como ir a comprarte ropa a ti, pero para una versión más pequeña de ti. -Dije girando el
volante mirando al frente.
-¿Crees que le gustará Frozen o Dora la Exploradora? -Paré en un semáforo y es que no pude evitar reírme,
porque las preguntas que hacía iban totalmente en serio.
-Cariño, no creo que le guste nada porque es un bebé. -Estiré una mano para ponerla encima de su vientre
mientras conducía, acariciando este suavemente. -No sé, cómprale ropa rosa. Amarilla, ¿no?
-Voy a comprarle una chupa de cuero como la tuya. -Señaló la que llevaba puesta y sonreí, aparcando en el
parking del centro comercial.
-¿Hay para bebés? -Salí del coche cogiendo la mano de Camila, y cómo no, la otra la llevaba en su vientre,
subiendo por las escaleras hasta la planta.
-¿Qué no hay para bebés? -Sabía cómo dejarme callada.
Entramos en una tienda y si hubiese entrado allí hace un año probablemente me hubiese dado alergia. Me
descuidé un momento y Camila ya estaba en el mostrador, así que me apresuré para ir con ella.
-Hola, buscaba ropa para una niña recién nacida. -La dependienta sonrió con gusto a Camila, que se dio la
vuelta y directamente me dio un guantazo en la cara. -Quita esa cara de perro que tienes, que vamos a
comprarle la primera ropa a tu hija. -Parpadeé un poco mirándola, tocándome la mejilla con la mano.
-Me pones. -Susurré en voz baja, sintiendo un pellizco de Camila en el abdomen que hizo que me agachase. -Ya
no. -Musité con un hilo de voz. Conseguí incorporarme y la abracé por la cintura poniendo mis manos en su
vientre, observando la ropa que la dependienta ponía en la mesa. Había vestidos rosas con fresas que Camila casi
se muere al verlos, y pijamas de todos los colores. Cogí uno y me quedé mirándolo. -Camila.
-Dime, cielo. -Respondió ella mirando algunas prendas más.
-Esto es muy pequeño. -Era menos de la mitad de mi brazo y aquello empezaba a asustarme.
-Cariño, los bebés son así de pequeños. -Y me quedé en silencio todo ese rato.
¿Cómo iba a coger en brazos a un bebé que apenas era mi mano y la mitad de mi antebrazo? ¿Cómo iba a
sentirme segura con eso? Y de ahí, nacieron miles de dudas más. Camila seguía comprando en aquella
tienda, mientras mi cabeza iba más rápido que yo, que los acontecimientos, y todo era un totum revolutum.
Cogí las bolsas de toda la ropa que había comprado, y caminé detrás de ella fuera de la tienda.
-¿Lauren? -Su voz me llamó y levanté la cabeza.
-¿Qué te pasa? -Camila se acercó a mí poniendo las manos en mi cara.
-¿Qué pasa si se me cae el bebé, Camila? -Susurré y ella negó. Sus dedos acariciaban mis mejillas con la
mayor suavidad.
-No se te va a caer. -Su tono era dulce y pausado, intentando calmarme.
-¿O qué pasa si no le gusto? ¿O si al final resulta que no sirvo para esto? ¿O si cuando se hace mayor quiere
conocer a su padre? -Ella cerró los ojos e hizo que nos apartásemos del pasillo y la gente pudiese pasar.

100
-No hay ningún niño en el mundo al que no le gusten sus padres, cielo. Segundo, todo el mundo sirve
porque es algo natural. Tercero, no va a querer conocer a su padre. No hay padre, Lauren. Cualquiera puede
tener sexo y tener un hijo. Cualquiera puede dar su óvulo, coger un espermatozoide y ya está. Pero yo no,
yo no podía, pero tú hiciste que fuese posible. Normalmente dicen que sin un hombre no hay hijo, pero en
este caso sin ti no habría hijo, Lauren. Y no va a necesitar a ningún padre, ¿sabes? Eso es muy anticuado.
Esa idea de fuerza y seguridad es demasiado anticuada para esta época. Las dos trabajamos, y las dos
somos las mejores en lo que hacemos, ¿verdad? Pues vamos a enseñarle a que haga lo que haga, sea la
mejor. Y no va a necesitar ni padre, ni nada. ¿Entendido? -Lo único que pude hacer ante aquello fue
cogerla de las mejillas y besarla, dejando las bolsas en el suelo y su risa sonó entre mis labios.
-Gracias a dios que me casé contigo.
Y seguimos comprando. Un carrito, que se sacaba y se ponía en el coche, y luego se volvía a montar y era
un carro para bebés, no sé, pero el caso era que podíamos llevar a la pequeña como si fuese una cesta. -
Hala, esto es una bolsa para llevar monitos. -Dije mirándome, en el espejo.
-Es una mochila portabebés. -Dijo Camila riendo, dándome un beso en el brazo.
Miramos la tienda un poco más y me paré en una estantería. Había un artilugio muy extraño, y mientras
Camila compraba de todo, y cuando digo de todo era colonia, champú, ocho mil cremas, polvos, y demás
cosas, yo me paré a coger el aparato. Era una especie de bocina y metí el dedo por ahí, sin darme cuenta
presioné un botón y el aparato tiró de mi dedo haciéndome daño.
-AH -Dije sacando el cacharro y dejándolo en la estantería mirándolo con miedo. -¡Esa cosa me ha
mordido! -Camila se dio la vuelta frunciendo el ceño, acercándose a mí.
-¿Qué has hecho? -Negué señalando la estantería.
-Eso me ha hecho daño. -Señalé la cosa en la estantería y Camila se rio cogiéndolo.
-Es un sacaleches. Lo pones aquí -se lo puso en el pecho y apretó un poco- aprietas, y sale la
leche. -Eso tiene que doler. -Dije apretando los ojos con un suspiro.
-Y duele.
***
Cuando llegaba de trabajar, simplemente tenía ganas de meterme bajo la ducha y dormir, dormir mucho,
pero aquél día llegué a casa y aún había más trabajo, porque tenía una reunión vía Skype con unos
ejecutivos de China. Estaba a punto de tirar al ordenador por la ventana. En el despacho que tenía en casa,
reinaba en silencio, porque Camila estaba abajo haciendo la cena o algo, aunque yo le dije que se esperase
y la ayudaba yo. No sabía cocinar, pero en el estado en el que estaba no la iba a dejar hacer nada excepto
eso, pero Camila me insistía que con cinco meses estaba en lo mejor del embarazo, y que no tenía ningún
tipo de molestia.
Terminé de cerrar el portátil y me estiré en la silla, bostezando un poco porque el día era demasiado largo y
yo no daba para tanto.
-Lauren, ¿puedes venir un segundo? -Me levanté de la silla y bajé las escaleras como si llevase un pero
muerto en la espalda hasta llegar a la cocina.
-Dime. -Camila alargó la mano hacia mí y fui con ella dándole la mano, besando su
frente. -¿Estás bien? -Su pregunta hizo que suspirase, y me encogí de hombros.
-No mucho. -Mi sonrisa se mostró algo cansada, y ella jugaba con mi mano.
-Igual esto te hace sentirte mejor. -Se encogió de hombros y llevó mi mano hasta su vientre. Iba a decirle
que sí, que eso siempre me hacía sentir bien, pero no como eso. Un golpecito tocó mi mano y rápido me
agaché apoyando la oreja en su tripa. Otro golpecito dio contra mi mejilla, y miré a Camila sin saber qué
decir. Su rostro mostraba una sonrisa que casi no cabía en su cara, y estaba totalmente sonrojada.
-¿Lo notas? -Creo que estaba a punto de llorar, y se levantó la camiseta un poco para que pudiese tener
contacto directo con su piel.
-Le gusta tu voz. - Di un beso en la tripa de Camila, notando cómo otra patada golpeaba la parte donde
estaban mis labios.
-¿Cómo lo sabes? -Me puse de pie sin quitar la mano de su tripa, mirándola con una sonrisa.
-Porque se mueve más.
Aquél momento me hizo el mes. Sabía que iba a tener una hija, pero ahora era más real aún. Estaba ahí,
podía notarla y saber que en unos meses iba a poder verla. Besé a Camila unas cuantas veces, sujetando sus
mejillas y sonriendo.

101
-¿Te ha alegrado un poquito? -Preguntó ella, y me separé mirándola.
-¿Un poquito solo? -Agaché la cabeza con una sonrisa, dándole un beso en la mejilla. -Y deberías
sentarte.. -Pero Lauren. -Me hizo un puchero y negué, sentándola en la mesa del salón.
-Ni Lauren ni Lolo ni nada. -Camila agachó la cabeza hasta dar casi con la tripa, que acariciaba con
ternura. -Lauren, se me quema la salsa cariño, o la sacas tú o la saco yo. -Me di la vuelta y había una olla y
otra más pequeña. En una espagueti y en otra salsa.
-¿Qué saco? -Pregunté desubicada, y ella señalaba con el dedo.
-La cazuela más pequeña con la salsa, apártala del fuego. -La aparté escuchando su suspiro. -Ahora saca los
espaguetis con esa espátula que tienes ahí. -Busqué y estaba justo al lado de mí, era previsora. -Y lo echas
en la cazuela de la salsa. Luego lo remueves y lo sacas.
-Eso es mucha información para mí. -Eché poco a poco los espaguetis en la cazuela y lo removí un poco,
poniendo luego el cazo en mitad de la mesa. Dos platos, tenedor y vasos. -¿Has visto que buena cocinera
soy?
-Hacía mucho que no cenábamos juntas. -Comentó ella, enrollando los espaguetis en el tenedor y
comiendo. -Y lo echaba de menos.
-Después de que nazca.. Voy a dejar el trabajo un tiempo. -Dije dejando el tenedor en el plato, bajando las
manos.
-¿De verdad? -Asentí mientras comía.
-Voy a tener una familia, no puedo estar con ella tan poco, al menos cuando nazca. No quiero ser como
esos padres que se pierden los primeros pasos de sus hijos, o no sé, ese tipo de cosas, ¿me entiendes? -Ella
simplemente se quedó en silencio, levantándose para darme un beso en los labios demasiado tierno, por esa
sonrisa que esbozaba.
Tras recoger la cocina, no podía más y subí a la habitación tirándome en la cama boca abajo. La mano de
Camila tocó mi hombro mientras con la otra se sujetaba la tripa.
-Cariño, no puedo agacharme para cambiarte.. -Levanté la mirada e hice que se tumbase a mi lado, sin
decir nada más, me quedé dormida abrazada a Camila, y a mi hija.

Capítulo 24

Camila's POV
Comenzaba a no gustarme aquello del embarazo. Tenía calor las veinticuatro horas del día, si me pasaba
más de diez minutos de pie se me hinchaban los tobillos, no podía cambiar de postura y ya no me veía los
pies. Miami no ayudaba en eso del calor, aunque en la habitación del hotel teníamos el aire acondicionado
puesto todo el día. Lauren cruzaba la habitación hasta llegar a su lado de la cama, y yo intentaba
acomodarme un poco en la cama, pero no podía. Estaba ya de siete meses, y la tripa no era algo que
facilitase mi movilidad precisamente.
Cuando tenía aquellos días de trabajo en Miami, normalmente me iba a casa con mi madre, o a casa de su
madre. Siempre era agradable tener esa compañía y a veces poder estar con la pequeña Hayley, que aún
alucinaba con las patadas de su prima.
Lauren se tumbó en la cama y la miré. Estaba bastante cansada, así que alargué una mano hacia ella, que
yacía a mi lado. Tenía ojeras, pero no se le borraba la sonrisa de la cara.
-Estás preciosa. -Me decía con una sonrisa, que no pude evitar responder. No sabía si era verdad, porque
tenía una tripa descomunal y casi no podía abrazarla.
-Si tú lo dices.. -Mi voz era más baja que de costumbre, intentando que a Lauren no le sonase muy fuerte
mi voz y que no molestase.
Al cabo de un rato, cerró los ojos intentando dormirse, y yo también lo hice, necesitaba descansar porque
estaba agotada. Otra de las cosas odiosas del embarazo era tener que ir al baño cada cinco minutos.

Justo cuando empezaba a coger el sueño, la pequeña empezó a removerse en mi interior, y yo lo único que
quería era dormir.

102
-No, ahora no cielo.. -Puse una mano en la tripa negando, pero no paraba de jugar en mi interior. Cerré los
ojos intentando dormir, pero no podía por las patadas que estaba dando. No sabía qué quería, y Lauren ya
estaba durmiendo a mi lado como un lirón. La estaba envidiando demasiado, y más con esa cara de paz y
tranquilidad que tenía. -Por favor.. -Rodé los ojos con un suspiro, intentando no odiar a Lauren por su
facilidad para dormir. Tenía a un bebé pateándome desde dentro, y que a ella le parecía divertido. Acaricié
la tripa como si así pudiese hacer que parase, pero no lo hacía. -Malditos genes Jauregui. -Musité al
recordar lo revoltosa que era Hayley, y cuántas veces me había dicho eso de 'genes Jauregui'. Estaba
empezando a odiarlo.
La pequeña no paraba de moverse sin dejarme dormir, y Lauren se giró para abrazarse a mí. Su mano pasó
por encima de mi tripa, y soltó un largo suspiro. En aquél instante, la pequeña dejó de moverse en mi
interior.
-¿Te gusta que mamá te abrace? -Cerré los ojos apoyando la cabeza en la almohada, y solté un suave
suspiro de tranquilidad, pudiendo de una vez conciliar el sueño.
***
Y durante el día, el calor era aún más insoportable, aunque la piscina del hotel ayudaba a pasar el trago.
Lauren estaba en las oficinas, y Sofi, Chris y yo estábamos en las hamacas.
-Mierda, cómo se lo monta Lauren. -Comentó Sofi, cogiendo un cóctel, bebiendo un poco. Ya era mayor de
edad, así que podía beber lo que quisiese y no reprimirse, cosa que me hacía gracia.
-Sí, es impactante cuando ves que esto es suyo. -Puse las manos en mi tripa y me levanté con ayuda de
Chris, caminando con mi hermana hasta la piscina.
-¿Dónde está? -Chris preguntó y suspiré, porque me estaban empezando a doler las costillas.
-Trabajando. ¿Sabéis? Odio los genes Jauregui. Os lo digo en serio. -Bajé las escaleras de la piscina hasta
estar dentro, soltando un suspiro y Chris y Sofi rieron a la vez, pero negué. -No para de moverse.
-Tienes una tripa enorme. -Sofi la señaló y puso una mano en ella, sintiendo una patada de la pequeña. -
¿Ves? No para. -Suspiré acariciando la tripa bajo el agua, girando la miarada un momento, observando
cómo Lauren pasaba por el jardín.
-¡Ahora voy! -Gritó corriendo hacia dentro de nuevo. Me hacía gracia cómo intentaba volver rápido
conmigo aunque tenía demasiado trabajo, y levanté la mano para saludarla.
-Quiero que nazca ya. -Suspiré con un puchero, porque no soportaba aquello de llevar una tripa enorme
delante de mí.
Tras unos minutos, Lauren apareció en bikini y directamente se metió en la piscina, nadando hasta la
esquina dónde estábamos nosotras. Salió del agua y directamente me besó, provocando mi risa, porque
estaba totalmente mojada.
-¿Cómo están mis chicas? -Su mano bajó hasta dar con mi tripa y me pasé la lengua por el labio. Me
gustaba aquella atención de Lauren, no se apartaba ni un momento de mí, y aunque a veces le pedía espacio
-literalmente, me agobiaba tener a Lauren enganchada a mi tripa todo el día- siempre se quedaba a mi lado
por si me pasaba algo.
-Bueno.. Ella bien, yo muriéndome de calor.
Sofi y Chris se quedaron mirando a Lauren sin entender nada casi.
-¿Hola? Estamos aquí. -Chris saludó a su hermana pasando la mano por delante de sus
ojos. -Oh, vaya. No os había visto.
Lauren y su humor de siempre.

***
Lauren's POV
Aquello era de chiste. Yo era de chiste. Aún no me creía que estuviese haciendo eso. Camila estaba sentada
en una pelota de goma gigante, literalmente. Se movía encima de esta y yo no paraba de mirarla, porque
aquello era surrealista.
-¿Para qué cojones es esto? -Musité en su oído, mirando cómo la profesora instruía la clase de la misma
forma que lo hacía Camila. Me gané un golpe directo en la boca con la mano de Camila, y me tapé esta con
las manos.
-Esa boca. -Su voz era tan baja que casi no se escuchaba, y no movía los labios. -Es para que la pelvis esté
preparada para el parto.. -Mi cara era de total asco, y Camila se levantó de la pelota sentándose en la
colchoneta del suelo. Era demasiado gracioso aquello, pero a ella no le hacía ninguna gracia que yo me
riese. Me arrodillé tras ella y puse las manos en su tripa, con las manos de Camila acariciar mis brazos.
-Esto es raro. -Murmuré, escuchando la respiración profunda de ella y me dio un manotazo.

103
-No es raro. ¿Cómo vas a estar en el parto si esto te parece raro y te da asco escuchar la palabra 'pelvis'?
-Tenía que darle la razón. Pero, quizás sería diferente, ¿no? Sería mi hija, no un bebé más. Me gustaba
sentir cómo mi hija estaba allí dentro, y daba pequeñas patadas para hacernos saber que estaba allí, justo
como ahora mientras Camila se movía, provocando la risa de su madre al hacerlo.
Al terminar la clase, nos montamos en el coche. Estaba en silencio, porque no quería arriesgarme a decir
algo y que Camila me soltase un manotazo como llevaba haciendo durante todo el embarazo. Incluso
cuando estaba dormida me pegaba en la cara achacándome que en su sueño le había puesto los cuernos,
superad eso.
-No me gusta, no me gusta esto. -Escuché a Camila decir, y giré mi rostro en un semáforo. Normalmente
Camila era preciosa, pero con el embarazo la cara se le había hinchado un poco, y le brillaba la piel, según
ella decía que eran las hormonas. Y estaba realmente preciosa, a decir verdad. Ella siempre se obsesionaba
con preguntarme si estaba gorda, si le quedaba bien la ropa, pero todo eso era secundario cuando miraba
sus ojos.
-¿Qué ocurre? -Pregunté arrancando de nuevo en dirección a casa, con una mano puesta sobre su vientre.
Ocho meses ya no eran seis, ni cinco. Estaba casi a punto de estallar.
-Se estira y me hinca los pies en las costillas, y duele muchísimo. -Hizo una mueca removiéndose en el
asiento. Yo no podía hacer nada, sólo quedarme en silencio.
Llegamos a casa, y lo primero que hizo Camila fue sentarse en el sofá intentando que aquél dolor parase.
Quizás sonaba a tontería pero, no podía verla así sabiendo que no podía hacer nada. Me senté a su
lado y apoyé la cabeza en su pecho, justo cuando ella empezó a acariciarme el pelo. Por mucho que me lo
preguntase, nunca entendería esas ganas de Camila por quedarse embarazada, y más si iba a sufrir así. Sí,
yo quería tener hijos pero no era capaz de hacer lo que ella estaba haciendo. A pesar de los cambios de
humor, siempre tenía para todo una sonrisa.
- You're just a small bump unborn, in a month you're brought to life. Might be left with my hair, but you'll
have your mother's eyes. -Mi voz sonaba suave, grave y baja, y aunque no tenía música eso daba igual, era
prácticamente lo que quería decir en aquél momento. - I'll hold your body in my hands I'll be as gentle as I
can, but for now you scan on my unmade plans. Small bump, in a month you're brought to life. And I
whisper quietly I'll give you nothing but truth. If you're not inside me, I'll put my future in you. You are my
one, and only
You can wrap your fingers around my thumb and hold me tight. You are my one, and only you can wrap
your fingers around my thumb and hold me tight.. You'll be alright. You're just a small bump unknown,
you grow into your skin. With a smile like hers and a dimple beneath your chin. Finger nails the size of a
half grain of rice and eyelids closed to be soon opened wide. Small bump in a month open your eyes..
La miré a los ojos y Camila estaba llorando, intentando limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano. Su
rostro era más redondo y, tenía una cara más aniñada, además de que lloraba mientras sonreía. Su mano se
puso sobre mi mejilla y me besó, pude notar el sabor salado de aquellas lágrimas que se deslizaban por su
cara.

-Echo de menos poder abrazarte, o tumbarme contigo sin que una barriga enorme me separe de ti, ¿sabes? -
Reí un poco a la vez que ella, quitándole las lágrimas con el pulgar. -Echo de menos a mi mujer y la
manera que solías despertarme poniéndote sobre mi espalda.
-En cuatro semanas todo habrá acabado, ¿vale? -Asentí dejándome abrazar como podía por Camila. -Y
tendremos a nuestra hija aquí, y todo volverá a ser como antes.
***
Pero las semanas se me hacían eternas, entre las ganas de que naciese y las ganas de tener a Camila entre
mis brazos de una vez después de nueve meses.
-Me parece que usted no lo entiende. -El señor de la pastelería me miraba algo confuso y sorprendido a la
vez, pero no me sorprendía. -Mi mujer está embarazada de ocho meses y medio y quiere fresas con
chocolate. Ni fresas con nata, ni fresas con caramelo, ni fresas CON HOSTIAS, QUIERE FRESAS CON
CHOCOLATE. -La vena del cuello se me iba a salir porque se me acababa la paciencia ya en aquellos
últimos momentos, me estaba desesperando.
-Pero es que.. -Puse un billete de cien dólares encima de la mesa. -
Las putas fresas con el puto chocolate. -Dije apretando el mentón.

104
-Es que tenemos que hacer el chocolate y tarda un poco, pero.. -Cogió los cien dólares y se metió dentro.
Tras veinte minutos, me dio la cajita con las fresas bañadas en chocolate y entré en el coche, dándole la
caja a Camila. Esta empezó a comer, y me miró arrugando la nariz. No.
-Están demasiado dulces..
-SON FRESAS CON CHOCOLATE COMO QUIERES QUE ESTÉN, SALADAS, SON LAS CUATRO
DE LA MAÑANA Y HE DESPERTADO A UN TIPO PARA QUE TE HAGA LAS PUTAS FRESAS DE
LOS COJONES CON EL PUTO CHOCOLATE. -Terminé por gritar y cuando miré a Camila, estaba
llorando. -No, no.. -Me acerqué a ella y la abracé, dándole un beso en la mejilla. -Camila perdóname, se me
ha ido la cabeza.. -Llevaba 8 meses levantándome a cualquier hora para hacerle o comprar comida sin
rechistar. Comprando ropa sin rechistar. Ganándome guantazos y tampoco rechistaba porque me ganaría
otro. Sus cambios de humor me traían de cabeza, y el llevar tantos meses sin sexo igual también influía un
poco. Y sabía que todo el peso del embarazo lo estaba sufriendo ella, pero yo también estaba aguantando lo
mío, entre el trabajo y Camila llegaba a la cama con ganas de caer en coma del cansancio que tenía.
Dejó de llorar, y yo no paré de abrazarla porque había sido una auténtica idiota. Era la primera vez que le
hablaba así a Camila, y eso me partía el alma en dos, porque no se merecía aquello.
-Perdóname, Camz. Perdóname. -Susurré contra su oído, Camila asentía pero no quería separarme de ella. -
No te disculpes.. Entiendo tu reacción.. -Le besé las mejillas pero, a pesar de sus palabras, no podía evitar
sentirme fatal por lo que había dicho.
***
-Lauren. -Justo cuando me estaba echando la taza de café aquél sábado Camila bajó con una mano en la
tripa.
-¿Estás de parto? -Ella negó y solté un suspiro de alivio, dándole un trago a la taza.
-Tenemos que pintar la habitación y tienes que montar los muebles de la niña. -Me atraganté con el café y
separé la taza de mis labios. ¿Habitaqué?
-¿Tienes? -Asintió señalando las escaleras.
-Claro, hay que dejarlo todo listo para cuando vengamos.
-Cariño, no soy uno de esos maridos a los que sus mujeres arrastran para que les pongan cuadros o monten
cosas. Soy una mujer. -Me señalé negando.
-Y yo soy una embarazada de ocho meses a punto de estallar, y por lo que he oído Ikea no manda
montadores de muebles, así que tira. -Señaló las escaleras con el dedo y un movimiento con la cabeza. La
miré intentando decir algo pero no me salían las palabras. -Tan feminista que eres con la igualdad, pues
ahora a montar muebles como buena mujer.
Sabía cómo hacer que me tragase mis palabras, maldita Camila.
Llegué a la habitación y los cubos de pintura rosas estaban en una esquina, al lado de todas las cajas de
muebles. Comencé a abrir una, la cajonera donde iría la ropa de la pequeña. Camila cogió las instrucciones
y las leyó un momento, dándomelas de nuevo.
-¿Qué dicen?
-No entiendo nada. -Me dejaba más muerta cada vez que hablaba.
Apreté los ojos y cogí las instrucciones, comenzando a montar el mueble. Primero coloqué las piezas en el
suelo, de forma ordenada para saber cuál era cada una. Daba gracias a que mi padre me enseñó cómo hacer
esas cosas de pequeña. Los martillazos llenaban la habitación, y atornillé los tornillos en los agujeros que
venían hechos. Así, durante media hora y ya estaba hecho el mueble.
-¿Te gusta? -Pregunté antes de abrir la caja de la cuna.
-Es preciosa. ¿Ves como no tengo que tener marido para que me monten una cajonera? -Giré la mirada a
Camila que tenía las dos manos en el vientre.

-Dale las gracias a mi padre que construyó mi casa entera y yo no jugaba con barbies precisamente. -
Murmuré comenzando a enroscar tornillos con el destornillador.
En poco más de 45 minutos, tenía la cuna ya preparada. Eché una toalla por encima de los dos muebles que
había comprado para no mancharlos a la hora de pintar las paredes. Abrí los cubos de pintura y mojé el
rodillo, observando por el rabillo del ojo a Camila entrar en la habitación.

105
-A esto puedo ayudarte. -Se encogió de hombros y sonreí, porque al final del día me quería aún más.
Comenzamos a pintar, yo las partes de arriba y de abajo y Camila por en medio. Observé cómo estaba de
concentrada, y que tenía la camiseta remangada por encima de la tripa porque le quedaba corta.
-Camz, ¿qué tienes en los pies? -Ella agachó la cabeza y, tras un segundo, cerró los ojos. Suspiró y me
manchó la cara de pintura rosa con un brochazo, a lo que abrí la boca.
Eso merecía una venganza.
Me levanté y metí las manos en pintura, acercándome a Camila.
-¡No, Lauren no! -Intentaba andar hacia atrás pero negué, poniéndome detrás de ella. Puse mis manos en su
vientre, y ella colocó las suyas sobre las mías, riendo un poco. -Está frío.
-Te quiero. -Dije apoyando mi sien contra la suya, esbozando una sonrisa
tierna. -Y yo a ti..
En unas horas, la habitación estaba pintada, decorada y todo colocado quedando así perfecta. Tras una
ducha, nos sentamos en el sofá, eran las tres de la tarde y tenía un plato de patatas. Me senté a su lado y
puse el plato en su tripa, cogiendo una patata.
-¿De verdad, Lauren? -Asentí volviendo a coger patatas del plato que estaba en su tripa y ella rodó los ojos.
En un momento, la pequeña dio una patada que hizo saltar el plato. -Mira, también piensa que eres idiota.

Capítulo 25

Lauren's POV
Apreté un poco la silla del escritorio en el que estaba mirando la pantalla, y las luces se volvieron a
encender. Me dolía la cabeza después de todo el día allí metida, y las reuniones una detrás de otra, no veía
la hora de llegar a casa.
-¿De verdad crees que poniendo publicidad en los caramelos va a aumentar la demanda de habitaciones? -
Pregunté esperando que hablase, y él se quedó en silencio. -Ya te lo digo yo, la respuesta es no. -Iba a decir
algo más pero llamaron a la puerta del despacho, y una chica se levantó a abrir, era Amy.
-Lauren, tu mujer está de parto. -Casi me caigo de la silla al escucharla, pero mi reacción fue coger la
chaqueta y salir corriendo con el corazón casi en la boca. -¡Suerte Lauren! -Me gritaba desde el final del
pasillo. Al llegar al coche, arranqué lo más rápido que pude y marqué el número de Ally en el manos libres.
-¡Lauren! -Dijo tan alegre, pero yo estaba que me iba a dar un ataque al corazón.
-¿¡Cómo está Camila!? -Pregunté nerviosa.
-Está bien, tranquila. Tiene contracciones pero, por ahora no tienes que preocuparte, de 'parto parto' lo que
se dice parto, no está. -Suspiré un poco más calmada.
-¿Entonces qué le pasa?

-Que está de parto, pero no está empujando ni va a nacer tu hija aún. Las contracciones normales. -Casi me
desmayo en el asiento del chute de adrenalina que me había dado. -No es como en las películas, cariño. -La
risa de Ally me hacía sentir como una idiota.
-Ya, ya sé. Te veo allí. Y llegué, aunque corriendo por todo el hospital hasta que di con Ally, que me dio
un abrazo y lo respondí, no sé ni cómo.

-¿Cómo estás? -Me preguntó con una sonrisa, y la miré negando.


-Ally, no quiero ser grosera pero, no tengo tiempo para charlas, ¿dónde está Camila? -Ella asintió cerrando
los ojos y me cogió de la mano. Anduvimos por los pasillos del hospital hasta que paramos frente a la
puerta que abrió con cuidado.
-Mila, mira a quién te traigo. -Saqué la cabeza por la puerta y vi a Camila incorporada en la camilla con una
sonrisa. Tenía esos camisones de hospital y una vía en el brazo, pero aun así alzó los brazos hacia mí.
Casi corro hacia ella para abrazarla, quedándome abrazada a ella, y me separé finalmente para besarla
acariciando su mejilla con la mano.
-¿Estás bien? -Camila sonreía, pero yo estaba demasiado preocupada.
-Claro, claro que estoy bien. -Y en esta ocasión, ella me besó a mí para tranquilizarme.
Incliné la cabeza un poco y besé la tripa, levantando luego la cabeza para observar a
Camila. -¿No te duele? -Pregunté frunciendo el ceño, pero ella asintió.

106
-De quince a veinte minutos, aunque irán aumentando así que.. -Suspiró y no pude más que abrazarla,
dándole un beso tierno en el pelo.
-Todo saldrá bien, y en poco tendremos a Karla aquí. -Sonreí pero Camila apoyó las manos en la cama y
cerró los ojos. -Eso es una contracción, ¿verdad? -Pregunté en un susurro, observando cómo asentía
lentamente sin abrir los ojos y expulsando un poco de aire por la boca. Tras aquellos segundos, Camila me
miró y mi cara estaba desencajada. -Lo siento..
-¿Qué sientes, cariño? -Ella reía mientras se recuperaba del dolor, acariciándome el brazo y tumbándose en
la cama.
-No sé..
El tiempo pasaba, y aquellas contracciones de Camila iban siendo más seguidas. No quería que entrase
nadie en la habitación excepto el médico, porque no quería que Camila se agobiase. Ni su madre, ni Sofi,
nadie, y ella me aseguró que era mejor así. Muchas veces me apartaba porque la agobiaba, así que no
quería ni imaginar qué haría estando de parto.
Llevábamos cuatro horas allí, y sinceramente yo estaba empezando a caerme de sueño. Estar desde las seis
de la mañana levantada y que fuese la una de la mañana, no era un buen plan. Aun así, me había tomado un
café, y estaba justo al lado de Camila.
-¿Quieres un poco de agua? -Ella asintió y le acerqué la botella, quedándome sentada en la cama a su lado.
Las contracciones comenzaban a ser un poco más seguidas, entre 5 y 10 minutos, pero al menos a Camila le
daba tiempo a reponerse.
-Gracias por soportarme todo este tiempo, Lauren. -Me devolvió la botella y negué, dejándola en la mesa. -
De verdad, mis cambios de humor, mis antojos a las cuatro de la mañana, soportar tener que dormir en una
sola postura que era abrazada a mí para que no comenzase a jugar, o no sé.. Te alteré tanto que jamás te
había visto gritar y aún menos a mí, y conseguí sacarte de tus casillas. Así que, tienes una paciencia
limitada, pero que es bastante.
-Sí.. Ha sido bastante duro, para ambas. -Sus manos se pusieron en mis mejillas, para darme un cálido beso
antes de parar, porque tocaba contracción.
Pasadas unas tres horas, aquellas contracciones comenzaban a ser cada diez segundos, y entonces Camila
ya no tenía descanso. Camila no se había quejado en toda la noche, simplemente se quedaba en silencio
cuando tenía una contracción y cerraba los ojos apretándolos hasta que se le pasaba, pero en aquellas ya
había empezado a quejarse, y a negar diciendo que le dolía demasiado. ¿Cómo podía ser el dolor de Camila
en aquél momento? Sabía que iba a nacer en poco porque hasta a mí me sacaron de la habitación y entraron
todos los médicos. En el pasillo estaba la familia al completo, menos el marido de Taylor y Hayley, que
había vuelto a casa para que la pequeña durmiese.
-¿Cómo está? -Sinu se acercó a mí y asentí.
-Bien no está porque está sufriendo y le duele pero.. El parto va bien. -Suspiré dejando caer mis hombros,
frotándome la cara con las manos. Mi madre me abrazó de golpe, y de repente sentí ganas de llorar. Mi
madre no era una mujer tan afectiva como la de Camila, era más reservada.
-Todo saldrá bien, ¿me oyes? -Me dijo al oído, y asentí lentamente. -Te quiero mucho. -Tragué saliva y la
abracé, quedándome así unos segundos más.
-Y yo a ti, mamá.
La puerta se abrió de nuevo, y cuando entré, Camila lloraba con una sonrisa, me alarmé enseguida aunque
esa contradicción de sentimientos sólo podía ser de ella.
-¿Qué ocurre? -Dije entrando, aunque los médicos ya se
iban. -No sé.. Te quiero y por eso lloro. -Negué mirándola,
dándole un beso en los labios con una sonrisa. -Me han
puesto la epidural y.. -Me abrazó contra ella, no tenía ni idea
de lo que era eso.
-¿Qué es eso?
-Anestesia. -Dijo acariciando mi espalda. Miré la máquina de al lado y vi que los números aumentaban de
una forma descomunal, y estaba alarmándome tanto que el miedo era increíble.
-¿Qué leches es eso? -Señalé cómo los números no paraban de aumentar.
-Eso es que.. Estoy teniendo una contracción. -Pero ella bostezó contra mi mejilla, no podía creerme que
tuviese sueño. Giré mi rostro para observarla y ella sonrió, echándose hacia atrás en la cama un poco. Sin
decir nada, se quedó dormida. Tras veinte minutos viendo que no se despertaba, salí de la habitación para
tomar el aire.

107
-¿qué ocurre? -Preguntó mi madre, y la de Camila se pusieron de pie.
-Se ha quedado dormida. -Todo el mundo comenzó a reírse, y abrí la puerta por si alguien quería pasar a
verla, eso sí, en silencio, si alguien la despertaba podría morir en el intento de salir del hospital.
Las horas pasaban y di vueltas y vueltas por los pasillos, y la familia se fue a casa, quedándome yo sola en
el hospital, incluso Ally había terminado su turno. Camila seguía dormida, removiéndose en la cama, pero
con una cara que me decía que no estaba sufriendo nada.
Eran ya las siete de la mañana, había estado durmiendo tres horas, y yo llevaba 25 horas sin dormir, un
nuevo récord. No podía dormirme, no quería dormirme. Yo quería que no le pasase nada, ¿y si me
quedaba dormida y nacía Karla? ¿Y si le pasaba algo y yo no avisaba? Así que a base de cafés que no
hacían efecto, amaneció en Los Ángeles. Camila abrió los ojos cuando la llamó el doctor, y me puse de pie.
-¿Estás preparada? -Ella asintió, aunque aún estaba dormida completamente.
Me acerqué a Camila y ella me miró con una sonrisa, y yo apreté su mano.
-¿Sientes algo? -Negó, enlazando su mano con la mía de forma algo inusual para lo que estaba pasando.
Sinceramente, prefería no mirar a mi izquierda que era donde pasaba todo, aunque había una tela y no
podía ver nada.
-Camila, ¿sientes esto? -Ella apretó los ojos y asintió. No sabía que era exactamente, pero me daba miedo
preguntarlo. -Cuando lo sientas, empuja.
Simplemente, Camila empujaba y apretaba la mano de tal forma que creí que me la partiría en cualquier
momento, pero no dije nada, porque no estaba en posición de quejarme en aquél instante. Estaba haciendo
fuerzas, y apreté su mano para darle ánimo, aunque ella seguía empujando con mi ayuda o sin ella. Estaba
en total tensión, su cuello mostraba sus venas marcadas y se inclinaba un poco hacia adelante haciendo
fuerza, pero no se quejaba. Camila se recostó un poco en la camilla para intentar recomponerse, y le di un
beso en la frente al que ella sonrió, y volvió a apretar como estaba haciendo. Su mano estaba apretando la
mía, y la otra la camilla, y no paraba. Hacía fuerza con todo su cuerpo, y yo quitaba de su frente el pelo que
se estaba quedando pegado en esta y Camila volvía a apretar. No podía contar cuántas
veces el médico le dijo 'empuja' a Camila, porque habían sido eternas en aquella media hora.
-No puedo más.. -Un hilo de voz salió de sus labios, y justo cuando iba a decirle que siguiese intentándolo,
lo escuché.
Fue la primera vez que escuché a mi hija llorar, y yo lo hice también junto a Camila. Y cuando vi por
primera vez a la pequeña en los brazos de Camila, no sabía cómo parar de llorar. No sabía qué hacer en
aquél momento. Era más pequeña de lo que me había dicho Camila, pero sinceramente en ese preciso
instante me daba exactamente igual.
Cuando volvimos a la habitación, aún la estaban limpiando, pero Camila no paraba de llorar. Su tripa,
había desaparecido y la abracé, la abracé muy fuerte a pesar de que ella no tenía ni siquiera fuerzas.
Y la pequeña llegó, con uno de esos pijamas que Camila le había comprado, y la enfermera la puso en el
pecho de su madre. Me senté a un lado de la cama, y pude ver su cara. No había abierto los ojos aún, pero
sí bostezaba. No podía creerme que estuviese allí, entre los brazos de Camila, moviendo las piernas y
haciendo las cosas que hacía dentro de ella.
-Es igual que tú. -Mi voz apenas salía, y Camila, abatida en la cama con una sonrisa, se giró para mirarme
y me besó.
-Cógela. -Acerqué mis brazos a Camila, y la colocó suavemente. Ella rio, porque no la estaba cogiendo
bien hasta que me puso los brazos como debía.
Era tan pequeña, era minúscula. Y el calor del pequeño cuerpo se fundía con mis brazos, cosa que la hacía
sentir mía.
-Vas a ser mi princesa, ¿vale? -Susurré en bajo, acercándola a mi rostro para darle un beso en la mejilla. -
Os quiero muchísimo. -Justo en ese momento Karla empezó a llorar y me asusté. Se la tendí con cuidado a
Camila que la cogió con más soltura que yo.
-No te asustes.. Sólo tiene hambre. -Asentí más tranquila sentándome a su lado en una silla, aunque en el
momento que Camila se bajó el camisón me levanté.
-¿Quieres que me vaya? -Ella se quedó mirándome y comenzó a reírse. -Has visto mis pechos mil veces. -
Wow, eso no es lo que yo vi. -Sus pechos eran el triple de grandes. Ni siquiera podía hablar. -Camila,
tienes las tetas en 3D.

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-Y tú eres idiota. -Dijo en un tono bajo, comenzando a darle el pecho a Karla.
Camila miraba a la pequeña, que succionaba su pecho con ganas y yo estaba entre el sueño y no querer
dormirme para no perderme nada. Sujetaba a nuestra hija con un brazo y con la otra mano limpiaba su boca
de la leche que se le salía por las comisuras de los labios.
Después de eso, se puso una gasa en el hombro y apoyó ahí a Karla, dándole pequeños golpecitos durante
un momento hasta que terminó. Era una madre increíble y habían pasado treinta minutos de la vida de su
hija.
-Deberías dormir. -Dije apoyando una mano en la cama, observando a la pequeña que movía los dedos de
sus manos. Cuando digo que era pequeña, no exagero.
-Mira quién me lo dice.. -Su mano fue a mi mejilla y cerré los ojos, intentando no dormirme en el intento. -
Estás que te caes..
-Yo no he tenido un bebé, ¿sabes? -Negué besando su frente, y la eché hacia atrás un
poco. -Pero tienes que dormir.

Capítulo 26

Lauren's POV
Y Camila, a pesar de que no quería dormir, el cansancio la dejó tumbada en la camilla, sin hacer falta que
la obligase. Y yo estaba que me caía del sueño, pero lo único que me consolaba era acercarme a la pequeña
cuna donde estaba Karla. Hacía ruidos con la boca, y creía que me iba a derretir literalmente. Sus pies eran
la mitad de mi dedo índice, y apretaba los puños. Por fin abrió los ojos y me miró directamente. Tenía los
ojos grises, pero según me había dicho Camila, hasta un mes después no se podía saber con certeza de qué
color iban a ser. Pero, aparte de eso, pude mirar a Karla a los ojos. Juro por dios que hasta ese momento no
me había dado cuenta de todo lo que había pasado, de que ahora tenía una hija que me necesitaba tanto
como su madre. Y era mía, era nuestra. Karla tomó mi dedo entre su diminuta y menuda mano y me quedé
en silencio. Acaricié su barriga con mi mano, y aquello le gustaba porque empezó a hacer pompas con la
saliva de su boca. Incluso sus labios eran como la yema de mi dedo, y se me caía la baba con la pequeña.
En un momento, hizo un puchero arrugando la frente y comenzó a llorar, pero la cogí en brazos con
cuidado y la mecí un poco.
-Shh.. Está bien, está bien.. -Musité lo más bajo que pude, y ella calló. Era como si siguiese en la tripa de
Camila. Ella se movía y yo la abrazaba, y así dejaba de moverse. Era lo mismo, sólo que ahora la sostenía
entre mis brazos. -Ahora no puedes llorar porque vas a despertar a mami..

Camila's POV

Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue a Lauren sentada y cansada, tan cansada que ni siquiera dijo
nada, sólo sonrió. Me sentía egoísta en parte, porque eran las once de la mañana y ella aún no había
dormido sólo por estar pendiente de la pequeña. Karla estaba en la cuna, y me percaté en la mancha de
babas que tenía Lauren en la camisa; la había estado calmando mientras yo dormía. Con eso, mi teoría de
que sería una madre genial se confirmaba.
-Lauren, duerme.. -Dije frotándome un ojo con la mano, aunque estaba difícil con la vía que tenía en el
brazo de suero. Ella asintió y cerró los ojos, quedándose dormida en el sillón.
Llamaron a la puerta y al segundo, ya estaba abierta con la cabeza de Ally asomando, no me había alegrado
de verla tanto en mi vida. La abracé, y Ally se separó para mirarme y comprobar algunas cosas.
-¿Todo fue bien? -Preguntó con una amplia sonrisa, y creo que ella estaba más ilusionada que yo.
-Genial. -Asentí, dejando que me quitase la vía que tenía en el brazo, y luego apareció Dinah. Le hice un
gesto para que no hiciese ruido, y me abrazó lo más fuerte que pudo.
-No me lo puedo creer. -Murmuró en mi oído, y asentí levemente. Las tres nos quedamos mirando a Karla
en su cuna, que dormía.
-¿Qué hace durmiendo cuando acaba de nacer su hija? -Preguntó Dinah en bajo, y le eché una mirada que
la habría matado.

