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ISBN: 0-8297-3869-X
05 06 07 08 09 10 11 • 7 6 5 4 3 2 1
índice
Prólogo / 9
Prefacio / 11
Notas y abreviaturas / 13
Introducción / 15
4 índice
Otras manifestaciones / 42
La doble promesa del Espíritu / 42
El período intertestamentario / 42
Judaismo básico / 42
La comunidad de Qumran / 43
índice 5
La morada del Espíritu Santo / 71
El testimonio del Espíritu / 72
Santificación / 73
El significado del término / 73
Conceptos errados de la santificación / 73
Legalismo / 73
Antinomianismo / 74
Perfeccionismo / 74
La santificación como experiencia progresiva / 74
El fruto del Espíritu / 76
El andar diario / 76
El Maestro del creyente / 76
El Guía del creyente / 77
El cointercesor del creyente / 78
Glorificación / 78
Maestros / 212
Pastores / 214
Evangelistas / 214
Ayuda / 214
Administración / 215
El que dirige / 215
Prólogo
Hace varios años una creyente con años de experiencia me contó el primer recuerdo que
tenía de mí: yo tenía seis años. Ella se había retirado a su banca después de un intenso
tiempo de oración en el altar. Con toda la sabiduría que puede reunir un niño pequeño
criado en la casa de un predicador pentecos
tal, le hice la siguiente pregunta, muy adulta: «Pues bien, her mana, ¿está usted satisfecha
con la experiencia?» Como pentecostales, nuestro énfasis en tener una experien cia
personal con el Espíritu Santo a veces nos ha ganado mucha crítica de parte de otros
miembros de la familia cristiana. A muchos les da la impresión de que basamos la realidad
en la subjetividad de nuestra propia experiencia antes que en la ob jetividad de la palabra
de Dios.
A veces nuestros críticos se han olvidado que incluso los personajes de la Biblia
tuvieron grandes experiencias con Dios antes de poder articular una teología que situara
sus experien cias dentro del mayor contexto de la revelación divina. Moisés se encontró
con Dios en una zarza ardiente antes de que este le enseñara las lecciones del Pentateuco.
Isaías tuvo una expe riencia con Dios en el templo mucho antes de entender el pa norama de
la historia y de la profecía que más tarde le revela ría Dios. Saulo de Tarso tuvo un
encuentro con Jesús en el camino a Damasco mucho antes de que pudiera pasar un exa men
sobre la relación entre la ley y la gracia.
Digo todo esto porque usted tiene en sus manos una excelen te, sistemática y sesuda
teología del Espíritu Santo, escrita por uno de nuestros connotados eruditos, el Dr.
Anthony D. Palma.
Hay dos cosas que debe tener en mente al estudiar esta obra.
Primero, si usted ya ha tenido una poderosa experiencia, o varias, con el Espíritu Santo,
esta obra pondrá un cimiento
9
10 Prólogo
bíblico bajo sus pies. Le proveerá de una comprensión exhaus tiva de la persona y obra del
Espíritu Santo, según se revela en toda la Biblia, nuestra fuente de verdad totalmente
fidedigna. Un gran dirigente pentecostal de otra generación, Thomas F. Zimmerman,
comentaba que la relación del Espíritu y las Escrituras es como el río y sus márgenes. «El
Espíritu Santo», decía, «es el río, pero el Espíritu fluye solo dentro de las márge nes de las
Escrituras». Este libro le ayudará a usted a conocer esas orillas, capacitándolo mejor para
que «ande en el Espíri tu».
Segundo, si todavía no ha conocido a la persona del Espíri tu mediante la conversión, el
bautismo en el Espíritu, el ejerci cio de los dones espirituales y su fruto, este libro no puede
sus tituir tal experiencia. El deseo del Dr. Palma es ayudarle a
conocer al Espíritu, pero una comprensión intelectual de lo que enseña la Biblia sobre el
Espíritu Santo nunca puede reem plazar su propia experiencia personal con él. Ojalá este
mara villoso libro de texto sobre el Espíritu le despierte el apetito por su presencia y poder
en su propia vida.
Finalmente, una palabra en cuanto a los eruditos pentecos tales. Tenemos una gran deuda
con personas como el Dr. Pal ma, que han dedicado toda su vida a comprender y enseñar la
Palabra de Dios. Hace muchos años que conozco al Dr. Palma y a su esposa Betty. Son
personas de convicciones, con un gran amor por el Señor, de disposición amable, un estilo
de vida sencillo y sacrificado, un profundo interés por sus estudiantes, y una pasión porque
la iglesia de hoy sea un reflejo de la iglesia del Nuevo Testamento, llena del Espíritu Santo
y de poder.
GEORGE O. WOOD
SECRETARIO GENERAL DEL
CONCILIO GENERAL DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS
Prefacio
Este estudio del Espíritu Santo es producto de varias cosas: numerosos artículos que he escrito
sobre los varios aspectos del ministerio del Espíritu, una monografía titulada The Spi rit—God in
Action, que las Asambleas de Dios usaron por todas partes en la década de los setenta como cursos
de capacitación para obreros de Escuela Dominical, tres tesis que escribí para mis grados
avanzados en teología, notas de las clases que he enseñado a nivel universitario y de postgrado, e
investigación extensa llevada a cabo durante los últimos años. Las tres tesis se titulan: «Glossolalia
in the Light of the New Testament and Subsequent History» (Bachillerato en Teología
Sagrada/Maes
tría en Divinidad); «Tongues and Prophecy—A Comparative Study in Charismata» (Maestría en
Teología Sagrada); y «The Holy Spirit in the Corporate Life of the Pauline Congregation»
(Doctorado en Teología).
11
Notas y
abreviaturas
Siguiendo lo acostumbrado, la palabra «Señor» se usa en mayúsculas y versalitas en los lugares
donde el hebreo del Antiguo Testamento es el nombre personal y divino de Dios, Yahvé (que
probablemente se pronunciaba así). 1
En las citas bíblicas se ponen en cursivas las palabras que el autor quiere recalcar.
Para facilitar la lectura, los términos hebreos, arameos y griegos se transliteran con letras del
alfabeto español. Se usan las siguientes abreviaturas:
NVI: Nueva Versión Internacional
RVR60: Reina Valera Revisada, revisión de 1960 RVR95: Reina Valera, revisión de 1995
VP: Versión Popular
LBLA: La Biblia de las Américas
BAGD: Bauer, Arndt, Gingrich, and Danker, A Greek English Lexicon of the New Testament and
Other Early Christian Literature
BDF: Blass, Debrunner, and Funk, A Greek Grammar of the New Testament and Other Early
Christian Literature KJV: Versión King James, en inglés.
TDNT: Kittel, Theological Dictionary of the New Testament
STANLEY M. HORTON
EDITOR GENERAL
'El hebreo escribía solo las consonantes YHVH. Tradiciones posteriores siguie ron el deletreo latino JHVH, y añadieron
las vocales de «Señor» para recordarles que leyeran Señor en lugar del nombre divino. Nunca existió el propósito de que
este nombre se leyera «Jehová».
13
Introducción
Este libro es un estudio del Espíritu Santo desde una pers pectiva pentecostal. No habla por todos
los pentecostales, pero creo que, en su tesis principal, representa el pensamiento de los
pentecostales clásicos y de muchos carismáticos.
Porque, «¿qué dice la Escritura?» (Ro 4:3; Gá 4:30) ha sido mi lema desde mi adolescencia,
cuando siendo católico roma no empecé a estudiar las Escrituras, y como resultado de tal ac ción,
decidí dejar la Iglesia Católica Romana. La consigna de La Reforma de Sola Scriptura (solo la
Escritura) ha guiado vir tualmente todo lo que he escrito en este libro. He decidido li mitar el
alcance del libro principalmente a una investigación de las Escrituras. Asuntos relativos a la
historia presente de la iglesia y a algunos fenómenos contemporáneos fuera de la Bi blia, por muy
importantes que sean, nos desviarían del propó sito primordial del libro.
Debido a la perspectiva del libro, el lector comprenderá por qué he dedicado cantidades
desproporcionadas de espacio a asuntos que tienen que ver con la teología pentecostal. Pero esto
no se debe a que esos asuntos sean más importantes que otros, excepto para lo que se propone este
libro.
La primera parte es un tratamiento general de los asuntos sobre el Espíritu Santo, respecto a los
cuales hay poco desa cuerdo entre los creyentes teológicamente conservadores. A propósito de eso,
el estilo y la documentación son menos inte ractivos que lo que uno halla en el resto del libro.
La segunda parte trata de la muy debatida enseñanza pen tecostal del bautismo en el Espíritu Santo.
He tratado de com plementar la apologética pentecostal tradicional con nociones que adquirí en mi
estudio personal y en intercambio con otros compañeros. De buen grado admito que para mí es
virtual mente imposible la objetividad completa. Pero espero que los
15
16 Introducción
Primera parte
Pneumatología general
Capítulo 1
El Espíritu
y la Deidad
¿Quién, o qué, es el Espíritu Santo? Esta pregunta no surgió en la iglesia apostólica, sino que en
pocos siglos fue necesario que el cristianismo le prestara atención al asunto. Algunos di rigentes
del cristianismo estaban enseñando que el Espíritu Santo fue creado por el Hijo de Dios, y que
como ser creado no se le podía considerar miembro de la Deidad. Esto era en reali dad una
negación de la doctrina de la Trinidad, o sea, que Dios existe eternamente en tres Personas, a las
que el cristianismo en su mayor parte designa comúnmente como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Este capítulo trata de dos temas principales: la persona del Espíritu Santo, y la deidad del Espíritu
Santo. Incluirá también un breve sondeo de la historia de la iglesia primitiva en lo que tiene que
ver con estos asuntos.
19
20 Pneumatología general
Padre y al Hijo que al Espíritu Santo. Como consecuencia, se sabe menos de él que de los otros.
(2) La palabra «espíritu» sugiere la ausencia de persona. Re sulta fácil asignar la idea de persona a
las palabras «Padre» e «Hijo»; pero en inglés el género de la palabra «espíritu» es neu tro, lo que
significa que, hablando estrictamente, el pronombre apropiado para usarse es el neutro. Veremos,
sin embargo, que a pesar de este accidente del inglés, hay abundante evidencia en la Biblia de que
el Espíritu Santo es realmente una persona.
(3) Los idiomas bíblicos son también en parte responsables de este problema. Nuestra palabra
«espíritu» es una traduc ción sencilla y válida de la palabra hebrea ruaj y del griego pneuma, que
son palabras comunes en esos idiomas.
Originalmente las palabras ruaj y pneuma se usaban para fuerzas inanimadas e impersonales tales
como el viento y el aliento. Más tarde se las aplicó a lo que los angloparlantes en tienden por la
palabra «espíritu». En la gramática hebrea la pa labra ruaj está predominantemente en género
femenino. El griego, por otro lado, le asigna a pneuma el género neutro.
1
El propósito de estos comentarios es mostrar que en los idiomas bíblicos y en inglés se puede
malentender la persona del Espíritu Santo debido a limitaciones lingüísticas.
(4) Las traducciones de la Biblia a veces son inadecuadas. Esto se puede deber al deseo de los
traductores de ofrecer lo que consideran ser una traducción «estricta» o porque no tie nen idea de la
enseñaza bíblica global sobre el Espíritu Santo. Los que pueden leer inglés habrán notado que
Romanos 8:26 en la versión King James dice: «The Spirit itself». «Itself» es un término que puede
aplicarse a un objeto. Aunque su uso pue de ser técnicamente correcto debido al género neutro tanto
del sustantivo como del pronombre intensivo (autó), es mejor se guir la lectura teológicamente
correcta, que dice: «el Espíritu mismo» (como en la NVI; vea también RVR60 y LBLA).
(5) En las Escrituras se asocia a menudo el Espíritu con la idea de poder. Como consecuencia, hay
quien considera que el Espíritu Santo es solo una fuerza impersonal. Pero cuando Je sús prometió a
los discípulos que recibirían poder cuando el
1
Es masculino en un número limitado de pasajes. El hebreo no tiene género neutro.
El Espíritu y la Deidad 21
Espíritu Santo viniera sobre ellos (Hch 1:8; véase también Lc 24:49), quería decir que el Espíritu
mismo vendría en plenitud y que el Espíritu, que es todopoderoso, les proveería de los me dios
necesarios para el ministerio eficaz.
(6) Las figuras retóricas que a menudo se usan en las Escri turas para referirse al Espíritu Santo
pueden implicar la idea de objetos inanimados o impersonales. Unas pocas sugeren cias bastarán
para ilustrar esto. Se lo compara con
• agua: Jn 7:38-39
• aceite: Hch 10:38 (En toda la Biblia la unción se hacía con aceite.)
• viento: Jn 3:8; Hch 2:2
• fuego: Hch 2:3; Ap 4:5
• paloma: Lc 3:22
En apartados apropiados de los capítulos siguientes dirigi remos nuestra atención a la mayoría de
estos símbolos. Aquí se hace necesario señalar que el propósito de las figuras retóricas es ayudar a
entender algo acerca de una persona. La figura de riva una analogía, y emplea un objeto común que
fácilmente expresa alguna característica o atributo de la persona, y no hay que forzarla al detalle
literal.
