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Gravedad Terrestre

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INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo tratamos los temas de Gravedad


Terrestre e Isostasia que tratan acerca de la infracción
entre 2 cuerpos.

GRAVEDAD, atracción entre 2 cuerpos ya sea uno de estos la


tierra llamada “gravedad terrestre” que es la que atrae a
todos los campos al centro de este.

ISOSTACIA: es el equilibrio que debe haber entre 2 cuerpos


atendiendo principalmente a los densidades ya que
densidades mayores se ubican por debajo de las capas de
menor densidad.
CONCLUSIONES

- Que todo cuerpo que se encuentra sobre la superficie


de la tierra es atraída al centro de esta.
- Que agracias a la isostasia existe una fuerza de
compensación entre los cuerpos haciendo la estabilidad
que es constante posible en todo el planeta.
- Que gracias a la fuerza centrípeta que origina la
tierra hace posible que nos mantengamos en un lugar
estable.
DEDICATORIA

Dedicado a todos los geólogos


que gracias a sus esfuerzos nos
dan a conocer la grandeza y
riqueza de nuestro mundo, también
a todos aquellas que nos apoyan a
salir adelante en este mundo tan
competitivo.
GRAVEDAD TERRESTRE

Gravitación, propiedad de atracción mutua que poseen todos


los objetos compuestos de materia. A veces se utiliza como
sinónimo el término gravedad, aunque estrictamente este
último sólo se refiere a la fuerza gravitacional entre la
Tierra y los objetos situados en su superficie o cerca de
ella. La gravitación es una de las cuatro fuerzas básicas
que controlan las interacciones de la materia; las otras
tres son las fuerzas nucleares débil y fuerte, y la fuerza
electromagnética (véase Fuerzas fundamentales; Física).
Hasta ahora no han tenido éxito los intentos de englobar
todas las fuerzas en una teoría de unificación (véase
Teoría del campo unificado), ni los intentos de detectar
las ondas gravitacionales que, según sugiere la teoría de
la relatividad, podrían observarse cuando se perturba el
campo gravitacional de un objeto de gran masa.
Fuerzas gravitatorias Como la Luna tiene bastante menos
masa que la Tierra, el peso de un cuerpo en su superficie
es seis veces menor que el peso en la superficie terrestre.
Esta gráfica muestra la variación del peso de un cuerpo (de
peso w en la superficie de la Tierra) según su posición
entre la Tierra y la Luna. Como los dos astros lo atraen en
sentidos opuestos, hay un punto, situado a 346.000
kilómetros del centro de la Tierra, en el que las fuerzas
se compensan y el peso es nulo.
La ley de la gravitación, formulada por vez primera por el
físico británico Isaac Newton en 1684, afirma que la
atracción gravitatoria entre dos cuerpos es directamente
proporcional al producto de las masas de ambos cuerpos e
inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre
ellos. En forma algebraica, la ley se expresa como
donde F es la fuerza gravitatoria, m1 y m2 son las masas de
los dos cuerpos, d es la distancia entre los mismos y G es
la constante gravitatoria. El físico británico Henry
Cavendish fue el primero en medir el valor de esta
constante en 1798, mediante una balanza de torsión. El
valor más preciso obtenido hasta la fecha para la constante
es de 0,0000000000667 newtons-metro cuadrado por kilogramo
cuadrado (6,67 × 10-11 N m2 kg-2). La fuerza gravitatoria
entre dos cuerpos esféricos de un kilogramo de masa cada
uno y separados por una distancia de un metro es, por
tanto, de 0,0000000000667 newtons. Esta fuerza es
extremadamente pequeña: es igual al peso en la superficie
de la Tierra de un objeto de aproximadamente
1/150.000.000.000 kilogramos.

