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Cree Su Propia Suerte - 8 Principios para Atraer La Buena Suerte A Su Vida, Al Amor y Al Trabajo - Jaffe, Azriela

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FEB 2005
Digitized by the Internet Archive
in 2022 with funding from
Kahle/Austin Foundation

https://archive.org/details/creesupropiasuer0000jaff
Cree su propia

SUERTE
8 principios para atraer la buena suerte
a su vida, al amor y al trabajo
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Amat Editorial
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Cree su propia
SUERTE
8 principios para atraer la buena suerte
a su vida, al amor y al trabajo

Amat Editorial
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares
del «Copyrighb», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimientos, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella
mediante alquiler o préstamos públicos.

La edición original de esta obra ha sido publicada en lengua inglesa con el título:
Create Your Own Luck

Autor: Azriela Jaffe


Diseño cubierta: Jordi Xicart
Traductor: Aida Santapau

O Azriela Jaffe, 2000


y para la edición en lengua castellana
(O Amat Editorial SL, Barcelona, 2001

ISBN: 84-9735-006-5
Depósito legal: 42.332-2001
Fotocomposición: pre impresión Zero
Impreso por Talleres Gráficos Vigor, S. A. - Sant Feliu de Llobregat (Barcelona)
Impreso en España - Printed in Spain
Este libro está dedicado a

Deb Haggerty, «Tía Deb», que en estos momentos está librando una va-
liente y personal batalla contra el cáncer de mama. Es demasiado pronto
para que este mundo pierda a una persona tan generosa y tan cariñosa, y por
ello te deseo que encuentres la manera de convertir el cáncer en la cosa más
afortunada que jamás te haya sucedido. Cada día me recuerdas que el dinero
no lo es todo en la vida y que, en cambio, el amor sí lo es. Rezo por ti.

)
Kathy Wasong, una vecina extraordinaria y una buena amiga que me ins-
pira cada día con su ejemplo de cómo saber sacar la suerte de todo lo que la
vida nos ofrece, sea lo que sea. Me haces recordar, sin decir ni una sola pala-
bra, que debo contar las bendiciones que tengo en mi vida, especialmente
aquellas que viven en mi hogar. Uno no se encuentra cada día a gente como
tú sino muy de tarde en tarde y yo he recibido la bendición de ser tu amiga.
Ed
Leisel Shineberg, superviviente del Holocausto y camarada de e-mail, que
hace que me maraville de lo que son capaces de soportar los seres humanos
y al mismo tiempo lograr salir de ello siendo personas generosas, amantes y
leales. Me haces recordar que cualquier incomodidad o molestia que pueda
sufrir no es, en realidad, nada importante. Estoy muy agradecida de que te
salvaras ya que, gracias a ello, el mundo es un lugar mejor. ¡Espero que algún
día nos conozcamos personalmente!
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El predicador ambulante
(anónimo)

Un predicador ambulante se encuentra en medio de una tormenta tre-


menda y, en pocas horas, el hotel en el que se halla se inunda. A medida que
el agua va subiendo, el predicador se encarama al tejado y empieza a rezar di-
ciendo: «Señor, sálvame para que pueda continuar con mi misión de pre-
dicar tu palabra y tu evangelio».
En ese preciso momento, una patrulla de rescate de la guardia costera
aparece en un bote de remos y le dice: «¡Venga señor, suba al bote!»
«Me quedo aquí —dice el predicador—, el Señor me salvará.»
Una hora más tarde, cuando el agua casi alcanza el tejado del hotel, llega una
segunda barca. «Señor, será mejor que suba porque el agua sigue subiendo.»
El predicador responde: «No, gracias. El Señor será mi salvación».

Casi a última hora de la tarde, el hotel se encuentra casi completamente


sumergido bajo las aguas y el predicador se está aferrando al plato de la ante-
na de televisión por satélite que se encuentra en la parte más alta del teja-
do. Un helicóptero le ve y le dice por un altavoz: «Señor, agárrese a la cuerda
que le lanzamos y le haremos subir. Es su última oportunidad».
«Estoy bien —dice el predicador mientras eleva su mirada al cielo—. Sé
que el Señor me proporcionará un santuario». En el momento en que el he-
licóptero se marcha, un rayo hace impacto en la antena y mata al predicador.
Cuando llega a las puertas del cielo está furioso y grita: «¿Se puede saber
que ha pasado? ¡Pensaba que el Señor iba a proveer!»
Entonces se escucha una voz que resuena como el trueno: «¡Dame un res-
piro! ¡Te envié dos barcas y un helicóptero!»
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Indice

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Condictas que diluyen enla SUErte on concosencinen roscas tapones tacnnenetcio diseno 21

dicas ero ios 25)

2. ¡Pida lo que quiera y esté dispuesto a trabajar para conseguirlo! 49

3. Haga caso a su intuición y a las coincidencias significativas ...... 3

4. Responda con elasticidad y resistencia a las pruebas


AAA 7

5. Sáquese a sí mismo y a los demás del atolladero ............ao.o.o=... 12

6. Tenga la dosis adecuada de paciencia cocmmonnnncncnonornrrnnenenenennenonos 141

7. Dé y reciba en igual medida ...ooooocncnnnonenncannnnnnonenononnnennnaneenenenosos 161

8. Concéntrese en lo positiVO .ococomoonononconnnnnnnanconnrnnnanencnrannnnenannnnos 177

A o eones 100
nnrananos 17
Resúmenes de los capítulOS....coomcononoonnnnnnnnnenorenennnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
A 203
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le A A E '

Ke? AR a E
Agradecimientos

La creación de la suerte es un proceso creativo de cooperación con Dios y


con la gente de su comunidad. Tengo la suerte de contar entre mi comuni-
dad a los amigos, familiares y colegas que me han ayudado a que este libro
viera la luz y que me han enseñado lo que sé, respecto a crear suerte.

Hashem, el Dios al-que rezo, me ha concedido innumerables bendiciones


y ha sido mi socio en la creación de suerte. Para mí eres real y personal y he
tenido la fortuna de sentir tu presencia y tu impacto en mi vida.

Sheree Bykofsky, agente literario, que vive, come y respira estos principios
respecto a la suerte y que «pilló», inmediatamente, de qué va este libro.

Paula Murnier-Lee, anterior editora de la Adams Media Corporation que


me ha bendecido, favoreciéndome no sólo con sus habilidades de edición
sino también con su sentido del humor, su consideración por mi talento y la
compasión por los días difíciles. Fue un privilegio trabajar con y para una
editora tan cálida y accesible.

Mi esposo, Stephen, que me proporciona el mejor ejemplo de creación de


suerte y que es mi pareja en la vida. Siempre que necesito un recordatorio
del poder de Dios y de lo mágico que es encontrar cosas valiosas por casuali-
dad, pienso en la forma en que nos conocimos. Siempre que necesito que
me espabilen para recordar la manera en que podemos obtener suerte de lo
que Dios nos da o destruirlo, pienso en lo mucho que trabajamos para que
nuestro matrimonio siga siendo fuerte y comprometido. Tú me bendices y
me desafías y tengo la suerte de poder disfrutar de ambas cosas.

==
Mis hijos, Sarah, Elana y Elijah, que me agotan pero que me deleitan casi
siempre. Cuando contemplo vuestras hermosas caras, especialmente, en vues-
tros momentos angelicales, no puedo creer lo afortunada que soy. Hacéis que
me convierta en una persona mejor y me dais una razón mejor para vivir.

Mi intuitiva consejera y amiga, Janese Johnson, que me ayudó a vivir los


principios que aparecen en este libro, calmándome cuando estaba asusta-
da, haciendo que recordara mi verdad y que me mantuvierá en mi lugar. Me
ayudaste a crear suerte haciendo que estuviera concentrada en las oportunida-
des positivas que estaban esperándome siempre.

Mi comunidad de colegas, amigos y camaradas de e-mail que me ayuda a


no sentirme sola nunca y que siempre que les he necesitado han estado a mi
disposición de innumerables maneras y me inspiran para que «dar» sea una
prioridad en mi vida. Yo también he recibido de ellos lo que ha sido toda
una bendición. No nombraré a cada uno porque la lista sería demasiado lar-
ga y porque sé que hay gente en el mundo cuyos nombres ni siquiera conoz-
co, que me han ayudado a crear suerte en mi vida.

Gracias a todos.

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/
Prólogo
por Jane Oviatt, ganadora de ¿Quiere ser millonario?
(EE.UU..)

Un día, le llevé a mi hija un Happy Meal de McDonald's. Mientras estaba


sentada frente a ella en la mesa viendo como desaparecían las patatas fritas,
me fijé que en la bolsa había un número de teléfono de línea 900. Lo acer-
qué más y examiné, brevemente, la letra pequeña. En un arranque de espon-
taneidad, tomé el teléfono y marqué ese número. Al instante oí una voz que
me daba la bienvenida a lo que resultó ser uno de los acontecimientos más
afortunados de mi vida.

En las semanas siguientes me convertí en la primera mujer que superaba


los 100.000 dólares como concursante del programa de éxito ¿Quiere ser mi-
llonario?, al ganar un premio de 125.000 dólares. Fui el tema principal de
numerosos artículos en periódicos y revistas y me hicieron muchísimas en-
trevistas en la radio y la televisión. Sin embargo, lo más sensacional llegó
cuando me pidieron que regresara en avión a Nueva York, para participar en
una sesión fotográfica junto con Regis Philbin, para la portada de 7V Guzde.

Todavía sigo agitando mi cabeza absolutamente sorprendida, cuando re-


cuerdo cómo me sentía cuando me encontré sentada en esa especie de silla/
taburete charlando con Regis, ante una audiencia de 20 millones de televi-
dentes. Y sin embargo, de una manera extraña, no estaba nada sorprendida.
Desde el primer instante en que tomé el teléfono y empecé mi increíble viaje
a través del «mundo de los millonarios», había visualizado ese momento.
Hubo varias cosas que fueron clave para mi éxito, mis «cabos salvavidas» si
se los quiere llamar así: confianza, pensamiento positivo, la confianza en que

a
se hallarán cosas buenas y valiosas por casualidad, valor, la pura suerte y una
mente rápida para captar los hechos.

El primer paso fue creer que podía hacerlo. El deseo y la confianza en mí


misma me dieron la capacidad para hacer la primera llamada telefónica en
que contesté bien a las preguntas preliminares. Luego, la suerte hizo su apa-
rición: sacaron mi nombre al azar de entre miles de otros nombres para la
ronda de calificación. Después se sucedió un torbellino de acontecimientos
que me condujeron al escenario central de Norteamérica.

Todo ello: ganar la ronda de calificación, salir zumbando hacia Nueva


York, recibir el «tratamiento de las estrellas», conseguir llegar a esa silla tan in-
cómoda y los beneficios inesperados que sigo recibiendo; todo empezó con
la creencia de que podía hacerlo. «Claro que podía sucederme a mí, ¿por
qué no?»

Mi celebridad repentina no ha hecho un gran impacto en mi vida diaria.


Sólo que ahora, mientras estoy cambiando un pañal sucio puede que, al mis-
mo tiempo, un periodista de la revista Good Housekeeping, me esté hacien-
do una entrevista telefónica. Mis prioridades más importantes siguen siendo
cuidar y atender a mi marido, John, a nuestras dos encantadoras hijas y a
nuestro hogar.

Mientras leía Cree su propia suerte, muchos aspectos de mi experiencia


como aspirante a millonaria fueron apareciendo en mi mente. Reconocí va-
rias de las estrategias que había utilizado para alcanzar un objetivo que de lo
contrario podría haber parecido demasiado caprichoso y extravagante para
estar a mi alcance. Las ideas que Azriela Jaffe expresa van paralelas a aquellas
con que la gente feliz y que tiene éxito gobierna sus vidas cada día.

Azriela puede que sea capaz o no de hacer que usted alcance su propio
«taburete incómodo»; en última instancia eso es responsabilidad suya. Sin
embargo, estoy segura de que se sentirá usted inspirada, como me sucedió a
mí, por su punto de vista positivo y por sus consejos prácticos para la crea-
ción de suerte en lugares inesperados, incluso si resulta que se trata de una
cadena de televisión de difusión nacional, o de su propio patio de atrás.

Ss
Introducción

Creo firmemente en la suerte y he descubierto que cuanto más trabajo,


más suerte tengo.

THOMAS JEFFERSON

En el momento de escribir esto, una nueva moda está arrasando el país.


El programa concurso de la cadena ABC: ¿Quiere ser millonario? tiene millo-
nes de seguidores adictos al programa, incluyendome a mí misma, que lo
sintonizan religiosamente para ver si el siguiente concursante puede alcanzar
el «sueño americano», que no es otro que convertirse en millonario, literal-
mente, de la noche a la mañana.

En caso de que no haya visto nunca el programa, el montaje básico es el


siguiente: un grupo de diez concursantes compiten entre sí para ganar la
oportunidad de jugar, pero la competencia empieza antes de lo que ve la au-
diencia televisiva. Millones de aspirantes a millonarios insisten durante ho-
ras —el número casi siempre comunica— en marcar el número que les da
la oportunidad de ser admitidos en el programa. Luego, si se es uno de los
«afortunados» que superan este obstáculo, a él o ella y un amigo o familiar
se les lleva en avión a Nueva York, donde sonreirá a la cámara de televisión
y se le ofrecerá la posibilidad de calificarse para participar en el gran juego.

En este punto, lo que separa a los ganadores de los perdedores es menos


de un segundo. Unos pocos concursantes afortunados, después de haber
contestado correctamente una pregunta en el menor tiempo, consiguen lle-
gar a la silla o taburete «candente» frente a la cual estará el amable y cálido
presentador, Regis Philbin (en España, Carlos Sobera). El resto de los con-
cursantes regresarán a sus hogares sin otra cosa que sus recuerdos, decepcio-
AB
nados por haber llegado tan lejos y haber estado tan cerca, pero estaba claro
que no era para ellos.

El concursante que consigue jugar tiene la posibilidad de responder a


quince preguntas, cada una de las cuales le otorga una cantidad de dinero
que crece de forma exponencial hasta que se llega al premio final de un
millón de dólares. Una respuesta equivocada puede enviar a las profundi-
dades al concursante con un premio para tontos de mil dólares, o peor
aún, puede hacerle volver a casa sin un céntimo. Si el concursante consi-
gue superar los 32.000 dólares, quizá tenga que despedirse al llegar a los
936.000 dólares por culpa de una respuesta errónea. Es un juego lleno de
un dramatismo humano muy atrayente. No debemos extrañarnos de que
haya captado la atención de toda Norteamérica. Y, fíjese, todo gira en tor-
no a la creación de suerte.

La suerte sólo favorece a la mente preparada.

Louls PASTEUR

Si usted ha visto el programa, sabe que las preguntas están siempre estruc-
turadas de un modo parecido al siguiente. Pruébelo y verá como funciona:

Pregunta: ¿Qué respuesta de las siguientes es un ejemplo de pura suerte?


A) Haber nacido en una familia rica.
B) Conocer al amor de su vida en el metro.
C) Ganar la lotería de los 64 millones de dólares.
D) Su salvavidas (se le permite que telefonee a un amigo o familiar
para pedirle ayuda) conocía la respuesta a la pregunta anterior res-
pecto a quién esculpió la estatua ecuestre que se encuentra en el
exterior del Vaticano.

Juguemos. Parte del encanto de ver este concurso es que es frecuente que
los concursantes vayan haciendo comentarios en voz alta para llegar a la res-
puesta correcta. Así que imagínese que Heather, una hermosa mujer de unos
cuarenta años que se gana la vida como agente de bolsa en Nueva York, se
dispone a responder a esta pregunta. Podría decir:

«Bueno, veamos. Estoy segura de que tuve la suerte de que mamá supiera
algo respecto a las bellas artes y que pudiera darme la respuesta correcta que
me hizo ganar medio millón de dólares. ¡Lo que es seguro es que yo no sé

=6=
nada en absoluto sobre caballos fuera del Vaticano! Pero, en realidad éso no
es pura suerte porque yo tuve que decidir a quién iba a llamar y elegí a la
persona adecuada, basándome en lo que sabía de mamá. Yo influí én esa
suerte así que no era pura. Tachemos la posibilidad D.

»Ganar a la lotería sería estupendo. No tendría que sudar delante de


25 millones de personas, quedando como una estúpida si fallo y lo pierdo
todo. Las posibilidades de ganar la lotería son prácticamente infinitesimales,
¡peores que las de que te caiga un rayo tres veces en toda una vida! Está claro
que parece ser cuestión de pura suerte. Pero no es así, porque ¡hay que com-
prar el billete! Así que tampoco es C.

»Conocí a mi esposo en un autobús. Los dos nos dirigíamos a una reu-


nión con un cliente en la misma zona. Yo pensé que era guapo de verdad y
que se vestía como un ganador. Hubo una reacción química instantánea en-
tre nosotros y antes de bajar en su parada, ya me había pedido el número de
teléfono. El resto, como se dice, ya es historia. Hace doce años que estamos
casados y a menudo decimos: “¿Qué les hubiera sucedido a nuestras vidas si
no hubiéramos subido a ese autobús, ese día, precisamente a esa hora? Está
claro que tuvimos suerte”.

»Pero mi esposo necesitó valor para pedirme mi número de teléfono y yo


lo necesité para decidirme a dárselo. ¿Qué hubiera pasado si hubiera resulta-
do que él era un asesino en serie? ¿O si yo le hubiera dicho “¡No!”? Se hubiera
sentido como un idiota, pero se arriesgó y me lo pidió. Así que, no, nuestro
encuentro en el autobús tampoco fué cuestión de pura suerte. No es B.

» Así que sólo me queda “A”. Haber nacido en una familia rica es pura
suerte, porque el bebé no hizo nada para influir en ese nacimiento. La clase
de familia, lugar geográfico, riqueza, raza, o lo que sea aquello con lo que
nacemos no tiene nada que ver con nada que hayamos hecho. Se trata sólo
de suerte, pura y simple suerte. Así que ésa es mi respuesta final A».

Disponemos de dos vidas. La que se nos da y la que podemos fabricar.


MARY CHAPIN CARPENTER

Regis Philbin respondería a su manera característica: «¿Está segura de que


ésa es su respuesta final?».

«Sí, estoy segura. Respuesta final: A.»

1 yaa
«¡Correcto! ¡Acaba de ganar un millón de dólares.» El confeti inunda el
aire, el público la vitorea y millones de televidentes contemplan a la recién
bendecida Heather, babeando de envidia y mascullando para sus adentros:
«¡Vaya, qué suerte tiene! ¡Con lo que yo podría hacer con un millón de dó-
lares!».

A pesar de que A era la respuesta que se aproximaba más a la verdad res-


pecto a la creación de suerte, casi la mitad del mundo cree en el karma y en
la reencarnación. Usted podría decir que incluso en nuestra fase de almas,
somos nosotros los que elegimos los padres y las familias en las que vamos a
nacer, así que puede ser que en realidad no exista nada parecido a la suerte
en estado puro.

El programa de televisión ¿Quiere ser millonario? gira siempre en torno a


la creación de suerte. No hay duda alguna de que se trata de pura casualidad
que resulte que es usted una gran conocedora de vinos y que la pregunta del
medio millón de dólares sea sobre un vino francés, o que no haya sido usted
nunca aficionada a los deportes y que esa pregunta sea: ¿cuál es el récord de
tantos de un jugador de la NBA? Pero también se necesita un valor, una ha-
bilidad, una persistencia y una desfachatez tremendos para llevar a cabo el
viaje desde la sala de estar propia, a la silla o taburete más incómodo de
Norteamérica. Cada concursante que aterriza en ese programa es un creador
de suerte. Incluso los que no regresan a casa con el gran premio en dinero.

Al igual que sucede con una herencia inesperada, la buena suerte


acostumbra a llegarnos inesperadamente como por arte de magia. Es cierto
que, en ocasiones, damos unos pasos preliminares y preparatorios para
colocarnos justo en medio del camino de la suerte. No se puede ganar a la
lotería sin comprar un décimo o un número, como tampoco se puede
ganar en el hipódromo sin hacer una apuesta.

NICOLÁS RESCHER

Es posible que haya personas que cuestionen un libro que tiene el título
de Cree su propia suerte. «¿Qué quiere decir con eso de “Cree su propia suer-
te?” Yo pensaba que la suerte se presenta por causalidad y que no era algo
que uno puede controlar. La suerte sólo es algo que le sucede a uno, ¿no? Si
te encuentras en el lugar adecuado en el momento adecuado, los ángeles de
la buena suerte te rociarán con polvo de hadas y voila, ya te han concedido
buena suerte.»

AS
Erróneo. Hasta un punto mucho mayor del que cualquiera de nosotros
admitiría con comodidad, no tenemos un control completo sobre nuestras
vidas y estamos a merced de la buena y la mala suerte, del puro azar. No hay
duda de que no fue culpa suya que viajara usted en ese avión que se estrelló
en el océano, o que su casa fuera el objetivo de la ira de un tornado. En oca-
siones no hay nada que se pueda hacer para evitar la tragedia que se cierne
sobre uno.

Pero ¿y si su intuición le aconsejó que no subiera usted a ese avión y us-


ted no le hizo caso? ¿Y si le hubieran aconsejado que construyera un refugio
contra tornados en su casa, pero usted hubiera gastado ese dinero en la com-
pra de un coche nuevo? En ocasiones, incluso los desastres que están fuera
de nuestro control se ven influidos por nuestras acciones. Y en otras no. Es
sólo cuestión de estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado y
con unas circunstancias desafortunadas. Por lo tanto, la creación de suerte
positiva surge después de que la mala suerte haya sido un visitante inopor-
tuno y no es otra cosa que la manera en que usted responde a la adversidad.

Mi esposo y yo habíamos planeado que nuestra boda se celebrara al aire


libre, pero cuando llegó el día fijado, la temperatura bajó a 40 “F de la noche
a la mañana, y tuvimos que celebrar toda la ceremonia en el interior. Yo
dudo que tuviéramos mucha influencia en el tiempo que hizo ese día, a pesar
de que está claro que habíamos rezado para que hiciera bueno. Pero sacamos el
mejor partido posible de ello y 140 invitados se apiñaron en la sala de estar
de mis suegros, lo que hizo que la atmósfera fuera bastante Íntima y acoge-
dora. Puede que incluso fuera lo mejor que podía sucedernos a pesar de que
mi entrada triunfal no pasó del metro de longitud.

Hace poco llevamos a nuestros hijos a Disney World. Uno de los días y
de manera completamente inesperada, mientras íbamos de aquí para allá por
el parque, empezó a llover a cántaros. En unos minutos quedamos calados
hasta los huesos ya que no llevábamos paraguas ni cualquier otra clase de
protección. Mi pequeña Sarah se puso a pedirle a Dios en voz alta que el sol
volviera a brillar. En unos momentos dejó de llover y el sol volvió a brillar.
Ella sigue estando convencida de que Dios escuchó sus plegarias y las aten-
dió. Yo no le he dicho lo contrario.

La suerte de encontrar cosas buenas o valiosas por casualidad, la casuali-


dad, la coincidencia, la buena suerte, o como quiera llamarlo, no siempre
está sujeta a nuestro control, a Dios gracias. Y lo digo porque la vida puede

0
resultar aún mejor de lo que se había planeado. Sólo porque se encuentra us-
ted en el lugar adecuado, en el momento adecuado, puede sucederle algo
completamente inesperado y maravilloso y se encontrará agitando la cabeza
maravillado por los milagros que se producen en este universo

Nos encontramos, a la vez, a merced de unas circunstancias completa-


mente fuera de nuestro control y también capaces de influir en nuestras vi-
das hasta un punto tal que la mayoría de nosotros ni siquiera nos atrevemos
a pensar. Cree su propia suerte le proporcionará técnicas para atraer más bue-
na suerte a su vida y para que se libre de los obstáculos que usted interpone
en su propio camino y a los que llamaremos: «destructores de la suerte» y
«bloqueadores de la suerte».

Confío en que comparta mi respeto por los aspectos misteriosos de este


mundo, por lo que hay en él de Dios y del universo y que ni siquiera se en-
cuentra bajo nuestro control directo. Los principios de la creación de suerte
tratan menos de tener el control que de tomar el control de lo que ya es suyo.
La creación de la suerte tiene que ver con asociarse con algún ser o fuerza su-
perior que usted crea que existe en el mundo.

La creación de la suerte también exige que crea usted que los milagros y
la buena suerte son posibles y que usted se los merece, que pida lo que usted
quiere y que esté dispuesto a trabajar duro para conseguirlo, que preste oídos
a su intuición, que responda a las pruebas de la vida con flexibilidad, que
sepa salir de apuro cuando no sea perfecto, que sea extraordinariamente
paciente, que se entregue a sí mismo y que preste mayor atención a su buena
suerte que a la mala. La creación de la suerte es una habilidad que puede usted
aprender y una actitud ante la vida que puede dominar.

El destino no es cuestión de suerte, es cuestión de elección.

ANÓNIMO

Así que creemos algo de suerte juntos.

jas
Conductas que influyen
en la suerte
En cada uno de los capítulos, el texto se Organiza
en cuatro enfoques diferentes a la suerte.

Creadores de suerte .

Son conductas que incrementan al máximo el potencial que tiene usted


para hacer llegar la buena suerte a su vida.

Usted transforma un acontecimiento repleto de posibilidades en aquello


que usted quiere, exactamente. Usted actúa con una pequeña oportunidad
en el momento adecuado exacto, y precisamente de la manera que lo con-
vierte en la oportunidad de toda una vida. Usted presta atención a una coin-
cidencia misteriosa y realiza el cambio mental que le permite ver una situa-
ción de una forma más positiva o abierta.

Para crear su propia suerte ha de querer que en su vida haya más conduc-
tas y más personas creadoras de suerte. Este libro le ayudará a encontrarlas y
desarrollarlas.

Si la suerte fuera una posible pareja de baile, los creadores de suerte atrae-
rían al guapo caballero o a la sensacional damisela que se encuentran al otro
lado del salón y le invitarían a bailar. Una vez que están juntos, se enamoran
y —juntos— crean una hermosa música.

les
Destructores de la suerte

Son las conductas que destruyen la suerte que usted tuvo o que estaba a
punto de tener, pero que perdió o renunció a ella.

Tuvo la suerte al alcance de su mano, pero dejó que se le escapara. Perdió


la paciencia y se enemistó con la única persona que podía darle —exacta-
mente— lo que usted necesitaba. Casi consiguió el trabajo de sus sueños,
pero tuvo miedo de no estar a la altura de la tarea y renunció a él quedándo-
se en ese trabajo que odia. Achacó una coincidencia increíble a la casualidad
y no hizo nada respecto a ella. Es usted quien sabotea su éxito o el que se ro-
dea de gente que absorbe todo su optimismo.

Para crear su propia suerte, necesita reducir al mínimo las conductas o la


gente que destruye la suerte en su vida. Este libro le ayudará a hacerlo.

Si la suerte fuera una posible pareja de baile, los destructores de suerte


atraerían al guapo caballero o a la sensacional damisela que se encuentran al
otro lado del salón y le invitarían a bailar y luego, se pasarían el tiempo ha-
ciéndole caer al suelo, antes de salir disparados en un ataque de rabia por
haber sido tan idiotas, o por haber elegido una pareja tan torpe.

Bloqueadores de la suerte

Son las conductas que impiden que la suerte ni siquiera pase por su ve-
cindad.

Usted no está atrayendo o perdiendo la suerte, la está repeliendo. Si


presenta estas conductas con la frecuencia suficiente, empezará a decirse a
sí mismo y a los demás que es una persona desafortunada, o sea que no tie-
ne suerte e incluso, habrá ocasiones en que creerá que jamás volverá a
tener suerte. Estas conductas son el equivalente de llevar una gran sombrilla
abierta en un día soleado y luego quejarse de que no puede notar ni la luz ni
el calor del sol. Mientras que en el caso de los comportamientos destructores
de suerte se echará la culpa a usted mismo, es frecuente que los bloquea-
dores de suerte parezca que no son culpa suya. Puede que sea cierto, pero
en ocasiones es usted y no las «circunstancias de la vida» lo que está man-
teniendo alejada a la suerte.

Ns
Para crear su propia suerte debe evitar, siempre que sea posible, las con-
ductas que la bloquean. Y cuando lo haga, tan pronto como despierte y se
dé cuenta de lo que ha hecho, acepte la responsabilidad de sus actos y vuelva
a comportarse de una forma que cree suerte.

Si la suerte fuera una posible pareja de baile, los bloqueadores de suerte


ni siquiera se molestarían en ir al baile porque pensarían que son demasiado
feos para atraer a alguien decente, o porque estas fiestas son algo realmente
estúpido, o porque prefieren quedarse a beber en el bar de la localidad, o
porque se niegan a ser tan vulnerables. Los bloqueadores de la suerte llevan una
gran señal que le transmite al universo: «¡Dejadme en paz y buscad a otro
con el que bailar!».

Ejercicios del diario de la suerte

Son preguntas sobre las que meditar y que le ayudarán a conocerse mejor
tanto a usted mismo como a las conductas que influyen en la suerte.

A lo largo del libro se le pedirá que complete docenas de ejercicios del


diario de la suerte para ayudarle a aprender más respecto a sí mismo y a
cómo puede crear suerte. Le rogamos que compre un cuaderno para utilizar-
lo como su «diario de la suerte». Cuando se sienta motivado para ello, haga
los ejercicios que se ofrecen en este libro. Puede que se limite a elegir un par de
ejercicios que sean los que le atraigan más, o puede que decida hacer cada
uno de los ejercicios con que se vaya encontrando a medida que lea el libro.
Es decisión suya. La creación de la suerte tiene mucho que ver con que sea
honesto consigo mismo y con lo que le funciona.

Si espera tener conductas de las que crean suerte en cada uno de los mo-
mentos del día, lo único que hará será exponerse al desencanto y al fracaso.
De hecho, ¡tener una expectativa irracional respecto a sí mismo es un blo-
queador de la suerte!

Si Dios quiere tendrá usted cientos de miles, sino millones, de momen-


tos en los que podrá elegir entre tener conductas creadoras de suerte, con-
ductas que la destruyan o que la bloqueen. Confío que gracias a un estudio
cuidadoso de este tema, consiga desarrollar costumbres que creen suerte. Y

a
cuando, de vez en cuando, dé un resbalón, tenga dentro suyo un testigo que
se dé cuenta y haga los ajustes necesarios para devolverle rápidamente al ca-
mino de creación de suerte.

Gracias a Dios, la vida no es como la lotería en que uno compra un bille-


te y se gana o se pierde. Si pierde no será nunca nada tan desesperanzado o
definitivo. Se parece más a la mesa de un banquete al que usted asiste y en
el que cada día decide si va a comer las delicias de gourmet que le ofrecen o se
limitará a comer las migajas que caigan de la mesa. Incluso en un día misera-
ble en el que sus comportamientos se considerarían más bloqueadores y
destructores que creadores de suerte, ha de ser consciente de que mañana
podrá hacer una elección diferente.

Os
Abra su mente

La mayoría de los progresos en la historia de la humanidad han sido


realizados por gente que no aceptó que algo era imposible.
BILL O'HANLON

Creador de suerte: desarrolle una mentalidad abierta

Cuando se trata de milagros, hay personas que piensan: «¡Lo creeré cuan-
do lo vea!». Los individuos que fabrican suerte adoptan una postura diferen-
te: lo creen y luego lo ven. No estoy hablando, únicamente, de maravillas in-
creíbles como Dios hablando con Moisés desde una zarza ardiendo. El mar
Rojo no tiene que abrirse para «entenderlo»: en el universo actúa una fuerza
misteriosa que entra y sale de nuestras vidas.

La palabra «milagro» o «Dios» tiene, para cada uno de nosotros, conno-


taciones diferentes y nos hace evocar una imagen distinta, dependiendo de
nuestras creencias y de la doctrina religiosa a la que se pertenece. No sabemos
exactamente quién o qué es Dios, o cómo se produce un milagro. Hay partes
del mundo que no podemos conocer y a las que podemos intentar acceder
por medio de la oración, la música, la danza y el estudio, pero que siempre
seguirán siendo un misterio.

En algún momento, el 86 % de los seres humanos llega a la conclusión de


que existe un poder, al que llamamos Dios, que es más grande que nosotros, que
influye en nuestras vidas, que nos vigila y que, en muchos casos, responde a
nuestras plegarias. Para crear la suerte en nuestras vidas nos volvemos cocrea-

DI
dores con este poder superior. Incluso aquellos que han experimentado grandes
tragedias en sus vidas —las víctimas del Holocausto, los padres que pierden
un hijo por culpa de un conductor borracho, y demás— puede que le griten
a Dios y se pregunten cómo es posible que Dios haya permitido que una
cosa así suceda, pero, sin embargo, siguen creyendo y dependiendo de este
poder superior.

Para tener suerte no es necesario que crea en Dios o le rece. Los ateos
pueden comprar un billete de lotería, conocer a la chica adecuada en una fiesta,
o conseguir el trabajo de sus sueños a través de Internet. La creación de suerte
no requiere un sistema de creencias religiosas o una plegaria.

La gente crea más suerte cuando tiene un punto de vista, generalmente,


abierto y optimista hacia la vida, que incluye una conciencia y una apreciación
de lo misterioso e imponente que puede ser el universo y la humildad necesa-
ria para comprender que no tiene el control completo sobre sus vidas. La
mayoría de esas personas tiene fe en un poder superior de alguna especie,
pero algunas no la tienen.

Vivimos en una sociedad en la que los científicos y las personas racionales


intentan explicarlo todo. Parte de la creación de suerte y de sentirse afortu-
nado es abrir su mente para interpretar los acontecimientos diarios como
algo con significado y guiado, en lugar de ser simplemente algo debido al
azar. ¿Qué es lo que se dice a sí mismo cuando le sucede algo positivo a us-
ted o a alguien a quien usted ama, que no puede explicar por medio de un
razonamiento de causa y efecto? Hay personas que cada día se encuentran
con el serendipismo (el don de encontrar cosas valiosas o agradables sin bus-
carlas o sea por casualidad) porque lo buscan. Otras no lo ven nunca porque
nadie puede demostrarles que no se trata únicamente de una coincidencia
fenomenal o de una buena, sencilla y corriente programación en el tempo.

Si me ofrecen la posibilidad de elegir entre creer en los milagros, en el se-


rendipismo, en un universo en el que las coincidencias significativas puede
que sean «Dios disfrazado», y la idea de que, en cierto modo, todos estamos
destinados a encontrar nuestras almas gemelas y el modo adecuado de ganar-
nos la vida, o creer que todo lo que sucede en la vida es debido a la pura
suerte, al azar y a las leyes de la física, yo elijo lo primero. No hay nada que
esté bien o mal, pero como sea que tengo que elegir mis creencias, me adhie-
ro a la filosofía que me proporciona mayor esperanza, alegría y suerte.

MS
El que usted crea en Dios y en un poder superior en su vida, es problema
suyo. Mi problema, como autora de este libro, es ayudarle a. ver la conexión
entre el hecho de abrir su mente y la creación de suerte.

Una mente cerrada no es-una mente, es una máquina. Descarga


automáticamente lo que ya se encuentra en ella. Una mente abierta
quiere la verdad que resulta del contraste de opiniones; una mente cerrada
sólo está interesada en seguir creyendo lo que sea que cree ahora.

KEN KEYES, JR.

Creador de suerte: crea en lo imposible

Sea lo que sea lo que usted quiere, puede conseguirlo, si es que lo quiere
con la suficiente intensidad y sigue queriéndolo, siempre que el objeto
querido sea razonable ¡y usted crea de verdad que lo conseguirá! Sin
embargo, existe una diferencia entre simplemente «desear» algo y creer, de
verdad, que se conseguirá. La falta de comprensión de esta diferencia ha
representado el fracaso para millones de personas.
NAPOLEON HILL

Esta historia anónima, que navegó por todo Internet, ilustra de una manera
hermosa el hecho de que en ocasiones, la respuesta a nuestro problema está a
nuestra disposición, pero aún no la conocemos. Cuando abrimos nuestras
mentes para creer que lo que puede que parezca imposible es realmente posi-
ble, ya sea por medio de la intervención de Dios o gracias a alguna solución
que todavía desconocemos en este momento, se produce la suerte.
Una pequeña congregación al pie de las Great Smokies construyó un
nuevo santuario en un terreno que un miembro de su congregación les
había dejado en su testamento. Diez días antes de la inauguración de la
nueva iglesia, el inspector local de edificaciones informó al pastor de
que el aparcamiento era inadecuado para el tamaño del edificio y que,
por lo tanto, hasta que la iglesia no duplicara el tamaño del aparca-
miento, no podrían utilizar el nuevo santuario.

Desgraciadamente, la iglesia, con su aparcamiento menor de lo ne-


cesario, había utilizado cada palmo de terreno disponible excepto el
de la montaña contra la que había sido construida. Para crear más es-

ls
pacios de aparcamiento, tendrían que sacar la montaña del patio de
atrás.

A la siguiente mañana de domingo el pastor, sin amilanarse, anun-


ció que esa tarde se reuniría con todos los miembros de la congrega-
ción que tuvieran una «fe capaz de mover montañas». Celebrarían una
sesión de oración pidiéndole a Dios que quitara la montaña del patio
de atrás y para que, de algún modo, les proporcionara suficiente dinero
para tener el aparcamiento pavimentado y pintado antes de la ceremo-
nia de consagración, programada para la semana siguiente.
A la hora fijada, 24 de los 300 miembros de la congregación se reu-
nieron para rezar y lo hicieron durante casi tres horas. A las diez en
punto de la noche, el pastor dijo el «Amén» final y aseguró a todo el
mundo: «El domingo próximo consagraremos la iglesia tal como estaba
programado, porque Dios no nos ha abandonado nunca antes y yo
creo que, esta vez, también estará con nosotros».
La mañana siguiente, cuando estaba trabajando en su estudio, llama-
ron a la puerta. Cuando dijo: «Pase», apareció un capataz de la cons-
trucción que, quitándose el casco al entrar, le dijo: «Perdone, reverendo.
Soy de la empresa de construcción Acme del condado vecino. Estamos
construyendo un enorme centro comercial y necesitamos algo de tierra
de relleno. ¿Estaría dispuesto a vendernos una parte de esa montaña
que está detrás de la iglesia? Si pudiéramos llevárnosla ahora mismo, le
pagaríamos la tierra que nos lleváramos y le pavimentaríamos toda el
área que quedara al descubierto, sin cargo alguno. No podemos hacer
nada más en la obra hasta que no llevemos la tierra necesaria y dejemos
que se asiente adecuadamente».
La pequeña iglesia fue consagrada el domingo siguiente tal como se
había planeado al principio, y ¡asistieron muchos más miembros con
una «fe de la que mueve montañas» de los que había la semana an-
terior!

Puede que éste sea, sencillamente, un caso de oportunidad y de pura


casualidad. Dos caminos se cruzan con algo que ofrecer al otro y todo el
mundo sale ganando. ¡Qué suerte! ¿La congregación creó esa suerte rezando
a Dios? Nunca lo sabremos. La respuesta de Dios podía haber sido: «No,
mover esa montaña no es lo que más le conviene a todo el mundo». Y en-
tonces, los 276 fieles que no acudieron a la plegaria podrían haber dicho:
«¿Veis, ya os dijimos que era imposible!».

8
Al Rabino Kotzker, sus estudiantes le preguntaron: «Dinos Rabí, ¿dónde
está Dios?». Y la respuesta del rabino fue: «En todo lugar en que le dejéis
entrar».

Tener una mentalidad abierta le inspirará a buscar una solución a sus pro-
blemas incluso cuando parezca imposible, porque usted comprende que su
mente no puede abarcar la totalidad de soluciones que el universo pone a
su disposición. Una mentalidad abierta le estimula para que experimente y
ponga en práctica nuevas acciones que ensancharán su vida. Una mentalidad
abierta le permite crear suerte partiendo de una vasto terreno de juego en lu-
gar de un pequeño y estrecho rincón de una sola habitación. Una mentali-
dad abierta le trae suerte, bajo unas formas que usted ni siquiera había pen-
sado o había pedido.

MaryAnne Motter Cullen es una mujer, madre de nueve hijos que ejerce
de abogada y de escritora free-lance en Lancaster, Pennsylvania (EE.UU.),
que jamás ha comprendido que la palabra «No» significara otra cosa que
«No de este modo; busquemos otro». Ella pone a su disposición el ejemplo
siguiente de solución creativa de problemas que puede utilizar cuando crea
que algo que usted quiere, es posible:

Cuando tenía 15 años empecé a seguir cursos de verano en la


Universidad Franklin and Marshall. En agosto de ese año tenía una
cita para hablar con el asesor de admisiones respecto a la posibilidad
de que yo acudiera a F8¿M, a media jornada durante mi último año de
instituto. Sin embargo, de camino a la reunión estuve hablando con mi
madre de lo duro que sería ir y volver a F8¿M desde el Instituto de
Columbia, ya que tendría que tomar el autobús.
Entonces tuve una idea, ¿por qué no preguntarle al consejero de ad-
misiones si sería posible que acudiera a F82M a jornada completa? Yo
esperaba que se riera de mí y pensara que estaba completamente loca,
pero, ante mi sorpresa, el consejero salió unos minutos (supongo que
para consultarlo con alguien) y al regresar nos dijo a mi madre y a mí
que me daban la bienvenida para asistir a tiempo completo a F8M, si
podía arreglármelas para graduarme en el instituto antes de graduarme
en FAM.

Volví al Instituto de Columbia y lo arreglé para que cualquier mate-


ria que siguiera en la universidad también contara para mi graduación
del instituto. Eso no se había hecho nunca antes ni en la F82M ni en el

is
Instituto de Columbia, pero como yo lo había pedido, lo habían tent-
do en cuenta.

Después de que me admitieran como estudiante a tiempo completo


en la ES-M, en 1969, recibí mi diploma del instituto y fui la alumna de
la clase de 1970 del Instituto de Columbia que pronunció el discurso
de despedida. Como sea que seguí cursos extra y asistí durante todo el
año a la EM, recibí mi título de bachiller en artes en 1971, magna
cum laude y Phi Betta Kappa, a la edad de 17 años. ¡Nada de esto hu-
biera sido posible si no hubiera tenido el valor de pedir lo que quería!
Ahora, a los 46 años, a menudo necesito mirar atrás y recordar lo
valiente que era en mi juventud. A medida que nos hacemos mayores,
los miedos y las dudas se van asentando y es más difícil que se corran
rnesgos.

Este libro no le enseña a crear suerte siguiendo una fórmula precisa. La


creación de suerte sólo es, en parte, planificación científica y estratégica.
También exige tener una mentalidad abierta que nos permita movernos con
el flujo e ir detrás de algo que no estaba en nuestros planes originales, algo
que no sigue los mapas que uno posee o los sistemas de creencias con los que
nos educaron.

La gente de mentalidad estrecha y rígida se pierde oportunidades porque


está tan aferrada a sus mapas que cuando sucede algo fuera de lo corriente
que indica un camino diferente no hace caso de ello y rehúsa apartarse del
camino familiar que ya conoce.

Debe tener unos valores y unas creencias que le guíen ya que son las seña-
les y las anclas que conforman su vida y definen quién es usted. No es acon-
sejable convertirse en un camaleón que cambia de creencias y de ideas cada
vez que se ve expuesto a algo nuevo. Su vida y la de aquellos a los que ama
funcionarán mejor si hay consistencia en ellas. Pero los creadores de suerte
son también personas flexibles que tienen una mentalidad abierta que les
permite aprender de otras personas con un punto de vista diferente y que
están dispuestos a volver a considerar una postura cuando la vida les da un
motivo para volver a examinarla.

Ríndase a un mundo que no siempre sigue unas reglas estrechamente


prescritas. Á pesar de que tendrá que dejar de hacer ver que tiene usted el
control, atraerá más suerte a su vida y eso parece un intercambio justo.

=30—
Creador de suerte: espere tener buena suerte

La esperanza labra y abre un camino para que el universo llegue hasta su


puerta.Al hacerlo se convierte en profética, ya que ayuda a crear el
futuro. NETO:

LAURIE BETH JONES

¿Por qué funcionan los amuletos de la suerte? ¿Alguna vez ha tenido una
pata de conejo o una superstición como: «Tengo que llevar mi traje de la
suerte para esa entrevista de trabajo»? Las cosas físicas no llevan, de manera
inherente, una suerte especial pero si que pueden traerle suerte porque usted es-
pera que lo hagan. Una actitud positiva respecto a la suerte la atrae; así es como
funciona.

¿Confía usted en tener buena suerte, o la espera? Consiga distinguir en-


tre una expectativa arrogante —como que es usted el rey del universo y
se merece tener todo lo que quiera— y una serenidad interior que procede
de creer que el mundo es un buen lugar, que usted está bien atendido, que
siempre ha recibido todo lo que necesitaba y que seguirá siendo así en el fu-
turo.

Las personas que crean su propia suerte creen con absoluta certeza que
tendrán todo lo que necesitan, incluso si no siempre están seguros de la ma-
nera en que van a conseguirlo y hay momentos en la vida en que la suerte
parece que les elude. Para la gente afortunada, la mala suerte es temporal y
todo acaba siempre por salir bien. Eso no significa que la gente afortunada
no pase días difíciles cuando duda de sus capacidades, o de Dios, para ma-
nifestar lo que necesita y quiere. Pero esos momentos oscuros no son otra
cosa que una tormenta pasajera. Para ellos, la realidad diaria es un cielo solea-
do y un jardín repleto de flores y de vegetación en el que hacer crecer algo
nuevo cada día.

Eso'nos lleva a la proverbial pregunta del huevo y la gallina. Si cree que la


suerte está de su parte y que el mundo es un lugar de abundancia, su actitud
positiva creará más suerte, lo que no hará otra-cosa más que confirmar su
creencia de que es usted una persona afortunada. ¿Qué fue primero? ¿La acti-
tud positiva o el Mlujo de abundancia que conduce a este optimismo? O, para
decirlo de otra forma, si cree que no tiene usted suerte y ve el universo como
un lugar de escasez y de recursos competitivos, ¿consigue lo que espera?
y a
Si tiene una racha de mala suerte o de carencia de buena suerte, he aquí
una sencilla estrategia para darle la vuelta a las cosas. Al principio puede que
le parezca artificial, pero hágalo de todos modos.

Empiece por creer que va a tener suerte. Espérela y llegará. Espérela incluso
cuando no esté completamente seguro, sólo porque este libro le ha dicho que
lo haga y está dispuesto a experimentar. En este caso, exíste una respuesta a la
pregunta de la gallina y el huevo. ¡Espere primero a la suerte y llegará!

El universo está compuesto de energía que responde a la energía que emi-


timos. Creamos y recibimos de acuerdo con lo que esperamos y luego utiliza-
mos los resultados como evidencia de nuestras creencias respecto al mundo y al
lugar que tenemos en él. Espere abundancia y llegará y entonces dejará us-
ted de sentirse como un impostor.

La suerte llega después de las expectativas. En cuanto espere la llegada de


la suerte perderá sus dudas y se dedicará a realizar aquellas acciones que la
atraerán hacia usted. Goethe lo expresa muy bien:
Hasta que uno se ha comprometido existe la duda, la indecisión, la
posibilidad de retirarse, siempre la ineficacia. Existe una verdad ele-
mental que concierne a todos los actos de iniciativa y de creación, y
cuya ignorancia mata innumerables ideas y planes espléndidos. En el
momento en que uno se compromete definitivamente, empiezan a
suceder toda clase de cosas que, de lo contrario, jamás hubieran sucedi-
do. De la decisión comprometida surge todo un torrente de aconte-
cimientos que suscitan —en favor de uno— toda clase de incidentes,
reuniones y asistencia material, que nadie podría haber soñado que le
sucedieran.
Sea lo que sea lo que puede hacer o soñar, puede empezar. El atrevi-
miento posee genio, poder y magia dentro de sí. Empiece ahora...

La buena disposición para comprometerse procede de tener la expectativa


de que si lo hace usted así, todo saldrá estupendamente.