Muchas líneas de evidencia en la Biblia indican que el Espí ritu Santo es una persona, y no un
objeto inanimado o fuerza impersonal. Nuestro principal interés aquí es fijar esto me diante un
sondeo del material bíblico. En capítulos posteriores se llevará a cabo un tratamiento más detenido
de muchos de estos asuntos.
(1) El posee atributos personales que se asocian con la men te, la voluntad y las emociones.
Pablo habla de «la mente del Espíritu» (Ro 8:27), y dice ade más que solo el Espíritu de Dios
conoce las cosas profundas de Dios (1 Co 2:10-11). La actividad intelectual del Espíritu se ve
además en los dones del Espíritu, tales como palabra de ciencia, palabra de sabiduría,
discernimiento de espíritus y profecía
22 Pneumatología general
(1 Co 12:8-10). También existe la cuestión de la voluntad. Los actos soberanos del Espíritu Santo
son un aspecto de esto. El Espíritu Santo reparte dones «a cada uno según él lo determi na» (1 Co
12:11). Asimismo dirige al pueblo de Dios para apar tar a algunos para algún ministerio especial
(Hch 13:2), y en la selección del campo de trabajo (Hch 16:6-7). Finalmente, el Espíritu Santo
tiene emociones. Se le puede entristecer o con tristar (Is 63:10; Ef 4:30); también manifiesta amor
(Ro 15:30).
(2) Realiza acciones personales. Lo siguiente es una mues tra:
(3) Puede ofendérsele personalmente. Esteban acusó a sus perseguidores de resistir siempre al
Espíritu Santo (Hch 7:51). Pedro acusó a Ananías de mentirle al Espíritu Santo (Hch 5:3) y luego
dijo que Ananías y Safira habían tratado de tentar al Espíritu del Señor (v. 9). Pablo amonesta a los
creyentes a no entristecer al Espíritu Santo (Ef 4:30), recordando probable
mente cuánto le había ofendido Israel en el desierto (Is 63:10). Todavía más, a los creyentes se les
advierte en cuanto a la posi bilidad de insultar o enfurecer al «Espíritu de gracia» al negar su
salvación comprada con sangre (He 10:29).
En uno de los pasajes más solemnes de toda la Biblia Jesús advirtió en contra de blasfemar, o
pecar, contra el Espíritu Santo (Mt 12:32; Mr 3:22-30; Lc 12:10). Los estudiosos discre pan en
cuanto a la naturaleza precisa de este pecado, pero por lo menos hay dos puntos muy claros cuando
uno exami na el contexto de cada pasaje: (a) Consiste en a sabiendas y persistentemente atribuir a
Satanás lo que obviamente es obra
El Espíritu y la Deidad 23
del Espíritu Santo, (b) Es el rechazo de Jesucristo como esco gido de Dios y ungido para la
liberación de la humanidad. (Los creyentes no tienen que preocuparse o afanarse pen sando que
han cometido este pecado. El mismo hecho de preocuparse de esto es una clara indicación de que el
Espíri tu Santo no los ha abandonado.)
(4) Jesús le llamo Paráclito. Esta palabra es una translitera ción del griego parákletos, y se traduce
como «Consolador», «Ayudador», «Intercesor», «Abogado». Su raíz significa «uno llamado al
lado de». Los pasajes donde se halla este título (Jn 14:16,26; 15:26; 16:7) indican claramente que
Jesús está ha blando del Espíritu Santo como de una persona.
Otra indicación de que el Espíritu Santo es una Persona se ve en las palabras de Jesús que lo
identifican como «otro Pará clito» (Jn 14:16, traducción mía). Jesús mismo fue el primer Pa ráclito.
El apóstol Juan dice que «tenemos ante el Padre a un in tercesor [parakletos], a Jesucristo, el Justo»
(1 Jn 2:1). La clave está en la palabra griega que se traduce por «otro», altos, que por lo general
quiere decir «otro de la misma clase». Así como el Señor Jesucristo vino para ayudar a sus
discípulos y los ani mó, así lo haría el Espíritu Santo, ayudándoles, animándoles, e intercediendo
por ellos (y por los que creerían su mensaje) des pués de que se fuera Jesús. Jesús prometió que no
dejaría a sus discípulos huérfanos, indefensos y desconsolados (Jn 14:18).
(5) Se usan pronombres masculinos para el Espíritu San to. Parece que en unos pocos pasajes Jesús
deliberadamente recalcó que el Espíritu Santo es persona al usar la forma masculina del
pronombre demostrativo al referirse a él. En Juan 14:26 podría haber omitido la palabra sin alterar
2
la gra mática. La LBLA dice: «Pero el Consolador, el Espíritu San to, a quien el Padre enviará en
mi nombre, Él [ekeínos] os en señará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho». En
Juan 16:13-14 Jesús usó dos veces la forma mas culina del pronombre, aunque en el griego no era
necesario
Ekeinos antes que el neutro ekeino. Ekeinos traducido literalmente quiere decir «ese uno», pero a menudo aparece en lugar del
2
pronombre personal masculino autós, «él». Los eruditos de la Biblia saben, por supuesto, que Jesús hablaría arameo con sus discípulos.
Sin embargo, el único registro que tenemos en la versión griega inspirada, que, damos por sentado, trasmite correctamente los
pensamientos de Jesús.
24 Pneumatología general
usar ningún pronombre. Dijo: «Pero cuando venga el [ekei nos] Espíritu de verdad, él os guiará a
3
Hay muchas evidencias que señalan la deidad absoluta del Espíritu Santo. Las siguientes son las
más importantes: (1) Se le menciona junto con el Padre y el Hijo. Los siguien tes ejemplos
demuestran que los tres son iguales entre sí; pues lo contrario sería mezclar manzanas y naranjas:
Jesús les orde nó a sus discípulos que bautizaran «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo» (Mt 28:19). Pablo, en tres frases paralelas, habla de «que la gracia del Señor Jesucristo, el
amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos uste des» (2 Co 13:14). En Efesios
4:4-6 se refiere a un Señor (Jesu cristo), un Espíritu y un Dios y Padre. En 1 Corintios 12:4-6 ha bla
en forma paralela del Espíritu, el Señor (Jesucristo) y Dios (el Padre).
(2) Se le distingue claramente del Padre y del Hijo. En un pasaje profético Isaías cita al Mesías
diciendo: «Y ahora el SEÑOR omnipotente me ha enviado con su Espíritu» (Is 48:16). Esta 4
como rige en español. Cuan do se usa un pronombre suele hacerse para enfatizar algo.
Las traducciones varían. Vea la explicación del cap. 3, «El Espíritu y el Mesías».
4
El Espíritu y la Deidad 25
debe considerar meramente como una manifestación de Dios. Pero estos títulos enfatizan
que este Espíritu es divino y no malo. Muchos espíritus satánicos y malos están trabajando
en el mundo, pero solo hay un Espíritu Santo divino. Se debe mantener el concepto de tres
personas en la Deidad; de otra manera es imposible lograr una comprensión satisfactoria
de algunos pasajes bíblicos (tales como los que se indican en el pá rrafo anterior).
(3) Tiene atributos divinos. Para nuestros propósitos la ex presión «atributos divinos» se
refiere a las características o cualidades que solo Dios posee. Entre las más importantes se
cuentan las siguientes:
Eternidad. Dios es el único sin principio ni fin. Hebreos 9:14 dice lo mismo del Espíritu
Santo al describirlo como «el Espíri tu eterno».
Omnipotencia. El Espíritu Santo es todopoderoso. Esto re sulta evidente en la Biblia por
las poderosas señales y maravi llas que él realiza (Ro 15:19; He 2:4). Por ejemplo, participó
en la creación de nuestro mundo (Gn 1:2); efectúa el nuevo naci miento, o nueva creación
(Jn 3:5; Tit 3:5); levanta a los muertos (Ro 1:3-4; 8:11).
Omnipresencia. Está presente en todas partes. David dijo: «¿Adonde podría alejarme de
tu Espíritu? ¿Adónde podría huir de tu presencia?» (Sal 139:7). La respuesta es obvia
(véase vv. 8-10). Por muy difícil que le resulte a la mente humana cap
tar esto, el Espíritu de Dios está presente simultáneamente en todas partes. ¿Cómo sería
posible de otro modo que los cre yentes de todas partes participen en la adoración al mismo
tiempo? Los creyentes son quienes «adoran por el Espíritu de Dios» (Fil 3:3; vea también
Jn 4:23-24).
Omnisciencia. El Espíritu Santo lo sabe todo. Nada le es ocul to (1 Co 2:10-11). Por ser
el inspirador de las Sagradas Escritu ras, le reveló a Moisés detalles de la historia de la
creación que de otra forma no sería posible saberlo humanamente. Por la operación de los
dones espirituales tales como los dones de profecía o de palabra de ciencia, puede revelar
los secretos más íntimos y los pecados del corazón humano (1 Co 14:24-25). Guía al
pueblo de Dios a toda verdad (Jn 16:13), y le da noción espiritual (1 Co 2:9-10).
26 Pneumatología general
El Espíritu Santo es omnisciente no solo en asuntos relati vos al pasado eterno y al presente, sino
que también sabe todo sobre el futuro. Actuó en los autores de la Biblia para que escri biera sobre
acontecimientos de los postreros días, porque Jesús dijo que el Espíritu les mostraría a los
discípulos «lo que habría de venir». (Jn 16:13). Y Pablo anota que «El Espíritu dice clara mente
que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y
doctrinas diabólicas» (1 Ti 4:1).
Santidad absoluta. La designación «Espíritu Santo» aparece más de noventa veces en la Biblia;
todas excepto tres en el Nue vo Testamento. Específicamente se le llama el Espíritu Santo,
indicando su santidad única y su separación de todos los de más seres espirituales, ya sea Satanás,
los espíritus malos o los ángeles. Pablo llega a llamarle «el Espíritu de santidad» (Ro 1:4), que es
la forma de decir «Espíritu Santo» en hebreo (Sal 51:11; Is 63:10-11).
(4) Realiza obras de Deidad. Solo Dios creó y sustenta nues tro universo. Solo él puede regenerar y
resucitar espiritual mente a las almas que están muertas en delitos y pecados. Solo él tiene poder
para levantar a los muertos. Y, como ya se señaló más arriba, el Espíritu Santo participó y participa
en estas obras como único agente.
(5) Se le llama expresamente Dios. El apóstol Pedro aceptó sin cuestionamiento la plena deidad del
Espíritu Santo. Esto es evidente sobre todo en el relato de su encuentro con Ananías y Safira (Hch
5:1-11). Pedro le dijo a Ananías: «¿Cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que
le mintieras al Espíritu Santo?» (v. 3). Luego le dijo: «¡No has mentido a los hombres sino a
Dios!» (v. 4). Pecar contra el Espíritu Santo, dice Pedro, es pecar contra Dios.
¿Es propio orar al Espíritu Santo, o rendirle alabanza? Esta es una pregunta natural que surge a la
vista de la persona y deidad del Espíritu Santo. Hemos visto que tiene la misma ca tegoría que el
Padre y el Hijo. Pero no hay indicación clara en la Biblia de que se le puede invocar en oración o
en adoración.
El Espíritu y ¡a Deidad 27
La oración normalmente se dirige al Padre por medio de Jesús nuestro mediador, y se hace
en o por el Espíritu Santo (Jn 4:23-24; 16:23; Ef 2:18; Fil 3:3).
En el Nuevo Testamento encontramos dos oraciones que invocan indirectamente al
Espíritu Santo. En la conclusión de 2 Corintios, Pablo pide que la comunión del Espíritu
San to esté con los creyentes corintios (13:14). Juan, en el libro de Apocalipsis, pide que la
5
gracia y la paz vengan a sus lectores «de los siete espíritus» (1:4). En otras partes a estos
siete Espíritus se les llama «los siete Espíritus de Dios» (Ap 3:1; 4:5; 5:6). Esta es una
referencia obvia al Espíritu Santo. El li
bro de Apocalipsis está lleno de simbolismo, y con frecuen cia en este libro los números son
simbólicos. Siete es el nú mero de calidad de finalización; por consiguiente, «siete
Espíritus» se refiere al Espíritu de Dios en su plenitud, o en su actividad completa. Isaías 6
11:2 se toma a veces como co mentario de esto, puesto que contiene siete términos des
criptivos relativos al Espíritu Santo. «El Espíritu del SEÑOR reposará sobre él [el Mesías]:
espíritu de sabiduría y de enten dimiento, espíritu de consejo y de poder, espíritu de
conocimien to y de temor del SEÑOR».
En el libro de Apocalipsis los cuatro seres vivientes que es tán alrededor del trono de Dios
exclaman: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que
ha de venir» (4:8). Esto trae a la memoria los serafines de la visión de Isaías, que también
decían: «Santo, santo, santo es el SEÑOR To dopoderoso; toda la tierra está llena de su
gloria» (Is 6:3). Los eruditos bíblicos a veces toman la triple repetición de la pala bra
«santo» como una alabanza que se eleva al Dios trino.
