Mozzi M. Tesis Doctoral. El Psicoanálisis Como Práctica de Discurso - Perspectiva de La Prevención en Ámbitos Socioeducativos.
Mozzi M. Tesis Doctoral. El Psicoanálisis Como Práctica de Discurso - Perspectiva de La Prevención en Ámbitos Socioeducativos.
Mozzi M. Tesis Doctoral. El Psicoanálisis Como Práctica de Discurso - Perspectiva de La Prevención en Ámbitos Socioeducativos.
La función del Ideal posibilita que no nos devoremos unos a otros, en tanto
instituye la restricción pulsional; y, por otro lado, hace que haya cierto progreso, ya que
su ausencia nos llevaría sólo a la repetición de lo mismo. Aun así, no resulta pacífica
la relación con el Ideal. Siempre estará en la base de su constitución la paranoia de
ser perseguidos por el Padre. La transposición idealista de la Horda, como denomina
Freud a la masa, no es más que una variante del sometimiento al Padre, en tanto el
hombre es un animal de Horda. Esto determina que la Horda es el núcleo original de la
masa, siendo su reverso.
Análoga a la estructura del Yo, la ilusión de completud vela el cuerpo
fragmentado, la imposibilidad de ser Uno y esto se revela ante el fracaso de sostener
la ilusión: el fenómeno del pánico lo presentifica claramente.
Esto demuestra la insuficiencia de la Ley (simbólico) para regularlo todo, no
puede remediar la escisión que se encuentra en el corazón del sujeto y, por lo tanto,
en el corazón del lazo social. Así como el síntoma resulta un resto de esa operación
en lo social:
(…) el síntoma se ubica como “cuerpo extraño al que se considera
causante del surgimiento de corrupción en el tejido social (…) Es
señalado como la causa positiva exterior de una negatividad que es
interior del orden social mismo, la causa exterior cuya eliminación será
necesaria para restaurar el orden, la estabilidad, la identidad. La
exclusión, la segregación, y en el extremo, el exterminio del Otro, son
así indisociables de la existencia del grupo social. (Gerber, 2006, p. 26)
Hay una diferencia esencial entre el objeto definido como narcisista, i(a)
y la función del a. Con sólo ver el esquema que da Freud de la hipnosis,
se tiene a la vez la fórmula de la fascinación colectiva (…) En él señala
lo que él llama el objeto –donde han de reconocer lo que yo llamo el a–
el Yo y el Ideal del Yo. Las curvas…sirven para marcar la conjunción de
a con el Ideal del Yo. Freud da así su status a la hipnosis por la
superposición en un mismo lugar del objeto a como tal y de ese punto
de referencia significante que se llama Ideal del Yo. (1964, p. 280)
En ese mismo Seminario da la precisa indicación –diferenciándose de la
estructura de la APA y del final de análisis por ellos propuesto– de la dirección del
análisis como la operación que mantiene la distancia entre el I y el a, y alude al origen
del Psicoanálisis como en oposición a la hipnosis. Dirección que debe tenerse en
cuenta no sólo en el análisis individual sino en la práctica social del Psicoanálisis,
porque remite a la posición del analista. Erik Porge analiza esta distinción y explica
qué quiere decir Lacan cuando habla de “distancia”:
No se trata de una distancia en kilómetros sino de la salida de un sujeto
de una suerte de com-unión, de conmensurabilidad con ese allegado,
de la que el sujeto se sentía prisionero. La distancia tomada no es un
refuerzo de lo individual frente a lo colectivo sino más bien la inserción
del sujeto en el colectivo según una relación distinta de la fusión (2007,
p. 170).
AGENTE → OTRO
La verdad es el lugar en el que se sostiene el Agente aun sin saberlo, por eso
está debajo de la barra. Aloja aquello que se quiere decir, verdad que es motor del
discurso pero que no puede ser dicho totalmente y se manifiesta en sus efectos.
