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Italia Fascista

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Italia fascista

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Reino de Italia
Regno d'Italia

Estado desaparecido e imperiosa colonial

1922-1943

Escudo
Bandera

Lema: Fides Est Regni Tutela


(En latín: La fe es la protección del Reino)2
Himno:
«Marcia Reale d'Ordinanza»
(en italiano: «Marcha Real de Ordenanza»)

Duration: 3 minutos y 12 segundos.3:12

Máxima extensión de la Italia fascista con sus territorios coloniales

Capital Roma

Entidad Estado desaparecido e imperiosa colonial

Idioma oficial Italiano

Superficie

• Total 3 798 000 km²

Religión Catolicismo

Moneda Lira italiana

Historia

• 31 de octubre Marcha sobre Roma


de 1922
• 25 de julio Caída del fascismo
de 1943

Forma de gobierno Monarquía constitucional bajo


una dictadura fascista totalitaria unipartidista

Miembro de Sociedad de Naciones (hasta 1936)


y Potencias del Eje (1940-1943)

PIB (nominal)
• PIB per cápita 3928 dólares (1922) 5246 dólares (1939

(PPA a dólares internacionales de 2011)1


Precedido por Sucedido por
← (1922) (1943) →

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Se denomina fascista al período de la historia de Italia durante el cual


dicho reino europeo fue gobernado por un régimen sustentado en la ideología
del fascismo y encabezado por el dictador Benito Mussolini, fundador del fascismo
y del Partido Nacional Fascista.

El fascismo surge tras la Primera Guerra Mundial, como reacción de ciertos


grupos nacionalistas contra la Revolución Bolchevique de 1917 y las
luchas sindicales de trabajadores y braceros que culminaron en el Bienio Rojo, y
en parte como crítica respecto a la sociedad liberal-demócrata, que salió
maltrecha de la experiencia de la Primera Guerra Mundial.

El nombre deriva de la palabra italiana fascio (en latín: «fascis»). En la Antigua


Roma, esa palabra era usada como símbolo de la unión de los luchadores. El
símbolo fascista es el fasces romano que significaba el poder del régimen, en
particular el poder jurisdiccional. Su líder, Benito Mussolini, dictador de Italia, lo
describió así:
El Fascismo es una gran movilización de fuerzas materiales y morales. ¿Qué se propone? Lo decimos
sin falsas modestias: gobernar la nación. ¿De qué modo? Del modo necesario para asegurar la
grandeza moral y material del pueblo italiano. Hablemos francamente: no importa el modo
concretamente, no es antitético, sino más bien convergente con el programa socialista, sobre todo con
lo relacionado con la reorganización técnica, administrativa y política de nuestro país. Nosotros agitamos
los valores tradicionales, que el socialismo omite o desprecia, pero sobre todo, el espíritu fascista
rechaza todo lo que sea una hipoteca arbitraria sobre el misterioso futuro.
Benito Mussolini, 19 de agosto de 1921, Diario della Volontà

Sustentos del fascismo[editar]


El fascio littorio, símbolo del fascismo.
Artículo principal: Fascismo
La Italia fascista exaltaba la idea de nación frente a la de individuo o clase;
suprimía la discrepancia política en beneficio de un partido único y
los localismos en beneficio del centralismo. Si bien el fascismo tuvo una base
racial en Alemania, no fue así en Italia (al menos inicialmente, hasta 1938). Es
importante remarcar la conexión del fascismo con movimientos intelectuales —
artísticos como el futurismo y otras vanguardias y filosóficos, como
el irracionalismo y el vitalismo— que supuso en realidad, más que una influencia
por parte de estos, su utilización y manipulación, resultando atractiva —en mayor
o menor medida, con mayor o menor grado de compromiso o simple
contemporización, y a veces con evolución posterior en contra— para muchas
personalidades destacadas: italianos como Gabrielle D'Annunzio, Filippo
Tommaso Marinetti, Curzio Malaparte o Luigi Pirandello.3 Según la
doctrina tercerposicionista, el fascismo no es de izquierda ni de derecha, ni
capitalista ni comunista, ya que el fascismo sería una idea totalmente original; sin
embargo en la práctica más que una idea original sería una fusión sincrética de
varias ideas políticas —proyectos, discursos, etc.— aglutinadas siempre bajo el
nacionalismo unitario y el autoritarismo centralista.4

Una de las razones de considerar usualmente al fascismo como un movimiento


de derecha política suele ser la alianza estratégica del fascismo con los intereses
de las clases económicas más poderosas, junto a su defensa de valores
tradicionales como el patriotismo o la religiosidad, para preservar el statu quo. Una
vez alcanzado el poder, la plutocracia cooperó decididamente con el fascismo en
sus diversas versiones, dada la protección que este brindó al capital privado bajo
el amparo otorgado por la creación de fuertes monopolios empresariales.5 El
fascismo operaba desde un punto de vista darwinista social de las relaciones
humanas, con ideas cercanas al liberalismo económico. Su objetivo era promover
a individuos superiores y eliminar a los débiles.6 En términos de práctica
económica, significó la promoción de los intereses de empresarios exitosos, a la
par que destruyeron los sindicatos y otras organizaciones de la clase obrera.7 En
definitiva, los teóricos marxistas tradicionalmente han acusado al fascismo de ser
la última fase del capitalismo y la dictadura abierta de la burguesía.89 Karl
Polanyi consideraba que el fascismo era el corolario del liberalismo y la «obsoleta
mentalidad» de una economía de mercado autorregulada.1011

Por otra parte, las razones para considerar que el fascismo es anticapitalista, tiene
conexiones doctrinales con la izquierda política y es una
variante chovinista del socialismo de Estado son: su programa
económico colectivista (proteccionismo, nacionalización, etc.) y su discurso
político, más no como movimiento político (en donde eran antagónicos y
competidores).12 El fascismo y sus variantes apelaban al sentimiento popular y a
las masas como las protagonistas del régimen, especialmente por la virilidad
exaltada en el trabajo manual y obrero (obrerismo); a pesar de ello no reconocía la
libertad de asociación por motivos de clase (libertad sindical) sino la identificación
de los trabajadores como «súbditos» del Estado, «pueblo» y «patria», por ello su
símil con el populismo.

Historia[editar]
El nacimiento del fascismo[editar]
A finales del siglo XIX existían en Italia algunas organizaciones
denominadas fascio (traducible por haz, significando la fuerza de la unión), de la
que la más importante era el Fasci Siciliani (fascio siciliano, 1895-1896).13 No eran
muestra de una ideología uniforme, aunque predominaban los componentes
nacionalistas y revolucionarios. Surgiendo del movimiento obrero, dividido al
comienzo de la Primera Guerra Mundial entre el internacionalismo pacifista y el
nacionalismo irredentista, se crearon el 1 de octubre de 1914 los Fasci d'Azione
rivoluzionaria internazionalista en reivindicación de la entrada de Italia en el
conflicto en contra de los Imperios Centrales. Fusionado con el Fasci autonomi
d'azione rivoluzionaria se redenominó como Fasci d'azione rivoluzionaria, ya
dirigido por Benito Mussolini, y conocido como Fascio de Milán. El 24 de enero de
1915 se formó una organización nacional.

Al terminar la Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918, el Reino de Italia se


hallaba en el grupo de los países vencedores, al aliarse desde 1915 con la Triple
Entente en contra de las Potencias Centrales. Un elemento que influyó de forma
decisiva entre los políticos italianos para intervenir en la contienda fue la oferta
de Francia y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda de otorgar a Italia territorios
que serían desmembrados del Imperio austrohúngaro o del Imperio otomano, lo
cual fue empleado en la propaganda belicista para sostener al apoyo a la guerra
entre las masas del proletariado italiano. No obstante, la campaña bélica fue difícil
y solo en los últimos meses del conflicto las fuerzas italianas obtuvieron un triunfo
decisivo sobre el Imperio austrohúngaro en la Batalla de Vittorio Veneto. De esta
forma, al iniciarse la conferencia de paz de Versalles en 1919 el gobierno italiano,
presidido por Vittorio Emanuele Orlando, no logró que sus antiguos aliados
respetaran su acuerdo y otorgaran a Italia los territorios ofrecidos, alegando la
menor fuerza económica y militar de Italia en relación con los otros vencedores.
En 1919, terminada la guerra, las expectativas territoriales quedaron frustradas por
el Tratado de Saint-Germain-en-Laye (el equivalente para Austria del Tratado de
Versalles). El poeta Gabrielle D'Annunzio llevó a cabo una aventura militar que
acabó en la creación del Estado libre de Fiume y la redacción de una constitución
que puede entenderse como precedente inmediato del fascismo. Entretanto, con
un país empobrecido y un gobierno débil, Mussolini refundaba la organización de
Milán con el nombre de Fasci italiani di combattimento (Fascios italianos de
combate), que empezaron a destacar por su lucha callejera contra huelguistas,
izquierdistas y otros enemigos políticos y sociales. El temor ante una revolución
similar a la rusa de las clases medias y la alta burguesía italiana vio en los
fascistas de Mussolini la mejor arma para desarticular los movimientos obreros
organizados. Entre las capas sociales más descontentas e influenciables por estas
declaraciones emergieron las organizaciones de excombatientes, y en particular
de ex arditi (tropas selectas de asalto), víctimas de la frustración generalizada pero
también del resentimiento provocado por haber obtenido escaso reconocimiento a
los sacrificios y la valentía demostrados en los duros años de combate.

El nuevo movimiento expresó la voluntad de «transformar, con métodos


revolucionarios si es necesario, la vida italiana», autodefiniéndose «partido del
orden» y consiguiendo de este modo ganarse la confianza de las capas de
población más adineradas y conservadoras, contrarias a cualquier agitación y
reivindicación sindical o de la clase obrera, confiando en los "fascios de combate"
como fuerza de choque frente a las revueltas promovidas
por socialistas y comunistas. El Programa de San Sepolcro fue difundido en junio
de 1919 mediante el periódico de los fascios, el antiguo periódico prosocialista
fundado por Mussolini en 1915 y llamado Il Popolo d'Italia.

Al recién nacido movimiento le faltaba sin embargo inicialmente una base


ideológica bien definida, y el mismo Mussolini no se había decantado por una
ideología concreta, sino simplemente contra todas las demás. Según su intención,
el fascismo habría debido representar una «tercera posición», basada en
el nacionalismo extremo, el culto a la violencia, el desprecio hacia la burguesía y la
oposición frontal al marxismo, tanto en su variante socialista como comunista.
Para esto Mussolini usó teorías filosóficas de Charles Maurras, Friedrich
Nietzsche, Giovanni Gentile, entre otros, mezclando ideas y conceptos.

Los años del Escuadrismo (Squadrismo)[editar]


Artículo principal: Squadrismo
Mussolini y camisas negras, en la
"marcha sobre Roma" de octubre de 1922.

La "Cámara del Trabajo" de Turín,


oficina socialista incendiada por camisas negras, 19 de diciembre de 1922.
En el movimiento, además de voluntarios comunes, contribuyeron los futuristas y
nacionalistas excombatientes, muy desencantados de la democracia y
del liberalismo político, además de hostiles a los socialistas que, desde 1915 se
habían opuesto a la participación de Italia en la guerra, y ahora atacaban en sus
escritos a los veteranos de guerra. Apenas 20 días después de la fundación del
fascismo, las novatas "escuadras de acción" asaltaron la sede del
periódico socialista ¡Avanti! y destruyeron sus oficinas, y el estandarte del
periódico fue llevado ante Mussolini, el cual lo conservó como trofeo. Unos meses
después, las escuadras fascistas se difundieron por toda Italia convirtiendo el
movimiento en una fuerza paramilitar.

Por un periodo de dos años Italia fue invadida de norte a sur por la violencia de los
movimientos políticos revolucionarios socialistas que, ante el descontento popular
surgido de la "victoria mutilada", planteaban tomar el poder mediante una
revolución. No obstante, los socialistas italianos estaban enfrentados a
los comunistas locales, que seguían la inspiración bolchevique y pretendían tan
solo una "acumulación de fuerzas" sin pasar a la revuelta armada (la cual ya había
fracasado en otros países, como sucedió con el Levantamiento
Espartaquista en Alemania).

A estos dos grupos se enfrentaron entonces los fascistas, protagonizando luchas


callejeras, saqueos, vandalismo y destrucción mutua de propiedades, mientras los
gobiernos conservadores de Giovanni Giolitti e Ivanoe Bonomi eran incapaces de
reaccionar tanto a las huelgas socialistas como a la ocupación de las fábricas por
parte de los bolcheviques.

Mientras tanto, el 19 de septiembre de 1919, el poeta Gabriele d'Annunzio lideraba


un contingente de veteranos de guerra que tomaba por asalto la ciudad de Fiume,
creando el Estado Libre de Fiume en el Adriatico (hoy Rijeka, en Croacia),
localidad de población mayormente italiana pero que había pertenecido
a Austria hasta 1918. Allí, D'Annunzio instaló por la fuerza un gobierno
revolucionario con el objetivo de afirmar la "italianidad" (l'italianità) de la ciudad.
Esta acción sirvió de ejemplo para el movimiento fascista que inmediatamente
simpatizó con el de D'Annunzio, aunque Mussolini no quería ofrecer ningún tipo de
apoyo material a la causa de este.

La acción fascista se encontraba atada a pequeñas acciones demostrativas y de


resistencia a las provocaciones de los socialistas locales y muy pronto comenzó a
actuar con una violencia inusitada por orden misma de sus jefes. Esto hizo que
tuvieran superioridad en las disputas con los socialistas, superiores en números,
pero divididos en cuanto al uso de la violencia, ante la cual los fascistas no
retrocedían (inclusive Mussolini criticaba a los fascistas moderados que "temían la
violencia y la fuerza").

