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La Antropologia Al Servicio Del Estado E

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La antropología al servicio del Estado: El Instituto ‘Bernardino de Sahagún’ del


CSIC (1941-1970)

Article in Disparidades Revista de Antropología · January 1992


DOI: 10.3989/rdtp.1992.v47.i1.241

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1 author:

Luis Angel Sánchez Gómez


Complutense University of Madrid
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La antropología al serv1c10 del Estado:
El Instituto «Bernardino de Sahagún»
del CSIC ( 1941-1970)·

Está por hacer la historia de la investigación científica en España du-


rante el franquismo, etapa en la que el Consejo Superior de Investiga-
ciones Científicas (CSIC) aglutina y orienta una parte importante de esa
labor investigadora 1• El conocimiento de los distintos elementos e ideas
que se articulan en torno a esta institución nos daría unas pautas inte-
resantes para interpretar el papel jugado por la antropología y la etno-
logía en el conjunto de las disciplinas científicas y humanísticas que se
desarrollan en el CSIC. Al carecer de estas bases previas, debemos limi-
tarnos, en este trabajo, a analizar el Instituto «Bernardino de SahagÚn»
de Antropología y Etnología (IBS) y su obra desde su propio entorno
y en sus relaciones con las instituciones y organismos de temática afín
del propio Consejo y la Universidad. Comenzaremos intentando delimitar
el concepto de investigación científica que se postula para el CSIC en su
ley fundacional y cómo aquél se proyecta hacia el IBS.
El preámbulo de la ley de creación del Consejo, de 24 de no-
viembre de 1939, manifiesta de forma palpable la indisoluble unión
que se plantea entre la investigación científica y el nuevo estado. El
deseo de «renovar la gloriosa tradición científica» de España se debe
cimentar «en la restauración de la clásica y cristiana unidad de las
ciencias, destruida desde el siglo XVIII!. Para ello hay que subsanar el
divorcio y discordia [existente] entre las ciencias especulativas y ex-

• Abreviaturas empleadas:
- AGA, EC: Archivo General de la Administración, Sección de Educación y Ciencia
(Alcalá de Henares); en dicha sección se guarda, en calidad de depósito, la mayor
parte del archivo del CSIC.
- CSIC: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
- IBS: Instituto «Bernardino de Sahagún» de Antropología y Etnología.
Este artículo fue leído en el V Congreso de Antropología celebrado en Granada
en diciembre de 1990, cuyas actas aún no han sido publicadas.
1
Existe, no obstante, un estudio muy general sobre esta cuestión: P. GONZÁLEZ
BLASCO y J. }IMJONEZ BLANCO, «la investigación en el Consejo Superior de Investiga-
ciones Científicas. Estudio de un grupo significativo durante el período 1940-1955»,
en P. GONZÁLEZ BLASCO, J. }IMJONEZ BLANCO y J. M. lóPEZ PIÑERO, Historia y socio -
/ogia de la ciencia en España (Madrid: Alianza Editorial, 1979), 126-162.
30 RDTP, XLVII, 1992 LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ

perimentales» 2 • La «discordia» que se menciona tiene, obviamente, un


sentido ideológico y es desde esta misma ideología del estado franquista
desde la que se pretenden unificar las disciplinas científico-técnicas y
las humanísticas. El mismo texto define con claridad en qué consiste
esa «unidad de las ciencias»: «Hay que imponer, en suma, al órden
(sic) de la cultura, las ideas esenciales que han inspirado nuestro Glo-
rioso Movimiento, en las que se conjugan las lecciones más puras de
la tradición universal y católica con las exigencias de la modernidad» 3 •
Lo fundamental no es, de este modo, unir ciencias experimentales y
humanidades (que también se pretende) sino fundir ciencia y religión,
rechazando la autonomía e independencia que caracteriza al pensamiento
libre desde el siglo XVIII y que había hecho suyas la II República.
Es evidente que, ante tales planteamientos, la antropología y la et-
nología habían de verse totalmente mediatizadas, si no hemos de decir,
simplemente, manipuladas. Debía desaparecer de sus contenidos y prin-
cipios esenciales toda referencia opuesta o no coincidente con los dogmas
de la fe católica (sobre todo de carácter evolucionista o materialista) al
tiempo que se integraban en ellos los postulados eugénicos de mejora
de la raza, triunfantes entonces en buena parte de Europa, especialmente
entre las potencias fascistas.
Todo esto queda plasmado en el decreto de 26 de septiembre de
1941 por el que se crea el IBS. Dicho decreto, como la ley fundadora
del CSIC, lo firma el ministro de Educación José Ibáñez Martín, y su
preámbulo (orientado sin duda por Pérez de Barradas y quizás también
por el P. José María Albareda) es muy significativo. Se refiere, como
era de esperar, al descubrimiento del Nuevo Mundo y afirma:

Pronto, a la sorpresa admirativa del orbe cristiano, ante los descubrimientos y


las hazañas de nuestros navegantes, soldados y misioneros, siguió, en pleno Im-
perio hispánico, la observación desapasionada, la reflexión y, con ello, la creación
de una ciencia núclea que es obra hispánica: la Ernología, fundacionalmente es-
pañola y exclusivamente católica durante dos siglos 4 .

