Tomo 11
Tomo 11
Tomo 11
TOMO XI
DIARIOS, TOMO I
Editor General
JUSTO L. GONZÁLEZ
CONTENIDO
Libros PDF
Introducción 5 3
1. Diario 1, 14 de octubre de 1735-1˚de
febrero de 1738 13 11
2. Diario 2, 1˚ de febrero-16 de septiembre de
1738 41 41
3. Diario 3, 12 de agosto de 1738-1˚ de
noviembre de 1739 91 93
4. Diario 4, 1˚ de noviembre de 1739-3 de
septiembre de 1741 129 133
5. Diario 5, 6 de septiembre de 1741-27 de
octubre de 1743 149 155
6. Diario 6, 28 de octubre de 1743-16 de
noviembre de 1746 205 214
7. Diario 7, 25 de noviembre de 1746-20 de
julio de 1749 235 245
8. Diario 8, 20 de julio de 1749-30 de octubre
de 1751 277 292
9. Diario 9, 20 de julio de 1750-28 de octubre
de 1754 289 304
Introducción
Antes de adentrarse en la lectura de los Diarios de
Wesley, es útil detenerse por unos instantes para tratar de
comprender el carácter y propósito de estos escritos. En el
transcurso de su vida, Wesley preparó para la imprenta, y
publicó, veinte tomos de sus Diarios. El vigésimo primero,
algo más extenso y detallado que los anteriores, fue
publicado póstumamente. Por otra parte, el propio Wesley
siempre les dio a estos volúmenes, no el solo y sencillo
título de «Diarios», sino más bien «extractos» o
«resúmenes» de Diarios. El título completo del primer tomo
es: Un extracto del diario del Rdo. Sr. Juan Wesley, desde
su partida para Georgia hasta su regreso a Londres. Esta es
una de las razones por las cuales los Diarios, aun en su
versión inglesa completa, no incluyen todos los días del
año. Así, por ejemplo, al principio mismo del primer tomo,
donde Wesley está dando los pormenores de su viaje, no
dice una palabra del sábado 18 de octubre, y más adelante
ese mismo mes da un salto desde el 21 hasta el 24, y de allí
al 31.
Esta selección de días se entiende si recordamos que
desde el principio Wesley declaró abiertamente que la
publicación de estos «extractos de diarios» tenía un
propósito apologético. Leyendo el Prefacio al tomo 1, el
lector verá que lo que movió a Wesley a compilar y publicar
ese volumen fueron ciertas acusaciones sobre su estadía y
partida de Georgia hechas por el capitán Robert Williams.
Por ello, los pasajes seleccionados y publicados por Wesley
tienen el claro propósito de dar cuenta de sus actividades en
5
6 Diarios, Tomo I
aquella colonia, y los motivos de su regreso a Londres. De
igual modo, el prefacio al tomo 2 muestra que Wesley lo
prepara para publicación cuando estaba involucrado en una
difícil controversia con los moravos (a quienes
frecuentemente llama sencillamente «los hermanos»). Dado
ese propósito, no ha de extrañarnos el que en ese tomo
Wesley se esfuerce en mostrar tanto su deuda a los moravos
como sus desacuerdos con ellos, y los motivos de estos
últimos. Es dentro de ese contexto que ha de leerse el
famoso episodio de Aldersgate, que cuenta de la experiencia
de Wesley en una reunión de moravos. Al incluir esta
narración en sus «extractos», Wesley reconoce su inmensa
deuda hacia este grupo del cual ahora se ve en la necesidad
de apartarse.
Con el correr de los años, los tomos subsiguientes de
los Diarios se fueron volviendo menos polémicos, y fueron
tomando más el carácter de testimonio con propósitos de
evangelización. Empero esto no quiere decir que no se
incluyan aquí muchos relatos cuyo propósito es explicar la
posición o la actuación de Wesley ante alguna situación,
tanto dentro como fuera de las sociedades metodistas. Y se
incluyen además relatos o menciones que sencillamente
expresan la opinión de Wesley sobre algún tema o escrito de
la época (incluso teorías médicas, obras literarias, etc.).
Ninguno de estos Diarios se publicó inmediatamente
después de los hechos que en ellos se narran. Como
promedio, Wesley publicó cada tomo de sus Diarios unos
cuatro años después de concluido el período sobre el que
trata. Es por esto que frecuentemente se ven en estas
páginas referencias a acontecimientos posteriores, o
comentarios sobre las consecuencias de algún
acontecimiento.
Introducción 7
¿Qué material empleó Wesley para redactar y
recopilar estos extractos? Es difícil saberlo a ciencia cierta.
Desde que era estudiante, y casi a lo largo de toda su vida,
Wesley llevó un diario en el que anotaba sus actividades de
cada día. Ese diario se conserva hasta el año 1741. Para
distinguir esas notas de los Diarios que aquí publicamos, las
llamaremos Diario privado.1
Este Diario privado no siempre ha sido fácil de
descifrar o de entender. Algunas de sus anotaciones están en
código. Otras son abreviaturas que pueden referirse a más
de una cosa, persona o lugar. Todo lo que dice es tan breve
que apenas nos da una idea de lo que Wesley hizo cada día.
Durante buena parte de este proceso, Wesley utilizaba este
Diario privado como un instrumento para examinarse a sí
mismo; por ello aparecen anotaciones al final de cada día en
las que Wesley trata de juzgar el estado de su alma mediante
un sistema de puntuación. (Por ejemplo, el Diario privado
para el día 22 de abril de 1737 termina con una extraña
línea, parecida a muchas otras de la misma índole: «Gracia:
Puntuación de 6 dieciséis veces; de 5 una [de 9 a 10 pm]».)
Luego, las diferencias entre el Diario privado y los Diarios
publicados es notable, y se hace difícil pensar que esas
anotaciones le proveyeran a Wesley mucho más que algún
recordatorio de acontecimientos que de otro modo pudo
haber olvidado.
Para mostrar la diferencia entre los Diarios el
Diario privado, a continuación comparamos lo que Wesley
publicó en su Diario del 23 de abril de 1737 con las
anotaciones privadas para el mismo día. Para esa fecha, el
Diario privado dice:
Justo L. González
Decatur, GA
Febrero de 1998
Diario 1
Prefacio
1
Ro. 14.16.
2
1 P. 3.15.
13
14 Diarios, Tomo I
[Sigue aquí una carta de Wesley a un hombre cuyo hijo había muerto, y se decía
que su muerte se debía en parte a los rigores del ayuno aconsejado por Wesley.
Wesley refuta lo que se dice, y concluye con un poema en honor del difunto por
su hermano Samuel Wesley.]
Diario 1
Desde el 14 de octubre de 1735
hasta el primero de febrero de 1738
2 He. 24.16.
3 Job 26.3.
4 Mt. 5.11.
5 Jn.16.2.
7
1 P. 4.5.
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 15
6 He. 12.1.
16 Diarios, Tomo I
7 Is. 40.12.
18 Diarios, Tomo I
12
Castor y Pollux eran en la mitología
griega como los patrones de los marineros.
Mostraban su presencia con el fenómeno aquí
descrito, que ocurre en algunas tempestades, y
conocido también como el «fuego de San
Elmo».
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 21
13
1 Co. 16.9. 14 Mr. 6.50.
MARTES 24. El Sr. Oglethorpe regresó. Al día
siguiente me despedí de la mayoría de los pasajeros,
quienes se veían muy serios. Pudiera ser que no toda la
semilla cayó en tierra pedregosa.
En la tarde regresé a Savannah. El Sr. Oglethorpe, el
Obispo Nitschmann y Andrew Dober nos acompañaron a la
casa de la Sra. Musgrove a escoger un lugar para la casita
que el Sr. Oglethorpe había prometido construirnos. Por el
estado de nuestro barco, nos vimos obligados a pasar la
noche allí. Pero donde quiera que estemos resulta lo mismo
si es la voluntad de nuestro Padre que está en el cielo.
A nuestro regreso al día siguiente, el Sr. Quincy
(quien vivía en la casa donde luego estaríamos nosotros), el
Sr. Delamotte y yo nos hospedamos con los alemanes.
Tuvimos la oportunidad, día a día, de observar su
comportamiento, dado a que estábamos en un cuarto con
ellos desde la mañana hasta la noche, excepto por el corto
tiempo que salía a caminar. Siempre estaban ocupados,
siempre alegres y de buen humor entre ellos. Habían dejado
de lado todo rencor y rivalidad, ira y amargura, gritería y
maledicencia. Ellos andaban como es digno de la vocación
a que fueron llamados,15 y en todo adornando la doctrina de
Dios nuestro Salvador.16
DOMINGO, 7 de marzo. Inicié mi ministerio en
Savannah, predicando sobre la Epístola del día, 1 Co. l3. En
la Segunda Lección, Lucas 18, estaba la profecía de nuestro
Señor sobre el trato que él mismo (y consecuentemente sus
seguidores) habrían de encontrar en el mundo, y su grata
promesa a quienes desnudos siguen a un Cristo desnudo. De
cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o
15
Ef. 4.1.
22 Diarios, Tomo I
16
Tit. 2.10.
padre, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios,
que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el
siglo venidero la vida eterna.17
Sin embargo, no obstante estas declaraciones
sencillas de nuestro Señor, no obstante mi propia y repetida
experiencia, no obstante la experiencia de todos los
seguidores sinceros de Cristo con quienes he hablado, leído
u oído, sobre este asunto, todo lo cual muestra claramente
que quienes no aman la luz han de odiar a quien
continuamente trabaja por dársela, no obstante todo esto,
soy testigo contra mí mismo de que cuando vi al número de
personas abarrotadas en la iglesia, la atención profunda con
que recibían la Palabra y la seriedad que se veía en sus
rostros no pude contenerme de dudar el testimonio tanto de
la experiencia como de la razón y la Biblia. A duras penas
podría creer que la mayoría, la gran mayoría de esta gente
tan solícita y seria, podría en lo sucesivo pisotear aquella
Palabra y decir toda clase de maldad, falsamente, de quien
la habló. Oh, ¿quién puede creer lo que su corazón
aborrece? ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
Permite que amenos tu Cruz! Entonces creeremos. Si
sufrimos, también reinaremos con él.18
SÁBADO, 22 de mayo. Cerca de las cuatro de la
tarde llegamos a Doboy Sound. El viento soplaba de frente.
Era tan fuerte cuando nos embatía y el mar tan bravo que
fuimos llevados hacia la ensenada. El barco a cada
momento parecía que estaba a punto de hundirse. Pero fue
la voluntad de Dios llevarnos a salvo en media hora al otro
lado y a
Frederica a la mañana siguiente. A las nueve tuvimos
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 23
17
Lc. 18.29-30. 18
2 Ti. 2.12.
nuestras oraciones en público. Estuvieron presentes 19
personas y (pienso) nueve comulgantes.
VIERNES 28. Leí la oración de intercesión al Sr.
Germain quien se encontraba a punto de morir. Había
perdido el habla y los sentidos. Sus ojos se mantenían fijos,
y no tenía ningún movimiento perceptible, excepto cuando
movía su pecho al respirar. Mientras estuvimos a su lado,
estiró sus brazos, se tocó la cabeza, recuperó la vista, el
habla y el conocimiento. Inmediatamente mandó llamar a
los mayordomos y arregló los asuntos de su familia. Luego
se acostó y murió.
MIÉRCOLES, 23 de junio. Tuve una larga
conversación con el Sr.____19 sobre la naturaleza de la
religión. Le pedí entonces la razón por la que no procuraba
recomendar la religión a todos con quienes hablaba.
Respondió, «Lo hice una vez y por mucho tiempo pensé que
había hecho algo bueno. Después me di cuenta que ellos no
estaban nada mejor y yo peor. Por tanto, ahora siempre trato
de ser inofensivo en mi conversación, no trato de
esforzarme a que la gente se haga religiosa, a no ser con
quienes expresen el deseo de serlo y que consecuentemente
están deseosos de escucharme. Pero hasta ahora (y no hablo
por ti o tu hermano) no he encontrado tal persona en
América.»
El que tenga oídos para oír, oiga.20 Tome nota de la
tendencia de este maldito principio. Si usted le habla sólo a
quienes desean escuchar, ¡vea a cuántos puede corregir de
los errores de sus caminos! Si tratando de hacer el bien,
haces el mal, ¿entonces que? Así lo hizo San Pablo. Así lo
24 Diarios, Tomo I
19
Parece referirse a Oglethorpe, ya que los diarios privados de Wesley señalan
que ese día conversó con él de 8:30 a 10:45 a.m. 20 Mt. 11.15.
hizo el Señor de la Vida. Hasta su palabra tuvo sabor de
muerte, como también sabor de vida.21 ¿Pero es que acaso
no debes esforzarte más? ¡Dios te perdone! Esfuérzate más
humildemente, más calmadamente, más cautelosamente. No
te esfuerces como lo hiciste antes, ¡pero esfuérzate mientras
el aliento de Dios esté en tu nariz!
JUEVES, primero de julio. Los indígenas tuvieron
una entrevista hoy y otra el sábado, en la que Chigilly, su
jefe,22 cenó con el Sr. Oglethorpe. Después de la cena, le
pregunté al anciano de cabellos grises la razón por la que él
pensaba había sido creado. El anciano respondió, «El que
está en lo alto sabe para qué nos ha hecho. Nosotros no
sabemos nada. Estamos en la oscuridad. Pero los hombres
blancos saben mucho, y sin embargo, construyen grandes
casas, como si fueran a vivir para siempre. Pero los
hombres blancos no pueden vivir eternamente. En poco
tiempo, los hombres blancos se volverán polvo, igual que
yo.» Le dije, «Si los pieles rojas conocieran el Libro Bueno,
sabrían tanto como los hombres blancos. Ni nosotros ni
ustedes podemos comprender ese libro a no ser que seamos
enseñados por el que está en lo alto. El no nos enseñará
hasta que desechemos lo que sabemos que no es bueno.» El
anciano respondió, «Eso sí lo creo. El no nos enseñará hasta
que nuestros corazones no estén blancos. Nuestros hombres
no hagan lo que saben que no es bueno. Matan a sus propios
hijos. También nuestras mujeres hacen lo que saben que no
es bueno. Matan a sus hijos antes de nacer. Por tanto, el que
está en lo alto no nos envía el Libro Bueno.»
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 25
21
2 Co. 2.16.
22
Jefe de los Choctaws, con quien Oglethorpe hizo un tratado de defensa mutua
contra los españoles.
Enterándome que la menor de las Srtas. Bovey no
estaba bien, las visité esta tarde. Encontré que tenía sólo
salpullido, una clase de erupción muy común aquí en el
verano. Pronto entablamos una conversación muy seria,
después de haberles preguntado si ellas no pensaban que
estaban muy jóvenes para preocuparse de asuntos de
religión. Y sobre todo que podían aplazar este tema 10 o 12
años más. Una de ellas respondió: «Si fuera razonable
esperar 1O años para ser religiosa, lo razonable ahora es no
postergarlo un minuto.»
MARTES 20. Cinco de los indígenas Chickasaw (veinte de
los cuales habían estado en Savannah varios días) vinieron a
vernos con el Sr. Andrews, su intérprete. Todos eran
guerreros, y cuatro de ellos jefes. Dos de los jefes eran
Paustoobee y Mingo Mattaw. Nuestra conversación fue
como sigue:
Pregunta: ¿Creen ustedes que hay Uno en lo alto que está sobre todas
las cosas?
Paustoobee respondió: Creemos que hay cuatro cosas muy sagradas
en lo alto: las nubes, el sol, el claro cielo y el que vive en el cielo. P. ¿Crees que
hay solamente Uno que vive en el cielo? Respuesta: Creemos que hay dos con
él, tres en total.
P. ¿Crees que él hizo el sol y todas las otras cosas sagradas?
R. No lo podemos decir. ¿Quién lo ha visto?
P. ¿Piensas que él te creó?
R. Pensamos que en el principio él creó a todos los hombres.
P. ¿Cómo los creó en el principio?
R. De la tierra.
P. ¿Crees que él te ama?
R. No lo sé. No puedo verlo.
P. ¿Pero acaso no te ha salvado la vida con frecuencia?
R. Sí lo ha hecho. Muchas balas han pasado por este lado y muchas
por este otro; pero él no les permitió que me hicieran daño. Muchas balas han
herido a estos jóvenes y aún siguen con vida.
26 Diarios, Tomo I
23
La referencia es a un sepelio sobre el que Wesley había presidido poco antes.
R. Ahora solamente tenemos tiempo para pelear. Si algún día estamos
en paz, nos gustaría saber.
P. ¿Esperas algún día saber lo que los blancos conocen?
(El Sr. Andrews: Ellos le dijeron al Sr. Oglethorpe que pensaban que
algún día los pieles rojas y los blancos llegarían a ser uno). P. ¿Qué les
enseñaron los franceses?
R. Los reyes negros franceses24 nunca salen. A usted lo vemos por
todos lados. Eso nos gusta. Eso es bueno.
P. ¿Cómo llegó su gente al conocimiento que ahora tienen?
R. Tan pronto estuvo la tierra segura y lista para pararse en ella, el
conocimiento vino a nosotros y ha estado con nosotros desde entonces. Pero
somos jóvenes. Nuestros ancianos saben más. Pero no todos ellos saben. Hay
solamente unos cuantos a quienes el Amado escoge desde su niñez y permanece
en ellos y los cuida y los enseña. Ellos saben estas cosas. Nuestros ancianos
practican, y por lo tanto saben. Yo no practico; por eso sé poco.
LUNES, 20 de septiembre. Terminamos los
Cánones Apostólicos (de los que también debo confesar que
una vez pensé más alto de lo que debí haber hecho). Son así
llamados, como lo señala el Obispo Beveridge, «porque
estaban en parte vinculados, y en parte en acuerdo, con las
tradiciones transmitidas de los apóstoles.» Pero él mismo
advierte más adelante (en la página 150 de su Codex
canonum ecclesiae primitivae ¿por qué no lo señaló en la
primera página del libro?): «Ellos contienen la disciplina
usada en la iglesia de la época cuando fueron recopilados y
no cuando se reunió el Concilio de Nicea; ya que en esa
época muchas partes del Canon no tenían uso y estaban
obsoletas.»
24
Así llaman a los sacerdotes. [Nota de J.W.]
25
Al parecer, Wesley había empezado a estudiar el español algo antes,
aparentemente para poder conversar con los nativos de Georgia, algunos de
los cuales habían aprendido esa lengua. En su Diario privado para el 28 de
SÁBADO 23. Al mencionarle al Sr. Thompson,
ministro de la parroquia de San Bartolomé, cerca de
Ponpon, de sentirme preocupado por hacer un viaje de
regreso por agua, me ofreció uno de sus caballos si iba por
tierra, lo que acepté con mucho gusto. El me acompañó por
20 millas y envió a su sirviente para que me guiara las otras
20 de distancia a su casa. Allí encontré una joven negra que
lucía más sensata que el resto y le pregunté cuánto tiempo
había estado en Carolina. Me dijo que había estado dos o
tres años; pero que había nacido en Barbados y que había
vivido allí con la familia de un ministro desde pequeña. Le
pregunté si iba allá a la iglesia. Me respondió, «Sí, todos los
domingos, llevando a los hijos de mi ama.» Le pregunté qué
había aprendido en la iglesia. Me dijo, «Nada: he oído
mucho, pero no he comprendido.» ¿Pero que te enseñó tu
amo en casa? «Nada.» ¿Tampoco tu ama? «Tampoco.»
Le pregunté, «¿No sabes que tus manos y pies y esto
que llamas cuerpo se convertirán en polvo en poco
tiempo?» Ella respondió, «Sí.» «Mas hay algo en ti que no
se volverá polvo, esto es lo que se llama alma. En verdad no
puedes ver tu alma, a pesar de estar dentro de ti, como no
puedes ver el viento aunque te rodea. Pero si no tuvieras un
alma dentro de ti, no podrías ver, oír o sentir, más de lo que
puede hacerlo esta mesa. ¿Qué piensas que pasará con tu
alma cuando tu cuerpo se haga polvo?» «No lo sé.» «¿Y qué
pasaría si tu alma sale de tu cuerpo y va más allá del cielo y
vive para siempre? Dios vive allá. ¿Sabes quién es Dios?»
«No.» «No lo puedes ver, así como no puedes ver tu propia
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 29
junio de 1736, anota que a las diez de la mañana «Comencé el español». [N.
del Ed.]
que hace al sol brillar, a la lluvia caer y al maíz y frutos
crecer de la tierra. El hace todas estas cosas por nosotros.
Pero, ¿por qué piensas que él nos creó, para qué nos hizo a
ti y a mí?» «No sé.» «El te creó para que vivas con él más
allá del cielo. Así lo harás, en poco tiempo. Si eres buena,
cuando tu cuerpo muera tu alma ascenderá y no pedirá nada
y tendrás todo lo que puedas desear. Nadie te pegará o hará
daño allá. Nunca estarás enferma. Nunca más estarás triste,
ni tendrás temor de nada. No puedo decirte, no sé, cuán
feliz serás allá, porque estarás con Dios.»
La atención con la cual esta pobre criatura escuchó
las enseñanzas es indescriptible. Al siguiente día, recordaba
todo, fácilmente respondió cada pregunta y dijo que le iba a
pedir a quien la creó que le enseñara a ser buena.
MIÉRCOLES 27. Llegué a la hacienda del Sr.
Bellinger en Chulifinny,26 donde tuve que permanecer por la
lluvia hasta el viernes. Aquí conocí a un mestizo indígena
(de madre indígena y padre español) y varios negros que
estaban muy deseosos de aprender. Uno de ellos dijo,
«Cuando estaba en Ashley Ferry iba a la iglesia todos los
domingos. Pero aquí estamos enterrados en el bosque. Aun
teniendo una iglesia a cinco o seis millas, estoy tan cojo que
no puedo caminar; pero me arrastraría hasta allá.»
El Sr. Bellinger envió a un joven negro para que
fuera conmigo a Purrysburg, o mejor dicho, a lo poco que
quedaba de éste. ¡Oh, cómo ha extendido Dios sobre este
lugar el cordel de destrucción y niveles de asoleamiento.27
Pobre de aquellos cuyas vidas aquí fueron vilmente
30 Diarios, Tomo I
26 27
Hoy Tillifinny.
Is.34.11.
problemas. La tierra descubrirá la sangre derramada sobre
ella y no encubrirá ya más a sus muertos.28
También encontré que este joven estaba muy
deseoso y era muy capaz de aprender. Quizás una de las
formas más fáciles y cortas de enseñar el cristianismo a los
negros americanos sería primero averiguar y encontrar a los
hacendados más serios y preguntarles quiénes de sus
esclavos están más inclinados al cristianismo y entienden
inglés. Después ir a ellos de hacienda en hacienda y
permanecer en ellas el tiempo necesario. He estado con tres
o cuatro caballeros en Carolina que estarían muy felices de
prestar tal ayuda, pudiendo proseguir su trabajo sin más
obstáculos que el de asistir en cualquier lugar a la
predicación del evangelio.
SÁBADO 9 de julio. Me reuní con un francés de
Nueva Orleans, a orillas del río Misisipí. El había vivido
varios meses entre los Chickasaws y nos dio un completo y
singular informe de muchas cosas que se contaban. Por esto,
no podíamos sino hacer notar lo que es la religión natural,
propiamente así llamada, o la religión que nace de la razón
natural, sin la ayuda de la revelación, aun en quienes tienen
el conocimiento de muchas verdades y que conversan con
sus seres queridos día y noche. Pero sencillamente también
se ve por los frutos que todos los dioses de los pueblos son
ídolos.29
La esencia de su relato fue lo siguiente:
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 31
«Hace algunos años los Chickasaws y los franceses eran amigos. Los
franceses estaban entonces mezclados con los Natchez, a quienes usaban como
esclavos, hasta que los Natchez hicieron un levantamiento general y tomaron a
muchos franceses prisioneros. Pero pronto un ejército francés los atacó, mató a
muchos y se llevó al resto. Entre quienes murieron hubo algunos Chickasaws,
cuya muerte los Chickasaws resintieron. Poco
28
Is. 26.21.
29
Sal.96.5.
después
cuando un
barco
francés
pasaba por
su territorio,
les
dispararon y
mataron a
todos los
hombres
menos a dos.
Los
franceses
decidieron
vengarse y
se dio
órdenes para
que muchos
indígenas y
varios
grupos de
hombres
blancos se
reuniesen el
26 de marzo
de 1736,
cerca de uno
de los
pueblos de
los
Chickasaw.
El primer
grupo
consistente
de 50
hombres se
32 Diarios, Tomo I
adelantó
algunos días
antes de la
fecha.
Permanecier
on allí hasta
el 24, pero
nadie se les
unió. El 25
fueron
atacados por
200
Chickasaws.
Los
franceses
intentaron
abrirse paso
entre ellos.
Cinco o seis
y hasta
veinte lo
hicieron; el
resto fue
tomado
prisionero.
Los
prisioneros
fueron
enviados en
grupos de
dos o tres
cada pueblo
para ser
quemados.
Sólo el
comandante
en jefe y uno
o dos más
fueron
ejecutados
en el lugar
del
encuentro.»
«Yo» (dijo él) «y otro más fuimos salvados por el guerrero que nos
capturó. El método de quemar al resto fue colocando cañas encendidas en los
brazos y las piernas y en varias partes de sus cuerpos por algún tiempo y
después retirándolos por un rato. Así mismo, les introducían maderas
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 33
33
Mt. 8.25.
34
Kempis, «nada es lo que hasta aquí he hecho».
35
Terencio: «que la vida me sea dura». 36 Ro. 12.1.
bendije a Dios, sin temor. Al filo de la medianoche fuimos
despertados por un ruido confuso del mar, del viento y
voces de hombres. Nada semejante había oído antes. El
sonido del mar irrumpiendo sobre y contra los lados del
barco sólo podía compararlo a un gran cañón o trueno
americano. El rebote, arranque y el movimiento trémulo del
barco se parecía mucho a lo que se dice de los terremotos.
38 Diarios, Tomo I
37
1 Co. 15.58.
38
Bajo depresión espiritual. Frase que Wesley aparentemente tomó de los
místicos.
hubiera sido mejor continuar en ese estado y que este
descanso no esperado fue una maldición y no una
bendición. ¡No! ¿Quién eres tú, oh hombre, que favoreces
una hipótesis despreciable y así blasfemas el buen don de
Dios? ¿No ha dicho él mismo: A todo hombre a quien Dios
da riquezas y bienes, le da también facultad para que coma
de ellas, tome su parte y goce de su trabajo. Esto es don de
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 39
39
Ec. 5.19.
40
Ec. 5.20.
41
Fil. 1.25.
42
De un poema de John Donne.
43
Stg. 2.18.
44
Dt. 28.37.
país, tu vida? ¿Por qué estás recorriendo todo el mundo? ¿Un sueño, una
fábula artificiosa?45 ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?46 ¿Que haré?
¿A dónde escaparé? ¿Debo combatir este temor pensando en él, o no
recordándolo? Un sabio me aconsejó hace tiempo, «Sé firme y prosigue tu
camino.» Quizás esto sea lo mejor, mirar a este temor como si fuera mi cruz;
cuando llegue, permitir que me haga humilde y que despierte todos mis buenos
40 Diarios, Tomo I
45
2 P. 1.16.
46
Ro. 7.24.
47
1 Co. 11.58.
miércoles, febrero l, día en que se celebra en Georgia el
festival del aniversario de la llegada del Sr. Oglethorpe.
Hace ya dos años y casi cuatro meses desde que dejé
mi país natal para ir a enseñar el cristianismo a los
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 41
48
Hch. 26.25. 49 1 Co. 13.3.
embargo, es digno, justo, y nuestro obligado servicio).50 ¿O
me justifica el que de nada tengo mala conciencia,51 o que
en lo externo y en lo moral soy intachable? O (para
acercarme aún más) ¿me justifica tener una convicción
racional de todas las verdades del cristianismo? ¿Me
42 Diarios, Tomo I
50
Libro de Oración Común.
51
1 Co. 4.4.
52
Is. 8.20.
53
Mc. 9.43.
54
Ro. 3.23
55
Mt.7.18.
justificado mediante la redención que es en Cristo Jesús. No
tengo esperanza sino de buscar y encontrar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 43
56
Fil. 3.9.
57
1 Jn. 5.4.
58
Gá. 2.20.
59
Ro.5.1-2.
44 Diarios, Tomo I
60
Ro. 5.5.
Diario 1, 14 de octubre de 1735 - 1º de febrero de 1738 45
61
Ro.8.16.
Diario 2
Prefacio
8 Mt. 5.11.
9 Hch. 22.22.
10 Mt.
10.25. 4 Stg.
1.21.
11 Hch. 23.1.
12 Ef. 6.24.
42 Diarios, Tomo I
41
mucho tiempo escondida debajo de un almud.8 Ya es tiempo
que pueda irrumpir y alumbre su luz delante de los
hombres, y otros también glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos.9
4. Si alguien preguntara, ¿crees que esta iglesia
es perfecta que no tiene mancha ni arruga ni cosa
semejante?10 Simplemente contesto, «No: espero que lo será
así, cuando la paciencia tenga su obra completa.»11 Pero
tampoco pienso que es correcto entretener al mundo con las
manchas de los hijos de Dios.
5. Además se ha preguntado si yo me imagino
que a Dios se le encuentra solamente entre ellos. Respondo:
«De ninguna manera. Sé que hay un Dios en Inglaterra y no
necesitamos de ir a buscarlo en tierras extrañas.» Sé que en
nuestra tierra Dios está muy cerca a todos los que le
invocan de veras;12 y por lo tanto pienso en aquellos necios
(por no decir otra cosa) que corren a averiguar de él en
Holanda o Alemania.
6. Cuando fui, el caso era completamente
distinto. Dios no había entonces desnudado su santo brazo13
delante de nosotros como lo ha hecho ahora, en forma que,
me atrevo a decirlo, no ha sido conocida ni en Holanda ni
en Alemania. En aquel entonces, quien ordena todas las
13 Mt. 5.14.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 43
8
Mt. 5.15.
9
Mt. 5.16. 10 Ef. 5.27.
11
Stg. 1.4.
12
Sal. 145.18.
13
Is. 52.10. 14 Ef. 1.11.
usarme para abrir la comunicación entre los ingleses y la
Iglesia Morava.
7. La razón particular que me obligó a narrar
mucho de la conversación que tuve con aquellos santos fue
ésta. En septiembre de 1738, cuando regresé de Alemania,
exhorté a todos los que pude a buscar la gran salvación que
es posible a través de la fe en la sangre de Cristo,
esperándola en todos los mandamientos y ordenanzas del
Señor,15 y en que según tengamos oportunidad hagamos
bien a todos.16 Y así muchos encontraron el comienzo de
aquella salvación, siendo justificados gratuitamente por su
gracia,17 teniendo paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios,18 porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones.19
8. Alrededor de septiembre de 1739, mientras
mi hermano y yo estábamos ausentes, ciertos hombres se
infiltraron entre ellos sin que se dieran cuenta, en gran
manera, inquietando con palabras y perturbando sus
almas,20 diciéndoles que estaban en un error, que se habían
engañado ellos mismos y que en fin no tenían una
verdadera fe. «Porque (decían ellos) nadie tiene
justificación por la fe que tenga alguna vez duda o temor,
44 Diarios, Tomo I
15
Lc. 1.6.
16
Ga. 6.10.
17
Ro. 3.24.
18
Ro. 5.1-2.
19
Ro. 5.5.
20
Hch. 15.24.
oración, el canto, y la lectura ya sea de la Biblia o de
cualquier otro libro. No pueden usar estas gracias sin
confiar en ellas. Por lo tanto, hasta que no las abandonen,
no pueden tener la fe verdadera; nunca podrán entonces
confiar en la sangre de Cristo.»
9. Y esta doctrina, desde el principio hasta hoy,
ha sido enseñada como la doctrina de la Iglesia Morava.
Pienso, por lo tanto, que es mi obligación absolver a los
moravos de esa difamación. Y más aún porque quizás soy la
única persona ahora en Inglaterra que puedo y debo hacerlo.
Creo que es la providencia peculiar de Dios que lo haga; y
esto, ahora que hace dos años que los miembros más
prominentes de esa iglesia declararon tanto su experiencia
como su juicio sobre estos puntos ahora en discusión.
10. La suma de todo lo que se dice que ellos
sostienen es esto:
(1) «Que el humano no puede
poseer ningún grado de
justificación por la fe hasta que esté completamente libre de duda y
temor y hasta que tenga (en el sentido más amplio) un nuevo y limpio
corazón.»
(2) «Que no debe usar las
ordenanzas de Dios, la Santa Cena en particular, hasta
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 45
Diario 2
Desde el primero de febrero hasta
el 16 de septiembre de 1738
26
Hch. 7.60.
2. Trabajar buscando siempre la seriedad y no acceder en la
menor ligereza de conducta, o en la risa, ni por un momento.
3. No hablar palabra que no se refiera a la gloria de Dios; en
particular, no hablar de cosas mundanas. Otros pueden hacerlo, pero no deben.
¿Pero qué es esto para ti? Y,
4. No buscar placer que no conduzca a la gloria de Dios, dando
gracias a Dios cada momento por todo lo que hago y por lo tanto, rechazando
toda clase y grado de placer que sienta que no puedo agradecerle.
SÁBADO 4 de marzo. Encontré a mi hermano en
Oxford recuperándose de su pleuresía y acompañado de
Peter Böhler. Por este último (en manos del gran Dios)
quedé el domingo 5 claramente convencido de mi pecado
de incredulidad, y de mi falta de esa fe por la que somos
salvos,27 con una salvación cristiana completa.
Inmediatamente pensé: «Deja de predicar. ¿Cómo
puedes predicar a otros si tú mismo no tienes fe?» Le
pregunté a Böhler si él pensaba que debería de dejar de
predicar o no. El contestó: «De ninguna manera.» Le
pregunté: «¿Pero qué puedo predicar?» El dijo: «Predica la
fe hasta que la obtengas y entonces, porque la tienes,
predicarás la fe.»
Por tanto, el lunes 6 comencé a predicar esa nueva
doctrina, aunque mi alma rechazaba la tarea. La primera
persona a quien le ofrecí la salvación sólo por la fe fue a un
prisionero sentenciado a muerte. Se llamaba Clifford. Peter
Böhler en varias ocasiones anteriores deseaba que le
hablara. Pero no podía convencerme de hacerlo yo mismo,
siendo aún, (como lo había sido por muchos años) un celoso
defensor de la imposibilidad del arrepentimiento en el lecho
de muerte.
VIERNES 10. Böhler regresó a Londres. El martes
14 partí para Manchester con el Sr. Kinchin, Fellow de
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 49
27
Hch.4.12.
Corpus Christi y el Sr. Fox, ex-prisionero de la cárcel de la
ciudad. Entre las cinco y las seis visitamos la Capilla de
Heath, donde vivía un hombre pobre, que había sido
prisionero en el Castillo de Oxford. No estaba en casa, pero
su esposa salió a vernos. El Sr. Kinchin le dirigió algunas
palabras, que enternecieron tanto su corazón que comenzó a
llorar y nosotros continuamos regocijándonos y alabando a
Dios.
Alrededor de las ocho, habiendo estando lloviendo y
oscuro, nos perdimos, pero antes de las nueve llegamos a
Shipton, habiendo cruzado, no sé como, un puente colgante
angosto que se tendía sobre una profunda zanja cerca del
pueblo. Después de la cena, leí oraciones a las personas de
la posada y les expliqué la Segunda Lección. Espero que no
haya sido en vano.
Al siguiente día almorzamos en Birmingham y poco
después de salir nos sentimos culpables por nuestra
negligencia allí (dejamos que quienes habían asistido se
marcharan sin exhortación o instrucción) debido a una
severa granizada. En Hednesford, cerca de las cinco, nos
esforzamos en ser más fieles y todos los que oyeron la
exhortación parecieron serios y conmovidos.
En la noche llegamos a Stafford. La señora de la
casa se unió a nosotros en oración familiar. A la mañana
siguiente, antes de irnos, uno de los sirvientes estuvo muy
afectado y así también el establero.
Inmediatamente después del desayuno, entrando en
el establo, hablé unas pocas palabras con los que estaban
allí. Un desconocido que me escuchó, dijo, «Señor, desearía
poder viajar con usted», y cuando entré a la casa me siguió
50 Diarios, Tomo I
28
Sal.20.2.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 52
versado y por lo tanto, (como pronto descubrí) bastante
aficionado a la controversia. Después de haber pasado una
hora allí (quizás no en vano) le aconsejé que discutiera lo
menos posible y en su lugar buscara la santidad y el caminar
humildemente con su Dios.
Tarde en la noche llegamos a Manchester. Pasamos
todo el viernes 17 con el Sr. Clayton, por quien, así como el
resto de nuestros amigos allí, fuimos renovados y
fortalecidos. El Sr. Hoole, Rector de la Iglesia de Santa Ana,
se enfermó al día siguiente. El domingo 19 el Sr. Kinchin y
yo oficiamos en la mañana en la Capilla de Sanford, lo que
implicó que el Sr. Clayton tuvo la libertad de tener el
servicio en la Iglesia de Santa Ana. En la tarde, prediqué allí
sobre las palabras de San Pablo, «De modo que si alguno
está en Cristo, nueva criatura es».29
Temprano en la mañana salimos de Manchester
llevando con nosotros al hermano del Sr. Kinchin, por quien
habíamos venido y quien iba a ingresar a Oxford.
Estábamos completamente decididos a no perder
oportunidad de despertar, instruir o exhortar a cualquiera
que encontráramos en nuestro viaje. En Knutsford, nuestra
primera parada, todos a quienes les hablamos recibieron con
agradecimiento la palabra de exhortación. En Talk-o'-
th'Hill, donde almorzamos, una mujer con quien estábamos
se comportaba como toda una dama y trabajamos con ella
como una hora, pero pareció todo en vano. Sin embargo,
continuamos hablando. De pronto lució como alguien que
se acaba de despertar. Cada palabra penetró en su corazón.
Nunca antes había visto en ninguna otra persona y en tan
29
2 Co.5.17.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 53
poco tiempo cambio tan completo, en sus ojos, cara y
manera de hablar.
Cerca de las cinco, cuando el Sr. Kinchin cabalgaba
al lado de un caballo que llevaba a un hombre y a una
mujer, el hombre le dijo, «Señor, usted debe agradecer a
Dios que hace un buen día; porque si lloviera, usted estaría
muy sucio con ese pequeño caballo.» El Sr. Kinchin le
respondió, «Verdad. Debemos agradecer a Dios por nuestra
vida y salud, por el alimento, el vestido y todas las cosas.»
Y continuó cabalgando. Al Sr. Fox que le seguía, el hombre
le dijo, «Señor, a mi señora le gustaría conversar más con
ese caballero.» Nos detuvimos y cuando nos acercamos
empezamos a escudriñar nuestros corazones. Por la noche
regresaron a vernos en nuestra posada en Stone, donde les
expliqué a los dos y a muchas de sus amistades que se
habían reunido, aquella gran verdad, que la piedad para
todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y
la venidera.30
MARTES 21. Llegamos a Hednesford entre las
nueve y las diez. En ese momento alguien contaba que una
mujer joven había muerto el día anterior. Esto nos brindó
una buena oportunidad para exhortar a todos los presentes
sobre enseñarnos a contar de tal modo nuestros días, que
traigamos al corazón sabiduría.31
En la tarde hablamos con uno que encontramos más
inclinado a hablar que a escuchar. Sin embargo, hablamos y
no perdimos el tiempo. En la noche, conversamos con un
joven cuáquero quien más tarde vino a nuestra posada en
Henley, de donde mandó a buscar al resto de su familia para
reunirnos en oración; a lo que añadí, como generalmente
30
1 Ti. 4.8.
54 Diarios, Tomo I
31
Sal. 90.12.
hago, la presentación de la Segunda Lección. En la mañana,
nuestro otro compañero fue con nosotros una o dos millas.
Durante el viaje no solamente habló menos que el día
anterior, sino que durante gran parte del tiempo tomó seria
precaución contra la habladuría y vanidad.
Una hora después, un caballero anciano nos
encontró, quien nos dijo que iba a ingresar a su hijo en
Oxford. Le preguntamos, «¿En qué facultad?» El dijo que
no sabía y que no tenía ningún conocido en Oxford, por lo
tanto, no podía depender de alguna recomendación.
Después de haber conversado, expresó un profundo sentido
de la buena providencia de Dios y nos dijo que sabía que
Dios nos había puesto en su camino, en respuesta a su
oración. En la tarde llegamos a Oxford, regocijándonos por
haber recibido tantas experiencias renovadoras de esa gran
verdad: Reconócelo en todos tus caminos, y el enderezará
tus veredas.32
[El día 23 wesley se reunió de nuevo con Böhler. Probablemente como resultado
de esa conversación, al día siguiente emprendió una relectura del Nuevo
Testamento en Griego.]
SÁBADO primero de abril. Estando en compañía
del Sr. Fox, mi corazón estaba tan rebosante que no podía
limitarme a los modelos de oración que estábamos
acostumbrados a usar allí. Tampoco tenía el propósito de
estar limitado a esas oraciones nunca más, sino orar
indistintamente, con o sin modelos, según encontrara
conveniente para cada ocasión.