La campaña fascista, que tenía como objetivo la destrucción de los centros de


reunión bolchevique y de intimidación de los miembros del PSI, - junto con
la politica sotterranea de violencia dirigida por Mussolini - llevaron al
socialismo massimalista a una crisis. Por tanto, mientras en enero de 1921
el Partido Socialista Italiano sufrió una grave escisión dando vida al Partido
Comunista Italiano, el 12 de noviembre de 1921 se creó el Partido Nacional
Fascista (PNF), transformando a los fascios de combate en un partido político y
aceptando (al menos formalmente) los compromisos legales y constitucionales. En
aquel período, el PNF alcanzó 300.000 alistados, además de tener un fuerte
apoyo en Emilia-Romagna, Lombardía, y Toscana. En estas regiones las
escuadras fascistas tenían como objetivo atacar a los socialistas y a los sindicatos,
intimidándolos con la práctica de brutales palizas o cometiendo homicidios que
quedaban casi siempre impunes. Con este ambiente de violencia, en las
elecciones del 15 de mayo de 1921 los fascistas obtuvieron 45 puestos en el
parlamento.

La popularidad del partido creció aún más cuando los sindicatos afines al Partido
Socialista Italiano proclamaron para el 1 de agosto de 1922 una huelga general en
toda Italia: los militantes fascistas por orden de Mussolini sustituyeron a los
huelguistas y lograron hacer fallar la protesta, en una demostración de fuerza que
impresionó a los líderes patronales de Italia y les hizo ver la conveniencia de
aliarse al fascismo para cerrar el paso a una revuelta izquierdista.

En agosto de ese mismo año los socialistas de Parma, con sede en el cuartel
de Oltretorrente, organizado por los socialistas Arditi del Popolo y dirigidos por
Guido Picelli y Antonio Cieri, lograron resistir a los ataques de las escuadras
fascistas, comandadas por Italo Balbo, que les agredieron con armas de fuego.

Los gobiernos liberales y conservadores rehusaban una alianza con los socialistas
pero también con el recién creado Partito Popolare, al cual tachaban
de clericalismo, mientras que los liberales y conservadores querían mantener
el laicismo que había caracterizados a los políticos italianos desde 1870. La
amenaza del fascismo quebró todos los cálculos políticos anteriores, pues los
sucesivos gobiernos de Bonomi y Facta rehusaban un enfrentamiento con
los camisas negras. Temiendo que los fascistas causaran una guerra civil, Luigi
Facta trató de realizar una manifestación patriótica el 4 de noviembre de 1922
para festejar el triunfo italiano en la Gran Guerra con ayuda del
ultranacionalista Gabriele D'Annunzio, por lo cual Mussolini decidió forzar una
toma del poder.

La Marcha sobre Roma[editar]


Artículo principal: Marcha sobre Roma
Mussolini ordenó a mediados de octubre de 1922 que todos los militantes
del Partido Nacional Fascista ejercieran toda la violencia posible en todo el país lo
cual lograron ante la pasividad del ejército y la policía. Luego, masas
de fascistas se lanzaron a carreteras y trenes para dirigirse a Roma y tomar el
poder para su líder. Armados apenas con algunas pistolas, mazas de acero y
armas caseras, los camisas negras acudieron por millares a la capital italiana
desde el 22 de octubre, amenazando con provocar una guerra civil si las
autoridades les cerraban el paso.

El día 25 de octubre, una gran masa de miles de camisas negras había llegado a
las afueras de Roma y su número aumentó pronto, por lo cual el primer
ministro Luigi Facta pidió declarar estado de sitio y detener a los fascistas con
tropas del Regio Esercito. El rey Víctor Manuel III rechazó firmar la orden para
evitar "una batalla entre italianos" a gran escala, y más bien decidió llamar al
poder a Mussolini para "neutralizarlo" más adelante. Pero Mussolini exigió a Facta
la jefatura del gobierno y el rey Víctor Manuel accedió a ello: el 29 de octubre
Mussolini recibió el cargo de primer ministro. Viajando desde Milán en tren,
Mussolini formó gobierno en Roma el día 30 de octubre.

El fascismo se transforma en dictadura[editar]


Emanuele Filiberto de Saboya, Duque
de Aosta, asiste a un desfile fascista frente al Palazzo Marino en Milán, en
noviembre de 1928.
El 16 de noviembre, Mussolini se presentó en la Cámara de Diputados del Reino
(obtuvo el voto de confianza con 316 a favor, 116 en contra y 7 abstenciones) y
dio su primer discurso como Presidente del Consejo de Ministros (el llamado
"discurso del campamento de soldados" o «Discorso del bivacco»).14 Declaró:
He rechazado la posibilidad de vencer totalmente y podía hacerlo. Me autoimpuse límites. Me dije que la
mejor sabiduría es la que no se abandona después de la victoria. Con 300 000 jóvenes armados
totalmente, decididos a todo y preparados casi místicamente a ejecutar cualquier orden mía, puedo
castigar a cualquiera que haya difamado e intentado ensuciar al fascismo. Puedo hacer de esta Aula
sorda y gris un campamento de soldados: podía echar el cierre al Parlamento y constituir un gobierno
exclusivamente de fascistas. Podía, pero no he querido, al menos en este primer momento.

El 25 de noviembre le fueron conferidos a Mussolini por el parlamento (con 215


votos a favor y 80 en contra) plenos poderes en el ámbito económico y
administrativo desde el 3 de diciembre de ese año (fecha de promulgación de la
ley) hasta el 31 de diciembre de 192315 con el fin de «restablecer el orden»,
pudiendo gobernar por decreto sin la aprobación previa de los parlamentarios. El
15 de diciembre de 1922 se reunió, por primera vez, el Gran Consiglio del
Fascismo ('Gran Consejo del Fascismo').

El 14 de enero de 1923 los camisas negras fueron institucionalizados como fuerza


paramilitar bajo amparo estatal, siendo convertidos en la Milizia Volontaria per la
Sicurezza Nazionale ('Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional'). Luego, el 9
de junio Mussolini presentó en la Cámara la Ley Acerbo (llamada así al ser
propuesta por el economista fascista Giacomo Acerbo) estableciendo nuevas
reglas para la elección al parlamento.

Mediante la Ley Acerbo se dispuso que si un partido ganaba votos electorales por
encima del 25 % de sufragios, obtenía automáticamente dos tercios de los
escaños del parlamento, y solamente el restante tercio de escaños sería repartido
proporcionalmente entre los demás partidos. Este mecanismo permitiría que
el Partido Nacional Fascista, inclusive con pocos votos (bastaba superar el 25 %),
ganara una mayoría parlamentaria absoluta, poniendo como pretexto para ello
«evitar el desgobierno» causado por la «dispersión de escaños entre muchos
partidos pequeños».
La Ley Acerbo fue aprobada el 18 de noviembre de 1923 con los votos de los
fascistas, unidos con los liberales y una parte de los católicos que aún esperaban
contener a Mussolini.16 Los socialistas votaron en contra, pero la mutua
desconfianza y la falta de coordinación impidieron su unión con los católicos
populares que también desconfiaban del fascismo, pero se abstuvieron.

El 19 de diciembre de 1923 Mussolini presidió la firma del acuerdo


entre Confindustria y la "Confederación de las corporaciones fascistas", que hacía
innecesarios los sindicatos no oficiales. El decreto real número 284 del 30 de
diciembre de 1923 estableció la creación de los Enti Comunali di Assistenza (ECA)
con la misión de «coordinar todas las actividades, públicas o privadas, dirigidas a
socorrer a los indigentes, proveyendo, si fuera necesario, su cuidado o
promoviendo donde fuera posible la educación, la instrucción y el aprendizaje de
profesiones, artes o trabajos». Fueron unificados en dos entes territoriales que se
dedicarían a la asistencia sanitaria y material de los pobres y de la infancia
abandonada mediante real decreto 383 del 3 de marzo de 1933.

La crisis económica de posguerra[editar]


El primer problema al cual la dictadura tuvo que hacer frente fue la devaluación de
la lira. La reanudación de la producción al final de la Primera Guerra Mundial tuvo
como efectos negativos la carencia de materia prima debido a la fuerte demanda y
a una excesiva productividad. La primera muestra de crisis fue el aumento general
de los precios, el aumento del desempleo, la disminución de los salarios, y la falta
de inversiones tanto en Italia como en los préstamos al Estado.

Para resolver el problema, como se hizo en la Alemania de


Weimar, Mussolini decidió en 1923 que se debía imprimir más moneda para poder
pagar las deudas de guerra contraídas con Estados Unidos y Reino Unido.
Obviamente la medida trajo consigo el aumento de la inflación y la pérdida de
valor de la lira, que sufrió una devaluación severa en comparación con el dólar y
la libra esterlina.

Se tomaron medidas para contrarrestar la situación tan pronto como fue posible:
se puso a la venta un tipo de pan con poca harina, se le agregó alcohol a
la gasolina, aumentaron la jornada laboral de 8 a 9 horas sin incrementar los
salarios, se instituyó un impuesto a los hombres solteros, se aumentaron todos los
tributos posibles, se prohibió la construcción de casas de lujo, aumentaron los
controles fiscales, se redujo el costo de los periódicos, se congelaron los costos de
los alquileres y se redujeron los precios de los billetes de tren y de los sellos. Las
quejas de la Confindustria por estas normas causaron que tales medidas rigieran
poco tiempo, hasta 1925.

Política exterior[editar]
La política exterior italiana de entreguerras estuvo marcada por la percepción del
país como gran potencia y por la insatisfacción por los resultados de los tratados
de paz firmados tras la Primera Guerra Mundial, que se consideraban injustos e
insuficientes para compensar los sacrificios realizados por la nación durante la
guerra.17 Las ganancias territoriales habían sido mínimas comparadas con las
aspiraciones italianas, tanto en África como en los Balcanes.18 El imperialismo
mussoliniano se basó en estos anhelos territoriales, insatisfechos en los tratados
de paz.19 La decepción italiana con estos llevó al revisionismo en política exterior
—el deseo de revisar los tratados de paz para introducir mejoras para el país que
lo exigía— y al respaldo a las expectativas de cambios de Alemania y Hungría.19
Los deseos de modificar los tratados de paz llevaron pronto al conflicto con
Francia, principal defensora de estos.20 La rivalidad entre los dos países se
extendía a la competencia por las colonias y al ámbito militar naval, en el que Italia
exigía ampliar su flota hasta igualar el tamaño de la francesa.21

Dos zonas de especial interés para el expansionismo italiano eran los Balcanes y
el Mediterráneo.22 El control de este mar, que rodea prácticamente el país, se
consideraba una necesidad estratégica.22 Esto llevó a buscar el dominio de
territorios costeros y de islas como las del Dodecaneso —prometidas a Italia
durante la guerra mundial— y al reforzamiento de la Armada.22 El interés en los
Balcanes complementaba el deseo de controlar el Mediterráneo, de proteger la
costa adriática y de evitar el surgimiento de una potencia eslava rival en la zona.23
La formación de la Pequeña Entente, alianza que Francia presentaba como
forjada para frustrar el expansionismo alemán en la zona y el revisionismo magiar,
disgustó a Mussolini, que la veía como un instrumento para bloquear la extensión
de la influencia italiana en la región.24 Percibida como una amenaza a su posición
como gran potencia regional, Mussolini decidió desbaratarla, minando en especial
el poderío yugoslavo.25 Como parte de estos planes y dada su estratégica
ubicación a la entrada del mar Adriático, Italia buscó el control
de Albania.25 Ahmed Zogu, aupado a la presidencia del país por los yugoslavos,
cambio pronto de bando y pactó con los italianos.25 El pacto de amistad y
seguridad firmado por las dos naciones el 27 de noviembre de 1927 facilitó el
aumento de la influencia italiana en Albania.26

En julio de 1923, gracias al apoyo británico, en la Conferencia de Lausana fue


reconocido el dominio italiano sobre el Dodecaneso, que de facto había sido
ocupado por tropas italianas desde el año 1912 tras la Guerra ítalo-turca, dejando
sin sustento las reclamaciones del Reino de Grecia para ejercer soberanía sobre
dicho territorio.

El 28 de agosto de 1923 ocurrió la masacre de Gioannina, donde una expedición


militar italiana al mando del general Enrico Tellini —que tenía la tarea de definir la
línea limítrofe entre el Reino de Grecia y el Reino de Albania— fue masacrada por
soldados griegos. Mussolini envió un ultimátum al Reino de Grecia para solicitar
elevadas reparaciones en dinero, acusando al propio gobierno griego de haber
ordenado tal agresión. Tras el rechazo del gobierno griego (que negó toda
culpabilidad por lo ocurrido), Mussolini ordenó a la marina de guerra italiana que
tomara por asalto la isla griega de Corfú, la cual fue bombardeada por los buques
italianos el 31 de agosto y de inmediato resultó ocupada por infantería italiana,
hasta el 30 de septiembre cuando se llegó a un acuerdo con el Reino de Grecia,
con mediación del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Francia.

Con esta acción, Mussolini contentó a sus seguidores más nacionalistas, además
de aumentar su popularidad entre las masas italianas al mostrar una política
exterior agresiva (aunque dirigida hacia un vecino notablemente débil) y conseguir
gracias a la Sociedad de Naciones, las reparaciones solicitadas. Los
belicosos arditi mussolinianos, en su mayoría veteranos de la Gran Guerra,
aprobaron ruidosamente la respuesta bélica contra Grecia.

