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Cuadernillo 4to EEMPA

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Lengua - 4to Año - 1

EEMPA 1151

Lengua

4° Año B, D y E
2022

Profesora: Valeria Kippes


Lengua - 4to Año - 2

La comunicación - Tipos de textos

○ Emisor: Aquél que transmite el mensaje


○ Receptor: Aquél, individual o colectivamente, que recibe la información.
○ Código: Conjunto o sistema de signos que el emisor utiliza para codificar el mensaje
(señas, palabras, dibujos, etc).
○ Canal: Elemento físico por donde el emisor transmite la información y que el
receptor capta por los sentidos corporales. (libro, radio, teléfono, televisión, celular,
etc.)
○ Mensaje: La propia información que el emisor transmite.
○ Contexto: Circunstancias temporales, espaciales y socioculturales que rodean el
hecho o acto comunicativo y que permiten comprender el mensaje en su justa
medida.

DE ACUERDO CON EL COMPONENTE DE LA COMUNICACIÓN QUE PREDOMINA


EN EL MENSAJE SE RECONOCEN LAS SIGUIENTES FUNCIONES DEL LENGUAJE:

○ FUNCIÓN EMOTIVA O EXPRESIVA: el mensaje se centra en el emisor, habla de sí mismo,


sus emociones, sus sentimientos.
Lengua - 4to Año - 3

○ FUNCIÓN APELATIVA: el mensaje se centra en el receptor para convencerlo de que haga


algo o piense de determinada manera. (mensajes publicitarios, textos de opinión y discursos
políticos)
○ FUNCIÓN REFERENCIAL O INFORMATIVA: el mensaje se centra en el referente, es decir,
el tema, pues la intención del emisor es informar. (ensayos, textos de divulgación científica,
artículos periodísticos, libros escolares, etc )
○ FUNCIÓN ESTÉTICA O POÉTICA: el mensaje habla sobre sí mismo y sobre cómo está
construido. Es la función propia de los textos literarios, pues predomina entre ellos cómo se
expresan las ideas más que las ideas mismas. (poesía, cuentos, novelas, canciones)

Esta clasificación nos sirve para reconocer los distintos tipos de textos

Tramas textuales

Otra forma de clasificar los textos es mediante su trama, es decir a la forma en que se organiza la
información en el texto. Existen varias formas de tramas pero citaremos las cuatro más comunes.

¿Qué es una trama?


Es la estructura que toma el lenguaje para expresar conceptos. Es el modo en que se organizan las
ideas en un discurso determinado. También se la llama secuencia.

Tipos de tramas o secuencias textuales

Trama Narrativa Trama Expositiva


El texto se organiza siguiendo un orden Se refiere la forma de organizar el texto en el
cronológico o secuencial. cual se presentan los datos, hechos e
información en algún orden lógico.

Trama Argumentativa Trama Conversacional


Este tipo de trama presenta opiniones o Se organiza la información registrando el
afirmaciones, y las fundamenta en el texto. intercambio entre dos o más interlecutores.

TIPOS DE TRAMAS TEXTUALES:

1.- Trama narrativa:


Lengua - 4to Año - 4

· Comunica hechos o acontecimientos, dispuestos en una secuencia cronológica y que


mantienen una con jerarquía causal (hay acontecimientos que necesariamente ocurren antes
que otros).
· Ejemplos de textos narrativos: Novelas, cuentos, leyendas, mitos, etc.
· Se caracteriza por narrar utilizado verbos de acción (correr, caminar, pisar, sentir, etc.)

Ejemplo:

“El hombre pisó algo blanduzco, y enseguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al
volverse, con un juramento vio una yararacusú que, arrollada en sí misma, esperaba otro ataque.
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban dificultosamente,
y sacó el machete de la cintura.
La víbora vio la amenaza y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete
cayó de lomo, dislocándole las vértebras.”
A la deriva (fragmento) - Horacio Quiroga

2.- Trama descriptiva:


· Describe cómo son los objetos, lugares, personajes, animales, etc. Recrea los espacios y
situaciones. Se utilizan los sentidos del tacto para realizar las descripciones (vista, olfato, tacto,
oído, gusto)
· Ejemplos de textos descriptivos: Guías, diarios de viaje, cartas, etc. La trama descriptiva
también puede aparecer en algunos fragmentos puntuales de un texto narrativo.
· Se caracteriza por ser una narración en donde predomina el uso de adjetivos.

Ejemplo:

“A un costado del baldío, en el techo de un tranvía abandonado, duerme un gato. En el tranvía,


esqueleto comido por los vientos y la humedad y la sal, vive gente; hay ropa tendida en el cerco de
alambre. Un niño descalzo, con una bolsa al hombro, saluda desde lo lejos agitando la mano. El
campito huele a retamas.”
La canción de nosotros (fragmento) Eduardo Galeano

3.- Trama Dialogada:

· Reproduce literalmente los dichos o palabras de los personajes de la historia.


· Se escribe o redacta a manera de guión.
· Ejemplos de textos en donde predomine la trama dialogada: Las obras de teatro, los
pequeños fragmentos de diálogos que aparecen dentro de un cuento o de una novela, las
entrevistas periodísticas, etc.

Ejemplo:

-Buena mujer, ¿podrías darle albergue a un caminante?


-Pasa, marinero.
-¿No tendrás, buena mujer, algo para matar el hambre?
-¡Ay, buen hombre, yo misma no he probado bocado en todo el día!
-En fin... Cuando no hay, no hay...
(De un cuento popular ruso)
Lengua - 4to Año - 5

4.- Trama expositiva:


· Intenta explicar de una manera "objetiva" algún hecho.
· Trata de exponer los hechos de manera "neutral", es decir, intentando no tomar partido o no
posicionarse.
· Ejemplos de textos donde predomina la trama expositiva: Artículos de enciclopedia, artículos
de divulgación científica, diccionarios, etc.
· La finalidad de los textos expositivos es la transmisión de información y se centran en el
contenido.
· Se caracteriza por el empleo de un lenguaje claro y directo.

Ejemplo:
“Los flamencos son aves gregarias altamente especializadas, que habitan sistemas salinos de donde
obtienen su alimento (compuesto generalmente de algas microscópicas e invertebrados) y materiales
para desarrollar sus hábitos reproductivos. Las tres especies de flamencos sudamericanos obtienen su
alimento desde el sedimento limoso del fondo de lagunas o espejos lacustre-salinos de salares, El pico
del flamenco actúa como una bomba filtrante. El agua y los sedimentos superficiales pasan a través
de lamelas en las que quedan depositadas las presas que ingieren. La alimentación consiste
principalmente en diferentes especies de algas diatomeas, pequeños moluscos, crustáceos y larvas de
algunos insectos...
Para ingerir el alimento, abren y cierran el pico constantemente produciendo un chasquido leve en el
agua, y luego levantan la cabeza como para ingerir lo retenido por el pico. En ocasiones, se puede
observar cierta agresividad entre los miembros de la misma especie y frente a las otras especies
cuando está buscando su alimento, originada posiblemente por conflictos de territorialidad.''
Los flamencos del altiplano boliviano. Alimentación - Omar Rocha

5.- Trama argumentativa:

· Texto por medio del cual se expresan ideas y se defienden opiniones por medio de la
argumentación.
· Se trata de convencer al lector por medio de argumentos.
· Se explica un punto de vista a partir de ciertos hechos que sirven de sustento para demostrar la
veracidad (la verdad) de todo aquello que se dice.
· Ejemplos de texto donde predomina la trama argumentativa: artículos de opinión, críticas de
prensa de espectáculos, libros, etc.
· Se caracteriza por el empleo de verbos que expresan opinión (creo que, pienso que, me parece
que, etc.)

Ejemplo:

“La naturaleza humana no es en sí ni buena ni mala, es la educación la que la hace buena o mala.
Más allá del ser, la educación apunta al deber ser. Presupone la perfectibilidad del hombre. Cuanto
más se eleva el individuo en la sociedad, más acepta responsabilidades y más importancia reviste
este deber ser. Cabe esperar de un jefe de Estado o de gobierno, de un diputado, de un responsable
sindical o de un dignatario religioso una perfecta probidad moral además de sus competencias.
Cuanto más educado se está más alto se llega, en el sentido moral tanto como social. Hace falta,
pues, tener confianza en la capacidad del hombre de superarse, y en la de la educación para ayudarle
a ello.”
El ciudadano soberano (fragmento) de Augier.
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Todo texto posee siempre una función y una trama que predomina.

Determinar esto es un factor clave para comprender el texto.

Actividades

○ Responder en forma oral ¿Qué función y qué trama predominan en cada uno de los
siguientes textos? Fundamentar con la definición.

1) Un camionero oriundo de Jujuy protagonizó un vuelco en autopista Santa Fe-Rosario, el


domingo por la tarde, a la altura de la localidad de Barrancas, en el departamento San
Jerónimo, informaron fuentes policiales.
Fue alrededor de las siete de la tarde que el personal policial de la Comisaría 3ra. de
Barrancas recibió un llamado en el que otros conductores denunciaban la presencia de un camión
Scania con semirremolque, que circulaba zigzagueando y en forma peligrosa por la autopista.

2) Con la llegada de los dispositivos móviles y la expansión de la telefonía, la propagación de


Internet se está produciendo de una manera aterradora. Esta evolución está cambiando el
comportamiento de la sociedad, muchas veces afectándola con la llamada "adicción
electrónica".
Hoy en día, la situación es cada vez más compleja y alarmante. Basta con mirar alrededor:
personas que caminan y usan teléfonos móviles; personas en bares y restaurantes que no
interactúan con otras personas. Niños y adolescentes conectados todo el tiempo. Adultos que
usan dispositivos de comunicación en fiestas y ceremonias formales.

3) Me gustan los días de lluvia. Siento que estoy más tranquilo, más relajado. Me encanta
quedarme en la cama viendo películas y tomando café.

4) No te salves (Mario Benedetti)


No te quedes inmóvil al borde del camino
No congeles el júbilo, no quieras con desgana
No te salves ahora ni nunca, no te salves
No te llenes de calma
No reserves del mundo solo un rincón tranquilo
No dejes caer los párpados pesados como juicios
No te quedes sin labios, no te duermas sin sueño
No te pienses sin sangre, no te juzgues sin tiempo
Pero, si pese a todo no puedes evitarlo
Y congelas el júbilo y quieres con desgana
Y te salvas ahora y te llenas de calma
Y reservas del mundo solo un rincón tranquilo
Y dejas car los párpados pesados como juicios
Y te secas sin labios y te duermes sin sueño
Y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo
Y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas
Entonces
No te quedes conmigo
Lengua - 4to Año - 7

5) Pasó demasiado tiempo desde la última vez que nos vimos. Te extrañé mucho. No vuelvas a
alejarte, por favor. Tratemos de resolver las cosas de otra manera, y no distanciándonos.

Actividades

¿Qué función y qué trama predominan en cada uno de los siguientes textos?

En el mismo cuadro, escribí breves textos teniendo en cuenta los datos de la función y la trama
textual.

Función del lenguaje Trama textual

Ayer a las 22:40 hs., frente al


supermercado Álvarez, le
robaron el ciclomotor a una
vecina, quien radicó la denuncia
en la seccional 8º.
¡¡Ofertas espectaculares!!
Camine y compare… Pero hasta
la Batalla no pare. Supertodo La
Batalla.
Colón 756. San Luis.
Sigue lloviendo. El día es triste y
largo.
En el remoto gris se abisma el
ser.
Llueve… Y uno quisiera, sin
embargo,
que no acabara nunca de llover.
Informativa Narrativa

Informativa Conversacional

Expresiva Descriptiva

Actividades:

Leer detenidamente cada uno de los siguientes textos. Todos ellos poseen una temática en
común, pero cambian las funciones y las tramas.

Luego de leerlos determinar:


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1) Función y trama que prevalece en cada uno


2) Idea principal (expresada en una o dos oraciones)

Texto 1:

Utopía y distopía

La utopía es un espacio o territorio imaginado como perfecto, soñado, deseado, sin


problemas. Refiere a una comunidad que vive en un estado ideal para sus ciudadanos. Lo opuesto a
utopía –su antónimo– es distopía. La palabra utopía proviene del griego y su etimología significa “no
lugar”, o un lugar que no existe. El término fue acuñado por Tomás Moro para su libro escrito en
1516 con ese nombre. El refiere a una sociedad que vivía en una isla ficcional de nombre Utopía
ubicada en el océano atlántico.
La palabra distopía nos hace pensar en la llegada del apocalipsis, la llegada a un lugar
parecido al infierno. El resultado obtenido por un panorama distópico sería una sociedad perversa,
sin valores humanos, sin esperanza.
La distopía ocupa un papel relevante en la literatura, ligada al género de la ciencia ficción. Varios
autores escriben sobre posibles infiernos producidos por ideas, propuestas y acciones de los
hombres.Clásicos de la literatura distópica son:
– “Un mundo feliz”, de Aldus Huxley; basado en los estudios sobre genética, y la clonación, el
libro muestra como las deformaciones de estos avances científicos empiezan a formar parte de
nuestra realidad presente y con consecuencias dramáticas a futuro.La novela es una distopía que
anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos, el manejo de las emociones por
medio de drogas que, combinadas, radicalmente cambian la sociedad.
– En “1984”, novela de George Orwell; el autor describe como la pantalla de la televisión te
observa y todo el mundo espía a todo el mundo. La obra de Orwell supone una denuncia de los
regímenes totalitarios que controlan a la sociedad por medio de la figura del Gran Hermano.
-“Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury; trata sobre la erradicación del legado cultural.La novela
presenta el futuro de la sociedad americana cuando los libros son quemados por bomberos (el
estado). Farenheit 451 es la temperatura a la que un libro se quema. Muestra como la cultura es
anulada y pervertida. Imaginen una sociedad donde no se tiene alternativa de una vida propia, de
elegir nuestro destino, donde el único mensaje posible sea el del poder.

Texto 2:

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez
pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. (Eduardo Galeano,
escritor uruguayo)

Texto 3:
De la utopía a la distopía
MIGUEL CAMUÑAS

Se explora el significado de cualquier cosa en Google solo por saber lo que dice otro. Al rato se olvida.
Ya no necesitamos agendas ni diarios. Hemos pasado de la dependencia mecánica de la televisión a
la condena dictatorial de las redes sociales. Hay un trato colectivo nuevo, fruto de nuestra ansiosa
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soledad, que nos convierte en esclavos de ese existencialismo propagado de querer saber sin estudiar,
sin leer, solo repitiendo comportamientos y aceptando lo que pasa por la ventana sin abrir la puerta.
“Eres libre y por eso estás perdido”, decía Kafka. Somos libres de encender o apagar la ventana para
que los demás aparezcan ante nosotros en ese teatro permanente atrapado en las redes. Se nos pide
el teléfono, la fecha de nuestro nacimiento, las fotos familiares, una lista de amigos y compañeros de
trabajo e incluso sexting… Si algo no entendemos, el consultorio sentimental del blog actúa como
confesionario, como diván del psicólogo o como médico de familia. La distopía, el antónimo de la
utopía, es un género que da mucho juego para criticar, en clave de ficción, situaciones actuales.

Texto 4
Vivir en la distopía

Son muchas las emociones que se acumulan estos días. Hay indignación, pero también estupor,
ansiedad, rabia, empatía… Pero quizás, al menos para mí, la sensación o emoción más prevalente es
la de estar viviendo un momento histórico, que nos va a unir y marcar a todas las generaciones al
igual que ocurrió con otras plagas y enfermedades, pero también con acontecimientos como las
Guerras Mundiales, la llegada a la luna, la contracultura de los 60s o el 11-S, por citar algunas. Esto,
al fin y al cabo, es otra guerra, una que llevamos a cabo contra un bichito invisible, pero una guerra,
además, en la que de nada nos valen las armas o la fuerza bruta sino un arma mucho más poderosa:
el conocimiento. La pluma, se comprueba una vez más, es más fuerte que la espada. Desde la
semana pasada, con el creciente shock que ha supuesto todo esto, aún tengo la sensación de estar
viviendo en el capítulo más interactivo de Black Mirror que se haya visto hasta el momento, como
una distopía de las que tanto nos gustan en la ficción (pero ya no nos está gustando tanto vivir en la
realidad). Una de esas distopías que hemos visto en cientos de películas y series u oído en ficciones
sonoras como esos apocalipsis zombis, que siempre nos han resultado ejercicios de ficción, y cuyo
factor común siempre es el mismo: la incertidumbre. Bueno, y también la estupidez humana, también
bastante común en todas partes (en unas más que en otras).
Quizás consuele pensar que esto sea una prueba (o un capricho) del destino, o simplemente un toque
de atención por parte de Gaia, Dios o la propia vida, que nos obliga a parar en un mundo centrífugo
que iba demasiado rápido como para ser conscientes de muchas cosas. Obligados a parar nuestras
vidas y el ritmo vertiginoso en el que estaban inmersas, parar para luego tomar renovado impulso.
Esto nos va a enseñar a reevaluar muchos aspectos de nuestras vidas, nuestras identidades y
nuestras sociedades, y también a revalorizarlos: ¡qué placer era (y será) tomar unas cervezas al sol en
una terraza en buena compañía! O celebrar un cumpleaños, una fiesta, rodeado de gente. O pasear
por la calle por el simple gusto de hacerlo. Y disfrutar de la compañía de gente que conoces o no.
¡Qué extraña la sensación de ver ese tipo de escenas en pantalla y no poder recrearlas ahora en la
vida real!
En definitiva, volveremos a retomar el placer de ser una comunidad, de notar que lo que nos hizo y
hace fuertes es nuestra unión como sociedad. Ser capaces de mostrar lo que nos hace excepcionales
como especie, nuestra capacidad de trabajar en equipo, la clave que explica todo lo que hemos
llegado a alcanzar hasta el momento.
Esto nos va a cambiar por completo. El golpe a nuestro inconsciente colectivo (y personal) es
completo. Habrá un antes y un después de esto. Vivir esto cada uno en su casa, sin el apoyo de los
demás, será duro, pero, como especie, hemos sobrevivido a cosas peores. Tenemos nuestros hogares
como cobijo. Y tenemos la tecnología de nuestro lado para ayudarnos, conectarnos, comunicarnos,
expresarnos, entretenernos…
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Texto 5:

Es tiempo de reivindicar la utopía


Ignacio Ruelas Olvera

La generación de la utopía se forjó en la antesala de lo instantáneo, sus prótesis, en el mejor de los


casos, fueron libros que se compartían con generosidad. Asumían el compromiso de participar en la
lucha por “un mundo mejor”, es decir, la justicia, los valores como la solidaridad, el compromiso como
la alteridad, los empeños por las reivindicaciones sociales creaban sus discursos. Entre lecturas que
despertaron su pensamiento levantaron valores y trabajaron por virtudes. Discutían con las
generaciones contemporáneas desde lo coetáneo, la utopía y el compromiso democrático impulsado
por las ambiciones de cambiar el mundo. Esa fue su divisa generacional. Hoy, se requiere que las
nuevas generaciones, con más posibilidades comunicacionales, con mejores oportunidades
educativas, con “sociedad red”…, apuren el compromiso social y político. Las prótesis de las nuevas
generaciones son tecnológicas tanto de información como de comunicación. Tienen el mundo en el
cuenco de sus manos. (...) Las urnas son el símbolo de la esperanza, la divisa de los cambios, sin urnas
ni esperanzas perdemos todo. Dilapidamos el buen futuro, inutilizamos el sentido de la historia,
derrochamos la vida solidaria…, nos quieren heredar, un cielo sin palomas, un mar agónico, un
monólogo sin predicados ni preguntas, ciudades sin pueblo, jardines desérticos, alamedas de
concreto, palabras sin significados… ¡no lo permitamos! Acudamos a votar con autonomía y libertad,
es el inicio de un compromiso político, en el que el político es el ciudadano, no el oportunista. Esa es
la utopía. Otorguemos razones a la vida compartida.

