Fuentes Historia Medieval
Fuentes Historia Medieval
Fuentes Historia Medieval
HISTORIA MEDIEVAL
Selección de fuentes
UNIDAD 1:
Entre Antigüdad y Edad Media
Semblanza de Diocleciano
VII Diocleciano que fue un inventor de crímenes y un maquinador de maldades, al
tiempo que arruinaba todas las demás cosas, tampoco pudo abstenerse de
levantar sus manos contra Dios. Con su avaricia y su timidez alteró la faz de la
tierra. En efecto, dividiendo la tierra en cuatro partes hizo a otros tres emperadores
partícipes de su poder. Paralelamente multiplicó el ejército, pues cada cual
contendía por disponer de un ejército mayor que el que cada uno de los
emperadores anteriores había tenido cuando uno solo estaba al frente de todo el
Estado. Se llegó al extremo de que era mayor el número de los que vivían de los
impuestos que el de los contribuyentes, hasta el punto de que, al ser consumidos
por la enormidad de las contribuciones [indictiones] los recursos de los colonos,
las tierras quedaban abandonadas y los campos cultivados se transformaban en
selvas.
Para colmo, a fin de que el terror llegase a todas partes, las provincias
fueron subdivididas hasta el infinito. En consecuencia, numerosos gobernadores
[praesides] y negociados oprimían a cada una de las regiones, incluso casi a cada
una de las ciudades. Igualmente eran numerosos los funcionarios del fisco,
magistrados y vicarios de los prefectos del Pretorio cuya actividad en orden civil
era escasa, pero intensa, por el contrario, a la hora de dictar multas y
proscripciones. Las exacciones [exactiones] de todo tipo eran, no diré ya
frecuentes, sino constantes y los atropellos para llevarlas a cabo insoportables.
Igualmente intolerable era lo referente a la prestación de soldados. Llevado de su
insaciable avaricia, no quería que jamás disminuyese el tesoro, sino que exigía
constantemente impuestos y donaciones extraordinarias [extraordinarias opes ac
largitiones], a fin de mantener íntegras e intactas las reservas. Asimismo, tras
haber provocado una enorme carestía con diversas maldades, intentó fijar por ley
los precios de los productos del mercado. En consecuencia, se derramó mucha
sangre por causa de productos despreciables y de escaso valor, el miedo hizo
desaparecer los productos del mercado y la carestía aumento mucho más, por lo
que la ley, por la fuerza misma de los hechos, terminó por caer en desuso, pero no
sin haber provocado previamente la perdición de muchos.
1 de 30
A esto se añadía su insaciable pasión por las construcciones, por lo que no
fue menor la explotación de las provincias mediante la requisa de obreros,
artesanos y medios de transporte de todo tipo; de todo, en fin, lo que es necesario
para las edificaciones. Aquí surgían basílicas; allí, circos; en este lugar una fábrica
de moneda; en el otro , de armas; aquí, un palacio para la esposa; allí, otro para la
hija. De pronto una gran parte de la ciudad es destruida. Todos se veían obligados
a emigrar con mujeres e hijos, como si la ciudad hubiese sido tomada por el
enemigo. Y cuando las nuevas edificaciones estaban ya terminadas a costa de la
ruina de las provincias: “esto -decía- no ha sido construido correctamente, que se
haga de otro modo”. Era necesario derruirlo todo y transformarlo, quizá para ser
destruido de nuevo. Y es que su demencia le llevaba a desear igualar Nicomedia
con la ciudad de Roma.
Paso por alto el hecho de que muchos pereciesen por la sola culpa de
poseer tierras o riquezas. Esto se convirtió en algo habitual y, por lo tanto, casi
ilegal, por la costumbre impuesta por los malvados. Pero hubo algo en lo que se
distinguió: dondequiera que veía un campo mejor cultivado o un edificio más bello
de lo habitual, tenía ya preparada para su dueño una acusación falsa y la pena de
muerte, como si no pudiese apoderarse de lo que no le pertenecía sin derramar
sangre
2 de 30
vana, duplicaban sistemáticamente las tasas a su libre antojo, aunque no
encontrasen nada nuevo.
Entretanto disminuía el número de animales y los hombres morían, mas no
se dejaba de pagar impuestos por los muertos: ni vivir ni morir gratis era posible
ya. Quedaban sólo los mendigos de los que nada se podía reclamar: la indigencia
y la desgracia los protegía de cualquier atropello.
3 de 30
multanda. nam si quid post factam a se haya cumplido todo esto se ha de
praedicto officio investigationem remitir cuanto te perezca que nos
rationalis rei privatae, cui inquisitio correspond, con un resumen de la
secunda mandata est, amplius fortassis encuesta, a las oficinas del encargado
invenerit, officium fraudulentum ea de cuentas del dominio privado
condemnatione ferietur, ut aliud tantum, [inquisitione constricta rationalis rei
quantum fuerat subtractum, ex propriis privatae tradantur officio nostro
facultatibus inferat. dat. iii non. mai. nectenda patrimonio], a fin de agregarlo
treviris valentiniano nb. p. et victore a nuestro patrimonio. Y que nos
conss. [369 mai. 5]. comuniquen sin demora por medio de
cartas oficiales del juez todas las cosas,
individual y nominalmente, multándose
de modo inexorable cualquier
negligencia. En efecto, si despu´s de la
investigación cumplida por las
antedichas oficinas deI encargado de
cuentas del dominio privado, a quien es
enviada esta segunda encuesta, se
advirtiese que hubiere algo más, las
oficinas culpables de fraude sufrirán la
siguiente condena: habrán de entregar
de sus bienes personales, tanto como
haya sido ocultado. Dado el 3 de las
nonas de mayo, en Tréveris, bajo el
Consulado de VaIentiniano, nobilissimus
puer, y de Victor.
UNIDAD 2.
Las migraciones bárbaras y los reinos romano.germáqnicos
OROSIO, Historiarum adevrsus paganos libri septem [VII, 43], en: Migne,
Patrología Latina, t. XXXI, col. 1172-1173. Trad. del latín por Héctor Herrera C. y
José Marín R.
4 de 30
amigo de Ataúlfo en Narbona, cuando éste se encontraba con ánimo, vigor y buen
carácter, le gustaba referir algo: que en un primer momento había deseado
ardientemente borrar el nombre romano [Romano nomine], a fin de que al suelo
romano del todo hiciera y llamara imperio de los godos [Gothorum imperium]; y,
hablando vulgarmente, que fuese Gotia lo que Romania había sido [essetque, ut
vulgariter loquar, Gothia, quod Romania fuisset]; y fuese ahora Ataúlfo lo que
antaño César Augusto. Pero, como la experiencia ha probado suficientemente,
puesto que los godos no pueden de ningún modo someterse a las leyes a causa
de su desenfrenada barbarie [effrenatam barbariem], ni es conveniente excluir de
la república las leyes, sin las cuales la república no es república, eligió para sí, al
menos, buscar su gloria en restituir íntegramente el nombre romano, y
acrecentarlo con la fuerza de los godos, y ser considerado ante la posteridad
como el autor de la restitución romana, después de no haber podido ser su
sustituto. Por ésto se abstenía de la guerra, por ésto la paz era el brillante objeto
de sus ansias, siendo influido en todas sus obras de buen gobierno por los
consejos moderados, sobre todo los de su mujer, Placidia, de agudo ingenio
ciertamente, y suficientemente proba por su religiosidad. Y mientras insistía
celosísimamente en alcanzar y ofrecer esta paz, en Barcelona, ciudad de
Hispania, traicionado por los suyos, según dicen [dolo suorum, ut fertur], es
asesinado.