El tan traído y llevado «nacionalismo en la historia de las ciencias»


tiene aquí un magnífico ejemplo sobre cuyo contenido, sin embargo,
no se va a insistir apenas en años posteriores. Sí se reiterarán afirma-
ciones y planteamientos, durante el franquismo, acerca de la segunda
gran idea expresada en el párrafo citado: el carácter católico de la et-
2
Memoria de la Secretaría General. 1940-41 (Madrid: CSIC, 1942), 383.
1
Ídem.
4
/bid., 431.
LA ANTROPOLOGÍA AL SERVICIO DEL ESTADO RDTP, XL VII, 1992 31

nología española que, además, va a quedar indisolublemente unida a la


idea de Imperio:
Proyectada por una curva la línea de la Etnología en España, coincide su plenitud
con la de nuestra grandeza e Imperio, hasta que su florecimiento y equilibrio se
rompe en el siglo XVIIJ al acabar la 'clásica y cristiana unidad de las ciencias' 5 .
De esta visión sobre la historia de la etnología española se des-
prenden tres conclusiones evidentes: 1. España es la nación fundadora
0

de los estudios etnológicos; 2.' La etnología ha sido una disciplina esen-


cialmente española hasta el siglo XVIII; y 3.' La etnología no hubiera
surgido como ciencia de no haber sido por la «feliz» conjunción histórica
de un imperio, el español, y una religión, la católica.
La nueva etapa que se abre con el estado franquista reunifica los
dos fundamentos que posibilitaron esa pretendida hegemonía española
en las ciencias etnológicas: Imperio y Catolicismo. A partir de aquí, no
deberían existir obstáculos teóricos para el desarrollo de los estudios
etnológicos y antropológicos en España; y es para fomentarlos por lo
que se crea el IBS. El decreto de fundación ya citado señala de manera
concisa las funciones de dicho instituto:
a) El estudio antropológico del pueblo español, tanto en el pasado como en el
presente, y tanto sobre el individuo vivo como sobre su esqueleto, creándose,
cuando sea oportuno, las Secciones de crecimiento infantil, tipología consti-
tucional y endocrina, hematoantropología y herencia.
b) El estudio de las costumbres, artes y creencias populares de España, Marruecos
y Colonias 6.
Esta doble funcionalidad (antropología -física- y etnología) asume
la reiterada idea de la <<Unidad de las ciencias». Al mismo tiempo, dicha
orientación se convertirá en uno de los factores clave que impidan el
desarrollo autónomo de la etnología o la antropología cultural.
El nuevo centro quedaba integrado por «el Museo Etnológico, con
sus colecciones, biblioteca y toda clase de material» -que se constituía,
asimismo, como sede- y «las colecciones etnográficas del Museo Ar-
queológico Nacional, salvo las que se refieren a América y Filipinas» 7 .
5
Ídem.
6
lbid., 432 .
7
Ídem. Puede parecer extraño que las colecciones etnográficas de Filipinas pertene-
cientes al Museo Arqueológico no fueran incorporadas al Museo Etnológico -y en defi-
nitiva al IBS-, teniendo en cuenta que este museo disponía de la mejor colección española
sobre ese ámbiro geográfico. Esto se explica por el hecho de que oficialmente el Museo
de América lo era también de Filipinas y a él se pretendían agregar las colecciones citadas.
En cualquier caso, solo recientemente el Museo Arqueológico ha entregado sus colecciones
etnográficas al Etnológico.
32 RDTP, XL VII, 1992 LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ

A esta estructura museística se añadía la labor propia de un centro de


investigación.
El edificio del citado Museo Etnológico Nacional -hoy Museo Na-
cional de Etnología- va a albergar al IBS (la dirección y la sección
de Madrid) hasta 1962, a pesar de que en 1952 el museo se inde-
pendiza, contando desde entonces con director propio. Hasta esta última
fecha, la conjunción de intereses y actuaciones entre museo e instituto
no se puede entender sólo por el hecho de que ambos centros formen
una única institución. El factor fundamental que lo explica lo encon-
tramos en la circunstancia de que es una misma persona quien ocupa
la dirección del museo (hasta su fusión con el IBS) y la del nuevo
instituto; se trata de José Pérez de Barradas. Éste había sido nombrado
secretario del museo nada más concluir la guerra, en mayo de 1939,
y un año después accedía a la dirección, que había ocupado interina-
mente tras la jubilación de Francisco de las Barras el 28 de octubre
de 1939.
En el mismo año de 1939, Pérez de Barradas era nombrado director
del Museo del Pueblo Español, cargo del que dimitiría en 1944 para
dedicarse plenamente al IBS. En resumen, durante los primeros años
de la postguerra -en el período de despegue del nuevo estado fran-
quista- Barradas va a tener bajo su dirección todos los centros e ins-
tituciones estatales existentes en Madrid que se dedican a la investiga-
ción etnológica y antropológica: Museo del Pueblo Español, Museo
Etnológico Nacional, Instituto Bernardino de Sahagún y Cátedra de An-
tropología de la Facultad de Ciencias, que obtiene en 1941. No es ne-
cesario destacar lo que esto supone en cuanto a la consideración
científico-política de la personalidad de P. de Barradas por parte del
régimen, como tampoco hace falta llamar la atención sobre el papel
que jugó en la orientación de los estudios antropológicos oficiales du-
rante estos años.
Pero volvamos al IBS. Como ya hemos indicado, el decreto funda-
cional es de septiembre de 1941, por lo que hasta bien entrado 1942
el Instituto no tendrá posibilidades de entrar en funcionamiento como
tal. No obstante, Barradas comienza a trabajar inmediatamente para su
puesta en marcha, proponiendo colaboradores honorarios y presentando
a la aprobación de la presidencia del CSIC el reglamento del nuevo
Instituto, escrito sobre el que más adelante volveremos. El personal que
aparece trabajando en 1940-41 en el museo, y que pasa automáticamente
a formar parte del IBS, es el siguiente: José Pérez de Barradas, director;
M.' de las Mercedes González Jimeno, secretaria; Caridad Robles Mendo,
LA ANTROPOLOGÍA AL SER VICIO DEL EST AOO RDTP, XL VII, 1992 33