109
-Se ha pasado un día entero sin dormir. -Respondí, y se quedó en silencio.
Lauren seguía dormida, y me entretuve mirando a Karla. La punta de una de mis camisetas estaba dentro de
su cuna, y la pequeña no hacía más que estirarse para olerla. La cogí en brazos, porque me parecía increíble
que ya reconociera mi olor. Era ese tipo de cosas que la gente te decía, pero que no podías creerte ni saber
cómo iba a afectarte hasta que tuvieses a tu hijo en brazos. Pasé los dedos por sus mejillas y fue la primera
sonrisa que esbozó Karla.
-¿Te gusta que te haga eso? -Pregunté en voz baja, con la manita de la pequeña apoyada en mi mano. Volví
a pasar los dedos por sus mejillas y volvió a sonreír. Todo lo que había pasado en el embarazo y en el parto
había valido la pena, sólo con tenerla en brazos.
Volvieron a llamar a la puerta y pasaron, eran mi madre, mi padre y Sofi. Mi madre me llenó la cara de
besos, mientras Sofi se dedicaba a mirar a Lauren de cerca intentando despertarla, pero en aquél momento
no había nada que la levantase.
-Mi flaca. -Escuché a mi padre decir, y lo abracé con fuerza con un solo brazo, porque con el otro sostenía
a mi hija de una forma tan firme que era imposible que se cayese.
Sofi se acercó a mí y me abrazó, mirando a la pequeña en mis brazos. -
Esta es Karla. -Arrugué la nariz y me quedé mirándola. -Karla Michelle.
Mi madre tomó a la pequeña en brazos y se quedaron con ella, mientras, Sofi se sentó a mi lado mirándome
con una sonrisa.
-¿Cómo fue? -Preguntó tomando mi mano y me encogí de hombros. -¿Te dolió?
-¿A qué de todo te refieres? -Pasé una mano por su brazo y ella se encogió de
hombros. -A cuando nació.
-No, no me dolió. -Sonreí de una forma en la que Sofi suspiró, quedándose más tranquila. -Sólo sentía
presión, pero nada más. -Mi hermana me abrazó más fuerte, y pasé mi brazo por su espalda bajo la mirada
de mis padres, que seguían embobados con su nieta.
-Espero que no te olvides de mí aunque ahora tengas una hija. -Rodé los ojos negando.
-¿Sabes que Hayley me dijo exactamente lo mismo? -Le di con el dedo en la frente y las dos reímos. -Eres
la misma niña de siete años pero en un cuerpo de una de 22. Eres increíble. -Y eso era lo que más me
gustaba de Sofi, que por mucho que creciésemos, que yo tuviera ahora una familia, seguía siendo mi
hermana pequeña con la que veía películas de Disney, la que me contaba los chicos que le gustaban, o la
que me pedía consejo hasta para echarse un vaso de agua, y de alguna manera, siempre la protegería. -Te
quiero Sofi. -La abracé con fuerza, dándole un beso fuerte en la frente.
-Y yo a ti, Mila.
Cuando cogió a su sobrina en brazos, simplemente me quedé mirándolas, porque no había nada más para
mí. Eran dos pilares básicos en mi día a día junto con Lauren, y casi no pude evitar sollozar.
Lauren había despertado, y tras haberme traído el almuerzo -sí, de nuevo había peleado con la enfermera
porque el filete no estaba al punto, pero es que lo que hice fue simplemente reírme- volvieron a llamar a la
puerta. No es que me cansase recibir visitas pero, quería salir de aquél hospital. Cuando Lauren abrió la
puerta, Taylor, Chris y Clara entraron en la habitación, fundiéndose en un abrazo que pocas veces había
visto. Me gustaba ver esa faceta familiar de Lauren, la que no tenía nada que ver conmigo y sí con sus
hermanos y su madre. Ella se agachó y cuando se levantó, tenía a Hayley abrazada a ella como si fuese un
pequeño koala.
-Te echaba de menos, enana. -Le dijo Lauren a Hayley, mientras yo sostenía con un brazo a Karla, que se
pasó una mano por la cara y la aparté, ya se había hecho un arañazo en la nariz mientras dormía.
-Ven aquí. -Dije estirando una mano para que Lauren la soltase y pudiese venir a abrazarme. Después de
que los tres me abrazasen y saludasen, entre las piernas apareció Hayley. Se quedó en silencio mirándome
y fruncí el ceño. -¿Ya no me quieres? -Pregunté agachándome un poco, dejando que Lauren cogiese a la
pequeña para que yo pudiese inclinarme y abrazar a nuestra sobrina.
-Sí te quiero. -Me dijo en respuesta, y llené su cara de besos, dándole una caricia en la mejilla.
Lauren se sentó en el sillón con Hayley entre las piernas, enseñándole a su nueva prima, que dormía entre
sus brazos.

110
-Se llama Karla. -Le explicaba Lauren a Hayley, que la miraba sentada en su regazo.
Y así, pasamos la tarde, aunque Lauren sólo había dormido tres horas, y yo estaba muriendo por volver a
casa. Una vez solas, a la pequeña le dio hambre, bastante oportuna porque ya se había ido todo el mundo y
no tenía ganas de que viniese nadie más, a pesar de las muestras de cariño. Me bajé el camisón y casi no
me dio tiempo a ponerle el pecho en la boca cuando ya lo había cogido, y me hacía pensar en que se
parecía a la madre más de lo que ella creía.
-No.. -Lauren tenía el iPad en la mano mientras hablaba por FaceTime, y yo le daba el pecho a la pequeña.
-Yo.. Hasta dentro de un año o así no vuelvo. -Se frotó la frente con la mano y rápidamente levanté la
cabeza para mirarla, aunque ella a mí no porque tenía asuntos más importantes que atender. -Así que, tú
sabes todo lo que tienes que hacer, y si tienes alguna duda me llamas pero no voy a trabajar. ¿De acuerdo?
-Lauren agachó la cabeza y se miró a ella misma. -Sí.. Llevo dos días sin ducharme y con esta ropa, gran
observación. -Rio un poco, y en realidad me sentía culpable de que estuviese así. Tampoco había comido, y
no había salido de la habitación para no dejarme sola. -Gracias, se lo diré. Sí, sí, todo fue genial. -Se pasó
una mano por la mejilla. -Es preciosa. Vale.. Hasta pronto. -Y terminó de hablar, quitándose el auricular de
la oreja y dejó el iPad en la mesilla. Le limpié la boquita a Karla que acababa de soltar mi pecho.
-¿Estás segura de que no quieres más? -Y cuando le acerqué el pecho de nuevo volvió a succionar con
tantas ganas que casi me hace daño.
-¿Cómo estás? -Lauren se sentó frente a mí en la cama y me dio un beso en la frente.
-Genial. -Tomé su mejilla con una mano y le di un beso suave en los labios, rozando mi nariz con la de
ella. -¿Te duele? -Asentí un poco suspirando, viendo en sus ojos algo de preocupación.
-Es lo normal, Lauren. -Sonreí, bajando la mirada a la pequeña que no paraba de succionar, poniendo una
mano en mi pecho y apretaba los dedos un poco.
-No creí que ibas a aguantar sin desmayarte. -Lauren rodó los ojos ante mi comentario y las dos reímos. -
Las cosas son diferentes cuando te toca vivirlas a ti. -Se encogió de hombros y alzó la mano. -Por cierto,
me clavaste el anillo de boda en la mano. -Lauren tenía una marca roja, con algunos puntitos de sangre. No
era nada del otro mundo pero, ¿a qué punto llegué a apretar su mano para causar eso?
-Oh dios, Lauren, lo siento. -Me disculpé dándole un beso en la mano, me sentía
mal. -No es nada, nada. -Ella sonreía, y por fin noté cómo la pequeña paró de comer.
***
Al día siguiente, volvimos a casa. Lauren nos llevaba en el coche, y yo no podía apartar la vista de Karla,
que estaba dormida en la sillita. Ya no íbamos en un Porsche, o un Ferrari, ahora nuestro coche era un
Range Rover de 5 plazas en vez de dos, y llevábamos pañales, biberones y ropa en vez de unos simples
bolsos.
-¿Cuándo has comprado este coche? -Le pregunté a Lauren, que aún ni había comido, ni había dormido lo
suficiente, ni se había duchado.
-Esta mañana. -Respondió como si fuese tan normal, mirándome por el retrovisor. Compraba coches de
75.000 dólares como el que iba a comprar el pan. -¿Te sigue doliendo?
-Un poco, se pasará con los días. - Me encogí de hombros y vi que Karla tenía los ojos abiertos e iba a
empezar a llorar, pero era imposible que tuviese hambre porque acababa de comer. Y empezó a llorar. -
Hey, Karla, no quieres que mami tenga que parar, ¿verdad que no? -Su voz era suave, y la pequeña paró de
llorar en cuanto escuchó la voz de Lauren.
-¿Cómo lo has hecho? -Pregunté colocando bien las correas del asiento de la pequeña, que movía los dedos
y hacía pompas con la boca antes de dormirse.
-No lo sé. Lo descubrí ayer por la mañana mientras dormías. -Soltó una pequeña risa, pero yo estaba
intentando entenderlo.
-Creo que.. Es como cuando me abrazabas y ella se calmaba. Creo que es porque tu voz es más grave, y te
pasaste nueve meses hablándole, así que ahora reconoce tu voz.
Llegamos a casa y la sostuve en brazos contra mi pecho, andando despacio dentro de casa, dándome cuenta
que en varios días había echado de menos esto más que en toda mi vida. Lauren subía con las maletas por
las escaleras, y yo subí tras ella con cuidado, entrando en la habitación de la pequeña que no hace mucho
habíamos montado. La dejé con delicadeza en la cuna y la miré un momento, escuchando la ducha
encenderse al final del pasillo.

111
-¿Te gusta tu habitación? ¿Sí? -Hacía ruidos con la boca soltando baba, y le puse una gasa al lado para que
pudiese abrazarse a ella.
Salí de la habitación andando con pasos lentos, porque aún dolía bastante. Como diría Lauren, acababa de
expulsar un melón de tres kilos por mi vagina, ¿cómo no iba a dolerme? Entré en nuestra habitación y
Lauren no podía más. Sin siquiera vestirse, con la ropa interior puesta se había quedado dormida en la
cama. Cerré la persiana de la habitación y apagué la luz, inclinándome luego para darle un beso en la
mejilla. Se merecía descansar, y no había aguantado más. Dormir 5 horas en dos días no era bueno para ella
ni para nadie. Así que, al ver que Karla no se dormía y no paraba de moverse, la cogí en brazos y me la
llevé conmigo al salón. Tardé un poco en bajar dando pasos cortos que llevaban su tiempo, pero bueno,
algo era algo. La puse en la sillita con cuidado y la dejé encima de la mesa de la cocina, así quedando un
poco a mi altura. Tenía el pelo negro, justo como yo, aunque Lauren también pero era teñida, así que era
una total farsa, aunque la cara era una mezcla entre Lauren y yo de pequeñas. Era una bolita sentada en la
aquella sillita, metiéndose el puño en la boca.
-¿Qué te parece si le hacemos una buena comida a mami? -Cogí sus manitas y les di un beso, e
instantáneamente sonreí al sentir su mano apretarse alrededor de mi dedo con fuerza.
Era fácil cocinar, porque no tenía que moverme mucho, y de pie no dolía. Tenía en la encimera de la cocina
a Karla en la sillita, y me aseguraba a cada segundo de que no se moviese. Era fácil de cocinar aquello, y
además el plato favorito de Lauren.
-¿Crees que le gustará? -Pregunté riendo, y aunque fuesen las cinco de la tarde, Lauren no iba a despertarse
hasta la hora de cenar, eso seguro. Además, para cuando despertase estaría recién hecho, porque aquello
necesitaba varias horas de cocción.
Cuando terminé, me sequé las manos y cogí a la pequeña en brazos, que no lloraba para nada. La tumbé en
el sofá y puse varios cojines a su alrededor para que no se cayese. Me quité la camiseta y la dejé a un lado
del sofá, para ponerme otra limpia sin manchas de la salsa. Cuando volví a por la pequeña, estaba justo al
lado contrario donde la había dejado, intentando coger mi camiseta.

-¿Te gusta cómo huelo? - Pregunté, cogiéndola en brazos y dándole un beso en la cabeza. -Tu madre
también cree eso, me lo ha dicho como mil veces.
Me pasé como, dos horas mirando a Karla, acariciando sus mejillas para hacer que sonriese de aquella
forma que me derretía el corazón. Apenas abría los ojos, pero era preciosa. Le di el pecho una vez más
mientras hablaba por teléfono con Sofi, que me pedía hacer Skype pero.. Obviamente me daba reparo de
esa guisa.
Tras unas tres horas, escuché unos pasos por la escalera. Estaba apartando la olla del fuego, así que, como
casi siempre había acertado. Me giré sonriendo al verla, llevaba un jersey y un pantalón de pijama puesto, y
me preguntaba cómo no ardía ella misma por el calor que desprendía.
-Dios, lo siento.. -Se puso una mano en la boca y fruncí el ceño con una mano en la sillita dónde estaba la
pequeña.
-¿Qué sientes? -Me abrazó fuerte y yo lo respondí. Hacía mucho tiempo que no la sentía de aquella manera,
en que podía notar su pecho, su cintura, y tener su cuello cerca.
-Haberme dormido así, y tú deberías descansar y yo.. -Negué cogiendo su cara entre mis manos para darle
un beso lento, sintiendo sus manos bajar por mi cintura. -Uh dios, me encantan tus abrazos..
-¿Por qué? -Acaricié su nuca con los dedos.
-Por tus tetas, santo cielo.. -Le di un golpe en la espalda y me aparté de ella
riéndome. Cuando nos separamos, fue directa a Karla y la cogió en brazos, mientras
yo ponía los platos en la mesa y me sentaba, ella no paraba de darle pequeños besos
en las mejillas.
-Hey.. Eres la niña más guapa del mundo, ¿te lo he dicho ya? -En vez de poner la silla en el suelo, la colocó
en el carro, para que así pudiésemos verla mientras comíamos. -No me puedo creer que estemos aquí. -
Suspiró sentándose en la mesa, y me cogió la mano por encima de esta. -Y gracias por la cena, no te
merezco.

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-Sí la mereces, y ya. -Hice un gesto con la mano para que parase, porque si seguía así iba a estar
disculpándose hasta que la niña se graduase.
-¿Sabes? Cuando salí fuera y tú estabas ahí.. Casi muriendo, me preguntaban si estabas bien. Y no sabía
qué decirles. Puede que el parto fuese bien, pero yo a ti no te veía así y bueno.. Todos se alegraban de que
fuese bien menos yo. -Comentaba mientras comía, y miré a la pequeña que apretaba los dedos entre ellos.
-No te voy a mentir, pero en ese momento prefería morirme antes que seguir soportando aquello, y te lo
digo en serio. -Lauren ladeó la cabeza mientras comía, arrugando la nariz. -Después no sentía nada, así que
en general fue bien. -Dije comiendo, bebiendo un poco.
-Es raro.. Siempre me habían dicho que había muchos gritos incluso antes del parto pero.. Tú no decías
nada, y yo estaba confusa, no sabía bien qué pensar. -Lauren se había terminado el plato a pesar de lo que
me estaba contando, así que le puse el mío delante y también empezó a comer.
-¿Querías que me pusiese a gritar? -Fruncí el ceño y cogí a Karla en brazos, sacándome la camiseta por una
parte, comenzando a darle el pecho a la pequeña mientras la miraba.
-Eh.. -Me estaba mirando las tetas y pondría la mano en el fuego a que estaba pensando mil cosas a la vez
sobre qué hacerme. -Sí.
-¿En serio querías que gritase? -Solté una risa con la pequeña en un brazo, y con la otra mano sujetaba mi
pecho.
-¡No! -Sacudió la cabeza al escucharme de nuevo. - Es decir, me pareció extraño. Cuando mi hermana tuvo
a Taylor gritaba desde casa. -No pude evitar reírme, negando.
-No sé, tampoco quería formar un escándalo así que me controlaba. Aunque llegaba un momento en que no
podía. -Suspiré observando cómo empezaba a recoger la cocina ella sola.
Tras aquella noche, por fin pude tumbarme en la cama con Lauren, y pegarme a ella y enlazar nuestras
piernas como solíamos hacer, aunque ella buscaba algo más, porque estaba demasiado pegada a mí. -
Lauren.. ¿Qué haces? -Pregunté provocando que alzase la cabeza.
-Nada. -Negó rápidamente.
-¿Estás intentando tocarme las tetas? -Su mano estaba en mis costillas y tenía un dedo prácticamente
encima.
-No. -Su mano se quedó quita mientras me miraba.
-Si no aprietas mucho, puedes tocar. - En aquél momento las dos manos de Lauren se engancharon a mis
pechos, no muy fuertes eso sí, y apoyó la cabeza entre estos.
-Oh dios mío, ¡Dios mío! ¿Qué te han hecho Camila? -Sé que era idiota, y que estaba haciendo el tonto
como siempre, pero la abracé contra mí cerrando los ojos.
-Entonces cuando pierda la barriga que me queda vas a alucinar

Capítulo 27

Camila's POV
Las calles de Miami siempre estaban concurridas, sobre todo en invierno. Todo Estados Unidos estaba en
alerta por frío, nieve, lluvia, viento, etc y nosotros estábamos en manga corta paseando por Florida. Había
pasado una semana y algunos días desde el parto, y decidimos pasar unos días en Miami para alejar a la
pequeña de todo el frío que estaba haciendo allí. Lauren llevaba el carro a mi lado, con el bolso puesto en
el mango del carrito. Era genial tenerla a ella, era genial porque se levantaba por las noches y le daba el
biberón cuando se lo pedía, aunque aún se había resistido a eso de cambiar pañales.
-Odio el verano. -Dijo Lauren mirando al frente mientras llevaba el carro con Karla, abrazada a su gasita y
el chupete en la boca.
-No es verano, cariño. -Dije rodeando su brazo con el mío para andar con ella.
-¿Y por qué damos un paseo por Miami con el calor que hace? -Se quejaba, y eran las diez de la noche. -
Porque vamos a cenar a tu casa. Y deja de quejarte. -Apreté su brazo y ella se quedó en silencio, soltando
un suspiro.
-¿Quién va a cenar? -Seguimos por la acera, y miré el móvil un momento. -
Según he entendido.. Nosotras, tu madre y tus hermanos, mis padres y Sofi.
-¿Y el novio de mi madre? -Se giró para mirarme, esperando a que me pusiese a su altura.
-Oh.. Iba implícito. -Fruncí el ceño un poco. Aún no tenía claro si Lauren aceptaba a aquél hombre, porque
no había notado ninguna muestra de cariño entre ellos. Tenía la sensación de que Lauren simplemente
no se metía en la vida de su madre, y aquél hombre no se metía en la suya. Simplemente se saludaban y ya.

113
-¿Cómo se llama?
-Connor. -Respondió ella, y puse una mano sobre la suya mientras caminábamos. Aquellos paseos
empezaban a gustarme, y sin duda, en Los Ángeles volveríamos a hacerlo cuando llegase el buen tiempo. -
¿Por qué lo preguntas?
-No sé.. Es que nunca te vi hablar con él, ni nada. -Se encogió de hombros y paró frente a la puerta de casa
de los Jauregui.
-Él no me gusta, pero la respeto. -Se encogió de hombros y llamamos a la puerta, y justo fue él quien nos
abrió.
-¡Por fin! Tenía ganas de conocer a mi n.. -Lauren carraspeó, estaba a punto de decir mi nieta, y eso la
estaba molestando bastante.
-Sí, es Karla. -Respondió Lauren, desmontando la sillita del carro para poder entrar a casa, y lo plegó. Cogí
la sillita donde iba y Lauren plegó el carro, dejando así espacio para que entrase yo.
-Buenas noches. -Saludé al hombre con una sonrisa, y todos se levantaron del sofá, o salieron de la cocina
cuando llegamos.
En cierta parte, entendía a Lauren. No puedes salir con alguien durante tan poco tiempo y pretender que es
tu familia. Ni siquiera yo tras dos años de relación con Lauren dije que Hayley era 'mi' sobrina, fue un
tiempo después de casarnos incluso. Tampoco decía que la casa de Lauren era mi casa, ni utilizaba su
dinero como si fuese mío, y aún me cuesta aceptar el hecho de que ese dinero también me pertenece a mí.
Así, que, sí, me parecía un poco fuera de lugar que la fuese a llamar 'su nieta'.
Al haber tanto ruido por el barullo que se había formado, la pequeña empezó a llorar y tuve que cogerla en
brazos incluso antes de que se acercase mi madre. Tras saludarlos a todos, Lauren puso una mano en mi
cintura e hizo que nos sentásemos en el sofá, intentando que la pequeña se calmase.
-Karla Michelle deberías dejar de llorar.. -Susurré cerrando los ojos con un suave suspiro, y por primera
vez paró de llorar, como solía hacer con Lauren.
-¿La has llamado Karla Michelle? -Lauren intentaba no reírse, y le di un golpe en la pierna. -Aw.. Me
recuerda a cuando estabas embarazada.
-¿El qué? -Me giré pasando la mano por la espalda de nuestra hija, mirándola a ella.
-Me soltabas cada hostia que de verdad dolían. -Hice un suave puchero y me acerqué a ella, dándole un
beso suave y lento, y después otro en la mejilla.
-¿Puedo cogerla? -Sofi se acercó a mí y asentí como si estuviese loca.
-Eso no se pregunta, cielo. -Le di a Karla y sonreí al ver cómo la pequeña se la quedaba mirando con los
ojos muy abiertos, porque era incluso más guapa que yo.
Me acomodé en el regazo de Lauren y pasé el brazo por su cuello, dándole un beso en los labios como solía
hacer casi siempre. Su mano acarició mi muslo por encima del vestido, que era bastante ancho por aquello
del embarazo.
Y así, pasamos la noche, cenando, riendo, y por suerte la pequeña no daba mucho ruido. Connor cogió a
Karla en brazos y esta empezó a llorar.
-¿Qué le pasa a mi nieta? -Dijo él, y la mesa entera se quedó en silencio porque había sido bastante raro.
-Sólo tiene hambre. -La cogí en brazos con cuidado y dejó de llorar, pero la mesa se quedó algo fría. Besé
la frente de Karla, que buscaba constantemente o los brazos de Lauren y los míos, aunque aún no podía ver
con claridad, reconocía nuestra voz y nuestro olor. Era demasiado pequeña aún, apenas tenía unas semanas
y no paraba de frotarse los ojos con los puños.
En ese momento, me di cuenta de que el recuerdo de Mike seguía presente en aquella familia más que
nunca, y que a Lauren le seguía doliendo aquello como el primer día. No me podía imaginar cómo sería que
mi padre no hubiese conocido a su nieta, o que me dejase de llamar flaca. No quería imaginarlo, y Lauren
tenía que vivir con todo aquello.

-¿Cómo llevas el post parto, Camila? -Me preguntó Clara para romper el silencio y levanté la cabeza de la
pequeña sonriendo, poniéndosela en los brazos a Lauren para que le diese el biberón.
-Genial, genial. Ya casi no me duele, así que.. Es perfecto. -Le sonreí a la mujer y miré cómo Lauren le
ponía la boquilla del biberón a la pequeña en la boca. Era la escena más tierna que podía ver todos los días,
además de la cara embobada de Lauren. Se quedaba mirando a Karla todo el tiempo, y no creía que fuese
verdad aquello.

114
-Oye.. Si queréis esta noche nos podemos quedar nosotros con la niña y.. -Sugirió el marido de Taylor, y
alcé las cejas ante su proposición, soltando una risa.
-Gracias, pero aún no podemos quedarnos a solas. ¿Verdad que no? -Puse la mano en la nuca de Lauren y
acaricié su cuello suavemente.
-No, corres riesgo de que te haga otro hijo como este así que.. -Hizo una mueca achicando los ojos y todos
reímos, pero ella seguía dándole el biberón a Karla.
-¡Tía Lauren! -Hayley corría por el espacio entre el sofá y la mesa, y se acercó a Lauren. -¿Podemos jugar
con las pinturas?
-Ahora no puedo, Karla está comiendo. -Lauren hizo una leve mueca y vi cómo Hayley se decepcionaba,
agachando la cabeza.
-¿Puedo ir yo? -Le pregunté, intentando que no se sintiese tan mal. Asintió enérgicamente y tomó mi mano,
llevándome escaleras arriba en casa de su abuela, donde tenía una habitación de juegos para ella sola. -
¿Qué pintabas?
-A mamá y papá. -Me enseñó los dibujos y tenía un montón de ceras de colores esparcidas por el suelo. -
¿Te apetece que nos sentemos en la mesa, cariño? No puedo hacer muchos esfuerzos. -Hayley recogió los
lápices de colores de todos los tipos y tamaños, y los puso sobre la mesa.
-¿Por qué la tía Lauren y tú sois dos mujeres? -La primera pregunta de la niña me dejó un poco seca. -Un
niño de mi clase me dijo que dos mujeres no pueden tener bebés. -Cogí una cera color verde y empecé a
pintar en la hoja de papel.
-Porque dos mujeres pueden quererse. Quiero a Lauren como tu mamá quiere a tu papá. -Cogí otro color,
pero ella seguía con el lápiz en la mano. -Y sí, claro que podemos tener bebés. Además, tu prima Karla se
parece mucho a tu tía cuando era pequeña, ¿sabes?
-¿A la prima Karla también le gustarán las chicas? -Sonreí y me encogí de hombros, cogiendo un rotulador
color azul.
-No lo sé, cielo. Eso no se sabe hasta que tienes unos veinte años o así. -Ella arrugó la
nariz. -Qué vieja. -Me hizo reír y negué, pintando con ella.
-Que a sus madres les gusten las chicas no significa que a ella también tenga que gustarle. -Cogí un lápiz y
seguí pintando el papel. Hayley se quedó en silencio, y apenas llegaba al escritorio. La senté en mi regazo e
hice que mirase el papel.
-¿Por qué la tía Lauren ya no quiere jugar conmigo? -Le di un beso en la coronilla y la abracé,
negando. -No es que no quiera, cariño, es que no puede.
-Antes casi no estaba y sí podía. -Se giró para mirarme, y sí, estaba bastante triste.
-¿Tu papá y tu mamá no juegan contigo? -Asintió con el lápiz de color rosa entre los dedos y lo apretó.
-Sí, pero era más divertido con ella. Dejaba que le pintase la cara y nunca me regañaba. -Comenzó a pintar
la camisa de su padre de color azul, y apreté un poco los labios. -¿Ya no me quiere? -Se giró hacia mí y se
parecía a mí cuando nació Sofi. Besé su frente y negué.
-Claro, claro que te quiere cielo. La tía Lauren ha estado cuidando de mí, cuando estaba en el hospital y
ahora tenemos que cuidar al bebé. Además, estoy yo aquí contigo, ¿es que tú no me quieres a mí? -Fruncí
el ceño dándole con el dedo en el costado, escuchando su risa.
-Sí, sí que te quiero tía. -La abracé fuerte y ella a mí, intentando reconfortarla de alguna manera. -
Entonces.. Si tú has tenido al bebé, ¿la tía Lauren es el papá?
-Mmh.. -Me quedé pensando una respuesta no muy complicada para la niña, y suspiré. -No hay papá. Hay
dos mamás.
-Es raro. -Arrugó la nariz.
-Sí, eso dice tu tía cuando intenta cambiar un pañal. -Suspiré mirando a Hayley. -No es tan
raro. -¿No? -Negué mirándola.
-Qué va. Tener dos mamás es mucho mejor, ¿sabes por qué? -Me levanté y le di la
mano. -¿Por qué?
-Porque se ven películas de princesas Disney en casa, toooodo es rosa y van contigo a ver el musical del
Cascanueces porque les gusta tanto como a ti. - La pequeña abrió la boca y asintió mirándome. -Excepto tu
tía Lauren, que odia el rosa y se queda dormida en cualquier musical pero sí, normalmente sí.
-¿Puedo tener dos mamás? -Fruncí el ceño y solté una suave risa negando.
-¿No quieres a tu padre? -Bajábamos las escaleras de la mano.

115
-Sí, pero ve fútbol y se queda dormido. -Por mucho que dijese, cuando Hayley vio a su padre esperarla al
final de las escaleras se lanzó a sus brazos, y él la sujetó con fuerza. -Papi tengo sueño.
Me acerqué a Lauren que tenía en brazos a Karla, que se metía el puño en la boca sin parar. Era demasiado
adorable aquello, y señalé a Hayley.
-Deberías hablar con ella. -Cogí a Karla en brazos que soltó aquellos ruidos adorables de su boca, y la mecí
un poco. -¿Echabas de menos a mami? -Me senté con ella en el sofá, poniéndola en mi pecho y le acaricié
el labio inferior, haciéndola sonreír. Se llevó las manitas a los ojos y las aparté, porque
cada vez que hacía eso se arañaba la nariz y las mejillas.
***
La noche en Los Ángeles era fría, bastante fría. No hacía el calor que tenía Miami, que estaban
constantemente a treinta grados, aunque era agradable terminaba hartando. Lauren estaba sentada en la
cama mirando el portátil, y me acerqué a ella a gatas por la cama para darle un beso en los labios, que hizo
apartar su mirada del ordenador. Cerré el portátil con una mano mientras besaba sus labios de forma tierna
y lenta.
-¿Qué mirabas? -Fruncí el ceño y ella me respondía los besos.
-Porno. -Negué ante su respuesta, aunque sabía de sobras que sí lo hacía, pero no en esa ocasión.
-No. Dime qué mirabas. -Me senté en su regazo con una pierna a cada lado de su cuerpo y la señalé con el
dedo. -Nada de trabajo.
-Está bien. -Sus brazos rodearon mi cintura, y me pegué a ella para besarla de una forma profunda pero sin
llegar a provocarla. -Eres una madre genial. -Susurró, y sonreí con las mejillas encendidas, escondiendo la
cara en un abrazo.
-Sólo llevo una semana. -Ella encogió sus hombros y acaricié su espalda, sintiéndola pegarse más a mí.
-Empiezas a ser madre cuando nace tu hijo, no cuando el tiempo pasa. -Presioné mis labios contra los suyos
para besarla, apretando los dedos en su nuca.
-¿Piensas que estoy gorda? -Ella cerró los ojos y negó, dándome un beso en la frente.
-No, deja de preguntarme eso.
-Peso cinco kilos más. -Arrugué la nariz y solté un suspiro, pero ella se encogió de hombros.
-Yo tengo cicatrices por todo el cuerpo, y no te he preguntado nunca si te gustan o no. -Agaché la cabeza y
pasé las manos por su abdomen, mordisqueándome el labio.
-Me gustan. -Me encogí de hombros con una sonrisa, ladeando la cabeza.
-¿En serio? -Asentí, y puse las manos en sus hombros y parte de su cuello.
-Sí, al principio choca porque.. Ya sabes, es la primera vez que ves a alguien desnuda y tiene esas cicatrices
pues.. Choca. -Me encogí de hombros, viendo algo de confusión en su rostro. -Pero luego te gustan, porque
tienes la oportunidad de curar esas heridas, ¿entiendes?
-Por estas cosas me casé contigo.

Capítulo 28

Lauren's POV
Las mañanas no me gustaban nada, y más si eran como aquella. Camila me miraba a punto de matarme y
yo le puse las manos en las mejillas.
-Por favor, Camz, son sólo dos horas al día, nada más. -Me abrochaba la camisa y me ponía la chaqueta,
pero Camila tenía las manos en la cintura mirándome mal. -Por favor, si me paso de las dos horas..
-Si te pasas de las dos horas te pido el divorcio y no ves a la niña hasta su boda. -La miré con la boca
abierta, porque era tan radical que muchas veces no me lo podía creer.
-Está bien, te lo prometo. -La cogí de las mejillas para besarla, y ella se dejó, respondiéndome a los besos
de forma sonora, hasta que solté sus mejillas. Me incliné en la sillita y besé la frente de Karla que nos
miraba a ambas, que aún seguía siendo un bebé en menos de un mes. -Te quiero. -Le dije a Camila al
levantarme, dándole otro beso. -Os quiero.

116
-Sí, quiéreme mucho porque te va a hacer falta. -Cogí el maletín y me metí una tostada en la boca, dándole
un bocado.
-Mmh, eres la mejor. -Salí por la puerta casi corriendo y cogí el coche mientras me comía la tostada con
mermelada que había preparado Camila.
Al llegar a la oficina, Amy me esperaba en la puerta de mi despacho, y todo el mundo comenzó a pedirme
cosas, comentarme proyectos pero simplemente pasé de largo.
-Comentadlo a vuestros directores. -Dije cogiendo la carpeta que tenía Amy en la mano, y con la otra un
café.
-¿Qué tal todo? -La miré mientras bebía de la taza.
-Bien, genial. -Me senté en el escritorio, y ella en
la silla frente a la mía.
-¿Cómo está la pequeña? -Preguntó Amy, y dejé la taza encima de la mesa.
-Mejor que yo seguro. -Reí un poco y ella también. -Es preciosa, Camila dice que se parece a mí pero..
-¿A ti? -Frunció el ceño extrañada, y es que sí que era raro.
-Oh, claro.. -Me pasé una mano por el pelo echándolo a un lado. -Camila tenía un problema y el resumen
de todo es que su óvulo tenía parte del mío y parte del de Camila. -Bebí un poco de café, pasándome la
lengua por el labio.
-Eso es genial. Es decir, no lo de Camila.. -Tenía la sensación de que se seguía poniendo nerviosa conmigo.
Bebí algo de la taza mientras se encendía el ordenador, y miré la foto que tenía ya puesta en la mesa justo
al lado de la pantalla. -¿Puedo verla?
-Sí, claro. -Le di el móvil, porque tenía un álbum de fotos casi literalmente.
-Wow, sí que se parece a Camila, y a ti. -Asentí escribiendo en el ordenador, y ella me dejó el móvil en la
mesa. -Es preciosa.
-Gracias. Su madre me ha dicho que como tarde más de dos horas en volver a casa me pide el divorcio. -
Sonreí devolviéndole la mirada y cerré los ojos.
-¿De verdad? -Asentí.
-Pero aunque llegue tarde, no lo hará.
Y no lo hizo, aunque llegué a las dos horas justo.
Al llegar, Camila estaba sentada en el sofá dándole el pecho a Karla mientras veía la tele y hablaba por
teléfono. No quería interrumpir aquellas pláticas que tenía con su hermana o con su madre, así que me
acerqué y besé su cabeza. Un minuto después había colgado, y me quité la chaqueta para sentarme al lado
de Camila. -¿Todo en orden? -Preguntó ella, bajándose la camiseta y poniéndose a Karla en el hombro con
cuidado. -Todo en orden. -Respondí dándole un beso en los labios, y tenía una sonrisa que..
-Vas a cambiarle el pañal. -Mierda. Y nunca mejor
dicho. -Pero..
-Ni peros ni nada. Arriba, vamos. -Hice un puchero, una mueca pero acabé subiendo con Camila a la
habitación de la pequeña, que estaba tumbada en el cambiador haciendo ruidos con la boca.
-No me gusta esto. -Dije estando delante de la pequeña.
-Ni a mí tampoco y lo tengo que hacer. -Camila estaba a mi lado y parecía que disfrutaba con aquello. -
Quítale el pañal. -Lo hice con cuidado, apretando los ojos con un suspiro. -Cógela de los tobillos, pero con
cuidado. -Cogí a Karla de los tobillos y la miré luego. -Ahora haz que se levante un poco. -Me quedé
parada porque no sabía qué quería decir.
-No sé cómo hacer eso.
-Tira hacia arriba. -Me repitió, y lo hice. -Ahora sácale el pañal, vamos. -Me apresuró, y tantas cosas a la
vez iban a acabar con mi cabeza. Tiré del pañal para sacarlo, y era lo más asqueroso del mundo. -Ahora
límpiala. -La miré parpadeando. -Vamos, Lauren, coge una toallita y límpiala. -Sabía que ella lo estaba
disfrutando, y que para mí aquello era alguna clase de tortura china, tailandesa, algo así. Cogí una toallita y
comencé a limpiar a la pequeña, que no paraba de salivar y echar baba apretando los dedos entre ellos.
-Ahora échale polvos talco.

117
-¿Eso cómo se echa? -Parpadeó un poco mirándome y me dio el tarro.
-Lo agitas, cariño. -Lo agité y salió un montón de polvo, arrugué la nariz y miré a Camila.
-¿Ya? -Asintió. Me indicó cómo ponerle el pañal, poniéndolo debajo y apretándolo alrededor de la
pequeña. -¿No crees que le queda grande el pañal? - Pregunté cogiendo a Karla en brazos, meciéndola un
poco, poniendo una mano en su cabeza para que no se cayese.
-Sí, es que es más pequeña de lo normal. -Camila se acercó a mí y puso las manos en mi cintura, mirando a
Karla. Me manchaba la camisa de babas, comenzando a llorar de la nada y Camila se acercó para darle un
beso en la frente y cogerla en brazos, escuchando cómo paraba de llorar.
-Vale, vale. Quieres más a mamá que a mí, ¿pues sabes qué? Yo también. -La abracé y quedamos con la
pequeña en medio, dándole besos por las mejillas.
***
Tenía a Camila encima de mí durmiendo, y la verdad es que no podía ser mejor aunque bueno, pesaba un
poco pero no me importaba. Se había quedado dormida así mientras hablaba conmigo, y minutos después
yo con ella. Justo en el mejor momento de la noche, la pequeña empezó a llorar y Camila se removió
encima de mí, y abrí los ojos un poco. No paraba de llorar y la morena apoyó las manos en mi pecho para
levantarse mientras se tambaleaba. Prácticamente, Camila lo hacía todo, y aunque yo la ayudaba, no sabía
cómo cambiar pañales y lo tenía que hacer ella, o le daba el pecho o.. Sabía cómo tratar a la pequeña.
-Ya voy yo.. -Le dije tumbándola en la cama.
-Te quiero.. -Y volvió a dormir con esa forma tan particular de darme las gracias.
Caminé por el pasillo intentando que la madera del suelo con crujiese, y entré en la habitación, cuando el
sonido de los llantos de Karla eran más fuertes. La cogí en brazos y la pegué a mi pecho, meciéndola y
dando vueltas por la habitación, pero no paraba de llorar.
-Creo que tienes hambre.. -Dije bostezando, y bajé las escaleras con cuidado hasta llegar a la cocina. Saqué
de la nevera uno de aquellos biberones que Camila tenía preparados para cuando salíamos -de su propia
leche, cosa que a mí me parecía algo raro, pero estaba bien-.
-A ver.. -Susurré metiendo el biberón en el microondas, dándole besos en la mejilla e intentando que se
calmases. -Pero no llores, me haces sufrir.
Saqué el biberón justo a tiempo y lo puse en los labios de la pequeña que comenzó a comer y por fin se
calló, y suspiré. Subí de nuevo a la habitación de Karla con ella y me senté en el sillón, dejando que se
tomase el biberón.
-No me gusta esto.. -Dije cerrando los ojos. Los párpados me pesaban, pero podía sentir cómo me agarraba
los dedos y en ese momento valía la pena levantarse a las tres de la mañana para darle el biberón. Karla se
quedó dormida con el biberón en la boca, pero tuve que hacer eso que hacía Camila de los golpecitos en la
espalda. Y me quedé dormida con Karla en el pecho, en el sillón de su habitación.

Camila's POV
Me levanté de la cama y al no ver a Lauren, supuse
que ya estaba abajo con la pequeña arreglada y lista para irnos. Tras maquillarme, vi por la ventana que el
cielo estaba completamente oscuro y la tormenta azotaba la costa de Los Ángeles.
-Lauren, cariño, déjalo porque no podemos sa.. -Al pasar por la habitación de Karla, me quedé parada.
Lauren estaba dormida en el sillón con la pequeña en su pecho, y ambas dormidas. -..lir. -Terminé la frase
y entré en la habitación sin hacer ruido. Era, la cosa más tierna que había visto nunca. Tenía una mano en la
cabecita de la pequeña para que esta no se cayese de sus brazos, y otra en la parte de abajo, aunque el
biberón se había quedado al lado de ella vacío. -Cariño.. -Susurré en su oído para que se despertarse, y
acaricié su mejilla. Lauren se removió un poco y abrió los ojos.
-¿Qué pasa...? -No pude evitar sonreí, ante la forma tan tierna que tenía Lauren de despertarse con su hija
en brazos, que bostezó abriendo la boquita y soltando un bostezo que más bien parecía un suspiro.
-Que te has quedado dormida, mi amor, y que... No podemos salir a comer con la familia de tu padre. -
Ladeé la cabeza y ella asintió, volviendo a cerrar los ojos apoyando la cabeza en el sillón. -Cariño, a la
cama. -Cogí a Karla y a Lauren de la cintura y me la llevé andando hasta la cama. La tumbé con cuidado y
le eché el edredón por encima, suspirando. Era adorable, y simplemente podía quedarme mirándola durante
el tiempo que fuese necesario. Karla había vuelto a dormirse, así que la dejé al lado de Lauren en la cama. -
Por qué no me sorprende.. –Reí negando al ver cómo la pequeña tenía la misma postura que Lauren hechas
una bolita. Lauren abrió un poco los ojos y puso la mano en la parte de delante del cuerpo de Karla,
pegándola contra ella y volviendo a dormir.

118
El tío de Lauren estaba mandándome mensajes, pero ella estaba dormida, con la tormenta azotando Los
Ángeles de fondo y con nuestra hija entre los brazos. Lauren tenía la mano encima de la pequeña, y las dos
dormían de forma plácida. Decidí mandarle una foto a su tío, para que así al menos se calmaran. La
pequeña tenía las manitas apretadas y Lauren aparecía de fondo, casi abrazando a Karla. Envié la foto y me
quité los tacones que llevaba puesto, el vestido, y me puse un jersey gris de Lauren, de los que usaba para ir
al gimnasio en invierno que a mí me quedaba como un vestido. Me tumbé al lado de las dos, e
instantáneamente, Karla movió la cabeza hacia mi lado con la boca abierta buscando mi pecho.
-Esto es increíble.. -Musité, cogiendo a Karla y subiéndome la sudadera, comenzando a darle el pecho.
Lauren rodó por la cama y apoyó su cabeza en mi regazo abrazándose a mis piernas, y juro que entonces sí
que estaba feliz, y agradecía a aquél día de lluvia casi torrencial que nos dejara sin salir de casa. No
necesitaba calefacción porque tenía a Lauren al lado, que era un pequeño hornillo encendido las
veinticuatro horas del día, en todos los sentidos. Pasé un dedo por la mejilla de Karla, haciéndola sonreír
mientras succionaba mi pecho. -Eres igual que tu madre, esto es increíble. -Lauren también sonreía y se
abrazaba a mí, negando.
Tras terminar de darle el pecho, puse a Karla de nuevo entre los brazos de Lauren. Aunque decía que no,
tenía un instinto protector increíble, porque a pesar de no estar cogiéndola, puso un brazo delante de la
pequeña para que no se cayese de la cama a pesar de que estaba yo. Pasé los dedos por la mejilla de Lauren
y también sonreía, de una forma adorable, al igual que su hija.
-¿Tú también quieres que mami se levante? -Karla tenía mi dedo agarrado con las dos manos y abría la
boca para reírse, moviendo los dedos y las piernas. Era demasiado pequeña, tanto, que si la metíamos en
medio de la cama se nos perdía.
-No, mami no se levanta.. -Se dio la vuelta y solté una risa, dejando que la pobre durmiese. Cogí a Karla y
la puse sobre mi abdomen boca abajo, tapadas ambas por el edredón e intenté dormir también. Era
demasiado temprano como para salir. Las seis de la mañana, y cinco horas de avión para llegar a Miami a
comer con la familia de Lauren, más una niña de apenas un mes y medio, simplemente, no.
Era extraña esa sensación de tener a la pequeña en mi vientre, pero ahora, fuera. Era extraña esa sensación que
tenía con Karla, era mi hija. Sabía que yo era la que le daba el pecho, a pesar de que no veía, simplemente me
olía. Y ella era una parte de mí y de Lauren, era nuestra. Después de todo, aquella niña era como un regalo para
las dos. Después de que Lauren casi no pudiese dormir por las noches, después de casi morir, después de que yo
no pudiese tener hijos, teníamos una hija, y era preciosa. Y tenía demasiada suerte de tener a Lauren, le dije
una vez que probablemente una mujer enferma como yo con su marido, no habría podido tener hijos
porque no hay muchas mujeres que se presten a donar óvulos de esa manera. Yo tenía a mi mujer, que no
tenía intenciones de tener hijos, y que al final, acabó siendo madre biológica de una pequeña sin dudar un
momento en si quería o no. Y estábamos allí, en la cama, siendo felices sin hacer absolutamente nada,
¿cuánta gente puede decir eso? ¿Cuánta gente puede decir que sólo con dormir con su familia es
plenamente feliz? Yo, yo podía. Y podía ver reflejado en los ojos de Lauren, cómo me quería, y la forma en
la que me quería. Y cómo en mitad de la noche, si me separaba un poco, buscaba mi cuerpo a tientas y
volvía a abrazarme. Se levantaba por las noches sin decirme nada a darle en biberón, en parte, porque se
sentía culpable por no haber sufrido conmigo el parto. Era algo extraño, sí, pero Lauren lo sentía. Le dije
que no podíamos sufrirlo las dos, y que yo lo quise así, pero al final era más cabezota que yo. Ella era la
madre de mi hija y, creo que al final, no podía tener una madre mejor.
Aquellos pensamientos me hicieron llorar, y suponía que eran las hormonas que aún seguían revoloteando
por ahí, cosa que era normal. Pero lloraría en cualquier otra situación sintiendo cosas como esa.
Karla acabó entre Lauren y yo, y las tres acabamos dormidas.

