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Unidad 2 2021

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APORTES AL PROCESO PSICODIAGNÓSTICO
II
EL ROL DEL PSICÓLOGO CLÍNICO EN CUIDADOS PALIATIVOS
Alivio del sufrimiento ante el dolor en enfermedades que amenazan la vida
Por Mgter Patricia Cecilia Di Marco*1

En el caso de los pacientes que necesitan de los cuidados paliativos, estamos ante
una situación que necesita ser abordada.
El dolor es la percepción de una sensación desagradable o aversiva que se
origina desde una región específica del cuerpo. La relación entre la percepción del dolor y
la activación de los nociceptores 2 es un buen ejemplo de un principio general: toda
percepción involucra una abstracción y una elaboración de estímulos sensoriales. La
naturaleza altamente subjetiva del dolor es uno de los factores que hacen dificultoso
definirlo y tratarlo clínicamente tanto desde lo médico como desde lo psicológico. El dolor
es más que la conspicua experiencia sensorial que nos advierte de un peligro. El dolor
representa un grave problema individual pero también social, ya que numerosas personas
en todo el mundo padecen de dolor crónico, condición básicamente incapacitante que
imposibilita a millones de ellas para una vida normal (Di Marco, González y Beltramino,
2004, p.18). Un importante aspecto de la respuesta de un organismo a una emergencia es
una reducción en la repuesta al dolor. Al desarrollar y poner en marcha todos los
mecanismos conductuales para enfrentar situaciones estresantes, las reacciones
normales ante el dolor pueden resultar desventajosas. Durante el estrés, estas reacciones
pueden ser suprimidas a favor de conductas más adaptativas a cada situación (p.39). Más
que cualquier otra modalidad perceptiva el dolor está influenciado por las emociones y el
medio ambiente. El dolor depende de la experiencia, por lo tanto es variable de persona a
persona, lo que determina que sea un problema clínico complejo (p.40).
El dolor, presupone distrés, que es la experiencia emocional displacentera de

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naturaleza psicológica, social y/o espiritual que interfiere con la capacidad de afrontar la
enfermedad y su tratamiento. Es un continuo que va desde el sentimiento normal de
tristeza, temor, ansiedad hasta la crisis de pánico, el aislamiento y la depresión. Todo ello
produce efectos en la calidad de vida del sujeto enfermo que actúa como un factor de
sufrimiento además de la enfermedad física que padece (Holland, 1998). A raíz de lo
expuesto es importante aclarar que sufrimiento y dolor no son sinónimos. El dolor tiene
que ver con la enfermedad y tiene un tratamiento. El sufrimiento, en cambio, parte de la
condición humana, incluye la depresión, la bronca y la ansiedad por pérdidas del rol
social, del ingreso o del fracaso terapéutico. Cassell (1992) definió al sufrimiento como
estado de malestar inducido por la amenaza de la pérdida de integridad o desintegración
de la persona, con independencia de su causa. Este concepto es más amplio que el de
dolor físico y que el de dolor espiritual y puede considerarse similar al de “situación de
dolor total” acuñado por Saunders (1984) que comprende tanto el dolor a nivel físico,
como el sufrimiento psicológico y social. Chapman y Gravin (1993), definen sufrimiento
como un estado afectivo, cognitivo y negativo complejo caracterizado por la sensación
que experimenta la persona de encontrarse amenazada en su integridad, por su
sentimiento de impotencia para hacer frente a esta amenaza y por el agotamiento de los
recursos personales y psicosociales que le permiten afrontarla. El sufrimiento como el
dolor, por lo tanto, son subjetivos.

1
Profesora Seminario interno: “El rol del psicólogo clínico en Cuidados Paliativos”.
2
Los nociceptores son órganos o mecanismos nerviosos periféricos para la apreciación y
transmisión de los estímulos dolorosos o nocivos (Stedman, 1994, p.973).
25
Primero hay que diagnosticar, sin olvidar el carácter evolutivo del diagnóstico:
Si diagnosis es:
- Separar / discernir
- Deliberar / decidir (es diferente a demostrar)
- Hacer conocer / divulgar
- Estar perspicaz, vigilante, atento
Diagnosticar es conocer / evaluar. “Diagnosticar es una forma de buscar, encontrar
y transitar el camino del conocimiento de un problema.” Para lo que tenemos en cuenta
las formas de manifestación (signos y síntomas), su naturaleza y los modos en que se
organiza (etiología y evolución).
En síntesis: “Toda gnosis es diagnosis.” Mauricio Abadi y el Diagnóstico:
- Hechos y actos de reconocer y discernir.
- Modos de separar notas de lo cognoscible y decidir conociendo.
- Conocimiento y reconocimiento de signos útiles para fijar la identificación de un
fenómeno.
- Conocimiento mediatizado.

Hay tres tipos de diagnóstico:


- Inmediato: según datos captados por los sentidos, es decir, datos directos ya
que son captados por la observación.
- Mediato o Racional: sin datos directos, se usa el razonamiento con datos
indirectos.
- Exjuvantibus (Galeno): en base a los datos observados e inferidos, podemos
realizar un diagnóstico final en un contexto. Se llevará a cabo una verificación o
una contrastación por medio del Método Clínico. Se informa por medio de la

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Entrevista de Devolución y el Informe.

Partiendo de los objetivos generales:

LOS OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA


(elaboración basada en OTHMER, E. y S.C., La entrevista clínica, Fundamentos, DSM IV)

1- Establecer el vínculo para que el paciente y la familia se sientan contenidos.


2- Valorar el sufrimiento, con empatía.
3- Colaborar en el insight, introspección o conciencia de enfermedad para la
aceptación del tratamiento.
4- Rescatar lo sano y separarlo del aspecto enfermo, situando la enfermedad del
paciente en perspectiva (lo común a otros y lo individual o único).
5- Establecer objetivos terapéuticos en conjunto con el paciente, la familia y el equipo
de salud.
6- Aliviar dudas y brindar información de sí para disminuir la ansiedad.
7- Infundir esperanza.
8- Facilitar el rol del paciente como protagonista.

LOS EJES PARA LA ELABORACIÓN DEL INFORME


(elaboración basada en OTHMER, E. y S.C., La entrevista clínica, Fundamentos, DSM IV)
Claves diagnósticas: opciones diagnósticas, hipótesis diagnóstica previa o
diagnóstico diferencial a partir del problema o fenómeno (búsqueda de datos tales como
vínculos; motivaciones; malestar; síntoma principal; signos).
26
Comprobación de criterios diagnósticos: verificación de hipótesis diagnóstica a
través de los trastornos clínicos (Eje I); los trastornos de la personalidad (Eje II) y los
problemas psico-sociales y ambientales (Eje IV).
Evaluación de la historia psiquiátrica (datos que avalan): personalidad pre-mórbida;
evolución de los trastornos clínicos y de los trastornos de la personalidad; trastornos
previos; historia social; historia médica (Eje III) para evaluar qué síntomas son por la
enfermedad médica; historia familiar y el impacto emocional agudo o estrés
posttraumático.
Diagnóstico con evaluación multiaxial (resumen o formulación diagnóstica): se
informa a partir de los factores biológicos, psicológicos y sociales –factores precipitantes y
etiológicos- que son recursos para la formulación diagnóstica o el diagnóstico multiaxial:
obteniendo el Eje V que será la evaluación global del funcionamiento del paciente.
Pronóstico: Se determina incluyendo la evaluación de la actitud y la conformidad
frente al tratamiento.

¿Cómo se opera?
Se parte de tres preguntas insoslayables (Guberman, 1998, p.13):
1- ¿Qué necesita el entrevistado?. Esta pregunta apela a la capacidad de
escucha, más allá de la percepción auditiva y su posterior intelectualización.
Más allá de descubrir, síntomas, su historia y su naturaleza, se descubre a esa
persona con sus fortalezas, debilidades, experiencias y necesidades,
percibiendo lo no explícito. Aquí la escucha y el tiempo son los pilares del
primer conocimiento. Siendo aquí muy flexible el tiempo de la duración de una
entrevista que puede ser más corta o más larga pero siempre suficiente para
obtener lo que nos ayude a continuar si hay un próximo encuentro y al mismo
tiempo contener la ansiedad del entrevistado, adecuándonos a las limitaciones
institucionales, especialmente si está internado o en situación de dolor. A

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veces lleva tiempo descubrir qué necesita y a veces no lo descubrimos.
2- ¿Qué puedo hacer?. Esta pregunta se relaciona con lo que sabemos hacer y lo
que podemos hacer. Involucra nuestros recursos teóricos, técnicos, nuestro
sentido común para evaluar con realidad y objetividad y nuestra información
general para orientar o sugerir otras alternativas.
3- ¿Me puedo comprometer?. Es la pregunta que mayor responsabilidad requiere
porque implica un mínimo de autoconocimiento de nuestros límites y
posibilidades ante lo difícil o imposible para cada uno y el conocimiento de
nuestros recursos.