5 de 30
sagrados del apóstol Pedro; cógelos, si tienes el suficiente valor; si lo haces, tú
tendrás que responder; yo, dado que no puedo defenderlo, no me atrevo a
mantenerlo". El bárbaro, empujado al respeto a la religión ya por temor a Dios, ya
por la fe de la virgen, mandó un mensajero a Alarico para informarle de estos
hechos; Alarico dio órdenes de que los vasos sagrados fueran llevados tal como
estaban a la basílica del apóstol y que, bajo la misma escolta, fuese también la
virgen y todos aquellos cristianos que quisieran unirse. [...] La piadosa procesión
es cortejada en todo su recorrido por una escolta con las espadas desenvainadas;
romanos y bárbaros, unidos en un solo coro, cantan públicamente un himno a
Dios; el sonido de la trompeta de salvación suena a lo largo y ancho en medio del
saqueo de la ciudad, e incita y anima a todos, incluso a los escondidos en lugares
ocultos. [...] Fue un profundo misterio este del transporte de vasos, del canto de
himnos y de la conducción del pueblo; fue algo así, pienso, como un gran tamiz,
por el cual, de toda la masa del pueblo romano, como si de un gran montón de
trigo se tratase, pasaron por todos los agujeros, saliendo de los escondidos
rincones de todo el círculo de la ciudad, los granos vivos, conducidos ya por la
ocasión, ya por la verdad; sin embargo fueron aceptados todos aquellos granos
del previsor granero del Señor que creyeron poder salvar su vida presente, pero
los restantes, como si se tratase de estiércol o paja, juzgados ya de antemano por
su falta de fe y su desobediencia, quedaron allí para ser exterminados y
quemados. ¿Quién podría ponderar suficientemente estos hechos, por muchas
maravillas que dijese? ¿Quién podría proclamarlos con dignas alabanzas?
Al tercer día de haber entrado en la ciudad los bárbaros se marcharon
espontáneamente, no sin provocar el incendio de unos cuantos edificios, pero no
incendio tan grande como el que en el año 700 de la fundación de la ciudad había
provocado el azar. Y, si recordamos el fuego provocado para espectáculo de
Nerón, que era emperador suyo, de Roma, sin duda alguna no se podrá igualar
con ningún tipo de comparación este fuego que ha provocado ahora la ira del
vencedor con aquel que provocó la lascivia de un príncipe. Ni tampoco debo
recordar ahora en esta relación a los galos, los cuales se apoderaron rápidamente,
en el espacio casi de un año, de las trilladas cenizas de una Roma incendiada y
destruida. Y para que nadie dude que los enemigos tuvieron permiso para
proporcionar ese correctivo a esta soberbia, lasciva y blasfema ciudad, los lugares
más ilustres de la ciudad que no habían sido quemados por los enemigos, fueron
destruidos por rayos en esta misma época.
6 de 30
Ahora en tiempos del poderoso Eurico, rey de los getas,
en las tierras, a él entregadas por aquél, ordenó iniciar los cultivos,
se esforzó magnánimo en desplegar con obras su nombre,
y a las inscripciones de los antiguos añadió la suya, Salla.
Pues, tras que hubo renovado la ciudad en sus eximias murallas,
esta mayor maravilla no desistió de ejecutar.
Construyó arcadas, las fundamentó profundamente en las aguas
y, emulando la admirable fábrica del fundador, la superó.
Y a crear tan gran protección de la patria
el amor del sumo sacerdote Zenón también le persuadió.
La ciudad Augusta habrá de permanecer feliz durante largos siglos
renovada por el empeño de un general en jefe y un pontífice.
Era DXXI.
[1] Zeumer, Rest., p. 3, en: D'Ors, A., El Código de Eurico, Estudios Visigóticos II, 1960, Roma-
Madrid, p. 194, n. 614. Trad. del latín de Héctor Herrera Cajas.
[2] Liber Iudicum, X, 1, 8, en: Textos y Documentos de Historia Antigua, Medieval y Moderna hasta
el siglo XVII, vol. XI de la Historia de España de M. Tuñón de Lara, Labor, 1984, Barcelona, p. 169.
7 de 30
[3] Monumenta Germaniae Historica. Leges Wisigothorum, Edidit K. Zeumer, 1902, p. 18; v. tb.
D'Ors, A., El Código de Eurico, Estudios Visigóticos II, 1960, Roma-Madrid, p. 32. Trad. del latín
por Héctor Herrera C.
A.D. 991. Este año Ipswich fue saqueado; y poco después el Alderman Britnoth
fue muerto en Maidon. En este mismo año, se resolvió que deberían entregar, por
primera vez, un tributo a los daneses, a causa del gran terror que ellos causaban a
8 de 30
lo largo de la costa. La cantidad fue, primeramente, 10,000 libras. El primero que
aconsejó esa medida fue el arzobispo Siric.
UNIDAD 3
El Mediterráneo oriental del siglo VI al XV.
IBN YUBAYR, A través del Oriente. El siglo XII ante los ojos. Rihla, Barcelona,
1988, pp. 258 y 270.
«Esta antigua ciudad continúa siendo la sede del califato abasí y centro de
difusión de la doctrina del imam quraysí y hasimí; pero la mayor parte de sus
edificios ha desaparecido y no queda de ella sino el prestigio de su nombre. En
comparación con lo que ella fue, antes de que las calamidades cayesen sobre ella
y de que los ojos de la desgracia se volviesen hacia ella...
El califa se muestra algunas veces en barca por el Tigris y en ciertas épocas caza
en el desierto. Sus apariciones dan a su existencia, según el testimonio del vulgo,
un carácter misterioso, y ese misterio no hace más que acrecentar el prestigio de
su asunto. El, sin embargo, querría mostrarse a las gentes y manifestarle su amor.
El, según ellas, es de espíritu afortunado y consideran de buen augurio sus días
9 de 30
en cuanto a prosperidad, justicia y buena vida, y, así, grandes y pequeños hacen
votos por él.
A este califa mencionado, o sea, a Abu l-'Abbas Ahmad an-Nasir li-Din illah b. al-
Mustadi bi-Nur illah Abu Muhammad al-Hasan b. al-Mustanyid bi-llah Abu l-
Muzaffar Ysuf [...], lo vimos en la parte occidental de la ciudad, delante de un
mirador suyo del que había bajado para subir a una barca [...]; tendría
aproximadamente unos veinticinco años. Vestía una ropa blanca parecida a una
túnica de manga larga con bordados de oro; sobre su cabeza llevaba un capirote
dorado, ribeteado con una de esas pieles negras preciosas y de valor, reservadas
para el vestido de los príncipes, tales como la del zorro, o más nobles aún [...]. Eso
tuvo lugar en la tarde del sábado 6 de safar del año 80 <15 de mayo de 1184>...
UNIDAD 4.
El reino de los Francos y la dinastía carolingia.
Coronación de Carlomagno
Annales Maximiani, en: Grousset, R., Histoire Universelle, Encyclopédie de la
Pléiade, 1957, Paris, t. II, p. 378. Trad. del francés por Héctor Herrera C.
El santo día de Navidad, sin saberlo nuestro señor Carlos, cuando se levantaba de
la oración que acababa de hacer, antes de la misa, delante de la confesión de San
Pedro, el Papa le impuso una corona sobre la cabeza, y fue aclamado por todo el
pueblo romano: "A Carlos, Augusto, coronado por Dios, grande y pacífico
emperador, vida y victoria".
Coronación de Carlomagno
EGINHARD, Vita Karoli, XXVIII, Ed. et Trad. de L. Halphen, Les Classiques de
l'Histoire de France au Moyen Age, I, 1923, pp. 80-81, en: Folz, R., Le
Couronnement Impérial de Charlemagne, Gallimard, 1964, Paris, pp. 281-282.
Trad. del francés por José Marín R.
