Almodovar Pedro - Hable Con Ella (Guion)
Almodovar Pedro - Hable Con Ella (Guion)
Almodovar Pedro - Hable Con Ella (Guion)
El guion
«La guerra es fácil, si alguien no te gusta vas y lo matas.»
«Cosas más extrañas se han visto. Leí en un periódico que un hombre salió
de un coma profundo simplemente porque su esposa le cogió la mano y se puso a
ladrar.»
«Hable con ella» es una película sobre la alegría de narrar y sobre la palabra
como arma para huir de la soledad, la enfermedad, la muerte y la locura. También
es una película sobre la locura, ese tipo de locura tan cercana a la ternura y al
sentido común que no se diferencia de la normalidad.
GÉNESIS
Varios acontecimientos ocurridos en los últimos diez años, me inspiraron la
escritura de este guion.
1. Una mujer americana despierta del coma después de dieciséis años. Según
los médicos su estado era irreversible. Me impresionó mucho ver la foto de la
mujer en «El País», apoyada en dos enfermeras, aprendiendo a caminar de nuevo.
Su despertar contradice todo lo que la ciencia afirma al respecto.
3. En Nueva York una chica que lleva nueve años en coma queda
embarazada (sin despertar del coma, no sé qué ocurrió al dar a luz). A los pocos
días descubren que el culpable era un camillero de la clínica. La cuestión es ¿cómo
un cuerpo clínicamente muerto (la muerte la determina el cerebro) puede
engendrar vida?
4. Creo que fue Cocteau quien dijo que la «belleza» puede resultar dolorosa.
Supongo que se refería a la belleza de las personas, yo creo que los momentos de
belleza súbita, intensa e inesperada pueden provocar lagrimas de dolor aunque su
origen sea un inmenso placer.
La delgada figura (con el pelo liso, recogido en una cola sobre las espaldas, y
sus brazos infinitos) se desliza con movimientos cortos y dudosos hacia el centro
del escenario. Se tambalea ligeramente y siempre del mismo modo. Tiene los ojos
cerrados, como una sonámbula que se afanara buscando una puerta por donde
acceder a otra realidad. O tal vez ese decorado sea su realidad, ése su mundo, y ése
su modo de moverse dentro de él.
Cerca de la boca del escenario, aparece otra mujer (Malú), más joven y más
furiosamente impaciente. Tiste también una ligera combinación blanca que le llega
hasta las rodillas. Malú tiene el pelo largo, suelto e indomable. Separadas por 5 ó 6
metros, las dos mujeres, muy cerca de la pared de la izquierda, dudan con pasos de
autómata. Aunque ninguna de las dos puede ver (nunca abren los ojos), en
ocasiones sus movimientos coinciden o se superponen formando un dúo armónico,
la una es el eco de la otra.
Sin pausa, se dirige en línea recta hacia la parte delantera del escenario. De
nuevo el hombre triste dispone del tiempo justo para quitarle de en medio todos
los obstáculos. Cuando termina, respira triste, agotado y alerta.
Malú vuelve a detenerse (siempre con los ojos cerrados), el rostro oculto por
el pelo. La mano derecha se desliza lentamente (como una caricia) desde el vientre
hasta el corazón. Ahí se detiene y reposa unos instantes. Empieza a oírse (suave y
doloroso) un fragmento de «The fairy Queen» de Henry Purcell.
Benigno, el más joven de los dos hombres sentados juntos por azar en la
secuencia anterior, le narra el espectáculo a una mujer acostada en la cama,
mientras le hace la manicura con pericia profesional.
BENIGNO
…El escenario está lleno de sillas y mesas de madera. Salen dos mujeres en
combinación, y con los ojos cerrados, como dos sonámbulas… ¡Te da un miedo que
las pobres se choquen con todo…! Pero de pronto aparece un hombre con la cara
más triste que he visto en mi vida y les va quitando a manotazo limpio las sillas y
las mesas para que no tropiecen… ¡No te puedes imaginar lo emocionante que era!
La mujer acostada se llama Alicia y es muy bella. Tiene 20 años y las mejillas
blancas y frescas. Yace completamente inane sobre la cama.
BENIGNO
La bella durmiente continúa inmóvil, con los ojos cerrados y las manos
quietas.
BENIGNO
BENIGNO
Al final del espectáculo fui a los camerinos y le pedí a Pina Bausch un
autógrafo para ti…
BENIGNO
Mira, está en ingles. Pero dice algo así como que…«¡A ver si superas tus
obstáculos y te pones a bailar!»
La clínica «El Bosque» parece más un pequeño hotel que una clínica.
En la pared frente a la cama hay un gran reloj de Fornasetti, con los rasgos
faciales en blanco y negro de esas mujeres con caras de luna, tan características del
diseñador. Las manecillas del reloj se mueven sobre el rostro de la mujer, inmune
al paso del tiempo. En cada una de las mesitas hay sendas lámparas de lava, en
cuyo interior las masas de color rojo (y naranja) no paran de moverse, creando
figuras siempre distintas en el seno de un líquido aceitoso. Sobre la mesita de la
derecha de la cama reposan dos fotos, una de los padres de Alicia, y otra de una
mujer de aspecto distinguido, de unos 50 años (Katerina Biloba, maestra de danza
y exbailarina). También hay un despertador que pertenece a la enferma (que sigue
funcionando) y el libro que estaba leyendo («la noche del cazador», de Davis
Grubb, regalo de su Maestra), con la marca de la última página que leyó antes del
accidente.
Benigno abre la gráfica que hay sobre una bandeja a los pies de la cama.
Apunta, en un color distinto a los comentarios del médico, la temperatura y la
presión a esa hora. Todo normal. Las anotaciones (además de temperatura,
presión, etc.) son del tipo de «Hoy la encuentro con más secreciones bronquiales».
Una de las últimas notas dice: «Esta tarde no ha tolerado la nutrición enteral, he
decidido quitársela unas horas».
MATILDE
(Mirando las hojas sobre las que Benigno apunta sus notas.) ¿Te importa
quedarte esta noche, Benigno…? Mi hermana no puede quedarse hoy con los
niños… y no sé con quién dejarlos…
BENIGNO
MATILDE
¿No estoy abusando de ti? Esta semana ya te has quedado tres noches…
BENIGNO
No te preocupes. Con tener una tarde libre me basta, quiero hablar con los
albañiles a ver si terminan de una vez de arreglarme la casa, que la tengo manga
por hombro… y también necesito ir a enmarcar una foto…, y ya está.
MATILDE
BENIGNO
MATILDE
BENIGNO
MATILDE
Gracias.
Matilde se va, sin haberse desprendido del bolso que traía colgando del
hombro.
(Por corte)
BENIGNO
Le ha venido el periodo.
ROSA
(Por corte)
8. CONTINUACIÓN.
En un plano cenital, los dos enfermeros anudan con pericia y delicadeza los
lazos de los costados. La quietud de Alicia, la sencillez del atuendo, el silencio con
que lo ejecutan los enfermeros, el rostro de la paciente rodeado por la tela (como
una deidad azteca) proporcionan a la imagen una cualidad sagrada. La música,
devota y cristalina, ayudará a crear el tono de ritual que el plano requiere.
10. TELEVISIÓN.
LO QUE SE VE:
CONDUCTORA
LYDIA
CONDUCTORA
Hay gente que dice que es porque muchos toreros se han negado a torear
con Vd. por el mero hecho de ser mujer.
LYDIA
CONDUCTORA
LYDIA
(Cortante.) Eso ya pasó.
CONDUCTORA
LYDIA
CONDUCTORA
LYDIA
(Harta.) ¡Y dale!
CONDUCTORA
LYDIA
CONDUCTORA
CONDUCTORA
MARCO
NIÑO
APODERADO
Te lo está dedicando. Es capaz de dejar que el toro le saque las entrañas con
tal de que tú lo veas. No debíamos haber venido, y menos tú.
Gran cafetería tapizada de rojo venoso, que exhibe en sus paredes algunas
cabezas de toro y multitud de fotos exclusivas de Manolete. Marco contempla una
foto, en la que el diestro reposa aburrido sobre la cama, con el torso y un brazo
escayolado. La canción de Elis Regina llega a su fin en este momento.
Sin mirar directamente al lugar donde están Lydia y el apoderado del Niño
de Valencia, Marco está pendiente de su conversación aunque no pueda oírlos.
APODERADO
El Niño tiene que centrarse. No puede andar perdiendo el tiempo con otras
preocupaciones.
LYDIA
(Disimula su despecho.) Yo no pienso darle ninguna, pero dile que pase por
el chalé a recoger sus cosas o que me diga dónde se las mando.
APODERADO
Mándamelas a mi casa.
