NEKO
NEKO
NEKO
El gato viajero
旅する猫
Tabi suru neko
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Para A. Olmos
Personajes
Neko. Gato negro. Collar rojo.
Mika. Niña de 9 años. Dibuja con acuarelas.
Fuko. Padre de Mika. Guardia de un faro marítimo.
Señor Takayama.
Mamá de Mika.
La señora juez. Para interpretar por una sola persona.
Gato amarillo melenudo.
Murciano.
Reportera de televisión.
Instrucciones
Estética japonesa en general y en particular estructura de Kodomo manga.
Es imprescindible que la obra no ocurra en el presente.
El público de esta obra serán primordialmente personas de infancia o primaria alta (9 años en
adelante).
Tiempo y lugar
En Sapporo, en el Faro de Satamisaki y durante el trayecto entre estos dos puntos. Siglo XX.
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一
NEKO. Esta obra de teatro podría ser la transcripción de una libretita. De este diario
o cuaderno de notas o lo que sea, que comienza diciendo: Querido Faro.
¿Cuál faro? ¿Qué es eso del faro? Bien, lo explico; ocurre que casi todo lo que contiene
este cuaderno se escribió hace muchos años, cuando yo era un cachorro, en el siglo
pasado y desde el Faro de Satamisaki, que es una hermosa linterna que brilla en una
isla. Un gran reflector marítimo.
Lo mejor de estas linternas gigantes es que además de evitar que los barcos choquen
o que se desvíen del puerto, es que desde arriba se tiene una vista genial de todo. Se
ve el mar, pero también las ciudades cercanas, los acantilados, la playa, gente que
sale a pescar, las aves que sobrevuelan. Todo, desde ahí se ve todo. Por eso los faros
marítimos son lo máximo.
Bosteza, se estira.
Pero no he venido a hablar de faros marítimos, eso sería aburrido, ¿no?, sino de Fuko,
el autor de este diario, quien es el personaje secundario de esta historia porque el
protagonista obviamente soy yo.
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Fuko viajó, como cada fin de mes, desde el sur de la isla hasta la ciudad de Sapporo,
para encontrarse con su hija Mika. Solamente la puede ver unas horas porque el faro
es muy demandante y sería un caos si permanece con el piloto automático mucho
tiempo. ¿Se imaginan si se va la luz y el faro se retrasa? ¿Se imaginan si el faro no
está encendido cuando anochece? ¿Y si el generador de luz sufre una avería?
Por cierto, la hija de Fuko se llama Mika.
Y ella vive con su mamá aquí en Sapporo. Sus padres están separados desde que ella
era muy pequeña, ni se acuerda de haberlos visto juntos.
Como cada mes, el señor Fuko se debía reunir con su hija Mika en la cafetería que
regenta el señor Takayama; excepto hoy. Porque Mika nunca llegó.
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二
SEÑOR TAKAYAMA. Señor Fuko, por última vez, no le estoy ocultando nada, ni su
hija, ni la mamá de su hija han venido hoy. Dejé libre la mesa de siempre...
FUKO. La jueza fue muy clara y dijo que nos teníamos que reunir el último domingo
de cada mes… No entiendo qué pudo ocurrir. Hice un largo viaje…
FUKO. ¿Hola? ¿Mika? Soy tu papá… ¿Por qué no has venido hoy? ¡Estoy esperando
desde hace más de una hora en la cafetería del señor Takayama!
MIKA. …
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FUKO. ¿Por qué?
MIKA. ¡No!
FUKO. A ver… Soy tu papá, Mika… Hice un largo viaje, como cada mes. Y casi se
ha consumido el tiempo de hoy. No es justo…
FUKO. Señor Takayama, creo que se cortó la llamada, debe haber un problema en
la red telefónica. ¿Podría volver a llamar?
MAMÁ DE MIKA. ¿No escuchaste a Mika? Mi hija no quiere verte, es muy cansado
para ella, tiene mucha tarea de la escuela y tus historias no le interesan…
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MAMÁ DE MIKA. Bueno, la juez dijo que tenemos que respetar las decisiones de la
niña. Y ella decidió que ya no te quiere.
