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Modelo Politico

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MODELO POLÍTICO

Capitalismo:

El capitalismo puede definirse como el sistema económico basado en el libre mercado, la


propiedad privada de los medios de producción y el aumento de capital. Es el mercado el
mecanismo encargado de asignar de forma eficiente los recursos escasos y el capital es la
fuente utilizada para generar riqueza.

El sistema capitalista está basado en la titularidad privada de los recursos productivos:


pertenecen a personas y no a organizaciones públicas como el Estado. La economía tiene
como objetivo el estudio de la mejor manera de satisfacer las necesidades humanas con
unos recursos limitados de los que se disponen y, en este sentido, el capitalismo considera al
mercado como el mecanismo más óptimo para llevarlo a cabo.

De esta forma, el capitalismo ve necesaria la promoción de la propiedad privada y la


competencia. Los factores imprescindibles de la producción son el capital y el trabajo: el
sistema capitalista propone que el trabajo se proporcione y se vea recompensado con
salarios monetarios, siendo aceptado por los empleados libremente.

Origen del capitalismo:

Economía libre o economía de libre mercado son otros términos utilizados para denominar el
capitalismo desde sus orígenes. Pese a que el comercio y los mercaderes existen desde el
surgimiento de las primeras civilizaciones, el sistema capitalista apareció en Europa a partir
del siglo XIII.

El capitalismo sustituyó al feudalismo como sistema económico en la mayor parte del


mundo. Antes del sistema capitalista, el trabajo estaba considerado como una obligación
derivada de los vínculos de servidumbre feudal, como obligación socio-moral del propio
sujeto hacia su comunidad o de la esclavitud.

Por ello, el capitalismo surgió como proposición del trabajo a cambio de sueldos (capital),
eliminando las ideas feudales de esclavitud o servidumbre.

Capital como centro y objetivo

¿Cuáles son las características del capitalismo? Una de las principales es acumular capital y
riqueza mediante el trabajo productivo es el centro y objetivo del capitalismo, haciendo
referencia al enriquecimiento individual y las asociaciones con fines de lucro y a un
crecimiento económico de la sociedad. Las políticas gubernamentales deben lograr un
equilibrio adecuado entre clases sociales.

Defensa de la propiedad privada

Otra característica del capitalismo y de la sociedad de clases es la base de la propiedad


privada de los medios de producción. Esto se refiere al derecho de cada propietario de
explotar los medios que tiene para generar beneficios económicos. El capitalismo lo
considera como un derecho que asegura el crecimiento económico de la población, la
libertad de los ciudadanos y la eficacia del sistema.

Fomento de la movilidad social

En el feudalismo, toda persona nacida en un determinado contexto o clase social se veía


condenado a permanecer para siempre en ella. En cambio, entre las características del
capitalismo actual se encuentra la movilidad social, es decir, que cualquier persona pueda
ascender socialmente a través del aumento de su capital y riqueza con independencia de
sus orígenes.
Clases socioeconómicas

El capitalismo conforma una sociedad de clases: la burguesía (alta, media y baja), el


proletariado y el campesinado.

- La burguesía alta: controla los medios de comunicación, de producción, el sector


bancario, financiero y la tierra. Es la clase que recibe la renta obtenida por la explotación de
los medios de producción, ya que le pertenecen.
- La burguesía media: ocupa cargos profesionales, administrativos e intelectuales y la
pequeña burguesía corresponde al sector de artesanos pequeños, funcionarios,
comerciantes y empleados asalariados de rango bajo.
- La baja y media burguesía: pueden tener medios de producción bajo su propiedad, pero
si no tienen trabajadores a su cargo no explotan a nadie: los talleres de oficios y de artes son
un buen ejemplo.
- El proletariado: está compuesto por la clase obrera perteneciente al sector industrial, es
decir, el trabajo no cualificado.
- El campesinado: está destinado a la producción del campo.

Libertad de asociación y de empresa

El sistema capitalista defiende y ejerce una libertad de empresa, tanto de servicios como de
bienes, en virtud de los derechos de propiedad sobre los medios de producción. La libertad
para administrar e invertir en empresa privada con autonomía se incluye en la libertad de
empresa.

Este aspecto implica la elección del área de trabajo, lucrarse de los beneficios, una inversión
libre de los recursos e incluso cerrar cuando sea preciso la propia empresa.

Ley de oferta y demanda

El modelo de producción del sistema capitalista genera servicios y bienes que, al mismo
tiempo, generan una oferta y demanda a través de las cuales se acuerdan unos precios. El
precio de los servicios y bienes se fija mediante variables como el valor de uso.
La disponibilidad del objeto de intercambio, con un valor de uso (proporción entre un número
de bienes y servicios ofrecidos y los demandados por los consumidores), incide también en
el precio. Así pues, si un producto de necesidad básica se convierte en escaso, aumenta su
precio.

Promoción del libre mercado

Para el capitalismo, la libertad de mercado es esencial para que su modelo económico y


social sea eficiente. Esta libertad permite tasar precios o el valor de cambio de acuerdo a la
conocida como ley de oferta y demanda. El sistema capitalista combate de forma activa la
interferencia y los controles del Estado en la regulación de precios.

Reconocimiento de la libertad de trabajo

Otra de las características del capitalismo y de la sociedad de clases es que el crecimiento


de capital es dependiente de la oferta de servicios y de la fabricación a gran escala de bienes
de consumo. Para que sea posible, se requiere la contratación de mano de obra (personal
obrero, administrativo y técnico).

El vínculo entre el capitalista inversor y el trabajador queda establecido en condiciones de


libertad, por lo que el empleado es libre de aceptar el trabajo según sus capacidades,
obligaciones e intereses. Si lo acepta, percibe un salario base por los servicios que presta,
quedando liberado de esta manera de la servidumbre y favoreciendo la movilidad social.
Promoción de la competencia

Al regirse por la ley de la oferta y la demanda, en el sistema capitalista se genera una


competencia entre productores para captar la atención del mercado y obtener unas
ganancias superiores. Otra de las características del sistema económico capitalista es que la
competencia sirve para estimular unos precios más solidarios, con productos y servicios de
mejor calidad, representando así un factor de crecimiento económico.

Interferencias mínimas del Estado

En el sistema capitalista, el Estado no puede interferir directamente en la economía porque


su acción entorpece el crecimiento económico. Según las tendencias del capitalismo, la
posición del Estado puede oscilar entre una participación discreta (que se limita a arbitrar la
relación entre actores sociales y una buena gestión de los recursos conseguidos por la
producción privada) y la abstención absoluta de la ingerencia del Estado.

Neoliberalismo

El neoliberalismo es una corriente económica y política asociada al capitalismo.


Sostiene que la economía se debe regir por el libre comercio, estar desregulada y
privatizada, es decir, con menor intervención de las políticas del Estado.

El término fue promulgado en 1938 por el economista alemán Alexander Rüstow y


obtuvo especial popularidad a partir de 1980, luego de que líderes como Ronald Reagan
(EE.UU.), Margaret Thatcher (Inglaterra) y el economista Milton Friedman (EE.UU.) lo
enunciaran en sus discursos y en la práctica, en un intento de reformular el liberalismo
clásico y de enfatizar al sistema capitalista.