119
***
Sentí unos ruiditos familiares a lo lejos, esa sensación de escuchar mientras duermes pero no darte cuenta
hasta unos segundos bastantes largos después.

Pues eso me pasaba a mí. Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue la cara de mi hija Karla que me
miraba sonriendo, y Lauren por detrás mirándome a la vez.
-Buenos días mami. -Dijo Lauren, y se inclinó para besar mis labios. -¿Has dormido bien? -Lauren puso la
cara al lado de la cabeza de Karla. -Dile, 'buenoh díah mami'. -Dijo en perfecto español, con ese acento
cubano que se comía las eses y tan sexy era.
-Buenos días, princesa. -Dije acariciando una mejilla de Karla, que se sostenía con la barriguita, y miré a
Lauren dándole un beso en los labios. -Buenos días, Lauren. -Sonreí tras ese beso, acariciando su mejilla. -
Te hicimos el desayuno, ¿verdad Karla? -Abrí los labios porque jamás me había hecho el desayuno. Señaló
la bandeja. -Mira, son tostadas con aguacate, fruta, tiras de pavo y... -Señaló el revuelto que había en el
plato. -¿Revuelto de claras de huevo? No sé. Me lo ha ido diciendo todo Sofi.
-¿Has llamado a mi hermana un sábado a esta hora sólo para que te dijese cómo hacerme el desayuno? -
Asintió lentamente mirándome, sin entender.
-Sí, por Skype, aún estaba en la cama pero.. -La besé de nuevo cerrando los ojos, suspirando.
-Te juro que si algún día digo eso de 'no sé por qué me casé contigo' recuérdame esto. -Me levanté y
Lauren se puso tumbada en la cama mirando a la pequeña, que movía los brazos y los dedos.
-Me quieres muchísimo como para decir esa frase alguna vez. -Dijo, cogiendo las manitas de la pequeña y
les dio un beso, mientras yo comía. Le acerqué una tostada y le dio un mordisco, sin apartar la mirada de su
hija. -Es la verdad. -Dije casi resignada.
-¿Cómo te gusta más tu madre, por la mañana o por la noche? -Le preguntó a la pequeña. Llevaba puesto
un pijama de Monstruos S.A, de color azul que la hacía ver diminuta y adorable. -Sí, yo también pienso que
cuando sea me gusta igual. -Se quedó en silencio mirando a Karla, mientras yo desayunaba acariciándole el
pelo a Lauren con la espalda apoyada en el cabecero de la cama. -Es prácticamente igual que tú. Es decir, le
falta tu lunar en la pierna y diría que te han reducido de tamaño.
-Sí, eso es porque no la has visto dormir. -Dije riendo, y ella levantó la cabeza para mirarme con una risa. -
Le estaba dando el pecho y ha sonreído. ¡Dándole el pecho Lauren! -Dije riendo, y Lauren se partía de la
risa. -Tú sonríes cuando tienes mi pecho en la boca.
-Ya lo sé, tus tetas es nuestra dieta, Camilita. -Apartó la bandeja del desayuno y se puso encima de mí,
besándome suavemente. -Y ahora son grandes y no puedo probarlas, no es justo.
-Cállate. - La aparté de encima de mí y cogí a Karla, tumbándola en mi abdomen viendo cómo llovía a
mares por la ventana.
-¿Sabes qué? Me gustaría llevar a toda la familia a Cuba.
-Yo no sé si mis padres se pueden permitir ir a Cuba, además, ahora con eso de la baja maternal cobro la
mitad.. -Fruncí el ceño acariciando la espalda de la pequeña que se chupaba el puño en mi pecho. -Primero,
pagaría yo todo el viaje. Segundo, mi dinero es nuestro. Tercero, con nuestro dinero hacemos lo que
queremos. -Me dio un beso en la mejilla pero, aún me costaba aceptar aquello.
-Pero... ¿Seguro que te lo puedes permitir? -Lauren se rio, y ya, ya sé que sonaba
absurdo. -Tengo un patrimonio de 80.000 millones de dólares. Y crece cada día.
-Ya lo sé, sé que soy idiota pero.. Es que, ya sabes, te veo aquí, te veo como Lauren, como mi mujer, la
madre de mi hija, no veo que tengas todo ese dinero.
-Eres increíble. -Negaba Lauren mirándome con una
sonrisa. -¿Qué pasa?
-Que van a pasar los años y vas a seguir siendo la Camila que no quería comprarse el vestido de novia
porque le parecía muy caro, aunque esos miles de dólares son calderilla para mí.
-¿Y eso te gusta
o...? -Me encanta.

120
Capítulo 29

Lauren's POV
Habíamos decidido ir a Cuba, por fin, aunque había costado un poco cuadrar los horarios de todos, aunque
del mío no porque directamente dejé el trabajo. Habían pasado ya dos meses desde que Karla nació, y no
podía estar más preciosa, al igual que Camila, que estaba recuperando su forma de antes del embarazo,
aunque incluso ahora le daba miedo ponerse delante de mí desnuda y corría por el pasillo con una toalla en
el pecho.
-¿Dónde vas corriendo así? -Le pregunté con Karla en brazos, que chupaba mi mano y la llenaba de todas
las babas que corría.
-Olvidé el bikini. -Me dijo mirándome, y fruncí el ceño riendo.
-¿Y por qué vas en toalla? -Me señaló con el dedo entrecerrando los ojos.
-Cállate. No quiero que me veas así. -Me dijo negando. Lo único que Camila tenía era la barriga un poco
más abultada, es que, no era nada de lo que avergonzarse.
-Exageras, lo sabes, ¿verdad? -Pregunté levantándome de la cama con Karla, dándole un beso en la frente
con cuidado.
-No exagero. -Camila volvió al baño y yo puse a Karla en la sillita. Tenía sólo dos meses, pero ya
comenzaba a jugar conmigo, a reírse, a pesar de lo pequeña que era aún.
-Mami exagera muchísimo. -Dije asomándome a la silla, y la pequeña movía las piernas soltando una
carcajada al verme. -¿A que tú también lo piensas? -Le acaricié la tripa un poco, que hizo que apretase los
puños y me mirase sonriendo con la boca abierta.
Camila salió del baño con un vestido blanco, y se puso las gafas en la cabeza cogiendo el
bolso. -Vamos, nos esperan en la piscina. -Estiró la mano hacia mí y cogí la sillita de Karla
después de abrocharle los agarres para que no se cayese, y salimos de la habitación hacia la
piscina del hotel.
Quizás a nadie le gusten las vacaciones en familia, pero a mí que me gustaban, sobre todo por el hecho de
que eran las primeras vacaciones con mi familia. Con Camila y la pequeña.
Camila al llegar a la piscina, puso el bolso justo donde estábamos todos.
-En serio, Lauren, ¿cómo te puedes permitir esto? -Me preguntó Sofi tumbándose en la cama balinesa. Las
hamacas eran demasiado 'cutres' para un hotel así.
-Mmh.. -Me quedé pensativa porque, la respuesta parecía que nunca se la aprendería.
-Cariño, el hotel es suyo. -Dijo Camila riendo, y puse la sillita encima de la cama, desabrochando a la
pequeña que me daba golpecitos en las manos.
-Ya va, ya va. -Dije como si pudiese entenderme, y la cogí en brazos aunque empezó a llorar hasta que la
cogió Camila, dándole un beso en la cabeza.
-Tiene los ojos de Lauren. -Dijo Taylor pasando por detrás, y me eché a reír un poco. A decir verdad, en
eso era igual que yo.
-Genes Jauregui. - Dije, exceptuando que en todo lo demás, era Camila. Ella la sostenía en brazos y la
pequeña se erguía mirando a su madre, que le sacaba la lengua provocando sus carcajadas. No se podía
mantener erguida, así que se tambaleaba un poco, aunque la mano de Camila la estabilizaba. Hacía
pequeños ruidos con la boca y Camila terminó por abrazarla, dándole besos en la mejilla.
-Oye, Camila, si quieres puedo cuidar yo de ella mientras os bañáis. - Dijo Sofi dejando la revista que
estaba leyendo a un lado. Mi hermano tenía un brazo pasado por su cintura y estaba medio dormido.
-Voto por ello. -Alcé la mano y Camila giró la cabeza para mirarme, achicando los ojos. -Vale, lo que
Camila diga. -Asentí.
Al final, terminó por dejar a Karla en los brazos de Sofi y mi hermano se levantó, aunque no dejó de estar
adormilado para mirar a su sobrina.

Entré en el agua de cabeza, nadando unos metros hasta acabar no muy lejos del borde donde estaba sentada
Camila. La piscina incluía cascada además, en una pared de piedra que era genial.
-Ven conmigo, Camz. -Me acerqué a ella y negó. Tenía los brazos cruzados en el vientre, y los retiré un
poco. -Ven. -Dije de nuevo consiguiendo que ella se metiese en la piscina. Sus brazos rodearon mi cuello, y
le di un beso tan tierno que incluso yo me sorprendí de ello.
-Bonito hotel tienes. -Me dijo con una sonrisa, sujetando sus piernas para que me rodeasen la cintura.
-Me lo dicen mucho. ¿Estudias o trabajas? -Ella soltó una pequeña risa en mis labios antes de besarme
lentamente, poniendo las manos en mi cuello.

121
-Mmh.. Soy mamá a tiempo completo. ¿Qué te parece? -Nuestros labios se volvieron a unir, y la besé de
una forma tan suave que hasta me daba reparo tocar su lengua con la mía, hasta que me separé.
-Me parece que eres una madre a la que me tiraría. -Camila soltó una risa frunciendo el ceño
luego. -¿De verdad? -Asentí, dándole besos por el cuello suavemente. –No sé yo..
-Yo sí lo sé. -La besé algo más lento, encontrando su lengua de paso, y ella me respondía a la misma
velocidad. Crucé la cascada con ella, que aprovechó para echarse el pelo hacia atrás, y como nadie nos
veía, la pegué contra la pared de la piscina. Camila pasó las manos por mi pelo para peinarlo un poco, y
sonreí, porque sus ojos se clavaban en los míos de la misma forma en que yo la miraba. -Eres preciosa.
-No lo soy. -Dijo ella negando, y escondió la cabeza en mi cuello. -Ya no.
-¿Cómo que ya no? -Susurré dándole besos en la comisura de los labios, mordiendo este suavemente. -Te
echo de menos.
-Estoy aquí. -Ella frunció el ceño y sus dedos acariciaban el tatuaje de mi nuca suavemente, antes de darme
un nuevo beso en los labios.
-No, de 'esa' forma. -La miré y ella soltó una pequeña risa, sin apartar las manos de mí. -Y más ahora que
tus pechos son el tripe y.. -Los miré, agachando la cabeza para apoyar esta en su pecho y le di suaves besos
aguantándome las ganas de morderla.
-Pensaba que ya no querías. -Levanté la cabeza de golpe.
-Que no sea un tío y no tenga erecciones al verte no significa que no me pongas. Porque, lo haces y sufro.
Y no quería presionarte porque sé que me dijiste que llevaba un tiempo pero te juro que me muero. -Apreté
las manos en la pared, y me pegué un poco a ella, que rodeó mi cuello de nuevo para besarme de forma más
profunda y húmeda. A la vez que su lengua, notaba el sabor del cloro mezclarse con su saliva, y me separé
de ella antes de que fuese a más.
-No puedo. -Ella soltó un suspiro y agachó la cabeza, con un deje de tristeza. -No, no es por tu físico. Es
porque llevo siete meses a pan y agua y voy a acabar fatal aquí.
-Lo siento.. -Arrugó la nariz acariciando mi nuca. -Pero si no querías tener sexo conmigo embarazada, no
es mi culpa.
-Era como tener sexo delante de Karla, era.. Raro. -Sacudí la cabeza cerrando los ojos y ella soltó una
carcajada, cogiéndome de la mano. -Creo que me voy a salir un rato del agua. Soy un garbanzo. -Dije
mirándome los dedos arrugados.

Salí del agua y Camila se quedó con Taylor hablando, pero yo me enrollé una toalla sentándome en la cama
que teníamos para nosotras. Chris tenía a Karla en brazos, y los dos estaban embobados con la pequeña,
que no paraba de reírse con sus tíos.
-¿Cómo estás? -Connor me hablaba desde la cama de al lado y levanté la cabeza. Aquella pregunta me pilló
por sorpresa mientras miraba el móvil.
-Bien, gracias. -Respondí de forma educada. -¿Y usted? -Pregunté, era bastante más mayor que yo, así que,
un gesto de cortesía nunca venía mal.
-Bien, gracias por el viaje, por cierto. -Agradeció, y sonreí encogiéndome de
hombros. -No hay de qué. -Bajé la mirada hacia el móvil.
-¿Cómo te va con Camila? -Suspiré levantando la mirada hacia el hombre, encogiéndome de hombros. -
Bien.
-¿Sólo bien? Acabáis de tener una hija. -Reí un poco y me recogí el pelo en una coleta.
-Bueno, Camila está un poco así así con su físico y no quiero que se sienta así. Pero tampoco sé cómo
hacerla sentir mejor por mucho que le digo. -Confesé recostando la espalda en las almohadas, observando a
Camila hablar con mi hermana en el agua y reír con ella.
-Quizás debas demostrárselo. -Cogí un vaso de la mesa que teníamos al lado y le di un sorbo al cóctel, San
Francisco.
-¿Mmh? -Fruncí un poco el ceño escuchando al hombre. -Siempre le digo lo guapa que es y lo guapa que
me parece.
-Quizás esto te va a sonar raro, porque soy el novio de tu madre y casi no nos conocemos pero.. ¿Le has
dicho algo raro, o que le pudiese sentar mal mientras teníais sexo o la has visto desnuda? -Casi me ahogo
tragando por la pajita y negué, limpiándome el labio con una mano.
-No hemos tenido sexo en cinco meses, y no.. -Negué removiendo el hielo, dándole otro sorbo.
-Pues ahí lo tienes. -Me relamí los labios un poco masticando el hielo.

122
-Ya pero.. Tenemos a Karla ahora, y por la noche llora. - Fruncí el ceño suspirando, cerrando los ojos
luego. -¿Quién dice que tiene que ser de noche? -Connor cogió un vaso de la mesa dándole un sorbo.
-De día también la tenemos que cuidar. -No es que no me gustase mi hija, claro que me gustaba, y adoraba
cuidar de ella y que me sonriese como regalo.
-Si quieres puedes dejárnosla a tu madre y a mí. -Lo miré un momento. No me hacía gracia que Connor
intentase sustituir a mi padre, ninguna. Él no era su abuelo, ni era mi padre. Era simplemente el novio de
mi madre. Pero, a pesar de aquello, debía dejar que aquél hombre estuviese con mi hija, aunque fuese poco
tiempo.
-La que decide aquí es Camila. –Me encogí de hombros y el señor se rio. -De verdad, no es broma.. -Bebí
un poco del cóctel y cuando giré la mirada Camila salía del agua enrollándose una toalla a la altura del
pecho, acercándose a ver a Karla en los brazos de Chris. -Camz, ven.
Ella se dio la vuelta, y, tras dar el visto bueno a la proposición de Connor, solté un pequeño suspiro. Puse
las manos en su cintura aun estando sentada en la cama, y no podía dejar de mirarla.
-Camz, ¿vamos a comer? -Dije sintiendo sus manos posarse en mis mejillas, y ella ladeó la cabeza con el
ceño fruncido.
-¿Ahora? Es temprano aún. -Apreté los labios para no reírme y mis dedos se hundieron un poco en su
trasero, pegándola a mí.
-Camz.. Vamos a comer. -Me levanté acercándome a su oído, dejando varios besos en su oreja. -Camila,
Karla está con Sofi, y Connor se ha ofrecido a cuidarla así que.. - Me separé un poco para mirar su
reacción. -Sí, creo que tengo algo de hambre. -Dijo Camila apartándose de mí.
Le dijo a Connor todo lo que tenía que hacer mientras la cuidaba, más o menos, diez minutos de charla. No
sé cómo llegamos a la habitación, pero Camila iba casi colgada a mi cuello, y mis manos fueron a su
trasero cuando entramos en la habitación, pero ella negó separándose de mí.
-¿Sabes? -Tiró de mi mano hacia el cuarto, saliendo del salón de la suite. -Me parece que tú te mereces esto
más que yo. -Me empujó para que me sentase en la cama y observé cómo Camila se soltaba la gomilla que
llevaba puesta en el pelo, dejando que cayese ondulado sobre sus hombros.
-Tengo miedo de lo que vayas a hacer. -Dije apoyando las manos a cada lado de la cama. Se sacó el vestido
por la cabeza y quedó en bikini delante de mí.
-Relájate. -Me dijo inclinándome para directamente meterme la lengua en la boca y no sé qué más porque
estaba igual de húmeda que aquél beso.
Se separó de mí, y sus manos fuero a su espalda para desabrochar el bikini tirando del lazo, y ahí sí que
quería morirme. Me daban igual las glándulas de no sé qué inflamadas, a la mierda, Camila tenía las tetas
grandes y duras y yo estaba literalmente entre ellas. Tiré de sus piernas para pegarla a la cama y comencé a
besar entre sus pechos. Tenía una mano en su trasero, que apreté fuertemente, y otra puesta en uno de sus
pechos, amasándolo lentamente.
-Ten cuidado.. -Susurró en bajo, aunque mis dientes se arrastraron por sus pechos hasta el pezón, que atrapé
entre mis labios varias veces, jugando con este en mi boca con la lengua, que lo movía de forma rápida. No
sabía aquello de la sensibilidad en los pechos de las mujeres con lactancia, pero Camila estaba
retorciéndose entre mis brazos. Mi mano acarició su sexo por encima, presionándolo un poco con los dedos
pero se separó.
Camila se agachó delante de mí y me quitó el pantalón corto junto con la parte inferior del bikini y me miró
a los ojos con una sonrisa.
-¿Qué quieres que haga? -Su pregunta me desarmaba, y negué con los ojos cerrados.
-No juegues, no ahora.. -Me quejé sintiendo sus besos en mis muslos. -Si haces eso mucho tiempo puede
que termine muy pronto, Camila.
Noté su boca, y sus dedos, y ni siquiera necesitó lubricación previa porque, era demasiado obvio, que con
cualquier roce yo me moría por dentro.
-Oh dios, no hagas eso.. -Susurré con los ojos cerrados y una mano en la cabeza de Camila, apretándola un
poco y sujetándole el pelo a la vez.
-¿Quieres que pare? -Preguntó separándose de mí, pasándose una lengua por el labio.

123
-Sh, no, sigue.. -Dije jadeante, presionando su cabeza para que volviese entre mis piernas y dejase de decir
eso. Había echado tanto de menos el modo en que Camila hacía esas cosas con la lengua, y en que sus
dedos se movían en mi interior, no podía parar de gemir, ni de apretar el borde de la cama observando la
imagen de Camila entre mis piernas moviendo la cabeza, y sólo eso me provocaba gemidos. Su lengua iba
cada vez más rápido, a la vez que sus dedos, y y sentía que después de todo aquél tiempo estaba a punto de
colapsar.
-Camz.. - Susurré entre gemidos como podía, apretando la mano en su pelo suavemente, pero Camila no
paraba, y yo comenzaba a gemir aún más fuerte, sintiendo mi cuerpo entero tensarse al llegar al orgasmo.
Camila seguía entre mis piernas, succionando un poco más hasta que se levantó de entre mis piernas.
-¿Te ha gustado? - Me eché a reír aun recuperando la respiración, incorporándome un poco para mirarla.
Cogí a Camila en brazos y la tumbé en la cama, dándole besos lentos y húmedos, que duraban varios
segundos.
-Pregunta tonta. -Susurré bajando los besos por su cuello. Sentí la mano de Camila en mi cuello, y su
respiración de agitó un poco a medida que bajaba los besos.
-Lauren.. -Me llamó, y levanté la cabeza para observarla. Tragó algo de saliva, y puso una mano en mi
brazo. -Hazlo con cuidado. -Pensé que era una estupidez, yo siempre tenía cuidado al hacerlo. Mi mano
bajó entre sus piernas lentamente, y justo cuando me iba a introducir en ella, me di cuenta de que mis dedos
casi no pasaban de su entrada. La miré a los ojos y los tenía apretados y en ese momento los saqué. Ni
siquiera dije nada, porque Camila iba a hacer el amor hoy a toda cosa.
Me coloqué entre sus piernas, y me di cuenta, de que aquello de que jugase con sus pechos le gustaba, así
que, me deleité un poco con ellos como solución al 'problema'. Que para nada lo era, porque sinceramente,
aquella mañana esos pechos eran lo mejor que me había pasado. Mi lengua jugaba con ellos, y Camila
jadeaba. Los movía de un lado a otro con la lengua, y mi mano acariciaba su clítoris lentamente con dos
dedos por encima del bikini. Bajé los besos por su abdomen, húmedos, dejando uno debajo de su ombligo.
Al estar entre sus piernas, comencé a dar suaves besos por su ingle, hasta llegar a su sexo. Lo besé como si
fuese su boca, y Camila llevó una mano a mi pelo para pegarme a ella. Mi lengua se movía haciendo
círculos lentamente, y la miré desde abajo. Se estaba desesperando hasta el punto de subir una pierna a mi
hombro y levantar las caderas para buscar algo más, y se lo di. Mi lengua comenzó a ir más fuerte, más
rápido, con movimientos precisos que estaban haciendo que Camila gimiese y apretase las manos en la
almohada. Con un dedo acaricié su entrada suavemente, sin dejar de mover la lengua para que el placer no
cesase, y mi dedo se paró. Camila iba a llegar al orgasmo en nada, e introduje el dedo lentamente. Su
respiración estaba alterada, sus pechos subían y bajaban, y mi lengua no se frenaba, mientras que mi dedo
entraba y salía muy muy lentamente, escuchando el agradable sonido de los gemidos de Camila al llegar al
orgasmo.
Me incorporé rápido aún encima de Camila, quitándole el pelo de la frente y busqué su mirada, hasta que
abrió los ojos y la encontré.
-¿Estás bien? -Puse una mano en su mejilla, bastante preocupada.
-Sí, sí. Estoy genial. -Sonrió un poco, y besé su frente con los ojos
cerrados. -¿Por qué no me dijiste nada?
-¿Nada de qué?
-Estás.. Es decir.. Parece que eres virgen de nuevo. -Su interior estaba tan apretado que apenas cabía uno de
mis dedos.
-Sí, ehm.. No quería decepcionarte. -Puso las manos en mis mejillas y me miró de una manera que me
rompía el alma.
-No me decepcionas. -Susurré en bajo, apoyando la frente sobre la de ella. -¿Te ha dolido? -
No, no me ha dolido. -Negó, abrazándose a mí, y mis manos se enlazaron con las de ella.
-Quiero que entiendas que, si te hiciera daño, o no puedes o lo que sea, Camila, sólo dímelo. -Ella asintió, y
se quedó mirándome a los ojos con una sonrisa.
-Si le quitaste la virginidad alguna vez a alguna chica, no me quiero ni imaginar la suerte que tuvieron. -
Besé su mano y reí un poco ante aquél comentario.
-Unas cuantas. -Me dio un golpe en el hombro y me reí, poniendo una mano en su cintura. -Y por si te lo
preguntas.. -Puse una mano en su abdomen mirándola con una sonrisa. -Sí, me encanta tu físico. Pesas
cinco kilos de más, no treinta, Camila.
-Pero.. -Pegué mis labios a los suyos aplicando algo de presión, y sentí cómo la yema de sus dedos
acariciaba mi espalda. -Vale..

124
Capítulo 30

Lauren's POV
La saliva de bebé me manchaba la cara, y podía sentir las manitas de Karla en mi pecho riendo al verme. -
Oh dios mío.. -Abrí los ojos y vi los ojos verdes de la pequeña frente a mí, con la barbilla manchada de
babas.
-Sí, ajá, así se despierta a mamá. -La voz de Camila sonaba por detrás, sujetando a la pequeña por los
costados. Karla me cogió del labio con su manita, y apreté los ojos porque lo movía y estaba segura de que
quería arrancarlo. Hacía ruidos con la boca y sonreía, mirándome.
Estábamos en una de aquellas camas balinesas de la piscina, y me había quedado dormida.
-¿Me das un beso? - La pequeña no cerraba la boca porque no paraba de reírse, y le di unos cuantos besos
por toda la cara, y al notar mis labios abrió más la boca, soltando un pequeño grito.
-Quería que te despertases para jugar. -Dijo Camila, soltando a la pequeña porque la tenía rodeada con un
brazo. -¿Has dormido bien? -Solté una risa antes de responder a sus besos en los labios, asintiendo.
-Dios mío.. Me he quedado dormida en la playa. -Karla no dejaba de pasar la boca por mi cara y llenarla de
babas. -Y tú tienes la culpa. -Miré a la pequeña que se sostenía incorporada gracias a su barriguita, cerca de
mi cara.
-Te pareces a mi padre quedándote dormida en la playa. -Entreabrí los labios y terminé por reírme,
negando. -Vamos al agua, por fi. -Me dijo, y cogí a Karla en brazos alzándola, que se reía por cada cosa
que yo hacía.
-No.. -Negué dejando a Karla en mi abdomen, sujetándola con una mano y
miré a Camila. Ella frunció el ceño y cogió a la pequeña en brazos.
-Vamos, pequeña, vas a darte tu primer baño. -Salté de la cama y puse los pies en la arena, andando tras
Camila.
-Eh, espérame, yo también quiero. -Ella me lanzó una mirada, meciendo a Karla que la miraba embobada
en brazos.
-Por tu hija sí pero por mí no, ¿no? -Entreabrí los labios y negué, abrazándola por la espalda y apoyé la
cabeza en su hombro cuando se paró en la orilla.
-Mi amor, sabes que te quiero.. -Le di un beso en el cuello suave, y me quedé mirándola con un puchero. -
Si me quieres.. -Se dio la vuelta y me puso a Karla en brazos con cuidado, y yo la cogí. -Ahora vengo. -Me
quedé con Karla en brazos que tiraba de la cuerda del bikini, pero tuve que quitarle la mano con cuidado
dándole un besito en los nudillos, porque su manita se había enrollado en mi dedo.
-Tu madre me tiene dominada. -Suspiré mirando a la pequeña que echaba baba por la boca.
-¿Qué yo te tengo qué? -La voz de Camila hizo que levantase la cabeza y negué viéndola aparecer con una
pequeña barquita en las manos.
-Nada, nada mi amor. Enamorada. No sé qué tipo de cosa habrás escuchado. -Sonreí un poco y ella frunció
el ceño, cogiendo de nuevo a Karla mientras que yo me quedé con la barca en la mano. -Deberías hacerte
un chequeo auditivo.
-No me vaciles más porque duermes en una hamaca de la piscina. -Dijo ella y asentí abrazándola mientras
entrábamos en el agua.
-Vale, perdóname, te quiero. -Susurré bajito, dándole un beso en la mejilla provocando que sonriese.
Camila metió un poco a Karla en el agua, pero esta empezó a hacer pucheros y Camila negó.
-Ah ah, no te gusta, ¿verdad? -Le dio un besito en la mejilla y salió del agua de nuevo. Camila puso a la
pequeña tumbada en la barquita, y pasó las manos con agua por la barriguita de la pequeña.
-Podría quedarme viendo esto toda mi vida. -Susurré dándole un beso en la cabeza a Camila, soltando un
pequeño suspiro.
-Lo volverás a ver. -Dijo ella, sin quitar las manos de la pequeña y mirándome a
mí. -¿Cuándo?

125
-Pues cuando tengamos a nuestro siguiente hijo. -Me quedé tan en silencio que incluso cerré los ojos.
-¿Nuestro qué? -Negué mirando a Camila, que se rio dándome un beso en los labios.
-Nuestro siguiente hijo.
-Creía que con el embarazo y el parto ya no querrías más.. -Dije agachándome para mirar a Karla, que
volvía a tirar de mi labio con las manos.
-Lo sé pero.. ¿Cómo te sentiste la primera vez que la viste? -Me preguntó mientras miraba a la pequeña,
que estiraba los brazos hacia mi cara y apretaba mis mejillas.
-No sé expresarme. Lloré. -Me encogí de hombros, porque aquella sensación era simplemente
indescriptible.
-Pues así me sentí yo también. -Me quedé mirándola casi embobada porque, dios, era Camila. -Y todo
aquél sufrimiento valió la pena, ¿sabes? -Rio un poco y asentí.
-Dios, me habría encantado tenerte como madre. -Dije, sin darme cuenta de que justo al lado Sinu, mi
madre, Taylor y Sofi hablaban.
-¿Cómo, Lauren Michelle? Cuando salga te voy a dar de chancletazos..-Parpadeé mirando a mi madre, e
instantáneamente la señalé.
-¿Te extraña que diga eso? -Cogí en brazos a Karla un momento y la pegué a mi pecho, aunque sentí algo
caliente en el pecho. -¿Qué cojones..? -La separé de mi pecho y tenía todo manchado de blanco, y olía
fatal. -Te ha vomitado encima. -Camila se reía tanto que le costaba sostener a la niña y limpiarle la boca,
mientras yo metí la cabeza debajo del agua, frotándome el pecho con la mano.
Cuando salí, Karla se estaba quedando dormida en los brazos de Camila.
-Deberíamos subir a la habitación.
Y así fue. Karla dormía en su cuarto, y yo simplemente me eché en la cama bostezando, estirando los
brazos hacia Camila para que se tumbase encima de mí después de una ducha.
-No quiero decepcionarte. -Susurró ella, y yo fruncí el ceño, enlazando mi mano con la de
ella. -¿Qué dices? -Pregunté separándome un poco, poniendo la mano en su mejilla.
-No quiero que pierdas el interés en mí con esto de la niña. -Negué y me tumbé mirando al techo,
provocando que Camila quedase encima de mí.
-¿Perder el interés en ti? -Solté una risa, negando. Pasé las manos por su espalda suavemente, dejando
suaves besos en los labios de Camila. -Eres una milf. -Camila se separó de mis labios frunciendo el ceño. -
¿Milf?
-Una madre que me follaría. -Dije asintiendo, y ella soltó una carcajada quedándose con la boca abierta. -
Es verdad.
-¿Tienes el libido por las nubes o me lo estoy imaginando? -Ella soltó una risa y
negué. -Te lo imaginas..

***
Tras 6 meses, Karla ya gateaba. Y al pobre Jack lo tenía castigado, no hacía más que huir pegado a la pared
para que la pequeña no lo cogiese. Estaba preciosa, con el pelo castaño y los ojos tan verdes como los
míos. Teníamos el espacio entre el televisor y el salón despejado con todos sus juguetes, y acotado por
unas barreras de plástico para que no pudiese salirse de ahí.
Me quedé observando a Karla desde detrás del sofá, y se entretenía mordiendo un pequeño llavero de goma
de juguete.
-Dios mío, crece muy rápido. No quiero que crezca. -Dije negando, y Camila me abrazó por la espalda,
dejando un beso en mi hombro.
-¿Sabes? Creía que nunca diría esto.. Pero echo de menos tu traje de ejecutiva, que vuelvas por la tarde y.. -
Se encogió de hombros acariciando mi espalda.
-¿Te molesto y por eso quieres que vuelva al trabajo? -Pregunté frunciendo el ceño, pasando un brazo por
su cintura y la pegué contra mí.
-No, que me pones con traje, a ver si así lo entiendes mejor.
-Tatataaaaaaaaaaa. Aaah. -Karla golpeaba el sofá, queriendo ponerse de pie, pero se caía de culo al suelo al
intentarlo.
-Vale, creo que estas conversaciones es mejor tenerlas en la cama, cariño. -Me dijo ella, dándome un par de
golpecitos en el pecho.
-Sí, porque calentarnos con nuestra hija al lado no es lo más conveniente. -Respondí separándome, y cogí a
Jack en brazos que intentaba ladrar, pero el pobre ni siquiera sabía. Lo metí dentro del cerco de Karla, y
ella gateó hacia él, que se tumbaba al oler a la pequeña.

126
Karla le pasó la manita por la cabeza, de forma suave, y comenzaba a reírse porque le hacía gracia el perro.
-Ta -Y soltaba carcajadas. -Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
-Es graciosa. -Me reí de mi propia hija, girándome hacia Camila que bajaba por las escaleras.
-Oye, ¿qué es eso de que Sofi ya ha terminado la carrera? -Fruncí el ceño y me senté en el sofá junto a ella,
estando pendiente de que Karla no le tirase de las orejas al perro, cosa frecuente.
-La ha terminado. -Camila sonrió asintiendo y se cruzó de piernas, mirándome con una sonrisa. -Y con
buena nota, además.
-¿La dejarás trabajar contigo? -Camila asintió con una sonrisa, encendiendo la tele.
-Te diría que primero tengo que ver cómo trabaja, pero ha estado dos años trabajando conmigo sin cobrar
nada así que..
-Camila, la esclavitud acabó hace mucho tiempo. Lincoln se estará removiendo en su tumba. -Dije
agachándome para coger a Karla, que se reía al notar mis manos. -Eres la niña más feliz del mundo. -Idiota.
Además, yo no soy la que le paga. Soy la que despide. -Alzó un dedo y fruncí el ceño con una risa.
-¿Cuántos años tiene ya? La conocí siendo una niña de 19. Bueno, pero al poco cumplió 20. -Eché a reír,
dándole un beso en la mejilla a la pequeña.
-Veintitrés, para veinticuatro en un mes. -Entreabrí los brazos y Karla me daba golpecitos con las palmas
de las manos en la cara, quedándose de pie en mi regazo.
-Vaya, soy muy vieja, princesa. -Le di besitos en las mejillas riendo, y fruncí el ceño al escuchar la puerta.
Con Karla en brazos, me dirigí hacia la puerta principal y abrí. Allí estaban Sofi y Chris, y Karla
instantáneamente estiró su cuerpo hacia el de su tía Sofi, que la cogió en brazos antes de saludar.
-¿¡Sofi!? -Dijo Camila riendo, y se levantó del sofá y me quedé mirando a mi hermano con el ceño
fruncido.
-¿Qué haces tú aquí? -Le dije poniéndome las manos en la cintura.
-Yo también te quiero, idiota. -Me dio un manotazo en la cara y parecía que seguíamos teniendo 16 y 13
años.
-¡Hemos venido a veros! -La reacción de Sofi y Camila era todo lo contrario, se abrazaban, incluso con
Karla en brazos, que pronto reclamó los brazos y el calor de su madre estirándose hacia ella.
-Perdón por tener la casa así, pero es que.. -Camila rio bajando la mirada hacia la pequeña, que balbuceaba
cosas sin sentido.
-Tatata -Decía apretando las manitas y riendo.
-¿Qué dice? -Preguntó Chris y Camila negó riendo, dándole besos en la mejilla.
-No lo sé, se pasa el día así. -Respondió Camila, y tras dejar a la pequeña en brazos de Chris y hablar un
rato, nos sentamos a cenar. Traían sushi, así que, nos sentamos a cenar.
Tenía a Karla de pie entre las piernas, que subía y bajaba y no me podía hacer más gracia, porque intentaba
ponerse de pie pero tenía que sujetarla.
-Es la niña más mona del mundo. -Dijo Sofi y reí, cogiendo un limón de encima de la
mesa. -Voy a darle limón. -Dije acercándoselo a la boca.
-No, Lauren no le des limón a la niña. -Dijo ella, y fruncí el ceño.
-¿Por qué? Seguro que le gusta. -Dije sentándola en mi regazo para que vieran la reacción de la pequeña.
Acerqué el limón a su boca y la pequeña comenzó a chuparlo, al instante se separó con el ceño fruncido,
haciendo muecas de asco, pero al segundo comenzó a reírse, dando golpes con las manos. -¿Ves? -Le puse
el chupete en la boca, y la alcé un poco para darle besos por el cuello.
-Y así está todo el día. -Negó Camila y comenzaron a reír.

127
-¿Qué? Es mi princesa. ¿Verdad que sí? -La pequeña se recostó contra mí con el chupete en la boca,
abrazándola contra mí. Levantarme con ellas cada mañana era un maldito sueño, con Camila durmiendo a
mi lado y Karla en mi pecho, o simplemente escuchar la risa de la pequeña me hacía salirme del mundo.
Hace nada era un bebé recién nacido que sólo lloraba por nada, y ahora era una niña preciosa que se reía
por todo.
-Bueno.. Chris y yo vamos a casarnos. -Casi me atraganto con mi propia alma. Camila directamente se
llevó las manos a la boca, y abrazó a su hermana mientras yo no podía cerrar la boca.
-¿¡Estás embarazada!? -Pregunté casi alarmada, y Sofi negó riendo.
-¡No! -Y no me podía creer qué estaba pasando. Mi hermano y Sofi iban a casarse, Sofi. La chica
universitaria a la que recogía por las mañanas medio borracha de una fiesta para que su hermana no se
enterase. Y mi hermano, el tío que jamás había tenido novia. Estaba absolutamente perpleja.
-Dios mío, te vas a casar. Mi hermano pequeño y tú, si eras una niña cuando te conocí. -La miré de forma
dramática y agaché la cabeza hacia Karla, abrazándola entre mis brazos con fuerza. -Nunca crezcas,
princesa.

Capítulo 31

Camila's POV
Cuando las noches llegaban, nunca sabíamos exactamente a qué hora íbamos a acostarnos, porque nos
íbamos a la cama a la hora que marcaba nuestra hija. Era la mezcla perfecta entre Lauren y yo, tanto en lo
físico como en la forma de comportarse. Tenía una ligera obsesión por ir a todo lo que fuese rosa, el yogur
de plátano era su favorito y siempre llevaba un lacito en la cabeza. En cambio, cuando se enfadaba era
totalmente Lauren, tan cabezota como ella. Ya podías intentar calmarla, darle besos, que por mucho que
fuese su madre no se calmaba hasta que pasaba un rato y dejaba de llorar. Además, tenía los ojos incluso
más verdes que Lauren, y el pelo era castaño con tonos rubios, que eso, supongo, no era nuestro, pero la
hacía aún más preciosa. Era algo que tenía que agradecerle al donante.
-Ven aquí. -Lauren perseguía a la pequeña que gateaba por el suelo riendo, con el chupete en la boca. -Eres
un bicho. -La pequeña soltaba gritos de alegría cuando Lauren la cogía en brazos, y le daba besos por la
cara. Mientras, yo limpiaba la mesa y ella subía las escaleras con la pequeña en brazos para cambiarle el
pañal.
Terminé de recoger la cocina, y estaba agotada. Porque era tarde, porque habíamos tenido que hacer
demasiadas cosas durante el día y porque quería dormir.
-Cariño, ¿la acuestas tú, por fi? -Dije apoyándome en el marco de la puerta con un suspiro. Ella me miró un
momento, indecisa, y asintió.
-Claro, claro que sí. -Sonreí ante su respuesta y llegué a la
habitación. Tras cambiarme y ponerme el pijama, me tumbé en la
cama. El suspiro que solté fue el más largo de todos, porque por fin
podía estar tumbada y relajada.. Hasta que Karla se despertase.
Lauren apareció por la puerta quitándose la camiseta y echándose
directamente encima de mí, cosa que me hizo reír. Sus besos tomaron
mi cuello y yo solté un suspiro.
-Lauren.. -Dije presionando su abdomen para que se separase un poco. -Estoy cansada..
-Bueno, voy a hacértelo yo a ti tampoco tienes que hacer mucho. -Su boca volvió a bajar a mi cuello,
besándolo y la aparté de nuevo, escuchando un suspiro. -Está bien, lo siento. -Acaricié sus mejillas de
forma delicada, mirándola a los ojos, compensándola con un beso bastante lento y suave.
-¿Cómo puedes estar tan bien y yo tan cansada? -Ella se rio y alzó los hombros mirándome.
-Las ganas de sexo es lo que hace.
Lauren terminó de ponerse el pijama, que apenas era una camiseta y se tumbó a mi lado abrazándome por
la espalda.
-Te quiero. -Me susurró al oído, y giré la cabeza con una sonrisa para encontrarme con su rostro,
agachando la cabeza.
-Ya.. Y yo a ti.. -Solté un suave suspiro, sonriendo un poco, volviendo a tumbarme con la espalda en su
pecho.

128
Tras media hora, cuando Lauren creía que estaba dormida, se incorporó un poco. Se quedaba mirándome
unos minutos, y cuando se aseguraba de que estaba dormida, se vestía y salía de casa, como acababa de
hacer ahora. Me dejaba sola en mitad de la noche, y llevaba haciéndolo varios días desde hacía unas
semanas. Y me partía el alma, porque me dejaba allí sola, sin poder dormir, con nuestra hija, y luego volvía
y se acostaba a mi lado como si nada hubiese pasado.
Aquella noche pasaron tres horas, tres horas desde que Lauren se fue hasta que volvió. En cuanto escuché
la puerta, me asomé a las escaleras y encendí la luz. Llevaba puesta una chaqueta de cuero, y tenía esa
sonrisa que sólo sucedía cuando me veía a mí o a su hija, o.. Cuando tenía sexo.
-¿De dónde vienes, Lauren? -Dije apoyándome en la pared con los brazos cruzados, intentando que las
ganas de llorar no me agarrotasen la garganta e impidiesen que mi voz saliera.
-Uh.. -Ella tragó saliva y se quitó la chaqueta. Llevaba una simple camiseta blanca. -De comprar tabaco.
-¿Tú te crees que soy gilipollas? -Le dije separándome de la pared, mirándola llena de ira.
-¿Qué dices? No he hecho nada. -Dijo ella negando, y bajé las escaleras hasta quedarme frente a ella.
-¿De verdad crees que soy tan estúpida? -Apreté la mandíbula y ella negó. -Llevas haciendo esto durante
semanas.
-¡No he hecho nada! -Dijo Lauren separándose de mí, y le di con los dedos en el hombro.
-Y POR QUÉ DESAPARECES ASÍ TODAS LAS PUTAS NOCHES. -Grité enfadada, comenzando a
llorar. -Dame una explicación coherente y lo dejaré pasar.
-No puedo. -Dijo ella mirándome a los ojos. -Dudas de mí. Estás dudando de que te quiero. -Se rio Lauren
y negó mirándome. -No puedo decirte qué hago, pero dudas de mí, Camila. ¡Estamos casadas! -Levantó la
mano con el anillo y le di un guantazo en la cara. Claro que dudaba de ella.
-¿Tú qué cojones pensarías, Lauren? -Dije sollozando, y ella apretaba la mandíbula, comenzando a
enfadarse. -Tu mujer se levanta todas las noches durante tres horas, y cuando vuelve es como si nada ha
pasado. -Reí un poco limpiándome las lágrimas. -DIME. -La empujé con un toque en los hombros. -Si has
tenido a una hija y casi no podías tener sexo durante tres meses, y tu cuerpo ya no es el mismo que era
antes del embarazo, y estás gorda. Y piensas: 'es normal que se vaya, porque yo ya no valgo la pena'. Y casi
no podemos ni tener sexo porque tenemos a nuestra hija. -Mi respiración estaba agitada y Lauren se dio la
vuelta, pasándose las manos por el pelo.
-¡¡Te quiero, joder, Camila!! Me importa una puta mierda como estés, NO TE HE PUESTO LOS
CUERNOS. -Comenzó a gritar, con un tono rosado en su rostro y los ojos tan enfadados como los míos. -SI
TANTO TE MOLESTA TU PUTO FÍSICO VE A ARREGLARLO EN VEZ DE QUEJARTE, JODER. A
mí me gusta, te quiero así y te lo he repetido como mil veces, pero en tu cabeza no sé qué coño está
pasando últimamente. -Bufó con una mano en mi sien, que aparté de un manotazo cuando estaba llorando.
-Así que debo arreglar mi físico, ¿no es eso? -Dije con un hilo de voz, cruzándome de brazos.
-Sólo escuchas lo que quieres. - Ella negó, y yo me limpiaba las lágrimas de las mejillas. -No me escuchas
cuando te digo nada. -Lauren se giró y abrió la puerta.
-Eso, vete, es lo único que sabes hacer. -Gruñí en voz alta, escuchando el portazo crujir casi la pared y cerré
los ojos, comenzando a llorar de nuevo.
Nunca había tenido peleas con Lauren, jamás. Ni siquiera cuando empezamos a salir, ni después de
casarnos, sólo aquella vez que la saqué de quicio estando embarazada, y esta vez había sido de verdad.
Todo había explotado, y para colmo, Karla empezó a llorar. La cogí en brazos sollozando un poco,
meciéndola y pegué mis labios a su cabeza, apretando los ojos porque en aquél momento no quería llorar
delante de ella, pero no podía. Karla hacía ruidos con la boca y me daba golpes con las manos en el pecho,
comenzando a llorar de nuevo al verme, y negué meciéndola, llevándola hasta nuestra cama, e intentando
que se calmase dejando de llorar yo también.