SÁBADO 22. Me encontré una vez más con Peter
Böhler. Ahora no tenía objeción a lo que él dijo sobre la
naturaleza de la fe, por ejemplo, que es (usando las palabras
de nuestra Iglesia), «La verdadera confianza y seguridad
que
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 55
32
Pr. 3.6.
tiene un hombre en Dios, que a través de los méritos de
Cristo sus pecados son perdonados y él reconciliado por la
gracia de Dios.» Tampoco puedo negar la felicidad o
santidad que él decía eran fruto de la fe verdadera. De lo
primero me convencieron los pasajes: «El Espíritu mismo
da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios»33 y «El que cree en el Hijo de Dios, tiene el
testimonio en sí mismo».34 De lo segundo: «Todo aquel que
es nacido de Dios, no practica el pecado»35 y «Todo aquel
que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios».36 Pero
no pude comprender a lo que él se refería al hablar sobre
«una obra instantánea». No pude entender cómo esta fe
podría darse en un momento dado, cómo puede alguien de
repente cambiar de la oscuridad a la luz, del pecado y
miseria a la justicia y al gozo en el Espíritu Santo. Busqué
en las Escrituras sobre este mismo tema, particularmente en
Hechos de los Apóstoles. Pero para mi sorpresa encontré
muy pocas referencias de conversiones que no fuesen
instantáneas. Y ninguna como la de San Pablo, quien estuvo
tres días en los tormentos del nuevo nacimiento. Me
quedaba solamente un refugio, decir: «Entonces doy por
sentado que Dios obró así en las primeras etapas del
cristianismo; pero los tiempos han cambiado. ¿Qué razones
tengo para creer que ahora obra de la misma manera?»
Pero el domingo 23 de abril, ese refugio no me
sirvió más, por la coincidente evidencia de varios
testimonios vivientes, quienes testificaron que Dios había
obrado en ellos, dándoles en un momento tal fe en la sangre
de su Hijo
33
Ro. 8.16.
56 Diarios, Tomo I
34
1 Jn. 5.10.
35
1 Jn. 3.90. 36 1 Jn.5.1.
que los trasladó de la oscuridad a la luz, librándoles del
pecado y del temor y llevándoles hacia la santidad y
felicidad. Aquí terminó mi discusión. Solamente pude ahora
clamar, !Señor, ayuda mi incredulidad!37
Le pregunté a Peter Böhler otra vez si no debía de
«abstenerme de enseñar a otros». El respondió, «No, no
escondas bajo tierra el talento que Dios te ha dado.» De
consiguiente, el martes 25 hablé clara y abiertamente en
Blendon a la familia del Sr. Delamotte sobre la naturaleza y
los frutos de la fe. El Sr. Broughton y mi hermano estaban
allí. La objeción más grande del Sr. Broughton fue que él no
podía pensar que yo no tuviera fe, habiendo hecho y sufrido
todas estas cosas. Mi hermano estaba muy enojado y me
dijo que yo no sabía el error que había cometido al hablar
de esa manera. Y en verdad quiso Dios encender el fuego,
que confío nunca sea apagado.
LUNES primero de mayo. La recaída de la
enfermedad de mi hermano me obligó otra vez a regresar
rápidamente a Londres. En la noche, lo encontré en casa de
James Hutton, mejor de salud de lo que esperaba, pero muy
opuesto a lo que él llamaba «la nueva fe».
Esa noche comenzó nuestra pequeña sociedad, la
que más tarde se reunió en Fetter Lane. Nuestras reglas
fundamentales fueron como siguen:
En obediencia a los mandamientos de Dios según
Santiago y por el consejo de Peter Böhler, acordamos:
1. Que nos reuniríamos una vez a la semana para «confesarnos
nuestras faltas y orar unos por otros para poder ser sanados».
2. Que los participantes fueran divididos en pequeñas
«bandas,» o compañías, ninguna de ellas con menos de cinco o más de diez
personas.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 57
3. Que cada persona hablara libre, franca y concisamente como
quiera hacerlo, sobre la verdadera condición de su corazón, con sus muchas
tentaciones y justificaciones, desde la última reunión.
37
Mr. 9.24.
4. Que todas las bandas se reúnan a las ocho de la noche cada
miércoles, para hablar y compartir, empezando y finalizando con cantos y
oración.
5. Que a toda persona que desee ser admitida en esta sociedad
se le pregunte, ¿Cuáles son sus razones para querer ser admitido? ¿Será usted
completamente sincero y sin reserva alguna? ¿Tiene usted alguna objeción a
cualquiera de nuestras reglas? (Que entonces pueden ser leídas).
6. Que cuando un nuevo miembro sea propuesto todos los
presentes hablarán clara y libremente de cualquier objeción que tenga contra él.
7. Que aquellos contra quienes no haya objeción razonable
sean organizados, a modo de prueba, en una o más bandas separadas, y que
alguien se comprometa a ayudarles.
8. Que después de un período de prueba de dos meses, si no
aparece objeción alguna, sean admitidos en la sociedad.
9. Que cada cuarto sábado sea celebrado como un día de
intercesión general.
10. Que la noche del próximo séptimo domingo haya un ágape
o fiesta de amor, desde las siete hasta las l0 de la noche.
11. Que a ningún miembro en particular se le permita actuar en
contra de las ordenanzas de la sociedad y que si alguna persona, después de
haber sido amonestada tres veces, no cumple lo que se le ha manifestado, no
será más considerada como miembro.
MIERCOLES 10. El Sr. Stonehouse, Vicario de
Islington, quedó convencido de la verdad que está en
Jesús.38 Desde este día hasta el sábado 13, me sentí triste y
apesadumbrado, incapaz de leer, meditar, cantar, orar o de
hacer algo. Mas me sentí algo aliviado por la carta de Peter
Böhler, la que incluyo en sus propias palabras:
Con gran amor y pensando mucho en ti durante mi viaje, con mis
mejores deseos y oraciones para que las misericordias de Jesucristo el
crucificado, cuyas entrañas fueron dirigidas a ti hace más de 6,000 años, pueda
ser manifestado en tu alma. Que puedas probar y después ver con qué plenitud
el Hijo de Dios te ha amado, y sigue amándote, de tal manera que puedas
continuar confiando en él y sentir su vida en la tuya. Cuídate del pecado de la
incredulidad y si no la has vencido todavía, procura conquistarla este mismo día,
a través de la sangre de Jesucristo. No te demores. Te suplico que creas en tu
Jesucristo y tengas en mente sus promesas a los pobres pecadores, que él no
dejará de hacer por ti lo que ha hecho por muchos otros. ¡Oh cuán grande, cuán
58 Diarios, Tomo I
indecible, cuán inagotable es su amor! Con toda seguridad él está listo para
ayudar y nada lo ofendería sino nuestra incredulidad...
38
Ef. 4.21.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 59
¡Qué Dios te bendiga! Perdura en la fe, el amor, la enseñanza, la
comunión de los santos y en resumen, en todo lo que tenemos en el Nuevo
Testamento. Quedo tu inmerecido hermano,
Peter Böhler
41
Dt. 28.37.
42
Lc. 6.22.
43
1 Co. 3.11.
65 Diarios, Tomo I
Ro.
Ro.
66 Diarios, Tomo I
44
1 Co. 12.31.
45
Ro. 1.16. 46 Ro. 6.14. 47 7.14. 48 7.16.
el hombre interior me deleito en la ley de Dios.49 Mas yo
soy carnal, vendido al pecado.50 Cada día tenía que clamar,
«porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que
quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.51 Y yo sé que en
mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer
el bien está en mí, pero no el hacerlo.52 Porque no hago el
bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.53 Así
que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal
está en mí,54 aún más, veo otra ley en mis miembros, que se
revela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la
ley del pecado.55
8. En este bajo y servil estado de esclavitud al
pecado, estuve ciertamente peleando continuamente, pero
no conquistando. Anteriormente, voluntariamente había
servido al pecado; ahora lo hacía involuntariamente, pero
aún le servía. Me caía, me levantaba, y caía otra vez.
Algunas veces vencido y en pesadumbre. Otras vencedor y
en júbilo. Así como en el anterior estado probé algunos de
los terrores de la ley, así también tuve ahora el consuelo del
evangelio. Durante toda esta lucha entre la naturaleza y la
gracia (la que continuó por más de diez años) tuve muchas
respuestas extraordinarias a la oración, especialmente
cuando estaba en problemas. Tuve muchos consuelos
perceptibles que no son en verdad otra cosa que cortas
anticipaciones de la vida de fe. Pero estaba aún bajo la ley,
y no bajo la gracia56 (estado en que la mayoría de los
49
Ro. 7.22.
50
Ro. 7.14.
Ro.
Ro.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 67
51
Ro. 7.15.
52
Ro. 7.18.
53
Ro. 7.19. 54 Ro. 7.21. 55 7.23.
56
6.14.
llamados cristianos se sienten felices de vivir y morir).
Estaba solamente combatiendo contra el pecado, y no
justificado. Tampoco tenía el Espíritu mismo que da
testimonio a mi espíritu.57 En verdad no podía, ya que
buscaba la salvación no por fe, sino como por obras de la
ley58
11. A mi regreso a Inglaterra, en enero de 1738,
habiendo estado en eminente peligro de muerte y muy
inseguro por esa causa, estaba fuertemente convencido que
la causa de esa inseguridad era la incredulidad y que
obtener una fe viva y verdadera era cosa necesaria para mí.
Pero todavía no fijaba esta fe en el objeto correcto: quiero
decir, sólo fe en Dios, no fe en o a través de Cristo. No
sabía que estaba completamente desprovisto de esta fe, y
sólo pensaba que no tenía suficiente. Así que cuando Peter
Böhler, quien Dios me había preparado tan pronto llegué a
Londres, afirmó que la verdadera fe en Cristo (que es una
sola) tenía dos frutos apoyo inseparables de ella, «el
dominio sobre el pecado y la paz constante que viene del
sentido de perdón» quedé bastante sorprendido y lo entendí
como un nuevo evangelio. Si era así, estaba claro que yo no
tenía fe. Pero yo no deseaba estar convencido. Por lo tanto,
discutí con toda mi fuerza y trabajé para probar que la fe
podría estar donde estos dos frutos no se diesen,
especialmente cuando no había sentido de perdón. Porque
se me había enseñado a interpretar de otro modo todas las
Escrituras relacionadas al tema, y a llamar «presbiteriano» a
Ro.
Ro.
68 Diarios, Tomo I
Ro.
Ro.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 69
59
2 P. 1.4.
60
Mr. 12.34.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 71
61
Basado en Sal. 130.1-4; 7-8.
pecados, aun los míos, y me había librado de la ley del
pecado y de la muerte.62
11. Empecé a orar con toda mi fuerza por
aquellos que me ultrajaron y me persiguieron63 en manera
especial. Luego testifiqué abiertamente a todos los
presentes lo que había sentido por primera vez en mi
corazón. No pasó mucho tiempo antes que el enemigo
sugiriera: «Esto no puede ser fe; pues ¿dónde está tu
regocijo?» Entonces aprendí que la paz y la victoria sobre el
pecado son esenciales a la fe en el Capitán de nuestra
salvación; pero que en cuanto al gozo que generalmente
está presente al comienzo de ésta, especialmente en quienes
han sufrido mucho, Dios unas veces lo da y otras no, según
los designios de su propia voluntad.
12. Después de regresar a casa, fui muy sacudido
por tentaciones; pero clamé y se fueron. Las tentaciones
regresaban una y otra vez. Conforme levantaba mis ojos, él
me enviaba ayuda desde su santuario.64 Y es aquí donde
encontré la diferencia entre este estado y mi estado anterior.
Yo luchaba, más aún, peleaba con toda mi fuerza bajo la
ley, así como también bajo la gracia. Pero entonces, a veces,
por no decir con frecuencia, era vencido. Ahora, yo era
siempre el vencedor.
13. JUEVES, 25 de mayo. Desde el momento
que desperté, «Jesús, Maestro», estaba en mi corazón y en
mi boca y encontré que toda mi fuerza descansaba en poner
mis ojos fijamente en él y que mi alma le esperaba siempre.
Estando nuevamente en la Iglesia de St. Paul en la tarde,
pude saborear la buena palabra de Dios en el himno que
62
Ro. 8.2.
72 Diarios, Tomo I
63
Mt. 5.44.
64
Sal. 20.2.
empieza, «De las misericordias de Jehová cantaré
perpetuamente; de generación en generación haré notoria
tu fidelidad».65 Más el Enemigo inyectó un temor: «Y si tú
crees. ¿por qué no hay un cambio más notable?» Yo
respondí, (todavía no yo), «Eso no lo sé; pero esto sí sé: que
ahora tengo paz para con Dios,66 que no peco hoy, y que
Jesús mi Maestro me ha prohibido afanarme por el día de
mañana».67
11. «¿Pero no es eso una clase de temor»,
continuó el tentador, «una prueba de que tú no crees?»
Quise que mi Maestro contestara por mí y abrí su libro en
aquellas palabras de San Pablo, De fuera, conflictos; de
dentro, temores.68 Entonces inferí: puede que haya temores
dentro de mí, pero debo continuar y hollarlos bajo mis pies.
MIERCOLES 7 de junio. Decidí, Dios mediante,
retirarme por algún tiempo a Alemania. Antes de salir para
América había determinado hacerlo, si Dios me traía de
regreso a Europa. Ahora vi claramente que había llegado el
momento. Mi débil mente no soportaba su propia división
interna, y tenía la esperanza de que mi conversación con
aquellos santos varones que eran testimonio viviente del
poder total de la fe, y que sin embargo podían soportar a los
débiles, fueran utilizados por Dios para fortalecer mi alma
de tal modo que pudiera ir de fe en fe y de poder en poder.
JUEVES 8. Fui a Salisbury a despedirme de mi
madre. Al día siguiente salí de Sarum y el sábado llegué a
Stanton Harcourt. Habiendo predicado allí sobre la fe en
Cristo el domingo 11, proseguí a Oxford, y de allí el lunes a
65
Sal. 89.1. 66 Ro. 5.1.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 73
67
Mt. 6.34.
68
2 Co. 7.5.
Londres, donde descubrí que el Sr. Ingham estaba al partir.
Nos embarcamos al día siguiente, martes 13, y llegamos a
Gravesend esa noche. Alrededor de las cuatro de la tarde el
miércoles perdimos de vista a Inglaterra. Llegamos a Maas
el jueves a las ocho de la mañana y en hora y media
llegamos a Rotterdam.
Éramos ocho en total, cinco ingleses y tres
alemanes. El Dr. Koker, un médico de Rotterdam, fue tan
amable que cuando partimos en la tarde caminó con
nosotros por una hora. Nunca había visto antes una carretera
como ésta. Por muchas millas ha sido levantada varias
yardas sobre el nivel y pavimentada con algo parecido a un
pequeño ladrillo, tan suave y limpio como la alameda en St.
James. Los nogales estaban colocados en hileras rectas a
ambos lados, de modo que no hay otro camino más
agradable en el jardín de cualquier caballero. Alrededor de
las siete llegamos a Gouda, donde nos quedamos un poco
sorprendidos por el recibimiento con un trato que no es
conocido en Inglaterra. Varias posadas rehusaron
abiertamente recibirnos, así que fue con dificultad que al
final pudimos encontrar una que nos hizo el favor de recibir
nuestro dinero por algo de carne y bebida y el uso de dos o
tres camas malas. En la mañana pusieron gran presión para
que viéramos su iglesia, pero se disgustaron cuando nos
quitamos el sombrero al entrar, diciéndonos que no
debíamos de hacerlo, pues no era la costumbre allí. La
iglesia era un edificio grande y antiguo, estilo gótico,
parecida a nuestras catedrales en Inglaterra. Hay mucha
historia en la pintura de las ventanas, las cuales, nos dijeron,
eran muy admiradas. Cerca de las ocho salimos de Gouda y
en algo más de seis horas llegamos a Ijsselstein.
74 Diarios, Tomo I
69
Neh. 13.31.
deformado que no tiene ni simetría ni orden. Quedé algo
sorprendido al observar que ni en esta iglesia ni en ninguna
otra de las iglesias romanas donde he estado, había
propiamente dicho nada parecido a un culto unido. Una
persona ora por sí sola ante un sagrario o altar, y otra ante
otro, sin preocuparse o comunicarse los unos con los otros.
Al salir de la iglesia una procesión se iniciaba al otro lado
en el patio de la iglesia. Uno de nuestros compañeros se
quitó el sombrero sin escrúpulo alguno, y un ferviente
católico en la procesión gritó, «Derriben a ese perro
luterano». Pero evitamos cualquier enfrentamiento entrando
en la iglesia.
En la tarde caminando a orillas del Rhin vi, para mi
gran sorpresa (ya que siempre antes había pensado que
ningún romano de cualquier tendencia creía nada de la
historia) una pintura reciente, realizada el año pasado con
fondos públicos y en la afueras de la pared de la ciudad, «en
memoria de la traída de las cabezas de los tres reyes», según
dice la inscripción en latín,
«a través de la reja adjunta». En verdad, en reconocimiento
(parece) a ellos esta práctica ha sido suspendida desde ese
entonces.
Nos embarcamos a las cuatro, no pudiendo menos
que observar la decencia de los papistas hacia nosotros los
«reformados». Tan pronto como nos sentamos, (y de allí en
adelante cada mañana) todos se quitaron los sombreros, y
cada uno hizo una oración corta y personal por el éxito de
nuestro viaje. Debo hacer justicia a los marineros mismos
(quienes en el Rhin son generalmente malvados por
naturaleza): Nunca escuché a uno de ellos tomar el nombre
76 Diarios, Tomo I
70
Sal. 133.1.
JUEVES 6 de julio. El Conde [Zinzendorf] me llevó
a ver al Conde de Solms, donde observé con placer la
frugalidad alemana. Tres de las jóvenes condesas (aunque
ya adultas) estaban vestidas con ropa de lino, el Conde y su
hijo solamente en algodón. En la cena del día siguiente un
vaso de vino y uno de agua fueron servidos para todos, y si
cualquiera se vaciaba, se le servía otro. Todos ellos
hablaban libremente y sin mayor afectación. A las diez de la
noche tomamos nuevamente el coche y llegamos a
Marienborn a la mañana siguiente.
Me hospedé con uno de los hermanos en
Eckershausen, a una milla inglesa de Marienborn, donde
generalmente pasaba el día, conversando con quienes
podían hablar en latín o en inglés; no pudiendo (necesitando
más práctica) hablar el alemán con fluidez. Aquí seguí
encontrando lo que buscaba, como pruebas vivientes del
poder de la fe: personas salvadas del pecado interno y
externo, porque el amor de Dios ha sido derramado en sus
corazones,71 y de toda duda y temor por el permanente
testimonio del Espíritu Santo que les fue dado.72
LUNES 24. Llegamos temprano a la universidad de
Jena, que se encuentra al fondo de varias montañas
elevadas, inclinadas y áridas. Aquí los estudiantes se
distinguen de las autoridades del ayuntamiento por sus
espadas. No viven juntos en las universidades (lo que es
cierto en cualquiera universidad alemana) como se hace en
Oxford y Cambridge, sino que están esparcidos por toda la
ciudad en posadas o en pensionados. Aquellos a los que
fuimos recomendados se comportaron como verdaderos
hermanos. ¡Ojalá que la
78 Diarios, Tomo I
71
Ro. 5.5.
72
Ibid.
bondad fraterna y cada palabra y obra buena more entre
ellos más y más!
En Jena comienzan los pilares de piedra puestos por
el Elector de Sajonia, que marcan cada cuarto de milla
alemana hasta el final de su territorio. Cada milla hay un
pilar grande, con los nombres de los pueblos vecinos y sus
distancias inscritas. Sería mucho pedir que el mismo
cuidado y trabajo se tomara en Inglaterra y ciertamente en
todos los países.
Salimos de Jena muy temprano el martes, llegando a
Weissenfels en la tarde y a Merseburg el miércoles en la
mañana. Con deseos de ver a Halle (a dos millas alemanas)
salimos después del desayuno y llegamos a las dos de la
tarde. Pero no nos permitieron entrar en la ciudad cuando
llegamos. Los altos hombres del Rey de Prusia, 73 guardianes
de las entradas, nos mandaban de un lado a otro, de una
entrada a otra, por casi dos horas. Entonces pensé enviarle
una nota al Profesor Francke, hijo de aquel August
Hermann Francke cuyo nombre es en verdad como un
ungüento precioso. ¡Si yo pudiera seguirle, como él siguió a
Cristo, y por la manifestación de la verdad recomendarme
a toda conciencia humana delante de Dios!74
El Profesor Francke no estaba en la ciudad. Sin
embargo, fuimos finalmente admitidos en el orfanatorio,
prueba asombrosa de que al que cree todo le es posible.75
Ahora hay un gran ingreso anual para su sostenimiento,
además de lo que continuamente ingresa por los trabajos de
impresión, ventas de libros y la farmacia, que está
abastecida con toda clase de medicinas. El edificio tiene dos
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 79
73
Este rey era famoso por reclutar soldados de
gran estatura.
74
2 Co. 4.2. 75 Mr. 9.23.
alas y creo que mide l50 yardas de atrás al frente. Las
habitaciones para los niños, su comedor, su capilla y todos
los apartamentos colindantes, están tan convenientemente
planificados y meticulosamente limpios, como nunca he
visto nada igual. Seiscientos cincuenta niños (según nos
informaron) son completamente mantenidos y tres mil (si
no estoy equivocado) reciben instrucción. Seguramente, ni
nosotros ni nuestros padres hemos conocido tan grande obra
como la que Dios ha hecho aquí
DOMINGO 30. Después de una agradable caminata
el sábado, el domingo 30, alrededor de las siete de la
mañana, llegamos a Meissen. En el Castillo Meissen se
fabrica la loza alemana que es tan cara como la importada
de las Indias, y tan finamente moldeada y hermosamente
coloreada como la mejor que haya visto. Después del
desayuno fuimos a la iglesia. Quedé muy impresionado de
todo lo que vi allí: lo costoso y pomposo del vestuario en
muchos; los grandes bonetes de pieles usados por las
mujeres, del mismo estilo del turbante turco, los que
generalmente tenían una o más cintas que colgaban a un
buen largo hacia atrás. El hábito del ministro estaba
adornado con oro y escarlata y una gran cruz adelante y
atrás. La mayor parte de la congregación estaba sentada (los
hombres generalmente mantenían sus sombreros puestos
durante las oraciones y el sermón) y todos se quedaron
durante la Santa Cena, aunque muy pocos la recibieron.
¡Ay! ¡Ay! ¡Que país «reformado» es éste! DOMINGO 6 de
agosto. Fuimos a la iglesia en Berthelsdorf, una aldea
luterana distante como una milla inglesa de Herrnhut. Había
80 Diarios, Tomo I
77
Sal. 118.13.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 83
78 79
1 Jn. 5.19. Jn. 13.10. entonces, diez más
al siguiente año y uno más en mi viaje
siguiente. Los papistas se alarmaron,
pusieron un precio a mi cabeza y arrasaron
hasta el suelo la casa donde me alojaba. Sin
embargo, hice once viajes en total y
conduje a tantos como quisieron
acompañarnos. Tan conocido se hizo el
lugar que muchos otros llegaron por su
propia cuenta.
Hace 18 años que construimos la primera casa. Escogimos estar cerca de la
carretera en vez de estar en Berthelsdorf (el Conde nos dejó escoger) en la
esperanza de que pudiéramos encontrar oportunidades de instruir a algunos de
los que viajaban por el lugar. En dos años aumentamos a 150, cuando me hice
muy amigo de un calvinista, quien después de algún tiempo me llevó a sus
opiniones sobre la elección y reprobación. Desde mi punto de vista esas
opiniones eran las mismas que nuestros hermanos habían presentado. Por este
tiempo nos encontrábamos frente a muchas dificultades, por lo que muchos se
sentían muy desanimados. Me esforcé en animarlos con el sentir del amor de
Dios hacia ellos. Ellos respondieron: «No, puede ser que Dios no tenga amor
por nosotros. Puede ser que no somos de los elegidos, sino que él nos aborreció
desde la eternidad y por lo tanto, Dios ha permitido que nos sucedan.» El
Conde, al ver esto, quiso que fuera a ver al ministro del pueblo vecino, Pastor
Steinmetz, y hablara con él ampliamente el tema, «Si Cristo murió por todos».
Así lo hice y con su ayuda Dios me convenció totalmente de aquella verdad tan
importante. No mucho después el Conde quiso que pudiéramos reunirnos todos
para considerar estas cosas en su cabalidad. Siguiendo su consejo nos reunimos
en su casa por tres días. Abrimos las Escrituras y estudiamos los relatos que
hablan de la completa economía de Dios con el humano, de la creación hasta la
consumación de todas las cosas. Por la gracia de Dios todos llegamos a un
mismo pensamiento, particularmente en aquel punto fundamental, que Dios
quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad.80
Algún tiempo después, los jesuitas informaron al Emperador que el
Conde estaba reuniendo a los moravos y a los bohemios, formando un solo
cuerpo y haciendo una nueva religión. Comisionados fueron enviados
inmediatamente a Herrnhut a indagar la verdad sobre esto. La esencia de la
respuesta final regresó a través de ellos al Emperador, como sigue:
80
1 Ti. 2.4.
Tampoco consideramos a nadie como hermano a no ser que haya guardado
inviolable el pacto hecho con Dios en su bautismo; y de haberlo roto, haber
nacido nuevamente de Dios.
3. Por otro lado, a quienes habiendo sido rociados por la
sangre de Cristo sean santificados por la fe, les recibimos como
hermanos, aunque podamos diferir en algunos puntos. No que
podamos renunciar o dejar cualquier doctrina de Dios contenida en la
Santa Escritura, siendo la parte más insignificante valorada en miles
de oro y plata por nosotros.
4. Juzgamos que la disciplina es necesaria en su mayor grado
por todos los que tengan algún conocimiento de la verdad divina y
que no podemos, por lo tanto, olvidar lo que hemos recibido de
nuestros antepasados. Pero si sucediera (Dios no lo permita) que
cualquiera de nosotros hablara o actuara perversamente, sólo
podríamos con Juan, «salieron de nosotros, pero no eran de nosotros;
porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con
nosotros».81
5. El culto público a Dios en Berthelsdorf, al que siempre
hemos asistido, menos lo podemos abandonar ahora, porque allí
tenemos un grupo de verdaderos creyentes, una doctrina libre del
error y un pastor que, puesto trabaja tanto en la palabra, será digno de
doble honor.82 Por lo tanto, no tenemos razón para formar otra
congregación separada de ésta; especialmente cuando vemos que
usamos de aquella libertad que Cristo ha comprado para nosotros, y
que con frecuencia se experimenta el poder de la doctrina que allí se
enseña y que concuerda con los protestantes evangélicos (es decir, los
luteranos) en toda verdad de importancia. En cuanto a los puntos en
controversia que requieren cierta sutileza, los ignoramos o
despreciamos.
6. El nombre de «hermanos» y «hermanas» no lo rechazamos,
pues concuerda con la Escritura y con la sencillez cristiana. Pero no
aprobamos ser llamados por el nombre de ningún hombre, sabiendo
que uno es nuestro padre, el que está en los cielos.83
En 1732 fuimos nuevamente requeridos a dar cuenta de nosotros. Esto
se hizo como sigue:
81
1 Jn. 2.19.
82
1 Ti. 5.17. 83 Mt. 23.9. una relación amistosa, especialmente cuando, por la
divina providencia de Dios, fueron puestos entre personas de una u otra
opinión.
1. En el año 1699 Daniel Ernst Jablonski, nieto de Amos
Comenio, último obispo de los moravos, fue consagrado obispo de los
Hermanos Unidos en Moravia, Bohemia y Polonia, en un sínodo formalmente
reunido. Al obispo, el Conde Zinzendorf le dijo que varios de los hermanos
moravos, que habían escapado de la tiranía de los papistas, estaban unidos a los
luteranos, cuya doctrina aprobaban, pero sin embargo, retenían su antigua
disciplina. La completa aprobación del Obispo Jablonski fue testificada al
Conde a través de varias cartas.
2. Debe reconocerse que muchos de nuestros antepasados, al
inicio de la Reforma, por temor a otros, no confesaron esta verdad
abiertamente. De ahí que los pastores romanos tuvieron paciencia con ellos,
preocupándose muy poco de cuáles eran sus opiniones privadas. Pero como
consecuencia de estar disimulando constantemente y dejar de caminar con
sencillez, perdieron el fervor de espíritu de tiempos pasados, y no pudieron
tampoco encontrar paz para sus almas.
3. Fue en el año 1715 que un soldado del Emperador,
últimamente dado de baja, llegó a Schleu, una aldea donde reinaban los jesuitas,
y comenzó a hablar con Agustín Neisser y su hermano. El reprobó
cortantemente su hipocresía de pretender ser romanistas y ocultar la verdadera
fe. Mas ellos consultaron con carne y sangre 84 hasta el año 1722 cuando
finalmente abandonaron todo y se retiraron a Alta Lusacia. Detrás dejaron a sus
tres hermanos, los que poco después fueron encarcelados y perseguidos
terriblemente por los papistas, así que tan pronto se abrió una puerta, ellos
también dejaron todo y siguieron a sus hermanos a Lusacia. Así también lo
hicieron muchos otros después al no encontrar seguridad, ya sea para sus
cuerpos o para sus almas, en su propio país. Cerca de la misma fecha Michael y
Martín Linner, y los Haberland, fueron desalojados con sus familias, habiendo
sufrido la pérdida de todos sus bienes, por no aceptar el culto romano y por
recibir a aquellos llamados «herejes» en sus casas.
4. Los hermanos en Kühnewald fueron tratados aun con mayor
severidad. Les quitaron todos sus libros, fueron forzados por los más exquisitos
tormentos para que aceptaran las supersticiones papistas e idolatrías, y al final
86 Diarios, Tomo I
fueron arrojados y encarcelados en las prisiones más abominables. David
Schneider, los Nitschmann y muchos otros, fueron obligados también a dejar su
país y todo lo que tenían. Estas son nuestras sencillas razones para nuestra
salida de Moravia, de la cual su Excelencia deseó un informe de nosotros.
Mientras tanto encontramos que una gran negligencia de conducta había
aparecido entre nosotros. En verdad lo mismo se encontró en la mayoría de los
que nos rodeaban, ya fueran luteranos o calvinistas, que insistían en la fe hasta
olvidar, por lo menos en la práctica, tanto la santidad como las buenas obras.
84
Gá. 1.16.
Al observar este horrible abuso de predicar a Cristo dado a nosotros,
empezamos a insistir más que nunca antes en el Cristo que vive en nosotros.
Todas nuestras exhortaciones y predicaciones se basaron en esto, y hablamos y
escribimos solamente de esto. Nuestras constantes preguntas fueron: ¿Está
Cristo en ti? ¿Tienes un nuevo corazón? ¿Está tu alma renovada a la imagen de
Dios? ¿Está todo el pecado destruido en ti? ¿Tienes plena seguridad, por encima
de toda duda y temor, que eres hijo de Dios? ¿De qué manera y en que
momento recibiste tal completa seguridad? Si alguien no podía contestar todas
estas preguntas, nosotros juzgábamos que no tenía verdadera fe. Tampoco
permitíamos a nadie tomar la Santa Cena entre nosotros hasta que pudiera
responder a esas preguntas.
En esta creencia estábamos cuando fui a Groenlandia hace cinco años. Allí tuve
comunicación por carta con un ministro danés, Hans Egede, sobre el tema de la
justificación. Gracias a Dios que a través del ministro me mostró (a pesar de no
ser de ninguna manera un hombre santo, sino culpable de grandes pecados) que
ahora nos habíamos inclinado mucho hacia este tema y nos dirigíamos hacia
otro extremo: que debía insistirse en ambos «Cristo en nosotros» y «Cristo por
nosotros»; pero primero y principalmente en «Cristo por nosotros», como base
principal de todo. Ahora pude ver claramente que no debemos insistir en nada
que sintamos y mucho menos en cualquier cosa que hagamos, como si esto
fuera necesario previo a la justificación o la remisión de pecados. Vi que lo que
no se podía hacer era insistir en la completa seguridad de la fe o la destrucción
del cuerpo de pecado y la extinción de todos sus movimientos, a tal punto de
apartar a quienes no han obtenido esta seguridad de la Mesa del Señor o negar
que tengan fe alguna. Claramente percibí que esta seguridad completa era un
don diferente de la fe que justifica y que a menudo tomaba mucho tiempo, que
la justificación no implica que el pecado no debe perturbarnos sino que no debe
conquistarnos.
Ahora por primera vez tuve la seguridad plena de mi propia reconciliación con
Dios a través de Cristo. Por muchos años había tenido el perdón de mis pecados
y algo de la paz de Dios; pero hasta ahora no había tenido la prueba de su
Espíritu que quita toda duda y temor. En todas mis tribulaciones tuve siempre
confianza en Cristo, quien había hecho muchas cosas por mí, pero ésta era una
confianza mezclada con temor. Temía no haber hecho lo suficiente. Hasta ahora
había siempre algo oscuro en mi alma. Pero ahora una luz clara resplandeció Vi
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 87
que aquello en que tanto había insistido, el mucho hacer y el mucho sentir, el
largo arrepentimiento y la preparación para creer, la amarga tristeza por el
pecado y esa contrición profunda del corazón que se encuentra en algunos, no
eran en modo alguno esenciales para la justificación. Verdaderamente, que
dondequiera que la gracia libre de Dios sea correctamente predicada, un
pecador en plena carrera de sus pecados probablemente podría recibirla y ser
justificado por esta fe antes de uno que insista en tal preparación previa.
Al regresar a Herrnhut, se me hizo difícil al principio hacer que mis hermanos
entendieran esto, o persuadirlos a no insistir sobre la seguridad de la fe como
requisito para recibir la Santa Cena. Pero desde el momento que fueron
convencidos, que ya hace tres años, todos hemos
88 Diarios, Tomo I
insistido principalmente en el Cristo «dado por nosotros». Insistimos en esto
como lo principal, que si creemos de veras, Cristo seguramente será «formado
en nosotros». Esta predicación resulta siempre acompañada de poder, teniendo
la bendición de Dios. Por medio de esto, los creyentes reciben un firme
propósito de corazón y una resolución inconmovible de aceptar con un espíritu
libre y gozoso todo lo que nuestro Señor tenga a bien poner sobre ellos.
[Wesley continúa citando testimonios de la relación entre la fe que salva y la
seguridad de la salvación, y la necesidad de distinguir entre ambas.]
Algunas de las circunstancias de esta relación poco
común se me hicieron más claras por el relato que recibí en
la tarde de un estudiante en Herrnhut, Albinus Theodorus
Feder.
Yo (dijo él) por tres años luché contra el pecado con todas mis
fuerzas, mediante el ayuno y la oración y todos los otros medios de la gracia. No
obstante a pesar de todos mis esfuerzos no alcancé ningún avance. El pecado
prevalecía sobre mí; hasta que por último, no sabiendo qué más hacer, estuve al
borde de la desesperación. No quedándome otro refugio más corrí hacia mi
Salvador como un perdido y arruinado, que no tenía esperanza a no ser por su
poder y libre misericordia. En ese momento encontré mi corazón en paz, con la
buena esperanza de que mis pecados fueron perdonados; de lo cual tenía una
seguridad más fuerte que hacía seis semanas antes, cuando recibí la Santa Cena
aquí. Pero no me atrevo a afirmar que soy un hijo de Dios ni tampoco que tengo
el sello del espíritu. Mas prosigo silenciosamente haciendo la voluntad de mi
Salvador y refugiándome en sus heridas de todo problema y pecado y sabiendo
que él perfeccionará su obra en su propio tiempo.
Cuando le describí mi situación a Martín Dober, me respondió que él
había conocido a muchos creyentes, a quienes si se les hubiera hecho la
pregunta, no hubieran sido capaces de afirmar que eran hijos de Dios. Añadió
que es muy común recibir el perdón de los pecados o la justificación a través de
la fe en la sangre de Cristo, antes de recibir la seguridad plena de la fe, la que
Dios muchas veces retiene hasta que comprueba que ellos trabajan junto con él
en el uso del primer don. Tampoco hay necesidad (continuó Dober) de animar a
cualquiera a que busque esa seguridad diciéndole que la fe que tiene no es nada.
Con seguridad esto le llevará más a la desesperación que animarlo a que avance.
La única preocupación de quien ha recibido el primer don, es credento credere
et in credento perseverare, (seguir creyendo, y mantenerse en lo que ya se ha
creído), proseguir, haciendo la voluntad de su Señor, según la habilidad que
Dios ya le ha dado; gozosa y fielmente usando lo que se ha recibido, sin afán
por el resto.
[Siguen otros testimonios]
Christopher Demuth habló sobre este asunto:
Mi padre fue un hombre piadoso desde su juventud. Enseñó
cuidadosamente a todos sus hijos. Yo tenía 15 años cuando él murió. Un poco
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 89
antes de su muerte, habiendo vivido siempre bajo la ley, recibió el perdón de sus
pecados y el testimonio completo del Espíritu. Nos llamó a su lado y dijo: «Mis
queridos hijos, pongan toda su confianza en la sangre de Cristo. Busquen la
salvación en esto, solamente en esto, y él les mostrará la misma misericordia
como lo ha hecho conmigo. Ciertamente, el lo hará con muchos de sus
familiares y amigos, cuando el tiempo llegue.
Desde esa fecha hasta que cumplí 27 años fui más ferviente en la
búsqueda de Cristo. Me trasladé a Silesia y allí me casé. Un año más tarde tuve
gran presión de espíritu de regresar y visitar a mis hermanos en Moravia. Así lo
hice. Teníamos el Nuevo Testamento, nuestro himnario moravo y dos o tres
libros luteranos. Leíamos, cantábamos y orábamos juntos y fuimos muy
fortalecidos. Un día, cuando estábamos reunidos en mi casa, tocaron a la puerta.
La abrí y era un jesuita. Dijo: «Mi querido Demuth, sé que eres un buen
hombre, y uno que instruye y exhorta a sus amigos. Debo ver los libros que
tienes». Y entrando al cuarto interior encontró el Testamento y los otros libros.
Se los llevó todos y nosotros no nos atrevimos a impedírselo. Al día siguiente
nos convocaron ante el consistorio y después de un largo examen nos ordenaron
presentarnos en la iglesia y ante la congregación al próximo domingo. Allí
leyeron una larga confesión de fe y después nos hicieron repetir, «En el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». Así lo hicimos sin saber lo que ellos
pretendían. Entonces nos dijeron que nos habíamos retractado de los errores
luteranos e invocaron a la bendita Trinidad para testificar de que habíamos
consentido a esa confesión de fe. Me dolió el corazón cuando escuché lo dicho.
Me retiré a casa, pero no pude encontrar tranquilidad. Pensé que había negado a
mi Salvador y que no podía recibir más misericordias de él. No podía soportar
quedarme en Moravia por más tiempo, por lo que regresé de inmediato a Silesia.
Allí permanecí seis años, pero también allí estuve continuamente aterrorizado
pensando en lo que había hecho. Preguntaba con frecuencia por mis hermanos
que había dejado en Moravia. Escuché que algunos de ellos habían sido puestos
en prisión y otros escaparon a una pequeña aldea de Lusacia llamada Herrnhut.
Hubiera deseado ir también a ese lugar y finalmente encontré a uno que tenía el
mismo deseo y acordamos ir juntos. Nuestro plan fue descubierto y mi amigo
fue tomado prisionero. Esperando yo ser tratado de la misma manera, oré
fervientemente a Dios para que me mostrara una señal de su bien.
Inmediatamente mi alma se llenó de gozo y estuve listo para ir a prisión o morir.
Pasaron dos días y nadie me hizo pregunta alguna y dudando lo que
debía de hacer, fui a un bosque en la vecindad. y entré a una pequeña cueva, caí
de cara y oré: «Señor, tú sabes que estoy listo a hacer tu voluntad. Si ésta es que
sea puesto en prisión que así sea. Si es tu voluntad que deje a mi esposa y a mis
hijos, estoy listo. Enséñame sólo tu voluntad.» Inmediatamente oí una voz fuerte
que decía, «Fort, fort, fort» («Adelante, adelante»). Me levanté gozoso y
satisfecho y fui a casa y le dije a mi esposa que era la voluntad de Dios que la
dejara ahora, pero que pensaba regresar en corto tiempo para llevar a ella y a
mis hijos conmigo.
Salí por la puerta y en ese momento me sentí lleno de paz, gozo y tranquilidad.
90 Diarios, Tomo I
Teníamos 200 millas delante de nosotros (35 millas alemanas) y ni yo
ni el amigo que me acompañaba teníamos un kreutzer.85 Pero Dios hizo posible
las cosas convenientes para nosotros, de tal manera que nada necesitamos en el
camino.
En este viaje Dios me dio la plena seguridad de que mis pecados
habían sido perdonados. Esto sucedió hace doce años, y desde entonces he sido
confirmado más y más, recibiendo de él cada día nuevas reservas de fortaleza y
tranquilidad.
Al comparar mi experiencia con las de otros uno puede percibir que
las diferentes formas usadas por Dios sirven para dirigir a diferentes almas. Pero
aunque uno debe ser dirigido de una manera diferente de los demás, no obstante:
Si sus ojos permanecen fijos en su Salvador; si su meta constante es hacer su
voluntad; si todos sus deseos tienden hacia él; si en toda tribulación puede sacar
fuerzas de él; si puede correr hacia él en todas sus aflicciones y tentaciones,
puede encontrar salvación en su sangre. En todo esto no puede haber engaño. Y
quienquiera ponga atención, como quiera y donde quiera que comience es
seguramente reconciliado con Dios a través de su Hijo.
