Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Caveman

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 479

Jo Raven Cavernícola

Serie Hombres salvajes 1 1


Jo Raven Cavernícola



Serie Hombres salvajes 1 2


Jo Raven Cavernícola

Nuestras traducciones están hechas para quienes disfrutan del placer de


la lectura. Adoramos muchos autores pero lamentablemente no podemos
acceder a ellos porque no son traducidos en nuestro idioma.

No pretendemos ser o sustituir el original, ni desvalorizar el trabajo de los


autores, ni el de ninguna editorial. Apreciamos la creatividad y el tiempo
que les llevó desarrollar una historia para fascinarnos y por eso queremos
que más personas las conozcan y disfruten de ellas.

Ningún colaborador del foro recibe una retribución por este libro más
que un Gracias y se prohíbe a todos los miembros el uso de este con fines
lucrativos.

Queremos seguir comprando libros en papel porque nada reemplaza el


olor, la textura y la emoción de abrir un libro nuevo así que encomiamos
a todos a seguir comprando a esos autores que tanto amamos.

¡A disfrutar de la lectura!


¡No compartas este material en redes sociales!


No modifiques el formato ni el título en español.
Por favor, respeta nuestro trabajo y cuídanos así
podremos hacerte llegar muchos más.

Serie Hombres salvajes 1 3


Jo Raven Cavernícola

Matthew Hansen es el tipo de hombre apuesto que ha hecho que


las mujeres crecieran susurrando detrás de sus manos y riéndose como
colegialas.

Oscuro, alto y misterioso, es un recién llegado a nuestra pequeña


ciudad. Es un mecánico áspero, cubierto de grasa, y un padre soltero.

Dulce, ¿verdad?

Además, está buscando una niñera y yo estoy buscando


desesperadamente un trabajo.

Suena como el trato perfecto.

Solo que él es un imbécil. Un bruto incivilizado y corpulento. Cero


en modales. Cero en interés en hacerme sentir bienvenida en su casa.
Totalmente grosero.

Pero, oh, tan sexy.

Y necesito el trabajo. Puedo hacer esto.

Una cosa es segura: no me puedo enamorar del cavernícola. No


importa lo sexy que sea. Lo misterioso. Lo torturado.

Esa es la única regla… y una que estoy a punto de romper.

Serie Hombres salvajes 1 4


Jo Raven Cavernícola

Hay un lugar brillante y cálido al que los hombres llaman hogar.


Lo busqué toda mi vida. Pensé que lo había encontrado. Me dejé llevar
por el calor, creía que había llegado a mi destino.

Pero me lo arrebataron.

Así que aquí estoy ahora, de pie a primera hora de la mañana,


mirando a la nada. La casa es grande, el pueblo pequeño, un puñado de
casas y árboles están esparcidos en la llanura. El porche bajo da a un
jardín cercado, y lo miro sin ver, no muy seguro de cómo llegué aquí. Tal
vez… a través de un oscuro y sinuoso túnel.

Sobre un mar profundo y frío.

A lo largo de un camino que no lleva a ninguna parte.

No podría importar menos. Nunca había oído hablar de Destiny,


Missouri, en mi vida, y esa fue razón suficiente para mí cuando agarré a
mis dos hijos, metí todo lo que tenía en mi camioneta y conduje hasta
aquí.

Quizás fue el nombre. Tan jodidamente simbólico.

Así que aquí estoy.

En ninguna parte.

No sé lo que estaba buscando, o de lo que estaba huyendo. El


comienzo y el final del camino están cubiertos de niebla. Todo está

Serie Hombres salvajes 1 5


Jo Raven Cavernícola

borroso. Siento como si hubiera estado corriendo durante años. Siglos,


tal vez.

Huí de mis recuerdos. Huí del pasado. Luego huí de mí mismo, y


todavía no he parado. ¿Cómo podría hacerlo? ¿Cómo escapas de aquello
en lo que te has convertido?

No seas tan jodidamente melodramático, me digo.

Pero cuando una mujer que pasea a un perrito al otro lado de la


calle levanta la mano en señal de saludo, me congelo, aún más inmóvil,
hasta que podría haberme convertido en piedra.

Finalmente doy un paso atrás, a la penumbra de la casa.

Bien podría dejar de pensar en pensamientos inútiles y


desembalar. Acomodarme. Asegurarme de que los niños estén bien.

Los encuentro acurrucados en el viejo sofá que venía con la casa,


jugando con los juguetes de Mary. Cole está imitando solemnemente las
acciones de Mary, haciendo que la muñeca Barbie en su mano salte sobre
el cojín que los separa.

Luego lanza la muñeca al suelo y aplaude.

Mary le grita y le empuja.

Maldito infierno.

Lo atrapo antes de que se caiga y lo levanto sobre mi cadera.


Comienza un temblor en mi cuerpo, a pesar de que le estoy sosteniendo
y él está a salvo. Lucho contra eso, siempre peleo con la manera en que
mi cuerpo reacciona a este miedo profundo, y me está tomando todo lo
que tengo para no dejarlo ver.

Serie Hombres salvajes 1 6


Jo Raven Cavernícola

—¡Él tiró mis juguetes! —gime ella, señalando con un dedo pequeño
y mugriento a Cole que está sentado rígidamente en mis brazos, con la
boca caída—. Siempre rompe mis cosas. Y odio mi habitación. Dijiste…

—Mary —gruño—. Para.

—Pero… —Su labio inferior tiembla, y sus ojos color chocolate se


llenan de lágrimas.

El miedo se mezcla con la culpa y la ira, retorciéndose en un pesado


nudo de metal oxidado en mi pecho.

Debería hacer algo. Decir algo. Pero no sé qué. ¿No mates a tu


hermano? ¿No llores como una mini banshee1?

¿No te veas como si hubiera destrozado tu mundo?

Dejé a Cole en el suelo porque mi pecho se sentía demasiado


apretado, y mi cabeza estaba latiendo demasiado fuerte, tratando de
encontrar una manera de consolarlos a ambos. No es algo que haya
tenido que hacer en años.

Cuidar de los demás.

No desde que el suelo se derrumbó bajo mis pies, llevándome con


él a un pozo tan profundo que no podía ver la luz.

¿Y ahora puedes?

1
Banshee: Criaturas que forman parte del folklore irlandés. Son espíritus femeninos
que, según la leyenda, se aparecen a una persona para anunciarle con sus llantos o
gritos estridentes la muerte de un pariente cercano. Se consideran mensajeros del otro
mundo.

Serie Hombres salvajes 1 7


Jo Raven Cavernícola

Como era de esperar, antes de encontrar las palabras, o incluso de


que me acercara a ella, mi hija de cinco años se levanta del sofá y sale
corriendo de la habitación, resoplando y sollozando.

Seguida de cerca por Cole, de tres años.

¿Qué diablos estoy haciendo aquí? ¿Cómo puedo cuidar de ellos?

Ámalos, escucho una voz familiar en mi mente y cierro los ojos con
dolor. Ámalos, Matt.

Por supuesto que los amo. Son la sangre de mi corazón. Míos,


propios. Nunca hubo ninguna duda sobre eso, no para mí.

Sacudo la cabeza, aflojo la voz, porque ella no está aquí, pero yo sí.

Y no volveré a hundirme en ese agujero negro sin fondo. Esta vez


no. Estoy aquí para romper con el pasado. Para escapar de una vez por
todas. Recordar quién fui una vez.

Puedo sentir en mis huesos que es mi última puta oportunidad…

*****

—Jasper quiere hablar contigo primero, cara a cara —me dice el


chico por teléfono con voz grave y seria—, pero seré sincero contigo: el
trabajo seguro que ya es tuyo, y Jasper pagará más por tenerte. Es difícil
encontrar mecánicos calificados por aquí.

Parpadeo. No esperaba encontrar un trabajo tan pronto. Estas eran


buenas noticias, pero no puedo encontrar ninguna alegría en mí, sin
importar lo mucho que busque.

Tampoco sé si debo hablar en el silencio que se estira.

Serie Hombres salvajes 1 8


Jo Raven Cavernícola

—Muy bien —dice el tipo, finalmente, renunciando a que yo


reaccione. Tal vez está acostumbrado a la mecánica antisocial—. El taller
abre a las nueve. Llega media hora antes.

—Bien —murmuro, justo cuando un choque viene del piso de


arriba.

Mi corazón se sobresalta. Dejo caer el teléfono.

Joder.

Camino a la escalera y la subo de dos en dos, con mi maldito


corazón en mi garganta.

—¡Mary! ¡Cole!

Cole está llorando, y el sonido retuerce algo dentro de mi pecho,


algo que ha estado retorcido durante años. Mary está gritando, pero no
puedo entender las palabras mientras doy los últimos pasos y corro a su
habitación.

Entro precipitado y me detengo, jadeando, cuando los veo a los dos


sentados en el suelo, fragmentos de una taza y una muñeca
desmembrada entre ellos.

Sacudiendo la cabeza, me inclino para recuperar el aliento un


segundo. Maldito infierno. Acabamos de llegar, y este es casi mi segundo
ataque cardíaco del día.

Y el día todavía es joven.

Una cosa se vuelve clara para mí cuando me agacho para recoger


las piezas dentadas de cerámica antes que cualquiera de ellos se
lastime... ¿y de dónde sacaron la taza?... para asegurarme de que no
están sangrando: necesito encontrar una niñera.

Serie Hombres salvajes 1 9


Jo Raven Cavernícola

—No te dará el trabajo, Tati —dice mi hermana—. De ninguna


manera, no hay forma.

—Eso no lo sabes. Además, ¿por qué estás aquí y no en la escuela?

Estoy apoyada contra el poste de la parada del autobús frente a


nuestra casa, vestida con un vestido negro hasta la rodilla y tacones
altos, el pelo recogido hacia atrás, lápiz labial brillante sin color. No
vestida para matar, sino para conseguir un trabajo, un trabajo que mi
hermana Gigi ha decidido que no conseguiré.

Bueno, caramba, gracias por el voto de confianza, hermanita.

—Me van a llevar —dice alegremente, agitando una mano. Sus


uñas son de un color diferente cada una, asomando a través de sus
guantes negros sin dedos, y detecto una nueva raya azul en su cabello.
A mamá le dará un ataque.

—¿Quién?

—¿No te gustaría saberlo? —Me bate sus pestañas.

—¿El mismo tipo de hace dos días? ¿Nariz grande, orejas caídas,
cráteres de acné en la frente?

Patea su pie, sonriendo.

—Para. Él no es así.

Sí, es verdad, no lo es. En realidad es bastante guapo.

Serie Hombres salvajes 1 10


Jo Raven Cavernícola

—Quasimodo, ¿verdad? ¿El nombre del tipo?

Ella se rie.

Gigi tiene todo el aspecto de Harley Quinn2. Es la más guapa de las


dos, la coqueta, la divertida. La sexy. Solo un año más joven que yo, es
menos mi hermana, y más mi mejor amiga. Los hombres tienden a
enamorarse de ella todo el tiempo.

La mayoría de las veces ni siquiera finge notarlos.

Entonces veo a alguien que camina hacia nosotras y suspiro.

—¿Qué hay de Merc?

—¿Qué pasa con él?

—¿Va a ir contigo?

Nuestro hermano, Mercury Tyson, alias Merc, nos alcanza y se


quita sus mega-auriculares supersónicos que le hacen parecerse a la
reencarnación masculina de Leia de Star Wars. Nos da una sonrisa con
dientes.

—¿Qué estás haciendo aquí? —exige Gigi.

—Pillando un paseo contigo.

—No lo harás.

—Lo haré. No voy a dejarte ir a solas con ese tipo espeluznante otra
vez. Puede meterte la lengua en la oreja o agarrarte las tetas.

2
Harley Quinn: Personaje que es una supe villana y anti-heroína ficticia que aparece en
los cómics estadounidenses publicados, comúnmente como adversaria de Batman. Es
una chica joven sexy con dos coletas rubias.

Serie Hombres salvajes 1 11


Jo Raven Cavernícola

—Eres un idiota —gruñe Gigi, y le da la espalda, y vuelve su


atención a mí—. Hansen.

—¿Eh? —Estoy buscando en mi bolso la dirección y el número de


teléfono de mi cliente, temiendo que me los dejara en casa.

—¿Matthew Hansen? ¿El tipo con el que vas a encontrarte? Ese.


¿Sabes a lo que te enfrentas?

Pongo mis ojos en blanco.

—Es solo un hombre. Necesita una niñera. Puedo hacer eso


mientras duermo. ¿Qué más hay que saber?

—Oh, hermana, no tienes ni idea. —Se inclina para susurrarme al


oído—: Está más caliente que una explosión nuclear, chica. Material para
derretir bragas. Ascendencia italiana, músculos de leñador, enormes…

—¿De qué estáis chismorreando? —Merc nos mira mal.

—También es un imbécil —continúa Gigi, ignorándolo.

¿De verdad?

Merc resopla.

—Hansen es un tipo decente. El tipo es un mecánico, trabaja en el


garaje de Jasper. Deja de repetir lo que sea que oyes.

—Oh, cállate, Merc. —Gigi le saca la lengua—. El hombre ha tenido


a dos niñeras que ya se han ido, en el espacio de una semana, y nadie
sabe por qué. No sabes nada de él.

Me quedo mirándola boquiabierta.

—¿Dos? ¿Qué pasó?

Serie Hombres salvajes 1 12


Jo Raven Cavernícola

—Simplemente se fueron, dijeron que fue un grosero. Todo el


pueblo está chismorreando al respecto.

Pero yo nunca oí nada.

Por otra parte, había estado tan ocupada entre mi graduación de


la escuela, el envío de solicitudes para la universidad y la búsqueda de
trabajo que no había hecho mucho más en los últimos dos meses.

—Puedo manejar lo grosero —digo, y miro, mi autobús está


llegando—. Deséame suerte. Y ten cuidado con Quasimodo.

—¡Su nombre es Quinn! —Me grita mientras subo al autobús—. Te


encantará.

Merc pone una cara de asco, y yo me rio mientras compro mi billete


y encuentro un asiento en la parte de atrás.

Hermanos. Siempre exagerando, siempre bromeando.

No puedo vivir sin ellos y no puedo ponerlos a la venta en eBay.

*****

La casa se ve exactamente igual a todas las casas de la calle, así


que compruebo dos veces el número, por si acaso. El jardín está
descuidado, la valla necesita pintura y no hay señales de vida.

Frunciendo el ceño, me tomo un momento para recolocar mi


cabello, asegurándome que no haya mechones sueltos en mis sienes, y
alisando mi vestido.

Estoy más formal de lo que esperaría estarlo con el vestido y los


zapatos viejos de mi madre. Creo que son vintage. Los zapatos parecen
ser de los años setenta, gamuza con tacón grueso alto, y el vestido tiene
botones nacarados en la parte delantera. Está ceñido en la cintura y tiene

Serie Hombres salvajes 1 13


Jo Raven Cavernícola

pequeños pliegues que se abren en abanico. Me he puesto un abrigo


negro ligero encima.

Puede que no sea una belleza como Gigi, pero creo que me veo bien.

Y Gigi está haciendo un gran escándalo de todo, creo, mientras


presiono el timbre. Ella siempre lo hace. Matthew Hansen no puede ser
tan grosero, o tan sexy.

Una cosa está clara en mi mente: no me iré de aquí hasta que


consiga este trabajo. Necesito ese dinero.

Pasa el tiempo, y me muevo de un pie a otro, tirando de las mangas


de mi vestido. Siento que todo el vecindario me está mirando. ¿Era una
cortina lo que se movió detrás de la ventana de la casa de al lado?

El sudor gotea por mi espalda a pesar del frío.

¿Debería tocar el timbre otra vez? Cuando llamé, preguntando por


el puesto, me dijo que viniera a las ocho.

Decido esperar, darle cinco minutos más. Tal vez esté arriba, o en
el baño. Espero, y espero, moviéndome sobre mis tacones, frotando mis
manos sobre mi fino abrigo, antes de volver a llamar al timbre.

Son las ocho y diez. Seguramente, es suficiente tiempo.

La cerradura gira, y la puerta se abre con un chirrido de bisagras


oxidadas, el sonido hace que me duelan los dientes, y vislumbro algo
oscuro y… ¿peludo?

¿Un oso pardo tan al sur?

Observo un par de ojos brillantes y oscuros justo cuando una voz


gruñona dice:

Serie Hombres salvajes 1 14


Jo Raven Cavernícola

—Diablos, no.

Y la puerta se cierra de golpe en mi cara.

Mierda.

*****

Después de algunos momentos de aturdimiento, primero


cuestionando mi cordura y luego la dirección, levanto mi mano y vuelvo
a llamar. Es la casa correcta. Y tengo una cita. Él no puede dejarme fuera
con este frío.

¿Verdad?

Toco el timbre de nuevo.

Él ni siquiera me habló. Y quiero este trabajo. Lo necesito. Tenemos


deudas que mamá nunca podrá pagar, y pronto me iré de la ciudad… Mis
papeles de admisión y una carta de beca parcial están en casa, en la
habitación que comparto con Gigi, en un sobre debajo de mi colchón.

No es que sea un secreto. Pero siento que necesito mantenerlo


cerca de mí, esta promesa de una nueva vida, tan pronto como se paguen
esas deudas, y pueda estar segura de dejar a mi familia bien establecida.

No hay muchos trabajos en un lugar tan pequeño como este, y el


salario ofrecido por Matthew Hansen para ser una niñera para cuidar a
sus mocosos podría marcar la diferencia entre quitarle algo del estrés
financiero a mamá o exprimirla un verano más.

No es una opción.

—¡Oye! —Golpeo su puerta cuando presionar en el timbre no


consigue ningún resultado—. ¡No me voy a ir! Será mejor que abra.

Serie Hombres salvajes 1 15


Jo Raven Cavernícola

Definitivamente las cortinas se están moviendo detrás de las


ventanas de las casas cercanas, pero a estas alturas ya estoy sonrojada,
y caliente con justa ira y desesperación.

Necesita una niñera, después de todo. Fue quien publicó la oferta


en esa hoja de papel que había fuera de la oficina de correos. No puede
despedirme sin siquiera hablar conmigo.

—¡Abra! —grito—. Por favor, señor Hansen, solo deme una


oportunidad…

La puerta se abre de par en par, y jadeo con un grito.

—Estás jodidamente loca de remate —sisea—. ¿Qué diablos


quieres?

Abro la boca, pero no sale nada cuando lo miro por primera vez a
plena luz del día.

Guau.

Vale, Gigi no estaba exagerando. Seguro que es caliente. Su


camiseta blanca sin mangas y sus pantalones bajos de algodón del
chándal moldean un cuerpo poderoso. Pelo oscuro revuelto cae sobre sus
brillantes ojos. Se rasca la barba corta y desaliñada y se lame los labios
de aspecto suave.

Gruñe.

—¿Quién coño eres?

Oh, sí, Gigi tenía razón en ambos sentidos. Es sexy y es un imbécil.

—Octavia Watson. ¿Estoy aquí para la entrevista? —Por supuesto


que estás aquí para la entrevista, no lo conviertas en una pregunta—. Me
dijo por teléfono que debería estar aquí a las ocho.

Serie Hombres salvajes 1 16


Jo Raven Cavernícola

Eso es.

Levanto mi barbilla y espero, mi mirada encontrándose con la de


él. Sus ojos son oscuros, y no me refiero solo a marrón oscuro. Son
profundos y tormentosos como nubes de lluvia a punto de estallar.
Oscuros como pozos nocturnos que no reflejan la luz de la luna.

—¿Entrevista? —murmura, sonando confundido.

—Para el trabajo. Para cuidar a sus hijos.

Me entrecierra los ojos.

Animada, me acerco. Él se yergue sobre mí, y su aroma me golpea:


sudor limpio masculino con una pizca de… ¿algo químico?

—¿Puedo ver a los niños?

—¿Qué? —Frunce el ceño—. No.

Mi corazón cae a mis pies.

—Pero…

—Hemos terminado aquí. —Comienza a cerrar la puerta, y yo entro


en pánico.

—¡Tengo experiencia! Mira, crié a mi hermano y hermana. Me


encantan los niños, soy realmente buena con ellos. Por teléfono, usted
dijo…

Él cierra la puerta de golpe y yo vuelvo a tropezar, aturdida.

Jesús.

—¡Que te jodan, Matt Hansen! —grito a la casa cerrada, mis manos


en puños en mis costados. Trago duro—. Imbécil.

Serie Hombres salvajes 1 17


Jo Raven Cavernícola

Solo el silencio me responde esta vez.

Bueno, eso estuvo muy bien, Octavia. Realmente bien.

¿Ahora qué?

Le doy la espalda a la puerta, mis ojos arden. Y lo odio. Odio que


esto me afecte tanto. Es injusto que me dijera que tenía una oportunidad
y luego me cerrara la puerta en la cara sin escucharme.

Es la injusticia lo que me afecta. Mientras estoy de pie en la luz de


la mañana, sin parpadear, esperando no derramar lágrimas, por todas
las cosas que he deseado desde que era pequeña en este pueblo de
mierda, por todos los sueños que aún no puedo cumplir, sintiéndome tan
cerca de desmoronarme, es irreal.

Contrólate, Octavia. Esto no es nada.

Un pequeño revés.

Repitiéndome eso, bajo los escalones del porche y miro hacia la


mañana vacía, hacia el sendero que cruza el pequeño jardín cubierto de
maleza, pensando ya en cualquier otro trabajo que pudiera encontrar y
maldiciéndome por haber depositado todas mis esperanzas en este como
si fuera algo seguro.

Un error.

Pero la vida continúa, como antes, y depende de mí cambiarla.

Serie Hombres salvajes 1 18


Jo Raven Cavernícola

Una vez que he logrado localizar y ponerme una camisa


mayormente limpia, una vez que me he puesto los zapatos y rastrillado
una mano a través de mi cabello salvaje, agarro a los niños y me voy a
dejarlos con un vecino para el día.

No la que está al otro lado de la calle, que resultó ser una abuelita
fumadora empedernida, de unos mil años de edad, perdida en una red
de arrugas y actitud. No, una joven madre de tres niños, cinco casas más
abajo, que se ve apresurada y abrumada con un vestido floreado y una
bufanda envuelta alrededor de su cabeza.

Le pago un montón de dólares por vigilar a los pequeños mocosos


mientras trabajo. Es el quinto día consecutivo, y se siente mal.

Y caro para mis limitados fondos.

Cole se aferra a mi pierna mientras me dirijo hacia la puerta para


irme. La culpa apuñala sus dientes afilados en mi alma. La empujo
profundamente y la ignoro, separando a mi hijo de mi pierna y dejándolo
a un lado.

Mary me mira desde unos pocos metros de distancia, con


acusación en sus ojos, su pequeña boca apretada.

Infiernos.

—Está bien, señor Hansen. Los tengo —dice la mujer. Su nombre


es Sally, o Dolly, o algo igualmente sin importancia para mí.

Serie Hombres salvajes 1 19


Jo Raven Cavernícola

Asiento, un oscuro hilo de preocupación serpenteando a través del


enredo de mis pensamientos.

—Llamaré al mediodía.

Mientras camino hacia mi camioneta, pienso nuevamente cuánto


más barato sería contratar a una niñera. Mejor para los niños, también.
Más estable. Dios sabe que la estabilidad no ha sido parte de sus vidas
hasta ahora.

Sí, lo sé, estoy fallando como padre.

Por otra parte, ¿qué hay de nuevo? Lo que sea, carajo. Solo necesito
una niñera para vigilar a los niños mientras estoy fuera en el trabajo,
pero las dos que solicitaron el puesto a principios de esta semana ni
siquiera miraron a mis hijos cuando entraron en la casa. Era obvio que
no les importaban nada.

Descalificación inmediata.

Así que está bien, seguiré buscando. Seguramente habrá más


mujeres buscando trabajo en esta ciudad. Encontraré otra.

Solo que… no ella.

No Octavia.

Ella no es adecuada. Inaceptable. No… no sé. Es demasiado joven.


Y testaruda. No es lo que tenía en mente.

Así que eso era todo. Fin de la historia.

Jasper’s Garage está al otro lado del pueblo, a diez minutos en


coche. Podría haber ido caminando, pero ya llego tarde. No estoy dando
las mejores impresiones durante mi primera semana de trabajo.

Serie Hombres salvajes 1 20


Jo Raven Cavernícola

¿Qué me importan las impresiones? Mientras mantenga el trabajo,


me importa un bledo, y Jasper Jones no me echará. Parece que los
buenos mecánicos son difíciles de encontrar en esta zona, y el dinero que
me está pagando es bueno.

O… podría dejar que me echara. Podría irme. Coger a los niños y


seguir adelante, seguir buscando la salvación. Pero lo que asusta es
que… ya no estoy seguro de que siquiera me importe.

Hay un tipo que no conozco fumando justo fuera de la puerta del


garaje. Entro y reviso las tareas del día, y luego entro en las bahías, y
localizo el coche en el que se supone que debo trabajar.

La mano derecha de Jasper, Evan, asiente hacia mí con la cabeza


sin decir nada, y me pongo a trabajar. Me gusta el hecho de que sea un
hombre de pocas palabras.

Mis palabras también son pocas. No muchas para empezar, y se


han secado con los años.

Lo cual es igual de bueno.

Me pierdo en mi trabajo. Remaches, chasis, retumbantes motores.


Todo esto es tan familiar que casi se siente como en casa.

Casi.

Tumbado de espaldas bajo el coche, frunzo el ceño ante el metal


oscuro que se desvanece, de modo que veo una noche sin estrellas, un
camino que se desvanece en niebla negra, y tiemblo.

*****

Cole se cayó y se golpeó la rodilla en algún momento durante el día,


y la vecina que supuestamente lo estaba cuidando no pensó en hacérmelo

Serie Hombres salvajes 1 21


Jo Raven Cavernícola

saber. Mary me lanza miradas funestas y no quiere hablar conmigo


cuando voy a recogerlos a última hora de la tarde.

La chica me odia.

Tengo que arrastrarla al baño para cepillarse los dientes, y


entonces su coletero se atasca en su pelo, y llora mientras trato de
quitárselo, a pesar de que intento lo mejor que puedo para no hacerle
daño.

No quiero hacerle daño.

Aprieto los dientes, quitándole la maldita cosa de sus dorados rizos


y la siento en el inodoro cerrado. Justo a tiempo para atrapar a Cole antes
de que se caiga dentro de la bañera.

Mientras agarro el pequeño cuerpo de mi hijo que se agita y se


queja, Mary aprovecha la oportunidad para saltar del inodoro y salir
corriendo del baño, llorando un poco más.

Me quedo en medio del baño mal iluminado, tratando de recuperar


el aliento, no estando seguro de qué diablos hacer. Mis hijos ya no me
conocen. No les caigo bien.

Seguro como el infierno que no me quieren.

Los saqué de la única familia que aún tenían: mi madre, que se


ocupó de ellos mientras yo me perdía. Apenas los vi en los últimos tres
años, y luego los saqué del único hogar que recuerdan y los traje aquí, a
este pequeño pueblo en medio de la nada, dejándolos durante el día con
una mujer que no puede cuidarlos.

Yo también me odiaría.

Serie Hombres salvajes 1 22


Jo Raven Cavernícola

Cole grita y maldigo, bajándolo. Él huye de mí tan rápido como sus


pequeños piececitos pueden llevarlo, y retrocedo hasta que golpeo la
pared y me deslizo hacia abajo.

Que se joda esta mierda. Nunca fui bueno en esto. Ella lo era. Ella
quería tener hijos. Ella los amaba, y yo… estaba indefenso cuando se
trataba de ella.

Ahora suena como que me arrepiento de ellos. Lo cual no es cierto.


Los amo.

Simplemente no sé cómo lidiar con ellos.

Dios, necesito dormir. Ha pasado un tiempo desde la última vez


que logré un par de horas en una noche. Me lo impondré a mí mismo, ya
que nada más funciona. Todo, cualquier cosa para olvidar el pasado.
Olvidar el pequeño y triste rostro de Cole cuando me fui esta mañana, el
gemido de Mary.

Para cuando me pongo en pie y salpico mi cara en el lavabo, y luego


me dirijo a la habitación de los niños, los mocosos son dos bultos bajo
sus mantas, que fingen estar dormidos.

Como todas las noches.

No me dejarán arroparlos.

—Buenas noches —susurro, no estoy seguro de que me oigan. Los


miro un poco más, recordando cuando los sostuve por primera vez en
mis brazos, diminutos y retorcidos paquetes de energía y vida.

Mis hijos.

Serie Hombres salvajes 1 23


Jo Raven Cavernícola

Apagando la luz, me doy la vuelta y voy a la cocina. Dejo las luces


apagadas. Al tacto, encuentro los somníferos y me trago dos con un sorbo
de agua.

Me resisto al impulso de tomar más. Todos ellos.

Luego me dirijo a la sala de estar y me dejo caer en el sofá, enciendo


el televisor y lo miro sin ver nada.

En algún momento, me quedaré dormido. No hay escapatoria. Y sé


que las pesadillas me están esperando.

*****

El café es rancio y tóxico, como desechos nucleares, me quema en


la boca. Al otro lado el cielo del amanecer está rompiendo en rojo y
amarillo.

Por fin, joder.

Vestido solo con mis pantalones de chándal y una camiseta


delgada, estoy de pie en el porche, con una taza en la mano que no
recuerdo haber sacado de la cocina y una niebla amarga en los pulmones.

Estoy fumando mi último cigarrillo. Mi última inhalación.

Mi cabeza está llena de oscuridad.

Y luego bajo la mirada a los escalones que conducen al patio,


recordando a esa chica, ayer, ¿fue solo ayer?, la aspirante a niñera, toda
inocencia con los ojos de estrellas, su boca pecaminosamente llena, sus
pequeñas tetas y su cuerpo esbelto, su cabello oscuro… y mi cuerpo se
tensa con una punzada de excitación.

Con una maldición, vuelvo dentro y busco la botella de licor bajo el


fregadero de la cocina, sin pensar en si los niños podrían descubrirla en

Serie Hombres salvajes 1 24


Jo Raven Cavernícola

ese escondite no tan bien pensado, y Cristo, estoy bebiendo antes de ir a


trabajar, maldita sea, entonces reemplazo el café por whisky puro y lavo
toda la noche.

Tomando una profunda calada de mi cigarrillo, me apoyo contra el


fregadero con un gemido. Soy un desastre. No puedo cuidar de los niños.
¿En qué estaba pensando?

Irme. Eso fue en todo lo que estaba pensando. Todo lo que podía
pensar en algún momento.

No tener que soportar más las preguntas y la preocupación. No


tener que esconderme de todos los que me miraban, esperando a que me
desmoronara.

Pero no lo hice. No tan cerca para que ellos pudieran verlo.

Era una situación sin salida. Si me desmoronaba, no era un


hombre de verdad. Si no lo hacía, bueno… tenía un corazón de piedra.

Golpeé mi pecho una vez, suavemente, con el puño. Tal vez se ha


convertido en una maldita piedra. Dios sabe que se siente así. Frío.
Pesado.

Sin sentimientos.

Tal vez era la única manera.

En todo caso… Sí, tuve que irme y llevarme a los niños conmigo.
Dejarlos atrás no era una opción.

Aunque me odien.

Tal vez debí haberlos dejado. Quizás habrían sido más felices sin
mí. No es que me extrañen. Tal vez…

Serie Hombres salvajes 1 25


Jo Raven Cavernícola

Sí, lo que sea. Está hecho, ahora. Aquí estamos.

Y necesito aclarar mi mente antes de que sea demasiado tarde.

Serie Hombres salvajes 1 26


Jo Raven Cavernícola

—Hay otros trabajos por ahí —dice Gigi cuando se entera de mi


intento fallido de hablar con Matt Hansen.

Pero todavía está en la escuela y no ha mirado por sí misma, aparte


de los pequeños trabajos de verano como vender entradas en el autocine
que hay a las afueras de la ciudad y en algún festival ocasional. Si
viviéramos en Springfield, o cerca de allí, tal vez, pero aquí…

Aquí estamos en medio de la nada. Además, necesito algo mejor


que el salario mínimo. Necesito un trabajo estable, un trabajo bien
pagado, para pagar esas deudas, las deudas acumuladas cuando Merc
estuvo enfermo y mamá tuvo que pedir algunos préstamos para
mantenernos a flote, sin tener una familia que la apoyara.

Pagar las deudas e ir a la universidad, para poder regresar y cuidar


adecuadamente a mi familia. Ese es mi sueño.

Oye, no voy a rendirme en eso.

Así que estoy oficialmente a la búsqueda de trabajo. Ya he


preguntado en las pocas tiendas que hay en la calle principal si están
buscando ayuda, pero hasta ahora, todo lo que he conseguido en forma
de respuesta fue que las cabezas se sacudieran en negativa.

Nada.

No es que me sorprenda. Hay una razón por la que golpeé la puerta


de Matthew Hansen e insistí en que me entrevistara. Aunque
avergonzarme frente a sus vecinos no hizo ninguna maldita diferencia.

Serie Hombres salvajes 1 27


Jo Raven Cavernícola

No estoy cualificada para nada, todavía no. He trabajado en una


tienda antes, así que eso cuenta, pero sin ninguna oferta de trabajo en
las pocas tiendas de la ciudad es inútil.

Y como le dije al Alto, Oscuro e Imbécil, sé cómo manejar a los


niños, cómo cuidarlos. Me encantan los niños. He pensado en estudiar
para ser maestra de guardería. Eso sería fantástico.

Pero eso es en el futuro. Por ahora, el sueño parece tan distante.


No importa cuántos anuncios haya revisado, a cuántas casas haya
llamado, las pocas solicitudes de niñeras que se anunciaron se han
completado, y me estoy quedando sin opciones.

Me lamo los labios secos, con demasiado calor con mis pantalones
oscuros y mi blusa gris suave, mis pies matándome con mis tacones bajos
conservadores, cuando doy una vuelta más, lo mismo que hice ayer y el
día anterior.

La ronda de la desesperación.

Visito el supermercado, la heladería, la pequeña ferretería, el


banco, el dentista y los dos restaurantes. Pregunto en la tienda de
segunda mano, la gasolinera y la vieja pizzería donde trabaja mamá.
Entonces entro en la nueva cafetería con sus brillantes mesas blancas y
sillas de acero, y pregunto una vez más.

Nop. Nada3.

Mi sueño de escapar se desvanece en el horizonte. Un espejismo.


Nunca fue real, nunca va a pasar.

3
Escrito en español en el texto original.

Serie Hombres salvajes 1 28


Jo Raven Cavernícola

A menos que… a menos que haga las maletas y salga de la ciudad,


sin dinero y desesperada. Ir a la gran ciudad y arriesgarme allí.

Dejar a mamá, a Gigi y a Merc.

No para siempre, me digo a mí misma cuando un torno se aprieta


alrededor de mi corazón. Solo por un tiempo, hasta que encuentre trabajo
y ahorre algo de dinero. Y luego iré a la universidad y volveré con un buen
sueldo para cuidarlos a todos.

Ese ha sido mi sueño desde que tengo memoria.

¿Y qué clase de trabajo encontraría una persona educada aquí?

Esa es la pregunta que he estado evitando.

Eso, y pensar en los años que faltan de ahora hasta entonces, y en


lo mal que estaré dejando a mi familia atrás. Dolerá. Estamos muy
unidos. El hecho de que mi padre se fuera solo sirvió para acercarnos, y
marcharme sería como cortar una extremidad.

Sacudiendo la cabeza, tratando de desalojar el pensamiento como


cada vez que sale a flote, me detengo frente a la farmacia.

—¿Qué haces aquí, Zipper Lips4? —El ingenioso Anthony “Stone”


Campbell, que está holgazaneando fuera de la cafetería al otro lado de la
calle, sus labios convirtiéndose en una mueca burlona.

Puede haber pasado de ser el chico flaco y apestoso de mi clase a


ser un tipo alto y menos apestoso, pero nunca perdió su repugnancia.
Parece que no puede superar la maldad o estupidez.

4
Zipper Lips: Labios de Cremallera, Labios Cerrados.

Serie Hombres salvajes 1 29


Jo Raven Cavernícola

Ignorándolo con la facilidad de una larga práctica, entro en la


farmacia, ni siquiera segura de querer volver a preguntar sobre un
trabajo. Ya sé que no hay una vacante.

Tal vez solo compre algunos analgésicos. Me duele la cabeza por el


calor que he estado pasando todo el día.

O algún protector solar. Siento como si mi nariz fuera a pelarse


mañana. La toco con cautela y hago un gesto de dolor.

Dentro de la tienda hay un bendito aire acondicionado, y dejo que


el aire fresco sople sobre mis enrojecidas mejillas cuando la puerta se
cierra detrás de mí.

Mi cabello está hecho un desastre, y lo compruebo en un esfuerzo


desesperado por parecer presentable cuando me acerco al mostrador.
Fácilmente encuentro algo de Ibuprofeno, pero luego me doy cuenta de
que hay tres personas por delante de mí, y reviso el pequeño expositor de
maquillaje para distraerme mientras espero.

Gigi siempre dice que debería usar más maquillaje. Dice que mis
ojos son bonitos y que debería delinearlos más.

Está loca.

Dejo el lápiz labial que estaba mirando, el tono se llama Flamingo,


lo que me hace sonreír, y capto la mirada de un tipo sobre mí. Está en
segundo lugar en la pequeña cola, y es guapo en una forma clásica, clara,
con su ondulado cabello castaño y ojos verdes, la sombra de su barba de
las cinco en sus mejillas, la enjuta figura llena su camisa azul marino
muy bien.

Un escalofrío recorre mi piel cuando su mirada se alza a mi cara, y


su boca se inclina en una sonrisa.

Serie Hombres salvajes 1 30


Jo Raven Cavernícola

Miro hacia otro lado, nerviosa.

En el momento en que recojo mi ingenio lo suficiente como para


mirar de nuevo, la cola se había movido, y un tipo de hombros anchos
estaba caminando a mi lado, su peludo cabello negro y barba descuidada
registrándose después del segundo más largo de la historia.

Matthew Hansen. ¿Cuáles eran las probabilidades?

Por otra parte, es una ciudad pequeña. Nada fatídico aquí.


Simplemente la vida cotidiana está sucediendo.

Él no parece pensar así, a juzgar por la forma en que sus cejas se


unen cuando se fija en mí. Se para.

—Tú —dice.

Parece una acusación. Y, sin embargo, su mirada no tiene calor,


solo sorpresa.

—Señor Hansen. —Tiro de mis hombros hacia atrás—. Qué


casualidad encontrarle aquí.

Estoy tan cerca de él.

Demasiado cerca. Es tan alto y ancho de hombros que es como una


pared.

No dice nada, solo sigue mirándome fijamente, la oscuridad en sus


ojos tragándome completamente. Soy tan consciente de su altura, los
grandes músculos de sus brazos, sus largas pestañas oscuras, es una
locura.

Me retuerzo las manos, y me detengo.

Serie Hombres salvajes 1 31


Jo Raven Cavernícola

—Mire, señor Hansen… —Tengo que decir algo sensato—. ¿Cómo


están los niños? ¿Ya ha encontrado una niñera para ellos?

Pero esa fue la pregunta equivocada, porque su expresión se cierra.

—Sí.

Esa palabra me golpea fuerte.

—¿Contrató a alguien más?

Asiente y se aparta el cabello moreno de los ojos. Todavía está


mirándome. Su mirada es como un rayo láser, pasando sobre mi cara,
luego moviéndose más abajo, y una oleada de deseo me golpea, anudando
mis entrañas.

Mierda.

Cristo, ¿qué me pasa? Por alguna razón, Matt Hansen tiene a todo
mi cuerpo apretado por la necesidad, simplemente por estar ahí parado.

¿Por qué mi cuerpo reacciona a este oso de hombre cuando


permanece entumecido y frío cuando otros hombres me miran?

¿Cuándo me ignoró para el trabajo, sin siquiera dignarse a hablar


conmigo, y fue y contrató a alguien más al día siguiente?

Dios.

—Es una pena —le susurro, decidiendo recortar mis pérdidas y


regresar a casa. Solo necesito descansar un poco, refrescarme, y tal vez
llegue la inspiración, y mágicamente sabré qué hacer.

Ajustándome la correa de mi bolso en mi hombro, me vuelvo


ciegamente para irme y rápidamente tropiezo con mis propios pies.

Serie Hombres salvajes 1 32


Jo Raven Cavernícola

Hombre, simplemente no puedo tomarme un descanso estos días,


¿verdad?

Pero no golpeo el suelo. Un brazo como una banda de acero se


envuelve alrededor de mi cintura, y ese olor a almizcle picante masculino
está en todas partes.

Mi corazón está martilleando. Me desplomo en su agarre, mis


piernas como goma.

Sin decir palabra, me pone sobre mis pies y tira de la correa de mi


bolso hacia arriba sobre mi hombro, un gesto extrañamente íntimo y
gentil.

Luego se inclina para recoger la bolsita que dejó caer mientras me


salvaba el culo de encontrarse con el linóleo, y la realidad de lo que acaba
de pasar me golpea.

Matthew Hansen me atrapó.

Y no puedo recuperar mi aliento. Mi corazón está galopando a mil


kilómetros por hora.

Me mira unos momentos más, como asegurándose de que no voy a


caerme de nuevo, esos ojos oscuros extrañamente fascinantes.

Luego hace rodar un enorme hombro en un encogimiento de


hombros y comienza a caminar una vez más hacia la puerta.

—Gracias. —Finalmente encuentro la presencia de ánimo para


decirle y dar un paso en su dirección.

Pero entonces ya se había ido.

*****

Serie Hombres salvajes 1 33


Jo Raven Cavernícola

Vuelvo a casa a trompicones, quitándome los zapatos en el


momento en que atravieso la puerta, me dirijo directamente al baño, solo
para encontrarlo ocupado.

—¡Gigi! —Golpeo la puerta—. Necesito ducharme.

—¡Cinco minutos! —grita ella.

Los cinco minutos de Gigi usualmente duran dos horas. Por lo


demás la casa está vacía, mamá y Merc no contestan cuando los llamo
por sus nombres.

Con un suspiro, regreso y me siento en los escalones del porche,


tratando de encontrar mi centro de calma.

Algo surgirá, me digo a mí misma. Una oportunidad en una de las


tiendas. Tiendo a entrar en pánico fácilmente, pierdo la paciencia cuando
las cosas no van como yo quiero.

Lo que significa que pasé la mayor parte de mi niñez y adolescencia


enfadada y librando una guerra con el mundo. Las cosas rara vez salían
como queríamos, con mamá perdiendo el trabajo una y otra vez, Merc
enfermándose todo el tiempo y Gigi pasando por una fase de hurtos en
las tiendas que tenía a mamá llorando.

Y en cuanto a mí… yo también tuve mis fases. Como ese día cuando
salí de casa y comencé a caminar a lo largo de la carretera, sin saber ni
importarme hacia dónde iba.

O cuando tomé el decrépito coche de mamá y me estrellé contra


una pared. Había estado conduciendo muy despacio, gracias a Dios. Salí
de ello muy bien, pero el coche fue un siniestro total. No tengo idea de
cómo fue posible, pero ahí lo tienes.

Serie Hombres salvajes 1 34


Jo Raven Cavernícola

En aquel entonces, realmente quería escapar. De la intimidación,


la desesperada rutina penosa diaria.

Y ahora la mera idea de irme me produce urticaria.

Es curioso cómo cambiamos con los años. Cómo cambian nuestras


prioridades, cómo cambia nuestra perspectiva. La idea de no estar aquí
cuando mi familia me necesite es impensable. La idea de no estar
presente para cuidarlos, vigilarlos, ver a mi hermana y mi hermano
convertirse en adultos, terminar la escuela, encontrar su camino…

Me froto los brazos desnudos. El sol están hundiéndose sobre los


tejados y árboles, y la brisa me está secando el sudor de mi espalda,
refrescándome.

Alguien está caminando por la acera. Se detiene a unos metros de


mí.

—Oye, te conozco —dice y sonríe.

El sol está por detrás de él, iluminando sus rizos castaños,


proyectando su hermoso rostro en las sombras.

—No estoy segura… —Empiezo incluso me doy cuenta de que me


resulta familiar.

—Hoy. En la farmacia. —Mete sus manos en los bolsillos del


pantalón e inclina la cabeza hacia un lado—. Estaba esperando en la cola
y te vi.

—Cierto. —Asiento y miro mis manos, sonriendo—. Tienes buena


memoria.

—En realidad no. Pero es fácil recordar a una chica guapa como tú.

Serie Hombres salvajes 1 35


Jo Raven Cavernícola

Lo miro, sorprendida por la oleada de placer y calor que inunda mis


mejillas.

—Gracias.

Oye, a todas las chicas les gusta oír que son bonitas de vez en
cuando, ¿verdad? Especialmente después de años usando putos
aparatos dentales y de ser insultada.

Sí, Zipper Lips no era el peor de mis apodos de ese entonces. Las
cosas mejoraron desde que me quité el metal de la boca, pero sigo siendo
el patito feo de esta historia.

—¿Vives aquí? —Apoya la cadera contra la puerta abierta y asiente


hacia la casa que hay detrás de mí.

—No, solo me gusta sentarme en los escalones de las casas de


extraños. —Me meto el pelo detrás de la oreja, limpiándome el sudor de
la nariz—. ¿Qué haces por aquí?

Me lanza una sonrisa fácil.

—Sé lo que parece.

¿Ah, sí? ¿Y eso sería…?

Me río.

—¿Cómo si me estuvieras acechando?

Poco a poco me doy cuenta, incluso con mi cerebro bañado por el


sol, que nunca lo había visto antes. La coincidencia de encontrarlo dos
veces en la misma tarde es un poco extraña.

—Bueno… —Su sonrisa se ensancha. Se da la vuelta y señala la


calle, a la casita marrón del señor Collins—. Soy tu nuevo vecino.

Serie Hombres salvajes 1 36


Jo Raven Cavernícola

¿En serio? Me doy cuenta de que estoy boquiabierta y cierro la boca


antes de que me entre una mosca.

—Eso es, um… eso es agradable.

—¿Agradable? ¿Eso es todo lo que obtengo?

Incluso yo puedo averiguar cuando un chico está coqueteando


conmigo, y ciertamente lo está. Su tono es ligero y burlón, esa sonrisa
que lleva puesta iluminando sus ojos.

Podrías hacerlo peor, una vocecita engreída en mi mente bromea,


porque es lindo. Y de todos modos, ¿qué hay de malo en coquetear con un
chico guapo?

No es como si hubiera alguien más en mi vida. Tengo dieciocho


años, pero nunca he tenido novio. No, a menos que cuentes a Cameron
cuando teníamos ocho años, que dibujaba corazones en mis cuadernos y
me agarraba de la mano durante los recreos.

¿Y qué triste que creo que eso es lo más dulce que un hombre ha
hecho por mí?

Triste, Octavia. Muy triste y embarazoso.

—¿Esperando a alguien? ¿Un novio? —Mira a la calle como si


esperara que llegara un coche y un tipo viniera y me llevara en volandas.

Espera, ¿es un lector de mentes?

No, Tati. Un tipo coqueteando contigo estaría interesado en saber


sobre cualquier competencia.

Ah. No hay ninguna.

Serie Hombres salvajes 1 37


Jo Raven Cavernícola

—Estoy esperando a que mi hermana deje de acaparar el baño. —


Señalo vagamente a la casa detrás de mí—. Hace demasiado calor para
esperar dentro.

—Sí. —Se balancea sobre sus talones—. Definitivamente se está


más fresco aquí afuera.

Está bien vestido con un par de vaqueros oscuros y una camisa


gris que le queda perfecta. Ropa de buena calidad, y un par de brillantes
mocasines negros nuevos, de alguna manera no se ve demasiado nerd o
exagerado, sino con clase.

Sí, seguro que es guapo, y se siente bien que lo esté intentando


conmigo. Además, seamos sinceros, el comportamiento frío y
generalmente grosero de Matt Hansen no ha ayudado a mi inestable
confianza.

Se me ocurre que es mi turno de decir algo, de mantener la


conversación, pero por alguna razón ahora en todo lo que puedo pensar
es en Matt Hansen, su fuerte brazo alrededor de mi cintura, evitando que
me cayera de cara dentro de la farmacia, y mi corazón se dispara.

—Bueno, entonces me voy —dice, y alzo la vista, sin darme cuenta


de que había estado mirando para otro lado. Él está sonriendo, sus ojos
arrugándose en las comisuras—. Te dejo con tus pensamientos.

—No, yo… —Mierda, ¿por qué estoy desperdiciando la oportunidad


de hablar con un chico sexy que está siendo tan amable conmigo?—. Lo
siento. Fue un placer conocerte.

Sus ojos brillan. Toma el camino de dos zancadas y toma mi mano


hacia su boca.

—El placer es todo mío —ronronea y roza sus labios sobre mi piel
sobrecalentada.

Serie Hombres salvajes 1 38


Jo Raven Cavernícola

Mi boca se abre. Nadie me ha hecho esto antes. Es como una


escena que sale de una película.

Y nuevamente no tengo palabras.

—Mi nombre es Adam. Adam Cash. A tu servicio.

Encantador. Eso es lo que es. Muy encantador. Podría parecer


ridículo o pretencioso haciendo esto, pero no puedo evitar una sonrisa.

Se ve un poco presumido cuando suelta mi mano y retrocede, pero


creo que se lo ha ganado. Aún sonrío cuando saluda con su mano y
camina por la calle, en dirección a la casa que señaló antes.

Y luego me estremezco cuando Gigi dice por detrás de mí:

—¿Quién es ese pedazo de tío?

Serie Hombres salvajes 1 39


Jo Raven Cavernícola

Cuando salí de la ciudad con mis hijos, no tuve en cuenta el triste


hecho de que no puedo cocinar incluso para salvar mi vida. De hecho, no
tuve en cuenta nada. No pensé. No pude. Solo tenía que irme.

En cualquier caso, llegamos hasta aquí, y que me condenen antes


de dejarnos morir de hambre. Hice un balance de la situación el primer
día e hice una especie de plan. No fue complicado.

Mis habilidades culinarias son prácticamente nulas, así que decidí


confiar en la comida para llevar y entregar. Mucha gente hace eso,
¿verdad?

El único problema con elegir una población basada en su pequeño


tamaño y su falta de fama, es que no hay lugares para llevar o entregar
a domicilio, a excepción de la pizzería, y ya hemos comido pizza cuatro
veces esta semana.

Lo bueno es que Cole no parece estar harto de esto todavía. Sin


embargo, Mary ya está declarando que no puede ver otra porción en su
vida.

Qué te parece, mi hija es una maldita diva.

En cuando a mí, me da igual lo que me meta en la boca. Pizza,


bistec, ensalada, pan, barro. Todo sabe a cenizas.

Pero ya que Mary tuvo un ataque de ira hoy temprano por las
sobras de pizza que saqué de la nevera, y dado que aún no he descubierto
cómo hacer las paces, un problema que por alguna razón sigue

Serie Hombres salvajes 1 40


Jo Raven Cavernícola

penetrando a través de la niebla oscura de mi mente con una urgencia


que la mayoría de las cosas en mi vida últimamente no parecen tener,
bueno…

Aquí estamos, en uno de los restaurantes del pueblo, uno con luces
navideñas en las ventanas, como pidió Mary, y no el otro, aburrido,
sentados alrededor de una mesa y esperando nuestro encargo.

Mary pidió una hamburguesa con patatas fritas.

Cole pidió pizza.

Casi me hizo sonreír.

Casi, porque sentados aquí, en este espacio atestado y oscuro, con


las voces y risas de otros clientes y el olor de comida en el aire, incluso
las luces de Navidad en la ventana que encantaron a mi pequeña hija…
me recuerdan a ella.

Emma.

Mary probablemente no recuerde el restaurante al que solíamos ir


a cenar de vez en cuando. No puede recordar nada de eso. Era demasiado
pequeña.

Esas malditas luces de Navidad.

No debería haber dejado que Mary me convenciera para elegir este


restaurante. Mi visión se vuelve borrosa y mi garganta apretada, y mi
corazón está en pleno funcionamiento demasiado rápido y fuerte en mi
pecho.

Y luego la veo.

La niñera. La chica que no contraté.

Serie Hombres salvajes 1 41


Jo Raven Cavernícola

Octavia.

Acaba de entrar en la cafetería con tres personas más, riendo y


hablando en alto, su cabello oscuro brillando como madera pulida en la
tenue iluminación, su sonrisa brillante. Ni siquiera veo a sus
acompañantes. Ella arde como una llama.

Me doy la vuelta y mantengo la cabeza baja mientras ellos entran


y toman una mesa no muy lejos de la nuestra. Cole está jugueteando con
un oso de peluche que arrastra consigo, y Mary está sorbiendo su gaseosa
con un aire de intensa concentración. He notado por primera vez esta
noche que tiene atada una cinta roja en el pelo. El nudo está torcido, y
su pelo enredado.

Mierda.

Me golpean los remordimientos con tanta fuerza que siseo. No


pienso en una mierda así. Cepillar el cabello de mi hija, atar cintas en él.
Asegurarme de que su vestido rojo esté limpio y planchado. Que la cara
de Cole esté limpia y sus manos no estén sucias cuando se mete el pulgar
en la boca.

¿Siempre hace eso? ¿Debería asegurarme de que deje de hacerlo?


¿Le saldrán los dientes torcidos?

¿Tiene un chupete en alguna parte?

No puedo hacer esto.

Tengo que hacer esto.

Oh, joder.

—Mary —digo, y mi voz suena estrangulada para mis propios


oídos—, vigila a Cole.

Serie Hombres salvajes 1 42


Jo Raven Cavernícola

—¿Dónde vas? —pregunta Cole en voz baja, y retuerce aún más los
nudos en mi pecho.

—Al baño —digo mientras me levanto, mi entorno bailando y


sumergiéndose mientras lo hago.

Mary me está observando cuidadosamente. Ella asiente con la


cabeza.

¿Por qué los dos me miran así? ¿Creen que los dejaré solos en un
pueblo desconocido?

Sacudiendo la cabeza, camino hacia la parte trasera del negocio,


me encierro en el diminuto baño y me apoyo contra la pared, luchando
por respirar, mis manos cerradas en puños, mi cabeza echada hacia
atrás.

Nunca lloré. Cuando Emma cayó enferma. Cuando murió. No pude.


Es como si no tuviese lágrimas. Pero desde entonces mi respiración se
vuelve rara a veces. Mis pulmones no cooperan, no hacen su maldito
trabajo de chupar aire.

No sé qué es esto, pero cuando sucede, necesito un momento a


solas para superarlo. Para volver a aprender a respirar. Como existir en
este remolino giratorio que ya no tiene sentido para mí.

Poco a poco, la sala se endereza, los puntos negros se desvanecen


de mi visión y mi pecho se expande nuevamente. Tomo oxígeno, aliviado
de no estar muriendo.

Fundamentalmente.

Vuelvo a poner ese pensamiento en el lugar correcto y me echo un


poco de agua fría en la cara. Maldita sea, tal vez los niños tenían razón
al tener miedo cuando me levanté. Me pregunto qué vieron en mis ojos.

Serie Hombres salvajes 1 43


Jo Raven Cavernícola

Pero no. No quiero morir. No quieres morir, Matt Hansen. Supéralo


tú mismo. Tienes casi treinta años, no eres un adolescente angustiado, y
este no es un drama nocturno de la tele.

Es solo que a veces… a veces no estoy seguro de querer vivir.

Cristo.

Flexiono mi mano izquierda, probando la rigidez de mis dedos, froto


la muñeca y luego me obligo a parar.

Y… esta es mi señal para salir del jodido baño y estos oscuros


pensamientos me hacen girar en círculos tan apretados que tropezaré
con mi propia mente.

*****

Salgo y encuentro a alguien agachado entre mis hijos, con unos


brazos delgados cruzados sobre la mesa, riendo.

Es una chica. Esa chica.

De nuevo.

No debería estar aquí. No puede ser. Me recuerda a muchas cosas.

—Tú. —La señalo con el dedo—. Vete.

Ella se levanta, la sonrisa escapándose de su bonita cara.

—Bueno, hola a ti también. Solo estaba saludando a tus hijos. Cole


estaba llorando.

Niego con la cabeza y tiro de mi barba, la ira calentando mi cuello.

—Dije, vete.

Serie Hombres salvajes 1 44


Jo Raven Cavernícola

—¿Nadie te ha enseñado modales? —susurra, con un rubor en sus


mejillas, sus ojos azules brillando. Levanta la barbilla de esa manera que
había observado la primera vez que nos vimos, desafiante—. Solo estaba
cuidando de tus hijos.

—Papi está buscando una niñera —dice Mary.

Traidora.

No debería estar fulminando con la mirada a una niña de cinco


años por decir la verdad, maldita sea.

—Así que mentiste. Aún no has encontrado una niñera —susurra


Octavia con los ojos brillantes—. ¿Por qué tienes que mentir?

Aprieto mi mandíbula y mis manos se curvan nuevamente. Este


parece ser su estado natural.

—Aquí hemos terminado.

—No quiero el trabajo, ¿de acuerdo? —dice Octavia, y me


estremezco. He estado tratando de no recordar su nombre, porque eso la
hace real—. Pero el pañal de Cole está sucio. Déjame llevarlo a la parte
de atrás para cambiarlo.

—Y mi vestido está arrugado —dice Mary con una vocecita, en lugar


de con el gimoteo agudo que usa cuando está malhumorada.

Mi respiración hace ese ruido otra vez. Abro las manos. Las aprieto
de nuevo.

—Papá… —comienza Mary.

—No —digo—. Estamos bien. No necesitamos a nadie.

Serie Hombres salvajes 1 45


Jo Raven Cavernícola

Luego me siento en mi silla, con la esperanza de parecer tranquilo


y sereno, no como si estuviera a punto de tener un ataque de nervios, o
peor, como si estuviera a punto de partirme en dos.

Que es como me siento.

Pero ella parece que no se da cuenta. Pone sus manos sobre sus
caderas, y mi mirada es atraída hacia su estrecha cintura, la curva de
sus tetas por encima.

—Estás mintiendo —dice en voz baja pero clara, y es una patada


en mis entrañas.

Cómo da en el clavo.

Cómo adivinó.

Todo en mí y mi vida en este momento es una mentira.

Aparentemente ignorante del golpe que dio, les lanza a los niños
una sonrisa rápida, y luego me dispara una última mirada.

Luego, sacudiendo la cabeza, una hebra de pelo oscuro y brillante


soltándose y rozando su cuello, se aleja.

La observo mientras se va. Es bajita, pero esbelta. Tan decidida y


esforzándose tan duro.

Me recuerda a… a lo tanto que yo…

Se ha ido, de vuelta a la mesa con sus amigas, y yo estoy sentado


allí, mirando a la nada, envuelto en la oscuridad que no viene del mundo
exterior sino del interior. Tan profundo que ni siquiera puedo sentir el
agujero por el que se filtra como un sucio vertido de petróleo, llenándome,
convirtiéndose en parte de mí.

Serie Hombres salvajes 1 46


Jo Raven Cavernícola

Si ella supiera… joder, se alegraría de que la hubiera despedido.

Además, no la necesito. No necesito su ayuda, ni la de nadie.

Sí, jodidas mentiras.

Es todo lo que me queda.

Serie Hombres salvajes 1 47


Jo Raven Cavernícola

“Jasper’s Garage” dice el oxidado cartel que se balancea sobre las


bisagras que crujen. Un olor amargo de aceite de coche flota en el aire
cálido, incongruentemente mezclado con el aroma de café recién hecho.
Un hombre está riéndose en el oscuro interior, el sonido se eleva sobre el
estruendo de metal y el rugido de un motor.

La última vez que pregunté aquí si estaban contratando a alguien,


fue hace un par de semanas cuando empecé a buscar trabajo, los
mecánicos gritaron y silbaron, y el único hijo del propietario, Ross, el
matón de nuestra escuela y mi némesis personal, me miró con malicia
hasta que mi cara ardió y quise gritar.

Pero estoy literalmente al final de mi cuerda, al final del camino. Al


borde de mi mundo. No hay nada más allá de esta tienda aparte de la
autopista al este y al oeste, y más al norte, la ciudad mucho más grande
de Springfield.

Aunque no es difícil encontrar lugares más grandes que Destiny.

Cuando era niña, se sentía como un país entero, inexplorado y


enorme. Hoy en día no se siente más grande que un granero, y no menos
aburrido.

No menos vacío.

Si no fuera por mi familia… ellos llenan todo el vacío, hacen que


este pequeño lugar valga la pena vivir en él.

Serie Hombres salvajes 1 48


Jo Raven Cavernícola

Dios, necesito irme, hacer algo con mi vida. Pero volveré. Siempre
regresaré. Ningún camino podría llevarme lejos por mucho tiempo.

—¿Buscas algo, amiga? —pregunta una voz profunda, y me sacudo


hacia atrás.

Mierda, si no es el mismo Ross. Qué mala suerte la mía.

Me está echando un vistazo desde las sombras del interior del


garaje, limpiándose las manos en una sucia toalla. Sus helados ojos
azules me hacen estremecer. Son fríos, pero al mismo tiempo demasiado
interesados en mi escote.

—Quiero hablar con Jasper. —Le digo a través de los dientes


apretados, plantando mis pies en la acera y sin rehuir incluso cuando él
sale y me sonríe—. Sobre un trabajo.

—Aquí no hay trabajo para una chica —señala—. Especialmente


un puto engendro como tú.

—Lo dices tú —respondo porque no le dejaré tener la última


palabra.

—Lo digo yo —dice de acuerdo y se acerca. Demasiado cerca—.


¿Tienes algún problema con eso, B-Slut?

Oh, alegría. El apodo favorito de Ross para mí. Abreviatura de


Bastard Slut5. Supongo que desde que me quité los aparatos de los
dientes no tiene nada más con qué trabajar.

—Mira, Jack Martínez en la gasolinera dijo que Jasper podría tener


un trabajo para mí. —Eso era verdad, por cierto. Si no, no estaría aquí—

5
Bastard Slut: Puta Bastarda.

Serie Hombres salvajes 1 49


Jo Raven Cavernícola

. Dijo que Jasper mencionó que necesitaba una secretaria para un


período temporal.

Si no, Jack dijo que podría encontrarme un trabajo en Springfield.

Así que esto es todo. Mi última oportunidad.

—Jack no sabe una mierda —dice Ross con suficiencia,


pavoneándose ante su astucia—. No tenemos trabajo. Y especialmente no
para ti, pequeña…

Una voz gruñona retumba:

—Ross. —Una sombra oscura y alta cae sobre nosotros, y Ross se


tambalea hacia un lado como si hubiera sido empujado por la espalda—
. Largo.

—¿Qué coño? —murmura Ross, apartándose el pelo rubio de la


cara e hinchando su pecho—. ¿Qué maldito problema tienes, hombre?

Abro la boca pero no llegan las palabras, porque ahí mismo, frente
a mí, se encuentra el mismísimo Señor Imbécil.

Matt Hansen. El héroe más improbable de todos los tiempos,


aunque de repente recuerdo cómo me salvó de caer en la farmacia el otro
día, y no era eso algo.

En cualquier caso, está realmente aquí, frunciendo el ceño, con la


boca plana detrás de la barba, con las manos apretadas en los costados.

Parado entre el asqueroso rubio y yo.

La tensión zumba en el aire.

Y no puedo apartar la mirada de él.

Serie Hombres salvajes 1 50


Jo Raven Cavernícola

Sus ojos oscuros se han reducido a rendijas, y sus anchos hombros


están encorvados, sus bíceps abultados, estirando las mangas cortas de
su camiseta hasta que parecen a punto de reventar las costuras. Las
líneas oscuras de los tatuajes son apenas visibles en el pecho y hombros
bajo el fino algodón.

Parece listo para pelear. Parece… peligroso.

Y jodidamente sexy.

Por Dios, realmente debería dejar de pensar en este tipo de


pensamientos estúpidos. Los tipos de pensamientos que meten a las
chicas buenas en problemas.

—Eres el chico nuevo, ¿no? —dice Ross, su postura relajándose


sutilmente, una sonrisa desdeñosa rizando un costado de su boca—.
Hansen. Eres un jodido novato. El orden de la jerarquía…

—Cierra el pico.

El gruñido parece tomar a Ross por sorpresa. O tal vez es el hecho


de que Matt... ¿y desde cuándo él es Matt para mí?... no se relajó, ni
retrocedió, ni reconoció nada de lo que dijo Ross.

No le ha dado ni un centímetro.

Ross se ríe como si hubiera algo gracioso, entonces la sonrisa


escapa de su rostro.

—Lárgate pitando. Este no es tu territorio, hijo de puta.

Matt no dice nada. No mueve un músculo.

—Jasper tendrá tus pelotas en una parrilla si piensas que puedes


lanzar tu peso por aquí —continúa Ross, siseando las palabras—. Este
no es tu patio trasero, maldito…

Serie Hombres salvajes 1 51


Jo Raven Cavernícola

—Enfriad vuestras armas —dice una voz familiar, y Jasper Jones


sale de su garaje, con un ceño fruncido que coincide con el de la cara de
Matt, pareciendo llenar toda la calle con su gruesa y musculosa figura—
. ¿Qué está pasando aquí?

—Este hijo de puta —Ross señala a Matt—, cree que es el dueño


del lugar.

—Este lugar es mío —dice Jasper con frialdad, su mirada pálida,


tan parecida a la de Ross, asentándose en Matt—. ¿Cuál es el problema?

Matt lo fulmina con la mirada.

Algunos transeúntes se detienen, mirándonos fijamente. Genial.


Con la forma en la que va esto, pronto tendremos a una gran audiencia
mirándonos.

Mirándome a mí, con tres tipos discutiendo sobre mi cabeza. Si eso


no hace que se muevan esas lenguas malvadas, no sé qué lo hará. No es
que pase mucho más en esta ciudad adormilada, mientras el calor se
eleva sobre el asfalto y los mosquitos zumban.

Doy un paso atrás, preguntándome si puedo escapar mientras


todavía están discutiendo, pero Jasper se vuelve hacia mí.

Mierda.

—¿Tú empezaste esto? —acusa.

—No comencé nada. —Como siempre, la injusticia es una bandera


roja ondeando en mi cara. Me enderezo con mi metro y cincuenta y siete
centímetros y lo miro fijamente a los ojos—. Solo vine a pedir un trabajo.

—Te lo dije cuando me lo preguntaste hace dos semanas: no tengo


trabajo para una chica. Así que vete. Largo.

Serie Hombres salvajes 1 52


Jo Raven Cavernícola

El enojo y la vergüenza arden en mi sangre, enrojeciendo mis


mejillas. Mis orejas arden.

—Jack Martínez dijo que podrías tener un puesto para mí.

—¿Y qué posición6 podría ser esa? —pregunta suavemente.

Ross sonríe.

Abro la boca, no muy segura de qué decir, demasiado enfadada


como para pensar con claridad, cuando Matthew vuelve a interponerse
entre ellos y yo, colocando su impresionante cuerpo entre el burro de
Jasper y de mí.

—Suficiente —dice en voz baja.

Mi boca cae abierta.

—¿Eso es así? —pregunta Jasper sombríamente—. Tal vez quieras


buscar un trabajo con ella, ¿eh?

—Te lo dije —dice Ross con suficiencia—. Esta chica es un


problema.

Jasper nos está lanzando cuchillos con la mirada.

—Tienes suerte de que nos falten buenos mecánicos. —Le escupe


a Matt—. Vuelve al trabajo, chico, y déjame manejar esto.

¿Chico?

Incluso en este lío en el que estoy metida, no puedo evitar echarle


otra mirada a la cara de Matt con la barba peluda y los ojos oscuros
mirando a través de una maraña de pelo desordenado, luego dejo mi

6
Es un juego de palabras entre Puesto y Posición, ya que también los puestos de trabajo
pueden denominarse posiciones, pero aquí lo deja caer con segundas intenciones.

Serie Hombres salvajes 1 53


Jo Raven Cavernícola

mirada vagar por su cuerpo alto y musculoso. No es ningún chico, es un


hombre adulto.

Crecido en un establo, o en una cueva, muy probablemente, pero


crecido sin embargo, a diferencia de Ross.

De repente me pregunto cuántos años tiene Matt. Un padre soltero,


llegando a un pueblo en medio de la nada.

—Y tú. —Jasper se vuelve hacia mí, su mirada helada—. Ven a mi


oficina.

*****

Esperaba que Matt no se hiciera a un lado, que ignorara a Jasper.


Pero obedeció y regresó al taller sin mirar atrás, dejándome extrañamente
decepcionada.

¿Por qué? Ni idea. Quiero decir, su breve paso como mi caballero


de brillante armadura fue más de lo que esperaba de él. Quizás no se
sintió como sí mismo por un momento.

Mientras que su figura de anchos hombros desaparece en la


penumbra y Jasper levanta una ceja hacia mí y me preparo.

—¿Vienes? —pregunta Jasper.

Lo sigo dentro de la bahía de los coches, Ross una presencia oscura


a mi espalda haciendo que haya una picazón entre mis omóplatos.

La oficina de Jasper es un cuarto diminuto, las persianas de la


ventana se abren a la bahía de los coches. Se apoya en el desordenado
escritorio y asiente hacia mí.

—¿Qué dijo el querido Jack?

Serie Hombres salvajes 1 54


Jo Raven Cavernícola

—Que necesitas una secretaria —respondo, estremeciéndome


cuando Ross me roza para ir a ponerse de pie al lado de su padre,
llenando el ya de por sí estrecho espacio.

—Jack es un imbécil. —Inclina la cabeza hacia un lado, mirándome


como si fuera una criatura extraña que encontró merodeando en su
oficina—. No necesito secretaria.

Mi corazón se hunde, aunque no puedo evitar un pequeño


parpadeo de alivio.

—Solo necesito un trabajo —digo, no estoy segura de por qué sigo


intentándolo. Por qué no me he ido. Sus miradas son las de
depredadores, cobras o serpientes de cascabel, clavándome en mi lugar—
. Cualquier trabajo.

—¿Cualquier trabajo? ¿Oíste eso, Ross? —Jasper se lame los


labios, y mi estómago se revuelve.

Finalmente puedo dar un paso atrás.

—Que te jodan.

—Yo te jodería —dice Ross, metiendo y sacando la lengua de su


boca—. Tú querrías eso, ¿no es así, B-Puta? Como hizo tu madre.

—Cállate. —Una sensación de malestar me invade, retorciendo mi


estómago. El hielo se desliza por mi columna vertebral—. No hables de
ella así.

—¿O qué? ¿Qué vas a hacer, eh? Solo es la verdad. ¿Quién crees
que es tu padre?

Serie Hombres salvajes 1 55


Jo Raven Cavernícola

Jasper no le dice a su hijo que se calle. Él tampoco parece


sorprendido por lo que Ross dijo. Me está observando, como buscando
algo. Dios sabe qué.

Luego resopla como si no lo hubiera podido encontrar, y eso lo


complació.

No puedo quedarme allí ni por un segundo más. Por suerte, el


hechizo se ha roto, y podría vomitar si me quedo un segundo más.

Pero al dar un paso atrás, Ross me agarra del brazo con una
sujeción de acero.

—No hemos terminado de hablar.

—Sí, lo has hecho. —La voz grave y baja detrás de mí hace que salte
un kilómetro en el aire.

Me doy la vuelta, agradecida a cualquier persona que venga a


rescatarme, y cuando lo hago, ya sé a quién pertenece.

Matt ha vuelto, sus hombros llenando el estrecho marco de la


puerta, su mirada caliente con algo que parece furia.

—¿Qué coño? —sisea Ross, su mano apretando más fuerte


alrededor de mi brazo, forzando un gemido a través de mis labios—. ¿Eres
tan estúpido?

—Quítale las manos de encima —dice Matt, su voz es tan baja como
un trueno distante—. Retrocede, ahora.

No espera a que Ross obedezca, sino que se mete en su cara y lo


empuja hasta que suelta mi brazo.

Me tambaleo hacia atrás, frotando mi carne magullada, mi corazón


martilleando.

Serie Hombres salvajes 1 56


Jo Raven Cavernícola

—¿Qué te importa, muchacho? —dice Jasper, un parpadeo de


interés pasando por su arrugada y curtida cara, aunque no hace un solo
movimiento para ayudar a su descendencia.

Matt mira a Ross que parece listo para saltar y golpearlo contra el
suelo antes de que suelte:

—Ella trabaja para mí.

Serie Hombres salvajes 1 57


Jo Raven Cavernícola

¿Qué coño estoy haciendo?

¿Qué diablos estoy haciendo?

Y empeora, porque cuando salgo de la oficina de Jasper y me meto


hacia la bahía de coches, seguro de haber perdido mi trabajo debido a mi
increíble estupidez, ella me sigue.

—Gracias —dice en voz baja—. Sé que no dijiste en serio lo que


dijiste. Acerca de mí trabajando para ti. Pero estoy agradecida…

—Estate en mi casa a las ocho de la mañana —le digo y me voy


para terminar de arreglar el Toyota que estaba reparando cuando los vi
entrar en la oficina.

Si Jasper no me echa hoy.

Maldita sea, sí, por supuesto que esto es mucho peor. Algo está mal
conmigo. ¿Por qué le dije que viniera a mi casa? ¿Por qué salí a decirle a
Ross que se callara en primer lugar? ¿Por qué los seguí a la oficina de
Jasper?

¿Por qué sigo notándola, por qué soy tan consciente, tan protector
con ella? Ella no es asunto mío. No puede serlo nunca.

Pero sus grandes ojos siguen parpadeando frente a mí, llenos de


preguntas. Sorprendidos. Asustados.

Tan malditamente bonitos que no me dejarán concentrarme en la


tarea que tengo entre manos. Mi mano se resbala en el aceite del motor,

Serie Hombres salvajes 1 58


Jo Raven Cavernícola

y golpeo mi cabeza en la parte inferior del coche porque intento sentarme


mientras todavía estoy atrapado debajo de él totalmente cuando mi móvil
pita con un mensaje.

Tan jodidamente distraído.

Es solo una línea de Dolly, la vecina que cuida mis hijos, y me


recuerda que tengo que recogerlos hoy. Algo sobre una despedida de
soltera. ¿O un cumpleaños? Como si me importara una mierda.

Es por eso por lo que vine aquí, a esta ciudad. Para escapar de la
humanidad. Para evitar a las personas y el impacto de sus pequeñas
vidas miserables en la mía. Debería haber ido a buscar una cabaña en el
bosque, pero eso no funcionaría con los niños.

Mis hijos significan el maldito mundo para mí. Aunque el mundo


ha perdido su brillo, son parte de mí.

Y parte de ella, de Emma, así que aunque el recordatorio duele,


nunca me daría por vencido. Solo espero que ellos no se den por vencidos
conmigo.

*****

Durante las próximas horas, tengo mucho tiempo para considerar


mi idiotez, por ejemplo, cuando le pregunto a Evan si puedo largarme
antes para recoger a mis hijos, y él mira nerviosamente a la oficina.

Evan maneja el taller totalmente menos en el nombre,


especialmente cuando Jasper no está por aquí, y no está mucho por aquí,
a diferencia del gilipollas de su hijo.

Odio poner a Evan en un aprieto. Es lo más cercano a un amigo


que he hecho en este pueblo dejado de la mano de Dios. No me molesta,

Serie Hombres salvajes 1 59


Jo Raven Cavernícola

sobre todo porque es muy callado. Y no parece molesto por mi silencio


habitual y mi humor oscuro.

Sin embargo, duda.

—El viejo no está muy contento contigo ahora mismo, amigo. Lo


que quiere es hacer tu vida más difícil, no más fácil, al menos por un
tiempo, hasta que su enojo se enfríe. Tendrá mis pelotas si doy un indicio
de darte un trato preferencial.

Meto las manos en los bolsillos.

—Mira, tío, lo entiendo. Pero tengo que irme.

Suspira. Mira de nuevo a la oficina.

—Tus niños. Eso es importante, lo sé. ¿No puedes decirle a tu


niñera que los mantenga ocupados media hora más?

Frunzo el ceño a las manchas del suelo y no digo nada.

—Mira. —Lo intenta de nuevo—. Escuché lo que pasó ahí dentro.


Diablos, vi como Ross la agarró del brazo, como la ha tratado siempre.
Hiciste lo correcto. Pero el jefe está cabreado hoy, ¿de acuerdo?

Sacudo la cabeza.

—Me voy.

Otro suspiro, más sincero esta vez.

—Necesitas este trabajo, ¿no? Es una buena paga. Cristo, Matt. —


Se pasea delante de mí, dos pasos a un lado, dos al otro. Se detiene—.
Voy a arrepentirme por decir esto, pero sí, está bien. Vete. —Me hace
señas con la mano, ahuyentándome—. Te cubriré.

Serie Hombres salvajes 1 60


Jo Raven Cavernícola

Sorprendido, solo lo miro fijamente. No puedo recordar este tipo de


pequeñas amabilidades, aunque estoy seguro que las he experimentado
en mi vida. He estado sentado en la oscuridad durante tanto tiempo, que
los recuerdos se han hundido profundamente, como piedras, hasta el
fondo de mi mente, y se han ido.

—Vete antes de que cambie de opinión —dice sombríamente, y esta


vez no es necesario que me lo diga dos veces.

Con un gesto de agradecimiento, me doy la vuelta y me voy.

*****

Cole ha tenido una rabieta, se retuerce en el suelo gritando a pleno


pulmón, y ni siquiera entiendo qué demonios pasa.

—Los dos son terribles —dice Dolly consoladoramente, y doy un


paso atrás, antes de que me dé palmaditas en el brazo, porque
jodidamente no—. Ya sabes cómo es esto.

No realmente.

—Tiene tres años. ¿Cuándo parará?

Ella sacude la cabeza.

Cierto.

—¿Por qué llora ahora? —Sigue lloriqueando y golpeándose en el


suelo. Un intento de levantarlo me gana una patada en el estómago, pero
me aferro a él, decidido a no soltarlo.

—No ha dormido la siesta.

—¿Por qué no?

Serie Hombres salvajes 1 61


Jo Raven Cavernícola

—Estaba llorando. Quería a su mami.

Infiernos. Aspiro un aliento y se me atasca en la garganta.

—¿Dónde está Mary?

Quiero agarrar a mis dos hijos y largarme de aquí ahora mismo,


antes de que mi cerebro comience a procesar adecuadamente lo que Dolly
dijo acerca de por qué Cole estaba llorando.

La misma razón por la que Mary tiene pesadillas y por la que no


puedo dormir por la noche.

Encontramos a mi hija en la habitación contigua, una cocina


desordenada. Está debajo de la mesa chupándose el pulgar, meciéndose
hacia adelante y atrás, con arañazos en sus mejillas.

—¿Qué demonios pasó? —Me muevo, un martillazo golpeando


dentro de mis sienes, mientras trato de ignorar la puñalada de miedo en
mi pecho.

—A veces se pone así —dice Dolly con desdén—. Niña sensible. ¿Tal
vez uno de los otros niños le dijo algo? No lo sé. No puedo vigilarlos en
todo momento, señor Hansen, es…

Maldiciendo en voz baja, me pongo de rodillas, Cole firmemente


sostenido en mi costado, y tiró del brazo de ella.

—Mary. Ven aquí.

Ella resopla, mira hacia otro lado, saca el pulgar de su boca y deja
caer su mano sobre el regazo. Se ve muy pequeña debajo de la mesa de
formica, su cabello rubio enredado, su vestido celeste, el que seleccionó
tan cuidadosamente esta mañana para reemplazar la ropa que yo había
elegido para ella, arrugado y manchado.