129
***
Me desperté a la mañana siguiente, con Karla durmiendo a mi lado y con las manitas apretadas en la tela de
la camiseta que llevaba puesta. Simplemente, estaba de lado con una mano sujetando a mi hija, y con la
otra la acariciaba. Lauren no había vuelto a casa, y quería que estuviese allí. Me daba exactamente igual lo
que hiciese por la noche, quería que volviese a casa. En realidad sí que me importaba, y las dudas no
dejaban de revolotear por mi cabeza. ¿Por qué? ¿Por qué desaparecer tres horas todas las noches? Todo
cuadraba. No teníamos mucho tiempo juntas, y todo se centraba en la pequeña. Lauren nunca había querido
tener hijos hasta que me conoció, y estaba segura de que lo hizo por compromiso.
Me levanté de la cama, poniendo algunas almohadas alrededor de Karla para que siguiese durmiendo
tranquilamente, y cogí el móvil marcando el número de Lauren.
No daba la llamada. Suspiré y me pasé la mano por la frente, comenzando a preocuparme. Lauren siempre
tenía el móvil operativo, tanto que incluso ahora que había dejado el trabajo la llamaban para preguntarle
dudas.
Justo cuando empecé a preocuparme más, Sofi me llamó. Suspiré cerrando los ojos y
descolgué. -Sofi, cariño, ahora no es un buen momento para que me llames..
-Lauren está en el hospital. -Me dejó tan fría que casi se me cae el móvil de la mano, porque ni de lejos me
esperaba eso. -Está bien, sólo.. -Colgué. Cogí a Karla en brazos y la puse en la sillita, me daba igual que
siguiese en pijama porque tenía que salir corriendo.
La puse en el coche y arranqué, escuchando los llantos de la pequeña que no cesaban, ni los míos tampoco,
aunque tenía que parar de llorar porque no veía la carretera.
Al llegar al hospital, saqué a Karla en brazos y me apresuré a entrar, y subí en el ascensor, poniéndole el
chupete a la pequeña. Quería llorar por tantas cosas en aquél momento que ni siquiera podía respirar
correctamente, y al abrirse las puertas, vi a Sofi de espaldas con los brazos cruzados.
-Sofi. -Me acerqué a ella y Karla se estiró hacia su tía soltando pequeños gritos de alegría al verla, pero yo
lo único que podía hacer era mirar a mi hermana de brazos cruzados, esperando que me hablase de forma
clara y concisa. -Qué le pasa. -Apreté los labios intentando que no me temblasen, mientras Karla apoyaba
las manos en el pecho de Sofi.
-Le pegaron un tiro en el brazo, no sé cómo.
Llegó hasta aquí, me pilló de guardia y.. -Suspiró, moviendo los brazos para mecer a la pequeña. -Perdió
sangre pero, está bien, está despierta. -Tragué saliva, soltando luego un suave suspiro de alivio al escuchar
que Lauren estaba bien, era todo lo que pedía. -¿Por qué estaba fuera de casa a las cuatro de la mañana? -
Preguntó Sofi, y me froté los ojos con las manos, comenzando a llorar.
-Tuvimos una pelea. Se va de casa todas las noches tres horas, Sofi. -Ella se quedó mirándome, y yo apreté
la mandíbula. -Y se fue.
-Camila.. -Sofi me miraba con los labios entreabiertos.
-No me digas que lo sientes, porque es normal que quiera a otras. Es muy normal. -Me estaba alterando, y
mi voz se alzaba en el pasillo a la vez que mis nervios se descontrolaban al pensarlo, porque iba a entrar en
esa habitación y no sabía cómo reaccionar.
-Camila, Lauren no te está poniendo los cuernos. -Fruncí el ceño, y ella bajó la mirada a Karla que parecía
observarlo todo con los ojos abiertos, pero yo no entendía nada.
-¿Qué? -Mi voz sonaba tan débil que dudaba de si me había escuchado.
-Lauren viene todas las noches al hospital para ver cómo van las obras de un pabellón para niños enfermos
que está construyendo. -La respiración se me estaba alterando, porque no sabía si había hecho de verdad el
idiota de tal forma. Lauren decía la verdad, no podía dudar de ella, en absoluto. -El pabellón lleva tu
nombre, Camila. -Se encogió de hombros simplemente, y en ese momento me di cuenta de dos cosas: la
primera, que tenía a la mejor mujer del mundo a mi lado. La segunda, que era totalmente imbécil.
Sin siquiera esperar a que Sofi me dijese si podía o no podía entrar, abrí la puerta y Lauren estaba allí, con
el ceño fruncido, y aún más fruncido cuando me vio entrar. Tenía el brazo vendado, sujeto en un
cabestrillo, y algunos rasguños en la cara.
-Qué haces aquí. -Lauren comenzó a quitarse las vías que tenía en el brazo con fuerza y suspiré,
acercándome a ella pero me apartó, intentando ponerse de pie.
-Túmbate. -Dije mirándola a los ojos, colocándole con cuidado las vías en el brazo. -¿Por qué no me dijiste
lo del pabellón? -Ella se encogió de hombros mirando a otro sitio, y puse mejor los tubos que había
desordenado y quitado.
-Era una sorpresa.
-Y tú idiota

130
Capítulo 32

Camila's POV
-¿Por qué no confías en mí? -La voz de Lauren llegaba hasta mí, pero sólo de pensar en que había
construido un pabellón en mi propio hospital para mí, hacía que estuviese llorando mientras la miraba. -No
llores, por favor.
-No estoy llorando por la pelea, estoy llorando por la sorpresa. -Dije suspirando, quitándome las lágrimas
con los dedos. -¿Por qué no ibas de día? ¿Por qué irte de noche, Lauren? ¿Qué pensarías tú si yo me fuese
todas las noches de casa y volviese como si nada hubiese pasado? -Ella se quedó en silencio y echó la
cabeza hacia atrás.
-Me iba de noche porque no quería que sospechases nada. -Ella agachó la cabeza con un quejido, y me
senté a su lado para ponerle bien el brazo en el cabestrillo, negando. -Y sí, llevas razón, yo también
pensaría que me engañas. -Susurró con una voz casi imperceptible.
-Llegué a pensar que no querías estar conmigo ya por nuestra hija, porque ya no podemos hacer las cosas
que hacíamos antes. -Sus ojos eran parecidos a los de los tiburones. Cuando un tiburón huele sangre, sus
pupilas se dilataban de tal forma que el ojo completo era negro, pues algo parecido pasaba con Lauren, que
en aquél momento clavó la mirada en mí.
Se incorporó volviendo a arrancarse del brazo las vías, parches, todo lo que tenía conectado y se levantó de
la cama.
-Lauren, no. -Le puse las manos en los costados mirándola a los ojos, pero estaba realmente enfadada. -Lo
siento, Lauren por favor, lo siento. -Dije poniéndome delante de ella para que no saliese de la habitación, y
ella se paró. -Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, Lauren.
-No me voy a quedar aquí escuchando cómo dices que no quiero a mi hija. -Su mandíbula se marcaba,
tensa, y sus ojos estaban cargados de ira.
-Sé que la quieres, cariño, fue un pensamiento idiota. Sé que me quieres. -Le puse las manos en las
mejillas, y Lauren seguía sin tranquilizarse. -Lo siento, lo siento mucho. Pero tienes que entenderme, estaba
desesperada y no podía hablarlo con nadie. -Pasé el pulgar por su mejilla, comenzando a llorar, pero esta
vez sí que era por ella. Al ver cómo lloraba, Lauren se desarmó y me abrazó, pasando una mano por mi
espalda.
-No, no llores, Camz no llores. - Me pedía, pero la abracé aún más contra mí. -Perdóname, lo hice mal. -Me
calmé un poco más y me separé de Lauren, que limpiaba con una mano las lágrimas de la parte inferior de
mis ojos. -Te quiero, os quiero.
Retrocedí un poco con Lauren hasta sentarla en la cama, cogiendo su cara entre mis manos para darle un
beso tierno.
-¿Cómo te han disparado? -Ella se encogió de hombros suspirando.
-Supongo que estar forrada y aparcar un Ferrari frente a un hospital no es buena idea. -Respondió. Por
suerte, la bala entró y salió limpia, no perdió mucha sangre porque estaba justo al lado del hospital, y la
tenía allí conmigo. -¿Has traído a Karla? -Me preguntó poniendo una mano en mi muslo.
-Sí... -Me levanté dándole un beso en la frente a Lauren y salí de la habitación. Sofi estaba al final del
pasillo con Karla en brazos, y Dinah y Ally alrededor entreteniéndola. La pequeña miraba a sus tías con la
boca abierta, riéndose de forma sonora y llevándose el puño a la boca. Cuando me vio, comenzó a estirar el
cuerpo de los brazos de su tía y la cogí, dándole un beso en la mejilla.
-¿Cómo se ha portado? -Pregunté sosteniéndola, dándole besos por las mejillas provocando su risa.
-Es un cielo. -Dijo Ally mirándola, y yo puse una mano en la espalda de Karla para que no se tambalease. -
¿Puedo ir a ver cómo está Lauren, Mila? -Dijo Sofi, y la acompañé hasta la habitación donde estaba.
-No me tienes que preguntar eso, es tu trabajo, cielo. -Dije frunciendo el ceño antes de entrar a la
habitación. Karla no paraba de soltar sonidos con la boca al ver a Lauren, y Lauren sonrió hasta que vio a
mi hermana entrar.
-No me pongas esa cara, Lauren. -Dijo Sofi acercándose a ella y colocó algo mejor el gotero de Lauren. -Te
pongo esa cara porque quiero coger a mi hija y no me dejas. -Dijo eso último más alto, y Sofi se inclinó
hacia Lauren.

131
-Lauren, no empieces de nuevo. -Sofi resopló, y Lauren se reía negando con la cabeza mientras ella
apuntaba algo en sus informes.
-Es que no me acostumbro a verte así. -Lauren frunció el ceño y yo miraba la escena divertida desde el
sillón de al lado.
-Mi hermana también es doctora y además tu mujer y te acostumbraste. -Le coloqué el chupete a Karla
mirando la escena, porque las conversaciones que tenían Lauren y Sofi solían ser bastante divertidas. -
Conocí a tu hermana porque era mi doctora. A ti te conocí vomitando en un cubo de basura en la puerta de
una fraternidad. -Sofi se reía y Lauren negaba. Mi hermana levantó la cabeza para mirarme.
-Sí, eso fue hace cuatro largos años. Ahora soy doctora y voy a casarme. -Lauren negó con el ceño
fruncido.
-No, no lo permitiré. Camila, dile algo, ¡va a casarse! -Señaló a Sofi con el brazo que tenía bien, y Sofi se
reía conmigo. -No puedo permitirlo, es decir... No quiero ver cómo estás creciendo. Y de ser una niñata que
salía con idiotas, tenía sexo en fiestas, ahora eres una mujer. De alguna forma, eras como mi hermana
pequeña. -Lauren se encogió de hombros y Sofi la abrazó inclinándose en la camilla, quedándose un rato
así.
-Yo también te quiero, Lauren. -Dijo ella, y se quedaron en silencio un momento mientras se
abrazaban. -¿Me vas a dejar irme? -Preguntó con una voz inocente Lauren.
-No, cariño, te quiero pero no soy gilipollas.
***
Tras unas semanas, el brazo de Lauren estaba perfectamente recuperado, y todo había vuelto a la
normalidad. A veces visitaba el hospital sólo para ver cómo iban aquellas obras, y la verdad es que me
enorgullecía ver que allí iba a dejar mi marca, cosa que nunca había creído posible.

Lauren había vuelto al trabajo, malo por una parte porque perdía pasar tiempo con ella, pero por la otra...
Quizás suene superficial, pero Lauren en traje era algo demasiado sexy como para perdérmelo.
Nuestra casa era bastante grande, y sólo utilizábamos dos zonas, así que Lauren hizo que cada una de las
plantas fuese algo diferente. La última planta era el despacho de Lauren, en el que yo no solía entrar, sólo
para llevarle algo de comer cuando tenía trabajo o venían reuniones a casa. La tercera planta, era una sala
de juegos enorme, y cuando digo enorme, es enorme. Tenía piscina de bolas, camas elásticas, y
básicamente todo con lo que un niño podría soñar, hasta una máquina de hacer algodón de azúcar. La
segunda, era un cine. Literalmente, los sillones eran de piel marrones, con mesas en medio para poder
poner las bebidas. Y en la última, un gimnasio que casi nunca utilizábamos. Pero Lauren tenía razón, si yo
no me gustaba a mí misma, entonces debía cambiarlo porque lo primero era yo.
-¿Qué estás haciendo? -Tenía puesto FaceTime en el móvil, mientras yo corría en la cinta y Karla estaba en
su carro, jugando con la gasa entre sus manos manchándola de babas.
-Ejercicio. -Dije corriendo, mirando al frente para observar la perfecta vista de la playa que teníamos en
casa.
-¿Dónde estás? ¿Y Karla? -Dijo Sofi, que estaba en su casa, observando algunos papeles mientras yo
corría. -Estoy en casa, ¿cómo va la boda? -Pregunté aumentando un poco la velocidad, y ella miró
directamente al móvil.
-¿¡Tienes un gimnasio en casa!? -Dijo ella con los ojos abiertos, y asentí riéndome. -No sé ni de qué me
sorprendo. -Ella se frotó la frente con la mano. -Pues, de momento no sabemos dónde lo vamos a celebrar. -
¿En serio? -Paré un poco el ritmo la máquina porque llevaba más de media hora corriendo, y agitada, pasé
la toalla por el cuello para quitar el sudor.
-En serio. Es todo muy caro, es decir, no nos llega. Y tengo que comprarme también el vestido, y todo lo
demás. -Me quedé un momento pensativa, caminando mientras mi hermana hablaba. -Igual en Miami es
más barato, ¿qué dices tú?

132
-Creo que deberías celebrarla en Miami, pero no porque sea barato. -Caminé un poco más rápido. -Es
porque allí vive nuestra familia, y la de Chris y Lauren. -Sofi asintió pasándose las manos por la cara.
Escuché los pasos por la escalera y suspiré.
-Cariño, tengo que dejarte, luego te llamo. -Colgué y vi a Lauren aparecer por la puerta quedándose
mirándome los pechos directamente. Ni siquiera a la cara. Llevaba unos de esos sujetadores deportivos, y
con el pecho que se me había quedado del embarazo provocaba esa reacción de Lauren. -Cariño, aquí, aquí
arriba. -Me señalé la cara y ella asintió, carraspeando, frunciendo el ceño.
-Claro, claro que estás ahí. -Asentí irónica, bajándome de la máquina para llegar hasta ella y cogerla del
cuello de la chaqueta para darle un beso en sus labios.
-Lolo... -Susurré mirando sus ojos con un pequeño puchero, y ella negó.
-No, ah, ah. Me niego a hacer cualquier cosa que quieras hacer, no, no. -Negó varias veces, pero me abracé
a ella.
-Lolo... Por fi... Dale de comer a Karla mientras yo hago la comida.
Y en diez minutos Lauren estaba sentada con Karla, dándole el biberón que no paraba de succionar. No me
cansaba de ver aquella estampa, Lauren con Karla en un brazo dándole el biberón, quedándose mirándola
tan embobada como yo.
-Cariño, la baba. -Dije riendo, y ella también soltó una carcajada sin dejar de mirar a la pequeña.
-Llevo así desde que nació, no es novedad. -Y la verdad es que era cierto. Se quedaba mirándola mientras
dormía, tumbada en la cama con ella, sin decir nada, sólo mirando a su hija. -¿Con quién hablabas antes? -
Terminé de bajar el fuego un poco, limpiándome las manos en un trapo.
-Con mi hermana, está bastante estresada con la boda. -Cuando me giré a mirarla, Karla estaba dormida
entre sus brazos, y ella se levantó, subiendo para dejarla en la habitación y bajó luego, volviendo hacia mí.
De nuevo, cogí las solapas de su chaqueta y tiré de ella hasta que sus labios chocaron con los míos,
besándola de forma bastante lenta, húmeda, sin darle tiempo siquiera hablar. Salté sobre ella, enredando
mis piernas en su cintura, mientras mi lengua hacía de las suyas en su boca.

Tan rápido como estuve en sus brazos, llegamos a la habitación y me bajé de ella. Mis manos se colaron
por los hombros de su chaqueta dejándola caer al suelo mientras nos besábamos, y ella me sacó los shorts
ajustados de licra que llevaba puestos de un tirón.
-¿Algún día pararás de quitarme la ropa a tirones? -Pregunté agitada, quitándole la camisa rápido y bajando
mis manos a su pantalón.
-No. -Respondió quitándome el sujetador, y mis manos aún desabrochaban el botón de su pantalón que
cayó al suelo.
Lo le tomó mucho tiempo tumbarme en la cama y ponerse encima de mí, y comenzar a moverse lentamente
empujando las caderas contra mi entrepierna mientras nos besábamos. Empezó a moverse lentamente,
parándose un poco para besarme a la vez que su mano me acariciaba con suavidad, y suspiré contra su boca
con una sonrisa, que se terminó al responderle al beso que empezó Lauren. Aquella lentitud duró poco,
hasta que las caderas de Lauren decidieron empezar a moverse contra mí y yo apreté las manos en su
espalda, comenzando a jadear en su oído. Sus manos apretaron las mías contra la almohada en un solo
puño, y no paraba de moverse tan rápido que una de mis piernas se doblaba sobre la cama y mi espalda se
arqueaba contra ella. Gemía, y apreté las manos de Lauren clavándole las uñas aunque yo no me di cuenta
en ese momento, y fue cuando llegué a la vez que Lauren, que se quedó tumbada en mi pecho.
Acaricié su pelo suavemente, y besé su cabeza, poniéndome encima de ella para darle besos por el cuello.
Ahora mismo era como un cachorrito al que acababa de despertar, rehuía mis besos porque sabía que quería
que se levantase.
-Vamos, arriba. -Susurré en sus labios, dándole suaves besos. -Venga, dame mimos. -Le dije con un
puchero, observando sus ojos abrirse. -Y vamos a comer, por fi. -Me levanté de la cama poniéndome de pie
en el colchón, dando un salto para coger la camisa de Lauren y ropa interior.
Cuando llegué a la cocina, puse la ensalada en mitad de la mesa y los platos a cada lado de esta, sintiendo
las manos de Lauren apretar mi culo con fuerza.
-No me cansaré de esa sensación. -Dije dándome la vuelta, viendo la sonrisa idiota que tenía Lauren en la
cara.

133
-Espero que no lo hagas, sería un gran problema. -Comentó frunciendo el ceño, sentándose justo frente a
mí. -Mmh, ¿qué le pasaba a tu hermana con la boda? -Comencé a comer levantando la mirada hacia ella.
-Está agobiada porque todos los sitios que ha mirado para celebrar la boda son muy caros. -Lauren levantó
la cabeza del plato instantáneamente, limpiándose los labios con la servilleta.
-¿Tu hermana ha mirado sitios para celebrar la boda pero no me ha preguntado a mí? -Cerré los ojos con un
suspiro, encogiéndose de hombros. -No sé, es tan fácil como decir, '¿Lauren me prestas tu hotel para
celebrar mi boda? Gracias.' -Negué terminando de comerme el trozo que tenía en la boca.
-No funciona así, Lauren. Estoy de acuerdo contigo en que debería celebrarlo en uno de los hoteles, pero
Sofi es como yo. No quiere que gastes tu dinero en ella.
-No es mi dinero, es mi hotel. -Me replicó encogiéndose de hombros, cogiendo el vaso de la mesa. -
Además, y qué si quiero cerrar el hotel un día entero para la boda de Sofi. Bueno, técnicamente el hotel no,
pero una sala y habitaciones sí. -Movió el vaso y le dio un sorbo, con la frente arrugada.
-Tenemos que convencerla sin... Sin presionarla. -Dije cruzando las manos encima de la mesa. -
¿Presionarla? Esta mañana me he comprado un Ferrari porque me robaron el mío, y luego te he comprado
un vestido precioso. -Fruncí el ceño porque no sabía dónde quería llegar exactamente Lauren con eso.
-¿Te has comprado un Ferrari? -Abrí los ojos al escucharla. Por muchos años que pasaran siempre

me quedaría alucinada con eso. -Y... ¿Me has comprado un vestido? -Dije con una sonrisa, cogiendo su
mano por encima de la mesa, y ella asintió. -¿Por qué?
-Porque lo he visto y he pensado: 'ese vestido le haría un culo increíble a Camila'. -Rodé los ojos
echándome hacia atrás riendo, y negué. -El caso es que costaba mil dólares.
-Estás mal de la cabeza. No puedes gastarte eso en un vestido. -Negué mirándola con el gesto serio. -
Estamos en una crisis mundial.
-La economía es lo mío y sí, sí que puedo gastar dinero. Muevo la economía, con el dinero que yo gasto
otros comen, ¿entiendes? Tu vestido quizás le haya dado de comer a una familia entera este mes. -Cerré los
ojos suspirando, porque en realidad llevaba razón. -El punto es que tu hermana celebra la boda en mi hotel
y punto, ya está.
-Pero... -Negó.
-Ni pero ni nada. No. Estoy enfadada. -Cogí sus manos por encima de la mesa, mirándola con una mueca. -
¿Por qué la gente no me deja hacerla feliz? Tengo un montón de dinero que gasto en mi familia, y lo
demás, ¿qué? -Suspiró apoyando la mejilla en su mano.
-Cariño, puedes ayudar a la gente cuando lo necesite, como es el caso. Pero por ejemplo, yo no necesito un
vestido de mil dólares. -Apreté su mano un poco.
-Me da igual, quiero comprártelo porque eres mi mujer. ¿Por qué nadie me entiende? -Se echó hacia atrás
en la silla. -Voy a comprarle a tu hermana una isla de regalo de bodas, ¿qué te parece?
-Lauren, ¿¡cómo le vas a regalar una isla!? -Ella se encogió de hombros, bebiendo de su
vaso. -No sé, yo tengo una en Honduras. -Parpadeé, Lauren era lo más normal del mundo.
-Haremos esto, yo convenzo a mi hermana para que celebren la boda en el hotel, y nosotros le regalamos
dinero, como toda persona de dios. -Comí un poco más porque entre tanta charla me estaba quedando a
medias con Lauren.
-Está bien. -Dijo resignada, rodando los ojos. -¿Y tienen casa?
-Viven en mi antiguo apartamento. -Lauren achicó los ojos y yo negué levantándome a colocar los platos. -
Ah ah. No. Cariño, no van a querer que les compres una casa.
-Pero yo quiero, Camila, una casa al lado de esta, que seamos vecinos. -Se puso detrás de mí, haciendo un
puchero. -Por favor, te juro que dejaré que paguen ellos sus facturas. -No pude evitar reírme, pero al darme
la vuelta, ella sólo tenía una sonrisa en el rostro porque lo decía en serio.
-Vale. Les comprarás una casa en esta urbanización. -En su rostro se formó una sonrisa, dándome un beso
en los labios de forma dulce. -Y... ¿Ese vestido del que hablabas dónde está?
-Ya decía yo que al final eso de que tuviese dinero te gustaría. -Le di un golpe en el hombro y se me quedó
mirando, soltando una suave risa. -Mira, esta mañana cuando me he ido he tenido que grabarla porque...
-Fruncí el ceño observando cómo Lauren sacaba el móvil y me enseñaba el vídeo (en el encabezado). Karla
estaba tumbada en la cuna, y hacía ruidos con la boca mirando a Lauren.
-Estoy enamorada.

134
Capítulo 33

Lauren's POV
-Lauren, cariño, prepara a Karla para el baño. -Escuché la voz de Camila desde la habitación, y miré a
Karla que movía las piernas y las manitas haciendo ruidos con la boca encima del cambiador.
-Vale, no te muevas mucho. -Dije quitándole los botones del body, y comencé a quitarlo con cuidado de
que no se moviese mucho. -Sé que mamá te lo quita mejor, pero... -Hice una mueca, quitándole el pañal. La
cogí en brazos poniendo una mano en su espalda, y caminé hasta el baño, donde Camila estaba
desnudándose. Mecí a Karla un poco, mientras observaba a Camila quitarse el sujetador. -Wow. -Susurré
haciendo que ella levantase la cabeza.
-¿Qué pasa? -Preguntó, y negué viéndola poner el sujetador en el lavabo.
-Nada, nada. -Dije sacudiendo la cabeza. Una de las cosas que no iba a cambiar con los años es quedarme
mirándola como una idiota.
De repente, sentí algo caliente caer por la camisa y cerré los ojos negando.
-No, no, no... -Susurré negando, separándola de mí mientras la niña reía, y movía las piernas. -Camila, tu
hija se me ha meado encima por millonésima vez.
-¿Otra vez? -Camila empezó a reírse, y cogió a Karla en brazos dándole besos por las mejillas y la pequeña
reía al sentir a su madre.
-A mí no me hace gracia. Siempre se me mea a mí. -Dije quitándome la camisa rápido, junto con el
sujetador. Camila miraba a Karla con una sonrisa, dándole besos por la cara. -Sé que la quieres más cuando
me vomita o me mea encima. Lo veo, lo sé. -Dije quitándome el pantalón y la ropa interior,
metiéndome en la bañera dando mi espalda con la pared de esta. Camila me dio a la pequeña y la cogí en
brazos, pero cuando Karla notó el agua en los pies hizo un puchero, y negué sumergiéndola en el agua. -No,
no llores.
Camila se sentó delante de mí y le pasé a la pequeña, que dejó de llorar en cuanto notó a su madre. Ella se
pegó contra mi pecho, y apoyé la cabeza en el hombro de Camila.
-Te amo. -Le susurré al oído, y ella se giró a mirarme.
-¿Qué has dicho? -Dijo con los ojos entrecerrados y una sonrisa, y le di un beso en la mejilla.
-Pues eso, que te amo. ¿Por qué te extraña? -Acaricié el labio de Karla, que intentó atrapar mi dedo con la
mano pero acabó intentando morderme, y dejé que lo hiciese aunque hacía poco con sus encías.
-Porque nunca me lo dices. -Volví a mirarla, y la bese con suavidad, bajando los besos hasta sus hombros. -
Pues lo hago, y mucho. -Respondí en voz baja, y ella llevó la mano hacia atrás para acariciar mi mejilla, y
moví la cara para frotarme contra ella.
Camila volvió a bajar la mano para sujetar a Karla, a la que puso de pie en la bañera que cubría hasta por
encima de sus hombros. Empezó a reír, mirándonos, porque estaba de pie aunque con ayuda de su madre y
mía, que tenía la mano encima de la de ella. Me gustaban esos momentos, y ver cómo relucían los anillos
de boda en nuestras manos cada día, y saber que ella no se iba a separar de mí, y que teníamos aquella
preciosa niña delante.
Al salir de la ducha, la secamos entre toallas, y ella no paraba de hacer ruidos con
la boca y reírse, moviendo las piernas.
-Mira, es igual que tú. -Dije cogiéndola en brazos, dándole un beso en la cabeza.
-¿Y eso por qué? -Dijo Camila sujetándose la toalla mientras salíamos para la
habitación. -Porque está todo el día riéndose.

135
***
Camila's POV
A Karla parecía no gustarle el agua, hacía pucheros mirándome e intentaba salirse de mis brazos, pero al
rato se acostumbró, quedando más tranquila contra mí.
Lauren estaba frente a la barbacoa con los chicos, intentando hacer la carne a la brasa, porque como ellos
nunca hacían la comida en casa, habían decidido que hoy era un buen día.
La piscina de casa estaba llena de niños, por una parte el pequeño de Normani, que ya tenía 3 años y
medio, por otra parte, el hijo de Ally que casi tenía la edad de Hayley, y la propia Hayley. Los dos jugaban
a buscar bichos en el césped de la piscina, aunque desistieron pronto y volvieron a tirarse al agua.
-Aw, pone la misma cara que Lauren cuando se enfada. -Señaló Taylor, y me reí un poco porque era
totalmente cierto y miré a la pequeña, que se separaba de mí para mirarme a los ojos con pequeños
pucheros.
-Tienes que dejar de querer llorar cada vez que me muevo. -Dije riendo, dándole un beso a la pequeña en
los mofletes rosados, y comenzó a hacer ruidos adorables con la boca, dándome golpes en el pecho de
forma suave con las manos.
-Eso es porque nota de nuevo el agua fría. -Señaló Normani, girándose para señalar a su
hijo. -¡Jason! -Gritó Normani, cogiéndolo y bajándolo

de nuevo al agua, donde nadaba con los flotadores puestos. -¿Cuántas veces te he dicho que no corras por el
borde?
-Me imagino a Normani tratando así a Lauren en la oficina y no puedo parar de reírme. -Dijo Ally, que se
acercaba a nosotras riéndose.
-Pues no vas mal desencaminada. -Soltamos una carcajada, y Lauren se giró para mirarnos con los ojos
entrecerrados.
-No me mires así, que duermes en el sofá. -Dije apuntándola con el dedo, y ella se giró hacia la barbacoa,
provocando nuestra risa, y me quedé observando a Karla, que parecía estar más calmada ahora que Sofi le
había puesto el chupete en la boca.
-¿Has encontrado ya algún sitio para hacer la boda? -Sofi negó encogiéndose de hombros, e hice una
mueca.
-Es muy difícil. Miami es incluso más caro que Los Ángeles después de todo. -Suspiró ella, y me humedecí
los labios antes de hablar.
-El otro día estuve hablando con Lauren de eso y se enfadó mucho, ¿sabes? -Dije meciendo un poco a
Karla, que apretaba las manos en mi pecho.

-¿Por qué? -Sofi se cruzó de brazos.


-Porque no le preguntaste a ella si podías celebrar la boda en el hotel de Miami. -Karla tiraba de mis dedos,
y los sacudía entre sus manos.
-No quiero, Camila. Sería como aprovecharme de ella, no, no quiero. -Cerré los ojos con un suspiro,
mirando a Taylor que negaba al verme.
-Mi hermana se enfadó de verdad, Sofi. -Dijo ella, y mi padre me tocó el hombro por la espalda.
-Flaca. -Sonreí ampliamente al darme cuenta de que por fin habían llegado, y Karla empezó a soltar gritos
leves y se le cayó hasta el chupete al agua.
-¿Has echado de menos al abuelo? -Le di un beso en la mejilla y la alcé para que mi padre la cogiese, y me
giré de nuevo hasta las chicas.
-Sofi, cariño, yo sé que no quieres porque eres exactamente igual que yo. ¿Pero qué más da? Eres su
familia, y no va a dejar que su familia no pueda ser feliz por dinero, cuando a ella le sobra. -Me crucé de
brazos con un suspiro, sin saber siquiera cómo explicarme.
-Lo que quiere decir, es que Lauren tiene dinero, y si con ese dinero puede hacer feliz a las personas que
quiere, lo hará. -Sofi agachó la cabeza, y sentí cómo alguien se metía en el agua detrás de mí. Las manos de
Lauren me rodearon la cintura, y puse una sobre las de ella.
-¿De qué habláis? -Dijo Lauren, y se quedó mirando a Sofi con el ceño fruncido. -Estoy enfadada contigo.
-Ya lo sé. -Sofi suspiró, y giró la cabeza hacia Chris, sonriéndole. -No puedo, Lauren.
-Míralo como si fuese nuestro regalo de boda. -Dijo ella encogiéndose de hombros. -Uno de nuestros
regalos de boda. -Sofi entrecerró los ojos y le di un codazo a Lauren en el abdomen. -Sofi, es que no lo
entiendes. Chris es mi hermano, y quiero hacerlo por él también. -Chris entró en la piscina, y de reojo veía
cómo mis padres jugaban con Karla en brazos.

136
-¿De qué habláis? -Chris puso las manos en la cintura de Sofi, y Taylor rodó los ojos. -
Dios, si es que sois iguales. -Soltamos una risa, y ellos se miraron sin entender nada. -Que
podíais celebrar la boda en el hotel de Miami. -Chris abrió los ojos mirando a Lauren.
-¡Dios sí! ¡Ese de los toboganes en la piscina! ¡Estaría genial! -Sofi le dio un golpe en el
abdomen a Chris, que se cayó al instante.
-Joder, sois iguales. -Repitió Taylor, esta vez refiriéndose a Sofi y a mí, lo que provocó que comenzase a
reírme.
-¿De verdad quieres? -Dijo Sofi mirándolo, y él se encogió de hombros.
-Es el hotel de mi hermana. Me he quedado allí mil veces cuando salía de fiesta y no podía conducir. -Él
simplemente miraba a Sofi, que luego se giró hacia Lauren.
-Eso es muy responsable, Chris. -Dijo Lauren asintiendo, y él sonrió algo orgulloso. -
Está bien. -Cedió por fin, y Lauren alzó los brazos porque por fin la había convencido.
-¡SÍ! - Me cogió de la cintura y se giró hacia los dos, mientras Sofi reía negando. -Me la llevo, tened una
buena vida.
Lauren me sacó de la piscina tirando de mi mano, y me giré hacia mi madre.
-Mamá, si tienes algún problema, me llamas. -Dije secándome las manos para coger el móvil, y ella asintió
simplemente, porque estaba embobada con su nieta.
Lauren y yo entramos por una pequeña puerta detrás de la casa, que daba a una pequeña habitación al lado
del gimnasio desde el que se veía la playa.
-¿Cuánto tiempo hace que no usamos el jacuzzi? -Preguntó ella, y me encogí de hombros, metiéndome
justo después que ella. El agua estaba caliente, y las burbujas recorrían mi cuerpo, relajándome al instante.
-No lo sé... Siglos, quizás. -Eché la cabeza hacia atrás, y sentí los besos de Lauren en mi hombro, subiendo
por mi cuello. -Lauren... –Susurré en voz baja, porque sus besos ya estaban en mi oreja. -¿Seguro que no
entrará nadie?
-Que no... -Negó, y una de sus manos se coló entre mis muslos, apretando uno de estos. Su lengua se coló
entre mis labios, y parecía que entre nosotras no pasaba el tiempo, porque podía notar cómo Lauren me
besaba con las mismas ganas que lo hizo aquella primera vez en su hotel, y no paraba de suplicarme un
beso más.
Tampoco perdía la facilidad con la que se excitaba, porque ya se había levantado y me había cogido de los
muslos, sentándome en el borde del jacuzzi. Metió los dedos por la goma del bikini y lo bajó lentamente
hasta sacarlos por mis piernas, dándome suaves besos en la cara interior de los muslos, lentamente, hasta
llegar a mí. Su lengua pasó entre mi sexo lentamente, y levantó la mirada para observarme, sonriendo.
-No me mires... -Susurré negando, poniendo una mano en su cabeza. Lauren sabía que cuando me miraba
así desde abajo no podía aguantar mucho, y eso era lo que quería.
Apoyé una mano en el borde y la otra apretó su cabeza, que comenzaba a mover la lengua rápido sobre mí.
Sus dedos empezaron a entrar y salir de mí sin siquiera darme cuenta, y solté un suave jadeo
humedeciéndome los labios. La mano de Lauren daba con el agua al entrar y salir, y cada vez iba con más
fuerza. Notaba cómo ni siquiera salía de mí para embestirme, y podía observar cómo su lengua se movía
contra mí, que comencé a gemir. Se separó un momento y con el pulgar acarició mi clítoris con cierta
fuerza, y su boca comenzó a lamer lentamente la piel de mi abdomen, hasta volver a bajar a mi clítoris para
succionarlo de nuevo, hacerlo suyo, rodearlo con los labios y besarlo como si fuese mi boca.
-Lauren... - Gruñí un poco, gimiendo en alto y apoyando las dos manos en su cabeza para que no parase un
segundo, y su lengua fue más fuerte. Y sus dedos fueron aún más rápido contra mí. Y terminé llegando al
orgasmo.
Mi respiración estaba agitada, y Lauren se levantó sólo para besarme, atrapando mi labio inferior en un
pequeño beso.
-Te quiero. -Susurró ella, y sonreí.
-¿No decías que me amabas? -Ella soltó una suave risa, y asintió.
-Eso, te amo.

137
***
Lauren's POV
Al abrir la puerta de casa, lo primero que vi fue a Karla gateando por el salón, pasando justo delante de mí,
y cuando me vio comenzó a reírse en alto. La cogí en brazos dándole besos por toda la cara, haciéndole
pedorretas por el cuello, y su risa era la cosa más contagiosa del mundo.
-¿Qué haces tú aquí, eh? -Camila apareció por las escaleras con la respiración agitada, y cerró los ojos
suspirando.
-Gracias a Dios que has llegado. -Puse una mano en su mejilla para darle suaves besos y tranquilizarla,
mientras con el otro brazo sostenía a la pequeña. -No, no me hagas la pelota... -Dijo separándose, negó. -
Vas a darle de comer hoy.
-¡Pero Camz...! -Negó yendo hacia la cocina, sacando el plato de papilla del microondas.
-Ni Camz, ni Mila, ni Kaki, ni Karla ni nada. -Lo puso en la mesa junto al biberón con agua, y negó.
-Vamos.
Suspiré mirando a la pequeña que babeaba mi camisa, y entrecerré los ojos mirándola. Quizás no sabía los
aspectos técnicos de cómo cuidar a un bebé, pero sí que sabía cómo entretenerlos. Puse a Karla sentada en
la trona, y dio golpes en la mesa algo agitada mientras sonreía, y le di el chupete para que se calmase.
Luego, cogí el mando de la tele y puse el canal de dibujos, en el que estaba Dora la Exploradora. Era una
verdadera estupidez, pero a Karla parecían gustarle aquellos dibujos.
-Vale... Ahora, tranquila. -Le dije cogiendo una cucharada de papilla, acercándosela a la boca. La pequeña
dio un manotazo a mi mano que acabó estampándome la papilla en la cara y la camisa. -Dios. -Dije
suspirando, y acerqué de nuevo una nueva cucharada. Ella se resistía, cerraba los labios, pero yo no lo
quitaba. -Vamos, cariño, si está bueno. -Suspiré ante la negativa de la pequeña. Seguía viendo los dibujos y
al final terminé por comerme yo esa cucharada, y la verdad es que no estaba nada mal, aunque Camila me
miraba con el ceño fruncido desde la otra punta del salón.
Al ver que le había quitado su comida, Karla se enfadó dando golpes en la mesa con gruñidos, y me
empecé a reír.
-Toma, toma, todo tuyo. -Dije dándole una cucharada, que sí se comió mientras veía la tele. Y así, aunque
poco a poco, se iba comiendo el plato, y entre cucharada y cucharada yo me quedaba mirando los dibujos. -
¿Cómo que dónde están los pimientos? Están detrás de ti, inútil. -Negué, mirando cómo la tonta de Dora
esperaba unas tres horas para que los niños respondiesen, aunque más bien creía que a
Karla le gustaban los colores, pero la mantenía entretenida y además se reía. Limpié lo que caía por la
comisura de sus labios y se lo volví a dar, y no entendía cómo Karla podía estar tan feliz todo el día. Estaba
claro que la personalidad era de Camila, porque se reía incluso cuando le daba la papilla.
-Iiiiii. -Decía ella, y yo fruncía el ceño porque no la entendía, pero se terminó de comer la papilla entera. -
Eres la niña más guapa del mundo. -Dije cogiéndola en brazos, y ella parecía algo confusa por lo que decía.
Camila se acercó a mí, dándome un ligero beso en los labios.
-No comas más papilla para bebés. -Negó con los ojos cerrados al
separarse. -¿No? Vale. -Asentí meciendo a Karla.
-Vale. -Sonrió Camila, pasando un brazo por mi cintura. -Estos meses van a ser bastante raros.
-Sí... Sofi se casa, tú vuelves al trabajo... -Susurré, mirando a Karla que se mordía el puño, y Camila
empezó a sollozar.
-No quiero dejarla. -Se abrazó a Karla, dándole un beso en la mejilla.
-Cariño, si sólo vas a volver unas horas por las mañanas... -Camila levantó la mirada hacia.
-Cállate, es mi hija y yo su mamá panda. -La cogió en brazos y lo único que pude hacer es reírme, ladeando
la cabeza.
Y en ese momento, en el que tenía la camisa manchada de papilla, de baba, en que Camila tenía abrazada a
su hija y le daba besos por todas partes, me di cuenta de lo rápido que había pasado todo y en la suerte que
tenía cada día al llegar a casa. Me di cuenta de que todo de lo que me podía quejar, en realidad eran
estupideces de las que si me quejaba, todo el mundo se reiría de mí. Tenía la hija más adorable del mundo,
la mujer más maravillosa que alguien pudiese pedir, y daba gracias por haber podido formar aquella
pequeña familia con ella.

138
Capítulo 34

Camila's POV
El sol comenzaba a calentar en la costa este, y mientras todos se levantaban y arreglaban, yo salía del
gimnasio del hotel. Estaba vacío, simplemente la chica de recepción que me saludaba todas las mañanas
que nos alojábamos allí amablemente. Al llegar a la habitación, el reloj marcaba las diez de la mañana y
Lauren estaba vestida para bajar, con la cara dormida pero vestida. Karla gateaba por la cama, babeándole
la cara a Lauren que parecía querer volverse a dormir.
-Buenos días, ¿dónde estabas? -Cogió a Karla en brazos y se levantó, acercándose a mí.
-En el gimnasio. -Respondí dándole un beso suave en los labios, y bajando la mirada hacia Karla que
estiraba los brazos hacia mí. -Aw... Mi vida, no puedo cogerte...
-Pues como se te ponga el culo como las tetas... -Me quité la camiseta delante de Lauren antes de que
dijese eso, mientras mecía a Karla.
-¿Qué? -También retiré el sujetador con una mano, metiéndome en el baño. -No respondas, está Karla
delante.
-¿Quieres que te lo diga luego? -Me quité el pantalón y la ropa interior, entrando en la ducha con agua
tibia, que deseaba desde que salí del gimnasio.
-Vale, cariño. ¿Dónde está mi hermana? -Dije enjabonándome, y ella apareció por la puerta con Karla en
brazos mientras yo me duchaba. -Ah ah, fuera.
-¿Pero por qué fuera? Si a mí no me da vergüenza verte, ni a ti tampoco. -Me señaló con la mano, y Karla
se estiraba hacia mí.
-Ese es el problema, que te vas a excitar, cariño. -Terminé de ducharme y salí con la toalla en el pecho, y
ella aún no había salido del baño. -¿Excitar? Yo me pongo cachonda. -Rodé los ojos poniéndome la ropa
interior con un suspiro. -Además, creo que al verte las tetas tiene hambre. -Karla comenzó a hacer
pucheros, y la cogí en brazos meciéndola, aunque ella buscaba mi pecho hasta metérselo en la boca.
-Dios mío es que sois iguales. -La sujeté con los brazos y tuve que salir del baño entre las risas de Lauren,
que me abrazaba por detrás, aunque me gustaba que Lauren se sintiese atraída por mí como el primer día, y
que ni siquiera se notase que llevábamos algo más de cuatro años juntas.