El neoliberalismo considera que la intervención del Estado mercado promueve la


ineficiencia a través de las regulaciones sobre las industrias, los altos impuestos y servicios
públicos que no están sujetos a la competencia del mercado.

El sistema neoliberal pretende capitalizar el accionar del Estado y generar mayor


producción con menor inversión social. Esta premisa recae en un dilema debido a que en la
práctica no resulta justa o equitativa.

Origen del neoliberalismo

El neoliberalismo como filosofía económica surgió en 1930, ante la necesidad de


replantear el liberalismo clásico que no resultó exitoso y ante el agotamiento económico del
modelo capitalista.

Desde la teoría, el liberalismo clásico defendía la libertad individual, el libre mercado, la


igualdad ante la ley, la igualdad de género, el capitalismo, la propiedad privada,
la democracia y el estado de derecho. Pero en la práctica, la corrupción y falta de moral no
permitieron implementar esta teoría de manera total.
El modelo capitalista defendía la circulación de gran cantidad de capital a nivel masivo, lo
que implicó un aumento de la inflación y una destrucción de la economía. A partir de 1929
tuvieron lugar fuertes crisis económicas a nivel mundial, como la Gran Depresión.

Los principales defensores del neoliberalismo consideraban que las políticas monetarias
basadas en el modelo de John Keynes y la corriente liberal clásica fueron las causas de las
crisis mundiales. En base a esos fundamentos, los conservadores neoliberales se
postularon nuevamente en el poder, también a partir de la década 1980.

Características del neoliberalismo

El sistema neoliberal exige reducir la intervención del Estado con una menor carga
impositiva y una menor restricción legislativa sobre mercado para que, de esa manera, las
grandes empresas (que representan un grupo capitalista de la minoría) puedan ejercer
control de los negocios, las industrias, la producción y el comercio interno y externo.

Entre las principales características del neoliberalismo se destacan:

- La privatización. Consiste en que los servicios como la educación, la salud, la seguridad,


la bancarización, entre otros, sean administrados por entidades privadas en lugar de estar
regulados por el Estado. Es decir, que el acceso a los servicios está restringido solo a
quienes tengan dinero suficiente. Las personas que no tienen acceso a una educación
adecuada no podrán progresar en su trabajo y en su vida profesional. Por ende, la
privatización de todos los servicios solo promueve beneficios para una minoría y la falta de
calidad de vida para una mayoría.

- El libre mercado. Consiste en que los precios de los bienes y de los servicios se regulen
en base a la oferta y la demanda, en un mercado libre de restricciones por parte del Estado.
Defiende la apertura de las importaciones y el control por parte del sector privado. Si esa
modalidad no es moderada y regulada, contribuye a un menor desarrollo de la producción del
país y solo enriquece a quien puede importar y vender esa mercadería a nivel nacional. No
promueve el crecimiento comercial del resto del sector productor, que se vuelve cada vez
menos competitivo.

- La competencia. Consiste en fomentar la competitividad en toda relación laboral, tanto en


el sistema productivo como en la oferta de servicios, a fin de obtener más variedad de
opciones en el mercado. El problema surge ante la falta de regulación para establecer límites
en el accionar comercial, lo que puede desencadenar en una competencia desleal a costa de
la explotación laboral, de la difusión engañosa, entre otros.

Ventajas y desventajas del neoliberalismo

El libre mercado permite el comercio con pocas restricciones entre gobiernos.

La principal característica del sistema neoliberal consiste en que solo una minoría de la
población accede a beneficios. Desde la teoría se plantea como una propuesta adecuada,
pero llevada a la práctica el modelo ha demostrado que no funcionó de manera eficiente ni
justa para toda la población, en especial, debido a la corrupción.

Las principales ventajas del modelo neoliberal son:

- El libre mercado. Promueve el comercio sin fronteras y con pocas restricciones del Estado
para comercializar con los diferentes gobiernos.

- La competencia. Promueve la variedad de productos y de servicios, lo que genera un


contexto de mejora continua para destacarse en el mercado respecto al resto de las ofertas.

Las principales desventajas del modelo neoliberal son:

- La desigualdad. Promueve un conjunto de estrategias económicas que tienen impacto


social y que generan una gran diferencia de clases. Por ejemplo, solo aquellos que tienen
acceso a los servicios privados, como la educación, podrán alcanzar un mejor desarrollo
profesional. La mayoría de quienes no tienen acceso a ese tipo de servicios, no pueden
progresar.

- El monopolio. Promueve que el poder sea controlado por una minoría elitista que acapara
la productividad y la oferta de servicios. Quienes no tienen o no pueden generar dinero, no
logran llevar a cabo sus propios negocios, pero sí son necesarios como mano de obra del
sistema productivo.

- Los problemas económicos. Promueve un incremento de precios sin control y sujetos a


las leyes deliberadas del mercado en mano de los monopolios. Además, se genera una
disminución de los salarios ante la gran demanda de trabajo, por lo que la mano de obra se
abarata.

- Los problemas ambientales. Promueve la obtención de la mayor ganancia en el menor


plazo posible. En muchos casos eso implica no respetar los procesos y las normas
establecidas para el cuidado de los recursos y del medio ambiente, del aprovechamiento de
los recursos no renovables, de la calidad de vida de las personas o del desarrollo industrial
responsable.

Opositores al neoliberalismo

Las organizaciones sociales populares, los partidos políticos de izquierda y las corrientes que
se basan en ideas socialistas y comunistas, son los principales opositores de la filosofía
neoliberal. Los sindicatos laborales que ven amenazados sus principios y derechos
adquiridos, luego de tantos años de lucha, también se oponen a las ideologías neoliberales.

Socialismo

El socialismo es una corriente filosófica de pensamiento económico, social y político,


así como un conjunto diverso de teorías políticas, movimientos y sistemas socioeconómicos
que en dicho pensamiento se han inspirado.

Todas ella tienen en común la defensa de la propiedad pública, colectiva o cooperativa


de los medios de producción de la sociedad, en lugar de su propiedad en manos privadas.
Además, propone la planificación y organización de la vida social y económica desde las
fuerzas que componen al Estado.

Es decir, se trata de un conjunto de modelos filosóficos, políticos, sociales y económicos


cuyo objetivo es construir una alternativa al capitalismo y a la acumulación de capitales y
de propiedad privada que lo caracteriza. Esto con el deseo de construir una sociedad
sin clases, percibida como una sociedad más justa y con una distribución más justa de las
riquezas.

No hay, sin embargo, una forma única de socialismo. Ni siquiera hay un consenso respecto
de qué es exactamente o cómo se debería implementar en lo político, social o económico.

Así, existen formas más radicales (que suelen llamarse comunistas) que proponen la
abolición de la propiedad privada, y otras en cambio que proponen la convivencia con
la economía de mercado, aunque bajo formas de control y espíritu social. Lo mismo ocurre
en lo político con el respeto a la democracia y a la diversidad de los partidos: hay quienes
proponen la dictadura del proletariado, y otros que defienden la socialdemocracia.