FUKO. Pero…
MAMÁ DE MIKA. Por favor no vuelvas a llamar ni a buscarla, ni nada. Nunca, nunca
más.
Como si estuviera congelado, Fuko se queda con el auricular del teléfono del señor
Takayama en la mano. Sus manos se niegan a aceptar lo que escucharon sus oídos.
Acá, en la casa de Mika, ella se sienta a ver la televisión como si no hubiera pasado
nada, como evitando pensar en lo que acaba de suceder. Yo me acuesto en sus piernas
y ronroneo. Mika está como ausente.
FUKO. Creo que no. La mamá de mi hija me pidió que no las vuelva a llamar ni a buscar.
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señor Takayama le dejó cerca el té y una servilleta de papel para que pudiera secarse
las lágrimas.
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三
Neko lee.
Según cuenta el diario de Fuko, esa noche se hospedó en un hotel que el señor
Takayama le recomendó y no pudo dormir pensando en lo ocurrido.
Qué golpe de timón, qué cabo suelto, qué alta mar…
¿Por qué? ¿Por qué su hija ya no quería verlo?
Fuko debía regresar al faro muy temprano, pero decidió ir personalmente a buscar a
la juez que había tramitado los encuentros con su hija. La interceptó antes de que
llegara a su oficina. La jueza iba cargada con papeles, un maletín y también algo para
desayunar; apenas y podía con todo.
LA JUEZ. Antes que nada, necesito que me detenga esta taza de té, por favor.
FUKO. Claro.
FUKO. Neko, el padre de Mika. Usted tramitó mi divorcio y la convivencia con mi hija.
LA JUEZ. Uy, se requiere una cita gubernativa para hablar conmigo… A ver, ayúdeme
con el maletín y tire a la basura el envoltorio del pastelillo. ¡Y cuénteme, rápido!
FUKO. Resulta que ayer tenía que encontrarme con mi hija aquí en Sapporo, como
cada último domingo de mes, pero no llegó.
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FUKO. No; llamé por teléfono a casa de su madre y Mika, mi hija, me dijo que yo la
hacía sufrir y que no quería volver a verme.
FUKO. ¡No, claro que no la hago sufrir! Solamente quiero ser su papá, pero me lo
impiden. Le traía regalos e historias.
LA JUEZ. Ya. Pero su hija no quiere estar con usted, ¿cierto? Probablemente
apenas y lo conoce. Usted decidió separarse hace mucho tiempo de ellas…
LA JUEZ. Pues tenemos que respetar la decisión de las niñas y de los niños, ¿no?
FUKO. ¡No!
LA JUEZ. Eso lo dice usted porque es a quien no quiere ver más, ¿cierto? ¿Y si fuera
al revés, opinaría lo mismo?
FUKO. Pienso que mi hija está influenciada. Ninguna niña debería estar
condicionada por lo que dicen los adultos…
LA JUEZ. ¡La suposición que usted hace es muy delicada!, señor Fuko. ¿Está
acusando a su ex esposa sin pruebas?
LA JUEZ. Entonces sin pruebas, frente a la ley, no tiene nada y entonces no tiene
sustento. Por favor, ábrame la puerta…
LA JUEZ. Primero, regréseme el expediente. Y después haga lo que han hecho los
padres desde siempre, de toda la vida: resignarse.
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FUKO. ¿Resignarme?
LA JUEZ. Mire, no todos los padres o madres son queridos por sus hijos. No es nada
del otro mundo. Quizá en un futuro la gente pueda verse y conversar a través de
pantallas y no sea necesario que se desplacen, pero de momento si ella no lo quiere
ver, no hay nada más que hacer. Nada. No viaje más y deme la taza de té.
FUKO. ¿Nunca podré llevar a Mika al faro, no podremos estar juntos en vacaciones?
Yo solamente quiero ser su papá…
LA JUEZ. Bien… Pero yo no puedo obligar a su hija a que lo ame. ¿Lo entiende?
FUKO. Pero…
FUKO. …
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四
MIKA. Sí.
NEKO. Cuando yo estoy triste me anima jugar con una bola de estambre por toda la
casa o clavar mis uñas en la alfombra, ¿quieres clavar tus uñas en algo? ¿En un
sillón?