El 27 de enero de 1924 se firmó el Tratado de Roma entre el Reino de Italia y


el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, con el cual esta última nación
reconocía la soberanía italiana sobre el Estado Libre de Fiume, que fuera anexado
formalmente al Reino italiano el 16 de febrero del mismo año.27 Después de esto,
el rey confirió a Mussolini el honor del Collare dell'Annunziata. De inmediato, el
régimen mussoliniano se lanzó a una "italianización" masiva de los territorios
fronterizos, buscando asimilar de grado o por la fuerza a la población eslava de la
zona. Luego el 18 de julio de 1925 el Reino de Italia y el Reino de los Serbios,
Croatas y Eslovenos firmaron el Tratado de Nettuno para definir sus fronteras en
el área dálmata.

Como contrapeso a la Pequeña Entente, Mussolini trató de crear a partir de 1926


una alianza balcánica rival con Hungría, Bulgaria —dos países revisionistas por
haber perdido territorios tras la guerra mundial— y Rumanía.27 Esta había
resultado muy beneficiada por los tratados de paz, pero en aquel momento estaba
gobernada por el general profascista Alexandru Averescu, inclinado a pactar con
el caudillo italiano.28 En septiembre de 1926, Rumanía e Italia firmaron un tratado
de amistad, sin que Rumanía abandonase, no obstante, sus buenas relaciones
con Francia.29 La necesidad de que Rumanía pactase con Hungría, que
reclamaba Transilvania, para que fructificasen los planes balcánicos italianos,
terminó por frustrar estos: aunque Rumanía deseaba que Italia le reconociese la
posesión de Besarabia como prometía Mussolini, no estaba dispuesta a tratar con
los húngaros cesiones territoriales.30 Como alternativa a esta liga, el mandatario
italiano concibió la creación de otra integrada por Italia, Austria y Hungría, que
debía facilitar la extensión del poderío italiano por Centroeuropa y debilitar al
tiempo la Pequeña Entente.31 Las relaciones con Budapest, intensamente
revisionista, eran cordiales y el plan fue allí bien recibido.32 En abril de 1927, las
relaciones bilaterales se reforzaron mediante un tratado de amistad que favorecía
además los intercambios comerciales entre los dos países.33 Para completar los
planes de Mussolini, era necesario lograr la participación de Austria, que no
mantenía tradicionalmente buenas relaciones con Italia, aunque durante la gran
inflación austriaca de 1922 se había planteado la unión de las dos naciones.34 La
disputa por el Tirol meridional, no obstante, agrió las relaciones entre los dos
países hasta finales de la década de 1920.35 Incapaz de lograr un acuerdo con los
gobiernos austriacos por la cuestión tirolesa, Mussolini empleó métodos indirectos
para incidir en la política austriaca en la dirección que deseaba: apoyó a
la Heimwehr.36
Crisis política y "Secesión del Aventino"[editar]
En vista de las elecciones del 6 de abril de 1924, Mussolini aprobó una nueva ley
electoral (Ley Acerbo) que permitía al partido que obtuviera en las elecciones el
25% de los votos conseguir 2/3 en la Cámara de Diputados. En el período de la
campaña electoral se mantuvo un clima de tensión, a causa de intimidaciones
abiertas de los camisas negras y riñas entre los partidos opositores al fascismo
(liberales independientes, socialistas y católicos populares). Mussolini obtuvo en
estas elecciones un 64,9% de los votos, gracias a la coalición o listone que lideró
el Partido Nacional Fascista junto con una parte de los liberales y católicos.3716

El día 30 de mayo de ese mismo año el diputado socialista Giacomo Matteotti, que
no había renunciado a su escaño, cuestionó duramente los resultados de las
elecciones en la Cámara de Diputados, y en un discurso ante la misma asamblea
acusó al régimen fascista de ejecutar una masiva intimidación de votantes,
acusación a la cual los fascistas nunca pudieron replicar seriamente. El 10 de junio
de 1924, por orden de Giovanni Marinelli (cabecilla de la policía fascista), Matteotti
fue secuestrado.

La oposición responde a este acontecimiento retirándose de la Cámara e


instalándose en el Aventino en un episodio llamado "Secesión del Aventino",
negándose a seguir participando en un gobierno abiertamente violentista y
autoritario. La crisis se precipita cuando el 16 de agosto en Roma se encontró el
cadáver ya descompuesto de Matteotti, generando una mezcla de indignación y
miedo. Ivanoe Bonomi, Antonio Salandra e Vittorio Emanuele Orlando ejercitaron
presiones sobre el rey, para que Mussolini fuera destituido del cargo de primer
ministro, pero Víctor Manuel III rehusó dar un paso que se lo impedía la
Constitución en tanto Mussolini aún conservaba su mayoría en el parlamento, y el
rey contestó: «Soy sordo y ciego. Mis ojos y mis oídos son la Cámara y el
Senado» y por lo tanto no aceptó el pedido de los opositores.

Tras la "Secesión del Aventino" los parlamentarios fascistas siguieron acudiendo


al parlamento y rechazaron convocar nuevas elecciones, fallando el cálculo
opositor de forzar una crisis de gobierno mientras que el régimen fascista se
apoyaba no solo en su mayoría parlamentaria sino también en la violencia de
la Milicia Fascista, compuesta de camisas negras militarizados, al tiempo que
socialistas y populares no se atrevían a desafiar la salvaje violencia fascista,
mientras que los liberales habían reaccionado demasiado tarde. Todo ello dio
como resultado un éxodo de intelectuales y opositores políticos hacia otros países,
el denominado fuoriuscitismo, con algunos de ellos —como los liberales Piero
Gobetti y Giovanni Amendola, exiliados en Francia— falleciendo posteriormente a
causa de las palizas sufridas a manos de escuadras fascistas.38

Lo que sucedió exactamente la noche de 31 de diciembre de 1924 quizás nunca


pueda ser determinado. Parece que unos cuarenta cónsules de la Milicia Fascista,
guiados por Enzo Galbiati, obligaron y amenazaron a Mussolini para que
mantuviera la dictadura, lanzando una velada amenaza de desencadenar una ola
de violencias si se cedía a las presiones de los demócratas y liberales. El 3 de
enero de 1925 en la Cámara de Diputados, Mussolini realizó el famoso discurso
en el cual asume la responsabilidad por los hechos de violencia ocurridos :39
Declaro aquí, a esta Asamblea y al pueblo italiano, que asumo, solo yo, la responsabilidad política,
moral, histórica, de todo lo sucedido. ¡Si las palabras más o menos son suficientes para colgar a un
hombre, traigan el poste y la cuerda! ¡Si el fascismo no ha sido más que aceite de ricino y porra en vez
de una pasión arrogante de la mejor juventud italiana, es mía la culpa! ¡Si el fascismo ha sido una
asociación criminal, si las violencias han sido resultado de un determinado clima histórico, político y
moral, denme a mí la responsabilidad de esto, porque este clima histórico, político y moral lo he creado
yo con una gran propaganda desde sus inicios hasta hoy

Inauguración de la ciudad de Littoria en


1932.
Con este discurso Mussolini se declaró dictador en la práctica. El 21 de junio de
1925 se realizó el cuarto y último congreso del PNF. Mussolini invitó a los camisas
negras a abandonar definitivamente la violencia e integrarse en el Estado. El
poder ejecutivo se reforzó con la reforma de la policía, colocada ahora en manos
de militantes fascistas, lo que dejó impotentes a los squadristas que antes se
enfrentaban a las fuerzas policiales. La asimilación de fascistas a la jefatura
policial y otros cargos de responsabilidad política terminó extinguiendo para
siempre la "revolución social" que se hallaba en el programa inicial del fascismo.

El 20 de octubre de 1925 Mussolini nombró a Cesare Mori como prefecto


de Palermo con poderes extraordinarios y competencia también en Sicilia para
que pusiera freno al fenómeno mafioso en la isla. Mori, llamado el «prefecto de
hierro», obtendrá significativos resultados contra el crimen organizado y su acción
continuará durante todo el bienio 1926–1927. Sin embargo, bien pronto se
descubrieron las relaciones de la Mafia Siciliana con algunos personajes del
gobierno y con altos líderes del fascismo siciliano: Mori fue destituido de su cargo
y nombrado senador el año 1929, para evitar mayor escándalo, mientras
la propaganda fascista afirmaba que la mafia había sido derrotada definitivamente.

Con la ley del 17 de abril de 1925 (n. 473) se fijan las nuevas normas sobre
higiene laboral para las empresas que tendrán la obligación de proveer servicio
sanitario en la empresa, no imponer a mujeres y menores de edad cargas
laborales excesivas, y señalar como tales y custodiar toda sustancia nociva. Los
"contratos nacionales de trabajo" asumen fuerza de ley y los «jefes» (llamado en
la ley «dadores de trabajo») pueden estipular contratos individuales distintos de
los colectivos de categoría solo si se prevén condiciones mejores para los
trabajadores Con estas medidas el régimen mussoliniano busca satisfacer
demandas de los trabajadores para mostrar la "inutilidad" de los ya
extintos sindicatos y debilitar a los socialistas y comunistas, pese a estar ya casi
en la clandestinidad. Sobre la observancia de tal ley se encarga de vigilar
el Ispettorato Corporativo.

Con el real decreto del 1 de mayo de 1925 (n. 582) nace la Opera Nazionale
Dopolavoro (OND), con el fin de «promover el sano empleo de las horas libres de
los trabajadores intelectuales y manuales con instituciones dirigidas a desarrollar
sus capacidades físicas, intelectuales y morales», de modo que el Estado pueda
también controlar el tiempo libre de los trabajadores.

La batalla del trigo[editar]


El 11 de junio de 1925, Mussolini anuncia el inicio de la «batalla del trigo». Esta
campaña tuvo como objetivo alcanzar la autosuficiencia del Reino de Italia en
materia de producción de trigo (la masiva importación de trigo era causa del 50%
del déficit de la balanza de pagos) y, más en general, la autosuficiencia respecto
de todos los productos agrícolas con miras a conseguir la
plena autarquía alimentaria. Para esto se desarrollaron campañas de instrucción a
campesinos en el uso del suelo agrícola, técnicas de regadío, rotación de cultivos,
y combate a plagas.

El programa duró hasta 1931 y aumentó sustancialmente la productividad


de trigo (con la consiguiente mejora en la balanza comercial italiana), reduciendo
mucho el gasto italiano en la importación de este producto, alcanzando un récord
mundial de productividad de trigo por metro cuadrado. Pese a ello, nunca se
alcanzó el objetivo de la completa autosuficiencia en el sector alimentario respecto
del trigo, ni tampoco en lo referido a otros productos, mientras que los elevados
costos de la batalla del trigo (especialmente altísimas subvenciones a los dueños
de latifundios) causaron que el programa se convirtiera paulatinamente en un
despilfarro de dinero, con costos mayores a sus beneficios. Para colmo, la
insistencia del régimen en preferir el trigo a otros productos agrícolas causó una
visible disminución en la producción de carne, leche y
derivados, vegetales y cebada, lo cual resultó negativo para la economía rural
italiana a mediano plazo.

El proyecto de la batalla del trigo pudo realizarse sobre todo gracias a la


recuperación, entre 1928 y 1932 de los territorios pantanosos que todavía
quedaban en la península itálica, incluso en las cercanías de la propia Roma,
donde se fundaron las localidades de Littoria y Sabaudia. Los nuevos municipios
nacieron con el fin de aprovechar al máximo algún recurso natural: así, por
ejemplo, la ciudad de Carbonia se creó para favorecer la extracción en los
yacimientos limítrofes de carbón. Además esto permitió la aplicación de un
programa sanitario para la lucha contra la malaria y otras enfermedades.
Las leyes fascistísimas[editar]

Celebración fascista en Bressanone, 1930

Conmemoración en la Piazza San Sepolcro de Milán,


con la presencia de Mussolini, en 1936
En el bienio de 1925-1926 se publicaron una serie de normas en contra de la
libertad personal: fueron disueltos todos los partidos políticos y los sindicatos no
fascistas, se eliminó toda libertad de prensa, de reunión y de expresión, se
restableció la pena de muerte para una serie de delitos de carácter puramente
político y se creó un "Tribunal Especial" con amplios poderes, capaz de mandar
al exilio interno a las personas desagradables al régimen con una simple medida
administrativa.

Entre 1925 y 1926 se promulgan las leyes fascistísimas, inspiradas por el


jurista Alfredo Rocco, con el fin de dotar al régimen dictatorial de un sólido apoyo
legal y de una organización con la cual controlar casi por completo la vida de los
italianos.

La ley fascistísima del 26 de noviembre de 1925 (n. 2029) estipula que los cuerpos
colectivos que actúan en Italia (asociaciones, institutos, entes) están obligados,
tras requerimiento de la autoridad de seguridad pública, a declarar sus estatutos,
sus actos constitutivos, sus reglamentos internos y, sobre todo, las listas de socios
y dirigentes, bajo pena —en caso de omitir la declaración o hacerla de manera
dolosa— de la disolución del cuerpo mismo, encarcelamientos a determinar y
sanciones económicas por un mínimo de 2000 y un máximo de 30 000 liras. De
esa manera el gobierno se hizo con un mapa claro del tipo y número de
las asociaciones no gubernamentales presentes en el país, así como de sus
integrantes, lo cual facilitó el control estatal sobre sus actividades, además de
desalentar la formación de organizaciones encubiertas de opositores al régimen.