Si coincide lo que podemos ofrecer con lo que el entrevistado necesita y nos


podemos comprometer, deberemos diferenciar el problema, crear una hipótesis de
trabajo y sugerir el tipo de intervención para lo que el proceso psicodiagnóstico es
la herramienta fundamental. Este proceso conlleva dos condiciones:
contextualización y acotación, es decir con un principio y un fin, una apertura y un
cierre, con el establecimiento de un raport y una comunicación fluida en pro de un
conocimiento que privilegie el quién sobre el qué o nosografía, indagando todas
las áreas (salud física,trabajo, relaciones sociales y ocio). En Cuidados Paliativos
cobra especial importancia investigar el área corporal (alimentación, descanso,
hábitos, actividades físicas) recordando que la psique se sostiene sobre un cuerpo,
que si además está enfermo, repercutirá más sobre ella.

Primer momento: se diagnostica la situación del grupo familiar y el tipo de relaciones o


vínculos entre el equipo, el paciente y la familia; la actitud ante la enfermedad y ante la
27
posibilidad de la muerte; cómo se da la culpa, qué tipo de conductas reparatorias
aparecen y la calidad de los cuidados.
Segundo momento: se elabora una estrategia paliativa, el entrenamiento familiar desde un
enfoque preventivo incluyendo a la familia al equipo interdisciplinario para atender el duelo
de la pérdida de salud y la posibilidad de la pérdida física.
Tercer momento: se continúa la asistencia a la familia aún luego de la muerte del
enfermo, si ésta lo requiere, sino se respeta.

Los objetivos del rol del psicólogo en cuidados paliativos son los siguientes:

- Detectar necesidades, conductas y recursos emocionales adaptativos y no


adaptativos del paciente, su familia y su entorno según las etapas evolutivas.
- Preservar y estimular las funciones de autonomía y autocuidado del paciente y la
familia, manteniendo la autoestima.
- Detectar dificultades en roles, factores de riesgo y vulnerabilidad psicológica de la
unidad de tratamiento.
- Favorecer el esclarecimiento de procesos emocionales normales y esperados en
estas circunstancias, deseos y temores ante la muerte, duelos normales en cada
etapa de la enfermedad.
- Detectar dificultades actuales y potenciales de comunicación entre paciente-
familia y equipo tratante.
- Realizar diagnóstico diferencial y de niveles de ansiedad, depresión y otros
trastornos psíquicos que dificulten la adaptación activa de la Unidad de
Tratamiento (paciente, familia y entorno afectivo) a la situación de enfermedad.
- Propiciar el alivio de los aspectos psicológicos del dolor.
- Diagnosticar trastornos psicológicos que requieran de interconsulta o derivación a
otro nivel.

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Para con el paciente:
- Ayudar, a través del apoyo humano a encontrar un para qué, el valor o el sentido
del sufrimiento, sustituyendo el rechazo por la aceptación.
- Aumentar la conciencia de enfermedad y de la realidad.
- Abordar el impacto emocional, reforzando la capacidad de adaptarse.
- Ayudar en el control de síntomas, mediante técnicas de respiración y relajación y
otras específicas.
- Optimizar sus estrategias de afrontamiento.
- Posibilitar el uso de sus recursos internos, desde lo que es posible elegir
(creencias, actitudes y forma de vincularse o de responder ante los
condicionamientos).
- Procurar la estadía en su hogar y evitar el encarnizamiento terapéutico.

Para con la familia y los cuidadores:


- Abordar el impacto emocional, promoviendo la adaptación emocional individual y
colectiva y la justa distribución de recursos.
- Capacitar para el cuidado del enfermo y el autocuidado de la familia, ya que se
puede mejorar el tratamiento domiciliario del paciente, entrenando a los familiares
a cargo de él (enseñanza de cuidados especiales).
- Facilitar el contacto sociofamiliar para evitar el aislamiento.
- Preparar para la pérdida previniendo el duelo patológico, promoviendo el duelo
normal.
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- Contener, acompañar, prevenir y/o tratar a los familiares durante el proceso de
duelo.
- Proteger al cuidador/es.

Para con el equipo:


- Abordar el impacto emocional, promoviendo la adaptación al paciente, su familia y
su situación.
- Facilitar la expresión y gestión de los sentimientos y emociones generadas en el
cuidado, las reuniones por área y del equipo.
- Elaborar estrategias de comunicación con el paciente y su familia.

Las actividades del área son:


- Diagnosticar: psicológicamente y diferencialmente entre síntomas por efecto
fisiológico directo de la enfermedad médica (DSM IV- F06) y trastornos mentales
que afectan el estado físico (DSM IV- F54).
- Registrar datos en la historia clínica (sociodemográficos, clínicos, diagnósticos, de
valoración, listado de problemas y plan de objetivos).
- Programar entrevistas familiares para favorecer expresión de emociones y/o
mecanismos defensivos normales (miedo, tristeza, negación, ira, etc.)
- Realizar entrevistas individuales ante la detección de familiar en riesgo.
- Evaluar necesidad de interconsulta y/o derivación psiquiátrica en pacientes o
familiares que lo requieran.
- Realizar entrevistas de seguimiento de la Unidad de Tratamiento.
- Accionar psicoprofilácticamente.
- Diagramar e implementar intervenciones psicoterapéuticas para el tratamiento de
los aspectos emocionales que acompañan al dolor y otros síntomas.
- Realizar entrevistas de esclarecimiento de información al paciente y la familia y de

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prevención de claudicación familiar.
- Implementar planes de elaboración del duelo con entrevistas familiares y/o
individuales y/o psicoterapéuticas.
- Detectar cambios y dificultades en los roles de los miembros de la familia.

En definitiva, evaluamos la calidad de vida desde la escala del distrés, que es muy
similar a un diagnóstico situacional o contextual. Y entonces, trabajamos desde el
componente emocional sin descuidar la sintomatología orgánica, para facilitar las
estrategias más adecuadas de afrontamiento según las fases (aguda, crónica o terminal)
que transita el paciente y su entorno. En el psicodiagnóstico no sólo se describe lo que el
hombre es, sino que se intenta investigar lo que el hombre puede llegar a ser. Más allá de
los datos, captar el ser de esa persona, su dimensión específicamente humana. El ámbito
del encuentro es el diálogo para descubrir el sentido, promocionando la autotrascendencia
y desarrollando las potencialidades de ambos: entrevistado, con su propia realidad y lo
que conoce de ella y entrevistador, con su saber teórico y técnico. La integración es
imposible sin el encuentro y la disponibilidad interna. En palabras de Laín Entralgo: para
el autoconocimiento y hacer advertido lo inadvertido, interpretar o develar lo oculto con la
esperanza depositada en las potencialidades del otro que deberá acompañarse de
paciencia o actitud de espera y de oportunidad. Esto es confiar en el proceso de
crecimiento del otro y respetar su ritmo, su intimidad, su libertad, su responsabilidad, su
vida con precaución o cuidado (Guberman, 1998). Así, el psicodiagnóstico (que incluye el
pronóstico) no escapa a la tarea terapéutica. Entendemos la terapia como aprendizaje
integrador de resultados y sugerencias donde curar es CUIDAR. A veces, en cuidados
paliativos, lo único que tenemos para empezar es el cuerpo dañado.
29
Por eso hay características muy importantes que tiene que tener un psicólogo clínico
en el área:
- cordialidad
- cierto liderazgo en el rol
- capacidad de brindar apoyo y de ampliar información
- capacidad de dar confrontaciones

El principio fundamental es que sea integral para ayudar a llevarlos a un equilibrio en


todos los órdenes de su vida, no sólo en el curso de su enfermedad, sino de sus aspectos
sanos, indisolublemente ligados al proyecto y la trascendencia en busca de un sentido o
valor (su cosmovisión, lo que orienta su elección): hacia “adentro”, hacia su mismidad
para intentar responder al “quién soy”, qué quiero” y hacia “afuera”: para intentar
responder “hacia donde voy”.
Ante alguien que sufre podemos sentirnos atrapados en la situación. Comenzar a usar
nuestros recursos para afrontar cada caso particular. Lanzarnos al desafío de encontrar el
significado del dolor aunque tengamos que renunciar a muchas cosas.

En síntesis, la muerte es parte del proceso natural y no un fracaso del sistema


sanitario. el dolor no discrimina y la finitud puede ser la posibilidad de desplegarse del
dasein (ser en-el-mundo o ser-ahí, concepto de Heiddegger3). En palabras de
Schávelzon, hay muchas más cosas en relación con el dolor que los analgésicos. Hay
mucho más para una mejor calidad de vida y/o de muerte. Recordar: curar a veces, aliviar
muchas más, acompañar siempre.

