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Satélites Artificiales

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SATÉLITES ARTIFICIALES

Los satélites artificiales son utilizados para enviar y recibir comunicaciones de uso masivo

como telefonía, televisión o Internet, también sirven para prestar servicios educativos, con

fines militares y de educación científica.

¿Qué es un satélite artificial?

En astronomía, un satélite es un objeto que orbita alrededor de otro objeto de mayor tamaño.

Existen dos tipos de satélites: los naturales y los artificiales; con respecto a los primeros, tan

solo en nuestro Sistema Solar hay varios, cientos de satélites naturales. Para nosotros, el más

conocido es la Luna.

Sobre la atmósfera terrestre orbitan satélites artificiales muy complejos que fueron creados

por el ser humano con distintos fines, como:

Enviar y recibir comunicaciones de uso masivo, como telefonía, televisión o Internet.

Hacer pronósticos del clima.

Prestar servicios educativos y de salud en zonas inaccesibles para otras tecnologías más

tradicionales.

Sin embargo, cuando nos referimos a los satélites artificiales, estamos hablando de cualquier

objeto no natural que está orbitando alrededor de un cuerpo celeste. Estos objetos suelen

tener un objetivo específico, como: entender mejor el universo, las comunicaciones, asuntos

meteorológicos, teledetección, navegación, reconocimiento, entre otros.

Incluso, algunos satélites han sido lanzados al espacio con fines militares y de investigación

científica.
La mayoría de los satélites artificiales se encuentran orbitando alrededor del planeta Tierra.

Tienen una gran importancia en el desarrollo de la tecnología humana y, hoy en día,

prácticamente no podríamos vivir sin ellos.

El origen de los satélites artificiales

A mediados del siglo pasado, en plena guerra fría, los científicos comenzaron a explorar la

posibilidad de poner en órbita a los satélites artificiales.

El primer satélite artificial creado por el hombre fue lanzado por los rusos el 4 de octubre de

1957. Bautizado como Sputnik-1 (compañero de viaje), se trataba de un dispositivo muy

simple: una bola de aluminio del tamaño aproximado de los balones Nivea con los que

jugábamos en la playa, con cuatro antenas y baterías. Dentro del satélite, se instalaron

transmisores de radio que enviaban un beep-beep-beep que podía ser escuchado en todo el

mundo. Con un peso aproximado de 80 kilos, su funcionalidad era muy sencilla, pero

permitió demostrar la posibilidad de enviar elementos que orbitaran alrededor de nuestro

planeta, por lo cual lo importante en ese momento era comenzar a pensar en funcionalidades

que podían ser cubiertas por los satélites. El lanzamiento del Sputnik supuso el inicio de la

era espacial.

Muy poco después, el 3 de noviembre de 1957, los soviéticos lanzaron de nuevo un satélite

más grande, el Sputnik-2, el cual llevaba una importante carga a bordo: la perrita Laika. ¿Se

imaginan que en la época actual se realizara algo así, lanzar una perrita que sabemos que

moriría en el espacio? Desde luego, lo vemos ahora como una aberración, pero en esos

momentos el trato hacia los animales era diferente y primaba el probar cómo se comportaban

los seres vivos en el espacio, de cara a iniciar las primeras misiones tripuladas humanas.

Poco después, los Estados Unidos, que también pugnaban en la carrera espacial, lanzaron el

31 de enero de 1958 su primer satélite, el Explorer-1; este pesaba 30 libras (13.6 kilos), de las
cuales más de 18 se trataban de instrumentos científicos, que incluían un detector de rayos

cósmicos, detectores de temperatura y un micrófono para escuchar a los micrometeoritos que

pudiera alcanzar el satélite.

Explorer-1 estuvo mandando datos a la Tierra durante cuatro meses y cesó sus

comunicaciones el 23 de mayo de 1958. Se mantuvo en órbita durante más de una década,

reentrando en la atmósfera terrestre el 31 de marzo de 1970. Este satélite es recordado no solo

por ser el primero estadounidense, que además demostró la posibilidad de poder hacer ciencia

desde el espacio, sino porque gracias a él se descubrieron los Cinturones de Van Allen; esto

fue posible porque una de las cargas de pago científica que llevaba el satélite era un contador

Geiger, un aparato diseñado para detectar radiación, diseñado por un equipo de la

Universidad de Iowa y liderado por James Afred Van Allen.

Con estos hitos se inició la denominada era espacial, que se caracterizó por el muy rápido

desarrollo de nuevas tecnologías (como misilería, ciencia de materiales o informática) en la

llamada “carrera espacial”, mantenida entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Gran

parte de la tecnología desarrollada originalmente para aplicaciones espaciales ha sido


aplicada a otras áreas. En la actualidad, el término “era espacial” todavía tiene connotaciones

de novedad e innovación.

¿Cómo se controla cuántos satélites hay en el espacio?

Todos los satélites artificiales que se lanzan son registrados por una institución

norteamericana llamada Space Surveillance Network (SSN), la cual permite conocer la

localización de los satélites para, entre otros, evitar colocar satélites en el mismo punto y que

haya choques entre ellos.