Creador de suerte: cuando tenga usted suerte, créaselo

S1 creemos que en el mundo hay otra gente que es afortunada pero que
eso no nos sucede a nosotros, creer en el concepto de crear suerte hace que el

3h
tiro salga por la culata ya que entonces nos sentimos como perdedores de
verdad y pensamos: «Hay otra gente que tiene suerte pero no yo, así que
debo de tener algo malo de verdad».

Ann Bidou es copropietaria de T100 Toymakers, un negocio de fabrica-


ción de piezas antiguas para las motocicletas Triumph de Trumbull, Connec-
ticut (EE.UU.). Ella nos dice de qué manera crea suerte en su vida. Fíjese en
cómo pasa de una filosofía general respecto a la suerte, a sus creencias perso-
nales respecto a su propio potencial de suerte:
Primero, debe creer que lo imposible es posible. He aprendido que
la mayoría de cosas son mucho más posibles de lo que creemos en un
principio. En segundo lugar, ha de querer algo con todo su corazón y
sin conflictos y ese algo llegará. El universo no parece capaz de negar-
le algo a alguien que no tiene conflictos. En tercer lugar, sienta que tiene
derecho a ello. En muchas ocasiones la suerte se presenta pero la gen-
te se aparta de ella porque piensa que no es posible que se merezca algo
tan bueno. Lo que me lleva a recomendarle, sinceramente, que cuando
le suceda, debe usted creérselo. Las personas acostumbran a encontrar-
se cara a cara con la suerte y a no creérselo. Puede que si le sucede algo
maravilloso de verdad, tarde unos momentos en darse cuenta de ello y
en aceptarlo, pero ¡aguante esa incomodidad!

Ann tuvo la oportunidad de emplear esa filosofía de la suerte en su vida,


cuando participó en un concurso radiofónico para conseguir un papel breve
y sin texto en la película de Howard Stern Private Parts. Tuvo que escribir
unas 25 palabras diciendo el motivo por el que quería aparecer en la pelícu-
la. Recuerda:
No podía sacármelo de la cabeza. Durante tres días escribí esas
25 palabras una y otra vez. Al principio pensé que participarían miles de
personas y que, por lo tanto, no tenía posibilidad alguna. Luego recordé
que me había encargado de un concurso para una empresa en la que ha-
bía trabajado y que me sorprendió la poca cantidad de personas que
participaron. Así que me presenté al concurso y gané. Hablando de en-
contrarse cara a cara con la suerte y no creérselo, les costó casi un cuar-
to de hora de emisión convencerme de que era cierto.

Su escrito decía: «Soy fisioterapeuta, tengo los ojos verdes y soy pelirroja.
Peso unos 50 kilos y no quiero hacerme famosa. Sólo quiero andar por el
plató y dar masajes entre tomas».

¿Bi
¡Chica lista! No es extraño que ganara. La gente afortunada es creativa.

Ahora bien, si no es usted una fan de Howard Stern, puede pensar que
estar cerca de él es tener mala suerte. Eso es lo sensacional de la suerte, ¡es tan
personal! Primero Ann tenía que saber qué es lo que quería: un papelito en la
película de Stern. Luego tenía que creer que alguien podía ganar esta oportu-
nidad participando en el concurso. Y luego la parte más difícil: tenía que
creer que ella podía ser la persona seleccionada. Sin esa creencia hubiera aban-
donado y tirado su solicitud a la papelera.

Fíjese, Ann no tenía una expectativa egocéntrica respecto a la suerte


como: «Sé que estoy entregando la solicitud ganadora y por muchos miles de
solicitudes que haya, ¡yo ganaré!». No redactó la solicitud a toda prisa y lue-
go se estuvo repitiendo afirmaciones respecto a ganar, cien veces al día. Lo
que sí hizo fue hacerlo lo mejor posible y convencerse de que sus posibilida-
des de ganar eran suficientes para que valiera la pena el esfuerzo de partici-
par. Luego estuvo encantada de haber ganado, pero si no lo hubiera hecho,
tampoco hubiera quedado desolada.

Bloqueador de la suerte: pensamiento pesimista


y estrecho de miras

Un pensamiento tóxico y unas personas negativas pueden eliminar la


suerte de su vida. Ann tuvo un momento así cuando una voz interior le
dijo, básicamente: «¿Que vas a hacer qué? ¿Estás loca? ¿Nunca ganarás?» O,
¿qué hubiera pasado si otras personas lo hubieran dicho y ella les hubiera
escuchado?

¿No ha desenganchado una garrapata de su piel cuando la ha descubierto


alimentándose de su cuerpo? Si la pilla a tiempo, en un momento habrá desa-
parecido. Sin embargo, si la deja demasiado, puede causar estragos en su
cuerpo, incluso diseminando enfermedades graves por su corriente sanguínea.

Así es como funciona el pensamiento tóxico. Átrape sus pensamientos


negativos desde el principio y será capaz de deshacerse de ellos si habla consigo
mismo de una manera optimista y por medio de las acciones positivas que
comentamos en este libro. Si espera a que todo su ser esté infestado de creen-
cias negativas, verá que ya no es nada fácil invertir el proceso y luego, puede
que empiece a buscar pruebas de que tiene usted razón cuando dice que el

x as
mundo es un lugar feo y malvado y si busca lo suficiente, encontrará la prue-
ba que está buscando. Tal y como le gusta decir a la autora de éxito, Susan
Page: «¡Bien por usted, ha conseguido el premio para tontos (el de consola-
ción); así que debe de tener razón!».

De vez en cuando, todos padecemos ataques de pesimismo y de mentali-


dad estrecha. ¿Cuál es la fuente de las creencias negativas que puede que
le impidan crear suerte? No podrá desmontar algunas de ellas, hasta que las
descubra en su ser.

Diario de la suerte: ¿cuáles son las raíces de mi estrechez


de miras y de mi pesimismo?

Responda a las preguntas siguientes que le ayudarán a diagnosticar algunas


de las fuentes de su pensamiento pesimista respecto al mundo y a sí mismo.
1. ¿De qué y de quién tenían miedo sus padres? ¿Creían en alguna especie
de poder superior o en un Dios benevolente y compasivo? ¿Creció us-
ted creyendo que el mundo es un lugar amable y seguro?
Si no fue así, ¿a su familia le sucedió algo realmente terrible que
conformó una opinión temerosa y negativa del mundo?
)

2. ¿Por qué motivo le criticaron siendo niño? ¿Qué creencias tiene usted
respecto a sí mismo que le limitan? ¿Qué es lo que teme que la gente
descubra respecto a usted?
3. ¿Qué etiquetas negativas se ha colocado usted mismo? Soy una persona

4. ¿Qué etiquetas negativas ha colocado al mundo? El mundo es un lugar

5. Cuando se pone a pensar en la escasez —o sea a creer que no consegul-


rá lo que necesita— ¿qué es lo que acostumbra a hacerle pensar de esa
forma? ¿Influye en usted la gente que tiene esa opinión del mundo?
6. ¿Qué es lo que cree respecto al dinero y a la prosperidad? ¿Qué le asusta en
cuanto a tener gran cantidad de dinero y de poder? ¿Qué le asusta en cuan-
to a no tener suficiente dinero y poder?
7. ¿Cree usted que las personas son básicamente buenas o malas, o que tie-
nen posibilidad de elegir? ¿Dónde desarrolló usted estas creencias? ¿Le

2
ha herido, física o emocionalmente, alguien que usted piensa que es
malvado? ¿La sombra de esa persona le sigue persiguiendo?
¿Cuáles son las creencias respecto a la buena suerte, en general, que le li-
mitan? ¿Cree usted que sólo existe una cierta cantidad de suerte y que
si otra persona tiene suerte, usted no la tendrá? ¿Hasta qué punto cree
que puede controlar a la suerte?
¿Cuáles son las creencias respecto a su capacidad de atraer y crear suer-
te, que le limitan? ¿Cree usted que existe una persona básicamente afor-
tunada o desafortunada? ¿Qué experiencias son las que han formado es-
tas creencias? ¿Cree que es capaz de cambiar su suerte? ¿Se merece tener
suerte? ys¿Por qué?2 ¿Por qué 2h?
no:
10. ¿Cuáles son sus imágenes de Dios? Cuando era niño, ¿le retrataron a un
Dios airado y justiciero, o a uno compasivo y benéfico? ¿Cree usted que
es posible que una persona normal y corriente esté cerca de Dios?
¿Acercarse a Dios le asusta por algún motivo?
Vil: ¿Qué supersticiones tiene usted respecto a la suerte? Por ejemplo, ¿cree
que si habla de algo bueno se va a estropear? ¿Le preocupa que el martes
y 13 pueda ser un día desafortunado? ¿Alguna otra cosa?
12, ¿Ha creído alguna vez en la «Ley de Murphy» o la cita, o sea que si algo
puede ir mal, irá así? ¿Quién se lo enseñó? Si pudiera inventar una ley
nueva más optimista, ¿cuál sería?

Bloqueador y destructor de la suerte: esperar la decepción

Si esperar la buena suerte es una de las herramientas más vitales de su ar-


senal de la suerte, una expectativa negativa también es uno de sus bloquea-
dores y destructores más potentes de la misma. Una de las expectativas ne-
gativas más penetrantes y más peligrosas es la de esperar ser decepcionado o
desengañado. Si la lleva consigo, incluso si consigue llevar buena suerte a su
vida, esperará que desaparezca y que no dure mucho. Si adquiere amigos sin-
ceros y atrae gente positiva a su vida, usted espera que le abandonen. Y de
hecho, usted crea estos resultados para tener razón y estar solo.

Es frecuente que esta actitud a lo largo de la vida proceda de una inten-


ción positiva de su parte.

o
Puede que cuando era niño le decepcionaran mucho y en un intento de
proteger a ese niño vulnerable, usted desarrollara un mecanismo de defensa:
el de creer lo peor respecto a la gente y a la vida y así no quedaría tan desola-
do cuando algo o alguien le hiciera daño. Usted espera que le decepcionen y,
por lo tanto, eso no será una sorpresa.

La defensa funcionó bien para amortiguar el dolor, pero ahora mantiene


lejos de usted a la buena suerte. Dejó de esperar que le sucedieran cosas buenas
de verdad y, por lo tanto, no le suceden con tanta frecuencia como podrían.
O si lo hacen, puede que usted las aleje para estar de acuerdo con su expec-
tativa interna de desencanto.

Saque su diario de la suerte y haga la prueba siguiente para ver hasta qué
punto eso es un problema actual para usted.

Diario de la suerte: ¿hasta qué punto espero


el desengaño en mi vida?

Haga la prueba siguiente respondiendo a las preguntas y puntuando cada


afirmacióndel modo que se indica a continuación:

En mi caso:

1. Es muy raro que sea verdad.


2. De vez en cuando es verdad.
3. A veces es verdad.
4. Con frecuencia es verdad.
5. Casi siempre es verdad.

1. La gente que me importa me decepciona.


2. Cuando la gente me decepciona, me enfado de verdad.

3. Además de sentir ira, me siento muy triste al no poder contar con que
la gente estará ahí sí la necesito.
4. A veces me siento realmente solo y deprimido.
5. Sentirme decepcionado de los demás es un sentimiento muy familiar.
Me recuerda mi niñez.
6. Pienso: «¿por qué me ha hecho eso esa persona? ¡Me merezco algo más!».

>
7. Muy en el fondo tengo miedo de no merecerme algo mejor.

8. Intento hacer cambiar a alguien que me decepciona, pero ¿por qué he


de molestarme? El o ella no cambiará jamás.
9. Mesiento abrumado por pensamientos pesimistas. Tengo miedo de que
nunca conseguiré lo que quiero de verdad.

10. Vivo casi siempre en el futuro. Mis necesidades no parecen nunca que-
dar satisfechas en el presente.
11. Cuando consigo lo que yo pensaba que quería, quedo decepcionado y
deseo alguna otra cosa.
12. Ensayo, mentalmente, un diálogo imaginario con alguien que me está
decepcionando.

Puntuación:
12-36: ¡Muy bien! La mayoría del tiempo se toma la decepción tal como se
presenta, no esperándola necesariamente ni permitiendo que el mie-
do a la misma impregne su actitud hacia la gente y la prosperidad. Es
básicamente optimista respecto al modo en que interactúa con los
demás.
37-48: ¡Felicidades! es usted normal. Tiene una actitud básicamente optimis-
ta hacia la vida, pero ha experimentado su cuota de decepciones y
hay una parte de usted que está en guardia y es cautelosa respecto a
depender demasiado de nadie. No predice el desencanto pero tam-
poco le sorprende cuando aparece. La parte de usted que es precavida
no siempre gana, así que aún puede seguir llevando suerte a su vida.
49-60: Para usted es un problema candente y un gran bloqueador de la suer-
te. La espera del desencanto y el prepararse para su aparición es un
tema continuo en su vida. Nunca se sorprende cuando se produce y,
de hecho, la mayor parte del tiempo tiene planeado que suceda. A
pesar de que le gustaría ser una persona optimista, sus creencias res-
pecto a los demás seres humanos y la manera en que se presentará la
vida, para usted, son primordialmente pesimistas.

Es probable que este patrón de conducta haya sido implantado en


usted desde su niñez y exigirá una cierta atención concentrada para
invertirlo. Pero puede empezar precisamente ahora, con una expecta-
tiva positiva; espere que le dará usted la vuelta y el mundo empezará a

—38=
parecerle mucho más brillante. Además, si está decidido a dar una
forma nueva a sus expectativas respecto al amor y a la vida puede que
sea necesario que pida ayuda profesional.
-

Destructor de la suerte: aferrarse a costumbres negativas


para la suerte a causa de lo que le proporcionan

Si ha adquirido comportamientos que bloquean la suerte como esperar el


desengaño o el desencanto, necesitará valor y mucho trabajo para librarse de
ellos. Las costumbres mentales, como el miedo, la depresión y la ira, son difí-
ciles de romper. Piense en la última vez que se trasladó a vivir a un lugar nue-
vo. Puede que lo hiciera por razones muy positivas y que la vieja casa ya no le
conviniera. Y sin embargo, ¡tener que trasladarse!... Llenar todas esas cajas,
arrastrar todas esas cosas a un nuevo entorno, averiguar cuál es el médico, la
tienda y la estafeta de correos más cercanas, cambiar todos sus impresos, acos-
tumbrarse a una casa y a un barrio nuevo, aprender a moverse por él, perderse
montones de veces hasta que se sitúe: todo esto es suficiente para hacer que
se quede donde está. Pero, una vez que está instalado en la casa nueva, al cabo
de un tiempo, vuelve a encontrarse cómodo en su nuevo entorno.

A eso es a lo que se parece el trasladarse del paisaje conocido de esperar


mala suerte, a la de esperarla buena. La casa nueva puede que sea mejor que
la vieja, pero, sin embargo, la vieja tenía sus cosas buenas. Desechar la idea
de que usted es capaz de hacer grandes cosas puede ser atrayente porque de
ese modo usted no tendría todo el control sobre su vida. Con una actitud
negativa respecto a la suerte, podría creer que tiene el control total de su des-
tino, incluso si no siempre le gusta el lugar al que ha llegado.

Puede que sea más fácil gemir y lloriquear diciendo que es una persona
que no tiene suerte, como si acabara de llegar a esta vida con un mal karma
y no fuera culpa suya, que hacer lo necesario para dar la vuelta a su suerte.
Incluso puede que esté orgulloso de la manera en que ha sobrevivido a una
racha de mala suerte —«¡Mira cuánto poder de recuperación tengol»—.
Tener poder de recuperación está muy bien, pero crear suerte es mejor.

Abrir su mente a la posibilidad de que puede tener aún más suerte de la


que ha tenido en el pasado y que el universo es mucho más abundante de lo que
usted haya podido imaginarse nunca, es como trasladarse de una casa decen-
te en un buen barrio a la casa de sus sueños que se encuentra en un terreno
0
de 50.000 metros cuadrados (con un jardinero que haga el mantenimiento).
Llegar allí le costará algún trabajo, pero una vez que llegue estará más que
contento de haber hecho el traslado.

¿Está dispuesto a abandonar las recompensas que le proporciona el no te-


ner suerte o el decirse así mismo que no la tiene? Si su respuesta es sí, éste es
el lugar por donde debe empezar.

Creador de suerte: cambie su definición negativa de ser


una persona que no tiene suerte

Cada vez que se atrape a sí mismo en una mentira como: «Yo nunca...» O
«Yo siempre...», cámbielo a «Raras veces...» o «Habitualmente...» y eso le
dará esperanza. Así, en lugar de decir «Cuando tengo citas a ciegas nunca en-
cuentro al tipo adecuado» cámbielo a «Raras veces, o por lo menos hasta
ahora, no he...».

Cuando se cuente a sí mismo una historia sobre su mala suerte, desafíela.


¿Todo fue, realmente, desafortunado? ¿Salió algo bueno de ello? ¿Podría salir
en el futuro? «Estuve casada con ese verdadero perdedor, ¡qué desastre!» ¿De
verdad? ¿Todo durante el matrimonio fue desastroso? ¿La condujo a algo po-
sitivo? Si él hubiera sido un absoluto perdedor, usted no se hubiera casado
con él. No vuelva a escribir la escena para que parezca sólo mala suerte cuan-
do, probablemente, fue una combinación de experiencias.

Si quiere cambiar sus opiniones respecto a algo porque hace que se sienta pe-
simista, pero cree de verdad que es cierto, haga únicamente este ligero cambio:

En lugar de: «No hay manera de que podamos permitirnos comprar el


coche que queremos de verdad. ¡Es demasiado caro!».

Pruebe a decir: «Por lo que yo sé, no hay manera de que podamos permi-
tirnos comprar el coche que queremos de verdad, a menos que aparezca al-
guna fuente de Ingresos inesperada».

Todo aquello que usted manifieste y crea es «por lo que yo sé», incluso si
no lo dice de manera explícita. Al aprender a añadir ese prefijo a sus pensa-
mientos y declaraciones, se recuerda a sí mismo que debe expandir su mente
para incluir aquello que puede que no sepa.

40
Cuando la gente negativa insiste en que lo que usted cree se lo está impo-
niendo a la fuerza, añada el prefijo a su declaración incluso si esa gente no lo
hace. Por ejemplo:

Su madre le dice: «Jamás tendrás éxito en la vida con unas notas tan ma-
las como las que tienes ahora en la escuela».

Imagínese que dice: «Por lo que yo sé, jamás tendrás éxito...». Luego po-
drá acordarse de que su opinión sólo es su punto de vista que parte de lo que
ella sabe en ese momento. ¡Las cosas pueden cambiar a mejor!

Diario de la suerte: cambiar lo que me digo


a mí mismo respecto a la suerte
En el lado izquierdo de su diario de la suerte, anote aquellas declaracio-
nes estrechas de miras que se dice a sí mismo para crear pesimismo y crear
también conductas que bloquean o destruyen la suerte. Por ejemplo:
La suerte parece que se desliza entre mis dedos.
No ganaré nunca. Así que ¿por qué tengo que molestarme en com-
prar un número?
¿Otra cita a ciegas? Ni hablar, siempre se trata de perdedores.
Está claro que llevo escrita en la frente la palabra «incauto».
Otras personas tienen mucha más suerte que yo.
La suerte no es algo que se pueda controlar. La tienes o no la tienes.

Luego, en el lado derecho de su diario, escriba una declaración alternativa


que cree suerte. Por ejemplo:

A veces tengo suerte.


Alguien tiene que ganar. ¿Por qué no puedo ser yo?
¡Puede que ésta sea la última cita a ciegas a la que tengo que acudir!
Los tipos buenos pueden salir heridos, pero a mí me gusta ser un
buen tipo. Si tengo paciencia, me llegará la suerte.
Si otras personas pueden tener suerte, también puedo tenerla yo.
Puedo aprender a crear mi propia suerte.

Somos muchos los que hemos oído cómo la oportunidad llamaba a


nuestra puerta, pero cuando hemos conseguido desenganchar la cadena,

Se
correr el cerrojo, abrir dos cerraduras y apagar la alarma de robo, ¡ya se ha
marchado!

ANÓNIMO

Creador de suerte: desarrolle una actitud del tipo


«¿Qué puedo perder?»

Antes ya me referí a la conexión entre tener una mentalidad abierta y la


creación de suerte. He aquí un ejemplo estupendo:

Llevaba tres meses embarazada de mi tercer hijo, Elijah, y estaba a punto de


irme a la cama cuando me alarmé al notar un chorro de fluido amniótico que
bajaba por mi pierna. Llamé a gritos a mi esposo, le pedimos a una vecina
que se quedara en la casa vigilando a nuestros hijos, que estaban durmiendo,
y nos dirigimos a urgencias a toda velocidad. El médico nos dijo que mi saco
amniótico había reventado, que Elijah tenía entre un 10 y un 20 % de posibi-
lidades de sobrevivir y me envió a casa, convencido de que iba a abortar.

A pesar de las probabilidades en contra, nosotros creímos que era posi-


ble que se produjera un milagro. A la una de la madrugada, después de
volver del hospital, envié un e-mail a cada uno de los 1.200 suscriptores
de mi boletín ECS (un boletín online para parejas y familias emprendedoras)
pidiéndoles que rezaran por nosotros. Durante los días siguientes, recibí
cientos de oraciones y de buenos deseos procedentes de todo el mundo. El
aborto no llegó a producirse jamás. Una semana más tarde, el médico dijo
que el embarazo se había salvado. Seis meses y medio más tarde, nació Eli-
jah, que fue un niño sano y hermoso.

Decidí no hacer caso a las estadísticas. Mientras hubiera esperanza me


comporté de manera que esa tragedia potencial se convirtiera en suerte. Es
posible que, de todo modos, no hubiera abortado nunca, pero yo creo que
las oraciones nos proporcionaron un milagro, y me alegro de que mi
mente
fuera lo bastante abierta para pedir ayuda. No tenía, absolutamente, nada
que perder, así que me lancé a ello.

Un rabino me habló de la buena suerte que había experimentado


un
miembro de su congregación que había aprovechado una oportunidad que,
lógicamente, parecía ser una idea completamente loca.

ZA
Mi suegro (que también es rabino) es un ávido lector de una docena
de periódicos diferentes. No puede leerlos todos durante el día, así que
tiene montones de periódicos para ponerse al día, en ocasiones con
“meses de retraso. Un día, estaba leyendo un periódico que tenía un
año de antigiiedad y se fijó en un anuncio que ofrecía un puesto de
trabajo del mismo tipo que el que un feligrés suyo estaba buscando.
(En ese momento ese hombre no tenía empleo.)

Recortó el anuncio y se lo dio a ese hombre, sugiriéndole que con-


testara al anuncio. Su primera respuesta fue: «Es una locura. No va a
funcionar. ¡Ese periódico es de hace más de un año!». Pero luego pen-
só: «¿Y por qué no? ¿Qué puedo perder?». Telefoneó a la empresa y, mi-
lagrosamente, el puesto acababa de volver a quedar vacante y aún no
habían insertado un nuevo anuncio. Consiguió el trabajo y, hasta la fe-
cha, lo sigue conservando.

«¿Y por qué no? ¿Qué puedo perder?» es una actitud que crea suerte. Como
sea que el serendipismo es, por definición, algo que sucede al azar, en ocasio-
nes sus acciones se ven recompensadas con la buena suerte y en ocasiones, no.
Pero uno se pone con mayor frecuencia en el camino de la suerte si detiene el
funcionamiento de su mente lógica y prueba algo que parece tonto, nada con-
vencional o arriesgado. Es frecuente que el solo hecho de hacerse la pregunta:
«¿Y por qué no? ¿Qué puedo perder?» le libere para que pueda avanzar.

Diario de la suerte: «¿Y por qué no? ¿Qué puedo perder?»

1. Piense en sus sueños más locos. ¿Qué es lo que haría, por muy inusi-
tado o poco convencional que pueda parecer, si le garantizaran —vir-
tualmente— el éxito? ¿Qué es lo que no está haciendo ahora porque
le parece «imposible» y que quisiera hacer? Anote las tres primeras co-
sas que le vengan a la mente.
2. ¿Qué es lo que le preocupa perder si intenta conseguir uno de estos
sueños?

3. Algunos de estos temores puede que tengan unos fundamentos sólidos.


Es posible que usted no intente hacer realidad su sueño de practicar el
«puenting» porque la posibilidad de lesionarse gravemente es suficiente
para calmar su deseo de aventuras, o porque su esposo o esposa le pide
que no cometa semejante tontería. Es posible que ahora no sea el mo-

2BE
mento adecuado para dejar su trabajo teniendo en cuenta que es el único
apoyo de su familia. Pero ¿hay alguno de esos miedos que sólo estén ba-
sados en su imaginación? ¿Vale la pena arriesgarse a sufrir alguna de esas
pérdidas potenciales para conseguir lo que usted quiere?

La próxima vez que quiera algo de verdad, pero que dude por culpa del
miedo a lo que pueda suceder, piense en qué es realmente lo que puede per-
der si no persigue sus sueños. Puede que el trabajo, la casa, el hombreo cual-
quiera de sus sueños esté esperando a que haga usted el primer movimiento.

Un día llegué a la conclusión de que el miedo es una serie de descargas


neuronales que se producen en el cerebro. Me molestó muchísimo ser
cautivo de unos retortijones cerebrales.

SYLVIA BOORSTEIN

Creador de suerte: el amor por las sorpresas

Acostumbraba a planear mi itinerario, paso a paso, insistiendo en un


horario fijo, lo que quería decir que yo sabía dónde me encontraría casi en
cada hora de cada día. El serendipismo lo ha cambiado todo. Ahora dejo
que mi horario quede abierto y sea flexible, sabiendo que la causalidad es
una guía, absolutamente maravillosa, y que el hado acostumbra a estar
esperando a la vuelta de cualquier recodo.

MARCUS BACH

«¿Sabe de dónde procede el término «serendipismo»? Del cuento de ha-


das llamado Los tres príncipes de Serendip. Según dice el cuento, un grupo de
nobles viajaba por el mundo buscando tesoros, pero les sucedía una cosa muy
divertida: seguían descubriendo tesoros que eran aún mejores que los que
buscaban. El serendipismo es el acto de encontrar una suerte aún mejor
que la que se estaba buscando.

En eso reside la correlación directa entre desarrollar una mental


idad
abierta y atraer la buena suerte a su vida. Fíjese en su vida. ¿No está
contento
de que no siempre obtuviera aquello que quería? ¿No hay algo
o alguien que
usted no estuviera buscando y que le llegó por sorpresa y que
es una de la
mayores bendiciones de su vida?

O
Es frecuente que Dios tenga unos planes mucho mayores de los que no-
sotros tenemos para nosotros mismos. El destino nos conecta con aquellos
que deben ser nuestras almas gemelas, incluso aunque no los estemos bus-
cando. Tropezamos con el mentor más inspirador de nuestra vida por «acci-
dente». Subimos al tren «equivocado» y nos encontramos con un futuro so-
cio en los negocios. La vida está llena de accidentes, de encuentros no
planeados y de suerte que se encuentra cuando no se la busca. Si se tiene una
mentalidad abierta se pueden aprovechar esas oportunidades que tropiezan
con nosotros cuando pensábamos que nos dirigíamos a otra parte.

El polvo de ángel le llueve a la gente cuando ésta menos lo espera. La si-


guiente historia real que se publica aquí con permiso de la autora, a pesar de
que prefiere quedar en el anonimato, es una buena ilustración:

Había llegado al aeropuerto de San Diego (California, EE.UU.) con


la antelación suficiente para formar parte del primer grupo que subiera
al avión de la Southwest Airlines. Para aquellos que no hayán tenido el '
placer de volar con la Southwest, esta compañía no asigna los asientos,
sino que emite los pases de embarque basándose en que «el primero
que llega es el primero al que se sirve»,
Me dirigí al primer asiento libre que daba al pasillo, me acomodé y,
después de que todo el mundo estuvo a bordo, estuve encantada de que
nadie se hubiera sentado en el temible «asiento del medio», lo que haría
que tuviera un vuelo cómodo y relajante a Fénix.
Sin embargo, al cabo de unos minutos, la azafata pidió que un
voluntario cediera un asiento a fin de que un padre y su hijo minus-
válido pudieran sentarse juntos. Me ofrecí voluntaria y pasé a una
fila más adelante donde ¡por supuesto! me esperaba el temido asiento
central.

Lo que vino a continuación fue una especie de trama de comedia en


la que la azafata me dijo en dos ocasiones que no necesitaban mi asien-
to y podía volver a mi lugar y, luego, en dos ocasiones más, que sí lo ne-
cesitaban. Al llegar a este punto, todos los que estaban a mi alrededor
estaban bromeando y la azafata me prometió una bebida gratis por las
molestias, pero ¡estábamos intentado hacer subir la apuesta inicial hasta
una cena con langosta!

Finalmente, decidí quedarme en el asiento central y mientras el


en
avión despegaba inicié una conversación con la mujer que estaba

Hb
el asiento del lado del pasillo. Al final, nos enteramos de que ambas ha-
bíamos asistido a la misma iglesia en Mesa, Arizona.

Después me contó que a su yerno, al que llamaré Bruce, de 26 años


de edad, hacía poco que le habían diagnosticado un tumor cerebral ma-
ligno. Los médicos habían dicho que no tenía cura pero que, con qui-
mioterapia y radioterapia, podía vivir dos años. Mi hijo también había
tenido cáncer a los 20 años y, por ello, compartimos el dolor y la pena
de que una persona joven a la que amábamos tuviera un destino tan
trágico.
Bruce y la hija de esa mujer, tenían dos hijos de dos y siete años. El
padre de Bruce le había dado 1.000 dólares y le había dicho que los
utilizara para algo divertido (no para pagar facturas de médico ni cosas
por el estilo). Así que pensó que le gustaría llevar a su mujer a Hawai,
pero los niños exigían un viaje a Disneylandia. Con los 1.000 dólares
no habría suficiente para ambas cosas y él no tenía dinero para gastar
en esta clase de cosas.
Mi compañera de asiento siguió relatando la historia con lágrimas
en los ojos, y me dijo que, a principios de esa semana, la familia (su
hija, su yerno y los dos niños) habían ido al dentista. La recepcionista
estaba enterada de la enfermedad de su yerno y le preguntó cómo iban
las cosas. Él la puso al corriente y luego mencionó su dilema: Hawai
con su esposa o Disneylandia con los niños.
Sin que ellos lo supieran, un hombre que se encontraba en la sala de
espera oyó esta conversación. Cuando volvió a casa, le contó la historia
a su mujer. La mujer telefonéo al dentista, consiguió los nombres de la
familia, llamó a su agencia de viajes y les compró un viaje a Disneylan-
dia con limusina, desayuno con personajes de Disney, en fin ¡todo el
paquete!
Cuando telefoneó a la familia para contárselo, la hija de mi compa-
ñera de asiento dudaba en aceptar un regalo tan maravilloso de un ex-
traño.

La generosa mujer le preguntó: «¿Cree en ángeles?».


La joven madre dijo: «Sí»
«Bien —dijo la mujer—, yo también. He recibido muchas bendi-
ciones en mi vida y tengo un hijo de 38 años y nietos. Puedo permitír-
melo y me gustaría mucho hacerlo.»

0 0
Así que la familia irá a Disneylandia, gracias a una mujer maravillo-
sa y amable que cree en los ángeles.
_ Antes de ese vuelo no estaba segura de creer en los ángeles, pero
ahora no tengo duda alguna de que existen.

Ésta es una historia sobre la creación de suerte gracias a que comienza a lo


que uno quiere, ya que el hombre enfermo expresó su dilema a la recepcionista
del dentista y, a partir de esta conversación, la suerte le llegó de la mano de un
extraño. Pero también es una historia sobre una mujer que pensó que estaba
sentada en el «terrible asiento del medio» y que se encontró con que sentarse
ahí le trajo una nueva amiga y una perspectiva mucho más amplia y optimista
de la vida. Y acabó en ese asiento al ceder el asiento que ella pensaba que que-
ría, para ayudar a otro pasajero. ¡Toda la historia trata de la creación de suerte!

Al igual que muchas de las mejores cosas de la vida, como la felicidad, la


tranquilidad y la fama, la ganancia que es más preciosa no es la cosa que
buscamos sino la que procede de sí misma en la búsqueda de alguna otra
cosa.
JUSTICE CARDOZO

Tenía la costumbre de ser mucho más rígida en mis planes y unos desen-
gaños inesperados hacían que casi me derritiera. Ahora ya no me sucede así.
Ahora, cuando me siento frustrada porque alguna cosa de mi vida no va se-
gún mi plan, me digo a mí misma, «Puede que eso sea serendipismo y lo que
sucede es que aún no sé el motivo».

Lo único que puede suceder es que le ofrezca a mi autocompasión una


pequeña fiesta de una hora de duración. Luego, vuelvo a la acción sintién-
dome curiosa respecto a lo que la vida me traerá, en lugar de lo que yo pen-
saba que quería. Creo sinceramente que si pierdo algo, algo mejor vendrá a
reemplazarlo.
Eso no significa que gima y patalee cuando me encuentro con
un obstáculo. ¡Lo hago! ¡Pregúnteselo a mi esposo! Pero me recupero rápida-
mente y mi experiencia me dice con toda seguridad que, tan pronto como
existe un vacío, algo aún mejor viene a llenarlo. Así es como funciona el
mundo, si es que usted cree que lo hace así.

En el capítulo 2, veremos la manera en que puede averiguar qué es lo que


quiere y, luego, hacer acopio de la voluntad para hacer lo necesario para ha-
cérselo llegar.

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¡Pida lo que quiera y esté


dispuesto a trabajar
para conseguirlo!

Yo creo en el destino, en la idea de un bashert (palabra yiddish para


indicar un amor que nos está destinado o un alma gemela), pero también
creo que uno se fabrica su propio destino. Creo que existe un cierto
destino pero que los seres humanos tienen que abusar un poco de él.
Dios ayuda a los que se ayudan. Yo podía no haber acudido a la cena y
nunca habría conocido a Jim. Tuve que empujarme a mí mismay él tuvo
que hacer lo mismo consigo mismo y gracias a Dios que lo hicimos.
BARBRA STREISAND

Bloqueador de la suerte: pedir cacahuetes,


O sea, cosas insignificantes

Mientras escribía este libro, me enamoré de un programa de televisión


que se llama Fabricantes de sueños, presentado por Richard Simmons (desgra-
ciadamente, ahora ya no se emite). La gente escribía al programa expresando
una necesidad o algo que quería para sí o para alguien al que amaba. Si su
e-mail o su carta resultaba seleccionada entre las más de 10.000 que se reci-
bían cada semana, los productores del programa hacían que sus sueños se hi-
cieran realidad.

Este programa era mi dosis terapéutica diaria de lágrimas, Lloraba cuan-


do la gente hacía realidad grandes sueños: reunirse con los seres queridos,

O
cocinas nuevas, tratamientos de fertilización in-vitro para una pareja infértil,
v demás. Cada día ese programa hacía que recordara todas las bendiciones
que yo doy por hechas.

Al final de cada programa, Richard se mezclaba con el público para con-


ceder deseos. Antes de la grabación del programa, cada miembro del público
llenaba una ficha, pidiendo que un sueño suyo se hiciera realidad instantá-
neamente. Al final del programa los productores seleccionaban entre dos y
cuatro ganadores. Un día, me quedé petrificada mientras un miembro del
público ganaba... redoble de tambor, por favor... cacahuetes. Podía haber es-
¡a

crito cualquier cosa en esa tarjeta en blanco, pero pidió cacahuetes.

Richard le dijo: «Podía haber pedido cualquier cosa; ¿por qué cacahue-
tes?». Y esa persona respondió: «Bueno, adoro los cacahuetes y además no
quería parecer demasiado codicioso».

El ayudante de Richard le entregó una gran bolsa de cacahuetes y un che-


que por valor de 100 dólares. Parece ser que los productores del programa se
sentían incómodos al no darle otra cosa a un soñador que un puñado de ca-
cahuetes.

Ese tipo se comportó como hacemos la mayoría. En lugar de pedir lo que


queremos y necesitamos de verdad, pedimos cacahuetes o sea, cosas insignif-
cantes. Algo que sabemos que nos gusta, algo que no molestará demasiado,
algo que no nos haga parecer demasiado egoístas, arrogantes o materialistas.
Ahora bien, los cacahuetes no tienen nada de malo. A mí me gustan. Pero sl
alguna vez tuviera la oportunidad de llenar un impreso en blanco que dijera:
«Diga el nombre de cualquier cosa que pudiéramos darle ahora mismo», con-
fío en que pondría el nombre de algo más sustancial que los cacahuetes.

Hay mucha gente que acepta la mediocridad como un modo de vida,


como si la grandeza fuera únicamente para la gente grande.
RABINO NOAH WEINBERG

En este capítulo vamos a ayudarle a averiguar qué es lo que quiere, segul-


do de la segunda e importante parte de esa ecuación: cómo pedirlo.

El programa del fabricante de sueños ofrece una fantasía: pida lo que


quiera y, abracadabra, se le concederá. No acostumbra a funcionar así en la

—50=
vida. Una vez que uno averigua lo que quiere, acostumbra a tener que hacer
el trabajo necesario para conseguirlo. Hay gente que sugeriría: «Afirme: “Soy el
propietario de un flamante automóvil de lujo” cien veces al día y creerá
que ya lo posee. Antes de que pase mucho tiempo, estará aparcado frente a
su Casa.»

Quizá sea posible porque el universo es un lugar mágico y poderoso, pero


no cuente con ello.

S1 quiere un Cadillac nuevecito en su garaje, rece pidiéndolo, tome parte


en las rifas de automóviles, afirme que es usted su propietario, huélalo, sepa
de qué color es, incluso seleccione el mensaje que colocará en su matrícula,
pero no se detenga ahí. Encuentre el trabajo soñado que le permita comprar ese
coche, o conviértase en una estrella del espectáculo y cómprese un Cadillac
rosa, o atienda a una viuda anciana que decida dejarle su coche en su testa-
mento. Todas esas cosas exigen un cierto esfuerzo.

Pero ¿y sí ni siquiera sabe usted lo que quiere? ¿Y si cuando alguien le en-


trega una tarjeta en blanco y le pide que escriba en ella, en ese mismo instante,
lo que usted quiere y lo único que se le ocurre es «cacahuetes»? Empecemos
por ahí.

Creador de suerte: cree una comprensión clara de lo que quiere

La mente subconsciente puede decirse que se parece a un imán y que


cuando ha sido vitalizada y saturada a conciencia con algún propósito
definido, tiene una tendencia decidida a atraer todo lo que es necesario
para el cumplimiento de ese propósito.
NAPOLEÓN HILL

Eran las diez de la noche y yo tenía insomnio y una sensación de inquie-


tud que hacía difícil que me calmara. Decidí que necesitaba tomar un boca-
do. Bajé las escaleras, abrí armarios, la nevera y el congelador buscando algo
que pudiera satisfacer ese ansia. ¿Ha tenido usted una de esas noches?

No había nada que me atrajera. Probé el helado y después de dos o tres cu-
charadas decidí que no era eso. ¿Y las patatas fritas? No, eso tampoco. ¿Una
galleta? Ni hablar, no quería nada dulce. Tampoco me atraía ninguna de las
“sobras de comida que había en la nevera. Di vueltas por la cocina intentando

A
satisfacer un ansia que no tenía nada que ver con la comida y, por lo tanto,
no podía satisfacerse allí.

Hace diez años acabé con el problema de comer excesivamente cuando


averigité que fuera lo que fuera lo que quería en realidad, no iba a encontrar-
lo en la comida. Y eso es lo que quería en realidad —un cuerpo sano y en
forma— y sólo podría conseguirlo si no comía en exceso.

Apagué las luces de la cocina, volví a subir las escaleras y me metí de nue-
vo en la cama.

Uno de los grandes retos de la vida es el de averiguar qué es lo que real-


mente se quiere y luego no buscarlo en los lugares equivocados. Para crear
suerte, debe usted saber qué es lo que le proporciona alegría y llena su vida
de significado y propósito. Lo que uno de nosotros podría pensar que es
suerte puede ser la némesis de otra persona.

¿Cree que la respuesta es el dinero? Entonces, ¿por qué muchos que se


han hecho millonarios de la noche a la mañana informan que sus ganancias
les han traído más miserias que alegría? ¿Por qué hay gente pobre que es feliz
A / yA o a Y >? a Ze E

y gente rica que se siente miserable? El dinero es un factor significativo pero


pequeño a la hora de determinar la satisfacción personal.

La mayoría no experimentamos la prosperidad por mucho dinero que


tengamos o que ganemos. La prosperidad es la experiencia de tener gran
cantidad de aquello que de verdad necesitamos y queremos en la vida, ya
sea material o no. La prosperidad es una experiencia interna, no un
estado externo.
SHAKTI GAWAIN

Shel Horowitz, autor de The Penny-Pinching Hedonist: How to Live Like


Royalty with a Peasants Pocketbook (El hedonista tacaño: cómo vivir como la
realeza con la cartera de un campesino), ha creado una vida de abundancia
para él, su esposa y dos hijos en Northampton, Massachusetts (EE.UU.).
Describe la manera en que la prosperidad está relacionada, sólo marginal-
mente, con la cantidad de dinero que hay en la cuenta bancaria.
De acuerdo con los estándares de amigos que siguen en la carrera de
ratas de Nueva York, vivir con nuestros ingresos es algo inconcebible.
Y sin embargo, tenemos una hermosa casa de campo antigua con unos

es
vecinos maravillosos y sorprendentes y vemos más música y teatro en
vivo y en directo y viajamos más que mis amigos que están apretujados
en apartamentos diminutos y luchando con el ruido, la suciedad y las
horas punta. Mi esposa y yo tenemos una relación maravillosa que si-
gue siendo fuerte después de veinte años y tengo dos hijos sanos, her-
mosos, con talento y creativos. Todos los días miro a mi alrededor y
noto que me han bendecido. He creado una cultura de la abundancia
en mi propia mente y se ha convertido en mi realidad. La abundancia no
tiene nada que ver con la cantidad de dinero que se gana, tiene que ver
con la cantidad de bendiciones que se tienen.

Y por lo tanto, éstas son las preguntas que tenemos frente a nosotros:
«¿Qué es la abundancia para mí? ¿Qué es lo que me proporciona la sensación
interna de prosperidad? ¿Cuándo me sentiré satisfecho de quién soy y de lo
que he creado en mi vida? ¿Por qué objetivos estoy luchando? ¿Es posi-
ble que sienta la abundancia mientras sigo queriendo cosas? ¿Sé lo que quie-
ro de verdad y lo que me hará feliz? ¿He experimentado en alguna ocasión
una sensación de prosperidad interna que durara más de una noche o de unos
cuantos momentos:».

Es fácil que confunda lo que usted quiere con lo que su madre quiere para us-
ted, o con lo que sus maestros le dijeron que debía querer, o con lo que sus hijos
quieren que usted les proporcione, o con lo que los medios de comunicación le
hacen creer que debería querer, o con lo que usted pensaba que quería hace diez
años pero que ahora que lo tiene no es lo que usted quiere de verdad.

Es frecuente que los niños pequeños lloriqueen pidiendo lo que quieren.


En ocasiones no tienen ni idea de lo que quieren y todos los intentos de cal-
marles dan por resultado más lloriqueos. «¡No, eso no es lo que yo quería!»
dicen, indignados de que usted no haya interpretado bien sus quejidos, sus
- gruñidos y sus lloriqueos.

Imagínese a Dios jugando ese mismo juego con nosotros. Cambiamos de


idea respecto a lo que queremos cada pocos minutos, lloriqueando por lo que
no tenemos, expresando esa vaga sensación de: «Necesito algo, Dios, pero no
estoy exactamente seguro de lo que es», y que Dios espera pacientemente que
averigiiemos lo que queremos de verdad para poder ayudarnos a conseguirlo.

Los niños que dan sus primeros pasos llenan su cara con una sonrisa
cuando averiguamos lo que quieren. Puede que Dios sonría de la misma ma-

e
nera cuando nos centramos en una dirección concreta y expresamos clara-
mente lo que queremos. Hasta ese momento, Dios está vigilante, como un
padre, esperando que le demos una señal clara para ayudarnos.

Asociamos la doctrina religiosa con el altruismo, pero el budismo en-


seña que el propósito de la vida es la búsqueda de la felicidad. ¿Es que la
vida basada en la búsqueda de la felicidad personal no es egoísta y auto-
complaciente? Todo lo contrario. Las personas infelices están mucho más
absortas en ellos mismos. La mayoría de actos de caridad y de bondad
proceden de personas felices, agradecidas y que experimentan la abun-
dancia.

Por lo tanto, la felicidad es un objetivo por el que vale la pena luchar pero
resulta ser un estado mental y de ánimo que es difícil mantener. La palabra
«feliz» procede en muchos idiomas de una raíz que significa suerte o casuali-
dad. Los momentos de alegría parece que se alejan rápidamente y sin embar-
go debemos seguir intentando encontrarlos.

Cuando un hombre con un objetivo principal definido se pone a andar


a través de una multitud, todos se apartan y le dejan pasar, pero si un
hombre duda e indica, por medio de sus acciones, que no está seguro del
camino que quiere seguir, la multitud se cerrará ante él y se negará a
apartarse ni un centímetro para dejarle pasar.

NAPOLEÓN HILL

Diario de la suerte: ¿qué es lo que me proporcionará


la felicidad? ¿Qué es lo que ya lo hace?

Responda las preguntas siguientes en su diario de la Suerte. También pue-


de compartir esa actividad con su cónyuge o un hijo. |
1. Si pudiera hacer un cambio positivo en el mundo antes de morir, ¿qué
es lo que haría? ¿Quién estaría haciendo su panegírico en su funeral y
qué estaría diciendo? ¿Cómo espera ser recordado?
2. ¿Cuáles eran sus sueños o fantasías de infancia respecto a lo que espera-
ba conseguir cuando tuviera la edad que tiene ahora? ¿Ha sucedido así?
¿Le ha hecho feliz? ¿Qué es lo que sigue sin hacerse realidad de entre sus
anhelos de infancia?

qe
3. ¿Para quién quiere ser usted un héroe? ¿Para quién desea ser un modelo
de comportamiento? ¿Por quién desea ser amado? ¿A quién quiere us-
ted amar?
4. ¿Cuánto dinero y lujo necesita para sentirse financieramente seguro y
cómodo y disfrutar de la abundancia?
5. ¿Qué es lo que le hace reír? ¿Qué le relaja? ¿De quién le gusta rodearse?
6. ¿Cuándo se siente más en contacto con Dios y con su alma? ¿Ha experi-
mentado alguna vez una sensación de éxtasis espiritual?
7. ¿Cómo se siente y a qué se parece cuando se siente feliz? Recuerde
cómo y cuáles han sido algunos de los mejores días de su vida. ¿Qué es
lo que tienen en común?
8. ¿De qué está agradecido? Sin esas cosas o relaciones ¿sería infeliz? Si es
así, el tenerlas ahora ¿le hace sentirse feliz?

9. ¿Qué secreto deseo suyo no le ha contado a nadie o puede que sólo a un


amigo íntimo o a su pareja?
10. Si consiguiera todo lo que usted cree que quiere de verdad, ¿piensa que
podría ser feliz? ¿Durante cuánto tiempo?

Destructor de la suerte: sentir que no se merece conseguir


lo que quiere o tener miedo de conseguirlo

Hay personas que son una maravilla a la hora de crear prosperidad y buena
suerte para sí mismos. No tienen problema alguno para visualizar lo que quie-
ren, para rezar pidiéndolo y para hacer lo necesario para conseguirlo. Incluso
puede que se comporten como un adicto al trabajo que está siempre concen-
trado en alcanzar sus objetivos con urgencia. Nada puede detenerles y la buena
suerte les visita varias veces durante todo el proceso. Están «en el flujo».

Y luego, tan pronto como atrapan el oro o se acercan a él, todo aquello
por lo que han trabajado tanto para construir empieza a desmoronarse.
Puede que tengan una historia del tipo «pobre de mí» sobre la manera en
que, al final, se les acabó la suerte. Puede que se vuelvan alcohólicos, que se
depriman, o que sea difícil estar con ellos. Pueden perderlo todo de golpe de
una manera espectacular, o pueden irlo perdiendo lentamente como un glo-
bo pinchado.

