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Sentencia T-427/98

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Sentencia T-427/98

DERECHO A LA VIDA-Alcance

El derecho a la vida, a la luz de nuestra Constitución, es un presupuesto


ontológico de los demás derechos fundamentales, que se manifiesta no solo
en la posibilidad maravillosa de existir y de ser como persona, sino en la
posibilidad de vivir en condiciones que garanticen el reconocimiento y
respeto de la dignidad de los seres humanos. En ese orden de ideas, el
derecho a la vida debe ser entendido como un derecho inalienable de todas
las personas y un valor constitucional por excelencia, que merece y recibe no
solo el respeto, sino la protección prevalente por parte del Estado, el cual
igualmente se obliga a garantizar y asegurar su efectividad. Uno de los
fundamentos de existencia de las autoridades es precisamente su misión y
deber de protección de los derechos de las personas, incluyendo
especialmente el derecho a la vida. Por esta razón, el derecho a la vida debe
considerarse como un derecho inviolable, que implica que nadie puede
vulnerarlo, lesionarlo o amenazarlo sin justa causa, desconociendo su núcleo
esencial, por expresa disposición constitucional. Igualmente, es un derecho
que debe ser protegido por los ciudadanos en situaciones de peligro, en razón
al deber de solidaridad que tienen todos los ciudadanos frente a sus
semejantes, de conformidad con el artículo 95 de la Constitución.

DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL-Alcance

La integridad personal comporta el deber de no maltratar, no ofender, no


torturar, ni comprometer la integridad física y moral de las personas, como
garantía del respeto que se le tiene a la dignidad humana, estrechamente
ligada con los mas altos valores sociales que fundamentan también la
protección del derecho a la vida.

DERECHO A LA VIDA-Alcance de la amenaza

En lo relativo a las amenazas al derecho a la vida, la Corte ha sido clara en


manifestar que la gravedad de las mismas no incide en la determinación o no
de la vulneración de este derecho fundamental. Al respecto, sostiene que una
"amenaza contra la vida puede tener niveles de gravedad diversos. Pueden ir
desde la realización de actos que determinen un peligro adicional mínimo
para alguien, hasta la realización de actos de los cuales se derive la
inminencia de un atentado. Con independencia de la responsabilidad penal
que se deduzca de cada una de estas situaciones, la constitución protege a las
personas contra todos aquellos actos que pongan en peligro de manera
objetiva la vida de las personas. El hecho de que el peligro sea menor no
permite concluir una falta de protección. El Estatuto Fundamental protege el
derecho a la vida y dicha protección tiene lugar cuando quiera que se afecte
el goce del derecho, no importa el grado de afectación. (...). En consecuencia,
bastará solamente probar la existencia de una vulneración o amenaza del
derecho a la vida o a la integridad cierta y objetiva, para obtener la
subsiguiente protección constitucional".

DERECHO A LA VIDA-Protección oportuna y contundente por jueces

Fuera "de las competencias que corresponden a las autoridades


administrativas y policivas", si el tema del derecho fundamental a la vida se
lleva ante los jueces, éstos tienen a su cargo la gravísima responsabilidad de
decidir, sin mayores formalismos, con miras a lograr la eficacia de su
protección. Cuando de ese derecho se trata, el juez - en particular el de tutela
- está obligado a decidir con prontitud y con suficiente contundencia, y por
supuesto de manera preferente y sumaria, dejando de lado cualquier otro
asunto, así como a adoptar las medidas al alcance de sus atribuciones en
guarda de la protección real de la vida en juego, que prevalece sobre toda
consideración formal. En las vidas de los asociados se concreta y cristaliza,
más que en cualquier otro pedimento elevado ante la justicia, la prevalencia
del Derecho sustancial".

DERECHOS DEL NIÑO-Protección preferente por administración y


autoridades

El artículo 44 de la Constitución, consagra una protección especial y


prevalente de los derechos fundamentales de los niños dentro del
ordenamiento jurídico nacional, en razón al especial interés que tiene el
Estado, la familia y la sociedad en su adecuado desarrollo, evolución y
bienestar. De esta forma, el artículo en mención consagra dentro de tales
derechos, aquellos relativos a la vida y a la integridad física de los niños,
derechos, que entre muchos otros, deben ser garantizado de manera
preferente por la colectividad, ya que el mismo artículo establece esta
preferencia y la obligación a la familia, la sociedad y al Estado, de "proteger
al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio
pleno de sus derechos." Un tratamiento preferente de los derechos de los
niños, implica también una actitud preferente hacia sus necesidades, por
parte de la Administración y las autoridades, luego "no pueden alegarse
otras obligaciones que dilaten la eficacia del Estado y de la sociedad hacia
la protección de los menores, porque el deber hacia estos prevalece sobre
cualquier otra consideración social, política, jurídica o económica".

DERECHO A LA PROPIEDAD-Alcance

La propiedad privada, como fundamento de las relaciones económicas,


sociales y políticas, ha sido concebida a lo largo de la historia, como
aquella relación existente entre el hombre y los bienes naturales o
transformados ofrecidos por el medio que lo rodea, que de acuerdo al sistema
económico, ha determinado los límites y las utilidades que el hombre puede
obtener de dicha relación desde el punto de vista del uso y aprovechamiento
de los bienes adquiridos.
PROPIEDAD PRIVADA-Derecho y deber/DERECHO A LA
PROPIEDAD-Función social

Con la expedición de la Constitución de 1991, el concepto de propiedad ha


asumido nuevos elementos que le han dado una nueva connotación y un perfil
de profunda trascendencia social. La propiedad privada ha sido reconocida
no solo como un derecho sino como un deber que implica obligaciones, y en
esa medida el ordenamiento jurídico garantiza no solo su núcleo esencial,
sino su función social y ecológica, que permite consolidar los derechos del
propietario con las necesidades de la colectividad, debidamente
fundamentadas. En ese orden de ideas y reivindicando el concepto de la
función social, el legislador le puede imponer al propietario una serie de
restricciones a su derecho de dominio en aras de la preservación de los
intereses sociales, respetando sin embargo, el núcleo del derecho en sí mismo,
relativo al nivel mínimo de goce y disposición de un bien que permita a su
titular obtener utilidad económica en términos de valor de uso o de valor de
cambio que justifiquen la presencia de un interés privado en la propiedad. Es
por ello que la propiedad se protege a nivel constitucional de conformidad
con el análisis y las circunstancias de cada caso, y en especial si se encuentra
conexa y relacionada con otros derechos fundamentales específicos. También
debe ser entendida como deber, teniendo en cuenta que su función social,
como elemento constitutivo y no externo a la misma, compromete a los
propietarios con el deber de solidaridad plasmado en la constitución. La
configuración legal de la propiedad, entonces, puede apuntar
indistintamente a la supresión de ciertas facultades, a su ejercicio
condicionado o, en ciertos casos, al obligado ejercicio de algunas
obligaciones.

DERECHO A LA PROPIEDAD-Uso social planificado en términos de


construcción y urbanización

DERECHO A LA PROPIEDAD-Ponderación en relación con las


necesidades de la sociedad

DERECHO A LA PROPIEDAD-Existencia de zona peatonal

LEGISLACION URBANA-Andenes

PROPIEDAD PRIVADA-Permisión de zona peatonal

DERECHO A LA VIDA DEL NIÑO-Vías y espacio para tránsito


peatonal/DERECHO A LA PROPIEDAD-No es absoluto

DERECHO A LA VIDA-Reconocimiento de espacio para tránsito


peatonal

Referencia: Expediente T-160349


Acción de tutela instaurada por María
Esperanza Prieto González contra el
Curador No 3 de la zona de Usaquén,
el Alcalde Menor de esa localidad y
la Asociación de Padres de Familia
del Colegio Anglo Colombiano,
"Asopanglo".