Textos Argumentativos

El texto argumentativo tiene como objetivo expresar opiniones con el fin de persuadir a un
receptor. La finalidad del autor puede ser probar o demostrar una idea (o tesis), refutar la contraria o
bien convencer o disuadir al receptor sobre determinados comportamientos, hechos o ideas.

La argumentación, por importante que sea, no suele darse en estado puro, suele combinarse
con la exposición.

Mientras la exposición se limita a mostrar, la argumentación intenta demostrar, convencer o


cambiar ideas. Es por esto que en un texto argumentativo, además de la función apelativa presente
en el desarrollo de los argumentos, aparece la función referencial, en la parte en la que se expone la
tesis.

La argumentación se utiliza en una amplia variedad de textos, especialmente en los


científicos, filosóficos, en el ensayo, en la oratoria política y judicial, en los textos periodísticos de
opinión y en algunos mensajes publicitarios. En la lengua oral, además de aparecer con frecuencia
en la conversación cotidiana (aunque con poco rigor), es la forma dominante en los debates,
coloquios o mesas redondas.
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Ejemplos típicos de textos argumentativos son los artículos de opinión de los periódicos. Se
trata de textos en los que el emisor desarrolla un razonamiento para demostrar la validez de la idea
que tiene sobre el tema que trata, esto es, una determinada tesis sobre un determinado tema que se
intenta defender o discutir mediante el uso de argumentos y contraargumentos.

Aunque resulta evidente que si se aspira a la eficacia comunicativa, el texto debe ser
compuesto atendiendo a criterios de orden, claridad, precisión, etc., los textos argumentativos son,
potencialmente, mucho más propensos a presentar dificultades de comprensión que otros.

Esto es así porque en ellos no se intenta reflejar objetivamente una realidad, sino que lo que
se busca es expresar una interpretación de la misma, lo que con lleva la necesidad no sólo de
exponer esa realidad, sino además de defender la visión de uno y defenderse de las de otros. Esto,
inevitablemente, complica la recepción de dichos textos.

Las partes de los textos argumentativos son:

*Introducción
*desarrollo de argumentos – defensa de la tesis
* conclusión

El desarrollo de una argumentación puede organizarse, fundamentalmente, siguiendo o bien


una disposición deductiva, o bien una disposición inductiva. En la deducción, que es lo más
frecuente, se va de la tesis a la conclusión: la relación de causalidad está orientada desde la causa a
la consecuencia. En la inducción, el sistema inverso al anterior, la conclusión representa el motivo
para tomar en consideración la tesis: la relación de causalidad se orienta desde la consecuencia hacia
la causa.

Los recursos más habituales para apoyar la argumentación son: la contraargumentación


(hacer explícitas las posibles objeciones a la propia argumentación); la comparación (con el objeto de
demostrar algo); la definición (para precisar los términos de los que se habla); la cita de información
externa (noticia de un periódico, declaraciones de alguien...), que cuando es un apoyo explícito a la
opinión del autor se denomina 'cita o argumento de autoridad' (que sirven para prestigiar la del
emisor); la ejemplificación; la escala de fuerza argumentativa (evaluación de argumentos y
conclusiones de otros), etc.

Recursos de la argumentación:
Lengua - 4to Año - 12

● Cita de autoridad: cuando a lo largo del texto se exponen ideas expresadas por alguna
persona entendida en el tema.
● Comparación: cuando se compara una idea con otra.
● Pregunta retórica: son preguntas que no tienen una respuesta concreta a lo largo del
texto, sino que buscan llamar la atención del lector y hacer que este reflexione sobre algo
● Ejemplificación: se citan casos puntuales a fin de ilustrar una situación.
● Refutación: se expone una idea como verdadera y luego se la rechaza a través de una
nueva idea contraria a la anterior.
● Enumeración: se detalla una serie de elementos o ideas una detrás de la otra.
● datos estadísticos: datos obtenidos como resultados de estudios, análisis , encuestas, etc.

ACTIVIDAD:

¿Qué argumentos emplearías para sostener la siguiente tesis? ¿Qué argumentos emplearías para
refutarla?

“Hoy en día, quien no estudia, no consigue buenos puestos de trabajo”

ACTIVIDAD:
1) Leer el texto que se presenta a continuación.

El valor de la distopía

Debemos luchar para proteger y extender cada una de las libertades que la humanidad ha
conquistado.

Por: Fernando Posada 18 de diciembre 2019

Mucho se ha discutido sobre la importancia de la utopía en el ideario colectivo humano desde


campos tan diversos y separados como la literatura, las ciencias y el arte. El deseo permanente
de que este sea algún día un mundo mejor, sobre todo en sus tiempos más difíciles, es una de
las últimas esperanzas —incluso superando cualquier límite de lo racional— que alguien se
atrevería a soltar.
Pero no menos importante debe ser su parte contraria, la incómoda y perturbadora distopía.
Hablar sobre distopía es hablar de un mundo donde las peores pesadillas se hacen realidad: por
ejemplo, el sometimiento de los más débiles, la eliminación de razas consideradas “inferiores”,
la perdida total de la ética y de la libertad de acción y pensamiento de las personas. Pensar y
escribir sobre tiempos hipotéticos de horror es darle algo de claridad a un asunto que no
debería ser menos que fundamental para cualquier proyecto de sociedad: la discusión sobre los
tipos de futuros a los que no quisiera llegarse jamás.
Lengua - 4to Año - 13

Al menos por ese motivo, la distopía debe ser un elemento esencial en la literatura y el arte,
explorando los miedos más profundos de la humanidad, incluso muchas veces de manera
exagerada. Y esto debería, a su vez, conducirnos a una nueva forma de tomar decisiones como
sociedad, en la que si bien existen tantos desacuerdos sobre el futuro incierto, también debe
ser conceptualizado y librado en profundidad el debate sobre los destinos a los cuales jamás
quisiéramos llegar. ¿Cuál es el futuro que nos espera como sociedad? ¿El que queremos? ¿El
que merecemos? ¿Qué acciones estamos dispuestos a llevar a cabo para evolucionar y evitar
desgracias mayores?
Una de las obras más famosas sobre una edad de distopía es la magnífica novela ‘1984’ de
George Orwell, en la que un partido totalitario liderado por el ahora famoso Gran Hermano
asume el control absoluto de todas las esferas de la vida de los ciudadanos, incluyendo aspectos
tan íntimos y privados como el pensamiento, la autonomía y la contemplación de la estética,
reduciéndolos a poco más que individuos al servicio de los intereses partidistas. Algo tan
humano y esencial como el amor es un acto revolucionario y prohibido en los tiempos de
‘1984’, mientras que el partido Ingsoc busca erradicar cualquier forma de deseo de las mentes
de los gobernados.

La conclusión al pensar en una distopía suele ser casi siempre la misma: ningún camino, en la
vida real o en la ficción, que prometa devolver el orden en tiempos de caos a cambio de
suprimir derechos y libertades será sostenible o exitoso. Y es precisamente esa una de las
características más importantes de una distopía. Muchas veces, en un principio, es ofrecida
como una atractiva solución en medio de épocas de desesperación y angustia. La distopía suele
comenzar en forma de ruptura frente a las preocupaciones humanas más profundas en tiempos
de dificultades: el miedo al desorden, a la violencia y a la incertidumbre. Pero es en su proceder,
su evolución y su desenlace cuando entendemos los nuevos peligros que antes habíamos sido
incapaces de calcular. Y entonces suele ser demasiado tarde.

Pero también las distopías y las utopías cambian de forma y de contenido con el paso del
tiempo. Hace ochenta o cien años, por ejemplo, nadie habría imaginado que un mundo
conectado por la tecnología traería desenlaces tan preocupantes para las libertades y la vida
privada de la ciudadanía como los que hoy conocemos. Lo que antes era una promesa de
democratización en el acceso a la información, en la comunicación y el conocimiento, es hoy
también el motivo de nuevos dolores de cabeza, en un mundo en el que la vida privada cada
vez parece estar más vigilada por actores sobre los cuales poco sabemos.

Por eso es tan valioso leer historias de distopía que les ponen nombre, fecha y lugar a los
relatos de un horror que, aunque ficticios, no son imposibles de convertirse en realidad.
Despertar de una pesadilla es una forma de apreciar nuestra condición verdadera, aun en
medio de tantas imperfecciones. Al final de cuentas, pensar en distopías es, sobre todo, y no sin
algo de cinismo, una manera de entender que el mundo en el que vivimos está lejos de ser el
peor posible.

Es por eso que debemos luchar con todo el esfuerzo disponible para proteger y extender cada
una de las libertades y derechos que la humanidad ha conquistado con sacrificio durante siglos,
particularmente desde las revoluciones liberales. Y evitar caer en los engañosos y siempre
atractivos discursos de quienes prometen solucionar los problemas de nuestro contexto con
proyectos capaces de abrir las puertas a nuevas y peores amenazas hasta ahora desconocidas.

ACTIVIDAD:
1) ¿Cuál es la tesis que desarrolla el autor?
2) ¿Qué estrategias emplea?
Lengua - 4to Año - 14

3) ¿Qué argumentos usa para sostener la tesis?


4) Escribir una opinión personal sobre el tema desarrollado por el autor.

RESEÑAS

Una reseña es un breve texto que se edita en una publicación periódica. Acostumbra a ser la crítica
de un libro, una obra de teatro, una película, una serie o cualquier otro tema similar. Es un ensayo
descriptivo que pretende informar al público interesado sobre una novedad específica. Preparar una
reseña puede no resultar sencillo, ya que, a menudo, se tienen muchas cosas qué decir, pero poco
espacio, ya que no debe superar las dos o tres páginas.

Pasos para hacer una reseña:


Para elaborar una buena reseña es fundamental hacer un trabajo de investigación y comprensión del
texto a reseñar, abordando el texto siguiendo estos pasos:

1. Es recomendable preguntarse “¿Qué quiere decir la obra y cómo lo dice?”, en lugar de,
simplemente, preguntarse “¿qué dice?”

2. La lectura/análisis de la obra en cuestión debe ser crítica y debe ir más allá del argumento. Realizar
preguntas al texto es la mejor manera de hacerlo:

● ¿Cuál es el objetivo de la obra?,


● ¿Cuál es su argumento central?
● ¿Qué puedo concluir?

3. Todas estas preguntas ayudan a ver el grado de comprensión del texto trabajado. Con el texto
leído/analizado y comprendido, es muy recomendable generar una ficha de lectura. Este documento,
que te permitirá organizar la información, debe incluir, además de las respuestas a las preguntas
expuestas más arriba:

● datos sobre el contexto en el que fue publicado el texto (o en el caso de una película o
serie , la fecha de estreno)
● Lugar de producción
● EN el caso de cine/serie: nombres de los actores
● quién era su autor/director
● contexto particular de publicación (en caso de que sea relevante)
● datos bibliográficos

4. Es muy importante ser concreto, claro y preciso en las respuestas y afirmaciones, sobre todo
cuando se trata de citas ajenas.

5. Una vez concluída la lectura crítica y profunda del texto y completada la ficha de lectura, se tienen
las herramientas para escribir la reseña. El formato recomendado es el ensayo.

Partes de una reseña


Tras conocer los pasos, es interesante tener en cuenta las distintas partes de una reseña. Su
organización debe seguir el siguiente esquema general:
1. Presentación y contextualización del tema
2. Resumen
Lengua - 4to Año - 15

Descripción del elemento a reseñar, el autor, la obra y sus técnicas. Hay dos subcategorías
obligatorias; el contenido y las fuentes.
● Contenido. Se comentan los temas tratados en la obra, de forma descriptiva, breve y
clara.
● Fuentes. Se detallan las fuentes que utilizó el autor para realizar su trabajo.
3. Juicio personal
Es una de las partes más importantes de la reseña, pues incluye la valoración personal del reseñador
sobre los aciertos y limitaciones de la obra. Generalmente se hace una crítica negativa o una crítica
positiva.
● Crítica negativa. Detalla los aspectos débiles del trabajo. La redacción es atenuada,
evitando utilizar palabras fuertes y menosprecios.
● Crítica positiva. Destaca los puntos fuertes del texto. Se utilizan adjetivos para lograr un
resultado claro y conciso.

4. Referencias
Es importante que la reseña incluya las referencias bibliográficas consultadas, a fin de darle validez al
artículo y situar en el tiempo y el espacio la obra analizada.
5. Identificación
Se indican los datos del autor/a de la reseña, y se incluye el correo y otros datos de contacto
electrónico.

Ejemplos de reseñas:

“La Valla”: Un futuro devastador narrado con una poderosa emoción que no olvida incorporar
misterio, acción y suspense.

Detrás de este título encontramos a Daniel Écija (Médico de familia, El internado, Estoy vivo), un
hombre al que le gusta unir el costumbrismo con cualquier otro género, en este caso, la
ciencia-ficción. Y es que La valla no sería lo mismo sin ese componente familiar, reconocible y
cotidiano que nos arrastra y secuestra las emociones.
Después de asistir a distopías zombies o de realidad virtual, le llega el turno a un asunto
desgraciadamente mucho más cercano: la pandemia. Es curioso que este título se rodara antes de lo
acontecido en el último año. Sin embargo, posee la cualidad de tranquilizar al espectador solo por el
hecho de mostrar un panorama mucho más agresivo y amenazador.
La trama científica, que incluye suspense, acción, conspiraciones y ambición de poder, ameniza y
ambienta el verdadero valor de esta serie: las historias personales. Actualmente, no es habitual ver
en la pequeña pantalla relatos honestos que acentúen la inmensa capacidad del ser humano para
amar y hacerlo hasta las últimas consecuencias.
En La valla, el asunto del amor conyugal o de pareja no es un complemento de quita y pon. En esta
propuesta de Écija, los personajes mantienen su compromiso a pesar de todo (y ese todo incluye, a
veces, la muerte del ser querido). Y no lo hacen por obligación, sino que lo que entendemos es que
el corazón no olvida tan fácilmente cuando se ha querido de verdad.
A esta realidad se le suma otra no menos importante: la familia. Los protagonistas luchan por sus
hijos, nietos, madres o abuelos y este vínculo se convierte en el arma más poderosa para enfrentarse
al Goliat temible y omnipresente de la dictadura.
La visión serena y contundente del corazón humano da autenticidad y credibilidad a una trama que,
por otro lado, en ocasiones peca de apresurada y previsible. Al final, en su conjunto, La valla es un
drama bien narrado, una propuesta profunda y positiva sobre la humanidad y sus asuntos más
trascendentes, lo que equivale a un tiempo de entretenimiento emocionante y optimista.
Lengua - 4to Año - 16

Black Mirror

Black Mirror es una producción británica desarrollada por Charlie Brooker ('Dead set: Muerte en
directo'), Una serie de episodios independientes entre sí y, con un reparto y tramas totalmente
diferentes, cuyo único punto común es el poder de las nuevas tecnologías para mover el mundo.

La ficción distribuida por Netflix hace un análisis de las nuevas tecnologías de una forma avanzada y
futurista que en ocasiones amenazan la integridad de las personas. Un camino por lo peligroso, las
obsesiones, la moral, la soledad y los sentimientos envueltos en diferentes mundos controlados por
lo tecnológico con un final, en su mayoría, catastrófico, aunque otras veces satisfactorio.

La serie cuenta con una larga lista de actores y actrices entre los que destacan Jerome Flynn (Juego
de Tronos), Mackenzie Davis (Blade Runner 2049), Tom Cullen (Knightfall), Joe Cole (Peaky Blinders),
Jodie Whitaker (Doctor Who), Hayley Atwell (Conviction), Bryce Dallas Howard (Criadas y señoras),
Jon Hamm (Mad Men), Oona Chaplin (Juego de Tronos) y Daniel Kaluuya (Déjame salir), entre otros.

Ponernos a ver siete temporadas de doce capítulos de una hora cada uno nos da pereza. Pero con
Black Mirror no hay excusas. Temporadas de tres y seis capítulos autoconclusivos de entre 40
minutos y una hora, episodios sin una continuidad argumental que se disfrutan tanto por separado
como en un maratón seriéfilo. Eso sí, historias llenas de tensión, angustia, dudas, miedo y reflexión.

Black Mirror ha sido calificada por muchos como una joya televisiva imprescindible. Su formato y su
estilo dan un paso al frente y nos sorprenden capítulo tras capítulo. Cada uno de sus episodios
muestra con una cruel originalidad los peligros de la tecnología en la sociedad desde diferentes
perspectivas. Con ese trasfondo crítico se exploran las diferentes caras de un mundo trágico no muy
alejado al nuestro. Algo que nos excita tanto como nos irrita.

Detrás de ese humor negro y macabro hay una reflexión crítica: sobre los medios de comunicación, la
política, el conformismo social o los peligros de la racionalidad tecnológica en manos de la
irracionalidad humana.