==>
Cuando su identidad interna no encaja con los resultados positivos exter-
nos que usted haya alcanzado, la incongruencia entre quién piensa usted que
es (un impostor que no se merece el éxito ni la admiración) y lo que consi-
gue en realidad (prosperidad y reverencia) puede impulsarle a solucionar este
problema, perdiendo su buena suerte.

Sandy es la propietaria de un negocio que conoce bien este patrón y


que está luchando para romperlo. Compartió conmigo su momento de
verdad cuando «entendió» que su patrón era el autosabotaje y decidió
cambiarlo.
Había pasado cinco años construyendo mi negocio que iba volvién-
dose rentable de manera gradual. Me sentía dividida entre disfrutar de
los elogios y el dinero que estaba empezando a recibir y sentirme incó-
moda con ello. Me sentía esquizofrénica, dividida entre las dos muje-
res que yo era: la hermosa, capaz, fuerte y poderosa mujer que el mun-
do veía y la niña asustada, incompetente y despreciada que yo había
sido muchos años atrás y que seguía pensando que era. Casi a pesar de
mí misma y según la opinión de todo el mundo —excepto la mía pro-
pia— estaba teniendo éxito.
Durante el último año, mi negocio había pasado de forma especta-
cular de cubrir gastos a duras penas, a dar un beneficio respetable. No
se trataba sólo de suerte, yo había trabajado mucho, y seguía haciéndo-
lo, para alcanzar esa prosperidad. En lugar de preocuparme por pagar
las facturas, los cheques entraban continuamente y tenía un cierto es-
pacio para respirar con tranquilidad. Podía empezar a mejorar mi estilo
de vida y a pagar mis deudas. Era una sensación estupenda pero tam-
bién me sentía muy frágil.
El éxito me asustaba porque no sabía si podía sostenerlo. Tenía mie-
do de depender de ello o de creer que era cierto porque podía desapa-
recer y eso me aniquilaría. Era más fácil esperar ansiosamente a conse-
guirlo que preocuparme por estropearlo y perderlo. Ya no estaba segura
de quién era yo. Era como si estuviera contemplando a esa mujer que
actuaba en un escenario y que se estaba convirtiendo en una estrella,
y yo estuviera entre bambalinas aplaudiendo su actuación pero sin cre-
erme que fuera yo misma, de verdad.
Tenía una vaga idea de que al final de ese año tendría unos 13.000
dólares en la cuenta corriente de mi negocio y, como no había pagado
aún los impuestos sobre la renta de ese año, me imaginé que la mayor

—3J0=
parte, sino todo ese dinero, serviría para pagarlos y yo me quedaría en
la posición familiar de tener unos pocos dólares ahorrados.
- Fui al banco a hacer un ingreso en la cuenta de mi negocio y pedí
que me dieran el saldo. El cajero automático escupió un pedazo de pa-
pel que decía: «Saldo de la cuenta: 23.132,44 dólares». Di un respingo.
Estaba segura de que era una equivocación. No era posible que yo pu-
diera tener ese dinero en mi cuenta corriente. Pensé que el banco había
cometido un error. Luego, dos días más tarde, volví a pedirle al cajero
automático un nuevo saldo de mi cuenta. Esta vez, reflejando mi ingre-
so reciente de 2.000 dólares, decía «25.132,44». Fue entonces cuando
supe que era real, o sea, que el dinero era mío.
No podía creerme que hubiera ganado esa cantidad de dinero y em-
pecé a achacarlo a un milagro, teniendo pensamientos locos como:
«Puede que un benefactor anónimo haya conseguido el número de mi
cuenta corriente y haya ingresado ese dinero».
Repasé mis ingresos bancarios y descubrí que había acumulado estos
ahorros ganando más dinero e ingresándolo periódicamente, en lugar de
gastarlo. Mi dinero procedía del trabajo duro, no de los ángeles y los mila-
gros. Paladeé el pensamiento: ¡más dinero en mi cuenta corriente del que
necesitaba! Podía comprarme un coche nuevo. Podía pagar los saldos pen-
dientes de mis tarjetas de crédito. Podía dejar de preocuparme tanto res-
pecto al dinero. Podía estar orgullosa de lo que había conseguido.
Inmediatamente después de este descubrimiento, tuve uno de los pe-
ores meses que jamás había experimentado mi negocio. Uno de mis
clientes anuló un contrato, informándome por e-mail que había ido
a la quiebra. Dos clientes antiguos empezaron a criticar mi trabajo y a
amenazar con anular sus contratos. A lo largo de las semanas siguientes,
todo parecía un chiste malo. Cuando llegaba a casa del trabajo, mi es-
poso me preguntaba: «¿Ha pasado algo malo?». Parecía que mi buena
suerte estaba desapareciendo tan rápidamente como había llegado.
Me quedó claro como el cristal que como no me sentía merecedora
de la prosperidad que estaba ya asentada en mi cuenta corriente yo, de
una manera consciente e inconsciente, la estaba perdiendo. Estaba
creando lo que yo pensaba que era —una mujer respetable, luchadora
y de escaso éxito— en lugar de aquello en que me había convertido de
verdad, una mujer de negocios próspera y respetada.

A
La esperanza de Sandy reside en ser consciente del patrón y decidir cam-
biarlo. Alterar unos patrones implantados profundamente desde la niñez no
será nada fácil. Hay personas que tienen que acudir a la psicoterapia para lu-
char con estos demonios, o contratar a un asesor personal o de negocios para
que les ayude a abandonar estos comportamientos que no están promocio-
nando su éxito.

La doctora Jae” Inglish, especialista en el desarrollo personal y presidenta


de Inglish Research, en Winter Park, Florida (EE.UU.), enseña la distinción
entre una conducta que se derrota a sí misma y una que se sabotea a sí mis-
ma y lo que puede hacerse al respecto:

Adoptamos una conducta que nos derrota cuando, consciente o in-


conscientemente, nos impedimos conseguir lo que queremos. Nos es-
tamos saboteando cuando hacemos lo necesario para conseguir lo que
queremos, pero luego, consciente o insconcientemente, hacemos algo
para asegurarnos de que no lo conservamos.
A una edad temprana formamos unas identidades respecto a no-
sotros mismos y luego nos aferramos a ellas incluso si no nos convienen.
Esas identidades son quienes pensamos que somos, por lo que es muy
amenazador que se las desafíe. Imagínese que tiene un abrigo viejo, su
único abrigo, y que está lleno de agujeros, desgarrones y rotos, pero le
sigue manteniendo caliente todos los inviernos desde que era niño.
Usted no va a deshacerse de ese abrigo hasta que consiga uno nuevo
que lo sustituya. Y si no cree que se merece un nuevo abrigo, o que hay
uno a su disposición, se aferrará a ese viejo abrigo incluso aunque ya
no le mantenga caliente.

La doctora Inglish nos enseña otro motivo por el que algunos individuos
sabotean sus esfuerzos. Ella llama a este concepto «la construcción de una
autoestima negativa»'*“. Dice:
Los seres humanos nos sentimós impulsados a construir nuestra auto-
estima, sean cuales sean las circunstancias. Si adoptamos una identidad
negativa: «Soy un perdedor que ni siquiera puede tener unos ingresos de-
centes», podemos construir nuestra autoestima convirtiéndonos en el
peor de los peores perdedores que pueda encontrar. «No voy a llegar a la
mitad de camino de mi capacidad para perder dinero, perderé más y más
deprisa que nadie a quien conozca. De ese modo, por lo menos podré es-
tar satisfecho de ser excelente en algo: en ser un perdedor».

Pa
No es como si Sandy se despertara por la mañana y se dijera: «Hoy voy a
perder algo de ese dinero.» De hecho, incluso puede haber estado atiborrán-
dose de afirmaciones como: «Soy una ganadora. Tengo más dinero del que
necesito para atender mis necesidades.» Pero si, muy dentro de sí, ella cree
que es una perdedora, puede sabotear cualquier resultado que entre en con-
flicto con esta percepción que tiene de sí misma y cuanto más intente afir-
mar su valor para sí misma, más trabajan los saboteadores.

Creador de la suerte: partiendo del autosabotaje encuentre


el camino de vuelta a la creación de suerte

El primer paso para salir de la rutina del autosabotaje es hacer lo que


hizo Sandy. En lugar de darle la culpa a cualquier otra persona,.apártese de
su comportamiento, cuestiónelo, cree un testigo que puede recordarle, ama-
blemente, que está adoptando comportamientos que no promocionan re-
sultados positivos, y acepte la responsabilidad por la manera en que está
creando este fenómeno en su vida.

En segundo lugar, siga con el lento proceso de construirse una identidad


nueva y positiva, una que encaje con los resultados que está usted creando
en su trabajo. Eso significa que debe tomar las declaraciones y creencias ne-
gativas que se dice a sí mismo y sustituir cualquier declaración negativa de
«Yo soy», con una menos desesperanzada. «Soy un perdedor que nunca pue-
de guardar el dinero que gana» suena terminal, sin posibilidad alguna de
cambio. «Tengo comportamientos o costumbres que atraen el fracaso» fun-
ciona mucho mejor. La doctora Inglish nos recuerda: «Usted no es sus com-
portamientos o conductas.»

Así que Sandy puede empezar siendo diligente respecto a no entregar tra-
bajos que no estén a la altura de las normas de sus clientes, durante esa épo-
ca vulnerable en que se está ajustando a su identidad nueva y de éxito. Lo
que puede hacer es vigilar a su:mente, sabiendo que tiene un tramposo en su
interior que puede que intente sabotear su éxito. Puede dejar de decirse a sí
misma: «Los clientes tienen razón. No valgo para nada. Después de todo no
soy un éxito.» En lugar de eso, puede decir: «Puede que mis clientes tengan
algo de razón. Hay áreas de mi trabajo que puedo mejorar. Pero eso no quita
nada al éxito genuino que he obtenido.»

¿Ok
Diario de la suerte: ¿cuáles son mis comportamientos
autosaboteadores?

A pesar de que el autosabotaje puede tener unos resultados destructivos en


su vida, de hecho tiene una buena intención. La doctora Inglish informa que
cuando ella realiza sus seminarios sobre este tema, acostumbra a oír con
frecuencia que un miembro de la audiencia dice: «Yo no haría nunca eso.
¡No soy tan estúpida!». Y la doctora Inglish le responde: «¡Por supuesto,
usted no lo haría conscientemente!».

Una parte de usted está intentando protegerle para que no sienta dolor y
sufra. Si lucha para ganar bastante dinero, es posible que obtenga esas ganancias
de esa angustia aparente.

«La gente no se fía de mí y, por lo tanto, no depende de mí, con lo que


yo puedo seguir siendo independiente», o «No tengo que trabajar demasia-
do», o «La gente siente lástima de mí y a mí me gusta recibir toda esa sim-
patía», o «Mis padres (o mi pareja, o el gobierno) seguirán cuidándose de mí
y, s1 me vuelvo autosuficiente, tendré que cuidarme yo solo».

Ninguna de estas recompensas es tan poderosa o mejora tanto la vida


como el éxito que está usted consiguiendo (o saboteando). Las recompensas
a corto plazo son sólo una mala costumbre. Y, como muchas costumbres, es
frecuente que estén arraigadas muy profundamente y sean difíciles de rom-
per sin un esfuerzo persistente y sostenido.

Responda a las preguntas siguientes en su diario de la suerte:


1. ¿Cuáles son sus conductas autosaboteadoras? ¿De qué manera puede re-
conocer los síntomas cuando aparezcan?

2. ¿Qué emociones internas o acontecimientos externos hacen aparecer es-


tas conductas saboteadoras?
3. ¿De qué manera le sirve este autosabotaje? ¿Cuáles son sus recompensas
a corto plazo?
4. ¿Por qué quiere usted tener un cierto control sobre esta conducta des-
tructora de la suerte?
5. ¿Qué es lo que quiere hacer en lugar de eso?

00
Creador de suerte: aprenda de los «errores» pasados

¿Ha visto alguna vez la pegatina siguiente en un parachoques de auto-


móvil? «Su_vida no se desperdiciará jamás. Siempre puede ser un mal
ejemplo.» Es cruel, pero recibe una risotada de reconocimiento porque la
mayoría nos hemos encontrado con jefes horribles y experiencias que con-
fiamos no tener que volver a vivir. ¿De qué otra manera aprendemos lo
que no queremos?

Mi esposo, con el que me casé cuando yo tenía 33 años, me pareció mu-


cho mejor después de quince años de tener citas con hombres. Ahora, pienso
en esos años de citas terribles y de novios que no acababan de ser lo que yo
quería, y estoy agradecida por lo que aprendí. Me ayudaron a definir lo que
era importante para mí en un futuro esposo.

Recuerde a la gente y a los acontecimientos que le proporcionaron una


aflicción. De hecho, ¿no le llevaron a lo que usted quería en realidad?

Diario de la suerte: ¿de qué manera me condujeron mis «no


quiero» pasados, a los «sí quiero» futuros?

Escriba —de cinco a diez veces— completándola, la frase siguiente en su dia-


rio. Le ayudará a volver a valorar las experiencias «desafortunadas» de su vida. ¡Es
frecuente que nos lleven exactamente al lugar en que necesitamos estar!

Aprendí que no quiero , y esa difícil experiencia me llevó a bus-


car , y eso me condujo a ese descubrimiento afortunado sensacional

Bloqueador de la suerte: concentrarse absolutamente


en lo que no quiere

George me contrató para que fuera su entrenadora de negocios durante


un corto período. Él trabajaba a tiempo completo ganando montones de di-
nero, pero parecía que estaba en el infierno y rodeado de personas que ha-
cían cosas desagradables. Estaba poniendo en marcha una consulta médica
holística a tiempo parcial, pero tenía miedo de abandonar el sueldo de su
trabajo de día. Mientras, estaba sufriendo una gran ansiedad intentando lle-

ES
varse bien con la nueva dirección de su empresa. No encajaba en la nueva cul-
tura corporativa y tenía miedo de que le despidieran.

Cuando me contrató, todos sus pensamientos eran negativos: lo mucho


que odiaba a su jefe y despreciaba su trabajo, el miedo que tenía de que le
despidieran, lo rabioso que se sentía pensando que podían despedirle des-
pués de casi treinta años de servicio, etcétera.

Asesoré a George para que empezara a pensar en lo que quería, en lugar


de en lo que no quería. Le pedí que me describiera con detalle lo que sería
su consulta médica holística cuando fuera una empresa a tiempo completo, y
cómo se sentiría él si fuera capaz de abandonar ese trabajo horrible o de ne-
gociar un final decente para su carrera anterior. Su tono de voz se volvió in-
mediatamente más ligero.

Al día siguiente recibí un gozoso e-mail suyo. Decía: «¿Sabes qué, el uni-
verso es asombroso! Empecé a hacer lo que me sugeriste y ayer por la noche
tuve como paciente a un médico. Quedó tan boquiabierto con lo que le hice
que me dijo que mi teléfono va a empezar a arder con las llamadas de los pa-
cientes que va a enviarme. ¡Qué momento más adecuado!».

Un momento muy adecuado, realmente.

Otra manera de quedarse atascado en el «No quiero esto» es ahogarse en


el pesar por lo que usted considera que son errores en su pasado. En el capí-
tulo 5, «Sáquese a sí mismo y a los demás del atolladero», hablaremos de ello
con más detalle.

La vida es frágil, manéjela con una oración.


ANÓNIMO

Destructor de la suerte: las afirmaciones


no acostumbran a funcionar

A mí, como le sucede a usted, me gustaría creer que una vez que ya he
averiguado lo que quiero, todo lo que tengo que hacer es pedirlo en mis ple-
garias, repetir durante todo el día afirmaciones positivas como si ya lo hubie-
ra recibido y lo tendré. ¡Casi ningún esfuerzo! ¡Maravilloso! Excepto que casi
nunca funciona. He aquí el motivo:

OS
Si su inconsciente cree que usted no se merece algo,o que es egoísta
pedirlo o que, si lo consigue, tendrá que enfrentarse a algunos cam-
bios difíciles, se encontrará usted teniendo que enfrentarse a una dis-
cusión interna que, de una manera retorcida, toma su afirmación po-
sitiva y hace que se concentre usted más en lo negativo de lo que lo ha
hecho nunca antes. Cada vez que usted afirma «¡síl», alguna otra parte
aúlla «¡no!»

Además, cuando usted afirma algo que quiere pero que no tiene, lo
que en realidad está manifestando es que no tiene algo y que, por lo tan-
to, usted procede de un lugar de carencia. Ahora bien, usted puede mani-
festar la afirmación en positivo como si usted ya lo tuviera, pero ¿a quién
está engañando? Su mente inconsciente sabe que usted no lo tiene y se
siente incómoda haciendo ver que sí lo tiene, y por lo tanto no hace otra
cosa que llamar su atención hacia lo que no tiene, en lugar de hacia aque-
llo que quiere.

Por ejemplo, digamos que quiere un trabajo nuevo y afirma: «Tengo un


trabajo nuevo, en el que me pagan un millón de pesetas más al año y a sólo
diez minutos de mi casa.» ¡Suena sensacional! Si cree usted, de verdad, que
ese trabajo está ahí esperándole y que estarían locos si no le contrataran, esa
afirmación puede ayudarle a concentrar su mente en lo que usted quiere de
verdad. Sin embargo, si usted no cree que se merece —de verdad— un mi-
llón más al año, o que vive en un área en la que le costaría muchísimo en-
contrar una empresa en desarrollo que estuviera a sólo diez minutos de su
casa, su mente razonable discutirá con usted cada vez y le dirá: «¡Eso es ri-
dículo, nadie va a contratarte pagándote tanto! ¿Has buscado por ahí? No
hay mucha industria a treinta kilómetros a la redonda, así que ¿a quién quie-
res engañar?».

Puede intentar acallar a esa voz interna que se burla de usted, pero sólo
conseguirá que se oiga más fuerte. La visualización positiva y la afirmación
que se suponía que iba a subirle la moral, le deprimirán cuando se dé cuenta
de la disparidad entre lo que quiere usted de verdad y lo que una parte de
usted teme que jamás conseguirá. Y lo peor es que, si no empieza a conse-
guir lo que quiere, usted creerá que es un fracaso en cuanto a las afirmacio-
nes y visualizaciones positivas y podrá añadir el término «fracaso espiritual»
a su lista de defectos.

Ea
Creador de Suerte: asegure las afirmaciones en la realidad

Afirme objetivos claros para sí mismo, de los que ya se haya convencido


de que son absolutamente razonables. Permanezca abierta a la posibilidad de
que Dios y la suerte le den algo que es milagroso, pero no cuente con ello.
Cuando afirme algo, exprese claramente que está preparada para recibir lo
que quiere y que usted cree que es posible alcanzar.

Por ejemplo, mientras estoy escribiendo este libro, la familia está pla-
neado trasladarse a otra ciudad. El coste de la vida es allí mucho más alto.
La misma casa allí, en un barrio que nos guste, puede costar fácilmente el
doble de lo que cuesta donde estamos ahora. Para mí, afirmar una visuali-
zación detallada de la casa de nuestros sueños, en la nueva ciudad y por el
mismo precio de nuestra casa actual, sería un pensamiento mágico que no
haría más que despertar discusiones en mi mente respecto a lo imposible
que sería.

Así que lo que estoy visualizando es que conseguimos el mejor trato que
podemos esperar en esa nueva área geográfica, que encontramos una casa
que tiene todas las características que son importantes para nuestra familia,
dentro de una gama de precios que podemos permitirnos, en el momento
perfecto para nosotros, los compradores, y para ellos, los vendedores.

En mis afirmaciones hay poder y mantienen alta mi moral en cuanto a


que tendremos suerte y encontraremos la casa perfecta, aún cuando me pre-
paro para la realidad de un salto hacia arriba en el coste de la vida.

¿Podría encontrar la casa de nuestros sueños en la ciudad nueva, por el


mismo precio que nuestra casa actual, si lo afirmo lo suficiente? Es po-
sible. Pero si dependo de afirmaciones para cosas como éstas, lo más pro-
bable es que me desengañe y me cierre unas cuantas opciones. Prefiero ser
realista y sin embargo optimista y pensar que las cosas saldrán lo mejor po-
sible y que, de una manera u otra, conseguiremos lo que queremos y ne-
cesitamos.

Utilice afirmaciones para manifestar sus esperanzas y sus sueños, pero ase-
gúrelas en la realidad, en lugar de utilizar el pensamiento mágico.

A 7
Creador de suerte: haga lo que sea necesario
para conseguir lo que quiere

No hay nada en el mundo que pueda sustituir a la persistencia.


El talento no lo hará.
No hay nada más normal y corriente que hombres de talento que no
tienen éxtto.
El genio no lo hará.
El genio que no obtiene recompensa es casi un proverbio.
La educación no lo hará.
El mundo está lleno de desechos humanos con educación.
¡Sólo la persistencia y la determinación son omnipotentes!
CALVIN COOLIDGE

Los que se hacen millonarios en un instante son la excepción de la regla.


La mayoría trabajamos mucho para conseguir la suerte que creamos. He
aquí un ejemplo estupendo:

David Like, de Florida, le contó esta experiencia a un amigo suyo, en el


boletín Heartwarmersáu de Internet. Se han cambiado los nombres para pro-
teger la intimidad de los interesados, pero la historia es cierta.
Cuando Mark tenía 4 años, sus padres se divorciaron. Él se que-
dó con su madre mientras su padre se alistaba a las fuerzas armadas.
A medida que Mark iba creciendo, recordaba, en ocasiones, el corto
tiempo que había pasado junto a su padre y ansiaba verle de nuevo
algún día.
Después de que Mark hubiera terminado la universidad, se casó con
su novia del instituto. Un año después tuvieron un niño muy sano.
Mark empezó a pensar mucho en su padre y empezó a hacerle pregun-
tas a su madre, que le dijo que hacía más de veinte años que no había
hablado con su padre. Dejó de saber por dónde andaba cuando Mark
cumplió los dieciocho años. No tenía ni idea de dónde empezar la bús-
queda pero le sugirió: «Puede que si te pones en contacto con la emba-
jada de Estados Unidos en Inglaterra, puedan ayudarte».

A pesar de que las posibilidades parecían remotas, Mark estaba decidi-


_ do. Telefoneó a la embajada y la conversación fue algo parecido a esto:
«Embajada de Estados Unidos. ¿Puedo ayudarle?»
ns
«Mi nombre es Mark Sullivan y espero poder encontrar a mi
padre.»
Después de una larga pausa y de escuchar como se movían papeles...
«¿Se llama usted Mark Joseph Sullivan?»
«St», dijo Mark ansiosamente.
«¿Y nació usted en Vincennes, Indiana, en el Hospital del Buen
Samaritano, el 19 de octubre de 19702»
003 SÍ.»

«Mark, por favor no cuelgue.»


El hombre que estaba al teléfono hace un anuncio en la embajada.
«Escuchad todos... ¡Tengo una noticia sensacional! El hijo del teniente
Ronald L. Sullivan está al teléfono... ¡Nos ha encontrado!»
Mark oyó el rugido de una multitud que aplaudía, vitoreaba, reía,
lloraba y alababa a Dios. El hombre volvió al teléfono y le dijo: «Mark,
no sabes lo contentos que estamos de que llamaras. Tu padre ha estado
viniendo aquí en persona, o llamando casi cada día durante los últimos
nueve años, para ver si te habíamos localizado.»
Al día siguiente, Mark recibió una llamada telefónica de su padre
que había estado viajando cada seis meses a Estados Unidos intentando
encontrarle. Mark y su padre se ven ahora con tanta frecuencia como
les es posible.

Ni siquiera a un mosquito le dan una palmada en la espada, hasta que


empieza a trabajar.
ANÓNIMO

Si Mark o su padre no hubieran hecho otra cosa que rezar pidiendo su


reunión, O hubieran afirmado que ya había tenido lugar, hubieran dejado
que su encuentro fuera cosa del azar. Crearon su suerte haciendo cosas que
incrementaron las probabilidades y corrieron el riesgo emocional de quedar
desengañados o de ser rechazados si no funcionaba.

La mayoría preferimos quedarnos dentro de nuestras zonas de comodi-


dad, pero la gente afortunada está dispuesta a sufrir para conseguir lo que
quiere. Invitar a que la buena suerte entre en su vida significa correr riesgos y
hacer cosas que le hacen sentir incómodo y asustado como un idiota. ¿Qué
clase de sufrimiento está dispuesto a tolerar para conseguir lo que quiere?

as
Diario de la suerte: ¿qué es lo que valoro
lo suficiente para sacrificarme por ello?

Al igual que el padre de Mark, una dedicación apasionada a un objetivo


apoyado por sus valores más fuertes, será lo que sostenga su resistencia cuan-
do le reten o desafíen.

Por ejemplo, el motivo como familia de que hayamos planeado trasladar-


nos a otra ciudad el año próximo, es nuestra decisión de llevar a nuestros
hijos a una escuela privada judía. Valoramos tanto la educación que pueden
dar ahí a nuestros hijos que estamos dispuestos a soportar las penalidades de
trasladar a toda la familia, para asegurarnos de que nuestros hijos puedan
asistir a esa escuela.

Cuando se sienta tentado a abandonar el camino para llegar a un logro


que sea importante para usted, pregúntese si valora algo lo suficiente para
desear seguir adelante, incluso si le duele. ¿Está dispuesto a dejar de lado pla-
ceres o conveniencias temporales a fin de proporcionar a su familia y a usted
mismo una felicidad significativa y duradera?

Si tiene un objetivo que todavía no ha alcanzado, ¿es que no ha estado


dispuesto a hacer lo necesario, o porque espera que se lo entreguen en la pro-
verbial bandeja de plata? En ocasiones, es más fácil echar la culpa a la mala
suerte, que aceptar la responsabilidad por no haber hecho lo que le corres-
pondía para que se produjera la buena suerte.

Cuando se embarque en una dirección nueva, incluso si tiene confianza


en que está siguiendo el camino que le indica su alma, puede esperar gran
cantidad de sufrimiento, ira, miedo, confusión y pena. Estas emociones hu-
manas normales no desaparecen sólo porque usted esté «siguiendo a su felici-
dad». Dejar atrás lo viejo y empezar algo nuevo es doloroso y cualquier tran-
sición es difícil.

Termine las frases siguientes, por lo menos cinco veces, para aclarar qué
valores son los que apoyan su voluntad de ir en busca de sus objetivos:

Yo valoro | tanto, que estoy dis-


puesto a

a
Creador de suerte: hágalo de todos modos,
incluso cuando no tenga ganas de hacerlo

Más de la mitad de la batalla que se libra intentando «llegar» está en


decidir «ponerse en marcha.
ROBERT C. PERKsS

Tengo la suerte de ser un adulto sano. Pillo unos cuantos resfriados al año
y eso acostumbra a ser todo. Virtualmente, todos los días me hago unos cuan-
tos largos en la piscina de mi club y puede que eso tenga algo que ver con mi
buena salud. No puedo decir que me guste nadar y, además, me quita una
hora cada mañana. Á menudo, es aburrido y no me gusta nada ir tiritando
desde la piscina al vestuario. La mayoría de días refunfuño un poco antes de
Ir a la piscina, mie pongo unas cuantas excusas para no ir y después, voy de to-
dos modos.

La creación de suerte en su vida está en relación directa con lo disciplina-


do y comprometido que esté para hacer lo que sea necesario para conseguir
lo que quiere, incluso si no le apetece nada.

He aquí algunos ejemplos que podría aplicar a su vida:

Quiero que mi esposo sea feliz, así que mantengo limpio y ordenado
nuestro dormitorio, a pesar de que soy bastante desordenada.

Quiero que mis hijos sobresalgan en la vida y, por lo tanto, les llevo a practi-
car deportes y lecciones de ballet, incluso cuando no me apetece nada.

Quiero recibir un salario, así que voy al trabajo incluso cuando no tengo
ganas.

Quiero que mi dentadura esté sana, así que voy al dentista dos veces al
año, incluso cuando no me apetece.

Los niños creen que la felicidad es el resultado de las pociones MÁICAS Y


los encantamientos de las hadas madrinas. No se ven a sí mismos como
actores en el proceso. Pero los adultos aprenden que la mayoría de las
veces, la verdadera alegría se obtiene gracias al esfuerzo personal activo, al
valor y a un ingenio increíble, o sea, por medio de la adaptación creativa.

MARSHA SINETAR

me
Diario de la suerte: ¿qué es lo que haré aún cuando
no me apetezca? ¿Qué es lo que no estoy haciendo
porque soy perezoso?

¿Qué es lo que está dispuesto a hacer, incluso cuando no tiene ganas, que
traiga cosas buenas a su vida? Haga una lista de entre 5 a 10 cosas, por lo
menos, en su diario de la suerte:

Quiero , así que voy a


incluso cuando no tenga ganas.

¿Quiere comprender algunos de los orígenes de su conducta destructora


de la suerte? Sea honesto respecto a su pereza, ya que todos la tenemos has-
ta cierto punto. ¿Cómo y cuándo aparece la suya? Complete la frase siguiente
de 5 a 10 veces.
Quiero , pero no hago lo necesario y que es
porque no tengo ganas. Ese es el motivo de que no haya
conseguido llevar esa clase particular de buena suerte a mi vida, ¡toda-
vía! (¡Siempre hay esperanzas!)

Creador de suerte: desarrolle unas costumbres


de acción positiva que promocionen la suerte

¿Cómo conseguirá desarrollar la disciplina para hacer lo necesario para


crear suerte en su vida, incluso si no quiere hacerlo? He aquí algunas estrate-
gias que funcionan:

1. Empiece por poco. Es tentador posponer la acción hasta que tenga «to-
dos sus patos en fila.» No se deje atrapar por excusas de «Si...» para no
.
! .

avanzar. «Si...., entonces haría lo necesario.»

2. Comprométase claramente y cumpla esos compromisos. Nose compro-


meta a «hacer más ejercicio.» Comprométase a andar veinte minutos
por la mañana antes de empezar a trabajar. Debe ser lo primero que
haga, antes de que se convenza a sí mismo para no hacerlo. Haga que el
objetivo siga siendo pequeño y fácil de alcanzar. El éxito cría éxito.
3. Recompénsese por dar esos pequeños pasos. Con el tiempo, los resultados
de una suerte mayor serán incentivo suficiente para que siga estando moti-
¡ vado, pero al principio puede que necesite algo de motivación extra.
a
Mantenga su ego controlado. Al intentar conseguir sus objetivos puede
parecer un idiota y sentirse incompetente. Pero esperar hasta que «sea
mejor en ello» puede ser, sencillamente, pereza disfrazada.

Conviértase en un experto. Hank Heath, un asesor de negocios de Salt


Lake City, Utha (EE.UU.), dice que el conocimiento es su mejor herra-
mienta de la suerte. Dice: «Cuanto más sé de una situación, menos
dependo de la suerte. Dependo más de la habilidad.que de la suerte.
Es menos divertido, pero no lo paso tan mal.»

6. No intente hacerlo toda la eternidad, limítese a experimentar. Luego,


las recompensas positivas pueden suscitar el deseo natural de continuar
con esa conducta, o si no hay bastantes recompensas positivas para ello,
puede que no sea la acción adecuada para usted.
Hágase responsable ante alguien más. Encuentre a un camarada y co-
muníquele periódicamente los progresos que esté haciendo. Estudie con
un mentor o con un maestro espiritual al que admire. |
Lea historias que le sirvan de inspiración sobre personas que supera-
ron dificultadesy consiguieron lo que querían, haciendo lo que era
necesario para ello. Lea libros espirituales que hagan que recuerde este
principio. ¡Vuelva a leer este libro!
Conviértase en un buen modelo de rol para aquellos a los que ama. Por
ejemplo, ¿qué quiere que sus hijos aprendan de usted, la pereza o la ma-
nera de fabricar suerte? Las semillas de las actitudes y las conductas que
crean suerte se siembran en casa. Aquello que sus hijos vean en usted,
es aquello que es probable que sean.
10. Una vez que adopte un compromiso, establezca por anticipado cuándo
tendrá derecho a volver a revisarlo. Luego, aténgase a él hasta que llegue
ese momento. Si aparece la pereza o la rebeldía, recuerde: «Si no quiero
seguir haciendo esto, cancelaré mi compromiso cuando vuelva a eva-
luarlo. Hasta entonces, seguiré con ello.»

Creador de suerte: quiera lo que ya tiene


s

Si no consigue lo que quiere, sufre; s1 consigue lo que no quiere, sufre;


incluso cuando consigue exactamente lo que quiere, sigue sufriendo porque
no puede tenerlo para siempre. Su mente es su predicamento. La vida no
es sufrimiento, sólo se trata de que usted la sufre en lugar de disfrutarla

os
hasta que abandona todos los vínculos de su mente y sólo se deja llevar,
libremente, suceda lo que suceda.
e De la obra WAY OF THE PEACEFUL WARRIOR, de DAN MILLMAN

A pesar de que este capítulo trata de la creación de suerte pidiendo lo que


usted quiere, es irónico que una de las maneras más rápidas de crear suerte
sea querer menos. No porque sea usted patológicamente incapaz de recibir
los dones del universo por culpa de su poca autoestima; no porque querer
comodidades y lujos materiales en su vida no sea «espiritual». Se trata de una
clase diferente de querer menos. El secreto de la felicidad es averiguar que
está bien pedir lo que quiere y, al mismo tiempo, amar y apreciar lo que ya
tiene. Al universo le gusta dar a la gente que agradece aquello de lo que
ya goza.

A pesar de que el Budismo enseña que la búsqueda de la felicidad es la


misión más importante que tenemos, también nos enseña que las raíces del
sufrimiento se encuentran en nuestras ansias. Los señores de la suerte
del mundo disfrutan con entusiasmo sus pasiones, pero lo dejan correr si no
consiguen lo que pensaban que querían.

Creador de suerte: transforme sus adicciones en preferencias

El difunto Ken Keyes, Jr. fue un maestro importante para mí. Me ayudó
a comprender que la mayor parte de mi miseria procede de preferencias que
se han convertido en adicciones. La creación de suerte tiene que ver con te-
ner preferencias y hacer lo que sea necesario para satisfacerlas, sin vincularse
a ellas como si fueran adicciones.

¿Cómo puedo ver la diferencia entre una preferencia y una exigencia? Si


puedo explicar lo que quieroy el motivo de que lo quiera sin reprimirme 0
sentirme mal en mi interior, es probablemente una preferencia. Si
empiezo a ensombrecerme por dentro, es una exigencia.
KEN KEYES, Jr.

Las adicciones son algo que nos decimos que debemos tener para ser feli-
ces. Una preferencia es un deseo que si no se satisface, no nos hace sentir mi-
serables. El lenguaje de las preferencias es: «Me gustaría tener, sería bonito
de verdad tener, me siento más seguro cuando tengo, etcétera». Una adicción

ls
es una exigencia que automáticamente nos hace sentir enfadados, tener mie-
do, o estar apenados cuando no se satisface. Ken me enseñó que cuando la
vida no estaba satisfaciendo mis modelos adictivos y mis sistemas de creen-
cias en lo que yo creía que debía ser la vida, las causas del dolor que yo sentía
eran mis vinculaciones y mis adicciones, no el propio acontecimiento.

¿Significa eso que tenemos que convertirnos en zombies, pidiendo cosas


que sólo queremos a medias? ¡No! Ken Keyes me enseñó: «La felicidad es el
resultado de la máxima involucración con la mínima adicción.»

Dominar esta estrategia de creación de suerte requiere muchísima pacien-


cia y persistencia. Descúbrase en el momento de expresar una adicción y vea
si es capaz de convertirla en una preferencia. Empiece por las cosas pequeñas
—como estar en una cola y volverse adicto a colarse— antes de pasar a cosas
mayores, como no permitir que la desaprobación de su esposo por su nuevo
corte de pelo cause estragos en su autoestima,

Cuando empiece a pedir lo que quiere, pero no a exigirlo, el universo le


responderá.

La razón de que mucha gente no reconozca una oportunidad es que


acostumbra a ir por ahí llevando un mono y parece un trabajo difícil.
ANÓNIMO

El capítulo 3 le enseñará a utilizar su intuición y las coincidencias para


ayudarle a planificar su camino hacia la suerte.

=]2=
| 3

Haga caso a su intuición


y a las coincidencias
significativas

Cuando seguimos a nuestra intuición de lo que es adecuado y verdadero


para nosotros y hacemos lo que, de verdad, sentimos que tenemos energía para
hacer, siempre parece que tenemos suficiente dinero para estar, hacer y tener
las cosas que, de verdad, necesitamos y queremos. Cuando seguimos elflujo de
nuestra energía, el universo siempre parece apoyarnos financieramente y, en
ocasiones, de una manera muy sorprendente e inesperada.
SHAKTI GAWAIN

Creador de suerte: haga caso a su intuición


con mayor frecuencia

Para crear más suerte debe aprender a escuchar y a seguir, con mayor fre-
cuencia, a su intuición. ¿Qué queremos decir con intuición? Se trata de una
sabiduría que es más profunda y más amplia que su mente. Puede que es-
cuche una voz en su cabeza o que reciba un relámpago de sabiduría que haga
que usted sepa algo «en su interior», a pesar de que no sepa por qué lo sabe.
Puede ser una sensación, no un pensamiento. Puede ser un aviso interno que
le dice que frene, o un aliento privado que le dice que siga aventurándose a
pesar de que esté aterrorizado. Todos los autores han experimentado ese mis-
terio al que llamamos «musa». Escribir es algo que es frecuente que proceda
de un lugar en el que reina la intuición.

2
Puede que interprete su intuición como una parte sabia de sí mismo, la
guía de un ángel de la guarda, o de la voz de Dios que le habla directamente.
Es ese sexto sentido suyo, unido a los cinco sentidos físicos del tacto, la vista,
el oído, el olfato y el gusto.

Si se resiste, puede que su intuición sea una molestia, como un padre que
aparece, precisamente, en el momento en que va usted a hacer algo diverti-
do. Puede ser muy suave y sutil o puede darle en la cabeza con un mensaje
muy fuerte. Puede que confíe usted más en su intuición que en su pensa-
miento lógico o puede que cuando su intuición intente disuadirle de algo
que parece, perfectamente, racional usted la contemple con sospecha.

No siempre sabrá cuándo la voz de su intuición le está hablando o, si es


que se da cuenta de ello, tendrá el valor de hacer algo al respecto. En ocasio-
nes sólo más tarde verá que no se dio usted cuenta de las señales de aviso.
Pero su intuición siempre está ahí, incluso si en ocasiones se queda en segun-
do plano.

Imagínese que su automóvil tiene un reproductor de discos compactos.


Un día, usted decide que se ha cansado de los CD que ha estado escuchando
durante meses, así que saca el reproductor, se lo lleva a casa y cambia todos
los CD antiguos por unos nuevos. Cuando vuelve a instalar el reproductor en
su coche, ninguno de los CD suena y piensa que se ha estropeado. Luego
descubre que los había colocado todos al revés. El reproductor no podía te-
ner acceso a la música a pesar de que ésta estaba allí.

Algo muy parecido es lo que sucede cuando su intuición se bloquea. La


tiene a su disposición como recurso, pero no puede acceder a ella.

Este capítulo comenta las conductas bloqueadoras de la suerte que impi-


den que su intuición llegue hasta usted y las conductas creadoras de suerte
que harán que usted se abra a la guía de su intuición.

Bloqueador de la suerte: demasiado ruido

Imagínese que su intuición es una llamada telefónica. Está intentando co-


municarse con usted pero usted no puede concentrarse en ella porque
hay.
demasiada actividad y demasiado ruido a su alrededor. Esta mañana,
por
ejemplo, mi suegra llamó para hablar con mi esposo. Le pasé el teléfono y él
Ds
intentó tener una conversación coherente con ella mientras nuestros tres pe-
queñajos corrían a su alrededor, riendo, saltando y chillando. La conversa-
ción duró 45 segundos. Él no podía oírla ni concentrarse porque había de-
masiado caos en torno suyo. |

A veces, para competir con las distracciones, su intuición elevará el tono y


puede que a usted no siempre le guste la manera en que le llega el mensaje.

Por ejemplo, un Yom Kippur (una gran festividad judía) yo estaba en la


“sinagoga intentando rezar, pero mi mente estaba parloteando a toda veloci-
dad y yo no me sentía conectada con Dios en lo más mínimo. De camino a
casa un policía de tráfico me detuvo y me puso una multa por exceso de ve-
locidad. Me sentó muy mal, pero también me reí mucho: «¡Está bien, Dios!
Ya he recibido el mensaje, me estás diciendo que vaya más despacio. No te
podía oír en la sinagoga así que has tenido que decírmelo de otro modo. ¡De
acuerdo!».

Si ignora usted los avisos amables para que se cuide más y vaya más des-
pacio, puede que su cuerpo le plante cara y le haga ir más despacio por me-
dio de enfermedades o incapacidades. Así tendrá usted mucho tiempo para
quedarse en la camay oír cómo le habla su intuición.

Creador de suerte: cálmese y vaya más despacio

¿Cómo puede calmar su vida y por lo tanto, su mente para que su intui-
ción sea más accesible? Hay gente que jura que lo consigue haciendo medita-
ción todos los días. Si la idea le llama la atención, apúntese a una clase y
aprenda a meditar, O a practicar yoga, ta! chi, u otras actividades que pueden
«ayudarle a tranquilizar su mente y a gestionar el estrés de su vida.

Pruebe a hacerlo poco a poco. Pruebe a apagar el televisor o el equipo de


música cuando prepare la cena. Deje que el contestador recoja un mensaje si
mientras está usted haciendo algo, llega una llamada telefónica. Empiece un
«tiempo de tranquilidad» para sus hijos (que también necesitan ir más des-
pacio) en el que puedan leer en silencio, o colorear dibujos, o utilizar el or-
dor
denador, pero sin televisión, música o conversación. Ponga el desperta
una hora más temprano por la mañana y utilice ese tiempo antes del trabajo
sentarse a
para rezar, leer, escribir un diario, hacer ejercicio, O sencillamente
leer el periódico mientras toma una taza deicaté:

5
Cada semana, sino cada día, dedique algún tiempo a descansar de alguna
manera. Es posible que sienta que no puede controlar el ritmo de su ocupa-
da vida durante seis días de la semana, pero lo que sí puede hacer es que el
séptimo sea más tranquilo. ¿Cree que no puede permitirse todo un día lejos
del trabajo y la productividad? Para empezar, pruebe a hacerlo toda una tarde
a la semana.

Sintonice con su intuición mientras esté rezando, soñando, dando una


cabezada o, sencillamente, «yendo por ahí». Diez o quince minutos adicio-
nales de tiempo silencioso al día pueden representar toda una diferencia a
la hora de conectar con su fuerza intuitiva.

Bloqueador de la suerte: pedir consejo


con demasiada frecuencia

Somos muchos los que buscamos «por ahí» las respuestas a nuestras pre-
guntas, con lo que nos comportamos como si los demás fueran más sabios
respecto a lo que es bueno para nosotros y, además, invalida nuestra propia
sabiduría interior. O bien no confiamos en nosotros mismos para tomar las
decisiones correctas, o preferimos dar a los demás la responsabilidad de
nuestras decisiones (no fuera a ser que nos equivocáramos).

Diario de la suerte: la manera de evaluar


mi conducta ineficaz de búsqueda de consejo

¿Cuál de las siguientes conductas de búsqueda de consejo le suena más?


Piense en unos cuantos ejemplos de su vida cuando el depender del consejo
de los demás, en lugar de en su propia intuición, le ocasionó problemas.
Califique la lista —que encontrará a continuación— de conductas inefica-
ces de búsqueda de consejo, según la escala siguiente:

1. Casi nunca lo hago.


2. Lo hago de vez en cuando.
3. Lo hago con frecuencia.
4. Lo hago casi siempre.

1. Pido el consejo de los demás y actúo de acuerdo con él, inclus


o cuando
mi intuición me dice lo contrario. |

a
2. Pido el consejo de la gente que quiero que me dé su aprobación.
3. Sólo pido consejo a la gente que me dirá lo que quiero escuchar.
4. Pido consejo pero luego, sólo escucho lo que confirma lo que yo quiero
oÍr. 27
5. Nunca le pido consejo a nadie, a pesar de que no esté completamente
seguro de lo que debería hacer.
6. Pido consejo en el último momento y después de que la decisión ya está,
prácticamente, tomada.
7. Pospongo la toma de una decisión mientras sigo pidiendo más consejo.
8. Mi solicitud de consejo es, en realidad, para disfrazar que lo que quiero
es que cuiden de mí.
9. Utilizo el consejo como una manera de evitar ser responsable de la
toma de mis propias decisiones. De ese modo, si no va bien, puedo dar
la culpa a la persona que me dio el consejo.
10. Nunca le pido consejo a Dios, o a un poder superior, o a mi intuición;
sólo a las personas.

Imagínese que Dios le está llamando por teléfono para darle alguna ins-
trucción. Puede que usted ni siquiera conteste, o si ya está hablando por te-
léfono y recibe la llamada de Dios (con la llamada en espera) le diga que ya
se pondrá en contacto con él cuando esté a punto. La conducta de búsqueda
de consejo mal adaptada es como recibir una llamada privada de Dios y con-
vertirla en una teleconferencia con todos los que usted conoce. «Dios, mira
estos son Joe, Chris, Julia Bill. Joe, Chris, Julia, Bill, el que está en la línea es
Dios. Dios, ¿podrías volver a decir en voz alta lo que estás sugiriendo que
haga para que mis amigos puedan oírlo? ¡Vale chicos! ¿Qué pensáis que de-
bería hacer? ¿Tiene razón Dios?»

Creador de suerte: cuando sepa lo que tiene que hacer,


absténgase de pedir consejo

No estoy sugiriendo que no pida consejo jamás. Recibir ayuda de otras


conductas
personas también es una estrategia creadora de suerte. Líbrese de
para evitar
de búsqueda de consejo que, en realidad, son una estratagema
aceptar la responsabilidad y confiar en su propia sabiduría interna. Repase la
E
lista anterior y concéntrese en lo que haya puntuado 3 y 4, ya que esas con-
ductas son las que es más probable que interfieran con sus esfuerzos para
CcarSUSrNte:

Responda a las preguntas siguientes:


l. ¿Bajo qué circunstancias tiene usted tendencia a pedir consejo de ma-
nera inapropiada? Por ejemplo:
7 Cuando hay mucho dinero en juego.
7 Cuando pienso que mis padres no lo aprobarán.
Cuando estoy asustado y quiero que alguien me convenza para dejarlo
correr.
7 Cuando quiero una excusa para no hacer algo.
2. De manera detallada, ¿cuál es su comportamiento en esta conducta? Por
ejemplo:
¿Tan pronto como tiene una preocupación, llama a alguien inmediata-
175

mente?
¿Pospone el actuar hasta que ha obtenido la aprobación de alguien?
¿Se pasa horas al teléfono pidiendo consejo a un montón de gente?
¿Llama a ese mismo amigo que siempre le dice aquello que usted quie-
re oÍr?
¿Espera hasta que está a punto de tomar una decisión y luego lo demo-
ra pidiendo consejo?

Pruebe, en cambio, a hacer lo siguiente:

Elija sólo un patrón que le gustaría cambiar. Sea muy concreto respecto a
la manera en que lo cambiará. Haga una o dos cosas de manera diferente a su
enfoque habitual y empezará a crear unas conductas nuevas de búsqueda de
consejo. Cuando obtenga resultados positivos, eso reforzará su deseo de depen-
der más de su propia intuición para la toma de decisiones. |

Por ejemplo, digamos que su patrón es llamar a su padre y pedirle su


consejo/aprobación siempre que va a tomar alguna decisión que tiene con-
secuencias financieras. Usted tiene 45 años y su padre 72. Usted es finan-
cieramente independiente y él no va a estar ahí siempre. A usted le gustaría
empezar a tomar esta clase de decisiones por sí solo.