Temas: Derecho a la vida, derechos


de los niños y propiedad privada.

Magistrado Ponente:
Dr. ALEJANDRO MARTÍNEZ
CABALLERO

Santafé de Bogotá, dieciocho (18) de agosto de mil novecientos


noventa y ocho (1998)

La Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por


los Magistrados doctores, Fabio Morón Díaz, Vladimiro Naranjo Mesa, y
Alejandro Martínez Caballero, quien la preside, en ejercicio de sus
competencias constitucionales y legales

EN EL NOMBRE DEL PUEBLO


Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN

Han pronunciado la siguiente

SENTENCIA

Dentro de la acción de tutela instaurada por María Esperanza Prieto González


contra el Curador Urbano No 3 de la zona de Usaquén, el Alcalde Menor de
esa localidad y la Asociación de Padres de Familia del Colegio Anglo
Colombiano, “Asopanglo”.

I. HECHOS

La señora María Esperanza Prieto González presentó acción de tutela en


contra de la Alcaldía Menor de Usaquén, la Asociación de Padres de Familia
del Colegio Anglo Colombiano, ASOPANGLO, y el Curador Urbano No 3°
de la zona, por estimar que la expedición por parte de este último de la
Resolución No 030063 del 21 de octubre de 1997 mediante la cual se
“concede” a la Asociación de Padres de Familia del mencionado colegio
“licencia de cerramiento” del “predio ubicado en la avenida 19 No 152-48 de
la ciudad de Bogotá ”, viola sus derechos constitucionales fundamentales.
En efecto, la demandante estima vulnerado su derecho al debido proceso con
la expedición de dicho acto administrativo, en razón a que no le fue
notificada la resolución arriba enunciada y esa situación le impidió presentar
los recursos de rigor para evitar el cerramiento de una zona anteriormente
considerada por los vecinos del sector como espacio público. También
considera que esa decisión de la administración viola su derecho a la vida y la
de sus dos hijos, porque el cerramiento, al haberse realizado sin tener en
cuenta el espacio necesario para garantizar una calzada junto a la calle, pone
en peligro su vida e integridad y la de sus niños, que deben salir a tomar el bus
del colegio justo en esa zona y no cuentan con espacio peatonal que les
permita protegerse del tráfico vehicular. En efecto, estima que al acompañar a
sus hijos a tomar el bus del colegio, tanto ella como los menores pueden
resultar atropellados por los automóviles que transitan por el lugar.

Por consiguiente, la demandante estima lesionados los derechos consagrados


en los artículos 29, 11 y 44 de la Constitución y en consecuencia, solicita que
se inaplique temporalmente la resolución citada; que se ordene a la Asociación
de Padres del Colegio Anglo Colombiano levantar el cerramiento y
suspender la vigilancia con perros en la zona y, que el Alcalde Menor de
Usaquén, “cumpla” con las peticiones realizadas por ella y sus vecinos en una
querella policiva contra la mencionada Asociación de Padres de Familia del
Colegio Anglo Colombiano, presentada con anterioridad.

Los hechos que fundamentan su solicitud, son los siguientes:

1. La demandante, como residente del sector de Villa Magdala desde hace


muchos años, cuenta que para los habitantes del lugar, el predio que decidió
encerrar la Asociación de Padres del Colegio Anglo Colombiano con una cerca
de alambre de púas, era un espacio de uso público utilizada por ellos como
parque, en el cual habían colocado casetas de vigilancia y habían sembrado
árboles, teniendo en cuenta que se trataba de una zona verde aledaña al
mencionado plantel educativo.

2. En mayo 26 de 1997, la Directora Administrativa y Financiera del Colegio


Anglo Colombiano envió una carta a la Presidenta de la Junta
Administradora del Conjunto Residencial de Villa Magdala, a fin de
informarle que de conformidad con el permiso que les había sido concedido
por parte del IDU, el Colegio procedería a cercar los terrenos reservados
para la Avenida la Sirena (calle 153), por ser aparentemente propiedad de
esa institución educativa, razón por la cual le solicitaba retirar las casetas
que habían sido construidas por los vecinos, en esos terrenos.

3. En vista de lo anterior, en julio 21 de 1997, los propietarios y residentes de


la calle 153 entre las carreras 32 y 36 (Av. 19), denunciaron ante la Alcaldía
Menor de Usaquén, (Querella No 065), la aparente intención de apropiación y
cercado ilegítimo por parte de la Asociación de Padres de Familia del Colegio
Anglo Colombiano del predio mencionado, terreno que estimaban “cedido
para uso público (reserva vial) con destino a la construcción de la Avenida la
Sirena (calle 153)” al Distrito, y que los denunciantes alegaron como bien de
uso público por la utilización y tránsito reiterado que se le había dado al
lugar por parte de la comunidad.

4. El Colegio Anglo Colombiano, entre tanto, presentó solicitud de


cerramiento del predio a la Curaduría Urbana No 3, el 27 de junio de
1997, solicitud que fue respondida favorablemente al Colegio, mediante
resolución No 030063 del 21 de octubre de 1997, en la cual se otorgó la
licencia de cerramiento del mencionado predio, anexo al plantel
educativo, por un término de 24 meses.

5. A la fecha de expedición de esta resolución, el Alcalde Menor de Usaquén


no les había dado a los vecinos que denunciaron la intención del
cerramiento, respuesta alguna sobre su solicitud.

6. Las razones que motivaron la decisión del Curador Urbano No 3, para


autorizar el cerramiento en mención, fueron entre otras, que “ el terreno de
conformidad con la escritura pública No 2294 del 26 de septiembre de 1983
otorgada en la Notaría 32 de Bogotá, registrada a folio de matrícula
inmobiliaria No 50N-270210 de la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos de Santafé de Bogotá D.C., es de propiedad de la Asociación de
Padres de Familia del Colegio Anglo Colombiano Asopanglo, toda vez que
no existe acto jurídico alguno por medio del cual hubiere transferido el
derecho de dominio o porción alguna de terreno al Distrito Capital”.
Igualmente sostiene, “ que en el lindero donde se prevé el cerramiento
existe una limitación al derecho de dominio, consistente en una afectación
vial correspondiente a la construcción de la proyectada avenida de la
Sirena (Calle 153) ”, limitación que implica “que el propietario no podrá
efectuar construcciones de ningún tipo en esa franja de terreno”, pero que
no obsta para que se realice un cerramiento del predio.

7. De esta forma el Colegio Anglo Colombiano procedió a realizar el


cerramiento del terreno a lo largo de la calle 153 entre carreras 33 y 35, el
10 de noviembre de 1997, colocando “doce (12) filas de alambres de púas, con
postes en concreto a muy corta distancia el uno del otro”, sin dejar espacio
peatonal, desconociendo que la calle en que se llevó a cabo el cerramiento es
de doble vía y en consecuencia resulta peligrosa para los transeúntes, debido al
constante tráfico vehicular. Ese mismo día, fue el Teniente Coronel Mario
Jose Guatimbonza, quien puso en conocimiento de los vecinos de la zona, la
decisión del Curador No 3, sobre el particular.