RESEÑAS EN REDES SOCIALES

También es muy frecuente ver reseñas por otros medios, no necesariamente los escritos y
tradicionales. Veamos como ejemplo, esta reseña realizada en youtube sobre la novela “El cuento de
la Criada”

https://youtu.be/YLVN3WiZHEE

ACTIVIDAD:
1) ¿Qué elementos comenta quien hace la reseña, además del argumento de la obra?
2) ¿Da su opinión personal sobre la misma? ¿Cuál es?
3) Según lo que ella comenta: ¿Por qué esta obra se la encasilla dentro de las novelas
distópicas?
4) ¿Cuál o cuáles con los propósitos de la autora de la reseña?
5) ¿Qué trama y función predominan en la reseña? ¿Por qué?
Lengua - 4to Año - 17

LITERATURA
¿Qué es la literatura?

Características del lenguaje literario

Dado que es muy difícil definir qué es literatura, caracterizaremos algunos elementos
centrales.
1. Ficción:
La noción de ficción identifica al acto y consecuencia de fingir (es decir, de permitir la
existencia de algo que, en realidad, no aparece en el plano real). En este sentido, se puede decir que
una ficción es una cosa que ha sido fingida o bien, que se trata de un invento.
Una ficción es, por otra parte, toda obra literaria o trabajo cinematográfico que narra hechos
imaginarios (descriptos como ficticios). Por eso, por ejemplo, puede hablarse de libro o película de
ficción. El caso contrario es un libro de investigación periodística o un documental, espacios donde se
trabaja con elementos basados en cuestiones verídicas.
Cabe resaltar que también existen obras que son híbridos entre la ficción y la realidad. Los
materiales de no ficción (non fiction) y el periodismo narrativo suelen combinar detalles ficticios con
otros que son auténticos.
Una de las licencias que tiene todo autor al escribir una obra de ficción es el uso de
escenarios imaginarios y el poder mezclar elementos de la realidad con otros pertenecientes a lo
ficticio. Es importante aclarar en este punto que ficción no implica la posibilidad de que ocurra
cualquier hecho, sino que todo tiene que tener un sentido; de otro modo, se trataría de una obra mal
escrita. Cada historia, se base en la realidad o presente una alternativa imaginaria, debe contar con
una estructura y una coherencia, donde todos los hechos que allí acontezcan sean “verosímiles”
desde el punto de vista del universo que en ella se pinta.
Uno de los retos fundamentales de todo autor de ficción es conseguir ofrecer una obra que
presente una realidad convincente y atrapante, que permita al lector olvidarse de su propia vida y
trasladarse al mundo de la historia mientras recorre las páginas del libro.
Es importante señalar que ficción no es, sin embargo, sinónimo de fantasía o de irrealidad;
una novela histórica pero que narre acontecimientos que nunca han tenido lugar en la realidad, es
una obra de ficción, así como también lo es una historia futurista o donde aparecen seres de otros
planetas o personajes semejantes.
Dentro de la ficción se encuentran varios géneros literarios, como el fantástico (que incluye
cuentos de hadas, de terror, obras de ciencia ficción, novelas de caballería y fantasía heroica), la
novela romántica y la novela negra (historias de detectives o novelas de espías). De todas formas, es
necesario tener presente que esta clasificación no es exclusiva y que para saber si un texto es o no de
ficción bastará con saber si los hechos que se narran están basados en la realidad o provienen del
imaginario literario del autor
2. Subjetividad:
El lenguaje subjetivo es aquel que transmite pensamientos, ideas, valoraciones,
apreciaciones de un emisor frente a un determinado hecho. Se reconoce fundamentalmente por la
presencia de adjetivos y de carga emotiva. Lo contrario a este tipo de lenguaje es el objetivo, el cual
no indica sentimientos ni juicios de valor. Este último es usado, por ejemplo en una investigación
científica, mientras que el lenguaje subjetivo es usado en textos de opinión y en literatura, entre
otros casos.
3. Connotación
El lenguaje denotativo es el que expresa directamente aquello de lo se está hablando; por lo
tanto tiene una sola interpretación.
Ejemplo:
Lengua - 4to Año - 18

- Te compraré un par de zapatos


- Los delincuentes entraron por la ventana
- La ventana está limpia
En cambio, el lenguaje connotativo es el que expresa más de un significado. Es el sentido
figurado de las palabras. Esta situación se explica a partir de un hecho lingüístico: el significado no
siempre es uno solo, pueden existir varios asociados a una palabra. Este tipo de lenguaje se utiliza
en la literatura, en el cine, en algunos campos de periodismo, el humor, en la publicidad, etc.
También en el habla cotidiana, muchas veces usamos palabras o frases connotativamente y,
gracias al contexto, nuestros oyentes entienden a qué nos referimos. En estos casos, empleamos la
connotación.
Por ejemplo:
- No le llega agua al tanque
- El horno no está para bollos
- Estoy en las nubes
- Le cayó como anillo al dedo
- Si no te ponés las pilas, vas a desaprobar todas las materias
- Tu actitud me pone los pelos de punta
- Tiene el corazón de azúcar
- Sos mi media naranja
- Le falta un tornillo
- Se levantó con los cables pelados

IMPORTANTE
El lenguaje connotativo es más complejo que el denotativo porque requiere de un lector que esté
preparado para leer en dos niveles: por un lado el nivel literal (lo que se dice) y por el otro, el nivel
literario (lo que se da a entender); es decir que demanda de mayor esfuerzo por parte del
receptor. Es por esto que afirmamos que quien es capaz de leer y comprender textos en los que se
maneja el lenguaje connotativo, es capaz de comprender mayor diversidad de textos, dado que
este receptor está habituado a interpretar en dos niveles y cuando lee un texto con un solo nivel
de significación le resulta mucho más sencillo.

ACTIVIDAD
Analizar la siguiente frase
“Sabemos que el lenguaje como la luna, tiene siempre un hemisferio de sombra”
(Jorge Luis Borges)

a) ¿Cuáles son los 2 elementos que se comparan?


b) ¿Qué elemento los vincula?
c) ¿Qué significa que el lenguaje tiene un lado de sombra?

ACTIVIDAD
Completá el siguiente cuadro con cinco frases connotativas que se usen cotidianamente. Explicá su
significado
FRASE CONNOTATIVA SIGNIFICADO LITERAL
Lengua - 4to Año - 19

¿Por qué creés que se emplean estas frases? ¿Qué busca el lector con el uso de las mismas?

ACTIVIDAD
También en refranes encontramos este tipo de lenguaje. Explicá el significado de cada uno de los
siguientes y emplearlos en oraciones (contextualizarlos)
- Donde hubo fuego, cenizas quedan
- Más vale pájaro en mano que cien volando
- Soldado que huye sirve para otra guerra
- Cría cuervos y te arrancarán los ojos

Connotación en canciones

Las canciones están plagadas de fragmentos connotativos, como podemos ver en el siguiente
fragmento.
Tan lejos – (No te va gustar)
Una salida en el cielo (una esperanza)
adentro llueve y parece que nunca va a parar (Tristeza profunda)

una sonrisa se ve reflejada en un papel


y se te empañan los ojos (lágrimas)
con esas caras diciendo que todo va a estar bien
y va a estar bien

cantando a pesar de las llamas (mantiene la alegría a pesar del dolor)


no quiero quedarme sentado, no quiero volver a tu lado,
creo que me gusta así
ya paso el tiempo y espero saber por qué
estando tan lejos no te quiero ver (…)

ACTIVIDAD
1. De las expresiones que se presentan a continuación, señalá la alternativa que contiene
significación DENOTATIVA:
a) Una lluvia de improperios le lanzaron de todo lugar
b) Recibió una lluvia de críticas
c) Llueve mucho en esta región
d) Esa lluvia de preguntas lo atormento
e) Llueve en mi corazón tormentos inenarrables

2. Marcá la alternativa que exprese un pensamiento CONNOTATIVO:


a) Los niños lloran por el juguete perdido
b) Los hombres cuando son derrotados también lloran
c) Los agricultores talan don robles
d) La familia Robles solucionó sus problemas económicos
e) A la vuelta del camino dos robles lloran como dos niños

Géneros literarios
Lengua - 4to Año - 20

El concepto de género se ha ido conformando históricamente; se entiende por género un


conjunto de constantes retóricas y semióticas que identifican y permiten clasificar los textos
literarios. Los géneros literarios son los distintos grupos o categorías en que podemos clasificar las
obras literarias atendiendo a su estructura.
Puede resultar sorprendente que aún se utilice la primera clasificación de los géneros, debida a
Aristóteles, quien los redujo a tres: épica, lírica y dramática. Hoy se mantiene esencialmente la
misma clasificación con distintos nombres (narrativa, poesía y teatro), pero la evolución de los
gustos y modas estéticas ha provocado que en muchos textos modernos resulte difícil fijar
rígidamente los límites entre lo puramente lírico, lo narrativo o lo dramático. En líneas generales,
podemos plantear la siguiente caracterización:

Género lírico
Los textos líricos se caracterizan por presentar la realidad desde el punto de vista del sujeto.
Muestran la visión íntima y personal del ser humano. En ellos el poeta habitualmente expresa sus
sentimientos, pensamientos, estados de ánimo o vivencias, aunque también las puede atribuir a
otro sujeto diferente. Predomina el empleo de la primera persona y la actitud subjetiva del
narrador. En la lírica la modalidad de expresión por excelencia es el verso.
Género dramático
Son obras escritas en forma de diálogo y destinadas a la representación teatral. En ellas el autor
plantea conflictos diversos. Pueden estar escritas en verso o en prosa. Las obras dramáticas no
tienen narrador. Incorporan otros códigoa además del lingüístico: los gestos, el vestuario, el
maquillaje, la música, la escenografía, etc.

Género épico o narrativo:


En las obras narrativas se presenta una realidad ficticia. En este tipo de textos el autor describe
personas, situaciones y ambientes, relata acciones y acontecimientos sucedidos en tiempos y
espacios diversos, hace hablar - a través de monólogos o diálogos - a sus personajes y, a veces, da
cuenta del mundo interior - pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, intenciones. - tanto
del de sus personajes, como del suyo propio .
Una narración es una secuencia de acciones que se desarrolla en un marco determinado (lugar,
tiempo y personajes). Tiene una o varias complicaciones que se resuelven al final de manera positiva
o negativa para los personajes. Un posible esquema de la estructura de las narraciones es la
siguiente:
Son ejemplos de narraciones, las novelas, los cuentos, las leyendas, las parábolas y las anécdotas.

Elementos del cuento


El autor
Una narración es inventada por una persona, que se llama el AUTOR y cuyo nombre suele
estar al comienzo o al final del cuento o novela. El autor, además de imaginar a los personajes,
también inventa al NARRADOR que es la “voz” que cuenta la historia. Esa “voz” que narra puede ser:
omnisciente, testigo o protagonista. Es decir, EL AUTOR NO ES EL NARRADOR.

Tipo de narradores
Narrador omnisciente: conoce todo sobre los personajes y los acontecimientos que se van
desarrollando en la narración. Utiliza la tercera persona (él, ella, ellos o ellas). Conoce los
pensamientos de los personajes, sus estados de ánimo y sentimientos.
Narrador testigo: sólo cuenta lo que observa o escucha, sin participar directamente en los
acontecimientos. Narra en primera persona y en tercera las acciones de otros personajes, además
Lengua - 4to Año - 21

siempre se incluye dentro de la narración pero sólo como un observador. Este personaje solo narra lo
que presencia y observa.
Narrador protagonista: cuenta la historia con sus palabras centrándose siempre en él. Narra en
primera persona. Organiza los hechos como mejor le convengan.

La ciencia ficción

La ciencia ficción es un género de la narrativa de ficción en el que están presentes avances científicos y
técnicos, ya sea en el futuro o en el presente, que afectan e intervienen en la sociedad y en la vida de
los individuos.
Te contamos sus inicios y te hablamos de los escritores y obras más representativos del género.

Una aproximación al género


No existe una única definición para explicar qué es la ciencia-ficción. En realidad, cada autor o
ensayista ha gustado de dar su propio punto de vista y de acotar el género.
Isaac Asimov, por ejemplo, dijo que «las historias de ciencia-ficción son viajes extraordinarios a uno
de los infinitos futuros concebibles»; mientras que Kingsley Amis la definió como «aquella forma de
narrativa que versa sobre situaciones que no podrían darse en el mundo que conocemos, pero cuya
existencia se funda en cualquier innovación, de origen humano o extraterrestre, planteada en el
terreno de la ciencia o de la técnica, o incluso en el de la pseudociencia o la pseudotécnica».
El género se suele dividir en dos tendencias: ciencia-ficción hard o dura y ciencia-ficción soft o
blanda.
En la primera, los elementos científicos y técnicos se tratan con el máximo rigor y juegan un papel
fundamental en la trama de la historia. Un ejemplo de este subgénero son las obras de autores como
Arthur C. Clarke, Hal Clement o Greg Egan como pueden ser Fuentes del Paraíso, Misión de Gravedad
y Ciudad Permutación, respectivamente.
En el cine podríamos tomar como ejemplo, 2001: Una Odisea Espacial de Stanley Kubrick.
En cuanto a la ciencia-ficción soft, el rigor científico no es tan importante y, en ocasiones, no es más
que fantasía. En el género soft las historias se centran en las consecuencias sociales de los avances
tecnológicos. Entre los autores que la han cultivado: A. E. van Vogt o Ursula K. LeGuin.
En el cine, un claro ejemplo es la saga de La Guerra de las Galaxias.
Orígenes de la ciencia ficción
No existe un consenso global que encuadre los orígenes de la ciencia-ficción como género, aunque sí
se sabe cuándo se acuñó el término. Fue Hugo Gernsback en 1926 quien lo puso en la portada de la
revista estadounidense Amazing. No obstante, ya había sido utilizado en 1851 por William Wilson,
aunque nadie le prestó atención.
Hay quien ve los inicios en obras como Viaje a la Luna (1657), obra póstuma de Cyrano de Bergerac;
Los viajes de Gulliver (1726), de Jonathan Swift, Micromegas (en francés) (1752), de Voltaire o Las
aventuras del Barón de Münchausen (1786), de Rudolf E. Raspe. Aunque, por lo general, se considera
que el origen de la ciencia-ficción está en el Frankenstein de Mary Shelley.
Dicha obra contiene uno de los arquetipos que la Ci-Fi usará bastante en épocas posteriores: el
robot, el androide. Frankenstein es una criatura artificial construida mediante la ciencia médica, la
biología y la física. La evolución del pensamiento filosófico y la entrada del maquinismo, a raíz de la
revolución industrial, hacen que los escritores que desean fabular abandonen las explicaciones
mágicas y se decanten por las científicas.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, llegarán dos de los pioneros por excelencia del género: Julio
Verne, autor de incontables obras de aventuras de corte científico, como Cinco semanas en globo
(1861), Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865) o 20.000 leguas de viaje
submarino (1870). El otro autor es H.G. Wells, considerado por muchos el auténtico padre de la
Lengua - 4to Año - 22

ciencia-ficción, creador de La Máquina del Tiempo (1895), El hombre invisible (1897), La Guerra de
los Mundos (1898) o Cuentos del espacio y del tiempo (1899).

Cuentos

El Ruido de un Trueno

Ray Bradbury

El anuncio en la pared parecía temblar bajo una móvil película de agua caliente. Eckels sintió que
parpadeaba, y el anuncio ardió en la momentánea oscuridad:
Safari en el Tiempo S.A
Safaris a cualquier año del pasado.
Usted elige el animal.
Nosotros lo llevamos allí. Usted lo mata.

Una flema tibia se le formó en la garganta a Eckels. Tragó saliva empujando hacia abajo la flema. Los
músculos alrededor de la boca formaron una sonrisa, mientras alzaba lentamente la mano, y la mano
se movió con un cheque de diez mil dólares ante el hombre del escritorio.
-¿Este safari garantiza que yo regrese vivo?
-No garantizamos nada -dijo el oficial-, excepto los dinosaurios.-. Este es el señor Travis, su guía safari
en el pasado. Él le dirá a qué debe disparar y en qué momento. Si usted desobedece sus intrucciones,
hay una multa de otros diez mil dólares, además de una posible acción del gobierno, a la vuelta.
Eckels miró en el otro extremo de la vasta oficina la confusa maraña zumbante de cables y cajas de
acero, y el aura ya anaranjada, ya plateada, ya azul. Era como el sonido de una gigantesca hoguera
donde ardía el tiempo, todos los años y todos los calendarios del pergamino, todas las horas apilada
en llamas. El roce de una mano, y este fuego se volvería maravillosamente, y en un instante, sobre sí
mismo. Eckels recordó las palabras de los anuncios en la carta. De las brasas y cenizas, del polvo y los
viejos años, como doradas salamandras, saltarán los viejos años, los verdes años; rosas endulzarán el
aire, las canas se volverán negro ébano, las arrugas desaparecerán. Todo regresará volando a la
semilla, huirá de la muerte, retornará a sus principios; los soles se elevarán en los cielos occidentales
y se pondrán en los orientes gloriosos, las lunas se devorarán al revés a sí mismas, todas las cosas se
meterán unas en otras como cajas chinas, los conejos entrarán en los sombreros, todo volverá a la
fresca muerte, la muerte en la semilla, la muerte en verde, al tiempo anterior al comienzo, bastará el
roce de una mano, el más leve roce de una mano.
-¡Infierno y condenación! -murmuró Eckels con la luz de la máquina en el rostro delgado-. Una
verdadera máquina del tiempo. -Sacudió la cabeza-. Lo hace pensar a uno. Si la elección hubiera ido
mal ayer, yo quizá estaría aquí huyendo de los resultados. Gracias a Dios ganó Keith. Será un buen
presidente.
-Sí -dijo el hombre detrás del escritorio-. Tenemos suerte. Si Deutscher hubiese ganado, tendríamos
la peor de las dictaduras. Es el antitodo, militarista, anticristo, antihumano, antiintenlectual. La gente
nos llamó, ya sabe usted, bromeando, pero no enteramente. Decían que si Deutscher era presidente,
querían ir a vivir a 1492. Por supuesto, no nos ocupamos de organizar evasiones, sino safaris. De
todos modos, el presidente es Keith. Ahora su única preocupación es... Eckels terminó la frase:
-Matar mi dinosario.
Lengua - 4to Año - 23