[Tras otro testimonio, Wesley pasa a hablar del gobierno de los moravos:]
En la presente disciplina de la iglesia de Herrnhut,
que puede ser alterada a discreción de los superiores, se
puede observar:
I. Los oficiales de la iglesia.
II. La división de la gente.
III. Las conferencias, charlas y gobierno de los niños.
IV. El orden del culto
I. Los oficiales son: 1) El Anciano de toda la iglesia
y a su lado un Anciano para cada división en particular. Hay
también un anciano asignado para la obra de los hombres
jóvenes y otro para niños. Una Anciana para las mujeres en
general, otra Anciana para las mujeres solteras y otra para
las niñas. 2) Los Maestros, cuatro de ellos. 3) Los
Ayudantes (o Diáconos) 4) Los Vigilantes (o Censores),
once de ellos en Herrnhut. 5) Los Monitores, once también.
6) Los Mayordomos, once en total. 7) Los Cuidadores de
85
Moneda de ínfimo valor.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 91
los enfermos, siete en total. 8) Finalmente, los Sirvientes o
diáconos de nivel inferior.
II. División de los feligreses en Herrnhut: 1)
Cinco clases de varones, a saber: los niños pequeños, los
intermedios, los mayores, los jóvenes y los casados. El
grupo femenino está dividido de la misma forma. 2) Once
clases de acuerdo a las casas donde viven y cada clase con
un Ayudante, un Vigilante, un Mayordomo y un Diácono. 3)
Alrededor de 90 grupos, cada uno de los cuales se reúne por
lo menos dos veces, pero mayormente tres veces por
semana para confesar sus ofensas unos a otros, y orar unos
por otros, para que sean sanados.86
III. Los gobernantes de la iglesia: Los Ancianos,
los Maestros y los Ayudantes (todos elegidos por la
congregación) tienen una reunión cada semana, que se
ocupa únicamente del estado de las almas y otra sobre a la
instrucción de los jóvenes. Paralela a estas reuniones tienen
una cada día sobre asuntos del exterior relacionados a la
iglesia.
Los Vigilantes, los Monitores, los Mayordomos y los
Cuidadores de los enfermos, los Sirvientes, los Maestros,
los jóvenes y los niños tienen todos una reunión semanal
sobre sus diferentes cargos y deberes.
Una vez a la semana hay también reunión con los
visitantes. En esta reunión cualquiera persona podría asistir
y presentar cualquier pregunta o duda que desea se le
conteste.
En Herrnhut se enseña lectura, escritura, aritmética,
latín, griego, hebreo, francés, inglés, historia y geografía.
86
Stg. 5.16.
92 Diarios, Tomo I
Todos los días hay conferencias de latín, francés e
inglés, así como de historia y geografía. Los lunes,
miércoles, viernes y sábado son las de hebreo, las de griego
los martes y jueves.
En el orfanato los niños más grandes se levantan a
las cinco (los más pequeños entre cinco y seis). Después de
una oración privada corta, trabajan hasta las siete. Luego
van a la escuela hasta las ocho, la hora de la oración. A las
nueve, aquellos capacitados para hacerlo, aprenden latín y a
las diez francés. A las once caminan. A las doce almuerzan
todos juntos y salen a caminar hasta la una. A la una
trabajan o aprenden a escribir; a las tres aritmética; a las
cuatro historia; a las cinco trabajan; a las seis cenan y
trabajan; a las siete, después de unos momentos de oración,
caminan; a las ocho los niños pequeños se acuestan, los
mayores van al servicio público. Después del servicio
trabajan nuevamente hasta que se acuestan (a las diez).
II. Cada mañana a las ocho hay canto y
exposición de la Escritura y comúnmente una corta oración.
A las ocho de la noche hay comúnmente oración en
silencio, junto con canto y explicación bíblica.
Más tarde, los fieles dedican un cuarto de hora a la
oración y concluyen con el beso de la paz.
Los domingos en la mañana el servicio comienza a
las seis y a las nueve el servicio público en Berthelsdorf. A
la una el Anciano da exhortaciones por separado a todos los
miembros de la iglesia, divididos en catorce clases pequeñas
para ese propósito, pasando alrededor de un cuarto de hora
con cada clase. A las cuatro comienza el servicio de la tarde
en Berthelsdorf, terminando el servicio con una charla en la
iglesia. A las ocho es el servicio de costumbre, después del
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 93
cual los jóvenes salen cantando alabanzas por el pueblo, y
así termina el día.
En el primer sábado del mes se administra la Santa
Cena. Desde las dies de la mañana hasta las dos, el Anciano
habla en privado con cada comulgante del estado de su
alma. A las dos almuerzan y luego se lavan los pies unos a
otros. Después cantan y oran. A las diez comulgan en
silencio sin ceremonia y continúan en silencio hasta que se
retiran a las doce.
El segundo sábado de mes es el día solemne de
oración. El tercer sábado es el día general de intercesión y
acción de gracias. El cuarto sábado es la reunión más
grande mensual de todos los superiores de la iglesia.
Para satisfacción de quienes deseen un informe
completo, he agregado lo siguiente:
Un extracto de la Constitución de la Iglesia de
los Hermanos Moravos en Herrnhut,
presentada ante la Orden Teológica en Württemberg en el
Año de 1733
1. Tienen un Mayor, o Anciano, quien ayuda a la iglesia con su
consejo y oraciones, y determina qué debe hacerse en asuntos de importancia.
De él se requiere que sea de mucha experiencia en las cosas de Dios y que todos
testifiquen de la santidad de su conversación.
2. Tienen Diáconos o Ayudantes, quienes instruyen en las
reuniones privadas; cuidan que las cosas exteriores sean hechas decentemente y
en orden y velan para que cada miembro de la iglesia crezca en gracia y camine
conforme a su santo llamado.
3. El Pastor o Maestro debe ser el superintendente de todo el
rebaño y por lo tanto de cada persona; bautiza a los niños diligentemente para
formar sus mentes y criarlos en disciplina y amonestación del Señor. 87 Y cuando
el pastor encuentra en ellos un sincero amor por la cruz, entonces los recibe en
la iglesia. Administrar la Santa Cena. Unir en matrimonio a aquellos que ya se
han casado con Cristo. Reprobar, amonestar, avivar, consolar, según la
necesidad lo requiera. Declarar el designio completo de Dios; prestar atención
en todo momento para hablar como si fuera los oráculos de Dios y en acuerdo
con la analogía de la fe. Enterrar a aquellos que han muerto en el Señor; y
cuidar aquello que se le ha confiado a su
94 Diarios, Tomo I
87
Ef. 6.4.
cargo, aun la doctrina pura y la disciplina apostólica que hemos recibido de
nuestros antepasados.
4. Tenemos otra clase de Diáconos que cuida que nada falte en
el orfanato, a los pobres, a los enfermos y a los extranjeros. Otros también están
dedicados exclusivamente a cuidar de los enfermos, y otros de los pobres. A dos
de estos se les confían los haberes comunes, llevando cuenta de todo lo recibido
y gastado.
5. Hay mujeres que realizan los oficios arriba mencionados
entre las personas de su propio sexo, ya que ninguno de los hombres conversa
con ellas excepto el Anciano, el Maestro y a veces uno o dos de los Diáconos.
6. Hacia los magistrados, sean de un rango superior o inferior,
les debemos la más grande reverencia. Con alegría nos sometemos a sus leyes,
aun cuando muchos de nosotros hemos sido despojados de nuestros bienes,
arrojados de nuestras casas y en todo sentido oprimidos por ellos. Sin embargo,
no pusimos resistencia ni abrimos la bocas o alzamos nuestras manos contra
ellos. En todas las cosas que no conciernen inmediatamente al reino interior y
espiritual de Cristo, nosotros simplemente y sin ninguna contradicción
obedecemos los altos poderes de los magistrados. Pero en cuanto a la
conciencia, contra la libertad de ésta no podemos sufrir ninguna limitación o
violación. A esta autoridad le referimos todo lo que directamente y por sí solo
tienda a obstaculizar la salvación de las almas o cualquier cosa de que Cristo y
sus santos apóstoles (quienes sabemos que no se inmiscuyeron en las cosas
mundanas y externas) se encargaron para constituir y ordenar bien su iglesia. En
estas cosas no reconocemos otra autoridad que no sea Cristo y estamos
decididos, siendo Dios nuestra ayuda, a dar no sólo nuestros bienes (como lo
hicimos antes) sino la vida misma, antes que esta libertad que Dios nos ha
concedido.
7. Así como le concierne a todo cristiano no ser haragán en
negocios, sino diligente para atender los trabajos de su llamado, hay personas
escogidas por la iglesia para supervisar a todos aquellos que trabajan fuera de la
misma. Por este medio, también muchas cosas se previenen que pudieran ser de
otra manera ocasión de ofensa.
8. Tenemos también Censores y Monitores. Se requiere
principalmente, en los Censores, experiencia y perspicacia; en los Monitores,
sabiduría y modestia. Los Censores informan lo que observan
(y observan los detalles más pequeños) ya sea a los Diáconos o a los Monitores.
Hay algunos Monitores que se les conoce como tales; otros que son nombrados
secretamente y quienes si es necesario, pueden libremente amonestar, en el
amor de Cristo, aun a los gobernantes de la iglesia.
9. La división de la iglesia: primero los esposos, después las
esposas, luego las viudas, los sirvientes, los hombres jóvenes, los niños, las
niñas y por último los niños pequeños. Estos grupos están en distintas clases,
cada una de ellas es diariamente visitada, los hombres casados por un hombre
casado, las esposas por una esposa y así sucesivamente con el resto. Estos
grupos grandes están (ahora) también divididos en cerca de noventa clases más
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 95
pequeñas o bandas. Cada una de ellas es presidida por uno de mayor
experiencia. Todos estos Líderes se reúnen con el Anciano cada semana y
presentan ante él y el Señor todo aquello que obstaculice o adelante la obra de
Dios en las almas puestas bajo su responsabilidad.
10. En el año 1727, 24 hombres y el mismo número de mujeres
acordaron que cada uno de ellos pasaría una hora cada día orando a Dios por
bendiciones para su gente. Con este propósito ambos, hombres y mujeres,
escogieron un lugar donde cualquiera de su propio sexo que estuviera en
desgracia podía reunirse con ellos. El mismo número de solteras, solteros, niños
y niñas, a su petición, fueron después agregados a ellos; quienes volcaron sus
almas delante de Dios, no sólo por sus propios hermanos, sino también por otras
iglesias y personas que habían deseado ser mencionadas en sus oraciones. Esta
intercesión permanente no ha cesado día o noche desde su primer comienzo.
11. Y así como los miembros de la iglesia están divididos según
sus respectivos estados y sexos, así también lo están de acuerdo a su habilidad
en el conocimiento de Dios. Algunos están muertos, otras avivados por el
espíritu de Dios. De éstos, algunos son intratables, algunos diligentes, algunos
fervorosos, ardientes con su primer amor; algunos párvulos y otros jóvenes.
Aquellos que aún están muertos son visitados cada día. Y a los bebés en Cristo
se les da un cuidado especial, de tal manera que puedan ser diariamente
supervisados y ayudados a crecer en gracia y en el conocimiento de nuestro
Señor Jesús.
12. En el orfanato cerca de setenta niños son criados, separados
de acuerdo a su sexo. A su lado se encuentran personas experimentadas que son
nombradas para consultar con la educación de los otros niños. En la enseñanza
del cristianismo usamos el Catecismo de Lutero y se estudia cómo enmendar
sus voluntades y entendimiento; encontrándose por experiencia que cuando se
persuade sus voluntades, ellos pueden a menudo aprender más en pocas horas
que de otra manera lo harían en muchos meses. Instruimos a nuestros pequeños
mayormente utilizando himnos, en donde encontramos las verdades más
importantes sugeridas en sus mentes con mayor éxito.
13. Rendimos gran reverencia al matrimonio, como conducente
al reino de Cristo. Ni los jóvenes, hombres y mujeres, entran en el matrimonio
hasta que estén casados con Cristo. Cuando alguien sabe que es la voluntad de
Dios de cambiar su estado, ambos, el hombre y la mujer son colocados por un
tiempo con algunas personas casadas, quienes les instruyen sobre cómo
comportarse de tal manera que su vida de casados sea agradable a Dios.
Entonces su plan es presentado a toda la iglesia y después de alrededor de 14
días son solemnemente unidos, aunque de otra manera acostumbraban hacerlo
en otros tiempos. Si hacen alguna recepción (que no es siempre) invitan sólo a
algunos amigos íntimos, los que por sus consejos leales han de prepararlos
mejor para soportar su cruz y pelear la buena batalla de la fe. Si alguna mujer
está encinta, no sólo se hace mención especial sobre ella en las oraciones
públicas, sino también es exhortada para que se entregue en las manos de su fiel
Creador. Tan pronto como el niño nace se ora por él y si es posible es bautizado
96 Diarios, Tomo I
en presencia de toda la iglesia. Antes de ser destetado es presentado a la
congregación en el día del Señor.
14. Si alguno de los niños, ya sea varón o mujer, busca a Dios
con todo su corazón, sabe que sus pecados son perdonados y obedece la verdad,
no se le insiste en que debe acercarse a la Cena del Señor, pero tampoco se le
prohibe hacerlo si así lo desea. Creemos que es suficiente enseñar a nuestros
niños los conceptos básicos acerca de esto y la diferencia entre este alimento del
alma y aquella leche que reciben cada día de Cristo. Entonces ellos
públicamente declaran los sentimientos de sus corazones sobre esto. Son
examinados en privado por el pastor y también en público y luego, después de
una exhortación por el Mayor por medio de la imposición de las manos, son
admitidos y confirmados en la iglesia. El mismo método es usado con quienes
renuncian a las supersticiones papales o son transformados del servicio de Satán
al de Dios si ellos lo desean, aunque no sean jóvenes, y hasta de edad madura.
15. Una o dos veces al mes, sea en Berthelsdorf o en Herrnhut,
toda la iglesia recibe la Cena del Señor. No se puede expresar cuán grande es el
poder de Dios en esos momentos entre nosotros. Una confesión general de
pecados es hecha por uno de los hermanos en nombre de todos. Luego se hacen
unas cuantas preguntas concretas. Cuando son contestadas, la absolución o
remisión de pecados se pronuncia sobre todos en general o confirmada a cada
persona en particular mediante la imposición de las manos. Los Mayores
reciben la comunión primero y luego el resto según su orden, sin ninguna
relación a su dignidad mundana, siendo lo mismo para cualquier otro oficio
solemne de la religión. Después de recibir la comunión, todos los hombres (y lo
mismo las mujeres) se reúnen para renovar su pacto con Dios, buscar su rostro y
exhortarse unos a otros según la paciencia de la esperanza y el trabajo de amor.
16. Tienen una estima peculiar por las suertes y las usan en
conformidad en público y en privado para decidir puntos de importancia,
cuando las razones en discusión parecen tener el mismo peso. Creen que esta
práctica es la única forma completa de no tomar en cuenta su propia voluntad o
exonerarse de toda culpa y saber claramente cuál es la voluntad de Dios.
17. A las ocho de la mañana, y en la tarde, nos reunimos para
orar y alabar a Dios; leer y escuchar las Sagradas Escrituras. El tiempo que
dedicamos al descanso es de once de la noche a cuatro de la mañana. Así que,
dejando tres horas al día para tomar los alimentos ambos para nuestros cuerpos
y almas, quedan 16 horas para trabajar. Este tiempo es usado por quienes gozan
de buena salud con diligencia y lealtad.
18. Dos hombres velan en la calle cada noche, como lo hacen
dos mujeres en el apartamento de las mismas, y vuelcan sus almas por los que
duermen; y con sus himnos elevan los corazones de cualquiera que esté
despierto a Dios.
19. Para continuar animando el don que está en nosotros,
algunas veces tenemos ágapes en público y a veces en privado. En ellos
tomamos un refrigerio moderado con alegría, sencillez de corazón y con voz de
alabanza y gratitud.
Diario 2, 1º de febrero - 16 de septiembre de 1738 97
20. Cualquier hombre en medio de nosotros, habiendo sido a
menudo amonestado y por largo tiempo perdonado, si persiste en caminar
indignamente de su santo llamado, no es admitido más a la Cena del Señor. Y si
continúa en sus faltas, odiando ser cambiado, el último paso es expulsarlo de la
congregación, muchas veces en medio de oraciones y lágrimas. Pero grande es
nuestro gozo si entonces ve el error de su camino, de tal manera que lo podamos
recibir de nuevo entre nosotros.
21. La mayoría de nuestros hermanos y hermanas han tenido en
alguna parte de su vida experiencias de duelo sagrado y tristeza de corazón.
Después han recibido la seguridad de que no vendrán a condenación, mas han
pasado de muerte a vida.88 Por lo tanto están lejos de tener miedo a morir o de
desear vivir en la tierra, sabiendo que para ellos el morir es ganancia89 y
estando seguros de que están al cuidado de Aquél en quienes están los asuntos
de vida y muerte. Por lo tanto parten como de una recámara a otra. Después que
el alma ha dejado su habitación sus restos son depositados en la tierra en el
lugar para ese propósito. Los sobrevivientes son grandemente consolados,
regocijándose por ellos con la paz que el mundo no conoce.90
88
Jn. 5.24.
89
Fil. 1.21.
98 Diarios, Tomo I
90
Jn.14.27.
Diario 3
Prefacio
14 Hch. 26.1.
15 Sal. 118.23.
16 Hch. 26.18.
17 Jn. 7.48.
18 Lc. 15.7.
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 93
6
2 Co. 1.9.
7
Ro. 14.17.
94 Diarios, Tomo I
8
Mt. 24.27.
9
Is. 55.8.
10
Mr. 2.12.
11
Hch. 26.26.
que parecen tener mayor peso, ocasionalmente les he dado
una respuesta más detallada.
7. De todas maneras, sé que ni siquiera esta
respuesta ha de satisfacer de ningún modo, a la mayor parte
de quienes ahora se muestran ofendidos, por la sencilla
razón de que nunca la leerán. Han decidido escuchar un
lado y solamente uno. También sé que muchos que la leen
tendrán la misma opinión que tenían antes porque ya han
fijado su juicio y no tomarán en cuenta lo que alguien pueda
decir. Dejemos que ellos se ocupen de eso. Yo he hecho mi
parte. Les he entregado mi propia alma. Más aún, sé que
muchos estarán grandemente ofendidos por este relato. Y
así debe ser por la propia naturaleza de las cosas que aquí se
cuentan. El mejor nombre que espero de ellos es el de un
tonto, de loco, de entusiasta. Todo lo que a mí me toca es
relatar la simple verdad, en la manera más inofensiva que
pueda hacerlo. Dejemos que Dios produzca el efecto que
más le plazca y que sea lo mejor para su gloria.
8. ¡Pueda el que tiene la llave de David, el que
abre y ninguno cierra,12 abrir puerta grande y eficaz,13 por
el medio que le plazca, para su eterno evangelio! ¡Pueda él
enviar por medio del que debe enviar,14 para que pueda la
palabra del Señor correr y ser glorificada15 más y más!
¡Pueda él cabalgar, venciendo, y para vencer,16 hasta que
haya entrado la plenitud de los gentiles,17 y la tierra sea
12
Ap. 3.7.
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 95
13
1 Co. 16.9.
14
Ex. 4.13.
15
2 Ts. 3.1.
16
Ap. 6.2.
17
Ro.11.25.
llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las
aguas cubren el mar!18
96 Diarios, Tomo I
18
Hab. 2.14.
Diario 3 Desde el 12 de agosto de 1738
hasta el primero de noviembre de 1739
[El diario comienza con unas notas de viaje por Alemania. El 19 de agosto, en
Halle, Wesley se entrevistó con A.H. Francke. De esa visita dice solamente que
Francke lo recibió cordialmente («se comportó con mucha humanidad»). El día
20 llegó a Jena.]
recomendó que los niños fueran llevados a su casa; cerca de diez de ellos, entre
los cuales estaba el Sr. Spangenberg, se hicieron cargo del cuidado de los niños.
Pronto aumentaron en número, lo que ofendió a los otros maestros de escuela en
la comunidad, y no mucho después a los magistrados y a los miembros del
senado en la universidad. La ofensa pronto llegó a los pastores, profesores, el
consistorio y los príncipes que son los lores de Jena. Fue la voluntad de Dios de
llegar a uno de ellos, el Príncipe de Eisenach, quien tenía completo poder allí,
para detener la persecución completa, prohibiendo tanto al senado como al
consistorio de molestarlos. El asimismo completamente los exoneró de la
jurisdicción de ambos, ordenando que en adelante todas las quejas contra ellos
serían sólo ser juzgadas por él. Pero durante la persecución el número de
escuelas aumentó de una a tres (una en cada sector de la ciudad), el número de
maestros a más de 30 y los niños a más de 300.
Hay ahora más de 31 maestros fijos, 10 en cada escuela y tres o cuatro
voluntarios para suplir casos de emergencia. Cuatro de los maestros han sido
nombrados para castigar y no están asignados a ninguna escuela. Cada escuela
está dividida en dos clases y se enseña cinco horas al día. Cada uno de los 30
maestros tiene una hora diaria para enseñar. Todos los maestros tienen una
reunión acerca de las escuelas todos los lunes. Tienen una segunda reunión los
jueves, principalmente para la oración, y una tercera cada sábado.
Cada semestre hay reunión de maestros para llenar las plazas de
aquellos que se retiran. El número de ellos nunca decrece ya que otros nuevos
ofrecen sus servicios en cuanto se retiran los que salen de la universidad.
El método que usan en la enseñanza es el siguiente:
Siempre hay dos clases en cada escuela. En la primera, los niños de
seis a diez o doce años quienes aprenden a leer. Luego se transfieren a otra clase
en las que se les enseña las Sagradas Escrituras, aritmética y cualquier otro
conocimiento que les sea útil a los niños aprender.
En la mañana de ocho a nueve todos reciben el catecismo y son
instruidos en los primeros principios del cristianismo, sea del catecismo menor
de Lutero o de algunos textos de la Sagradas Escrituras.
De nueve a diez los niños más pequeños aprenden las letras y las
sílabas y los mayores leen la Biblia. De diez a once los principiantes aprenden y
repiten algunos versículos selectos de las Sagradas Escrituras, principalmente
los que se relacionan con los fundamentos de la fe. Mientras tanto, la clase de
mayores estudia aritmética.
Por las tardes de una a dos todos los niños trabajan, y lo mismo hacen
de nueve a diez en la mañana. De dos a tres los niños más pequeños aprenden y
repiten el catecismo menor de Lutero, mientras que los mayores aprenden a
escribir.
Cada domingo hay un catecismo público en base a algún texto de la
Escritura. Todas las personas interesadas pueden participar.
98 Diarios, Tomo I
19
Lc. 18.9-14.
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 99
20
Se refiere al «Gran Despertar», cuyo personaje principal fue Jonathan
Edwards [N. del Ed.].
21
Sal. 118.23. 22 1 Cr. 4.10.
Esto, sin embargo, más una cláusula de la Lección
Vespertina, me hizo considerar mi propio estado más
profundamente. Lo que pensé entonces fue como sigue:
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe.23
Ahora bien, la prueba más segura mediante la que podemos
examinarnos nosotros mismos, si es que estamos
verdaderamente en la fe, es aquella dada por San Pablo:
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.»24
En primer lugar, sus juicios son nuevos: la opinión
de sí mismo, de su felicidad y santidad.
Se juzga a sí mismo y se ve muy corto de la gloriosa
imagen de Dios. Se juzga no tener nada bueno en él, sino
todo aquello que es corrupto y abominable; en una palabra,
es terrenal, animal y diabólico, una mezcla de bestia y de
diablo.
Así, por la gracia de Dios en Cristo, me juzgo a mí
mismo. Por lo tanto soy en este sentido una nueva criatura.
De igual modo su juicio sobre la felicidad es nuevo.
Le parecería tan lógico sacarla de un hoyo en la tierra como
pensar encontrarla en las riquezas, el honor, el placer (así
llamado) o en verdad en el gozo de cualquier criatura. Sabe
que no hay felicidad en la tierra sino en el gozo de Dios y
en el gozo anticipado de aquellos ríos de placer que fluyen a
su mano derecha para siempre.
Así, por la gracia de Dios en Cristo, juzgo la
felicidad. Por lo tanto soy en este respecto una nueva
criatura.
100 Diarios, Tomo I
23
2 Co. 13.5.
24
2 Co. 5.17.
en hacer bien o usar las ordenanzas de Dios. Ahora ve que
es la vida de Dios en el alma; la imagen fresca de Dios
estampada en el corazón; una renovación completa de la
mente en cada rasgo y pensamiento, según la semejanza del
que la creó.
Así, por la gracia de Dios en Cristo, juzgo la
santidad. Por lo tanto, en este sentido soy una nueva
criatura.
En segundo lugar, sus planes son nuevos. El plan de
su vida no es amontonar tesoros en la tierra, no es ganar
alabanzas de los humanos, o los deseos de la carne, los
deseos de los ojos y la vanagloria de la vida,25 sino volver a
ganar la imagen de Dios, tener nuevamente la vida de Dios
sembrada en su alma y ser renovado según su imagen en la
justicia y santidad de la verdad.26
Ese, por la gracia de Dios en Cristo, es el plan de mi
vida. Por lo tanto, soy en este sentido una nueva criatura.
En tercer lugar, sus deseos son nuevos y en verdad
toda la serie de sus pasiones e inclinaciones. No están ya
fijos en cosas terrenales. Ahora están fijos en las cosas
celestiales. Su amor gozo y esperanza, su pena y temor,
todos se refieren ahora a las cosas superiores. Todos miran
hacia el cielo, porque donde está su tesoro, allí también
estará su corazón.27
No me atrevo a decir que soy una nueva criatura en
este respecto, ya que otros deseos con frecuencia afloran en
mi corazón. Pero esos deseos no reinan. Los pongo a todos
debajo de mis pies a través de Cristo que me fortalece28 Por
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 101
25
1 Jn. 2.16.
26
Ef. 4.24.
27
Mt. 6.21.
28
Fil.4.13.
lo tanto creo que él me está creando de nuevo en esto
también y que él ha empezado, aunque no ha terminado su
obra.
En cuarto lugar, su conversación es nueva. Está
siempre sazonada con sal29 y tiene el fin de dar gracia a los
oyentes.30
Así es la mía, por la gracia de Dios en Cristo. Por lo tanto,
en este respecto soy una nueva criatura.
Quinto, sus acciones son nuevas. El tono de su vida
apunta únicamente a la gloria de Dios. Todos sus bienes y
tiempo son dedicados a estas acciones. Pues si come o bebe
o hace otra cosa,31 todo surge de o se dirige al amor de Dios
y de la humanidad.
Así, por la gracia de Dios en Cristo, es el tenor de mi
vida. Por lo tanto, en este respecto soy una nueva criatura.
Pero San Pablo nos dice de otra forma que el fruto
del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe.32 Ahora aunque, por la gracia de Dios en Cristo,
encuentro en cierta medida algunos de éstos en mí, tales
como paz, paciencia, benignidad, bondad, temperancia,
otros no los encuentro. No puedo encontrar en mí el amor
de Dios o el de Cristo. De aquí mi sordera y rodeos en la
oración pública. Por esto, aun en la Santa Comunión tengo
raramente algo más que una fría atención. Por tanto cuando
oigo de las grandes ejemplos del amor de Dios, mi corazón
está todavía sin sentido y sin afecto. Más aún, en este
momento, no siento más amor hacia él que hacia alguien de
quien nunca he oído.
102 Diarios, Tomo I
29
Col. 4.6.
30
Ef. 4.29.
31
1 Co. 10.31. 32 Gá.5.22.
Igualmente, no poseo ese gozo en el Espíritu Santo,33
ni un gozo establecido ni duradero. Ni tengo tal paz que me
libere de la posibilidad ya sea del temor o la duda. Cuando
algunos hombres santos me dijeron que no tenía fe, muchas
veces he dudado si la tenía o no. Y esas dudas me han hecho
sentir muy inseguro, hasta que fui aliviado por medio de la
oración y las Santas Escrituras.
Sin embargo, sobre todo esto, aunque no tengo
todavía ese gozo en el Espíritu Santo, ni ese amor de Dios
derramado en mi corazón,34 ni la plena certidumbre de fe,35
ni el apropiado Espíritu mismo que da testimonio a mi
espíritu de que soy hijo de Dios,36 mucho menos soy, en el
completo y propio sentido de las palabras, nueva criatura en
Cristo.37 Sin embargo, confío que tengo una medida de fe y
que soy acepto en el Amado.38 Confío que el acta de los
decretos que están contra mi está anulada,39 y que estoy
reconciliado con Dios a través de su Hijo.40
DOMINGO 19. Sólo prediqué por la tarde en el
Castillo. El lunes por la noche estuve perturbado por mis
sueños y cerca de las once me desperté en medio de un
temor difícil de explicar y sin poder reconciliar el sueño.
Alrededor de esa hora (como me enteré en la mañana) uno
que había sido asignado a ser mi alumno, pero que no lo
fue, vino a la portería donde varias personas estaban
sentadas, y con una pistola en la mano. El la mostró, como
jugando, primero a uno y después a otro. Entonces intentó
dos o tres
33
Ro. 14.17.
34
Ro. 5.5.
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 103
35
He. 10.22.
36
Ro. 8.16.
37
2 Co. 5.17.
38
Ef. 1.6.
39
Co. 2.14. 40 Ro.5.10.
104 Diarios, Tomo I
43
2 S. 6.22.
44
Lc.4.18-19.
A las siete empecé a exponer sobre los Hechos de
los Apóstoles a una reunión de la sociedad en la calle de
Baldwin. Al día siguiente, sobre el Evangelio de San Juan
en la Capilla de Newgate, donde también hablé en el
servicio matutino de la Iglesia.
MIÉRCOLES 4 de abril. En Baptist Mills (una
especie de suburbio o villa a cerca de media milla de
Bristol) ofrecí la gracia de Dios a cerca de 1,500 personas
usando estas palabras: yo sanaré su rebelión, los amaré de
pura gracia.45
En la noche tres mujeres se pusieron de acuerdo para
reunirse semanalmente con la misma intención de los de
Londres, o sea, «confesaos vuestras ofensas unos a otros, y
orad unos por otros, para que seáis sanados».46 A las ocho,
cuatro jóvenes se pusieron de acuerdo para realizar el
mismo plan. ¿Quién se atreve a negar que esto es (en lo
sustancial) un medio de gracia ordenado por Dios? A no ser
que afirme (con Lutero en la furia de su «sólo la fe», sola
fide) que la Epístola de Santiago es «una epístola de paja».
MIÉRCOLES 9. Adquirimos un predio cerca del
cementerio de la iglesia de St. James, en terreno de la Feria
de Caballos, donde se planificó la construcción de un cuarto
lo suficientemente grande para dar cabida a las sociedades
de Nicolás y Baldwin y a sus respectivos conocidos que
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 107
49
Mr. 2.17.
50
Sal. 29.3-4. 51 Jn. 3.9.
110 Diarios, Tomo I
cambiadas en un momento del espíritu de temor, horror,
desesperación al espíritu de amor, gozo y paz, y de los
deseos pecaminosos que reinaban sobre ellos a un puro
deseo de hacer la voluntad de Dios. Esto son hechos de los
que y soy testigo casi diariamente, de vista y de oído,
dondequiera que estoy. Lo que tengo que decir en relación a
las visiones o sueños es lo siguiente: Conozco a muchas
personas en quienes este gran cambio sucedió en un sueño o
durante una fuerte representación en su mente de Cristo, ya
sea en la cruz o en la gloria. Esto es un hecho. Dejemos a
quien quiera que juzgue esto como le parezca mejor. Y que
tal cambio fue verdadero se comprueba, no por derramar
lágrimas, caer por ataques o por llantos (estos no son los
frutos por los que juzgo, como parece que usted supone)
sino por el tono de su vida, hasta entonces malvada en
muchas formas y a partir de ese momento, santa, justa y
buena.
Ahora le mostraré que aquél que fue un león hasta
entonces, es ahora un cordero; aquél que fue un ebrio es
ahora ejemplo de sobriedad; la prostituta que fue, ahora
aborrece la vestimenta manchada por la carne. Estos son
mis argumentos reales para comprobar lo que aseguro, a
saber, que Dios ahora como en otro tiempo, da perdón de
los pecados y el don del Espíritu Santo tanto para nosotros
como para nuestros hijos; siempre repentinamente, hasta
donde he visto, y con frecuencia en los sueños o en las
visiones de Dios. Si no fuera así, sería un falso testigo
delante de Dios. De estas cosas yo testifico y, por gracia de
Dios, testificaré.
Quizás pudiera ser que debido a la dureza de
nuestros corazones, no estemos listos para aceptar nada a
menos que lo veamos con nuestros ojos y lo oigamos con
nuestros oídos. Dios en tierna condescendencia a nuestras
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 111
debilidades sufrió muchas señales visibles en el preciso
momento cuando trajo este cambio interno para ser visto y
oído continuamente entre nosotros. Pero aunque vieron
señales y prodigios52 (porque así debo llamarlos) empero
muchos no creerán. En verdad no pueden negar los hechos,
pero sí pueden explicarlos. Algunos decían: «fueron
puramente efectos naturales; la gente se desmayaba sólo por
el calor y la estrechez de los ambientes.» Y otros estaban
seguros de que «todo fue un engaño: podrían evitarlo si
quisieran. Además ¿por qué estas cosas se dieron sólo en
sus sociedades privadas? ¿Por qué no sucedieron a la luz del
día?» Hoy, lunes 21, nuestro Señor contestó por sí mismo,
ya que mientras hacía hincapié en estas palabras, estad
quietos y conoced que yo soy Dios,53 él comenzó a extender
su brazo, no en un cuarto cerrado, ni en privado, sino al aire
libre y ante más de 2,000 testigos. Uno, otro y otro fueron
derribados a tierra, temblando exageradamente ante la
presencia de su poder. Otros clamaron con un llanto fuerte y
amargo, «¿Qué debemos de hacer para ser salvos?» 54 En
menos de una hora siete personas, completamente
desconocidas para mí hasta ese momento, estaban
regocijándose y cantando y con todas sus fuerzas daban
gracias a Dios por su salvación.
En la noche fui interrumpido en la calle Nicolás, casi
cuando empezaba a hablar, por los gritos de uno que estaba
compungido de corazón,55 y gemía fuertemente pidiendo
perdón y paz. Sin embargo, continué declarando lo que Dios
52
Jn. 4.48.
53
Sal. 46.10.
54
Hch. 16.30. 55 Hch.2.37.
ya había hecho, en prueba de aquella importante verdad,
que Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos
112 Diarios, Tomo I
procedan al arrepentimiento.56 Otra persona se desmayó,
cerca de uno que era defensor fuerte de la doctrina
contraria. Mientras estaba en pie, atónito por lo que veía, un
niño cerca de él se desmayó de la misma manera. Un joven
que estaba parado detrás fijó sus ojos en él y cayó como si
estuviera muerto, comenzó a rugir y a golpearse contra el
suelo, de tal forma que seis hombres apenas podían
sostenerlo. Su nombre era Thomas Maxfield. Excepto por
John Haydon, nunca vi uno tan disputado por el maligno.
Mientras tanto, muchos otros comenzaron a clamar en alta
voz al Salvador de todos,57 para que viniera a ayudarlos, ya
que toda la casa (y en verdad toda la calle usada por falta de
espacio) estaba alborotada. Pero nosotros continuamos en
oración y antes de las diez la mayoría encontró descanso
para sus almas.
Fui invitado a cenar por una dama que, sintiéndose
tan compungida como nunca antes, había salido corriendo
de la sociedad con mucho apuro, «para no delatarse». Pero
la mano de Dios la siguió y al dar algunos pasos, tuvo que
ser llevada a casa y cuando llegó se puso peor y peor. Se
encontraba en agonía violenta cuando llegamos. Clamamos
a Dios y su alma encontró sosiego.
Cerca de las doce se me insistió fuertemente para
que fuera a visitar a una persona más. Esta tuvo solamente
una lucha más después de mi llegada y luego fue llena de
paz y regocijo. Pienso que 29 en total cambiaron sus cargas
por alegría.
56
2 P. 3.9.
57
1 Ti. 4.10.
SÁBADO 30 de junio. En el Salón de los Tejedores
siete u ocho personas se vieron obligadas a gritar, mientras
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 113
la espada del Espíritu les penetraba hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos.58 Después de orar se
sintieron calmados y cantaron a Dios, quien está sentado en
el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y
el poder por los siglos de los siglos.59
De tiempo en tiempo, yo les daba un informe
especial de la manera como Dios llevaba su obra, dirigido a
quienes yo creía que deseaban aumentar su reino y con
quienes tenía la oportunidad de mantener correspondencia.
Parte de la respuesta que recibí (algún tiempo después) de
uno de ellos no puedo sino adjuntarla:
Deseo bendecir a mi Señor por las buenas y grandes noticias que su
carta trae acerca de cómo el Señor cambia muchas almas para que se conviertan
de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios,60 y porque se ha
abierto puerta grande y eficaz61 entre ustedes que los muchos adversarios no
pueden cerrar. ¡Que el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra,
y cierra y ninguno abre,62 abra la puerta de la fe más y más entre ustedes, hasta
que su casa se llene y pueda él reunir a todos los pecadores de Israel! Y ojalá
que la oración por los adversarios sea oída, llene sus rostros de vergüenza, y
busquen tu nombre, Jehová.63
En cuanto a lo que usted dice sobre la forma externa de actuar de la
mayoría de los afectados, cuyos corazones fueron atravesados por la espada del
Espíritu, no es de extrañarse que al principio esto le sorprendió, ya que son en
verdad muy escasos quienes verdaderamente han sido compungidos y heridos
de corazón. Empero algunos de los casos que usted menciona parecen tener
precedente en la manera externa en que Pablo y el carcelero fueron
primeramente afectados, así como los oyentes de Pedro en Hechos 2. El último
caso que usted menciona, de una lucha como la agonía de muerte, y que cuatro
o cinco hombres fuertes pudieron a duras penas impedirle a una débil mujer
herirse a sí misma o a otros, esto es para mí algo más inexplicable, si no se
pareciera a lo del muchacho de Marcos 9:26 y Lucas 9:42. De él se dice que,
mientras se acercaba el muchacho, el
58
He. 4.12.
59
Ap. 5.13.
60
Hch. 26.18.
61
1 Co. 16.9. 62 Ap. 3.7.
63
Sal.83.16.
114 Diarios, Tomo I
demonio lo derribó y le sacudió con violencia. 64 No pretendo explicar la súbita
influencia y el agudo despertar que pueda haber sobrevenido al cuerpo. Pero no
dudo que Satanás, en cuanto puede, se esfuerce en tales ocasiones, en parte para
obstaculizar la buena obra en las personas que han sido tocadas por las agudas
saetas de la convicción de pecado, y en parte para desacreditar la obra de Dios,
como si llevara a la gente a la locura... Sin embargo, el resultado feliz de estos
conflictos en la conversión de las personas así afectadas es lo principal.
Cuando el brazo salvador de Dios les trae para recibir a Cristo Jesús,
para tener gozo y paz en el creer y entonces caminar con él y dar evidencia que
la obra es a la postre obra de salvación, sea más rápida o gradual, hay gran
motivo de alabanza...
Todas la señales externas de las personas afectadas entre nosotros
pueden reducirse a estas dos clases: En primer lugar, el oír con atención
silenciosa, con seriedad y avidez que se descubren por las miradas fijas, los ojos
llorosos y las caras tristes o alegres. En segundo lugar, hay quien responde con
voz alta, algunos más depresivamente y otros más animados; a veces toda la
multitud en un mar de lágrimas como si todos estuvieran llorando a la vez, hasta
que las voces casi apagan la voz del ministro, a quien apenas se le puede
escuchar por el ruido del llanto que le rodea... La influencia sobre algunos de
éstos es como una inundación que se seca rápidamente y no se sabe de cambio
alguno. Pero en otros aparece en los frutos de justicia y en una conversación
santa.
¡Quiera el Señor fortalecerle para que pueda proseguir en su obra!
Oramos juntamente con usted por la venida de su reino; y espero que no le
olvidemos en nuestra mutua solicitud ante trono de la gracia.
Soy, Reverendo y estimado señor,
Su muy afectuoso hermano y siervo en Cristo
Ralph Erskine
67
Ec.7.16.
Médico llegó. Ya que, a pesar de todos los medios naturales,
él que los hizo para él, no los haría sufrir para descansar,
hasta que ellos descansaran en él.68
MARTES 17 - Viajé a Bradford, a cinco millas de
Bath, donde se me había invitado por largo tiempo para
visitarles. Presenté mis saludos al ministro y le expresé mis
deseos de predicar en su iglesia. Me respondió que no se
acostumbraba predicar en los días de semana, pero si podía
venir a la iglesia en un domingo, él estaría feliz de contar
con mi ayuda. Entonces fui ver a un caballero en el pueblo
quien había estado presente cuando prediqué en Bath y con
las más fuertes señales de sinceridad y afecto. me había
deseado bendición de Dios sobre mí.69 Pero todo había
pasado. Lo encontré bastante frío. Comenzó a discutir sobre
varios temas y por último me dijo sin rodeos que uno de
nuestro propio colegio universitario le había informado que
siempre me habían considerado como un chiflado en
Oxford.
Sin embargo, algunas otras personas no tenían la
misma opinión, habiéndome instalado en un lugar
conveniente (llamado Bearfield o Bury Field) en la cima de
la loma debajo de la cual se extiende el pueblo, ofrecí allí a
Cristo a cerca de mil personas como sabiduría, rectitud,
santificación y redención. De allí regresé a Bath y prediqué
sobre ¿Qué debo hacer para ser salvo?70 a una concurrencia
mayor que nunca. Me preguntaba por qué el Dios de este
mundo estaba tan tranquilo, cuando a mi regreso del lugar
de predicación, el pobre Richard Merchant me dijo que no
podía dejarme predicar nunca más en su propiedad. Le
pregunté por qué. Respondió que la gente
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 117
68
Referencia a Agustín, Confesiones 1.1.