La próxima vez que se presente la necesidad de tomar una decisión fi-

ES
nanciera, deténgase antes de telefonear a su padre y pregúntese a sí mismo
si sabe cuál es la decisión acertada para usted. Lo más probable es que lo
sepa. Luego actúe, y si quiere, cuéntele a su padre la decisión que ha tomado
en lugar de la decisión que está intentando tomar. Explíquele que tiene
necesidad de hacer este cambio a pesar de que aprecia la sabiduría que ha com-
partido con usted a lo largo de los años, para no herir sus sentimientos.

Establezca sus intenciones en una nueva dirección incluso si, en ocasio-


nes, vuelve a caer en los patrones familiares de búsqueda de consejo.

Creador de la suerte: cuando se sienta angustiado


permita que otras personas le apoyen

Pedir ayuda con demasiada frecuencia puede ser patológico, pero pedir
apoyo puede ser beneficioso. Distinga entre las conductas erróneas si-
guientes:

No escuchar asu intuición porque tiene usted miedo, es débil, o está acos-
tumbrado a que le cuiden como a un niño y a ignorar lo que usted sabe que
sabe que necesita hacer, mientras intenta conseguir que otra persona tome la
decisión por usted.

Y esta conducta creadora de suerte:

Conseguir el apoyo de alguien que le aliente a hacer lo que usted sabe


que debe hacer, incluso si eso le asusta.

Cuando su intuición le diga una cosa y su mente otra, puede que le sirva
de ayuda desahogarse con su cónyuge, un amigo íntimo, un colega de nego-
cios O UN asesor.

Lo ideal sería que la persona le alentara a tomar la decisión correcta para


usted. Eso acostumbra a ser difícil para un cónyuge, un socio en los negocios
o un padre, porque es frecuente que tengan un fuerte prejuicio respecto a las
decisiones que usted toma en su vida.,

Su piedra de toque debe ser la persona capaz de simpatizar con sus senti-
mientos de miedo y confusión, ayudándole a pasar por el proceso de toma
de decisiones y a sintonizar con su sabiduría interior, en lugar de decirle lo

O
a mi
que tiene que hacer. He aquí un ejemplo de cómo fui capaz de apoyar
esposo en su proceso de toma de decisiones:

Mi esposo estuvo en paro durante un período de tiempo, debido a


una reducción de personal en la empresa en la que trabajaba. Después
de cuatro meses de paro le llegó una oferta lucrativa de trabajo que
aceptó y luego se enteró de que la cultura corporativa era tan poco
amigable con las familias como ni siquiera podía imaginarse. Se le or-
denó que estuviera en su despacho no más tarde de las ocho de la: ma-
ñana, todos los días sin excepción. Vivíamos a una hora de distancia,
lo que significaba que él tenía que salir de casa a las seis y cuarenta y
cinco cada mañana, para asegurarse de no llegar tarde.

En ocasiones debo viajar a causa de mi negocio, lo que exige que


Stephen ayude por la mañanas a que los niños se preparen para el cole-
gio y que esté en casa a las cuatro de la tarde, cuando vuelve el autobús
escolar. Le explicó a su nuevo jefe que, en ocasiones, necesitaba tener
un horario de trabajo algo flexible. Su nuevo jefe exigió el tompromiso
de Stephen con un horario rígido o.la oferta sería retirada.

Stephen estaba profundamente preocupado y me preguntó qué es lo


que debería hacer. Tuve mucho cuidado de no decirle que rechazara el
trabajo (a pesar de que eso es lo que 7mí intuición me decía), porque
entonces él podría culparme si pasaba mucho tiempo sin encontrar
otro trabajo. Si le decía que aceptara el trabajo por culpa de mi miedo
de quedarnos sin dinero, yo dejaría, de manera nada apropiada, que
mis miedos interfirieran con su proceso intuitivo. En lugar de eso in-
tenté ayudar a Stephen a que averiguara qué es lo que le estaba dicien-
do su intuición que hiciera y le ofrecí mi apoyo, haciéndole saber que
si decidía rechazar el trabajo, yo estaría conforme con su decisión.

Stephen sabía que se sentiría miserable en esa clase de entorno de


trabajo. Su mente tenía miedo de no conseguir otro trabajo rápi-
damente y su miedo le decía que debería aceptar el trabajo ya que, por
lo menos, era mejor que nada. Su instinto le dijo que sería un error tre-
mendo y que era predisponerse al fracaso. Una vez que estuvo seguro
de que yo apoyaba su decisión de rechazar el trabajo, lo hizo. Sabía que
estaba tomando la decisión correcta, a pesar de que le daba mucho
miedo. Hablar del dilema conmigo le ayudó a seguir adelante a pesar
de sus reservas.

20
Y esta historia tiene un final feliz: el trabajo de sus sueños se presen-
tó dos meses más tarde.
y

Nuestros pensamientos pueden ser como un millar de monos en un árbol.


que se balancean colgados de sus colas, de sus brazos y de sus patas de rama
en rama, agarrándose los unos a los otros y luego escapándose. Los
pensamientos son como los monos, les encanta recrearse en las pulgas, esas
cosas que nos molestan o irritan: picando, rascando, mordisqueando
nuestras mentes hasta que nuestros sentimientos se infectan y no hay
motivo alguno para que sea así. Nosotros somos los que mandamos en
nuestros pensamientos.

SUE PATTON THOELE

Creador de suerte: aprenda su propio lenguaje intuitivo

La intuición se comunica con un lenguaje diferente al parloteo que utili-


zamos diariamente. Su intuición puede que se le presente durante un sueño,
-con mensajes simbólicos y metafóricos. Lleve un diario escrito de sus sueños y
puede que empiece a darse cuenta de que existe un patrón entre los anima-
les, cosas, gente, o acontecimientos que aparecen en ellos y las decisiones que
está intentando tomar durante el día. No se fíe mucho de los libros que pro-
meten interpretar los sueños. Lo que importa es cómo interpreta usted sus
sueños y las Imágenes que siguen apareciendo en ellos. ¿Qué es lo que su in-
tuición está intentando comunicarle por medio de su subconsciente esa
fase del sueño?

Es posible que su intuición o un poder superior le hable por medio de


animales o de otras personas y no sólo con palabras. Por ejemplo, tenemos a
esta mujer que nos cuenta que:

Ver a una mariposa me recuerda siempre al crecimiento y al desper-


tar espiritual. Esta hermosa criatura fue una vez una oruga dentro de
un capullo. Con la paciencia suficiente, la oruga surge transformada.
Una vez, durante un período de gran ansiedad y angustia, una maripo-
sa pasó aleteando por mi lado en un día frío en el que era poco proba-
ble que se vieran mariposas. Yo pensé que era un ángel que me enviaba
un mensaje para recordarme que si seguía mi camino y tenía paciencia,
yo también me transformaría.

Ss
siento
La mariposa se convirtió en un símbolo para mí. Siempre que
una gran ansiedad o miedo, le pido a Dios que me envíe una mariposa
una
para que me tranquilice. Y es frecuente que aparezca una. Es como
me dice: «No te preocupes, estás en el camino correcto.»
señal que

Es posible que un mensaje de su intuición se manifieste físicamente. Á ve-


ces, tengo un latido en un ojo que me dice que estoy completamente estresada.
Es posible que reconozca usted a su intuición o a su ángel de la guarda cuando
un acontecimiento sigue repitiéndose. Habrá oído decir: «¡Siempre que olgas
algo tres veces, será mejor que prestes atención!» Por ejemplo, cuando una
persona me recomienda que compre un libro en especial, es posible que yo no
lo haga inmediatamente. Pero sí ese libro me lo mencionan dos o tres veces,
acostumbro a comprarlo.

Al contrario que el pensamiento lineal, es posible que su intuición se le


revele poco a poco. Algo parecido a una obra de teatro en tres actos de la que
viera usted el primer acto esta semana, el segundo la semana próxima y el
tercer acto dentro de un mes. Es posible que hasta que no vea el tercer acto
no se dé cuenta de que ya ha visto el primero y el segundo y de que existe
una conexión entre los tres.

Diario de la suerte: ¿de qué manera me habla mi intuición


y cómo la bloqueo?

Escriba en su diario entre cinco y diez maneras de experimentar su intui-


ción y cómo sabe usted que le está hablando. Estas son sus banderas rojas,
que le dicen que preste atención.

Ahora, escriba de cinco a diez maneras que tiene usted de no hacer caso
de esas banderas rojas. Por ejemplo, diciéndose a sí misma: «Eso no tiene
sentido, o «¿Cómo puedo saberlo seguro?», o regañándose a sí misma: «Es
demasiado raro para que me lo tome en serio.»

¿No está seguro de la manera en que le habla su intuición? ¡Pruebe lo si-


guiente! Durante un día o varios lleve consigo un pequeño cuaderno de bol-
sillo y anote los pensamientos que se le ocurran al azar, y que usted crea que
es su intuición la que se los dicta. No decida aún si debería hacer lo que la
voz de su intuición le está diciendo, sólo anótelo. Al final del día o de la se-
mana repase lo escrito. ¿Cuál es el patrón que emerge?
He aquí una advertencia: no registre, únicamente, acontecimientos mo-
mentáneos en los que parezca que Dios ha dejado los cielos para darle
ese mensaje que no puede ignorarse. Incluya un pensamiento sencillo que
haya tenido mientras estaba preparando la cena.

Creador de suerte: haga preguntas a su intuición

Una vez que sea consciente de las preguntas adecuadas al momento,


siempre recibirá alguna especie de instrucciones intuitivas respecto a lo que
hay que hacer y adónde hay que dirigirse. Se tiene un pálpito respecto al
paso siguiente. Siempre. La única ocasión en que no va a ocurrir es
cuando tenga en mente la pregunta equivocada. Verá que el problema de
la vida no está en recibir respuestas sino en identificar las preguntas que
hay que hacer. Una vez que se sabe cuáles son las preguntas, las respuestas
siempre llegan.
de THE CELESTINE PROPHECY, de JAMES REDFIELD

Empriece a interactuar con su intuición como si se tratara de una fuerza pal-


pable en su vida, que le escucha y le responde. Puede que tenga una intuición
respecto a cuál es la dirección correcta que hay que tomar, pero no está seguro
del todo. Le gustaría tener alguna clase de confirmación y puede pedirle a su
intuición que se la proporcione y luego espere las respuestas. Pueden aparecer
bajo la forma de una coincidencia sorprendente, o un pensamiento en su ca-
beza, o alguien que le telefonea para darle alguna información en un momento
crucial. La clave para conseguir que funcione es hacer preguntas muy concre-
tas y sencillas como: «¿Debería aceptar la oferta de trabajo de la empresa x?» en
lugar de: «Indícame qué clase de trabajo debería aceptar.»

Como The Celestine Prophecy indica adecuadamente, la parte más difícil


es decidir cuál es la pregunta adecuada o, de lo contrario, no recibirá res-
puesta alguna, o recibirá una que será difícil de interpretar. La pregunta
debe ser breve, sencilla y concreta.

Practique haciendo preguntas que en realidad no tengan importancia


para usted. Por ejemplo, suena el teléfono. Pregúntele a su intuición: «¿Quién
llama?», o «¿Es una llamada que no quiero o es alguien con quien quiero
hablar?». Luego sintonice bien para obtener una repuesta de su intuición.
Diviértase un poco con ésto y vea si puede mejorar su tasa de aciertos. Luego
pase a preguntas más importantes para su vida.

=83=
Algunas preguntas y la respuesta intultiva que obtendrá la llevarán a más
preguntas. Está bien, ¡haga más preguntas! Si obtiene una impresión intuiti-
va pero no está segura de lo que significa, pida más aclaraciones.

Cuantas más preguntas le haga a su intuición, más esperará que su intul-


ción tenga las respuestas. Como cualquier otro instrumento, cuanto más lo
IN . . /

toque y más lo afine, mejor sonará.

Creador de suerte: pida confirmación al universo

Hay gente que piensa que su intuición y el universo son la misma cosa y
otros las separan. Lo defina como lo defina, puede pedir señales concretas de
que va en la dirección correcta. Karen Carnabucci, terapeuta, líder de un ta-
ller y asesora de Lancaster, Pennsylvania (EE.UU.), nos ofrece un ejemplo
sensacional de la manera de hacerlo:

Cuando empecé a pensar en abrir mi consulta me hacía muchas


preguntas. En esa época no había otras consultas que se dedicaran a lo
que yo pretendía (establecer un centro de salud holística) y sabía que
necesitaba una señal del universo para seguir adelante.
Decidí que cada vez que me encontrara una moneda de un centa-
vo, sería una afirmación de mi decisión de seguir adelante. De repen-
te, parecía como si los centavos de la suerte estuvieran por todas par-
tes. En la acera, debajo de un parquímetro, en los bolsillos de vestidos
que hacía tiempo que no me ponía. Á veces eran monedas de diez
centavos, de veinticinco e incluso billetes de un dolar. Tomándolo
como señales del universo para que siguiera adelante con mi plan, se-
guí encontrando centavos incluso después de abrir las puertas de mi
consulta.

Los cínicos pueden decir: «Bueno ¿y qué prueba eso? ¡Buscaba monedas
de un centavo y las encontró! ¿Qué tiene que ver con abrir un centro de sa-
lud?». Lo que cuenta es la importancia que Karen le dio y la confianza que
eso le proporcionó para superar su miedo. Estos centavos fueron una manera
tangible de sentirse apoyada por el universo en un plan que muchas de
las personas de su vida no hubieran apoyado. Otros puede que vieran un
centavo en el suelo y ni siquiera se molestaran en recogerlo. A Karen, los
centavos que encontró le proporcionaron paz mental y valor.

IA
¿Significa que si no hubiera encontrado ningún centavo de la suerte no
debía haber seguido adelante? Bueno, si esta clase de experiencia iba a hacer
que perdiera la fe en su idea, sí. Cualquiera que se aventure a trabajar por
cuenta propia será mejor que haya tomado una decisión sólida y que esté
convencido, más allá de la sombra de una duda, de que es la decisión acerta-
da. El no haber encontrado centavo alguno podría haber colocado la sufi-
ciente preocupación en la mente de KareN para que se hubiera sentido exce-
sivamente abrumada por el miedo y la duda para ser eficaz.

Destructor de la suerte: ignorar su intuición


como temprano sistema de aviso

La intuición es la sabiduría en retrospectiva.

LAURIE BETH JONES

El problema no es siempre el no oír a su intuición. Es posible que usted


la ignore a pesar de que esté hablando alto y claro.
Después de haber leído mi libro, Starting from No: Ten Strategies to
Overcome Your Fear of Rejection and Succeed in Business, una mujer me
pidió que le hiciera de asesora. Se había dado cuenta de la existencia de
un patrón en su negocio. Tan pronto como empezaba a dar señales
de que iba a darle la prosperidad que deseaba, hacía alguna cosa para
arruinarlo. Cuando se puso en contacto conmigo me dijo que «no te-
nía ni idea» de por qué lo estaba haciendo.
Yo sabía que la respuesta estaba en la voz de su intuición a la que
ella estaba ignorando. Le pedí que me dijera qué es lo que se decía a sí
misma cuando su negocio empezaba a ir bien y me contesto: «¿Y qué
pasa si entonces tengo tanto trabajo que no puedo hacer ejercicio, a
dormir o comer bien?». Yo le pregunté: «¿Y qué pasaría?». Me respon-
dió: «Que mi presión sanguínea se disparará.» «¿Y qué?», seguí pregun-
tando. Me respondió, casi en voz baja: «Que me moriré.»
Hubo una larga pausa y ella permitió que la conciencia de lo que
había dicho llegara hasta el fondo de sí misma. Su autosabotaje era una
reacción directa a una voz interior que la estaba avisando para que no
permitiera que su negocio la abrumara, lo que pondría en peligro su
salud. Como ella ignoraba a esa voz, ésta no hacía más que gritar cada
vez más fuerte a medida que ella iba teniendo más trabajo.

¿5
En cuanto dejó de bloquear su sabiduría interna y se abrió a ella, ya
pudo controlar su negocio. Instaló sistemas y compromisos nuevos
para asegurarse de que pudiera continuar con su rutina diaria de hacer
ejercicio y sus horas de sueño. Cuando empezó a ganar más dinero,
contrató a alguien para que cocinara comida sana para ella, o sea, que
cuando aprendió a establecer los límites que necesitaba para florecer fí-
sicamente, su negocio también prosperó.

Cuando somos víctimas, al azar, de algo sobre lo que no tenemos influen-


cia alguna, lo llamamos mala suerte. Por ejemplo: por la noche, mientras
duerme y sin aviso previo, un tornado barre su calle y se lleva el tejado de su
casa. Cuando conduce por la autopista, un adolescente estúpido que no bus-
ca otra cosa que emociones fuertes lanza una piedra desde un paso elevado
que choca contra su parabrisas delantero y le deja paralizado durante el resto
de su vida. En el camino hacia el instituto, un alumno rabioso dispara y le
mata, sólo porque usted es cristiano y él odia a los cristianos. Estos inciden-
tes no eran culpa de las víctimas sino casos de lugar y momento equivocado:
mala suerte.

Pero ¿qué sucede si usted acepta un trabajo que sabe que es una elec-
ción horrorosa para sus objetivos de carrera y para su personalidad y llega a
su primer día de trabajo lleno de temor porque sabe que no se trata del
trabajo que le conviene? ¿Es mala suerte cuando le despiden, seis meses
más tarde?

¿Y qué pasaría si decidiera irse a vivir la zona de California que está cons-
tantemente sometida a deslizamientos de tierra, sabiendo que existe una gran
probabilidad de que su hermosa casa acabe en ruinas, pero confiando en que
se va a librar de ello? ¿Se trata de «mala suerte» o fue su arrogancia y su pen-
samiento mágico (¡a mí no me va a pasar!) lo que hizo que perdiera su ho-
gar? Son ambas cosas porque usted no ocasionó. el deslizamiento de tierras
pero sí que decidió vivir en su camino probable.

Creo que mi intuición salvó a nuestra familia de la devastación y doy gra-


cias a Dios por haberla escuchado: .

Ademar era un chico brasileño de 18 años de edad que vino a pasar


un año con nosotros; formaba parte de un intercambio de estudiantes
y se convirtió en un querido miembro de la familia. Después de diez
meses de vivir con nosotros, estábamos muy tristes de verle regresar a

26
Brasil y por ello hicimos planes para llevarle a cenar fuera como regalo
de despedida.
“ La noche que habíamos planeado la salida, mi intuición me dijo
que era mejor que nos quedáramos en casa y tuviéramos una cena
casera. Me presionaron para que siguiera adelante con los planes que ya
habíamos hecho y además sentí algo de culpa por haber sugerido que
anuláramos nuestros planes, pero mi intuición insistía con todas sus
fuerzas para que nos quedáramos en casa.
Poco después de haber terminado de cenar, tanto mi esposo como
yo notamos un olor a humo acre en la casa. Después de hacer salir a
toda prisa a los niños, descubrimos un incendio en el sótano, que había
sido provocado —según descubrimos más tarde— por un problema de
cableado eléctrico en instrumentos de jardinería de mi esposo. Los
bomberos acudieron con rapidez y escapamos sin pérdida alguna de
bienes ni personal.
Los bomberos nos dijeron que si no hubiéramos estado en casa cuan-
do se inició el fuego, era probable que hubiéramos perdido la casa y
todo lo que contenía.

Si hubiéramos salido a cenar tal como habíamos planeado, ¿hubiera teni-


do yo la culpa del incendio por no prestar atención a mi intuición? Después
de conocer lo sucedido es fácil mirar atrás y decir que sí. Pero no, mi intui-
ción no me dijo: «;¡Vais a tener un incendio eléctrico en el sótano, así que hoy
no salgáis fuera a cenar!». Como siempre, se trató de una advertencia mucho
más delicada y sutil y que hubiera sido fácil ignorar.

Esa noche, mi intuición fue un regalo que fui afortunada al recibir. Al ha-
cer caso a mi sistema interno de alarma, evitamos un incendio devastador
de
verdad.

Los hombres tropiezan, de vez en cuando, conla verdad, pero la mayoría


se levantan y siguen adelante. a toda prisa, como si nada hubiera
sucedido.
WINSTON CHURCHILL

a
Creador de suerte: distinga entre sabiduría intuitiva y miedo
¿Cómo puede saberse la diferencia entre intuición y miedo? ¿Cómo de-
tecta usted cuando su intuición es la parte más sabia de usted, o Dios que le
habla y le avisa de que no siga por el camino en que va, y no se trata de su
miedo a lo desconocido que intenta impedirle que corra riesgos, o que vaya
en una dirección positiva y nueva?

Cuando suenan las alarmas ¿se trata de un amigo o de un enemigo? ¿Se


trata de una prueba para su valor porque se necesita temple para proseguir
con algo que ya se tiene planificado, o lo es porque se necesita fortaleza para
seguir adelante con algo incluso cuando se tiene miedo?

Según mi experiencia, si uno está dispuesto a ser honesto consigo mismo,


sabe la diferencia entre el miedo y la intuición.

Pongamos como ejemplo a una novia el día de su boda. Cuando se acerca


el momento de la boda planeada, se siente consumida por la duda de si ese
es el hombre adecuado y si debería seguir adelante con la boda. ¿Se trata úni-
camente de los nervios previos a la boda, o está a punto de cometer una de
las mayores equivocaciones de su vida?

Quien conoce la verdadera respuesta a esta pregunta es ella misma. Si se


trata de la última posibilidad, ella ha sabido todo el tiempo que había toma-
do una decisión impulsiva al comprometerse y que, probablemente, no ha-
bía tenido valor para echarse atrás y que, como un tren lanzado a toda velo-
cidad, se siente impelida a seguir adelante, a pesar de que lo que quiere es
saltar del tren. Cuanto más se acerca el día de la boda, su corazón se llena
más de temor que de amor.

Intenta decirle a su mente que, en realidad, él es un tipo estupendo y que


sólo se trata de los nervios normales de antes de la boda, pero lo que sucede
es que ha perdido la perspectiva. Ella sabe la verdad y ésa es que está a punto
de cometer una gran equivocación y que no se trata sólo de un ataque de
nervios. El día mismo de la boda va haciendo todo lo necesario como si fue-
ra un robot, confiando en poder mantener la fachada para no humillar a su
familia, al novio y a sí misma. Cuando termina la ceremonia no se siente ali-
viada sino mortificada pero, de todos modos, sonríe a su esposo y a los invi-
tados. Sabe que en realidad no debía haberse casado con este hombre pero
que, de todos modos, lo ha hecho y ahora que está hecha la cama, tendrá que
dormir en ella.

O
Si hubiera notado un conocimiento interior de que, al elegir al novio, ha-
bía tomado la decisión adecuada pero que tenía miedo de desmayarse en el
altar, el pánico hubiera sido distinto. Hubiera estado mezclado con amor y
admiración por su novio, y lo más probable es que se hubiera disipado una
vez que hubiera pasado parte de ese día que le daba tanto miedo. Hubiera
sentido una calma interior, sabiendo que su elección era buena incluso si te-
nía miedo de la ceremonia. Hubiera podido hablar de ello con su novio y
éste la hubiera tranquilizado. Podría haber tenido miedo, sin duda, de lo
acertado de su decisión de casarse con él.

S1 se está haciendo la pregunta: «¿Se trata sólo de miedo o debería cam-


biar mis planes?», puede que se la esté haciendo como un nuevo intento de
negar la verdad. Si cambiar de planes la humillara a usted o a alguna otra
persona, hiciera que no alcanzara un sueño con el que ya contaba, creara al-
guna inconveniencia, o le costara un montón de dinero, puede que fuera
mejor no hacer caso a su intuición y decirse: «Es una tontería. Solo tengo
miedo. No tengo que cambiar nada.»

Cuando se diga eso, ¿su «medidor de tonterías» casi no registra movi-


miento alguno, o se está saliendo por la parte alta?

La intuición no razona, ni necesita hacerlo. La intuición se limita a


saber y al instante. Si se descubre pensando: «Si esto sucede, es que era
probable que sucediera», usted está razonando en lugar de utilizar su
intuzción.
LAURA Day

He aquí otras dos maneras de distinguir entre el ruido mental y la sabi-


duría superior:

La intuición acostumbra a ser mucho más silenciosa que el miedo. Cuando


uno sabe algo de manera intuitiva, se limita a saberlo sin necesidad de un
montón de palabras. De hecho, incluso puede ser difícil decirlo con palabras
o puede parecer ilógico, pero se sabe. Se trata más bien de una sensación que
de toda una frase. Cuando lo que está al mando es la mente, está hace mu-
cho más ruido dando largas explicaciones, sacando a relucir obsesiones que
parlotean en su cabeza, todo menos un conocimiento callado. Así es como
podrá distinguir entre sabiduría intuitiva y miedo.

89
La intuición acostumbra a ser mucho más amable que el miedo. Si el len-
guaje de su cabeza está lleno de vergiienza, ansiedad y juicios, es probable
que su origen sea su mente y sus «debería» y no su sabiduría superior. La
guía de la intuición pura tiende a ser más cálida, más delicada, más ama-
ble y más gentil y se parece más a un amigo que nos quiere que a un pro-
genitor que emite juicios. El miedo tiene tendencia a desmotivarnos o a
asustarnos tanto que nos quedamos inactivos; la guía intuitiva acostum-
bra a motivarnos para que actuemos.

Por ejemplo, a un cliente mío le iba mal en su negocio y no había decidi-


do si seguir adelante o abandonarlo. Me preguntó: «¿Cómo puedo saber la
diferencia entre querer abandonar porque tengo costumbre de abandonar
tan pronto cuando las cosas se ponen difíciles, o abandonar porque de ver-
dad se supone que tengo que hacerlo?».

Si las voces en su cabeza hubieran sido: «Eres un perdedor. Siempre lo de-


jas cuando se pone difícil. No es más que otro ejemplo de que no quieres ha-
cer lo que hace falta», es probable que su mente le estuviera sermoneando y
no que la que hablara fuera su intuición. -

Una voz intuitiva podría ser algo así: «Eso no me parece bien. Está claro
que este negocio no es algo que vaya bien con mi personalidad y ya es hora
de dedicarme a otra cosa que me funcione mejor.»

Las instrucciones de su intuición puede que ni siquiera le llegaran en pa-


. iy . . / .
labras sino en una sensación interior de que ha llegadó el momento de seguir
adelante, a pesar de las admoniciones de su mente.

Manténte firme en lo que sabes que es correcto,


porque es sabio tal como he descubierto..
El poderoso roble fue una vez una semilla
que, sencillamente, se aferró a su terreno.
ANÓNIMO

Diario de la suerte: las consecuencias negativas


que se produjeron cuando no hice caso a mi intuición

Anote una descripción de alguna ocasión en que su intuición le gritaba


que no hiciera algo, pero usted lo hizo de todos modos.

NS
¿Por qué la ignoró? ¿Cuáles fueron las consecuencias? Viéndolo ahora,
¿qué desearía haber hecho en lugar de lo que hizo?

He aquí algunas de las razones por las que puede que no haga caso a su
intuición y siga, en cambio, asu mente lógica. Califique cada una de 1 a 5.
El 1 quiere decir: «Eso no es importante para mí», y el 5: «¡Siempre me con-
vence!».
1. No quiero quedar como un tonto.

ps Tengo miedo de equivocarme.

5 No quiero hacer daño a otra persona.


4. La última vez mi intuición estaba equivocada y ya no confío en ella.
5. No puedo oír, claramente, a mi intuición.

6 Quería seguir a mi intuición pero O el mundo me dijo que estaba


loco.
E Mi cónyuge (o progenitor, o lo que sea) me hizo hacerlo.
8. Seguir a mi intuición significa que tengo que cambiar y yo no quiero
cambiar.
9. Todo está ya en marcha. Es demasiado tarde.
10. Básicamente, soy una persona perezosa que no quiere tener que traba-
jar tanto.
11. Tengo miedo de perder dinero.
12. Otra razón (describa la que usted quiera).

A la única persona que le gusta el cambio es a un bebé mojado.

PROVERBIO YIDDISH

Creador de suerte: preste atención


a las coincidencias significativas

Si alguna vez necesita una dosis de fe en un mundo que tiene un signifi-


cado, un propósito y un plan divididos, léa uno de los libros de Pequeños
Milagros publicados por Adams Media. Estos libros recogen historias de

lios
coincidencias sorprendentes procedentes de la vida diaria. Las historias
de coincidencias siempre me hacen despertar y me recuerdan que el universo
es, realmente, un lugar mágico con un orden divino.

No necesita leer esos libros para tener esa sensación de temor reverente ya
que todos tenemos en nuestros recuerdos alguna historia propia de coinci-
dencia. Piense en todas las personas con quien se ha encontrado al azar y por
coincidencia y que, después, supusieron un cambio radical en su vida.

Es posible que todo lo que sucede en nuestras vidas sea, únicamente, el


resultado de causas y efectos impersonales. Es posible que vivamos en un
universo que sea consciente, uno en el que nuestras vidas estén siendo
entretejidas como los hilos de un tapiz alucinante. A veces se nos permite
dar una ojeada fugaz al dibujo, a la urdimbre y a la trama de nuestra
vida.

RABINO JONATHAN KLIGER

Una de las cosas más habituales en una coincidencia significativa es la


manera en que cada uno de nosotros encuentra a la persona que es impor-
tante. Cuando se piensa en los billones de personas que hay en este planeta,
¿no es siempre un milagro encontrar a «nuestra alma gemela»? Si alguna vez
quiere escuchar una buena historia de coincidencias, pídale a alguien que le
cuente cómo encontró a su amor.

Si no hubiera sido por lo que definimos como una coincidencia significa-


tiva (una coincidencia que tiene importancia frente a una buena coinciden-
cia temporal, como cuando acudí al buzón para echar una carta, precisa-
mente, cuando el cartero llegaba a recoger el correo, ¿bueno y qué, a quién le
importa eso?), yo no me hubiera casado con Stephen, mi esposo, ni hubiera
traído tres niños al mundo. He aquí, en pocas palabras, la «historia de nues-
tro encuentro»:

En 1992 yo insertaba un anuncio que decía que buscaba esposo en


la sección de anuncios personales de un periódico local de Boston, el
Jewish Advocate. Después de varios meses de intentar encontrar al hom-
bre «adecuado», renuncié y anulé mi anuncio. Resultó que en la época
en que mi anuncio aparecía en el periódico, Stephen, el hombre de mis
sueños, estaba casado y además no estaba suscrito al mismo. Cuando el
matrimonio de Stephen se desmoronó, él volvió a entrar, a regañadien-

=92=
tes, en el mundo de los solteros. Visitó a una tía suya en otra ciudad
que le dió su ejemplar del Jewish Advocate, sugiriéndole que repasara la
sección de anuncios personales.
Cuando Stephen echó una ojeada a la columna de anuncios perso-
nales de esa semana, vio un anuncio que le llamó la atención de inme-
diato y que contestó esa misma noche. Resultó que se trataba del mío.
¿Cómo podía ser así? Hacía meses que lo había anulado y no debería
haber aparecido en absoluto.
Por «coincidencia», meses después de que yo lo hubiera anulado, el
periódico había vuelto a insertar por error mi anuncio en la única sec-
ción de anuncios personales del Jewish Advocate que Stephen nunca ha-
bía leído. Nos conocimos la noche que yo recibí su carta y nos casamos
un año más tarde.

Que nos hubiéramos conocido gracias a los anuncios personales ya hubie-


ra sido bastante notable, pero es posible que el cielo organizara una extraor-
dinaria coincidencia para reunirnos.

Yo tenía unas ideas muy fijas respecto a lo que quería en un esposo y


Stephen no cumplía ninguna de ellas. Cumplía mucho más que yo con
nuestra religión judía, estaba criando a dos chicos adolescentes y todavía no
estaba divorciado del todo. Si su carta me hubiera llegado junto con las
montañas anteriores de citas posibles yo la hubiera colocado en la pila del
«no» y no le hubiera contestado. Yo no quería un hombre devoto, que no es-
taba divorciado del todo y con dos hijos. Quién sabe dónde hubieran acaba-
do nuestras vidas si yo hubiera echado su carta a la pila de los rechazos.
¡Imagíneselo, nuestros tres hijos ni siquiera existirían!

En lugar de eso, cuando la carta de Stephen llegó como si surgiera de la


nada y me enteré a través del personal del Jewish Advocate que «alguien» les
había telefoneado pidiendo que mi anuncio volviera a salir concretamente
en el fin de semana de la fiesta del trabajo —el fin de semana en que
Stephen vió el periódico— yo vi en ello la mano de Dios. No había nadie
que no fuera yo que pudiera haber telefoneado con esa solicitud, y yo no ha-
bía sido. Así que, ¿quién fue?

Desde nuestra primera salida presté mucha atención a Stephen, a pesar


de mis reservas respecto a lo que para mí eran cosas no deseadas, y al cabo de
unos meses ya estábamos comprometidos. ¡Eso fue hace siete años y tres hi-

O
jos! No siempre ha sido fácil, pero creo que nuestra relación fue debida a
la inspiración divina de un par de casamenteros en el cielo que fueron los
que lo organizaron todo.

Bloqueador de la suerte: ignorar un desafío


a sus rígidas exigencias

Nuestra historia de amor es un ejemplo sensacional de la manera en


que creamos nuestra propia suerte. Todos tenemos nuestros criterios de lo que
necesitamos y queremos en la vida, de lo que aceptaremos y de lo que no.
Establecer estos límites y estas preferencias es esencial para dirigirnos hacia
los objetivos de nuestra vida. Pero la rigidez y la arrogancia también pueden
impedir que se produzca la buena suerte.

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera ignorado esta fenomenal coincidencia


y me hubiera dicho a mí misma: «No me voy a casar jamás con un tipo que
tiene dos hijos y cuya casa es “kosher” (los alimentos son puros de acuerdo
con la religión judaica), así que por qué voy a molestarme en salir con él?».
Me alegro de haber seguido adelante a pesar de mis reservas.

A veces somos tan tozudos respecto a lo que pensamos que necesitamos y


queremos, que se necesita toda una legión de ángeles para diseñar alguna es-
pecie de suceso raro sólo para hacernos pensar en alguna otra posibilidad.
Entonces es cuando entra en juego el libre albedrío. Los ángeles pueden pre-
parar la fiesta, pero usted sigue teniendo que decidir si va a asistir a ella.

La nuestra es una cultura que nos anima a creer que somos —o que
deberíamos ser— los autores de nuestras historias. Cuando los
acontecimientos externos reflejan de una manera tan precisa nuestro
propio estado interior que el impacto de la coincidencia no puede ser
ignorado o negada su importancia, y al mismo tiempo nuestra falta de
control sobre los acontecimientos no puede negarse, nos enfrentamos a la
pregunta: ¿si yo no soy el autor de mi historia, quién lo es?
de THERE ARE NO ACCIDENTS, de ROBERT HOPCKE

¿Por qué hay personas que ignoran incluso las coincidencias significativas
y las sincronicidades más fenomenales? Habitualmente, se trata del ego y lo
que le acompaña. Me deleita descubrir que mi vida tiene una guía divina y

94
que no siempre soy yo quien dirige el espectáculo. No hay nada que me haga
sentir más feliz y que me tranquilice más que una coincidencia fenomenal.
No todo el mundo se siente así.

Entregarse a un plan que no es el suyo significa abandonar la pretensión


de que uno tiene el control completo sobre su vida. Enterarse de que la vida
que estaba diseñando para sí mismo no €s, de hecho, ideal para usted puede
ser incómodo. Una parte suya deseará gritar: «¡no! ¡Eso no es lo que yo había
pensado! ¿Me has oído, Dios?». El problema es que cuando le sucede algo
sorprendente que no puede ignorar, usted no se siente nunca completamente
cómodo si vuelve a seguir sus planes originales.

Cuando carecemos del valor para comportarnos como sabemos que de-
bemos hacerlo, es frecuente que sea una coincidencia sensacional lo que
nos proporciona el atrevimiento que necesitamos. Me imagino a Dios o a
un ángel riendo y diciendo: «¡Vaya, ahora que ya hemos conseguido que
nos prestes atención! ¿lo entiendes? ¿Ya sabes lo que se supone que debes
hacer?».

Cuando sentimos que tenemos una guía divina, aún a pesar de estar asus-
tados, es más fácil seguir adelante.

En ocasiones, la coincidencia le dirá lo que no debería hacer. Por ejem-


plo, digamos que está usted embalando sus pertenencias para trasladarse
a
a vivir a otra parte del país. Usted no se ha estado sintiendo bien respecto
mu-
este traslado, pero se trata de un nuevo trabajo que le ofrece un sueldo
ca. Hace
cho más alto. El día antes de marcharse recibe una llamada telefóni
ado.
veinte años entregó a una hija en adopción y ahora ella la ha encontr
usted a punto de
Resulta que, por coincidencia, vive en la ciudad que está
debería
abandonar. Es posible que usted lo interprete como una señal de que
usted quedarse ahí.
viviera en la
¿Y qué hubiera pasado si, por una coincidencia notable, ella
o como una
ciudad a la que va usted a trasladarse? Podría usted interpretarl
d temporal
afirmación celestial de que su traslado va a ir bien. La oportunida
hace significati-
que se encuentra tras las coincidencias es parte de lo que las
vas, y no el sólo hecho de que se produjeran.

pe
Diario de la suerte: mi lista de las 10 primeras
coincidencias positivas

Para incrementar su concienciación del poder de las coincidencias signifi-


cativas en su vida, haga una lista de los 10 primeros encuentros, reuniones o
acontecimientos por coincidencia que hayan influido positivamente en su
vida. Puede volverse loco intentando colocarlos en orden de importancia o,
sencillamente, puede hacer una lista. Por ejemplo, he aquí cinco de los míos:
1. Conocer a mi esposo a través de los anuncios personales.

2. Conocer a mi mentor en cuanto a la escritura en una mesa redonda de


una conferencia nacional.

3. Recibir, sin previo aviso, una llamada de un vendedor de bienes raíces,


una semana antes de que decidiéramos poner nuestra casa en el merca-
do. (Vendió nuestra casa en cinco días.)

4. Conocer al rabino Alan Ullman —un mentor espiritual— en un taller


de solteros judíos.
5. Conocer al cazador de talentos que le encontró a mi esposo su trabajo
soñado, cuando ambos asistían a un seminario impartido por un amigo
mutuo.

Una vez que haya hecho una lista de las coincidencias de primera catego-
ría, busque las acciones que realizó usted y que hicieron que la suerte hiciera
su aparición. Estas coincidencias por sí solas no crearon la suerte sino
que
fue la manera en que usted respondió a ellas, lo que le trajo
la suerte.

Hemos hablado de lo que sucede cuando una coincidencia le trae algo


po-
sitivo en lo que usted no había pensado previamente. En el capítulo
siguiente
contemplaremos la manera en que se produce la creación
de suerte cuan-
do consigue algo que usted no pidió para sí mismo.

—96-=
| 4

Responda con elasticidad


y resistencia a las pruebas
de la vida

Si nuestras vidas son como caleidoscopios, muchos de nosotros invertimos


gran cantidad de tiempo y energía intentando crear la imagen perfecta
—los colores y formas exactamente como nos gustan— y luego, queremos
colocar la obra de arte resultante en un lugar de honor, y que jamás se
mueva de allí. Y luego, de repente, ¡CRASH! ¡BANG! la vida acostumbra a
darse de bruces con nuestra obra maestra cuidadosamente construida,
sacudiéndola repentinamente, lo que da por resultado una imagen
completamente diferente.
SUE PATTON THOELE

Creador de suerte (y bloqueador potencial de suerte):


Recuerde OMOC y Holanda

Hace muchos años oí una expresión que resume este capítulo en sólo
cuatro palabras. ¿Sabe qué es lo que quiere decir OMOC? «¡Otra “maldita”
oportunidad de crecimiento!» Cuando nos sueltan algo en nuestra vida que
no queremos y que no pedimos, podemos murmurar: «¡Estupendo, otra
OMOC!». Cómo nos sintamos, ingenuamente, en estos momentos, indica
nuestro potencial para crear suerte.

Por otro lado, ¡estamos furiosos! OMOC no es una declaración de felicidad.


No es: «¡Oh vaya!, estoy encantado de que vaya a ser Capaz de sufrir y por lo

Dis
tanto mejorar mi carácter. ¡Bravo!». OMOC es más parecido a: «¡Vaya por
Dios! qué porquería. Precisamente, lo que me hacía falta: otra prueba de mi
resistencia. ¡Qué asco!». Ésa es la parte de OMOC que bloquea la suerte o sea,
la resistencia que ofrecemos cuando la vida no va como quisiéramos. Somos
pocos los que estamos tan entregados a un plan divino que, suceda lo que su-
ceda, nos conformamos con ello, sin desafiarlo.

El aspecto de creación de suerte del OMOC está implícito en las propias


palabras. Incluso cuando estamos furiosos, privados de felicidad, heridos y
desencantados, afirmamos que pasar por ello nos ayudará a convertirnos en
unos seres humanos mejores y a aumentar nuestro crecimiento personal y es-
piritual.

Emily Kingsley escribió un ensayo, Bienvenido a Holanda que en 1999


viajó rápidamente por todo Internet. Como madre de un niño autista utilizó
la metáfora de que ella y su esposo se dirigían a Italia cuando estaba embara-
zada, pero que cuando su hijo nació disminuido fue como aterrizar en
Holanda. Ella lo dice de un modo muy elocuente:

Toda mi vida había soñado con ir a Italia. Pero ha habido un cam-


bio en el plan de vuelo. Aterrizamos en Holanda y allí debemos que-
darnos. Lo importante es que no nos han llevado a un lugar horrible,
sucio y repugnante, lleno de pestilencia, hambre y enfermedad. Sólo se
trata de un lugar diferente.

Crear suerte cuando se enfrente usted con la adversidad es como estable-


cer su hogar en Holanda, aún cuando usted pensaba que se dirigía a Italia.
En la más ideal de las circunstancias se trata de llegar a amar a Holanda y de-
cir, al final: «Llegar a Holanda no es lo que yo pensaba que quería, pero es
lo más afortunado que me ha sucedido jamás. Porque si no hubiera aterriza-
do en Holanda, eso, y eso, y eso no hubiera sucedido.»

Incluso si resulta que amar Holanda es difícil y sigue deseando haber ate-
rizado en Italia como había planeado, la creación de suerte implica sacar el
mayor partido del lugar en que se encuentre.

Todas las paredes son una puerta.

RALPH WALDO EMERSON

-98-
Creador de suerte: piense a toda velocidad

Es sabido que en su vida van a producirse «equivocaciones». La gente falla


y estropea las cosas. Si va por la vida esperando que todo el mundo coope-
re siempre con su programación, haga lo que le dijeron que harían y cum-
plan sus compromisos con usted, se sentirá frustrado y confuso cuando no
resulte ser así.

Las personas que son creadoras de suerte son expertas fabricantes de li-
monada. Pasan poco tiempo, puede que solo minutos, estando enfadadas.
En vez de eso, se ponen a trabajar, inmediatamente, para obtener suerte de
cualquier cambio en sus planes, e incluso puede que se digan que es posible
que eso es lo que Dios les reservaba.

lener resistencia no quiere decir devolver, siempre, el golpe. Significa


aceptar lo que es, en lugar de exigir que las cosas sean diferentes.
RICHARD CARLSON

Crear suerte partiendo de una experiencia deprimente y no planificada


significa que usted no permite que eso le impida estar disponible para futu-
ras oportunidades de «subir.» Por ejemplo, una mañana abrí mi buzón de e-
mail y me encontré con la temida palabra «anulación.» Había estado nego-
ciando con una empresa japonesa respecto a un boletín que un caballero
quería que yo produjera para una empresa cliente. Estábamos hablando de
muchísimo dinero por un trabajo divertido y yo estaba muy emocionada
con ello. Estábamos a punto de empezar, yo estaba diseñando el primer nú-
mero y esperando que me enviaran el contrato por correo. Su e-mail me
daba las malas noticias: una cierta inquietud política en su país había hecho
que el gran jefe de su empresa cliente cambiara, de repente, de estrategia y el
trato se había anulado.

No había nada que pudiera hacer al respecto. En este caso, crear suerte
significaba hacer siete cosas:

1. Sacar el máximo partido. Yo podía haber enviado a ese tipo un mensaje


muy feo, quejándome de la cantidad de tiempo y esfuerzo que había
dedicado al proyecto, pero lo que había sucedido estaba fuera de su
control. En vez de eso le vi como a un futuro cliente potencial, ¿quién
sabía qué nueva aventura podía presentarse? Así que fui amable y le hice
0
saber que en el futuro estaría de lo más interesada en un proyecto dife-
rEMTe:

tn Mantener la perspectiva. No permití que me afectara. Se trataba única-


mente de un proyecto y de algo de dinero. No se había muerto nadie y
mis hijos estaban sanos, así que tampoco era tan malo.
3. No permitir que eso me deprimiera por mucho tiempo. Despotriqué en voz
alta ante mi ordenador durante unos 30 segundos y me compadecí a mí
misma durante unos 10 minutos. Luego me puse a trabajar porque necesi-
taba reemplazar los ingresos que esperaba recibir por ese proyecto.
4. Aprender para el futuro. Había invertido demasiado tiempo en ese
proyecto antes de estar segura de que iba a salir bien. Lo más proba-
ble es que en el futuro tratara una oportunidad como ésa de manera
diferente.
5. Enseñar a los demás lo que se ha aprendido con esto. ¡Eso es lo que estoy
haciendo ahora! Como escritora, tengo que convertir cada contratiem-
po en algo que me levante la moral y la manera de hacerlo es ayudar a
otras personas a que no sigan mis pasos.
6. Sacar algo nuevo de ello. Después de recibir el mensaje de anulación em-
pecé a pensar: «¿Es posible que otras empresas extrajeras puedan estar
interesadas en esta clase de producto?». Ese día me puse en contacto
con un profesional de otra empresa y empecé a hablar de algunas opcio-
nes. Á pesar de que el primer cliente no lo había comprado, no había
perdido el tiempo. ¡A veces un desengaño sólo le conduce a crear su
próximo éxito!
7. Ríase. Encontré gracioso que mi pequeño proyecto hubiera sido afec-
tado por la política del gobierno japonés. El desasosiego en el otro lado
del mundo había alcanzado mi humilde morada en Estados Unidos de
América.

En ocasiones le avisan de una «equivocación» y si responde usted rápida-


mente en lugar de desanimarse, puede convertirlo en una situación de esas
en las que sólo es posible ganar.

Cathy Sucker, ww. IdeaLady.com, es una asesora de Sugar Land, Texas


(EE.UU.), que ayuda a emprendedores, asesores y a otros profesionales del
conocimiento a crear negocios de éxito. Cuando se publicó su libro, The
Mistery Shoppers Manual, me contó en una de mis listas de Internet para es-

—100—-
critores lo que ella llamaba un «feliz accidente» que aprovechó al máximo en
beneficio de todo el mundo:

Una de las maneras en que vendo libros es a través de seminarios en


universidades y cosas así. Yo programé un seminario sobre el tema de
la compra misteriosa para el 21 de abril, que era un martes, pero la or-
ganización patrocinadora se equivocó y dio la fecha como la del 22 de
abril, miércoles, e insistió en hacerlo ese día. Todas mis notas de prensa
habían salido ya con la fecha del 21.
El 21, martes, recibí una llamada de un periodista de la filial de la
NBC en Houston. Quería cubrir la clase de esa noche pero yo le dije
que la clase había cambiado de día, aunque me encantaría encontrar-
me con él en alguna parte para hacer algo sobre la compra misteriosa y
pudiera tener la historia que quería. Él sugirió que encontráramos una
tienda que estuviera dispuesta a dejarnos hacer una demostración de la
compra misteriosa.

Le dije, inmediatamente, que Borders Books, de Stafford, nos iría


bien a ambos y que estaba segura de que nos dejarían grabar allí si él
mencionaba que se trataba del punto de venta exclusivo al detalle del
The Mistery Shoppers Manual.