-Un Tyrannosaurus rex. El Lagarto del Trueno, el más terrible mounstro de la historia. Firme este
permiso. Si le pasa algo, no somos responsables. Estos dinosaurios son voraces. Eckels enrojeció,
enojado.
-¡Trata de asustarme!
-Francamente, sí. No queremos que vaya nadie que sienta pánico al primer tiro. El año pasado
murieron seis jefes de safari y una docena de cazadores. Vamos a darle a usted la más extraordinaria
emoción que un cazador pueda pretender. Lo enviaremos sesenta millones de años atrás para que
disfrute de la mayor y más emocionante cacería de todos los tiempos. Su cheque está todavía aquí.
Rómpalo. El señor Eckels miró el cheque largo rato. Se le retorcían los dedos.
-Buena suerte –dijo el hombre detrás del mostrador-. El señor Travis está a su disposición. Cruzaron
el salón silenciosamente, llevando los fusiles, hacia la Máquina, hacia el metal plateado y la luz
rugiente. Primero un día y luego una noche y luego un día y luego una noche, y luego
díanoche-día-noche-día. Una semana, un mes, un año, ¡una década! 2055. 2019. ¡1999! ¡1957!
¡Desaparecieron! La Máquina rugió. Se pusieron los cascos de oxígeno y probaron los
intercomunicadores. Eckels se balanceaba en el asiento almohadillado, con el rostro pálido y duro.
Sintió un temblor en los brazos y bajó los ojos y vio que sus manos apretaban el 3 fusil. Había otros
cuatro hombres en la Máquina. Travis, el jefe del safari, su asistente, Lesperance, y dos otros
cazadores, Billings y Kramer. Se miraron unos a otros y los años llamearon alrededor.
-¿Estos fusiles pueden matar a un dinosaurio de un tiro? –se oyó decir a Eckels.
-Si da usted en el sitio preciso –dijo Travis por la radio del casco-. Algunos dinosaurios tienen dos
cerebros, uno en la cabeza, otro en la columna espinal. No les tiraremos a éstos, y tendremos más
probabilidades. Aciérteles con los dos primeros tiros a los ojos, si puede, cegándolo, y luego dispare
al cerebro. La Máquina aulló. El tiempo era un película que corría hacia atrás. Pasaron soles, y luego
diez millones de lunas.
-Dios santo –dijo Eckels-. Los cazadores de todos los tiempos nos envidiarían hoy. África al lado de
esto parece Illinois. El sol se detuvo en el cielo. La niebla que había envuelto la Máquina se
desvaneció. Se encontraban en los viejos tiempos, tiempos muy viejos en verdad, tres cazadores y
dos jefes de safari con sus metálicos rifles azules en las rodillas.
-Cristo no ha nacido aún –dijo Travis-. Moisés no ha subido a la montaña a hablar con Dios. Las
pirámides están todavía en la tierra, esperando. Recuerde que Alejandro, Julio César, Napoleón,
Hitler... no han existido. Los hombres asintieron con movimientos de cabeza.
-Eso –señaló el señor Travis- es la jungla de sesenta millones dos mil cincuenta y cinco años antes del
presidente Keith. Mostró un sendero de metal que se perdía en la vegetación salvaje, sobre pantanos
humeantes, entre palmeras y helechos gigantescos.
-Y eso –dijo- es el Sendero, instalado por Safari en el Tiempo para su provecho. Flota a diez
centímetros del suelo. No toca ni siquiera una brizna, una flor o un árbol. Es de metal
antigravitatorio. El propósito del Sendero es impedir que toque usted este mundo del pasado de
algún modo. No se salga del Sendero. Repito. No se salga de él. ¡Por ningún motivo! Si se cae del
Sendero hay una multa. Y no tire contra ningún animal que nosotros no aprobemos.
-¿Por qué? –preguntó Eckels. Estaban en la antigua selva. Unos pájaros lejanos gritaban en el viento,
y había un olor de alquitrán y viejo mar salado, hierbas húmedas y flores de color de sangre. 4 -No
queremos cambiar el futuro. Este mundo del pasado no es el nuestro. Al gobierno no le gusta que
estemos aquí. Tenemos que dar mucho dinero para conservar nuestras franquicias. Una máquina del
tiempo es un asunto delicado. Podemos matar inadvertidamente un animal importante, un pájaro,
un coleóptero, aun una flor, destruyendo así un eslabón importante en la evolución de las especies.
-No me parece muy claro –dijo Eckels.
-Muy bien –continuó Travis-, digamos que accidentalmente matamos aquí un ratón. Eso significa
destruir las futuras familias de este individuo, ¿entiende? -Entiendo.
-¡Y todas las familias de las familias de ese individuo! Con sólo un pisotón usted primero uno, luego
una docena, luego mil, un millón, ¡un billón de posibles ratones!
Lengua - 4to Año - 24

-Bueno, ¿y eso qué? –inquirió Eckels.


-¿Eso qué? –gruñó suavemente Travis-. ¿Qué pasa con los zorros que necesitan esos ratones
sobrevivir?. Por falta de diez ratones muere un zorro. Por falta de diez zorros, un león muere de
hambre. Por falta de un león, especies enteras de insectos, buitres, infinitos billones de formas de
vida son arrojados al caos y la destrucción. Al final todo se reduce a esto: cincuenta y nueve millones
de años más tarde, un hombre de las cavernas, uno de la única docena que hay en todo el mundo,
sale a cazar un jabalí o un tigre para alimentarse. Pero usted, amigo, ha aplastado con el pie a todos
los tigres de esa zona al haber pisado un ratón. Así que el hombre de las cavernas se muere de
hambre. Y el hombre de las cavernas, no lo olvide, no es un hombre que pueda desperdiciarse, ¡no!
Es toda una futura nación. De él nacerán diez hijos. De ellos nacerán cien hijos, y así hasta llegar a
nuestros días. Destruya usted a ese hombre, y destruye usted una raza, un pueblo, toda una historia
viviente. Es como asesinar a uno de los nietos de Adán. El pie que ha puesto sobre el ratón
desencadenará así un terremoto, y sus efectos sacudirán nuestra tierra y nuestros destinos a través
del tiempo, hasta sus raíces. Con la muerte de ese hombre de las cavernas, un billón de otros
hombres no saldrán nunca de la matriz. Quizá Roma no se alce nunca sobre las siete colinas. Quizá
Europa sea para siempre un bosque oscuro, y sólo crezca Asia saludable y prolífica. Pise usted un
ratón y dejará su huella, como un abismo en la eternidad. La reina Isabel no nacerá nunca,
Washington no cruzará el Delaware, nunca habrá un país llamado Estados unidos. Tenga cuidado. No
se salga del Sendero. ¡Nunca pise afuera!
-Ya veo –dijo Eckels-. Ni siquiera debemos pisar la hierba.
-Correcto. Al aplastar ciertas plantas quizá sólo sumemos factores infinitesimales. Pero un pequeño
error aquí se multiplicará en sesenta millones de años hasta alcanzar proporciones extraordinarias.
Por supuesto, quizá nuestra teoría esté 5 equivocada. Quizá nosotros no podamos cambiar el tiempo.
O tal vez sólo pueda cambiarse de modos muy sutiles. Quizá un ratón muerto aquí provoque un
desequilibrio entre los insectos de allá, una desproporción en la población más tarde, una mala
cosecha liego, una depresión, hambres colectivas, y, finalmente, un cambio en la conducta social de
alejados países. O algo mucho más sutil. Quizá un suave aliento, un murmullo, un cabello, polen en el
aire, un cambio tan, tan leve que uno podría notarlo sólo mirando de muy cerca. ¿Quién lo sabe?
¿Quién puede decir que realmente lo sabe? No nosotros. Nuestra teoría no es más que una
hipótesis. Pero mientras no sepamos con seguridad si nuestros viajes en el tiempo pueden terminar
en un gran estruendo o en un imperceptible crujido, tenemos que tener mucho cuidado. Esta
máquina, este sendero, nuestros cuerpos y nuestras ropas han sido esterilizados, como usted sabe,
antes del viaje. Llevamos estos cascos de oxígeno para no introducir nuestras bacterias en una
antigua atmósfera.
-¿Cómo sabemos que animales podemos matar?
-Están marcados con pintura roja –dijo Travis-. Hoy, antes de nuestro viaje, enviamos aquí a
Lesperance con la Máquina. Vino a esta Era particular y siguió a ciertos animales.
-¿Para estudiarlos?
-Exactamente –dijo Travis-. Los rastreó a lo largo de toda su existencia, observando cuáles vivían
mucho tiempo. Muy pocos. Cuántas veces se acoplaban. Pocas, La vida es breve. Cuando encontraba
alguno que iba a morir aplastado por un árbol u otro que se ahogaba en un pozo de alquitrán,
anotaba la hora exacta, el minuto y el segundo, y le arroajaba una bomba de pintura que el
manchaba de rojo el costado. No podemos equivocarnos. Luego midió nuestra llegada al pasado de
modo que no nos encontremos con el monstruo más de dos minutos antes de aquella muerte. De
este modo, sólo matamos animales sin futuro, que nunca volverán a acoplarse. ¿Comprende que
cuidadosos somos?
-Pero si ustedes vinieron esta mañana –dijo Eckels ansiosamente-, debían haberse encontrado con
nosotros, nuestro safari. ¿Qué ocurrió? ¿Tuvimos éxito? ¿Salimos todos... vivos? Travis y Lesperance
se miraron.
-Eso hubiese sido una paradoja –habló Lesperance-. El tiempo no permite esas confusiones..., un
hombre que se encuentra consigo mismo, Cuando va a ocurrir algo parecido, el tiempo se hace a un
Lengua - 4to Año - 25

lado. Como un avión que cae en un pozo de aire. ¿Sintió usted ese salto de la Máquina, poco antes
de nuestra llegada? Estábamos cruzándonos con nosotros mismos que volvíamos al futuro. No vimos
nada. No hay modo de saber si esta expedición fue un éxito, si cazamos nuestro monstruo, o si todos
nosotros, y usted, señor Eckels, salimos con vida. Eckels sonrió débilmente.
-Dejemos esto –dijo Travis con brusquedad-. ¡Todos de pie! Se prepararon a dejar la Máquina. La
jungla era alta y la jungla era ancha y la jungla era todo el mundo por siempre y para siempre.
Sonidos como música y sonidos como lonas voladoras llenaban el aire: los pterodáctilos que volaban
con cavernosas alas grises, murciélagos gigantes nacidos del delirio de una noche febril. Eckels,
guardando el equilibrio en el estrecho sendero, apuntó con su rifle, bromeando.
-¡No haga eso! –dijo Travis-. ¡No apunte ni siquiera en broma, maldita sea! Si se le dispara el arma...
Eckels enrojeció. -¿Dónde esta nuestro Tyrannosaurus? Lesperance miró su reloj de pulsera.
-Adelante. Nos cruzaremos con él dentro de sesenta segundos. Busque la pintura roja, por Cristo. No
dispare hasta que se lo digamos. Quédese en el Sendero. ¡ Quédese en el Sendero! Se adelantaron
en el viento de la mañana.
-Qué raro –murmuró Eckels-. Allá delante, a sesenta millones de años, ha pasado el día de elección.
Keith es presidente. Todos celebran. Y aquí, ellos no existen aún. Las cosas que nos preocuparon
durante meses, toda una vida, no nacieron ni fueron pensadas aún.
-¡Levanten todos el seguro, todos! –ordenó Travis-. Usted dispare primero, Eckels. Luego, Billings.
Luego, Kramer.
-He cazado tigres, jabalíes, búfalos, elefantes, pero Jesús, esto es caza –comentó Eckels-. Tiemblo
como un niño.
-Ah –dijo Travis. Todos se detuvieron. Travis alzó una mano.
-Ahí delante –susurró-. En la niebla. Ahí está Su Alteza Real. La jungla era ancha y llena de gorjeos,
crujidos, murmullos y suspiros. De pronto todo cesó, como si alguien hubiese cerrado una puerta.
Silencio. El ruido de un trueno. De la niebla, a cien metros de distancia salió el Tyrannosaurus rex.
-Jesucristo –murmuró Eckels.
-¡Chist! Venía a grandes trancos, sobre patas aceitadas y elásticas. Se alzaba diez metros por encima
de los árboles, un gran dios del mal, apretando sus delicadas garras de relojero contra el oleoso
pecho de reptil. Cada pata inferior era un pistón, quinientos kilos de huesos blancos, hundidos en
gruesas cuerdas de músculos, encerrados en una vaina de piel centelleante y áspera, como la cota de
malla de un guerrero terrible. Cada muslo era una tonelada de carne, marfil y acero. Y de la gran caja
de aire del torso colgaban los dos brazos delicados, brazos con manos que podían alzar y examinar a
los hombres como juguetes, mientras el cuello de serpiente se retorcía sobre sí mismo. Y la cabeza,
una tonelada de piedra esculpida que se alzaba fácilmente hacia el cielo. En la boca entreabierta
asomaba una cerca de dientes como dagas. Los ojos giraban en las órbitas, ojos vacíos, que nada
expresaban, excepto hambre. Cerraba la boca en una mueca de muerte. Corría, y los huesos de la
pelvis hacían a un lado árboles y arbustos, y los pies se hundían en la tierra dejando huellas de
quince centímetros de profundidad. Corría como si diese unos deslizantes pasos de baile, demasiado
erecto y en equilibrio para sus diez toneladas. Entró fatigosamente en el área de sol, y sus hermosas
manos de reptil tantearon el aire.
-¡Dios mío! –Eckels torció la boca-. Puede incorporarse y alcanzar la luna.
-¡Chist! –Travis sacudió bruscamente la cabeza-. Todavía no nos vio.
-No es posible matarlo. –Eckels emitió con serenidad este veredicto, como si fuese indiscutible.
Había visto la evidencia y ésta era su razonada opinión. El arma en sus manos parecía un rifle de aire
comprimido-. Hemos sido unos locos. Esto es imposible.
-¡Cállese!- siseó Travis.
-Una pesadilla.
-Dé media vuelta –ordenó Travis-. Vaya tranquilamente hasta la Máquina. Le devolveremos mitad del
dinero.
-No imaginé que fuera tan grande –dijo Eckels-. Calculé mal. Eso es todo. Y ahora quiero irme.
Lengua - 4to Año - 26