8. Estima la accionante que el acto administrativo del Curador en mención, al


señalar en su parte final que “contra la presente resolución proceden los
recursos de reposición ante el curador No 3 y de apelación ante el
Subdirector Jurídico del Departamento de Planeación Distrital” y decir
posteriormente “Notifíquese y cúmplase”, ordena y permite la notificación
personal de los vecinos realmente afectados del sector, circunstancia que no se
dio en su caso y que le impidió ejercer las acciones de ley para controvertir
el acto administrativo proferido por el curador.
Considera la peticionaria, entonces, que con tal resolución se vulneró su
derecho al debido proceso porque no se notificó la tramitación de la licencia
a los residentes que quedarían afectados, como es específicamente su caso, y
que, por el hecho de suprimirse el andén, se está colocando en inminente
peligro el derecho a la vida suyo y de los niños de la zona, especialmente de
sus hijos, MARIA CAMILA BAQUERO PRIETO de diez años de edad y
JUAN JOSE BAQUERO PRIETO, de ocho años de edad, en cuanto éstos
para subir y bajar del transporte escolar que los lleva y trae al Colegio Santo
Tomás, tienen que tomar el bus en el costado de la calle 153 donde preciso se
suprimió el andén, ya que viven en la calle 153 No 34-72 justo en frente del
alambrado, razón por la cual deben diariamente ubicarse en la zona
vehicular. Solicita por lo tanto protección constitucional.

II. DECISIONES JUDICIALES ANTERIORES

A. Pr
imera Instancia

El Juzgado Primero de Familia de Santafé de Bogotá luego de practicar y


decretar algunas pruebas, el 9 de diciembre de 1997 concedió la tutela en
primera instancia por considerar efectivamente vulnerados los derechos
fundamentales de la accionante. En consecuencia, ordenó lo siguiente:

“ 1.- Tutelar los derechos fundamentales de rango constitucional a la


señora MARIA ESPERANZA PRIETO GONZALEZ y a sus niños como son
el derecho a la vida, salud, espacio público de uso común, derecho de
petición contra los accionados ASOPANGLO, Alcalde de Usaquén y
curador urbano # 3 por las razones expuestas en la parte motiva de esta
providencia.

“Conceder a ASOPANGLO un término de 48 horas, a partir de la


notificación de la presente providencia para que proceda a trasladar la
cerca del lugar donde se encuentra actualmente, dejando un espacio
suficiente para el uso del peatón y protección de otros usuarios que
requieran de la calzada, tales como bicicletas, patines, etc., a lo largo de la
calle 153 entre carreras 32 y 36. La negativa acarreará las sanciones de
ley”.

Adicionalmente, ordenó al Alcalde Menor de Usaquén continuar con el


trámite de la querella propuesta por los vecinos de la zona, en un término de
48 horas.

B. Se
gunda instancia.

Impugnada la decisión, le correspondió definir en segunda instancia a la Sala


de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá,
mediante fallo del 18 de febrero del presente año en el cual se revocó la
sentencia de primera instancia entre otras razones porque se consideró que :

“…no le asiste razón a la demandante para pretender que se considere


como un bien de uso público el predio donde fue realizado un
encerramiento con alambre de púas y que por esa razón se están violando
derechos fundamentales constitucionales a ella, a sus hijos y a los vecinos
del predio, porque la franja de terreno a que se refiere es un bien de
propiedad privada, donde el dueño puede hacer toda clase de actos
relacionados con su derecho de propiedad”.

C. De
las pruebas practicadas por la Corte Constitucional.

Esta Corporación solicitó pruebas a las autoridades correspondientes de


conformidad con sus atribuciones legales, y realizó el día nueve (9) de
junio de 1998 una diligencia de inspección judicial en el lugar de los
hechos, con el fin de precisar aspectos puntuales enunciados en la demanda.
En la diligencia de inspección judicial se pudo constatar, lo siguiente:

1. Efectivamente, se trata de una calle de doble vía (Calle 153), de solo


7.50 metros de ancho, con bastante tráfico. En un costado de la misma están
ubicadas varias viviendas, entre las cuales se encuentra la de la demandante.
Al cruzar la calle, desde la vivienda de la demandante, el transeúnte se
encuentra irremediablemente frente a la cerca de púas, sin que exista a lo
largo de buena parte del cerramiento, andén o espacio alguno que le permita
al peatón protegerse del tráfico vehicular.

2.- En el lado de la calle en el que se encuentra el cerramiento, existe una


señal de tránsito que dice “Niños en la vía” y dos avisos más que advierten
“Cuidado, niños en la vía, disminuya la velocidad ”. Sin embargo, tales avisos
quedaron en la parte interior de la cerca, y debido a las filas de alambre y
los postes de cemento del cerramiento, tales señales son difíciles de observar
por los conductores.

3.- Entre la cerca que puso el colegio y la calzada vehicular, hay una distancia
de tan solo diez centímetros. Es decir, cualquier persona que desee transitar
por ese costado del colegio o que deba tomar un vehículo en ese sitio,
necesariamente debe ubicarse en el espacio destinado al tráfico vehicular. Esto
no solamente fue constatado en la diligencia de inspección judicial sino que
existen fotografías de niños en plena calle, con sus maletines de libros y
“loncheras” esperando el bus escolar.

4.- Hay además, un espacio de metro y medio desde el borde de la calle hasta
el sitio en donde se encuentran los avisos antes mencionados y los postes
de luz, lo cual demuestra que en este espacio estaban ubicados algunos
elementos propios del mobiliario urbano y consecuentemente era un área
perfectamente habilitada para permitir el paso de peatones. Es más, desde la
zona en que están ubicados los postes hasta los setos de pinos que demarcan
el colegio, hay aproximadamente ochenta metros de profundidad, una enorme
extensión antes habilitada para los peatones. Hoy, esos ochenta metros de
ancho por mas de cien de largo han sido destinados como parqueadero del
centro cultural del Colegio Anglo Colombiano.

5.- El doctor Eduardo Schlesinger , representante de la Asociación de Padres


de Familia del Colegio Anglo Colombiano, entidad a cuyo nombre figura el
inmueble donde funciona el predio objeto del encerramiento, indicó en la
diligencia de inspección judicial que se solicitó el permiso de cerramiento del
predio a la Curaduría Urbana No 3 “ por razones de seguridad para los niños
del colegio” (se refería a peligro de secuestro de los jóvenes de la institución y
a la seguridad para los automóviles utilizados por un buen número de los
jóvenes del plantel). La peticionaria de tutela, dentro de la misma diligencia
expresó que ellos “alegan seguridad hacia los niños y nosotros también
alegamos lo mismo.” (Se refería al peligro de los niños de ser atropellados por
un vehículo mientras esperan el bus del colegio o bajan de él).

6.- De las pruebas solicitadas a la Curaduría Urbana No 3 sobre el


cerramiento, se señaló que dentro de los trámites para la licencia es obligatorio
citar a los vecinos colindantes según la normatividad. Para el funcionario de
la Curaduría Urbana No 3, “los propietarios, poseedores o tenedores de los
inmuebles ubicados en la calle 153 entre carreras 32 y 36 no tienen la calidad
de vecinos, toda vez que no son colindantes con el inmueble objeto de
solicitud de licencia” según las normas, es decir, no se los citó directamente
porque había una calle de por medio que desvirtuaba esa condición razón por
la cual se citaron los vecinos de la diagonal 152 A, que sí son colindantes con
el inmueble del colegio, pero que se encuentran al costado opuesto del
cerramiento. De todas maneras, reposa en el expediente un prueba enviada por
la Curaduría Urbana que indica que se le ordenó al solicitante (colegio) “la
colocación de una valla en lugar visible con la información pertinente para la
citación” con el fin de que los vecinos se hicieran parte en la solicitud y en el
expediente reposan las fotografías que demuestran la fijación de la valla.

7. La Resolución 030063 de 21 de octubre de 1997, en su parte resolutiva


expresa:

“ARTICULO PRIMERO. Conceder licencia para efectuar el cerramiento


del predio ubicado en la avenida 19 # 152-48, en las condiciones
señaladas en los considerandos de la presente resolución; advirtiendo al
solicitando (sic) que la presente no le otorga permiso o licencia alguna
para efectuar construcción de ninguna especie dentro de la zona afectada
del inmueble por el Plan vial de la ciudad.