El último viaje que Carlos hizo a Roma tuvo, pues, otras causas. Los romanos
habían colmado de violencias al pontífice León -saltándole los ojos y cortándole la
lengua- y le habían constreñido a implorar la ayuda del rey. Viniendo pues a Roma
para restablecer la situación de la Iglesia, fuertemente comprometido por estos
incidentes, pasó allí el invierno. Fue entonces que recibió el título de emperador y
de augusto. Se mostró al principio tan descontento que habría renunciado,
afirmaba, a entrar en la Iglesia ese día, bien que era día de gran fiesta, si hubiera
sabido de antemano el plan del pontífice. No soportaba sino con una gran
paciencia la envidia de los emperadores romanos, que se indignaron por el título
que había tomado, y gracias a su magnanimidad que tanto lo elevaba por sobre
ellos, llegó, enviándoles numerosas embajadas y dándoles el título de "hermanos"
en sus cartas, a vencer finalmente su resistencia.
10 de 30
Ultimi adventus sui non solum hae fuere causae, verum etiam quod Romani
Leonem pontificem multis adfectum injuriis, erutis scilicent oculis linguaque
amputata, fides regis implorare conpulerunt. Idcirco Romam veniens propter
reparandum qui nimis conturbatus erat ecclesiae statum, ibi totum hiemis tempus
extraxit. Quo tempore imperatoris et augusti nomen accepit. Quod primum in
tantum aversatus est ut adfirmaret se eo die, quamvis praecipua festivitatis esset,
ecclesiam non intraturam si pontificis consilium praescire potuisset. Invidam tamen
suscepti nominis, Romanis imperatoribus super hoc indignantibus, magna tulit
patientia: vicitque eorum contumaciam magnanimitate, qua eis procul dubio longe
praestantior erat, mittendo ad eos crebras legationes et in epistolis fratres eos
apellando.
11 de 30
Los tiempos son peligrosos, como hace mucho lo predijo la misma verdad porque
la caridad de muchos se enfría. De ninguna manera hay que omitir el cuidado de
la cabeza. Pues es menos grave que estén enfermos los pies a que lo esté la
cabeza. Así pues hágase la paz con el pueblo impío, si es que puede hacerse;
déjense a un lado las amenazas, para que los obcecados no huyan sino que se
les retenga en la esperanza hasta que con saludable consejo de nuevo vuelvan a
la paz. Pues hay que retener lo que se posee para que no por la adquisición de
algo menor se pierda algo más importante. Guárdese la oveja propia para que el
lobo rapaz no la devore. Así pues, afánese uno en lo extraño para no permitir daño
en lo propio.
12 de 30
diezmo no sea dado a iglesias que no se hallen en los citados fiscos, excepción
hecha de las que, debido a antiguas instituciones, tengan derecho a recibirlo.
Queremos asimismo que estas iglesias no sean poseídas por otros eclesiásticos
que no sean los nuestros, es decir, por aquellos que no sean de nuestra casa o de
nuestra capilla.
7. -Que cada intendente realice exacta y completamente su servicio tal y como le
está prescrito. y si se hallara en la necesidad de aumentarlo, que calcule si debe
afrontar dicho aumento en el servicio, bien por un suplemento de hombres o por
un suplemento en las jornadas.
8. -Que nuestros intendentes se hagan cargo de nuestros viñedos, tarea que está
dentro de sus atribuciones, y que los hagan cultivar bien; que introduzcan el vino
en buenas vasijas y cuiden celosamcnte de que no se estropee. En cuanto al vino
que deba adquirirse del exterior, que compren lo que sea preciso para el
aprovisionamiento de las casas reales. y si ocurriere que compraran mayor
cantidad de la necesaria para dicho aprovisionamiento, que se nos dé aviso, a fin
de que les ordenemos lo que deban hacer. Queremos, en efecto, que hagan servir
para nuestro uso el producto de las cepas de nuestras viñas. El vino que proviene
del censo de nuestros viñedos, y que nos es debido por quienes lo poseen, habrá
de pasar a nuestras bodegas.
9.-Queremos que cada intendente tenga en su distrito, en cuanto a medidas se
refiere, moyos, sextarios y corbus de idéntico contenido a los que poseemos en
Palacio.
10. -Que nuestros alcaldes, forestales, comisionados de yeguadas, cillereros,
deanes, peajeros y demás oficiales nuestros, hagan sus labores de forma regular
y fija, y paguen la renta de los puercos por sus mansos; y que, debido a la mano
de obra que les es remitida, tengan a bien cumplir con sus oficios. Que todo
alcalde que posea un beneficio en su dominio coloque a alguien en su lugar, de
forma que su sustituto satisfaga por él la mano de obra y otros servicios.
11.-Que ningún intendente tome para su provecho o el de sus perros ningún
albergue en casa de nuestros hombres o de extranjeros.
12. -Que ningún intendente haga guardar a nadie nuestros rehenes, situados en
nuestro territorio.
13.-Que tengan gran cuidado con los sementales, es decir, con los waraniones, y
que cuiden de no dejarles largo tiempo en los mismos pastos, por temor a que los
destruyan. Si hay alguno que no sea ya apropiado para el servicio, o que sea ya
demasiado viejo, o que acabe de morir, que se nos avise en tiempo útil, antes de
la época de juntar a los sementales con las yeguas.
14.-Que cuiden de la buena conservación de nuestras yeguas, y que separen los
potros en el tiempo adecuado. y cuando las jacas se hayan multiplicado, que
igualmente las separen a fin de formar un nuevo rebaño.
15. -Que cuiden de que nuestros potros sean trasladados a nuestro palacio para el
San Martín de invierno [el 11 de noviembre].
16. -Queremos que nuestros intendentes ejecuten con puntualidad lo que les sea
mandado, tanto por nosotros como por la reina, o bien en nuestro nombre o en
nombre de la reina, por nuestros oficiales el i senescal y el oficial de palacio
encargado de los vinos. El que sea culpable de negligencia en la ejecución de
nuestras órdenes deberá i abstenerse de beber desde el momento en que sea
13 de 30
advertido hasta el i momento en que acuda ante nuestra presencia o a presencia
de la reina, y que solicite de nosotros gracia. Si el intendente está en el I ejército,
si se halla de guardia, en misión o similar, y él ordena a sus ayudantes alguna
cosa y éstos no la cumplen, entonces que ellos acudan a pie hasta palacio, y que
se abstengan de comer y beber hasta que hayan expuesto sus motivos de excusa
y que, seguidamente, reciban la sentencia y sean castigados en la espalda o con
cualquier otra pena que nos o la reina deseemos infligir .
17. -Que cada intendente tengan tantos hombres empleados en las abejas para
nuestro servicio como tierras tenga en su jurisdicción.
18. -Que en nuestros molinos haya gallinas y gansos en proporción a la
importancia de los molinos y en el mayor número que sea posible.
19.-Que no haya menos de 100 gallinas y 30 gansos en los heniles de nuestras
principales tierras, y no menos de 50 gallinas y 12 gansos en nuestras aldeas.
20. -Que cada intendente haga llegar todos los años a la corte de su distrito el
producto resultante de las gallinas y de los gansos y que, por otra parte, entregue
dicho producto tres o cuatro veces o con mayor frecuencia.
21. ~ Que cada intendente tenga viveros en nuestros corrales, donde los hubiera
con anterioridad; que los aumente si es posible, y que se establezcan de nuevo
donde todavía no los hay o donde pueda haberlos.
22. -Que aquellos que posean viñas no tengan menos de tres o cuatro cuelgas de
racimos.