LYDIA
MARCO
APODERADO
NIÑO
APODERADO
LYDIA
MARCO
LYDIA
MARCO
El coche cruza ante una señal de tráfico que indica: Madrid 20 Km.
Un letrero avanza desde el fondo hasta situarse en primer término, entre los
dos personajes que van dentro del coche: Letrero: MARCO Y LYDIA
MARCO
LYDIA
(Triste.) Mi padre.
MARCO
LYDIA
MARCO
LYDIA
MARCO
La verdad es que no entiendo nada de toros…
LYDIA
MARCO
LYDIA
MARCO
LYDIA
LYDIA
MARCO
¿Qué pasa?
LYDIA
(Gime, con un hilo de voz.) ¡Hay una culebra en la cocina y les tengo fobia!
¡Sáqueme de aquí, por favor!
LYDIA
MARCO
Le basta una mirada para descubrir al bicho. Busca algo contundente. Mira
dentro de un paragüero. Mezclado entre diferentes paraguas sobresale un bate de
béisbol. Con el bate de béisbol cogido con ambas manos, Marco se acerca al
escurridizo reptil y lo machaca repetidas veces. El último golpe le destroza la
cabeza, el sonido no puede ser más desagradable.
Marco entra en la cocina y vuelve con dos bolsas de plástico. Con una coge
el bicho muerto (de ese modo evita tocarlo) y lo introduce en la otra bolsa.
Su reacción resulta tan chocante como misteriosa. Se seca los ojos con un
pañuelo.
Desde el espejo retrovisor del coche Lydia observa cómo Marco cierra la
cancela y tira la bolsa con el bicho muerto en un cubo de basura, tamaño
comunidad. En el camino hacia el coche Marco vuelve a secarse los ojos húmedos,
con el dorso de la mano, lo misterioso del gesto hace que Lydia olvide por un
momento su fobia a las culebras.
Lydia no entiende por qué razón un hombre tan dueño de sí mismo sale
llorando de su casa. La intrigan más las lágrimas del desconocido que su incierto
futuro lejos del chalé que hasta ese momento ha sido su hogar. Marco llega al
coche y entra. Le entrega las llaves y el bolso en silencio. Lydia había olvidado por
completo el bolso.
LYDIA
¡El bolso! ¡Gracias! ¡lléveme a un hotel, lío pienso volver más a esa casa!
MARCO
LYDIA
Al… Wellington…
MARCO
Vale.
LYDIA
¡No le digas a nadie lo del bicho, por favor! Sólo lo sabe mi familia.
MARCO
(La tranquiliza.) No se preocupe. Si hay algo que respeto son las fobias de
los demás.
LYDIA
MARCO
LYDIA
MARCO
Buenas noches.
LYDIA
Buenas noches.
LYDIA
Marco lanza una última mirada al cuarto y descubre que la soledad de una
mujer resulta más llamativa sobre la cama de una habitación de hotel. O eso le
parece.
En la mesita de noche tiene una foto de Alicia. Es un primer plano del rostro
de la chica, con los ojos cerrados. También hay una pinza de pelo de carey, el
despertador y dos o tres revistas de moda y decoración: «Vogue» italiano, «Maison
Française». Y una pequeña foto enmarcada de la Madre, con un borde rasgado (el
padre ausente). En el suelo hay una revista de decoración abierta, con la imagen de
una habitación, toda ella amueblada por una prestigiosa marca.
(Por corte)
25. CLÍNICA «EL BOSQUE». HABITACIÓN ALICIA. INT. Y EXT. DÍA.
PRINCIPIO DE VERANO
Un día caluroso.
A.
Plano general exterior de la clínica privada «El Bosque». El edificio, de dos o tres
plantas, se halla construido en medio de una bella y cara urbanización, rodeada
por una espesa superficie de árboles.
A primera vista, por el exterior parece más un hotel que una clínica, privada.
Con esa intención se creó.
B.
Benigno entra con premura en la habitación de Alicia, vestido con su uniforme de
dos piezas azul, como el de las dos enfermeras —Matilde y Rosa— que le están
lavando el pelo a la paciente.
BENIGNO
ROSA
Buenos días.
MATILDE
BENIGNO
MATILDE
BENIGNO
MATILDE
Normal.
Con un gesto, Benigno le pide la vasija llena de agua con la que le aclara el
pelo a la paciente.
BENIGNO
MATILDE
Me voy.
BENIGNO
(Por corte)
ROSA
BENIGNO
Se lo dejaremos igual que siempre, como cuando vino, no quiero que note
ninguna diferencia si se despierta.
ROSA
BENIGNO
ROSA
BENIGNO
ROSA
(Se queja.) ¡Qué calor, por Dios! (Benigno asiente con la cabeza.) En la
farmacia me he comprado algo para la transpiración, por los «roetes» del uniforme.
Pero estoy peor que antes, iComo dice el prospecto, por los sobacos no sudas, pero
tengo todo el cuerpo empapado! ¡Mira la cara, (levanta la barbilla, para que vea
bien el rostro) chorreandito viva!
BENIGNO
ROSA
(Angustiada.) Perspirex.
Cuarto de baño.
Lydia se lava la cabeza bajo la ducha. A pesar del ruido del agua consigue
distinguir el sonido del timbre del teléfono.
(Por corte)
Coge el auricular, sobre una mesita del salón. Se cubre el cuerpo con una
toalla, tiene el pelo chorreando.
LYDIA
¿Sí?
OFF MARCO
LYDIA
VOZ MARCO
¿Cómo estás?
LYDIA
(Sonríe.) Desnuda.
Marco y Lydia salen de los grandes almacenes con dos bolsas de plástico.
Ella viste el mismo vestido de la noche anterior. Ha comprado productos de
higiene y ropa interior.
LYDIA
MARCO
LYDIA
MARCO
¿Dónde vamos?
LYDIA
(Sugiere.) ¿A Sybilla?
Conduce Marco.
LYDIA
¿Por qué?
LYDIA
MARCO
LYDIA
¿Ah, sí?
MARCO
Estuve así más de una semana, hasta que decidí comprar una cama nueva.
LYDIA
MARCO
Estoy solo.
Principios de Agosto.
LYDIA
MARCO
LYDIA
Tú, yo no.
MARCO
(Sonríe.) Es verdad.
Lydia vuelve a mirar el paisaje por la ventana. Una veloz cortina de verde y
tierra barre la pantalla.
A.
El Mercedes negro atraviesa un puente y se interna por una de las vistas más
conocidas de la ciudad.
B.
(Por corte)
HERMANA
¿Habéis leído lo de las monjas, a las que han violado los mismos misioneros,
en África? ¡Los propios curas…! ¡Es horroroso! ¡Si no te puedes fiar ni de un
misionero, que venga Dios y lo vea!
MARCO
Antes violaban a las nativas, pero por miedo al sida empezaron a violar a
sus compañeras.
HERMANA
APODERADO LYDIA
MARCO
HERMANA
MARIDO
HERMANA
Lydia sale del cuarto de baño (el pelo tirante todavía húmedo, recogido en
una prieta trenza doblada). Se cubre con una bata morada con elipses que parecen
lunares. Del pecho le cuelgan las medallas de santos y vírgenes, todas de oro.
Camina descalza junto al grupo en dirección a la Silla, bajo la bata sólo lleva
un fino leotardo blanco y un sostén negro. A su paso la conversación anterior
languidece o pierde interés.
LYDIA
APODERADO
APODERADO
La hermana exclama:
HERMANA
(Por corte)
Están los dos solos, el Yiyo coge con delicadeza las medias de color rosa. En
silencio, Lydia, sentada en la cama, extiende una de las piernas, y después la otra.
La seda está fría y raspa cuando roza la superficie del ligero leotardo blanco. Por
encima de las rodillas se ajusta las medias con un liguero. Todavía sentada en la
cama, con las piernas extendidas y enfundadas en rosa, el Mozo le introduce la
taleguilla por ambas piernas hasta que le asoman los pies.
YIYO
Buena suerte.
2. Dos matadores más jóvenes que ella, acompañan a Lydia. La mujer tienta
el aire, con expresión reflexiva, más severa de lo habitual.
10. Dentro del toril la garrocha cae fulminante sobre el morrillo del toro y le
clava la divisa. El animal da un respingo, no puede ver quién le ha pinchado a
traición y se enfurece.
TORILERO
¡Va toro!
Lydia hace un gesto de afirmación con la cabeza. Los dos o tres segundos
que transcurren hasta que irrumpe el animal son eternos. Lydia piensa en los dos
últimos hombres de su vida, en el toro, en sus santos y en su padre. Con los dedos
índice y anular de la mano derecha se toca las medallas que lleva entre los pechos,
invocando la ayuda simultánea de todos sus fetiches.