Esta es la experiencia que quise compartir y a la que espero se sumen muchos más.
Espero haberles brindado un aporte.
Córdoba, marzo de 2010.

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Bibliografía de referencia
Cassell, E. J. (1992). The nature of suffering: Physical, psychological, social and spiritual aspects.
Chapman y Gravin (1993). Suffering and its relationship to pain. Journal of paliative care, 9 (2),5-13
Di Marco, P., González; C y Beltramino, C. (2004). Alteraciones cognitivas y del esquema corporal
ante la experiencia del dolor en los pacientes oncológicos. Impacto neuropsicológico del cáncer y
sus tratamientos. Tesis de maestría, Facultad de Psicología, UNC, Córdoba, Argentina.
Guberman, M. (1998). Humanismo, logoterapia y proceso psicodiagnóstico. Bs.As.: San Pablo.
Holland, J. (1998). Handbook of psycho-oncology. New York; Oxford.
Saunders (1984). The philosofy of Terminal care. London: Arnold
Stedman, T. (1994). Diccionario de Ciencias médicas. Bs. As.: Panamericana.

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Filósofo existencialista.
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DIAGNÓSTICO FAMILIAR SISTEMICO

Autora: María Sol Balaguer

Lic. en Psicología

¿Cómo conducir la entrevista diagnóstica?

En la primera entrevista diagnóstica debe establecerse un contrato en torno de un


problema resoluble, descubriendo la situación social que por necesidad, lo genera.

La duración del la entrevista diagnóstica es de 50 minutos, 1 hora o varias horas en el


caso de una familia en crisis.

El lugar de referencia para llevarla a cabo es el consultorio, pero también puede ser
efectuada en la casa, el lugar donde trabaja, la escuela, la habitación de un hospital,
etc. Los honorarios son fijados por el terapeuta.

Al principio es conveniente conocer a todos los que están involucrados en la situación


problemática que genera el conflicto, ya que el cambio los afectará a todos.

La entrevista individual exige que el terapeuta sea capaz de calcular las

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consecuencias que acarreará el cambio para los miembros del sistema, que no estén
presente.

Cuanto más personas participen en la entrevista, tanto más eficaz y rápido será el
proceso terapéutico.

La primera entrevista diagnóstica debe esclarecer la estructura familiar y en el


transcurso de la misma, el terapeuta y la familia deben llegar a un acuerdo a cerca de
la naturaleza del problema y las metas u objetivos de la terapia. La tarea del terapeuta
es comprender el problema y formularlo de manera que pueda hacerse algo al
respecto.

ETAPAS DE LA PRIMERA ENTREVISTA

La primera entrevista comienza con el primer contacto establecido. Por lo general


alguien solicita telefónicamente una entrevista, y se recoge allí cierta información,
como edad del paciente, grupo de convivencia, etc. Se solicita en ese momento que
concurran todos los que viven en la casa a la primera entrevista.
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Al presentarse la familia se recorren las siguientes etapas:

-Etapa social, se saluda a la familia procurando se sienta cómoda.

-Etapa de planteo de problema, se interroga acerca del problema planteado.

-Etapa de interacción, se pide a los miembros de la familia que conversen entre si.

-Etapa de fijación de metas, se solicita a la familia que especifique los cambios que
quiere lograr.

-Etapa de cierre, conclusión de la entrevista.

Comenzaremos evaluando la motivación, ya que ésta juega un papel protagónico en


cualquier psicoterapia, debido a que es el factor de mayor peso predictivo en cuanto al
resultado del tratamiento.

MOTIVACIÓN EN LA PRE- ENTREVISTA

Quien pide la hora de la primera entrevista y para quien.


Facilidad o dificultad para acordar un horario.
Urgencia para concertar un día.
Pertenecer a cierta clase de pacientes:

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-quiero tratarme con Ud.
- quiero hablar con Ud. porque no se que hacer con este chico.

MOTIVACIÓN EN LA ENTREVISTA

Puntualidad

Como llega a la consulta, mandados, derivados o por iniciativa propia.

Presentación de la queja.

Intentos o no de solución del problema que motivó la consulta.

Cantidad y calidad de información útil.

Papel que juegan los otros significativos.

Que quiere lograr en la consulta/terapia.

También el terapeuta debe examinar en cada oportunidad a que están motivados, lo


que se halla determinado en parte por su marco teórico, en parte por su circunstancia
personal y en parte por las características de cada paciente en particular.
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PRE-ENTREVISTA

Comienza con el primer contacto a través de la llamada telefónica para pedir turno.
Aquí la motivación ocupa un papel protagónico.

Podemos determinar a que tipo de consultante pertenece, por ejemplo derivación,


recomendado, mandado. Se toma nota del nombre y la edad del paciente identificado.

Por último se solicita que concurran todos los que conviven con él.

ETAPA SOCIAL

En esta etapa se realiza la presentación del terapeuta y de la familia.

Todos los miembros de la familia deben participar en la acción, en todas las etapas de
la entrevista, especialmente en ésta de los saludos. Al entrar al consultorio se sentarán
donde y como lo deseen, una vez que se hayan presentado, el terapeuta deberá
dirigirse a cada integrante de la familia y preguntarle como se llama, edad, actividad,
horarios y datos de los ausentes.

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Esto se hace para definir la situación en el sentido que todos son importantes y están
involucrados en ella.

Aquí se registra una primera impresión del estado de ánimo de cada uno y del sistema
en general.

Se debe tener en cuenta el desplazamiento en el consultorio, cómo se ubican. La


actitud del terapeuta es comportarse como un anfitrión, haciendo sentir cómodo a sus
invitados. Trata que logren relajarse y realiza hipótesis tentativas.

El terapeuta se une a la familia haciendo que todos se sientan cómodos y se


consideren partícipes de la reunión.

No se permitirá que nadie hable del problema hasta lograr alguna respuesta social.
Este primer momento puede darnos datos significativos, nos permitirá ubicarnos en
como iniciar la próxima etapa. Se puede evaluar el grado de motivación de cada uno.
Ejemplo: desesperado, traído a la fuerza, ausente, etc. Se tiene una primera impresión
del estado de ánimo de cada uno y del grupo. También se observa el desplazamiento
en el consultorio, modo y lugar donde se sientan, y primera interacción con ellos.
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Ejemplo: se sientan agrupados madre/niños---------------------padre.

Madre/padre--------------------niños.

Padres muy severos con los niños, ante el menor movimiento los censuran.

Niño temeroso frente al terapeuta, que interpreta la visita como castigo, o temor a ser
abandonado.

Estas primeras conclusiones son provisorias, a corroborar más tarde y no deben ser
comunicadas a la familia, para no provocar actividades defensivas que puedan causar
dificultades posteriormente.

ETAPA DE PLANTEO DEL PROBLEMA

La primera etapa es breve, se puede iniciar la segunda preguntando porqué se solicita


la consulta u otra fórmula que indique la entrada en el tema específico. Esto tiene dos
aspectos, el modo en que se formula la pregunta y a quien va dirigida.

Es frecuente que alguno o todos los integrantes de la familia se sientan intrigados por
la citación colectiva, y es importante que el terapeuta aclare su posición. Ejemplo:

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quise que hoy vinieran todos los miembros de la familia para saber que opinan cada
uno de Uds. de la situación. La formula se adaptará al estilo del terapeuta y al tipo de
familia.

A continuación podemos preguntar:

¿Cuál es el problema? PROBLEMA

¿En que puedo ser útil? FUNCIÓN DEL TERAPEUTA

¿Qué cambios desean lograr? CAMBIO

¿Cuál es el motivo de consulta? PROBLEMA O CAMBIO

Cuanto más general sea y ambigua sea la pregunta, más campo se dará a la familia
para exponer su punto de vista y sus prioridades.

Sobre a qué miembro debe dirigirse la pregunta implica ya elegir desde el comienzo y
encierra una serie de alternativas: prejuicios del terapeuta, jerarquía no muy clara,
preocupación en algunos, etc. En general se recomienda dirigirse en primer término al
adulto que parezca estar más desligado del problema, tratando con la mayor atención
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y respeto a la persona más capaz de traer a su familia a nuevas entrevistas, lo que
dependerá de la estrategia del terapeuta. La idea es que todos y cada uno de los
miembros de la familia expongan su visión del problema. El terapeuta desea enfocar
claramente un problema para poder ayudar a cambiar las relaciones familiares.