Le di el pecho, y por fin terminé de vestirme, aunque Karla se había quedado dormida y la llevábamos en el
carro, así que estábamos en silencio en el ascensor. Las manos de Lauren se pusieron en mi cintura,
dándome un beso lento y profundo.
-Mmh... ¿Qué querías decirme? -Dije pasando las manos por su pecho, ladeando un poco la cabeza.
-Que si se te pone el culo como las tetas, se me pondrá dura la vena del cuello. -Dijo tan normal, y le di un
empujón rodando los ojos.
-Dios mío, eres increíble. -Dije negando, pero volvió a darme un beso antes de que dijese nada más.
-Es broma, te quiero. -Solté una leve carcajada al escucharla, negando.
-No, no es broma porque cuando lo hacemos la vena del cuello se te pone así. -Le señalé el cuello, dándole
una pequeña caricia en la parte baja donde solía salirle, y entrecerró los ojos.
-Y te gusta, ¿verdad?
-Me dio varios besos más en los labios, a los que respondí mientras sonreía.
-Verdad.
Salimos del ascensor con Lauren llevando el carrito hasta el restaurante, donde en una de las mesas estaban
Chris y Sofi sentados mientras desayunaban. Era raro ver a mi hermana así, con el hermano de Lauren, lo
que era bastante raro, pero a la vez adorable.
Llegamos a la mesa y pusimos el carro al lado de esta, sentándome justo al lado de Sofi y enfrente de
Chris. -Buenos días. -Dije dándole un beso en la mejilla a Sofi, girándome al escuchar la voz de Lauren.
-Voy a por algo de desayunar, ahora vengo. -Solté la mano de Lauren y miré a Chris, luego a Sofi.
-¿Cómo estáis? -Sofi jugaba con su anillo, y a pesar de que yo llevaba casada con Lauren casi dos años,
seguía teniendo la misma manía que mi hermana.

139
-Bien, ¿y vosotras? -Veía a Lauren con dos platos en las manos, mirando qué iba a
desayunar. -Genial, ¿os gusta el hotel? -Chris miró a Sofi mientras desayunaba.
-A mí no me mires, he pasado media vida aquí. -Señaló a Sofi con el tenedor, que se limpiaba los labios
con la servilleta.
-Es increíble. ¿Estás segura de que a Lauren no le importa que celebremos la boda aquí? -Negué riendo,
pasándole una mano por el brazo para tranquilizarla.
-Cariño, me obligó a convencerte. -Sofi sonrió algo más tranquila, y Chris se levantó con el plato en la
mano.
-Voy a por algo más de desayunar. -Respondió señalando donde estaba Lauren, y las dos nos quedamos
solas.
-Oye, Camila... Tengo miedo de lo que pueda pasar. -Fruncí el ceño mirando un momento el carro donde
estaba Karla dormida, y justo cuando iba a empezar a llorar le puse el chupete en la boca.
-¿Cómo que qué puede pasar? -Pregunté girándome hacia ella.
-Lo que pueda pasar después de la boda. Mucha gente dice que los primeros meses van bien, pero... ¿Qué
pasa si se aburre de mí? ¿O si empezamos a pelearnos por todo? -La verdad es que estaba realmente
preocupada.
-Cielo, llevo casada con Lauren dos años y tenemos una hija, lo que añade unos diez años más a nuestra
relación. La única pelea que tenemos es porque no quiere cambiarle el pañal a Karla, o porque no le dejo
que me toque los pechos. -Las dos reímos a la vez, y vi que Lauren venía con dos platos. -El caso es que yo
me enamoro cada día de Lauren, y ella se enamora cada día de mí. Porque cada día es diferente aunque la
rutina sea la misma. Puede que siempre, a la misma hora Lauren llegue a casa, pero cuando ve a Karla su
reacción no es la misma siempre. Tampoco son siempre las mismas cosas que me dice al oído o... Sus
besos. Y tienes que mirar tu relación de una manera en que nada se vea igual, para que cada día descubras
cosas de él. -Sofi sonrió y me abrazó con fuerza, dándome un beso en la mejilla.
-Parece que sigo teniendo 19 años y tú sigues siendo mi hermana mayor la doctora, ¿sabes? -Las dos
reímos, y pasé un dedo por la mejilla de Sofi.
-Sigo siendo mayor y sigo siendo doctora. -Las dos reímos a la vez y Lauren me puso el plato delante con
un zumo de naranja. -Mmh... Muchas gracias. –Sus labios tocaron los míos, y la aparté porque iba a seguir
dándome besos delante de mi hermana. - Ya, ya, ya. -Me censuras, Karla Camila. -Dijo sentándose en el
sitio al lado de donde estaba Chris, y cogí un poco del desayuno llevándomelo a la boca. -¿De qué
hablabais?
-De ti, Jauregui. -Dijo mi hermana, lo que me hizo reír porque siempre había sido muy gracioso verlas
hablar a las dos.
-¿Qué hablabas tú de mí, enana? -Bebió de su vaso y Chris pasó detrás de ella para sentarse en la silla al
lado de su hermana.
-De lo chulo que es tu hotel. -Sofi alargó el tenedor hasta el plato de Lauren cogiendo una tortita, lo que
hizo que Lauren entrecerrase sus ojos.
-Lo sé, pero en realidad no hablabais de eso. -Lauren no dejaba a mirar a mi hermana con los ojos
entrecerrados y Sofi me miraba a mí.
-Cariño, deja de suponer cosas. Hablábamos de que hoy tiene que ir a comprar el vestido y debemos
acompañarla. Y luego tienes que ir a ver trajes con tu hermano. -Ella rodó los ojos con un suspiro.
-¿Por qué tengo que ir con mi hermano? -Chris le dio un golpe en el brazo a Lauren, que se frotó este
después.
-Porque sabes más de trajes que toda la familia junta. -Lauren suspiró, dándole un mordisco a sus tortitas y
recostándose en la silla.
-Está bien. Tengo buen gusto, Chris, por si no lo sabías. -Se giró para mirar a su hermano, en cuanto Karla
comenzó a llorar y a removerse en el carro Lauren la cogió, y estaba totalmente despierta.
-Sé que tienes buen gusto. A ver qué me aconsejas. -Lauren le volvió a poner el chupete en la boca a Karla,
que estaba de pie en su regazo y saltaba levemente. -Yo siempre aconsejo bien.
Salimos de desayunar y lo primero que hicimos fue poner las toallas en las hamacas, aunque Sofi venía
detrás de mí, ella no lo hizo.

-Oye, Mila, Chris y yo vamos a hacer una compras y... Si quieres, nos podrías dejar a Karla. -Entreabrí los
labios mirando a Sofi y luego mirando a Lauren que mecía a la pequeña dándole besos en las mejillas. -
¿Pero estás segura? No quiero que te moleste.

140
-No, no. Chris y yo queríamos pasar un rato con ella, ya sabes. Llevamos mucho a Hayley al cine, pero casi
nunca tenemos a Karla. -Mi hermana se encogió de hombros con una sonrisa.
-Oh, claro, claro. Cielo, si quieres pasar un rato con ella, o tú y Chris sólo dímelo. -Me di la vuelta y llegué
hasta Lauren, que intentaba no partirse el labio mientras Karla tiraba de él. -Oye, Sofi se va a llevar a
Karla, ¿te parece bien? -Ni siquiera respondió, me la puso en brazos y luego le dio un beso en la frente.
-Te echaré de menos. No te hagas mayor sin mí.
Tras darle algunas explicaciones a Sofi de cómo cuidarla si se ponía a llorar, y darle el bolso con todas las
cosas, volví con Lauren, que ya estaba metida en el agua con los brazos estirados hacia mí. Me quité el
vestido y lo dejé en la hamaca, bajando las escaleras hasta quedar frente a ella. Sus manos tiraron de mi
cintura para pegarme a su cuerpo, y mis brazos rodearon su cuello, dándole un beso bastante lento,
pausado, profundo, buscando cada resquicio de su boca que echaba de menos, y sus manos apretaron mi
trasero con fuerza.
-Se te está poniendo el culo duro. Me gusta. -Rodé los ojos levantando la cabeza terminando por reírme,
aunque apoyé la frente contra la suya, relamiéndome los labios.
-¿Por qué cuanto más pasa el tiempo más salida estás? -Su boca besaba mi clavícula hasta que escuchó eso
y frunció el ceño.
-Yo no estoy salida. -Volví a besarla pasando las manos por su cuello, sonriendo en sus labios. -Sólo te
aprecio como mujer. Eres como el vino y cuanto más pasa el tiempo más sexy estás. Eres una madre a la
que me follaría.
-En sentido estricto, ya lo haces cariño. -Cogí su cara entre mis manos y le di un beso lento, separándome al
momento.
-No, yo no te follo, te hago el amor. -Negué arrugando la nariz con una risa.
-Créeme, cuando la vena del cuello se te hincha no me haces el amor. -Ladeé la cabeza riendo, y echa la
echó hacia atrás rodando los ojos con una risa.
-Eso es verdad. -Sus brazos rodearon mi cintura, y comencé a dar pequeños besos en su mejilla. -¿De qué
hablabais Sofi y tú? -Suspiré separándome un poco de ella, pasando las manos por su cuello que casi
siempre estaba en tensión constante.
-¿Prometes no decirle nada a Chris? -Lauren se separó de mí un poco, porque aquello la había dejado
preocupada. -Promételo.
-Vale, vale. -Tenía el ceño fruncido, y me observaba con seriedad.
-Sofi... Tiene miedo de lo que pase cuando lleven unos meses casados, es decir, le da miedo que sean como
esas parejas que se odian, que se pelean, que ni siquiera tienen sexo... No es que tenga miedo de casarse,
tiene miedo de perder a Chris. -Lauren me miró un momento intentando asimilar lo que le estaba diciendo.
-Tú y yo no somos así, ¿verdad? -Negué dándole un beso en la nariz, abrazándola de nuevo. -Somos un
matrimonio enrollado, ¿no?
-Ya no se dice enrollado, cariño, pero sí, no somos ese tipo aburrido de matrimonio. -Dije sonriendo,
mirando los ojos de Lauren que parecían estar más claros aquella mañana.
-Me gusta estar casada contigo, ¿sabes? -Me dijo dándome un beso en la clavícula, cosa que me hizo
esbozar una sonrisa. -Porque puedo levantarme por la mañana y saber que siempre vas a estar ahí, o cuando
me preguntan puedo decir 'mi mujer está bien, gracias'. Sólo... El hecho de saber que no te vas a ir me da
tranquilidad, así que supongo que por eso me gusta estar casada. -La besé, de una forma más suave y
tierna, con mis manos en su nuca y bajándome de sus brazos.
-¿Sabes que le respondí a Sofi cuando me preguntó eso? Le dije que siempre me sorprendías con cada cosa
que hacías y por eso nunca me aburro de ti. Y eso es justo lo que estás haciendo ahora. -Lauren me dio
besos más seguidos en los labios mientras yo reía al sentirla, aunque los besos pararon.
-Eh. -Escuché una voz al lado de nosotras. - No hagáis eso delante de mis hijos. -Lauren se quedó mirando
a la señora, rechoncha, bajita, con un bañador estampado.
-Su hijo lleva empalmado desde que nos hemos metido en la piscina, señora. -Lauren señaló al chico en la
hamaca que se dio la vuelta con el pantalón abultado. -Y puedo hacer lo que quiera, primero, porque es mi
mujer y la beso donde y cuando quiero. Segundo, si le molesta, usted se calla la puta boca y se va a tomar
por culo. Tercero, este es mi hotel y si vuelve a decir algo la echo a la calle. ¿Me ha escuchado?

141
-¡Kevin! -Gritó al niño que salió corriendo por el césped de la piscina. -Es... Es asqueroso lo que hacéis. -
Podría serlo más si la abriese de piernas en el bordillo y pusiese mi cabeza en medio. Por cierto, el
matrimonio gay es legal en los cincuenta estados del país desde hace unos años, debería ver las noticias y
dejar de vivir en una comunidad Amish.
-Vais a ir al infierno. -Dijo la mujer separándose de nosotras.
-Oh dios mío, qué terrible. De verdad, voy a dejar a mi mujer y a mi hija para votar a Trump. -Lauren se
llevó una mano al pecho. -Pero, ¿en el infierno la gente no folla, se droga, y hay homosexuales? ¡Es el
paraíso! -El modo en que Lauren dejaba completamente KO con su ironía a la señora me hacía demasiada
gracia. -Cariño, vamos a hacerlo a un sitio público, igual nos dan habitación vip y todo por ser más
pecadoras aún. -La señora ya se había ido, pero yo no podía parar de reírme, y Lauren tampoco, así que
sólo me abrazaba dándome un beso en la cabeza. -Hay mucha ignorancia en este país, ¿sabes? Y la única
forma de combatir los insultos y las peleas, es con ironía y sentido del humor.
-Te quiero, de verdad. Vas a enseñarle muy buenas cosas a Karla con eso. -Lauren sonrió, y yo, la volví a
besar.
Nos sentamos al borde de la piscina, con un par de zumos de maracuyá en la mano servidos en copas,
aunque no me extrañaba porque el hotel de Lauren era de lujo, literalmente. Observábamos la piscina, el
agua azul turquesa, clara, tranquila.
Un chico bordeaba la piscina mirándonos, y Lauren le dio un trago largo al zumo que casi se terminó al
momento. A medida que se acercaba, bebía más.
-Hoy es el día de tocarle los cojones a Lauren. -Susurró en bajo antes de que el chico
llegase. -Hola chicas. -Se puso de cuclillas detrás de nosotras.
-Hey. -Saludé yo, porque ni siquiera sabíamos lo que quería.
-Hay una fiesta esta noche en Fort Lauderdale, y me preguntaba si vosotras querríais venir conmigo y un
amigo. -Lauren rodó los ojos mirando al frente. Lauren me cogió de la mejilla, casi metiendo la mano bajo
mi pelo y comenzó a besarme lentamente, sin esperármelo su boca entró en contacto con la mía, y vi cómo
el chico casi se cae al andar hacia atrás, chocando con las hamacas. -Vale, creo que la respuesta es no. -Y
salió andando rápido por el borde de la piscina.
-Avísame si vas a besarme así, que me dé tiempo a coger aire. -Dije riendo al separarme, bebiendo un poco
del vaso.
-Es que si no se rompe el factor sorpresa.
Y no sé cómo, pero al subir a la habitación Lauren me quitó los lazos del sujetador del bikini y cayó al
suelo, luego hizo lo mismo con la parte inferior y quedé desnuda con el vestido blanco, en el que se
transparentaba mi cuerpo. Lauren acabó desnuda, y me tumbé en la cama tirando de su brazo, poniéndola
encima de mí. Mis manos pasaban por su espalda, apretaban su piel que se hundía bajo mis dedos y
resbalaban por el agua de la piscina. Sus caderas comenzaron a moverse, despacio, lento, mirándome a los
ojos con los labios humedecidos, besándome, buscando mi lengua, bajando a mi cuello que desgarraba
lenta y suavemente con los dientes, apretando mis pechos con las manos en el momento que comencé a
jadear. Iba más rápido, su boca se había adueñado de mis pechos y podía sentir la humedad, su lengua
recorriendo mis pechos despacio y gemía, gemía a la vez que yo por el roce de su centro contra el mío, de
sus manos acariciando mis brazos, mis costados, y subió por mis brazos hasta enlazar sus dedos con los
míos. Apretó mis manos en la cama, y sus caderas aumentaron de velocidad haciendo que arquease mi
espalda, y gimiese contra la boca de Lauren. Tenía los ojos cerrados y podía ver cómo las venas de su
cuello se marcaban perfectamente y ella terminaba por gemir. Desgarrado, ronco, grave, desde lo más
profundo de su garganta, mientras mis labios besaban sus venas, lamía su cuello intentando aguantar los
gemidos por las embestidas, aunque Lauren terminó por llegar al orgasmo, quedándose parada encima de
mí intentando recobrar la respiración, pero sus dedos iban ya camino de mi entrepierna, haciéndome gemir,
introduciéndose en mí lentamente y acariciándome a la vez con el pulgar. Muchas veces me preguntaba
cómo Lauren podía hacer esas cosas, tenerme con los labios entreabiertos y aguantar mis gemidos hasta que
terminaba de explotar en su boca, y eso le gustaba. Le gustaba eso que estaba haciendo, mover los dedos
lentamente hasta que cambiaba de ritmo, como había hecho. Puse mi mano sobre la de ella para que fuese
más rápido, y mis gemidos comenzaron a salir, retorciéndome en la cama, apretando los dedos en la mano y
abrí los ojos por un momento, encontrándome con su mirada mientras me acariciaba el pelo y juro que no
había mejor forma de llegar al orgasmo.
Me besó tímidamente, tierna, suave, con una sonrisa en los labios.
-Te quiero. -Me dijo, pasando un dedo por mi mejilla. -Te quiero mucho

142
Capítulo 35

Camila's POV
Lauren, Ally, Dinah y yo estábamos sentadas en la tienda de vestidos, esperando a que Sofi saliese del
probador con el segundo vestido que se iba a probar. A mi lado, Lauren estaba recostada en el respaldo del
sofá que había en la tienda, mirando el móvil. Además, llevaba puesto uno de sus trajes porque acababa de
salir del trabajo.
-¿Quieres dejar el móvil? -Le dije dándole un golpe en la rodilla, ganándome uno de sus suspiros cerrando
los ojos.
-Claro que quiero, pero no puedo. -Rodé los ojos por su respuesta, aunque la dejé que siguiese.
Unos minutos más tarde se abrió la puerta del probador, y Sofi salió, mirando hacia el suelo para no caerse.
Estaba preciosa, deslumbrante, y no podía estar más orgullosa de ella al verla con su vestido puesto. Era
ese, no cabía duda.
-Dios mío Sofi, estás preciosa. -Dije yo con los ojos como platos, sin dejar de admirar su vestido.
-Camila tu hermana está muy buena. -Dinah y yo le dimos un manotazo en los brazos casi a la vez, y
Lauren se encogió. -¡Ay! ¿Pero no la veis? Va preciosa. -Dijo con una sonrisa, y terminé por asentir
llevándome las manos a la boca.
-Ese es tu vestido cariño, no te pruebes ni uno más. -Mi hermana se miraba en el espejo pasándose las
manos por el vestido, y sin duda, sí que era preciosa.
*
-¿Has echado de menos a mami? -Cogí a Karla en brazos, dándole un beso en la frente escuchando su risa,
viendo sus ojos y su boca abierta de felicidad al verme. Le di besos por sus mofletes, y sus manitas
se pusieron en mis mejillas, dándome suaves golpecitos.

Lauren entraba detrás de mí cerrando la puerta, señalando el teléfono por el que hablaba y sólo pude rodar
los ojos, entrando en el salón donde estaba Clara.
-Muchas gracias por cuidar de Karla, Clara. -Dije dejando a la pequeña en el tacatá color rosa, y comenzó a
correr por la casa aunque la paré cerrando la puerta, así que sólo deambuló por el salón.
-No es nada, es más, agradezco que me la dejéis. Sobre todo por Lauren.
A Lauren no le gustaba mucho dejar a Karla y a Connor juntos, sólo por el hecho de que no era su abuelo,
pero Clara estaba convencida de que Connor no iba a ser el abuelo de su nieta. Según me había dicho, ella
lo quería, y lo quería mucho, pero era eso, su pareja. No tenía nada que ver con Karla ni con Lauren
siquiera, así que, para la pequeña su abuelo sería Mike.
-Sabes que puedes venir a verla y que dejártela no es problema. -Dije justo antes de ver a Lauren bajar las
escaleras colgando el móvil.
-Lo siento, trabajo. -Karla comenzó a correr con el tacatá hacia Lauren, que se agachó para darle besos en
las mejillas. -Te he echado de menos, Karls. ¿Has echado de menos a mamá? ¿Sí? -Lauren le dio un beso a
Karla que abrió la boca soltando una risa poniendo las manos en su cara.
-Eso es que sí.

***
Y los meses pasaron, y la boda llegó. Karla ya tenía casi un año, pero seguía siendo un pequeño bebé,
aunque ahora intentaba ponerse de pie acababa por caerse al suelo. Desde que nos habíamos sentado estaba
a punto de llorar, con Karla en mi regazo y Lauren que miraba a su hermano asintiendo.
-Qué guapo va. -Dije yo en voz baja, aunque él me escuchó y sonrió. Se le notaba lo nervioso que estaba, le
sudaban las manos porque no paraba de frotárselas, y también lo denotaba el brillo en su frente. Clara ya
estaba llorando, pero Lauren era la única que lo miraba todo con una sonrisa.
-Mira, mira, es el tío Chris. -Lauren llamaba la atención de Karla que me miraba casi embobada con una
sonrisa y luego miraba a Chris de la misma forma, abriendo y cerrando la manita.
Cuando giré la cabeza, Sofi iba del brazo de mi padre, y comencé a llorar con una sonrisa, porque el vestido
era precioso, pero verla a ella, con el pelo recogido y tan simple pero a la vez tan increíblemente guapa.
Al llegar al altar, Karla soltó un pequeño grito dando golpes en mi mano porque aquellos eran sus tíos y los
había reconocido.

143
Podía ver cómo le temblaba la mano a Sofi cuando le puso el anillo, mientras yo lloraba, Karla entre mis
manos lo miraba todo, Lauren aplaudía y yo no podía más.
-Sofía Cabello. -Abracé a mi hermana apretando los ojos, sintiendo cómo temblaba, y cómo las dos
llorábamos. -¡Te has casado!
-¡Me he casado! -Respondió ella mirándome, y las dos dábamos pequeños saltitos de emoción. -
¿Cómo te sientes? -Le pregunté poniendo las manos en sus brazos, y ella se encogió de hombros.
-Creo que es el día más feliz de mi vida. -Solté una suave risa quitándole las lágrimas que caían bajo sus
ojos.
-Eso es porque aún no has tenido tu primer hijo.
Cuando me senté en la mesa en la que estábamos Lauren, Normani, Dinah, Ally, Taylor y yo, aquello
parecía más una guardería que otra cosa.
-Hey, ¿cómo está Sofi? -Preguntó Lauren poniéndome la mano en el muslo, sobre el vestido.
-Es la más feliz. -Karla estaba sentada en su regazo, apoyada en su brazo, y le di un besito en la cabeza. -
¿Tú también eres la más feliz?
-Yo también soy la más feliz. No te quites nunca ese vestido rojo. -Acaricié su mejilla y le di un suave beso
en los labios. -O puedo quitártelo yo, como prefieras.
-No me digas esas cosas delante de tu hija. -Dije cogiendo a la pequeña en brazos, colocándole bien el
vestido. -Eres la niña más guapa del mundo, ¿verdad que sí? -Karla hacía pompas con la saliva que salía de
sus labios, y cogí sus manitas en mi mano para besarlas.
-Cuanto más crece se parece más a ti. -Dijo Lauren mientras comía de su plato, y yo cogía la papilla
calentada que me traía el camarero para Karla.
-¿Tú crees? -Me mordí un poco el labio dejando que Lauren cogiese a la pequeña. Con las manitas apretaba
los dedos mirándome, haciendo ruiditos adorables.
-Claro, mírala, es una pequeña bolita, como tú de pequeña. -Solté una risa mientras removía la papilla, y
Lauren le ponía el móvil delante. -Mira, dibujos. ¿Te gustan los dibujos? -Karla daba golpes con los dedos
en la pantalla al ver aquellos dibujos de Peppa Pig.
Acerqué la cuchara a su boca y gracias a que estaba entretenida comió sin dar ningún manotazo ni
mancharnos los vestidos, ni el suyo tampoco. Llevaba una pequeña diadema roja con un lacito, aunque
tenía el pelo bastante corto, castaño oscuro, yo seguía poniéndole lacitos, pero por su parte Lauren le había
comprado camisetas de Nirvana, Pink Floyd o Bob Marley y su pequeña chaqueta de cuero.
-¡¡MMH!! -Karla señalaba la pantalla con el dedo mientras comía, y aunque aún no hablaba, tenía claro
que los dibujos y el helado de fresa que le daba Lauren a mis espaldas le gustaba.
Dejamos a Karla con Clara, y una vez se repartió la tarta una vez todo terminó, Lauren cogió el micrófono
y se puso en el escenario, en el jardín donde se celebraba la fiesta.
-Sofía Cabello, te la vamos a devolver. -Cogí yo un micrófono, poniéndome a su lado.
-Sofi, cariño, esto es por lo que nos hiciste hace casi tres años. -Hice una mueca riéndome, y Lauren se
colocaba bien el pelo.
-¡HACED RUIDO MIAMI! -Lauren creía que estaba en un concierto de rock o algo y negué cogiéndola de
la mano. -Es broma. ¿Os gusta mi hotel? -Todo el mundo decía que sí y Lauren sonreía. -¿A que es chulo?
Quería regalarle uno a Camila por nuestro aniversario pero no me dejó. En cambio me dejó hacerle otras...
-¡Lauren! -Le tapé la boca con la mano muerta de vergüenza, negando. -Bueno... Muchos de aquí sois
compañeros de Sofi y Chris porque trabajan con vosotros en el hospital, en otras guardias diferentes a la
mía, y os preguntaréis, ¿qué leches hace la doctora Cabello en la boda de Sofi? Porque es mi hermana.
-Lo habrían deducido porque sois iguales. -Entrecerré los ojos mirando a Lauren, terminando
por reírme. -Lo siento.
-El caso es que, es mi hermana pequeña. Mi hermana pequeña se ha casado y es... Algo que nunca pensado
que iba a ver. Eres mi pequeña, eres Sofi, es decir, yo te cuidaba cuando papá y mamá trabajaban, yo te
enseñé casi todo sobre relaciones y... Aunque en algún punto de tu vida fuiste algo descontrolada, no sabías
lo que querías hacer, encontraste un rumbo. Aunque Lauren tuviese que ir a recogerte a fiestas, como
siempre cuenta, para que yo no me enfadase, aunque te partiesen el corazón... Siempre estaré ahí para ti,
¿sabes? Porque aún recuerdo el día en que llegaste a mi casa llorando porque tu novio te había dejado y yo
estaba como "ow, lo siento cariño, todo estará bien", pero en realidad gritaba de alegría porque aquél tío era
un completo gilipollas. Y luego, no sé cómo apareció Chris a los cinco minutos, y casi te empujé por las
escaleras para que fueses con él y... Mírate. Casi cuatro años después estamos aquí. Aunque Lauren
quisiese matar a su propio hermano cuando os vio besaros en el hospital.

144
-Eso es cierto. -Asintió Lauren, aún podía recordar cómo casi se abalanza sobre él.
-Y te quiero, después de todas esas noches viendo Gossip Girl, comiendo helado de frambuesa y hablando
sobre relaciones, sobre chicos, sobre el mundo. Aquellas noches cuando yo llegaba cansada de trabajar y
simplemente tenía ganas de tumbarme y tú te echabas encima de mí diciéndome que no estuviese triste por
cosas del trabajo. Tú fuiste también la que me empujó a no tener miedo de estar con Lauren, y aquí
estamos. Has cambiado muchísimo, y a partir de aquí sólo podéis ir creciendo. -Todos aplaudieron y yo
miré a Lauren, que me miraba a mí con el ceño fruncido.
-¿Por qué no me llamasteis nunca para ver Gossip Girl? -Preguntó Lauren con cara de ofendida.
-Porque eras una estirada que siempre tenía trabajo. Oh, espera, sigues siendo una estirada con mucho
trabajo. -Lauren sonrió, cogiéndome de la mano y dándome un beso en los labios.
-Eres encantadora. En fin. Te quiero. Y esto es lo que os va a pasar dentro de unos años, Chris, a tu mujer
se le van a duplicar las tetas y el culo. Felicidades hermano. -Alzó el pulgar en dirección a su hermano, y el
chico lo alzó también soltando una risa. Karla empezó a llorar, y Lauren se agachó para cogerla en brazos,
dándole un beso en la frente. -No llores, ya está. El caso es que... Nuestra relación no ha sido para nada
como la de Sofi y Camila. Porque cuando tú eras un adolescente, yo ya estaba en Los Ángeles trabajando, y
las pocas veces que podía veros eran... Casi fugaces. Y me arrepiento de eso sobre todo por papá. Hubiese
estado muy orgulloso de que te hubieras casado con una mujer como es Sofi, y estoy segura de que a ti te
habría querido mucho. Yo... Era un poco fría, y cuando murió papá me refugié en el trabajo y ni siquiera
tenía tiempo para mamá, para Taylor o para Hayley que aún era un bebé. Y te pido perdón por eso, por no
haber sido una hermana mayor normal, aunque bueno, tener una hermana que te deja los fines de semana
un hotel de lujo en cualquier parte del mundo, no está mal, ¿verdad? -Lauren soltó una risa. -Y Sofi, cariño,
siempre te recordaré como esa chica que iba a fiestas y vomitaba en los cubos de la basura antes de entrar a
mi coche. Algún día tendré que aprender a tomarte en serio cuando voy a la consulta o... No sé. Sólo sé
que... -Karla comenzó a dar golpes en el micrófono, provocando la risa de Lauren. -¿Qué quieres decirle a
los titos?
-OOoooohh. -Dijo con voz alegre moviéndose entre los brazos de Lauren, apretando el micrófono con las
manitas.
*
Pasé los brazos por el cuello de Lauren moviéndome lentamente, mientras ella rodeaba mi cintura con las
manos y me besaba, de una forma tierna y suave, lenta, algo profunda que me dejaba con ganas de más a
cada beso que daba.
-¿Tú crees que nosotras nos hemos desgastado en estos tres años? -Pregunté mirando a Lauren, que apretó
los labios.
-Siento decirte que no, ni un poco. Te quiero más, y más y más. Lo siento, cariño. -Solté una pequeña risa,
dándole un nuevo beso más corto y brusco en los labios.
-Eres tonta. -Arrugué la nariz observando cómo Lauren sonreía, ladeando la cabeza.
-Perdóname si hago algo mal algunas veces, o si... No sé. O si te enfadas conmigo. -La abracé poniendo
una mano en su pelo, apretando los ojos.
-Eres perfecta a tu manera en todos sentidos.

Capítulo 36

Camila's POV
Se me hacía difícil dejar a Karla con mis padres mientras Lauren y yo volvíamos al trabajo, pero así era la
vida, y así volvía al hospital. El pabellón con mi nombre que Lauren había hecho para mí estaba
completamente terminado y en funcionamiento, y nada me hacía estar más orgullosa.
Sofi y Chris estaban de vacaciones, así que estaba prácticamente sola.
-¿Cuántas operaciones llevas hoy? -Preguntaba Ally mientras yo me ponía el gorro y entraba en la sala a
desinfectarme las manos.
-Con esta dos de apéndice. ¿Quieres venir dentro a ayudarme? Igual te desmayas al no estar acostumbrada
a ver sangre. -Me gustaba burlarme de Ally de aquella forma, y me dio un golpe en el hombro mientras me
frotaba las manos con jabón.
-Veo más sangre todos los días en un parto que tú en una operación. Dame el jabón. -Casi me lo arrancó de
la estantería y antes de eso, consiguió ponerme los guantes. -Nunca he operado.

145
-Es como una cesárea. Sólo que más pequeña, menos sangrienta y el bebé es una bolsa de pus. No tendrás
que hacer mucho.
Y la verdad es que Ally lo hacía bien, no noté diferencia con Chris o Sofi, y eso decía mucho de Ally. En
media hora habíamos terminado, y la dejé coser la herida porque tenía más técnica. Aquello de coser a
chicas jóvenes que han dado a luz por cesárea y no quieren que se les quede la cicatriz hace carrera.
-¿No te cansa hacer tantas operaciones? -Dijo Ally al salir, y casi no me dio tiempo a responder
cuando tenía a una señora gritando y tirándome de la camisa del uniforme verde.
-¿¡Y mi hijo!? ¿!Está bien!? -Cogí sus manos y las aparté con cuidado de mí, asintiendo lentamente. -
Señora, tranquilícese. Su hijo está muy bien, además sólo era una operación de apendicitis. -Respondí
alejándome un poco de ella.
-Es que usted no es madre, no lo entiende, estaba preocupada le dolía mucho, casi no podía andar. -Sonreí
un poco negando, intentando relajarla.
-Sí que soy madre, y sí que lo entiendo, ya está todo bien, nadie ha muerto de una operación de apendicitis,
eso se lo aseguro. -Señalé el final de la sala, donde Dinah estaba pasando consulta a consulta. -¿Ve a esa
enfermera? Si necesita cualquier cosa, ella sabrá qué hacer.
-Gracias, doctora. -Se alejó hacia el final del pasillo y me di la vuelta metiendo las manos en mis bolsillos.
-Esa mujer casi te arranca la camiseta. -Miré a Ally mientras entrábamos en el ascensor, encogiéndome de
hombros riendo.
-Es normal. Es como si operasen a Karla de algo sin importancia y fuese Lauren la que está fuera
esperando. No sabe nada sobre lo que van a hacerle. -Me encogí de hombros cogiendo un café de la sala de
descanso, cogiendo el móvil que había dejado allí para la operación, y mi madre, como siempre, me
mandaba fotos de Karla en el carrito mientras paseaban por Malibú. Mi padre la sostenía, en brazos en otra,
y creo que mi hija trajo un poquito más de felicidad a nuestra familia.
-¿Tienes más operaciones ahora? -Preguntó Ally, mientras yo le daba un sorbo al
café. -Sí, y esta sí que es preocupante. -Respondí sentándome en el sillón,
cruzándome de piernas. -¿De qué es? -Ally se sentó frente a mí, y yo removí el café
con la cucharilla.
-Operación de pulmón. -Miré el reloj de la pared y me levanté de nuevo con un suspiro, dejando el vaso en
la mesa. -Y tengo que irme ya.
-Suerte, Mila.
*
Cuando entré en el quirófano todo estaba listo, el paciente anestesiado y yo cogí el bisturí, esperando a que
los demás le diesen la vuelta para poner a aquella chica de costado. Era muy joven, unos veinte y pocos
años, normalmente estas operaciones solían ser con personas mayores, pero este caso me extrañó.
Hundí el bisturí en su piel, desgarrando esta lentamente y abriendo sus músculos que se rompían al paso en
que mis dedos deslizaban la hoja entre ellos. Con las pinzas, abrieron la apertura que acababa de hacer,
mientras yo secaba un poco la sangre que caía, mientras con una larga pinza, mirando el monitor en el que
se proyectaba la imagen del pulmón, comencé a explorar la zona.
Mientras encontraba la zona afectada tardé unas tres horas, las gotas de sudor me caían por la frente, y
comencé extirpar parte del pulmón, sacándolo con cuidado para que los demás que me rodeaban lo
cogiesen, y así, poco a poco, hasta que después de tres horas más terminé de extirpar y me aparté, para que
ellos empezasen a coser.
Después de seis horas de operación, salí directamente hacia los vestuarios, me duché y cogí el coche
camino a casa. Las luces de neón de los establecimientos de Los

Ángeles se reflejaban en los cristales, y aunque la noche estaba encima de la ciudad, las palmeras se veían
en las ventanas.
Al llegar a casa, lo primero que vi fue a Lauren con la camisa remangada sentada en la mesa de la cocina,
el potito en la mano y Karla dándole golpes a la mesa mientras se comía una cucharada de papilla.
-Mmh, ¿te gusta? ¿Sí? - Dijo antes de girar la cabeza hacia mí, y sin decir nada me acerqué a ella dándole
un abrazo del que no le dio tiempo ni a girarse, seguía en la misma posición con la que le daba de comer. -
Buenas noches, doctora Cabello. -Me plantó un beso en la frente y sonreí un poco, cerrando los ojos.
-Estoy agotada. -Dije mirándola, pasando una mano por su mejilla. -Agotada de verdad.
-¿Física y psicológicamente? -Solté una risa asintiendo. -Entonces vale. -Le di un beso en los labios con
suavidad, y luego apreté las mejillas de Karla que sonreía y se reía al verme.

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-No sabes cuánto la he echado de menos. ¿Quieres que le dé yo la cena? -Lauren también acababa de llegar
de trabajar, y también se merecía algo de descanso, pero negó.
-Qué va, deberías descansar. -Me puse detrás de ella apoyando las manos en sus hombros, que masajeé un
poco, estaba bastante tensa, como siempre.
-Mejor... Hagamos un trato. Yo le doy de cenar a Karla, la duermo y tú mientras preparas una cena,
cenamos en la piscina, ya sabes. -Agaché la cabeza hasta llegar a su oído y le di un beso tras la oreja.
-No tardes mucho. -Susurré en voz baja.
Mientras yo hacía la cena, Lauren intentaba darle de comer a Karla, que apretaba los dedos y daba golpes
en la mesa hasta que sacó el móvil y le puso los dibujos, aquél maravilloso truco magistral para que
comiese tranquila.
Tras hacer la cena y ponerla en la mesa al lado de la piscina, Lauren bajó dejando el móvil en la mesa y la
cogí del cuello de la camisa, besándola lenta, profunda y delicadamente, de la forma más húmeda que
podía.
-¿Cómo te fue el día? -Le pregunté tras separarme, y Lauren aún seguía pensando en el beso que le acababa
de dar.
-Húmedo. -Respondió, pero terminó por sacudir la cabeza. -Cuéntame el tuyo, el mío es aburrido. -Terminó
de enlazar sus manos con las mías, aunque las quité para poder pasar estas tras su cuello.
-Tuve tres operaciones, una de ellas de seis horas. -Lauren se separó de mí frunciendo el ceño, poniendo las
manos en mis mejillas.
-¿Estás bien? Es decir, debes de estar agotada. -Sonreí un poco encogiéndome de hombros, poniendo las
manos en su cintura. -Siento haberte pedido la cena y.. Si me lo hubieras dicho habría pedido, no sé, algo
de comer antes de venir.
-No me cuesta hacer la cena, además me encanta que le des de cenar a Karla. -La sonrisa de Lauren se
agrandó en su rostro, encogiéndose de hombros.
-¿Te gusta eso? -Frunció el ceño, y asentí pasando las manos por su pecho, alisando las arrugas que se
formaban en su camisa.
-Es sexy. ¿Sabes qué es lo que más me molesta de ti? -Lauren se separó de nuevo frunciendo el ceño, se
quedó algo fría. -Que siempre te manchas las camisas blancas con una gota de vino y cuando intento
regañarte me pones esa cara de cachorrito, y acabamos besándonos en el sofá, pero luego la que te limpia
las camisas soy yo. -Lauren comenzó a reírse negando, poniendo las manos en la parte baja de mi espalda.
-Ojalá todos mis defectos fueran sólo ese. Sé que tengo muchos más pero... -Se encogió de hombros,
dándome un beso en la frente. -Los soportas bien.
-¿Cuáles son mis defectos? -Pregunté apretando mis dedos entre los suyos, dándole un beso en los nudillos.
-No tienes. -Sus dedos colaron un mechón de pelo detrás de mi oreja, sonriendo.
-Sí que tengo. -Le di con un dedo en el abdomen, con un pequeño puchero.
-No, no tienes. Y ojalá todos vieran sólo ese defecto de mí, te lo aseguro. -Lauren tiró de mi mano para
volver a abrazarme, y esta vez puso las manos abiertas en mi trasero.
-Ojalá todas las parejas fuesen como nosotras, el mundo sería mucho más feliz. -Respondí yo, aunque
sabiendo que lo de la mancha de la camisa no era un defecto, pero me encantaba regañarle y que luego me
abrazase por la espalda para pedirme perdón, dándome besos por las mejillas.
Nos sentamos en la mesa frente a la piscina, y para no perder esa tradición, puse algo de vino, carne, y
arroz, que Lauren agradeció tras un día tan largo que nos había dejado a ambas exhaustas.
-Oye, ¿y cómo te fue a ti? -Pregunté bebiendo un poco de mi copa, dejándola luego en la mesa.
-Mmh... -Terminó de tragar, humedeciéndose los labios. -Tuve como siete reuniones. Y luego se incendió
la cocina de uno de los hoteles en Canadá, por suerte nadie salió herido pero... -Volvió a comer,
poniéndose una mano en la boca. -Creo que me casé contigo por la comida. -Solté una suave risa,
apoyando la cabeza en mi mano.
-Oye, cielo... ¿Has pensado en tener otro bebé? -Lauren levantó la cabeza del plato, limpiándose los labios
con la servilleta.
-¿Estás insinuando que tengamos ahora otro bebé? -Se frotó las manos encima de la mesa, alzando una
ceja.
-Sí, pero no ahora. Sólo... Quería saber qué pensabas. -Sonreí un poco, aunque la reacción de Lauren me
había dejado algo confundida.
-Está bien, no sé. Te dije que sí la primera vez y tuvimos a una niña preciosa. No te digo que no quiera
tenerlo, claro que quiero, pero... Aún me estoy acostumbrando a cambiar pañales, pero no es que te diga
que no, ¿entiendes? -Me cogió la mano por encima de la mesa.

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-Claro, claro que te entiendo cariño. Sólo quería saber si querías tener un segundo hijo, ya se verá cuándo.
Sigo en fase post-parto. -Lauren soltó una suave risa, dándome un beso en la mano.
-Te sigo agradecida por tener a nuestra hija. -Me incorporé un poco dándole un beso en los labios,
quedándome con una sonrisa idiota.
-Sin ti no la hubiéramos podido tener, así que... -Apreté su mejilla un poco y me volví a sentar en la silla,
comiendo un poco más. -¿Sabes cómo quiero llamar a nuestro próximo hijo si es niño?
-¿Cómo? -Lauren seguía comiendo con una mejilla
llena. -Michael.

Capítulo 37

.... Seis meses después


Lauren's POV
Con el teléfono en la mano y una taza de café encima de la mesa del despacho, pasaba la mañana.
Conversaciones tras conversaciones con empresas, reuniones por Skype y un montón de papeleo encima de
la mesa. Me dolía la cabeza, y la verdad es que aquella mañana lluviosa en Los Ángeles no ayudaba para
nada.
-Lauren. -Amy abrió la puerta y yo levanté la mirada con la taza de café en la mano. -Tienes visita. -
No quiero visitas ahora mismo. -Dije negando, dejando la taza en la mesa y removiendo los papeles.
-Es tu mujer.
-Oh, entonces que pase. -Dije asintiendo, volviendo a coger la taza para darle un gran sorbo de café,
observando que la puerta se abría y me levanté del asiento.
Camila llevaba puesto unos jeans negros con unos botines del mismo color y una blusa blanca con el pelo
ondulado por encima de sus hombros, y dejó a Karla en el suelo, de pie, sosteniéndola por los lados.
-Mira quién es. -Me señaló, y Karla no dejaba de mirarme con una sonrisa y la boca abierta. -¿Quién es? -
La pequeña dio una patada al suelo apretando las manitas con una risa mientras me miraba. -¿Quieres ir
con mamá? -Camila se levantó y la cogió de las manitas, guiándola un poco, y Karla daba pasos torpes,
largos, descoordinados, y Camila la soltó un momento, justo cuando iba llegando a mí y yo tenía los brazos
extendidos, y la atrapé cuando llegó a mis brazos, dándole un besito en aquél pelo fino y castaño.
-Hey Karls. –Me levanté cogiéndola en brazos, dándole un besito haciéndola reír. Sin duda, estaba
entregada a aquella pequeña, pero aún más a su madre. -¿Vienes a salvarme? -Pregunté con una cara de
súplica, poniendo una mano en su cintura para atraerla hasta mí, dándole un beso lento, suave, con una
sonrisa entre medias.
-Vengo a que me lleves a comer y me digas cosas bonitas. -Apretó mi mejilla y me dio un nuevo beso más
suave mientras Karla tiraba de la solapa de mi chaqueta.
-Yo os llevo donde queráis.
Y así, en un restaurante cerca de casa, acabamos comiendo. Karla sostenía un trozo de pollo frito en la
mano y lo mordía apenas y se lo comía mirando el móvil apretando los dedos en la mesa.
-¿Qué es esto de venir a buscarme al trabajo? ¿Mmh? -Me acerqué a Camila para darle un beso en los
labios que respondió acariciándome la nuca.
-Comes muy mal allí, seguro que tienes anemia, colesterol, triglicéridos y todo altísimo. -Arrugué la nariz
negando, separándome de ella.
-Y yo que creía que la doctora Cabello se quedaba en el hospital... -Suspiré cortando un poco la carne que
tenía en el plato con una sonrisa burlona, esperando la reacción de Camila.
-Bueno... Quizás la doctora se escape un poco del hospital a veces. -Comí y suspiré, girándome hacia ella
con una sonrisa más pícara esta vez.
-Pues si se escapa que me haga un chequeo intensivo, ¿no? -Camila puso la mano en mi cara para darme la
vuelta y provocó mi risa, dándole un beso en la palma de la mano. -Te quiero, y estoy bien, ¿quién te hizo
esta niña tan guapa? ¿Eh? -Le acaricié la mejilla a Karla que miraba los dibujos y apretaba las manitas,
mientras mordía el pollo.
-Sí, tú la hiciste cariño, y te salió muy bien. -Asintió ella riendo, y levanté el puño en señal de victoria. Ver
a Karla con los ojos exactos a los míos, y una mezcla exacta entre ella y yo, era algo increíble.
-¿Dónde quieres ir ahora? -Pregunté comiendo un poco más, aunque en el fondo no me apetecía nada salir,
la llevaría a cualquier parte.