La producción es el lugar ocupado por aquello que es efecto de lo que el Otro
produce. Es lo que se segrega de cada discurso. Es efecto de un trabajo, del trabajo
que hay que hacer para que algo se produzca.
Se puede apreciar que entre la verdad y la producción, hay un signo (#) que
indica una separación entre estos términos, siempre hay un impedimento en todos los
discursos, impedimento de decirlo todo.
La lógica de los discursos, a su vez, ubica cuatro lugares, cuatro elementos, un
orden determinado entre los elementos y cuatro desplazamientos de los elementos
entre los cuatro lugares. g
Cada lugar será ocupado por una letra1:
1
Lacan lo nomina con letras, dando cuenta de que no tiene significado preestablecido,
confiriéndole escritura de matema.
irreparable del Padre Ideal, que sería encubierto por un referente del saber absoluto.
Este discurso se sostiene en una legalidad que trasciende a quien lo encarna, y que se
funda en la identificación con un nombre, lo que le da la función. No se sostiene ni por
deseo ni en la voluntad, sino que es efecto de esa estructura. Es un discurso que
instituye la subjetividad en tanto el sujeto emerge entre dos significantes S1S2.
Pretende producir un ordenamiento para que las cosas marchen. Así, en las
instituciones, el discurso que ordena es el Discurso del Amo. “La identificación de
muchos sujetos con el mismo significante amo constituye la masa, de allí que sea
también un discurso necesario para la organización de lo colectivo” (Zelmanovich,
2013, p. 7). Aunque en la actualidad no es el discurso dominante, con lo cual se pone
en riesgo tanto la subjetividad como lo colectivo.
De esta manera, en el Discurso del Amo, el significante amo se dirige al S2 –en
tanto refiere al saber-hacer del esclavo– y cuya sustracción pretende el Amo. Al Amo
no le interesa saber, sólo que la cosa funcione. A su vez, la posición del esclavo tiene
que ver con que el Amo no conoce su deseo y por eso es un saber no sabido –Lacan
lo compara con el saber inconsciente–, que se ubica en el lugar de la verdad. Si, en
palabras de Lacan, el inconsciente es aquello por lo cual cuando hablamos no
sabemos lo que decimos, eso significa que cuando hablamos siempre algo se nos
escapa. En ese intento de enunciar la verdad absoluta, la verdad es que él no sabe
todo lo que dice; por lo tanto lo que queda en el lugar de la producción (que Lacan
escribe como a) es un resto, hay algo que ese discurso pretende capturar y no puede,
hay algo que se le escapa. Lo que produce este discurso es un sujeto, dominado por
un saber-hacer inconsciente
Lacan dice que los Amos han desaparecido –en tanto se han despersonalizado
en el sistema– pero aún perduran sus órdenes como S1. Lacan caracteriza nuestra
época a partir de la idea de la declinación del Nombre del Padre (1958), esto pone en
cuestión la Ley y por lo tanto no ofrece un significante Nombre del Padre con el cual
operar, con lo cual la función se pluraliza en Nombres del Padre y produce extravíos
en el sujeto. Esto muestra que este discurso no es dominante en esta época.
Para explicar el Discurso Universitario, Lacan habla de un pasaje del Amo
antiguo al Amo moderno (ligado al desarrollo de la ciencia y del capitalismo), a partir
de su despersonalización, al que llamará Discurso Universitario. En este pasaje lo que
se produce es la des-posesión del saber del esclavo y se ubica el S2 en el lugar del
agente como todo-saber. Lacan ejemplifica a este agente de todo-saber con la
burocracia ubicada en el lugar de Amo, lo que opaca más la relación con la verdad.
Dirá que el Amo está en todas partes, es la maquinaria (burocracia) referida al
discurso del capitalismo.
