V1 Amenazas y Desafios Democracia 03 Chile
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y líneas
de acción
Septiembre 2022
Amenazas y desafíos
para las democracias en
América Latina y el Caribe:
¿derechos en cuestión?
chilenos y ecuatorianos
www.clacso.org
P r e s e n tac i ó n
A partir de octubre de 2019 Ecuador y Chile han sido casos emblemáticos del
recambio en las polarizaciones políticas. Las protestas del llamado “Estallido
Social” fueron movilizaciones que convocaron a miles de personas con amplia
participación de mujeres y jóvenes, y que se desarrollaron casi en forma paralela
en ambos contextos.
En Chile lo que provocó el estallido fue la acumulación del malestar generado
por las serie de abusos, principalmente de la clase política y de la élite económi-
ca que, bajo el alero de la Constitución escrita en dictadura, hacían ver el trato
desigual según clases sociales. Las demandas del estallido fueron el reflejo de las
luchas de los movimientos sociales que han acompañado el desarrollo del siglo
XXI en el país, y dan cuenta de la acumulación de demandas no resueltas por
parte del Estado. La necesidad de la ciudadanía por dar respuesta a sus demandas
tiene sus orígenes durante el año 2006 con el movimiento pingüino y el fin a la
Ley Orgánica Constitucional en Educación -LOCE- y con ello la privatización de
la educación en el país. De acuerdo con el informe World Protests 2006-201311,
las causas que provocaron las movilizaciones estuvieron vinculadas a la justicia
económica, al modelo de democracia, a la resistencia frente a tratados de libre
comercio, a la defensa de los derechos humano y al acceso a bienes comunes. A
estas demandas se suma el movimiento feminista con un fuerte protagonismo de
mujeres jóvenes desde el año 2016.
El estallido ecuatoriano retomó el ciclo de movilizaciones que se dio entre los
años 1995 y 2006, en donde también fueron derrocados tres presidentes electos.
Las movilizaciones de octubre de 2019 surgieron cuando el presidente Lenin Mo-
reno decretó un aumento brutal en los precios de los combustibles. En respuesta,
se desató una movilización primero liderada por transportistas y luego por la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). Las orga-
nizaciones que participaron de las movilizaciones reflejaban una amplia agenda
de demandas, que iban desde la despenalización del aborto por violación hasta
la oposición a la minería a gran escala. Sin embargo, acordaron enfocar sus es-
fuerzos en la derogación del decreto, aun cuando los movimientos participantes
1 Ortiz, I, Burke, S, Berrada, M y Cortes, H. (2013). World Protests 2006-2013. Initiative for Policy
página 2 Dialogue and Friedrich-Ebert-Stiftung New York.
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reconocían que el alza de los combustibles era parte de una agenda económica
neoliberal mucho más amplia impuesta por el FMI.
Si bien en Ecuador las grandes protestas terminaron cuando se derogó el Decreto
Ejecutivo, en Chile las manifestaciones siguieron durante varios meses; ningu-
na decisión política o gubernamental podía acallarlas: era imposible resumir los
motivos por los que los manifestantes estaban en las calles. Esto se vivió como
un acontecimiento histórico pero su alcance y el cambio en las estrategias organi-
zativas de los actores colectivos fueron relativamente limitadas. A diferencia del
contexto ecuatoriano, en Chile el estallido se vivió como la primera posibilidad
de esperanza para cambiar el modelo que protegía muy bien la constitución de
Pinochet.
Es indudable el papel que tienen los movimientos sociales en los desafíos que
plantean las democracias: generar posibilidades que den cabida a procesos cons-
tantes de democratización y que permitirán responder, en parte, a dichos desa-
fíos. En el siguiente apartado se describen brevemente algunas tensiones que se
produjeron entre las organizaciones que participaron de las movilizaciones y en-
tre las organizaciones y el Estado.
La autorrepresentación y la diversidad de demandas como ejes de tensión
En el caso chileno y en el ecuatoriano, las movilizaciones no sólo exacerbaron
la polarización política producto de la violencia con la que respondió el Estado.
Unos meses luego de las protestas en Ecuador se produjo una fuerte disputa por
la representatividad de los sectores populares entre la CONAIE y el gobierno
de Lenin Moreno. En el momento en que la CONAIE convocaba al Parlamento
de los Pueblos para ampliar las voces incluidas en sus demandas y propuestas,
el gobierno hacía lo suyo al convocar, en paralelo, otras mesas para tener una
legitimidad alternativa. El rol que tuvo la CONAIE en la movilización y su lide-
razgo contribuyó a que se reorganizara la polarización política marcada por la
persistencia del eje correísmo-anti-correísmo, y se abriera un espacio para una
negociación donde la CONAIE se convirtió en la vocera del descontento frente
al Estado y a los mediadores del conflicto (la Organización de Naciones Unidas y
la Iglesia católica).