Características del socialismo

Si bien los rasgos del socialismo pueden variar enormemente de acuerdo a su puesta en
práctica, generalmente se consideran como sus características las siguientes:

- Debilitamiento de la propiedad privada en favor de modelos sociales o comunitarios de


propiedad, especialmente en lo referido a los medios de producción (fábricas, por ejemplo).

- Modelo económico que apunta a la producción, más que en la generación y


acumulación de capitales y está dirigido por el Estado.

- Aplicación de diversos métodos de redistribución de la riqueza, como impuestos a los


que más tienen y planes de ayuda para quienes menos tienen, para tratar de uniformar
económica y socialmente a la sociedad.

- Empoderamiento del Estado que, dependiendo del caso, puede o no ir en detrimento de


la democracia y de los partidos políticos.
- Fuerte intervención del Estado en los asuntos económicos y sociales.

- En las variantes más utópicas, plantea la sociedad sin clases sociales: ni pobres ni
ricos, sino una gran masa trabajadora autogestionada.

Historia del socialismo

Karl Marx le dio al socialismo una teoría unificadora y de espíritu racional.

El socialismo nació como movimiento en el seno de la sociedad industrial, aunque su filosofía


posee antecedentes muy anteriores. Se pueden rastrear ideas socialistas o comunistas en
textos tan antiguos como los escritos sobre la República de Platón (c. 427-347 a. C.), en las
prácticas comunitarias de los primeros cristianos, o en la forma de organización
socioeconómica del Imperio Incaico (1438-1533).

El uso del término “socialista” con el sentido contemporáneo data de alrededor de 1830. Se
usó para describir al ala más radical de los diversos movimientos y filosofías políticas
nacidos durante los estallidos revolucionarios del siglo XVIII, que asociaban
al capitalismo naciente los malestares sociales de la época, en especial los seguidores de
Robert Owen y Henri de Saint-Simon.

Algunos más pragmáticos y otros más idealistas, estos movimientos compartían visiones
mayormente agrarias del socialismo, y fueron bautizados con ese nombre por Pierre Leroux
en su artículo Del individualismo y el socialismo en Revue encyclopédique de 1833.

Con la Ilustración, que abogaba por el uso de la razón humana en la comprensión y el


mejoramiento de la sociedad, nació el primer socialismo moderno, industrial, que hoy en
día conocemos como socialismo clásico. Sus dos cunas fueron Francia e Inglaterra. Aunque
carecieron de un cuerpo de ideas en conjunto, contaron con importantes pensadores y
militantes que allanaron el camino para la llegada en el siglo XIX del marxismo.

El socialismo marxista revolucionó para siempre el modo de comprender la sociedad y


la historia. A su vez, le dio al socialismo una teoría unificadora y de espíritu racional,
“científico” en palabras del revolucionario alemán Federico Engels (1820-1895). Desde
entonces, el socialismo o comunismo cobró vigencia dentro de numerosos partidos y
organizaciones obreras de Europa.

Alcanzó su apogeo político a inicios del siglo XX, con la Revolución Rusa de 1917 que,
bajo la conducción de Vladimir Ilych Lenin (1870-1924), puso fin para siempre a la monarquía
zarista. Así se fundó el primer país socialista (marxista-leninista) de la historia, la Rusia
soviética, que después se convirtió en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).
Los acontecimientos de Rusia avivaron los sentimientos reaccionarios europeos. Así, fueron
utilizados para justificar ideológicamente el nacimiento del fascismo, un movimiento político
dictatorial y fundamentalmente anticomunista, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial.

Al término de la guerra a mediados del siglo XX el mundo asumió formalmente la


división en dos bloques, a lo largo de lo que se llamó la Guerra Fría: el
bloque capitalista liderado por Estados Unidos e Inglaterra, y el bloque comunista o
socialista liderado por la URSS y China, que tras la Revolución Comunista China (1949)
había instaurado su propia visión del socialismo, el maoísmo.

Eventos semejantes ocurrieron en otras naciones del mundo, como Vietnam (la Revolución
de Agosto de 1945), Corea (tras la Guerra de Corea de 1950-1953), Cuba (la Revolución
cubana de 1959), Camboya (tras la Guerra Civil Camboyana de 1967-1975), entre otros.
Nacidos en la violencia, muchos de estos regímenes dictatoriales estuvieron involucrados en
guerras, o cometieron genocidios y atrocidades en nombre del “hombre nuevo” o de la
sociedad utópica futura.

Sin embargo, hacia el término del siglo XX, y sobre todo tras la disolución de la Unión
Soviética en 1991, la mayoría de los países socialistas se habían sumergido en la crisis y se
habían visto obligados a reinventarse y asumir más o menos formalmente una economía de
mercado. La última década del siglo XX anunció la muerte del socialismo y el supuesto “Fin
de la historia”, en palabras del pensador japonés Francis Fukuyama.

Aun así, un nuevo experimento político tomó el título de “Socialismo del siglo XXI”, un
término del economista alemán Heinz Dietrich Steffan. Comenzó a ganar renombre mundial
gracias a su evocación en el V Foro Social Mundial por parte del entonces presidente
venezolano, Hugo Chávez Frías (1954-2013), en el marco de su autodenominada Revolución
Bolivariana.

Socialismo utópico

El socialismo utópico es el nombre empleado para referirse a los movimientos socialistas y


revolucionarios que se opusieron al capitalismo temprano, a lo largo de los siglos XVIII y
XIX, y que son previos a la aparición del marxismo. Se trató de vertientes muy distintas entre
sí, surgidas a raíz de los ciclos revolucionarios cercanos al 1800.

Algunos de los más importantes socialistas de esta tendencia aparecieron tras la Revolución
Francesa de 1789. Diversos militantes radicales, como el periodista francés François-Noël
Babeuf (1760-1797), denunciaron que la Revolución había fracasado en el cumplimiento
de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad.

En consecuencia, esto militantes abogaron por la disolución de la propiedad privada, así


como el equitativo reparto y disfrute de las tierras. Estas ideas condujeron a Babeuf a la
ejecución, acusado de conspirar contra el gobierno, lo cual hizo de él un mártir para la causa
socialista durante el siglo XIX.

Otro nombre importante fue el de Claude-Henri de Saint-Simon (1760-1825), fundador


del socialismo cristiano. Este movimiento no abogó por la eliminación de la propiedad
privada, sino que propuso la planificación centralizada de la producción.

Así, el socialismo cristiano buscaba anticiparse las necesidades sociales y económicas de


la población gracias a los saberes conjuntos de científicos, industriales e ingenieros, pero
también de la clase trabajadora, quien sería la responsable de conducir la producción
económica para el bienestar de la sociedad entera.

Existía un vínculo entre el socialismo pre-marxista y la filosofía de la Ilustración, que


abogaba por un mundo racionalmente construido.

Por ejemplo, Robert Owen (1771-1858) era un industrial galés cuyos ingenios textiles,
altamente rentables, operaban bajo estándares humanitarios inusuales para la época (no
trabajaba nadie por debajo de los 10 años, por ejemplo). Para Owen, la naturaleza humana
no nacía, sino que se hacía, y por lo tanto el egoísmo era consecuencia de las condiciones
de vida, y totalmente reversible.