Hicimos el reportaje y lo pasaron en las noticias de las diez de la no-


che del martes. Se trataba de una historia positiva y, tal como había
prometido, dijo que el único lugar en que se podía adquirir el libro era
Borders, en Stafford, «justo al lado de la salida Corporate de la autopis-
ta del Sudoeste». Tal como dijo mi esposo, lo único que le faltó al pe-
riodista fue hacer un mapa de cómo llegar a la tienda.
Conclusión: conseguí una bonita historia y una buena grabación. En
Borders estaban felices porque su tienda había salido en un noticiario
importante. Ambos conseguimos otro buen contacto en los medios de co-
municación y los teléfonos sonaron durante todo el día en Borders, ven-
diendo el libro.

Los accidentes felices me han ayudado a vender un montón de li-


bros; sin embargo, si espera usted que el rayo le alcance y haga que las
cosas pasen, tenga presente que yo no me quedo comiendo bombones
y esperando que las cosas buenas sucedan por sí solas.
Hablo con montones de gente sobre mis libros, envío libros a perio-
distas y a otras personas, contacto con lugares en los que podría realizar

—101-
mis seminarios y hago un montón de ellos y otras apariciones. Ade-
ar
más, en un año, envío suficientes notas de prensa como para alfombr
todo Houston.

Cuando surge una oportunidad, trabajo muchísimo para asegurar-


me de que todo el mundo sale ganando.

Cathy es una fabricante de suerte. No escribió a la lista para limitarse a


despotricar de lo estúpida que había sido la organización patrocinadora y de
la manera en que estropearon sus planes. Tampoco desperdició el tiempo del
periodista con sus quejas. Tomó el limón y lo convirtió en limonada —y
aquí está la clave— sólo en unos cinco segundos.

No siempre podrá disfrutar del lujo de regodearse en el problema durante


mucho tiempo y alborotarse por lo abominable del mismo. La suerte aparece
en un abrir y cerrar de ojos si piensa usted con la suficiente rapidez para
convertir una «equivocación» en un beneficio. Impida que las emociones ne-
gativas de ira, miedo y fariseísmo nublen su mente y bloqueen toda su capa-
cidad para sacar el mejor partido de una situación difícil. Más tarde podrá
hacer pucheros y enfurruñarse.

Ponga una sonrisa en su cara, créase que puede convertir esta situación en
una ventaja para usted y para los demás y no se rinda hasta que encuentre la
manera de hacerlo. Piense en la historia de creación de suerte que explicará
más adelante, después de haberlo conseguido. Esta clase de actitud necesita
práctica pero en cuanto la perfeccione, jamás volverá a permitir que unas equi-
vocaciones enojosas la destrocen. Diviértase con ello. Es mucho más satisfac-
torio sacar algo sobresaliente de un sombrero que hacer que lo creen para usted.

Cuando la oportunidad llama a la puerta, no sabe que usted ha tenido


un mal día. Recíbala con una sonrisa.

Jim BLASINGAME

Diario de la suerte: ¿cuándo y cómo he sido


un fabricante de limonada?

¿Cuál es la historia de los accidentes felices que se han producido en su


vida? Cuando cuenta estas historias a otras personas ¿se queja de lo que per-

—102-
dió, o se deleita con lo que ganó de manera inesperada? La creación de suer-
te empieza por la manera en que usted percibe la suerte en su mente.

Anote entre 5-10 contratiempos que haya experimentado y la manera en


que sacó suerte de ellos.

Cuando sucedió, no me entusiasmó nada. Pero, inmediata-


mente y el resultado encantador fue que:

Creador de suerte: no haga asunciones respecto a la suerte

Un día, el hijo de un pobre granjero volvió a su casa con un hermoso


garañón. Sus vecinos acudieron para felicitarle por su buena suerte y el
granjero les preguntó: «¿Cómo sabéis que se trata de buena suerte?». Varias
semanas más tarde, el caballo se escapó a la tierra de los bárbaros. Cuando
los vecinos expresaron su pena, les preguntó: «¿Cómo sabéis que se trata de
mala suerte?». Meses más tarde el semental regresó con un rebaño de
y
hermosas yeguas y los vecinos volvieron a maravillarse de su buena suerte
él les preguntó: «¿Cómo sabéis que no es una catástrofe?». Efectivamente,
cuando su hijo estaba domando los caballos salvajes, cayó y se rompió una
pierna. Cuando los vecinos expresaron su simpatía les dijo: «¿Quién dice
a
que sea mala suerte?». Al mes siguiente, el emperador declaró la guerra
un reino vecinoyllamó a filas a todos los hombres jóvenes del pueblo. A
causa de su pierna rota, su hijo no pudo ir a la guerra. Nueve de cada
hijo se
diez soldados no volvieron nunca de la guerra pero la vida de su
salvó.
DEL HuaAl NAN TZU

puede, en
Una equivocación aparente o que unos planes se desmonten
matrimonio desgraciado da
última instancia, ser una suerte inesperada. Una
uno le despidan de
por resultado un hijo y una hija muy queridos. Que a
una carrera mucho
un trabajo muy apreciado ofrece la oportunidad de tener
se acerque a Dios. El
mejor. La lucha contra el alcoholismo hace que un ateo
una madre, hace que
cáncer de mama y el pronóstico de una vida corta de
al acercarse el final
una familia enemistada vuelva a reunirse. Puede que sólo
sido afortunadas o des-
de nuestra vida podamos juzgar qué experiencias han
graciadas de verdad.

—=103—-
Doy gracias a Dios por mis impedimentos y desventajas, ya que a través
de ellos, me he encontrado a mí mismo, a mi trabajo y a mi Dios.

HELEN KELLER

La expresión hebrea Gam zu letovah significa, «esto, también, es para


bien». Se trata de una declaración de fe en Dios, que expresa la creencia de
que incluso cuando unas circunstancias adversas se lo hagan pasar muy mal,
de acuerdo con el plan de Dios, esto es para bien y que, algún día, comprende-
rá usted el cómo y el por qué. Se trata de una declaración muy difícil de hacer
cuando uno se enfrenta a una pérdida trágica. Lo importante del gam zu leto-
vah es que, incluso cuando uno no lo cree en realidad, se dice de todos modos,
confiando en que la respuesta de que eso sea así, llegará más tarde. La fe es la
creencia en ausencia de pruebas.

Las cosas no son siempre lo que parecen.

Un día me encontraba haciendo largos en la piscina de mi club cuando


llegó una pareja anciana. Él temblaba con lo que parecía la enfermedad de
Parkinson y no podía andar sin la ayuda de su esposa. “Tardaron casi veinte
minutos en conseguir desnudarle y meterle en la piscina. Yo contemplaba
sus maneras pacientes y amantes y pensé para mí misma: «Qué poca
suerte
tiene esa mujer y qué difícil debe de ser su vida».

Estaba escribiendo su historia de mala suerte sin saber nada en absolut


o
de ellos. Ella tenía el papel estelar en mi película dramática sobre su
vida.
Y entonces pensé que ya que, de todos modos, se trataba de una histori
a que
yo me estaba inventando, ¿por qué no darle un final feliz? Y mientr
as nadaba
ocupé mi cerebro en imaginar toda una variedad de guiones alterna
tivos con
finales tipo Hollywood: él estaba en coma y cerca de la muerte
y, milagrosamen-
te, después que un grupo de plegaria le estuviera velando, se
despertó y se recu-
peró lo bastante para regresar a casa con su amante esposa
de 50 años. Ella había
estado planeando su funeral y ahora podía llevarle a nadar.
¡Qué milagro!
O se trataba de un alcohólico, con muy mal carácter,
o sea, un desastre
de marido. De algún modo, ella le soportaba pero si
la gente hubiera hecho
eso en su época, se hubiera divorciado de él. Luego,
a él le atacó una horrible
enfermedad que le incapacitó y le ablandó.-Él se despr
endió de su duro ca-
parazón y volvieron a enamorarse.

—104—
O ella había sido viuda durante años y no esperaba volverse a casar. Pero
cuando la hospitalizaron por complicaciones de un cáncer de mama, cono-
ció a un caballero también enfermo que se ganó su corazón. Se casaron en el
hospital y ahora viven juntos, cuidándose el uno al otro en la salud y en
la enfermedad. Ninguno de ellos sabe el tiempo que le queda al otro de estar
en este mundo, pero están agradecidos de poder pasar juntos sus últimos
días...

Me pregunto cuál es su verdadera historia y si ellos piensan que la enfer-


medad e incapacitación de él es buena o mala suerte.

Esta estrategia funcionará de maravilla para hacer subir su moral respecto


a la historia de su vida. Cuando todo le dé pena o tenga miedo del futuro y
esté maldiciendo su mala suerte, pruebe lo siguiente: Invéntese una historia
diferente sobre su vida. Escriba el guión de la manera en que lo haría Steven
Spielberg. Invéntese su propio final feliz. Su vida es una película en marcha
cuyo guión aún no está acabado y usted es el guionista.

Perdido perro con tres patas, ciego del ojo izquierdo, le falta la oreja
derecha, tiene la cola rota y hace poco que ha sido castrado. Atiende al
nombre de Afortunado.
ANÓNIMO

Diario de la suerte: ¿cómo quiero que acabe mi historia?

Piense en algo de su vida que le esté preocupando. Ahora, imagínese que


está vendiendo esta película de su vida a DreamWorks, la empresa de Steven
Spielberg. Tiene que entregar una sinopsis de la trama. Escriba sobre sí mis-
mo en tercera persona y saque una película para niños de su historia. Erase
una vez... Y entonces sucedió algo terrible... Pero, como era afortunada, su-
cedió y luego esto, y luego eso y vivieron felices y comieron
perdices.

A todo el mundo le gusta un final feliz. Escriba el suyo y luego materialí-


celo.

105
La vida es lo que te sucede cuando estás planeando alguna otra cosa.

JOHN LENNON

Creador de suerte: siga adelante teniendo fe

Hace varios años escribí una oración que me canto a mí misma y a mis
hijos todas las noches. Dice lo siguiente:

Dios, por favor, vela por mí hoy


porque sólo confío y rezo por una cosa.
Que tenga el valor de quitarme del paso
y permitir que sea tu sabiduría la que guíe mi día.
Que siga a mi corazón hasta donde sé que resides
y que cuando oiga tu voz siempre la respete.
Teniendo fe completa, renuncio a mi miedo.
Porque sé que tú estás siempre cerca.

Dios quiere más para nosotros de lo que nos imaginamos, Es frecuente


que tengamos que apartarnos y permitir que se desarrolle un plan superior
para nosotros. Cuando las circunstancias nos allanan el camino para algo in-
creíble, muchas veces en lugar de celebrarlo es como si nos arrastrara pata-
leando y chillando porque no es como nosotros lo hemos diseñado y toda-
vía no comprendemos cómo va a ser posible que todo salga bien.

Al igual que en un cuento de hadas con brujas, dragones y monstruos


y, por supuesto, un final feliz, todo lo que somos capaces de ver son las co-
sas que nos asustan. No tenemos una bola de cristal que nos diga de
qué
manera seremos rescatadas al final por un hermoso príncip
e que nos entre-
gará su reino.

Le pasamos un problema a Dios y le pedimos que se cuide de él y creemo


s
que lo hará. Pero luego son más de cien las veces en que
lo recogemos por
culpa de la preocupación y la confusión. Podía otr como Dios me
decía:
«Déjamelo a mí». «Sí, Dios, lo haré. Pero ¿y Stí... ¿Y
por qué no?... el
durante cuánto tiempo?».

ROBERT C. PERKS

=106=
S1 se compromete a seguir el nuevo camino al que le han obligado (a pe-
sar de que lo haga a regañadientes), es frecuente que el universo le inun-
de con toda la ayuda material, coincidencias misteriosas y apoyo amistoso
que usted necesita para hacer que funcione. Al final —cuando todo resulta
ser tan fantástico— puede que se sienta avergonzado de no haber confiado
más en Dios desde el principio.

La imaginación es la única cosa en todo el mundo sobre la que tiene


usted un control absoluto. Otros pueden privarle de su riqueza material y
estafarle de mil maneras, pero nadie puede privarle del control y la
utilización de su imaginación.
NAPOLEÓN HILL

Actuar con fe cuando sienta ira, se sienta inseguro o inestable, es angus-


tioso pero crea suerte. Dwan Sekel es la editora de la Horse Daily Planner
Publishing Company, una editora de libros y software para el cuidado de caba-
llos. Ella habla de una época en que su mente estaba gritando «¡imposible!»
pero siguió adelante de todos modos y consiguió, exactamente, lo que nece-
sitaba y cuando lo necesitaba:
En julio pasado, mi esposo, un marine de Estados Unidos, recibió
inesperadamente órdenes de trasladarse a Twin Falls, en Idaho. En ese
momento estábamos viviendo en Camp LeJeune, en Carolina del
Norte. Habíamos estado redecorando la casa en la que vivíamos y toda
nuestra familia se sentía muy bien allí. También era un entorno sensa-
cional para nuestros dos caballos. No parecía posible que pudiéramos
vender la casa antes de que los chicos empezaran la escuela en agosto y
además, yo tenía ese trabajo, realmente estupendo, como programado-
ra de simuladores de vuelo. No quería poner la casa en venta porque
no quería trasladarme.
Estaba angustiada de verdad pensando en que ¡ba a estar separada
de mi esposo y sin el apoyo físico que él podía prestarme para educar a
dos adolescentes difíciles y también preocupada por lo que sucedería
con los caballos, si nos trasladábamos. Además, yo adoraba mi trabajo.
Pero seguí volviendo al hecho de que las cosas no parecerían estar bien
si no me trasladaba junto con mi esposo. Durante toda mi vida he in-
tentado obligar a que las cosas fueran de la manera que yo quería que
fueran en lugar de confiar en Dios. Y cada vez que hago eso, las cosas
nosalen bien.

=107-
Así que a finales de julio puse la casa en venta y lo dejé todo en ma-
nos del Señor. La casa no se vendió y a la semana siguiente, los chicos
empezaron a ir a la escuela. El fin de semana que el agente de bienes
raíces iba a venir para quitar el cartel que había colocado, unas perso-
nas llegaron en coche a la casa y la compraron inmediatamente.
Dijeron que su contrato de arrendamiento se terminaba a finales de
agosto y nos ofrecieron 2.000 dólares extra si podíamos dejar libre la
casa en menos de una semana. Ese dinero extra me permitió comprar
un remolque para los caballos así que cargué a los chicos, tres gatos, el
perro y dos caballos y conduje 2.600 millas a través del país.
Cuando avisé en mi trabajo que iba a abandonarles, me preguntaron
qué es lo que haría que me quedara con ellos. Yo, haciendo broma, dije:
«Dejad que trabaje desde mi casa en Idaho.» Mi jefe dijo: «De acuerdo,
nos parece bien porque no queremos perderte.»
No teníamos ni idea de donde íbamos a vivir o qué es lo que haría-
mos con los caballos. Normalmente, los militares te proporcionan casa,
pero mi esposo había sido nombrado oficial a cargo de una subestación
de reclutamiento en Twin Falls. No había grandes instalaciones milita-
res cerca y la base de marines más cercana estaba en California.
El día antes de marcharnos, estaba navegando por Internet y acabé
comunicando con un joven estudiante de universidad del estado de
Washington. Estábamos hablando de que ambos habíamos perdido a
nuestros padres. El suyo se había matado a principios de ese mismo
año junto con su hermana de 16 años cuando su avión se estrelló en las
montañas. |
Le mencioné lo que estaba ocurriendo en nuestras vidas y bromeé
respecto a encontrar un lugar para vivir en Twin Falls, Idaho. Por e-mail
me hizo la pregunta: «¿Qué has dicho?». Se lo repetí y él escribió: «Yo
soy de allí y nuestra casa está vacía. Tiene un establo para dos caballos y
tres acres de tierra. ¿Quieres alquilarla?». Al día siguiente mi esposo fue
a ver la casa y nos trasladamos a ella, inmediatamente, caballos inclui-
dos, el mismo día que yo llegué.

Si Dawn hubiera escrito una novela con todas esas coincid


encias, un crí-
tico podría haberla acusado de ir demasiado lejos para conseguir un final
fe-
liz. ¿Cuáles son las probabilidades de encontrar a un estudiante en
Internet
que acabara de perder a toda su familia en un accidente de aviació
n, y que
resultara que tenía una casa para alquilar en Twin Falls, Idaho?

—108=
¡Imposible! Una historia completamente increíble pero cierta. Y ésa es la
cuestión. Dios, el universo, o sea, lo que sea en que usted cree escribe, a me-
nudo, una historia que es mucho más increíble que la que usted mismo es-
cribiría. Pero para recibir el reino al final de la historia tiene que estar dis-
puesto a renunciar al papel que usted se había escrito y aceptar el que se le
ofrece. ¡Y hacer eso es difícil!

¿Qué es lo que le da el valor de seguir adelante basándose en la fe? Tres


cosas muy importantes:

1. Su experiencia le ha demostrado que cuando lo ha hecho así en el pasa-


do, le ha salido bien. O, como Dwan dijo, el reconocimiento de que
cuando no ha sido tan flexible, no le ha salido tan bien.

2. El compromiso con lo que le retiene: su matrimonio, sus hijos, el tra-


bajo, cualquier cosa que usted no quiere abandonar, suceda lo que su-
ceda. La devoción de Dawn por su esposo, sus hijos y su trabajo la
arraigan, incluso cuando estaba siendo desarraigada.

3. La confianza en que incluso si aún no le han revelado el cómo, si que


lo han hecho con el porqué, y por lo tanto debe dar el primer paso. En
cuanto lo haya dado, los detalles se solucionarán.

Destructor de la suerte: ¡muéstrame primero el cómo!

Cuando se nos saca de lo familiar y nuestra intuición o las circunstan-


cias nos empujan hacia lo desconocido, exigimos saber cómo va a funcio-
nar todo, antes de que estemos dispuestos a salir por la puerta. Es como si
estuviéramos diciendo: «Bien, vale, ya sé que debería hacer este movimien-
to (abandonar mi trabajo, trasladar mi residencia, casarme, divorciarme,
adoptar un bebé, y demás), pero no veo cómo va a salir. Muéstramelo pri-
mero y yo daré, luego, los pasos necesarios para que las cosas se pongan en
marcha.»

¡No, no, no, no, no! No es así como les funciona a los creadores de
suerte.

Primero hay que concentrarse en el porqué. ¿Por qué? Porque tengo que
estar con mi esposo. ¿Por qué? Porque mi salud lo exige. ¿Por qué? Por-
que siento dentro de mí que esto es lo que se supone que debo hacer con mi

109
: ' a E . ñ
vida. ¿Por qué? Porque un niño me necesita. ¿Por qué? Porque me he com
prometido. O cualquier otra cosa que sea su «por qué».

Una vez que sepa el motivo de que deba avanzar en una dirección concre-
ta y se comprometa a moverse en esa dirección, fíjese en lo rápidamente que
el cómo recibe su respuesta. El universo retiene los recursos que pone a su
disposición hasta que se compromete usted a estar preparado para recibirlos.
Es posible que el cómo no se le revele jamás, hasta que usted diga: «De
acuerdo, lo haré.»

Bloqueador de la suerte: envidia

La envidia corroe su alma. Hace que se sienta enfadado, desagradecido y


absorto en sí mismo. Cuando se concentra usted demasiado en lo mucho
que tiene otra persona y lo poco que tiene usted en comparación, su men-
te está repleta de escasez y está usted pensando: «No soy bastante», o «No
tengo suficiente» o «Fulano y zutano no se merecen tener tanto».

La envidia hace que le sea más difícil sentirse genuinamente feliz por
otra persona, lo que hace que sea un reto aún mayor el crear una red abun-
dante y amante de gente y de recursos que estén a su disposición cuando us-
ted los necesite. Es frecuente que la suerte se presente cuando se une usted a
otra persona. La envidia estrecha su mundo y hace que sea usted malinten-
cionado y picajoso, y a la gente no le gusta estar al lado de personas así. La
envidia hace que sea menos probable que usted dé nada porque se siente ca-
rente de todo y empobrecido.

He aquí una manera muy sencilla y potente de eliminar la envidia de su


vida. Hace más o menos un año lo ideé para mí y, desde entonces, la envi-
dia no ha podido conmigo.

Cuando envidiamos algo de alguien, estamos codiciando una porción


muy pequeña de su vida y deseando poder tenerla. ¿Qué pasaría si pudiera
hacerlo pero no pudiera tomar únicamente lo que usted envidia? También
tendría que tomar todo el dolor y el sufrimiento de esa persona. ¿Seguiría
queriéndolo?

Conozco a una mujer que tiene más dinero del que podrá gastar en toda
su vida. Cuando visité su casa (que parece un palacio) me puse verde de en-

=110-
vidia. Pero es estéril y jamás podrá tener hijos y ahora está luchando contra
el cáncer. Ella daría su dinero a cambio de mi salud y de mis hijos sin du-
darloni un solo instante. Cuando recuerdo eso ya no le envidio ni su dinero
ni su hermosa casa.

Y qué pasaría si pudiera tener algo que usted le envidia a otra persona,
pero tuviera que seguir esta regla:si consigue algo de valor que envidia en
otra persona, tiene que darle algo que usted atesore y que esa persona le en-
vidie a usted. En otras palabras, tendría que hacer un intercambio. Puede te-
ner aquello por lo que se le hace la boca agua (abracadabra y es suyo) pero
tiene que dar algo a cambio. ¿Lo haría? Lo dudo.

La envidia es una emoción infantil. Una vez que sea adulto ya puede
abandonarla. Sea quien sea y sea cual sea la clase de vida que haya creado para
sí, alguien tendrá menos y más que usted. Es mejor que piense de nuevo en
la manera de incrementar al máximo los dones que ya se le han concedido y
que los comparta con gente necesitada.

Creador de suerte: convierta el rechazo en determinación

Lentamente, volví a salir a la superficie como cuando uno se zambulle en


aguas profundas. Dejé gradualmente de preguntarme: «¿Qué vida tengo?» y
empecé a pensar: «Qué vida puedo construiro».
CHRISTOPHER REEVE

Puede que no haya un ejemplo más grande de un hombre al que le die-


ron unas cartas asquerosas y se alzó para crear suerte partiendo de eso, que
Christopher Reeve, ex Superman y hombre extraordinario, cuya vida cam-
bió para siempre por culpa de un accidente de equitación que le convirtió en
tetrapléjico en 1995.

Una investigación fascinante sobre la felicidad revela que las personas


son, en realidad, casi tan felices como se obligan a ser, sin importar para
nada sus experiencias externas. El ochenta por ciento de todos los que han
ganado a la lotería informan de un incremento en su felicidad después de ga-
nar el dinero y, luego, de una vuelta a su nivel general de satisfacción con
respecto a la vida, alrededor de un año o dos más tarde. El mismo porcentaje
de tetrapléjicos, después de superar su pérdida emocional, vuelven a su
anterior estado de felicidad de antes del accidente. ¿No es sorprendente?

-111-
Christopher Reeve debe haber sido un creador de suerte, incluso antes de
que experimentara lo que la mayoría consideraríamos la peor de las suertes.
Desde su accidente, Reeve ha dirigido su primera película, ln the Gloaming
(nominada para un premio al mejor director), ha hecho de protagonista en
una película, conseguido millones de dólares para la investigación de la mé-
dula espinal y escrito su primer libro, su autobiografía Still Me.

Su autobiografía podría llevar el subtítulo de «Cómo crear suerte partien-


do de la tragedia». Reeve es honesto respecto a las dificultades de su transi-
ción de un atleta fuerte y sano a un tetraplégico. No es un hombre que haya
recibido a la adversidad con una sonrisa.

El título de su autobiografía, Still Me («Todavía soy yo») surgió de un


momento de desesperación en que estuvo pensado en suicidarse y su amante
esposa, Dana, le aseguró que, a pesar de que su cuerpo ya no funcionaba, él
«seguía siendo Christopher Reeve», el hombre al que amaba. Esto fue para él
un momento crucial para que aceptara su enfermedad, pero todavía le que-
daba por realizar una lenta escalada desde la desesperación hasta llegar a
la determinación de sacar el máximo partido de su vida, con las habilidades
que le quedaban.

No ha eliminado la sensación de envidia de su repertorio emocional y es-


cribe contando lo furioso que se siente en ocasiones, cuando ve a alguien
que sube un tramo de escaleras sin pensar. Pero no permite que eso le supere
durante más de unos segundos, porque sabe que la envidia le lleva por un
camino de desesperación.

Si alguien le hubiera dicho: «Puedes subir las escaleras corriendo como


ese hombre al que envidias, pero si lo haces, tienes que aceptar el resto de su
vida, lo que incluye alcoholismo, una esposa que le abandonó por otro hom-
bre y dos hijos que no le han dirigido la palabra en años», me pregunto si
Chris le envidiaría. Es posible que sea ese hombre el que le envidie. Un
hombre que tiene una esposa amante y devota, tres hijos sanos y comunica-
tivos y un trabajo que le proporciona muchas recompensas. Nadie envidia la
tetraplegia de Reeve, pero eso no es todo lo que él es. .

La manera en que nos describimos la adversidad a nosotros mismos y a los


demás, determina como nos sentimos al respecto. Si decimos: «Esto es un de-
sastre. No puedo vivir así. La vida no vale la pena de ser vivida», el dolor que
estemos experimentado se multiplicará. Para crear suerte, tenemos que con-

=112-
dolernos de nuestras pérdidas y luego aceptar lo que haya sucedido, por difícil
que pueda ser en algunos casos. La aceptación no significa que se esté
de
acuerdo con ello. Significa que se comprende que si sigue uno oponiéndose a
lo que no puede cambiar, su suerte se volverá peor en lugar de mejorar. Si se
vuelve usted insensible al dolor, también bloqueará la alegría que tiene a su
disposición en otras fuentes. La aceptación quiere decir seguir adelante.

Para ayudarnos a aceptar lo inaceptable, podemos visualizar la vida


como un tapiz inmenso y magnífico. Si mantenemos la nariz contra la
sección de «ahora» del dibujo, no podemos ver el conjunto —y en
ocasiones ni siquiera esa parte— claramente. Cuando sucede algo que
pensamos que es inaceptable, podemos ver de qué manera encaja en el
patrón de nuestra vida y confiar en que, cuando nos retiremos un poco y
veamos el conjunto, esta situación aportará algo, de algún modo, a nuestro
crecimiento y realzará la belleza de todo el tapiz.

SUE PATTON THOELE

Incluso los hombres y mujeres más desesperados pueden ser envidiados


por otra persona a causa de las bendiciones que quedan en sus vidas. Lo que
unos definimos como pobreza, es riqueza en algún otro lugar del mundo.
Vea sus bendiciones de la misma manera en que lo harían aquellos que le en-
vidian.

La lección más conmovedora de Reeve es que, a veces, salimos del foso en


que nos encontramos y empezamos a crearnos una vida nueva y positiva
porque amamos a otra persona. La creación de la suerte puede empezar por
un acto altruista. Él nos enseña:

El modo de salir de ello es por medio de nuestras relaciones. Hay


que concentrarse más en lo que necesita su pequeño o sus hijos adoles-
centes, o en lo que necesitan las demás personas que están en torno
suyo. Es muy difícil de hacer y, a menudo, uno tiene que obligarse a
hacerlo. Á veces, cuando en realidad quiero tomar, tengo que dar y
todo esto exige un esfuerzo de mi parte porque sigue siendo muy difícil
aceptar el giro que ha dado mi vida y sólo por culpa de un momento
desafortunado.
Me limito la cantidad de tiempo que me permito sentir pena de mí
mismo. Justo ahora es entre las seis y las ocho de la mañana. A las ocho
en punto, Will entra y me da un gran beso y un abrazo y yo pienso, no

=113-
quiero que se vaya a la escuela preocupado por su padre. Quiero que él
se sienta libre y feliz.

La motivación para superar las circunstancias adversas puede surgir de


una devoción que siente por otra persona y que necesita que salga usted
de su depresión y siga avanzando. Conozco a una mujer que se quedó sola con
dos niños pequeños cuando, de repente, su esposo cayó muerto con un ata-
que al corazón. En los días en que la pena la abrumaba y no tenía ganas ni
de levantarse de la cama, ella lo hacía porque sus hijos la necesitaban.

Si las cosas no marchan del modo en que usted desearía que fueran, desee
que vayan del modo en que van.
RABINO MORDECHAI OF LECHIVITZ

Bloqueador de la suerte: PPED

Sé que padece usted la misma enfermedad mental que yo. La llamo PPED.
He aquí una ilustración de la manera en que actúa:

Ayer recibí un e-mail de un editor de uno de mis libros, que cuestionaba


un acuerdo que tenemos para el libro que he escrito para ellos. No me anun-
ciaban un cambio definitivo sino que sólo me hacían una pregunta que de-
bía ser satisfecha o puede que exigieran un cambio. Lo que estaban sugirien-
do que podía suceder era muy problemático para mí. Cualquier autor sabe
el poder que tiene un editor para apartar las decisiones de las manos del au-
tor y por lo tanto, incluso la posibilidad de que pudieran volver a evaluar
nuestro acuerdo era suficiente para colocarme en un intenso estado de ansie-
dad. Mi mente se llenó inmediatamente de «Y sí» y PPEDes.

PPED es sinónimo de «Preparándose para el desastre». Desde que ayer lle-


gó ese e-mail he tenido —en mi cabeza— numerosas conversaciones ficticias
con mi editor, preparándome para todos los resultados posibles, todos desas-
trosos. Me he imaginado lo que me dirán y he preparado unos argumentos
elocuentes sobre el motivo de que eso no va a funcionar. En mi mente,
he escrito los e-mails que espero que me enviarán y mis respuestas muy
bien pensadas pero apasionadas. He debatido, argumentado, suplicado e in-
cluso les he dejado plantados. Y ellos no han estado presentes ni por un sólo
momento. Sólo se trataba de un drama en mi cabeza.

=114-
El noventa y ocho por ciento de lo que nos preocupa no
sucede jamás.
Desperdicié unos minutos preciosos de energía mental, emoci
onal y espiri-
tual en una situación que lo más probable es que no se produ
zca nunca
cuando podía, en cambio, haber estado creando suerte.
Los PPED son uno
de los bloqueadores de la suerte más insidiosos y perjudiciales en
su vida.
Harán que se sienta, constantemente, exhausto, haciendo que se
enfrente a
unas crisis futuras posibles que jamás se producen, en
lugar de echar mano
de sus recursos para poner de manifiesto lo que usted quiere.

He aquí lo que puede hacer al respecto:

Creador de suerte: PPS

Dios, ayúdame a recordar que hoy no va a sucederme nada que tú y yo


no podamos manejar juntos.

ANÓNIMO

Desde que le puse nombre a este comportamiento mío y me fijé en el


daño que hace a mi energía positiva, me dedico a atacarlo de frente con una
estrategia muy sencilla: cuando me descubro comportándome así (¡en oca-
siones varias veces al día!) me digo a mí misma «PPS», a fin de hacer que me
enfrente a la realidad de que estoy desperdiciando mi tiempo preparándo-
me para un desastre que lo más probable es que jamás se produzca.

Luego, me digo a mí misma, PPS, o sea, «Prepárate para solucionarlo» y


entonces, en lugar de visualizar una de entre varias de las peores situaciones
posibles, me imagino una escena alternativa en que el conflicto se soluciona
pacíficamente. Pongo toda mi energía en imaginar qué es lo que quiero, en
lugar de preocuparme y visualizarlo negativamente.

En última instancia, espero que cuando surja un conflicto potencial yo


empiece a hacer PPS en lugar de, como de costumbre, comportarme primero
en modo PPED y luego, tener que sacar mi mente a empujones de ese lugar.
Para destruir años de estar rumiando sobre desastres imaginados se necesita
mucha práctica.

=115-
Diario de la suerte: utilizar la preocupación en mi provecho

Robin Silverman, autor de The Ten Gifts, asesora a personas que quieren
que
dejar de concentrarse en lo que no quieren para concentrarse en lo
hacen. Robin ofrece las sugerencias siguientes para volver a entrenar su
mente, alejándola de esta fea costumbre que destruye la suerte.
Es normal y natural que nos preocupeios. Biológicamente, estamos
diseñados para escaparnos de los dinosaurios. Á pesar de que no hay
muchas razones para seguir haciendo eso, el instinto de supervivencia
permanece en nosotros y ha evolucionado convirtiéndose en una preo-
cupación apasionada. En otra palabras, nos escapamos mentalmente de
lo que creemos que puede hacernos daño. Cuando se trata de crear su
propia suerte eso es, de hecho, una cosa maravillosa. La mayor parte
del tiempo, estamos dispuestos a conformarnos con que las cosas vayan
más o menos bien. Estamos acostumbrados, la mayor parte del tiem-
po, a sentirnos un poco frustrados y desencantados y, en realidad, no
nos molesta lo suficiente para hacer algo al respecto. Así que, cuando
una preocupación, realmente enorme y jugosa, irrumpe en nuestros ce-
rebros no es nada desastroso, es un regalo.

Lo primero que hay que hacer es sentarse y preocuparse a propósito.


Ponga un despertador para un período de quince minutos y, durante ese
tiempo, no haga absolutamente otra cosa que inquietarse y enojarse y
sentirse aterrorizado por lo que usted se imagina que puede llegar a suce-
der. Cómo evitar el dolor a toda costa también es un instinto humano, no
pasará mucho tiempo antes de que ya haya tenido usted bastante de esto.
De hecho, lo más probable es que no aguante mucho más allá de los
primeros cinco minutos. (Sin embargo, si descubre que después de
los quince minutos no puede dejar de preocuparse, busque ayuda mé-
dica porque es posible que esté usted deprimido.)
Luego utilice esta frase que cambiará, instantáneamente su vida —y
su suerte— para mejor. «¡Gracias Dios mío por mostrarme lo que yo,
absoluta y positivamente, no quiero!» El don de una gran dosis de ne-
gatividad es que nos ayuda a traspasar la niebla de «todo
está bien» y
hace que veamos con claridad que necesitamos cambiar algo para me-
jorar.
Luego dedique otros quince minutos a empezar a imaginarse lo
que quiere usted en lugar de eso. Pregúntese: «¿Qué es lo mejor que pue-
de suceder?». Después de cada frase, escriba: «Y entonces...» haciendo

=116-
que cada resultado deseado sea mejór que el anter
ior. A menudo, esto
durará más de quince minutos porque al igual que
estamos preparados,
biológicamente, para evitar el dolor, también lo estam
os para ir detrás
del placer.
Por último, lea en voz alta lo que haya escrito, ya
que abrirá el ca-
mino para que piense y hable de las acciones que empre
nderá para te-
ner esta experiencia nueva y mejor. Se trata de algo muy
relajante, lo
que, automáticamente, hace que sea usted más atractivo
para situacio-
nes excitantes y creativas.

Creador de la suerte: reduzca al mínimo la cantidad


de tiempo
que está usted en crisis y
Respondemos a los acontecimientos importantes de la vida estando a la
altura de la ocasión, recurriendo a nuestra fuerza interior y pasando por lo
que la vida tiene que ofrecernos, sea lo que sea. Rezamos, pedimos ayuda,
somos altamente creativos y exhibimos una resistencia y un aguante
enormes. Sin embargo, las mismas personas que pasan por todo eso de
alguna manera, es frecuente que se vean abrumadas por todas las
«pequeñas cosas» diarias que forman parte de la vida de todos. Nos vemos
obligados a luchar mucho más con las pequeñas cosas que con las grandes.

RICHARD CARLSON

Si consigue usted una medalla de oro olímpica por la forma en que se en-
frenta usted a la adversidad, ¡estupendo! Pero si sus paredes están repletas de
ellas y se ha vuelto adicto, en secreto, a la ráfaga de adrenalina que le propor-
ciona el sobrevivir a una catástrofe más, es que está gastando toda su energía
luchando contra incendios destructivos en lugar de cuidar y atender al fuego
apasionado de la creación de suerte que tiene en su interior.

Las personas afortunadas solucionan, estupendamente, los problemas y


eso da significado y propósito a su vida. ¿Preferiría estar vivo pero en coma e
incapaz de ser responsable de la solución de cualquier problema de su vida?
Bendiga y disfrute los pequeños desafíos diarios que exigen su respuesta cre-
ativa de solución de problemas.

En una ocasión, un rabino me enseñó la manera de bendecir lo que él lla-


maba «días molestos». Dígase: «Tengo tanta suerte que todo esto me irrita,

=117=
o que fuera trágico,
porque si me enfrentara a algo que amenazara mi vida
nada de esto tendría importancia.»

da
Creador de suerte: adopte una actitud agradeci
ier des-
No le pediré que exprese gratitud por todos los aspectos de cualqu
podría encon-
engaño, enojo o desastre al que se esté enfrentando. Pero ¿no
ud y una actitud opti-
trar algo en ello por lo que estar agradecido? La gratit
malas de sus
mista son requisitos previos para una vida afortunada. Exprí
circunstancias actuales de la manera que le sea posible.

Diario de la suerte: ¿de qué puedo estar agradecido, no a pesar


de esta adversidad sino a causa de ella?

Anote diez cosas por las que da usted gracias, respecto a una experiencia
difícil que tiene en la actualidad. Por ejemplo:
1. Doy gracias a Dios por la inteligencia, fuerza y valor que me han ayuda-
do a sobrevivir a esta prueba tan severa.
2. Doy gracias a Dios de que no fuera peor de lo que fue.
3. Estoy agradecido por mi optimismo continuo que me da esperanza.
4. Estoy agradecido por el derroche de amor y apoyo de mis amigos, fami-
liares y comunidad.
5. Estoy agradecido porque esta experiencia difícil me ha acercado más a
mi esposa, en lugar de deshacer mi matrimonio.

6. Estoy agradecido por la manera en que esta adversidad me ha ayudado


a librarme de las cosas pequeñas que en realidad no tienen importancia.
7. Estoy agradecido por la mayor empatía que me proporciona hacia otras
personas que están sufriendo.
8. Estoy agradecido por la manera en que esto me ha hecho luchar como
un loco y me ha dado energía para cambiar mi vida.
9. Estoy agradecido de que ésta sea la primera y única vez en la vida en
que he experimentado algo tan terrible.

—-118-
10. Estoy agradecido de que el sol salga y se ponga cada día, incluso cuando
yo tengo un día malo.
pr

Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Pero a menudo nos quedamos
mirando tanto tiempo y con tanto pesar a la puerta cerrada que no nos
fijamos en la que se ha abierto para nosotros.

HELEN KELLER

Pasemos ahora al capítulo 5, «Sáquese a sí mismo y a los demás del atolla-


dero», para aprender la manera de aligerar las presiones que hacemos sobre
nosotros mismos y otras personas. Una carga más ligera hace que llevar la
suerte sea más fácil.

=119=
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Sáquese a sí mismo
y a los demás del atolladero

Acabe cada día y déjelo correr. Ha hecho usted lo que ha podido. No hay
duda de que se colaron en él algunos desaciertos y cosas o situaciones
absurdas, pero olvidelas tan pronto como le sea posible. Mañana es un
nuevo día, empiécelo bien y con serenidad y con una moral tan alta que
no pueda verse afectada por sus viejas tonterías.

RALPH WALDO EMERSON

Bloqueador y destructor de la suerte: molerse a palos

Sacar el látigo y molerse a palos sin descansar por culpa de alguna debili-
dad percibida —o real— hará muy poco para mejorar su autoestima, su im-
pulso, su motivación, o su potencial de creación de suerte.

Es posible que usted crea que es como espolear a un caballo para que se
ponga en movimiento, pero es probable que cause el efecto opuesto. El ca-
ballo va a empezar a pensar: «¿Por qué tengo que molestarme en ir a alguna
parte? Nunca es bastante y, de todos modos, siempre pierdo la carrera y lo
que sucede es que no puedo competir con esos hermosos caballos. !Lo me-
jor que puedo hacer es sentarme y no moverme!».

Cuando uno se siente, realmente, mal consigo mismo, se deprime y se


desespera. La depresión conduce a la inacción, que es la que impide que las
cosas buenas entren en su vida. Las cosas buenas aparecen cuando usted rea-
liza ciertas acciones para crear suerte.

—=121-
Creador de suerte: háblese como si fuera un niño pequeño

lleva de paz interior.

RICHARD CARLSON

Digamos que hace usted algo estúpido de verdad. Inmediatamente, su


mente empieza a castigarle con un lenguaje tan terrible que si se dirigiera,
públicamente, a un hijo suyo de ese modo, le detendrían por abusar de él.
Le costará mucho más tiempo solucionar cualquier desastre que haya creado
porque toda su atención está atrapada en la zurra que se está dando a sí mis-
mo. He aquí otra manera de hacerlo.

Mientras escribía este libro, hice un verdadero estropicio, literalmente ha-


blando. Estaba apresurándome para preparar la cena y, para calmar a un
bebé gruñón, alargué el brazo para sacar del armario lo que él quería. Sin
darme cuenta volqué toda una jarra de miel que fue a estrellarse contra el
mostrador, salpicó de cristales el estofado que había preparado para cenar y,
acabó contra el suelo de la cocina, que quedó repleto de pedacitos de cristal
y de un montón de miel pegajosa.

Me puse como loca. Qué cosa más estúpida de hacer y qué problema.
¿Cómo puede recogerse el cristal cuando está mezclado con miel y cómo se
recoge la miel cuando está llena de cristales? La cena estaba completamente
arruinada. Mi frugal esposo, que se encoge ante el pensamiento de desperdi-
ciar un bocado de comida, iba a llegar a casa pronto y yo sabía que quedaría
consternado, por decirlo amablemente. Y a todo esto, tenía a tres niños pe-
queños que pensaban que esto era algo realmente sensacional, dando vueltas
por la cocina.

En unos 30 segundos conseguí reunir las fuerzas suficientes para no des-


mayarme. Lo primero, primero. Seguridad, hice salir a los niños del área
para que no se cortaran con los cristales y luego empecé a hablarme de la
misma manera en que consolaría a una niña pequeña que piensa que ha he-
cho algo por lo que la castigarán para toda su vida:
1. «Bueno después de todo y a pesar de que ahora lo parece, no es tan gra-
ve. Sólo se trata de una jarra de miel rota. Podemos hacerlo. no te preo-
cupes. Te perdono.» (En lugar de: «Estúpida, ¿cómo puedes ser tan
boba?».)

o
2. «Ahora vayamos por partes. Lo primero que tenemos que hacer es reco-
ger los pedazos más grandes de cristal y ponerlos en una bolsa de basu-
ra, Luego ya veremos lo que hacemos con las astillas de cristal. Podemos
hacerlo de uno en uno.» (En lugar de decir: «Es imposible. ¡Jamás con-
seguiremos limpiarlo!».)

3. «¡Realmente, ha sido una completa tontería y confío no volverlo a ha-


cer nunca! La próxima vez que intente sacar algo del armario tendré más
cuidado. Además ¡creo que será mejor que ponga la jarra de miel en otra
parte! (En lugar de: «¿Por qué me hiciste intentar darte eso cuando yo
estaba tan ocupada? ¡Ha sido todo culpa tuya!» lo que significa que ab-
dica de su responsabilidad.)
Respiré, profundamente, y como dejar que mi esposo limpiara el lío de la
miel no era una alternativa sensacional, hice el trabajo, poco a poco. Incluso
llegué a encontrarlo divertido. En realidad, y con tres niños pequeños en
casa, ¡era el peor estropicio que había visto nunca y eso era todo un logro!

Cuando mi esposo preguntó por qué sus zapatos se pegaban al suelo de la


cocina, le dije: «Bueno querido, hoy he hecho la cosa más tonta que se pue-
de hacer y lo siento, pero eso ha hecho que el suelo esté algo pegajoso.» Yo
quería tener su simpatía y contarle que había sido la experiencia más horro-
rosa que había tenido en toda mi vida, pero no conseguiría otra cosa que po-
nerle también nervioso. Y sólo se trataba de una jarra de miel rota y como
no le di mucha importancia, tampoco lo hizo él.

Estas lecciones que aprendí también pueden aplicarse a sus propios mo-
mentos de autocastigo:
1. Vigile la manera en que se habla cuando está enfadado por algo que ha
hecho. Imagínese que sólo tiene cinco años. Háblese de manera que
se sienta bien consigo mismo y aprenda de su equivocación. Con la prác-
tica suficiente aprenderá a empezar hablándose amablemente, en lugar de
maltratándose primero, y luego ya cambiará de tono y de palabras.
2. Sustituya las palabras negativas y cargadas por palabras neutrales. «Ton-
to» en lugar de «estúpido». «Vaya por Dios» en lugar de «Qué terrible»
y así sucesivamente. En casa hemos identificado unas cuantas palabras
malas, palabras que se ha enseñado a los niños que no deben decir jamás.
Si me equivoco y digo una escucho, inmediatamente, un coro de: «Ay, ay,
ay. Mami ha dicho una palabra mala». Ésas son las mismas palabras que
usted no ha de querer decirse.

-123-
3. Respire, profundamente, y cálmese antes de actuar O de atacarse.
Incluso 15 segundos de calma es un tiempo muy largo. Hará que usted
vaya más despacio y que el problema parezca más manejable.
4. Ríase siempre que pueda. Algunos de los desastres de la vida son bas-
tante divertidos cuando se ven desde el exterior. Así que contémplelos
en perspectiva.

5. Lo más probable es que usted se hable de la misma manera en que le


hablaban cuando era niño. Si no quiere que sus hijos sigan con esa tra-
dición, vigile la manera en que les habla y también cómo se habla a sí
mismo.

Creador de suerte: recuerde, siempre podría ser peor

Digamos que está teniendo problemas para aplicar las lecciones anteriores.
Usted piensa que es posible que funcione en el caso de algo sin importancia,
como verter una jarra de miel, pero no en el caso de equivocaciones más dolo-
rosas, como que le despidan a uno del trabajo, perder un montón de dinero
cuando compra y vende acciones en Internet, o decidir cortarse el cabello si-
guiendo un impulso y luego odiar los resultados. ¿Qué pasa entonces?
¿Cómo se las arregla para hacer subir su autoestima a fin de poder recuperar
un impulso positivo?

Bill O'Hanlon, autor de Do One Thing Different, nos ofrece un desafío


creativo e intrigante a la aseveración: «Soy totalmente
(llene el espacio en blanco).» Describe la manera en que asesoró a un pacien-
te con sobrepeso y que se quejaba de estar «totalmente fuera de control por
lo que respecta a la comida». Bill le desafió preguntándole: «¿Y por qué no
pesa 100 libras más ?». ¡Consiguió demostrar que el paciente sí que tenía
algo de autocontrol! Bill ayudó a este cliente a averiguar cuándo y cómo le
funcionaba su autocontrol y la terapia se concentró, luego, en la manera de
tener estos comportamientos antes de aumentar el peso.

Cuando se sienta realmente hundido, hágase esta pregunta: «¿De qué ma-
nera he impedido estar aún peor de lo que estoy ahora?». Eso hará que su
mente regrese a un lugar de esperanza al reconocer que usted posee virtudes
que puede que esté menospreciando.

=124-
Las únicas personas que ño cometen equivocaciones
son las personas
muertas. La semana pasada vi a un hombre que no había
cometido un
error en cuatro mil años. Era una momia del departamen
to egipcio del
Museo Británico.
-

H.L. WAYLAND

Diario de la suerte: ¿qué es lo que estoy haciendo


para impedirme empeorar?

Elija tres comportamientos suyos que le gustaría cambiar.

Anote aquello que esté haciendo que cree, anime o permita que
estos
comportamientos negativos florezcan en su vida.

Anote las acciones positivas que esté llevando a cabo para impedirse
tener
estas conductas negativas con mayor frecuencia, durante más tiempo o
an-
tes, O con mayor intensidad.

Partiendo de esa concienciación, ¿qué es lo que ha descubierto respecto


a
sus virtudes o fuerzas?

¿De qué manera puede aumentarlas y hacerlas trabajar en su favor de una


manera mucho más eficaz?