ARTICULO SEGUNDO. El cerramiento concedido podrá ser mantenido


hasta el momento en que el Instituto de Desarrollo Urbano determine la
iniciación de la vía Avenida Sierra (calle 153) (sic) entre autopista norte y
carrera 7ª., momento en el cual deberá ser retirado el cerramiento en
mención, como efecto de la afectación existente.
ARTICULO TERCERO. La presente licencia tiene una vigencia de 24
meses a partir de su notificación”.

8.- Por otra parte, en comunicación dirigida a la Corte Constitucional, el


doctor IGNACIO RESTREPO MANRIQUE, en su condición de Curador
Urbano No 3, indica que “no existe norma alguna que establezca que en un
cerramiento deba dejarse una franja de paso peatonal, razón por la cual no se
prevé esta circunstancia”. Sin embargo, en la diligencia de inspección judicial
la Personera Local de Usaquén, manifestó una opinión opuesta, y expresó
que necesariamente debe haber un espacio para el tránsito peatonal en dicho
cerramiento. Esta misma opinión fue compartida por el Delegado de la
Procuraduría de Bienes del Distrito quien dijo en la misma diligencia que:

“ La normatividad vigente que rige para andenes está señalada en el


Acuerdo No 6 de 1990 y específicamente para cada proyecto de desarrollo
urbanístico el Departamento de Planeación Distrital se encarga de diseñar
en la aprobación del plano las medidas que corresponden de andén para
ese sector. En el caso específico el plano oficial aprobado para el Colegio
Anglo Colombiano con el # U-113-1, determina una zona verde de 3.80
metros por 1,20 de andén de acuerdo al cerramiento, elemento este que
forma parte del espacio público del Distrito Capital. Por esta razón, en
representación de la Procuraduría de Bienes solicito se haga la
modificación del cerramiento realizado por el Colegio Anglo Colombiano”.

De las pruebas recaudadas surge expresamente una contradicción entre las


afirmaciones. En su caso, el Curador Urbano No 3 considera el predio objeto
del cerramiento y la totalidad de sus linderos, como propiedad privada de la
Asociación de Padres de Familia del Colegio Anglo Colombiano, sometida sin
embargo a una afectación vial. Del otro lado se encuentran los conceptos de la
Personera Local de Usaquén y del Delegado de la Procuraduría de Bienes del
Distrito quienes estiman que existe en ese predio una zona ya determinada
como espacio público, que debe ser respetada.

III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

A. Competencia.

Esta Corte es competente para revisar los presentes fallos de tutela, de


conformidad con los artículos 86 y 241 de la Constitución Nacional y el
decreto 2591 de 1991.

B. De
l problema jurídico que se presenta.

El eje central de la acción de tutela motivo de revisión, se concentra


básicamente en la existencia de un claro conflicto de intereses entre la
Asociación de Padres de Familia del Colegio Anglo Colombiano,
aparentemente poseedora o propietaria de un predio anexo al mencionado
colegio, y la señora María Esperanza Prieto González.

El conflicto consiste entonces, en que la Asociación de Padres de familia del


colegio se niega a suprimir o modificar el cerramiento del predio objeto de la
disputa, ubicado justo en frente de la vivienda de la demandante y separado por
una calle de doble vía, por considerar que dicho cerramiento se adelantó en un
terreno que forma parte de su propiedad privada y por estimar que la cerca
responde estrictamente a los linderos que le pertenecen al colegio. La
demandante por su parte estima que el cerramiento es ilegítimo porque es una
zona de uso público; que no se le permitió adelantar los recursos de ley para
controvertir tal cerramiento, y que además el mismo vulnera sus derechos
fundamentales y los de sus hijos, al haberse realizado omitiendo el espacio de
andén necesario para permitir el tránsito peatonal en la vía.

Debe precisar la Corte, que este conflicto entre particulares, dada su dimensión
y complejidad adquiere relevancia constitucional, no solo por la posible
violación o amenaza de derechos constitucionales fundamentales que deben ser
garantizados, sino porque además de superar el simple enfrentamiento civil,
pone de presente una evidente colisión de derechos e intereses legítimos de
rango constitucional, en circunstancias de indefensión entre las partes.

Por consiguiente, la Corte realizará un análisis que permitirá entender cada


uno de los derechos en conflicto y su alcance constitucional, para proceder
posteriormente a concretar la situación de hecho en busca de una solución
efectiva para las partes, no sin antes recordar que tal como se dijo en la
sentencia T- 605 de 1992, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz :

“La sensibilidad del juez hacia los problemas constitucionales es una virtud
imprescindible en la tarea de hacer justicia. Las decisiones jurídicas deben
respetar el principio de legalidad y a la vez ofrecer una solución real a los
conflictos sociales. En esta tarea, el sentido de la justicia y la equidad
permiten hallar el derecho. La ley, por sí misma, es siempre deficiente frente
de la realidad cambiante que está llamada a regular. Al intérprete le
corresponde actualizar su contenido según las cambiantes circunstancias
históricas y sociales y dar una aplicación correcta de las normas con la
clara conciencia que su cometido es resolver problemas y no evadirlos.
Estas ideas explican, en parte, el mandato del Constituyente consagrado en
el artículo 228 de la Constitución, según el cual, en las actuaciones de la
administración de justicia prevalecerá el derecho sustancial”.

En ese sentido, la Corte debe precisar que esta decisión no pretenderá definir
aspectos de índole legal sobre la titularidad del bien objeto del cerramiento,
ya que la acción de tutela no es el mecanismo legal para delimitar estos
contenidos. Tampoco es esta la institución competente para determinar quien
tiene la razón respecto a que zonas específicas del predio son de espacio
público y cuáles no. Sin embargo, necesariamente se tendrán en cuenta ambas
posiciones para definir el alcance de la protección a los derechos
constitucionales aparentemente vulnerados, en este caso específico.
C. De los derechos constitucionales en conflicto.

1. Derecho a la vida y a la integridad personal.

El derecho a la vida, a la luz de nuestra Constitución, es un presupuesto


ontológico de los demás derechos fundamentales, que se manifiesta no solo
en la posibilidad maravillosa de existir y de ser como persona, sino en la
posibilidad de vivir en condiciones que garanticen el reconocimiento y respeto
de la dignidad de los seres humanos 1.

En ese orden de ideas, el derecho a la vida debe ser entendido como un


derecho inalienable de todas las personas y un valor constitucional por
excelencia, que merece y recibe no solo el respeto, sino la protección
prevalente por parte del Estado, el cual igualmente se obliga a garantizar y
asegurar su efectividad. (Artículos 2 y 5 de la C.N.)

Al respecto el artículo 2º de la Constitución, que consagra los objetivos y


fines del Estado Social de derecho, establece específicamente que las
autoridades de la República están instituidas para "proteger a todas las
personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás
derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales
del Estado y de los particulares". La anterior expresión permite concluir que
uno de los fundamentos de existencia de las autoridades es precisamente su
misión y deber de protección de los derechos de las personas, incluyendo
especialmente el derecho a la vida.

Por esta razón, el derecho a la vida debe considerarse como un derecho


inviolable (Artículo 11 de la C.P), que implica que nadie puede vulnerarlo,
lesionarlo o amenazarlo sin justa causa, desconociendo su núcleo esencial, por
expresa disposición constitucional. Igualmente, es un derecho que debe ser
protegido por los ciudadanos en situaciones de peligro, en razón al deber de
solidaridad que tienen todos los ciudadanos frente a sus semejantes, de
conformidad con el artículo 95 de la Constitución.