Serie Hombres salvajes 1 62


Jo Raven Cavernícola

Mi pecho está tan oprimido que no puedo respirar.

—Vamos —digo—. Vamos a casa.

—¿Con la abuela? —pregunta con una vocecita, matándome


jodidamente.

—No.

—Quiero a mi abuela. —Se lamenta suavemente, y por enésima vez


este mes me pregunto qué pensé que estaba haciendo, llevándolos
conmigo en esta espiral oscura en la que estoy, en esta desesperada
huida de algo que no puedo nombrar.

—¿La llamamos? —Le pregunto con una repentina inspiración,


sorprendido al darme cuenta de que voy a hacerlo, aunque me había
prometido a mí mismo que no llamaría a casa durante algún tiempo más.

No hasta que encuentre una manera de salir del infierno.

—No se lleva muy bien con los otros niños. —Dolly sigue detrás de
mí. Tal vez estuvo hablando todo el tiempo. No me di cuenta—. Ella es
un poco difícil.

—Mi hija no es difícil —digo a través de los dientes apretados


mientras finalmente logro sacar a Mary de debajo de la mesa y arrastrarla
hacia mi lado derecho, con mi brazo apretado alrededor de ella.

—Hmmm. —Es todo lo que Dolly ofrece, claramente en desacuerdo.

Beso la parte superior de la cabeza de mi hija, su cabello suave con


su olor a champú y talco, una protección feroz que se eleva a través de
mí como una llama ardiente.

Serie Hombres salvajes 1 63


Jo Raven Cavernícola

Hay mucho más que podría haber dicho. Hemos pasado por
momentos difíciles. Aún no estamos sobre tierra, todavía a la deriva,
tratando de salir del naufragio.

Mary no es difícil. Está herida, y no tengo idea de cómo curarla.


Espero que algún día se olvide del dolor y vuelva a confiar en el mundo.
En las personas a su alrededor.

Pero, ¿cómo podría ella, cuando apenas me tuvo estos últimos


años, entonces su abuelo falleció, y yo la llevé lejos de su abuela?

Todo culpa mía. Toda mi maldita culpa.

Sostengo a mis dos hijos frente a mí, sintiendo sus ligeros cuerpos
presionados a mis constados, y respiro profundamente, no estoy seguro
si es a ellos a quienes estoy tratando de consolar, a quienes estoy
tratando de salvar, o a mí mismo.

Lo cual es un maldito pensamiento inútil.

Nada puede salvarme. Eso lo he sabido todo el tiempo.

No sé por qué no me he rendido todavía, y esa es la única verdad


que me he permitido considerar durante todo este maldito tiempo.

*****

Cuando suena el timbre de la puerta a la mañana siguiente, me


arrastro fuera del sillón donde pasé la noche, sintiéndome como si algo
me hubiera raspado del fondo de un barril. Frunzo el ceño mientras trato
de recordar quién podría ser.

Y cuando abro la puerta y veo quién es, la imagen de ella me golpea


como un martillo contra el plexo solar, cortándome el aliento.

Serie Hombres salvajes 1 64


Jo Raven Cavernícola

Ojos grandes azules, pelo oscuro brillante estirado hacia atrás, el


delicado arco de su cuello sobre su abrigo claro y sus elegantes piernas
sobre unos primorosos zapatos negros corte salón…

Maldito déjà vu.

—Buenos días —dice, dándome una sonrisa débil e indecisa.

Le dije que viniera, ¿no? El recuerdo aparece despacio en mi lento


cerebro. En mi defensa, hice todo lo posible por dormir anoche, pero no
funcionó, y las píldoras me hacen sentir como si hubiera estado cavando
tumbas toda la noche en vez de descansar.

Tal vez había estado cavando tumbas en mis sueños, ahora que lo
pienso. La imagen parpadea frente a mis ojos, superpuesta sobre la forma
ligera de la chica.

No la chica.

Octavia.

Me doy cuenta tardíamente de que he estado parado allí y


mirándola a ella, o al vacío, durante bastante tiempo, y que se está
moviendo incómodamente de un pie a otro, probablemente
preguntándose si no estoy bien de la cabeza.

Tiene derecho a preguntárselo.

Me hago a un lado y le hago un gesto para que entre, luego me


rastrillo mi mano a través de mi pelo demasiado largo y cierro la puerta
por detrás de nosotros.

Está oscuro dentro de la sala, los postigos siguen cerrados. De


hecho, no recuerdo si alguna vez los abrí desde que llegamos aquí. Los
niños juegan arriba, o en la casa del vecino. Solo yo me siento aquí

Serie Hombres salvajes 1 65


Jo Raven Cavernícola

durante mis noches de insomnio, con la televisión encendida y mi mente


en blanco.

O peor aún, con mi mente envuelta en los mismos viejos recuerdos,


atrapada en el pasado, incapaz de dejarlo ir.

Ella está mirando a su alrededor, y yo hago lo mismo, viendo por


primera vez la fila de botellas de whisky junto al sofá, los vasos y platos
sucios en la mesa baja, la gruesa capa de polvo sobre cada superficie.

Frunzo el ceño.

Sin embargo, no parece perpleja, y ni siquiera sé por qué debería


importarme cómo se siente sobre el estado de la casa. Se quita el abrigo
y lleva un vestido azul profundo como una pin-up de los sesenta, el busto
amoldándose a sus tetas y ceñido apretado en su pequeña cintura.

Mi boca se seca.

Mi mente se retuerce, atrapada entre el pasado y el presente.

Sin darse cuenta de los estragos que causa en mi cuerpo y en mis


pensamientos, empuja el control del televisor y una bolsa vacía de
patatas fritas a un lado y se sienta en el sillón, con las piernas juntas,
las manos pequeñas y pálidas descansando sobre sus muslos, y el bolso
colocado cuidadosamente a su lado.

Estoy mirando todo. Cada detalle de ella, incluso en la penumbra,


desde esa mirada amplia hasta la curva de sus tetas, el nerviosismo
contenido de su pose y la determinación en su expresión.

Me está mirando. Sin hablar, sin preguntarme nada. Sin decir nada
sobre sí misma. ¿Qué dijo la primera vez que abrí la puerta para
encontrarla allí parada, unos días antes?

Serie Hombres salvajes 1 66


Jo Raven Cavernícola

“Me encantan los niños. Soy buena con ellos”.

También dijo que crió a su hermano y hermana.

¿Te has fijado? Mi memoria está llena de agujeros del tamaño del
jodido estado, pero recuerdo sus palabras.

Al igual que recuerdo todo lo que estoy tratando de olvidar.

—¿Quieres un café? —pregunto porque es lo primero que me viene


a la mente, y me alivia cuando ella asiente.

Escapo a la cocina y preparo una cafetera nueva. Yo también lo


necesitaré, si debo funcionar hoy.

—Me encanta esta cocina. —Su voz detrás de mí me sobresalta.

Una ventana grande que enmarca el árbol del jardín trasero. ¿Un
fresno? Apenas lo había notado antes. Pero la noto a ella cuando pasa la
mano por el polvoriento mostrador y abre la ventana asomándose, la luz
dorada atrapando hilos rojos en su cabello oscuro y haciendo que su
rostro brille.

—Sí —murmuro, no estando seguro de qué más decir.

¿Cómo sucedió esto, que estoy aquí de pie, mirando a esta chica en
mi cocina, rascándome la barba y tratando de pensar en algo que decir?
No he tenido una pequeña charla en un año. ¿O años? Tal vez.

Logré evitar el contacto humano durante tanto tiempo que creo que
olvidé cómo hacerlo. Olvidé por qué importa.

¿Importa eso?

Serie Hombres salvajes 1 67


Jo Raven Cavernícola

Se vuelve hacia mí cuando me acerco a la ventana. Hay un aroma


de flores en el aire, y me toma un largo momento darme cuenta de que
viene flotando desde fuera, no de ella.

No, su aroma es más sutil, cálido y dulce, golpeándome justo en el


pecho, y más abajo. Mi pene se endurece en un nanosegundo, y silbo en
shock.

No he reaccionado así ante una mujer en años. No me he dejado


afectar. No he querido estarlo.

Dios, ¿por qué la invité a entrar? ¿Me he vuelto loco? Tal vez todavía
hay tiempo para echarla, porque no puedo… No puedo pensar con
claridad. No puedo controlarme.

Me separo del alféizar de la ventana y lucho por componerme. Es


algo malditamente inútil. A medida que mi cuerpo se tensa con el deseo,
mi mente se desespera.

—Deberías irte —digo, apoyando mis manos en el mostrador,


inclinándome, diciéndole a mi polla que se vaya a la mierda.

Ella permanece callada, excepto por una pequeña exhalación.


Espero a que empiece a gritarme, a insultarme. Que salga furiosa.

O negarse a ir y exigir una explicación.

Está tranquila.

Finalmente dice:

—Me dijo que viniera. Dijo que trabajo para usted. ¿Era eso cierto?

Su voz es baja, calmada. Amable. Se desliza sobre mis nervios como


un bálsamo. Está en lo cierto. Le dije que viniera.

Serie Hombres salvajes 1 68


Jo Raven Cavernícola

Y todavía sigo pensando que fue una jodida mala idea.

—Será una prueba. —Me oigo decir como si viniera de lejos—. Una
semana.

—Entiendo, señor Hansen.

—Solo Matt —le digo, agarrando el borde del mostrador,


escondiendo el bulto en mis pantalones, lo duro que estoy por ella.

—¿Y los niños? ¿Saben que estoy aquí? ¿Están arriba?

—Voy por ellos.

Por supuesto que no saben que ahora tienen una niñera.


Demonios, tampoco yo lo sabía antes de decir las palabras. Mientras
salgo rígidamente de la cocina, me pregunto una vez más qué diablos
estoy haciendo.

Serie Hombres salvajes 1 69


Jo Raven Cavernícola

Una prueba.

Reflexiono sobre esto mientras espero al pie de las escaleras a que


Matt Hansen baje con sus hijos.

Esto no se siente real. Se siente como un sueño.

Toda esta mañana. Entrando a su casa de nuevo, su presencia


eléctrica dentro de la pequeña cocina, el calor de su cuerpo cuando
estaba a mi lado en la ventana, los tatuajes en sus brazos, y el negro
metálico de su pelo y barba.

Otra vez me pregunto cuántos años tiene. Detrás del cabello y


barba es difícil de decir. Sus ojos pertenecen a una cara más vieja,
profunda e insondable. Pero su boca parece suave, su frente sin arrugas.

¿Y por qué estoy pensando en su frente y su boca? ¿Por qué estoy


pensando en él en absoluto, cuando lo más probable es que cambie de
opinión sobre contratarme en los próximos cinco minutos y me eche una
vez más?

Tendré que irme de la ciudad, después de todo. Tendré que ir sola


para encontrar un trabajo. Mamá apenas consigue arañar lo suficiente
para que podamos vivir, y no puedo ser una sanguijuela por un día más.

Deprimida por mi falta de opciones, me encuentro paseando desde


la parte inferior de las escaleras hacia el sofá y de vuelta.

Serie Hombres salvajes 1 70


Jo Raven Cavernícola

Mamá sigue diciendo que debería concentrarme en mis sueños


para el futuro y no preocuparme por el dinero. Cree que no sé lo de las
deudas. Que no he notado cómo guarda el pan viejo para hacer tostadas
francesas o para echarlo en la sopa.

Cómo no ha traído leche y zumo a casa en años, llenando la nevera


con gaseosa y té helado instantáneo.

Cómo no ha comprado ninguna ropa o zapatos nuevos desde que


tengo memoria, siempre remendando las viejas, trayendo camisetas de
segunda mano para Merc de quién sabe Dios dónde y arreglando algunas
de sus piezas más viejas para Gigi y para mí.

Como este vestido que llevo hoy.

Como el vestido que usé la primera vez que vine aquí.

Su trabajo en la pizzería no la está pagando mucho, y aunque fue


ascendida hace un par de años a supervisora de cocina y consiguió un
aumento, aún no es suficiente para nosotros cuatro.

Supervisora de cocina. Ja. Solo significa que puede hacer el trabajo


de tres personas en lugar de una por unos pocos centavos más.

Miro hacia las escaleras, luego regreso a mi paseo. ¿Por qué tarda
tanto tiempo? Tal vez ya ha cambiado de opinión y estoy perdiendo el
tiempo.

Pero un chillido infantil me hace tropezar.

—Papá —dice una voz de niña desde lo alto de las escaleras—, ¿es
nuestra nueva niñera?

Me doy la vuelta.

Dios, los hijos de este hombre son las cositas más lindas.

Serie Hombres salvajes 1 71


Jo Raven Cavernícola

Está sosteniendo a un niño de pelo oscuro, Cole, en un musculoso


brazo, persiguiendo con el otro a su hija que no puede tener más de cinco
años. Está vestida con un vestido rosa de princesa y baja a una velocidad
vertiginosa.

—¡Mary! —grita con voz grave.

La niña se ríe y tropieza.

Y se está cayendo.

Mi corazón da un duro y solo estampido dentro de mi pecho.

Su padre no la atrapará.

Y se está cayendo.

Con un grito ahogado, me lanzo hacia ella, salto dos escalones y la


atrapo en el aire justo antes de que caiga el resto del camino.

Sosteniéndome en el estrecho escalón, balanceándome con su


peso, la envuelvo firmemente con mis brazos, y su dulce olor a niña llena
mis sentidos. Su cabello huele a flores y su ropa a algodón nuevo y
crujiente.

—Te tengo —susurro y bajo los escalones que había subido para
ponerla a salvo en la alfombra—. ¿Estás bien?

Asiente con gravedad, mirándome con los ojos oscuros de su padre.

—Soy Mary —dice—. ¿Eres la niñera?

No puedo evitar sonreír.

—Soy Octavia, pero puedes llamarme Tati.

Serie Hombres salvajes 1 72


Jo Raven Cavernícola

—Jesús —murmura el gilipollas de su padre mientras baja


corriendo por las escaleras. Mira a su hija, con la mandíbula apretada, y
me pregunto si le pegará. Si es violento con ella. Mi pecho se oprime al
pensarlo—. Mary, ven aquí ahora mismo.

Mary me mira largamente, sonríe y toma la mano de su padre.

Él me da la espalda, totalmente hecho de líneas rígidas y tensión.


Cole me saluda por encima de su hombro con una mano regordeta. Sus
ojos son azules como los míos.

Matt se dirige a la sala de estar, rodeando el sofá, y me quedo


enraizada en el lugar, insegura de lo que se supone que debo hacer. No
va a castigar a Mary, ¿verdad? Toda esa ira que irradia de él combinada
con su barba y pelo desgreñado, y esa mirada oscura seguro que es
intimidante.

Pero justo antes de sentarse en el sofá, Matthew Hansen besa la


cabeza de su hija y le dice:

—Chica. Ven aquí.

Cole me hace una burbuja de saliva. Mary suspira.

El silencio se extiende.

Espera…

—¿Me habla a mí?

*****

—Es Octavia —le digo con firmeza mientras me siento frente a él y


sus hijos—. No chica.

Serie Hombres salvajes 1 73


Jo Raven Cavernícola

—Eres una chica —dice, su voz baja y plana—. ¿Eres siquiera


legal?

—Puede estar seguro de que tengo dieciocho años y soy


perfectamente legal —escupo las palabras.

¿Qué pasa con este tipo que saca lo peor de mí?

Oh, cierto. Su increíble grosería.

Algo cambia en su expresión, y un destello de lo que parece


diversión cruza su mirada.

Me molesta aún más, así que tomo aliento y lo dejo salir


lentamente.

Necesitas este trabajo, me recuerdo a mí misma.

Lo hago.

—Mire. Le daré de comer a los niños, los lavaré, jugaré con ellos,
los mantendré a salvo hasta que vuelva a casa. Dígame cuándo me
necesita aquí, déjeme tomar notas sobre sus alergias y cualquier dato
médico que deba conocer, sus preferencias para comer y dormir la siesta,
sus juegos favoritos. —Me detengo a respirar—. Prometo que soy de fiar,
señor Hansen.

—Dije, llámame Matt. —Me está observando por debajo de sus


pestañas, y me parece que son muy largas y gruesas.

Absurdamente largas. Demasiado guapo para un tipo que se ve y


actúa como una bestia peluda con un palo en el culo.

—Matt —concedo.

Serie Hombres salvajes 1 74


Jo Raven Cavernícola

Lo he estado llamando así en mi mente durante tanto tiempo que


es un alivio. Había tenido miedo de cometer un error.

Mary, que ha estado tratando de trenzar su cabello todo este tiempo


y aparentemente se ha dado por vencida, tira del musculoso brazo de su
padre.

—Su nombre es Tati.

Yo le sonrío.

—Así es.

—Tati —intenta Cole, y por la forma en que lo dice que es tan


jodidamente lindo, mi corazón se derrite.

¿Cómo puede un ogro como él tener unos niños tan perfectos?


Podrían estar protagonizando anuncios de niños, Mary con sus rizos
dorados y Cole con su amplia sonrisa.

Un vistazo a la mirada tormentosa de su padre me dice que él


nunca permitiría algo así, o algo más que sea divertido.

Mis manos se aprietan en mi regazo.

—Quieren un gatito —dice cansado—. De ninguna manera les voy


a dejar que tengan uno. En caso de que lo pidan.

—De acuerdo. —Imbécil.

—Trabajo de nueve a cinco. Ven a las ocho y media y sé puntual.

—Lo seré. ¿Algo más?

Se frota la frente. El gesto habla de cansancio, y no me gusta cómo


se estremecen mis fibras del corazón en simpatía.

Serie Hombres salvajes 1 75


Jo Raven Cavernícola

—Solo… cuídalos —susurra.

Mierda. Un golpe bajo, justo en mis tripas. Combinado con el


parpadeo de dolor en sus ojos, su suave voz pidiéndome que cuide a sus
hijos me retuerce por dentro.

—Lo haré —juro—. Me aseguraré de que estén bien mientras estás


fuera. —Un pensamiento me llama la atención—. ¿Vendrá su madre de
visita?

La suavidad abandona su mirada.

—La madre no vendrá de visita.

—Papá… —comienza Mary, y Matt se levanta, su expresión furiosa.

Sin estar segura de qué pasó, también me levanto.

—¿Por qué, fue…?

—Suficiente. —Deja a los niños sentados allí, en el sofá, y camina


hacia la puerta, agarrando las llaves de su coche de un gancho de la
pared. Abre la puerta, dejando entrar la fresca brisa de la mañana.

Supongo que eso es todo, entonces. Se va a trabajar, y yo estoy


cuidando a sus hijos, y lo que sea que se le metió por el culo esta vez no
importa.

—Una última cosa —dice, deteniéndose en la puerta—. Este vestido


que llevas puesto.

Autoconsciente, tiro del dobladillo, la tela azul rígida.

—¿Qué pasa con él?

—No vuelvas a ponértelo. No más vestidos.

Serie Hombres salvajes 1 76


Jo Raven Cavernícola

—¿Qué? ¿Por qué no?

¡Qué gilipollas!

No espera para ver si voy a responder. Si digo sí o no, o si lo mando


al infierno y me voy.

No, solo da un portazo y se va.

Genial.

*****

—Hola, nena —dice mamá, dándome un abrazo rápido y un beso


en la mejilla cuando entro en la cocina a última hora de la tarde—. ¿Cómo
fue tu primer día de niñera?

Me encojo de hombros, aunque estoy repleta de cosas que decir.

—¿En serio? ¿Tan mal? —Arquea las cejas, tapando la olla, el olor
celestial de su mundialmente famosa sopa minestrone llenando la
habitación.

—No. —Decido omitir cualquier mención del muy caliente y muy


grosero Matt Hansen y atenerme a un tema más seguro—. Los niños son
encantadores, son las cosas más divertidas. El chico apenas tiene tres
años y balbucea mucho. Es tan lindo. Y la niña…

—¿Qué hay de la niña? —pregunta mamá cuando dudo—.


¿Cuántos años tiene?

—Tiene cinco años. Es dulce, pero…

—¿Traviesa? —sugiere.

—No. Todo lo contrario. Demasiado silenciosa.

Serie Hombres salvajes 1 77


Jo Raven Cavernícola

Excepto por una vez cuando empezó a gritar. Todavía no estoy muy
segura de qué pasó exactamente. Habían estado comiendo espaguetis
que les había preparado, y estaban bastante buenos, si se me permite
decirlo.

Dio un bocado, y como que enloqueció. Cayó al suelo, lloró y gritó


hasta que la tomé en mis brazos y acuné, durante mucho tiempo. Cole
se unió a nosotras, y nos quedamos así durante siglos hasta que Mary se
calmó.

Y cuando su padre regresó del trabajo, traté de hablar con él sobre


ello, pero me ignoró, y me dijo que no me preocupara.

Me dijo que me fuera de la casa.

Qué imbécil.

—Cariño, ¿qué pasa? —Mamá me está mirando con preocupación,


y no quiero eso. Ya tiene suficientes preocupaciones en su cabeza como
para añadir mi maleducado jefe a la mezcla.

Además. Es solo el primer día. Debería darle tiempo. Tal vez


cambie.

O la piel se me volverá más gruesa. Eso sería bueno para mí, y ya


era hora.

—¿Qué hay para cenar? —grita Merc, entrando a la cocina y


dejando caer su trasero en una silla, sin levantar la vista de su móvil, con
los ojos azules fijos en sus mensajes de texto.

Mientras no esté sexting7…

7
Sexting: Envío de mensajes con contenido de tipo pornográfico y/o erótico a través de
los teléfonos móviles.

Serie Hombres salvajes 1 78


Jo Raven Cavernícola

—Hola a ti también —murmuro.

—Heeeeeeeey —canturrea Gigi, entrando detrás de Merc, y


sentándose en la silla junto a él, estirando las piernas—. ¿Cómo estuvo
el Día Uno de Tortura, Tati?

—Estuvo bien —le digo brevemente, porque mamá está


escuchando—. Conseguí el trabajo.

—Por supuesto que lo hiciste. —Gigi me dispara una mirada


valorativa—. Nunca dudé de ti.

—Claro que lo hiciste.

Ella se ríe encantada y le hace cosquillas a Merc, quien


simplemente aparta su silla de sus hábiles dedos.

—¿Y? ¿Qué te pareció Matthew Hansen? ¿Son ciertos los rumores?

—¿Qué rumores? —pregunta mamá, llevando la olla a la mesa y yo


saco los tazones del armario y los pongo sobre la mesa. Luego coloco las
cucharas y servilletas, y corto un poco de pan.

Gigi y Merc no se mueven para ayudar. He echado a perder a estos


mocosos corrompidos.

Además, cuando me doy la vuelta, encuentro a Gigi mirándome,


como si estuviera midiendo si hablar delante de mamá.

Demasiado tarde ahora, ¿no, hermanita?

—Así que… Matthew Hansen —dice finalmente mientras mamá


sirve la fragante sopa en los tazones—. Sus vecinos dicen que bebe. Así
que obviamente irá directo al infierno.

¿Lo hace?

Serie Hombres salvajes 1 79


Jo Raven Cavernícola

Merc pone los ojos en blanco.

—Lo que sea.

—¿Qué hay de su esposa? —pregunto, tomando asiento al lado de


Merc—. ¿Dónde está ella?

—Jacinda dice que lo echó a patadas por sus vicios —dice Gigi, y
mientras abro la boca para preguntar qué vicios, continúa—. Pero nadie
sabe nada de su esposa. Están inventando historias porque él es un
imbécil.

—Me defendió frente a Jasper —digo en voz baja, recordando el


momento—. Y de Ross. En el garaje.

Mamá se pone pálida. No me habría dado cuenta si no la hubiera


estado mirando directamente mientras se levanta y camina hacia el
fregadero, con la espalda rígida.

¿De qué va esto?

—Ross es un pervertido —dice Gigi alegremente—. También está


muy bueno.

Hago una mueca.

—Es una babosa.

Merc eructa.

—¡Oye! —Mamá regresa con más rebanadas de pan. No le señalo


que todavía hay algunas en el plato que hay en medio de la mesa—.
Modales.

—¿Qué? Los chinos lo consideran un cumplido. Buena sopa,


mamá.

Serie Hombres salvajes 1 80


Jo Raven Cavernícola

Ella suspira, pero luego sonríe. Merc es su bebé y siempre lo será,


incluso cuando mide más de metro ochenta y es un imbécil. La tiene
envuelta en su dedo meñique.

—¿Y qué hay de nuestro nuevo vecino? —dice Gigi, agitando sus
pestañas hacia mí.

—¿Qué nuevo vecino? —pregunta mamá.

—Es muy guapo. Y tiene modales. —Gigi empuja a Merc en las


costillas.

—Oye.

—¿Es ese el amable joven que me ayudó con los comestibles el otro
día? —Mamá empieza a juntar los tazones vacíos en una pila—. Adam.

—Ese es —dice Gigi triunfante—. ¿Ves? El chico tiene buenos


modales.

—No es un chico —murmuro, no segura de por qué estoy molesta.


Recuerdo que Jasper llamó a Matt chico. Muy condescendiente.

—¿Dónde vive? —pregunta mamá.

—La casa del viejo señor Collins.

Ella frunce el ceño.

—No sabía que se había mudado. Él y todos sus gatos. ¿Tal vez
está alquilando la casa?

Tal vez.

—A Adam le gustas, Tati —canturrea Gigi, atrapada en esa rutina—


. Lo vi hablando contigo el otro día. Solo tiene ojos para ti.

Serie Hombres salvajes 1 81


Jo Raven Cavernícola

Merc hace ruidos de arcadas.

—No le gusto —digo con firmeza y me levanto para ayudar a


mamá—. Solo estaba siendo educado.

Pero tampoco estoy segura de eso. Parecía estar coqueteando


conmigo. No soy idiota. Puedo decir cuándo un tipo quiere meterse en
mis bragas, aunque nunca he dejado que nadie lo intente.

—Oh, vamos. Vive un poco, Tati —se queja Gigi.

Mi mente parpadea hacia Matt, de pie junto a mí al lado de la


ventana, alto, poderoso y misterioso, cabello oscuro brillando, su perfil
fuerte, guapo e imponente.

Oscuro contra la ligereza de Adam, una bestia melancólica contra


el encanto de chico de al lado de nuestro nuevo vecino

—Creo que va a invitarte a salir —dice Gigi, y frunzo el ceño, porque


Matt ni siquiera me mira de esa manera—. Adam —aclara.

Oh, claro. Adam.

No puedo entender por qué por un momento me pregunté cómo


sabría la boca de Matt si me besara, cómo se sentirían sus fuertes brazos
a mí alrededor.

Lo que yo haría si diera alguna señal de que me encontraba bonita.

Pero eso no sucederá, y lo sé.

Serie Hombres salvajes 1 82


Jo Raven Cavernícola

La ignoro.

La mayoría de las veces me las arreglo bastante bien, manteniendo


mi mirada en cualquier parte menos en Octavia, manteniéndome
ocupado antes de irme al trabajo, o cuando regreso por la tarde.

Eso es fácil. Hay mucho que hacer entre los niños y la casa. Todavía
hay cajas por desembalar, muebles por arreglar, paredes por pintar. Es
una casa antigua y se necesitan muchas reparaciones.

No es que tuviera ningún interés en hacerlas cuando llegamos. No


tenía ningún interés en nada, y nada ha cambiado, pero me quita mi
maldita mente de ella, desvía mi atención hacia otra parte.

Pero esta mañana es difícil.

La cocina es un puto desastre, la leche y el cereal empapado gotean


de la mesa, los fragmentos de un cuenco por todo el suelo. Tengo a Cole
retorciéndose en mi agarre, y lo juro, el niño tiene ocho piernas y brazos,
mientras Mary me tira de la mano como si quisiera arrancarla, y luego
suena el timbre.

El sonido brillante y agudo atraviesa mi cráneo como una bala y


gimo.

Cole me palmea en la cara con una mano pegajosa, y Mary intenta


escapar nuevamente. Esta vez sus pequeños dedos se escurren de los
míos, y corre hacia la puerta.

Serie Hombres salvajes 1 83


Jo Raven Cavernícola

Maldita sea.

—¡Tati! —grita mientras abre la puerta con maestría.

¿Cuándo coño aprendió a hacer eso? Pensé que estaba a salvo en


casa, y ahora descubro que puede abrirle la puerta a cualquier jodido
extraño.

Y allí está ella, esa niña-mujer persistente e intrépida, de pie justo


afuera de la puerta, con sus grandes ojos azules y su primoroso vestido
apenas asomando bajo su abrigo largo y liviano que está abotonado hasta
la barbilla, su cabello oscuro castamente recogido hacia atrás.

Mirándome.

Normalmente controlo mis reacciones, mi temperamento, mi


lujuria.

Mi atracción instantánea hacia ella.

Pero no después de la noche que acabo de tener. Una mala noche.


Las malas noches, que se remontan en el tiempo. Tres años sin dormir
de verdad.

Mi control se está deslizando.

Y no puedo dejar que se note.

—Llegas temprano —respondo.

—Diez minutos —contesta fácilmente.

—Y llevas un jodido vestido.

—Ese lenguaje —responde, con la mandíbula firme y apretada.

Maldita-sea.

Serie Hombres salvajes 1 84


Jo Raven Cavernícola

Bajo a Cole y me aparto el pelo de los ojos.

—Mary, toma a tu hermano y ve a la cocina.

—¡Queremos desayunar! —gimotea, y el dolor de cabeza palpita


detrás de mis ojos.

—En un minuto. Ahora ve.

—¿Quieres que les haga el desayuno? —pregunta Octavia.

—No.

—Simplemente podría…

Golpeo mi puño contra la puerta, respirando fuerte, y no siento


nada.

Nada en absoluto.

Ella se ha echado hacia atrás, lejos de mí, su cara blanca.

—¿Qué... —dice, su voz no es muy tranquila— ...problema hay


contigo?

Esa es una maldita buena pregunta.

El dolor finalmente se filtra a través del entumecimiento, viajando


desde mis nudillos reventados hasta mi brazo, asentándose en mis
hombros y cuello.

Ay. Mierda.

Con ello, algo de la neblina se despeja, y el frío miedo en su mirada


atraviesa el resto como un cuchillo.

Serie Hombres salvajes 1 85


Jo Raven Cavernícola

Demonios. Dándole la espalda, me acerco al sofá y me hundo allí,


poniendo mi cabeza en mis manos. Es tan jodidamente pesada. Y no
puedo pensar.

Mi mente está jodida.

Oigo sus ligeros pasos, el clic de sus tacones. La puerta se cierra


con un chasquido. Se acerca a mí y levanto la cabeza, sin saber qué decir.
Debería decir que lo siento, pero las palabras se me pegan en la garganta.

Mi respiración se detiene.

Se está desabrochando su ligero abrigo, y no lleva un vestido debajo


como pensé. Su blusa roja le queda como un guante, oscura como la
sangre, abrazando sus curvas, besando su clavícula. Sus vaqueros son
viejos y descoloridos, desgarrados en una rodilla, y me encuentro
esforzándome por no echar un vistazo a su piel desnuda.

—Siéntate —raspo fuera.

No lo hace. Por supuesto que no.

—Me encargaré de los niños —dice, su voz es tan suave que apenas
la escucho. Miro sus labios moverse—. Vuelvo enseguida.

Los niños han huido de la sala de estar, y de mí, tan rápido como
sus pequeños pies podrían llevarlos, desapareciendo en la cocina, y ella
los sigue.

Realmente no les gusto.

Como si eso fuera noticia. ¿Cuántas veces tengo que


experimentarlo para que el conocimiento me cale?

Y soy una mierda cuidándolos.

Serie Hombres salvajes 1 86


Jo Raven Cavernícola

Pero no puedo emplear a esta niñera. Joder, ¿qué estoy haciendo,


dejándola entrar en mi casa, dejándola pensar que puede trabajar para
mí?

¿Diciéndoles a los otros que es mía?

Flexiono mis manos, una magullada y dolorida, y la otra rígida y


medio entumecida después de esa noche cuando la oscuridad se volvió
demasiado.

Una cosa más que preferiría no recordar.

Regresa, toma asiento frente a mí. Muy cerca.

Qué demonios, ¿ya no tiene miedo? ¿No recuerda mi puñetazo


golpeando la jodida puerta, justo en frente de ella, o mis malditas
palabras de enfado?

Si su memoria es tan breve, no sobrevivirá mucho en este mundo.

Se lame los labios, junta sus manos nerviosamente.

—Matt…

Pero no continúa.

Se va. Sé que lo va a hacer.

Y eso está bien, eso es lo que debería hacer, así que, ¿por qué
diablos me estoy encorvando, mi estómago en nudos? Mi cabeza está
latiendo fuerte. Debería estar preparándome para ir a trabajar, pero no
me muevo.

No puedo.

Serie Hombres salvajes 1 87


Jo Raven Cavernícola

—¿Una mala noche? —pregunta finalmente, y parpadeo, seguro de


que no la escuché bien.

Dejo caer mi mirada hacia mis manos, enroscadas en mis muslos.


Me encojo de hombros.

Y se inclina más cerca. Está en mi espacio. Nadie se pone de pie o


se sienta tan cerca de mí, salvo mis hijos.

—Quería preguntarte sobre la madre de los niños.

Mierda. Me pongo de pie.

—Hemos terminado aquí.

—Necesito saberlo. —Lo dice con mucha seriedad. Ingenuamente—


. Mary necesita…

—Qué coño. —La ira caliente se dispara a través de mi pecho,


quemando mi cuello—. Ella no te concierne.

—¿No? —Me mira incrédula y solo me enfurece más. Cuando no


hablo, un rubor se extiende por sus mejillas—. Voy a cuidar a estos niños.
Puede ser difícil para ti hablar de ella, pero los niños parecen extrañarla
y…

—No es asunto tuyo.

Se estremece. Duro.

Mierda. ¡Joder!

Miro a la puerta de la cocina donde Cole está parado, mirándome


con los ojos muy abiertos. Él se escabulle.

—Mira… —comienza ella.

Serie Hombres salvajes 1 88


Jo Raven Cavernícola

—No es necesario que sepas nada —siseo—. Solo cuida de ellos.


Para eso te pago. Aliméntalos. Mantenlos entretenidos. No dejes que se
caigan y se rompan el cuello. Mantenlos a salvo. —Me duele el pecho. Me
arde la garganta. Se siente como más palabras de las que he escupido en
años—. Joder.

Su labio inferior tiembla, y mi corazón martillea en mi pecho.

Es demasiado pronto. Es jodidamente malo. Estoy en carne viva y


abierto de par en par, así que estoy vomitando defensas como un loco,
clavándolas y haciendo muros. Lastimándola.

Así que me alejo de ella antes de herirla más.

Sería tan malditamente fácil.

*****

Los coletazos de mis pesadillas me visitan durante todo el día


mientras trabajo en un viejo Honda Civic, y mientras como una
hamburguesa, que pillo de un agujero en la pared al otro lado de la calle,
atendido por un anciano medio ciego.

Sigo frotando el interior de mi muñeca izquierda, un gesto


inconsciente que no percibo hasta que Evan me lo pregunta.

Después de eso, me meto en el trabajo con todo lo que tengo,


tratando de olvidar.

Jasper me observa desde el otro lado de la bahía, parado frente a


su pequeña oficina, su cara ilegible. No gané ningún punto cuando me
interpuse en su pequeña sesión de intimidación con Octavia el otro día,
soy muy consciente de ello.

Serie Hombres salvajes 1 89


Jo Raven Cavernícola

No hubiera hecho nada de otra manera, sin embargo, y él todavía


no ha dicho nada al respecto. No significa que no encontrará una forma
de volverlo en mi contra en el futuro. Así es como gira el mundo. Todo lo
que tiras vuelve y te muerde el culo, tarde o temprano.

A veces, ni siquiera sabes qué diablos hiciste en una vida anterior


para merecer el puñetazo en el estómago que te da la vida.

Pero lo sientes. Sí, seguro que lo sientes cuando aterriza.

—Entonces… ¿Octavia trabaja para ti? —Me pregunta Evan más


tarde, mientras me limpio las manos en un paño, preparándome para
regresar con mis hijos.

Le echo un vistazo. Es un buen tipo, pero ahora mismo es un


entrometido.

—Sí —digo brevemente.

—¿Está cuidando a tus hijos? Habló sobre querer trabajar como


niñera cuando terminó la escuela. Es algo natural para ella, hombre. Casi
crió a su hermano y hermana. Una buena elección, es todo lo que digo.

—La conoces. —No es una pregunta. Es obvio, ¿y por qué me


importa?

—Es un pueblo pequeño —dice asintiendo—. Conozco a su familia.


Buena gente. Su hermana es muy bonita, una pequeña descarada, y… —
Me lanza una mirada avergonzada—. Lo siento. Gigi es todo un personaje.
Y su hermano, Merc, buen chico. Su madre es una mujer agradable y
trabajadora, y cuida bien de ellos.

¿Qué me importa su familia? Todos esos ridículos nombres. ¿Y qué


me importa que no parezca que haya un padre incluido en la lista que
Evan parece pensar que necesito?

Serie Hombres salvajes 1 90


Jo Raven Cavernícola

Me pongo la sudadera con capucha y me retiro el pelo de la cara.


Estoy cubierto de sudor y aceite de coche, y la noche está cayendo, cálida
y suave, el cielo profundizándose en un azul perfecto.

El color favorito de Emma.

Mi corazón está martilleando. Sí, era su favorito, y puedo


imaginarla perfectamente sentada en el porche de nuestra casa, con ese
vestido azul brillante que llevaba cuando le propuse matrimonio. Tan
joven. Tan fogosa.

Tan hermosa.

—Oye. —Evan me golpea ligeramente en el brazo. Sus cejas están


juntas—. ¿Estás bien, hombre? Parece que hayas visto a un fantasma.

Quizás lo haya hecho.

Serie Hombres salvajes 1 91


Jo Raven Cavernícola

—¿Un día largo?

La voz me sobresalta, y luego lo veo, apoyado en la cerca, a tres


puertas de mi casa, con la brasa brillante de un cigarrillo entre los dedos.

Adam.

Empuja la valla y se acerca a mí, con una amplia sonrisa en su


rostro.

—Tenía esperanzas de verte esta noche.

Niego con la cabeza, escondiendo mi propia sonrisa.

—¿Así que esperaste aquí, en la calle, en la oscuridad, sólo por si


yo aparecía?

Su cigarrillo está encendido, pero no se lo lleva a la boca, sino que


deja caer la ceniza y se aleja con la cálida brisa. Mueve las cejas.

—Así es como me muevo, nena.

Me río.

—Ya lo veo.

Estoy satisfecha y halagada, pero tengo que recordarme a mí


misma que sólo está bromeando. Salió a fumar y me vio pasar, eso es
todo.

Serie Hombres salvajes 1 92


Jo Raven Cavernícola

—¿Quieres ir a por un helado? —deja caer su cigarrillo y lo pisa,


crujiendo bajo su talón. Él se acerca más, su loción para después del
afeitado huele a algo oceánico. Su sonrisa es blanca y cegadora—. Hace
demasiado calor.

No se me ocurre ninguna razón para no hacerlo. Ni siquiera estoy


segura de por qué estoy buscando una razón.

—Déjame decirle a mi madre que he vuelto primero.

—Claro —dice mientras abro la puerta y camino hacia la casa—.


Oye, te vi hablando con ese tipo barbudo en el garaje. ¿Trabajas para él?

Me detengo, y me vuelvo.

—¿Estuviste allí?

No recuerdo haberlo visto.

Él asiente, pasándose una mano por sus rizos.

—Lo siento si parezco indiscreto. Él parece… —resopla.

—¿Cómo un ermitaño?

—Iba a decir como un idiota.

Me rio.

—Es una especie de imbécil.

—Lo sabía.

La brisa me trae su aroma, junto con el olor a hierba cortada y


flores. Nos sonreímos el uno al otro, compartiendo nuestra comprensión
de Matt Hansen.

Serie Hombres salvajes 1 93


Jo Raven Cavernícola

Luego pienso en cómo Matt me agarró cuando me caí en la farmacia


y me defendió en el garaje, cómo puso la cabeza en sus manos hoy.

Cómo estaba a mi lado, oliendo masculino, a fuerza y


desesperación.

Se me hace un nudo en el estómago. Me apresuro a entrar en casa,


y me detengo por un momento en el fresco interior, sólo respirando,
luchando contra la confusión que no debería estar sintiendo.

Es fácil, Octavia. Entre el imbécil y el lindo vecino, no deberías tener


problemas para elegir al correcto.

La pregunta es, ¿correcto para qué?

*****

Con el encargo de traer un recipiente familiar de helado con trocitos


de chocolate para Gigi y mamá, y menta para Merc, me voy con Adam.

La ciudad está tranquila. Algunos niños juegan al fútbol en un


campo vacío. Un perro está ladrando. La calle principal no está muy lejos,
y es una tarde perfecta para pasear.

Eso es lo que me digo a mí misma, tratando de acallar la voz en mi


cabeza insistiendo en que se siente demasiado como una cita.

¿Y qué si lo hace?

Miro a Adam mientras caminamos por las hileras de casas con


vallas descascarilladas y céspedes descuidados. Está hablando de su
trabajo como vendedor online, que aparentemente le permite establecerse
en casi cualquier lugar donde haya una conexión a Internet, pero eso no
explica por qué eligió vivir en el remanso que es Destiny.

Serie Hombres salvajes 1 94


Jo Raven Cavernícola

Está agitando la mano mientras habla, sus mejillas sonrojadas, sus


ojos brillantes. De nuevo examino el trazo de su mandíbula, la anchura
de sus hombros.

Sin duda es guapo. Objetivamente lindo.

Obviamente le gusto, al menos lo suficiente como para hablar


conmigo y llevarme a tomar un helado. ¡Oh, el glamour!

Tranquila. No es que haya mucho que hacer por aquí, y es muy


dulce por su parte.

Lo es, me repito, es dulce por su parte.

No tengo ni idea de por qué tengo que repetirme estas cosas cuando
son tan obvias. Son los nervios, decido. Y el cansancio por correr detrás
de los niños de Matt Hansen todo el día.

—¿De qué estás sonriendo? —pregunta Adam, buscando mi mano


para cruzar una calle.

Sin pensarlo, me alejo un paso, y meto la mano en el bolsillo de mi


abrigo.

—De nada.

Una sombra de decepción cruza por su cara, y miro hacia otro lado
mientras tomamos un atajo por calles estrechas que nos llevarán a la
calle principal.

¿Por qué hice eso? Sigo pensando en ello mientras compramos el


helado, que él insiste en pagar, y regresamos, sobre yo arrebatándole mi
mano y no confiando en él con eso.

Serie Hombres salvajes 1 95


Jo Raven Cavernícola

Realmente necesito trabajar en esos primeros y estúpidos


movimientos instintivos. Simplemente no estoy acostumbrada a que un
chico me trate bien, mostrándome que se siente atraído por mí.

Es solo ir de la mano, por el amor de Dios.

No se me escapa que no lo intenta de nuevo. Eso es cierto. Gran


trabajo, asustando a los buenos chicos de al lado.

Eres tan mala como Matt Hansen.

Y… eso me lleva de vuelta al único tipo que he estado intentando


sacar de mi mente.

Buen trabajo, chica. Buen trabajo.

*****

—Él tiene una niña, ¿verdad? Y un niño pequeño.

Asiento.

—Mary. Y Cole.

No recuerdo cómo la conversación volvió a Matt, pero mientras nos


sentamos debajo de las estrellas en el jardín, en un viejo banco, parece
que en algún momento lo hizo.

—Los he visto por la ciudad —dice Adam, echándose hacia atrás y


enlazando sus manos detrás de su cabeza—. Unas cositas pequeñas.
Espero que los trate bien.

Yo también lo espero. Pienso en cómo me pidió que me ocupara de


ellos, con esa voz suave.

Serie Hombres salvajes 1 96


Jo Raven Cavernícola

Y luego, en cómo me dijo que solo me paga para alimentarlos y


evitar que se caigan matándose, poniéndose tenso.

No le caigo bien a Matt. Me dio el trabajo porque intentó protegerme


de Jasper y Ross. Me reclamó, de alguna manera.

Y eso no me debería de gustar tanto.

Lo hizo como un último recurso, y luego me dio el trabajo porque


sentía lástima por mí. Desde la primera vez que me vio, era obvio que yo
no era lo que él había estado buscando en una niñera.

O en una mujer, una voz susurra en el fondo de mi mente, y me


estremezco.

Una mujer que es apenas legal, demasiado insistente y testaruda.


¿Y quién iba a saber que un hombre objetaría a una mujer llevando
vestidos?

—¿Te gusta ser niñera? —pregunta Adam.

—Sí, me gusta.

—Practicando para lo real, ¿eh?

Nunca lo pensé de esta manera. Me vuelvo para mirarlo, y hay una


dureza en su mirada que me asusta.

—Todo es práctica para lo real —digo yo, no estando segura de por


qué está molesto.

Él mira hacia otro lado, y sus hombros se relajan. Una sonrisa


burlona tira de su boca.

—Cierto.

Serie Hombres salvajes 1 97


Jo Raven Cavernícola

—¿Por qué estás tan interesado en Matt Hansen?

—¿Yo? No es en él en quién estoy interesado —sonríe, su mirada


clara una vez más—. Su niñera suena realmente sexy.

—Ella lo hace, ¿eh?

—Ah-huh —se inclina más cerca, y creo que me besará, pero sólo
me quita un mechón de pelo de la cara—. Ella también se ve caliente.

En cuanto a frases de entrada, esta no es la mejor que he oído.


Entonces otra vez… ¿Cuál es mi problema? Debería dejar de ser tan
cínica y aceptar el cumplido. Agradecérselo.

—Se está haciendo tarde —digo en cambio—. Debería irme a la


cama.

Parpadea, arqueando las cejas. ¿No está acostumbrado a que las


chicas no caigan en sus brazos?

O a las groseras y desagradecidas, al menos.

—Lo siento —digo, mis mejillas calentándose cuando me levanto—


. Gracias, por el helado. Y todo.

Él se relaja en el banco, con los ojos entrecerrados.

—Cuando quieras. De hecho… deberíamos hacerlo de nuevo


mañana.

¿En serio? Agacho la cabeza, sonriendo débilmente. Parece que no


logré asustarlo, después de todo.

Todavía no.

Serie Hombres salvajes 1 98


Jo Raven Cavernícola

Por el rabillo del ojo, veo a Gigi de pie en la ventana de la cocina,


mirándonos, y mis orejas arden.

—Eso estaría bien —respiro y me acerco a la puerta.

—Es una cita —dice, y el eco de sus palabras me siguen hasta la


casa.

Evitando a Gigi, me encierro en el baño para reunir mi ingenio.


Sonrío ante mi reflejo en el espejo.

Una cita. Es un buen golpe para mi ego, uno que necesito


desesperadamente después de los comentarios de Ross y el
comportamiento podrido de Matt.

¿Ves? Hay tipos por ahí que me encuentran interesante y atractiva.


Que me aprecian.

Así que toma eso, Matt Hansen.

Imbécil.

*****

—Adam está taaaan loco por ti —me dice Gigi mientras nos
acostamos en nuestras camas más tarde—. La forma en que te mira… es
tan intensa. ¡Se me pone la piel de gallina!

—Mirona.

—De ninguna manera. Te vi por casualidad cuando estaba


cerrando las cortinas. —Ella se pone de lado, doblando un brazo bajo su
cabeza, y yo no debato su mentira—. Pensé que al final iba a besarte.

Supongo que nunca lo sabremos.

Serie Hombres salvajes 1 99


Jo Raven Cavernícola

—Está enamorado de ti, Tati.

—¿Cómo Quinn lo está de ti? —le saco la lengua.

—Tal vez. —Se encoje de hombros.

—¿Cuándo conoceremos al misterioso Q?

—Deja de cambiar de tema, hermana.

Suspiro, poniendo un brazo sobre mis ojos.

—No lo estoy sintiendo con Adam.

—¿Qué es exactamente lo que no estás sintiendo?

Lo pienso.

—¿Atracción?

—Química —dice Gigi sabiamente.

—Sí. Eso.

—Pff.

—¿Qué?

—La química es un mito. Las chispas no vuelan. Tienes que


trabajar por ello.

Levanto el brazo y la miro fijamente.

—¿Cuántos años tienes? Y yo creyendo que creías en el amor. ¿Qué


hay de Quinn?

—¿Qué pasa con él? —lo dice alegremente, pero por debajo hay
tensión.

Serie Hombres salvajes 1 100


Jo Raven Cavernícola

Oh, querido Dios.

Creo que mi hermanita podría estar enamorada, y con química o


no, no se ve exactamente radiante de alegría.

—¿Está trabajando para ello? —susurro, cambiando mi mirada a


la ventana y las sombras en movimiento de las ramas de los árboles
afuera.

Pero ella finge estar dormida, y yo finjo creerlo.

Serie Hombres salvajes 1 101


Jo Raven Cavernícola

El suelo se está desmoronando bajo mis pies mientras corro.


Siempre corriendo, hacia la casa enmarcada contra las nubes oscuras y
los relámpagos. La casa está oscura, pero sé que están adentro. Necesito
alcanzarlos antes de que se la trague la tierra y desaparezca.

Antes de que ellos se hayan ido, también.

Mis botas se hunden en el barro. Tropiezo, caigo, y me pongo sobre


las manos y rodillas.

La tierra tiembla y yo ruedo. Un abismo se abre, profundo, con un


hedor a algo muerto. Clavo los dedos en el suelo, tratando de agarrarme.

No puedo. Estoy cayendo.

Y la casa se está hundiendo. Los gritos resuenan en mis oídos.

Se están muriendo. Están muertos. Los he dejado morir.

Es mi culpa. Todo es culpa mía, y yo los sigo, ahogándome,


asfixiándome mientras la tierra llena mi boca y nariz, mis ojos, mis oídos.

Enterrado vivo en una tumba movediza.

Lucho contra eso. Siempre lucho, incluso cuando el dolor se filtra


en mis huesos, agobiándome como un traje de plomo. Lucho por respirar,
por agarrarme, por salir.

Sin aire. Mis pulmones duelen, comprimidos, trabajando en nada.

Serie Hombres salvajes 1 102


Jo Raven Cavernícola

Mis ojos vuelan abiertos.

Estoy acostado en mi cama.

Silencio.

La habitación está empapada en la oscuridad. Algo pesado yace


sobre mi pecho, y lo empujo, luchando por respirar. Le pongo la mano
encima y es una cabeza.

La cabeza de Emma. Me mira y sus ojos están vacíos.

Santa mierda. Me incorporo, un aullido se atascó en mi garganta,


ahogándome pero incapaz de salir. Me alejo y me caigo.

Mi espalda golpea en la alfombra, y mi cabeza contra el suelo con


un ruido sordo, el impacto sacudiendo todo mi cuerpo.

Despierto por fin.

Me quedo allí tumbado, mirando el techo, mi corazón tratando de


salir de mi garganta, de mi pecho, golpeando mis costillas como un
martillo.

Oh, Dios…

Extiendo una mano sobre mi pecho, presionando hacia abajo, para


evitar que mi corazón explote mientras jadeo para respirar. Mi estómago
se revuelve.

Mis malditos ojos arden. Levanto mi otra mano y me froto la


muñeca izquierda, un ritual después de cada pesadilla.

En noches como esta, desearía haber terminado el maldito trabajo.

Pero ya debería saberlo. Lo sé: no hay escapatoria de este infierno.

Serie Hombres salvajes 1 103


Jo Raven Cavernícola

*****

Octavia llega a tiempo, como siempre, y yo la aparto, tratando de


ignorar sus ojos, su boca, su aroma, su voz, la forma en que su cabello
oscuro está atrapado en una cola de caballo alta que se balancea con
cada paso, como sus caderas.

Ignorarla es más fácil hoy, con todos los fantasmas en mi mente, y


al mismo tiempo mil veces más difícil.

Está vestida con vaqueros descoloridos y una chaqueta de punto


sobre una camisa blanca. Los pequeños botones pidiendo ser
desabrochados, el fino encaje de su sostén blanco visible cuando se
inclina para revolver el cabello de Cole, pidiendo ser arrancado de su piel.

La estoy desnudando con mis ojos, y estoy tan jodido.

Agarrando mi chaqueta y las llaves, salgo de la casa como un


murciélago del infierno.

Más tarde, cuando llego al garaje, ni siquiera puedo recordar si les


dije adiós a mis hijos. Ciertamente no los besé en despedida. Y yo aquí
pensando en tratar de acercarme a ellos, para que me tuvieran menos
miedo.

Joder.

Mi teléfono suena mientras estoy fichando, y lo compruebo solo


para asegurarme que no sea Octavia quien llame para decirme que algo
les pasó a los mocosos. Pero no lo es.

Dejo que la llamada vaya al buzón de voz y verifico a Evan quien


me señala a un maltratado Toyota para comenzar mi día de trabajo. El
teléfono suena de nuevo.

Serie Hombres salvajes 1 104


Jo Raven Cavernícola

Y otra vez.

Cristo.

Contesto la llamada que he estado ignorando durante semanas, o


meses, y me pongo el teléfono en la oreja.

—Ahora no tengo tiempo para hablar —ladro.

Hay una risita ahogada al otro extremo.

—Bueno, hola a ti también, cabrón —dice Zane—. Pedorreando


arcoíris y sonrisas, como siempre.

—Jódete tú también —murmuro.

Zane era... ¿es?... el hermano adoptivo de Emma. ¿Sigue siendo su


hermano adoptivo si ella se ha ido?

No lo he visto en años. Condujo a St. Louis unos meses después de


que Emma… vino a ver a los niños. Y luego nunca me quedé cuando me
visitó, porque verlo me recordaba a ella.

Y no podía soportarlo.

—¿Qué pasa, hombre? Ya nunca contestas a mis llamadas. Solo


quería comprobar que sigues respirando, y no hayas estirado la pata. —
Este es Zane tratando de ser sensible y diplomático, y de alguna manera
me hace resoplar.

—Sigo aquí.

—Es bueno saberlo, cabrón. ¿Te habría herido decírmelo? O a tu


madre, que se está volviendo loca, sin saber dónde diablos estás y si estás
bien.

Serie Hombres salvajes 1 105


Jo Raven Cavernícola

Me froto una mano por la cara. Este dolor de cabeza es jodidamente


letal.

—Sí, bueno. Dile que estoy bien, ¿de acuerdo?

—No puedo hacerlo. Necesita oírlo de ti.

—Como el infierno ella lo hace. —Estoy levantando el pulgar para


poner fin a la llamada, cuando él suspira.

—Espera, Matt.

El malestar me toca la columna vertebral con dedos helados.

—¿Qué?

Todas las preguntas que se me ocurren en la punta de la lengua:


¿está enfermo? ¿Su novia está bien? Espera, ¿tenían hijos? No puedo
recordar. ¿Ha pasado algo?

Pero al mismo tiempo, no quiero saber. Una piedra más alrededor


de mi cuello me arrastrará hacia el vacío, hacia ese abismo apestoso de
mis sueños, y el recuerdo arrastra un suave gemido de mi garganta.

No puedo. No puedo jodidamente volver allí. Se me corta la


respiración y golpeo mi mano contra la pared para apoyarme.

—Sólo estoy preocupado por ti. —Está diciendo—. Y los niños. —


Cuando no respondo, gruñe—. Mira, ¿dónde demonios estás, de todos
modos? Tu madre dijo que te fuiste a la jodida ninguna parte. —Duda—.
O algo así.

—No es asunto tuyo —jadeo.

—Matt. Oye. —Su voz cambia—. ¿Por qué suenas así? ¿Estás bien,
hombre?

Serie Hombres salvajes 1 106


Jo Raven Cavernícola

Necesita una respuesta si va a dejarme en paz, así que la fuerzo a


salir.

—Sí.

Pero obviamente, no es suficiente porque Zane suelta al instante.

—¿Qué carajos pasa? ¿Dónde estás? ¿Hay alguien ahí contigo? ¿Te
duele el pecho?

—Que te jodan, Zane. No me estoy muriendo. —Desconecto la


llamada, mi mano temblando tan fuerte que casi dejo caer el teléfono.

No me estoy muriendo, aunque seguro que se siente como si lo


estuviera. De hecho, ni siquiera estoy seguro de estar vivo. O despierto.

Durante años, no he sido capaz de distinguir la realidad de la


pesadilla, y hoy no es diferente.

*****

Cuando regreso a casa después del trabajo, estoy jodidamente


agotado. De alguna manera, duermo-conduzco mi camioneta fuera de la
casa y la dejo tirada aparcada, luego me quedo sentado allí por un largo
momento, recogiendo mi ingenio.

Estoy tan jodidamente cansado.

El cielo se está profundizando. El reloj está corriendo. Finalmente


abro la puerta y salgo, el ruido de mis botas demasiado alto para mis
oídos. Ya que golpear mi cabeza contra la puerta de la entrada sólo
empeorará mi dolor de cabeza, me convenzo para no intentarlo.

En cambio, me dirijo hacia la casa, con un pie por delante del otro.
Subo los tres escalones del porche y alcanzo la manija de la puerta.

Serie Hombres salvajes 1 107


Jo Raven Cavernícola

Ahí es cuando veo un papel pegado a la superficie de madera.


Parpadeo, preguntándome si mis ojos están gastándome una broma, pero
el puto papel todavía está allí.

Pegado a mi puerta con un cuchillo. Grandes letras en negrita de


la parte superior del papel proclaman “SUFRIRÁS POR TUS PECADOS”.

Es como en las malditas películas, sólo que esto no debería pasar


en la vida real.

Mi vida. En mi puerta, en mi casa con mis hijos dentro.

Jesús, joder, los niños. Y Octavia.

Intento meter la llave en la cerradura, pero me tiemblan las manos.


Golpeo la puerta, grito sus nombres, lo intento de nuevo hasta que de
alguna manera me las arreglo para insertar la llave en la maldita
cerradura y abrir la puerta.

—¡Mary! ¡Cole! —Me arrastro por la sala de estar, mis oídos


esforzándose por escuchar un sonido. La cocina está vacía, y también la
despensa—. ¡Octavia!

Un grito suena desde arriba y me corazón tropieza. Lanzándome


hacia las escaleras, subo los escalones de tres en tres, irrumpiendo en el
rellano y en el dormitorio de los niños en dos segundos.

Octavia alza la vista desde donde está cambiando el pañal a Cole.


Mary está de pie a su lado, con una muñeca en la mano. Todos me miran
fijamente, con los ojos muy abiertos.

—Qué coño —jadeo, tratando de entender el hecho de que todos se


ven bien. Sanos y salvos. Vivos—. ¿Qué…?

Ni siquiera puedo formular la pregunta.

Serie Hombres salvajes 1 108


Jo Raven Cavernícola

Octavia le sube los pantalones a Cole y lo baja al suelo, volviéndose


hacia mí. Sus delgadas cejas juntándose.

—¿Qué pasa?

Cariño, demasiadas cosas para contarlas. Pero ni una palabra sale


de mi boca. Avanzo hacia adelante, agarro a Mary y a Cole en mis brazos
y me arrodillo en la gruesa alfombra, cerrando los ojos.

El trozo de papel revolotea al suelo.

—Matt… —Octavia me pone una mano en el hombro y dejo ir a


Mary para alcanzarla a ciegas. Agarro su brazo, la sensación de su sólida
y cálida carne ahuyentando algo del miedo—. ¿Qué pasó?

—Se te cayó esto —dice Mary en voz baja, y levanta el papel del
suelo.

La tomo de nuevo y Octavia chilla cuando la arrastro también,


hasta el suelo, en mis brazos.

Permanecemos así por lo que parece una eternidad, hasta que Cole
se retuerce, balbucea y lloriquea hasta que lo dejo ir para jugar con sus
juguetes.

Mary y Octavia me están mirando en silencio. Le acaricio la mejilla


a mi hija, trato de meter un mechón de pelo detrás de su pequeña oreja,
y ella aparta mi mano.

—Déjame levantarme —exige, y a regañadientes suelto su pequeño


cuerpo de mi lado.

Todavía me tiene miedo.

Serie Hombres salvajes 1 109


Jo Raven Cavernícola

No es que le haya dado muchos motivos para confiar en mí


últimamente. La veo unirse a Cole junto a la ventana y agarrar una
muñeca sin piernas de su mano, su cara tormentosa.

Cole parece absorto en su construcción de Lego. Parece un castillo


encantado, todo agujeros y paredes irregulares.

Me estremezco.

Octavia se aclara la garganta y me doy cuenta de que todavía está


arrodillada a mi lado, y todavía la tengo pegada a mí costado, con un
brazo alrededor de su espalda.

Bajo la palma de mi mano, a través del fino algodón de su camisa,


siento su calor, los finos huesos de sus costillas, la curva de su cadera,
y un rayo de necesidad recorre mi cuerpo. Huele tan dulce, y su suave
pelo me roza el cuello cuando alza la cara para mirarme.

Tan cerca. Sus ojos son como el cielo de verano. Su boca suave y
tentadora.

Tirando de mi brazo, lucho por componerme. Necesito


reagruparme.

Necesito calmarme antes de que mi corazón se rinda.

Ella se desenvuelve de mí con gracia, poniéndose de pie.

—¿Quieres decirme qué pasó?

El asqueroso trozo de papel está arrugado a mí lado, donde Mary


lo dejó caer cuando la arrastré hacia mí.

Lo recojo. La mano todavía tiembla.

Maldición.

Serie Hombres salvajes 1 110


Jo Raven Cavernícola

—No pasó nada —digo y lo meto en mi bolsillo.

Si esta es la enfermiza idea de alguien para una broma, he


asustado a mi familia lo suficiente para un día. Mi familia y a la niñera,
que no tiene idea del jodido lío que es su jefe.

Mantengámoslo así.

Serie Hombres salvajes 1 111


Jo Raven Cavernícola

Algo está muy mal.

Lo supe en el momento en que Matt irrumpió en la habitación, su


cara pálida y sus ojos ardiendo. Estaba segura de eso cuando nos tomó
en sus brazos y se hundió con nosotros en el suelo, como si tratara de
protegernos.

¿Pero de qué?

Mi mente sigue volviendo a ese trozo de papel que tenía en la mano.


¿Era algo importante? ¿Una carta personal? ¿Un documento oficial?

Matt está más callado que nunca, lo cual es todo un logro, dado
que nunca dice mucho en primer lugar. Deja la habitación de los niños,
y escucho agua chapoteando en el baño de al lado, luego sus pasos
bajando las escaleras.

Le sigo abajo, decidida a obtener algunas respuestas de él, pero no


puedo verlo dentro.

La puerta de la entrada está a medio abrir.

Está parado afuera, en el porche, frotándose una de sus muñecas.


No se da la vuelta para mirarme cuando me acerco a él.

Se ve como el infierno, con el pelo al viento, cayendo sobre su cara,


oscuras ojeras bajo sus ojos, sus mejillas hundidas. Su barba está
creciendo demasiado larga, las puntas se rizan ligeramente.

Serie Hombres salvajes 1 112


Jo Raven Cavernícola

Me pregunto si es suave o áspera. Si su pelo es tan sedoso como


parece.

—¿Estás seguro de que todo está bien? —le pregunto con cuidado,
para no hacerle desahogar su desagradable temperamento—. ¿Quieres
que me quede un poco más? No me importa. —Me apresuro a decir antes
de que él me detenga o me eche—. No me importa en absoluto.

El silencio llena el espacio entre nosotros, pesado y caliente.

—No es necesario —dice después de unos cuantos latidos.

Ningún gracias. Sin explicaciones. El trozo de papel arrugado


medio fuera de su bolsillo, pero no puedo ver qué hay en él.

Me sube un escalofrío por la espalda. Me froto las manos.

—Muy bien. Entonces te dejaré. Sabes, Matt… —espero, pero


todavía no se vuelve hacia mí. Este tipo es un hueso duro de roer—. Puede
que yo apenas sea legal, y no pretendo ser un genio, ni nada por el estilo,
pero si alguna vez necesitas hablar conmigo, te prometo que soy una
buena oyente. Y no traicionaré tu confianza.

Su mandíbula se aprieta. Sus pestañas caen, sombreando sus


pómulos. Parece estar luchando con algo.

Tal vez se abrirá para mí, me dirá qué piensa, qué lo asustó antes
tanto.

Pero luego dice con voz entrecortada.

—No necesito hablar contigo, ni con nadie. Sólo vete.

Y así como así, la ilusión se rompe, y él vuelve a ser el mismo de


siempre.

Serie Hombres salvajes 1 113


Jo Raven Cavernícola

Probablemente sea lo mejor. Casi había imaginado ver un parpadeo


de alma en sus ojos. Qué tonta fui al creerlo por un segundo.

*****

—Pareces infeliz —dice Adam mientras hacemos cola para comprar


nuestro helado—. ¿Estás bien?

Parece preocupado. Llegó a tiempo para recogerme, y me ofreció su


mano cuando cruzamos la calle.

Lo rechacé, pero aun así. Se ofreció. Está preguntando cómo estoy.


Está siendo amable.

—Sí, estoy bien —le sonrío mientras nos acercamos al mostrador y


considero los pocos sabores disponibles—. Sólo estaba pensando.

—¿Sobre qué?

—Nada en particular. O tal vez…

—¿Tal vez? —levanta una ceja.

—El futuro. —Señalo fresa y vainilla para mí—. La Universidad, si


alguna vez lo logro. La vida después.

—¿Después de qué?

Acepto mi cono y frunzo el ceño.

—Después de convertirme en alguien más.

¿Qué quiero decir? Ni siquiera estoy segura. Veo como Jessica le


entrega su cono. Ella le sonríe, bateándole las pestañas. Dios mío, ¿las
mujeres hacen eso? Y espera, ¿está coqueteando con él?

Serie Hombres salvajes 1 114


Jo Raven Cavernícola

—La gente no cambia, Tati —dice, sonriéndole a ella antes de


volverse hacia mí.

—Por supuesto que sí —digo—. La gente cambia todo el tiempo.

No sé por qué estoy discutiendo con él. Tal vez estoy molesta con
Jessica por llamar su atención cuando él está aquí conmigo, por mí. Y él
tiene razón. Despojados hasta su esencia, la gente probablemente no
cambiará.

Es la superficie lo que cambia: los pensamientos cotidianos, los


problemas cotidianos, los objetivos a corto plazo. Lo que realmente
quieres… lo que realmente necesitas, eso no cambiará.

¿Y cómo sabes qué es tan esencial? ¿Qué quedará una vez que haya
quitado la chapa?

—Ahí vas de nuevo —dice Adam mientras caminamos lentamente


de regreso—. Tan callada. ¿Sigues pensando en el futuro?

Él está sonriendo. La luna brilla, estoy caminando al lado de un


chico guapo y comiendo helado. Se siente como un sueño.

—Es difícil no hacerlo. A veces desearía… desearía tener el dinero


para ir a la universidad ahora mismo. Esta noche. Otros días desearía
haber terminado la universidad y estar de vuelta aquí para siempre, con
un trabajo esperándome. Sólo que sé que no será tan fácil. Y a veces
deseo…

Ojalá me quedara aquí para siempre y nunca ir a la universidad.


Porque lo que realmente quiero… Dios, ojalá yo también lo supiera.

Él se ríe.

—Pensamientos tan profundos en una noche tan cálida.

Serie Hombres salvajes 1 115


Jo Raven Cavernícola

—¿Y qué hay de ti? ¿Piensas en el futuro?

—Claro que sí. —Mira fijamente al cielo, mordiendo su cono—. Y


en el pasado. Está todo unido. Un largo camino, y esto es sólo una breve
parada en el camino.

Miro las pocas nubes dispersas, barcos fantasmales navegando en


el espacio oscuro.

—Mamá siempre dice que el pasado no nos define.

—Ella está equivocada —dice, su voz clara elevándose sobre el


silencio de la calle—. El pasado nos define a todos y, tarde o temprano,
nos alcanzará.

Suena siniestro, como si hubiera una historia allí, una cicatriz, y


me dan ganas de preguntar al respecto.

Pero por alguna razón no lo hago, en vez de ello miro a las nubes
alejarse.

*****

—¡No lo quiero! —Mary llora y pisotea con su pequeño pie—. No


está bien.

—¿No está bien? —miro con recelo su plato y trato de resolver esto.

No soy una chef Michelin, pero puedo hacer macarrones con queso
muy buenos. Además, tengo la súper receta de mamá. Incluso cuando
Gigi estaba pasando su fase más difícil y no comía casi nada, todavía
terminaba los macarrones con queso de mamá sin fallar.

Serie Hombres salvajes 1 116


Jo Raven Cavernícola

—No está lo suficientemente cheesy8 —explica Mary, con la boca


temblorosa. Cruza los brazos sobres su pecho—. No voy a comerlo.

Cole se mete un macarrón en la boca, mirándola con tristeza.

¿Qué está pasando aquí?

—Estarás hambrienta, cariño. Y no habrá ningún postre si no


comes tu comida.

Sus ojos se abren mucho.

—La abuela lo hacía más cheesy.

—Cheesier9 —digo automáticamente.

¿Verdad?

Jesús, Octavia, ¿a quién diablos le importa ahora mismo?

—¿Has vivido con tu abuela antes? —Ante su asentimiento, me


quedo sentada, pensando—. ¿Y por qué te fuiste?

—Mi papá está triste.

¿Triste? ¿No enfadado e insensible y casi violento? Pero no digo eso


porque siento finalmente que estamos llegando a algo. Finalmente estoy
tropezando con las partes de la verdad de Matt Hansen.

—Te fuiste porque tu papá estaba triste —le digo.

Cole asiente también con la cabeza, revolviendo en sus


macarrones.

8Con sabor a queso.


9La niña no usa el aumentativo en la versión inglesa, dice “more cheesy” y Octavia la
corrige.

Serie Hombres salvajes 1 117


Jo Raven Cavernícola

—Triste —dice.

Sin previo aviso, las palabras de Adam sobre el pasado que nos
alcanza me vienen a la mente.

—¿Y ya no está triste?

Mary se muerde el labio y deja que sus manos caigan sobre su


regazo.

—Se acuerda de mami. Yo no lo hago. Realmente no.

Un bulto me obstruye la garganta. Oh, sí, definitivamente estamos


llegando a algo, y tengo el presentimiento de que sé a dónde va esto.

Por favor, Dios mío, demuéstrame que estoy equivocada.

—Yo era demasiado pequeña cuando nos dejó —dice Mary, su voz
firme pero resuelta—. Fue por mi culpa.

—¿Qué fue tu culpa?

—Que se haya ido. —Las lágrimas se deslizan por sus mejillas


sonrosadas, y mi corazón casi se rompe en dos.

—Nena. —Abro mis brazos y ella vacila; luego se desliza de su silla


y viene a hundirse en mí. Cole se une a nosotras una fracción de segundo
después, también sorbiendo por la nariz. Entierro mi nariz en su sedoso
pelo y trato de recomponerme—. No fue culpa tuya. ¿Nadie te lo dijo?
Estas cosas simplemente suceden.

—No quiero que papi se vaya también —susurra Mary, y yo la


abrazo más fuerte.

—Por supuesto que no lo hará. Él no lo hará. —La beso en la frente


y respiro hondo—. ¿A dónde se fue tu mami?

Serie Hombres salvajes 1 118


Jo Raven Cavernícola

—Mami se fue al cielo —dice Mary.

Lo sospechaba, pero aun así un frío escalofrío viaja por mi columna


vertebral. La abrazo más fuerte.

—Ven aquí.

—Y entonces —dice ella—, papi se fue al infierno.

Oh, Dios.

La creo.

Serie Hombres salvajes 1 119


Jo Raven Cavernícola

Otro papel pegado a mi puerta.

Otro cuchillo.

“Recuerda por qué estabas en Milwaukee”, está impreso en las


mismas letras negritas de la última vez.

Milwaukee.

—¿Qué pasó en Milwaukee? —pregunta el policía—. Señor Hansen.

Parpadeo.

—Yo… —Céntrate, Matt—. Fui a trabajar allí.

Allí conocí a Emma. Nos casamos, alquilamos una casa en un


pequeño pueblo cercano. Tuvimos a nuestros hijos.

Ella murió.

—¿Dónde estaba viviendo antes?

—St. Louis. Soy de St. Louis.

Anota algo en su bloc de notas. Su nombre es John, lo dijo antes.


John algo. John Elba.

—¿Pasó algo allí antes de que se fuera de St. Louis?

Serie Hombres salvajes 1 120


Jo Raven Cavernícola

Frunzo el ceño a mis manos. Se aprietan en puños en la parte de


arriba de mis muslos. Tuve que irme al pueblo vecino para denunciar el
incidente, y las comisarías me producen comezón.

—Nada interesante.

—Tal vez no para usted —dijo John.

Sí, ya lo sé. Sé cómo la experiencia deforma la perspectiva. Cómo


algo que ni siquiera notas puede ser enorme para otra persona.

Aun así. No recuerdo nada fuera de lo común.

John me está mirando. Es joven, hispano, sus ojos más oscuros


que los míos, atentos y concentrados.

—¿Hay alguien por ahí que tenga problemas con usted, señor
Hansen?

¿Dios? ¿El destino? ¿El mundo?

—No.

—¿Está seguro? Él menciona específicamente a Milwaukee. ¿Por


qué se mudó de allí en primer lugar?

Esto empieza a parecer que soy yo el que está bajo investigación.


Apretando los dientes, digo:

—Porque un amigo mío consiguió un trabajo allí, y también me


consiguió uno.

—¿Quién era su amigo?

—James McConaghue.

—Hábleme de él.

Serie Hombres salvajes 1 121


Jo Raven Cavernícola

¿Qué puedo contarle?

—Fuimos juntos a la escuela. Sólo se quedó un tiempo en


Milwaukee, luego siguió adelante.

John asiente con la cabeza.

—¿Y de vuelta en St. Louis? ¿Alguien que pueda guardarle rencor?

¿Después de todos estos años? Sacudo la cabeza.

—Mis padres y mi hermano. Yo tenía una novia. Pero rompí con


ella meses antes de irme. Lo último que supe de ella es que se mudó.

—¿Y ahora está aquí con su familia?

—Mis hijos. Están en casa con su niñera. —Ella me miró de forma


extraña cuando le dije que cerrara las puertas y no los dejara salir hoy.

Joder, tengo que contárselo. Espero que no se asuste y renuncie al


trabajo.

—¿Qué hay de su esposa?

—Murió hace tres años. —Es curioso cómo puedo decirlo sin
desmoronarme.

Pero nunca me desmoroné, no en la forma en que los demás


pudieran verlo.

—Lo siento —dice.

Yo no digo nada. Sólo está siendo educado, siguiendo el manual de


conducta de la policía, y estoy harto de la falsa simpatía y de las palabras
vacías.

Serie Hombres salvajes 1 122


Jo Raven Cavernícola

—Mire —dice—. No puedo prometer nada. Tengo muy poco con lo


que seguir. Cualquier huella dactilar en el cuchillo, ahora está cubierta
por las suyas, así que incluso si nuestro hombre está en el sistema, esto
es un fracaso. Supongo que no les preguntó a los vecinos si vieron a
alguien merodeando.

Sacudo la cabeza.

—¿Puede poner a alguien fuera, por si acaso regresa este loco?

—Enviaré a un oficial a hacer algunas preguntas, pero para ser


franco, no espero que nada salga de esto. A menos que tenga vecinos
entrometidos y aburridos a los que les guste sentarse en la ventana,
controlando todo lo que se mueve afuera. Y sin un testigo ocular, no
tenemos nada qué hacer.

Cierto. Al menos es honesto. Me quito el pelo de los ojos y me


levanto para irme.

—Escuche, Hansen. —Él también se levanta, descansando sus


nudillos sobre el escritorio—. Probablemente no haya nada de qué
preocuparse. Niños gastando una broma, esa es mi suposición. Hay otros
niños en su calle, ¿verdad?

Le doy una mirada larga y plana.

—¿O tal vez habló con alguien sobre su estancia en Milwaukee? Tal
vez un tipo del lugar donde trabajas le echó un vistazo a su currículum
y decidió asustarle.

Frunzo el ceño y me rasco la barba.

—Ross —susurro.

Serie Hombres salvajes 1 123


Jo Raven Cavernícola

Es tan gilipollas que no estaría por encima de ello. ¿Podría ser él,
tratando de hacerme sentir incómodo, vengándose de mí por arruinar su
diversión con Octavia el otro día? Pensé que fue extraño que no viniera a
buscarme de inmediato.

—¿Quién es Ross?

Mis hombros están tensos, mi mandíbula tan apretada que duele.

—El hijo del dueño del garaje donde trabajo.

—¿Dónde?

—Jasper’s Garage, en Destiny.

—¿Tuvo una pelea con él?

Me encogí de hombros.

—Estaba siendo un gilipollas.

Su mirada me dice que no me cree necesariamente. Sé que me veo


rudo con la barba y el pelo despeinado, y con la ropa arrugada. La gente
naturalmente asume que yo voy a buscar peleas a puñetazos.

Pero la única pelea que tengo es conmigo mismo.

—Está bien, de acuerdo. Lo investigaremos. —John baraja los


papeles en su escritorio—. Mientras tanto, cualquier nuevo incidente,
mensaje o llamada telefónica, o cualquier persona que se encuentre en
su casa, llámeme. Aquí está mi teléfono móvil.

Me pasa su tarjeta, y la tomo sin mirarla.

—¿Y qué hay de Ross?

Serie Hombres salvajes 1 124


Jo Raven Cavernícola

—Dije que lo investigaremos. No se meta, Hansen. A menos que


haya evidencia apuntando a ese tipo, no vamos a crear problemas sin
una razón.

—Me está tomando el pelo.

Pero él no lo está.

Qué maldita pérdida de tiempo ha sido esto. Por otra parte, si el


culpable es Ross, bueno… Al menos sé a quién vigilar. Octavia no
mencionó que la hubiera vuelto a acosar desde que vino a trabajar para
mí, pero no es como si habláramos.

No es que sea asunto mío. Y mi sangre no debería hervir al pensar


en él cerca de ella, tocándola, lastimándola.

Al carajo con esto.

Es hora de que tome el asunto en mis propias manos. Nadie jode


con lo que es mío. Si ese hijo de puta, Ross, siquiera muestra su cara en
mi vecindario, voy a hacerle una nueva, y que mi trabajo se vaya a la
mierda.

*****

Octavia desbloquea y abre la puerta tan pronto como toco el timbre.


Nunca he sido más feliz por el sonido de un pesado cerrojo arrastrándose
sobre el metal cuando está siendo retirado.

O demonios, por la falta de una nota amenazante en mi puerta. Mi


corazón todavía sigue acelerándose en mi pecho, la inyección de
adrenalina que recibí cuando encontré el trozo de papel antes, todavía
bombeando por mis venas.

Serie Hombres salvajes 1 125


Jo Raven Cavernícola

Y entonces ella está allí, y verla relaja algo dentro de mí. Placer y
alivio, y la puta pura lujuria que tiene a mi polla endureciéndose, y Cristo,
estoy tan jodido en este momento.

No puedo confiar en mí mismo para una mierda con ella, no en el


mejor de los días y, ciertamente, no después del día que he tenido hoy.
No cuando ella está aquí de pie, toda guapa y malditamente muy caliente
con su blusa suave y sus vaqueros, una insinuación de escote
torturándome, la caída de su cintura haciendo que mi respiración sea
superficial y mis pelotas pesadas.