Discurso UNIVERSITARIO S2 a_
S1 # $
Este discurso es el que Lacan ubica durante la experiencia analítica (del lado del
analizante), aunque haya existido siempre, aun antes del Psicoanálisis. Es un discurso
que interpela al Otro, se dirige al Amo, orientado por el deseo de saber. Cuestiona el
saber del Amo y lo pone a producir. La histérica se diferencia del esclavo en su
relación con el Amo, revela la relación de este con el goce y no aporta el trabajo del
esclavo. Se trata de un discurso en que el sujeto, ubicado en el lugar del agente y
orientado por el deseo de saber, se dirige a un significante Amo para que lo produzca.
Esta orientación en la búsqueda del saber que cuestiona al Amo, le hace decir a Lacan
que el discurso de la ciencia tiene esta lógica, o mejor dicho es la posición del
investigador.
El dominio no está, por lo tanto, en hacer funcionar las cosas, o en la pretensión
de todo saber, “(…) sino en hacer desear para que el otro satisfaga su propio deseo de
saber sobre las preguntas del propio agente” (Zelmanovich, 2013, p. 132). Es un
discurso que mantiene vivo el deseo por la pregunta, que fisura la pretensión de todo
dominio con sus preguntas y cuya potencia radica en la promoción del deseo del Otro
a partir del propio, produciendo así un nuevo saber. Por otro lado, la insatisfacción es
el límite que encuentra ante la respuesta del Otro, su fijación genera impotencia y
queja como parte del circuito de la insatisfacción.
Lacan ubica en la escritura de los discursos una flecha en el piso superior y otra
en el piso inferior entre el agente y el otro y entre el producto y la verdad (en esa
dirección van los vectores), que refieren a la imposibilidad y a la impotencia relativa a
los discursos. La primera, ligada al agente y al Otro, es decir, al piso superior de los
discursos; y la impotencia, al piso inferior. Es decir que en la relación con el Otro
nunca hay armonía, ni concordancia, ni proporción, ya que lo que aparece es siempre
un punto de imposibilidad.
Entre el agente y el Otro hay siempre imposibilidad y el producto está en
impotencia respecto de la verdad. En tanto, la impotencia está dada por algo que es la
desconexión del producto con el lugar de la verdad. Lacan dice que la imposibilidad
queda opacada por la impotencia, impotencia respecto de alcanzar la verdad. Así, la
impotencia siempre vela lo imposible. Siempre la queja –del sujeto, de las
instituciones– se liga, entonces, a la impotencia de operar, de alcanzar ciertos fines, lo
que no deja plantear los límites de lo imposible. (Álvarez, 2006)
Lo característico del Discurso del Amo y del Analista es la imposibilidad,
mientras que ubica la impotencia en relación con los restantes discursos, el
Universitario y el de la Histérica. La imposibilidad en relación con el Discurso del Amo
es que haya un Amo que haga marchar al mundo, en tanto el Amo hace un signo y
todos a correr, ese sería el anhelo.
La impotencia está dada por los efectos respecto de un producto que sea
satisfactorio con relación a la verdad. Ubicarlo en el Discurso Universitario significaría
que haya un alumno todo-saber, que sea totalmente educable, esto es obturar las
fallas con el saber. Este planteo es solidario con la idea de la no existencia de un
discurso totalitario. Si fuese posible, habría un solo discurso. Al respecto Álvarez
sostiene:
Podríamos decir en términos generales de toda estructura y de todos
los discursos que siempre hay un resto o hay un exceso que no puede
ser absolutamente cernido en esta relación entre el agente y el otro. En
este caso, el dominio del saber del discurso universitario no alcanza,
pero no en el sentido de la impotencia sino siempre va a estar en
insuficiencia con respecto a llenar las fallas del otro. (2006, p. 127)
Médico Enfermedad
HVS / / Paciente
Desde la perspectiva del Discurso del Amo, el lugar del médico es considerado
como el de aquel que da la orden de curarse en la prescripción y en la indicación
médica (aclaro aquí que menciono como médicos también a los profesionales del
campo psi que remiten a esta posición). Tal prescripción nunca es cumplida según la
orden dada, que se dirige a la enfermedad, quedando el sujeto como resto.