Algo similar ocurre con el derecho a la integridad personal, que comporta el


deber de no maltratar, no ofender, no torturar, ni comprometer la integridad
física y moral de las personas, como garantía del respeto que se le tiene a la
dignidad humana, estrechamente ligada con los mas altos valores sociales que
fundamentan también la protección del derecho a la vida, como se dijo
anteriormente.

En lo relativo a las amenazas al derecho a la vida, la Corte ha sido clara en


manifestar que la gravedad de las mismas no incide en la determinación o no
de la vulneración de este derecho fundamental. Al respecto, sostiene que una
“amenaza contra la vida puede tener niveles de gravedad diversos. Pueden ir
desde la realización de actos que determinen un peligro adicional mínimo para
alguien, hasta la realización de actos de los cuales se derive la inminencia de
un atentado. Con independencia de la responsabilidad penal que se deduzca de
1
Ver Sentencia T- 102 de 93. M.P. Carlos Gaviria Díaz.
cada una de estas situaciones, la constitución protege a las personas contra
todos aquellos actos que pongan en peligro de manera objetiva la vida de las
personas. El hecho de que el peligro sea menor no permite concluir una falta de
protección. El Estatuto Fundamental protege el derecho a la vida y dicha
protección tiene lugar cuando quiera que se afecte el goce del derecho, no
importa el grado de afectación. (…) 2. En consecuencia, bastará solamente
probar la existencia de una vulneración o amenaza del derecho a la vida o a la
integridad cierta y objetiva, para obtener la subsiguiente protección
constitucional.

En consecuencia, fuera “de las competencias que corresponden a las


autoridades administrativas y policivas, si el tema del derecho fundamental a
la vida se lleva ante los jueces, éstos tienen a su cargo la gravísima
responsabilidad de decidir, sin mayores formalismos, con miras a lograr la
eficacia de su protección. Cuando de ese derecho se trata, el juez - en
particular el de tutela - está obligado a decidir con prontitud y con suficiente
contundencia, y por supuesto de manera preferente y sumaria (art. 86 C.P.),
dejando de lado cualquier otro asunto, así como a adoptar las medidas al
alcance de sus atribuciones en guarda de la protección real de la vida en juego,
que prevalece sobre toda consideración formal. En las vidas de los asociados
se concreta y cristaliza, más que en cualquier otro pedimento elevado ante la
justicia, la prevalencia del Derecho sustancial (art. 228 C.P.)”. 3

2. Los derechos de los niños.

El artículo 44 de la Constitución, consagra una protección especial y


prevalente de los derechos fundamentales de los niños dentro del
ordenamiento jurídico nacional, en razón al especial interés que tiene el
Estado, la familia y la sociedad en su adecuado desarrollo, evolución y
bienestar. De esta forma, el artículo en mención consagra dentro de tales
derechos, aquellos relativos a la vida y a la integridad física de los niños,
derechos, que entre muchos otros, deben ser garantizado de manera preferente
por la colectividad, ya que el mismo artículo establece esta preferencia y la
obligación a la familia, la sociedad y al Estado, de “proteger al niño para
garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus
derechos.”

En ese orden de ideas, un tratamiento preferente de los derechos de los niños,


implica también una actitud preferente hacia sus necesidades, por parte de la
Administración y las autoridades, luego “no pueden alegarse otras
obligaciones que dilaten la eficacia del Estado y de la sociedad hacia la
protección de los menores, porque el deber hacia estos prevalece sobre
cualquier otra consideración social, política, jurídica o económica”. 4

3. Del derecho a la propiedad privada.

2
Ver Sentencia T-525 de 1992. M.P. Ciro Angarita Barón
3
Ver Sentencia T-099 de 1998. M. P José Gregorio Hernández Galindo.
4
Ver Sentencia T-029 de 1994. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
La propiedad privada, como fundamento de las relaciones económicas,
sociales y políticas, ha sido concebida a lo largo de la historia, como
aquella relación existente entre el hombre y los bienes naturales o
transformados ofrecidos por el medio que lo rodea, que de acuerdo al
sistema económico, ha determinado los límites y las utilidades que el
hombre puede obtener de dicha relación desde el punto de vista del uso y
aprovechamiento de los bienes adquiridos.

Sin embargo, el concepto de propiedad no ha sido una idea estática e


inamovible, sino que ha cambiado de conformidad con la evolución y
descubrimiento de nuevas necesidades y novedosos derechos y límites, de
conformidad con el cambio y desarrollo de las sociedades.

En ese orden de ideas, el concepto romano de propiedad concebido bajo


una estructura sagrada, absoluta e inviolable, fue dejado a un lado en la
época feudal en razón a la restricción del comercio, para ser retomado
nuevamente en la Revolución Francesa, época en la cual se instauró como
garantía y resistencia a la opresión y a los privilegios. De esta forma el
derecho a la propiedad, aseguró a cada hombre un espacio exclusivo e
imperturbable en el que no existía injerencia alguna sobre sus bienes, y que
garantizaba un poder irrestricto y autónomo sobre sus posesiones de manera
tal que se constituyeran en la base de su libre iniciativa como ciudadano y de
su paulatino desarrollo económico.

Esta noción del derecho a la propiedad, denominada por algunos tratadistas


como absoluta, también tuvo relevancia en nuestro ordenamiento jurídico y
constitucional. Situación que se traduce en el artículo 669 y siguientes del
Código Civil que consagran el derecho de dominio como un derecho
real que permite a su titular gozar y disponer arbitrariamente de la cosa,
siempre y cuando no fuera ello contrario a la ley o contrario a un derecho
ajeno. Es de destacar, sin embargo, que :

“la noción absolutista de la propiedad consagrada en el código Civil, no


repelía cierto tipo de limitaciones legales. No en vano, la misma
definición excluía el ejercicio de este derecho cuando adquiriera visos
contra legem.

Sin embargo, las intervenciones de la ley debían circunscribirse a


aquellas tendientes a asegurar la coexistencia y simultáneo ejercicio de
los diferentes derechos de propiedad..(…)

Al mismo fin de armonización y coordinación de titularidades, se


endereza el principio del abuso del derecho y su simiente yacente en el
Código Civil. (…) Simplemente, se introduce la regla del uso racional del
derecho, con el objeto de dirimir los conflictos que se suscitan entre
propietarios.

Hasta aquí la propiedad” desde el punto de vista civil “sigue siendo un


derecho potencialmente ilimitado. De admitirse que estas regulaciones
tengan el carácter de límites a la propiedad, éstos son externos a la
misma, y a lo sumo reducen el ámbito o esfera en cuyo interior el sujeto
sigue actuando libremente con miras a la satisfacción de sus intereses y
deseos.”5

La concepción clásica de la propiedad que reinó en nuestro país durante algún


tiempo, fue cediendo a las exigencias de justicia y de desarrollo
económico y social en otros espacios jurídicos y constitucionales, que
determinaron un nuevo rumbo y fueron incluyendo nuevos elementos al
derecho a la propiedad, necesarios para ponderar su ejercicio frente a
situaciones o “motivos de utilidad pública", (artículos 31 y 32 de la
Constitución de 1886), o circunstancias en las que el interés privado tuviera
que ceder al interés público o social. Estas nuevas concepciones,
posteriormente fueron reforzadas en la reforma constitucional de 1.936
con la introducción del concepto explícito de "función social” de la
propiedad.

Con la expedición de la Constitución de 1991, sin embargo, el concepto de


propiedad ha asumido nuevos elementos que le han dado una nueva
connotación y un perfil de profunda trascendencia social.