MIKA. No.
NEKO. Es verdad…
NEKO. ¿No darme una bola de estambre para jugar? Sí. Muy mal.
MIKA. No.
NEKO. Entonces no te sientas mal. Uno tiene que hacer lo quiere hacer, ni más ni
menos.
MIKA. Pero mi papá se puso triste, escuché que en su voz había tristeza.
NEKO. Ya se le pasará.
NEKO. Pues mala suerte para él, que mejor tenga otra hija...
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NEKO. Entonces dile a tu mamá que si lo quieres ver. Y asunto arreglado. El
próximo mes se encuentran y basta de dramas…
MIKA. Pero ella no quiere que lo vea. Está muy enojada. Tú sabes cómo es cuando
se enoja.
NEKO. Porque son humanos y los humanos adultos lo complican todo. Hacen que la
vida sea difícil, creo que es porque se aburren.
MIKA. ¿Tú crees que debería querer a mi papá, aunque mi mamá lo haya dejado de
querer?
MIKA. ¿Seguro?
NEKO. Nah; era broma. Yo creo que sí. En realidad, yo creo que eso lo tienes que
descubrir y decidir tú misma. Ni lo que diga yo, ni lo que diga tu mamá es importante.
Tú debes saber qué sientes, para eso tienes un cerebro.
NEKO. Ah, claro. Se me olvida que eres humana y también lo complicas todo.
MIKA. ¡Duele!
MIKA. Ay… Ya voy por tu bola de estambre. Tienes unas formas muy extrañas y
violentas de pedir las cosas Neko…
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NEKO. Lo tomo como un cumplido.
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五
Lluvia.
NEKO. Como si estuvieras triste… Y más con esta lluvia. No, no, no... Aléjate de la
ventana y házme caso.
NEKO. No; cuando llueve no hay que mirar por la ventana en posición melancólica
porque entonces sí nos ponemos tristes. Además, las niñas no deberían estar tristes.
Eso es de humanos mayores.
MIKA. Adultos.
NEKO. ¿Es por lo de tu papá? ¿Sigues con eso? Ya pasaron muchos días.
MIKA. Sí. Es eso. Ayer llegó el cartero con una carta, era la letra de mi papá.
MIKA. Pero esto que siento es algo raro que no me deja dormir…
MIKA. ¿Culpa?
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NEKO. Yo no tengo la culpa de nada. ¿Yo qué?
MIKA. Tú nada. Solamente que un humano adulto te obligó a hacer algo con lo que
no estás feliz y eso te genera culpa, que es como una comezón interna, en la
conciencia.
MIKA. Ay Neko… ¿Y cómo me voy a disculpar con mi papá si le dije que no quiero
verlo?
MIKA. Pues sí… Oye, una vez mi papá me dio una postal de su faro.
MIKA. No, el faro no es suyo. Él lo cuida y enciende para que los barcos puedan llegar
al puerto y los aviones sepan que están saliendo a alta mar y los mosquitos tengan un
lugar a dónde ir a encontrarse y conocerse… O eso dice mi papá.
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NEKO. Es verdad.
NEKO. ¿Yo?
NEKO. Momento… Salgo por las noches desde tu ventana porque soy el supervisor
oficial de tejados, pórticos y chimeneas de este barrio.
MIKA. Ajá.
NEKO. No voy a ir hasta allá, no saldría de Sapporo nunca. Los viajes y el turismo
están sobrevalorados…
NEKO. No.
NEKO. Ya sé. Bueno… Entonces ¡Quiero tener una mascota! Mi propia mascota…
NEKO. Sí; supongamos que voy al faro de Satamisaki, pero me debes comprar un
pez.
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MIKA. ¿Un pez?
NEKO. Sí, en una gran pecera de cristal. Siempre he querido tener uno. ¿Sí, sí, sí?
NEKO. ¡Yes! Entonces tendré mi pez, tendré mi pez, tendré mi propio pez…
NEKO. Pues ya lo sabes. Estoy listo para ser un gatito responsable dueño de un
pececillo.