Destructor de la suerte: no ser capaz de perdonar

Cuando alguien le hace algo que realmente estropea su vida, tiene dere-
cho a estar furioso, disgustado y a sentirse traicionado. No todo el mundo
con quien se cruza usted en su vida es honorable. De vez en cuando, incluso
las mejores personas pueden dar un tropezón. Los desengaños son algo nor-
mal en la vida.

Imagínese que gana un viaje para dos personas al Caribe, con todos los
gastos pagados y usted no ha estado nunca allí, por lo que está entusiasmada
con su buena suerte. Mientras se prepara para viajar con su esposo, descubre
que le ha estado engañando en cuanto a gastar dinero; es adicto a hacer
compras con tarjetas de crédito y le había prometido que dejaría de utilizarla
para compras frívolas. Pero, oculta en un cajón, descubre una factura recien-

=125=
te de una tarjeta de crédito por la compra de 5.000 dólares de mercancías
que eligió, impulsivamente, para él mismo, para usted y los niños, mientras
padecía un reciente ataque de necesidad de comprar.

Puede enfrentarse a él con toda la furia que pueda reunir. «¿Cómo te has
atrevido? ¡Me prometiste que no volverías a hacerlo!» Está indignada, harta
y cree que tiene toda la razón. Él se disculpa, dice que algunas de las com-
pras fueron para sorprenderla a fin de que tuviera algo de ropa nueva para el
Caribe y un juego nuevo de maletas de piel. Vuelve a prometerle que inten-
tará controlar sus gastos.

Usted no puede perdonarle. Sus gastos excesivos hacen que se sienta inse-
gura. Se preocupa por lo que puede suceder si la deuda sigue subiendo y no
le es posible pagar las facturas. No puede comprender por qué él no puede
hacer algo tan sencillo por usted. Sale hacia el Caribe con las manos unidas y
charlando de cosas insustanciales pero con ira en el corazón.

Al llegar allí, el cielo es de un color azul brillante, la temperatura es sensa-


cional y la arena brilla. Es un panorama que corta la respiración y unas va-
caciones que a ambos les hacían mucha falta, pero usted no es capaz de dis-
frutarlas. Se pone un abrigo de piel de pleno invierno; suda, su energía se
disipa y a cada paso que da, parece que esté envejeciendo. Se da de bofeta-
das a sí misma por haberse llevado el abrigo de piel a estas vacaciones de ve-
rano y le gustaría dejarlo en su habitación del hotel, pero por mucho que lo
intenta no puede quitárselo.

Así es como se sentirá cuando no sea capaz de perdonar a alguien que le


haya hecho daño. Puede que le parezca que al no perdonar está usted «dándole
una lección», pero lo que está haciendo, en realidad, es encerrar a su energía
positiva y, por lo tanto, a su capacidad de atraer suerte a su vida y además, si
lleva ira en su corazón se sentirá muy cansada.

Creador de suerte: siempre que pueda,


perdone y abandone la ira

El odio hace mucho más daño al contenedor en que se almacena que al


objeto sobre el que se vierte.

ANÓNIMO

—=126-
Es frecuente que se encuentre con el consejo siguiente: «Perdónale, por-
que estar enfadado sólo te hace daño a ti.»

Perdonares duro. Es como tragarse una medicina que sabe que le hará
mejorar pero que es difícil de tragar sin asfixiarse. Cada día, cuando hago
mis largos en la piscina y quiero hacer trabajar más mis brazos, dejo de utili-
zar mis piernas al nadar. Sigo llegando al otro lado de la piscina pero es más
difícil y exige mucho más esfuerzo. Cuando soporta el peso de la culpa y la
ira, puede seguir avanzando en la vida, pero la parte de usted que no está
disponible para la creación de suerte hace que el resto vaya más despacio.
Negarse a perdonar es como nadar sin utilizar las piernas.

1. Concédales el beneficio de la duda

Debajo incluso de la conducta más enojosa se encuentra una persona


frustrada que está pidiendo compasión a gritos. Usted puede bloquear la
entrada de la suerte al no darle un respiro a alguien cuando lo necesita,
o al cerrarle la puerta en sus narices al próximo ángel.
RICHARD CARLSON

Cuando se oiga decir: «¿Por qué él o ella no puede sencillamente...?», dí-


gase que si esa o esas personas pudieran haberlo hecho mejor en ese momen-
to, lo hubiera hecho. Sin embargo, usted replica: ¡Claro que podían haberlo
hecho mejor! Es fácil, todo lo que tenían que hacer era...

Eso es una trampa. Se sentirá superior pero seguirá enfadado. A menos


que esa persona sea un sociópata patológico, a él o a ella no le encanta ni
disfruta haciéndole daño o desengañándole. En lugar de asumir que esa con-
ducta que le hizo daño era consciente e intencionada, fíjese en que son
ineficaces, inexpertos, abrumados, descuidados y/o imperfectos, tal como le
sucede a usted a veces. En lugar de colgarles la etiqueta de que su conducta
es «mala», cuélgueles la de ineficaz. A pesar de que sus intenciones puede
que fueran positivas, los resultados no lo fueron.

Esta lección me quedó muy clara cuando mi esposo Stephen estaba enfa-
dado conmigo por no cuidar a su gusto de algunos detalles. En ese momen-
to, mi mente estaba absorta en, por lo menos, otras diez cosas más y yo «hice
el trabajo», pero no tan concienzudamente como a él le hubiera gustado.

107 >
Cuando verbalizó su ira y su desencanto, intenté defenderme diciendo: «Lo
siento, ¡lo hice lo mejor que pude!» y él me respondió inmediatamente: «No,
no lo hiciste. Si... podrías haberlo hecho muchísimo mejor.»

Por supuesto, él tenía razón. Yo podía haberlo hecho mejor. Tenía las
habilidades y los recursos para ello. Pero en ese momento, no pude hacerlo
mejor y atender a todo lo demás que tenía entre manos. No era como si
yo hubiera estado planeando disgustarle. Mi intención positiva era seguir
controlando todas las demás cosas que exigían mi atención a la vez. Lo que
debía haberle dicho era: «Lo siento. Sé que soy capaz de hacerlo mejor pero,
en ese momento, y dado todo lo demás que tenía entre manos, lo hice lo
mejor que pude. ¿Me das un respiro, por favor? Te lo agradecería.»

Siempre que esté enfadado por la debilidad de alguna otra persona, bus-
que alguna virtud de la que se esté abusando. Si lo mira de esa manera, le
será más fácil sentir compasión. Por ejemplo, mi falta de atención a los deta-
lles de ese proyecto fue debida a mi capacidad para hacer juegos malabares
con muchas bolas al mismo tiempo. Y viceversa, me sentí frustrada por la in-
capacidad de mi esposo de «hacer las cosas» con tanta rapidez como a mí me
gustaría. Y eso es porque él se dedica, concienzudamente, a asegurarse de
que las cosas se hacen «bien».

2. Perdone a los demás de la misma manera que le gustaría


que le perdonaran a usted

Cuando nadie de su entorno está a la altura es que ha llegado el


momento de comprobar su vara de medir.
ANÓNIMO

Todo el mundo tiene algo irritante. Lo más probable es que tenga usted
algunas costumbres destructivas que debería cambiar, comportamientos eno-
josos que —de verdad— acaban con la paciencia de su pareja, debilidades de
carácter y defectos espirituales. Cuando se indigne por el comportamiento
de otra persona, pregúntese: «¿Es así como quiero que me traten por culpa de:
mis imperfecciones? Mis debilidades y los errores que he cometido ¿son
mu-
cho menos perjudiciales que los suyos?».

Y luego pregúntese: «Realmente, ¿es tan importante?». Richard Carlso


n se
convirtió en un rico autor de obras que son éxitos de venta, ayuda
ndo a las

—128-
audiencias a ver el poco o ningún sentido que tiene «angustiarse por las pe-
queñas cosas».

Si va a subirse por las ramas porque la cajera del supermercado está cansa-
da o es poco habilidosa y ha cometido una equivocación al teclear su pedi-
do, tiene una posibilidad de elección. Puede usted despotricar respecto a lo,
estúpidamente, incompetente que es o... puede imaginarse cómo se siente
ella, intentando dominar este difícil trabajo, oyendo todo el día a clientes
enfadados, preocupándose por pagar sus facturas y pensando que no es lo
suficiente buena para desempeñar un puesto de un nivel tan bajo. Es posible
que tenga un esposo que se esté muriendo o que haya estado levantada toda
la noche, atendiendo a un niño enfermo. Puede que esté enamorada y hoy
no le sea posible concentrarse. ¿No ha tenido usted días así? ¿No puede darle
un respiro?

Cuando el comportamiento de alguien me irrita, acostumbro a enfadar-


me y, si tengo un buen día, me calmo diciéndome: «Fíjate lo adicta que me
he vuelto a querer que esta persona cambie. Dejemos que sea una ojeada en
el espejo de mi problemas de control.» En ocasiones consigo abandonar mis
aires de superioridad y relajarme respecto a las cosas pequeñas.

Pedirle a una persona que cambie, no tiene nada de malo. Pero sí tiene
que conseguir que alguien cambie para que usted sea feliz, se está
buscando problemas en la vida.
KEN KEYES

3. Siéntase responsable de lo que no va bien en su vida

Siéntase responsable de su vida tal como es, en lugar de dar la culpa de su


apuro a otros o a las circunstancias. A medida que sus ojos se vayan
abriendo, verá que su estado de salud, de felicidad y cada circunstancia de
su vida ha sido, en gran parte, organizado por usted, consciente 0
inconscientemente.

DEL WAY OF THE PEACEFUL WARRIOR de DAN MILLMAN

El no perdonar puede ser un camuflaje de una responsabilidad decrecien-


te. Al echarle la culpa a otra persona de cualquier pena que esté experimen-
tando o por no haber conseguido unos objetivos, podemos fingir: «Mi vida

129
hubiera sido mucho mejor si no fuera por tal y cual, y por esto y aquello, y
por esa cosa horrible que me sucedió.»

Eso no quiere decir que otras personas no deban ser responsables de su


comportamiento. Las acciones de ciertas personas pueden hacer que usted
vaya más despacio, que se desvíe y que sus planes se fastidien. En ocasiones
es cierto que, si alguien no le hubiera hecho algo, podría usted estar mejor
de lo que está. Pero, en última instancia, si usted no es productivo y saca el
máximo partido de los dones que Dios le dió, esa excusa se vuelve inverosí-
mil. Los supervivientes del Holocausto tienen potentes justificaciones para
llevar unas vidas miserables, pero miles de ellos han salido adelante y han
contribuido de una manera magnífica al mundo.

La culpa hace que se sienta impotente para traer suerte nueva a su vida.
No se puede cambiar lo que le hicieron en el pasado, pero sí que tiene
control sobre la manera en que conformará su vida en el futuro. La gente
que no tiene suerte no sólo es así por culpa de unas circunstancias desgracia-
das que les han convertido en víctimas. Son capaces de crear una mala suerte
continua al quedarse empantanados en la ira y no ser capaces de perdonar y,
por lo tanto, pierden oportunidades de dar un giro a su destino.

Perdonar a alguien no es igual a excusar su comportamiento, a decir que


a usted ya le va bien, a estar de acuerdo en que usted se lo merecía, o a decir
que se puede aceptar. El perdón no es otra cosa que librarse de ese abrigo de
invierno que está bloqueando la luz y el calor del sol e impide que llegue
hasta usted.

Diario de la suerte: ¿a quién necesito perdonar?

Responda a estas preguntas de una manera tan sencilla o complicada


como quiera:

1. ¿A quién necesito perdonar para poder seguir adelante creando suerte


en mi vida?
2. ¿Qué es lo que me detiene?
3. ¿Qué es lo que puedo hacer hoy que haga que esté más cerca de soltar-
me y avanzar?

=130-
Creador de suerte: convertir el remordimiento
en determinación

«Hubiera sido mejor que... Debería haber... Cómo es posible que fuera
tan estúpida... Ojalá hubiera resultado diferente.» Son declaraciones que
crean suerte sólo durante un tiempo muy corto y que luego cambian, pasan-
do a bloquearla. Cuando se comete un error es importante aprender de él.
Siéntase responsable del mismo y fíjese en qué momento se apartó usted del
camino de la rectitud, le hizo daño a otra persona, o no estuvo a la altura de
sus propios valores y estándares espirituales.

Sumergirse en remordimientos es útil durante un corto período de tiem-


po, de lo contrario seguirá repitiendo el mismo patrón sin tener en cuenta de
qué modo está estropeando su vida y la de los demás. Cada religión tiene un
método para pasar revista a sus culpas y, luego, volver a Dios.

Después de haber confesado, dada cumplida satisfacción, hecho todo lo


que se le ocurra para arreglar las cosas y se haya castigado lo suficiente, ha-
brá llegado el momento de seguir adelante y saber crear suerte de ello. El fra-
caso en un momento puede conducirle al éxito en otro, si libera sus poderes
creativos y deja de regodearse en «si yo...» o «lo siento». Esas palabras pue-
den ser arenas movedizas que le arrastren a una espiral negativa de la que es
muy difícil escapar y recuperarse.

Cuando esté preparado, cree suerte actuando para asegurarse de que us-
ted, u otros, no volverán a tener ese comportamiento de nuevo. He aquí al-
gunos ejemplos:

El conductor borracho que mata a un niño se convierte en un activista


que hace conferencias a estudiantes de instituto sobre los peligros de condu-
cir borracho. El ladrón que va a la cárcel y que, al salir, monta un negocio en
el que enseña a los propietarios de casas a impedir los robos. El padre que la-
menta no haber estado a la disposición de sus hijos a causa de las presiones
del trabajo, y que, cuando se jubila, se convierte en un abuelo activo y en
voluntario para un programa de atención a la juventud. La esposa que se
arrepiente de haber tenido un lío extramatrimonial y que acude a terapia y
se entera de las raíces de la depresión que la hizo comportarse de .ese modo
y, luego, se concentra en hacer que su matrimonio funcione y se convierte
en una esposa y madre mejor de lo que era.

=]131=
Los remordimientos son un motivador potente del cambio. Puede que
decida hacer algo positivo e importante como compensación de sus «peca-
dos» pero esto no disculpa su comportamiento.

Si estaba conduciendo bajo los efectos del alcohol y mató a un niño,


nada de lo que pueda hacer durante el resto de su vida hará que eso sea
menos reprobable, especialmente, para la familia que perdió a su hijo. No
es como si tuviera la palabra «pecado» escrita en una pizarra y al hacer algo
positivo consiguiera borrarla. Está escrita en su vida con un rotulador in-
deleble.

Pero no tiene necesidad de desperdiciar el resto de su vida deteniendo el


reloj en ese momento y no volviendo a darle al mundo nada positivo porque
eso no hace más que aumentar la equivocación. Puede dedicarse a impedir
que otros experimenten la misma tragedia.

Si tuvo usted un asunto extramatrimonial, es desafortunado que no pu-


diera encontrar una manera mejor de expresar su insatisfacción con su vida y
su matrimonio. Pero ahora que ya lo ha hecho, si es que usted y su pareja es-
tán comprometidos de verdad, puede reparar ese desgarrón en su matrimo-
nio y hacer que se vuelva aún más fuerte de lo que era antes. Y si se trata de
un síntoma de que su matrimonio se ha terminado, puede divorciarse y pa-
sar a crear relaciones nuevas y una vida plena. Por lo tanto, ese asunto susci-
tó, por lo menos, algo positivo como unos nuevos matrimonios e hijos que
de lo contrario no hubieran existido.

A medida que se viaja por el camino de la vida, no son las montañas lo


que nos cansa sino los granos de arena que se meten en nuestros zapatos
y que no son otra cosa que el aborrecimiento que se siente hacia uno
mismo y los Castigos que nos infligimos y que agotan nuestra alma, nuestro
optimismo y la confianza en nosotros mismos.
ANÓNIMO

El potencial para crear suerte para uno mismo y especialmente para otros,
es más fuerte cuando uno se siente empujado por la culpa y la necesidad de
pagar por ella y arreglar las cosas. Así que aproveche esa energía. Convierta
el remordimiento en la determinación de cambiar el mundo de manera posi-
tiva a partir de este momento.

—132—
Encuentre a alguien a quien pueda ayudar. Esmérese en amar a alguien al
que haya hecho daño con sus acciones y hágalo durante un largo período de
tiempo, no sólo durante una o dos semanas. Vuelva a la escuela y reciba for-
mación profesional para poder servir a los demás. Impídase volver a cometer
el mismo error. Busque asesoría profesional para que le ayude a ello. Acuda a
los líderes de su iglesia o sinagoga e incluso a laicos para que sean sus guías
espirituales. Siga un programa de recuperación de doce pasos. Oftézcase vo-
luntario para trabajar en la comunidad.

Haga que esta «equivocación» sea lo mejor que jamás le haya sucedido,
incluso a pesar de que desee que nunca se hubiera producido y siga lamen-
tando el que así fuera.

Diario de la suerte: ¿de qué manera las equivocaciones


de mi vida han resultado ser para bien?

Del fracaso aprendemos mucho más que del éxito. A menudo


descubrimos lo que haremos si averiguamos lo que no haremos y, es
probable, que la persona que jamás haya cometido un error jamás haga
ningún descubrimiento.
SAMUEL SMILES

Haga una lista e incluya en ella cinco desviaciones o equivocaciones que


lamenta haber cometido en su vida. Luego piense en la manera en que estas
experiencias le condujeron a un cambio positivo en su vida y/o en la de otra
persona. (Está claro que si representó una diferencia positiva en la vida de
otra persona también lo fue en la suya.)

Llene los espacios en blanco:

Cuando

pensé que era terrible.

Conseguí convertir eso en suerte al

-133-
Piense en un error de su vida que lamente. Luego piense en cómo es posi-
ble que no haya sacado algo positivo de ello. ¿Cómo se ha bloqueado e im-
pedido seguir adelante? ¿Qué es lo que necesita para remediarlo y convertir
esta decisión o circunstancia desafortunada en una afortunada?

Destructor de la suerte: buscar aprobación


y no decir «no» cuando es necesario

No pierda el tiempo preocupándose por lo que los demás piensan de


usted. Casi nunca lo hacen.

WINSTON CHURCHILL

La suerte puede deslizarse entre sus dedos si su prioridad número uno le


gusta o la aprueba una persona o un grupo concreto de personas. Si no está
dispuesto a decepcionar a alguien, es posible que diga «Sí» cuando tendría
que decir «No». Si se «quema» eso le impedirá estar disponible para nuevas
oportunidades.

Las mujeres se sienten culpables cuando le fallan a alguien y dicen: «Lo


siento, no puedo hacer eso por ti». Fijar límites y no estar disponible puede
hacer que no se reciba la aprobación de alguien o que no se alcance el objeti-
vo irreal de no decepcionar nunca a nadie. Este impulso de ser amado y ne-
cesitado por todo el mundo les hace actuar de manera que no es lo que más
les conviene, o incluso lo que más le conviene a la gente a la que están inten-
tado ayudar.

Para la mayoría de mujeres, incluso para mí, también es excepcionalmen-


te doloroso ser insultada por alguien, incluso por personas a las que no
respetan. Tal como explico con detalle en mi libro Starting from No: Ten
Strategies to Overcome Your Fear ofRejection and Succeed in Business, “SOMOS
máquinas de buscar aprobación.
! S Y at

Mientras escribía este libro recibí una carta de una mujer que estaba enfa-
dada porque yo había escrito una columna y adoptado una postura con la
que ella estaba en desacuerdo de una manera muy vehemente: la de que lle-
var a los niños a una guardería o a un jardín de infancia es una Opción acep-
table. Soltó toda su furia sobre mí, expresando en un lenguaje lleno de odio
el hecho de que yo era la mayor babosa del universo, que jamás debía haber

134
tenido niños y que los míos crecerían odiándome porque les había llevado a
una guardería cuando eran pequeños.

A pesar de que no conozco a esta mujer y que la opinión personal que


tiene de méno significa gran cosa en el contexto total de mi negocio, me
puse inmediatamente a defenderme, elaborando cuidadosamente un e-mail
que le demostrara que sus acusaciones no tenían validez. Envié el e-mail, sólo
para recibir una respuesta que aún estaba más llena de odio.

Ése es el modo en que la búsqueda de la aprobación puede destruir la


suerte. Pasé varios minutos durante ese día y otros días venideros discutien-
do en mi cabeza con esa mujer sin cara, para intentar explicarle el motivo
por el que la opinión que tenía de mí era equivocada. Me enfadé ante su au-
dacia al inventar cosas sobre mí que no eran ciertas. Y cuanto más me enfa-
daba, menos productiva era.

Durante un corto tiempo perdí mi equilibrio y no escribía tan bien. Tuve


problemas para dormir durante unas cuantas noches porque había desperta-
do recuerdos de la niñez en que unos abusones decían cosas horribles e
inciertas sobre mí. Me hizo cuestionarme si lo que ella había dicho de mí
podía ser cierto. Quería gustarle pero lo cierto es que ella no me gustaba
mucho.

He aquí la clave para salir de esos momentos de destrucción de suerte.


Después de unos pocos días de angustia, me di cuenta de que aquello de lo.
que ella me acusaba no era cierto y, por lo tanto, no tenía necesidad de cam-
biar mi conducta.

Me liberé de mi adicción a ser amada y reverenciada por ella y por cual-


quier persona con la que me cruzara. Bueno, a pesar de que prefiero que na-
die me odie, puedo vivir con ello si tengo que hacerlo. Es el precio que
hay que pagar por ser un profesional público.

Me imagino que en su viaje, parte de su guión exige que ella se enfurezca


de verdad conmigo, lo que la impulsa a actuar de cierta manera. Si no hu-
biera sido yo, hubiera sido cualquier otra persona. Me imaginé que quizá
ella no había tenido buenas relaciones con sus propios hijos y era una mujer
muy infeliz. Me obligué a recordar que ella creía que estaba haciendo un ser-
vicio a la humanidad poniendo en su sitio a las mujeres como yo.

=135-
La saqué del apuro y a mí también. No volveré a permitir que ella, ni
cualquier otra persona, me robe la energía que me proporciona suerte.

Creador de suerte: ¡decirle que sí!

La creación de una vida de alta calidad le exigirá que desencante o


disguste a otras personas. Hay un principio espiritual que funciona en la
vida: cuando se atiende usted bien a sí mismo, también es siempre lo que
le conviene más a la otra persona.
CHERYL RICHARDSON

Cuando le dice que no a otra persona, se está diciendo sí a si mismo, lo


que le cuelga la temida etiqueta de «egoísta». A algunas personas «egoísmo o
egoísta» les parece una palabra fea y sucia, pero los que crean suerte com-
prenden dos principios fundamentales de la creación de suerte:

1. Decir «no» permite que otra persona diga «sí»

Cuando insistimos en servir a alguien de una cierta manera que no se en-


cuentra, de verdad, en el plan divino puede que estemos interfiriendo con
unos planes muchos mayores para nosotros y para ellos. Si este no es el lu-
gar en que se supone que debemos estar o ellos lo están, podemos impedirles
que se crucen con la persona o las circunstancias con las que se supone de-
bían cruzarse.

Lo que parece un acto egoísta, o sea decir: «No, ahora mismo no puedo
hacer eso para usted» puede ser, en realidad, un regalo tremendo. Si ese indi-
viduo necesita de verdad algo, pero usted no es la persona adecuada para
ello, cuando se niegue aparecerá la persona adecuada.

Para ayudarle a «entender» este principio, repítase la afirmación siguiente


cuando se sienta culpable por no complacer a alguien:

«Sé que el universo les está proporcionando, exactamente, lo que necesi-


tan ahora mismo. Gracias Dios mío por enviarles, exactamente, lo
que ne-
cesitan y cuando lo necesitan.»

=136=
O, «confío en que el universo les enviará, exactamente, lo que necesitan».

Como autora y columnista profesional, es posible que me comprometa


excesivamente al intentar dar respuesta a todos los individuos que buscan mi
ayuda. He aprendido a fijar límites porque cuando tengo que decirle a alguien:
«Lo siento, no puedo ayudarte en eso», me imagino que eso les hará buscar
ayuda en otra parte y que, esa otra parte, será un profesional mejor prepara-
do que yo para ayudarles.

Si mi ego me hace pensar que sólo porque alguien me está pidiendo ayu-
da a mí, soy yo la que debo prestársela, les impido que reciban el asesora-
miento que podría beneficiarles más. Después de recibir una respuesta mía
inadecuada, dejarán de buscar más respuestas. Es mejor para ellos y para
mí que les diga: «Lo lamento, en realidad no soy experta en esa área. Le su-
giero que se ponga en contacto con tal y cual.»

Este principio es más difícil de emplear cuando hay dinero involucrado o


pueden herirse los sentimientos de un ser querido. Se necesita valor para re-
chazar un trabajo pagado cuando se sabe que ya está demasiado sobrecarga-
do. Pero imagínese que otro profesional pudiera beneficiarse, de verdad y
mucho más que usted, de esa misma oportunidad.

Una revista me ofreció un trabajo esporádico pagado en un momento en


que estaba enterrada debajo de montañas de plazos de entrega del libro que
estaba escribiendo. Decir «Sí» era tentador, pero mis obligaciones me decían
«No». En lugar de aceptar, recomendé a una escritora freelance a la que yo
conocía al director de la revista. Esa escritora estaba empezando su carrera
y estaba hambrienta de encargos, ella estuvo encantada de aceptar, el direc-
tor de la revista estuvo encantado de tenerla y yo volví al trabajo que estaba
reclamando mi atención.

Es posible que el universo lo hubiera tenido ya diseñado de ese modo: la:


“carrera de esta escritora tenía que arrancar escribiendo periódicamente para
esta revista y mi papel en el drama era el de pasar el trabajo cuando llegó a
mis manos. Si hubiera aceptado el encargo cuando en realidad no era para
mí, yo hubiera estado bloqueando su suerte.

Un ser querido que se siente rechazado o enfadado puede que no com-


parta su visión de un plan mejor que no le incluye a usted. Una amiga mía
está teniendo problemas para romper con su novio, un buen chico que está

137
completamente enamorado de ella, pero esos sentimientos no son mutuos.
Le sugerí que dejara de preocuparse por herir sus sentimientos y que pensara
que le estaba liberando para que estuviera a disposición de la mujer adecua-
da que, realmente, le ame y le aprecie de la manera que él se merece. Su de-
cisión de aguantar la relación para no hacerle daño a él puede impedir que
ese chico conozca a una mujer sensacional que puede volverse loca por él.
Del mismo modo, hasta que ella no estuviera libre no podría recibir al hom-
bre adecuado.

Su intento bien intencionado de proteger a su novio era probable que les


hiciera más daño a ambos que el hecho de seguir adelante con lo que ella sa-
bía que necesitaba hacer, romper la relación.

2. Decir «no» a los demás y «sí» a sí mismo le permite situar


su concentración en el lugar que le corresponde

S1 mantiene sus energías concentradas donde les corresponde, ayudará a la


gente a la que está destinado a ayudar en lugar de a aquellos a los que el miedo
o su adicción a la búsqueda de la aprobación le impulsa a servir. Si se prodiga
demasiado puede que sea de ayuda a más personas, pero puede perderse una
oportunidad nueva que hubiera permitido que su contribución al mundo hu-
biera hecho un impacto mucho mayor. Al contenedor debe quedarle algo de es-
pacio en su interior para que pueda entrar algo nuevo.

Christina DiMartino de Palm Beach, Florida (EE.UU.), hacía casi veinte


años que era propietaria de un negocio de venta al detalle de mucho éxito y
sus clientes la adoraban. Pero dice que estuvo odiando cada minuto de esos
veinte años. A continuación recuerda la manera en que hizo la transición de
propietaria de un establecimiento al detalle a escritora a tiempo completo
dando, por fin, rienda suelta a su verdadera pasión.
lodo el tiempo que estuve en el negocio equivocado, me estuvieron
llegando mensajes. Pasé por un divorcio, los chicos crecieron, acabé te-
niendo un litigio de pesadilla con el propietario del local de mi negocio
porque no cumplía con el contrato y casi perdí mi casa. Un
día me
levanté y me di cuenta de la razón que tenía Joe Campbell cuando
de-
cía que hay que ir en pos de nuestra felicidad. Decidí que, incluso
si
tenía que plantar una tienda en la playa y pescar para comer,
no iba a
abandonar mi sueño de convertirme en una escritora a tiempo
comple-
to. ¡Y durante un tiempo casi tuve que hacerlo!

=138-
Durante toda nuestra vida hay pequeños mensajes que nos persi-
guen y que nos dicen lo que deberíamos estar haciendo y cuándo, pero
la mayoría de las personas no los escucha. Se encuentran envueltos en
el dinero todopoderoso y viven con el miedo de no poseer «cosas»: un
bonito coche, una casa impresionante, etcétera. En la vida, cuando uno
se encuentra en el camino correcto suceden cosas asombrosas. Las ven-
tanas se abren, las puertas no están jamás cerradas con llave y cosas pe-
queñas (en apariencia se trata de coincidencias) aterrizan en su regazo,
y todo ello no es otra cosa que mensajes de que está usted haciendo lo
Correcto.
El único miedo que tengo en la vida es encontrarme en mi lecho de
muerte diciendo: «¡Ojalá hubiera...!». Cuando se piensa así no parece
que haya otra cosa en la vida que sea importante. Ponga en orden su
vida, líbrese de todo lo que no tiene que tener, obligatoriamente, para
sobrevivir, elimine las cosas que devoran su tiempo y luego, hágalo.

Diario de la suerte: he de decirle sí a mi alma

Complete la frase siguiente por lo menos cinco veces, y más si tiene ga-
nas de ello:

Estoy diciendo sí a a pesar de que eso


significa que tengo que decir no a , porque sé que éste es el
camino de mi alma (o sé que me hará más feliz o más sano) y debo hacerle
honor.

Ahora que ya ha decidido decirle sí al deseo de su alma, demos una ojea-


da al Capítulo 6, y veamos cómo reunir la paciencia necesaria para esperar
que todo se junte cuando usted lo quiere ¡Ahora!

199
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Tenga la dosis adecuada


de paciencia

El tiempo es demasiado lento para los que esperan, demasiado rápido


para los que tienen miedo, demasiado duradero para los que sienten pena
y demasiado corto para los que se alegran.
ANÓNIMO

El flujo de la vida no se puede forzar. Puede usted prepararse tan bien


como le sea posible para su viaje, con lo que incrementará su suerte; pero
cuando los accidentes o unas circunstancias imprevistas le hagan descarrilar
o le hagan aflojar el paso, debe ser lo bastante flexible para seguir funcionan-
do con el flujo que se le ha dado y no con el que usted tenía pensado.

¿En alguna ocasión ha salido con destino a algún lugar o para algo impor-
tante y se ha encontrado con un atasco de tráfico inesperado? La adrenalina
empieza a recorrer su cuerpo e incluso es posible que de su boca se escapen
unas cuantas palabras «floridas». Yo recuerdo vívidamente una de estas situa-
ciones que demuestra lo fútil que es intentar luchar con la realidad.

Me dirigía al aeropuerto para tomar un vuelo que me llevaría al otro lado


del país, donde me esperaba un trabajo de asesoría. El atasco de tráfico pro-
vocado por un accidente hacía que corriera peligro de perder mi vuelo.
Estaba hecha unos zorros. Me aferré al volante hasta que mis nudillos se pu-
sieron blancos por el esfuerzo, iba saltando de un carril al otro intentando
ganar unos cuantos segundos extra. Después de media hora de hacer todo
eso, me di cuenta de que me encontraba inmersa en el flujo del tráfico y de
que nada de lo que hiciera iba a cambiarlo. El coche que yo conducía no era

—141-
Chitty-Chitty Bang-Bang, así que no podía volar por encima de los coches
que iban delante mío. O bien llegaría a tiempo o no, y el que me estuviera
estresando al respecto, sólo conseguía que estuviera conduciendo de una ma-
nera nada segura.

Conseguí llegar a tiempo para tomar el avión aunque sólo cinco minutos
antes de que cerraran las puertas, con el efecto del desodorante completa-
mente deteriorado y el corazón a punto de salir por mi boca después de ha-
ber llegado corriendo desde el aparcamiento con todo mi equipaje a cuestas.
Ahora todavía me dirijo al aeropuerto con más tiempo extra. Aquello no
tuvo nada de divertido.

¿Tiene usted una costumbre como ésa? Debe preguntarse a sí mismo, ¿es
la consecuencia de no dejar tiempo más que suficiente para llegar con seguri-
dad a su destino, o cuando se produce un retraso inesperado, se vuelve loco
por algo que está absolutamente fuera de su control?

Creador de suerte: respete la oportunidad temporal perfecta de


un plan divino

El tiempo es la mano poderosa que mece la cuna eterna del progreso y


alimenta a la humanidad durante ese periodo en que el hombre necesita
protección contra su propia ignorancia.
NAPOLEÓN Hu

La buena suerte exige que se sea persistente, se trabaje muchísimo y se sea,


temporalmente, oportuno. La impaciencia es su enemigo. Imagine que está
preparando un goulash húngaro. Coloca en una cazuela la mejor carne junto
con las especias, y luego lo deja cocer a fuego muy lento durante varias horas
hasta que el aroma que desprende —que dicho sea de paso consigue que se
le haga la boca agua— le invita a comer. Si hubiera probado el goulash al
cabo de unos minutos de estar en el fuego, incluso la mejor carne hubiera es-
tado cruda y hubiera sido desagradable. El gowlash o cualquier otro estofado
necesita tiempo para cocinarse debidamente y llegar a su mejor punto, y lo
mismo puede decirse de cómo puede obtenerse el máximo partido de algu-
nas de las experiencias más gozosas de la vida. |

Hay muchas personas que no encuentran la buena suerte porque no


tie-
nen la paciencia necesaria para esperar hasta que el serendipismo les visita.

=142-—
Quieren soluciones rápidas, ganancias instantáneas a la lotería y buena suer-
te de la que no cuesta ganar. Las personas que tienen éxito están dispuestas a
trabajar mucho y durante mucho tiempo para conseguir la «buena suerte».
Vale lá pena esperar por las cosas buenas.

A pesar de que puede que bendigamos al serendipismo que nos puso en


el camiño de la suerte y tener un temor reverencial por la fuerza divina y mis-
teríosa que lo organizó todo, poco después querremos volver a ser los due-
ños de esos planes y reescribir la historia.

Es posible que se lamente diciendo: «¿Por qué no podía haberle conocido


antes?», después de conocer al amor de su vida, pero habiendo pasado antes
diez años terribles en un primer mal matrimonio. «¿Por qué no podía haber
conseguido ese trabajo cinco años atrás?, o ¿haber encontrado a esa fabulo-
sa comunidad espiritual cuando tenía veinte años?, o ¿perdido peso cuando
era joven en lugar de pasar años de pena y dolor siendo una mujer obesa?
Soy tan feliz ahora, ¿por qué no podía haber sido feliz antes?

Porque no tenía que ser de ese modo. No se pueden tener las dos cosas, o
sea recibir el don de la oportunidad temporal perfecta y luego quejarse: «Esto
es sensacional, pero ¿por qué no podía haber sucedido antes?». Eso cambia
la oportunidad temporal, que cuando sucedió era perfecta, ¿se acuerda? ¿Por
qué motivo no hubiera funcionado si lo hubiera conseguido antes?

Piense en cualquiera de las posibilidades siguientes:

- En ese momento no lo hubiera disfrutado. Lo que ahora le hace feliz


podía haberle hecho muy desgraciado si lo hubiera recibido o conse-
guido unos años antes.
- No estaba preparado para ser tan feliz y lo hubiera saboteado.
- A causa de las dificultades a las que se enfrentó es usted, ahora, una
persona mejor.
- Se suponía que tenía que ayudar a otra persona y, para estar disponible
para esa misión, había que retrasar algo hasta el momento presente.
Mi esposo y yo estamos agradecidos de no habernos encontrado hasta
una época más tardía en nuestras vidas. Stephen tiene siete años más que yo,
que soy hija de los sesenta. Hace veinte o treinta años, cuando él era un ver-
dadero hippie y yo era la «señorita buena chica» teníamos tan poco en co-
mún, que no hubiera habido forma de que nos hubiéramos interesado el
uno por el otro.

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Una de las circunstancias que yo lamentaba cuando le conocí era que él
había tenido una vida muy significativa antes de conocerme, había estado
casado durante muchos años y tenía dos hijos. La primera vez que encontrs
una caja llena de viejos álbumes de fotos de Stephen en un armario me puse
a llorar. Me pasé horas torturindome con las imágenes de su vida anterior.
El ya había experimentado el milagro del nacimiento de un bebé. Yo quería
ser su primer amor importante tal como él lo era mio. ¡Mi'vida no se supo-
nía que fuera así!

Pero lo era. Yo había tenido mi viaje de crecimiento personal y él ha-


bía tenido el suyo y, en realidad, no estábamos preparados para conocer-
nos hasta que lo hicimos. Así que, por mucho que yo fantasee sobre lo
que hubiera sucedido si no estuviéramos criando a tres bebés teniendo
cuarenta años, si hubiéramos podido escaparnos de problemas dificiles
de custodia de hijos y de hacer de madre o de padre a los hijos de otro,
esa fantasía no tiene nada que ver con la perfecta oportunidad temporal
del universo.

Cuando Barbra Stureissand habló de su nuevo amor, James Brolin, dijo:


«¿Qué hubiera pasado si hubiéramos pasado juntos una parte mayor de
nuestras vidas? Siempre nos lo preguntamos porque, a lo largo de los años,
hubo tantas ocasiones en que casi nos conocimos. Hubiera sido hermoso te-
ner hijos, pero está visto que no tenía que ser así. Él tiene los hijos que se su-
pone que debía tener y yo tengo el mío. Nos encontramos Y ROS CONOCIMOS
cuando podíamos manejarlo.»

Diario de la suerte: el descubrimiento de la oportunidad


temporal perfecta de mi vida

Piense en tres cosas que tiene usted ahora y que hacen que se sienta
feliz y
realizado. Piense en la familia, el trabajo, las conexiones
espirituales, las
amistades, las aficiones, el lugar en que vive, etcétera.

¿Qué es lo que estuvo usted haciendo de valor antes de que


esas cosas le
llegaran y qué necesitaba aprender antes? ¿Por qué fue perfecta
la oportuni-
dad temporal de estos acontecimientos?

—144—
Destructor de la suerte: rendirse demasiado pronto

La mayoría de las cosas importantes del mundo han sido logradas por
gente gue han seguido intentándolo cuando parecía que no había
esperanza alguna. yo

DALE CARNEGIE

Si tuviera una bola de cristal y supiera, con convicción, cuál es el momen-


to adecuado para comprar y vender acciones, podría convertirse en billona-
rio. Cualquiera que juegue en serio en el mercado de valores ha tenido la
desafortunada experiencia de vender unas acciones justo antes de que su pre-
cio se dispare. ¡Vaya, mala suerte! Usted no sabía qué es lo que le iba a traer
el futuro.

Cuando sienta ganas de abandonar, imagínese a Dios esperándole, pa-


cientemente, con todas las piezas del rompecabezas a punto para juntarlas de
manera que pueda recibir la abundancia que estaba destinada para usted.
Mientras está usted gritando, «¡Ahora Dios, Ahora Dios, por favor, dámelo
ahora Dios!», Dios le tiene reservado algo mucho mejor, y lo único que tiene
que hacer es aguantar y quedarse ahí quieto, hasta que la oportunidad tem-
poral sea perfecta.

No hay enfermedad peor que la pérdida de la esperanza.


RABINO YISROEL SALANTER

Me imagino el desencanto y el disgusto de Dios cuando me alejo a toda


marcha y desafiante o permito que la depresión y la duda me abrumen, ha-
ciéndome actuar de una manera que me impide recibir la suerte que está es-
perando a que el momento sea el adecuado. Es como si Santa Claus llegara a
una casa para entregar los regalos y se encontrara.con un cartel en la puerta
que dijera: «Lo sentimos Santa Claus. Nos cansamos de esperarte y nos fui-
mos de compras. Vete a otro lugar.»

Me doy cuenta de que esta visión adjudica forma de hombre a Dios al


atribuir a una entidad divina sentimientos como el desencanto. Para mí tie-
ne mucha fuerza el creer que estoy compartiendo una creación con una fuer-
za divina que me permite que tenga mis arranques de mal genio y mi libre
albedrío, pero que también me alienta para que tenga le
145
Creador de suerte: hay que determinar cuándo son necesarias la
paciencia o la persistencia

Cuando tengas dudas, quédate quieto y espera. Cuando ya no tengas


dudas, avanza con valor. Mientras la niebla te envuelva, quédate quieto;
quédate así hasta que la luz del sol atraviese la niebla y la disipe, como es
seguro que lo hará. Luego actúa con valor.

ÁGUILA BLANCA

Al investigar para mi libro, Starting from No: Ten Strategies to Overcome


Your Fear ofRejection and Succeed in Business, escuché innumerables historias
de personas de negocios, escritores y artistas que prevalecieron después de
llenar sus paredes con notas de rechazo. Esas personas no interpretaron el
«No» inicial como: «No, jamás, eres un perdedor y deberías abandonar tu
sueño» sino que para ellos «no» significaba: «No ahora mismo, pero quién
sabe lo que traerá el futuro.»

Así como hay un momento para cada estación, hay un momento para
una paciencia llena de fe o para una persistencia activa. En ocasiones, lo más
importante que puede hacer para llevar suerte a su vida es no hacer nada.
Pase a otra cosa y déjelo reposar un poco. Confíe en que le llegará cuando el
momento sea el adecuado y ocúpese con otras cosas. A menudo habrá oído
que la gente dice respecto a haber encontrado a su amor: «Me rendí y dejé
de buscar, y entonces apareció.» Es posible que actuar pueda ser la última
cosa que debe hacer ahora mismo. Al dejar que transcurra un cierto tiempo sin
intentar hacer que suceda algo, conseguirá usted, al final,
exactamente lo que
quería.

Me alegra no haberme casado con el tipo equivocado cuand


o puse el
anuncio personal en el periódico. Estaba actuando al acudir a
todas esas ci-
tas, pero sólo cuando dejé de hacerlo durante unos cuantos meses,
se produ-
JO la misteriosa coincidencia que hizo que mi esposo se pusier
a en contacto
conmigo, después de que el anuncio fuera anulado.

Es frecuente que las parejas estériles digan que, poco despu


és de haber de-
cidido adoptar a un niño, la mujer queda embarazada
. Es un misterio para
los médicos. ¿Podría estar relacionado con la relajación
que acompaña al he-
cho de renunciar a la misión de quedarse embarazada
?

—=146=
Grace Housholder, editora y autora de una serie de libros de humor, nos
habla de una muestra de buena suerte que sólo se produjo después de años
de esperar y confiar:

Cuando en el otoño de 1994 publiqué, yo misma, mi primer libro


de Funny Things Kids Say, mucha gente de la localidad se deshizo en
elogios al respecto. Se vendió muy bien, localmente, especialmente
porque era Navidad. Pero después de la euforia inicial, me di cuenta de
lo realmente difícil que es vender libros.
Durante los años siguientes e incitada por mis amigos, intenté con-
seguir que un gran editor me aceptara. Una y otra vez me llenaba de
esperanza —a menudo con buenos motivos— pero todo lo que recogí
fueron algunas cartas fulgurantes de rechazo... cartas que alababan lo
que estaba haciendo, pero que decían que, por uno u otro motivo, yo
no «encajaba».
En realidad no me desanimé jamás porque yo adoraba —y sigo ado-
rando— lo que hago. Afortunadamente, tanto mi esposo como yo so-
mos periodistas empleados a tiempo completo y, por lo tanto, no tengo
necesidad de vender libros para poner comida en la mesa. Recoger his-
torias divertidas y luego compartirlas con los demás es una manera que
tengo de ayudar a que el mundo sea más brillante. Es una manera en
que yo, que he recibido muchas bendiciones, puedo «devolver» algo.
Siempre he sabido que Dios es el que está al mando y que lo que sea
correcto según su plan, sucederá y lo hará en el momento adecuado.
Así que ¿por qué tener prisa?
El otro día recibí una llamada, como caída del cielo, de una de las
empresas de relaciones públicas más grande y respetada del mundo. Me
dijeron que habían visto mis libros y que les encantaban y me pregun-
taron si querría ser la portavoz de una campaña de publicidad basada
en las cosas divertidas que dicen los niños. ¡Me preguntaron si me im-
portaría aparecer en la televisión a escala nacional!
¿Importarme? ¡No, no lo creo! ¡Había estado esperando este mo-
mento durante años!

Algunos de los logros más brillantes de la vida se producen cuando no


estamos dedicados de manera activa a hacer que sucedan, sino cuando esta-
mos, sencillamente, abiertos y disponibles a lo que se presente. Muchos de
los descubrimientos de los genios del siglo XX fueron el resultado de ilumi-

Mide
naciones recibidas durante un sueño, cuando la mente del inventor estaba
durmiendo. Y en ocasiones, como le sucedió a Grace, uno está despierto
pero no lo busca. Se limitó a permanecer a la espera el tiempo suficiente
para que cuando fuera el momento adecuado para el resto del mundo, estu-
viera preparado para actuar.

Creador de suerte: permita que su intuición le diga


cuándo ha llegado el momento de actuar

Hace poco perdí un contrato de una lucrativa columna cuando la publi-


cación eliminó a todos los columnistas procedentes de agencia debido a unos
recortes presupuestarios. Mi mente se llenó de ansiedad por el impulso de
sustituir inmediatamente los ingresos perdidos haciendo más ventas. Esta
clase de motivación puede ser un medio poderoso para superar la desgana a
hacer visitas de ventas.

Pero cuando sintonicé con mi intuición, ésta me dijo: «No tienes necesi-
dad de reemplazar esos ingresos en la primera semana de su desaparición. Ya
saldrá algo mejor, pero aún no es el momento adecuado. Ahora no es el mo-
mento de ir detrás de negocios nuevos. Primero termina las obligaciones que
ya tienes, como, por ejemplo, acabar tu libro». Por ello estoy escribiendo este
capítulo en lugar de patear la proverbial calle buscando trabajo pagado.

Eso es lo que quiero decir con tener una paciencia llenade fe. No es
abandonar el objetivo. Yo sigo planeando reemplazar los ingresos perdidos.
Se trata de reconocer que se puede avanzar hacia el objetivo incluso cuando
no siempre se esté yendo en pos de él de manera activa, cuidándose de otros
negocios que haya en la vida y que necesitan ser atendidos antes. Lo que
debe usted hacer es preparar la pista de aterrizaje para cuando el avión de su
suerte esté preparado para aterrizar. El avión está dando vueltas en el aire,
preparado para aterrizar en cuanto la pista esté libre y segura.

Contraste este estado mental con el que tenía cuando le despidieron y se


sentía desafiante porque no había alcanzado sus objetivos y estaba decidido a
derribar los obstáculos que pudiera haber en su camino. Si el momento es
adecuado y su enfoque es eficaz, sus acciones pueden ser lo que se necesita
para que su suerte cambie completamente. «Paciencia con fe» podría ser el
beso de la muerte.

—148-
Kellye A. Junchaya, autora de They Laughed at Noah: Preparing for
Natural Disasters, cuenta una historia que presenta la persistencia creativa en
acción:
Y
Cuando estaba escribiendo mi libro vi una foto en una revista que
yo quería utilizar, en la cubierta de mi libro. ¡Encajaba perfectamente
con el título y me encantó! Llamé a la revista y les pregunté si podía
utilizarla. Me dijeron que no sabían quién poseía los derechos y que,
por lo tanto, no podían ayudarme y no me entregarían un ejemplar de
la fotografía. En la fotografía decía que el fotógrafo era un tal Charles
Banks, del Boston Post, y la fecha era de 1953. ¡Bueno, el Boston Post ha-
cía veinte años que había cerrado!
No podía rendirme. Llamé a información de Bostony les pedí el
número de teléfono de Charles Banks. Había tres. El primero era una
máquina de fax. ¡El segundo era el hijo del fotógrafo! El Charles Banks
original había fallecido pero, afortunadamente para mí, su hijo tenía el
mismo nombre y vivía en la misma zona. Era propietario de los dere-
chos y me permitió utilizar la fotografía, gratuitamente. |
Luego envié mi libro a Quality Books, Inc., el distribuidor de bi-
bliotecas. Recibí una carta de rechazo en la que me decían que mi libro
no cumplía sus estándares. Estaba tan desencantada que pensé que no
tenía nada que perder, así que telefoneé a Quality y les expliqué que
quería que nuestros libros fueran profesionales y estuvieran a la altura
de los estándares del sector y que, por lo tanto, les agradecería que me
dijeran concretamente qué es lo que había hecho que mi libro no cum-
pliera con sus estándares, para poder mejorarlo en el futuro.
La señora con la que estaba hablando me dijo que iba a sacar mi li-
bro y le preguntaría al presidente del comité. Unos minutos más tarde
me volvió a llamar y me dijo que el presidente no tenía ni idea del mo-
tivo de que se hubiera rechazado el libro y que pensaba que se vendería
muy bien en el mercado de las bibliotecas. Lo volvió a pasar al comité
y obtuvo una aceptación unánime. ¡Ahora están vendiendo mi libro y
sólo espero a que llegue a los veinte primeros!