69
Sal. 129.8.
70
Hch.16.30.
dañaba sus árboles y robaba cosas de su terreno. «Y
además,» añadió, «Yo ya tengo, por dejarle a usted estar
allí, ganado el desprecio de mis vecinos». ¡Oh miedo del
hombre! ¿Quién se sobrepone a ti, sino quien en verdad
adora a Dios en espíritu y en verdad?71 ¡Ni siquiera quienes
tienen un pie en la tumba! ¡Ni siquiera quienes habitan en
casas de cedro y quienes han almacenado oro como polvo y
plata como arena del mar!
MARTES 31. Prediqué en Bradford a más de dos
mil personas, muchas de las cuales tenían un mejor rango
social, sobre ¿Qué debo hacer para ser salvo? 72 Todos se
comportaron decentemente y ninguno se marchó hasta que
todo se terminó. Mientras predicaba en Bath, a mi regreso,
algunos de la congregación no se comportaron tan bien,
estando, temo yo, un poco preocupados cuando llego a la
aplicación de aquellas palabras: «y no solamente hay
peligro que este nuestro negocio venga a desacreditarse,
sino también el templo de la gran diosa Diana sea estimado
en nada,...a quien venera toda Asia y el mundo entero».73
Teniendo por este tiempo una copia en mis manos de
Una Advertencia contra el engaño religioso, pensé que era
mi deber escribir al autor del mismo, lo que hice en los
términos siguientes:
Reverendo Señor,
1. Usted me acusa (porque me llaman «metodista», y
consecuentemente estoy incluido dentro de su acusación) de «jactancias vanas y
presumidas, imprudencia, censuras sin caridad, maldiciendo todo aquel que no
siente» lo que siento yo. Me acusa también de «no aceptar que las personas
estén en estado de salvación a no ser que hayan experimentado alguna operación
súbita que se puede señalar como la mano de Dios sobre ellas, apoderándose por
así decir del alma». Y de «negar a los humanos el
118 Diarios, Tomo I
71
Jn. 4.23.
72
Hch. 16.30. 73 Hch.19.27. uso de las criaturas
de Dios, que él ha designado para ser
recibidas con acción de gracias». Por último,
me acusa de «alentar la abstinencia, la
oración y otros ejercicios religiosos, llegando
a descuidar los deberes ciudadanos». Diga,
señor, ¿puede usted probar estos cargos
contra mí? ¡El Señor juzgará en su día!
2. En verdad salgo a los caminos y vallados a llamar a los
pobres pecadores a Cristo. Pero no en «una manera tumultuosa», no «para
perturbar la paz pública» o «perjudicar a las familias». Ni tampoco rompo o
transgredo cualquier ley que yo conozca, y mucho menos «reduzco a la nada
toda regla y autoridad». Ni pueden decirme que «me inmiscuyo en los
quehaceres» de aquellos que nunca trabajan, pero permiten que miles de éstos
por quienes Cristo murió perezcan por falta de conocimiento.74
3. Perecen porque no saben que nosotros, tanto como los
paganos, estamos con el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de
Dios,75 que cada uno de nosotros, por la corrupción de nuestra naturaleza íntima,
está muy alejado de la justicia original; tan alejada que «cada persona nacida en
este mundo, merece la ira y la maldición de Dios». 76 No tenemos por naturaleza
poder para ayudarnos a nosotros mismos, ni para pedirle a Dios ayuda. Todo
nuestro carácter irascible y obras, en nuestro estado natural, son solamente una
maldad continua. De tal manera que nuestro acercamiento a Cristo, así como el
de ellos, debe requerir un gran y poderoso cambio. Debe conllevar, no sólo un
cambio externo, dejando el robo, la mentira y toda clase de comunicación
corrupta; sino un completo cambio de corazón, una renovación interna en el
espíritu de nuestra mente. En conformidad «el hombre viejo» implica
infinitamente mucho más que la conversación mundana externa; implica un
corazón mundano de incredulidad,77 corrupto por el orgullo y por miles de
falsas codicias. En consecuencia el «nuevo hombre» implica mucho más que
una buena conversación.78 Implica un buen corazón79 creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad,80 un corazón lleno de esa fe que obra por amor
y produce toda conversación de santidad.
4. El cambio de los primeros de estos estados al otro es lo que
llamo «el nuevo nacimiento». Pero, usted dice, que yo «no estoy contento con
esta sencilla y fácil noción dela fe, sino que me lleno a mí y a otros con
fantásticas vanaglorias ideas. Señor, ¿como puede usted probar esto? Y si no
puede probarlo, ¿qué expiación puede usted hacer, ya sea a Dios, a mí o al
mundo, por afirmar públicamente una gran falsedad?
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 119
5. Quizás usted dice que «puede probar esto sobre el Sr.
Whitefield». ¿Entonces qué? Eso no es nada para mí. Yo no soy responsable por
sus palabras. El Diario que usted cita nunca lo vi hasta que estuvo
74
Os. 4.6.
75
Ef. 4.18.
76
Libro de Oración Común, Artículos de fe, 9.
77
He. 3.12.
78
Stg. 3.13.
79
Lc. 8.15. 80 Ef.4.14. impreso. Pero en verdad usted lo confundió tanto a él
como a mí. Primero, donde usted lo señala como juzgando que las opiniones
de los cuáqueros en general (respecto a ser guiados por el Espíritu) son
correctas y buenas, usted comete una injusticia, por cuanto él habla solamente
de esos hombres en particular con quienes estuvo conversando. Y nuevamente
cuando usted dice que él «supone que una persona que cree en Cristo no tiene
ningún conocimiento salvífico» de él, usted comete una injusticia [contra
Whitefield]. El no supone tal cosa. «Creer en Cristo » era precisamente lo que
le parecía que faltaba, porque el término «creer» que implica, no sólo la
aceptación de los artículos de nuestro Credo, sino también, «una confianza y
seguridad de la misericordia de Dios a través de nuestro Señor Jesucristo».81
6. Ahora, no cabe duda de que a alguien pueda faltarle esto,
aunque en verdad pueda decir, «Soy casto, soy sobrio, soy justo en mis
quehaceres, ayudo a mi vecino y sigo las ordenanzas de Dios». «Y no importa
cómo» tal hombre «pueda haberse comportado en todas estas cosas, no debe
pensar bien de su propio estado hasta que experimente algo dentro de sí mismo
que hasta ahora no ha experimentado pero que se le puede asegurar de
antemano que podrá experimentar» si las promesas de Dios son verdaderas. Ese
«algo» es una fe viviente: «una verdadera confianza y seguridad en Dios, que
por los méritos de Cristo sus pecados son perdonados y la persona queda
reconciliada en el favor de Dios». De esto se desprenderán muchas otras cosas
que hasta entonces no ha experimentado, tal como el amor de Dios, que ha sido
derramado en su corazón,82 la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento,83
gozo en el Espíritu Santo,84 y gozo aunque no dejado de sentir, nos alegra con
gozo inefable y glorioso.85
7. Estos son algunos de aquellos frutos internos del espíritu86
que deben sentirse, dondequiera que se encuentren. Y sin éstos no puedo
encontrar las Sagradas Escrituras que alguien pueda ser nacido del Espíritu.87
Le ruego, señor, por la misericordia de Dios, que si usted todavía «no conoce
nada de tales sentimientos interiores», si usted no «siente en usted mismo estas
poderosas obras del Espíritu de Cristo», por lo menos no contradiga ni
blasfeme. Cuando el Espíritu Santo haya encendido fervientemente su amor
120 Diarios, Tomo I
hacia Dios, usted sabrá que estas cosas son operaciones muy sensibles. Como
usted oye al viento y lo siente también, cuando golpea sus órganos corporales,
usted sabrá que está bajo la guía del Espíritu de Dios en la misma manera, es
decir, sintiéndolo en su alma; por la presencia de la paz, el gozo y el amor que
usted siente
81
Homilías oficiales de la Iglesia de
Inglaterra. Sobre la pasión, parte 2.
82
Ro. 5.5. 83 Fil. 4.7.
84
Ro. 14.17.
85
1 P. 1.8.
86
Gá. 5.22. 87 Jn.3.8. internamente, así como por los efectos externos, que son
menos inmediatos.
Soy, su..., etc.
88
Hch.26.18.
justificados por las obras o (para expresar lo mismo un poco
más decentemente) por la fe y las obras? Ahora bien, ¿es
esto lo que predico? Lo he hecho por diez años: Fui (en lo
esencial) un papista y no lo sabía. Pero ahora testifico a
todos (y es el mismo punto que aseguro que hasta el día de
hoy ha estado en discusión) que no se puede hacer ninguna
obra antes de la justificación, que no tenga en sí misma la
naturaleza del pecado.
Muchas veces he averiguado quiénes son los autores
de este comentario y por lo general he encontrado que han
sido los fanáticos disidentes o (lo digo sin temor o favor)
ministros de nuestra propia Iglesia. Frecuentemente he
considerado qué posible base o motivo puedan tener para
hablar así, viendo que pocos hombres en el mundo han
tenido la ocasión de poder declarar sus principios tan clara y
abiertamente como lo he hecho yo mediante la predicación,
la publicación y la conversación por muchos años. Y no
puedo sino pensar de otra manera que dicen todo esto, ya
sea (poniéndolo en la forma más favorable y constructiva)
en ignorancia plena (no sabían lo que era el papismo, ni qué
doctrinas enseñaban los papistas) o con toda intención
decían lo que sabían era falso, probablemente pensando que
122 Diarios, Tomo I
rendían servicio a Dios.89 Ahora tomen esto ustedes mismos,
quienesquiera que ustedes sean, altos o bajos, disidentes o
gente de la Iglesia de Inglaterra, clérigos o laicos, que han
esparcido estos ataques vergonzosos, y digiéranlo como
puedan.
¿Pero cómo es que no han tenido temor, si creen que
hay un Dios y que conoce los secretos de los corazones
(ahora les hablo a ustedes especialmente, los predicadores
89
Jn.16.2.
de cualquier denominación) para declarar una mentira tan
grande y palpable como si fuera verdad, y hacerlo verdad en
el nombre de Dios? Les cito a todos ustedes, ante el Juez de
toda la tierra, ya sea a probar sus ataques públicamente o a
retractarse para hacer las mejores enmiendas que puedan a
Dios, a mí y a todo el mundo.
Para la satisfacción plena de aquellos que han sido
engañados por estos hombres sin vergüenza y casi llevados
a creer una mentira, aquí añado mi juicio serio concerniente
a la Iglesia de Roma, escrito hace algún tiempo a un
sacerdote de esa comunión:
Señor,
Le doy las gracias por su carta y por su recomendación a las
Propuestas de mi padre a la Sorbona.90
No tengo tiempo ni inclinación para entrar en controversia con nadie y
menos con los romanistas. Esto, tanto porque no puedo confiar en ninguna de
sus citas sin consultar cada oración que ellos citan en los originales como
porque los originales mismos a duras penas merecen confianza en cualquiera de
los puntos de controversia entre ellos y nosotros. Conozco la habilidad que
tienen de remendar a aquellos autores que en originalmente no decían lo que
ellos quisieran, así como de purgarlos de aquellos pasajes que contradicen sus
enmiendas. Y puesto que no les ha faltado la oportunidad de hacerlo, sin duda
han usado cuidadosamente estos métodos en relación al punto que tan cerca les
toca, la supremacía del Obispo de Roma. Por lo tanto no estoy sorprendido que
las obras de San Cipriano (como se les llama) fuertemente la mantienen. Estoy
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 123
seguro que estas obras no han sido corregidas, ya que aún contienen los pasajes
que contradicen esa supremacía totalmente. ¡Cuán gran negligencia fue haber
dejado su Epístola Setenta y Cuatro (a los pompeyanos) fuera del Index
Expurgatorius, pues en esa epístola el Papa Cipriano acusa abiertamente al Papa
Esteban de «orgullo y obstinación» y de ser un defensor de la causa de los
herejes contra los cristianos y la iglesia misma de Dios! Quien pueda reconciliar
todo lo dicho con la creencia que Esteban era la cabeza infalible de la iglesia,
puede reconciliar el Evangelio con el Alcorán (Corán).
Aún más, no puedo aprobar de ninguna manera la insolencia y
desprecio con que los romanistas a menudo han sido tratados. No me atrevo a
denunciar o menospreciar a ningún hombre y mucho menos a quienes profesan
creer en el mismo Maestro. Pero me da mucha pena que teniendo la
90
Wesley se refiere a los planes de publicar el libro de su padre sobre Job.
misma seguridad de que Jesús es el Cristo ningún romanista pueda ser salvado
de acuerdo a los términos del pacto de Cristo mismo. Porque esto dijo el Señor:
«de manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos, muy
pequeños, y así enseñe a los hombres, será llamado pequeño en el reino de los
cielos».91 Y si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas
que están escritas en este libro.92 Pero todos los romanistas, como tales, hacen
ambas cosas. Por lo tanto...
Lo premisa menor la pruebo, no de autores protestantes, ni aun de
escritores particulares de su propia comunión, sino de los registros públicos y
auténticos de la Iglesia de Roma. Tales son Los Cánones y Decretos del
Concilio de Trento. La edición que yo uso fue impresa en Colonia y aprobada
por la autoridad eclesiástica.
Primeramente, todos los romanistas, como tales, rompen y enseñan a
las personas a romper un (no el único) de los mandamientos acerca de las
imágenes que dice: «No te inclinarás a ellas ni las honrarás.93 ... Pero el
Concilio de Trento (y consecuentemente todos los romanistas, como tales, es
decir todos los que aceptan la autoridad de ese Concilio) enseña que es
legitimus imaginum usus...eis honorem exhibere, procumbendo coram eis.94
Segundo, todos los romanistas, como tales, agregan a aquellas cosas
que están escritas en el Libro de la Vida. Ya que en la Bula de Pío IV, sujeta a
aquellos Cánones y Decretos, encuentro los agregados siguientes: 1) siete
sacramentos; 2) la transubstanciación; 3) la comunión en una sola especia [el
pan]; 4) el purgatorio y las oraciones por los muertos; 5) la oración a los santos;
6) la veneración de las reliquias; 7) la reverencia a las imágenes; 8) las
indulgencias; 9) la prioridad y universalidad de la Iglesia Romana; 10) la
supremacía del Obispo de Roma. Todas estas cosas, por lo tanto, son añadidas al
Libro de la Vida por los romanistas.
124 Diarios, Tomo I
Soy, ...
91
Mt. 5.19.
92
Ap. 22.18.
93
Ex. 20.5.
94
Eluso legítimo de las imágenes es honrarlas al inclinarse delante de ellas.
aquellas palabras al entregarme la copa, «La sangre de
nuestro Señor Jesucristo, que fue dada por nosotros», las
palabras atravesaron mi corazón y supe que Dios por medio
de Cristo me había perdonado todos mis pecados.»
Le pregunté que si su padre (el Dr. Annesley) no
había tenido la misma fe, y si ella no le había oído
predicarles de esto a otros. Ella contestó. «El la tenía y
declaró un poco antes de su muerte, que por más de
cuarenta años no había estado en tinieblas, temor, ni duda
alguna, de ser acepto en el Amado.95 Pero no obstante, ella
no recordaba haberle oído predicar, ni una sola vez,
explícitamente sobre esto: por lo que ella suponía que él
también lo consideraba como una bendición peculiar de
unos pocos y no como una promesa a todo el pueblo de
Dios.
MIÉRCOLES 12. En la noche en Fetter Lane
describí la vida de fe y varios que se imaginaban fuertes en
ella se dieron cuenta que no eran más que niños recién
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 125
nacidos. A las ocho exhorté a nuestros hermanos a
mantenerse cerca de la Iglesia y de todas las ordenanzas de
Dios, y procurar sólo vivir quieta y reposadamente en toda
piedad y honestidad.96
JUEVES 13. Un clérigo muy respetable deseó saber
en qué puntos nos diferenciábamos de la Iglesia de
Inglaterra. Le contesté: «En lo que toca a mi conocimiento,
en ninguno. Las doctrinas que predicamos son las doctrinas
de la Iglesia de Inglaterra; en verdad, las doctrinas
fundamentales de la Iglesia están claramente descritas en
sus libros de Oraciones, Artículos y Homilías.»
El preguntó, «¿En que puntos entonces ustedes
difieren de otros clérigos de la Iglesia de Inglaterra?» Le
95
Ef. 1.6.
96
1 Ti. 2.2.
respondí, «En ninguno en cuanto a aquellos clérigos que
cumplen con las doctrinas de la Iglesia; pero con quienes
difieren de la Iglesia (aunque no lo confiesen) yo difiero en
los siguientes puntos:
«Primero. Ellos hablan de la justificación como si fuera la
santificación, o como algo consecuente a la misma. Creo que la justificación es
completamente distinta de la santificación y que necesariamente le antecede.
«Segundo. Ellos hablan de nuestra santidad o buenas obras como la
causa de nuestra justificación o afirman que por causa de y por cuenta ella de
somos justificados delante de Dios. Creo que ni nuestra propia santidad ni
nuestras obras son parte alguna de la causa de nuestra justificación, sino que la
muerte y justicia de Cristo son la entera y única causa de ella.
«Tercero. Ellos hablan de las buenas obras como una condición para
la justificación, necesaria antes que la misma. Yo creo que ninguna buena obra
puede preceder a la justificación ni, consecuentemente, ser una condición de
ella; sino que somos justificados (puesto que hasta esa hora somos impíos, y por
lo tanto incapaces de hacer ninguna buena obra) sólo por la fe, la fe sin obras.
Es una fe que no incluye obra buena alguna, pero que las produce todas.
«Cuarto. Ellos hablan de la santificación (o santidad) como si fuera
una cosa externa, como si consistiera solamente, si no íntegramente, en estos
126 Diarios, Tomo I
dos puntos: 1) en no hacer ningún mal; 2) en hacer el bien (así lo llaman), o sea,
usar los medios de gracia y ayudar a nuestro prójimo.
«Creo que la fe es algo interior, es decir, `la vida de Dios en el alma
humana,' una participación de la naturaleza divina,97 el sentir que hubo también
en Cristo Jesús,98 o revestirse del nuevo hombre el cual es conforme a la imagen
del que lo creó.99
«Finalmente. Ellos hablan de un nuevo nacimiento como si fuera algo
externo, como si fuera nada más que el bautismo; o a lo más un cambio de una
maldad externa a una bondad igualmente externa; de una vida viciosa (así
llamada) a una vida virtuosa. Yo creo que es algo interno: un cambio de la
maldad interior a la bondad interior; un cambio completo de nuestra naturaleza
íntima de la imagen del diablo (con la que hemos nacido) a la imagen de Dios;
un cambio del amor de la criatura al amor del Creador, de sentimientos
mundanos y sensuales a los sentimientos divinos y santos. En una palabra, un
cambio de los sentimientos de los espíritus de las tinieblas a los de los ángeles
de Dios en el cielo.
«Hay por lo tanto una diferencia vasta, esencial, fundamental e
irreconciliable entre nosotros: de tal manera que si ellos hablan la verdad como
está en Jesús, entonces vengo a ser un falso testigo delante de Dios.
97
2 P. 1.4.
98
Fil. 2.5.
99
Col.3.10.
Pero si yo enseño el camino de Dios en verdad, entonces ellos son ciegos guías
de ciegos.
VIERNES 28. Me encontré con una prueba reciente
que todo lo que pidieries en oración, creyendo, lo
recibiréis.100 Una señora de edad madura deseaba que yo le
diera gracias a Dios por ella, quien, como muchos testigos
allí presentes testificaron, estaba enloquecida desde hacía
dos o tres días antes y atada a su cama. Después de haber
orado por ella, en forma instantánea fue restaurada a plena
salud mental.
[Wesley regresó a Oxford el 2 de octubre. El comentario que sigue se refiere a
esa ciudad.]
MIÉRCOLES 3 de octubre. Tuve un tiempo libre
para ver la situación desastrosa de las cosas aquí. Los
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 127
pobres prisioneros, tanto en el Castillo como en la Prisión
de la Ciudad, ahora no tenían a nadie que cuidara de sus
almas, nadie para intruirles, aconsejarles, consolarles y
edificarles en el conocimiento y amor del Señor Jesús.
Nadie quedaba para visitar los centros de trabajo, donde
también solíamos reunirnos con el mayor sentido de
compasión. Nuestra pequeña escuela donde a cerca de
veinte niños pobres a un tiempo se les habían enseñado por
varios años, estaba a punto de ser cerrada, no habiendo
quien la mantuviera o la cuidara. La mayoría de los que la
ciudad que antes se reunían y fortalecían unos a otros en las
manos de Dios, estaban separados y esparcidos del pueblo.
Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu
ley.101
A las once algunos de nosotros nos reunimos para
elevar a Dios oraciones por el remanente que aún
quedaba.102 De inmediato Dios nos dio una prueba para
100
Mt. 21.22.
101
Sal. 119.126. 102 2 R. 19.4.
bien. Una persona que había estado largo tiempo en la más
profunda amargura, llena de cólera, luchas y envidia,
especialmente contra uno a quien había amado tiernamente,
se levantó y mostró el cambio que Dios había hecho en su
alma. Cayendo sobre el cuello de la otra persona, y bañada
de lágrimas, la besó. El mismo espíritu lo encontramos
reviviendo a otros también. Así es que los dejamos, no sin
esperanza de que la semilla que había sido sembrada aun
aquí volverá a echar raíces abajo, y llevará frutos
arriba.103
Alrededor de las seis de la tarde llegué a Burford, y
a las siete prediqué sobre Cristo quien nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención. 104
128 Diarios, Tomo I
Juzgo que habían mil doscientos a mil quinientas personas.
Encontré muchos que aprobaron lo que habían escuchado y
para que no descansaran en esa aprobación les expliqué, una
o dos horas más tarde, la santidad de un cristiano. En la
mañana les mostré el camino hacia esa santidad, dándoles
ambas respuestas, la falsa y la verdadera, sobre la
importante pregunta, ¿Qué debo hacer para ser salvo?105
Cerca de las tres de la tarde llegué a la casa del Sr.
Benjamín Seward, en Bengeworth cerca de Evesham. A las
cinco expliqué en su casa parte del capítulo trece de Primera
de Corintios y a las siete en la escuela, donde invité a
aquellos que no teniendo con qué pagar106 vinieran y
aceptaran libremente el perdón. En la mañana prediqué
cerca de la casa del Sr. Seward a una pequeña congregación,
sobre
103
2 R. 19.30. 104
1 Co. 1.30.
105
Hch. 16.30. 106
Lc.7.42.
aquellas palabras, «no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores a arrrepentirse».107
Llegué en la noche a Gloucester, el sábado 6. A las
cinco de la tarde expliqué a un grupo de unas mil personas
la naturaleza, la causa y la condición o instrumento de la
justificación, en base a estas palabras: «mas al que no obra,
sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada
por justicia».108
DOMINGO 7. Confío que unos cuantos, de dos o
tres mil, fueron conmovidos por la explicación de las
palabras, Dios no les ha dado el espíritu de esclavitud para
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 129
estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu
de adopción por el cual clamamos, Abba, Padre.109 Cerca de
las once prediqué en Randwick, a siete millas de Gloucester.
La iglesia estaba completamente llena, aunque más de mil
estaban en el cementerio. En la tarde, expliqué mucho más
sobre las mismas palabras, ¿Qué debo hacer para ser
salvo?110 Creo que algunos miles estaban presentes, muchos
más que en la mañana. ¡Oh, qué gran cosecha hay aquí!
¿Cuándo será posible que nuestro Señor envíe más obreros
a su cosecha?
Entre cinco y seis hice un llamado a todos los
presentes (cerca de tres mil) en Stanley, en un pequeño
espacio verde cerca del pueblo, para aceptar a Cristo como
su única sabiduría, justificación, santificación y
redención.111 Estuve fortalecido para hablar como nunca lo
había hecho antes y continué hablando cerca de dos horas;
la oscuridad de la noche y un poco de relampagueo no
hicieron
107
Mr. 2.17.
108
Ro. 4.5.
109
Ro. 8.15.
110
Hch. 16.30. 111 1 Co. 1.30.
disminuir al número, sino que incrementaron la seriedad de
los que escuchaban. Terminé el día explicando parte del
Sermón del Monte de nuestro Señor a un pequeño y sincero
grupo en Ebley.
SÁBADO 13. Estuve con una que, estando en
profunda angustia espiritual, había ido el día anterior a pedir
consejo al pastor. El le dijo que ella estaba mal de la cabeza
y que tenía que tomar medicinas. En la noche le pedimos a
Dios la medicina para curar a quienes estaban
quebrantados de corazón.112 Cinco de los que habían estado
130 Diarios, Tomo I
por largo tiempo en la sombra de muerte, supieron que
habían pasado de muerte a vida.113
MARTES 23. Viajando a Bradford, leí el libro del
Sr. Law sobre el nuevo nacimiento: filosófico, especulativo,
precario, boehmenesco,114 vacío e inútil.
¡Oh que gran caída ahí!115
112
Sal.147.3. 113
1 Jn. 3.14.
114
Se refiere a Jacobo Boehme, místico por entonces muy popular, y autor del
libro Mysterium magnum. La opinión de Wesley sobre Boehme puede verse
más abajo, en sus apuntes del 5 de junio de 1742. [N. del Ed.]
115
Shakespeare, en Julio César.
contorsiones de todo su cuerpo mostraban cómo los perros
del infierno estaban devorando su corazón. Los gritos
entremezclados con las contorsiones apenas se podían
soportar. Pero sus ojos fijos no podían llorar. Gritaba, tan
pronto las palabras podían encontrar salida de su boca,
«Estoy maldecida, perdida para siempre. Hace seis días me
hubiera podido ayudar. Ahora no hay nada que hacer.
Pertenezco al diablo ahora. Yo misma me he entregado a él.
Diario 3, 12 de agosto de 1738 - 1º de noviembre de 1739 131
Suya soy. A él debo servir. Con él debo irme al infierno.
Seré suya. Le serviré. Iré con él al infierno. No puedo ser
salva. No seré salva. Debo, seré, seré maldita». Luego ella
empezó a orar al diablo. Nosotros comenzamos a cantar
«Brazo del Señor, despierta, despierta».116
Inmediatamente la joven se quedó dormida; pero tan
pronto como salimos, volvió con una vehemencia que no se
puede explicar: «Corazones de piedra, rómpanse. Les
advierto. Rómpanse, rómpanse, pobres corazones de piedra.
¿No se romperán? ¿Qué más se puede hacer por los
corazones de piedra? Estoy condenada para que puedan ser
salvos. Ahora rómpanse, rómpanse, pobres corazones de
piedra. Ustedes no tienen que ser condenados, pero yo tengo
que serlo.» Entonces fijó sus ojos en el rincón del techo y
dijo, «Allí está.» Ay, allí está él. Ven, buen diablo, ven.
Llévame. Dijiste que me sacarías el cerebro. Ven, hazlo
rápido. Soy tuya. Seré tuya. Ven ahora mismo. Llévame.»
La interrumpimos llamando a Dios otra vez y ella volvió a
aletargarse como lo había hecho antes. Y otra joven
comenzó a bramar tan alto como lo había hecho la enferma.
Mi hermano entró en ese momento, siendo casi las nueve de
la noche. Continuamos en oración hasta pasadas las once,
116
Himno de Carlos Wesley.
cuando en un momento Dios pronunció la paz en el alma de
la primera atormentada y después en la otra. Las dos
comenzaron a cantar alabanzas a Dios vencedor del
enemigo y del vengativo.117
SÁBADO 27. Fui enviado nuevamente a
Kingswood, a una de esas personas que había estado bien
mal antes. Una fuerte lluvia comenzó en el momento que
salía, así que estuve completamente mojado en sólo unos
132 Diarios, Tomo I
minutos. En esos mismos instantes, la mujer (entonces a tres
millas de distancia) gritó: «Allá viene Wesley, galopando
tan rápido como puede». Cuando llegué, estaba con mucho
frío y cansado y más listo para dormir que orar. Ella lanzó
una carcajada horrible y dijo: «No hay poder, no hay poder;
no hay fe, no hay fe. Ella es mía. Su alma es mía. La tengo
y no voy a dejarla ir».
Rogamos a Dios que se incrementara nuestra fe.
Entre tanto su angustia aumentaba más y más; tanto que uno
se hubiera imaginado, por la violencia de su agonía, que su
cuerpo debía haber estado hecho pedazos. Uno que estaba
claramente convencido de que esto no era un desorden
natural dijo: «Creo que Satanás está suelto. Temo que no se
detendrá aquí,» y añadió: «Te ordeno, en el nombre del
Señor Jesús, decir si tienes el propósito de atormentar a
alguna otra alma». La respuesta llegó de inmediato: «Si lo
tengo. Lucy Clear y Sarah Jones» (dos personas que vivían
a cierta distancia y que estaban en perfecta salud).
Recurrimos nuevamente a la oración y no paramos hasta
que la enferma comenzó, cerca de las seis en punto,
117
Sal. 44.16.
130 Diarios, Tomo I
19 Sal.
84.10. 2 Dt.
29.11.
20 Sal. 139.8.
21 Co. 5.19.
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
131
Santo,5 y de esa marca segura, de todo aquel que es nacido
de Dios, que no practica el pecado.6
5. Magnifico la gracia de Dios que está en
muchos de ustedes, que les hace amar a Aquel que primero
nos amó; enseñándoles en cualquiera que sea la situación, a
contentarse;7 enseñándoles también a pisotear los deseos de
la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida;8
y sobre todo amándose unos a otros, en una forma que el
mundo no conoce.
6. Alabo a Dios que los libró y sigue librando
de esos pecados internos que se han esparcido sobre la faz
de la tierra. No maldecir, no jurar leve o falsamente, no
profanar el nombre de Dios entre ustedes; no robar o hurtar,
no practicar la glotonería o la embriaguez, prostitución o
adulterio, peleas o alborotos (que son escándalo al nombre
de «cristianos») dentro de sus paredes; no usar de otras
diversiones, sino sólo las que puedan llevarnos a ser santos,
que puedan ser usadas en el nombre del Señor Jesús.
Ustedes no consideran el adorno exterior, sino el deseo de
adornar un espíritu serio, humilde y tranquilo. En lo que
requiere diligencia no perezosos,9 sino que trabajan para
comer su propio pan. Y administran sabiamente al mamón
de la injusticia, de modo que puedan tener para dar a otros
también, para alimentar al hambriento y cubrir al desnudo
con una vestimenta.
7. Les amo y les estimo por su excelente
disciplina, difícilmente inferior a la de los tiempos
apostólicos. Por su correcta subordinación a sus
superiores, cada uno
5
Ro. 14.17.
6
1 Jn. 3.9.
132 Diarios, Tomo I
7
Fil. 4.11.
8
1 Jn. 2.16. 9 Ro. 12.11.
conociendo y guardando su propio rango. Por su exacta
división de la gente a su cargo, de modo que cada uno
pueda ser alimentado con el alimento apropiado. Por su
cuidado de que todos los que están empleados en los
servicios de la iglesia, con frecuencia y libremente pueden
consultarse. En consecuencia por lo tanto, su conocimiento
exacto y oportuno del estado de cada miembro y su pronta
respuesta ya sea a la necesidad espiritual o temporal según
cada persona lo requiera.
8. Quizás algunos de ustedes puedan
decir: «Si usted está de acuerdo con todo esto, ¿qué
más puede desear?» El siguiente extracto les
responderá sin limitaciones. En él he presentado
(entre otras cosas) una relación sin encubrimiento de
muchos hechos y conversaciones que pasaron entre
nosotros en el mismo orden del tiempo en que
ocurrieron. Luego he resumido lo que no creo
todavía que pueda pasar el juicio de la Palabra de
Dios.
9. Esto me he esforzado de hacer con
mano suave, relatando sólo lo que creí
absolutamente necesario, y cuidadosamente
evitando toda clase de expresiones amargas e
hirientes, todo lo que podía prever que no sería
complaciente a ustedes o que podría llegar a ser
ofensivo más allá de lo que se implica en la
naturaleza misma de lo expresado. He trabajado en
todo sitio para hablar consistentemente en ese
sentido profundo que está enraizado en mi corazón,
porque ustedes son, (aunque no puedo llamarle Rabí
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
133
infalible) mucho, mucho mejores y más sabios que
yo.
10. Y si cualquiera de ustedes me castiga
será un favor y si me reprende será un excelente
bálsamo.10 Si me
10
Sal 141.5.
señalaran dónde he errado ya sea en el contenido o en la
manera de hablar, o cualquier parte de ello, lo confesaré por
la gracia de Dios ante los ángeles y los humanos, en la
manera que ustedes lo soliciten. Mientras tanto no cesen de
orar por su,
Débil, pero aún afectuoso hermano,
Juan Wesley Londres, 24 de
junio de l744
134 Diarios, Tomo I
Diario 4
Desde el primero de noviembre de 1739 hasta
el 3 de septiembre de 1741
[Juan y Carlos Wesley están en Tiverton, donde han ido debido a la muerte
repentina de su hermano mayor, Samuel.]
SÁBADO 24 de noviembre. Aceptamos una
invitación para Exeter de uno de los que vino de allí a
consolar a mi hermana en su dolor. El domingo 25 (el Sr.
D____ había solicitado el púlpito, que le fue gustosamente
concedido para la mañana y la tarde) prediqué en St. Mary
sobre El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia,
paz y gozo en el Espíritu Santo.11 El Dr. W____ me dijo
después del sermón: «Señor, usted no debe predicar en la
tarde. No», dijo «que usted predique doctrina falsa.
Concedo que todo lo que usted dijo es verdad y que ésta es
la doctrina de la Iglesia de Inglaterra. Pero esta doctrina no
es precavida. Es peligrosa. Puede guiar a la gente al
entusiasmo12 o a la desesperación.»
No vi de momento dónde recaía el énfasis de esta
objeción tan frecuentemente hecha. Después de una corta
reflexión, pude verlo claramente. La verdadera situación del
caso es ésta: comúnmente se piensa que la religión consiste
en tres cosas: ser inofensivo, usar los medios de gracia y
hacer el bien (o lo que así se llama). Eso es, ayudar a
nuestro prójimo, principalmente dando limosnas. Por tanto,
un «hombre religioso» comúnmente se refiere a uno que es
honesto, justo y bien intencionado en sus quehaceres; que
asiste frecuentemente a la iglesia y al Sacramento y que da
11
Ro. 14.17.
12
Véase la explicación del término «entusiasmo», según se empleaba en
tiempos de Wesley, en la Introducción al tomo 6 de estas Obras de Wesley.
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
135
muchas limosnas y (o como usualmente se dice) hace
mucho bien.
Ahora bien, al explicar aquellas palabras del
Apóstol, «el reino de Dios» (o la verdadera religión, la
consecuencia de que Dios vive y reina en el alma) «no es
carne ni bebida», fui llevado necesariamente a mostrar que
la religión no consiste propiamente en una o todas esas
cosas. Al contrario, una persona puede a la vez ser
inofensiva, usar los medios de gracia y hacer mucho bien y
todavía no tener ninguna religión verdadera. Y seguramente,
si [por mi predicación] Dios había impreso esta gran verdad
en cualquiera que la desconociera, esto ocasionaría esa
pesadumbre sobre su alma que el mundo llama
desesperación.
Nuevamente, al explicar las palabras , «el reino de
Dios» (o la religión verdadera) «es justicia y paz y gozo en
el Espíritu Santo», insistí en que cada seguidor de Cristo
debe esperar y orar por aquella paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento,13 que debe gloriarse en la esperanza de
la gloria de Dios,14 y que esto da ahora mismo, en esta vida,
un gozo inefable y glorioso,15 y da sobre todo (puesto que
esto es la misma vida y alma de la religión y sin ello sería
una representación muerta) el amor de Dios que ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos fue dado.16 Sin embargo todo esto es «entusiasmo desde
el principio hasta el fin» para aquellos con apariencia
piadosos, pero negando la eficacia de su poder.17
13
Fil. 4.7. 14 Ro. 5.2.
15
1 P. 1.8.
16
Ro. 5.5.
136 Diarios, Tomo I
17
2 Ti.3.5.
En verdad reconozco que hay una forma de explicar
estos textos de tal manera que no signifiquen nada; de tal
forma que expresen mucho menos de la religión interior que
los escritos de Platón o de Heráclito. Cualquiera que sea
precavido con ellos (pero Dios permita que no sea yo) sin
duda evitará todo peligro de llevar a la gente a tal
«desesperación» o guiarles a tal «entusiasmo».
[Wesley está ahora en los alrededores de Bristol.]
VIERNES 25 de enero de 1740. Otra persona estaba
conmigo, quien después de haber probado el regalo
celestial, había caído en la profundidad de la desesperación.
No pasó mucho tiempo antes de que Dios oyera la oración y
le devolviera a ella la luz de su auxilio.
Uno vino en la noche para saber si alguien podía ser
salvo sin la fe aseguradora. Le respondí: 1) No puedo
aprobar sus palabras porque no son bíblicas. No encuentro
tal frase en la Biblia como «fe aseguradora» o «fe de
adherencia». Además, usted habla como si hubieran dos fes;
mientras que San Pablo nos dice que sólo hay una fe en un
Señor. 2) El ser salvos por medio de la fe,18 lo entiendo en el
sentido de que usted es salvo de sus pecados interiores y
exteriores. 3) Nunca hasta ahora he conocido a un alma que
haya sido salvada sin lo que usted llama «la fe
aseguradora», es decir, una confianza segura que, por los
méritos de Cristo, uno personalmente fue reconciliado al
favor de Dios.
LUNES 4 de febrero. Llegué a Reading y encontré a
unos cuantos todavía hambrientos y sedientos de justicia.
Por la noche, encontré unos cuantos más en Windsor. A la
tarde siguiente llegué a Londres.
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
137
18
Ef. 2.8.
MIÉRCOLES 6. Fui a ver a un pobre joven que
estaba bajo sentencia de muerte. A la verdad, Dios había
empezado una buena obra en su alma. Ojalá que pueda
llevarla a la perfección.
Creo que fue la próxima vez que estuve allí que el
Ordinario de Newgate me vino a ver y me dijo con mucha
vehemencia que sentía que yo me hubiese vuelto un
disidente de la Iglesia de Inglaterra. Le respondí que si era
así, yo no lo sabía. El se mostró algo sorprendido y ofreció
algo a manera prueba, pero que en realidad no necesitaba
respuesta.
Nuestro vigésimo primer Artículo define una
verdadera iglesia como «una congregación de fieles, donde
la verdadera Palabra de Dios es predicada y los sacramentos
debidamente administrados». De acuerdo a esta explicación
la Iglesia de Inglaterra es aquel cuerpo de fieles (o santos
creyentes) en Inglaterra, entre quienes la pura Palabra de
Dios es predicada y los sacramentos debidamente
administrados. Entonces, ¿quiénes son los peores disidentes
de esta iglesia?
1) Los no santos de todas clases, los
blasfemos, los que quebrantan el día del reposo, los
ebrios, los buscapleitos, las prostitutas, los
mentirosos, los injuriosos, los maldicientes, los
apasionados, los homosexuales, los amantes del
dinero, del vestido o las alabanzas, los amadores de
los deleites más que de Dios.19 Todos éstos son
disidentes de la más alta clase, continuamente
golpeando a la raíz de la Iglesia; en verdad no
138 Diarios, Tomo I
pertenecen a ninguna iglesia, sino a la sinagoga de
Satán.
19
2 Ti.3.4.
2) Gentes sin solidez en la fe, aquellos que niegan la
verdad de las Escrituras; aquellos que niegan que el Señor
les ha comprado; aquellos que niegan la justificación por
solo la fe o niegan la presente salvación que es por la fe.
Estos también son disidentes de una clase muy alta, porque
ellos de la misma manera golpean al fundamento y si sus
principios fueran universales, no habría entonces la
verdadera iglesia sobre la tierra. Por último, aquellos que
indebidamente administran los sacramentos, aquellos (para
dar ejemplo en un solo punto) que administran la Cena del
Señor que no tienen ni el poder ni apariencia de piedad.20
Estos también son grandes disidentes de la Iglesia de
Inglaterra y no deben tirar la primera piedra a otros.
DOMINGO 20 de julio. Respondiendo a la solicitud
sincera del Sr. Seward, prediqué una vez más en Moorfield
sobre «la obra de la fe» y la «constancia en la esperanza» y
el «trabajo del amor».21 Un hombre entusiasta tuvo la
bondad de librarnos del ruido de los oyentes desatentos (o
más bien espectadores) mientras leía, a corta distancia, un
capítulo de El deber íntegro del hombre. Me gustaría que ni
él ni ellos nunca leyeran peor libro--aunque puedo decirles
de otro mejor, la Biblia.
En la noche fui con el Sr. Seward al festival del
amor en Fetter Lane. Al término del mismo, y no habiendo
dicho nada hasta ese momento, leí un documento cuya
esencia es lo siguiente:
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
139
Hace como nueve meses, algunos de ustedes empezaron a hablar en
forma contraria a la doctrina que hasta ahora habíamos recibido. Esto es el
resumen de lo que ustedes afirmaron:
1) No hay tal cosa como fe débil; que no hay fe que
justifica donde haya habido duda o temor y donde no hay, en sentido
completo, un nuevo y limpio corazón.
20
2 Ti. 3.5. 21 1 Ts.1.3.
2. Que la persona no debe usar aquellas ordenanzas de Dios
que nuestra Iglesia conoce como «medios de gracia», antes de que tenga esa fe
que excluye toda duda y temor e implica un nuevo y limpio corazón.
