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V1 Amenazas y Desafios Democracia 03 Chile

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PLA Políticas

y líneas
de acción

Septiembre 2022

Amenazas y desafíos
para las democracias en
América Latina y el Caribe:
¿derechos en cuestión?

Las bases y la institucionalidad


Oportunidades y desafíos en la tensión
democrática actual para los contextos
ISBN 978-987-813-285-3
probecas@clacso.edu.ar

chilenos y ecuatorianos
www.clacso.org

Karla Henríquez Thomas Chiasson-LeBel Pablo Ospina Peralta


Alejandra Ruiz Tarrés (Canadá) (Ecuador)
(Chile)
PLA
Las bases y la institucionalidad
Oportunidades y desafíos en la tensión
democrática actual para los contextos
chilenos y ecuatorianos

P r e s e n tac i ó n
A partir de octubre de 2019 Ecuador y Chile han sido casos emblemáticos del
recambio en las polarizaciones políticas. Las protestas del llamado “Estallido
Social” fueron movilizaciones que convocaron a miles de personas con amplia
participación de mujeres y jóvenes, y que se desarrollaron casi en forma paralela
en ambos contextos.
En Chile lo que provocó el estallido fue la acumulación del malestar generado
por las serie de abusos, principalmente de la clase política y de la élite económi-
ca que, bajo el alero de la Constitución escrita en dictadura, hacían ver el trato
desigual según clases sociales. Las demandas del estallido fueron el reflejo de las
luchas de los movimientos sociales que han acompañado el desarrollo del siglo
XXI en el país, y dan cuenta de la acumulación de demandas no resueltas por
parte del Estado. La necesidad de la ciudadanía por dar respuesta a sus demandas
tiene sus orígenes durante el año 2006 con el movimiento pingüino y el fin a la
Ley Orgánica Constitucional en Educación -LOCE- y con ello la privatización de
la educación en el país. De acuerdo con el informe World Protests 2006-201311,
las causas que provocaron las movilizaciones estuvieron vinculadas a la justicia
económica, al modelo de democracia, a la resistencia frente a tratados de libre
comercio, a la defensa de los derechos humano y al acceso a bienes comunes. A
estas demandas se suma el movimiento feminista con un fuerte protagonismo de
mujeres jóvenes desde el año 2016.
El estallido ecuatoriano retomó el ciclo de movilizaciones que se dio entre los
años 1995 y 2006, en donde también fueron derrocados tres presidentes electos.
Las movilizaciones de octubre de 2019 surgieron cuando el presidente Lenin Mo-
reno decretó un aumento brutal en los precios de los combustibles. En respuesta,
se desató una movilización primero liderada por transportistas y luego por la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). Las orga-
nizaciones que participaron de las movilizaciones reflejaban una amplia agenda
de demandas, que iban desde la despenalización del aborto por violación hasta
la oposición a la minería a gran escala. Sin embargo, acordaron enfocar sus es-
fuerzos en la derogación del decreto, aun cuando los movimientos participantes