En este caso, si Kellye hubiera permanecido inactiva, hubiera perdido


la portada de sus sueños y se hubiera quedado fuera del sistema de bibliote-
cas. Una persecución persistente y oportuna de sus objetivos le trajo la suerte.

Así que aquí tenemos la pregunta del millón de dólares: ¿Cómo se sabe

—149=
cuándo hay que tener una paciencia llena de fe o una persistencia creativa y
tozuda?

Si presta oídos a su intuición, sabrá la respuesta sin que nadie tenga que
decírsela. Cuando vaya detrás de algo y nada funcione, puede que su instinto
le tranquilice: «Todo marcha bien, descansa, para un poco, llegará cuando
tenga que llegar. Mientras, haz alguna otra cosa.»

O puede que su intuición le esté animando: «No permitas que esto te des-
anime. Lo que tienes para ofrecer es, realmente, estupendo y sólo es cuestión de
tiempo el que alguien se dé cuenta. ¡No te rindas! ¡Sigue persiguiéndolo!».

Escuche a su intuición. Preste atención a los mensajes que le dan esperan-


zas diciéndole que con la suficiente persistencia conseguirá lo que quiere, o
que le dicen que está usted ladrando al árbol equivocado, o sea, que va des-
encaminado.

Diario de la suerte: ¿estoy corriendo


cuando debería estar descansando?

¿Está usted persiguiendo celosamente algún objetivo y no llega a parte


alguna? ¿Se siente agotado y desalentado? ¿Tiene miedo de parar porque
le preocupa la posibilidad de que nunca conseguirá lo que quiere? ¿Su in-
tuición le está gritando para que se detenga, pero su mente aterrorizada sigue
adelante, de todos modos?

Dese un respiro y haga algo diferente durante un tiempo. Complete la


frase siguiente tantas veces como pueda serle aplicada:

Durante mucho tiempo he estado haciendo E


No me ha dado los resultados que esperaba. Voy a darme un respiro y hacer
, O NO , y ver qué sucede.

Diario de la suerte: ¿estoy descansando


cuando tendría que ir en pos de ello?

¿Se está volviendo perezoso? ¿Está permitiendo que su miedo le paralic


e
y le impida actuar? ¿Está viviendo una fantasía en la que unas hadas
le trae-

=150-
rán lo que usted quiere sin que tenga que hacer esfuerzo alguno? ¿Ha estado
descansando durante mucho tiempo y ahora es el momento de volver a po-
nerse en movimiento?

Cambie el patrón dando unos pasos pequeños. Complete la frase siguien-


te tantas veces como pueda serle aplicada:

Me tomé un descanso durante un tiempo y estuvo bien. Ahora es el mo-


mento de ponerme en movimiento y empezar a hacer
Esto es lo que va a ser necesario para conseguir lo que quiero, y estoy dis-
puesto a empezar de nuevo.

Destructor de la suerte: convertirlo todo en una catástrofe

Tenemos dos clases de miedos. Uno es el miedo de que, sea lo que sea que
está sucediendo, va a seguir sucediendo siempre. El otro es el miedo de que,
incluso si no sigue para siempre, el dolor de lo que está sucediendo sea tan
terrible que no seremos capaces de soportarlo.
SYLVIA BOORSTEIN

Los niños pequeños tienen una costumbre muy enojosa. Cuando tie-
nen aunque sólo sea un poco de hambre o ven algo dulce que quieren en
ese momento, se ponen a aullar con la voz más potente y quejumbrosa
que encuentran: «¡Me estoy muriendo de hambre!». Si les dice que no es
posible que se estén muriendo de hambre porque acaban de cenar, gritan
aún más: «¡Me estoy muriendo de hambre! ¡De verdad, verdad, verdad,
me estoy muriendo de hambre!». Todos los intentos de enseñarles la dife-
rencia que existe entre lo que quieren y la verdadera inanición acostum-
bran a caer en oídos sordos.

Lo mismo sucede entre nosotros y nuestro creador. Cuando no consegui-


mos lo que queremos y cuando lo queremos, pensamos que ¡nos estamos
muriendo de hambre! Aullamos, gemimos, nos preocupamos y suplicamos,
convenciéndonos a nosotros mismos de que para ser felices debemos tener lo
que sea y en este preciso instante.

Reunir la paciencia necesaria para esperar la llegada de algo exige discipli-


na y fe. Vivimos en una era de gratificación instantánea y de prisas. Leí un

=151-
estudio asombroso que demostraba que la mayoría de proyectos de obras en
carreteras para aliviar la congestión del tráfico y que cuestan millones de dó-
lares, sólo ahorran a los conductores una media de seis segundos de tiempo.
Las retenciones por culpa de la construcción eliminan cualquier ganancia.

Contemplé atónita un documental de la televisión que explicaba la evolu-


ción de la parte superior de los contenedores de alta tecnología del zumo de
naranja, diseñados para que los consumidores puedan ahorrar menos de
un segundo en el proceso de apertura. Una vez conocí a un hombre que se
ganaba la vida como cobrador de peaje en una autopista. Si dedicaba 20 se-
gundos extra a un cliente, podía estar seguro de que varios de los clientes
que le seguían le harían mala cara. Si le dedicaba todo un minuto extra, las
bocinas empezaban a sonar. A nosotros y a nuestros hijos se nos hace cada
vez más difícil permitir que algo se produzca en su propio y lento tiempo.

La clave para moderar su impaciencia reside en la manera en que se habla


a sí mismo. Examine las palabras que elige cuando las cosas no le marchan
bien. ¿Lo convierte todo en una catástrofe añadiéndole el adjetivo «terrible»?
¿Se ha convencido de que sin este recurso se morirá de hambre a pesar de
que hay otras alternativas para alimentarse? ¿Se preocupa por si sólo existe
una manera de conseguir lo que quiere?

No pasará mucho tiempo antes de que esta clase de conversación consigo


mismo le haya envuelto en un frenesí respecto a algo que, en realidad, no es
tan vital para su bienestar. Cuando se encuentra en un estado de pánico, de-
presión o ira, se impide a sí mismo crear la suerte que podría proporcionarle
la alegría que está buscando. Cuando se sienta impaciente, elimine su inter-
pretación catastrófica del acontecimiento y su nivel de ansiedad disminuirá
notablemente.

Creador de suerte: crea en un plan mejor

Volverse más paciente implica que debe abrir su corazón al momento


presente, a pesar de que no le guste.
RICHARD CARLSON
De todas las estrategias de creación de suerte que aparecen en este
libro,
ésta aparece, definitivamente, en la lista de las diez mejores como mi
favorita
personal. Funciona de verdad.

=152-
Cuando usted planee que las cosas salgan de una manera y no lo hagan,
en lugar de ahogarse en remordimiento y preocupación, recupérese inmedia-
tamente con esta expectativa positiva: «Debe haber un plan mejor».

En ese momento puede que no sepa usted cuál es el plan alternativo, pero
puede seguir teniendo fe en que le tienen guardado algo mejor. Una vez que
todo salga, estupendamente, no hay duda de que contará la historia: «Veis,
qué bien que no conseguimos lo que pensábamos que queríamos. ¡Esto es
muchísimo mejor!». ¿Por qué esperar a tener la prueba? Créalo primero, ten-
ga fe. En lugar de quejarse por la pérdida de sus planes deseados, siéntase cu-
rioso y nervioso por los planes mejores que Dios o el universo tienen para
usted en lugar de ésos.

Cuando mi esposo y yo nos trasladamos de Boston a Lancaster teníamos


un desafío que solucionar. Nuestra casa en Boston se vendió tan rápidamen-
te que lo hizo antes de que encontráramos una casa en Lancaster. Nos fui-
mos en coche a Lancaster y nos dimos una semana para encontrar una
casa. El tiempo se estaba acabando y, a pesar de que no encontramos la
casa perfecta, sí que encontramos una aceptable, e hicimos una oferta por
ella. La oferta fue rechazada y ya no teníamos más tiempo. Acabamos
por trasladar dos camiones llenos de muebles y pertenencias a una casa de al-
quiler, mientras yo estaba embarazada de tres meses de Elana y Sarah sólo te-
nía un año de edad. No tenía nada de divertido, especialmente, con los ma-
reos matutinos.

Cuatro meses más tarde, cuando estaba embarazada de siete meses, volvi-
mos a trasladarnos a nuestro nuevo hogar, la casa y el vecindarios perfectos
que por fin encontramos después de una búsqueda intensiva. Ahora, después
de llevar cinco años viviendo en Lancaster nos damos cuenta de que el ve-
cindario de la primera casa no era, en absoluto, el lugar en que nos hubiera
gustado vivir, pero en ese momento no lo sabíamos.

Durante todo este cataclismo llegué a odiar los traslados, el empaquetar,


desempaquetar y volver a trasladarnos, especialmente, mientras estás emba-
razada y te ocupas de un bebé que empieza a andar. Deseaba que hubiéra-
mos encontrado la casa perfecta en esa primera semana de búsqueda, pero la
casa que era adecuada para nosotros estaba ocupada en esa época. Los pro-
pietarios tuvieron que irse de repente debido al traslado de la empresa en
que trabajaban, por lo que tuvieron que poner la casa en el mercado después
de que ya nos hubiéramos instalado en la casa de alquiler.

=193=>
Cuando rechazaron nuestra primera oferta me impedí entregarme al de-
sespero volviéndome curiosa respecto a la casa estupenda que nos estaba es-
perando y que aún no habíamos encontrado. Yo creía que sería una casa me-
jor para nosotros que la que habíamos perdido y tenía razón. Tuvimos la
suerte de encontrar la casa adecuada porque no permitimos que el desencan-
to de perder la casa equivocada nos desanimara y abandonáramos el proceso
de búsqueda.

Por mucho que invierta en conseguir mis objetivos, si algo no sale como
yo esperaba, pierdo poco tiempo en sentir remordimiento por ello. Creo, fir-
memente, que el capitán de mi nave —Dios— me está guiando en otra di-
rección y yo no sé aún cuál es, pero si sigo estando abierta y deseosa de en-
contrarla, aparecerá. Es casi inevitable, lo que aparece después es mucho
mejor para mí que aquello que era reacia a dejar escapar.

Diario de la suerte: ¿de qué manera ha resultado


mi vida ser mejor de lo que yo había planeado?

En el Antiguo Testamento, Éxodo 33, Moisés pide ver la presencia de


Dios y se le dice: «Verás mi espalda, pero no debes ver mi cara.» A menudo
se interpreta como que es frecuente que sólo podamos ver la presencia de
Dios en nuestras vidas en retrospectiva.

Identifique diez cosas apreciadas que tenga ahora en su vida y que no fue-
ron planeadas por usted, pero que está claro que está contento de que resul-
taran así. Por ejemplo, un embarazo no planeado, un trabajo que no estaba
buscando, un traslado que al principio le disgustó pero que fue para bien,
un
divorcio que le causó mucho dolor pero que le condujo a un matrim
onio
nuevo y querido. ¿Cree usted que la intervención divina fue la que
orquestó
estas desviaciones de sus planes?

Diario de la suerte: los beneficios de mi paciencia

Precisamente, cuando usted piense que el mañana no va a llegar


nunca
ya será ayer.
>,

ANÓNIMO

=154-
La mejor motivación para desarrollar una paciencia mayor es reconocer
las recompensas que, al hacer eso, ya le han sido otorgadas en su vida. Piense
en cualquier relación o experiencia de valor que no tendría si no hubiera
sido paciente. Tome nota de estos casos de los que es consciente, termi-
nando con la declaración: «Y valió la pena esperarlo.» Piense en sus rela-
ciones-íntimas, en el trabajo, en la exploración espiritual, en la salud y en
su estado de forma física y demás.

Por ejemplo: Yo no me casé con Stephen, mi esposo, hasta que tuve


33 años y él 40. Valió la pena esperar por él.

Bloqueador de la suerte: aferrarse a algo


cuando ha llegado el momento de abandonar

Hemos estado hablando de la manera de mantener alta su moral cuando


sus planes se desvían o si hacer que llegue la suerte le está costando más de lo
que a usted le gustaría. En ocasiones tendrá que aprender a esperar. Crear
suerte también es cuestión de saber cuándo hay que dejar de esperar que su-
ceda algo bueno, tratar de salir lo menos malparado posible y seguir adelante
para poder crear suerte en alguna otra cosa.

¿Alguna vez le ha sucedido lo siguiente? Tiene un par de zapatos en su ar-


mario que llevan la marca Confort Plus. Parecen extraordinariamente, có-
modos y le costaron muy caros. El único problema es que siempre que los
lleva le lastiman los pies. Ha estado «adaptando» estos zapatos durante seis
meses, imaginándose que al final la incomodidad pasará y harán honor a su
nombre. En algún momento, usted abandonará esta fantasía y los regalará a
beneficencia.

O puede que sea el tipo de persona que jamás se librará de estos zapatos,
decidida a hacer que le vayan bien, por mucho tiempo que tarde en ello.
Lorell Holtz-Oxley, una asesora de gestión de Nashville, Tennessee (EE.UU.),
se enorgullece de ser tenaz con «T» mayúscula. Bromea y dice:

Mi esposo"y yo tenemos un acrónimo que nos gusta tener en boca


cuando hablamos dé la manera en que hemos conseguido muchas de
las cosas que hemos hecho a lo largo de los años. El acrónimo es
«DEPA» (demasiado estúpido para abandonar). Nos estamos refiriendo
a la perseverancia. Muchas veces he podido conseguir algo, primordial-

ES
mente, porque me había aferrado a ello más que los demás. Uno de
mis empleados me dijo una vez que yo era como uno de esos famosos
juguetes Fisher-Price. Los tentetiesos se bambolean pero no se caen. Si
se les golpea siguen regresando.

Bueno, pero verá, hay una gran diferencia entre persistir cuando está uno
amoldando el par de zapatos adecuados y andar por ahí con unos zapatos
que nunca le irán bien por muchos esfuerzos que haga. Podría tratarse de un
mal matrimonio, una comunidad espiritual a la que pertenece por la fuerza
de la costumbre pero que no hace nada bueno por su corazón ni por su
alma, o un nuevo trabajo en el que usted se sigue sintiendo incómodo casi
seis meses después de empezar. Es posible que haya intentado trabajar por su
cuenta y que, después de dos años, esté en quiebra y cansado y pensando en
volver a un trabajo por cuenta ajena.

La paciencia es la hierba antes de que se convierta en leche.

ANÓNIMO

June es una mujer que trabaja por su cuenta y que me contrató para que
la ayudara a cambiar, completamente, su desfalleciente negocio. En nuestra
primera sesión de entrenamiento me quedó terriblemente claro que June en-
cajaba muy mal con el negocio que había elegido. No le dije lo que ella que-
ría escuchar. Quería que yo le diera la fórmula mágica para hacer lo que fue-
ra necesario para tener éxito, pero no estaba dispuesta, o no era capaz, de
hacer lo que el negocio exigía. Quería la libertad de ser su propia jefa sin ha-
cer el trabajo emocional necesario para salir de su zona de confort y entrar
en las ventas, algo que ella aborrecía. Cuando le dije que quizá debería cerrar
el negocio y conseguir un trabajo, se me puso desafiante. Yo pensé: «¡Bien!
Si se enfada conmigo es posible que eso encienda una hoguera bajo sus pies
y la impulse a la acción». Se la podía motivar por medio del: «¡ Te demostraré
que estás equivocada!».

No funcionó. Por muchos entrenadores que contrató no pudo hacerlo y,


probablemente, nunca podrá. No se trata de un juicio negativo sobre June.
Lo que sucede es que trabajar por cuenta propia no era lo indicado para ella
y se estaba perdiendo todas las oportunidades que podían haberla estado es-
perando en la fuerza de trabajo. /

Aferrarse demasiado a algo es tal mortal para la suerte como abandonar

=156=
demasiado pronto. ¿Qué es lo que está tolerando y que no debería tolerar
más? ¿Qué es lo que sabe que debe hacer pero que ha tenido miedo de ha-
cer? ¿Qué errores ha cometido que debe remediar reconociendo la derrota y
siguiendo adelante? El éxito y el fracaso sólo pueden interpretarse con el
tiempo. Su mayor «fracaso» puede convertirse en el acontecimiento que le
conduzca a su mayor éxito, pero sólo si sigue usted avanzando.

La rigidez le saca del flujo del serendipismo.

Diario de la suerte: ¿es hora de abandonar?

¿Cómo sabe cuándo debería cuadruplicar su determinación para superar


la incomodidad y cuando ha llegado el momento de abandonar y pasar a al-
guna otra cosa? Averiguarlo es un arte. He aquí diez preguntas que debería
responder:
1. ¿Es habitual que abandone demasiado pronto? ¿Necesita aprender a
aguantar?
2. ¿Es habitual que siga demasiado tiempo en algo que no funciona o no
va bien? ¿Necesita aprender a marcharse?
3. ¿Existe alguna evidencia de la que situación está mejorando y vale la
pena salvarla?
4. ¿Qué es lo que su intuición le dice que haga, cuando es usted honesto
consigo mismo?
S. ¿Esta situación está consumiendo su energía y le bloquea, impidiéndole
que cree resultados positivos en su vida?
6. ¿Qué es lo que los miembros de su familia y sus amigos íntimos pien-
san que debería hacer usted?
7. ¿Qué es lo que haría si no tuviera miedo de parecer un fracasado?
8. Si no estuviera invirtiendo su tiempo y energía intentando hacer que
esto funcionara ¿qué es lo que haría?
9. Si se aferra a ello, ¿qué es lo que puede perder? ¿Qué puede perder si
pasa a otra cosa? ¿Qué es peor?

10. ¿Está intentando la misma cosa, una y otra vez, sin ningún resultado
nuevo?

ia
Si tuviera que determinar que lo que se requiere es persistencia y_no.
abandonar, recuerde lo siguiente: abandonar su enfoque actual para encon-
trar unnuevo modo de hacer aún puede ser sabio o, sencillamente, esté dis-
puesto a esperar un poco antes de que aparezca una solución mejor. La per-
sistencia no significa lo que el doctor Lloyd “Thomas, asesor personal y
psicólogo, cita como locura:
El otro día estaba observando a un niño que jugaba con cubos de
construcción. De hecho estaba intentando poner un cubo cuadrado
dentro de un agujero redondo. Cada vez que el intento no tenía éxito,
golpeaba con más fuerza la tabla con el bloque. Al final lanzó el cubo
al suelo y dejó de jugar con ellos. Ese niño de tres años se comportaba
de acuerdo con el antiguo proverbio que yo he acuñado, recientemen-
te: «Si al principio no tienes éxito, toma un martillo más grande, prué-
balo con más fuerza y luego lanza el martillo al otro lado de la habi-
tación».
Una definición de «demencia» es la de que se hace la misma cosa una y
otra vez y se esperan resultados diferentes. Cuando nos enfrentamos a un
problema es frecuente que intentemos solucionarlo de una manera singular.
Cuando esa manera no funciona, aplicamos aún más energía o fuerza a esa
misma «solución».

Nos sentimos frustrados, invertimos más energía intentando llegar por


fuerza a la misma solución —exactamente la misma—, lanzamos la solución
y abandonamos del todo la tarea, mientras murmuramos para nosotros algo
como: «De todos modos, esa maldita y estúpida tarea no valía la pena». Este
enfoque a la solución de problemas puede volvernos locos.

No hay duda de que hay momentos en que «intentarlo más o con


mayor vigor» es apropiado, cuando «no abandonar o no rendirse» o la
persistencia nos recompensa con la consecución del éxito. Pero lo más
frecuente es que sea más apropiado retroceder, dejarlo estar, desenten-
derse de ello durante un tiempo y dejar de intentar tanto que algo fun-
cione. Cuando se relaje durante unos minutos es posible que escuche esa
pequeña voz interior y un camino diferente se abra y se haga visible con
mayor claridad.

=158-
Creador de suerte: cree una sensación de urgencia
y trate el tiempo como un bien precioso

Si espera a que las condiciones sean perfectas, nunca conseguirá hacer


nada. Siga plantando sus semillas porque jamás sabrá cuál de ellas
crecerá... quizá lo hagan todas.
ECCLESIASTES

Dar marcha atrás en su enfoque cuando algo no funciona y darse un cier-


to respiro no es lo mismo que utilizar una paciencia interminable como ex-
cusa para no hacer unos cambios necesarios. Cuando se está inmerso en una
rutina, es difícil superar la inercia y las malas costumbres que le mantienen
en un modo de bloqueo de la suerte. En ocasiones no necesita paciencia, lo
que necesita es actuar como si cada minuto contara, dejarse de tonterías y
«hacerlo» sin más contemplaciones.

Su mente le proporcionará toda clase de excusas para no abandonar ese


agujero que ha creado para sí mismo, es oscuro, frío, no da vida, pero es ¡tan
familiar! Puede que se diga a sí mismo que lo hará cuando tal y cual cosa su-
ceda, lo que jamás pasa. El miedo, la pereza y el hacer caso omiso de lo corta
que es la vida le mantendrán inmovilizado hasta que algo le haga salir a
trompicones de la prisión en que se ha encerrado a sí mismo. ¿Se ha fijado
en lo motivado que se siente alguien para vivir una auténtica vida después de
que le han diagnosticado una enfermedad terminal? No espere que una tra-
gedia de esta clase sea la que cree suerte.

Michael Angier en su boletín por e-mail, Success Digest, relata la historia


siguiente que sacó de una cinta motivadora de Steve Chandler:

Cuando Anthony Burgess tenía cuarenta años, descubrió que tenía


un tumor cerebral y que le quedaban seis meses de vida. Estaba muy
disgustado porque no tenía nada que dejarle a su esposa, que pronto se
convertiría en su viuda. Decidió escribir, algo que siempre había que-
rido hacer. Los derechos potenciales del libro era lo único que podía
dejar en calidad de alguna seguridad financiera para su familia.
Sin seguridad alguna de que jamás se las publicaran, al final del pri-
mer año había escrito cinco novelas. Pero no se murió. Su cáncer remi-
tió y luego desapareció completamente.

—159-
Durante su larga y plena vida, Anthony Burgess siguió escribiendo
más de setenta libros. Sin la sentencia de muerte por el cáncer, es posi-
ble que no hubiera escrito absolutamente nada.

Diario de la suerte: ¿si supiera que puedo morirme en un plazo


de seis meses, qué es lo que haría de manera diferente?

Usted no necesita una sentencia de muerte para organizar sus prioridades,


relacionarse honestamente con sus seres queridos, dejar de perder el tiempo
ahogándose en autocompasión y apreciar las bendiciones de la vida que a
menudo ignoramos. Puede hacer todo eso en este preciso instante, sin que
ningún cáncer o enfermedad terminal se cierna sobre usted.

Haga una lista de las ocho cosas que usted haría de manera diferente en
los próximos seis meses, si pensara que esos iban a ser sus últimos días sobre
la tierra.

Comprométase a hacer, por lo menos, una de ellas ahora. ¿Por qué es-
E
perar?

Si está teniendo problemas para romper un patrón, no intente hacerlo


todo de una vez. Limítese a hacer una sola cosa de manera diferente y a me-
dida que empiece a crear éxito, ese éxito le motivará para actuar más.

Ahora pasaremos al capítulo 7 y daremos una ojeada a la manera en que


dar y recibir en igual medida, promueve y alienta los resultados positivos en
su vida.

=160-
Dé y reciba en igual medida

Nuestras capacidades para dar y recibir se hallan en el centro de nuestra


capacidad de crear y experimentar la verdadera prosperidad. Recibir y dar
son energías opuestas que están, inextrincablemente, vinculadas con el
flujo natural de la vida, como inhalar y exhalar. Si un aspecto de ese ciclo
no funciona, todo el ciclo deja de funcionar y la fuerza de la vida no
puede moverse libremente. Si no puede inhalar, pronto no tendrá nada
que exhalar y dentro de poco su cuerpo será incapaz de seguir viviendo.
SHAKTI GAWAIN

Destructor de la suerte: no tener en cuenta el poder de dar

Ayer por la noche estaba en una fiesta de la vecindad para conocer a un


nuevo vecino y le hice la pregunta habitual de: «Así que ¿cómo te ganas la
vida?». Me dijo que es el supervisor de una flota de conductores de camión
para una empresa de la localidad. Le comenté: «He oído decir que es un tra-
bajo con mucho trasiego de personal. Debe ser duro dirigir algo así.» Pero él
me respondió: «No, tengo suerte. La mayoría de nuestros conductores llevan
quince años o más con nosotros.»

Cada vez que oigo la palabra «suerte», mis antenas se ponen en movi-
miento. Deduje que este tipo y su empresa estaban haciendo algo bien y, por
lo tanto, creaban la «suerte» de la poca rotación de personal. Le pregunté al
respecto y Él insistió: «No, lo que sucede es que tenemos suerte, tenemos un
grupo estupendo de empleados.» Le volví a preguntar: «¿Qué es lo que estáis
haciendo diferente de las demás empresas de camiones que ayuda a crear esta
lealtad tan poco habitual?».

—161-
Me respondió: «Bueno, durante la semana enviamos a los hombres a tra-
bajar fuera, pero siempre nos aseguramos de que pasen el fin de semana en
casa con sus familias. Conducir camiones es duro para las familias y muchas
otras empresas exigen que sus conductores estén fuera los fines de semana.
Supongo que ése es el motivo de que nuestros conductores se queden con
nosotros durante tanto tiempo. Les gusta el hecho de que no les hagamos
trabajar tanto y que les permitamos estar en casa con sus familias.»

Esta empresa estaba recibiendo algo de sus empleados, dándoles algo pri-
mero. La lealtad de los empleados era suerte y se la habían ganado. La suerte
funciona como un bumerán.

Creador de suerte: vivir de acuerdo con la filosofía


del bumerán

Preste más servicio de aquel por el que le pagan y pronto le pagarán por
más de lo que usted presta. La ley de los «Rendimientos crecientes» se
cuida de ello. z
NAPOLEÓN HIL1

Kelly Boyer Sagert, de Lorain, Ohio (EE.UU.), es la autora de Bous Boo-


merangs: Americas Silent Sport y una experta en el arte y el deporte de los bu-
meranes. Los bumeranes pueden enseñarnos algo respecto a la creación de
suerte. Kelly dice:
El viento no es lo que hace que un bumerán regrese. No pueden co-
.locarse cuerdas y el bumerán no debe estar sobrecargado con demasia-
das cosas. Sencillamente, ofrézcale su mejor lanzamiento y luego deje
que el bumerán tenga la libertad de realizar su propio y perfecto círcu-
lo. La filosofía del bumerán nos enseña que, en conjunto, aquello que
usted lanza en la vida, al final vuelve.

Le pregunté a Kelly de qué manera pone en práctica esta teoría en su vida


diaria. Me dijo:
A fin de crear suerte, hago favores con tanta frecuencia como los
pido y dejo que los amigos y la familia hagan cosas por mí, incluso
cuando me muero de ganas de hacerlas yo misma. Ofrezco tiempo de
voluntariado en escuelas, bibliotecas y organizaciones cívicas. Recuerdo
cuando quería, desesperadamente, ver mi obra publicada y ofrezco

=162-—
el consejo y el aliento que hubieran representado una gran diferencia
para mí.

La “creación de suerte exige tanto que se dé y se ofrezca ayuda —el lanza-


miento perfecto— como que se reciba, o sea recibir el bumerán cuando re-
gresa. Si sólo se da pero no se permite recibir, es como si lanzara el bumerán
tan lejos como le fuera posible, pero nunca volviera a usted. Eso no se consi-
dera un lanzamiento de éxito. Y la gran satisfacción que da lanzar un bume-
rán es, en realidad, el contemplar como regresa a su mano después de que se
le haya soltado. De eso es de lo que va la creación de suerte. Piense en ello
por un momento, ¿qué es la suerte, en realidad, sino recibir una bendición
de alguna clase? Si no puede usted recibirlo «no tiene suerte». ¿Y de dónde
proceden tantas de nuestras bendiciones? De dar.

Bloqueador de la suerte: contemplar a la suerte


con las gafas de un miope

Conseguirá lo que quiera de la vida si ayuda a la gente suficiente a


conseguir lo que quiere.

Z1G ZIGLER

Con frecuencia, en el momento en que ayude a alguien no sabrá de qué


manera sus acciones se traducirán, al final, en suerte para usted. Al igual
que sucede cuando se lanza un guijarro en un lago, su energía va haciendo
ondas en la superficie y toca cientos de vidas. De dónde, exactamente, surgi-
rá su suerte nadie lo sabe en realidad, hasta que sucede.

Si es usted miope puede que diga de algún acto altruista: «¿Por qué debe-
ría hacer esto? ¿Qué bien va a hacerme?». Imagínese que le dan un guión
para una película. Se trata de una trama retorcida que hace que el público se
pregunte qué les va a suceder a los personajes principales. Al final, como
cualquier buena historia, todo encaja y el público está encantado de ver la
manera en que los acontecimientos del primer acto preparan,el escenario
para el drama del segundo acto, que entonces se soluciona en el tercer acto.
Incluso puede haber un final sorpresa que nadie vio venir.

Si, en su vida, todo lo que puede ver es el primer acto, carece usted de fe
y de visión de que en el segundo y tercer acto comprenderá la manera en que

—163-
esta producción de energía la beneficiará. La suerte se da a conocer de ma-
neras misteriosas que no siempre sabrá usted al principio. Con frecuencia no
se trata de golpe por golpe, o sea; de un intercambio justo y cabal: «Yo hago
esto por ti y luego tú haces esto por mí».

Puede ser algo más parecido a lo siguiente:


Dedica usted tiempo a dar unos cuantos consejos de negocios gra-
tuitos. En el transcurso de su conversación, la persona a la que ayuda
se entera de que usted se toma en serio el juego del bádminton, porque
lo utiliza como una metáfora de algo de lo que explica. Al cabo de
quince minutos termina la conversación y, a partir de ese momento, no
siguen en contacto.
Seis meses más tarde la persona a la que ayudó se vuelve a poner en
contacto con usted para presentarle a una nueva amiga que también
practica el bádminton. Le da su número de teléfono y usted la llama.
Ella le dice que forma parte de un chat cuyos miembros se toman en
serio el mejorar su juego de bádminton. Le anima a que se una al gru-
po y usted lo hace. Un año más tarde conoce a un tipo realmente in-
teresante en el chat y empiezan a compartir historias y trucos de bád-
minton y a partir de ahí todo se pone en marcha. Se enamoran y se
casan.

La cadena de acontecimientos que condujo al matrimonio empezó con


un acto altruista en favor de una persona que no juega al bádminton y ni si-
quiera conoce al hombre que se convierte en el novio. La persona a la que se
ha ayudado se siente en deuda y cuando, varios meses más tarde, conoce a
alguien que tiene la misma afición tan poco habitual, está encantada de pa-
gar la deuda reuniendo a los dos aficionados al bádminton. El resto, como
se acostumbra a decir, es historia.

Si fuera usted soltera y recibiera una llamada de teléfono que pidiera ase-
soría para un negocio y pudiera ver en el futuro que, si atiende esa solicitud,
llegará en última instancia al «señor Maravilloso», puede que aún fuera más
entusiasta a la hora de dar lo que se necesitaba.

El truco para crear suerte es que tiene que entregarse a sí misma sin dis-
poner de esa bola de cristal y sin saber cómo o si la suerte volverá a usted
pero confiando en que si es una persona amable y que ayuda a los demás, las
bendiciones, como el bumerán, al final, regresarán a usted.

—164—-
Diario de la suerte: cuando la suerte empezó
con un regalo y tardó su tiempo en fabricarse

Piense en un cambio afortunado que haya conseguido en su vida y cuya


pista llega hasta un acto de dar a pesar de que no, directamente o inmediata-
mente, después del momento en que dió usted. Podría tratarse de cualquier
cosa de las siguientes:
e La persona o la gente a la que dio devolvió el favor mucho más tarde.

2 La persona o la gente a la que dio la puso en contacto con otra persona


que fue su amuleto de la suerte.
El acto de dar le cambió de una forma positiva. Al transformarse así fue
atraído a nuevas circunstancias, o se unió a un club nuevo, o a algo que
aportó algo positivo a su vida.

El acto de dar algo hizo que abandonara algo que estaba bloqueando la
suerte e impedía que entrara en su vida.
Otra cosa.

Para ilustrar este punto he aquí una historia que pertenece a mi vida:
En el verano de 1994 necesitaba encontrar un agente literario que
me representara para mi primer libro, Honey, 1!Want to Start My Own
Business: A Planning Guide for Couples. Al ser una autora novel se trata-
ba de una tarea desafiante.
Precisamente, cuando terminé de crear una propuesta de libro y es-
taba a punto de empezar la búsqueda de un agente literario, una mu-
jer llamada Maggie Klee Lichtenberg telefoneó a mi casa en Boston, y
me dijo que se lo había recomendado un conocido de ambas de
Nueva York. Maggie era una mujer de unos cincuenta años que era,
relativamente, nueva en Boston y estaba buscando nuevos amigos que
tuvieran una mentalidad espiritual parecida. A pesar de que entre no-
sotras había una diferencia de veinte años, su conocida en Nueva York
con quien yo había coincidido, brevemente, en un seminario, pen-
só que yo podía ser la clase de persona que Maggie quería conocer.
Maggie también esperaba que pudiera presentarle algunos de mis ami-
gos en la zona.

Maggie y yo nos reunimos varias yeces para comer y me pareció ab-


solutamente deliciosa y nos hicimos amigas. Cuando nos encontramos

=165=
por primera vez yo no sabía que «resultaba» que trabajaba para una
editorial importante como directora de marketing y que llevaba veinti-
cinco años en el campo editorial. Después de que nos fuimos cono-
ciendo, Maggie se ofreció a ayudarme a encontrar un agente literario y
a través de su red de trabajo en el sector editorial, me condujo hasta mi
primer agente.

Me alegro de que este poco de suerte no se presentara inmediatamente,


después de conocer a Maggie. En el mundo competitivo editorial, Maggie
estaba acostumbrada a que la gente quisiera utilizarla por sus conexiones.
Yo disfruté ayudándola como amiga y sólo más adelante me alegró com-
probar que el serendipismo me había visitado, llevando a un experto en
edición hasta mi puerta cuando yo podía beneficiarme de sus conexiones
literarias.

Destructor de la suerte: la obsesión por conseguir


deja poco tiempo o interés para dar

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera sido descortés con Maggie cuando


ella llamó o no hubiera seguido ayudándola? ¿Qué hubiera pasado si me
hubiera enterado enseguida que Maggie estaba en el mundo de la edición
y le hubiera pedido su ayuda demasiado pronto? ¿Qué hubiera pasado si
no me hubiera comportado como la clase de persona con quien Maggie se
sentiría cómoda recomendándola a su red de trabajo? Como sea que yo ha-
bía empezado nuestra relación dándome a Maggie como amiga, en lugar
de concentrarme en aprovecharme de sus contactos, acabé recibiendo exac-
tamente lo que necesitaba.

«Amar» es ser humano. «Ser amado» no es otra cosa más que una estatua,
admirada y alabada pero, sin embargo, un objeto pasivo. Amar a los demás y
darles placer nos proporciona un sentimiento de nuestro propio valor, de
realización por haber ayudado a que este mundo fuera un lugar mejor. Llena
nuestros días con significado y alegría.

Sin embargo, en la práctica, tenemos tendencia a invertir gran parte de


nuestras energías en «ser amados». Ponemos un esfuerzo indecible en el
aspecto que presentamos, en el lugar en que vivimos y el coche que con-
ducimos. Todo cosas que tienen que ver con conseguir gustar a los demás,
en lugar de ser nosotros los que mejoremos las vidas de los demás.

=166=
Aún hay algo más grande que la experiencia de «ser amado», aún más
grande que colmar los deseos propios. ¿Cuál es esa experiencia más grande?
Emular a Dios, olvidarse de uno mismo, ser activo y actuar para los demás.
Ser alguien que da.

Tal como enseñan estas frases, un impulso de adquirir y el «concentrarse


en uno mismo» es algo que satura de tal modo nuestra sociedad que todos
caemos bajo su hechizo. Pero ¿cuántas Madres Teresa ha conocido última-
mente? Aleccionarle respecto a la necesidad de salir del materialismo centra-
do en uno mismo no funcionará, ya que su inteligente ego bloqueará lo que
estoy diciendo ahora mismo y le ofrecerá un montón de excusas racionales.
A menos que entre en un camino espiritual que le convenza de que la senci-
llez y el servicio son la manera de actuar y que abandone de buena gana su
vida anterior y se sumerja en este nuevo estilo de vida, lo más probable es
que luche como la mayoría de nosotros para equilibrar el deseo de compla-
cerse a sí mismo con el compromiso de servir a los demás.

Sugiero el siguiente creador de suerte para que le ayude a cambiar a una


conducta de dar más con la que su ego coopere.

Creador de suerte: dé a fin de conseguir

Un árbol con unas raíces fuertes puede soportar la tormenta más


violenta, pero lo que no puede hacer el árbol es hacer crecer las raíces,
precisamente, cuando la tormenta aparece en el horizonte.
Dr. HOWARD CUTLER

Las motivaciones egoístas para dar son absolutamente humanas y creo


que son mejor que nada, así que a ello. Puede darse a sí mismo por las clases
siguientes de razones egoístas:
- Para tener una comunidad de seres queridos que le cuide cuando usted
o su familia tengan necesidad de ello.
- Porque hace que se sienta bien consigo mismo.
- Porque cree que si sigue una ley espiritual respecto a dar, recibirá más
bendiciones de Dios en esta vida, o después de morir.
- Porque hace que se sienta más cerca de Dios.
- Porque la investigación ha demostrado que el trabajo periódico de vo-
luntariado incrementa la esperanza de vida y la vitalidad general.

a
7 Porque aleja su mente de sus problemas o le ayuda a mantenerlos en
perspectiva.
7 Porque le encanta ver su nombre en una placa en la pared. Hace que se
sienta orgulloso.
1

7 Otra (escriba su propia razón).

Ya puedo escuchar las protestas: «No, debe usted dar, limpiamente, sin
condiciones, sólo por la alegría de dar. Cuando esté dando no debe pensar
en recibir nada, de lo contrario no está dando en realidad». ¡Chorradas!

Siga la jerarquía de Maimónides para hacer caridad. En el escalón más


bajo se encuentra el entregar de mala gana cinco pesetas cuando una persona
sin hogar le suplica que se las dé. Luego pasa a dar libremente de persona a
persona cuando nos lo piden, luego cuando no nos lo piden, y luego a dar
anónimamente para proteger la dignidad del receptor, al escalón más alto,
que es ayudar a la gente necesitada a ser autosuficiente a fin de que no ten-
gan que volver a pedir ayuda.

Maimónides no dice: «A menos que puedas dar de forma anónima, sin


que te lo pidan y sin que te den las gracias, no lo hagas». Su libreta de notas
espiritual podría ser mejor si su ego no estuviera inmovilizado y restringido a
recibir algo a cambio, pero la mayoría damos porque nos hace sentir bien, o
porque esperamos recibir algo por haber dado. Está bien. La cosa es dar, sean
cuales sean las razones que tenga para ello.

En cualquier momento en que se encuentre angustiado por algún


problema recurrente de su vida, haga un plan para ser de utilidad a
alguien, en su vida o en su comunidad. que necesite ayuda o compañía.
La próxima vez que se presente el problema, comprométase a pasar tanto
tiempo haciendo este servicio como el que acostumbraba a pasar con el
problema.

BILL O”HANLON

Bloqueador de suerte: cuando el dar para conseguir algo


se vuelve manipulador

Mi afirmación de que está bien dar por razones egoíst


as va acompañada
de un aviso. A pesar de que es casi imposible dar sin condicione
s si no pro-

=168-
cede usted de un lugar compasivo y centrado en el corazón y su donación es,
concienzudamente, manipuladora, a la larga no le traerá mucha suerte.

Algunos expertos sugieren que la suerte puede crearse haciendo ver que se
es vulnerable y se necesita ayuda, porque al hacerlo así conseguirá usted apo-
yo. La idea es que tendrá suertesise rodea de gente que quiere ayudarle por-
que usted la ha engañado para que piense que necesita ayuda.

Pedir ayuda y darla es la clave para atraer a todo un conjunto de gente


que le ayudará a crear suerte. Ninguna estrategia de creación de suerte debe-
ría tener como base la manipulación y el engaño o la superchería.

He aquí algunas reglas de creación de suerte respecto a dar:


1. Dé por razones egoístas pero no pida nada a cambio a menos que se
trate de una transacción clara de negocios.
2. Dé desde el corazón o la conciencia, no sólo desde su mente.

3. Nunca dé nada bajo falsos pretextos a fin de poder manipular a alguien


para que le dé algo que, normalmente, no le daría.
4. Sea fiel a sí mismo y honesto en todas las interacciones.
5. No dé más de lo que sea capaz de dar sin resentimiento.
6. No enfoque el dar como si fuera un contable, llevando la cuenta del
debe y del haber. El abono correspondiente a su haber puede aparecer
dentro de mucho tiempo.
7. En ocasiones dé sin que le pidan. Si le piden, proteja la dignidad del
que lo hace respondiéndole con un deseo genuino de ayudar en lugar
de como si le hubieran coaccionado. «Sí claro que puedo ayudarte...» en
lugar de «De acuerdo, si tengo que hacerlo, lo haré».

8. Dé cuando tenga necesidad de que le recuerden lo mucho que tiene.


Haga donaciones para caridad cuando esté preocupado por el dinero.
Ofrezca sus habilidades como voluntario cuando sea consciente de que
carece de un título universitario y necesite recordar lo valiosos que son
sus conocimientos. Dé cuando note que necesita que su energía deje de
regodearse en sus debilidades y miedos y pase, en cambio, a apreciar sus
potencias y abundancia.

=169=
Creador de suerte: integre unos comportamientos
que incluyan la facilidad de dar en su vida diaria

Hay gente que se vuelve generosa y hace donaciones de caridad el 20 de


diciembre de cada año, cuando necesita un par de deducciones de impues-
tos. Es mejor que nada, pero atraerá más suerte si la generosidad se convierte
en una constante de su vida durante todo el año. Puede que se sienta ya
abrumado por las exigencias que se hacen a su tiempó y a sus ingresos.
«¿Cómo voy a encajar el trabajo de voluntario en un horario que ya es casi
un caos?», se pregunta. Puede que afirme: «Si casi no tenemos dinero sufi-
ciente para pagar todas las facturas».

Hacer de voluntario para su comunidad es una contribución noble e im-


portante. Dar dinero para caridad es sensacional. Pero incluso sin dinero y
tiempo que dar, puede ser una persona generosa. Hay gente que es amable
y compasiva por naturaleza y para ellos, cada día es un día de dar.

He aquí una serie numerada de sugerencias sobre cómo añadir actos de


amabilidad y de conducta dadivosa a su. vida diaria. Añada 20 ideas propias
y elija una o dos nuevas para probarlas.

Haga las pequeñas cosas con mucho amor.

MADRE TERESA

1. Recoja alguna basura y tírela.


2. Busque la manera de hacer una cosa amable diferente y al
azar cada
día.

3. Exprese afecto a sus seres queridos con un e-mail


, una nota amorosa, un
abrazo o cualquier otro pequeño gesto.

4. Sea amable con un televendedor.

5. Compre cosas a una tienda o página web que haga


donaciones de ca-
ridad.
6. Cuando haga pasteles o galletas, haga algo extra para
un vecino.
7. Telefonee durante cinco minutos al día
a un anciano inválido o que casi
no salga de casa, sólo para asegurarse de que se encue
ntra bien,
8. Hágale un cumplido a alguien, aunque se trate
de un extraño.

ib
Dígale a un compañero de trabajo o a un empleado aquello que aprecia
de él.

Invite a cenar con usted y su familia a alguien que viva solo.


Ofrézcase a hacer de canguro a una pareja que no sale lo suficiente.
Compre números del sorteo para el viaje de fin de curso de los hijos de
sus vecinos cuando se lo pidan.
Cuando coma fuera deje una propina mayor de lo normal.
Compre un ramillete de rosas para llevar en la solapa y póngaselo a la
maestra de sus hijos.
15, En un restaurante, párese al lado de la mesa de una familia cuyos niños
se están comportando bien y felicite a los niños y a sus padres.
16: Guarde unos cuantos globos sin inflar en su cartera y sáquelos si se en-
cuentra en un lugar en el que una madre está intentando controlar a un
niño intratable.

Ls Cuando esté limpiando la entrada de su casa, haga lo mismo con la del


vecino.

ES; Tenga a mano un montón de tarjetas de «Gracias» ya franqueadas y


cuando alguien tenga una amabilidad con usted, añádale una nota de
su puño y letra y envíela por correo antes de que se olvide o tenga tiem-
po de arrepentirse.
19: Lleve a su mascota (siempre que esté bien educada) a visitar a una per-
sona anciana.

20. Cuando una ambulancia o un coche de bomberos pase por su lado, rece
por la persona enferma o lesionada, por los médicos y por la familia de
la víctima.

24). Deje un ramo de flores en un asilo o residencia de ancianos, solicitando


que se lo den a alguien que no tenga muchos visitantes o que no tenga
ninguno.

ad Lleve consigo un mapa adicional para que cuando dé instrucciones a


turistas para llegar a algún sitio, pueda marcárselo en el mapa y regalár-
selo.

2 En los días ardientes del verano tenga a punto un refresco para los visi-
tantes y/o para el chico que le lleva el pedido del supermercado.

—171-
Lleve sopa de pollo —hecha en casa o de un restaurante— a un amigo
o vecino enfermo.
Pague la autopista por el conductor que va detrás suyo.
Permita que un conductor se incorpore al tráfico.
Llame a su familia sólo para decirles hola.
Llame al profesor de su hijo, sin venir a cuento, y dele las gracias por
sus contribuciones positivas a su vida.
Llame al entrenador de fútbol/baloncesto/natación (el deporte que sea)
de su hijo sin motivo alguno y dele las gracias por sus contribuciones
positivas a su vida.
En un restaurante, después de comer, apile sus platos de manera limpia
para que a su camarero le sea más fácil dejar limpia la mesa.
Recomiende a un amigo o colega para un trabajo freelance o para un
puesto de trabajo.
da La próxima vez que pase por un lugar de oración, ponga algo de dinero
en el cepillo.
0% La próxima vez que compre flores, dele una al primer extraño con el
que se cruce.
34. Deje que la persona que está detrás suyo en la cola de la tienda de co-
mestibles pase delante.
SN Haga de mentor a un recién salido de la universidad.

50 Pídale a una persona anciana que le cuente recuerdos de su infancia y


escríbalo como si fuera historia oral.
SA Perdone algún daño.

38. Coloque, sin que lo vea, una nota que diga: «Te quiero» en
la caja del
desayuno de su hijo o en el limpiaparabrisas de un amigo.

Diario de la suerte: debo comprender mi conducta dadivosa

Para ayudarle a determinar cuál es ahora su conducta dadiv


osa y la mane-
ra en que puede querer cambiarla, dedique unos momentos
a responder las
preguntas siguientes:

70
1. ¿Qué le motiva para dar y a quién?
¿Qué es lo que hace que deje de dar?
¿Qué clase de actividades de donación le proporcionan mayor alegría?