148
-A casa, estoy destrozada. Además, Kaki tiene que dormir la siesta, ¿verdad? -La pequeña miraba el móvil
y hacía ruidos con la garganta, apretando el trozo de pollo con la manita.
*
Al llegar a casa, me hice cargo de Karla, porque Camila estaba dedicada todo el día a ella, y qué menos que
dormirla, cambiarla o darle de comer, me sentía mal muchas veces por eso. La mecía entre mis brazos, y se
quedaba casi traspuesta con el chupete en la boca y se le caía, pero yo volvía a colocárselo bien en la boca.
La coloqué con cuidado en la cuna, pasándole la mantita por encima y besé su frente. El sonido de succión
que hacía con el chupete me enternecía, y salí de la habitación bajando las escaleras hasta el salón. Desde
ahí, se veía cómo la tormenta azotaba el mar tras el salón, y Camila lo contemplaba de brazos cruzados
hasta que me escuchó al bajar por las escaleras, sin duda, aquél era el mejor momento del día.
Rodeó el sofá hasta llegar a mí, que me sujetó por la cintura a pesar de que yo era más alta que
ella. -¿Crees que hemos caído en la rutina? -Le pregunté yo, pasando las manos por sus brazos
suavemente, acariciándola. -¿Contigo? ¿Rutina? -Se echó a reír negando, dándome un beso en el
hombro.
-¿Por qué dices eso? -Pregunté sonriendo, achicando un poco los ojos esperando su respuesta.
-Porque cada día contigo es diferente, no sé por dónde vas a salir. Y además, después de tantos años, sigue
siendo como al principio. -Ladeé la cabeza, arrugando la nariz.
-¿Cómo al principio? -Pregunté alzando las cejas, cogiéndola yo de la cintura para pegarla un poco a mí. -
Sí. Como cuando te despiertas al lado de la persona a la que quieres la primera noche que pasáis juntos,
pues así es contigo, pero todas las mañanas. -Camila frunció el ceño con una sonrisa. - Y mejor, porque
muchas veces no es romántico. La mayoría del tiempo estás en mis tetas manchándolas de babas, o casi
echada encima de mí. O yo te quito la manta, o mientras duermes te pongo los pies fríos en la espalda y tú
refunfuñas en sueños, o te huele el aliento por la mañana y te doy un manotazo para que no te acerques
hasta que te laves los dientes. -Solté una carcajada mirándola, dándole un beso tierno en la frente con los
ojos cerrados. -Pero es genial, y no lo cambiaría por nada. -Sonreí de forma tierna, inclinándome para
besarla suavemente, bajando mis manos por su pantalón para apretar su trasero, escuchando un gemido salir
de su boca, así que paré, pero no cesé de besarla lentamente.
-Te quiero. -Susurré en voz baja, y ella se separó mirando mis labios con una sonrisa.
-Estoy embarazada. -Dijo sin más, y abrí los ojos al momento completamente helada. Parpadeé un poco
negando.
-¿Vas en serio? -Ella asintió con una sonrisa y señalé su vientre. - Camila, dime que es verdad y que no es
una broma. -Camila negó, y yo la abracé porque había empezado a llorar y a llorar. No era igual que con
Karla, para nada. Con Karla todo fue planeado, lo sabíamos, y sabía que iba a suceder, pero esto... Esto lo
hacía todo más natural. -Te quiero. -Le dije con la voz temblorosa mientras lloraba, sin dejar de abrazarla
un segundo, apretando los ojos.
-No llores... Vamos a tener otro bebé. -Me separé de ella poniendo las manos en sus caderas mientras
Camila me limpiaba las lágrimas.
-¿Cómo?¿Por qué? -Pregunté sonriendo, mientras ella me secaba las lágrimas con los dedos.
-Cambiaste de idea hace unos meses, yo no podía esperar más... Fui a la doctora y como ya tenía una de tus
muestras, pudo hacerlo. Si hubiese sabido esta reacción, lo habría dicho de otra forma... -Dijo ella
sonriendo, y reí negando, poniendo una mano en su tripa.
-Gracias Camz, gracias.

Capítulo 38

Camila's POV
-¡Estás embarazada otra vez! -Clara me cogió de las mejillas dándome luego un abrazo, como el que antes
me había dado mi madre y mi hermana Sofi. -Oh dios mío, ¿de cuánto estás?
-Apenas unas semanas, y... -Cuando giré la cabeza, Karla estaba comiendo helado en el regazo de Lauren,
y manchándose entera. -Lauren, ¡ese conjunto es de Chanel! -La señalé, y Lauren ni se inmutó, la limpiaba
con delicadeza y lentitud.
-No te estreses, el estrés es malo, Camila. -Rodé los ojos con un suspiro, sabía que podría comprarle mil
conjuntos más, pero en mi cabeza aquellas cosas aún eran algo raras.

149
-Tú me llevas al estrés. -Refunfuñé negando, y ella sonrió limpiándole la boca a Karla.
-Te llevo a otra cosa.
-¡Lauren! -Me giré hacia Clara con las manos en la boca, que se reía al escuchar a su hija aunque para mí la
situación era algo incómoda.
-¿Qué? Ni que mi madre no supiese lo que hacemos. -Apreté los ojos señalando a Lauren y luego miré a
Clara.
-Lo siento. -Susurré mordiéndome el labio, y Clara sacudió la cabeza, poniendo una mano en mi mejilla. -
¿Volvéis Connor y tú a Miami?
-No, nos quedamos unas semanas en el hotel. Llamadme si necesitáis algo. -La mujer me abrazó por última
vez, dándome un beso en la mejilla. -Y tú, cuídala. -Señaló a su hija que frunció el ceño. -Hasta luego.
Acompañé a Clara hasta la puerta, y luego, me senté en el sofá junto a Lauren, que se inclinó para darme un
beso. Tan rápido como lo hizo, le di un empujón arrugando la nariz, cogiendo a Karla en brazos.
-¿Qué llevas echado encima? -Lauren me miraba sin entender nada, pero a mí me habían entrado ganas de
vomitar. -Quítatelo, Lauren.
-Olvidaba estas cosas del embarazo. -Dijo Lauren poniéndose de pie, quitándose la chaqueta del traje y
luego la camisa mirándome con los ojos entrecerrados. -Mira lo que me haces hacer.
-Eres sexy. - Ella sonrió, inclinándose hacia mí para besarme, pero la volvía a apartar con el ceño fruncido.
-Pero que te duches, Lauren.
-¡Pues esta noche quiero sexo! ¡Y del bueno! ¡No me pongas la excusa de la regla porque ya no tienes! -
Decía en alto mientras subía por las escaleras, provocándome una risa.
-Si nunca me niego, pedazo de idiota. - Dije riendo, tumbando a Karla en mis piernas para darle un besito
en las manos. -Vas a ser hermana mayor, Karls. -La pegué contra mí, acariciando su cabecita con cuidado,
y ella se dejaba. Lauren siempre la hacía reír, jugaba con ella y volvía loca a la pequeña, pero conmigo las
cosas eran más tranquilas. -¿Quieres jugar con mami? -Le puse bien la camiseta con cuidado, y la puse en
el suelo de pie, sujetándola por los costados.
-Iiiiiiiiiiiiiiih. -Daba pequeños saltitos mientras estaba sujeta por mí, golpeando el suelo con el pie.
-Di mamá, vamos. -Le peiné un poco el pelo con la mano echándolo hacia atrás, y Karla me miraba
abriendo las manitas y riendo.
-Aaaaaaaaaaaaa -Decía sin más, moviendo las piernas como si saltase.
-Maaami. -Escuchar mi voz le hacía bastante gracia y no paraba de
sonreír y mirarme con los ojos abiertos. -¿Quién soy?
-Aaaaaaiiiiii -Abrí la boca cogiéndola en brazos de nuevo, dándole besitos por toda la cara.
-¡Sí! ¡Soy mami! -Acaricié el pelo de Karla con ternura, rodeándola con mis brazos algo más fuerte
observando a Lauren que bajaba por las escaleras poniéndose una camisa, abrochándose el pantalón del
traje y sujetando el móvil con la oreja y el hombro.
-Sí, sí. Voy de camino, ven a recogerme en cinco minutos. -Colgó el móvil y se terminó de abrochar la
camisa, soltando un suspiro mientras me miraba. -Lo siento, tengo que irme.
-¿Qué ha pasado? -Dejé a Karla en el parque con los juguetes y me acerqué a ella, parecía preocupada. -
Una reunión con el presidente de Apple en Nueva York. -Se colocó la chaqueta y Lauren se acercó a mí,
cogiéndome de las mejillas. -Lo siento, lo siento cariño.
-No te tienes que disculpar. -Le dije dándole un beso algo más lento para tranquilizarla, aunque acabamos
abrazándonos, y ella, dándome un beso en la coronilla.
-Estaré aquí en dos días. -Dijo dándome un beso tras la oreja, que me hizo suspirar un poco.
-Por lo menos son las dos semanas de Rusia. -Me dio un par de besos más, seguidos, aunque el último fue
más lento.
-¿Quieres que te traiga algo de Nueva York? -Negué arrugando la nariz, abrazándome a ella con más fuerza
intentando pasar aquellos inesperados últimos minutos con Lauren.
-A ti de vuelta. -Respondí escuchando su risa, y sintiendo sus labios besar mi frente.
-Por eso no hay problema. -Se separó de mí para coger a Karla, dándole besos por
aquellas mejillas escuchando la risa sonora de la pequeña. -Cuida de mamá, ¿vale? -
Lauren intentaba encontrar la mirada de su hija hablándole en serio. -Con eso de
que va a tener a tu hermanito, se le va la cabeza... Te quiero mucho. -Abrazó a la
pequeña entre sus brazos, dándole un beso en la cabecita, girándose de nuevo hacia
mí. -Si pasa algo llámame y vendré. -Puso a Karla en mis brazos dándome un
último beso, que fue alargando hasta que no tuvo más que apartarse.

150
-Te quiero, llámame cuando llegues, ¡y cuando estés en el avión! -Lauren cogió su pequeña maleta que
siempre tenía preparada para aquellos casos en los que salía corriendo, y ella estiró la mano antes de salir. -
¡Lo haré cariño! -Y desapareció en aquél coche negro.
*
No podía dormir con Karla al lado, era como un pequeño torbellino. Me tiraba del labio inferior con la
manita, hundía el dedo en mi ojo hasta que consiguió despertarme.
-Dios mío Karla... -Susurré en voz baja, apartando mi cara de sus manos para que dejase de hacerme daño,
y la puse sobre mi pecho con un suave suspiro, acariciando su espalda con cuidado para que se calmase un
poco. Por suerte, lo hizo, y pude tumbarla a mi lado bajo la manta, pegándola a mi pecho, aunque comenzó
a removerse y dar patadas. Probablemente si Lauren estuviese aquí, la habría cogido en brazos y lanzado al
aire, y hacerla reír, pero yo simplemente le daba besitos en las mejillas escuchando su risa, cantándole
alguna canción bajito como estaba haciendo en aquél momento.
Simplemente se relajaba cuando escuchaba mi voz, y así hasta quedarse dormida entre mis brazos, con el
chupete en la boca apretando la manita en mi camiseta. La forma en que Lauren y yo éramos madres era
totalmente diferente. Yo lo hacía de una forma más calmada, le cantaba Hey Jude, aquella canción que
había cantado para calmar a Hayley la primera vez que la vi, y que al parecer tenía el mismo efecto en mi
hija.
Tras dormir un par de horas más, no fueron sus manitas lo que me despertaron, fueron las ganas de vomitar
de aquél embarazo pero antes de salir corriendo, dejé a Karla en la cuna, precipitándome casi corriendo por
el pasillo hasta tropezar en el baño y llegar de rodillas al váter. Se me había casi olvidado lo que era estar
embarazada, pero aquello era lo más fácil dentro de lo que cabía.
Cuando salí del baño, el móvil sonaba y lo cogí al instante, sonriendo al ver a Karla de pie en la cuna dando
pequeños saltitos.
-¿Sí?
-¿No vienes hoy a trabajar o qué? -La voz de Dinah sonaba a través del teléfono y me senté en el sillón de
la habitación de Karla, dando gracias a que las barras eran los suficientemente altas como para que no
cayese.
-Primero, estoy embarazada. Segundo, Lauren no está, mi madre está en Miami y tengo que cuidar de mi
hija. ¿Quieres más razones? -Me eché a reír, y ella resopló, podía imaginarla. Me crucé de piernas
observando a Karla morder un aro de goma color rosa.
-Se me olvidaba que estás preñada de nuevo. Joder, te pasas todo el tiempo preñada, si Lauren fuese un tío
vendrían por camadas. -Solté una carcajada, echaba de menos a Dinah, eso era cierto.
-Llámame más tarde, tengo que... -Suspiré, viendo cómo Karla se echaba hacia atrás y caía de espaldas en
el colchón con una risa. -Tengo que llamar a Lauren. Te quiero.
-¡Pero Mil...! -Y colgué.
Volví a coger a Karla en brazos, que miraba la habitación girando la cabeza a los lados, pero sin soltar el
chupete que llevaba en la boca. La tumbé en la cama, dándole un besito en la cabeza y aunque fuese a coger
ropa del armario, no podía separarme de ella. Quizás, con aquello del nuevo embarazo, volvía a tener las
hormonas por las nubes.
La dejé un momento y miré el armario, ¿qué hacía una camisa de Lauren en mi parte de aquél ropero? -
Dios, esta mujer... -Murmuré dejándola en la cama, y seguí buscando un jersey adecuado para estar en
casa, hasta que lo encontré.
Cuando me di la vuelta para cambiarme, Karla estaba enrollada en la camisa, soltando pequeñas risas y
dando golpes en la cama.
-¿Echas de menos a mami? -Pregunté mientras me ponía el jersey, cogiendo a la pequeña enrollada en la
camisa en brazos.
-Aiiiiii - Solté una risa bajando las escaleras con ella, que movía las manos con la tela blanca entre
ellas. -Eso es, mami. -Asentí orgullosa, porque al menos era un avance.
Me senté frente al portátil con la comida preparada al lado, y esperando a que Lauren cogiese la llamada
por Skype, hasta que por fin aparece en la pantalla.
-¡Mi! -Señala la pantalla mirándome a mí, y sonreí
asintiendo. -Sí, es mami. Mira, está ahí. -Señalé el ordenador
en el que Lauren desvió su mirada para mirar a la pequeña. -
¿¡Has crecido!? ¡Tú, enana! ¡Ni se te ocurra crecer más o te
quedas sin graduación! -Dijo Lauren frunciendo el ceño, y
aquél tono sólo hacía que la pequeña se riese aún más.

151
-No ha crecido, es que por la pantalla se ve más grande. -Dije cogiendo el plato de arroz y pollo cortado en
trocitos diminutos, acercándoselo a la boca de la pequeña.
-Os echo de menos. -Dijo Lauren a media voz y una sonrisa algo triste.
-Y nosotras a ti. - Dije yo en respuesta, mientras sostenía a Karla en brazos que masticaba el primer
bocado, pero no se estaba quieta. -Y el pequeño también, ¿sabes? -Lauren sonreía arrugando las cejas.
-¿Ya da patadas con un mes? -Dijo Lauren, y limpié la comisura de los labios de Karla que no paraba de
comer.
-No, da vómitos y hambre. -Las dos estallamos en risas. Echaba de menos sus tonterías, sus bromas, sus
besos, su inexplicable atracción hacia mí en todo momento, verla concentrada en su despacho o... Verla al
despertar.
-Estaré ahí en nada, mañana por la mañana me tenéis ahí. -Asintió sonriendo, mientras yo le daba otra
cucharada a la pequeña que apretaba las manitas y se sostenía contra mi abdomen. -Incluso echo de menos
darle de comer, ¿sabes?
-Vaya, eso sí que es raro. ¿También cambiarle el pañal? -Lauren arrugó la nariz y negó, haciéndome reír. -
Ya decía yo.
-Te quiero mucho, Camz. -Dijo Lauren ladeando la cabeza con una sonrisa bastante tierna.
No pude permitirme mirarla ni hacer algún gesto romántico, porque Karla daba manotazos al plato que
apresuré a apartar.
-Y yo a ti, cielo, vuelve
pronto. -Lo haré.
***
Cuando Lauren entró por la puerta no le di tiempo a decir "hola" cuando la estaba besando y quitándole la
chaqueta y subiéndome encima de ella.
-Oh dios, yo también te echaba de menos. -Dijo entre uno de los besos, mientras mi boca recorría la suya y
volvía a morderla, abriendo algo más la boca para poder abarcar la de Lauren completamente, que apretaba
mis muslos y mi trasero, con eso, ya me tenía gimiendo en su boca.
Subió conmigo enganchada por la escalera hasta dejarme tumbada en la cama, y en cuanto sentí cómo su
mano presionaba mi centro por encima de la tela de la ropa interior bajo el vestido, gemí aún más fuerte
contra sus labios, un movimiento más y había llegado al orgasmo con dos simples toques.
Y luego fue Lauren la que no podía controlarse conmigo entre sus piernas, me agarraba del pelo y me decía
que no parase entre gemidos, una y otra vez mientras mi lengua hacía lo que quería con ella hasta que
colapsó contra mi boca.
Así, toda la noche, porque Lauren no quería parar, ni yo tampoco. Y sus dedos se deslizaban en mi interior
como el que no quería la cosa, haciéndome tener otro orgasmo más, casi sin voz.
-Camila, no puedo más... -Me decía con la voz ronca Lauren tumbada en la cama mientras yo besaba su
cuello suavemente, bajando los labios por sus pechos. Cuando mis labios llegaron a su entrepierna y ni
siquiera la toqué, pero sintieron mi aliento, Lauren cambió de idea. -Sí, sí que puedo. -Dijo asintiendo, y sí
que pudo, porque mi lengua no paraba de moverse lentamente en su clítoris mientras mis dedos lo hacían
mucho más rápido y viceversa, mi lengua iba rápido y mis dedos muy lentos.
Y ese orgasmo, volvió a encender a Lauren, que con su cabeza entre mis piernas y su lengua moviéndose
rápidamente sobre mi clítoris me estaba haciendo tener el orgasmo más profundo, rápido e intenso que
había tenido.
Otra vez, hasta que el reloj marcó las seis de la mañana y Lauren seguía encima de mí moviéndose
rápidamente y mi espalda despegada del colchón, gimiendo desde lo más profundo de mi garganta,
arañando su espalda más de lo que podía, hundiendo las uñas y desgarrando su piel hasta llegar a su trasero
sintiendo que no podía más. No sé qué pasó, pero mi cuerpo convulsionó y no pude tener control sobre
este. Tenía los ojos cerrados, y escuché su gemido más fuerte que los demás, pero yo solté un gemido
agudo, levantando las caderas contra las de ellas.
-Oh dios mío. -Escuché decir a Lauren, y cuando abrí los ojos tenía la mano puesta en la nariz, riéndose
mientras se levantaba de la cama. -Camila, ¡me has pegado! -Decía riéndose mientras se ponía la ropa
interior, y me llevé la mano a la boca.

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-¡Lo siento! -Salté rápido de la cama corriendo tras ella hasta el baño, donde estaba frente al espejo. Su
espalda... Su espalda estaba completamente roja, irritada, con mis uñas clavadas en la piel y los surcos de
estas hinchados e irritados con algo de pellejo levantado.
Lauren se puso un poco de papel en la nariz, apoyando las manos en el lavabo. -
¿Estás bien? Lo siento mucho... -Lauren rio un poco, dándose la vuelta hacia mí.
-No pasa nada, ya lo has hecho otras veces. -Comentó volviéndose hacia el espejo, colocándose mejor el
papel en la nariz.
-¿Qué quieres decir? -Pregunté yo, mirándola a través del espejo.
-Tener sexo contigo cuando estás embarazada es muy... Intenso. -Abracé su espalda con cuidado, dándole
besos sobre las heridas de mis uñas, lentamente, centímetro a centímetro, mis labios iban sellando aquellos
surcos rojos con algo de sangre en ellas.
-Perdón, Lauren. -Susurré, sintiendo su mano buscarme hacia atrás, y acariciar mi muslo.
-No me importa.
***
Lauren's POV
Frente a la máquina de café, Normani y yo le echábamos azúcar a nuestros vasos como aderezo a esa
mañana tranquila que estábamos teniendo.
-¿Qué tal por Nueva York? -Me dio una palmada en la espalda y abrí los ojos intentando no soltar un grito
de dolor.
-No hagas eso. -Estaba totalmente estirada entre el dolor de la espalda y las agujetas que tenía aquella
mañana.
-¿Qué te ha pasado? ¿Has ido a la playa? -Negué, dándole un sorbo al café y tiré la cucharilla a la papelera
de al lado. -¿Es que te has pasado toda la noche follando o qué? -Bromeó Normani, y me quedé mirándola
con una sonrisa, volviendo a beber del café. -¡Te has pasado toda la noche follando con Camila!
-¡Baja la voz, coño! -La cogí del brazo para que se acercase a mí, terminando por reírme. -El embarazo no
sé qué le hace, se corre sólo con que la toque.
-No hables así. -Dijo Normani con el ceño fruncido, lo que me hizo reír.
-Bueno, tú me entiendes. Es increíble.
-A este paso os veo teniendo una camada de hijos. -Dijo Normani bebiendo de su
café. -Si fuera un tío, créeme que más de un susto nos habríamos llevado.

Capítulo 39

Lauren's POV
Lo único que me consolaba aquellos días tan largos en la Orlando y sin mi familia, eran las fotos de mi
móvil. Nada especial, simplemente Camila durmiendo con Karla entre sus brazos, o fotos que solía
mandarme Camila de Karla durmiendo, comiendo con toda la cara manchada de tomate, y además de
enternecerme, hacía que las echase muchísimo más de menos.
En el avión, anunciaban que íbamos a llegar por fin a Los Ángeles, a casa. Pero no cesaban las charlas ni
las llamadas de móvil, por eso al bajar del avión recibí las primeras llamadas que quemaron mi teléfono y
unos mil mensajes. De esos, el único que me interesaban era el de Camila. "Te esperamos en casa :)" y una
foto adjuntada de Karla en pijama en su tacatá mientras ve la tele. Sí, tenía que llegar a casa.
Apagué el móvil y me apresuré a coger mi maleta, tampoco muy grande. Simplemente para llevar un par de
trajes.
Cuando salí para justo correr a por un taxi, Camila estaba allí de pie con Karla en brazos que al verme se
estiró en sus brazos apretando las manitas. La puso en el suelo y se sostuvo en pie, era diminuta, aún un
bebé, pero salió corriendo con pasos inestables hacia mí, abriendo y cerrando sus manitas. Caí de rodillas al
suelo, sosteniéndola entre mis brazos y dándole besos en las mejillas que la hacía reír a carcajadas.
-¿¡Cuándo has aprendido tú a andar!? ¡Te dije que no crecieses sin mí! -Me levanté con ella en brazos,
caminando hacia Camila. -¿Y cómo estás tú? -Un beso tras otro, le saqué una sonrisa a Camila

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mientras Karla mordía las solapas de mi chaqueta.
-Mejor ahora que te veo. -Asintió dándome la mano, aunque ella cogió la maleta que tenía a mi espalda. -
¿Estás bien?
-¿Eso no debería preguntarlo yo? -Pasé mi brazo por encima de sus hombros, pero no dije mucho más,
porque Karla reclamaba toda mi atención.
Al llegar al coche, la senté en su sillita y le puse el chupete en la boca, dándole un beso en la frente. Camila
parecía algo ausente, en silencio, simplemente acariciaba mi mano cuando la tenía en la palanca de
cambios. El silencio no era incómodo, era mi mujer así que, nada podía ser incómodo con ella.
Llegamos a casa, y mientras yo dejaba la maleta en la habitación, Camila dejaba a Karla en la suya para
que descansase un poco. Suponía, que ella estaba algo cansada también, cuidar de una niña de un año
embarazada no era nada fácil.
-¿Lauren? -Entró en la habitación mientras yo me quitaba la chaqueta y la dejaba en el armario.
-Te echaba de menos. -Caminé hacia ella, poniendo las manos en su vientre que comenzaba a notarse por
esos tres meses de embarazo.
-Ayer fui al médico. -Apretó mis manos pegándome contra ella, y quise que siguiese hablando. -Es... Es un
niño.
-¿En serio? ¿Hablas en serio? - Camila asintió, pero no parecía demasiado
emocionada. -Pero... -¿Pero? En estas cosas no había ningún pero, no debía haber
ningún pero. -Camz, qué ocurre. -Ella desvió la mirada, comenzando a sollozar
levemente. -Nuestro hijo tiene un setenta por ciento de probabilidades de ser ciego. -
Camila rompió a llorar, y yo la abracé evitando llorar. ¿Cómo había pasado esto? ¿Por
qué nos pasaba esto a nosotras? Éramos felices, ¿no era así? Todo el mundo debería
tener su final feliz, una vida tranquila, una vida plácida y feliz, pero ni de lejos. Podía
tener todo el dinero del mundo, podía ser la mujer más influyente y rica del mundo,
que eso no evitaba que a veces la vida me golpease a mí también.
Ella lloraba, y yo la abrazaba fuertemente contra mí, dejando besos en su frente escuchando aquellos
sollozos que me mataban lentamente.
-Hay... Hay un setenta, ¿no? No es un cien, cariño. -Murmuré a duras penas, apretando mis dedos entre su
pelo. Camila me abrazaba, y yo intentaba permanecer fuerte delante de ella, darle esperanzas que ni
siquiera yo sabía si eran reales. -Sh, vamos a superarlo, ¿vale? Como lo hacemos siempre.
Y eso no era consuelo para ella, ni tampoco para mí, porque no lo había. ¿Cómo iba a consolarla si ni
siquiera podía creerme yo lo que estaba diciendo? Era un setenta por ciento, nuestro hijo iba a ser ciego. -
No sabrá cómo soy, Lauren. No sabrá cómo somos. -Eso me partió el alma en mil pedazos más, y mis
manos se apretaron en su espalda, al igual que mis ojos.
-Sabrá cómo es tu voz. -Murmuré con la voz temblorosa, separándola de mí mientras le limpiaba las
lágrimas. -Sabrá cómo es tu olor, sabrá cómo es tu tacto. -Ella agachó la cabeza sollozando, girando el
rostro como si no quisiera verme. -Sólo un 1% de la población latina que emigra a Estados Unidos tiene la
oportunidad de graduarse en la universidad y trabajar con éxito en lo que le gusta. Tú conseguiste ese 1%,
él tiene un treinta. -Al escuchar eso, su respiración se tranquilizó por completo, pegándose a mí con los
ojos cerrados.
La llevé a la cama, y ella se dejó. Dejó que la tumbase, dejó que la arropase mientras sollozaba hasta
quedarse dormida. Y yo me quedé observando cómo Camila dormía sin consuelo alguno. Y lloré durante
varios minutos en total silencio. Uno de esos llantos inconsolables en los que no sientes nada, no haces
ningún gesto, simplemente te quedas mirando al frente y las lágrimas salen solas de tus ojos. Miré de nuevo
a Camila, parecía en paz. Me culpaba por no haber estado con ella todo ese tiempo, me culpaba porque
debía haber estado esos días con Camila y sin embargo estaba trabajando. Me había perdido los primeros
pasos de mi hija, todo por trabajo.
Me giré hacia el cuerpo de Camila y subí un poco su jersey, apretando los labios al ver su vientre y saber
que ahí estaba mi hijo, y que probablemente fuese ciego. Di un beso en su piel tersa y suave, acariciando el
otro lado de su vientre con el pulgar.
-Vamos a cuidarte, campeón. -Dije con voz temblorosa, cerrando los ojos con una sonrisa, aunque la
lágrima que caía por mi mejilla desmentía aquella falsa esperanza reflejada en la sonrisa.
***

154
Camila estaba cabizbaja, y ella nunca lo estaba. Después de tantos años con ella, nunca la había visto triste.
La había visto enfadarse conmigo, pero no estar triste. Quise ayudarla a recoger la cocina, pero ella
simplemente negó, y se pasó toda la tarde limpiando la cocina mientras yo veía la tele con Karla, aunque
tenía un ojo en Camila. Cuando decidió que era suficiente, simplemente se quedó mirando el mar a través
del ventanal, sin decir nada.
Cogí a Karla en brazos y con cuidado me acerqué a ella, no quería sorprenderla ni nada por el estilo. -
¿Ami? -Karla señaló a Camila, que se dio la vuelta con una sonrisa cogiendo a la pequeña en brazos que
hacía ruidos con la boca. La abrazó, abrazó a su hija acariciando su cabecita, y la pequeña se dejó hacer por
su madre.
-Todo va a salir bien, ¿vale? -Susurré abrazándolas a las dos, dándole un beso a Camila en la nariz que la
hizo sonreír un poco más. -Voy a apuntarle al equipo de béisbol desde pequeño.
-Pero... -Camila intentó espetar, pero negué presionando mis labios contra su frente.
-No hay peros. Él va a estar bien, todo va a estar bien. -La abracé algo más fuerte, dándole un beso en la
mejilla cerca de su oído.
-Espero que tengas razón, Lauren. -La vi sonreír un poco mientras jugaba con la manita de
Karla. -Siempre llevo razón.
***
Karla gateaba por la cama hasta llegar a la altura de Camila, mientras yo permanecía de pie delante de la
cama con el móvil entre las manos.
-¿Quieres conocer a tu hermanito? -Se levantó la camiseta y Karla puso las manitas en la tripa abriendo la
boca soltando una risa.
-Ito.
Me senté al otro lado de la cama, frente a Karla y le di un besito a la tripa de Camila.
-¿Ves? Tienes que darle besitos, así. -Me agaché y le di un beso de nuevo, y Karla se me quedó mirándome
con la boca abierta hasta soltar una risa dando pequeñas palmadas en la tripa de Camila. -
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa -Solté una suave risa, acariciando la tripa de Camila, y la miré a ella
mientras Karla daba pequeños y sonoros besos en su piel.
-Se llamará Michael. -Dije yo, tumbándome al lado de Camila y pasando mi brazo tras su espalda. -
Iyeeeeee iye -Intentó ponerse de pie en la cama con la ayuda de Camila, pero acabó cayéndose sentada al
lado.
La cogí en brazos alzándola como solía hacer cuando era un bebé más pequeño, y la miré y ella me miró
directamente a los ojos. Simplemente eso, que tu hijo te mirase, hacía que todo tuviese sentido y el hecho
de pensar en que probablemente Michael no lo hiciese, me quebraba por dentro.

Capítulo 40

Lauren's POV
Este embarazo no era como el primero, no era lo mismo ni de lejos. Camila estaba más calmada, quizás
más triste. Yo la tenía aún más consentida, pero ella no tenía aquellos cambios de humor tan bruscos, ni me
desquiciaba. Era una versión suya más apagada, más tenue y distraída. A veces, cuando creía que yo no
estaba, podía escucharla llorar en el baño, pero yo fingía que no lo había escuchado y que estaba bien,
porque si yo tenía una sonrisa en el rostro, ella también la tendría.
Los meses pasaron realmente lentos, no fue tampoco como en el embarazo de Karla. La espera nos estaba
matando, era más el sufrimiento antes del parto del que habría después. Si era ciego, habría que aceptarlo,
no quedaba otra. Si no lo era, sería perfecto. Pero mientras tanto, nos ahogábamos entre la esperanza y el
pesimismo.
Con la tripa de unos cinco meses que apretaba su jersey, caminábamos por Rodeo Drive mirando los
escaparates. Por fin, después de tantos años, había aceptado que yo quería comprar esas cosas y que
podíamos comprarlas. Yo conducía el carrito de Karla, que miraba la calle con los ojos bien abiertos y la
manita metida en la boca. Al ver un coche color rosa, ella estiró el dedo y se giró hacia mí.
-¿Qué es eso? -Pregunté sin dejar de caminar con las manos en los manillares del carro.

155
-Ote. -Me encantaba la forma que tenía de decir las palabras, porque ni siquiera formaba frases, y si la
palabra era muy larga, sólo decía la terminación.
-Es tan graciosa.

-Dije yo, observando cómo Camila se daba la vuelta con una


sonrisa. -Se parece a ti. -Añadió a mi comentario.
Entramos en una tienda de bebés, y yo me quedé con Karla, porque la que normalmente entendía de ropa
era ella. Me agaché delante de la pequeña, colocándole mejor el cuello del vestido que Camila le había
puesto aquella tarde.
-¿Qué tal lo estás pasando de compras con mamá? -Susurré dándole un besito en la nariz, y ella apretó mis
mejillas algo torpe, abriendo la boca para soltar las risas más alegres y sonoras del mundo. -Eso es bien. -
Oiga, ¿tiene este modelo para un niño recién nacido? -Escuché la voz de Camila a mi espalda, y me erguí
acercándome a ella en la caja.
-Lo siento, sólo la tenemos en rosa. -Camila sostenía una camiseta pequeña en la que ponía 'I love my
mom', algo grande, como para la edad de Karla. Frunció el ceño mirando la camiseta.
-Pues entonces démela en rosa. -Respondió ella algo cansada por la situación.
-¿Está segura? -Añadió la chica.
-¿Segura de qué? -Aquella situación me estaba dejando realmente perpleja.
-De si la quiere rosa. -Camila no cerraba la boca ni un momento, parecía estar petrificada.
-¿Se va a morir mi hijo si la lleva rosa? ¿Es que el rosa transmite el sida y me acabo de enterar? -La chica
enmudeció, pero Camila parecía realmente enfadada. -Hay más problemas que el color de una camiseta. La
dependienta se giró y de una pequeña cajita sacó la camiseta rosa, que Camila observó durante unos
segundos, cogiéndola con las manos.
Pagó sin más y salimos de la tienda. Antes de entrar en el coche, compré una bandeja de fresas bañadas en
chocolate.
-Gracias, pero no tengo ganas. -Hizo una pequeña mueca poniéndose las dos más en la tripa, soltando un
leve suspiro.
-No quiero tener que hacer fresas con chocolate esta noche. -Camila sonrió negando ante mi alegato, y
miró a Karla por el retrovisor, que tenía una de las fresas en la mano, y la cara manchada de chocolate.
-Es una pequeña versión de ti. -Me encogí de hombros mientras miraba al frente, girando el volante para
partir hacia Malibú.
-Tiene sentido porque es mi hija, ¿no? -Sonreí mirándola rápido antes de seguir conduciendo.
Una de las mejores cosas al llegar a casa era ver a Camila y a Karla jugando juntas. Bueno, quien dice
jugando, dice tocándole la tripa y mirando a su madre con los ojos bien abiertos, como si no se creyese aún
que aquella barriga de su mamá hubiese crecido tanto. En cierto modo, que fuese pequeña era una ventaja,
porque no iba a tener celos de su hermano. Era una niña de dos años, que casi no entendía qué significaba
tener un hermanito.
-Lauren, te está sonando el móvil. -Camila echó la cabeza hacia atrás en el sofá para mirarme, y
rápidamente cogí el teléfono.
-¿Sí? -Contesté subiendo las escaleras a mi despacho.
-Hey Lauren. ¿Qué tal te va la vida? -La voz de Chris sonó al otro lado del teléfono.
-Bien, bien. ¿Cuándo os mudáis vosotros? -Pregunté mirando por la ventana del despacho, desde la que se
veía perfectamente las luces de los barcos que surcaban el pacífico. -La semana que viene, si todo va bien.
-Genial, genial. -Dije suspirando, apoyando la mano en la mesa.
-¿Qué te pasa? Estás muy sosa últimamente. -Rodé los ojos. -En fin, haremos una fiesta de
bienvenida. -No creo que Camila y yo vayamos. -Respondí instantáneamente.
-¿Cómo qué no? Tú no eres mi hermana Lauren, la que siempre hace
bromas. -Ya. -Dije sin más.
-Venga ya, tienes que venir. No seas muermo joder,
Lauren. -No podemos, Chris.
-¡Venga! ¡Es nuestra casa! ¿Desde cuándo te has vuelto tan aburrida?

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-¿¡Sabes lo que es mantener una sonrisa cuando todo es una mierda, Chris!? -Grité a través del teléfono,
fijando la vista en el suelo.- ¿Sabes lo que es que las únicas sonrisas que haya en mi casa sean tristes?
¿Sabes lo que es que mi mujer se desmorone a cada segundo y yo tenga que estar ahí diciéndole que todo
va a salir bien cuando yo también estoy hecha una mierda? ¿Sabes lo que es saber que tu hijo lo más
probable es que sea ciego? Y yo me quiero morir, Chris. Porque tengo que tirar de este matrimonio yo sola,
y me estoy desgastando. Me canso de animarla, me canso de darle esperanzas que no sé si son verdad, me
canso de intentar sacarle sonrisas sabiendo que la mía es falsa. -Me giré, y justo Camila estaba detrás de mí.
Colgué el teléfono rápidamente, había metido la pata hasta el fondo. Tenía los ojos vidriosos, casi a punto
de llorar. -Camz...
-Sólo venía a decirte que ha llegado el sushi... Pero ya me voy, te dejo tranquila... -Se quitó con los dedos
una lágrima que le caía por la mejilla y se giró para irse.
-Camz, Camila. -Me apresuré hacia ella, cogiéndola del brazo con suavidad. -No quería que sonase así, no
quería decir eso...
-Lauren, sí que querías decir eso. -Sonrió un poco mirándome a los ojos, asintiendo. Si sus sonrisas
normalmente eran tristes, esa lo era aún más. -Y siento que tengas que tirar de mí.
-Camila, no te enfades, por favor. Quería decir eso, pero no de esa forma. -Estaba desesperada, no quería
que se enfadase, no ahora, no quería que me dejase en mitad de todo esto.
-No estoy enfadada. -Sonreía aunque sus ojos lloraban, y las lágrimas caían por sus mejillas. -Estoy triste
por no haberte ayudado. Estoy triste porque no sé qué vamos a hacer de aquí a cuatro meses. Y creo que en
vez de lamentarnos porque va a ser ciego, deberíamos aceptarlo de una vez. -La abracé, presionando mis
labios contra la piel de su cuello en un intento de refugiarme en ella. -Podría ser peor, ¿sabes? Podría nacer
siendo republicano, como Trump. -Solté una risa de verdad, real, aunque en realidad estuviese a llorando.
Y esa fue la primera vez que Camila hizo una broma de algo realmente serio.
***
Tres meses después
-Lauren, ¿dónde están los pañales? -Preguntaba Camila con el armario abierto de Karla, que estaba
tumbada en el suelo encima de una alfombra de colores. Cada vez que presionaba uno de los distintos
colores, emitía un sonido diferente de animal.
-No lo sé, cariño. -Camila se dio la vuelta, mostrando aquella voluminosa tripa que se le había vuelto a
poner.
-¿Te acuerdas de la dependienta aquella que no quería venderme la camiseta rosa porque decía que era de
niña? -Preguntó mientras doblaba los vestidos de Karla y sus pequeños pantalones.
-Bueno, no fue exactamente así, sólo te dijo que no tenían de niño... -Murmuré, y Camila se dio la vuelta
casi indignada.
-¿Cómo? Esa chica no quería vendérmela. -Dijo con las cejas fruncidas.
-Claro, cariño. -Le di la razón sin más, odiaba pelearme con ella estando embarazada porque al final,
acababa llorando sin razón aparente y la culpable era yo.
-Pues antes de salir me dijo que podía influenciar mal al niño. ¿Sabes? Me pareció curioso. -Puso una de las
camisetas en el estante, mientras yo olía las nuevas colonias de bebé que Camila había comprado.
-¿Por qué te pareció curioso? -Karla pulsaba el color verde, en el que sonaba un pequeño gatito.
-Porque tú has intentado ponerle camisetas de béisbol a Karla, ya sabes... Camisetas que no son realmente
de niña. Y ella las odia. -Rodé los ojos, ya empezaba a pasarme por la cara que era 'su niña' y no había
conseguido lo que yo quería.
-Si Michael no me deja ponerle mis camisetas me divorcio, me mudo a Australia y adopto a un bebé
canguro.
-Eres una dramática. -Respondió cogiendo uno de los vestiditos, quedándose mirándolos un momento. -Me
llama dramática la que dice que la dependienta no le quería vender una camiseta... -Murmuré para mis
adentros cogiendo a Karla en brazos.
-¿Qué dices? -Dijo mirándome fijamente, casi enfadada.
-Nada, nada cariño, que hoy estás preciosa. ¿A que mamá hoy está preciosa? -Karla se me quedó mirando
sin entender nada, soltando una risa y dándome algunos golpes en la boca con las manos abiertas.
-Ami. -Comencé a darle besitos en las manos poniéndola luego en el suelo.

157
-Lauren ven aquí. -Me acerqué a ella algo preocupada, poniendo las manos en sus mejillas.
-¿Estás bien? -No quería que volviésemos a como estábamos hacía unos meses, no podíamos volver a eso.
Pero al contrario de mis pensamientos, Camila se levantó la camiseta, y señaló uno de los laterales de su
tripa. Su piel, estirada, tersa y tostada, mostraban las marcas de un pequeño pie, que presionaba su vientre. -
¿En serio? ¿Es su pie? -Cuando Camila asintió, y pude ver que estaba llorando. -¿Por qué lloras? Camila,
no llores.
-No me digas cuando llorar. -Hizo un puchero dándome un golpe en el hombro. Volvía a ser la misma
Camila de siempre.
Pasé la yema de mi dedo por el piececito del pequeño, que retiró rápidamente al
notarme. En ese momento supe, que dentro de lo malo, iba a seguir siendo maravilloso.