GRAVIMETRO. Instrumento para medir las variaciones de la


gravedad terrestre.
GRAVEDAD. La fuerza ejercida por la Tierra y por su
rotación sobre la masa de los cuerpos; la aceleración que
le imparte a un cuerpo que cae libremente en ausencia de
fuerzas de fricción. La fuerza resultante sobre cualquier
cuerpo de materia en la Tierra o cerca a su superficie
exterior debido a la atracción por la Tierra y a su
rotación alrededor se su eje.

GEOIDE. Superficie equipotencial del nivel-del-mar a la


cual la dirección de la gravedad es perpendicular en todas
partes. La figura de la Tierra considerada como una
superficie del nivel-medio-del-mar si los continentes no
existiesen.
MICROGRAVEDAD
La gravedad, forma parte de nuestras vidas; nada puede
escapar a la atracción de esta fuerza universal. De hecho,
aunque se suele hablar de "gravedad cero", el término no es
del todo correcto ya que dicha fuerza nunca se puede
anular, lo más que se puede hacer es compensar, por eso es
más adecuado hablar de microgravedad o ingravidez. Una
nueva disciplina científica que permitirá, entre otros,
importantes avances en medicina, biología y fabricación de
nuevos materiales.

Si fuéramos capaces de construir sobre la Tierra una torre


con una altura de 400 km., que es por ejemplo la altura a
la que orbitaba la estación rusa Mir, al colocarnos sobre
ella seguiríamos sintiendo nuestro peso y permaneceríamos
sujetos a su superficie por la fuerza de la gravedad
terrestre, como lo hacemos al nivel del suelo. Sin embargo,
los astronautas flotan en el interior de la Estación
Espacial Internacional, que está situada a la misma
distancia. Esto se debe a que la gravedad es compensada por
la aceleración del complejo orbitando alrededor de la
Tierra, es decir, la estación está en caída libre alrededor
de nuestro planeta, una caída que es compensada por la
fuerza centrífuga causada por su trayectoria circular.
LA MICROGRAVEDAD HA ABIERTO UN NUEVO HORIZONTE PARA LA
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

Del mismo modo es posible, por medio de diferentes métodos,


crear situaciones de caída libre en la Tierra que compensen
la aceleración de la gravedad, consiguiendo así un entorno
de microgravedad, ya que ésta no es otra cosa que vuelo en
caída libre bajo la única acción de la gravedad.

La intensidad del campo gravitatorio terrestre por unidad


de masa, que es lo que propiamente llamamos "g", varía con
la altura. En la superficie terrestre tiene un valor de 9,8
m/s2, que disminuye a medida que aumenta la altitud, aunque
en la práctica se considera este valor constante.

UNA FUERZA UNIVERSAL

La gravedad afecta a todos los procesos biológicos, físicos


y químicos de la Tierra. Todos los objetos están gobernados
por está fuerza universal, que es responsable, entre otros,
de la gravitación de los planetas alrededor del Sol. Por
eso la microgravedad constituye un entorno privilegiado
para desenmascarar comportamientos que la presencia de la
gravedad oculta normalmente abriendo un nuevo horizonte
para la experimentación en disciplinas tan variadas como la
biología, la medicina, la mecánica de fluidos, la
combustión, etc.

La microgravedad permite, permite estudiar de la capacidad


y las alteraciones fisiológicas que sufre el cuerpo humano
en ausencia de gravedad así como el desarrollo de una
medicina aerospacial que permita al hombre realizar largos
viajes espaciales como el tan ansiado viaje a Marte. Además
la microgravedad tienen múltiples aplicaciones prácticas
como la creación de nuevas medicinas y materiales
imposibles de obtener en la Tierra.

La microgravedad es una nueva disciplina científica, que


comenzó en lo años 80, gracias a la posibilidad de
permanencia en el espacio que permitió la, ahora
desaparecida, estación rusa Mir. Al fin y al cabo la actual
Estación Espacial Internacional, no es la práctica más que
un gran laboratorio espacial cuyo programa prevé una
inversión de 95.000 millones de dólares.

LA GRAVEDAD Y LAS MAREAS.