En su variante respecto del Discurso universitario, el médico se ubica como todo-
saber, y se dirige al sujeto vaciado de saber. Podemos pensar en la posición común
de los pediatras que dan las indicaciones sobre la crianza y cuidados del niño desde
un saber indiscutible: es el médico quien sabe cómo ser una madre (una madre buena,
claro está). Es común escuchar la angustia de madres primerizas que
permanentemente padecen la pregunta sobre su buen desempeño materno,
recurriendo ante la mínima duda a la consulta pediátrica. Esto está reforzado por un
vaciamiento del saber sobre la crianza de los hijos, atribuido a las abuelas.
Aparece, así, regularmente, la imposibilidad de controlar la enfermedad,
justamente en lo que refiere a los modos del goce, que la enfermedad dice respecto de
las formas particulares en las que cada sujeto se relaciona con su cuerpo. En tanto
deja afuera al sujeto, esa imposibilidad aparece y la impotencia refiere a no poder
cubrir con saber esa falla. Si bien también resulta imposible ubicar lo singular, el para
cada sujeto, en una práctica que está dentro del campo colectivo, la propuesta tiende
a dejar ese vacío, esa pregunta, un enigma que permita subjetivar la relación con lo
que se espera evitar.
Los autores sugieren producir un giro en el discurso, en el caso puntual de esa
experiencia se refiere a un trabajo con pacientes diabéticos. La propuesta es la de
virar hacia el Discurso Histérico en tanto lo que se promueve es la búsqueda de un
saber sobre las formas particulares de relación con el cuerpo. No es desde la orden de
ser saludable sino desde la posibilidad de escuchar las dificultades de cada caso con
las indicaciones del deber-hacer. Ligadas a las particularidades históricas de cada
sujeto, ellas permiten revelar en el lugar de la verdad la relación del goce y el cuerpo.
La fórmula sería la siguiente:
Sujeto HVS-FR
Relación / / Saber sobre los límites
con el cuerpo
Esto permite pensar una primera cuestión: no hay manera de no ser arrastrado
por la época. Entonces la invitación es a poder ubicar las coordenadas para pensar la
época a fin de leer aquello a lo que somos arrastrados. ¿En esto consistiría la función
de intérprete? Lacan nos advierte sobre esto. Los analistas no estamos exentos de
estar incluidos en el discurso de la época en tantos sujetos –hechos todos de la misma
pasta–; la cuestión es cómo respondemos en tanto analistas. ¿Cómo pensar la época
que nos toca vivir?
Ante estas preguntas, Álvarez explica que se trataría de “una cierta alteración
(perversión) del lazo social signada por la dupla capitalismo y tecnociencia”. (2008, p.
1) Para poder pensar esta propuesta hace falta un pequeño rodeo.
Si ubicamos el texto central de Freud sobre su época (la del maestro vienés), El
Malestar en la Cultura (1930), allí propone que el horizonte del lazo social está dado
por la función reguladora del Ideal (Padre), su relación con la renuncia pulsional y la
culpa (superyó); y que los fenómenos de masas representan el modelo de lazo social.
Cada época inscribe un modo en que se tramita lo pulsional en su dimensión
estructural, de eso se trata el texto freudiano. Anudar pulsión a función Ideal (Padre)
como condición para la represión era para Freud el modelo de tramitación, función
bifronte del Ideal, que puede ser pensada como bisagra entre lo subjetivo y lo colectivo
(Assoun, 1987; Barbagerlata, 2010). La tramitación siempre encuentra un límite, y, a
su vez, se instaura en el modo de tramitación un exceso pulsional. La renuncia por la
renuncia misma como modo de satisfacción ya era contemplada por Freud dentro de
las paradojas del superyó. Esto indica que no hay modo perfecto de tramitación que no
deje un resto y que el malestar es irreductible.