En este orden de ideas, la propiedad privada ha sido reconocida no solo


como un derecho sino como un deber que implica obligaciones, y en esa
medida el ordenamiento jurídico garantiza no solo su núcleo esencial, sino
su función social y ecológica (Art. 58 de la C.N.), que permite consolidar los
derechos del propietario con las necesidades de la colectividad, debidamente
fundamentadas.

En ese orden de ideas y reivindicando el concepto de la función social, el


legislador le puede imponer al propietario una serie de restricciones a su
derecho de dominio en aras de la preservación de los intereses sociales,
respetando sin embargo, el núcleo del derecho en sí mismo, relativo al nivel
mínimo de goce y disposición de un bien que permita a su titular obtener
utilidad económica en términos de valor de uso o de valor de cambio que
justifiquen la presencia de un interés privado en la propiedad.6

Es por ello que la propiedad se protege a nivel constitucional de


conformidad con el análisis y las circunstancias de cada caso, y en especial si
se encuentra conexa y relacionada con otros derechos fundamentales
específicos. También debe ser entendida como deber, teniendo en cuenta que
su función social, como elemento constitutivo y no externo a la misma,
compromete a los propietarios con el deber de solidaridad plasmado en la
constitución. En ese orden de ideas, se consolida el espíritu de Asamblea
Nacional Constituyente cuando en el informe ponencia para primer debate

5
Ver Sentencia C-06 de 1993. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
6
Ibídem.
Gaceta Constitucional Nº 58. Informe Ponencia Ponentes Dr. Iván Marulanda Gómez y Jaime
Arias López
se explicó que "la función social, en relación con la propiedad, encierra la
solidaridad ”.

La configuración legal de la propiedad, entonces, puede apuntar


indistintamente a la supresión de ciertas facultades, a su ejercicio
condicionado o, en ciertos casos, al obligado ejercicio de algunas
obligaciones.

En materia urbana, como lo reconoció la CSJ (sentencia del 9 de Noviembre


de 1.989 MP Dr. Fabio Morón Díaz) 7,

" (...) no siendo en verdad suficiente la actuación indirecta del Estado por
la mera limitación de las libertades privadas, el Legislador puede señalar
como obligación social de los propietarios atender los procesos de
planeación y gestión urbanística y, en estas condiciones, puede o no
admitir una facultad absoluta de los propietarios para decidir sobre la
existencia y disposición de las ciudades y condicionar la garantía al
derecho de propiedad a su uso social planificado, en términos de
construcción y urbanización".

De conformidad con la ley estudiada, los planes de desarrollo incluirán


"un plan y un reglamento de usos del suelo y cesiones obligatorias
gratuitas, así como normas urbanísticas específicas". De esta manera el
usus, en el esquema clásico, facultad esencial derivada de la propiedad, se
subordina a la concreta determinación, general y específica de las
instancias públicas de planeamiento y desarrollo urbano. De otro lado, las
denominadas en la ley "cesiones obligatorias gratuitas" - destinadas al uso
público de las vías, parques zonas verdes etc -, ponen de presente
desmembraciones reales del derecho de propiedad y la introducción de un
mecanismo de transferencia de bienes al dominio público con el objeto de
satisfacer necesidades comunitarias. Sobre este último aspecto, señaló la
CSJ: " (...) tampoco tiene el alcance de una expropiación razón por la cual
el Legislador no previó pago de indemnización, pues no tiene significación
distinta a un acto de enajenación voluntaria, no propiamente donación
según se desprende del artículo 1455 del Código Civil, que deben hacer los
propietarios de los predios con fines urbanísticos de claro interés social,
ligados a la función social de la propiedad y que puede exigir el Estado en
ejercicio de las facultades que le asiste de dictar normas para planificar
ordenadamente el urbanismo de las ciudades y que los Concejos
Municipales desarrollan según lo dispone el Estatuto Fundamental (art
197-1)" (CSJ, sentencia del 9 de Noviembre de 1.989 MP Dr. Jairo E
Duque Pérez).

Estas posibilidades precisadas en su oportunidad, conllevan restricciones al


ejercicio absoluto del derecho a la propiedad. Incluso la ley 142 de 1994 en
materia de servicios públicos ha impuesto al propietario algunas cargas que
limitan el libre ejercicio de su derecho, como el paso de redes eléctricas,
tubería, redes de gas etc., por zonas de dominio privado, situación que
7
Ver Sentencia T-06 de 1993. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
garantiza que a pesar de la reticencia o negativa del dueño de un predio el
interés de la comunidad en materia de conexión y extensión de los servicios
públicos se concrete.

Como se verá mas adelante, constitucionalmente se ha reconocido el valor


intrínseco de la propiedad, sin desconocer tampoco la responsabilidad social
colectiva. De este modo se reconoce que los derechos consagrados en la
Constitución Política no son absolutos sino que se encuentran limitados por
el orden jurídico y social. Es por ello que resulta necesario el reconocimiento
de que los derechos propios llegan hasta donde comienzan los derechos ajenos
y en consecuencia “quien abusa del derecho, afectando a sus congéneres, no
puede reclamar para si el reconocimiento de una conducta legítima, menos
si con ello deja indefensa a su víctima.”8

Por último, en el punto siguiente veremos como contrario a la perspectiva


de la institución educativa demandada, el derecho a la propiedad privada si
puede ser ponderado, en relación con las necesidades de la sociedad, más
aún cuando del perjuicio social que se causa, el propietario
proporcionalmente no obtiene ningún beneficio en cuanto al uso o
explotación de su bien.

D. Del caso concreto.

En primer lugar, considera la Sala que respecto a la presunta violación al


debido proceso no se ve una falla ostensible en la actuación adelantada por la
Curaduría Urbana No 3 de Santafé de Bogotá puesto que si bien es cierto la
notificación personal se hizo a los vecinos que no eran, es decir a aquellos
que se estimó colindantes pero que no resultaban en ningún modo afectados
por el cerramiento, también es cierto que se fijó una valla en un lugar visible,
reglamentariamente permitida por la legislación 9 para realizar la notificación
del trámite y permitir que las personas que se quieran hacer parte, puedan
hacerlo. Esta circunstancia denota el cumplimiento de los requisitos
necesarios para realizar esa comunicación a los vecinos.

Queda entonces, por definir si el presunto propietario de un inmueble puede


impedir la existencia de una zona peatonal, en la Capital de la República, con
el argumento de que la propiedad “da derecho a toda clase de actos
relacionados con su derecho” como lo indica y precisa el fallador de segunda
instancia en la sentencia materia de revisión.

Al respecto, hay que decir que por el hecho de vivir en sociedad, surgen
obligaciones para todos los asociados, algunas veces señaladas por las
autoridades locales.

En Santafé de Bogotá existe en materia urbana una legislación bastante


completa, cuyo objetivo es el de lograr una mejor y eficiente estructura local
8
Ver Sentencia T-119 de 1995. José Gregorio Hernández Galindo.
9
Decreto 600 de 1993. Artículo 5º .
y un mejor planeamiento físico de la Capital. En ese orden de ideas, el
Acuerdo No 6 de 1990, que es el Estatuto para el ordenamiento físico del
Distrito especial de Bogotá, implementa una serie de políticas y objetivos
puntuales tendientes a regular el espacio público, el ordenamiento local, la
planeación en servicios públicos, la incorporación de predios rurales, etc. y
otorga a la Administración instrumentos de control para asegurar el
cumplimiento de normas urbanísticas10, como puede ser en algunos casos la
orden de suspensión de obras o explotaciones que afecten la seguridad
pública o que perjudiquen el área urbana (Ley 1ª de 1943 artículo 23) o las
órdenes de reparación o construcción de andenes, cerramientos, limpieza y
arreglo de zonas verdes particulares. (Decreto-Ley 3133 de 1968).