—¿Matt? —Me está mirando con curiosidad, y maldigo por dentro.

Pasando por delante de ella, entro.

—Tenemos que hablar.

—¿Quién eres tú? —dice, cerrando la puerta—. ¿Y qué has hecho


con Matt Hansen?

Parpadeo estúpidamente hacia ella, parado en medio de la sala de


estar. El sol proyecta cuadrados dorados sobre la alfombra oscura.

—Quiero decir, nunca quieres hablar, así que… —ella sacude la


cabeza, y mira hacia otro lado, dándome una leve sonrisa—. No importa.
Pensé que habría pasado algo cuando dijiste que cerrara las puertas.

Jesús, es tan jodidamente guapa. Es una belleza sutil, aunque me


impactó desde el primer momento en que la vi: la forma en que sus
pestañas se curvan, el azul claro de sus ojos, el labio superior lleno y la
suavidad de sus mejillas. La línea de su cuello, la redondez de sus tetas,
los delicados hombros, joder…

Me trago un gemido, me hundo en el sofá y me paso las manos por


la cara.

Serie Hombres salvajes 1 126


Jo Raven Cavernícola

—La policía cree que probablemente sea una broma, pero por si
acaso. Había un mensaje pegado en la puerta principal hoy, y no fue la
primera vez.

—¿Un mensaje amenazante?

—No exactamente. —La miro mientras se acerca—. Pero estaba


clavado a la puerta con un maldito cuchillo de cocina.

—Oh. —Se sienta frente a mí, y la necesito más cerca con un


repentino impulso visceral—. Guau. ¿Alguna idea de quién podría ser?

—Acerca de eso… —Alzo la vista al oír ruido en las escaleras y


encuentro a Mary y a Cole en la parte superior, mirándonos fijamente. Se
quedan un momento más, y luego vuelven a desaparecer—. ¿Has visto a
Ross por aquí?

—¿Ross? —Su boca se abre—. ¿Crees que él vendría aquí y te


clavaría un cuchillo en la puerta?

—Dímelo tú. Tengo la impresión de que os conocéis desde hace


tiempo.

Ella asiente.

—Así podrías decirlo. Fuimos a la escuela juntos, como todos en


esta ciudad. Es un matón.

—¿También te intimidaba entonces? —La ira me recorre como un


reguero de pólvora, y me acelera el corazón de nuevo hasta que estalla en
mi pecho—. Voy a retorcerle el puto cuello.

Su sonrisa me atrapa por sorpresa. Ella gira su cara, pero no antes


de que vea el bonito rubor en sus mejillas.

—Estás loco.

Serie Hombres salvajes 1 127


Jo Raven Cavernícola

Sí, eso es malditamente seguro. Fuera de mis cabales. Tan


jodidamente duro que ya no lo puedo soportar.

Duro por mi niñera de dieciocho años que probablemente sale a


tomar helado de la mano de su novio lleno de granos y usa un pijama con
ositos de peluche cuando se arrastra a la cama.

Maldita sea, yo le arrancaría el pijama, le daría un puñetazo a su


novio fuera del camino, y en cuanto a las cosas que le haría en la cama…

Poniéndome de pie, empiezo a subir las escaleras, esperando que


no se haya dado cuenta de la jodida tienda de campaña que estoy
levantando en mis pantalones.

—Voy a ver cómo están los niños.

No espero a que se una a mí.

*****

—Sed buenos, ¿de acuerdo? —Octavia besa a Mary en la mejilla, y


a Cole en la frente, y él le echa los brazos al cuello—. Aww, cariño.
Regresaré mañana.

Los observo desde la puerta del dormitorio, frotando una mano


sobre mi pecho. A los niños realmente les gusta ella.

Pero no pueden amarla. ¿Verdad? Apenas la conocen. Ella no es su


madre.

Ella no puede reemplazarla. Nadie puede. Mis hijos no pueden


amarla como lo hicieron con su madre.

¿Y por qué estoy pensando en esto ahora? Nadie dijo nada sobre
reemplazar a nadie. Ella sólo trabaja para mí. Es bueno que los chicos se
sientan cómodos con ella. Que no tengan ningún problema con ella.

Serie Hombres salvajes 1 128


Jo Raven Cavernícola

No, el que tiene el problema soy yo. Necesito sacar la cabeza de mi


culo y mi mente fuera de mi polla. Entonces todo estará bien.

La cosa es que la he deseado desde el momento en que la vi y luché


contra eso desde entonces. No he sido capaz de mantenerla fuera de mi
casa, o de mi mente.

¿Qué se supone que debo hacer?

Ella sale y yo la sigo por las escaleras. Se detiene en la puerta,


girándose para mirarme.

—Tú cuídate —dice.

Tú cuídate. Sólo dos palabras, y mi garganta se cierra. No sé qué


carajo me pasa hoy. Demasiada tensión, supongo.

—Matt… —ella todavía está ahí, inmovilizándome con esos ojos


azules claros—. ¿Puedo hacer algo más?

Sí.

—No. —Lucho por ordenar mis pensamientos, reagruparme—. Ten


cuidado.

—¿Piensas que es peligroso? Ross no nos haría daño. No


físicamente, al menos.

Es bueno saberlo, aunque no olvidaré la forma en que la agarró del


brazo ese día en el garaje. Tal vez Ross cambió.

Pero no quiero asustarla más, así que lo dejo así, y espero hasta
que ella suspira y sale por la puerta.

Serie Hombres salvajes 1 129


Jo Raven Cavernícola

Luego la cierro y arrastro el cerrojo en su lugar, antes de revisar


cada ventana y cada puerta de la casa para mantener a salvo a lo que
queda de mi familia.

Serie Hombres salvajes 1 130


Jo Raven Cavernícola

Al día siguiente no aparecieron más mensajes clavados a la puerta


de Matt, hasta donde yo sé, aunque, ¿por qué me lo ocultaría? El resto
de la semana pasó bastante silenciosamente. Ni siquiera Adam está
cerca. Dijo que tenía que ir a visitar a su hermana a Springfield.

No más paseos para helados.

Entonces me doy cuenta de que no hay razón por la que tenga que
esperarlo para ir a tomar un helado. Y no es como si fuera mi novio o algo
por el estilo.

Así que agarro a Gigi y nos dirigimos hacia la calle principal bajo el
despejado cielo de la noche con una promesa a Merc, que está jugando a
videojuegos con un amigo suyo, para regresar con un recipiente de menta
con chispas de chocolate para él.

Este niño está obsesionado con la menta. Jabón de menta, barras


de chocolate con menta, donuts de menta, brownies de menta. Dice que
es algo genético que recibió de su padre.

Ese es un tema que nunca tocamos en casa.

Nuestro padre.

Mamá se niega a hablar de él. Dice que se fue de la ciudad hace


años, justo después de que naciéramos. Pero si ese fue el caso, ¿por qué
no puedo recordarlo? Tenía cuatro años cuando Merc nació. Si nuestro
padre nos dejó después, ¿por qué yo no recuerdo nada de él?

Serie Hombres salvajes 1 131


Jo Raven Cavernícola

—Entonces… tú y Adam —dice Gigi, interrumpiendo mis


pensamientos—. Sois tan lindos juntos que es asqueroso. ¿Tenéis los dos
un asunto ahora?

—No.

—Guau, eso fue vago. —Me saca la lengua, toda madurez—. No


estoy segura de haberlo entendido, inténtalo de nuevo.

—No estamos saliendo.

—Guau. Lo pillo. Eso estaba claro, de acuerdo. —Arrastra las


yemas de sus dedos a lo largo de la valla podrida de la casa de la señora
Koontz—. ¿Por qué diablos no?

—Porque sí. —Me froto los brazos, deseando haber traído mi


chaqueta ligera conmigo—. Simplemente no lo estamos.

—Falta de química, ¿eh?

Me encojo de hombros.

—¿Te ha besado?

—¿Qué? No.

—Así que tal vez ese es el problema.

Dejo de caminar.

—¿Qué quieres decir?

—Que no puedes saber si tienes química hasta que te besa.

—¿Quién lo dice? —Entonces entrecierro los ojos—. ¿Quinn te


besó?

Serie Hombres salvajes 1 132


Jo Raven Cavernícola

—Ahora es Quinn, ¿eh? ¿No Quasimodo? Pareces confundida,


hermanita.

Lo estoy. Me siento confundida.

Pero no por Adam. Es por una persona de mal genio y barba la que
está ocupando mis pensamientos día y noche, aunque no sé por qué.

—Bueno, vamos. —Gigi sacude su pelo largo y me guiña el ojo—.


Te echo una carrera hasta la heladería.

—Estás loca.

—Si ganas, te diré si Quinn me besó y cómo fue.

—¿Y si pierdo? —pregunto mientras empiezo a correr detrás de ella.

—Entonces prométeme que le darás a Adam otra oportunidad.

Con una maldición, me esfuerzo por ir más rápido.

*****

No puedo recordar la última vez que corrí tan duro. Gigi me gana
por unos segundos, sonriendo mientras se apoya contra la pared fuera
de la tienda, actuando fría y fingiendo no jadear para respirar.

Sacudiendo la cabeza, entro en la tienda. Ese helado suena aún


mejor ahora. Mi camiseta se pega en mi espalda con el sudor y tengo la
boca seca. Gigi se ríe mientras me sigue dentro.

—¿Realmente es tan difícil darle a Adam otra oportunidad? —


estudia los sabores como si no consiguiera el helado en este mismo lugar
todo el tiempo—. Lo ves todas las noches. Pensé que te gustaba.

—No lo veo todas las noches —resoplo—. Y me gusta. Es agradable.

Serie Hombres salvajes 1 133


Jo Raven Cavernícola

—Hmm. —Me mira cuando le doy los encargos a Jessica—. Ya veo.

Jessica ha estado dirigiendo este lugar desde que yo era una niña
pequeña. Ves, la recuerdo a ella, pero no a mi padre. ¿No es raro?

Tan raro como no estar segura sobre Adam. Quiero decir, me gusta.
Y es lindo.

Entonces, ¿por qué me siento tan a la defensiva cuando Gigi


pregunta si estamos saliendo?

Tal vez ella tenga razón. Si él hiciera su movimiento y me besara,


yo también sabría lo que quiere. Sabría que él me quiere.

Sólo tengo que tener paciencia. Gigi tiene razón, la química


instantánea es un mito, como el amor al instante. Además, ¿y si él mismo
no estuviera seguro? No es como si yo estuviera ayudando a las cosas
rehusando a siquiera tomar su mano, enviando vibraciones confusas,
alimentando el bucle.

—Le daré a Adam otra oportunidad —digo, y miro a Gigi, que sonríe
ampliamente, mostrando sus incisivos afilados—. ¿Contenta?

—Encantada —ronronea y toma su cono y el bol para Merc—.


Ahora déjame contarte sobre Quinn de camino a casa.

*****

Al día siguiente camino la corta distancia desde la parada del


autobús hasta la casa de Matt, con el estómago anudado. Le echo la culpa
a la época del mes, y la pesadez del aire, señal de que se acerca una
tormenta.

Hasta que toco el timbre, una y otra vez, y decido que algo está
realmente mal.

Serie Hombres salvajes 1 134


Jo Raven Cavernícola

Pienso en los mensajes amenazadores, y en los niños, y me entra


el pánico. Golpeo la puerta, luego retrocedo y saco mi móvil para llamar
al 911.

Vacilo.

¿Y si está en el baño? ¿En la ducha?

Bueno, más vale prevenir que curar, ¿no?

Pero antes de marcar el número, la manija de la puerta gira.

Puf. Me esponjo el pelo que hoy he dejado suelto, y luego me obligo


a detenerme cuando la puerta se abre lentamente.

Mi mirada se dirige hacia la niña que está parada allí.

—¿Mary? ¿Dónde está tu papá?

—Arriba —dice seria—. Deberías alejarte, Tati.

Demasiado seria para una niña de cinco años. ¿Y qué quiere decir?
Ese nudo está de vuelta en mi estómago y no tiene nada que ver con la
época del mes.

—¿Por qué, cariño? —Le tomo la mano y entro adentro, dejando


que la puerta se cierre por detrás de nosotras—. ¿Qué pasa? ¿Y dónde
está tu hermano?

—Cole está en la cocina —dice y tira de mí en esa dirección—. Le


hice unos cereales.

—Eso es genial. ¿También hiciste algo para ti?

—Ah-huh. —Asiente con énfasis, y yo sonrío a pesar de que estoy


muy preocupada.

Serie Hombres salvajes 1 135


Jo Raven Cavernícola

—Bien. —Entramos en la cocina y Cole alza la vista con un bigote


de leche y salpicaduras de Fruit Loops alrededor de su plato.

—Tati —dice con su linda voz de bebé, y me inclino para besar su


mejilla.

—Hola, nene. ¿Por qué no os sentáis aquí y desayunáis mientras


yo busco a vuestro papá?

—Te lo dije, papi está arriba. Hizo un desastre —dice tristemente


Mary.

—¿Un desastre?

Un choque se oye desde arriba, y ella se estremece.

Un escalofrío me recorre.

Mierda.

—Vuelvo enseguida. No os preocupéis por nada —les lanzo una


sonrisa rápida y me apresuro a subir por las escaleras—. Yo me encargo
de esto.

Esperemos que tenga razón.

*****

No sé qué esperar. ¿Un episodio psicótico en toda regla? Violencia.


Al menos no ha habido otro choque desde que subí por las escaleras.

Aun así. El miedo es un toque de hielo en mis venas cuando miro


al dormitorio de Matt Hansen por primera vez. Su puerta está abierta,
también por primera vez.

Respiro hondo, y entro.

Serie Hombres salvajes 1 136


Jo Raven Cavernícola

Está sentado en el borde de la cama, con los codos apoyados en las


rodillas, las manos sobre la cara. Mientras miro, las frota hacia arriba y
hacia abajo, luego, como si sintiera mi mirada, se gira para mirarme.

—Tay —dice con voz grave, y yo me congelo.

No sólo por el apodo inesperado. Me gusta cómo suena, aunque


nadie más me llama así.

No, es por el dolor crudo en sus ojos oscuros, desnudo para que yo
lo vea, lo que me quita el aliento.

Luego se da la vuelta y maldice, rompiendo el hechizo.

—Me pareció oír un ruido. —Hay cosas esparcidas por el suelo.


Libros. Un aparato roto que parece una Tablet. Hay una pequeña
abolladura en la pared—. ¿Estás bien?

—Genial.

Recojo la Tablet. La pantalla está agrietada.

—¿Un mal día?

—Mala… noche. —Su voz se le pega a la palabra, y traga con fuerza.

—¿Quieres hablar de ello?

—¿Qué pasa contigo y pedirme que hable todo el tiempo?

—Si hablaras conmigo, no te lo pediría.

—Dios, eres como Emma —susurra, sin mirarme.

—¿Me parezco a tu esposa?

Serie Hombres salvajes 1 137


Jo Raven Cavernícola

—No. Pero eres como ella —dice después de un momento, en voz


baja. Se queda callado, y creo que no volverá a hablar, pero luego dice—
. Tenía tu edad cuando la conocí. Tan bonita. Inocente. Amable. Con un
núcleo de acero después de que el sistema de acogida la escupiera.

Espero más, pero es como si se hubiera quedado sin energía.


También se ve mucho más joven a esta distancia, su mirada vulnerable,
sus ojos enrojecidos, su boca suave e incierta.

Dios, lo siento mucho por él. Y por sus hijos. Mi corazón se rompe
por ellos. Quiero preguntarle más, sobre ella, sobre su muerte, cuándo
fue y cómo ocurrió, pero me contengo.

No es un buen momento. ¿Pero cómo podré ayudarlo a él o a sus


hijos sin saberlo?

—¿Están bien los niños? —pregunta, su voz ronca, y me pregunto


de qué fueron sus pesadillas. Si cambian, o si la misma vuelve para
perseguirlo.

—Están bien. Desayunando. Preocupados por ti.

Él hace una mueca y sacude la cabeza.

—Sigo jodiéndolo.

—No lo haces.

No confío en mí misma cuando está así. No abrirme y dejar que me


lastime cuando no espero que lo haga.

Qué raro. No confío en que la tregua dure y, sin embargo, no puedo


mantenerme alejada y salvarme a mí misma.

Me acerco a él lentamente y me siento a su lado. Pongo mi mano


en su muslo, sobre el fino algodón de sus pantalones de chándal,

Serie Hombres salvajes 1 138


Jo Raven Cavernícola

sorprendida por el grueso músculo que se mueve bajo mi palma, y


sintiéndome extrañamente caliente y excitada.

El calor sale de su cuerpo. Puedo oler su champú, su jabón, y


debajo de todo, su aroma a potente macho.

Me siento ebria.

Me siento desconectada. ¿Es esto lo que llaman una experiencia


extracorpórea? Aunque puedo sentir mi cuerpo, algo distante, dolorido,
palpitante. Necesitado.

Es su toque lo que necesito. En mi piel. Su boca. Deslizándose


sobre mis labios, por mis mejillas, por mi cuello y más abajo.

—Eres tan malditamente joven —murmura, su mirada en mi mano.


La deslizo hacia arriba, hacia su ingle, y su respiración se detiene.

Parece que yo tampoco puedo respirar bien. Creo que el bulto entre
sus piernas se ha hecho más grande, pero no estoy segura.

—No eres tan viejo —susurró.

—Este año cumplo los treinta.

Yo asiento, demasiado absorta con la forma en que su carne sólida


se desplaza bajo mi mano. Dirijo mis dedos hacia ese fascinante bulto.

Me atrapa la muñeca y me detiene. Sus pómulos están sonrojados.

—¿Me has oído? Tengo casi doce años más que tú.

—Te escuché. —Y no me importa una mierda.

¿Es algo malo? Sólo me excita más. Él es mayor, duro, castigado y


muy sexy. No es un niño. Es todo un hombre.

Serie Hombres salvajes 1 139


Jo Raven Cavernícola

Levanto mi mano hacia su brazo, trazando la tinta oscura que tiene


alrededor de sus gruesos bíceps. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué son estos
pensamientos? No debería estar aquí sentada, tocándolo. Debería estar
abajo con los niños, cuidándolos, haciendo mi trabajo.

Pero no puedo alejarme. Estoy en un trance. No recuerdo haberme


sentido nunca de esta manera antes. Es como si quisiera trepar sobre él,
pegarme a él, lamerle la piel, morder su carne.

Jesús, Octavia.

—¿Qué son estos tatuajes? —Los trazo—. Parecen alambre de


púas.

—Zane Madden los hizo para mí —dice, mirándolos—. Era el


hermano adoptivo de mi esposa.

—¿Era? ¿Él murió?

—Joder, no.

—Pero ella lo hizo —susurro. Cuando no habla, le digo—: Sé lo de


tu esposa.

Se aleja de mí y se levanta, frunciendo el ceño, con la mirada


borrascosa.

—Qué carajo crees que sabes. No sabes nada.

Retrocedo como si me hubiera abofeteado.

—Matt…

—Vete.

Serie Hombres salvajes 1 140


Jo Raven Cavernícola

Las lágrimas pican en la parte posterior de mis ojos, pero no dejaré


que caigan. No sé por qué, pero haría cualquier cosa para esconderlas de
él.

—Bien —digo inestablemente, y me levanto, luego me giro a ciegas


hacia la puerta—. Lo que sea.

No voy a dejárselo ver.

Espero que diga mi nombre, que me detenga. Que se explique. Que


se disculpe.

No lo hace.

No es que importe de todos modos. No sé qué pensé que estaba


haciendo ahí atrás, tocándolo, dejándome quererlo. Dejándome caer
enamorada por él.

Qué idiota he sido.

Serie Hombres salvajes 1 141


Jo Raven Cavernícola

El trozo de papel en mi mano dice “Recuerda a quién dejaste tú


atrás”, el agujero dejado por el cuchillo que se usó para clavarlo a mi
puerta casi borrando la palabra “tú”.

Buen toque.

—¿Y dice que no tiene idea de quién está hablando esta persona?
—John Elba, el joven policía con el que hablé la última vez, dice por
teléfono—. ¿Esa gente que usted dejó atrás?

—Ni puta idea.

Esto está jugando con mi cabeza. Lo último que necesito con mi


estado de ánimo ahora mismo. ¿A quién carajo dejé atrás? Mis padres,
mi hermano. Estaban bien sin mí. No es como si hubiera dejado el país o
el planeta. Los visité. También ellos me visitaron a mí.

—Está bien —se queda callado por un momento, y creo que


escucho el chasquido de un teclado, pero podría ser el viento—. ¿Ninguna
entrada forzada, ninguna otra señal de presencia de esa persona en el
lugar?

Frunzo el ceño.

—¿Qué quiere decir… como vandalismo?

—Sí. O cualquier otra cosa que indique que ella o él intentaron


forzar la entrada a la casa, o a su coche, o dejaron algún otro mensaje en
alguna otra parte.

Serie Hombres salvajes 1 142


Jo Raven Cavernícola

—No noté nada.

—¿Lo ha comprobado?

—Diablos, sí, lo he comprobado.

—Cálmese, Hansen.

Me quito el teléfono de la cabeza, y lo sacudo.

Cuando lo devuelvo a mi oído, John dice:

—El oficial que enviamos no descubrió nada útil de sus vecinos.


Ninguna persona sospechosa vagando cerca de la casa, ninguna
actividad sospechosa en el área.

No jodas.

—Eso no significa mucho, por supuesto —continúa John—.


Alguien obviamente clavó esos mensajes a su puerta. Obtuvimos algunas
huellas dactilares parciales de este último cuchillo, pero nada
concluyente. Lo más probable es que nuestro perpetrador no esté en
nuestro sistema.

Sí, ya lo dijo antes.

—¿Y Ross Jones?

—¿El hijo del dueño del garaje del que nos habló?

—No —dije—. Cualquier otro Ross Jone al azar. ¿Qué le parece?

—Creo que usted tiene un gran temperamento, Hansen.

Sin estruendos. Tenía que reconocérselo a John. Era frío como la


mierda.

Serie Hombres salvajes 1 143


Jo Raven Cavernícola

Y él tiene razón sobre el temperamento. Pienso en cómo me


descarrilé con Octavia el otro día cuando me dijo que sabía lo de Emma
y me estremezco de dolor.

Me escucho a mí mismo diciéndole que se vaya.

Frotándome los ojos, miro a donde mis hijos están viendo los
dibujos animados en la televisión. Octavia se fue sin decir una palabra
cuando yo entré y no le dije nada sobre el mensaje.

Ella no preguntó. No me preguntó cómo estaba, ni siquiera me miró


mientras se despedía de los niños, recogía sus cosas y se iba.

No debería importarme un carajo.

No lo hace, ¿de acuerdo?

—Sr. Hansen. ¿Todavía está ahí? —John pregunta en mi oreja y yo


aprieto la mandíbula.

—Sí.

—Tal vez debería conseguir un sistema de seguridad para su casa.


Una cámara captaría a quién sea que esté haciendo esto, o al menos hará
que se lo piense dos veces antes de hacerlo de nuevo.

Esa era una idea. Me pregunto por qué no se me ocurrió.

—Lo haré.

—Bien. Ahora cuídese y asegúrese de cerrar la casa por la noche.

Gruño en acuerdo y termino la llamada.

Sistemas de seguridad. Cámaras.

Qué coño.

Serie Hombres salvajes 1 144


Jo Raven Cavernícola

O sacudir a Ross hasta que se le caigan los dientes y haga que deje
de acosar a mi familia.

*****

Ross no está en el garaje cuando llego al día siguiente, y


preguntando por ahí me entero de que hoy está de día libre.

Maldita sea.

Ya estoy de mal humor, porque Octavia no me dijo una sola palabra


esta mañana, y ¿qué tan patético es que yo hubiera estado esperando
escuchar su voz?

Jodidamente patético, así es como es.

Y tiene que parar, esta… necesidad. Justo ahora.

Pero en su lugar me pongo a trabajar en un viejo Honda Civic que


es tan bueno como la chatarra y hiervo en silencio. Ataco el motor
defectuoso como una venganza, revisándolo a fondo, arrancando cables
y leyendo los medidores.

Con demasiada fuerza, tal vez. Después de clavarme en la mano


por segunda vez con el destornillador, Evan me saca de debajo del coche
y me lleva directamente a la cafetera mientras maldigo por los codos.

Saca el botiquín de primeros auxilios de un rincón y me pega una


tirita en mi mano lacerada.

—Espero que tus vacunas contra el tétanos estén actualizadas.

—Que te jodan —refunfuño, doblando la mano y buscando en el


bolsillo por unas monedas sueltas para comprar un maldito café.

—Alguien está gruñón.

Serie Hombres salvajes 1 145


Jo Raven Cavernícola

—Ahora suenas como mi madre.

Él se ríe, apoyándose contra la máquina de café.

Y no tengo suficientes monedas. Hay que joderse.

Deja caer unas monedas en la ranura y sonríe.

—Aquí tienes.

—¿Por qué coños estás tan contento?

—Para cabrearte.

—Imbécil. —Pero sacudo la cabeza.

—Alguien más tiene ese título por aquí. Hablando de alguien… —


Se endereza y pierde la sonrisa—. ¿Por qué buscabas a Ross?

Tomando un sorbo de mi café hirviendo y amargo, discuto si


decírselo a Evan. Confío en él, tanto como puedes confiar en alguien que
sólo conoces desde hace un par de semanas.

—Hay algo que quiero preguntarle —le digo.

—¿No vas a golpearlo hasta dejarlo hecho puré? —pregunta Evan


con indiferencia.

Me obligo a quedarme completamente quieto.

—Depende. ¿Por qué?

—Ha estado lanzándote dagas con la mirada desde el otro día en


que te enfrentaste a él por Octavia. Y pensé que podría ser peor de lo
normal, ya que Octavia consiguió un novio.

Serie Hombres salvajes 1 146


Jo Raven Cavernícola

Por alguna razón, mi primer pensamiento es que él está hablando


de mí.

Entonces pienso. Jesucristo, Matt. ¿Estás jodidamente loco?

Y entonces lo que dijo me golpeó en el estómago.

—¿Qué novio? —pregunto, la palabra tiene una forma extraña en


mi boca.

—Ese chico joven. Su vecino, supongo. Adam algo o similar. A


menudo van juntos a tomar un helado por la noche.

Imágenes de Octavia con otro tipo se despliegan en mi cerebro,


reproduciéndose como en una película... sus brazos alrededor de ella, su
boca sobre ella, su cuerpo moviéndose entre sus piernas.

El rojo empaña mi visión.

Maldita mierda.

Tiro el vaso de plástico contra la pared donde deja una mancha


oscura, y vuelvo al garaje.

—Matt. Jesús. —Evan resopla, siguiéndome—. ¿Ahora qué?

—Cállate —le digo y vuelvo a tirar del motor del Honda hasta que
mis manos sangran y mi mente deja de retroceder como un animal
herido.

¿Y a mí qué me importa? ¿Por qué estoy tan enfadado? ¿Qué


diablos quiero?

Estoy tan malditamente cabreado que me lleva una eternidad


preguntarme por qué, si Ross está enfadado porque Octavia tenga novio,
pondría mensajes misteriosos en mi jodida puerta.

Serie Hombres salvajes 1 147


Jo Raven Cavernícola

*****

Después del trabajo, sé que debería dirigirme directamente a casa


para que Octavia pueda irse

Irse y ver a su maldito novio.

En lugar de eso, recorro la ciudad, dando vueltas en círculos,


tratando de eliminar algo de la estúpida ira y adrenalina que todavía corre
por mis venas.

Tratando de despejar mi mente y pensar.

Sí, no tiene sentido que Ross me persiga a mí.

Pero nunca se sabe cómo piensan los psicópatas. Y está el hecho


de que Octavia está en mi casa todos los días. Que me enfrenté a él,
diciéndole que ella trabaja para mí. Que ella es mía.

No, nunca dije eso último. Mierda. Y no hay duda de la oleada de


placer cuando las palabras se hacen eco en mi mente.

Mía.

Ella no es mía.

De vuelta a Ross. Él tiene acceso a la información básica sobre mí.


Sabe que Octavia trabaja para mí. Obviamente está interesado en ella de
alguna retorcida manera y pensó este extraño plan para asustarla.

¿O asustarme a mí para que la despida?

¿Muy inverosímil? ¿Dónde está la conexión con Octavia en sus


mensajes? ¿Cómo se suponía que iba a averiguar eso?

Pero nadie dijo que él fuera la bombilla más brillante de la caja.

Serie Hombres salvajes 1 148


Jo Raven Cavernícola

¿Pero por qué no iría detrás de su novio en lugar de mí? A menos


que lo haya hecho, y yo no lo sepa.

No estoy llegando a nada así. Por lo que me dirijo a casa después


de todo, y aparco fuera, mi mirada instantáneamente yendo a la puerta,
comprobando si hay otro mensaje.

Lo hay.

Salgo del coche como si estuviera en trance, tambaleándome por el


camino hacia la casa.

Dice: “¿Me buscabas?”

Hijo de perra.

Lo arranco de mi puerta, sin importarme si lo rompo en pedazos.

Ross es hombre muerto.

*****

—Llegas tarde —grita Mary y tira su muñeca a través de la sala de


estar golpeándome en una pierna.

Buena puntería.

—Estaba preocupada —dice Octavia, manteniendo su mirada en


Cole que está ocupado con un libro para colorear.

No me mira a mí.

—Está bien. —Recojo la muñeca y camino hacia el sofá donde están


sentados—. Yo también tiro cosas cuando estoy enojado.

Mary toma la muñeca cuando se la devuelvo, pero luego se aleja de


mí.

Serie Hombres salvajes 1 149


Jo Raven Cavernícola

Increíble. Ahora todos me están ignorando.

—Debería irme a casa —dice Octavia, dejando caer un beso en el


pelo de Cole. Él levanta la vista, la mira y le sonríe, y duele verlo feliz.

Duele en el buen sentido.

—Volverás mañana, ¿verdad? —pregunta Mary.

—Por supuesto que lo haré. —Revuelve el cabello de mi hija—.


Ahora sé buena y tómate tu cena.

—¡Quédate! —dice Mary, y es mi turno de ponerme tenso.

Se están encariñando. Esto podría terminar mal, porque Octavia


no estará siempre aquí.

Nadie se queda para siempre.

—No puedo, nena. —Octavia abraza a Mary y se levanta—. Tengo


que ir a casa.

Se pone su abrigo, toma su bolso y camina rápidamente hacia la


puerta, probablemente previendo un ataque de llanto aproximándose.

Me levanto de un salto, siguiéndola.

—¿Corriendo a casa con tu novio? —pregunto, cruzando mis


brazos sobre mi pecho.

Sus ojos se abren de par en par.

—Eso no es asunto tuyo.

Pero ella no lo niega, sin embargo.

—Es mi maldito asunto, si afecta a mi familia.

Serie Hombres salvajes 1 150


Jo Raven Cavernícola

Esta vez ella me mira incrédula.

—¿Cómo afectaría eso a tu familia?

—Dímelo tú. Tal vez Ross esté celoso de cualquier hombre que esté
cerca de ti.

Su cara palidece y agarra la manija de la puerta.

—Tengo que irme.

—Sí, vete con tu chico de juguete.

—¿Qué diablos te pasa? —sisea—. No actúas de esa manera con


todos. ¿Por qué siempre eres tan malo conmigo?

El shock me golpea. Las lágrimas brillan en sus ojos, y cuando abro


la boca para hablar, no encuentro las palabras.

Qué carajo… Tiene razón. Soy un maldito imbécil con ella, todo el
maldito tiempo.

Abriendo la puerta de par en par, se apresura a salir y bajar los


escalones, adentrándose en la noche. La observo hasta que la oscuridad
se la traga, preguntándome si debería haberla acompañado hasta la
parada del autobús, o si debería haberme ofrecido llevarla.

Preguntándome por qué nunca lo he hecho.

Por qué la trato así. Por qué la deseo tanto.

Horas más tarde, acostado en mí cama, mirando al techo como


todas las noches, todavía no tengo ninguna explicación.

Serie Hombres salvajes 1 151


Jo Raven Cavernícola

—Oye, tú. —Adam empuja la valla donde está recostado, como


siempre, y me sonríe.

Se ve bien, sus rizos marrones alborotados, su mirada brillante.


Lleva una camisa caqui que resalta el verde de sus ojos.

Algo dentro de mí se relaja cuando lo veo. Las implicaciones de lo


que Matt me dijo me habían asustado. Ross no se volvería loco así,
¿verdad? ¿Ir por ahí amenazando a cualquier chico que salga conmigo?

Es cierto que le gustaba especialmente intimidarme en la escuela,


incluso más que a otro compañero promedio, pero eso no significaba
nada…

¿Lo hace?

Tomo la mano de Adam, y él mira hacia abajo, hacia donde


nuestros dedos están enredados.

—Me extrañaste, ¿eh?

Las palabras de Matt resuenan en mi cabeza. “Vete a casa con tu


niño juguete”.

Frunzo el ceño.

—¿Qué está mal, Tati?

—Nada está mal. Quiero decir… Mira, esto puede sonar raro, pero
no has recibido últimamente ningún mensaje amenazante, ¿verdad?

Serie Hombres salvajes 1 152


Jo Raven Cavernícola

Parpadea con esos ojos verde botella.

—Tati…

—¿Qué? —Estoy molesta, y ni siquiera estoy segura de por qué. Es


una pregunta extraña, que viene de la nada, y ahora me siento como una
idiota por preguntar.

Pero luego suspira.

—Es curioso que lo menciones —dice, su mirada nublada—. Recibí


un mensaje. Pensé que era una broma.

—Dios mío, no estás hablando en serio. —Pero su sonrisa se había


desvanecido—. Lo estás. ¿Qué decía el mensaje? ¿Dónde lo encontraste?

Mi corazón está martilleando. Creo que podría hiperventilar.

Tira de mi mano, pareciendo preocupado.

—Ven y siéntate conmigo. No fue tan malo, Tati.

Me resisto a su tirón, luego me rindo y dejo que me lleve al banco


que hay fuera de mi casa. Miro a la ventana de la cocina, luego a la de
arriba, por si Gigi está mirando.

Parece que no hay nadie.

Relajándome un poco, me recuesto y saco mi mano de la suya.


Estúpido, lo sé. Fui la que tomó su mano en primer lugar.

Me limpio los dedos discretamente en los pantalones.

Él resopla como si yo hubiera hecho algo gracioso, luego se


recuesta hacia atrás también, mirando al cielo.

Serie Hombres salvajes 1 153


Jo Raven Cavernícola

—Como dije, no era nada tan malo. Encontré un pedazo de papel


pegado a mi puerta esta mañana. Decía: “¿Con quién estuviste anoche?”

Oh Dios, suena como los mensajes que Matt recibió.

—Como… —Trago saliva, mi garganta seca—. ¿Cómo estaba


pegado a tu puerta?

—Con cinta adhesiva. ¿Por qué?

—Por nada.

—Tati… ¿Por qué me preguntas eso? ¿Qué ha pasado? ¿Alguien te


amenazó? —Me mira con seriedad, y me ablando, incapaz de recordar o
entender por qué estaba molesta antes.

—No, no a mí. —Aspiro profundamente—. Alguien ha estado


pegando mensajes raros en la puerta de Matt Hansen.

—¿Matt Hansen? ¿El tipo cuyos hijos cuidas?

—Ese mismo.

—No creerás que fui yo, ¿verdad? —Me lanza una sonrisa tímida—
. El otro día cuando me preguntaste por qué estaba interesado en Matt
Hansen…

Se me escapa una risita.

—Oh, Dios, no.

—Bien. —Su sonrisa se ensancha—. Porque podría haber estado


un poco celoso de que pasara tiempo contigo al principio, porque estás
mucho más en su casa, pero ahora… —Mueve las cejas—. Ya no lo estoy.

Me río a carcajadas.

Serie Hombres salvajes 1 154


Jo Raven Cavernícola

—Estás loco.

—Por ti.

Mi risa se desvanece.

—Entonces… ¿con quién estuviste anoche?

—¿Qué?

—El mensaje de tu puerta.

Se aleja de mí, apretando la boca.

—Te lo dije. Estaba visitando a mí hermana.

Él dijo eso. Juego con el dobladillo de mi camisa, tratando de


identificar la fuente de mi malestar.

—Creo que me acostaré temprano esta noche. —Me oigo decir—.


Siento que estoy pillando algo.

Me sorprende saber que realmente lo digo en serio. Acerca de


querer acostarme temprano, al menos.

—¿No hay helado? —Su cara cae, y la culpa se apodera de mí.

Pero no es suficiente para hacerme cambiar de opinión.

—Esta noche no. —Me levanto, un poco inestable—. Y tienes razón


sobre los mensajes. Probablemente sean una broma.

Me doy la vuelta para irme, cuando él dice:

—¿No hay beso de buenas noches?

Serie Hombres salvajes 1 155


Jo Raven Cavernícola

Se me revuelve el estómago de una manera extraña. ¿Emoción? No


estoy segura de lo que es, pero sacudo la cabeza.

—Buenas noches, Adam.

Mientras camino a casa y subo las escaleras a mi habitación, me


doy cuenta de lo que me está molestando.

Sigue llamándome Tati, y se siente… demasiado familiar. ¿Le dije


que me llamara así? Francamente, no lo recuerdo.

Pero incluso cuando mi mente racional me dice que no es gran


cosa, todavía no me gusta.

*****

A la mañana siguiente, la casa de los Hansen está en estado de


emergencia, y no por un nuevo mensaje misterioso.

—Ella no deja de llorar —me dice Matt en la puerta, pareciendo


agotado y despeinado, con una camisa negra aferrándose distraídamente
a su musculoso pecho y hombros, su pelo oscuro cayendo sobre sus
ojos—. Oh, mierda.

Efectivamente, un gemido llega a mis oídos, y luego Cole llora.

—¿Él también está llorando?

—Claro que sí. —Se apresura a subir por las escaleras, luego se
detiene en la parte superior, inclinándose.

—Matt. —Se ve terriblemente pálido. Estoy dividida entre tocarlo,


agarrarlo porque parece que está a punto de caerse, y alejarme de él.

El buen sentido prevalece, y mantengo mis manos quietas. No voy


a bajar la guardia a su alrededor nunca más.

Serie Hombres salvajes 1 156


Jo Raven Cavernícola

Sacude la cabeza como un perro y se endereza, continuando hacia


la fuente del ruido.

—¿Está enferma? —Se ha detenido en la puerta y frunzo el ceño al


entrar en la habitación, dirigiéndome a la cama de Mary—. Hola, nena,
¿qué pasa?

Llora sobre algo ininteligible y se arroja en mis brazos. Consigo las


palabras “sueño” y “mami” y mi corazón se aprieta en mi pecho.

—No está enferma. Lo he comprobado. —Frunce el ceño—. No


quería que yo la abrazara.

—Shhh. —Le acaricio el sedoso pelo a la niña, y luego le hago señas


a Cole para que se una a nosotras, y él se levanta de su cama y viene a
abrazarse—. Todo está bien. Sólo fue un mal sueño.

Matt sigue de pie en la puerta, ese dolor familiar en sus ojos, un


dolor como una herida sangrante.

Tengo que mirar hacia otro lado, sin confiar en mí misma.

Con una última y larga mirada hacia nosotros acurrucados en la


cama de Mary, se da la vuelta y se va. Oigo sus pasos dirigiéndose hacia
su habitación.

No iré tras él.

No otra vez.

Ha sido frío conmigo, y sé que lo presioné cuando dije que sabía de


la muerte de su esposa. Lo dije demasiado pronto. Lo hice sonar como si
hubiera estado cotilleando a sus espaldas, haciendo preguntas.

Lo cual hice, pero pensé… pensé que era para ayudarlo, ya que él
no se abría, no me hablaba.

Serie Hombres salvajes 1 157


Jo Raven Cavernícola

Eso fue estúpido de mi parte. Debería haber esperado. De hecho,


no, no debería haberme importado. Es solo mi jefe, y yo estuve rogando
por este trabajo. Amo a sus hijos. Están volviéndose importantes para
mí, con su dolor silencioso y su necesidad de afecto. Quiero ocuparme de
ellos.

Por mí misma. Por ellos. No sólo porque él me lo pidió, no sólo


porque me está pagando.

Por él.

Lo sé. He caído demasiado profundo, me estoy quedando sin aire,


y parece que no puedo encontrar la superficie.

*****

Dejo a los niños jugando con un juego de Lego, con las piernas
cruzadas sobre la alfombra, todavía con hipo, pensando que necesitan
unos minutos para tranquilizarse… y durante ese tiempo puedo verificar
si tengo los ingredientes para hacer tortitas.

Quiero mimarlos, ya que despertarse fue tan traumático hoy.

Las tablas del suelo crujen bajo mis pies mientras me dirijo hacia
las escaleras. Me pregunto dónde está Matt, y luego lo sé.

Esperaba que se hubiera ido cuando salí del dormitorio de los


niños, pero puedo oírlo en la ducha.

Maldiciendo en silencio, me dirijo hacia las escaleras, pero antes


de dar dos pasos, el agua se cierra y la puerta del baño se abre.

Estoy atrapada como un ciervo ante unos faros cuando Matt


emerge en una nube de vapor ondulante, vestido con una pequeña toalla

Serie Hombres salvajes 1 158


Jo Raven Cavernícola

que cuelga alrededor de sus estrechas caderas. Se está secando el pelo


con otra toalla mientras lo miro, ligeramente aturdida.

Porque el hombre está tallado. Cincelado. Mucho más musculoso


de lo que pensaba, a pesar de los destellos que capté al verlo con sus
descoloridas camisetas durante días y semanas.

Y la tinta que noté en su brazo continúa alrededor de su torso.

Alambre de púas, envolviéndose a su alrededor en un agarre de


muerte.

Abro la boca para decir algo, Guau es la palabra que me viene a la


mente, así como Santa Mierda... cuando se da cuenta de mí y se
sorprende.

Baja la toalla de su cabeza, su pelo oscuro sobresaliendo en todas


las direcciones, y maldita sea si no es lindo además de ser sexy.

Tiene casi treinta años, doce más que yo. Es un imbécil


meditabundo, y grosero que realmente no me quiere en su casa. Es un
barbudo y tatuado y, a pesar de ser un padre para los niños que juegan
al lado, cada centímetro de él grita chico malo.

Entonces, ¿qué dice de mi que no me guste que Adam me bese,


pero que me pregunte cómo sería la boca de Matt?

Como si escuchara mis pensamientos, se lame los labios, su


mirada cayendo a mi escote, y sus ojos se oscurecen, las pupilas se
dilatan.

Si no lo supiera, pensaría que me desea. Ese pecho poderoso está


subiendo y bajando rápidamente, y luego veo el bulto inconfundible en la
parte delantera de la toalla y trago fuerte.

Serie Hombres salvajes 1 159


Jo Raven Cavernícola

Jesús. Está duro, y un latido de respuesta comienza entre mis


piernas. Mi sangre late caliente bajo mi piel. Mi cara arde.

No puedo moverme del lugar. No podría incluso si mi vida


dependiera de ello. No puedo dejar de mirarlo, por la forma en que sus
bíceps se flexionan mientras aprieta la toalla en un puño poderoso, en su
estómago plano, en sus pectorales cincelados, sus tatuajes, su boca, sus
ojos ardientes, y luego mi mirada vuelva a deslizarse, volviendo a la tienda
de campaña en la parte delantera de la toalla.

Dios mío, ¿cómo de grande es su pene, y por qué me siento tan


caliente como si estuviera a punto de entrar en auto-combustión?

—Tay… —Su voz es ronca, y trago un gemido ante el sonido de la


misma, su voz tan tensa por la excitación, envuelto alrededor de su
diminutivo para mí.

Me gusta. Tati me hace sentir como una niña pequeña. Tay me hace
sentir como la mujer que un hombre como Matt notaría.

Dejando caer la toalla de su mano, da dos pasos, sujetándome


contra la barandilla de la escalera. Me toca la cara, mirándome, y su
dureza presiona contra mi estómago.

Huele a jabón y excitación, un aroma oscuro y picante que absorbo


profundamente en mis pulmones.

¿Qué está sucediendo? Mi cuerpo está ardiendo. Me duele la piel,


rogando por su toque. Su gran mano callosa en mi cara no es suficiente.
Ni de lejos. La necesito en otra parte.

En todas partes.

Serie Hombres salvajes 1 160


Jo Raven Cavernícola

Levanto una mano para tomar una gota que se desliza por su
pecho, que se detiene en el tatuaje, sobre la suavidad de su piel caliente,
la sensación del sólido músculo debajo.

Toma un aliento tembloroso, su polla hinchándose todavía más,


presionándome a través de las capas de tela, haciéndome jadear.

—Joder —susurra—, joder, chica.

Se muele contra mí, su mano se desliza por la parte posterior de


mi cabeza, sus dedos enredándose en mi cabello, las hebras
enganchándose en sus callos, tirando. La ligera picadura me hace jadear
otra vez, hace que mis pezones se endurezcan, se tensen contra el encaje
de mi sujetador.

El calor se despliega entre mis piernas, dentro de mí. Oh, Dios, creo
que empapé las bragas.

¿Me va a besar? Su boca es hermosa, sus labios carnosos se abren


mientras jadea.

No lo hace. Su cabeza se sacude en alerta, aunque no puedo oír


nada por el sonido de mi áspera respiración.

Luego retrocede, liberándome.

—Deberías correr hacia tu pequeño novio —dice sarcásticamente,


y se aleja. Entra en su dormitorio y da un portazo por detrás de él,
dejándome conmocionada, dolorida y confundida.

¿Qué es lo que acaba de pasar?

Serie Hombres salvajes 1 161


Jo Raven Cavernícola

Cristo, ¿en qué estaba pensando?

Maldito infierno. Hoy ha sido demasiado para mi control y solo son


las ocho de la mañana.

Otra noche sin dormir llena de pesadillas.

Otra mañana de desesperación.

Mary gritando y llorando.

El suave llanto de Cole.

Y luego Octavia, apaciguando el ruido de la casa, en mi cabeza.


Calmando a los niños, amándolos.

Solo… estando aquí, en la jodida casa, toda bonita, brillante y sexy,


excitándome como si no tuviera nada que hacer alrededor de ella.

Mirándome mientras salía de la ducha, su labio inferior atrapado


entre sus dientes blancos, sus tetas subiendo y bajando, sus mejillas
sonrojadas.

Tan malditamente caliente. Excitada. Cuando la inmovilicé contra


mí, pensé que me dejaría hacerle todo lo que quisiera, tocarla, besarla,
follarla.

Estoy fuera de mi puta mente. Ella no quiere eso.

Serie Hombres salvajes 1 162


Jo Raven Cavernícola

Es demasiado joven. Demasiado inocente. La tomé por sorpresa,


pero no es a mí a quien desea. Tiene un novio, por el amor de Dios. Un
chico de su edad, apuesto, un buen chico, que mirará las estrellas con
ella y le prometerá cosas bonitas.

No alguien que quiera follarla hasta atravesar la pared como yo.


Tirarla al suelo y bombear contra ella, rasgar su ropa y tomarla fuerte y
rápido, llenándola con mi semen.

Jodido infierno.

Mi polla está dura y pesada, una barra de hierro entre mis piernas.
Dejando caer la toalla, la agarro y la aprieto, gimiendo entre dientes.

¿Qué está haciendo ella conmigo, maldita sea? Después de que


Emma falleció, pensé que nunca me volvería a poner duro por ninguna
otra mujer, jamás. Pero mi cuerpo no recibió el memorándum. Lo desea.
Lo necesita.

Y Octavia está en casa todos los días, bonita y dulce. Es


jodidamente natural que a mi polla le guste.

Que a mí me guste, pero elimino esa línea de pensamiento de


inmediato.

No lo hagas, Matt. Simplemente no lo hagas.

Pero no puedo evitar la necesidad que me está persiguiendo. La he


reprimido durante demasiado tiempo, y mi mano se mueve por propia
voluntad, apretando y acariciando hasta que sé que estoy a punto de
correrme.

Apoyo mi mano sobre la puerta cerrada, trabajando mi pene con la


otra. Imaginando a ella al otro lado, sus piernas abiertas, su dulce coño
expuesto, la cabeza echada hacia atrás mientras se toca sí misma.

Serie Hombres salvajes 1 163


Jo Raven Cavernícola

Deslizando esos delgados dedos sobre su clítoris, dentro de su abertura,


extendiéndose más.

Se está follando con los dedos.

Oh, mierda… Vagamente sé que debería vestirme, que debería ir a


ver a mis hijos, hablar con ellos, y asegurarme de que están bien, pero
mi cuerpo es un dolor palpitante de deseo.

Soy un hombre, no solo un padre. Soy humano, incluso si no me


apetece la mayor parte del tiempo.

Y estoy tan perdido en la sensación en este momento que no podría


parar ni aunque mi vida dependiera de ello.

Esto no tomará mucho tiempo de todos modos. Tengo las pelotas


apretadas, la polla se estremece en mi mano, el estómago tenso. Estoy
inclinado, empujando en mi puño, gruñendo con cada bombeo de mis
caderas, imaginando su rostro extático mientras se corre, cubriendo sus
dedos con su liberación, sus piernas temblando, sus gemidos resonando
en mis oídos…

Y eyaculo con fuerza sobre todo mi pecho y la puerta del armario,


gimiendo impotente, el mundo a mi alrededor volviéndose confuso y
distante.

Sí, estoy bien jodido, y eso es un hecho.

*****

Así como quiso mi suerte, Octavia todavía está allí cuando me dirijo
al piso de abajo, Cole en mi brazo y Mary sosteniendo mi mano.

Joder, gracias a Dios que estoy muy cabreado, o mi polla volvería


a estar atenta en el momento en que la viera.

Serie Hombres salvajes 1 164


Jo Raven Cavernícola

¿Qué tan rápido puede tu cuerpo o tu mente reaccionar a una


mujer instantáneamente? Se me levantó la primera vez que la vi, pero
ahora todo lo que necesito es saber que está por ahí, oler su aroma, o
fijarme en ella cuando entro en una habitación, y boom, mi polla se vuelve
de acero de cero a doscientos en un segundo.

Maldición.

Acomodo a los niños en la mesa, y ella cocina… ¿tortitas?

Mary aplaude, y Cole sonríe con los dientes mientras unta las
tortitas con lo que parece mermelada.

Octavia me mira, sonriendo, y yo digo:

—¿Cómo?

Ella se encoge de hombros.

—No es gran cosa.

Su sonrisa se desvanece. Su cara se vuelve ilegible.

Me froto la frente, persiguiendo el dolor de cabeza que golpea en mi


cráneo. Me lo merezco. Peor que eso, aunque su fría cortesía es una
puñalada en mi pecho.

—Tengo esto controlado —dice, sin mirarme—. Puedes irte ahora.

La miro fijamente. Mis hijos están comiendo tranquilamente sus


tortitas. Mary se ríe de algo que Cole está haciendo. Cole sonríe, su boca
llena de tortita y mermelada. Se ven casi… felices. Nada como el lío
sollozante de hace media hora.

Cole toma a Octavia, y ella toma su pequeña mano, sonriéndole.

Serie Hombres salvajes 1 165


Jo Raven Cavernícola

Ella tiene esto. Sigo olvidando que no es realmente una niña, sin
importar nuestra diferencia de edad. Es una mujer. Bonita, capaz,
inteligente. Sexy.

Demonios, a su edad Emma ya había tenido algunos novios, y


tuvimos relaciones sexuales en nuestra segunda cita.

Y Jesús, ¿por qué estoy pensando en esto ahora?

Haciendo un gesto con la cabeza a Octavia, me doy la vuelta para


irme. Me apoyo en el marco de la puerta por un largo segundo, golpeado
por una ola de mareos, tan cansado, y luego continúo hacia la sala de
estar para recoger mi abrigo y mis llaves.

—Matt.

Me detengo. Mirándola por encima de mi hombro. Espero.

—Tienes que hablar con ellos —dice, y ahí está, la rebelde elevación
de su barbilla que casi me hace sonreír—. Háblales. Promételes que
estarás aquí para ellos.

—Lo prometí. —Le digo, dándome la vuelta para enfrentarla. Esto


no es de lo que pensé que querría hablar conmigo.

El momento que tuvimos en la parte de arriba de las escaleras


vuelve a representarse ante mis ojos.

—No por mí. No por tu esposa. —Se acerca a mí—. Por ellos. Dilo
hasta que te escuchen. Hasta que lo crean.

—¿Creer qué?

—Que su muerte no es culpa suya. Que la distancia que mantienes,


lo frío que eres con ellos, no es su culpa. Que todavía los amas.

Serie Hombres salvajes 1 166


Jo Raven Cavernícola

Me congelo.

—Yo no soy… —Distante. Frío.

Joder.

—Sí, lo eres. Y lo entiendo, de verdad. Tienes tus propias pesadillas.


Deberías visitar a un terapeuta, de hecho, pero no es culpa de tus hijos
y ellos no deberían pensar que lo es.

Golpeado por otra ola de frío, sintiendo como si me hubieran dado


un puñetazo en el estómago, lucho por recuperar el aliento.

—¿Estás hablando en serio ahora mismo?

—Sí. Sí, lo estoy. —¿Sus ojos azules brillan con ira o tristeza? Pero
tal vez soy yo viendo cosas.

Me lamo los labios secos.

—No sabes…

—No estoy segura de que esto vaya a funcionar. —Me interrumpe—


. Yo trabajando para ti.

Extiendo una mano, golpeándola contra la pared para


estabilizarme.

—¿Qué demonios? —Persigo mis pensamientos—. Pensé que


necesitabas un trabajo.

—Ya se me ocurrirá algo más.

Me entra calor en el pecho. Doy un paso hacia ella, mis manos en


puños.

—No vas a volver al garaje a pedirle un trabajo al jodido Jasper.

Serie Hombres salvajes 1 167


Jo Raven Cavernícola

—Para.

Me detengo, mi sangre hirviendo ante la idea de que Jasper la


insultara, Ross la tocara. Y entonces me doy cuenta que tiene lágrimas
en sus ojos.

—Por favor…

—No. —Sacude la cabeza—. Tienes los mejores hijos. Y los amo


totalmente. Pero ya no puedo hacer esto contigo. —Camina a mi alrededor
y coge su ligero abrigo.

Me doy cuenta, horrorizado, que está a punto de irse.

—Octavia. —Lucho por calmarme—. Espera.

—Para que conste —dice, su voz tensa—, Adam no es mi novio,


aunque recibió un mensaje extraño, como tú los recibiste. No tengo novio,
y si Ross se ha vuelto loco y os está amenazando a los dos, entonces es
mejor para ti, mejor para tus hijos, si renuncio ahora.

Jesucristo.

—Octavia. —Me paso las manos por el pelo—. Mira… lo siento.

Se está abotonando el abrigo. Sus dedos se calman.

—No te vayas —le digo—. Los niños te necesitan. Yo… —Cierro los
ojos, exhausto—. Me esforzaré más. Con ellos. Contigo, Tay. Juro que lo
intentaré.

No se mueve. No habla durante tanto tiempo, que estoy seguro de


que lo arruiné. No logré convencerla de que cambiara de opinión.

Para que me de otra oportunidad.

Serie Hombres salvajes 1 168


Jo Raven Cavernícola

Ni siquiera estoy seguro de lo que estoy prometiendo. ¿Hablar con


los niños? ¿Ser más cortés con ella? ¿No desearla? ¿No tocarla?

Por fin se vuelve para mirarme a la cara.

—Vendrás a desayunar con nosotros —dice, y yo frunzo el ceño—.


Y a cenar. Jugarás con tus hijos. Y me hablarás de Emma.

¿Lo dice en serio?

—Mira…

—Ese es el trato. —Su mirada directa, decidida—. Y si no es


suficiente, irás a ver a un terapeuta.

Dios, lo dice en serio.

Y no tengo elección. No puedo dejarla ir. No puedo… no puedo


pensar en nada, excepto en que si se va, me hundiré en un lugar tan
profundo y oscuro que nunca encontraré la salida, y no me preocupo por
mí mismo, pero, ¿qué pasaría con mis hijos?

—De acuerdo —digo roncamente, mi cabeza flotando—. Trato


hecho.

Asiente una vez, sosteniendo mi mirada, como buscando una


confirmación diferente.

Luego se quita el abrigo, lo cuelga nuevamente en el gancho y se


mete un mechón de pelo oscuro detrás de la oreja. Un pequeño pendiente
dorado brilla allí.

—Que tengas un buen día, Matt.

Y espera.

Serie Hombres salvajes 1 169


Jo Raven Cavernícola

Como si esperara algo.

Ha estado diciendo este tipo de cosas todas las mañanas, mientras


yo salía a trabajar. Que tengas un buen día, Matt. Adiós, Mat. Cuídate.

—Cuídate —digo lentamente, y veo cómo sus hombros se relajan,


su mirada suavizándose.

Vuelve a asentir y sonríe.

Serie Hombres salvajes 1 170


Jo Raven Cavernícola

Los niños están mayormente tranquilos por el día. Cansados,


supongo, de una mala noche y una mañana explosiva. Cole comienza a
lloriquear y ponerse de mal humor a medida que avanza la tarde. Mary
se las arregla para romper un plato lleno de galletas y luego llora un poco,
pero después de abrazarla un poco vuelve a tranquilizarse.

Pobres chicos. Mary me dice que extraña a su abuela y hago una


nota mental para pedirle a Matt que la llame. No estaba en las
estipulaciones de nuestro trato, pero lo inventé sobre la marcha, y no
tuve tiempo de pensar en nada mejor.

Me siento en la alfombra, recostándome contra el sofá con un libro


de cuentos de hadas y reúno a los niños cerca de mí para leerles sus
cuentos favoritos. A Cole le gusta Jack y las habichuelas mágicas, Mary
prefiere La Bella Durmiente, porque la chica de las ilustraciones se parece
a ella.

Les leo y pienso en Matt. De mis condiciones y su expresión cuando


se dio cuenta de que yo estaba hablando en serio.

¿Se dio cuenta de que esto es tanto sobre sus hijos como para él?
Creo que no me he dado cuenta de lo inestable que ha estado en los
últimos días, no comiendo nada sólido, sin dormir. En su línea de trabajo,
eso podría ser peligroso, y no importa lo que siga diciéndome que debería
hacer, no puedo evitarlo.

Me preocupo por él.

Serie Hombres salvajes 1 171


Jo Raven Cavernícola

Aunque estoy desconcertada con las señales contradictorias que


me sigue enviando. Esta rutina de frío y calor es confusa como el infierno.
Estaba claro que me deseaba esta mañana cuando me tocó, cuando sentí
lo duro que estaba.

Y yo también lo deseo, pero eso está fuera de discusión. Tener


lujuria por él es un error. Trabajo para él, por el amor de Dios, y
probablemente él ya esté lamentando todo lo que sucedió hoy.

Me pregunto cuánto tiempo hace que murió su esposa. Cole tiene


tres años, así que no puede ser mucho más que eso. Me pregunto si ella
atormenta sus sueños.

—¡Tati! ¡Lee! —Cole empuja el libro en mis manos, y vuelve a


acostarse, abrazando a su peluche favorito a su lado. Es un conejito azul
descolorido, que le falta una oreja, llamado Hook.

—Ya leímos ese —se queja Mary.

—¡Lee! —insiste Cole.

No importa, de todos modos. No puedo acostarme con Matt,


aunque él lo quiera. Incluso si ambos lo queremos. ¿Cómo podría cuidar
a sus hijos después? ¿Cómo podría mirarme al espejo?

Qué jodidamente incómodo. Y embarazoso. Aunque no puedo dejar


de pensar en ello, en cómo sería pasar mis manos sobre su cuerpo
desnudo, sentir cada cresta y plano de ese pecho cincelado, recorrer un
camino hasta su…

La llave gira en la cerradura, y jadeo. Escondo mi cara ruborizada


detrás del libro mientras la puerta se abre.

Es inútil fantasear con el cuerpo desnudo de Matt Hansen. Por


ahora, tengo las manos ocupadas. Tengo que enseñarle a ser un ser

Serie Hombres salvajes 1 172


Jo Raven Cavernícola

humano otra vez. Uno pensaría que había crecido con animales en la
jungla. Salvaje.

Quizás no siempre fue así. Es como si hubiera olvidado cómo


interactuar con otros humanos.

La sensación me golpea de nuevo cuando entra, anchos hombros


encorvados, pelo cayendo sobre sus ojos, barba oscura que oculta el resto
de su cara, esa sensación de que una bestia salvaje ha entrado en la
casa… peligrosa, enojada. Confundida y perdida.

Un escalofrío me destroza.

¿En qué me he metido?

Los niños también dejan de hablar y miran, mientras cuelga las


llaves del gancho, los poderosos músculos que se mueven en su espalda
bajo la delgada camiseta manchada de aceite. Mi mirada cae sobre su
culo, apretado en sus vaqueros suaves, y trago con fuerza.

Dios, ese es un culo apretado y espectacular.

Otra ola de calor me inunda. Aparto mi mirada de su trasero


mientras se da la vuelta y se quita esa caída de pelo oscuro de sus ojos.

Se queda parado allí, fijándose en nosotros, y el dolor familiar


atraviesa sus ojos. Son tan expresivos cuando baja los muros, aunque
solo sea por un momento. Tan hermoso.

Sacudiéndome, cierro el libro.

—Hora de cenar —digo.

Parpadea, palideciendo un poco, y me pregunto si es porque se


saltó el almuerzo, o si está recordando a otra mujer diciéndole estas
palabras.

Serie Hombres salvajes 1 173


Jo Raven Cavernícola

¿Cómo puedo competir con un fantasma?

¿Y quién dice que lo estás? Me regaño mientras recojo a Cole y


remolco a Mary conmigo, dirigiéndome a la cocina, manteniendo mi
mirada fuera de este hombre-oso herido y sexy que se ha metido bajo mi
piel sin siquiera intentarlo.

¿Cómo de patético es eso? Él es fascinante. Es irritante, pero


también cautivador.

Un tipo que ha sido rudo y grosero a cada paso del camino, que
arremete en lugar de hablar de las cosas, que ha convertido su dolor y
pena en un cuchillo y golpea con él a cualquiera que se acerque
demasiado.

Un tipo que no recuerda como abrirse. Como abrazar a sus hijos.


Como controlar su fuerza, o sus palabras.

Un tipo que se ve adorablemente confundido y asustado mientras


espero a que se siente a la mesa de la cocina y luego deposito a Cole en
su regazo.

—Ten. —Pongo el plato de Cole delante de ellos—. Ayúdale a comer.

Cole mira la cara barbuda de su padre, los ojos girando, la boca


temblorosa, y me obligo a sentarme frente a ellos, al lado de Mary.

La cara de su padre no está mucho mejor. Sus cejas están juntas.


Mira del niño que está en sus rodillas al plato de plástico con el tenedor
para niños en la mesa.

—Mierda —murmura, cerrando los ojos brevemente, y lamento


obligarlo a hacer esto antes de que hubiera comido algo.

Serie Hombres salvajes 1 174


Jo Raven Cavernícola

—Espero que te guste —le digo en voz baja, y coloco una servilleta
sobre el vestido de Mary. Le sonrió a ella—. A ti te gustan mis macarrones
con queso, ¿verdad?

Mary asiente, su boca ya está llena.

—Son diferentes a los que hace la abuela, pero me gustan.

—Les puse brócoli —le digo a Matt.

Él se atraganta. Comienza a toser, un rubor subiendo a sus


pómulos.

Cole se ríe, apuñalando un macarrón con su tenedor, haciendo un


desastre.

Mary se ríe.

Matt se limpia los ojos, con una sola mano, mira a su hijo y su
mirada se suaviza de nuevo. Su boca se extiende en una débil y reacia
sonrisa cuando Cole suelta otra carcajada y golpea su tenedor en el plato.

Mary extiende la mano sobre la mesa y tira del plato. Cole lo agarra,
lo arrastra de vuelta. Mary ríe, con los ojos fijos en su padre, como si se
temiera que él se enojara.

Matt pone su gran mano sobre la pequeña de Cole y guía el tenedor


hacia el plato. Cole vuelve a callarse, mira a su padre.

Luego, abajo al plato.

Sonríe, mostrando todos sus pequeños dientecitos.

Matt frunce el ceño mientras ayuda a Cole a coger algunos


macarrones y luego lo suelta, dejando que su hijo suba el tenedor para
comer. Ahora hay un destello de algo nuevo en su mirada.

Serie Hombres salvajes 1 175


Jo Raven Cavernícola

Algo así como asombro.

Y alegría.

Ayyy Dios. Imaginar a Matt reconectándose con sus hijos y verlo


son dos cosas diferentes. Mi corazón se está derritiendo cuando veo lo
que sucede ante mis ojos. Es tan lindo, tan conmovedor. Nadie podría
permanecer impasible, sin importar qué más haya pasado entre nosotros.

Si yo no sintiera nada, tendría un corazón de piedra.

*****

—¿Cómo estuvo tu día? —pregunto más tarde, con los niños


instalados en la sala viendo dibujos animados en la televisión.

Debería dirigirme a casa, pero estoy extrañamente reacia a irme.


Después de todo, si él tiene que hablar conmigo sobre cualquier cosa,
incluso su difunta esposa, tendría que estar por aquí, ¿verdad?

Así es como complico mi vida.

Está callado, mirando a sus hijos, y creo que no me contestará.


Quizás ya ha sido demasiado esfuerzo, siendo sociable por una noche.

El hombre se ve demacrado. Su cara parece delgada, incluso con


la barba. Apenas tocó su comida en la mesa, y, ¿cómo es que estoy más
preocupada de que él coma de que lo hagan sus hijos?

Tal vez debería irme.

—Tay —dice.

Solo eso, y sé que no podré ir a ninguna parte.

—¿Qué pasa?

Serie Hombres salvajes 1 176


Jo Raven Cavernícola

—¿Crees que podré recuperarlos?

No dice a quién, pero mira a sus hijos, así que es fácil de adivinar.

—Nunca los perdiste. Te necesitan.

Parece estar masticando algo.

—Sé lo que estás pensando. Que estarían mejor con su abuela. Que
fue cruel quitárselos.

—No, no pienso eso. —Y lo digo en serio—. Creo que deberías llamar


a su abuela, hacer que te visite, o ir tú a visitarla, pero tú eres su padre,
y ellos te conocen de toda la vida. Siempre has estado allí.

—Me tienen miedo.

—Tal vez, pero también te admiran y dependen de ti. Demuéstrales


que también se pueden divertir contigo, ser abiertos contigo, ser
vulnerables contigo. Deja que te quieran.

Se frota los ojos y mi corazón se retuerce de nuevo.

—Está bien —dice—. De acuerdo.

Y no puedo evitarlo. Sonrío.

Serie Hombres salvajes 1 177


Jo Raven Cavernícola

Los sueños oscuros tiran de mí, una y otra vez, asfixiantes garras
de pesadillas que no me dejan descansar. Me despierto empapado en
sudor frío, mis dientes rechinando, mis piernas enredadas en las
sábanas, hasta que me doy por vencido y me levanto de la cama.

Eso es la rutina. Tropezando hasta el baño para mear y mojarme


la cara con agua fría, intentando apartar de mi mente las telarañas de
los sueños. Tropezando de nuevo para agarrar una camiseta y bajar las
escaleras hacia la cocina. Decidiendo si es lo suficientemente tarde para
beber un trago o lo suficientemente temprano para tomar café.

El cielo exterior es de un azul profundo. Sobre las casas y los


árboles, el cielo se ilumina, plata y oro disparándose a través del este.

Maldita sea. Entonces será café.

Enciendo la cafetera y me rasco la barba. Debería recortarla.

O trenzarla como lo hacían los guerreros vikingos.

O simplemente, maldita sea, dejarla. ¿A quién demonios le


importa? Estoy tan malditamente agotado todo el tiempo. Pensé que
mudarme aquí me curaría de este cansancio, de este agotamiento
constante.

Pero eso no ha sucedido. Mi trabajo no es más difícil que lo era en


St. Louis. También trabajé allí en un garaje, una vez que logré salir lo
suficiente de mi depresión como para arrastrarme fuera de casa todos los
días. Y sin embargo siento como si un camión me hubiera atropellado.

Serie Hombres salvajes 1 178


Jo Raven Cavernícola

Abro el armario, tomo una taza al azar, la lleno de café amargo y


negro y salgo tambaleándome al porche.

Probablemente hace frío, tan temprano por la mañana. Nunca lo


siento. Nunca siento nada después de despertar, mi cerebro sigue
luchando por decidir qué es real y qué no lo es.

La mano de Emma sobre la mía. Su fría mejilla mientras estaba


tendida en el suelo. Su voz todavía susurrando en mi oído.

Infiernos. Apoyo una mano en el pilar del porche, mareado. Espero


hasta que el suelo se estabilice. Hasta que desaparezca el impulso de
aullar.

El mar de hierba alrededor de la casa se balancea, las puntas de


las malas hierbas plateadas en la luz grisácea.

Debería hacer algo al respecto. Pedir prestado un cortador de


césped. Cortarlo antes de que me meta en problemas.

Y entonces se me escapa un resoplido. Meterse en problemas, ¿en


serio? ¿A quién carajos le importa?

Las casas al final de la calle aún están oscuras. Está silencioso. Mi


pulso es demasiado alto en mis oídos.

Creo que siento unas manos fantasmales deslizarse alrededor de


mis caderas, una risa débil en el aire.

Mis ojos arden.

Maldita sea… ¿cómo puedo dejar que te vayas?

*****

Serie Hombres salvajes 1 179


Jo Raven Cavernícola

Le abro la puerta a Octavia y le dirijo un saludo antes de retirarme


al piso de arriba para ducharme y vestirme para otro largo día. Me pongo
pantalones y una camisa, meto los pies en las botas y me siento en la
cama durante unos minutos.

Es uno de esos días en los que el tiempo parece haberse ralentizado


y me estoy hundiendo en el barro más rápido de lo que puedo nadar. Se
me acaba el aire.

Tengo un temblor en la mano cuando la levanto para quitarme el


pelo de la cara.

Recuerdo la risa de Cole mientras estaba sentado en mi rodilla


anoche. Las risitas de Mary.

La sonrisa de Octavia.

Apretando la mandíbula, me levanto y vuelvo a bajar las escaleras.


Gracias a Dios, que no ha cumplido su promesa de hacerme hablar
mucho de cualquier cosa todavía, o hacer algo más que cenar con los
niños anoche.

Se supone que tengo que desayunar con ellos, pero de alguna


manera, a pesar de estar levantado desde la madrugada, se me está
haciendo tarde.

—¡Matt! —Llama Octavia desde la cocina.

Justo a tiempo.

—Tengo que apresurarme —le digo, y salgo de la casa antes de que


ella tenga la oportunidad de responder.

Sintiéndome como un idiota, conduzco al trabajo.

Serie Hombres salvajes 1 180


Jo Raven Cavernícola

A medida que pasan las mañanas, esta fue bastante dura, pero no
hay nada con lo que no pudiera lidiar. No es la primera vez que tengo
malas pesadillas que no se desvanecerán, que me siento tan
conmocionado que solo puedo seguir adelante con la esperanza de
superar el día de una sola pieza.

Así que, por supuesto, las cosas van cuesta abajo a partir de ahí.

Primero Jasper me envía a un coche averiado fuera de la ciudad, y


no hay nadie allí cuando llego, así que tengo que regresar con las malas
noticias.

Luego me quemo la mano en el motor de un automóvil recién traído.


Nada que ponga en peligro la vida, pero Evan lo hace sonar como si fuera
fatal. El tipo es genial y agradable, pero hoy de todos los días preferiría
que no hiciera ningún escándalo de ello.

Para ser sincero, el dolor físico me molesta un poco, y tengo que


resistir el impulso de presionar dentro de la quemadura, y hacer que el
dolor sea más agudo.

Mi mano está totalmente envuelta, puedo volver al motor


sobrecalentado y finalmente hacer algo de trabajo, quitándome de la
cabeza todo lo que me ha estado persiguiendo.

Y entonces aparece Ross.

Obviamente con resaca, pavoneándose como un maldito pavo real,


buscando pelea.

La tienes, imbécil.

Evan me ve y trata de interponerse en mi camino mientras camino


por el taller, mis puños apretados con tanta fuerza que mis uñas se

Serie Hombres salvajes 1 181


Jo Raven Cavernícola

clavan en mis palmas, el sonido de la sangre corriendo en mis oídos


ensordecedor. Lo empujo a un lado y marcho hacia Ross.

Lo agarro por los hombros y lo golpeo contra la pared.

—Hijo de puta. Deja de hostigar a mi familia. —Lo vuelvo a golpear,


y él gruñe, dándome una patada y sacudiéndose como un pez en el
anzuelo—. Mantente alejado de mí.

Al soltarlo, doy un paso atrás y cae sobre mí como un camión,


tirándome al suelo. Mi cabeza golpea el cemento y todo se vuelve negro
por un momento.

Cuando la negrura se aclara, su puño conecta con mi cara,


rompiéndola en un lado. Pruebo la sangre, y la escupo.

Unas manos lo arrastran fuera de mí, maldiciendo y pateando.

Me siento, limpiando mi boca con el dorso de mi mano, dejando


una larga mancha roja.

—¿Qué demonios está pasando? —La voz de Jasper retumba, y


Ross se libera de las garras de los otros mecánicos que lo frenan.

—Ese hijo de puta me atacó. —Me escupe pera falla—. Maldito


cabrón.

—Mantente alejado de mi casa —siseo—. Si encuentro un mensaje


más pegado a mi puerta, juro que…

Él me lanza una mirada de incredulidad.

—Estás fuera de tu maldita mente. ¿Estás drogado?

Serie Hombres salvajes 1 182


Jo Raven Cavernícola

No es la reacción que esperaba. Pero de nuevo… ¿qué demonios


esperaba, que confesara? ¿Qué seguiría fanfarroneando y explicando el
método detrás de su locura, como en las películas?

—¿De qué estás hablando Hansen? —Jasper me lanza una mirada


hostil, y yo se la devuelvo.

Demonios, sé que este es su hijo, pero su hijo es un maldito matón,


un imbécil y un criminal, y por encima de eso es un jodido marica por no
confesar lo que hizo.

—Solo aléjate de mi casa —le digo de nuevo, señalando a Ross con


un dedo mientras lentamente me pongo de pie, haciendo una mueca ante
el tambor que golpea en mi cráneo—. ¿Me oyes?

—Solo porque estás jodiendo con esa perra, Octavia, ¿crees que
diriges esta ciudad?

—Ross, suficiente —murmura Jasper, agarrando a su hijo antes de


que vuelva a lanzarse sobre mí como un perro rabioso, casi echando
espuma por la boca—. Y tú Hansen. Será mejor que tengas una
explicación y una maldita disculpa.

—Un infierno que lo hago. —Estoy un poco inestable sobre mis


pies, pero joder si dejo que se vea—. Octavia no es tuya, pedazo de
mierda.

—Suficiente. —La cara de Jasper se lee fácilmente, las venas


abultan en su garganta—. Vete a casa y enfría tus armas. Hablaremos
mañana acerca de esto.

—¡Debería disculparse conmigo! —grita Ross, viniendo hacia mí


otra vez.

Serie Hombres salvajes 1 183


Jo Raven Cavernícola

Su padre lo arrastra lejos de mí, hacia la pequeña oficina donde


tiene su audiencia, murmurando algo sobre la estupidez y la juventud.

Sí, bueno. Dudo que un idiota como Ross crezca para ser un
miembro honrado de la sociedad, al igual que no creo que su querido
padre sea mejor.

Evitando a Evan, me arrastro hacia mi camioneta y me voy a casa.

Suficiente, me digo a mí mismo. Ha sido un día muy duro, pero


ahora me voy a casa con mis hijos e intentaré ser quién ellos necesitan.
Me sentaré y comeré con ellos, jugaré con ellos.

Veré a Octavia sonreírme. Su sonrisa es una estrella en la


oscuridad que me lleva a casa, y no trato de analizarlo, sino de
entenderlo. Comprender por qué se siente tan familiar y tan excitante, y
por qué necesito volver a casa con ella.

Suficiente mierda por hoy. Esta noche será buena, lo sé.

Y luego la vida sucede, LOL, un segundo.

*****

El mensaje revolotea un poco en la cálida brisa, pegado a la puerta


con un cuchillo enorme, un maldito cuchillo de carne.

Hablando de exageraciones.

¿O es una escalada?

Lo miro desde donde estoy sentado en mi camioneta, con el corazón


palpitando con fuerza. Sea lo que sea lo que se supone que signifique, no
es nada bueno, de eso estoy seguro.

Serie Hombres salvajes 1 184


Jo Raven Cavernícola

Entonces me sacudo de mi aturdimiento y salgo del camión, cierro


la puerta por detrás de mí y subo los escalones del porche hasta mi
puerta. Tengo una sensación de malestar en el estómago. Espero a que
la puerta se abra y vea carmesí y cuerpos en el suelo.

Joder, estas son imágenes sacadas de mis peores pesadillas, las


que me tienen cayendo de la cama, ahogándome con un grito.

La puerta está cerrada. El mensaje dice: “Qué es lo más valioso


para ti”.

Oh, mierda, mis hijos. Ross no se atrevería a tocar a mis hijos,


¿verdad? Maldito psicópata.

Extiendo la mano hacia el mango del cuchillo y vacilo. Creo que


puedo oír a Cole riéndose desde dentro.

Mantén tu ingenio, Matt.

No toco el jodido cuchillo. No toco el maldito pedazo de papel.

En vez de eso, llamo a la policía, le digo a John lo que pasó, describo


el cuchillo y le digo lo que dice el mensaje esta vez. Le digo que arreste a
Ross antes de que ponga mis manos encima de él.

Como era de esperar, John me dice que me tranquilice y que me


quede quieto.

Como si fuera a hacerlo.

Y luego pongo la llave en la cerradura, abro la puerta y entro, mi


corazón todavía acelerado, golpeando dentro de mi pecho, mi boca seca.
Temo lo peor, como siempre, condicionado a esperarlo.

Serie Hombres salvajes 1 185


Jo Raven Cavernícola

Pero están los tres allí, sentados en la gruesa alfombra, jugando


con un set de Lego de Star Wars. Un juego que mi padre les compró a los
niños antes de morir.

Tantas muertes.

Sin embargo, ellos están vivos. Están vivos y bien, aunque lo único
que quiero hacer es correr hacia ellos, agarrarlos y abrazarlos, sentir los
latidos de sus corazones, sus respiraciones en mi cara, trago la bilis y me
alejo, no confiando en mi voz, en mi reacción.

Un whisky suena bien ahora mismo.

Una maldita botella entera. Suficiente para ahogar mis


pensamientos.

Pero ahora no es el momento. Ellos están bien, y eso es lo que


importa.

Así que me tambaleo por donde llegué, quedándome en el borde del


porche. Apoyándome en la columna, cruzando los brazos sobre mí pecho
y espero a que llegue la policía.

Octavia sale un poco después, diciendo mi nombre.

Se detiene y sus ojos se abren de par en par cuando ve el cuchillo


clavado en la puerta.

—Mierda. —Tropieza a un lado, y la agarro, estabilizándola con una


mano sobre su hombro—. ¿Cuándo…? ¿Cómo?

—¿No oíste nada? ¿Viste a alguien?

Ella sacude la cabeza, su cara blanca.

Serie Hombres salvajes 1 186


Jo Raven Cavernícola

—Estábamos arriba, en el dormitorio de los niños. —Luego levanta


una mano a mi cara—. Dios, ¿qué te pasó? Tu ojo está negro y azul.