23. -En cada una de nuestras tierras, que nuestros intendentes tengan vaquerizas,
porquerizas, majadas y establos de cabras y machos cabríos, tantos como
puedan, y que éstos jamás se encuentren desprovistos. Que, además, dispongan,
para hacer su servicio, de vacas aportadas por nuestros siervos, de forma que las
vaquerías y arados no se vean disminuidos a causa de los trabajos efectuados en
nuestros dominios. Que, igualmente, dispongan, cuando estén de servicio y para
su alimentación, de carnes de bueyes cojos, pero sanos, y de vacas y caballos no
sarnosos y de otras bestias no enfermas; pero que por ello no disminuyan, como
hemos dejado dicho anteriormente, sus existencias en vaquerías y arados.
24. -Que cada intendente ponga sumo cuidado en cuanto deba dar o ceder con
destino a nuestra mesa, de forma que cuanto nos entregue sea bueno y excelente,
y que todo sea preparado con mucho cuidado y limpieza. y que tenga a su
disposición trigo para dos comidas al día, en el caso y cuando esté encargado del
servicio de nuestra mesa. y que todas las demás provisiones con destino a
nosotros sean igualmente de buena calidad, tanto la harina como la carne.
25. -Que nos anuncien, el primero de septiembre, si habrá pastos o no.
26. -Que los alcaldes no tengan más terrenos, en sus distritos, de los que puedan
recorrer y administrar en un día.
27. -Que nuestros aposentos dispongan en todo tiempo de fuego y guardianes, de
forma que no sufran el menor deterioro ni daño. y cuando nuestros comisarios o
los enviados extranjeros acudan a nuestra corte o partan de ella, que no tomen
aposento en nuestras moradas sin orden particular nuestra, o bien de la reina;
pero que, no obstante, sean alojados y atendidos por el conde o por las personas
a quienes la costumbre les ha impuesto dicha tarea. En cuanto a los caballos de
conducción, que sean mantenidos con esmero, según es costumbre, con cuantas
14 de 30
cosas sean precisas, a fin de que puedan acudir a palacio y. regresar cómoda y
honorablemente.
28. -Queremos que todos los años, por Cuaresma, en el Domingo de Ramos,
llamado Osanna, tengan buen cuidado de entregar, siguiendo nuestras órdenes, el
dinero a que ascienda nuestras rentas, después de que hayamos reconocido y
decretado las cuentas del año.
29. -Que cada intendente vigile para que aquéllos de nuestros hombres que
tengan algún litigio pendiente no se vean en la necesidad de venir a perseguirlos
ante nosotros, y que no deje perder por negligencia los días de servicio que nos
son debidos. y si uno de nuestros siervos tiene derechos que reclamar en una
tierra extranjera, que su señor haga cuanto pueda por que la justicia se lleve a
cabo. En el caso en que el siervo no llegue a obtenerla, que su señor no sufra, que
no se fatigue en sus persecuciones, pero que tenga cuidado de informarnos
personalmente o mediante mensajeros.
30. -Queremos que nuestros intendentes coloquen separadamente de cada
especie de productos lo que es necesario para nuestro uso, y ello durante su
servicio; que igualmente hagan poner aparte lo que iba ser cargado con destino al
ejército, tomándolo tanto en las casas como en el campo, y que sepan la cantidad
de todas estas reservas.
31. -Que igualmente pongan en reserva, todos los años, la parte destinada a los
prebendados ya las personas de los cardadores; que la distribuyan íntegramente
en tiempo conveniente y que sepan darnos cuenta de lo que hacen de ello y de
dónde lo toman.
32. -Que cada intendente piense en la forma de tener siempre semillas de primera
calidad, bien comprándolas o mediante otro conducto.
33. -Tras los aprovisionamientos arriba indicados, tras las siembras y los
diferentes empleos que hayan podido darse a las distintas especies de productos,
todo lo que puede deberá ser conservado hasta una nueva orden de nuestra
parte, para que a continuación sea vendido o dejado en reserva, según
dispongamos.
34. -Es absolutamente preciso vigilar con la máxima atención que el tocino, las
carnes ahumadas, los salazones, el saladillo, el vino, el vinagre, el vino de moras,
el vino cocido, la mostaza, los quesos, la mantequilla, la malta, la cerveza, el
hidromiel, la miel, la cera, la harina, en una palabra, cuanto se prepara o se hace
con las manos, sea preparado y hecho con la máxima limpieza.
35. -Queremos que se haga manteca con las ovejas cebadas, al igual que se hace
con los cerdos. Queremos, además, que nuestros intendentes no posean menos
de dos bueyes cebados en cada una de nuestras tierras, bien para hacer manteca
o para sernos enviados.
36. -Que nuestros bosques y selvas estén bien guardados. Si quedan lugares por
limpiar, que los hagan roturar y que no dejen que los bosques invadan los campos.
Que allí donde deba haber bosques, no se permita el corte de excesivos árboles ni
el daño de los mismos. Que, igualmente, vigilen los azores y gavilanes reservados
para nuestro servicio. Que perciban diligentemente los censos de nuestros
bosques. y si nuestros intendentes, o nuestros alcaldes y sus hombres llevan allí a
cebar a sus puercos, que sean los primeros en pagar el diezmo dando buen
ejemplo, a fin de que al momento los demás lo satisfagan exactamente.
15 de 30
37. -Que tengan nuestros campos y cultivos en perfecto estado, y que hagan
guardar nuestros prados en tiempo oportuno.
38. -Que en todo momento tengan un número suficiente de gansos y de gallinas
cebadas, sea para su uso cuando deban ir al servicio o bien para enviárnoslas.
39. -Queremos que se encarguen de recibir las gallinas y los huevos que nuestros
sargentos y poseedores de mansos envíen cada año, y que hagan vender cuanto
no sea para el servicio.
40. -Que cada intendente tenga siempre en nuestras tierras, por motivos
ornamentales, pájaros singulares, como pavos reales, faisanes, ánades, perdices,
palomas, tórtolas.
41. -Que, en nuestras cortes, las construcciones y vallas que las circundan estén
siempre vigiladas y bien cuidadas, y que los establos, cocinas, tahonas y lagares
estén en buen estado, a fin de que los empleados a nuestro servicio puedan en
ellos cumplir convenientemente con sus funciones y en medio de la mayor
limpieza.
42. -Que en cada una de nuestras tierras, la habitación de dormir esté provista de
colchas, cojines, almohadas, sábanas, alfombras y banquetas; de vasos de
bronce, de plomo, de hierro y de madera; morillos, cadenas, cremalleras,
doladeras, hachas, taladros, cuchillas y demás tipos de útiles, de manera que
nunca haya necesidad de ir a buscar o recoger alguno de ellos fuera. Que cada
intendente cuide de los instrumentos de guerra, que deberán estar siempre en
buen estado, y, que cuando los envíen para su utilización por parte de nuestro
ejército, que inmediatamente se repongan en la habitación.
43. -Que nuestros intendentes manden proveer, en el tiempo oportuno, a nuestros
cardadores, según la costumbre establecida, de las cosas necesarias para su
trabajo, o sea, lino, lana, glasto, pintura bermeja, granza, cardadores de lana,
cardenchas, jabón, grasa, vasijas y demás instrumentos necesarios para llevar a
buen fin el trabajo.
44. -Que nos envíen cada año, para nuestro servicio, las dos terceras partes de
los alimentos de vigilia, tanto leguminosos como de pescado, queso, mantequilla,
miel, mostaza, vinagre, mijo, panizo, yerbas secas y verdes, rábanos y nabos, y,
además, las dos terceras partes de la cera, jabón y demás géneros de la misma
especie; y que nos pongan en conocimiento de la utilización del resto, todo ello
incluido en un estado que nos dirigirán, como anteriormente decíamos. Pero que
no descuiden este su deber, como hasta ahora lo han venido descuidando, pues
queremos verificar por medio de los dos tercios enviados la cantidad del tercio
restante.