7
Si bien no hay en la Biblia un ejemplo claro de oración o ala banza dirigida al Espíritu,
tampoco hay nada que lo prohiba. Es perfectamente comprensible que quien cree que el
Espíritu
La idea puede ser que la gracia que viene de Cristo, el amor que viene del Padre, y la comunión que viene del Espíritu
5
28 Pneumatología general
Santo es Dios le ore ocasionalmente. Esto se refleja especial mente en los himnos y cantos en que
los creyentes cantan no solo acerca del Espíritu Santo, sino también le cantan a él. 8
EL CREDO APOSTÓLICO
Contrariamente a lo que sugiere su nombre, el credo apos tólico no fue redactado por los apóstoles.
Recibió ese título porque se creía que reflejaba las enseñanzas de los apóstoles. Se desconoce la
fecha exacta de su formulación, pero posible mente surgió durante el siglo II.
Este credo contiene solo dos breves referencias al Espíritu. En la sección sobre Jesucristo dice que
«fue concebido por el Espíritu Santo». Después de esa sección, simplemente dice: «Creo... en el
Espíritu Santo». Hasta que no surgió la controversia en cuanto a la persona y deidad del Espíritu
Santo no aparecieron posterior
mente afirmaciones adicionales sobre él en credos posteriores.
EL CREDO NICENO
El concilio de Nicea (325 d.C.) redactó un credo que amplió el credo de los apóstoles pero no
9
Por ejemplo, himnos como «Holy Ghost, with Light Divine» y «Breathe on Me, Breath oí God» y cantos como «Come, Holy Spirit» y
8
El Espíritu y la Deidad 29
Espíritu Santo. Su principal preocupación fue la herejía arria na, que negaba la plena
deidad de Cristo.
En 381 d.C. el concilio de Constantinopla amplió el credo niceno, y debido a la
10
Espíritu era una criatura que fue hecha de la nada y que era un ángel superior en rango a todos los demás ángeles, pero, como
los ángeles, debía incluírsele entre «los espíritus ministradores [ángeles]» de He 1:14.
12
Sería injusto impugnar los motivos de hombres como Arrio, Macedonio y Sabe lio. Ellos procuraban preservar la
doctrina de Dios; y consecuentemente no podían concebir que el Hijo o el Espíritu Santo fueran personas de la misma
categoría que el Padre y de igual naturaleza, lo que según su manera de pensar, constituiría triteísmo. Pensaban que su
teología salvaguardaba la doctrina del monoteísmo. Ciudad de Asia cerca de Constantinopla. Kadikov moderna, distrito de
13
Estambul.
30 Pneumatología general
EL CREDO ATANASIANO
Se desconoce el origen de este credo, pero se le asocia con Agustín, uno de los padres de la iglesia
(354-430 d.C). Se le lla ma así porque refleja la teología de otro padre importante de la iglesia,
Atanasio (c. 293-373 d.C), que logró triunfar sobre Arrio (c. 250-336 d.C.) en el concilio de Nicea.
Aunque no haya sido compuesto por Atanasio, presenta mucho de su argumen tación a favor de la
doctrina de la Trinidad.
El credo indica que hay una Deidad formada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que los tres
son iguales en gloria y en majestad. A nosotros puede parecernos que el credo usa vo cabulario
repetitivo innecesario, pero en una era en que la he rejía del arrianismo amenazaba con desplazar la
doctrina de la Trinidad, era necesario ser explícito. El credo pasaba a hacer afirmaciones
proposicionales para reforzar la idea de que los tres miembros de la Deidad eran iguales en todos
los aspectos. Dice que ninguno de ellos fue creado, que son ilimitados, eter nos, todopoderosos y
Dios, pero no son tres Dioses sino un solo Dios.
El credo atanasiano no fue un credo ecuménico, puesto que solo lo adoptó la iglesia de Occidente.
LA CONTROVERSIA FILIOQUÉ
El sínodo de Aquisgrán (809 d.C.) insertó la cláusula filio qué («y el Hijo») en el credo niceno para
14
que dijera que el Espí ritu Santo procede tanto del Padre como del Hijo. Agustín en señaba esta
«doble procedencia» del Espíritu, pero el concepto
no se abrió paso hasta los credos ecuménicos. Parece que antes del sínodo de Aquea se había
repetido el credo niceno en el concilio de Toledo, España, en el 589 d.C. Sin embargo, «es sin
duda el Papa Gregorio [590-604 d.C].. . quien consiguió la ad
hesión final de la iglesia latina [occidental] a la doctrina agusti niana de la procedencia». Pero 15
«probablemente Roma no
Ciudad alemana en la actualidad, cerca de la frontera belga. También se la co noce por su nombre francés, Aix-Ia-Chapelle.
14
Henry Barclay Swete, The Holy Spirit ín the Ancient Church, Baker Book House, Grand Rapids, 1966,1912; reimpresión, 347.
15
El Espíritu y la Deidad 31
aceptó la ... añadidura en el credo oriental hasta la ruptura fi nal con Constantinopla
[1054 d.C.]». 16
MONARQUIANISMO MODALISTA
16
lbid., 349.
17
J. N. D. Kelly, Early Christian Doctrines, Harper & Row, Nueva York, 1958,263, énfasis de Kelly.
18
Vea Gerald Bray, «The Double Procession of the Holy Spirit in Evangelical Theology Today: Do We Still
Need it?» Journal of the Evangelical Theological Society 41, n°. 3 (septiembre de 1998): 415-426.
19
Otto W. Heick, A History of Christian Thought, Fortress Press, Filadelfia, 1965, 1:150-151. La enseñanza
de los Pentecostales Unitarios en cuanto a la Deidad es im presionantemente similar a la de Sabelio.
Capítulo 2
1
Vea la NKJV; nota al pie de página en NRSV.
2
Vea monografías tales como Stanley M. Horton, What the Bible Says About the 33
34 Pneumatología general
Creación
El Espíritu de Dios intervino activamente en la creación de la tierra. Cuando la tierra
estaba sin forma, y vacía, con las ti nieblas sobre la faz del abismo, «el Espíritu de Dios iba
y venía sobre la superficie de las aguas» (Gn 1:2), poniendo orden en el caos. Se le
3
presenta con la imagen de un ave que revolotea. Participó con el Padre y el Hijo en la obra
de la creación.
La creación de los seres humanos también se asocia con el Espíritu Santo. Dios dijo:
«Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza» (Gn 1:26). El autor dice que
«Dios el SEÑOR formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su na
riz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente» (Gn 2:7). El hálito de Dios
es una metáfora para el Espíritu San to. Aunque la palabra «hálito» en este versículo no es
la misma que ruaj, que se usaba para el Espíritu de Dios, la idea es la mis ma. Esto resulta
evidente por otros pasajes que ligan la crea ción del hombre con la actividad del Espíritu
(Job 33:4; Sal 104:30).
Finalmente, el Espíritu de Dios no solo fue un agente en la creación de todas las cosas
(Job 26:13); también es el susten tador de la vida (Job 34:14-15). Todo esto trae a la mente
4
las palabras del credo niceno que le llaman Señor y Dador de vida.
Holy Spirit, Gospel Publishing House, Springfield, Mo., 1976; Wilf Hildebrandt, An Old Testament Theology of the Spirit of
God, Hendrickson Publishers, Peabody, Mass., 1995; Leon J. Wood, The Holy Spirit in el Old Testament, Zondervan
Publishing House, Grand Rapids, 1976. Vea asimismo artículos excelentes y extensos como William Ross Schoemaker,
«The Use of Ruach in the Old Testament, and of Pneuma in the New Testament: A Lexicographical Study», Journal of
Biblical Líterature 23 (1904): 13-67; M. R. Westall, «The Scope of the Term "Spirit of God" in the Old Testament», The
Iridian Journal of Theology, 26 enero-marzo 1977, 29-41; Carl Armerding, «The Holy Spirit in the Old Testament: Part I»,
Bibliotheca Sacra 92 (1935): 277-291 y «Part III», 92 (1935): 433-441; R. S. Cripps «The Holy Spirit in the Old Testament»,
Theology 24 (1932): 272-280; G. Henton Davies, «The Holy Spirit in the Old Testament», Review and Expo sitor 63 (1966):
129-134.
3
Algunas versiones y comentarios prefieren la traducción de «viento de Dios» (por ejemplo NRSV; y Westall, «Scope»).
Aunque esto es posible desde el punto de vista léxico, otros pasajes claramente asocian al Espíritu con la creación, y su
contra parte del NT, la nueva criatura.
4
La NKJV dice «Spirit»; otras versiones dicen «aliento», que es una metáfora de «espíritu».
Hombres pecadores
El Antiguo Testamento indica que el Espíritu de Dios se retira de los que persisten en pecar. En
realidad, contiende con los pecadores, tratando de llevarlos al arrepentimiento. «No contenderá mi
espíritu con el hombre para siempre» (Gn 6:3, RVR60). El verbo que la RVR traduce como
«conten
der» también se puede traducir por «permanecer, morar, es tar en». Esta supresión del Espíritu de
Dios de en medio de la humanidad pecadora precedió a las aterradoras conse cuencias del diluvio.
En 1 Samuel 16:14 leemos que «El Espíritu del SEÑOR se apartó de Saúl» debido a que este
desobedeció el mandamien to de Dios. Sansón, sobre quien el Espíritu de Dios había veni do
poderosamente en numerosas ocasiones (Jue 13:25; 14:6,19; 15:14-16), experimentó de forma
similar el retiro de la presen cia de Dios (16:20).
Vale la pena que nos fijemos en la experiencia de David. Él oró de la siguiente forma: «No me
alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu» (Sal 51:11). Él temía que el Espí ritu Santo
5
dejaría de morar en él debido a su pecado con Bet sabé. Esta es la primera vez que aparece en el
Antiguo Testa mento la expresión «Espíritu Santo». El énfasis recae sobre el adjetivo «santo», en
contraste con el pecado de David. El pecado sin confesar y sin arrepentimiento puede resultar en la
pérdida del Espíritu Santo. Hasta no elevar una oración pidiendo un corazón limpio y un espíritu
apropiado no se puede tener la seguridad de no haber rehusado la presencia de Dios.
El ámbito natural
El Espíritu operaba en el ámbito físico, o natural, respecto a los individuos. Esto se observa de
varias formas diferen tes.
Algunos opinan que «Espíritu Santo» se refiere al hálito de una persona que, vi niendo de Dios, es santo. La oración de
5
David podría significar: «No me quites la vida». A la luz de otros pasajes que indican claramente que el Señor retira su
Espíritu de la persona, esta interpretación resulta inadecuada.
36 Pneumatología general
FUERZA SOBREHUMANA
El Espíritu vino sobre Sansón de manera tan poderosa que pudo desjarretar un león (Jue 14:6),
matar a treinta hombres en Ascalón (14:19), romper las cuerdas que lo ataban y matar a mil
hombres con una quijada de asno (15:14-15). Cuando el Espíritu vino sobre otros, fueron
investidos de poder nada na
tural, extraordinario, y pudieron guiar al pueblo a la victoria. Se trata de hombres como Otoniel
(Jue 3:10), Gedeón (6:34), y Jefté (11:29).
El Espíritu vino sobre ciertas personas para equiparlas para las tareas de construir el tabernáculo y
hacer las vestiduras del sumo sacerdote. (Éx 28:2-3; 35:30-35). Bezalel y Aholiab estu vieron entre
6
los escogidos para estas tareas al parecer terrena les y «no espirituales». Pero incluso en estos casos
fue necesa rio que estuvieran dotados de sabiduría divina para poder desempeñar aceptablemente
sus deberes.
La tarea física de reconstruir el templo después de los seten ta años de cautiverio en Babilonia
resultaba abrumadora. La oposición de afuera y la disensión por dentro amenazaban con abortar el
proyecto. Pero palabras de estímulo y seguridad fueron pronunciadas por Zorobabel: «No será por
la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu —dice el SEÑOR Todo poderoso» (Zac 4:6). Lo
que ellos no podían hacer con sus re cursos físicos, Dios lo hizo posible por su Espíritu. La obra de
Dios nunca podía progresar basada simplemente en el poder y fuerza humanos. El poder de su
Espíritu era necesario para lo grar los recursos adicionales necesarios para realizar la tarea.
TRANSPORTE FÍSICO
A Elias se le proporcionó un transporte milagroso (2 R 2:11; nótese 1R 18:12). Tal vez el torbellino
que le transportó al cielo es un símbolo del Espíritu Santo. Incluso los escépticos (2 R 2:16)
6
En el v. 3, la NASB y la NKJV dicen «el espíritu de sabiduría».
El Espíritu Santo en el período del Antiguo Testamento 37
Liderazgo
Las tareas espirituales se pueden desempeñar solo mediante el poder capacitador del Espíritu
Santo. El Antiguo Testamento testifica ampliamente sobre esto y contiene toda una variedad de
expresiones para el modo en que el Espíritu contactaba con los hombres. Las siguientes son
7
algunas de las más importantes, y van acompañadas de unos cuantos pasajes representativos:
(1) Él «viene sobre» los individuos (Nm 24:2, Balán; 1 S 10:10, Saúl; Is 61:1, el Mesías). Esta es la
expresión que se da con más fre cuencia.
