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H. Bolivia 24 Resumen H. Klein

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HISTORIA DE BOLIVIA

Herbert, S. Klein

En la historia de América Latina, el caso boliviano merece atención


especial. En efecto, la minería jugó un papel central en el desarrollo
político de Bolivia, al punto que se ha podido afirmar que, desde su
constitución como nación independiente, su historia puede pensarse
como un país organizado alrededor de los enclaves mineros, asociados
con grandes explotaciones como las minas de plata ubica- das en la
región de Potosí en la época colonial y las minas de estaño en
localidades como Huanuni, Huanchaca, Oruro, entre otras, en el siglo XX.

Este libro de Herbert Klein realiza una narrativa documentada de este


proceso a través de 10 capítulos que cubren temas como la geografía y la
civilización precolombina, la creación de una sociedad colonial, la
sociedad colonial tardía y su crisis y crecimiento, la crisis del Estado
entre 1841 y 1880, las eras de la plata y el estaño entre 1880 y 1932, la
desintegración del orden establecido entre 1932 y 1952, de la revolución
nacional a la guerra fría entre 1952 y 1982, la creación de una
democracia multiétnica entre 1982 y 2002, y finalmente, el surgimiento
de una élite mestiza e indígena.

El texto muestra claramente que la economía boliviana dependió y


depende de la minería y de las articulaciones que esta actividad tuvo y
tiene con la economía internacional, incluso desde el periodo colonial.
Como correlato de esa centralidad de la minería en la economía, se
estructuró una sociedad y un sistema político que dependieron de la
dinámica minera. Además, las fluctuaciones de los precios de los
minerales en el mercado internacional impactaron la dinámica de la
economía boliviana, así como las posibilidades de consumo de su
población, lo cual tuvo consecuencias en el ejercicio del poder político y
en la conformación de diversos grupos sociales.

En la trayectoria histórica de Bolivia, Klein destaca las consecuencias de


la derrota de Bolivia en la Guerra del Pacífico (1879), la derrota en la
Guerra del Chaco (1932), la revolución de 1952, la crisis del sistema
político entre 1964 y 1971 que abrió paso a gobiernos militares, la
transición a gobiernos electos que buscaron construir una “nueva
democracia” estrechamente ligada con la aplicación de las políticas
económicas neoliberales, la crisis de ese modelo económico y el
surgimiento de movilizaciones sociales de gran alcance durante los años
1990-2003, que dieron lugar a la formación de actores sociales y políticos
que culminaron con la elección de Evo Morales como presidente de la
república en 2005 y su toma de posesión en enero de 2006, y finalmente
los gobiernos de Morales entre 2006 y 2019. Veamos algunas
características de esos momentos.

Klein explica la coyuntura que llevó a la derrota de Bolivia en la Guerra


del Pacífico (1879-1884) en términos de la debilidad del Estado boliviano,
muy dependiente de préstamos y de inversiones de las empresas, tanto
nacionales como extranjeras, que explotaban las riquezas mineras
(plata, salitre, cobre) tanto del Altiplano como en el desierto de
Atacama. Desde 1880 en adelante, después de la conclusión del conflicto
bélico con Chile y de la pérdida de la provincia de Antofagasta, el
desarrollo intensivo de la minería de la plata y del estaño se concentró
cerca de la ciudad de Oruro. Destaca la presencia del capital chileno,
aliado del capital inglés en explotación de los yacimientos de salitre,
que, antes de la Guerra del Pacífico, se habían beneficiado de las
decisiones del gobierno boliviano, muy liberal en la entrega de
concesiones para su explotación. No sorprende que, después de la
derrota militar de 1879 y la ocupación por parte de Chile de la provincia
de Antofagasta, las decisiones económicas pasaron a ser administradas
por empresas chilenas, inglesas, españolas y de otros países que
controlaron no sólo el transporte de los minerales explotados en el
Altiplano a los puertos, sino también la producción salitrera que se
expandió significativamente después de la conclusión de la guerra.

En 1932, Bolivia debió enfrentar las consecuencias de la Guerra del


Chaco contra Paraguay, por el control de los yacimientos petrolíferos
administrados por la Standard Oil Corporation. Esa guerra implicó
pérdidas territoriales y constituyó un segundo parteaguas de la historia
de Bolivia, porque dio lugar a la conformación, dentro del ejército
boliviano, de un grupo de oficiales progresistas encabezados por el
coronel Germán Bush, los cuales tomaron el poder en 1935 para castigar
a las élites que habían conducido al desastre de la guerra. En 1936, Bush
tomó la decisión de nacionalizar los yacimientos petrolíferos, antes de
que Lázaro Cárdenas tomara la misma decisión en México el 18 marzo de
1938. Después de múltiples enfrentamientos entre militares, Bush fue
electo como presidente constitucional de la república en 1938.
Simultáneamente surgió el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR),
que encabezó una transformación del sistema político boliviano al
generar oportunidades de participación política a nuevos segmentos de
las clases medias y al aliarse con las organizaciones sindicales de los
mineros del estaño, encabezadas por Juan Lechín. En ese momento, el
MNR sentó las bases del proceso que culminaría en abril de 1952, con el
estallido de la revolución.