Con respecto a cómo escuchar la exposición del problema, el terapeuta debe atender
sin hacer ninguna interpretación o comentario para ayudar al entrevistado a ver el
problema bajo una perspectiva diferente. Puede pedir precisiones sobre puntos
confusos, así como repetir una frase a fin de evaluar si hemos comprendido. Debe
brindar la oportunidad de manifestarse a cada miembro, procurando que todos aporten
sus ideas acerca del problema.

En esta etapa observa como actúa y que dice cada uno de los miembros del sistema.
Debe estar atento al grado de disponibilidad de cada uno, las expectativas que tienen,
el grado de facilidad con que cada miembro acepta su responsabilidad en el problema,
el grado de acuerdo o discrepancia con respecto al planteo del mismo, como así
también las reacciones de cada uno respecto del problema. Es importante atender el
contenido del problema presentado, donde depositan el problema, como formulan el
mismo involucrando a un miembro en particular o más de uno.

La misma conducta de un individuo toma un cariz distinto si se contempla el problema

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en función de diferentes números de personas. La tarea del terapeuta consiste en
encararla pensando en más de una, el terapeuta debe preguntarse que pasa dentro de
la situación total para que ocurra esto.

ETAPA DE INTERACCIÓN

Aquí ya debe estar claramente definido el motivo de la consulta, antes de comenzar la


interacción.

El terapeuta estimula a la familia a dialogar entre sí sobre el problema y deja de ser el


centro de la comunicación. Se pueden realizar desplazamientos en el lugar, acercando
o alejando algunos miembros.

El objeto es lograr que todos los miembros hablen entre sí, sin excluir a nadie. Se
procura traer la acción problema al seno de la reunión, reproduciendo la situación
familiar que genera la problemática. La visualización de la interacción entre los
miembros le permitirá al terapeuta establecer un diagnóstico de la situación.
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ETAPA DE FIJACIÓN DE METAS

Aquí se debe tratar de manera clara y precisa los cambios que se quieren alcanzar
mediante la terapia. Las metas, tanto como los problemas definidos, deben ser
computables, observables, que permita detectar de algún modo la influencia que
ejercen en ellos.

En esta etapa deben estar claros los siguientes aspectos:

¿Porque ahora?

Circunstancia actual del motivo de consulta

¿Desde cuándo sufre el problema?

Fluctuaciones en el tiempo y razones

¿En qué circunstancias el síntoma tiene lugar?

¿Con quién y frente a qué comportamientos?

¿En qué momentos u horarios?

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Lo ideal es poder acordar con cada miembro de la familia lo que está dispuesto a
hacer, en relación con la meta propuesta. Estos aspectos le permitirán al terapeuta
evaluar en entrevistas sucesivas si se han alcanzado los objetivos propuestos.

ETAPA DE CIERRE

La entrevista concluye con la concertación (día y hora) de una nueva entrevista, lo cual
puede plantear varias cuestiones:

Que la presencia de algún otro miembro es esencial para la terapia

Convenir la asistencia de esa persona

Plantear una directiva, propone “tarea para el hogar”.


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Bibliografía

Ackerman, A y Andolfi, M, 1994 La ciencia del sistema terapéutico. Paidós. Buenos


Aires.

Haley, Jay, 1980. Terapia para resolver problemas. Amorrortu. Buenos Aires.

Micucci et al, 1984 Técnicas de terapia familiar. Paidós. Buenos Aires.

O´Halon, Willian et al, 1995 Guía breve de terapia breve. Paidós. Buenos Aires.

Watzlawick, Paul, 1992 El arte del cambio. Herder. Barcelona.-

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EVALUACION PSICOLÓGICA (desde el modelo Psicodinámico)

Ficha de cátedra (año 2010).


Lic. Adriana Ginocchio
Prof. Asistente Cátedra de Psicología Clínica.

Introducción

La evaluación Psicológica es una de las funciones del psicólogo clínico.


Consiste en un proceso de investigación a fin de evaluar la personalidad del
entrevistado, utilizando técnicas, tales como las entrevistas y la aplicación de tests
proyectivos y psicométricos.
Durante su aplicación, no solo diagnosticamos e investigamos sino que también
prevenimos, en especial en la última entrevista (de devolución), en la cual
recomendamos tratamiento (si fuera necesario), sugiriendo modalidad (individual,
grupal, familiar etc.), y abordaje del mismo (psicoanalítico, cognitivo, sistémico etc.).
El psicólogo clínico que realiza psicodiagnóstico es denominado “psicodiagnosticador”
o “entrevistador” y quien acude a ser atendido “psicodiagnosticado” o “entrevistado”.
El psicodiagnóstico, es un proceso, por ser una situación que emerge y se desarrolla
durante su transcurso con otro (entrevistado), quien participa de la relación vincular,
durante un tiempo acotado (aproximadamente seis entrevistas). No es conveniente
excederse en la duración estipulada para el proceso, para evitar que se instale una
relación transferencial, difícil de resolver, si la decisión es no continuar con el mismo
profesional como terapeuta.
Es una relación novedosa y única para ambos: entrevistado y entrevistador.
Es recomendable, pero no imprescindible, que el psicodiagnóstico preceda al

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tratamiento y oriente al terapeuta respecto a él.
En la actualidad, es necesario revalorizar este proceso, ya que un buen diagnóstico
clínico es la base de la orientación vocacional y profesional, de las pericias forenses, de
la selección de personal y del trabajo terapéutico.
Freud en su escrito “sobre la iniciación del tratamiento” hace referencia a la importancia
de las primeras entrevistas con fines diagnósticos. El las llamó “entrevistas
preliminares” o “período de prueba” y las consideró ventajosas para el profesional y el
entrevistado, ya que permitirían saber si es posible o no, iniciar un tratamiento
psicoanalítico.
Grassano de Píccolo y colaboradores (1974), conceptualizaron al psicodiagnóstico
como “una situación bipersonal (entrevistado-entrevistador) con duración y roles bien
definidos cuyo objetivo sería lograr la descripción y comprensión, lo mas completa y
profunda posible, de la personalidad del entrevistado”.
Efectuar un psicodiagnóstico, no es solo arribar a una patología, y encontrar rasgos de
determinado cuadro nosográfico, sino comprender al entrevistado desde su totalidad.
Debe realizarse, teniendo en cuenta, no solo los aspectos patológicos sino también los
sanos del entrevistado.

Encuadre

Como toda tarea clínica, el psicodiagnóstico parte de un encuadre. Este permitiría que el
entrevistado configure el campo, al mantenerse constantes las variables del
entrevistador.
3
En la primera entrevista tenemos que decidir que encuadre elegir: según la edad y el
motivo de consulta del entrevistado, podrá ser más o menos estricto.
El encuadre incluye la modalidad y objetivos del trabajo, la duración, el lugar, los
horarios, honorarios y el rol de cada uno durante el proceso. Será explicitado por el
psicodiagnosticador al final de la primera entrevista, teniendo en cuenta: su actitud
técnica profesional: escuchar, observar y comprender; y los objetivos de la tarea:
obtener un diagnóstico bio-psico-social que permita realizar un pronóstico y
recomendación terapéutica adecuada.
Es imposible trabajar sin un encuadre, pero no existe “el encuadre”.
Bleger (1971) enfatiza su importancia en el campo de la entrevista, ya que al
mantenerse constantes las variables que dependen del entrevistador, se puede observar
mejor lo que le corresponde al entrevistado.
Nuestro rol será el de un observador no participante durante las primeras entrevistas,
hora de juego y administración de los tests; pero se transformará en activo en la
entrevista final, donde le daremos al entrevistado nuestra opinión sobre lo que le sucede.
Al final de la primera entrevista debemos explicarle al sujeto o a sus padres, que en los
próximos encuentros tendrá que jugar, hacer dibujos, o inventar historias y que luego
nos reuniremos para conversar acerca de los resultados.

Etapas del proceso psicodiagnóstico

1-Desde que se produce el pedido (en forma personal o telefónicamente) hasta el


encuentro con el profesional.
2-Primeras entrevistas con el adulto que consulta, o sus padres si se trata de un niño.
3-Hora de juego con el niño (es la primera entrevista con él).

- 120 -
4-Reflexión sobre el material recogido y selección de la estrategia a seguir.
5-Aplicación de técnicas proyectivas (gráficas y verbales) y psicométricas (si fueran
necesarias.
6-Entrevista u hora de juego familiar (si se cree conveniente).
7-Análisis de todo el material recogido, buscando convergencias y divergencias dentro
de él, pudiendo aceptar contradicciones si existiesen; renunciando a la omnipotencia de
poder entender todo.
8-Entrevista/s de devolución con el adulto o con los padres y luego con el niño.
9-Confección y entrega de un informe psicológico si se nos ha solicitado.

Objetivos del psicodiagnóstico.