(2) El viene «poderosamente sobre los individuos» (Jue 14:19, NASB, 15:14; NASB, Sansón).
(3) Él «se viste» de las personas (trad. lit.; vea Jue 6:34, Ge deón; 1 Cr 12:18, Amasai; 2 Cr 24:20,
Zacarías, hijo del sacerdo te Joiada). Las traducciones no suelen reflejar esto, pero el ver bo
(lavash) es diferente del que se usaba normalmente para
explicar que el Espíritu venía sobre los individuos. Sugiere que él tenía control completo de la
persona, que «se posesionaba» del individuo.
(4) Él «llena» a las personas de sí mismas. A veces se usaba la expresión «lleno de» (Éx 31:3,
Bezalel; Mi 3:8, Miqueas). (5) Él es o será «derramado» (Is 32:15, NASB; Ez 39:29; Jl 2:28-29).
7
Para una explicación más extensa vea Davis, «Holy Spirit in the Old Testament».
38 Pneumatología general
(6) Él está «en» los individuos (Gn 41:38, José; Nm 27:18, Jo sué; Ez 2:2, Ezequiel; Dn 4:8-9;
5:11,14, Daniel). Estas expresiones son notoriamente similares a la termino logía del Nuevo
8
Testamento, pero es importante darse cuenta de dos diferencias significativas entre el Antiguo
Testamento y el Nuevo:
(1) En el Antiguo Testamento solo unos pocos escogidos tuvieron una experiencia con el Espíritu
de Dios. Hasta des pués del día de Pentecostés no llega a ser posesión de todos los creyentes.
(2) Hablando en términos generales, él no era poseído de forma permanente por los dirigentes
mencionados en el Anti guo Testamento. Actuaba sobre ellos solo cuando había que realizar alguna
tarea específica. En el Nuevo Testamento es posesión permanente de todo creyente (Ro 8:9,14-
16).
Los dirigentes que aparecen en el Antiguo Testamento, es pecialmente reyes y sacerdotes, eran
ungidos con aceite como señal de que habían sido escogidos por Dios para su tarea, y de que él los
equiparía con su Espíritu. Este vínculo entre el aceite y el Espíritu se ve claramente cuando Samuel
unge a David como rey (1 S 16:13; vea también 10:1,6).
El Señor le dijo a Moisés, debido a la edad avanzada de Moisés y las complejas exigencias que
suponía dirigir el pueblo de Dios, que debía distribuir la carga del trabajo en tre setenta ancianos.
El mismo Espíritu que había estado so bre Moisés capacitándole para desempeñar esta tarea sería
colocado ahora sobre estos hombres. Este incidente enseña incuestionablemente que la obra de
Dios se puede adminis trar apropiadamente solo mediante la capacitación de su Espíritu.
8
Refiriéndose a José y a Daniel, los dirigentes paganos dijeron que «el espíritu de los dioses» estaba en ellos.
El Espíritu Santo en el período del Antiguo Testamento 39
De esta narración se pueden derivar otras lecciones. Una es que al Espíritu del Señor no se le puede
limitar a un deter minado lugar. Siendo omnipresente, puede moverse al mis mo tiempo en
diferentes personas en diferentes lugares. Vale la pena fijarse en que aunque el Señor mismo
indicó que la ceremonia debía tener lugar en el tabernáculo, su lu gar santo designado, así y todo no
estaba obligado a restrin gir toda su obra a ese lugar en particular. El Espíritu no es solo
omnipresente, sino también soberano. Asimismo pode mos ver que cuando el Espíritu de Dios está
activo entre su pueblo, a veces habrá críticos que insistan en que la obra de Dios debe ajustarse a
sus propias nociones preconcebidas (vea Nm 11:26-29).
Profecía
Cuando el Espíritu vino sobre los ancianos Eldad y Mera, el relato dice que ellos profetizaron (Nm
11:25-26). Profetizar bajo la inspiración del Espíritu Santo era un fenómeno tan co mún en el
Antiguo Testamento que merece atención especial.
NATURALEZA DE LA PROFECÍA
En el uso común la palabra «profecía» a menudo quiere de cir predicción. Pero este no es el
significado primario o básico de la palabra. A veces los profetas predijeron en verdad ciertos
eventos, pero un estudio de los libros proféticos muestra que gran parte de ellos no se refiere al
futuro, sino que con frecuen cia trataban los problemas contemporáneos.
El profeta, por definición, es un portavoz; alguien que ha bla por otro. El profeta bíblico es el que
anuncia al pueblo el mensaje de Dios. La verdadera profecía siempre es dada bajo la inspiración
del Espíritu Santo; no son simplemente los pensamientos del profeta dichos cuando al profeta le
place. Un tema que se repite en el Antiguo Testamento es que cuando el Espíritu viene sobre las
personas, estas profe
tizan. En el Antiguo Testamento la profecía era, por consi guiente, una de las señales de que el
Espíritu de Dios había venido sobre un individuo.
40 Pneumatología general
Otros profetas notables de este período primitivo fueron Samuel, Elias y Elíseo; cada uno de los
cuales desempeñó un papel vital en la historia del pueblo de Dios.
Cabe una nota aclaratoria sobre 1 S 19:24, que dice que Saúl «se quitó la ropa y, desnudo y en el suelo, estuvo en trance en presencia de
9
Samuel todo el día y toda la noche». La palabra «desnudo» significa «sin la ropa exterior», como lo muestran los siguientes pasajes: Is
20:2; Mi 1:8; vea también Jn 21:7. Notamos que Saúl estuvo bajo la irresistible influencia del Espíritu Santo durante un día y una noche
enteros. Muy probablemente esta fue una táctica dilatoria de Dios para darle a David tiempo para que escapara.
El Espíritu Santo en el período del Antiguo Testamento 41
El siglo VIII a.C. fue el inició de un período durante el cual Dios habló a su pueblo
primordialmente por medio de profe tas. Como ya vimos, un elemento curioso en el período tem
prano de la profecía es que rara vez se da el contenido de esta. El énfasis estaba más en el hecho de
que las personas profetiza ron que en lo que profetizaron.
Debido a que muchos de sus mensajes fueron escritos, a los profetas del período posterior a veces
se les llama profetas lite rarios. Los libros contenidos entre Isaías y Malaquías registran sus
profecías. Algunas de ellas estaban dirigidas contra los pe cados de Israel y de las naciones vecinas,
con advertencias de ruina inminente. Otras profecías contenían mensajes de espe ranza para los
santos que sufrían. Algunas atacaban los males sociales de su día; otras realizaron predicciones
asombrosas del Mesías venidero y de la era mesiánica.
Ezequiel es un ejemplo destacado de un profeta cuya vida y mensaje fueron dominados por el
Espíritu de Dios. Él indica que el Espíritu
• entró en él (Ez 2:2; 3:24);
• le hizo ponerse de pie (2:2; 3:24);
• cayó sobre él (11:5);
• le levantó (3:12,14);
• le llevó (3:14);
• le llevó, sea física o espiritualmente, al templo (11:1; 43:5), a Jerusalén (8:3), a Babilonia (11:24),
y a un valle (37:1). Indica que algunas de estas experiencias fueron como visiones.
A lo largo de todo el libro de Ezequiel se dice: «El SEÑOR me dirigió la palabra» (vea Ez 7:1). Esta
expresión equivale a decir que el Espíritu vino sobre él, le habló personalmente, y le dio un
mensaje para el pueblo de Dios. El Señor se comunica con su pueblo por medio de su Espíritu, y
también por él se trans
mite su Palabra. 10
42 Pneumatología general
Otras manifestaciones
Además de la profecía, se le atribuyen directamente al Espí ritu Santo otros dones o
manifestaciones. Estas son algunas de las más prominentes:
• otorgamiento de poder espiritual (Mi 3:8)
• sabiduría, entendimiento y buen juicio (Dn 4:8-9,18; 5:14; Mi 3:8)
• capacidad para enseñar (Éx 35:31,34-35)
• capacidad para interpretar un mensaje divino en otro idioma (Dn 5:12)
A esta lista se pueden añadir los asuntos mencionados ante riormente en este capítulo,
bajo el subtítulo «el ámbito natu ral» y «liderazgo».
El período intertestamentario
¿Cuál fue el concepto sobre el Espíritu Santo entre los ju díos durante los cuatro siglos que
transcurrieron entre Ma laquías y Mateo? Los escritos religiosos de ese período no son
parte de las Sagradas Escrituras; por consiguiente sus enseñanzas no se pueden considerar
divinamente inspira das y autoritativas. Con todo, nos ayudan a formar un puen te entre los
dos Testamentos y proveen algún trasfondo para la enseñanza del Nuevo Testamento sobre
el Espíritu Santo.
JUDAISMO BÁSICO
que sigue es una compilación de las ideas principales en cuan to al Espíritu Santo que se hallan en
estos escritos. (1) En los libros no canónicos el término «Espíritu Santo» ocasionalmente es un
12
LA COMUNIDAD DE QUMRAN
Los ahora famosos rollos del Mar Muerto fueron escritos y preservados por la comunidad de
Qumran, un grupo que se reti ró al desierto de Judea y se estableció cerca del Mar Muerto en el
período intertestamentario. Lo siguiente resume el concepto que
Fuentes extracanónicas y rabínicas para los puntos que siguen las ofrece Erik Sjoberg, «Ruach in Palestinian Judaism» en Theological
12
Dictionary of the New Testament, ed. Gerhard Kittel and Gerhard Friedrich, trad. Geoffrey W. Bromiley, 9 vols., Wm. B. Eerdmans,
Grand Rapids, 1964-74,6:375-389. De aquí en adelante aparecerá men
cionado como TDNT.
44 Pneumatología general
tenía esta comunidad sobre el Espíritu Santo, según se halla en los rollos: 13
(1) Aunque el término «Espíritu Santo» aparece solo tres ve ces en el Antiguo Testamento, en los
rollos aparece con mucha mayor frecuencia.
(2) No se le considera una persona, y mucho menos miem bro de la Deidad. 14
(3) Se le llama espíritu de verdad, de luz y de santidad. (4) Se le asocia con los profetas, llamados
«ungidos», que dan a conocer los propósitos de Dios.
(5) Es la fuente de conocimiento. Capacita a la comunidad para entender los propósitos de Dios
revelados por medio de los profetas.
(6) Es guía y protector de los miembros fieles de la comuni dad.
(7) Purifica de pecado.
(8) Queda contaminado cuando el pueblo de Dios peca. (9) Mora en la comunidad santa del pueblo
de Dios. 15
Estos puntos se extrajeron de F. F. Bruce, «Holy Spirit in the Qumran Texts», en Dead Sea Scrolls Studies, E. J. Brill, Leiden,
13
Netherlands, 1969,49-55. Bruce documenta apropiadamente los puntos 3-9. Para un estudio más detallado vea Alex R. G. Deas ley, «The
Holy Spirity in the Dead Sea Scrolls», Wesleyan Theological Journal 21 (primavera-otoño 1986): 45-73.
En esta última lista he usado el pronombre masculino al referirme al Espíritu Santo, aun cuando los de Qumrán no pensaban de él en
14
términos personales. En rea lidad, desde su punto de vista serla inapropiado poner mayúsculas iniciales en las palabras «espíritu santo».
Para el lector interesado, en este artículo Bruce destaca paralelos entre los rollos y el NT, así como las diferencias entre los dos.
15
Capítulo 3
El Espíritu y el Mesías
En el Antiguo Testamento al Espíritu Santo se le llama a me nudo «el Espíritu de Dios» o «el
Espíritu del SEÑOR». En el Nuevo Testamento hay varios títulos que indican una cone xión íntima
entre él y el Señor Jesucristo. Se le llama «el Espíri tu de Jesús» (Hch 16:7), «el Espíritu de Cristo»
(Ro 8:9), y el Espíritu del Hijo de Dios (Gá 4:6). Esta estrecha conexión entre el Espíritu Santo y
Jesucristo, el Mesías, merece ser examinada con más atención.
45
46 Pneumatología general
tenía una mano seca y la oposición resultante de parte de los fariseos (Mt 12:17-21).
(3) Isaías 48:16 predice que cuando el Mesías sea enviado a realizar su obra, tanto el Padre como el
Espíritu intervendrán en ese ministerio. Las traducciones varían, debido a la ambiva lencia de la
gramática hebrea. Por ejemplo:
«Y ahora el SEÑOR omnipotente me ha enviado con su Espí ritu» (NVI). El significado no está claro
debido a la coma. ¿Mo difica «con su Espíritu» a «el SEÑOR omnipotente», o modifica a «mí»?
Posiblemente se trate de esto último.
«Y ahora me ha enviado el Señor DIOS, y su Espíritu» (LBLA). Tanto el Mesías como el Espíritu
son enviados por el Padre. «Y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu» (RVR 60). Tanto el
Padre y el Espíritu envían al Hijo.