Cartel de los escuadristas fascistas en la


localidad Istriana de Vodnjan (Dignano en italiano), ordenando emplear
exclusivamente la lengua italiana en público, la prohibición de la lengua eslava
tanto hablada como cantada, bajo la amenaza de los escuadristas de hacer
respetar esta orden de prohibición "con métodos persuasivos".
La ley del 24 de diciembre de 1925 (n. 2300), establece que todos los funcionarios
públicos que rechacen jurar fidelidad al estado italiano deben ser destituidos. Ese
mismo día se aprueba el decreto 2263 que prevé que la dicción «presidente del
consejo» cambie a «jefe de gobierno, primer ministro y secretario de Estado»; el
«jefe de gobierno» es nombrado o revocado solo por el rey y es responsable solo
ante él. Los ministros son responsables o bien ante el rey o ante Mussolini. La ley
de prensa del 31 de diciembre de ese mismo año declara como ilegales a todos
los periódicos que no tengan un responsable legal reconocido por el prefecto local,
lo cual fuerza en la práctica a que todas las publicaciones queden bajo vigilancia
gubernamental. La ley del 31 de enero de 1926 (Ley N° 100) atribuye a Mussolini,
en cuanto jefe de gobierno, la "facultad de adoptar normas jurídicas sin aprobación
parlamentaria previa", instaurando así una dictadura de facto.

Con la ley del 4 de febrero de 1926 (n. 237) se eliminan del ordenamiento
municipal el consejo comunal y el alcalde, este último es sustituido por la figura
del podestà, que ejercita en simultáneo las funciones del alcalde, de la junta de
regidores y del consejo comunal y es nombrado con decreto real por el poder
ejecutivo; con esto se elimina la elección popular de los gobiernos municipales. El
3 de abril de 1926 es abolido el derecho a huelga y se establece que solo
los sindicatos reconocidos por el Estado pueden firmar contratos colectivos. En tal
contexto, el 8 de julio de 1926 queda constituido el "Ministerio de las
Corporaciones", cuya dirección queda en manos del mismo Mussolini.
Para reprimir a la oposición aún existente, el régimen de Mussolini dispuso
el confinamiento de opositores al régimen en pequeñas islas en el Mar
Mediterráneo o en las aldeas más remotas, principalmente en el sur de Italia. La
medida punitiva se adoptó sobre la base del Real Decreto 1848 expedido el 6 de
noviembre de 1926. Era aplicable a cualquier persona considerada como una
"amenaza para el orden estatal o el orden público". Después de un mes de la
entrada en vigor del decreto, los "confinamientos" llegaron a seiscientos (más de
novecientos serían al final de ese año). En total, las víctimas de la "residencia
forzada" fueron más de quince mil. Entre ellos figuran nombres ilustres de políticos
y artistas como los de Antonio Gramsci, Cesare Pavese, Altiero Spinelli, Ferruccio
Parri, y Giuseppe Di Vittorio. Se calcula que fueron ciento setenta y siete
opositores al régimen que murieron mientras estaban en confinamiento. Un caso
similar ocurrió con el escritor Carlo Levi, cuya novela Cristo se detuvo en
Éboli está basada en su experiencia real como "confinado" entre 1935 y 1936 en
un poblado remoto de la provincia de Matera, en la Basilicata.

La conciliación con la Iglesia católica[editar]


Entre el fascismo y el catolicismo siempre hubo una difícil relación: Mussolini se
había declarado ateo y mostraba públicamente muy poco respeto hacia
cualquier religión (al igual que casi todos los grandes líderes del fascismo), pero
entendió que para gobernar Italia de modo dictatorial no debía enemistarse con los
católicos como habían hecho los líderes liberales desde 1870.

En el umbral del poder de Mussolini declaró sobre la religión en general (junio de


1921) que:
"el fascismo no practica la religión, sino que lucha contra ella"

Pese al oficial anticlericalismo de los fascistas, la víspera de la Marcha sobre


Roma Mussolini informó a la Santa Sede que los clérigos católicos "nada debían
temer de él y sus hombres". La jerarquía de la Iglesia católica en Italia, si bien no
aceptaba la ideología fascista por su culto a la violencia, su franco desprecio por la
religión, y su énfasis en el materialismo, la prefirió como alternativa "menos
dañina" para sus intereses que el comunismo tras el biennio rosso. El Partido
Popular Italiano, precursor de la democracia cristiana, fue también declarado ilegal
en 1925 dejando a la jerarquía católica sin opciones reales de oponerse al
régimen fascista.

Pese a esta mutua desconfianza, el 11 de febrero de 1929 Mussolini se volvió,


según las palabras del papa Pío XI, el hombre de la Providencia firmando los
famosos Pactos lateranenses. La frase con que el papa definió al Duce pesó sobre
todo su pontificado pero el sentido de aquellos pactos, que sancionaron el
recíproco reconocimiento entre el Reino de Italia (1861-1946) y la Ciudad del
Vaticano, fue la conclusión de extenuantes negociaciones entre emisarios del
papa y representantes de Mussolini. Sobre todo, este último logró ventajas
políticas al eliminar por completo la Cuestión romana existente desde 1870 y
neutralizar por un tiempo las críticas de la jerarquía católica al fascismo, además
de lograr que la Iglesia católica reconociera finalmente le legitimidad del Estado
Italiano en todo sentido.

Al ratificar el acuerdo de 1929, la religión católica se convirtió en la religión


oficial de Italia, se estableció la enseñanza obligatoria del catolicismo en las
escuelas y se reconoció la soberanía y la independencia de la Santa Sede. El
régimen fascista llegó a abolir la fiesta nacional del 20 de septiembre, que
recordaba la toma de Roma y la consiguiente derrota de los Estados Pontificios en
1870, para facilitar la conciliación con la Iglesia.40 Estas ventajas no impidieron
que Pío XI mantuviera su posición opuesta a la ideología fascista, la cual se
expresó nuevamente en la encíclica Non abbiamo bisogno publicada el 29 de junio
de 1931.

Tras los acuerdos de ese mismo año entre la Santa Sede y el Gobierno italiano
respecto a la Acción Católica, el acercamiento y apoyo directo del Vaticano al
fascismo se acentuó. La Iglesia reforzó su posición ecuménica en
las organizaciones juveniles fascistas, la escuela y el ejército.41 Dicha sintonía se
plasmó el 9 de enero de 1932 con la concesión a Mussolini por parte de Pío XI de
la Orden de la Espuela de Oro (la segunda condecoración papal más importante);
la visita del Duce a la Santa Sede, donde este fue recibido siguiendo el protocolo
dado a los reyes, fue considerada como «una de las más importantes de los
últimos tiempos».42

La unión entre la Santa Sede y el régimen se materializaría en el apoyo de buena


parte de la jerarquía católica a las operaciones militares fascistas en Etiopía.
Numerosos obispos italianos, casi todos simpatizantes de Mussolini, consideraron
la invasión de Abisinia como una labor misionera. Ferdinando Bernardi, arzobispo
de Tarento, consideraba en febrero de 1936 la guerra en Etiopía como
«una guerra santa, una cruzada». El obispo de San Miniato, Ugo Giubbi, aseguró
al Duce que el clero italiano estaba dispuesto a «fundir el oro de las iglesias y el
bronce de sus campanas» para salvaguardar la victoria de Italia. Alfredo Ildefonso
Schuster (beatificado en 1996), entonces cardenal arzobispo de Milán, elogiaba en
octubre de 1935 desde el púlpito de la catedral a las tropas fascistas por «abrir las
puertas de Etiopía a la fe y a la civilización romana».43

La propaganda[editar]
Artículo principal: Propaganda de la Italia fascista

Palacio del Comité Olímpico de Italia, Roma


Desde inicios de la década de 1930 la propaganda de Mussolini se orientaba a
afianzar su poder mediante la popularidad del régimen y apuntaba a exhibir ante
las masas italianas un renovado "poderío" de Italia en varios planos, sea cultural,
económico, militar, o inclusive deportivo. Para esto se realizaron en las principales
ciudades, pero especialmente en Roma, enormes construcciones de tipo
monumental y también recibieron enorme impulso las instalaciones deportivas
como estadios y coliseos.

En 1930 el régimen auspició un nuevo deporte llamado volata que era una mezcla
de fútbol y rugby (y basado supuestamente en el calcio florentino) con fines de
propaganda para exhibir un "deporte realmente italiano". El nuevo juego no ganó
aceptación entre las masas y, tras dos años de indiferencia popular, Mussolini
abandonó su promoción, en tanto la afición italiana mantuvo su preferencia hacia
el fútbol. Ante ello, el régimen fascista pugnó exitosamente ante la FIFA para
organizar de modo ostentoso la Copa Mundial de Fútbol de 1934, la cual fue
ganada por el equipo italiano

También se recurrió a las construcciones grandiosas de edificios como el complejo


arquitectónico llamado EUR iniciado en 1936 en la ciudad de Roma, en el cual
Mussolini había planeado realizar una fastuosa "Exposición Universal" en 1942
(nunca ejecutada) para celebrar los 20 años de la dictadura fascista. En paralelo,
desde 1924 existía el Istituto Luce (abreviatura de L' Unione Cinematográfica
Educativa), entidad estatal productora de cine con el cual difundir la propaganda
del fascismo mediante cintas documentales y noticiarios, aunque desde 1935 se
dedica específicamente a producir películas favorables al régimen. Para esta
finalidad en 1937 se fundan bajo patrocinio estatal los amplios y modernos
estudios de Cinecittà en Roma.

Fue en este clima de propaganda exacerbada que se celebraron varias


expediciones de aviación para aumentar el prestigio del régimen ante la opinión
pública internacional. Después del primer vuelo italiano sobre el Atlántico Sur en
1931, en 1933 el ex quadrumviro de la Marcha sobre Roma, Italo Balbo, organizó
el segundo y más famoso de los vuelos del Atlántico Norte, para conmemorar el
décimo aniversario de la Regia Aeronautica (creada el 28 de marzo de 1923). A
bordo de 25 hidroaviones SIAI-Marchetti S.55X del 1 de julio al 12 de agosto de
1933 Balbo y sus hombres llevaron su flota de aviones cruzando el océano
hasta Nueva York y retornaron a través de todas las principales naciones
europeas y visitando la mayoría de ciudades de los Estados Unidos. En el
momento fue una expedición que aumentó el prestigio italiano en el mundo y dio
gran fama internacional a Balbo, incluso superior a la de Mussolini.

El nacimiento del Imperio[editar]


Artículo principal: Imperio colonial italiano
Bloque Latino[editar]
Artículo principal: Bloque Latino
Ya en 1927 Mussolini había propuesto la formación de un "Bloque Latino" que
agruparía a Italia, Francia, España y Portugal, y que constituiría una alianza
basada en la civilización latina y la cultura común entre estas naciones.44 En aquel
momento la propuesta no llegó a prosperar en España, ni contó siquiera con el
apoyo de la Dictadura de Primo de Rivera, para frustración del propio Mussolini.45
No obstante, durante la década de 1930 el primer ministro francés Pierre Laval sí
llegó a manifestar su apoyo por el establecimiento un Bloque latino junto a Italia y
España.46 La propuesta volvería a ser discutida públicamente entre los gobiernos
de Italia, la España franquista y la Francia de Vichy durante la Segunda Guerra
Mundial,47 aunque finalmente nunca llegaría a formalizarse una alianza de este
tipo.

La invasión de Abisinia[editar]
Artículo principal: Segunda guerra ítalo-etíope

Mapa del imperio colonial italiano. En rojo están las


posesiones italianas antes de la Segunda Guerra Mundial. En rosa los territorios
capturados temporalmente después de septiembre de 1939.

El "Gran Consejo Fascista" reunido en


1936 para la "proclamación del Imperio".
Desde 1932 el régimen fascista buscaba pretextos para atacar el reino africano
de Abisinia, limítrofe con las colonias italianas de la Eritrea italiana y la Somalia
italiana, al que ya tropas italianas habían intentado conquistar en 1895, hasta ser
vencidas por los etíopes en la Batalla de Adua. Mussolini ansiaba expandir el
prestigio del régimen fascista mediante el imperialismo y vengar la humillación
sufrida por las tropas italianas cuatro décadas atrás, para lo cual el reino abisinio
ofrecía ser una presa adecuada con la cual satisfacer ambos objetivos.
En la noche del 5 al 6 de diciembre de 1934, en la frontera de la colonia italiana
de Somalia hubo un enfrentamiento entre soldados somalíes que estaban
prestando servicio en las tropas coloniales italianas y soldados abisinios, incidente
del cual Italia acusó a Abisina, pero la Sociedad de Naciones rechazó imponer
culpabilidad a alguno de los dos bandos.

El 2 de octubre de 1935, pretextando una disputa fronteriza en el norte de Etiopía,


Italia lanzó una invasión militar contra Abisinia desde sus bases en Eritrea (al
norte) y de Somalia (al sur), atacando en simultáneo por dos frentes, empleando
gran cantidad de tropas eritreas y de la metrópoli. El reino de Abisinia contaba con
tropas numerosas pero con armamento obsoleto, con fusiles y rifles de la Primera
Guerra Mundial, siendo escasas las unidades etíopes dotadas de armamento
comparable al de los italianos; los cañones y aviones de combate etíopes, además
de ser muy escasos, también resultaban anticuados. Por el contrario, las fuerzas
invasoras utilizaron masivamente armas de superior calidad (poco más de 700
carros blindados), además de emplear casi 500 modernos aparatos de la aviación
militar, lo cual resultó un factor decisivo.