A- Establecer un diagnóstico: en base a las hipótesis que en las sucesivas entrevistas


irán surgiendo, que se corroborarán o no con las de las técnicas aplicadas. Ni entrevistas
clínicas ni tests son herramientas infalibles, por eso es necesario utilizar ambos
instrumentos en forma complementaria, para llegar con mas seguridad a un diagnóstico
certero.
B- Obtener elementos de la relación transferencial y contratransferencial que se da
durante el proceso, los cuales nos permitirán prever como será el vínculo terapéutico.
C- Poder elegir y recomendar la estrategia y el abordaje terapéutico más adecuado.
D- Investigar: creando o profundizando nuevos instrumentos de exploración de la
personalidad.
4
E- Como medio de comunicación para conocer a fondo a la persona y poder establecer
con ella un buen rapport.
F- Como método, para que a través de la entrevista de devolución, el entrevistado acepte
las recomendaciones.
G- Para evaluar la marcha del tratamiento y poder apreciar sus avances o no (mediante
la técnica del uso de re-tests) e implementar cambios si fueran necesarios.

LA PRIMERA ENTREVISTA

Es el primer contacto personal con el adulto o sus padres, en el caso del niño. Si en ella
no logramos cubrir nuestros objetivos podemos continuar con una más.
El entrevistado nos dirá su motivo de consulta (manifiesto), y a lo largo del proceso
nosotros descubriremos el motivo subyacente (real o latente).
A lo que el consultante trae como motivo manifiesto de la consulta lo llamamos
“síntoma”.Generalmente el motivo latente no aflora porque angustia mucho y
permanece en el inconciente. Debemos preguntar cuando apareció el síntoma, con que
coincidió, y por que recién consultan ahora.
Además tenemos que averiguar respecto a sus fantasías de enfermedad y curación y
obtener una novela familiar o historia vital. También es necesario descubrir que
beneficios secundarios genera el síntoma y extender este análisis a nivel familiar.
Debemos también observar y reflexionar acerca de los datos transferenciales y
contratransferenciales que aparezcan en este primer encuentro.
La técnica de la primera entrevista debe ser al principio abierta, libre, no dirigida, para
que el entrevistado pueda explayarse sobre lo que le pasa; luego debe ser dirigida para
confeccionar la historia clínica completa y recabar información exhaustiva acerca de la

- 121 -
historia del síntoma y por último se debe establecer el contrato para el proceso
psicodiagnóstico.
Es importante lograr mantener un nivel de ansiedad saludable que favorezca el vínculo
transferencial y contratransferencial.
Podemos hacer señalamientos simples para enfrentar al adulto o a los padres del niño
con sus contradicciones, falta de recuerdos o dificultad para reconocer la importancia
que el síntoma tiene. También el uso de señalamientos es útil para disminuir el nivel de
ansiedad del entrevistado.
La comunicación verbal es el elemento esencial en la entrevista pero también es
importante el registro no verbal: gestos, lapsus etc..y el contratransferencial del
entrevistador.
Al cierre de la/s primera/s entrevista/s diagnóstica/s deberemos convenir con el
entrevistado o los padres (en el caso del niño) los pasos a seguir: cantidad aproximada
de encuentros, tareas a cumplir en cada uno de ellos (juego, dibujos, contar historias,
interpretar láminas etc…).También se debe hacer referencia al momento e importancia
de la entrevista de devolución, para cerrar el proceso; y a la realización y entrega de un
informe, si éste fuese solicitado.

SELECCIÓN Y SECUENCIA DE LA BATERÏA DE TESTS

Es la etapa posterior a las primeras entrevistas con el adulto o a la hora de juego con el
niño.
5
Para poder armar una estrategia respecto a que tests utilizar y en que secuencia debemos
tener en cuenta:
-Quien formuló el pedido: docente, neurólogo, pediatra, terapeuta etc…
-Por que lo solicitó al psicodiagnóstico.
-La edad cronológica del consultante.
-Momento vital que atraviesa.
-Nivel socio-cultural del sujeto.
-Posibles casos de déficit sensorial o comunicacional.
-Contexto espacio-temporal en el que se realiza el psicodiagnóstico.
-Elementos de personalidad a investigar.

Para aplicar a niños pequeños son recomendables los siguientes tests: dibujo libre,
desiderativo, C.A.T (animal o humano), Machover, y familia.
Para niños mayores de 10 años, adolescentes y adultos: dibujo libre, desiderativo,
Rorschach, T.A.T.o Phillipson, Machover, pareja, casa-árbol-persona,.
Si fuera necesario evaluar Cociente Intelectual puede aplicarse el test de Weschler y su
versión de Wisc para niños.
Para medir madurez viso motriz en niños,se usa Bender, que es también útil para
evaluar trastornos emocionales y/o posible daño neurológico en niños y adultos.

BIBLIOGRAFIA

Bleger,J. (1971). Temas de Psicología. Ed. Nueva Visión.

- 122 -
Fernández,J. (2009).”Psicodiagnóstico en los tiempos actuales”. Revista de Psicología y
Ciencias Humanas: La Fuente. Año 12. nº 42 .

Freud,S. (1913).”Sobre la iniciación del tratamiento”.Obras Completas. Tomo XIII. Ed.


Amorrortu

Freytes,A. (2009) “La posibilidad de reflexionar acerca del psicodiagnóstico”. Revista de


Psicología y Ciencias Humanas: La Fuente. Año 12. nº 42.

García Arzeno, M.E. (1997). Nuevas aportaciones al psicodiagnóstico clínico. Ed. Nueva
Visión.

Siquier de Ocampo, M.L. y colaboradores. (1974). Las técnicas proyectivas y el proceso


psicodiagnóstico. Tomo I. Ed. Nueva Visión.
6
Ficha de Cátedra

LA EVALUACIÓN CLÍNICA DESDE EL MODELO PSICODINÁMICO:


EL PROCESO PSICODIAGNÓSTICO EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
Año 2017

Mgtr. Elizabeth Jorge

Introducción
La evaluación clínica es una función fundamental en el ejercicio del psicólogo. Implica un
proceso de recoger y organizar la información acerca de una persona, para lograr una mejor
compresión de ella y poder hacer alguna predicción acerca de su conducta futura (Ladines Flores &
Sumba Vega, 2014). La información que el profesional busca obtener en el ejercicio de esta función
se relaciona con las características conductuales, emocionales, cognitivas o sociales de la persona
que consulta (Lemos, 2012).
Esta función adquiere características particulares según el modelo teórico de referencia del
profesional psicólogo. En el modelo psicodinámico se considera que los factores intrapsíquicos
constituyen la causa de la conducta manifiesta y se producen bajo la forma de impulsos, motivos,

- 167 -
deseos y conflictos (Mikulic, 2007). De esta manera, las variables que conforman el objeto de
estudio serían los procesos y contenidos inconscientes. Mediante la evaluación psicodinámica, se
busca comprender y describir la estructura psicológica, el modo en que se presentan los conflictos y
los síntomas y su significado, conocer la dinámica de los procesos y contenidos inconscientes, la
estructura psíquica del yo y de sus recursos adaptativos y defensivos, así como indagar la
accesibilidad del sujeto al tratamiento (Ávila, 1992, en Mikulic, 2007; Maganto Mateo, 2010).
Con el fin de lograr un diagnóstico psicodinámico, se parte de las observaciones clínicas, a
la vez que se utilizan las entrevistas clínicas y las técnicas proyectivas. Esta estrategia diagnóstica le
permite al psicólogo clínico inferir los elementos dinámicos y estructurales que sustentan la
conducta de quien consulta, a la vez que permiten su comprensión (Mikulic, 2007; Maganto Mateo,
2010).
En este trabajo se exponen las características generales del Proceso Psicodiagnóstico en
niños y adolescentes: concepto, encuadre, momentos y las técnicas utilizadas. Para finalizar se
hacen algunas consideraciones finales en torno al diagnóstico.