12. Se abre el portón. Al fondo sólo se ve oscuridad, aparece el toro
doblemente cegado (por la oscuridad del toril y por la fulminante luz del sol) que
descubre la masa de color del cuerpo de Lydia. Y hacia esa masa palpitante dirige
sus quinientos kilos de negrura. Lydia le ve venir.
El toro galopa directamente hacia ella, pero ella le distraerá con el capote.
No es la primera vez que lo hace, pero esta vez antes de que pueda evitarlo el toro
la arrolla y se ensaña con su cuerpo en el suelo, como si fuera un pelele.
Un grito sacude las gradas como un rayo. Los banderilleros salen al quite.
Espacio aséptico y casual. Sólo hay dos sillas, las que ocupan la hermana de
Lydia y su marido Antonio. La hermana tiene los párpados enrojecidos e
hinchados de llorar. El marido hace lo que puede por consolarla. El dolor ha
infantilizado a la mujer, y Antonio, cariñoso, le habla como a una niña.
HERMANA
MARIDO
HERMANA
(Como si hablara sola.) ¡Ya se habrá quedado tranquilo mi padre! ¡la niña
no! ¡Cuántas veces se lo decíamos mi madre y yo! ¡la niña no! ¡Pero la niña salió
igual que él!
MARIDO
HERMANA
MARIDO
NIÑO DE VALENCIA
YIYO
APODERADO
HERMANA
MARIDO
HERMANA
(Al apoderado, exhausta.) El bar lleva tres semanas cerrado, los niños están
con la vecina y a este hombre (por su marido) lo tengo abandonado.
MARIDO
Por mí no te preocupes. Si pasara algo, con el AVE estás aquí en dos horas.
HERMANA
APODERADO
HERMANA
¿Fe?… ¡¡Yo sigo poniéndole velas a los santos, pero me cuesta mucho tener
fe!!
38. CLÍNICA PRIVADA «El BOSQUE». HABITACIÓN LYDIA. INT. DÍA.
CONTINUACIÓN.
MARCO
ENFERMERA A
(Amable.) Todavía no… ¡con todo lo que tiene! Las heridas, la “tráqueo…
La Enfermera A le mira con más detalle. Es una chica joven, con el pelo
recogido en dos informales coletas. Aunque Marco esté hecho polvo, ella le
encuentra atractivo.
NIÑO
Tengo que irme a América por tres meses. Mi apoderado dice que es muy
importante, pero según están las cosas aquí yo no quiero irme.
Estas últimas palabras se las dedica a Marco, pero Marco se limita a mirarle
fijamente.
ENFERMERA A
MARCO
El torero lo sabe, se queda con el cigarrillo entre los dedos, sin encenderlo. A
pesar de la nula disposición de Marco, el torero quiere saber.
NIÑO
MARCO
NIÑO
NIÑO
MARCO
Si quieres que te diga la verdad, hacía mucho tiempo que Lydia no hablaba
de ti.
NIÑO
MARCO
Esta vez el torero mira a Marco a los ojos y niega con la cabeza.
(Por corte)
MARCO
LYDIA
MARCO
LYDIA
¿Qué recuerdos?
CONTINUACIÓN 42.
MARCO
…Hace años, también tuve que cazar otra culebra… Estábamos en África.
Ella padecía tu misma fobia, y esperaba fuera de la tienda, horrorizada,
indefensa… y completamente desnuda, porque había descubierto al bicho mientras
dormíamos…
CONTINUACIÓN 43.
Ángela, una bella adolescente, corre desnuda unos pasos y después se
vuelve. Un viento lleno de polvo azota su piel desnuda, pero ella no lo percibe,
tiene demasiado miedo.
CONTINUACIÓN 42.
LYDIA
MARCO
Sí.
LYDIA
MARCO
LYDIA
MARCO
Marco abre los ojos, de su boca desaparece la expresión de vivo placer que la
adornaba. Descubre a dos enfermeras empleadas en el cuerpo de Lydia. Mira los
labios de Lydia, los mismos que hace un instante le besaban en sueños. Encuentra
su erección de lo más inoportuna. Saluda a las enfermeras con una mueca. Le
cuesta abrir los ojos a la realidad de la habitación. La erección equivocada, baja por
sí sola. Le Enfermera A se dirige a él con simpatía.
ENFERMERA A
MARCO
ENFERMERA B
Marco sale de la habitación de Lydia y camina por el pasillo, sin prisas y con
la cabeza embotada. La sensación de pesadilla no le abandona. Busca el despacho
del Médico de Planta (Dr. Vega).
BENIGNO
¡Rosa, cierra la puerta, (Se refiere a la que da a la terraza.) No ves que hay
corriente! (Mira a Alicia, admirado.) ¡Ha abierto los ojos!
Lo dice como si fuera algo maravilloso.
ROSA
BENIGNO
ROSA
MARCO
MEDICO
MARCO
Uff.
Le invito a un café.
MARCO
MÉDICO
MARCO
MÉDICO
(Por corte)
MÉDICO
«Meryl Lazy Moon despierta del coma después de 15 años.» Entró en coma
al dar a luz a su tercer hijo… Meryl era una E.V.P (estado vegetativo persistente)
igual que Lydia, teóricamente inconsciente de por vida… Su despertar contradice
todos los estudios que se han hecho hasta la fecha.
MARCO
MÉDICO
Científicamente no. Pero si Vd. lo cree así, yo no soy quién para quitársela…
MARCO
(Lo entiende.) ¿Puede abrir los ojos? O es una alucinación mía, porque
creo…
MÉDICO
Sí, puede abrirlos. Pero eso no significa que le esté viendo, ni que se dé
cuenta de nada… Tiene la corteza del cerebro devastada, pero el tallo cerebral está
íntegro… El tallo cerebral es el órgano que controla las funciones automáticas,
como la respiración, el sueño, la vigilia, los movimientos intestinales… Puede abrir
los ojos, como un acto mecánico, pero su cerebro está apagado, y no concibe ideas,
ni sentimientos…
BENIGNO
¡Entre!
Benigno introduce los pies de Alicia dentro de unas botas de gruesa suela de
esparto, clavadas a un trozo de madera. Marco se pregunta por qué el enfermero
está calzando a una mujer inmóvil. Como si le hubiera leído el pensamiento,
Benigno se lo explica: BENIGNO
Es para que los pies no se le tuerzan para los lados, ni se le caigan hacia
delante…
MARCO
BENIGNO
MARCO
Marco Zuloaga.
BENIGNO
Yo a Vd. le conozco.
MARCO
BENIGNO
No. Fue viendo «Café Müller», estábamos sentados juntos, por casualidad…
MARCO
Ah, no me di cuenta.
Le pone gotas para humedecerle los ojos (presiona el párpado para abajo y le
aplica las gotas).
BENIGNO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
MARCO
Sí.
BENIGNO
MARCO
Se cruza con un hombre que camina con paso decidido. Ninguno de los dos
llega a mirarse, aunque ambos piensan en esos momentos en la misma mujer.
Benigno se ocupa de masajear a Alicia desde la rodilla hasta los muslos, con
los nudillos de ambas manos. Delicado y experto. Alicia tiene la sábana recogida
hasta la ingle. Benigno oye abrirse la puerta y mira. Entra el hombre que se cruzó
con Marco en el pasillo, el padre de Alicia, un hombre de más de cincuenta años,
bien vestido, ojos penetrantes, que sostienen un peso enorme.
BENIGNO
PADRE
Buenos días.
BENIGNO
PADRE
…El otro día, revisando mis cosas, encontré un cuaderno con algunas notas
del día que viniste a verme.
Benigno se vuelve hacia él, sorprendido de que le haya elegido como tema
de conversación.
PADRE
BENIGNO
PADRE
Tu orientación sexual.
BENIGNO
PADRE
BENIGNO
PADRE
BENIGNO
PADRE
¿Tienes pareja?
BENIGNO
PADRE
BENIGNO
A pesar de sus palabras, Benigno acaba de poner una barrera entre los dos.
Rosa ayuda a Benigno a mover los brazos y las piernas de Alicia. Le colocan
almohadillas bajo el torso y las piernas, de ese modo evitan que la piel se escare. La
apoyan sobre el otro costado.
ROSA
Ha estado el padre, ¿no?
BENIGNO
ROSA
BENIGNO
Bueno, ha utilizado la fórmula americana, que es más fina. Que cuál era mi
orientación…
ROSA
BENIGNO
ROSA
BENIGNO
ROSA
BENIGNO
ROSA
(Apabullada.) No, no. Si llevas razón. Esas cosas no se preguntan.