-¡Nos vio!
-¡Ahí está la pintura roja en el pecho! El Lagarto del Trueno se incorporó. Su armadura brilló como
mil monedas verdes. Las monedas, embarradas, humeaban. En el barro se movían diminutos
insectos, de modo que todo el cuerpo parecía retorcerse y ondular, aun cuando el monstruo mismo
no se moviera. El monstruo resopló. Un hedor de sangre cruda cruzó la jungla.
-Sáquenme de aquí –pidió Eckels-. Nunca fue como esta vez. Siempre supe que saldría vivo. Tuve
buenos guías, buenos safaris, y protección. Esta vez me he equivocado. Me he encontrado con la
horma de mi zapato, y lo admito. Esto es demasiado para mí.
-No corra –dijo Lesperance-. Vuélvase. Ocúltese en la Máquina.
Eckels parecía aturdido. Se miró los pies como si tratara de moverlos. Lanzó un gruñido de
desesperanza. - ¡Eckels! Eckels dio unos pocos pasos, parpadeando, arrastrando los pies. - ¡Por ahí
no! El monstruo, al advertir un movimiento, se lanzó hacia adelante con un grito terrible. En cuatro
segundos cubrió cien metros. Los rifles se alzaron y llamearon. De la boca del monstruo salió un
torbellino que los envolvió con un olor de barro y sangre vieja. El monstruo rugió con los dientes
brillantes al sol. Eckels, sin mirar atrás, caminó ciegamente hasta el borde del Sendero, con el rifle
que le colgaba de los brazos. Salió del Sendero, y caminó, y caminó por la jungla,. Los pies se le
hundieron en un musgo verde. Lo llevaban las piernas, Y se sintió solo y alejado de lo que ocurría
atrás. Los rifles dispararon otra vez. El ruido se perdió en chillidos y truenos. La gran Palanca de la
cola del reptil se alzó sacudiéndose. Los árboles estallaron en nubes de hojas y ramas. El monstruo
retorció sus manos de joyero y las bajó como para acariciar a los hombres, para partirlos en dos,
aplastarlos como cerezas, meterlos entre los dientes y en la rugiente garganta. Sus ojos de canto
rodado bajaron a la altura de los hombres, que vieron sus propias imágenes. Dispararon sus armas
contra las pestañas metálicas y los brillantes iris negros. Como un ídolo de piedra, Como el
desprendimiento de una montaña, el Tyrannosaurus cayó. Con un trueno, se abrazó a unos árboles,
los arrastró en su caída. Torció y quebró el Sendero de Metal. Los hombres retrocedieron alejándose.
El cuerpo golpeó el suelo, diez toneladas de carne fría y piedra. Los rifles dispararon. El monstruo
azotó el aire con su cola acorazada, retorció sus mandíbulas de serpiente, y ya no se movió. Una
fuente de sangre le brotó de la garganta. En alguna parte, adentro, estalló un saco de fluidos. Unas
bocanadas nauseabundas empaparon a los cazadores. Los hombres se quedaron mirándolo, rojos y
resplandecientes.
El trueno se apagó. La jungla estaba en silencio. Luego de la tormenta, una gran paz. Luego de la
pesadilla, la mañana. Billings y Krarner se sentaron en el sendero y vomitaron. Travis y Lesperance, de
pie, sosteniendo aún los rifles humeantes, juraban continuarnente. En la Máquina de Tiempo, cara
abajo, yacía Eckelsl estremeciéndose. Había encontrado el camino de vuelta al Sendero y había
subido a la Máquina. Travis se acercó, lanzó una ojeada a Eckels, sacó unos trozos de algodón de una
caja metálica y volvió junto a los otros, sentados en el Sendero.
-Límpiense. Limpiaron la sangre de los cascos. El monstruo yacía como una loma de carne sólida. En
su interior uno podía oír los suspiros y murmullos a medida que morían las más lejanas de las
cámaras, y los órganos dejaban de funcionar, y los líquidos corrían un último instante de un
receptáculo a una cavidad, a una glándula, y todo se cerraba para siempre. Era como estar junto a
una locomotora estropeada o una excavadora de vapor en el momento en que se abren: las válvulas
o se las cierra herméticamente. Los huesos crujían. La propia carne, perdido el equilibrio, cayó como
peso muerto sobre los delicados antebrazos, quebrándolos. Otro crujido. Allá arriba, la gigantesca
rama de un árbol se rompió y cayó. Golpeó a la bestia muerta como algo final.
-Ahí está -Lesperance miró su reloj-. Justo a tiempo. Ese es el árbol gigantesco que originalmente
debía caer y matar al animal. Miró a los dos cazadores ¿Quieren la fotografía trofeo?
-¿Qué? -No podemos llevar un trofeo al futuro; El cuerpo tiene que quedarse aquí donde hubiese
muerto originalmente, de modo que los insectos, los pájaros y las bacterias puedan vivir de él, como
estaba previsto. Todo debe mantener su equilibrio. Dejamos el cuerpo. Pero podemos llevar una foto
con ustedes al lado. Los dos hombres trataron de pensar, pero al fin sacudieron la cabeza. Caminaron
a lo largo del Sendero de Metal. Se dejaron caer de modo cansino en los almohadones de la
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Máquina. Miraron otra vez el monstruo caído, -el monte paralizado, donde unos raros pájaros
reptiles y unos insectos dorados trabajaban ya en la humeante armadura. Un sonido en el piso de la
Máquina del Tiempo los endureció. Eckels estaba allí, temblando.
-Lo siento -dijo al fin.
- ¡Levántese! -gritó Travis. Eckels se levantó. - ¡Vaya por ese sendero, solo! -agregó Travis, apuntando
con el rifle-. Usted no volverá a la Máquina. ¡Lo dejaremos aquí! Lesperance tomó a Travis por el
brazo.
-Espera... - ¡No te metas en esto! -Travis se sacudió apartando la mano-. Este hijo de perra casi nos
mata. Pero eso no es bastante. Diablo, no. ¡Sus zapatos! ¡Míralos!
-Salió del Sendero. ¡Dios mío, estamos arruinados! Cristo sabe qué multa nos pondrán. ¡Decenas de
miles de dólares! Garantizamos que nadie dejaría el Sendero. Y él lo dejó. ¡Oh, condenado tonto!
Tendré que informar al gobierno. Pueden hasta quitarnos la licencia. ¡Dios sabe lo que le ha hecho al
tiempo, a la Historia!
-Cálmate. Sólo pisó un poco de barro.
- ¡Cómo podemos saberlo? -gritó Travis-. ¡No sabemos nada! ¡Es un condenado misterio! ¡Fuera de
aquí, Eckels! Eckels buscó en su chaqueta.
-Pagaré cualquier cosa. ¡Cien mil dólares! Travis miró enojado la libreta de cheques de Eckels y
escupió.
-Vaya allí. El monstruo está junto al Sendero. Métale los brazos hasta los codos en la boca, y vuelva.
- ¡Eso no tiene sentido!
-El monstruo está muerto, cobarde bastardo. ¡Las balas! No podemos dejar aquí las balas. No
pertenecen al pasado, pueden cambiar algo. Tome mi cuchillo. ¡Extráigalas! La jungla estaba viva otra
vez, con los viejos temblores y los gritos de los pájaros. Eckels se volvió lentamente a mirar al
primitivo vaciadero de basura, la montaña de pesadillas y terror. Luego de un rato, como un
sonámbulo, se fue, arrastrando los pies. Regresó temblando cinco minutos más tarde, con los brazos
empapados Y rojos hasta los codos. Extendió las manos. En cada una había un montón de balas.
Luego cayó. Se quedó allí, en el suelo, sin moverse. -No había por qué obligarlo a eso -dijo
Lesperance.
-¿No? Es demasiado Pronto para saberlo. -Travis tocó con el pie el cuerpo inmóvil.
-Vivirá. La Próxima vez no buscará cazas como ésta. Muy bien. -Le hizo una fatigada seña con el
pulgar a Lesperance-. Enciende. Volvamos a casa.. Se limpiaron las caras Y manos. Se cambiaron las
camisas Y pantalones. Eckels se había incorporado y se paseaba sin hablar. Travis lo miró
furiosamente durante diez minutos.
-No me mire -gritó Eckels-. No hice nada.
-¿Quién puede decirlo?
-Salí del sendero, eso es todo; traje un poco de barro en los zapatos. ¿Qué quiere que haga? ¿Que
me arrodille y rece?
-Quizá lo necesitemos. Se lo advierto, Eckels. Todavía puedo matarlo. Tengo listo el fusil.
-Soy inocente. ¡No he hecho nada! 1999.2000.2055. La máquina se detuvo.
-Afuera -dijo Travis. El cuarto estaba como lo habían dejado. Pero no de modo tan preciso. El mismo
hombre estaba s entado detrás del mismo escritorio. Pero no exactamente el mismo hombre detrás
del mismo escritorio. Travis miró alrededor con rapidez.
-¿Todo bien aquí? -estalló.
-Muy bien. ¡Bienvenidos! Travis no se sintió tranquilo. Parecía estudiar hasta los átomos del aire, el
modo como entraba la luz del sol por la única ventana alta.
-Muy bien, Eckels, puede salir. No vuelva nunca. Eckels no se movió.
-¿No me ha oído? -dijo Travis-. ¿Qué mira? Eckels olía el aire, y había algo en el aire, una sustancia
química tan sutil, tan leve, que sólo el débil grito de sus sentidos subliminales le advertía que estaba
allí. Los colores blanco, gris, azul, anaranjado, de las paredes, del mobiliario, del cielo más allá de la
ventana, eran... eran... Y había una sensación. Se estremeció. Le temblaron las manos. Se quedó
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oliendo aquel elemento raro con todos los poros del cuerpo. En alguna parte alguien debía de estar
tocando uno de esos silbatos que sólo pueden oír los perros. Su cuerpo respondió con un grito
silencioso. Más allá de este cuarto, más allá de esta pared, más allá de este hombre que no era
exactamente el mismo hombre detrás del mismo escritorio..., se extendía todo un mundo de calles Y
gente. Qué suerte de mundo era ahora, no se podía saber. Podía sentirlos cómo se movían, más allá
de los muros, casi, como piezas de ajedrez que arrastraban un viento seco... Pero había algo más
inmediato. El anuncio pintado en la pared de la oficina, el mismo anuncio que había leído aquel
mismo día al entrar allí por vez primera. 13 De algún modo el anuncio había cambiado.
SEFARI EN EL TIEMPO. S.A.
SEFARIS A KUALKUIER AÑO DEL PASADO USTE NOMBRA EL ANIMAL.
NOSOTROS LO LLEBAMOS AYI. USTE LO MATA.
Eckels sintió que caía en una silla. Tanteó insensatamente el grueso barro de sus botas. Sacó un trozo,
temblando.
-No, no puede ser. Algo tan pequeño. No puede ser. ¡No! Hundida en el barro, brillante, verde, y
dorada, y negra, había una mariposa, muy hermosa y muy muerta.
- ¡No algo tan pequeño! ¡No una mariposa! -gritó Eckels. Cayó al suelo una cosa exquisita, una cosa
pequeña que podía destruir todos los equilibrios, derribando primero la línea de un pequeño
dominó, y luego de un gran dominó, y luego de un gigantesco dominó, a lo largo de los años, a través
del tiempo. La mente de Eckels giró sobre sí misma. La mariposa no podía cambiar las cosas. Matar
una mariposa no podía ser tan importante. ¿Podía? Tenía el rostro helado. Preguntó, temblándole la
boca:
-¿Quién... quién ganó la elección presidencial ayer?' El hombre detrás del mostrador se rio. -
¿Se burla de mí? Lo sabe muy bien. ¡Deutscher, por supuesto! No ese condenado debilucho de Keith.
Tenemos un hombre fuerte ahora, un hombre de agallas. ¡Sí, señor! -El oficial calló-. ¿Qué pasa?
Eckels gimió. Cayó de rodillas. Recogió la mariposa dorada con dedos temblorosos.
-¿No podríamos -se preguntó a sí mismo, le preguntó al mundo, a los oficiales, a la Máquina-, no
podríamos llevarla allá no podríamos hacerla vivir otra vez? ¿No podríamos empezar de nuevo? ¿No
podríamos ... ? No se movió. Con los ojos cerrados, esperó estremeciéndose. Oyó que Travis gritaba;
oyó que Travis preparaba el rifle, alzaba el seguro, y apuntaba. El ruido de un trueno.

Reseña: El ruido de un trueno de Ray Bradbury

Publicado por primera vez en 1952 en una revista, el cuento “El ruido del trueno” de Ray Bradbury,
fue llevada al cine en el 2005 dirigida por Peter Hyams. y protagonizada por Edward Burns, Catherine
McCormack, Ben Kingsley, Jemima Rooper, David Oyelowo, Wilfried Hochholdinger, August Zirner,
Corey Johnson y Heike Makatsch.
La historia transcurre en 2055 donde una empresa, Safari en el tiempo, SA, ofrece a sus clientes
viajes en el tiempo para matar animales prehistóricos.
La acción se inicia con un tal Eckels que contrata dichos servicios, justo el día en que Keith ha ganado
la elección presidencial contra el dictador Deutscher.
Acompañado de los guías, uno de ellos Travis, realizan el viaje. Al llegar, Travis le avisa a Eckels que no
debe salirse de la plataforma que hay en el camino, ya que cualquier cambio podría alterar la
historia.
Aquí se nos plantea el tan famoso efecto mariposa aplicado a los efectos de los hechos históricos. Es
decir, si sale del camino y pisa un ratón y lo mata, este no procreará su familia y no dará de alimento
a otro animal, un zorro, que morirá de hambre y no será el alimento de otro más grande y así
sucesivamente, creando cambios exponenciales a medida que pasa el tiempo.
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Se plantan delante de un Tiranusario Rex y Eckels le entra miedo. Sale huyendo hacia la máquina del
tiempo pero se sale del camino. Ha pisado un mariposa.
Al volver, notan ciertos cambios, muy sutiles. El ambiente tiene ciertas diferencias, la luz, el sonido, e
incluso la ortografía es diferente. Se enteran que quien ha ganado las elecciones es el dictador
Deutscher.
Eckels suplica a Travis volver al pasado y poder reconstruir los hechos, pero Travis carga el fusil y le
apunta. Aquí se acaba el cuento, no sin antes mantenernos en vilo hasta el final.
Al igual que Stephen King, lo que se nos plantea aquí es que no puede alterarse nada del pasado, ni
un pequeño detalle como una mariposa, pues todo puede verse alterado. El cuento nos lleva a
pensar y a reflexionar sobre la constante evolución del mundo y la ambición de algunas personas que
son capaces, por su propio egoísmo, de poner en riesgo a la humanidad.

Actividad:

1) Luego de leer el cuento:


a) ¿Por qué puede sostenerse que es un cuento de ciencia ficción?
b) Realizar la secuencia narrativa
c) ¿Por qué no se puede matar cualquier animal?
d) ¿Cuál es la razón por la que Eckels se sale del sendero permitido? ¿Qué
consecuencias tiene esto?
e) ¿Por qué es diferente el cartel de la empresa de SAFARIS cuando los personajes
regresan a su tiempo? ¿Qué otras cosas han cambiado? ¿Cuál es la explicación?
2) Leer la reseña sobre el cuento “El ruido del trueno”. Agregale al menos dos párrafos en la
que incluyas alguna opinión o reflexión personal sobre el cuento

Cuantos realistas y fantásticos

El cuento fantástico o relato fantástico es aquel que introduce elementos difícilmente explicables.
Deja al lector con un alto grado de incertidumbre; pues los acontecimientos se pueden explicar
desde puntos de vista totalmente opuestos (realidad vs fantasía). Los cuentos fantásticos no narran
historias de diablos, ni vampiros, ni seres extraños, sino, por el contrario, una historia construida
desde una estética realista.

Los cuentos fantásticos empiezan con algo cotidiano, pero mientras se desarrolla la historia, irrumpe
algo extraño (maravilloso). Estos cuentos nos provocan incertidumbre (duda) y esa incertidumbre es
la que hace que estos cuentos estén en el límite entre la realidad y la ficción. Lo fantástico está dado
por una historia que narra aquello que no forma parte de la realidad como si fuera una realidad. Se
diferencia del cuento maravilloso porque no hay seres extraños.

Características de los Cuentos Realistas: Son relatos que narran historias donde los hechos son
mostrados como reales, pero son productos de la imaginación del autor. No se busca la veracidad ni
la exactitud, sólo se intenta que resulte creíble. Los ambientes son reconocibles para el lector
(lugares y tiempos bien determinados), las descripciones son claras y precisas . Además, los diálogos
reflejan las variedades de lengua (precisamente para dar un mayor efecto de verosimilitud).
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Posición del narrador: El narrador es quien relata la historia. Para hacerlo puede adoptar diferentes
posiciones y puntos de vista:

- Narrador en primera persona: cuando relata los hechos que protagonizó, se lo llama protagonista.
Si, en cambio, son sucesos que presenció, es testigo.

-Narrador en tercera persona: es el que no participa de la historia. Va a ser omnisciente, si conoce


todo lo que ocurre en la realidad representada, así como lo que piensan y sienten los personajes. Si
por el contrario tiene una visión panorámica de los hechos y narra manteniéndose a distancia de los
personajes va a ser no omnisciente.

ACTIVIDAD:

Leer el cuento que se presenta a continuación

CONTINUIDAD DE LOS PARQUES (JULIO CORTÁZAR)

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla
cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los
personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una
cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los
robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una
irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo
verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las
imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi
perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza
descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de
la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles.

Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes
que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña
del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el
chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las
caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo
de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad
agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía
que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante
como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era
necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora
cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía
apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer. Sin mirarse ya, atados
rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por
la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el
pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma
malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El
mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la
sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después
una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie
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en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto
respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

Actividad.
Luego de realizar la lectura elabore una pequeña descripción del cuento en el que mencione
personajes, lugar y tiempo en el que se lleva a cabo la narración. Además explique si es un cuento
realista o fantástico y justifique su respuesta.

Cuento “Patrón”. Abelardo castillo

I
La vieja Tomasina, la partera se lo dijo, tas preñada, le dijo, y ella sintió un miedo oscuro y pegajoso:
llevar una criatura aden­tro como un bicho enrollado, un hijo, que a lo mejor un día iba a tener los
mismos ojos duros, la misma piel áspera del viejo. Estás segura, Tomasina, preguntó, pero no
preguntó: asintió. Porque ya lo sabía; siempre supo que el viejo iba a salirse con la suya. Pero m’hija,
había dicho la mujer, llevo anunciando más partos que po­tros tiene tu marido. La miraba. Va a estar
contento Anteno, agre­gó. Y Paula dijo sí, claro. Y aunque ya no se acordaba, una tarde, hacía cuatro
años, también había dicho:
–Sí, claro.
Esa tarde quería decir que aceptaba ser la mujer de don Antenor Domínguez, el dueño de La
Cabriada: el amo.
–Mire que no es obligación. –La abuela de Paula tenía los ojos bajos y se veía de lejos que sí, que era
obligación. –Ahora que usté sabe cómo ha sido siempre don Anteno con una, lo bien que se portó de
que nos falta su padre. Eso no quita que haga su voluntad.
Sin querer, las palabras fueron ambiguas; pero nadie duda­ba de que, en toda La Cabriada, su
voluntad quería decir siempre lo mismo. Y ahora quería decir que Paula, la hija de un puestero de la
estancia vieja –muerto, achicharrado en los corrales por salvar la novillada cuando el incendio aquel
del 30– podía ser la mujer del hombre más rico del partido, porque, un rato antes, él había entra­do al
rancho y había dicho:
–Quiero casarme con su nieta –Paula estaba afuera, dán­doles de comer a las gallinas; el viejo había
pasado sin mirarla. –Se me ha dado por tener un hijo, sabes. –Señaló afuera, el cam­po, y su ademán
pasó por encima de Paula que estaba en el patio, como si el ademán la incluyera, de hecho, en las
palabras que iba a pronunciar después. –Mucho para que se lo quede el gobierno, y muy mío.
¿Cuántos años tiene la muchacha?
–Diecisiete, o dieciséis –la abuela no sabía muy bien; tampoco sabía muy bien cómo hacer para
disimular el asombro, la alegría, las ganas de regalar, de vender a la nieta. Se secó las manos en el
delantal.
El dijo:
–Qué me miras. ¿Te parece chica? En los bailes se arquea para adelante, bien pegada a los peones.
No es chica. Y en la casa grande va a estar mejor que acá. Qué me contestas.
–Y yo no sé, don Anteno. Por mí no hay… –y no alcanzó a decir que no había inconveniente porque
no le salió la palabra. Y entonces todo estaba decidido. Cinco minutos después él salió del rancho,
pasó junto a Paula y dijo “vaya, que la vieja quiere hablar­la”. Ella entró y dijo:
–Sí, claro.
Lengua - 4to Año - 32