Capítulo 41

Lauren's POV
-¿Recuerdas la primera vez que estuvimos aquí?
Aquél restaurante me traía muchísimos recuerdos de mi vida antes de Camila. Solía venir con Kaylee,
aunque bueno, al final no era Kaylee. Organizaba cenas de empresa que terminaban con el restaurante
cerrado sólo para nosotros y fiestas que no terminaban hasta el amanecer.
-Sí, sí que la recuerdo porque me invitaste a comer y luego me partiste el corazón.
Pero el recuerdo que me venía a la mente cuando pensaba en aquél restaurante, fue la primera vez que vi a
Camila después de salir del hospital. Me enamoré de una voz, que resultó ser la mujer de mi vida.
-¿Qué te partí el corazón? -Camila removía el tartar de atún para integrarlo con el wasabi, y asintió sin más.
-Me dijiste que tenías novia. -Respondió ella. No pude hacer nada más que rodar los ojos y mirar a Karla,
que tenía varios granos de arroz alrededor de la boca y masticaba lentamente.
-Dejé a mi novia por ti, cariño. Eso no es romperte el corazón. -La latina suspiró llevándose un poco de
tartar a la boca, pero ni siquiera yo entendía cómo podía comer tal cantidad de picante sin inmutarse. -¿No
te arde el alma?
-¿Qué? -La imagen de Camila, con la tripa tan enorme que la separaba de la mesa, chupándose el dedo de
aquella pasta verde era bastante graciosa.
-Te estás comiendo wasabi con atún. -No debía haberle dicho eso, Camila embarazada era algo demasiado
susceptible como para intentar hablar con ella de una forma civilizada.
-Pero si te gusta...
-Mi padre es mexicano. Además, el picante puede adelantar el parto. -Y esas eran las cosas que yo no
entendía tampoco.
Salimos del restaurante y tras varios intentos de correr hacia la carretera tuve que coger a Karla en brazos.
Apenas era un bebé que caminaba y se caía sobre el pañal al parar. Cuando íbamos en el coche como era el
caso, se quedaba mirando la pantalla del iPad, donde reproducía capítulos de Peppa Pig. Yo odiaba esos
malditos dibujos.
Camila se removía a mi lado, con el cinturón de seguridad casi al límite de romperse.
-¿Estás bien? -Ella soltó un suspiro echando la cabeza hacia atrás en el asiento.
-Si tu hijo no deja de clavarme los pies en las costillas lo voy a sacar con mis propias manos. -Era
demasiado radical cuando estaba embarazada, eso también.
-¿Te duele mucho?
-No, Lauren, me hace cosquillas POR ESO QUIERO ARRANCARME LAS ENTRAÑAS. -Y agresiva
también. Había vuelto a ser la Camila que era en el embarazo de Karla, por lo que era un cambio constante
de personalidad. Lo mismo me quería, que me tiraba a patadas de la cama mientras dormía.
-¿Puedo hacer algo? -Giré el volante escuchando a Karla mover los brazos de uno de sus juguetes.
-No. -Y entonces me quedé en silencio.
***
-¿Te gusta eso? -Llevaba a Karla en brazos con su pequeña tacita para beber zumo, y apretaba mi mejilla a
la vez con aquellos menudos dedos, que besé una y otra vez para hacerla reír. -¿Dónde está mami? ¿Vamos
a buscarla?

158
-Mi -Repitió la última sílaba de mami, que me hacía reír y me enternecía el corazón. En aquellos momentos
entendía perfectamente por qué Camila quería ser madre, y que valía la pena.
-¿Camz? -Pero Camila no contestó, quizás estaba en la ducha, aunque ella no me había dicho nada. -
¿Camila? - Volví a preguntar, pero como antes, Camila no respondió. -Vas a quedarte aquí un momento. -
Susurré a Karla, dejando un beso en su cabecita antes de dejarla en la cuna, y subí las escaleras hasta
nuestra habitación.
Cuando la abrí, Camila estaba tumbada en la cama una de las manos en los laterales del vientre, y la otra
tapándose los ojos. Parecía retorcerse de dolor, pero no como en el coche.
-¿Camz? ¿Qué te pasa? -Casi corrí hasta acercarme a ella, quitándole el brazo que tenía puesto en la cara.
Estaba llorando, y justo al verme apretó el cuello de mi camiseta tirando de esta.
-Me duele mucho. -Susurró a duras penas, volviendo a cerrar los ojos y apretó aún más los dedos en la tela.
-¿Qué tienes? ¿Estás de parto? ¿Qué puede ser? -La mirada de Camila se fijó en la mía mientras apretaba
los dientes.
-SI LO SUPIESE NO ESTARÍA AQUÍ, JODER. -Gritó apoyando de nuevo la cabeza en la almohada, y yo
estaba realmente asustada por ella.
Simplemente me quedé a su lado, sujetándola de la mano y le pedí a Sofi que viniese a cuidar de Karla.
Pero yo, ayudé a Camila a que se levantase de la cama, que casi se colgó de mi cuello y bajamos hasta el
coche con cuidado. Los quejidos y gruñidos de dolor de Camila eran insoportables hasta para mí, desde lo
más profundo de su garganta, casi incontrolables.
-¿Estás segura de que no estás de parto? -Pregunté mirándola rápidamente mientras conducía, acelerando
un poco más al ver cómo Camila curvaba la espalda en el asiento.
-LAUREN SÉ CÓMO DUELE UN PARTO Y ESTO NO LO ES. -Asentí rápidamente tragando saliva e
intentando mantener la calma.
Aparqué en el hospital, y dejé a Camila dentro para buscar una silla de ruedas. Una vez la conseguí, me
apresuré para llegar al coche y la levanté como pude hasta sentarla de nuevo.
Cuando los médicos nos vieron entrar, instantáneamente se quedaron algo petrificados porque Camila no
tenía pensado dar a luz hasta dentro de un mes, pero sin embargo se estaba retorciendo de dolor. No me
hizo falta explicar ni decir nada, porque simplemente se llevaron a Camila y yo me quedé allí sola, sin una
explicación coherente para aquello que estaba pasando.
-Lauren. -Me llamó Dinah desde el final del pasillo, y le sonreí un poco aunque en realidad no tenía
ninguna gana de hacerlo. -¿Qué ocurre?
-No lo sé. -Respondí algo apagada, intentando encontrar una explicación en mi cabeza para todo aquello
que estaba pasando. -Le duele y dice que no es como en el parto.
-Seguro que es una tontería. De todas formas, voy a entrar yo a ver qué ocurre. -Dinah me dedicó una
sonrisa alentadora, dándome un golpecito en el hombro antes de entrar a la sala donde estaba Camila.
Pasaron quince minutos y Camila no salía, y yo terminé por sentarme en aquellas sillas del pasillo,
frotándome el cuello con la mano. Media hora, los nervios iban aumentando, y nadie salía a decir nada.
Comencé a andar por el pasillo de arriba abajo mirando el suelo, intentando pensar en otras cosas, pero era
imposible.
Pasada una hora y media, Dinah salió y alcé la cabeza para mirarla, porque estaba sentada de nuevo en la
silla.
-¿Cómo está? -Dinah metió las manos en los bolsillos de su bata.
-Creen que tiene una infección de orina y con el embarazo hace que le duela a rabiar. La van a dejar esta
noche aquí para que se recupere y mañana os podréis ir. -Volví a respirar, relajé los hombros y casi me
desplomo en la silla después de tantísima tensión acumulada.
-Gracias. -Ella hizo un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto, y desapareció por el pasillo
como si nada.
En la habitación, Camila estaba en la cama con los ojos entreabiertos, un gotero al lado que conectaba con
la vía de su brazo. Debía de tener calmantes como para dormir a un elefante, porque de un momento a otro
Camila iba a quedarse dormida.
-Hey... -Susurró aturdida, casi abatida en la cama.

159
Me senté al lado de ella, dándole un beso en la mejilla que la hizo sonreír un poco. Era una de aquellas
sonrisas en las que Camila mostraba sus dientes, sus pómulos subían y hacían que sus ojos también
sonriesen. Esas sonrisas que Camila odiaba, pero que sólo aparecían cuando era feliz.
-Laur... -Adoraba cuando me llamaba así, sobre todo por el tono que utilizaba para ello.
-Estoy aquí. -Respondí al escuchar mi nombre, y Camila soltó una suave risa humedeciéndose los labios.
–Le gusta tu voz. -Su sonrisa disminuyó un poco, pero seguía sin abrir los ojos y subió una de sus manos
a mi rostro. Estaba cálida, tersa y suave. Giré el rostro y le di un beso en la palma de la mano, antes de
que siguiese hablando. -Si algo me ocurre a mí en el parto...
-No, Camila.
-Si me ocurre algo, prométeme que lo cuidarás. -En su rostro ya no había una sonrisa.
-Camila, dime que es broma y que no hay riesgos. -Ella negó, apretando los ojos al escucharme. Su mano
acariciaba mi nuca, intentando tranquilizarme, pero aquellas palabras me habían dejado para el arrastre. -
No, no los hay. Pero... -Suspiró pesadamente, ladeando la cabeza en la almohada. -Has visto que todo
puede pasar de un momento a otro, ya lo has visto...
-Camz... -Susurré preocupada, y ella volvió a sonreír un poco al escuchar mi voz, pero antes de contestar,
se quedó dormida.
Era demasiado para Camila todo lo que estaba soportando, aquél embarazo la estaba matando poco a poco,
y no veía la hora en la que aquello terminase.
***
Camila's POV
Lo sabía, lo sabía y por eso me casé con Lauren, porque era la persona con más empatía del mundo. No
creo que la palabra egoísmo figurase en su vocabulario, ni siquiera en su mente, y eso era una de las cosas
que de verdad me atraían de ella. Podría tener varias facetas, la Lauren ejecutiva, seria y fría. La Lauren
romántica y adorable, que sólo sacaba conmigo, y la Lauren madre, bromista y divertida, pero en todas
estas facetas de Lauren, siempre lo daba todo por los demás.
Después de pasarse la noche entera conmigo en el hospital, llegamos a casa. Yo debía estar en la cama, y
Lauren... Lauren cayó rendida a mi lado, aunque sólo intentaba cuidar de mí. Acaricié su rostro con
ternura, dándole un beso en la frente mientras dormía. Estaba llevando el peso de mi propio embarazo, me
estaba soportando a mí siendo una neurótica, con cambios de humor constantemente y gritándole a cada
instante. Era la mujer más encantadora y dedicada del mundo.
De soslayo, pude ver cómo Karla aparecía por la puerta. Daba pasos cortitos y descoordinados, con el
chupete puesto y el pelo castaño alborotado. Si comparabas una foto de Lauren de pequeña y ella, eran dos
gotas de agua. Karla me miró a mí y sonrió, pero dio la vuelta para ir en busca de Lauren.
-Oye. -Dije en voz baja, moviendo el brazo para que no se fuese con Lauren, porque sin duda iba a
despertarla. -Sh, Karla. -Apenas podía moverme porque aquella tripa era más grande que yo.
La pequeña comenzó a reírse, y lo que ahora me preguntaba era, ¿cómo se había bajado de la cuna?
Se cansó porque Lauren no le hacía caso, y con los mismos pasitos cortos vino hacia mí. No sé cómo me
incorporé, pero la cogí en brazos y pude tumbarla a mi lado, aunque se le cayó el chupete.
-¿Has echado de menos a mami? -Susurré en voz baja, colocándoselo de nuevo en la boca con cuidado.
Ella se revolvió un poco para quedar aún más pegada a mí, y con su manita se cogió a mi dedo pulgar. -Te
quiero mucho. -Tomé su manita para darle un beso en esta, viéndola dormir de la misma manera que
Lauren.
Y sí, todo lo que estaba sufriendo valía la pena por esos pequeños momentos.

Capítulo 42

Lauren's POV
Lo primero que escuché aquella mañana, fue el sonido de las babas y las risas de Karla, que estaba a mi
lado.
-¿Mi? -Abrí los ojos y la vi allí, abriendo la boca al verme y dándome con la palma de la mano en la
mejilla.

160
-¿Se ha despertado mami? ¿Sí? -Levanté un poco la mirada y sonreí al ver a Camila, que aquél día tenía la
cara más hinchada que otros días.
-Estás muy guapa. -Camila arrugó la nariz y no dijo nada. No se sentía muy guapa cuando estaba
embarazada, así que cualquier cosa que le dijese, ella no me creía.
-Estábamos esperando a que te despertases, ¿verdad? -Karla apretó mis mejillas y se echó encima de mí,
dándome un beso en la cabeza. -Eso es.
-La mujer de mi vida. -Susurré cogiendo a Karla en brazos, sentándome en la cama para darle besos en la
cara escuchando aquellas carcajadas de la pequeña.
-¿Y qué hay de mí? -Me incliné hacia ella conectando mis labios con los suyos, soltando un suave suspiro. -
Cuando dejes de estar embarazada te voy a... -Karla me tiró de la mejilla para captar mi atención.
-Ve a hacerle el desayuno, anda. -Dio unos cuantos golpecitos en mi espalda y a duras penas me levanté de
la cama, cogiendo a Karla en brazos.
-¿Qué le pongo de desayunar? -Karla sujetaba mis mejillas con sus dedos y acerqué mi frente a la de ella
frunciendo el ceño.
-Un zumo, un poco de pan de molde con pavo y una galleta. Y para mí... -La miré con los ojos
entrecerrados, esperando una respuesta. –Lo mismo.
-Sí, porque no sé hacer nada más. ¿Verdad que sí, Karls? -Dije bajando por las escaleras con Karla en
brazos, que señalaba a Jack. Estaba dormido en una esquina del salón, y al escucharnos levantó la cabeza,
pero ya casi ni nos hacía caso.
Coloqué a Karla en su sillita, y mientras sacaba el zumo de la nevera, escuché la voz de Camila desde la
habitación.
-Lauren. -Me dijo, y yo corté la mitad de la mitad de un trozo de pan de molde.
-¿Qué pasa? -Pregunté alzando la voz, poniendo una loncha de pavo en el pan y dejándolo en el plato. -
Necesito que vengas. -Suspiré levantando la cabeza y me giré para coger a Karla en brazos. Así todo el día,
me llamaba para cosas inútiles como que le apagase la luz, o que le llevase un vaso de agua, pero claro,
debía hacerlo.
Llegué a la habitación y dejé a Karla en el suelo, que cayó sentada en este comenzando a gatear hasta llegar
a mi lado de la cama, donde estaba su chupete.
-Necesito ir al hospital. -Camila se quitó el edredón de encima, pero yo la miré sin entender nada de lo que
decía.
-¿Al hospital? ¿No estabas mejor con los antibióticos? -Camila soltó una risa frunciendo el ceño,
levantándose de la cama.
-No, acabo de romper aguas y estoy de parto. -Pude ver el cerco húmedo en las sábanas y casi me vuelvo
loca.
-¿¡Qué!? ¿¡Qué estás qué!? -Dije acercándome a ella totalmente alterada. Quería ponerle una mano en la
tripa pero no sabía si aquello le dolería.
-Lauren, calma. -Camila soltó aire por la boca, y volvió a inspirar tranquilamente.
-Vístete y llama a Sofi. -La miré totalmente paralizada sin moverme, en total estado de shock. -¡Lauren que
te vistas y llames a Sofi! -Y entonces me di la vuelta y fui donde estaba Karla, pero no, ¿dónde estaba
yendo? Corrí hacia el armario, me puse un pantalón de traje y una camisa, lo más normal y básico de llevar
para mí.
-¿Sofi? Necesito que vengas a casa ya porque te necesitamos porque Sofi de verdad tienes que venir Dios. -
Camila me quitó el teléfono de la oreja mirándome con los ojos entrecerrados.
-Sofi corazón, nos vamos al hospital que estoy de parto, ¿podrías cuidar de Karla? Gracias corazón, te veo
luego. -Mientras ella colgaba, yo cogía las bolsas y todo lo necesario para pasar aquellos días en el
hospital. -No es difícil llamar por teléfono.
-¿¡Tan tranquila estás si estás de parto!? -Yo miraba a Camila exaltada, totalmente descontrolada y Camila
cerró los ojos quedándose en silencio durante unos segundos.
-Lauren, ve a por el coche. -La miré un segundo a los ojos, algo confusa por sus palabras anteriores y por
aquella pausa dramática.
-¿Estás teniendo contracciones? -Ella asintió soltando aire de nuevo por la boca, y entonces salí corriendo
escaleras abajo en busca de las llaves del coche. -¡¡No encuentro las llaves del coche!! -Volqué una de las
fuentes de madera balinesas donde estaban las llaves y las carteras, pero allí no estaban. -¡¡Camila no

161
encuentro las llaves!! -Gritaba corriendo por el salón, hasta que de vuelta al pie de la escalera estaba
Camila, que me miraba con el ceño fruncido. Se puso de puntillas y, del pequeño mueble de las llaves, sacó
la del coche y me la enseñó. -Necesitas calmarte.
En cuanto llegó Sofi, casi se rio en mi cara al ver cómo estaba, y lo entendía. Sofi aún era aquella
adolescente alocada en el fondo, sólo que estaba casada y era doctora, justo como su hermana.
-¿Vas a echar de menos a mami? -Camila se despedía de Karla poniendo las manos en sus mejillas, y la
pequeña miraba a la latina, que cogió sus manitas y le dio un beso en cada una. -Cuando volvamos tendrás
un hermanito, ¿sabes?
-Ito -Decía la pequeña al escuchar a Camila, que se reía y acariciaba las mejillas de la pequeña con cuidado.
Cuando por fin nos montamos en el coche, yo no paraba de mirar a Camila de reojo, ¿y si se ponía de parto
en el coche? ¿Y si no nos daba tiempo a llegar al hospital?
Paré en un semáforo, y cuando miré a Camila tenía la cabeza agachada, los dientes apretados y las manos a
los lados del vientre.
-¿Eso es una contracción...? -Pregunté en voz baja, más asustada incluso que ella. Camila no hizo ningún
movimiento.
-Cállate Lauren. -Contestó a duras penas, y sí, sí que lo era. Arranqué de nuevo, sin saber ya dónde estaba
el hospital de aquellos nervios y el miedo que me estaba consumiendo. -¿¡Es que no sabes encontrar el
hospital!? ¡¡Lauren por dios!!
-¡Lo intento, pero hay tráfico! -Dije acelerando un poco. Eché un rápido vistazo a Camila, y levantó la
cabeza para apoyarla en el asiento.
No soportaba ver a Camila así. Estiraba la pierna para estirarse en el asiento, y escuchaba esos quejidos que
eran insoportables hasta para mí.
-Lauren como no lleguemos ya juro que voy a matarte. -Y al segundo después, estaba absolutamente
normal. Yo iba a acabar con un problema psicológico y emocional por culpa de Camila y sus dos
embarazos que me traían de cabeza.
Al llegar al hospital, aparqué en la puerta y casi salté para ir a coger una silla de ruedas, pero cuando
llegué, Camila había salido ya del coche y venía hacia mí con una mano en el costado.
-¿Quieres sentarte? -Camila no dijo nada y se sentó, poniéndose las manos en la tripa. La conduje dentro
del hospital, y Dinah se fue a acercar, pero Camila volvía a tener otra contracción, y negué rápidamente
para que no lo hiciese, pero la rubia le tocó el hombro.
-Ni se te ocurra tocarme. -Dijo de forma agresiva. Dinah me miró con los ojos abiertos, ninguna nos
atrevíamos a hablar, así que ella lo único que hizo fue llevarse a Camila en la silla de ruedas.
De nuevo, a mí me tocaba esperar. Los mensajes habían empezado a llegar por montones, de mi madre, de
Alejandro y Sinu, los de Normani me taladraban la mano porque mandaba quince por segundo. Decidí
contestar rápido y simplemente ponerlo en silencio, porque si ellos estaban nerviosos, yo lo estaba aún
más. Pero entonces, cuando estuve asolas conmigo misma en el pasillo, recordé lo que llevaba evitando
más tiempo: que Michael fuese ciego. No podía sopesar esa idea, pero estaba a horas de saber si mi hijo
podría mirarme a los ojos, o de poder conocer la vida.
Cuando me dejaron entrar para ver a Camila, estaba exactamente igual que hacía dos años, sólo que esta
vez estaba en mitad de una de esas contracciones tan dolorosas. Tenía una mano puesta en los ojos, y sus
dedos se retorcían entre ellos, además con la otra mano tiraba de la sábana tan fuerte que sus nudillos se
volvían blancos.
Cerré la puerta intentando casi no hacer ruido, y caminé hasta acercarme a la cama. Sus manos se relajaron
tras unos segundos, y dejé que descansase un poco. Sentir aquél dolor y estar en tensión todo el rato debía
ser lo más agotador del mundo. No sabía si quería que hablase o no, así que mis dedos rozaron su mano, y
ella la apretó, quitándose el brazo de la cara. Tenía las mejillas rosadas, y las lágrimas estaban concentradas
en sus ojos de dolor.
-Hey... -Me senté a su lado, pasando el dedo bajo sus ojos para llevarme las lágrimas, aunque ella no estaba
llorando. -¿Qué tal todo?
-Mmh... -Tragó algo de saliva al intentar hablar, y abrió los ojos para fijar su mirada en mí. -La última vez
me dolió menos... -Cuando escuché aquello, me eché a temblar. No sabía cuánto faltaba para la próxima
contracción, pero no podía ver a Camila así.

162
-¿Por qué ahora te duele más? -Ella rio un poco, echándose el pelo hacia atrás con las dos manos
extendidas.
-Porque va más rápido. -No supe qué responder, porque mi cabeza estaba en otro sitio ahora mismo.
-¿Qué pasa si el bebé es ciego? -Pregunté en un susurró, mirando a Camila. Ella, con una tranquilidad
pasmosa sonrió, encogiéndose de hombros.
-Lo querré. -Dijo sin más. Parecía que no había sufrido en aquellos meses, pero la verdad era que, en
aquella situación, poco más podía hacer. -No quiero que lo sea, está claro, ¿pero qué vamos a hacer? -Se
mordió el labio inferior mientras negaba, acariciando la palma de mi mano. -Quererlo y ya está.
-Te quiero. -Agaché mi cuerpo para besarla de una forma suave y tierna, aunque la enorme tripa que tenía
Camila me lo ponía difícil. Justo cuando iba a separarme, sus manos apretaron mis hombros, y escuché el
quejido de Camila contra mi oreja. Su aliento salía débil, y casi estaba llorando, hasta que terminó por
soltar un quejido desesperado. Su mano apretó mi camisa de tal forma que la sacó de mi pantalón, odiaba
eso, odiaba ver a Camila sufriendo tanto de aquella manera.
-Y yo a ti... -Tenía un hilo de voz, y creía que Camila se partiría en dos literalmente si le seguía doliendo de
aquella manera.
El doctor entró en la habitación, y mientras que arremetía otra contracción contra Camila, él la examinaba
con los ojos entrecerrados. La latina tiraba de mi brazo y se retorcía como podía, incluso haciéndome daño.
-Esto está muy avanzado, Camila. -Pero Camila parecía estar muriéndose de dolor. Yo estaba de cuclillas
al lado de la camilla, acariciando su mejilla aunque aquello no tuviese ningún efecto. -Tenemos que
empezar ya, y sin epidural.
-No me importa, pero sáquelo ya. -Decía totalmente dolorida, aunque se calmó un poco en aquellos
minutos en los que las enfermeras invadían la habitación. Después de aquél embarazo, después de ver a
Camila así, por lo menos yo no quería tener ningún hijo más y si Camila quería... Tampoco iba a
permitírselo. Camila no agarró mi mano, Camila enlazó sus dedos con los míos y afianzó nuestras manos.
Quizás, como una señal de que estuviese con ella, o quizás fue coincidencia, pero lo que sí que tenía claro
es que lo que venía después era mucho peor que aquellas contracciones.
No les hizo falta avisarla para que empujase porque su cuerpo sufría por sí solo, Camila levantó la espalda
del respaldo y mi mano quedó hecha trizas por la fuerza que empleaba. Camila gritaba, no se quejaba.
Camila estaba gritando, mientras empujaba a la vez, y pasó de apretar mi mano a arrancarme el cuello de la
camisa.
-Respira, Camz... - Intentaba recordarle lo que en el parto anterior fue útil, pero en este simplemente
apretaba los dientes y tiraba de mi camisa hasta hacerme daño en el cuello.
-Cállate Lauren. -Dijo justo antes de gritar de nuevo, y su mano subió a mi cuello, hincando las uñas allí de
una forma casi imposible. Las había clavado por completo pero no podía quejarme, porque Camila estaba
retorciéndose de una forma casi tortuosa en aquella camilla. -No puedo más. -Decía casi sin fuerzas,
aunque volvió a empujar de nuevo por impulso de su cuerpo que por ella misma, y entonces, se escuchó un
llanto.
Yo no quería mirar, sólo quería que me dijesen si mi hijo era ciego o no, quise darme la vuelta pero Camila
estaba allí, esperando a tener a su pequeño en el pecho. Era igual de pequeño que Karla cuando nació,
cubierto por sangre y mucosidad, pero yo no podía acercarme a él. Estaba llorando, y lloré más cuando la
enfermera se lo llevó para lavarlo y examinarlo. Mi corazón golpeaba fuerte contra el pecho, y en mitad de
todo eso, Camila cogió mi mano para apretarla, aún con los ojos cerrados. Los ojos me ardían, mi garganta
se había cerrado por el llanto, y era todo un cúmulo de cosas que me estaban invadiendo.
La enfermera volvió con Michael enrollado en una mantita, poniéndoselo a Camila en el
pecho. -¿Cómo se llama? -Preguntó la chica, mientras yo me quitaba las lágrimas de los ojos.
-Michael. -Respondí yo, mirando a la enfermera que sonrió de una forma tierna mirando al pequeño, me
temía lo peor.
-Podrás llevarlo a ver partidos de los Lakers.
-¿No es ciego? -Preguntó Camila desde la camilla, y la enfermera negó con una sonrisa.

163
Ese momento de mi vida podría llamarse felicidad. Tener un hijo ya era el momento más feliz de tu vida,
pero cuando te dicen que está completamente sano, es el éxtasis.
Mientras las enfermeras le cambiaban las sábanas manchadas de sangre a la cama de Camila, nosotras nos
quedamos mirando al pequeño.
-Hey... -Susurró Camila acariciando la mejilla de Michael, que sonrió un poco al notar la mano de su
madre. Tenía los puños apretados, estaba aún completamente enrojecido por el parto pero... No se
despegaba del pecho de Camila. -Cógelo. -Me dijo ella.
Cuando lo sostuve entre mis brazos, pude respirar tranquila. Aún tenía miedo de tirarlo, de ser tan torpe
como para eso aunque tuviese ya una hija, pero tenerlo a él en brazos después de todo lo que habíamos
pasado... Era increíble.
-Hola campeón. -Lo mecí un poco, observando cómo bostezaba de aquella forma adorable.
Camila nos miraba con una sonrisa, pero estaba absolutamente derrotada. Coloqué a Michael entre sus
brazos, y la tapé bien con la manta, dándole un beso en la frente, que cubrían algunos mechones de pelos
despeinados.
-Te quiero. -Dije echándole el pelo hacia atrás, observando cómo una sonrisa se formaba en su rostro.-
¿Estás bien? -Camila negó, aunque no dejaba de tener una sonrisa.
-Estoy mareada, cansada, me duelen la espalda, y las costillas... -Se humedeció los labios un poco al
terminar de hablar.
-¿Es normal? -Camila asintió ante mi pregunta, y di un beso en su frente de nuevo, como si quisiese
protegerla. -Duerme un poco.
No tuve que suplicar ni obligarla, porque cerró los ojos y a los cinco minutos, Camila y Michael dormían
juntos en la cama. Sus brazos protegían al pequeño que estaba tumbado justo al lado de su pecho, y
entonces respiré, después de todo.
Salí de la habitación y allí estaban Alejandro, Sinu, mi madre y Connor. No quería que pensase que iba a
ser el abuelo de mi hijo por estar allí, ni muchísimo menos.
-Lauren, ¿está bien? ¿Está todo bien? -Preguntó Alejandro acercándose a mí algo
preocupado. -¿Sigue con las contracciones? -Preguntó Sinu, y negué con una sonrisa.
-Ya ha nacido. -Mi madre se abalanzó sobre mí para abrazarme, dándome un beso sonoro en la mejilla. -
¿Podemos entrar a verlos? -Preguntó Sinu algo preocupada, pero yo sólo podía sonreír pasándome las
manos por la cara.
-Camila está agotada y se ha quedado dormida. Ha sido sin epidural y... -Incluso para mí había sido duro
sólo por verla a ella en aquella situación. -Mañana podréis verla, pero ahora está destrozada.
-¿Y Michael está bien? -Preguntó mi madre, pasando un brazo por mi cintura para
abrazarme. -Sí, mamá, Mike está bien.

Capítulo 43

Camila's POV
Incluso durmiendo, no dejaba de dolerme todo. Ni las costillas, la espalda, y por supuesto de cintura para
abajo era un sufrimiento total. Me incomodaba incluso estar tumbada, pero al menos pude descansar. Había
caído totalmente fulminada en cuanto tuve a Michael en brazos, tampoco necesitaba mucho más.
-You used to call me on my cellphone, late night when you neeeeed my love... -Apreté los ojos un poco y
los froté con los puños un poco confusa. La imagen borrosa de Lauren con el bebé en brazos delante de mí
meciéndolo con dulzura. -Ever since I left the city you, got a reputation for yourself now...
-¿Estás cantándole canciones de Drake? -Pregunté con la voz ronca y apagada, humedeciéndome un poco
los labios.
-Sí, le gustan. Es un pequeño badass. -Ver a Lauren con Michael en brazos, dándole un besito en uno de
sus puños apretados era una de las cosas más adorables que podía ver. -¿Te duele algo más?
-Los pechos. -Lauren me miró con los ojos entrecerrados, y asentí a lo que estaba pensando. En su cabeza
eso se había traducido en que habían vuelto a crecer aún más, y además estaban duros. -Lauren...

164
-No he dicho nada. -Negó y si pudiese reírme como lo hacía normalmente, lo habría hecho. -¿Estás
mareada?
-Un poco. -Respondí, incorporándome un poco en la cama con los brazos algo temblorosos, hasta apoyar la
espalda en la cama reclinada.
-La enfermera me dijo que deberías comer si eso pasaba. -Asentí a lo que la enfermera le había dicho.
Llevaba demasiado sin tomar bocado, y probablemente desfallecería en cualquier momento entre el
cansancio, la pérdida de sangre y la falta de comida. -Te han traído algo antes.
-Ponlo en la mesita esa. -Lauren dejó a Michael en aquella pequeña cuna, y me puso la bandeja en la tabla
delante de mí. -¿Cómo estás tú?
-¿Acabas de dar a luz y me preguntas cómo estoy yo? -Lauren reía, mientras yo destapaba el plástico que
cubría el plato de crema de verduras.
-Tú también importas, ¿sabes? -Lauren sonrió y agachó la cabeza, pero negó, jugando con sus dedos.
-No, no importo. Yo sólo estaba aquí viéndote sufrir, Camz. Los padres sí, porque ya sabes, son sus padres
y hacen a su hijo como aquél que dice, pero yo no hice nada. Sólo me senté aquí, te cogí de la mano y tú lo
soportaste todo durante nueve meses. No importo. -Me partía el corazón el hecho de que Lauren pensase
que no importaba en todo este proceso, porque sí que lo hacía. Acaricié su cuello y aparté el pelo que caía,
viendo las marcas de mis uñas clavadas en su piel. Lauren no dijo nada, simplemente miraba al suelo, yo
tampoco lo dije. Aquellas marcas eran el reflejo de los últimos nueve meses, en los que yo sufría y Lauren
aguantaba las consecuencias.
-¿Cómo estás? -Volví a preguntar, y Lauren sonrió mirando al suelo, encogiéndose de hombros.
-Bien. Tú estás bien, él está bien, yo estoy bien. -Concluyó. -¿Necesitas algo? -Negué con una sonrisa,
aunque la atraje hacia mí para darle un beso tierno, seguido de otros dos. -Necesitaba saber que estabas
bien. -Lauren tomó mi mano para darme un beso en esta, pero la tranquilidad duró poco.
Michael empezó a llorar, y Lauren me lo puso en los brazos sin que tuviese que decir nada. Retiré la
camisa con cuidado y no hizo falta mucho más para que Michael conectase su pequeña y diminuta boca
con mi pecho. Con un brazo lo sostenía, y con la mano le acariciaba la mejilla, haciendo que el pequeño
sonriese. Apenas abría los ojos, y si lo hacía era muy poco, pero aun así, a mí me parecía perfecto.
-¿Has comido algo? -Miré a Lauren de nuevo que estaba sentada a mi lado en el sillón mirando el móvil.
-No. -Me miró guardándoselo en el bolsillo.
-Pues ve a comer, vamos. -Ella suspiró levantándose del sillón, dándome un beso en la frente. -Te quiero. -
Y yo a ti. -Respondió Lauren, inclinándose para coger el puñito cerrado de Mike y darle otro a él. -Y a ti
también, colega.
***
Lauren's POV
Al salir de la habitación, Alejandro, Sinu y Sofi se acercaron a mí al verme. Habían ido a su casa toda la
noche, y estaban allí a primera hora de la mañana, pero Camila aún no se había despertado, y lo veía
normal, la pobre lo había pasado peor que nunca con aquél parto.
-Lauren, ¿cómo está? - Preguntó Sinu poniéndome las manos a los lados de los
brazos. -Está bien, está genial. -Asentí con una sonrisa afable.
-¿Y Michael? -Preguntó Alejandro, asentí de nuevo, porque nada había cambiado en aquella noche. -Sigue
bien.
-¿Podemos entrar a verla? -La pregunta de Sofi hizo que
sonriese. -Claro, llamad antes a la puerta.
Entré en el ascensor mirando cómo el número de plantas bajaba hasta llegar al número cero, entonces, las
puertas se abrieron. Caminé directa a la cafetería, que estaba casi vacía. Aproveché para acercarme a la
barra y que el chico me atendiese.
-Hey, ¿podrías ponerme un sándwich de pollo y un café? -El chico asintió sin problemas, y yo tomé asiento
en una de las mesas.
En lo que llegaba el sándwich, unas manos me abrazaron por la espalda, pero no tenía duda de quién era. El
olor de mi madre era inconfundible por muchos años que pasasen. Besó mi cabeza, y acaricié el brazo que
tenía alrededor de mi cuello.
-¿Has comido? -Pregunté viendo cómo se sentaba a mi lado, y ella simplemente sonreía mirándome. -Claro
que he comido, pero tú no. -Su mano frotó mi pierna con cariño, y luego se apartó para dejar que el chico
pusiese el plato y la taza en la mesa. -¿Cómo estás? -Sonreí ante aquella pregunta.

165
-Sabes, mamá... Eres la primera persona que me pregunta eso después de Camila. -Me encogí de hombros
sin borrar aquella sonrisa, aunque mi madre parecía apenarse un poco por eso.
-Porque sé lo que es estar en tu lugar. -Fruncí un poco el ceño, porque en todo caso, ella dio a luz a tres
niños, no fue la que estuvo observando. -Tu padre me cuidó sin rechistar en los tres embarazos y los tres
partos, y me consta que tú también lo has hecho, pero nadie se para a pensar en la persona de al lado.
-Mamá, yo... - Negué frotándome la frente con dos dedos, porque yo estaba absolutamente destrozada. -No
sabes cómo es que la persona que quieres esté sufriendo tanto y no puedas hacer nada, te sientes inútil, y en
realidad no importas ahí. Cuando te casas y decides tener hijos, tú ya no importas, y mucho menos si tu hijo
casi no es tuyo porque genéticamente sólo tiene un treinta por ciento mío. Las mujeres que se quedan
embarazadas de forma natural, sufren porque no tienen otra opción, pero nosotras... Podría haberme
quedado yo embarazada, y no quise, y eso me hace sentir culpable de que ella sufra. Y la gente... -Cerré los
ojos con un suspiro, apretando los labios. -La gente no piensa por lo que he tenido que pasar yo, sólo mi
mujer y tú.
-Importas, porque sin ti Camila no se habría podido quedar embarazada. Ella hablaba conmigo mucho
sobre cómo estaba, sobre el embarazo, y me contaba que la tenías en un pedestal. -Alcé los hombros
negando, soltando un leve suspiro. -Es normal que la gente sólo se fije en ella que ha dado a luz y en el
bebé.
-Ya... -Respondí en voz baja, moviendo la cucharilla en el café para que se disolviese en el azúcar.
Entonces, empecé a recordar lo que había tenido que pasar cuando pensábamos que Michael sería ciego.
Empecé a recordar cuando Camila se moría de dolor y yo no sabía qué hacer, simplemente me dediqué a
curarla. Empecé a recordar las veces que me levanté de madrugada para complacer sus antojos, recordé
cuando le ataba los zapatos porque ella no se veía los pies. Empecé a recordar los gritos cuando estaba
enfadada y cómo me hacía sentir, aunque no era su culpa, empecé a recordar que la noche anterior ella se
moría de dolor y yo no podía hacer nada. Y entonces me di cuenta de que era ella la que sufría, y que yo
sólo era un daño colateral y que por eso no importaba, porque ni siquiera sus padres me habían preguntado
cómo estaba yo.
-Cariño, ¿estás llorando? -Las lágrimas caían por mis mejillas hasta llegar a mis labios, y mi madre me
abrazó. Lloraba por todo lo que no había podido llorar en aquellos meses, por los sentimientos que me
había reprimido para no mostrarlos delante de Camila y que no se sintiese mal. Lloraba de frustración por
no poder hacer nada por ella, lloraba porque los nueve meses habían explotado en aquella cafetería. -
¿Lloras porque nadie te ha preguntado cómo estás?
-Sé que no soy lo importante en esto, mamá, pero he pasado por muchísimas cosas y ni siquiera he
replicado. Ni siquiera me he enfadado, pero no soy una máquina, me he tragado lo que sentía durante
nueve meses y eso nadie lo sabe.
***
Cuando llegué a la habitación, Sofi ya no estaba, pero Sinu y Alejandro seguían sentados en el sillón donde
normalmente me sentaba yo. El pequeño estaba en el brazo de Camila envuelto en una mantita azul, y su
pelo era negro como el de Camila, al contrario que Karla.
-Es igual que tú, flaca. -Le decía Alejandro a Camila, y yo me quedé de pie mirando la escena de brazos
cruzados con una débil sonrisa.
-No, se parece a Lauren. -Dijo ella con voz tenue mirando al pequeño, apartando la manta de su cuello para
que le pudiesen ver bien la cara. Los dos se giraron para mirarme unos segundos, y luego miraron al
pequeño.
-Yo no le veo ningún parecido. -Comentó Sinu, pero yo ni siquiera me inmuté, seguía en aquella postura
mirando a Camila.
-No, ninguno. -Añadió Alejandro, pero yo sólo podía mirar a mi hijo en brazos de su madre. Todo estaba
bien, y eso era mejor que cualquier cosa. -Además, ¿cómo va a parecerse a Lauren? -Camila hizo una
mueca, pero pasó de responder a eso.
-Laur, ¿puedes cambiarlo? -Dijo incorporándose un poco con Michael aún en el pecho.
-¿Quieres que lo cambie yo? -Sugirió Sinu, y entonces me aparté por si Camila iba cederle eso a su madre,
pero negó.
-No, Lauren lo hace bien. -Cogí con cuidado a Michael en mis brazos, meciéndolo un poco hasta llegar al
cambiador.

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Deshice la manta con cuidado, poniendo una mano en su tripita y observando las piernas y los pies de
Michael. Ya casi no recordaba lo pequeños que eran al principio, y lo tiernos que eran. Desabroché los
botones del body, subiéndolo para poder sacar el pañal.
-¿Estás segura de que sabes hacerlo? -Presionaba Sinu, pero yo ni siquiera respondí porque estaba
demasiado ocupada quitándole el pañal y limpiando a mi hijo.
-Mamá, lleva dos años haciendo eso, sabe lo que hace. -Terminé de cambiarlo y lo enrollé en la manta,
girándome para acercarme a la cama y ponérselo a Camila de nuevo en los brazos, que le dio un besito en
la cabeza al tenerlo.
-Oye, ¿y por qué Michael? ¿No es muy simple ese nombre? Los hay más bonitos. -Achacó Alejandro y
volví a pegarme a la pared mirando a Camila.
-Así se llamaba su padre, papá. -Respondió ella, y me quedé en silencio mirando al
suelo. -Bueno, nosotros vamos a irnos ya.
Mientras que se despidieron de Camila y del bebé, fueron como diez minutos, y al salir Alejandro se acercó
a mí señalándome con el dedo.
-Cuídala bien, ¿me oyes? Acaba de tener un hijo. -Asentí sin más mirándolo a los ojos, y él se fue detrás de
su mujer cerrando la puerta. Ya no era mi hijo, era un hijo.
Me senté en el sillón frente a Camila frotándome las manos, y ella estiró la suya para acariciar mi mejilla. -
Lo siento mucho, cariño. -Me encogí de hombros besando la palma de su mano, cerrando los ojos. -¿Estás
bien? -Asentí, sin despegar la mejilla de su mano, porque lo único que necesitaba sentir en aquél momento
eran sus caricias. -Es nuestro hijo, sin ti él no estaría aquí, ¿sabes? -Camila se había dado cuenta de aquél
detalle, y sabía que me había dolido profundamente. -Michael es un nombre precioso. -Sonreí de medio
lado ladeando la cabeza al escucharla, sabía que le gustaba porque si no, no me habría dejado ponérselo. -Y
ya me cuidas bien, nos cuidas bien a los tres. -Yo simplemente sonreía y dejaba que Camila me acariciase
la mejilla con la máxima ternura. -Y perdón por mis padres... -Pero no respondí, porque sinceramente, lo
único que me hacía sentir bien era mi familia.

Capítulo 44

Camila's POV
Despertar en el hospital era algo... Diferente y bonito a la misma vez. Estaba un poco mejor, aunque me
seguía doliendo la entrepierna de una manera horrorosa, ni punto de comparación con el parto de Karla. Era
diferente, porque no estaba en casa, eso era obvio, pero era bonito porque eran los primeros días con
Michael, además, al despertar siempre veía a Lauren sentada en aquél sillón. El día anterior estaba
meciendo a Mike mientras cantaba una canción de Drake, y hoy... Hoy simplemente estaba sentada con la
Tablet en la mano, y aunque la imagen no era tan adorable como la del domingo, siempre era agradable
despertarse con Lauren en frente.
-Buenos días. -Susurré desperezándome un poco, sonriendo al ver que Lauren levantaba la cabeza al
escucharme.
-Buenos días, cariño. -Lauren dejó el iPad en la mesa, levantándose del sillón para acercarse a mí. -
¿Quieres ir al baño?
-No, no tengo ninguna gana de levantarme. Mejor después de desayunar. -Lauren besó mi frente, y luego se
levantó y salió de la habitación para coger mi desayuno.
No necesitaba decirle nada, porque Lauren lo hacía sola, y siempre era así. Era la mujer más atenta que
podías encontrar, estando o no embarazada.
-¿Cómo estás tú? -Michael dormía tranquilo abrazado a la gasa que Lauren le había puesto a su lado, y
movía los dedos lentamente, escuchando aquél sonido adorable que emitía con la garganta.
-No tenían pavo, así que es jamón, espero que no te importe. -Lauren entró de nuevo con la bandeja en la
mano. Había un yogur, zumo, café y tostadas con mantequilla y jamón.
-¿Cómo me va a importar? Ven aquí. -Me aparté un poco en la cama para que ella pudiese sentarse
conmigo, a pesar de las molestias que sentía al moverme por poco que fuera. -Desayuna conmigo. -Hice
dos pequeños sándwiches cortándolos por la mitad con las manos.
Lauren se sentó frente a mí, pero negó a lo que le dije mientras me echaba esas tres cucharadas de azúcar
en el café.