Tras una serie casi ininterrumpida de derrotas etíopes durante meses, las tropas
del mariscal Pietro Badoglio entraron en la capital abisinia, Adís Abeba, el 5 de
mayo, mientras el emperador etíope Haile Selassie debió escapar al exilio
en Kenia, poniendo así fin a la guerra en Etiopía. El sábado 9 de mayo de 1936 las
dos columnas de avance italiano (septentrional y meridional) se unieron en la
localidad etíope de Dire Dawa, acabando de conquistar el reino de Abisinia. Esa
misma tarde Mussolini, desde el balcón del Palazzo Venezia en Roma anunció al
pueblo italiano la "fundación del Imperio" y dispuso que en las comunicaciones
oficiales se agregara esta fecha de fundación a las menciones de cada año, junto
con las menciones al inicio de la dictadura fascista. Así, el año 1936 quedó como
"año XIV de la era fascista y año I del Imperio". El rey Víctor Manuel fue
proclamado entonces "Emperador de Etiopía".

El 11 de octubre de 1935 el Reino de Italia había sido ya sancionado por


la Sociedad de Naciones debido a su invasión de Etiopía.48 La sanción entró en
vigor el 18 de noviembre, consistió en:

 Embargo de armas y municiones


 Prohibición de otorgar préstamos o créditos de apertura en Italia
 Prohibición de las mercancías de importación italiana
 Prohibición de exportar a Italia materia prima esencial para la guerra
Paradójicamente, la lista de bienes sujetos a embargo no incluía petróleo y los
subproductos de hierro y acero, excluidos al tener también "usos civiles" pero muy
necesarios para la industria bélica italiana, por lo cual firmas de Francia, Reino
Unido, Estados Unidos (que no era miembro de la Sociedad de Naciones), y
de Alemania, continuaron su exportación hacia Italia. El régimen de Mussolini
replicó continuando su agresión bélica y retirándose de la Sociedad de
Naciones en 1937. La guerra puso fin al frente de Stresa y acercó el Gobierno
italiano al alemán, el único relativamente favorable a la expansión colonial italiana
en África en Europa.49

Italia y Centroeuropa[editar]
A pesar del deseo común de Alemania y de Italia de cambiar la Europa surgida de
los tratados de paz de Versalles, los deseos de expansión en el centro del
continente hicieron que las relaciones entre las dos naciones fueran tensas hasta
mediados de la década de 1930.50 El principal motivo de enfrentamiento
diplomático fue el control de Austria, pequeño país fronterizo con ambas y pieza
clave en el dominio de la región centroeuropea.50 Mussolini se opuso hasta pocos
años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial a los deseos alemanes de
anexionarse la república alpina, que se redoblaron con la llegada de Hitler al poder
en 1933.50 Para Italia, ansiosa por extender su influencia por la zona, Austria
constituía una base para extender tal influencia.51 A comienzos de la década, el
medio porque Italia afectó la política austriaca fue la colaboración con
la Heimwehr, que participaba en el Gobierno del canciller Engelbert Dollfuss.51 Los
intentos de que Hitler aceptase esta situación fracasaron, y las relaciones
bilaterales se tensaron especialmente tras el frustrado golpe de julio, en el que el
canciller austriaco fue asesinado por nazis austriacos.52 Tras intentar en vano una
alianza con el Reino Unido y Francia para mantener la independencia austriaca, a
finales de 1936 Mussolini volvió a cambiar la política exterior italiana pactando con
Hitler.53 A cambio de la mejora de relaciones con este, Mussolini tuvo que permitir
la anexión de Austria en marzo de 1938.53 Esta anexión puso fin al bloque
proitaliano creado en marzo de 1934 por los Protocolos de Roma, que habían
sometido a Austria y Hungría a la influencia política y económica italiana,
debilitado la posición francesa en Centroeuropa y supuesto un freno a los planes
expansionistas alemanes.54

La intervención en España[editar]
Artículo principal: Presencia militar italiana en Mallorca
Al iniciarse el 18 de julio de 1936 la guerra civil en España, con la sublevación del
general Francisco Franco contra la Segunda República Española, Mussolini recibe
un pedido de ayuda de los rebeldes españoles, especialmente de los líderes
fascistas y carlistas que ya tenían contactos con Italia desde 1934, como Italo
Balbo. Mussolini acepta atender las demandas de los sublevados españoles y tras
el primer envío de aviones y material militar, se constituyó un contingente especial
de tropas italianas denominado Corpo Truppe Volontarie o CTV, basado
supuestamente en «voluntarios anticomunistas». El CTV es formado en realidad
por una mayoría de militares profesionales y camisas negras, a quienes se agrega
un cuerpo aéreo llamado Aviazione Legionaria, que llegaría a tener más de 40.000
hombres. Italia intervino en la contienda española con la intención de anexionarse
las Islas Baleares y el enclave norteafricano de Ceuta, y también con la idea de
crear un estado cliente en España.55 Italia buscaba la adquisición de las Islas
Baleares porque, debido a su posición estratégica, podría utilizar el archipiélago
como base desde la que interrumpir las líneas de comunicación entre Francia y
sus colonias del norte de África, así como la ruta británica de suministros entre
Gibraltar y Malta.5657

Desde la llegada de los primeros efectivos militares italianos a Mallorca, en agosto


de 1936, a partir de ese momento la isla se va a convertir en una auténtica base
militar italiana, tanto por sus bases aéreas que son usadas por la Aviazione
Legionaria como los puertos de la isla, especialmente el puerto de Palma de
Mallorca. A pesar de que no se trató una ocupación militar de iure, las banderas
italianas llegaron a ondear sobre la isla.58 Durante los primeros meses de la
presencia italiana el jerarca fascista Arconovaldo Bonaccorsi (conocido como el
"Conde Rossi") fue enviado a la mayor de las islas Balerares, Mallorca, al frente
de una fuerza compuesta por camisas negras y oficiales del ejército regular,59 para
ejercer como procónsul italiano en las Baleares.59

El conde Ciano comentaría en sus diarios:60


Queremos que la España nacionalista, que ha sido salvada virtualmente por la ayuda italiana y alemana,
permanezca estrechamente asociada con nuestra política [...]. Es un hecho que hemos establecido en
Palma una base aérea y naval; tenemos buques allí estacionados permanentemente y contamos con
tres aeródromos. Queremos mantener esa situación tanto tiempo como sea posible. En cualquier caso,
Franco deberá comprender que, incluso después de nuestra posible evacuación, Mallorca tendrá que
seguir siendo una base italiana en caso de guerra con Francia. Es decir: pretendemos mantener todas
las instalaciones preparadas para que, en pocas horas, Mallorca pueda operar como una de nuestras
bases mediterráneas. Si utilizamos la base mallorquina junto on la de Pantelaria y otras ya equipadas,
ningún negro será capaz de cruzar desde África a Francia por la ruta mediterráneea.

Las tropas del CTV participan en las campañas del bando sublevado a lo largo de
toda la contienda, desde 1936 hasta 1939, primero encuadradas como
«contingente autónomo» en apoyo a los sublevados. En marzo de 1937 las
fuerzas del CTV, actuando como cuerpo independiente, sufren una grave derrota
ante los republicanos en la Batalla de Guadalajara, lo cual significa una pérdida de
prestigio para el régimen fascista. Otra consecuencia amarga fue que el régimen
de Francisco Franco suprimió la autonomía de operaciones del CTV, colocándolo
en la práctica bajo mando del estado mayor de los sublevados. Pese a esto,
Mussolini insistió en mantener el CTV en España durante toda la contienda,
esperando siempre borrar el mal recuerdo de Guadalajara mediante nuevos
triunfos bélicos.

Acabada la contienda, Mussolini esperaba que Franco permitiera al Reino de


Italia utilizar las instalaciones portuarias en las Islas Baleares como bases para
la Marina italiana, pero la presión diplomática del Reino Unido y el propio
desinterés de Franco ante esta cuestión llevó a que el dictador español declinara
la idea. El nuevo gobierno español empezó a pagar a Italia la deuda de guerra
contraída por la ayuda militar del CTV, pero tales pagos no fueron continuos ni en
gran cantidad. En contraste, la Alemania nazi no requirió a Franco concesiones de
bases navales ni aéreas, sino que reclamó (y obtuvo) grandes privilegios
comerciales y financieros, así como un mayor acceso de la industria alemana a
la materia prima española, especialmente al valioso mineral de hierro y al cobre de
España.
El "Pacto de Acero" con Alemania[editar]
Desde 1938 se empezaron a respirar aires de guerra en Europa: el Tercer
Reich se había ya anexionado Austria, y tras los Acuerdos de Múnich, los
gobiernos de Francia y el Reino Unido aprobaron que la Alemania nazi se anexara
la región de los Sudetes, y después de que se negaran a rechazar su proyecto
para la anexión de toda Checoslovaquia. El Tercer Reich también tenía otras
semejanzas con la Italia fascista: había abandonado ya la Sociedad de
Naciones desde 1936 y había rechazado públicamente el Tratado de
Versalles desde hacía mucho tiempo, mientras sostenía con armamento y dinero
al bando sublevado en la guerra civil española, por lo cual un estrecho
acercamiento italo-germano parecía muy probable tras los Acuerdos de Múnich.

Al conocerse el 15 de marzo de 1939 que las tropas de la Wehrmacht alemana


invadían territorio checo sin reacción alguna franco-británica, Mussolini quedó muy
impresionado y dispuso que tropas italianas invadieran el Reino de Albania lo
antes posible para lograr una nueva exhibición de fuerza ante Europa y dominar
un país al cual se consideraba de facto como un satélite italiano desde hacía
varios años.

Así, en solo dos días ( 7 - 8 de abril de 1939) con la ayuda de 22.000 hombres y
140 tanques, las fuerzas armadas italianas ocuparon el Reino de Albania, y la
capital, Tirana fue conquistada en la mañana del 9 de abril. De inmediato se
instauró la Albania Italiana, como un efectivo protectorado italiano sobre el
pequeño país balcánico. La monarquía nativa del rey Zog I fue destronada y Víctor
Manuel III fue proclamado "rey de Albania".

El 22 de mayo fue firmado el Pacto de Acero entre la Alemania nazi y el Reino de


Italia. Ese pacto supuso que la guerra era inminente, y la vinculación de Italia en
una estrecha alianza con Alemania, comprometiendo el apoyo de Italia en caso de
que Alemania sufriera cualquier ataque. Algunos miembros del gobierno italiano se
opusieron a una alianza tan estrecha, y el mismo Galeazzo Ciano, autor italiano,
calificó al pacto como "auténtica dinamita".

La Segunda Guerra Mundial[editar]


Artículo principal: Segunda Guerra Mundial
El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia: rápidamente el ejército
alemán conquistó el territorio polaco en una exhibición de su táctica de
la Blitzkrieg, tomando Varsovia tras cuatro semanas de lucha. Como resultado del
ataque alemán, Francia y Gran Bretaña reclaman a Alemania que detenga su
ataque contra Polonia; al no lograrlo ambos países declaran la guerra a Alemania
el 3 de septiembre de 1939. Benito Mussolini en espera de los acontecimientos,
declaró a Italia como "no beligerante" en septiembre de 1939, bajo consejo de su
yerno Galeazzo Ciano, Ministro de Asuntos Exteriores, evitando que Italia quedara
involucrada en la contienda desde sus inicios.
Este gesto de Ciano fue muy mal recibido por el ministro nazi de Relaciones
Exteriores Joachim von Ribbentrop, quien juzgaba necesaria una intervención
italiana en la lucha para desalentar a Francia y Gran Bretaña de solidarizarse con
Polonia. De hecho, Ribbentrop culparía a Italia de haber permitido que el conflicto
germano-polaco se tornara en una guerra europea a gran escala.

A continuación, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Alemania trasladó


su atención primero hacia el norte invadiendo Dinamarca y Noruega en abril de
1940, y luego dirigió sus fuerzas hacia el oeste en contra de los Países Bajos y, a
través de Bélgica, contra Francia.

Entrada de Italia en la guerra[editar]


En junio de 1940 Mussolini se impresiona por la rápida y fácil victoria alemana
sobre Francia, quedando convencido del triunfo inminente de una alianza nazi-
fascista, y pensando en el momento de una nueva división de Europa; ante ello la
Italia Fascista declaró la guerra a la "demo-plutocracia" de Francia y Reino
Unido el 10 de junio de 1940, para cuando la Wehrmacht alemana está a punto de
tomar París. Mussolini y gran parte de la jerarquía fascista está convencida de
que, una vez derrotada Francia, el Reino Unido capitulará en un breve plazo,
permitiendo al Reino de Italia obtener como "botín de guerra" una serie de amplias
ganancias territoriales: Malta, Sudán, Alta Saboya, Túnez Francés, la Somalilandia
Británica, entre otras, para lo cual es preciso entrar en la guerra de inmediato en
alianza con el Tercer Reich.

El 21 de junio, cuatro días después que el gobierno francés pidiera a los alemanes
un armisticio, 325.000 soldados italianos invadieron los Alpes franceses. Nadie en
el Reino de Italia parece darse cuenta de que para esa fecha era ya inminente una
capitulación de Francia ante Alemania y la acción fue mal juzgada por la opinión
pública internacional al lanzarse una aparatosa campaña contra un enemigo ya
derrotado. El presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt llegó a definir
la acción de una "puñalada por la espalda", pero la campaña italiana resulta un
fracaso bélico, pese a lanzarse sobre unas fuerzas francesas desmoralizadas e
inferiores en número. Tras tres días de lucha las divisiones italianas avanzaron
solo 2 km, sufriendo 6.029 bajas (la mayoría por enfermedades y accidentes, más
que por combate real) contra 254 bajas del bando francés.