45. -Que cada intendente tenga en su distrito buenos obreros. A saber: obreros
para el hierro, el oro y la plata; zapateros, torneros, carpinteros, fabricantes de
escudos, pescadores, pajareros; fabricantes de jabón; hombres que sepan fabricar
cerveza, sidras de manzana, sidra de pera y todas las demás especies de bebida;
panaderos que hagan pastas para nuestra mesa; obreros que sepan, a su vez,
hacer redes tanto para la caza como para la pesca y la captura de pájaros, y
demás tipos de obreros que resultaría excesivamente largo enumerar.
46. -Que hagan guardar bien nuestros parques, a los que vulgarmente se les llama
sotos; que tengan cuidado en hacerlos repasar a tiempo y, sobre todo, que no
16 de 30
esperen a que haya que volver a reconstruirlos por entero. Que el mismo
comportamiento sigan por lo que respecta a las construcciones y edificios.
47. -Que nuestros monteros, halconeros y demás oficiales, que llevan acabo un
asiduo servicio en palacio, reciban asistencia en nuestras tierras para llevar a cabo
la ejecución de las órdenes contenidas en nuestras cartas o en las de la reina,
cuando les enviamos para asw1tos nuestros, o bien cuando el senescal o el oficial
de vinos de palacio pidan, de parte nuestra, cualquier cosa a nuestros intendentes.
48. -Que los lagares de nuestras tierras se encuentren en buen estado. y que
nuestros intendentes vigilen para que nuestra vendimia no sea exprimida con los
pies; que todo se lleve a efecto con conveniencia y limpieza máxima.
49. -Que nuestros cardadores no encuentren inconvenientes, es decir, que
dispongan de habitaciones, cuartos con estufa y herramientas; que se vean
rodeados por buenas vallas y que las puertas sean sólidas, a fin de que puedan
llevar a buen fin su trabajo.
50. -Que cada intendente vea qué número de potros es conveniente introducir en
cada cuadra, y cuántos hombres son precisos para cuidarlos. Que dichos
hombres, si son libres y poseen beneficios en el mismo distrito, vivan de sus
beneficios. De igual forma, si son poseedores de mansos, que vivan de sus
mansos, pero si carecen tanto de beneficios como de mansos, que sea el dominio
quien les alimente.
51.-Que cada intendente esté al tanto para que los pícaros no puedan esconder
nuestras simientes bajo tierra o en otro lugar, hecho ~ que acaece frecuentemente
con el trigo. y otro tanto para el resto; ~ que cada uno vigile para que nada
perjudicial pueda cometerse.
52. -Queremos que obliguen a los siervos que nos pertenecen ya los colonos
extranjeros que habitan en nuestras tierras a comportarse total e íntegramente de
forma justa, como debe ser.
53. -Que nuestros intendentes vigilen para que aquellos de nuestros hombres que
residen en sus distritos no puedan dedicarse ni al robo ni a los maleficios.
54.-Que cada intendente cuide con idéntico celo de que nuestros hombres hagan
bien el trabajo que de ellos debe exigirse y que no vayan a perder el tiempo
recorriendo mercados y ferias.
55. -Queremos que nuestros intendentes hagan constar por escrito y de forma
separada, en un inventario, cuanto han dado, proporcionado o reservado para
nuestro uso; y, separadamente, en otro inventario, todo cuanto hayan gastado
para ellos mismos; y que nos hagan conocer en un tercero, cuánto es lo que
queda.
56. -Que cada intendente, en su distrito, celebre frecuentes audiencias; que
imparta justicia y cuide para que todos los hombres que nos pertenecen vivan
honestamente.
57. -Si alguno de entre nuestros siervos quisiera decirnos, contra su señor, algo
importante para nuestros intereses, que no se abstenga de acudir ante nosotros. y
si el intendente se entera de que ellos tienen la intención de ir hasta palacio a
exponer quejas contra su señor, que él por su parte nos exponga, en un informe
contradictorio, las razones que le llevan ante nosotros, de forma que no fatiguen
nuestros oídos con sus reclamaciones. Con este medio, lo que deseamos es
saber si acuden a nosotros por una necesidad, o bien sin motivo alguno.
17 de 30
58. -Cuando los intendentes sean encargados del mantenimiento de nuestros
cachorros, que los alimenten a sus costas, o que los confíen a sus ayudantes, o
sea, a los alcaldes, deanes o cillereros, que deberán, a su vez, alimentarlos bien
con lo suyo, a menos que medie orden nuestra o de la reina en el sentido de
alimentarlos en nuestro dominio a nuestras costas. En este último caso, el
intendente designará un hombre que cuide de la citada alimentación, y pondrá
aparte y en reserva lo necesario para su consumo, a fin de no verse obligado a
recurrir diariamente a los heniles.
59. -Que cada intendente, cuando se encuentre de servicio, haga entregar por día
tres libras de cera y ocho sextarios de jabón y, además, para san Andrés [30 de
noviembre], a1lf donde nos halláremos con nuestras tropas, seis libras de cera y
otro tanto a mediados de la
cuaresma. 60.-Que los alcaldes nunca sean elegidos entre los hombres más
considerables, sino siempre entre honestas gentes de una clase media.
61.-Que todo intendente, cuando se halle de servicio, haga llegar su malta a
palacio, y que al tiempo envíe maestros cerveceros que fabriquen buena cerveza.
62. -Que nuestros intendentes nos envíen todos los años, por Navidad, y en
estados separados, cuentas claras y metódicas de nuestras rentas, a fin de que
podamos saber lo que tenemos y cuánto poseemos de cada cosa, a saber: una
cuenta de nuestras tierras de cultivo con los bueyes que nuestros boyeros
conducen, y de nuestras tierras cultivadas por poseedores de mansos que nos
deben la labor; la cuenta de los puercos, de los censos, de las obligaciones y de
las multas; la de la caza capturada en nuestros bosques sin nuestro permiso y la
de las diversas avenencias, la de molinos, bosques, campiñas, puentes y navíos;
la de hombres libres y la de los obligados por nuestro fisco; la de los mercados,
viñas y la de cuantos nos deben vino; la cuenta de heno, madera para quemar,
antorchas, planchas y demás artículos derivados del trabajo de la madera; la de
tierras sin cultivar; la de legumbres, mijo, panizo, lana, .lino y cáñamo; la de frutos,
árboles, nogales, avellanos, árboles injertados de todas las especies y jardines; la
de nabos; la de viveros; la de cueros, pieles y cornamentas de animales; la de
miel, cera, grasa, sebo y jabón; la del vino de moras, vino cocido, aguamiel,
vinagre, cerveza, vino nuevo y vino viejo; la de trigo nuevo y antiguo; la de gallinas
y huevos; la de gansos; las cuentas de pescadores, obreros de metales,
fabricantes de escudos y zapateros; las de cofres y cajas; las de torneros y
silleros; la de forjas, minas de hierro, plomo y demás tipos de minas; la de
sometidos y las de potros y jacas.
63. -Que nada de cuanto antecede parezca excesivamente duro a nuestros
intendentes, pues cuanto requerimos de ellos deseamos que ellos mismos se
apliquen a exigirlo a su vez, sin dureza, a los oficiales que se encuentren bajo sus
órdenes. En efecto, cuanto un hombre deba tener en su casa y tierra, nuestros
intendentes deberán tenerlo a su vez en sus dominios.
64. -Que nuestros carros destinados a la guerra, que llamamos basternas, sean
bien construidos. Que los opérculos estén asimismo bien cubiertos de cuero y
cosidos de forma tal que, si es preciso atravesar cualquier paso con agua, los
carros puedan cruzar los ríos con las provisiones que encierran sin que el agua
penetre en ellos y de forma tal que cuanto nos pertenece no sufra perjuicio alguno.