KATERINA
A lo mejor tengo que viajar, no podré venir a verte todas las semanas, pero
en Geneva me han ofrecido una creación, una coreografía y eso me hace palpitar.
Tengo una vieja idea para un ballet, se llama «Trincheras». Es de la Primera Guerra
Mundial. Problema: hace falta muchos chicos, muchos bailarines, porque en la
guerra hay muchos soldados, lo siento. Pero en Geneva todo el mundo baila. ¡Es
maravilloso! También hay bailarinas, porque en el ballet, cuando se muere un
soldado emerge de su cuerpo su alma, su fantasma y eso es una bailarina. (Se
explica gráficamente con las manos.) Tutú largo, blanco, como los «willies» en
Giselle, clásico, pero con mancha de sangre, rojo.
BENIGNO
KATERINA
BENIGNO
KATERINA
Lo… ¿playa?
KATERINA
BENIGNO
KATERINA
No, (por fin encuentra el término, no importa que lo diga en otro género.)
¡Lo etérea!
BENIGNO
(Se quita un peso de encima.) ¡Ah, claro! (Como si fuera evidente que no
podía ser otra palabra que «lo etérea».) ¡Claro!
KATERINA
BENIGNO
KATERINA
Esa es la música de la batalla. Para las muertes tengo una obra maestra, que
os voy a poner ahora mismo… Vais a flipar.
Benigno le entrega el bolso, orgulloso del amor que Katerina siente por
Alicia, como si fuera obra de él. Katerina coge el bolso.
BENIGNO
Y Vd., cuídese también, Katerina. Aunque está guapísima. ¡Hay que hacer
«Trincheras»!
KATERINA
BENIGNO
No se preocupe. Adiós.
BENIGNO
Éste podemos ponerlo junto a la ventana… así puedes ver bailar a tus
amigas de enfrente…
Unas páginas más adelante Benigno se detiene y contempla con deleite una
habitación totalmente amueblada: cama, mesitas de noche, lámparas, un cuadro
abstracto, sábanas, colcha, etc. Es un anuncio publicitario. El mismo que se vio en la
Secuencia 24, cuando Benigno se despertaba en su casa y su habitación se veía en
obras. Le muestra la doble página a Alicia y comenta: BENIGNO
Y cierra la revista.
BENIGNO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
MARCO
¿Profesora… ?
BENIGNO
El local es espectacular, una especie de loft con pocas columnas, que hace
esquina con la Plaza Santa Ana. La superficie que da a dos calles es toda de cristal.
Los planos que presentan la Academia están tomados desde arriba y un poco en
diagonal. Corresponden a un piso superior, en la acera de enfrente. En ese piso
viven Benigno y su madre.
B— Casa de Benigno
VOZ MADRE
BENIGNO
Ya voy, mamá.
Lleva chanclas.
Sin dejar de caminar Alicia saca del bolso un walkman, al tirar del cable se le
cae una pequeña cartera de cuero repleta de notas y tarjetas.
Benigno se lanza a la calle tal cual está, con chanclas. En un abrir y cerrar de
ojos recoge la cartera del suelo, se la guarda y echa a correr hasta alcanzar a Alicia.
Con las chanclas no puede correr todo lo rápido que quisiera y parece un poco
pato.
ALICIA
BENIGNO
A Alicia le extraña que lo reconozca, tal vez por eso sigue hablando con él.
ALICIA
BENIGNO
(Se saca la carterita del bolsillo.) Creo que esto es tuyo… Se te ha debido
caer…
Le devuelve la cartera.
ALICIA
BENIGNO
ALICIA
BENIGNO
ALICIA
Gracias.
BENIGNO
¿Dónde vas?
ALICIA
A mi casa.
BENIGNO
ALICIA
BENIGNO
ALICIA
BENIGNO
Supongo, pero nunca he visto nada. ¿Qué más haces, además de bailar?
ALICIA
BENIGNO
ALICIA
BENIGNO
Nada. Yo no salgo.
ALICIA
BENIGNO
ALICIA
ALICIA
Y echa a correr por mitad de la calle, esquivando hábilmente los coches que
pasan casi rozándola. Llega a la zona intermedia de la calle (la mediana) y se
detiene, atrapada en medio de la corriente de automóviles que cruzan en
direcciones opuestas. Se vuelve y sonríe a Benigno. Desbordando encanto, le hace
un gesto de adiós con la mano.
Benigno confunde la sonrisa de Alicia con una invitación (en cualquier caso
no está dispuesto a dejarla escapar) y cruza también la mitad de la calle, sorteando
los vehículos, al tiempo que Alicia cruza la segunda mitad de la calle.
Como antes le ocurrió a ella, Benigno se queda anclado en medio de las dos
direcciones, atrapado por coches que vienen y van y angustiado por las sucesivas
huidas de la chica.
Tiempo actual
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
OFF-BENIGNO
Basta que me quedara todo el día junto a la ventana para que ella no viniera
a bailar. Pero recordaba su dirección, calle Almagro 23, séptimo, y que su padre era
psiquiatra.
Benigno llega a la puerta del edificio por donde Alicia desapareció dos días
antes.
(Por corte)
CHICA
OFF-BENIGNO
Yo sólo quería volver a ver a Alicia, pero ya que estaba allí, y el padre era
psiquiatra, aproveché para contarle que echaba de menos a mi madre.
68. DESPACHO DEL PADRE PSIQUIATRA DE ALICIA. INT. DÍA.
CONTINUACIÓN.
El padre (Dr. Roncero) toma nota de algunas de las cosas que le dice
Benigno. Ya ha escrito la palabra «inmaduro», «madre omnipresente, muerta»…
PSIQUIATRA
BENIGNO
PSIQUIATRA
Durante estos últimos quince años, ¿no hiciste otra cosa que cuidar de tu
madre…?
BENIGNO
No me moví de su lado; bueno, estudié para ser enfermero, sólo salía para
las clases… También tomé clases de esthéticienne, maquillaje y peluquería… pero
eso ya lo hice por correspondencia.
PSIQUIATRA
BENIGNO
PSIQUIATRA
BENIGNO
PSIQUIATRA
¿Ha muerto?
BENIGNO
No, por Dios. Vive en Suecia. Bueno, supongo, porque hace la tira que no sé
de él.
PSIQUIATRA
BENIGNO
BENIGNO
Pues…
PSIQUIATRA
¿Cuál es tu problema?…
BENIGNO
PSIQUIATRA
BENIGNO
PSIQUIATRA
BENIGNO
(Neutro.) No.
PSIQUIATRA
(Neutro.) Tampoco.
PSIQUIATRA
BENIGNO
PSIQUIATRA
BENIGNO
PSIQUIATRA
BENIGNO
PSIQUIATRA
BENIGNO
(De pronto, muy dispuesto.) Sí, sí, la analizamos. ¿Vengo la semana que
viene?
PSIQUIATRA
Muy bien.
Benigno se levanta.
Benigno abre la puerta despacio y lo absorbe todo con los ojos. El color de la
habitación es el mismo de la habitación de la Clínica.
La cama exhibe las huellas recientes de la chica, sobre la colcha yacen las
prendas que acaba de quitarse. Las prendas sugieren los volúmenes del cuerpo de
Alicia, Benigno las contempla turbado, le recuerdan los restos calcinados de alguna
víctima sorprendida por la lava de un volcán…
Sale al pasillo con mayor sigilo que cuando entró. El ruido de la ducha ya no
se oye.
Cuando Benigno llega al muro de pavés Alicia sale por la puerta del baño, a
medio vestir y con el pelo chorreando, están a punto de chocar el uno contra el
otro. A la chica se le escapa un grito y se coloca rápidamente el albornoz (el mismo
albornoz naranja que se ha visto en la Clínica), por un instante Benigno puede ver
parte de sus pechos. Alicia reconoce al intruso. No puede imaginar cómo ha
llegado hasta allí.
ALICIA
BENIGNO
Nada, nada. Ya me iba. No te pongas nerviosa, sólo quería verte, pero soy
inofensivo…
CHICA
¿Consulta del Dr. Roncero…? Hola, Lola… pues sí, chica. ¡Acabo de echar
una mierda como un celemín…!
A. Llueve
Durante toda la secuencia no cesa de llover. Benigno se lleva los brazos hacia
atrás, en una mano tiene la pinza del pelo que robó en el cuarto de Alicia. La abre y
cierra mecánicamente. El objeto provoca un sonido agudo.