Así, Owen compró tierras en el estado de Indiana, Estados Unidos, donde en 1825 intentó
establecer una comunidad ideal: cooperativa, social y autosustentable, conocida como New
Harmony (“Nueva Harmonía” en inglés). El proyecto por desgracia fracasó tras unos pocos
años, llevándose consigo la mayor parte de la fortuna de Owen.

Otros nombres importantes dentro del socialismo utópico son los de François-Marie-Charles
Fourier (1772-1837), creador de comunidades socialistas llamadas “falansterios”; Pierre-
Joseph Proudhon (1809-1865), creador del “mutualismo” o socialismo libertario; y los de
Louis Blanc (1811-1882), Étienne Cabet (1788-1856), Jean-Jacques Pillot (1808-1877),
Pierre Leroux (1797-1871), entre otros.

Socialismo científico

El socialismo científico es la corriente teórica del socialismo que desarrollaron Friedrich


Engels y Karl Marx, así denominada por sus propios autores. Fue el fundamento de toda
la doctrina marxista posterior y así la distinguió de las vertientes previas, que pasaron a
denominarse “socialismo utópico”.

El término «socialismo científico» ya había sido usado por Pierre-Joseph Proudhon en


su ensayo ¿Qué es la propiedad? de 1840 para bautizar a un modelo de sociedad gobernada
por la razón y dirigida por científicos.

La distinción entre el socialismo científico y sus antecesores tiene que ver con la
incorporación de la metodología científica ideada por Marx: el Materialismo histórico.
Dicho método propone una mirada histórica y empírica de la sociedad humana, a partir de la
conformación de los medios de producción y de su control por una clase social determinada.

Así, Marx y Engels combatieron, a través de una mirada científica, tanto a las ideas
burguesas tradicionales de la historia como resultado de grandes hombres y grandes ideas,
como a las visiones socialistas más abstractas, que giraban en torno a las ideas de justicia,
libertad e igualdad.

Socialismo y comunismo

Hoy en día no existe una diferencia clara y universal entre los términos “socialismo” o
“socialista” y “comunismo” o “comunista”. Sin embargo, se asocia el término comunismo a
las vertientes más radicales o extremistas, mientras que el socialismo se reserva para
formas más laxas o más combinadas con la democracia.

Sin embargo, el término “comunismo” es previo al de “socialismo”, y fue de uso


corriente por los neobabuvistas (seguidores del legado de François Babeuf). Entre ellos se
encuentran franceses como Jean-Jacques Pillot y Étienne Cabet.

Ambos organizaron un enorme banquete con presencia de más de mil comensales casi
todos obreros, en las afueras de París el 1 de julio de 1840. Allí se discutió la necesidad de
cambios profundos para alcanzar la “igualdad real”, que no pasaba únicamente por lo
político.
En esos tiempos, los “comunistas” y “socialistas” se distinguían entre sí, justamente, en su
grado de radicalismo y el compromiso que mostraran con las ideas de lucha de clases. Es
justamente por eso que Marx y Engels eligen el término “comunismo” y no “socialismo” para
desarrollar sus tesis filosóficas y para nombrar la asociación que fundaron en 1847, la liga de
los Comunistas.

Sin embargo, tanto Engels como Marx consideraban que socialistas y comunistas tenían
un objetivo común: alcanzar la sociedad sin clases sociales. En ese sentido, el
socialismo era un primer estadio, más laxo, que le abriría las puertas al comunismo,
venciendo al Estado y superando la democracia burguesa.

Socialismo y capitalismo

Desde mediados del siglo XX, el socialismo y el capitalismo se consideran doctrinas


enfrentadas en su tesis filosófica central.

- Socialismo. Aboga por la propiedad pública o social, por una economía dirigida desde el
Estado y tiende a la concentración del poder en las figuras políticas.

- Capitalismo. Defiende la propiedad privada, tiende hacia el libre mercado y hacia la


descentralización del poder político, empoderando la iniciativa privada, como las empresas.
Sin embargo, desde finales del siglo XX no existe realmente una potencia socialista que
se oponga al capitalismo y la globalización, sino algunas naciones con modelos más o
menos separados del resto del mundo. Entre ellas se encuentra China (cuyo socialismo sui
generis contempla, desde finales de la década de 1970, una economía de mercado), Corea
del Norte, Cuba o Eritrea.
Países socialistas

En la actualidad son pocos los países que se proclaman a sí mismos “socialistas”. La lista
incluye a los siguientes:
- República Popular China.
- República Popular Democrática de Corea.
- República de Cuba.
- República Democrática Popular Lao.
- República Socialista de Vietnam.
- República Bolivariana de Venezuela.

Autocracia

Una autocracia (del griego «autokrateia») es un sistema de gobierno que concentra el poder
en una sola figura (a veces divinizada) cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a
restricciones legales externas, ni a mecanismos regulativos de control popular (excepto
quizás por la amenaza implícita de un golpe de Estado o de una insurrección en masa).

Democracia

Los sistemas democráticos incluyen la participación de la población general en la toma de


decisiones. Esta participación puede ser más notoria como en la democracia directa o más
remota como sucede en la democracia representativa. En los estados modernos con millones
de personas, se dan formas básicamente formas de democracia representativa, con la
posibilidad de referenda y plebiscitos sobre cuestiones particulares, que usualmente obligan
al gobierno a decidir entre dos o más alternativas según el voto mayoritario de la población.

Históricamente las democracias han tenido mayor apoyo de la población que los regímenes
no democráticos, por esa razón muchos sistemas autoritarios e incluso totalitarios han
llegado a referirse a sí mismos como democracias, democracias populares o democracias
orgánicas, cuando en realidad dichos regímenes no serían considerados propiamente
democráticos por muchos analistas.

Democracia clásica u occidental

De acuerdo con el reconocido filósofo catedrático Ismael Iván Santaella Solorio y en conjunto
con catedráticos. La base es el reconocimiento a la eminente dignidad humana, basando la
organización estatal en el objeto de fomentar las múltiples posibilidades que derivan de dicha
persona. La forma de Gobierno se basa en el predominio de la mayoría, pero con respeto a
las minorías. Lo que conduce al pluripartidismo. En cuanto al funcionamiento se señala:

- Pluralidad de órganos constitucionales y la aceptación de la teoría de separación de


poderes.
- Constitución rígida y un control de constitucionalidad de las leyes ordinarias.
- Parlamento electivo.
- Una amplia tutela jurisdiccional de los derechos públicos subjetivos y particularmente los
derechos de la libertad civil.
- Descentralización amplia.
- Ideas parlamentadas.

Democracia directa

El Gobierno directo es aquel en el cual el pueblo ejerce directamente las funciones de


Gobierno, actúa realizando actos de Gobierno sin representantes. Este régimen no existe
actualmente y puede afirmarse que nunca se realizó, en Estado alguno. Solo ha sido posible
en pequeñas circunscripciones (Municipios, Cantones suizos.).