Todo el mundo ha oído que existe alguna relación entre las


mareas y la Luna. ¿Es esto cierto?. El lector pensará
inmediatamente: "pues claro, todo el mundo lo sabe". Y
tiene razón, pero las relaciones causales no son al
principio tan evidentes como uno podría creer. Es también
una creencia popular que la menstruación de la mujer y el
ciclo lunar están relacionados. Esto es así porque el
tiempo promedio que transcurre entre dos menstruaciones es
similar al mes lunar (unos 28 días). Pero no existe ninguna
justificación racional para esta creencia. Es una de esas
muchas coincidencias. Un ejemplo de este tipo de
coincidencias lo vimos anteriormente con los diámetros
aparentes del Sol y la Luna (medio grado aproximadamente)
vistos desde la Tierra. Por supuesto, que esto sea así no
obedece más que a una afortunada coincidencia. De hecho, si
refinamos nuestras medidas, vemos que estos diámetros
aparentes no son exactamente iguales y además varían según
la época del año, de la misma manera que el periodo de la
menstruación presenta variaciones de una mujer a otra y, en
la misma mujer, de un mes al siguiente.

Pero veamos cómo se podría producir el efecto de la Luna


sobre la marea. Para empezar consideremos el caso más obvio
de un poco de agua que se encuentra en la parte de la
Tierra más cercana a la Luna y consideremos que la Tierra
está orbitando alrededor de la Luna. Pero, ¡un momento!.
¿No es la Luna la que orbita alrededor de la Tierra?.
Bueno, depende del punto de vista. Si uno se sitúa en la
Luna verá cómo la Tierra cambia de posición a diario. La
Tierra atrae a la Luna, pero ésta también atrae a la
Tierra, obviamente. Recordemos que para un cuerpo en órbita
es necesaria una cantidad de aceleración centrípeta. En
este caso, esa aceleración es debida a la atracción que
produce toda la masa lunar sobre toda la masa de la Tierra,
como si esta estuviera concentrada en su centro. Por tanto,
el centro de la Tierra cae hacia el centro de la Luna con
una aceleración:

donde ML es la masa de la Luna y d la distancia entre los


centros de la Luna y la Tierra.
Figura 22

Pero que ocurrirá para una masa situada en un punto tal


como el A de la figura 22, más cercano a la Luna que el
centro de la Tierra. Obviamente este punto de la Tierra
estará sometido a una aceleración, debido a la atracción
lunar, de

donde R es el radio terrestre. Pero como esta masa situada


en A se mueve con la misma velocidad que el centro de la
Tierra alrededor de la Luna, estará sometido a un exceso de
aceleración que le hará caer hacia la Luna dada por:

donde hemos hecho una aproximación considerando pequeño R


frente a d
según hemos visto anteriormente.

Sustituyendo los valores de R = 6400000 m y d = 384000000 m


y ML= 7.2 1022 kg, obtenemos que esta aceleración extra del
cuerpo situado en A hacia la Luna es de 0.0000011 m/s2, lo
que significa menos de la millonésima parte de la
aceleración de la gravedad en la superficie terrestre. El
efecto directo de la Luna parece demasiado pequeño para
producir el apreciable efecto de marea. Pero hay un efecto
sutil que no podemos ver en un punto como A. Veamos que
ocurre en un punto como B, desplazado respecto a la
dirección de los centros de la Tierra y la Luna un ángulo
a. Podemos apreciar que debe existir una componente de la
aceleración en la dirección horizontal indicada por h. La
cuestión es si esta componente es apreciable y en que
sentido se dirige. Los cálculos se hacen aquí un poco más
complejos, pero uno llega a que hay una componente
horizontal dirigida hacia el lado de la Luna dada por

Que tiende a desplazar el agua hacia la posición de A,


elevando el océano sobre el nivel medio esperado si no
existiera la fuerza de marea y dado por

La elevación es máxima en los puntos A y O (a = 0º y a =


180º), con unos 35 cm de elevación sobre el nivel que
cabría esperar si no existiera la Luna, y la elevación
mínima es de unos -18 cm, lo que significa que en realidad
se produce un hundimiento sobre el nivel sin marea de 18 cm
en puntos como el C y su opuesto (a = 90º y a = 270º). Para
un ángulo de 54.75º, 125.25º, 215.25º y 324.75º, la
elevación es nula.