OFF-BENIGNO
Katerina ensaya con los alumnos, intercala entre los compases extrañas
onomatopeyas de misterioso origen lingüístico (Ta hopa, ta yá… y uno y dos y
tres… quedar delante…). Muy rígida, vestida con pantalón y una camisa holgada
que acentúa su delgadez, pasa revista a los alumnos corrigiendo codos, mentones,
espaldas, brazos, etc. El sonido de la lluvia aumenta la tristeza de la melodía
interpretada por el pianista. Entra en el estudio una secretaria y se dirige a
Katerina. Le murmura algo al oído. El rostro de la maestra se descompone. Hace
un gesto de dolorosa afirmación con la cabeza y sin interrumpir el ensayo le pide a
una alumna aventajada que se haga cargo de la clase.
Día soleado
Benigno llega caminando al portal del edificio donde vive Alicia, el lugar
donde su padre pasa consulta como psiquiatra.
Tiempo actual
MARCO
BENIGNO
Silencio.
BENIGNO
El padre no quería que estuviera sola un momento. Preguntó por los mejores
enfermeros… y bueno, yo tengo buena reputación y me recomendaron… Cuando
me vio, recordó que nos conocíamos y tuvo un momento de duda, pero acabó
contratándonos a mí y a Matilde en exclusiva. De esto hace cuatro años, y aquí
estamos. (Le dedica una sonrisa al rostro de la paciente.) ¿Verdad, Alicia?
(Por corte)
Benigno le habla sin mirarle, pendiente del bordado. Alicia en la cama, bajo
la sábana, ocupa la base del fotograma. Su horizontalidad, paralela al borde
inferior de la imagen alarga su figura. Las masas del interior de las lámparas lava
elucubran sin parar, modelo de auténtica flexibilidad.
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
¿Y eso?
MARCO
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
BENIGNO
BENIGNO
A las mujeres hay que tenerlas en cuenta, hablar con ellas, tener un detalle
de vez en cuando. Acariciarlas de pronto, recordar que existen, que están vivas y
que nos importan. Esa es la única terapia. Se lo digo por experiencia.
MARCO
BENIGNO
ENFERMERA A
ROSA
¿Cómo lo sabes? ¿Se lo has visto?
ENFERMERA A
ENFERMERA JEFE
Ríen.
ENFERMERA JEFE
ROSA
Sí…
ENFERMERA JEFE
ENFERMERA A
ROSA
ENFERMERA JEFE
ROSA
ENFERMERA JEFE
Pues a mí me lo ha confirmado el doctor Vega…
ROSA
ENFERMERA JEFE
ROSA
Y se va.
ENFERMERA A
ENFERMERA JEFE
BENIGNO
MARCO
He quedado con mi editor. Un día de éstos tengo que volver a trabajar.
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
Bueno. Adiós, Lydia. (Le acaricia una mano, tierno.) Tienes que tener mucha
paciencia con él.
BENIGNO
El título, escrito en letras decó, ocupa la mayor parte del cartel: AMANTE
MENGUANTE. En la parte inferior casi no se lee el nombre del director, Hilario
Muñoz. Frente al cartel, Benigno lee: BENIGNO
Amante Menguante.
79. FACHADA CLÍNICA «EL BOSQUE». EXT. NOCHE.
La cámara se desliza por entre los árboles del parking, sinuosa como una
culebra, descubriendo a través de las ramas la fachada iluminada de la clínica «El
Bosque». Un cuarteto de cuerda, perteneciente a la banda sonora de «Amante
menguante», acompaña, subraya y acompasa el contenido de esta secuencia hasta
la secuencia 89» en la terraza.
Abre el armario situado frente a la cama. Como siempre, dirige sus palabras
a la mujer silente y yacente.
BENIGNO
BENIGNO
Me alegro de que te encuentres bien. Aún así te voy a dar un masajito y unas
friegas con alcohol de romero…
Mira a Alicia. Sus mejillas han adquirido un delicado rubor, el color de los
labios también es más intenso. Evidentemente Benigno la ha maquillado un poco,
el cambio es muy notable.
Nadie osaría decir que Alicia está en coma. Una pequeña pinza de plástico
color rosa le mantiene terso un lado del flequillo (es una pinza más simple que la
que Benigno robó en su casa, ésta es pequeña como un clip, sólo puede sujetar un
pequeño mechón de pelo; la que robó Benigno era más grande, con dos filas
dentadas que pueden mantener sujeta la cabellera entera, en una cola de caballo,
por ejemplo). Impresiona comprobar cómo la belleza de Alicia convierte un objeto
tan prosaico (la pinza de plástico) en una verdadera joya.
Benigno le deshace los lazos que unen las dos partes del camisón por los
hombros. Dos lazos sobre cada hombro. Tira de la parte superior del camisón hacia
la cintura y descubre los pechos en su esplendor, el valle del vientre… Vuelve sus
ojos hacia el rostro de Alicia. La mujer tiene levemente separados los labios
maquillados. Turbado, Benigno la cubre de inmediato con el camisón y responde a
algo que nadie excepto él ha oído:
BENIGNO
No, no me pasa nada. Es que anoche vi una película muda que me ha dejado
trastornado.
BENIGNO
Es una historia de amor entre Alfredo, un chico un poco gordito como yo,
pero buen tío y su novia, Amparo, que es científica. Amparo está investigando la
fórmula de una dieta experimental que será la bomba en el mundo de la
nutrición…
ALFREDO
AMPARO
ALFREDO
«Ya lo tengo.»
AMPARO
ALFREDO
ALFREDO
AMPARO
ALFREDO
AMPARO
¡Oh!, Alfredo…
B. Zona Salón
ALFREDO
Alfredo acusa una fuerte reacción, como si le estallaran las entrañas por
dentro. El terror no le impide a su novia tomar nota de las primeras reacciones
humanas a su fórmula adelgazante. Las sacudidas espasmódicas que sufre Alfredo
por todo el cuerpo, se producen al compás del cuarteto de cuerda.
Después del último espasmo Alfredo se queda inmóvil, como si una fuerza
invisible le sujetara por los hombros. Levanta lentamente la cabeza, abre la boca y
acaba liberando un contundente eructo. El eructo le da en pleno rostro a la bella
científica, y le mueve el cabello como una fuerte bocanada de viento.
Elipsis.
AMPARO
E. En la habitación de Alfredo
F. Vestíbulo de edificio Viejo Madrid. Int. Noche Alfredo mide poco más de
1,30 m. Carga con dos maletas que le llegan a los sobacos. El peso de las maletas es
ligero comparado con el dolor de la separación.
OFF—BENIGNO
BENIGNO
La cancela que da a la calle está abierta. Por los escalones que suben hasta la
puerta de la vivienda baja Amparo, eufórica y radiante de felicidad. Un sombrerito
de fieltro de ala corta corona su cabeza. También lleva un abrigo con solapa de
piel, y en la mano un bolso de piel de cocodrilo auténtica.
Dentro del coche que la espera, un Packard del 23, hay un chófer con gorra y
cadavérico (por culpa del maquillaje blanco de la época). Amparo entra deprisa y
se sienta en el lugar del pasajero. Coge una bocina al lado de la ventanilla y le
ordena al chófer su próximo destino: Hotel Youkali.
Abre el bolso de piel de cocodrilo que ahora reposa en el asiento, junto a ella.
Echa un vistazo a la calle, como disimulando su alborozo. Después mira y sonríe al
interior del bolso: un diminuto Alfredo la saluda eufórico con amplios
movimientos de los dos brazos. Alfredo mide unos 12 cm. Viste un traje de
muñeco, confeccionado por su madre, con costuras visibles a los lados. Comparte
el interior del bolso con un pintalabios, un pañuelo, una caja redonda de
maquillaje, una polvera, un cepillo de dientes, una pipa para fumar cigarrillos, dos
libros, un bloc de notas, etc.
Alfredo se lleva las dos manos a la boca para ahogar un grito de emoción.
Se acerca al papel e intenta abarcarlo con los brazos abiertos, las letras son
tan grandes como sus manos, y el texto inabarcable, como el sentimiento que le
impulsó a escribirlo.
Acaricia las palabras, rescribe sus letras, repasándolas con el dedo índice y
abraza el papel, otra vez. Con este abrazo, Alfredo también abraza su terrible
destino, del cual se siente dueño.
Los cristales de una bella ventana cubista se ven invadidos por la primera
luz del amanecer.
La luz se proyecta sobre la cama donde conversan sin descanso los amantes.
Amparo bosteza amplia e inconteniblemente, como un hipopótamo cansado;
piensa Alfredo, feliz. El mínimo gesto de ella le resulta descomunal, y le gusta que
sea así.
AMPARO
ALFREDO
Duerme, mi amor…
AMPARO
ALFREDO
Amparo la siente cerca, entreabre los ojos para verle. Con un encantador
gesto de las dos manos juntas bajo la mejilla, Alfredo le ordena que siga
durmiendo. Y ella obedece sin esfuerzo.