Y unos meses después el cura los casó. Hubo malicia en los ojos esa noche, en el patio de la estancia
vieja. Vino y asado y malicia. Pau­la no quería escuchar las palabras que anticipaban el miedo y el
dolor.
–Un alambre parece el viejo.
Duro, retorcido como un alambre, bailando esa noche, de­mostrando que de viejo sólo tenía la edad,
zapateando un malambo hasta que el peón dijo está bueno, patrón, y él se rió, sudado, brillándole la
piel curtida. Oliendo a padrillo.
Solos los dos, en sulky la llevó a la casa. Casi tres leguas, solos, con todo el cielo arriba y sus estrellas
y el silencio. De golpe, al subir una loma, como un aparecido se les vino encima, torva, la silueta del
Cerro Negro. Dijo Antenor:
–Cerro Patrón.
Y fue todo lo que dijo.
Después, al pasar el último puesto, Tomás, el cuidador, lo saludó con el farol desde lejos. Cuando
llegaron a la casa, Paula no vio más que a una mujer y los perros. Los perros que se abalanzaban y se
frenaron en seco sobre los cuartos, porque Antenor los enmu­deció, los paró de un grito. Paula
adivinó que esa mujer, nadie más, vivía ahí dentro. Por una oscura asociación supo también que era
ella quien cocinaba para el viejo: el viejo le había preguntado “comieron”, y señaló los perros.
Ahora, desde la ventana alta del caserón se ven los pinos, y los perros duermen. Largos los pinos,
lejos.
–Todo lo que quiero es mujer en la casa, y un hijo, un macho en el campo –Antenor señaló afuera, a
lo hondo de la noche agujereada de grillos; en algún sitio se oyó un relincho–. Vení, arrímate.
Ella se acercó.
–Mande –le dijo.
–Todo va a ser para él, entendés. Y también para vos. Pero anda sabiendo que acá se hace lo que yo
digo, que por algo me he ganao el derecho a disponer. –Y señalaba el campo, afuera, hasta mucho
más allá del monte de eucaliptos, detrás de los pinos, has­ta pasar el cerro, abarcando aguadas y
caballos y vacas. Le tocó la cintura, y ella se puso rígida debajo del vestido. –Veintiocho años tenía
cuando me lo gané –la miró, como quien se mete dentro de los ojos–, ya hace arriba de treinta.
Paula aguantó la mirada. Lejos, volvió a escucharse el relin­cho. El dijo:
–Vení a la cama.
II
No la consultó. La tomó, del mismo modo que se corta una fruta del árbol crecido en el patio. Estaba
ahí, dentro de los límites de sus tierras, a este lado de los postes y el alambrado de púas. Una noche
–se decía–. muchos años antes, Antenor Domínguez subió a caballo y galopó hasta el amanecer. Ni
un minuto más. Porque el trato era “hasta que amanezca”, y él estaba acostumbrado a estas
cláusulas viriles, arbitrarias, que se rubricaban con un apretón de manos o a veces ni siquiera con
eso.
–De acá hasta donde llegues –y el caudillo, mirando al hombre joven estiró la mano, y la mano, que
era grande y dadivosa, quedó como perdida entre los dedos del otro–. Clavas la estaca y te volvés. Lo
alambras y es tuyo.
Nadie sabía muy bien qué clase de favor se estaba cobrando Antenor Domínguez aquella noche;
algunos, los más suspicaces, ase­guraban que el hombre caído junto al mostrador del Rozas tenía algo
que ver con ese trato: toda la tierra que se abarca en una noche de a caballo. Y él salió, sin apuro, sin
ser tan zonzo como para re­ventar el animal a las diez cuadras. Y cuando clavó la estaca empezó a ser
don Antenor. Y a los quince años era él quien podía, si cuadra­ba, regalarle a un hombre todo el
campo que se animara a cabalgar en una noche. Claro que nunca lo hizo. Y ahora habían pasado
trein­ta años y estaba acostumbrado a entender suyo todo lo que había de este lado de los postes y el
alambre. Por eso no la consultó. La cortó.
Ella lo estaba mirando. Pareció que iba a decir algo, pero no habló. Nadie, viéndola, hubiera
comprendido bien este silencio: la muchacha era una mujer grande, ancha y poderosa como un
Lengua - 4to Año - 33

ani­mal, una bestia bella y chucara a la que se le adivinaba la violencia debajo de la piel. El viejo, en
cambio, flaco, áspero como una rama.
–Contesta, che. ¡Contesta, te digo! –se le acercó. Paula sentía ahora su aliento junto a la cara, su olor
a venir del campo. Ella dijo:
–No, don Anteno.
–¿Y entonces? ¿Me querés decir, entonces…?
Obedecer es fácil, pero un hijo no viene por más obediente que sea una, por más que aguante el olor
del hombre corriéndole por el cuerpo, su aliento, como si entrase también, por más que se quede
quieta boca arriba. Un año y medio boca arriba, viejo macho de sementera. Un año y medio
sintiéndose la sangre tumultuosa galopándole el cuerpo, queriendo salírsele del cuerpo, saliendo y
encontrando sólo la dureza despiadada del viejo. Sólo una vez lo vio distinto; le pareció distinto. Ella
cruzaba los potreros, buscándolo, y un peón asomó detrás de una parva; Paula había sentido la
mira­da caliente recorriéndole la curva de la espalda, como en los bailes, antes. Entonces oyó un
crujido, un golpe seco, y se dio vuelta. Antenor estaba ahí, con el talero en la mano, y el peón abría la
boca como en una arcada, abajo, junto a los pies del viejo. Fue esa sola vez. Se sintió mujer
disputada, mujer nomás. Y no le importó que el viejo dijera yo te voy a dar mirarme la mujer, pión
rotoso, ni que dijera:
–Y vos, qué buscas. Ya te dije dónde quiero que estés.
En la casa, claro. Y lo decía mientras un hombre, todavía en el suelo, abría y cerraba la boca en
silencio, mientras otros hom­bres empezaron a rodear al viejo ambiguamente, lo empezaron a rodear
con una expresión menos parecida al respeto que a la ame­naza. El viejo no los miraba:
–Qué buscas.
–La abuela –dijo ella–. Me avisan que está mala –y repentinamente se sintió sola, únicamente
protegida por el hombre del talero; el hombre rodeado de peones agresivos, ambiguos, que ahora, al
escuchar a la muchacha, se quedaron quietos. Y ella com­prendió que, sin proponérselo, estaba
defendiendo al viejo.
–Qué miran ustedes –la voz de Antenor, súbita. El viejo sabía siempre cuál era el momento de clavar
una estaca. Los miró y ellos agacharon la cabeza. El capataz venía del lado de las cabañas, gritando
alguna cosa. El viejo miró a Paula, y de nuevo al peón que ahora se levantaba, encogido como un
perro apaleado–. Si andas alzado, en cuanto me dé un hijo te la regalo.
III
A los dos años empezó a mirarla con rencor. Mirada de es­tafado, eso era. Antes había sido
impaciencia, apuro de viejo por tener un hijo y asombro de no tenerlo: los ojos inquisidores del viejo
y ella que bajaba la cabeza con un poco de vergüenza. Después fue la ironía. O algo más bárbaro,
pero que se emparentaba de algún modo con la ironía y hacía que la muchacha se quedara con la
vista fija en el plato, durante la cena o el almuerzo. Después, aquel insul­to en los potreros, como un
golpe a mano abierta, prefigurando la mano pesada y ancha y real que alguna vez va a estallarle en la
cara, porque Paula siempre supo que el viejo iba a terminar golpeando. Lo supo la misma noche que
murió la abuela.
–O cuarenta y tantos, es lo mismo.
Alguien lo había dicho en el velorio: cuarenta y tantos. Los años de diferencia, querían decir. Paula
miró de reojo a Antenor, y él, más allá, hablando de unos cueros, adivinó la mirada y entendió lo que
todos pensaban: que la diferencia era grande. Y quién sabe entonces si la culpa no era de él, del
viejo.
–Volvemos a la casa –dijo de golpe.
Ésa fue la primera noche que Paula le sintió olor a caña. Después –hasta la tarde aquella, cuando un
toro se vino resoplan­do por el andarivel y hubo gritos y sangre por el aire y el viejo se quedó quieto
como un trapo– pasó un año, y Antenor tenía siem­pre olor a caña. Un olor penetrante, que parecía
querer meterse en las venas de Paula, entrar junto con el viejo. Al final del tercer año, quedó encinta.
Debió de haber sido durante una de esas noches furi­bundas en que el viejo, brutalmente, la tumbaba
Lengua - 4to Año - 34

sobre la cama, como a un animal maneado, poseyéndola con rencor, con desespe­ración. Ella supo
que estaba encinta y tuvo miedo. De pronto sin­tió ganas de llorar; no sabía por qué, si porque el
viejo se había sa­lido con la suya o por la mano brutal, pesada, que se abría ahora: ancha mano de
castrar y marcar, estallándole, por fin, en la cara.
–¡Contesta! Contéstame, yegua.
El bofetón la sentó en la cama; pero no lloró. Se quedó ahí, odiando al hombre con los ojos muy
abiertos. La cara le ardía.
–No –dijo mirándolo–. Ha de ser un retraso, nomás. Como siempre.
–Yo te voy a dar retraso –Antenor repetía las palabras, las mordía–. Yo te voy a dar retraso. Mañana
mismo le digo al Fabio que te lleve al pueblo, a casa de la Tomasina. Te voy a dar retraso.
La había espiado seguramente. Había llevado cuenta de los días; quizá desde la primera noche, mes a
mes, durante los tres años que llevó cuenta de los días.
–Mañana te levantas cuando aclare. Acostate ahora.
Una ternera boca arriba, al día siguiente, en el campo. Paula la vio desde el sulky, cuando pasaba
hacia el pueblo con el viejo Fabio. Olor a carne quemada y una gran “A”, incandescente,
cha­muscándole el flanco: Paula se reconoció en los ojos de la ternera.
Al volver del pueblo, Antenor todavía estaba ahí, entre los peones. Un torito mugía, tumbado a los
pies del hombre; nadie como el viejo para voltear un animal y descornarlo o caparlo de un tajo.
Antenor la llamó, y ella hubiera querido que no la llamase: hubiera querido seguir hasta la casa,
encerrarse allá. Pero el viejo la llamó y ella ahora estaba parada junto a él.
–Ceba mate. –Algo como una tijera enorme, o como una tenaza, se ajustó en el nacimiento de los
cuernos del torito. Paula frunció la cara. Se oyeron un crujido y un mugido largo, y del hueso brotó,
repentino, un chorro colorado y caliente. –Qué fruncís la jeta, vos.
Ella le alcanzó el mate. Preñada, había dicho la Tomasina. Él pareció adivinarlo. Paula estaba
agarrando el mate que él le devolvía, quiso evitar sus ojos, darse vuelta.
–Che –dijo el viejo.
–Mande –dijo Paula.
Estaba mirándolo otra vez, mirándole las manos anchas, llenas de sangre pegajosa: recordó el
bofetón de la noche anterior. Por el andarivel traían un toro grande, un pinto, que bufaba y ha­cía
retemblar las maderas. La voz de Antenor, mientras sus manos desanudaban unas correas, hizo la
pregunta que Paula estaba te­miendo. La hizo en el mismo momento que Paula gritó, que todos
gritaron.
–¿Qué te dijo la Tomasina? –preguntó.
Y todos, repentinamente, gritaron. Los ojos de Antenor se habían achicado al mirarla, pero de
inmediato volvieron a abrirse, enormes, y mientras todos gritaban, el cuerpo del viejo dio una vuelta
en el aire, atropellado de atrás por el toro. Hubo un revuelo de hombres y animales y el resbalón de
las pezuñas sobre la tierra. En mitad de los gritos, Paula seguía parada con el mate en la mano,
mirando absurdamente el cuerpo como un trapo del viejo. Había quedado sobre el alambrado de
púas, como un trapo puesto a secar.
Y todo fue tan rápido que, por encima del tumulto, los sobresaltó la voz autoritaria de don Antenor
Domínguez.
–¡Ayúdenme, carajo!
IV
Esta orden y aquella pregunta fueron las dos últimas cosas que articuló. Después estaba ahí, de
espaldas sobre la cama, sudan­do, abriendo y cerrando la boca sin pronunciar palabra. Quebrado,
partido como si le hubiesen descargado un hachazo en la columna, no perdió el sentido hasta mucho
más tarde. Sólo entonces el mé­dico aconsejó llevarlo al pueblo, a la clínica. Dijo que el viejo no
volvería a moverse; tampoco, a hablar. Cuando Antenor estuvo en condiciones de comprender
alguna cosa, Paula le anunció lo del chico.
–Va a tener el chico –le anunció–. La Tomasina me lo ha dicho.
Lengua - 4to Año - 35

Un brillo como de triunfo alumbró ferozmente la mirada del viejo; se le achisparon los ojos y, de
haber podido hablar, acaso hubiera dicho gracias por primera vez en su vida. Un tiempo des­pués
garabateó en un papel que quería volver a la casa grande. Esa misma tarde lo llevaron.
Nadie vino a verlo. El médico y el capataz de La Cabriada, el viejo Fabio, eran las dos únicas personas
que Antenor veía. Salvo la mujer que ayudaba a Paula en la cocina –pero que jamás entró en el
cuarto de Antenor, por orden de Paula–, nadie más andaba por la casa. El viejo Fabio llegaba al caer
el sol. Llegaba y se que­daba quieto, sentado lejos de la cama sin saber qué hacer o qué decir. Paula,
en silencio, cebaba mate entonces.
Y súbitamente, ella, Paula, se transfiguró. Se transfiguró cuando Antenor pidió que lo llevaran al
cuarto alto; pero ya desde antes, su cara, hermosa y brutal, se había ido transformando. Ha­blaba
poco, cada día menos. Su expresión se fue haciendo cada vez más dura –más sombría–, como la de
quienes, en secreto, se han propuesto obstinadamente algo. Una noche, Antenor pareció aho­garse;
Paula sospechó que el viejo podía morirse así, de golpe, y tuvo miedo. Sin embargo, ahí, entre las
sábanas y a la luz de la lám­para, el rostro de Antenor Domínguez tenía algo desesperado,
emperradamente vivo. No iba a morirse hasta que naciera el chico; los dos querían esto. Ella le vació
una cucharada de remedio en los la­bios temblorosos. Antenor echó la cabeza hacia atrás. Los ojos,
por un momento, se le habían quedado en blanco. La voz de Paula fue un grito:
–¡Va a tener el chico, me oye! –Antenor levantó la cara; el remedio se volcaba sobre las mantas,
desde las comisuras de una sonrisa. Dijo que sí con la cabeza.
Esa misma noche empezó todo. Entre ella y Fabio lo su­bieron al cuarto alto. Allí, don Antenor
Domínguez, semicolgado de las correas atadas a un travesaño de fierro, que el doctor había hecho
colocar sobre la cama, erguido a medias podía contemplar el campo. Su campo. Alguna vez volvió a
garrapatear con lentitud unas letras torcidas, grandes, y Paula mandó llamar a unos hombres que,
abriendo un boquete en la pared, extendieron la ventana hacia abajo y a lo ancho. El viejo volvió a
sonreír entonces. Se pasaba horas con la mirada perdida, solo, en silencio, abriendo y cerrando la
boca como si rezara –o como si repitiera empecinadamente un nombre, el suyo, gestándose otra vez
en el vientre de Paula–, mirando su tierra, lejos hasta los altos pinos, más allá del Cerro Negro.
Contra el cielo.
Una noche volvió a sacudirse en un ahogo. Paula dijo:
–Va a tener el chico. El asintió otra vez con la cabeza.
Con el tiempo, este diálogo se hizo costumbre. Cada noche lo repetían.
V
El campo y el vientre hinchado de la mujer: las dos únicas cosas que veía. El médico, ahora, sólo lo
visitaba si Paula –de tanto en tanto, y finalmente nunca– lo mandaba llamar, y el mismo Fabio, que
una vez por semana ataba el sulky e iba a comprar al pueblo los encargos de la muchacha, acabó por
olvidarse de subir al piso alto al caer la tarde. Salvo ella, nadie subía.
Cuando el vientre de Paula era una comba enorme, tirante bajo sus ropas, la mujer que ayudaba en
la cocina no volvió más. Los ojos de Antenor, interrogantes, estaban mirando a Paula.
–La eché –dijo Paula.
Después, al salir, cerró la puerta con llave (una llave grande, que Paula llevará siempre consigo,
colgada a la cintura), y el viejo tuvo que acostumbrarse también a esto. El sonido de la llave giran­do
en la antigua cerradura anunciaba la entrada de Paula –sus pa­sos, cada día más lerdos, más livianos,
a medida que la fecha del parto se acercaba–, y por fin la mano que dejaba el plato, mano que
Antenor no se atrevía a tocar. Hasta que la mirada del viejo también cambió. Tal vez, alguna noche,
sus ojos se cruzaron con los de Paula, o tal vez, simplemente, miró su rostro. El silencio se le pobló
entonces con una presencia extraña y amenazadora, que acaso se parecía un poco a la locura, sí,
alguna noche, cuando ella venía con la lámpara, el viejo miró bien su cara: eso como un gesto
estáti­co, interminable, que parecía haberse ido fraguando en su cara o quizá sólo en su boca, como si
la costumbre de andar callada, apre­tando los dientes, mordiendo algún quejido que le subía en
pun­tadas desde la cintura, le hubiera petrificado la piel. O ni necesitó mirarla. Cuando oyó girar la
Lengua - 4to Año - 36

llave y vio proyectarse larga la sombra de Paula sobre el piso, antes de que ella dijera lo que siempre
decía, el viejo intuyó algo tremendo. Súbitamente, una sensación que nunca había experimentado
antes. De pronto le perforó el cerebro, como una gota de ácido: el miedo. Un miedo solitario y
poderoso, incomunicable. Quiso no escuchar, no ver la cara de ella, pero adi­vinó el gesto, la mirada,
el rictus aquel de apretar los dientes. Ella dijo:
–Va a tener el chico.
Antenor volvió la cara hacia la pared. Después, cada noche la volvía.
VI
Nació en invierno; era varón. Paula lo tuvo ahí mismo. No mandó llamar a la Tomasina: el día anterior
le había dicho a Fabio que no iba a necesitar nada, ningún encargo del pueblo.
–Ni hace falta que venga en la semana –y como Fabio se había quedado mirándole el vientre, dijo:
–Mañana a más tardar ha de venir la Tomasina.
Después pareció reflexionar en algo que acababa de decir Fabio; él había preguntado por la mujer
que ayudaba en la casa. No la he visto hoy, había dicho Fabio.
–Ha de estar en el pueblo –dijo Paula. Y cuando Fabio ya montaba, agregó: –Si lo ve al Tomás,
mándemelo. Luego vino Tomás y Paula dijo:
–Podes irte nomás a ver tu chica. Fabio va a cuidar la casa esta semana.
Desde la ventana, arriba, Antenor pudo ver cómo Paula se quedaba sola junto al aljibe. Después ella
se metió en la casa y el viejo no volvió a verla hasta el día siguiente, cuando le trajo el chico.
Antes, de cara contra la pared, quizá pudo escuchar algún quejido ahogado y, al acercarse la noche,
un grito largo retumban­do entre los cuartos vacíos; por fin, nítido, el llanto triunfante de una
criatura. Entonces el viejo comenzó a reírse como un loco. De un súbito manotón se aferró a las
correas de la cama y quedó sentado, riéndose. No se movió hasta mucho más tarde.
Cuando Paula entró en el cuarto, el viejo permanecía en la misma actitud, rígido y sentado. Ella lo
traía vivo: Antenor pudo escuchar la respiración de su hijo. Paula se acercó. Desde lejos, con los
brazos muy extendidos y el cuerpo echado hacia atrás, apartan­do la cara, ella, dejó al chico sobre las
sábanas, junto al viejo, que ahora ya no se reía. Los ojos del hombre y de la mujer se encontra­ron
luego. Fue un segundo: Paula se quedó allí, inmóvil, detenida ante los ojos imperativos de Antenor.
Como si hubiera estado es­perando aquello, el viejo soltó las correas y tendió el brazo libre hacia la
mujer; con el otro se apoyó en la cama, por no aplastar al chico. Sus dedos alcanzaron a rozar la
pollera de Paula, pero ella, como si también hubiese estado esperando el ademán, se echó hacia
atrás con violencia. Retrocedió unos pasos; arrinconada en un án­gulo del cuarto, al principio lo miró
con miedo. Después, no. An­tenor había quedado grotescamente caído hacia un costado: por no
aplastar al chico estuvo a punto de rodar fuera de la cama. El chico comenzó a llorar. El viejo abrió la
boca, buscó sentarse y no dio con la correa. Durante un segundo se quedó así, con la boca abierta en
un grito inarticulado y feroz, una especie de estertor mudo e impo­tente, tan salvaje, sin embargo,
que de haber podido gritarse habría conmovido la casa hasta los cimientos. Cuando salía del cuarto,
Paula volvió la cabeza. Antenor estaba sentado nuevamente: con una mano se aferraba a la correa;
con la otra, sostenía a la criatura. Delante de ellos se veía el campo, lejos, hasta el Cerro Patrón.
Al salir, Paula cerró la puerta con llave; después, antes de atar el sulky, la tiró al aljibe.

