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Cloe y Pancho

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Cloe, Pancho y el reloj

Cloe, Pancho y el reloj


Este cuento ha sido creado por
el programa I+C: Innovación
y Coeducación de la Federación de Mujeres Progresistas,
gracias a la financiación del
Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social
en Madrid, en octubre de 2019.

Este trabajo no hubiera sido posible sin las ideas


y la imaginación de las niñas y niños
que participan en los programas de la FMP,
así como sin los aportes de las integrantes
del laboratorio coeducativo.

Diseño e ilustración:
Taller de creación visual MMaggiorini
A la hora del recreo Cloe
y Pancho siguieron
discutiendo sobre la pregunta
que había hecho la profe
Marta de qué les gustaría ser
de mayores.
-¡Pero claro que puedo ser
astronauta!- dice Cloe.
-Claro que no, ¡solo los niños
pueden ser astronautas!-
replicó Pancho.
-¿Qué os pasa? ¿Cómo es que no estáis jugando?- les pregunta la
profesora Marta mientras se acerca a ellos.

Cloe contestó rápidamente, -¡Pancho dice que no puedo ser astronauta!

-Pancho, -preguntó Marta.-¿Por qué crees que Cloe no puede ser


astronauta? ¿Qué pensarías tú, si te dijeran que sólo las
chicas pueden bailar ballet?-, le pregunta.
-Pensaría que es una tontería,
porque me encanta ir a mis clases de ballet después del cole,
además, hay bailarines muy famosos,
como Rudosf Nureyev o Nacho Duato...
Pero Cloe ¿yo nunca he visto una astronauta chica?- responde Pancho.
-El hecho de que no las conozcas, no significa que no las haya
- le explica la profe Marta.

-Niñas y niños podemos hacer todo lo que


nos propongamos- replica Cloe. -Aunque sabéis una cosa,
eso no siempre ha sido así- comenta la profesora Marta.
Justo en ese instante se escuchó un “tic, tac, tic, tac” cada
vez más fuerte, pensaron que era el antiguo reloj
que colgaba de la fachada del colegio, pero no...
El ruido venía de abajo, del suelo...

Decidieron investigar y buscar de dónde provenía ese


sonido... y ¡sorpresa! Encontraron un pequeño reloj
idéntico al que estaba en la fachada del cole,
pero más pequeñito y con un extraño botón rojo...

- ¡Pulsémoslo!- gritaron al unísono Cloe y Pancho.


La profe Marta estaba un poco asustada
y apenas apretó el botón, las manecillas
empezaron a moverse hacia atrás y todo
empezó a girar, a girar y girar cada vez más rápido,
como si se hubieran subido a un tío vivo,
hasta que lentamente todo dejó de moverse.
Ya no estaban en el patio del colegio, de hecho todo era muy distinto,
habían llegado ante una frondosa selva. De repente, mientras
disfrutaban de esas maravillosas vistas, vieron cómo se acercaban unas
personas que también eran distintas. Su vestimenta eran pieles, sus pelos
alborotados, sus andares... diferentes.
- Mirad hacia el cielo ¿qué es eso?- dijo Cloe.