Se ha dicho que en Grecia se practicó Democracia directa; lo que no es exacto, pues si bien
el pueblo se reunía en el Ágora para discutir y resolver las cuestiones de Gobierno, era en
realidad una aristocracia ya que estaban excluidos los extranjeros, esclavos y mujeres. En la
época moderna todos los autores citan como ejemplo de Gobierno directo los cantones
suizos. Pero en realidad esas reuniones eran esporádicas y en ellas se limitaban a votar por
sí o por no a los proyectos sometidos a su consideración. El Gobierno directo es una forma
teórica y actualmente imposible de practicar, por el aumento de población de los Estados y la
complejidad de la tarea gubernativa, cada vez más técnica.

Democracia representativa

El Gobierno representativo es aquel en el cual las funciones de Gobierno son realizadas por
los representantes del pueblo. Actualmente la casi totalidad de los regímenes de Gobierno
son representativos. Los gobernantes son considerados “representantes” de la ciudadanía y
son ungidos en su calidad de tales mediante el sufragio. Este es el único contrato del elegido
con el elector; el pueblo solamente tiene derecho de elección, la relación de representación
se desarrolla a través del partido político. El representante no puede ser revocado, porque
sus electores no tienen ningún contrato después del voto, salvo a través del partido político.
Teóricamente el votante se inclina por un partido político por adhesión al programa de
Gobierno que este propugna y vota por los candidatos de ese partido. Por esa razón el
representante debiera cumplir con el programa y las autoridades del partido controlar su
actuación.

Democracia semidirecta

El régimen semi representativo es aquel que participa de ambos sistemas; el Gobierno se


realiza indirectamente por medio de representantes, pero el pueblo realiza directamente
algunos actos de Gobierno, es decir que no limita su intervención al sufragio, sino que a
veces utiliza formas de Gobierno directo: plebiscitos, referendos, iniciativa popular.

Totalitarismo

Los sistemas de gobierno totalitarios se basan frecuentemente en el transpersonalismo; el


Estado regula según el criterio exclusivo de la clase gobernante, con poco o ningún
contrapeso de otras clases, ni limitaciones asociadas a ciertos derechos civiles. En esos
sistemas el Estado y la clase que lo dirige puede imponer sus ideas, criterios y doctrinas sin
contrapeso de otras instituciones o grupos sociales. En los sistemas totalitarios todas las
competencias residen en el Estado; este orienta los individuos de tal manera que se hace
necesario que sean suprimidos o minimizados los derechos individuales.

El Estado totalitario no se caracteriza porque en él no se votó o porque no se cuente con el


apoyo de la mayoría; se caracteriza porque en él no hay auténtica libertad de opinión. Las
libertades individuales son absorbidas por el Estado, y se ejercitan solo según el interés y el
fin de la clase dirigente. Sin embargo, formalmente la organización gubernativa totalitaria
frecuentemente es muy similar a la organización de los sistemas democráticos, aunque esa
similitud difiere en algo fundamental, los sistemas totalitarios excluyen contrapesos,
participación o representación efectiva de la población general. Aun así los sistemas
totalitarios modernos nominalmente se han basado en normas, leyes y reglas escritas, según
la noción de un Estado de derecho, si bien la potestad de cambiar arbitrariamente las normas
deja sin efecto las garantías que dicho estado de derecho proporciona en las democracias.

La vida política y la económica no tendrán la posibilidad de florecer fuera de las doctrinas y


directivas que dominan en el Gobierno. El poder judicial estará sometido a una misma
concepción y el juez tendrá un campo de acción mucho más amplio que en la Democracia,
puesto que no hay derechos individuales que salvaguardar y la justicia debe ejercerse
imponiendo concepciones vagas, en función de los fines del Estado, interpretada por el
Gobierno o el partido gubernativo.

El totalitarismo está dirigido por un Gobierno atrapalotodo, su sistema ideológico menos tiene
las individualidades concretas, así como sus creencias personales o religiosas. Por lo que el
único modo aceptado de religión es la religión de Estado, es decir, concordatarias y
cofuncionales al Estado
¿Qué es la monarquía?

La monarquía es la forma de gobierno en la que el poder está centrado en el rey, cargo al


que se accede por linaje de sangre. Consiste en la presencia de un monarca con poder
absoluto, lo opuesto a las formas de gobierno republicanas en las que los poderes
legislativo, ejecutivo y judicial son independientes a la jefatura de Estado.

La palabra monarquía proviene del griego y significa “Estado regido por un soberano”. El
territorio gobernado bajo un sistema monárquico se denomina reino, imperio o principado. El
que tiene el título de monarca se denomina rey, emperador, príncipe, zar, entre otros.

El sistema monárquico considera al rey como un representante del poder divino en la


Tierra (que recibe el poder de manera directa por parte de los dioses). Es su destino, desde
su nacimiento hasta su muerte, cumplir con su mandato. En caso de que no pueda ejercer
como monarca por razones de fuerza mayor, se designa a su primogénito o al familiar más
cercano para que ocupe el cargo.

Características de la monarquía

La monarquía se caracteriza por:

- Ser un sistema político basado en el gobierno de una sola persona, es decir, que tiene
poder absoluto.
- Tener un rey que solo puede acceder al cargo de manera hereditaria.
- Tener un monarca que es símbolo de continuidad y de estabilidad.
- Ser una única organización político-administrativa.
- Estar constituida por normas y mandatos tradicionales.
- Ser un reinado vitalicio, es decir, que gobierna el mismo linaje real de por vida, excepto que
el sistema evolucione o sea derrocado.
- Ser una de las formas de gobierno más antiguas.

Historia de la monarquía

Durante la Edad Media, a partir del siglo V, las monarquías se basaban en las tradiciones
teocráticas que consideraban a los reyes como representantes de Dios en la Tierra y que
debían proteger a su pueblo.

En la antigüedad se creía que los monarcas eran descendientes directos de los dioses y que
tenían un poder divino para gobernar. El monarca era un símbolo de continuidad y de
estabilidad del gobierno.

Las monarquías son una de las formas más antiguas de gobierno, como el reino de
Inglaterra que fue fundado en el 927 y perduró de manera absolutista hasta el 1215, año en
el que fue aceptada la carta magna (constitución que propuso la división de poderes) por
parte del rey Juan I de Inglaterra. Con el tiempo, la monarquía evolucionó y surgieron
diversos tipos que varían según el nivel de poder que ejerce el monarca.

Evolución de la monarquía

La mayoría de las monarquías a lo largo de la historia han sido dirigidas por una única
persona que tenía el poder económico, político, militar y social del reinado.

A partir del siglo XIX muchas monarquías han evolucionado para convertirse
en democracias parlamentarias. En Inglaterra el proceso se inició en 1215 luego de
conformada la Carta Magna. El reinado se consolidó como una monarquía parlamentaria en
1689 luego de la Revolución Gloriosa en la que fue derribado el rey Jacobo II Estuardo, que
había mantenido la inestabilidad política desde 1642.