3. Han afirmado con frecuencia que escudriñar las Escrituras, 22
orar o comulgar antes de tener esta fe, es buscar la salvación por obras, y que
hasta que estas obras sean dejadas de lado nadie puede recibir fe.
Creo que estas afirmaciones son completamente contrarias a la
Palabra de Dios. Les he advertido de esto una y otra vez y les he rogado que
regresen a la ley y al testimonio. Les he tolerado por mucho tiempo esperando
que ustedes regresaran a la ley. Empero les encuentro más y más arraigados en
el error de sus caminos, y ahora no me queda otro remedio que entregárselos a
Dios. Ustedes los que son de la misma opinión, síganme.
22
Jn. 5.39.
23
Esta Fundición, conocida sencillamente como «the Foundery», había sido
lugar de reunión de los metodistas desde noviembre de 1739. 24 1 Co.10.12.
buena reputación. ¿Es posible negar (suponiendo que la
Biblia dice la verdad) que tal predicador es un ciego guía de
ciegos?25
SÁBADO 23. Una mujer de la baja nobleza (la Sra.
C.____) deseaba hablar conmigo para relatarme una extraña
historia. El mismo sábado 16 (como me lo contó) una Sra.
G. de Northampton, convencida profundamente de su
pecado, y por lo tanto, abominable para su esposo fue
internada por él en Bedlam.26 El martes ella se escapó en
compañía de otros y después de un rato y sin saber a donde
ir, se sentó a la puerta de la Sra. C.____. Esta, no sabiendo
nada de ella, le aconsejó regresar al día siguiente a Bedlam
y la acompañó al hospital donde fue encadenada y tratada
en la forma usual. ¡Esta es la justicia de los hombres! ¡Un
pobre salteador de caminos es ahorcado, y al Sr. G. se le
estima como un hombre muy honesto!
DOMINGO 14 de septiembre. Al regresar a casa en
la noche, no bien me había bajado del carruaje, cuando una
multitud, que se había congregado en gran número cerca de
mi puerta, prácticamente me acorralaron. Me regocijé y
bendije a Dios, conociendo que este era el momento que
había buscado e inmediatamente hablé a los que estaban
cerca de mi de la justicia y el juicio venidero.27 Al principio
no muchos escucharon, pues el ruido alrededor nuestro era
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
141
demasiado grande. Mas el silencio se fue extendiendo más y
más lejos hasta que tuve una congregación callada y atenta.
Cuando los dejé, mostraban mucho amor y me despidieron
con una bendición.
25
Mt. 15.14.
26 27
Bethlehem Royal Hospital, una institución para enfermos mentales.
Hch.24.25.
MIÉRCOLES 17. Una pobre mujer me hizo un
relato que creo no debe ser nunca olvidado. Hacía cuatro
años (dijo ella) desde que su hijo, Peter Shaw, en ese
entonces de diecinueve o veinte años de edad, escuchando
un sermón del Sr. Wh____, cayó en gran intranquilidad.
Ella pensó que estaba enfermo y que tendría que llevarlo a
un médico, pero él dijo «No, no. llamen al Sr. Wh____». Lo
mandaron a buscar y vino y después de hacer algunas
preguntas le dijo a la madre: «El muchacho está loco.
Traigan un coche y llévenlo al Dr. M____. Usen mi nombre.
Le he enviado varios casos como él». Por lo tanto, ella tomó
un coche y se fue con el hijo inmediatamente a la casa del
Dr. M____. Cuando el doctor entró el joven se paró y dijo:
«Sr. el Sr. Wh____ me ha enviado a usted». El doctor le
preguntó, «¿Es el Sr. Wh____ su pastor?». Y le pidió que
sacara la lengua. Entonces, sin hacer pregunta alguna, le
dijo a la madre: «Escoja su boticario y le voy a recetar.» De
acuerdo a lo prescrito, al día siguiente, lo sangraron
profusamente, lo encerraron en un cuarto oscuro y le
pusieron un fuerte ungüento en cada brazo y en la cabeza.
Pero todavía continuaba tan loco como antes, orando o
cantando o dando gracias continuamente. Lucharon seis
semanas para curarlo, pero fue en vano y estaba tan débil
142 Diarios, Tomo I
que casi no podía pararse solo. Su madre despidió al doctor
y al boticario y lo dejaron estar «loco», pero en paz.
28
Sal.39.1.
en contra de la misericordia, o de la verdad. Después del
sermón los que permanecieron de nuestra sociedad nos
reunimos y nos dimos cuenta de que teníamos gran razón
para bendecir a Dios, ya que después de haberse retirado
cincuenta y dos, todavía quedábamos más de noventa. ¡Oh,
que puedan éstos, por lo menos, mantener la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz!
Terminaré con este triste tema con parte de una carta
escrita por mi hermano por esta época.
Si lo crees conveniente, puedes enseñarle al Hermano C____ lo que
sigue. (N.B. No pensé que era apropiado entonces.)
Mi muy querido hermano John C____, con mucho amor y ternura le
escribo. Usted vino a Kingswood respondiendo al llamado de mi hermano.
Sirvió bajo él en el evangelio como un hijo. No necesito decirle cuánto él le
amaba. Usted usó la autoridad que él le dio para echar abajo su doctrina. En
todo lugar la contradijo. (Que sea verdadera o falsa no es el asunto.) Usted
primeramente debió haberle dicho: «Yo predico contrario a su prédica. ¿Está
dispuesto, no obstante, a que pueda continuar en su casa oponiéndome a usted?
Si no lo está, no tengo más lugar en estas regiones. Usted tiene el derecho a este
abierto proceder. Ahora le doy un aviso de antemano. ¿Puedo quedarme aquí en
oposición suya, o debo retirarme?»
Mi hermano, ¿ha tratado esto honesta y abiertamente con él? No. Mas
usted le ha robado el corazón de la gente. Cuando algunos de ellos trataron
vilmente a su mejor amigo, exceptuando a Dios, ¿con qué paciencia lo tomó
usted? ¿Cuándo nos ha vindicado usted, como nosotros lo hemos hecho con
usted? ¿Por qué no les dijo a ellos claramente su posición? «Estoy eternamente
endeudado con estos hombres. No piense que me quedaré entre ustedes para
dirigir una facción contra mi muy querido amigo y hermano, como me permite
llamarle, quien se humilló por mi bien y me dio (a mí que no soy ni obispo, ni
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
143
sacerdote, ni diácono) la mano derecha del compañerismo. Si oigo una palabra
más que sea dicha contra él, le abandonaré en ese momento y nunca veré
nuevamente su cara.»
Esto hubiera sido justo y honesto y no más de lo que hemos merecido
de sus manos. Digo nosotros, porque Dios es mi testigo de cuan
condescendiente y amable he sido con usted. Empero usted se olvidó de usted
mismo al contradecir mi doctrina abierta y privadamente, mientras tanto yo
estaba como un sordo que no oía ni contestaba palabra, sea en público o en
privado.
¡Ah, mi hermano, estoy triste por usted! Yo podría... pero usted no
recibirá mi opinión. Por lo tanto, solamente puedo encomendarlo a quien nos ha
ordenado perdonarnos unos a otros, así como Dios, a causa de Cristo, nos ha
perdonado.
MIÉRCOLES 10 de junio. Prediqué en la mañana
sobre «El reino interior de Dios». Confío que muchos hayan
descubierto que eran herejes de corazón y cristianos de
nombre solamente.
En la tarde llegamos a la casa de J____ C____, cerca
de diez millas más allá de Markfield, hombre sencillo y
muy abierto de corazón, deseoso de saber y hacer la
voluntad de Dios. Estuve algo sorprendido de lo que dijo.
«Hace unos meses que hubo un gran avivamiento en medio
de nosotros. Mas desde que llegó el Sr. S____ tres cuartas
partes se han quedado más dormidos que nunca.» Le hablé
en contra de sacar gente de la iglesia y que no les aconsejara
que descuidaran las oraciones. El respondió que no quedaba
nada de la Iglesia de Inglaterra y que no había base en la
Escritura para la oración familiar ni para orar en privado en
ninguna ocasión en particular, y que por tanto un creyente
no necesita hacerlo. Le pregunté lo que nuestro Salvador
quiso decir por «entra en tu aposento y cerrada la puerta
ora».29 El dijo, «Oh, eso significa, entra en el aposento de tu
corazón».
Entre las cinco y las seis llegamos a Ockbrook,
donde el Sr. S____ entonces estaba. Le pregunté al Sr.
Greaves que doctrina él enseñaba allí. El respondió: «La
144 Diarios, Tomo I
suma de todo es esto: Si vas a creer, estate quieto. No
pretendas hacer el bien (lo que no puedes hacer hasta que
creas), y deja de lado lo que llamas los «medios de la
gracia», tales como orar y llegar a la Iglesia y los
Sacramentos.
Cerca de las ocho, el Sr. Greaves al ofrecerme el uso de su
iglesia, expliqué verdadera quietud del evangelio; y en
29
Mt.6.6.
la mañana, jueves 11, a una congregación numerosa, le
hablé sobre, por gracia sois salvos por medio de la fe.30
En la tarde proseguimos a Nottingham, donde el Sr.
Howe nos recibió con mucho gozo. A las ocho la sociedad
se reunió, como de costumbre. No pude menos que observar
(1) el salón no estaba ni medio lleno, aunque hasta hace
poco solía estar lleno adentro y afuera; (2) que ninguna
persona de las que llegaron hicieron oración alguna, sino
que inmediatamente cada uno se sentó y comenzó a hablar
con su vecino o mirando a su alrededor para ver quién
estaba allí; (3) que cuando comencé a orar hubo una
sorpresa general, nadie se ofreció a arrodillarse y aquellos
que se quedaron de pie escogieron la postura más fácil e
indolente que pudieron asumir. Busqué más tarde uno de
nuestros himnarios sobre el escritorio (que sabía que Mr.
Howe había traído desde Londres), pero ambos, el himnario
y la Biblia se habían desaparecido. En el salón estaban los
himnario moravos y los «sermones» del Conde.
Expliqué (pero con corazón cargado), cree en el
Señor Jesucristo y serás salvo,31 y a la mañana siguiente
describí (si por casualidad algunos de los más seguros de sí
mismos podrían despertar del sueño de la muerte) los frutos
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
145
de la verdadera fe; justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo.32
En la noche llegamos a Markfield otra vez, donde la
iglesia estaba casi llena mientras yo exponía el pasaje todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de
todos nosotros.33
30
Ef. 2.8.
31
Hch. 16.31.
32
Ro. 14.17. 33 Is.53.6.
LUNES 15. Salí para Londres y en el camino leí ese
famoso libro, Los comentarios de Martín Lutero sobre la
Epístola a los Gálatas. Quedé completamente avergonzado.
¡Cuánto había estimado este libro, sólo porque había oído la
recomendaciones hechas por otros! O a lo más, porque
había leído algunas excelentes porciones citadas del libro.
¿Pero qué puedo decir ahora que lo juzgo por mí mismo,
que lo veo ahora con mis propios ojos? Por que el autor no
sólo no dice nada, no aclara ninguna dificultad de
importancia, sino que también es muy superficial en sus
comentarios sobre muchos pasajes, borroso y confuso en
casi todos. También está profundamente teñido con
misticismo de principio a fin y por lo tanto,
fundamentalmente equivocado. Por ejemplo, para citar sólo
uno o dos puntos. ¿Cómo puede él (casi en las palabras de
Taulero) desacreditar «la razón» como un enemigo
irreconciliable del evangelio de Cristo? Mientras que, ¿qué
es la razón (la facultad así llamada) sino el poder de
comprender, de juzgar y de disertar? Cuyo poder no debe
ser condenado en su totalidad más que el poder de ver, oír o
146 Diarios, Tomo I
sentir. Además, ¡con cuanta blasfemia habla de las buenas
obras y de la ley de Dios! ¡Constantemente juntando la ley
con el pecado, la muerte, el infierno o el diablo! ¡Y
enseñando que Cristo «nos libera» de todos ellos por igual!
Mientras que en realidad es tan posible probar por medio de
la Escritura que Cristo «nos libera de la ley de Dios» como
que nos libera de la santidad o del cielo. Aquí (me parece)
está la real causa del gran error de los moravos. Ellos siguen
a Lutero, para bien o para mal. De ahí su «sin obras, ni ley,
ni mandamientos». ¿Pero quién eres que murmuras de la
ley y juzgas a la ley?34
VIERNES 31. Al oír que una de nuestras hermanas
(Jane Muncy) estaba enferma, fui a verla. Ella fue una de
las primeras mujeres de las bandas de Fetter Lane. Cuando
comenzó la discusión sobre los medios de la gracia, ella se
paró en medio de la controversia y discutió con mucha
seriedad a favor de los mandamientos entregados a los
santos. Cuando pronto después se ordenó que «los hombres
y mujeres solteros no debían conversar entre ellos», ella
nuevamente se paró para encarar a aquellos que estaban
enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.35 Ni
podía todo el egoísmo, sin controversia, de los hombres más
inteligentes de su generación, inducirla ya sea a negar la fe
que había recibido o a usar un discurso más sencillo o ser
menos celosa en recomendar y cuidar la practica de las
buenas obras. Hasta el punto que muchas veces cuando
había estado realizando tareas de amor hasta las ocho o
nueve de la noche, se sentaba y trabajaba con sus manos
hasta las doce o una de la mañana. No que necesitara algo
para sí misma, sino para tener para dar a otros cuando lo
necesitaran.
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
147
A partir del momento en que fue hecha líder de una
o dos bandas, llegó a ser un ejemplo importante para el
rebaño: en toda clase de abnegación, en amplitud de
comportamiento, en sencillez y pureza de sinceridad, en fe
inmutable y constante asistencia a todas las ordenanzas de
Dios, públicas y privadas. Y como había trabajado más que
todos ellos juntos, Dios la llamó ahora al sufrimiento. Fue
atacada primero por una violenta fiebre y trasladada a otra
34
Stg. 4.11. 35
Mt.15.9.
casa al comienzo de su enfermedad. Aquí tuvo que hacer
trabajos que ella desconocía. Al dueño de la casa no le
importaba ninguna de estas cosas. Mas la observaba y se
convenció. Así que comenzó a comprender y a poner su
corazón en las cosas que al final traen paz a la persona.
En unos pocos días la fiebre disminuyó, o más bien
parece que se concentró en un absceso o tumor interno, de
tal manera que no podía respirar sin un intenso dolor que
aumentaba día y noche. Cuando entré me extendió la mano
y dijo, «¿Has venido, tú bendito del Señor? Alabado sea el
nombre del Señor por esto.» Le pregunté, «¿Estas
desalentada ahora que estás castigada por él?» Ella dijo,
«Oh, no, no. No estoy desfallecida. No me quejo. Me
regocijo siempre.» Le respondí, «¿puedes dar gracias en
todo?»36 Ella respondió, «Sí, puedo, puedo.» Le dije,
«Jehová te sustentará sobre el lecho del dolor.»37 Ella
clamó, «El me sostiene, él me sostiene. No tengo nada que
pedir. El está siempre conmigo y no tengo otra cosa que
hacer sino alabarle.»
En el mismo estado mental, aunque débil y más
débil de cuerpo, continuó así hasta el siguiente martes,
148 Diarios, Tomo I
cuando varios de los que habían estado en su grupo se
hicieron presentes. Los miró fijamente y luego cayó en una
clase de oración agonizante para que Dios les cuidara del
maligno. Al mediodía cuando regresé, se encontraba
bastante calmada otra vez y todas sus palabras eran de
oración y alabanza. El mismo espíritu que manifestó cuando
el Sr. Maxfield la visitó al siguiente día. Poco después que
él se retiró, ella
36
1 Ts. 5.18. 37
Sal.41.3.
durmió en paz. ¡Has sido como una madre en Israel,38 y tus
hechos te alaben en las puertas!39
JUEVES 3. El Sr. Hutton me avisó que el Conde Zinzendorf
se reuniría conmigo a las tres de la tarde. Fui a esa hora a
Gray Inn Walks. La mayor parte del material de nuestra
conversación (que no me atrevo a encubrir) fue como sigue
(que por respeto a los muertos no traduzco.):40
Conde Zinzendorf: ¿Por qué ha cambiado su religión?
Wesley: Yo no sé que haya cambiado mi religión. ¿Por qué piensa así? ¿Quién le
ha informado a usted de esto?
Z. Sencillamente, usted mismo. Lo veo por su carta a nosotros. Allí, usted se
alejó de la religión que profesó entre nosotros e inició una nueva. W. ¿Cómo
así? No le comprendo.
Z. No, usted dice allí que los cristianos no son pecadores miserables. Esto es lo
más falso. Los mejores hombres son los pecadores más miserables, aun hasta la
muerte. Si alguien habla de otra forma, ellos o bien impostores manifiestos o
diabólicamente seducidos. A nuestros hermanos que enseñaron mejores cosas,
usted se ha opuesto a ellos y cuando ellos desearon paz, usted la rechazó. W. No
comprendo todavía a dónde se dirige.
Z. Cuando me escribió desde Georgia, yo le amaba mucho. Percibí que usted era
de simple corazón, pero perturbado en sus ideas. Vino a nosotros. Sus ideas
entonces estaban mucho más perturbadas y confusas. Regresó a Inglaterra. Poco
después, me enteré que nuestros hermanos estaban discutiendo con usted. Envié
a Spangenberg hacer la paz entre ustedes. El me escribió que los hermanos le
habían herido. Volví a escribir para que ellos no continuaran la lucha, sino
Diario 4, 1º de noviembre de 1739 - el 3 de septiembre de 1741
149
desearan su perdón. Spangenberg volvió a escribir que los hermanos habían
deseado esto, pero que usted, glorificándose sobre ellos, había rehusado la paz.
Ahora que he venido, escucho la misma cosa.
W. El asunto no comienza en ese punto. Sus hermanos, es cierto, no me usaron
bien. Después desearon perdón. Contesté que eso estaba de más, que nunca
había sido ofendido por ellos, pero temía, (1) que fueran a enseñar falsamente,
(2) que fueran a vivir perversamente. Esto es y fue la única cuestión entre
nosotros. Z. Hable más ampliamente sobre esto.
W. Temo que puedan enseñar falsamente; (1) concerniente al fin de nuestra fe en
esta vida, o sea, la perfección cristiana. (2) concerniente a los medios de la
gracia, así llamados por nuestra iglesia.
38
Jue. 5.7.
39
Pr. 31.31.
40
Enel Diario de Wesley, la conversación se encuentra en latín.
Z. Yo no reconozco que haya perfección inherente en esta vida. Este es el error
de errores. Lo he perseguido por todo el mundo con fuego y espada. Lo he
pisoteado: lo condeno a completa destrucción. Quienquiera que siga la [doctrina
de la] perfección inherente, niega a Cristo.
W. Mas yo creo que el espíritu de Cristo obra esta perfección en los verdaderos
cristianos.
Z. De ninguna manera. Toda nuestra perfección está en Cristo. Toda perfección
cristiana es fe en la sangre de Cristo. Nuestra perfección cristiana completa es
imputada, no inherente. Somos perfectos en Cristo: nosotros mismos nunca
somos perfectos.
W. Pienso que discutimos sobre palabras. ¿No es verdad que todo creyente es
santo?
Z. En sumo grado. Mas es santo en Cristo, no en sí mismo.
W. ¿Pero no vive en santidad?
Z. Si, vive santamente en todas las cosas.
W. ¿Y no tiene un corazón santo?
Z. Ciertamente que sí.
W. ¿Y no es consecuentemente santo en sí mismo?
Z. No, no. Solamente en Cristo. El creyente no es santo en sí mismo. No tiene
nada de santidad en sí mismo.
W. ¿No tiene el amor de Dios, y el de su prójimo, en su corazón? ¿Y aun la
imagen completa de Dios?
Z. La tiene. Pero estas cosas constituyen la santidad legal, no evangélica. La
santidad evangélica es la fe.
W. La disputa es toda acerca de palabras. Usted admite que un creyente es
enteramente santo de corazón y vida; que ama a Dios de todo su corazón y le
sirve con todos sus poderes. No deseo nada más. No quiero decir sino eso por
PERFECCIÓN, o SANTIDAD CRISTIANA.
150 Diarios, Tomo I
Z. Mas esto no es su santidad. El creyente no es más santo si ama más, o menos
santo, si ama menos.
W. ¡Qué! ¿Acaso no es que cada creyente, mientras aumenta en amor, aumenta
igualmente en santidad?
Z. De ninguna manera. En el momento en que es justificado, es santificado
completamente. A partir de ese momento, no es ni más ni menos santo, aun
hasta la muerte.
W. ¿No es por lo tanto, un padre en Cristo más santo que un recién nacido?
Z. No. Nuestra completa justificación y santificación se dan a la misma vez. El
creyente no recibe ni más ni menos.
W. ¿No es que el verdadero creyente aumenta en amor a Dios diariamente? ¿Es
perfeccionado en amor cuando es justificado?
Z. Lo es. El creyente no puede nunca crecer en el amor de Dios. Ama
íntegramente en ese momento, así como es santificado completamente.
W. ¿Entonces que es lo que el Apóstol Pablo quiere decir por, «somos
renovados día a día»?
Z. Se lo diré. El plomo, si fuera transformado en oro, sería oro el primer día, el
segundo día y el tercer día. Así es renovado día a día, pero nunca será más oro
que el primer día.
W. ¡Pensé que debemos crecer en gracia!
Z. Ciertamente, pero no en santidad. Cuando cualquiera es justificado, el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo moran en su corazón. Desde ese momento su corazón
es tan puro como habrá de ser siempre. Un bebé en Cristo es tan puro de
corazón como lo es el padre en Cristo. No hay diferencia.
W. ¿No fueron justificados los apóstoles antes de la muerte de Cristo?
Z. Lo fueron.
W. ¿Pero no fueron ellos más santos después del día de Pentecostés que antes de
la muerte de Cristo? Z. De ninguna manera.
W. ¿No estuvieron ellos en ese día llenos del Espíritu Santo?
Z. Si lo estaban. Mas ese don del Espíritu no afectó su santidad. Fue un don de
milagros solamente.
W. Quizás no comprendo lo que quiere usted decir. ¿No es que mientras nos
negamos nosotros mismos, morimos más y más al mundo y vivimos para Dios?
Z. Rechazamos toda abnegación. La pisoteamos. Nosotros hacemos, como
creyentes, todo lo que queremos y nada más. Nos reímos de toda humillación.
Ninguna purificación precede al amor perfecto.
W. Lo que usted ha dicho lo pesaré detenidamente. Dios será mi ayudador.
Diario 5
Desde el 6 de septiembre de 1741 hasta
el 27 de octubre de 1743
[Wesley está en Bristol, y el día anterior ha sostenido una controversia de dos
horas con Howell Harris, calvinista que se preparaba a partir esa misma noche
para Gales. Terminaron orando juntos, y la sesión concluyó a las dos de la
mañana, una hora antes de la presunta partida de Harris.]
SÁBADO 10 de octubre de 1741. Puesto que su
viaje había sido pospuesto hasta el lunes, el Sr. Harris vino a
verme en el Nuevo Salón. Dijo, en cuanto al supuesto
decreto de reprobación, que lo repudiaba y rechazaba
completamente. Y, en cuanto a no poder caer de la gracia,22
(1) que creía que no debía siquiera mencionarse ante los no
justificados, o ante cualquiera que fuese débil o descuidado,
y mucho menos que viviese en pecado, sino solamente ante
quienes verdaderamente se dolían de su pecado y estaban
desconsolados; (2) que él ciertamente creía que era posible
que cayera quien antes había sido en cierto modo
«iluminado» con algún conocimiento de Dios, y «probado
el don celestial», y hecho «partícipe del Espíritu Santo»; y
que por tanto deseaba que en los puntos controvertidos nos
limitásemos a las palabras textuales de la Sagrada Escritura;
(3) que no consideraba que alguien estuviese justificado de
tal modo que no pudiese caer, hasta tanto no estuviese unido
vitalmente a Cristo, hasta tanto no tuviese un odio total y
permanente hacia el pecado y una continua hambre y sed de
toda justicia. ¡Bendito seas del Señor, hombre de paz! Sigue
buscando la paz y la santidad.
149
2
1 Ts. 2.18.
3
Sal. 36.10.
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 151
Toda la semana pasada me la pasé bajo los efectos del violento resfrío
que contraje en Gales. No pienso (como el Sr. Turner y Walcam suponían) que
fue por haberme acostado sobre una cama húmeda en St. Bride, sino más bien
por cabalgar continuamente en las noches frías y húmedas y predicar
inmediatamente después. Pensaba que pasaría pronto, y por lo tanto le puse
poca atención hasta el viernes en la mañana. Entonces me sentí muy enfermo y
cuando caminé hasta Baptist Mills (a orar con Susanna Basil, quien estaba
enferma de fiebre), sentí que el viento me penetraba y atravesaba. Al regreso,
me sentí un poco mejor. Sólo que no pude comer nada. Con todo no me sentí
falto de fuerza para la hora de intercesión, ni a las seis de la tarde, mientras
exponía y aplicaba estas palabras: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle
de Ajalón.23Después me sentí aliviado y dormí bien, de tal manera que no
percibí mayores problemas, sino que me levanté en la mañana como siempre y
afirmé con voz fuerte y corazón engrandecido, que en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale algo, ni la incircumcisión, sino la fe que obra por el amor.2425
Cerca de las dos de la tarde, justo cuando me disponía a sentarme a comer, sentí
un escalofrío y un pequeño dolor en la espalda, pero no me sentí nada enfermo,
así que comí algo y después de entrar en calor, salí a ver a algunos que estaban
enfermos. Encontrándome peor a eso de las cuatro me hubiera acostado, pero
había prometido ver a la Sra. G____, que había estado enferma, fui allí primero
y luego a Weavers Hall. Un hombre me sirvió de buena señal al decir: «El
también será un mártir pronto al fin.» La Escritura que usé fue: «Hijitos míos,
estas cosas os escribo para que no pequéis, y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.» 6 Encontré que no
tenía fuerza interna o externa y luego al subirme la fiebre, llamé al Dr.
Middleton. Siguiendo su consejo, me fui a casa y me acosté, lo cual es algo raro
para mi, pues no había guardado cama un solo día (en treinticinco años) desde
que tuve la viruela. Inmediatamente comencé a sudar profusamente, lo que
continuó hasta la una o dos de la mañana. Dios me dio un sueño relajante y
luego tal tranquilidad de mente que hoy, domingo, noviembre primero, me
pareció el día más corto de toda mi vida.
Creo que una pequeña circunstancia no debe
omitirse, aunque sé que puede ser mal interpretada.
Aquellas palabras estaban ahora tan fuertemente impresas
en mi mente que por un tiempo considerable no las pude
sacar de mi pensamientos: «Bienaventurado el que piensa
en el pobre; Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;
mullirás toda su cama en su enfermedad».26
23 Jos. 10.12.
24 Gá. 5.6.
25 Jn. 2.1.
26 Sal. 41.1,
8
3. Sal.
152 Diarios, Tomo 1
107.6.
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 153
11
Ex. 14.13.
12
Sal. 126.2. 13 Kempis.
completa pérdida de la fuerza, como si todo el armazón de
la naturaleza hubiera sido disuelto. En ese momento mi
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 155
14
Hch. 14.17.
15
Una crítica a las prácticas ascéticas y místicas de algunos
solitarios. 16 Mt.5.16.
VIERNES primero de enero de 1742. Después de
una noche de sueño tranquilo me desperté con fiebre alta,
156 Diarios, Tomo 1
19
1 Jn.3.8.
hombres de los más calmados agarren al primero de los
revoltosos y lo entreguen a un alguacil y que la ley siga su
158 Diarios, Tomo 1
20
Suburbio de Londres.
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 159
21
2 P.1.4.
Un día, caminando en el campo, empezó a hablar con un campesino
quien hablaba de la religión con desprecio. John le dijo que no debía hablar así
y le explicó sobre la palabra del apóstol (la que le rogó considerara
profundamente), «sin la santidad nadie verá al Señor».22 El hombre estuvo tan
asombrado que tomó al muchacho en sus brazos y no sabía cómo dejarlo ir.
Su padre y madre le oyeron hablar en voz alta en el cuarto contiguo y
escucharon lo que decía. Estaba orando así: «Señor, no espero ser oído por todo
lo que hablo. Tú conoces mi corazón. Tú conoces mis deseos.» Luego
descendió a cosas particulares en su oración. Después oró con mucho fervor por
sus padres, por sus hermanos y hermanas llamándoles por nombre; luego oró
por los señores Juan y Carlos Wesley para que Dios fortaleciera sus rostros
como pedernales y les permitiera salir a conquistar y seguir conquistando.
Luego oró por los otros ministros que podía recordar por sus nombres y por
todos los que eran y deseaban ser verdaderos ministros de Cristo.
Al comienzo de su enfermedad su madre le preguntó si quería algo. El
contestó: «Solamente a Cristo y estoy seguro de él como si ya lo tuviera.» A
veces decía: «Oh, madre, si todos creyeran en Cristo, ¡cuán feliz sería el
mundo! Y lo pueden hacer. Ya que Cristo murió por cada alma. Yo era el peor
de los pecadores y él murió por mí. Oh, tú que llamas al peor de los pecadores,
llámame a mi. Oh, es un don gratuito, pues estoy seguro que nada he hecho para
merecerlo.»
El miércoles le dijo a su madre, «Estoy muy preocupado por mi padre.
El siempre ha cuidado honestamente a su familia, pero no conoce a Dios. Si
muere en el estado en que está ahora, no puede ser salvo. He orado y oraré por
él. Si Dios le diera una fe verdadera y luego se lo llevara, no tengas temor. No te
aflijas. Dios ha prometido ser un padre a los huérfanos y un esposo a la viuda.
Oraré por él y por ti en el cielo y espero que allí juntos cantaremos aleluya.»
A su hermana mayor le dijo: «No te ensalces con orgullo. Cuando
recibas tus salarios, que no son muchos, empléalos en verdaderas necesidades.
Si te inclinas a ser alegre, no cantes canciones porque ésta es la diversión del
diablo. Hay muchas mentiras y cosas malas en aquellas canciones vanas.
¿Cantas salmos e himnos? Recuerda a tu Creador en los días de tu juventud.
Cuando estés en tu trabajo, levanta tu corazón a Dios. Y asegúrate de nunca
levantarte o acostarte sin pedir su bendición.»
El añadió, «Yo moriré, pero no lloren por mí. ¿Por qué tienen que
llorar? Consideren la alegría de tener un hermano que se va al cielo. No soy un
hombre. Soy sólo un muchacho. ¿Pero no está escrito en la Biblia, de la boca
de los niños y de los que maman, tú has ordenado fortaleza?» Sé a dónde voy.
No cambiaría esta seguridad por miles de mundos. Aunque no estoy todavía en
el cielo, estoy seguro de ello como si ya lo estuviera.»
164 Diarios, Tomo 1
El miércoles por la noche luchó mucho con Dios en oración.
Finalmente, levantando sus brazos abiertos, clamó: «¡Ven, ven, Señor Jesús! Yo
soy tuyo. Amén y Amén.» Luego dijo: «Dios responde a mi
22
He.12.14.
corazón, siéntete alegre, has vencido al mundo.» Inmediatamente fue lleno de
amor y de alegría indecibles.
Le dijo a su madre: «Esa escuela fue la salvación de mi alma, pues allí
comencé a buscar a Dios. ¿Pero cómo es que tan pronto la persona comienza a
buscar a Dios el diablo en gran conmoción prepara todos sus instrumentos
contra ella?»
Cuando estaba en agonía por el dolor clamaba: «Oh, Salvador, dame
paciencia. Tú me ha dado paciencia, pero dame más. Dame tu amor y el dolor
es nada. Me merezco todo esto y mil más, pues no hay pecado del que no haya
sido culpable.»
Al rato dijo: «Oh, madre, ¿cómo es esto? Si un hombre no hace su
trabajo, en el mundo su patrón no le paga, pero no es así con Dios. El me da
buenos pagos, aunque estoy seguro de no haber hecho nada para ganármelos.
Oh, es un don gratis. Es gratuito para toda alma. Porque Cristo murió por
todos.»
El jueves en la mañana su madre le preguntó cómo había pasado la
noche. El respondió: «He tenido muchas luchas anoche, pero mi Salvador es tan
misericordioso conmigo que no me importa; las luchas son nada para mí.»
Entonces dijo: «Quiero que me entierren desde el Salón y que el Sr.
Wesley predique con mi cuerpo presente, sobre esas palabras de David (a no ser
que él piense en otras más apropiadas), antes que fuera yo humillado,
descarriado andaba.»23
Le pregunté: «¿Cómo te encuentras ahora?» Respondió: «Con mucho
dolor, pero lleno de amor.» Pregunté: «¿Pero no quita el dolor el amor de
Dios?» Respondió: «Sí, el dolor no es nada para mí. He cantado alabanzas al
Señor en medio de mis más grandes dolores y no pude hacer otra cosa.» Le
pregunté si estaba listo a morir. Respondió: «Oh, sí, con todo mi corazón.» Le
dije: «Pero si la vida y la muerte fueran puestas delante de ti, ¿cuál escogerías
entonces?» Respondió: «Morir y estar con Cristo.
Añoro estar fuera de este mundo pecador.»
En la noche del jueves durmió mucho más tranquilo que lo que había
hecho desde hacía tiempo. En la mañana rogó ver al Sr. Juan Wesley. Cuando el
Sr. Wesley llegó y después de varias preguntas que le hizo, le preguntó sobre
qué debía orar, él le dijo, que Dios le diera un limpio corazón y renovara un
espíritu recto dentro de él. Cuando terminó la oración parecía estar mucho más
animado y dijo: «Pensé que debí haber muerto hoy, pero no debo estar apurado.
Estoy contento de quedarme. Esperaré el buen tiempo del Señor.»
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 165
El sábado uno le preguntó si todavía prefería morir. El respondió: «No
tengo voluntad. Mi voluntad está sometida a la voluntad de Dios, pero moriré.
Madre, no te aflijas. Me iré como un cordero.»
El domingo habló muy poco. El lunes su hablar comenzó a vacilar. El
martes ya no habló, pero estaba en todos sus sentidos, levantando casi
continuamente sus ojos al cielo. El miércoles le volvió el habla y su madre le
dijo: «Jacky, no has estado con tu Salvador esta
23
Sal.119.67.
166 Diarios, Tomo 1
noche.» El dijo, «Sí, he estado.» Ella preguntó: «¿Qué te dijo?» El respondió:
«Me ordenó que no tuviera temor del diablo, porque éste no tenía poder para
herirme, sino que yo debería pisotearlo.» El miércoles en la noche permaneció
tranquilamente acostado. La mañana la pasó en oración continua, repitiendo con
frecuencia el Padre Nuestro y encomendando diligentemente su alma en las
manos de Dios.
Luego llamó a sus hermanos y hermanas menores para besarlos y a su
madre para que ella lo besara a él. Entonces (entre nueve y diez) dijo: «Ahora
dejen que yo les bese.» Así lo hizo e inmediatamente se quedó dormido.
Vivió trece años y unos meses.
JUEVES 25 de marzo. Nombré a varios hombres
diligentes y razonables para reunirse conmigo. Les mostré
la gran dificultad que había encontrado de conocer a las
personas que deseaban estar bajo mi cuidado. Después de
mucha discusión, todos estuvieron de acuerdo que no había
un mejor camino para llegar a tener un conocimiento seguro
y completo de cada persona, que el de dividirlos en clases
como las de Bristol, bajo la supervisión de aquéllos en
quienes podía confiar más. Este fue el origen de nuestras
clases en Londres, por lo que nunca podré alabar
suficientemente a Dios. La utilidad indecible de la
institución ha sido desde entonces más y más manifiesta.
MIÉRCOLES 31. Mi hermano partió para Oxford.
En la noche visité a Ann Calcut. Ella había estado muda por
algún tiempo, pero casi tan pronto como empezamos a orar
Dios le restauró el habla. Entonces ella dio en verdad
testimonio de una buena confesión. Esperé no verla más
pero desde aquel momento se le quitó la fiebre, y en pocos
días se levantó y caminó glorificando a Dios.
VIERNES 16 de abril. Siendo Viernes Santo, tuve el
deseo de visitar a uno que estaba enfermo en Islington. Allí
encontré a varios de mis antiguos conocidos, quienes antes
me amaron como a la niña de sus ojos. Al permanecer con
ellos por un corto tiempo, estuve claramente convencido
que de permanecer entre ellos más de una semana (a no ser
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 167
que la clara providencia de Dios me indicara otra cosa),
quedaría tan muerto como el pobre Sr. St____. Sentí que sus
palabras me atravesaban las venas. ¡Tan suaves! ¡Tan
complacientes a la naturaleza! Parecía que nuestra religión
era una cosa pesada y tosca, en modo alguno tan delicada y
refinada como la de ellos. ¡Me pregunto si alguien de «buen
gusto» (que no tiene fe) puede resistir ante ellos!
DOMINGO 18. En la tarde una que había probado el
amor de Dios, pero que regresó a la insensatez, estaba muy
convencida de su pecado y como si estuviera hecha pedazos
por el sentimiento de culpa, remordimiento y temor. Aún
después que terminó el sermón, ella continuaba en la misma
agonía, tanto de cuerpo como de alma. Varios de nosotros
nos reunimos en otra parte de la casa, pero sus llantos eran
tan penetrantes, aun a la distancia, que yo no podía orar,
casi ni hablar, y me daban escalofríos cada vez que los oía.
Pregunté si era mejor llamarla, o mandarla fuera de la casa.
El consenso general fue de llamarla, e imploramos a Dios
que sanara su reincidencia. Pronto descubrimos que
estábamos pidiendo de acuerdo a su voluntad. El no
solamente la despidió en paz,24 sino que llenó a muchos
otros, hasta entonces duro de corazón, de paz y gozo en
creer.
SÁBADO 8 de mayo. Uno de Fetter Lane me dijo
que había recibido una carta de un hombre pobre de
Lincolnshire. Leí la carta y quise una copia de ella, parte de
la cual es como sigue:
Mayo 3, 1742
Samuel Meggot a Richard Ridley Hermano,
24
Lc. 2.29.
168 Diarios, Tomo 1
Ahora tengo mucha comunión con usted y deseo tener más, pero hasta
ahora encontré un gran abismo entre nosotros, lo que impidió que pudiéramos
llegar uno al otro. Por lo tanto, sus cartas eran como la muerte para mí y usted
era para mí como rama quebrada y arrojada para que se marchitara... Aun así
esperé para ver si el Señor tuviera a bien conducirnos a esa misma unión que
tuvimos antes. Y el Señor lo ha concedido. Y en esa unión escribo, deseando
que pueda continuar hasta la muerte.
Escribí antes a usted y John Harrison, «No tengan miedo de ser
hallados pecadores», con la esperanza de que no separaran la ley del Espíritu,
hasta que la carne fuera encontrada muerta. Porque pienso que nuestros
corazones son descubiertos por la ley, hasta lo más mínimo, y son condenados
por ella. Entonces somos avivados en el Espíritu. La Justicia no puede separarse
de la Misericordia ni tampoco puede una ser mayor que la otra. «Guarden los
mandamientos y oraré al Padre y él les dará otro Consolador.» ¡Préstenle
atención a eso! «Sus pecados serán perdonados. Levántense, tomen su cama y
caminen.» Aquí está la obra antes que la compasión y la compasión antes que la
obra... así que, a través de la ley por la fe nuestro corazón se purifica... Tengan
cuidado de aquellos que, mientras que prometen libertad, son siervos ellos
mismos de la corrupción. ¡Oh fe muerta, no puedes siempre vivir pura!
¡Traicionero Judas, que has traicionado a tu maestro!...
Que la ley les juzgue hasta que Jesucristo traiga juicio a sus corazones
para victoria. Además, dejen que sus corazones se abran completamente,
recibiendo ambos juicio y victoria, y que el uno confirme a la otra. Para que
vivas en tal grado en la justicia del Hijo que la ley diga que no tiene nada contra
ti... Esta es fe que conquista al hombre viejo, quita al hombre viejo y pone a
Cristo en su lugar. Purifiquen sus corazones por fe: que el templo de Dios sea
santo y que el altar en él pueda recibir los sacrificios espirituales aceptables al
Señor. Ahora si cualquier hombre piensa diferente que sea avergonzado. Pero si
vive algo de nuestro propio ser en nosotros, esa rama de la naturaleza, ese único
miembro, causará que el hombre completo se queme eternamente. Que los que
conocen de esta perfección, que está en Jesucristo, prosigan por fe hasta que
lleguen a tener un conocimiento experimental de ella.
¡Pero cuántas almas he visto lavadas, y vueltas luego al torbellino de
sus pecados!... ¡Oh ese Cordero! ¡Como es puesto él de nuevo a vergüenza
abierta, quien una vez les reconcilió con el Padre!
Ahora escribiré algo de las angustias de mi propia alma. Desde hace
tiempo pensé que estaba correcto, pero cuando la luz de la vida me llegó, me vi
yo mismo listo a morir en mis pecados... Tuve fe, pero la tenía en conocimiento
y no en poder. Empero por esta fe tenía gran libertad. Sin embargo, esta fe
mantuvo mi corazón corrupto y vivo al hombre del pecado... Mi manera de
proceder fue así: Algunas veces, caí en una falta, y quedé por un tiempo
abrumado. Pero tan pronto podía me limpiaba por medio del conocimiento,
diciendo, «Cristo murió por los pecadores». Tenía razón hasta allí, pero no más
allá. El murió por los pecadores, pero no para salvar a quien continúa pecando.