El 24 de junio el armisticio fue firmado entre el Reino de Italia y Francia, que


sanciona la desmilitarización de un territorio francés de 50 km cerca de la frontera,
pero permitiendo a los italianos apenas ocupar las zonas que realmente estaban
bajo su control a la fecha del armisticio, lo cual implicaba que la "ocupación italiana
en Francia" se reducía al pequeño balneario fronterizo de Menton y sus
alrededores.

Después de este mal papel Mussolini planeó un ataque a gran escala


sobre Malta (posesión británica) desde el mes de julio, utilizando sus fuerzas
navales y la Regia Aeronautica, sometiendo a la isla un duro bloqueo aeronaval
hasta anular sus defensas y finalmente tomarla por asalto. Los ataques italianos
no emplean todo su potencial bélico desde el primer momento y el gobierno
británico logra reforzar las defensas de Malta y dificultar más todo posible
desembarco italiano.

En el África Oriental Italiana, las tropas italianas de Eritrea y Somalia lanzaron en


julio una rápida campaña contra las posesiones británicas de Kenia y el Sudán
Anglo-Egipcio, ganando algunos territorios en dichas zonas hasta el mes de
septiembre. En paralelo los italianos atacan la Somalilandia Británica el 3 de
septiembre de 1940, aprovechando su superioridad numérica. Tras tres semanas
de lucha, las guarniciones británicas de la zona fueron vencidas y debieron
evacuar la Somalilandia marchando a Adén o rendirse a los italianos.

Campañas coloniales y en el Mediterráneo[editar]


La situación del África Oriental Italiana resulta bastante precaria pues tras el cierre
del Canal de Suez por los británicos en junio de 1940 y la imposibilidad de enviar
buques dando la vuelta al Cabo de Buena Esperanza, Italia no abastece a su
colonia más remota, que es abandonada a su suerte. El propio virrey italiano,
el duque Amadeo de Aosta, admite la difícil situación y decide paulatinamente
abandonar zonas de difícil defensa para ahorrar tropas y municiones, al prever
una pronta ofensiva de fuerzas del Imperio Británico, abastecidas y reforzadas por
su metrópoli.

Del mismo modo, tropas del Regio Esercito al mando del general Rodolfo
Graziani invaden el Reino de Egipto el 9 de septiembre de 1940, con cuatro
divisiones de infantería, acompañadas de artillería y tanques. Las fuerzas
británicas fueron vencidas por completo en las zonas fronterizas pero formaron
posiciones defensivas adecuadas y el avance italiano se detuvo tras 70 kilómetros
de penentración, en la localidad de Sidi Barrani.

Al no obtener un triunfo rotundo en Malta ni en Egipto, Mussolini tiene muy poco


de qué jactarse ante Hitler en su entrevista de la ciudad de Florencia el 24 de
octubre de 1940, pero ya desde el mes de agosto el alto mando del Regio
Esercito había planificado un ataque bélico contra Grecia y lo comunican a
Mussolini. Aunque los altos jefes militares italianos como Mario Roatta y Pietro
Badoglio consideraban el ataque sobre Grecia como un objetivo a mediano plazo,
Mussolini impuso que se ejecutase el 28 de octubre al conocer que en virtud
del Segundo arbitraje de Viena las tropas de Alemania habían conseguido bases
militares en el Reino de Rumanía desde inicios de septiembre de 1940.

Tras un ultimátum de Mussolini al dictador griego Ioannis Metaxas el 28 de


octubre, las tropas italianas invaden el norte de Grecia, penetrando en la región
del Epiro sin antes alertar al aliado alemán. Las divisiones italianas pronto se
encontraron en dificultades debido a la inesperada resistencia griega así como por
la falta de equipo militar adecuado, a lo cual se unía la ausencia de factor sorpresa
(debido a los meses de propaganda fascista contra Grecia) y la falta de
preparación de un plan de combate (improvisado apenas diez días antes de
empezar las operaciones).
Tras un mes de campaña las fuerzas griegas no solo habían detenido a los
invasores italianos, sino que incluso habían contraatacado con notable éxito,
penetrando en la Albania Italiana (controlada por el régimen fascista desde abril de
1939), tomando varias localidades en el extremo suroriental albanés. Las tropas
italianas lanzaron diversas contraofensivas a lo largo de enero de 1941 pero no
lograron romper la resistencia griega, situación que fue complicada por
el invierno en las montañas del Epiro, para el cual no estaban preparadas las
tropas italianas.

Mientras tanto, Malta no pudo ser tomada ni anulada como base aeronaval gracias
a la exitosa resistencia británica. Para colmo, la Regia Marina italiana sufrió un
duro golpe cuando el 11 de noviembre aviones de la RAF británica atacaron a la
flota italiana en Tarento y hundieron un acorazado, dañando gravemente a otros
dos buques de guerra, mientras los británicos perdían apenas dos aviones en la
lucha.

Derrotas italianas[editar]

Soldados italianos tras rendirse a los británicos en

la Operación Compass, enero de 1941 Tanquetas


italianas capturadas por los británicos en Libia, enero de 1941.
Tropas británicas derriban un monumento fascista
en Kismayu, Somalia, el 11 de abril de 1941.
La situación militar en Egipto también empeoró para los italianos, cuando fuerzas
británicas al mando del general Archibald Wavell, con seis divisiones frescas de
infantería y tanques, lanzaron una campaña el 9 de diciembre de 1940 contra las
avanzadas italianas en Egipto y las derrotaron decisivamente. A continuación,
tropas del Imperio Británico penetraron en la Libia italiana y continuaron
derrotando a las fuerzas italianas al mando de los generales Graziani y Gariboldi,
tomaron las localidades de Bengasi, Derna, y Tobruk y avanzaron más de 300
kilómetros en territorio libio, deteniéndose solo tras tomar El Agheila el 7 de
febrero de 1941. En esta campaña el Regio Esercito perdió su Décimo Ejército,
sufriendo 3.000 bajas en combate y dejando 120.000 prisioneros en poder de los
británicos. Ante este desastre, desde febrero de 1941 operó en Libia un numeroso
contingente militar alemán denominado Afrika Korps al mando del general Erwin
Rommel, enviado por Hitler con la misión de apoyar el esfuerzo bélico italiano en
África del Norte.

En enero de 1941 se reinició la ofensiva británica en África Oriental, con ataques


desde el norte y sur. Los reclutas etíopes bajo mando italiano empiezan a desertar
en masa (aunque los reclutas eritreos y somalíes mantendrían lealtad a Italia casi
hasta el fin). El mando británico emplea tropas metropolitanas e indias,
de franceses libres y reclutas kenianos y sudaneses, abastecidos por la Royal
Navy con municiones y combustible. Los italianos empiezan un lento reliegue de
posiciones indefendibles: abandonan Mogadiscio y Kismayu en febrero, junto con
toda Somalia y Somalilandia, en marzo se retiran de sus conquistas de Sudán y
Kenia, y en abril sus defensas se concentran en el Macizo etíope.

Pese a la valentía de las tropas bajo mando italiano, los británicos logran avanzar
y el 5 de abril de 1941 toman Adís Abeba, dos días después terminan de ocupar
toda la costa de Eritrea. Las defensas italianas en las montañas empiezan a
flaquear ante la grave escasez de municiones y alimentos, por lo cual el 20 de
mayo capitula en Amba Alagi el propio duque Amadeo de Aosta con un numeroso
contingente de soldados italianos y nativos, al advertirse la inutilidad de la
defensa. Con ello desaparece el África Oriental Italiana, aunque algunos núcleos
de resistencia continuarían en el norte del Macizo etíope hasta la rendición final de
los italianos en Gondar el 27 de noviembre de 1941.
Al endurecerse la resistencia de las fuerzas griegas en Epiro, Hitler se vio
entonces obligado a enviar ayuda militar a los italianos en el Reino de Grecia, pero
la campaña balcánica de los italianos prosiguió hasta que la Wehrmacht germana
lanzó en abril de 1941 su campaña en los Balcanes, invadiendo exitosamente el
Reino de Yugoslavia y el Reino de Grecia en tres semanas, tras lo cual las tropas
italianas (de actuación muy marginal en esta fase de la lucha) ocuparon amplios
sectores de Dalmacia, Eslovenia y Montenegro. El OKW alemán dispone, no
obstante, que las fuerzas griegas capitulen solo ante la Wehrmacht en tanto
el Regio Esercito no había sido el real ejecutor del triunfo final del Eje.

En la guerra naval, la Batalla del Cabo Matapán del 27 de marzo de 1941 culminó
en otro rotundo triunfo británico que arrebató a la Regia Marina toda pretensión de
hegemonía en el Mediterráneo tras causarle serias bajas: Italia perdía dos
destructores, tres cruceros y 3.000 hombres, mientras las bajas británicas se
limitaban a tres tripulantes de un avión torpedero derribado.

Intervención alemana[editar]

Soldados italianos en el norte de África,


abril de 1941
Los graves reveses militares de Italia en tierra y mar mostraron al régimen fascista
la precariedad económica e industrial del país, así como la escasa preparación de
sus fuerzas armadas, lo cual contrastaba con la abrumadora superioridad bélica
de Alemania en el Eje; en paralelo, Italia había introducido en la población civil
severas medidas de racionamiento y austeridad que no se reflejaban en los
campos de batalla, lo cual redujo mucho la popularidad del régimen entre las
masas.

Para impedir un derrumbe italiano en Libia, el dictador alemán Adolf Hitler envió un
considerable cuerpo de tanques al mando del general Erwin Rommel para
rechazar las ofensivas británicas y avanzar hasta el Canal de Suez, controlando
el Reino de Egipto. Nominalmente el contingente alemán, llamado Afrika Korps,
estaría subordinado al estado mayor del Regio Esercito, pero pronto la
superioridad técnica y logística de las tropas germanas causó que éstas operasen
de modo autónomo, en el mismo plano que los mandos italianos.

Pese a los desastres del primer año de guerra, en junio de 1941 Mussolini insistió
en enviar unidades del Regio Esercito para apoyar la ofensiva alemana en
la URSS. Este contingente, denominado ARMIR, llegó a sumar diez divisiones,
pero estuvo siempre muy mal equipado para la lucha invernal y abastecido con
armas de mediocre calidad, participando primero en las luchas de los alemanes en
el oeste de Ucrania y participando en la ocupación del puerto de Odesa. El mal
aprovisionado contingente italiano terminó dependiendo de la intendencia y
logística de la Wehrmacht, redundando en nuevo desprestigio para Mussolini.

En África del Norte las tropas ítalo-alemanas lograron avances desde abril de
1941 (triunfando en la Operación Sonnenblume)con el apoyo logístico y bélico
del Tercer Reich, especialmente por la pericia del general alemán Rommel al
frente del Afrika Korps y el apoyo aéreo de la Luftwaffe, con aviones de mejor
calidad que los usados por la Regia Aeronautica, llegando inclusive a sitiar el
puerto libio de Tobruk, tomado por los británicos tres meses antes, y alcanzar la
frontera libio-egipcia. En mayo y junio de 1941 los ítalo-alemanes rechazaron dos
contraofensivas británicas (la Operación Brevity y la Operación Battleaxe).

En diciembre de 1941 los británicos lograron romper el sitio de Tobruk tras una
gran demostración de fuerza, pero en enero de 1942 Rommel planificó una gran
contraofensiva que reocupó Bengasi y amenazó Tobruk. En junio de 1942 los
italoalemanes lograron su mayor triunfo en Gazala y retomaron Tobruk, pero ello
aumentó la influencia de los militares alemanes sobre el estado mayor italiano. No
obstante, tras el triunfo de Gazala los avances del Eje resultaron en graves
pérdidas de hombres y material que no podían ser compensadas prontamente, en
tanto los convoyes de apoyo de la Regia Marina eran fácilmente atacados por
la RAF desde sus bases en Malta, amenazando gravemente la logística del Afrika
Korps y causando mutuas acusaciones de incompetencia y mala voluntad entre
los jefes militares alemanes y sus colegas italianos.

Finalmente, a fines de octubre de 1942 los ítalo-alemanes eran vencidos


decisivamente en la Batalla de El Alamein, donde el Afrika Korps sufrió gravísimas
bajas que lo dejaron casi inoperante, al igual que las divisiones italianas. Tras ello,
tropas británicas lanzaron una violenta contraofensiva y a fines de enero de 1943
tomaron Trípoli, ocupando toda la colonia de Libia. Las últimas fuerzas ítalo-
alemanas lucharon para mantener un débil frente en Túnez pese a su inferioridad
en tropas y suministros, hasta que a inicios de mayo de 1943 fueron totalmente
vencidas y debieron capitular ante los estadounidenses, preparándose los Aliados
occidentales para un ataque directo al Reino de Italia.

En paralelo, en diciembre de 1942 y enero de 1943 el ARMIR fue duramente


derrotado por la contraofensiva soviética en la Batalla de Stalingrado, perdiendo
casi a la mitad de sus hombres como muertos, heridos o prisioneros, además de
casi todo su material de guerra; tras el desastre, los sobrevivientes del ARMIR
fueron repatriados en febrero de 1943.

Crisis del régimen[editar]


Artículo principal: Caída del fascismo
La situación militar del Eje a inicios de la primavera de 1943 parecía muy poco
halagadora: Italia había perdido todo su imperio colonial, su flota había sido casi
destruida en el Mediterráneo tras la Batalla del Cabo Matapán y apenas mantenía
una débil cabeza de puente en Túnez, el Tercer Reich sufría una gravísima
derrota en Stalingrado y perdía casi todos sus avances en el Cáucaso, la cuenca
del Donbass y el extremo este de Ucrania.