[1]
43
¿Qué es un Proceso Psicodiagnóstico?
Siguiendo a Siquier de Ocampo, García Arzeno y Grassano (2003), se puede definirlo como
una situación con roles bien definidos y con un contrato en el que una persona (entrevistado 1) pide
que la ayuden, y otra (psicólogo) acepta el pedido y se compromete a satisfacerla en la medida de
sus posibilidades.
Es una situación bipersonal (psicólogo-paciente o grupo familiar), de duración limitada,
cuyo objetivo es lograr una descripción y comprensión lo más profunda y completa que sea factible
de la personalidad total del paciente o del grupo familiar. Asimismo enfatiza la investigación de
algún aspecto en particular según la sintomatología y las características de la derivación (si la
hubiere). Abarca los aspectos pretéritos, presentes (diagnóstico) y futuros (pronóstico) de la
personalidad, utilizando para lograr tales objetivos ciertas técnicas (entrevista semidirigida, técnicas
proyectivas, entrevista devolutiva).
El Psicodiagnóstico puede utilizarse con diversos fines. Según García Arzeno (2003, pp. 10-
19) se pueden señalar los que siguen:
a) Establecer un diagnóstico. Esta es la principal finalidad y se refiere a explicar lo que sucede
a quien consulta, más allá de la explicación consciente que pueda describir. El diagnóstico
no equivale a poner un “rótulo”.
b) Evaluar el tratamiento. Se utiliza para evaluar cómo se da el proceso terapéutico, apreciar

- 168 -
los avances que se han logrado y planificar el alta, indagar el motivo del “impasse” y
establecer un diálogo entre paciente y terapeuta para poder acordar nuevamente en el
contrato de trabajo. Asimismo se puede utilizar para mostrar de manera “más objetiva” la
situación en que se encuentran en el tratamiento, especialmente cuando terapeuta y paciente
opinan diferente (uno cree que ya puede finalizar el tratamiento, y el otro no).
c) Como medio de comunicación. Dado que se necesita conocer a quien/quienes consultan, el
psicodiagnóstico puede ser un medio para facilitar esa indagación. Por ejemplo, a través de
ciertas técnicas (dibujo, hora de juego, etc.), se puede crear un clima óptimo de
comunicación, estableciendo el rapport necesario y respetando los tiempos de la persona.
d) En la investigación. Se puede llevar de dos maneras: (1) con la creación de nuevos
instrumentos para explorar la personalidad de los consultantes; (2) la utilización del
Psicodiagnóstico como una herramienta estandarizada para la indagación de una
problemática o padecimiento.
e) Como método para que el consultante acepte mejor las recomendaciones. A través de las
distintas instancias que supone el Proceso Psicodiagnóstico, se puede favorecer la toma de
1
En el texto original decía “paciente” en lugar de “entrevistado”. La autora considera que es importante hablar de
consultante o entrevistado mientras se refiere a la función evaluativa o diagnóstica, dado que el profesional no sabe de
antemano si quien demanda la intervención será un futuro paciente.
[2]
44
conciencia y el insight de quien/quienes consultan. De esta manera se favorece la
colaboración con el profesional en el trabajo terapéutico posterior.
f) Elegir la estrategia terapéutica más adecuada. Hacia el final del proceso de evaluación, se
podrán establecer hipótesis de pronóstico sobre el devenir del consultante. Estas conjeturas
pueden servir de guía para elegir cuál será la estrategia más acorde al caso en el tratamiento
posterior.

En concordancia con lo planteado por Cattaneo (2006, p. 90) se pueden hacer algunas
recomendaciones en cuanto al espacio físico donde se llevará a cabo el proceso, el accionar del
profesional y sobre la tarea en sí misma.
a) El espacio físico: El lugar debe ser adecuado y cómodo. Debe permitir mantener la
privacidad y evitar la presencia de personas ajenas. En lo posible, evitar interrupciones.
Disponer de tiempo para su uso y mantener el escritorio o mesa despejado de papeles que no
se utilicen.
b) El profesional: Debe presentarse desde su rol y describir el tipo de intervención que
realizará, y los fines que se propone. Utilizará la escucha atenta y sin prejuicios. Se mostrará
interesado. Debe favorecer la comunicación y la espontaneidad. Buscará lograr su confianza
con acciones genuinas. Tomará nota sólo de aquello imprescindible.
c) Sobre la tarea: El profesional podrá anticipar aproximadamente la cantidad de encuentros

- 169 -
individuales, con familiares, con profesores u otros. Explicará someramente el tipo de
actividades que se van a realizar. Evitará procedimientos rígidos. Profundizará sobre ciertos
temas a medida que el clima lo permita. No invadirá al consultante con muchas preguntas.
Manejará el „timing‟ de la persona que solicita la intervención. No formulará apreciaciones
valorativas de lo que cuenta. Al cierre de cada entrevista planificará con la persona
consultante la próxima reunión.

Encuadre y Momentos del Psicodiagnóstico


La interacción entre el psicólogo, la persona y la aplicación de las técnicas de evaluación
configuran un proceso diagnóstico con un encuadre de trabajo específico y distintos momentos que
dan cuenta del proceso dinámico.
El encuadre es el mantener constantes ciertas variables que intervienen en el proceso
(Siquier de Ocampo, García Arzeno & Grassano, 2003): roles, lugar, horario, duración y
honorarios. Para ello se deben aclarar los roles de cada una de las partes (profesional y consultante).
Es decir, establecer la naturaleza y los límites de la función de cada integrante. Se explicitará el
lugar y el horario donde se realizarán los distintos momentos de la evaluación. Se planteará la
[3]
45
duración estipulada para el proceso, tratando de que no sea muy corta ni demasiado prolongada. En
general, se establecen entre cinco y seis encuentros para el proceso. Por último, se plantearán los
honorarios que el profesional percibirá por la contraprestación de sus servicios.
En relación con los momentos del proceso, siguiendo a Siquier de Ocampo et al (2003), en
términos generales pueden enumerarse como sigue:
a) Primer contacto y entrevista inicial.
b) Administración de tests y técnicas proyectivas.
c) Cierre del proceso: devolución oral a los consultantes.
d) Informe escrito.

Sin embargo, según quiénes sean los consultantes, el proceso adquiere diferentes
características. Se pueden señalar principalmente dos tipos de razones (teóricas y prácticas) a
considerar al momento de diseñar la estrategia de evaluación clínica (Cattaneo, 2005). Entre las
razones teóricas es importante considerar el marco conceptual del profesional ya que determina el
modo de entender la persona, el concepto de aparato psíquico, de salud y de padecimiento. Entre las
razones prácticas se pueden mencionar: la edad del consultante, los objetivos de la evaluación, el
tiempo disponible, las características de los materiales o las técnicas que se implementarán, las
características de la persona que consulta, la validez y la confiabilidad de los resultados, el dominio
y la preferencia por parte del profesional por alguna técnica, lo que solicita quien deriva, etc.

- 170 -
En la siguiente tabla se describen los distintos momentos según se trate de niños,
adolescentes, jóvenes y adultos (Tabla N° 1):

[4]
46
Tabla N° 1. Momentos del Proceso Psicodiagnóstico según las edades de los consultantes.
Niños Adolescentes Jóvenes Adultos
Primer contacto El pedido de la consulta es realizado Son quienes generalmente realizan la
por los padres u otro adulto. A partir consulta.
de los 15 años aproximadamente, el
mismo joven puede solicitar acudir a
un profesional. A los 18 años suelen
realizar ellos mismos la consulta.
Entrevista Se realiza primero con los padres Los primeros encuentros se realizan
inicial (excepto en los adolescentes de 18 con los consultantes. El profesional
años que ya viven solos). podrá solicitar entrevista vincular o
Luego se hace con los niños y familiar si lo considera pertinente.
adolescentes. La modalidad elegida
dependerá de la estrategia que diseñe
el profesional, acorde a la edad:
entrevista, hora de juego, etc.
Si el psicólogo lo cree conveniente
puede implementar entrevistas
familiares o vinculares.
Entrevista de Teniendo en cuenta la edad y el motivo de consulta, se recomienda elegir
administración aquellos tests menos ansiógenos para comenzar. Generalmente se
de tests y implementan primero los tests gráficos (dibujo libre, HTP, Test de la Familia,
técnicas Test de la Pareja), luego los verbales (Desiderativo, Test de Apercepción
proyectivas Temática -CAT o TAT-, TRO de Phillipson, Test de Rorschach).
Si fuera pedido o el profesional quisiera evaluar posible daño neurológico,
cociente intelectual u otros aspectos, se implementan técnicas más

- 171 -
estructuradas (WISC o WAIS, Test Gestático visomotor de Bender, etc.)
Integración de Integraciones parciales y final de toda la información obtenida a lo largo del
los materiales proceso.
obtenidos
Entrevista de Primero a los padres, luego al niño y A quienes realizaron la consulta.
devolución adolescente.
Informe Dirigido a quien lo solicitó.