El amante diminuto, movido por un deseo un millón de veces mayor que el,
agarra sólidamente con las dos manos uno de los pétalos bordados en el extremo
de la sábana y tira con toda su fuerza. Intenta destapar el gigantesco cuerpo
desnudo.
El amante menguado camina a la vera del cuerpo, de los pies a los hombros
disfrutando de su aroma y su calor, y derritiéndose con la visión de los detalles.
Escala por uno de los hombros hasta alcanzar el inicio de los pechos. Abraza uno
de ellos, rodeándolo con sus brazos. Sube a la cima y se deja caer rodando hasta el
canalillo. Escala y abraza el otro pecho. Recupera la vertical a la altura del
esternón. Mira a lo lejos, lo que ve le conmociona: como un arbusto frondoso se
eleva el vello púbico entre las dos piernas ligeramente dobladas. De perfil, el
cuerpo de Amparo es un paisaje natural, con valles, montes, arbustos y claros, por
cuya superficie Alfredo disfruta del mejor paseo que haya dado en su vida. Incluso
el espejo de la pared parece un sol o una luna.
Vuelve a salir. Respira hondo, abre los brazos y los apoya sobre las ingles de
ella. Mientras llena sus pequeños pulmones de oxígeno toma una decisión. No es la
primera vez que piensa en ello, de hecho es algo que decidió antes de llegar al
hotel Youkali.
El maquillaje de la época (la sombra negra que perfila sus ojos) subraya la
trascendencia de esta decisión. Se vuelve y permanece de pie frente al sexo de
Amparo. Se desprende primero de la camiseta, después de los calzoncillos.
BENIGNO
Como cada noche, más allá de la ventana, el viento mece las copas de los
árboles que rodean la clínica «El Bosque».
Los árboles de la noche se funden con los del día, del fondo de sus hojas
nace un letrero que viene hacia cámara.
A la terraza se accede por uno de los pasillos del segundo piso. Tiene unos
60 metros cuadrados. Hay cuatro sofás, junto a unas feas mesitas de cristal y
butacas. Un set lo ocupan los miembros de la familia de un paciente. Benigno y
Marco, y sus respectivas parejas, se instalan de espaldas al bosque.
Las dos mujeres tienen la cabeza ladeada una hacia la otra, como si hablaran
entre ellas.
BENIGNO
¡Qué bien se está en la terraza! ¿Verdad?
BENIGNO
Se inclina hacia ella como para oírla, después se vuelve hacia Marco.
BENIGNO
BENIGNO
Marco las mira y en efecto ésa es la impresión que dan, como si las dos
mujeres estuvieran manteniendo una conversación telepática.
BENIGNO
MARCO
(Triste.) Lydia le diría que hoy hace dos meses que la cogió el toro…
BENIGNO
Cuando aparecen los novios por la puerta e inician su lento desfile por el
pasillo central, la novia (Ángela) le descubre enseguida y le dedica una sonrisa
abierta y nerviosa (le envía un beso con la punta de los dedos). Es la misma chica
que hemos visto sacudida por el viento en una noche africana (secuencia 43).
CURA
CURA
Los novios, sonrientes y nerviosos, unen sus manos derechas. El cura les
acerca el libro abierto para que lean los párrafos que le corresponden.
ÁNGELA
Yo, Ángela, te quiero a ti, Benjamín, como esposo y me entrego a ti, y
prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad,
todos los días de mi vida…
Ángela lee con ligero acento andaluz. La verdad de sus palabras resplandece
en sus mejillas y en sus ojos. No existe un texto más hermoso para unir los destinos
de dos personas que se aman. Desde su lugar Marco contempla atentamente la
ceremonia, conmovido y ligero, sin el peso de las lágrimas.
Al otro lado del pasillo, Lydia contempla la ceremonia más emocionada que
él. (Viste de incógnito, vaquero y una blusa de blonda color rojo, además de las
gafas que le tapan la mitad de la cara.) Ni Marco ni la cámara la han visto entrar.
Marco se asombra cuando la descubre arrodillada en el banco de al lado.
Lydia llora abundantemente bajo las enormes gafas oscuras (las mismas
gafas que lleva en la secuencia anterior, la de la terraza, dos meses después).
CURA
MARCO
LYDIA
MARCO
MARCO
Lo que tú digas…
LYDIA
MARCO
LYDIA
(Un poco angustiada.) He venido porque no quiero que pase un día más sin
que hablemos…
MARCO
LYDIA
(Desconcertada.) ¿Pruebas?
MARCO
LYDIA
(Pensativa.) Es verdad.
MARCO
MARCO
¿No me crees?
LYDIA
No es eso…
MARCO
LYDIA
MARCO
MARCO
LYDIA
Todavía la querías…
MARCO
LYDIA
MARCO
«El amor es la cosa más triste del mundo», dice una canción de Jobim…
Lydia juega inconscientemente con el cordón de oro que le pende del cuello,
enredándoselo entre los dedos, como si le diera vueltas a una idea que no tiene
salida. Impulsada por una necesidad repentina y urgente: LYDIA
(Angustiada.) ¡Marco, tenemos que hablar después de la corrida!
MARCO
LYDIA
Tú, yo no.
MARCO
Es verdad.
Los planos del final de esta secuencia son los mismos que los de la secuencia
30. Es el mismo momento.
Marco y Benigno vuelven al interior del edificio, con sus dos compañeras
inmóviles, dentro de sus sillas de ruedas.
BENIGNO
(Preocupado, por si su amigo tiene razón.) ¿De verdad crees que el amor es
la cosa más triste del mundo?…
MARCO
BENIGNO
¡Qué putada!
(Por corte)
…Me alegro de que me haya cogido el toro. Así puedo quedarme contigo
hasta que despiertes, amor mío. Nadie va a separarme de ti…
Junto a la cama, el Niño de Valencia le tiene cogida una mano a Lydia. (El
torero tiene los ojos húmedos y radiantes. Una tirita oculta una pequeña herida en
la mejilla.) En la cama se apoya un bastón. El Niño está herido, por eso ha vuelto
de América.
NIÑO
MARCO
(Afirma, en forma de pregunta.) ¿Era por ti, por quien lloró en la boda…?
NIÑO
Lo dice orgulloso.
NIÑO
MARCO
(Por corte)
MARCO
Hola, Alicia. Vuelvo a estar solo.
Es la primera vez que Marco le habla a una mujer en coma, y la primera vez
que habla de soledad.
BENIGNO
MARCO
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
Pero… ¿Y Lydia?
Marco intenta explicar con pocas palabras los últimos acontecimientos, pero
no resulta fácil.
MARCO
Lydia no me necesita…
BENIGNO
¿Habéis roto?
MARCO
Es un modo de decirlo.
BENIGNO
BENIGNO
¿Cuándo te vas?
MARCO
BENIGNO
ROSA
BENIGNO
No.
ROSA
BENIGNO
ROSA
Son más de dos semanas. Demasiado retraso. ¿Estás seguro de que el mes
pasado lo tuvo?
BENIGNO
Yo mismo le puse las compresas. Fue justo la semana que estuviste con
gripe.
La Enfermera le toca la tripa. Se fía de Benigno, pero…
ROSA
BENIGNO
ROSA
Marco aparca y sale del coche. Varios familiares fuman y hablan por sus
móviles. En las secuencias que aparezca el exterior de la Clínica, siempre habrá
alguien hablando por un móvil. Y alguien fumando, mirando a ningún sitio. Marco
entra en la Clínica, lleva en la mano una bolsa de plástico con libros.
MARCO
Hola, Benigno.
BENIGNO
Hola.
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
No. (Su rostro expresa lo contrario.) Creo que Alicia tiene una infección…
¿Me llevas a casa? Hoy no tengo guardia.
Marco asiente…
MARCO
BENIGNO
(Molesto.) No sé. Le están haciendo unas pruebas, pero a mí tampoco me
han querido decir nada. ¡Ni siquiera me dejan quedarme esta noche!
MARCO
BENIGNO
Si las has escrito tú, seguro que tienen punto… ¿Te vas solo?
MARCO
Sí.
BENIGNO
MARCO
¿De qué?
Benigno escoge con cuidado las palabras, como si fuera a hablar en otro
idioma.
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
Marco abre el coche y baja la voz, para que nadie los oiga. Está furioso
contra su amigo.
MARCO
¡Porque la mujer está en coma! ¡Porque Alicia no puede decir con ninguna
parte de su cuerpo «sí, quiero»! ¡Porque no sabemos si a la vida vegetativa se la
puede llamar vida!! (le ordena) ¡Sube al coche!
BENIGNO
MARCO
¡¡Sube al coche!!