1 Ortiz, I, Burke, S, Berrada, M y Cortes, H. (2013). World Protests 2006-2013. Initiative for Policy
página 2 Dialogue and Friedrich-Ebert-Stiftung New York.
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reconocían que el alza de los combustibles era parte de una agenda económica
neoliberal mucho más amplia impuesta por el FMI.
Si bien en Ecuador las grandes protestas terminaron cuando se derogó el Decreto
Ejecutivo, en Chile las manifestaciones siguieron durante varios meses; ningu-
na decisión política o gubernamental podía acallarlas: era imposible resumir los
motivos por los que los manifestantes estaban en las calles. Esto se vivió como
un acontecimiento histórico pero su alcance y el cambio en las estrategias organi-
zativas de los actores colectivos fueron relativamente limitadas. A diferencia del
contexto ecuatoriano, en Chile el estallido se vivió como la primera posibilidad
de esperanza para cambiar el modelo que protegía muy bien la constitución de
Pinochet.
Es indudable el papel que tienen los movimientos sociales en los desafíos que
plantean las democracias: generar posibilidades que den cabida a procesos cons-
tantes de democratización y que permitirán responder, en parte, a dichos desa-
fíos. En el siguiente apartado se describen brevemente algunas tensiones que se
produjeron entre las organizaciones que participaron de las movilizaciones y en-
tre las organizaciones y el Estado.
La autorrepresentación y la diversidad de demandas como ejes de tensión
En el caso chileno y en el ecuatoriano, las movilizaciones no sólo exacerbaron
la polarización política producto de la violencia con la que respondió el Estado.
Unos meses luego de las protestas en Ecuador se produjo una fuerte disputa por
la representatividad de los sectores populares entre la CONAIE y el gobierno
de Lenin Moreno. En el momento en que la CONAIE convocaba al Parlamento
de los Pueblos para ampliar las voces incluidas en sus demandas y propuestas,
el gobierno hacía lo suyo al convocar, en paralelo, otras mesas para tener una
legitimidad alternativa. El rol que tuvo la CONAIE en la movilización y su lide-
razgo contribuyó a que se reorganizara la polarización política marcada por la
persistencia del eje correísmo-anti-correísmo, y se abriera un espacio para una
negociación donde la CONAIE se convirtió en la vocera del descontento frente
al Estado y a los mediadores del conflicto (la Organización de Naciones Unidas y
la Iglesia católica).
En Chile, la diversidad de demandas convirtió la polarización en una oposición
entre el Estado y buena parte de la comunidad política, esto sin que las inten-
página 3 ciones de algunas organizaciones tradicionales para liderar las negociaciones
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lograran apaciguar las manifestaciones. A ese contexto ya tensionado se sumaron


los movimientos reaccionarios de extrema derecha para apoyar la constitución
escrita en dictadura y mantener el modelo neoliberal.
Otro conjunto de tensiones se presentó cuando se puso en peligro la democracia
directa que permitían los movimientos. En ambos estallidos, las organizaciones
y también los manifestantes buscaban la auto-representación: que nadie fuera
porta voz de la voz de otros. Quien lo intentase recibía el rechazo de las organiza-
ciones y manifestantes. Aún con esta resistencia, la CONAIE logró posicionarse
y tuvo la vocería de las demás organizaciones, generando tensiones entre aque-
llas que aceptaron tácitamente la vocería de la confederación Indígena, pero en
discusiones privadas la cuestionaban. El caso chileno fue distinto: el movimiento
continuó hasta que cesaron las protestas con la llegada de la pandemia y, con ello,
volvió mucho más problemático el eterno dilema de toda democracia, el de la
representación.
Los movimientos sociales son espacios de auto-representación, de participación
directa. Por eso mismo es más que una herramienta o un instrumento para con-
seguir otros objetivos, es un momento de ejercicio democrático en sí mismo. La
experiencia que tienen las personas en los movimientos sociales muchas veces
las transforman en el sentido que se encantan y vuelven a encantar con la parti-
cipación en lo político. Los movimientos también promueven espacios de edu-
cación popular y encuentros con otras formas de vida que son menos visibles y,
en muchos casos, proveen el apoyo económico y social que las insuficiencia del
Estado social no logra ofrecer. Es por ello que es importante promover espacios
de participación directa una vez que las movilizaciones se acallan, para salir de la
dinámica de la acumulación de malestares para luego reaccionar.
A continuación presentamos algunas recomendaciones a modo de fortalecer el
aparato democrático, a partir de acciones que promuevan la democratización de
espacios de participación y la ampliación de las democracias; de manera tal de
incorporar el dinamismo propio de los cambios culturales y sociales en la forma
en que se reconoce la participación de organizaciones en las tomas de decisiones
que afectan a todas y todos los ciudadanos.