Me había olvidado de eso, y no digo nada mientras se apoya en mí.


Es suave, ligera y sedosa, y sería natural que la abrazara, y la arrastrara
hacia mí.

Incluso con mi mano en su hombro se siente demasiado bien.


Quiero acariciar su clavícula, ahuecar sus tetas, sentir sus curvas.
Quiero enterrar mi nariz en su suave cabello e inhalar su dulce aroma.

Qué. Me. Jodan.

A regañadientes la dejo ir.

En silencio, esperamos a la policía, de pie, separados, cada uno


apoyado en un pilar como si apoyáramos el cielo oscuro.

Cuando llegan, es el propio John quién sale del coche sin marcar,
junto con otro policía, con aspecto cansado e infeliz. Nos saludan y suben
los escalones para examinar el cuchillo, mientras Octavia vuelve a entrar
para ver cómo están los niños.

Los policías se ponen guantes de goma y sacan el cuchillo, lo meten


en una bolsa y, después de hacer todas las preguntas habituales, se van
con la promesa de avisarme si descubren algo.

Sí. Claro. No voy a contener la respiración, eso seguro. Quienquiera


que sea este bromista, sabe cómo cubrirse el culo.

Invisible. Silencioso. Sin dejar pistas.

El sol ya se ha puesto, y la noche está presionando a mí alrededor.


Tengo un mal presentimiento sobre esto, tan malo que me recuerda a un
hospital que olía a muerte, a una habitación blanca donde mi esposa

Serie Hombres salvajes 1 187


Jo Raven Cavernícola

yacía en una estrecha cama, y la cara angustiada de un médico cuando


me dio el diagnóstico.

La compañía de seguridad vendrá mañana a instalar cámaras, y


saber eso no es suficiente para calmar mis pulsaciones.

Octavia ha llevado a los niños arriba para dormir temprano, y la


noche huele a algo amargo, como el veneno.

Vuelvo al interior de la casa, a la oscura cocina, y encuentro la


botella de whisky de debajo del fregadero de la cocina. Desenroscando la
tapa, tomo unos largos tragos, la bebida quema un camino por mi
garganta hasta mi pecho.

Es un maldito alivio sentir algo más que ira y miedo. Y sin embargo,
no es suficiente. Así que bebo más. Golpeando la botella contra el
fregadero. Rascándome las mejillas, apretando y aflojando mis manos,
frotando mi cicatriz.

Golpeo una abolladura en un armario. Y otra vez, hasta que la


sangre de mis nudillos mancha la madera, ya rota por golpear a Ross
antes.

Necesitando sentir más.

Para cuando ella baja las escaleras, el sonido de sus pasos sonando
demasiado fuerte a través de mi cerebro, me estoy esforzando en sujetar
mi correa, mi control apenas colgando de un hilo.

Se detiene en la puerta de la cocina, una sombra enmarcada por la


luz, y me lamo los labios, apoyándome contra el mostrador, mirando su
figura.

Serie Hombres salvajes 1 188


Jo Raven Cavernícola

Culparía a la adrenalina, la frustración, las malditas pesadillas por


la forma en la que mi polla se está endureciendo, pero no tienen nada
que ver con esto.

Esta maldita lujuria que me atraviesa cada vez que la veo, cada vez
que está cerca. No puedo detenerla, no puedo controlarla.

Ya no más.

—Deberías irte —suspiro.

—Matt… —Da un paso adentro, y levanto la mano, para detenerla.

—Aléjate de mí —digo, mi voz tensa. Mi pulso retumbando en mis


oídos. Mi cuerpo tan rígido de excitación, mi estómago apretado, mi polla
dolorida.

—No puedo —susurra, acercándose, levantando una mano para


ahuecar mi cara—. Lo he intentado, créeme, pero simplemente, no puedo.

Serie Hombres salvajes 1 189


Jo Raven Cavernícola

No puedo apartar mi mano, no puedo dejar de tocarlo. Su barba se


eriza bajo mi palma, me hace cosquillas, y las puntas de mis dedos tocan
sus pómulos, moviéndose sobre una piel suave y cálida, y sus pestañas,
púas oscuras.

Me mira fijamente, una mirada hambrienta en sus ojos. Llevo mis


dedos más abajo, sobre su boca. Es pecaminosamente suave. Dios, es
tan jodidamente alto, ancho y fuerte. Tan cálido y vivo.

Tan sexy.

Un gruñido bajo sale de su garganta, y en la penumbra, parece una


criatura mítica, peligrosa, acechándome.

Gimoteo, dolorida entre mis piernas, y muy adentro.

Su cuerpo está tenso, sus brazos temblando. Cuando paso mis


manos por los cordones de su cuello y antebrazos, sus bíceps se abultan,
sus manos se cierran en puños. Puedo escuchar su respiración en la
tranquilidad de la casa, y es rápida y desigual.

El sabor de su sudor está haciendo que mi boca se haga agua.


Pimenta, almizcle y un toque de pino, disparando directamente a donde
estoy ansiosa por sentirlo. La necesidad es tan fuerte que es un dolor
físico.

—No me escuchaste. Todavía estás aquí. —Su voz es grave, ronca—


. Deberías irte, chica.

Serie Hombres salvajes 1 190


Jo Raven Cavernícola

Y tal vez eso es lo que me empuja sobre el borde, deshaciendo mi


última inhibición, mi último miedo, porque deslizo mis brazos por su
fuerte pecho, sintiendo sus músculos tensos bajo la fina tela de su
camiseta, discretamente consciente de que estoy gimiendo suavemente
ante la sensación de estos duros planos y crestas, ese pecho ancho y
poderoso que sube y baja bajo mis manos.

De él tan cerca de mí, luchando visiblemente por no tocarme, su


fuerza apenas contenida, visiblemente excitado, su ardiente y dura
longitud atrapada en sus vaqueros, rozándome mientras me acerco.

Es como acariciar a un lobo o a una pantera, sabiendo que podría


romper su cadena en cualquier momento, que podría dejar de ronronear
y atacar, morderte, sujetarte…

Oh Dios, esto es una locura, no puedo apartarme, aunque sé que


debería. Estoy mareada de deseo como nunca antes lo había sentido en
mi vida.

—Maldito infierno, sigues aquí, y no puedo… —Todo su cuerpo está


temblando ahora, y siendo cada temblor pasar por su poderosa
estructura. Sus ojos están encapuchados, esas largas pestañas
ocultando su mirada—. No puedo seguir haciendo esto más. Joder.

—Por favor —le susurro, no estando segura de lo que estoy


haciendo, solo estoy segura de que no puedo alejarme de esto.

—No sabes lo que estás pidiendo —dice, el gruñido en su voz,


haciendo que mis rodillas se debiliten—. Joder, no tienes ni idea…

—Muéstrame —respiro.

—Mierda. —De repente sus manos están sobre mí, agarrando mis
caderas. Con un rápido movimiento, me hace girar y me empuja contra
el mostrador—. ¿Quieres que te folle? Dilo.

Serie Hombres salvajes 1 191


Jo Raven Cavernícola

Un grito ahogado deja mis labios.

—Porque lo haré. Voy a follarte tan fuerte que no podrás caminar


durante días. —Me levanta sobre el mostrador, presionando entre mis
piernas, su polla una barra de acero entre nosotros. Sentirlo me deja sin
aliento—. Maldita sea, chica —susurra, su voz gimiendo.

Y me besa.

No es como imaginé que sería. No tiene nada de suave. Su boca


choca contra la mía, su barba irrita mi barbilla, su lengua empuja entre
mis labios, acaricia mi lengua, el cielo de mi boca, y estoy ardiendo.

Sabe a sangre, humo y fuego. Mis manos se deslizan por sus


poderosos hombros hacia su cara, enredándose en su sedoso pelo. Le
devuelvo el beso, mi boca se abre para él, mi lengua se desliza contra la
suya, y siento pulsos en lo profundo de mi vientre. Es un dolor extraño,
más profundo que cualquier cosa que haya sentido antes.

Lo quiero dentro de mí.

La idea me sobresalta, pero él se traga mi jadeo, devorando mi boca,


sus manos moviéndose hacia abajo por mi cuerpo para agarrar mi
cintura.

Nunca había estado con un tipo antes, mis malditos aparatos de


ortodoncia se encargaron de eso, además de la intimidación de Ross y su
desagradable pandilla de amigos, y nunca supuse que mi primera vez
sería así.

Contra el mostrador de la cocina. Con un hombre que parece más


una bestia que un hombre en el crepúsculo. Cuyo agarre en mi cuerpo
es magullador, su beso áspero y desenfrenado, yendo y viniendo,
chupando todo el aire de mis pulmones.

Serie Hombres salvajes 1 192


Jo Raven Cavernícola

Encendiendo mi cuerpo desde dentro como un rayo, corriendo por


mis venas como una llama líquida, despertando cada parte de mí.

Se retira, sus dientes raspando mis labios, su barba haciendo


cosquillas en mi barbilla. Su cálido aliento me envuelve, oliendo
ligeramente a whisky.

Sin decir una palabra, mete las manos bajo la blusa, encontrando
mis pechos y apretándolos en sus copas de algodón, haciéndome jadear.
El placer baja por mi vientre, acumulándose entre mis piernas. Enrollo
mis brazos alrededor de su cuello, no segura de mi equilibrio cuando tira
de las copas hacia abajo y me acaricia con el pulgar los pezones.

Oh, Dios…

Más rayos de placer descienden por mis terminaciones nerviosas,


y el calor se acumula profundamente. La presión se está acumulando, y
no sé qué hacer con ella.

Necesito que él se encargue de eso.

De mí.

—Maldita sea —gruñe, presionando su boca en la unión entre mi


cuello y hombro, mordisqueando y chupando mi piel hasta que me
empujo en sus manos, en sus besos que se mueven por mi cuello—. Me
estás volviendo loco.

Su olor me golpea, ese almizcle picante mezclado con aceite de


coche y cuero, agudo y masculino.

—Te deseo —susurro.

Serie Hombres salvajes 1 193


Jo Raven Cavernícola

Con una maldición, retrocede, y antes de que me dé cuenta, me


golpea con mi blusa sobre mi cabeza y me pasa una mirada caliente por
encima de mis senos expuestos.

Me arden las mejillas. Me arden los ojos y no sé si es por la


humillación o por esa desesperada necesidad de sentirlo más cerca de
mí, por encima de mí, dentro de mí.

En todas partes.

Sus ojos son tan oscuros que parecen tragarse la luz. No se mueve,
tomándose su tiempo, para mirarme, llenarse, y mis pezones se
endurecen más bajo su escrutinio, anhelando su toque. Estoy atrapada
en una red de deseo, paralizada, incapaz de escapar.

Soy una estatua hecha de arcilla. Siento que me romperé si él no


se mueve, si no hace algo. Mi coraje, tal como es, impulsado por este
lento deseo por él a lo largo de las semanas, iluminado por este repentino
choque de nuestros cuerpos, no durará mucho.

Cuanto más tiempo se queda quieto, mirándome fijamente, más


late mi corazón y más pensamientos llenan mi cabeza.

Nerviosa y temblorosa, empujo en su pecho.

—Matt…

Un destello de oscuridad atraviesa sus ojos. Luego se inclina hacia


atrás y agarra el dobladillo de su camiseta, tirando de ella sobre su
cabeza y la deja caer al suelo.

Mierda santa… Ver su pecho perfecto nunca aburre. Me impacta


igual que la primera vez: los músculos afilados, la línea de sus huesos
anchos bajo una piel lisa, el alambre de tinta oscura que se enrosca

Serie Hombres salvajes 1 194


Jo Raven Cavernícola

alrededor de su cuerpo, un diseño blanco en la parte interior de su


muñeca izquierda.

Se mueve antes de que me dé cuenta, agarrándome la barbilla y


levantando mi cabeza hasta que no tengo más remedio que mirarle a los
ojos. Mi aliento se engancha, se me atasca en los pulmones.

Le clavo las uñas en la parte posterior de su cuello, pero parece no


darse cuenta. Necesito que me toque tanto. Que me bese, acaricie, me
llene.

Su boca desciende sobre la mía otra vez, aplastando nuestras


bocas juntas, su lengua empujando contra la mía, haciéndome ver las
estrellas. Me está comiendo, destrozándome, su mano se desliza en mi
cabello y tira de él mientras chupa mis labios y mi lengua.

Luego, liberándome, deja caer su mano en mis pantalones, y tira


hacia abajo, quitándomelos, bragas, calcetines, zapatos y todo,
dejándome desnuda en el mostrador de la cocina.

—No más juegos —dice con voz ronca, pasando sus manos por
encima de mis muslos, extendiéndome más, y yo jadeo cuando el aire frío
golpea mi coño expuesto.

¿Qué juegos? Quiero preguntar, pero no puedo porque su pulgar


separa mis pliegues y me acaricia, un largo y profundo deslizamiento
entre mis piernas que me tiene temblando y gimiendo su nombre.

No se burla. Su pulgar roza mi clítoris una, dos veces, luego


presiona dentro de mí y me ahogo con un grito. De repente estoy tan
jodidamente cerca de correrme que es irreal. Estoy agarrando sus brazos,
probablemente dejando marcas en su carne, pero toda mi existencia está
centrada en donde él me toca, finalmente tocándome, rompiéndome.

Serie Hombres salvajes 1 195


Jo Raven Cavernícola

Empuja un dedo dentro de mí y siseo, y luego gimo cuando acaricia


algo profundo que envía un torrente de placer a través de mí.

—Por favor… —Si él presiona un poco más profundo, un poco más


fuerte…—. Oh Dios…

Se detiene, luego la presión aumenta, y estoy justo ahí, en el borde


de nuevo, temblando y arañando sus brazos, jadeando y gimiendo.

No puedo reconocerme. ¿Quién es esta chica que está follándose


sobre las manos de su jefe... con las piernas abiertas, los pechos
colgando, rogando por más? Nunca antes había besado a un tío
apropiadamente.

Y ahora estoy siendo mimada de por vida, besada tan a fondo que
dudo que pueda sentir cualquier otro beso, querer otro beso después de
este, cualquier otro hombre… y oh, Dios, la forma en la que me está
tocando, estoy…

—No —dice, retirando los dedos, y se me escapa un sollozo. Su


mirada vuelve a clavarse en la mía, oscura, dura, inexorable—. Te
correrás en mi polla.

Me sobresalto por las palabras, y luego de nuevo cuando él captura


mi boca en un beso duro más antes de enderezarse y bajarse los
pantalones. Distraída por la forma en la que mi coño está dolorido y
palpitando, necesitando una liberación, no puedo evitar lamerme los
labios por la forma en que su polla hace una tienda de campaña en sus
calzoncillos negros.

Esto… esto no es normal, ¿verdad? Esto no es propio de mí. Toda


mi vida he sido una chica buena y tranquila, manteniendo mi cabeza baja
y sin mirar mucho a los chicos. No excepto a Jake Hammond en la

Serie Hombres salvajes 1 196


Jo Raven Cavernícola

escuela, e incluso tocarme por la noche en la cama a veces pensando en


su boca, pero eso era de esperar. Todas las chicas lo deseaban.

¿Y a quién le importa Jake-de-mierda-Hammond ahora, cuando


Matt Hansen está frente a mí, cada centímetro delicioso de él en
exhibición, con la promesa de ver, de sentir su polla en cualquier
momento? Es emocionante. Excitante.

Tan malditamente caliente.

Levanto una mano hacia mi boca, pasando mis dedos por encima
de la carne tierna y enrojecida, sintiendo todavía su boca, sus dientes, su
barba nervuda. Me meto mi pulgar en la boca, necesitando…
necesitándolo. No estoy segura de qué hacer, cómo satisfacer ese dolor
ardiente.

Sus ojos siguen mis movimientos, traspasado, brillando en la


oscuridad como un lobo.

—Oh, mierda… —susurra.

Y empuja sus calzoncillos hacia abajo, tomando su pene en su


mano. Largo y grueso, veteado y enrojecido, parece latir con fuerza en su
puño, y una pesada ráfaga de lujuria me golpea, entrelazada con un poco
de saludable aprensión.

¿Va a poner eso dentro de mí?

Inconscientemente me deslizo hacia atrás en el mostrador,


tratando de escapar, hasta que mi espalda choca con la pared, haciendo
que me quede atrapada.

Sus ojos se estrechan. Soltando su polla dura, me agarra las


piernas y me arrastra de vuelta hasta el borde del mostrador. Bajando la

Serie Hombres salvajes 1 197


Jo Raven Cavernícola

cabeza, me clava con los ojos, con esa aterradora intensidad que tiene
esta noche y que me desgarra entre el deseo de huir y trepar sobre él.

Su olor me golpea de nuevo, más fuerte que antes, y mis manos se


extienden sobre su pecho desnudo, sobre su tatuaje, sobre los frenéticos
latidos de su corazón, y luego bajan a la deriva, sobre su tenso estómago,
rozando su erección.

El sonido que se le escapa es tan animal, un gemido tan profundo


que eriza los finos vellos de mis brazos. Paso mis dedos por encima de la
cabeza húmeda de su erección de nuevo, deliberadamente, solo para oírlo
hacer ese sonido de nuevo, sentir cómo le afecta mi toque.

Está mirando hacia abajo, donde mi mano está sobre su polla, su


boca floja.

Envalentonada, acarició las puntas de mis dedos sobre su longitud,


y su calor me abrasa. Se siente tan bien, la piel suave, deslizándose sobre
ese duro eje cuando lo rodeo con mis dedos, y gruñe, empujándose en mi
agarre.

Sus manos se tensan sobre mis piernas mientras balancea sus


caderas, su pene hinchándose más en mi agarre mientras lo miro
fijamente, hipnotizada. Está palpitando. Puedo sentir los latidos de su
corazón en la base.

Se aleja y lo suelto, sobresaltada. Tirando de sus pantalones del


suelo, saca su billetera, y de ahí una lámina de plata.

Un condón.

La realidad de lo que estamos a punto de hacer se estrella contra


mí de nuevo. La cara de mi madre parpadea frente a mis ojos, frunciendo
el ceño en desaprobación. Así es como ella se quedó embarazada tan

Serie Hombres salvajes 1 198


Jo Raven Cavernícola

joven y se fue de casa, solo para ser abandonada por mi padre cuando
nació Merc.

Si ella supiera lo que estoy haciendo en este momento, tendría un


ataque de nervios.

Y luego la voz de Gigi diciéndome en el oído: “Vive un poco, Tati”.

Mi cuerpo está de acuerdo. Mi mente se pone en la línea cuando él


rompe el envoltorio de aluminio con los dientes y agarra su pene en su
gran mano, dándole unos pocos golpes. Me está mirando por debajo de
esas largas pestañas, midiéndome.

Deseándome.

Y yo también lo deseo. Que se joda el mañana. Al diablo con las


consecuencias. Alcanzo hacia él, deslizando mis manos sobre sus brazos
hasta su cuello tenso en cuerdas.

Su cuerpo es una estatua, poderosa y dura, quieta e inflexible, pero


cuando mis manos tiran de su pelo, su barba, tocando su cara, se rompe,
se relaja y cobra vida.

Con un gemido bajo, se pone el condón sobre su erección y


presiona entre mis piernas, frotando la cabeza de su pene sobre mi
entrada, y luego empujando hacia mí.

Empujando, balanceándose, y empujando profundamente.

—Oh, joder, Tay… —Se atraganta con un gruñido dolorido,


inclinándose sobre mí, su polla crispándose dentro de mí, y me quedo sin
habla.

En estado de shock.

Serie Hombres salvajes 1 199


Jo Raven Cavernícola

Estoy tan llena de él, clavada, abierta, y no estoy segura de poder


hacer esto.

De nuevo, no me deja tiempo para reaccionar. Sus manos caen a


mis caderas mientras comienza a moverse, empujando hacia mí.
Moviendo sus manos bajo mis piernas, las levanta, encerrándola
firmemente alrededor de sus caderas y me levanta del mostrador,
golpeándome, gimiendo con cada embestida.

Santo cielo. Las lágrimas pican en mis ojos. Me ahogo en el dolor


de su polla grande y dura dentro de mí, abriéndome, conduciéndose tan
profundo que quiero gritar, pero cuando su boca se cierra sobre uno de
mis pezones, el dolor se convierte en incomodidad, y luego en un placer
cegador.

—Oh Dios, oh Dios mío… —Mi voz me falla cuando él mueve las
caderas y el ángulo cambia, una oleada de placer diferente a cualquier
cosa que haya sentido alguna vez ardiendo a través de mí—. ¡Matt!

Su respiración áspera me responde, su aliento hirviendo en mi


pecho, su polla deslizándose dentro y fuera de mí mientras me levanta y
me baja sin esfuerzo, jodiéndome con mucha fuerza.

Tan duro, Dios, estoy empezando a correrme antes de darme


cuenta, mi pezón en su boca, su polla enterrada profundamente dentro
de mí, su nombre en mis labios.

Grito, la ola de liberación caliente me sacude como una marioneta


en una cuerda. Me aferro a él con todo lo que tengo mientras otra ola
rueda sobre la primera, el placer ardiendo. Aniquilándome.

Aturdida, creo que esto podría ser lo que se siente al volar o al


morir.

Muriendo… o tal vez, finalmente viviendo.

Serie Hombres salvajes 1 200


Jo Raven Cavernícola

Verla, sentirla correrse sobre mi polla es una de las cosas más


dulces del mundo. Estoy jodidamente perdido en el momento, en la
expresión de ensueño de su cara mientras baja lentamente, su apretado
coño sigue ordeñando a mi pene, sus piernas envueltas a mí alrededor,
temblando.

Joder, es preciosa.

Un recuerdo trata de distraerme, de asfixiarme, pero estoy en un


borde afilado entre el dolor y el placer, mi cuerpo tenso y apretado, a
punto de explotar.

Así es como me siento, como se siente mi polla. Explosivo.


Contenido en una jaula durante mucho tiempo, mantenido en una celda
oscura, y ahora…

Ahora estoy malditamente a punto de correrme y, joder, saber cómo


voy a sobrevivir a ello.

Ella gime de nuevo, alejando mis pensamientos del pozo de


oscuridad retorcida que me espera, y mi cuerpo vuelve al juego. No hay
necesidad de pensamiento consciente. Mis caderas están pistoneando,
mi culo se aprieta, mi pene empujando en su dulce calor, y me pierdo
una vez más en la sensación.

En la ilusión.

Poniéndola sobre el mostrador, levanto sus piernas más alto,


poniéndolas alrededor de mi cintura mientras golpeo en ella con más

Serie Hombres salvajes 1 201


Jo Raven Cavernícola

fuerza. Cada músculo de mi cuerpo está bloqueado con fuerza, toda la


tensión de las últimas horas alcanzándome, exigiendo liberación.

Ella se agarra a mis hombros, con el pelo oscuro derramándose


alrededor de su cara como una nube. Su cabeza cae hacia atrás, mi
empuje levantándola del mostrador, y ella se extiende por debajo de mí
como un sueño, con las tetas agitándose, la boca abierta. Un sueño hecho
realidad en la tenue luz que entra por la puerta, tan jodidamente sexy,
entregándose a mí, su coño agarrándome tan fuerte.

Tan jodidamente apretado, oh, mierda…

Débilmente soy consciente de que no quiero llegar todavía, no


quiero que esto termine, este momento de necesidad y placer puro y sin
sentido, que está suspendido en el tiempo.

Sus muslos se cierran alrededor de mi cintura, su vagina latiendo


a mí alrededor. Está a punto de correrse de nuevo, y la realización envía
otra ráfaga de calor a mi pene. Santo cielo, no puedo contenerme mucho
más.

Pero quiero que llegue conmigo.

Soltando su pierna, alcanzo a ciegas entre nosotros, encontrando


sus clítoris y presionando. Se tensa, su agarre en mi polla se aprieta como
un torno de banco, su aliento viene en pequeñas bocanadas jadeantes.

Froto su clítoris y empujo más profundo, más rápido, dándoselo


duro y ella comienza a correrse. Lo siento en el estremecimiento que
recorre su cuerpo, lo oigo en su grito. Resuena a través de mí, ese choque
de placer, y mi control se rompe. Estoy en celo como un animal
rezongando y gruñendo.

Renunciando a toda pretensión de ser civilizado, tratando de


encontrar el camino de regreso al mundo. Entregándome. Me corro,

Serie Hombres salvajes 1 202


Jo Raven Cavernícola

desplomándome sobre ella, mi pene con espasmos, derramándose en el


condón, en su calor.

Mis manos golpean contra el mostrador, para evitar aplastarla. Mi


corazón está martilleando, mis dientes moliéndose los unos con los otros
por la violencia de mi liberación, mis músculos temblando, aún no
seguros de relajarse o volver a sentir calambres.

—Tay… —Es suave y cálida por debajo de mí, sus piernas


temblando alrededor de mi cintura, su olor almizclado y dulce,
envolviéndome como un abrazo.

Tan tentador de tomarlo, relajarse y dejarse malditamente ir por


un momento.

—Matt, ¿puedes…? —Me empuja.

Joder, ¿la estoy aplastando? Agarrando el condón en la base de mi


pene, lo saco con cuidado cuando sus piernas comienzan a deslizarse de
mis caderas.

Soltando mi polla, tomo sus piernas para evitar que se caiga al


suelo y la acomodo en el mostrador. Me giro hacia la puerta de la sala de
estar para quitarme el condón y tirarlo a la basura.

Y ahí es cuando lo veo.

Sangre en el condón.

No mucha, pero aún así. Me toma un largo momento procesar el


significado, y cuando lo hago, me giro hacia ella.

Por el amor de Dios.

—¿Dime que no fue tu primera vez?

Serie Hombres salvajes 1 203


Jo Raven Cavernícola

No dice nada, girando la cara, sus mejillas están rojas.

Hijo de puta. Maldito jodido hijo de puta.

Sacudiendo la cabeza, ato el condón con las manos temblorosas, lo


tiro a la basura y me limpio la cara con el dorso de la mano, con el pulso
rugiendo en los oídos.

No tengo ni idea de por qué estoy tan jodidamente cabreado. Esto...


yo follándola, su apertura tan dulcemente... no significa nada.

Tal vez por eso. No significa nada. No para mí. Es solo un polvo.

Y no debería significar nada para ella tampoco, pero Cristo, ¿su


primera vez? ¿Así, sobre la encimera de la cocina, en la oscuridad,
conmigo golpeándola como si tuviera demonios pisándome los talones?

—Vete a casa —le digo, mi voz como grava.

—Matt… —Su voz se rompe a la mitad. No quiero escuchar. No


quiero ver sus lágrimas.

Esto es lo que me sigo diciendo, aunque no puedo evitar un


momento de debilidad, ese algo que siempre siento a su alrededor.
Alzando mi mano, toco su cara, deslizo mi pulgar a través de sus lágrimas
calientes.

Mis propios ojos arden.

Pero no puedo. No puedo, joder.

—Vete a casa. —Sacudiendo mi mano lejos, me subo mis


pantalones. Recojo su ropa del suelo y la apilo en el mostrador a su lado.

Luego me doy la vuelta y me voy, saliendo de la cocina, subiendo


las escaleras.

Serie Hombres salvajes 1 204


Jo Raven Cavernícola

Este fue un jodido gran error. Follar con mi niñera, una chica que
nunca se había acostado con nadie antes, una chica… que no es Emma.

Apenas me las arreglo para no cerrar de golpe la puerta de mi


habitación, para no despertar a los niños, pero golpeo mi puño contra la
pared, independientemente de que necesite una salida.

A la mierda la calma. Al carajo con intentarlo. A la mierda con


soltarse incluso durante cinco minutos. No está funcionando. La realidad
siempre regresa y me jode.

Nunca debí dejarla entrar en mi casa y en mi vida. En lo profundo


de mis entrañas lo sabía desde el principio. No es Emma, pero la deseo,
y tira de fibras de mi corazón que pensé que estaban muertas y
desaparecidas.

Pero eso ya no es un problema. Apuesto a que después de esta


noche, después de dejarla desnuda en mi cocina e irme, nunca volverá.

¿Y por qué demonios el pensamiento se siente como un puñetazo


en mis entrañas? Tendría razón en no hacerlo. Simplemente sería lo
justo.

*****

En el momento en que finalmente renuncié a dormir y bajé las


escaleras para tomar un trago fuerte y fumar, ella ya no estaba en la
cocina. Ni en la casa.

Está tan jodidamente vacía.

Me duele la cara por el puñetazo que me dio Ross. Me duele la


cabeza. Mi corazón con un fuerte dolor punzante.

Todo a la par del curso. Es inútil quejarse.

Serie Hombres salvajes 1 205


Jo Raven Cavernícola

¿Y a quién me quejaría, eh? Aguántate, Matt. La realidad,


¿recuerdas?

Mis pensamientos se persiguen unos a otros, y estoy empezando a


tener pánico sobre el mañana.

Si Octavia no se presenta, ¿qué haré con los niños? ¿Dejarlos en


casa de Dolly otra vez? Odian ese lugar, y Dolly... ¿o Holly?... no tiene
tiempo para ellos. Realmente no le importan, y esa es la maldita verdad.

No como lo hace Octavia. Mis hijos… Nunca los he visto tan felices
como cuando comenzó a cuidarlos. No lloran tanto. Se comen su comida.
Se ríen más. Y los terrores nocturnos de Mary se han vuelto menos
frecuentes.

¿Por qué fui tan malditamente estúpido y me lancé sobre Octavia


como un toro con esteroides, sin preguntar primero? Sin pensar. Solo
tiene dieciocho años, por el amor de Dios. ¿Debería haber adivinado que
era virgen?

Emma no lo había sido a su edad. Un montón de chicas no lo son.

Dijo que lo quería, una vocecita susurra en mi mente. Te deseaba a


ti.

Sí, y ahora seguramente que se arrepiente. Si pensara que follar


con ella me cambiaría, cambiaría lo que he llegado a ser…

No hay forma de volver a ser lo que una vez fui.

Tomo un largo trago de la botella y luego doy una calada a mi


cigarrillo. El mismo lugar de siempre, en el porche, mirando hacia afuera
en la oscura noche.

Serie Hombres salvajes 1 206


Jo Raven Cavernícola

Otra vez preguntándome qué demonios creo que estoy haciendo


aquí.

Tal vez es hora de que admita la derrota. Llevar a los niños de vuelta
con su abuela y ponerme en carretera solo, hasta que encuentre una
respuesta, o el final.

Lo que ocurra primero.

*****

No puedo encontrar a Cole.

Mary está jugando en la sala de estar, voy retrasado, no hay señales


de Octavia... sorpresa desagradable, sí... ni de Cole.

Me digo a mí mismo que nada de pánico. Que no cunda el jodido


pánico.

Está en algún lugar dentro de la casa. Tiene que estarlo. Los dejé
a los dos desayunando y subí a ducharme para quitar el hedor a
cigarrillos y sudor, me vestí y volví a bajar. Me llevó, ¿cuánto?, ¿veinte
minutos?

Menos.

Reviso detrás de las escaleras, la cocina, el vestíbulo. Corro arriba,


reviso los dormitorios y el baño.

Vuelvo a bajar.

Mary dijo que lo dejó terminando sus cereales en la cocina y vino a


la sala de estar para dar de desayunar a sus muñecas que
inexplicablemente emigraron y ahora viven abajo.

¿Dónde coño está Cole?

Serie Hombres salvajes 1 207


Jo Raven Cavernícola

Mi corazón está martilleando, atascado en mi garganta. De ninguna


manera habría salido fuera, ¿verdad? Las puertas están cerradas.
Cerradas con llave, también.

…Creo. ¿Las cerré anoche? Después de que dejé a Octavia en la


cocina y subí las escaleras, después de que volví a la cocina y saqué el
alcohol y mis cigarrillos… Después de pasar horas bebiendo y fumando
en el porche delantero, ¿cerré y revisé las ventanas como la policía me
dijo que debía hacer, cómo sabía que debía hacer?

Ah, mierda. ¡Joder!

Abro la puerta y salgo corriendo, deteniéndome en la parte superior


de los tres escalones que conducen al patio y miro frenéticamente a mí
alrededor.

No hay rastro de Cole entre la maleza.

Atravesando la sala de estar, a través de la cocina, abro la puerta


de atrás y salgo al patio trasero, escudriñando el espacio.

—¡Cole! —grito—. ¡Maldita sea, Cole! ¿Dónde estás?

Reviso el patio, pero no es tan grande como para que un niño pueda
esconderse en él mientras subo y bajo, armando un gran escándalo. Si
estuviera agachado, escondiéndose por cualquier razón, lo habría pisado
y lo habría encontrado.

No está aquí.

Salgo al frente y comienzo a caminar por la calle.

—¡Cole! Cole, ¿puedes oírme? —Pero no responde, y nadie sale.


Ningún niño pequeño de cabello oscuro.

Ni Cole.

Serie Hombres salvajes 1 208


Jo Raven Cavernícola

¿Qué puedo hacer? Mi mente se queda en blanco. Mi teléfono.


Necesito mi móvil. Mis piernas tiemblan cuando me permito volver a la
casa.

Mary alza la vista.

—¿Lo encontraste, papi?

Papi. No recuerdo la última vez que me llamó así, cuando sus ojos
no estaban llenos de ira o miedo cuando me miraba, y ojalá pudiera
disfrutar este momento, sentarme con ella y alborotar sus rubios rizos.

—Aún no, cariño. —Me esfuerzo por mantener mi voz baja—. No te


preocupes, lo haré.

Tomo mi teléfono, llamo a la policía y pido ayuda. Apenas entiendo


lo que dice la voz del otro lado, excepto que me pide mi nombre y dirección
y yo se lo doy.

—No se preocupe, señor —dice mientras estoy a punto de colgar—


. Probablemente se alejó y esté por aquí cerca. Lo encontraremos.

¿Lo haremos?

¿Qué tipo de padre dejaría las puertas abiertas y permitiría que su


hijo de tres años vagara fuera? Qué jodido estoy, maldita sea.

Me las arreglo para no tirar el teléfono al otro lado de la habitación,


pero tampoco puedo quedarme sentado sobre mi culo y no hacer nada
mientras espero. Por lo que sé, Cole está en peligro, al menos por los
coches que pasan.

—Mary —le digo y alcanzo hacia ella—. Ven conmigo. Vamos a


buscar a Cole.

Ella deja la muñeca que había estado sosteniendo.

Serie Hombres salvajes 1 209


Jo Raven Cavernícola

—Pero papi, tengo que alimentar a Eleanor y a Ruby. Tienen


hambre.

—Por favor, Mary. Vamos.

—Tal vez Tati lo tiene. ¿Dónde está Tati?

Trago con fuerza.

—Tenía que irse, cariño.

Su labio inferior tiembla y se sienta, sus muñecas olvidadas.

—Tati no se iría. Tati siempre viene.

Maldita sea.

—Vamos. —Agarro su manita, poniéndola de pie—. Vamos, Mary.

—Quiero a Tati —solloza, clavando sus talones, con grandes y


gordas lágrimas corriendo por sus mejillas.

Oh, por el amor de Dios. Yo también la quiero, me estoy muriendo


un poco cada vez que me doy cuenta de que no volverá, quiero llamarla,
disculparme y suplicar, y ponerme de rodillas para que vuelva, pero
Cole… Ahora mismo necesito encontrar a Cole.

Y no voy a dejar a mi otra hija sola en casa, incluso si está teniendo


una pataleta completa.

Mi paciencia está en el límite, la necesidad urgente de encontrarlo


conduciéndome a través del pánico. Así que tiro de Mary en brazos,
dejándola patearme y abofetearme con sus pequeñas manos mientras
salgo de casa una vez más, tratando de pensar entre sus lamentos sobre
adónde podría haber ido Cole.

Serie Hombres salvajes 1 210


Jo Raven Cavernícola

Saliendo del porche, empiezo a bajar por el camino hacia la calle,


cuando veo a alguien parado allí.

—¿Matt? —Octavia se ve pálida, su pelo oscuro y desordenado—.


¿Podemos hablar un minuto?

Ha vuelto. Está aquí. La bebo como si fuera mi última gota de agua.

Reuniendo mi ingenio, me acerco a ella.

—Tay.

—¡Tati! —Mary se retuerce en mis brazos, sorbe por la nariz y trata


de alcanzar a Octavia—. No te fuiste.

Octavia me mira con los ojos muy abiertos, y no puedo evitar ver
que los bordes de los ojos están rojos.

—¿Dónde está Cole? —Y luego—. ¿Qué pasa?

¿Cómo puede leerme tan fácilmente cuando soy el tipo más


malhumorado y gruñón de la tierra?

—Cole ha desaparecido —le digo—. Tenemos que encontrarlo.

Ahora mismo, demonios.

Serie Hombres salvajes 1 211


Jo Raven Cavernícola

Llega un patrullero, las luces parpadeando, mientras nos


apresuramos en subir y bajar por la calle, gritando el nombre de Cole. El
pánico me da energías, a pasar de haber pasado una noche dando vueltas
y llorando, y a pesar de lo mucho que trata de ocultarlo, veo en la cara
de Matt lo asustado que está.

Regresé para decirle que ya no puedo trabajar para él. Sí, le


supliqué por este trabajo. Sí, necesito el dinero, pero no después de lo de
anoche. No importa cuánto amo a sus hijos, cómo de débiles se me ponen
las rodillas y los ojos llenos de estrellas estando a su alrededor… No
puedo.

Él como que me rompió anoche. Quizás debería haberle dicho que


no lo había hecho antes. Pero no es como si nos hubiéramos sentado a
hablar antes. Sin embargo, sucedió.

Y no me arrepentí. No hasta que me dijo que me vistiera y me fuera,


sin esperar a ver si salía de la casa. Él no es una bestia.

Es un gilipollas.

Las palabras de Gigi anoche, siguen sonando en mi cabeza. No vas


a volver a esa casa, a ese tipo, dijo ella. Te trató como basura. Como a una
puta. Te usó y te despidió.

No vas a volver con Matt Hansen, Tati.

Sin embargo, aquí estoy.

Serie Hombres salvajes 1 212


Jo Raven Cavernícola

Cuando llegué a casa, ella me vio. Después de hacer el paseo de la


vergüenza desde la casa de Matt a la parada del autobús, mi boca
ardiendo por sus besos, el dolor entre mis piernas, mucho, no porque
fuera tan malo, sino porque me recordaba lo bien que se sentía tenerlo
dentro, que me abrazara y me tocara…

Eso empeoró el dolor.

Ahora mi dolor, mi decepción y mi arrepentimiento han sido


enterrados bajo una gruesa capa de miedo helado. Nada de esto es culpa
de Cole. Tenemos que encontrar a ese dulce niño antes de que le pase
algo malo.

La sola idea es insoportable.

—¿Alguna señal de él? —Nos pregunta la policía, una mujer muy


joven con una coleta y mirada penetrante—. ¿Está seguro de que no se
está escondiendo en la casa? Los niños hacen eso a veces. Piensan que
es gracioso.

—Su hijo lo hace —dice el otro policía asintiendo. También joven,


mirándola como si ella estuviera colgada de la luna.

Oooh, policías enamorados.

—No está en la casa —dice Matt. A la brillante luz del día, los
moretones de su cara se ven furiosos.

Cambio a Mary en mis brazos. Ella es pesada.

Matt la alcanza, y a ella no parece importarle. En el último


momento, sin embargo, se vuelve hacia mí, y me dice con su dulce
vocecita.

—¿No vas a irte, Tati?

Serie Hombres salvajes 1 213


Jo Raven Cavernícola

—No lo haré —prometo.

No hasta que encontremos a Cole. Después de eso, bueno… nadie


sabe lo que pasará.

—Mantenga la calma —dice la policía, con su cola de caballo


balanceándose mientras mira la calle estrecha y las casas adormiladas—
. Nos llamó rápidamente. No puede estar lejos.

Matt murmura algo en voz baja y comienza a caminar por la calle


con Mary en brazos.

—¡Señor Hansen! —Le llama el otro policía, pero Matt ni siquiera


reduce la velocidad—. ¿Dónde está la madre?

—No está aquí —Les digo—. Murió hace años.

La cara del policía se suaviza.

—Iré con el señor Hansen. Ve con Julie, a revisar el otro lado.

Y se pone en camino sin esperar confirmación.

¿Tal vez así es como te entrenan para actuar en la academia de


policía? En cualquier caso, Julie asiente, y empezamos por el otro lado
de la calle.

—¿Hay algún lugar que le guste visitar? —pregunta Julie, sus


zancadas son tan grandes que tengo que correr para seguirle el ritmo—.
¿Un parque? ¿Algún hijo de vecino que le guste?

Sacudo la cabeza.

—Que yo sepa, no. Siempre nos quedamos en casa. Le gusta jugar


con su hermana. Acaban de mudarse recientemente.

Serie Hombres salvajes 1 214


Jo Raven Cavernícola

—Ya veo.

Me quedo en silencio, corriendo detrás de la mujer policía, mirando


hacia los patios y detrás de las cercas de madera. Entonces no puedo
evitar preguntar:

—No esperaba que la policía apareciera para buscar a Cole. No es


que… no os importe, solo… ya sabes. No lleva mucho tiempo
desaparecido.

Y esa palabra “desaparecido” hace que me duela la garganta y el


corazón.

—Después de los mensajes amenazadores que recibió el señor


Hansen, pensamos que era importante asegurarnos que el niño esté a
salvo.

Pienso en como su compañero mencionó a su hijo, y me pregunto


si esa es la única razón.

De repente, el tema de Saturday Night Fever10 -“Stayin’ Alive11”-


rompe el silencio. Estoy tan alta en la adrenalina que me toma un
momento darme cuenta de que es un tono de llamada.

Para entonces, Julie está metiendo la mano en su bolsillo trasero.


Saca un móvil antiguo y se lo pone en la oreja.

—Suárez —dice, frunciendo el ceño ante la valla que acaba de


mirar, sus ojos avellanados entrecerrados. Entonces sus cejas se
levantan—. ¡Chachi!12

10
Saturday Night Fever: Película titulada Fiebre del Sábado Noche.
11
Stayin’ Alive: Película titulada Fiebre del Sábado Noche.
12
Chachi: Una forma en argot de decir genial.

Serie Hombres salvajes 1 215


Jo Raven Cavernícola

¿Chachi? Suena extraño viniendo de ella, pero luego se vuelve hacia


mí, y me muestra un pulgar hacia arriba y dejo de preocuparme por sus
palabras.

—¿Cole? —pregunto con voz estrangulada—. ¿Lo encontraron?

—Está con su padre. Vamos.

No tiene que decirlo dos veces.

*****

Los hipidos más hermosos me saludan cuando nos acercamos a la


casa de nuevo.

Matt está arrodillado en la acera, con sus dos hijos en brazos. Lo


juro, mi corazón se parte al medio. Es un dolor hermoso. Este es un lado
que él raramente muestra, incluso con sus hijos. Los ama tanto… Ojalá
se abriera más, les mostrara cómo podría ser.

Que me lo mostrara a mí.

Pero es un pensamiento estúpido, uno que debería quitarme de


encima lo antes posible.

Porque, Dios mío, no importa lo enojada que esté con él y cuán


triste por su rechazo y lo mucho que he luchado, me estoy enamorando
de Matt Hansen, y eso es un desastre en ciernes.

Gigi no puede saberlo. Ni mamá, ni Merc.

Me arrodillo junto a ellos, los abrazo y me sorprende cuando Matt


saca un brazo y lo envuelve alrededor de mí.

Incluyéndome en el pequeño círculo de su familia.

Serie Hombres salvajes 1 216


Jo Raven Cavernícola

No debería hacerme quererlo más, pero lo hace. No debería darme


esperanzas.

Pero Dios, eso lo hace, y debería detenerlo ahí mismo.

De alguna manera, regresamos a la casa. Los dos policías tienen


algunas preguntas más para Matt, a las que él no tiene respuestas, entre
los mensajes amenazadores, los niños, y el policía que maneja el caso,
toma un tiempo antes de que finalmente averigüe dónde estaba Cole y
cuál era su historia.

Él dice que escuchó a un gatito fuera de la puerta de la cocina. Fue


a comprobarlo. No lo vio, pero lo oyó desde el jardín. Entonces fue a
buscarlo.

El gatito parecía alejarse, el maullido se hacía más lejano, y lo


siguió desde el patio hasta la acera, y luego hasta una parcela vacía en
la que buscamos antes, dos veces, y hasta otro patio de la casa.

Cole estaba muy decepcionado porque nunca vio al gatito.

—Todo esto es culpa mía —dice Matt, frotándose las líneas de la


frente—. Ha querido un gatito malditamente tanto, pero su abuela es
alérgica a los gatos, y luego yo no le dejé tener uno.

—No es culpa tuya —le digo. Los ojos de Mary siguen muy abiertos,
y tiro de ella hacia mí, revolviéndole el pelo—. Aún no sabe lo que hace.

—Dejé las puertas abiertas. —Suspira, mirando a Cole que juega


con un robot de juguete, sin saber que nos tuvo a todos enredados con
miedo por su vida—. No volverá a suceder.

—Al menos no fue nada más siniestro —dice Julie, su amigo policía
está asintiendo—. Le dejaremos eso, entonces. Si aparecen más mensajes
en su puerta, llámenos.

Serie Hombres salvajes 1 217


Jo Raven Cavernícola

Se van, dejándonos en un silencio repentino e incómodo.

La camiseta de Matt está arrugada y su cabello sobresale en todas


las direcciones.

Se frota los ojos, parpadea como un búho ante su reloj.

—Maldita sea, tengo que ir a trabajar.

—¿Después de esto? Estoy seguro de que puedes tomarte un día


libre. Es una emergencia familiar.

—Ayer le pegué a Ross. No quiero tentar a la suerte más de lo ya lo


he hecho.

—¿Le pegaste a Ross?

Asiente, el pliegue entre sus oscuras cejas se hace más profundo.

—El cabrón se lo merecía. Estoy seguro de que está detrás de estos


mensajes.

—No deberías decir tacos cerca de los niños —susurro, porque es


demasiado para que mi mente lo procese hoy.

Mira a sus hijos.

Mary le da una sonrisa con dientes y vuelve a dibujar algo en su


libro de dibujo.

—Parece que no se dan cuenta.

—Confía en mí, lo hacen.

Él asiente.

Serie Hombres salvajes 1 218


Jo Raven Cavernícola

—De todos modos. Me tengo que ir. Cole está bien. Tú estás aquí.
—Se detiene, una sombra pasando por su mirada—. ¿Vas a quedarte?

No debería. Eso es lo que vine a decirle, ¿verdad?

Pero en vez de eso me encuentro asintiendo.

—Por hoy. Me quedaré hoy.

Se muerde la parte interior de la mejilla, tirándose de la barba. Mira


a sus hijos, escondiéndome sus ojos.

—Eso es… genial.

—Amo a tus hijos —le digo. Es la verdad—. Tienes que encontrarles


una buena niñera.

—Ya tienen la mejor niñera —dice, y se levanta abruptamente para


irse.

Dejándome sin palabras y confundida.

Pero por otra parte, cuando se trata de este tipo y de mí, ¿qué más
hay de nuevo?

*****

Es extrañamente relajante, estar aquí, en su casa, jugando con sus


hijos, preparándoles algo de comer. La despensa y la nevera necesitan
rellenarse, y debo decirle a Matt que tenemos que ir de compras.

Y dejo ese pensamiento en su camino.

Hoy mismo, le diré. Solo por el drama de Cole desaparecido. No


tuve el corazón para abandonarlo a él y a los niños así.

Escúchate, Octavia. Abandonar. Solo eres su niñera. Nada más.

Serie Hombres salvajes 1 219


Jo Raven Cavernícola

Te mostró anoche exactamente lo que piensa de ti. Te folló con


fuerza, y te dejó sin decir una palabra más. Esto es lo que Matt Hansen es
realmente.

Gigi tiene razón. Siempre tuvo razón. Estás cegada por su buen
aspecto, su afecto por sus hijos, esa vibración oscura y sexy.

Pero su falta de modales y su mirada impenetrable no esconden un


alma vulnerable, ¿verdad? Eso es lo que es. No va a cambiar.

Ha cambiado, esa molesta voz interior insiste mientras preparo un


almuerzo rápido. Empezó a abrirse. Había demasiada basura en sus
hombros, pesadillas, peleas con Ross, mensajes amenazadores en su
puerta. Cualquiera se rompería.

Pero en vez de eso te rompió a ti.

Oh, cállate.

Pongo la mesa con irritación. No me rompió. No estoy rota. Claro,


aún me duele entre las piernas, pero estuvo bien. Más que bien, el sexo
fue jodidamente increíble, y si él no quiere volver a hacerlo, por mí está
bien.

¿Puedo dejarlo atrás? ¿Solo conservar las partes buenas, los


buenos recuerdos y borrar los malos?

El shock en sus ojos cuando se dio cuenta de que nunca lo había


hecho con nadie.

El frío en su voz cuando me dijo que me fuera a casa.

Dios, no lo sé. ¿Qué pensó que le pediría yo? ¿Qué pensó que
significó para mí?

…¿qué significó para mí?

Serie Hombres salvajes 1 220


Jo Raven Cavernícola

Recuerdo el calor de su cuerpo, la fuerza de sus brazos mientras


me levantaba, el pulso latiendo fuerte en su cuello, sus ojos oscuros
llenos de necesidad.

La forma en que me abrazó, me besó y entró en mí. No temiendo


hacerme daño. Necesitándome. Dejándose ir, dejándome tomar su dolor
por un tiempo. Dándome placer mientras lo tomaba de mí.

La forma en que se desplomó sobre mí después, su cara en paz.


Susurrando mi nombre.

El sexo fue genial, pero ese… ese momento, esa comprensión fue
todo para mí. Que me necesitaba como yo lo necesitaba a él.

No, más.

Los niños golpean sus tenedores sobre la mesa y tengo que evitar
de inmediato que Cole tire un vaso. Les sirvo un poco de zumo de uva,
perdida en mis pensamientos.

Matt. Yo quería tomar su dolor. Habría hecho cualquier cosa por


él, sí solo me la hubiera pedido. Si me hubiera dejado entrar.

Y eso es probablemente lo que no quiere, lo que no quiere o no


puede darme.

—¡Tati! —Cole golpea su tenedor en el plato.

Mary sonríe con su boca llena de comida.

Estos niños y el bruto de su padre… ¿cómo puedo irme ahora?

Serie Hombres salvajes 1 221


Jo Raven Cavernícola

Jasper no se me acerca hoy, y aunque Ross se escurre, disparando


dagas con la mirada en mi dirección, no se acerca a mí, así que supongo
que Jasper lo está vigilando.

A los dos.

Vine esperando un drama estúpido y teatral. Pensé que Jasper


tomaría la excusa de que llegué tarde para reñirme de nuevo. Que me
estaría esperando, que me obligaría a arrodillarme y me haría pedir
disculpas a Ross. Besarle las botas.

O su maldito trasero. Lo que sea.

Pero no lo hace, y sí, estoy agradecido de que no haya llegado a eso,


no todavía, de todos modos. Odiaría perder este trabajo, paga bien, pero
de ninguna manera me disculparé con ese monstruo de Ross. Han sido
un par de malditos días malos, y mi paciencia… ¿Qué paciencia?

Fue solo inesperado, eso es todo. La falta de gritos y puñetazos. El


maldito silencio.

Dejando demasiado espacio dentro de mi cabeza. Demasiado


tiempo para que mis retorcidos pensamientos me dominen.

—Ross quiere tus pelotas en un palo, y Jasper está enfurruñado —


dice Evan mientras emerge bajo el capó de un viejo sedán Audi, una
mancha de grasa en su barbilla—. Has marcado un verdadero tanto ahí.

Arqueo una ceja hacia él. ¿De qué coño está hablando?

Serie Hombres salvajes 1 222


Jo Raven Cavernícola

—Ross. —Evan mira críticamente el motor en el que ha estado


trabajando—. Ya era hora de que alguien le llamara la atención a ese
imbécil por su mierda y pusiera fin a su intimidación.

—¿Estás diciendo que Jasper cree que Ross lo hizo?

Evan me mira sorprendido.

—¿Te sorprende? Es el padre. Lo conoce mejor que cualquiera de


nosotros. Sabe que es un matón de los pies a la cabeza.

Sí.

Miro a la oficina de Jasper, las ventanas sucias.

—¿Ha estado intimidando a las chicas?

—¿Ross? —resopla Evan—. Toda su jodida vida. —Me lanza una


mirada penetrante—. Cuando dices chicas, ¿por casualidad tienes a una
específica en mente?

Me encojo de hombros.

—Octavia.

Evan asintió, los ojos entrecerrados como haciendo complicados


cálculos matemáticos.

—Por supuesto, Octavia. Era su objetivo favorito.

—¿Era? —Me aferro a esa palabra.

—Sí. En la escuela. Ahora perdió su juguete favorito, y


aparentemente pensó en probarlo contigo. —Chasquea con la lengua—.
Al parecer, escogió a la persona equivocada para molestar.

Serie Hombres salvajes 1 223


Jo Raven Cavernícola

¿Lo hizo? Claro, puedo golpearlo fácilmente, ¿pero es suficiente? La


idea de que torturara a Octavia hace que el pulso me ruja en los oídos.
La ira hierve en mi pecho.

Ese estúpido hijo de puta.

—De todos modos —continúa Evan alegremente, volviendo a su


motor—. Apuesto a que entregaste el mensaje en casa con ese puñetazo.
¿O tal vez fue porque su padre estaba escuchando? No recibiste otro
mensaje desde entonces, ¿verdad?

Arrugo la frente. Bueno, lo hice. Hubo un mensaje cuando volví a


casa ayer, pero Ross debió pegarlo allí antes, antes de que volviera aquí,
al taller.

Entonces, ¿eso significa que se acabó? Podría estar seguro de que


me vendría bien un respiro. Con la jugarreta de Cole esta mañana, y
Octavia anoche…

Infiernos. Octavia.

Pronto tendré que volver a casa. Querrá hablar, probablemente solo


para decirme que no volverá. También querrá una explicación por lo de
anoche, y francamente, no sé si tengo una.

La deseaba, eso es seguro.

La he deseado todo el tiempo. Todavía la quiero. Tanto que puedo


sentirlo en mis huesos.

Pero anoche me asusté y actué como el imbécil que soy.

Porque quiero más que eso. Tenerla tendida bajo mí no es


suficiente. Me asusté porque la quiero a mi lado, la quiero en mi casa,
con mis hijos.

Serie Hombres salvajes 1 224


Jo Raven Cavernícola

Dios, estoy jodido de cualquier forma. Pensé que tenía más control
sobre mí mismo, pero cuando se trata de ella, no tengo ninguno.

Entonces, ¿de qué más hay que hablar?

*****

La luz del porche está encendida cuando aparco delante de la casa.


Las ventanas están iluminadas desde el interior, con un brillo dorado y
cálido. Parece… un hogar.

Me quedo sentado en la camioneta y miro, luchando contra el tirón


en mi pecho, la maldita quemadura en mis ojos. Esto… no la casa, no las
ventanas, sino este sentimiento, me recuerda al pasado. De cómo me
sentía antes.

Un sentimiento que olvidé.

Así que por supuesto que lucho contra eso. El sentimiento cálido,
el alivio y la maravilla, los malditos recuerdos de una época en la que
solía ser feliz. Golpeo el volante con mi puño, golpeo mi codo contra la
puerta del camión. Doy la bienvenida al dolor.

Esto no es real. Las luces, el calor, los sentimientos. Esta no es mi


casa, la perdí hace años. Claro, mis hijos están en esa casa, pero no mi
esposa, no mi chica. Y ella se va de todos modos.

Sí, eso es la realidad.

Saltando de mi camioneta, cierro la puerta de golpe, me dirijo por


el camino y subo los escalones del porche, y me tomo un segundo para
regocijarme de que no haya un cuchillo clavado en la puerta principal.

Luego respiro hondo y la abro.

Serie Hombres salvajes 1 225


Jo Raven Cavernícola

El olor de algo que hace la boca agua me golpea instantáneamente,


el de un pastel recién salido del horno. Vainilla, azúcar, mantequilla.

Maldita sea, la ilusión es profunda. Tal vez todavía estoy dormido,


solo que en mis sueños nunca veo los buenos tiempos. No, siempre vuelvo
a visitar lo malo y lo feo, y veo todas las formas en las que les he fallado
a mi familia.

Mi estómago gruñe como un oso enojado, ¿y qué te parece eso como


saludo?

Octavia está parada en medio de la sala de estar, mirándome


fijamente, con una leve sonrisa en su rostro.

—Alguien tiene hambre —dice.

De acuerdo, ¿qué coño? ¿Tal vez entré en algún puto universo


alternativo? Consideraría esa posibilidad si no fuera por el rastro de dolor
en sus ojos. Están enrojecidos, como si hubiera estado llorando.

Joder.

—¡Papi! —Cole salta de su lugar en la alfombra y corre hacia mí,


agarrándose a mi rodilla—. Tati hizo la cena. ¡Y pastel!

Mary, que aún está arrodillada en la alfombra, sonríe y me saluda


con la mano, y también hace que su muñeca me salude.

Parpadeo.

Y entonces mi estómago traicionero gruñe de nuevo,


probablemente porque atrapó otro olor por debajo del pastel, como el de
pollo y salsa.

—Cazuela de pollo y champiñones —dice Octavia—. Pastel de


postre. ¿Está bien?

Serie Hombres salvajes 1 226


Jo Raven Cavernícola

Asiento tontamente, no seguro de lo que se supone que debo decir


o hacer en este punto. ¿Bien? Diablos, sí, está bien, pero me da pavor.

Nos sentamos en la mesa de la cocina, y esta vez tengo a Mary a mi


lado, con una servilleta debajo de la barbilla, su pelo recogido en una
trenza.

Todavía estoy sacudiendo la cabeza, tratando de limpiar las


telarañas.

—¿De dónde sacamos pollo y champiñones, y…? —Hago un gesto


hacia la olla que Octavia acababa de poner sobre la mesa—. ¿Todo esto?

—Hice que Gigi comprara para nosotros en el supermercado de la


calle principal. —Ante mi mirada inquisitiva, dice—: Gigi es mi hermana.

Claro. ¿Sabía el nombre de su hermana? ¿O que tenía una


hermana? Todos estos días, semanas que ha estado trabajando para mí,
¿le he hecho alguna vez una sola pregunta sobre sí misma?

—Iré a comprar mañana —le digo mientras nos sirve la comida—.


Me pareció ver un Walmart a las afueras de la ciudad.

—Dos pueblos más abajo —dice Octavia.

¿Pero quién está contando?

—Iré temprano. Y hazme saber cuánto pagaste por todo esto.

Ella asiente.

—Necesitáis comer —dice, acariciando el cabello de Cole—. Ellos.


Y tú. Comidas adecuadas, no solo sándwiches y pizzas para llevar.

Serie Hombres salvajes 1 227


Jo Raven Cavernícola

Los niños me delataron, ¿eh? Este es solo otro recordatorio de lo


mucho que apesto como padre, pero me olvido de cabrearme cuando
tomo el primer bocado y descubro cuán hambriento estoy.

Joder, esto está bueno. Y me muero de hambre por primera vez en


mucho tiempo. Me lleno la boca y aspiro la comida, perdiendo la noción
del tiempo.

Salgo a la superficie de mi trance alimenticio, todavía masticando


y tragando, a un silencio tan denso que puedo cortarlo con un cuchillo.

—¿Qué? —murmuro, frunciendo el ceño a mis hijos y mi niñera.

Todos los ojos están puestos en mí. ¿Qué pasa?, ¿tengo salsa en la
cara? Me paso el antebrazo por encima de la boca y barba, por si acaso.

—Papi —dice Mary en tono de reprimenda, con sus ojos oscuros y


serios, tan parecidos a los míos—. No usaste tu cuchillo. Y comes como
un cerdo.

—¡Cerdo! —grita Cole, con la boca llena de comida.

—Come tu comida —le dice Octavia a ella, pero parece que está
tratando de no reírse.

Por alguna razón, mi boca también se contrae.

—Esto es como ponerte como un cerdo13 —digo solemnemente—.


Mira y aprende.

Mary sonríe, y se convierte en risa.

—Papi es gracioso —dice.

13
Darse un atracón.

Serie Hombres salvajes 1 228


Jo Raven Cavernícola

Cole también se ríe, escupiendo comida por todas partes.

—Gracioso.

Me congelo con un tenedor a medio camino de mi boca.

—¿Lo soy?

Octavia no dice nada, metiendo una pequeña cantidad de comida


en su boca. Sin embargo, sus ojos brillan, y me quedo mirándola, mi
comida repentinamente olvidada.

Hay algo en la forma en la que sus pestañas se curvan sobre sus


ojos, la forma en la que sus labios se separan y me deja sin aliento. No
me está mirando, pero no puedo apartar la vista.

Fóllame con un tenedor oxidado. No puedo evitarlo cuando está


justo delante de mí. Mi pene está duro y la piel me está picando por todas
partes. La deseo.

Con mis hijos a mi lado, en la mesa de la cocina, la noche que nos


deja.

Jesucristo, Matt.

Y tú, polla. Abajo. ¿No hemos repasado todas las razones por las
que esto no volverá a pasar? Porque fue la madre de todas las malas ideas
en primer lugar, y mira a dónde nos ha llevado. A Octavia marchándose.

Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero, ¿qué hay de nuevo?

La cena se ha convertido en cenizas en mi boca. Bajo el tenedor,


inexplicablemente deprimido.

—Entonces… ¿esto es como la última cena? ¿Cena de despedida y


pastel?

Serie Hombres salvajes 1 229


Jo Raven Cavernícola

Ella se ríe, tapándose la boca con la mano.

No lo pensé para que fuera gracioso.

—¿Qué tiene de gracioso? —Lo pregunto con toda seriedad, y odio


lo apretado que está mi pecho. Porque metí la pata a lo grande y lo sé.

Aún así… Razones, Matt. Sabes que es lo mejor que puede hacer.
Sabías que sería lo mejor si ella nunca hubiera puesto un pie dentro de
la casa, pero la dejaste entrar de todos modos.

Como he dicho. No puedo evitarlo.

No puedo ahora, y no pude entonces.

Maldita sea.

*****

Los niños toman su pedazo de tarta para comérsela frente al


televisor, discutiendo sobre qué programa ver. Puedo verlos desde donde
estoy sentado en la cocina, con sus cabecitas inclinadas mientras pelean
por el control remoto.

Sonrío.

Fuertes voluntades, lindas pequeñas mierdas.

Me recuerdan mucho a su madre.

Y no solo allí. Me golpea cuando miro hacia atrás a Octavia.


Siempre me impresiona lo mucho que me recuerda a Emma.

Lo que es algo enfermizo. Por eso le dije que no la primera vez, y la


segunda, y la tercera. Por eso le dije que no usara vestidos, como a Emma
le gustaba hacer. No estar cerca de mis hijos, actuar como su madre.

Serie Hombres salvajes 1 230


Jo Raven Cavernícola

Eso me asustó. No puedo reemplazar a Emma. No puedo


enamorarme de una chica porque me recuerda a mi esposa muerta.

Pero ella no es una imagen de Emma, ¿verdad? Cuanto más la


conozco, más diferente me parece, en muchos sentidos. Es más inocente,
más frágil. Emma era fuerte como un clavo, más dura de lo que debería
haber sido para su edad.

Octavia es más suave, más dulce. Más frágil. Más fácil de romper.
No puedo soportar ser quien la rompa.

Mi pecho se aprieta de nuevo. ¿En qué coño estoy pensando?

Hay un gran trozo de pastel en mi plato, una linda chica frente a


mí, y yo simplemente… no puedo hacer esto.

Necesito golpear algo para sentirme mejor, o dejar de pensar,


empujo mi silla hacia atrás y me preparo para salir corriendo, encontrar
mi veneno y beberlo.

—Matt.

Su voz suave me detiene en seco. Me vuelvo a sentar.

—¿Qué?

—Dijiste… que tus hijos ya tenían a la mejor niñera. —Sus ojos


parecen demasiado brillantes. No puedo leer su expresión.

—Así es.

Pincha su pastel. El ceño fruncido haciendo que sus cejas se unan,


y luego se desvanece. Una sonrisa revolotea sobre su boca y desaparece.

¿Es una buena señal? Maldición, ojalá pudiera leerla mejor.

Serie Hombres salvajes 1 231


Jo Raven Cavernícola

—Mira —dice en voz baja—. Mi madre… tenemos algunas deudas.


Necesito el dinero.

Por supuesto que sí. ¿En qué estaba pensando yo? Por eso sigue
aquí. Me hace sentir como una mierda, y me lo merezco.

—Lo entiendo.

—Pero también amo a tus hijos. Me encanta este trabajo.

La miro a la cara. La determinación refuerza sus finos rasgos, ese


núcleo de acero que brilla a través de su mirada.

—¿Sí?

—Olvidemos lo que pasó anoche —dice en voz baja—. Necesitas


una niñera. Y yo necesito un trabajo.

—Está bien.

¿Qué estoy haciendo? Dejarla ir sería lo más inteligente.

Supongo que no soy tan inteligente. Y en cuanto a olvidar… tal vez


ella pueda, pero me estoy dando cuenta de que yo no puedo. No el maldito
sexo caliente, ni el hecho de que viniera a buscar a Cole conmigo, que se
quedara con mis hijos hoy a pesar de mi comportamiento de gilipollas,
que nos preparara la cena y que decidiera quedarse.

Sí, no puedo dejarlo atrás y borrar las huellas. Pero asiento, porque
ella tenía razón la primera vez.

No solo necesito una niñera.

La necesito a ella.

Lo que sea que eso signifique.

Serie Hombres salvajes 1 232


Jo Raven Cavernícola

Puedo hacer esto.

Después de todo, fue mi decisión… todo ello. Insistir en trabajar


para Matt Hansen, prácticamente abriéndome mi camino en su casa, y
en su vida, y anoche… fue mi decisión, también. Tal vez no del todo
consciente en ese momento, pero aún así.

Estuve de acuerdo. Lo acepté.

Lo quería como pocas cosas en mi vida.

Matt me da el dinero que gasté en las compras y me pide una lista


de cosas que necesite para la casa, para los niños, para la cocina. Es una
sensación extraña, el llevar una casa.

Pero otra vez… no realmente. He manejado nuestra casa la mayor


parte del tiempo, ya que mamá está fuera trabajando todo el tiempo. Es
raro porque esta es otra casa.

Su casa.

Me hace sentir como si fuera parte de su familia. Su novia, su


esposa… Lo que es un viaje por la madriguera del conejo.

Me hace preguntarme cómo debe sentirse.

Le echo un vistazo mientras me preparo para irme y dejo de


abotonarme el abrigo.

Serie Hombres salvajes 1 233


Jo Raven Cavernícola

Está sentado en el sofá, echado hacia atrás, sus poderosos


hombros presionados contra los cojines, mirando a sus hijos jugar a sus
pies. Sus brazos no están doblados sobre su pecho, sus manos no están
apretadas en puños, sino que están a sus costados.

Se ve más relajado de lo que le he visto en días, sus ojos están


somnolientos, sombreados por sus pestañas.

Con su pelo y barba oscura, con esos bonitos ojos, ese pecho ancho
y piernas largas, Dios… Es tan guapo que se me seca la boca.

Esta es una mala idea…

Sé que dije que deberíamos olvidarlo todo, pero, ¿cómo olvidas tu


primera noche? ¿Tu primera experiencia sexual con un chico guapo, que
también es tu jefe y a quién verás día tras día? Todavía estoy sufriendo
las secuelas, ¿pero el sexo en sí? Fue tan bueno. Solo de pensarlo me
hace palpitar en mi interior.

Justo entonces levanta la mirada, atrapando la mía y su mirada se


agudiza, se estrecha.

Y sonríe, una curva tenue y suave de sus labios que se marca en


mi alma y se queda conmigo mientras tomo el autobús a casa y me
acuesto en mi cama por la noche.

Tiene una hermosa sonrisa, incluso vacilante e incierta como lo es


ahora. Me encantaría verlo sonreír. De hecho, ¿cómo sonaría su risa?

Así que me acuesto en mi cama y me pregunto… ¿qué se


necesitaría para oírla?

*****

Serie Hombres salvajes 1 234


Jo Raven Cavernícola

Los siguientes días pasan sin problemas. Matt fue a comprar como
prometió y trajo todo lo que se me ocurrió y algo más. Rellenamos la
nevera y los armarios, y hasta hay helado y masa para galletas.

Quiero que sus hijos coman saludablemente, pero son niños, y se


merecen algo dulce al final del día.

Al igual que él, esa vocecita en la parte de atrás de mi cabeza. Se


merece un poco de azúcar.

Esa es una vocecita traviesa y mala.

Matt puede comer helado con sus hijos, y callar al respecto.

Hablar conmigo misma probablemente no sea una buena señal de


mi cordura. Como si no lo supiera cuando le dije que me quedaba. Hemos
estado evitando el elefante de la habitación, fingiendo que nunca sucedió.
Nunca lo volví a mencionar. Lo que pasa en la cocina, se queda en la
cocina, y está bien. Lo he superado.

De todos modos, no quiero hablar de ello, así que me parece bien.

De verdad. Muy bien.

Y no tiene sentido porque, cuando encuentro a Adam esperándome


fuera de mi casa y me sugiere que vayamos a tomar un helado,
inmediatamente digo que sí.

Quiero decir, no volvió después de nuestra última salida. Pensé que


no regresaría. No es que lo culpe. Le dije a Matt que Adam no era mi
novio, y pensé que el mensaje había llegado, alto y claro, cuando me
negué a darle un beso de buenas noches.

Serie Hombres salvajes 1 235


Jo Raven Cavernícola

Pensarías que me evitaría después de eso. Que se enfadaría. Su


masculinidad herida, o algo así. Pero me sonríe mientras caminamos por
las calles tranquilas.

Miro fijamente su sonrisa un momento demasiado largo, todavía


pensando en la sonrisa débil de Matt cuando dije que me quedaba. Tan
diferentes sus expresiones. Todavía no he notado la diferencia cuando
Adam me pregunta cómo he estado.

—Bien —le digo—. Ocupada.

—¿Sigues siendo niñera?

—Sí. Amo a esos niños.

Comienza a silbar una melodía, con las manos en los bolsillos


cuando llegamos a la heladería. Solo se detiene cuando estamos en la
cola.

—No pensé que seguirías trabajando para ese tipo. Es una


verdadera pieza.

—¿Por qué dices eso? —Le frunzo el ceño.

No responde.

Damos nuestros encargos, y veo a Jessica guiñándole un ojo.

¿En serio?

¿Y debería estar molesta?

Sacudiendo la cabeza, acepto mi cono y caminamos hacia afuera.


Estoy callada. No segura de qué decir cuando no dice ni una palabra.
Extrañamente, está sonriendo de nuevo.

Serie Hombres salvajes 1 236


Jo Raven Cavernícola

—Entonces, ¿no más mensajes amenazantes? —Finalmente


pregunto mientras nos acercamos a la casa—. No te he visto por aquí.
¿Has estado ocupado también?

—He visitado a mi hermana —dice.

—¿Ella está bien?

—En realidad, no. —Se traga el helado en tres bocados, cono y todo.
Nos detenemos mi puerta principal y esta vez, cuando me sonríe, creo
que he descubierto qué es lo que me molesta de esta expresión.

La sonrisa de Matt pudo haber sido débil, pero al mismo tiempo era
profunda, llena de pensamientos y sentimientos. Llena de preguntas y tal
vez promesas. O eso parecía.

La sonrisa de Adam es estable. Fija. Un poco plana.

Desconectada de su mirada que es tan dura en este momento, que


me retuerzo.

—Mi hermana —dice—, está sufriendo. El tipo de dolor que no


puedo quitarle, o de lo contrario lo haría. Perdió a alguien querido para
ella.

Doy un paso atrás, mi mano volando hacia mi pecho.

—Oh, Dios. Lo siento mucho.

—Sí —asiente—. Yo también.

La mirada dura se desvanece por un breve momento de sus ojos


verdes. El dolor lo reemplaza.

Luego se da la vuelta y se marcha sin otra palabra.

Serie Hombres salvajes 1 237


Jo Raven Cavernícola

*****

—Anda, Tati. —Gigi se ríe después, la ventana proyectando la luz


de luna entre nuestras camas—. Atrapada entre dos hombres torturados.
Desgarrada entre dos.

—No es gracioso. Y no estoy desgarrada.

—Oh, sí. Lo que sea.

—Su hermana perdió a alguien. Debe estar deprimida o algo así.


Dale un descanso.

—Lo hago. Pero me estoy burlando de ti, no de él. Además… estás


enamorada.

Le arrojo una almohada.

—No lo estoy.

—Uh-huh. La pregunta es, ¿de quién estás enamorada? ¿De un


guapo vecino con una hermana trágica o del torturado hombre oso con
un lado de gilipollas?

—¡Gigi! —Me dejo caer sobre mi espalda para mirar hacia el techo,
algo que estoy haciendo mucho últimamente. El sueño me evade, los
pensamientos sobre Matt llenan mi mente.

Imágenes, recuerdos de esa sonrisa, su voz, su gentileza con sus


hijos… su fuerte cuerpo cubriendo el mío, su polla moviéndose dentro de
mí.

El calor se apodera de mí, acumulándose en mi vientre, un latido


profundo que comienza dentro de mí.

Oh, Dios.

Serie Hombres salvajes 1 238


Jo Raven Cavernícola

—¿Tati? ¿Por qué te sonrojas? —De repente, Gigi ha saltado de su


cama y se mete en la mía—. No me digas… ¡Santa Mierda! —Los ojos de
Gigi se abren—. No lo hiciste con él, ¿verdad?

Con una sincronización perfecta, Merc asoma la cabeza por la


puerta.

—¿Hacer qué? ¿El acto feo? ¿Y con quién?

—¡Merc!

—Ese es mi nombre —dice fácilmente.

—Se supone que no debes escuchar a escondidas —acusa Gigi.

—No estoy escuchando a escondidas. —Se apoya en el marco de la


puerta con su pijama Assasin’s Creed14 y entrecierra los ojos—. ¿Has
hablado con Adam últimamente?

—Sí. Fuimos a tomar un helado hoy temprano. ¿Por qué?

Se encoge de hombros.

—Solo me preguntaba.

—¿Te preguntabas qué, Merc?

Ha crecido mucho. Todavía espero ver al niño pequeño, desgarbado


y pecoso que solía ser cuando entra en una habitación.

Por supuesto, su voz a menudo arruina la impresión incluso antes


de entrar. Le cambió hace un par de años, y ahora es profunda.

Aunque no tan profunda como la de Matt.

14
Assasin’s Creed: Serie de videojuegos y libros de ficción histórica.

Serie Hombres salvajes 1 239


Jo Raven Cavernícola

Y ahí va de nuevo mi resolución de dejar de pensar en Matt.

Dios, Octavia. Contrólate.

—¿Y qué hay de Adam? —pregunta Gigi, poniéndose demasiado


cómoda en mi cama, agarrando mi almohada y tirando de ella hacia sí—
. ¿Lo has estado investigando, o qué?

—¿O qué? —dice Merc sin rodeos—. No juego a ser uno de esos
detectives que a ti y a mamá os gusta ver en la tele.

—¿Homeland?15 —Gigi suspira y dobla sus brazos detrás de la


cabeza—. Rupert Friend es un sueño.

Merc suspira e inclina la cabeza hacia atrás, casi poniendo los ojos
en blanco.

—No, Gigi. Eso no es ni siquiera un programa de detectives. A


veces…

—Merc, ¿qué hay de Adam? —presiono. No deberían preocuparme


los chismes o lo que Merc haya escuchado. Pero no puedo negar que
tengo curiosidad.

—¿Las lenguas se están moviendo por la ciudad? —apunta Gigi.

—No, no es eso. No oí nada. —Merc parece intranquilo—. He oído


hablar mucho más de Matt Hansen que de Adam. Como si… nadie se
hubiera dado cuenta de que Adam se mudó aquí, ni saben nada de él.

—Discreto —dice Gigi con aprobación.

Mi turno de poner los ojos en blanco.

15
Homeland: Serie de televisión.

Serie Hombres salvajes 1 240


Jo Raven Cavernícola

—¿Te molesta?

—En absoluto. Adam es sexy. Saldría a tomar un helado con él en


cualquier momento.

—¿Y qué hay de Quinn? —Merc sacude la cabeza—. Espera, olvida


que lo he preguntado. De todos modos, la cosa con Adam… —Parpadea,
sacude la cabeza otra vez—. En realidad, ¿sabes qué? Olvídate de esto
también. Probablemente hice un gran escándalo de nada. Buenas
noches, chicas.

—¡Espera! —Salto de la cama mientras él se gira para irse—. No


puedes dejarlo así. Es injusto.

Creo que se reirá y me ignorará, pero se detiene y se muerde el


labio inferior.

—Escucha, puedo estar equivocado, ¿pero dijiste que Adam vive en


la casa de la calle del viejo señor Collins? ¿O me lo imaginé?

—No, eso es correcto.

Merc asiente.

—Entonces, ¿por qué el señor Collins sigue viviendo allí con todos
sus gatos?

*****

Llamo al timbre del señor Collins al día siguiente de camino a la


parada del autobús, pero nadie responde a la puerta. Cuando trato de
asomarme por las ventanas, encuentro que las cortinas están cerradas.

Tiene que haber una explicación. Estoy bastante segura de que esta
es la casa que Adam me mostró. Pero tal vez lo malinterpreté. Debo
haberlo hecho.

Serie Hombres salvajes 1 241


Jo Raven Cavernícola

O tal vez está alquilando una habitación. Dios sabe que la casa es
pequeña, pero, ¿quién sabe? O está alquilando la casa y el señor Collins
solo vino a cobrar el alquiler.

En cualquier caso, no es de mi incumbencia, y no importa lo que


piense Merc, aquí no hay nada siniestro.

No tiene ningún sentido por qué sigo pensando en ello. El malestar


de Merc probablemente se ha filtrado en mí. Malestar por ósmosis,
cortesía de mi hermano.

Oye, cosas más raras han pasado.

Mientras tanto, el trabajo me está llamando, y todos los


pensamientos sobre Adam y los extraños sucesos en mi calle salen
volando de mi cabeza cuando descubro que los niños están enfermos.

Matt tiene sombras oscuras bajo sus ojos y vómito sobre su


camiseta blanca. Se las arregla tanto para lucir en control y continuar
con la cabeza en alto, como algún poderoso Dios con resaca.

Insiste en que debe quedarse en casa para cuidar de sus hijos, es


dulce, pero tengo esto controlado.

Suavemente, pero con firmeza lo empujo hacia el baño para que se


duche, y cambie... sin espiar, lo juro... y luego lo empujo por la puerta
con la promesa de llamarlo si hay alguna necesidad.

Sin embargo, duda en el umbral de la puerta, su mirada se dirige


hacia las escaleras y hacia arriba, donde sus hijos yacen enfermos en la
cama, y mi corazón da un vuelco. No hay nada como un hombre grande,
melancólico, todo desgarrado por la indisposición de sus hijos.

Esto es peligroso para mi corazón. Muy peligroso.

Serie Hombres salvajes 1 242


Jo Raven Cavernícola

Tengo que seguir recordándome que Matt Hansen no es el hombre


para mí. No importa lo guapo, lo sexy que sea, no importa cuánto me
gustaría aliviar el tormento en sus ojos oscuros… desearlo, enamorarme
de él es una mala idea.

Tú lo sabes.