Aquí aparece un efecto curioso. Resulta que el océano


también se eleva en puntos situados al lado opuesto de
donde se halla la Luna (tales como el O). ¿Cómo podemos
entender ese efecto?. La razón está relacionada con el
hecho de que en estos puntos, la Luna no es capaz de
generar una fuerza centrípeta suficiente para mantener a
las masas (como el agua) en una órbita con velocidad igual
a la del centro de la Tierra, y por tanto, tienen un
defecto de aceleración con respecto al centro de la Tierra
que hace que tiendan a quedarse rezagadas con respecto a
éste. El efecto es tal como si existiera una pequeña
aceleración que trata de expulsar el agua al lado opuesto
de donde se encuentra la Luna.

Vamos a estimar ahora la contribución del Sol. Vemos que la


aceleración que produce el efecto de marea aumenta con la
masa y disminuye con el cubo de la distancia. La masa del
Sol es unas 27 millones de veces mayor que la de la Luna,
pero se encuentra unas 390 veces más lejos. Por tanto, la
contribución solar a la marea será 27000000/3903 = 0.45
veces la contribución lunar. Sin embargo el Sol y la Luna
tienen posiciones relativas que varían mucho en cada
momento del año. Esto hace que las mareas sea un fenómeno
mucho más rico y variado de lo que hemos podido estudiar
aquí. Lo que sí está claro es que la Luna domina la
principal componente de la marea que se manifiesta en un
periodo de unas 12 horas y media aproximadamente. Pero el
tamaño de la marea también está altamente influenciado por
la estructura de la Tierra y los océanos. Existen lugares
que destacan por las pronunciadas mareas. Esto puede ser
debido a la escasa inclinación de la costa, a la
interferencia producida por las masas de tierra, como es el
caso de la influencia de las islas británicas sobre las
pronunciadas mareas de Normandía, en la costa francesa, o
por fenómenos de resonancia como ocurre en algunas bahías
donde la el agua puede subir varios metros debido a que el
tiempo de vaciado y llenado de la bahía coincide con el
periodo de la marea.

CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA GRAVEDAD

Todos los objetos parecer querer caer hacia el centro de la


Tierra. Coja el lector un cordel del que cuelgue un peso, y
la dirección que marca el hilo (conocida como dirección de
la plomada) es muy aproximadamente la dirección del centro
de la Tierra. Pero ¿qué tiene el centro de la Tierra que le
hace un lugar tan especial que todos los cuerpos quieran
reunirse allá abajo?. La respuesta es que no hay nada de
especial. Veamos lo que ocurre simplificando un poco la
estructura de la Tierra. Supongamos que tenemos un conjunto
de objetos situados de tal manera que formen un círculo,
tal y como se indica en la figura 9. Es obvio que los
objetos situados simétricamente a ambos lados del objeto
que cae hacia nuestra Tierra simplificada tiran de la misma
manera, con lo que el resultado es que el cuerpo se mueve
en la dirección que
Figura 9. Dirección de atracción que experimenta un cuerpo
debida una distribución circular de masas.