Ya que a cualquiera que él limpie, está verdaderamente limpio. Primero los
pecadores, luego los santos y así los que quedan. Una y otra vez fui de nuevo
alcanzado por el pecado y cuanto más a menudo era atrapado me sentía más
fuerte en el Señor. Así que por mi corrupción me vi forzado a obtener más
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 169
conocimiento, o de lo contrario hubiera sido condenado. De esta manera llegué
a tal grado de conocimiento (como en la fe ideal) que podía crucificar a Cristo
con una mano y con la otra pedir perdón. De esta manera, estaba siempre
alegre... Aquí estaba el misterio de la iniquidad, concebido en mi corazón y que
me llevó a lo siguiente: si robara los bienes de cualquier hombre, pensaría o
diría: «Soy pecador por mí mismo; pero Cristo murió por mí; por lo tanto, su
justicia es mía.» Y más todavía, me parecía que si mataba a alguien seguiría
puro. Tan gran amigo del pecado y del diablo era yo, que hubiera hecho que el
pecado y el diablo llegaran a ser la justicia de Dios en Cristo. Mas aún, comencé
a amar a quien el Señor había reservado para el fuego eterno...
Así que mantuve a Cristo afuera y al diablo adentro. Este es un
misterio, que pudiera sentirme seguro y puro y aún tener el diablo en mí.
¡Juzgue usted quién me dio esta pureza y me enseñó a ser tan perfecto en
Cristo! Pero no pasó mucho tiempo que comenzara a poner en acción lo que
había concebido en mi corazón. Mas fue la voluntad del Señor que no fuese
lejos antes que de nuevo fuera puesto bajo la ley. Entonces me vi despojado y
desnudo de ese conocimiento. Quisiera que todos los que están tan engañados
como yo lo estuve fueran traídos ante la ley para que puedan aprender lo que es
venir a Jesucristo. Y les deseo que permanecieran bajo la ley hasta que puedan
ver al fin de la ley que llega a sus corazones.
La ley que mezclada con la fe la hace más viva y poderosa. Por cuanto
la ley no deja un solo cabello de nuestras cabezas sin condenación, así la fe no
dejara uno sin reconciliación. Y bendito es el que vive en la misma
reconciliación y no se vuelve como un perro a su vómito. Entonces será llamado
hijo de Dios, que no puede pecar, porque su semilla permanece en él...
Usted escribió, «Jesús le manifiesta que usted es un gran pecador».
Eso está bien, y si fuera más, mejor sería para usted. Otra vez dijo, «desde que
usted recibió un completo y libre perdón por todos sus pecados, usted ha
recibido tantos perdones nuevos que ya no se pueden contar». Y esto, usted dijo,
se menciona «para su propia vergüenza y para la alabanza de su Salvador». Ay,
mi hermano, tengamos los dos más vergüenza. Veamos dónde estamos y lo que
le estamos haciendo al Cordero. No le estamos glorificando (no nos engañemos
a nosotros mismos); le estamos crucificando cada momento. Le estamos
poniendo en gran vergüenza y trayendo sobre nuestras cabezas rápida
condenación.
También dice usted: «Aunque sus pecados son grandes y muchos, la
gracia de su Salvador es más grande.» Usted dice lo correcto. De lo contrario,
¿cómo podemos ser limpios? Mas su gran poder de limpieza no se propone que
seamos inmundos de nuevo. Cuidado no nos llame en medio de nuestra
inmundicia, y perezcamos para siempre. Porque no será ganancia para nosotros
que en una oportunidad fuimos limpios si nos encontramos ahora en medio de
impurezas.
Cuídese, que el conocimiento que está en usted no lo engañe. Por lo
que usted escribe se acerca tanto a mi experiencia, que le puedo decir
claramente cómo usted puede engañarse; o más claro todavía, que se está
engañando, de lo que usted no puede decir por sí mismo. Usted dice: «Después
de haber hecho algo fuera de lugar, no necesita estar triste un solo momento si
usted va a su Salvador.» ¿No es éste el mismo estado que he mencionado? ¡Oh
170 Diarios, Tomo 1
que ese «conocimiento» fuese desechado! Usted debe hacer siempre las cosas
que placen al Padre. ¡Oh mi querido hermano, cómo está fascinado por el
engañador su alma! Usted es un extraño al Salvador, quien ha ido al cielo para
dar arrepentimiento a su pueblo y remisión de pecados. Temo que el diablo es su
salvador: más del diablo se manifiesta en usted que de Cristo. El le dice que es
puro y ha sido limpiado; pero le engaña. Sus engaños claman por venganza. Sin
embargo, él querría aparentar ser un Cristo o un Dios.
Usted dice que «tiene necesidad de remisión de pecados todos los
días». Sí, usted lo necesita; y aún más. Tiene necesidad cada momento.
Precisamente por eso usted debe ser limpio; porque ese «cada momento»
debería ser una eternidad para su alma. Debe agradecer a Dios que «él ha
provisto de tal sumo sacerdote para usted». Deje que él sea suyo para que usted
sea gobernado por él cada momento. ¿Qué? ¿Es él tal Salvador que puede
limpiarnos del pecado y no mantenernos en ese mismo estado? Juzgue donde
usted está. Usted y yo y muchos más fuimos alguna vez hechos puros y fuimos
puros mientras creímos en ello, siendo guardados por el Padre en beneficio de
su propio nombre. ¿Pero por cuanto tiempo nosotros creímos en esto? Que cada
cual juzgue por sí mismo.
Ahora, mi hermano, responda por usted mismo. ¿Cree usted que debe
siempre tener este corazón que es corrupto por los cuatro costados con pecado?
Digo, ¿cree usted que su corazón es por lo tanto impuro? Si lo cree, la misma
doctrina del principio debe serle predicada. «Usted debe recibir el Espíritu
Santo.» Esto es, debe ser traído a la primera remisión y allí verá a Jesús herido
en su corazón. Esta su primera pureza la reconoceré, y ninguna otra. Creo que el
fundamento de la vida estuvo alguna vez en usted, pero muchos juntos con
usted han caído. Usted ha escuchado en qué le he reconocido y en nada más.
Incluso tengo comunión con usted en mi espíritu y espero que continúe hasta el
final...
25
El 10 de junio, en un pasaje que no traducimos, Wesley se entrevistó con
Meggot, quien nunca había sino uno de sus predicadores, pero sí era uno de los
muchos predicadores de avivamientos. Wesley no pudo convencerle, y comentó,
sobre Meggot y sobre otro: «¡Cuánto bien Dios hizo a través de ellos por algún
tiempo! ¡Que su fin no sea peor que sus inicios!»
JUEVES 27. Salimos de Birstall y el viernes 28
llegamos a Newcastle sobre el Tyne. Leí con gran
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 171
esperanza, ayer y hoy, Las cosas memorables de Sócrates,
de Jenofonte. Quedé completamente asombrado por su falta
de juicio. ¡Cuántas de estas cosas Platón nunca las hubiera
mencionado! Mas puede ser beneficioso que veamos
también las sombras al lado más brillante de todos los
paganos de la antigüedad.
Llegamos a Newcastle cerca de las seis y después de
un corto refrigerio caminamos al pueblo. Quedé
sorprendido de tanta borrachera, maldición y blasfemia (aun
en los labios de los niños) que no recuerdo haber oído y
visto nunca antes y en tan poco tiempo. Seguramente que
este lugar está maduro para aquel que no ha venido a
llamar a justos, sino a pecadores.26
VIERNES 4 de junio. Al mediodía prediqué una vez más
en Birstall. Todos los oyentes estaban profundamente
atentos. A ellos ahora con confianza y alegría encomendé al
Pastor y Obispo de vuestras almas.27
De allí viajé a Beeston. Aquí me encontré una vez
más con las obras de un célebre autor, de quien muchos
grandes hombres no pueden hablar sin éxtasis y las
expresiones más grandes de admiración. Me refiero a Jacob
Boehme. El libro que ahora abrí fue su Mysterium Magnum,
o la exposición de Génesis. Consciente de mi ignorancia,
diligentemente busqué a Dios para que iluminara mi
entendimiento. Seriamente consideré lo que leí y me esforcé
para pesarlo en la balanza del santuario. ¿Y qué puedo decir
referente a la parte que leí? Puedo y debo decir que todo
esto es (con tanta evidencia como puedo decir que dos más
26
Mr. 2.17.
27
1 P.2.25.
dos son cuatro) la tontería más sublime; ¡rimbombancia
inimitable, retumbancia que no tiene paralelo! Todo de una
172 Diarios, Tomo 1
pieza con su interpretación inspirada de la palabra
«tetragrámaton» en la cual (equivocándola por el nombre
impronunciable en sí mismo, mientras que ésta solo
significa una palabra consistente de cuatro letras) él
comenta con exquisita seriedad y solemnidad diciendo el
significado de cada sílaba en ella.
MIÉRCOLES 9. Viajé a un pueblo vecino para
visitar a un juez de paz, un hombre franco y comprensivo,
delante de quien (fui informado) sus vecinos disgustados
habían llevado un vagón lleno de estos nuevos herejes.
Cuando el juez preguntó lo que habían hecho, hubo un
silencio profundo, pues éste fue un punto que olvidaron
quienes los trajeron. Finalmente, uno de ellos dijo: «Es que
ellos pretenden ser mejor que otras personas y además, oran
de la mañana hasta la noche.» El Sr. S____ preguntó «¿Pero
es que además no han hecho otra cosa?» «Sí, señor», dijo un
anciano, «con el beneplácito de su señoría, ellos han
convertido a mi esposa. Antes de que se fuera con ellos,
¡tenía tal lengua! Ahora está tan tranquila como un
cordero.» «Devuélvanlos, devuélvanlos», contestó el juez,
«y dejen que conviertan a todos los mal hablados del
pueblo.»
De aquí fui a Belton a la casa de H____ F____, un
joven que acostumbraba a portarse bien, pero ahora decía
que veía al diablo en cada esquina de la iglesia y en la cara
de cada uno de los que habían estado allí. Pero fue fácil
restaurarle a un mejor estado mental. Prediqué a la sombra
de un roble sobre, «el Hijo del Hombre tiene potestad en la
tierra para perdonar pecados».28 En Epworth, por la noche,
expliqué la historia del fariseo y el publicano y creo que
muchos comenzaron en esa hora a exclamar, «Dios, sé
propicio a mí, pecador.»29
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 173
SÁBADO 12. Prediqué sobre la justicia de la ley y
la justicia de la fe. Mientras predicaba varios se
desplomaron como muertos y entre el resto se escuchó el
grito de pecadores gimiendo por la justicia de la fe que casi
ahogaba mi voz. Muchos de estos levantaron las cabezas
con alegría e irrumpieron en acción de gracias, estando
seguros de que ahora tenían el deseo de su alma, el perdón
de sus pecados.
Observé a un caballero allí que en forma notable
pretendía de no ser de ninguna religión. Me informaron que
no había estado en ningún servicio público de ninguna clase
por casi treinta años. Viéndolo parado sin movimiento y
como una estatua, le pregunté abruptamente, «Señor, ¿es
usted pecador?» El respondió con una voz profunda y
quebrantada «Bastante pecador», y continuó con la vista fija
hacia arriba hasta que su esposa y uno o dos sirvientes,
quienes estaban en lágrimas, lo pusieron en un carruaje y se
lo llevaron a casa.
DOMINGO 13. A las siete prediqué en Haxey sobre
¿Qué debo hacer para ser salvo?30 De allí fui a Wroot,
donde (así como en Epworth) mi padre fue el rector por
muchos años. El Sr. Whitelamb me ofreció la iglesia y
prediqué en la mañana sobre, Pedid, y se os dará.31 En la
tarde prediqué sobre la diferencia entre la justicia de la ley
y
28
Lc. 5.24.
29
Lc. 18.13.
30
Hch. 16.30. 31 Mt.7.7.
la justicia de la fe.32 El templo no pudo dar cabida a toda la
gente, muchos de los cuales vinieron desde muy lejos.
Confío que no fue en vano.
174 Diarios, Tomo 1
A las seis prediqué por última vez en el cementerio
de Epworth (teniendo que salir del pueblo a la mañana
siguiente) a una vasta multitud congregada de todas partes,
sobre el comienzo del Sermón del Monte de nuestro Señor.
Continué entre ellos por cerca de tres horas y no sabíamos
como dejarlos. Que nadie piense que su trabajo de amor se
pierde cuando los frutos no aparecen inmediatamente. Mi
padre trabajó aquí cerca de cuarenta años, pero vio pocos
frutos de todo su trabajo. También yo pasé muchas penas
entre ellos y parecía que había gastado mis fuerzas en vano,
pero ahora el fruto aparecía. No había casi nadie en el
pueblo de quien, tanto mi padre como yo, no hubiéramos
experimentado anteriormente alguna aflicción, pero la
semilla sembrada hacía tanto tiempo ahora germinaba y
traía el arrepentimiento y el perdón de los pecados.
MARTES 22. Tuve una larga conversación con el Sr.
Simpson y estoy completamente convencido que lo que él
hace lo hace en rectitud de su corazón. Mas es guiado en
miles de errores por un principio equivocado (el mismo que
muchos ya sea por ignorancia o por maldad la achacan al
cuerpo de personas llamadas metodistas) al hacer de las
impresiones interiores su regla de acción, y no la Palabra
escrita.
Cerca de las ocho dejé a Donington Park y antes del
mediodía llegué a Markfield. Nos hospedamos en Coventry
y al siguiente día, miércoles 23, por la tarde llegamos a
Evesham. Prediqué a las ocho. Hubo muchos que llegaron
32
Ro.10.5-6.
con el plan de perturbar al resto, pero no abrieron sus bocas.
VIERNES 30. Alrededor de las tres de la tarde fui a
ver a mi madre y encontré que su fin estaba cerca. Me senté
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 175
en un lado de su lecho. Ella estaba en su último conflicto,
impedida de hablar, pero creo que bastante razonable. Su
mirada era de calma y serenidad y sus ojos fijos hacia
arriba, mientras nosotros encomendábamos su alma a Dios.
De tres a cuatro la cadena de plata se iba quebrando y la
rueda se rompía sobre el pozo, 33 entonces, sin ninguna lucha
o señal de gemido, su alma fue puesta en libertad. Nos
paramos alrededor de su cama y cumplimos con su último
deseo, pronunciado un poco antes de que perdiera el habla:
«Hijos, tan pronto como sea liberada, canten un salmo de
alabanza a Dios».
DOMINGO primero de agosto. Alrededor de las
cinco de la tarde, reunidos con un innumerable grupo de
personas, encomendé a la tierra el cuerpo de mi madre para
que descansara con sus padres. La porción de la Escritura de
la cual más tarde hablé fue: «Y vi un gran trono blanco y al
que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la
tierra y el cielo y en ningún lugar se encontró para ellos. Y
vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y
los libros fueron abiertos... Y fueron juzgados los muertos
por las cosas que estaban escritas en los libros según sus
obras.»34 Fue una de las más solemnes reuniones que hasta
ahora había visto o espero ver de este lado de la eternidad.
Colocamos una piedra sencilla a la cabecera de su
tumba, inscrita con las siguientes palabras:
33
Ec. 12.6.
34
Ap.20.11-12.
Aquí yace el cuerpo de la Sra. Susana Wesley, la hija más joven y
última sobreviviente del Dr. Samuel Annesley.
Con segura e inmutable fe se eleva Reclama
su mansión, celestial morada
Humilde mujer de Cristo esperanza lleva, La
cruz excelsa por corona bien ganada.
176 Diarios, Tomo 1
Verdadera hija de aflicción lo era Forjada en
el dolor y la miseria, horrores Dolida en larga
noche de pesares y temores, Noche de
catorce lustros, su quimera. El Padre
entonces reveló a su Hijo Al partir el pan, su
espíritu bendijo,
Confía, al final, sus pecados ha perdonado, Le abre
el cielo, por ella tan ansiado. En el cielo, feliz
reunión se ha ganado «Arriba, mi amor», oyó el
angelical llamado Respondió luego, «Allá voy» con
singular honor, Y cual cordero, entregó su vida y
alma a su Señor.
No puedo continuar sin dejar de mencionar que ella
también (que así como su padre y abuelo; su esposo y tres
hijos) había sido, en su medida y grado, predicadora de la
justicia. Esto lo supe por una carta escrita hace mucho
tiempo a mi padre, parte de la cual la incluyo aquí:
Febrero 6, 1711-12
...Como soy mujer, soy también ama de casa de una familia numerosa.
Y aunque el cargo superior de las almas contenido en ello recae sobre ti,... en tu
ausencia no puedo menos que velar sobre cada alma que dejas bajo mi cuidado
como un talento encomendado a mi bajo una confianza del gran Señor de todas
las familias, tanto en el cielo como en la tierra. Y si fuera infiel a él o a ti, no
cumpliendo con mejorar esos talentos, ¿cómo podré contestarle cuando él me
exija rendir cuenta de mi mayordomía?
Estos y otros pensamientos parecidos al comienzo me hicieron tomar
mucho más cuidado de las almas de mis hijos y sirvientes. Así también, puesto
que conozco que nuestra religión requiere una estricta observancia del día del
Señor y no pienso que respondemos completamente a la finalidad de la
institución yendo a la iglesia, a no ser que llenemos los espacios de tiempo
intermedio por otras acciones de piedad y devoción, pensé que era mi deber
dedicar parte del día a la lectura e instrucción de mi familia... Y estimo que el
tiempo dedicado a estos menesteres es más aceptable a Dios que si los hubiera
dedicado a mis propias devociones privadas.
Este fue el comienzo de mi presente práctica. El que otras personas
vinieran y se unieran a nosotros fue accidental. Nuestro mozo se lo dijo a sus
padres, quienes primero pidieron ser admitidos, y después otros que se
enteraron rogaban que se les admitiese también. Así nuestro grupo aumentó a
casi treinta y rara vez excedió a los cuarenta el pasado invierno...
Tan pronto te fuiste a Londres la última vez encontré el relato de los
misioneros daneses. Creo que nunca estuve más conmovida con cualquier otra
cosa... No pude dejar de pasar gran parte de aquella noche alabando y adorando
la divina bondad por inspirarles con tal celo ardiente para su gloria... Por
muchos días, no pude dejar de pensar en eso, o hablar de otra cosa. Por fin se
me ocurrió que aunque no fuera hombre, ni ministro, si mi corazón estaba
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 177
sinceramente dedicado a Dios y yo inspirada con un verdadero celo por su
gloria, podría hacer algo más de lo que hago. Pensé que podría orar más por
ellos y hablar con quienes converso con más cálido afecto. Decidí empezar con
mis propios hijos, y con ellos utilicé el siguiente método. Tomar una porción de
tiempo según pueda cada noche para conversar con cada hijo por separado. El
lunes hablo con Molly; el martes con Hetty; el miércoles con Nancy; el jueves
con Jacky; el viernes con Patty; el sábado con Charles y con Emily y Suky
juntas el domingo.
Con aquellos pocos vecinos que entonces vinieron a verme conversé
con más libertad y afecto. Escogí los mejores sermones y de mayor avivamiento
que tenemos. Pasé mucho más tiempo con ellos en estos ejercicios sin
preocuparme sobre el éxito de mi empresa.
A partir de entonces nuestro grupo aumentaba cada noche ya que no
me atrevía a negar a nadie que pidiera ingreso. El domingo creo que tuvimos
más de doscientos y muchos se retiraron porque no había lugar en el cuarto
donde pararse.
Dejamos a un lado todas las preocupaciones temporales, sin darles
lugar en nuestra sociedad. A nadie se le permite mezclar cualquier conversación
de esa índole con nuestra lectura o canto. Atendemos sólo a los asuntos del día y
cuando terminamos, todos nos vamos a casa.
No puedo concebir por qué alguien deba pensar mal de ti, porque tu
esposa se esfuerce en traer gente a la iglesia e impedirles que profanen el día del
Señor, leyéndoles y usando otros medios de persuasión. De mi parte, no le doy
importancia a ninguna censura sobre este asunto. Hace tiempo que le di la mano
[de despedida] al mundo. De todo corazón deseo no haberles dado nunca a ellos
más razón que ésta para hablar contra mí.
De que esto parezca algo extraño, digo que sí. Y lo mismo es cierto de
casi cualquier cosa seria o que en alguna forma pueda adelantar la gloria de
Dios o la salvación de almas...
En cuanto a tu propuesta de que otra persona lea, desgraciadamente,
tú no sabes la clase de gente que es ésta. No creo que ningún hombre entre ellos
puede leer un sermón, sin deletrear una buena parte del mismo. Ni nadie en
nuestra familia tiene una voz lo suficientemente fuerte para que se escuche por
este número de personas...
Sin embargo, hay una cosa por la cual estoy muy descontenta, y es la
presencia de estas personas en las oraciones de la familia. Lo que me preocupa
no es que haya tantos presentes, pues quienes tienen el honor de hablarle al gran
y santo Dios no necesitan tener vergüenza de hacerlo delante de todo el mundo,
sino que debido a mi sexo dudo si es apropiado para mí presentar las oraciones
del pueblo de Dios.35 El domingo pasado con mucho gusto los hubiera
despedido antes de las oraciones, pero ellos me rogaron con tanta sinceridad
para quedarse que no me atreví a negárselo...
Al Revdo. Mr. Wesley, en el cementerio de St. Margaret, Westminster.
35
Lo que le preocupa es que, al orar dirigiendo a todo el pueblo, y no sólo a su
familia, parece estar tomando oficios sacerdotales. La frase «las oraciones del
pueblo» se refiere a la oración de intercesión que normalmente eran dirigidas
por el ministro oficiante. [N. del Ed.]
En las mañanas tenían siempre carne de comer con cuchara, y a veces
en las noches, pero cualquier cosa que tenían, nunca se les permitía comer en la
misma comida más de una de ellas, y escasamente lo suficiente. No se les
permitía comer o beber entre comidas, a no ser en caso de enfermedad, lo que
sucedía pocas veces. No podían ir a la cocina a pedir nada a los sirvientes,
cuando ellos comían; pero si se sabía que lo habían hecho con seguridad
recibían su castigo y los sirvientes una severa reprimenda.
A las seis tan pronto como terminaban las oraciones familiares, los
niños tenían su cena. A las siete la sirvienta los aseaba y comenzando con la
menor los desvestía y los acostaba a todos a las ocho. A esa hora la sirvienta los
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 179
dejaba despiertos en sus respectivos cuartos porque en nuestra casa no se
permitía tal cosa como sentarse junto a un niño hasta que se quedara dormido.
Los niños estaban tan acostumbrados a comer y beber lo que se les
daba que cuando cualquiera de ellos estaba enfermo no era difícil hacerles
tomar la medicina más desagradable. No se atrevían a rechazarla, aunque
algunos de ellos la vomitaban. Menciono esto para demostrar que a una persona
se le puede enseñar a tomar cualquier cosa, excepto cuando el estómago la
rechaza.
Para formar las mentes de los niños, lo primero que se debe hacer es
conquistar su voluntad y llevarlos a un carácter de obediencia. Desarrollar el
entendimiento es una tarea de tiempo y con los niños debe procederse gradual y
lentamente y de acuerdo a lo que pueden captar. Mas el sometimiento de la
voluntad es algo que debe ser hecho de inmediato, y cuanto antes mejor. Ya que
si se descuida la corrección a tiempo, adquieren una terquedad y obstinación
que es difícil después de vencer y nunca sin usar tal severidad que sería tan
doloroso para mí como para el niño. El mundo considera bondadosos a los
padres que no corrigen, e indulgentes a los que yo llamo padres crueles, pues les
permiten a sus hijos adquirir hábitos que los padres saben que más tarde deben
ser corregidos. Algunos llegan a estar tan estúpidamente encariñados que como
por diversión enseñan a sus hijos a hacer cosas tales que poco tiempo después
tienen que castigarles severamente por haberlas hecho.
Cada vez que un niño es corregido debe ser conquistado y esto no
debe ser difícil, si es que no se le ha permitido crecer testarudo por exceso de
indulgencia. Cuando la voluntad del niño está totalmente sometida y es llevada
a honrar y a presentarse con reverencia ante los padres, entonces una gran parte
de los desatinos e inadvertencias de la niñez pueden dejarse pasar. Algunos de
éstos se les debe pasar por desapercibidos, otros no deben tomarse en cuenta, y
otros deben ser suavemente reprendidos. Sin embargo, ninguna transgresión
intencional debe ser perdonada sin castigo, mayor o menor según la naturaleza y
circunstancias de la ofensa lo requieran.
Insisto sobre conquistar la voluntad del niño desde temprano, porque
ésta es la única fuerte y racional fuente de la educación religiosa. Sin esto, los
preceptos y ejemplos no tendrían efecto. Cuando esto es concienzudamente
hecho, entonces el niño es capaz de ser gobernado por la razón y la piedad de
sus padres hasta que su propio entendimiento madure y los principios de
religión hayan tomado raíz en su mente.
No puedo dejar todavía este tema. Como la voluntad propia es la raíz
de todo pecado y miseria, así todo lo que fomente esto en los niños asegurará
más tarde su desdicha e irreligiosidad, y todo aquello que reprima y subyugue la
voluntad propia promueve su futura felicidad y piedad. Esto es más evidente si
consideramos además que la religión no es otra cosa que el hacer la voluntad de
Dios y no la nuestra. El único gran impedimento a nuestra felicidad temporal y
eterna es esta voluntad propia. Ninguna satisfacción de esta voluntad puede ser
trivial y ninguna negación desventajosa. El cielo o el infierno dependen sólo de
esto. Así que el padre que estudia vencer esto en su hijo trabaja junto con Dios
en la renovación y salvación de un alma. El padre que consiente a su hijo hace
el trabajo del diablo, hace que la religión sea impracticable, la salvación
180 Diarios, Tomo 1
inalcanzable. En fin hace todo cuanto está a su alcance para condenar a su hijo,
en alma y cuerpo, para siempre.
A los niños de esta familia se les enseñó, tan pronto como pudieron
hablar, el Padre Nuestro; y se les hacía decirlo siempre al levantarse y al
acostarse siempre. Conforme crecían se les añadía una corta oración por sus
padres, algunas de las oraciones llamadas colectas, un corto catecismo y algunas
porciones de la Escritura, según la capacidad de sus memorias.
Desde muy temprano se les hacía distinguir el día de descanso de los
otros días, antes de que pudieran hablar o caminar. Pronto se les enseñaba a
estar quietos en las oraciones familiares y a pedir una bendición inmediatamente
después, que solían hacer por señales antes de arrodillarse o de hablar.
Se les hizo saber pronto que no obtendrían nada por medio del llanto y
fueron instruidos a pedir con cortesía lo que querían. No se les permitía pedir
aun al sirviente de menor categoría por algo sin decir, «Por favor, deme tal
cosa», y la sirvienta era reprendida si le permitía omitir esa palabra. Tomar el
nombre de Dios en vano, maldecir y blasfemar, profanar, obscenidad, rudeza o
apodos despectivos nunca se oían entre ellos. Tampoco se les permitía llamarse
uno al otro por sus nombres propios sin la adición de «hermano» o «hermana».
A ninguno de ellos se le enseñó a leer hasta que cumplió cinco años,
excepto a Kezzy, en cuyo caso estuve vencida y ella tomó más años en aprender
a leer que el resto había hecho en meses. El método de enseñanza era el
siguiente. El día antes que el niño empezara a aprender, la casa se ponía en
orden, a cada uno se le asignaba su trabajo y se les ordenaba que nadie debía
entrar en la habitación de nueve a doce o de dos a cinco, que, como tú sabes,
eran las horas de clases. Un día era dedicado para que el niño aprendiera las
letras y cada uno de ellos en ese tiempo aprendió todas las letras, mayúsculas y
minúsculas, excepto Molly y Nancy, que estuvieron un día y medio antes de
saberlas perfectamente. Pensé que eran muy lentas, pero desde que he
observado el tiempo que toman otros niños en aprender la cartilla, he cambiado
de opinión. Pero la razón por lo que pensé de ellas así fue porque el resto las
aprendieron muy rápidamente y tu hermano Samuel, que era el primer hijo que
enseñé, aprendió el alfabeto en pocas horas. El cumplió cinco años de edad el l0
de febrero, al día siguiente el empezó a aprender, y tan pronto como aprendió
las letras comenzó a leer el primer capítulo de Génesis. Se le enseñó a deletrear
el primer versículo, después a leerlo una y otra vez, hasta que pudo leerlo de
corrido sin ninguna indecisión. Así continuó al segundo versículo, etc. hasta que
tuvo diez versículos por lección, lo cual hizo con rapidez. Semana Santa vino
temprano ese año y para Pentecostés él podía leer muy bien un capítulo. Leía
continuamente y tenía una memoria tan prodigiosa que no recuerdo que alguna
vez le haya tenido que decir la misma palabra dos veces.
Lo que era más extraño todavía, cualquier palabra que había
aprendido en su lección la reconocía dondequiera que la veía, ya fuera en su
Biblia o en cualquier otro libro, por lo que aprendió muy pronto a leer cualquier
autor inglés.
El mismo método fue usado con todos los niños. Tan pronto como
ellos conocían las letras se les ponía primero a deletrearlas; leían una línea,
luego un verso y nunca salían hasta que fueran perfectos en su lección, ya fuera
corta o larga. Así que uno u otro continuaba leyendo en las horas de clases, sin
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 181
descanso, y antes de dejar las clases cada niño leía lo que había aprendido
aquella mañana. Y antes de salir en la tarde, leían lo que habían aprendido ese
día.
No había tal cosa ni se permitía hablar en voz alta o jugar, sino que
cada uno se mantenía ocupado en sus tareas durante las seis horas de clase. Es
casi increíble lo que puede aprender un niño en un trimestre del año, con
esforzada dedicación, si cuenta con una capacidad razonable y tiene buena
salud. Todos los niños, excepto Kezzy, podían leer mejor en ese período de
tiempo que la mayoría de las mujeres pueden hacerlo en toda su vida.
Levantarse de sus asientos o salir de la clase no era permitido a no ser
que fuera por una razón justificada. Correr en el patio, jardín o la calle, sin
permiso, siempre se consideraba como una ofensa mayor.
Por algunos años nos fue muy bien. Nunca estuvieron los niños en
mejor disposición. Nunca hubo niños mejor dispuestos a la piedad o más sujetos
a sus padres hasta después de aquel fuego que ocasionó la fatal dispersión de los
niños entre varias familias. En estas familias fueron dejados en plena libertad
para conversar con la servidumbre, cosa que antes había sido restringido, y salir
a la calle y jugar con cualquier niño, buenos o malos. Pronto aprendieron a
descuidar la estricta observancia del día del descanso y aprendieron muchas
canciones y cosas malas que antes desconocían. Aquella conducta cívica que era
admirada por quienes los veían en casa se perdió en gran medida y adquirieron
un acento grosero y modales rudos que sólo fueron reformados con gran
dificultad.
Cuando la casa fue reconstruida y los niños traídos a casa, iniciamos
una estricta reforma. Así comenzamos la costumbre de cantar salmos a la
entrada y salida de las clases, mañana y tarde. Establecimos un retiro general a
las cinco de la tarde donde el mayor se encargaba del menor que podía hablar, y
el segundo al siguiente, para leerles los salmos del día y un capítulo del Nuevo
Testamento. En las mañanas se leían los salmos y un capítulo del Antiguo
Testamento. Después iban a sus oraciones privadas, antes de tomar desayuno o
reunirse con la familia. Doy gracias a Dios por esta costumbre que aún
permanece entre nosotros.
Había varias normas practicadas entre nosotros, que se me han
escapado de la memoria. De otra manera la hubiera insertado en el lugar
apropiado. Pero las menciono aquí porque creo que son útiles.
1. Se había observado que la cobardía y el temor al castigo
conducen a los niños a mentir, hasta que lo hacen una costumbre no pueden
dejar. Para prevenir esto, se hizo una norma que cualquiera que fuera culpado
de una falta, de la cual era culpable, si la confesaba sinceramente y prometía
enmendarse, no se le pegaría. Esta norma evitó muchas mentiras y hubiera sido
mejor si uno de la familia lo hubiera también observado. 36 Pero no se le podía
persuadir y por lo tanto muchas veces algunos se aprovechaban de él mediante
falsas opiniones y equívocos que nadie hubiera usado (sino uno) si se les
hubiera tratado con bondad. Y algunos, a pesar de todo, hablaban siempre la
verdad.
2. Que ninguna acción pecadora, como mentir, robar, jugar en
la iglesia o en el día del Señor, la desobediencia, las peleas, etc., debería quedar
sin castigo.
182 Diarios, Tomo 1
3. Que ningún niño debía ser reprendido o golpeado dos veces
por el mismo incidente, y si ellos enmendaban su error nunca se les echaría en
cara después.
4. Que cada acción importante de obediencia, especialmente
cuando iba en contra de sus propias inclinaciones, debería ser siempre elogiada
y con frecuencia premiada, según al mérito de la causa.
5. Que si alguna vez un niño ejecutara un acto de obediencia, o
hiciera cualquier cosa con la intención de agradar, aunque lo realizado no fuese
del todo bueno, la obediencia y la intención debían ser aceptadas con bondad y
al niño dirigirlo con ternura sobre cómo hacerlo mejor en el futuro.
6. Que la propiedad debe ser inviolablemente preservada, y a
nadie se le permitía invadir la propiedad de otro ni siquiera en lo mínimo,
aunque fuera por el valor de un centavo o un alfiler. Que nadie podía tomarlo
sin, y mucho menos contra, el consentimiento del dueño. Esta norma nunca
puede ser demasiado inculcada en la mente de los niños y de la falta de padres o
gobernantes de inculcarla como deben, procede la vergonzosa negligencia de la
justicia que podemos observar en el mundo.
7. Las promesas deben ser estrictamente cumplidas. Una vez
dado un regalo, el donante pierde el derecho, y este derecho no puede
recuperarse, sino que queda a disposición del que recibió el regalo. (De no ser
que el regalo fuera condicional y que la condición de la obligación no se haya
ejecutado.)
8. Que ninguna niña aprenda a trabajar hasta que pueda leer
correctamente y luego que pueda mantener su trabajo con la misma aplicación,
y por el mismo tiempo, que le tomó aprender a leer. Esta regla
36
Los editores de la Edición del Bicentenario suponen que se trata del padre,
Samuel Wesley.
debe ser estrictamente cumplida ya que al poner niñas a aprender a coser antes
de que puedan leer perfectamente es la razón principal por lo que tan pocas
mujeres pueden leer lo suficientemente bien como para ser escuchadas y nunca
lo suficientemente bien comprendidas.
37
2 Co. 3.17.
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 185
42
2 Ti.3.5.
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 193
43
Mt.7.15.
Poco después él iba a predicar en la Iglesia de San Nicolás. Había
usado dos veces el texto antes mencionado, cuando repentinamente fue acosado
por un crujido en su garganta, seguido por un horrible gemido. Cayó de espalda
contra la puerta del púlpito, abriéndola estrepitosamente; y hubiera rodado por
las escaleras a no ser por un grupo de personas que lograron agarrarlo y sacarlo,
ya que parecía muerto, a la sacristía. En dos o tres días recuperó sus sentidos y
al siguiente domingo, ¡se murió!
En la noche, la palabra de Dios fue verdaderamente
rápida y poderosa. Después de la predicación quise
reunirme con los hombres, así como con las mujeres, pero
no pude hablarles. El espíritu de oración estaba derramado
sobre nosotros de tal forma que sólo podíamos hablarle a
Dios.
Habiendo tenido por algún tiempo el deseo de
reunirme con el Sr. Whitefield y en lo posible cortar
cualquier disputa innecesaria, puse por escrito mis
sentimientos, tan simplemente como pude, en los siguientes
términos:
Hay tres puntos en debate: (1) la elección incondicional; (2) la gracia
irresistible; (3) la perseverancia final.
En relación a lo primero, la elección incondicional, creo:
Que Dios, antes de la creación del mundo, eligió incondicionalmente
a ciertas personas para hacer ciertas obras, como a
Pablo para predicar el evangelio;
Que él ha elegido incondicionalmente a algunas naciones a escuchar
el evangelio, como Inglaterra y Escocia ahora y a muchas otras en el pasado;
Que él ha elegido incondicionalmente a algunas personas con muchas
ventajas peculiares, con relación a cosas temporales y espirituales; No niego
(aunque no puedo probarlo):
Que él ha elegido incondicionalmente a algunas personas, por tanto,
eminentemente nombrados, los elegidos, para gloria eterna.
Pero no puedo creer:
Que todos aquellos que no son elegidos para gloria deben perecer
eternamente; o
Que haya un alma sobre la tierra que no haya tenido ni tendrá una
posibilidad de escapar la maldición eterna.
En relación al segundo punto, la gracia irresistible, creo:
Que la gracia que trae fe y por lo tanto, salvación para el alma, es
irresistible en aquel momento;
Que la mayoría de los creyentes pueden recordar alguna vez cuando
Dios les convenció irresistiblemente del pecado;
194 Diarios, Tomo 1
Que la mayoría de los creyentes una que otras veces encuentran a
Dios actuando irresistiblemente sobre sus almas;
No obstante, creo acerca de la gracia de Dios que antes y después de
aquellos momentos, puede ser y ha sido, resistida; y
Que en términos generales, ésta no actúa irresistiblemente, pero que
podemos o no podemos estar de acuerdo con esto.
No niego:
Que en aquellos eminentemente nombrados «los elegidos» (si los
hubiera) la gracia de Dios es tan irresistible que ellos no pueden hacer otra cosa
que creer y ser finalmente salvos.
Pero no puedo creer:
Que todos aquellos deben ser condenados en quienes la gracia de Dios
no se manifiesta irresistiblemente; o
Que haya un alma sobre la tierra que no tiene o nunca ha tenido,
ninguna otra gracia que la que de hecho sólo aumenta su condenación y que sea
el plan de Dios hacerlo así.
En relación al tercer punto, la perseverancia final, me inclino a creer:
Que hay un estado accesible en esta vida, del cual el humano no
puede finalmente caer; y
Que ha obtenido esto quien es, según el relato de San Pablo, «una
nueva criatura»; esto es, quien puede decir, «las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas44 en mí».
Y no niego:
Que todos aquellos eminentemente llamados «los elegidos»
infaliblemente perseverarán hasta el final.
44
2 Co. 5.17. 45
Mt.5.10.
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 195
En la noche prediqué sobre la promesa del Padre.46
Después de la predicación, muchos
empezaron a
alborotarse, pero John Nelson se puso en medio de ellos y
les habló a los que más ruido hacían, quienes no
respondieron y se alejaron tranquilamente.
SÁBADO 10 de septiembre. Hubo reuniones de
oración por la tarde en la Iglesia de St. Just, las que no
terminaron hasta las cuatro. Luego prediqué en la
encrucijada, creo que a unas mil personas, quienes se
comportaron en forma tranquila y seria.
A las seis prediqué en Sennen, cerca de Land's End,
e invitando a la pequeña congregación (formada
principalmente de ancianos canosos) para que se reunieran
nuevamente conmigo a las cinco de la mañana. Pero el
domingo 11 gran parte de ellos se reunieron entre las tres y
cuatro de la mañana. Así es que entre las cuatro y cinco
empezamos a alabar a Dios y expliqué ampliamente y
apliqué el texto «Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura
gracia».47
Más tarde bajamos, hasta donde pudimos ir sin
peligro, hacia el punto de las rocas en Land's End. 48 ¡Era
una vista espantosa! ¡Cómo se derretirán estas rocas cuando
Dios se levante a juicio! El mar entre ellas hervía como una
olla, de modo que parecía que el abismo era cano. 49 Pero, se
levantarán tempestades, más no prevalecerán; bramarán
sus ondas más no lo pasarán.50
Entre las ocho y las nueve prediqué en St. Just, en el
prado cerca del pueblo, a la congregación más grande
(según
46
Hch. 1.4.
47
Os. 14.4.
196 Diarios, Tomo 1
48
Es decir, «el fin de la tierra».
49
Job 41.31-32. 50 Jer.5.22.
me informaron) que se había visto en estos lugares. Alcé mi
voz con toda la autoridad del amor: «¿Por qué moriréis,
casa de Israel?»51 La gente se estremecía y permanecía
quieta. No había experimentado antes Cornwall una hora
como ésta.
Después de la una tuvimos otra congregación en el
lado norte de la iglesia de Morvah. El Espíritu del Gran Rey
estaba en medio de nosotros. Estuve lleno tanto de
contenido como de palabras, aun con más abundancia que
en St. Just. Esperaré en ti, porque Dios es mi defensa.52
En Zennor prediqué cerca de las cinco y luego me
apuré para ir a St. Ives, donde concluimos el día alabando a
Dios con labios llenos de gozo.
SÁBADO 17. Prediqué en St. Just y en Land's End,
donde en la mañana, el domingo 18, ampliamente declaré
aquello de lo que muchos darán testimonio a su debido
tiempo, que por gracia sois salvos por medio de la fe.53
La congregación en St. Just aumentó
considerablemente, mientras que yo proclamaba a cada
pecador convencido de su pecado: «Cree en el Señor
Jesucristo, y serás salvo».54
Cerca de la una prediqué en Morvah sobre Romanos
8.15, a la congregación más grande que había visto en
Cornwall. Después se reunió la sociedad, consistente en
más de cien miembros. ¿Cuántos de ellos permanecerán
hasta el fin?
En Zennor prediqué sobre el capítulo cincuenta y
tres de Isaías, sin sentir cansancio alguno. Concluí el día
con
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 197
51
Ez. 18.31.
52
Sal. 59.9.
53
Ef. 2.8.
54
Hch.16.31.
nuestros hermanos en St. Ives, regocijándonos y alabando a
Dios.