Mi cerebro racional lo sabe. Sin embargo, mi cuerpo tiene otras


ideas: ponerse todo caliente e incómodo cada vez que él está cerca.

Finalmente se va, y el acto de limpiar el vómito, calmar a niños con


fiebre y cocinar caldo me quita de la mente todas las maneras en que mi
cuerpo quiere a Matt.

De virgen a puta en una noche, lo juro… esto es tan ridículo.


Especialmente con él alejándome después y esta tregua incómoda entre
nosotros.

Pero no pensaré en eso. Otra vez no.

Mary me llama desde arriba, así que lleno apresuradamente dos


tazones con caldo y los llevo a su dormitorio.

Pobres niños. Se ven como el infierno, cansados y malhumorados.


Ugh. Le ruego a Dios que no me contagien su virus. Al menos la
habitación ya no apesta a vómito.

Coloco la bandeja en la cama de Mary, les pongo las servilletas


sobre sus regazos y me aseguro de que el caldo no esté hirviendo antes
de colocar los tazones frente a ellos.

No es de extrañar que no tengan mucha hambre. Cole quiere


escuchar un cuento, así que tomo uno de los libros de una de sus cajas

Serie Hombres salvajes 1 243


Jo Raven Cavernícola

aún sin desembalar y les leo la historia de Alexander and his Terrible,
Horrible, Not good, Very bad Day16

Creo que encaja, aunque sea para niños mayores que Cole. Parece
que le gusta, su pequeña cabeza ladeada, sus ojos azules brillantes. Mary
agita la cuchara en el cuenco, lanzándome miradas. Veo que a ella
también le gusta.

Entrar en el ritmo de la lectura es fácil. Representar la historia es


algo natural. Tengo mucha práctica con Gigi y Merc.

El libro los distrae lo suficiente como para comer un poco de caldo


y el pan que puse a un lado.

—Otra historia. —Se queja Cole cuando termino. Mary me mira con
ojos de cachorro y hace pucheros.

Oh, Dios… Son tan jodidamente lindos. ¿Cómo podría decirles que
no?

Al igual que su terrible bruto de su papá sexy, estos niños son


irresistibles…

16
Alexander and his Terrible, Horrible, Not good, Very bad Day: Alejandro y su horrible,
terrible, no bueno, muy mal día.

Serie Hombres salvajes 1 244


Jo Raven Cavernícola

Hay un gato clavado a mi puerta.

Un jodido gato, con un cuchillo de carnicero sobresaliendo de su


costado, su sangre y tripas manchando la clara madera, goteando al
suelo.

Se me revuelve el estómago y trago la bilis.

Cristo.

Pero esta vez… miro hacia arriba a la cámara de seguridad que la


compañía instaló hace unos días. Te pillé, bastardo.

Saco mi teléfono e inicio la sesión de la grabación.

Y… no hay nada de hoy. Literalmente nada. Sólo negro. ¿Qué


demonios?

Bajo el teléfono, y miro fijamente al gato muerto durante un


momento demasiado largo, mi cabeza palpita, mi corazón martilleando
contra mis costillas tan rápido que me siento mareado.

Voy a matar a Ross. A ese maldito bastardo.

Pero primero llamo a John Elba e informo de lo que está pasando,


porque él me dijo que eso es lo que debería hacer si pasaba algo, y porque
soy un idiota creyendo que esto lo convencerá para actuar.

Serie Hombres salvajes 1 245


Jo Raven Cavernícola

John me dice amablemente que debo contactar con la compañía de


seguridad, para ver por qué la cámara no funcionó. Y que enviará a
alguien a recoger las evidencias, esperando pruebas de algún tipo.

Pero que no tiene esperanzas, y que yo debería permanecer fuera


de esto. Que haré su trabajo más difícil si ataco al sospechoso, ya que no
tenemos nada contra ese tipo. Sobre Ross.

A la mierda. A la mierda con los dos.

Tiene que ser Ross, no importa cómo protestó, incluso cuando le di


un puñetazo en la cara. Hijo de puta. Golpeo la pared junto a la puerta
una, dos veces.

Suelto un aliento tembloroso que sabe a rabia. Es amargo y me


duele el pecho.

Maldita sea, no me gusta. No me gusta que esto esté empeorando


progresivamente. Si el culpable es Ross, se ha vuelto loco. Un psicópata.
Uno organizado y metódico.

Los psicópatas son peligrosos. No se detendrá en matar a un gato,


y John tiene que saberlo.

¿Por qué mi familia? ¿Por qué me eligió ese monstruo? Maldito


cabrón. ¿Y qué pasa sobre las insinuaciones sobre mi pasado, sobre dejar
a alguien atrás? ¿Qué diablos quiere de mí?

Mierda, no quiero que mis hijos, u Octavia, vean el maldito desastre


fuera de la puerta. Entonces entro, abriendo la puerta mientras hago mi
mejor esfuerzo por no manchar mis manos de sangre. Las levanto para
revisarlas una vez que estoy dentro y las encuentro temblando por la
adrenalina como un drogadicto.

Serie Hombres salvajes 1 246


Jo Raven Cavernícola

La sala está vacía, pero oigo voces desde arriba. Subo los escalones
de dos en dos, necesitando asegurarme de que están bien.

Llegué tarde a casa. Fue lo más temprano que pude escapar del
trabajo, con Jasper respirándome sobre la nuca. Parece que ha superado
las dudas sobre su hijo y ha decidido volver a presionar los botones de
Matt.

Y tengo que contenerme físicamente para no salir de mi camino


para ir a buscar a Ross y ponerle la mano encima hasta que confiese. Lo
único que me detiene es a John diciéndome que no me meta, pero estoy
vibrando de rabia.

Los niños están sentados en sus camas, apoyados en pilas de


almohadas, coloreando libros abiertos frente a ellos.

Y Octavia. Está sentada en la cama de Cole, leyéndoles un libro de


cuentos, aunque se detiene en cuanto yo aparezco en la puerta.

Sus ojos se iluminan. Ella se levanta y viene hacia mí, dándome


una sonrisa que es un puto disparo a mi cerebro, evitando mi enojo y
miedo, esparciendo raíces en mi pecho.

—Los niños están mucho mejor —dice—. Creo que dormirán toda
la noche.

Su boca está sonrosada, un mechón de cabello oscuro se riza sobre


su pálida mejilla, y maldición, tengo ganas de besarla. Me muero por
acariciar ese rizo fuera de su cara, por ponerlo detrás de su delicada oreja
con el pequeño pendiente dorado.

—Papi —dice Mary, rompiendo mi trance, mostrándome su libro de


colorear—. ¡Mira!

Serie Hombres salvajes 1 247


Jo Raven Cavernícola

—¡Y a mí! —Cole levanta su libro, tirando un montón de lápices de


colores al suelo—. Mírame a mí primero.

A pesar del horrible mensaje en mi puerta, la preocupación y el


dolor de cabeza les sonrío.

—Un trabajo increíble, chicos.

Ellos me devuelven la sonrisa.

—Me encanta —susurra Octavia.

—¿Qué? —Me vuelvo hacia ella.

—Como les respondes, mucho más que antes. Ya sabes… a ellos


también les encanta.

¿Lo hacen? Miro bien a mis hijos y encuentro una sonrisa gemela
de dientes de leche dirigida hacia mí. El calor recorre mi pecho.

—Gracias, Tay. —Las palabras se escapan sin pensarlo—. Esto es


toda obra tuya.

Un brazo delgado se desliza alrededor de mis caderas y ella se


inclina sobre mí brevemente. Demasiado brevemente.

—De nada. Pero en su mayor parte es por ti.

*****

Los niños se quedan dormidos poco después, y yo recojo los libros


de colorear y los lápices de todas las superficies, haciendo mi mejor
esfuerzo para no despertarlos. Cuando apago las luces, mi teléfono
zumba, y frunzo el ceño cuando la realidad vuelve a entrar.

Siempre lo hace, maldita sea.

Serie Hombres salvajes 1 248


Jo Raven Cavernícola

Los policías están aquí para ver el gato y el cuchillo, y sí, es hora
de que le cuente a Octavia sobre ello.

Ella lo toma con más calma de lo que esperaba, aunque su cara se


drena de todo color.

—Mierda Santa —susurra e insiste en salir a ver, aunque se pone


más pálida cuando lo hace.

Va rápido. Los dos policías, no los mismos que vinieron cuando


Cole desapareció, quitan el gato de la puerta y lo meten en una bolsa, así
como el cuchillo.

—¿El gato significaba algo para vosotros? —pregunta uno de ellos,


un enorme negro que fácilmente podría golpearme con un movimiento de
sus dedos—. ¿Tiene algún significado especial?

—A los niños les encantan los gatos —dice Octavia, con voz
temblorosa.

El tipo niega con la cabeza, porque esto no significa nada.

¿O sí?

Algo me molesta, pero por mi vida que no puedo malditamente


entenderlo.

El último mensaje preguntaba qué era lo más valioso para mí. Y


eso es mis hijos. Y a mis hijos les encantan los gatos. Cole siguió a un
gatito cuando desapareció.

Niños. Gatos. Precioso. A quién dejaste atrás.

¿Qué demonios podría ser el objetivo de todo esto? Excepto


provocarme una úlcera, eso es. ¿Por qué los acertijos y los pequeños
sustos?

Serie Hombres salvajes 1 249


Jo Raven Cavernícola

Entonces tengo que recordarme a mí mismo que un psicópata no


tiene que tener sentido. Porque hasta ahora es bastante claro que ésta
no es la broma de unos niños.

Al menos está claro para mí, y espero que los policías lo vean de
esa manera también.

Llamo a la compañía de seguridad, y me dicen que el problema


parece estar en mi extremo. ¿Tal vez la cámara está estropeada? O un
problema técnico.

Alguien vendrá mañana por la mañana para revisar las cámaras.


No, no pueden venir esta noche. Ocupados, ocupados. Cerrando ahora.
Nos vemos mañana.

Cristo.

O simplemente soy tan desafortunado, o el psicópata es más listo


de lo que cualquiera de nosotros le damos crédito. Y aunque tengo mala
suerte... perder a tu esposa tan joven no es una buena señal de que el
destino esté de tu lado... algo me dice que es lo último.

*****

Los policías se van con el espantoso botín, y Octavia coge su abrigo


de la percha, preparándose para irse también.

No quiero que lo haga.

Estoy a su lado, quitándole el abrigo de las manos antes de darme


cuenta de lo que estoy haciendo.

—Tay…

Ella me deja hacerlo, sus ojos inciertos.

Serie Hombres salvajes 1 250


Jo Raven Cavernícola

—¿Qué pasa?

¿Qué estoy haciendo? No necesito que sostenga mi maldita mano.


Soy un niño grande.

—Es solo que… —Me lamo mis labios repentinamente secos—.


Querías que hablara. Contigo. Más.

Bien hecho, Matt. Eso fue muy elocuente.

Pero sus ojos están claros.

—Sí, esa fue una de mis condiciones. Ya estás mejor con los niños,
así que no quería presionarte hoy.

—No me estás empujando.

Pero tal vez empujar es la única manera de ponerme en marcha,


como una camioneta averiada. He estado atrapado en un lugar
demasiado tiempo. Atascado en mi mente.

Dentro del pasado.

Empújame, quiero decir. Méteme de cabeza en el presente. Hacia el


futuro.

Pero como siempre últimamente, las palabras se me atascan en la


garganta. Retroceden. Lejos. Hundiéndose en mi mente, mi respiración
volviendo a hacer esa cosa rara, mis pulmones luchando por bombear
dentro de mi pecho.

Espero que Octavia pierda la paciencia, me quite el abrigo y se


vaya.

Pero no lo hace. Siempre me sorprende.

Serie Hombres salvajes 1 251


Jo Raven Cavernícola

—¿Qué necesitas? —Me pregunta ella, con la voz baja, sus ojos
viendo a través de mí. Levanta una mano a mi cara, acariciando mi
pómulo—. Estoy aquí. Sólo dímelo.

Ella lo hace sonar tan fácil.

—Eres como Emma… —susurro—. Y no lo eres.

¿Cuántas veces pensé eso desde que la conocí?

Incontables. En mi despertar, en mi dormir, en mis sueños.

—¿Cómo es eso?

Dudo. Pero si eso significa que no se vaya enseguida…

—Eres más vieja que tus años.

Ella hace una mueca, sus ojos luminosos, su boca se tuerce.

—¿Más vieja?

Joder, es guapa.

—Fuerte. Decidida. Pero no rota.

—¿Ella estaba rota? —No. Nunca—. Cuéntame sobre ella. Ahora es


el momento.

No puedo. Joder, no puedo ni siquiera respirar. Si ella se quedara


un poco más…

Baja la mano, deslizándola en la mía.

—¿Estás bien? —Me empuja hacia el sofá y tira de mí hacia abajo,


y yo me hundo en los cojines con gratitud—. ¿Hablarás conmigo?

Serie Hombres salvajes 1 252


Jo Raven Cavernícola

Sí. Un ligero empujón.

—Lo siento mucho. —Me las arreglo para decir—. Por la otra noche.
Y todo. Sigo jodiéndolo.

—Matt.

—Perdí a Emma… y es demasiado pronto. Aún no estoy allí. Joder,


apenas soy humano. Tú más que nadie lo sabes. He sido egoísta. Rudo.
No soy lo suficiente cuidadoso. Contigo.

Y mira eso. Hasta ahora apenas podía encadenar tres palabras


juntas, y ahora no puedo callarme.

—Estuviste bien —dice ella—. La otra noche, ¿en la cocina? Me…


me gustó —sus mejillas se vuelven rojas, salpicaduras de color que hacen
que el azul de sus ojos se profundice.

Y esa admisión allí mismo, alivia el peso de mi pecho, dejándome


respirar de nuevo.

—Mira —dice ella—. Debería haberte dicho que nunca lo había


hecho antes. Y soy una adulta. Consentí. Yo lo quería. Sólo…

—Que la cagué. Te lastimé.

—Lo hiciste. Pero viviré. —Ella dibuja otra sonrisa, y la rodeo con
un brazo, incapaz de contenerme. Ella jadea, y luego se relaja contra mí.

—La cagué. Seguiré cagándola. Mi mente… no está en el lugar


correcto. Todavía no.

Tal vez nunca. Y ella necesita saber esto, porque voy a besarla. No
estoy seguro de que pueda detenerme, no cuando ella está tan cerca que
todo lo que puedo oler es a mujer cálida, sexy, sus tetas presionando en
mi costado y mi brazo rodeando su delicada espalda.

Serie Hombres salvajes 1 253


Jo Raven Cavernícola

—Entiendo —dice en voz baja. Ella se inclina más cerca, su brazo


serpenteando alrededor de mi espalda y el otro por mi pecho. Estoy tan
jodidamente duro, que creo que mis pantalones explotarán en mi
entrepierna—. Ya no soy virgen. Y yo solo…

Mi boca está sobre ella antes de que termine su pensamiento.

Gruño, su gusto inundando mis sentidos, tan jodidamente dulce.


La empujo hacia abajo sobre los cojines del sofá, inclinándome sobre ella,
presionando entre sus piernas, mi pene perforando un agujero a través
de mis vaqueros para llegar a ella.

La beso más fuerte, empujando mi lengua en su boca, comiendo el


gemido que quiere salir. No importa lo que me prometí a mí mismo sobre
ella... cómo no volvería a tocarla, ni besarla, ni follarla, cómo mantendría
mi distancia y no volvería a lastimarla... todo se fue por la ventana en el
momento en que ella se sentó a mi lado.

Arranco mi boca de sus labios, pero solo para poner los míos en su
mandíbula, en su cuello, luego sobre sus tetas cubiertas de tela,
mordiéndolas, gimiendo por su suavidad.

Le cuesta respirar. Sus caderas se levantan inquietas.

—Tay… —digo la palabra contra sus pechos, porque maldita sea,


no quiero mover mi boca de allí todavía—. Ahora es el momento de huir.

—No voy a huir —dice ella—, de ti. Quiero esto.

Santa Mierda, mi pene salta ante sus palabras. Ella parece tan
segura de sí misma.

—Seré rudo —le advierto—. Tendrás que decirme si te hago daño.

Serie Hombres salvajes 1 254


Jo Raven Cavernícola

—No lo harás. —Ella traga. Sus tetas se levantan y caen contra mi


cara—. Me gusta cuando eres rudo.

Cristo, esta chica. Balanceo mis caderas, me duele la polla, me


pesan las pelotas. Ella me está matando. Me está matando jodidamente,
y me pregunto si tiene alguna idea de ello.

Con Emma, tuve que tener cuidado. Gentil. Tenía demasiados


factores desencadenantes de una infancia que se había vuelto mala para
que encontrara placer en el juego brusco.

Y luego Octavia me besa y todos mis pensamientos desaparecen,


excepto uno: esta chica es mía. Mía. La necesito, coño, tengo que tenerla.

Ahora mismo, joder.

Quitarle la ropa es fácil. Tirando de su blusa sobre su cabeza,


bajándole los pantalones, rompiendo su sostén, frotando su coño sobre
el fino algodón de sus lindas bragas, de un lado a otro, de un lado a otro.

La vuelve loca. Echa la cabeza hacia atrás y gime, sus caderas se


levantan de nuevo para poder frotarse en mi pulgar.

Es tan jodidamente sexy.

Apuesto a que puedo hacer que se corra con unos cuantos golpes
más. Está lista, temblando al borde.

Así que me detengo, dejo que gimotee mientras chupo un sendero


hasta sus tetas. Me muero por poner mi boca sobre sus pezones. Son
rosados y tensos, apuntando hacia arriba, rogando por ser succionados.

Me está mirando, sus ojos encapuchados, el cuerpo temblando


debajo de mí cuando cierro mi boca sobre un pezón y pellizco el otro con
la mano.

Serie Hombres salvajes 1 255


Jo Raven Cavernícola

—Oh, Dios mío —respira, su cuerpo arqueándose.

Saber que soy el primero en hacerle esto, en verla desnuda, tocarla


así, hacerla correrse con mi boca y mis manos, es un sentimiento
poderoso. Es algo más poderoso de lo que fue follar con ella la otra noche.
Eso fue salvaje, fuera de control, brutal y satisfactorio, pero esto… Esto
es real. Esto es mejor. Esta es la noche que recordaré para siempre.

La noche que no le di dolor, sólo placer.

Cuando la follé hasta que mis pensamientos comenzaron a tener


sentido otra vez.

Uno sólo puede esperar.

Le pellizco el pezón una última vez y le meto la mano entre las


piernas. Encuentro su pequeño clítoris duro como una roca y mi boca se
llena de agua. Dando una última lamida a su teta, me lanzo entre sus
piernas y chupo su clítoris en mi boca.

Ella suelta un gemido ahogado, y ahí es cuando empujo mi pulgar


dentro de ella. Sólo un poco, luego más profundo, más duro, abriéndola,
preparándola para mí.

Ella se tensa, se estremece y se corre contra mi boca, sus caderas


meciéndose.

Oh, sí.

Todavía se estremece con réplicas cuando me siento y me quito la


ropa. Mi camiseta va primero, luego mis pantalones y calzoncillos. Aprieto
mi polla bruscamente, la sacudo un par de veces. Luego paro con un
siseo, demasiado cerca de llegar.

Serie Hombres salvajes 1 256


Jo Raven Cavernícola

Saco un condón de mi billetera, pensando que debería comprar


más, me lo pongo y me tomo un segundo para respirar por la sensación
ajustada alrededor de mi polla demasiado excitada.

Luego la miro, a su coño rosado y reluciente, sus pezones duros,


su boca entreabierta y sus ojos brillantes, y sí, no puedo contenerme más.

Agarrándome la polla, la presiono, tan lento como puedo manejar,


centímetro a delicioso centímetro. Levantándole las piernas, me las pongo
alrededor de la cintura y empujo más fuerte, hasta el fondo.

—Matt. Oh, mierda. Oh, Dios —ella susurra, su voz ronca, sus
mejillas sonrosadas—. No puedo, oh, sí. Oh, Dios mío.

Ella se siente increíblemente bien. Jodidamente apretada. Y


caliente. Y estoy listo para volar mi carga.

Bajando la mano, le pellizco un pezón, luego el otro, y ella jadea,


su coño apretándose alrededor de mi pene, y ah, joder, esto es tan
perfecto.

Es hora del rock and roll. Coloco sus brazos alrededor de mi cuello.

—Agárrate fuerte —le digo, apoyando mis manos a cada lado de su


cabeza y follándola.

El deslizamiento y empuje dentro de su resbaladizo coño es tan


malditamente dulce. Mis ojos están cerrados por el placer de hacerlo, y
los fuerzo a abrirlos de nuevo porque quiero ver las expresiones
revoloteando en su rostro.

Dios, me excita. Sus ojos muy abiertos, sus dientes apretados, los
gemidos ahogados, y sin aliento saliendo de sus labios sin que ella se dé
cuenta.

Serie Hombres salvajes 1 257


Jo Raven Cavernícola

Ella se ve tan desenfrenada y salvaje como me siento yo,


meciéndose contra mí, tomando mi pene tan profundo que podría llorar
por el puro placer de ello. Feroz.

Ella realmente quiere esto. A mí.

Ella me quiere a mí.

O al menos a mi polla, y maldita sea, apaga un segundo, ¿quieres,


cerebro?

La levanto y me reclino hacia atrás, me siento sobre mis talones,


arrodillándome con ella montándome, y oh, joder, sí, esto es aún mejor.

Sus ojos se ponen en blanco mientras empujo más profundo, tan


profundo como puedo, mi corazón palpita y mi pulso llena mis oídos.

Eso es todo. Mientras empujo hacia arriba, dentro de ella, sus tetas
en mi cara, sus gemidos en mis oídos, su flexible cuerpo sobre el mío,
esto es lo más cerca que puedo llegar del jodido cielo. Mi orgasmo
comienza en lo profundo de mis entrañas, una bola de fuego que se
desenrolla y se extiende por mi columna vertebral, a mis bolas,
lamiéndome la polla.

Mi ritmo se tambalea mientras mi verga se hincha más. El calor


fluye a lo largo de su longitud, ardiendo, y la presión se rompe.

Mientras disparo la carga, entierro mi cara contra su cálida piel, el


placer es tan agudo que es como si una cuchilla me cortara por la cintura.

Santa Mierda. Me aferro a ella, mis manos en su culo, mientras


maldigo y me corro, y me corro un poco más, esperando vagamente que
el condón no se rompa, y entonces ella llega una vez más también.

Serie Hombres salvajes 1 258


Jo Raven Cavernícola

Es una maldita locura. Ella se convulsiona alrededor de mi polla,


gritando mi nombre, sus uñas arañándome en la parte posterior de mi
cuello, y mi pene sigue disparando, retorciéndome las jodidas pelotas
hasta secarlas.

—Matt… —ella gime cuando la bajo al sofá, acostándola sobre los


cojines, aún enterrado hasta las bolas dentro de ella. Sus pestañas
revolotean. Está desmayada, y eso me hace sonreír.

—¿Fue bueno?

—Muy bueno… —ella sonríe, sus ojos aturdidos, mi pecho se


aprieta y mi estómago hace una pequeña voltereta extraña.

¿O ese fue mi corazón?

En cualquier caso, estoy totalmente, al cien por cien, jodido.

Serie Hombres salvajes 1 259


Jo Raven Cavernícola

Hay un pedazo de papel pegado a mi puerta.

Matt insistió en llevarme, pero le pedí que me dejara unas


manzanas más abajo de la calle, sin estar segura de querer responder a
las preguntas de todos si lo veían.

No es que no vayan a preguntar de todos modos. Es muy tarde, y


no puedo apartar la sonrisa boba de mi cara sin importar cuánto lo
intente.

Y luego ese papel. Clavado con un cuchillo de cocina en la puerta


de la casa donde crecí, donde viven mi madre, Gigi y Merc.

Dice en grandes letras negritas: ¿Con quién estás follando?

Pongo la mano sobre mi boca, y apoyo la otra en la puerta, el miedo


y el shock hacen que mis rodillas se debiliten.

¿Qué demonios?

Mi siguiente pensamiento es que Mamá no puede ver esto. Nadie


puede hacerlo.

Mierda.

Con la mano temblando, agarro la empuñadura del cuchillo y tiro


de ella con todas mis fuerzas, sacándola de la madera y liberando el trozo
de papel del filo.

¿Quién podría haber hecho esto? Y más importante, ¿por qué?

Serie Hombres salvajes 1 260


Jo Raven Cavernícola

¿Quién sabría si me he acostado con Matt? ¿Y a quién le


molestaría?

Mi mente se dirige instantáneamente a Adam, pero, mierda, no.


Parece un buen tipo, con sus propios problemas.

Y no olvidemos… este mensaje es exactamente del tipo de los que


Matt ha estado recibiendo, clavado con un cuchillo en la puerta.
Haciendo preguntas que este tipo, quienquiera que sea, obviamente ya
sabe las respuestas.

¿Podría ser Ross, como Matt está tan convencido de que lo es?

Mis rodillas se sienten débiles. De acuerdo, tacha eso, se siente


más como si alguien me hubiera cortado las piernas. Me hundo en los
escalones del porche, el cuchillo y el trozo de papel en mi regazo,
aturdida, tratando de pensar en qué será lo próximo. ¿Qué debería hacer?
¿Qué hace uno en tal caso?

Matt llamó a la policía, pero si lo hago yo, todos sabrían que me


acosté con él. No soy una mojigata, pero esta es una ciudad pequeña, sin
mencionar el hecho de que me moriría si mi madre se enterara de mi
primera vez de esta manera, además…

Además, todavía no sé qué es esto que hay entre Matt y yo.

Nada, probablemente. Él acaba de decírmelo, esta noche, antes de


que me follara, que no está listo para nada más. Y yo lo acepté. Le dije
que lo hacía.

Tengo que aceptarlo. No tengo otra opción. Y ahora…

Matt. Sin importar lo que sea, es a quién tengo que llamar. Él sabrá
qué hacer.

Serie Hombres salvajes 1 261


Jo Raven Cavernícola

De eso al menos estoy segura. Puede ser la única cosa de la que


esté segura en estos días.

*****

—¿Qué coño? —murmura Matt al teléfono—. Qué coño… no puedo


creer que esta mierda esté pasando.

—Lo sé —digo débilmente.

—Deberías denunciarlo a la policía. Eres una adulta, Tay. Tu


familia no tiene saber esto, si tú no quieres que lo sepan. Iré contigo.

Asiento, aunque no puede verme, el alivio me inunda.

—¿Mañana?

Su voz es gentil.

—Sí, mañana por la mañana. ¿Estás dentro de casa ahora?

—No, estoy en el porche.

—Métete dentro —ladra al teléfono y se esfuma toda su dulzura—.


Y cierra las puertas y ventanas.

—Matt… —Mi corazón empieza a acelerarse de nuevo.

—Sólo hazlo, chica. Dormiré mejor sabiendo que estás en tu cama


con las puertas y ventanas selladas. Vamos, entra y cierra. Me quedaré
en la línea hasta que sepa que estás a salvo dentro.

—Está bien. —Mi voz es pequeña, pero la fuerza está regresando a


mis extremidades con su profunda voz en mi oído, sabiendo que dejará
todo y vendrá a buscarme si algo sucede—. Voy a entrar.

Serie Hombres salvajes 1 262


Jo Raven Cavernícola

Mirando por encima de mi hombro con cada paso que doy, me


apresuro a entrar en casa y cierro la puerta, cerrándola con llave. Luego
voy a la cocina, vuelvo a comprobar que la puerta trasera esté cerrada, y
luego compruebo todas las ventanas, antes de soltar un suspiro de alivio.

—Todo listo —le digo a Matt.

—¿Revisaste las puertas y ventanas, lo cerraste todo? ¿Los cerrojos


en su sitio?

Emito un suave resoplido.

—¿Cerrojos? Sí, sí. Lo cerré todo.

—Bien. —Una sensación de alivio atraviesa la línea—. Ten cuidado,


Tay.

No, me digo a mí misma.

No te permitas creer que realmente le importa.

—¿Crees que esta persona es inestable? —susurro, de pie en la


escalera que lleva a los dormitorios, sin querer despertar a nadie.

Se toma un largo momento para responder.

—No lo sé, Tay. Seguro que no es la bombilla más cuerda de la caja.

Se me escapa otro bufido. Siento que voy a comenzar a reír y no


parar nunca. Histérica, probablemente. No es una buena idea.

—Jesús. ¿Por qué vendría a buscarme a mí? —Trago con fuerza—.


¿O a ti?

—¿Quién diablos sabe? Escucha… —Suspira—. Iré a recogerte


mañana, con los niños, iremos a la policía. Entonces os traeré a todos de

Serie Hombres salvajes 1 263


Jo Raven Cavernícola

vuelta y me iré a trabajar. Justo antes de las ocho, ¿de acuerdo? Estate
preparada.

—De acuerdo —repito, todavía demasiado llena de adrenalina, por


el mensaje y por el sexo anterior.

—Oye, chica…

—¿Sí? —No sé por qué me gusta cuando me llama así.

O Tay.

O casi cualquier cosa.

Por Dios, Octavia.

—Ponte un vestido mañana —dice.

Parpadeo, confundida.

—¿Para ir a la policía?

—No, maldita sea. Para mí.

Y cuelga, dejándome atónita por segunda vez en espacio de diez


minutos.

Un vestido. Para él.

Jesús. Nunca debí dejar que me dictara lo que debía ponerme, pero
la ola de calor que baña mi cuerpo me quita el aliento.

Mis entrañas se aprietan, la familiar necesidad me hace palpitar el


coño, y todavía puedo sentirlo dentro de mí, sentir su pene que me llenó
tan perfectamente esta noche. Recuerdo su boca sobre mis pezones, sus
dedos dentro de mí, luego cómo me levantó y golpeó contra mí, y su

Serie Hombres salvajes 1 264


Jo Raven Cavernícola

rostro… Su cara cuando se corrió, con los ojos muy abiertos, un gruñido
atrapado en su garganta.

¿Cómo puede una simple orden suya, una que no debería haber
aceptado en primer lugar, hacerme palpitar de deseo? ¿Cómo puede un
ceño fruncido, una sonrisa suya hacerme rogar por más? Y sobre todo…
¿Qué significa esto para él? Me pregunto. ¿Significa algo en absoluto?

Porque que Dios me ayude, está empezando a significar demasiado


para mí…

*****

Por la mañana, a la brillante luz del día, sin la voz de Matt en mi


oído, debato no ponerme un vestido.

Llámame feminista, pero nunca he hecho nada solo porque un tipo


me dijera que lo hiciera, y todavía es inteligente que me ordenara que no
me pusiera vestidos en su casa hasta ahora.

Muchas de las cosas que me dijo siguen siendo inteligentes.

Pero la forma en la que lo dijo, la orden en su voz, ese gruñido bajo


que hace cuando está excitado… Como un enorme lobo, listo para
abalanzarse.

Me puse el maldito vestido antes de pensarlo más.

Es el vestido que usé la primera vez que nos vimos, cuando ni


siquiera me dejó entrar a su casa. Los mismos zapatos, todo igual. Siento
curiosidad si se dará cuenta, si es que lo recuerda.

Su camioneta se detiene en la puerta principal diez minutos tarde,


y lo veo desde el porche donde estoy parada. Está retorcido en su asiento,
girándose hacia atrás, diciéndoles algo a los niños.

Serie Hombres salvajes 1 265


Jo Raven Cavernícola

Luego se endereza y me mira con las manos en el volante.

Mi boca se seca como cada vez que lo veo. Algo en el amplio


conjunto de sus hombros y esos abultados bíceps, en la intensidad de
cada movimiento… Me atrae.

Me encuentro preguntándome cómo sería sin la barba.

Una cosa es segura: es más peligroso que un lobo. Un peligro para


mi cordura.

Deja de mirarlo fijamente.

Mientras bajo los escalones y me acerco a su camioneta pick-up,


Mary pega la cara a la ventanilla, aplastando sus labios contra el cristal
como una rana. Cole aparece a su lado, lamiendo el cristal.

Me río.

Matt abre su puerta y salta, da la vuelta y me abre la mía, como un


verdadero caballero.

Le miro fijamente.

—¿Qué? —refunfuña—. No nací en un granero.

¿Pero tal vez en una cueva?

No lo digo, por supuesto. Sólo sacudo la cabeza y me meto dentro,


sin saber qué hacer con esto, con este… cambio. ¿Está fingiendo, o el
verdadero Matt está asomándose a través de las capas defensivas que ha
erigido entre él y el mundo?

¿Y cuán profundas son estas defensas? Porque a pesar de abrirme


la puerta, de venir a recogerme y todo eso, sigue siendo un cavernícola
en su forma de hablar, de actuar… en su forma de hacer el amor.

Serie Hombres salvajes 1 266


Jo Raven Cavernícola

No estoy segura de querer que cambie la forma en que hace el amor.


La forma en que folla.

¿Y por qué estoy pensando en esto ahora, mientras me siento junto


a él en la camioneta con olor a pino, cuero y el sudor picante de Matt? Mi
cara arde, y cuando él se da la vuelta para mirarme, me recorre con la
mirada el escote, mis tetas y luego vuelve a mirarme a la cara…

Se lame los labios y mi aliento se queda atascado como si su mirada


fuera un toque físico que juraría que siento justo entre mis piernas.

Jesús, este tipo.

—¡Tati! —Los niños agarran mis hombros y brazos por detrás,


riendo como locos—. ¡Vamos a dar un paseo!

Palmeo sus pequeñas manos y hago ruidos de acuerdo.

Matt suelta el freno de mano y se aleja de la acera. Su mirada sigue


girando hacia mí, sus párpados pesados.

—Maldita sea, te ves ardiente —dice.

Y todavía me estoy sonrojando.

—Entonces, ¿por qué me dijiste que no usara vestidos?

Me dolió. Duele. Me hizo sentir fea. No deseada. Todavía estoy


superando el hecho de haberme desecho de mis aparatos dentales, y ya
no ser el patito feo, pero algunos días mi confianza no está en su apogeo.

Se frota la barba con una sola mano. Observo como la otra aprieta
el volante, tan grande y fuerte, las uñas romas y ligeramente manchadas
de aceite de motor.

Serie Hombres salvajes 1 267


Jo Raven Cavernícola

—La cosa es, Tay… —dice, un lado de su boca curvándose—. Te


ves demasiado bien con un vestido. Y…

—¿Y qué? —Ahora también mis orejas están ardiendo.

—Nada.

Pero su media sonrisa se ha desvanecido, sus ojos se han vuelto


distantes. Mira por el espejo retrovisor a los niños.

Le preguntaré sobre esto más tarde.

Pero Dios… Si hay hombres más complicados en el mundo que


Matt, seguramente yo no he conocido a ninguno. Y esa es la verdad.

*****

Los policías son educados, toman de mí el cuchillo y el papel, y me


hacen preguntas. Matt no está lejos, sentado en una silla y hablando con
sus hijos, mirándome de vez en cuando. Comprobándome. Ofreciendo su
apoyo silencioso.

Y lo aprecio. Nunca he tenido nada que ver con la policía, y este


mensaje, tan vulgar e insultante que he recibido, me ha abierto un hoyo
en el estómago.

Especialmente cuando la policía que está delante de mí, una


agradable dama de mediana edad, pregunta:

—¿Y quién es este? —Tocando una uña roja sobre el papel. Sobre
la pregunta de con quién me acuesto.

Aprieto los labios, enojada y mortificada.

—No puedo…

Serie Hombres salvajes 1 268


Jo Raven Cavernícola

—Esto quedará entre nosotras —me dice—. Juro que no se lo


contaré a nadie. Necesitamos un motivo para estos mensajes. Parece que
es alguien que conoce, alguien cercano a usted.

—No hay nadie cercano a mí que haría algo tan grosero como esto
—murmuro—. No veo cómo puede ser de ayuda…

—Soy yo —dice Matt, acercándose a nosotros, elevándose sobre


nosotros.

Mi boca se abre.

—Jesús, Matt.

Los ojos de la mujer se abren y la veo mirándolo dos veces. Ahora


tiene un rubor que coincide con el mío, visible incluso por debajo de su
maquillaje.

—Mire, yo también he estado recibiendo mensajes, clavados a mi


puerta con un cuchillo —dice—. El Detective John Elba sabe sobre mi
caso. Es posible que ella sea su objetivo porque trabaja para mí.

Sí, pienso, y ahora esta mujer sabe que me acuesto con mi jefe.

Jodidamente impresionante.

Ella asiente, levanta el teléfono y hace una llamada a ese tal John
Elba. Escucha por un momento, asiente y garabatea en el papel donde
ha estado anotando la información sobre mí.

Luego cuelga y cruza las manos sobre el escritorio.

—¿Están seguros de que no hay nadie que los conozca a los dos y
tenga algo en contra de ustedes? ¿Qué hay sobre los mensajes que
recibió, Sr. Hansen? ¿Pudo averiguar a quién se referían? El Detective
Elba dice que no parecía saberlo cuando hablaron.

Serie Hombres salvajes 1 269


Jo Raven Cavernícola

—Todavía no lo hago —dice Matt, mirando a sus hijos—. Excepto


en el último.

—¿Cuál fue el último?

—Decía: “¿Qué es lo más preciado para ti?” Y esos son mis hijos,
cero jodidas dudas sobre eso.

La mujer abre la boca, probablemente para decirle que no jure en


una comisaría de policía, con sus preciosos hijos al alcance de sus orejas,
pero al final, sólo asiente.

—Me parece acertado. Por favor, háganos saber si también


encuentra la respuesta para los mensajes anteriores, Sr. Hansen. Señora
Watson. —También me hace una seña con la cabeza—. Traten de no ir
solos por lugares desiertos, cierren sus puertas y ventanas, y hágannos
saber si aparecen nuevos mensajes.

Ahora estoy empezando a ver por qué Matt está tan frustrado. La
policía no puede ayudar, no con esto. Te desnudas, dejas secretos que
ningún extraño debería tener derecho a saber, y no hay nada que puedan
hacer.

Aunque no es su culpa, pica.

Le damos las gracias a la mujer, y Matt se dirige a sus hijos que


han estado jugando con su teléfono.

Tanto la policía como yo nos damos la vuelta para mirar su


apretado trasero, ajustado en sus vaqueros.

—Caramba. —Suspira—. Él parece todo un puñado.

Se dio cuenta de eso, ¿cómo?

¿O está hablando de su culo? Buen Dios.

Serie Hombres salvajes 1 270


Jo Raven Cavernícola

Y sin embargo, no puedo evitar sonreír mientras sigo a Matt.


Seguro que es sexy, y caminando por la comisaría con él y sus hijos, con
mi vestido negro y tacones, después del sexo caliente que tuvimos
anoche… Por primera vez en mi vida, ya no me siento como una niña,
sino como una mujer de verdad.

Serie Hombres salvajes 1 271


Jo Raven Cavernícola

La chica está en silencio en el camino de vuelta a la ciudad. Hay


un olor a tristeza en ella, un aura de melancolía mientras mira por la
ventanilla de mi camioneta, su pelo oscuro peinado hacia atrás, su
vestido oscuro tan recatado y apropiado.

Ese vestido me está volviendo loco. He estado duro desde el


momento en que la vi esta mañana, y este no es el momento, pero maldita
sea, quiero parar la camioneta y follarla aquí, contra el volante, o hacer
que baje sobre mí mientras agarro su pelo en mi puño.

Pero… los niños.

Además, ella es infeliz.

Jodida mierda. Por supuesto que no está contenta con ese mensaje
clavado a su puerta, y teniendo que pasar por todo eso en la comisaría.

Y se sintió incómoda cuando le dije a la mujer que el mensaje se


refería a mí…

Supongo que se refería a mí. Si asumimos que este imbécil nos ha


estado mirando, como el pervertido que es.

Cristo. Mirándonos. Mirando a Octavia. Mis hijos. ¿Qué coño…?

Aprieto las manos en el volante, luchando contra el impulso de


maldecir en voz alta y aplastar mi puño contra la ventana por si acaso.

¿Qué diablos le pasa a Ross? ¿Qué quiere de nosotros? ¿De mí?


¿Qué pasa con los misteriosos mensajes sobre quién coño dejé atrás?

Serie Hombres salvajes 1 272


Jo Raven Cavernícola

¿Y mis pecados? ¿Qué pecados? Si se refiere a beber, maldecir, y


ser un jodido mal padre, claro. Ese soy yo. Recálcalo, ¿por qué no?

¿Pero por qué fingir que me conoce de antes? ¿Es este un juego
enfermo que Ross inventó para pasar el tiempo? ¿Qué tan lejos llegará
con esto? ¿Por qué está tan obsesionado?

Todavía está callada cuando estaciono fuera de la casa, cuando


llevamos a los niños dentro, y los colocamos frente al televisor para ver
su programa favorito.

Y eso me hace querer follarla aquí y ahora, y al diablo con todo.

Así que, cuando ella dice:

—Voy a subir a buscar sus libros de colorear si esperas un minuto


más. —Digo “a la mierda”, y la sigo por las escaleras.

Ya estoy demasiado profundo, hundiéndome más a cada minuto.


La forma en que su vestido abraza sus curvas y muestra sus piernas, la
forma en que sus tacones atraen mi atención a sus torneadas pantorrillas
mientras sube las escaleras, la forma en que sus ojos se abren cuando
mira hacia atrás y me encuentra siguiéndola…

No tiene precio.

Tan jodidamente caliente.

Ella no dice nada, así que la sigo. Se dirige primero al baño para
lavarse las manos, y yo entro con ella.

Su jadeo es fuerte mientras la presiono contra el lavabo, apretando


mi urgente erección contra su atrevido trasero. Ella se apoya, y su mirada
se encuentra con la mía en el espejo, sobresaltada, pero calentándose
rápidamente, sus mejillas enrojeciendo.

Serie Hombres salvajes 1 273


Jo Raven Cavernícola

Tío, me encanta cómo reacciona a mí, con ganas pero también un


poco asustada, como si no supiera qué hacer conmigo.

Pero estoy seguro de que yo sé qué hacer con ella. A ella. Le


mordisqueo la nuca y ella tiembla. Cuando me acerco para tocarle las
tetas, sus pezones están duros como guijarros, presionando contra mis
palmas.

—Matt… —Su respiración se corta, y siento su pecho subiendo y


bajando bajo mis manos.

Le aprieto los pechos.

—¿Algo que decir?

—Los niños…

Me gusta que no pueda formular frases coherentes.

—¿Qué pasa con ellos?

—Abajo. Esperando.

—Seremos rápidos. —Le prometo eso quitando mis manos para


levantarle el vestido y acariciarla sobre el algodón de sus bragas.

Maldita sea, este vestido me ha estado volviendo loco, y sus bragas


de niña, azules con flores y encaje, hacen que mi polla duela.

—No debemos… —Lo intenta de nuevo, se corta cuando paso dos


dedos por debajo del algodón y los froto sobre su coño, sobre su
palpitante clítoris—. Oh, Dios…

Ya está resbaladiza, y la follo con los dedos, suavemente,


empujando las puntas de mis dedos hacia dentro y hacia afuera. Ella

Serie Hombres salvajes 1 274


Jo Raven Cavernícola

inclina la cabeza, se le escapa un gemido roto, y yo meto los dedos más


profundamente.

Ella los toma. Sus piernas abriéndose, y se mece sobre mis dedos
como si no pudiera evitarlo.

Sí, me encanta esto. Es jodidamente poderoso. Mi polla está


goteando en mis pantalones, mis pelotas están apretadas, y esto son
suficientes preliminares.

Rápido y áspero, contra el lavabo del baño. Tal vez esto sacudirá
mi cerebro lo suficientemente fuerte como para desalojar la necesidad de
ella que está atascada como una bala en mi cabeza, pinchando cada uno
de mis pensamientos.

Saco mis dedos, le quito las bragas y le acaricio el culo. Ella jadea
y retrocede, en mi mano. Inocente y sucia. Dulce y ansiosa. Está
descubriendo el sexo, y todas las formas en que su cuerpo puede darle
placer, todos los pequeños factores desencadenantes que la excitan, y no
se está conteniendo.

Porque no cree que sea inapropiado, sucio o perverso. Porque sigue


siendo pura como la nieve, en la cúspide de la feminidad, con toda la vida
por delante de ella.

Y yo soy su perdición. Lo que me excita aún más, y no quiero saber


qué dice eso de mí.

Esto es tal puto juego mental.

—Voy a follarte. —Respiro en la perfecta pequeña concha de su


oreja, tirando del pequeño botón dorado con mis dientes.

—Sí —gime.

Serie Hombres salvajes 1 275


Jo Raven Cavernícola

—¿Lo deseas?

—¡Sí, sí!

Con un gruñido, empujo dos dedos dentro de ella de nuevo,


abriéndola para mí, a tientas con mi otra mano busco dentro del gabinete
del baño. Agarrando un condón, lo abro con los dientes, y me lo pongo
con una sola mano.

Arrastrando mis dedos fuera de su coño mojado, la deslizo más


arriba, aferrándome a mi control por un hilo que se deshilacha rápido.
Sus gemidos se vuelven desesperados mientras ella se folla en mis dedos,
su coño tragándolos, latiendo alrededor de ellos, apretando.

El saber que está a punto de correrse es una sacudida en mis


pelotas. Saco mis dedos de ella, haciendo que aúlle.

Se correrá en mi puta polla o no lo hará en absoluto.

Reemplazo mis dedos con mi pene, frotando la cabeza sobre su


abertura, sobre su clítoris, y hacia atrás hasta que ella se queja
profundamente en su garganta, como si me rogara que me moviera.

Así que empujo en ella profundamente, con un golpe alucinante,


hasta que me entierro hasta las bolas en su caliente vagina.

Mi pecho está al ras con su espalda temblorosa, mis manos en sus


caderas mientras la mantengo quieta, tratando de juntar las partes
destrozadas de mi mente. No puedo pensar, no puedo hablar, mi corazón
late al compás del pulso en mi polla, el placer de ello amenazando con
hundirme.

Santo puto infierno.

Serie Hombres salvajes 1 276


Jo Raven Cavernícola

Ella lloriquea, gime, se esfuerza por moverse, pero mi agarre en sus


caderas es de hierro. Si ella se mueve… si ella menea esas caderas, me
iré. A punto de explotar dentro de ella.

Su cabello huele a algo florido. Cuando lamo una raya en su cuello,


su piel sabe dulce y salada. Sabe a chica bonita. Si embotellaran la
esencia de una mujer sexy, sería esta. Flores, dulzura y el embriagador
aroma de su sexo, almizcle y azúcar quemada.

Quiero decirle todo esto. Qué hermosa es ella. Qué sexy. Cuánto la
deseo. Pero creo que ella puede sentir la evidencia de eso, palpitando
profundamente dentro de su coño, y es un punto discutible, ya que no
puedo encontrar las palabras.

Todo mi enfoque está en no correrme aún, y mientras me recupero,


me retiro y vuelvo dentro de ella gimiendo.

Oh, sí. Jesucristo, esto es tan bueno que se sale de los putos
gráficos. Empujo dentro de ella, tocando fondo, siseando a través de mis
dientes ante la sensación de sus paredes internas apretando mi polla.

Muerdo su cuello, lamiendo el lugar, sintiéndome como un jodido


león marcando a su hembra mientras muevo mis caderas más rápido. El
calor baja por mi espina dorsal, entre mis piernas, extendiéndose como
un reguero de pólvora. Mi sangre arde bajo mi piel. Mi pene está tan
hinchado que siento un dolor real, y son signos contundentes y
reveladores de mi total y absoluta pérdida de control.

—Tay… —gimo. Golpeando en ella, esperando no lastimarla,


porque soy un tren descarrilado. Me acerco a ella, encuentro su clítoris y
lo presiono, lo froto—. Córrete conmigo. Ahora.

Y lo hace con un gemido entrecortado, su coño apretándose


alrededor de mi pene, abrazándome hasta que no puedo evitar que el

Serie Hombres salvajes 1 277


Jo Raven Cavernícola

orgasmo ruede a través de mí como una jodida avalancha, rompiéndome.


Todo mi cuerpo es un latido gigante mientras se tensa, se aprieta, se
inclina hacia adentro, y luego se libera al disparar mi carga, una caída
libre en el alivio.

El tiempo se ralentiza, y estoy colgando en el placer. Se desliza a


través de mí, por mi espalda, haciendo que mi polla se mueva, y no quiero
que termine.

El peso que ha estado aplastando mi pecho, que ha estado


presionando sobre mis hombros, se levanta por ahora, la tristeza, el
enojo, la culpa incomprensible pero entumecedora se ha ido.

Somos solo yo y esta chica, nuestros cuerpos encerrados en uno


solo, respirando juntos, moviéndonos en tándem, ordeñando las últimas
gotas de nuestro placer.

No recuerdo la última vez que abracé a una chica después del sexo.
Y eso es porque la última vez fue…

—Matt… —Su suave voz sacude mi mente de regreso antes de que


deambule por ese camino otra vez, ese camino oscuro que me lleva de
vuelta al pasado y a todo el dolor que estoy luchando por mantener
encerrado.

Ella tiembla por debajo de mí, y una ola feroz de protección me


invade.

—¿Todo bien? —Le pregunto. Necesito sostenerla contra mí, erigir


una pared alrededor de ella. Protegerla del mundo.

Ella asiente, una pequeña inclinación de su cabeza que apenas


siento.

Serie Hombres salvajes 1 278


Jo Raven Cavernícola

La calidez que se derrama en mi pecho no tiene sentido. A menos


que… a menos que de alguna manera la necesidad por ella haya
cambiado, migrado de mi cerebro a mi corazón. De caliente y urgente, a
cálido y profundo.

Y darse cuenta de ello convierte mi sangre en hielo.

Mierda. ¡Mierda! ¿Cómo lucho contra esto? ¿A dónde voy desde


aquí?

No estoy listo para esto.

Todavía no.

No otra vez.

*****

—Todavía no me lo has explicado —murmura mientras se vuelve a


poner las bragas, y joder, ojalá pudiera fumarme un cigarrillo mirando
cómo lo hace a la tenue luz de la pequeña ventana del baño.

Mirando mientras tira de sus pequeñas y delicadas bragas por sus


largas y pálidas piernas.

Jodidamente hermoso.

—¿Explicado qué? —Me he metido la polla dentro de mis vaqueros,


cerrando la cremallera. Sé que apesto a sexo y me importa una mierda.

—Por qué me dijiste que no usara vestidos, si te gustan.

Levanto mi mirada a su cara.

—¿De verdad no lo sabes?

Serie Hombres salvajes 1 279


Jo Raven Cavernícola

Ella niega con la cabeza, sus ojos brillantes sobre sus mejillas
sonrojadas.

Tiene que saberlo. Agito una mano entre nosotros.

—Esto.

No quería follar a la niñera de mis hijos durante su entrevista,


maldita sea.

—Esa no es la verdadera razón —susurra, bajo pero desafiante, y


maldita sea si el desafío en sus ojos no hace que mi verga se espese de
nuevo en mis pantalones.

Además, ella tiene razón.

No es la única razón.

De repente quiero decirle la verdad.

—Emma… solía usar vestidos. Esas cositas con la cintura marcada


y tirantes en los hombros, como los tuyos —Extendiendo la mano,
enderezo un pliegue de la falda de su vestido—. Estaba muy delgada. Una
vida entera de desnutrición te hace eso, aparentemente, y nunca ganó
mucho peso, ni siquiera cuando estuvo embarazada de los niños. Dijo
que los vestidos la hacían sentir más sexy. Más femenina. —Bufo—. Ella
siempre fue femenina y sexy, y no pudo…

No podía verlo. No podía creerlo. No importaba lo dura que fuera,


estaba llena de cicatrices en lo más profundo de su alma.

Pero mi garganta se ha cerrado con una roca del tamaño del jodido
planeta, y no puedo tragar ni respirar, y mucho menos hablar.

Tengo que salir de aquí.

Serie Hombres salvajes 1 280


Jo Raven Cavernícola

Así que golpeo mi puño contra la puerta mientras me tambaleo y


entro en mi habitación, las paredes aleteando, el suelo moviéndose.

Todavía no he conseguido absorber nada de aire, tal vez sea por


eso. Manchas negras están nadando en mi visión. Mis pulmones arden y
el corazón está dando vuelcos en mi pecho. Me tropiezo con la ventana,
trato de abrir el pestillo pero no se mueve.

Jodida mierda.

—¿Matt? —Su voz. Sus pasos. Ella está dentro de mi habitación,


viniendo detrás de mí. Esperaba que hubiera bajado las escaleras para
ver cómo estaban los niños—. ¿Estás bien?

No estoy seguro de que alguna vez lo esté. Empujo el pestillo de


nuevo, logro abrir la ventana e inclinarme hacia afuera, esforzándome
por tomar algo de aire.

Ella no pregunta nada más, solo me frota la espalda, entre los


omóplatos, y se siente bien. Mucho mejor de lo tengo derecho.

Alivia mi respiración como ninguna otra cosa ha logrado, ni el


whisky, ni el humo, ni el golpear las paredes, ni a nadie que se interponga
en mi camino.

Cierro los ojos y dejo que su toque me devuelva al suelo. Se


presiona a sí misma contra mi espalda, una inversión de nuestra
posición, sus suaves curvas y dulce olor un bálsamo para el dentado
dolor en mi pecho.

—Estás herido —dice en voz baja, y no tengo ni idea de lo que está


hablando—. Tu mano. ¿Qué pasó?

Me doy cuenta de que me he estado frotando la muñeca izquierda.

Serie Hombres salvajes 1 281


Jo Raven Cavernícola

—No es nada.

—Es una cicatriz —dice lentamente y se coloca a mi lado, toma mi


mano en las suyas y estoy demasiado cansado para detenerla—. Bajo la
tinta. Matt…

Veo el horror amaneciendo en su mirada. Pero, demonios, ya me


cansé de esconderme. Terminé de huir.

El final del camino. Eso pensaba yo. Yo dije eso.

—Estoy bien. —Suelto. Aparto mi mano, y ella se cubre su boca


con su mano, sus ojos vidriosos.

—¿Intentaste suicidarte?

Pienso sobre ello.

—Quería hacerlo, joder.

Se le escapan lágrimas de los ojos.

Frunzo el ceño, levanto la mano y las limpio con el pulgar.

—Pero no lo hice.

Porque sabía exactamente qué hacer. Cómo hacerlo. Cómo cortar.


Leí sobre ello. No iba a hacer un trabajo a medias.

Que es exactamente lo que hice. Lo estropeé. Dudé. Porque no


estaba seguro de querer morir.

Por eso sigo vivo.

Ella toma de nuevo mi mano, traza la cicatriz con la punta de su


dedo. Me estremezco. La cicatriz está elevada, medio entumecida, y su
tacto hace que suba un escalofrío por la columna vertebral.

Serie Hombres salvajes 1 282


Jo Raven Cavernícola

—No, no lo hiciste —susurra.

Esa cicatriz es una herida de vacilación. Así es como se llama. El


doctor me lo dijo después. Corté lo suficientemente profundo como para
afectar algunos tendones de mi brazo y un nervio de mi mano, pero por
lo demás me libré con facilidad.

Flexiono mi mano y ella da una sonrisa suave, sus mejillas todavía


húmedas.

—Nunca la lloraste realmente, ¿verdad? A tu esposa.

¿Qué tiene esto que ver con eso?

—Por supuesto que lo hice.

Bebí, me corté y traté de… de terminar.

Pero, joder, no, nunca la enterré. En mi mente, ella siempre


regresaba por la puerta algún día. Su fantasma siempre ha estado
conmigo.

No sé qué es lo que ve en mi cara cuando el nuevo golpe llega a


casa... el hecho de que he estado obsesionado todo este tiempo y nunca
me di cuenta... pero ella me abraza y apoya su mejilla en mi pecho.

—Todo va a estar bien, Matt —susurra—. Estarás bien.

No sabía que necesitaba oír eso, pero, joder, lo hacía. ¿Cómo lo


supo ella? Estaré bien, estaré ahí para mis hijos, y por primera vez creo
que puedo empezar a creerlo.

Serie Hombres salvajes 1 283


Jo Raven Cavernícola

Los niños están jugando en silencio cuando finalmente vuelvo a la


sala de estar. Es como entrar en un universo diferente después de todo
lo que sucedió arriba. El sexo salvaje que curva los dedos de los pies en
el baño. La explicación de Matt sobre el vestido y su comportamiento
anterior. Su pequeño colapso, la cicatriz en su muñeca.

La admisión de que había intentado suicidarse… pero también que


no lo hizo.

No siguió delante con ello.

No hasta el final, al menos. La cicatriz no es tan larga, no parece


tan profunda. No tiene ninguna en la otra muñeca.

Y a pesar de la desesperación que me llenó cuando vi la cicatriz, lo


que me dijo me llenó de esperanzas.

Estoy ayudando a Mary a vestir a una de sus muñecas con un


vestido rojo con Cole tirando de mi manga para llamar mi atención,
cuando Matt finalmente baja las escaleras. Bueno. Estaba empezando a
preocuparme de nuevo.

Estás muy metida, Octavia. ¿Qué es lo que pasa contigo? Para ya.

Pero llegará tarde al trabajo, y no quiero que se acumule más estrés


en sus hombros. Ya tiene demasiado en su plato, y Dios, ese colapso en
su cuarto…

Y es por eso por lo que estás demasiado metida para tu propio bien.

Serie Hombres salvajes 1 284


Jo Raven Cavernícola

El tipo es un adulto. Incluso mayor que tú. Lleva años lidiando con
la muerte de su esposa. Probablemente ha tenido peores colapsos.

Él estará bien.

Sin embargo, mi corazón duele por él. Quiero aligerar su carga. Y


quiero ser yo la que lo ponga mejor.

Jesús. Este es un territorio más peligroso de lo que pensaba. Más


como un hundimiento del corazón. Unas arenas movedizas emocionales.

Oh Dios, estoy enamorada de él.

Aspiro profundamente.

Él está agarrando las llaves de su camioneta del cuenco que hay


junto a la entrada, pasándose una mano por su desordenado cabello.
Luego me mira, una cálida chispa en sus ojos oscuros, una suavidad que
rara vez existe, y es como si todo el mundo hubiera cambiado sobre su
eje.

Él siempre estuvo caliente, desde la primera vez que lo vi, pero


ahora… Ahora está concentrado, lenta pero seguramente, un detalle cada
vez. El pliegue entre sus cejas oscuras habla de pena, la sombra en sus
ojos tiene sentido. Su actitud, su violencia, sus palabras, sus acciones.

Cada vez me queda más claro que nunca conoceré a otro hombre
como él. Está dañado y sufriendo por dentro, está arremetiendo, pero es
fuerte y tiene un lado gentil que no muestra a muchos. Ha sido herido
por los giros del destino, pero aún se está aferrando.

Y no me preguntes cómo lo sé, pero creo que es el indicado para


mí.

* * * * **

Serie Hombres salvajes 1 285


Jo Raven Cavernícola

Los niños se sienten mucho mejor hoy. Todavía están un poco


malhumorados, cansados e impacientes. Mary hace un magnífico
berrinche cuando su taza se cae y se rompe. No era su taza favorita, ni
nada de eso, pero no puede superar la pobre taza quebrada.

Y luego, Cole tiene un ataque completo de “rodar sobre la alfombra”


y gritar cuando le sirvo su zumo de manzana porque quería hacerlo él
mismo. A pesar de que le di la botella y él ni siquiera quiso tocarlo.

No importa. No tiene que tener sentido. Recuerdo esto,


especialmente cuando Merc era pequeño. Ese chico era un berrinche
andante. Es raro cómo se ha vuelto tan suave y tranquilo ahora que ha
crecido.

—Así que todavía hay esperanzas para ti —le digo a Cole,


levantándolo del suelo y tomándolo en mis brazos. Ugh es pesado—. Tal
vez haya esperanzas para todos nosotros.

Pienso en eso mientras lo llevo a la cocina, y una Mary que llora


siguiéndonos... ¿Por qué llevas a Cole? Quiero que me lleves a mí también.
¡No es justo!... y a la mesa donde lo pongo en una silla.

Luego me doy la vuelta, levanto a Mary y la siento en la silla que


hay frente a él.

—Comed vuestra comida —le digo—, y os contaré un cuento.

—¡No quiero un cuento! —Mary resopla.

—No quiero. —Cole mira a su hermana, y de repente la apoya.

O tal vez es sólo el comienzo de otro ataque de gritos.

Oh, chico.

—Es tu historia favorita, la del tren que…

Serie Hombres salvajes 1 286


Jo Raven Cavernícola

—¡No quiero esa! —La voz de Cole está aumentando.

La boca de Mary está abierta. Parece confundida, tal vez porque


normalmente es ella la que no quiere escuchar la historia sobre el tren
de la caca.

Sí, estoy tratando de entrenar a Cole para ir al baño, así que inventé
una pequeña historia sobre ello. A él le gusta, pero se resiste a mis
esfuerzos para quitarle los pañales.

—Si no quieres el tren de la caca, ¿qué historia quieres? —Me


siento a su lado y pongo sus macarrones con queso en sus platos. Es su
alimento reconfortante, y los hice por esa precisa razón, ya que han
estado enfermos, para animarlos, pero ambos me miran con recelo.

Va a ser uno de esos días… Me encanta ser una niñera para estos
niños, y son muy inteligentes, cariñosos y tiernos, pero hoy son un
verdadero dolor en el cuello.

Respiro hondo y sonrío.

—¿Qué tal el de la princesa y el…?

—Quiero hablar con la abuela —dice Cole.

Un pequeño silencio se extiende.

Mary lo mira fijamente, como si tratara de leer los pensamientos


que corren dentro de su cabeza, y luego dice:

—Yo también. Extraño a la abuela.

Me quedo congelada. ¿Qué hago ante una situación así? Debería


llamar a Matt y preguntarle sobre esto. Decirle lo que quieren los niños.
De hecho, él es quien debería llamar a su madre y hablar con ella, hacer
que sus hijos hablen con ella.

Serie Hombres salvajes 1 287


Jo Raven Cavernícola

Esta no es mi decisión.

Luego pienso en todo lo que ha sucedido en los últimos días, todo


lo que ha pasado, por todo lo que han pasado los niños. ¿También tiene
que preocuparse por esto también?

¿Y él llamará? ¿O lo aplazará como lo ha estado haciendo con su


propia vida? ¿Empujándolo hacia atrás, paleando la culpa e ira sobre él
hasta que apenas pueda respirar más?

Soy la niñera. Estos chicos son mi responsabilidad. Y a mi juicio,


hoy necesitan escuchar la voz de su abuela.

Necesitan toda la ayuda, todo el afecto y el amor que puedan


conseguir.

Así que haré todo lo posible para dárselo.

*****

Mary me da el número de teléfono. Está en un pedazo de papel


decorado con corazones rojos y unicornios.

—Ella me lo dio antes de que nos fuéramos —Me dice muy seria—
. Para que siempre pudiera encontrarla. Pero solo mi papi tiene teléfono
y él no la llamará.

Oh, Dios. Te juro que puedo sentir mi corazón romperse en mi


pecho.

Además, estoy enojada con Matt por hacer esto, por quitarles esto
después de que perdieran a su madre.

¿Por qué no les deja hablar con su abuela? ¿Qué hay de malo en
eso? ¡Vamos!

Serie Hombres salvajes 1 288


Jo Raven Cavernícola

Así que llevo a los niños al sofá y marco el número en mi teléfono


móvil para llamar, con Mary a un lado, Cole al otro, ambos mirándome
con unos enormes y ansiosos ojos.

La línea suena y suena, y por un momento creo que nadie


responderá. Que tal vez la abuela no esté en casa, simplemente nuestra
suerte, o tal vez que el número que tiene Mary está equivocado.

Entonces una voz dice desde el otro extremo.

—¿Hola? ¿Quién es?

La voz de una mujer, distorsionada por la distancia, y yo trago


fuerte, queriendo llorar y ni siquiera sé por qué.

Le paso el teléfono a Mary que lo agarra con entusiasmo.

—¿Abuela?

De ninguna manera puedo oír lo que la abuela está diciendo, pero


ver la cara de Mary vale la pena. Sus ojos se iluminan y sonríe
ampliamente mostrando el espacio entre sus dientes delanteros.

Adorable.

Y luego Cole toma el teléfono de ella y después su pequeña cara se


ilumina, y ay.

Dios.

Tengo lágrimas corriendo por mi cara.

Limpiándomelas rápidamente, sonrío cuando los niños se pasan el


teléfono del uno al otro, hablando de su nueva vida en nuestra pequeña
ciudad a su abuela, diciéndole sobre una mujer de la calle que solía

Serie Hombres salvajes 1 289


Jo Raven Cavernícola

cuidar de ellos hasta que yo llegué, y luego sobre mí, y lo mucho que se
divierten conmigo.

Me inclino y les doy un abrazo, sólo porque sí. Pequeños mocosos


adorables.

En cualquier caso, es obvio que quieren mucho a su abuela, y que


ella también debe quererlos. Así que Matt y yo, necesitamos tener una
pequeña charla.

Eso es lo que tengo en mente la mayor parte del día, y estoy lista
para preguntárselo cuando oigo la llave en la cerradura mucho más
tarde. Entra, pero luego lo miro y todo se me va de la cabeza.

*****

—¿Qué pasó? —Me levanto de mi lugar en la alfombra donde los


niños están viendo la televisión y dibujando en sus libros de dibujo, y
estoy a su lado en una fracción de segundo—. Matt, ¿qué pasa?

Él respira con dificultad, no es exactamente el horripilante sonido


de esta mañana, pero aún así respira con dificultad. Como si no pudiera
respirar hondo. Su mirada es vacía, su mandíbula está apretada, sus
labios blancos.

—¿Matt? —Aún no lo he tocado, no estoy segura de que me haya


visto u oído. Sus ojos están tan distantes que podría estar mirando a otra
galaxia. Es como si no estuviera realmente aquí.

Me da un susto de muerte.

Entonces levanta un trozo de papel arrugado en su puño, y mi


sangre se convierte en hielo.

—Ese hijo de puta.

Serie Hombres salvajes 1 290


Jo Raven Cavernícola

Alcanzo el papel, pero él da un paso atrás, el movimiento inestable.

—¿Qué dice?

—Nada. Sólo… hijo de puta. Sigue jodiéndome. ¿Qué es lo que


quiere? —Mira fijamente la bola de papel, su respiración cada vez más
dificultosa. Sacude el puño—. ¿Qué es lo que quieres?

Lo que dice no tiene sentido. Echo un vistazo a los niños, y están


discutiendo sobre cambiar el canal de televisión a otro programa para
niños.

Bien.

—¿Lo encontraste en la puerta? —Le echo un vistazo. Está medio


abierta—. ¿Había un cuchillo? ¿Qué es lo que dice?

Él finalmente parece notarme. Suelta los dedos y le quito el trozo


de papel de la mano.

—Tay —susurra.

Y luego se balancea. En un momento está mirando el papel que


estoy desenrollando, al siguiente tropieza de costado, golpeando la pared
con su hombro.

Mierda.

—Oye. —El papel revolotea hacia el suelo mientras lo agarro a él


porque parece que está a punto de caerse—. Jesús, solo…

—Maldita mierda —Golpea una mano contra la pared, y juro que


deja una abolladura en el yeso.

Pero su voz es temblorosa.

Serie Hombres salvajes 1 291


Jo Raven Cavernícola

—¿Estás borracho? —Envuelvo un brazo alrededor de su cintura,


tratando de estabilizarlo, pero él es un tipo grande, todo su más de metro
ochenta de huesos grandes y músculos fuertes—. Háblame.

—‘Toy17 bien —Balbucea las palabras—. No borracho.

—Entonces, ¿qué? —Consigo apartarlo de la pared y poner uno de


sus brazos sobre mis hombros. Su cuerpo arde contra mí—. Apóyate en
mí, ¿de acuerdo? Vamos a llevarte a la cama.

—Al diablo con eso. —Pero se apoya en mí, su respiración caliente


y rápida, y Jesús, el calor que desprende su cuerpo es abrasador—. Dije
‘toy bien.

—Compláceme. —Dios, esto es como apaciguar a un animal


salvaje. Los niños nos están mirando ahora, y les sonrío, esperando
tranquilizarlos—. Vuestro papá y yo tenemos que discutir alguna cosa
arriba, ¿de acuerdo? Quedaros aquí y sed buenos, y bajaré en un
momento para daros un helado. ¿De acuerdo, chicos?

Ambos asienten, sus rostros serios y preocupados.

No ayuda que Matt gima, encorvado. ¿Qué es lo que le pasa? Ahora


yo también me estoy preocupando mucho. Su aliento no huele a alcohol,
así que estaba diciendo la verdad. No está borracho.

Pero está tembloroso e inestable, y demasiado caliente, y todo esto


habla de enfermedad.

—¿Cuánto tiempo llevas sintiéndote mal?

—Todo el día. —Admite en voz baja mientras nos dirigimos a las


escaleras, su tono derrotado—. Vomité dos veces en el trabajo.

17 N. T.: Estoy.

Serie Hombres salvajes 1 292


Jo Raven Cavernícola

Oh, Dios, tengo la sensación de que sé lo que es esto.

—Tienes el virus de los niños.

Él lo niega.

—Pero tú no lo tienes —refunfuña, y luego dice en voz baja—. Me


alegro.

—Raramente me pongo enferma. Soy inmune. He pasado todas las


enfermedades del planeta cuando era niña.

Él no discute eso, y se necesita toda mi concentración para subirlo


por las escaleras, deteniéndonos cada dos pasos para que él recupere el
aliento.

Cuando alcanzamos el dormitorio, mis brazos y espalda me están


matando por tratar de sostener su peso, y él se ve terrible, sus ojos
vidriosos y su cara pálida, y cubierto de sudor. Su espalda está
empapada, su piel ardiendo en el interior de mi brazo que está alrededor
de su cintura.

Tropezamos dentro y llegamos a la cama, y él cae sobre ella,


arrastrándome con él.

Me desenredo y lo ruedo sobre la espalda.

—Estás ardiendo. Necesitamos bajar la fiebre.

Solo gruñe, cerrando los ojos, como si estuviera demasiado agotado


para preocuparse de si vive o muere.

Pero aquí está el quid del problema, justo aquí: yo lo hago.

Serie Hombres salvajes 1 293


Jo Raven Cavernícola

¿Quién coño me golpeó en la cabeza con una pala? Porque así es


como se siente esto. Me golpeó en la cabeza y luego, por si acaso, me dio
una patada en el pecho.

O… estoy enfermo. Claro.

Tay dijo eso.

No he estado enfermo en años. No he estado físicamente enfermo,


no así, excepto cuando bebí jodidamente demasiado, pero incluso
entonces… Esto es como si clavos oxidados se clavaran en mi cráneo, en
la parte posterior de mis globos oculares, en cada articulación de mi
cuerpo.

Supongo que estaba llegando desde hace mucho tiempo. La


destrucción total de Matt Hansen.

“Perderás lo que ella perdió”, me susurra una voz a mi oído, o


tal vez dentro de mi mente. La habitación nada en mis ojos cada vez que
los abro, así que los cierro de nuevo, y voy a la deriva como un tronco en
un río, girando suavemente. “Perderás lo que es precioso para ti”.

¿Qué es precioso? ¿Qué es lo más precioso?

Mis hijos.

Y Octavia. Su toque, su voz.

No, no. Esto no tiene sentido.

Serie Hombres salvajes 1 294


Jo Raven Cavernícola

Nada tiene sentido.

La corriente del río se hace más fuerte, arrastrándose hacia abajo,


por encima de las rocas, entre troncos, y cada vez hace más frío. No puedo
dejar de temblar.

—Tay —susurro, porque ella puede calentarme. Ella puede


sacarme del agua.

La otra opción es el fondo del río, con los peces y las cosas muertas.

—Estoy aquí —dice, y algo de calidez vuelve a mi cuerpo. Mantas,


creo, están envueltas a mi alrededor, y algo frío es colocado en mi ardiente
frente—. Descansa.

No hay más remedio que hacer lo que ella dice. Siento como si
hubiera estado corriendo desde siempre. Estoy tan cansado, que no
puedo… no puedo seguir así.

—Entonces déjalo ir —dice Emma. Está sentada en la cama a mi


lado, llevando uno de sus vestidos favoritos, uno negro con lunares
blancos. Su pelo está recogido en la parte posterior de su cuello y su
rostro está serio.

—¿A qué?

—A mí.

Una sacudida me recorre y me doy cuenta de que es miedo.

—No puedo. Joder, no puedo, lo sabes.

—Tienes que hacerlo, Matt.

—De ninguna manera. No puedes pedirme esto.

Serie Hombres salvajes 1 295


Jo Raven Cavernícola

—Estoy atada abajo. —Y sé que está diciendo la verdad—. No


quiero que te hundas conmigo.

—Emma, no.

Me toca la cara, y su mano está fría, tan fría.

—Quiero que vivas, porque te amo. Cuida de nuestros hijos. Y


cuídate.

Estoy llorando. Estoy llorando como un bebé, y no me importa. No


quiero que se vaya, maldita sea. Las lágrimas que caen por mi cara son
frías, como su mano.

—Todo está bien —dice.

Pero no es ella.

Parpadeo, y los bonitos ojos que miran los míos son familiares.

—Tay. —La alcanzo, y me deja que tire de ella hacia abajo, cerca—
. Se ha ido. —Agarro la parte posterior de la cabeza de Octavia y la
arrastro más cerca, hasta que su cara se presiona en mi cuello—. Se fue.

Ella asiente, el movimiento suave contra mi piel.

—Sí, ella lo hizo.

Trago fuerte, mi garganta como el papel de lija.

—No va a volver.

Sacude la cabeza contra mi cuello.

—Estaba aquí conmigo. Emma estuvo aquí. —Lucho por mantener


mi voz firme—. ¿Qué es aún real?

Serie Hombres salvajes 1 296


Jo Raven Cavernícola

Una voz en mi cabeza dice: “Perderás lo que ella perdió”. ¿Quién


dijo eso? ¿Quién me dijo eso?

—Soy real —dice Octavia.

Ella lo es. Ella está aquí. No es un fantasma, no es un recuerdo,


sino carne y huesos delicados, una voz suave y esa sonrisa que me
calienta como el sol.

—Ahora me harás sonrojar —susurra.

¿Dije todo eso en voz alta?

—Me siento borracho. —Le informo.

—Estás enfermo. Te pondrás mejor. —Ella levanta la cabeza—.


Déjame cuidarte.

Vuelvo mi cara. No quiero que vea lo jodidamente destrozado que


estoy después del sueño, después de la realización que vino en su estela.
Estoy abierto, mi control se ha ido, mis defensas destrozadas.

No quiero que vea cómo quiero creerla, cuánto la necesito, ahora


más que nunca.

Cómo quiero que me cuide, que se quede conmigo.

Está intentando salvarme, pero no creo que pueda.

*****

Me despierto lo que parece una eternidad más tarde. Mis ojos están
llenos de arena y me duele todo el cuerpo. Está oscuro fuera de la
ventana, y dentro de la habitación solo está encendida la lamparita de la
mesilla de noche, arrojando una suave luz amarilla.

Serie Hombres salvajes 1 297


Jo Raven Cavernícola

La cama cruje y se mueve, y una sombra se despliega y se acerca


a mí. Frágil, esbelta, y sé quién es. No creo que sea Emma, ni por un
segundo, lo que es raro, y frunzo el ceño.

Octavia se inclina sobre mí.

—Hola, tú. ¿Cómo te sientes?

Tal vez es su olor, tan único y dulce. Tal vez sea la forma de su
cuerpo, de su pelo, de su rostro cuando se enfoca.

O tal vez es a ella a quién espero ver.

Y el hecho de que espero verla te dice lo jodido que estoy. No sólo


porque significa que ya no espero a Emma, que renuncié a esa ilusión…
sino porque Octavia no estará aquí para siempre.

O incluso por mucho más tiempo. Una chica como ella, encontrará
a un novio de su edad, se casará y tendrá hijos…, o irá a la universidad.
Solo trabaja para mí, y sí, follamos un par de veces, pero eso no significa
nada.

No puede significar nada, no para una chica guapa como ella. Tan
joven. Sé que para algunas personas doce años no son una gran
diferencia de edad, pero en días como este… sí, esta noche esos doce años
que nos separan se sienten como un siglo.

Supongo que esta noche me siento demasiado viejo para mis


veintinueve años. Oye, pronto cumpliré treinta.

Prácticamente un anciano.

—¿Matt? —Todavía está inclinada sobre mí, y maldita sea, he ido


completamente a la deriva.

—Sí. —Suelto—. ‘Toy bien.

Serie Hombres salvajes 1 298


Jo Raven Cavernícola

Ella pone su mano sobre mi frente, y es fresca y suave, y mis ojos


se cierran por la gentileza del gesto. Me golpea directamente en el pecho.

Sí, ella va a romper conmigo al final.

Sin embargo, hay algo que me molesta. Frunzo el ceño y abro los
ojos para mirarla.

—No te fuiste a casa esta noche.

—Me quedo.

Y que me jodan por la esperanza que se enciende dentro de mí,


leyendo sus palabras como yo quiero leerlas.

Así que hago lo que siempre hago: romper el momento. Darme un


golpe antes de que la vida me dé una paliza.

—Vete a casa —murmuro, y luego clavo el clavo aún más


profundo—. No necesito una maldita niñera. Son por mis hijos por los
que te pago.

Ella se estremece, y un dolor enfermizo recorre mi cabeza, mi


pecho.

Porque esta es Octavia, y simplemente esto está mal.

—Tay…

—No te preocupes —susurra y se da la vuelta. Camina hacia la


ventana, mirando hacia afuera—. Esta noche corre por mi cuenta.
Llámalo un regalo. Si conoces el significado de la palabra.

Joder. Tú pedazo de mierda, Matt.

—Oye, escucha…

Serie Hombres salvajes 1 299


Jo Raven Cavernícola

Ella no se da la vuelta.

—Leí el mensaje que encontraste en la puerta.

Mierda Santa, lo olvidé.

—“Perderás lo que ella perdió” —susurro.

—Llamé a la policía, les hablé de ello.

Bien pensado, chica.

—Preguntaron si sabes lo que significa.

—No.

¿Es sobre Emma? Ella perdió… su vida.

Nosotros la perdimos.

No, esto no tiene sentido.

—Tay, ven aquí.

Ella duda.

No la culpo, joder. Y todavía estoy pensando en el hecho de que


esperaba ver a Octavia cuando me desperté.

A Octavia, no a Emma.

Y me alegré de estar en lo cierto, de que ella fuera la que vi cuando


abrí los ojos.

¿Qué coño significa eso?

Serie Hombres salvajes 1 300


Jo Raven Cavernícola

Mis manos agarran en puños las sábanas, y mi estómago está


revuelto, y estoy de vuelta en un cementerio, de pie sobre una tumba
abierta, una rosa roja en mi mano y un enorme agujero en mi pecho.

Estoy mirando su ataúd, su cara.

Y luego me miro a mí mismo, tirado en ese maldito ataúd, muerto


y acabado.

Infiernos.

—Matt. —Octavia vuelve a mi lado—. Matt, mírame.

Lo hago, y su dulce rostro me devuelve a la habitación, a la cama,


al maldito olor de ella que me llena de esperanza.

—Lo siento mucho. —Le digo, mi voz tan ronca que apenas la
reconozco. La alcanzo, tiro de ella a mi lado hasta que casi se cae en la
cama—. Te quiero aquí. Cristo, no sabes cuánto.