becaria de la sección de bioantropología; Julio Caro Baroja y Julio Cola


Alberich, becarios de la sección de etnología 8 .
Nos centraremos ahora en los primeros proyectos de investigación
diseñados por P. de Barradas para dar inicio a las actividades del Ins-
tituto. En marzo de 1942 remite a la presidencia del CSIC un regla-
mento para el funcionamiento del IBS acerca del cual parece que no
obtuvo respuesta alguna (AGA, EC, 8537, oficio de 10-III-42). Vuelve
a repetir el envío en el mes de octubre; se trata del mismo escrito
anterior que, sin embargo, incluye algunas adiciones muy significativas
(AGA, EC, 8540, oficio 30-X-42). Vamos a examinarlo brevemente. En
dicho reglamento se indica que el IBS tendrá dos funciones principales:
la de museo y la de centro de investigación. Como tal centro, el objetivo
fundamental a cumplir será:

(... ) el estudio del hombre español sano y normal, sus variaciones regionales y
sus relaciones con paises (sic) vecinos, para poder establecer los límites con lo
patológico y para cometer (sic) empresas de tan alto valor nacional como la del
mejoramiento de la raza.

A continuación, se detallan las funciones del director (que detenta


un control absoluto sobre el centro) y del vicedirector. Entre estas úl-
timas, la segunda versión del reglamento incluye dos que no aparecían
en la primera:

3.• Representar al Instituto ante la Dirección General de Sanidad y ante todos


aquellos organismos a quienes interesen los resultados prácticos de las sec-
ciones de Antropobiología en lo que se refiere a la degeneración racial y a
las medidas profilácticas y sociales para el mejoramiento de la raza.
4.• Organizar el curso del Grupo de Damas, de cursillos y conferencias para pre-
parar médicos para la campaña del mejoramientos de [la] raza ( ... )

El artículo 6. enumera las secciones en que se pretende organizar


0

el área de antropología: raciología, osteología («que lleva aneja la or-


denación y conservación de la parte correspondiente del Museo»), he-
rencia humana, tipología constitucional, alimentación, psicotipología, ti-
8
En 1940 trabajan también en el museo Julio Martínez Santa-Olalla (como jefe
de la sección de paletnología) y los becarios M.· Luisa Montalvo, Guillermo Alonso del
Real y Modesto Gómez. El CSIC había aceptado estas propuestas de personal pero parece
que no llegaron a efectuarse los nombramientos oficiales. Cuando comienza a funcionar
el IBS no hay referencia alguna a que continúen en el centro. Ver oficio de P. de
Barradas a la Secretaría del CSIC de 31 de octubre de 1940 y otros escritos anteriores
conservados en AGA EC, leg. 8531, s/n.
34 RDTP, XLVII, 1992 LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ

pología endocrina, crecimiento infantil, hematoantropología, degeneración


racial, mesología, demografía y antropología femenina. De éstas, las de
degeneración racial, mesología y demografía no se incluían en la primera
versión del reglamento, en el cual se indicaba, además, que ya estaban
en funcionamiento la última y las cuatro primeras secciones que aca-
bamos de enumerar.
El texto reglamentario concluye señalando que «cuando estén pró-
ximas a terminarse las obras de las salas del Museo y del resto del
edificio, se dictarán las normas para el funcionamiento del Museo Et-
nológico, colecciones osteológicas y se organizará el grupo de secciones
de Etnología». Como podremos comprobar a lo largo de este trabajo,
el área de investigación etnológica estará siempre en clara desventaja
en el IBS frente a la de antropología física.
Volviendo a los proyectos iniciales de estudio que se plantean en
el reglamento del IBS, vemos que es la parcela relativa a la «mejora
de la raza» la que más parece interesar a su director. Precisamente P.
de Barradas utiliza este planteamiento como reclamo de su labor ante
las autoridades científico-políticas. Para éstas, los planes de regeneración
moral y la idea de conseguir un <<nuevo hombre español» y una <<nueva
España» estaban íntimamente conectados con la depuración y mejora
de la «estirpe racial», tratando de seguir, aunque sólo en parte, el ca-
mino trazado por la todavía triunfante Alemania nazi y la Italia fascista.
Es bastante ilustrativo al respecto el oficio que dirige Barradas a la
presidencia del Consejo el 23 de julio de 1942, solicitando un crédito
extraordinario de 50.000 pesetas (que parece no consiguió). En dicho
escrito, que reproducimos por extenso debido a su representatividad,
se indica lo siguiente:

Es necesario, mejor una necesidad urgente, el que en nuestra patria se emprenda


el estudio del hombre español desde el punto de vista de las nuevas orientaciones
antropobiológicas en el cual se ha de obtener grandes resultados prácticos, que
afectan, no sólo a la Medicina en general, sino a problema de trascendencia tan
capital como el mejoramiento del futuro biológico de nuestro pueblo.
Precisa el que nos conozcamos los españoles a nosotros mismos, en lo que
se refiere al hombre sano y normal, el investigar sus leyes de crecimiento, sus
variaciones tipológicas, constitucionales y endocrinas y los problemas de herencia,
como labor previa para emprender la gran tarea, de indiscutible urgencia, de me-
jorar nuestra estirpe racial. Esta preocupación debe ser tanto mayor cuanto que
la raza mediterránea a que pertenecemos, que es una de las mejor dotadas bio-
lógicamente y que tiene una gran facilidad de adaptación, muestra tendencias a
un empobrecimiento vital, las cuales han sido señaladas hace años en Portugal y
en Italia, en donde la campaña iniciada hace dos años por el docror Nicolás Pende
ha culminado en la creación del Instituro Nacional Biotipológico Orcogénico, con
LA ANTROPOLOGÍA AL SERVICIO DEL ESTADO RDTP, XL Vil, 1992 35

un presupuesto de más de diez millones de liras y la creación de la cátedra de


Biotipología humana , en la Universidad de Roma , donde se preparan los médicos
para la lucha por la mejora biológica del hombre italiano.
A estos fines ha obedecido la creación del Kaiser Wilhem Instiruro de An-
tropología, que funciona en Darhein, cerca de Berlín desde 1928 y el últimamente
creado en Francia bajo la dirección del doctor Alexis Carrel. Trátase, en suma,
de una preocupación mundial agravada por los momentos actuales en que atraviesa
el Mundo, a la cual no podemos permanecer aparte (AGA , EC, 8537).

En la memoria de actividades correspondiente a ese mismo año de


1942, se puede leer también:

El Dr. Pérez de Barradas ha dedicado su atención preferentemente, en Antropo-


biología, al estudio de los métodos para un estudio (sic) completo del poder vital
del pueblo español, que sirva para promover la regeneración de nuestra raza y
evitar los factores degenerativos de la misma, con lo cual se sale de la Antropo-
logía estática para seguir las nuevas orientaciones de la Antropología dinámica 9 .

Entre esos métodos de trabajo que estudia Barradas, se encuentra


el organizar un «curso para la formación de un Grupo honorario de
Damas», con el fin de que «colaboren a la labor de reconocimiento de
casos femeninos y de niños, que investiguen las condiciones ambientales
de cada caso, así como las posibles alteraciones endocrinopáticas y cons-
titucionales en general, los antecedentes hereditarios, etc.». Todo ello
para alcanzar «los fines perseguidos por la sección de Antropobiología
en la lucha por el mejoramiento de la raza» (AGA, EC, 8537, oficio
de 30-X-42).
Continuando con el desarrollo institucional del IBS, podemos señalar
que en la Memoria del CSIC correspondiente a 1944 aparecen citados
dos nuevos miembros: Santiago Alcobé, como vicedirector y Jesús Fer-
nández Cabeza, como secretario. El primero va a ser además jefe de la
sección de antropobiología que se instala ese mismo año en Barcelona.
Las tareas desarrolladas en esta sección durante 1945 se estructuran en
cinco apartados: l. «Estudios del crecimiento en escolares barceloneses»,
por Antonio Prevosti; 2. «Antropología Histórica de España», con tra-
bajos de Prevosti, Miguel Fusté y José Pons sobre cráneos y esqueletos
neolíticos y de época romana; 3. «Antropología de poblaciones actuales»,
con estudios de antropología física de Alcobé sobre nómadas del Sáhara
y pobladores del Pirineo, estos últimos en colaboración con Prevosti;
4. «Estudio tipológico de la mano humana», por Fusté; y 5. «Organi-
zación de un archivo antropológico».
9
Memoria de la Secretaría General. 1942 (Madrid: CSIC, 1943), 163.
36 RDTP, XL VII, 1992 LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ

También en Barcelona, en 1945, se crea una sección de etnografía


del IBS, que tiene como base el Arxiu d'Etnografia i Folklore de Cata-
lunya organizado por Tomás Carreras i Artau. En él trabajan, sobre
etnografía catalana y pirenaica, Ramon Violant, Joan Amades y Aureli
Capmany (como becario), incorporándose más adelante Augusto Panyella.
Este mismo año de 1945 se creaba una nueva sección, de antropología
médica, en Valladolid, dirigida por Misael Bañuelos. Su labor será mí-
nima, desapareciendo a la muerte de Bañuelos, en 1956.
En 1946 el IBS deja de pertenecer al patronato «Menéndez Pelayo»,
de Historia y Filosofía, y pasa al «Ramón y Cajal», de Ciencias Médicas
y Biología animal. La decantación hacia la antropología física es casi
absoluta.
Como consecuencia de la realización de un viaie de estudios por
Colombia entre julio y noviembre de 1946, Pérez de Barradas decidió
otorgar la categoría de sección americana del IBS al «Centro de Inves-
tigaciones Lingüísticas y Etnológicas de la Amazonia Colombiana», di-
rigido por el capuchino Fr. Marcelino de Castellví, en Sibundoy. Preci-
samente éste, en 1949, propuso al secretario general del CSIC a. M.·
Albareda) la creación de un Centro de Etnología Americana en Barce-
lona, bajo su dirección. Albareda solicitó parecer a Luis Pericot y San-
tiago Alcobé, quienes informaron negativamente, y con razón, el pro-
yecto «panantropológicm> de Castellví (AGA, EC, 8602). Barradas, sin
embargo, tendrá siempre en gran consideración la obra científica del
misionero capuchino.
El período comprendido entre 1945 y 1952 representa el momento
álgido de desarrollo del IBS en su núcleo central de Madrid. Su estruc-
tura interna está ya consolidada y se organiza en secciones de osteología,
morfología, fisiología antropológica y grupos sanguíneos, crecimiento in-
fantil y etnología. No obstante, no podemos dejar de insistir en el
hecho de que la etnología acaba ocupando una única sección, en clara
desventaja respecto a la antropología física. En 1945 consiguen editar
el primer número de la revista Trabajos del Instituto Bernardino de
Sahagún de Antropología y Etnología. En 1949 esta publicación pasa a
ser editada por la sección de antropobiología de Barcelona, mientras
que en Madrid se crea una nueva : Antropología y Etnología, de la que
aparecen catorce números hasta 1961. La actividad investigadora del IBS
tiene en 1948 un hito importante. En el verano de ese año Santiago
Alcobé dirige la «Expedición a los territorios españoles del Golfo de
Guinea», organizada por la Dirección General de Marruecos y Colonias
y el Instituto de Estudios Africanos. El equipo de trabajo era interdis-
ciplinar, siendo responsables de las investigaciones en antropología física
LA ANTROPOLOG(A AL SERVICIO DEL ESTADO RDTP, XL VII, 1992 37

