Cuentos
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La Tristeza y la Furia
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde
los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los
colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban
permanentemente...
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó
rápidamente y más rápidamente aun, salió del agua...
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así
que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia,
ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien,
encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la
furia, en realidad... está escondida la tristeza.
Obstáculos
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se
recorta la silueta de una ciudad.
Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo
que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños
están en esta ciudad.
Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a
lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que
sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar
hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero
no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo
que una enorme zanja me impide mi paso.
Temo… dudo.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y
también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un
abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo.
Nunca he sido hábil con mis manos… Pienso en renunciar. Miro la meta que
deseo… y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está
hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado… descubro el muro. Un gigantesco
muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos
obstáculos entre mi objetivo y yo?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste
tú.
Jorge Bucay
Quiero
De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni
oficio. En realidad, era su puesto porque sus padres había sido portero de ese
prostíbulo y también antes, el padre de su padre.
Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con
inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio.
Modifico las habitaciones y después cito al personal para darle nuevas instrucciones.
Ah! Cuanto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para
que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo
tanto...
Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabaje en esto toda mi vida, también mi
padre y mi abuelo...
No lo dejó terminar.
Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar
una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que
encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte.
El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar
a encontrarse en esa situación. Llego a su casa, por primera vez desocupado. Qué
hacer?
Recordó que a veces en el prostíbulo, cuando se rompía una cama o se arruinaba una
pata de un ropero, el, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo
sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que
alguien le ofreciera un empleo.
Busco por toda la casa las herramientas que necesitaba, solo tenía unos clavos oxidados
y una tenaza mellada.
Mire, si, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quede sin
empleo...
Está bien.
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino toco la puerta.
No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula.
Hagamos un trato, dijo el vecino. Yo le pagare a usted los dos días de ida y los dos de
vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. Qué le parece?.
Si..
Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, y
una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer
de cuatro días para nuestras compras.
No todos disponemos de cuatro días para compras, recordaba... Si esto era cierto,
mucha gente podría necesitar que el viajara a traer herramientas.
Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que
necesitaban sus clientes. Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde
almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquilo un
galpón.
Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, el
galpón se transformó en la primer ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y
compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban
sus pedidos. Él era un buen cliente.
Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían
comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.
Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él, las cabezas de los
martillos.
Y luego, por qué no? las tenazas... y las pinzas... y los cinceles.
Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se
transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas.
El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año para la fecha
de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela.
Allí se enseñaría además de lectoescritura, las artes y los oficios más prácticos de la
época.
Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma
en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.
El honor seria para mí, dijo el hombre. Creo que nada me gustaría mas que firmar allí,
pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.
Usted no sabe leer ni escribir?, usted construyo un imperio industrial sin saber leer ni
escribir?
Estoy asombrado. Me pregunto, que hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?
El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el rey
había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que
la madre de Sabrina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de usar el
carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina subió al carruaje
y corrió junto a su madre.
Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo
fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último durazno que
quedaba en la canasta.
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron
del corazón del rey.
El Maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los
alumnos no siempre entendían el sentido de la misma…
– Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero
no nos explicas su significado…
– Si yo les explicara el sentido de cada cuento… sería como darles a comer una
fruta masticada.
Codicia
Saqué las monedas y las lustré. Estaban tan sucias las pobres.....
Constituían una verdadera fortuna. Sólo por pasar el tiempo, empecé a imaginar
todas las cosas que se podrían comprar con ellas.
Hoy vino un señor a reclamar las monedas, era mi vecino. Pretendía sostener el
muy miserable que las monedas las había enterrado su abuelo, y que por lo tanto le
pertenecían a él.
Si no lo hubiera visto tan desesperado por tenerlas, se las hubiera dado, porque
si hay algo que a mí no me importa son las cosas que se compran con dinero.
Dice que había un gran grupo de ranas que siempre iba a divertirse al bosque.
Todas cantaban y saltaban hasta que caía la noche. Permanecían muertas de la risa y
nada las separaba.
Las tres ranas caídas intentaron subir por las paredes del foso, pero era muy
difícil. Apenas avanzaban un metro y volvían a caer. Las demás comenzaron a comentar
que sus esfuerzos eran inútiles. ¿Cómo iban a lograr escalar una pared tan alta? Era
mejor que se resignaran. No había nada que hacer.
El Bambú Japonés
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena
semilla, buen abono y riego. También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene
impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita
sea! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto
para impacientes:
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba
generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento
que iba a tener después de siete años.
El elefante encadenado
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los
circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la
atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su
tamaño, peso y fuerza descomunal…pero después de su actuación y hasta un rato antes
de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que
aprisionaba una de sus patas clavadas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del
misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros
que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo
bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa
porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos
y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel
momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su
esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió
agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se
resignó a su destino.
Cuentan que un día estaba Mullah en la calle, en cuatro patas, buscando algo,
cuando se le acercó un amigo y le preguntó:
– En mi casa.
Aunque les parezca cómico, ¡eso es lo que hacemos con nuestra vida! Creemos
que todo lo que hay que buscar está ahí afuera, a la luz, donde es fácil encontrarlo,
cuando las únicas respuestas están en el propio interior. Salgan a buscarlas afuera, que
jamás las hallarán…
- ¿Por qué?
Y el Buda dijo:
- Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando
me fue arrojada.
Afilar el Hacha
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador,
le preguntó:
El joven respondió:
Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que
llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo
que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en
algún punto nos reconocemos carentes.
Amar es desear lo mejor para el otro, aun cuando tenga motivaciones muy
distintas. Amar es permitir que seas feliz, aun cuando tu camino sea diferente al mío. Es
un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el
corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por
querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues
nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro
placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo
se da en el conocimiento.
Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío,
confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de
vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error.
Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de
alegría.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me
debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber
que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre,
hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.