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R e c o m e n dac i o n e s
Reconocimiento de otras formas de organización. Las movilizaciones de oc-
tubre mostraron que la ciudadanía se organiza no solo a partir organizaciones
tradicionales sino también en organizaciones adhocráticas. Las primeras son
reconocidas por las instituciones del Estado aun siendo externas a ellas; su es-
tructura organizacional se basa en una jerarquía con roles y responsabilidades
definidas, con vocerías estables personificadas en determinados militantes que
actúan como interlocutores frente a las instituciones. Ejemplos de ellas son los
partidos políticos, ONG y sindicatos. En cambio, las organizaciones adhocráticas
son aquellas que desconfían de las lógicas de representación basadas en voce-
rías permanentes. Su estructura orgánica busca siempre la horizontalidad, suelen
promover los espacios de deliberación para la toma de decisiones y sus propó-
sitos se sostienen en el corto o mediano plazo, por lo que muchas veces desapa-
recen luego de un tiempo. Algunos tipos de organizaciones adhocráticas son los
colectivos autoconvocados, organizaciones barriales y autogestionadas, coordi-
nadoras, etc., que se enfocan en demandas locales muchas veces desplazadas del
debate público o en organizar la expresión de posiciones políticas disidentes de
las organizaciones tradicionales.
Reconocer los distintos tipos de organizaciones que forman parte de lo político
obliga a generar instancias de participación renovadas y que respondan a las for-
mas en que la ciudadanía se organiza. Esto permite avanzar en el desplazamiento
de las miradas estrechas que solo valoran las militancias tradicionales basadas en
el compromiso permanente y el ejercicio de la política como carrera profesio-
nal. En vez de eso, se abren grietas para reconocer otras formas de militancias,
aquellas que por ejemplo caracterizaron al movimiento alter mundialista y que
hoy vemos en el Octubre de Ecuador y Chile; activismos con un compromiso
altamente individualizado y que promueven la transformación social mediante la
forma en que viven sus propias vidas. Por ejemplo en el movimiento ambientalis-
ta, vemos cómo se promueve respeto por los animales y se concientiza sobre el
despilfarro energético y la contaminación al momento en que se deja de comer
carne y se promueve la economía de productores locales.
Respecto por las organizaciones de base. Los integrantes de las organiza-
ciones de base y también de quienes luchan por reivindicaciones son quienes
pueden educar y formar a la población, a los decisores de políticas y gestores de
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estas, sobre las condiciones sociales que los posicionan en situaciones de vulne-
ración. Estas organizaciones tienen sus estructuras de funcionamiento, tiempos
para la toma de decisiones y mecanismos para la acción. Muchas veces también
requieren de recursos y de un espacio que les permita llevar la voz de todos quie-
nes comparten dichas condiciones sociales a la institución pública. Tanto el caso
de Chile como del Ecuador, vimos cómo las organizaciones de base muchas veces
sufren de la intromisión de poderes políticos o institucionales para posicionarse
como el protagonista de las acciones democratizadoras que permitirán avanzar
en resolver los problemas. Por ejemplo, en Ecuador, cuando el gobierno reac-
cionó e hizo un llamado abierto a participar de las mesas de diálogo, las bases
organizadas ya estaban trabajando en la convocatoria abierta para el Parlamento
de los Pueblos. Ese tipo de acciones genera mayor distanciamiento, exacerba y
acumula más tensiones de las que ya existían, produce desconfianza y rechazo
hacia los representantes del Estado. Reparar esa intromisión es una cuestión de
atención y de largo tiempo. La política muchas veces debe ser pragmática pero
en ese actuar es urgente evaluar los costos de dichas acciones para la ciudadanía.
Las intromisiones impulsivas a los espacios de participación y deliberación que
organizan las bases territoriales muchas veces muestran más la ansiedad por no
perder “poder” en la arena de lo político y lo público. Siempre es preferible abrir
espacios y facilitar el desarrollo de estos encuentros, en los cuales suele haber un
trabajo sincero y documentado.
Vocerías rotativas. En lugar de representantes, varias organizaciones adhocráti-
cas promueven vocerías rotativas que llevan la voz de las asambleas territoriales
hacia instancias de mayor escala. Es responsabilidad de esas vocerías llevar efec-
tivamente la voz de quienes los han elegido para tal cometido. Es decir, la forma
asamblearia de la democracia directa requiere, en ciertos momentos, de la dele-
gación de la voz de quienes conforman la organización; pero la asamblea mantie-
ne comunicación y control respecto al quehacer de la vocería elegida, que tiene
que reportarse y puede ser removida a cualquier momento. Ante cualquier duda,
contradicción o conflicto, se reservan el derecho de pedir cuentas y conceder
tal misión a otra integrante de la organización. Estas vocerías o delegaciones a
instancias de mayor escala no representan a individuos, sino a grupos organizados
a partir de una base territorial. Por lo tanto es necesario aceptar estas vocerías
dinámicas y rotativas, dejar de confundirlas con falta de compromiso o inexis-
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tencias de liderazgos, pues responden a lógicas de organización horizontales que
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se diferencian mucho de las que formas de organización y elección de vocerías


de las organizaciones que representan al Estado durante mesas de trabajo o de
negociación.