La SSN tiene registrado cualquier objeto fabricado por el hombre, con más de 10 cm de

tamaño, que esté orbitando nuestro planeta.

Desde 1957, ha registrado más de 24.500 objetos orbitantes. Gran parte de ellos ya ha

finalizado su operación, por lo cual han seguido una órbita inestable, y se han desintegrado o

fragmentado al reingresar en nuestra atmósfera.

Para poder colocar un satélite que orbite la Tierra, es preciso un mecanismo impulsor lo

suficientemente poderoso como para que el satélite alcance una velocidad de 8 km por

segundo.

Además, es necesaria la construcción de un cohete que posea en su interior uno o dos cohetes

más pequeños, para poder alcanzar dicha velocidad. El cohete se mantiene activo por unos

pocos segundos. Después de este tiempo, comienza a descender.

Módulos principales de un satélite

Módulo de propulsión y empuje

El sistema de propulsión que lleva un satélite está determinado por la posición orbital que

necesita alcanzar y por el tipo de misión. El lanzador dejará ubicado al satélite en una órbita

superior o de escape; pero, además, el satélite puede llevar su propio módulo de propulsión
para realizar un ajuste fino de órbita (por ejemplo, en caso de que el lanzador no le haya

dejado exactamente en la posición esperada) o porque, en función de la misión, puede ser

necesario que el satélite realice maniobras de mantenimiento de órbita (por ejemplo, el

satélite PAZ se tiene que mantener siempre dentro de un tubo de 250 metros de diámetro).

La mayoría de los satélites cuenta con sistemas de propulsión de hidracina y ruedas de

inercia, para controlar, tanto la órbita como la actitud del satélite.

Módulo de potencia

El satélite tiene que generar y distribuir la cantidad adecuada de potencia para que puedan

funcionar todos sus instrumentos y módulos, o subsistemas. El método más empleado para

ello es mediante paneles solares, los cuales convierten la luz solar en electricidad. El satélite

se diseña para que sus paneles solares estén orientados siempre hacia el Sol. Cuando la

plataforma está en eclipse debido al paso de un objeto celeste o porque se gira el satélite para

una operación de emergencia, se ha de emplear la energía almacenada en las baterías.

Puesto que las diferentes unidades que componen el satélite pueden requerir diferentes

voltajes, puede ser necesario convertir y estabilizar el voltaje “bruto” producido por el panel

solar antes de ser distribuido a las diferentes unidades, o bien la conversión se puede realizar

dentro de estas.

Módulo de navegación

El sistema de navegación, denominado Control de Órbita y Actitud, es esencial para que el

satélite pueda mantener su actitud, esto es, su orientación deseada. Esta capacidad es

requerida para mantener los paneles solares apuntados hacia el Sol y los instrumentos

apuntando a sus blancos específicos. El control de actitud se consigue mediante el uso de

sensores de Sol y de estrellas, los cuales tienen mapeada la posición con alta precisión de
estos astros; por esto, detectándoles y mediante triangulación, se puede calcular la posición y

la orientación de la plataforma espacial.

Con ello, se requiere un sistema de propulsión y/o volante de inercia controlado por el

software correspondiente, que asegura que el satélite es movido u orientado correctamente.

Módulo de comunicaciones y datos

El sistema de comunicaciones y de manejo de datos se encarga de recibir los telecomandos

desde la Tierra, y de transmitir hacia esta los datos de telemetría, tanto de la que contiene los

datos de los instrumentos, como los de salud del satélite (se refiere a la denominada

telemetría de HouseKeeping, que son una serie de parámetros que monitorizan el estado del

satélite para el control en tierra, como sensores de temperatura, de posicionamiento y actitud,

de niveles de baterías y propulsión, de estado de paneles solares, etc.). Por lo tanto, incluye

procesadores, sistema de memoria a bordo y conversores analógico/digital y

digital/analógico.

Los comandos recibidos de la Tierra son almacenados y procesados; pueden ser de tiempo

real, es decir que tienen que ser ejecutados en el momento en el que se reciben, o time-

tagged, en el que el propio comando incluye información del tiempo en el que se debe

ejecutar.

Con respecto a los datos que se mandan a la Tierra, estos también son procesados y

encapsulados adecuadamente, incluyendo, según el caso, encriptación (para que una antena

que no sea propia que esté escuchando en la Tierra no sea capaz de entender la información

transmitida) y técnicas de corrección de errores, para que, en caso de que se pierdan paquetes

de información en la transmisión satélite-Tierra, los datos perdidos puedan ser regenerados.

Carga de pago: instrumento principal y secundarios


La denominada carga de pago constituye el instrumento que permite la funcionalidad

principal del satélite y de la misión, y que puede, así mismo, incorporar otros elementos

secundarios.

Tipos de satélites artificiales

Hay varios tipos básicos de satélites artificiales que orbitan sobre la Tierra: satélites

geoestacionarios y satélites polares.