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-No tengo hambre, pero tú deberías comer. -Cogí aquél trocito de pan, dándole un mordisco mientras ella
hacía el sobre del azúcar una bolita.
-Creo que se te ha olvidado que soy doctora y que sé qué debo comer, y cuándo. Y tú lo necesitas más que
yo, hago mis cinco comidas al día, tú apenas haces dos y una de ellas la dudo. -Le acerqué el trozo de
sándwich a los labios, haciéndola sonreír un poco. Lo tomó entre sus dedos y lo miró.
-Los sándwiches me cansan un poco, ¿sabes? -Soltó una débil risa, dándole un bocado al trozo que yo
misma le había cedido de mi desayuno.
-Cuando lleguemos a casa te haré lo que quieras de comer. -Desencajó un poco la mandíbula negando,
terminándose el sándwich en dos bocados.
-No vas a levantarte en casa, no va a pasar como la última vez. -Lauren se levantó de la cama, y yo abrí la
tapa del yogur frunciendo un poco el ceño.
-Lauren, necesitas descansar. -Ella simplemente me acarició la mejilla, y luego dio un beso en esta. -No, no
me des mimos para evitar que me enfade.
-Te doy mimos porque te quiero, enfadarte vas a enfadarte igual. -Lauren soltó una risa de espaldas a mí,
empezando a recoger todas las cosas de Michael que había por la habitación. -Además, volvemos a casa en
un rato.
Michael empezó a llorar, y tan rápido cómo lo escuchó, Lauren lo puso en mis brazos porque como
siempre, tenía hambre. Era una réplica exacta de Lauren, incluso si no quería reconocerlo. Lo único que
variaba es que el pelo era negro azabache al igual que el mío.
-¿Vas a ponerte vestido o pantalones?
-Creo que unos jeans, los botines y... Una camiseta ancha. La que tú quieras. -Dije sujetando a Michael
entre mis brazos, que succionaba con fuerza mi pecho.
-Vale, la que yo quiera. -Dijo sonriendo. Al final, sacó una blusa blanca, doblándola y poniéndola encima
del sillón. -¿Necesitas ayuda para vestirte?
-Sí, por fi. -Bajé la vista hasta Michael y limpié la comisura de los labios del pequeño que casi desbordaban
leche. Era perfecto, era... Era Lauren. Quizás Karla era mucho más parecida a mí sólo que con el pelo de
ella, pero... Michael casi parecía que era simplemente suyo, y eso me encantaba, aunque hubiese heredado
mi pelo. Acaricié este lentamente peinándolo hacia un lado, y sí, podría decirse que se me caía la baba con
él.
Una vez había terminado, Lauren iba a ayudarme a vestirme porque, aunque quisiese, yo sola no podía. Me
deslicé por la cama poco a poco haciendo una mueca, porque ella me ayudaba un poco hasta quedar de pie.
El camisón me lo pude quitar yo sola, quedando simplemente en ropa interior delante de Lauren. Lo que
ella no hubiese visto ya, es que en realidad no era yo.
-¿Puedes ponerte el sujetador sola? -Era idiota, siempre con su ironía. Me lo puse sin problemas, aunque el
trabajo de Lauren empezaba ahora.
Me senté en la cara con una mueca de dolor, aún me quedaban varios días resentida por el parto, pero no
importaba. Lauren se arrodilló delante de mí para ponerme los calcetines, e incluso en eso, en deslizarlos
hasta conseguir colocarlos bien, me trataba con delicadeza. Luego, subió los pantalones lentamente por mis
piernas hasta dejarlos a la altura de las rodillas pero bien estirados debajo. Sujetó mi pie y colocó el botín
con delicadeza, como si fuese a romperme.
La pulsera de identificación blanca colgaba de su muñeca, idéntica a la mía. No quería que se la quitase, no
aún, era un recuerdo bonito y a mí me parecía adorable.
-¿Quieres que traiga la silla de ruedas?
-Por favor.
No tardamos mucho en llegar al coche, pero yo no levantaba la vista del pequeño. Dormía todo el tiempo,
era casi igual que Karla, me atrevería a decir que un poco más silencioso, en eso sí que se parecía a mí. -
Gracias por todo, Lauren. -Dije una vez que estábamos dentro del coche y Lauren había arrancado.
-No importa. -Dijo ella mirándome por el retrovisor con una sonrisa, a la que le respondí. Sí, sí que
importaba. -¿Vais bien?
-Genial.
El trayecto se hizo lento, porque me moría de ganas de volver a casa, pero sobre todo, por ver de nuevo a
Karla. Era la primera vez que me separaba de ella tanto tiempo, y se me encogía el corazón el hecho de
pensar en la pequeña. ¿Habría crecido? ¿Habría aprendido alguna palabra nueva en mi ausencia? Luego me
di cuenta de que... Así debía sentirse Lauren cuando tenía que irse, y era horrible. Nunca me había puesto
en su lugar en muchos aspectos de la vida.

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-¿Puedes bajar tú sola? -Lauren llevaba a Michael en la sillita, y asentí. No quería darle más problemas,
estaba haciendo demasiado por mí.
Bajé del coche lentamente, evitando hacer muecas de dolor porque casi notaba como si me rajasen cada vez
que daba un pequeño paso. Así, avancé hasta la puerta, paso a paso, lentamente, y Lauren abrió.
Al fondo del salón, Clara estaba con Karla mirando la tele. Las dos se dieron instantáneamente la vuelta, y
Karla dio un pasito tras otro, rápido, tambaleándose hasta llegar a mí.
-Aw, ¿cómo estás cariño? -Dije con voz aguda, inclinándome para cogerla en brazos. Le di mil besos por
las mejillas, y ella simplemente abría la boca poniendo las manitas en mis mejillas. -Te he echado mucho
de menos, ¿y tú a mami?
-Mi -Repetía ella, comenzando a reírse y a dar pequeños botes en mi brazo.
-Voy a colocar las cosas, ¿vale? -Dijo Lauren, dándome una suave caricia en la parte baja de la espalda
antes de subir las escaleras. Clara tenía a Michael en brazos, al que no había visto por estar cuidando de
Karla. Ella era más comprometida que mi madre, sin duda.
-¿Cómo estás? -Me dio un beso en la mejilla haciéndome sonreír, y se volvió a mirar a Michael. -Se parece
mucho a Lauren, aunque el pelo es el tuyo.
-Bien, genial. Y sí, es igual que ella. -Clara disminuyó un poco su sonrisa, alzando la mirada hacia mí. -
Gracias por ponerle Michael, Camila. Es un detalle precioso por tu parte. -Clara me acompañó hasta el sofá
a paso lento, sentándonos en este y puse a Karla en el suelo pero sin soltarla.
-Me gusta el nombre y además era el del padre de Lauren, así que... Me pareció genial. -Clara puso a
Michael en mis brazos, acariciando su mejilla por última vez.
-Tengo que hablar contigo sobre Lauren. -Entonces empecé a preocuparme, pero la dejé hablar primero. -
El otro día en la cafetería comenzó a llorar por todo lo que había pasado contigo estos nueve meses, y
necesitaba desahogarse. El problema es que ella piensa que no importa.
-Dios mío... -Suspiré presionando el puente de la nariz con dos dedos, cerrando los ojos. -Cuando subió de
la cafetería mis... Mis padres se comportaron como unos auténticos idiotas con ella. -El rostro de Clara
tomó una expresión dura, triste. -Ella importa, Clara. Créeme que se lo he dicho, pero es... Es difícil.
-¿Qué pasó con tus padres?
-Ellos ni siquiera la saludaron, y... La trataban como si no existieran, fue horrible, pero después de saber
eso... -Clara tragó saliva, pero al mirar a Michael sonrió un poco.
-Es normal, son tus padres y su hija acaba de dar a luz a su segundo nieto. -Excusó Clara, pero negué,
porque ella siempre se había preocupado por mí.
-Eso es una cosa, otra es ofender a Lauren de la forma que lo hicieron. -Clara no estaba allí, pero después
de saber lo que pasó en la cafetería, estaba enfadada y no era con Lauren. Ella simplemente se quedó en
silencio y sonreía, no dijo ni una palabra. -Ha estado muy callada toda la mañana, y esto es... Lo último. -
Negué frustrada, ahuecándome el pelo con la mano.
-Haz lo que tengas que hacer, pero no dejes que sufra. -Me susurró al oído antes de darle un beso a Michael
y agacharse para que Karla le diese un besito sonoro en la mejilla.
-¿Ya te vas? -Preguntó Lauren y Clara se acercó a ella poniendo las manos en sus mejillas. -Sí,
¿estás bien? ¿Cansada? -Sonreí al ver cómo Clara también se preocupaba por ella.
-Estoy bien, he dormido esta noche. -Clara la abrazó, me encantaba ver esas cosas, porque a veces
necesitaba el cariño de su madre y no el mío.
-Bueno, si necesitáis algo, llamadme. Tú, llámame. -Le dio unos mil besos más en las mejillas, y después
de unos minutos Lauren la acompañó a la puerta.
Cuando volvió, fue directamente a por Karla y la cogió en brazos, abrazándola con fuerza. Ella necesitaba
cariño, porque aquellos últimos días lo único que había hecho era cuidarme, atender a familiares que
preguntaban por mí y por el pequeño, y eso hacía que casi no se sintiese persona ni parte de una familia.
-¿Quieres conocer a tu hermanito, Karls? -Pregunté viendo cómo Lauren se sentaba a mi lado y destapé un
poco a Mike, que casi estaba tapado por completo. Karla miró al pequeño pero, ni siquiera sabía que era
algo nuevo, alguien nuevo. Simplemente lo miró sonriendo y se frotó los ojos abrazándose a Lauren.
***
Lauren se había empeñado en hacer la cena, pero seguía algo cabizbaja, como todos aquellos días. Así que,
aprovechando que Lauren estaba en la cocina, Karla veía la tele y Michael dormía, subí a su despacho para
poder hablar por teléfono tranquilamente.
-¿Sí? -Mi madre respondió.

169
-Tengo que hablar contigo. -Me puse una mano en la cintura, casi como si me estuviese
viendo. -¿Qué ocurre? ¿Estás bien? ¿Y Michael?
-Para. Lauren está mal, mamá. -Me crucé de brazos, haciendo que la blusa se arrugase un poco bajo
estos. -¿Qué le pasa? ¿Cómo va a estar mal? -Solté una risa enfadada.
-¿Qué cómo va a estar mal? ¿¡A ti te parece normal venir a verme al hospital y ni siquiera preguntarle a
ella cómo está!? ¿¡Te parece normal venir a decirle a mi mujer que el nombre de nuestro hijo es feo cuando
es el nombre de su padre!? ¿¡Pero tú te crees que papá puede venir aquí y empezar a decirle a Lauren que
he tenido UN hijo!? Y sí, mamá, Michael es igual que ella porque la mitad del maldito óvulo es suyo,
porque si no fuera por Lauren quizás no tendrías ni nietos.
-Camila, cálmate.
-¿¡Que me calme!? -Me pasé la mano por el pelo totalmente enfadada y a punto de llorar por la impotencia.
-No sabes cómo la has hecho sentir, no lo sabes. Podrías mostrar un poco de interés por mi mujer, ¿no? Un
poco de respeto.
-Camila, si pretendes que trate a Lauren como a mi propia hija, perdóname pero no lo siento así. Es
diferente, tú acababas de dar a luz, estabas dolorida, ella no hizo nada.
-No te estoy pidiendo que la trates como a tu hija. Si ella no hubiese hecho nada me habría vuelto loca hace
muchísimo tiempo. ¿Sabes quién me dijo que todo iba a salir bien cuando pensábamos que Michael era
ciego? Lauren, ¿dónde estabas tú? Oh sí, en Miami. ¿Sabes quién me ponía los zapatos cuando no me podía
ver los pies? Ella. ¿Sabes quién me ha soportado con cambios de humor, gritándole a cada momento y
pidiéndole antojos a las cuatro de la mañana? Sí, Lauren.
-Pues que se hubiese quedado embarazada ella.
-¡¡Es que la que quería quedarse embarazada era yo!! ¡Lauren ni siquiera quería hijos cuando me conoció y
sin embargo se sacrificó por mí! Se sacrificó por mí, no yo por ella. Ha hecho demasiadas cosas por mí, y
tú la estás tratando como si sólo fuese una amiga que cuida de mis hijos. Estoy casada con ella, tenemos
dos hijos y es hora de que lo vayas aceptando. Así que hasta que no aceptes eso, olvídate de ver a tus
nietos. -Y colgué tirando el móvil en el escritorio del despacho de Lauren.
-Mmh... Hice pasta. -Me di la vuelta rápidamente al escuchar la voz de Lauren en la puerta, y suponía que
lo había escuchado todo. -Sé que no es gran cosa, pero es lo único que me sale bien.
-Ven aquí. -Avancé unos pasos abriendo los brazos, y ella se acercó rodeando mi cintura con los brazos, y
yo lo hice con su cuello. -Lo has pasado fatal todo el tiempo, ¿verdad? -Susurré en su oído, y Lauren asintió
lentamente.
-No tienes que pelearte con tus padres. -Lauren movió un poco la cabeza buscando refugio en mi cuello. -
Me enfado por hacerte sentir así. ¿Si te pregunto algo vas a responderme sinceramente? - Lauren volvió a
asentir, y me separé para poder mirar sus ojos. Mi mano acariciaba su mejilla, para que no pudiese desviar
la mirada entre otras cosas. -¿Siempre te levantas tú por las noches porque te sientes culpable de lo que
sufrí en el parto? -Lauren asintió con la cabeza gacha, y yo tragué saliva. -¿Por eso estás haciendo la cena?
-No... Es porque te duele. Pero si me quieres hacer un favor, déjame cuidarte. -Asentí con una pequeña
sonrisa, porque en realidad necesitaba que me cuidasen, a mí y a Michael, y nadie lo hacía mejor que
Lauren. -Gracias. -Murmuró antes de separarse.
Hacía tiempo que no besaba a Lauren, y entonces lo hice. Era tierno, suave, con un toque húmedo,
provocando mi sonrisa.
-Te amo. - Me dijo esbozando media sonrisa. A Lauren le costaba decirlo, porque le parecía demasiado
cursi, pero cuando lo decía, lo decía de verdad.
-Y yo, Laur, y yo a ti.

Capítulo 45

Camila's POV
-You used to call me on my cellphone, late night when you neeeed my looove. -Lauren tenía a Karla en
brazos y andaba por la cocina mirando la nevera para ponerle la merienda a la pequeña.
-Sefoooon - Repetía la pequeña imitando a Lauren, que sacó un zumo de piña de la nevera. Dejó a Karla en
su sillita de la cocina, poniéndole dos galletas delante y poniéndole la pajita al zumo.

170
-Ever since I left the city youuu, got a reputation for yourself now. -Lauren miraba a Karla mientras bailaba
moviendo los hombros como Drake, y a la pequeña le encantaba porque estaba con la boca abierta mirando
a Lauren. -I know when that hotline bling, that can only mean one thing.
-¡Bin! -Karla saltó en la silla apretando las manos repitiendo 'bling', y Lauren le puso una galleta en las
manitas que comenzó a morder.
-¿Cómo hace Drake? -Lauren juntó las manos delante de su cara como si estuviese rezando, y Karla soltó
la galleta para poner las manitas juntas y terminar por alzar las manos hacia la morena. -Wonder if you
bendin' over backwards for someone else. Wonder if you're rollin' up a backwoods for someone else. Doing
things I taught you, gettin' nasty for someone else, you don't need no one else, you don't need nobody else,
no. Why you never alone? Why you always touching road? Used to always stay at home, be a good girl.
You was in a zone, yeah. You should just be yourself, right now, you're someone else.

-Karla estaba con la boca abierta viendo a Lauren cantar con los ojos cerrados y los mismos gestos de
Drake, y aunque la canción no fuese muy adecuada, le encantaba.
Yo miraba perpleja cómo Lauren bailaba y cantaba con Karla, y ella se contagiaba del sentimiento que le
ponía su madre al cantar aquello como si de verdad ella fuese Drake.
-Para el cumpleaños de mamá vamos a llamar a Drake. -Susurré a Michael, que se removía entre mis
brazos mientras, yo un poco más tranquila cuidaba de él. Envuelto en una manta naranja, movía los labios y
terminaba por bostezar. -Hey Mike... -Susurré en voz baja, y él abrió los ojos al instante. Sus ojos se
clavaron en los míos, de un gris intenso, si apartar su mirada de la mía. Durante mucho tiempo pensé que
no podría hacer eso, que su mirada estaría perdida pero en cambio, ahí estaba ahora, sintiendo la mirada de
mi hijo sobre mí e intentando controlar las lágrimas que salían de mis ojos.
Me encantaría poder ver una foto de Lauren cuando era un bebé mientras dormía y poderla comparar con
Michael en aquél momento, porque estaba segura de que no podría diferenciarlos a los dos.
Escuché el sonido de la puerta y me giré rápidamente para mirar a Lauren, que se estaba limpiando la
camiseta de zumo de piña, aunque no surtía efecto.
-¿Quién es? -Me preguntó llevándose el tenedor de plástico de color rosa, obviamente de Karla, en la
mano. -No tengo ni idea. -Era raro que llamasen a esa hora a casa.
Mientras Karla casi chupaba las galletas en vez de morderlas, Lauren abría la puerta. Mis padres estaban
allí, y me puse de pie rápidamente con un movimiento de pies inconsciente para mecer a Michael. -Pasen. -
Dijo Lauren abriendo la puerta dejándolos pasar. Seguía siendo demasiado educada con ellos. Detrás de
mis padres que avanzaban hacia el salón, Lauren me miraba sin entender nada, así que simplemente le tendí
a Michael para que lo tuviese en brazos y Karla vino conmigo.
-¿Qué hacéis aquí? -Pregunté cruzándome de brazos, y los dos se miraron entre sí.
-Venimos a pedirte perdón. -Miré a Lauren que echó un vistazo a mis padres de soslayo pero luego volvió a
mecer a Mike en la cocina, metiendo el biberón en el microondas.
-A mí no tenéis que pedirme perdón, es a Lauren a quien tenéis que pedirle perdón. La hicisteis sentir muy
mal, y no voy a ser yo quien consienta eso. -Ellos dos se quedaron en silencio, mientras Lauren esperaba a
que terminásemos de hablar comenzando a darle el biberón al pequeño Mike.
-Camila, queremos ver a nuestros nietos y si para eso tenemos que pedirle perdón, aquí estamos. - Puso una
mano en mi brazo, y enseguida repudié esa idea. De reojo vi a Karla sentarse en la alfombra y a Jack
sentarse a su lado, tenía que tener un ojo puesto en la pequeña a la vez que me enfadaba con mis padres.
-O sea, que venís no porque os arrepintáis, sino porque queréis ver a vuestros nietos. No, eso no funciona
así. -Me crucé de brazos viendo sus rostros duros y decepcionados, sobre todo el de Lauren.
-Camz... No importa, ya está. -Dijo Lauren dándose la vuelta mientras el pequeño ya iba por la mitad de
aquél biberón. -Han venido desde Miami por sus nietos, eso ya es suficiente. -Los excusó Lauren. Muchas
veces pensaba que era idiota de lo buena persona que era, pero la verdad era que el corazón no le cabía en
el pecho.
-Sí, sí que importa. Importas tú, Lauren. Importa porque eres la persona con la que su hija comparte su
vida. -Dije exasperada, y mi padre puso una mano en mi codo sujetando mi brazo, que tuve ganas de
retirar. -Nunca dijimos que Lauren no nos importase. -Intentó excusarse él. Karla tiró de mi camiseta
intentando llamar mi atención.
-Ami -Avanzábamos, ya decía casi mami. La cogí en brazos y di un besito en sus manos que se
amontonaron en mi boca intentando taparla.

171
-El caso es que... No podéis tratar a Lauren como la tratasteis en el hospital. Estaba mal, y vosotros lo
empeorasteis. Así que no hagáis esto por mí o por los niños, hacedlo por Lauren.
-Camila, quizás nos hemos explicado mal. Claro que nos importa Lauren, pero eres nuestra hija y acababas
de dar a luz a un hijo.
-A nuestro hijo. -Corté yo de nuevo, y Lauren fue de nuevo a la cocina con el biberón en la mano. -Si ella
no estuviese aquí no podríamos estar hablando porque tendría que estar dándole el biberón a Mike, y
además estar pendiente de Karla. Mirad si importa.
-A vuestro hijo. Mira, Camila, lo sentimos muchísimo. Incluso traemos una botella de vino para vosotras,
porque creíamos que tenías razón. -Pegué la frente a la de Karla con un suspiro, asintiendo un poco.
-Yo no puedo tomar alcohol, pero... Lauren la aprovechará bien.
-Me di por vencida, soltando una risa y dejé que mis padres se acercasen a ella para que se disculpasen
directamente con ella.
***
Normalmente iba a las revisiones del médico sola después del parto, y esa no era una excepción, porque
Lauren tenía que quedarse a cuidar de Michael y Karla. Cuando llegué a casa no se escuchaba
absolutamente nada, y eso me parecía extremadamente extraño.
-Lauren, vamos vístete, tenemos que ir a comprar un regalo para la nueva casa de Sofi y Chris. -Pero
Lauren no respondía, igual había salido de casa sin decírmelo.
Subí las escaleras de casa hasta llegar a la habitación para cambiarme de zapatos y entonces vi el problema.
Lauren estaba tumbada en la cama con Michael hecho una bolita en el pecho, y a Karla a su lado. La
pequeña llevaba puesto un pijama rosa con ovejitas, el chupete completamente pegado a su boca a pesar de
que estaba dormida. Lauren la rodeaba con un brazo y la mantenía contra ella.
En ese momento decidí que el regalo debía esperar, y que lo único que debía hacer era sacar el móvil de
Lauren, hacerles una foto, y ponérsela a ella misma de fondo de pantalla.
Me acerqué por el lado en el que no estaba Karla, y comencé a darle pequeños besos en la mejilla, y me
tumbé a su lado quitándome los zapatos con los mismos pies para entrar en la cama. Quería despertarla,
pero a la vez no porque aquellos momentos eran los que de verdad Lauren apreciaba.
Mike comenzó a llorar removiéndose en su pecho y rápidamente lo cogí en brazos. Habían pasado cuatro
horas desde la última vez que le di el pecho, y como era normal le di el pecho. Acaricié su cabeza
suavemente, quedándome apoyada en el cabecero de la cama. Lauren se removió, y uno de sus brazos pasó
por encima de mis piernas de forma inconsciente, como si supiese que estaba allí.
Con la mano libre, le acaricié el pelo suavemente, casi masajeándolo porque normalmente al hacerle eso se
quedaba totalmente dormida incluso si estábamos hablando.
No quería que aquél momento acabase, quería que fuese infinito. Podría pasarme viéndolas dormir toda la
vida y no me cansaría, nunca era suficiente.
En cuanto a Mike, se dedicaba a succionar mi pecho y ser mono las veinticuatro horas del día, igual que su
hermana.
Algo llamó mi atención y era que Karla se había despertado. Su pelo, aunque lo tenía corto, era una maraña
al despertarse. Aturdida con el chupete en la boca, se echó encima de Lauren para que la abrazase.
-Oh dios mío... Dónde... ¿¡Dónde está Mike!? -Lauren se levantó asustada, aturdida, hasta que giró la
cabeza y me vio dándole el pecho. -Vale... -Volvió a tumbarse con Karla entre los brazos, pero esta vez se
regocijó contra mí, y le acaricié el pelo de aquella manera suave y atenta, provocando que se quedase
dormida, una más de tantas por venir.
***
Cuatro meses más
tarde Lauren's POV
La playa era una de las razones por las que hace casi seis años Camila vino a vivir conmigo. La
tranquilidad, el sonido del mar en la noche, o si simplemente querías relajarte sólo tenías que salir a la
ventana. El olor a salitre, las mañanas soleadas de California, las noches románticas del pacífico, todo
frente a nosotros.
A ella nunca le gustaron los lujos, nunca le gustó gastar más de lo debido. Camila era una chica sencilla
que se había topado con alguien que parecía no tener sentimientos, pero ella los encontró. Camila era
cariñosa, sensible y sobre todo especial. Encontró la forma de quitarme aquellas capas que parecían de
acero y tocó una parte de mí que jamás nadie había encontrado. Ella me hizo reír, me hizo ser divertida.
Camila me hizo llorar por sentir, a mí antes los sentimientos me parecían una basura. Camila hizo que me

172
diese cuenta de que había algo más allá de unas citas y sexo. Algunos lo llaman amor, pero eso es sólo una
mínima parte de lo que todo eso comprende. Yo era parte de algo más grande, algo que incluía sufrimiento,
sacrificio, cariño, dedicación y por supuesto, amor.
Algunos matrimonios se deterioran con el tiempo, la gente hacía chistes en la televisión sobre cómo
después de un año de relación ya casi no soportas la cara de tu pareja por la mañana, sobre cómo el marido
estaba harto de su mujer o cosas así... Pero para mí nada de eso era verdad. Yo seguía mirando a Camila de
la misma manera que cuando aparecí en la puerta de su consulta tres meses después de salir del hospital. Y
ella no había cambiado, había pasado de los treinta, pero su rostro era exactamente el mismo. Y yo seguía
viéndola perfecta cada mañana como la primera noche que durmió conmigo, aunque luego se tuviese que
ir. Algunas personas dicen que nosotras tenemos suerte, pero yo creo que la suerte no existe. Todo ocurre
por una razón, todo está escrito, y puede que no lo hayamos leído todo aún.
Michael ya tenía cuatro meses, y Karla... Karla crecía demasiado rápido para lo que yo quería. Él tenía los
ojos verdes y el pelo negro intenso, como Camila. Ella decía que era igual que yo, mi madre sacaba fotos y
sí, sí que era como yo. En cambio, la cara de Karla iba cambiando a medida que pasaban los días y era una
copia de Camila con los ojos verdes y el pelo castaño. En cierto modo, también se parecía a Sofi cuando era
pequeña. Quizás, cuando fuese mayor, podría ser modelo. Camila quería que fuese doctora, como ella y su
hermana, pero a mí me daba igual, yo quería que fuese feliz.
-¿Qué es eso? -Camila estaba agachada con Karla en la orilla, cogiendo una piedrecita entre sus dedos. -
Pieda -Dijo yendo a los brazos de su madre, que la cogió en brazos dándole un beso en la cabeza.
-¿Te gustan las piedras? -Las dos miraban la manita de Karla en la que sostenía esta. Era de color blanco,
vetado con rayas negras.
-Ti -Se frotó los ojos con los puños cerrados, y cuando hacía eso, Camila quería comérsela.
Mientras, yo caminaba al lado de las dos con Michael en brazos. Él me miraba con los labios abiertos, o
más bien, miraba al cielo. Doblaba el cuerpo entero sólo para ver a los pájaros, y luego sonreía de oreja a
oreja. El hecho de que por un momento pensábamos que no iba a ser capaz de ver el mundo, me rompía en
dos.
-¿Te gustan los pájaros? -Michael se quedaba mirándome con una sonrisa cada vez que hablaba, y suponía
que le gustaba mi voz, porque con Karla pasaba exactamente lo mismo. Ambos estaban perplejos cuando
escuchaban mi voz, y podían quedarse dormidos mientras hablaba o les cantaba.
-Ájado -Repitió Karla, haciéndonos reír a Camila y a mí.
Me acerqué a ella pasando un brazo por su cintura, y Karla me enseñó la piedrecita entre sus
dedos. -Ida -Dijo moviendo la mano para mostrarme la piedra, y yo abrí los labios mirándola.
-¡Hala! ¿Es para mí? -Ella negó encogiendo el bracito, mirando a Camila que arrugó la
nariz. -E mío.
Mientras Karla jugaba en la arena, yo volvía de la toalla con la cámara en la mano, haciendo una foto a
Camila con Mike en brazos y a Karla casi metida en el agua.
-Voy a tener foto nueva para poner en el despacho. -Dije acercándome a Camila, haciéndole una foto con
Mike. Ella lo miraba, y parecía ver el mundo en él. Parecía ver el mundo cuando miraba a los ojos a sus
hijos.
-Tu despacho siempre va a ser frío por muchas fotos que hagas. -Sostuve a Karla en un brazo, y aunque
estaba mojada por el agua, no me importó.
-Deberíamos haberle puesto Karla Camila. -Camila arrugó la nariz negando porque Mike tiraba de su labio
con las manitas. -Eso es que le gustas.
-Soy su madre, claro que le gusto. -Le dio un besito en la palma de la mano y Mike abrió la boca para
mirarla casi sorprendido.
-Sabes... Aún recuerdo el capítulo que me pusiste de Juego de Tronos. -Solté una suave risa dejando a
Karla en el suelo que se removía para bajar. -Era de la primera temporada, en el que Ned Stark va a
Desembarco del Rey. -Camila me miró algo confusa con los ojos entrecerrados.
-¿Recuerdas el capítulo que viste hace seis años cuando estabas en coma? -Me encogí de hombros con una
sonrisa.
-A veces el cerebro retiene cosas especiales, o cosas que marcan el antes y un después en la vida, y yo
recuerdo cada momento en esa habitación. En realidad, recuerdo cada momento contigo. -No dejé que
respondiera, simplemente puse mis manos en sus mejillas y la besé, lentamente, de una forma suave, tierna
y dulce, porque Camila tenía que entender que para mí seguía siendo como la primera vez.

173
Último Capítulo

Camila's POV
La casa que Lauren les había comprado a Chris y Sofi como regalo de bodas era casi igual de grande que la
nuestra, a unos cuantos metros, no muchos. Frente a la puerta nos plantamos Lauren y yo con Karla en un
carro y Michael en otro, pero él al ser aún un bebé iba tapado hasta la boquita y tumbado.
-¿Crees que les gustará nuestro regalo? -Pregunté yo, colocándole mejor el vestido a Karla que se le había
subido por el camino.
-Le regalamos esta casa, cariño, no creo que les disguste. -Respondió ella.
Llamamos al timbre, y casi al instante Chris abrió con una sonrisa que se agrandó al ver a los dos
pequeños. -¡Hey, habéis llegado por fin! -Lauren entrecerró los ojos entrando con el carro de Karla,
dándole un beso en la mejilla a su hermano.
-Hola Chris. ¿Cómo va todo? -Dije yo más gentilmente, dándole un abrazo. Él me rodeó dándome un beso
en la cabeza para después soltarme. Había cogido algo más de confianza en aquellos últimos años. Antes
era algo más tímido, yo misma le imponía al ser su jefa, pero con el paso de los años fue asumiendo que
fuera del hospital era Camila.
-Genial, Sofi está en la cocina. Hey, Karli. -Siempre solía llamar a Karla así, y a la pequeña le encantaba.
Tenía predilección por su tío Chris, cuando lo veía se le iluminaban los ojos y no se separaba de su cuello.
Las reuniones familiares eran perfectas si quería pasar un rato con Lauren, porque los niños desaparecían
con mis padres, Clara y Connor, Chris y...
-¡Sofi!

-Entre en la cocina abrazándola y dándole besos por toda la cara. ¿Cuándo mi hermana pequeña se había
casado y tenía casa propia? Aún no me lo creía, era imposible.
-¿Te gusta como hemos decorado la casa? -Preguntó al separarse de mí, y apreté sus mejillas entre mis
manos asintiendo.
-Es precioso, cariño. Mira, Lauren y yo os hemos traído esto. -Miré hacia atrás donde venía Lauren con una
bolsa negra, sujetada por un cordón del mismo color.
-Una casa tiene que inaugurarse con un buen vino, ¿no crees? -Lo sacó con cuidad de la bolsa poniéndolo
en la mesa. Sofi la abrazó, y decir que no me parecía tierna la escena sería mentir. -Además, ya eres adulta,
has pasado de las Budwaiser a un buen vino español.
-¿Vas a recriminarme siempre que fui una joven algo rebelde? -Lauren se puso las manos en la cintura,
asintiendo.
-Cuando te conocí estabas...
-Vomitando en un cubo de basura, ya, ya lo sé. Ahora no vomito por eso. -Se abrazaron. A veces pensaba
que Lauren la quería como a una hija, o como a su hermana pequeña. -Por cierto, ¿dónde está Chris? Tengo
que... -Apareció por la puerta con Karla en brazos, dándole un montón de besos en la mejilla. -Ahí está.
La cena en el salón fue bastante relajada, porque Mike estaba con Clara que se le caía la baba con él, y la
opción más fácil para entretener a Karla era encender la tele para ponerle los dibujos.
-Tu gusto en casas es genial, ¿eh? -Le dijo Taylor a Lauren, dándole un codazo en el brazo con una
sonrisa. -La eligió Camila. -Me señaló a mí que quitaba la piel del pescado con cuidado hasta dejarlo a un
lado en el plato. -Es muy detallista, estuvimos buscando casa dos meses.
-Soy perfeccionista. -Espeté desmenuzando algo de pescado para llevármelo a la boca.
-Por eso te casaste conmigo. -Aquél había sido un buen punto, aunque Lauren tenía la autoestima muy muy
alta. Giré la cabeza lentamente para mirarla con una sonrisa.
-Me gusta lo caro y lujoso. -Respondí arrugando la nariz, y ella cogió su copa de vino negando al beberla. -
Odias lo caro y lujoso, justo lo que yo soy y lo que tú eres. -Metí un trozo más de pescado entre mis labios
intentando no reírme, pero con Lauren era imposible no hacerlo.
-Yo di el braguetazo del siglo contigo. -Le quité la copa de la mano para darle un sorbo, mientras observaba
su sonrisa.
-Yo sí que lo di contigo. - Volvió a quitarme la copa, poniendo la mano izquierda en el interior de mi
muslo bajo la mesa. -Oye Camz, te...

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-Vale, tengo una cosa que decir y ya no aguanto más. Estoy embarazada de apenas un mes y me hacía
mucha ilusión que estéis aquí todos para poder decirlo. -Me llevé las manos a la boca al escucharla, ¿estaba
embarazada? Todos estallaron, pero yo me quedé sentada asimilando la noticia y esperando a que todos
dejasen a Sofi tranquila.
Me acerqué a ella cogiendo su cara entre mis manos, y sin decir nada la abracé, quedándome así largos
segundos con Sofi.
-Vas a ser mamá. -Le susurré al oído, y ella apretó los brazos un poco más alrededor de mi cuello, y
escuché cómo sollozaba. Me separé de ella y tomé su rostro entre mis manos, limpiándole el maquillaje
que se había corrido bajo sus ojos. Estaba sonriendo. -¿Cómo te sientes?
-Extremadamente feliz. -Asintió con una sonrisa, humedeciéndose un poco los labios. -Ni siquiera fue
buscado, sólo... Ocurrió. Y de alguna forma los dos lo queríamos pero teníamos miedo de decirlo al otro,
así que...
-A partir de ahora vas a ser la persona más sensible del mundo. Vas a reír, vas a llorar, vas a volver a Chris
absolutamente loco, pero merece la pena. -Lauren puso una mano en mi cintura, pero al verla llorar, le puso
las manos en las mejillas.
-¿Tu hermana te está molestando? ¿Quieres que la eche? -Sofi le dio un golpe en el brazo a Lauren, que
siempre bromeaba con ella. -Oye, no. Yo no pagué para esto. En esta familia estoy rodeada de embarazos y
niños, ¡creía que con mi mujer lo había superado! -Sofi se reía, Lauren era como un revulsivo para ella.
Con Lauren volvía a ser aquella chica de 19 años que era espontánea y divertida.
-¿No quieres tener un pequeño cubano, Lauren? ¿No? -Lauren negó haciéndose la dura.
-No, ya tres mini cubanos en mi vida. No me hacen faltan más. -Sofi apretó las mejillas de Lauren con la
mano y tiró hacia ella para abrazarla fuertemente. -Te quiero Sofía.
-No me llames Sofía. -Le riñó ella, que me miraba tras la espalda de Lauren riéndose.
-Te llamo como quiero, sigues siendo mi cuñada pequeña. -Lauren se quedó en silencio, y sabía, sabía que
estaba a punto de llorar o de decir algo emotivo. -¡Camila, dile que deje de hacerse mayor! ¡Yo no he
pagado para esto!
-Eso significa que te quiere. -Lauren agachó la cabeza abrazándola de
nuevo. -Mucho. -Susurró con una sonrisa más que sincera.
Desde el salón, cuando todos nos íbamos, pude ver la estampa que si pudiera, guardaría en una foto y vería
toda mi vida. En la terraza del salón, Chris abrazaba a Sofi por la espalda con las manos puestas en su tripa.
Estaba al borde del llanto, porque él la trataba justo como Lauren lo hacía conmigo. Era atento, la trataba
justo... Como si fuese su princesa.
*
Llegando a casa me acordé de algo que me hizo sonreír de oreja a oreja. Acostamos a Mike y Karla, y
Lauren se acostó conmigo apagando la luz.
-Lauren. -Dije en voz baja, y ella puso una mano en mi mejilla para acariciarla. -
¿Qué ocurre? -Respondió. Su mano era tersa, suave, cálida al contacto con mi piel.
-El número de nuestra casa es el 72. -Lauren se quedó en silencio, no entendía
nada. -¿Y qué ocurre?
-Que el número de tu habitación en el hospital era el 72.
***
Nueve meses después
Lauren's POV
Camila no quería entrar a ver a su hermana el mismo día del parto, porque sabía lo que era estar cansada,
casi para el arrastre y que la gente quisiera verte y tú sólo quisieras dormir. Así que al día siguiente, fuimos
a ver a Sofi.
Era un niño al que habían llamado Eric. Cuando entramos en la habitación Sofi estaba sentada en la cama
con el pequeño en brazos. Era totalmente moreno, y no sabía decir si se parecía a Sofi o a mi hermano. -
¿Cómo estás? -Le pregunté a él dándole un abrazo, que él me respondió de una forma cálida.
-Genial. -Luego, después de que Camila se apartara, me acerqué a Sofi.
-¿Vienes a decirme que no crezca más? -Negué dándole un beso en la frente como si fuese mi propia
hermana. -Mirad, este es Eric. -Lo descubrió un poco de la manta, y pudimos verlo con más claridad.
-Es precioso. -Susurró Camila, que apretaba mi brazo con algo de fuerza, quizás para intentar relajarse,
porque estaba de los nervios. -¿Te dolió mucho?

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-No, bueno... Las contracciones pero, lo normal. -Me senté junto a Chris en el borde del sillón, observando
a Camila quedarse sentada en el borde de la cama con Sofi.
-¿Cambia mucho? -Me preguntó mi hermano en un susurró y
sonreí. -Lo que tú quieras que cambie.

Epílogo

-¿Recuerdas cuando vine aquí hace unos años? -Solté una risa mordiéndome el labio.- Las cosas no han
cambiado mucho, a decir verdad. Cambian lo que tú quieres que cambie, o eso me enseñaste. Cambian si tú
lo permites, ¿no? Al menos, esa lección he aprendido de todo este viaje. Me acuerdo de la última vez que
estuve aquí, simplemente estaba destrozada, me habían arrancado el corazón y tú eras la única persona que
podía escucharme. Me das paz, me das la tranquilidad que necesito cuando mi vida es un maldito caos.
Nunca te dije lo mucho que te quería, y eso sí que me cambió de una forma brutal. Me culpaba porque,
quizás si hubiese sido más afectiva, quizás, no nos habríamos alejado tanto en esos últimos años. Te quiero,
papá. Y no sé si me escuchas, no sé si estás ahí, no sé si hay algo al otro lado, pero me sienta bien contarte
lo que siento. Sé que no vengo a verte a menudo, y es que mi vida es un auténtico caos, pero creo que no
importa dónde estés si esa persona sigue presente en tu vida hasta el último día que la vivas. Algunos dicen
que hasta que algo no se olvida, no muere realmente, bueno, yo creo que tú estás con nosotros siempre.
Pero... ¿Te acuerdas de aquella chica que me rompió el corazón? Bueno, terminé casándome con ella. Y
tengo dos hijos, una niña. Se llama Karla, me encantaría que la conocieses, es la niña más alegre del
mundo. A veces me imagino cómo sería que la tuvieses en brazos y se me hace muy duro pensar que no va
a conocerte. Le gustan las princesas, el color rosa aunque he intentado llevarla a algún partido de los Miami
Heat, pero se ponía a llorar con tanto ruido, pero aun así tiene su propia camiseta. Luego está el pequeño, se
llama Mike, como tú. A mi mujer le gustó mucho tu nombre, así que, ¿por qué no llamarlo así? De alguna
forma siento que estás aquí, que tú estás con él y me acompañas. Es igual que yo, aunque a veces cuando lo
veo jugando me recuerda a ti, adora los coches, tiene una colección entera de pequeños coches esparcidos
por su habitación y ni siquiera sabe hablar y apenas se mantiene en pie. Luego... Luego está la chica. No sé
si te dije cómo se llamaba, pero su nombre es Camila. Es la chica más guapa que puedas haber visto en tu
vida, papá. No sé cómo pasó, pero me enamoré y no pude reprimir esos sentimientos que había rechazado
durante años. Camila es perfecta, podría contarte muchas cosas sobre ella. Podría decirte que es una madre
excelente, y una mujer maravillosa. Podría decirte que las pequeñas cosas se hacen las más grandes a su
lado, o que cada día que pasa la quiera más. Es perfecta, papá y es mía. Ella dice que tuvo suerte de
enamorarse de mí por el dinero, aunque ella lo odia, y yo... Yo creo que tuve suerte de encontrarme con ella
en mi vida. Y... -Karla se estampó contra mi pecho abrazándome, y le di un beso en la frente. Con casi tres
añitos, era incluso más adorable que cuando era un bebé. -¿Quieres decirle algo al abuelo? -Pregunté
poniendo las manos a los lados de su cuerpo, y ella se frotó la mejilla con su manita.
-Abeloooooo -Solté una risa al escucharla, sentándola en mi regazo.
El horizonte se veía anaranjado por el crepúsculo de la tarde, y
Camila se acercó a mí caminando por el césped con Mike de la
mano. Andaba pasito a pasito, pero echó a correr de forma torpe
hasta llegar hacia mí. Nunca pensé que iba a terminar así, con dos
hijos por los que daría mi vida y con una mujer que era, a todos los
efectos, perfecta.
-¿Cómo estás? -Puso un brazo por encima de mis hombros cuando me levanté, y la miré a los
ojos. -Feliz de que estés aquí.
El cementerio no es un buen lugar para llevar a tus hijos, pero Camila quería que conocieran de alguna
forma a su abuelo. Ella creía en que había otra vida más allá de la muerte, quizás porque trabajaba en un
hospital. Me contaba situaciones extrañas con algunos pacientes que habían muerto, y mi propia mujer no
iba a mentirme.
-¿No me presentas? -Cogí a Michael en brazos, y ella a Karla. El pequeño llevaba el chupete puesto, y sus
mejillas estaban rosadas, como las de su hermana.

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-Papá, esta es la chica de la que te hablé, Camila. -Camila levantó la mano y miró al cielo con una sonrisa. -
Este es Michael. -Posé mis labios sobre su frente para darle un beso tierno. -Y aquella es Karla. -
Abelooooooo -Repitió y Camila soltó una suave risa, acercándose a mí con ella en brazos.
-Gracias por traerme aquí. -Susurró ella con la sonrisa más noble que le había visto hasta entonces. -Gracias
por mostrarme esta parte de tu vida que te faltaba por enseñarme. -Quería tanto a Camila que podría
ponerme a llorar pensando en la suerte que tenía por que estuviese conmigo.
-Me gustaría que le hubieses conocido. -Solté a Michael en el suelo, justo a nuestro lado y ella hizo igual
con Karla, los dos se quedaron sentados a nuestro lado. Pegué mi frente contra la de ella, poniendo las
manos en sus mejillas, bajo su pelo, cerrando los ojos. -Dime que esto no va a acabar nunca. -Susurré en
voz baja, rozando mi nariz con la suya.
-¿El qué? -Respondió Camila, casi
murmurándolo. -Tú y yo.
-No va a acabar nunca. -Negó con una sonrisa, acariciando la libélula tatuada en mi cuello.
-Mi padre quiso a mi madre hasta el día en que murió, y aunque nos casamos por lo civil... Si algo nos
separa quiero que sea eso.
-Da igual cómo te pierda si un día lo hago, va a doler. -Sonrió algo triste, enredando sus manos en mi pelo.
-Pero tengo el presentimiento de que pasaré toda mi vida contigo.
-Para eso nos casamos, ¿no? -Camila se echó a reír un poco, tapándose la boca con la mano. Odiaba su
sonrisa, pero lo que ella no sabía es que era preciosa. -Para llegar a viejecitas sentadas en el porche de
nuestra casa viendo el atardecer.
La besé de una forma tierna, sutil y dulce, acariciando sus mejillas con mis pulgares, y sintiendo cada
centímetro de piel de Camila que rozaba la mía. Sentía su calor, y cómo mi corazón latía fuerte como si
fuera la primera vez que nos besamos.
-Haces de todo una primera vez, y por eso nunca me canso de ti. -Esbocé media sonrisa ante aquellas
palabras.
-Te amo, Camila. -Sonreí bajando mis dedos por sus brazos hasta coger sus manos y enlazamos estas. Colé
los dedos por los huecos de los suyos y apreté para afianzar el agarre.
-Y yo a ti, nunca me cansaré de decírtelo, ni de recordarte lo maravillosa que eres en todo lo que haces. -La
besé una vez más, algo más suave y lento, dejando que nuestros labios se quedasen a centímetros al
separarse.
-Gracias por despertarme. - Solté un suspiro, miré su sonrisa y me la contagió. Estaba perdidamente
enamorada de ella. -En todos los sentidos.

Fin

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