(4) En la más extensa de estas profecías el Mesías dice en 61:1-2: «El Espíritu del SEÑOR
omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los po bres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los
prisioneros, a pregonar el año del favor del SEÑOR». Al inicio de su ministerio público Jesús leyó
este pasaje en una reunión en la sinagoga de Naza ret, y luego declaró: «Hoy se cumple esta
Escritura en presen cia de ustedes» (Lc 4:16-22).
El Jesús terrenal
El Espíritu Santo obró poderosamente en el Señor Jesucristo desde el momento de su concepción
en el vientre de María has ta su resurrección de entre los muertos. Durante los años de su vida
1
terrenal Jesús fue plenamente Dios y plenamente hom bre. Esta sección del capítulo tratará de Jesús
como hombre.
SU CONCEPCIÓN VIRGINAL
De la concepción de Jesús se dice con frecuencia que fue un nacimiento virginal, pero mi propósito
aquí es recalcar la
1
Vea el excelente artículo de John O'Donnell, «In Him and Over Him: The Holy Spirit in the Life of Jesús», Gregorianum 70, n°. 1
(1989): 25-45.
El Espíritu y el Mesías 47
actividad del Espíritu en María en el momento en que ella concibió al Mesías. El ángel le dijo: «El
Espíritu Santo ven drá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su som bra. Así que al santo
niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios» (Lc 1:35). Mateo indica que María «resultó que
estaba encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1:18) y que el ángel le dijo a José: «ella ha
concebido por obra del Espíritu Santo» (1:20).
El Espíritu Santo obró en Jesús desde el momento en que fue concebido. Jesús no tuvo padre
humano, en cumplimiento de la profecía dada por Isaías, de que «La joven concebirá y dará a luz
un hijo, y lo llamará Emmanuel» (7:14). Este suceso milagroso era una señal que el Señor le daría a
su pueblo.
Su BAUTISMO
Jesús fue ungido por el Espíritu Santo cuando Juan lo bautizó. El Espíritu descendió sobre él
corporalmente en forma de paloma (Lc 3:22). Esto trae a la mente la actividad del Espíritu en la
creación (Gn 1:2), donde se le asemeja a un ave que revolotea. Hay una significación ampliada en
com
parar al Espíritu Santo con una paloma. La paloma era sím bolo de inocencia y mansedumbre (Mt
10:16); esto resultaría de lo más apropiado con ocasión del bautismo de Jesús por que Juan el
Bautista se refirió a él dos veces llamándolo «Cordero de Dios» (Jn 1:29,36). ¡Una paloma inocente
e
inofensiva visitó al Cordero sin pecado y sin mancha! La unción era una práctica común entre los
judíos. Marcaba el principio del servicio que una persona rendía a Dios, indi cando que Dios le
había apartado para una obra especial y que él le proveería del poder necesario para cumplir su
misión. Je sús estaba aquí en el inicio de su ministerio público, y su Padre indica su aprobación
diciendo: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo». (Lc 3:22).
«Mesías» es transliteración de la palabra hebrea mashiaj, que significa «ungido». De la misma
manera, la designación «Cristo» es un título más que un nombre, para el Hijo de Dios. Procede del
griego Cristós, que también significa «ungido». Los dos títulos se pueden usar indistintamente (Jn
1:41). El
48 Pneumatología general
ángel había indicado que el Niño de Belén era «Cristo el Se ñor» (Lc 2:11), pero a Jesús no se le
podría llamar Cristo de una forma apropiada hasta después de su bautismo. De ahí en ade lante, el
Espíritu permaneció en él (Jn 1:33), y además él experi
mentó al Espíritu sin ningún tipo de restricciones (Jn 3:34). ¿Necesitaba el Hijo de Dios la unción
del Espíritu Santo para cumplir su misión? ¿No podía él, por su deidad inheren te, realizar todas las
obras necesarias para cumplir su propósi to? El Hijo eterno de Dios nunca renunció a su deidad, ni
si quiera cuando se unió a una naturaleza humana. El apóstol Pablo nos ayuda a comprender este
2
problema cuando dice que Jesucristo, «siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios
como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se re bajó voluntariamente, tomando la naturaleza de
siervo y ha ciéndose semejante a los seres humanos» (Fil 2:6-7). Existen di ferentes opiniones en
cuanto a la interpretación exacta de este pasaje, pero la idea básica es que el Hijo de Dios
voluntaria y deliberadamente escogió limitarse mientras estaba aquí en la tierra. No dejó de ser
Dios, pero eligió vivir como hombre apoyándose en el poder del Espíritu para que le sostuviera y
le ayudara en su obra para Dios.
Su TENTACIÓN EN EL DESIERTO
Inmediatamente después de su bautismo Jesús fue guiado por el Espíritu al desierto de Judea (Mt
4:1; Lc 4:1). Marcos dice que el Espíritu «lo impulsó a ir al desierto» (Mr 1:12). Jesús era un
hombre completamente dominado y guiado por el Espíritu Santo, aun cuando eso significara
cuarenta días de hambre, so
ledad y tentación. Allí fue donde Jesús, «lleno del Espíritu San to» (Lc 4:1), se enfrentó con el
espíritu archiperverso, Satanás. A menudo se recalca, y con razón, que Jesús venció las ten taciones
de Satanás citando la Palabra de Dios. Pero es impor tante ver que esto tuvo que ser hecho en el
poder del Espíritu. Indudablemente, el Espíritu ayudó a Jesús a recordar los pasa jes bíblicos
apropiados para silenciar eficazmente al tentador.
Una consideración de la «unión hipostática», o sea que el Dios-hombre Jesucris to tenía dos naturalezas, plenamente divina y plenamente
2
humana, pero siendo una sola persona, queda más allá del alcance de este capítulo.
El Espíritu y el Mesías 49
Como Pablo enseña, la batalla espiritual se debe librar con ar mas espirituales (Ef 6:11-18). Entre
estas armas están «la espa da del Espíritu, que es la palabra de Dios» y orar «en el Espíritu
en todo momento, con peticiones y ruegos» (vv. 17-18). Los creyentes también son los ungidos de
Dios (2 Co 1:21-22). Juan, en su primera epístola, enfatiza que los cre yentes tienen la unción de
Dios, que les capacitará para com batir las enseñanzas erróneas, porque el Espíritu mismo ilu
minará su entendimiento (1 Jn 2:20). Dice que esta unción «enseña todas las cosas» y que «es
auténtica —no es falsa—» (v.27).
Como en el caso de Jesús, Dios por su Espíritu puede con ducir a los creyentes a un tiempo de
prueba severa. Pero tal como Jesús, ellos pueden emerger triunfantes al apoyarse en la ayuda del
Espíritu y en su Palabra.
Los Evangelios registran una sucesión de milagros realiza dos por Jesús: curaciones, expulsión de
demonios, resurrec ción de muertos. Aunque los autores de los Evangelios no siempre atribuyen
estas obras directamente al poder del Espí ritu, ya hemos visto que tanto las profecías de Isaías
como el mismo Jesús hacen afirmaciones generales en ese sentido. 3
Después de la tentación en el desierto, Jesús «regresó a Gali lea en el poder del Espíritu» (Lc 4:14).
Después de eso se lanzó a su ministerio público. Pedro, en el mensaje pronunciado en la casa de
Cornelio, dijo que «Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret» y que él
«anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con
él» (Hch 10:38; vea también 4:27).
Un ejemplo destacado de este ministerio de liberación del poder del diablo es la expulsión de un
demonio de un hom bre ciego y mudo (Mt 12:22-30). Los fariseos insistieron en
3
Sin embargo, es una posición extrema sostener que mientras estuvo en la tierra, Jesús realizó cada una de sus obras solo
como un hombre capacitado por el Espíritu Santo. El perdón de pecados que otorgó (Mr 2:5-7) fue el resultado de su
propia dei dad inherente, sin mediación del Espíritu Santo. Lo mismo se podría decir de los mi lagros «de la naturaleza»
tales como calmar la tempestad y alimentar a los cinco mil.
50 Pneumatología general
que Jesús había realizado este y otros milagros similares por el poder de Satanás. Pero Jesús
respondió que Satanás no ex pulsa a Satanás, y pasó a insistir en que él echaba fuera de monios «por
el Espíritu de Dios» (v. 28).
El libro de Hechos registra muchos casos de milagros producidos por manos de los discípulos.
Jesús había prome tido: «el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará
mayores, porque yo vuelvo al Padre» (Jn 14:12). Inmediatamente después de esa afirmación habló
de la venida del Espíritu Santo. Justo antes de su ascensión al Padre prometió de nuevo: «Pero
cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos» (Hch 1:8). Los
medios por los cuales los discípulos testifica
rían incluyeron las «mayores» obras que validaron las afir maciones verbales que decían respecto a
Jesús. Hebreos 2:3-4 indica claramente la conexión entre la predicación del evangelio y las
manifestaciones del poder de Dios que la acompañaba: «¿Cómo escaparemos nosotros si descuida
mos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que
la oyeron nos la confir maron. A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales,
prodigios, diversos milagros y dones distribui dos por el Espíritu Santo según su voluntad».
Su MUERTE
Cristo «por medio [dia, "por medio de"] del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios» (He
9:14). Por el poder del Espíri tu fue por lo que Jesús logró toda fase de su ministerio. Ahora su obra
cumbre, su muerte expiatoria en la cruz, también que da asociada con el poder capacitador del
Espíritu. 4
4
0'Donnell, «In Him» (36), argumenta que cuando Jesús «inclinó la cabeza y en tregó el espíritu» en la cruz (Jn 19:30), la correcta
interpretación es que Jesús entregó el Espíritu Santo, con el que había sido investido. Una traducción estricta permite que se ponga
«entregó el Espíritu». El significado sería entonces que Jesús entregó, o devolvió, al Padre el Espíritu Santo, porque ya no necesitaba la
capacitación de este. Lucas, sin embargo, registra que Jesús dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi es píritu» (23:46). El pronombre
posesivo mou (mí) se halla en el texto griego. La inter pretación más sencilla y con certeza la más correcta es que la muerte de Jesús
signifi caba la separación de su cuerpo y de su espíritu humano, que volvía a Dios.
El Espíritu y el Mesías 51
SU RESURRECCIÓN
por el Espíritu» (1 Ti 3:16). Las afirmaciones de Jesús de ser el Hijo de Dios que daron vindicadas,
o justificadas, por la poderosa operación del Espíritu de Dios al levantarle de los muertos. Si Jesús
hubiera permanecido en la tumba, sus afirmaciones de deidad habrían sido negadas. Además,
Pedro dice que Cristo «sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida»
(1 P 3:18).
El Espíritu no solo volvió a la vida al cuerpo muerto de Jesús, sino que también lo transformó de
un cuerpo natural y físico a un cuerpo espiritual (1 Co 15:44-45). A este cambio se debe que el Se
ñor resucitado se les pudiera aparecer a los discípulos aunque es tos se encontraran tras puertas
cerradas (Jn 20:19).
El Señor resucitado
Durante su vida terrenal la relación de Jesús con el Espíritu Santo fue de dependencia. Para cumplir
su misión necesitaba ser ungido por el Espíritu. Pero después de su resurrección ocurrió un cambio
en los papeles de estas dos personas de la Deidad. Como Señor resucitado Jesús es quien envía al
Espíri
tu a sus discípulos, que están esperando.
Los Evangelios indican desde el principio de su ministerio público que tal cambio iba a suceder. En
su bautismo el Espíri tu vino sobre Jesús y lo capacitó para su obra. El Padre mismo le dijo a Juan
el Bautista que aquel sobre quien él viera descen der al Espíritu era quien bautizaría en el Espíritu
Santo (Jn 1:32-33). ¡Aquel a quien le fue enviado el Espíritu sería ahora el que enviaría al
Espíritu!
Hay una inversión de papeles en la relación del Hijo con el Espíritu Santo. El Hijo ya no es pasivo
ante los impulsos del
5
La frase «Espíritu de santidad» es el modo hebreo de decir «Fspíritu Santo».
52 Pneumatología general
Espíritu, sino que activamente derrama este sobre la Iglesia. El Evangelio de Juan registra las
6
promesas de Jesús de enviar al Espíritu. Jesús dijo: «Les conviene que me vaya porque, si no lo
hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes» (Jn 16:7).
La venida del Espíritu en el día de Pentecostés fue una evidencia de que Jesús había as cendido en
verdad al Padre. Pedro, al defender a su Señor, dijo de él: «Exaltado por el poder de Dios, y
habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que ustedes ahora ven
y oyen» (Hch 2:33).
Jesús había prometido enviar al Paráclito (Jn 15:26) para que fuera su representante terrenal. El
Espíritu Santo está se parado del Señor Jesucristo, pero siempre obra juntamente con él. No hace
nada por autoridad propia (Jn 16:13-14). Juan men ciona tres actividades del Espíritu Santo que
tienen que ver específicamente con Cristo.
(1) Les recordará a los discípulos todo lo que dijo Jesús (Jn 14:26).