NEKO. No me quiero comer al pez, eso es cruel. Quiero jugar con él y contarle mis
problemas… Verlo crecer, ponerle un nombre bonito y sentirme madre o padre de él.
NEKO. Oye, y si voy al faro, qué le digo a tu papá. Él no sabe que tú eres mi súbdita.
Quizá no me haga caso…
MIKA. Que soy tu dueña, querrás decir… Es verdad. ¿Y si te comunicas con señas?
Le toca el collar.
NEKO. Eres lista; oye que la carta no sea muy pesada, por favor… Y, ¿el faro no está
muy lejos verdad?
NEKO. ¿Segura?
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MIKA. Segurísima.
NEKO. Bueno… Voy a tener que dormir el doble de horas en el día para aguantar el
viaje hasta el faro. Y al volver quiero agua limpia, fresca, arena recién sacada de la
bolsa, alimento húmedo y mi cama puesta.
NEKO. Tenemos.
MIKA. Voy a comenzar a escribir y dibujar. A veces solo nos queda soñar, ¿no?
NEKO. A veces sí… Oye, no tan rápido, primero aquí… Ráscame… Y también aquí…
Y debajo de aquí… Esoooo.
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六
Antes de irse a la cama, Mika me pone un trozo de papel doblado y vuelto a doblar
entre el collar y mi cuello, siento un poco de picor y ella lo acomoda en mi lomo con
pegamento. “Que no se te vaya a caer, Neko”. Y me da un besito.
Y ahí voy, un bienamado gatito de casa que ahora tiene que recorrer algunos
kilómetros para entregar una carta.
Cruzo veloz los primeros techos de las casas y edificios de mi barrio hasta que me
encuentro a un enorme gato amarillo con espesa melena, encima de un auto.
Intercambiamos maullidos lentos, roncos. Entonces me mira fijamente y me pregunta:
NEKO. No miento. Aquí la tengo, mira… Es de una niña, se llama Mika, soy su dueño.
Es para su papá que vive en el sur.
NEKO. ¿Sí verdad? Qué cosas… Pero bueno… Así es la vida… ¿Puedo pasar?
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vikingos. No ladró, no hizo ningún sonido excepto el de su enorme cuerpo grasoso
volando en dirección a mis bigotes. Escuché cómo cascadas de saliva caían al suelo
desde su mandíbula de perroballena. “Yo soy Cavernícola”, gritó cuando ya me
escabullía a toda velocidad y para el lado contrario por encima de los autos
estacionados mientras otros gatos, que estaban detrás del amarillo melenudo, me
perseguían e insultaban:
“Gato consentido. Pelos de shampoo. Bigotes de oro”.
Corrí, corrí y volví a correr hasta que los dejé de escuchar y me subí a un árbol cuyas
ramas estaban recargadas en la pared de un templo. Mi corazón estaba a mil
pulsaciones, mi cola y bigotes también. Pero resultó que al tratar de caminar por la
cornisa de ese tranquilo templo un grupo de palomas que estaban ahí durmiendo, con
la cabeza metida entre sus gordos y asquerosos cuerpos, comenzaron a picotearme.
¡Era una pesadilla!
“Bájate, bájate, intruso, bájate. Intruso. Bájate”.
Solamente pensé en que me quedaría una vida menos, pero cerré los ojos y salté
hasta la calle donde casi me atropella un auto raudo que venía con la música muy
alta. Alcancé a cruzar mientras la lluvia arreciaba y su sonido ya hacía imperceptible
lo demás. Entonces vi a un grupo de gatos callejeros esperando a que una señora
quitara su yatai, un puesto de comida callejera, para que les repartiera las migajas
debajo de unos plásticos empañados por el vapor.
Antes de que me atacaran o me insultaran esos gatos que estaban esperando un
simple bocado, grité: ¡Vengo en son de paz, soy un michi mensajero, llevo una carta
al faro de Satamisaki!
Los michis solamente me vieron pasar y volvieron a dirigir sus bigotes en dirección de
la señora cocinera, que era quien realmente les importaba.