precisamente se dirige hacia el centro. Es decir, que de la


suposición de que todos los cuerpos están sometidos a la
acción de la gravedad deducimos fácilmente una propiedad de
la dirección de caída de los cuerpos. Por tanto es una idea
hermosa suponer que esto es cierto y que la gravedad es una
fuerza universalmente válida para cualesquiera dos cuerpos
que consideremos. Veamos que ocurre con objetos más alejado
de la Tierra. El objeto lejano más próximo a la Tierra es
la Luna. ¿Está cayendo la Luna hacia la Tierra?. Si la
atracción de la gravedad es tan universal como habíamos
supuesto, esto tiene que ser así. Pero nosotros no vemos
que la Luna se caiga sobre nosotros. Veamos cuál es el
truco de la Luna. Pensemos por ejemplo en un proyectil que
es lanzado horizontalmente desde un avión. ¿Existe alguna
manera de que este proyectil nunca alcance el suelo?.
Recuerde el lector que un cuerpo cae aproximadamente 5
metros en el primer segundo de caída. ¿Qué ocurriría si en
ese segundo el cuerpo se haya movido de tal manera que la
superficie de la tierra haya bajado justo esos 5 metros?.
Ese es el truco para nunca caerse a la Tierra. Si nos
fijamos en la figura 10, podemos obtener la velocidad
necesaria para que ocurra esto

Figura 10

Del triángulo de la figura y aplicando el teorema de


Pitágoras obtenemos (ec.[7]):

donde R es el radio de la tierra, unos 6300 Km.


Sustituyendo esta cantidad en la ecuación anterior
obtenemos unos 7945 m/s (28,600 km/h). En definitiva,
tenemos que un objeto que se moviera horizontalmente con
una velocidad de 28,600 km/h en las cercanías de la
superficie terrestre no caería, sino que terminaría
viajando en círculo alrededor de la Tierra. Bien, ese es el
truco que emplea la Luna para no caerse sobre la Tierra.
¿Cómo podemos calcular la velocidad de la Luna?. Bien, no
es difícil siempre que conozcamos la distancia a la Luna y
el tiempo que tarda en dar una vuelta. La distancia a la
Luna es de unos 384.000 km y su periodo de traslación
alrededor de la Tierra es de unos 29 días. Por tanto, la
velocidad de la Luna la podemos estimar como:
Ésta es nuestra primera indicación de que la Luna está
sometida a una fuerza de gravedad menor que la de un objeto
en las cercanías de la superficie terrestre. Veamos cuántos
metros cae la Luna en un segundo utilizando la ec. [7]
donde cambiamos R por la distancia Tierra-Luna, la
velocidad por la de la Luna y los 5 metros que cae un
cuerpo en el primer segundo sobre la superficie terrestre
por una distancia x desconocida que cae la Luna en 1
segundo:

Por lo que la relación entre las aceleraciones de la


gravedad en la superficie terrestre y a la distancia de la
Luna es de aproximadamente

Es decir, la gravedad en la superficie terrestre parece ser


una 3846 veces mayor que a la distancia de la Luna.
Teniendo en cuenta que la Luna está unas 61 veces más lejos
del centro de la Tierra que la superficie terrestre, esto
nos lleva a sospechar que la gravedad debe disminuir como
el cuadrado de la distancia puesto que 612 = 3721, que se
acerca a 3846 en algo más del 3%, un error bastante pequeño
si consideramos que nuestra estimación ha sido bastante
grosera.

ISOSTASIA
Balance gravitacional teórico de grandes porciones de la
corteza terrestre como si estuvieran flotando sobre una
capa subyacente densa; de tal manera que material cortical
menos denso se eleva topográficamente sobre las áreas de
material mas denso. Explica las formas topográficas
mayores.