A¿Qué tipo de donaciones hace que se sienta quemado y resentido por-


que da demasiado o sólo lo hace por obligación o bajo coacción?
5. ¿Cree que necesita incrementar o reducir su conducta de donación?
6. ¿De qué manera podría hacer que su conducta de donación fuera más
alegre y tuviera más significado?

7. ¿Qué pequeños incrementos en su conducta de donación le gustaría in-


tentar, empezando hoy mismo?

8. ¿Cómo puede dar a sus hijos unas lecciones útiles sobre el tema
de dar?

9. ¿De qué manera le ha traído suerte el dar?

Bloqueador de la suerte: dar demasiado

Respetarse y honrarse usted mismo es el mayor regalo que puede hacerle a


otra persona.

CHERYL RICHARDSON

Una mañana quedé consternada al descubrir que tenía una rueda pincha-
da después de que mi coche hubiera pasado la noche en el garaje. Una vez
que hube llamado al servicio de reparaciones, el culpable se hizo evidente.
Había pasado por encima de un tornillo gigantesco que había dejado salir,
rápidamente, el aire de la enorme rueda de mi Ford Expedition. “Tuve suerte
de llegar a casa en buen estado.

Hace poco, la señora que acostumbra a llevar a mis hijas a la escuela me


llamó a primera hora de la mañana para decirme que ese día no podría lle-
varlas. Acababa de descubrir que su coche tenía una rueda pinchada. Cuan-
do le pregunté por ello al día siguiente, me dijo: «El mecánico me dijo que
en realidad se trataba de un escape lento que, probablemente, llevaba allí un
montón de tiempo. Al final se volvió tan malo que hizo que la rueda se que-
dara sin aire».

2 Ei
Usted puede tener una rueda pinchada física o espiritual que bloquee y
destruya la suerte de su vida de una manera muy parecida. Hay gente que
sufre de repente una crisis médica que les obliga a guardar cama, o a acudir
al hospital, cambiando su rutina de manera espectacular. Otros se desgastan,
lentamente, hasta que se vuelven irritables, tienen mal genio y es desagra-
dable estar a su lado. Ya no pueden dar nada más de 'sí porque están de-
masiado exhaustos o resentidos. Comen y fuman excesivamente, ven dema-
siada televisión, duermen demasiado o demasiado poco. Bloquean a su
suerte porque el cinismo y la rabia infiltran su mente o están demasiado can-
sados para aprovechar las oportunidades.

Las mujeres, en particular, se exigen ser estaciones de servicio que están


abiertas las 24 horas y que son incapaces de decirse «Sí» a ellas mismas y eso
quiere decir «No» a otra persona. Esta clase de conducta, aparentemente al-
truista, las perjudica porque, al final, están demasiado quemadas para dar
nada en absoluto.

Fíjese en que el título de este capítulo es «Dar y recibir en igual medida».


La creación de la suerte exige tanto generosidad como amarse uno mismo.
Significa que hay que aprender a cuidarse uno mismo para encontrarse en su
mejor estado tanto físico, como mental y espiritual. Si en este capítulo nos
concentramos en «dar», la creación de suerte también exige que se dé a sí
mismo. No sólo como una idea tardía, sino incluso poniéndose usted prime-
ro en la lista.

Diario de la suerte: ¿cómo me doy a mí mismo?

Reflexione en las declaraciones siguientes que anotará en su


diario de la
suerte:

1. Las actividades siguientes me ayudan a relajarme y a soltarme:

2. Me cuido a mí mismo haciendo lo siguiente:


3. Me cuido a mí mismo no haciendo lo siguiente:

4. Cuando en mi vida me enfrento a una crisis que exige vigor


y resisten-
cia, me refuerzo:
5. Uno de mis placeres secretos es:

6. No cuesta mucho y me hace sentir bien:

—174-
7. Me concedo un descanso del trabajo de la semana al:
8. Me mantengo sano haciendo, o no haciendo:

9. Alimento mi alma:

10. Sigo conectado con los amigos por medio de:

Creador de suerte: recibir sin sentir culpa

No es saludable dar hasta que nos sintamos utilizados, agotados y vacíos.


Dar de este modo puede estar lleno de hostilidad, resentimiento, ira y del
mensaje no hablado: «¡Ahora me posees!». Esto no es amor, es un
cambalache. Amamos mejor partiendo de una sensación de
desbordamiento.
SUE PATTON THOELE

Hay personas, especialmente mujeres, que son terribles en cuanto a mi-


marse. Otras han aprendido lo importante que es para su bienestar que se
cuiden, y por lo tanto eso está bastante bien integrado en sus vidas. Apren-
der a aceptar el amor y una conducta generosa de los demás, es toda una
cuestión diferente.

La persona que no puede recibir o que no quiere, no es un santo. Recibir


le hace a uno vulnerable. Para algunas personas es más fácil estar en la posi-
ción de poder del que da, creándose obligaciones consigo mismas, que sen-
tirse en deuda. Levantar un muro y hacer ver que se es autosuficiente es muy
tentador. De esa manera nunca tendrá que descubrir que sus necesidades
no pueden ser atendidas o que alguien puede desengañarle. Depender de
otras personas puede hacer que sienta que no tiene el control.

Y sin embargo, ¿no es el ceder el control lo que nos trae el serendipismo?


momentos
La creación de suerte sólo es buena planificación, en parte. Los
de coincidencia, las conexiones que se hacen cuando alguien a quien usted
conoce se encuentra con otra persona a la que se supone que debería cono-
se
cer, la manera en que sus acciones encuentran un eco muy lejos de donde
iniciaron, éste es el universo en que está usted viviendo.

r
Para crear suerte, debe ser fluido, espontáneo y vulnerable. Para amplia
tiene tanta
su red de gente que le quiera debe permitir que le amen. La gente

17 3=
necesidad de darle, como usted tiene de recibir. La gente necesita sentirse
como si hubieran pagado su deuda con usted.

El universo recompensa más y mejor a una mano abierta que a un puño


cerrado. Dios también quiere darle a usted.

Diario de la suerte: ¿qué es lo que me impide recibir?

Si quiere abrirse más para recibir suerte de Dios, del universo o de la gen-
te, examine el cómo y el por qué puede que esté usted bloqueándose a la re-
cepción:
1. ¿Qué es lo que sucedió en su vida que hizo que se cerrara a recibir?
2. ¿Qué recompensas a corto plazo recibe al no permitirse recibir de los
demás?
3. ¿Qué es lo que hay de amenazador en recibir?
4. ¿De qué manera ha excluido de su vida a la clase de gente que puede
darle?
5. ¿Cómo empieza el donante, y no el receptor, a hacer que se sienta usted
seguro y poderoso?

Diario de la suerte: ¿de qué manera puedo abrirme


más para recibir?

¿Qué acción o acciones puede hacer hoy para abrirse más, para
recibir dones
de ayuda material, contactos correctos y amor, tanto de la
gente como de Dios?
La suerte está llamando a su puerta. ¿Qué es lo que se
necesita para que
abra usted esa puerta?
Ahora pasamos a la última de las ocho estrategias
creadoras de suerte de
este libro, que es concentrarse en lo positivo. Cuan
do ponga su atención en
lo afortunado que es, lo será más y más y cada
vez más. La manera en que
funciona es sorprendente.

=176-
Concéntrese en lo positivo

Prométase que va a ser tan fuerte que nada va a molestar su paz mental.
Que hablará de salud, felicidad y prosperidad con cada persona que se
encuentre. Que hará que todos sus amigos se sientan como si tuvieran algo
en ellos. Que se fijará en el lado bueno de todas las cosas y hará que su
optimismo se convierta en realidad. Que pensará únicamente en lo mejor,
que trabajará sólo para lo mejor, y esperará sólo lo mejor. Que estará tan
entusiasmado con el éxito de los demás como lo está del propio. Que se
olvidará de los errores del pasado y seguirá adelante hacia los mayores
logros del futuro. Que mostrará una expresión alegre en todo momento y
que ofrecerá una sonrisaacada persona viviente con que se encuentre.
Que invertirá tanto tiempo en mejorar que no lo tendrá para criticar a los
demás. Que será demasiado grande para preocuparse, demasiado noble
para sentir ira, demasiado fuerte para tener miedo y demasiado feliz para
consentir que se presenten problemas.
EL CREDO DE «OPTIMIST INTERNATIONAL»

Creador de suerte: tenga una expectativa positiva para su vida

Abraham Lincolm dijo en una ocasión: «Las personas son tan felices
como hacen que lo sean sus mentes.» De manera similar, la gente es casi tan
afortunada como espera ser.

Cuando espera tener un desengaño, lo tiene. Cuando espera estar satis-


fecho, lo está. Es usted el que crea la vida que se imagina para sí mismo.
¡Es tan fácil quedar atrapado en un círculo vicioso! Le sucede algo desafor-
tunado y empieza a decir que no tiene suerte: «Todo lo que toco se vuel-

ADS
ve...». Y luego, como usted cree que eso es cierto, sucede así, lo que le sirve
de prueba para decir que tenía razón respecto a su mala suerte. Y así, suce-"
sivamente....

Para crear suerte en su vida usted no sólo debe desearla, creer que es posi-
ble tener suerte y trabajar para conseguir tener buena suerte, sino que tam-
bién debe esperar con todas sus fuerzas que la recibirá. Así, cuando todo
marche bien en su vida, su reacción será de gratitud y: «Por supuesto, sabía
que saldría así.» Incluso si no siempre estuvo seguro de cómo funcionaría, sa-
bía que lo haría.

Seguirá sintiéndose asustado, enfadado y dubitativo, pero sólo durante


un tiempo corto. Cuando el ascensor se pare en esos pisos, apriete rápida-
mente los botones que harán que siga adelante hacia su fe, su confianza
y su conocimiento intuitivo. No se quede jamás atascado en un estado
emocional que bloquee a las oportunidades positivas e impida que lleguen
hasta usted.

Usted sabe, y ese conocimiento procede de un lugar más profundo que su


mente, que cuando coopere con las leyes universales de la prosperidad y el
bienestar espiritual, el universo cuidará de usted. Su esperanza de resultados
positivos no procede de la arrogancia y una importancia egoísta como:
«¡El
universo se cuidará de mí porque soy tan importante! ¡Y además me lo
me-
rezco!». Su fe y sus esperanzas positivas se originan en un lugar
mucho más
tranquilo que se encuentra en su alma. Un conocimiento de
que no está
solo, que el mundo es abundante, que Dios es bueno y que usted
puede crear
su propia suerte.

El camino es misterio y ese misterio es un regalo. Si querem


os de verdad
que todas las cosas sean nuevas, hemos de aceptar el
misterio, repleto como
está de sorpresas, perplejidad y un cierto nivel de miedo. El
miedo no debe
paralizarnos: puede ser un punto de nerviosismo
y excitación enraizado
en una confianza profunda. Hemos de recordar cuando
nuestros abuelos
nos hacían saltar en sus regazos, teníamos miedo
pero estábamos excitados
y llenos de confianza.

CAROL OCHs Y KERRY M. OLITZKY


Creador de Suerte: busque lo que tiene de bueno

La mayoría de personas afortunadas no sólo reciben más buena suerte,


sino que le dan un giro positivo a todo. Lo que algunas personas podrían
considerar como desafortunado, ellos dirán que, al final, resultó afortunado.
«Fut un tonto al dejarme atrapar por el tráfico de la mañana y llegar tarde a la
reunión, pero me alegro por haber podido oír ese informe sensacional en
la radio sobre las madres que trabajan.» En pocas palabras: «No hay mal que
por bien no venga».

Puede aprender a poner en práctica el más sencillo y puede que el más


potente de todos los principios de creación de suerte de los que se habla en
este libro: fijarse, apreciar y buscar las experiencias afortunadas que
no bus-
caba en su vida diaria. Hacer eso aumentará con toda seguridad la concien-
cia de su buena suerte y también aumentará la probabilidad de que se
produzcan.

Conseguirá más de aquello a lo que preste atención. Es un principio uni-


versal. .

Los creadores de suerte son los proverbiales fabricantes de limonada. Un


buen número de sus historias de «suerte» tienen su origen en algo que no-
sotros consideraríamos que es un acontecimiento desafortunado. Se puede
responder a las penas y privaciones de la vida utilizando tres estilos básicos.
¿Cuál es el suyo?

1. Destructor de la suerte: ser una víctima perpetua

Un hombre ya está medio derrotado en cuanto empieza a sentir lástima de


sí mismo, o se detiene para preparar una coartada a la que echarle la
culpa de sus defectos.
NAPOLEÓN HILL

Usted sabrá que acaba de conocer a gente de la primera categoría de vícti-


mas y pesimistas si evita hacerles esta sencilla pregunta: «Hola, ¿cómo es-
tás?». A usted le gustaría ser amistoso o servir de ayuda, pero lo que recibe es
un chaparrón respecto a lo horrible que es todo en su vida, que nada de ello
es culpa suya y lo injusta que es la vida. Se dedican a sentir pena de sí mis-
mos y a ganar su simpatía. El resultado es que acaba usted por evitar a esta

a
clase de personas porque conversar con ellas le deprime y además no hay for-
ma de conseguir que la conversación sea corta. Una vez que tienen cautiva a
su audiencia no la dejan ir y por ello se sentirá como si fuera absorbido por
un ciclón.

Conozco a una mujer así. Durante cinco años ha estado inmersa en un


amargo divorcio y la batalla por la custodia de sus hijos con un ex esposo al
que odia. Cuando me la encuentro por la ciudad procuro alejarme lo más
posible, porque es incapaz de hablar de otra cosa que no sea lo horrible que
es su ex marido, lo asquerosa que es su vida y cómo la están fastidiando.
Durante el primer año, más o menos, me fue posible darle toda la simpatía
que ella ansiaba, pero a medida que fueron pasando los años y no oía ni una
sola palabra positiva que saliera de su boca, comprendí mejor el motivo de
que su esposo se divorciara de ella. Vivir con esa mujer podría volver loco a
un hombre. Me preocupan sus hijos, que es probable que se contagien algo
de su visión negativa de la vida.

2. Bloqueador de la suerte: ver lo que tienen de bueno las cosas,


pero sólo a la retrospectiva

El segundo grupo de personas encuentran lo que tiene de bendición la ad-


versidad, pero sólo a la retrospectiva. Gruñen y se quejan durante toda la
experiencia que han recibido mal, maldicen a su mala suerte y desean que las
cosas fueran diferentes. Una vez que han pasado las dificultades, pueden vol-
ver a dar forma a la manera en que perciben los acontecimientos, e incluso
pueden llegar a aceptar que es lo mejor que jamás les ha sucedido pero única-
mente cuando con el tiempo descubren que algo positivo ha salido de ello.

Michael E. Angier, fundador y presidente de Success Networks Inter-


national, relató la historia siguiente en su boletín Success Digest, poniénd
olo
como ejemplo de uno de estos grupos de personas:
Lo que hace que Enterprise, en Alabama (EE.UU.),
sea especial-
mente memorable es un extraño monumento que tienen en el centro
de la ciudad. No puede dejar de verlo. De hecho, si va en automó
vil
tendrá que dar la vuelta en torno suyo porque está situado justo
en mi-
tad del camino. El monumento es una estatua del gorgojo del
algodón.
Probablemente, es el único monumento del mundo que se
haya eri-
gido en honor a un insecto y, además, es seguro que no lo
han levantado

=180=
por su valor estético, ya que el gorgojo del algodón es una criatura parti-
cularmente fea. Lo que es sorprendente es que fuera erigido a causa de la
- devastación que causó en las cosechas de algodón de toda esa zona.
¿Que por qué rindieron honor a esa plaga? Bueno, si no hubiera
sido por el gorgojo del algodón, la economía local hubiera continuado
con su nada sana dependencia de esa única cosecha y de esa economía
de un único producto. Hasta entonces, todo dependía exclusivamente
del algodón. Cuando llegó el gorgojo, los cultivadores de algodón y to-
dos los demás negocios que dependían de ellos se vieron obligados a re-
conocer la necesidad de diversificarse.
A la larga vieron que, de hecho, el gorgojo del algodón les había he-
cho un favor al destruir sus cosechas. Todos sus huevos ya no estaban
en un solo cesto, «el del algodón». Empezaron a criar cerdos, a cultivar
cacahuetes y otras cosechas de las que se cobran en efectivo y toda la
zona mejoró económicamente a causa de ello.
¿Hay algún gorgojo del algodón en su vida? Puede que debiera usted
erigir una estatua en su honor en lugar de maldecir su existencia. La
mayoría de personas positivas y conscientes pertenecen a esta segun-
da categoría. Somos capaces de volver a dar forma, bajo una luz posi-
tiva, a casi todo excepto a la pérdida de un ser querido, pero sigue sien-
do duro hacerlo en el momento de nuestro mayor sufrimiento.

3. Creador de suerte: encontrar inmediatamente

Somos la única especie sobre la Tierra que puede existir en el presente


mientras se preocupa, simultáneamente, por el futuro.
LAURIE BETH JONES

La tercera respuesta a la adversidad es la de esas personas que empiezan a


buscar las bendiciones en el mismo momento en que experimentan la difi-
cultad. Usted se maravilla de su valor, fuerza, fe, flexibilidad y optimismo.
Cuando les pregunta cómo les va, puede que les oiga hablar de sus proble-
mas pero lo más frecuente es que le hablen de su esperanza y de lo que están
haciendo para solucionar el problema. Nueve veces de cada diez, antes de
que termine la conversación, le estarán preguntando cómo le va a usted. No
piensan que el universo tenga que girar en torno a ellos.

—-181-
Luke y Sarah eran unos vecinos que podían servir de ejemplo de esta res-
puesta positiva y productiva a la adversidad. Hace cinco años, Sara se lesionó
gravemente la espalda en el trabajo y, desde entonces, ha estado totalmente,
impedida y sufre muchos dolores. Cuando les conocí, dos operaciones
importantes y cinco intentos diferentes de someterla a una terapia física no
habían conseguido hacer que andara o aliviara su dolor. De hecho, la mayo-
ría de tratamientos habían hecho que empeorara. Tenían todos los motivos
para quejarse y lamentarse, especialmente desde que Sarah había tenido difi-
cultades para obtener los servicios que necesitaba a través de los beneficios
de la seguridad social.

Incluso así, siempre me transmiten una visión optimista y llena de moral.


Luke abandonó un trabajo fijo y empezó un negocio para poder trabajar en
casa y ayudar a su esposa cuando ésta necesitaba ayuda. Me dijo:
Hay gente que tiene miedo de dar un paso hacia lo desconocido y
renunciar a la comodidad de un sueldo fijo. La lesión de Sarah me dio
el valor de correr el riesgo, ya que ella me necesitaba en casa. Y además
¡me he vuelto todo un experto en ir a la compra, limpiar y hacer la co-
mida!
A algunos hombres les daría un cólico sólo con pensar que sus esposas no
ayudarían con las tareas domésticas o a ganar un sueldo, pero ése no es el
caso de Luke. No desperdicia ni un minuto sintiendo lástima de sí mismo.
Él sólo cuenta sus bendiciones.

Sarah recuerda un momento cuando ella se encontraba en la clínica del


dolor e hizo amistad con la esposa de un hombre joven con un tumor cere-
bral inoperable. Dice:
Ves a alguien así y te dices, ¿quién soy yo para quejarme? Por lo me-
nos Mi esposo y yo tenemos esperanzas, podemos ver la luz al final del
túnel. Jamás hemos perdido la visión de lo que será nuestra vida cuan-
do mi espalda esté curada. Gracias a todo esto, el amor por mi esposo
se ha hecho más profundo e intenso. Él ha estado junto a mí todo el
tiempo sin una sola queja. Ahora, ambos nos emocionamos con las
pe-
queñas cosas, como los días en que puedo vestirme sola o poner una
la-
vadora sin ayuda. Nosotros apreciamos la oportunidad que nos ha
pro-
porcionado mi lesión para unirnos aún más como pareja.
Sarah y Luke empezaron a buscar el arco iris tan pronto como
aparecie-
ron las nubes, así es su naturaleza. Después de cinco años de cielos
tormen-
a
=182-
tosos, incluso en las ocasiones en que el arco iris no era visible, ellos siguie-
ron esperando que reapareciera y lo siguen haciendo así. Hace poco Sarah se
volvió a someter a otra operación de cirugía experimental y ésta ha funcio-
nado. La última vez que la vi era como si estuviera en éxtasis porque era ca-
paz de caminar por su acera y hablar con los vecinos de su calle.

Desde entonces esta pareja ha dejado el vecindario a fin de ir en pos de


una nueva oportunidad de carrera para Luke. Echo mucho de menos los ra-
yos de sol que les acompañaban a todas partes adonde iban.

Creador de suerte: entrénese a encontrar lo que tenga de bueno

A lo largo de los últimos años he realizado un esfuerzo intencionado para


cambiar la oportunidad temporal de mi actitud que, normalmente, es optimis-
ta. A pesar de que he sido siempre bastante buena en ver el lado bueno de las
cosas, acostumbraba a hacerlo después de gruñir un cierto tiempo respecto a las
dificultades. Ahora me disciplino para asumir que de cualquier cosa resultará
algo positivo. Empiezo a buscar y a aplaudir lo que cualquier cosa pueda
tener de bueno a los pocos minutos o segundos de quedar desencantada
y sólo me permito hacer pucheros durante un tiempo muy corto.

He tenido la suerte de que ni yo ni mi familia hayamos pasado ninguna


gran tragedia como la pérdida de la vida o la incapacidad física o mental. En
estos momentos que rompen el corazón, como los que han tenido que so-
portar Christopher Reeve y su esposa e hijos, la actitud de ajuste acostum-
bra a tardar más a medida que se entra en un proceso natural de aflicción.
En el caso de una gran pérdida puede que pase un año, o más tiempo, antes
de que pueda usted apreciar lo que tiene de bueno.

Pero la mayoría nos ahogamos en autocompasión y pensamientos pesi-


mistas con respecto a las pequeñas cosas. En el capítulo cuarto, «Responda
con elasticidad y resistencia a las pruebas de la vida», ya dijimos que podía
parecerse a llevar un abrigo de piel en un hermoso y soleado día. Entrénese a
quitarse el abrigo de su pensamiento negativo tan pronto como se lo ponga.
Y aún sería mejor que dejara el abrigo en su armario. Tener presente que no
hay mal que por bien no venga y, por lo tanto, buscar el lado bueno de las
cosas en cualquier adversidad puede convertirse en un instinto arralga-
do como cepillarse los dientes después de comer, si es que decide usted con-
vertirlo en una costumbre.

—183-
Diario de la suerte: elegir lo positivo en lugar de lo negativo

¿Cuáles son las costumbres negativas de su mente que le hacen la zancadi-


lla? He aquí una manera creativa de afirmar su decisión de elegir una alter-
nativa más positiva. Puede hacer este ejercicio con su pareja, un hijo o hija,
un socio en los negocios o un colega. Escriba el borrador en su diario de la
suerte y una vez que lo haya completado, diseñe su propio cartel de afirma-
ciones para colocar en una pared y que incluso puede enmarcar.

Utilizando las letras del alfabeto, de la A a la Z, seleccione un punto de


vista mental que destruya/bloquee la suerte, que empiece o incluya cada una
de las letras. Por ejemplo: «Yo decido Pedir lo que quiero antes que esPerar
por lo que quiero», o: «Elijo la Gratitud en lugar de aGarrarme a algo». Más
adelante verá más ejemplos. Elija un día o una semana en la que el tema será
una letra en particular. Siempre que sea posible, cambie conscientemente del
pensamiento negativo al positivo.

Por ejemplo, si ésta fuera la semana de: «Desilusión en lugar de Deso-


lación», usted intentaría echarse todas las- pequeñas cosas a la espalda en lu-
gar de convertirlo todo en una tragedia. Habrá multitud de ocasiones en las
que volverá usted a las andadas porque no se trata de magia, pero su inten-
ción de hacerlo mejor se irá fortaleciendo.

Puede utilizar este ejercicio para mejorar su actitud hacia su trabajo, sus
hijos, su camino espiritual o cualquier aspecto de su vida. Siga mi ejemplo y
cree usted su ejercicio.

Creador de suerte: eliminar los pensamientos negativos


tan pronto como entren en su mente

Su camino espiritual puede enseñarle una costumbre de meditación como


el yoga o la meditación atenta, que intente ayudarle a disminuir el estrés
ya
controlar su mente. Somos pocos los que seremos capaces, alguna vez, de no
tener pensamientos negativos en absoluto. Pero podemos mejorar eliminan-
do esta clase de pensamientos lo antes posible. No hay nada como el
golpe-
tazo de un pensamiento negativo para bloquear los rayos de sol de
la suerte.
¡Es como si se pusiera una crema solar de factor de protección 45 por
todo el
cuerpo!

—184=
Yo desarrollé la visualización siguiente para ayudarme a liberar a mi men-
te de pensamientos y obsesiones negativas. ¡Puede tomarla prestada!

Imagínese que está nadando en una piscina muy grande, tranquila y cá-
lida. Brilla el sol, la vista es magnífica y se siente usted en paz. La tempera-
tura es la adecuada y está usted nadando fácilmente y sin resistencia cuan-
do se fija que hay un insecto en el agua. Al principio nada usted alrededor
del insecto, fijándose en él pero no permitiendo que interfiera con su nata-
ción.

La piscina es su mente cuando está usted tranquilo y es feliz. El insecto es


un pensamiento negativo. Al principio, su pensamiento negativo es sólo una
irritación de menor importancia, pero el insecto empieza a crecer y a hacerse
más grotesco y, antes de que pase mucho tiempo, está desbaratando la sere-
nidad de su natación. No puede pasar nadando por su lado sin mirarle y que
le de asco. A pesar de que está muerto, le asusta.

El insecto es su pensamiento negativo que se está convirtiendo en una


obsesión, que está ocupando su mente y destruyendo su serenidad y sus ca-
pacidades de crear suerte. A pesar de que el pensamiento no tiene otra vida
real que la que usted le da, llega a hacerse mayor que su tamaño natural. He
aquí la manera de eliminarlo de su mente.

Salga de la piscina y acérquese a la pared en la que se encuentra un palo


muy largo con una red en el extremo. Sáquelo de la pared y sumerja la red
en la piscina, recoja ese insecto tan gordo y asqueroso y láncelo a la hierba,
donde no le hará daño a nadie. «¡Adiós insecto, ya no volverás a molestarme
más cuando nade!» Una vez satisfecho de haber vencido a esa fea criatura, re-
grese a la piscina y disfrute nadando.

Cuando un pensamiento negativo entre en su mente —y antes de que se


convierta en una obsesión— visualícese tomando uno de esos recogedores de
insectos y lance ese pensamiento fuera de su mente. Luego imagínese a su
mente volviendo a la serenidad de una piscina cálida. Si repite esta medita-
ción lo suficiente, aprenderá a eliminar ese pensamiento de su cerebro antes
de que se convierta en un feo insecto.

185
Creador de suerte: vigile sus «pero»

La vida está llena de molestias y fastidios. En uno de mis viajes a Israel,


visité a un amigo y le pedí que acudiera al Muro de las Lamentaciones a
rezdr por mi hermano, que estaba enfermo de cáncer. Cuando me iba, él
me dijo: «Que puedas tener muchas preocupaciones». Yo le repliqué:
«¿Qué clase de bendición es esa» y él me respondió: «La vida está llena de
molestias e irritaciones, pero si no hay un único problema que te abrumoe,
eso es extremadamente grave y oscurece cualquier otra molestia, quiere
decir que todavía no te ha sucedido nada tan malo».

RABINO ABRAHAM TWERSKI

Los atletas olímpicos llegan a los juegos practicando todo el tiempo; ho-
ras y horas y horas de práctica. Y lo mismo sucede para desarrollar un estado
de ánimo positivo. Especialmente, si tiene usted tendencia a concentrarse
automáticamente en lo negativo, tendrá que pasarse horas y más horas para
volver a entrenar a su mente. La buena noticia es que ¡puede usted hacerlo!
Con persistencia y un compromiso a largo plazo verá los resultados.

He aquí una técnica que puede representar una gran diferencia respecto
a la manera en que considera usted sus circunstancias.

Imagínese que es el propietario de una tienda de venta al detalle y ha sido


uno de esos días de pesadilla. Los clientes se han estado quejando, un emplea-
do clave se ha despedido sin avisar y su caja registradora se ha estropeado. Es
como si una nube negra hubiera estado encima de su tienda todo el día y us-
ted ha estado gruñendo para sí mismo: «¡Hoy no debía haberme levantado
de la cama!».

Y sin embargo, ha sido un día provechoso, ha vendido 500 dólares más


de su promedio de ventas ya que un cliente rico de fuera de la ciudad
deci-
dió equipar a todos sus nietos en su tienda. Usted arrastra su cansado cuerpo
hasta la puerta de su casa, donde su esposa le hace una pregunta
sencilla:
«¿Cómo te ha ido el día, cariño?».

Hay dos maneras posibles de responder:

«Ganamos un buen dinero, pero fue un día horroroso. Estuv


e todo el día
oyendo quejarse a los clientes, mi mejor vendedor se despidió
y la caja regis-
186
tradora se estropeó cuando había toda una cola de clientes esperando.
¡Ponme una copal»

El tono general de su respuesta es sombrío y las descripciones negativas


que siguen al pero eliminan cualquier apreciación positiva de la buena noti-
cia que iba antes del «peor». A pesar de sus beneficios, todo el día se conside-
ra un día desafortunado, y usted está buscando, primordialmente, simpatía
y alivio para su estrés. Ahora veamos la respuesta alternativa:

«Estuve todo el día oyendo quejarse a los clientes, mi mejor vendedor


se despidió y la caja registradora se estropeó cuando había toda una cola de
clientes esperando, pero ganamos 500 dólares más de los que acostumbra-
mos a ganar en un día así que ¡ponme una copa!, vamos a celebrarlo.»

¿Qué es lo que hay de diferente en este párrafo? ¡Sólo la situación del


pero! El que recalque lo negativo o lo positivo de su interpretación de los
acontecimientos tiene mucho que ver con el lugar en que ha colocado su
pero... y si está usted abatido o aprecia lo bueno que se cruzó en su camino.
Al dejar las buenas noticias para después del pero, en lugar de colocarlas an-
tes, el énfasis pasa más a lo positivo.

Ya hemos hablado antes en este libro de la importancia de su propia


identidad, o sea, si se ve usted como una persona afortunada o infortuna-
da. Todo se reduce al lugar en que colocó usted el «pero». Conozco a al-
guien que perdió de manera trágica todo lo que poseía en el incendio de su
casa y en esa época no tenía un seguro de incendios. Cuando el fuego se
inició tenía siete niños que estaban durmiendo en la casa. Cuando cuenta
la historia no se concentra en la pérdida material sino que habla de su suer-
te: «Perdí todo lo que poseía pero, afortunadamente, mis siete hijos salie-
ron de la casa sin sufrir ninguna lesión.»

Se da cuenta de lo diferente que sería si ella dijera: «Todos mis hijos salie-
ron sin sufrir daño alguno pero perdí todo lo que tenía y no estaba asegura-
da.» Se trata de una historia de desgracias y de la mala suerte de no tener su
pérdida asegurada. Aquello en que ella decida concentrarse —su suerte O
su mala suerte— determinará la cantidad de suerte que atraerá a su vida en
el proceso de reconstrucción. ¿Es una víctima o recibió una bendición? La
manera en que responda a esa pregunta también servirá para que sus hijos
aprendan respecto a la suerte.

187
A medida que vaya transcurriendo su vida, vigile sus «pero». Fíjese en si
habla consigo o con los demás de un manera que disminuye su resistencia y
elasticidad, enmarcando el acontecimiento en lo negativo. Con la práctica
puede aprender a decir lo mismo pero retener una perspectiva mucho más
optimista.

Destructor de la suerte: no apreciar sus bendiciones

Cada minuto que pase estando enfadado, pierde sesenta segundos de


felicidad.
ANÓNIMO

Por muy malo que sea o haya sido un día, siempre podrá encontrar algo
por lo.que tenga que estar agradecido. Estoy entrenando a mis hijos en este
enfoque consciente a la hora de nuestro ritual de irse a la cama. Antes de las
plegarias y de los besos de buenas noches, pido a los niños que me digan al-
gunas de las cosas por las que están agradecidos. Es posible que mencionen
el apetitoso postre de después de cenar o lo mucho que se divirtieron jugan-
do con la canguro. Pero también les he enseñado a decir gracias por las cosas
importantes como «ojos que ven y una boca que habla y unas piernas que
me,permiten correr y una casa que nos mantiene calientes y por mamá y
papá que me quieren» y demás. Quiero que comprendan lo afortunados que
son al haber nacido en una opulencia relativa, sin desventajas, con todas las
_ Posesiones materiales y amor de la familia que necesitan. Incluso siendo tan
Jóvenes están empezando a entender cómo hay que sentir gratitud.

Mi esposo y yo también compartimos un ritual nocturno. Antes de dor-


mirnos, nos recitamos el uno al otro una lista corta de cosas por las que esta-
mos agradecidos, como una cama de agua cálida y confortable o unos hijos
sanos. En lugar de dormirnos después de ver las noticias de la televisión
lle-
nas de muerte y aflicción, nos dormimos apreciando nuestras bendicio
nes.

El momento para llevar a cabo esta clase de ritual es, especialment


e,
¡cuando no se tiene ganas de ello! Cuando sienta lástima de sí mismo,
esté
furioso con alguien, o esté tan deprimido que no pueda encont
rar esperan-
za, concéntrese en sus bendiciones para que le ayuden a pasar
a un humor
más propicio a la creación de suerte. Por tremendas que
sean sus circuns-
tancias siempre tendrá cientos de bendiciones que contar.

=188-
Cuando no se concentraen sus bendiciones, destruye usted su capacidad
de dar un giro a su suerte. Entra en una espiral negativa, en la que el pensa-
miento negativo y la falta de apreciación llevan a más dificultades, lo que a
usted le demuestra que tiene razón al decir que no es afortunado. Deja us-
ted de dar; deja de creer que pueden pasarle cosas buenas y dejar de fijar-
se en las maneras notables que tiene el espíritu de llegar a usted durante
el día. Puede estar tan absorto en su miseria que puede convencerse de que
está marcado para tener mala suerte.

Tengo suerte. Si los auxiliares médicos no hubieran llegado tan


rápidamente, si hubiera llegado al hospital cuando la doctora Jane no
hubiera estado allí, si hubiera tenido un cirujano menos brillante
y si hubiera ido a competir a Vermont y hubiera sufrido la misma lesión,
no habría sobrevivido.

CHRISTOPHER REEVE

La suerte es un estado de ánimo y no sólo un acontecimiento externo.


Por lo tanto, siempre podrá cambiar su suerte si cambia la percepción que
tiene de ella. He leído la historia de un obrero de la construcción que se
quejaba de tener las manos cortadas y sangrando en lo más frío del invierno.
Sentía lástima de sí mismo hasta que vió a un repartidor de periódicos que
no tenía manos y que luchaba por hacerse con su paquete de periódicos.
Jamás volvió a quejarse de lo que le dolían las manos.

Creador de suerte: escriba cada día en un diario de gratitud

Oprah Winfrey ha tenido como misión, durante los dos últimos años,
convencer a sus audiencias de que: «Empiece un diario de gratitud y verá
cómo empieza a llevar más suerte a su vida». Personalmente, y como escribo
durante todo el día, prefiero el ritual de citar en voz alta, cada día, todas mis
bendiciones. Pero hay personas que juran que el proceso de anotarlo en un
pedazo de papel es lo mejor. No tiene que ocuparle más de cinco minutos al
día y es una herramienta muy potente para volver a concentrar su mente.

Además de fijarse en las cosas que ha recibido y por las que está agradeci-
do, incluya también lo que no sucedió y que también agradece. ¡Jamás se
quedará sin existencias de cosas por las que estar agradecido! El rabino
Simcha Zissel de Kelm enseñaba a sus estudiantes:

=189=
Cuando una camisa cae de la cuerda en que estaba tendida al sol y
se ensucia, en lugar de estar molesto por su camisa sucia, diga: ¡Estoy
agradecido de no haber estado dentro de esa camisa!». Desarrolle la
costumbre de estar agradecido por todas las cosas malas o equivocadas
que 20 sucedieron en su vida y eso hará aumentar su dosis diaria de
alegría y disfrute.
Su lista de gratitud no siempre tiene que ser profunda,o sea que asegúre-
se de incluir las cosas pequeñas que le proporcionan comodidad y alegría.
¡Está bien sentirse extraordinariamente agradecido por el helado de chocola-
te de Ben y Jerry!

Cheryl Richardson, autora de lake Time for Your Life, nos hace esta suge-
rencia única: «Cuelgue una hoja grande de papel en la pared y deje a su lado
unos cuantos rotuladores de colores. Cada vez que pase por ahí, anote una
cosa por la que se sienta agradecido».

Diario de la suerte: debe identificar sus espinas y sus rosas

Podemos quejarnos de que los rosales tengan espinas o alegrarnos porque


las espinas tienen rosas. Todo depende de la manera que se mire.

ANÓNIMO

Complete las frases siguientes en su diario de la suerte:

Las espinas que tengo clavadas son: _——_—_—_—_JJJJJ—JJJ————

¿(EKAA>A>——
A _ _ III A
>z>P“foó

Las rosas que han aparecido como resultado son: o

Entre mis bendiciones cuento con:

Destructor de la suerte: permitir que la gente tóxica le saque,


de un golpe, todo el valor que posee

Áme a su vecino como a sí mismo, y elija a sus vecinos.

ANÓNIMO

—190-
Hablando de tener clavada una espina, no podré nunca advertirle lo sufi-
ciente del daño que incluso una sola persona negativa puede hacer a sus
capacidades de creación de suerte. Confiar en su intuición y correr riesgos
exige, en ocasiones, un valor sobrehumano. Todo lo que se necesita para desar-
mar a alguien es que una persona diga: «¿Qué pasas, está loco?», o que otra
exclame: «¡Jamás serás capaz de hacer eso!»

La gente negativa le robará la energía. Cuando le ataquen, su instinto será


el de defenderse y entonces su energía se dirigirá hacia su defensa en lugar de
dedicarse a crear aquello que usted quiere. Es poco probable que consiga
cambiar la opinión que tienen de usted, pero quedará rápidamente atrapado
y creerá que sólo con que fuera un poco más persuasivo, ellos llegarían a ver
las cosas como usted las ve. Si tiene aunque sea la más pequeña duda o te-
mor, escuchar a una persona tóxica lo incrementará al máximo. S1 está tra-
tando con una persona así de negativa, lo mejor que habitualmente se puede
hacer es no tratar con ella.

La gente tóxica sólo tiene poder sobre usted si se lo permite y tienen la ma-
yor influencia cuando se siente usted inseguro y confuso. Cuando sabe lo que
quiere y tiene fe en que llegará allí, casi no tienen influencia alguna.

Cuando sea vulnerable, consiga que sus planes no sean conocidos por los
cínicos de su vida. Anúncielos cuando haya tomado ya la decisión y los deta-
lles se hayan gestionado. Así los dejará de piedra cuando les demuestre que
puede hacerse.

Diario de la suerte: ¿quién es la gente tóxica en mi vida?

1. ¿A quién necesita evitar o tomar a la ligera cuando esté tomando deci-


siones graves y no esté completamente seguro de cómo va a salir todo?
2. ¿Cuál es la motivación y la recompensa para la gente negativa de su
vida? ¿Qué están consiguiendo con ello?
¿De qué manera creen que le ayudan?
4. ¿Se busca usted mismo problemas al pedir consejo a esas mismas per-
sonas?

=191-
Creador de suerte: ande por ahí con personas positivas
y sea una de ellas

Respecto al tema de la creación de suerte y de concentrarse en lo positivo,


Judy decía lo siguiente:
Antes de la muerte de mi hijo, mis amigos acostumbraban a decir
que yo tenía una vida fascinante. Un esposo sensacional, unos hijos es-
tupendos... y en muchos aspectos era así y lo sigue siendo.
Pero también tuve una tonelada de adversidades: crecí con una ma-
dre que enfermó de cáncer cuando yo tenía seis años y que murió
cuando yo tenía catorce, un padre alcohólico y abusón, así como mon-
tones de muertes en la familia, incluyendo la de mi propio hijo cuando
sólo era un adolescente.

Yo parecía tener una vida fascinante y llena de encanto porque me


obligué a regodearme en lo positivo antes que en lo negativo. Conozco
a personas que han tenido muy pocos problemas en sus vidas y que es-
tán amargadas y son envidiosas y conozco a más personas cuyas vidas
han estado llenas de tragedias y, sin embargo, nunca lo dirías. Ellos no
restriegan sus problemas en la cara de las demás personadel s mundo,
los reconocen pero no se concentran en ellos.
¿Adivina quién tiene más éxito en la vida en general? La gente quie-
re estar cerca de otras personas que les animen, no que les arrastren a
las profundidades. Cuando la gente disfruta con su compañía en
lugar
de temerla, es que usted tiene más éxito de manera natural. Parece do-
lorosamente obvio, pero hay por ahí una enorme cantidad de personas
negativas que ni siquiera se imaginan que lo son.
Así que ¿cómo se hace para atraer a la buena suerte? Sonría al mun-
do y éste le devolverá la sonrisa.
Y qué mejor manera que terminar este libro que con una
sonrisa.
Confío en que Cree su propia suerte le haya proporcionado
muchas
razones para sonreír y nuevas herramientas para adquirir la
clase de éxi-
to y de felicidad que hará que sonría usted en el futuro. La
creación de
suerte es un negocio serio, pero si alguna vez empieza usted
a tomárse-
lo demasiado en serio, habrá llegado el momento de
tomárselo un
poco más a la ligera.
No atribuya jamás la buena suerte de alguien a la
pura suerte. Existe

=192—
un lugar en el universo para la oportunidad al azar, pero cuando se
diga a sí mismo: «¡Vaya, qué suerte tiene!», pregúntese: «¿Qué es lo que
habrá hecho para crear eso?».
Su-felicidad y su buena suerte están en sus manos y en su mente.
Sean cuales sean las circunstancias que usted promueva, permita, o se
vea obligado a enfrentarse en su vida, conviértalas en suerte. La elec-
ción es suya.
Como quiero acabar este libro con una sonrisa, adopte la actitud
que aparece a continuación y que he visto impresa en un adhesivo en
un parachoques, y le garantizo que hará grandes cosas en su vida.

Cualquier día sobre la tierra es un buen día.

Le deseo la mejor de las suertes...

193
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Resúmenes de los capítulos

Resumen del capítulo 1


6 Creadores de suerte
Desarrolle una mentalidad abierta
Crea en lo imposible
Cuando tenga suerte, créaselo
Cambie su definición negativa de ser una persona que no tiene suerte
Desarrolle una actitud del tipo «¿Qué puedo perder?»
El amor por las sorpresas

2 Bloqueadores de la suerte
Pensamiento pesimista y estrecho de miras
Esperar la decepción

1 Destructor de la suerte

Aferrarse a costumbres negativas para la suerte a causa de lo que le proporcionan

Resumen del capítulo 2


9 Creadores de suerte
Cree una comprensión clara de lo que quiere
Partiendo del autosabotaje encuentre el camino de vuelta a la creación de suerte
Aprenda de los «errores» pasados
Asegure las afirmaciones en la realidad
Haga lo que sea necesario para conseguir lo que quiere
Hágalo de todos modos, incluso cuando no tenga ganas de hacerlo

7
Desarrolle unas costumbres de acción positiva que promocionen la suerte
Quiera lo que ya tiene
Transforme sus adicciones en preferencias

2 Bloqueadores de la suerte
Pedir cacahuetes
Concentrarse, absolutamente, en lo que no quiere

2 Destructores de la suerte
Sentir que no se merece conseguir lo que quiere o tener miedo de conseguirlo
Las afirmaciones no acostumbran a funcionar

Resumen del capítulo 3


9 Creadores de suerte
Haga caso a su intuición con mayor frecuencia
Cálmese y vaya más despacio
Cuando sepa lo que tiene que hacer, absténgase de pedir consejo
Cuando se sienta angustiado permita que otras personas le apoyen
Aprenda su propio lenguaje intuitivo
Haga preguntas a su intuición
Pida confirmación al universo
Distinga entre sabiduría intuitiva y miedo
'Preste atención a las coincidencias significativas

3 Bloqueadores de la suerte
Demasiado ruido
Pedir consejo con demasiada frecuencia
Ignorar un desafío a sus rígidas exigencias

1 Destructor de la suerte
Ignorar su intuición como temprano sistema de aviso

Resumen del capítulo 4


8 Creadores de suerte
Recuerde OMOC y Holanda
Piense a toda velocidad

=198=
No haga asunciones respecto a la suerte
Siga adelante teniendo fe
Convierta el rechazo en determinación
BBS A
Reduzca al mínimo la cantidad de tiempo que está usted en crisis
Adopte una actitud agradecida

2 Bloqueadores de la suerte

Envidia
PPED

1 Destructor de la suerte

¡Muéstrame primero el cómo!

Resumen del capítulo 5


5 Creadores de suerte
Háblese como si fuera un niño pequeño
Recuerde, siempre podría ser peor
Siempre que pueda, perdone y abandone la ira
Convertir el remordimiento en determinación
¡Decirle que sí!

2 Bloqueadores de la suerte

Molerse a palos
Vivir inmerso en el remordimiento

3 Destructores de la suerte

Molerse a palos
No ser capaz de perdonar
Buscar aprobación y no decir «no» cuando es necesario

Resumen del capítulo 6


5 Creadores de suerte

/Respete la oportunidad temporal perfecta de un plan divino


Hay que determinar cuándo son necesarias la paciencia o la persistencia
Permita que su intuición le diga cuándo ha llegado el momento de actuar

199
Crea en un plan mejor
Cree una sensación de urgencia y trate al tiempo como a un bien precioso

2 Bloqueadores de la suerte

Convertirlo todo en una catástrofe


Aferrarse a algo cuando ha llegado el momento de abandonar

1 Destructor de la suerte

Rendirse demasiado pronto

Resumen del capítulo 7


4 Creadores de suerte

Vivir de acuerdo con la filosofía del bumerán


Dé a fin de conseguir
Integre unos comportamientos que incluyan la facilidad de dar en su vida diaria
Recibir sin sentir culpa

3 Bloqueadores de la suerte
Contemplar a la suerte con las gafas de un miope
Cuando el dar para conseguir algo se vuelve manipulador
Dar demasiado

2 Destructores de la suerte
No tener en cuenta el poder de dar
La obsesión por conseguir deja poco tiempo o interés para el dar

Resúmen del capítulo 8


8 Creadores de suerte
Tenga una expectativa positiva para su vida
Busque lo que tiene de bueno
Encontrar, inmediatamente, lo que tiene de bueno
Entrénese a encontrar lo que tenga de bueno
Eliminar los pensamientos negativos tan pronto como entren
en su mente
Vigile sus «pero»
Escriba cada día en un diario de gratitud
“Ande por ahí con personas positivas y sea una de ellas

—200—
1 Bloqueador de la suerte
Ver lo que tienen de bueno las cosas, pero sólo a la retrospectiva
e

3 Destructores de la suerte
Ser una víctima perpetua
No apreciar sus bendiciones
Permitir que la gente tóxica le saque, de un golpe, todo el valor que posee

—201-
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Sobre la autora
Azriela Jaffe reside en la actualidad cerca de Filadelfia, Nueva Jersey, con
su esposo y sus tres hijos. Le encanta que sus lectores se pongan en contacto
con ella. Si desea enviarle sus comentarios respecto a la creación de suerte en
su vida, ya sea por e-mail o por correo, estará encantada. Está compilando la
historia de «Cree su propia suerte» para un posible libro: Creadores de suerte.
Si tiene una historia favorita sobre la manera en que usted creó suerte en su
vida, o sabe de otra persona que la tenga, por favor dígaselo.

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South San
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