Aristoteles
Aristoteles
Aristoteles
este jaez se pueden gastar y errarse por defecto y por exceso (porque en
lo que no se ve
ocularmente conviene usar de ejemplos manifiestos), como vemos que
acontece en la fuerza y
la salud. Porque los demasiados ejercicios, y también la falta de ellos,
destruyen y debilitan
nuestras fuerzas. De la misma manera el beber y el comer, siendo más o
menos de lo que
conviene, destruye y estraga la salud; pero tomados con regla y con
medida, la dan y
acrecientan, y conservan. Lo mismo, pues, acontece en la templanza y en
la fortaleza, y en
todas las otras maneras de virtudes. Porque el que de toda cosa huye y
toda cosa teme y a
ninguna cosa aguarda, hácese cobarde, y, por el contrario, el que del todo
ninguna cosa teme,
sino que todas cosas emprende, hácese arriscado y atrevido. De la misma
manera, el que a
todo regalo y pasatiempo se da, y no se abstiene de ninguno, es disoluto;
pero el que de todo
placer huye, como los rústicos, hácese un tonto sin sentido. Porque la
templanza y la fortaleza
destrúyese por exceso y por defecto, y consérvase con la medicina. Y no
solamente el
nacimiento y la crecida y la perdición de ellas procede de estas cosas y es
causa de ellas, pero
aun los ejercicios mismos consisten en lo mismo, pues en las otras cosas
más manifiestas
acaece de esta suerte, como vemos en las fuerzas, las cuales se alcanzan
comiendo bien y
ejercitándose en muchas cosas de trabajo, y el hombre robusto puédelo
esto hacer muy
fácilmente. Lo mismo, pues, acontece en las virtudes, porque
absteniéndonos de los regalos y
pasatiempos nos hacemos templados, y siendo templados nos podemos
abstener de ellos
fácilmente. Y de la misma manera en la fortaleza, porque
acostumbrándonos a tener en poco
las cosas temerosas y esperarlas, nos hacemos valerosos, y siendo
valerosos, podremos
fácilmente aguardar las cosas temerosas.
En el capítulo III propone la materia de los vicios y virtudes, la cual dice
ser contentos y
tristezas. Porque la misma acción que es pesada por su mal hábito al
vicioso, y por la misma
razón le causa tristeza, esta misma al virtuoso, por su buen hábito y
costumbre, le es fácil y le
da contento.
Capítulo III
Habemos de tener por cierta señal de los hábitos el contento o tristeza
que en las obras se
demuestra, porque el que se abstiene de los regalos y pasatiempos
corporales, y halla contento