Benigno obedece y cierra la puerta.
(Por corte)
MARCO
(Le grita.) ¡Benigno, lo tuyo con Alicia es un monólogo y una locura! ¡No
quiero decir que hablar no sirva de nada, pero también se les habla a las plantas y
uno no se casa con ellas!
BENIGNO
(Dolido y decepcionado.) ¡Parece mentira que tú digas eso! Creía que eras
distinto.
MARCO
(Le exige, enérgico.) ¡Prométeme que no vas a volver a hablar de esto! ¡Que
ni siquiera vas a volver a pensarlo! ¡Prométemelo!
BENIGNO
¿Por qué?
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
MARCO
MARCO
DIRECTOR GERENTE
DIRECTOR
DOCTOR VEGA
Los presentes no se atreven a mirarse entre sí, por temor a que su mirada se
traduzca en sospecha. Benigno mantiene todo el tiempo una expresión neutra,
evasiva y errática.
DIRECTOR
DOCTOR VEGA
ROSA
ENFERMERA JEFE
ROSA
ENFERMERA JEFE
Sí.
DOCTOR VEGA
BENIGNO
ROSA
Es verdad.
DIRECTOR GERENTE
ENFERMERA JEFE
DIRECTOR GERENTE
ENFERMERA JEFE
DIRECTOR GERENTE
¿Quién la sustituye?
ENFERMERA JEFE
Benigno.
DIRECTOR GERENTE
(Más irritado.) ¡Pero vamos a ver! ¡¿Pretendéis que le diga al Sr. Roncero que
su hija pasa día y noche en manos de este subnormal?!
DOCTOR VEGA
(Le corta y advierte.) ¡Un poco de respeto, por favor! (A Benigno, en tono
amable.) Benigno, no sé si te das cuenta de que eres el principal sospechoso. ¡¿Por
qué ocultaste la primera falta?! Estoy seguro de que tienes una explicación, tú eres
incapaz de hacer ningún daño a Alicia…
BENIGNO
DOCTOR VEGA
ENFERMERO
ENFERMERO
ENFERMERO
El Sr. Zuloaga intentaba disuadirlo, pero Benigno no atendía a razones,
estaba muy excitado, le dijo que conocía a muchos matrimonios que no se llevaban
ni la mitad de bien que él y Alicia…
RECEPCIONISTA
OFF—MARCO
RECEPCIONISTA
MARCO
¿Está segura?
RECEPCIONISTA
Absolutamente.
MARCO
RECEPCIONISTA
ROSA
ROSA
OFF-MARCO
ROSA
OFF-MARCO
ROSA
OFF-MARCO
ROSA
OFF-MARCO
ROSA
OFF-MARCO
ROSA
OFF-MARCO
ROSA
En la cárcel de Segovia. Es una que han abierto hace cuatro o cinco meses.
Al día siguiente.
MARCO
FUNCIONARIO A
A la izquierda hay una oficina con mostrador, separada del resto del espacio
por una pared de grueso cristal.
FUNCIONARIA
¿Qué desea?
Marco habla más alto de lo normal. La mujer puede leer en sus labios, se le
ve acostumbrada a hacerlo.
MARCO
FUNCIONARIA
MARCO
FUNCIONARIA
Que hoy no es día de comunicación, pero además, el interno no ha solicitado
ninguna visita.
MARCO
FUNCIONARIA
MARCO
FUNCIONARIA
FUNCIONARIA
MARCO
No sabrá cómo, he cambiado de número. ¿Le importaría hacerle llegar el
nuevo?
MARCO
FUNCIONARIA
MARCO
No la oigo.
FUNCIONARIA
OFF—BENIGNO
MARCO
¡¡Sí, Benigno!!
VUELTA A LA 116.
BENIGNO
OFF-MARCO
Estupendo.
BENIGNO
¿Dónde estás…?
MARCO
BENIGNO
Ah…
MARCO
MARCO
BENIGNO
(Le interrumpe.) Oye, tío, ¡no habrás vuelto a España para echarme la
bronca!
MARCO
BENIGNO
¡Necesito información! ¿Qué sabes de Alicia? ¡En la Clínica les han prohibido
hablar conmigo!
MARCO
BENIGNO
Eso no me lo creo…
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
(Ruega) ¡Entonces averigua qué pasa con Alicia! Si vive, si ha dado a luz, si
es niño o niña, si vive también… ¡Necesito saberlo, Marco! Aunque estés rebotado,
tú eso lo entiendes, ¿verdad?
MARCO
La nave es un espacio diáfano con dos largas filas de locutorios. En las dos
paredes, que dan a sendos patios, se abren multitud de ventanas con rejas. Las
ventanas se reflejan y multiplican en todos los cristales, creando un laberinto de
manchas de luz rectangulares que flotan en el aire como hologramas.
Marco y Benigno están sentados frente a frente, separados por el cristal. Sólo
hay dos o tres presos más, con sus respectivas visitas. Pueden hablar con
confianza, como si estuvieran solos. Marco trata de digerir a marchas forzadas los
cambios operados no sólo en la vida, sino en el físico de Benigno. Siente una pena
enorme.
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
(Violento.) He sido paciente hasta que Alicia saliera de cuentas, ¡pero de eso
hace ya un mes!
MARCO
BENIGNO
(Protesta.) ¡Joder!
MARCO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
MARCO
De acuerdo.
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
Estos últimos meses he pensado mucho en ti, sobre todo por las noches.
MARCO
BENIGNO
Porque por las noches leo, he leído todas las guías turísticas que me diste.
Ha sido como… como viajar durante meses contigo al lado, contándome las cosas
que nadie te cuenta de los viajes…
BENIGNO
Marco llega caminando a la puerta del edificio donde vive Benigno. Llama al
timbre de la portería. La puerta se abre.
MARCO
PORTERA
PORTERA
MARCO
Sí…
PORTERA
MARCO
Dentro del cuchitril que tiene por vivienda busca en una caja de cartón sobre
una mesita baja, junto a la pared, pero no encuentra nada. Camina arrastrando los
pies hasta un mueble, en el salón. Busca dentro de un cajón donde guarda varios
juegos de llaves. Sin dejar de hablar.
PORTERA
¿Le ha visto?
MARCO
Sí.
PORTERA
¿Y cómo está?
MARCO
(Neutro.) Bien…
PORTERA
MARCO
PORTERA
¡Ah, sí!
PORTERA
A propósito, (habla más bajo.) ¿Vd. sabe por qué han metido a Benigno en la
cárcel? Como es tan reservado, la última vez que estuvo aquí no me dijo nada y
por el teléfono, claro, no me he atrevido a preguntarle.
MARCO
Benigno es inocente…
PORTERA
MARCO
No lo sé…
PORTERA
Todo está lleno de polvo y de telarañas. Las dos o tres plantas que decoran
el salón están como fosilizadas. La atmósfera es fantasmal.
(Por corte)
B. En el interior de la Academia
Los alumnos se han ido. Sólo quedan Katerina y Alicia. Mientras extiende
una alfombrilla de goma, Katerina le pregunta cómo lleva la rehabilitación. Alicia
habla lentamente.
ALICIA
Muy bien.
KATERINA
¿Estás cansada?
ALICIA
Mucho.
KATERINA
ALICIA
KATERINA
MARCO
(Por corte)
ABOGADO
MARCO
ABOGADO
MARCO
ABOGADO
Lo haré yo. Para mí no supone ningún dilema. Le diré que Alicia sigue en
coma y que el niño nació muerto. Lo importante es que no haga tonterías y nos
deje trabajar. ¡Pero Vd. tiene que prometerme que no le dirá nada!
MARCO
ABOGADO
Plano exterior de la cárcel. Día gris y lluvioso. (En la Mancha se dice «llueve
a su amor» cuando llueve dulcemente, sin violencia, sin viento, de un modo
regular y adormecedor.) Marco no lleva paraguas. Cruza el patio corriendo hasta
llegar a la puerta de la zona de los locutorios.
BENIGNO
Te has mojado…
MARCO
Un poco…
BENIGNO
MARCO
De acuerdo.
BENIGNO
BENIGNO
MARCO
BENIGNO
Al menos, Alicia sigue igual después del parto… Eso es lo único que me
consuela y me da esperanzas…
MARCO
Benigno vuelve sus ojos hacia Marco. Vuelve a verle, a estar con él.
BENIGNO
BENIGNO
BENIGNO
Marco se despierta.
Se echa sobre la cama y coge el móvil de encima del libro. La mano que flota
en la portada de «las horas» queda al descubierto, Marco lo interpreta como una
llamada de auxilio (la mano flotando en el agua, la muerte y el agua).