Había corrido muchísimo, mis piernas pedían tregua. Estaba exhausto y me acerqué
hasta una fuente apagada de un parque para tomar un poco del agua de lluvia, que
afortunadamente había parado. Se me erizó de inmediato el pelo del lomo cuando en
lo alto de la fuente un murciélago de Ogasawara abrió sus alas, antifaz grisáceo, ojos
color miel, largos y escondidos colmillos amarillentos y con voz ronca me dijo:
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MURCIANO. Buenas nochesísimas… No te asustes… Soy Murciano. Inofensivo a
menos que seas un insecto o una fruta, porque no muerdo a mamíferos.
Seguí bebiendo agua, pero con la mirada puesta en él y listo para salir corriendo otra
vez si era necesario.
MURCIANO. ¿Al Faro de Satamisaki? ¿Es broma no? ¡Porque está lejísimos, ísimos,
ísimos!
NEKO. ¿Seguro?
MURCIANO. Collar lujosísimo, cabello brillosísimo, ninguna cicatriz. Se nota que vives
en un lugar buenísimo.
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NEKO. ¿Y por qué hablas así?
MURCIANO. Ah, es porque soy adicto a los superlativos. ¿Y tú? ¿A qué eres adicto?
¿Qué te gusta más que nada el mundo? Cuéntame…
NEKO. Puff… Larga historia. ¿Me va a decir cómo llegar al faro o no?
NEKO. ¿Pero?
Neko se apresura.
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MURCIANO. Ey… Se nota que no sabes nada de nada gato mimadísimo, la estación
de tren está justo del otro lado.
Y más o menos así fue como llegué hasta la estación de tren, aconsejado por ese
horrible pero amable murciélago, que me fue guiando por las calles rectangulares de
la ciudad, porque la verdad yo no tenía ni idea. Subir y bajar en el tren, luego abordar
un autobús, metro y otra vez autobús hasta ver el faro de Satamisaki.
Había viajado durante toda la madrugada y la mañana y el medio día y la tarde entera.
Comí insectos que jamás imaginé probar, algunos humanos generosos me
compartieron un trozo de su comida, aunque fuera su insípido arroz. También me tuve
que comer a un ratón blanco que andaba perdido en la estación de trenes, nunca creí
que sería capaz de algo tan sangriento, pero cuando uno tiene hambre hace cosas
impensables.
Dormía cuando podía y me despertaba para saber sino me había pasado de la
siguiente escala. Y a veces me despertaba el ronquido humano.
Llegué de noche o casi, justo cuando el sol se apagaba y se encendía la luz del faro.
Rápidamente, al bajar del autobús de la ruta 16 de Kagoshima fui corriendo hasta ese
lugar que llevaba más de un día esperando ver. Tenía las piernas entumecidas de
tanto hacerme ovillo para dormir, de esconderme entre maletas y bolsas. Un barco
estaba cruzando para llegar a su puerto y aproveché para subir y que me dejara a sólo
unos pasos del faro.
Trepé por las escaleras externas del faro y salté hasta la ventana de Fuko. Desde ahí
lo vi prepararse la cena en solitario y cómo encendió la radio para escuchar el futbol.
Yo estaba nervioso, cansado y sediento y con algo de frío. ¿Y si el papá de Mika tiene
otro gato? ¿Y si tiene un perro? ¿Y si es alérgico a mí? ¿Y si este viaje larguísimo fue
en balde?
Estaba inmerso en estas preguntas existenciales, cuando Fuko me vio y corrió hasta
la ventana.
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FUKO. ¡Un minino!
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七
NEKO. Creo que nací gato, pero desde muy pequeño me esterilizaron, así que prefiero
no identificarme con género alguno. Simplemente soy.
NEKO. Claro, todos los gatos podemos, pero muy, muy pocos queremos.
Y así Fuko sacó comida y agua y puso una manta caliente encima de su cama para
que me acostara. Me acarició y dijo que era el gato más bello que había visto.
Bueno, no lo dijo, pero en su mirada era como si lo estuviera gritando.
¡Wow!
¡Lo sabía! Soy muy, muy feliz en este momento, querido faro.
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Mientras afuera el viento y el oleaje soplaban, había un hermoso y terso gato
durmiendo apaciblemente en mi cama. Un gato llamado Neko que viajó desde
Sapporo.