Santiago Alcobé y Jesús Fernández Cabeza y de las etnológicas Augusto


Panyella. No deja de llamar la atención que no participara en el pro-
yecto Pérez de Barradas, aunque no podemos explicar las razones para
que esto fuera así.
Hemos marcado el punto de inflexión, para el centro de Madrid,
en 1952. En este hecho influye decisivamente la separación del Museo
Etnológico respecto del IBS. La ruptura será bastante traumática para
Pérez de Barradas, quien parece ser que durante algún tiempo siguió
considerando al museo como centro dependiente del IBS, aunque aquél
disponía ya de director propio en la persona de José Tudela de la
Orden 10 • Por otra parte, pasan a ser colaboradoras del museo, abando-
nando el IBS, M.' de las Mercedes González y Caridad Robles. Estas
seguirán dedicándose fundamentalmente a la antropología física, lo que
no beneficiará en nada el desarrollo de la investigación etnológica del
centro. La obligada e incómoda convivencia de ambos centros en el
mismo edificio hasta 1962, unida a la necesidad de compartir presu-
puesto, hace inevitables los roces. Un ejemplo de la tensa situación
que se vive puede ser el siguiente oficio enviado por P. de Barradas al
vicesecretario primero del CSIC el 10 de junio de 1958:

El Alto Esrado Mayor Cencral ha encomendado a este Instituto el estudio esta-


dístico ancropológico del soldado español, cuya documencación tiene el carácter
de reservado, así como la elaboración del trabajo a realizar. Con esta fecha co-
munico lo anterior al Sr. Director del Museo Etnológico y que con el fin de
evitar posibles indiscreciones e incidences desagradables del personal que tiene a
sus órdenes, y poder asumir por mi parre la responsabilidad plena de la reserva
que se me ha encomendado, he resuelto dar las órdenes de cerrar los locales de
este Instituto excepto las horas reglamencarias de 4 a 8 de la tarde, haciéndose
la limpieza por cuenca del mismo (AGA, EC, 8921).

La progresiva disolución del IBS en Madrid es irreversible, lo que


no impide que trabajen en él (en el ámbito de la antropología física)
investigadores de relieve, como Arturo Valls. En 1960 se decidía en el
Consejo que el IBS abandonara sus dependencias en el museo y pasara
a ocupar unos locales de la Cátedra de Antropología en la Facultad de
Ciencias. El traslado no parece que se hiciera, sin embargo, hasta 1962.
El último escrito firmado por Pérez de Barradas que hemos localizado
en el AGA es de octubre de 1967 y entonces la sección de Madrid del

'º Algunos años anees ya se habían originado serios problemas encre Barradas y
la Sociedad de Ancropología, que había tenido su sede en el museo. Cf. L. A. SÁNCHEZ
GóMEZ, «La Sociedad Española de Ancropología, Etnografía y Prehistoria (1921-1951)»,
Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XLV (1990), 61-87.
38 RDTP, XL Vil, 1992 LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ

IBS se encuentra ya en los locales de la citada cátedra, en el pabellón


quinto de la Facultad de Medicina, en la Ciudad Universitaria.
En Barcelona, Santiago Alcobé continúa presentando memorias de
actividades hasta, al menos, 1970. El centro que dirige sigue apareciendo
como sección de antropobiología del IBS, pero ya integrado plenamente
en la Universidad de Barcelona.
¿Cómo valorar los resultados científicos del IBS? Por lo que se re-
fiere al centro barcelonés, parece evidente que puede y debe deslindarse
su labor con respecto al de Madrid. En aquél se producirá una progre-
siva especialización en la que era su área de investigación (la antropo-
biología) que le conduce al logro de un status científico muy notable,
en el que, sin embargo, las relaciones con la etnología o la antropología
cultural serán nulas. En cuanto a la sección de etnografía, también de
Barcelona, constituida por el Arxiu, no corresponde a este trabajo su
valoración ya que se enmarca en una tradición rica y compleja que,
pese a vincularse al CSIC en estos años, debe analizarse desde otra
perspectiva " .
Veamos lo que ocurre en Madrid. No creemos equivocarnos si seña-
lamos que el IBS es el primer centro oficial de carácter estatal (no
exlusivamente museístico) creado en España para la investigación et-
nológica y antropológica. Desde una perspectiva puramente teórica, el
IBS pudo haberse convertido en el eje coordinador de las investigaciones
sobre antropología física y cultural en España durante la etapa fran-
quista, ya que disponía de la base legal e institucional suficiente para
ello. Sin embargo, esto no ocurrió. Las circunstancias que impidieron
este desarrollo óptimo fueron tanto de carácter coyuntural como es-
tructural. Entre estas últimas, la fundamental hace referencia al atraso
científico de nuestro país y que afecta al desarrollo de la antropología
física y la cultural hasta casi hoy mismo, hecho que parece olvidarse
en muchos estudios sobre historia de la antropología española. Por otra
parte, y en relación con lo que acabamos de indicar, habría que hacer
un detallado seguimiento de la actividad científica, institucional y pro-
fesional desarrollada en España en el ámbito de la antropología, com-
parándola con lo que ocurre fuera de nuestras fronteras.
Por lo que se refiere a los problemas coyunturales, creemos que
pueden agruparse en cuatro grandes apartados: políticos, institucionales,
académicos y personales. Veamos cada uno de ellos.
11
Puede consultarse al respecto la .obra de L. CALVO CALVO, El "Arxiu d'Etnogra/ia
i Folklore de Catalunya" y la Antropología Catalana (Barcelona: CSIC, 1991 ).
LA ANTROPOLOGÍA AL SERVICIO DEL ESTADO RDTP, XL VII, 1992 39