SOBRE LAS AUTORAS Y LOS AUTORES


Karla Es psicóloga social y doctora en estudios americanos. Cuenta con diversas
Henríquez publicaciones sobre estudios de juventudes y participación política,
socialización política y activismos. Cuenta con diversas publicaciones
sobre estudios de juventudes y participación política, socialización política
y activismos, como “El despertar chileno. Revuelta y Subjetividad política
(Clacso 2022)Es integrante del comité académico del Grupo de Trabajo
Intelectualidades Emergentes en Nuestramérica (GT-IIEE/IDEA/USACH)
y del Centro de Estudios Interdisciplinarios Democracias, Instituciones
y Subjetividad -CRIDIS-de la Universidad Católica de Lovaina. karla.
henriquez@usach.cl Chile
Thomas Tiene larga trayectoria de investigación sobre las relaciones entre las élites
Chiasson-LeBel económicas, los movimientos sociales y el Estado en varios países de
Latinoamérica (Bolivia, Ecuador, Venezuela). Ha publicado varios artículos y
capítulos en francés, inglés y español y dirigido ediciones especiales de revistas
sobre la evolución de la relación entre movimientos sociales y Estado durante la
ola de gobiernos post-neoliberales, sobre la evolución de nuestro entendimiento
del significado de la autonomía del Estado, y sobre las reacciones de las élites
económicas frente a ello. tchiasson@flacso.edu.ec Canadá.
Pablo Ospina Tiene una larga trayectoria de investigación sobre el movimiento indígena
Peralta ecuatoriano y sobre la conformación del Estado ecuatoriano en el siglo XX,
así como el seguimiento detallado a las políticas del gobierno progresista
de Rafael Correa. Entre sus trabajos más destacados al respecto: coautor de
“El Poder de la comunidad. Ajuste estructural y movimiento indígena en los
Andes ecuatorianos” (CLACSO, 2003); “Movimiento indígena ecuatoriano:
treinta años de crisis y recomposición (1990-2020)” (Rio de Janeiro 2021); “La
aleación inestable. Origen y consolidación de un Estado transformista. Ecuador,
1920 – 1960” (Teseo, 2020); Coautor de “Promesas en su laberinto: Cambios y
continuidades en los gobiernos progresistas de América Latina” (IEE / CIM /
CEDLA, 2013). pablo.ospina@uasb.edu.ec Ecuador

Alejandra Ruiz Aporta a la investigación a partir de sus estudios sobre pensamiento


Tarrés latinoamericano, así como desde sus investigaciones sobre movimientos
sociales y actorías colectivas en América Latina. También ha participado de
investigaciones que, desde América Latina, propusieron la creación de un
Índice de Convivencia Intercultural, bajo el propósito de identificar factores
que favorecen o dificultan las convivencias interculturales, en cualquier país del
página 7 mundo. tarres.ruiz.alejandra@gmail.com Chile
CLACSO Secretaría Karina Batthyány
Ejecutiva Directora Ejecutiva
María Fernanda Pampín
Directora Editorial
Pablo Vommaro
Director de Investigación
Equipo Editorial Lucas Sablich
Coordinador Editorial
Solange Victory
Marcela Alemandi
Gestión Editorial
Equipo Programa Teresa Arteaga
de Becas y Convocatorias Ulises Rubinschik

Las bases y la institucionalidad : oportunidades y desafíos en la tensión demo-


crática actual para los contextos chilenos y ecuatorianos / Karla Henríquez Ojeda
... [et al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2022.
Libro digital, PDF - (Becas de investigación)
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-813-285-3
1. Democracia. 2. Chile. 3. Ecuador. I. Henríquez Ojeda, Karla.
CDD 306.2098

CLACSO
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
Conselho Latino-americano de Ciências Sociais
Estados Unidos 1168 | C1023AAB Ciudad de Buenos Aires | Argentina
Tel [54 11] 4304 9145 | Fax [54 11] 4305 0875
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