No me quedé dormido, fue más parecido a entrar en coma. Estaba muuuuy cansado.
Los viajes ilustran, pero también fatigan.
Le relaté al papá de Mika, ya por la mañana, que había viajado en una noche con lluvia
y también que me atacó un perroballena, que me insultaron unos gatos callejeros, que
hablé con un murciélago y finalmente que subí al tren, bajé y luego entré al metro y
después a un autobús y finalmente a un colectivo de la ruta a Kagoshima hasta llegar
aquí.
Y todo por esta carta.
FUKO. Sí, varias veces. Muchas gracias por traerla. Realmente eres un buen gato…
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FUKO. Sí, sí que lo eres.
FUKO. He llorado mucho en las últimas semanas… No sé muy bien qué hacer. Pero
ahora entiendo algunas cosas...
NEKO. ¿Y por qué una mamá o un papá humano estaría en contra de otra mamá o
papá humano? No entiendo.
FUKO. Interferencia.
NEKO. ¿Cómo?
NEKO. No tendría.
FUKO. Creo que le escribiré un mensaje a mi hija. Confío en que lo puedas llevar de
regreso a Sapporo.
FUKO. ¿En dónde más? ¿Tú sabes que le escribo un diario a ella, verdad?
NEKO. ¿A Mika?
FUKO. Sí, mira, en este cuaderno voy registrando todo lo que ocurre aquí. Es un lugar
muy solitario así que me viene bien escribir. Algún día, cuando ella sea mayor se lo
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daré y sabrá todo, cosa por cosa, día a día. Tendrá mi perspectiva y podrá comparar
con la de su mamá.
Sabrá cómo la veía cuando era bebé, la separación, mi vida aquí y por su puesto tu
visita, que es lo más emocionante que ha ocurrido en mucho tiempo.
FUKO. Espero que lo sea, es un tesoro. Oye, cuando regreses a Sapporo no le digas
a Mika que tiene un diario esperando a ser leído, eh. Será sorpresa.
FUKO. Ojalá que sí. No hay nada peor que el rencor, amarga a las personas…
NEKO. Oye… Por cierto, estoy muy cansado para regresar a Sapporo hoy.
FUKO. Además, con este clima es mejor que esperes. Los inviernos aquí son
durísimos. Quizá debas estar unos días.
FUKO. Imagino que en unos años existirá un aparato o algo como una máquina con
la cual uno podría saber siempre dónde está tu gato o tu perro o tu humano, ¿no?
FUKO. Tranquilo, mañana le haré una llamada al señor Takayama para que le avise
a Mika que te encuentras bien. Él la ve pasar todos los días cuando va a la escuela.
Y así sabrá también que estamos juntos.
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NEKO. Mucha, muchísima. Sino es molestia, ¿podrías darme por favor una buena
ración de galletas y masaje aquí y aquí? Y rascarme la barriga también. Y después
masaje en mis almohadillas… ¿Por favor?
FUKO. ¿Así?
Ronronea.
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八
Tormenta.
FUKO. ¡No debes salir del faro en este momento, ni asomarte por la ventana!
FUKO. Mucho. Las embarcaciones están teniendo problemas para llegar al puerto, es
probable que se esté formando un tifón.
Fuko pasó toda la tarde hablando por una especie de teléfono de ondas. Registrando
las llegadas de los barcos, monitoreando las rachas de viento, la temperatura y otras
cosas que no entendí. Ya en la madrugada parecía que todo se había calmado. Vi que
él se iba a dormir después de bastantes horas observando al mar. Y de golpe, sonó la
alerta sísmica. Un sonido intenso, pegajoso, inesperado.
FUKO. Hay terremoto, repito, tenemos terremoto. ¡Hay que bajar de inmediato!
Sin luz ¡Un faro sin luz! Todo pasó de calma a confusión en segundos. Miedo. Y la
sensación de que la estructura se movía mientras el ruido de la tormenta, las olas y
los pájaros desconcertados afuera hacían que mi corazón, otra vez, se acelerara al
máximo. Mientras bajábamos por las largas escaleras se escuchó un golpe. Un terrible
estruendo.