Geoestacionarios: son aquellos que se mueven en dirección este-oeste por encima del

Ecuador. Siguen la dirección y velocidad de la rotación de la Tierra.

Polares: se llaman así porque viajan de un polo a otro, en dirección norte-sur.

Dentro de estos dos tipos básicos, tenemos algunos tipos de satélites que se encargan de

observar y detectar las características de la atmósfera, los océanos y las masas de tierra. Son

considerados satélites ambientales. Se pueden dividir en algunos tipos, como los

geosincrónicos y los heliosincrónicos. Los primeros son aquellos que orbitan alrededor del

planeta a la misma velocidad que la rotación terrestre. Los segundos son los cuales pasan

cada día a la misma hora sobre un punto determinado del planeta. La mayoría de los satélites

que son utilizados en las telecomunicaciones en la predicción del tiempo son geosíncronos.

Los satélites artificiales deben ser puestos en órbita mediante algún tipo de lanzamiento

espacial, el cual, una vez alcanzada la región de la atmósfera deseada, abandona al artefacto

para siempre. Aunque hay cientos de órbitas posibles, generalmente los satélites se ubican en

tres tipos de trayectorias:

SATÉLITES NATURALES

Los satélites naturales son todos aquellos cuerpos celestes no artificiales que orbitan

alrededor de otro, que normalmente suele ser más grande. Reciben el nombre de "lunas" y
giran alrededor de los planetas del Sistema Solar. En este artículo de GEOenciclopedia te

explicamos todo acerca los satélites naturales.

¿Qué es un satélite natural?

Es todo cuerpo celeste no artificial que orbita alrededor de otro, generalmente más grande. El

concepto se refiere a todos aquellos que también reciben el nombre de “lunas” y se mueven

en torno a los planetas del Sistema Solar,

aunque pueden hacerlo alrededor de

planetas enanos e incluso otros cuerpos

más pequeños como los asteroides.

En el presente, el Sistema Solar está conformado por 8 planetas, 5 planetas enanos

reconocidos, cometas, asteroides y al menos 146 satélites naturales de planetas. El más

conocido es el de la Tierra, llamado simplemente Luna, que es el único que el planeta posee.

Los planetas interiores o terrestres tienen pocos o ningún satélite, y en contraste, los demás

planetas poseen varios satélites que a raíz de su descubrimiento fueron designados con

diversos nombres, de los cuales algunos provienen de las mitologías griega y romana.

Características

Ahora que ya sabes qué es un satélite natural, te contamos sus características:

Son cuerpos celestes sólidos.

Por lo general, están desprovistos de atmósfera.

Se mantienen en sus órbitas y no se alejan o acercan demasiado a los planetas que

rodean por la atracción gravitacional. Conforme los primitivos planetas crecieron,

adquirieron un campo gravitatorio capaz de mantener otros cuerpos cerca de sí.

Tal como la Tierra se mueve alrededor del Sol, los satélites naturales se mueven

alrededor de un cuerpo más grande, es decir, orbitan.


Su formación se debe a distintos procesos del Sistema Solar. Algunos se formaron a

partir de nubes de gas y polvo que se encontraban alrededor de los planetas durante

los primeros años del Sistema.

No todos tienen el mismo tamaño. Unos son más grandes que la luna de la Tierra,

pero otros son mucho más pequeños que esta. La luna más grande mide 5,262

kilómetros de diámetro, pertenece a Júpiter y se llama Ganímedes.

Muchos son esféricos, mientras que otros presentan una forma muy irregular.

Sus órbitas pueden ser regulares o irregulares.

Orbitan a diversos períodos de tiempo. La luna de la Tierra tarda aproximadamente 27

días en completar una vuelta, pero Ganímedes completa su órbita en 7.16 días.

Tipos

Según sus órbitas, existen 2 tipos básicos:

Satélites naturales regulares: son aquellos que giran alrededor de un cuerpo en el

mismo sentido en el que este gira en torno al Sol. Así, si la luna gira de este a oeste y

su planeta también, es un satélite regular porque está en órbita directa alrededor del

cuerpo más grande. Ejemplos: Ío, Ganímedes, Europa, Tetis, Titán, Miranda, Ariel y

Oberón.

Satélites naturales irregulares: sus órbitas siguen órbitas muy alejadas de sus planetas,

debido a que es posible que no se hayan formado en ellas, sino que pudieron ser

“capturados” por la atracción gravitacional o haber sido alguna vez cometas.

Asimismo, sus órbitas son muy elípticas y muy inclinadas. Ejemplos: Febe, Himalia,

Leda y Nereida.

Satélites por planeta


La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas

en inglés) indica que se ha confirmado la existencia de al menos 146 lunas o satélites

naturales de planetas en el Sistema Solar, pero otras 27 están a la espera de ser

oficialmente confirmadas. En adición, existen 6 lunas de planetas enanosy otras

mucho más pequeñas que se mueven en torno a algunos asteroides y cuerpos celestes

más.

Mercurio: no tiene lunas.

Venus: no tiene lunas.

Tierra: 1 luna: Luna.

Marte: 2 lunas: Fobos y Deimos.

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