El interés del estado franquista por crear un «nuevo hombre es-


pañol» y «mejorar la raza» había favorecido la propia creación del IBS
pero, con el transcurso del tiempo, esta interpretación práctica de la
antropología se convertiría en un auténtico lastre para su desarrollo.
La derrota de las potencias fascistas y el descrédiro y ataque frontal
del mundo científico al racismo antropológico y los postulados eugenICos,
supusieron un duro golpe para la orientación antropológica defendida
por Barradas. Éste, en sus obras posteriores a 1945, insistirá en su po-
sición contraria al racismo, pero en las anteriores, aunque no defiende
la discriminación racial tampoco critica las investigaciones y la práctica
política racista de Alemania o Italia, más bien codo lo contrario 12 • Si a
todo esto añadimos el aislamiento político y científico del país y el
exilio de buena parte de la intelectualidad española, es evidente que el
momento histórico-político vivido durante los primeros veinticinco años
del franquismo era escasamente propicio para cualquier tipo de des-
arrollo cienrífico que tuviera que conectar con corrientes o teorías ori-
ginadas fuera de nuestras fronteras.
Pasemos ahora a las causas de carácter institucional. El IBS se había
organizado tomando como base el Museo Etnológico. Aunque es preci-
samente en 1940 cuando se cambia su denominación, sustituyendo la
anterior de Museo Antropológico, su orientación investigadora etnológica
será mínima y ello pese a disponer de buenas colecciones museísticas
sobre áreas culturales concretas. El lastre antropológico-físico del museo
11
Para valorar la acritud de Barradas ante el racismo es interesante conocer la
agria polémica que mantuvo con Juan Comas. Se inicia con sendas reseñas de Comas
sobre dos libros de Pérez de Barradas: el Manual de Antropofagia (1946) y Los Mestizos
de América ( 1948). A esros comentarios siguen la réplica y contrarréplica de uno y
otro autor. Los escriros que conforman dicha polémica son, en orden cronológico, los
siguientes: J. COMAS, [reseña de] «Pérez de Barradas, J., Manual de Antropología», Actas
y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria, XXIV
( 1949), 104-109; ÍD., «Reivindicación del Indio y lo indio», América Indígena, XI (1951),
129-146; ÍD., «La cristianización y educación del indio desde 1492 a nuestros días», ibid.,
219-234; ÍD., «La realidad del traro dado a los Indígenas de América entre los siglos
XV y XX», ibid., 323-370 [esros eres artículos de Comas reseñan las obras El protector
de Indios, de C. Bayle (1945) y Los Mestizos de América, de Barradas (1948)); M.
BALLESTEROS GAIBROIS, «Sección bibliográfica. Indigenismo», Revista de Indias, 45 (1951),
607-611 [son unos comentarios críticos sobre los tres artículos de Comas citados]; J.
PÉREZ DE BARRADAS, «El indigenismo político y la actuación de España en América»,
Antropología y Etnología, 4 (1951), 115-133; ÍD., «El indio y lo indio (a propósiro de
un artículo de Juan Comas)», Revista de Indias, 46 (1951), 751-760 [versión reducida
del ardculo citado anteriormente]; J. COMAS, «El indigenismo de J. Pérez de Barradas»,
Revista de Indias, 49 ( 1952), 547-562; fo., «Razón de ser del movimiento indigenista»,
América Jndígena, XI (1953), 133-144.
40 RDTP, XLVII, 1992 LUIS ANGEL SANCHEZ GÓMEZ

-herencia de setenta y cinco años de historia- es difícil de eliminar.