La pre-entrevista se inicia con el pedido de consulta y finaliza con la apertura de la primera


entrevista (Albajari, 2004, p. 34). Las preguntas que nos podemos hacer en este primer momento se
refieren a: ¿la consulta es espontánea o se hace por una derivación? En este caso, ¿quién realiza la
derivación? ¿Quién realiza el pedido? ¿Cómo es ese pedido? (urgente, desconfiado, indiferente,
ambivalente). ¿Cuál es nuestra impresión?
En el caso de los niños y adolescentes el “pedido de ayuda” raramente es solicitado por el
mismo niño o joven. En general, la consulta es solicitada por los padres, la escuela o por otro
profesional. Esto debe ser tenido en cuenta porque son otros quienes requieren que se los evalúe y
se los trate (Esquivel y Ancona, Heredia y Ancona & Lucio Gómez-Maqueo, 2007). Por ello es
importante crear un clima de confianza básica (Cattaneo, 2006). Es decir, ante desconfianza inicial

[5]
47
del niño o el adolescente, resulta conveniente explicarle en qué consiste la tarea, cuánto tiempo
durará, y sobre todo aclararle cómo se transmitirán los resultados, de qué manera y a quiénes. A
partir de los diecisiete o dieciocho años es el joven quien efectúa la demanda de ayuda profesional,
siendo incluso él mismo quien hace el primer contacto telefónico con el psicólogo.
Los motivos de consulta por lo que se solicita la atención psicológica son múltiples y muy
variados. Entre los más frecuentes se pueden mencionar: (a) Problemas de aprendizajes (generales o
específicos), (b) Problemas de conducta (auto y heteroagresión, dificultades de adaptación), (c)
Depresiones, miedos, (d) Desórdenes alimentarios, (e) Orientación escolar para el Ciclo de
Especialización, (f) Orientación vocacional para el ingreso al nivel terciario o universitario.
En nuestros días es habitual que las escuelas deriven a los niños cuando no aprenden o tiene
problemas de conducta. Esto genera, a su vez, diversas reacciones en los padres, para quienes
resulta una herida narcisista el que sus hijos no se desempeñen tal como lo hacen sus compañeros.
En muchas ocasiones, los progenitores pueden acudir al profesional angustiados, reticentes,
interesados, preocupados, buscando un cómplice, etc. Es por ello que deben considerarse en la
consulta las expectativas y las fantasías de los padres que demandan la atención.
Por otra parte, en el caso de la consulta por hijos adolescentes, Cao (2009) advierte sobre la
conmoción que se produce en la familia por la adolescencia de un hijo o más. Esto puede servir
como el “puntapié inicial” para solicitar una consulta o formular una demanda de tratamiento. Tanto

- 172 -
la consulta como la demanda pueden aparecer a partir de “la incipiente incomodidad de una
perturbación, de la incontrastable expresión de un desorden psicofuncional, del llamado de atención
de una sintomatología, o del sordo clamor de un trastorno. Cualesquiera de ellos proclamará su
existencia manifestando su predominancia en la persona del adolescente, en algún otro miembro de
la familia, o bien, en la dinámica vincular” (p. 129).
Janin (2008) advierte que cuando se consulta por un niño o un adolescente se deben
considerar múltiples aspectos, a saber: (a) no sabemos por quien se consulta, (b) que hay múltiples
transferencias en juego, (c) que los que piden la consulta están involucrados en aquello de lo que
hablan, (d) que los que consultan siempre piden algo para ellos mismos, (e) que el motivo de
consulta puede ser diferente para el niño/adolescente mismo, (f) que el modo de decir aquello que
les molesta puede tener modos de expresión variables, y (g) que seguramente aparecerán otras
cuestiones distintas al motivo de consulta inicial (desacuerdos, dificultades de cada uno de los
padres, anudamientos diversos) que llevarán a que ese niño/adolescente sea ubicado de un modo
determinado. La advertencia de la autora destaca la complejidad que se despliega en la consulta con
niños y adolescentes.

[6]
48
La entrevista es el instrumento clínico más utilizado en el psicodiagnóstico, ya que permite
obtener datos con mayor riqueza y amplitud en relación con otras técnicas de evaluación (Albajari,
2004, p. 13).
Para Aulagnier (2003) la primer entrevista tiene “un papel privilegiado por su carácter
espontáneo, sobre el cual nuestra manera de escuchar, las palabras que pudimos pronunciar, y aun
nuestro silencio, no han obrado todavía; y tampoco han movilizado, ni siquiera mínimamente, las
defensas, las maniobras de seducción, el movimiento de retirada o de huída hacia delante que
provocan mucho antes de lo que creemos” (p. 178).
Las primeras entrevistas generalmente se realizan primero con los padres, especialmente si
la consulta es por niños o adolescentes menores de 18 años. Sin embargo, en el caso de los jóvenes
pueden realizarse con los padres o con el adolescente, ya que no hay un procedimiento fijo a seguir.
Cada profesional puede elegir la modalidad de acuerdo al contexto donde desarrolle su práctica
profesional, el caso particular, el tipo de demanda, la edad del adolescente, si el joven es
independiente económicamente, si convive o no con sus padres, entre otros. Sin embargo, tal como
lo plantea Cattaneo (2006), “cuanto menos edad tenga, más necesitará el psicólogo la información
aportada por sus padres acerca de datos evolutivos sobre su desarrollo madurativo y social. Cada
profesional determinará la profundidad de la indagación sobre la historia evolutiva” (p. 90). Es
importante poder obtener datos para reconstruir la historia vital, que nos permitan integrarlos en la

- 173 -
elaboración del diagnóstico y nos permitan comprender lo que está sucediendo teniendo en cuenta
la historia personal y familiar del adolescente.
Las entrevistas con los padres se constituyen como la técnica fundamental para obtener
datos sobre el motivo de consulta, las características sobre la personalidad del niño y el adolescente,
y la dinámica familiar. Es a partir de toda esta información que el profesional podrá realizar
inferencias diagnósticas y pronósticas. Siguiendo a Borell y Russo (2013), se puede afirmar que
estas entrevistas pueden tener dos momentos: libre y semi-dirigido. La entrevista libre comienza
con una pregunta abierta que remite al motivo de consulta: ¿Qué es lo que les preocupa de su
hijo/a?, ¿Qué los lleva a hacer la consulta por su hijo/a?, Háblenme de su hijo/a. De esta manera, los
padres junto con las intervenciones mínimas del psicólogo, irán configurando el campo de la
entrevista. En la entrevista semi-dirigida se busca explorar las distintas áreas que permitan conocer
la historia vital del niño o el adolescente, de la familiar nuclear y de las familias de origen de cada
uno de los progenitores. En relación con la historia del niño o el adolescente se indagará sobre el
embarazo, parto, alimentación, uso del chupete, lenguaje, motricidad, dentición, sueño, control de
esfínteres, juego, sexualidad, esclarecimiento sexual, enfermedades, escolaridad, y relaciones
afectivas. En cuanto a la historia de la familia, constitución de la familia actual, origen de cada uno

[7]
49
de los padres, roles, crisis, dinámica familiar, condición actual, ideología de crianza y proyectos de
la familia, entre otros.
En el encuentro con los niños y los adolescentes es importante que desde el contacto inicial
el profesional se muestre cordial y receptivo, para favorecer un buen rapport y posibilitar que se
establezca el vínculo. También es fundamental preguntarle si conoce el motivo por el que está allí.
Veremos si tiene percepción del conflicto, si cree que necesita algo, si no considera necesario
realizar la consulta, entre otros. Todos estos datos, juntos a los aportados por los adultos nos
servirán para establecer el diagnóstico, el grado de conciencia de enfermedad y el pronóstico.
Una de las maneras de conocer al joven es a partir de la disposición receptiva y de la
escucha atenta por parte del psicólogo de los mensajes verbales, gestuales y escritos. Sin embargo,
no debe confundirse esta actitud con pasividad en el desempeño del rol.
Luego de los primeros encuentros, podremos utilizar una o dos entrevistas con
administración de técnicas y/o tests. Siquier de Ocampo y García Arzeno (2003) proponen que, al
planificar la batería de tests, el profesional debe considerar al proceso psicodiagnóstico como lo
suficientemente amplio como para comprender bien al entrevistado, pero al mismo tiempo, no debe
excederse (alargarlo excesivamente) porque esto implica una alteración en el vínculo psicólogo-
entrevistado (p. 51).
Se pueden señalar algunas pautas generales para esta planificación y siguiendo a las autoras

- 174 -
antes mencionadas. Por un lado, se deben elegir tests que recojan el mayor número de conductas
posibles (verbales, gráficas y lúdicas). Así se podrá comparar un mismo tipo de conducta disparada
por distintos estímulos o instrumentos, y diferentes tipos de conductas entre sí. Por otro, es
importante discriminar la secuencia en que se administrarán las técnicas seleccionadas, teniendo en
cuenta el tipo de instrumento elegido, el caso particular por el que se consulta, y que los tests más
ansiógenos o que movilizan una conducta acorde con el síntoma, no se tomen al comenzar con la
batería.
La integración de los materiales obtenidos se puede realizar a medida que se van
sucediendo cada una de las entrevistas, con sus convergencias y divergencias. Asimismo, se realiza
una integración final, donde se combinan los datos obtenidos durante el proceso psicodiagnóstico,
así como la información obtenida desde otras personas relacionadas al niño o al adolescente. En el
caso de quienes concurren derivados por la escuela, es útil la información (y el informe por escrito
si lo hubiere) de parte de docentes, preceptores, directivos y profesionales que se desempeñen en el
Gabinete Psicopedagógico. Los padres suelen brindar espontáneamente las copias de los boletines o
libretas con calificaciones, y algunas notas que pueden enviar los actores institucionales. Todo esto
posibilita extraer datos sobre las habilidades, motivaciones, dificultades, de los tipos de