En Italia el descontento llega a las masas populares ante la interminable sucesión


de derrotas bélicas, las privaciones de la vida diaria, y la extrema dependencia
respecto de los alemanes, descontento que se extiende a la élite del fascismo, en
tanto líderes del gobierno como Galeazzo Ciano o Dino Grandi se oponen a seguir
la guerra al lado de Alemania, quien ya se perfila como país vencido ante el cual
Italia no tiene poder efectivo. La economía italiana sufría ya los efectos de una
guerra a gran escala para la cual no estaba preparada en modo alguno, a lo cual
se une la dependencia hacia Alemania como exclusiva suministradora de materia
prima y casi único mercado para la exportación de productos italianos.

En ese contexto, el 9 de julio de 1943 las tropas británicas y estadounidenses


lanzan la invasión aliada de Sicilia, primer avance sobre el territorio propio de un
país del Eje. La situación política de Italia se torna muy tensa en tanto el avance
enemigo no logra ser dominado efectivamente por las unidades del Regio
Esercito, siendo preciso de nuevo el apoyo de la Wehrmacht alemana para evitar
el desastre.

En este contexto, el 25 de julio de 1943 se reúne el "Gran Consejo Fascista" para


votar una moción, presentada por Dino Grandi en connivencia con el rey Víctor
Manuel para restituir al monarca las facultades de designación del primer ministro.
El Gran Consejo acepta la moción por 25 votos contra 8 y ello permite que al día
siguiente el rey Víctor Manuel llame a Mussolini para una entrevista donde lo
destituye y ordena su arresto, siendo reemplazado en el poder por el
general Pietro Badoglio.

Colapso[editar]
El derrocamiento de Mussolini generó alarma en Hitler, quien dispone que
la Wehrmacht se prepare para ocupar Italia ante la sospecha de hostilidad por
parte del régimen de Badoglio. Este no disuelve la alianza con el Tercer Reich y
mantiene las políticas del fascismo pero inicia contactos el Reino Unido y Estados
Unidos para que Italia obtenga una "paz por separado" con las potencias
occidentales y luego con ayuda aliada pueda repeler un ataque alemán. Mientras
tanto, el 16 de agosto se pierde la batalla de Sicilia, siendo la isla ocupada
totalmente por los aliados.

Con Mussolini arrestado, Víctor Manuel y Badoglio confían en una repentina


intervención militar aliada y pactan secretamente el cese de fuego en el Armisticio
de Cassibile el 8 de septiembre de 1943, pero los jefes militares estadounidenses
y británicos rehusaron lanzar una gigantesca ofensiva en Italia para detener una
penetración alemana, considerando que eran las tropas italianas las obligadas a
hacerlo. Este armisticio no fue comunicado con antelación a los jefes de las
fuerzas armadas italianas, que cayeron presas de la total confusión al conocerse
sus términos. Al difundirse por toda Italia la noticia del "Armisticio de Cassibile", sin
ir acompañado de una operación bélica de los aliados a gran escala, el Regio
Esercito se disolvió rápidamente en pocos días, con soldados y oficiales
abandonando posiciones y cuarteles y volviendo a sus casas al recibir orden de
"cesar la lucha" pero sin alguna otra disposición de sus superiores.

La Wehrmacht lanzó entonces sus tropas para ocupar la mayor cantidad de


territorio posible en Italia, sin hallar resistencia apreciable debido a la masiva
"autodisolución" de las fuerzas armadas y de la administración fascista. Ante el
gran peligro al que quedaron expuestos de sufrir una represalia alemana, el rey y
Badoglio huyeron de Roma en la noche del 9 de septiembre de 1943,
refugiándose en Bríndisi, ya en poder de los aliados.

Italia se convierte durante los próximos veinte meses en campo de batalla entre
los alemanes, que penetran la península itálica desde el norte hasta Campania,
entran en Roma, y liberan a Mussolini de su prisión, en contra de los Aliados
occidentales que avanzan desde el sur y pronto toman las regiones más
meridionales de la península, expulsando a los alemanes hasta el Lacio.

Tras ello, la Italia fascista colapsa por completo y el país se divide en dos
fracciones: al norte se funda la República Social Italiana presidida por Mussolini
y donde aún se mantiene el régimen fascista, aunque en la práctica es tratada
como un país ocupado por tropas del Tercer Reich. En el sur el Reino de
Italia continúa existiendo bajo un gobierno de emergencia del Comité de
Liberación Nacional presidido por Ivanoe Bonomi que declara la guerra a
Alemania pero que continuará hasta el fin de la contienda bajo la ocupación militar
de británicos y estadounidenses.

Economía[editar]
Dirigismo y autarquía[editar]

Propaganda fascista sobre la asistencia


de Mussolini a las maniobras navales de 1928.
La ideología del fascismo otorgaba gran importancia al nacionalismo extremo y en
el plano económico se valoraba la "independencia económica", considerando el
propio Mussolini que un Estado potente debía poseer un sistema económico
igualmente potente, basado en la industrialización y la tecnología, con una balanza
de pagos favorable, sin mayor déficit fiscal y, en lo posible, buscar
la autarquía económica.

Debido a que gran parte de los camisas negras procedían del proletariado urbano
o de la pequeña burguesía, Mussolini abrigaba una fuerte deconfianza hacia
el capitalismo y el empresariado, pero ello no significaba adhesión alguna a los
principios del marxismo sino por el contrario una mayor insistencia en el "dirigismo
estatal", tratando de controlar a los grandes capitalistas aunque sin enfrentarse
abiertamente a ellos. El fascismo aspiraba a obtener una adhesión popular en
todas las clases sociales de Italia, y eliminar así toda posibilidad de lucha clasista,
por lo cual se impulsó la militancia fascista entre casi todas las capas de la
población, admitiendo en los movimientos y organizaciones fascistas a individuos
de dispar origen social, desde jornaleros hasta aristócratas.
El chauvinismo mussoliniano determinaba entonces que el enemigo del
proletariado italiano debía ser necesariamente extranjero, siendo preciso
establecer leyes sociales para mejorar el nivel de vida de las clases bajas de Italia
y eliminar todo fermento posible de "revolución comunista".

De acuerdo a estas metas, la Italia fascista se sustentó en el corporativismo. Esta


doctrina se inspira en los gremios o corporaciones medievales, elogiados por la
propaganda fascista por "armonizar los intereses de patronos y trabajadores". De
la misma manera el Estado corporativo suprimiría la lucha de clases,
constituyendo al Estado en árbitro de las disputas dentro de unas instituciones
comunes. Los grandes empresarios del país terminaron por reconocer a los
sindicatos fascistas (un solo sindicato oficial por categoría laboral) y sujetarse
legalmente a las directrices del régimen sobre productividad y reinversión de sus
ganancias, a cambio se prohibió el derecho a la huelga y los trabajadores
perdieron el derecho de formar sindicatos libres: todo reclamo era derivado
mediante el Estado. En consecuencia, en julio de 1926 se creaba un Ministerio de
Corporaciones.

Sin embargo, entre 1922 y 1926 se adoptó una línea económica liberal, conocida
como línea De Stefani por el nombre de su ministro de Finanzas. El
Estado rescató algunos sectores industriales y financieros (Ansaldo o el Banco de
Roma) y privatizó ciertos servicios como los de telefonía y seguros de vida (en lo
que se ha calificado como «privatización de las ganancias y socialización de las
pérdidas»), se aumentaron los impuestos indirectos y se contuvieron los salarios
obreros. El intervencionismo estatal fue una construcción jurídica de Alfredo
Rocco durante el mandato del nuevo ministro de Finanzas Giuseppe Volpi, con las
leyes laborales de los años 1926 y 1927, disposiciones que se resumen en
la Carta del Lavoro (aprobada por el Consejo Nacional Fascista el 21 de abril de
1927), que organiza las profesiones en corporaciones verticales de patronos y
obreros, sobre las cuales el Estado se reserva la última disposición.61
Moneda de cinco liras de 1925
En busca de mostrar una mayor fortaleza nacional, Mussolini inició en 1927 la
"Batalla de la lira", con el fin de conseguir una mayor apreciación de la moneda
italiana en el mercado internacional de divisas, fijando el cambio oficial. En parte
por razones de prestigio ante la caída de su moneda, en parte por combatir
la inflación de posguerra, el régimen fascista revaluó la lira italiana hasta la
llamada "cuota noventa" (paridad 1 libra esterlina: 90 liras, frente al valor anterior
de 1 libra: 150 liras) y procedió paralelamente a elevar los tipos de interés, a
reducir la circulación monetaria y los costes salariales (los salarios fueron
reducidos en un 20% en 1927), medida ésta compensada por la reducción de la
jornada laboral y por la concesión de distintas formas de beneficios sociales para
la clase obrera como el pago de subsidios a familias numerosas, vacaciones
pagadas, paga extraordinaria de Navidad y mejoras en los seguros de enfermedad
y accidentes (además del Dopolavoro, fuente de entretenimiento para las masas
pero también de control estatal sobre el tiempo libre del proletariado).

La "batalla de la lira" produjo una gran estabilidad de precios y hasta una


disminución del costo de vida, estimada en un 16% entre 1927 y 1932.
Ciertamente ello perjudicó al comercio exterior, pero con todo, el producto interior
bruto creció notablemente, y determinados sectores -construcción, electricidad,
química, metalurgia- registraron altas tasas de crecimiento. Las medidas de 1927
harían que Italia aguantara la gran crisis internacional de 1929 de forma menos
dramática que a otros países. Sufrieron ciertamente algunos sectores, como el
agrícola y el manufacturero, dependientes del mercado externo. El desempleo en
la industria, por ejemplo, creció en un 7,8% anual entre 1929 y 1932 (si bien se
recuperó notablemente desde ese año). Pero otros sectores, como la
construcción, la industria eléctrica, los transportes y el comercio, centrados en el
"mercado interno" continuaron prosperando.

Reacción al Crac del 29[editar]


Cuando el 29 de octubre de 1929 se desplomaron los mercados de Wall Street, la
orden de Mussolini fue la de ignorar totalmente el acontecimiento, pensando que
este grave suceso no daría ningún tipo de problemas a Italia debido al esquema
del corporativismo. Inclusive la balanza de pagos italiana se cerró con superávit en
1931 y 1932, pero después de esa fecha Mussolini se vio forzado a abandonar
también el patrón oro y dejar que la lira italiana se devalúe para evitar un colapso
de la exportación. La economía italiana aún dependía fuertemente del comercio
internacional por lo cual en 1930 entró en una profunda crisis y esto trajo consigo
la creación del Istituto per la Ricostruzione Industriale (IRI) en 1933.

Solo a mitad de los años 30 Mussolini aceptó la difícil situación y


decidió desvalorizar la lira en un 41% para evitar una inflación peligrosa, e
introdujo nuevos impuestos. Desde aquel momento el régimen fascista se
preocupó más por promover el crecimiento de la economía del país, estimulando
las exportaciones italianas, pero pronto el gobierno mussoliniano debió afrontar los
gastos de la guerra de Etiopía y de la intervención en España. Esto generó un
nuevo déficit, cada vez más difícil de cubrir.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial significó otro problema para la


economía italiana. Si bien el régimen fascista había declarado su neutralidad en
septiembre de 1939, resultaba difícil para Italia el comercio internacional del cual
se había beneficiado gracias a una industria bien calificada; de hecho Mussolini
advirtió, amargamente, que la mala situación financiera de Italia le impedía
intervenir en la contienda al lado del nazismo. Las restricciones comerciales
fijadas por Alemania, Gran Bretaña, y Francia, principales mercados para la
exportación italiana, redujeron agudamente el crecimiento económico desde 1940;
esta situación se agravó cuando Mussolini dispuso el 10 de junio de 1940 que
Italia entrase en guerra como aliado de Alemania, imponiendo así nuevas
presiones bélicas y productivas a una economía cuyo sector industrial siempre fue
más pequeño de lo necesario.

Sociedad[editar]

Portada del Corriere della Sera del 11


de noviembre de 1938 anunciando las leyes racistas
El régimen fascista impuso un firme conservadurismo social, en tanto
la emancipación de la mujer fue ajena a los fines del fascismo. De hecho, las
primeras normas laborales de la Italia fascista apuntaban a que la mujer italiana
consagrase la mayor parte de sus esfuerzos al cuidado del hogar y de sus hijos,
limitando la presencia de mujeres en el mercado laboral. Así, el régimen fascista
despidió a todas las mujeres que desde 1915 laboraban para el Estado en
ferrocarriles, exceptuando solo a las viudas de guerra. Del mismo modo, se
consagró que las mujeres trabajadoras en el ámbito particular recibieran
menor salario que sus compañeros varones, incentivándolas a permanecer en sus
hogares. La legislación fascista referente a las mujeres, fijada entre los años 1926
y 1929, se basó en ciertas tesis culturales y médicas contemporáneas acerca de
una supuesta inferioridad biológica de las mujeres —especialmente incapacitadas
para ejercer labores políticas—, por lo que también quedaban excluidas del
acceso a cualquier cargo electivo (incluidas alcaldías y concejalías); como
el Duce recalcó al periodista Emil Ludwig: «En nuestro Estado ella [la mujer] no
debe contar nada».62 Si bien ya en 1922 el propio Mussolini había considerado
"inútil" formular leyes contra la homosexualidad alegando que "los italianos son
demasiado viriles para caer en las enfermedades de otros pueblos",
paulatinamente el régimen fascista persiguió a los homosexuales de toda clase
mediante una serie de normas penales que les imponían la pena de
"confinamiento" en localidades remotas.