JUEVES 20 de octubre.55 Después de predicar a una
pequeña y atenta congregación, viajé a Wednesbury. A las
doce prediqué en un terreno cerca del centro del pueblo a
una congregación mucho más grande de lo que se esperaba,
sobre Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.56
Creo que cada uno de los presentes sintió el poder de Dios.
Ninguna criatura se prestó a molestarnos, saliendo o
entrando. Jehová peleará por vosotros y vosotros estaréis
tranquilos.57
Estaba escribiendo en lo de Francis Ward por la
tarde cuando se oyó el gritó de que una multitud había
acosado la casa. Oramos para que Dios los dispersara. Así
fue: uno se fue en una dirección y el otro en otra, de tal
manera que en media hora no quedó ni un solo hombre. Les
dije a nuestros hermanos, «Es hora de que nos vayamos
nosotros ahora». Mas ellos me presionaron fuertemente para
que me quedara. Así que tratando de no ofenderles, me
senté, aunque preveía lo que seguiría. Antes de las cinco la
turba rodeó nuevamente la casa, en mayor número que
antes. El grito de uno y de todos era, «Saquen al ministro;
queremos al ministro.» Decidí tomar al capitán por la mano
y traerlo a la casa. Después de un intercambio de pocas
palabras entre nosotros, el león se convirtió en cordero. Le
pedí que saliera y trajera a uno o dos de sus compañeros
más enfurecidos. Trajo a dos, los que estaban listos a
tragarse la tierra de la ira, pero en dos minutos estaban tan
198 Diarios, Tomo 1
55
Estos acontecimientos se encuentran narrados, con informes de otras
personas y con algunas variantes, en El cristianismo moderno manifestado en
Wednesbury, en Obras de Wesley, 5:73-105.
56
He. 13.8.
57
Ex.14.14.
calmados como él. Entonces les propuse que abrieran
camino para poder estar entre ellos. Tan pronto como estuve
en medio de ellos pedí una silla y subiéndome en la misma,
pregunté, «¿Quién de ustedes quiere algo conmigo?»
Algunos dijeron, «Queremos que vayas con nosotros a la
justicia». Les respondí, «Lo haré de todo corazón».
Entonces, hablé algunas palabras que Dios empleó, de
modo que gritaron con poder y todas sus fuerzas: «El
caballero es un caballero honesto y nosotros derramaremos
nuestra sangre en su defensa». Les pregunté, «¿Iremos a la
justicia esta noche o en la mañana?» La mayoría gritó,
«Esta noche, esta noche». Por lo que me adelanté en ir y me
siguieron doscientos o trescientos de ellos, mientras el resto
se regresaron de donde habían venido.
Se hizo de noche antes de haber caminado una milla,
y vino una gran lluvia. Sin embargo, continuamos hacia
Bentley Hall, a dos millas de Wednesbury. Uno o dos se
adelantaron para informar al Sr. Lane que habían traído al
Sr. Wesley ante su señoría. El Sr. Lane respondió, «¿Qué
tengo yo que hacer con el Sr. Wesley? Vayan y llévenselo de
vuelta.» En ese momento, el grupo principal se adelantó y
comenzó a tocar a la puerta. Un sirviente les dijo que el Sr.
Lane estaba en cama. Su hijo salió y preguntó qué era lo
que pasaba. Uno respondió, «Pero imagínese, su señoría,
que estas gentes cantan salmos todo el día; más aún, hacen
que la gente se levante a las cinco de la mañana. ¿Qué nos
aconsejaría su señoría hacer?» «Irse a la casa», dijo el Sr.
Lane, «y callarse».
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 199
Aquí se encontraban en un punto sin salida, hasta
que uno les aconsejó que fueran al Juez Persehouse en
Walsall. Todos estuvieron de acuerdo de hacerlo. Así que
nos apresuramos y cerca de las siete llegamos a su casa.
Mas el Sr. Persehouse, igualmente, mandó a decir que
estaba en cama. Ahora ellos estaban otra vez en la misma
situación sin salida. Pero al final, pensaron que el camino
más sabio a tomar era el de regresar a sus casas. Cerca de
cincuenta de ellos tomaron la responsabilidad de
regresarme, pero no habíamos adelantado unas cien yardas
cuando la turba de Walsall llegó, entrando como avalancha,
y abalanzándose sobre ellos. La multitud de Darlaston se
defendió todo lo que pudo, pero estaban cansados y eran
menos en número. Así que en corto tiempo, muchos fueron
derribados y el resto se escapó y me dejaron en sus manos.
Intentar hablarles era en vano, pues la bulla en cada
lado era como el rugir del mar. Así que me arrastraron hasta
que llegamos al pueblo, donde, al ver la puerta abierta de
una casa grande, intenté meterme en ella. Un hombre al ver
mi intención me cogió por el cabello y me haló al centro de
la multitud. No hicieron otra parada hasta que me llevaron
por la calle principal de un lado al otro del pueblo. Continué
hablando todo el tiempo a los que podían escucharme, sin
sentir ningún dolor o cansancio. Al final del lado oeste del
pueblo, al ver una puerta entreabierta, me dirigí hacia ella y
me hubiera metido. Mas un caballero en la tienda no me
ayudó, diciendo que ellos «derribarían la casa al suelo». Sin
embargo, me paré en la puerta y pregunté, «¿Están
dispuestos a escucharme hablar?» Muchos gritaron, «¡No,
no! ¡Sáquenle los sesos! ¡Abajo con él! ¡Mátenlo de una
vez!» Otros dijeron, «No, le escucharemos primero».
Comencé preguntando, «¿Qué mal he hecho? ¿A quien de
200 Diarios, Tomo 1
ustedes le he hecho daño de palabra o de obra?» Continué
hablando por más de un cuarto de hora, hasta que mi voz de
repente se apagó. Entonces las turbas comenzaron a
levantar sus voces nuevamente. Muchos gritaban a viva
voz, «Tráiganlo, tráiganlo».
Mientras tanto, mi fuerza y mi voz regresaron y
comencé a orar en voz alta. El hombre que antes
comandaba la turba se volteó y dijo, «Señor, daré mi vida
por usted. Sígame y ningún hombre aquí le tocará un
cabello de su cabeza». Dos o tres de sus compañeros
confirmaron sus palabras y se acercaron a mí
inmediatamente. Al mismo tiempo, el caballero de la tienda
gritó, «Por vergüenza, por vergüenza, déjenlo ir». Un
carnicero honesto, quien se encontraba un poco lejos, dijo
que era una vergüenza que ellos hicieran esto y sacó a
cuatro o cinco, uno a uno, de los que estaban asediando con
mayor fuerza. Entonces, la gente, como si hubiera estado de
acuerdo, se hicieron unos a la izquierda y otros a la derecha,
mientras aquellos tres o cuatro hombres me llevaron entre
ellos y a través de la turba. En el puente la turba se
enardeció nuevamente, por lo que nos hicimos a un lado,
sobre la represa del molino, y de allí a través de la pradera,
hasta que un poco antes de las diez, Dios me trajo a salvo a
Wednesbury, habiendo perdido solamente una solapa de mi
chaleco y un pequeño pedazo de piel de una de mis manos.
Nunca antes había visto tal cadena de providencias;
tantas pruebas convincentes que la mano de Dios está sobre
cada persona y cosa, venciendo todo de acuerdo a su
voluntad.
La pobre mujer de Darlaston que había dirigido la
turba y que juró que nadie me tocaría, al ver a sus
compañeros retroceder, corrió a donde estaba el mayor
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 201
número de hombres y derribó a tres o cuatro de ellos, uno
tras otro. Mas muchos la asaltaron a la misma vez y fue
pronto vencida y probablemente la hubieran matado en
pocos minutos (tres hombres la sostenían en el suelo
pegándole con todas sus fuerzas), si no hubiera sido por un
hombre que le grito a uno de ellos, «¡Detente, Tomás,
detente!» «¿Quién está allí?» dijo Tomás. «Ah, ¿el honesto
Munchin? está bien, déjenla ir.» La tomaron de las manos,
la levantaron y ella se arrastró a su casa como pudo.
Desde el principio hasta el final sentí el mismo
estado mental como si hubiera estado sentado en mi propio
estudio, pero viví cada momento uno a uno. Solamente en
una ocasión me vino a la mente que si ellos me arrojaban al
río me echarían a perder los papeles que estaban en mi
bolsillo. En cuanto a mí, no tenía duda que podía cruzar a
nado pues tenía sólo un chaleco delgado y un par de botas
livianas.
Las circunstancias que siguen pensé que fueron
particularmente extraordinarias: (1) Que muchos intentaron
arrojarme al suelo mientras íbamos cuesta abajo por un
sendero resbaladizo hacia el pueblo, juzgando bien, que de
haber caído una vez al suelo, difícilmente me hubiera
podido levantar otra vez. Mas no tropecé una sola vez, ni
tuve el menor resbalón hasta que estuve enteramente fuera
de sus manos. (2) Que aunque muchos trataron de poner sus
manos en mi cuello o ropa para tumbarme, no pudieron
agarrarme. Solamente uno agarró la solapa de mi chaleco, la
que pronto se quedó en su mano. La otra solapa, en cuyo
bolsillo había una nota de banco, se rompió por la mitad. (3)
Que un hombre vigoroso detrás de mí me golpeó varias
veces con un palo de roble, con el cual si me hubiera
golpeado una vez en la parte de atrás de la cabeza, le
202 Diarios, Tomo 1
hubiera ahorrado todo problema futuro. Cada vez el golpe
se iba de un lado a otro, no sé cómo, ya que no podía
moverme ni a la mano derecha ni a la izquierda. (4) Que
otro vino corriendo a través de la turba y levantando su
brazo para golpearme, de repente lo dejó caer y sólo posó
sobre mi cabeza, diciendo, «¡Qué cabello tan suave tiene!»
(5) Que me detuve exactamente a la puerta de la casa del
alcalde, como si lo hubiera sabido (lo que sin duda la turba
pensó que yo sabía) y encontrándolo parado en la tienda, lo
cual empezó a ponerle freno a la locura de la gente. (6) Que
los primeros hombres cuyos corazones fueron cambiados
eran los héroes del pueblo, los capitanes de la chusma en
todas las ocasiones, teniendo uno de ellos el premio de
luchador en el patio de los osos. (7) Que de principio a fin
no oí a nadie que me llamara con palabra denigrante o
nombre u oprobioso de ninguna clase. Al contrario, el grito
de uno y de todos era, «¡El predicador! ¡El predicador! ¡El
párroco! ¡El ministro!» (8) Que ninguna criatura, por lo
menos que yo oyera, puso nada contra mi cargo, ya fuera
verdadero o falso; quizás por el apuro se olvidaron ellos
mismos de proveer acusación alguna. Y finalmente, que
estaban tan completamente confundidos sobre lo que debían
hacer conmigo, que nadie propuso alguna cosa definida,
sino solamente, «¡Acaben con él; mátenlo de una vez!»
¡De qué manera tan suave nos prepara Dios para su
voluntad! Hace dos años un pedazo de ladrillo pasó rozando
mis hombros. Fue un año después que una piedra me cayó
entre los dos ojos. El mes pasado recibí un golpe; y esta
noche, dos: uno antes de llegar al pueblo y el otro antes de
salir del pueblo, pero ambos fueron como nada. Un hombre
me golpeó en el pecho con toda su fuerza y otro en la boca
con tal fuerza que la sangre salió a borbotones de
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 203
inmediato. No sentí mayor dolor por ninguno de estos
golpes pues fueron como si me hubieran tocado con una
paja.
No se debe de olvidar que cuando el resto de la
sociedad se escapó apresuradamente temiendo por sus
vidas, solamente cuatro no se movieron, William Sitch,
Edward Slater, John Griffiths y Joan Parks. Estos se
quedaron conmigo, resueltos a morir o vivir juntos.
Ninguno de ellos recibió un golpe, excepto William Sitch,
quien me sostuvo por el brazo de un lado al otro del pueblo.
Entonces fue arrastrado y derribado, pero prontamente se
levantó y vino a donde yo estaba. Después le pregunté lo
que esperaba cuando la turba vino sobre nosotros. El
respondió, «morir por Aquel que había muerto por
nosotros». No sintió apuro ni temor, sino que solamente
esperaba calmadamente que el Señor le pidiera su alma.
Le pregunté a J. Parks si ella no tenía miedo cuando
la arrebataron de mi lado. Ella dijo, «No, no más de como
estoy ahora. Pude confiar en Dios tanto por ti como por mí.
Desde el principio tuve plena confianza de que Dios te
libraría. No sabía cómo, pero eso lo dejé en sus manos y
estaba tan segura como si ya lo hubiera hecho.» Le pregunté
si era verdad que ella había peleado por mí. Dijo, «No. Yo
sabía que Dios pelearía por sus hijos.» ¿Perecerán estas
almas al final?
Cuando regresé a lo de Francis Ward encontré a
muchos de nuestros hermanos esperando la gracia de Dios.
También muchos que nunca había visto antes vinieron a
regocijarse con nosotros. A la siguiente mañana, cuando iba
por el pueblo camino a Nottingham, toda persona que
encontré me expresó tal cordial afecto que apenas podía
creer lo que veía y oía.
204 Diarios, Tomo 1
No puedo cerrar este tema sin insertar una
curiosidad tan grande en su género, que creo nunca se ha
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 203
visto cosa semejante en Inglaterra, habiendo tenido su
origen a los pocos días de este extraordinario suceso en
Walsall:
206 Diarios, Tomo 1
Staffordshire
A todos los altos-condestables, sub-condestables y otros
oficiales de paz de su Majestad, dentro de dicho condado y particularmente al
condestable de Tipton (cerca a Walsall):
Considerando que nosotros, los Jueces de Paz de su Majestad, por el
antedicho condado de Stafford, hemos recibido información que varias personas
desordenadas, que se nombran a sí mismos predicadores metodistas, inician
alborotos y desórdenes que dañan grandemente a los súbditos de Su Majestad y
atentan contra la paz de nuestro Soberano Señor el Rey.
Sirva la presente en el nombre de Su Majestad para ordenar a usted y
a cada uno de ustedes, dentro de sus respectivos distritos, hacer una búsqueda
diligente sobre los mencionados predicadores metodistas y traer a los que
encuentren ante alguno de nosotros, los jueces de Paz de su Majestad, para ser
examinados concerniente a sus actos fuera de ley. Dado de nuestras manos y
sellado, éste [12] día de octubre, 1743
J. Lane
W. Persehouse
58
Lc. 15.18.
apropiado por una mujer de la ciudad, que era pecadora.
Allí, cerca de la una, proclamé a éste a quien Dios ha
208 Diarios, Tomo 1
59
Hch. 5.31.
60
Lc. 7.44.
61
Mr. 1.15.
y
Diario 5, 6 de septiembre de 1741 - 27 de octubre de 1743 207
solamente debían creer y estar quietos, y dijo con voz
fuerte, «¡Sr. Wesley! Déjeme hablar unas pocas palabras.
¿No se ha dicho, "Cierto hombre tenía dos hijos. El le dijo
al menor, anda y trabaja en mi viña. Y el le contestó, no lo
haré; pero luego se arrepintió y fue?" Yo soy ése. Lo dije
ayer, "No iré a escucharle, no tendré nada que ver con
usted". Pero me arrepiento. Aquí está mi mano. Por la
gracia de Dios, no le abandonaré mientras viva.»
William Blow, la Sra. S____ y yo salimos a las seis.
Durante todo el viaje a Newcaste observé que ella
escasamente se reía y ni siquiera sonreía. En ningún
momento se quejó o aparecía conmovida por aquellas
difíciles circunstancias que muchas veces ocurrieron en
nuestro camino. Una seriedad constante o tristeza aparecía
en todo su comportamiento y conversación que parecía
venir de quien sentía la carga del pecado y estaba clamando
por la salvación. En el mismo espíritu, por todo lo que pude
observar o aprender, ella continuó así durante su estadía en
Newcastle. No mucho después, su esposo que se había
mudado de allí le escribió para que fuera donde él. Ella
salió en un barco rumbo a Hull. Una tormenta los
sorprendió en el camino. El barco empezó a hacer agua y a
pesar de estar cerca de la costa, donde muchas personas se
habían reunido, la marea había subido tanto que fue
imposible socorrerlos. La Sra. S____ fue vista parada en la
cubierta mientras que el barco se hundía gradualmente y
luego colgada de las sogas con sus manos hasta que los
mástiles igualmente desaparecieron. Aún entonces por
algunos momentos se le pudo ver flotando sobre las olas,
hasta que sus ropas, que la mantenían flotando, se mojaron
completamente y ella se hundió. Confío que fue en el
océano de la misericordia de Dios.
Diario 6
Desde el 28 de octubre de 1743
hasta el 16 de noviembre de 1746
30 He.
13.13. 5
Mi.6.9.
208 Diarios, Tomo I
31 Fil.1.23.
210 Diarios, Tomo I
Muchas veces las lágrimas corren sobre nuestros rostros y la alegría reina en
cada corazón.
Debo concluir con la plena seguridad de sus oraciones y con el
ferviente deseo de verle. Oh, ¿cuándo será la gozosa reunión? Quizás no en este
lado de la muerte. Si no fuera así, que la voluntad de mi Maestro sea hecha.
Su indigno hermano en el Señor,
John Haime
DOMINGO 25. Conversé con uno quien
grandemente elogiaba la forma cómoda en que los
Hermanos predican. Le comprendí bien. Uno que era un
creyente cae en descuido, o en pecado premeditado. Si
viene a escuchar nuestra predicación, le sacudimos todos los
huesos en pedazos. Si va a ellos, lo acarician y lo ponen a
dormir. ¿Cómo puede un reincidente escapar de esta
cómoda predicación?
DOMINGO 2 de diciembre. Estuve con dos
personas que creían que estaban salvos de todo pecado. Sea
así o no, ¿por qué no podemos regocijarnos en la obra de
Dios, siempre que esta salvación haya sido
incuestionablemente forjada en ellos? Por ejemplo. Le
pregunto a Juan C.: «¿Ora usted siempre? ¿Se regocija en
Dios en todo momento? ¿Da gracias en todo? 11 ¿En caso de
pérdida? ¿En el dolor? ¿En la enfermedad, en el
abatimiento, en las desilusiones? ¿Desea algo? ¿No teme a
nada? ¿Siente el amor de Dios constantemente en su
corazón? ¿Tiene un
11
1 Ts. 5.16-18.
testimonio en todo lo que habla y hace que sea agradable a
Dios?» Si puede solemnemente y deliberadamente contestar
afirmativamente, ¿por qué es que no me regocijo y alabo a
Dios por esa persona? Quizás porque tengo una idea muy
compleja de la santidad o de lo que es una persona
santificada. Así es que por temor de que esa persona no
214 Diarios, Tomo I
12
Las iniciales «O.S.» quieren decir «Old Style», y se refieren a uno de los dos
calendarios que a la sazón se usaban.
El día siete de los corrientes, cuando estábamos reunidos en la noche,
mientras oraba, uno de los que estaban arrodillados a mi lado gritó (como una
mujer con dolores de parto): «¡Mi Redentor! ¡mi Redentor!», lo que continuó
por unos diez minutos. Cuando se le preguntó lo que le pasaba, contestó que
había encontrado eso de lo que había oído a menudo, esto es, un cielo en la
tierra. Otros más hicieron mucho esfuerzo para abstenerse de gritar en la misma
forma.
Estimado señor, le soy un extraño a usted en la carne. No sé si le había
visto a usted con anterioridad, cuando le vi predicando en la plaza de
Diario 6, 28 de octubre de 1743 - 26 de noviembre de 1746 215
Kennington. En ese entonces le odiaba, tanto como ahora (por la gracia de Dios)
le amo. El Señor me persiguió con convicciones desde mi infancia e hice con
frecuencia muchas buenas resoluciones; pero encontrando, como siempre, que
no podía cumplirlas (porque fueron hechas enteramente en mi propia fortaleza).
Finalmente, abandoné todo esfuerzo y lucha y me entregué a toda clase de
lujuria y profanidad. Así continué por algunos años, hasta la Batalla de
Dettingen. Las balas de los cañones caían a mi alrededor y mis compañeros
caían por todos lados. Sin embargo, me conservé sin herida alguna. Pocos días
después de esta batalla el Señor tuvo a bien visitarme otra vez. Los dolores del
infierno se apoderaron de mí; las trampas de la muerte me rodearon. Ya no me
atreví a seguir cometiendo ningún pecado visible y oré a Dios ser
misericordioso con mi alma. Ahora estaba en busca de libros, pero Dios también
cuidó de esta necesidad. Un día cuando estaba trabajando, encontré una vieja
Biblia en uno de los vagones del tren. Para leerla, pronto busqué a mis viejos
compañeros (todos menos uno, quien todavía era una espina en mi carne). No
mucho después, él se enfermó y murió.
Mi Biblia era ahora mi sola compañera y yo me creí un muy buen
cristiano hasta que llegamos a nuestros cuarteles de invierno, donde me
encontré con John Haime. Muy pronto me aburrí de su presencia. El me robó mi
tesoro; hurtó mis dioses cuando me decía que yo y mis obras iríamos juntos al
infierno. Esta era una doctrina extraña para mí, quien estaba completamente
ignorante de la justicia de Cristo y sólo buscando establecer mi propia justicia.
Siendo por naturaleza terco de temperamento, mi pobre hermano estaba tan
confundido conmigo que a veces decidía (como me contó después) prohibirme
que le visitara más.
Cuando finalmente el Señor abrió mis ojos y me enseñó que por
gracia somos salvos por medio de la fe.13 Comencé inmediatamente a declararlo
a otros, aunque personalmente no lo había experimentado todavía. Mas el 23 de
octubre cuando William Clements estaba en oración, sentí repentinamente un
cambio en mi alma. Mis ojos se llenaron de lágrimas de amor. Supe que estaba
reconciliado con Dios a través de Cristo, lo que llenó mi alma con ferviente
amor hacia él, a quien veía ahora como mi único Salvador.
¡Cuán tierno el cuidado del Dios Todopoderoso en educar a sus hijos!
¡Cómo es que estamos sujetos a amar con tanta complacencia a un Padre y
postrarnos en admiración y adoración ante su gran y glorioso
13
Ef. 2.8.
nombre por sus tiernas misericordias!... Estimado señor, le ruego que ore por
éste que no es digno de ser portero del menor de los siervos de mi Maestro.
John Evans
El continuó predicando y viviendo el evangelio
hasta la batalla de Fontenoy. Uno de sus compañeros lo vio
allí, tendido sobre un cañón (con ambas piernas cercenadas
por una serie de balas atadas con cadenas), alabando a Dios
216 Diarios, Tomo I
14
Los herederos de Alexander Pope acusaban a Wesley de haber publicado
algunos de sus poemas sin el debido permiso. No se sabe en qué quedó el pleito.
VIERNES 19 de abril de 1745. William Fenwick
viajó conmigo a Linwood, donde el ministro de allí le había
dicho una y otra vez, «Asegúrate de traer al Sr. Wesley
contigo cuando él venga. Es para mi alma, para el bien de
mi pobre alma.» Cuando estábamos solos él me dijo,
«Señor, he leído sus escritos, pero no pude creerlos hasta
hace muy poco. Ahora sé que su doctrina es verdadera. Dios
Diario 6, 28 de octubre de 1743 - 26 de noviembre de 1746 217
¿seré un instrumento en las manos del diablo para destruir las almas por las
cuales Cristo murió? ¡Que mi lengua pueda adherirse a mi paladar en vez de que
continúe haciendo tan gran mal! ¡Señor, sé misericordioso conmigo y perdona
mi pecado, pues este es grande!
No estoy libre de culpa, pero bendito sea Dios, últimamente he
descubierto, o mejor dicho he sentido, en mi alma muchas cosas que eran
obstáculos a la obra de Dios. Antes las veía; pero las veía en vano. No me
preocupé por ser liberado de ellos. Por lo tanto permanecieron como otras tantas
barreras insalvables en mi camino. Últimamente he estado muy confundido; las
reprimendas que recibí me pusieron bajo estricto autoexamen. De pronto
encontré muchas cosas que estaban mal y me fueron una carga tan pesada que
pasaba todo el día afligido. Solamente Dios sabe lo mal que me sentí. Mas,
bendito sea Dios, que no me abandonó en mi angustia, sino que en medio de
mis problemas me dio consolación. ¡Que pueda mi alma alabarle por siempre!
He estado por mucho tiempo en un estado como de muerte, y sin vida,
habiendo perdido aquellos agradables sabores del amor de Dios que una vez
disfruté. No he podido encontrar ningún placer en la oración. Ni he podido orar
de lo profundo de mi corazón. Si me forzaba a orar (ya que era una cruz
dolorosa), la vergüenza cubría mi rostro y escasamente podía levantar mis ojos,
consciente de mi propia infidelidad a Dios y la negligencia de mi vigilancia. Se
suspendió toda relación entre Dios y mi alma. En verdad cuando oraba con otros
o les hablaba a otros, encontraba que el Espíritu de Dios elevaba mi propia
alma. Mas cuando me presentaba ante Dios en secreto, tratando de volcar mis
quejas delante de él, mi boca se cerraba y el diablo de inmediato susurraba a mis
oídos, «¿En qué te beneficia la oración?» Empero si perseveraba en la oración
mi mente se llenaba con miles de pensamientos superfluos, de tal manera que
me veía obligado a levantarme de mis rodillas, o podía solamente suspirar o
gemir de lo profundo de mi miseria. Mi corazón se endurecía más y más, de tal
manera que ciertamente pensé que a la larga me volvería un perdido.
Mas, bendito sea el Señor, hace algún tiempo encontré un avivamiento
de amor y he tenido más comunión con Dios que en otros tiempos recientes.
¡Que sea mi cuidado constante de vigilar y orar, pues la negligencia en esas
cosas fue la causa principal de mi muerte anterior! La ligereza e inconsistencia
de mente que solía oprimirme, encuentro que desaparecieron grandemente. Al
presente (Dios permita que continúe siempre) el recuerdo de ellas me apena.
Con frecuencia encuentro una gran dulzura en mi alma y puedo llorar por mi
ingratitud pasada hacia Dios. ¡Ore por mi, estimado señor, si usted me ama, que
nunca más resista su gracia!
No puedo decirle lo mucho que pienso que le debo a usted, delante de
Dios, por su cuidado, reproches y bondades. ¡Que Dios le recompense! Y que
yo nunca, nunca más pueda hacer mal uso de ello, sino brindarle amor y
reverencia y alabar a Dios por su amor en hacerle un instrumento de bien y
felicidad a mi alma.
Tho. Meyrick
MARTES 25 de junio. Viajamos a St. Just. Prediqué
a las siete a la más grande congregación que había visto
Diario 6, 28 de octubre de 1743 - 26 de noviembre de 1746 219
16
He. 13.13.
17
Is. 29.22.
con alegría.
Las balas de
los cañones
volaban por
ambos lados,
muchos eran
los hombres
que caían,
pero nada me
tocó hasta las
dos de la
tarde.
Entonces
recibí una
bala en el
brazo
izquierdo y
me regocijé
sobremanera.
Poco después
recibí otra
Diario 6, 28 de octubre de 1743 - 26 de noviembre de 1746 225
bala en el
brazo
derecho, lo
que me
obligó a
abandonar el
campo. Mas
apenas sabía
si estaba en la
tierra o en el
cielo. Fue
uno de los
días más
dulces jamás
gozado.
18
Sal. 29.10.
de las cuales se apostaron. Y aun así, del primero al último,
sólo diez o doce hombres cayeron, pues los tiros pasaban
volando sobre sus cabezas.
VIERNES 27. [Aquí Wesley cita una carta en la que se le
exhortaba a abandonar la Iglesia de Inglaterra. Se incluye más adelante en esta
serie de Obras de Wesley, entre su correspondencia.]
P. Doddridge
Su prudencia me ha sugerido un pensamiento, ¿sería
modesto llamarnos nosotros mismos humildes? Si la
expresión significa estar listos para servir en amor en
cualquier cosa humilde, como el lavado de pies a otros,
espero que pueda decir: «Soy su humilde servidor». Pero si
esto se refiere a alguien que en todo respecto es tan humilde
como debería ser, Dios me perdone que usurpe título tan
orgulloso. ¿En qué puedo decir «que ya lo he logrado»?
Sólo en que amo a mi divino Maestro y que no quisiera
tener ningún pensamiento en mi corazón que él pudiera
desaprobar. Siento una gran dulzura en tener la seguridad de
estar en su bendita mano, lo que no todo el mundo puede
tener y que verdaderamente pienso, me haría más feliz estar
en un calabozo oscuro que en diez mil mundos que me
impidieran tenerla. Por lo tanto, amo a toda criatura sobre la
tierra que lleve su imagen. Sin exceptuar a aquéllos que por
ignorancia, imprudencia o prejuicio me han lastimado
grandemente.
DOMINGO 6. Después de conversar largamente con
los líderes, ambos, hombres y mujeres, acordamos que nos
evitaríamos un gran gasto tanto en salud, como en tiempo y
dinero, si la gente pobre de nuestra sociedad pudiera ser
convencida de dejar de tomar té. Decidimos empezar
nosotros mismos y dar el ejemplo. Esperaba tener alguna
dificultad en romper con una costumbre de veintiséis años
de práctica. Como resultado, tuve dolor de cabeza los tres
primeros días, más o menos durante todo el día y estaba
medio dormido de mañana a noche. Al tercer día, el
miércoles en la tarde, perdí la memoria casi completamente.
Por la noche busqué mi remedio por medio de la oración. El
jueves por la mañana mi dolor de cabeza había
desaparecido. Mi memoria estaba alerta como nunca. No he
Diario 6, 28 de octubre de 1743 - 26 de noviembre de 1746 231
20
Hch. 28.22.
21
Véase Un nuevo llamado a personas razonables y religiosas, en
Obras de Wesley, 5:75-378.
234 Diarios, Tomo I
22
Los cuáqueros insistían en tratar a todos de «tú», pues no se debía
tratar a nadie con mayor respeto que el que se le daba a Dios. 23 Mr. 1.15.
MIÉRCOLES 10. Prediqué en Porkellis, en
Wendron, a muchos más que los que la casa podía albergar.
W____ T ____ de Sithney cabalgó conmigo a Gwennap, un
compañero inseparable del Sr. N____ siempre que pudiera
unirse a él en pleitos y borracheras, pero con sus
borracheras terminó la amistad del Sr. N____.
Cuando oyó que un tal John O____, un hojalatero,
estaba predicando, se fue allá con el propósito de hacer
bromas. Pero la palabra de Dios lo derribó a tierra. No
obstante el luchó en su esfuerzo, algunas veces tratando de
ir otra vez, otras veces resuelto a nunca ir más. Un día
cuando visitaba a su hermana, cargó a una pequeña niña (de
más o menos cuatro años) y le dijo: «Me dicen que tú
puedes cantar himnos. Ven, cántame un himno.» Ella
comenzó de inmediato
¡Mi alma, no demores!
Cristo llama, que le adores:
¡Levantaos, seguid al Salvador,
bendecid al día feliz y dad loor!
Ningún mortal habrá de saber Lo
que él promete conceder:
¡La paz, el amor y el consuelo:
Id a él, seguidle sin desvelo!
De inmediato él se levantó y se fue al servicio de
predicación. Esa misma noche encontró paz para su alma.
JUEVES 11. E____ T____ (la hermana de W____
T____) viajó conmigo a Camborne. Cuando ella se enteró
que su hermano era un «pervertido», fue a Sithney con el
propósito de rescatarlo. Mas no encontrando palabras justas,
ni nombres duros, ni juramentos, ni maldiciones, ni golpes
que pudieran convencerlo, se retiró renunciando a él y a
todo lo que le pertenecía y decidió del todo no verlo nunca
jamás.
Diario 6, 28 de octubre de 1743 - 26 de noviembre de 1746 235
37 Ro. 16.20.
236 Diarios, Tomo I
235
pero el espacio estaba tomado por el arriero. Le pedí que se
retirara o de lo contrario tendría que pasarle por encima.
Mas, el hombre, como si fuera sordo, caminó directamente
hacia adelante. Esto me obligó a frenar a mi caballo.
Mientras tanto el eje de la carreta le golpeó con fuerza en el
hombro, con tal impacto que lo tiró al suelo. El me lanzó
por encima de su cabeza, como flecha de arco, y quedé
tendido, con mis brazos y piernas, no sé cómo, estiradas y
cerca de la muralla. La rueda siguió corriendo, y pasó a mi
lado, pero solamente me ensució las ropas. No sentí la más
mínima ansiedad en mi espíritu, sino la misma compostura
como si hubiera estado sentado en mi estudio. Cuando se
fue la carreta me levanté. Muchas personas se reunieron en
derredor mío hasta que un caballero me invitó a que entrara
en su tienda. Después de limpiarme un poco volví a coger el
caballo y llegué a Wick a tiempo para mi predicación.
Regresé a Bristol (donde se había esparcido la
noticia de mi muerte) con tiempo suficiente para alabar a
Dios en la gran congregación y predicar sobre «Tú, oh
Señor, salvarás al hombre como a la bestia.»38 Mis
hombros, mis manos, mi lado, y ambas piernas estaban algo
amoratados; mis rodillas algo más; mi muslo derecho
mucho más, lo que me dificultaba para caminar. Un poco de
melaza caliente me quitó todo el dolor en una hora y la
cojera en uno o dos días.
LUNES 2. Empecé a examinar las clases. Los
líderes desearon, en sus tiempos libres, rendirme un corto
informe por escrito de los que estaban bajo su cuidado.
Entre otras muchas, recibí la siguiente nota:
Estimado señor,
38 Sal. 56.7.
Diario 7, 25 de noviembre de 1746 - 20 de julio de 1749 237
40 Ro.16.20.
240 Diarios, Tomo I
41 Sal.51.17.
242 Diarios, Tomo I
43 Sal.
127.5. 9
Is.55.7.
244 Diarios, Tomo I
10
1 P.3.15.
Diario 7, 25 de noviembre de 1746 - 20 de julio de 1749 245
11
Lc.24.34.
246 Diarios, Tomo I
12
1 Co. 4.21.
13
Ef. 4.3.
14
1 Stg. 1.19. 15 Ro.12.10.
248 Diarios, Tomo I
18
Lc. 18.13.
19
Mr. 9.44.
20
Lc. 14.17.
les escuchara; 5) que J.B., A.L., y J.W. tenían dones y gracia
y que habían sido de mucha bendición en el trabajo.
Finalmente, que el resto podría ser de mucha ayuda donde
no había predicador en su sociedad o en sociedades vecinas,
con la provisión de que no podían tomar otro paso sin el
consejo de quienes tuvieran mayor experiencia.
MARTES 4 de agosto. Salí para Irlanda.
Cabalgamos ese día (pero fue una dura empresa) a Builth,
donde prediqué en la noche sobre el Hijo Pródigo.
MIÉRCOLES 5. Salimos a caballo temprano en la mañana,
cabalgamos sobre las ásperas montañas de Radnorshire y
Montgomeryshire hacia Merionethshire. En la tarde quedé
sorprendido con uno de los mejores panoramas, en su clase,
que había visto en mi vida. Cabalgamos en un valle verde,
con hileras de árboles, que daban sombra y formaban un
emparrado por varias millas. El río corría a nuestra mano
derecha, a través de pedazos de rocas de todo tamaño,
forma y color. Al otro lado del río se levantaba la montaña a
una altura inmensa, casi perpendicular. Y no obstante, los
robles altos y derechos se levantaban, unos superiores a los
otros, del suelo a la misma cima; sólo aquí y allá, donde la
montaña no era tan empinada, se interponían pastos o
campos de trigo. A la distancia, tan lejos como el ojo podía
alcanzar, como si fuera un medio de contraste,
Una enorme montaña se erguía
21
Su ancha espalda desnuda lucía
con enorme, escarpadas rocas colgando sobre su cumbre,
que parecían inclinar la cima, presagiando la ruina.
SÁBADO 8. Encontrando un paquebote listo, lo
abordamos alrededor de las ocho de la mañana. Había una
252 Diarios, Tomo I
22
Ro. 3.23.
23
Lc. 24.26.
Leí hoy lo que se conoce como la historia más
verídica que existe de San Patricio. Pensándolo con
cuidado, me inclino a creer que San Patricio y San Jorge son
de la misma familia: la historia completa huele a romance.
Mencionando solamente a algunos detalles, el error
comienza en el mismo punto de partida. El Obispo de Roma
no tenía ningún poder al comienzo del siglo quinto como lo
supone este relato. Ni su tío, el Obispo de Tours, le hubiera
enviado en esa época a Roma en una comisión para
convertir a Irlanda, puesto que él mismo tenía tanta
autoridad sobre aquella tierra como cualquier otro obispo
italiano. Aún más, si Dios le hubiera enviado allá, él no
hubiera enterrado su talento por tanto tiempo. Jamás he
escuchado de un apóstol que duerma por treinta y cinco
años y empiece a predicar a los sesenta. Sin embargo su
éxito me asombra más que todo. No hay sangre de mártires
aquí, ni reproche, ni escándalo de la cruz; ni persecución de
aquellos que desean vivir piadosamente. Nada ha de
escucharse de principio a fin, a no ser que sea sobre reyes,
nobles, guerreros, inclinándose ante él. Miles se convierten
sin oposición alguna: doce mil en un solo sermón. Si estas
cosas fueran así, entonces no existiría el demonio en el
mundo, o san Patricio no predicó el evangelio de Cristo
MIÉRCOLES 27. En la noche leí las cartas. 24 Mi
voz era débil, pero creo que se podía oír. Conforme leía una
Diario 7, 25 de noviembre de 1746 - 20 de julio de 1749 261
27
Citade Horacio: «derriba, construye, cambia lo cuadrado en redondo».
y las matemáticas, no ha ganado terreno, no teniendo los
maestros actuales principios fijos de ninguna clase.
DOMINGO 3 de julio. Prediqué en el salón a las
cinco, y a las nueve en mi estrado habitual en la cruz. Las
nubes aparecieron justo a tiempo (siendo una mañana
calurosa y de sol) para darnos sombra a mí y a la
congregación; pero a la misma vez tanto la luz como el
poder del Altísimo estaban sobre muchas de sus almas.
Estuve bastante sorprendido cuando escuché al Sr.
Romley predicar. Aquella voz suave, tranquila y armoniosa,
que él solía usar para blasfemar la obra de Dios, estaba
perdida, sin esperanza de recuperación. Todo remedio había
sido probado, pero ninguno sirvió. Hablaba ahora de una
manera chocante que un cuarto de la congregación no podía
oír claramente.
El Sr. Hay, el rector, leyó las oraciones. Yo tuve una
vez más el consuelo de recibir la Santa Cena en Epworth.
Después del servicio de la tarde, prediqué nuevamente en la
cruz, a casi la totalidad del pueblo. Veo claramente que
hemos juzgado impropiamente cuando medimos el aumento
de la obra de Dios, en éste y en otros lugares, basados
solamente en el crecimiento de la sociedad. La sociedad
aquí no es numerosa, pero Dios ha actuado sobre todo este
lugar. La violación del día de descanso y la borrachera no se
Diario 7, 25 de noviembre de 1746 - 20 de julio de 1749 265
29
Lc.19.37.
como a las dos de la tarde y prediqué a las tres en el
mercado de allí, a una gran multitud de personas reunidas a
un llamado de último momento. Cerca de las siete prediqué
en la calle en Osmotherley. Llovió casi todo el tiempo, pero
nadie se retiró. Nos fuimos a caballo como a las cinco, el
MIÉRCOLES 17, y en la tarde llegamos a Leeds.
DOMINGO 28. Fui invitado por el Sr. U., ministro
de Goodshaw, a predicar en su iglesia. Comencé a leer
oraciones a las siete, pero previendo que la iglesia apenas
podría dar cabida a la mitad de la congregación, después de
las oraciones salí, me paré en la pared del cementerio en un
lugar con sombra, de donde expliqué y recalqué aquellas
palabras de la Segunda Lección, «por poco me persuades a
ser cristiano».30
Me sorprende que haya quienes todavía hablan tan
fuerte de la «indecencia» de predicar al aire libre. La mayor
indecencia está en la Iglesia de St. Paul, cuando una parte
considerable de la congregación se duerme, habla o mira a
su alrededor, no importándole una palabra de lo que dice el
predicador. Por otro lado, hay la más alta decencia en un
cementerio o campo abierto, donde toda la congregación se
comporta y luce como si viera al Juez de todos y le oyera
hablar desde el cielo.
A la una fui a la cruz en Bolton. Allí estaba un
buen número de personas, pero la mayoría de ellos
completamente incultos. Tan pronto comencé a hablar,
Diario 7, 25 de noviembre de 1746 - 20 de julio de 1749 269
30
Hc.26.28.
270 Diarios, Tomo I
31
1 Co. 1.30.
Diario 7, 25 de noviembre de 1746 - 20 de julio de 1749 271
32
Obras de Wesley, 6:11-73.
mayoría del pueblo que lo que predicamos es la pura verdad
del evangelio.
VIERNES 23. Prediqué en St. Ives, Ludgvan y
Gulval. SÁBADO 24 en St. Just. Me regocijé con la
sociedad de aquí, porque sus corazones son tan simples y se
dirigen hacia Dios. De ciento cincuenta personas, más de
cien caminan en la luz de su rostro.