En la actualidad existen pocas monarquías absolutas, entre las principales se destacan:


- Arabia Saudita. Es un país de la península arábiga, en Asia occidental.
- Brunei. Es una pequeña nación de la isla de Borneo, en Asia
- Bután. Es un reino budista del límite oriental del Himalaya, en Asia.
- Jordania. Es un país árabe a orillas del río Jordán, en Asia.
- Kuwait. Es un país árabe del Golfo Pérsico, en Asia.
- Marruecos. Es un país de África del norte.
- Suazilandia. También llamado Esuatini, es una pequeña monarquía del sur de África.

A pesar de su condición vitalicia, la monarquía puede llegar a su fin, como en los casos de
Inglaterra y de España en los que las monarquías fueron derrocadas y luego restauradas, a
través de un mecanismo de votación y consulta ciudadana que apoyó la formación de una
república.

Una de las más recientes monarquías abolidas fue la del reino de la isla de Mauricio en
África oriental al este de Madagascar, que en 1968 se independizó de la Mancomunidad o
naciones vinculadas con el Reino Unido y en 1992 fue declarada república parlamentaria.

Tipos de monarquías

Existen cuatro tipos principales de monarquías:

- Monarquía teocrática. Es la que no presenta división de poderes y el rey tiene poder


absoluto, además, se impone la religión dominante por lo que las políticas de Estado
comparten muchos de los principios religiosos, como ocurre en los países árabes o en el
Vaticano.
- Monarquía absoluta. Es la que no presenta división de poderes, por lo que el rey es el que
concentra el control total del Estado y es considerado como un representante de Dios en la
Tierra. Resulta una de las formas más antiguas de gobierno.
- Monarquía constitucional. Es la que presenta una división de poderes, por lo que el rey
cumple la función de jefe de Estado y ejerce control sobre el poder ejecutivo. Es un tipo de
gobierno de transición entre la monarquía absoluta y la parlamentaria. El poder legislativo es
controlado por el pueblo a través de los representantes de la asamblea.
- Monarquía parlamentaria. También llamada “monarquía democrática”. Es la que presenta
la más amplia división de poderes y ninguno recae en el rey, que solo cumple la función de
jefe de Estado. Los poderes legislativo, ejecutivo y judicial son independientes de la corona y
ejercidos por un parlamento y un gobierno electos.

República

Una república es una forma de gobierno y organización del Estado, en la que el poder
público es ejercido por representantes del pueblo, ceñidos a un cuerpo
de leyes fundamentales establecidas para todos (o sea, una Constitución), y en el marco de
una separación de los poderes públicos.

La palabra república proviene del latín Res publica, “la cosa pública”, o sea, la esfera de
intereses públicos o del Estado. El término fue empleado por primera vez alrededor del año
500 a. C., al inicio justamente del gobierno republicano de la antigua Roma, que duró hasta
el 27 a. C. cuando se transformó en una monarquía.

En ese entonces, la república consistía en una forma parcial de democracia, en el que una
aristocracia (los Patricios) ocupaba los asientos del senado romano, y entre ellos se elegía a
dos cónsules o vicegobernantes mediante el voto de todos los ciudadanos libres de Roma.

Sin embargo, lo que hoy se entiende por república difiere del uso antiguo, y generalmente se
refiere al imperio de la ley y la separación de los poderes públicos. En ese sentido, la
existencia de la república es contraria al acaparamiento del poder político por parte de una
sola figura, como ocurre en las autocracias, o a la designación vitalicia de cargos públicos,
como ocurre en las monarquías.
Cuando hablamos de república, en la actualidad, nos referimos normalmente a
un gobierno sostenido por sus instituciones democráticas, en el que la totalidad de los
ciudadanos son iguales ante la ley. Esta idea de república surgió tras la Revolución
Francesa de 1789, en la que se abolió la monarquía tradicional francesa. Aun así, existe
cierto margen de ambigüedad en torno al uso del término, dependiendo del punto de vista
considerado.

Características de una república

En general, una república tiene las siguientes características fundamentales:

- Participación política activa de los ciudadanos, o sea, el manejo público y abierto de los
actos estatales, y la posibilidad de cualquier ciudadano apto para ello de formar parte activa
del quehacer político.
- Representación ciudadana igualitaria en las instituciones, esto es, que las instituciones
del Estado sean conducidas por representantes del pueblo, y que ninguna tenga prioridad o
prelación por encima de las demás, ni se someta a reglas fundamentales diferentes.
- Libertad e igualdad ante la ley para la ciudadanía, de modo que las esferas de lo público
y lo privado estén separadas y posean sus respectivos marcos normativos, garantizando el
libre ejercicio individual, cultural, económico, social y político.

Tipos de república

Existen diferentes formas de clasificar las repúblicas. Por ejemplo, según su respeto por los
valores democráticos, podemos hablar de:

- Repúblicas democráticas, cuando sus autoridades son electas mediante el voto directo o
indirecto del pueblo, y se garantizan en general los derechos humanos fundamentales.
- Repúblicas autoritarias, cuando el poder es ejercido de manera unilateral por alguna
facción política, que acapara las instituciones y vulnera las formas democráticas. Pueden ser
repúblicas unipartidistas, por ejemplo, en las que existe un único partido político posible: el
que ejerce el poder.

Al mismo tiempo, podemos diferenciarlas de acuerdo a su constitución del poder ejecutivo


en:

- Repúblicas presidencialistas, cuando el poder ejecutivo está en manos de un presidente


electo mediante votación popular.
- Repúblicas parlamentarias, cuando el poder ejecutivo es controlado por un primer
ministro electo a partir del poder legislativo, o sea, del parlamento, y sus funciones se
someten a esta institución en gran medida.
- Repúblicas semipresidencialistas, aquellas que intentan combinar los dos casos previos,
eligiendo un presidente por votación popular, pero también un primer ministro con el que
deberá compartir el poder. Se conoce como Estado bicéfalo.

Otra clasificación posible atiende a los criterios territoriales del Estado, y distingue entre:

- Repúblicas unitarias, en las que el país entero es dirigido por un centro de poder político
único, en su capital, con delegaciones o emisarios regionales designados desde el centro.
- Repúblicas federativas (o confederadas), en las que el territorio total del país es la suma
de los territorios de diferentes Estados más pequeños, que se asocian para gobernarse de
manera común, a través del sistema de la federación o de la confederación, según sea el
caso.

Y finalmente, según el rol de la religión, tenemos:

- Repúblicas laicas, en las que la Iglesia y el cuerpo religioso carecen de poder político y se
constituyen sólo referentes morales y tradicionales. El Estado no tiene religión oficial, y existe
libertad de cultos.
- Repúblicas confesionales, en las que el Estado ejerce una posición religiosa determinada,
con una religión oficial que le brinda a la Iglesia o a un cuerpo religioso determinado una
influencia política variable. En algunos casos, ésta puede ser meramente formal, pero en
otras la separación de Iglesia y Estado puede perfectamente no existir, como en las
teocracias.

Ejemplos de república

No es difícil hallar ejemplos contemporáneos de repúblicas: la mayoría de las naciones del


mundo se rigen por este sistema. Así, por ejemplo, tenemos:

- La República Francesa, de tipo semipresidencialista, una de las más antiguas de Europa.