Respecto a los andenes específicamente, el Acuerdo No 2 de 1980, en su


artículo 4° da algunas definiciones, entre ellas:

“ANCHO DE VIA. Es la medida de la zona de uso público destinada a


andenes, calzadas y separadores, las cuales en conjunto representan la
sección transversal de la vía.

“SECCION TRANSVERSAL DE VIA. Es el corte transversal de una via que


especifica su ancho, las dimensiones de las calzadas, separadores, andenes,
sardineles, zonas verdes y demás elementos que la conforman.

“VIA. Es la zona de uso público destinada al movimiento de vehículos y


peatones.

“ANDEN. Es la parte de la vía destinada al tráfico de peatones”.

Recogen estas definiciones una realidad concreta: que las vías son tanto para
los vehículos como para los peatones. Además, no puede ser de otra manera,
ya que el uso de la tierra y la planeación de su distribución espacial son los
determinantes básicos para las demandas de tránsito, tanto vehicular como
peatonal. Sería inaceptable que se desconocieran las necesidades del ser
humano respecto a los problemas de tránsito dentro del ordenamiento vial de
una ciudad , porque ello implicaría un abierto desconocimiento a las opciones
y derechos del hombre y a sus libertades, dentro del contexto organizacional y
urbano.

En ese orden de ideas, no se pueden invocar las características del derecho de


propiedad existentes en el Derecho Romano hace dos mil años (usus, fructus,
abusus) como argumento para obstaculizar las actuales y evidentes
necesidades del siglo XX : el tráfico de personas y vehículos, como actividad
primordial, continua y específica de la vida citadina.

El problema del transporte no es solamente un problema de prestadores y


usuarios del servicio público, ni de tarifas y costos, sino, esencialmente del
desplazamiento que requieren las personas de un lugar a otro, cuyo
instrumento puede ser el desplazamiento en vehículos, sin lugar a dudas, pero
10
Artículo 19 del Acuerdo 6 de 1990.
también puede ser caminando. Una indebida planeación en este sentido o un
desconocimiento de estas necesidades por parte de los particulares o la
sociedad, repercute indiscutiblemente en la calidad de vida de los asociados.

Hay que enfrentar el problema y las exigencias de quienes transitan a pie


por la ciudad, es decir, debe ser reconocida la evidente necesidad de la senda
peatonal, que debe tener un ancho y borde que permita la circulación de las
personas, sin contratiempos.

Es así que, bajo condiciones normales de circulación, los transeúntes aceptan


libremente un espacio lateral que les permita sobrepasar a una persona sin que
se llegue a condiciones de aglomeración. En este sentido el diseño de los
andenes debe tener en cuenta las áreas que serán utilizadas para el ascenso y
descenso de los transportes urbanos y, con mayor justificación, de los
transportes escolares.

Las variables que definen un sistema de circulación peatonal permiten


establecer una evaluación de calidad del servicio con que pueden operar los
transeúntes y, por ende, la calidad de vida de los mismos.

Si además el flujo es forzado porque es sitio obligado para transitar o para


esperar un transporte urbano o escolar, la inexistencia o mala calidad del
servicio puede poner en peligro la seguridad de las personas.

En ese mismo esquema, el Código de la Construcción del Distrito Capital


(Acuerdo 20 de 1995), establece en el parágrafo del artículo B.10.9.4 que:

“Ancho de andenes. El ancho de los andenes que se construyan dentro del


parámetro del Distrito Especial de Bogotá debe cumplir con los límites
estipulados en las normas que al respecto dicta el Departamento
Administrativo de Planeación Distrital. Tal anden debe figurar en los
planos aprobados por las urbanizaciones, y en los planos de localización
aprobados de toda obra; el ancho estipulado por las normas vigentes debe
considerarse como el mínimo obligatorio que debe proporcionar todo
andén para el tránsito de peatones y demás usos permitido.”

El ancho mínimo de los andenes permitido por la ley, es de un 1. 20 cm., de


conformidad con el parágrafo segundo del artículo B.10.9.4, enunciado
anteriormente.

Esta es la situación a la cual se refiere aparentemente el Delegado de la


Procuraduría de Bienes del Distrito, haciendo alusión al plano oficial
aprobado para el Colegio Anglo Colombiano y determinado con el No U-
113-1, que al parecer fija una zona verde de 3.80 metros por 1,20 de andén en
el predio del mencionado colegio.

Al respecto y tal como se dijo con anterioridad, no es competencia de esta


Corporación definir el carácter específico de espacio público de la zona
peatonal en mención.
Sin embargo, si resulta claro para esta Sala que de conformidad con el
Acuerdo 6 de 1990, en Santafé de Bogotá, a partir del desarrollo de los
terrenos ya sea para construcción o urbanización, se busca obtener espacio
público que garantice las necesidades de la comunidad mediante cesiones
obligatorias gratuitas, que según cada caso, se constituyen en áreas
destinadas a ingresar al patrimonio de los bienes de uso público, ya sean de
particulares o no, (artículo 148), con el fin de reconocer los derechos de la
colectividad.

Al respecto se dice además, que “Todo terreno en proceso de urbanización


debe ceder una porción de su área destinada, entre otras cosas, a las zonas
públicas complementarias a los sistemas viales” (artículo 423).

De la anterior precisión se constata, como se dijo, que el Distrito, en el caso de


construcciones y urbanizaciones prevé posibilidades concretas de generar a
partir de predios de propiedad privada zonas específicas que entren a formar
parte de los bienes de uso público y permitan, en consecuencia, favorecer los
derechos de la comunidad.

Si bien en el caso concreto no nos encontramos frente a una construcción en


estricto sentido, esto no es óbice para entender que la administración no
puede desconocer los intereses colectivos tan claramente presentados y
precisados como objetivos concretos a partir del Acuerdo 6 de 1990.

En el caso concreto, el cerramiento se hizo en un costado de una vía


catalogada en el artículo 12 del Acuerdo No 2 de 1980, como:

“AVENIDA DE LA SIRENA ( calle 153). Comienza en la avenida séptima a


la altura de la calle 153 para tomar el Camino de la Sirena; continúa por
éste a encontrar la avenida Boyacá donde termina”.

El mismo Acuerdo en mención define AVENIDA, como la :

“Vía que por sus características de diseño está destinada al tráfico intenso
de vehículos”.

Es pues una realidad que la calle 153, desde 1980 ha sido proyectada como
una gran avenida por la cantidad de tráfico. Diez y ocho años después se ha
convertido evidentemente en una vía peligrosa para los peatones, no solo
por el abundante tráfico vehicular que presenta sino por la doble dirección y
sentido de su tráfico, luego los andenes no son solamente una necesidad
de la planeación urbana sino una forma indispensable para proteger la vida
de quienes transitan por allí o esperan abordar o bajarse de un vehículo. Y, si
se trata de niños que tienen que ir a su colegio, con mayor razón se impone el
deber de protección de sus derechos por parte del Estado.

Además, la tranquilidad en las zonas urbanas, especialmente residenciales,


como es el caso del lugar en que se encuentra ubicado el conflicto, ha
motivado la presente tutela, ya que un indebido cerramiento en una aparente
propiedad privada, por lo demás utilizada de forma desproporcionada ya que
el perjuicio social es mucho mas grave en relación con el beneficio irreal
que le reporta un cerramiento en esas condiciones a la institución
demandada, no puede ser fundamento para un desequilibrio que impacte en
tal forma a los vecinos hasta el punto de poner en peligro diariamente sus
derechos fundamentales a la vida, y en este caso específicamente, a la
demandante que los acompaña, y sus niños. Esta situación, desdibuja las
finalidades sociales del Estado, establecidas en el artículo 366 de la
Constitución relativas al mejoramiento de la calidad de vida de la población,
que hacen necesariamente a la administración responsable por el no control en
las vías públicas.