En el periodo 1932-1952, Klein constata la desintegración del orden


establecido. En este capítulo se describen con todo detalle las
transformaciones que conformaron el escenario de la revolución de
1952. El autor cita el momento de las elecciones presidenciales de 1940
como la expresión de la presencia de la izquierda marxista en el sistema
político, que pasó a controlar el Congreso. Las organizaciones de
izquierda intervinieron en la preparación del proceso que iba a culminar
en la revolución de 1952. La Tesis de Pulacayo (1946), un manifiesto
inspirado en el trotskismo, presentó las demandas históricas del
proletariado minero. En esos años se incrementó la participación del
ejército en la política, sobre todo en la represión de las huelgas que
tuvieron lugar en las minas de estaño. En efecto, fue en ese periodo, y a
partir de esa coalición entre el MNR y entidades como el Partido de
Izquierda Revolucionaria (PIR) y el Partido Obrero Revolucionario (POR)
que se preparó la revolución boliviana de 1952.

Estos deslindes sufrieron cambios cuando los mineros llegaron a ocupar


posiciones de poder, lo que llevó a la creación de la Central Obrera
Boliviana (COB), que estableció relaciones con el Estado revolucionario
que implicaron comprometerse con la realización de metas como la
nacionalización de las minas y de los ferrocarriles, la municipalización de
los servicios públicos, el castigo a los especuladores, la defensa de la
economía familiar y el mejoramiento de las condiciones de vida de los
trabajadores. Se deslindó de los comunistas que le había aconsejado
mantener la independencia sindical. Se constituyó lo que René Zavaleta
denominó el “poder dual”, en el cual los mineros compartieron el poder
con los grupos medios pertenecientes al MNR.

Sin embargo, durante los gobiernos de Víctor Paz Estenssoro y Hernán


Siles Suazo (1952-1962), la COB perdió posiciones. Su poder de
intervención en las decisiones políticas, cada vez más derechistas y
proestadounidenses, alejó a la central sindical del gobierno, lo que dejó
a los ministros obreros sin su apoyo. La gestión del “poder dual”
enfrentó a los presidentes del MNR con los partidos obreros como el
POR y el PIR. Así, el nacionalismo revolucionario se enfrentó al
trotskismo por el control del proceso revolucionario. Esta tensión se
exacerbó cuando el presidente Hernán Siles Suazo implantó el Plan de
Estabilización de 1961. El distanciamiento se tradujo en ruptura abierta
cuando el gobierno reprimió al sindicalismo minero, que había
radicalizado sus acciones al punto de agredir al presidente de la
Corporación Minera de Bolivia (Comibol), que había instrumentado la
aplicación de la ley de nacionalización de la minería de junio de 1952.
Asimismo, los ministros de defensa y trabajo aplicaron medidas
represivas para enfrentar los crecientes conflictos laborales en las minas.
La COB tuvo que luchar por su supervivencia frente al gobierno, que se
había propuesto anular el poder sindical y reforzar la autoridad del
Estado, que enfrentaba cuestionamientos a su estrategia económica que
lo llevaron a implantar el Plan Triangular. Estas tensiones expresaron el
deterioro del proceso revolucionario que llevó al golpe del general René
Barrientos, quien restauró el régimen oligárquico bajo el paraguas
militar y dio lugar a la entrada de la Guerra Fría en el escenario
boliviano.
A partir de 1982, Bolivia atravesó tensiones que culminaron en el cierre
de las minas de estaño en 1985, con la aplicación del Decreto 21060. En
efecto, durante los gobiernos de Víctor Paz Estenssoro (1985-1988),
Jaime Paz Zamora (1989-1992), Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1996-
2001- 2003), Hugo Bánzer y Jorge Quiroga (1997-2000), Bolivia
experimentó las políticas de ajuste recomendadas por el Fondo
Monetario Internacional (FMI). Al mismo tiempo, tuvo lugar una
transición democrática que interrumpió la larga serie de intervenciones
militares que habían caracterizado la historia del país hasta 1982.