- La Federación Rusa, una república semipresidencialista formada por 85 “sujetos
federales”.
- La República Federal de Alemania, de tipo parlamentario y federativo. También puede
mencionarse su antigua hermana comunista, la República Democrática Alemana,
desaparecida desde 1990.
- La República Islámica de Irán, de corte confesional, se basa en el islam chií, y se rige por
un sistema presidencialista.
- La República Federativa del Brasil, de corte presidencialista desde 1988, cuando retornó
la democracia al país.
- La República Árabe Saharaui Democrática, un Estado con reconocimiento limitado,
unipartidista y de tipo semipresidencialista, se corresponde con la antigua provincia del
Sahara español, gran parte del cual se halla controlado por Marruecos desde 1979.

República y democracia

En principio, no es lo mismo hablar de república que hablar de democracia, a pesar de que


ambos términos sean hoy indiferenciables en la mayoría de los contextos.

En general, la diferencia entre una cosa y la otra tiene que ver con que la república es un
método de administración del Estado que puede ejercerse de manera no democrática,
o sea, violentando principios fundamentales de la democracia como el libre ejercicio político,
el respeto a los derechos humanos, o la separación de los poderes públicos.

Por ejemplo, la mayoría de las repúblicas socialistas que hubo en el siglo XX estuvieron
construidas de acuerdo al orden republicano soviético, o sea, a partir de la representación
directa del pueblo trabajador en distintos comités a lo largo de una estructura burocrática.

Pero estas repúblicas eran unipartidistas, o sea, no permitían ningún tipo de participación
política al margen del partido oficial en el poder, por lo que todas las instituciones formaban
parte del partido y eran controladas por una misma élite. De ese modo, se trataba de
repúblicas, pero no de democracias.

En conclusión, la democracia es un sistema de valores para el ejercicio del poder, que


contempla la elección popular, el respeto por los derechos fundamentales y el imperio de la
ley; mientras que la república es un sistema de gobierno que consiste en delegar el poder
político a representantes del pueblo, de acuerdo a lo establecido en las leyes y conforme a la
separación de los poderes públicos.

República y monarquía

Las tensiones entre república y monarquía han existido desde épocas muy tempranas en
la historia de la humanidad. La historia de la Antigua Roma, por ejemplo, es testigo de ello: la
posibilidad de que el orden republicano puede subvertirse y devenir un imperio o, por el
contrario, que una monarquía establecida se derrumbe y permita el surgimiento de una
república.

No obstante, la gran diferencia entre uno y otro sistema de gobierno radica en la


existencia de un monarca, o sea, de un cargo político vitalicio, hereditario y que no es
designado por ninguna instancia democrática, ni por votación popular. Sultanes, faraones,
reyes y reinas, protectores de la patria, líderes eternos u otras designaciones similares son,
por su naturaleza, contrarias al orden republicano.

Cuadro comparativo como son las instituciones entre monarquía y república


características.

¿Qué son y en qué consisten las relaciones internacionales?

Si no tienes claro qué son las relaciones internacionales, en este post aclararás muchas
dudas sobre ellas. Abordan una amplia gama de temas, como la política exterior, la
economía global, los conflictos internacionales, etc. Así que tienen mucha importancia
para cualquier país.
¿Qué son las relaciones internacionales?

Son un campo de estudio que se ocupa de los vínculos e interacciones entre los Estados
en el ámbito político, económico, cultural y social. Su principal objetivo es comprender y
analizar los procesos que influyen en las relaciones entre países y cómo afectan al
sistema internacional.

Los profesionales implicados gestionan las complejidades y los desafíos de las relaciones
entre los Estados. Por ello es importante que cuenten con el grado en Relaciones
Internacionales.

¿Para qué sirven las relaciones internacionales?

Si desconoces por qué son importantes las relaciones internacionales, aquí tienes algunas
situaciones en las que desempeñan un papel fundamental:

- Promoción de la paz y la seguridad: Contribuyen a la prevención y resolución de


conflictos entre los Estados. Promueven la paz, la estabilidad y la seguridad internacional.
- Regulación de asuntos globales: Ayudan a establecer normas y regulaciones
internacionales para abordar diferentes desafíos.
- Facilitación del comercio y las relaciones económicas: Fomentan la integración
económica y la apertura de mercados a través de acuerdos comerciales.

¿De dónde provienen las relaciones internacionales?

Una vez que hemos explicado qué son las relaciones internacionales y para qué sirven,
podrás conocer de dónde provienen. Estos son algunos de los aspectos más importantes
que han contribuido a su desarrollo:

- Tratados y acuerdos internacionales: A lo largo de la historia, los Estados los han


celebrado para regular cuestiones como la paz. Fueron una de las cuestiones más
importantes de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.
- Globalización: La creciente interconexión entre las naciones y los actores internacionales
han provocado que sean objeto de estudio.
- Instituciones internacionales: El desarrollo de organizaciones internacionales, como las
Naciones Unidas, ha tenido un impacto muy significativo para conocer mejor qué son las
relaciones internacionales.

Principales teorías de las relaciones internacionales

Hay diversas teorías que explican qué son las relaciones internacionales y su importancia,
a continuación, puedes ver las más significativas.

1- Liberalismo
Se centra en la importancia de los valores y las instituciones liberales en las relaciones
internacionales. Es una teoría que destaca el papel de la cooperación, los acuerdos
multilaterales y la democracia para conseguir la paz y la estabilidad entre los Estados.

2- Realismo
Puede ser la teoría de las relaciones internacionales más influyente. Su principal premisa
es que los Estados son los principales actores en el sistema internacional y buscan su
propia seguridad y supervivencia.

3- Constructivismo
Se enfoca en el papel de las ideas, las normas y las identidades en las relaciones
internacionales. Sostiene que las interacciones entre los Estados están influenciadas por
las percepciones compartidas y las construcciones sociales. Destaca la importancia de la
cultura, el lenguaje y la socialización en el estudio de las relaciones internacionales.
Diferencias entre la diplomacia y las relaciones internacionales

Son dos conceptos que están estrechamente relacionados, sin embargo, hay algunas
diferencias importantes entre ambos:

- Ámbito de aplicación: Las relaciones internacionales abarcan un amplio espectro de


temas, como la política, el derecho, la economía y el medioambiente. En cambio, la
diplomacia es una disciplina académica que se centra en acciones y estrategias específicas
de un Estado en particular.
- Alcance y enfoque: La diplomacia implica la comunicación, la negociación y la toma de
decisiones en favor de las políticas de un Estado en este ámbito. Las relaciones
internacionales se enfocan en examinar las dinámicas, los temas y los procesos que surgen
de las interacciones entre países.
- Naturaleza: La diplomacia se considera una actividad práctica y concreta, en cambio, las
relaciones internacionales se centran en la investigación, la teoría y el análisis.