Análisis de textos
Tipos de lecturas

Frente a la lectura de un texto (mucho más si éste es literario) tenemos dos caminos: o leemos
pasivamente (por obligación, por saber como termina la historia) o leemos críticamente, pensando
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no sólo en lo literal (lo que está escrito), sino tratando de ir más allá, de leer entre líneas, de hacerle
un planteo "serio" al texto, debatir con él... El camino en cierta forma está determinado por el texto,
pero en definitiva lo elige el lector.
Una lectura pasiva tendrá como consecuencia una lectura liviana, superficial, naif. Si al leer nos
quedamos sólo con el nivel del argumento, no comprenderemos las cuestiones más profundas que
éste plantea.
La lectura crítica, es un juicio o examen que se realiza sobre algo. El concepto de lectura crítica hace
referencia a la técnica o el proceso que permite descubrir las ideas y la información que subyacen
dentro de un texto escrito. Esto requiere de una lectura analítica, reflexiva y activa.
La lectura crítica, por lo tanto, es el paso previo al desarrollo de un pensamiento crítico. Sólo al
comprender un texto en su totalidad, desentramando el mensaje implícito del contenido más allá de
lo literal, es posible evaluar sus aseveraciones y formarse un juicio con fundamento.
El único texto que puede criticarse es aquel que se ha entendido. Por eso la lectura crítica está
asociada a una comprensión cabal de la información. Cuando se logra dicho grado de comprensión,
el lector puede aceptar o rechazar la idea del autor con responsabilidad sobre su decisión.
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A continuación se transcriben algunos comentarios sobre el final del cuento "Patrón" de Abelardo
Castillo,, los cuales permiten comprobar qué tipo de análisis realizaron los lectores (superficiales,
inocentes, sentimentales, profundos, críticos, etc)

⦁ El cuento me pareció muy triste, porque Paula no debió hacer lo que hizo; su hijo no tenía
nada que ver con el trato que le daba Antenor a Paula. Tendría que haberlo abandonado al Patrón,
pero no al hijo, que era inocente.
⦁ El final del relato es impactante y sorpresivo. Paula logra su plan de venganza hacia Antenor y
termina así con la violencia ejercida hacia ella. Simbólicamente representa la victoria de la mujer
frente al sistema impuesto. Paula se rebela, toma coraje, ejecuta y lo hace sin pensar en su beneficio
económico. Sólo le interesa recuperar su libertad , su autonomía y su dignidad. Elige no quedarse con
la gran herencia que podía obtener de Antenor , porque no le interesa nada de él; ningún vínculo los
une, ni siquiera el hijo que sólo él quería tener. Ambos tuvieron lo que querían. Y ambos tendrán que
aceptar las consecuencias.
⦁ Lo que hace Paula no tiene explicación. Si Antenor ya estaba muy enfermo y a punto de
morir, pudo haber esperado su muerte, sin necesidad de matar a su hijo.
⦁ No hay superación dialéctica en esta historia, sino tragedia. El destino es irrevocable para el
amo Antenor, ahora devenido esclavo. Su poder se transformó en postración, y en la incapacidad de
hablar. Nunca más podrá emitir una orden. Ni “enseñar” a ser patrón a su hijo. Paula, tampoco podrá
escapar a su destino trágico, de esclava se transformará en amo, en patrona. Pero utilizará el poder,
no buscado, para deshacerse de todos los que la rodeaban. No hay culpa, ni piedad. Sí venganza y
castigo. Paula, víctima del patriarcado, no puede superar su dolor, la soledad y el abandono. De ahí
su decisión, que asoma en el texto en varias líneas. El hijo, víctima inocente que nació para morir en
brazos de su padre, el Patrón.
⦁ El cuento es muy cruel, por eso no me gustó. Tendría que haberse planteado una alternativa
diferente al destino de Paula y su hijo. Además, el final queda muy abierto y no se resuelve qué es lo
que pasa, pero se entiende que todos salen perjudicados.
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Análisis del cuento "Patrón"

El cuento "Patrón" de Abelardo Castillo es una lectura metafórica sobre el patriarcado, y donde su
consecuente autoritarismo es llevado a extremos de crueldad. La trama permite, además, ser leída
en clave histórico-político-económico-social. La analogía entre el personaje del patrón de estancia y
las figuras autoritarias de los regímenes dictatoriales del país, son más que evidentes.
Dentro de este contexto particular, y de su ubicación histórico-geográfica, el patriarcado podría
definirse como la manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y
los niños, y la aplicación de ese dominio en la sociedad en general. Ello implica que los varones
tienen el poder en las instituciones importantes de la sociedad, privando a las mujeres de acceder a
él. Un sistema de estructuras sociales basado en la subordinación de las mujeres por los hombres.
Según Irene Meler, “patriarcado” es un término que enfatiza el carácter asimétrico de las jerarquías
sociales basadas en el sexo, mientras que “dominación masculina” alude al hecho de que la
pertenencia al género masculino implica ventajas, más allá de que cada varón logre o no, efectivizar
los desempeños requeridos para integrar el género dominante.
"Patrón" pertenece al segundo libro de cuentos, "Cuentos Crueles", del escritor Abelardo Castillo
(San Pedro, Pcia. de Bs.As. 1935). Y alude al personaje de Antenor Domínguez, protagonista, dueño, y
señor feudal de hombres, mujeres, animales y cosas. Patrón de una estancia mal habida a través de
una recompensa política, decide tener un hijo varón, un macho para dejarle su herencia. A partir de
obtener espuriamente la posesión de la tierra, del sometimiento y la exacción, Don Antenor, amasó
una fortuna. Y un poder social basado en el temor, que lo hace patriarca de una micro-sociedad rural
que lo rodea.
Desde esta perspectiva, la necesidad de descendencia tiene que ver con la continuidad del linaje, de
la sangre y de la riqueza, más que con la paternidad.
Lo central es la cuestión de la reproducción, tanto del linaje-riqueza, como el de la continuidad del
sistema patriarcal/totalitario, que requiere tanto de la riqueza acumulada, como de los herederos del
poder. La dificultad del viejo patrón para engendrar un varón para proyectar su dominación, tiene su
correlato con la incapacidad de los sistemas autoritarios, para reproducirse legítimamente,
democráticamente.
El despotismo de estos sistemas se sostiene por el miedo, la obediencia y la amenaza de la violencia.
El odio de clase de Antenor por Paula (mujer joven, analfabeta y pobre) hija de uno de sus peones,
muerto en un accidente de trabajo, se convierte en intervención política. La joven no tiene
escapatoria ante la tiranía del patrón, ni puede resistirse a la violación sexual, como consumación
violenta de un matrimonio no elegido, ni deseado.
En el espacio de la estancia, el patrón-patriarca, como en el territorio del país, los tiranos de turno,
disponen con total impunidad y crueldad, de la vida tanto pública como privada de sus habitantes.
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Actividad:
Para ampliar el análisis:

1. Teniendo en cuenta que la literatura es reflejo de la sociedad: ¿Qué elementos podemos analizar
del relato que nos permitan dar cuenta de esto?
2. ¿Qué reflexiones genera en el receptor?
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3. Sabemos que la literatura genera empatía: ¿sentimos esto por alguno de los personajes?
Fundamentar
4. Cortázar sostenía lo siguiente:
La novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out. Es cierto, en la
medida en que la novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen
cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases. (...) El cuentista sabe que no
puede proceder acumulativamente, que no tiene por aliado al tiempo; su único recurso es trabajar en
profundidad, verticalmente, sea hacia arriba o hacia abajo del espacio literario. Y esto, que así
expresado parece una metáfora, expresa sin embargo lo esencial del método.
¿Cómo se puede relacionar esto con el cuento de Abelardo Castillo?

Técnicas narrativas

Cuando leemos un texto literario, podemos analizar básicamente dos aspectos: QUÉ se narra
(es decir, el argumento) y CÓMO se narra (es decir, las técnicas empleadas por el autor. Lo más
importante es esto último: una historia puede ser buena, pero si no está bien narrada, se torna
aburrida o poco interesante.

En el siguiente cuadro, esquematizamos algunas de las técnicas narrativas más importantes,


estableciendo una comparación entre la tendencia tradicional y la actual

Narrativa tradicional Narrativa actual


Estructura Ordenada. Introducción, Desordenada. Se altera la cronología
desarrollo y desenlace siguen un de los hechos.
orden cronológico (se narran las El relato puede comenzar por el final o
acciones en el orden en que por el conflicto y luego realizar saltos
suceden) temporales.
Se suele emplear la técnica del flash
back.
Final Cerrado. Todos los elementos Abierto. Quedan elementos
quedan explicados en forma inconclusos. Muchas veces el lector
explícita. debe recuperar las pistas o indicios
que plantea el texto para comprender
el final
Lector Pasivo. Lee y decodifica lo escrito Activo. Debe ordenar las partes e
interpretar los indicios planteados
Narrador Omnisciente. Maneja toda la Primera persona protagonista o
información del texto testigo. Mezcla de narradores. Visión
del relato desde diferentes
perspectivas.
Lenguaje Formal. Descriptivo. Adjetivación Incorporación del lenguaje informal.
precisa
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La noche boca arriba

Julio Cortázar

Y salían en ciertas
épocas a cazar
enemigos;
le llamaban la
guerra florida.

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la
motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina
vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre
los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó
en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le
chicoteaba los pantalones.
Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle
Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga,
bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras,
apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como
correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez
su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la
esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles.
Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el
choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.
Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de
la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía
soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas
sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había
estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que
le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la
causante del accidente no tenía más que rasguños en las piernas. “Usté la agarró apenas, pero el
golpe le hizo saltar la máquina de costado…”; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas,
así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de
una pequeña farmacia de barrio.
La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo
tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible,
dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja
goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era
un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no
parecía muy estropeada. “Natural”, dijo él. “Como que me la ligué encima…” Los dos rieron y el
vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco;
mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles
llenos de pájaros, cerró los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en
una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa
grisácea y dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban
todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien,
casi contento.
Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el
pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado, se le
acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo
Lengua - 4to Año - 41

pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le
brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.
Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a
pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no
volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en
que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que
andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva,
cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que solo ellos, los motecas, conocían.
Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara
contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. “Huele a guerra”,
pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido
inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus
sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy
lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un
resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió. Había sido como una rama
quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio,
venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra
florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a
cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a
correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo.
Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.
-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo.
Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de
sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última visión de la pesadilla. El brazo, enyesado,
colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros,
pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba
ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse
despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de
cuando en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama,
una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja
conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con
un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la
fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de
gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes; como estar viendo una
película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor; y quedarse.
Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trozito de pan, más
precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y
solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida.
Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser difícil
dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes
sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.
Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o
confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado
de copas de árboles era menos negro que el resto. “La calzada”, pensó. “Me salí de la calzada.” Sus
pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los
arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y
el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a
verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él aferraba el
mango del puñal, subió como un escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el
amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices,
y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que
Lengua - 4to Año - 42

los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y la espera en la oscuridad del chaparral
desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres
días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando la calzada más
allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de
prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza
continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él
estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.
Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el
horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y
cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno
pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y
entonces una soga lo atrapó desde atrás.
-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno.
Tome agua y va a ver que duerme bien.
Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara
violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a
veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin acoso, sin… Pero no quería seguir
pensando en la pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo,
las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua
mineral en la mesa de noche. Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala,
las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La
ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. ¿Quién
hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio
rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y
el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada.
Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni
siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido
distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del
pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del
brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al
día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina.
Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su
garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas
pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.
Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio
el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender.
Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso
enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso, en un suelo
de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó
torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido,
ninguna plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del
calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras del
templo a la espera de su turno.
Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él
que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo
que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los
que ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la
boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente,
con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso,
retorciéndose, luchó por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el
más fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta,
Lengua - 4to Año - 43

y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia,
los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los
torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron
manos calientes, duras como el bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los
cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de antorchas iban adelante,
alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían
agachar la cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de
roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo
nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. El
pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas,
pero todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no
quería, pero cómo impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el
centro de la vida.
Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba.
Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de
agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó
buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegadas a sus párpados.
Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero
gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a
amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada… Le costaba
mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo un último esfuerzo, con la mano
sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío
otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él
boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca
de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde
los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado,
descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que se abrían era la noche y la luna
mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban
las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre
que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las
escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar.
Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama, a salvo del
balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del
sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los
párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño
maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por
extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo,
con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño
también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano,
a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.

ACTIVIDADES:

1. ¿Cuáles son las dos historias que se superponen en el cuento?


2. ¿Por qué nos causa sorpresa el final del relato?
Lengua - 4to Año - 44

3. ¿Qué pistas / indicios nos permiten reconocer o anticipar ese final? (por ejemplo, cuando lo
llevan por el pasillo del hospital, el personaje no ve el techo sino que ve árboles y el cielo)
4. ¿Qué técnicas narrativas se emplean en este cuento? Explicar y ejemplificar con el texto cada
una de ellas
5. Mirar el siguiente video y luego responder:
https://youtu.be/EgU-Vlf1od0

¿Qué similitudes y diferencias podés encontrar entre el cuento y el video? ¿Cuál te parece
más fácil de comprender? Fundamentar

Leyendas:

Isicha Puytu
En un ayllu había una mujer hermosa, cuya belleza deslumbraba. Su nombre era Isicha Puytu. Llegó
su turno de la mita, del servicio en la casa del señor de la región, del Curaca. Fue a cumplir su turno,
y no volvió. El Curaca la hizo quedar, no quiso soltarla. Le dijo:
-Vivirás conmigo.
- Bien -dijo ella. Y se quedó en la casa del señor. Vivió con él.
El Curaca mandó que le quitaran toda la ropa a su nueva amante, a Isicha Puytu. La hizo vestir con la
ropa de las matronas, de las principales. Ella tenía trenzas, y sus trenzas las mandó peinar como se
peina la cabellera de las soberanas. Con grandes prendedores de plata le hizo adornar la cabeza;
extremó su amor el Curaca en estas cosas. La hizo vestir con ropas de finísimo hilado, la hizo calzar de
sandalias. Toda ella la adornó y vistió como a las señoras principales. En las llikllas, en las mantas que
debían cubrirle la espalda, mando tejer palomas. Todas sus vestiduras estaban tejidas con franjas
anchas en que se había retratado a las flores de la tierra. Así la cargó de adornos como a una planta
florecida, y la transformó.
De este modo vivían y pasaba el tiempo. Ella no se ocupaba de nada, su señor no la hacía trabajar.
Pasaban el día entregados a la diversión y el juego, encerrándose en el dormitorio. Comían juntos. El
la tenía en sus brazos, sobre las rodillas, mientras comían.
El señor tenía muchos criados jóvenes. Todos odiaban a Isicha Puytu y hablaban mal de ella, a
escondidas. Y cuando la servían y le llevaban las comidas refunfuñaban. Al señor no le importaba eso
ni nada. Pero la gente del pueblo sabía, y también ellos murmuraban. Mas, tampoco eso importaba
al Curaca; no temía el juicio del pueblo.
Día y noche estaba con ella, con su amada. Con ella comía, con ella dormía, con ella esperaba el
anochecer. Isicha Puytu sabía tocar una quena de hueso humano. -Esas quenas se tocan bajo un
cántaro alargado-. Ella tocaba intensa y bellamente la quena. Y por eso se llamaba, Isicha Puytu. El
Curaca le compró una quena y un cántaro. Ella pone las manos dentro del cántaro y toca la quena. ¡El
canta! Es el Curaca quien canta.
Así vivían todos los días. Mientras tanto, los padres de ella, la esperaban. Y como pasaba el tiempo y
no volvía, la madre dijo a los hermanos de Isicha Puytu:
- ¿Dónde estará mi hija! Que será de ella. No ha vuelto desde que fue a cumplir su turno. O es que la
han retenido para que sirva en la mita para siempre. Id a preguntar por vuestra hermana.
Luego prepararon un fiambre abundante y enviaron a dos de los hermanos hacia el pueblo. Llegaron
ambos a la casa del señor y preguntaron a los jóvenes sirvientes. Uno de los hermanos dijo:
-Isicha Puytu, mi hermana, vino a cumplir su turno en la mita. Y no ha vuelto. ¿Que es lo que hace
en la casa del Señor?
Los jóvenes le contestaron:
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-Tu hermana es ahora la Señora (Wayru). Se ha tornado en la Matrona.