En Chile, la diversidad de demandas convirtió la polarización en una oposición
entre el Estado y buena parte de la comunidad política, esto sin que las inten-
página 3 ciones de algunas organizaciones tradicionales para liderar las negociaciones
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R e c o m e n dac i o n e s
Reconocimiento de otras formas de organización. Las movilizaciones de oc-
tubre mostraron que la ciudadanía se organiza no solo a partir organizaciones
tradicionales sino también en organizaciones adhocráticas. Las primeras son
reconocidas por las instituciones del Estado aun siendo externas a ellas; su es-
tructura organizacional se basa en una jerarquía con roles y responsabilidades
definidas, con vocerías estables personificadas en determinados militantes que
actúan como interlocutores frente a las instituciones. Ejemplos de ellas son los
partidos políticos, ONG y sindicatos. En cambio, las organizaciones adhocráticas
son aquellas que desconfían de las lógicas de representación basadas en voce-
rías permanentes. Su estructura orgánica busca siempre la horizontalidad, suelen
promover los espacios de deliberación para la toma de decisiones y sus propó-
sitos se sostienen en el corto o mediano plazo, por lo que muchas veces desapa-
recen luego de un tiempo. Algunos tipos de organizaciones adhocráticas son los
colectivos autoconvocados, organizaciones barriales y autogestionadas, coordi-
nadoras, etc., que se enfocan en demandas locales muchas veces desplazadas del
debate público o en organizar la expresión de posiciones políticas disidentes de
las organizaciones tradicionales.
Reconocer los distintos tipos de organizaciones que forman parte de lo político
obliga a generar instancias de participación renovadas y que respondan a las for-
mas en que la ciudadanía se organiza. Esto permite avanzar en el desplazamiento
de las miradas estrechas que solo valoran las militancias tradicionales basadas en
el compromiso permanente y el ejercicio de la política como carrera profesio-
nal. En vez de eso, se abren grietas para reconocer otras formas de militancias,
aquellas que por ejemplo caracterizaron al movimiento alter mundialista y que
hoy vemos en el Octubre de Ecuador y Chile; activismos con un compromiso
altamente individualizado y que promueven la transformación social mediante la
forma en que viven sus propias vidas. Por ejemplo en el movimiento ambientalis-
ta, vemos cómo se promueve respeto por los animales y se concientiza sobre el
despilfarro energético y la contaminación al momento en que se deja de comer
carne y se promueve la economía de productores locales.
Respecto por las organizaciones de base. Los integrantes de las organiza-
ciones de base y también de quienes luchan por reivindicaciones son quienes
pueden educar y formar a la población, a los decisores de políticas y gestores de
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estas, sobre las condiciones sociales que los posicionan en situaciones de vulne-
ración. Estas organizaciones tienen sus estructuras de funcionamiento, tiempos
para la toma de decisiones y mecanismos para la acción. Muchas veces también
requieren de recursos y de un espacio que les permita llevar la voz de todos quie-
nes comparten dichas condiciones sociales a la institución pública. Tanto el caso
de Chile como del Ecuador, vimos cómo las organizaciones de base muchas veces
sufren de la intromisión de poderes políticos o institucionales para posicionarse
como el protagonista de las acciones democratizadoras que permitirán avanzar
en resolver los problemas. Por ejemplo, en Ecuador, cuando el gobierno reac-
cionó e hizo un llamado abierto a participar de las mesas de diálogo, las bases
organizadas ya estaban trabajando en la convocatoria abierta para el Parlamento
de los Pueblos. Ese tipo de acciones genera mayor distanciamiento, exacerba y
acumula más tensiones de las que ya existían, produce desconfianza y rechazo
hacia los representantes del Estado. Reparar esa intromisión es una cuestión de
atención y de largo tiempo. La política muchas veces debe ser pragmática pero
en ese actuar es urgente evaluar los costos de dichas acciones para la ciudadanía.
Las intromisiones impulsivas a los espacios de participación y deliberación que
organizan las bases territoriales muchas veces muestran más la ansiedad por no
perder “poder” en la arena de lo político y lo público. Siempre es preferible abrir
espacios y facilitar el desarrollo de estos encuentros, en los cuales suele haber un
trabajo sincero y documentado.
Vocerías rotativas. En lugar de representantes, varias organizaciones adhocráti-
cas promueven vocerías rotativas que llevan la voz de las asambleas territoriales
hacia instancias de mayor escala. Es responsabilidad de esas vocerías llevar efec-
tivamente la voz de quienes los han elegido para tal cometido. Es decir, la forma
asamblearia de la democracia directa requiere, en ciertos momentos, de la dele-
gación de la voz de quienes conforman la organización; pero la asamblea mantie-
ne comunicación y control respecto al quehacer de la vocería elegida, que tiene
que reportarse y puede ser removida a cualquier momento. Ante cualquier duda,
contradicción o conflicto, se reservan el derecho de pedir cuentas y conceder
tal misión a otra integrante de la organización. Estas vocerías o delegaciones a
instancias de mayor escala no representan a individuos, sino a grupos organizados
a partir de una base territorial. Por lo tanto es necesario aceptar estas vocerías
dinámicas y rotativas, dejar de confundirlas con falta de compromiso o inexis-
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tencias de liderazgos, pues responden a lógicas de organización horizontales que
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