Se acurruca en la cama a mi lado mientras mi mente gira en


círculos, la imagen de mí mismo en ese ataúd brillando a través de mis
pensamientos como si significara algo.

Sin embargo, ¿qué?

Intenté acabar conmigo mismo, enterrarme. Enterrarme en el


dolor.

Pero el dolor está dentro de mí, una vena abierta derramando


veneno, desangrándose. ¿Por eso intenté abrírmelas? ¿Para dejar salir el
veneno?

Bueno, no funcionó. Supongo que tendré que aprender a vivir con


ello.

Serie Hombres salvajes 1 301


Jo Raven Cavernícola

Y mi sueño con Emma… Joder, no. No creo en esta mierda.


Mensajes del Más Allá. Esto es todo cosa de mi propia mente, inventando
excusas para mí mismo.

Y sin embargo… Emma siempre me dijo que quería que yo fuera


feliz. Que no dejara de vivir. Yo no podía soportar pensar en la posibilidad
de que la vida siguiera sin ella.

Hasta ahora.

*****

En algún momento mi fiebre se pasa, y cuando abro los ojos en la


gris oscuridad, me siento mucho mejor.

No estoy seguro de qué fue lo que me despertó hasta que me di


cuenta que estoy de espaldas con Octavia medio tendida sobre mí, y mi
polla dura y dolorida.

—Tay… —Respiro contra su cabello suelto, y ella gime, un sonido


suave, ligero que se dispara justo a mis pelotas, apretándolas.

Joder.

Está vestida con una de mis camisetas, me doy cuenta, enorme en


ella, y la tela está cabalgando alto en sus caderas, lo que permite
vislumbrar sus bragas.

Dios, ese vistazo me está volviendo loco. Ella es tan caliente, y ni


siquiera lo sabe. Todo lo que quiero es arrancar el suave algodón de sus
piernas, y enterrarme dentro de ella.

Se mueve, otro gemido sin aliento escapa de ella, y me pregunto si


está soñando. Si ella me siente por debajo, duro y tan malditamente

Serie Hombres salvajes 1 302


Jo Raven Cavernícola

excitado que tengo que mantenerme muy quieto para no frotarme contra
ella.

Pero aparentemente ni siquiera tengo que intentarlo, porque lo está


haciendo ella por mí, moviéndose de nuevo, frotándose contra mí hasta
que todo mi cuerpo se tensa. Mi estómago se tensa, y gruño, metiendo mi
mano dentro de sus bragas, encontrando y separando sus pliegues.

Está empapada y ardiendo alrededor de mis dedos. Los empujo


profundamente dentro de ella, y ella hace un sonido de lloriqueo, sus
caderas balanceándose.

Dios, ella me está matando.

Mordiendo el interior de mi mejilla, la follo con los dedos, más duro,


más rápido. Sus pezones son puntos duros que presionan en mi pecho,
la seda de su cabello pálido y con olor a flores, envuelta alrededor de mi
cuello.

Esta abrazada a mi alrededor, y no quiero que me suelte.

Esa es mi última idea antes de que ella se apriete fuerte, casi


rompiendo mis dedos, y deje escapar un pequeño grito, retorciéndose
encima de mí.

Y yo me corro.

Mi cuerpo se agarrota, los espasmos de mi polla interponiéndose


entre nosotros, y disparo mi carga con un gemido largo que no puedo
parar.

Ella parpadea hacia mí con sueño. Sonríe, una sonrisa suave.

Serie Hombres salvajes 1 303


Jo Raven Cavernícola

Desata los últimos nudos de mi pecho, y cierro los ojos de nuevo,


tirando de ella más cerca, poniéndola contra mí hasta que una vez más
se extiende como una estrella de mar sobre mí.

Somnoliento, todos mis músculos laxos, rodeado de su olor, me


quedo dormido una vez más, hasta la mañana.

*****

La luz atraviesa mis pestañas, apuñalándome los ojos, y ruedo de


costado con un gruñido.

La sombra al otro lado de la habitación se convierte en una chica


bonita, y le parpadeo a Octavia, que está dando vueltas por mi
habitación, doblando ropa y ordenando mis escasas pertenencias.

—Hablaré con Ross —dice ella—. Esto no puede continuar.

—¿Qué…? —Trato de apartar la pelusa de mi cerebro, porque he


dormido. Durante la mayor parte de la noche. Por una jodida primera
vez—. Espera, Tay. No.

—No puedes detenerme.

Le doy vueltas en mi mente.

—Entonces voy contigo.

¿Cómo sucedió eso? ¿Cómo dormí cuando no he podido cerrar los


ojos durante más de un par de horas, como mucho, durante todas las
noches desde que Emma murió?

Y entonces recuerdo el cuerpo de Octavia acurrucado a mi lado, su


brazo sobre mi estómago, su aliento en mi cuello.

Serie Hombres salvajes 1 304


Jo Raven Cavernícola

Mis dedos dentro de ella cuando se corrió, su cara sonrojada, sus


gemidos, y cómo me corrí encima como un adolescente.

Maldita sea. No me extraña que la parte delantera de mi camiseta


esté pegada a mi pecho.

Octavia me está mirando.

—No tienes que hacerlo. No tienes que venir conmigo.

Obligo a mi mente a volver a la conversación.

—Sí, lo sé.

—Puedo hacer esto por mi cuenta. Si tomara cada palabra


desagradable que todos los de por aquí tienen para mí, para nosotros,
estaría balanceándome en un rincón para este momento —murmura
Octavia, sus ojos brillantes—. Tengo que enfrentarme a él. No será la
primera vez.

Ella es feroz. Me doy cuenta de que la subestimé. No hay nada frágil


en ella ahora.

—¿Nosotros? ¿Quién, tu familia?

—Sí.

—¿Por qué? ¿Sobre qué?

Ella se encoge de hombros, se detiene por un momento, su


expresión se cierra.

—Hay esos… rumores de que mi madre se acostaba con cualquiera.


Ella no dirá quién es nuestro padre, y todos dicen que cada uno de
nosotros, Gigi, Merc y yo, tenemos uno diferente. Y luego tuve los
aparatos…

Serie Hombres salvajes 1 305


Jo Raven Cavernícola

—¿Aparatos? —Me froto una mano en los ojos, tratando de


concentrarme, porque maldición, todo está borroso.

—Sí, aparatos. —Y muestra sus dientes perfectos, pequeños y


blancos. Se parece a uno de osos zorros risueños que muestran a veces
en Discovery Chanel.

Un lindo zorro, y me encuentro riendo en silencio.

¿Qué me está haciendo? Quiero reír y llorar. Quiero abrazarla,


proteger la brillante llama de su mente y golpear a los malditos matones
por hacer muescas en su confianza.

—Malditos matones —murmuro. Si solo me señala el camino


correcto, yo los golpearé por ella, pero ella no quiere eso. Quiere
enfrentarlos por sí misma.

Pero realmente no la quiero a solas con Ross otra vez, porque ese
hijo de puta es solo…

—Oye. —Me concentro en ella—. ¿Qué estás haciendo con eso?

—Voy a recortarte la barba. —Declara, acercándose a mí con un


par de tijeras que no sabía que yo tenía.

—¿De dónde sacaste eso?

—De tu baño.

Huh. Pongo la mano en mi barba para protegerme.

—Pero debería prepararme para el trabajo.

—No vas a ir hoy.

Parpadeo hacia ella.

Serie Hombres salvajes 1 306


Jo Raven Cavernícola

—¿Quién lo dice?

—Lo digo yo. —Me guiña un ojo. ¡Me da un jodido guiño!—. Ya llamé
al garaje.

—Lo hiciste, ¿eh?

No puedo recordar la última vez que alguien me cuidó, y no sé cómo


lidiar con ello, pero mi boca sigue queriendo sonreír, así que me rindo y
sacudo la cabeza, sonriéndole.

Lo juro, esta chica…

—Recuéstate hacia atrás y cierra los ojos —dice, toda mandona y


esa mierda, y no importa cuán maltratado se sienta mi cuerpo, no puedo
evitar que mi polla se mueva.

—¿Qué coño vas a hacer, recortarme la barba en forma de corazón,


o algo así?

Ella se sonroja.

—Solo más corta. —No cierro los ojos cuando ella se inclina, viendo
fijamente la mirada decidida en su rostro. Está empuñando esas tijeras
peligrosamente—. ¿Siempre has tenido barba?

—Desde que tenía cinco años —le digo solemnemente.

Ella resopla y recorta, sus cejas arqueándose antes de que su


expresión vuelva a su enfoque anterior.

—En serio.

—No. —Finalmente cierro los ojos, sólo por esto—. Desde que
Emma murió.

Serie Hombres salvajes 1 307


Jo Raven Cavernícola

Ella hace una pausa por unos segundos, sin tocarme.

—Siento mucho tu pérdida —susurra.

Yo no digo nada, apretando más los ojos, como si eso bloqueara el


dolor.

Después de un momento, comienza a recortar de nuevo, las yemas


de sus dedos suaves contra mi pómulo, en mi mandíbula, en mi cuello,
el snick-snick calmante de las tijeras.

—¿Has revisado a los niños? —pregunto cuando se detiene y me


tira de la barba, como si estuviera revisando para ver cómo se ve su
trabajo.

—Desayunaron y están viendo la televisión. —Y antes de que hable,


continúa—. En tu teléfono, tenías algunos mensajes de Zane, y de un tal
Kaden. Además, ayer… llamamos a la abuela.

Abro los ojos, sorprendido.

—¿Mi madre?

Ella se endereza, mordiéndose el labio inferior.

—Sí. Los niños lo querían.

—Maldita sea. —La ira me llena. Luego la culpa y la tristeza. Luego,


alivio—. Bien. Debería haberlo hecho yo hace tiempo.

—Bueno, tu madre está bien. Si estabas preocupado. —Parece


dudar de eso.

—Lo sé. Les pedí a Kaden y a Zane que la vigilaran.

—¿Quiénes son?

Serie Hombres salvajes 1 308


Jo Raven Cavernícola

—Mi hermano adoptivo. Y mi hermano de sangre.

Ella asiente.

—Deberías devolverles las llamadas. Estaban preguntando si aún


estás vivo.

—Malditas reinas del drama. —Respondía a sus llamadas de vez en


cuando, para evitar que vinieran a verme en persona, pero no todo el
tiempo.

Vale, no la mayoría de las veces.

La tentación de cerrar los ojos de nuevo e ignorar al mundo era


fuerte. Tan malditamente fuerte. Así es como me las he arreglado durante
todo este tiempo.

Pero la puerta está abierta ahora, destrozada, y sé que ella tiene


razón. Debería llamarlos.

—¿Algo más que creas que deberías decirme? —Me quejo.

Demasiadas verdades para una sola puta mañana.

—Te ves bien con la barba recortada —dice sin perder el ritmo, la
pequeña descarada, sonriéndome—. ¿Me prometes pensar en afeitarte?

Sin palabras. Me he quedado sin jodidas palabras.

Serie Hombres salvajes 1 309


Jo Raven Cavernícola

Guau. Ya no parece un cavernícola. Realmente no.

Y estoy en un gran problema. Vale, más grande de lo que era antes.

Porque luce devastadoramente guapo con su barba recortada, su


pelo cayendo en esos ojos oscuros. Incluso apoyado en las almohadas de
la cama, con las sábanas hasta la cintura, su rostro todavía un poco
pálido por la enfermedad, se ve fuerte, peligroso y sexy.

Se ve como una estrella del rock. Se ve… delicioso. Es el chico más


sexy que he visto en mi vida.

Así que corro al baño para limpiar las tijeras y guardarlas, para no
mirarlo fijamente como una ruborizada chica de doce años con un
enorme enamoramiento.

Mierda. Guardo las tijeras y abro el agua, paso las manos bajo el
grifo. Salpico mi cara. Mis mejillas estás calientes.

Que hayamos dormido juntos no significa que él quiera tener algo


más que ver conmigo. Quiero decir, claro, se ha abierto algo, trata de ser
más amable. Puedo verlo haciendo el esfuerzo. Pero es un hombre
maduro, un padre, un tipo que perdió a su esposa no hace mucho tiempo.

Y yo solo soy la niñera de sus hijos. Tengo que recordar eso. No soy
su amiga, y menos su novia. No tengo derechos sobre sus hijos, su casa
o su corazón.

Serie Hombres salvajes 1 310


Jo Raven Cavernícola

Es solo que dormir junto a él, en sus brazos… fue la mejor


sensación del mundo, y estoy enamorándome tan fuerte de él que me da
vueltas la cabeza. ¿Quién iba a decir que me gustaban los hombres
mayores, groseros y rudos?

Aunque no es solo eso, pienso para mis adentros mientras me seco


la cara. Es el cambio en él. La revelación de que él no es así por dentro,
tan grosero y descarado. Que no siempre fue así, y tal vez… tal vez que
pueda encontrar el camino de regreso.

Y tú quieres ser la que lo haga, ¿verdad? ¿Cogerle de la mano,


guiarle en su camino? ¿Salvarlo?

Dios, soy estúpida. Este es el error más antiguo del libro. ¿Cuántas
mujeres han caído en la trampa de los chicos malos y torturados
esperando cambiarlos, salvarlos, y terminaron destruidas por ellos?

Cierto. Muchas. No puedo dejar que eso me pase a mí. Pagar las
deudas y luego la universidad, ¿recuerdas? Un futuro. Eso es lo que
quieres. Pon distancia entre ti y Matt Hansen.

Si no lo haces, él lo hará, y luego destrozará tu corazón en pedazos.

*****

—¿Papi va a morir como lo hizo mami? —pregunta Mary mientras


salimos de la habitación de Matt camino de la de ellos después del
almuerzo, y yo me congelo, no habiendo esperado la pregunta.

Probablemente debería haberlo hecho, sabiendo lo que sé ahora


sobre esta familia.

—No, cariño. —Trago con fuerza—. No lo hará.

—Lo hará —dice Cole desde mi otro lado, asintiendo.

Serie Hombres salvajes 1 311


Jo Raven Cavernícola

—Dijeron lo mismo de mami —dice Mary con voz seria, demasiado


vieja para su edad—, y luego murió.

Me detengo, me pongo de rodillas y abrazo a los dos, porque Dios


mío, me están destrozando el corazón.

—Vuestro papá no va a morir. Él tampoco se va a ir a ninguna


parte. Confiad en mí, ya está mejorando, y volverá a estar de pie esta
noche. Sólo necesita descansar.

—Quiero verlo —dice Mary, y de nuevo Cole asiente con la cabeza


como un muñeco.

—Está dormido, descansando. Tal vez más tarde…

—Tay, tráelos. —La profunda voz de Matt dice desde dentro de la


habitación, y todos nos quedamos quietos—. ¡Vamos!

Mary y Cole sonríen, y yo me río de sus caritas felices.

—¡Adelante! Papá quiere veros.

No pierden tiempo, se escapan de mis brazos, abren la puerta de


par en par y entran corriendo en su habitación.

Los sigo justo a tiempo para verlo abrir los brazos para ellos. Se
suben a la cama como monos y se le echan encima.

Me cubro la boca, ya no riendo, toda emocionada.

¿Cómo voy a mantener mi distancia cuando todo lo que esta gente


hace me toca tan profundamente? Es injusto. Es como si no tuviera
defensas contra ellos.

Ellos, con su ternura y tristeza.

Serie Hombres salvajes 1 312


Jo Raven Cavernícola

Y él con su dolor, su rudeza y su cruda sensualidad.

Oh, Dios, ¿qué voy a hacer?

—¿Que, qué? —Matt le pregunta a Cole, su voz rasposa y profunda


atrae mi atención incluso mientras lucho contra el tirón—. ¿Qué estabas
haciendo? ¿Qué caca?

—El tren de la caca —dice Cole.

Matt se vuelve hacia mí, su mirada oscura encontrándome e


inmovilizándome.

—¿Qué estás haciendo con mi hijo?

—Estamos entrenando para ir al baño. —Le digo desafiante—.


Tiene edad suficiente y le pedí a Gigi que nos trajera nuestro viejo orinal.

—Orinal —dice Cole, sonriendo de oreja a oreja, orgulloso de sí


mismo.

Mary se ríe encantada.

—¿Sabes cómo entrenarlo para eso? —pregunta Matt débilmente.

—Entrené a Merc. —Me río cuando lo recuerdo. Yo también era una


niña, pero me encantaba jugar a la mamá con mis hermanos—. Él me
estaba volviendo loca.

—¿Quién es Merc? —pregunta Mary.

—Merc es mi hermano pequeño.

—¿Cómo Cole?

Serie Hombres salvajes 1 313


Jo Raven Cavernícola

—Sí, como Cole lo es para ti. Merc solía hacer pis por todo el baño.
A él no le gustaba apuntar con su pitilín.18 —Le saco la lengua a Cole y
él se ríe—. Y también le gustaba decirme lo grande que era su caca cada
vez que terminaba.

—Los niños tienen pitilines —dice Mary muy seriamente.

Esa niña me hace reír, especialmente hoy, cuando no parece estar


tan enojada y frustrada consigo misma todo el tiempo. Parece más
tranquila. Más como una niña de cinco años.

—Así es. —Le digo, imitando su expresión—. Los niños tienen


pitilines.

—Así que tú también eres una entrenadora de orinal. —Cuando


alzo la vista, veo que los ojos de Matt vuelven a mirarme, y son divertidos,
cálidos e interesados—. Y Merc es tu hermano. Merc como de…
¿Mercenario?

—No. —Niego con la cabeza—. Eso sería de Mercury.

—Tu nombre es Octavia, el nombre de tu hermana es Gigi…

—Augusta, en realidad. Octavia, Augusta y Mercury —suspiro—.


No preguntes. Mamá estaba pasando por una fase romana. Tal vez fuera
esa película de Gladiator.

Y él sonríe. Realmente sonríe, grande, ancha y juvenil. Transforma


su rostro, lo suaviza. Es la primera vez que lo veo sonreír así, y oh, Dios…

Si él era guapo antes, ahora es impresionante, y eso es… malo para


mis propósitos.

18
N. T.: Pene, en un lenguaje ñoño o infantil.

Serie Hombres salvajes 1 314


Jo Raven Cavernícola

Muy, pero que muy malo.

—Los niños podrían quedarse aquí por un tiempo —dice Matt—.


Aquí conmigo. Colorear sus libros, o lo que sea que les guste hacer.

Tiene sus brazos alrededor de ellos, y yo tengo que mirar hacia otro
lado porque sus brazos desnudos, musculosos y con tatuajes alrededor
de sus hijos me acaban de matar.

Mis ovarios. Dios ten piedad.

—Iré a buscar las cosas de colorear —murmuro y escapo, casi


saliendo corriendo de su habitación y entrando en la de los niños.

Una vez allí, me detengo para recuperar el aliento.

Dios.

Agarrando los materiales para colorear, regreso a la habitación de


Matt y pongo los libros y los lápices encima de las mantas. Él me da las
gracias y abre los libros, pidiendo a sus hijos que le cuenten qué están
haciendo, y qué imagen les gusta más.

Parecen tan malditamente felices porque él les esté prestando


atención, jugando con ellos. Quiero abrazarlos a los tres, y Matt me mira
y me llama con la mano que descansa sobre los hombros de Mary para
que me siente con ellos.

Le sonrío, pero antes de moverme, Cole le mete su libro de colorear


delante de su padre.

—Alguien ha escribido en mi libro —dice con una vocecita herida.

—Escrito —corrijo automáticamente, y luego cuando lo que él dijo


se hunde en mí—. ¿Qué quieres decir?

Serie Hombres salvajes 1 315


Jo Raven Cavernícola

—Muéstrame —dice Matt.

Y todos nos inclinamos sobre el libro, sonriendo, y luego nos


quedamos congelados.

Mirando las palabras garabateadas en grandes letras negras.

“¿No amas a los niños?”

*****

Estamos sentados en la sala de estar de abajo, los niños jugando


en la alfombra a nuestros pies. Un Matt muy pálido está encorvado a mi
lado, una mano en su cabello, manchas rojas en sus pómulos.

—¿Quién diablos escribió eso en su libro? ¿Alguien entró a la casa?


¿Algún trabajador o vendedor?

—No, por supuesto que no. —Hago lo mejor que puedo para no
sentirme ofendida por esto. Está estresado y enfermo—. ¿Podría haber
sido cuando esa señora de la calle que los cuidaba?

—Tal vez. —Pero no parece convencido.

Yo tampoco lo estoy. Quiero decir, he estado aquí todos los días


cuando Cole estaba coloreando. Nunca había visto esas palabras antes.

—¿No puedes estar pensando que ese psicópata se coló dentro de


la casa? ¿No lo habrían captado las cámaras de seguridad?

—Hay algunos problemas en las cámaras —dice, y me recorre un


escalofrío. Cuando él me rodea con su brazo, me digo a mí misma que no
lea nada del toque suave—. Hemos estado cerrando todas las puertas y
ventanas. Las revisaré todas de nuevo.

Serie Hombres salvajes 1 316


Jo Raven Cavernícola

Pero el escalofrío permanece mientras miramos a los niños jugar,


inocentes e inconscientes de todos los miedos que nos acosan.

—¿No creerás que va a lastimar a los niños? —susurro—. Esas


palabras…

Él me atrae más cerca.

—Está tratando de asustarnos, eso es todo. Maldito Ross.


Simplemente no dejes fuera de tu vista a mis hijos hasta que
encontremos pruebas.

Asiento contra su hombro.

Conseguiré esa prueba. Voy a enfrentarme a Ross, mi matón, y


hacerle confesar. Si su problema es conmigo, entonces esta es la única
manera.

Serie Hombres salvajes 1 317


Jo Raven Cavernícola

Octavia es una masa de nervios, y mis propios pensamientos son


un jodido enredo para asegurarle que todo irá bien.

Tiene que hacerlo, ¿verdad? Si Ross está haciendo esto, la policía


está en ello. ¿Y qué diablos va a hacer? ¿Matar más gatos? ¿Escribir en
las ventanas?

Jodido fantasma.

Acabaré con ese cabrón, si la policía se niega a tocarlo.


Asustándonos, asustar a mis hijos y a mi chica no es jodidamente
aceptable.

Mi chica.

Joder.

Si no fuera por el malestar en mi instinto que me dice que esto no


ha terminado, que las cosas empeorarán, me habría ido a golpear algo.

Porque si este loco psicópata me la tiene jurada a mí y a mis hijos,


entonces también se la tiene jurada a ella, y si ya recibió un mensaje
amenazante, entonces me temo que no sea el último.

Anoche me sentí ingrávido. Libre. No inmovilizado. Con ella en mis


brazos, volaba por encima de las pesadillas, nunca me atraparon.

Ahora siento como si el peso del mundo se hubiera desplomado


sobre mí.

Serie Hombres salvajes 1 318


Jo Raven Cavernícola

Dejando a Octavia con los niños, llamo a John Elba y le cuento lo


que sucedió, más para mantenerlo actualizado que esperando que haga
algo.

Como predije, dice que las palabras probablemente ya estaban en


el libro cuando me mudé aquí, o fueron escritas por algún niño cuando
dejé a Cole con Dolly.

—Lamento decirlo, Hansen —dice—. Pero si esto no es una broma


como pienso y tienes razón en que esto es un psicópata, entonces la clave
eres tú. Todo apunta hacia ti. Eres el eslabón.

—¿Ah, sí? —gruño, solo porque no conozco otra forma de dejar salir
mi frustración.

—Así es. Octavia recibió un mensaje, y está conectada contigo. Dice


que su novio recibió un mensaje, y él está conectado a través de ella y…

—Él no es su maldito novio.

Hay un silencio al otro lado de la línea.

Permitiéndome pensar en lo que he dicho, y en cómo lo he dicho.

Jesús.

Pero John continúa:

—Y entonces los mensajes que recibiste apuntan a tus hijos y a tu


pasado. Nadie está hablando del pasado de Octavia. Solo sobre su
conexión contigo.

Acerca de mí follándola.

Serie Hombres salvajes 1 319


Jo Raven Cavernícola

No sé lo que está pasando, pero de alguna manera la arrastré a mi


mierda, a la intimidación de la que quiero salvarla, y tal vez también a
un peligro real.

—John… —Dudo. Me he encerrado tanto tiempo que es difícil


abrirme a la gente, pero lo intento. En todo caso, lo que siento alrededor
de Octavia me hizo darme cuenta de que tengo que empezar a confiar
más en la gente—. Tengo una mala corazonada sobre esto.

Ya está, lo he dicho. Está fuera de mi puto pecho.

O debería estarlo, pero sigue ahí, pesando una tonelada,


aplastando mis pulmones.

—¿Hay algo más que sepas? —pregunta John en voz baja—. ¿Algo
que hayas recordado o averiguado?

Sacudo la cabeza.

—No.

—¿Podría ser una mujer? ¿Una ex–novia?

—Pero, ¿por qué? ¿Y por qué ahora? Sobre todo, ¿qué tendría que
ver Ross con esto?

—Estás convencido de que es él, ¿eh?

—Ese hijo de puta. —Mantener mi temperamento es una lucha—.


¿No crees que sea él? Hasta su propio padre lo cree.

—Creo en las evidencias —dice—. Ni siquiera hay alguna pista, y


alguna pista no haría daño en este momento, y no tenemos nada. Así que
descansa un rato, ¿de acuerdo? No vuelvas a golpear a Ross. Déjanos
hacer nuestro trabajo.

Serie Hombres salvajes 1 320


Jo Raven Cavernícola

—¿No es tu jodido trabajo encontrar esas pistas y atrapar a ese


gilipollas? —Y le cuelgo porque, ¿qué más hay qué decir?

Podría decirle donde metérselo, sí, pero, ¿insultar a un policía? No


es la mejor idea cuando quieres que atrape al psicópata que te acosa a ti
y a los tuyos.

Pero entonces, ¿qué demonios queda por hacer?

*****

Como me dijo Octavia esta mañana, tengo mensajes de texto en mi


teléfono, de Zane y de Kaden. Llamadas perdidas, también.

Mi dedo se cierne sobre el botón de llamada.

¿Qué voy a hacer? ¿Palear mi mierda en su puerta? Decírselo,


¿qué? ¿Que no puedo lidiar con unos pocos mensajes que no tienen
sentido, y con un gato muerto en la puerta de la entrada, y que deberían
venir y tomar mi mano?

A la mierda con eso.

Así que llego a un compromiso. Le envío a cada uno un mensaje


rápido diciendo:

—Todavía vivo. —Ya que han estado preguntando sobre eso, y tiro
mi teléfono sobre la mesa de la cocina.

Me paso una mano por la cara.

¿Qué sigue ahora?

Ross.

Serie Hombres salvajes 1 321


Jo Raven Cavernícola

John no cree que Ross esté detrás de los mensajes. Piensa que soy
el enlace.

¿El enlace de qué?

Una ex novia, dijo John. Hemos pasado por eso. Tuve una antes
dejar St. Louis cuando tenía dieciocho años. Estuve con ella durante mi
último año de secundaria.

Nos separamos un par de meses antes de que me mudara de la


ciudad. De nuevo, ¿cómo se llamaba? Elina. Alina. El apellido era algo
ruso. ¿Solokov?

Sí, eso era. Una chica guapa. Rubia. Curvilínea. Bonita. ¿Qué
tendría ella que ver con esta mierda?

“Recuerda a quién dejaste atrás”.

Nah, esto es una mierda. Quien dejé atrás podría ser cualquier
persona en St. Louis. O en Milwaukee. Literalmente cualquiera que haya
conocido en mi vida.

Pero, ¿lo más valioso para mí? ¿Se supone que debo combinar los
mensajes?

A quién dejé atrás.

Lo que es más valioso para mí.

Perderás lo que ella perdió.

Y el primer mensaje. Sufrirás por tus pecados.

¿Qué ha perdido? ¿Quién? ¿Qué pecados?

Serie Hombres salvajes 1 322


Jo Raven Cavernícola

Lo único claro es que está apuntando a mis hijos y a Octavia. Eso


tiene que ver con una mujer que perdió algo. Algo precioso.

Por mi culpa.

O eso piensa este gilipollas, y quiere castigarme.

Golpeo literalmente mi puño contra la pared al lado de la ventana,


y otra vez, solo para sentir la picadura en mis nudillos, solo por la ilusión
de que estoy peleando contra algo tangible, no contra un fantasma.

No es una pesadilla.

Suponiendo que la mujer a la que se refiere el mensaje fuera Alina


Solokov… ¿Qué demonios le pasó a ella? ¿A quién perdió? ¿Su novio?
¿Su marido? ¿Sus hijos? ¿Cómo sé lo que hizo después de que me fui?
¿Cómo sé por qué me castigan por eso?

Como el infierno, ¿verdad?

A menos que…

A menos.

Jodido jesús. Dormí con ella algunas veces. Fuimos cuidadosos,


pero, ¿y si no hubiéramos sido lo suficiente cuidadosos? ¿Y si…?

Miro la pared sin verla, la pesadilla se extiende de nuevo a su


alrededor. Porque, si lo que estoy pensando es cierto, si realmente
sucedió, entonces el enigma está empezando a tener sentido. Está
apareciendo de la oscuridad, pieza por pieza, como una de esas imágenes
mágicas, y no se ve bien.

No es nada bueno, carajo.

Serie Hombres salvajes 1 323


Jo Raven Cavernícola

Una búsqueda rápida de su nombre en Internet en mi teléfono trae


docenas de perfiles, pero ninguno parece pertenecer a ella.

Entonces es cuando llamo a John y le cuento mi teoría, y el nombre


de mi ex novia, y espero que me esté equivocando.

*****

Cuando Octavia dice que debería irse, asiento y la veo recoger su


bolso y abrigo ligero, mi mente a mil kilómetros de distancia.

Y sin embargo, soy consciente de ella, de su olor, de sus


movimientos, de su presencia. Mis ojos, todo mi cuerpo esforzándose
hacia ella mientras lucho contra ello.

—¿Estarás bien? —pregunta, sus ojos mirando a través de mí—.


¿Pasó algo más?

—No. —Ofrezco la mitad de la mentira. Porque no ha pasado nada,


no todavía. Es solo una idea que podría, o no, ser cierta—. Estaré bien.
Ya has hecho mucho.

Por alguna razón, sus delgados hombros se tensan y sus ojos se


oscurecen.

—Cierto. Te veré el lunes.

Espera… ¿Lunes?

Y por qué coño me importa que se vea decepcionada, excepto que…


lo hace. A mí sí me importa.

—Tay, espera. —Me levanto y camino hacia ella. Deslizo mi brazo


alrededor de su cintura mientras se da la vuelta, y tiro de ella contra mí,
adorando la manera en que su cuerpo encaja en el mío—. Gracias. Por
todo.

Serie Hombres salvajes 1 324


Jo Raven Cavernícola

Su boca se curva en una leve sonrisa, sus ojos se iluminan.

—Me alegro de que te sientas mejor.

—Y por cuidar de los niños, y hablar con la policía, y llamar a mi


madre, y… por todo.

Su sonrisa se ilumina. Su mirada se dirige a mi boca y se lame los


labios.

Así que la beso. No puedo evitarlo. Alejándola de los niños, saboreo


su boca, la follo con mi lengua, luego la apoyo contra la pared y la beso
hasta que se le acaba el aire y jadea contra mis labios.

Cuando me echo hacia atrás, parece aturdida.

—Yo, uh…

Me encanta como se queda en blanco, sus labios rojos e hinchados,


su respiración desigual.

—¿Sí?

—Tú…

—Tú y yo. Y los niños. ¿Picnic en el jardín, mañana?

Sus ojos se abren de par en par.

—¿En serio? Quiero decir, eso suena genial.

—Grandioso. —Y estoy realmente satisfecho. Pensar en un fin de


semana sin ella es… extraño. Incómodo.

Casi insoportable.

Serie Hombres salvajes 1 325


Jo Raven Cavernícola

Jesús, no sé qué demonios estoy haciendo con ella. Sigo tratando


de retroceder pero no puedo.

Estoy intentando salir con ella. Lo cual es ridículo. Jodidamente


estúpido.

Pero está sonriendo, parece feliz.

Como me siento yo.

Y aunque este es un baile familiar, uno que intenté años atrás con
Emma, aunque debería sentirse familiar… no es así. Se siente
completamente nuevo. Jodida y totalmente diferente.

Jodida y totalmente aterrador.

Pero no soy hombre para alejarme de un desafío, y ya estoy


demasiado hundido como para llegar a la orilla, así que también bien
debería seguir nadando.

Serie Hombres salvajes 1 326


Jo Raven Cavernícola

Dios, ese beso… ardió a través de mí como un incendio forestal,


casi poniéndome de rodillas.

No importa qué tan duro pelee contra esta atracción. Como una
polilla a una llama que baila, siempre me siento atraída por él.

Incluso cuando está tan preocupado.

Especialmente cuando está tan preocupado. Que Dios me ayude,


pero me he encariñado con esa expresión pensativa en su rostro áspero
y apuesto, y la necesidad de quitarle el dolor lo consume todo.

Me consume a mí, mis pensamientos, mis sueños. Él protagoniza


esos sueños, noche tras noche, su musculoso cuerpo, con tatuajes,
cubriendo el mío, su pene empujando en mí, llenándome. Su boca
bebiendo mis gemidos y lloriqueos, sus brazos abrazándome,
manteniéndome a salvo mientras me corro una y otra vez, en una caída
libre.

Creyendo que este momento con él durará.

El autobús me deja en la calle principal, y la bajo, tomando un


minuto para rehacer mi cola de caballo y enderezar mi vestido.

No creo que Matt se haya dado cuenta de que me fui antes de lo


usual, o tal vez lo hizo y pensó que era porque me había quedado a pasar
la noche y quería ver cómo estaban mi madre y hermanos.

Serie Hombres salvajes 1 327


Jo Raven Cavernícola

Pero la vedad es que quiero llegar al garaje de Jasper antes de que


cierre.

Hablar con Ross.

Claro, preferiría estar sacándome mis propios dientes con unos


alicates oxidados, pero si esta es su nueva forma de intimidación, hacer
que la gente a mí alrededor sufra solo para llegar a mí, bueno….

Sin embargo, no estoy segura de cómo hacer que pare.

Mejor ir a hablar con él antes de pensarlo demasiado, ¿verdad?

…cierto. Porque planificar con anticipación puede sonar sensato,


pero no cuando estás entrando en una situación imposible, armada solo
con la ira y esperanza.

Entonces es mejor que no pienses en absoluto.

Al menos esa es la frase de ánimo que me doy mientras camino


hacia el garaje, como un luchador entrando en una jaula, al menos eso
es lo que se siente cuando el garaje aparece a la vista y mis pasos se
vuelven lentos.

Mi corazón resonando.

Puedes hacerlo, Octavia. Facilísimo. Solo caminar hasta el tipo y


decirle que se detenga o… ¿o qué? ¿Le darás una nalgada?

Me detengo frente al garaje. Es como un déjà vu. ¿Cuánto tiempo


ha pasado desde el día en que Matt se interpuso entre Jasper y yo, entre
Ross y yo? ¿El día en que les dijo que trabajaba para él?

El día que me reclamó, así es como lo llama mi mente, pero no


debería pensar de esa manera.

Serie Hombres salvajes 1 328


Jo Raven Cavernícola

Realmente no debería.

Incluso si acepté hacer un picnic con él y sus hijos mañana en el


jardín, fuera del horario de trabajo.

Aunque me quedé con él anoche, en su cama. Y tuvimos sexo antes


de eso en el baño. Y en la cocina.

Mucho más allá de las horas de trabajo y tan lejos de los límites
profesionales como fue posible sin perderse en el desierto.

Jesús. Deja de pensar en eso. Sobre Matt.

Pero es más fácil decirlo que hacerlo, especialmente porque lo que


estoy a punto de hacer tiene que ver con Matt.

Allá vamos…

*****

Entrar en el garaje de Jasper como si fuera la dueña del lugar no


es algo que pasa todos los días. Muchas cabezas se giran y los susurros
comienzan cuando cruzo la bahía de los coches, buscando a Ross.

Quienquiera que haya dicho que los hombres no cotillean, no


tienen ni idea. Solo que cotillean usando monosílabos y lenguaje de
señas. Son especialistas.

También son buenos comunicándose rápidamente, probablemente


un remanente de sus días de cazadores-recolectores. Un silbido, un
movimiento de cejas, una palabra susurrada sobre un capó de un coche
y las partes de un motor, y cuando llego al otro extremo del garaje, Ross
está parado allí, con los pulgares enganchados en los bolsillos de sus
pantalones de trabajo.

Sonriéndome.

Serie Hombres salvajes 1 329


Jo Raven Cavernícola

—¿Todavía sigues buscando a un papito19? —dice arrastrando las


palabras, mirándome por debajo de sus pestañas. Con su cabello rubio
sucio y sus ojos azules, a veces se parece mucho a Merc, lo que me
molesta aún más—. Sabía que volverías arrastrándote.

—Que te jodan, imbécil.

—Hoy no, cariño.

Dios, lo odio.

—Vine a decirte que pares con tus juegos estúpidos. No es


divertido, Ross.

Él levanta una pálida ceja.

—¿Juegos? Me gusta la idea. ¿Jugamos un juego, entonces?

—No —siseo, muy consciente de que todos los ojos están puestos
en nosotros, todos los mecánicos escuchando el horrible intercambio—.
No lo haremos. Seamos directos el uno con el otro por una vez.

—¿Directos20? ¿Quieres decir, a diferencia de tu hermanito


maricón?

—Cállate, Ross. —Mi corazón está latiendo en mi garganta, lo que


me hace difícil hablar—. No lo es, y en cualquier caso, no es asunto tuyo.

—¿Estás segura de eso?

Jesús, ¿de qué está hablando ahora?

19
En el texto pone Sugar daddy y son hombres que ofrecen o se gastan dinero, o hacen
regalos a una persona normalmente más joven a cambio de compañía y favores
sexuales.
20
Juega con el significado de directo o recto, que también se traduce como heterosexual.

Serie Hombres salvajes 1 330


Jo Raven Cavernícola

—Solo vine a decirte que dejes de poner esos estúpidos mensajes


en la puerta de Matt, en la mía y en la de Adam.

Ahora está frunciendo el ceño, el labio inferior sobresaliendo…


como Merc cuando está molesto.

Cristo.

—¿De qué diablos estás hablando? —murmura—. Nunca escribí


ningún maldito mensaje. Y no sé quién diablos es Adam.

—Mi vecino. Con el que yo… —Algo así como saliendo. Pero no
realmente—. A veces tomamos un helado, juntos.

—¿Ese tipo? Adams. ¿Jeff Adams? Estuvo aquí el otro día para que
revisáramos su automóvil.

Niego con la cabeza.

—No, te equivocas de nombre. Pero no importa. En serio, tienes


que detenerte.

Da un paso hacia mí, los ojos llameantes, cerniéndose sobre mí.

—¿O qué, B-Puta? ¿Qué harás? ¿Tú y tu perdedora familia de


mierda vendréis a por mí? ¿Eh?

Instintivamente doy un paso atrás, como siempre he hecho con él.


Pero oye, sus hombros no son ni la mitad de anchos de los de Matt, y de
repente parece un niño grande, un niño con zancos, tratando de
asustarme.

Así que me mantengo firme, sorprendida por la repentina pérdida


de miedo.

—Deja de cambiar de tema.

Serie Hombres salvajes 1 331


Jo Raven Cavernícola

—¿Qué, sobre tu familia? —Se acerca un poco más, y sí, no tengo


miedo, solo estoy furiosa cuando continúa—. Mis Bonitos Bastardos,
como os llama papá. No me digas que no lo sabías.

—¿Saber qué? ¿Qué tú y tu padre sois idiotas? Ya lo sabía.

—Que somos familia. Ah, ¿no lo sabías? ¿No lo habías adivinado?


—Sonríe. Está tan cerca que su hedor a sudor y grasa me está revolviendo
el estómago—. ¿Nunca adivinaste la verdad, incluso con todas las pistas
que he estado dando?

—¿Adivinar qué? —pregunto, horrorizada cuando se me rompe la


voz.

—Que sois los jodidos bastardos de mi padre.

*****

No es verdad.

No puede ser cierto.

No. De ninguna maldita manera. Está mintiendo. Siempre


mintiendo. Siempre acosándome. Le gusta eso, le gusta asustarme,
escandalizarme y humillarme. Este fue definitivamente un espectáculo
en beneficio de los chicos del garaje, sus amigos, nada más.

Pero la duda me roe mientras camino a casa por las calles


tranquilas, echando miradas sobre mis hombros sin ninguna buena
razón.

Excepto que hay un psicópata por ahí que puede o no ser Ross, y
que nunca me di cuenta de lo oscuro que está aquí afuera cuando una
farola se ha apagado, dejando la mitad de la calle en la sombra.

Serie Hombres salvajes 1 332


Jo Raven Cavernícola

Tiemblo y acelero el paso, agarrándome el abrigo ligero a mi pecho.


Con mi vestido y tacones pasados de moda, me siento como una heroína
en una película de Hitchcock.

Genial, Octavia. Asustándote sin razón alguna, ¿por qué no?

Además… todo lo que dijo Ross sigue arremolinándose en mi


cabeza en un vertiginoso remolino. Me ha estado llamando bastarda
desde que tengo memoria.

No fue un simple insulto. Lo decía en serio. Él lo sabía.

Todo vuelve a esto. Ross lo sabía. Jasper lo sabía.

¿Por qué éramos nosotros los únicos mantenidos en la oscuridad?


Necesito hablar con alguien sobre ello, necesito…

Saco mi teléfono y me dedo está sobre el número de Matt. Es una


locura que sea la primera persona a la que quiero contarle esto, y no a
Gigi, o a Merc, o a…

Mamá.

¿Mamá sabe esto?

¿En qué estoy pensando? Si alguien lo sabe, es ella. Tuvo que estar
allí cuando nos concibió.

Por supuesto que lo sabe, y todo este tiempo ha estado fingiendo


que nuestro padre se levantó y se fue, desapareciendo en el maldito
atardecer.

Si Ross está diciendo la verdad.

¿Lo hace? Sobre esto, sobre los mensajes, sobre todo.

Serie Hombres salvajes 1 333


Jo Raven Cavernícola

Y si él es… oh, Dios. De repente, todos sus comentarios obscenos


me revuelven el estómago hasta que es todo lo que puedo hacer para no
vomitar.

¿Es mi medio-hermano? ¿El matón que me atormentó toda mi vida?


Y todo este tiempo lo supo. Todos lo sabían menos yo. Todo el mundo…

Estoy apurada, ansiosa por llegar a casa, incluso si no quiero


enfrentar a mamá y a la verdad. Estoy caminando tan rápido como mis
tacones me permiten, mirando mi teléfono, el número de Matt.

¿Llamar o no llamar?

Y decirle qué… ¿que los rumores fueron correctos todo este tiempo?
¿Qué no solo soy una bastarda, sino que soy la amorosa hija del imbécil
para el que trabaja, y medio hermana del monstruo que puede, o no,
estar haciendo de nuestra vida un infierno?

No, debería hablar con mamá primero, confrontarla con esto. Ver
su reacción, ver si admitirá que es verdad o me dirá una mentira.

Dos pasos más y una mano me golpea en la boca y me corta el aire.


Un grueso brazo me envuelve el cuello, arrastrándome hacia atrás. Jadeo,
mis pulmones se paralizan, mis rodillas bloqueadas en shock.

Mis tacones se arrastran en la acera. Mi teléfono cae al suelo de


mis dedos sin fuerzas.

Oh, mierda.

Las palabras giran en un bucle dentro de mi mente mientras mi


atacante se detiene y aprieta su brazo alrededor de mi cuello como una
barra de hierro, implacable, sin dejarme respirar.

Serie Hombres salvajes 1 334


Jo Raven Cavernícola

—Tú —sisea a mi oído y me estremezco—, pagarás por follarlo. Y él


pagará por lo que ha hecho. Todos pagaréis. —Al menos eso es lo que
creo que dice. Su voz está amortiguada, no muy clara. Sin embargo, las
palabras que vienen después me golpean como un puñetazo—. Si te
quedas con él, perra, mueres. Todos a su alrededor mueren.

Trago en su agarre, tratando de liberarme. Va a matarme y arrojar


mi cuerpo en un campo en algún lugar para que los cuervos lo
encuentren.

Dios, por favor… así no.

—Quédate. Lejos. De. Él. —De repente, su brazo se aparta de mi


cuello—. Si abres la boca para gritar cuando te suelte, te dispararé.

Mierda, ¿lleva un arma? ¿Está faroleando?

Me sorprende que la voz sea de alguna manera familiar, incluso


amortiguada, y distorsionada. ¿Ross? ¿Quién es?

Estoy temblando tanto que apenas puedo mantenerme erguida


mientras me quita la mano de la boca. Las lágrimas corren por mis
mejillas. Ni siquiera me había dado cuenta de ello.

Se aleja de mí, un ligero chasquido de un zapato sobre el hormigón,


un crujido.

Vamos, Octavia. Gira. Tienes que ver quién es.

Antes de perder mi último coraje, miro por encima de mi hombro y


veo a un hombre alto con un pasamontañas sobre la cara saltando por
encima de una valla unas casas más abajo, desapareciendo entre las
sombras de los árboles.

Serie Hombres salvajes 1 335


Jo Raven Cavernícola

Me tropiezo hacia el lugar donde mi teléfono está tirado en la acera,


con la carcasa de plástico agrietada. Lo limpio sobre mi vestido negro,
dejando una raya polvorienta. Mi mano está temblando tanto que casi se
me cae de nuevo.

Jesús. No puedo creer lo que acaba de pasar. Haciendo balance de


mi cuerpo, sé que no estoy herida, pero estoy tan conmocionada que no
puedo pensar qué hacer a continuación.

¿Qué hace uno en tal caso?

Llama a la policía.

Y a Matt.

Oh, Dios, tengo que advertirle a Matt.

Serie Hombres salvajes 1 336


Jo Raven Cavernícola

Mary se está resistiendo a mi tirón hacia la camioneta, y Cole está


lloriqueando sobre un gatito, y rescatar al gatito y me están jodiendo la
vida.

Lo tomo en brazos y arrastro a Mary.

—Octavia nos necesita. Vamos, ahora.

Ella dijo que estaba bien. Está en casa ahora, con su familia, y solo
quería advertirme que alguien la atacó y la amenazó para que se
mantuviera alejada de mí.

Le dijo que todo el mundo a mi alrededor muere.

¡Qué jodido infierno!

Ni siquiera me importa si voy a interrumpir la reunión familiar,


irrumpir en su casa sin avisar y asustarlos a todos.

También estoy asustado. Jodidamente aterrorizado. Necesito


comprobarla, ver por mí mismo que está bien, y nada, nada jodidamente
me puede mantener lejos de ella esta noche.

Sí, aunque los niños estaban a punto de acostarse, y estoy


alterando su horario. Si esta desviación de su jodido ritual diario les deja
cicatrices de por vida, viviré con ello. Y el premio para el Mejor Papá del
año es para…

Serie Hombres salvajes 1 337


Jo Raven Cavernícola

Conduzco lentamente, forzándome para no pisar el acelerador.


Poner en peligro a mis hijos no vale la pena. Deja que las únicas cicatrices
que tengan sean psicológicas.

Cristo, un terapeuta tendría todo un día de campo conmigo.

Gracias a Dios evito a los de su clase como la peste. Si uno me


agarrara ahora, estaría encerrado, tal vez incluso con una camisa de
fuerza, porque estoy vibrando de rabia. Cuando ponga mis manos en el
tipo que tocó a Octavia, y la asustó así, el tipo que está dando vueltas
alrededor de mi familia como un maldito tiburón, se acabaron los
miramientos. Voy a retorcerle el pescuezo a ese hijo de puta.

Sí, ¿ves? Una buena cosa que evite a los terapeutas. Y joder, no
puedo evitar que mi mente gire en círculos inútiles, saltando de un lado
a otro.

Siempre volviendo a Octavia y a mis hijos, y al acertijo de los


mensajes.

La ciudad es pequeña. Estoy en la parte exterior de la casa de


Octavia en dos minutos. Agarrando a mis gruñones hijos del asiento de
atrás, subo a la casa y me planto en el timbre.

La persona que abre la puerta no es Octavia. Eso es lo primero que


registro, y miro fijamente a la rubia, a la pequeña chica que me mira
fijamente, con los ojos muy abiertos.

Obligando a que funcionen mis últimas neuronas restantes, saco


su nombre.

—¿Augusta?

Su boca se retuerce, y de repente se parece mucho más a Octavia.

Serie Hombres salvajes 1 338


Jo Raven Cavernícola

—Solo Gigi. Y tú eres Matt Hansen. Entra.

No le pregunto cómo sabe quién soy. Quiero decir, un tipo barbudo


con dos niños pequeños apareciendo en su puerta, ¿quién más podría
ser?

—No deberías abrir la puerta a extraños —murmuro mientras la


sigo dentro.

—Señor, sí, señor —dice con una sonrisa—. Eres muy duro, ¿no?

¿Duro? Frunzo el ceño mientras entro en su sala de estar, Mary


chillando cuando ve a Octavia y trata de liberar su mano de la mía.

La suelto y se lanza hacia Tay como un perro detrás de un conejo.


Octavia la agarra y la sube en su regazo, y ahora Cole está tratando de
tirarse de cabeza, así que lo bajo al suelo antes de que se me escape de
las manos.

Cuando vuelvo a alzar la vista, encuentro a varios pares de ojos


mirándome.

Pero solo me importa la mirada azul de Octavia. Cole está tratando


de subirse a su regazo, y lo ayuda a levantarse, dándole una leve sonrisa.
Se ve pálida y tiene un rasguño en la mejilla. Y su garganta. Una línea
roja allí.

Cristo.

Sigo catalogando las heridas que puedo ver, alimentando mi ira,


quedándome quieto en el medio de la habitación con su familia alrededor,
cuando todo lo que quiero hacer es acercarme a ella, tomarla en mis
brazos y mantenerla a salvo.

Serie Hombres salvajes 1 339


Jo Raven Cavernícola

¿Qué pensará su familia? Su madre, sentada recatadamente en un


sofá de dos plazas, su cara una versión más vieja de Octavia, con el
cabello canoso recogido hacia atrás. Su hermana rubia sonriendo como
el gato que atrapó al canario y está planeando cómo comérselo. Y su
hermano, Mercury, con su pelo rubio y ojos celestes que me mira con
calma, como si hubiera esperado que yo apareciera.

Si es así, él es el único. El resto de la familia me mira como si fuera


un ET21 con barba.

Octavia está bien, me lo repito. Está bien, justo aquí, mis hijos en
sus brazos, pero no puedo hacer que mi corazón deje de latir, mi rabia y
mi miedo buscando una salida que no pueden encontrar.

Y ella viene a mí. Se levanta, toma las manos de mis hijos y viene
hacia mí.

—¿Estás bien? —pregunta.

Se me nubla la vista. Fue herida por mi culpa y está preocupada


por mí. No sé qué hacer con esto.

¿Esa cosa rara de respiración que hacen mis pulmones? Es lo


contrario. Es como si mi pecho se estuviera expandiendo, y estuviera
inhalando todo el oxígeno del mundo.

La amo.

Está en mis brazos antes de que tenga tiempo de procesar la idea,


el sentimiento, el concepto, mis hijos retorciéndose a nuestros lados,
metiendo sus cabezas y manos entre nosotros, pero no nos están
separando, solo uniéndonos más estrechamente.

21 ET: Extraterrestre.

Serie Hombres salvajes 1 340


Jo Raven Cavernícola

—Maldición, Tay. —Entierro la cara en su pelo, tirando de ella


contra mí, mi polla dura a pesar de mi preocupación, porque no puede
estar de otra manera a su alrededor—. ¿Qué diablos? Pensé…

Ni siquiera puedo terminar la frase.

Le inclino la cabeza y la beso, sin importarme lo más mínimo lo que


su familia piense de mí, el salvaje barbudo que destrozó a su hija. ¿Acaso
sabían antes de esta noche, antes de este momento, que somos más que
jefe y empleada? ¿Qué follé a su hija? ¿Qué me preocupo más por ella de
lo que me admito incluso a mí mismo?

Rompe el beso, acariciándome la mejilla con barba.

—Estoy bien —dice.

El infierno que lo está.

—Mataré a Ross.

Y al diablo con John insistiendo en que me quede tranquilo un rato.

—Shhh. —Se ríe en voz baja—. Dije que estoy bien. Y no creo que
haya sido él.

En algún momento comienza a alejarse, pero no la dejo, la rodeo


con un brazo. No puedo soportar separarme de ella, no después de esto.
Me empuja hacia el sofá, y la seguimos, yo y los niños. Nos sentamos
juntos, uno al lado del otro, los niños flanqueándonos.

Como una familia.

Su madre nos mira con el ceño fruncido, y sí, apuesto a que no


tenía idea de cómo son realmente las cosas entre nosotros. Demonios, yo
no estaba seguro hasta esta noche.

Serie Hombres salvajes 1 341


Jo Raven Cavernícola

Tenía una idea, claro. Mis sueños, mis reacciones hacia ella, mis
pensamientos a su alrededor, todos me decían lo que ahora sé.

Se ha convertido en parte de mi vida, de mi corazón. Perderla ahora


probablemente me mataría. Terminaría el trabajo.

Y no me importa, no pienso en volver atrás.

Demasiado tarde para eso.

*****

—¿Estás segura de que no sabes quién te atacó? —pregunta Gigi—


. Dijiste que su voz te era familiar.

—¿Lo era? —Me vuelvo hacia Octavia, quien se encoge de


hombros—. ¿Estás segura?

—No realmente.

Resulta que entré justo en medio de su relato sobre los hechos.


Lógico. En el momento en que me llamó, dejé todo, tomé a los niños y me
dirigí directamente aquí. El ataque fue hace veinte minutos, como
máximo.

Froto mi mano sobre su hombro, bajo su brazo, y ella se inclina


hacia mí.

Su hermano se aclara la garganta, echando un vistazo de nosotros


a su madre, y de vuelta.

—Entonces… ¿no tienes idea de quién era? No fue Ross, dijiste.


¿Estás segura?

—Estoy segura. Además, creo que Ross es más alto.

Serie Hombres salvajes 1 342


Jo Raven Cavernícola

—¿Tal vez uno de sus amigos? —dice Gigi.

—¿Por qué uno de sus amigos haría eso? —pregunta Merc,


sonando desconcertado.

—¿Cómo voy a saberlo, idiota? ¿Tal vez le deba un favor a Ross?


¿Tal vez Ross lo envió para alejar las sospechas de sí mismo? Tati dijo
que hoy fue y se enfrentó a él.

—¿Tú qué? —Mi mandíbula se tensa y aprieto mis dientes con las
maldiciones que rompen en mi garganta—. Tay, ¿qué hiciste?

Ella aprieta mi mano, tranquilizándome, y respiro. ¿Desde cuándo


necesito tanto su consuelo? Reduce mi enojo, me recuerda que estoy
enfadado por ella, no con ella.

Ni con todo el maldito mundo, ni con todos, ni con nadie. Ya no.

Ella me está cambiando. Hurgando todo con uñas y colmillos.


Intrépida. Sacándome de la oscuridad después de todo este tiempo.

Esta maldita chica…

—Simplemente fui y le dije que dejara de acosarnos —dice ella, su


pequeña mano todavía en la mía, su mirada fija como si estuviera
desafiando a su familia a comentar el gesto—. Él negó haber hecho nada
de eso. Y eso fue todo. Me fui y regresé a casa.

Pero hay algo más que no está diciendo. Estoy tan en sintonía con
ella que sé que se está conteniendo. Me doy cuenta de que tiene algo que
decir. Se ha quedado muy quieta, apenas respira.

¿Qué ha pasado ahí fuera? ¿Por qué no se lo dice a su familia? La


necesidad de estar a solas con ella se hace cada vez más fuerte.

Serie Hombres salvajes 1 343


Jo Raven Cavernícola

—Tiene que ser Ross —le digo. Ella fue y se enfrentó a él, y luego
fue atacada. Está claro como el día. Ese hijo de puta de Ross se puso
furioso e intentó hacerle daño.

¿Ella cree que no es él? A la mierda con eso. Por supuesto que es
él, el pequeño cobarde.

—Le conté a la policía todo esto, lo que vi, lo que pensé —dice—.
Por teléfono.

—¿Y qué te dijeron? —pregunta Merc.

—Que presente una denuncia tan pronto como pueda, y que no


salga sola por la noche. —Un rubor colorea sus mejillas—. Como si no lo
hubiera hecho toda mi vida. Este lugar es seguro.

—Obviamente ya no —dice su madre con severidad, y la miro. Algo


me dice que normalmente no es tan severa, si las líneas alrededor de su
boca y ojos son algo a tener en cuenta. Una pequeña familia feliz. Una
madre cariñosa, la hermanita graciosa, el niño pensativo.

Y Octavia… Tienen miedo por ella, y yo soy la causa. Necesito


resolver este maldito acertijo, pero, ¿cómo puedo protegerla sin alejarla?

Ya no fingiré más. Estoy cansado de luchar contra ello. Luchando


por lo mucho que la necesito en mi vida.

Y aun así haré lo que sea necesario para mantenerla a salvo.

Serie Hombres salvajes 1 344


Jo Raven Cavernícola

Con el musculoso brazo de Matt alrededor de mis hombros y su


gran mano alrededor de la mía, me siento más fuerte. ¿El hecho de que
condujo hacia aquí con los niños en el momento en que lo llamé? No tiene
precio.

Me hace sentir preciosa. Querida. Apreciada.

Y no sé si debería confiar en este sentimiento, en este momento con


él a mi lado, pero no puedo evitar disfrutarlo. Sumergirme en la calidez y
el poder de su presencia, la sensación de su fuerte muslo presionado
contra el mío, su olor llenando mis sentidos.

Me hace sentir que puedo enfrentarme al mundo.

O al menos confrontar a mi madre sobre lo que me dijo Ross. No


puedo ignorarlo, no puedo descansar hasta que sepa la verdad. Gigi y
Merc merecen saberlo.

Yo merezco saberlo, y cualesquiera que sean sus razones para


mantener el secreto sobre quién es mi padre, es hora de que hable. Ahora
ya soy una chica grande, y Gigi y Merc son casi adultos.

Ya es hora.

Pero no mientras Matt esté aquí. No quiero hacer esto delante de él


y sus hijos. No solo porque esta es mi vida, sino principalmente porque
no quiero ver la expresión de su cara cuando se entere. Quiero decir, no
es solo que Jasper sea mi padre y Ross mi medio hermano, sino el hecho
de que yo no lo sabía. Que no me había dado cuenta de que realmente

Serie Hombres salvajes 1 345


Jo Raven Cavernícola

somos los pequeños sucios bastardos de los que todos se burlaban y nos
intimidaban.

Hemos estado viviendo toda nuestra vida en la misma ciudad que


nuestro padre que nunca nos quiso. Quien ya estaba casado y tenía un
hijo propio, y nunca se molestó en reconocernos, ni siquiera en ser
amable con nosotros. Todas esas veces que maldijo mi nombre cuando
pasé por su garaje, cuando dejó que su hijo me insultara, cuando llamó
a mi madre puta.

Mi sangre se calienta y enfría a turnos. Ni siquiera estoy segura de


con quién estoy más enojada, y cuál de todas esas cosas me hace más
miserable.

Cuando Matt dice que tiene que irse, para llevarse a los niños a la
cama ya que ha pasado más de su hora habitual, estoy aterrada y
aliviada.

No quiero que se vaya. Y Dios, me encantaría estar allí cuando se


siente en sus camas y los tape, bese sus frentes y les diga que tengan
dulces sueños. ¿Les lee cuentos? ¿Ha encontrado el camino hacia sus
corazones, como lo ha hecho con el mío?

Me dice que deberíamos dejar el picnic del que hablamos para otro
día. Me dice que descanse, y que le haga saber si tengo ganas de trabajar
el lunes.

Y a pesar de que está preocupado por mí, y eso me calienta hasta


los huesos, estoy triste. Tenía tantas ganas de ese picnic. Todavía lo hago.
No veo de qué servirá no estar con él mañana, pero para entonces ya se
ha ido, y finalmente estoy sola con mamá, Gigi y Merc.

Todo esto es demasiado. Mi cara está demasiado caliente, y mis


ojos ardiendo.

Serie Hombres salvajes 1 346


Jo Raven Cavernícola

—Mamá… ¿cuándo ibas a decirnos que Jasper es nuestro padre?

El conmocionado silencio que sigue a mis palabras apenas se


registra sobre el aumento de los latidos de mi corazón en mis oídos. Todo
lo que puedo ver son tres caras blancas, tres pares de ojos abiertos
mirándome fijamente.

Entonces Gigi se ríe, un sonido alto y nervioso.

—¿Qué es esto? ¿Una broma? ¿Tu jefe te convenció a hacerlo,


ahora que te acuestas con él?

—¡Gigi! —espeta Mamá, y Gigi se estremece.

—Confías en lo que Ross te dice —murmura mamá, su cara pálida,


sus ojos brillantes—, y vienes aquí acusándome de cosas…

—Mamá. —En sus ojos, en el breve momento en el que los levanta


a los míos, no hay tristeza, no hay conmoción, no hay sorpresa. Solo
miedo y tristeza—. Solo dime la verdad. ¿Por favor?

Traga saliva.

—Yo no… lo planeé así, Tati. Tienes que creerme. Siempre pensé
que todavía eráis demasiado jóvenes, que os lo diría el próximo año. Y
luego al año siguiente.

—¿Es verdad? —susurra Merc—. ¿Esto es verdad?

-—Mamá. ¿Por qué? —Gigi tiene la cara roja y los labios


temblorosos—. Jasper Jones, ¿ese pedazo de mierda que no vale para
nada?

—Gigi…

Serie Hombres salvajes 1 347


Jo Raven Cavernícola

—Y Ross… ¿es mi medio hermano? —continúa Merc, como si


estuviera en trance—. ¿Ese imbécil?

—Merc —dice mamá, sus manos retorciéndose en su regazo, sus


labios blancos—. Ese lenguaje.

—Que se joda el lenguaje. Que se joda Ross. —Merc se pone de pie


de un salto, con la cara pétrea—. Deberías habérnoslo dicho, mamá.
Debiste decírnoslo, y debimos habernos ido de este jodido pueblo hace
años.

Todos miramos boquiabiertos cuando Merc, el dulce Merc, sale


corriendo de la sala de estar.

Entonces mamá comienza a llorar. Nunca antes había visto u oído


llorar a mamá, y es un cuchillo en mis tripas. Gigi me echa una mirada
que es una mezcla de esto-es-todo-por-tu-culpa y ¡haz-algo!

—Mamá… —empiezo, pero no sé qué decir. Me levanto y me siento


a su lado en el sofá, tomo sus manos en las mías—. Mamá. Escucha…

Gigi se sienta al otro lado de mamá, inclinando su cabeza sobre el


hombro de mamá.

—Entonces, ¿todo esto es verdad?

Mamá asiente, sorbiendo por la nariz.

—Estaba enamorada. También pensaba que él lo estaba. De mí.

—Estaba casado —digo en voz baja—. Tenía una aventura contigo.

—Dijo que iba a dejar a su esposa. ¿Cómo iba a saber que no


sucedería? Cada vez que me quedaba embarazada, decía que había
enviado los papeles a su abogado, y luego… nada. Después de eso, pensé
que era mejor no tenerlo involucrado en nuestras vidas.

Serie Hombres salvajes 1 348


Jo Raven Cavernícola

Oh, mamá… la abracé, como había hecho con Matt antes. Ella
amaba a Jasper. Quizás todavía lo haga. Y aunque Jasper es un imbécil,
¿quién sabe cómo era con ella? ¿Quién sabe cómo funciona el amor?

¿No me enamoré de Matt mientras actuaba como un imbécil,


hiriendo mis sentimientos, dejándome fuera? Creí vislumbrar al hombre
que estaba por debajo de todo, y me enganché.

¿Estaba en lo cierto? ¿Lo estoy viendo claramente?

Él no me ha invitado a salir. No me ha dicho que le importo. Quiero


decir, apenas nos conocemos. No es culpa suya que yo me haya
enamorado de él. Es el primer tipo con el que me he acostado, el primero
por el que tengo sentimientos, y son tan profundos que no estoy segura
de poder dejar entrar a otro.

¿También lo siente, o me dejará a la primera oportunidad, como


Jasper lo hizo con mi madre?

*****

Mamá no me pregunta nada sobre Matt, sobre cómo lo abracé y


nos tomamos de la mano mientras contaba el relato del ataque.

Probablemente se sienta tan mal con las revelaciones sobre Jasper


Jones que no pudo reunir la suficiente energía para exigir una revelación
completa, o para decirme que debería dejar de verlo inmediatamente.

No es que mamá sea así normalmente. Es bastante tranquila y


tolerante.

Aún así, teniendo en cuenta que este es mi jefe, y mayor que yo,
con hijos propios, esperaba que me dijera en términos inequívocos que
debería dejarlo y mantenerme alejada de él.

Serie Hombres salvajes 1 349


Jo Raven Cavernícola

Me pregunto si ella podría decir que nos acostamos. Es una de esas


madres que pueden oler cosas así en el aire, sin necesidad de que sus
hijos confiesen.

De todos modos, no ha dicho nada al respecto, sino que se fue a su


habitación, y me quedé con Gigi, que no tuvo ningún reparo en
interrogarme.

—¿Cuándo ibas a decirme que estás saliendo con ese hombre? —


Rueda sobre su cama, arrastrando su pijama rosa.

—¿Matt? Pensé que lo sabías. —Lo estoy haciendo genial, y la


verdad es que había estado esperando evitar las preguntas hasta
mañana. Estoy agotada.

—Me lo imaginaba. —Arruga la nariz—. Es la forma en la que


seguías hablando de él, y de sus hijos. Como Matt… oh, Dios, Matt… —
Suspira y gime, y me río y luego le tiro la almohada.

—Cállate. No hago eso.

—¿No? —Usa la almohada que le lancé para acurrucarse, moviendo


los dedos de sus pies desnudos. Sus uñas están pintadas de un rojo
caliente—. Hm. ¿Qué le pasó al guapo vecino, Adam?

—Nada. Realmente no me gusta. Te lo dije.

—¿Por qué no?

Me encojo de hombros.

—Es muy guapo, de ese tipo de forma de soy-totalmente-guapo-e-


inocente-pero-también-intentándolo-con-todas-las-chicas-de-la-
vecindad.

Me estremezco.

Serie Hombres salvajes 1 350


Jo Raven Cavernícola

—Ugh. Qué increíble.

—Oye, no rechaces la vista. ¿O es porque es tan diferente de Matt


Hansen, La Bestia?

—Él no es así. —Una vez pensé también que lo era. No hace mucho,
de hecho, hace solo unas semanas, cuando lo conocí. Con esa barba y
cejas oscuras, el pelo despeinado y demasiado largo, la mirada intensa—
. No lo es, Gigi. Matt es genial.

—Estás enamorada —suspira Gigi.

Sí, no puedo negarlo. Ya no más.

Se sienta, levantando sus cejas.

—¡En serio! Realmente lo estás. Tati, oh, Dios mío.

—¿Qué? —digo irritada.

—Ni siquiera estás tratando de negarlo. Entonces… ¿eso significa


que es serio? ¿Con Matt? ¿No es demasiado viejo para ti?

—Ni siquiera tiene treinta años.

Gigi pone unos ojos saltones.

—Jesús, eso es viejo, chica. Quiero decir… —Niega con la cabeza—


. Acabas de cumplir dieciocho.

—No es mucha diferencia. Cuando eres adulto, unos años arriba o


abajo no significan nada.

—Oh, claro, ahora eres una adulta, lo olvidé. —La tomadura de pelo
y el sarcasmo de hermanas han vuelto, y es un alivio.

Serie Hombres salvajes 1 351


Jo Raven Cavernícola

Además, sí, lo soy. Ahora soy una mujer. Y ya no soy virgen, lo que
me hace sonreír, incluso si todavía estoy molesta por cómo terminó mi
primera vez con Matt.

Él se disculpó. Pero supongo que me ha estado comiendo por


dentro todo este tiempo. Sí. Y yo que pensaba que no necesitaba hablar
de ello.

Me equivoqué. Quiero decir, entiendo por qué reaccionó de la forma


en la que lo hizo. Que estaba conmocionado, y no estaba seguro de poder
estar con nadie todavía.

Pero no puedo ignorar la vocecita que me cuestiona si está listo


ahora.

Y eso es exactamente de lo que necesito hablar con él. No quiero


presionarlo. Entiendo que apenas está aceptando la muerte de su esposa,
que trató de esconderse del dolor, trató de dejarlo salir con su sangre,
con su ira.

Solo quiero saber si él nos dará esto, nos dará una oportunidad. Si
estamos juntos, aunque no esté seguro. Si se lanza a lo desconocido
conmigo.

—Todavía no puedo creer que ignores a Adam —murmura Gigi,


trenzando su cabello y agarrando su deshilachada copia de Ana de las
tejas verdes. Ella duerme con ese libro, en serio—. ¿Notaste que te puse
un condón en tu bolso en caso de que él se mueva sobre ti?

—¿Estás hablando en serio? ¿Dónde conseguiste un condón?

—Lo compré en la farmacia, como todo ser humano normal.

—Gigi, solo tienes diecisiete años. ¿Qué crees que diría la gente?

Serie Hombres salvajes 1 352


Jo Raven Cavernícola

—Oye, ¿te estás tirando a tu jefe y te preocupan los chismes?


Vamos. —Ignorando el calor que inunda mi cara, ella continúa—: Estoy
sorprendida por tu elección, hermanita. Adam es el tipo más sexy que ha
caminado por las calles de esta ciudad.

—¿Por qué? ¿Estás detrás de Adam? —pregunto, de repente


curiosa. Cuando bufa desdeñosamente, no puedo explicar el alivio que
me produce su falta de interés en el tipo, ya que yo misma no estoy
interesada en él—. ¿Qué le pasó a Quinn?

—Pfff. —Se acuesta boca abajo bajo las sábanas, pasando las
páginas del libro—. Quinn es un niño llorica que no sabe lo que quiere.
Tal vez yo también necesite un hombre de verdad como Matt.

Dice eso inexpresivamente. ¿Acaso no dijo hace unos minutos que


Matt es demasiado viejo para mí?

Mientras tanto, algo está molestándome en mi memoria. ¿Cuál fue


la otra cosa que dijo Ross sobre que Adam tenía un nombre diferente?

¿Era verdad?

Eso es… una tontería. ¿Por qué estoy pensando en eso? Ross es un
idiota, probablemente oyó una cosa y entendió otra.

Pero hay algo más… algo que Adam me dijo que está parpadeando
en mi memoria, solo que fuera de mi alcance. Algo sobre su hermana.

¿Qué? ¿Y por qué es importante?

—Oye, ¿alguna vez has visto a Adam cuando no estoy? —Me meto
en mi cama y me estiro, gimiendo suavemente cuando los músculos
tensos después del ataque comienzan a relajarse lentamente—. Me dijo
que vive en esta calle, pero, ¿es verdad?

Serie Hombres salvajes 1 353


Jo Raven Cavernícola

¿Y por qué estoy dudando de él otra vez? Él dijo que sí, ¿no?

Gigi me hace sentir aún peor, porque levanta la vista de su libro,


elevándome una ceja y me dice:

—¿Por qué, solo porque ahora te gusten los tipos más viejos, eso
significa que todos los jóvenes son escoria?

—No. Por supuesto que no. —Pero todavía sigo masticando


pequeñas cosas, y un escalofrío me recorre, un escalofrío que me resulta
familiar de alguna manera.

Me subo las mantas hasta la barbilla y miro al techo. Dios, desearía


que Matt estuviera aquí. Me sentiría segura en sus brazos. No me
preocuparía por él y los niños, si estuviera con él.

No lo extrañaría tanto.

Solo se fue hace media hora. Menos.

Se siente como si fueran años.

¿Por qué estoy tan traída por él? ¿Por qué me siento tan cómoda
con él cuando apenas lo conozco? ¿Por qué me duele tanto el corazón por
él? ¿Por qué mi cuerpo se pone tenso y caliente cuando está cerca?

Amor, dijo Gigi.

Amor es lo que es esto. Amor y lujuria juntos en uno, y no tengo


ninguna oportunidad de ganar contra un oponente como ese.

Así que tal vez debería dejar de pelear y simplemente rendirme.

Rendirse a Matt se sentiría tan bien…

Serie Hombres salvajes 1 354


Jo Raven Cavernícola

Oscuros sueños me hacen rodar durante la noche. Me despierto el


domingo por la mañana con un aullido atrapado en mi garganta, las
sábanas enredadas en las piernas, empapado de sudor frío.

Gente muriendo, mi familia muriendo, la casa hundiéndose en


arenas movedizas.

Nada nuevo.

Nada bueno.

Los niños están inquietos. Tal vez hayan notado mi estado de


ánimo, o se han acostumbrado a tener a Octavia cerca.

No son los únicos.

A la mierda. Los meto en el coche y me voy de la ciudad, al centro


comercial más cercano. Comemos en la zona de restaurantes, y observo
cómo juegan en la zona de juegos con una tonelada de otros niños y
padres estresados.

Me froto la cara con las manos, las entierro en mi pelo y tiro. Tomé
analgésicos para el desayuno, pero este jodido dolor de cabeza no cesa.
Sigo viendo el rostro pálido de Octavia, el miedo en sus ojos. ¿Eso fue
anoche en su casa, o en mis sueños?

Imposible decirlo. La realidad se está mezclando de nuevo con las


pesadillas, y estoy demasiado cansado para separar los hilos.

Serie Hombres salvajes 1 355


Jo Raven Cavernícola

Después de que Mary se cayera de un tobogán de plástico y


comenzara a gemir de una manera que indica una necesidad urgente de
siesta, los agarro a los dos y regreso a casa.

A casa. A veces se siente así.

Cuando Octavia está aquí, mi mente me lo sugiere amablemente.


Entonces se siente como un hogar.

Vete a la mierda, mente. No estoy de humor hoy.

¿Y cuándo estás de humor?

Joder.

Los niños se pelean cuando Mary no le permite a Cole que cambie


el programa de televisión que están viendo, algo con manchas verdes
blanditas que a Cole le gusta, por dibujos animados japoneses que ella
quiere. Siempre pensé que esos niños con enormes ojos se ven como
extraterrestres en vez de lindos, pero lo que sea.

A Cole le importa, sin embargo, y comienza a llorar como una


banshee.

Me las arreglo para calmarlos, y vemos juntos otro show por un


tiempo. No podría decirte de qué se trata. ¿Cereales de frutas parlantes,
tal vez? Los niños parecen fascinados.

Hasta que Cole se sube por encima de Mary para alcanzarme y ella
estalla en una fiesta de sollozos, con mocos y lágrimas sin fin.

Cristo. Si no amara a estos niños más que a mi vida…

Pero lo hago, así que preparo una cena rápida y los meto en la
cama.

Serie Hombres salvajes 1 356


Jo Raven Cavernícola

¿Cuántas veces he tomado mi teléfono para llamar a Octavia hoy?


Cada vez que uno de mis hijos decía algo gracioso, cada vez que se
peleaban, cada vez que me hundía en la ira y en el dolor.

Cada vez que me daba la vuelta y ella no estaba a mí lado.

Pero le dije que descansara, y, ¿qué clase de jefe sería si no dejara


de molestarla durante su día libre?

Ser su jefe apesta. Quiero llamarla como un hombre que se


preocupa por ella, para preguntarle cómo está, como un hombre al que
le gusta pasar tiempo con ella.

Al final, me conformo con un mensaje de texto: “¿Cómo lo llevas?”

No recibo respuesta.

Y otra noche se extiende frente a mí. No quiero enfrentarla, no solo,


y como no puedo tener a Octavia, me acurruco con mi botella de whisky
en el sofá, dejando encendida la tele en lo que sea que esté puesta.

Termino la botella, luego cedo y tomo mis pastillas para dormir. Me


las arreglo para dormirme en las primeras horas de la mañana, solo para
despertarme una y otra vez con este enfermizo y familiar pavor en mi
estómago, que no tiene nada que ver con el alcohol que consumí y todo
que ver con Emma.

Y Octavia.

Porque cada vez que cierro los ojos ahora, no es la cara muerta de
Emma lo que veo, ni su cuerpo hundido en el suelo.

Ni el mío tampoco.

Es el de Octavia, y eso me asusta mucho. Me asusta más que


cualquier otra cosa, porque esta vez realmente depende de mí el salvarla.

Serie Hombres salvajes 1 357


Jo Raven Cavernícola

*****

Cuando llega la mañana del lunes, llamo a John, desesperado por


alguna noticia.

Él tiene algunas.

—Alina Solokov —dice—. Asumiendo que sea la misma mujer con


la que saliste en la escuela, ha fallecido. —Se detiene—. Declarado como
un suicidio.

Joder.

—Está muerta.

No puedo creerlo. Mis recuerdos de esa época están congelados en


el tiempo como fotografías, imágenes perfectas de un tiempo
despreocupado, un tiempo sin emociones que pueda recordar.

No había un gran amor.

Ninguna esperanza brillante.

No un miedo aplastante.

Y no había una oscura desesperación.

Un tiempo irreal, superficial y divertido, un poco demasiado


brillante, como si la imagen estuviera sobreexpuesta, la película
quemada.

Otra mujer con la que salí, muerta. Es como si estuviera maldito,


pasando la muerte a las mujeres que se me acercan.

Serie Hombres salvajes 1 358


Jo Raven Cavernícola

Cristo. Estoy maldito. Malditamente obsesionado y jodidamente sin


suerte. Como si no lo supiera ya. Sin embargo, cuando la cara de Octavia
pasa por mi mente, quiero sonreír, y mi suerte no parece tan mala.

—Hansen. —John se aclara la garganta—. Matt. Lo siento, sé que


esto debe ser doloroso para ti.

—No es doloroso —gruño, y luego trato de recuperar el control de


mí mismo—. Fue un shock, pero no la he visto en muchos años. No
éramos tan cercanos.

—Ya veo. Sí, ya has dicho eso antes.

Aprieto el teléfono en mi mano hasta que cruje, a punto de


romperse.

—¿Y? ¿Qué más hay? Escúpelo.

No fue Ross. Lo acusé, lo golpeé, y no fue él.

Sin embargo, se lo merecía por intimidar a Octavia todos estos


años. El maldito lo hizo.

—Tenías razón sobre el otro asunto —dice John—. Probablemente


lo que la llevó a tomar la decisión sobre acabar con su vida.

—¿Cuándo fue eso?

—El año después de que los dos os graduarais en la escuela.

Mierda. El plazo de tiempo encaja. No quiero que esto sea verdad.


No quiero tener razón sobre esto.

Pero la tengo.

Serie Hombres salvajes 1 359


Jo Raven Cavernícola

—¿Algo más? ¿Alguna pista de quién podría estar dejando los


mensajes y acosando a Octavia?

—Bueno, Alina no estaba casada, y no parece que hubiera otro


novio después de ti. Sus padres viven en St. Louis. Hay un hermano y
una hermana que viven en St. Louis y Tucson, respectivamente. Sin
antecedentes penales.

—Dios, nunca me dijo nada sobre un hermano y una hermana.

John tararea.

—Diferentes madres. Y como dije, viven en una ciudad diferente.


En cualquier caso, Hansen, tu teoría no responde a la pregunta de por
qué aquí, por qué ahora.

No, no lo hace.