Además, el propio P. de Barradas asegura ser continuador de la tradición
investigadora desarrollada por sus antecesores en el museo y la Cátedra
de Antropología de la Facultad de Ciencias IJ . Exceptuando a Julio Caro
Baroja, que trabajó unos años como becario en el museo, el resto del
personal se dedica a la antropología física o la prehistoria de forma
mayoritaria. Podríamos aventurar algunas conjeturas -totalmente inútiles
por otra parte- y señalar que el desarrollo del IBS quizás hubiera sido
distinto de haberse creado alrededor del Museo del Pueblo Español (por
no salir de Madrid), por supuesto si su director hubiera sido otro, y
no el mismo P. de Barradas como lo fue hasta 1944. Es cierto que el
MPE tenía un marcado carácter «etnografista» y quizás «folklorista»,
pero con Luis de Hoyos al frente (y sin la guerra, claro) su separac1on
-o relación más acertada- con respecto a la antropología física y la
prehistoria podría haber quedado asegurada.
Por lo que se refiere a la cuestión académica, no podemos olvidar
que el tardío desarrollo de la etnología en la Universidad tiene mucho
que ver con la total dependencia e incluso subordinación de esta disci-
plina respecto de la prehistoria. Claudio Esteva expuso con detalle esta
problemática en un escrito, ya clásico, en el que analizaba la situación
de la etnología en el contexto universitario e institucional español 14 ;
por ello, no vamos a insistir en el tema .
Va.mos a detenernos, finalmente, en los condicionamientos personales
que rodearon la labor del IBS. Ya hemos indicado que en el nuevo
panorama científico que encontramos en España una vez concluida la
guerra civil, los estudios antropológicos van a estar orientados (en el
ámbito oficial estatal) por la figura de Pérez de Barradas. Sus influencias
y contactos en estos primeros años de la postguerra debieron moverse
a un alto nivel. Recordemos que pasó los años de la guerra en Co-
lombia, donde había acudido en 1936 en viaje de estudios. Entonces ya
era doctor en Ciencias Naturales, había sido vicepresidente de la So-
ciedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria y director
interino (luego investigador por oposición) del Servicio de Investiga-
ciones Prehistóricas del Ayuntamiento de Madrid. En 1939 aparece como
profesor encargado de la Cátedra de Antropología de la Facultad de
11
· J. PtREZ DE BARRADAS, Manual de Antropofagia (Madrid: Cultura Clásica y Mo-
derna, 1946), 2-3.
11
C. ESTEVA, «La Etnología española y sus problemas », Etnología y Tradiciones
Populares (1 Congreso Nacional de Artes y Costumbres Populares) (Zaragoza: Institución
Fernando el Católico, 1969), 1-40.
LA ANTROPOLOGfA AL SER VICIO DEL ESTADO RDTP, XL VII, 1992 41

Ciencias, cátedra que obtendrá en propiedad en 1941 15• Como ya hemos


señalado, es también en 1939 (en mayo) cuando es nombrado secretario
del todavía Museo Antropológico, luego director interino y poco después
director titular. Estos nombramientos, y los que les siguen, son buena
prueba de la confianza política y científica depositada en él por los
altos cargos del Ministerio de Educación y el CSIC durante estos pri-
meros años.
Pasando a la obra científica de Barradas, podemos señalar que es
escasamente antropológica y etnológica, aunque entronca con la primera
(en su orientación física ) a través de la prehistoria y con la segunda
mediante sus estudios etnohistóricos sobre Colombia. Pero ahora, más
que valorar su trabajo, nos interesa adentrarnos en los conceptos de
antropología y etnología que utiliza y que aplica, por tanto, a la labor
de investigación del IBS. Ya hemos visto que la puesta en marcha del
centro se realiza a partir de la antropología física, dejando la etnología
en un segundo plano. Barradas desea impulsar la labor del Instituto
incitando el interés de las autoridades con el recurso de ofrecer pautas
y actividades concretas para la reiterada idea de «mejora de la raza».
Hasta 1945 el lenguaje empleado en sus escritos aparece totalmente
mediatizado por el discurso eugénico nazi-fascista, aunque amoldado al
caso español y sin incluir factores de violencia o persecución racial. Du-
rante estos primeros años, el arrinconamiento de la etnología no es
sólo fruto de una dedicación minoritari a, lo que ocurre es que, como
disciplina, tiene poco que aportar (aparentemente) a la citada empresa
de la mejora racial.
Terminada la 11 Guerra Mundial, y derrotadas las potencias fascistas,
el discurso antropológico de Barradas se transforma, aunque continúa
bebiendo de las mismas fuentes . Son dos los nuevos elementos que en-
tran en juego: el descrédito y hasta rechazo de las teorías raciales en
Europa y la constatación del terrible poder destructivo del hombre. La
angustiosa situación que ha vivido y vive todavía el mundo incide de
lleno en las formas de pensamiento filosófico . Barradas toma elementos
aislados de algunas de estas nuevas (o renovadas) corrientes filosóficas
(como el existencialismo) y los une a otros que había manejado ya con
anterioridad (de Alexis Carrel , sobre todo) reconduciendo así su idea
15
P . R OMERO DE T EJADA, «La ancropología española y e l Museo N aciona l de Et-
nolog ía (1 8 75 - 1974)», en M. RI VERA D ORADO (ed.), Antropología de España y América
(Madrid: Dosbe, 1977), 295-322.
42 RDTP, XL VII , 1992 LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ

acerca de la antropología y la etnología 16 • Va a sustituir en su discurso


la idea de «mejorar la raza española» por la de profundizar en el co-
nocimiento íntegro del Hombre, para comprenderle en toda su
complejidad y poder evitar así tanto su progresivo deterioro vital y
emocional como el que pueda provocar una nueva hecatombe mundial.
Su argumento es que «pese a todos los fantásticos adelantos de nuestra
época el Hombre no sólo no ha mejorado biológica y espiritualmente,
sino que cuando ha tenido posibilidad ha mostrado una maldad inaudita
e inconcebible» 17 • Y sigue:

La preocupación acrual respecto al Hombre es, por una parte, pes1m1sta y atea,
es la desesperación de la bestia herida y el reconocimiento de la impotencia y
de la nada (... ). El primer paso para su rehabilitación es el reconocimiento humilde
de no ser ni dueño del mundo ni de su destino, puesw que la transgresión de
las leyes biológ icas y morales tienen (s ic) su castigo en la degeneración de los
individuos y de los pueblos. Es saludable el que el Hombre se preocupe de que,
pese a sus progresos técnicos, se automatiza y se embrutece, y más saludable
aún el reconocimiento de que su salvación son los valores eternos. La Antropología
filosófica nos lleva al fracaso cuando se aleja de la Antropología teológica 18 •