La noche anterior leyó el primer capítulo del libro, donde se relata de modo
minucioso el suicidio de Virginia Woolf sumergiéndose en la corriente de un río,
con los bolsillos de su abrigo llenos de piedras.
OFF-TELÉFONO
OFF-TELÉFONO
Marco sale corriendo por la enorme puerta de madera. Desde la acera para
un taxi con la mano. El taxi se detiene. Marco entra rápidamente.
MARCO
¡A Segovia!
TAXISTA
¿A Segovia?
MARCO
Sí. ¡A la cárcel!
Marco se baja del taxi corriendo. Abre sin detenerse la puerta de la cárcel, se
acerca sin resuello a la primera ventanilla. Un funcionario de pie, y la Funcionaria
que le atendió el primer día, embarazada y sentada, lo miran desde la ventanilla,
tensos.
MARCO
FUNCIONARIA
El funcionario le acompañará.
Una escalera conduce a la oficina del Director del Centro. Marco sube los
escalones corriendo, obligando a correr al funcionario.
FUNCIONARIO
MARCO
DIRECTOR
OFF-BENIGNO
En la pequeña mesa sobre la que escribe, hay una botella de medio litro de
agua y cajas de medicamentos abiertas. La foto recortada de su madre y la foto de
Alicia dormida, ambas sin marco, se apoyan sobre la pared. En un rincón de la
mesa se apilan los libros que Marco le regaló. El primero es el de la Habana. En la
mitad superior de la portada una mulata, con los brazos apoyados en una ventana,
contempla el Malecón. En la mitad inferior, sobre el título (Cuba. Paseos con Marco
Zuloaga) hay un montón de barbitúricos de varios colores, 40 ó 50 pastillas en
total. La coincidencia del libro, la foto de la mulata, el nombre de Cuba y los
barbitúricos, adquieren por gráfico azar un significado explosivo. La muerte y el
agua. La muerte en la Isla. La huida en el seno del mar como liberación.
OFF—BENIGNO
Firma Benigno.
Plano general del despacho. Una mesa escritorio, muy grande. Detrás de
ella, el Director del Centro, sentado junto a la bandera de España. En la pared
cuelga un cuadro de S.M. el Rey de España. Dos ventanas permiten ver el azul del
cielo. Marco permanece inmóvil con la carta en la mano, sollozando. Los dos
hombres continúan durante un rato en la misma posición. Uno llorando, de pie,
con la carta en la mano. Y el otro, sentado, esperando que deje de llorar.
Otro funcionario le hace entrega a Marco de una bolsa con todas las
pertenencias de Benigno. Su ropa. Los libros de viajes.
Un sobre aparte contiene algunos carnés y tarjetas y la pinza del pelo que
Benigno robó en la habitación de Alicia.
OTRO FUNCIONARIO
Aquí tiene los objetos retenidos. (Se refiere al sobre. Marco saca la pinza, su
visión le desgarra el corazón.) Y aquí tiene todas las pertenencias particulares que
hemos encontrado en la celda.
OTRO FUNCIONARIO
MARCO
Deposita las flores junto a la losa, muy cerca de la inscripción del nombre de
Benigno.
(Esto ocurre semanas después, aunque la música une las dos secuencias
como si fueran una sola) El patio de butacas está casi lleno. Sentado junto al pasillo
Marco mira conmovido el escenario donde se representa «Masurca Fogo».
Imposible olvidar que fue en ese teatro, viendo otra pieza de la misma coreógrafa,
cuando Marco conoció por azar a Benigno.
(Por corte)
Marco pasa junto a ella (con un nudo en la garganta) y se sienta en otro sofá,
a dos o tres metros de donde se ha sentado Alicia. Ambos sofás están colocados en
forma de ele. Entre ellos nace un pasillo que probablemente conduzca a los baños.
La gente cruza por allí continuamente. Marco da fuertes caladas a su cigarrillo. Se
le ve muy agitado. Demasiadas emociones juntas. Alicia vuelve la cabeza hacia él.
ALICIA
¡Alicia me está hablando! ¡Qué cara debo de tener!, piensa Marco para sí.
Cara de enfermo, no es extraño. Así es como se siente, presa de un dolor que no
sabría localizar, pero que le atenaza el pecho y el estómago.
MARCO
MARCO
Alicia vuelve a sonreírle. Mira hacia la barra del bar, Katerina se separa del
grupo de espectadores sedientos. Lleva dos botellines de agua en la mano.
Descubre con horror que Marco acaba de decirle algo a Alicia. Sale de cuadro.
141. VESTÍBULO TEATRO LOPE DE VEGA. CONTINUACIÓN.
Se reúne con Alicia. Katerina le ofrece el brazo para que se apoye. Alicia se
levanta con la ayuda del bastón y se prende del brazo de su maestra.
KATERINA
ALICIA
Estás temblando…
KATERINA
¿Qué le ha dicho?
MARCO
Frente a frente:
KATERINA
MARCO
MARCO
KATERINA
MARCO
Sí…
KATERINA
MARCO
Benigno ha muerto…
KATERINA
No puede olvidar que Benigno antes de hacer lo que hizo, era amigo suyo.
Marco percibe la lucha interior de la mujer.
KATERINA
KATERINA
143. EN El ESCENARIO.
Marco vuelve la cabeza levemente hacia atrás, como esperaba descubre que
Alicia le está mirando. Sus miradas se tocan, Alicia le sonríe. El le devuelve la
sonrisa y vuelve sus ojos hacia el bucólico escenario.
EN El PATIO DE BUTACAS:
Dos cañones de luz caen sobre Marco y Alicia, aislándolos del resto de los
espectadores. Entre ellos sólo hay una butaca vacía, una butaca (y una ausencia)
que irremediablemente los une.
Junio-2001-Madrid.
AUTOENTREVISTA
Pregunta— A partir de ahora habrá que decir que además de buen director
de actrices, también lo es de actores… los protagonistas de «Hable con ella» son
dos hombres y los actores que los interpretan están espléndidos.
Pregunta— ¿Con quién disfrutas más, con los actores o con las actrices?
Cuando Alfredo mide sólo unos cuantos centímetros se instala dentro de sus
juguetes y vive rodeado de sus fetiches juveniles (libros, cómics, etc.) Entre las
páginas de uno de sus libros favoritos descubre una carta de su padre muerto;
aunque va dirigida a él, Alfredo nunca la recibió. En ella el padre muerto le alerta
sobre la locura creciente de su madre y le advierte que si le ocurriera algo, su
madre sería la responsable. La madre intuye que Alfredo ha descubierto que ella
mató al padre. Alfredo vive dentro de su tren eléctrico del cual no quiere apearse
por miedo a la madre. En un acceso de furia la madre le persigue vagón por vagón.
En ese momento aparece Amparo (después de descubrir dónde vive la madre).
Salva al pequeño Alfredo y se lo lleva con ella al hotel Youkali, donde se hospeda.
Cuando terminé de escribir el guion y volví a mirar el rostro de Pina, con los
ojos cerrados, vestida con una exigua combinación, los brazos y las manos
extendidas, rodeada de obstáculos (mesas y sillas de madera), pensé que ésa era la
imagen que mejor representaba el limbo en el que habitaban las protagonistas de
mi historia. Dos mujeres en coma, que a pesar de su aparente pasividad provocan
en los hombres el mismo solaz, la misma tensión, pasión, celos, deseos y desilusión
que si estuvieran erguidas, con los ojos abiertos, y hablando como cotorras.
Ahora se lo agradezco.
Desde ese momento deseé incluir la canción en alguna de mis películas. Ese
es otro sueño consumado, en «Hable con ella» el propio Caetano la canta en vivo,
acompañado por el maestro Morelembaum. Al no poder traerse la orquesta entera,
la versión que aparece en la película resulta todavía más estilizada, más
desgarradora y más íntima que la que hizo en Sao Paulo.
Un guion es un material de trabajo. Lo que ustedes tienen en sus manos ha
llegado a su fin porque previamente se hizo la película.
El guion sólo es definitivo cuando la película está rodada. Y para ello han
sido esenciales las colaboraciones de los actores, técnicos y equipo de producción.
A todos ellos, muchas gracias. También ellos escribieron, sin saberlo, «Hable
con ella».
PEDRO ALMODÓVAR CABALLERO (Calzada de Calatrava, Ciudad Real,
25 de septiembre de 1949) es un director de cine, guionista y productor español, el
que mayor aclamación y resonancia ha logrado fuera de España en las últimas
décadas desde el cineasta Luis Buñuel. Ha recibido los principales galardones
cinematográficos internacionales, entre otros dos premios Óscar, y varios Premios
Goya. En 2017 fue el presidente del jurado del Festival de Cannes.