Queremos que cada carro lleve harina para nuestro consumo, o sea, doce moyos.
18 de 30
En los carros de transporte de vino se introducirán doce moyos de nuestra
medida. Asimismo, cada carro nevará un escudo y una lanza, un carcaj y un arco.
65. -Que el pescado de nuestros viveros se venda, pero que se le sustituya en
dichos viveros de forma que nunca falte pescado. Además, cuando no vayamos a
nuestras tierras, que el pescado sea vendido [sin ser reemplazado]; y que
nuestros intendentes nos rindan el producto de todas las ventas.
66. -Que se nos rinda cuenta de las cabras y de los machos cabríos, de sus
cornamentas y pieles; que se nos envíe todos los años los cuartos salados de los
machos cabríos que hayan cebado.
67. -Si faltan aparceros para los mansos disponibles y plazas para los siervos
recientemente comprados, que se nos pase aviso.
68. -Queremos que todos nuestros intendentes tengan siempre buenas cubas
franjeadas con aros de hierro, totalmente dispuestas para ser enviadas al ejército
ya palacio. Por lo que respecta a los odres de cuero, que no por ello dejen de
fabricarse.
69. -Que inmediatamente nos pasen aviso del número de lobos que hayan
capturado, y que nos envíen y presenten sus pieles. Que se proceda, en el mes de
mayo, a la búsqueda de lobeznos, y que los capturen, ya sea mediante polvos
envenenados y trampas, o bien con la ayuda de perros y hoyos.
70. -Queremos que tengan en los jardines plantas de todas las especies, a saber:
lis, rosas, fenogrecos, menta, salvia, rudas, abrótano, cohombros, calabazas,
alcachofas y calabazas de España, judías, comino oficinal, romero, alcaravea,
garbanzos, escilas, gladiolos, serpentarias, anís, coloquíntidas, heliótropos, seselis
de Marsella, lechugas, pazotes, jaramago, berros, mastuerzo, bardanas, poleos,
apio común, opio, perejil, sabinas, aneldos, hinojos dulces, achicorias, díctamos
de Creta, mostaza, ajedreas, menta acuática, menta de jardines, menta de hojas
redondas, atanasias, hierbas de gato, pequeñas centaureas, adormideras de
jardín, acelgas, malvaviscos, malvas de árbol, malvas, zanahorias, pastinacas,
armuelles de jardín, amarantos, berzas, rabanetes, cebollas, puerros, nabas y
rábanos, chalotes, cebolletas, ajos, granzas, cardos, habas de pantano, guisantes,
cilantros, perifollos, tártagos y orvalles. Que el jardinero tenga en su casa
siemprevivas. En cuanto a los árboles, queremos que nuestros intendentes tengan
manzanos de distintas especies, así como perales de diversas clases, ciruelos de
distintas especies, serbales, nísperos, castaños, melocotoneros de distintas
clases, membrilleros, avellaneros, morales, laureles, pinos, higueras, nogales y
cerezos de las distintas especies.
Nombres de manzana: gozmaringa, geroldinga, crevedella y spirauca, las unas
dulces, las otras agrias; más otras que también se comen prematuramente.
Perales de tres o cuatro especies, dulces, tempranos o tardíos.
UNIDAD 5.
El despegue europeo y la articulación del sistema feudal.
19 de 30
"Enjuicio del conde Borrell y. de Uvadallo, vizconde, y de los jueces Wifredo y
Audesindo, y en presencia de Ratefredo, Oliba, Bonallo, Wifredo, Crispio,
sacerdote, Quintila, levita, Radulfo, Savarico, Todegillo y otros hombres buenos
que allí habían acudido a petición de Bonflll, que es representante del mencionado
príncipe. Yo Bonfill reconozco mi error, y al mismo tiempo renuncio ante vuestro
tribunal, a la reclamación judicial que hice a los habitantes de Vallformosa, cuando
les dije que todo cuanto allí poseían de tierras, viñas, edificios, sotobosque y
bosque, injustamente la tenían, puesto que el mencionado lugar de Vallformosa
con sus términos debía ser de mi mencionado señor, el supradicho príncipe, por
derecho de su padre Sunyer, conde, a quien Dios tenga en su guarda. A todo la
cual los habitantes de dicho valle respondieron que no poseían dicho valle con sus
términos injustamente, puesto que hoy hace treinta años o más que ellos y sus
descendientes y ascendientes ya difuntos poseen dicho valle con sus términos
como un bien propio. y los nombres de los habitantes de dicho valle son: Thdilla,
mujer, con sus herederos, Fruila, Eldovigio, sacerdote, Todalego, Sonifredo,
Durabile, Modanio, Ferriol, Quintila, Esteban, Eldrando con sus herederos,
Vindiselo, Recosindo, Adrovario, Imila, Plácido, Aznar con sus herederos, Elías,
Senderedo, Wigilia, Remeseiro, Daniel, Desiderio, Elperigo, Argesínda con sus
herederos, Adalberto, Warnario, Erovigio con sus herederos, Truitila, mujer, con
sus herederos, Sonifredo con sus herederos. Fedancio, Landrigo con sus
herederos, Agila con sus herederos, Ranovigia, religiosa, Gontes, mujer, con sus
herederos, Ermesinda con su heredero, Bosc [?], Felmiro, Daniel, Ansileo, Ferriol,
Esteban, Todemundo, Gallícenio con sus herederos, excepto el alodio de Crispio,
sacerdote, y Quintila, y de Nivilia, mujer, y Bella, mujer.
Sobre la cual vosotros los mencionados jueces me preguntasteis diligentemente a
mi, Bonfill, si podía probar esto, es decir, que el mencionado valle debe ser de mí
antedicho señor por algún derecho o no. Pero yo Bonfill en todas estas cosas
reconozco mi error y renuncio a reclamar judicialmente dicho valle con sus
términos por derecho de mi señor, puesto que no podré probarlo ni hoy ni nunca, y
dicho valle con su término más debe ser de los supradichos habitantes o de
cualquier otra persona que allí posea alguna cosa, que del conde Borrell, mi señor,
o de algún otro hombre que injustamente y sin ley lo reclame. y por esto que digo
rectamente y verazmente reconozco mi error y hago mi renuncia ante vuestro
tribunal.
Este reconocimiento y renuncia han sido hechos el 17 de las calendas de abril en
el año 23 del reinado de Lotario, hijo de Luis, rey
Firma de Bonfill, que soy mandatario de mi mencionado señor, que este
reconocimiento y renuncia he hecho...
Firma de Borren, conde, que este alo- dio confirmo como franco".
Contrato de roturación
Tomado de DUBY, G., Economía rural y vida campesina en el occidente medieval.
Barcelona, 1968.
20 de 30
contrato que gentes de este lado del Rhin, llamados holandeses, han establecido
con nosotros, sea conocido por todos. En efecto, esos hombres vinieron hacia
nuestra majestad, pidiendo insistentemente la concesión de una tierra tomada en
nuestro obispado, hasta ese momento inculta, pantanosa e inútil a los habitantes
de la región, para cultivarla. De acuerdo con la opinión de nuestros fieles,
juzgando que esto sería útil a nosotros y a nuestros sucesores, no hemos
rechazado su pedido y hemos acordado nuestro consentimiento.