Existe un buen número de ciencias que estudian al Hombre, pero


falta un conocimiento unitario. Según P. de Barradas ésta es la tarea
que debe realizar la antropología, pero hasta ahora no se ha podido
alcanzar dicho conocimiento por la desconexión existente entre las tres
orientaciones básicas de esa antropología: científica, filosófica y teológica.
Antes de ver cuáles son los conceptos que maneja sobre las «auténticas»
antropología y etnología «científicas», vamos a resumir su opinión acerca
del desarrollo histórico inmediato de ambas disciplinas. Considera errónea
la orientación de la que denomina «antropología clásica», evolucionista,
por considerar que el hombre debe ser estudiado «co mo una especie
animal cualquiera» y por defender su evolución desde formas no hu-
manas. Por lo que se refiere a la etnología, asegura que ha tenido dos
inclinaciones. U na hacia las ciencias naturales, que fracasó debido a que
«pretendía demostrar que entre las creaciones naturales y las culturales
humanas no había diferencias fundamentales, sino de grado» 19 • Pero
incluso la corriente etnológica que siguió dentro de las «ciencias cultu-
16
J. P ~REZ DE BARR ADAS, «A ntropología y Etnología», Antropología y Etnología,
1 (1949), 9-19.
17
/bid., 9.
18
/bid., 12.
19
/bid., 15.
LA ANTROPOLOGÍA AL SERVICIO DEL ESTADO RDTP, XL VII, 1992 43

rales» «ha tardado en encontrar sus propias orientaciones, puesto que


ha sufrido la influencia de las ideas filosóficas más dispares». Hace un
rápido repaso de las mismas y concluye que la única fecunda ha sido
la proveniente de la corriente histórico-cultural, con Frobenius, Graebner
y el P. Schmidt al frente .
Veamos ahora cuáles son las conclusiones de Barradas acerca de lo
que deben ser los objetivos que deben alcanzar la antropología y la
etnología «Científicas»:

La misión de la Antropología actual es echar los cimientos de un nuevo ºHuma-


nismo', basado no en el estudio del Hombre contemporáneo, ni el que podemos
conocer por los clásicos griegos y romanos, sino por todo el conjunto de la Hu-
manidad. En cuanto al problema biológico, la Antropología aspira a conseguir
un conocimiento exacto del Hombre, tanto más urgente cuanto que desaparecen
las razas primitivas ante nosotros por las colonizaciones, las guerras, las enfer-
medades y el mestizaje 20 •

Por lo que se refiere a la etnología (y citando al antropólogo ita-


loargentino José Imbelloni) asegura que:

( ... ) es la ciencia de nuestro tiempo, puesto que su fin es comprender lo que es


la vida humana en rodo su conjunto e historiar la gigantesca lucha del hombre
para conocer y conquistar los valores eternos, con sus paradas, fracasos y caídas.
La Etnología tiene por fin el establecer con precisión y amplitud en qué consiste
lo humano, huyendo de explicaciones racionalistas, artificiales y engañosas o de
un aposrolado en favor de determinada idea, como por ejemplo el materialismo
histórico y el progreso indefinido n

En resumen, Pérez de Barradas concibe la antropología como la


ciencia general del hombre que, a su vez, reúne tres disciplinas funda-
mentales: antropología física, etnología y paletnología (prehistoria). La
etnología quedaría definida más concretamente como «el estudio de las
manifestaciones culturales del hombre, consideradas en su conjunto como
obra del espíritu» 22 • En cuanto a la metodología a seguir, «las teorías
evolucionistas y materialistas han sido abandonadas y sustituidas por
el método histórico-cultural, fundado especialmente por F. Graebner, B.
Ankermann, W. Foy y W. Schmidt» 21 .

'º Manual de Antropología, op. cit., 16-17.


21
!bid., 17.
22
!bid., 32.
23
J. PfREZ DE BARRADAS, La familia (Madrid: Museo Etnológico, 1941), 19.
44 RDTP, XL VII, 1992 LUIS ANGEL SANCHEZ GÓMEZ

Es imposible que de esta concepción de la antropología y la etno-


logía surgieran auténticas monografías etnográficas, 01 avance
metodológico de ningún tipo. El recurso constante, y sin criterios de
interpretación etnológica, a la historia, la prehistoria y la amropología
física, revestido de un sentido religioso y político concreto, impedirá el
desarrollo independiente de la etnología o antropología cultural en lo
que podríamos llamar su configuración clásica.

LUIS ÁNGEL SANCHEZ GóMEZ


Universidad Complutense, Madrid

El Inscicuro «Bernardino de Sahagún», perteneciente al Consejo Superior de Investi-


gaciones Científicas (CSIC), fue el principal centro oficial de investigación en antropología
y etnología durante buena parce de la etapa franquista. En el presente artículo se esrudian
las líneas de investigación potenciadas por su direcror, J. Pérez de Barradas, y los con-
dicionantes políticos e ideológicos que limitaron su actividad y condujeron a un estan-
camiento de la antropología cultural en el seno del CSIC.

The Insriruce «Bernardino de Sahagún », of che High Council for Scientific Research
(CSIC), was che main official center for research in anthropology and echnology during
che Franco periord. This paper analyzes che main lines of enquiry laid clown by ics
direcror J. Pérez de Barradas, and che polirical and ideological consrrains rhar led CSIC's
cultural anthropology ro a deadlock.

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