—Tiene que ser uno de los hermanos —dije, pensando en voz alta—
. Apuesto a que el hermano. Comprueba dónde está ahora, y no sé, sus
actividades bancarias, o cualquier otra cosa que se te ocurra.

—Entonces, ¿qué? ¿Ahora eres policía? ¿Vas a decirme cómo llevar


una investigación?

Ooh, John está gruñón hoy.

—¿Por qué? ¿Tienes alguna idea mejor, Johnny? Si es así, házmelo


saber.

—No te metas en esto, Hansen. Yo me encargo.

Sí, seguro. Entiendo que no le guste que me entrometa, pero no es


como si él hubiera encontrado algo hasta el momento, y discúlpame si
estoy quedándome sin mierda ahora mismo.

Serie Hombres salvajes 1 360


Jo Raven Cavernícola

Es mi familia la que está en juego. Mi chica, también.

Mi chica… Joder. Ahí está otra vez, la admisión, y con ella el


apremiante temor de que algo pueda pasarle, y luego…

Y entonces, ¿qué demonios voy a hacer y cómo voy a seguir


viviendo?

*****

Cuando Octavia llega por la mañana, con su bonito vestido y


tacones, su pelo oscuro cayendo sobre sus hombros como seda, una luz
en sus ojos, lucho contra ello.

Es por su propio bien, por su propia seguridad. Lucho contra lo


que quiero, lo que necesito. Estoy tratando de hacer lo mejor para ella.
Incluso pienso en despedirla, pero no puedo.

No puedo, joder. Mis hijos la necesitan. La aman.

Yo… Mierda. ¿Qué voy a hacer?

Se me acerca, sonriendo, e inhalo su dulce aroma antes de darme


cuenta de lo que estoy haciendo. La estoy alcanzando, a punto de atraerla
a mis brazos como si fuera lo más natural del mundo, como si lo hubiera
estado haciendo durante años.

Pero entonces veo la marca roja en su pálida garganta, el rasguño


en su mejilla, y todo lo que quiero es meter mi puño a través de una
pared. Porque de lo contrario andaré golpeando a gente al azar, y eso está
mal visto en la sociedad, o eso me han dicho.

Infiernos.

Así que solo gruño cuando me saluda, y salgo por la jodida puerta
antes de que tenga la oportunidad de acercárseme.

Serie Hombres salvajes 1 361


Jo Raven Cavernícola

Finjo no notar el dolor en sus ojos. Me apuñala en el pecho, se


retuerce dentro de mi corazón como una navaja oxidada.

Así que me meto en el trabajo, con mi móvil en el bolsillo para el


caso de que John llame con algún avance. Me deslizo bajo el auto en el
que estoy trabajando, perdiéndome en las complejidades del motor,
tratando de arreglarlo, ya que no puedo arreglar mi vida.

Como no puedo resolver el acertijo, no puedo llegar al corazón del


laberinto y atrapar al monstruo.

Capturarlo.

Castigarlo.

En vez de eso, me estoy castigando, no es algo que sea nuevo.

Y la estoy lastimando a ella. Por enésima vez en estas últimas


semanas me pregunto si siente algo por mí.

Sea lo que sea. No puedo esperar…

No, no puedo, joder. Estoy seriamente jodido de la cabeza si creo


que ella podría sentir algo por mí. Sin embargo, dejarla ir duele más que
un hueso roto. Si su vida no estuviera en peligro… Esa es la única razón
por la que no voy a conducir a casa en este momento para tomarla en
mis brazos.

En cuanto a lo que la gente debe de estar diciendo a mis espaldas,


joder, nunca me ha importado. Tengo eso a mi favor. Me importa una
mierda lo que piensen de mí.

Fue lo mismo cuando Emma murió, cuando no pude llorarla, no


pude quedarme en el pueblo que llamamos hogar, cuando me perdí en la
medicación y el alcohol.

Serie Hombres salvajes 1 362


Jo Raven Cavernícola

Cuando me fui y terminé aquí, sin un trabajo o una meta,


llevándome a los niños conmigo. He estado allí, he hecho eso, compré la
camiseta22.

¿Pero qué hay de Octavia? Tiene que preocuparse por lo que dicen
las lenguas a sus espaldas. Ha vivido aquí toda su vida. Su familia está
aquí, sus amigos. Los matones que la lastimaron.

No necesita más burlas, más intimidaciones. Es lo último que


necesita.

Yo soy la última maldita cosa que podría necesitar. Solo porque la


necesite… solo porque sea dulce, simpática, y tenga curiosidad por el
sexo, eso no significa nada.

Joder. Golpeo mi puño contra el metal que hay sobre mi cabeza,


deseando poder ir a emborracharme y olvidarme de este torbellino
mental.

—Oye, amigo, ¿estás bien? —Evan golpea mis pies que sobresalen
del coche—. ¿Qué estás haciendo ahí abajo? Parece que estés
desmantelando el jodido motor.

—Vete —gruño.

—Ya veo que volvemos a gruñir. —Se inclina contra el coche, todo
despreocupado, sus polvorientas zapatillas a la altura de mi cabeza—.
Pensé que habías superado eso.

Considero gruñir de nuevo solo porque sí.

—Vete a la mierda, Evan.

22
Significa literalmente haber estado en un sitio y haber comprado una camiseta del
lugar para mostrarles a los demás que lo hiciste. Es una expresión cínica o sarcástica
de haber tenido una experiencia similar.

Serie Hombres salvajes 1 363


Jo Raven Cavernícola

—Uh-uh. Eres el bastardo más gruñón que he conocido. ¿Qué


pasa? Díselo a tu amigo.

—No eres mi amigo.

—Pero tú eres mi amigo —dice simplemente, y me detiene en seco.

Jesús.

¿Qué pasa con esta pequeña ciudad en medio de la nada que hace
a la gente tan malditamente agradable? Debe ser algo en el agua.

¿Y por qué tengo algo en el ojo y problemas para tragar?

—Lo que sea —murmuro, y me encuentro sonriendo a pesar de mi


mal humor—. ¿Querías algo? Estoy tratando de hacer algo de jodido
trabajo aquí.

—Bueno… —Sus zapatillas raspan en el suelo de cemento mientras


se gira—. El novio de Octavia está aquí. Bueno, su no novio. —Se ríe.

La ira me inunda en una ola repentina e impaciente.

—A la mierda.

—Lo juro por Dios, está de pie justo enfrente de mí. Parece que
trajo su coche para repararlo.

—¿Y pensaste que tenía que saberlo? ¿A ver si salgo y le apago las
jodidas luces? ¿Darte un buen espectáculo?

—Nah. —Tamborilea con los dedos sobre el coche—. Pensé que le


daría un puñetazo a la bestia. A ver si puedo sacarte de esa extraña
depresión en la que estás metido. A veces un poco de rabia ayuda.

Como si no estuviera ya furioso. ¿Puede la rabia curarse con rabia?

Serie Hombres salvajes 1 364


Jo Raven Cavernícola

Pero salgo de debajo del coche y me pongo de pie, limpiándome las


sucias manos en una toalla, y echo un vistazo al tipo que sostuvo la mano
de Octavia y comió un helado con ella. Es joven, delgado y malditamente
femenino. Feo como la mierda.

O lo será, después de que termine de reorganizar su cara con mis


puños.

—¿Por qué estás tan enfadado con él? —Evan saca un paquete de
cigarrillos de su bolsillo trasero y me ofrece uno. Lo tomo, poniéndomelo
detrás de la oreja—. Tú mismo lo dijiste. No es su novio.

—No por falta de intentarlo —gruño—. Hijo de puta.

—No me digas que te sientes amenazado por un bebé como él.

Agarro la parte delantera de la camiseta sudada de Evan.

—Tal vez quieras mi puño en tu cara.

Evan no parece impresionado.

—¿Y?

—No me gusta. Pequeña mierda, ni siquiera debería permitírsele


que se acerque a Tay.

—Así que ahora es Tay, ¿eh? —Evan mueve las cejas—. La chica se
metió bajo tu piel, ¿no?

Al soltarlo, me doy la vuelta y salgo pisoteando fuerte por la parte


de atrás, sacando el cigarrillo de detrás de mí oreja. Porque él no tiene ni
puta idea.

Evan me sigue, ofreciéndome su encendedor.

Serie Hombres salvajes 1 365


Jo Raven Cavernícola

Lo enciendo, aspiro el humo, luego lo dejo salir, tratando de liberar


mi enojo con ello. Es una ira irracional, lo sé. Ese chico joven no hizo
nada malo cuando trató de conseguir a Octavia para sí mismo.

Pero ella es mía.

Todo está mal y jodido, especialmente cuando he decidido alejarme


de ella por su propio bien, cuando casi me he convencido de que no
significo nada para ella. De todos modos, y cuando no puedo…

No puedo dejar de pensar en ella, queriéndola tanto que mi sangre


canta y mi alma me duele.

—No te gusta, ¿eh? —murmura Evan, pero no sonríe, no parece


tener un humor burlón—. Ross dijo lo mismo.

—Estás probando tu suerte, lo sabes, ¿verdad? Mencionando a


Ross.

—Sí, quieres golpear a alguien hoy, ¿no? —Abre sus brazos, su


cigarrillo encendido en una mano, el hijo de puta, y mirándome
fijamente—. Inténtalo. A ver si te hace sentir mejor.

—Imbécil. —Me alejo de él para no caer en la tentación.

Sin perder el ritmo, me da una palmada en el hombro y se pone a


caminar a mi lado otra vez.

—Mira, sé que Ross es un imbécil. Y sé que crees que puso esos


mensajes en tu puerta y que acosó a Octavia. —Ante mi mirada oscura,
se encoje de hombros—. Las noticias vuelan por aquí. Todo lo que digo
es que… Ross tiene una gran bocaza y un cerebro pequeño en la cabeza.
Es un matón, de acuerdo. Pero nunca fue el niño que arrancara las alas
a las mariposas y que pateara cachorros.

Serie Hombres salvajes 1 366


Jo Raven Cavernícola

—Así que supongo que eso prueba que es inocente, ¿eh? —Dejo
que el sarcasmo goteara de mi voz.

—No, eso no prueba nada. Solo digo.

Y estoy escuchando. Pero, ¿de qué sirve? Ross no está trabajando


hoy, su padre tampoco, ¿y cuál es su conexión con Alina Solokov?

Si este dolor de cabeza por la tensión alguna vez cediera, podría ser
capaz de pensar, establecer la conexión de alguna manera. Como está,
nada viene a mí. Nada que vincule a Ross con mi pasado.

Un pasado que pensé que no interesaba a nadie, hasta ahora. Un


pasado en el cual nunca había pensado, una chica por la que nunca
había sentido nada.

Una tragedia que nunca preví.

Pero nunca prevés esta mierda. Ataca de la nada, sin previo aviso.
Justo cuando crees que la tormenta ha terminado y puedes respirar de
nuevo, la vida te agarra y te sacude hasta que tus dientes se aflojan.

Enfermedad, accidentes, muerte.

Amor.

Nunca lo ves venir.

Serie Hombres salvajes 1 367


Jo Raven Cavernícola

Recaída.

Así es como lo llaman cuando das un paso adelante y dos atrás,


¿no? Retroceder.

Matt está retrocediendo. Se está convirtiendo en el tipo distante y


amenazante que conocí la primera vez cuando llamé a su puerta. Su
mirada es salvaje e inyectada en sangre, su pelo es un desastre, sus
poderosos hombros están tensos, sus palabras cortantes.

Me está alejando de nuevo. Es como si el ataque contra mí le


hubiera golpeado más fuerte que a mí. Lo que no tiene sentido.

Excepto… que perdió a su esposa. Y este acosador está dejando


mensajes amenazantes en su puerta y luego me ataca. Probablemente
esté preocupado por sus hijos.

Aun así.

Han pasado dos días desde el ataque, y se ve peor de lo que estaba


antes, sus ojos rodeados de ojeras, su aroma con ese tenue rastro
químico que tenía cuando lo conocí por primera vez.

¿Qué está tomando?

Llegué veinte minutos antes porque estaba demasiado inquieta y


me desperté al amanecer. Apenas pude dormir un segundo, de hecho,
porque Merc salió anoche, y aunque envió un mensaje de texto para que
no lo esperara, estaba preocupada.

Serie Hombres salvajes 1 368


Jo Raven Cavernícola

Y ahora estoy preocupada de nuevo porque he tocado el timbre tres


veces, pero no hay respuesta.

Vuelvo a llamar, y en el momento en que se abre la puerta, sé que


algo está muy mal.

Matt me mira como si no pudiera recordar quién soy. Me dan ganas


de llorar. Me dan ganas de golpear mis puños en su musculoso pecho
que está desnudo y es espectacular, los tatuajes oscuros serpenteando
sobre los poderosos músculos, sobre sus pectorales definidos y su fuerte
caja torácica, y los bíceps abultados en sus brazos.

Me dan ganas de abrazarlo.

Pero él solo murmura algo por lo bajo que no puedo entender y se


hace a un lado, dejándome entrar.

Tenemos que hablar. Tiene que decirme qué tiene en la mente.


Tengo la sensación de que se está haciendo responsable de lo que me
pasó, y no puedo dejar que lo haga. El psicópata que me agarró no es
responsabilidad de Matt. No necesita otra cruz que llevar.

Y necesito saber si esto es lo que es, esta distancia entre nosotros,


o si ha cambiado de opinión. Si decidió que esto era algo entre nosotros,
algo de sexo, algunos momentos intensos, y luego nada.

Ningún buenos días, no, ¿cómo estás hoy? Ninguna sonrisa para
mí, y ninguna emoción en sus ojos oscuros.

Es increíble lo mucho que duele. Cuánto me asusta, incluso más


que el ataque. El ataque fue como un desastre natural, me golpeó y se
fue, pero esto… Esto dejará una cicatriz.

Serie Hombres salvajes 1 369


Jo Raven Cavernícola

—Matt. —Ya se está alejando de mí, hacia la cocina, y sigo su figura


descomunal, ajustándome la correa de mi bolso sobre mi hombro, mi
corazón martilleando—. Espera.

Está golpeando armarios, obviamente buscando algo.

Se detiene, golpea el mostrador con el puño y me estremezco.


Jesús, este tipo es fuerte. El mostrador cruje bajo su mano.

—¿Qué?

Ignoro la forma en que mis ojos pican por su tono, ignoro la voz
que sigue susurrando en el fondo de mi mente que es como temía, que
cambió de opinión, si alguna vez lo quiso, lo que no es un hecho… que
como Jasper, me jodió y no quiere saber nada más de mí, que su
demostración de protección y afecto fue una ilusión, una cosa
momentánea, aquí y allá.

Lo ignoro todo, y me acerco.

—¿Estás bien?

Un escalofrío atraviesa su gran cuerpo. Coloca las manos en el


borde del mostrador, colgando la cabeza, y el pelo oscuro cae sobre sus
ojos.

—Déjalo, Tay.

Pero no puedo. No cuando me llama así, cuando su voz casi se


rompe con el sonido. No puede esconderse de mí. No puede ocultar el
dolor que irradia de su postura, su voz, la tensión apretada de sus
músculos.

Incluso si no tiene nada que ver conmigo.

Serie Hombres salvajes 1 370


Jo Raven Cavernícola

—Háblame —susurro, tragando fuerte—. Estoy aquí. Estoy justo


aquí, Matt.

—No para siempre —murmura, un murmullo silencioso, y la grieta


en su voz, en él, es más obvia que nunca.

—Pero ahora es lo que importa. No lo desperdicies.

Me mira por debajo de la caída de su oscuro cabello, y donde su


mirada había parecido vacía y hueca de emoción antes, es ardiente ahora.

—¿Qué sabes…? Dios, Tay. Ese imbécil te agarró y te lastimó.

—Estoy bien. Solo fue un rasguño.

—Por mi culpa. Deberías… deberías buscar otro trabajo, Tay.

—¿Me estás despidiendo? —Lo miro fijamente, con la boca abierta.

—Joder, no sé lo que estoy haciendo. —Niega en desacuerdo—. Solo


necesito que estés a salvo. Estoy harto de soñar que hice que te mataran.

Así que eso es lo que es.

Lo alcanzo, y no se mueve, permitiéndome poner mi mano en su


espalda dura como una roca.

—¿Por qué algo de eso sería culpa tuya? Pensé que habíamos
acordado que el tipo era un psicópata.

Un suspiro retumba a través de su pecho.

—Hay algo que tengo que decirte. —Todavía está encorvado, no se


da la vuelta para mirarme—. Es sobre mi pasado. Yo solo… junté las
piezas de lo que decían los mensajes. Engendré un niño antes.

Mi mano cae de su espalda mientras doy un paso atrás.

Serie Hombres salvajes 1 371


Jo Raven Cavernícola

—¿Un niño?

¿Qué está diciendo?

—Había una chica con la que salía cuando tenía diecisiete años, en
la escuela. Dormimos juntos algunas veces. Luego me fui a Milwaukee, y
nunca la volví a ver. Nunca he vuelto a saber de ella. Pero resulta que la
dejé embarazada antes de irme.

—Oh, Dios… —No sé adónde va esto, pero no puede ser nada


bueno—. ¿Qué pasó?

—Se fue de la ciudad para quedarse con una tía. Perdió al bebé y
se suicidó.

Tropiezo hacia atrás, sus palabras como un golpe físico. Me siento


en la mesa de la cocina, con las piernas débiles.

—Lo siento mucho.

—Creo que… —Sus manos se aprietan en el borde del mostrador,


con los nudillos blancos—. Creo que su hermano me persigue. Por
venganza, supongo. Aunque yo no sabía nada de todo esto. Y ahora mis
hijos y tú estáis en peligro.

Esto es una locura. ¿Y significa que Ross ha quedado libre de culpa


para siempre?

—Estoy bien —susurro—. Tus hijos también. Quizás él no esté


realmente tratando de hacernos daño.

Finalmente se empuja del mostrador y se da la vuelta para


mirarme. El dolor en su mirada se ha transformado en enojo.

—No os tocará ni a ti, ni a mis hijos. Le haré que se coma sus


pelotas si alguna vez se vuelve a acercar a ti.

Serie Hombres salvajes 1 372


Jo Raven Cavernícola

Todo mi cuerpo entero pica ante esta declaración. Dios, ¿está mal
que esté palpitando entre mis piernas cuando se pone todo cavernícola
conmigo? Quiero envolver mis piernas alrededor de sus esbeltas caderas
y besarlo, quiero que me extienda sobre la mesa y me llene.

Sus ojos se entrecerraron, su musculoso pecho subiendo y bajando


más rápido.

—Tay…

—No me importa —le informo—. No es culpa tuya. Y no cambia


nada para mí.

Da dos pasos más cerca, con las manos en sus costados, su mirada
moviéndose sobre mi cuerpo, y mis pezones se tensan hasta que duelen
bajo su escrutinio.

—Podrías salir herida de verdad.

—No dejaré de vivir. No dejaré que ganen los matones. Nunca.

—Yo podría hacerte daño.

—Puedo soportarlo, si eso significa que puedo estar contigo. —Me


lamo los labios, necesitando sus manos sobre mí, sobre mi piel desnuda,
necesitando que me cubra y me aplaste. Que me haga sentir que soy de
él—. ¿Qué soy para ti?

—Tay. —Está tan cerca que puedo ver las emociones que recorren
sus ojos como nubes sobre un cielo nocturno. Tan cerca que podría poner
mi mano sobre el duro bulto sobre sus pantalones de chándal, donde su
polla rígida está claramente delineada. Podría abrazarlo y no soltarlo—.
No puedo…

Serie Hombres salvajes 1 373


Jo Raven Cavernícola

—Nada ha cambiado para mí —repito, cediendo y poniendo mis


manos sobre su pecho, sobre una piel caliente—. Te amo.

Dejé que mis palabras quedaran entre nosotros. Observándolo


mientras parpadea con unas pestañas ridículamente largas, una chispa
iluminándose en sus ojos oscuros.

Luego me agarra en sus brazos, me levanta girándome, haciéndome


jadear y chillar. Se ralentiza, dejándome deslizarme por su cuerpo y
entierra su cara en mi cuello, todavía sosteniéndome, manteniéndome
cerca. Su gran cuerpo está temblando, su respiración es dura.

—¿Matt? —¿Qué es lo que he hecho?—. Solo…

—Yo también. —Respira contra mi cuello y luego contra mis


labios—. Dios, Tay, yo también.

Y me besa.

*****

Nos besamos y besamos, y no puedo parar. No quiero hacerlo. Me


empuja contra la pared, su lengua invade mi boca, enredándose con la
mía. Sabe delicioso, como caramelo quemado, pastel picante y hombre
sexy, y su cuerpo me aplasta, una sólida pared de músculo.

Es tan bueno. Sus musculosos brazos abrazando mi cara mientras


me come la boca, su musculoso pecho aplastando mis tetas, y un grueso
muslo es presionado entre mis piernas, encendiendo chispas dentro de
mí.

Una emoción pasa a través de mí, desde donde su piel desnuda


toca la mía.

Y no está lo suficientemente cerca.

Serie Hombres salvajes 1 374


Jo Raven Cavernícola

Me retuerzo, pasando mis manos por sus costillas, hasta la parte


baja de su espalda, y Dios, su cuerpo se contrae bajo mis palmas. Gruñe
profundamente en su garganta, quita su muslo de entre mis piernas;
luego me agarra ambas muñecas con una de sus grandes manos y las
sostiene sobre mi cabeza.

Jadeo cuando las golpea ligeramente contra la pared, jadeo de


nuevo cuando mete su otra mano bajo mi vestido y vuelve a follar mi boca
con su lengua. Sus dedos deslizándose bajo mis bragas, entre mis
pliegues, dentro de mi coño.

Oh, Dios mío. Voy a correrme así. Voy a…

El mundo se astilla, una explosión cegadora, un apretón y


liberación, una detonación de placer.

Me estremezco contra la pared, contra él, jodiéndome en sus


fuertes y largos dedos mientras me corro y corro, gimiendo en su boca.

Mierda Santa. Cada vez es mejor, cada vez…

Tiemblo mientras arrastra sus dedos fuera de mí lentamente,


bromeando, haciéndome apretar de nuevo.

—Matt… —Mi voz está estrangulada y ronca como si hubiera


estado gritando.

Levanta los dedos que estuvieron dentro de mí y clava su mirada


en la mía mientras los lame, sus ojos oscureciéndose.

—Dulce —susurra, su voz ronca como el infierno.

Eso es tan sexy.

—Quiero… —Trago fuerte.

Serie Hombres salvajes 1 375


Jo Raven Cavernícola

—¿Qué quieres, cariño? —Pasa los dedos que acaba de limpiar con
los labios y lengua por mi garganta, por mi pecho, entre mis pechos,
tirando de la tela hacia abajo—. Dímelo, porque de lo contrario te follaré
contra la pared, rápido y sucio.

Trago de nuevo. Tengo la boca seca.

—Los niños…

—Como dije, rápido. —Tira de la tela hacia abajo, revelando mi


sujetador—. Y esta noche… esta noche podemos tomárnoslo con calma.
Quiero poner mi boca en tus tetas, en tu coño, follarte con mi lengua, y
luego con mi polla, una y otra vez, hasta que te corras, gritando.

—¿Gritar? Pero…

—Te voy a amordazar. Pondré mi mano sobre tu boca. —Se inclina


y susurra a mi oído—. O tal vez, si te pones a gritar fuerte, meteré mi
polla en tu boca para mantenerte callada, ¿qué tal eso?

El fuego lame mis mejillas, pero también en mis entrañas, y


gimoteo impotente.

—Oh, Dios, sí.

—Te gusta eso, ¿eh? —Me lame una raya en mi garganta, me


muerde el hombro, todo eso hace que me vuelva a iluminar, mi coño
mojado y apretando el vacío—. ¿Alguna vez se la has chupado a un tío?

Sacudo la cabeza, temblando cuando su mano me ahueca el pecho


y lo amasa, jugando con mi tieso pezón.

—Has sido una niña buena. Pero ahora eres una mujer. Y eres mía.
—Sus dedos presionan mi pezón hasta el punto del dolor y es un rayo de

Serie Hombres salvajes 1 376


Jo Raven Cavernícola

lujuria que se dispara directamente entre mis piernas—. Dilo. Di que eres
mía.

—Soy tuya —le susurro, gimiendo y temblando, un juguete en sus


manos—. Me encanta ser tuya.

—Joder, no sabes lo que me haces —gruñe, presionando su cuerpo


contra el mío, y la sensación de su erección dura como una roca dentro
de sus pantalones de algodón me hace ver estrellas. Nunca deseé a nadie
así—. Te necesito ahora.

Asiento con la cabeza frenéticamente y, segundos después, está


tirando de mis bragas, dejándolas caer en el suelo y yo estoy tirando de
sus pantalones, impaciente por tenerlo desnudo y dentro de mí.

Mierda, va de comando, su polla gruesa balanceándose, sonrojada,


dura y mojada. Se estabiliza con una mano en la pared junto a mi cabeza,
mientras lo acaricio, cerrando los dedos alrededor de su gruesa
circunferencia, adorando cómo la sedosa piel se desliza sobre la dureza
interior.

—Cristo, me estás matando —dice—. Siempre te deseo a ti,


siempre, a cada jodida hora de cada jodido día y noche. Si tan solo
supieras…

Y me encanta cómo balbucea, casi incoherente por el deseo, lo


mucho que dice cuando se enciende, con sus barreras derribadas.

Todas las verdades están aquí, entre nosotros, puestas al


descubierto.

El fluido blanco nacarado se está derramando por la pequeña


hendidura en la punta de su pene, y froto mi pulgar sobre ello. Gime,
empujando hacia mi mano, los poderosos músculos de sus muslos

Serie Hombres salvajes 1 377


Jo Raven Cavernícola

moviéndose. Su polla se hincha más, hasta que apenas cabe en mi mano,


veteada, enorme y tan sexy.

Se me hace la boca agua. Me muero por probarlo, lamer su


longitud, envolver mis labios alrededor de la cabeza, ver si puedo hacerlo
gritar y perder el control.

Pero pone su mano sobre la mía y me detiene. Me empuja contra la


pared y frunce el ceño.

—Joder, condón.

—Espera, tengo uno. —Gigi dijo que puso uno en mi bolso, ¿no?
Apunto a mi bolso y él lo levanta para mí. Me las arreglo para apartar la
mirada de su pecho cincelado y de su pene duro por un momento para
hurgar hasta que encuentro el papel dorado.

Trojan Magnum Bareskin23.

Parece que mi hermana hizo un esfuerzo extra para mí, la pequeña


mocosa. Y Dios, ella tenía grandes esperanzas en la polla de Adam. Sin
embargo, mirando ahora a Matt, gracias a Dios que lo hizo. Este es un
chico grande.

Matt agarra el papel de aluminio de mi mano, lo abre y se lo pone


eficientemente. Sí, le encaja perfectamente.

¿Por qué me siento tan caliente, solo viéndole ponerse el látex sobre
su polla muy dura y muy grande?

Jesús. Pongo mis manos sobre mis mejillas ardientes. Sí, tan
jodidamente caliente.

Trojan Magnum Bareskin: Marca de condones extra-largos y muy finos diseñados para
23

mayor comodidad y sensibilidad, y lubricados con un tacto sedoso.

Serie Hombres salvajes 1 378


Jo Raven Cavernícola

Luego agarra mis caderas, me levanta, tirando de mis piernas


alrededor de sus caderas, me abre de par en par, y su polla me empuja.

Gimo, mordiéndome el labio inferior ante la invasión. Arde, y es tan


intenso que quiero gritar, moverme y alejarme de él, pero entonces
empuja profundamente, y mis ojos casi se salen de mi cabeza por el
placer.

—Dios Matt. —Aprieto mis piernas alrededor de sus caderas, y


gruñe algo ininteligible contra mis tetas, sus caderas se balancean y su
polla se desliza dentro y fuera de mí—. Mierda santa…

Da un paso adelante hasta que mi espalda está contra la pared una


vez más. Sus fuertes manos levantándome unos centímetros, luego me
empuja hacia abajo sobre su pene, y los dos gemimos. Tan bueno. Tan
llena, tan increíble, no puedo… Mi núcleo se aprieta alrededor de su
grosor y me estremezco.

Estoy a punto de volver a correrme. Esto es vergonzoso, pero mi


cuerpo ya está apretando, los fuegos artificiales se disparan dentro de mi
coño, dentro de mi cabeza. Me retuerzo sobre su polla, y él empuja más
profundo, follándome más fuerte a medida que sigue mi orgasmo, su boca
chocando contra la mía, tragándose mi grito.

Oh, Dios, me estoy muriendo. Tiene que ser eso. Esto es demasiado
placer. Demasiado.

Estoy tan llena de él, cada movimiento de su polla me hace


convulsionar de nuevo. Todo mi cuerpo está brillando, estallando,
volando. A lo lejos, me escucho gemir, siento su barba mientras rompe el
beso y maldice.

Entonces también empieza a correrse, y solo puedo aferrarme a él


cuando finalmente se deja ir.

Serie Hombres salvajes 1 379


Jo Raven Cavernícola

Sentirla correrse sobre mi polla está destrozando mi control. Sigo


empujando, luchando, pero es inútil.

La empujo con fuerza contra la pared, haciendo palanca para


golpearla de la manera que necesito, levantando sus piernas más arriba,
enterrando mi polla en su caliente coño hasta mis pelotas.

Joder, está apretando y agarrando mi pene tan jodidamente fuerte,


echando la cabeza hacia atrás y gimiendo mi nombre, que el último hilo
de mi fuerza de voluntad se rompe. Presiono mi boca contra su cuello
desnudo y me deshago. Me rompo en añicos, enterrándome en su
profundidad y estremeciéndome tan fuerte que no puedo respirar
mientras mi liberación llega.

Y golpea como un camión fuera de control con una carga nuclear.


La presión en mis bolas estalla, mi pene tiene espasmos y el placer me
golpea, nivelándome. Siniestro total.

Soy un desastre sudoroso y tembloroso, aferrándome a Tay. Estoy


jodidamente aferrado a ella y no me importa, mis caderas siguen
balanceándose sin ritmo, sacando las últimas gotas de placer.

Extrayendo su aroma, memorizando su dulce peso en mis brazos,


la suavidad de su piel, el timbre de sus gemidos, la seda de su pelo
haciéndome cosquillas en la cara.

Sus curvas se amoldan a mi cuerpo, sus piernas cerradas a mi


alrededor, sus brazos alrededor de mi cuello, sus extremidades flojas y
su piel enrojecida en éxtasis post-orgásmico.

Serie Hombres salvajes 1 380


Jo Raven Cavernícola

Me podría acostumbrar a esto.

Daría lo que fuera por tener la oportunidad de acostumbrarme a


esto.

—Matt… puedes bajarme —susurra, con los dedos jugando con las
puntas de mi pelo en mi nuca.

Aún no. Me aferro más a ella.

—No recuerdo cómo vivía sin ti —susurro contra la dulce piel de su


cuello—. No… no dejes que me pierda otra vez.

—Sabes… —susurra, tirando de mi cabello, un ligero aguijón que


siento hasta mi polla—. Me enamoré de ti desde el primer vistazo, justo
antes de que me dieras un portazo en la cara. Y…

Cuando abro la boca para disculparme, tira de mi cabello con más


fuerza, echando mi cabeza hacia atrás, callándome.

—Y no tengo intención de irme de tu lado ante la primera dificultad.


Ahora… —Oigo la risa en su voz y me hace sonreír—. Bájame, grandulón,
porque puedo oír a los niños en la parte superior de las escaleras, y
todavía son un poco jóvenes para el discurso de los pájaros y las abejitas.

Bufo.

Esta maldita chica… Haciéndome reír, haciendo que quiera


lanzarla sobre mi hombro y llevarla a mi cuarto, y a la mierda el mundo
y su mierda. Llevarla y hundirme en ella otra vez. Y otra vez. Y de nuevo,
hasta que ambos estemos deshechos y nos quedemos dormidos en los
brazos del otro.

Serie Hombres salvajes 1 381


Jo Raven Cavernícola

Dios, me estoy poniendo duro otra vez. Soy como un adolescente


cuando ella está cerca. Pero sí, quiero tomarlo con calma. Bajar sobre
ella. Follarla en el colchón. Hacerla gritar mi nombre.

Pasar tiempo con ella. Quiero tanto tiempo con ella, y todo lo que
se me ocurre es, gracias a Dios porque es mía.

*****

Cuando salimos de la cocina, los niños no están ni en la sala, ni en


las escaleras. Parece que no había razón para el pánico después de todo.
Pero llegaré tarde al trabajo si no meto mi culo en la ducha y en la ropa
en los próximos cinco minutos.

Si tan solo pudiera soltar a Octavia… Tengo mi brazo alrededor de


su cintura y está recostando su cabeza sobre mi hombro, su vestido
descolocado, su cabello revuelto. Huele a sexo, y mi polla sigue colgando
fuera. Mierda, necesito deshacerme del condón.

—¿Estás bien? —Le beso la parte superior de la cabeza, tomando


el aroma florido de su champú, y algo más dulce, eso es todo Octavia.

Asiente contra mi piel desnuda, me presiona los labios contra el


hombro, y me trago un gemido porque sí, me estoy poniendo duro otra
vez, y no hay tiempo para hacer nada al respecto.

Una ducha fría, decido. Muy fría.

—Los niños están muy callados —susurra, levantando la cabeza,


inclinándola hacia un lado de esa manera tan adorable que hace cuando
está pensando.

¿O tal vez escuchando sonidos? En cualquier caso, es lindo como


el infierno.

Serie Hombres salvajes 1 382


Jo Raven Cavernícola

Caliente, también.

Antes de que mi mente vuelva a seguir por ese camino, se endereza.

—Será mejor que vaya a ver cómo están.

—Espera.

—Para eso es para lo que me pagas. —Me guiña el ojo, pero frunzo
el ceño.

—Al carajo con eso. Primero eres mi chica.

Sonríe, una sonrisa brillante y abierta que también me hace


sonreír.

—Entonces vamos a verlos juntos.

Así que hacemos eso, mi brazo alrededor de ella, su brazo alrededor


de mis caderas... después de haberme desecho del condón y vuelto a
meter mi duro pene dentro de mis pantalones... y subimos las escaleras
para ver qué están haciendo los mocosos.

Ducha fría, Matt. Ducha fría. La única forma de pasar el resto del
día con los recuerdos de los sonidos que hizo Octavia y de su coño
alrededor de mi polla reproduciéndose en un bucle en mi cerebro.
Caminar con una erección como esta será un desafío.

Pero, oh, eso jodidamente valdrá la pena.

La puerta de la habitación de los niños está abierta. Está tan


silencioso.

Tan malditamente silencioso, que mis pelos se erizan, y mis


músculos se tensan.

Serie Hombres salvajes 1 383


Jo Raven Cavernícola

—¡Mary! ¡Cole! —Soltando a Octavia entro a zancadas en su


habitación y giro en círculos. Vacío—. ¿Dónde estáis?

Octavia mira dentro.

—Tal vez se están escondiendo.

Increíble. Ahora no es un buen momento para el escondite, y el mal


presentimiento hace que me sienta mal.

—¡Cole! ¡Mary! Salid ahora. Octavia está aquí.

No hay ni un sonido.

Sin respuesta.

—Voy a revisar —dice, alejándose de la puerta, la tensión en su voz


me dice que no soy el único preocupado—. No puedo verlos en tu
habitación. O en el baño.

Joder. La sigo, abro mi armario, reviso bajo la cama, detrás de la


puerta. Corro al baño, y miro alrededor, en caso de que no haya visto a
dos niños escondidos detrás de la cortina de la ducha.

—¿Hay un ático? —pregunta.

Sacudo la cabeza.

—Esto es todo.

—De acuerdo. ¿Por qué no revisas abajo mientras vuelvo a mirar


un poco más? Apuesto a que están jugando un nuevo juego.

Pero ninguno de nosotros cree eso. Vuelo por las escaleras sin decir
una palabra y corro por las habitaciones gritando sus nombres, revisando
cualquier escondite en que pueda pensar.

Serie Hombres salvajes 1 384


Jo Raven Cavernícola

Maldito infierno. Mis hijos. No están en casa.

¿Desde cuándo?

¿Dónde están?

No puedo respirar. Mis pulmones hacen eso de no respirar, y apoyo


la mano en la pared de la cocina donde hace unos momentos estaba
follando a Octavia mientras se llevaban a mis hijos.

La oscuridad se filtra en mi visión, y también golpeo la otra mano


contra la pared, luchando por extraer oxígeno.

Ahora no, maldita sea. Mis hijos me necesitan. Joder con esta
mierda.

Golpeo mi puño contra la pared una y otra vez, hasta que el dolor
que irradia por mi brazo borra parte de la neblina negra y deja que mis
pulmones se expandan de nuevo.

Tambaleándome fuera de la casa, reviso el jardín, por si acaso, pero


como era de esperar, no hay nadie allí.

Vuelvo dentro, tomo mi teléfono y llamo a la policía.

Lo que más temía acaba de ocurrir, y estoy entumecido, sin sentir


demasiado. Mis hijos fueron secuestrados por un psicópata que quiere
vengarse de mí por algo que no sabía hasta ahora, y no siento nada.

Demasiado dolor, miedo, ira, tristeza, tira en todas direcciones, y


el hielo derramándose en mis venas es la única defensa que tengo, la
única manera de seguir adelante.

Sigo buscando. Sigo gritando sus nombres. Llamo a las puertas de


los vecinos para preguntar si los han visto. Pidiéndoles que miren en sus
patios traseros. Pidiendo ayuda para buscar.

Serie Hombres salvajes 1 385


Jo Raven Cavernícola

En algún momento, mientras me tambaleo por la calle, gritando,


mi voz ya ronca, encuentro a Octavia caminando a mi lado.

Y buscamos juntos.

*****

Más tarde, encuentro a John y un montón de otros policías, tanto


de la comisaría de policía como del departamento del sheriff, en la puerta
de mi casa. John me hace preguntas, pero todo es un molesto zumbido
de insectos en mis oídos, y los ignoro.

Mis pesadillas se están haciendo realidad.

Cuatro coches de policía están aparcados fuera de mi casa, con las


luces encendidas. Es surrealista. Es un déjà vu, de cuando Cole siguió a
ese gatito, y no pudimos encontrarlo.

¿Había sido un gatito? ¿Alguien está jugando con mi mente? Mis


pensamientos están hechos de un cristal oscuro ahora mismo, y hay
fisuras, jodidas grietas que lo atraviesan.

Si esto no me rompe, no sé qué lo hará.

—No me tomaste en serio —le dije a John cuando lo encontré frente


a mí—. ¿Qué se necesita para que hagas algo? Que os jodan a todos.

Si responde algo, no me quedo sentado a escuchar, sino que me


alejo para seguir buscando.

Enloquecido. Fuera de mi mente.

Probablemente ya estaría en la madriguera del conejo si no fuera


por Octavia. Me toma de la mano y me habla. No sé lo que está diciendo,
pero el sonido de su voz me impide caer de cabeza en el pozo oscuro.

Serie Hombres salvajes 1 386


Jo Raven Cavernícola

Me mantiene conectado a tierra, me mantiene aquí, incluso cuando


todo lo que quiero es hundirme y dejar al mundo fuera. Esconderme,
como hice cuando Emma murió.

—Los encontraremos —dice, y eso es todo lo que oigo.

Lo haremos. No hay otra opción.

Sangre de mi corazón. Parte de mi alma.

Si también los pierdo, no creo que haya un camino de regreso para


mí.

Serie Hombres salvajes 1 387


Jo Raven Cavernícola

Estoy caminando aturdida, mi corazón pesado como una roca en


mi pecho. Matt parece sonámbulo, atrapado en una pesadilla, su mirada
sombría y vacía, sus labios blancos.

Se ve como un hombre a punto de caerse de la pared de un


acantilado, y no puedo imaginarme lo que está sintiendo ahora mismo.
Estoy tan asustada, y solo conozco a sus hijos hace un par de semanas.

Son sus hijos, por el amor de Dios. Ya perdió a su esposa, y ahora


esto.

Tengo miedo por ellos, y tengo miedo por él. Lo tomo de la mano y
lucho contra la necesidad de trazar la cicatriz del interior de su muñeca,
la cicatriz que dice que una vez casi pierde la batalla contra sus
demonios.

Detrás de la barba y del pelo alborotado, demasiado largo, a pesar


de sus hombros anchos y cuerpo poderoso, hay un tipo que ha pasado
por mucho, que ha encontrado el amor y lo ha perdido, que está al final
de su cuerda y tambaleándose.

Espero que me deje atraparlo si comienza a resbalar, antes de que


caiga completamente.

Espero que encontremos a los niños, que estén bien, antes de que
los pierda a ambos, a ellos y a él para siempre.

Serie Hombres salvajes 1 388


Jo Raven Cavernícola

Temblando a pesar de la cálida mañana, tiro de Matt hacia la casa


donde los policías parecen tener una reunión improvisada, con las
cabezas juntas.

—¿Qué está pasando? —grito—. ¿John?

Nos hace un gesto para que nos acerquemos y comenzamos a


correr.

—¿Qué pasó? —dice Matt, su voz es un sonido áspero, y creo que


va a arrancar su mano de la mía, pero solo aprieta su agarre,
arrastrándome—. ¿Encontraste algo? Háblame.

—Una de tus vecinas dice que vio a un tipo con dos niños. Una tal
señora García. Dice que te conoce. Siempre te saluda cuando pasea a su
perro por las mañanas frente a tu casa.

La boca de Matt se enrosca en un gruñido. Extiende su mano y


agarra la parte delantera de la camisa de John, retorciendo su mano en
la tela.

—¿Dónde están, maldita sea? ¿Dónde están mis hijos?

—Está bien. —John asiente con la cabeza a los otros policías cuyas
expresiones se han oscurecido y que parece que están a punto de agarrar
a Matt y arrojarlo tras las rejas hasta que se enfríe.

—Oye. —Tiro de la mano que todavía estoy sosteniendo—. Matt.


Respira.

Parpadea lentamente, su mirada deslizándose hacia mí. Acaricio


su mano con el pulgar, esperando hasta que su mirada se aclare.

John quita la mano de Matt de su camisa y da un paso atrás. Está


compuesto, pero su cara está un poco pálida.

Serie Hombres salvajes 1 389


Jo Raven Cavernícola

—Estupendo. Veamos lo que sabemos hasta ahora. —Se da unas


palmaditas en la parte delantera de su camisa—. La señora García vio a
esta persona con los niños caminar hacia allí. —Señala una calle lateral—
. Los niños parecían ir con él voluntariamente, así que existe la
posibilidad de que sea alguien que conozcan. Sin embargo, el momento
en el tiempo encaja.

—Y es la única pista que tenemos —dice otro policía, con cierto


enojo en la mirada que dirige a Matt.

La ira se le ha ido de las manos.

—Así que vamos. —Matt tira de mi mano y comienza a caminar


hacia donde le indicó John.

—Hemos enviado a Jamie a preguntarle a más vecinos. Mientras


tanto, continuaremos registrando el área alrededor de la casa, en caso de
que…

Matt me arrastra de vuelta hacia John y se pone frente a su cara.


Como es más alto y tiene el doble de anchura que John, esto es gracioso.

Lo habría sido, bajo cualquier otra circunstancia.

—Se llevaron a mis hijos —gruñe, su cara apretada por la furia y


sus ojos ardiendo—. Apuesto a que a Cole también se lo llevaron la
primera vez, pero no sumaste dos y dos. Haz que tus hombres se muevan,
Johnny, o joderé tu bonita cara.

La cara de John se pone roja.

—Ten cuidado, Hansen.

Serie Hombres salvajes 1 390


Jo Raven Cavernícola

Vuelvo a tirar de la mano de Matt, con la esperanza de calmarlo,


pero él se da la vuelta y comienza a dirigirse en la dirección de nuestra
primera pista, arrastrándome nuevamente.

Me alegro de que lo haga. No querría estar en ningún otro lugar,


incluso si termina en la cárcel por insultar y maltratar a un oficial de la
ley.

Detrás de nosotros John está gritando órdenes y las radios crujen.


No sé hacia dónde nos dirigimos, ni qué estamos buscando. Me alegro
cuando John nos alcanza, a pesar de su ceño fruncido.

—Jamie dice que encontró algo. —Mira fijamente hacia adelante


mientras dice—. Es un animal de peluche. Un conejo.

—Hook —digo—. El conejo de Cole.

Matt se detiene repentinamente y tropiezo, y me detengo a su lado.

—¿Qué no estás diciendo? Escúpelo.

John hace una mueca.

—Hay sangre en él.

Mierda Santa. Se me cae el estómago a los pies.

—Oh, no…

—¿Dónde? —grita Matt, su mandíbula apretada tan fuerte que es


un milagro que salgan las palabras.

—Ven conmigo

*****

Serie Hombres salvajes 1 391


Jo Raven Cavernícola

El conejo de peluche ensangrentado yace en la acera de lo que


parece una casa abandonada. El jardín está cubierto de malas hierbas.
La pintura está desconchada de las paredes.

Matt mira al conejo y luego a la casa. Casi puedo ver los


pensamientos zumbando dentro de su cabeza.

¿En serio? ¿Podría ser tan fácil?

John les pide a dos policías que se han materializado a su lado que
guíen el camino hacia la casa. Ellos tienen sus armas desenfundadas,
apuntando hacia adelante, y Dios mío, esto está sucediendo realmente.

Matt y yo, caminamos detrás de ellos. Su agarre en mi mano es


aplastante, pero no me importa. Parece tener problemas para respirar de
nuevo. Parece un ataque de ansiedad. Un niño en mi escuela tenía eso.
Quiero preguntarle sobre eso, si lo ha visto algún médico, si tiene alguna
medicina para ello.

Pero no ahora.

John nos pide que nos quedemos atrás, pero por supuesto que no
lo hacemos, y no trata de detenernos. Los dos policías están mirando la
casa a través de las ventanas, dirigiéndose hacia la parte posterior.

Seguimos, nuestros pasos crujiendo sobre hojas y malezas, John


mirándonos de vez en cuando, frunciendo el ceño pero sin decir nada.

La puerta trasera está abierta, y entramos. La mano de Matt está


quemando la mía, el sudor resbala por nuestras palmas, pero nos
aferramos cuando entramos en la casa oscura y silenciosa.

Los sonidos vienen de la penumbra del interior, y Jonh está parado


frente a una puerta abierta, hablando con alguien.

Serie Hombres salvajes 1 392


Jo Raven Cavernícola

—¿Están bien? —Está diciendo.

Y de repente, Matt suelta mi mano, empuja a John a un lado y


atraviesa esa puerta, desapareciendo en la oscuridad.

—¡Oye! —John va tras él, y yo voy pisándole justo los talones.

Una escalera que baja.

Un sótano.

Una bombilla desnuda balanceándose en algún lugar abajo,


apenas delineando los escalones. Agarro la barandilla con fuerza al bajar,
escuchando la voz de Matt, y luego un gemido familiar.

Mary.

Oh, Dios mío. Están aquí.

Me precipito el resto de la escalera y aterrizo en medio de la escena


más extraña.

Tres policías parados en fila, y Matt de rodillas, inclinado.

Entonces me doy cuenta de que está abrazando a sus hijos en sus


brazos, los rizos rubios de Mary asomando sobre un hombro, el cabello
oscuro de Cole apenas visible sobre el otro.

Sin pensarlo dos veces, corro hacia ellos, me pongo de rodillas y los
abrazo también. Oh, Dios. Los niños están bien. No les hicieron daño.

Incluso cuando los abrazo, aliviada más allá de las palabras por
sentir sus pequeños cuerpos en el círculo de mis brazos, en algún lugar
en el fondo de mi mente, la duda regresa.

Esto fue fácil.

Serie Hombres salvajes 1 393


Jo Raven Cavernícola

Demasiado fácil.

Entonces, ¿qué significa?

*****

Los policías registran la casa de arriba abajo en busca de pistas,


huellas dactilares y cualquier indicio sobre quién fue el secuestrador.

Los niños están asustados y no ayudan mucho.

Cole está pegado al lado de su padre, chupándose el pulgar.

Mary solloza, atrapada entre Matt y yo. Al principio, se niega a


hablar, luego lo reconsidera.

—Dijo que la abuela estaba aquí —susurra, y la tristeza de su


vocecita me rompe el corazón—. Que quería vernos.

Matt cierra los ojos, el dolor está grabado en su cara, y sé que se


está culpando por no haber vuelto a llamar a su madre otra vez, por no
haberles dado a los niños lo que claramente necesitan en sus vidas.

Es tan duro consigo. Pongo una mano en su hombro, luego me


inclino y beso su pómulo, sobre su barba.

John se agacha frente a nosotros, mirando a Mary.

—¿Su pelo era rubio o castaño, Mary?

Pero ella sacude la cabeza.

—Llevaba una capucha.

Matt maldice en voz baja.

—¿No te dijo su nombre? —presiona John—. ¿O algo más?

Serie Hombres salvajes 1 394


Jo Raven Cavernícola

—Se llevó el conejo de Cole. —Su labio inferior tiembla—. Dijo que
le diera un beso de despedida.

Matt está temblando. Sus mejillas están sonrojadas, sus ojos


brillan. Está furioso, y parece que está a punto de explotar.

—Será mejor que atrapes a ese coño que hizo esto —logra decir
finalmente—. Si llego a él primero, no sé lo que sucederá.

—Cálmate, Hansen. —John se pone de pie, asiente con la cabeza a


sus hombres—. Lo atraparemos. Hasta entonces, tendrás un guardia
fuera de tu casa y patrullas policiales, para que tú y tus hijos estéis a
salvo.

—Ese bastardo ha estado dentro de mi casa. Ha escrito en uno de


los libros de dibujo de mis hijos. Ha logrado desactivar las cámaras de
seguridad y sacar a hurtadillas a mis hijos mientras yo estaba allí. Será
mejor que mandes a tus malditos mejores hombres, Johnny.

—Lo haré —responde John, sin caer en el anzuelo.

Matt asiente, claramente no confiando en que la policía haga nada


bien, obviamente sacudido. Todos estamos conmocionados, y es un alivio
agarrar a los niños y salir lentamente. Hay más policías esperando fuera,
y nos flanquean mientras regresamos a la casa de Matt.

Matt lleva a sus dos hijos, y camino junto a ellos, acariciando el


pelo de Cole de vez en cuando.

Saco mi teléfono, esperando un mensaje de Merc, o al menos de


Gigi o de mamá, diciéndome que él llegó a casa bien. Le mando un
mensaje a Gigi, pidiéndole noticias y devolviendo la atención a los niños.

Serie Hombres salvajes 1 395


Jo Raven Cavernícola

Mi corazón sigue latiendo con fuerza, la adrenalina todavía


pulsando en mis venas. Sé que me sentiré temblorosa más tarde. Pero
ahora está silencioso, tranquilo.

Hasta que Mary dice:

—Papi, ¿qué es un coño?

Serie Hombres salvajes 1 396


Jo Raven Cavernícola

Mi primera preocupación es llevar a mis hijos a casa. Contengo mi


furia porque eso es lo último que necesitan cuando voy de camino a casa.
Octavia busca mis llaves en mis bolsillos porque me niego a bajar a los
niños aunque sea por un momento.

Aún no. Demasiado pronto. Acabo de recuperarlos, y todavía no


puedo creer que estén bien. Creo a medias que entraré y volveré a estar
en la pesadilla, buscándolos, corriendo en la oscuridad.

Excavando tumbas.

Joder, no, no quiero pensar. Así que Octavia nos deja entrar, y me
dirijo directamente al sofá y me siento, acurrucando a mis hijos a mis
lados, tratando de recuperar el aliento.

Todo está bien. Todo está bien. Debería poder respirar.

El teléfono de ella suena, y responde de inmediato. Su cara cae.


Entonces sus cejas se levantan.

¿Qué diablos está pasando?

Y todavía no puedo respirar.

No es hasta que Octavia se sienta a mi lado, levantando a Cole en


su regazo y apoyándose en mí, cuando la presión de mi pecho disminuye.
Se siente tan bien que ni siquiera pregunto de qué se trataba la llamada.

Serie Hombres salvajes 1 397


Jo Raven Cavernícola

—Están tan cansados —susurra, y la rodeo con mi brazo,


respirando profundamente en mis hambrientos pulmones—. Deberíamos
llevarlos a la cama.

Todavía es por la mañana. ¿O mediodía? No estoy seguro de cuánto


tiempo pasamos buscando, pero no discuto. Tiene razón, están
exhaustos, yaciendo flácidos en nuestros regazos.

—No voy a perderlos de vista.

—Lo sé. —Me mira y le beso la frente—. Pongámoslos aquí en el


sofá, y nos sentaremos a su lado.

Nos levantamos, acomodamos a los somnolientos niños en el sofá


y ella trae mantas del piso de arriba para cubrirlos.

Luego me siento en el sillón y la pongo en mi regazo hasta que


queda acurrucada en mis brazos.

—Sabes que John y sus policías aparecerán en cualquier momento


para hablar con nosotros, ¿no? —murmura contra mi cuello, y tiemblo.
Enrosca sus dedos en mi corta barba, tirando un poco, y dejo caer mi
cabeza hacia atrás.

—Le patearé el trasero.

Ríe suavemente.

—Eres tan duro con él. Lo está haciendo lo mejor que puede.

—No lo suficiente. —Vale, tal vez fui un poco duro con él—. Tenían
a mis malditos hijos.

—Lo sé. —Acaricia mi barba, mi mejilla, mi pelo. Es agradable.


Relajante. Mi corazón finalmente está empezando a frenar su frenético
martilleo—. Lo sé.

Serie Hombres salvajes 1 398


Jo Raven Cavernícola

Incluso cuando mi cuerpo comienza a relajarse, mi polla comienza


a endurecerse en mis pantalones. Quiero decir, está sentada encima de
mí, toda suave y bonita y malditamente mía. Mi polla se da cuenta.

Yo me doy cuenta. Todas las veces. Podría estar en el infierno con


un río de fuego para cruzar y todavía me pondría duro con solo mirarla,
solo por su olor.

Y luego pienso en como ella me apoyó a cada paso de la prueba de


hoy, como me trajo de vuelta del borde del abismo. Tan decidida, tan
preocupada. Preocupándose por mí y por mis hijos.

Cómo encaja tan perfectamente a mi lado, en mi casa, en mi


familia.

Si pudiera tenerla a horcajadas ahora, me deslizaría dentro de ella,


me hundiría profundamente, la follaría tan fuerte. Follarla hasta que este
día se aclare, hasta que folle la oscuridad fuera de él.

Pero los niños están aquí, y estoy demasiado contento sentado con
mi chica en mis brazos como para que me importe.

Estoy medio adormilado, su suave pelo haciéndome cosquillas en


la nariz, destellos de imágenes pasando por detrás de mis parpados
cerrados, praderas, árboles y un lago, y niños riendo, cuando ella se
mueve hacia mí.

—Hay algo que tengo que decirte —susurra.

Mi corazón se tambalea contra mi esternón.

—¿Qué?

Serie Hombres salvajes 1 399


Jo Raven Cavernícola

Te voy a dejar. Cambié de opinión. Decidí volver a salir con el chico


afeminado de al lado. Voy a estudiar a Nueva York y me convertiré en
actriz.

Sí, lo que digo no tiene mucho sentido. Oye, en este punto, no


espero que los buenos momentos duren.

Sus ojos azules están muy abiertos, mirándome fijamente a la cara.


Tan seria.

Haciendo que mi corazón se acelere.

—Ross me dijo —susurra—, y mamá no lo negó… Dios, Merc estaba


tan furioso, nunca lo había visto así antes. Salió anoche, y se peleó con
Ross, y los policías los metieron en la cárcel para enfriarlos… En fin… —
Parpadea—. Es verdad.

En mi mente choco los cinco con Merc por enfrentarse a Ross,


mientras trato de darle sentido a sus palabras. Espero que le haya roto
la jodida nariz a Ross.

—¿Qué es verdad, nena? ¿Qué te dijo el maldito Ross?

Sonríe entonces, algo rápido y fugaz.

—Me llamaste nena.

—Sí. Sí, lo hice. —Levanto una mano para cepillarle un mechón


oscuro de su frente—. ¿Estás tratando de cambiar de tema?

—No, yo… —Se sonroja, negando con la cabeza. Vacila—. Ross me


dijo que Jasper es mi padre.

—¿Jasper? —Parpadeo. ¿La oí mal?—. ¿Jasper Jones? ¿Hablas en


serio? ¿Ese imbécil es tu jodido padre?

Serie Hombres salvajes 1 400


Jo Raven Cavernícola

Su mirada se cierra, y mira hacia otro lado.

Que me jodan. Estoy haciendo todo esto mal otra vez, pero qué
sorpresa.

—Escucha… —Pongo mi mano bajo su pequeña barbilla y vuelvo


su rostro hacia mí—. De todos modos, ¿a quién le importa?

—A mí. —Sus ojos se llenan de lágrimas, y las limpio con mi pulgar


mientras empiezan a rodar—. A mí me importa.

Mierda. Limpio más lágrimas, luego solo las dejo caer, mi


mandíbula apretada.

—Tay…

—¡Todos estos años! Los otros niños llamándonos bastardos. Ross


llamándome bastarda. Y todo este tiempo nuestro padre estaba allí, a
unas pocas calles más abajo. Él nunca nos lo dijo. Nunca nos saludó.
Nunca nos envió un regalo de Navidad.

Escucho todo en su voz, la traición. La ira. El dolor.

—Nena…

—Y mamá… trabajaba como una esclava, luchando contra los


acreedores. Él nunca intervino para ayudarnos, y ella tampoco nos lo
dijo. Supongo… que estaba avergonzada. —Un pequeño hipo se le escapa.

—¿Por qué?

—Por enamorarse de un tipo así. Tener hijos con él. Uf.

—Oye… no está avergonzada de ti. Nunca podría estarlo. —Muevo


mi mano hacia su espalda y froto en pequeños círculos. Alivia a Cole y a

Serie Hombres salvajes 1 401


Jo Raven Cavernícola

Mary, así que espero que también funcione con ella—. Tu madre te
quiere. Solo la vi una vez y pude verlo por la forma en la que te mira.

Octavia se recuesta contra mí, apoyando su mejilla en mi hombro.

—¿Por qué lo eligió a él? Es un imbécil, tienes razón. Dios, ¿cómo


podría esperar salir bien cuando él es mi padre?

—Eres buena. —Lucho contra el gruñido que se eleva en mi


garganta—. Eres jodidamente increíble, nena. Y lo diré de nuevo. ¿A
quién le importa quién es tu padre? Demonios, soy un padre de mierda,
pero espero que mis hijos salgan bien.

—Eres un gran padre —dice contra mi hombro—. Les estás dando


mucho amor a tus hijos.

Mi cara se calienta.

—Lo que trato de decir es que… malos padres tienen hijos


increíbles todo el tiempo, al igual que buenos padres tienes hijos que se
convierten en malditos criminales. Y oye… eres lo mejor que Jasper ha
hecho en su vida, y que se joda si no se da cuenta. Maldito idiota.

Ella levanta la cabeza y sonríe temblorosamente con una sonrisa


acuosa, por lo que creo que finalmente estoy diciendo las cosas correctas.
Hablar no me resulta fácil, ya no, y las conversaciones para animar aún
menos, pero digo en serio cada palabra.

Ella levanta la mano hacia mi cara, acariciando mi barba.

—¿Te afeitarás algún día? —susurra.

Le arqueo una ceja.

—No cambies de tema.

Serie Hombres salvajes 1 402


Jo Raven Cavernícola

Ríe en voz baja.

—La primera vez que te vi, pensé, me pregunto cómo se verá detrás
de ese arbusto.

—Gilipolleces. No pensaste eso.

—Tienes razón, no lo hice. Solo tengo curiosidad. Y te estás


escondiendo.

No digo nada sobre eso, porque probablemente tenga razón.

Es mi último muro, mi última defensa. ¿Y si me afeito y me veo


como el hombre que era antes de que Emma muriera? ¿Qué significaría
eso?

¿Cómo puedo parecer igual cuando estoy tan cambiado por dentro?

¿Y Octavia no se merece al hombre que solía ser, en lugar de la


ruina que quedó del naufragio?

Ella está aquí, sin embargo. No parece que me tenga miedo. Incluso
después de la forma en la que la traté antes.

Tal vez es el momento.

Serie Hombres salvajes 1 403


Jo Raven Cavernícola

Ojalá pudiera quedarme en los brazos de Matt todo el día, con la


cara apretada contra su fuerte hombro, las yemas de los dedos en su
cara, su voz en mis oídos. Desearía poder desnudarlo, pasar mis manos
por todo su cuerpo, trazar sus huecos y crestas, la trayectoria de sus
músculos y la forma de sus huesos.

Incluso cansado y preocupado, es tan guapo. Con cada pared que


derriba para mí, se vuelve más hermoso.

Este hombre al que amo.

Pero el teléfono de Matt comienza a zumbar, y hay ruido fuera de


la puerta de la casa.

—Maldito John —gruñe Matt, y le tiro de la barba—. ¿Qué?

—Está haciendo todo lo que puede para ayudar.

—Sí. —Me parpadea, me sonríe y saca el teléfono de su bolsillo


trasero—. Hansen. Sí, Johnny, saldré, los niños están durmiendo.

—Deja de llamarlo así. —Golpeo la mano que sostiene su teléfono,


y me sonríe.

Me hace sonreír.

—Sí, está bien. —Termina la llamada—. Haremos esto en el porche.


Vigila a los niños.

Serie Hombres salvajes 1 404


Jo Raven Cavernícola

Paranoico. Como si el psicópata acosador fuera a entrar en la casa


con nosotros a unos metros y llevarse a los niños.

Pero ya lo ha hecho una vez hoy, así que…

Hay un suave golpe en la puerta, y nos levantamos, Matt me


arrastra con él. John está esperando afuera, luciendo sombrío.

—¿Los niños están bien? —pregunta, y me gusta más por comenzar


así.

Matt asiente, y tomo su mano, porque, ¿por qué no?

¿Ahora es mi novio?

¿Es mío, como yo soy suya?

—Nos hemos dispersado, buscando a nuestro sospechoso, pero no


tenemos una descripción que podamos usar —dice John. Sombrea sus
ojos contra el sol—. Obviamente, quería asustarte, hacerte creer que
había matado a los niños, pero sembró pistas para que pudieras
encontrarlos rápidamente. En cuanto a quién es… Es como buscar una
aguja en un pajar.

—¿Qué hay del hermano de Alina? ¿Averiguaste algo sobre él?


¿Cómo se llama, para empezar?

—Jeff Adams.

Yo comienzo. Ese nombre… Lo he escuchado antes.

—¿Adam? —le susurro—. Adam Cash.

—No, Adam no. —John echa un vistazo al automóvil de la policía


estacionado afuera de la puerta, asiente con la cabeza a los agentes que
están sentados dentro—. Jeff Adams.

Serie Hombres salvajes 1 405


Jo Raven Cavernícola

Oh, Dios mío.

—Ross dijo… —Trato de tragar, pero mi garganta se seca de


repente—. Dijo que Adam le dio un nombre diferente en el garaje cuando
fue a arreglar su coche. Jeff Adams.

Matt tira de mí a su costado, abrazándome con un brazo y sus cejas


se juntan.

—¿Qué coño? ¿No es Adam tu aspirante a novio?

No puedo hablar. Me veo caminando junto a Adam, ¿Jeff?, a la


heladería, tomados de la mano. Me pidió que lo besara.

Dios, creo que voy a vomitar.

—Dijo algo sobre su hermana —susurro, mi voz débil incluso para


mí misma—. Que su hermana perdió a alguien, y que él la estaba
visitando, pero…

—Alina está muerta —gruñe Matt—. Estaba jugando contigo.

John levanta su móvil a su oreja.

—¿Algo más que sepas de Jeff Adams? —pregunta—. ¿Tienes su


dirección por casualidad?

—Pensé que sí, pero Merc dijo… —De nuevo tengo que tragar, mi
voz se desvanece—. Merc dijo que era mentira. Jeff me dijo que se estaba
quedando en la casa del señor Collins, pero aparentemente el señor
Collins aún vive allí, así que… —Lucho por ordenar mis pensamientos—
. No significa nada, podría…

—Si se trata de Jeff Adams, el hermano de la ex novia del señor


Hansen y el vínculo con todo este lío, creo que significa algo —dice John

Serie Hombres salvajes 1 406


Jo Raven Cavernícola

secamente—. Tú eres Octavia Watson, ¿verdad? ¿Mercury Watson es tu


hermano?

—Sí. Está en la cárcel…

—…por pelear en un lugar público con Ross Jones. En el café.


Dejaron el lugar como un desastre. —Se da la vuelta para hablar por
teléfono—. ¿Bessy? Ponme con Mercury Watson. Hay algo que necesito
preguntarle.

—Esto no es propio de él —digo en voz baja—. Él solo…

—Señor Watson. —La voz de John se hace más grave. Parece muy
joven, pero de repente parece mayor, experimentado—. Estoy aquí con su
hermana y… Sí, está bien. Sí, puede hablar con ella, pero por favor,
contésteme a una pregunta. —Presiona los pulgares entre sus cejas,
como para reprimir un dolor de cabeza—. Sí, tiene derecho a permanecer
en silencio, señor Watson, pero esto es para la seguridad de su hermana,
así que espero que conteste.

Dios, Merc. A pesar de todo, quiero reírme. Ese niño está loco.

—Necesito preguntarle si sabe dónde vive Adam Cash. —John


suspira, pone los ojos en blanco—. Claro, le paso a Octavia. ¿Algo más?
No, no responda a eso.

Me ofrece su móvil, y lo tomo con cuidado, mi mano temblando.

—Gracias. Um… ¿Merc?

—Hola hermanita. —Suena optimista. Tal vez un poco demasiado.

—¿Estás bien?

—Estoy bien. Ross y yo estamos pasando el rato juntos hasta que


nos suelten.

Serie Hombres salvajes 1 407


Jo Raven Cavernícola

Frunzo el ceño.

—¿Pasando el rato? ¿Después de que fueras y le dieras una paliza?

Matt tira de mí más cerca de su costado, la risa retumbando en su


pecho.

—Escucha —dice Merc—. Tengo la dirección real de Adam. Es un


motel justo en las afueras de la ciudad.

—¿Qué? Quiero decir… oh, Dios mío. —Matt abre la boca para
preguntarme qué está pasando, pero sacudo la cabeza—. ¿Quién te lo
dijo?

—La saqué a golpes de Ross.

—Pensé que lo golpeaste por ser nuestro hermano.

—No, lo golpeé porque es un pedazo de mierda, siempre lanzando


basura sobre nosotros. Sobre ti, Tati. Así que me volví loco con él, y
empezó a balbucear sobre ese tipo, Adam o Jeff, o lo que sea, diciéndome
que hay algo raro en él, y por cierto su nombre no es Adam, y vive en un
motel, y solo paga en efectivo. Así que…

—¿Y? —Cierro los ojos, absorbiendo el calor del cuerpo de Matt, su


brazo a mí alrededor.

—Así que creo que Ross tiene razón. Y ahora tu amigo el policía
pregunta por él. ¿Qué está pasando?

Me muerdo el labio inferior.

—Te lo diré después. ¿Conoces el nombre del motel, Merc? —Lo


hace. Se lo repito a John después de terminar la llamada—. ¿Ahora qué?

Serie Hombres salvajes 1 408


Jo Raven Cavernícola

—Quédate donde estás —dice John—. He puesto también policías


alrededor de la casa de tu madre. Mantenerlos a salvo hasta que
atrapemos a este tipo y lo llevemos para interrogarlo.

—Buena decisión —dice Matt en voz baja—. Quédate aquí conmigo,


Tay.

—Sí —susurro.

Además, ¿dónde más querría estar?

*****

Volvemos al lado de los niños. Nos acurrucamos juntos en el sillón,


solo respirando uno sobre el otro mirando la televisión en silencio, y
protegiendo el sueño de los niños.

Esperando noticias.

Mi cabeza está zumbando. No puedo creer que casi saliera con ese
cretino, que hablara con él, que pensara en salir con él. Que me cautivara
su buen aspecto y sus buenos modales.

Un encantador, pero cruel por dentro.

Mientras Matt, quién parecía una bestia cuando lo conocí, también


actuó como tal, pero él es todo lo que quiero, todo lo que necesito.

Acurrucada en su regazo, entierro mi nariz en el hueco de su cuello,


inhalo el almizcle limpio de su sudor masculino. El perfume más caro del
mundo no tiene nada que hacer con el aroma natural de este tío.

—¿Me estás oliendo? —retumba.

—Sí.

Serie Hombres salvajes 1 409


Jo Raven Cavernícola

Resopla. Le lamo la piel del cuello y se estremece.

—No empieces lo que no podemos terminar —advierte, su polla


endureciéndose bajo mis piernas—. Cristo.

—Hueles bien —le informo y muerdo ligeramente, saboreando sal


y azúcar, y se endurece más, moviéndose incómodamente debajo de mí—
. También sabes bien.

Gruñe, su corazón golpeando contra mí.

—Joder.

—Hm… ¿Quizás más tarde? —Le toco la mejilla, volviendo su


cabeza hacia mí y lo beso. Gime en mi boca, agarra mis caderas y me
mece contra su erección hasta que ambos estamos sin aliento y gimiendo.

Dios, tiene razón. No podemos terminar esto ahora mismo.

Y de alguna manera hemos hecho el suficiente ruido como para


despertar a los niños. Están empezando a moverse, parpadeando
inocentes ojos somnolientos hacia nosotros.

Así que me levanto tristemente de Matt y le doy un último y


prolongado beso.

—Voy a prepararnos algo de cena, ¿de acuerdo?

Alcanza hacia abajo, ajustándose los pantalones. Está tan duro,


tan visiblemente excitado, y la vista me hace la boca agua.

—Espera a que te encuentre a solas.

Riendo, lo dejo, tratando de ignorar la palpitación en mi interior,


mi necesidad de él. Más tarde. Los niños necesitan comer, y nosotros
también. Ha sido un día largo, y ya es tarde.

Serie Hombres salvajes 1 410


Jo Raven Cavernícola

Mi estómago gruñe al darme cuenta, y abro la nevera, pasando por


lo que tenemos, tratando de decidir qué preparar. Algo fácil. A los niños
siempre les encanta la pasta, así que es una apuesta fácil.

Reviso los armarios y encuentro suficientes ingredientes para hacer


una buena cazuela grande. Espaguetis, salsa, salchichas, queso, todo lo
bueno.

Tarareando para mí, lleno la olla con agua y corto la salchicha.


Todo saldrá bien. Así que este Jeff me engañó. Y qué. No soy la primera
o la última chica en ser engañada por un tipo. Un tipo peligroso,
mentalmente inestable, por lo que parece.

Podría no haberlo sabido. Pero ahora será atrapado y todos


estaremos a salvo de nuevo. Y después de que pasen los días y semanas,
dejaré de mirar por encima del hombro todo el tiempo, y los niños podrán
jugar en el patio y en el porche.

No nos quedaremos encerrados aquí para siempre.

Y entonces tal vez Matt y yo, podamos pasar un tiempo a solas.


Podremos hablar, besarnos y hacer el amor. En una cama, para variar,
no es que lo que hemos hecho hasta ahora no fuera alucinantemente
bueno, pero… con tiempo. Es hora de verlo entero, rastrear sus tatuajes,
rastrear sus cicatrices.

Aprender a darle placer.

Sonriendo, alzo la vista y veo a alguien afuera de la ventana de la


cocina. Es un policía, me doy cuenta. Me hace un gesto y cuando se
acerca a la puerta de la cocina, me limpio las manos con un paño de
cocina y voy a ver qué quiere.

Serie Hombres salvajes 1 411


Jo Raven Cavernícola

Abro la puerta, tratando de verlo a la luz baja del atardecer, y él me


inclina el sombrero. Un gesto tan anticuado y encantador. Doy dos pasos
afuera, esperando saber si tiene noticias, si encontraron algo.

Me agarra, me pone una mano en la boca, y me sacudo y me


retuerzo, el pánico y el miedo atravesándome como descargas eléctricas.

Entonces algo me pincha en el cuello, como la picadura de una


abeja, y el mundo se desvanece.

Serie Hombres salvajes 1 412


Jo Raven Cavernícola

Mary está parpadeando hacia mí con los ojos muy abiertos, todavía
desenfocados por el sueño. Me desdoblo fuera del sillón y voy a sentarme
a su lado, acariciando su pelo.

—Hola, nena. —Mi pequeña princesa. ¿Cómo perdí tanto tiempo


que podría haber pasado con ella? Apenas la vi crecer—. Estoy aquí.

Se relaja y me sonríe.

—Papi —susurra, retorciéndome dulcemente el corazón dentro de


mi pecho.

Cole bosteza, luego se estira y tira del pelo de su hermana.

Ella grita, y luego lo empuja.

Jesucristo. Riendo, desenredo la pequeña mano de Cole de su pelo


y lo levanto en mis brazos para poder sentarme con ellos. Mary se sube
instantáneamente a mí también, y la envuelvo con mi otro brazo, tan
increíblemente feliz de tenerlos a ambos a salvo conmigo.

—¿Dónde está Tati? —pregunta Mary, y beso la parte superior de


su cabeza rubia y rizada.

—En la cocina. Haciéndonos algo de cenar.

—Macarrones-sin-queso —afirma Cole.

—¿Macarrones con queso?

Serie Hombres salvajes 1 413


Jo Raven Cavernícola

Él asiente con énfasis.

—Bueno, estoy seguro de que ella sabe lo que te gusta. —¿Y no es


un maldito pensamiento cálido, que ame a una chica que también ama a
mis hijos?

—Tengo hambre —dice Mary con voz quejosa, pero no tan molesta
como solía ser antes.

O tal vez ya no estoy tan enojado con cada maldita cosa como antes
solía estar.

—¿Por qué no vamos a ver qué está haciendo? —sugiero y gimo


mientras me pongo de pie con los dos niños en mis brazos—. Vosotros
dos os estáis haciendo grandes.

—Soy como una mariposa —dice Mary sonriéndome.

La mocosa.

—¿En serio? ¿Cómo una mariposa?

—Soy un cohete —dice Cole, para no quedarse fuera.

—Está bien, amigo —niego en desacuerdo, riendo, mientras


entramos en la cocina.

Y me congelo.

Porque la puerta está abierta, y no hay señales de Octavia.

—¿Tay?

No significa nada, me digo incluso mientras mi respiración se


detiene. Camino hasta la puerta, miro hacia afuera.

No hay nadie allí.

Serie Hombres salvajes 1 414


Jo Raven Cavernícola

Tal vez salió para… sacar la basura o lo que sea. Hablar con John.

Pero John no querría venir por la puerta trasera. No sacaría a


Octavia de la casa sin avisarme.

Ella no habría salido sin decírmelo.

—¿Papi? —gimotea Mary.

—Está bien —susurro y corro con los niños hasta la puerta


principal, abriéndola. El coche de policía está fuera, un policía dentro,
leyendo algo en su teléfono.

Joder.

Salgo al porche y bajo las escaleras aturdido. Tropiezo por el


camino, y el policía me ve, bajándose del coche.

—¿Señor Hansen? —dice, sonando incierto—. ¿Todo está bien?

—¿Dónde está Octavia? —le pregunto, esperando en contra de toda


esperanza que lo sepa, que no sea tan malo como parece—. ¿Dónde está
ella?

—¿Octavia? Estaba dentro con usted. Yo… —Se sacude, sus ojos
se abren de par en par—. ¿No lo está?

—No, no lo está —digo cansadamente mientras mi corazón resuena


y golpea dentro de mi pecho como si intentara salírseme—. Dígale a John
Elba que Octavia ha desaparecido.

*****

El tiempo es un borrón, una película rota. Echo de menos tramos


completos de lo que pasa después. En un momento estoy hablando con

Serie Hombres salvajes 1 415


Jo Raven Cavernícola

el policía de mediana edad, y luego estoy dentro de la casa, con los niños
llorando en mis brazos.

Luego estoy untando rebanadas de pan con mantequilla de maní y


mermelada, para que coman, y de repente sentándome con ellos en el
sofá, John en una silla frente a mí.

—Hansen. ¿Estás conmigo?

Le devuelvo la mirada, forzando a mi mente a volver al juego.

—¿Qué?

—Dije que sé que estás un poco conmocionado. Hoy ha sido un día


como una montaña rusa.

No jodas.

—¿Has… averiguado cómo…?

Infiernos. Y yo estaba en la habitación de al lado. Otra vez.

—Creemos que tenemos una idea. Cane y Jameson dicen que no


vieron a nadie acercándose a la casa, excepto a otro policía. Pensaron que
era Every, pero resultó que este había sido enviado a la casa de la madre
de Octavia.

—¿Se disfrazó? —Jesús—. Joder, tío. Encuéntrala.

—Lo haremos. Estamos buscando en la habitación del motel de Jeff


Adams cualquier pista que hayamos pasado por alto. Llamando a todos
los que lo conocen. Tenemos coches patrullando las calles, preguntando
a cualquiera que los haya visto.

Claro. No es probable.

Serie Hombres salvajes 1 416


Jo Raven Cavernícola

—Probablemente nos arrojará algunas pistas —dice John, leyendo


mi mente—. Parece que es su MO24.

—A menos que no quiera que la encontremos tan pronto —


susurro—. A menos que quiera hacerle daño.

Mary está llorando. Cole está sollozando.

Me cago en Dios, esto no es bueno. Los niños no deberían oír esta


mierda, no deberían pensar en esto.

Pero Octavia no está aquí para cuidarlos.

Porque ella es la que ha desaparecido.

—Escucha —dice John, y hago todo lo que puedo para prestar


atención—. La encontraremos. Ella estará bien.

Pero he terminado con la gente que promete lo que no puede


cumplir.

Es hora de tomar las cosas en mis propias manos.

Y tiempo para hacer algunas llamadas telefónicas que había


pospuesto mucho tiempo.

*****

Es tarde por la noche cuando suena mi timbre. Cerca de la


medianoche. He estado sentado en el sillón, mirando la televisión. Está
apagada, la pantalla oscura.

24
MO: Modus operandi, o forma de actuar habitual.

Serie Hombres salvajes 1 417


Jo Raven Cavernícola

Los niños están durmiendo en el sofá porque de ninguna manera


los voy a dejar solos en otra habitación. Mis ojos siguen cerrándose, y
sigo permaneciendo despierto, aterrorizado de que me los hayan quitado.

El timbre vuelve a sonar, finalmente registrándose en mí.

Salgo disparado de mi asiento y echo un vistazo por la mirilla,


pestañeo ante la persona que está fuera.

Dando un paso atrás, abro la puerta y lo dejo entrar.

—Kaden —asiento a mi hermano. Y luego—: Mamá.

Ella parece… más vieja de alguna manera, aunque sólo han pasado
unas pocas semanas. Más frágil, más encorvada. Más triste.

Abro mis brazos, y viene y me abraza.

—Mi Matt —susurra, y mis ojos arden y se me aprieta el pecho—.


Te extrañé. ¿Cómo están mis bebés?

—También te extrañé —le digo, y me doy cuenta de que es verdad.


Huí de ella y de todo, pero no fue culpa suya—. Los niños están dormidos.

Me retiro para asentir hacia el sofá, y no me sorprendo cuando me


suelta y se dirige hacia allí para ver cómo están.

—Oye, hombre. —Kaden agarra mi mano, pero tiro de él en un


abrazo de hombres—. Cuanto tiempo sin verte.