(2) Testificará de Jesús (15:26). Cuando Pedro predicó a Cristo ante el sanedrín concluyó diciendo:
«Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha
dado a quienes le obedecen» (Hch 5:32). Los tres medios primarios por los cuales el Espíritu Santo
da testi
monio de Cristo son (a) comunicación verbal de la palabra, sea predicación, enseñanza o
conversación informal; (b) señales y prodigios; y (c) vidas piadosas de los creyentes.
(3) Glorificará a Jesús (Jn 16:13-14). En otras palabras, dirigi rá la atención a Jesús. La prueba de
cualquier verdadera obra del Espíritu es si atrae la atención hacia el Señor. La traducción que la
versión King James hace del versículo 13 («no hablará de sí mismo») a menudo se malinterpreta,
como si quisiera de cir que el Espíritu Santo no hablará respecto a sí mismo. Esto no puede ser el
verdadero significado, puesto que sabemos que las Escrituras, inspiradas por el mismo Espíritu,
dicen mucho acerca del Espíritu. La NVI ofrece una comprensión correcta del texto griego «no
hablará por su propia cuenta». La NASB añade la palabra «iniciativa». Una traducción literaria
diría:
6
O'Donnell, «In Him», 38.
El Espíritu y el Mesías 53
«No hablará de sí mismo». Jesús estaba hablando acerca de la fuente, no del contenido, de lo que el
Espíritu diría. Un asunto adicional pertenece a esta sección: el incidente de Jesús resucitado
7
soplando sobre los discípulos (Jn 20:19-23), y especialmente el significado de sus palabras
«Reciban el Espí ritu Santo» (v. 22). 8
La frase griega es af jeautou, siendo la preposición genitivo y ablativo de fuente. En la parte 2 de este libro se estudia
7 8
El Espíritu y la iglesia
El Espíritu Santo y la iglesia son inseparables. Dondequiera que esté la verdadera iglesia, allí
también está obrando el Espí ritu Santo. En su sentido más pleno, la iglesia no llegó a existir hasta
el día de Pentecostés, porque esa fue la ocasión en que el Espíritu vino sobre el cuerpo unido de
creyentes. 1
El Nuevo Testamento emplea dos figuras retóricas para ilustrar esta conexión entre el Espíritu y la
iglesia: un templo y un cuerpo. La metáfora del templo recalca la relación entre la iglesia y Dios, y
la metáfora del cuerpo recalca la relación de la iglesia con los creyentes y con los no creyentes.
El propósito de este capítulo es explorar la relación entre el Espíritu Santo y la Iglesia. No puede, por razones obvias, ser un tratado
1
exhaustivo de la iglesia.
55
56 Pneumatología general
Pero hay otros tres pasajes paulinos que hablan de que to dos los creyentes forman colectivamente
un solo templo: (1) «¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en
ustedes? Si alguno destruye el tem plo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el tem plo
de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo» (1 Co 3:16-17). La advertencia se dirige a cualquier
individuo que hace daño, o intenta hacer daño, a la iglesia, como lo muestra la primera parte del
capítulo. 2
(2) Pablo, al llamar al pueblo de Dios a apartarse de todo lo malo, dice: «¿En qué concuerdan el
templo de Dios y los ído los? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho:
3
"Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo"» (2 Co 6:16).
(3) En otro pasaje dice que en Cristo «todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a
ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada
de Dios por su Espíritu» (Ef 2:21-22).
Pedro también usa este simbolismo, pero no usa la pala bra «templo». Dice: «también ustedes son
como piedras vi vas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser
un sacerdocio santo. Para ofrecer sa crificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo»
(1 P 2:5).
La iglesia como templo del Espíritu Santo es el cumplimien to de lo que Dios instituyó en el
Antiguo Testamento tanto en el tabernáculo como en el templo. Cuando se construyó el ta
bernáculo se nos dice que:
En ese instante la nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria del SEÑOR llenó el santuario. Moisés
no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del
SEÑOR llenaba el santuario (Ex 40:34-35).
2
Obsérvese que el v. 9 dice: «Ustedes son ...edificio de Dios».
3
La variante «ustedes son» no es importante para esta consideración.
El Espíritu y la iglesia 57
Cuando los sacerdotes se retiraron del Lugar Santo, la nube llenó el templo del
SEÑOR. Y por causa de la nube, los sacerdo tes no pudieron celebrar el culto, pues la
gloria del SEÑOR ha bía llenado el templo (1 R 8:10-11; véase también (2 Cr 5:13-14;
7:1-2).
Aun cuando Dios está presente en todas partes, a veces decide manifestar su presencia
en un lugar de una manera muy especial. Podemos decir que el tabernáculo y el templo son
lugares de lo calización o focalización de la presencia de Dios. Él eligió morar allí de una
manera especial. A esta manifestación particular de sí mismo a veces se le llama
«shequiná» , que es una palabra hebrea que quiere decir «morada», y que a veces se usa
4
Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra era la manifesta ción y focalización especial de
la presencia de Dios entre la hu manidad. «Y el Verbo se hizo hombre y habitó [puso su
taber náculo] entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la
5
E1 verbo griego eskenosén (eskenoo) es la forma verbal de los sustantivos eskené, es kenós y eskénoma (tienta, carpa,
5
cobertizo, alojamiento). En la mayoría de los pasajes del NT, eskené se refiere al tabernáculo del AT o tienda de reunión
(Hch 7:44; He 8:2,5; 9:2-3,6,8,11,21; 13:10; Ap 15:5).
58 Pneumatología general
gracia y de verdad» (Jn 1:14). El mismo Jesús llamó a su cuerpo «este templo» (2:19). Había
venido a completar la ley; por con siguiente su venida supera al templo y al tabernáculo del
Antiguo Testamento.
Esto trae a la memoria las palabras de Pablo y Pedro que se citaron arriba. La iglesia ahora es el
verdadero templo de Dios, morada del Espíritu Santo. La presencia de Dios no está limita da a un
edificio físico. Esteban les recordó esto a sus persegui dores cuando dijo que: «el Altísimo no habita
en casas cons truidas por manos humanas» (Hch 7:48). Y Pablo, en la ciudad de Atenas infestada
por la idolatría, declaró: «El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay ... No vive en templos
construidos por hombres» (17:24). Incluso al profeta Isaías le fue dado este mensaje para el pueblo
de Dios, siglos antes de la venida de Jesús (Is 66:1-2).
Volvemos a la importante idea de que la iglesia es un tem plo espiritual, la que es ahora el lugar
especial de la morada de Dios en la tierra. ¿Cuándo tuvo lugar este cambio de un taber náculo y
templo reales a un templo espiritual, la iglesia, como lugar de morada de Dios en la tierra? Fue en
el día de Pentecos tés. Lucas no nos dice dónde estaban los discípulos reunidos cuando el Espíritu
Santo fue derramado; simplemente dice que estaban reunidos «en el mismo lugar» (Hch 2:1).
Muchos infieren partiendo de 1:13 que se trataba del Aposento Alto. 6
Pero también es posible que se encontraran en los recintos del templo. Lucas termina su Evangelio
diciendo que cuando los discípulos volvieron a Jerusalén después de la ascensión de Jesús
«estaban continuamente en el templo, alabando a Dios» (Lc 24:53). Sabemos por otros pasajes en
Hechos que después de Pentecostés los discípulos iban al templo a orar (2:46; 3:1). Sería muy
apropiado en verdad que el Señor escogiera el sitio físico del templo como lugar para realizar su
templo espiri tual. 7
6
Se debe hacer la pregunta: «¿Cómo pudieron los oyentes distinguir los diferen tes idiomas que se hablaron en el aposento alto?»
Sin embargo, este punto de vista no está libre de dificultades. El registro dice que ellos estaban sentados (kadsemai, Hch 2:2). Este verbo
7
puede, en un limitado nú mero de lugares, significar «quedarse, estar, vivir, residir, establecerse» (Mt 4:16; Lc 1:79; 21:35; Ap 14:6),
pero en la mayoría de las veces que aparece tiene el significado
El Espíritu y la iglesia 59
En el templo servían los sacerdotes, que era un cuerpo se lecto de hombres que
representaban al pueblo delante de Dios. Gran parte de su trabajo tenía que ver con el
ofrecimiento de sacrificios por el pueblo.
«El sacerdocio universal de los creyentes» fue una consigna de la Reforma protestante
del siglo dieciséis. Martín Lutero enseña ba, como muestran las Escrituras, que todo
creyente tiene acceso directo a Dios. El Señor Jesucristo es el único mediador (1 Ti 2:5).
Pablo dice que por Jesucristo tanto judíos como gentiles tienen «acceso al Padre por un
mismo Espíritu» (Ef 2:18). Este versículo es especialmente interesante porque,
inmediatamente después de él, Pablo habla del templo espiritual. Así que el Espíritu esta
blece contacto directo entre Dios y los creyentes. Debido a esta obra del Espíritu Santo,
Pedro puede llamar a todos los creyentes «sacerdocio santo» (1 P 2:5). Luego pasa, en el
versículo 9, a ha blar de los creyentes como «real sacerdocio», pensamiento que aparece en
el libro de Apocalipsis, en donde la idea del sacerdo cio va ligada a la de reinar con Cristo
(1:6; 5:10; 20:6).
El sacerdocio espiritual del templo espiritual debe, por con siguiente, ofrecer sacrificios
espirituales aceptables a Dios (1 P 2:5). El Nuevo Testamento menciona claramente tres de 8
di chos sacrificios:
(1) Nuestros cuerpos. El sacrificio supremo único fue cruci ficado en la cruz, de modo
que Dios ya no desea que se le ofrez can sacrificios muertos; ahora busca sacrificios vivos.
Pablo habla de esto cuando dice: «Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la
misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su
cuerpo como sacri ficio vivo, santo y agradable a Dios» (Ro 12:1).
básico de «sentarse». Lo mismo se puede decir de los verbos sinónimos (kadsizo), que tiene el significado de «establecerse,
quedarse, vivir» en dos pasajes (Lc 24:49; Hch 18:11), con el significado de «sentarse» predominando en el resto de
ocurrencias. Sin embargo, la palabra «casa» a veces se usaba como sinónimo del templo (por ejemplo, 2 S 7:5,13; 1 Cr 22:6;
Hch 7:47).
8
E1 apóstol Pablo menciona un cuarto sacrificio espiritual, que resulta del ministerio que Dios le había dado: Los gentiles que
vinieron a Cristo mediante su ministerio llega rían a ser «una ofrenda aceptable a Dios, santificada por el Espíritu Santo» (Ro
15:16).
60 Pneumatología general
(2) Nuestra alabanza. Los sacrificios de animales se ofrecían a diario en el templo, así
que continuamente se quemaban sus cadáveres; el humo, y el aroma que resultaba de eso
subía has ta Dios. Con este telón de fondo se nos dice a los creyentes que «ofrezcamos
continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto
de los labios que confiesan su nombre» (He 13:15).
(3) Nuestras buenas obras. «No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo
que tienen, porque esos son los sacri ficios que agradan a Dios» (He 13:16). Pablo elogia a
los fili penses por enviarle cosas que le ayudaron a aliviar la dureza de la vida en la cárcel,
lo que les caracterizó como «olor fragan te, sacrificio acepto, agradable a Dios» (Fil 4:18).
cuando hay aliento que sustente su vida, del mismo modo, el Cuerpo de Cristo, la iglesia,
solo puede existir cuando el Espíritu Santo la llena de energía.
«Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para cons tituir un solo cuerpo» (1 Co
10
12:13; vea también Ro 6:3; 12:5; Gá 3:27). En el momento de la conversión uno llega a ser
miembro de este cuerpo. La persona es salvada como individuo pero
9
Otros pasajes, por supuesto, usan la imagen del cuerpo para la iglesia (especial mente en Colosenses y en otros pasajes
de Efesios), pero lo que aquí nos interesa es la conexión entre el cuerpo y el Espíritu Santo.
Para una consideración de lo apropiado de traducir «por» antes que «en», vea segunda parte, cap. 7,100-105.
10
El Espíritu y la iglesia 61
ÉL AÑADE A LA IGLESIA
El Espíritu Santo no solo es la vida interior de la iglesia, sino que también añade
continuamente los nuevos miembros al cuerpo. Realiza esto obrando por medio del pueblo
de Dios. El apóstol Juan dice: «El Espíritu y la novia [otra metáfora de la iglesia] dicen:
"¡Ven!";... y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida» (Ap 22:17).
El libro de los Hechos es un comentario sobre este punto. Solo por el poder del Espíritu
Santo pudieron los discípulos testificar eficazmente (Hch 1:8). Como resultado de la
predica ción de Pedro inspirada por el Espíritu Santo (2:14), sus oyen tes «todos se
11
sintieron profundamente conmovidos [el Espíri tu Santo los hizo sentirse convictos]»
(2:37), trayendo como resultado la adición de tres mil almas a la iglesia ese día (2:41).
Lucas indica más adelante que «cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo
salvos» (2:47).
No se puede exagerar lo fundamental que resultó el ser hu mano en el avance de la obra
de Dios. Dios podía haberlo orde nado de otra manera, decidiendo soberanamente que las
per sonas pudieran ser salvadas mediante la obra directa y sin
mediación del Espíritu Santo. Pero ha escogido usar a los cre yentes, conforme ellos se
someten al Espíritu, para que sean instrumentos para añadir miembros al Cuerpo de Cristo.