Y vieron volando una especie de lagartija gigante


con alas, como las que habían visto en la excursión
al museo de ciencias naturales...
-¡Estamos en la prehistoria!- exclama Pancho.
El grito llama la atención de las extrañas personas
que vivían allí, que se les acercan y les preguntan
-¿quiénes ser? ¿Y por qué vestir raro?
-¿Vestimos raro? Anda que vosotros...
- exclamó Cloe riendo.
-¿Qué hacer aquí?- preguntó el que parecía ser el jefe.
-Pues la verdad es que no lo sabemos... -contestó la profe Marta.
-Si querer quedar, tener que ayudar.Vosotras, mujer grande y mujer
pequeña (refiriéndose a Cloe y la profe Marta), hacer comida y limpiar
cueva.
-Yo no sé cocinar- dijo la profe
Y señalando a Pancho dijo -y tú hombre pequeño, venir con nosotros
hombres a cazar animales comer...-.
-¿Cómo? ¡Yo no quiero matar animales! - dijo Pancho.
-Ni yo limpiar cuevas- dijo Cloe. Los tres se miraron a los ojos y salieron
corriendo.
Aquellos seres les persiguieron. -¿Qué hacemos?- preguntaron Cloe y
Pancho a la profe mientras corrían. -¡No lo sé!- contestó ella “Tic, tac,
tic, tac, tic, tac”, el reloj sonó muy fuerte y cuando estaban a punto
de atraparlos, Marta apretó el botón rojo del reloj y las manecillas
volvieron a moverse hacia atrás. Otra vez todo comenzó a moverse
alrededor, hasta que al igual que la vez
anterior, todo se detuvo.
Ya no se encontraban en aquella selva prehistórica, habían llegado a un
pequeño pueblo y caminando, se cruzaron con un montón de niñas y niños con
libros bajo el brazo. - ¿Dónde vais?- preguntó Cloe con curiosidad.
Los niños y niñas los miraron y respondieron - ¡pues al cole!
Pero ¡qué extraño! los niños entraron en un edificio y las niñas entraron en otro.
Entonces, vieron que la profe Marta había cruzado la calle y se encontraba
ojeando un periódico en el quisco y exclamó:
-¡Claro, mirad la fecha del periódico, es el año 1950,
y en esa época las niñas y los niños no podían ir al mismo colegio,
ni siquiera podían estudiar lo mismo!
Apenas terminó de decir esto, sonó una campana
y niñas y niños se apresuraron a entrar en sus
respectivos colegios. De uno de los edificios
salió una señora vestida muy raro y le preguntó
a la profe Marta, -¿por qué no están en clase?-
señalando a Cloe y a Plancho.
-Es que acabamos de llegar y no sabemos bien
donde estamos ni lo que tenemos
que hacer- contestó.
La mujer muy seria dijo -este es
un lugar para aprender, las niñas
aprenden a coser, a bordar... En
fin, todas las labores del hogar
que les serán de utilidad para
encontrar un buen marido y luego
ser buenas madres- Cloe se quedó
con la boca abierta.
-Y los niños como tú- dijo la señora mientras señalaba a Pancho, van al
colegio de chicos a formarse para ser buenos profesionales y mantener
a sus familias. Pancho muy pensativo preguntó - ¿pero podré ir a mi
clase de ballet? Es que me gusta mucho-. La mujer escandalizada gritó
-¿cómo se te ocurre?, ¡eso es de niñas!- Pancho se quedó perplejo con
la respuesta. Sin decir una palabra más, agarró a Cloe y Pancho de la
mano y comenzó a arrastrarlos hacia los edificios del colegio de chicos
y del colegio de chicas.
De pronto comenzó el “tic, tac, tic,
tac, tic, tac”, era el reloj nuevamente
sonando muy fuerte y justo
cuando se los iban a llevar, Cloe y
Pancho consiguieron soltarse
de la mano de aquella señora.
La profe Marta apretó el botón rojo
del reloj, los cogió de las manos
y todo comenzó a moverse
alrededor como si de un tornado
se tratara... hasta que al pararse
algo había vuelto a cambiar.
Pero esta vez, todo era muy distinto, el blanco era el color que estaba
por todas partes, muebles blancos, las personas vestían de blanco,
incluso sus dientes eran extremadamente blancos. – ¿Dónde estamos?-
preguntaron al unísono. -¡No os asustéis!- les contesta una persona.
-Esto es un laboratorio espacial e investigamos para mejorar los viajes
intergalácticos. -¿Y en qué año estamos?- pregunta la profe Marta.
-En el año 2119- le responde otra científica de blanca dentadura.

-¿Y aquí nos van a dividir entre chicos y chicas? ¿y nos harán hacer
cosas que no nos gustan como matar animales o estudiar separados?-
pregunta Pancho. -¡Por supuesto que no!- le responde al unísono el
equipo científico soltando una carcajada. -En este laboratorio lo único
que hacemos es investigar para mejorar la vida de todos los seres vivos-.
Entonces, sonriendo,
una de las personas
de bata blanca les preguntó
de dónde venían con esas ropas
tan coloridas y la profe Marta comenzó
a relatar su interesante viaje por
el tiempo. Una vez finalizada la historia
les invitaron a visitar el laboratorio,
donde pudieron ver que trabajaban
codo con codo mujeres
y hombres colaborando,
en armonía, y valorando
lo que cada quién
puede aportar
sin ningún tipo
de diferencias
de género,
orígenes,
edades,
tamaños, etc.
En ese momento comenzó a sonar “tic, tac, tic, tac, tic, tac”,
era el reloj sonando nuevamente muy fuerte y aunque con muchas
preguntas aún por hacer, decidieron apretar el botón
y otra vez todo comenzó a moverse alrededor.
Todo paró y por cuarta vez
algo había cambiado. Pero esta vez llegaron
a un lugar familiar, de nuevo estaban en el patio de su colegio.
Parecía que nadie se había dado cuenta de su ausencia,
miraron el reloj de la pared del patio y vieron que era la misma hora
en la que comenzaron a discutir Cloe y Pancho, la hora del recreo.
-Pancho, voy a ser astronauta- dijo Cloe.
Pancho sonrió. -La mejor astronauta del mundo, y yo podré ser el mejor
bailarín del mundo-.Veo que ya habéis decidido lo que queréis ser de
mayores- dijo la profe Marta.Y Pancho y Cloe decidieron que nadie les
pondrá límites a lo que quieran ser.

Justo en ese momento sonó la campana, el recreo había terminado y


la aventura del reloj también. Por cierto ¿Y el reloj? ¿Dónde está? Lo
buscaron y rebuscaron pero había desaparecido. -Quizás alguien más lo
haya encontrado y esté iniciando su viaje- dijo la profe Marta.

¿Y tú? ¿Qué quieres ser de mayor?

¿Fin?
¿Te gustaría tener tu propio reloj del tiempo? Aquí compartimos
este contigo, para que lo pintes con tus colores favoritos, lo recortes, y
lo tengas en algún lugar especial de tu habitación.
“La humanidad posee dos alas:
una son las mujeres y la otra los hombres.
Hasta que las dos alas
no estén igualmente desarrolladas
la humanidad no podrá volar.
Necesitamos una nueva humanidad,
necesitamos volar”.

Boutros Boutros-Ghali,
Ex Secretario General de Naciones Unidas.

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