[8]
50
comunicación, el rendimiento académico y la conducta social, permitiendo en general una idea más
amplia del niño y el adolescente.
La entrevista de devolución es una “comunicación verbal discriminada y dosificada que el
psicólogo hace al entrevistado, a sus padres y al grupo familiar, de los resultados obtenidos en el
psicodiagnóstico. La transmisión de esta información es el objetivo básico, que se concreta en una
entrevista a posteriori de la administración del último test. El segundo objetivo consiste en observar
la respuesta verbal y preverbal del entrevistado y sus padres ante la recepción del mensaje del
psicólogo. Esto constituye otra fuente informativa que permite sintetizar acertadamente el caso y
emitir el diagnóstico y pronóstico con mayor margen de certeza, al tiempo que permite planificar
más adecuadamente la orientación terapéutica” (Siquier de Ocampo, 2003, p. 392).
De acuerdo al caso, el profesional elegirá cuál será la modalidad de cierre del proceso
diagnóstico. Un aspecto importante es “mantener el respeto por lo que el niño y el adolescente dice
o hace”. Para que no se sienta traicionado es necesario llegar a un acuerdo con él sobre lo que será
comentado con otros adultos, por ejemplo sus padres (Cattaneo, 2006). Generalmente se puede
realizar primero una entrevista de devolución a los padres y luego al niño o al joven, especialmente
en donde llegan a la consulta por iniciativa de los adultos, y cuando son menores de dieciocho años.
Además, como son los progenitores quienes deciden si pueden o quieren acceder al tratamiento, si
esa fuera la indicación que se realiza, la devolución al niño y al joven debe contemplar el acuerdo

- 175 -
alcanzado con los padres. Por otra parte, cuando es el mismo joven quien formula el pedido de
atención o en situaciones que así lo requieran, luego de hacer la entrevista de devolución con el
adolescente, se pueden citar a otras personas significativas. También puede suceder que desde el
colegio se requiera un cierre del proceso, sobre todo si la derivación proviene desde la institución.
Esto puede aclararse al niño/adolescente y a la familia, haciendo acuerdos sobre lo que se
transmitirá.
Estos procedimientos no invalidan el marco de privacidad y confidencialidad del abordaje
evaluativo. Sin embargo, es importante que “para mantener una buena relación, es conveniente que
esa información forme parte del „contrato‟ y se le explicite qué se hará con los resultados. Si al
adolescente se le transmite que el objetivo de nuestra intervención es comprender su situación y
brindar las orientaciones necesarias, aceptará nuestra propuesta” (Cattaneo, 2006, p. 89).
Para llevar a cabo la devolución es útil elaborar una guía de la información que será
comunicada. Albajari (2004) advierte que debe ser “elástica” ya que puede modificarse a lo largo de
la entrevista en relación con nuevos indicios, reacciones, comentarios y asociaciones del
entrevistado (p. 52). El proceso de devolución comienza con el motivo manifiesto de consulta (el
motivo por el cual se realiza la consulta). Se inicia con los aspectos más sanos del entrevistado y se
continúa con los más ansiógenos, que pueden estar relacionados con las áreas menos adaptadas o
[9]
51
„enfermas‟ del entrevistado, aunque no siempre coinciden. La autora antes mencionada advierte
sobre no posicionarse en un rol superyoico o acusador, sino permitir que el entrevistado y sus
padres puedan ir integrando la información, que la entrevista se constituya en una experiencia de
aprendizaje y pueda establecer un cierto grado de insight en relación con la problemática planteada.
“El psicólogo debe evaluar en cada caso en particular las características del entrevistado, su
capacidad para elaborar el quantum de información a recibir. El profesional debe tener cuidado en
no comunicar información en forma excesiva, ya que podría estar movilizando un gran monto de
ansiedad; inversamente, también debe estar atento de que ésta no sea escasa ya que restringir
información al entrevistado, puede resultar frustrante para él” (Albajari, 2004, p. 53).

Consideraciones finales
Para finalizar este apartado, es importante hacer una reflexión en torno al objetivo principal
la evaluación clínica desde el modelo psicodinámico: el diagnóstico. Fernández (en Garaventa,
2014, p. 18) afirma:
“El diagnóstico se ubica dentro de los tiempos lógicos de la escucha como una conclusión
necesaria aunque conjetural para decidir cómo vamos a encarar el tratamiento, si lo
vamos a encarar o no, si nos sentimos dispuestos, si tenemos deseos de hacernos cargo de
la dirección de ese tratamiento o no. Diagnosticar es pensar qué hace que ese sujeto que
se las venía arreglando sin ayuda profesional, de pronto aparezca frente a nosotros

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intentando balbucear alguna razón por la cual la cosa ya no funciona más, porque para
que alguien consulte o sea traído a la consulta algo distinto y/o nuevo ha de habido operar
en ese sujeto en esa vida, o en esa familia, o en la escena, o en el análisis anterior en el
que esa persona estaba. Algo ha vuelto al síntoma, al delirio, al agujero del que se trate, a
la relación anterior: analista-paciente: insoportable, algo hace que se piense que la palabra
debe ser escuchada por otro desconocido al que a veces se le supone saber y otras no,
pero cuya presencia va a posibilitar testificar algo que haga el padecimiento un poco más
soportable, o simplemente diferente. No sólo no sabemos de su estructura, sino tampoco
sabemos de sus recursos, de sus limitaciones y de sus habilidades. Qué lo hace padecer,
cómo se las ha arreglado con lo que le tocó en suerte, cómo jugó sus cartas”.

Se destaca entonces, la responsabilidad profesional que implica la evaluación clínica de una


persona que llega a la consulta y sobre la cual nada sabemos a priori. No debe olvidarse que el
diagnóstico funciona como una “brújula que orienta el camino y las acciones a seguir” (Wettengel,
Untoiglich & Szyber, 2009). Por lo tanto, no debe presentarse como un saber acabado y cerrado.
Por el contrario, no intenta develar lo ya conocido, sino que aspira a construir en ese encuentro
entre el niño, el adolescente, sus padres y el psicólogo, un saber nuevo sobre el malestar que los trae

[10]
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a la consulta, para que de esta manera se pueda inventar, crear, otros modos de abordar ese
padecimiento. Como dice Untoiglich (2013), “se tratará de construir verdades parciales, escritas en
lápiz, que abran a nuevas reescrituras y que ayuden a crear diversas estrategias para esa situación,
que siempre estará en revisión y, a su vez, de un trabajo que se vaya realizando con el niño, el
adolescente2, los padres y la institución escolar, que generará nuevas condiciones de cambio” (p.
14).
Durante el Proceso Psicodiagnóstico con niños y adolescentes se buscará promover la
expresión más libre posible de los padres y de sus hijos. La evaluación clínica se usará para explorar
la subjetividad y reformular una historia de vida. Al investigar las subjetividades en juego, el
profesional acompaña en la comprensión de la historia individual y familiar, y de su dinámica con
todos los elementos contextuales que le configuran. Siguiendo a Maganto Mateo (2010) se puede
afirmar que se rastrean historias de vida, accediendo al pasado no como un cúmulo de datos rígidos
e inalterables, sino que a través del encuentro de dos subjetividades (profesional y consultante) se
produce algo nuevo, se refleja la historia libidinal de las personas y dicha historia se mira desde una
perspectiva diferente, marcada por el presente. Así es como puede accederse a la construcción de
las hipótesis diagnósticas.
Sin embargo, tal como nos advierte Untoiglich (2013), los profesionales deben escribir estos
diagnósticos de niños y adolescentes en lápiz, para que no se constituyan en una marca indeleble en

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la vida de las personas. Tanto los niños como los adolescentes, se encuentran en procesos de
constitución de su subjetividad, es parte de un entramado configurado con otros (familia nuclear,
familia extensa, escuela, amigos, pares, docentes, etc.) y se hallan atravesados por la cultura y las
características de la época actual. De esta manera, el diagnóstico se construye en un devenir que se
modifica por el mismo proceso de maduración y crecimiento de los niños y adolescentes por los que
se consulta, a la vez que se modifica por el trabajo del psicólogo en el espacio clínico del
consultorio y la escuela.

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Borelle, A. & Russo, S. L. (2013). El psicodiagnóstico de niños. Criterios de evaluación en las
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2
En el original sólo decía “el niño”, la autora de esta ficha le agregó “el adolescente”.
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53
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