Se ha establecido un contrato, según los términos del cual, por cada manso
de la mencionada tierra, nos darán un dinero anual. Hemos estimado que era
necesario incribir aquí las dimensiones del manso, para que en el futuro no haya
ninguna discordia entre las gentes, esto es 720 varas reales de largo y 30 de
ancho, con los arroyos que atraviesan la tierra, que concedemos de la misma
manera. Por fin, han admitido, conforme a nuestra voluntad, darnos el diezmo de
los frutos de la tierra, a saber, la undécima gavilla, la décima parte de los corderos,
de los puercos, de las cabras, de los gansos, la décima medida de miel y lo mismo
en cuanto al lino; rescatarán por un dinero el potrillo criado hasta la fiesta de San
Martín y el ternero por un óbolo. Nos han prometido que se someterán en todos
los casos a la justicia sinodial, según los decretos de los Padres, a la justicia
canónica y las instituciones de la iglesia de Utrecht. Para la justicia y los pleitos, a
fin de no sufrir perjuicios de parte de los extranjeros, se han comprometido a pagar
cada año dos marcos por cien mansos, para poder solucionar entre ellos todos los
procesos. Si no pueden solucionar entre ellos los pleitos o la justicia de los
asuntos importantes, que apelen al obispo y, llevándolo al lugar de su residencia
para que juzgue la causa, que se encarguen de su manutención durante su
permanencia; recibirán entonces los dos tercios de los derechos de justicia y
dejarán el tercio al obispo. Les hemos concedido el derecho de crear iglesias en
esta tierra allí donde les parezca útil. Cedemos a esas iglesias para el uso del
sacerdote que las sirva, el diezmo de nuestros diezmos de esas mismas iglesias
parroquiales. Los parroquianos de cada una de esas iglesias, se obligan a dar en
dote a su iglesia un manso para las necesidades del sacerdote.
Layettes du Trésor des Chartes, ed. Teulet, París, 1863, vol. I, nº 647. En R.
Boutrouche, R., Señorío y feudalismo. 2. El apogeo [siglos XI al XII]", Madrid,
1979, p. 319.
21 de 30
Arturo, duque de Bretaña y Aquitania, conde de Anjou y Maine, a todos aquellos
a quienes lleguen las presentes cartas, salve. Sabed que he prestado homenaje
ligio, contra todos los que puedan vivir o morir, a mi muy querido señor Felipe,
ilustre rey de Francia, por los feudos de Bretaña, Anjou, Maine y Turena [cuando
Dios lo quiera, el rey o yo mismo hayamos adquirido estos bienes], con la
excepción de todas las tenencias que estaban en manos del señor rey y de sus
hombres el día que desafió a Juan, rey de Inglaterra, a causa de las actividades a
las que éste se había entregado contra él durante toda la última guerra, debido a
lo cual sitió Boutavant. [Este acuerdo se hace] en las condiciones siguientes:
cuando reciba los homenajes de Anjou, Maine y Turena, lo haré bajo reserva de
los convenios establecidos entre él [Felipe] y yo. Si falto a los convenios hechos
entre el y yo, los vasallos y sus feudos pasarán al señor rey y lo ayudarán contra
mí. Además, he hecho homenaje ligio a mi señor rey en lo concerniente al
"dominio" de Poitou, en el caso de que, gracias a Dios, lo adquiriésemos, él o yo,
de alguna manera. Los barones de Poitou que han tomado partido por el señor
rey, y los otros que acepte, le harán el homenaje ligio por su tierra contra todos los
que puedan vivir o morir. Y, por orden del rey mismo, me harán homenaje ligio,
reservando la fe que le deben. Si el ilustre rey de Castilla pretende algún derecho
sobre esta tierra, se procederá por juicio del tribunal de nuestro señor el rey de
Francia, si este último no puede restablecer la paz entre el rey de Castilla y yo
mismo, de nuestro común acuerdo. En cuanto a Normandía, será como sigue:
nuestro señor el rey de Francia guardará para sí mientras le plazca los bienes que
ya ha adquirido y los que, con la ayuda de Dios, pueda adquirir; de la tierra de
Normandía dará la que le plazca a sus hombres que han perdido sus tierras por
él.
22 de 30
y las empalizadas rotas y hundidas
y el ejército sobre la orilla,
toda rodeada por fosos
con una línea de fuertes empalizadas levantadas...
Mazas de combate, espadas, yelmos de color,
escudos: todo lo veremos roto a pedazos
en cuanto empiece el combate
y muchos vasallos heridos a la vez,
y por allí errando a la ventura
los caballos de los muertos y de los heridos.
Y cuando se haya entrado en el combate,
que ningún hombre de buen linaje
piense más que en romper cabezas y brazos;
pues más vale muerto, que vivo y vencido.
Os lo digo con franqueza, en nada encuentro tanto placer
ni en el comer ni en el beber ni en el dormir
como en oír el grito de ‘A ellos!’
levantarse por ambas partes, el relinchar de los desmontados
caballos en la sombra
y las llamadas de ‘Socorredme! Socorredme!’;
en ver caer, más allá de los fosos, a grandes y pequeños sobre la
hierba;
y en ver, en fin, los muertos que, en sus costados,
llevan todavía los pedazos de lanzas, con sus pendones.”
23 de 30
ab lissas de fortz pals serratz. l'entour clos de fossés avec des
palissades de solides pieux serrés.
E-us dic que tan no m'a sabor Et moi je dis que tant ne m'a saveur
manjar ni beure ni dormir manger, boire et dormir que lorsque
com a quant aug cridar : "a lor !" j'entends crier : "A eux !" des deux
d'ambas las partz et aug bruir côtés et partout hennir chevaux
cavals vogz per l'ombratge abandonnés sous l'ombrage et
et aug cridar : "aidatz ! aidatz !" quand j'entends crier : "Aidez ! Aidez
e vei chazer per los fossatz !" et que je vois tomber par les
paucs e grans per l'erbatge fossés petits et grands sur l'herbe et
e vei los mortz que pe-ls costatz que je vois les morts qui sur les
an los tronsos ab los cendatz. flancs portent [plantés] des tronçons
[de lance] avec la soie [des
bannières].
24 de 30
e domna qu'ab aital drut jatz d'avenante compagnie courtois et
es monda de totz sos peccatz. agréable. Et la dame qui avec un tel
amant se couche est purifiée de tous
ses péchés.
UNIDAD 6
El nuevo ascenso de la ciudad
25 de 30
Tienen pleno derecho sobre los bosques de Dassow, Klütz y Brothen, de manera
que podrán cortar cuanto necesiten para calentarse, construcción de barcos, de
casas y otros edificios de la ciudad; pero que no haya engaño, y que los barcos
que necesiten y de lo que se sirvan no sean vendidos; que sin necesidad
construyan otros o bien envíen y vendan madera a otros países. Por otro lado
pueden hacer pacer sus cerdos, e igualmente el ganado mayor y menor de toda la
tierra del conde Adolfo, pero de modo que estos cerdos o ganados puedan volver
dentro de la misma jornada de pastoreo en marcha, al lugar de que partieron por
la mañana. Además, en su favor, nos confirmamos todos los derechos que les
concedió el primer fundador del lugar, Enrique, en otros tiempos duque de
Sajonia, y que él ha reforzado por su privilegio: nos lo hemos igualmente
concedido al patronato sobre la iglesia parroquial de la bienaventurada María, de
manera que, cuando muera el sacerdote, los ciudadanos elijan como patrón el
sacerdote que más les agrade y lo presenten al obispo [...]
Por otro lado, con sus mercancías vayan y vengan libremente por todo el ducado
de Sajonia sin pagar impuestos, ni teloneo, salvo en Artlenburg. Y cualquiera que
de entre ellos, fuera quien fuera, tenga que ver con la justicia por la causa que
sea, por todo el territorio de nuestro imperio y ducado, se justificará por juramento
delante del juez del lugar, sin ser hecho prisionero, siguiendo el derecho de la
dicha ciudad. Todas las ordenanzas concernientes a la ciudad serán de
competencia de los cónsules; y de todo lo que ellos recibirán, dos partes irán a la
ciudad y la tercera al juez. Y que los cónsules tengan, de nuestra voluntad, la
prerrogativa de verificar la moneda tantas veces al año como ellos quieran; si el
monetario ha cometido una falta, que pague la compensación, y que la mitad vaya
a los ciudadanos y el resto a la potestad real. Que nadie de rango elevado o
humilde pueda molestar dicha ciudad, ni en el interior, ni al exterior de sus muros,
por edificios o fortificaciones en su territorio. Los ciudadanos de dicha ciudad no
irán a ninguna campaña militar, pero defenderán su ciudad [...]