-Decidle que han venido sus hermanos a averiguar de ella.
Los sirvientes entraron a la casa a cumplir el encargo. Dijeron a la señora.
-Isicha Puytu, han venido tus hermanos a preguntar por ti.
-¿Quién puede ser mi hermano? –contestó ella.
-Allí están en la puerta tus dos hermanos. Dicen que han venido por orden de tus padres. Isicha
Puytu contestó:
-Yo no tengo padre ni madre.
-Pues, mira allí.
Pero ella no quiso mirar. Muy tranquila, sentada sobre el lecho del Curaca, tocaba su quena, hacía
gemir al instrumento. Nada más.
Los jóvenes sirvientes volvieron donde los hermanos y les dijeron:
-Dice ella que no sois sus hermanos. Dice que no reconoce tener padre ni madre. No quiere salir. Ha
dicho de vosotros: "¿Qué ricos de excremento (aka kkhapakkhunachá) son los que quieren
reconocerme por hermana?".
Sin embargo los hermanos esperaron afuera, sentados, conversando con la servidumbre.
-Ella está con el Señor, vive con el -dijeron los sirvientes. Y les contaron la historia de Isicha Puytu.
Todo lo que ocurrió con ella, desde el. principio.
Y cuando los hermanos estaban sentados entre los sirvientes, Isicha Puytu salió, por su propia
voluntad. Los hermanos se levantaron, fueron hacia ella y le dijeron:
-¿Cómo te encuentras, hermana?. ¿Dónde estás?. No volviste a nuestra casa. Cualquiera que haya
sido tu suerte, debiste avisar, hermana. Nuestros padres te enviaron con nosotros este fiambre.
-Tu, mozo mugriento, tu no eres mi hermano -contesto ella- ¿De dónde y por qué queréis ser mis
hermanos?
-Nuestra madre está llorando por ti -contestaron ellos.
-¿Y quien había sido mi madre? - volvió a preguntar Isicha Puytu.
-¿No te acuerdas de nuestros padres? - preguntaron los hermanos.
-¿De donde y porque pretendéis reconocerme? ¿Acaso soy de vuestra clase? Porque me veis en alta
condición queréis haceros pasar por parientes míos -dijo ella con gran altivez. Recibió el fiambre que
le habían enviado sus padres y lo arrojó a la cara de sus hermanos.
-¿Cómo me habéis traído esto? ¿Soy acaso de las que comen esas cosas? -les grito con el mayor
desprecio.
Al oír estas palabras los hermanos se marcharon, volvieron a su casa.
Llegaron donde estaban sus padres.
-Me enviasteis a preguntar por vuestra hija -hablo el mayor de los hermanos- Nos ha recibido con
desprecio. No quiso reconocernos. "¿Mozos tan mugrientos pretendéis haceros pasar por mis
hermanos?", nos dijo.
-No es posible que mi hija haya hablado de ese modo-contestaron el padre y la madre.
-Aun la comida que le enviaste nos arrojo a la cara. No se acuerda de nuestra casa.
Y así, minuciosamente, hicieron el relate de la visita a Isicha Puytu
-Vuestra hija vive con el Curaca- dijeron. Pero los padres no quisieron creer lo que oían.
-No. No es posible que mi hija sea de tal índole -respondieron. Vosotros odiáis a mi hija. No
queréis que ella vuelva, y por eso inventáis esos cuentos.
No creyeron en las palabras de los hermanos. Y así fue.
Pasó mucho tiempo en la vida de Isicha Puytu. Concibió un hijo; estaba embarazada.
Entonces, nuevamente, los de su casa quisieron saber de ella. Y la madre envió al padre. Como en la
primera vez, prepararon un fiambre.
-Si será verdad que nuestra hija es como sus hermanos cuentan de ella. Anda y ve por ti mismo -dijo
la madre a su marido.
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El padre llegó a la casa del Curaca. Preguntó por su hija. Los criados contaron al padre la historia de
Isicha Puytu, como habían contado a los hermanos.
-Hacedme el favor de llamarla-dijo el anciano.- Decidle que ha venido su padre.
Los criados lo anunciaron ante Isicha Puytu. Y ella contestó:
-¿Quién puede ser mi padre? Y como le dijeron: "Es tu padre quien ha venido" Ella salió
murmurando:
- iOh! ¿Quién, quién había sido mi padre?
En cuanto vio a su hija el anciano fue hacia ella; iluminado de alegría exclamó:
- iOh hija mía! ¿Como estas? -Y con el corazón ardiente de amor, prosiguió: -¿Como no has vuelto
hasta ahora? ¿Qué es lo que te está pasando?
Y ella le contestó:
-Oye, perro viejo: ¿Cómo puedo ser yo hija tuya? ¿Cómo, de qué modo pudiste ser tu mi padre?
Isicha Puytu estaba encinta. Y el padre contestó dulcemente:
-No, hija mía, no me digas eso. No puede ser. No es posible que me contestes de este modo. Recibe
siquiera el regalo que te he traído.
Y desatando la pequeña carga que traía le alcanzó el fiambre que la madre había preparado. Pero ella
lo rechazó.
-Oye, perro viejo- le dijo. - ¿Soy acaso de las que comen estas cosas? ¿Fuera de aquí! No pretendas
reconocerme.
Y lo arrojó de la casa.
Llorando, el padre volvió. Llegó donde su mujer y le dijo:
-Era cierto. Tu hija se ha tornado en otra, a la que no es posible reconocer. Está embarazada. Me ha
contestado con desprecio y me ha arrojado de su casa.
El viejo habló con voz lastimera. Sin embargo la madre no quiso creer.
-El padre y los hermanos, todos la odiáis - dijo.
-Tu hija nos ha negado, a su padre y a su madre -insistió el anciano. Y lloró en presencia de su mujer.
A pesar de todo, la madre no daba fe; siguió hablando:
-Tú no has llegado, oye anciano, a la casa del Curaca.
-Pues, anda tu, anda a saber -contestó el padre. La madre no fue. Y pasó el tiempo.
-Quizás vuelva, despacio, poco a poco -decía. Y no fue.
Isicha Puytu dio a luz. Hicieron bautizar al niño y eligieron padrino a un hombre que vivía en una casa
vecina a la del Curaca. Pero el niño murió. El Curaca cuidó y curó a Isicha Puytu; la cuido con todo
amor y esmero. Y siguieron viviendo solos. Y amaron mucho al padrino del niño.
Y pasó el tiempo. La madre seguía esperando. Isicha Puytu no aparecía. Entonces decidió preparar su
fiambre y los manjares que llevaría de regalo: hizo galletas de harina de quinua y kkañiwa (k'ispiñu)
cocino mote y chuño hervido. "Estas eran las comidas que ella prefería. ¡Cuanto deseo tendrá de
probarlas!", decía, mientras preparaba su atado de fiambre.
-Mi hija debe ser la criada del Curaca- dijo. Y llena de pena se echo el atado a las espaldas. -Uno con
una historia, otro con otra historia vienen donde mí para hablarme de mi hija. Ahora que yo llegue,
veré por mí misma si es como ellos dicen.
Y emprendió la marcha hacia el pueblo. Llegó a la casa del Curaca. A esa hora, su hija estaba
tomando sol en el patio, echada sobre una alfombra. Tenía en la cabeza hermosos prendedores de
plata. Era una matrona soberana. Imposible de ser reconocida. Y la anciana dudo; no podía
reconocer a su hija. Isicha Puytu estaba muy engalanada. "¿Es esta mi hija, o no es ella? -se
preguntaba y la miraba con asombro. Entonces, su hija le habló:
-Oye, vieja, ¿qué es lo que quieres? La madre la reconoció en el sonido de la voz. Y le habló
presurosa:
- ¡Oh hija mía! ¿Cómo estás?
Lengua - 4to Año - 47

Y corrió a abrazarla (Mak’ alliukuyk). Pero Isicha Puytu la rechazó. Aun así, la anciana alcanzó el atado
de manjares que había traído. Isicha Puytu recibio el regalo, y dijo:
- ¿Por qué venís, cada uno de vosotros, trayéndome comidas inmundas y tratando de haceros pasar
por mis parientes? ¿Yo acaso os conozco, mujer mal oliente?
Y le arrojó el fiambre a la cabeza. Entonces la madre exclamó:
- ¡Qué te pasa, oh criatura? ¡No te vuelvas contra el bien, hija mía! Yo te envié a que cumplieras con
tu turno en la mita; no te mandamos para que cambiaras de este modo.
- ¡Fuera de aquí, vieja! ¡No me dirijas más la palabra! - gritó Isicha Puytu.
- ¿Ya no recuerdas que soy tu madre?- preguntó la anciana. ¿Es verdad que arrojaste mi regalo al
rostro de tu padre, y que hiciste lo mismo con tus hermanos? ¡Vámonos ahora! - ordenó la madre.
- ¿Dónde puedo ir yo, vieja inmunda? - contestó Isicha Puytu.-
-A nuestra casa. ¿O es que ya no recuerdas tu hogar?
- ¡Fuera de aquí, vieja! ¡Ya no me hables más- gritó Isicha Puytu, decidida ya a arrojar de su casa a la
madre.
La anciana recogió la comida del suelo. Y así, de rodillas en medio del patio, lloro. Isicha Puytu la
estaba mirando.;
-Desde hoy para siempre ya no será mi hija - dijo la madre- ¡Cuidado con que más tarde quieras
decir: "Fuisteis mi padre y mi madre". Ya no podrá ser, en ningún tiempo.
¡Nunca podrás llamarme!
Y pronunciando la última frase iba saliendo de la casa. Pero la hija le contestó:
-¿Quién podría llamarte "Madre", a ti?
Entonces la madre se descubrió el seno, hizo como si se ordenara hacia el suelo, y pronunció la
maldición suprema:
- ¡Con esto has de encontrar la vida eterna! Luego salió de la casa y tomó el camino de su
comunidad. Iba llorando en el camino. "¿Cómo ha podido mi hija hacerme lo que ha hecho? ¡Aun los
manjares que hice para ella me los arrojó al rostro!". -decía. Y sus lágrimas rodaban como grandes
gotas de lluvia, como el pesado granizo. "Yo que no quise creer a mi esposo ni a mis hijos. Sin
embargo ellos decían la verdad. ¡Mi hija es como ellos decían!", seguía hablando. Y llegó a su casa
llorando. Y dijo a su esposo y a sus hijos:
-Era verdad. Vuestra hermana se ha pervertido, como dijisteis. Ahora sí creo.
Entonces convinieron entre todos:
-Ya no volveremos a su casa. Y cuando entremos al pueblo, no iremos adonde ella vive. Así hay que
ser, para siempre.
Y la olvidaron.
Al día siguiente de haber arrojado Isicha Puytu a su madre, el Curaca tuvo que hacer un viaje
repentino y largo. Debía dormir un día en el sitio donde iba. Antes de partir, el Curaca amonestó
muchas veces a sus criados; les dijo:
-Cuidaos de no atender bien a vuestra señora. La serviréis con esmero; tenderéis bien su lecho.
Y partió. Había ordenado antes que los criados acompañaran a dormir a la señora, que cuidaran su
sueño.
Pero los criados no obedecieron. Apenas salió el Curaca murmuraron.
- ¿Quién ha de cuidar a esa mujer? ¿Quién ha de querer alcanzarle nada? Y se entregaron al juego, a
divertirse entre ellos. Nadie fue a cuidar el sueño de Isicha Puytu.
Al día siguiente, en la mañana, fueron de muy mala gana a servirle el desayuno. Y la encontraron
muerta. Estaba muerta sobre su lecho. Entonces los criados sintieron temor.
- ¿Que puede haberle sucedido a esta mujer? ¡Está muerta! -exclamaron- El señor nos castigará por
no haberla acompañado.
Y reflexionaron para encontrar la forma de justificarse. "¿Cómo hemos de explicar su muerte?",
decían. "¿Por que no entrasteis a su dormitorio para cuidar su sueño?", nos preguntará el Señor. Al
Lengua - 4to Año - 48

fin, convinieron en decir que Isicha Puytu había muerto en la mañana, y no en su lecho, sino afuera,
ya levantada.
Vistieron el cadáver de Isicha Puytu. Peinaron su cabellera como sol (a peinarse ella todos los días.
Luego tendieron el cadáver sobre el lecho. Al poco rato llegó el Curaca y preguntó:
- ¿Dónde está la señora? ¿Dónde está mi paloma?
-Ha muerto -le dijeron.
-¿Cómo? ¿Cómo es posible? ¿De qué modo?
-Esta mañana se levantó muy temprano. Sentada sobre una alfombra estuvo viendo un escrito. En la
puerta de la casa se calentaba al sol. Y de repente se estremeció, cayó de espaldas, inmóvil. Entonces
hicimos cuanto era posible. Pero no pudo revivir. La llevamos apenas hasta su lecho.
El Curaca había comprado en su viaje los objetos más bellos para Isicha Puytu. Y llevando los regalos
entró al dormitorio y cerró duramente la puerta. Llorando, levantó a su amante y la hizo sentar sobre
el lecho; empezó a llamarla:
- ¡Vuelve a la vida Isicha Puytu! ¡Vuelve a la vida!
Se sentó a su lado; y lloraba. Lloró toda la noche junto a su amada.
Al amanecer la vistió con los trajes nuevos que le había traído; la engalano y volvió a llamarla.
- ¡lsicha Puytu: toca la quena del cántaro!
Cuando entraron los criados encontraron el cadáver sentado, hermosamente vestido y engalanado,
vieron que el Curaca le hablaba como si Isicha Puytu estuviera viva.
Así la estuvo contemplando durante tres noches y tres días. No se acordó siquiera de que Isicha
Puytu debía ser sepultada. Y en ese trance, cuando la estaba contemplando, Isicha Puytu revivio;
levantó la quena y empezó a tocarla. Era como la muerte el canto de la quena; bajo el cántaro el
instrumento lloraba a torrentes; llamaba al llanto y a la muerte. El Curaca era feliz: " ¡Ya revivió Isicha
Puytu!", exclamaba.
Estaba viva, pero ya no sabía ni vestirse ni peinarse. No era ya la misma. Él tenía que peinarla. Y cada
vez la vestía con nuevos trajes. Le servía la comida en las manos; pero no comía. Ya no le llegaba ni el
hambre ni la sed. Ya no hablaba como antes. Solo a instantes hacía sollozar su quena bajo el cántaro.
Y dormía.
Y entonces, una noche, el Curaca quiso pecar con ella. Y cuando estaba consumando el pecado, de
dentro del lecho se incorporó una bestia. Isicha Puytu convertida en un asno. Mas, el Curaca exclamo
lleno de alegría: " ¡Ahora sí! Aunque se haya convertido en asno, ella estará conmigo, iré con ella a
todas partes. ¡Ya no tendré que enterrarla". Amaneció con la bestia en su dormitorio.
Al día siguiente el Curaca llevó el asno a la casa del padrino de su hijo. Y le dijo:
-Tu que cargaste a mi hijo a la pila bautismal, tu, mi prójimo, mi señor, ve que ahora tengo esta bestia
para mí. La he comprado para mis viajes. Para que este siempre conmigo.
El padrino, este hombre, era entendido en herrar y arreglar los cascos de las bestias. El Curaca le dijo:
-Cuida de los cascos de mi burro, hiérralos ahora.
- ¡Por qué no hacerlo, para ti, padre como yo, mi Curaca? -contestó. - Herraremos a tu bestia, ahora
mismo.
Y forjo unos herrajes a medida. Luego tumbaron al animal; le amarraron las patas; acomodaron los
herrajes y empezaron a clavarlos. Al primer golpe gritó la bestia:
- ¡Ay! ¡Ay, mi Señor! ¡Como me clavas los pies, tu, tu que fuiste el padrino de mi hijito!
Y hablando así, se levantó, convertida de nuevo en la matrona, en Isicha Puytu, en la señora
hermosa. El hombre, el padrino, se lleno de pavor.
- ¡Oh mi Curaca! ¡Que me has mandado hacer! -exclamó, mirando a su amigo. Y pregunto a Isicha
Puytu;
- ¿Qué ha sido de ti? ¿Cómo, de qué suerte pudiste convertirte en bestia, habiendo sido madre de un
hijo de mi Curaca, de mi Señor?
Entonces hablo Isicha Puytu.
Lengua - 4to Año - 49

-A mi madre, a mi padre, a mis hermanos les habló con desprecio. Por eso nuestro Señor me castiga.
El haber arrojado al rostro de mi hermano la comida que me trajo de regalo, no es culpa grande.
Culpa grande es haber afrentado a mi padre y a mi madre con el mismo pecado.
- ¿Y por que procediste de esa manera? Isicha Puytu contestó
-Por haber sido amante de un Señor como tu. Por eso ofendí a mi padre y a mi madre. He caído
ahora en las lágrimas de mi padre y de mi madre. Mi madre me maldijo exprimiéndose los pechos. Y
esa misma noche me alcanzó la muerte. Ya no podré encontrar mi redención. Y cuando estuve
muerta, este Curaca intentó hacerme pecar, por eso me convertí en bestia. Era un pecado horrendo
el que quería que yo cometiera. Y me convertí en bestia. Viendo que estaba muerta, no respeto mi
cuerpo inerte, y me profano. Impulsado por su alegría demoníaca me acarició, puso sus manos sobre
mí; y después quiso hacerme caer en el horrendo pecado. Pero yo ya no puedo pecar, porque estoy
muerta. Envileció mi cadáver vergonzosamente. Por eso me convertí en bestia. Isicha Puytu acabo de
decir estas palabras, y cayo de espaldas. Murió definitivamente; se convirtió en cadáver.
Para el pueblo Isicha Puytu murió en la casa del padrino. "Aquí falleció", dijo él. Y empezó a disponer
el entierro del cadáver. El Curaca se opuso:
-La llevaré a mi casa. Allí la cuidare - dijo. Pero el padrino contestó:
-¿Qué es eso, Curaca mío? ¡No tendría nombre lo que propones! Tenemos que enterrarla.
E impidió que el Curaca se llevara el cadáver de Isicha Puytu.
Y la enterraron. Le hicieron un funeral pomposo; como se entierra a las matronas respetables, a la
consorte de los que mandan. El Curaca asistió a los funerales. Iba cantando junto a las lloronas,
repitiendo el llanto de ellas. Pero no repetía la voz de las plañideras; cantaba con sus propias
palabras: "Isicha Puytu: ¡adelántate, adelántate! -iba diciendo-. Donde quiera que vayas yo estaré
contigo, juntos, siempre juntos". Cuando estaba llorando con estas palabras la enterraron.
Concluido el funeral, todos se fueron. Acompañaron al Curaca hasta su casa. A la medianoche, el
Curaca se levantó y se encaminó hacia el panteón, llevando las ropas de Isicha Puytu. Llego hasta el
sitio donde la enterraron; escarbo la tierra hasta encontrar el cuerpo de su amante; y ella volvió a la
vida, salió de donde estaba enterrada. El Curaca la vistió hermosamente. Y se echaron a andar los
dos. En la puerta del panteón, grito el Curaca:
- ¡Isicha Puytu! ¡Ahora sí! ¡Con ella me voy, eternamente! ¡Con Isicha Puytu!
Y se fueron, no sabemos donde.
Entonces aullaron los perros, de pueblo en pueblo.
Dicen que vino un carro de fuego, y que el Demonio se llevó a los dos.
A la mañana siguiente, los vecinos preguntaron en la casa del Curaca. Pero él no estaba; y habían
desaparecido también todos los vestidos de Isicha Puytu. Luego fueron al panteón, a ver.
Encontraron escarbada la sepultura de Isicha Puytu. Los dos amantes ya no estaban. Así fue todo.
La casa del Curaca se sumió en el silencio. Más tarde se convirtió en ruinas. Desolada pampa.

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