Actores participantes en el marco de las relaciones internacionales

Hay varios actores que participan y desempeñan roles importantes en las interacciones
internacionales, estos son los más importantes:

- Estados: Son los actores principales. Interactúan a través de la diplomacia, los tratados, la
negociación y la cooperación.
- Organizaciones internacionales: Entidades creadas por acuerdos entre Estados para
llevar a cabo actividades de coordinación en diferentes ámbitos.
- Empresas multinacionales: Estas empresas transnacionales operan en múltiples países y
tienen una gran influencia en la economía global y en cualquier sociedad internacional.
¿Qué salidas laborales tiene el Doble Grado en Derecho y Relaciones Internacionales?

El Doble Grado en Derecho y Relaciones Internacionales te proporciona una combinación


de conocimientos que te pueden ofrecer diversas oportunidades laborales:

- Derecho internacional: Podrás trabajar en bufetes de abogados especializados en este


tipo de derecho o asesorando a empresas sobre comercio internacional, derechos humanos,
etc.
- Administración pública: Trabajando en ministerios de relaciones exteriores, embajadas y
consulados para ser un importante actor internacional.
- Sector privado: Tendrás la oportunidad de trabajar en empresas internacionales
asesorando sobre cuestiones legales internacionales o comercio exterior.

¿A qué se dedica una persona que estudia el Doble Grado en Derecho y Relaciones
Internacionales?

Una persona que obtiene el título de Doble Grado en Derecho y Relaciones


Internacionales puede dedicarse a las siguientes profesiones relacionadas con las
ciencias sociales:

- Diplomático: Puede trabajar en el servicio diplomático de un país, representando al Estado


en negociaciones internacionales o participando en la formulación de su política exterior. La
formación en ciencias políticas es esencial en este caso.
- Abogado especializado en derecho internacional: Asesorando a clientes en asuntos
legales internacionales gracias a su formación en política económica jurídica.
- Profesional en el sector empresarial: Puede ejercer su profesión en empresas
multinacionales asesorando sobre comercio exterior o haciendo estudios internacionales
sobre cualquier tema.
Ya has podido ver qué son las relaciones internacionales. En la Universidad Villanueva te
ofrecemos la oportunidad de cursar el Doble Grado en Derecho y Relaciones
Internacionales. Entra en nuestra página web y obtén toda la información que desees
sobre él.

Nuevo orden mundial

No debe confundirse con la teoría de conspiración del Nuevo Orden Mundial. Para otros
usos, véase Nuevo Orden Mundial (desambiguación).

La expresión nuevo orden mundial se ha usado en geopolítica e historia reciente para


referirse a un supuesto nuevo período histórico, caracterizado por cambios dramáticos en
las ideologías políticas y en el equilibrio de poderes a nivel global. En el ámbito popular, el
término se utiliza como parte de diversas teorías de conspiración, así como en
relatos apocalípticos relacionados con las escrituras bíblicas.

El primer uso de esta expresión aparece en el documento de los Catorce Puntos del
Presidente Woodrow Wilson haciendo un llamado después de la Primera Guerra
Mundial para la creación de la Sociedad de las Naciones, antecesora de las Naciones
Unidas.

La frase fue usada con cierta reserva al final de la Segunda Guerra Mundial cuando se
describían los planes para la creación de las Naciones Unidas y los Acuerdos de Bretton
Woods debido a la asociación negativa resultante del fracaso de la Liga de Naciones.

Antecedentes

El uso más amplio y reciente de esta expresión se origina sobre todo con el final de la Guerra
Fría. Los presidentes Mijaíl Gorbachov y George H. W. Bush usaron el término para tratar de
definir la naturaleza de la posguerra y el espíritu de cooperación que se buscaba materializar
entre las grandes potencias.

En una referencia a las hostilidades en Irak y Kuwait, la revista Time del 28 de


enero de 1991 mencionaba: «Mientras caían las bombas y se disparaban los misiles, las
esperanzas de un nuevo orden mundial cedieron lugar al desorden común». Además se
añadió que «Nadie debe forjarse ilusiones pensando que el nuevo orden mundial, del que
tanto alarde se hace, se ha establecido o está cerca».
La teoría del centro-periferia

El sistema centro-periferia es una teoría que describe un orden económico mundial dividido
entre un centro hegemónico y una periferia menos desarrollada. Surgió en los años cincuenta
para explicar el estancamiento de América Latina y las desigualdades y desequilibrios en el
sistema económico global. En esencia, divide el mundo en tres zonas económicas: el centro,
la periferia y la semiperiferia, y plantea una estructura jerárquica que explica el desarrollo y la
dependencia.

Sistema centro-periferia para clasificar el mundo

Numerosos autores han contribuido a la teoría del sistema centro-periferia desde que el
economista argentino Raul Prebisch la planteó por primera vez en los años cincuenta. No
obstante, el modelo más popular es del sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein, que
planteó en los años setenta su teoría del sistema-mundo. La teoría, que bebe del marxismo,
analiza el desarrollo social y el capitalismo partiendo de la premisa de que los países más
poderosos explotan a los menos desarrollados en la economía globalizada. Por su parte, el
economista Paul Krugman la incorporó para explicar la influencia de la geografía en el
comercio internacional a principios de los años noventa.

El sistema centro-periferia divide la economía global en países centrales, periféricos y


semiperiféricos en función de su papel en el sistema capitalista mundial. Es decir, los países
que dominan la política y la economía global son parte del centro, los más débiles
pertenecen a la periferia y los de la semiperiferia están dominados pero también dominan.
Como las periferias se centran en producir materias primas o productos agrícolas, serán más
pobres que los países productores de bienes desarrollados. Mientras, los países del centro
están especializados en fabricar bienes industrializados y tecnológicos.

Por tanto, los países se clasifican según su nivel de desarrollo e industrialización. Los del
centro suelen ser ricos, desarrollados, con mayor capacidad militar y suelen estar más
integrados con el mercado global. En segundo lugar, los países de la periferia suelen ser
menos industrializados y de allí fluyen materias primas y mano de obra barata. Los países de
la semiperiferia juegan un papel intermedio: exportan al centro bienes procedentes de
industrias deslocalizadas, como herramientas, materiales o automóviles, y exportan a la
periferia bienes manufacturados. Aunque no hay una lista definitiva y los Estados pueden
pasar de una zona a otra, países centro serían Estados Unidos, Japón o Alemania. Se
consideran semiperiféricos Brasil o Sudáfrica, mientras que los periféricos se concentran
en Asia, África y América Latina.

Desigualdad y dependencia

Para los defensores de esta teoría, el sistema centro-periferia explica la disparidad en los
niveles de desarrollo y en las relaciones internacionales. Este análisis sostiene que en el
sistema económico global las relaciones entre los Estados son desiguales y están asentadas
en un modelo de explotación, con la estructura jerárquica como obstáculo para los países
menos desarrollados y como impulsora de la desigualdad.

Las nociones del sistema centro-periferia se han usado en la teoría latinoamericana de la


dependencia, por la que los recursos fluyen de las naciones poco desarrolladas a las más
ricas, enriqueciendo estas últimas a expensas de las primeras. La interpretación y aplicación
del modelo ha evolucionado. En los años sesenta se sostenía una versión radical que
abogaba por romper con un sistema que consideraba abusivo y explotador y desvincularse
de la economía mundial.

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