La crisis de los Ideales ha sido anunciada por diversos autores que establecieron
allí el inicio de la Postmodernidad: momento de caída de los Ideales modernistas que,
bajo los efectos de las Guerras Mundiales y la expansión del capitalismo a escala
global, fueron conformando nuevos espectros de valores (Assoun, 1989; Barbagelata,
2010). No es que esos Ideales no hayan sido abandonados, ni que el proyecto
modernista de progreso y bienestar para todos no sigue vigente, sino que están
vaciados de contenido, desanudado de los Ideales imperantes hasta ese momento, lo
que produce que estos pierdan sentido. Tal pérdida de sentido de los grandes relatos
que marcaron otra época (Barbagelata, 2010) produce efectos en la relación con el
Otro.
Si el relato y el sentido vienen dados por el Otro, sancionando su relación con la
palabra, se produce en esa pérdida una incertidumbre que puede caracterizarse así,
según Barbagelata: “la pérdida de sentido expone a que la realidad se transforme en
un encuentro traumático permanente” (p. 3), lo cual revela el desamparo subjetivo
estructural. La autora ubica esto no en lo subjetivo sino también en lo colectivo e
institucional, planteando que la pérdida de sentido toca también las formaciones
colectivas que eran refugio contra el malestar en la cultura (y a su vez fuente de
sufrimiento), siendo este declive otro foco más del malestar.
La lógica de lo social, según Cevasco, puede articularse a tres cuestiones que
no son ajenas a la formación de síntoma: la función del Padre, las operaciones de
sublimación y las formas de idealización. Todas en franca crisis, que tiene como efecto
la liberación del potencial de goce en los sujetos y en las masas, bajo las formas
silenciosas de la pulsión de muerte. Así, las denominadas patologías del acto,
actuaciones que impulsan el retorno de la agresividad sobre el sujeto y los otros,
invocan el límite superyoico en una espiral que no acota dicho goce sino que lo
potencia.
El empuje al goce por un lado y el recurso a su límite por una
reglamentación superyoica, tales parecen ser las coordenadas
particulares de nuestro malestar en la época de la generalización del
discurso capitalista y de los ideales universalizadores de la ciencia.
(Cevasco, 1996, p. 4).
Discurso capitalista:
$ S2
____ _____
S1 a
Rechazo de la castración que le hace decir a Lacan que este discurso hace
imposible el amor, ya que el amor está en relación con la castración y en
consecuencia imposibilita el lazo con el otro, liga más bien a los objetos. Esto resulta
relevante, porque rechaza la práctica analítica en tanto requiere de la trasferencia para
su sostén, de allí que sean presentaciones sintomáticas refractarias al dispositivo
analítico en primera instancia. Lo cual no nos lleva a pensar que sea infructuoso, sino
que requiere de alguna operación preliminar para hacer entrar en el orden del discurso
y producir allí un sujeto donde ha sido rechazado.
Lacan propone que la operación de este discurso es la forclusión, para lo cual es
necesario pensar en sus consecuencias. Implicaría la no eficacia de la función paterna
no tanto en lo imaginario como nostalgia por el Padre, sino en su función simbólica,
2
En tanto objeto perdido que puede operar como causa de deseo u objeto de goce.
como agente de la castración, si eso fracasa y no se inscribe el límite y entonces todo
es posible. Promoción al goce que impone el imperativo superyoico en la actualidad.
Álvarez ubica allí una operación necesaria: “(…) forclusión de la castración a escala
social (…) En este sentido los analistas tenemos una responsabilidad, ya que no se
trata en nuestra práctica de la falta de respuesta, sino de la respuesta que ponga en
función la falta.” (2006, p. 18)
La lógica del discurso capitalista y su sostén en la tecnociencia instaura el
rechazo de la castración, como describe claramente Ygel “(…) promueve el no hay
imposible, el todo está permitido, dando por resultado en esta lógica antisocial la
aparición de la violencia generalizada y sin límites (…) la eliminación de las diferencias
y la proliferación de los goces autistas.” (2010, p. 5) La negación de las diferencias
promueve efectos subjetivos de respuestas violentas ante la homogeneización.