Así como el Señor Jesucristo necesitó de un cuerpo físico para cumplir el plan divino
redentor para la humanidad, lo mismo sucede con la nueva implementación de este plan
mediante su cuerpo espiritual, la iglesia.
ÉL UNE EL CUERPO
El Espíritu Santo es el único agente para lograr verdadera unidad entre los creyentes.
Pablo les dijo a los creyentes en
Para una consideración del término apofdsengomai, vea segunda parte, cap. 9, 140.
11
62 Pneumatología general
Éfeso: «Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu me diante el vínculo de la paz». Luego
añadió la significativa afir mación: «Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu» (Ef 4:3-4). La iglesia
de Corinto se fragmentó debido a varios elementos competidores de la congregación, cada uno
aduciendo apego a un individuo específico. Pablo se ve obligado a preguntar: «¿Está dividido
Cristo?» (1 Co 1:13). Debido a este espíritu di visivo en la congregación les dice que son carnales 12
(3:1-4). Todo lo que se opone a la obra del Espíritu es carnal; o sea, los creyentes que no permiten
que el Espíritu de Dios los controle en su relación con otros creyentes están dominados por su na
turaleza más baja, no santificada, que las Escrituras con
frecuencia llaman «la carne» (vea Ro 8:5-9,13 y Gá 5:16-26). Todos los que han nacido de nuevo
por el Espíritu son miem bros de un único cuerpo, aunque esto tal vez no siempre sea evi dente por
fuera. La Palabra de Dios insta a los creyentes a demos trar entre sí y ante el mundo que esta unidad
es verdaderamente una realidad. Esto se logra solo cuando los creyentes son «siem pre humildes y
amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor» (Ef 4:2). Uno de los factores más
importantes para el éxito de la iglesia apostólica se halla en la palabra griega jomodsuma don, que
quiere decir «de un mismo sentir, propósito o impulso» (Hch 1:14; 2:46; 4:24; 15:25; vea también
13
2:1 para ver una palabra relacionada con esta). Sin esta unidad entre ellos mismos, los pri meros
cristianos no habrían experimentado la presencia y el poder de Dios en medio de ellos y en su
testimonio.
Todo 1 Corintios 12 es un comentario sobre los miembros del cuerpo que son nombrados por el
Espíritu para funciones
La NVI dice «mundanales» para los adjetivos sarkinoi (1 Co 3:1) y sarkikoi (v. 3). La NASB dice «hombres de carne» (v. 1), y
12
«carnal» (v. 3). Según Walter Bauer, el sig nificado de ambos verbos en estos versículos es «carnal, perteneciente al campo de la carne»,
A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literatu re, traducido por William F. Arndt y F. Wilbur
Gingrich; 2 ed. de la traducción revisa da y aumentada por F. Wilbur Gingrich y Frederick W. Danker, University of Chica go Press,
Chicago, 1979, 742-743. De aquí en adelante mencionado como BAGD.
"BAGD, 566.
El Espíritu y la iglesia 63
específicas. Las siguientes son algunas lecciones importantes que se derivan de este
pasaje.
14
(1) Hay una amplia diversidad de dones y funciones que el Espíritu les asigna a los
miembros como individuos. Las ope raciones que a veces son llamadas «dones del
Espíritu» se ex tienden desde una palabra de sabiduría hasta la interpretación de lenguas (1
Co 12:8-10). Pablo también incluye como dones a los ministerios asociados con el
liderazgo: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros (vv. 28-30; Ef 4:8,10-12).
En Romanos menciona otros dones adicionales, tales como servi cio, exhortación,
liberalidad y misericordia (12:7-8). 15
(2) Todos los miembros del cuerpo poseen algún don. «A cada uno se le da una
manifestación especial del Espíritu» (1 Co 12:7). Ningún creyente puede decir: «No sirvo
para nada en el Cuerpo de Cristo». Así como todo miembro de nuestro cuerpo físico tiene
una tarea específica designada, así todo miembro del Cuerpo de Cristo tiene alguna
función vital que cumplir para el bienestar del cuerpo. De nada sirve que una persona
desee el don o talento de otra. Todos los miembros deben determinar individualmente, con
oración, qué función quiere el Señor que desempeñen en el cuerpo.
(3) El Espíritu distribuye los dones de forma soberana: «quien reparte a cada uno según
él lo determina» (1 Co 12:11). Pablo dice más adelante: «Dios colocó cada miembro del
cuerpo como mejor le pareció» (v. 18). Repite la misma idea cuando en Romanos dice que
«tenemos dones diferen
tes, según la gracia que se nos ha dado» (Ro 12:6). Los cre yentes deben colocarse en
posición de que el Espíritu Santo los utilice y de recibir dones espirituales, pero la
concesión de dones específicos es prerrogativa del Espíritu. Dios, en su sabiduría y por
razones que no siempre nos revela, concede a otros dones que a nosotros mismos nos
gustaría manifes tar.
(4) Todos los miembros del cuerpo dependen unos de otros. «El ojo no puede decirle a
la mano: "No te necesito".
Para una consideración más amplia del Cuerpo de Cristo y los dones espiritua les, vea la tercera parte.
14
Vea la tercera parte para una consideración de los dones espirituales individuales.
15
64 Pneumatología general
Ni puede la cabeza decirle a los pies: "No los necesito"» (1 Co 12:21). Ningún miembro
puede considerarse superior a los demás. Principalmente hay dos razones para esto: (a) Tal
miembro «superior» no puede existir separadamente de los demás miembros (incluso de
los miembros «inferiores») así como la cabeza, «superior», de uno no puede existir sepa
radamente de las manos, «inferiores», que suplen alimento para un estómago «inferior»,
que provee nutrición para todo el cuerpo, incluyendo la cabeza, (b) Los dones se distri
buyen en base al mérito personal; los distribuye Dios en su soberanía. Esto descarta de
inmediato toda base para la jactancia.
(5) Todos los miembros deben participar de la alegría o tris teza de cualquiera de los
miembros. «Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de
ellos re cibe honor, los demás se alegran con él» (1 Co 12:26). Cuando a alguien le duele el
oído, el cuerpo entero sufre. Cuando una música hermosa cae en oídos de alguien, no se
deleitan solo es tos, sino que la disfruta todo el cuerpo. De la misma manera, idealmente,
es el Cuerpo de Cristo. Alguien lo ha dicho muy bien: «Nuestras tristezas se dividen y
nuestras alegrías se multiplican».
(6) El propósito global de la concesión divina de los diferen tes dones a ios miembros
del cuerpo es la edificación de la igle sia. «A cada uno se le da una manifestación especial
del Espíri tu para el bien de los demás» (1 Co 12:7). Aunque a veces los
dones, talentos y ministerios que Dios concede por su Espíritu pueden edificar al individuo
que los manifiesta, son primor dialmente para fortalecer y edificar a la iglesia. Además, pue
den ministrar a las necesidades de los no creyentes (por ejem plo: evangelismo, sanidades,
milagros).
la frase «la comunión del Espíritu Santo». Una significa que los creyentes participan del
Espíritu Santo. La otra se refiere a la obra del Espíritu, que forma a los creyentes en una
16
comunidad o comunión. 17
Ambas interpretaciones tienen una base firme en las Escri turas, y la una es imposible
sin la otra. Eso se debe a que los pe cadores arrepentidos participan del Espíritu Santo (1 Co
12:13; He 6:4) y reciben el privilegio de entrar en la comunión que él crea, la iglesia. Sin
embargo, esta idea de la comunión del Espí ritu no se halla en el Antiguo Testamento,
porque solo ciertos individuos participaron del Espíritu antes del derramamiento el día de
Pentecostés.
16
Genitivo partitivo.
17
Genitivo ablativo de fuente, o genitivo subjetivo.
Capítulo 5
El Espíritu y el creyente
Jesús, en su condición terrenal, fue un hombre controlado completamente por el Espíritu Santo.
Desde el momento de su concepción milagrosa hasta su resurrección de entre los muer tos y
exaltación a la diestra del Padre, el Espíritu de Dios obró poderosamente en él. Así debe ser con el
creyente; desde el principio hasta el fin, la vida cristiana es posible solo por el po der del Espíritu
Santo que mora en él.
Este capítulo estudia la actividad del Espíritu en la expe riencia del creyente, desde el nuevo
nacimiento hasta la resu rrección de entre los muertos.
El Espíritu y el pecador
Los no regenerados están muertos espiritualmente en sus delitos y pecados (Ef 2:1), y como
consecuencia de eso son in sensibles a las cosas espirituales. Solo cuando el Espíritu Santo se
mueve en ellos pueden llegar a darse cuenta de su necesi dad espiritual. Entonces deberán decidir si
continuar en su es tado de pecado o responder positivamente a la voz del Espíri tu. A lo largo de
todo el libro de los Hechos se nos ofrece un cuadro muy gráfico de esto. Algunos, como los que se
opusie ron a Esteban, resistieron al Espíritu Santo (Hch 7:51); otros, como los tres mil del día de
Pentecostés, aceptaron el mensaje de Pedro, ungido por el Espíritu (2:41).
Jesús les dijo a sus discípulos que cuando el Espíritu Santo viniera, «convencerá al mundo de su
error en cuanto al peca do, a la justicia y al juicio» (Jn 16:8).
67
68 Pneumatología general
El Espíritu convence a los pecadores de su necesidad espiri tual; la mera lógica o retórica no
puede persuadirlos. El pecado básico de la humanidad es el rechazo de Jesucristo (Jn 16:9);
este rechazo se debe a no querer admitir su estado de pecado y creer que él es el único que
puede efectuar los cambios necesarios.
El Espíritu convence además de justicia (Jn 16:10). Esto tiene que ver con la
resurrección de Jesús y su ascensión al Padre; eventos que demostraron que él era en
verdad el Hijo de Dios y que lo que decía era cierto o justo (Ro 1:4; 1 Tim 3:16). Este
concepto de justicia también incluye la idea de la «rectitud» de Dios al castigar a los
pecadores no arrepentidos (Ro 1:18). Pero también incluye la justificación de los
pecadores, su «posición justa» ante Dios cuando se arrepienten y creen (Ro 4:25). 1
L OS MEDIOS DE CONVICCIÓN
La convicción de pecado viene solo por medio del Espíritu Santo. Pero rara vez soslaya
la importancia humana para ha blarle al corazón de los pecadores. El medio que usa es el
men saje del evangelio presentado por testigos fieles, cuya necesi dad recalca Pablo en
Romanos 10:9-17.
El libro de los Hechos presenta el mensaje de la iglesia primiti va. Consistía básicamente en
el mensaje de Jesucristo como Sal vador y la necesidad de creer en él sobre la base de su
muerte y resurrección, para que el juicio de Dios no venga sobre los oyen tes si lo
rechazan. El resultado de esta clase de testimonio inspira do por el Espíritu fue que los
oyentes se sintieron profundamente
1
Una interpretación bastante frecuente de que el Espíritu convence a los hombres «de justicia» es que los convence de su
justicia propia, tal como en la frase previa la palabra «de pecado» quiere decir su propio pecado y en la siguiente frase la
palabra «de juicio» quiere decir su propia condenación (vea Jn 16:9-11).
El Espíritu y el creyente 69
«conmovidos y preguntaron: Hermanos, ¿qué debemos hacer?» (Hch 2:37).
Solo el Espíritu Santo puede convencer a las personas de su necesidad de salvación. La
responsabilidad del creyente es de clarar y proclamar el mensaje de salvación, y dejar los resulta
dos en manos del Señor, que habla a los corazones por medio de su Espíritu. Las palabras de Pablo
en este punto son tan apropiadas que es preciso oírlas con detenimiento:
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con
excelencia de palabras o de sa biduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a
Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y
ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabidu ría, sino con
demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios. (1 Co 2:1-5, RVR60).
A veces Dios decide hablar al corazón del pecador median te la manifestación de algún don
espiritual, muy a menudo la palabra profética. Pablo dice que mediante la profecía el peca dor
puede ser «convencido» y «juzgado» por todos, y así «los secretos de su corazón quedarán al
descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: "¡Realmente Dios está entre
ustedes!"» (1 Co 14:24-25).
Salvación
TERMINOLOGÍA
La obra de la salvación es tan extensa que los autores del Nuevo Testamento la presentan de varias
formas diferentes, destacando cada una faceta especial. Varias de estas se relacio nan
específicamente con la obra del Espíritu.
Regeneración
Jesús le dijo a Nicodemo que: «quien no nazca de agua y del
70 Pneumatología general
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios ... Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que
nace del Espíritu es espíritu» (Jn 3:5-6). Pedro dice que los creyentes son partícipes de la
natura leza divina (2 P 1:4); y Hebreos 6:4 dice que los creyentes participan del Espíritu
Santo.