DOMINGO 13 de noviembre. Sarah Peters, una
amante de almas, una madre en Israel, descansó. Durante
una detenida observación de varios años nunca la vi, aun en
los momentos más cruciales, en grado alguno enojada o
descompuesta. Siempre era amorosa, siempre feliz. Este era
su don peculiar y su cuidado continuo era buscar y salvar
lo que se había perdido,33 apoyar al débil, consolar al
pusilánime, y traer de nuevo al que se había salido del
camino. Y haciendo esto Dios la dotó más que a su
semejante con el amor que todo lo sufre, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta.34
«En estos últimos cuatro años» (dice una que estuvo
íntimamente ligada a ella) «solíamos una o dos veces a la
semana desahogarnos mutuamente. Nunca supe que ella
tuviera una duda en relación a su propia salvación. Su alma
estaba siempre llena con la llama sagrada del amor y corría
a Cristo como los carros de Aminadab.35 Ella solía decir,
"Pienso que soy toda espíritu; debo estar siempre en
movimiento, no puedo descansar, día o noche, sino cuando
recojo almas para Dios." Sin embargo con frecuencia se
quejaba de su debilidad e imperfecciones y clamaba, "soy
una sierva inútil." A veces me sentía celosa que ella llevara
33
Lc. 19.10.
272 Diarios, Tomo I
34
1 Co. 13.7. 35 Ct.6.12.
su caridad demasiado lejos, no dándose lo que necesitaba.
Mas ella contestaba, "Puedo vivir con un sola comida al día
y así puedo dar a aquellos que nada tienen".»
El domingo, octubre 9, ella y otra persona fueron a
visitar a algunos malhechores condenados en Newgate.
Preguntaron por John Lancaster en particular, quien había
solicitado su visita. El le pidió que fueran a su celda, lo que
hicieron voluntariamente, aunque algunos les disuadían de
hacerlo, debido al peligro de contraer destemplanza de
cárcel (un tipo de fiebre pestilente), de la cual había una
epidemia entre los prisioneros. Ellos pidieron que él llamara
a reunión a tantos prisioneros como quisieran venir. Seis o
siete de aquellos que estaban bajo sentencia de muerte
vinieron. Cantaron un himno, leyeron una porción de la
Escritura y oraron. Todo el pequeño grupo lloraba. La
mayoría lucía profundamente convencidos de su estado de
perdición. Desde ese momento sus trabajos fueron
infatigables entre ellos, orando con ellos y por ellos, noche
y día.
John Lancaster dijo, «Cuando acostumbraba venir a
la Fundición cada mañana, lo que continué por algún
tiempo, nunca pensé de estar en un lugar como este. En ese
entonces sentía el amor de Dios y pensaba que nunca más
debía cometer pecado alguno. Mas un tiempo después dejé
de asistir a la predicación y así mis buenos deseos se
esfumaron. Caí de nuevo en las diversiones que había
dejado a un lado y las amistades que había dejado. Un día
mientras jugaba bolo con alguno de ellos, un joven con
quien ahora tenía mucha amistad me dio parte del dinero
que había estado recibiendo por algunos objetos robados.
Esto, con su constante insistencia, me forzó a que
Diario 7, 25 de noviembre de 1746 - 20 de julio de 1749 273
36
2 Ti. 4.7.
SÁBADO 28 de enero de 1749. Le eché un vistazo
al famoso folleto del Sr. Daillé sobre el correcto uso de los
Padres.37 Pronto vi la oportunidad que aquel buen hombre
había dado a los enemigos de Dios para blasfemar. También
que el Dr. Middleton en particular, había usado
extensamente esa obra para derrocar todo el sistema
cristiano.
VIERNES 31 de marzo. Comencé a abreviar la obra
Cristianismo primitivo del Dr. Cave. ¡Oh qué gran pena que
tanta piedad y estudio vayan acompañados de tan poco
juicio!
[Wesley está en Irlanda.]
LUNES 22 de mayo. Cuanto más converso con esta
gente más me asombro. Es manifiesto que Dios ha hecho
una gran obra entre ellos. Sin embargo, la mayoría,
creyentes y no creyentes, no son capaces de dar una
exposición razonable de los principios más sencillos de la
religión. Está claro que Dios comienza su obra en el
corazón y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.38
VIERNES 2 de junio. Fui llamado por un clérigo
que había venido de doce millas de distancia con el
propósito de hablar conmigo. No teníamos disputa alguna,
sino que deseábamos simplemente esforzarnos para
fortalecernos mutuamente en presencia de Dios.
En la noche una joven mujer me informó que el Dr.
Brown les había asegurado a ella y a muchos otros (1) que
282 Diarios, Tomo I
39
Lc. 18.13.
otros, lamentándose ante Dios, se redobló. Empero
nosotros continuamos luchando con Dios en oración hasta
que nos dio una respuesta de paz.
MIÉRCOLES 19 de julio. Terminé la traducción de
la vida de Martín Lutero. Sin duda fue un hombre altamente
favorecido de Dios y un bendito instrumento en sus manos.
¡Pero oh! ¡Qué lástima que no tuvo un amigo fiel! Uno que
pudiera ante todo riesgo increparlo con sencillez y agudeza
por su espíritu rudo e intratable y su celo cortante por sus
propias opiniones, cosas que tanto dificultan la obra de
Dios.
Diario 8
Desde el 20 de julio de 1749 hasta
el 30 de octubre de 1751
44 Se trata de William Law, autor puritano muy leído en esos tiempos. Wesley
siempre admiró su dedicación y seriedad, pero a la postre rompió con él, porque
su puritanismo le parecía harto legalista, y hasta una negación del evangelio de
la gracia.
278 Diarios, Tomo I
277
alta voz: «Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus
pensamientos».45 La palabra de Dios prevaleció sobre la
bravura humana. Nadie se opuso o interrumpió y hubo un
marcado cambio en el comportamiento de la gente cuando
más tarde atravesamos el pueblo.
Llegamos a Bolton cerca de las cinco de la tarde. No
bien habíamos llegado a la calle principal cuando nos dimos
cuenta que los leones en Rochdale eran ovejas en
comparación a los de Bolton. Tal rabia y amargura casi
nunca antes había visto en ninguna criatura que tuviera la
forma de persona. Nos siguieron a puro grito a la casa
donde fuimos y, tan pronto como entramos, tomaron
posesión de todas las entradas a ella y llenaron la calle de
principio a fin. Después de cierto tiempo las olas no rugían
tan fuertes. El Sr. Perronet pensó que podía aventurarse a
salir. Inmediatamente lo rodearon, lo derribaron y lo
rodaron en el lodo, así que cuando se pudo escapar de ellos
y entró de nuevo a la casa, a duras penas se podía decir
quién o qué era. Cuando la primera piedra nos cayó a través
de la ventana, esperaba que siguiera una lluvia de ellas o
algo parecido, sobre todo por cuanto ahora se habían
conseguido una campana para llamar y juntar a todas sus
fuerzas. Pero su plan no era llevar a cabo el ataque a la
distancia. En ese momento uno entró corriendo y nos dijo
que la turba había irrumpido en la casa y agregó que tenían
a John Bennet en medio de ellos. Efectivamente lo tenían, y
él aprovechó la oportunidad para advertirles de los terrores
de Dios les combatían.46 Mientras tanto David Taylor atrajo
a otra parte de ellos con palabras más tranquilas y suaves.
45 Is. 55.7.
46 Job 6.4.
Diarios 8, 20 de julio de 1749 - 30 de octubre de 1751 279
4
2 S. 15.31.
JUEVES 8 de febrero. Era alrededor de las doce y
cuarto cuando el terremoto comenzó en las afueras de la
ciudad. Empezó en la parte sureste, siguiendo por
Southwark, debajo del río y luego de un lado a otro de
Londres. Se sintió en Westminster y en Grosvenor Square a
un cuarto para la una (quizás, si tomamos en cuenta la
diferencia entre relojes, cerca de un cuarto de hora después
que comenzó en Southwark). Hubo tres sacudidas bien
marcadas, u ondas de un lado para otro, acompañadas de un
ruido profundo y retumbante como un trueno. ¡Con qué
gentileza trata Dios a esta nación! ¡Oh que nuestro
arrepentimiento pueda prevenir mayores señales de su
desagrado!
VIERNES 9. Tuvimos una cómoda vigilia en la
capilla. Cerca de las once me vino a la mente que éstos eran
el mismo día y hora en que, hace cuarenta años, fui sacado
de las llamas. Me detuve y presenté un corto relato de
aquella maravillosa providencia. La voz de alabanza y
acción de gracia se elevó a lo alto, y grande fue nuestro
regocijo delante de Dios.
El LUNES 12 había proyectado salir para Bristol,
pero no pude hacerlo todavía, por haber en Londres un
fuego tal de despertar. Sin embargo, viajé a Brentford y
prediqué tal como me había comprometido y luego seguí
hacia Chertsey. Se había hecho un buen trabajo de hacer
correr la voz en el pueblo que yo no llegaría esa noche. Sin
embargo, muchos llegaron a ver si había venido o no, a
quienes les ofrecí, la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
[Wesley está en Gales, con planes de partir hacia Irlanda.]
Diarios 8, 20 de julio de 1749 - 30 de octubre de 1751 281
6
1 P.4.7.
encantador. Los senderos, cada uno consistente de cuatro
filas de fresnos, los grupos de árboles esparcidos por
doquier, mezclados con los céspedes más suaves y verdes,
eran bellísimos, difíciles de describir. Y ¿qué tenía el dueño
de todo esto, el Conde de Arran? Nada, ni siquiera verlos
con sus ojos.48
Mi caballo se cansó en la tarde, así que lo dejé y
pedí prestado el de mi compañero. Llegué a Emo cerca de
las once y me hubiera quedado a pasar el resto de la noche
allí, pero la buena señora de la posada no pensaba que debía
hacerlo. Por algún tiempo no me contestaba; finalmente
abrió la puerta lo suficientemente como para dejar que
cuatro perros se me tiraran. Proseguí a Ballybrittas,
esperando el mismo saludo de un gran perro que
acostumbraba estar en el patio. Sin embargo, éste ni se
movió hasta que el mozo se despertó y salió. Cerca de las
doce me acosté. Pienso que éste fue el viaje más largo de un
día que haya hecho, ya que cabalgué cincuenta millas
irlandesas antiguas (esto es cerca de noventa inglesas).
10
Mt. 19.12.
11
Wesley dice «Midsummer day». Esto se refiere al solsticio de verano,
pero porlo general se celebraba el día de San Juan, 24 de junio.
5. La violación continua de aquella regla, «Nunca dejar que los
niños trabajen sin la presencia de un maestro», ocasionó que los estudiantes
aumentaran en su violencia más y más, hasta que perdieron todas las
impresiones religiosas que tenían. Y esto se aceleró, puesto que cuatro o cinco
de los muchachos mayores mostraron una maldad poco común.
6. Cuando regresé en septiembre de 1750 encontré que los
estudiantes se habían reducido a dieciocho. Decidí limpiar la casa
completamente. A dos de los muchachos (uno de ellos perfectamente malvado)
se les envió de regreso a su casa sin demora. Mary Davey, Thomas Richards,
Richard Moss y tres sirvientas ya se habían ido. R____ T____, Walter Sellon y
Abraham Grou se fueron después. Así solamente se quedaron dos maestros, Mr.
Jones y Spencer con la Sra. Hardwick, una sirvienta y dieciséis estudiantes.
7. Ahora tenía la esperanza de que fuera tiempo para que Dios
reviviera su obra, pero no habíamos reducido todavía lo suficiente. Así es que
primero John Jones y después William Spencer se cansaron y de nuevo las
reglas dejaron de cumplirse. Al siguiente invierno, el Sr. Page murió y otros
cinco estudiantes se retiraron. Lo que debilitó aún más el trabajo de los
maestros fue la forma agria y diabólica de hablar de algunos de ellos que
continuamente se esforzaban para que los alumnos que quedaban se retiraran o
para evitar que otros entraran a la escuela.
8. Hay ahora dos maestros, un ama de llave, una sirvienta y
once niños. Creo que todos en la casa por fin tienen un solo ideal y confían en
que Dios les bendecirá al final más que al comienzo.
Diario 9
Desde el 20 de julio de 1750 hasta
el 28 de octubre de 1754
289
de la casa.» Pensé que era extraño, pues sabía nada de medicina. Sin embargo,
no me atreví a razonar. Así que fui.
290 Diarios, Tomo I
que es muy común entre las mujeres.» Sin embargo, encontré una gran
bendición durante los dos o tres meses que trabajé allí, pero no pude quedarme
porque tenía la fuerte impresión de que debía ir a trabajar en Jamaica.
10. Al mencionarle esto a los Hermanos, me dijeron que debía ir
allá lo antes posible, pero me sería conveniente ir primeramente a Pennsylvania
y pasar un corto tiempo en Bethlehem. 51 Yo pensé que ellos sabían lo mejor. Así
que en el año 1744 dejé mi taller, abandoné todos mis problemas sin resolverlos
y me embarqué para Pennsylvania.
11. Estuve bien ocupado Bethlehem, pues fui elegido
predicador general y se esperaba que participara en todas las conferencias. No
pasó mucho tiempo cuando me sentí más preocupado que nunca viendo tanta
maña y sutileza, y además con todo ello mucho orgullo, pompa y tiranía en
quienes gobernaban la iglesia. Un ejemplo entre los muchos, podría ser éste: W.
Harding, quien llegó algún tiempo antes que yo y que era pastor regular, les
había hablado libremente y con cariño de muchas cosas que él pensó eran
censurables. Debido a esto fue destituido de todas sus obligaciones y se les
prohibió a todos los Hermanos que le hablaran. Al ser olvidado por todos, se
sintió mucho más incómodo, tildándolo los Hermanos de loco. Por esto fue
encerrado y le traían comida una o dos veces al día dos o tres jóvenes. Estos a
su vez le pegaban muchas veces con severidad. Al tiempo él buscó la
oportunidad y se escapó, pero ellos le siguieron y lo agarraron. Construyeron
una casa de madera de unos diez pies cuadrados y muy oscura para él a casi un
cuarto de milla del pueblo. Yo estaba caminando solo cerca de este lugar cuando
ellos le trajeron. Sus gritos y súplicas hubieran atravesado un corazón de piedra.
El suplicaba que podía limpiar zapatos, servirles agua, cortar la leña, o lo que
ellos dijeran, al aire libre; pero no se lo permitieron: fue callado. Casi seis
semanas después, cuando abrieron un día la puerta para alcanzarle alguna
comida, él salió corriendo, se escurrió entre ellos y se dirigió a Philadelphia a
toda la velocidad posible. Viéndose perseguido muy de cerca, corrió hacia el río
(él era un excelente nadador) saltó al agua, se hundió y no salió más.
12. Estaba entonces en Nueva York, de donde regresé a
Bethlehem en enero de 1746. Mas no tenia descanso en mi espíritu, hasta que
después de tres semanas me fui a Philadelpia, donde dos de los Hermanos y una
viuda vivían en la casa de los Hermanos. Allí alquilé un cuarto y le pedí a la
viuda, por no contar con la conveniencia de poder hacerlo, que me hirviera un
poco de agua en la mañana para mi te. Mientras tanto, todos los Hermanos en
Philadelphia estaban advertidos de no conversar conmigo. No mucho después
dos de ellos escribieron al Sr. Spangenberg que yo vivía en adulterio con la
viuda. Cuando me enteré de esto, fui de frente a los Hermanos y le dije al Sr.
Spangenberg la verdad del asunto, quien inmediatamente escribió a
Philadelphia diciendo que yo había confesado que era cierta la acusación.
13. Estaba ahora completamente cansado de la humanidad.
Conseguí una pequeña casa en el bosque y a unas cuantas millas de distancia de
cualquier pueblo, resuelto a pasar el resto de mis días solo. Aquí permanecí
como cuatro años, hasta que una tarde el Sr. Spangenberg y el yerno del Conde
52 Dt.33.25.
53 Ec.12.5.
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 293
54 Fil. 1.23.
55 Lc.12.20.
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 295
56 Mr.8.36.
296 Diarios, Tomo I
7
1 S. 3.18.
8
Ro.15.13.
A mi regreso a Bolton escribí un relato relacionado
con uno que recientemente adornó el evangelio. Fue como
sigue:
En abril de 1746 Katherine Whitaker fue a Halifax a escuchar a John
Nelson. Ella se había convencido antes de la verdad a través de la lectura y
desde ese momento creció con más y más firmeza. Al año siguiente John
Haughton nos visitó en nuestra casa. Cuando se retiraba, regresó y le tomó la
mano, diciéndole, «Usted tiene que creer, pueda o no.» Tan pronto como él se
fue, ella empezó a clamar a Dios y no dejó de hacerlo hasta que supo que creía
en Cristo. Nunca después de esto perdió el sentir de su amor, ni podía descansar
si encontraba la menor nube hasta que ésta desaparecía completamente y la luz
brillaba nuevamente en su alma.
En mayo de 1750 se mudó a Bolton y poco después parecía estar
tuberculosa. Mas esta condición no la eximió de levantarse a las cinco, cuatro o
298 Diarios, Tomo I
9
Hch. 28.22.
10
Lc. 17.1-2. 11 Mt.7.12.
300 Diarios, Tomo I
18
1 Ts. 2.12.
19
En tiempos de Wesley, la «electroterapia» estaba muy en boga. Para el propio
Wesley, la electricidad era un gran misterio. Es su Diario, el 16 de septiembre
de 1747, dice: «Fui con dos o tres amigos a ver el espectáculo llamado Los
experimentos eléctricos. ¡Cómo deben confundir estos experimentos a todos
esos semipensadores que no creen sino lo que pueden comprender!»
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 305
escarlata, que les llegan solamente hasta la rodillas. La
mayor parte de las que vi estaban muy sucias, algunas muy
raídos y todas de una tela muy ordinaria. La gran iglesia es
un edificio magnífico. La parte exterior es similar a la de la
mayoría de las catedrales en Inglaterra. Pero está
miserablemente dilapidada en el interior, sin que le quede
forma, belleza o simetría.
A las siete de la noche el Sr. Gillies empezó el
servicio en su propia iglesia (la de la universidad). Estaba
tan llena antes que yo llegara que no pude entrar sin tener
gran dificultad. Después de cantar y orar, explicó una parte
del catecismo, que lo aplicó en forma decidida y amorosa.
Después del sermón, oró y cantó otra vez y concluyó con la
bendición.
Entonces repartió, uno tras otro, cuatro himnos, los
que fueron cantados por una docena de jóvenes. Antes había
invitado a quienes que así lo desearan a retirarse. Pero casi
nadie se movió hasta que todo terminó.
DOMINGO 22. Llovió mucho. Sin embargo, más de
mil personas (según calculo) permanecieron con toda
voluntad mientras expliqué y apliqué: «esta es la vida
eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado».20 Después quise predicar
en la prisión, lo que hice cerca de las nueve. Todos los reos,
así como los deudores, se comportaron con tal reverencia
como nunca la había visto en ninguna prisión en Inglaterra.
Pudiera ser que aun algunos de estos pecadores ocasionen
gozo en el cielo.21
El comportamiento de la gente en la iglesia, tanto en la
mañana como en la tarde, fue más allá de cualquier cosa
20
Jn. 17.3. 21 Lc.15.7.
306 Diarios, Tomo I
que haya visto in nuestras congregaciones. Nadie se saludó
o se hizo reverencia, ya sea antes o después del servicio. De
principio a fin nadie habló o miró a su alrededor, sino
solamente al ministro. Seguramente muchos tendrán
apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella.22
La pradera donde prediqué en la tarde estaba llena
de lado a lado. Hablé con todo cuidado, como nunca en mi
vida. Muchos de los estudiantes y soldados estaban allí. Y
doy testimonio que se mostraron capaces de sufrir la sana
doctrina.23
MIÉRCOLES 25. Llegamos a Alnwick en el día
cuando quienes han pasado su aprendizaje son liberados del
gremio. Dieciséis o diecisiete, nos informaron, iban a recibir
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 307
22
2 Ti. 3.5.
23
2 Ti.4.3.
profundo que algunos de ellos se hunden hasta el cuello y
muchos otros hasta el pecho.24
VIERNES 11 de mayo. Cabalgué a Rufforth y
prediqué a la una. La congregación estuvo muy atenta. Un
hombre joven, con gran seriedad y bien comportado y
gozándose en su primer amor, quien había salido minutos
antes que yo, fue arrojado por su caballo y (como se dice) se
rompió el cuello. En ese instante, una persona que pasó y
que entendía del caso le agarró el cuello y se lo puso en su
lugar. ¡Oh misterio de la Providencia! ¿Por qué no murió
este hombre cuando estaba lleno de humildad, sagrado
amor? ¿Por qué vivió para volverse atrás del santo
mandamiento25 que estaba escrito en su corazón?
SÁBADO 2 de junio. Sin saber a duras penas cómo
dar crédito a una extraña historia que había oído, que uno de
nuestros predicadores estaba acostumbrado a predicar
mientras dormía, investigué más sobre el particular recibí el
siguiente relato:
El viernes, 25 de mayo, cerca de la una de la mañana, estando
profundamente dormido, empezó a hablar. En dos o tres minutos se hicieron
presentes, William, Mary, Amelia Shent, John Haime, John Hapson, Joseph
Jones, Thomas Mitchell y Ann Foghill.
El primeramente exhortó a la congregación a «cantar con el espíritu y
también con el entendimiento», luego les dio las instrucciones de cómo hacerlo.
Entonces comenzó a anunciar ese himno, línea por línea,
Ven, Espíritu Divino, paloma celestial Con
todo tu poder de avivamiento;
dando el tono y cantándolo hasta el final. Agregó una exhortación para que
«prestaran atención de lo que oyeron». Entonces mencionó su texto, 1 Juan
5.19: Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.
Dividió su discurso en seis partes, tratando de mostrar: (1) Que todos los
verdaderos creyentes «son de Dios». (2) Que los tales «saben» que «son de
24
Se trata de una antiquísima costumbre de este lugar, basada en una tradición
según la cual el rey Juan Sin Tierra mató a un jabalí en ese lodazal. Cuando un
308 Diarios, Tomo I
aprendiz alcanzaba el rango de jornalero libre, se celebraba la ocasión como
Wesley cuenta. La costumbre continuó hasta el 1853. 25 2 P.2.21.
Dios». (3) Que «el mundo está bajo el maligno». (4) Que cada individuo que es
del mundo está en esta condición. (5) El terrible fin del mundo. Por último (6)
cerró con una exhortación para aquéllos que eran «de Dios» y para aquéllos
otros que eran «del mundo».
Después de haber predicado sobre dos o tres de estos puntos, los dejó
y comenzó a hablar con un clérigo que había entrado y le interrumpió.
Discutieron por algún tiempo. El le dejaba espacio al clérigo para que
propusiera sus objeciones y que luego les daba respuesta una a una. Después
pidió que la congregación, ahora que se había retirado el perturbador, le diera
gracias a Dios, y para eso les dirigió en el canto,
«¡Bendito sea el Señor de donde viene toda bendición!»
Cuando terminó de predicar pidió que la sociedad se reuniera.
Primeramente les dirigió en un himno, como antes, y luego los exhortó a amarse
unos a otros: (1) porque tenían un solo Creador, Preservador y Padre; (2) porque
tenían un solo Redentor; (3) porque tenían un solo Santificador; (4) porque
estaban caminando en el único sendero de santidad; y (5) porque todos iban a un
mismo cielo.
Tras cantar el himno de despedida, dijo (conforme le daba la mano a
cada uno): «Buenas noches, hermano. Buenas noches, hermana». Esto duró
como hasta un cuarto para las dos, estando él completamente dormido todo el
tiempo. En la mañana no sabía nada de todo esto. Creía haber dormido de la
noche a la mañana sin haber soñado nada.
¿Bajo qué principios filosóficos podemos juzgar
esto?
MARTES 5 de junio. Cabalgué a casa de Jonathan
Booth en Woodseats, cuya hija había estado enferma en una
manera muy extraña. El relato que sus padres dieron de ello
fue el siguiente:
A mediados de diciembre de 1752, Elizabeth Booth, hija, de unos diez
años de edad, empezó a quejarse de un dolor en su seno, lo que continuó por
tres días. Al cuarto día, en un momento, sin provocación alguna, empezó con
violenta cólera, injuriando a su madre y arrojando a la sirvienta lo que tenía a la
mano. Este ataque continuó cerca de una hora. Luego en un instante se calmó. A
la siguiente mañana cayó en otro tipo de ataque, encontrándose estirada y tiesa
como vaca muerta. Así permaneció cerca de una hora. En la tarde fue
repentinamente sacudida por una risa violenta e involuntaria. Así tuvo algunos
de estos ataques varias veces al día por cerca de un mes. En los períodos de
descanso sentía gran pesar en su alma y continuamente clamaba pidiendo
misericordia, hasta que un sábado, mientras que se encontraba acostada en la
cama, clamó, «Yo sé que mi Redentor vive.» Su fe y amor aumentaron desde
ese momento, pero también la violencia de sus ataques. Con frecuencia cuando
se regocijaba y alababa a Dios, gritaba, «¡Oh Señor!» y perdía sus sentidos al
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 309
momento, acostada como muerta, riéndose con violencia o delirando y
blasfemando.
A mediados de febrero se puso peor que nunca. Con frecuencia trató
de lanzarse al fuego o por la ventana. A menudo trataba de romper la Biblia,
maldiciéndola en términos muy amargos. Muchas veces exclamó juramentos y
blasfemias demasiado horribles para ser repetidos. Después de la Biblia su
mayor cólera era contra los metodistas y en especial contra el Sr. Wesley. Con
frecuencia nos decía donde él estaba y lo que hacía, agregando, «El estará aquí
pronto», y en otras ocasiones, «Ahora galopa por el camino y dos hombres
vienen con él». En los intervalos que tenía de sus ataques se ponía muy tonta y
abatida como si no tuviera sentido común; y sin embargo, a veces irrumpía en
vehementes oraciones, para asombro de todos los que la escuchaban.
Algunas veces se quitaba toda la ropa y corría de arriba abajo de la
casa, gritando y llorando, «¡Sálvenme, sálvenme! El me hará pedazos». En otras
oportunidades vociferaba: «El me está despedazando los senos; me está echando
plomo derretido por la garganta. Ahora sufro lo que los mártires sufrieron. Pero
no tengo la fe de mártir.»
Con frecuencia hablaba como si fuera otra persona, diciéndole a su
padre, «Esta niña no es tuya, es mía. Me he posesionado de ella y la voy a
guardar» y otras muchas expresiones como éstas.
A menudo parecía estar en trance y decía que tenía muchas visiones:
algunas veces del cielo, infierno o juicio. Otras veces de cosas que decía en
corto tiempo iban a pasar.
A principios de marzo la Sra. Green llegó de Rotherham, quien me
contó personalmente el siguiente relato: «Tan pronto llegué ella entró en otra
crisis de ataques, blasfemando y maldiciendo a su padre y a mí. Añadió, `fui yo
la que enfermé al caballo de la Sra. Green el otro día' (el que se había enfermado
de una manera extraña, tan pronto como fue puesto en el establo). `Lo hice para
que usted no pudiera predicar nunca más; y casi lo logré. Fui yo quien la
enfermó a usted anoche.' Quedé sobrecogida en una forma poco común. Durante
todo el tiempo que ella hablaba, estaba con violentas convulsiones y parecía
estar en fuerte agonía. Después de casi un cuarto de hora comenzó a orar y
entonces se recuperó, pero todavía triste y apesadumbrada.»
John Thorpe de Roherham con frecuencia deseaba orar por ella en la
congregación. Pero a menudo lo estorbaba una impresión fuerte y súbita en su
mente de que ella estaba muerta. Cuando él llegó a Woodseats y empezó a
mencionar lo que había deseado, la niña que pasaba por una ataque de cólera,
gritó: «He engañado a Thorpe», e irrumpió en fuerte risa.
Al principio de mayo, todos esos síntomas cesaron. Y continuó en
buena salud de alma y cuerpo.
LUNES 23 de julio. Viajé a Launceston y tuve la
primera reunión general de mayordomos para la parte
oriental de Cornwall. En la noche prediqué en perfecta paz.
Esto es una gran bendición, siempre que no se haya
310 Diarios, Tomo I
comprado a un precio demasiado elevado: que el mundo
empiece a amarnos porque nosotros lo amamos.
DOMINGO 29. Prediqué a las ocho a una
congregación todavía más grande; y en Morvah, a la una, a
cerca del mismo número. Muchos reincidentes estaban entre
ellos, a quienes les proclamé: «¿Cómo podré abandonarte,
oh Efraín?»26 Pocos de la congregación estuvieron
tranquilos, y cuando luchamos con Dios en oración tuvimos
una gran esperanza de que él no les echaría para siempre.
Como a las cinco empecé a predicar en Newlyn,
sobre parte del Evangelio para el día: «Porque os digo que
si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos».27 En la
mañana me desperté entre las dos y las tres. Tuve un
aflojamiento de estómago por varios días. El domingo me
sentí peor cada hora, pero había decidido, con la ayuda de
Dios, predicar donde había sido asignado. Tuve ahora, con
el aflojamiento, un continuo dolor de cabeza, violentos
vómitos varias veces por hora, calambres en mis pies o
piernas. Algunas veces me daban en ambas piernas y en
ambas caderas al mismo tiempo. Mas Dios me posibilitó de
estar completamente contento y resignado a él con
agradecimiento. tuve que enviar a predicar a uno en mi
lugar a Ludgvan al mediodía y a Helston en la noche, y a
otro el martes al mediodía en Porkellis, prometiendo, que si
podía, me reuniría con ellos en la noche.
DOMINGO 5 de agosto. En la tarde viajé a Redruth
y prediqué a una gran congregación en la calle al aire libre.
Mi voz era débil. Pero el día estaba en calma y creo que
26
Os. 11.8.
27
Mt. 5.20.
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 311
todos me pudieron oír. Después de haber hecho todo esto,
me sentí mucho más fuerte que cuando empecé.
JUEVES 9. Viajé a Port Isaac y al siguiente día a
Trewalder. La pequeña sociedad aquí se reunía cada noche y
mañana, con o sin predicador. Cualquiera que llegara a estar
entre ellos pronto sentía el espíritu que tenían.
VIERNES 24. Me esforcé una vez más en poner en
orden al Colegio de Kingswood. Seguramente la
importancia de este plan es aparente, por las mismas
dificultades que presenta. He gastado más dinero, tiempo y
cuidado en esto que en cualquier otro plan que haya tenido.
Todavía demanda de toda la paciencia que tengo, pero
merece la pena de todo el trabajo.
LUNES 10 de septiembre. Prediqué a los
malhechores condenados en Newgate, pero pude hacer poca
impresión en ellos. Luego me fui a caballo a Paulton, donde
visité a Stephen Plummer, que perteneció a nuestra
sociedad, mas ahora es un entusiasta cuáquero. Tuvo mucho
gusto de mi visita y vino a escucharme predicar. Estando
limitado de tiempo, concluí antes de lo acostumbrado, pero
tan pronto como terminé Stephen empezó. Después de
haberle escuchado por media hora y viendo que no estaba
próximo a terminar, me levanté para retirarme. Su hermana
entonces le rogó que se quitara, lo que lo enfureció
violentamente y gritó fuerte y más fuerte, hasta que un
honesto hombre lo tomó en sus brazos y muy gentilmente se
lo llevó afuera.
¡Qué providencia tan sabia fue ésta que este pobre
hombre se volviera cuáquero algunos años antes de
enloquecer! Así que el honor de haberle cambiado el
cerebro queda en las manos de los cuáqueros, lo que de otra
manera hubiera recaído sobre los metodistas.
312 Diarios, Tomo I
A las seis de la tarde prediqué en Buckland, como a
dos millas de Frome, en una pradera de la casa del Sr.
Emblem. este hombre es un maravilloso monumento a la
gracia de Dios, quien, desde el día que recibió paz (no
siendo conocido por ningún metodista) ha continuado
andando a la luz de tu rostro, oh Dios.28 El cura había traído
una turba, con cuernos y otras cosas convenientes, para
evitar que la congregación me escuchara. Pero más de la
mitad de la turba pronto se alejó de sus compañeros y
escucharon con gran atención. El resto no hizo ningún daño,
de tal manera que así tuvimos una fácil oportunidad y otra a
las cinco de la mañana.
VIERNES 14. Leí con gran atención el libro de
Chevalier Ramsay titulado Los principios filosóficos de la
religión. El se propone resolver todas las dificultades en la
revelación cristiana solamente en base a unos cuantos
postulados: (1) Que las almas humanas todas existieron y
personalmente pecaron en el paraíso. (2) Que las almas de
los brutos son los ángeles caídos. (3) Que el dolor es el
único medio posible por el cual Dios mismo puede curar el
pecado. Y (4) que Dios al final, por medio de los dolores del
purgatorio, purifica y restaura a todos los humanos y
demonios. ¡Asombroso trabajo es éste!
LUNES 17. Comencé visitando las sociedades en
Wiltshire y encontré muchas razones para alabar a Dios en
su nombre. JUEVES 27. La Sra. Fitzmaurice quería que
visitara a su hija, enferma de tisis. Encontré mucha
compasión, para ambos los padres y la niña, quien
languidecía en la flor de su juventud y sin embargo con
gozo, pues estaba muy convencida del pecado y parecía
28
Sal. 89.15.
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 313
estar al borde de su salvación. La vi una vez más el sábado
29 y la dejé aguardando pacientemente a Dios. No mucho
después, mi hermano pasó algún tiempo en oración con ella
y se vio obligado, para sorpresa de todos los que estaban
presentes, de pedirle a Dios una y otra vez que pudiera
perfeccionar su trabajo en el alma de la enferma y la llevara
a su presencia. Tan pronto lo había hecho, ella estiró sus
manos y dijo, «Ven Señor Jesús» y murió.
LUNES primero de octubre. Viajé a Salisbury y al
siguiente día a una aldea en New Forest, a ocho millas de
Southampton, donde prediqué en la noche a una
congregación sincera y con buena disposición.
MIÉRCOLES 3. Viajamos a Southampton, desde allí
cruzamos a Cowes y llegamos a Newport antes de las once.
A las cinco de la tarde fui al mercado. La
congregación era grande y sumamente atenta. Eran casi las
seis y todos parecían beber de la exhortación de presentar
sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios.29
Un poquito antes del mediodía salimos para
Shorwell, una aldea seis millas al sur de Newport. Nunca vi
un lugar más productivo o más placentero que la parte
interior de esta isla. Cerca de la una prediqué en Shorwell a
(me parece) todos los pobres y gente de clase media del
pueblo. Creo que algunos de los ricos también hicieron
planes para asistir. Pero algo de más importancia (una cena)
se interpuso.
A las cinco prediqué otra vez en Newport a la
mayoría del pueblo y a muchos que vinieron de las aldeas
vecinas. Seguramente, si hubiera aquí alguien para predicar
29
Ro. 12.1.
314 Diarios, Tomo I
la palabra de Dios con poder, una multitud podría pronto ser
obediente a la fe.
VIERNES 5. Después de predicar a las seis, dejé a
esta gente humanitaria y cariñosa, viajé a Cowes y crucé
hacia Portsmouth. Aquí encontré otra clase de gente, cuyas
contiendas les habían privado del poder, y hasta casi
también de la forma, de la religión. Sin embargo, me
esforcé (y no por completo en vano) para suavizar y
conciliar sus discordantes espíritus, tanto esta noche como
al día siguiente. El domingo al mediodía prediqué en las
calles de Fareham. Muchos pusieron gran atención, pero
parecía que no sentían ni entendían nada. A las cinco
empecé en la plaza pública de Portsmouth. No admiré tanto
el inmenso número de personas como el comportamiento
excepcionalmente decoroso que predominaba en toda la
congregación. Después del sermón les expliqué sin
limitaciones la naturaleza y plan de nuestras sociedades, y
les invité a que si alguno de ellos estaba deseoso de unirse a
la sociedad, podía venir a verme ya sea en la noche o en la
mañana. No hice ninguna comentario que pudiera poner
sombra sobre una sociedad que existió allí antes, sin clases,
sin orden y sin reglas; sin haber visto, leído u oído de las
reglas impresas que debieron dárseles en su primera
reunión.
LUNES 12 de noviembre. Salí en carruaje para
Leigh después de haber demorado mi viaje tanto como
pude. Prediqué a las siete, pero hubo un frío intenso todo el
tiempo. El viento entraba con fuerza por una puerta que
estaba detrás mío y otra sobre un costado, así que mis pies
los sentí como si hubiera estado parado en agua fría.
MARTES 13. La habitación en donde estaba
sentado, aunque con un gran fuego, estaba más fría que el
Diario 9, 20 de julio de 1750 - 28 de octubre de 1754 315
jardín, de tal manera que no pude mantenerme lo
suficientemente caliente aun cuando estaba cerca de la
chimenea. Cuando viajamos a casa el miércoles 14, el
viento frío estaba fuerte y penetrante y nos soplaba justo en
la cara, de modo que el carruaje abierto no era defensa y
mis pies estaban muy fríos. Cuando llegué a casa tenía un
dolor clavado en el lado izquierdo de mi pecho, una violenta
tos y fiebre baja. Mas en uno o dos días, siguiendo las
recetas del Dr. Fothergill, mejoré bastante y el domingo 18
prediqué en Spitalfields y administré el Sacramento a una
gran congregación.
LUNES 26. El Dr. Fothergill me dijo claramente que
no debía quedarme en el pueblo un día más, añadiendo: «Si
algo le hace bien, debe ser el aire del campo, con descanso,
leche de burra y cabalgata diaria». Por esa razón (no siendo
capaz de montar a caballo) alrededor del mediodía tomé el
carruaje para Lewisham.
En la noche (sin saber cómo Dios querría disponer
de mí), para evitar en vil panegírico, escribí lo siguiente
Aquí yace
El cuerpo de Juan Wesley
Un tizón escapado del fuego30
Quien murió de tisis a los cincuenta y un años de edad
No dejando, después que sus Deudas han sido pagadas, diez libras
detrás de él Orando
¡Dios se propicio a mí,31 siervo inútil!32
El mismo ordenó que, de ponerse alguna inscripción, ésta fuese puesta sobre su
tumba
30
Am. 4.11. Esta frase siempre fue importante para Wesley, quien había sido
rescatado de niño de un fuego en la casa, y por eso se llamaba a sí mismo «un
tizón arrancado del fuego».
316 Diarios, Tomo I
31
Lc. 18.13.
32
Mt. 25.30.
efecto. Cerca del mediodía (la hora que algunos de nuestros
hermanos en Londres habían apartado para reunirnos en
oración), me vino un pensamiento a la mente para hacer un
experimento. Así que pedí algunas piedras de azufre para
pulverizarlas, mezclándolas con clara de huevo y
esparciendo la mezcla sobre papel marrón, que entonces me
apliqué al costado. El dolor pasó en cinco minutos y la
fiebre en media hora. Desde ese momento empecé a
recuperar fuerza. Al día siguiente pude cabalgar, lo que
continué haciendo todos los días hasta el primero de enero.
Ni siquiera el tiempo me causó interrupciones o retraso en
este régimen, ya que fue siempre relativamente bueno entre
las doce y la una (aunque antes haya estado malo).
33
Sal. 119.43.
obispos protestantes del Rey Carlos no tenían más religión,
ni humanidad, que los obispos papistas de la Reina María.
MIÉRCOLES 22. Nuestra conferencia empezó. El
espíritu de paz y de amor estaba en medio de nosotros.
Antes de partir, todos firmamos voluntariamente un acuerdo
de no actuar independientemente uno del otro. Así que el
rompimiento reciente sólo nos ha unido más que nunca
antes.34
MIÉRCOLES 26. Leí lo que quizá sea uno de los
más elegantes escritos triviales que existen en el idioma
inglés: Sobre la deformidad, del Sr. Hay. Ciertamente tan
buen escritor merece mejor tema.35
SÁBADO 31 de agosto. Después de predicar en el
Salón de los Tejedores, uno de la congregación, un clérigo
(quien tenía entonces una parroquia en Bridgewater, pero
que ahora, creo, que está en el seno de Abraham), quiso
tener una conversación conmigo y habló sin reserva alguna.
Su experiencia fue de una clase muy peculiar, pareciéndose
mucho a la de Gregorio López. Mas pronto decidió buscar a
Cristo cuando llegue la hora, no en el desierto, sino en la
congregación de su pueblo.
MIÉRCOLES 4 de septiembre. Salimos a caballo
temprano para ir a Okehampton. El dueño de la casa aquí
nos informó que tenía más de noventa años y que todavía no
había perdido ni la vista, ni el oído o los dientes. Tampoco
había encontrado la razón de haber nacido. En
34
Wesley se refiere a un número de predicadores metodistas que habían
abandonado el movimiento para unirse a otros movimientos, o para ocupar
cargos eclesiásticos.
318 Diarios, Tomo I
35
Wesley no parece tomar en cuenta que este autor, William Hay, sufría
él mismo de una condición de deformidad, que llegó a ser representante ante la
Cámara de los Comunes, y que utilizó su propia experiencia para procurar
legislación en pro de los pobres y los desvalidos.
verdad no parecía tener más idea sobre esto que la de un
niño de seis años.
No pudimos menos que observar que a pesar de que
el cielo aparecía continuamente entre las nubes que iban de
un lado a otro, sin embargo, el sol apenas brillaba sobre
nosotros por más de seis minutos seguidos, de seis en la
mañana a seis de la tarde. Poco después de las seis prediqué
en Launceston y me reuní con la sociedad.
MARTES 17. Viajé a Trowbridge, donde vive uno
que encontró la paz con Dios mientras estuvo de soldado en
Flanders. Ha sido muy próspero en sus negocios desde que
salió del ejército y ha construido una casa para la
predicación a expensas propias. Tenía el gran deseo de que
yo fuera el primero que predicara en ella. Mas antes de que
terminara el himno el lugar estaba tan lleno, y por
consiguiente muy caluroso, que me vi obligado a salir y
pararme en la puerta. Había una multitud de oyentes, ricos y
pobres. ¡Oh que todos ellos oigan, y no en vano!