A este respecto, por ejemplo, es claro que la falta de señalización o la


señalización no visible hace extrajudicialmente responsable al Estado
(sentencia de 16 de noviembre de 1995, Consejo de Estado, magistrado
ponente Carlos Betancur Jaramillo). En el mismo sentido el 22 de octubre de
1997, el Consejo de Estado, con ponencia de Ricardo Hoyos Duque, consideró
que había una falla del servicio del Distrito Turístico y Cultural de Cartagena
de Indias porque no estaban garantizadas “de manera adecuada las medidas
de señalización de tránsito de peatones y vehículos en la avenida Pedro de
Heredia”.

En el caso de la presente tutela, había señales de prevención relativas al


paso de niños, por ser aparentemente zona escolar, pero al levantarse la
cerca, tales señales resultan desapercibidas por los conductores, más aún
cuando debido al cerramiento no se pueden levantar nuevas señales porque
no quedó espacio para ello. Significa lo anterior que la responsabilidad del
Distrito es grande y por lo mismo no se encuentra explicación a que el
Curador permita violaciones a los principios fundamentales relativos al
reconocimiento de las necesidades de tránsito y espacio, por parte de los
peatones, suscritas en los Acuerdos, más aún cuando el lindero se encuentra
justo en frente de una vía pública. Por ello resulta injustificado que su
proceder no pueda ser modificado máxime cuando corre peligro la vida de las
personas. No podía el Curador dejar sin alternativas al Distrito y a sus
habitantes. Si bien es cierto se buscaba con el cerramiento darle seguridad a
los alumnos del colegio y a sus vehículos particulares, también es cierto que
debe dársele seguridad a los niños que viven al frente y en general a los
peatones de la zona.

Por consiguiente, es claro que el desconocimiento que el Curador Urbano No


3 ha manifestado en su decisión respecto de las necesidades colectivas en
materia peatonal, contradice abiertamente el espíritu de los dos Acuerdos y de
las normas anteriormente mencionadas en materia de vías y espacio para el
tránsito peatonal, sobre todo teniendo en cuenta que en el evento de no
existir norma expresa en materia de andenes y zona peatonal relacionada con
el cerramiento, como lo expresa el Curador en su escrito, le era posible en
virtud de la Ley 388 de 1997 (artículo 102) y del Decreto 2111 de 1997,
haber solicitado la debida interpretación jurídica a las autoridades de
planeación en esas materias específicas, que no podía ser otra que la de haber
reconocido las necesidades de la comunidad, las disposiciones urbanas y el
principio consagrado en el artículo 60 del Acuerdo No 6 de 1990 que dice:

“EL CONTROL DE LOS IMPACTOS COMO MOTIVO DETERMINANTE


DE LAS REGLAMENTACIONES URBANISTICAS. La necesidad de
controlar efectivamente los impactos ambiental, social y urbanístico que
las actividades ciudadanas generan, impactos que inciden tanto en la
calidad de vida de los ciudadanos como en la estabilidad de las propias
estructuras urbanas y de los elementos materiales que las conforman y
que están destinados a servir de sustentáculo físico a la ciudad, es la
principal razón de ser de las restricciones y exigencias que son
inherentes a las reglamentaciones urbanísticas.” ( El subrayado no es
original)

En ese orden de ideas, la Corte finalmente debe precisar que sin determinar
titularidad alguna sobre el predio y especificaciones técnicas sobre el mismo,
cuestión que están fuera de su competencia, si es necesario que se exprese
que no se puede considerar el derecho a la propiedad como absoluto y
desconocer, con su ejercicio excesivo e injustificado que contradice los
principios de la legislación en materia de ordenamiento físico del Distrito, el
evidente perjuicio social y de peligro que se le puede causar a la comunidad.
Tal interpretación, es contraria a los fundamentos de solidaridad (Artículo 1
de la C.P) y de función social de la propiedad antes expuestos, más aún
cuando el aparente titular del derecho ni siquiera obtiene beneficio o pérdida
alguna concreta de correr su cerca de alambre unos cuantos centímetros, ya
que ni siquiera tiene la posibilidad de explotación o utilización del predio por
la existencia de una reserva vial que impide cualquier tipo de construcción en
la zona.

Por consiguiente, es irrazonable y desproporcionado, que se haya realizado


un cerramiento en todo el borde de la vía pública que pone en peligro de forma
concreta y real los derechos a la vida y a la integridad de la demandante y de
sus hijos. Por consiguiente, del enfrentamiento de los dos derechos
aparentemente en conflicto, debe necesariamente prevalecer el derecho a la
vida e integridad de la señora y de sus menores hijos, que ha sido puesto en
peligro de forma y concreta y real en razón de la institución educativa de
reconocer un espacio en el terreno, para el paso peatonal.

En este orden de ideas, se ordenará al Curador Urbano No 3 modificar la


Resolución No 030063 del 21 de octubre de 1997, con el fin de que se
reconozca un espacio para el tránsito peatonal que elimine el inminente riesgo
que le asiste a la demandante y a sus hijos de ser atropellados por un
vehículo en la vía pública. En consecuencia, el espacio que deberá dejar el
Curador para este propósito, será mínimo de un metro con veinte centímetros,
tal como lo señala la reglamentación urbana.

En mérito de lo expuesto, esta Sala de la Corte Constitucional


RESUELVE

Primero : REVOCAR la decisión del Tribunal Superior del Distrito Judicial


de Santa Fe de Bogotá, y en su lugar CONCEDER la tutela de la referencia
por violación del derecho a la vida e integridad de la solicitante y de sus hijos
menores de edad.

Segundo : ORDENAR al Curador Urbano No 3 que en el término de 48 horas


hábiles, modifique la Resolución No 030063 del 21 de octubre de 1997
mediante la cual concede a la Asociación de Padres del Colegio Anglo
Colombiano la licencia del cerramiento del predio ubicado en la Avenida 19
No 152-48 de la ciudad de Bogotá, en el sentido de no incluir en el
cerramiento que se autoriza, el espacio de un metro veinte centímetros de
andén que se requiere para garantizar el paso de los transeúntes en la zona.

Tercero: ORDENAR a la Asociación de Padres del Colegio Anglo


Colombiano, correr la cerca de alambre de púas que se levantó en el predio
ubicado en la Avenida 19 No 152-48, objeto del conflicto en esta tutela, de
manera tal que se deje un espacio mínimo de un metro veinte centímetros
(1.20 cm.) desde el borde de la vía pública, para el paso peatonal,
inmediatamente se le notifique el acto administrativo del Curador Urbano No
3 determinado en el punto anterior, que así lo indique. Las Asociación podrá
repetir contra el Distrito por los gastos que se ocasionen, en virtud del
desplazamiento de la cerca.

Cuarto: ORDENAR al Alcalde Menor de Usaquén hacer cumplir esta orden


de conformidad con sus funciones de vigilancia y control, sin perjuicio de las
facultades legales que le corresponden al Juez de tutela que conoció en
Primera Instancia.

Quinto: Para los efectos del artículo 36 del decreto 2591 de 1991, el juzgado
de origen hará las notificaciones y tomará las medidas conducentes para el
cumplimiento de esta sentencia.

Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte


Constitucional y cúmplase.

ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO


Magistrado

FABIO MORON DIAZ


Magistrado
VLADIMIRO NARANJO MESA
Magistrado

MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO


Secretaria General

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