El régimen también se presentaba como un estado asistencial, beneficiando solo a


aquellos fieles a los ideales fascistas. Mussolini aparecía como protector de los
ciudadanos, dándose un familismo de tipo feudal en las relaciones entre
mandatario y beneficiario y dirigiéndose los italianos —muchos de ellos mujeres y
niños— directamente a Mussolini (principalmente por carta) para realizar
peticiones o denunciar injusticias. Para ello, se creó en 1922 una secretaría
particular del Duce —administrada por periodistas y expertos en comunicación—
que, a mediados de los años treinta, recibía unas 1500 cartas diarias. Toda la
correspondencia procedente de la Romaña, región natal de Mussolini, era leída
personalmente por el dictador. La secretaría también gestionaba fondos de dinero
para gastos particulares y de representación de Mussolini, así como para regalos y
beneficencia hacia diversos solicitantes; el secretario poseía una cuenta propia en
la Banca d'Italia. Se estableció, así, una red clientelar a nivel institucional o
«favoritismo legalizado» que suplía las carencias de una administración
ineficiente. Ser familiar del Duce, u originario de su localidad natal Predappio,
suponía un mérito para acceder a beneficios: durante las dos décadas del
fascismo, 334 familiares de Mussolini y su mujer Rachele fueron perceptores de
subsidios. Aparte de la corrupción imperante, se fomentó desde las escuelas y la
prensa un culto a la personalidad de Mussolini bajo una figura paternalista de «jefe
ideal de la familia Italia» a quien pedir ayuda:63
Cuando uno mira a su alrededor y ya no sabe a quién acudir, se acuerda de que está Él [Mussolini].
¿Quién, si no Él, puede hacer algo?
Orio Vergani ("Corriere della Sera", 3 de noviembre de 1936)

En 1927 Mussolini lanzó la "Batalla de los nacimientos" con el fin que Italia
aumentase su población de 40 millones de habitantes, para alcanzar la cifra de
"60 millones de italianos" en 1950, considerando que para el expansionismo del
régimen sería preciso un crecimiento poblacional para contar con "más colonos y
soldados" al estilo de la Antigua Roma. Dicha campaña de estímulo de la
natalidad se vio fuertemente apoyada por la Iglesia católica.64 Para lograr este
objetivo, se elaboraron subsidios indirectos: leyes concediendo préstamos de
dinero a matrimonios jóvenes (pagaderos en parte con la llegada de un nuevo
hijo), y liberando de tributos a los matrimonios con más de seis hijos. Del mismo
modo hubo medidas para incentivar el crecimiento poblacional: se dificultó
la migración al extranjero, la administración pública otorgó ascensos y contratos
solo a los hombres casados y con hijos, se prohibió la contracepción, se aumentó
el impuesto sobre la renta y se impuso el pago de una tasa a los hombres solteros,
y se castigó el aborto como un «delito contra la integridad y la salud de la estirpe»
bajo pena de cárcel de hasta doce años. A pesar de tales políticas, la lenta
progresión de la curva demográfica motivó que, a mediados de los años treinta, el
objetivo inicial fuera rebajado a 50 millones.65

Tales medidas no sirvieron de mucho para el crecimiento demográfico de Italia y


chocaron con la visible falta de entusiasmo de la población, para quien el aumento
del número de hijos seguía significando una reducción en el nivel de vida de las
familias. Las privaciones causadas por la entrada de Italia en la Segunda Guerra
Mundial desde junio de 1940 estimularon una reducción de la natalidad, además
de la reducción poblacional por las muertes de hombres jóvenes en combate. Así,
en el año 1950 la población italiana sumaba 47.5 millones de personas, sin
alcanzar la cifra ambicionada por Mussolini.

Los Balilla y el Dopolavoro[editar]


A comienzos de los años 30 la dictadura mussoliniana se había estabilizado,
basada en un sólido aparato represivo y de propaganda. Los niños, al igual que el
resto de la población, se clasificaron en las organizaciones fascistas, toda la
oposición al régimen quedó prohibida, y la prensa fue impedida de toda crítica al
fascismo. Para este fin, el régimen creó en 1926 la Opera Nazionale
Balilla (abreviada como ONB), un movimiento juvenil adherido al Partido Nacional
Fascista destinado a instruir a la infancia y adolescencia de Italia en las doctrinas
del fascismo.

La "Opera Nazionale Balilla" se había dividido en los grupos de "Balilla" (para


niños) y "Piccole Italiane" (para niñas) entre los 8 y 14 años de edad. De los 14 a
18 años los grupos eran denominados "Avanguardisti" (varones) y "Giovane
Italiane" (mujeres). La formación impartida en la rama femenina estaba dedicada
exclusivamente a instruir a sus afiliadas en la administración eficiente del hogar y
la familia, en concordancia con el fuerte conservadurismo social del régimen;
mientras tanto la rama masculina atendía la instrucción premilitar y deportiva de
los jóvenes y aspiraba abiertamente a la eventual militarización de la juventud,
exaltando los valores de la disciplina y la lealtad al régimen. Esta diferenciación de
los roles masculinos y femeninos fue ya anticipada por el mismo Mussolini en un
discurso ante el parlamento en 1925: «La guerra es al hombre como la maternidad
a la mujer».66 La adhesión a estos grupos resultó en la práctica obligatoria para los
menores de edad, siendo disueltas las demás organizaciones juveniles (como
el escultismo).

La dictadura promulgó en 1929 una legislación penal específica con el fin de evitar
el «contagio moral» de los jóvenes. Desde comienzos de los años 30, los
funcionarios de la Opera Nazionale Maternità e Infanzia (ONMI) y los dirigentes de
la ONB podían denunciar a los menores que, según su criterio, mostraran señales
de desafección al régimen, corrupción y reincidencia. Los centros de
observación de la OMNI señalaban la desviación social y los defectos tanto físicos
como psíquicos de los menores, instituyéndose en 1934 los tribunales de menores
y las casas de reeducación —estas últimas con un régimen basado en la religión
católica, la escuela, el trabajo, el deporte y las recompensas (por este orden)—. A
finales de la década funcionaban ya 140 establecimientos penales de este tipo que
contribuían a la fascistización de los elementos juveniles considerados
desviados.67

De modo similar, el régimen fascista creó en 1925 la Opera Nazionale


Dopolavoro u "OND" como una organización con fines recreacionales destinada a
la clase obrera italiana, ofreciendo actividades de entretenimiento y deportes en
condiciones casi comparables a las de la burguesía local. El gobierno
mussoliniano tomó como modelo el esquema de la YMCA estadounidense,
promoviendo el deporte, actividades culturales y excursionismo, aunque la
finalidad esencial del régimen era controlar el tiempo libre del proletariado y evitar
que el ocio de las clases obreras (e inclusive de la pequeña burguesía) sea
ocupado por la actividad política.

Los empleadores italianos aceptaron la participación de sus trabajadores en la


OND, e inicialmente el régimen fascista evitó dar un carácter marcadamente
político al movimiento, para ganarse la simpatía espontáneo de los trabajadores.
No obstante, ya en abril de 1927 la OND queda bajo el mando del dirigente
fascista Augusto Turati y se impulsó la politización de la OND. Hacia 1930, esta
organización abarcaba al 80% de asalariados de Italia, pero la desconfianza de las
masas hacia la politizada OND y la falta de medios impidió que tuviera el alcance
de su similar alemana, la Kraft durch Freude.

El racismo[editar]
Artículo principal: Racismo
En septiembre de 1938, con miras a un acercamiento ideológico con la Alemania
nazi, Mussolini impuso leyes racistas en Italia, destinadas a recortar derechos
civiles a la población de origen judío de modo similar a las Leyes de
Núremberg emitidas en Alemania. A pesar de no haberse
manifestado antisemitismo por parte del gobierno fascista en los años anteriores,
desde noviembre de 1938 los judíos en Italia (que sumaban menos del 0,5 % de la
población total), fueron blanco de discriminación oficial y expulsados de
la administración pública, del Partido Fascista, y del ejercicio de diversas
profesiones (especialmente en banca y finanzas), impidiéndose su libre acceso a
la educación superior. También ese año se prohibía la publicación y venta de
libros cuyos autores fuesen de origen judío.68

Pese a la persecución oficial y el discurso oficial de "defensa de la raza",


numerosos judíos fueron "arianizados" (reconocidos formalmente como "arios
italianos") para eludir la discriminación, incluyendo en este grupo a judíos
veteranos de la Gran Guerra, militantes fascistas de vieja fecha, o combatientes
en la guerra de España. Dentro de las "leyes raciales" se impusieron también
limitaciones a la población de raza negra del imperio colonial italiano impidiendo
su libre asentamiento en la metrópoli, exigiendo especialmente que los italianos
"vinculados a súbditos coloniales" (usualmente militares con parejas e hijos
africanos) no se asentaran en Italia con ellos. Tampoco se permitió a los
funcionarios públicos —que estaban obligados a militar en el Partido Nacional
Fascista— contraer matrimonio con personas extranjeras.69 Del mismo modo, al
estilo del nazismo alemán, se teorizó en la propaganda del régimen sobre la
existencia de una "raza italiana".

Arte, cultura y formación[editar]


Están vinculados al fascismo nombres de artistas italianos
como D'Annunzio, Marinetti, Giacomo Balla, Carlo Carrà y muchos otros, así como
compañeros de viaje de la talla del poeta estadounidense Ezra Pound.
Inicialmente la Italia fascista contó con el beneplácto de numerosos artistas locales
que veían en el fascismo una poderosa "rebelión contra la razón" de corte
antiintelectual, lo cual era uno de los principales postulados artísticos
del futurismo, movimiento artístico nacido en Italia en 1909. Exactamente, según
los futuristas Marinetti y Antonio Sant'Elia, el futurismo se caracterizaba por "el
movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso gimnástico, el salto peligroso y la
bofetada irreverente", junto con una exaltación de la acción, de la tecnología y de
la violencia, en rechazo a las costumbres propias de la burguesía y la aristocracia.

Tales ideas causaron que, al advenimiento del régimen fascista en Italia, muchos
artistas de la escuela futurista vieran con especial admiración las ideas de
Mussolini, que mostraba las "virtudes" que los futuristas reclamaban al arte: la
fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento, la deshumanización.

El hecho de que Mussolini paulatinamente integrase al fascismo dentro del


esquema político de Italia y evitara toda revolución social contra la burguesía
desde 1922, no desanimó a la mayoría de los futuristas, quienes se alinearon con
el régimen fascista hasta sus últimos días. Incluso el 29 de marzo de 1925 un
grupo de intelectuales italianos llegó a emitir el "Manifiesto de los Intelectuales
Fascistas", suscrito entre otros por Giovanni Gentile, Curzio Malaparte, Filippo
Tommaso Marinetti, Ildebrando Pizzetti, Margherita Sarfatti, Ardengo Soffici,
y Giuseppe Ungaretti. El escritor Luigi Pirandello no suscribió tal documento pero
lo aprobó después públicamente. Otros partidarios del fascismo fueron Alfredo
Rocco y Giovanni Papini.

Referencias[editar]
Pie de página[editar]
1. ↑ Maddison Project Database 2020 (Bolt and van Zanden, 2020).
2. ↑ «Avanti Savoia!» era el lema para el Real Ejército Italiano. La divisa ancestral de los
Saboya, «F.E.R.T.» (Fides Est Regni Tutela (La fe es la protección del Reino)), fue la
escogida para el papel de consigna nacional.
3. ↑ Enric González, «La responsabilidad de los intelectuales. La ambigüedad italiana»,
en El País, 14 de octubre de 2006.
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6. ↑ De Grand (1995), p. 47
7. ↑ De Grand (1995), pp. 48-51
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fascista». Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades (México: Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez) 20 (39): 43; 45. ISSN 0188-9834.
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11. ↑ Polanyi, Karl (2013). La esencia del fascismo. Nuestra obsoleta mentalidad de
mercado (César Ruiz Sanjuán, trad.). Madrid: Escolar y Mayo. ISBN 9788416020041.
12. ↑ En Los anticapitalistas de hoy en día están más cerca del fascismo de lo que creen,
el economista promercado Fabrizio Ferrari sostiene:

El ataque de Gentile y Mussolini contra el capitalismo es (al menos) triple, y su


retórica subyacente no difiere de la de los movimientos anticapitalistas y
supuestamente antifascistas contemporáneos. En primer lugar, Gentile y Mussolini
abogan por un mayor papel del gobierno en la economía. En segundo lugar,
condenan tanto el individualismo metodológico como el político, afirmando la
importancia del colectivismo y las identidades colectivas. Tercero, culpan al
«economismo» y al papel que las limitaciones económicas juegan en la formación
del comportamiento humano, deplorando el materialismo y abogando por gobiernos
que trasciendan las leyes praxeológicas y sociológicas de la economía.

13. ↑ Payne, Stanley G. (1 de enero de 1996). A History of Fascism, 1914–1945 (en


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Bibliografía[editar]
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1938 (pdf) (Tesis) (en inglés). Rice University. OCLC 18458416.

Enlaces externos[editar]
 Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Italia
Fascista.
 "Logiques du fascisme" de Jean-Yves Dormagen, Ediciones Fayard,
2008 Archivado el 8 de marzo de 2022 en Wayback Machine.
en Histobiblio.com.
 "Parlementaires en chemise noire" de Didier Musiedlak, Presses
Universitaires de France-Comté, 2007 Archivado el 1 de abril de 2022
en Wayback Machine. en la web Histobiblio.com.

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 Italia fascista

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