1.1 FLEXIÓN LITOSFÉRICA: ISOSTASIA LOCAL E ISOSTASIA


REGIONAL

El concepto de isostasia se aplica en geodinámica al


equilibrio de fuerzas que debe existir sobre la capa
externa resistente de la Tierra. Basándose en las medidas
gravimétricas realizadas en los Andes e Himalaya, Airy
(1855) y Pratt (1855) propusieron los primeros modelos de
compensación isostática. Según el principio de isostasia,
existe una cierta profundidad, denominada profundidad de
compensación, a partir de la cual la presión creada por los
materiales suprayacentes no varía lateralmente. Es decir,
el peso de la columna de material existente entre un punto
cualquiera de la superficie de la Tierra y la profundidad
de compensación es constante en todo el planeta. Esta
hipótesis supone implícitamente la existencia de una capa
externa más resistente que descansa sobre un material
fluido que se redistribuye hasta alcanzar el equilibrio
hidrostático. Los modelos de Airy y Pratt son clasificados
como modelos de compensación local, pues suponen que la
compensación en cada columna se alcanza sin transmitir
esfuerzos a las columnas adyacentes. Así, cuando se forma
un orógeno, el exceso de carga debido a la topografía
debería ser compensado en cada punto con un déficit de masa
localizado bajo el mismo punto, en algún lugar por encima
del nivel de compensación. Aunque estos modelos resultan
adecuados en algunos casos para explicar los movimientos
verticales de la corteza, la compensación isostática local
predice un comportamiento independiente del tamaño de la
carga, lo cual no siempre coincide con las observaciones
(Barrell, 1914; Banks et. al., 1977).

Para explicar este hecho, Barrell (1914), y mas tarde


Vening Meinesz (1941), introdujeron el concepto de
litosfera como capa externa de la Tierra que presenta
rigidez ante los esfuerzos aplicados durante intervalos de
tiempo de escala geológica. Asimismo, postularon la
existencia de una capa subyacente, la astenosfera, de
comportamiento fluido en los mismos períodos de tiempo. Los
estudios de reajuste isostático (p. e., Hamilton et al.,
1956) han confirmado el comportamiento fluido de la
astenosfera. Así pues, la litosfera se comporta como una
placa rígida que descansa sobre un fluido cuando es
sometida a fuerzas externas, transmitiendo lateramente los
esfuerzos generados. Este fenómeno, conocido con el nombre
de isostasia regional o flexión, se ha utilizado para
explicar la deformación de la litosfera en regiones muy
diversas: montañas volcánicas marinas, zonas de subducción,
cuencas de antepaís, deltas, etc. (p. e., Turcotte et al.,
1978; Watts et al., 1982; McNutt & Menard, 1982).
En general, la flexión de la litosfera puede ser explicada
mediante un modelo de placa delgada, que muestra
propiedades coincidentes con las observaciones. Así, por
ejemplo, la deflexión es máxima junto a la carga y
disminuye progresivamente al alejarse de ésta. Además, se
observa que a cierta distancia de la carga, la deflexión
llega a anularse y cambia de signo, formando una elevación
que recibe el nombre de forebulge.
Se han propuesto diversas reologías para reproducir la
flexión litosférica, destacando entre ellas la elástica por
ser la más utilizada y la que con mayor sencillez
conceptual permite reproducir, a grandes rasgos, la
respuesta flexiva de gran parte de las zonas estudiadas. En
una placa elástica, los esfuerzos debidos a la flexión se
distribuyen libremente sin tener en cuenta la variación de
la resistencia de los materiales con la profundidad,
tratándose por tanto de un modelo homogéneo. En la
litosfera oceánica, el modelo de placa elástica permitió
asociar el espesor elástico de la placa con la edad de la
litosfera (Watts, 1978) e interpretarlo desde el punto de
vista termomecánico (Goetze & Evans, 1979). Sin embrago, la
aplicación de un modelo elástico a la litosfera continental
es más problemática debido a la mayor complejidad de su
estructura térmica y reológica.

Otros modelos de placa delgada homogénea utilizan reologías


como la viscosa pura o la viscoelástica. Dichos modelos
tienen en cuenta la relajación de los esfuerzos, cuyo
efecto es detectable durante la flexión de la litosfera
(Walcott, 1970). Sin embargo, estas reologías homogéneas
suponen unas distribuciones de esfuerzos incompatibles con
la resistencia de los materiales que componen la litosfera
(Goetze & Evans, 1979). En consecuencia, en los últimos
años se han desarrollado modelos más complejos en los que
la distribución de los esfuerzos flexurales está limitada
por una resistencia variable con la profundidad, tanto en
la litosfera oceánica (Bodine et al., 1981) como en la
continental (McNutt et al., 1988; Burov & Diament, 1992,
1995).

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