Sí. Después de que habláramos en Navidad, dejé de atender a sus


llamadas. Apenas respondí a sus mensajes de texto.

Se ve bien, su pelo rubio peinado hacia atrás, sus mejillas


desaliñadas, ojos azules brillantes. Una viva imagen de nuestro padre.

Serie Hombres salvajes 1 418


Jo Raven Cavernícola

—¿Cómo está tu novia? ¿Cómo se llamaba… Hailey?

Es curioso cómo recuerdo esos detalles en un momento como el de


ahora cuando todo lo demás está oscuro.

—Uh, sí. Está bien. —Se frota la nuca—. No estamos… tuvimos


algunos problemas.

Mierda.

—Lo siento K.

Recuerdo vagamente que fue acusado de un delito menor o algo así


el año pasado. Fue absuelto, pero su reputación social y laboral había
sufrido.

Entonces encontró a su chica y estaba feliz, hasta que


aparentemente no se concretó.

Así es como siempre es. La vida te da azúcar, te distrae y luego te


mata.

—¿Alguna noticia de tu chica? —pregunta y sacudo la cabeza. Me


palmea el hombro—. Ahora estamos aquí. Ve a dormir un poco.

Como si pudiera hacer eso, sabiendo que ese hijo de puta tiene a
Octavia.

—Hay policías estacionados alrededor de tu casa —continúa—.


Están acampados en tu jardín, amigo. Nadie podrá entrar esta vez.

Pero ya es demasiado tarde. Él la tiene.

La pregunta es, ¿cómo la encuentro?

*****

Serie Hombres salvajes 1 419


Jo Raven Cavernícola

Sentado en una silla junto a la ventana, entro y salgo del sueño,


con mi teléfono móvil acunado contra mi pecho. Está rompiendo el
amanecer cuando zumba por un mensaje.

Frotando una mano sobre mis ojos, reviso el texto.

Solo dice: “Abre la puerta, cabrón”.

Eso solo puede ser de una persona, y por un momento, me olvido


de todo y sonrío. Poniéndome de pie, paso junto a los niños y mi madre
dormida en el sofá, y Kaden enroscado en el sillón. Después de
comprobarlo rápidamente, abro la puerta de par en par.

Zane.

Es mi hermano adoptivo. Bueno, el hermano adoptivo de Emma. Y


es tan familia como pocas personas lo son.

Levanta su barbilla en saludo, su cresta azul surrealista a la luz


gris de la mañana. El hijo de puta parece aterrador, su mirada intensa y
sus grandes hombros tensos.

—Matt.

Lo agarro en un abrazo antes de que diga otra palabra.

—Jesús.

—No, en realidad me hago pasar por Zane en estos días.

Golpeo su espalda, deteniéndome de reír porque hay una delgada


línea entre la risa y el llanto. No puedo darme el lujo de romperme ahora,
mientras Octavia me necesita.

Parece sentir algo, porque retrocede.

Serie Hombres salvajes 1 420


Jo Raven Cavernícola

—Estamos aquí para ayudar en todo lo que podamos.

Ahí es cuando veo a otro tipo subiendo al porche, un policía


siguiéndolo.

—Rafe Vestri.

El dueño de la tienda de tatuajes donde trabaja Zane, y uno de sus


mejores amigos. Asiento al policía para hacerle saber que todo está bien
y le doy la mano a Rafe.

—Debéis estar agotados —les digo, frotándome el pecho. Es por la


mañana y aún no hay noticias, maldita sea—. ¿Condujisteis toda la
noche?

Zane asiente.

—Nos turnábamos. Y ahora estamos aquí para patear algunos


traseros y ayudarte a encontrar a tu chica.

Justo como lo dijo Kaden.

Mi chica.

No recuerdo haberles dicho esa parte cuando los llamé ayer. Puede
que lo hubiera hecho.

O tal vez lo escucharon en mi voz cuando dije su nombre.

—¿Te parece bien esto? —pregunto en voz baja, de alguna manera


encontrando la presencia de mente para preguntar.

¿Le parece bien que haya reemplazado a su hermana adoptiva por


otra mujer?

Serie Hombres salvajes 1 421


Jo Raven Cavernícola

—Estoy aquí, ¿verdad? —Me lanza una larga mirada que no puedo
leer—. Ya era hora de que volvieras a vivir de nuevo, hombre.

Asiento con gratitud.

—¿Qué tenemos que hacer? —pregunta Rafe, pasando una mano


por su cabello rubio—. ¿Quieres que vayamos a hablar con la policía
contigo? Tenemos experiencia en eso. Zane aquí puede conseguir sacar
todo tipo de información de ellos encantándolos.

—¿No jodas? —Miro de soslayo a Zane, con sus voluminosos


brazos, su peinado agresivo y sus cejas perforadas—. ¿Cuándo tuviste
que ir a la policía? —De repente me doy cuenta de que no tengo ni idea
de cómo ha sido la vida de Zane en los últimos tres años—. ¿Pasó algo?

Zane niega como si yo fuera un caso perdido y le da un codazo a


Rafe.

—Ahora no es el momento para esto. Aunque tengo que enseñarte


fotos de mi hijo.

—¿Tienes un niño?

—Cabrón —dice Zane sin calor—. Trata de estar al corriente.

Pero me desconecté de la vida por demasiado tiempo.

—Lo haré —prometo y los dejo entrar en casa.

*****

No nos demoramos. Hago un poco de café y volvemos al porche


para beberlo, para no despertar a los demás.

Serie Hombres salvajes 1 422


Jo Raven Cavernícola

Luego, Zane camina hacia el policía que está junto al coche de


patrulla y de alguna manera recibe la última actualización, y la dirección
del motel donde Jeff Adams se alojaba hasta ayer.

Bueno, que me parta un rayo.

—Te dije que es encantador —murmura Rafe, alzando una ceja a


Zane que le enseña los dientes en una sonrisa peligrosa.

¿Quién lo hubiera pensado? Sin embargo, seguro que parece


diferente, a pesar de la agresividad perpetua y la actitud de chico malo.

Parece… feliz. Sigue siendo peligroso, pero también contenido. Más


tranquilo en su piel de lo que nunca lo había visto.

—¿Qué más te dijo el policía? —Miro al coche patrulla. Ahora dos


policías estaban sentados dentro, con aspecto aburrido y cansado—. Lo
último que me dijeron fue que iban a volver a registrar la habitación del
motel.

John me lo dijo. Lo llamé varias veces a lo largo de la noche, pero


no tenía ninguna noticia de verdad para mí.

—Sí, no hay pistas —dice Zane—. El tipo es bueno cubriendo sus


huellas. ¿Cómo diablos te metiste en este lío, hombre? —Me frunce el
ceño—. ¿Perdiendo un bebé que no sabías que tenías, una novia muerta,
y su hermano viniendo por ti?

—Sólo mi suerte, supongo —murmuro, mi mente en otra parte.


John había dicho lo mismo. ¿Por qué ahora? ¿Y por qué aquí?—. ¿Qué
cambió? —murmuro.

—¿De qué estás hablando? —exige Zane.

Serie Hombres salvajes 1 423


Jo Raven Cavernícola

—¿Por qué su jodido hermano vendría por mí después de todos


estos años, aquí de todos los lugares?

Rafe alza la vista desde donde había estado revisando su teléfono.

—¿Realmente esperas una explicación racional?

Estamos de pie en el porche cuando sale el sol. Tengo un dolor en


el pecho, un agujero enorme. La necesito. Le estoy fallando.

No puedo soportarlo más tiempo.

—Tengo que encontrarla —susurro, frotándome nuevamente el


pecho—. A la mierda con esperar más.

Pero, ¿dónde buscar?

—La casa de su madre —dice Rafe—. Podemos empezar por ahí.

—La policía lo comprobó.

—Lo comprobaremos de nuevo —dice—. La encontraremos.

A diferencia de cuando John lo dijo, la convicción en la voz de Rafe


me golpea como una inyección de adrenalina directa al corazón.

—Sí, comencemos por allí. —Empiezo a bajar los escalones.

—Sube a mi camioneta —dice Zane—, y yo conduciré. No confío en


ti al volante en este momento.

Mejor así. Tampoco confío en mí mismo hoy.

Llamo a John mientras trepamos a la destartalada camioneta de


Zane.

Serie Hombres salvajes 1 424


Jo Raven Cavernícola

—¿Alguna noticia? —pregunto en el momento en que él responde,


sin preámbulos, sin sutilezas.

—Hansen. —Suena áspero, tan cansado como me siento yo—.


Encontramos un recibo de otro motel en las afueras de la ciudad entre
sus cosas. Lo estamos comprobando y…

—Sólo mantenme informado.

Hay un sentido de urgencia ahora que los muchachos están aquí.


Una sensación de que podemos encontrarla, con o sin la ayuda de la
policía. Probablemente es un falso sentido de esperanza por ver caras
familiares, tener su apoyo después de todo este tiempo cuando estuve
tratando de mantenerlos alejados y sobrevivir a esto por mi cuenta.

Dirijo a Zane a la casa de Octavia, y cuando doblamos la esquina y


la vemos, silenciosa y tranquila a la luz de la mañana, me desplomo
contra el asiento, con la respiración entrecortada y temblando.

Zane me agarra del hombro con fuerza.

—Aguanta aquí, cabrón.

—Ella no está aquí —le susurro, no estoy seguro de cómo creo que
sé esto—. Él no la traería aquí. Jodidamente demasiado fácil. Ya no quiere
que sea fácil.

—Dijiste que estaba tratando de asustarte. —Rafe está frunciendo


el ceño a la casa—. Hacerte sentir lo que sintió cuando su hermana
murió. No quiere que sea demasiado fácil. Pero te ha estado dando pistas.

Apenas lo oigo.

—Va a matarla.

Serie Hombres salvajes 1 425


Jo Raven Cavernícola

—Tío, respira, ¿vale? —Zane me sacude—. ¿Y por qué coño dices


eso?

—Eso es lo que me dijo en el último mensaje. Dijo: “Perderás lo que


es precioso para ti” —Me tiro de la barba y luego del pelo. Apenas siento
dolor—. Me hizo pensar que serían los niños. Tal vez esa fue su primera
idea, también. Pero luego… decidió llevarse a Octavia. Perdió a su
hermana. El hijo de puta me quitará a Octavia.

—Matt, escúchame —dice Zane, y lo intento—. No podrá salir de la


ciudad. La policía tiene barricadas.

—¿Las tienen? —Parpadeo hacia él estúpidamente.

—Se están tomando esto en serio, tío.

Sí. Supongo que lo sé, pero no se me ocurrió que cerrarían el


pueblo.

—Solo tenemos que pensar como él. A dónde iría. Y por qué. —Zane
suelta mi hombro—. ¿Dónde lo viste por última vez?

—En el garaje. El garaje de Jasper, donde trabajo. ¿Crees que se


escondería allí con ella?

—Con o sin ella, eso no importa. Puede que la haya encerrado en


algún lugar. Si encontramos al maldito loco, nos dirá dónde está.

Rafe está asintiendo, y diablos, él tiene razón.

—Vamos, entonces. ¿A qué estamos esperando?

El taller todavía sigue cerrado, así que llamo a Evan para que abra.
Él responde después del séptimo u octavo tono, sonando como algo salido
de una película de terror.

Serie Hombres salvajes 1 426


Jo Raven Cavernícola

—¿Qué? —escupe, su voz ronca y arenosa—. ¿Quién es?

—Evan, soy yo, Matt Hansen. Mira, necesito que abras el garaje
para mí.

—¿Qué demonios? No son… ni siquiera son las cinco de la mañana,


tío. ¿Qué pasa contigo?

Mucho me pasa, y ahora mismo no estoy de humor para explicarlo.

—Te deberé uno grande, hombre. ¿De acuerdo? Por favor,


ayúdame.

Gruñe algo ininteligible y me cuelga, pero poco después de aparcar


fuera del garaje, aparece caminando por la calle desierta como un
fantasma gruñón.

Abre el taller y me frunce el ceño.

—¿Vas a decirme de qué va esto?

—Estamos buscando a alguien —murmuro, empujándolo y


entrando.

—¿A quién?

—A ese Adam.

—¿El no-novio de Octavia? ¿Estás hablando en serio ahora mismo?


—Me sigue mientras estoy registrando el lugar, Zane y Rafe separándose
para revisar la parte trasera del garaje. Empiezo a abrir puertas, reviso el
almacén, la oficina de Jasper, mirando detrás de los coches—. ¿Esto va
en serio?

—Sí. —¿Dónde te esconderías en un jodido taller de coches?

Serie Hombres salvajes 1 427


Jo Raven Cavernícola

—¿Por qué lo estás buscando?

—Se llevó a Octavia. —Maldición, no iba a hablar de eso.

—¿Estás loco? ¿Qué estás…? —Me agarra y me sacudo de su brazo.


Sus ojos se abren de par en par—. Hablas en serio.

—Como un aviso de muerte —Suelto.

—¿Y cómo habría entrado? Sólo yo tengo la llave, y Jasper y…

—Ross, ¿verdad? Maldito Ross.

Evan niega con la cabeza.

—Pero Ross odia a ese tipo. No le gustó desde el primer momento,


no como…

Me detengo.

—¿No cómo quién?

—Jessica. ¿Jessica Moore, la dueña de la heladería al final de la


calle?

—Helado. Él y Octavia solían ir a tomar helados por las noches. Me


dijiste eso.

Él parpadea.

—Bueno sí.

Y a la dueña de la tienda le gustaba ese gilipollas de Jeff Adams.

—¡Zane, Rafe! Vámonos de aquí. —Me doy la vuelta y vuelvo a salir,


sin esperar a ver si me siguen.

Serie Hombres salvajes 1 428


Jo Raven Cavernícola

Llámalo una corazonada.

Llámalo una conclusión lógica.

Apostaría mi testículo derecho a que Jeff Adams está escondido en


la heladería, con o sin Octavia, y tengo la suficiente presencia de ánimo
para enviarle un rápido mensaje a John, haciéndole saber mis sospechas
antes de que salga corriendo por la calle hacia el letrero apagado con el
cono de helado.

*****

Zane y Rafe están justo detrás de mí cuando llego a la heladería y


me detengo. Mi teléfono zumbando en el bolsillo y lo miro rápidamente, y
encuentro un mensaje de John diciéndome que está en camino y que no
haga nada.

Claro.

—Ve por detrás —dice Rafe, y salimos corriendo nuevamente,


buscando un callejón y lanzándonos dentro.

Hay una puerta, pero cuando tiro de ella, la encuentro cerrada.

Pero eso no significa nada, porque si esa Jessica le dio la llave a


Jeff Adams en caso de que necesitara un bocado a medianoche o tal vez
para reunirse con ella después de las horas de cierre para un polvo
rápido, entonces….

—Derribaremos la puerta —dice Zane.

—O esperamos a que tu buen amigo, el policía, venga a abrirnos la


puerta —dice Rafe, razonablemente—. Además, si comenzamos a patear
la puerta, el hijo de puta podría entrar en pánico y hacerle daño a tu
chica.

Serie Hombres salvajes 1 429


Jo Raven Cavernícola

Joder, no pensé en eso.

Así que llamo a John directamente.

—Hansen, ¿dónde diablos estás? —ladra en el teléfono—. No hagas


nada, ¿me oyes? Espérame.

—¿Tienes las llaves del local?

—Estamos buscando a la dueña, pero no contesta al teléfono.


Espera…

Corto la llamada.

—Vamos a derribar la puerta.

—Ahora estamos hablando. —Zane se frota las manos, un brillo


malvado en sus ojos.

La luz del sol que nos llega sobre los tejados golpea la puerta,
cegándome por un momento.

Luego, Rafe levanta su pie calzado con botas y lanza una


estruendosa patada a la puerta, justo por debajo de la cerradura. Y otra.
Cambia de pie y lo hace de nuevo.

Mi pulso está tamborileando en mis oídos, tarareando en mi


garganta. Mi corazón late tan rápido que mi cabeza me da vueltas.

¿Ella está aquí? ¿Está bien? ¿Qué haré si no lo está?

Zane empuja a Rafe a un lado, toma su lugar y lanza una ráfaga de


patadas al pestillo y cierre, hasta que en mi turno tiro de él a un lado, y
golpeo mi bota contra la puerta.

Serie Hombres salvajes 1 430


Jo Raven Cavernícola

Dos patadas más y la jodida cerradura se rompe con un fuerte


crujido. La puerta se abre hacia adentro, y entramos de golpe.

Montones de cajas, un congelador y otra puerta. La abro de golpe


y se estrella contra la pared.

Y la veo a ella. Atada y amordazada en el rincón del almacén, sus


ojos cerrados.

No se mueve, ni siquiera cuando me arrodillo a su lado y la tomo


en mis brazos. Pero siento los latidos de su corazón, y sé que está viva.

Aquí, conmigo.

Serie Hombres salvajes 1 431


Jo Raven Cavernícola

A través de la neblina oscura que presiona a mí alrededor, escucho


sonidos. Voces.

La voz de Matt.

Me esfuerzo pero no puedo moverme. Sigo atrapada en esta


opresiva red desde… No sé cuándo.

Y me deslizo de nuevo al foso negro antes de descubrir si Matt está


realmente aquí.

Sueño. Sueño que está aquí, sueño con mamá, y Gigi, y Merc, con
tardes soleadas en el jardín.

Con un beso que nunca termina.

Hace mucho frío en esta tierra de ensueño. No me gusta, y la luz


del sol se convierte en noche, las estrellas caen del cielo, y el jardín se
marchita.

Estoy tan triste.

Cuando abro los ojos de nuevo, todo es blanco, y hay pitidos y


zumbidos, y extrañas paredes de color vómito.

Un hospital. Nunca he estado dentro de uno, pero he visto mi parte


de House y de Anatomía según Grey para reconocer uno.

Y Matt está aquí, dormido en una silla de plástico, su pelo cayendo


sobre sus ojos. Me golpea una necesidad tan profunda y urgente de

Serie Hombres salvajes 1 432


Jo Raven Cavernícola

abrazarlo, que me siento y saco mis piernas fuera de la cama para llegar
a él.

La intravenosa de mi brazo se retuerce, sobresaltándome, pero no


puedo dejar que me detenga. Me levanto sobre unas piernas temblorosas
y me detengo, mirándolo a la cara.

Algo es diferente. Es él, y no es él.

Su barba ha desaparecido.

Se ha afeitado. Su cara está lisa, su mandíbula angulosa, su boca


suave. Parece mucho más joven que antes, es desconcertante.

Fascinante.

Dios, es hermoso. Tan dolorosamente guapo. Hay algo infantil en


él ahora, y es conmovedor. Me dan ganas de besar sus pestañas, sus
pómulos, su barbilla.

Me dan ganas de llorar.

Debo haber hecho un ruido porque empieza a despertarse, con los


ojos muy abiertos y desenfocados. Todavía me lo estoy bebiendo con los
ojos. Es como si fuera un príncipe encantado, convertido de una bestia a
un joven apuesto, y ni siquiera sé qué magia logró eso.

Así que me inclino y lo beso, para sellar el hechizo.

Se afeitó la barba por mí. Ha terminado de esconderse.

Lo amo.

—Tay. —Tira de mí hacia abajo para sentarme en sus piernas,


poner mis brazos alrededor de su cuello. Me mira como si estuviera
memorizando mi cara y le tiembla la boca—. Jesús.

Serie Hombres salvajes 1 433


Jo Raven Cavernícola

—Buenos días —susurro y beso su boca otra vez, y su mejilla y su


barbilla, porque puedo, arrastrando mis labios sobre su piel lisa y barba
ligera.

Me aplasta contra su pecho, enterrando su cara en mi cuello, le


tiembla todo el cuerpo. No sé qué pasó, no recuerdo mucho de cualquier
cosa, pero parece que lo asusté.

Le froto la espalda y beso su cuello, y sus lágrimas empapan mi


piel, calientes y mágicas. Atándome a él. Liberándome de los últimos
restos de mi pesadilla.

—Por favor —dice, un nudo en su profunda voz, levantando su cara


para mirarme, sus oscuros ojos brillando—. Por favor, Tay, no me dejes
nunca.

Lo beso de nuevo, sin poder evitarlo.

—No estoy planeando hacerlo.

El círculo de sus brazos es donde pertenezco, y no quiero irme


nunca.

*****

Resulta que estuve en el hospital durante horas antes de


despertarme. Jeff Adams me inyectó un anestésico repetidamente
después de que me secuestrara, y los médicos tenían miedo a efectos
secundarios graves, como daño a mis órganos vitales, o incluso
insuficiencia respiratoria.

Así que me mantuvieron en observación incluso después de


despertarme.

Serie Hombres salvajes 1 434


Jo Raven Cavernícola

Hoy, finalmente he sido dada de alta. Mi madre, Gigi y Merc están


aquí, y Matt está sosteniendo mi mano, su madre y su hermano
sosteniendo a los niños. Los conocí brevemente, y parecen agradables.

También me presentaron a Zane y Rafe, que ya se han ido. Buenos


chicos, y nunca olvidaré el papel que jugaron para encontrarme.

La historia que Matt me contó es una locura. Cómo me buscaron.


Cómo rompieron la puerta y me descubrieron dentro de la heladería.

Jeff Adams fue capturado tratando de huir de la ciudad. Ahora está


en la cárcel, esperando juicio, y la verdad ha salido a la luz.

Este año era el décimo aniversario de la muerte de su hermana.

Perdió su trabajo y su prometida lo dejó.

Algo así como que perdió la cabeza.

Resulta que había estado obsesionado con la muerte de su


hermana durante todo este tiempo. La obsesión se volvió peor, y se fue a
St. Louis para buscar a Matt, solo para encontrar que Matt se estaba
mudando. Así que lo siguió hasta aquí.

A la policía le dijo que solo quería que Matt sintiera la


desesperación que sintió cuando su hermana perdió al bebé y se suicidó.

Pero se negó a decir lo que había planeado hacer conmigo.

Un escalofrío me recorre, y Matt tira de mí a su lado, frotando su


mano sobre mi brazo.

—¿Todo bien?

Serie Hombres salvajes 1 435


Jo Raven Cavernícola

Asiento. Pero creo que me tomará un tiempo dormir por las noches.
Sabiendo que Jeff Adams se disfrazó de policía y me sacó de la casa, el
mismo tipo que se llevó a los niños, el tipo con el que casi salgo.

Quiero decir, el tipo se las arregló para caminar por el vecindario


de Matt fingiendo ser un jardinero, se las arregló para desactivar las
cámaras de seguridad con un bloqueador, más tarde abrirlas y
desactivarlas manualmente. Eso le permitió entrar en la casa y escribir
en el libro de dibujo de Cole, y luego llevarse a los niños.

Deambuló por la casa varias veces, al parecer. Escuchó


conversaciones. A Matt y a mí teniendo sexo. Sí, no me extraña que ya
no me sienta segura.

No, a menos que Matt me sostenga en sus brazos. Y por el tiempo


que he pasado allí, en su regazo, a su lado, desde que me desperté, diría
que él siente lo mismo.

“Por favor, no me dejes nunca”.

Es posible que no haya dicho que me ama, no con esas palabras


exactas, pero sé que lo hace. Me salvó la vida. Y todo lo que hace muestra
cuáles son sus sentimientos por mí.

Si tuviera alguna duda de que realmente se preocupa por mí, de


que tiene una hermosa alma, hace tiempo que ya desapareció.

*****

Después de un torbellino de día con nuestras dos familias


compartiendo la casa de Matt, cocinando, riendo, y jugando con los
niños, la casa vuelve a quedar mayormente tranquila.

Mi familia se fue, Gigi me pasó otro condón y se rió, su cara roja


cada vez que miraba a Matt.

Serie Hombres salvajes 1 436


Jo Raven Cavernícola

Me lo guardé en el bolsillo, porque tengo la sensación de que lo


necesitaremos esta noche. La mirada de Matt está sobre mí, caliente y
suave, cariñosa y llena de excitación.

Hace que mi cuerpo se caliente por todas partes.

La madre de Matt comparte la habitación con los niños esta noche,


y ya están dormidos. Lo sé porque lo he comprobado. Kaden, el hermano
de Matt, está abajo, durmiendo en el sofá, la televisión sonando en
silencio.

Matt me lleva a su habitación y cierra la puerta, luego me abraza y


me apoya contra la pared.

A él le gusta hacer eso.

A mí me gusta que lo haga.

Sonriendo, enrollo mis brazos alrededor de su cuello.

—Hola.

—Hola. —Sus ojos oscuros están serios—. ¿Cómo te sientes?


¿Ningún mareo, sin dolor?

Ha estado preocupado por los posibles efectos secundarios que los


médicos mencionaron.

—Estoy perfectamente bien.

Su expresión se relaja.

—Me dirías si algo anduviera mal, ¿verdad?

—Lo prometo. —Me levanto de puntillas para rozarle la boca—.


Justo como me prometiste un picnic, señor Hansen.

Serie Hombres salvajes 1 437


Jo Raven Cavernícola

Su mirada se calienta nuevamente, hasta que está ardiendo. Me


empuja contra la pared, presionando su polla muy dura, muy hinchada
en mi estómago.

—También te prometí comerte el coño y follarte en mi cama hasta


que grites mi nombre.

Oh, Dios. Solo puedo jadear y temblar mientras su poderoso cuerpo


se alinea con el mío, con todos sus bordes afilados, huesos grandes y
abultados músculos.

—Sí —susurro.

Y me está besando, no suave y tiernamente como lo ha estado


haciendo desde el hospital, sino con un hambre que coincide con la mía.
Gimo cuando su lengua se mete en mi boca, cuando sus dientes raspan
mis labios.

Me levanta una mano a la cara, me sostiene en el lugar para


devorarme como quiere, su lengua hundiéndose más, su barba incipiente
me rasca en la barbilla y mejillas, y que Dios me ayude, me encanta.

Quiero más. Quiero que me abrume, que meta esa gran polla
dentro de mí y me quite el resto del miedo.

Que me haga suya. Parece que han pasado años desde la última
vez que me tocó así, aunque solo hayan sido unos días. La verdad es que
estos dos últimos días se han sentido como toda una vida.

Estoy sin aire, y aun así no quiero que deje de besarme. Pero se
retira, me suelta, pone una mano en la pared junto a mi cabeza, me mira
con esos insondables y lujuriosos ojos.

Serie Hombres salvajes 1 438


Jo Raven Cavernícola

—Quítate el vestido —dice, ese gruñido bajo en su garganta que


hace que mis pezones se endurezcan y duelan, y envía rayos de calor a
través de mi vientre—. Quiero verte.

Se me ha secado la boca. Mientras trago, me desabrocho el


cinturón y lo dejo caer. Luego bajo lentamente la cremallera del costado
del vestido.

Me mira ávidamente, su garganta trabajando, mientras me bajo las


mangas, su mirada deslizándose hacia mis pechos que están casi
saliéndose de mi sostén de encaje blanco.

—Hermosa —dice con voz ronca—. Eres jodidamente hermosa. Mía.


—Se presiona hacia mí, su aliento cálido en mis labios—. Mía —susurra
de nuevo.

—Tuya —concuerdo.

Tira de las copas de mi sujetador, pone su mano sobre mis pechos,


haciendo que jadee. Luego se inclina sobre mí, lamiendo mis pezones,
haciéndome gemir ante el escalofriante placer que corre entre mis
piernas.

Luego se arrodilla y tira de mis bragas, dejándolas caer alrededor


de mis tobillos, levantando mis pies uno a uno, para quitármelas.

Y entierra su cara entre mis piernas.

Aplasto mis manos contra la pared, mi boca se abre ante la


sensación de su lengua chapoteando contra mi coño expuesto, y luego le
agarro el pelo mientras aumenta la presión. Tiene su mano allí ahora,
también, jugando conmigo, luego empujando sus dedos dentro de mí
mientras chupa, y lame, y…

Serie Hombres salvajes 1 439


Jo Raven Cavernícola

Oh Dios… Estoy gimiendo y lloriqueando, sonidos


embarazosamente necesitados saliendo de mi garganta, y no puedo
detenerlos. Mi cabeza cae hacia atrás, mis piernas tiemblan, y mis
caderas se mueven. Me estoy frotando en la boca de Matt, su barba
rascándome en la cara interna de los muslos, y voy a…

Voy a correrme.

Intento alejarme, decir algo, pero su otra mano me sujeta la cadera,


manteniéndome en mi lugar mientras sus labios y lengua presionan más
fuerte, comiéndome, mientras sus dedos me acarician más
profundamente, más rápido hasta que lloriqueo su nombre, culminando
tan fuerte que mi visión se vuelve negra en los bordes y mi cuerpo se
arquea contra la pared.

Santa mierda, me ha roto, me ha destrozado. Me aplastó con el


placer. Mis piernas ya no me aguantan, y empiezo a descender,
deslizándome por la pared.

Con una suave maldición, se pone de pie y me levanta en sus


brazos, acunándome contra su pecho. Estoy desnuda, y él todavía
completamente vestido. Todavía estoy temblando de placer, y él está
tenso y excitado.

Pero su mirada sobre mí es como plumas.

Me lleva su cama, me acuesta.

Y comienza a desnudarse.

Incluso aniquilada como estoy, me apoyo sobre un codo para mirar


mejor, para no perderme nada, mientras se quita la camiseta de su
musculoso pecho, los músculos ondulando de deliciosas maneras, sus
tatuajes revelándose centímetro a centímetro, su paquete de seis,
apretados.

Serie Hombres salvajes 1 440


Jo Raven Cavernícola

Guau…

Sin camiseta, se baja los pantalones, quitándose los calcetines y


botas, y es perfecto.

Jodidamente perfecto.

Abdominales, pectorales, bíceps, muslos musculosos y gruesos


espolvoreados de vello oscuro, y buen Dios, lo que está empaquetado
siempre allí abajo me deja sin aliento.

Su pene es tan grueso, largo e imponente.

Mis entrañas todavía están apretadas por la liberación que me dio,


pero mi vientre se aprieta ante la vista, y junto mis piernas fuertemente,
necesitando algo.

Necesitando su polla dentro de mí.

Se mueve hacia mí como un depredador, su mirada fija en mí. Se


sube a la cama, separa mis piernas y se presiona entre ellas.

Me besa en la boca, usando una mano para acariciar mis pechos,


torturar mis pezones, y luego me toca con los dedos hasta que estoy
jadeando y sollozando, rogándole que me folle.

—¿Me deseas? —susurra, con los dedos acariciándome,


llenándome—. ¿Quieres mi polla dentro de ti?

—¡Sí! —gimoteo—. Por favor, Matt.

—Oh, joder, sí —susurra, saca los dedos y empuja su polla dentro


de mí.

Serie Hombres salvajes 1 441


Jo Raven Cavernícola

Ambos gemimos ante la sensación. Agarra mi pierna, levantándola


alrededor de su cintura, empujando más profundamente, y yo grito, el
placer rozando con el dolor, la plenitud deteniendo mis pensamientos.

Su boca desciende sobre la mía, silenciándome, y comienza a


empujar en serio, golpeando dentro de mí, cada golpe iluminando mi
cuerpo como un letrero de neón, haciendo que mi mente parpadee.

Y durante todo el tiempo me besa, se come mi boca, mi gusto en su


lengua, mi cuerpo a su merced, invadido y tomado, y está empezando de
nuevo, la profunda tensión dentro de mí.

—Matt… —Respiro cuando él rompe la fusión de nuestras bocas


para respirar—. Yo estoy… no puedo…

Mi coño se aprieta con fuerza, y me muerdo el labio inferior para


no gritar. Un fuerte gemido se escapa de mí cuando vuelvo a llegar,
apretando alrededor de su polla una y otra vez, mi espalda levantándose
de la cama por la intensidad de ello.

—Oh, Cristo. —Su cara se contorsiona, y su cuerpo se inclina sobre


mí—. Joder, Tay… —Sus ojos se abren de par en par, y su boca se afloja
mientras empuja erráticamente unas cuantas veces más dentro de mí,
haciéndome gemir, y saca su polla en el último momento, derramando su
calor abrasador por todo mi vientre y pechos—. Maldita sea.

Se derrumba a mi lado, un brazo sobre mi pecho, respirando con


fuerza en mi oído. Su semen cruzando mi cuerpo, como una red. Como
si me hubiera capturado.

Me gusta.

Le sonrío, y él levanta temblorosamente una mano para acariciar


mi boca.

Serie Hombres salvajes 1 442


Jo Raven Cavernícola

—Ya sabes… —murmura somnoliento—. Eres la luz de mi vida.

—Y tú eres la mía —susurro, mirando su hermosa cara, sus


bonitos ojos de largas pestañas, su mandíbula cuadrada, la caída de su
cabello oscuro sobre su frente.

Él sonríe.

Dios, esa sonrisa. Un infierno de sonrisa. Hace que sus ojos se


iluminen y los hoyuelos aparezcan en sus mejillas y… hace que mi
corazón tenga un vuelco.

Y luego dice:

—Te amo.

Serie Hombres salvajes 1 443


Jo Raven Cavernícola

—Vamos, Tati —dice Cole, tirando de mi mano.

Doy otro paso, tropezando con un pliegue en la alfombra.

—¿A dónde vamos?

—Ya lo verás —dice Mary desde mi otro lado.

—Al final. Porque ahora mismo no veo nada.

La venda me rasca los ojos y me hace cosquillas en los pómulos.


Hay un picor en el puente de mi nariz, pero dos niños muy decididos se
agarran fuertemente a mis manos, llevándome a través de la sala de
estar.

Al acercarnos a la puerta, la fresca brisa de la mañana envía


mechones de pelo sobre mi cara, y del aroma de flores y de la hierba
cortada.

—¿No se me permite echar un vistazo? ¿Solo un vistazo?

—No, Tati —dice Cole pacientemente, y reprimo el impulso de


reírme de su seria voz de bebé—. Sin mirar.

—¿Pero cómo voy a bajar los escalones sin ver? —Los tres escalones
del porche son bastante empinados y romperme la pierna arruinaría el
día.

Serie Hombres salvajes 1 444


Jo Raven Cavernícola

—Papi está esperando —dice Mary.

Oh, bien. No hay piernas rotas en el plan de hoy.

Aliviada, dejo que me remolquen fuera, al porche, sintiendo el calor


del sol sobre mi piel, sobre mis mejillas, mi boca, mi cuello, mis brazos.

Estoy un poco temblorosa, y espero que nadie se haya dado cuenta.


Desde mi secuestro por Jeff Adams y la noche que pasé en el almacén de
la parte trasera de la heladería, he desarrollado un pequeño temor a la
oscuridad.

Sí, estuve sedada la mayor parte del tiempo que estuve allí. Pero no
todo el tiempo. Y de todos modos, no tengo idea de cómo funcionan los
cerebros. Solo sé que el mío se aleja de la oscuridad en estos días.

Han pasado dos semanas desde esa noche, pero el miedo a morir
sola sin ver a mi familia o a Matt y los niños vuelve a resurgir en mis
sueños, convirtiéndolos en pesadillas.

A pesar de la tibieza del sol, el impulso de arrancarme la venda de


los ojos es demasiado fuerte, apretando mi pecho. Ya estoy clavando mis
talones y liberándome del agarre de los niños, cuando unas manos
fuertes caen en mi cintura.

—Te tengo, Tay —dice la profunda y ronca voz de Matt,


calmándome instantáneamente, y me levanta en sus brazos. Grito y lanzo
mis brazos a su alrededor, logrando engancharlos milagrosamente
alrededor de su cuello y no pegarle un puñetazo por error en la cara. Me
saca del porche—. Tranquila ahora.

—Matt…

—Sí, nena. Justo aquí.

Serie Hombres salvajes 1 445


Jo Raven Cavernícola

—¿Los niños? Los escalones son empinados.

Me besa en la frente.

—No te preocupes —dice, con una voz cálida—. ¿Estás lista?

—¿Para qué? ¿Qué está pasando?

—Ya olvidaste lo que te prometí.

Me acurruco contra él, inhalando su aroma masculino de almizcle


y especias.

—Me prometiste muchas cosas.

—Y siempre cumplo.

Eso me hace reír. Tan arrogante, tan relajado y juguetón.

Tan diferente al hombre-bestia que encontré en este mismo lugar


la primera vez. Suelto una mano de su cuello para tocar su rostro.

Sin ver, la sensación de su cara sin barba es aún más intensa.


Poderoso. Trazo la línea de su mandíbula, el hoyuelo en su mejilla lo que
significa que está sonriendo. Toco su boca, y me besa las yemas de los
dedos.

Sus labios en mis dedos envían escalofríos eléctricos por mi


columna vertebral y calientan el pozo de mi vientre, comenzando un
latido entre mis piernas.

Este hombre es un gran, gran problema…

Los niños se ríen y corren a nuestro alrededor, y el latido constante


del corazón de Matt hace que mi pulso revoloteante se frene hasta que

Serie Hombres salvajes 1 446


Jo Raven Cavernícola

estoy relajada en sus brazos, mi cabeza descansando en su hombro


musculoso.

—Entonces, ¿a dónde me llevas? —susurro, arrullada por el ritmo


de sus pasos sobre la hierba cortada.

—Te prometí un picnic. Pero nuestros planes fueron


interrumpidos. —Su sonrisa se evapora. Lo siento en la punta de mis
dedos, lo oigo en su voz.

—Solo aplazado —le digo—. Estamos aquí ahora —resoplo—. ¿Por


qué me vendáis los ojos para un picnic?

—Ya verás —dice, como lo hizo su hija antes, y su sonrisa vuelve,


aguda y malvada. La trazo suavemente, sonriendo también—. ¿Sabes,
qué? Me gusta esa venda en tus ojos. Me está dando ideas para después.

Me tenso un poco.

—A mí no me gusta.

—Eso es porque no lo has probado. —Deja de moverse—. ¿O es otra


cosa? —Lentamente se arrodilla y tira de mí en su regazo—. Las
pesadillas. Mierda. Lo siento.

Me quita la venda de los ojos, y parpadeo, sin ver, ante la brillante


luz.

—No lo sientas. —El mundo vuelve a enfocarse, el jardín, el árbol,


la manta roja sobre la hierba, los niños repartiendo platos y paquetes—.
No es culpa tuya.

—Nunca habría usado esto —agita la tela negra—, si lo hubiera


sabido.

Serie Hombres salvajes 1 447


Jo Raven Cavernícola

—Lo sé. —Le acaricio la cara, infinitamente fascinada por sus


suaves mejillas—. Todo está bien. Voy a superar esto. Tal vez esto sea
bueno —continúo, pensando—. Volver a subir sobre la silla de montar y
todo eso.

—Deberías tomarte tu tiempo. —Frunce el ceño—. No hay razón


para apresurar nada.

—Pero quiero probar esto contigo. Lo que sea que tengas en mente.
Yo… —Lo detengo con un dedo en sus labios cuando él comienza a
protestar de nuevo—. Confío en ti.

Me abraza más cerca, gimiendo contra mi cuello.

—No te arrepentirás, cariño. Y puedes decirme que me detenga en


cualquier momento.

Soltándome, ayuda a los niños a extender el picnic mientras hago


mi mejor esfuerzo para controlarme de nuevo. Es difícil. La extensión es
hermosa, no un simple picnic de última hora, sino un asunto planeado y
bien pensado, con tostadas y panecillos, ensaladas y pasteles.

Estoy conmovida, feliz, excitada, y… No sé qué es lo que más deseo:


abrazarlos a los tres, lanzarme sobre la comida y saciarme de tonterías,
llorar lágrimas de felicidad, o… sí, arrastrar a Matt hacia su habitación y
que me vuelva a poner la venda sobre mis ojos, que me haga el amor de
esa manera.

La idea envía una poderosa emoción a través de mí.

Solo que eso tendrá que esperar.

Pero oye, es mediodía. Seguramente los niños necesitarán una


siesta después de comer su peso en comida, ¿verdad?

Serie Hombres salvajes 1 448


Jo Raven Cavernícola

Uno solo puede esperar.

*****

Todo está delicioso. Matt admitió que no había preparado nada de


esto, porque es una mierda en la cocina, pero que pidió ayuda a mi madre
y hermana, e incluso su propia madre le envió un pastel para esto.

¿Un picnic muy importante?

Los niños ruedan sobre el césped, y tal vez no deberían, pero no


puedo encontrar en mí que me preocupe que sus ropas se manchen.

Se están riendo y rodando como cachorritos, despreocupados y sin


miedo, y eso es lo que importa. Matt les hace cosquillas en sus barriguitas
desnudas, y gritan de risa, luego lo atacan a él también, y caen sobre la
canasta del picnic, medio aplastándola.

Ruge y los agarra, luego les besa el pelo rizado y se ríe.

El cielo se ha despejado. Las nubes se han ido. Amo a estos niños,


y amo a su papá. Lo amo tan jodidamente tanto que hace que mis ojos
se llenen de lágrimas incluso mientras sonrío.

—Oye —grita, volviéndose hacia mí, como si sintiera algo—. Ven


aquí.

Retrocedo, pero él me agarra y me arrastra sobre la manta y me


hace cosquillas hasta que estoy pidiendo clemencia.

Sus ojos se oscurecen.

—Puedes volver a suplicarme más tarde —susurra y me deja


jadeando, riendo y excitada, más que antes, la presión aumenta en mi
interior, para volver con los niños, para que no se sientan excluidos.

Serie Hombres salvajes 1 449


Jo Raven Cavernícola

Dios, estos niños son adorables, pero quiero a su papá entre mis
piernas, torturándome con su boca, y su pene. Quiero su boca y sus
manos en todas partes, su peso presionándome sobre el colchón, y…

—Bueno, amigos, ¡de vuelta a casa ahora! Os quemaréis con el sol.


Helado, y luego un rato de silencio. Vamos a recogerlo todo.

Envío una oración silenciosa de agradecimiento a cualquier deidad


que me escuche, y a Matt Hansen. Me sonríe y me guiña un ojo, y mi cara
se calienta.

Sí, parece que no soy la única que necesita un tiempo a solas con
impaciencia. Apenas hemos tenido alguno en las últimas semanas,
conmigo recuperándome del ataque, tanto física, como psicológicamente,
y un terapeuta viniendo a los niños para asegurarse de que estaban
lidiando bien con lo que les sucedió a ellos también.

Estaban pegajosos, sin dejarnos solos por un momento. Y lo


entiendo. Es normal.

Pero hoy ayudan a recoger todo en la canasta, doblar la manta con


dedos dóciles y sin resistirse, y regresar con nosotros a la casa. Bostezan
cuando entramos, luego corren a la cocina e intentan alcanzar el helado,
lo que nos hace a Matt y a mí correr hacia la cocina detrás de ellos antes
de que se suban a las sillas y se hagan daño.

Conseguidos los helados, nos sentamos a la mesa y comemos. Ni


siquiera el subidón de azúcar es suficiente para despertar a los niños. Es
un cálido domingo de verano y han estado despiertos desde el amanecer,
así que para el momento en que los llevamos a su habitación y los
metemos en la cama, se dan la vuelta y se duermen.

La tranquilidad se asienta sobre la casa como una nube esponjosa.


Me vuelvo hacia Matt, que está apoyado sobre el marco de la puerta, con

Serie Hombres salvajes 1 450


Jo Raven Cavernícola

sus musculosos brazos cruzados sobre el pecho, sonriendo débilmente,


con un hoyuelo en la mejilla.

Miro a esos ojos oscuros que me atraparon desde el primer


momento con su sombra de dolor, y solo están llenos de calor y deseo.

—Entonces… —susurro—. ¿Todavía tienes esa venda para los ojos?

*****

La ata sobre mis ojos con cuidado, sus grandes manos


descansando sobre mis hombros después de haber hecho el nudo en la
tela por detrás de mi cabeza.

Sus manos deslizándose por mis brazos desnudos, su cuerpo


presionando mi espalda. Empujándome hacia adelante, levanta mis
manos y las coloca sobre la pared.

Luego me alza el pelo y me besa en la nuca, mordiéndome


ligeramente en la unión entre el cuello y hombro, y todo mi cuerpo se
ilumina.

—Tay… —Me susurra el apelativo cariñoso en la piel, lo pinta con


su aliento, traza patrones con su lengua, sacudiéndome y volviéndome a
juntar, me hace que me muera de excitación—. Siénteme.

Está justo aquí. Lo siento, aunque no lo vea. Su duro pecho, su


polla dura, sus poderosas piernas y brazos musculosos, su olor que me
envuelve como la hiedra.

—Dios, te quiero —dice ásperamente—. Estoy tan jodidamente


duro por ti. Maldita sea, Tay.

Su voz profunda y baja, hundiéndose en mí, jodiéndome. Me está


follando con la voz. Me trago una risa, y luego tiemblo cuando desliza una

Serie Hombres salvajes 1 451


Jo Raven Cavernícola

mano por mi pierna, alzándome el vestido, y subiendo hasta la parte


delantera de mis bragas.

Su pene duro se frota contra mi espalda, su aliento tartamudeando


sobre mi cuello, y su mano se desliza infaliblemente entre mis piernas,
sus dedos separándome, hundiéndose en mí.

—¿Confías en mí? —pregunta, y asiento frenéticamente—. Dime si


quieres que te quite la venda de los ojos.

Niego con la cabeza ahora, temblando cuando sus dedos se clavan


dentro de mí.

A decir verdad, me encanta que su cuerpo me clave contra la pared.


Mis ojos están cerrados de todos modos, las sensaciones que corren a
través de mi cuerpo no dejan espacio para el pensamiento y el miedo.

Es solo él, tocándome, su boca fantasmal sobre mí, su fuerza


apuntalándome, su deseo anclándome aquí y al presente.

No hay almacenes oscuros ni secuestradores aquí, a pesar de la


oscuridad. Solo estamos él y yo, juntos, encerrados en este baile, su voz
en mi oído, su mano entre mis piernas.

Sus callosos dedos dentro de mí, acariciándome dentro y fuera.


Enloqueciéndome de deseo.

—Por favor —susurro.

—Hm. Me encanta cuando suplicas así —dice con ese profundo


gruñido en su voz—. ¿Qué es lo que deseas?

—Yo… —No soy buena hablando sucio. En decir lo que necesito—.


Por favor…

Sus dedos siguen dentro de mí y gimoteo, frustrada.

Serie Hombres salvajes 1 452


Jo Raven Cavernícola

—Dime, nena. ¿Quieres que haga que te corras?

—Haz que me corra —respiro.

—¿Con mis dedos? ¿Con mi lengua? —Su polla pulsa contra la


parte baja de mi espalda, gruesa y dura como el acero—. ¿O quieres que
te folle?

Trago duro.

—Fóllame, Matt. Quiero tu polla dentro de mí.

—Jesús, joder —susurra con reverencia, y me saca los dedos,


haciéndome gemir —. Ven aquí. —Tira de mí hacia la cama, guiándome
hacia allí, pero no me ayuda con eso. Me hace arrodillar en el borde, luego
me levanta el vestido y me abre las piernas—. Maldita sea, eres tan
jodidamente bella.

Me estremezco, nerviosa y excitada, mi culo desnudo en el aire, mi


coño húmedo palpitando. Delante de mí está la oscuridad, y tengo frío.

Justo cuando pienso que ya no puedo más, que voy a arrancarme


la venda de los ojos y girarme hacia él, oigo desgarrar un papel de
aluminio de condones, y un suave gruñido mientras se lo pone.

Luego se presiona contra mí, frotando su erección contra mi


abertura, y aspiro profundamente cuando la cabeza de su pene me
empuja.

Me estoy retorciendo, mi cuerpo no está seguro si retroceder o


abrirse ante esa invasión, pero sus manos me agarran las caderas y me
detienen. Me mantienen quieta mientras empuja lentamente su polla más
profundo dentro de mí, y más profundo, hasta que no queda ningún lugar
al que ir.

Serie Hombres salvajes 1 453


Jo Raven Cavernícola

Luego su mano me rodea y encuentra mi clítoris, presionando y


masajeando el nudo hasta que estoy gimiendo imprudentemente y mi
cabeza gira.

Estirándome hasta mis límites, empujándome hasta el final de mi


deseo. Soy suya, y me está mostrando que lo sabe. Que me está
reclamando.

Que él es mío también.

Sin embargo, no se mueve, se queda alojado profundamente dentro


de mí, palpitando como un segundo latido del corazón, llenándome hasta
que mi cuerpo tiembla.

—Matt…

—¿Me sientes ahora? —gruñe—. ¿Sabes quién soy?

—Matt —susurro—. Matt. Siempre y cuando… —Estoy jadeando,


mi cuerpo y mi mente sobrecargados—. Mientras sepas quién soy yo
también.

El silencio cae entre nosotros, solo interrumpido por nuestras


pesadas respiraciones.

Guau, mira mis inseguridades aflorando. Menudo momento que


elegí.

Solo que tiene sentido. Todas mis barreras han caído. Estoy abierta
y desnuda en todos los sentidos. Y hay una voz en el fondo de mi mente
que sigue preguntando: ¿Cómo puedes competir con un fantasma?

En cierto modo, lo ignoré porque dijo que me amaba, pero supongo


que las inseguridades no entienden una indirecta y se pierden tan
fácilmente.

Serie Hombres salvajes 1 454


Jo Raven Cavernícola

Y entonces pasa lo peor.

Se aparta de mí.

Estoy temblando, ciega y con frío a cuatro patas sobre su cama, y


para mi horror siento lágrimas deslizándose por mi cara bajo la tela
oscura.

Oh, Dios… El miedo y la desesperación de aquella noche vuelven a


mí, y me arranco la venda de los ojos con los dedos temblorosos.

—Lo siento —susurro—. Mierda, yo…

Sus manos están sobre mí, girándome, tirando de mí hacia su


pecho.

—Tay… —Su voz se suaviza—. Lo juro, solo te veo a ti. Solo a ti.

Dejo que me acaricie y me calme.

—Pero Emma…

Su nombre cuelga entre nosotros.

—Solo tú —repite, sus oscuros ojos serios—. Emma siempre estará


en mi corazón, pero estoy aquí ahora, contigo. Me tienes totalmente,
nena.

Se me escapa un suspiro. Siento que he estado aguantando la


respiración desde que lo conocí, esperando estas palabras.

Y no he terminado con los temores y las dudas, parece, porque abro


la boca para pedirle que me folle, y en su lugar digo:

—Quiero ir a la universidad.

Serie Hombres salvajes 1 455


Jo Raven Cavernícola

Dios en el cielo, Octavia. ¿Ahora quieres hablar de esto? ¿Con su


polla dura frotando tu trasero y sus ojos nublados por el deseo? Con tu
coño chorreando y dolorido por sentir…

—Pensé que lo harías —dice—. Eres brillante. Deberías hacerlo.

Me lamo los labios, mi boca seca de repente.

—Pero tú…

—No tengo por qué quedarme aquí. Nada me ata aquí. —Un lado
de su boca se inclina hacia arriba con una sonrisa rápida—. Nada excepto
tú.

—Mi familia está aquí. —Genial, ahora estoy discutiendo conmigo


misma.

—Podríamos llevarlos con nosotros.

—Nosotros —susurro, sin poder pasar de la palabra. Mis ojos se


alzan.

—Sí, nosotros. ¿A menos que no quieran mudarse?

Pienso en eso. Probablemente lo hagan. Tendría que preguntar,


pero, ¿y por qué querrían quedarse? Mamá ya no está enamorada de
Jasper Jones. Se quedó aquí porque estaba atrapada por la falta de
dinero más que nada, y estoy bastante segura de que a Gigi y a Merc les
gustaría un cambio de escenario después del acoso por el que pasamos
durante todos estos años.

—Escucha, Tay… —Es su turno de fruncir el ceño y hacer una


pausa como si estuviera pensando intensamente en algo—. Hay algo que
quería preguntarte. Iba a hacerlo en el jardín, pero luego no estuve seguro
de que fuera un buen momento, y…

Serie Hombres salvajes 1 456


Jo Raven Cavernícola

Me agarro a sus hombros, con las mariposas revoloteando en mi


estómago.

—¿Qué es?

Oh, Dios, no dejes que sea algo malo. No me gusta la forma en la


que su frente se arruga como si estuviera preocupado.

Mete la mano en su bolsillo trasero, saca una pequeña bolsa de


tela. La vuelca en la cama a mi lado.

Es un delgado anillo de oro, nada sofisticado, sin gemas ni nada.


Lo miro fijamente, sin comprender.

Hasta que lo levanta y me mira a los ojos.

—Sé que es pronto para pedirte que te cases conmigo. Quiero decir,
tal vez me estoy precipitando aquí, y en cualquier caso vas a ir a la
universidad y verás el mundo, o lo que sea que esté en tu lista de deseos,
pero… hasta entonces… Dijiste que serías mía. Entonces… ¿serás mía,
Octavia Watson?

Oh, Dios mío. Estoy llorando de nuevo. Esto es ridículo. Asiento, y


sigo asintiendo, sonriendo a través de mis lágrimas, y levanto mi mano
para que él ponga el anillo en mi dedo.

Luego alza mi mano y me besa la palma. Sus ojos sonríen cuando


levanta la vista.

—Mi chica. Dime lo que quieres.

Sin dudarlo.

—Te quiero dentro de mí, Matt Hansen —susurro—. Ahora.

—Mandona. —Pero está sonriendo—. Todo fuego.

Serie Hombres salvajes 1 457


Jo Raven Cavernícola

Me acuesta sobre la cama, me separa las piernas y vuelve a entrar,


empujando hasta el fondo. Ambos gemimos mientras él se hunde. Dobla
mis rodillas, las levanta hacia su pecho y empuja más profundo.

Me ahogo en el aire de mis pulmones, levanto mis caderas de la


cama, apretando alrededor de su polla. Eso se siente bien. Él se siente
tan bien, en todas partes, encima de mí, dentro de mí.

Se inclina sobre mí, apoyando sus codos en la cama a cada lado de


mi cabeza, y levanto mi mano para quitarle el brillante pelo de su cara.
Necesito ver sus ojos.

Me besa y empieza a empujar. Me folla lentamente al principio, una


arruga pensativa entre sus cejas, tomándose su tiempo, haciéndome
incoherente con la excitación. Mi mano sigue sobre su rostro, trazando
sus líneas, sus cejas, sus ojos, sus pómulos.

—Te amo —murmuro.

Un gemido retumba en su pecho, y comienza a golpear en mí en


serio, sus caderas balanceándose, sus muslos tensos.

—Dios, te necesito…

No tarda mucho en lanzarme por el aire. Estoy arañando su fuerte


espalda con mi otra mano, la presión en mi interior insoportable, su polla
enviando chispas de brillantez a través de mi cuerpo, y al siguiente
momento estoy gritando, estallando de placer, mi cuerpo convulsionando
con la fuerza de eso.

Él muerde una maldición, empuja en mí erráticamente, rápido y


fuerte, y luego su poderoso cuerpo presiona contra el mío, calmándose,
un escalofrío recorriéndole. Entierra su cara en mi cuello y gime
entrecortadamente.

Serie Hombres salvajes 1 458


Jo Raven Cavernícola

Me toma un momento reconocer mi nombre, repetido una y otra


vez.

Mi mano todavía está en su pelo, la banda dorada en mi dedo


brillando entre sus hebras oscuras. Lo miro fijamente.

Es una promesa, un juramento intercambiado entre nosotros. No


importa lo que suceda en los días, meses y años venideros, es uno que
tengo la intención de mantener.

Serie Hombres salvajes 1 459


Jo Raven Cavernícola

Han pasado tres años desde que Matt Hansen y Octavia Watson se
conocieran y se enamoraran. Tres años desde que Matt le regaló un anillo
de oro y la promesa de un futuro juntos. No todas las relaciones resisten
la prueba del tiempo, incluso si los tiempos de dificultades han cimentado
su amor, y bueno, seamos sinceros, el sexo es algo que está fuera de los
límites en las escalas… Por lo tanto, ¡sigue leyendo para descubrir si Matt
y Octavia fueron felices para siempre!

Estar de vuelta en St. Louis, la ciudad donde crecí, no es tan raro


como originalmente creí que sería. Nunca pensé que volvería sin mi
esposa, que me fue arrebatada demasiado pronto. Nunca pensé que
volvería con mis dos hijos y una novia.

Pero sí… novia.

Octavia.

Está aquí conmigo. Y eso hace que todo esté bien, incluso si me
siento como un extraño aquí, como un turista que perdió su rumbo y
quedó varado en estás amplias calles. Si no tuviera recuerdos de mi
infancia y adolescencia de este lugar, diría que nunca quise venir aquí.

No es que haya nada malo en la ciudad. No he sido capaz de echar


raíces todavía, no desde que Emma murió, y aunque ya han pasado cinco

Serie Hombres salvajes 1 460


Jo Raven Cavernícola

años… Mierda, ¿ya han pasado cinco años? De todos modos, sí, he estado
a la deriva desde entonces.

Aunque desde que conocí a Octavia empecé a vivir de nuevo. Eso


fue hace dos años, en el pequeño pueblo de Destiny, y el año pasado nos
mudamos a St. Louis, donde vive mi madre, trayendo a la familia de
Octavia. Ellos alquilaron una casa no lejos de donde vive la mía, la
hermana y hermano de Octavia están terminando la escuela aquí.

Y Octavia está yendo a la universidad.

Han cambiado muchas cosas.

Sonrío mientras aparco dentro del campus para esperarla mientras


termina su clase del día. Sí, mi vida ha cambiado nuevamente, y está a
punto de cambiar un poco más.

Tengo planes. Buenos planes, y han tomado una forma más sólida
estos últimos meses.

La razón es la que ahora está caminando hacia mi camioneta,


saludando a un grupo de estudiantes que se dirigen hacia otro lado.
Compañeros de clase.

Octavia me sonríe mientras se dirige hacia mí, y la idea de que


finalmente estoy a punto de hacer que esta chica sea oficialmente mía es
dulce.

Aunque no tan dulce como la chica que sube a la camioneta.


Mientras se acomoda, la alcanzo, le pongo una mano alrededor del cuello
y le beso sus labios azucarados, perdiéndome en ella.

Ella es mi hogar. Puede que me sienta como un turista en mi propia


ciudad natal, pero estoy cómodo en mi piel cuando está cerca.

Serie Hombres salvajes 1 461


Jo Raven Cavernícola

Estoy justo donde quiero estar cuando está conmigo.

—Hola —dice cuando finalmente consigo despegar mi boca de la


suya, sobre todo porque ambos nos estamos quedando sin aire. Sonríe—
. ¿Tuviste un buen día?

—Acaba de mejorar —le digo honestamente.

—¿Pasó algo en el taller? —Se preocupa mordiéndose su labio


inferior entre sus dientes y acaricio mi pulgar sobre él para detenerla.
Soy el único al que se le permite morder ese delicioso labio—. Creí que
habías dicho que el cliente que se quejaba estaba contento con su coche.

—Lo está. —Me inclino para besarla de nuevo porque no puedo


evitarlo—. Te eché de menos, nena. Tú iluminas mi vida.

Su sonrisa se ensancha y me abraza el cuello.

—¿Sabes? También te extrañé.

—¿Sí? Bueno, esta noche tendrás la oportunidad de mostrármelo.

—¿Lo haré? —Frunce el ceño, como si estuviera tratando de


recordar.

Solo que no sabe lo que le tengo reservado.

Los niños se están quedando con mi madre, para darnos un tiempo


a solas. No es que guarde esto en secreto para ellos. De hecho, conseguí
su sello de aprobación antes de comprar el anillo.

Porque, oh, sí, le conseguí el anillo apropiado esta vez. El real,


nena.

Ella es tan real, tan real que me llena la mente de un lado a otro.
Está en todos mis pensamientos. Esperé a que empezara sus estudios,

Serie Hombres salvajes 1 462


Jo Raven Cavernícola

que se estableciera con su familia aquí en St. Louis. No quería que esto
se precipitara, o que pensara que sus propios planes para su vida no
importaban.

Pero tampoco quiero que piense que no voy en serio con ella.

Sobre nosotros. Juntos.

—Vale —dice, mirando por la ventanilla—. Confiesa. ¿A dónde me


llevas? Este no es el camino a casa.

Nuestra casa. Y tiene toda la razón, no lo es.

—Ya verás.

Le guiño el ojo cuando se vuelve hacia mí.

—No es tu cumpleaños, ¿verdad? —Ahora se ve positivamente


horrorizada—. ¿O el mío?

Me río, no puedo evitarlo. Se ve tan linda cuando está molesta, o


enojada, o… está bien, siempre está linda. Sí, lo tengo mal por Octavia
Watson, y eso nunca va a cambiar.

—Estate tranquila —le digo y sonrío.

*****

El restaurante está lleno y hay un aparcacoches... ¡un jodido


aparcacoches!... esperando para alejar mi camioneta.

Un poco ridículo. Y la cara del tipo cuando le tiro las llaves y se


mete en mi coche… no tiene precio.

Luego miro el rostro de Octavia y dejo de prestarle atención al


maldito aparcacoches.

Serie Hombres salvajes 1 463


Jo Raven Cavernícola

Sus ojos son redondos como monedas, su boca está abierta. Aletea
sus manos hacia arriba y abajo como si estuviera ahuyentando un
mosquito.

—¿Matt? ¿Por qué estamos en el Trevi’s?

—Bueno, sirven comida —le digo solemnemente—, y es hora de


cenar, así que…

—Pero… —balbucea, apartando la mirada del letrero luminoso lo


suficiente como para lanzarme una mirada desconcertada—. Pero la
comida…

—Ven aquí. —La acerco a mi lado, le pongo un posesivo brazo


alrededor de sus hombros.

Sé lo que iba a decir. La comida aquí es jodidamente cara. No somos


ricos. Ayudé a pagar las deudas de su madre y su mudanza a St. Louis,
les ayudé a encontrar un apartamento, e hice lo mejor que pude para
ayudar después a Gigi y a Merc a encontrar un trabajo cuando
terminaran la escuela.

¿Pero cómo podría haberme quedado sentado sobre mi culo y no


ayudar? Son la familia de mi chica, además se mudaron aquí para que
yo pueda tener a Octavia conmigo, y a mi madre también. Era lo menos
que podía hacer.

No hace daño que me guste la familia de Octavia. Su madre es oro


puro, y Gigi y Merc son buenos chicos. También aman a mis hijos, y a
menudo los cuidan.

En general, la vida es buena en este momento, y si mi chica dice


que sí, está a punto de mejorar.

Serie Hombres salvajes 1 464


Jo Raven Cavernícola

No seas codicioso, Matt, me digo. Hace tres años, creías que no


tenías nada, nada que te mantuviera vivo aparte de tus hijos, y mírate
ahora, hijo de puta. Esta belleza a tu lado, tu familia a tu alrededor.

Luz donde solía haber oscuridad. El recuerdo de Emma no se ha


desvanecido, pero el dolor ha disminuido.

Y soy feliz.

Así que le digo a la voz en mi cabeza que se vaya a la mierda, e


inclino la cara de Octavia para darle un beso rápido.

—¿Lista?

—¿Para qué?

—Una cena, por supuesto. —Le guiño un ojo y empujo su culo


reacio hacia el restaurante.

Un culo espectacular, para el caso, y solo desearía haberla llevado


a casa y haber puesto mis manos sobre su trasero, pero esto es
importante.

Esta noche es importante.

La pequeña caja está quemando un agujero en mi bolsillo.

Mi nombre está apuntado en una larga lista, y luego un camarero


nos lleva a nuestra mesa. Nos sentamos, los menús encuadernados en
cuero son colocados delante de nosotros, y de repente estoy nervioso
como la mierda. Tengo una opresión en el pecho, mi respiración hace esa
cosa rara que hace a veces, aunque es tan jodidamente raro en estos días
que me toma un minuto darme cuenta de lo que está pasando.

Joder.

Serie Hombres salvajes 1 465


Jo Raven Cavernícola

—¿Matt? —Alarga el brazo sobre la pequeña mesa redonda y lo


pone sobre el mío, la preocupación brillando en sus ojos—. ¿Qué está
pasando?

—Nada. —Su toque me calma y me siento como un idiota por mi


enloquecimiento.

Esta es Octavia. No puedo joder esto. Ella me ama.

Y lo creo completamente. Se quedó conmigo cuando era un


bastardo con ella y para todos los demás que me rodeaban. Lleva el anillo
que le di hace tres años, el provisional.

Ahora es el momento para el real.

—¿Has decidido? —Señalo con una mano al menú.

Casi me fulmina con esos bonitos ojos azules.

—Dime de qué va todo esto.

—De ninguna manera. Pidamos primero, me muero de hambre.

Lo que se traduce como: saquemos esto del camino, y dame un


minuto para recuperar el aliento y recordar el pequeño discurso que
monté en mi cabeza.

Pero ha desaparecido y apuesto que tendré que inventarme uno en


el momento.

Indicios de más pánico.

Maldita sea. Menos mal que voy a pedir vino. No me he


emborrachado en años, pero me vendría bien un poco de coraje líquido
ahora mismo.

Serie Hombres salvajes 1 466


Jo Raven Cavernícola

*****

—Bonito restaurante —dice Octavia después de que hayamos


elegido nuestras cenas. No puedo recordar por mi vida lo que pedí.
Apunté con mi dedo algo en el menú y ahuyenté al camarero.

Aunque pedí vino. Estoy bastante seguro de eso.

—No siempre fui un cavernícola —le digo.

—¿No? —Levanta una ceja burlona.

—Bueno, excepto en el dormitorio.

O en la mesa, o contra la pared, y en cada superficie donde pueda


follarla.

—Me gustan tus maneras cavernícolas en el dormitorio —susurra,


sus mejillas enrojecidas, y así mi pecho se expande, mientras que otras
partes de mi anatomía se aprietan y se ponen duras.

Maldita sea.

Una vez más tengo que luchar para concentrarme en el verdadero


propósito de esta noche, mi pene deseando estar enterrado dentro de ella.

—Tay… —Tengo que parar y aclararme la garganta—. Yo, uh…

Ese maldito discurso se ha evaporado, borrado de mi cerebro, y


ahora ni siquiera puedo terminar una frase.

Jodidamente increíble.

—¿Qué pasa? —Octavia levanta la mirada cuando llega el camarero


con el vino banco helado y un cubo de hielo, y luego vuelve a mirarme—
. ¿Te estás sonrojando?

Serie Hombres salvajes 1 467


Jo Raven Cavernícola

Joder. Ahora me siento como un preescolar frente a la clase.

—Hace demasiado calor aquí. —Logro decir.

—Podrías pedirles que bajen la calefacción, casi es verano.

—Estoy bien. —Agarro la botella de las manos del camarero, y le


hago señas para que se vaya, no me molesto en probarlo primero, porque
si no es bueno, simplemente…

Oh, joder, no me puedo enfocar lo suficiente para una buena


amenaza.

Descuidadamente nos sirvo a Octavia y a mí dos vasos, y me trago


el mío en el acto antes de servirme otro.

Sus ojos se abren tanto que es como uno de esos dibujos animados
japoneses que le gustan tanto a Cole. Es gracioso, y alivia la tensión de
mis hombros y de mi pecho como ninguna cantidad de alcohol podría
hacerlo.

—No te rías —digo, aunque me encanta su risa.

—Matt…

—Bien, este es el asunto. —Arráncalo como una tirita, ¿verdad?—.


Cásate conmigo.

Sooo. Ahí. Está fuera. Malditamente hecho. Pero mi garganta está


tan seca que duele, y me trago mi segunda copa de vino y espero lo mejor.

Quiero decir… no ha respondido todavía.

Estoy bastante seguro de eso.

Serie Hombres salvajes 1 468


Jo Raven Cavernícola

Bajo mi vaso y la miro, tratando de pensar lo que significa. Me está


mirando, con las cejas juntas.

Oh, Jesús. ¿Lo jodí después de todo?

Y luego recuerdo la caja. Maldiciéndome por el trabajo a medias


que hice de esta importante jodida tarea que me había propuesto, saco
la cajita negra y la pongo sobre la mesa.

Uh, ¿ahora qué?

Sus ojos casi se le salen de la cabeza. Alcanza la caja y luego echa


su mano hacia atrás.

—De ninguna manera…

Frunzo el ceño, no estoy seguro de si esa es la reacción correcta a


mi propuesta... o más bien, demanda, y oh, Cristo, ¿por qué lo expresé
así?... Abro la caja y saco el anillo.

Mary y Gigi me ayudaron a elegirlo. De acuerdo, entonces la


opinión de Gigi contó el doble, tanto porque Mary es demasiado joven
para saber mucho sobre anillos, como porque Gigi conoce a mi chica
mucho mejor, siendo su hermana.

Es un anillo delgado con una sola piedra azul, que hace juego con
los ojos de Octavia, un color como el cielo de verano. Solo espero que le
quede bien.

—¿Entonces lo haces? —Algo así como que le ladro cuando después


de un minuto entero mirando entre el anillo y ella todavía no ha dicho
nada.

Maldita sea, estoy de vuelta al modo cavernícola. El estrés me


arranca todos mis modales.

Serie Hombres salvajes 1 469


Jo Raven Cavernícola

Pero Octavia no se inmuta. Ella no se enfada conmigo.

De hecho, sonríe.

—Sí —susurra, y envío una oración silenciosa a los dioses.

Me ofrece la mano y le deslizo el anillo en el dedo, dando un suspiro


de alivio cuando se desliza perfectamente hasta el final.

Sus pestañas caen. Agita sus dedos y la gema atrapa la luz.

—Es hermoso —susurra. Cuando vuelve a mirarme, sus ojos están


húmedos—. Oh, Matt.

Se levanta y camina alrededor de la mesa. ¡Ahora estamos


hablando! Se inclina para darme un beso en la mejilla, pero quiero más
que eso. Ahora es mi esposa.

Mi futura esposa.

Así que la subo a mi regazo y fusiono nuestras bocas, tragándome


su chillido de sorpresa. Vale, le propuse matrimonio, ella aceptó.

Jodidamente increíble.

Ahora, ¿podemos saltarnos la cena y pasar a la parte en la que me


la llevo a casa y la follo hasta que grita mi nombre?

—Matt… —Se echa hacia atrás, y su sonrisa vale todo el estrés de


esta noche y algo más—. ¿Estás seguro?

Al principio, parpadeo, porque la pregunta no tiene sentido para


mí.

—¿Seguro? ¿Sobre qué, Tay?

—Esto. Esta propuesta. Este… anillo, todo.

Serie Hombres salvajes 1 470


Jo Raven Cavernícola

—Chica… ¿hablas en serio ahora? —El camarero ha regresado con


nuestra comida pero lo ignoro. No voy a moverme hasta que le haya dicho
esto, hasta que realmente me escuche—. Te amo, con todo lo que tengo.
¿Aún no lo sabes? Estoy loco por ti. Locamente enamorado.

La duda deja sus bonitos ojos, y su sonrisa esta vez es cegadora.

—Esa es la cosa más poética que me has dicho.

—Sí, ¿ves? Poesía de cueva. Agradece que no te arrastre a mi


guarida por el pelo y me salga con la mía.

Eso me da ganas de reír, y cuando el camarero se aclara la


garganta, por fin puedo liberarla para que podamos disfrutar de nuestra
comida.

Lo que sea que pedí.

La veo cavar en su plato de pasta, llevarse el tenedor a los labios,


envolverlos alrededor de él, sus ojos se cierran en éxtasis, y ¿cómo diablos
voy a durar hasta que termine con una erección que está a punto de
estallar a través de mis pantalones?

¿Por qué le está haciendo el amor a su comida y no a mí? ¿Por qué


parece que está teniendo un orgasmo provocado por la pasta de marisco
y no por mi polla?

En el momento en que termina, empujo mi silla hacia atrás y me


levanto, mi plato intacto.

—Vámonos.

Necesito estar dentro de ella, jodidamente ahora mismo, y nada me


detendrá de marcar a mi esposa y reclamarla de forma oficial, maldita
sea.

Serie Hombres salvajes 1 471


Jo Raven Cavernícola

Realmente me vendría bien una cueva ahora mismo, pero cualquier


lugar donde pueda follar a Tay sin infringir la ley servirá.

*****

—¿Qué estás haciendo? —Octavia se ríe cuando la arrastro por los


escalones del restaurante, luego jadea cuando la tomo en mis brazos y
avanzo a pasos gigantescos hacia la camioneta—. ¡Matt!

—Es una emergencia —Le informo.

—¿Qué emergencia? ¿De qué estás hablando?

—Quiero follar a mi mujer. —Estoy caminando tan rápido como


puedo con un pene duro como un misil atrapado en mis pantalones y con
sus dulces curvas presionadas contra mi cuerpo, poniéndome más duro
a cada segundo—. Corrección: necesito follar a mi mujer.

—Todavía no estamos casados —señala alegremente, y su olor es


un disparo directo a mi pene.

Tal vez cogerla en brazos fue una mala idea.

—Futura esposa, entonces. Dijiste que sí.

—Lo hice —concuerda y suspira, apoyando la cabeza contra mi


hombro—. Lo hago. Te amo, Matt Hansen.

Y como cada vez que ella dice las palabras, estoy listo para
reventar.

Además, mi corazón tropieza y la felicidad me inunda, pero sí. A mi


pene le gusta la idea de que me ame, y cree que es el código para follar.

Tal vez lo sea.

Serie Hombres salvajes 1 472


Jo Raven Cavernícola

El aparcacoches trae mi camioneta justo a tiempo. Dejo a Octavia


en el suelo para abrirle la puerta y la meto dentro.

Luego me subo al volante y salimos de allí con un chillido de


neumáticos. De ninguna manera voy a llegar a casa con una erección
como esta. Así que me dirijo a un estacionamiento desierto detrás de un
centro comercial deteriorado que conozco, y detengo el coche en el
aparcamiento.

—¿Dónde estamos? —Mira hacia afuera, mordiéndose su labio


inferior, y la agarro y la arrastro sobre mí.

—Lo siento, cariño —le digo honestamente—. No puedo esperar


más. He estado duro desde que te vi hoy, y realmente necesito estar
dentro de ti.

Sus cejas se levantan. Mira a la derecha e izquierda, el color sube


a sus mejillas.

—Pero si alguien nos ve…

—Nadie nos verá aquí. Seremos rápidos. —Acaricio su cuello, paso


mi mano por su caja torácica hasta sus tetas. Oh, sí—. Di que sí.

—Sí —respira—, sí.

Gracias a Dios que todavía le gusta usar vestidos. Levanto su falda


mientras ella trata de abrirme los pantalones. Cuando encuentra mi polla
desnuda y esperando, gime y yo siseo, el placer de sus delgados dedos
sosteniendo mi casi insoportablemente dolorido eje.

—Chico travieso —susurra, y le sonrío—. ¿Vas de comando?

—Solo para ti, nena. Solo lo mejor para mi futura esposa.

Serie Hombres salvajes 1 473


Jo Raven Cavernícola

Se ríe de nuevo, un sonido sin aliento, y está lleno de felicidad. Me


hace querer envolverme en ella.

Pero primero…

Tiro de sus bragas de encaje a un lado, y jugueteo con su coño


empapado con mis dedos. Froto su clítoris, deslizo mi dedo medio dentro
de ella, acariciándola hasta que se mece en mi mano y gime en voz alta.

Mi polla se crispa en su agarre, queriendo entrar.

La trabajo un poco más, llevándola al borde, luego ralentizándola,


y luego otra vez hasta que jadea fuerte y gimotea, rogándome que la deje
correrse.

—Lo haré —prometo, mi voz ronca. Me siento ebrio, por su olor,


por la sensación de su calor apretando entre mis dedos. Los saco de su
vagina lentamente—. Pero no antes de que montes mi polla.

Se levanta y guía mi polla dentro de ella, un lento empuje en todo


el calor de terciopelo y la presión me tiene arqueándome hacia ella, mi
cabeza cayendo hacia atrás, mi cerebro cortocircuitado.

Mierda santa, ella se siente mejor cada maldita vez,


exprimiéndome, volándome la cabeza.

Y luego pone sus manos sobre mis hombros y me monta. Oh, sí,
esa es mi chica. Mi amor, mi esposa. Se levanta y cae, deslizándose sobre
mi pene, y uno de estos días quiero que no esté tomando la píldora, para
plantar un bebé dentro de ella.

Un bebé como mi chica. Ya sé que tengo hijos, y estoy loco por ellos,
pero… Oh, joder, sí. Agarro sus caderas, la levanto y bajo más rápido
sobre mi polla. Se estremece y puedo sentir su orgasmo comenzando, su
coño tensándose alrededor de mi erección, y es mi perdición.

Serie Hombres salvajes 1 474


Jo Raven Cavernícola

—Matt… —Se retuerce sobre mi pene y aprieto los dientes, incapaz


de contenerme más—. ¡Oh, Matt!

Gimo, mi polla convulsionando dentro de ella, mis bolas


apretándose, mi esperma precipitándose a través de mi pene como fuego,
y nos aferramos el uno al otro mientras nos corremos, boqueamos y
jadeamos juntos.

—Oh, Dios —susurra mientras comienza a relajarse,


desplomándose sobre mi pecho, y beso su frente, su pelo, mordiendo un
gemido cuando mi verga se crispa de nuevo, no terminando con ella—.
Guau.

Sonrío, porque sí, eso fue increíble.

—Bueno, ahí fue mi intento de convencerte de que tengo modales


y de que soy un hombre de mundo.

—No necesito un hombre de mundo —murmura somnolienta—. Te


quiero a ti, solo a ti.

Cierro los ojos, sus palabras resonando en mis oídos.

—Te amo —susurro—. Ahora y siempre.

Ella me salvo, me curó, me abrazó cuando mi mundo se estaba


desmoronando. Y ahora estamos a punto de empezar un nuevo capítulo,
juntos, una nueva historia.

Por los comienzos felices.

Serie Hombres salvajes 1 475


Jo Raven Cavernícola

Matthew Hansen es el tipo de hombre apuesto que ha


hecho que las mujeres crecieran susurrando detrás de
sus manos y riéndose como colegialas.
Oscuro, alto y misterioso, es un recién llegado a nuestra
pequeña ciudad. Es un mecánico áspero, cubierto de
grasa, y un padre soltero.
Dulce, ¿verdad?
Además, está buscando una niñera y yo estoy buscando
desesperadamente un trabajo.
Suena como el trato perfecto.
Solo que él es un imbécil. Un bruto incivilizado y
corpulento. Cero en modales. Cero en interés en
hacerme sentir bienvenida en su casa. Totalmente
grosero.
Pero, oh, tan sexy.
Y necesito el trabajo. Puedo hacer esto.
Una cosa es segura: no me puedo enamorar del cavernícola. No importa lo sexy
que sea. Lo misterioso. Lo torturado.
Esa es la única regla… y una que estoy a punto de romper.

Serie Hombres salvajes 1 476


Jo Raven Cavernícola

Serie Hombres salvajes 1 477


Jo Raven Cavernícola

Traductora: Mdf30y
Correctoras: Pily1 y KiraWings
Diseño: Lelu y Laavic
Lectura Final: Laavic

Serie Hombres salvajes 1 478


Jo Raven Cavernícola

Jo Raven es una de las autoras más vendidas del


New York Times y USA Today. Escribe romance
vanguardista, contemporáneo y New Adult, con
chicos malos y sexys y heroínas de voluntad
fuerte.

Escribe sobre luchadores de MME y artistas de


tatuajes, con pasados oscuros que sangran en el
presente, lealtad y cruda emoción. Si a eso se
agrega un asombroso suspense, escenas de sexo súper calientes y un
final feliz, se da con una historia de Jo Raven.

Serie Hombres salvajes 1 479

También podría gustarte