Esos cambios se reflejan en las implicaciones que tuvo el traslado


forzoso de los ex mineros del estaño a diversos lugares de Bolivia entre
1985 y 2005. Dicho traslado fue la consecuencia de la implantación de
políticas de ajuste cuyo núcleo residió en el Decreto 21060 y en el cierre
de la minería estatal del estaño. Los ex mineros recrearon y readaptaron
sus viejas tradiciones, las formas de comportamiento social, las
representaciones ideológico-culturales y las luchas sociales, sindicales y
políticas en sus nuevos lugares de residencia. En efecto, durante la
presidencia de Paz Estenssoro y, en particular, entre febrero y octubre
de 2003, las acciones colectivas desarrolladas por unos 24 078 mineros
despedidos y “relocalizados” en el norte del Departamento de La Paz, en
los arrabales de la ciudad de Sucre y en otras localidades como Tupiza,
Tarija, Cochabamba y Santa Cruz, impactaron las localidades donde se
asentaron no sólo en términos demográficos, sino también en las esferas
social, política y cultural.

Además, el desarrollo de una “transición democrática”, producto de


diversas alianzas entre partidos como el MNR y el MIR, no siempre
derivaron en aumentar los márgenes de gobernabilidad del país.
Asimismo, la irrupción en el sistema político de los indígenas y de sus
líderes amplió el margen de maniobra política de las comunidades
quechua y aymara a través de líderes como Felipe Quispe, Evo Morales y
Feliciano Mamani. En el origen de las manifestaciones de las
organizaciones campesinas y urbanas estuvo el enfrentamiento que
resultó de las decisiones de exportar gas a través de territorio chileno y
de instalar medidores de consumo de agua en la ciudad de El Alto,
adyacente a la ciudad de La Paz.

Así, desde fines del año 2002, el presidente Sánchez de Lozada generó
una profunda y sangrienta crisis política que culminó en los meses de
agosto, septiembre y octubre de 2003, antesala del derrocamiento del
presidente el 17 de octubre de ese año. La crisis se profundizó a partir de
los acontecimientos de marzo de 2005, que incluyeron la renuncia del
presidente Carlos Mesa, el rechazo por el Congreso de la misma, la
aprobación mayoritaria por la Cámara de Diputados de la Ley de
Hidrocarburos que incluyó una regalía de 18% e impuestos equivalentes
al 32% de los ingresos a las empresas multinacionales por concepto de
exportaciones de petróleo y gas.

Lo ocurrido en los meses de febrero-marzo, agosto-octubre de 2003 y


febrero-mayo de 2005 refleja lo que Magdalena Cajías denomina “el
momento de revelación de las acumulaciones previas”, dando fe del
regreso de los sectores populares al ejercicio de la política. Los
acontecimientos de 2003-2005 muestran que la generación de esas
acciones colectivas se puede explicar a partir de la construcción de un
imaginario nacionalista por parte de la Coordinadora de Defensa del Gas,
que permitió aglutinar lo que, en febrero de 2003, se había centrado en
enfrentamientos entre militares y policías y en protestas derivadas del
aumento de los impuestos que había decidido el gobierno de Sánchez de
Lozada. Y es así como puede explicarse el triunfo de Evo Morales en las
elecciones presidenciales de 2005.

Finalmente, el libro de Klein resalta los elementos del cambio


sociopolítico que vive Bolivia desde enero de 2006. Se generaron
cambios profundos en la economía, la política y la sociedad boliviana.
Entre 2006 y 2017, el Producto Interno Bruto (PIB) real registró un
aumento promedio de 4.9%, mientras que entre 1985 y 2005 había
experimentado un crecimiento real promedio de sólo 3%. Por su parte,
el PIB per cápita pasó de 1 293 dólares a 3 393 dólares al año. Además,
durante los tres gobiernos del presidente Morales se realizaron cambios
que profundizaron los logros de la revolución de 1952. Después de un
largo periodo de inestabilidad económica y política marcado por la
aplicación de políticas neoliberales, el régimen instalado en 2006 decidió
recuperar para la nación la propiedad de la extracción de petróleo y gas,
discutir y aprobar una nueva constitución, y establecer mecanismos de
participación popular en los procesos de toma de decisión, para así
canalizar las demandas del pueblo.

Uno de los detonantes centrales de la transformación de Bolivia reflejó


modificaciones profundas de la estructura social. En efecto, con el
advenimiento de representantes de la etnia aymara al poder, se produjo
un intenso proceso de acumulación de capital. Así, los aymaras
compensaron el estancamiento económico y social de las clases medias
mestizas. También, la creciente prosperidad de los aymaras dio lugar a
una serie de resentimientos por parte de las clases medias blancas y
mestizas. Dicha tensión reflejó la conformación de intereses políticos en
los que la problemática étnica ocupó un lugar central. En esa coyuntura,
el racismo reflejó la profundidad que alcanzaron las políticas del Estado
Plurinacional, que constituyen una ruptura tan radical como la que tuvo
lugar durante la revolución de 1952.

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