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九
NEKO. Resultó que, con el faro apagado, un enorme barco pesquero chocó con
nosotros. Bueno, con la base del faro, que es un islote de piedras. Al no haber luz y
con el oleaje provocado por el terremoto se desvió de su ruta. Apenas unos pocos
metros que fueron suficientes para impactarnos.
“¡Neko, sálvate! ¡Busca tierra firme!”, me gritó Fuko, que a pesar de todo regresó a su
puesto de mando para avisar del colapso del barco a través del radio de ondas.
Sentí el golpe en el faro como si yo mismo no fuera un gato sino una linterna enorme
que se tambalea. Primero se escuchó un crujido, durante un rato parecía que todo
estaba bien, pero después se fue inclinando lentamente, primero para un lado,
después para otro como decidiendo en dónde caer. Un crujido y desmoronamiento
posterior de cables, muebles, las cosas de la casa de Fuko más el agua de lluvia
entrando por la ventana y bajando por las escaleras de metal. Todo era difuso.
Inesperado. Húmedo.
En pocos minutos, acaso en simplemente segundos este pequeño punto, esta
pequeña luz de la costa se borraba del mapa.
No sabía qué hacer. Ni para dónde ir. Ni cómo pedir ayuda. Yo solamente pensaba
que era un gato de casa en el momento incorrecto en el momento impreciso.
Y mientras el faro se rompía y se hundía lentamente en la costa, yo lo veía todo desde
tierra firme, tal y como me había indicado Fuko minutos antes del colapso definitivo.
Salté por la ventana hacia el lado contrario del faro en caída. Es una gran ventaja
poder ver en la oscuridad. Nunca había apreciado ese súper poder que tenemos los
felinos.
Salvé la vida de milagro.
Ya me pueden restar otra de las siete vidas que tenía.
32
十
A cuadro, de día.
Las personas de esta prefectura se acercan para traerle comida y agua e incluso le
han dejado un paraguas y ropa para que se resguarde, porque el gato se niega a
alejarse del cuaderno. Hasta el momento no se ha encontrado al dueño del felino, pero
varias personas han solicitado ya su adopción.
MIKA. Mamá, mamá… ¡Es Neko! Sí, es Neko. Está en televisión… ¡Mira!
MIKA. Mi mamá se acercó y descubrió sorprendida que el gato negro que creíamos
perdido estaba sentado en una ladera cercana al Faro de Satamisaki, encima de un
gran cuaderno, como esperando a que yo llegara.
Había pasado más de una semana desde el accidente del faro. Entonces le confesé a
mi mamá que yo envié a Neko con una carta para mi padre, que era mi culpa que él
estuviera ahí. Me abrazó un largo rato y esa misma noche fuimos hasta Satamisaki,
usando la misma ruta que ese gatito viajero: tren, autobús y metro y otra vez autobús
hasta que lo rescatamos junto con el diario que mi padre escribía. Y claro, Neko tuvo
su propio pez.
NEKO. Fui un padre/madre muy responsable. Aunque los peces viven poco, la
verdad.
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十一
La gente está un día, te saluda, te habla y abraza y otro día, no muy lejano, ya se ha
ido.
Siendo niña tuve poca relación con él, pero me quedó el diario ilustrado que escribía
y dibujaba para mí. Siento que aún es una forma extraña pero hermosa de conocerlo,
de saber quién fue, qué pensaba y cómo nos distanciaron.
Ahora que soy mayor entiendo que los niños y las niñas no deberíamos estar en una
disputa, en medio de una pelea por el cariño o la convivencia con un adulto. Hacer
eso es cruel, es violento. Y no dejo de pensar en todos los papás y mamás, abuelos y
abuelas alejados injustamente de sus hijos y nietos, pero sobre todo en esas personas
pequeñas que no pueden recibir el cariño que se merecen, como me ocurrió a mí con
mi padre. Es algo que lamentablemente ya no se puede remediar.
Kurai.
Obra escrita gracias al Sistema Nacional de Creadores de Arte 2020-2023 del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC)
Obra registrada ante la SGAE, para solicitar la cesión gratuita de derechos de autor durante al año 2022 se debe escribir a info@enriqueolmos.com
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