CAHEN, Cl. "Orient et Occident au temps des Croisades", París, 1983, doc. XX.
en Ladero Quesada, M. A., Historia Universal de la Edad Media, Barcelona, 1987,
pp. 693-694.
Los genoveses tendrán garantía para sus personas y bienes [...] Podrán circular
libremente, incluso en Siria [...] Dependerán judicialmente del cónsul de los
genoveses en Alejandría, ante el que deberán llevarse las querellas de los
musulmanes u otros súbditos del sultán, pero las querellas iniciadas por
genoveses contra súbditos del sultán se llevarán al Diwan, ante el emir [...] Ningún
genovés podrá ser detenido por faltas de otro, a no ser que haya salido por su
fiador [...]
26 de 30
Sobre sus importaciones de oro y plata, los genoveses deberán dar seis
besantes, 16 carats por 100 de oro, y 4 besantes y 12 carats por ciento para la
plata. Si traen moneda, 4 besantes, 12 carats por ciento para el oro y plata.
Ningún gravamen sobre las pieles, cueros y piedras preciosas [...] Los genoveses
deben pagar en la aduana de Alejandría 12 por 100 sobre las mercancías
pesadas, pero sólo después de efectuada y cobrada la venta. Sobre los paños de
todos los colores, de seda y lana, sobre el oro hilado y la madera, 10 por 100 [...]
Toda mercancía depositada en la aduana para ser vendida en subasta debe ser
inventariada, así como el precio de venta obtenido [...] ningún genovés ha de ser
forzado a vender las mercancías que ha traído, si quiere llevarselas, puede
hacerlo sin pagar derechos [...] Si un genovés es deudor de la aduana pero
acreedor de un musulmán, puede partir cargando sobre éste la responsabilidad de
su deuda. Los genoveses tendrán almacenes suficientes, cerrados con llave, y la
aduana los hará vigilar [...]
UNIDAD 7.
Crisis del sistema.
La misma noche en que todo debía suceder, Dios inspiró y despertó a algunos
burgueses de París que estaban a favor de la reconciliación [...] y cuyos jefes eran
los hermanos Jean y Simon Maillart. Fueron informados por inspiración divina, así
lo debemos suponer, de que París iba a ser saqueada y destruída. Se armaron de
inmediato e hicieron armarse a los que estaban a su lado, y contaron en secreto
estas noticias en muchos lugares para conseguir mayor ayuda. Jean Maillart y su
hermano se dirigieron un poco antes de medianoche bien provistos de armaduras
y de buenos compañeros a la perta de Saint- Antoine [...] y allí encontraron al
preboste de los comerciantes con las llaves de la puerta en las manos [...]
Hubo allí una gran pelea y del preboste de los comerciantes habría huído gustoso
si hubiese podido. Pero fue tan acosado que no pudo, pues Jean Maillart le golpeó
con un hacha en la cabeza y lo derribó al suelo [...] Y no se separó de él hasta que
lo hubo matado y también a seis que lo acompañaban y enviados a prisión los
27 de 30
restantes. Luego empezaron a despertarse y salir por las calles las gentes de
París. Jean Maillart y los suyos se dirigieron a la puerta de Saint Honoré y allí
encontraron a gentes de la secta del preboste. Los culparon de traición y de nada
les valieron sus excusas. Allí hubo muchos presos y los que no se dejaron apresar
fueron muertos sin merced.
La "Jacquerie" [1358]:
Muy poco tiempo después de la liberación del rey de Navarra sucedió una terrible
y gran tribulación en muchas partes del reino de Francia, en Beauvaisis, en Brie,
junto al río Marne, en Laon, Valois, la tierra de Coucy y los alrededores de
Soissons. Algunas gentes de las villas campesinas se reunieron sin jefe en
Baeuvaisis. Al principio no eran ni cien hombres y dijeron que todos los nobles del
reino de Francia, caballeros y escuderos traicionaban al reino, y que sería gran
bien destruirlos a todos. Cada uno de ellos decía: "Es verdad, es verdad. Maldito
sea quien por él no sean destruídos todos los gentileshombres".
Entonces, sin otro consejo y sin otra armadura más que bastones con puntas de
hierro y cuchillos se fueron a la casa de un caballero que estaba cerca de allí.
Destruyeron la casa, mataron al caballero, a la dama y a los hijos, grandes y
pequeños, y lo incendiaron todo. Luego, se fueron a un castillo y allí aún actuaron
peor [...]
Así hicieron en muchos castillos y buenas casas, y fueron creciendo tanto que
llegaron a seis mil. Iban aumentando por que todos los de su condición les
seguían por todos lados por donde pasaban [...] Y todos estos criminales reunidos,
sin jefe y sin armaduras saqueaban y lo incendiaban todo, matando a todos los
gentileshombres que encontraban, forzando a damas y doncellas sin piedad y sin
28 de 30
merced como perros rabiosos.[...] Entre ellos tenían un rey al que llamaban
Jacques Bonhomme que era, como entonces se decía, de Clermont de
Beauvaisis, y lo eligieron el peor de los peores.
Si consideramos a un hombre, vemos que ocurre esto con él: que como todas sus
fuerzas están ordenadas hacia la felicidad, la fuerza intelectual obra como
reguladora y rectora de todas las otras, pues, no siendo así, no podría alcanzar
dicha felicidad. Si consideramos un hogar, cuyo fín es preparar el bienestar de
todos sus miembros, conviene igualmente que haya uno que ordene y rija, llamado
padre de familia, o alguien que haga sus veces según lo enseña el Filósofo: "Toda
casa es gobernada por el más viejo". A él le corresponde, como dice Homero,
dirigir a todos e imponerles leyes. De lo cual se origina esta maldición
proverbial:"Que tengas un igual en tu casa". Si consideramos una aldea, cuyo fín
es la cooperación de las personas y las cosas, conviene que uno sea el regulador
de los demás, bien que haya sido impuesto desde fuera, bien que haya surgido
por su propia preeminencia y el consentimiento de los otros; de lo contrario, no
sólo no se alcanza la mutua asistencia, sino que al cabo, cuando varios quieren
prevalecer, todo se corrompe. Si consideramos una ciudad, cuyo fin es vivir bien y
29 de 30
suficientemente, también conviene un gobierno único; y esto no sólo dentro de la
recta política, sino también de la desviada. Pues cuando ocurre de otro modo, no
sólo no se obtiene el fín de la vida civil, sino que la misma ciudad deja de ser lo
que era. Si consideramos, por último, un reino particular, cuyo fín es el mismo de
la ciudad, con mayor confianza en su tranquilidad, conviene también que haya un
rey que rija y gobierne, pues de lo contrario, no sólo dejan los súbditos de obtener
sus fines, sino que hasta el último reino perece, según afirma la verdad inefable.
"Todo reino dividido será desolado". Si, pues, esto ocurre en todas las cosas que
se ordenan a un fín, es verdad lo que se ha establecido anteriomente.
Ahora bien; es cierto que todo el género humano está ordenado a un fín, como ya
fue demostrado; por consiguiente, conviene que haya uno que mande o reine; y
éste debe ser llamado Monarca o Emperador. Y así resulta evidente que, para el
bien del mundo es necesaria la Monarquía, o sea el Imperio.
30 de 30