Alexander Stevens (2001) sostiene que la degradación de la función paterna y la
tendencia a la homogenización sostenida por la lógica del mercado promueve efectos
de segregación cada vez mayores. El vaciamiento de los objetivos institucionales, la
desligazón de los Ideales produce pérdida de sentido. Algunos autores (M.
Goldemberg, 2008; M. Castro, I. Carraro, V. Lamota, 2011), ubican hechos de
violencia sin sentido que, a diferencia de actos de rebeldía como las protestas
reivindicativas sostenidas en ideales que son reclamados, no se presentan de ese
modo. Por ejemplo, destrozos en escuelas que son subidos a la red para ser
mostrados, ligados más a la diversión que a una reivindicación. Los autores dicen
respecto de este modo de diversión: “(...) filman y suben a internet para que otros vean
y se diviertan, con lo que podemos pensar que no hay masa, no hay identificación a un
significante Ideal, hay consumo y en este sentido no hay cohesión sino que hay más
bien disgregación, dispersión.” (2011, p. 3)
Este discurso y su determinación en la escena del mundo traen consecuencias
en los sujetos, como las modalidades sintomáticas que mencionamos, tanto como
efectos en las instituciones sociales, tal como plantea Tizio (2010):
(…) Todas las formas de vaciamiento de las instituciones por pérdida de
su especificidad hacen aparecer un goce mortífero que se expande en
la ausencia de deseo (…) por eso cuando la educación pierde su
relación con el saber, con la Cultura, lo que queda no es educación sino
control social, intervencionismo, segregación. (2010, p. 7)
Pero este empuje a uniformar los modos de gozar, que se acrecientan con el
fenómeno de la globalización, las redes sociales, internet., etc., no es sin resistencia.
Podemos ubicar al síntoma como la respuesta no colectivizable, no adaptable de un
sujeto a los imperativos de lo social. ¿Cómo articular el lazo social con el síntoma? No
hay lazo social por fuera del síntoma, no hay otra manera de vincularse que por el
síntoma. Dirá Fernández Blanco: “Simplemente, que el síntoma hace política en el
sentido de que la polis no puede excluir el goce en la relación de sus miembros”.
(2005, p. 22) A esto Freud lo llamó malestar en la Cultura.
Me interesa señalar que la demanda de felicidad a la que hace referencia Lacan
es solidaria con la Prevención y la Promoción de la Salud. La tendencia a sanear la
sociedad o la búsqueda de una sociedad sana, cuyo ideal de salud es “un completo
bienestar (…)” (OMS) refiere a esta búsqueda de la felicidad que es exigida como un
derecho y que está promovida desde la política y el discurso actual.
Lo que hay que pensar es que cada discurso conlleva su política, lo cual
abre al tema de las distintas políticas que están en juego según el
discurso que se practique. Por otra parte, me parece necesario situar
estos problemas en una dimensión histórica para investigar los efectos
del lazo social actual. (Álvarez, 2012, p.145)
5.8. Conclusiones
3
Este término es propuesto por Roberto Harari, psicoanalista argentino.
Lo desarrollado en este capítulo se podría resumir en las siguientes
afirmaciones:
La posibilidad de intervención en el campo social devendrá de establecer
la lógica intrínseca a la teoría psicoanalítica en tanto conserve la especificidad de su
objeto.
Lacan propone una lógica simbólica para leer el lazo social, a partir de su
teoría de los discursos en sus cuatro versiones: Discurso del Amo, Discurso
Universitario, Discurso Histérico y Discurso del Analista. Estas cuatro escrituras
indican que no hay discurso que pueda decirlo todo. Siempre queda un resto que se
puede definir como la imposibilidad entre el agente y el Otro y la impotencia de que el
producto alcance la verdad.