Uno puede ver la similitud con la concepción y naci miento de Jesús. Él fue concebido
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por el Espíritu Santo; fue una obra milagrosa. Era imposible que el nacimiento virgi nal
tuviera lugar mediante esfuerzo humano. Lo mismo con el nuevo nacimiento; solo se puede
explicar en términos de un milagro. Es un misterio que se puede experimentar, pero la
forma precisa en que tiene lugar desafía toda explicación. Jesús indicó esto cuando dijo:
«El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a
dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu» (Jn 3:8).
Lo que dice Pablo al hablar del «lavamiento de la regenera ción y de la renovación por
el Espíritu Santo» (Tit 3:5) es para lelo a lo que afirma Jesús en cuanto a «nacer del agua y
del Espíritu» (Jn 3:5). Hay varias interpretaciones respecto a lo que quiso decir Jesús con
«agua», pero es muy posible que pensara en el agua como símbolo del Espíritu Santo, tal
como lo hizo cuando hablaba de ríos de agua viva (Jn 7:37-39). La palabra «y» (gr. kai) en
la frase «agua y el Espíritu» en Juan 3:5 se puede traducir alternativamente como
«incluso», «es decir», «o sea», de modo que Jesús tal vez estaba diciendo «quien no nazca
del agua, es decir, del Espíritu». 3
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No me atrevo a usar una palabra más fuerte, tal como «analogía» o «paradigma». Otras interpretaciones significativas
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entienden que el agua es (1) el bautismo; (2) símbolo de la Palabra de Dios; (3) el fluido amniótico que rodea al feto. Mi
propia res puesta breve a cada una de estas alternativas: (1) Dada la importancia que el NT asig na al bautismo, uno no debe
descartar esta interpretación de buenas a primeras. Pero tampoco puede uno insistir en la necesidad absoluta del bautismo
para la salvación. (2) La Palabra de Dios es indispensable para la salvación. Sin embargo, es difícil ver por qué en el
sintagma «agua y el Espíritu» Jesús usaría la primera palabra simbólica mente y la segunda, literalmente. Podría haber dicho
perfectamente «la palabra y el Espíritu». (3) El fluido amniótico no produce el nacimiento del niño. Es más, Jesús contrasta
el Espíritu con la carne, no con agua (Jn 3:6).
Otra alternativa es considerar «agua y el Espíritu» como una hendíasis: «agua es piritual».
El Espíritu y el creyente 71
Adopción
Visto desde otra perspectiva, los creyentes han sido adopta dos en la familia de Dios por la obra del
Espíritu Santo. Han reci bido «el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!"» (Ro 8:15; vea también Gá 4:6). La adopción en días del Nuevo Testamento quería decir
básicamente lo mismo que hoy. El hijo adoptivo tenía derecho a todos los privilegios que los hijos
biológicos recibirían de sus padres. Lo mismo con los creyentes. Una vez fueron hijos de Satanás
(Jn 8:44; Ef 2:2), pero ahora han sido adoptados por Dios.
El Espíritu Santo viene a morar en todo creyente. «Si al guno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de
Cristo» (Ro 8:9; vea también 1 Co 6:19). El Espíritu de Dios entra en el cora zón de la persona en
el momento del arrepentimiento y la fe,
72 Pneumatología general
produciendo la regeneración. El Espíritu se queda con los hijos de Dios siempre y cuando
estos anden en obediencia a su voluntad. Está siempre presente para guiar y ayudar a los
que se han entregado al Señor.
Esta morada del Espíritu tiene que ser distinguida de la llenura del Espíritu. La morada
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del Espíritu es necesaria para la comunión con Dios y la adoración (Jn 4:23-24; Fil 3:3).
Además, es el Espíritu quien sostiene diariamente al creyen
te, porque él es la fuente de nuestra vida espiritual. Esta mo rada del Espíritu fue predicha
por el profeta Ezequiel (Ez 36:25-27).
Hay otra indicación de esta maravillosa verdad en la ima gen del templo. Todo creyente
es templo del Espíritu (1 Co 6:19); como consecuencia, los creyentes deben glorificar a
Dios en sus cuerpos, puesto que en ellos mora el Espíritu.
¿Cómo puede alguien saber que verdaderamente ha nacido de nuevo? Una manera
obvia es darse cuenta de que ha tenido lugar un cambio espiritual. Al arrepentirse de los
pecados y creer en Cristo como Salvador personal (Hch 20:21), las cosas viejas pasaron y
uno llega a ser una nueva creación en Cristo (2 Co 5:17; Gá 6:15). Pero puede haber
momentos de incerti dumbre con respecto a esta nueva relación con Dios. A fin de cuentas,
los nuevos creyentes deben descansar en las prome
sas de Dios, de que si verdaderamente reúnen sus condiciones, entonces son salvos,
independientemente de que haya o no emoción alguna que lo acompañe.
Sin embargo, Dios ha ofrecido una provisión adicional. «El Espíritu mismo le asegura a
nuestro espíritu que somos hijos de Dios» (Ro 8:16; vea también 1 Jn 3:24). Todo creyente
tiene a su disposición un testigo interno que le asegura que verdade
ramente es hijo de Dios. De algún modo tranquilo e inexplica ble, el Espíritu de Dios le
comunica a nuestro espíritu que no hay barrera entre Dios y nosotros, porque por el
Espíritu tenemos acceso al Padre (Ef 2:18).
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Vea segunda parte, cap. 8.
El Espíritu y el creyente 73
Santificación
La santificación es una de las obras más importantes del Espíritu Santo (Ro 15:16; 1 Co 6:11-12; 2
Ts 2:13-14; 1P 1:2). Esta es la voluntad de Dios para todo creyente (1 Ts 4:3).
La palabra «santificación» (gr. jagiasmós, o jagiosune) procede de la misma raíz que la palabra
griega para «santo» (jagios). En el Nuevo Testamento las palabras «santificación» y «santidad» tra
ducen la misma palabra griega y se usan indistintamente. La idea básica de la palabra griega es
separación. Cuando los creyentes son llamados a ser santos (o santificados), se les están diciendo
que se separen de todo lo que no es santo y que se dediquen a Dios. Las palabras «dedicación» y
«consagración» también se pueden usar para traducir la palabra griega.
Legalismo
El legalismo enseña que la persona puede ser santificada solo viviendo en completa obediencia a la
ley. Para tales perso nas la santificación consiste en observar las regulaciones pres critas. En efecto,
enseñan que la salvación y la retención de la salvación dependen de las obras, antes que de la fe. A
menudo tal enseñanza toma forma de largas listas tipo «hay que hacer esto» y «no hay que hacer
esto otro». Pablo trata este problema en su epístola a los Gálatas. Les plantea la pregunta: «¿Tan tor
pes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pre tenden ahora perfeccionarse con
esfuerzos humanos?» (Gá 3:3). Este enfoque legalista no toma en cuenta las serias pala bras que
Pablo cita de Deuteronomio 27:26: «Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está
escrito en el libro de la ley» (Gá 3:10).
74 Pneumatología general
De principio a fin la vida cristiana se vive por fe, no por obras, sino por el Espíritu que
mora en el creyente. La verdade ra fe producirá en verdad obras cristianas genuinas (Ef 2:8-
10), pero es un error sostener que hacer buenas obras garantiza por sí solo la salvación.
Antinomianismo
El antinomianismo es la opinión opuesta, y enseña que no importa cómo viva el
creyente. Presenta una noción errónea de la libertad cristiana, diciendo que como los
creyentes han sido hechos libres por Cristo, pueden hacer lo que se les antoje. Pero Pablo
contesta del modo siguiente: «no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus
pasiones» (Gá 5:13). De nuevo, los que han sido verdaderamente regenerados por el
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Espíritu de Dios demostrarán amor por sus acciones hacia Dios y hacia otros.
Perfeccionismo
Algunos enseñan que los regenerados pueden tener una ex periencia de crisis que los
deja perfectos y sin pecado. A veces se le llama «santificación completa», y se basa en la
premisa de que la santificación debe incluir necesariamente el concepto de pecado. Pero la
palabra griega, como ya he indicado, significa separación. El pecado no interviene
necesariamente, porque el mismo Hijo de Dios que nunca tuvo pecado dijo: «Me santifico
a mí mismo» (Jn 17:19). Es más, no hay ningún ejemplo bíblico de persona alguna que
haya tenido alguna experiencia que le hiciera perfecto y sin pecado. 6
producirá en ellos un efecto profundo, incluso limpiador. Pero en ninguna parte de las Escrituras se sugiere que tales
experiencias hagan perfecto a nadie.
El Espíritu y el creyente 75
ejemplo: 1 Co 14:33; Ef 1:1,18; Fil 1:1; Col 1:2). No se la reserva para una categoría especial de
creyentes, ni muertos ni vivos. Más bien, todo creyente es santo. Esto no presenta ninguna
dificultad si recordamos que «santos» quiere decir «separados». Los creyentes son personas que se
han apartado para el servicio a Dios.
Por eso las Escrituras a veces hablan de la santificación como una experiencia pasada (1 Co 6:11)
que sucedió en el momento de la salvación (1 Co 1:30). Pero también hay un aspecto de
santificación continua. A los creyentes se les llama a ser «perfectos» (gr. teleios), palabra que se
debe entender como «entero» o «maduro». Deben crecer en gracia (2 P 3:18), y no quedarse
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satisfechos con el progreso o nivel de madurez que ya hayan alcanzado. Pablo mismo dijo que no
era perfecto (totalmente maduro) y que seguía esforzándose por avanzar hacia esa meta (Fil 3:10-
14).
Pero la santificación no es un proyecto de hágalo usted mismo. Los creyentes maduran
espiritualmente solo en la medida en que se sometan cada vez más al Espíritu Santo. El llamado
es: «purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de
Dios la obra de nuestra santificación» (2 Co 7:1), pero solo por el Espíritu podemos en verdad
hacer morir las malas obras del cuerpo (Ro 8:13).
Pablo dice además que los creyentes deben experimentar una transformación continua de su
entendimiento, o actitud (Ro 12:2), y que esto es resultado de la obra del Espíritu del Se ñor (2 Co
3:18). 8
La santificación entera (o madurez espiritual total) es un ideal hacia el cual debemos esforzarnos
con la ayuda del Espíritu Santo. Pero los creyentes no deben condenarse por no ha berla obtenido.
La medida importante de nuestra santificación es el progreso hacia la meta.
Vea, por ejemplo Mt 5:48; 19:21; 1 Co 14:20; Ef 4:13; Col 4:12; Stg.l:4; 3:2. La palabra tetramorfo (transformar) se halla en ambos vv.
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en tiempo presente, lo que indica una acción continua: «sigan siendo transformados», «estamos siendo transformados».
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Las Escrituras presentan un contraste importante entre la carne y el Espíritu (Ro 8:5-9; Gá 5:16—
6:10). Por la forma en que Pablo usa en estos pasajes el término «carne» quiere decir cualquier
cosa que milita contra el Espíritu de Dios. Las obras de la carne (Gá 5:19-21) son lo opuesto de lo
que produce el Espíritu, como por ejemplo el fruto del Espíritu (vv. 22-23).
El creyente puede sincera y legítimamente preguntar: «¿Có mo puedo saber que estoy logrando
algún progreso espiritual? ¿Cómo sé si verdaderamente estoy andando en el Espíritu [Gá
5:16,25]?» Una medida muy significativa es el grado en el cual manifestamos el fruto del Espíritu.
¿Se caracteriza nuestra vida más y más por «amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bon dad,
fidelidad, humildad y dominio propio» (Gá 5:22-23)? Una medida de tal progreso es la disposición
de la persona a ayudar a restaurar a otro creyente que ha pecado, procurando hacerlo con un
espíritu de amabilidad (Gá 6:1), que es fruto del Espíritu. La persona espiritual siembra para el
Espíritu, procurando una conducta que honre a Dios. Esto toma con frecuencia la forma de ha cer el
bien a tantas personas como sea posible (Gá 6:1-10). Todo esto está en completo contraste con la
persona carnal que busca solo gratificación personal.
EL ANDAR DIARIO
iglesia primitiva tenía que tomar una decisión importante con respecto a la situación de los gentiles
en la iglesia (Hch 15). Cuando los dirigentes de la iglesia llegaron a una decisión, dijeron: «Nos
pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros» (v. 28). Jesús también les dijo a sus discípulos que el
Espíritu les mostraría todas las cosas por venir (Jn 16:13). Todo el libro de Apocalipsis es un
testimonio de esto. Allí al Espíritu se le llama Espíritu de profecía (19:10), y el libro fue escrito
porque Juan estaba «en el Espíritu» (1:10). Pablo también le atribuye al Espíritu el conocimiento
de hechos futuros, al decir: «El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos aban
donarán la fe» (1 Ti 4:1).
porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo» (Mr 13:11). Esta promesa se
cumplió en vida de Pedro cuando él y Juan fueron llevados ante las autoridades religiosas. En esa
ocasión Pedro experimentó una llenura especial del Espíri
tu (Hch 4:8) que le capacitó para hablar intrépidamente aunque él y Juan «eran gente sin estudios ni
preparación».9
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Otras formas por las que se mueve el Espíritu en los individuos para hablar de un modo especial se tratan en la tercera parte.
Vea tercera parte, cap. 14,244.
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